Modelando El Cosmos (Y IV)
Modelando El Cosmos (Y IV)
Modelando El Cosmos (Y IV)
Isagogé, 5 (2008) 29
inglés—, también escenario de arriba-abajo. El problema es que predice demasiadas
concentraciones de materia y vacíos.
Fue entonces cuando la Física de Partículas vino en ayuda de la Cosmología.
¿Podrían constituir la materia oscura las partículas predichas por las teorías de
supersimetrías? Es el escenario de la materia oscura fría —CDM, por sus siglas en
inglés—, que combina parte del primer modelo de Peebles para explicar que existió un
proceso jerárquico a la hora de crear tanto las estructuras grandes como las pequeñas.
Éstas fueron las primeras que se consolidaron, por eso este modelo se conoce también
como Abajo-Arriba Híbrido. Además, no podrían existir estructuras demasiado grandes ni
los vacíos podrían estar completamente vacíos. ¿Corresponden estas predicciones con la
distribución de galaxias observada?
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Clásica a la Física Cuántica. Por muy perfecta, bella y simple que sea la Mecánica Clásica
en sus ecuaciones, no podemos representar nuestro universo como un compuesto de
poleas, engranajes y máquinas de vapor. No obstante, las ideas sobre el Cosmos que
tenemos ahora no tienen porqué ser del todo correctas y, puede que mañana o quizás
dentro de cien años, se compruebe que no explican algún experimento, desarrollándose
nuevas teorías físicas que las sustituyan. Es el avance de la Ciencia. Es la cultura de la
Humanidad.
Dicho esto, cojamos lápiz y papel y apuntemos la receta que la Cosmología tiene
hoy día para esa cosa tan gigantesca que es el Universo.
Nuestro Universo comenzó con una Gran Explosión hace 13.700 millones de
años, con un margen de error del 1%. No sabemos cómo nació, pero quizás surgió
de una fluctuación cuántica del vacío. Las teorías de supersimetrías y cuerdas
predicen que todas las fuerzas se encontraban unificadas en el Génesis, pero al
expandirse el espacio-tiempo y bajar la temperatura se produjeron rupturas de
simetría que provocaron cambios de fase en el estado de la bola de fuego
primigenia, originándose la materia ordinaria y separándose las fuerzas en cuatro
—gravitatoria, electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil—. El cambio de
fase provocado al separarse la fuerza fuerte de la electrodébil podría haber sido el
responsable del crecimiento exponencial del Universo conocido como inflación.
La radiación que recibimos del fondo cósmico se formó 379.000 años después
del Big Bang, con un margen de error del 2%. En ese momento se desacoplaron la
radiación y la materia, al recombinarse los electrones en los núcleos atómicos de
hidrógeno, deuterio, helio, litio, boro y berilio creados durante los 2 primeros
minutos. Las inhomogeneidades que observamos en la radiación cósmica de fondo
son las semillas de las estructuras a gran escala.
El contenido del Universo es un 4% de materia
ordinaria —protones, neutrones, electrones—, un
23% de materia oscura fría —partículas
predichas por algunas de las teorías
supersimétricas pero aún no detectadas— y un
73% de energía oscura —energía del vacío o
consecuencia de la constante cosmológica,
desconocemos su naturaleza—. Los neutrinos no La receta del Universo: un
juegan un papel importante en la evolución de la 4% en forma de materia
estructura a gran escala, que parece que se puede ordinaria (átomos) un 23%
explicar mediante un modelo que incorpora como materia oscura fría
materia oscura fría junto con constante (CDM, partículas predichas
por las teorías de
cosmológica no nula —CDM—. La formación supersimetrías) y un 73% de
de la estructura a gran escala siguió un proceso energía oscura consecuencia
jerárquico en el que los supercúmulos y las de la constante cosmológica,
galaxias se condensaron a la vez, pero éstas un aunque su naturaleza sigue
poco antes. siendo un misterio.
Las primeras estrellas se encendieron 200 millones de años después del Big
Bang. Al estar constituidas básicamente de hidrógeno y helio, muchas serían muy
masivas y evolucionarían muy rápidamente, sintetizando en sus hornos nucleares
nuevos elementos químicos como oxígeno, nitrógeno, carbono, neón, sodio,
magnesio, cloro, argón, silicio azufre o hierro. Estos átomos se devolvían al medio
interestelar tras su muerte, contaminando las galaxias con elementos químicos
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nuevos. Las estrellas más masivas explotarían como supernovas y, durante ese
energético proceso, se sintetizarían elementos más pesados como níquel, cobalto,
cobre, oro, plata, estaño, mercurio, platino o uranio. Las nuevas estrellas estarían
enriquecidas con todos los desechos de las generaciones de estrellas anteriores,
siendo capaces de formar planetas. La química era tan variada que incluso permitió
que se generaran moléculas inorgánicas, algunas ricas en carbono. Con el tiempo,
las moléculas orgánicas se combinaron para formar entes más sutiles, naciendo así
la vida. La vida también evolucionó, alcanzando niveles de conciencia sobre su
propio ser y el mundo que la rodeaba, sin ser consciente de que el hidrógeno de las
moléculas de agua que necesitaba para vivir se había formado en el inicio del
Universo, que el oxígeno que respiraba se había creado en el interior de una
estrella muerta hacía miles de millones de años y que el oro de sus valiosas joyas
rituales era consecuencia de las violentas reacciones nucleares que ocurrieron hace
eones durante la explosión de una supernova en el otro lado de la Galaxia.
El ritmo de expansión del Universo, que viene fijado por la constante de Hubble,
es de 71 km/s/Mpc, con un error del 5%. Pero la expansión se está acelerando.
Los valores de la densidad de materia —ordinaria y oscura— y la densidad de
energía del vacío indican que la geometría del Universo es plana, por lo que la
expansión durará eternamente. Se acabará el material para formar estrellas. Las
últimas estrellas se apagarán, la materia se disipará y el frío gobernará un Cosmos
prácticamente vacío.
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