Los 9 Tipos de Psicoanalisis
Los 9 Tipos de Psicoanalisis
Los 9 Tipos de Psicoanalisis
1. El psicoanálisis freudiano
Inconsciente
Ello, yo y superyó
Además, en esta teoría el aparato psíquico está configurado por tres elementos principales,
denominados ello, yo y superyó. Mientras que el ello es la parte instintiva e impulsiva que
dicta lo que deseamos y que suele actuar a nivel inconsciente, el superyó es la parte de
nuestra psique que observa la moralidad de la conducta y busca que esta sede de una forma
responsable. Por último, el yo se encargaría de hacer que los deseos del ello entren dentro
de lo que el superyó encuentra aceptable, utilizando varios mecanismos de defensa para
mediar entre deseos y realidad.
Pulsiones
Psicopatologías
Terapia
Analizar dichas transferencias permitirá, según esta teoría, que el paciente descubra los
elementos reprimidos y bloqueos existentes, pudiéndose mejorar el estado del paciente.
Asimismo también se tiene en cuenta las reacciones del terapeuta hacia las revelaciones del
paciente o contratransferencia, las cuales pueden permitir interpretar lo expresado
inconscientemente por el individuo tratado. Este último aspecto ha de ser muy controlado de
manera que no se contamine la relación terapéutica.
Un gran número de los discípulos de Freud consideraba que sus teorías eran correctas y
ciertas, manteniendo una cierta continuidad con el fundador de la disciplina en el desarrollo
del psicoanálisis. Sin embargo, que aceptaran las teorías del padre del psicoanálisis no
implica que no desarrollaran nuevas perspectivas y tipos de psicoanálisis,
profundizando en ellas y expandiéndose a nuevos ámbitos.
Si bien múltiples autores pueden inscribirse dentro de esta tradición, como Anna Freud quien
profundizó en gran medida en los diferentes mecanismos de defensa que empleamos, en
general los componentes de la tradición psicoanalítica del yo aceptarían la mayor parte de
conceptos y teorías freudianas. Algunas de las autoras que tuvieron aportaciones más
significativas son las siguientes.
Winnicott
Según el niño va desarrollándose establece relaciones con el entorno y los diferentes seres
que le rodean. Inicialmente establecen una serie de conductas o vinculaciones con objetos
(transicionales) que permiten hacer más tolerable la ansiedad, permitiendo asimismo que
empiece a diferenciar entre el yo y el no yo.
Fantasía inconsciente
Uno de los tipos de psicoanálisis centrado en el desarrollo de los niños más importante, un
concepto muy importante para la autora es la fantasía inconsciente, entendida como aquella
expresión de los deseos e instintos que existen desde el inicio de la vida. Estas
fantasías son las que dirigen la conducta del niño y permiten comprender su actitud y modo
de actuar.
A la hora de evaluar y tratar a los niños resulta especialmente importante el uso del
juego simbólico como elemento para extraer información de los niños. dado que no se
puede aplicar la asociación libre al no tener los suficientes recursos y madurez como para
ello. Sin embargo en el juego se proyectan las fantasías inconscientes que dirigen la
conducta, de modo análogo a lo que se haría mediante la asociación libre. Además, la
interpretación del sentido del juego puede servir para modificar la angustia del infante.
En lo que se refiere a la manera de vincularse a los objetos, establece dos posiciones: La
primera es la posición esquizoparanoide en la el individuo no es capaz de distinguir entre el
yo y el no yo y en la por lo tanto no se es capaz de integrar que un mismo objeto puede ser
en ocasiones gratificante y en ocasiones estar ausente o ser doloroso, con lo que cada
objeto es partido en dos (uno bueno y otro malo). Se tiene un pensamiento concreto y
parcial.
La segunda es la posición depresiva, en que los objetos se empiezan a ver como un todo a
veces bueno y a veces malo, y con el que llega el miedo a perder el objeto amado.
También indica que el Yo tiene cuatro funciones básicas, experimentar y luchar contra la
ansiedad causada por la pulsión de muerte, el establecimiento de relaciones de objeto, la
integración y síntesis del sí mismo y la adquisición y emisión mediante introyección y
proyección de actitudes y características externas o internas.
Por ello muchos autores acabaron abandonando el psicoanálisis clásico y estableciendo sus
propias líneas de pensamiento, surgiendo nuevos tipos de psicoanálisis. Algunos de los
autores más destacados son los siguientes.
Carl Gustav Jung fue uno de los discípulos de Freud que si bien inició su andadura con el
padre del psicoanálisis acabaría discrepando en múltiples aspectos con él, separándose de
su escuela y elaborando la que se denominaría psicología analítica o profunda. Para Jung, si
bien la libido estaba presente en el ser humano, esta solo era una parte secundaria de su ser
y no su motor principal.
Inconsciente colectivo
Personalidad
El objetivo final del tratamiento en este tipo de psicoanálisis es lograr el correcto desarrollo
de la mismidad o la individuación, desde una relación de colaboración entre paciente y
terapeuta.
Al igual que ocurriría con Jung, Adler consideraría que la teoría de Freud daba
demasiada importancia al ámbito sexual. Además al contrario que Freud considera que si
bien lo inconsciente y el pasado son importantes el ser humano es por sí mismo un ser activo
con capacidad de crear y decidir en el presente, no resultando determinado por su pasado.
Aquí y ahora
Este tipo de psicoanálisis se centra más en el aquí y el ahora, teniendo el yo consciente una
gran importancia en el pensamiento de Adler y siendo el individuo consciente de sus
posibilidades y limitaciones. Es por ello que terminaría separándose del psicoanálisis
tradicional y estableciendo la psicología individual.
Sentimiento de inferioridad
Para este autor, los problemas surgen ante la comprensión de que los propios deseos están
fuera del alcance del individuo, naciendo en él el sentimiento de inferioridad. Así, la
psicología individual se basa en el afán de poder como manera de intentar compensar los
sentimientos de inferioridad. El ser humano tiende a buscar el sentimiento de pertenencia a
la comunidad.
Para este autor es necesario tratar al individuo de forma holística, teniendo una gran
importancia sus creencias y conceptos de sí mismo y del mundo. Se trabaja desde el cambio
en el estilo de vida intentando hacer consciente una línea directriz vital que, cambiando la
orientación hacia los sucesos de la vida, el individuo quiera seguir y fortalecerla mediante la
autoconfianza.
Dinamismos y necesidades
Los dinamismos son maneras perpetuadas a través del tiempo en que el individuo
transforma su energía dirigiéndola al intento de satisfacción de una necesidad, sea de
autosatisfacción o de seguridad (entendida esta como alivio de ansiedad). Estos dinamismos
reducen la tensión producida por la presencia de una necesidad, pero en caso de que no
sean efectivos generarán ansiedad que derivará en comportamientos destructivos.
En cuanto al sistema del Yo, se trata de un sistema de personalidad elaborado mediante las
experiencias vitales y que tiene como objetivo la protección de nuestra autoestima mediante
la satisfacción de las personas que queremos.
Símbolo
Con todo ello, es posible observar que el énfasis principal de este tipo de psicoanálisis se
encuentra en el uso del símbolo como elemento comunicativo y en la expresión de
contenidos mentales y físicos.
Para Sullivan los sucesos que vivimos son procesados internamente de diferentes modos
según vamos creciendo. El primero de ellos sería el prototáxico, típico de los recién nacidos,
en que se siente el entorno como algo indiferenciado sobre el que no tenemos control.
Posteriormente veríamos el mundo de modo paratáxico, pudiendo hacer asociaciones entre
elementos del entorno y predicciones según vamos adquiriendo experiencia y capacidad
simbólica. Por último, ya de adultos y en el caso de conseguir un desarrollo correcto
llegaríamos a experimentar el mundo de forma sintáctica, pudiendo compartir símbolos de
forma correcta y activa y basando la actuación en la lógica y adaptación al contexto.
Psicopatología
Problemas psicológicos como los trastornos mentales son para éste tipo de psicoanálisis
producto de patrones relacionales desadaptativos o bien de dinamismos
desajustados, habiendo de tratarse teniendo en cuenta la terapia como un tipo de relación
interpersonal que ha de aportar seguridad a la vez que facilita cambios que hagan las
relaciones personales más adaptativas y en que el paciente se exprese de forma adaptativa
y libre de inhibiciones.
Se trata de uno de los tipos de psicoanálisis de enfoque más humanista y vinculado con
elementos positivos sin rechazar por ello la importancia del dolor humano.
Afecto y amor
Para este autor el ser humano es capaz de hacer frente al dolor a partir de la otorgación de
un sentido o significado tanto a este como a la propia vida. Fromm consideraba que los
problemas interpersonales son la principal fuente de malestar, en una lucha entre nuestros
deseos y objetivos personales y el deseo de vinculación con los demás. Para el
psicoanálisis humanista, para vencer el malestar es necesario desarrollar el afecto, la
aceptación del otro y el amor.
Sin embargo uno de los tipos de psicoanálisis postfreudianos se manifiesta a favor de volver
a un enfoque clásico y más cercano al inicial, habiéndose alejado el resto excesivamente de
los pilares fundamentales del paradigma. Se trata del enfoque de Jacques Lacan.
Las aportaciones de este autor pasan por la distinción entre los conceptos de placer como
actividad dirigida a evitar el sufrimiento o reducir tensión y el goce como elemento placentero
vinculado a aumentar dicha tensión, disfrutando inconscientemente de lo que nos generaría
malestar. Recupera el concepto de pulsión de muerte (introduciendolo en la idea de
goce).
Reinterpreta la estructura psíquica en real, imaginario y simbólico. Lo real sería aquello que
desconocemos y que no somos capaces de expresar con el lenguaje, lo imaginario sería lo
representado en los sueños y fantasías, y lo simbólico todo aquello que nace de la
consciencia y en lo que usamos códigos como la palabra, formando el superyó y
estructurando el yo.
Concepto
El concepto de «psicoanálisis» designa, por una parte, aquel modelo teórico descriptivo y
explicativo de los mecanismos, procesos y fenómenos implicados en la vida anímica
humana. Este modelo se basó inicialmente en la experiencia de Sigmund Freud en el
tratamiento clínico de pacientes que presentan histerias, fobias y diversos padecimientos
psíquicos y ha tenido un amplio desarrollo teórico posterior con el aporte de muchos teóricos
del psicoanálisis. Por otra parte, «psicoanálisis» se refiere también a la terapia psicoanalítica
misma, es decir, a un conjunto de procedimientos y técnicas terapéuticas que se desarrollan
a partir de esta teoría para el tratamiento de patologías mentales. Finalmente,
«psicoanálisis» puede referirse además al método psicoanalítico: un método de investigación
que ha sido aplicado, más allá de la psicología clínica individual, al análisis de fenómenos
culturales, por ejemplo en etnología y antropología (entre otras disciplinas).7 El desarrollo del
psicoanálisis es permanente en estos tres aspectos por parte de investigadores y clínicos, si
bien cabe remarcar que tal segmentación del campo psicoanalítico no puede ser otra cosa
que una esquematización descriptiva, y que en ningún caso da cuenta de la estructura propia
del psicoanálisis donde teoría y práctica se encuentran ligadas sin que pueda darse la una
sin la otra. Freud sostuvo que una de las glorias del psicoanálisis era la coincidencia de
investigación y tratamiento,8 si bien aclara que la técnica de ambas difiere. El psicoanálisis
moderno se caracteriza por el pluralismo teórico, metódico y terapéutico. Si el psicoanálisis
puede ser considerado una teoría científica es un asunto que en círculos académicos y
profesionales continúa siendo controvertido.
La definición clásica de Freud nota 1incluye, según resumen Jean Laplanche y Jean-Bertrand
Pontalis, los siguientes tres aspectos:
El psicoanálisis es una teoría sobre los procesos psíquicos inconscientes, que presenta una
concepción ampliada de la sexualidad, de sus relaciones con el acontecer psíquico y su
reflejo en lo sociocultural. El supuesto de que existen los procesos, fenómenos y
mecanismos psíquicos inconscientes junto al papel de la sexualidad y del llamado complejo
de Edipo, que resulta en una diferenciación entre instinto y pulsión; así como la aceptación
de la teoría de la represión y el papel de la resistencia en el análisis constituyen para Freud
los pilares fundamentales de su edificio teórico, al punto que sostiene que «quien no pueda
admitirlos todos no debería contarse entre los psicoanalistas». 10
Esta definición de Freud ha tenido amplia aceptación entre los psicoanalistas, así como
también la necesidad de la transmisión del saber a través del análisis didáctico y los análisis
de control o supervisados. Esta aceptación o identificación con los pilares centrales de la
teoría y el método, se dio en medio de controversias. Refiriéndose a la definición de Freud de
1922, la historiadora Élisabeth Roudinesco comenta:
«Freud proporcionó la definición más precisa del marco psicoanalítico, al subrayar que sus
"pilares" teóricos eran el inconsciente, el complejo de Edipo, la resistencia, la represión y la
sexualidad (...) Si bien los freudianos de todas las tendencias siempre aceptaron reconocerse
en esta definición de psicoanálisis, no han cesado de combatir entre ellos a dividirse acerca
de la cuestión de la técnica psicoanalítica y el psicoanálisis didáctico».11
Sigmund Freud.
La idea central de esta aplicación del psicoanálisis consiste en que tras la superficie en la
que se representan las formas de comportamiento perceptibles (en la conducta individual y
en la de los grupos y culturas) así como también tras las normas sociales y valores de una
comunidad cultural, con frecuencia se esconden contenidos y motivaciones inconscientes
que no son de acceso fácil al Yo y que pueden develarse y hacerse comprensibles con la
ayuda de los conceptos y métodos del psicoanálisis. [cita requerida]
En las décadas siguientes a Freud, diversos psicoanalistas desarrollaron otras técnicas para
la exploración e interpretación psicoanalítica de diversas manifestaciones culturales: desde
los cuentos de hadas y mitos hasta el análisis de obras literarias mayores, del cine o de las
artes plásticas.
El psicoanálisis como terapia
El psicoanálisis clásico se desarrolla durante algunos años con una frecuencia de tres a
cinco veces por semana. En el setting clásico el paciente se recuesta en un diván y habla, en
lo posible sin censura, sobre todo lo que siente, piensa, poniendo en palabras toda
ocurrencia que le venga a la mente. Esta técnica se denomina asociación libre y constituye la
regla fundamental. El analista que está sentado tras él, escucha manteniendo una atención
parejamente flotante y comunica al paciente sus interpretaciones, hechas en base al material
que va apareciendo durante el proceso analítico. El analista entrega estas interpretaciones a
su paciente tantas veces como considere conveniente y en las situaciones que decida. En
particular el analista captará e interpretará los patrones emocionales y de funcionamiento
psíquico, los mecanismos típicos que el paciente repite en la relación con él en forma de
transferencia y, básicamente, las formaciones del inconsciente que surjan en el discurrir del
analizante a lo largo de su análisis.
Se considera un antecedente clave para el nacimiento del psicoanálisis que Freud llegase a
ser alumno de Jean Martin Charcot en el hospital Salpêtrière de París entre los años 1885 y
1886.14 Freud se familiarizaría así con las investigaciones llevadas a cabo sobre la histeria
las cuales mostraban que mediante la hipnosis se podían inducir, suprimir e intercambiar
toda clase de síntomas presentes en los cuadros histéricos, sugiriendo una etiología
psicológica y no orgánica.15 Las mujeres histéricas que eran sometidas a tal experiencia no
conservaban en la conciencia lo sucedido, es decir, no recordaban, aunque la sugestión
hipnótica seguía actuando una vez deshecho el trance hipnótico. Ya de vuelta a Viena y en
colaboración con su amigo y colega, el fisiólogo Joseph Breuer,16 aplicó el método catártico
descubierto por este, que más tarde modificaría paulatinamente hasta dar forma al
psicoanálisis.17
Tras años de experiencia clínica, Freud propuso la teoría de que los síntomas histéricos y
neuróticos tenían como causa núcleos traumáticos reprimidos en el inconsciente por ser
moralmente inaceptables para el Yo del sujeto.18 Freud postuló que estos núcleos
patológicos consistían en «uno o varios sucesos de precoz experiencia sexual, perteneciente
a la más temprana infancia».19
En un momento posterior, Freud decide abandonar la hipnosis, lo cual suele ser explicado
diciendo simplemente que no era una técnica con la que él estuviera particularmente
cómodo, así como que no es de por sí susceptible de ser aplicada en todos los casos. Por
otra parte, se le adjudica como falencia el que tras un período de recuperación, luego de
haber sido aplicada, los síntomas retornaban nuevamente, imponiendo la tarea de repetir el
tratamiento. Por otra parte, también se dice que este método no permite acceder al trabajo
analítico a las «resistencias» del paciente. En cualquier caso, la técnica apuntaba, entonces,
a "colegir desde las ocurrencias libres del analizado aquello que él denegaba recordar. Se
pretendía sortear la resistencia mediante el trabajo interpretativo y la comunicación de sus
resultados al enfermo".21
Sala de espera del consultorio en la casa de Freud, donde tenían lugar las reuniones de la
"Sociedad Psicológica de los Miércoles".
En 1910 se fundó la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA), pero no fue hasta 1919,
tras el final de la Gran Guerra (1914-1918), cuando el movimiento psicoanalítico internacional
comenzó a extenderse social, geográfica y científicamente, convirtiéndose en un referente no
solo de la psiquiatría y la clínica, sino también de la cultura crítica. En este proceso de
consolidación del pensamiento y la práctica psicoanalítica, tuvo gran importancia la creación
de clínicas y ambulatorios de carácter gratuito donde se trataba a las clases más
desfavorecidas, la puesta en práctica de la "psicoterapia para las masas" que Freud había
propuesto el final de la Guerra. La creación de estas clínicas gratuitas, 25 a la par que supuso
un compromiso social sin precedentes desde un movimiento científico, obligó a desarrollar un
modelo de formación psicoanalítico institucionalizado para lograr la gran cantidad de
psicoterapeutas necesarios para convertir en realidad el proyecto. Siguiendo este modelo, se
crearon clínicas gratuitas en Berlín, Viena, Londres, Moscú (sostenida con fondos públicos
del estado soviético), Budapest y Chicago. El avance del fascismo europeo durante los años
treinta provocó el cierre de estas clínicas, pese a sus buenos resultados clínicos y en
investigación, y obligó la emigración forzosa de la mayoría de psicoanalistas europeos. 26
Técnica psicoanalítica
El analista por su parte, también debe respetar reglas, particularmente las tres siguientes:
Escuchar al analizado con una atención parejamente flotante, es decir, sin privilegiar
ningún elemento de su discurso, lo que implica que el analista «deje funcionar lo más
libremente posible su propia actividad inconsciente y suspenda las motivaciones que
habitualmente dirigen la atención».30 En palabras de Freud, «el analista debe
escuchar y no hacer caso de si se fija en algo». 31
Mantener una actitud neutral, en cuanto a los valores, es decir, no dirigir la cura en
función de un ideal religioso, moral o social, no juzgar, no aconsejar. 32 La posición
debe ser igualmente neutral frente a las manifestaciones transferenciales y frente al
discurso del paciente, es decir, «no conceder a priori una importancia preferente, en
virtud de prejuicios teóricos, a un determinado fragmento o a un determinado tipo de
significaciones».33
Observar una actitud de estricta abstinencia, lo que implica que el analista «no
satisface las demandas del paciente ni desempeña los papeles que este tiende a
imponerle».34 El sentido de este principio es que la cura debe transcurrir de tal forma
que el analizado no se sirva de ella para obtener satisfacciones sustitutivas de sus
síntomas.
Los lapsus son actos erróneos para la conciencia, en los que se manifiesta una descarga del
inconsciente. Para Freud, expresa un motivo personal relevante, desconocido para la
personalidad consciente. A menudo el lapsus no es obvio y se revela solo después de una
larga cadena de asociaciones.
Freud afirmó que el individuo neurótico, cuyas necesidades eróticas infantiles permanecieron
insatisfechas, podrá orientar sus requerimientos libidinosos hacia una nueva persona que
surja en su horizonte, siendo muy probable que las dos porciones de su libido (la consciente
y la inconsciente) participen en este proceso. Es por lo tanto perfectamente normal y
comprensible que una carga de libido se oriente también hacia el psicoanalista. Este proceso
da lugar a lo que en psicoanálisis se denomina transferencia.
Las tópicas
El Ello es la instancia más antigua y original de la personalidad y la base de las otras dos.
Comprende todo lo que se hereda o está presente al nacer, se presenta de forma pura en
nuestro inconsciente. Representa nuestros impulsos o pulsiones más primitivos. Constituye,
según Freud, el motor del pensamiento y el comportamiento humano. Opera de acuerdo con
el principio del placer y desconoce las demandas de la realidad.
El Superyó es la parte que contrarresta al ello, representa los pensamientos morales y éticos
recibidos de la cultura. Consta de dos subsistemas: la "conciencia moral" y el ideal del yo. La
"conciencia moral" se refiere a la capacidad para la autoevaluación, la crítica y el reproche. El
ideal del yo es una autoimagen ideal que consta de conductas aprobadas y recompensadas.
El Yo es una parte del ello modificada por su proximidad con la realidad y surge a fin de
cumplir de manera realista los deseos y demandas del ello de acuerdo con el mundo exterior,
a la vez que trata de conciliarse con las exigencias del superyó. El yo evoluciona a partir del
ello y actúa como un intermediario entre este y el mundo externo. El yo sigue al principio de
realidad, satisfaciendo los impulsos del ello de una manera apropiada en el mundo externo.
Utiliza el pensamiento realista característico de los procesos secundarios. Como ejecutor de
la personalidad, el yo tiene que medir entre las tres fuerzas que le exigen: las del mundo de
la realidad, las del ello y las del superyó, el yo tiene que conservar su propia autonomía por
el mantenimiento de su organización integrada.
Los papeles específicos desempeñados de las entidades ello, yo y superyó no siempre son
claros, se mezclan en demasiados niveles. La personalidad consta según este modelo de
muchas fuerzas diversas en conflicto inevitable.
Mecanismos de defensa
Freud define la represión como una operación cuya esencia consiste en rechazar y mantener
alejados de la consciencia determinados elementos que resultarían dolorosos o inaceptables
para el yo. La pulsión, cuya satisfacción por sí misma produciría placer, conlleva el peligro de
producir displacer por los problemas que acarrearía el no satisfacer otras exigencias,
igualmente internas, pero que constituyen las instancias psíquicas (superyoicas)
representantes de las exigencias morales. Estos pensamientos o ideas tienen para Freud un
contenido sexual. La represión se origina en el conflicto psíquico que se produce por el
enfrentamiento de exigencias internas contrarias entre un deseo que reclama
imperativamente su satisfacción y las prohibiciones morales. En un sentido más general y
menos estricto, la palabra «represión» fue utilizada también por Freud como sinónimo de
«defensa», en tanto se refiere a ella como prototipo de otras operaciones y mecanismos
defensivos, mediante los cuales el yo se protege del dolor o displacer que causa este
conflicto, «reprimiendo» el deseo inconsciente. 39
El desplazamiento, que también se presenta en los sueños, pero que corresponde a una de
las operaciones que el psicoanálisis describe para la formación de síntomas neuróticos,
consiste en la separación o desprendimiento del afecto (la intensidad, la importancia y la
cantidad de afecto) que está ligado a una idea o representación y que se desplaza hacia
otras representaciones. De esta manera puede parecer como importante algún elemento que
en realidad es superfluo y, por el contrario, recordar de forma imprecisa y sin importancia
elementos que originalmente la tenían, pero que por esta vía han quedado desprovistos de
su monto de afecto original. El desplazamiento es el proceso que más influye en ocultar el
sentido latente del sueño. Cuanto más confuso y oscuro es un sueño, más ha sido influido
por el desplazamiento.40
El desarrollo libidinal
La pulsión es un impulso que se inicia con una excitación corporal (estado de tensión), y
cuya finalidad última es precisamente la supresión de dicha tensión.
Hay dos tipos de pulsiones, la pulsión sexual o de vida (Eros) y la pulsión de muerte
(Tánatos). Para el psicoanálisis el impulso sexual tiene unas acotaciones muy superiores a lo
que habitualmente se considera como sexualidad. La libido es la energía pulsional, y puede
presentar diferentes alternativas según esté dirigida a los objetos (libido objetal), o bien se
dirija al propio Yo (libido narcisista).
El psicoanálisis establece una serie de fases a través de las cuales se verifica el desarrollo
del sujeto. Desde el punto de vista de dichas fases, los conflictos psíquicos - y su posibilidad
de resolución- dependerán del estancamiento de una fase (fijación) o del retorno a una fase
precedente (regresión).
1. La fuente que tiene su origen en lo somático y que se traduce por una tensión, una
suerte de impulso (en alemán: Drang).
2. El Drang mismo, es decir la tensión interior que se traduciría en Trieb (pulsión).
3. La meta que se puede encontrar en un estado pasivo o activo.
4. El "objeto" de la pulsión, que en lo real es un medio, un medio bastante accesorio ya
que solo sirve para disminuir temporalmente la tensión inherente a la pulsión.
La teoría plantea que conforme crecen los niños su deseo se enfoca en diferentes áreas del
cuerpo, en los que se busca la satisfacción libidinal. Siguiendo una secuencia de etapas
psicosexuales en las que son importantes diferentes zonas erógenas, los niños pasan del
autoerotismo a la sexualidad reproductora y desarrollan sus personalidades adultas:
1. Fase oral (desde el nacimiento hasta los 12 o 18 meses): la boca es la zona erógena
preeminente y procura al bebé no solo la satisfacción de alimentarse, sino, sobre todo,
el placer de chupar. Es decir, de poner en movimiento los labios, la lengua y el paladar
en una alternancia rítmica.
2. Fase anal (12-18 meses hasta 3 años): en esta época la fuente principal de placer y
conflicto potencial son las actividades en las que interviene el ano. Con frecuencia
representa el primer intento del niño por convertir una actividad involuntaria en
voluntaria. Los niños pueden experimentar dolor o placer ya sea al retener o al
expulsar sus desechos fisiológicos. Debemos separar aquí el placer orgánico de
defecar, aliviando una necesidad corporal, del placer sexual consistente en retener las
heces y los gases para después expulsarlos bruscamente.
3. Fase fálica (3 a 6 años): el órgano sexual masculino desempeña un papel dominante.
En esta fase, las caricias masturbatorias y los tocamientos ritmados de las partes
genitales proveen al niño un placer autoerótico. Freud considera que el clítoris es
considerado por la niña como una forma de falo inferior. Al comienzo de la fase fálica,
los niños/as creen que todas las personas poseen falo y la diferencia entre tener o no
falo se percibe como una oposición por castración. Cada uno toma rumbo diferente al
entrar en lo que Freud denomina Edipo, o complejo de Edipo, en el cual primero se da
una identificación con la madre en ambos casos. El niño siente deseos sexuales hacia
su madre, y al percibir a las niñas como castradas abandona sus deseos por temor a
que le ocurra lo mismo, creándose en el varón la angustia de castración que lo lleva a
renunciar a sus deseos incestuosos e identificarse con su padre. La niña abandona a
la madre porque la cree culpable de su castración y surge la envidia del pene. Sin
embargo, se da cuenta de que si es como su madre puede acceder a un pene (véase
el concepto psicoanalítico de falo), a lo cual reacciona identificándose con ella y
aparece el deseo de engendrar un hijo de su padre.
La homosexualidad es definida como una perversión causada por una interrupción del
desarrollo libidinal en esta etapa. Para Freud se produce por una fijación en una etapa
temprana del desarrollo psicosexual o una resolución incorrecta del complejo de
Edipo. Esta interrupción no permite alcanzar la madurez sexual (heterosexualidad). Un
conflicto de homosexualidad inconsciente puede ser un núcleo constituyente de
esquizofrenia o paranoia. Más adelante, Freud describe el narcisismo como un
componente común a la homosexualidad, la esquizofrenia y las perversiones. Sin
embargo, Freud llegaría a reconsiderar su posición con el tiempo, hasta el punto de
que en su conocida Carta a una madre americana, Freud no dudó en afirmar que la
homosexualidad «no es un vicio ni un signo de degeneración, y no puede clasificarse
como una enfermedad».41 Señaló que perseguir la homosexualidad era una «gran
injusticia y una crueldad», y que el análisis, a lo sumo, serviría para devolver la
armonía a una persona si se sentía infeliz o neurótica, independientemente de si era
homosexual o no.
4. Período de latencia (desde los seis años hasta la pubertad): en este período se
desarrollan fuerzas psíquicas que inhiben el impulso sexual y reducen su dirección.
Los impulsos sexuales inaceptables son canalizados a niveles de actividad más
aceptados por la cultura. Freud lo llamaba «período de calma sexual». No lo
consideraba una etapa, ya que no surgía nada dramáticamente nuevo.
5. Fase genital (desde la pubertad hasta la adultez): surge en la adolescencia cuando
maduran los órganos genitales. Hay un surgimiento de los deseos sexuales y
agresivos. El impulso sexual, el cual antes era autoerótico, se busca satisfacer a partir
de una interacción genuina con los demás. Freud creía que los individuos maduros
buscan satisfacer sus impulsos sexuales sobre todo por la actividad genital
reproductora con miembros del sexo opuesto.
Aunque todas mantienen los principios básicos de la teoría de Freud sobre el inconsciente,
otras partes de las teorías son ampliadas y reinterpretadas por cada escuela.
Aparte de las grandes escuelas mencionadas aquí, existen innumerables otras orientaciones,
institutos y agrupaciones que se pueden considerar derivadas del enfoque analítico.
En países como Argentina y Francia el psicoanálisis sigue ocupando un lugar central en las
facultades de psicología y humanidades. [cita requerida] El psicoanálisis en Chile también tiene
cierta presencia académica. En general, sigue vigente en países de habla hispana y algunos
países europeos como método terapéutico y de introspección, pero su vigencia en otros
países disminuyó considerablemente desde mediados del siglo XX.[cita requerida]
El “semanálisis” es una teoría literaria llamada así debido a que la producción del sentido se
da a través de la sintaxis, además de ser inseparable del sujeto hablante y retomar la
gramática generativa, la semiótica y el psicoanálisis hasta crear una nueva ciencia que
estudia la significación, aun sin cumplir con los parámetros del positivismo.
Una de las características de ésta es su ruptura con lo meramente estructural, herencia del
formalismo. Su innovación consiste en analizar los textos no sólo desde la distribución de sus
elementos ni de su contenido, sino desde el sujeto que enuncia el discurso; es así como
inicia la nueva “ciencia del sujeto” (Kristeva, 1976).
A partir de que Jacques Lacan retomara en 1964 las investigaciones de Freud se espera que
el psicoanalista sea capaz de establecer el significado no sólo de lo enunciado en los textos,
sino ir más allá hasta llegar a comprender lo no dicho en ellos, lo oculto, lo que antes
quedaba sin definir, perdido entre en la multiplicidad de interpretaciones subjetivas del lector.
En este sentido, la teoría psicoanalítica retoma parte de la teoría saussureana, aunque sin
dar tanto peso a la distinción debido a que no hay gran unión entre significado y significante.
A diferencia de Saussure, Lacan no presta tanta importancia al significado, más bien
encuentra en el significante un espacio ideal para englobar al inconsciente y es ahí en donde
ve la clave para descubrir el discurso que se esconde tras la connotación, con lo que da un
nuevo sentido al papel del lenguaje en la configuración del inconsciente. Es así como el
significante se vuelve un aliado para dar forma a una manera distinta de descubrir el discurso
oculto tras las palabras que ya no designan un significado absoluto, sino uno múltiple.
De tal manera, al realizar un estudio psicoanalítico de una obra literaria se identifican las
anomalías figurales o sintácticas, mismas que son susceptibles a la interpretación. De esta
forma se podrá encontrar una secuencialidad metonímica que expresará el anhelo, siempre
frustrado, del objeto del deseo, lo cual determinará la comprensión de la identidad extraviada.
Al mismo tiempo, por medio de la metáfora se podrá definir cuál es ese “otro” que, según
Freud, funge como sustituto de la madre, es decir, se encuentra en lugar de lo perdido. Todo
lo anterior es parte de la Topología de Lacan que revisa las formaciones del inconsciente,
ocultas en el significante.
Todos estos conceptos y más son vistos, explicados y ejemplificados a profundidad en tres
textos por medio de los cuales es posible comprender con demostraciones precisas cómo el
inconsciente del sujeto hablante en la obra compone al significante saussureano, develando
el verdadero sentido de lo enunciado.
El primero de ellos, Lo siniestro de Sigmund Freud, análisis tomado del volumen VII de sus
Obras Completas, demuestra cómo surge, se confunde y se renueva el sentido de lo
espeluznante, a partir del estudio de dos términos alemanes: heimlich y unheimlich, el
primero para designar a lo familiar, lo conocido, lo íntimo; el segundo para nombrar a lo que
debía permanecer oculto pero que ha sido revelado, lo demoníaco. Por medio del análisis del
ambiente creado en algunos cuentos de E. T. A. Hoffmann, entre otras obras, se confronta y
ejemplifica la evolución que ha habido en la determinación de los siniestro por medio de
recursos como son la confusión entre lo animado y lo inanimado, la aparición del doble o la
imagen en el espejo, el automatismo o impulso de repetición, entre otros elementos.
El segundo texto, El seminario sobre “La Carta Robada” de Jacques Lacan, editado por Nara
Araújo y Teresa Delgado, analiza el relato de Edgar Allan Poe y brinda un excelente ejemplo
de cómo el significante determina la interpretación del sentido y no así el significado, ya que
el centro del cuento se encuentra en la desviación de la carta y no en el contenido de la
misma, por lo que hay un deslizamiento de errancia entre desplazamiento y condensación,
metonimia y metáfora que dan pie a la multiplicidad de sentido.
En conjunto, todos los textos antes mencionados permiten al lector conocer y poner a prueba
los lineamientos marcados por la semanálisis, por lo que resultan ideales para aquel que
quiera conocer más acerca de cómo se produce e interpreta el sentido de una obra de
acuerdo con lo delimitado por Freud y Lacan. 45
Comparación del tamaño del efecto de la terapia psicodinámica. Smith, Glass and Miller.
1980.
Sin embargo, y en sentido opuesto, existen otras investigaciones que avalan la efectividad
del tratamiento psicoanalítico y psicodinámico (una forma de terapia corta fundamentada en
el psicoanálisis)50 lo cual indica que la terapia podría ser utilizada para el alivio de síntomas
en diversos pacientes. Los mismos estudios han demostrado que las ganancias obtenidas a
partir del uso de terapias psicodinámicas se mantienen, e incluso incrementan, después de la
terminación del tratamiento,51 beneficios que pueden servir para la reducción de síntomas en
trastornos psicosomáticos,52 trastornos de la personalidad,53 trastornos depresivos,54
trastornos de ansiedad,55 y en general, trastornos psiquiátricos (depresión mayor, depresión
maternal, estrés postraumático, bulimia nerviosa, anorexia nerviosa, dependencia al opio,
dependencia a la cocaína, trastornos de personalidad del claustro c, trastorno límite de la
personalidad, trastorno somatomorfo y fobia social). 56
Las pruebas proporcionadas por estas investigaciones han ayudado a legitimar el estatus
teórico y práctico del psicoanálisis ante un creciente número de personas dentro de la
comunidad científica. Esto ha llevado, sin embargo, a que algunos psicoanalistas teman que
sus conceptos se vean reducidos a una validez epistemológica excesivamente positivista67 y
pierdan su sentido subjetivo, escéptico y curioso, por una racionalidad mecanizada. 68 Este
pensamiento indica que los abordajes estadísticos que apuntan a medir la eficacia de los
tratamientos terapéuticos no tienen en cuenta la singularidad de cada caso evaluado.
Críticas al psicoanálisis
Uno de sus primeros críticos fue el filósofo Karl Popper, quien en sus trabajos sobre la
filosofía de la ciencia estableció que varios de los postulados de Freud no cumplían con el
principio de falsabilidad (esto es, la capacidad de que un postulado se demuestre falso), lo
que podía llevar a una interpretación flexible de los mismos ante las evidencias de sus
resultados empíricos.69 Más adelante, otros filósofos, como Adolf Grünbaum, consideraron si
los presupuestos del psicoanálisis podían someterse o no al escrutinio de falsabilidad.
Grünbaum, aunque concuerda con la conclusión de Popper (el psicoanálisis no sería una
ciencia), disiente respecto de su argumentación y considera que sí es posible probar que las
predicciones, sobre las que el psicoanálisis sustenta sus postulados y justifica su carácter
científico, son simplemente falsas.70 Otras críticas filosóficas apuntan a la falta de
consistencia externa e interrelación entre el psicoanálisis y otras ramas de la ciencia relativas
a la mente humana. Sobre la base de este y otros argumentos, Mario Bunge clasifica al
psicoanálisis entre las pseudociencias.71
Algunos críticos han ido más allá y han investigado el resultado de tratamientos aplicados
con este sistema. Así, Hans Eysenck, tras estudiar una serie de casos, llegó a la conclusión
de que no había diferencias significativas entre el número de casos exitosos y aquellos que
mejoraron de manera espontánea.74 Incluso autores como Karin Obholzer han señalado que
casos emblemáticos, como el de Sergei Pankeyev, fueron en realidad un fraude.75
Explicaciones fallidas
El caso más llamativo es el del autismo. El psicoanálisis, al aplicar sus tesis sobre el
desarrollo infantil, partía de la idea de que el trastorno autista era provocado por el estilo de
crianza de los padres, lo que llevó a la creación del mito de la «madre nevera».76 De esta
manera, trataba de dar por demostrada una hipótesis que, sin embargo, Leo Kanner
(descubridor del trastorno77) había descartado en su artículo de 1943:
«No es fácil evaluar el hecho de que todas nuestras pacientes procedan de padres muy
inteligentes. (…) Otro hecho destaca prominentemente: en todo el grupo hay muy pocos
padres y madres realmente cálidos (…). Surge la pregunta de si, o hasta qué punto, este
hecho ha contribuido a la condición de sus hijos. La soledad de los niños desde el nacimiento
hace difícil atribuir el cuadro general exclusivamente al tipo de relaciones parentales
tempranas con nuestros pacientes. Por tanto, debemos asumir que estos niños han llegado
al mundo con una incapacidad innata para formar el contacto afectivo normal con las
personas biológicamente proporcionado, al igual que otros nacen con deficiencias
intelectuales o físicas innatas.» Kanner, L. (1943): 'Autistic disturbances of affective contact.'
Nervous Child, 2.78
A pesar de esto, los psicoanalistas lacanianos siguen defendiendo el papel del psicoanálisis
en el debate sobre autismo.82
Psicoanálisis y neurociencia
Científicos como Eric Kandel, Premio Nobel de Medicina y Fisiología (2000), o António
Damásio, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica (2005), reclaman
un diálogo entre las neurociencias y el psicoanálisis. Damásio cita: "Creo que podemos decir
que los discernimientos de Freud sobre la naturaleza de la conciencia concuerdan con los
puntos de vista más avanzados de la neurociencia contemporánea".84 A su vez, Kandel:
"Acerca de la mente, no hay todavía concepción más coherente e intelectualmente
satisfactoria que el psicoanálisis".85 Aunque también Kandel afirma que las bases del
"inconsciente neuronal" no tienen similitud con el "inconsciente freudiano" y no está
relacionado con fuerzas instintivas o conflictos sexuales ya que la información nunca entra en
la "conciencia".86