Cap 2 Leocata
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Tesis comúnmente reconocida en el ocaso del Renacimiento y en inicio de la época barroca, fue
un período de crisis en la filosofía.
Debilitamiento de la hegemonía aristotélica y escolástica.
Se reforzó el frente agustinista en los ambientes cristianos (de Francia), el platonismo de
Cambridge ayudó a formar nuevas escuelas e influyó para configurar vías hacia el deísmo y la
religión natural, con algún toque de semipanteista.
Pulularon obras de helenistas influyentes: epicúreos, estoicos, escépticos (pirrónicos)- fuente,
Sexto Empírico-.
Cicerón, se mostraba en algunos textos como heredero de la nueva academia (enemiga del
dogmatismo) probabilista (sustitución de la verdad por lo verosímil).
Era del barroco, fue problemática para la filosofía. Signada por el surgimiento de los libertinos
eruditos y el debilitamiento de las grandes universidades.
Inquietud por la situación del h. frente al cosmos, dudas sobre la verdad de las Escrituras y sobre
el sentido de la existencia, están aguardando un nuevo giro (recién con Descartes), en contexto
de las guerras de religión.
Michel de Montaigne (1533-1592), sus essais son el fruto de reflexiones libres de un h. que busca
la manera más sensata de enfrentar la vida y de responder a sus desafíos concretos.
M.M, no muestra ningún interés por atacar o cuestionar la religión. Confiesa querer mantenerse
católico. Discurre mucho de temas morales, demostrando una moderación. Hay en él desidia
de certeza.
M.M, en la cuestión sobre la muerte, adhiere al probabilismo resignado.
M.M- ¿Qué se yo? Es su frase frecuente, como un freno para evitar inmiscuirse en cuestiones
muy abstractas. Su estilo conquistó un gran número de lectores. Era una expresión del “espíritu
de la época”.
M.M evita cuestiones metafísicas y antropológicas. Da importancia a la introspección del yo,
balanceada por un amplio conocimiento del mundo.
M.M, la balanza de su pensamiento, se inclina por una posición neoacadémica, y en muchos
aspectos, escéptica.
M.M, parecería inclinarse a la búsqueda de una vía moral práctica sin complicaciones
teoréticas. Él fue uno de los precursores del escepticismo moderno, unido a un conocimiento de
fuentes de sabiduría antigua.
Discípulo de M.M-Pierre Charron-, su obra más combatida fue “De la Sagesse” (1600).
Durante toda su vida ocupó cargos eclesiásticos. En filosofía puso la distancia de la razón humana
respecto de los misterios de la fe conocidos solo por revelación.
De la Sagesse, quiere mencionar una vía de prudencia práctica, para llevar una vida moral
moderada y conforme al buen sentido. Su adversario más notable fue el jesuita Garasse.
De la Sagesse, enfoque más sistemático que los ensayos de Montaigne. Se acerca más al género
de “tratado”. Puede considerarse como un ejemplo de conjunción entre un moderado escepticismo
teorético y una actitud cercana al fideísmo.
En muchos pasajes de la obra, Charron muestra la disonancia entre los misterios de la fe y
las “razones” de la filosofía.
Se puede considerar un “pirrónico cristiano”. Bayle realiza una defensa hacia él en su
Dictionnaire.
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Camila Simon 3er año CEOP
Estudios recientes de Descartes de Gouhier y Del Noce, han explicado suficientemente el sentido
de la duda metódica, la cual ha de entenderse como la respuesta a un desafío de la época.
En el contexto, el escepticismo se había expandido notablemente en los círculos libertinos. La
característica que distingue a estos grupos del moderado escepticismo es la incorporación de
una disciplina histórica más sistemática, y luego, la aceptación de la crítica a la religión
desplegada por Maquiavelo en sus Discorsi.
Tendencia a tesis del eterno retorno, agrega Del Noce. Luego, sería sustituida por la idea de
progreso indefinido que distinguiría a la Ilustración.
La duda cartesiana puede considerarse como una superación del escepticismo mediante la
radicalización hipotética de sus premisas.
La intentio directa de este autor es la búsqueda personal de la verdad con atención a la difusión
del escepticismo.
El escepticismo tomó después de Descartes una forma nueva, entendiéndose a sí mismo
como un uso crítico de la razón y de la documentación histórica, contra los “sistemas
dogmáticos”.
Todos los estudios anteriores de Descartes requerían un inicio nuevo, diverso del mundo de
las sensaciones y de la naturaleza física.
El escepticismo seguía flotando en el ambiente, aunque debilitado por la obra de Descartes.
Él había advertido en una de sus obras que no por dudar más, se era más sabio. La ignorancia es
preferible a la acumulación de dudas buscadas como fin en sí mismas.
A fin del siglo XVII, aparecía el Diccionario histórico crítico (1695-1697) de Pierre Bayle.
En cuanto a Malebranche, hay en la Recherche de la verité un amplio tratamiento del tema de la
duda y del escepticismo. No muestra mayor aprecio por la obra de Montaigne.
Malebranche distingue dos tipos de duda: una, puesta al servicio de la búsqueda de la
verdad, como la que opera Descartes en su primera meditación, y la otra, la escéptica, es
ejercida para deconstruir toda certeza, tratando de mostrar una falsa profundidad. La
primera, es regida por la razón, la segunda, por la fantasía.
La difusión del escepticismo continuaba contando con la adhesión de algunos creyentes con
tendencia fideista.
La respuesta y superación del escepticismo desemboca en la tesis fundamental de que para pensar
cualquier objeto haca falta una intuición al menos implícita de la idea de ser.
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La distancia y cercanía con respecto a Descartes se muestra en dos tesis paradójicas: una es la de
la carencia que el alma humana tiene del conocimiento de su propia esencia por vía del
cogito. La otra es que, aunque podamos tener ideas claras y distintas sobre las matemáticas
y extensión de los cuerpos, no podemos demostrar su existencia real, sino solo creerla.
El amor a la verdad es, para el autor francés, lo contrario de la actitud escéptica que se
complace en la niebla de la duda y desconfía de la razón.
Malebranche entrevé que el escéptico quiere, ser libre para tener su opinión o no tenerla, luciendo
su vanidad, contraponiendo argumentos.
Los libertinos “históricamente” eruditos superarían el estadio humanista de la cita de
autores antiguos para ir ordenando documentos de los sucesos de la antigüedad y también
del medioevo, preparando el terreno para la obra de Bayle.
El escepticismo visto desde Port-Royal
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Camila Simon 3er año CEOP
Lo importante es preguntarse por los motivos sobre los motivos que tuvo la modernidad
naciente de plantearse el tema del origen del mal. La crítica bíblica de Richard Simon y Baruch
Spinoza, desestimó el pecado original.
Para un escéptico poscartesiano como Bayle, los motivos que presentaban los teólogos para
explicar la permisión del mal por parte de Dios, chocan contra la razón, la cual no puede evitar
tomar más en cuenta la hipótesis del genio maligno en un sentido que Descartes no sospechaba.
Para Bayle, el tema de la realidad del mal, hace salir de quicio a la filosofía. Para los Padres
de la Iglesia hubiese sido mejor no usar argumentos racionales para combatir el gnosticismo
y refugiarse simplemente en la palabra de Dios.
Bayle se balancea entre un uso escéptico del racionalismo y un fideísmo que a la luz del
trasfondo racionalista aparece como inevitablemente fingido. Bayle es tal vez el primer
escéptico que enlaza el pirronismo con elementos maniqueos, con los que coquetea en forma “no
dogmatica”.
Bayle propone entonces la remoción, como algo irracional, de la dogmática cristiana y de la
idea misma de Revelación.
La sombra del problema del mal sigue estando en la ilustración, como lo muestra Voltaire
en Cándido.
Reflexiones finales
Hume, pinta al escéptico como un hombre al que la insolubilidad de problemas
filosóficos, acarrea la tranquilidad o ataraxia de Pirrón.
Pero, un escéptico moderno como él, añade un toque particular: la libertad de tener
opiniones, siquiera provisorias, de comparar opiniones de otros de acuerdo con el
hábito de expresar con libertad lo que se piensa y de gozar pocas restricciones en
el campo moral.
Él predica una separación de la vida moral de cualquier tipo de dogma, religioso,
metafísico o ideológico.
Pero, no renuncia de ningún modo a una sabia línea de conducta que permita
establecer una buena relación con la sociedad y aun colaborar para la
construcción de una vida política y económica más prósperas, de acuerdo con la
Ilustración.
Hume critica abiertamente la religión. La palabra fe, está muy presente en su
obra. Es el acto que debe acompañar la sucesión de los fenómenos y darles aquella
medida de asentimiento, sin la que la vida sería imposible de vivir.
Siglo XVII, los escépticos podían ser fideistas, desde la duda se podía dar un
salto a la fe o bien continuar aplicando a la duda a todas las formas de religión,
para así tener la tranquilidad del “espíritu fuerte”, que se animaba a la incredulidad.
Nos interesan escépticos como Charron, que son enemigos de los grandes
sistemas filosóficos, pero adhieren sinceramente a la Palabra de Dios y miran
con desconfianza las especulaciones de los teólogos.
Podemos distinguir tres posturas entre los pirrónicos cristianos:
Una, la de Charron, Huet y Foucher. Abominan de los sistemas peripatéticos o
agustinistas, pero también de la nueva filosofía cartesiana a la que habían adherido
varios agustinistas franceses. Repudian cualquier intento de conciliación entre razón
y fe. A lo sumo aceptan una razón práctica para la vida moral. Este tipo de
escéptico no se clasifica como perteneciente a una escuela filosófica o teológica.
Un nivel muy especial, es presentado por Pierre Bayle. ES difícil atribuirle la
incredulidad programática, en cuanto que, por momentos, parece anhelar la
iluminación de la fe. Su tránsito por el catolicismo es sospechoso (parece que por
motivos de erudición).
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