Literatura Entrerriana y Procesos Creativos

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 4

Literatura Entrerriana & Procesos creativos

14 febrero, 2010
En el mes de octubre del año 2009, fui invitada por el poeta concordiense Juan Meneguín a leer Poesía
en la segunda edición de la Feria del Libro de Concordia, donde participaron los reconocidos Diana
Bellessi, Liliana Bodoc y Juan Sasturain de C.A.B.A y los escritores entrerrianos Ricardo Maldonado
(Paraná), Eise Osman, Elsa Serur de Osman (Gualeguay), Miguel Ángel Federik (Villaguay).

Por Olga Lonardi*


Las mesas se sucedieron en diferentes días. La propuesta: lectura de nuestros textos, luego se abría el
diálogo con el público para que compartiéramos la experiencia sobre “cocina literaria” y las distintas
maneras de trabajar y de corregir.
El tema que surgió como denominador común fue el “proceso creativo en la literatura entrerriana”.
Alguien me preguntó ¿cuáles son los rasgos que identifican a los procesos creativos en la literatura
entrerriana?
La devolución que hice, en realidad, fue una respuesta que continúa abierta: ¿difiere el proceso creativo
en la literatura entrerriana de procesos creativos de autores de otros lugares? ¿es significativo a la hora
de que un texto sea o no bueno?. De alguna manera esto nos lleva indefectiblemente a situarnos y a
reclamar -como decía Jorge Luis Borges– “la no provincianía, la no insulación”. Siempre valoro que
alguien me posibilite, a través de una pregunta, ese interrogarme sobre la escritura, estas reflexiones que
abren puertas de luz hacia la posibilidad de debatir con el otro.
Con respecto a contextualizar el texto uno podría pensar si una metodología de abordaje de la obra
literaria sería conocer la biografía del poeta, el lugar donde vive, la ubicación del poema; “el texto tiene
grietas y uno entra por ellas, es decir a “partir del texto”, dice Alicia Genovese.
Como lectora defiendo aquellos textos literarios entrerrianos que cobran universalidad, como los poemas
del gran Juanele, Juan L. Ortiz: si bien su expresión poética nos lleva a la contemplación del paisaje, el
yo poético se funde en una experiencia mística, transforma el sitio en intimista y sagrado y borra todo
límite. Ese río que nombra lo nombra para siempre y lo atraviesa. La comunión con el río es metáfora
del silencio y de la comunión con el cosmos.
Esa misma comunión cósmica que aparece en la obra de Dora Hoffmann, poeta entrañable a quien
admiro y a quien vuelvo siempre, en ese diálogo inacabado que uno entabla con el texto del otro. En “La
casa y otras ausencias” en su edición póstuma, otra talentosa escritora entrerriana Emma Barrandeguy,
escribe a manera de prólogo “…quisiera incitar a leer estos poemas con la misma emoción con que lo he
hecho luego de su muerte y con el mismo sentimiento de belleza perenne que hace que la poesía de Dora
Hoffmann se proyecte, sin ninguna duda, más allá del acontecer provinciano hacia el lugar donde el
tránsito de su melancolía la ubique junto a otros grandes poetas de nuestro país”.
En la literatura entrerriana puede haber tópicos, cierta influencia del paisaje, ese estar consustanciado
con la naturaleza y su contemplación.
Si pienso en el poeta de Mansilla Arnaldo Calveyra, (reside en París); en la bella mixtura de su poema:
“Maizal del Gregoriano”, un entrerriano sentado en la abadía de Solesmes (Francia) oye el sonido del
canto gregoriano que “cunde a lo maizal de nave a nave”. “Luz de lluvia en Entre Ríos. Para el hombre
parado a la puerta de su rancho…” “todo Entre Ríos es llover, es una sola lluvia”. Esa lluvia es la
memoria, es la distancia que moja todas las imágenes que lo habitan.
Si pienso en los poetas Miguel Angel Federik (Villaguay) y Juan Meneguín (Concordia), sus
cosmovisiones tienen la “fuerte impronta de la universalidad”.
Por eso creo que en los procesos creativos de la escritura, el contexto siempre va a ser la palabra.
Los que intentamos el camino de la escritura estamos inmersos en lo social con necesidad de comunicar
y hablar con el otro, sea a través de un poema, de un cuento, de leyendas, de novelas, de ensayos, de
historias, textos dramáticos, relatos de vida, testimonios.
Y dentro de esa búsqueda, el proceso creativo implica siempre un ejercicio, un trabajo intelectual,
trabajo de lecturas y de estudio. La escritura no viene por generación espontánea, ni por inspiración, no
creo en ella (esta es una opinión estrictamente personal y con mucho respeto hacia los que sí creen).
Escribir es una de las tantas posibilidades que tienen los seres para expresarse, en donde la única
herramienta que se tiene es la palabra.
Ivonne Bordelois en “La Palabra Amenazada” afirma que “Hay una teoría antropológica que dice que
accedemos a la humanidad, desde los simios, cuando la postura erecta nos permite desarrollar la
maravillosa complejidad de las cuerdas vocales y abre el acceso a la palabra. Quiere decir que nuestro
cuerpo está destinado en última instancia al lenguaje”.
Sin duda toda escritura se construye a través de la historia viva y personal del autor, en cada texto
convive la raíz mítica, lo simbólico que subyace en cada ser.
En ese sentido creo que el Arte borra lo temporal para volverse eternidad. Y en relación a esto quiero
compartir una experiencia que reafirma esta idea de que si bien el ser escribe con la carga de
identidad que lo constituye, cada texto cobra universalidad.
En el mes de noviembre de 2004 durante el Encuentro de Mujeres Poetas en el País de las Nubes,
convivimos en lo alto de la montaña, en Tezoatlán, México, en una de las comunidades aborígenes de la
Mixteca. En una noche mística y mágica, leímos poesía en una plaza donde se había convocado el
pueblo entero para oírnos. A esa emoción se le sumó la de oír a las poetas en sus lenguas. Pude sentir
cómo la poesía entabla un diálogo único, una relación infinita entre los estados del alma. Sentí una
comunión en ese río de voces, las ciudades y los seres fueron uno y todo para mí. Entre los poemas traje
“La ciudad” de Saafa Fathy* (nacida en Egipto, reside en París) y al tiempo me encontré con el poema
“La ciudad” de nuestro poeta local Enrique Ángel Piaggio*, esto me dio alguna certeza de que las
correspondencias se intensifican a lo largo de todos los tiempos y de todos los lugares. Y como dice
Roland Barthes “la unidad del texto no está en su origen sino en su destino”.
Acaso pensar en Literatura entrerriana o literatura de entrerrianos & procesos creativos ¿no sería
justamente delimitar lo ilimitado, como lo es la palabra? Para todos los que encontramos un sitio
esencial en la lectura, el abordaje a la literatura y a la imaginación, desdibuja los bordes, no
conoce fronteras.

La ciudad
Por Enrique Angel Piaggio*

La ciudad respira;
la ciudad canta,
la ciudad llora,
la ciudad ríe.
la ciudad sufre;
la ciudad goza…

En su extensión habitan
en promiscua amalgama
la ambición, los sueños,
la risa y el llanto,
el amor y el odio.

La ciudad es un ser polifacético


donde la vida muestra
su riqueza y miseria.
el rumor de su ser
trasciende sus fronteras,
se interna en el espacio
y acapara aledaños solitarios.
Por las noches compite con el cielo
encendiendo estrellas de neón y sodio
y aprisiona la luna entre sus techos
para empolvar de plata sus cabellos.

Su vida se alimenta de otras vidas


inmoladas en su ritual eterno.
En sus calles, impúdicas venas,
la energía estalla en mil facetas.
Y en la alta noche,
cuando el silencio invade su cansancio,
algún gato solitario
desde alguna cornisa o azotea
con impasibles ojos la contempla
asumiendo el perfil de su misterio.

La ciudad
(Traducida del francés por Diana Lichy)
Por Safaa Fathy *

Las calles de la gran ciudad


son luto del verano
y su aire
es un soplo pálido.
En las fronteras, los desiertos se preparan.
El lugar es rehén
y los grandes ojos brillan ensombrecidos.
El corazón de esta ciudad
es un líquido rico de finitud.
Los caminos que llevan al cielo
se detienen en los confines de las nubes
y sobre las alturas,
reposan los símbolos de la sordera.
Sordo es el aire.
Sobre la vieja rampa
una epidemia.
los transeúntes, para evitar el camino
se atropellan
se pelean
tragan el aire estancado
…en las terrazas de los cafés.
Vacío de pájaros
el cielo de esta ciudad antigua.
Sus hijos danzan en completa calma.
Sus habitantes
se detienen, se detienen, agotados.
Ellos se habitúan.
Y sobre los minaretes polvorientos
se desgañitan las gargantas cansadas
en un grito final.

Contacto:
www.casadelaculturagchu.blospot.com | www.olgalonardi.blogspot.com | www.olgalonardi.com.ar |
[email protected]

También podría gustarte