Don Bosco Discípulo de Jesús

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DON BOSCO, DISCIPULO DE JESÚS

Eduardo Paucar

La presencia educativa salesiana hoy será significativa si tiene a San Juan Bosco como punto
de referencia histórica carismática.

Don Bosco es el punto de referencia por la historia de su vida a favor de los jóvenes más
pobres, abandonados y en peligro. Es hoy un ejemplo y modelo de lo que debe ser la
realización de la misión salesiana en las actuales circunstancias.

Pero fundamentalmente, Don Bosco ha logrado trascender en la historia por su respuesta al


llamado de Jesús, de ser buena noticia para los jóvenes empobrecidos. Detrás del proyecto
educativo de Don Bosco está el proyecto liberador de Jesús el Cristo, en El encuentra la
inspiración y fortaleza. Así toda su obra educativa y espiritual, no es otra cosa que el resultado
de su profunda experiencia de discipulado y seguimiento a Jesús.

Don Bosco nace en un hogar campesino del Piamonte, Italia, el 16 de agosto de 1815. Quedó
huérfano a los dos años. Afortunadamente, Mamá Margarita, su madre, supo educarlo con
sabiduría, firmeza y amor, al igual que a su hermanastro Antonio y a su hermano José.

Gracias a la intuición de la madre1 y a su respaldo incondicional, se aventura al sacerdocio2, no


obstante las graves limitaciones financieras de su familia y la crisis social3 y económica de su
ambiente.

Trabajando y estudiando, recorre su itinerario formativo4. El 5 de junio de 1841, a los 26 años


de edad, es ordenado sacerdote, y de inmediato, trasladado a la ciudad de Turín que contaba
con 130.000 habitantes, decide entregar por completo su vida a los muchachos más pobres y
abandonados, particularmente a los pequeños emigrantes rurales, víctimas, luego, de la
desocupación y de la delincuencia.

Por ellos multiplica sus iniciativas, tratando de adecuarse a sus necesidades e instancias
fundamentales: visita a las cárceles, acción pastoral en los sectores marginales, su vida de
trabajo; una original creación educativa, el Oratorio, que él concibe como un espacio de
educación integral para ellos, a manera de parroquia juvenil, de escuelas y talleres, de lugar de
recreación y de acogida. Allí ellos tendrán la “casa” de la que han carecido y una capacitación
humana y espiritual que los prepare para insertarse en el mundo del trabajo y en el medio
eclesial y social en el que son apenas unos advenedizos.

1 Juan Melchor Bosco es huérfano de padre desde los 2 años de edad. Su Madre Margarita Occhiena se hace
responsable de su hijastro Antonio, su primer hijo José, su suegra inválida y el pequeño Juan. Ellos son colonos
de viñedos en la campiña italiana. Margarita no se casará de nuevo para dedicarse totalmente a sus hijos.
2 Sus motivaciones son totalmente vocacionales desde un sueño que tuvo desde los nueve años.
3 Se vive la era pos napoleónica que se le llama la Restauración, en donde los conflictos sociales recaen en la

vida de la gente sencilla: hambre, reclutamientos forzados, impuestos, etc.


4 En esta etapa desarrolla la experiencia de la Sociedad de la Alegría con sus amigos con dos reglas únicas:

cumplir con los deberes diarios sin protestar y estar siempre alegres (o sea, vivir en gracia de Dios).
Más adelante, cuando llegue la etapa de la industrialización de Italia, a partir del 1870, sus
talleres de artes y oficios se transformarán en escuelas profesionales, y la formación técnica,
intelectual, moral y religiosa de sus educandos adquirirá un nivel superior que permitirá a los
que serán luego obreros de las empresas, o gestores de sus propias industrias, competir en el
mundo profesional y dialogar sobre sus deberes y derechos de ciudadanos en una sociedad civil
ya de carácter más democrático, una vez superada la fase del absolutismo monárquico que
había caracterizado la Europa de los primeros decenios del siglo XIX.

Pero más allá de los límites de su tierra natal y del Viejo Continente, don Bosco proyecta su
acción educativa en América desde 1875, atendiendo a los emigrantes que en sucesivas oleadas
se han trasladado a la Argentina, y a los grupos indígenas. La Obra Salesiana llega al Uruguay
en 1876, a Brasil en 1881, a Chile en 1886 y Ecuador en 1888.

Su acción pastoral y educativa ágilmente afronta los problemas de inculturación que le plantean
los reductos indígenas, y empieza a producir similares frutos que en Europa. La índole de su
pedagogía, portadora de fundamentales valores humanos y de eminente practicidad
metodología y didáctica, adquiere dimensiones insospechadas.

Para la realización de sus proyectos don Bosco asocia en torno a sí, ante todo una fuerza secular
de agentes pastorales que llama Salesianos Cooperadores (1844-1852;1876); luego, una
Congregación Religiosa (1859), compuesta de sacerdotes y laicos, que lleva el nombre de
Salesianos, y un Instituto femenino, las Hijas de María Auxiliadora (1872), que gracias a la
presencia excepcional de la cofundadora, María Mazzarello, también piamontesa, tiene la
capacidad de interpretar con intuición y genialidad operativas femeninas, la índole y los
dinamismos pedagógicos de su Sistema Preventivo.

Don Bosco muere el 31 de enero de 1888 a los 72 años en Turín. La Iglesia reconoce la santidad
de su vida, y lo eleva al honor de los altares el 1 de abril de 1934.

La labor social de Don Bosco tuvo como centro la promoción social del joven a través de la
educación, informal y formal.

Su obra educativa se especifica en una propuesta educativa que puede atravesar todo tipo de
pedagogía didáctica pues no plantea una teoría pedagógica, sino un ambiente que surge de la
persona del educador, que vive una experiencia de unión con Dios y por lo tanto pone al
educando en el centro de la realidad educativa, pues no se busca a sí mismo, sino únicamente
acompañar el que se pueda realizar la voluntad de Dios en la vida del joven.

Por ello, para entender el actuar de Don Bosco es necesario comprender sus sistema educativo,
el SISTEMA PREVENTIVO o al menos los elementos fundamentales que pueden determinar
su perfil de acción vital5

Su vida la entregó totalmente, por llamada del Señor, a la juventud pobre, abandonada y en
peligro, con profunda convicción afirmó que "hasta el último aliento de mi vida será para mis
queridos jóvenes...”

5
Cfr. Peraza, F. (2001). El Sistema Preventivo de Don Bosco, Quito: Centro Salesiano Regional de Formación
Permanente, pp. 1-2.
El Espíritu le dio un corazón grande y generoso; y él, que no tuvo la experiencia paterna y
que tuvo tantas dificultades para educarse, se hizo padre y maestro de una multitud de jóvenes
y fundador de una numerosa familia espiritual. Con la originalidad del sistema preventivo,
buscó siempre el crecimiento integral de los jóvenes, su salvación.

Tal experiencia fue recogida por Don Bosco en sus Memorias del Oratorio, libro que sigue
siendo objeto de estudios y de inspiración sobre su sistema educativo-pastoral.

2. El Oratorio como espacio vital de crecimiento integral

Inicialmente, el nombre de “ORATORIO” se da a la catequesis y entretenimiento espontáneo


en los días festivos. Después, vendrá a significar todo el complejo educativo pastoral de la
obra de Valdocco, en lo que se refiere al servicio de los muchachos más pobres. Parte de la
búsqueda del muchacho en sus propios ambientes de vida, de ocio, de emigración urbana, de
búsqueda de trabajo y de residencia, de alto riesgo físico, espiritual y moral. Lo previene o
rescata afortunadamente de la delincuencia y de la cárcel; le ofrece servicio de
acompañamiento, de acogida y de formación integral.

Así el Oratorio de Don Bosco puede ser definido como

Un movimiento de pastoral y educativo, preventivo y promocional, hacia los sitios naturales


de vida y de mayores riesgos de los jóvenes más necesitados. El ámbito educativo accesible a
los muchachos pobres, caracterizado por:

- la acentuación de la pastoral festiva, recreacional y de tiempo libre (el juego, la música y el


teatro);
- La relación espontánea e informal entre educadores y educandos (la amabilidad y el espíritu
de familia);
- La síntesis entre valores pedagógicos y evangelizadores, entre las experiencias formativas
y la vida real del muchacho, que se articulan en una organización ágil y creativa. (Peraza,
2009, p. 47).

En este sentido, el Oratorio es el ambiente educativo que se describe en clave pedagógica


como6:

Casa que acoge, comparte y forma comunidad, una familia en la que se favorecen y cultivan
las relaciones personales, la solidaridad, el compromiso, la participación y la
corresponsabilidad educativa de cada uno de los miembros dentro de las propias
competencias.

Parroquia que evangeliza, que educa en la dimensión cristiana, favoreciendo la opción de


vida personal y eclesial de sus miembros, dentro del respeto a la libertad de la conciencia.

6Cfr. COMISIÓN DE EDUCACIÓN PARA LA FAMILIA SALESIANA, Propuesta Educativa Salesiana,


Documentos de trabajo, Doc.7, Colombia 1997, p. 2.
Escuela que promueve el desarrollo integral, libre y original de las potencialidades
personales de los jóvenes que son el centro y los protagonistas de la propuesta educativa y
de las intervenciones educativo-pastorales.

Patio que privilegia y desarrolla el encuentro y la amistad, en un ambiente juvenil de


animación y de convivencia espontánea, alegre y creativa, donde los educadores/as están
presentes en medio de los jóvenes y participan de sus intereses.

Esta experiencia educativa y pastoral vivida en el Oratorio de Valdocco adquiere un carácter


paradigmático imprescindible, como “criterio permanente de discernimiento y renovación de
toda actividad y obra salesiana” (Const., 41). Es lo que hoy se conoce como el criterio
oratoriano.

En definitiva, la experiencia educativa y pastoral vivida en Valdocco se constituye en una


propuesta educativa que busca la promoción integral de los jóvenes. El Oratorio es el espacio
vital de crecimiento y realización, es el

centro de cultura religiosa y profana; de actividades lúdicas, de recreación informal, de


asociacionismo y de compromisos apostólicos; de profunda experiencia espiritual, de
inmediata y práctica capacitación laboral y, más tarde de verdadera formación profesional,
cuando Italia conseguida, su unidad política, se insertaba decididamente en la civilización
industrial de Europa (Peraza, 2009, p. 49).

2.1. Algunos medios educativos del oratorio7

Hay desafortunadamente, educadores que se afanan por apoyar su autoridad en mantener las
distancias, evitando un trato de confianza y manteniéndose aislados en sí mismos, de suerte
que rara vez están con los muchachos, y cuando están, lo hacen con una actitud autoritaria,
rígida y exigente, más no de buscar una mejora y un crecimiento integral del educando.

Muy diverso fue Don Bosco, el cual, precisamente, adquirió el máximo ascendiente y
autoridad acercándose al joven, con una presencia empática; demostrándoles su afecto,
participando en sus actividades y tratando de ser siempre accesible, física y afectivamente,
de suerte que con él se sientan bien. Lo hacía dentro del mismo marco escolar o fuera de él,
a través de la relación directa con el joven, sobre todo en momentos de convivencia informal:
durante la recreación, el canto, la música o el teatro.

a) La música, el canto y el juego

Para Don Bosco, un oratorio sin música era como un cuerpo sin alma, por eso educar en la
música y el canto en un ambiente oratoriano es el vínculo emotivo de comunicación y de
circulación melódica de valores, llamamiento y estímulo emocional para abrirse a la verdad
y al amor y para cimentar la confianza y la fortaleza; la música y el canto, dan ritmo, sentido
y calor a la oración a los momentos de descanso y de recreo, a las pausas escolares, a los
7
Tomado de Rubio, R. & Silva, M. (2012). Espiritualidad Juvenil Salesiana, Quito: UPS - Area de Razón y Fe.
ejercicios físicos, a las representaciones teatrales y a los paseos. Ambas actividades son
portadoras de contenidos formativos y evangelizadores y marcaban el paso de la dinámica
grupal.

Didácticamente, facilitan la captación de los mensajes, los hace más amables e inteligentes;
son mensajes en sí mismos. Humaniza los ambientes, mueve la personalidad al compromiso;
crean solidaridad, potencian energías; sirven de catarsis en momentos difíciles y de fuerte y
sostenida tensión; pacifican el espíritu, ayudan a la interiorización de las relaciones y a la
contemplación estética y espiritual, y pueden llevar al éxtasis, como salida de lo rutinario y
egoísta y hallazgo de las dimensiones profundas de la vida y de la experiencia humana, y a
la trascendencia. Dios se comunica por ellos, el joven halla en ellos el lenguaje que mejor lo
interpreta.

La música y el canto unen muchas veces lo folklórico a lo universal, la devoción al


compromiso, la protesta a la captación de la dureza y las exigencias de la vida.

La música es parte imprescindible en la efervescencia espiritual de la fiesta y la fiesta hace


al joven protagonista festivo de la fiesta por ellos. Entonces pareciera que la vida se desborda
y que adquiera todo su valor y su plenitud, como un desafío a la frialdad de la indiferencia y
de la muerte. Ésta adquiere, a su vez, toda su perennidad y su belleza cuando se canta y se
celebra estéticamente. Efectivamente, es así como el Oratorio era también para Don Bosco
como una caja de música

b) La piedad y la devoción

La piedad y la devoción para Don Bosco están unidas inseparablemente a la música, ya que
por experiencia propia sabe que los jóvenes y la comunidad rezan mejor cuando oran
cantando y cuando sales de la capilla repitiendo mentalmente melodías de sus oraciones y
siguen orando. Así pueden hermanar el juego, la oración y la vida, pues todo está
emparentado en la experiencia de Dios, de la cercanía reveladora del corazón de Don Bosco
como padre, y de la fraternidad y la amistad que los hace a todos gozar con la alegría de los
hijos de Dios los dones de la vida y del Espíritu:

“El aire de vida familiar que se respiraba en la Casa del Oratorio, se refundía con el aire de
Dios y formaba un clima propio de santidad que era, en gran parte y de verdad, un clima de
santos” 8

El santo educador estimulaba y acompañaba el camino de sus pequeños artistas, que se iban
volviendo compositores e intérpretes de la bondad y de la belleza, y de los escondidos
senderos de Dios en la intimidad silenciosa de sus “oratorianos orantes”.

8CAVIGLIA, Alberto, “Savio Domenico e Don Bosco”, en “Opere e scitti editi e inediti”, vol iv, sei, Torino,
Ristampa, Giungno 1977, O:C, 70 – 71; pág. 286.
c) El teatro oratoriano

El teatro entra en el ámbito de la educación formal e informal de Valdocco. En concreto, a la


escuela, a la aula de clase, a la capilla, al patio, porque Don Bosco mismo entra en ellos. El
mismo vive “teatralmente” su vocación pedagógica y, en donde él está puede estar el teatro,
porque está el educador que lo vive y lo representa en forma pedagógica.

La finalidad que tiene el teatro es la de alegrar, educar e instruir moralmente a los jóvenes.
En consecuencia, las obras que se interpretan en el Oratorio debían ser: amenas y aptas para
recrear y divertir; pero, al mismo tiempo, educativas, morales y breves, pues las demasiadas
largas no sólo cansan al auditorio, sino que quitan estima y efecto a la representación. Pueden
ser realistas y aún duras algunas escenas, pero nunca crueles; y las expresiones, ni procases
o poco cristianas.

El teatro en Don Bosco, en el ambiente oratoriano, no sólo es un medio educativo, un original


e irremplazable medio de comunicación, sino que también crea un espacio de relación
interpersonal vital y una circulación de valores, se vuelve también un instrumento de
socialización.

Don Bosco fue un poeta de Dios; y quizá pocos valores como los estéticos, pueden llevar al
educando a resistir la belleza de las realidades humanas y a presentir las cosas de Dios.

En conclusión, en el Oratorio, a través del canto, de la música y del teatro Don Bosco quería
formar el sentido estético de sus muchachos, como por medio de la gimnasia buscaba su
desarrollo físico. De suerte que sus muchachos jugaban, salían de paseo, tocaban sus
instrumentos, organizaban representaciones o competencias deportivas; y todo esto creaban
un ambiente en el que ellos dejaban de ser sólo destinatarios de su educación sino los
principales protagonistas. Protagonistas de una pedagogía sana y serena, llena de valores, de
expresiones humanas, de modalidades expresivas, de recursos de comunicación y de diálogo.
De ahí que ellos no podían no encontrarse en la casa de Don Bosco como en su propia casa.

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Referencia bibliográfica

Paucar, E. (2015). Proceso de inducción para el educador salesiano, Inspectoría Salesiana


del Ecuador – Programa de Formación de Seglares.

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