Los 9 Tipos de Psicoanalisis

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Los 9 tipos de Psicoanálisis (teorías y autores principales)

Tipos de psicoanálisis, y sus diferencias

Centrado en la presencia de conflictos inconscientes y la represión del instinto, se


trata de una de las teorías más controvertidas que intentan explicar entre otras cosas por qué
somos quienes somos, pensamos como pensamos y actuamos como actuamos.

Al hablar de psicoanálisis generalmente pensamos en su fundador Sigmund Freud y su


teoría psicoanalítica, pero existe una gran variedad de teorías que se derivaron de este y
terminaron constituyendo diferentes tipos de psicoanálisis.

1. El psicoanálisis freudiano

El psicoanálisis no es solo un conjunto de teorías psicológicas, sino que supone además un


método de investigación y un modo y técnica de tratamiento psicoterapéutico.

La teoría psicoanalítica tiene su origen en la figura de Sigmund Freud, un doctor


vienés especializado en neurología que vivió durante la época victoriana y que a lo largo
de su carrera desarrolló diversas teorías y modelos explicativos respecto a la estructura de la
personalidad, el desarrollo humano y la psicopatología.

Inconsciente

El psicoanálisis freudiano y posteriormente todos los tipos de psicoanálisis o teorías


psicodinámicas se han caracterizado por dividir la psique en tres aspectos fundamentales,
consciente, preconsciente e inconsciente, de los cuales se han centrado principalmente en el
estudio del último. El inconsciente es la parte de la psique más determinante, al recoger
los deseos, impulsos y sensaciones más primitivos y pulsionales que vamos
desarrollando desde la infancia y regirse por el principio de placer.

Ello, yo y superyó

Además, en esta teoría el aparato psíquico está configurado por tres elementos principales,
denominados ello, yo y superyó. Mientras que el ello es la parte instintiva e impulsiva que
dicta lo que deseamos y que suele actuar a nivel inconsciente, el superyó es la parte de
nuestra psique que observa la moralidad de la conducta y busca que esta sede de una forma
responsable. Por último, el yo se encargaría de hacer que los deseos del ello entren dentro
de lo que el superyó encuentra aceptable, utilizando varios mecanismos de defensa para
mediar entre deseos y realidad.

Pulsiones

Para Freud, el motor principal de la conducta y la vida psíquica es la pulsión libidinal o


sexual. Estos instintos son reprimidos por parte de la conciencia en base a la censura
provocada por el superyó sobre el ello, que hace que el yo busque mecanismos para reprimir
o sublimar los deseos. Dichos mecanismos de defensa pueden no ser suficientemente
eficientes a la hora de resolver los conflictos internos, pudiendo generar diversos trastornos.
Además de todo lo anterior Freud establece un modelo de desarrollo basado en el impulso
libidinal, su modelo genético del desarrollo psicosexual. En él el individuo irá pasando por las
fases oral, anal, fálica, latente y genital, superando diferentes complejos y angustias hasta
lograr el completo desarrollo y maduración psicosexual. Es posible que se sufran regresiones
que se traducirían en distintos comportamientos y patologías.

Psicopatologías

Los problemas psíquicos son síntoma de la existencia de conflictos inconscientes, que


generalmente se deben a traumas reprimidos o problemas no resueltos, apareciendo debido
a que los mecanismos de defensa no han sido capaces de reducir la tensión generada por
dichos conflictos.

Terapia

En lo referente al tratamiento psicoterapéutico, el enfoque freudiano pone especial


énfasis en la relación entre profesional y terapeuta, denominada relación terapéutica.
Dada la importancia otorgada a las necesidades sexuales a la hora de explicar la conducta,
Freud consideraba que su represión y no satisfacción podría provocar que parte de la líbido
se dirija hacia el terapeuta, transfiriendo el paciente las emociones bloqueadas a la figura del
profesional como una manera de revivir los sucesos reprimidos. Se emplea para ello el
mecanismo de proyección.

Analizar dichas transferencias permitirá, según esta teoría, que el paciente descubra los
elementos reprimidos y bloqueos existentes, pudiéndose mejorar el estado del paciente.
Asimismo también se tiene en cuenta las reacciones del terapeuta hacia las revelaciones del
paciente o contratransferencia, las cuales pueden permitir interpretar lo expresado
inconscientemente por el individuo tratado. Este último aspecto ha de ser muy controlado de
manera que no se contamine la relación terapéutica.

2. Siguiendo con la teoría freudiana: la tradición psicoanalítica del yo

Un gran número de los discípulos de Freud consideraba que sus teorías eran correctas y
ciertas, manteniendo una cierta continuidad con el fundador de la disciplina en el desarrollo
del psicoanálisis. Sin embargo, que aceptaran las teorías del padre del psicoanálisis no
implica que no desarrollaran nuevas perspectivas y tipos de psicoanálisis,
profundizando en ellas y expandiéndose a nuevos ámbitos.

En este sentido, la tradición psicoanalítica del yo se caracteriza por expandir su ámbito de


actuación, aplicándose a niños y a otros trastornos severos. Se haría más énfasis en el Yo, y
se pondría el foco en las relaciones interpersonales. También habría algunas diferencias con
el psicoanálisis freudiano, como una mayor directividad y actividad por parte del profesional y
un enfoque más cercano a lo real, y social. Se buscaba un aumento en la capacidad de
adaptación del individuo y se valoraba la capacidad de toma de decisiones por parte de éste.

Si bien múltiples autores pueden inscribirse dentro de esta tradición, como Anna Freud quien
profundizó en gran medida en los diferentes mecanismos de defensa que empleamos, en
general los componentes de la tradición psicoanalítica del yo aceptarían la mayor parte de
conceptos y teorías freudianas. Algunas de las autoras que tuvieron aportaciones más
significativas son las siguientes.

Winnicott

Las aportaciones de Winnicott se centraron en el papel de los objetos y fenómenos


transicionales y el papel de la madre y el vínculo materno-filial en el desarrollo humano.
Este autor consideraba que los problemas mentales se deben a fallos en la provisión de
estimulación durante la infancia.

Según el niño va desarrollándose establece relaciones con el entorno y los diferentes seres
que le rodean. Inicialmente establecen una serie de conductas o vinculaciones con objetos
(transicionales) que permiten hacer más tolerable la ansiedad, permitiendo asimismo que
empiece a diferenciar entre el yo y el no yo.

El papel de la madre en el desarrollo es fundamental, siendo la preocupación maternal


captada por el niño y otorgándole seguridad y ejerciendo de yo auxiliar hasta que el niño
consigue elaborar su propio self. El niño pasará por varias fases de dependencia hasta
que pueda ser autónomo.

En casos en que es necesaria terapia, el terapeuta ha de actuar como un objeto transicional


que permita favorecer y completar el desarrollo a través de la transferencia y
contratransferencia.

3. La teoría de las relaciones objetales de Melanie Klein

El trabajo de Melanie Klein en el psicoanálisis infantil es ampliamente conocido.


Focalizada principalmente en el aspecto práctico más que en el teórico, esta autora es
considerada la fundadora de la teoría de las relaciones objetales, según la cual el individuo
se relaciona con el entorno en función del tipo de vínculos que se establezcan entre sujeto y
objeto.

Fantasía inconsciente

Uno de los tipos de psicoanálisis centrado en el desarrollo de los niños más importante, un
concepto muy importante para la autora es la fantasía inconsciente, entendida como aquella
expresión de los deseos e instintos que existen desde el inicio de la vida. Estas
fantasías son las que dirigen la conducta del niño y permiten comprender su actitud y modo
de actuar.

A la hora de evaluar y tratar a los niños resulta especialmente importante el uso del
juego simbólico como elemento para extraer información de los niños. dado que no se
puede aplicar la asociación libre al no tener los suficientes recursos y madurez como para
ello. Sin embargo en el juego se proyectan las fantasías inconscientes que dirigen la
conducta, de modo análogo a lo que se haría mediante la asociación libre. Además, la
interpretación del sentido del juego puede servir para modificar la angustia del infante.
En lo que se refiere a la manera de vincularse a los objetos, establece dos posiciones: La
primera es la posición esquizoparanoide en la el individuo no es capaz de distinguir entre el
yo y el no yo y en la por lo tanto no se es capaz de integrar que un mismo objeto puede ser
en ocasiones gratificante y en ocasiones estar ausente o ser doloroso, con lo que cada
objeto es partido en dos (uno bueno y otro malo). Se tiene un pensamiento concreto y
parcial.

La segunda es la posición depresiva, en que los objetos se empiezan a ver como un todo a
veces bueno y a veces malo, y con el que llega el miedo a perder el objeto amado.

En las relaciones objetales la pulsión de vida se vería a través de la gratitud, mientras


que la de muerte a través de la envidia y los celos. Esto es especialmente importante para la
resolución del conflicto de Edipo.

También indica que el Yo tiene cuatro funciones básicas, experimentar y luchar contra la
ansiedad causada por la pulsión de muerte, el establecimiento de relaciones de objeto, la
integración y síntesis del sí mismo y la adquisición y emisión mediante introyección y
proyección de actitudes y características externas o internas.

4. Tradición neofreudiana: divergencias con el psicoanálisis freudiano

Las teorías de Freud atrajeron en un primer momento a numerosos estudiosos que se


formarían en las complejidades de la mente humana bajo la escuela de psicoanálisis.

Sin embargo, en muchos casos acabarían surgiendo importantes diferencias en la forma de


concebir diversos aspectos de la psique. Por ejemplo, muchos autores se opusieron al
concepto de pulsión de muerte. Asimismo otros tuvieron un mayor interés en los aspectos
conscientes de la persona. La identificación de lo sexual como motor principal de la conducta
y del desarrollo también sería ampliamente discutido, considerándose algo secundario en la
determinación de la conducta. Además en el psicoanálisis freudiano no se profundiza ni da
excesivo valor a los aspectos sociales y culturales, así como tampoco a la situación actual
del paciente siendo ésta derivada en su mayoría de traumas infantiles.

Por ello muchos autores acabaron abandonando el psicoanálisis clásico y estableciendo sus
propias líneas de pensamiento, surgiendo nuevos tipos de psicoanálisis. Algunos de los
autores más destacados son los siguientes.

5. Psicología analítica de Jung

Carl Gustav Jung fue uno de los discípulos de Freud que si bien inició su andadura con el
padre del psicoanálisis acabaría discrepando en múltiples aspectos con él, separándose de
su escuela y elaborando la que se denominaría psicología analítica o profunda. Para Jung, si
bien la libido estaba presente en el ser humano, esta solo era una parte secundaria de su ser
y no su motor principal.

Se trata de uno de los tipos de psicoanálisis más conocidos, siendo en él la energía la


energía psíquica el motor principal de la actuación humana. Esta energía es expresada en
el pensar, sentir, intuir y percibir.
Dos tipos de inconsciente

Otra de las principales diferencias es que la psicología analítica considera la


existencia de dos tipos de inconsciente: uno individual en el que se pueden encontrar las
vivencias reprimidas y otro colectivo desde el que se hereda en parte el saber y conocimiento
de los antepasados. En el primero se pueden generar complejos derivados de traumas
infantiles, existiendo siempre en el individuo una parte de la que somos conscientes y
mostramos al mundo, la persona, y una parte llamada sombra en la que nuestro lado
instintivo e inconsciente se ve censurado y oculto al mundo.

Inconsciente colectivo

En lo que respecta al inconsciente colectivo, en base a él se puede ver la existencia de


diversos arquetipos o expresiones psíquicas universales y compartidas que actúan de
manera autónoma ante sucesos externos y que se expresan de diferente manera en nuestra
vida, permitiéndonos desde relacionar nuestro yo con el entorno hasta finalizar el proceso de
individuación.

Personalidad

La personalidad se forja a partir de procesos básicos, principalmente en el desarrollo de


relaciones entre sujeto y objeto a la hora en lo que determinará nuestro nivel de introversión
o extraversión, en la capacidad racional en lo que se refiere a la capacidad de reflexionar o
sentir y en los procesos irracionales a la hora de establecer si somos más sensoriales o
intuitivos.

La psicología profunda otorga gran importancia a lo simbólico y espiritual, trabajando


en gran medida a través de las expresiones artísticas y espontáneas de lo inconsciente. Por
eso mismo es de gran importancia el análisis de los sueños, los cuales tienen una función
compensatoria y aclaratoria de la conciencia.

El objetivo final del tratamiento en este tipo de psicoanálisis es lograr el correcto desarrollo
de la mismidad o la individuación, desde una relación de colaboración entre paciente y
terapeuta.

6. Psicología individual de Adler

Al igual que ocurriría con Jung, Adler consideraría que la teoría de Freud daba
demasiada importancia al ámbito sexual. Además al contrario que Freud considera que si
bien lo inconsciente y el pasado son importantes el ser humano es por sí mismo un ser activo
con capacidad de crear y decidir en el presente, no resultando determinado por su pasado.

Aquí y ahora

Este tipo de psicoanálisis se centra más en el aquí y el ahora, teniendo el yo consciente una
gran importancia en el pensamiento de Adler y siendo el individuo consciente de sus
posibilidades y limitaciones. Es por ello que terminaría separándose del psicoanálisis
tradicional y estableciendo la psicología individual.
Sentimiento de inferioridad

Para este autor, los problemas surgen ante la comprensión de que los propios deseos están
fuera del alcance del individuo, naciendo en él el sentimiento de inferioridad. Así, la
psicología individual se basa en el afán de poder como manera de intentar compensar los
sentimientos de inferioridad. El ser humano tiende a buscar el sentimiento de pertenencia a
la comunidad.

Para este autor es necesario tratar al individuo de forma holística, teniendo una gran
importancia sus creencias y conceptos de sí mismo y del mundo. Se trabaja desde el cambio
en el estilo de vida intentando hacer consciente una línea directriz vital que, cambiando la
orientación hacia los sucesos de la vida, el individuo quiera seguir y fortalecerla mediante la
autoconfianza.

7. Psicoanálisis Interpersonal de Sullivan

Se trata de uno de los tipos de psicoanálisis más enfocado en la relación entre


personas, situándose el foco de interés en la capacidad de establecer relaciones
interpersonales y la comunicación. Lo interpersonal llega a asumir y a provocar lo
intrapsíquico, entendiendo dichas relaciones como el principal motor y modificador de
conducta.

Bajo el psicoanálisis ínterpersonal la personalidad es y se debe al patrón estable de


situaciones interpersonales que caracterizan al ser humano. Dicho patrón está compuesto
por dinamismos, personificaciones y un sistema del yo elaborado a partir de la experiencia.

Dinamismos y necesidades

Los dinamismos son maneras perpetuadas a través del tiempo en que el individuo
transforma su energía dirigiéndola al intento de satisfacción de una necesidad, sea de
autosatisfacción o de seguridad (entendida esta como alivio de ansiedad). Estos dinamismos
reducen la tensión producida por la presencia de una necesidad, pero en caso de que no
sean efectivos generarán ansiedad que derivará en comportamientos destructivos.

Las personificaciones son la manera en que interpretamos lo interpersonal, las reacciones y


actitudes de los demás. Se trata de esquemas elaborados a partir de la experiencia repetida
con los demás que se fijarán a nuestra estructura interna, formando parte de nuestra
personalidad.

En cuanto al sistema del Yo, se trata de un sistema de personalidad elaborado mediante las
experiencias vitales y que tiene como objetivo la protección de nuestra autoestima mediante
la satisfacción de las personas que queremos.

 Artículo relacionado: "La teoría interpersonal de Harry Stack Sullivan"

Símbolo
Con todo ello, es posible observar que el énfasis principal de este tipo de psicoanálisis se
encuentra en el uso del símbolo como elemento comunicativo y en la expresión de
contenidos mentales y físicos.

Para Sullivan los sucesos que vivimos son procesados internamente de diferentes modos
según vamos creciendo. El primero de ellos sería el prototáxico, típico de los recién nacidos,
en que se siente el entorno como algo indiferenciado sobre el que no tenemos control.
Posteriormente veríamos el mundo de modo paratáxico, pudiendo hacer asociaciones entre
elementos del entorno y predicciones según vamos adquiriendo experiencia y capacidad
simbólica. Por último, ya de adultos y en el caso de conseguir un desarrollo correcto
llegaríamos a experimentar el mundo de forma sintáctica, pudiendo compartir símbolos de
forma correcta y activa y basando la actuación en la lógica y adaptación al contexto.

Psicopatología

Problemas psicológicos como los trastornos mentales son para éste tipo de psicoanálisis
producto de patrones relacionales desadaptativos o bien de dinamismos
desajustados, habiendo de tratarse teniendo en cuenta la terapia como un tipo de relación
interpersonal que ha de aportar seguridad a la vez que facilita cambios que hagan las
relaciones personales más adaptativas y en que el paciente se exprese de forma adaptativa
y libre de inhibiciones.

8. El psicoanálisis humanista de Fromm

El psicoanálisis tradicional está principalmente basado en el poder de lo inconsciente sobre


el comportamiento del individuo, tratando y centrándose en la existencia de conflictos y
procesos de pensamiento patológicos. Erich Fromm, sin embargo, creía que para entender la
mente humana es necesario saber cómo encontramos sentido a nuestras vidas, explorando
el lado positivo y motivacional de la psique.

Se trata de uno de los tipos de psicoanálisis de enfoque más humanista y vinculado con
elementos positivos sin rechazar por ello la importancia del dolor humano.

Sin embargo, otra de las características de la perspectiva psicoanalítica de Erich Fromm es


que incorpora un importante componente social en sus ideas, y no se centra tanto en los
individuos.

Afecto y amor

Para este autor el ser humano es capaz de hacer frente al dolor a partir de la otorgación de
un sentido o significado tanto a este como a la propia vida. Fromm consideraba que los
problemas interpersonales son la principal fuente de malestar, en una lucha entre nuestros
deseos y objetivos personales y el deseo de vinculación con los demás. Para el
psicoanálisis humanista, para vencer el malestar es necesario desarrollar el afecto, la
aceptación del otro y el amor.

El objetivo principal del psicoanálisis humanista de Fromm se basa no en el tratamiento y


evitación del sufrimiento, sino en la búsqueda de la felicidad y de la potenciación de las
propias fortalezas y puntos fuertes a través del establecimiento de objetivos vitales.
9. Volviendo al origen: el psicoanálisis de Lacan

Independientemente de que siguieran a Freud o terminaran divergiendo con él, la mayor


parte de teorías posteriores al psicoanálisis clásico supusieron avances significativos en
diferentes áreas del conocimiento.

Sin embargo uno de los tipos de psicoanálisis postfreudianos se manifiesta a favor de volver
a un enfoque clásico y más cercano al inicial, habiéndose alejado el resto excesivamente de
los pilares fundamentales del paradigma. Se trata del enfoque de Jacques Lacan.

Placer, sufrimiento y tensión

Las aportaciones de este autor pasan por la distinción entre los conceptos de placer como
actividad dirigida a evitar el sufrimiento o reducir tensión y el goce como elemento placentero
vinculado a aumentar dicha tensión, disfrutando inconscientemente de lo que nos generaría
malestar. Recupera el concepto de pulsión de muerte (introduciendolo en la idea de
goce).

Reinterpreta la estructura psíquica en real, imaginario y simbólico. Lo real sería aquello que
desconocemos y que no somos capaces de expresar con el lenguaje, lo imaginario sería lo
representado en los sueños y fantasías, y lo simbólico todo aquello que nace de la
consciencia y en lo que usamos códigos como la palabra, formando el superyó y
estructurando el yo.

Así, el lenguaje resulta de gran importancia, permitiendo unir el discurso de lo


inconsciente con lo consciente. Propone asimismo que la verdad, como algo real, no es
soportable para el yo siendo solo posible conocer una parte de ella al estar restringido por lo
simbólico.

psicoanálisis (del griego ψυχή [psykhé], «alma» o «mente», y ἀνάλυσις [análysis],


«análisis», en el sentido de examen o estudio) es una práctica terapéutica y técnica de
investigación12 fundada por el neurólogo austríaco Sigmund Freud alrededor de 1896.3 A
partir del psicoanálisis se han desarrollado posteriormente diversas escuelas de psicología
profunda o de orientación dinámica y analítica. Asimismo, la teoría ha influido sobre muchas
otras escuelas psicológicas y de terapias no necesariamente psicoanalíticas. 4

El psicoanálisis tiene como objetivo la investigación y el tratamiento de los problemas


emocionales desde el punto de vista de la infancia de la persona, la interpretación de los
sueños, los actos fallidos y la técnica de asociación libre, entre otras.5

Freud complementó la psicología de la consciencia de Wilhelm Wundt con su psicología del


inconsciente. Contrariamente a los anteriores enfoques, centrados en la investigación de
laboratorios, el psicoanálisis no intenta ser una ciencia pura. Su interés no recayó en la
acumulación de conocimientos sobre la mente normal, si no en la aplicación inmediata de
una nueva manera de tratar a individuos que manifestaban un comportamiento anormal.
Extrajo abundante información de la observación clínica, técnica que reivindica frente a la
experimentación controlada en el laboratorio de los psicólogos experimentales. Freud creía
que poderosos impulsos biológicos, principalmente de naturaleza sexual, influían en el
comportamiento humano. Opinaba que estas tendencias eran inconscientes y que creaban
conflictos entre el individuo y las normas sociales.

Concepto

El concepto de «psicoanálisis» designa, por una parte, aquel modelo teórico descriptivo y
explicativo de los mecanismos, procesos y fenómenos implicados en la vida anímica
humana. Este modelo se basó inicialmente en la experiencia de Sigmund Freud en el
tratamiento clínico de pacientes que presentan histerias, fobias y diversos padecimientos
psíquicos y ha tenido un amplio desarrollo teórico posterior con el aporte de muchos teóricos
del psicoanálisis. Por otra parte, «psicoanálisis» se refiere también a la terapia psicoanalítica
misma, es decir, a un conjunto de procedimientos y técnicas terapéuticas que se desarrollan
a partir de esta teoría para el tratamiento de patologías mentales. Finalmente,
«psicoanálisis» puede referirse además al método psicoanalítico: un método de investigación
que ha sido aplicado, más allá de la psicología clínica individual, al análisis de fenómenos
culturales, por ejemplo en etnología y antropología (entre otras disciplinas).7 El desarrollo del
psicoanálisis es permanente en estos tres aspectos por parte de investigadores y clínicos, si
bien cabe remarcar que tal segmentación del campo psicoanalítico no puede ser otra cosa
que una esquematización descriptiva, y que en ningún caso da cuenta de la estructura propia
del psicoanálisis donde teoría y práctica se encuentran ligadas sin que pueda darse la una
sin la otra. Freud sostuvo que una de las glorias del psicoanálisis era la coincidencia de
investigación y tratamiento,8 si bien aclara que la técnica de ambas difiere. El psicoanálisis
moderno se caracteriza por el pluralismo teórico, metódico y terapéutico. Si el psicoanálisis
puede ser considerado una teoría científica es un asunto que en círculos académicos y
profesionales continúa siendo controvertido.

La definición clásica de Freud nota 1incluye, según resumen Jean Laplanche y Jean-Bertrand
Pontalis, los siguientes tres aspectos:

A) Un método de investigación que consiste esencialmente en evidenciar la significación


inconsciente de las palabras, actos, producciones imaginarias (sueños, fantasías, delirios) de
un individuo. Este método se basa principalmente en las asociaciones libres del sujeto, que
garantizan la validez de la interpretación. La interpretación psicoanalítica puede extenderse
también a producciones humanas para las que no se dispone de asociaciones libres.

B) Un método psicoterapéutico basado en esta investigación y caracterizado por la


interpretación controlada de la resistencia, de la transferencia y del deseo. En este sentido se
utiliza la palabra psicoanálisis como sinónimo de cura psicoanalítica; ejemplo, emprender un
psicoanálisis (o un análisis).

C) Un conjunto de teorías psicológicas y psicopatológicas en las que se sistematizan los


datos aportados por el método psicoanalítico de investigación y de tratamiento. 7

Definiciones derivadas de los tres aspectos

El psicoanálisis como teoría explicativa

El psicoanálisis es una teoría sobre los procesos psíquicos inconscientes, que presenta una
concepción ampliada de la sexualidad, de sus relaciones con el acontecer psíquico y su
reflejo en lo sociocultural. El supuesto de que existen los procesos, fenómenos y
mecanismos psíquicos inconscientes junto al papel de la sexualidad y del llamado complejo
de Edipo, que resulta en una diferenciación entre instinto y pulsión; así como la aceptación
de la teoría de la represión y el papel de la resistencia en el análisis constituyen para Freud
los pilares fundamentales de su edificio teórico, al punto que sostiene que «quien no pueda
admitirlos todos no debería contarse entre los psicoanalistas». 10

Esta definición de Freud ha tenido amplia aceptación entre los psicoanalistas, así como
también la necesidad de la transmisión del saber a través del análisis didáctico y los análisis
de control o supervisados. Esta aceptación o identificación con los pilares centrales de la
teoría y el método, se dio en medio de controversias. Refiriéndose a la definición de Freud de
1922, la historiadora Élisabeth Roudinesco comenta:

«Freud proporcionó la definición más precisa del marco psicoanalítico, al subrayar que sus
"pilares" teóricos eran el inconsciente, el complejo de Edipo, la resistencia, la represión y la
sexualidad (...) Si bien los freudianos de todas las tendencias siempre aceptaron reconocerse
en esta definición de psicoanálisis, no han cesado de combatir entre ellos a dividirse acerca
de la cuestión de la técnica psicoanalítica y el psicoanálisis didáctico».11

En efecto, los psicoanalistas de las generaciones que siguieron a Freud desarrollaron la


teoría en diversas direcciones, en parte reforzando y complementando sus ideas, en parte
distanciándose de ellas o criticando algunos puntos más o menos centrales. Estos
movimientos de diferenciación e integración, han dado lugar a la existencia de varias
escuelas, con diversas concepciones u orientaciones. Por ejemplo, la Psicología del yo, la
teoría de las relaciones objetales (de Melanie Klein, Donald Winnicott), el psicoanálisis
relacional, el psicoanálisis lacaniano. Asimismo, escisiones tempranas y divergencias en
aspectos decisivos dieron lugar a escuelas completamente independientes, como la
psicología analítica de Carl Gustav Jung.

El psicoanálisis como método de investigación

Sigmund Freud.

El psicoanálisis incluye también una serie de métodos para la investigación de la experiencia,


el pensamiento y la conducta humana, tanto de sujetos individuales como de grupos y
culturas. Esta última aplicación se ha llamado también etnopsicoanálisis.1213

La idea central de esta aplicación del psicoanálisis consiste en que tras la superficie en la
que se representan las formas de comportamiento perceptibles (en la conducta individual y
en la de los grupos y culturas) así como también tras las normas sociales y valores de una
comunidad cultural, con frecuencia se esconden contenidos y motivaciones inconscientes
que no son de acceso fácil al Yo y que pueden develarse y hacerse comprensibles con la
ayuda de los conceptos y métodos del psicoanálisis. [cita requerida]

En las décadas siguientes a Freud, diversos psicoanalistas desarrollaron otras técnicas para
la exploración e interpretación psicoanalítica de diversas manifestaciones culturales: desde
los cuentos de hadas y mitos hasta el análisis de obras literarias mayores, del cine o de las
artes plásticas.
El psicoanálisis como terapia

En el sentido estricto, el psicoanálisis puede ser definido como un método y técnica de


tratamiento psicoterapéutico basada en la exploración del inconsciente a través de la
asociación libre. A diferencia de los métodos que se basan en ejercicios, entrenamiento o
aprendizaje (como las técnicas conductuales) o de las explicaciones en el plano cognitivo, el
psicoanálisis se cuenta entre las técnicas de descubrimiento o develación que intentan que el
paciente logre una comprensión profunda de las circunstancias (generalmente inconscientes)
que han dado origen a sus afecciones, o son la causa de sus sufrimientos o malestares
psíquicos. Aunque frecuentemente se asocia esto a la introspección, constituye un
malentendido esperar como objetivo esencial de la terapia psicoanalítica una comprensión
racional acerca de las relaciones causales. Se trata más bien de lograr una reestructuración
de más amplio alcance de la personalidad, muy especialmente de la vida afectiva y
particularmente en aquellas áreas que contribuyen y mantienen la formación de síntomas, o
de formas defensivas que causan daño o malestar. [cita requerida]

El psicoanálisis clásico se desarrolla durante algunos años con una frecuencia de tres a
cinco veces por semana. En el setting clásico el paciente se recuesta en un diván y habla, en
lo posible sin censura, sobre todo lo que siente, piensa, poniendo en palabras toda
ocurrencia que le venga a la mente. Esta técnica se denomina asociación libre y constituye la
regla fundamental. El analista que está sentado tras él, escucha manteniendo una atención
parejamente flotante y comunica al paciente sus interpretaciones, hechas en base al material
que va apareciendo durante el proceso analítico. El analista entrega estas interpretaciones a
su paciente tantas veces como considere conveniente y en las situaciones que decida. En
particular el analista captará e interpretará los patrones emocionales y de funcionamiento
psíquico, los mecanismos típicos que el paciente repite en la relación con él en forma de
transferencia y, básicamente, las formaciones del inconsciente que surjan en el discurrir del
analizante a lo largo de su análisis.

Independientemente de las variaciones que existen en las diferentes escuelas posteriores a


Freud, donde muchas de ellas modifican este setting o encuadre clásico, el eje central del
psicoanálisis como técnica terapéutica es la asociación libre. Desde la época de Freud y
hasta la actualidad se le asigna a la llamada "regla técnica fundamental" un carácter
demarcatorio entre lo que se llama psicoanálisis y lo que es una terapia diversa de este.

Historia del psicoanálisis


Jean-Martin Charcot enseñando en el Salpêtrière de París: mostrando a sus estudiantes una
mujer ("Blanche" (Marie) Wittman) en "estado histérico".

La historia del psicoanálisis corresponde en gran parte a la historia de su fundación,


elaboración, revisión y difusión por parte de su máxima figura, el médico y neurólogo vienés
Sigmund Freud.

Se considera un antecedente clave para el nacimiento del psicoanálisis que Freud llegase a
ser alumno de Jean Martin Charcot en el hospital Salpêtrière de París entre los años 1885 y
1886.14 Freud se familiarizaría así con las investigaciones llevadas a cabo sobre la histeria
las cuales mostraban que mediante la hipnosis se podían inducir, suprimir e intercambiar
toda clase de síntomas presentes en los cuadros histéricos, sugiriendo una etiología
psicológica y no orgánica.15 Las mujeres histéricas que eran sometidas a tal experiencia no
conservaban en la conciencia lo sucedido, es decir, no recordaban, aunque la sugestión
hipnótica seguía actuando una vez deshecho el trance hipnótico. Ya de vuelta a Viena y en
colaboración con su amigo y colega, el fisiólogo Joseph Breuer,16 aplicó el método catártico
descubierto por este, que más tarde modificaría paulatinamente hasta dar forma al
psicoanálisis.17

Tras años de experiencia clínica, Freud propuso la teoría de que los síntomas histéricos y
neuróticos tenían como causa núcleos traumáticos reprimidos en el inconsciente por ser
moralmente inaceptables para el Yo del sujeto.18 Freud postuló que estos núcleos
patológicos consistían en «uno o varios sucesos de precoz experiencia sexual, perteneciente
a la más temprana infancia».19

En su artículo de 1914 Recordar, repetir, reelaborar, Freud expone brevemente la historia de


su método, desde su antecesor, la hipnosis. Al referirse a esta, en particular la «catarsis
breueriana», menciona que la misma se enfocaba en la reproducción de los procesos
psíquicos de la situación en la que se adquirieron los síntomas neuróticos "para que tuvieran
su decurso a través de la actividad consciente". 20 Se partía del supuesto de que los síntomas
remitían a esos procesos reprimidos. Junto a la rememoración, la abreacción era otra de las
metas a que se apuntaba mediante esta técnica para lo cual se inducía al paciente a un
estado hipnótico.

En un momento posterior, Freud decide abandonar la hipnosis, lo cual suele ser explicado
diciendo simplemente que no era una técnica con la que él estuviera particularmente
cómodo, así como que no es de por sí susceptible de ser aplicada en todos los casos. Por
otra parte, se le adjudica como falencia el que tras un período de recuperación, luego de
haber sido aplicada, los síntomas retornaban nuevamente, imponiendo la tarea de repetir el
tratamiento. Por otra parte, también se dice que este método no permite acceder al trabajo
analítico a las «resistencias» del paciente. En cualquier caso, la técnica apuntaba, entonces,
a "colegir desde las ocurrencias libres del analizado aquello que él denegaba recordar. Se
pretendía sortear la resistencia mediante el trabajo interpretativo y la comunicación de sus
resultados al enfermo".21

En tercer lugar, Freud abandona la focalización sobre un problema determinado,


conformándose con "estudiar la superficie psíquica que el analizado presenta cada vez, y se
vale del arte interpretativo, en lo esencial, para discernir las resistencias que se recortan en
el enfermo y hacérselas conscientes".21

En 1897, coincidiendo con la muerte de su padre, Freud, aplicó a su propia persona la


experiencia clínica acumulada y comenzó un estudio profundo de sus recuerdos, deseos y
emociones que le permitieron reconstruir su infancia. Este sistemático escrutinio de su
psiquismo, considerado acto fundador del psicoanálisis, 22 es conocido como su autoanálisis.

Sala de espera del consultorio en la casa de Freud, donde tenían lugar las reuniones de la
"Sociedad Psicológica de los Miércoles".

En el período aproximadamente comprendido entre 1895 y 1905 Freud, atravesó por un


intenso aislamiento profesional y personal provocado por la oposición y a menudo
indignación que sus teorías suscitaban. A pesar de ello, Freud se mostró particularmente
fructífero en estas circunstancias adversas publicando las que se consideran dos obras
cardinales del psicoanálisis, La interpretación de los sueños y Tres ensayos sobre teoría
sexual. El aislamiento de esta época, que el mismo Freud denominaría «espléndido
aislamiento», fue remitiendo paulatinamente y ya en otoño de 1902 nació modesta e
informalmente la Psychologische Mittwoch-Gesselschaft (literalmente: «Sociedad Psicológica
de los miércoles»). Los médicos vieneses Max Kahane, Rudolf Reitler, Alfred Adler y Wilhelm
Stekel se empezaron a reunir, a iniciativa de este último, en la casa de Freud cada miércoles
por la noche.23 Este pequeño grupo formó el núcleo de lo que se convertiría, en 1908, en la
Asociación Psicoanalítica Vienesa (Wiener Psychoanalytische Vereinigung).24

En 1910 se fundó la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA), pero no fue hasta 1919,
tras el final de la Gran Guerra (1914-1918), cuando el movimiento psicoanalítico internacional
comenzó a extenderse social, geográfica y científicamente, convirtiéndose en un referente no
solo de la psiquiatría y la clínica, sino también de la cultura crítica. En este proceso de
consolidación del pensamiento y la práctica psicoanalítica, tuvo gran importancia la creación
de clínicas y ambulatorios de carácter gratuito donde se trataba a las clases más
desfavorecidas, la puesta en práctica de la "psicoterapia para las masas" que Freud había
propuesto el final de la Guerra. La creación de estas clínicas gratuitas, 25 a la par que supuso
un compromiso social sin precedentes desde un movimiento científico, obligó a desarrollar un
modelo de formación psicoanalítico institucionalizado para lograr la gran cantidad de
psicoterapeutas necesarios para convertir en realidad el proyecto. Siguiendo este modelo, se
crearon clínicas gratuitas en Berlín, Viena, Londres, Moscú (sostenida con fondos públicos
del estado soviético), Budapest y Chicago. El avance del fascismo europeo durante los años
treinta provocó el cierre de estas clínicas, pese a sus buenos resultados clínicos y en
investigación, y obligó la emigración forzosa de la mayoría de psicoanalistas europeos. 26

A lo largo de su historia el psicoanálisis no ha dejado de evolucionar conforme nuevos


hechos eran descubiertos. También, debido a los diferentes puntos de vista e
interpretaciones de diversos autores, se ha ramificado en varias escuelas y técnicas de
intervención. Entre los colaboradores y sucesores más representativos de Freud, aparte de
los más arriba mencionados, se cuentan, Otto Rank, Wilhelm Reich, Paul Federn, Hanns
Sachs, Oskar Pfister, Max Eitingon, Abraham Brill, Sándor Ferenczi, Karl Abraham, Ernest
Jones, Marie Bonaparte, Lou Andreas-Salomé, Karen Horney, Anna Freud, Melanie Klein,
Donald Winnicott, Wilfred Bion, Jacques Lacan, Erich Fromm, Erik Erikson y muchos otros
que han refinado las teorías freudianas e introducido las propias. Mención especial, por su
importancia e impacto en el movimiento psicoanalítico, merecen los autores Carl Gustav
Jung y Alfred Adler. Ambos se distanciaron del psicoanálisis, discrepando en especial de la
tesis freudiana de la etiología sexual de las neurosis, y propusieron ideas, conceptos y
teorías alternativas.

Técnica psicoanalítica

Según el psicoanálisis, los síntomas histéricos y neuróticos tienen un origen ligado a


conflictos inconscientes, aspectos de los cuales, pese a ser ajenos por completo al
consciente del analizado, pugnan por emerger a la conciencia. El retorno de lo reprimido,
resultado de una represión fallida ante la fuerza emergente del material reprimido, es una
formación de compromiso, ejemplo de lo cual constituye el síntoma histérico y, en general, el
neurótico. El objetivo de la terapia es vencer las resistencias para que el analizado acceda a
las determinaciones inconscientes de sus sentimientos, actitud o conducta. Freud, en una de
las oportunidades en las que describe la operación que lleva a cabo la terapia analítica, lo
hace en estos términos: "la rectificación con posterioridad del proceso represivo originario". 27

La «regla fundamental» de la técnica psicoanalítica es la asociación libre.28 El analista


introduce al paciente en la técnica solicitándole que le comunique todos los pensamientos,
ocurrencias, ideas o imágenes que se le pasen por la mente, independientemente de que
estos le parezcan absurdos, irrelevantes o comprometedores, «sin criticarlos o
seleccionarlos».29 Al comunicar estos contenidos, el analizado no debe tener en cuenta cuan
insignificante, trivial o desagradable le resulten, ya que esto solo expresaría la acción de las
resistencias.

El analista por su parte, también debe respetar reglas, particularmente las tres siguientes:

 Escuchar al analizado con una atención parejamente flotante, es decir, sin privilegiar
ningún elemento de su discurso, lo que implica que el analista «deje funcionar lo más
libremente posible su propia actividad inconsciente y suspenda las motivaciones que
habitualmente dirigen la atención».30 En palabras de Freud, «el analista debe
escuchar y no hacer caso de si se fija en algo». 31
 Mantener una actitud neutral, en cuanto a los valores, es decir, no dirigir la cura en
función de un ideal religioso, moral o social, no juzgar, no aconsejar. 32 La posición
debe ser igualmente neutral frente a las manifestaciones transferenciales y frente al
discurso del paciente, es decir, «no conceder a priori una importancia preferente, en
virtud de prejuicios teóricos, a un determinado fragmento o a un determinado tipo de
significaciones».33
 Observar una actitud de estricta abstinencia, lo que implica que el analista «no
satisface las demandas del paciente ni desempeña los papeles que este tiende a
imponerle».34 El sentido de este principio es que la cura debe transcurrir de tal forma
que el analizado no se sirva de ella para obtener satisfacciones sustitutivas de sus
síntomas.

En cuanto a la interpretación, su función no es propuesta como un enunciado que refiera el


material que ofrece el caso a una teoría (como el Complejo de Edipo, la nosología
psicoanalítica, las tópicas que representan el aparato psíquico, etc.), sistematizada o no, que
incluya la experiencia propia del analista y el consenso de la comunidad analítica, sino algo
que se acercaría mucho más a un desciframiento. En este sentido, el psicoanalista Donald
Winnicott comenta la importancia de «que el analista no conozca las respuestas, excepto en
la medida en que el paciente dé las claves. El analista recoge las claves y hace las
interpretaciones».35

Los lapsus son actos erróneos para la conciencia, en los que se manifiesta una descarga del
inconsciente. Para Freud, expresa un motivo personal relevante, desconocido para la
personalidad consciente. A menudo el lapsus no es obvio y se revela solo después de una
larga cadena de asociaciones.

Portada de la primera edición en alemán de La interpretación de los sueños .


Una segunda área explotada por la asociación libre es la de los sueños, considerada la «vía
regia al inconsciente». Para el psicoanálisis los sueños son siempre (al menos esto es lo
postulado en La interpretación de los sueños) realizaciones de deseos,36 los cuales
generalmente se disfrazan por ser inaceptables para la organización consciente del individuo.
Freud distingue en la estructura del sueño: el contenido manifiesto, que generalmente parece
incoherente y sin sentido pero que presenta algún tipo de historia narrativa; y el contenido
latente, que se refiere a las asociaciones que se despliegan a partir del sueño manifiesto. El
sueño (la ilación de sus contenidos manifiestos) es una formación producida por el trabajo
del sueño que transforma el material latente mediante la condensación, el desplazamiento, el
trastorno en su contrario y diversos tratamientos que las representaciones inconscientes
reciben, en virtud de su estructura, y que Freud designó como desfiguración onírica.37 La
dirección del trabajo del análisis es precisamente en sentido contrario al del trabajo del sueño
ya que obtiene el contenido latente donde era lo manifiesto. Los sueños son figuraciones
capaces de acceder a la conciencia, ya que en esta situación de reposo (el dormir) es
cuando la censura se encuentra más relajada y la resistencia se encuentra debilitada. Los
anhelos y deseos que tienen prohibido el acceso en los estados conscientes tienen una
oportunidad de escaparse tras el velo de la desfiguración onírica.

También en el chiste (Witz en alemán) encuentra el psicoanálisis una de las manifestaciones


paradigmáticas del inconsciente.

Freud afirmó que el individuo neurótico, cuyas necesidades eróticas infantiles permanecieron
insatisfechas, podrá orientar sus requerimientos libidinosos hacia una nueva persona que
surja en su horizonte, siendo muy probable que las dos porciones de su libido (la consciente
y la inconsciente) participen en este proceso. Es por lo tanto perfectamente normal y
comprensible que una carga de libido se oriente también hacia el psicoanalista. Este proceso
da lugar a lo que en psicoanálisis se denomina transferencia.

Cuando se habla de «transferencia» en la terapia, se considera que el paciente transfiere o


reedita sobre la figura del analista demandas libidinales experimentadas en la infancia en
relación a personas que entonces fueron importantes o significativas. La transferencia ofrece
la oportunidad para poner en acto los conflictos infantiles y estructuras cognoscitivas que
condujeron a las represiones y a las distintas formaciones de sus neurosis; y asimismo
proporciona al sujeto las condiciones para rectificar esos hechos que tuvieron lugar en la
infancia y que, por permanecer inconscientes, se habían mantenido refractarios a sus
intentos previos de influir en ellos.nota 2

La contratransferencia será aquel conjunto de reacciones inconscientes del analista frente a


la persona del analizado y frente a la transferencia. Se le considera un elemento muy
importante en el trabajo analítico porque cada uno posee en su propio inconsciente un
instrumento con el cual puede interpretar las expresiones del inconsciente en los demás.

Las tópicas

Tal y como aclaran Jean Laplanche y Jean-Bertrand Pontalis en su "Diccionario de


Psicoanálisis" Tópica hace referencia a una "Teoría o punto de vista que supone una
diferenciación del aparato psíquico en cierto número de sistemas dotados de características
o funciones diferentes y dispuestos en un determinado orden entre sí, lo que permite
considerarlos metafóricamente como lugares psíquicos de los que es posible dar una
representación espacial figurada. Corrientemente se habla de dos tópicas freudianas, la
primera en que se establece una distinción fundamental entre inconsciente, preconsciente y
consciente, y la segunda que distingue tres instancias: el ello, el yo, el superyó. 38

Primera tópica: consciente, preconsciente e inconsciente

Artículos principales: Inconsciente y Represión.

La conciencia es la cualidad momentánea que caracteriza las percepciones externas e


internas dentro del conjunto de los fenómenos psíquicos. El término inconsciente se utiliza
para connotar el conjunto de los contenidos no presentes en el campo actual de la
conciencia. Está constituido por contenidos reprimidos que buscan regresar a la conciencia o
bien que nunca fueron conscientes y su cualidad es incompatible con la conciencia. El
preconsciente designa una cualidad de la psique que califica los contenidos que no están
presentes en el campo de la conciencia pero pueden devenir en conscientes. Los estados
reprimidos son aquellos que no se les puede acceder sin una hipnosis, generalmente son
revelaciones a través de imágenes retenidas durante el tiempo de vida de cada individuo.

Segunda tópica: el Ello, el Yo y el Superyó

Artículo principal: Ello, Yo y Superyó

Diagrama del modelo estructural de tres instancias (Ello, Yo y Superyó) y de su


superposición con el modelo espacial de la psique en la primera tópica de S. Freud
(consciente, preconsciente, inconsciente).

El Ello es la instancia más antigua y original de la personalidad y la base de las otras dos.
Comprende todo lo que se hereda o está presente al nacer, se presenta de forma pura en
nuestro inconsciente. Representa nuestros impulsos o pulsiones más primitivos. Constituye,
según Freud, el motor del pensamiento y el comportamiento humano. Opera de acuerdo con
el principio del placer y desconoce las demandas de la realidad.

El Superyó es la parte que contrarresta al ello, representa los pensamientos morales y éticos
recibidos de la cultura. Consta de dos subsistemas: la "conciencia moral" y el ideal del yo. La
"conciencia moral" se refiere a la capacidad para la autoevaluación, la crítica y el reproche. El
ideal del yo es una autoimagen ideal que consta de conductas aprobadas y recompensadas.

El Yo es una parte del ello modificada por su proximidad con la realidad y surge a fin de
cumplir de manera realista los deseos y demandas del ello de acuerdo con el mundo exterior,
a la vez que trata de conciliarse con las exigencias del superyó. El yo evoluciona a partir del
ello y actúa como un intermediario entre este y el mundo externo. El yo sigue al principio de
realidad, satisfaciendo los impulsos del ello de una manera apropiada en el mundo externo.
Utiliza el pensamiento realista característico de los procesos secundarios. Como ejecutor de
la personalidad, el yo tiene que medir entre las tres fuerzas que le exigen: las del mundo de
la realidad, las del ello y las del superyó, el yo tiene que conservar su propia autonomía por
el mantenimiento de su organización integrada.
Los papeles específicos desempeñados de las entidades ello, yo y superyó no siempre son
claros, se mezclan en demasiados niveles. La personalidad consta según este modelo de
muchas fuerzas diversas en conflicto inevitable.

Otros conceptos del psicoanálisis

Mecanismos de defensa

Artículo principal: Mecanismo de defensa

Freud define la represión como una operación cuya esencia consiste en rechazar y mantener
alejados de la consciencia determinados elementos que resultarían dolorosos o inaceptables
para el yo. La pulsión, cuya satisfacción por sí misma produciría placer, conlleva el peligro de
producir displacer por los problemas que acarrearía el no satisfacer otras exigencias,
igualmente internas, pero que constituyen las instancias psíquicas (superyoicas)
representantes de las exigencias morales. Estos pensamientos o ideas tienen para Freud un
contenido sexual. La represión se origina en el conflicto psíquico que se produce por el
enfrentamiento de exigencias internas contrarias entre un deseo que reclama
imperativamente su satisfacción y las prohibiciones morales. En un sentido más general y
menos estricto, la palabra «represión» fue utilizada también por Freud como sinónimo de
«defensa», en tanto se refiere a ella como prototipo de otras operaciones y mecanismos
defensivos, mediante los cuales el yo se protege del dolor o displacer que causa este
conflicto, «reprimiendo» el deseo inconsciente. 39

En los sueños opera la condensación. Varios elementos presentes en el sueño latente se


conjugan, se unen en un mismo elemento; pueden ser fragmentos de imágenes, frases o
trozos de ideas. Estos fragmentos de vivencias siempre estarán unidos de alguna forma por
elementos comunes, que los relacionan y aparecen durante el análisis por medio de la
asociación libre. Un ejemplo de condensación se da cuando soñamos con una persona que
reúne rasgos de diferentes personas, a veces se presenta como una persona determinada y
de pronto se convierte o desempeña el papel de alguna otra más.

El desplazamiento, que también se presenta en los sueños, pero que corresponde a una de
las operaciones que el psicoanálisis describe para la formación de síntomas neuróticos,
consiste en la separación o desprendimiento del afecto (la intensidad, la importancia y la
cantidad de afecto) que está ligado a una idea o representación y que se desplaza hacia
otras representaciones. De esta manera puede parecer como importante algún elemento que
en realidad es superfluo y, por el contrario, recordar de forma imprecisa y sin importancia
elementos que originalmente la tenían, pero que por esta vía han quedado desprovistos de
su monto de afecto original. El desplazamiento es el proceso que más influye en ocultar el
sentido latente del sueño. Cuanto más confuso y oscuro es un sueño, más ha sido influido
por el desplazamiento.40

El desarrollo libidinal

Artículos principales: Pulsión y Libido.

El psicoanálisis emplea el término pulsión (impulso que tiende a la consecución de un fin)


para el estudio del comportamiento humano. Se denomina pulsión a las fuerzas derivadas de
las tensiones somáticas en el ser humano, y las necesidades del ello; en este sentido las
pulsiones se ubican entre el nivel somático y el nivel psíquico.

La pulsión es un impulso que se inicia con una excitación corporal (estado de tensión), y
cuya finalidad última es precisamente la supresión de dicha tensión.

Hay dos tipos de pulsiones, la pulsión sexual o de vida (Eros) y la pulsión de muerte
(Tánatos). Para el psicoanálisis el impulso sexual tiene unas acotaciones muy superiores a lo
que habitualmente se considera como sexualidad. La libido es la energía pulsional, y puede
presentar diferentes alternativas según esté dirigida a los objetos (libido objetal), o bien se
dirija al propio Yo (libido narcisista).

El psicoanálisis establece una serie de fases a través de las cuales se verifica el desarrollo
del sujeto. Desde el punto de vista de dichas fases, los conflictos psíquicos - y su posibilidad
de resolución- dependerán del estancamiento de una fase (fijación) o del retorno a una fase
precedente (regresión).

Freud distinguió a partir de 1915 diversos momentos y "dimensiones" de una pulsión:

1. La fuente que tiene su origen en lo somático y que se traduce por una tensión, una
suerte de impulso (en alemán: Drang).
2. El Drang mismo, es decir la tensión interior que se traduciría en Trieb (pulsión).
3. La meta que se puede encontrar en un estado pasivo o activo.
4. El "objeto" de la pulsión, que en lo real es un medio, un medio bastante accesorio ya
que solo sirve para disminuir temporalmente la tensión inherente a la pulsión.

Desarrollo sexual infantil

Artículos principales: Desarrollo psicosexual, Libido y Zona erógena.

La teoría plantea que conforme crecen los niños su deseo se enfoca en diferentes áreas del
cuerpo, en los que se busca la satisfacción libidinal. Siguiendo una secuencia de etapas
psicosexuales en las que son importantes diferentes zonas erógenas, los niños pasan del
autoerotismo a la sexualidad reproductora y desarrollan sus personalidades adultas:

Carta de Sigmund Freud a una madre en relación a la homosexualidad de su hijo. La carta


fue más tarde enviada anónimamente "De una madre agradecida" a Alfred Charles Kinsey.
Página 1. 9 de abril de 1935.

1. Fase oral (desde el nacimiento hasta los 12 o 18 meses): la boca es la zona erógena
preeminente y procura al bebé no solo la satisfacción de alimentarse, sino, sobre todo,
el placer de chupar. Es decir, de poner en movimiento los labios, la lengua y el paladar
en una alternancia rítmica.
2. Fase anal (12-18 meses hasta 3 años): en esta época la fuente principal de placer y
conflicto potencial son las actividades en las que interviene el ano. Con frecuencia
representa el primer intento del niño por convertir una actividad involuntaria en
voluntaria. Los niños pueden experimentar dolor o placer ya sea al retener o al
expulsar sus desechos fisiológicos. Debemos separar aquí el placer orgánico de
defecar, aliviando una necesidad corporal, del placer sexual consistente en retener las
heces y los gases para después expulsarlos bruscamente.
3. Fase fálica (3 a 6 años): el órgano sexual masculino desempeña un papel dominante.
En esta fase, las caricias masturbatorias y los tocamientos ritmados de las partes
genitales proveen al niño un placer autoerótico. Freud considera que el clítoris es
considerado por la niña como una forma de falo inferior. Al comienzo de la fase fálica,
los niños/as creen que todas las personas poseen falo y la diferencia entre tener o no
falo se percibe como una oposición por castración. Cada uno toma rumbo diferente al
entrar en lo que Freud denomina Edipo, o complejo de Edipo, en el cual primero se da
una identificación con la madre en ambos casos. El niño siente deseos sexuales hacia
su madre, y al percibir a las niñas como castradas abandona sus deseos por temor a
que le ocurra lo mismo, creándose en el varón la angustia de castración que lo lleva a
renunciar a sus deseos incestuosos e identificarse con su padre. La niña abandona a
la madre porque la cree culpable de su castración y surge la envidia del pene. Sin
embargo, se da cuenta de que si es como su madre puede acceder a un pene (véase
el concepto psicoanalítico de falo), a lo cual reacciona identificándose con ella y
aparece el deseo de engendrar un hijo de su padre.
La homosexualidad es definida como una perversión causada por una interrupción del
desarrollo libidinal en esta etapa. Para Freud se produce por una fijación en una etapa
temprana del desarrollo psicosexual o una resolución incorrecta del complejo de
Edipo. Esta interrupción no permite alcanzar la madurez sexual (heterosexualidad). Un
conflicto de homosexualidad inconsciente puede ser un núcleo constituyente de
esquizofrenia o paranoia. Más adelante, Freud describe el narcisismo como un
componente común a la homosexualidad, la esquizofrenia y las perversiones. Sin
embargo, Freud llegaría a reconsiderar su posición con el tiempo, hasta el punto de
que en su conocida Carta a una madre americana, Freud no dudó en afirmar que la
homosexualidad «no es un vicio ni un signo de degeneración, y no puede clasificarse
como una enfermedad».41 Señaló que perseguir la homosexualidad era una «gran
injusticia y una crueldad», y que el análisis, a lo sumo, serviría para devolver la
armonía a una persona si se sentía infeliz o neurótica, independientemente de si era
homosexual o no.
4. Período de latencia (desde los seis años hasta la pubertad): en este período se
desarrollan fuerzas psíquicas que inhiben el impulso sexual y reducen su dirección.
Los impulsos sexuales inaceptables son canalizados a niveles de actividad más
aceptados por la cultura. Freud lo llamaba «período de calma sexual». No lo
consideraba una etapa, ya que no surgía nada dramáticamente nuevo.
5. Fase genital (desde la pubertad hasta la adultez): surge en la adolescencia cuando
maduran los órganos genitales. Hay un surgimiento de los deseos sexuales y
agresivos. El impulso sexual, el cual antes era autoerótico, se busca satisfacer a partir
de una interacción genuina con los demás. Freud creía que los individuos maduros
buscan satisfacer sus impulsos sexuales sobre todo por la actividad genital
reproductora con miembros del sexo opuesto.

Alternativas y escuelas del psicoanálisis

Fotografía frente a la Universidad de Clark en septiembre de 1909. Sentados: Sigmund


Freud, Stanley Hall, C. G. Jung; de pie: Abraham A. Brill, Ernest Jones, Sándor Ferenczi.
Desde poco después de su aparición el psicoanálisis se ramificó en varias teorías
alternativas. Por una parte surgieron las teorías de autores que, aunque partiendo del
psicoanálisis freudiano, discrepaban con ciertas concepciones clave de la teoría de Freud y
formaron escuelas alternativas:

 Carl Gustav Jung: discrepaba sobre el origen y destino sexual de la libido, en la


interpretación de los sueños, el concepto de inconsciente y la manera de tratar las
neurosis. En su teoría destacaron los conceptos de inconsciente colectivo y arquetipo.
Su escisión tuvo un carácter traumático, tanto para el psicoanálisis como disciplina,
como para las partes implicadas personalmente. La salida de Jung de la Asociación
Psicoanalítica Internacional y del movimiento psicoanalítico, el cual estaba destinado a
liderar tras Freud, tuvo connotaciones de 'cisma'.
 Alfred Adler: difería con respecto a la importancia que daba Freud al factor sexual.
Adler hipotetizó un complejo de inferioridad que explicaría las neurosis y creó un
método alternativo para tratarlas. Fue la primera disidencia importante en la historia
del psicoanálisis (1908) al crear una teoría paralela que sustituía la libido por el instinto
de poder.
 Otto Rank: manifestó diferencias con la función del Complejo de Edipo.
 Karen Horney: disentía de las ideas de Freud sobre la sexualidad femenina (criticó el
que Freud considerase la envidia del pene como un fenómeno universal), el origen de
las neurosis (a las que atribuía causas culturales), los mecanismos de defensa y la
aplicación de los conceptos de Ello, Yo y Superyó en otras sociedades distintas de las
que analizó Freud.
 Anna Freud: plantea una teoría alternativa acerca del desarrollo, las funciones y los
mecanismos de defensa del yo.42 Se le considera, junto a Heinz Hartmann y otros,
fundadora de la "psicología del yo".

Por otra parte, se crearon escuelas que ampliaron el psicoanálisis freudiano:

 la escuela francesa de Jacques Lacan;


 la escuela inglesa de Melanie Klein: desarrolló conceptos como el complejo de Edipo
temprano, el Superyó temprano, la posición esquizo-paranoide, la posición depresiva,
los mecanismos de defensa y la envidia primaria;
 el psicoanálisis interpersonal de Harry Stack Sullivan y sus derivados ulteriores como
el psicoanálisis relacional;
 el psicoanálisis latinoamericano, entre cuyos pioneros cabe destacar a Enrique
Pichon-Rivière en Argentina, a Durval Marcondes en Brasil y a Ignacio Matte Blanco
en Chile.

Aunque todas mantienen los principios básicos de la teoría de Freud sobre el inconsciente,
otras partes de las teorías son ampliadas y reinterpretadas por cada escuela.

Aparte de las grandes escuelas mencionadas aquí, existen innumerables otras orientaciones,
institutos y agrupaciones que se pueden considerar derivadas del enfoque analítico.

Además se ha creado la corriente de la psicoterapia psicoanalítica que, aceptando los


presupuestos psicoanalíticos, utiliza una concepción y una técnica diferente a la del
psicoanálisis propiamente dicho.
El psicoanálisis en la universidad

El papel que desempeña la enseñanza universitaria en la formación de los psicoanalistas es


un tema que se discutió desde los albores del psicoanálisis, en momentos del surgimiento de
sus primeras instituciones. El propio Freud dedicó un breve artículo a este tema en 1919:
Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad, que se publicó por primera vez traducido
el húngaro en la revista Gyógyászat',' en el cual concluye que si bien el psicoanalista puede
prescindir de la universidad para su formación específica como tal, la universidad es la que
puede beneficiarse al incluir el psicoanálisis en sus planes de estudio. 43 La primera cátedra
de psicoanálisis en la Universidad estuvo a cargo del médico psiquiatra y psicoanalista
húngaro Sándor Ferenczi, quien fue nombrado Profesor de Psicoanálisis en Budapest en
1919, nombramiento que se produjo a petición de los propios estudiantes que iniciaron un
movimiento para lograr que se instaurara como asignatura. 44

La situación presente es que el psicoanálisis como enfoque teórico suele estudiarse en la


universidad en diversas carreras. En general en los estudios de pregrado no se forma
directamente a psicoanalistas para el ejercicio clínico. Si un estudiante de psicología o
medicina una vez licenciado opta por esta rama, debe especializarse posteriormente para
formarse como psicoanalista. En algunos países existe legislación asociada al tema, pero
generalmente los criterios que regulan los créditos que debe poseer un profesional para
ejercer como psicoanalista tiene su fundamento en la propia teoría (que define un concepto
de psicoanálisis didáctico) y están formalmente descritos por las instituciones psicoanalíticas
(asociaciones, sociedades, institutos).

En países como Argentina y Francia el psicoanálisis sigue ocupando un lugar central en las
facultades de psicología y humanidades. [cita requerida] El psicoanálisis en Chile también tiene
cierta presencia académica. En general, sigue vigente en países de habla hispana y algunos
países europeos como método terapéutico y de introspección, pero su vigencia en otros
países disminuyó considerablemente desde mediados del siglo XX.[cita requerida]

El psicoanálisis en la literatura o semanálisis

El “semanálisis” es una teoría literaria llamada así debido a que la producción del sentido se
da a través de la sintaxis, además de ser inseparable del sujeto hablante y retomar la
gramática generativa, la semiótica y el psicoanálisis hasta crear una nueva ciencia que
estudia la significación, aun sin cumplir con los parámetros del positivismo.

Una de las características de ésta es su ruptura con lo meramente estructural, herencia del
formalismo. Su innovación consiste en analizar los textos no sólo desde la distribución de sus
elementos ni de su contenido, sino desde el sujeto que enuncia el discurso; es así como
inicia la nueva “ciencia del sujeto” (Kristeva, 1976).

A partir de que Jacques Lacan retomara en 1964 las investigaciones de Freud se espera que
el psicoanalista sea capaz de establecer el significado no sólo de lo enunciado en los textos,
sino ir más allá hasta llegar a comprender lo no dicho en ellos, lo oculto, lo que antes
quedaba sin definir, perdido entre en la multiplicidad de interpretaciones subjetivas del lector.

En este sentido, la teoría psicoanalítica retoma parte de la teoría saussureana, aunque sin
dar tanto peso a la distinción debido a que no hay gran unión entre significado y significante.
A diferencia de Saussure, Lacan no presta tanta importancia al significado, más bien
encuentra en el significante un espacio ideal para englobar al inconsciente y es ahí en donde
ve la clave para descubrir el discurso que se esconde tras la connotación, con lo que da un
nuevo sentido al papel del lenguaje en la configuración del inconsciente. Es así como el
significante se vuelve un aliado para dar forma a una manera distinta de descubrir el discurso
oculto tras las palabras que ya no designan un significado absoluto, sino uno múltiple.

Así, el significante como parte del inconsciente involucra la ambivalencia de desplazamiento


y condensación, nombradas de tal manera por Freud, comprendidas por la lingüística como
metonimia y metáfora según corresponde. Ambos tropos consisten en comparar términos
incluidos en el texto, sin embargo, la metonimia o desplazamiento marca la comparación a
partir de nombrar al objeto comparado con el nombre de otra cosa por su relación de causa-
efecto, parte-todo o continente-contenido; mientras que la metáfora o condensación
determina la semejanza entre dos términos a través del sentido figurado.

De tal manera, al realizar un estudio psicoanalítico de una obra literaria se identifican las
anomalías figurales o sintácticas, mismas que son susceptibles a la interpretación. De esta
forma se podrá encontrar una secuencialidad metonímica que expresará el anhelo, siempre
frustrado, del objeto del deseo, lo cual determinará la comprensión de la identidad extraviada.
Al mismo tiempo, por medio de la metáfora se podrá definir cuál es ese “otro” que, según
Freud, funge como sustituto de la madre, es decir, se encuentra en lugar de lo perdido. Todo
lo anterior es parte de la Topología de Lacan que revisa las formaciones del inconsciente,
ocultas en el significante.

Además del significante y la interpretación, la teoría psicoanalítica o semanálisis toma en


cuenta la pulsión y la transferencia para encontrar el sentido del texto. La primera, la pulsión,
es el deseo del otro, formación del inconsciente que no será ni puede ser satisfecha en su
totalidad porque en ese caso dejaría de haber placer no satisfecho del todo, lo que motiva el
deseo. En cuanto a la segunda, la transferencia, surge de la demanda del sujeto, el
inconsciente puesto en acto de su realidad que propicia a su vez la pulsión. Por lo tanto, lo
que demanda el inconsciente es lo que falta para satisfacer el deseo, lo que se marca a
través de la relación con la causa real que se enuncia con la metonimia; así tanto la pulsión
como el efecto del significante producen el sujeto del inconsciente.

De esta forma, el inconsciente como lenguaje comienza el proceso analítico de transferencia


con diferentes significantes y correlatos que se activan en un nivel menor al de la conciencia.
La transferencia tiene a su vez tres registros: El registro imaginario que abarca el amor de
transferencia, el registro simbólico que es el deseo y el registro real que toma en cuenta el
goce y el objeto real de las pulsiones parciales.

Todos estos conceptos y más son vistos, explicados y ejemplificados a profundidad en tres
textos por medio de los cuales es posible comprender con demostraciones precisas cómo el
inconsciente del sujeto hablante en la obra compone al significante saussureano, develando
el verdadero sentido de lo enunciado.

El primero de ellos, Lo siniestro de Sigmund Freud, análisis tomado del volumen VII de sus
Obras Completas, demuestra cómo surge, se confunde y se renueva el sentido de lo
espeluznante, a partir del estudio de dos términos alemanes: heimlich y unheimlich, el
primero para designar a lo familiar, lo conocido, lo íntimo; el segundo para nombrar a lo que
debía permanecer oculto pero que ha sido revelado, lo demoníaco. Por medio del análisis del
ambiente creado en algunos cuentos de E. T. A. Hoffmann, entre otras obras, se confronta y
ejemplifica la evolución que ha habido en la determinación de los siniestro por medio de
recursos como son la confusión entre lo animado y lo inanimado, la aparición del doble o la
imagen en el espejo, el automatismo o impulso de repetición, entre otros elementos.

El segundo texto, El seminario sobre “La Carta Robada” de Jacques Lacan, editado por Nara
Araújo y Teresa Delgado, analiza el relato de Edgar Allan Poe y brinda un excelente ejemplo
de cómo el significante determina la interpretación del sentido y no así el significado, ya que
el centro del cuento se encuentra en la desviación de la carta y no en el contenido de la
misma, por lo que hay un deslizamiento de errancia entre desplazamiento y condensación,
metonimia y metáfora que dan pie a la multiplicidad de sentido.

Por último, el texto Semanálisis y producción de sentido de Julia Kristeva, en el cual se


enlistan las cualidades de la nueva ciencia, a la par que se ponen a prueba sus capacidades
y límites de acuerdo con lo que requiere tanto la lingüística como el psicoanálisis para llevar
a cabo su función.

En conjunto, todos los textos antes mencionados permiten al lector conocer y poner a prueba
los lineamientos marcados por la semanálisis, por lo que resultan ideales para aquel que
quiera conocer más acerca de cómo se produce e interpreta el sentido de una obra de
acuerdo con lo delimitado por Freud y Lacan. 45

Eficacia en el tratamiento de trastornos psicológicos

Comparación del tamaño del efecto de la terapia psicodinámica. Smith, Glass and Miller.
1980.

Los detractores del psicoanálisis consideran que no es efectivo en el tratamiento de


trastornos psicológicos. Se apoyan en estudios estadísticos (ver referencias) que comparan
la eficacia clínica de distintas formas de terapia (psicoanalíticas, gestálticas, conductuales,
cognitivas, etc.) con una terapia placebo o con la ausencia de terapia.46474849 Estos estudios
muestran que en promedio las psicoterapias aportan beneficios y algunas de las terapias
cognitivas están a la par de los tratamientos farmacológicos y su efectividad se potencia
cuando son empleadas en conjunto. En cambio, la efectividad del psicoanálisis en el
tratamiento de enfermedades (depresión, trastornos de ansiedad, trastornos de la
alimentación, adicciones, trastornos de la personalidad...) está por debajo del promedio y no
supera la efectividad de un tratamiento placebo; y puede, en consecuencia, retrasar o
impedir en algunos casos la cura.

Sin embargo, y en sentido opuesto, existen otras investigaciones que avalan la efectividad
del tratamiento psicoanalítico y psicodinámico (una forma de terapia corta fundamentada en
el psicoanálisis)50 lo cual indica que la terapia podría ser utilizada para el alivio de síntomas
en diversos pacientes. Los mismos estudios han demostrado que las ganancias obtenidas a
partir del uso de terapias psicodinámicas se mantienen, e incluso incrementan, después de la
terminación del tratamiento,51 beneficios que pueden servir para la reducción de síntomas en
trastornos psicosomáticos,52 trastornos de la personalidad,53 trastornos depresivos,54
trastornos de ansiedad,55 y en general, trastornos psiquiátricos (depresión mayor, depresión
maternal, estrés postraumático, bulimia nerviosa, anorexia nerviosa, dependencia al opio,
dependencia a la cocaína, trastornos de personalidad del claustro c, trastorno límite de la
personalidad, trastorno somatomorfo y fobia social). 56

Asimismo, distintas investigaciones han intentado evaluar los efectos de la terapia


psicoanalítica a largo plazo (50 sesiones o más) y han encontrado un mejoramiento en
pacientes tratados con esta modalidad, logrando dos objetivos principales: Disminuir
síntomas y modificar estructuras disfuncionales de la personalidad.57585960 Mientras que
diferentes estudios han mostrado que el psicoanálisis y las terapias psicodinámicas pueden
ser útiles para el tratamiento de niños con diabetes, 61 trastornos emocionales,62 trauma
infantil63 y un amplio rango de dificultades conductuales y emocionales. 64

La Asociación Psicoanalítica Internacional publicó en 1999 un trabajo (Fonagy y otros) en el


que se revisan los principales casos clínicos documentados y estudios sobre la eficacia del
psicoanálisis. Los resultados indican que la efectividad es mayor en los pacientes más
jóvenes, que los tratamientos largos tienen mejores resultados, que el psicoanálisis puede
reducir el uso de medicación psicotrópica y que el psicoanálisis se asocia con una mejora en
la capacidad laboral, entre otras conclusiones. Aunque la misma publicación opina que
muchos estudios estadísticos relativos a la eficacia del psicoanálisis presentan deficiencias
metodológicas, haciendo notar que "los estudios no pueden demostrar de manera inequívoca
que el psicoanálisis sea efectivo en relación a un placebo activo u otras formas de terapia" y
que "la mayoría de los estudios tienen limitaciones graves que pueden llevar a los críticos de
la disciplina a desacreditar los resultados". 65

Por su parte, el psicoanalista Robert Galatzer-Levy recopiló y analizó cuatro estudios en


pacientes adultos y varios estudios en niños y adolescentes, y estudios en grupos pequeños,
en el libro Does Psychoanalysis Work?,66 Galatzer concluye que el psicoanálisis demuestra
ser eficaz para muchos pacientes y hace hincapié en la necesidad por parte del psicoanálisis
de seguir recopilando más datos empíricos.

Las pruebas proporcionadas por estas investigaciones han ayudado a legitimar el estatus
teórico y práctico del psicoanálisis ante un creciente número de personas dentro de la
comunidad científica. Esto ha llevado, sin embargo, a que algunos psicoanalistas teman que
sus conceptos se vean reducidos a una validez epistemológica excesivamente positivista67 y
pierdan su sentido subjetivo, escéptico y curioso, por una racionalidad mecanizada. 68 Este
pensamiento indica que los abordajes estadísticos que apuntan a medir la eficacia de los
tratamientos terapéuticos no tienen en cuenta la singularidad de cada caso evaluado.

Críticas al psicoanálisis

Karl Popper controvirtió el carácter científico del psicoanálisis, alegando la infalsabilidad de


algunos de sus elementos.

El psicoanálisis ha sido cuestionado principalmente por su carácter heterodoxo frente a las


ciencias naturales.

Uno de sus primeros críticos fue el filósofo Karl Popper, quien en sus trabajos sobre la
filosofía de la ciencia estableció que varios de los postulados de Freud no cumplían con el
principio de falsabilidad (esto es, la capacidad de que un postulado se demuestre falso), lo
que podía llevar a una interpretación flexible de los mismos ante las evidencias de sus
resultados empíricos.69 Más adelante, otros filósofos, como Adolf Grünbaum, consideraron si
los presupuestos del psicoanálisis podían someterse o no al escrutinio de falsabilidad.
Grünbaum, aunque concuerda con la conclusión de Popper (el psicoanálisis no sería una
ciencia), disiente respecto de su argumentación y considera que sí es posible probar que las
predicciones, sobre las que el psicoanálisis sustenta sus postulados y justifica su carácter
científico, son simplemente falsas.70 Otras críticas filosóficas apuntan a la falta de
consistencia externa e interrelación entre el psicoanálisis y otras ramas de la ciencia relativas
a la mente humana. Sobre la base de este y otros argumentos, Mario Bunge clasifica al
psicoanálisis entre las pseudociencias.71

Entre los elementos criticados al psicoanálisis puede contarse el Complejo de Edipo.


Bronislaw Malinowski cuestiona la idea de su aplicación universal tras haber estudiado a
tribus como las de las Islas Trobiand. Concluyó que el complejo no debía darse solamente en
la relación madre/hijo, sino en otros tipos, ajustándose a las peculiaridades de cada sistema
familiar.72 También se han cuestionado otros principios como el complejo de castración o la
pulsión de muerte, por no tener fundamento científico suficiente. 73

Algunos críticos han ido más allá y han investigado el resultado de tratamientos aplicados
con este sistema. Así, Hans Eysenck, tras estudiar una serie de casos, llegó a la conclusión
de que no había diferencias significativas entre el número de casos exitosos y aquellos que
mejoraron de manera espontánea.74 Incluso autores como Karin Obholzer han señalado que
casos emblemáticos, como el de Sergei Pankeyev, fueron en realidad un fraude.75

Explicaciones fallidas

Si en algunos ámbitos el psicoanálisis se ha mostrado fructífero, tampoco faltan casos en los


que la aplicación indiscriminada o no contrastada de sus tesis ha tenido consecuencias
negativas, cuando no contraproducentes.

El caso más llamativo es el del autismo. El psicoanálisis, al aplicar sus tesis sobre el
desarrollo infantil, partía de la idea de que el trastorno autista era provocado por el estilo de
crianza de los padres, lo que llevó a la creación del mito de la «madre nevera».76 De esta
manera, trataba de dar por demostrada una hipótesis que, sin embargo, Leo Kanner
(descubridor del trastorno77) había descartado en su artículo de 1943:

«No es fácil evaluar el hecho de que todas nuestras pacientes procedan de padres muy
inteligentes. (…) Otro hecho destaca prominentemente: en todo el grupo hay muy pocos
padres y madres realmente cálidos (…). Surge la pregunta de si, o hasta qué punto, este
hecho ha contribuido a la condición de sus hijos. La soledad de los niños desde el nacimiento
hace difícil atribuir el cuadro general exclusivamente al tipo de relaciones parentales
tempranas con nuestros pacientes. Por tanto, debemos asumir que estos niños han llegado
al mundo con una incapacidad innata para formar el contacto afectivo normal con las
personas biológicamente proporcionado, al igual que otros nacen con deficiencias
intelectuales o físicas innatas.» Kanner, L. (1943): 'Autistic disturbances of affective contact.'
Nervous Child, 2.78

En contra de esta tesis, la interpretación psicoanalista se impuso, dando lugar a la práctica


de crear centros para recluir a los niños y apartarlos de sus padres, 79 aplicando terapias de
muy dudosa eficacia,77 y creando serios problemas de autoinculpación en padres y madres.77
76

Las investigaciones científicas posteriores evidenciaron la falsedad de las tesis


psicoanalíticas al demostrar la base neurológica y hereditaria del autismo.77 Actualmente, las
guías de buena praxis en el tratamiento del autismo desaconsejan las terapias
psicodinámicas.80 81

A pesar de esto, los psicoanalistas lacanianos siguen defendiendo el papel del psicoanálisis
en el debate sobre autismo.82

Psicoanálisis y neurociencia

El psicoanálisis se ha ido integrando con el desarrollo actual de las neurociencias, en lo que


se ha venido a denominar neuropsicoanálisis.83

Científicos como Eric Kandel, Premio Nobel de Medicina y Fisiología (2000), o António
Damásio, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica (2005), reclaman
un diálogo entre las neurociencias y el psicoanálisis. Damásio cita: "Creo que podemos decir
que los discernimientos de Freud sobre la naturaleza de la conciencia concuerdan con los
puntos de vista más avanzados de la neurociencia contemporánea".84 A su vez, Kandel:
"Acerca de la mente, no hay todavía concepción más coherente e intelectualmente
satisfactoria que el psicoanálisis".85 Aunque también Kandel afirma que las bases del
"inconsciente neuronal" no tienen similitud con el "inconsciente freudiano" y no está
relacionado con fuerzas instintivas o conflictos sexuales ya que la información nunca entra en
la "conciencia".86

El neurólogo y neurocientífico argentino Facundo Manes,87 incluye a Freud en su historia de


las neurociencias. Manes sostiene, en su libro "Usar el cerebro", que "durante las décadas de
1880 y 1890 el trabajo de Sigmund Freud evolucionó del método anátomo-clínico (después
de los estudios histológicos experimentales) a la neurología teórica (histeria y modelos de
afasia) y a la psicología, proceso que dio origen al nacimiento del psicoanálisis".

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