Sasso Javier - La Filosofia Latinoamericana Y Las Construcciones de Su Historia
Sasso Javier - La Filosofia Latinoamericana Y Las Construcciones de Su Historia
Sasso Javier - La Filosofia Latinoamericana Y Las Construcciones de Su Historia
La filosofía
latinoamericana
y las construcciones
de su historia
Ilustración de portada
Relatividad, 1953
Mauríts Cornelis Escher
Litografía
© Cátedra U n e s c o de Filosofía. Id e a (U S B )
Embajada de España
ISBN 980-640.1 - 3 1-X
Realización de portada:
Gustavo González (Monte Ávila Editores)
Montaje electrónico:
Pedro Acosta
Impreso en Venezuela
Printed in Venezuela
In tr o d u c c ió n
1 Cfr. la rápida presentación de esta historia, por parte de uno de los que mejor
han contribuido a ella, en A. ARDAO: «Historia y evolución de las ideas filo
sóficas en América Latina», en La Filosofía en América. Trabajos presenta
dos en el IX Congreso Interam ericano de F ilosofía (Caracas: Sociedad
Venezolana de Filosofía, 1979), Tomo I, pp. 61-69; cfr. esp. pp. 64 ss.
LA ESCENA HISTÓRICA DEL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO 3
a textos, que en gran parte han sido exhumados por ellos mismos.
Dichos textos son descritos (a veces minuciosamente) y por me
dio de su descripción se los adscribe a una determinada corriente
intelectual; dicha corriente acaba por ser una tendencia, en algún
sentido, filosófica. Al mismo tiempo, esos materiales que han sido
descritos y adscritos son enmarcados o incluso subsumidos, por
el camino de atender a su entorno sociocultural, en la marcha glo
bal, en los hechos predominantemente políticos, de América La
tina. El énfasis en los distintos momentos de este conjunto de
operaciones de globalización creciente varía en forma considera
ble de autor en autor (y aun, en ciertos casos, en uno solo de ellos),
pero la estrategia globalizadora misma (tematizada, aludida o
presupuesta) nunca está ausente.
Contempladas las cosas con un grado suficiente de generali
dad, puede decirse entonces que los cultores de la disciplina aquí
mencionada ordenan el devenir histórico-intelectual latinoameri
cano mediante una periodización básica que pretende atender tan
to al campo de la actividad puramente intelectual (donde lo
filosófico tendría el papel dominante) como al entorno político y
social. Las fases fundamentales de este devenir serían el orden
colonial, su disolución por el proceso emancipatorio y sus conse
cuencias, y la emergencia de un nuevo orden que culminaría con
el siglo xix y que se intenta ya modificar a comienzos del XX.
La Escolástica, dentro de este esquema, es la tendencia filosófica
que brinda la arquitectura intelectual del orden antiguo, resque
brajado a lo largo del siglo xvill por las concepciones modernas e
ilustradas. El Positivismo es la tendencia filosófica que vertebra
intelectualmente el orden nuevo, precedido a lo largo del siglo
xix por diversos intentos de un —discutible y no siempre así lla
mado— Romanticismo Social, ansioso ya por (re)organizar las
sociedades latinoamericanas. El período intermedio, que coinci
de, en casi toda América Latina, con una marcada inestabilidad,
estaría poblado por diversas filosofías, ninguna de las cuales lo
gra cabalmente su cometido cohesionador: ni la ideología de los
discípulos de Condillac, ni el utilitarismo de Bentham, ni la es
cuela escocesa del sentido común, ni siquiera eLjmás exitoso
espiritualismo ecléctico que conoce su apogeo universitario en el
tercer cuarto del siglo. El Novecientos trae consigo un programa
4 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
11 Para un caso concreto, cfr. Bruce KUKLICK: «Seven thinkers and how they
grew», en R. RORTY, J.B. SCHNEEWIND y Q. SKINNER (comps.): Phi-
losophy in H istory (cit.), pp. 125-139.
12 Cfr. A. COHEN y M. DASCAL (comps.): The Institution ofP h ilosophy (La
Salle: Open Court, 1989). Para la historia de un ejemplo nacional harto vin
culado con América Latina, cfr. P. VERMEREN: Víctor Cousin, le je u de la
philosophie et de l ’Etat (París: L’Harmattan, 1994), así como los textos re
unidos en S. DOUAILLER Et al.: La Philosophie saisie p a r l ’E tat (París:
Aubier-Montaigne, 1988). Cfr. también J.L. FABIANI: Les philosophes de
la République (París: Minuit, 1988).
12 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
14 Cfr. L. ZEA: El Positivism o en México (ed. cit.), esp. pp. 321, 352 y buena
parte d é lo referente a la polémicaParra-Vigil (pp. 359-393).
15 Esa pretensión de totalidad está cabalmente expresada en antologías como
la ya citada de Le G off o en J. LE GOFF y P. NORA (comps.): Faire de
l ’histoire (París: Gallimard, 1974, 3 vols.). Cfr. también G. BOURDE y H.
MARTIN: Les écoles historiques (París: Du Seuil, 1983).
16 Cfr. W.D. RAAT: El Positivism o durante el Porfiriato (México: Secretaría
de Educación Pública, 1975), pp. 7, 23.
LA ESCENA HISTÓRICA DEL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO 15
23 Esta crítica, entre otras, se halla en W.D. RAAT: «Ideas e historia en México.
Un ensayo sobre metodología», en Latinoamérica, número 3.
24 Cfr. en F ilosofíü de la H isto ria A m ericana (cit.), el capítulo sobre el
«proyecto conservador», pp. 211-243.
LA ESCENA HISTÓRICA DEL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO 21
25 Cfr! L. ZEA: E lpensám iento latinoamericano (ed. cít.), pp. 215 ss., pp. 235-
274. Para el Positivismo en Brasil, cfr. CRUZ COSTA: Panorama o f the
History ofPhilosophy in Brazil (Washington: Unión Panamericana. 1962).:'
26 Cfr. J. SASSO: T otalidad concreta y conciencia posible. Examen de dos
nociones a través de su uso en la historia de las ideas (Valencia: Universidad
deCarabobo, 1980).
LA ESCENA HISTÓRICA DEL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO 23
4 0 Cfr. A. A. ROIG: T eo ría y crítica del pensam iento latinoam ericano, ed. cit.,
p. 120.
41 Sin entrar aquí a discutir qué imagen de James y su pragmatismo era la do
minante en el Novecientos: más la de un fideísta que la de un representante
_jdel «utilitarismo yankee». En Vaz, por ejemplo, esta imagen es visible en
sus consideraciones sobre The Will to Believe y sobre la peculiar reivindica
ción que el filósofo norteamericano hace de la religión; probablemente fue
ra ésta —-con sus bases epistemológicas— la discrepancia más radical entre
Vaz y James. Cfr. los textos de 1908 reunidos posteriormente en C. VAZ
FERREIRA: Conocimiento y acción (Montevideo: Obras de C arlos Vaz
Ferreira. Homenaje de la Cámara de Representantes de la República Orien
tal del Uruguay, 1957; vol. VIII). Es bueno recordar también que, para un
admirador crítico de Rodó como el cubano Jesús Castellanos, «la moderna
filosofía del Pragmatismo» es elogiable por ser la «renovación de todos los
valores místicos y metafísicos»; mientras Darío declara que «un Poincaré,
un William James y un Bergson, son los pioneers del infinito». Y que, en
forma simétrica e inversa a lo sugerido por Roig, esa alabanza a James va
unida a la explícita revalorización de su patria: si «un triste exclusivismo uti
litario ha dominado en nuestras aspiraciones sociales», piensa Castellanos, es
porque «hemos traducido mal el noble ejemplo que nos venía de la gran Repú
blica americana»; en cuanto a Darío, nos recuerda que aquel país, «a pesar de
sus vastas conquistas prácticas y de su constante lucha material, es el único en
el mundo que tiene un Thanksgiving D ay». Las palabras de Castellanos
— pronunciadas en 1910— se han tomado aquí del prólogo de E. Rodríguez
Monegal a Ariel, en J.E. RODÓ: Obras 'Completas (Madrid: Aguilar, 1957,
p. 199); las del poeta — que son parte del acápite en prosa de Pax...!— de
la p. 473 deR . DARÍO: Poesía (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1977).
LA ESCENA HISTÓRICA DEL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO 31
44 Cfr. A.A. ROIG: Teoría y crítica del pensam iento latinoam ericano (ed.
cit.), p. 187.
45 Cfr. los escritos de Bello al respecto en el volumen Temas de historia y
geografía de sus Obras Completas (Caracas: La Casa de B ello, 1981, pp.
219-261). Una visión de textos de Bello y Lastarria que incluye muchos
otros materiales contextualizadores se encuentra en J. DURÁN CERDÁ: El
M ovimiento Literario de 1842 (Santiago: Editorial Universitaria, 1957); cfr.
esp. pp. 5-112. Cfr. con respecto a los avatares de la «historia filosófica» en
el Chile de lá década de 1840, G. COLMENARES: Las convenciones con
tra la cultura. Ensayos sobre la historiografía hispanoam ericana d el siglo
XIX (Bogotá: Tercer Mundo, 1989), pp. 49-70. También, desde el ángulo de
Lastarria, B. SUBERCASEAUX: Cultura y sociedad liberal en el siglo XIX.
Lastarria, id e o lo g ía y literatura (Santiago: Aconcagua, 1981), pp. 78-90.
LA ESCENA HISTÓRICA DEL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO 33
48 Sobre la distinción entre pensamiento y con cien cia filo só fica , cfr. A.
ARDAO: «El supuesto positivismo de Bolívar» (1960), en Estudios lati
noam ericanos de H istoria de las Ideas (Caracas: M onte Á vila, 1978)
pp. 41-69, esp. pp. 41 ss. y 62 ss.
LA ESCENA HISTÓRICA DEL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO 35
55 Cfr. L. ZEA: E l pensam iento latinoam ericano, ed. cit. en nota 10, pp. 71-
76, y A.A. ROIG: El esplritualism o argentino..., cit., pp. 29 ss.
56 Cfr. R. SOLER: El positivism o argentino (Buenos Aires: Paidos, 1968;
I a ed. 1959) pp. 50-54 y 148 n., así como su prólogo a la compilación de J.
AROSEMENA: Fundación de la nacionalidad panameña (Caracas: Biblio
teca Ayacucho, 1982) pp. XI-XIV.
57 Similar al de Alberdi es el caso de Fermín Toro, con su «método intuitivo».
En el curso de la polém ica caraqueña suscitada por éste, aparecerá, en la
pluma de un defensor de la Ideología, y contrariando al realista social Toro,
una muy temprana apelación a Comte, quizás la primera en América Latina.
Cfr. al respecto A. ARDAO: «La filosofía de Comte en Caracas en 1838»,
en Cuadernos Venezolanos de Filosofía, número 1, pp. 5-17.
40 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
61 Cfr. A. ARDAO: Esplritualism o y positivism o..., esp. p. 52. Qué hay detrás
de ése romanticismo es algo sobre lo que se volverá en la tercera sección de
este capítulo.
62 Para todo esto cfr. el libro citado de Carilla, volumen 1, pp. 71-158, esp.
pp. 74-89 y pp. 100-106.
LA ESCENA HISTÓRICA DEL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO 43
ANÁLISIS COMPLEMENTARIOS
Y PROPUESTAS ALTERNATIVAS
En el caso que nos ocupa, surgirá como tarea proseguir esa intui
ción expresada a propósito de Cousin. No se trata de retomar sin
más la misma concepción de la totalidad (pero dándole otra base) y
propiciar ahora, por ejemplo, que la elocuencia de las asambleas
haya nutrido sin mayor mediación la filosofía espiritualista; ha
blando más en general, no se trata de una inversión de la tesis de la
dominancia filosófica. Pero se volverá central el intento por carac
terizar adecuadamente esa sensibilidad que llevó a la adopción del
espiritualismo filosófico; a su vez, el intento bien pudiera conducir
a nuevos puntos de vista, incluso con relevancia empírica.
En efecto: considérese por un momento la elocuencia aludida,
y lo que su presencia implica. Ella, en primer lugar, no es necesa
ria ni principalmente la de las asambleas propias —que, en las
circunstancias de la época, pueden no existir o sobrevivir mu
das— sino la leída en las transcripciones de los debates parla
mentarios ajenos, cuando no en obras como la inmensamente
influyente Historia de los Girondinos de Lamartine, con su
emotiva reconstrucción de los sucesos de 1789-1794. Se trata,
por consiguiente, de un modelo deliberadamente asumido. Así, por
ejemplo, en lo que respecta a los principistas de los que habla
Ardao, es un lugar común de la historiografía señalar su devo
ción por dicha obra, llevada al extremo de adoptar como alias los
nombres de sus héroes; y no es éste el único caso que se registra
de tal adopción64. Y si miramos un poco más de cerca, pronto
advertiremos que esa elocuencia prosigue, sin solución de conti
nuidad—la exitosa fusión de Revolución y Romanticismo logra
da por aquella Historia lo prueba por lo menos en parte— una
línea intelectual y afectiva enraizada en la cultura renacentista y
neoclásica —supuestamente en las antípodas de la sensibilidad
romántica— , la de la ideología y la retórica del civismo republi
cano, que fue un ingrediente notable de la Emancipación hispano
Por este camino uno de los textos más característicos —La Torre
de las Esfinges, subtitulado Tertulia lunática— será declarado, en
el epígrafe, una «psicologación morbo-panteísta»; y si es cierto
que en Desolación absurda el demonio femenino (que puede
La caída brusca del tono aquí presente es, por lo demás, uno de los
más frecuentes recursos del poeta, como lo es la acumulación fre
nética de imágenes a la vez adecuadas y excesivas. No hay razón
para pensar que la peculiar distancia que de este modo se estatuye
ante lo enunciado (y que de ningún modo parece ser la del recha
zo)73 ni la estética kitsch en la que todo el conjunto va inserto
puedan tomarse como datos que meramente vengan a añadirse a
la conciencia filosófica del poeta, pues aquí bien pudiera decirse
que lo que se es se encuentra esencialmente condicionado por la
actitud que se tiene frente a lo que se es, y que eso también vale
para lo que se es filosóficamente. Y no resolverá nada quien Crea
salir del paso declarando que, al fin y al cabo, se trata de poesía y
no de otra cosa. En primer lugar, porque la prosa de ideas de
Herrera está movida por un tono similar, como sucede en múlti
ples pasajes, como aquél —que Ardao expresamente cita-— don
de se refiere así a Hobbes: «hijo amado de Epicuro, padrino
egoísta de La Rochefoucauld; luna negra de escepticismo que
1945), pp. 163-176. El año sería del todo secundario si no fuese por dos
razones: 1a) para 1842, probablemente, Alberdi ya había comenzado a ale
jarse de las autoridades de su primera hora (para el caso de su compañero
intelectual y periodístico Andrés Lamas, cfr. el libro aquí citado de Ardao,
pp. 108 ss.); 2a) la fecha auténtica permite apreciar con más nitidez la
estrecha continuidad entre el texto de 1840 y la polém ica con Salvador
Ruano de 1838.
3 Cfr. José INGENIEROS: Las direcciones filosóficas de la cultura argentina
(Buenos Aires: Eudeba, 1963; Ia Ed. 1914), esp. 47-50; así como La evolu
ción de las ideas argentinas (Buenos Aires: Elmer, 1957, 5 vols.). Cfr. A.
KORN: Obras Completas (Buenos Aires: Claridad, 1949), en especial el
texto al que significativamente tituló «Nuevas Bases» (pp. 197*204).
4 Én la medida en que el autor pueda ser considerado un representante de
esta última, cfr. A. SALAZAR BONDY: ¿Existe una filosofía de nuestra
América'} (México: Siglo XXI, 1968), pp. 45-49.
5 Entre otros, tal parece ser el punto de vista sostenido por los compiladores
en la antología J. J.E. GRACIA & I. JAKSIC: Filosofía e identidad cultu
ral en América Latina (Caracas: Monte Avila, 1983); cfr., por ej., p. 27.
EL PROGRAMA FILOSÓFICO DE ALBERDI: TEXTO, CONTEXTO Y DEVENIR 69
una tercera sección se ocupará del destino que tuvo ese programa
filosófico, así como de sus afinidades y divergencias con otros
que le sucedieron. Con cierta laxitud, puede decirse que dichas
secciones recogen, respectivamente, la dimensión locucionaria,
la ilocucionaria y la perlocucionaria del discurso de filosofía ame
ricana de J.B. Alberdi.
Finalmente, cabe advertir desde ya que, en las páginas que si
guen, se habrá de introducir un material textual que quizás pueda
estimarse excesivo, pero que se ha juzgado globalmente inevita
ble, si de veras se quiere dejar que hablen aquellos a quienes se
pretende comprender e historiar.
L O S T E X T O S Y S U S E N U N C IA D O S
11 Cfr. Th. JOUFFROY: Cours de D roitN aturel (París: Hachette, 1876), pro
fesado en 1833-1834 y publicado por vez primera inmediatamente des
pués. Es harto probable que buena parte de lo que Alberdi sabía o creía
saber haya tenido aquí su fuente, ya que se trata de un curso largamente
expositivo, a la vez de crítico. A sí, por ejemplo, lo referente al escepticis
mo, sus variantes y su refutación ocupa, en la ed. cit., las pp. 195-273.
EL PROGRAMA FILOSÓFICO DE ALBERDI: TEXTO, CONTEXTO Y DEVENIR 73
Cada país, cada época, cada filó so fo ha tenido su filo so fía p ecu
liar (...) porque cada país, cada ép oca y cada escu ela han dado
solu cion es distintas d e lo s problem as del espíritu humano.
no hay (...) una filo so fía d e este sig lo ; no hay sin o sistem a s d e
filo so fía ; esto es, tentativas m ás o m en o s p arciales d e una fi
lo s o fía d efin itiva (...) H ay filó so fo s, pero n o filo so fía ; siste
m as, no cien cia .
Desde luego, allí Alberdi está hablando del curso que ha de dictar;
por eso prosigue señalando en qué consistirá su desarrollo. Evita
rá en lo posible la referencia directa al norte de Europa (es decir, a
la escuela escocesa del sentido común y al idealismo alemán),
porque «las inteligencias tiernas de la América del Sur» requieren
pasar primero por la cultura francesa... y quizás también porque
sólo las producciones hechas en Francia —metrópoli cultural
indiscutible para Hispanoamérica desde la época borbónica— son
del conocimiento de quien se postula como docente. Felizmente, la
cultura de ese país ha refundido lo logrado por las filosofías nórdi
cas. Distinguirá — siguiendo incluso el índice de un manual de la
época12—■una escuela sensualista (la Ideología), otra mística (el
tradicionalismo católico encarnado por De Maistre y escritores si-
12 C fr. A . A R D A O : F i l o s o f í a p r e u n i v e r s i t a r i a . . . , p . 1 6 8 n.
EL PROGRAMA FILOSÓFICO DE ALBERDI: TEXTO, CONTEXTO Y DEVENIR ■ 75
Pero, ¿no se requiere antes saber algo del «problema de los desti
nos humanos»? Sí, ciertamente; al unísono con la más pura tradi
ción, entiende Alberdi que éste es el problema culminante («la
más alta fórmula») de la Filosofía, y que ella lo ha dividido en
moral, religión, «filosofía de la historia, que estudia el destino de
la especie humana», cosmología, teología y «ramos subalternos»,
que ejemplifica con diversas disciplinas jurídicas. Pero su estra
tegia — en el curso que se propone dictar— ha de ser la siguiente:
...los Estados Unidos del Norte han hecho ver que no es verdad
que sea indispensable de anterioridad un desenvolvimiento
13 Con respecto a este pasaje, cfr. A.A. ROIG: Teoría y crítica del p en sa
miento latinoam ericano (México: FCE, 1981), p. 309, quien extrae de la
expresión «si es posible decirlo» conclusiones que van muy lejos en el
sentido del discurso propio', ajuicio de quien esto escribe, lo fundamental
de la cita se encuentra en la inequívoca oración con la que se cierra.
78 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
La polémica de 1838. Hubo una voz disidente ante las Ideas pre
sentadas en El Nacional, Con la firma de «Un padre de familia» y
de «Un amigo del padre de familia», un lector puso en jaque al
80 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
...u sted ign ora ab solu tam en te el rol so cia l y p o lític o de la fi
lo so fía : su s in tim id a d es c o n la p o lític a , la le g is la c ió n , la
e c o n o m ía , el arte y to d o s lo s e le m e n to s d e la a so c ia c ió n (...)
L a filo s o f ía es para la p o lítica , para la m oral, para la in d u s
tria, para la h isto ria (...) N in g u n a ram a d el saber hu m an o
tien e h o y su fin en sí, sin o (...) en el d esa rro llo d e la gran
síntesis social22'.
H ijos de una rev o lu ció n , hija tam bién del espíritu r e v o lu cio
nario del sig lo x v i i i , las doctrinas e id eas de a q u ella é p o ca
están en nosotros, sin n ecesid a d de qu e ven gan a ser la b ase
d e nuestra ed u ca ció n in telectu a l28.
gén ero hum ano, filo so fía que d eje salir a lo s jó v e n e s de entre
sus brazos, in cen d ia d o s d e am or por la patria y la hum anidad,
g en ero so s, gu ap o s, fá c ile s al sa c r ific io 33.
35 Cfr. A. A. ROIG: Teoría y crítica del pensam iento latinoam ericano (cit.),
pp. 308 ss.; para el conjunto de laconcepción de Roig sobre Alberdi ^ e n
ese libro— cfr. pp. 284-312.
EL PROGRAMA FILOSÓFICO DE ALBERDI: TEXTO, CONTEXTO Y DEVENIR 91
38 Esta cita, y las dos siguientes, en J.B. ALBERDI: Fragmento prelim inar
al estudio del derecho (ed. cit.), pp. 41 ss.
39 En efecto: si se comparan las fechas de emisión de los textos que sirven de guía
a Alberdi con las de sus trabajos, se encontrará que el retraso en la recepción es
poco más que el requerido para que los materiales se desplacen físicamente y
sean leídos con algún cuidado. A este respecto, entre los comentaristas es ex
cesiva la frecuencia con la que aparece la inclinación a adscribir las fallas del
pensamiento alberdiano — o las que se consideran taies— bien sea a su juven
tud o a su marginalidad geocultural; esa imputación parece estar unida, ade
más, a una percepción magnificad ora del valor de lo que se producía, en tomo
a los temas que importaban a Alberdi, en los países centrales.
EL PROGRAMA FILOSÓFICO DE ALBERDI: TEXTO, CONTEXTO Y DEVENIR 93
Poco cuesta aceptar que esa manera de ver las cosas dio a sus
creyentes la capacidad para, en medio de circunstancias adversas
(para sí o para otros), poder sentirse partícipes en un avance de
largo aliento:
40 J.B. ALBERDI: Fragmento preliminar a l estudio del derecho (ed. cit.), p. 42.
41 J.B. ALBERDI: Fragmento prelim inar al estudio del derecho (ed. cit.),
pp. 57 ss.
42 J.B. ALBERDI: Fragmento preliminar al estudio del derecho (ed. cit.), p. 59.
94 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
44 J.B. ALBERDI: Fragmento prelim inar al estudio del derecho (ed. cit.),
p. 49.
45 J.B. ALBERDI: Fragmento prelim inar a l estudio d el derecho (ed. cit.),
p. 55.
EL PROGRAMA FILOSÓFICO DE ALBERDÍ: TEXTO, CONTEXTO Y DEVENIR 97
58 Cfr. V. COUSIN, op. cit.,p . 8 («A vis des éditeurs»), donde se compara el
eclecticism o propuesto por el autor con la transacción representada por la
Carta constitucional de 1814.
59 J.B. ALBERDI: Fragmento prelim in ar al estudio del derecho (ed. cit.),
p. 53.
EL PROGRAMA FILOSÓFICO DE ALBERDI: TEXTO, CONTEXTO Y DEVENIR 101
pero, por la otra, no es menos cierto que lo que hoy es, mañana
puede dejar de ser:
61 Cfr. J.B. ALBERDI: Fragmento prelim inar al estudio del derecho (ed.
cit.); la totalidad de los textos que han sido entrecomillados se encuentra
entre la p. 62 y la p. 78.
62 J.B. ALBERDI: Fragmento preliminar al estudio del derecho (ed. cit.), p. 74.
63 J.B. ALBERDI: Fragmento prelim inar al estudio del derecho (ed. cit.),
pp. 72 y 74.
EL PROGRAMA FILOSÓFICO DE ALBERDI: TEXTO, CONTEXTO Y DEVENIR 103
64 Con respecto a E. Gans, cfr. este pasaje de sus Vorlesungen über Natu-
rrecht und Universalrechtsgeshichte, del semestre de invierno 1832-1833:
«M uss der Póbel bleiben? Ist er eine N otw endige E xistenz? Hierin
schliesse ich mich der Meinung der Simonisten an (...) Er ist ein Faktum,
aber kein Recht. Man muss zu den Gründen des Faktums kommen und sie
aufheben»; cit. por M. Riedel en la introducción a su antología M aterialien
zu Hegels Rechtphilosophie (Band 1; Frankfurt: Suhrkamp, 1975, p. 23).
La publicación, en los últimos años, de los cursos dictados por Hegel so
bre Filosofía del Derecho ha mostrado hasta qué punto la versión publica
da por él mismo de su propio dictum sobre lo real y lo racional era sólo una
(la más conservadora) entre todas las que solía dar. No en balde esos
cursos — como el nombrado de Gans— permanecieron inéditos.
104 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
El mal de esa escuela —cuyo valor sólo estriba, como otros di
jeron en aquel entonces, en haber derrocado la preceptiva ante
rior75— consiste en que «gravita a lo pasado en vez de impulsar
al porvenir». Nosotros, por el contrario, «necesitamos la idealiza
ción de un mundo más bello y no más defectuoso del que conoce
mos»76, ya que
podrá proseguir con la eterna loa a las hazañas guerreras del pasa
do. Pero tampoco podrá refugiarse en la intimidad lírica del yo;
comentando un poema amatorio (nada audaz, por cierto) de su
amigo J.M. Gutiérrez, habrá de censurarlo en estos términos:
A em pezar por algo: sea suprim iendo las aulas existen tes y re
em plazando la de filo so fía (así la llam an) y las d e latinidad en
otras tantas d e id iom as v iv o s, de co m ercio y de agricultura;
y en cuanto a la Escolástica:
O h Lafinur, tú p ie r d e s
Sensiblemente el tiempo
Revolviendo los libros
De autores mil diversos,
Y en pos de inútil ciencia
Afanoso corriendo.
Porque, dime, querido,
¿Qué te importa, en efecto,
Que el hombre sólo piense
A fuer del sentimiento,
1 0 0 C fr. A . A R D A O : F i l o s o f í a p r e u n i v e r s i t a r i a e n e l U r u g u a y (c it.), p. 7 9 .
EL PROGRAMA FILOSÓFICO DE ALBERDI'. TEXTO, CONTEXTO Y DEVENIR 119
¿Qué ejercicio puede concebirse más útil que la análisis del proce
der mental? Nada m e parece m ás provechoso para una joven inte
ligencia que el hacerla recorrer, distinguir y apreciar los varios
trámites que, en una discusión escrita o verbal, se nos ponen delan
te com o conducentes a una conclusión verdadera o que pretende
serlo. U na práctica regular de esta especie es lo que da rectitud y
solidez al juicio (...) por ella, se pondría a descubierto todo lo que
hay de sofístico y de insustancial en tantas declam aciones que al
pronto deslumbran por su brillantez y su am biciosa elocuencia105.
Pero, por más introductorio que resultara esto, no era cosa de re
ducir su presencia, a la manera de Alberdi, al mínimo curricular:
108 Con respecto a aquella temática, cfr. ante todo los ya citados artículos de
polémica con Lastarria y Chacón en A. BELLO: Temas de historia y geo
grafía (Caracas: La Casa de B ello, 1981, pp. 219-261; se trata del tomo
XXIII de sus O bras Completas). Para los aspectos mencionados en último
lugar, naturalmente hay que recurrir a Filosofía del Entendimiento.
109 Cfr. A. ARDAO: Filosofía preuniversitaria en el Uruguay (cit.), p. 79.
110 Cfr. J. MAYER, op. cit., p. 322.
EL PROGRAMA FILOSÓFICO DE ALBERDI: TEXTO, CONTEXTO Y DEVENIR 123
113 Se alude, como es natural, no sólo a las célebres Bases, sino también a
libros tales como Elementos de derecho público provin cial p ara la Repú
blica Argentina, Estudios sobre la Constitución argentina de 1853, Siste
ma económ ico y rentístico de la Confederación A rgentina, así como a
tantos de sus volúmenes postumos, entre ellos D el gobierno en Suda-
m érica o los Estudios Económicos.
114 J.B. ALBERDI: Veinte días en Génova (Valparaíso: Imprenta del Mercu
rio, 1846). Cfr. H. CIASPUSCIO: El pensam iento filosófico-político de
A lberdi, cit., pp. 130 ss.
115 H. CIASPUSCIO (op. cit.), p. 130.
116 Cfr. A. KORN: Influencias filosóficas en la evolución nacional, en Obras
Completas (Buenos Aires: Claridad, 1949), p. 158. Pero Korn, al agregar
que «la filosofía abstracta y a no le seduce», reintroduce el problema esen
cial para la comprensión de la autoconciencia filosófica de Alberdi.
EL PROGRAMA FILOSÓFICO DE ALBERDI: TEXTO, CONTEXTO Y DEVENIR 125
117 Cfr. A. KORN: O bras Completas, cit., pp. 155, 164 y 472.
118 Lo que sigue pretende retomar, en estilo más constructivo, aspectos que
fueron considerados en el capítulo 1.
119 Cfr. A. KORN. O bras Completas, cit., pp. 29-31, entre tantos otros luga
res. Como una de las expresiones más claras de la actitud de Korn ante ese
pasado, cfr. «Nuevas Bases» (en O bras Completas, cit., pp. 197-204).
120 Cfr. A. KORN: O bras Completas, pp. 573 ss.
126 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
125 De ahí la actitud de Ardao ante estos aspectos de Alberdi: figuras como él
y otras de su generación se formaron en la «atmósfera histórica del roman
ticism o», prefirieron dentro de ella «los gérmenes positivistas que se agi
taban en su seno»; así «se liberaron muy temprano de las idealidades
propiamente románticas y de las preocupaciones especulativas» y por este
camino «traducen una espontánea inclinación positivista que se avino fá
cilmente (...) con las concepciones naturalistas y evolucionistas»; pero aun
en el Alberdi de 1840 hay que señalar que «le faltó para ser propiamente
positivista el sentido, ausente por completo, de las ciencias de la naturale
za» (Cfr. A. ARDAO: Esplritualismo y positivism o en el Uruguay, ed. cit.,
pp. 68 ss. y p. 75).
126 Como se dice en J.C. TORCHIA ESTRADA, op. cit., p. 174.
128 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
129 Cfr. L. ZEA: El pensam iento latinoam ericano, ed. cit., pp. 71-76, y A. A.
ROIG: El esplritualism o argentino..., ed. cit., p p .2 9 ss.
130 Recuérdese aquí que, en el texto de 1840, como ya se ha reseñado, la «re
velación» que hay que pedirle a la «filosofía de la historia», tanto general
com o particular, es la de «los destinos que la Providencia y que el siglo
señalan a nuestros nuevos estados».
131 Sobre él providencialismo de Sarmiento, cfr. el punto de vista de Guerrero
transcrito en H. CIASPUSCIO, op. cit., p. 126; se trataría del «provinden-
cialismo de Vico y Ilerder».
132 Cfr. C. ALBERINI: «La Metafísica de Alberdi», cit.
130 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
por Alberdi a este respecto, por más que exprese su auténtico sen
tir y sea formalmente coherente con todo el resto de su pensa
miento, acontece sin conexión efectiva con el conjunto de su
esfuerzo intelectual, incluyendo la parte de éste que es llamada
filosófica™. Tal yuxtaposición no es, por lo demás, un rasgo sin
gular de nuestro autor, aunque éste, al justificar en 1840 la des
atención por lo que no fuera filosofía aplicada, haya adquirido
fama al darle a dicho rasgo cobertura argumental; baste recordar,
entre otros, el hecho señalado por Korn a propósito de Mitre: que
«reserva su credo filosófico como un rasgo íntimo de su con
ciencia», y que «cuando habla de filosofía entiende la filosofía
política»134. Los tópicos que la exceden (tomemos la expresión
«política» en el sentido muy amplio en que hay que tomarla) han
pasado a ser, para dicha línea de pensadores, opiniones puramen
te privadas. La adopción del Positivismo más o menos comtiano
o spenceriano significó, desde este ángulo, la culminación con
ceptualmente sistemática de la legitimación de esa prescinden-
cia: ya no, como en Alberdi, en nombre de la actualidad filosófica
de hecho o de la división del trabajo intelectual a escala plane
taria, sino por razones de principio; y todo sin necesidad de aban
donar una actitud volcada enteramente hacia la práctica, pues esas
razones simplemente se enuncian, para luego pasar a las activida
des de aplicación.
Vistas las cosas más a la distancia, y prescindiendo por ello de
los contenidos concretos del Gran Relato del Progreso enunciado
por Alberdi y por los positivistas latinoamericanos — contenidos
que aparecen una y otra vez en el discurso del empresariado y sus
actuales representantes ideológicos135— , la estructura intelectual
del programa de 1840 vuelve a encontrarse, mutatis mutandis, en
1 3 6 C fr. A . K O R N : O b r a s C o m p l e t a s , p p . 4 9 9 ss.
132 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
145 Cfr. dos títulos del número 10 del anuario Latinoam érica (1977): «De la
Historia de las Ideas a la F ilo so fía d c la Historia», por L. Zea (pp. 125-
137) y «D e la Historia de las Ideas a la Filosofía de la Liberación», por
A.A. ROIG (pp. 45-72).
146 Sólo así cabe explicar que, tras cuestionar a Alberdi o a Sarmiento, se po
lem ice también con Murena, con Mallea o con Martínez Estrada. Cfr., por
ej., L. ZEA: Filosofía y cultura latinoam ericana, pp. 90-97.
C a pítu lo 3
L a FILOSOFÍA E N EL SIGLO X X LATINOAM ERICANO:
AVATARES D E U N PROYECTO N O R M A L IZ A D O R
32 L . Z E A : E l p e n s a m i e n t o l a t i n o a m e r i c a n o , c it., p p . 9 ss.
LA FILOSOFÍA EN EL SIGLO XX LATINOAMERICANO 159
33 Para estos aspectos, cabe reiterar lo dicho arriba en nuestro primer capítulo.
34 Para todo esto, cfr. pp. 444-450. Desde luego que, por muy comprensibles
razones, la dedicación al filosofar, y precisamente al más universal, puede
ser vivida como la entrada en un coto hasta entonces cerrado a los latinoa
mericanos. Cfr., por ejemplo, el texto siguiente: «Creemos que nuestra
obra encarna una aspiración que siempre hemos tenido: demostrar a otros
pueblos, y demostrarnos a nosotros mismos, que nada impide, a los latino
americanos, aprender a filosofar con el mismo rigor y exigencia con que
puede hacerlo cualquier hombre de cualquier latitud» (E. M A YZ
VALLENILLA: Fenomenología del Conocimiento — Caracas: Equinoc
cio, 1976— , «Prólogo a la segunda edición», p. 7).
160 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
En nom bre de (...) un supuesto m étodo llam ado pom posam ente
cien tífico , y de otros «tabús» m ás, ciertas ex p resio n es de la fi
lo so fía latinoam ericana en nuestros días, aterrorizan cualquier
form a filo só fica que no se con form e con e l m od esto papel de
sierva de la cien cia sin m ás39.
sino siglo y medio más tarde, por la gracia de una analogía entre
la igualdad racional entre los hombres y la igualdad jurídica que
después de él se implantó43.
La referencia a A.J. Ayer conduce a otros aspectos de interés.
Zea supone, por un lado, la adscripción de las corrientes analíti
cas —quizás sólo del neopositivismo o del conjunto formado por
la Lógica contemporánea y la filosofía que hace uso de ella— al
orden capitalista y a su dominio de la naturaleza (agigantando
enormemente su rol). Pero, a su vez, esa imputación ideológica
43 Nada de esto impide, claro está, que la insistencia en una igualdad en cier
to plano termine por generar — válidamente o no— la creencia en la igual
dad en otros. A sí, muchos han considerado — con sim patía o con
desagrado— que la idea cristiana de la igualdad de los hombres ante Dios
terminó por engendrar las formas modernas de igualitarismo. Pero cierta
mente lo uno no se infería de lo otro: tal idea puede también propiciar otras
actitudes, como la de quien se desinteresa de las desigualdades del mundo
porque sabe que luego ellas serán reparadas. Y tampoco se infiere de ahí
que en ese igualitarismo moderno culmine, en ningún sentido del término,
aquella idea. Por otra parte, mal podría proponérsele al reformador religio
so o al pensador filosófico que actuara teniendo en cuenta tales posibles y
remotas «culminaciones», para él normalmente in/concebibles.
44 La filosofía americana como filosofía sin más, p. 61.
LA FILOSOFÍA EN EL SIGLO XX LATINOAMERICANO 165
lo que nos interesa es ahora determ inar (...) en qué sen tid o la
pretendida au ton om ía del saber teórico no era sin o una form a
m ás de servidum bre, m ás negativa aún que las anteriores, en
cuanto enm ascarada en el m ito de la co n cien c ia pura49;
51 L. ZEA: El pensam iento latinoamericano, ed. cit., pp. 411 ss. Cfr. igual
mente L. ZEA: La filosofía americana como filosofía sin más, p. 27.
52 Cfr. A. SALAZAR BONDY: ¿Existe una filosofía de nuestra América?,
ed. cit., p. 22: «Los fundadores, cuya obra llena las primeras décadas del
siglo actual, no sólo coinciden en el rechazo al positivismo: comparten,
asimismo, el tipo de orientación que quieren imprimir al pensamiento filo
sófico y los mentores occidentales que eligen para esta empresa (...) De allí
LA FILOSOFÍA EN EL SIGLO X X LATINOAMERICANO 169
...por un lado se piensa que ésta debe ser una filosofía como
cualquier otra de las filosofías occidentales, que debe tratar
sus clásicos temas sin otra preocupación que profundizar en
los mismos, que la de estar «al día» en lo que se piensa y se
escribe en los grandes centros de la filosofía occidental. Tra
ducciones, comentarios de obras príncipes, frecuentes viajes
a Europa, son los motores de esta actitud filosófica. Por otro
lado, se considera que, sin menoscabo de una información
sobre la filosofía occidental, la nuestra tiene un tema propio,
propio pero no exclusivo, que es el de filosofar sobre la reali
dad americana (...) El acontecer cada vez más dramático de
nuestra historia contemporánea es el motor de esta segunda
actitud filosófica. El que esto escribe no oculta su simpatía
por esta última tendencia62.
día, y por ello poco se hace63 por entender las razones o los prejui
cios que hicieron que la academia se orientara ante todo a las tra
ducciones y los comentarios.
Tiene parecido con ese opacamiento, —valorativamente con
dicionado, de lo que pudo ser un camino más feliz para el histo
riar, el caso de Augusto Salazar Bondy, a quien aquí conviene
mencionar desde este mismo punto de vista, prescindiendo de las
múltiples ramificaciones a las que, en otros contextos, sus tesis
han dado lugar. Su trayectoria, en efecto, incluye muy importan
tes trabajos historiográficos sobre la actividad filosófica perua
na64, en los cuales el autor se ha volcado cuidadosamente sobre su
objeto. No obstante, al finalizar el más extenso de ellos se hace
presente ya una perspectiva que poco después iba a adquirir gran
circulación y que es de temer sólo conduzca a inhibir el interés
por el pasado que cabe suponer necesario en todo historiador. Por
una parte, Salazar piensa que, en las décadas inmediatamente pre
cedentes al momento en que escribe —mediando los años 60— ,
«se ha ganado en el Perú lo que tan justamente ha llamado Francis
co Romero la normalidad filosófica»65; esto ha sucedido ante todo
gracias a la Fenomenología, que «da un estilo distinto al filosofar
peruano, un estilo que, llevándolo más allá de las afinidades teó
ricas pasajeras, lo ha puesto en el camino de la investigación
rigurosa. La fenomenología ha sido una escuela de método y
63 Más adelante (en p. 97) aparece una alusión más comprensiva, junto con el
optimismo de pensar, a propósito del estilo de las promociones académi
cas más jóvenes, que «posiblemente esa actitud preludia una nueva etapa
para nuestra filosofía, que ya comienza a abandonar la actitud puramente
receptiva». En este trabajo no incluimos la polémica de Villegas en 1975
— en el repetidamente nombrado Coloquio de Morelia— contra la Filoso
fía Analítica, que muestra la persistencia del conflicto (Cfr. A. VILLE
GAS: «Proyecto para una filosofía política de América Latina», en el
volumen arriba citado, pp. 183-192).
64 En especial sus libros La filo so fía en el Perú. Panorama histórico (Lima:
Universo, 1967; 1a ed. 1954) e H istoria de las ideas en el Perú contem po
ráneo. E l proceso del pensam iento filosófico (Lima: Moncloa, 1965; 2a
ed. 1967).
65 A. SALAZAR BO N D Y : H istoria de las ideas en el Perú contem poráneo,
p. 454 (se cita por la 2a ed.).
174 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
80 Cfr., para varios ejem plos de esa im agen del quehacer filo só fico ,
A. ARDAO: Filosofía de lengua española (cit.), esp. pp. 73-78: «Filoso
fía americana y filosofía de lo americano».
81 A. ARDAO: «Función actual de la filosofía en Latinoamérica», en La filo
sofía actual en América Latina, ed. cit., pp. 9-20; lo entrecomillado en el
cuerpo del texto se encuentra en pp. 17-19.
178 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
Poco puede dudarse de que nos encontramos aquí con una manera
realmente existente de entender la disciplina y la propia inserción
en ella. Tal implica, por parte del autor, una reconstrucción muy
plausible de lo que es o ha sido la autoconciencia filosófica de la
llamada filosofía académica latinoamericana; y es uno de sus
méritos el haberla presentado, no meramente como el «producto
endeble y remedado» del afán imitativo de algunos colonizados
mentales, sino como una forma de comprender —-justa o equivoca
da— que arraiga en una trama de convicciones más vasta y profunda.
Y es parte de ésta el que la entrada en el filosofar deba aparecer
ante todo como el intento por apropiarse en forma cabal de su
historia milenaria, en lo que cabe llamar un empeño recuperativo:
105 Desde luego, cabe otra posibilidad, articulable a partir del siguiente pasaje
de D espertar y proyecto...: «No dice Romero en sus libros y publicacio
nes, todo lo que piensa sobre la filosofía latinoamericana (...) Pero sin
embargo, en la parquedad de sus afirmaciones se trasluce una clara visión
de lo que nosotros hemos llamado el ‘‘proyecto latinoamericano de filoso
far” » (p. 142).
106 D espertar y proyecto del filoso fa r latinoam ericano, pp. 51 y 56.
LA FILOSOFÍA EN EL SIGLO XX LATINOAMERICANO 189
118 Cfr., para un caso concreto — lo sucedido con la filosofía social de L.T.
Hobhouse— , St. COLLINI: L iberalism andSociology. L.T. Hobhouse and
P o litic a l A rgum ent in E n glan d 1 8 8 0 -1 9 1 4 (Cambridge: Cambridge
University Press, 1979), esp. pp. 240 ss. Y, desde luego, cfr. el tratamiento
que Warnock, en su English Philosophy since 1900 (Oxford: Oxford
University Press, 1969, pp. 1-8) da a los idealistas que precedieron a
Moore. Igualmente, su explicación de la idea general del libro, en p. vii.
119 Cfr. Th. PAVEL: Le m irage linguistique. E ssai sur la m odem isation
intellectuelle (París: Minuit, 1988).
194 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
127 El aludido carteo entre José Gaos y Francisco Romero ha sido publicado y
presentado por J.C. Torchia Estrada en Revista de Filosofía y de Teoría
P olítica, 28/29 (1991) editada por la Universidad Nacional de La Plata,
pp. 159-194. Cfr. pp. 161 y 171. Cfr. también la actitud dual (aunque no
dúplice) frente al «tan exclusivista germanismo como el que en España
nos impusimos los últimos decenios» (p. 177), así calificado al lamentar
su desconocimiento del filosofar de América Latina, lo que no excluye
que, a su juicio, en M éxico no haya «vida filosófica», entre otras cosas por
la falta de «difusión del alemán, indispensable para ella» (p. 178); ambos
pasajes se encuentran en la misma carta a Romero, del 20 de enero de 1940.
128 Confesiones profesionales, ed. cit., p. 152. Para aspectos conexos con lo
dicho, cfr. F. SALMERÓN: «Jornadas Filosóficas. La primera autobio
grafía de José Gaos», texto escrito en 1974 y republicado en la antología
de Salmerón Ensayos filosóficos (México: Secretaría de Educación Pública,
1988), pp. 239-259.
200 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
129 Gaos a Romero, 15 de febrero de 1939 (ed. cit.,p . 171). Cfr. también ed.
cit., p. 167: «acaso le resulte interesante saber que en España empezába
mos a considerar llegada la hora de pasar del período de las traducciones
al de las publicaciones originales» (Gaos a Romero, 21 de junio de
1937). El tono de serenidad, no obstante, no es el que predomina en la
conferencia «Sobre la F ilosofía de la Filosofía», también de 1939, in
cluida en F ilosofía de la Filosofía e H istoria de la F ilosofía (M éxico:
Stylo, 1947), pp. 15-41; cfr., porej., p. 26.
130 Confesiones profesionales, ed. cit., pp. 31 ss.
131 Confesiones profesionales, ed. cit., p. 31.
LA FILOSOFÍA EN EL SIGLO XX LATINOAMERICANO 201
134 Las últimas palabras justifican, aunque se trate de otro texto, su inclu
sión acá. Cfr. «El interés de la Filosofía», en D iscurso de F ilosofía y
otros tra b a jo s sobre la m ateria (Xalapa: U niversidad Veracruzana,
1959), pp. 31-48; lo citado en p. 33..
135 Confesiones profesionales, ed. cit., pp. 12 ss.
136 Confesiones profesionales, ed. cit., p. 13.
LA FILOSOFÍA EN EL SIGLO XX LATINOAMERICANO 203
...lo típico era que elig iera una obra clá sica y qu e la manipulara
co m o si se tratase d e una p ieza rara y v aliosa (...) Es natural,
entonces, que la historia y la filo lo g ía estuvieran al serv icio de
la exp licación filo só fica y se vieran co m o las m ás im portantes
d isc ip lin a s au x ilia res. Sin em b argo, e sto s p ro c ed im ie n to s
h erm en éu tico s só lo a ccid en ta lm e n te c o in c id e n con lo que
p od ríam os llam ar a n á lisis a rg u m e n ta tiv o s (...) U n a c o sa es
tratar las palabras con el cuidado d e quien está frente a un
m anuscrito o una obra m aestra de la literatura, d o n d e cada
elem en to es sig n ifica tiv o , esen cia l, y otra m u y distinta es el
exam en e p is te m o ló g ic o d e él (...) Frente al texto, para d ecirlo
brevem en te, G aos carecía de libertad cien tífica . E ste trata
m ien to (...) en la práctica sig n ifica b a una severa lim ita ció n en
lo s an álisis con cep tu ales y una parálisis valorativa.
140 Confesiones profesionales, ed. cit., p. 122; para las citas anteriores, cfr. p. 121.
206 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
Lo que antecede hace ver como natural que Gaos se haya ocupa
do una y otra vez del filosofar de nuestra lengua, y en especial
en Hispanoamérica, en tomo a cuyos rasgos fundamentales y
posibilidades de desarrollo fue llevando a cabo caracterizacio
nes y afinando criterios, quizás en parte dispares144. Convergían
también en tal interés otras preocupaciones, que no solamente
eran suyas, y que ya se han señalado: la de normalizar la vida
filosófica mexicana, para lo cual éste era uno de los caminos145;
148 Cfr., esp., en O bras de Vaz Ferreira, ed. cit., los volúmenes I (Ideas y
observaciones), III (M oral para intelectuales), IV (Lógica viva), VIII (C o
nocimiento y acción), la mayor parte del II (Los problem as de la libertad y
los del deterninism o) y del XVII (Estudios pedagógicos) y, parcialmente,
el X (Fermentario). El libro publicado primeramente en 1907 — con el
nombre de Los problem as de la libertad— es el preferido por Vaz Ferreira:
«uno de mis libros, que es el único que intenté propiamente escribir con
tiempo, con estudio, con concentración, profundización, y por eso mismo
quedó menos imperfecto que los otros, pero en cambio inconcluso: mi li
bro sobre los problemas de la libertad y el determinismo» (en el vol. II de
la citada edición de O bras..., p. 230).
149 «La enseñanza de la Filosofía», en O bras de Carlos Vaz Ferreira, ed. cit.,
vol. XXV, pp. 75-163.
210 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
157 «La enseñanza de la Filosofía», en Obras de Carlos Vaz Ferreira, ed. cit.,
vol. XXV, pp. 124 ss.
158 Cfr., por ej., los volúmenes XV y XXII de Obras de Carlos Vaz Ferreira,
cits., p. 70 y p. 175, resp.
159 Decimos «por lo menos en principio» ya que es dudoso que el marco «psi
cológico» adoptado por Vaz Ferreira a partir de su lectura de James y de
Bergson no termine por frustrar ese afán de claridad. Cfr. E. PIACENZA:
LA FILOSOFÍA EN EL SIGLO XX LATINOAMERICANO 213
163 Vol. cit. en la nota anterior, p. 65. Cfr. también pp. 17 ss.
164 Cfr. C. VAZ FERREIRA: «Laenseñanza de la Filosofía», en O bras..., ed,
cit., vol. X XV , pp. 129 ss.: «No hay, en realidad, cosas determinadas que
se llamen la virtud, la responsabilidad y el mérito, y sobre las cuales tienen
las diversas teorías opiniónes distintas: lo que hay son teorías, que parten,
ya de los hechos, ya de principios metafísicos; que emplean, ya él método
inductivo, ya el deductivo, y que usan las palabras virtud, responsabilidad,
mérito, en acepciones casi siempre diversas; estas acepciones, ya de por sí
bastante oscuras a menudo, se pierden completamente de vista en cuanto
se rompe la unidad de la teoría, y esto se traduce (...) en una confusión (...)
mientras no se haya logrado dar a cada una de estas opiniones el lugar que
le corresponde en el sistema orgánico de que forma parte inseparable».
216 LA FILOSOFÍA LATINOAMERICANA Y LAS CONSTRUCCIONES DE SU HISTORIA
167 Con respecto a esto último, no cabe duda que Vaz pudo juzgar al entorno
con dureza. Cfr., por ejemplo, el siguiente pasaje (M oral p a ra intelectua
les, en O bras...,ed. cit., pp. 35 ss. y 39): «¡Todo falta aquí! Falta, en primera
línea, el estímulo; la producción de obra original, la publicación de un
trabajo que represente esfuerzo, dedicación, que sea el resultado de una
profundización de un asunto; no agita más nuestro medio que una manifes
tación cualquiera de cultura puramente trivial, un trabajo sin originalidad
alguna o un simple resumen de ideas extranjeras (...) Un libro cae en este
país como una piedra en el agua: un minuto después, se ha hundido; toda
huella se borra (...) Lo que nos afecta es un estado de espíritu especial, que
en parte depende del hábito (...) pero, sobre todo, depende de una especie de
sugestión inconsciente de nuestra incapacidad: estamos en un estado de es
píritu en que no procuramos ver ni hablar por nuestra cuenta».
168 Cfr. Incidentalmente... en O bras..., ed. cit., pp. 39 ss.
C o n c l u s ió n
I n tro d u c c ió n v ii
Capítulo 1:
LA ESCENA HISTÓRICA DEL PENSAMIENTO
L atin o a m er ic a n o : P erspectivas
SOBRE UNA NARRATIVA TOTALIZADORA 1
Capítulo 2:
EL PROGRAMA FILOSÓFICO DE ALBERDI:
TEXTO, CONTEXTO Y DEVENIR 67
Capítulo 3: ,
LA FILOSOFÍA EN EL SIGLO XX
LATINOAMERICANO: AVATARES
DE UN PROYECTO NORMALIZADOR 139
CONCLUSIÓN 219
Esta edición de
L a F ilo s o f ía L a tin o a m e ric a n a
y l a s C o n s tr u c c io n e s d e su H is to r ia ,
se terminó de imprimir durante
el mes de noviembre de 1998
en los talleres de A n a u c o E d i c io n e s ,
situados en Edif. Alce, Sótano
Mercedes a Tienda Honda,
Caracas, Venezuela.
Impresos en papel Premium.