El Estado en Africa - Jean François Bayart
El Estado en Africa - Jean François Bayart
El Estado en Africa - Jean François Bayart
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El estado en Africa
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prohihidas.
sin Ia aulorizacin
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La nocin generativa que tenemos de Ias sociedades polticas africanas implica que abordemos su gnesis con arreglo a
una problemtica ya c1sica dl~ Ia sociologa histrica deI estado. Pcru cstc lruismo no debc ocultar cl principal ricsgo dc tal
empresa, que no supo evitar deI todo el monumental retablo de
P. Anderson dedicado a 10s absolutismos europeos: Ia representacin holista de Ias sociedades, en forma de totalidades, y una
reconstruccin algo teleolgica de sus trayectorias.' Como no
pretendemos ser historiadores, y nuestro inters se centra en los
campos polticos contemporneos, propondremos un anlisis
interpretativo2 de stos, preguntndonos sobre Ias relaciones
de intertextualidad, mltiples, ambivalentes y fatalmente contradictorias, que mantienen con el pasado. EI problema, as planteado, no consiste tanto en identificar Ias unidades histricas
que seran el hipottico punto de partida de Ia construccin dei
estado y le asignaran su finalidad, cuanto en conocer los procesos que se han sucedido en su genealoga. Lo cual es bastante complicado debido a Ia intervencin colonial, que ha sembrado definitivamente Ia confusin: con esc asas excepciones
-Lesotho, Swazilandia, Ruanda y Burundi-, Ias formas polticas de hoy no coinciden territorialmente con Ias de ayer.
Por ese motivo, Ia primera perspectiva que viene a Ia mente
saca a relucir Ia nocin de Ia etnicidad o su sucedneo periodstico, el tribalismo. Los desarrol1istas de los anos sesenta
les daban mucha importancia. Identificaban el estado con Ia integracin horizontal de comunidades heterogneas que Ias potencias, entre trago y trago de jerez, en Berln, alrededor de un
tapete verde, haban agrupado en un marco territorial arbitrario.
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kizacin de Ia jerarqua catqlica.13 As Ias cosas, Ia indignaain de Ia opinin pblica canlerunesa contra los medios inforl1l'ltivos franceses que en 19~3-1984 destacaron Ia dimensin
regionaJisla dc Ia crisis tcnfa lllgo de surrealista. Pcro inuicaba
que el contlicto entre Biya y Ahidjo tambin era constitucional,
. poltico y econmico. En este sentido, Ias cameruncses no aceptiloan que se pasaran por alto Jos imporwntes relos planleados.'4
Y sobre todo, I/enos de indign,acin, destacaban Ia inconsistencia de Ias entidades que serv.in de explicaci6n a Ia interpretacin regionalista o tribalista.
EI norte, en particular, estaba I/eno de divisiones sociales
qjue Biya supo manejar con habilidad. Sera demasiado simplista reducirlas a una pugna e,lltre una minora dominante peul,
supueslalllente mllsul!lJalJa pol- unanil1lidad, y una lllayorfa doml'nada haab o kirdi (pagana).* Desde luego, ningn peul dira
clueno es musulmn, pero Ia adhesin de algunos de ellos -por
cjcl1lplo, los pastores l1lbororo- a Ia ley dei Profela parece bast'anle superficial. Tambin hay lllusullllaneS,Coll1o los rabes
c:hoa deI extremo norte, que estn marginados y no ocupan una
pasicin polftica y social ptivilegiada. En cuanto a Ias kirdi,
son un mosaico humano soci'llmcnte heterogneo, cuya insercin en el sistema regional de desigualdad vara de unos grupos
a tras. La ecuacin histrica deI norte se despeja ms bien con
Ia hegemona de un bloque cn el poder, cimentado culturalr(lente por el lamic way o/ file pero tnicamente heterogneo,
pues en l encontramos, adems de Ias grandes notables fulb,
, comerciantes hausa y elites convertidas de origen kirdi. Claramente en Ia poca de los alemanes, y de un modo ms dis(rclo en Ia de los franceses, d rgilllen colonial se apoy en
estos cimientos. Y aunque Ahidjo afianz su poder a pesar de
los principales lamib** de,la regin, les impuso Ia creacin
de un partido poltico de cortc'occidental y recort sus poderes,
rnantuvo esta estrategia hasta el momento de su dimisi6n, perc1icndoguizs hacia el final lIn poco deI terreno ganado a Ias je,* Conviene aclarar los trminos. Se denominan peul en singular y fulb (en
Ips, pases anglfonos fulani) en plurnl y singular los grupos sedentari7.ados de
esta etnia de origen nmada. Los IObororo siguen siendo pastores nmadas
dentro dei conjunto peul. Por ltimo. !os fulb/fulani se distinguen claramente
XIX. Pero
los yeamerunenses
dei dei
sur
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los hausa,
quea setodos
sometieron
en e\ siglo
I aman
hausa
los norteiios
que lJevan
tniea
profesan Ia ley
Profeta.
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mado Ia poli.\', donde no eran Ias vestigios de un pasado pretrito, sino Ias marcos indispensables de expresin de Ia cohesin, de Ia philia que una aios ciudadanos.17
A este respecto hay que reconocer que Ias grupos tnicos
contemponneos, lejos de damos Ia pista que nos permita proyectar elestado poscolonia! cameruns (por ejemplo) en su
pasado histrico, a menudo son una creacin reciente, y no parecen haber tenido una trayectoria anterior muy larga. EI arquetipo de Ia etnia pagana deI norte, por ejemplo, es un conjunto
heterogneo de agrupaciones que, ai azar de sus desplazamientos, se juntaron en el mismo territorio; an no se han soldado
en un todo homogneo, y Ia conciencia que tienen sus miembros de pcrtcnecer a l se dcbc ms 1 1 a un contraste con el
mundo exterior que ai reconocimiento de unos vnculos orgnicos entre Ias individuos de un mismo grupo. En definitiva, resulta menos dispensadofU de identidades que el macizo montanoso o, en Ia lIanufU, Ia aldea. Su conformacin e incluso su
etnnimo muchas veces son inventos extranjeros.IH E! nombre
mofu, por ejemplo, data de hace unos sesenta anos y est empezando a ser aeeptado por Ias propios interesados. Adems
designa dos grupos tnicos completamente distintos.19 En Ia
regin slo Ias kotoko, islamizados, lIevan mucho tiempo asentados en su emplazamiento actual, pero ellos tambin proceden,
por filiacin directa, de una fusin antigua de elementos dispares. Los fulb, con toda su preponderancia, tampoco son una
excepcin. La mayora de los especialistas, en su caso, desechan el concepto de etnia y prefieren hablar de una poblacin
de cultura peul -ms o menos homognea- formada po.r grupos
heterogneos.20
Tambin hallamos esta complejidad gentica de Ias agrupamientos humanos ai sur de Adamaoua. EI conjunto bamilek
no surgi a partir de unos pueblos sudaneses rechazados dei
norte, como se crey durante mucho tiempo, sino de Ia convergencia en Ia meseta basltica de Grassfields de emigrantes de
distintas procedencias, y de su integracin comercial, cultural y
poltica.21 Este proceso de unificacin, m,s avanzado que en Ia
vecina meseta de Bamenda, no ha borrado Ias peculiaridades
de jefatura, heredadas de Ias guerras dei sigla XIX, que reaparecen en distintas ocasiones -implantacin de Ia guerrilla upecista, formacin de redes comerciales, partidos de ftbol-. EI
nombre beti, que significa tos seiores, <dos civilizados,
tambin es naturalizador, responde a preponderancias cultura-
les y asimiladoras, esos conjuntos tnicos absorbentes resultado de amalgamas. En este sentido Ias beti se presentan como
una minora guerrera lIegada dei norte, que impuso su autori.dad y su proteccin a Ias pueblos a Ias que dia su nombre, aI
tiempo que tom de ellos muchos elementos de civilizacin,
empezando por Ia lengua. En Ia comarca de Minlaaba el etnlogo puede descubrir seis estratos de poblamiento, cuya smosis no excluye algunas tensiones. La unidad cultural dei grupo
pahuin, deI que procede Ia identidad beti y, por 10 tanto, su coherencia poltica uentro ucl estauo contemporLlneo, seguramente se ha exagerado.n
La mayora de Ias etnnimos que se usan para comentar una
situaein poltica moderna se aplican, en realidad, a construcciones pluritnicas dei poder. l.Es el poderoso lamidat de Rey
Buba una pieza fundamental dei dominio peul en el norte de
Camern? Sin duda. Pero conviene puntualizar que dicho estado, fundado en el sigla XIX por guerreros fulb, no tard en
adaptarse a Ias poblaciones autctonas, algunos de cuyos elementos han adquirido un lugar destacado en sus instituciones.2]
En este sentido, el contlicto entre los cultivadores y los baba,*
en 1984, no era tnico, ni tampoco religioso, sino social. Afectaba a Ias relaciones de produccin y renejaba el descontento
de un campesinado explotado con el lamidat y Ias je1'aturas de
cantn demasiado avariciosas. Las cartas de protesta qu escribieron Ias fieles catlicos son muy claras, y slo recurren a Ia
identificacin tnica para calificar Ias Ineas de extorsin econmica.24 l.Podemos hablar tambin deI papel crucial desempenado por Ias bamum en Ia consolidacin dei rgimen de
Ahidjo, en Ia reunificacin deI Camern anglfono y el 1'ranc1'onoen 1961, o en Ia victoria de Biya durante Ia crisis constitucional de junio de 1983? Tendra su sentido, pero en realidad.se
referira a Ia actuacin de Ia mOllarqua bamum. sta se form
histricamente a partir de grupos dispares, unidos por lazos de
sangre o de alianza mstica y a travs de Ia sumisin militar o
poltica.25 No hara falta decir perogrullauas como s ta si no se
olvidaran con tanta 1'recuencia: no es 10 mismo ser un bamum sultn que antiguo cautivo ...
Por un lado, el grado de politizacin yla diversidad tnica
de Ias construcciones estatales antiguas o contemporneas es
variable: escaso en el norte de Nigeria, ms intenso en Burundi
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de Rey Buba.
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rea1, siempre
amenazadora
para Ia estabili-
Si tcne,mos presente este carcter generativo de Ias sociedades africanas y su relacin orgnica con su medio exterior, 1'0dremos entender sin dificultad
Ia maleabilidad
de Ias etnjas,
como ya destacara
cuenta.n ~omo
es cOnleJl.tllal.
Ia escucla
esquema
de Manchester
de identificacin,
es el de los swahili.
La palabra
fue
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ue Kcnia), islami-
Produccin de Ia etnicidad
cin de etnia fue una de Ias premisas ideolgicas de Ia conforrnacin colonial de Ias realidades sociales a administrar, lIeg a
ser
de de
llfirmar
una existencia
propia
por el
eso lugar
mismo,y el
elmedio
lenguaje
Ias relaciones
entre los
propiosy,
sometidos. EI poder colonial no tard en perder el control deI
proeeso que hahfa desencadcnado:
Crea un sistema y produee literalmente unos partieularismos
(tribu-elniu). EI perfeeeionam,ientoprogresivo de Jusdivisiones administrativas, ms que el resbltado de un deseo deliberado, es Ia
conseeuencia de un proeeso que se nutre de todos los eonflietos posibles, eeonmicos o polflieOli.El estado de Costa de Marfil cs un
bucn ejcmplo de cllo, por 10 mcnos en Ia rcgi6n de lu Inguna,donde
se,csfuerza por haeer que cada subprefeetura eorresponda a una etnia, a pesar de ser tan numerojas y de dimensiones tan reducidas.
En este caso Ias rivalidad!~s pesqueras entre los adiu-kru y
Ias aIadian, por un lado, que l~ozahan de una posicin de interIQeutores privilegiados de Ia udministracin colonial, y los aizi,
en proceso de perder sus prerrogativas de amos de Ia laguna,
favorecieron Ia constitucin de estos ltimos en etnia ya antes
de Ia segunda guerra mundial. Ms adelante Ia apropiacin de
ia tierra y Ia formacin de re,servas territoriales en los bosques
han hecho an ms neeesaria esta transformacin.4J
Se cre asf un mecanismo de retroacein entre Ias estrategias
sociales autctonas subyacenles a Ia colonizacin y Ia eonstruccin deI aparato estatal. La di'visin en etnias fue uno de sUSresultados, y se basaba en ventajas materiales como el acceso a
los factores de produccin econmica -y por 10 tanto a Ia acumulacin-, Ia instalacin de equipamientos sanitarios, escolares y viarios, o Ia comunicacin entre los centros de decisiny
los mercados. De todos modos, los esquemas fueron cruciaIes
eu Ia adjudicacin de estos flujos de bienes y servicios. Los
fQncionarios de Ia burocracia' colonial, medio administradores,
medio etnlogos, dieron un impulso ideolgico decisivo a Ia
plasmacin de Ias conciencias tnicas. No tardaron en ser secundados por Ios misioneros, sobre todo los protestantes, que
'ayudaron a Ia estandarizaei6n y extensin de idiomas regionales a travs de su ensenanza,la traduccin de Ias Escrituras y Ia
formacin de una elite erudita autctona, algunos de cuyos representantes ms destacados fueron cl reverendo Johnson, dei
pas yoruba, y el abad Kagare de Ruanda.44 La propia etnologa, prdiga en monografas tnicas, tom parte en Ia invencin
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de este mundo imaginario y, a su vez, se convirti en un recurso codiciado: los nkoya, cuya unificacin tnica, siguiendo
Ia regia general, dala de su ineorporaein a un espacio rodesiano dei norle y luego zambiano, aeogieron eon enorme inters el estudio antropolgico que les dedic un investigador
holands, con Ia esperanza de que reforzarfa su posicill frente
a Ia hegemona lozi.4~
La etnicidad goz hoy de un amplio consenso. Es un jefe de
eslado africano, y no un pcriodisla oecidental o 1I11 COlllflUI1ldanl de cerde ell retirada, quien considera que Ias tribus, antes de Ia lIegada de los europeos [...] eran como pequenas nacioiles donde exista una cOll1unidad de lengua, cultura, destino
I...], donde Ia gente se senHa protegida [... /, que se eonsiderabanentidades separadas.46 Por equivocada que est desde el
punto de vista histrico, esta perspectiva forma parte ya dei
paisaje poltico dei contincnte. Pero aun as no nos autoriza a
discernir en el pluralismo tnico Ia infraestructura eultural de
donde surgi cI estado eontemporneo. Este proeeso no eonsisti en el enfrentamiento de fuerzas tnieas encerradas en s
mismas, como un entrechocar de holas de billar (metfora ell1picada p~)r A. R. Zolberg en su crtica a Ia teora elsiea de Ias
relacioTjj::sinternacionalcs).47 Desde este punto de vista, Ia crisis
camerunesa de 1982-1984 no presenta ninguna eomplieaein
excepcional. Ninguno de los fenmenos polticos contemporneos que se han pretendido reducir a una dimensin tnica se
deja eneerrar en un marco de explicacin tan unvoco.
A menudo se ha relacionado el tripartidismo nigeriano de los
anos cincuenta eon Ia importaneia deI voto tribal, argumentando que ninguna de Ias formaciones,dominantes contaba con
apoyosspficientes en cada una de Ias tres regiones administrativas. Pj::ro unos estudios ms detallados muestran que lIesha,
por ejemplo, pese a su rivalidad con Ias otras ciudades yoruba,
daba lamayora de sus votos ai National Council 01' Nigerian
Citizens, supuestamente dominado por los igbo, aunque algunos barrios se inc1inaban por el Action Group de ChieI' Awolowo, elpartido gubernamental de Ia Western Region.4R Los
grandes' tratantes de ganado hausa asentados en Ibadan tambin
votaban ai Action Group, y no ai Northern People's Congress,
como cabra esperar. De este modo intentaban impedir que los
earniceros yoruha innuyeran en cl gobierno regional para que
aprobara ordenanzas contrarias aios intereses de los tratantes.
Consiguieron arrastrar a toda Ia poblacin hausa de Ia ciudad, y
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o
ron los baganda gracias a su alianza primitiva con los britnicos, y deI rgimen deI illdirect rule.6fJ En Zanzfbar Ia unificacin tnica de los africanos durante los anos cincuenta fue
una reaccin de rechazo de Ia estructura econmica, dominada
por un ncleo acomodado que podramos definir como una coaIicin social de ducios de phllltaciones y cOlllereiantes-usureros agrupada en torno aI estado, ms que como un grupo homogneo rabe)).61Por ltimo, en Mauritania el Mallifiesto de los
diecillueve de 1966 criticabal<el acaparamiento total de todos
los sectores de Ia vida nacional por Ia etnia mora)). Gtro texto
ms reciente, cl Mallifiesto dei negro maurital10 oprimido, critica con dureza Ia conl'iscacin por Ias representantes dei estado beydalle)* de los crditqs bancarios y Ias frtiles tierras
aluvialcs dei ro Senegab), y concluye, dirigindose a Ia poblacin negra:
Boicotead, desterrad, matad si es preciso a todos los que alienta'nIa venta de tierras. Destruid, quemad los bienes de esos extranjeros que vienen a instalarse en vuestras tierras. La tierra pertenece
a Ia aldea. La nica reforma a~raria que aceptaremos es Ia que permita el reparto de Ia tieITaproporcionalmente [sic] a Ias necesidades entre todos los miembros de Ia aldea.2
En todas partes Ias estratel~ias con un sello tnico ms marcado, como en el terreno delllmpleo, Ia escolarizacin o el crdito, estn relacionadas con los recursos de Ia economa moderna. Si es absolutamente j~ldispensable hacer una definicin
de Ia etnicidad, nos quedamo\; con Ia de R. H. Bates, extremista
y provocadora, adems de restrictiva: [ ... ] En una palabra, los
grupos tnicos son una forma, de coalicin con margen de beneficios, 10 bastante amplia como para asegurar unos beneficios
,en Ia lucha por el reparto de los botines, pero tambin 10 bastante reducida como para sacar elmximo provecho de Ia renta
per cpita de dichos beneficios)).63
Pero no est claro que hayamos dilucidado bien esta cuestin. Por un lado, convieneconocer los procesos de formacin
de estas coaliciones, 10s matcriales histricos que usan y los repertorios culturales que son sus fuentes. La etnicidad tambin
est relacionada con determiadas usanzas, que pueden motivar
relaciones de simpata o desconfianza, o incluso de repulsin
(!os x comen mono, 105 y lmelcn mal, Ias z hacen sacrificios
* Moro. Dei rabe beidan. plura!( de abiad, blanco. (N. det t.)
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10 mismo
ministro, que de
se apresur a dedei estado aI ser-
que el presidente
de Ia rep-
* En realidad esta metfora es bastante ambigua. porque en Camern tambin se suele decir que <<Iacabra pace donde est atada, para burlarse de Ia corrupcin poltica y administrativa.
100
obligacin de gratitud [...] que se Ileve consigo y coloque en puestos de responsabilidad a sus hermanos de poblado -sin tener en
cuenta su cualificacin, ni sus mritos, ni su honradez-, que abra
calles nuevas en el poblado y haga esfaltar Ias existentes, que convierta el poblado -l,por qu no?- en capital de departamento, o de
provincia, porque ahora est en el gobierno, l,acaso no tiene poder
para hacer!o, y no es su poblado natal eI que debe aprovecharse de
Ia situacin? [... ] Y adems, que no adquiera Ia mala costumbre
de sus prcdecesores, tambin hijos deI poblado, que se haban
vuelto impopulares aI entregar los mercados aI primero en Ilegar,
porque eso debe quedar para los herrnanos deI poblado que, gracias
a l, se convertirn espontneamente en empresarios, hombres de
negocios eon Ias espaldas bien cubiertas, etc., etc.6\>
As es, en efecto. Producto de Ia costumbre y el afn de acumulacin, creada tanto desde abajo como por Ia burguesa
nacional y el imperialismo,
Ia etnicidad se entrecruza Con
Ias lneas de Ia estratificacin
social y Ias de Ia integracin en
el estado. Ninguno de estos tres rdenes de coherencia puede
separarse dei otro. Cualquiera que sea Ia importancia que tenga
el territorio para ella, Ia acumulacin
ya no se puede concebi r
fuera dei espacio nacional, o mundial, y tiene lugar necesariamente a partir de redes transtnicas.
En estas circunstancias
apenas tiene sentido hablar de Crculos de negocios
bamilek, por ejemplo, como revela Ia composicin
deI capital de
Ia Caja de Ahorros de Camern, fundada por iniciativa dei presidente de Ia Cmara de Comercio e Industria, Tchanque.
Tambin sera bastante intil tratar de averiguar Ia parte correspondienteal
carcter tnico y a Ia naturaleza de clase en Ia
poltica educativa,70 ya que ambos aspectos son inseparables.
Y
Ia exacerbacin
de Ia competencia
interregional
en el comercio, Ia pequena industria o el sector bancario es paralela a Ia de
un nacionalismo
econmico
cameruns
frente aIos intereses
franceses. EI desarrollo de estaS interdependencias
entre Ias categoras sociales originadas por Ias relaciones de produccin, Ias
comunidades
particulares heredadas de Ia historia y Ia esfera deI
estado, esos lazos permanentes
que 1. D. Y. Peel ha analizado
certeramente
en IIesha,71 deberan disuadir definitivamente
de
buscar Ia clave de Ia poltica contempornea
en el carcter tnico. Tambin dan a entender que el estado poscolonial tampoco
posee una estructura de clases precisa.
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Notas
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2. H. Dreyfus y P. Rahinow, Miehel Foucaull, /lIl parcaurs phi/osophique,
Gallimard, Pur(s, 1984, pp. 179 ss.
3. W. M. J. van Binsbergen, Relit:imls C/Illng in Zam/Jia. Explortllory SIIldies, Kegnll l'aullnleflllltiollul, Londres, 1981, pp. 66-67.
4. A. Kourouma, Lcs Solei/s des indpendanees, Le Seuil, Paris, 1970.
5. Teslimonio citado por B. Verhaegen, Rbellions au Cont:0' t. li: Maniema, CRISP, Bruse1us, IRES, Kinshasa, 1969, pp. 158-159.
6. Lcs Cahiers de Gamboma, Imlruelions poliliques 1'1 mililaires des parlisans cont:olais (1964-1965), CR1SP, Bruselas, 1965, pp. 51-52.
7. R. Um Nyob, LI' Problcme lIational kamerunais, pr.renl par J. A.
M/Jemb; L'Harmattan, Parfs, 1984, pp. 99 Y 325.
8. Entretien avec Paul Mba-Abessole, prsident du Comit Direcleur du
MORENA, Polilique A/rieaine, 11, sepliembre de 1983, p. 19.
9. J.-F. Bayart, L'lal au Cameroun, Presses de Ia Fondalion Nationalc des
Sciences Poliliques, Paris, 1979, p. 138. En realidad este rumor, que habia circulado en 1975, debe ponerse en leia de juicio, y un informador importante, por
10 menos, 10 ha desmenlido.
10. Aunque esla inlerprelacin sea oficiosa, no tiene por qu ser errnea.
Varias entrevistas y fuentes polfticas adversas parecen confirmaria.
1I. Le Monde, 17 de abril de 1984.
12. Cilado por H. Bando10, La Flamme ella/ume,
SOPECAM, Yaound,
1985, pp. 130- 131.
13. Mono Ndjana, De I' elilno/ascisme dans Ia lillralure polilique camerounaise, Club UNESCO de l'Universit, Yaound, lIde marzo de 1987, reprogr.
y memorndum Un clairage nouveau, firmado por sacerdotes aul6ctonos
de Ia archidi6cesis de Douala, 16 de '11arzo de 1987, reprogr.
14. J.-F. Bayart, La socit polilique camerounaise (1982-1986)>>, Polir ique Afrieaine, 22, junio de 1986, pp. li ss.
15. J.-F. Bayarl, i/Jid., y [;lal au Camermlll; V. Azaraya, /Jominance and
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107
UIKo,r, Manchester
Universily
2
EI estado desigual: pequenos y grandes
En frica, como en otras partes, el estado es el principal mbito donde se generan Ias desigualdades. EI desarrollo que
se jacta de fomentar, y en cuyo nombre pretende eliminar Ia
competencia poltica y Ia reivindicacin social, no puede ser
neutro aI respecto. Mejor que un experto internacional, 10 sabe
el estudiante de una escuela agrcola, como ste que contesta a
un cuestionario:
109
encierran ai jefe de Ia aldea dos o tres meses en casa dei jefe Rey
Buba, y sale de allf con una multa, y todos los habitantes de esa aldea tambin reciben una multa y varios cientos de latigazos.
p:' iQu le parece ms conveniente para el desarrollo de Ias aldeas donde trabaja?
Para que Ias aldeas donde traIJajo se desarrollen mejor en todo,
deseo que el distrito de Rey Buba tenga un subprefecto deI sur, y
que se instale un cuartel de Ia gendarmerfa para que se anule Ia servidumbre que le acabo de contar y los campesinos tengan verdadera independencia y alcancen IIlI mayor desarrollo en Ia agricultura, para que nosotros, los pel'ilos, podamos ayudarles con Ias
nuevas tcnicas de cultivo y labranza en arado-grada con una grada
bovina de dos elementos, siembra en \fnea, herbicidar los campos, escarda mecnica, tril1a eo CA o manual.
1
La ideologa o Ia tecnologa (1c1 desarrol1o no pueden abstraerse de los mecanismos de tilxplotaci6n que transmiten. La
noci6ni voluntarista de Ia modernizaci6n, que proporciona
buena parte de su legitimidad ai estado poscolonial, enlaza con
una tradici6n intelectual, Ia de Ia l1ustraci6n en el sentido que
le daban los despotismos ilustrados dei siglo XVIII, y Ia dei progr,~so de un siglo XIX orgul1oso y civilizador. Ni siquiera Marx
descntonaba de esta filosofa ~Jando hablaba de Ias Ieyes naturales de Ia producci6n capitalista y de sus inevitables resultados, ni cuando pensaba que l:<elpas de mayor desarrol1o indt:jstrial no hace ms que mo:;trar ai menos desarrollado su
propio futuro. Estos esquemas, hijos de Ia revoluci6n francesa
. y Ia. revoluci6n industrial briinica, inspiraron Ia temtica dei
2ft;'asode ciertas sociedades;y 10s atajos que les permitiran
~uperarlo, en una pai abra, todo ese detestable planteamiento
deI subdesarrollo.2
Entre el jefe regional Brialld, que en 1921 someta aios
maka a un rgimen de obediepcia y trabajo, o el administrador Pemet, que en 1938 pretenda organizarles en equipos
para hacerles cultivar de siete :~cuatro de Ia tarde, y venderles
jabn de Marsel1a, y el subprdccto Loum, quien comentaba indignado en 1968 que sus administrados exponan sin ningn
rcparo su desnudez aios visiti1ntes y echaba pestes dei consumo de hachs y arki, * hay una continuidad evidente.) Inspira
Ias mismas desilusiones ante I:).pereza de los autctonos y el
atraso de sus costumbres, Ias mismas exhortaciones y tam Arki: licor arlcsanal y clandestino.
110
111
Senegal,19601984:
evolucin de los precios de eompra deI cacahuete aI productor
Afio
Precio de compra
neto ai productor
Indice de
precios
Precio de compra en
francos constantes 1971
1960
1961
1962
1963
1964
1965
1966
1967
1968
1969
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
20,8
22,0
22,0
21,5
21,5
21,5
21,5
21,5
18,0
18,0
18,5
19,5
23,7
23,0
29,8
41,0
41,5
41,5
41,5
41,5
41,5
46.0
60,0
60,0
50,0
68,2
71,6
76,1
79,7
82,7
85,9
87,8
90,0
90,0
93,6
96,3
100,0
105,8
30,5
30,7
28,9
27,0
26,0
25,0
24,5
23,9
20,0
19,2
19,2
19,5
22,4
19,5
21,6
22,6
22,6
1981
1982
1983
1984
118,2
137,8
181,5
183,4
204,1
211,2
20,3
19,7
17,9
18,1
17,3
19,2
17,2
13,0
231,6
251,4
266,2
312,3
348,7
386,0
Zaire, 1960-1974:
evolucin de los precios oficlales de compra aIos productores
157,9
126,4
137,9
114,9
1960
202,0
241,4
172,4
195,4
1970
1974
43,2
64,8
104,0
109,2
79,3
36,0
75,6
90,7
52,4
85,0
93,9
.67,5
100,7
96,0
Fuenre: O. Oran (cd.l, 1'he Pulirirulliwnumy "I U"dmJeve/"I'III",r,/'racgcr, Nucva York. 1979,
p. 5, scgn lIa.os dei FMI (cilado por C. Young y T. Turncr, 'J1U"Ri,H' umJ 1Jc.difJt' O/lhe 7",irim,
S'ale, lJnivcrsily uf Wisconsin Prcss, Mudison, 19H5. p. 94).
113
ciones agrcolas, y se libraban Ias rentas no salariales (rentas territoriales, inmobiliarias, comerciales ...).
[...] Desde cl punto de vista de Ia justicia distributiva, Ia disparidad en perjuicio dei mundo rural que se haba desarrollado a partir
de los anos sesenta se agrav mucho desde 1980. Hajo elefecto
combinado de Ia saturacin de Ias fincas, Ias malas condiciones climticas y cl dcsccnso de los precios reales de compra, Ia rcnta monetaria agrcola real cay en 1981 y 1984 a su nivel ms bajo desde
Ia independeneia, pese a un erecimiento de Ia poblacin de ms dei
30 %. Incluso en anos de buena pluviometra, como 1983 (eampafia
82/83), Ia rcnta agrcola monetaria real global fue inferior a Ia de
eomienzos de los sesenta. En Ia ciudad Ia disparidad se aeentu en
detrilJ1ento de Ias rentas bajas, a favor de los asalariados dei sector
mod?rno y, sobre todo, de Ias rentas altas no salariales."
115
en rclacin con los costes unitarios de compra de los agricultores- pasaron de 100 en 1976 a 81, I en 1981.23
La tendencia fue muy parecida en Costa de Marfil, a pesar de
Ia mitologa deI plantador con que se aureol6 HouphouetBoigny.24 De 1960 a 1968 el sector urbano tendi6 a acaparar una
parte cada vez mayor de Ia riqueza nacional, en detrimento deI
sector rural. Esta alteracin de Ia condicin de los productores
agrcolas, aunque menos acusada que en otros pases durante el
mismo perodo, pudo ser Ia causante de Ia disminucin dei crccimiento que se observa aI final de Ia primera dcada de independencia. Entre 1969 y 1973 Ia renta agrcola real per cpita se
estanc, mientras que Ia renta urbana per cpita sigui aumentando Iigeramente. De todos modos, Ia tendencia se invirti en
1973, y el aumento de los precios de compra aios productores
de cacao, caf, arroz, algodn y paImeras les permiti recuperar
el terreno que haban perdido a finales de los sesenta. Entre
1974 y 1978 Ia renta agrcola monetaria media per cpita creci, en francos constantes, cOn un ritmo aproximado deI 7 %
anual, mientras que Ia renta no agrcola, entre 1975 y 1978, 10
hizo en un 2,9 % anual. Luego, a causa de Ias severas medidas
de ajuste estructural tomadas a partir de 1980, Ias rentas agrcolas se estabilizaron en francos constantes hasta 1985, 10 cual
equivale a un descenso de cerca deI 10 % de Ia renta per cpita,
si se estima en 1,8 % el crecimiento anual de Ia poblacin agrcola. Un estancamiento que no tiene punto de comparacin con
el descenso brutal de Ias rentas agrcolas senegalesas, que afect
de lleno aios asalariados de Ias ciudades -incluidos los de Ia administracin ylas empresas pblicas-.25 Adems, Ia Caja,de Estabilizacin de Costa de Marfil, a diferencia, por ejemplo, de su
homloga camerunesa, efectu cierta redistribucin a favor deI
mundo rural en forma de subvenciones y perecuaciones.Pero
su funcin esencial, en este pas como en otros, fue Ia de institucionalizar Ias transferencias intersectoriales de recursos,del sector primario aios sectores secundario y terciario, y asegurar Ia
produccin agrcola. Pese a 10 que se suele afirmar, Ia clase dominante dei pas no est formada por una burguesa de plantadores. Los duenos rurales de grandes plantaciones en Moronou
y Kett, por ejemplo, no parecen capaces de salvar Ia distancia
que les separa de los plantadores empresarios, terratenientes
absentistas que pertenecen a Ia elite poltica y administrativa de
Ias ciudades y aseguran su dominio en el campo gracias a 'su
control de los recursos deI estado.26
117
118
119
siguientes. La supuesta revolucin agraria de Ia independencia, lejos de alterarIas, se amold a estas diferenciaciones.4o Las
conclusiones de S. Berry sobre el oeste nigeriano son coincidentes: el salario fue una de Ias principales fuentes de Ia inversin agraria inicial; ms adelante Ia principal va de enriquecimiento no fue el sector deI cacao, sino el terciario, y por esa
razn los cultivadores yoruba no se reprodujeron como campesinado.41 Estos procesos de solapamiento o stradd/ing (<<nadar
entre dos aguas), segn Ia expresin consagrada por M.P. Cowen, seguramente han sido cruciales en todo el continente. Nosotros hemos observado que los duenos rurales de grndes
plantaciones de Moronou y Kett, en Costa de Marfil, no eran
capaces de dedicarse a una verdadera acumulacin, a diferencia
de los plantadores empresarios absentistas, miembros de Ia
clase poltica y Ia burocracia.42 En Tanzania es an ms impensable Ia autonoma de una riqueza estrictamente agrcola, porque aqu Ia promocin de cultivadores adelantados por parte
de los colonizadores fue tarda y limitada (apenas eran un centenar cuando se proclam6 Ia lndependencia), y Ia lIyamaa Ia
fren e incluso Ia obstaculiz. Tambin en este caso el complemento proporcionado por el crecimiento de algunas explotaciones fue de origen salarial, artesanal o comercial.4] La trayectoria campesina de Zimbabwe no invalida Ia regIa general, ya
que los colonos europeos se quedaron con Ias mejores tierras.'4
As pues, debemos buscar en otra parte.
Poder y acumulacin
Se ha dicho muchas veces, con G. Balandier, que <daparticipacin en el poder [... ] confiere influencia sobre Ia economa,
mucho ms que aI revs, y que en este sentido el joven estado nacional tiene incidencias comparables con Ias deI estado
tradicional, ya que Ia posicin con respecto aI aparato estatal sigue determinando el estatus social, Ia forma de relacionarse
con Ia economa y el poder materia1.45 Aunque es una afirmaci6n acertada en trminos generales, conviene examinarIa ms
despacio y tal vez matizarIa, pues ha llevado a Ia prematura
conclusin de que Ia clase dominante es una burguesa burocrtica o estado, una aristocracia o clase poltica, una
burguesa organizadora o directora, cuya dcfinici6n plantea ms problemas de los que resuelve.'6
120
De entrada hay que puntualizar una cosa. EI papel preponderante deI poder en Ia estratificacin social no refleja, o no slo,
un resurgimiento cultural de Ias formas polticas antiguas. No
puede aislarse deI episodio colonial. EI ocupante europeo mezcl los gneros con ms frecuencin de Ia que dan a entender Ias
fases autnticamente burocrticas de Ia colonizacin britnica y
francesa. La confusin entre ejercer Ia autoridad pblica y amasar fortunas era consustancial aI rgimen de Ia concesin, cuya
inaudita codicia asombr6 a muchos viajeros. En el Congo belga
pu do soslayar fcilmente Ia extrana frmula patrimonial deI
estado libre que haba osado imagiJ:lar el rey Leopoldo, y Ia
simbiosis entre los crculos de Ia administracin y los de los
negocios fue ms completa que en otros lugares.'7 Pero tambin en Angola era legendaria Ia rapacidad de los agentes de Ia
corona portuguesa. Y en Kenia el solapamiento de Ias funciones oficiales y Ias actividades lucrativas era moneda corriente.'B
Adems, los intermediarios autctonos deI estado colonial
se aprovecharon aI mximo de sus prerrogativas de auxiliares
de Ia administraci6n para enriquecerse. En este sentido, Ia corrupcin -como decimos hoy- era un engranaje orgnico deI
indirect rufe, sobre todo en el norte de Nigeria.'9 Los jefes
nombrados por el ocupante y sus ayudantes aguzaron el ingenio
para no desaprovechar Ia ms mnima oportunidad de extorsin:
La Oficina de Trabajo le dice aI jefe superior: Tienes que
darme cuarenta hombres. Con mirada fulminante, llama aIos jefes
de poblado y les comunica Ia consigna: Me han pedido sesenta
hombres, ddmelos enseguida. Los jefes de poblado deciden entre
ellos cuntos debe aportar cada uno para sumar los sesenta pedidos.
Yopuedo dar diez. Uama a sus mensajeros y les dice en secreto:
Dadme quincc hombrcs. Los mensajeros, provistos de su tcmible
ltigo, se abaten sobre Ias poblados y capturan a todos Ias que encuentran, de da o de noche. Por supuesto, el jefe dei poblado les ha
indicado a sus enemigos, y ellos tambin tienen Ias suyos, y saben
d6nde encontrarles. En Ias cabanas, en Ias campos, se dedican a Ia
caza deI hombre. Hieren y golpean sin piedad, tanto mejor. l.Quieres librarte? Damc una gallina, dame cinco francos. l.Que no Ias
tienes? Peor para ti. Capturan a todos Ias que pueden para poder
soltar a un buen nmero a cambio de regalos remuneradores. iMenuda bicoca son para ellos Ias perodos de reclutamiento! Se apresuran a llevarle aI jefe dei poblado a Ias que no han podido reseatarse, muchas veces sill haberles permitido pasar por su cabana o
despedirse de su mujer. Les encierran con llave para ser entregados
121
122
historiografa nacionalista. Los miembros de los LNC formaban, sin duda, un grupo privilegiado, sobre todo en cuanto a Ia
propiedad territorial, 10 que origin una divisin en el movimiento anticolonial ai trmino de Ia segunda guerra mundial,
con un ala moderada y una corriente radical. AI principio no
haba una contradiccin muy fuerte entre Ia defensa de los intereses personales de una clase de empresarios africanos y Ia aspiracin ai progreso de Ia comunidad a Ia que pretendan representar. Crear un negocio de transporte o una escllela, comprar
lIn terreno, aumentar Ia propia cosecha de maz, enviar a lIn
hijo a Ia misin, todo eso serva para acabar con el prejuicio colonial dei atraso indgena. Mejor an: los recursos de Ias LNC
sirvieron para contener Ia expansin comercial de Ias asiticos (asians).
Esta permite entender mejor Ia ambigedad dei clmor nacionalista. A Ia reivindicacin de Ia dignidad se le una Ia de Ia
riqueza. A este respecto, Ia historia de Ia Kikuyu Central Association no tiene nada de excepcional, y Ia Union des Populations du Cameroun, el Syndicat Agricole Africain de Costa de
Marfil o el Convention People's Party de Ghana dejan entrever
Ias mismas frustraciones econmicas y Ias mismas ambiciones.~4Hablando en plata: los movimientos anticoloniales camuflaron operaciones de enriquecimiento personal que explican el
pillaje posterior de Ias administraciones. En 1954, Um Nyob
lanz una advertencia a todos Ias recaudadores de cotizaciones u otros fondos deI Movimiento y anunci su intencin de
ser implacable con todos los companeros acusados de malversacin.ss En Senegal el secretario poltico de Ia UPS no dud
en declarar, poco despus de Ia independencia; que Ias maniobras subterrneas, Ia venalidad, Ia bsqueda dei provecho personal, el nepotismo, todo eso era moneda corri ente en Ia poca
colonial: Hacer poltica significaba, para muchos ciudadanos, enganar, mentir, amasar una fortuna.s6 En Congo-Lopoldville Ia venta de los carns dei MNC/L ocasionaba constantes litigios y abusos. Ms grave an era Ia acusacin de los
subalternos a Ias dirigentes dei partido, de ser unos aprovechados que se haban apoderado en beneficio propio de los frutos
de Ia independencia:
Nosotros, 10smeritorios dei MNC, somos como 10speITosy su
amo. Por Ia manana, muy lemprano, cI perro y cI amo van a Ia selva
a cazar. EI perro siemprc est alerta para cobrar Ias piczas y IIcvrseIas ai amo. AI alardccer, cuando vuelven a Ia aldea para comer Ia
124
caza, lIegan a Ia casa y prcparan Ia caza. Cuando Ia carne est cocinada Ia ponen en el plato, y 10primero que hace el amo, antes de empezar a comer, es echar ai peITo,a pesar de que ha sido l quien ha
capturado esa carne. DeI mismo modo, nosotros, con los agentes dei
gobierno, luchamos para pedir Ia independencia y ninguno de ellos
nos ayud. A menudo se compinchaban con los colonialistas para
apresar a los militantes deI MNC. Ahora ocupan todos los cargos y
otra vez nos detienen para que suspendamos nuestras actividades.
Pero esta queja dei vicepresidente dei MNCIL de Kalima no
dejaba de ser equvoca, pues apoyaba una peticin de empleo ai
gobierno de Kivu. En Ia misma poca (abril de 1961) los militantes de Ia ciudad de Kasongo rec\amaban a Ia asamblea provincial Ios puestos de mando corrio recompensa para los partidos polticos.~7 En 1964-1965, Ias simba* mulelistas tambin
destacaron por su comportamiento depredador.
En definitiva, una de Ias rupturas decisivas de Ia independencia fue el acceso directo de Ias elites autctonas, hasta entonces refrenadas por Ia tutela dei colonizador, a los recursos
dei estado. EI fin de Ia ocupacin supuso Ia desaparicin de
muchas trabas polticas, administrativas y econmicas que contrariaban el apetito y los planes de los acumuladores africanos.
Les proporcion el control deI catastro, el crdito, el fisco, Ias
oficinas de comercializacin de Ias cultivos de renta, Ia inversin pblica, Ia negociacin con el capital privado y Ias importaciones.
Sin perder de vista este segundo plano histrico, haremos un
repaso de los procedimientos contemporneos que adopta Ia relacin deI poder con Ia acumulacin, para no mezclar prcticas
distintas con Ia denominacin genrica de una estructura de clase
determinada, o deI tipo ideal weberiano deI patrimonialismo.
En primer lugar, Ias posiciones deI poder son Ias principales
vas, por no decir Ias nicas, de acceso a los recursos de Ia extraversin. Recursos diplomticos y militares cuya movilizacin
permite alterar Ia relacin de fuerzas domstica, como en Nigeria durante Ia guerra de Biafra, en Congo-Lopoldville/Zaire durante Ia primera repblica o cuando los disidentes armados invadieron Shaba, en Angola y Mozambique despus de 1974, y
quiz, sobre todo, como en Ia zona de influencia francesa, donde
Ias espadas siempre estn en alto para aplastar cualquier intento
de rebelin, motn o golpe.
Simba: Jcones, Jus combalicnles revolucionarios.
125
du nl?ro-mauritanicn
op-
Otros testi-
128
I
I
haricots pour les enfants, un p'tit quelque chose, un encouragement, une enveloppe, de quoi nouer les deux bouts, traiter,
s' entendre, voir elair, tre tendre o compre!lnsij, s' occuper de
moi, payer Ia biere, court-circuiter,faire Ia mise en place, trouver une .I'olution zai'roise: expresiones no carentes de chispa y
poesa, que hablan de trfico de influencias,
129
sellos y membreles
,
oficiales, audiencias, recomendaciones, contratas, dietas, timbres fiscales y postales, prevaricaciones, y tambin desvos de
fondos, sustracciones en origen, fraudes en Ia exportacin-importacin, controles militard, en fin, una verdadera economa
informal dei estado.72 Pel'o conviene aclarar que esta economa,
en Ia base de Ia pirmide administrativa, es ante todo de subsistencia. De 1973 a 1977 los funcionarios zairenos perdieron el
60 % de su salario real. AI final de Ia dcada los salarios ms
altos que cobraban eran equivalentes a 10 botes de leche, 24 kg
de carne u 8 gallinas. Dn ordenanza ganaba el equivalente de
Un bote de leche o una gallina.73 As Ias cosas, el agente deI estado cobra deI administrado, ms que deI presupuesto. Pel'o el
autntico enriquecimiento o "Iaverdadera acumulacin tambin
se efectan mediante Ias sinecuras que reporta el cargo pblico.
A veces Ia desproporcin en tre el salario oficial y los ingresos
paralelos que 10 acompafan es pasmosa: en 1974 el comisario
regional de Shaba reciba 100.000 dlares mensuales de prepel)das, eu ando su paga se n:duca a 2.000 dlares.74
Potencialmente cualquicr decisin tomada desde Ia soberana deI estado implica unas ganancias, deI control fiscal a una
verificacin tcnica, de Ia firma de un nombramiento o de un
mercado a Ia concesin de una exencin fiscal o una licencia de
importacin. Adems, Ias administraciones y Ias empresas pblicas son reservas financieras casi inagotables para quienes Ias
administran y para Ias autclridades polticas que les protegen.
Cabe citar, en parlicular, el caso de tos IIIarke/illR /Jo(lrci.l' y Ias
Cajas de Eslabilii'.llcin de frica occidental, Ias cooperativas
de frica oriental y, desde !'inales de los sesenta, Ias innumerables empresas estatales y otras paraestatales cuyos llizers entorpecieron sus eeonomas. Por definicin, Ias cantidades detradas son difciles o imposibles de calcular. Sin embargo,
varios sondeos indican que son considerables. En Senegal se
estima que Ias malversaciQnes y los fraudes en Ia Oficina Nacional de Cooperacin y Ayuda ai Desarrollo ascendieron, entre
1966 y 1980, ai 5-10 % de todos los ingresos de los productores, una cantidad dei orden de decenas de miles de millones
de francos CFA,7~En Costa de Marfil el saneamiento deI sector de
Ias empresas pblicas, emprendido en el marco de una poltica
de severo ajuste estructural, puso de manifiesto Ia magnitud dei
saqueo ai que haban sidosometidas durante los anos setenta.76
La Direction de Controle des Grands Travaux (DCGTX), creada en 1977 para gcstionar los principalcs proyectos de obraS',
130
131
01'-
es
que adems de autorizaciones puede haber exenciones. Laexpedicin de licencias de importacin, muy provechosas porque
su precio de adquisicin se compensa enseguida con el alza de
precios que el beneficiaria carga sobre Ias consumidores organizando escaseces artificiales, y el contrabando (que no se
puede reducir a una prctica marginal y popular), son algunas
de Ias principales fuentes de ingresos de Ias clases polticas deI
continente, siempre que no lIeven a Ia quiebra a sectores enteTambin se construyeron
ros de Ias economas nacionales.
muchas fbricas slo por construirias, pues haba que estar
sordo y ciego para no saber que jams produciran nada.HI Una
vez ms, demos un margen a Ia incompetencia. Pero sta no es
tan generalizada como pretende el tpico racista, y no parece tan
determinante como el afn de lucro. Ms bien estamos ante una
de Ias manifestaciones contemporneas ms vigorosas de esas
estrategias de extraversin cuyo papel histrico crucial presentamos. En Nigeria, durante los anos setenta, el general Obasanjo populariz el trmino portero (gate-keeper) para califical' esta actividad intermediaria de los altos funcionarios entre
el mercado nacional y los medios internacionales. A veces funciona de un modo triangular, con Ia intervencin, ademsdel
operador extranjero y el poltico o burcrata que toma Ias decisiones, de un corredor (middleman) autctono; otras veces el
modelo es binario y no interviene el tercero.82 Es as como Ia
democracia, que deba implantarse en el pas con Ia retirada de
los militares en 1978-1979, se ha convertidoen una contratocracia, un gobierno de contratantes para los contratantes y
por los contratantes.83 Pero el rbol nigeriano, por frondoso
que sea Sll follaje, no debe ocultar Ia selva africana: en todos
los pases subsahari:ulOs Ia comisin cs una picza clave de Ia
inversin y el comercio.
Por ltimo, Ia ayuda alimentaria -ms que Ia ayuda pblica
ai desarrollo, estrechamente controlada por Ias donantes-, se
canaliza en buena medida por conductos privados. * Es un secreto a voces que en Mauritania Ia Cornisara de Ayuda Humanitaria comercializ cantidades importantes de donaciones exHO
* Tampoco hay motivo para alarlllarse dcmasiado, porquc aun asl siguc
sicndo humanilaria. En Nlgcr. por ejclllplo, gracias a csta dcsviacin se ha podido anojar Ia prcsin fiscal dei cSlado sobre un call1pesinado exange.
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De todos moos, conviene malizar: Ia agricultura ha podido proporcionar aios
an;alfabetos cierto ascenso social a escala pueblerina, onde hemos visto que
permitia una aeumulaci6n limitada. Pero es precisamente Ia escolarizacin Ia
que distingue aios aulnlicos [hacen:~dosl plantadores rurales (J.-M. GastelIu y S. Affou Yapi, Un mythe dcomposer: Ia bourgeoisie de planteurs,
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