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Pierre Manent
CURSO DE FILOSOFA POLTICA
Introduccin No es en absoluto el futuro lo que veo, escribe Paul Claudel al comienzo de su Arte potica, es el presente lo que un dios nos obliga a descifrar. De un momento a otro, un hombre gira la cabeza, resopla, escucha, piensa, reconoce su posicin, piensa, suspira y, sacando el reloj del bolsillo que se halla a su lado, mira la hora. Dnde estoy? y qu hora es? sa es la pregunta que sin cesar le hacemos al mundo. En el momento de emprender nuestra investigacin poltica, nos motivan las mismas preguntas, nos interpela esa misma pregunta inevitable. Comenzar es orientarse. Cmo orientarnos en el mundo social y poltico? De qu manera podemos empezar mejor nuestra investigacin? Creo que en este primer esfuerzo de reconocimiento, la primera pregunta que debemos plantearnos es esta: qu es para nosotros la autoridad? Aqu, para nosotros no significa nada: para Pierre o Paul o para los estudiantes de ciencias polticas, o para tal clase social o grupo de edad; pero s para nosotros en cuanto ciudadanos de una democracia posterior al ao 2000. Y bien, creo que si nos esforzamos por responder de la manera ms simple y al mismo tiempo ms amplia a esta pregunta, diramos ms o menos esto: nosotros, ciudadanos de una democracia en la apertura del nuevo milenio, reconocemos la autoridad de la ciencia en el campo de lo terico, y la de la libertad en el campo de la prctica. stas son las dos autoridades por as decirlo ms universalmente reconocidas en nuestras sociedades. Desde luego, algunos de nosotros reconocen tambin otras autoridades por ejemplo, la autoridad de una Iglesia o de una ley religiosa; y esto puede implicar conflictos de autoridad, pero la autoridad que es ms autoridad, si puedo decirlo as, la que inspira las leyes y que, ms all de las leyes, le da su tono a nuestra sociedad duda si es la doble autoridad de la ciencia y de la libertad. Cuando digo que la ciencia y la libertad son nuestras dos grandes autoridades, evidentemente dejo de lado la cuestin de su verdad y de sus beneficios. Se puede pensar, como ciertos ecologistas, que la ciencia nos conduce a la catstrofe, o, como los fundamentalistas religiosos, que la libertad nos aleja cada vez ms de la ley divina. Alcanza con que estas dos instancias, estos dos valores si se quiere, dominen efectivamente nuestra vida: nuestras sociedades son PIERRE MANENT Curso de filosofa poltica FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial
organizadas por la ciencia y por la libertad. se es un hecho y, creo, el
hecho ms importante de nuestra situacin actual. Pero, qu significan aqu las grandes palabras ciencia y libertad? No son al mismo tiempo muy usadas y muy vagas? En cuanto a la ciencia, se puede hablar de la ciencia cuando hay muchas, muchas diferencias entre ellas y, por ejemplo, hay quien opone las ciencias de la naturaleza para las cuales las matemticas son su instrumento indispensable y esencial, a las ciencias del hombre, que parecen completamente rebeldes a la matematizacin? Tenemos los ejemplos de la fsica cuntica y la sociologa, forman parte en idntica medida de la ciencia? Los equvocos que envuelven la nocin de libertad parecen aun ms importantes. De qu libertad hablamos? Muchos de los mayores conflictos del siglo no nacieron del hecho de que los hombres se forman distintas ideas acerca de la libertad? Qu hay de comn, por ejemplo, entre la libertad de los liberales y la libertad de los marxistas, sino que cada partido afirma que la libertad propuesta por el otro partido no es ms que una esclavitud presentada como una impostura? Estas dificultades son muy reales, y debemos tenerlas presentes si queremos seguir atentos a la complejidad de los fenmenos. Sin embargo, creo que se puede hablar legtimamente de la ciencia y de la libertad, al menos en tanto estas grandes cosas orientan decisivamente la vida y los movimientos de nuestra sociedad. Ms all de la complejidad y el equvoco de estas nociones, hay en cada una de ellas un principio activo muy simple que es preciso extraer en todo su potencial. Comencemos por la ciencia. La ciencia, en el sentido moderno de la palabra, no es solamente un conocimiento exacto, no es solamente un conocimiento exacto en el mtodo, quiero decir que su exactitud surge y est garantizada por la aplicacin del mtodo cientfico. Estos aspectos son muy importantes, pertenecen a la definicin misma de ciencia. Pero ms all de estos aspectos, hay algo que es ms fundamental, hay un proyecto indito. Se trata de ver al mundo tal cual es; no como debera ser y, as, hacerlo enteramente visible al ojo del espritu. Para ver qu es, hay que tornarlo visible. As, este proyecto tiene un doble aspecto, moral y gnoseolgico; es decir que est implicado el conocimiento como tal. Desde un punto de vista moral, existe la voluntad de liberar a nuestra visin del mundo de todo aquello que proviene de nuestros deseos y aspiraciones, de desechar todas las ilusiones. La primera y ms sorprendente expresin de esta voluntad se encuentra en El Prncipe de Maquiavelo, por lo tanto en un contexto poltico y a comienzos del siglo XVI. En el captulo XV de esa obra leemos: Pero por ser mi intencin escribir cosas provechosas para aquellos que las escuchen, me parece ms conveniente ir tras la verdad efectiva de las cosas antes que seguirlas con la imaginacin. Son muchos los que han imaginado repblicas y principados que jams fueron vistos ni conocidos como PIERRE MANENT Curso de filosofa poltica FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial
verdaderos. Pues est tan lejos la manera en que se vive de la que se
debera vivir, que quien abandona lo que hace por aquello que debera hacer aprende ms a perderse que a mantenerse. Tal es entonces, formulado por primera vez por Maquiavelo, el proyecto realista de la ciencia moderna. Y se es el carcter moral de dicha ciencia. Ahora bien, desde un punto de vista gnoseolgico, se define entonces por el esfuerzo metodolgico para traer el mundo ante el ojo del espritu, de manera que el mundo, en tanto es aquello que se debe conocer, est desde ahora completamente ante el ojo del espritu; en otras palabras, que ya no tenga misterios. El gran socilogo alemn Max Weber, durante una conferencia pronunciada a finales de la Primera Guerra Mundial y a la que volver a referirme muy pronto, formul esta idea de manera particularmente enrgica. Hablando de la intelectualizacin y de la racionalizacin crecientes de la vida debidas a la ciencia moderna, plantea que stas significan que sabemos o creemos que en cualquier momento podramos, con slo proponrnoslo, probarnos que no existe en principio fuerza misteriosa e imprevisible alguna que interfiera en el curso de la vida; en resumen, que podemos dominar cualquier cosa por medio de la previsin.1 Estos dos aspectos del proyecto moderno de conocimiento convergen en la matematizacin caracterstica de la ciencia moderna, a diferencia, por ejemplo, de la ciencia griega. En cuanto al primer aspecto el rechazo a las ilusiones y a las imaginaciones, queda claro que los teoremas matemticos no son el reflejo de nuestros deseos y que son indiferentes a nuestros anhelos. Y aunque los hombres estn divididos por las diferentes ideas que se hacen del Bien, todos estn necesariamente de acuerdo sobre la validez de las demostraciones matemticas. En este sentido, la ciencia moderna reconcilia a los hombres. En cuanto al segundo aspecto, no es menos claro que las matemticas son por completo inteligibles, pues la demostracin matemtica es precisamente la que provee el modelo del razonamiento perfectamente concluyente. He aqu entonces, si no la ciencia moderna en todos sus aspectos, al menos el proyecto de la ciencia moderna tal como se lo defini en sus comienzos, modo en que no ha cesado de aplicarse hasta hoy. Voy ahora a la segunda gran autoridad moderna, es decir, la libertad. Parece ms difcil dar una definicin sinttica de la libertad que de la ciencia. Hablamos de libertad religiosa, poltica o incluso econmica? Hablamos de la libertad exterior de hacer lo que quiero sin trabas impuestas por otros, segn la concepcin de los primeros grandes filsofos liberales como Hobbes y Spinoza en el siglo XVII, o hablamos de la libertad interior, aqulla por la cual me determino a m mismo, me autodetermino, me doy a m mismo la ley segn la concepcin de 1
Max Weber, Le Savant et le politique, Pars, Plon, col. Recherches en sciences
humaines, 1959, p. 78. [Trad. esp:. El poltico y el cientfico, Madrid, Altaya, 1995.] PIERRE MANENT Curso de filosofa poltica FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial
Rousseau o de Kant en el siglo XVIII? Por ms interesantes e
importantes que sean estas diferencias intrnsecas a la nocin moderna de libertad, no explican la verdad efectiva y dinmica de la libertad moderna, esto es que el hombre es el autor soberano de hecho y derecho del mundo humano. Lo es y debe serlo. El mundo, en todo caso el mundo humano, la sociedad, no tiene como autor a Dios, o a los dioses, tampoco a la naturaleza, sino al propio hombre. Esta verdad fundamental de nuestra condicin, que en las sociedades anteriores quedaba oculta y por as decirlo fugitiva, se torna visible en las sociedades democrticas. La democracia pone en obra y en escena esta soberana humana. Por ejemplo, toda gran eleccin por sufragio universal pone en obra y en escena el hecho de que los componentes de la sociedad, los ciudadanos, son los autores de sus condiciones de existencia pues eligen libremente a sus representantes, quienes van a determinar esas condiciones a travs de la legislacin. ste es el motivo ms fuerte, y al mismo tiempo el ms noble, de los adversarios de la democracia, de aquellos que llamamos reaccionarios: ellos consideran que hay algo extremadamente peligroso para el hombre, algo en verdad sacrlego, en la ambicin democrtica de organizar el mundo a nuestra manera en lugar de obedecer a la ley divina o seguir las costumbres recibidas de generaciones anteriores. *** El bosquejo que acabo de trazar es seguramente muy sumario; pero creo que da una idea exacta en lo fundamental de las dos grandes masas espirituales, segn la expresin de Hegel, que componen el mundo en el cual tratamos de orientarnos. Y todo marchara del mejor modo en el mejor de los mundos si algunos fenmenos extraos no se produjeran cuando acercamos esas dos masas una a la otra, cuando consideramos la ciencia y la libertad juntas. Tomemos una cuestin muy debatida hoy: las manipulaciones genticas. Segn una sensacin muy extendida, la sociedad, la democracia, est habilitada si no para prohibir pura y simplemente al menos para reglamentar estas manipulaciones: as afirmaramos nuestra libertad colectiva. Al mismo tiempo, no menos extendida est la sensacin, a veces entre las mismas personas, de que esta legislacin no servira para nada, que no se debe poner trabas a la ciencia y que adems no hay derecho de poner trabas a la ciencia. De hecho, si la situacin jurdica en los diferentes pases es aceptablemente confusa, parece que en la prctica la investigacin gentica resulta cada vez ms libre. En suma, nuestra ciencia parece ms fuerte que nuestra libertad, indiscutiblemente ms fuerte. Pero entonces en qu se convierte nuestra libertad? Se puede seguir hablando de nuestra libertad, de nuestra soberana cuando nuestro verdadero y legtimo soberano es la ciencia? Adems, desde hace tiempo sa es la tesis de PIERRE MANENT Curso de filosofa poltica FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial
algunos filsofos, como Heidegger: estamos bajo el imperio de la
ciencia, se es nuestro destino y por lo tanto la libertad que tanto nos envanece es ilusoria. Por otro lado, parece que lo contrario tambin es cierto: la libertad puede ser ms fuerte que la ciencia. Ningn gobierno democrtico pretendera cimentar su legitimidad en la ciencia, por ejemplo, en el conocimiento que nos brinda la ciencia sobre la naturaleza humana o la historia humana. Basarse en una ciencia semejante era la pretensin de los regmenes totalitarios. El comunismo pretenda llevar a la prctica el conocimiento cientfico, elaborado por Marx, de las leyes de la historia, esta ciencia de la historia llamada materialismo histrico. El nazismo, por su lado, pretenda llevar a la prctica el conocimiento cientfico de las leyes de la naturaleza humana, en particular las que rigen de la desigualdad de las razas. Los crmenes cometidos durante el siglo XIX en nombre de las leyes de la historia o de la naturaleza sin duda bastaran para alejar a todo gobierno democrtico de la tentacin de fundar su accionar sobre la ciencia. Pero a este motivo se agrega otro ms fundamental: para nosotros, ciudadanos de las democracias y en este punto quienes nos gobiernan son tan ciudadanos como nosotros no hay una ciencia de lo que es bueno para nosotros, bueno para el hombre. A cada instante y con total libertad, descubrimos, o inventamos por nuestra propia cuenta, lo que es bueno para nosotros como individuos o como colectividad. Lo que es bueno para nosotros no pertenece al dominio de la ciencia sino al de los valores, y estos valores los elegimos algunos incluso dicen que los creamos libremente. En ese sentido, para nosotros, la libertad es ms fuerte que la ciencia. Con respecto a estos dos ejemplos, vemos que la ciencia intimida a la libertad, la reduce a silencio, en idntica medida que la libertad, segn una lgica retributiva, intimida a la ciencia ordenndole que se calle. As, nos tienta decirlo, al igual que los hombres de la Edad Media que deban orientarse en un mundo a la vez organizado y desorganizado por la confrontacin de los dos grandes poderes del papado y del imperio, nosotros, ciudadanos de las democracias modernas, debemos orientarnos en un mundo a la vez organizado y desorganizado por la confrontacin de las dos grandes autoridades de la ciencia y de la libertad. *** Hace un instante aluda a la distincin, e incluso a la separacin que nos es familiar entre el mundo de la ciencia y el de los valores. Esta separacin nos resulta evidente. Al mismo tiempo, vimos recin que no es efectivamente tal, pues la ciencia manda sobre la libertad tanto como la libertad sobre la ciencia. Por ende, esta separacin es menos una evidencia que un deseo: querramos resolver los conflictos reales o PIERRE MANENT Curso de filosofa poltica FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial
potenciales entre las dos autoridades por la separacin de los
combatientes. Este deseo surgi en principio cuando las dos autoridades se afirmaron con toda su fuerza, es decir a finales del siglo XIX. Filsofos y socilogos elaboraron entonces una doctrina destinada a resolver, o ms bien a prevenir, estos conflictos. Esta doctrina sigue siendo la nuestra. Es la doctrina que pretende distinguir rigurosamente los hechos y los valores: el sabio se ocupa de los hechos; el hombre elige o crea libremente los valores segn los cuales quiere vivir. No existe por lo tanto ciencia de los valores ni conocimiento objetivo del bien. Ustedes conocen esa doctrina: es la que nos rige actualmente. No nos interesa estudiarla en profundidad. Pero debemos conocerla y evaluarla al menos de manera aproximativa, por muchas razones cuya urgencia es desigual. La ms acuciante es: este curso se ocupa de la ciencia o de los valores, que no pueden ser otros ms que mis valores? Si se trata de la ciencia, ustedes no deben perderse el menor detalle, y por supuesto deben acordar con todo lo que se diga aqu; si se trata de los valores, es decir de mis valores, qu inters despertara en ustedes mi eleccin de valores? Esta alternativa no es satisfactoria, por cierto, pero me parece implicada en la comprensin habitual de la separacin entre hechos y valores. Entonces hay que examinar la cuestin ms de cerca. Por lo dems, es notable que el texto ms clebre y ms influyente sobre esta cuestin lo constituyan dos conferencias pronunciadas por un profesor universitario. La primera, de la cual ya extraje una cita, est precisamente consagrada a la vocacin del profesor universitario en tanto sabio. Se trata por supuesto de las conferencias de Max Weber, Wissenschaft als Beruf ya Politik als Beruf, pronunciadas en la Universidad de Munich durante el invierno de 1918, en un momento de gran confusin poltica, social y moral y traducidas y conocidas en el mbito francs con el ttulo de Le Savant et le politique [El poltico y el cientfico]. Ya lo he sealado: estos breves textos se cuentan entre los ms impresionantes e influyentes que se hayan escrito durante el siglo XX. Les propondr un breve anlisis de la primera conferencia, la ms importante por lejos para nuestro propsito, aquella que se ocupa del oficio y la vocacin del acadmico. Max Weber se pregunta, ante estudiantes y colegas, cul es su deber como profesor, qu puede exigirle su auditorio. Y responde: Jams se le puede exigir ms que probidad intelectual, esto es, la obligacin de reconocer que el establecimiento de los hechos, la determinacin de realidades matemticas o la comprobacin de las estructuras intrnsecas de los valores culturales por un lado, y las respuestas a interrogantes relacionados con valor de la cultura y sus contenidos particulares, o incluso a aquellos que conciernen a la manera en que habra que actuar dentro de la polis y en el seno de las agrupaciones polticas, por el otro, constituyen dos tipos de problemas
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heterogneos.2 Aqu, Max Weber distingue rigurosamente entre la
ciencia, que establece los hechos y las relaciones entre los hechos, y la vida, ya sea poltica o de otra ndole, que necesariamente implica evaluacin y accin. Ya lo he sealado, no slo esta idea nos es familiar y por as decir, evidente, sino que constituye en cierta manera nuestra doctrina oficial. Al mismo tiempo, tampoco es fcil de entender claramente, en la medida en que parece que no podemos comprender adecuadamente los fenmenos humanos si no somos capaces de evaluarlos o si nos rehusamos a hacerlo. Para tomar un ejemplo que es ms que un ejemplo: cmo empezar a describir lo que pasa en un campo de concentracin sin hacer aparecer su carcter inhumano, es decir, sin evaluar, sin dar un juicio de valor? Adems, tal como lo han remarcado muchos comentarios, el propio Max Weber, en sus escritos histricos y sociolgicos, no cesa de evaluar, ni siquiera cuando establece los hechos, o, ms bien, para establecer los hechos. De otra manera, cmo podra distinguir, y esta distincin es muy importante en su sociologa religiosa, entre un profeta y un charlatn? Pero antes de criticar a Weber, convendra escucharlo. Cmo prueba l esta tesis que nos parece tan difcil de admitir tan pronto como reflexionamos un poco acerca de ella? l hace referencia con aprobacin al viejo Mill se trata por supuesto de John Stuart Mill, quien afirmaba que cuando se parte de la experiencia pura se termina en el politesmo. En otros trminos, los diversos aspectos de la experiencia de la vida son tan dispares, apuntan a direcciones tan diferentes que es imposible darles unidad (si esa unidad fuera posible se arribara al monotesmo). En el lenguaje de Weber esto significa que la vida humana se caracteriza por un combate mercenario entre los valores. As Weber descubre o afirma dos especies de heterogeneidad: entre la ciencia y la vida por una parte; la heterogeneidad o incluso la lucha entre los valores en la vida, por otra. En todo caso, queda claro que, para Max Weber, la probidad intelectual nos impide ensear, y en principio creer, que la ciencia pueda ensearnos cmo vivir, cmo manejar nuestra vida o cmo instituir el orden poltico; y esa misma probidad intelectual nos impide creer, por ejemplo, que una cosa es buena porque es bella, o viceversa. Pero por qu Weber est tan preocupado por la probidad intelectual? Esta virtud a la vez intelectual y moral, estara hoy especialmente en peligro? O, por el contrario, habr registrado en la poca moderna progresos decisivos que habra que salvaguardar? Acaso pueda decirse que desde su perspectiva ambas cosas son ciertas: en un mundo dominado por la ciencia moderna, la probidad intelectual est singularmente valorizada y al mismo tiempo corre ciertos riesgos particulares.
Ibd., p. 90.
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Hay algo de especialmente problemtico en la ciencia moderna y es
su carcter inacabado, definitiva y esencialmente inacabado, inacabable. Max Weber pregunta: Por qu entonces darse una ocupacin que en realidad no tiene fin y que no podra tenerlo?. Por qu los seres humanos se esfuerzan sin pausa por saber lo que saben que jams sabrn? El sentido de la ciencia es no tener sentido. Y la probidad intelectual consiste en no darle arbitrariamente un sentido diciendo por ejemplo que la ciencia permite construir un mundo ms justo, en continuar el trabajo de la ciencia a pesar de cierta ausencia de sentido. Pero esta probidad es casi sobrehumana o inhumana, pues los hombres no desean nada tanto como encontrarle sentido a lo que hacen. La tentacin de otorgarle un sentido a la actividad es por lo tanto casi irresistible. Incontables son los sabios y los docentes que atribuyen de modo arbitrario un sentido a su actividad cientfica o a sus resultados provisorios: se transforman entonces en pequeos profetas, en pequeos demagogos. Estos sabios y estos docentes comparten con nosotros sus convicciones personales lo que sera su derecho, pero las presentan como resultado de la pura ciencia y es all donde carecen de probidad. Esta conducta es lamentable, pero surge casi necesariamente de un rasgo fundamental de nuestra situacin: en la sociedad moderna, slo la ciencia puede ser objeto de una afirmacin, de una aprobacin pblica. Es el nico contenido de pensamiento pblicamente aceptable. Los otros valores, por ejemplo los valores estticos y religiosos, no tienen ya derecho alguno a ser recibidos en el espacio pblico, o ya no tienen fuerza suficiente para ello. Hacia el final de su conferencia, Max Weber plantea: El destino de nuestra poca caracterizada por la racionalizacin, por la intelectualizacin y sobre todo por el desencantamiento del mundo, ha llevado a que los seres humanos suprimieran de la vida pblica los valores supremos ms sublimes. stos han encontrado refugio ya sea en el reino trascendente de la vida mstica o en la fraternidad de las relaciones directas y recprocas entre individuos aislados. No hay nada de fortuito en que el arte ms eminente de nuestro tiempo sea ntimo y no monumental, ni tampoco en que en nuestros das se encuentra nicamente en los pequeos crculos comunitarios, en el contacto de los hombres con los hombres, en pianissimo, algo que podra corresponder al pneuma proftico que en otros tiempos involucraba a las grandes comunidades y las soldaba como conjunto. Cuando tratamos de inventar a cualquier precio un nuevo estilo de arte monumental, terminamos en esos lamentables horrores que son los monumentos de los ltimos veinte aos. Y cuando nos rompemos la cabeza para crear nuevas religiones, concluimos interiormente, en ausencia de toda profeca nueva y autntica, en algo anlogo que tendr para nuestra alma efectos aun ms desastrosos. Las profecas que caen desde las ctedras universitarias no tienen en ltima instancia otro resultado que el de formar 3 sectas de fanticos, pero jams verdaderas comunidades. 3
Ibd., pp.105-106.
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Uno no puede sino impresionarse por esta elocuente descripcin de un
mundo social que sigue siendo el nuestro, que, por decirlo de algn modo, es cada vez ms el mismo. El espacio pblico cada vez ms despojado de signos religiosos, la fuga hacia lo privado, la pobreza de la arquitectura pblica y la multiplicacin de nuevas religiones remendadas: todos estos fenmenos no hacen ms que intensificarse, asociados con el poder da a da creciente de la ciencia para modelar todos los aspectos de nuestra vida, incluidos los ms ntimos. La prdida de sustancia de la vida pblica es tal que a veces parece no estar constituida ms que por la publicacin de la vida privada, o de las vidas privadas. En el pasaje que acabo de leer, Max Weber deplora las consecuencias prcticas de la separacin a la cual exhortaba en un principio, que es deber de probidad intelectual respetar. En efecto, por qu la vida es cada vez ms privada si no porque lo pblico est cada vez ms dominado por una ciencia que nada tiene que decir sobre la vida? Y es justamente la integridad de esta ciencia lo que Weber quiere respetar. En todo caso, uno de los grandes mritos de Weber para nuestro desarrollo es precisamente que subraya con un vigor incomparable un aspecto fundamental de nuestra sociedad, que tratar sistemticamente muy pronto: est fundada sobre separaciones; es una cierta organizacin de separaciones. Segn su opinin, la separacin mayor es entre ciencia y vida; entre la ciencia que no tiene sentido para el hombre, que no le dice cmo vivir, y la vida que carece de unidad, que est atravesada y, por as decirlo, definida, por conflictos de valores, por la guerra de los dioses y en la cual cada uno debe elegir, sin garanta racional, entre su dios o su demonio. Esta separacin entre ciencia y vida se articula fuertemente sobre la separacin entre lo pblico y lo privado, constitutiva del orden poltico: la ciencia rige lo pblico y es el nico valor aceptado en el espacio pblico; la verdadera vida hay que buscarla en el espacio privado, la verdadera vida es la vida privada. As estamos extraamente divididos: tenemos fe en la ciencia, la convertimos en soberana del espacio pblico, es decir que atamos conjuntamente las dos ideas ms fuertes del espritu humano, la de la verdad y la de la cosa pblica, y al mismo tiempo decidimos vivir, por as decirlo, al margen y en otra parte: fuera de lo pblico, en lo privado; fuera de la ciencia, en los valores. En el mismo momento en que percibimos la extraeza y casi la absurdidad de nuestra actitud en ese recorrido, comprendemos sbitamente su sentido. En el primer momento, cuando ligamos ciencia y espacio pblico ciencia y Estado, si se prefiere, creamos el marco y las condiciones de nuestra vida; en el segundo momento, nos proponemos, sin ms, vivir ejerciendo nuestra libertad. Las separaciones que seala Weber, como aquellas que consideraremos enseguida, tienen sus races en ese doble momento, en esa dualidad PIERRE MANENT Curso de filosofa poltica FCE - Prohibida su reproduccin total o parcial
de momentos. El hombre moderno, el hombre democrtico, quiere en
principio crear el marco de su vida, el marco ms neutro, incluso el ms vaco, a fin de poder luego vivir mucho ms libremente. Afirma la ciencia para poder afirmar mejor la libertad. Y, por supuesto, no puede afirmar cada una ms que afirmando su separacin. Acabo de decir que el hombre democrtico quiere en principio crear el marco de su vida a fin de poder luego vivir ms libremente. Es una proposicin que parece muy inofensiva y que, en su llaneza, no responde, desde luego, a la idea que ustedes se hacen de la filosofa poltica. En realidad, resume un extraordinario cambio en las perspectivas de la humanidad. Para comprender la inmensidad de esta innovacin histrica que define la democracia moderna alcanza con pensar por un instante en la perspectiva de la vida de nuestros antepasados antes de la democracia. Ignoraban por completo esta divisin, esta separacin en dos momentos. Para ellos, vivir era obedecer a la Ley. Por supuesto, haba muchas clases de leyes ley religiosa, ley poltica, ley familiar y esas distintas leyes podan entrar en conflicto. Pero se saba que la vida consista principalmente en la obediencia a la Ley. Nosotros no queremos obedecer a la Ley, queremos ser libres. Para ser libres, debemos crear las condiciones de la libertad. La ciencia y el Estado nos permiten crear esas condiciones. Y el espacio pblico est cada vez ms vaco porque somos cada vez ms libres.