A Que Llamamos Sexualidad

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¿A qué llamamos

sexualidad?
Mientras que los aspectos biológicos de la sexualidad están básicamente definidos por los
componentes genéticos, la estructura de los órganos genitales y la capacidad de la procreación,
las posibilidades de encuentro entre dos personas ya sea para brindarse placer o para asumir en
forma libre, conciente y responsable la creación de un nuevo ser, trae aparejada una serie de
circunstancias y factores complejos que son propios de la privilegiada condición que tenemos
los seres humanos.
Según la Organización Mundial de la Salud, la sexualidad “es un aspecto central del ser humano,
presente a lo largo de toda su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el
erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual” (OMS, 2006).
Vemos entonces que la sexualidad humana posee varios componentes: biológicos, psicológicos,
sociales y también culturales. De esta manera, podemos decir que la sexualidad trasciende
totalmente la función biológica y cobra un sentido distinto donde se expresan integralmente las
características propias de cada persona. Es uno de los ámbitos en los que la comunicación con
otros y la expresión de afectos pueden alcanzar el máximo grado de profundidad e importancia.
Por eso, lo primero a tener en cuenta es que hablar de sexualidad no es solo hablar de
relaciones sexuales. Sigmund Freud, el creador del psicoanálisis, decía que “en la sexualidad
de las personas está incluido el amor en un sentido amplio, tal como lo hablan los poetas”. La
sexualidad humana tiene aspectos que la distinguen de otras especies: el erotismo, la búsqueda
de placer, la necesidad de privacidad, el carácter personal del deseo que se expresa de distintas
maneras y a través de diferentes búsquedas. Hablar de sexualidad implica hablar de afectos,
sensaciones, emociones, sentimientos, significados, etc.

Todas y todos somos seres sexuados y sexuales ya que la sexualidad es una parte importante de
nuestra vida y nuestra persona. Existen muchas maneras de sentir, vivir y ejercer la sexualidad,
la que además van cambiando a lo largo de la vida, entre las diferentes personas y las culturas.
No hay una forma única y que pueda considerarse “mejor” o “peor” que las demás.
Puede decirse que la sexualidad humana, más que de “órganos sexuales” está “hecha de
palabras”. Los seres humanos somos los únicos “bichos” en el reino animal que abordamos la
sexualidad a través de la palabra. Es decir que para acercarnos unos a los otros, relacionarnos
afectivamente o sexualmente, necesitamos comunicarnos, seducir, convencer. Para eso a
veces es necesario escribir un poema, hablar con palabras bonitas a la persona que nos gusta,
interesarla en nosotros.... son todas cuestiones que solo pueden lograrse a través del lenguaje,
la comunicación en un sentido amplio. Por todo esto, hablar con simplicidad de la sexualidad,
puede no ser fácil... Se trata de un tema que encierra muchos de nuestros temores, fantasías,
emociones, tabúes. La sexualidad a veces incluye situaciones complejas, difíciles de entender
y que forman parte de una de las esferas más íntimas y privadas de las personas. La sexualidad
humana no puede simplificarse. Es una experiencia en la que no sirven las “recetas” y que
debemos considerar siempre sobre la base de la confianza, el afecto, la intimidad y el cuidado
por el otro.

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¿Por qué es importante la educación sexual?

La educación sexual también transcurre a través de las palabras con las que en familia se habla
de algunos temas: de dónde (y por qué) vienen los niños, cómo ha sido el comienzo de una
historia de amor, cuánto alguien sufre cuando es rechazado. Cuando hablamos en familia de
estos temas, estamos haciendo educación sexual. Pero cuando no hablamos también estamos
emitiendo mensajes sobre la sexualidad. A través de gestos, miradas, sonrisas, rubores e incluso
evitando o censurando el hablar del tema, estamos comunicando mensajes que pueden ser
determinantes en la educación sexual que reciben nuestros hijos e hijas.
La educación sexual debe contribuir a la comprensión de nuestros sentimientos. No solo
los sentimientos amorosos sino los de amistad, de compañerismo, de solidaridad, e incluso
aquellos más negativos de incomodidad, vergüenza repulsión o rechazo. Debe ayudarnos a
sentirnos cómodos en nuestra relación con las demás personas y también con nosotros mismos,
nuestro cuerpo y nuestros sentimientos. La educación sexual ayuda a desarrollar la capacidad
de reconocer lo que sentimos, cuándo estamos cómodos y cuándo no. Por eso, es parte de los
elementos protectores ante situaciones de abuso sexual, coerción o violencia. vida cotidiana de
la familia es un referente fundamental en la formación sexual de los niños y niñas. A través de
la comunicación entre los padres, hermanos y otros familiares, los niños construyen su forma
de valorar los sentimientos y comprenden aspectos importantes de la relación entre hombres
y mujeres, que les serán de utilidad para relacionarse con otras personas. Es a través de estos
vínculos que tienen lugar algunos de los procesos psicológicos que determinarán su identidad
sexual.
La manera de relacionarse de la familia le da a los niños y niñas las claves para encontrar la
seguridad necesaria, aprender a recibir y dar afecto y construir su autoestima. Para ellos es
necesario que predomine el diálogo y el ser escuchados y comprendidos en relación con “sus
deseos, desde un punto de vista sensible y no egoísta. La educación sexual es necesaria para
todos y también para los niños y niñas con discapacidad, pues incluye una parte importante de
los conocimientos y habilidades que necesitan para desarrollarse saludables y desempeñarse
adecuadamente en el mundo que les ha tocado vivir.
Además, contribuye a fomentar en ellos la madurez y los sentimientos positivos acerca de sí
mismos, ayudándoles a rechazar ideas equivocadas como que no son dignos de ser amados
o que nunca podrán mantener una relación afectiva satisfactoria. Después de todo, la salud
sexual es una parte importante de la salud física y mental. Y sobre todas las cosas la educación
sexual es un derecho de los niños y niñas, que los adultos debemos respetar, promover y
compartir con ellos.

La vida cotidiana y las diferencias de género

Los roles de género son transmitidos por la sociedad y forman parte de la vida diaria desde
que el niño nace. Por ejemplo, en todas las familias se da un trato diferente para el niño o la
niña, tanto en la manera de vestirlos como en la forma de tratarlos, acariciarlos, hablarles.

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Se enseña por ejemplo que “los hombres no lloran” o que realizar determinadas tareas como
cocinar o coser, “es de niñas”. A través de todo esto, la vida cotidiana genera una manera
de comprender y actuar los roles de género. A través de la imitación y el juego, los niños
reproducen las costumbres que han visto en su familia como si fueran una regla permanente y
no una simple costumbre de cada época y cada cultura. Cuando los roles de género son rígidos
o estereotipados, limitan mucho las posibilidades de desarrollo de las personas y coartan
su libertad. Los adultos debemos tratar de romper esos estereotipos y promover que el niño
acceda al más amplio espectro posible de oportunidades, aprendizajes, actividades y proyectos
personales.

¿Qué enseña la escuela?

La escuela no solo brinda conocimientos pertinentes y científicos vinculados al cuerpo, a la


reproducción y a la afectividad. También enseña sobre las diferencias de género, sobre los
derechos de hombres y mujeres, sobre las diferentes maneras de vivir y expresar la identidad
sexual de cada persona. Y lo hace en el momento más oportuno de acuerdo a los intereses y
edades de niños y niñas. El Programa Escolar del Consejo de Educación Inicial y Primaria,
plantea una serie de contenidos educativos relacionados con la sexualidad que deben abordarse
en cada grado escolar.
La escuela debe colaborar para que los niños y niñas reciban educación sexual integral,
enseñándoles a respetar la diversidad de opiniones, haciéndoles conocer sus derechos a
expresarse y brindándoles la información necesaria para tomar las decisiones personales que
influirán en su vida. La educación sexual en la escuela también es de importancia para proteger
a los niños y niñas de la violencia y promover que valoren de manera positiva su cuerpo, su
bienestar y su salud.
La escuela debe enseñar y promever la equidad entre niños y niñas, hombres y mujeres. Es
cierto que un hombre y una mujer, un niño y una niña, no son iguales. Pero esas diferencias
deben ser respetadas y reconocidas. El derecho a la igualdad, implica que -valorando estas
diferencias- las oportunidades en la vida así como las obligaciones y responsabilidades no
dependan del sexo de la persona.
Por eso cuando hablamos de la igualdad entre hombres y mujeres nos estamos refiriendo a no
discriminar a las personas por su sexo y a valorar siempre la igualdad de oportunidades. Trato
igualitario implica no discriminar a nadie por ser hombre o mujer. La escuela y la familia tienen
un rol fundamental para garantizar el respeto al derecho de igualdad, promoviendo en todos la
capacidad para resolver y decidir sobre su propia vida. La escuela debe promover la diversidad
humana por la riqueza que implica y porque se trata de un derecho humano, evitando que la
discriminación o estigmatización por edad, sexo, orientación sexual, características físicas,
lugar de procedencia o residencia, etcétera se acepten de cualquier manera. Para ello debe
enseñar las relaciones igualitarias, el buen trato y el respeto mutuo.
En la escuela se busca promover y generar climas de respeto y confianza para que fluya la
comunicación y el diálogo sobre los temas relacionados con la sexualidad en un tono amplio

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y abierto. El intercambio de experiencias y la expresión de emociones, sentimientos, dudas,
inquietudes, promueve los aprendizajes a la vez que permite apreciar diferentes puntos de
vista, aumentando las posibilidades de comprender al semejante, a uno mismo y a respetar los
derechos de todos y todas.

En la escuela también se aprende que entre las diferentes maneras de sentir, vivir y expresar
la sexualidad, existe la de quienes se sienten atraídos/ as por personas del mismo sexo
(homosexualidad), de diferente sexo (heterosexualidad) o de ambos sexos (bisexualidad). A lo
largo de la historia, estas diferencias han sido tomadas como “excusa” para la discriminación,
el estigma y la opresión de algunos de éstos grupos. Es importante saber que todas las personas
tienen derecho a relacionarse con personas del mismo sexo y a no sufrir discrimación por su
orientación o identidad sexual. Muchas veces las personas homosexuales viven situaciones de
discriminación, violencia, burla, etcétera. Tanto las familias como la escuela, deben trasmitir
la necesidad de brindarles respeto, apoyo y confianza. La escuela busca también desarrollar
estrategias de trabajo con las familias y la comunidad, acercándolos a los servicios y recursos
que están vinculados a su desarrollo y salud sexual y reproductiva.

También es importante que en la escuela se enseñe acerca del uso de las nuevas herramientas
tecnológicas como internet, los video juegos, etcétera. A través del Plan Ceibal cada niño
y niña en Uruguay accede a una computadora, lo cual es una herramienta magnífica para
aprender y relacionarse con el mundo. Al promover su utilización, no se debe perder de vista
que jugar, leer, hacer deportes, estar con amigos también son actividades fundamentales para el
desarrollo y bienestar. Asimismo, debe enseñarse a los niños, las niñas y a las familias que los
juegos y páginas web que utilizan, deben estar observadas por mayores para evitar cualquier
tipo de abusos. En algunas escuelas, por ejemplo, ya se trabaja con éxito para orientar el uso
de “facebook”, enfatizando en el lenguaje a utilizar y en aspectos de la privacidad que son de
suma importancia.

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Referencias
• Maresman, S. (2011). Es parte de la vida. Uruguay.

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