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CÓDIGO: DERE-544
ÍNDICE
ÍNDICE……………………………………………………………………………………...…II
INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………....III
JURISPRUDENCIA………………………………………………………………………...54
CONCLUSIONES…………………………………………………………………………..55
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS……………………………………………………...56
ANEXOS
Anexo N°1…..……………………………………………………………………………58
Anexo N°2…..……………………………………………………………………………59
Anexo N°3………………………………………………………………………………..60
III
INTRODUCCIÓN
Sabemos bien que en una economía de mercado abierto donde el Estado ha dejado
de crear empresa para darles la oportunidad a los particulares de crearlas, estas
pueden ser tanto personas naturales como personas jurídicas.
Por ende, en algún momento, necesitarán créditos para poner en marcha la empresa
que tienen en mente y serán otras empresas quienes le otorgarán este crédito con un
plazo conveniente para que puedan trabajar y pagar, a la vez, estas acreencias.
No obstante, podemos advertir que las personas a cargo o dueñas de estas empresas
pueden generar deudas o, en el peor de los casos, como producto de ellas terminen
por quebrar bajo determinadas circunstancias, dando pie a la creación del sistema de
insolvencia.
CAPÍTULO I
ATENTADOS CONTRA
EL SISTEMA CREDITICIO
1.1. ANTECEDENTES
Como lo señala García Cavero, la razón por la que se usó esta denominación en la
tipificación llevada a cabo en el Código Penal de 1924, se encontraba en el hecho de
que el proceso de quiebra regulado en ese entonces comenzaba con la declaratoria
de quiebra del deudor. (García Cavero, 2005)
1991, conllevó a que se promulgara un nuevo marco normativo conocido como la Ley
de Fortalecimiento del Sistema de Reestructuración Patrimonial (Ley 27146 del 24 de
junio de 1999). Su finalidad era solucionar el desequilibrio que existía en materia de
la normatividad penal suscitado por las reformas que se habían hecho a la legislación
en materia empresarial, concursal y patrimonial. En tal sentido los tipos penales no se
estructuraron más sobre la declaratoria previa de quiebra como había acontecido con
la legislación anterior, donde la persecución del delito de quiebra estaba supeditada a
una condición objetiva de perseguibilidad. Tal condición constituía la calificación civil
de la quiebra como dolosa o fraudulenta.
En todo caso, como lo señala García Rada, constituía la notitia criminis y servía para
que el juez dictara el auto apertorio de instrucción iniciando de esa manera la
investigación penal para descubrir si el fallido era o no responsable del delito
relacionado con la quiebra. (García Rada, 2019)
Esta situación motivó que se tuviera que promulgar el 25 de junio del año 2000 la Ley
27295, a los fines de modificar el Código Penal y poder incluir las conductas punibles
que se pudieran suscitar en el entorno del novedoso procedimiento transitorio al que
hacemos referencia. Adicionalmente a esta incorporación específica se agregó una
cláusula indeterminada a los artículos 209 y 211 del Código Penal, que eventualmente
3
1.2. DEFINICIONES
1.2.1. El «Sistema Crediticio» como Bien Jurídico Penal
La reforma de 1999 ha sustituido la denominación del Cap. I del Tít. VI del Libro
Segundo del CP de 1991, por la expresión «Atentados contra el sistema crediticio».
Teniendo en cuenta el actual contenido y estructura de los tipos de los arts. 209, 210
y 211, el bien jurídico penalmente protegido es el sistema crediticio, como integrante
del orden socio¬económico. Esta concepción es central para la delimitación de los
comportamientos criminalizados, caracterizar las técnicas de tipificación
instrumentadas y evaluar el sentido de la regulación penal premial prevista en el art.
212 y las disposiciones procesales del art. 213 del CP y la 9ª Disposición Final de la
Ley Nº 27146 aún en vigor.
La protección del «sistema crediticio» no opera pues como un fin en sí mismo, sino
por su función para el mantenimiento del orden socioeconómico como bien colectivo.
El sistema crediticio, entendido como el conjunto organizado de relaciones
jurídico¬crediticias, se erige como uno de los pilares básicos del modelo de economía
social de mercado que adopta la Constitución (art. 58), porque multiplica las relaciones
de intercambio de bienes y servicios en el sistema económico. En ese contexto, el
único bien jurídico merecedor y necesitado de protección penal, al ser
complementario de bienes individuales, es el orden socioeconómico, compuesto
además por otros sectores de gran trascendencia como la libre competencia o el
sistema de recaudación tributaria. Consecuentemente, el sistema crediticio es
instrumento u objeto al servicio de este bien jurídico colectivo y, de ese modo, al
servicio de los bienes individuales complementados que se concretan en el patrimonio
de los acreedores reales y potenciales. (Coria, 2019)
No se penaliza la falta de pago de una deuda sino las maniobras que haga el deudor
para no satisfacer el pago de dichas deudas, de mala fe oculta los bienes para que
los acreedores no puedan hacer el cobro, simula deuda o adquisidores o; los bienes
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que tiene que van a ser cobrados los transfiere a otra empresa o los lleva a otro lugar
para que estos no logren su efectivo cobro; por lo que el legislador peruano en el
artículo 209 advierte y sanciona con como un delito de pena de cárcel esta figura
como atentados al sistema crediticio, ya que en efecto estas personas han dado
créditos, quiere que se le paguen pero se ven burlados porque aquel que se ha declaro
insolvente de forma maliciosa o de mala fe oculta los bines, simula deudas o los
transfiere a otros lugares. (Palacios, 2018)
La primera sería la protección del sistema crediticio cuya naturaleza seria supra-
individual, e decir que se trata de proteger el orden económico general y la
funcionalidad del sistema crediticio en particular.
Modificación de los artículos del 209 al 213 (Gobierno del Perú, 1991)
1. Ocultamiento de bienes
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"Artículo 212.- Podrá reducirse la pena hasta por debajo del mínimo legal
en el caso de autores y eximirse de pena al partícipe que, encontrándose
incurso en una investigación a cargo del Ministerio Público o en el
desarrollo de un proceso penal por cualquiera de los delitos sancionados
en este Capítulo, proporcione información eficaz que permita:
La pena del autor se reducirá en dos tercios respecto del máximo legal
y el partícipe quedará exento de pena si, durante la investigación a cargo
del Ministerio Público o en el desarrollo del proceso penal en el que
estuvieran incursos, restituye voluntariamente los bienes o entrega una
suma equivalente a su valor, los mismos que serán destinados al pago
de sus obligaciones según la ley de la materia. La reducción o exención
de pena sólo se aplicará a quien o quienes realicen la restitución o
entrega del valor señalado.
CAPÍTULO II
ANÁLISIS DEL TIPO PENAL
Se prevé un delito especial, el tipo señala como autor a quien tiene la calidad de
deudor, quien actúa en su nombre, al administrador y al liquidador. Estas calidades
deben entenderse en el contexto de los procesos concursales, regidos por la Ley de
Reestructuración Patrimonial y sus múltiples modificaciones, sin embargo resulta más
apropiado vincular la noción de deudor a la prevista en el código civil, es decir como
el sujeto jurídicamente obligado a satisfacer una prestación de dar, carecen de
relevancia en todo caso las obligaciones de hacer o de no hacer salvo que se
conviertan en una prestación económica, por ejemplo por sentencia judicial o
reconocimiento de deuda, por el objeto material del delito del Artº 209 se concreta en
los bienes del deudor.
En esa línea de ideas, puede considerarse autor del delito a quien pretende evadir el
pago de deuda que se devengará en el futuro, sometiéndose a un procedimiento
concursal a través de la simulación de deudas. A esta conclusión corrobora que el art
1º de la Ley de Reestructuración Patrimonial no exige que el crédito este vencido para
considerar acreedor a quien participa en la junta de acreedores una vez declarada la
insolvencia, lo que conduce a considerar deudor a quien debe satisfacer el crédito en
estos casos.
del Sistema Concursal, debido a que han quedado sin efecto los procedimientos que
instauró el D.U. Nº0664-99.
Debe tenerse en cuenta que la insolvencia como tal constituye una situación
económico-financiera declarada administrativamente por la comisión de
Reestructuración Patrimonial, de allí que el contexto que se describe en el Art 209º
del C.P no es el de una declaración de insolvencia, sino el de procedimientos que
conduce a la misma.
Puede en todo caso cuestionarse que las reformas de 1999 y 2000 del Art 209º del
C.P han limitado la protección del sistema crediticio al ámbito de los procedimientos
oficiales, teniendo además en cuenta que en el Derecho comparado no es inusual que
esta se extienda hacia la prevención de los comportamientos del deudor orientados a
disminuir su patrimonio realizable, aun antes de verse sometido a algún requerimiento
administrativo o judicial.
Las conductas típicas del art. 209 del CP se encuentran reguladas en tres formas, La
primera sanciona el ocultamiento doloso de bienes, entendido como cualquier
comportamiento que disminuye de facto el patrimonio del deudor quien, en todo caso,
debe mantener el dominio sobre los mismos. Así, lo que se sanciona es el
ocultamiento, es decir poner los bienes fuera del alcance fáctico y control jurídico de
los acreedores y de las propias autoridades administrativas, no la pérdida o
destrucción de éstos ni su transferencia o puesta a disposición de terceros.
irreal logrando que el supuesto acreedor lidere la junta de acreedores y tenga un orden
preferente en la cadena de pagos, limitando o frustrando el legítimo derecho de cobro
de los verdaderos acreedores.
En estos casos deberá recurrirse a los criterios de imputación objetiva para determinar
si la simulación o engaño es idóneo para alterar los fines del procedimiento concursal
y, por esa vía, los derechos de los acreedores, si el administrador de una empresa ha
solicitado su insolvencia simplemente indica que tiene entendido que muchos de los
bienes han sido transferidos por el anterior gerente, omitiendo explicaciones y la
exhibición de los documentos que acreditan esa transferencia, no se tratará de un
engaño suficiente dentro del ámbito del Art 209º.2, de manera que tal comportamiento
podría subsumirse bajo los alcances de la primera forma, es decir como un simple
ocultamiento de bienes.
patrimonio del deudor a la decisión del colectivo de acreedores, regla esencial para el
funcionamiento del sistema crediticio.
o Sujeto Pasivo
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c) Verbo Rector
En este tipo penal encontramos una pluralidad de verbos rector como:
o El ocultamiento de bienes
Se refiere al acto de esconder, encubrir bienes para los fines de
perjudicar a los acreedores, lo característico es la “causación” de la
insolvencia, o la agravación de la misma mediante la ocultación de los
bienes, impidiendo de esta manera con ello que los acreedores puedan
realizar sus créditos en el patrimonio del deudor.
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o Agravante
El Art 209º en su último párrafo prevé una agravante por existir un mayor
desvalor de resultado.
La cualificación consiste en realizar los comportamientos típicos
cuando, en el proceso concursal respectivo, el deudor ha sido
beneficiado con la suspensión de la exigibilidad de las obligaciones, así
acontece por ejemplo con la publicación de la resolución que declara la
insolvencia, a partir de la cual se suspende la exigibilidad de todas las
obligaciones que el insolvente tuviera pendientes de pago a dicha fecha,
régimen que se extiende hasta la aprobación del Plan de
Reestructuración, Convenio de Liquidación o Convenio Concursal
respectivo.
De modo similar la Ley General del Sistema Concursal, establece que
a partir de la publicación (Difusión del procedimiento) dando a conocer
que el deudor ha quedado sometido a un determinado procedimiento
concursal, se suspende la exigibilidad de todas obligaciones pendientes
de pago a dicha fecha, sin que ello implique una novación de las
mismas, suspensión que se extiende hasta que la Junta de Acreedores
apruebe el plan de reestructuración, el acuerdo global de refinanciación
o el convenio de liquidación.
CONSECUENCIAS JURÍDICAS
Finalmente, en cuanto a las consecuencias jurídicas, para los supuestos
simples de los incisos 1, 2 y 3, se establece pena privativa de libertad de 3 a 6
años, lo que puede considerarse proporcionado dentro del marco de los delitos
económicos previstos en el CP y en la legislación complementaria. Lo mismo
cabe decir sobre la pena de inhabilitación para el ejercicio de actividades
públicas (art. 36.2), o de la profesión, comercio o industria (num. 4), la que
puede extenderse por un periodo de 3 a 5 años.
En el caso agravado del art. 209 párrafo final la privación de libertad se
extiende de 4 a 8 años y la inhabilitación de 4 a 5 años, lo que en éste último
caso otorga un margen muy estrecho para la individualización judicial de la
pena, especialmente si el tipo básico fija la inhabilitación entre 3 y 5 años; si
bien el legislador no podía en principio superar el límite máximo de 5 años
previsto en la parte general del Código Penal para esta pena cuando opera
como accesoria, era necesario establecer con criterio de proporcionalidad los
límites de la inhabilitación en el tipo básico y en la fórmula agravada.
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Ahora bien, cabe resaltar que en estos tipos de delitos concursales existe un especial
deber de diligencia, un especial deber de cuidado respecto a la masa concursal que
vinculan al deudor (a su representante o a quien actúe en su nombre), al administrador
y al liquidador (en los casos que corresponda según lo establecido en la LRP y en la
LGSC) cuando su comportamiento imprudente resulta determinante en perjudicar a
los acreedores.
Para finalizar con respecto a la tipificación del artículo 210 en palabras más sencillas
nos dice que todas las conductas realizadas de manera dolosa respecto a este delito
si se hacen por culpa se castigarán con una pena reducida a la mitad.
Pero encontramos un problema aplicativo respecto a este tipo penal puesto que
¿cómo se puede cometer un acto de ocultación de patrimonio culposo? El
ocultamiento desde su definición supone el elemento subjetivo del dolo ¿cómo se
puede simular deudas culposamente?
correspondiente a un acreedor y con ello afectar a los otros acreedores dentro del
orden prestablecido en un procedimiento concursal.
Por esta razón, el sujeto activo deberá ser parte importante en el procedimiento
concursal, calidad que solo puede corresponder al deudor de la obligación frente a los
acreedores, así como también quien actúa en su nombre.
Es así que puede entenderse que estas conductas tienen vinculación con los delitos
contra la fe pública ya que el uso de documentos falsos trae consigo la ilicitud de la
falsificación del documento así como de su uso según los delitos regulados en los
artículos 427 y 428. Por otro lado la información falsa no documental podría calificar
como falsedad genérica regulado en el artículo 438, con lo que no podríamos hablar
de la existencia de un concurso ideal de delitos por tratarse de bienes jurídicos
distintos. Si bien es cierto de forma general podrían confundirse, pero si aplicamos el
Principio de Especialidad nos damos cuenta de que tanto los bienes jurídicos como la
funcionalidad que trae consigo el documento dentro del tráficos jurídico y dentro del
sistema crediticio son diferentes.
Además sería inconvenientes desde el punto de vista político criminal aceptar que el
delito contra la fe pública de subsume en este artículo 211 bajo las reglas del concurso
aparente debido a que si analizamos que por la utilización de un documento público
falsificado, al agente se le sanciona con una pena privativa de libertad de hasta 10
años mientras que en la suspensión fraudulenta de la exigibilidad de las obligaciones
la pena es no mayor a los 6 años. Subsumir el primero dentro del segundo sería
totalmente absurdo.
En otras palabras, por este artículo, se castigaría a aquel deudor que utiliza
documentos falsos para acreditar, por ejemplo, gravámenes sobre sus bienes porque
esto sí incide directamente en la percepción de su estado patrimonial y
consecuentemente influye en la decisión de los acreedores para aprobar el Convenio
de Reprogramación.
Ahora, hablemos del tema de la consumación. Esta opera con la efectiva suspensión
de la exigibilidad de las obligaciones del deudor, lo que varía en cada procedimiento
concursal es, por ejemplo, el procedimiento de insolvencia, el que acontece con las
publicación de la resolución que declara dicha situación según el artículo 16 de la Ley
de Reestructuración patrimonial; mientras que en el concurso preventivo acontece
desde que se publica la admisión a trámite.
El tipo subjetivo señala que el agente debe actuar con dolo (conocimiento y voluntad)
sin necesidad de elementos diferentes de especia intención. El sujeto agente debe
conocer que la documentación o información falsa que presenta al procedimiento
concursal es idónea para lograr la suspensión de la exigibildad de las obligaciones.
La exposición de motivos del proyecto previo a esta norma señaló que «el alto grado
de tecnicismo que se observa en los procesos de reestructuración patrimonial justifica
el establecimiento de un requisito de procedibilidad, ya común en otros delitos
relacionados con las materias competenciales del INDECOPI, que debe satisfacerse
antes de que el Ministerio Público ejerza la acción penal ante el Poder Judicial. Este
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Si se entiende que la delimitación del riesgo permitido cuenta con el dato indiciario de
la ilicitud administrativa, entonces tiene sentido que el órgano administrativo
sancionador informe al Ministerio Público sobre los alcances de la regulación
administrativa en el caso concreto.
Lo que en modo alguno implica que la Fiscalía o el Poder Judicial quedan vinculados
por los alcances del informe administrativo, pues en definitiva la interpretación de los
alcances del tipo penal, incluyendo el sentido de las disposiciones administrativas
complementarias, dada la remisión normativa conceptual a través de los elementos
normativos presentes en los arts. 209 al 211 del CP, es tarea reservada a la
jurisdicción penal.
Además queremos agregar que respecto a este artículo encontramos otro problema
aplicativo puesto que, como sabemos, lo que se pretende proteger fundamentalmente
es al acreedor respecto de los actos de fraude cometido por sus deudores.
Sin embargo nuestros legisladores han optado por castigar solo aquellos actos
fraudulentos dentro del procedimiento concursal.
Podrá reducirse la pena hasta por debajo del mínimo legal en el caso
de autores y eximirse de pena al partícipe que, encontrándose incurso
en una investigación a cargo del Ministerio Público o en el desarrollo
de un proceso penal por cualquiera de los delitos sancionados en este
Capítulo, proporcione información eficaz que permita:
La pena del autor se reducirá en dos tercios respecto del máximo legal
y el partícipe quedará exento de pena si, durante la investigación a
cargo del Ministerio Público o en el desarrollo del proceso penal en el
que estuvieran incursos, restituye voluntariamente los bienes o
entrega una suma equivalente a su valor, los mismos que serán
destinados al pago de sus obligaciones según la ley de la materia. La
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Esa expansión del régimen premial también se observa en el Perú en los últimos 10
años, por lo tanto en resumen este término del Derecho penal premial es utilizado a
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En la primera parte del art. 212 del CP se establecen reglas premiales a favor de los
participantes de atentados contra el sistema crediticio. En el caso del partícipe,
instigador o cómplice, se establece la posibilidad de eximirlo de pena, lo que otorga
al juzgador un amplio margen de posibilidades ya que si la información proporcionada
no es suficiente para evitar la sanción del partícipe, cabe la posibilidad de una
atenuación, aún por debajo del mínimo legal, en virtud del argumento a fortiori, pues
quien puede lo más (eximir) puede lo menos (atenuar), es decir sobre la base de una
analogía in bonam parte que no prohíbe la Constitución. En cuanto al autor, sea este
directo, mediato o coautor, las posibilidades son más limitadas, sólo se permite una
atenuación hasta por debajo del mínimo legal, se excluye la exención de pena, pero
en la práctica se alcanza un efecto similar respecto de la pena privativa de libertad
porque según el art. 29 del CP la pena privativa de libertad tiene una duración mínima
de 2 días, de modo que el Juez podrá sancionar al autor con pena privativa de libertad
de 2 días hasta el máximo previsto en el tipo que subsume el hecho. No es lo mismo
en cuanto a la pena de inhabilitación porque según los arts. 38 y 39, la inhabilitación
como pena accesoria tiene un límite mínimo de 6 meses.
Existen algunas dudas planteadas en los supuestos de terminación anticipada del art.
212 del CP, de inicio parece exigirse que la información permita alcanzar
necesariamente los resultados descritos en los nums. 1, 2 y 3 («información eficaz
que permita»), no siendo suficiente el esfuerzo serio por parte de colaborador de
entregar la mayor información para que por ejemplo se descubra a los autores del
delito (num. 2), con lo que el otorgamiento del beneficio depende en gran medida de
la actuación de los funcionarios que conocen la información, de modo que su
negligencia u omisión puede perjudicar la concesión del mismo. En esa misma
perspectiva, no queda claro si el num. 3 exige simplemente que la información permita
conocer el paradero o destino de los bienes, o sí además debe lograrse la efectiva
restitución de los mismos como parece deducirse de la conjunción «y» prevista en la
norma, resultado cuyo alcance difícilmente dependerá del informante, salvo que se
piense en supuestos de colusión con el poseedor de los bienes objeto del delito.
Además debe tenerse en cuenta que estas normas precisaron que la cancelación de
la pena se extendía a todos los involucrados en el hecho (autores, cómplices e
instigadores), lo que según se adelantó no se prevé en el art. 212 que adopta
plenamente las consecuencias de la incomunicabilidad, dejando quizás de lado los
argumentos favorables a una carencia o disminución de la necesidad de pena para
los partícipes cuando el autor del delito repara el hecho devolviendo los bienes o
sustituyendo su valor en dinero. Así, cabría preguntarse sobre las razones para no
bloquear o limitar la responsabilidad de los intervinientes accesorios (partícipes),
cuando quién tuvo el dominio del hecho (autor) ha logrado atenuar su sanción
mediante una espontánea reparación.
pareciera necesario reparar a todos los acreedores o al propio Indecopi que puede
promover la denuncia penal y ser parte en el proceso respectivo. Cabe sin embargo
precisar que el art. 212 del CP no establece un régimen de pago directo a los
acreedores ni al Indecopi, sino el sometimiento de los bienes o del dinero sustituto a
las reglas concursales previstas en la LGSC. Ello indica el sentido de reponer las
cosas al estado anterior no tanto desde la perspectiva individual de los acreedores o
institucional en función del Indecopi, sino a partir de las reglas del sistema concursal
según las cuáles dichos bienes o su valor deberán reintegrarse a la masa concursada.
Serán siempre aquellas personas físicas que ejercen en el son de la persona jurídica
los órganos más representativos de la sociedad o aquellas que actúan en su nombre
según el mencionado del artículo 212, cuando del autor se trata, sea como autor
inmediato autor mediato, o coautores la pena podrá ser rebajada por debajo del
mínimo legal de igual forma sucede cuando el imputado se acoge a los beneficios de
la confesión sincera.
Por lo cual cabe mencionar que el participé ya sea primario o secundario a diferencia
del autor debe recibir siempre una pena menor con arreglo a los principios de
proporcionalidad y culpabilidad, ya que ellos a pesar que no tuvieron dominio material
del hecho estos han intervenido de manera decisiva para que así se logre cometer el
delito, en el caso de un solo agente que ha cometido de forma individual el delito
difícilmente podrá acogerse a este procedimiento, al carecer de datos que pueden
involucrar a otro individuo por lo tanto el participé que ha intervenido en la realización
delictiva permitiendo el ocultamiento de los bines se encuentra en la posición de
informar sobre el paradero de los bienes buscando así un beneficio la exención de la
pena . Si son varios coautores únicamente podrá ser beneficiado aquel que de forma
primera se acerque al ministerio público y brinde la información eficaz por lo que al
otro coautor no le quedara otra que someterse a la investigación y luego al proceso
penal.
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Ya para culminar con esta sección queremos recalcar unas circunstancias que podrían
confundir en la práctica jurídica, pero que si analizamos cuidadosamente los tipos
penales encontraremos la respuesta.
Esta posible coincidencia se limita al plano formal, los delitos de los arts. 209, 210 y
211 sólo pueden cometerse en el marco de un procedimiento concursal seguido ante
el INDECOPI o sus órganos afiliados, mientras que los delitos financieros se realizan
a través de entidades bancarias, financieras o que operan con fondos del público, es
decir las reguladas por la Ley N° 26702, Ley general del sistema financiero. Las
situaciones de insolvencia o quiebra de dichas entidades no se regulan mediante los
procedimientos concursales de la LRP, tampoco quedarán abarcadas por la LGSC,
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de allí que los tipos de los arts. 209 y siguientes del Código Penal no protegen las
relaciones crediticias especialmente tuteladas por la Ley general del sistema
financiero.
Teniendo en cuenta la estructura de los nuevos delitos que tienen como contexto de
realización los procedimientos concursales de la Ley de reestructuración patrimonial,
una denominación más adecuada podría ser la de «Delitos concursales», la que
coincide plenamente con los alcances de la LGSC que regula procedimientos
concursales. La rúbrica
CAPÍTULO III
DERECHO COMPARADO
La reforma de 1999 ha sustituido la denominación del Cap. I del Tít. VI del Libro
Segundo del CP de 1991, por la expresión «Atentados contra el sistema crediticio».
Teniendo en cuenta el actual contenido y estructura de los tipos de los arts. 209, 210
y 211, el bien jurídico penalmente protegido es el sistema crediticio, como integrante
del orden socioeconómico. Dejando de lado las posturas que concretan el bien
jurídico en la fe pública o la administración de justicia, el debate principal gira en
torno al carácter patrimonial o socioeconómico de estos delitos.
1
LANDROVE DÍAZ. Las quiebras punibles. Barcelona 1970, p. 145. DEL ROSAL BLASCO. «Las insolvencias punibles,
a través del delito de alzamiento de bienes, en el Código penal», ADPCP 1994, pp. 1112. TERRADILLOS BASOCO.
DP de la empresa. Madrid 1995, p. 140. GONZÁLES RUS. «Las insolvencias punibles». En: Cobo del Rosal (Dir).
Curso de DP español. PE I. Madrid 1996, p. 726. MUÑOZ CONDE. DP. PE. 11ª ed. Valencia 1996, pp. 392, 397,
398. VIVES ANTÓN/GONZÁLES CUSSAC. «De las insolvencias punibles». En: Vives Antón
(Coor). Comentarios al CP de 1995. Vol. II. Valencia 1996, pp. 12741275. QUINTERO OLIVARES. «De las
insolvencias punibles». En: Quintero Olivares (Coor). Comentarios a la PE del DP. Pamplona 1996, p. 533, 537--
538.
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de injusto vendrá representado por el peligro o daño que tal derecho pueda
sufrir como consecuencia de la propia insolvencia del deudor.
Debe tenerse también en cuenta que las infracciones concursales son sancionadas
en primer término por órganos administrativos como la Comisión de Reestructuración
Empresarial del Indecopi. Ello refleja que la tutela del crédito no se concibe como un
asunto estrictamente civil o mercantil, sino desde una perspectiva netamente pública.
Esta intervención del poder sancionador administrativo no es otra cosa que
una injerencia estatal en la economía en orden a proteger un interés colectivo. Es
cierto que contra esta concepción puede oponerse que el art. 213 condiciona la
persecución penal a la voluntad individual del acreedor, configurándose un modelo
de ejercicio privado de la acción, pero tampoco cabe olvidar que el propio art.
2
PEÑA. PE II-B, p. 642. BRAMONTARIAS TORRES/ GARCÍA CANTIZANO. Manual de DP. PE. 4ª ed. Lima 1998, pp.
400401. ABANTO VÁSQUEZ. Derecho Penal económico. Lima 1997, p. 33. ANGELES GONZÁLES/FRISANCHO
APARICIO/ROSAS YATACO. CP. PE. Vol. III. Lima, pp. 13641365. NOGUERA RAMOS. Delitos contra la confianza
y la buena fe en los negocios. Lima 1998, p. 52.
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213 prevé una regla de intervención subsidiaria en el sentido que, con o sin el
consentimiento de los acreedores, el Indecopi puede denunciar el hecho directamente
ante el Ministerio Público, con lo que se acentúan las posibilidades
de persecución oficial.
La protección del «sistema crediticio» no opera pues como un fin en sí mismo, sino
por su función para el mantenimiento del orden socioeconómico como bien
colectivo. El sistema crediticio, entendido como el conjunto organizado de relaciones
jurídico crediticias, se erige como uno de los pilares básicos del modelo de economía
social de mercado que adopta la Constitución (art. 58), porque multiplica las relaciones
de intercambio de bienes y servicios en el sistema económico. En ese contexto, el
único bien jurídico merecedor y necesitado de protección penal, al
ser complementario de bienes individuales, es el orden socioeconómico, compuesto
además por otros sectores de gran trascendencia como la libre competencia o el
sistema de recaudación tributaria. Consecuentemente, el sistema crediticio es
instrumento u objeto al servicio de este bien jurídico colectivo y, de ese modo, al
servicio de los bienes individuales complementados que se concretan en el patrimonio
de los acreedores reales y potenciales.
Señala que, “El bien jurídico penalmente protegido en la modalidad culposa es, como
es lógico, idéntico al tutelado en la modalidad dolosa, esto es, la funcionalidad del
sistema crediticio, elemento integrante del orden económico constitucional.”(Reyna
Alfaro, 2002)
también el tipo penal culposo. Este reenvío se da no solo a nivel de los actos
materiales, sino también en el ámbito de penalidad de imponer.
SUJETO ACTIVO:
De acuerdo con el artículo 211 de nuestro código penal, el sujeto activo debe ser quien
se vale de la utilización de información; documentación o contabilidad falsa; o de la
simulación de obligaciones o pasivos, para lograr así la suspensión de la exigibilidad
de las obligaciones que tiene el deudor.
Resulta ser un delito doloso, puesto que, no se exige la presencia de ningún elemento
especial que sea subjetivo.
De acuerdo con los tratadistas Bramont Arias Torres, L.A. & García Cantizano,
María del Carmen.
TIPICIDAD OBJETIVA:
Con respecto al artículo 212 del código penal, el sujeto pasivo del delito será la
colectividad, participante en el sistema de crédito. Sujeto activo es el deudor no
comerciante, declarado en quiebra; por lo tanto, y, en primer lugar, solo podrán
cometer este delito todos aquellos que, por su condición de no comerciantes, no
puedan ser incriminados con arreglo a los preceptos anteriores (hace referencia a los
artículos 210 y 211). En segundo lugar, y como elemento común a los demás delitos
de quiebra, es preciso que el deudor haya sido declarado en quiebra, lo cual viene a
constituir una condición objetiva de procedibilidad, sin cuyo cumplimiento será
imposible proceder contra el deudor. (Bramont Arias Torres, 1998)
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TIPICIDAD SUBJETIVA:
Del mismo artículo se desprende que solo es posible la comisión dolosa de este delito,
por lo que el dolo abarca el conocimiento y voluntad de la realización de cada una de
las modalidades típicas, en fraude de los acreedores. Según esto, pareciera que el
texto del artículo 212 se deduce la existencia de un ánimo especial defraudatorio,
distinto del dolo, en la medida en que se indica “para defraudar a su acreedor”. No
obstante, hay que rechazar tal interpretación, señala el tratadista, por cuanto la idea
de defraudación es inherente a la propia concepción de la conducta típica, en
cualquiera de sus modalidades, lo que -en consecuencia- nos lleva a concluir que
forma parte del contenido del dolo. Esto, por otro lado, guarda perfecto paralelismo
con el delito de quiebra fraudulenta, en el que tampoco es preciso un elemento
subjetivo del tipo relativo a una específica finalidad defraudadora.
De la misma manera, el Indecopi podrá intervenir como parte en el proceso penal que
se instaure.
DESCRIPCIÓN TÍPICA:
Estamos ante un delito especial que solo puede ser cometido por quien reúne las
condiciones descritas en el artículo 213-A del Código Penal. El sujeto pasivo de la
conducta es la colectividad (…). Estamos ante una conducta dolosa.
El artículo 213-A del Código Penal reprime los actos de disposición patrimonial que
afecten el patrimonio, fideicomitido o destinado a propósito exclusivo, en
contravención a los fines por los cuales fueron sustituidos. El delito se consuma
cuando el sujeto activo realiza el acto de disposición patrimonial.
42
Se entiende por delito económico aquella infracción jurídico penal cuyo contenido de
injusto está en directa relación con la afección a una determinada configuración de las
relaciones económicas y de los modos de producción y que además repercute (lesión
o puesta en peligro) en el funcionamiento del sistema social y por ende afecta a todos
y cada uno de sus miembros.
De ahí entonces que pareciera que la esencia del delito económico está en el nivel y
magnitud de respuesta jurídica que se haya diseñado para la protección de un sistema
económico-social determinado y en un tiempo dado. Una lectura de este tipo posee
mayor riqueza cuando se utiliza para el análisis de comportamientos que atentan
contra bienes jurídicos supraindividuales, dada la injerencia que en la definición de
ellos cobra el diseño y dinámica de las interrelaciones entre los individuos y los entes
colectivos (incluidos en ellos la empresa y también los aparatos económicos y
contralores del Estado).
Como es sabido, el bien jurídico cumple diversas funciones de gran relevancia para el
Derecho penal. Así, la afectación de un bien jurídico sirve de fundamento a la pena de
los comportamientos que lo lesionan o ponen en peligro y constituye un presupuesto
inevitable para el ejercicio del ius puniendi estatal. Además, la importancia relativa de
un bien jurídico y su nivel de afectación (lesión o peligro) operan como criterio para el
establecimiento de penas proporcionales. El bien jurídico permite igualmente
identificar el injusto específico de cada delito (lo que puede tener consecuencias, por
ejemplo, en materia de concurso aparente de leyes penales), así como sistematizar
los delitos que integran la Parte Especial y orientar la interpretación de las distintas
conductas que ellos castigan.
43
Pues bien, los delitos concursales pueden ser entendidos como figuras delictivas que,
al igual que las defraudaciones, se valen de un medio fraudulento para perjudicar los
intereses patrimoniales de otros, en este caso, de los acreedores.
Los delitos concursales que puede cometer (quien actúe por) la empresa deudora, o
bien, el veedor o liquidador de bienes, suponen un procedimiento concursal, ya sea
de reorganización o de liquidación.
3
Es un inspector, visitador, observador
44
TESIS PLANTEADAS
INJUSTO PENAL
Este país, en su código penal establecen los delitos contra la fe pública, pero con
respecto al tema, se adecúa: “El de las quiebras”, el cual se ubica en el capítulo VI,
desde el artículo 342 al 343.
Quiebra fortuita es la que proviene de casos fortuitos o de fuerza mayor que conducen
al comerciante a la cesación de sus pagos y a la imposibilidad de continuar sus
negocios.
Quiebra fraudulenta es aquella en que ocurren actos fraudulentos del fallido para
perjudicar a sus acreedores.
Este Capítulo del Título VI del Libro Segundo del Código Penal señala o determina las
sanciones que han de aplicarse a los comerciantes que se encuentran en la referida
situación, pero no describe los hechos que acarrean la imposición de las mismas,
porque ellos han sido tipificados de antemano en el Código de Comercio. Los
preceptos comprendidos en aquél son, sin lugar a dudas, leyes en blanco.
46
En cuanto al bien jurídico protegido por las disposiciones del Código Penal que
sancionan la quiebra, es cuestión largamente debatida por los expositores del
Derecho Penal; y está vigente aún el desacuerdo de las diferentes legislaciones a ese
respecto.
SANCIONES:
El artículo 341 del Código Penal preceptúa: «Los que, en los casos previstos por el
Código de Comercio u otras leyes especiales, sean declarados culpables de quiebra,
serán castigados conforme a las reglas siguientes: 1. Los quebrados culpables serán
penados con arresto de seis meses a tres años. 2. Los quebrados fraudulentos serán
penados con prisión de tres a cinco años. Estas penas se impondrán según la
gravedad de las circunstancias que han dado lugar a la quiebra, aumentándose o
disminuyéndose dentro de su mínimum y su máximum, a juicio del Tribunal. Las
personas indicadas en el artículo 922 del Código de Comercio, serán castigadas como
reos de hurto por los hechos a que se contrae el mismo artículo».
sumas de las que les asigna el contrato social. 5. Cuando con dolo o por consecuencia
de operaciones fraudulentas hayan ocasionado la quiebra de la sociedad.
En la quiebra fraudulenta la conducta del fallido debe ser determinada por el dolo; y lo
mismo debe decirse respecto de los individuos, distintos de aquél, a que se refieren
los cuatro ordinales del artículo 321 del Código de Comercio. Se requiere, por tanto,
en aquél y en éstos, la consciente voluntad de conducirse, respectivamente, en las
formas previstas en los artículos 318, 319 -único aparte- y 320 del ordenamiento legal
últimamente citado. En la quiebra culpable se requiere apenas, la culpa determinada
por el elemento imprudencia presente en todos y cada uno de los cuatro ordinales del
artículo 416 y de los seis del artículo 417, ambos del Código de Comercio, cuando
unos u otros hayan ocasionado la quiebra.
El artículo 343 del Código Penal prescribe: «Los individuos que, en conformidad con
las disposiciones de los artículos 920 y 923 del Código de Comercio, sean declarados
quebrados culpables o quebrados fraudulentos, por los hechos especificados en los
mismos artículos del citado código, serán castigados, respectivamente, con l penas
señaladas en los números 1º y 2º del artículo precedente».
La situación de insolvencia del deudor; sujeto activo del delito, frente a su acreedor,
sujeto pasivo; es una situación o estado de hecho -previo, por lo tanto, a cualquier
valoración jurídica, que se caracteriza por un desequilibrio patrimonial entre los
valores realizables y las prestaciones exigibles; es decir, es aquella situación en la
que el soporte de las obligaciones que le son exigibles a un deudor supera al de los
bienes y derechos realizables de su patrimonio, lo cual imposibilita al acreedor
satisfacer su derecho de crédito.
TIPICIDAD:
4
QUINTANO RIPOLLÉS, A., Parte Especial, cit., p. 42.
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A) LA CONDUCTA TÍPICA.
La idea de alzamiento implica tanto como quedarse con los bienes, colocándose el
deudor en situación de insolvencia y frustrando, así, totalmente o reduciendo las
expectativas de pago de los acreedores. De modo que quien se alza con los bienes
es quien quiebra maliciosamente, ocultándolos, para no responder con ellos. Pero,
también se alza con sus bienes quien quiebra maliciosamente, enajenándolos, es
decir, desprendiéndose de ellos para no responder.
el punto de vista del autor, la tesis más correcta es la mayoritariamente sostenida por
doctrina y jurisprudencia, en el sentido de que, si no hay ánimo de perjudicar a los
acreedores pospuestos, no habrá delito de alzamiento, salvo que el deudor este
constreñido por mandato legal o judicial a satisfacer el crédito pospuesto con
anterioridad al resto. Porque en dicho caso, sí puede llegar a hablarse de maniobra
fraudulenta de ocultación o enajenación de los propios bienes que, provocando la
insolvencia, impide o dificulta la satisfacción de dicho crédito preferente.
Gran parte del grupo doctrinario se decanta por considerar que este viene constituido
en todos los delitos de la sección l. a del capítulo IV, por los derechos de los
acreedores a la satisfacción de sus créditos con el patrimonio del deudor, derecho de
garantía legal que el artículo 1 .911 del Código civil reconoce al acreedor sobre todos
los bienes, presentes y futuros, del deudor.
5
Este autor sostuvo que la quiebra o bancarrota constituye un delito contra la fe pública, porque si bien el
comerciante (no es, a decir verdad, un funcionario público, sus libros, cuando están bien llevados, y dentro de
determinados limites, dan fe de su contenido y sirven de prueba plena en un juicio. De esto se sigue -continuaba
el profesor de Pisa- la confianza más o menos amplia que todos les conceden a los comerciantes), de suerte que
el crédito (o sea la recíproca creencia en la lealtad respectiva) es llamado “vida y alma del comercio y
multiplicador indefinido del capital, con sumo provecho para todos”. Pues bien, esa especial confianza es de
carácter público la convierte en delito de índole social, porque la confianza universal que le ha sido depositada
proviene de su especial posición de comerciante, lo que incumbe a toda la sociedad (Programa de Derecho
Criminal. Parte Especial, vol. VII, reimpresión de la 4. ° ed., traducción de J. J. ORTEGA y J. GUERRERO, Bogotá,
1982, § 3359).
51
De modo que, lo que se trata de proteger con todas estas figuras delictivas “es la
existencia del sistema de crédito que se basa en la fluidez de las operaciones y en la
confianza en el buen éxito de las mismas”.
El sujeto activo y pasivo del delito se encuentran vinculados entre sí por una relaci6n
jurídica obligacional. Esa relación no es sino la propia que existe entre un acreedor,
que ostentará la posición de sujeto pasivo del delito por ser el titular del derecho de
crédito puesto en peligro, y su deudor -comerciante o no comerciante- que, en este
caso, es el que ostentara la posición típica de sujeto activo del delito. Ello convierte al
52
delito de alzamiento, en un delito especial, por estar el posible círculo de los sujetos
activos limitado a aquellos que ostentan la condición de deudor frente a su o sus
acreedores.
El objeto material en el supuesto del delito de alzamiento está constituido por los
bienes pertenecientes al patrimonio del deudor, que han de tener la cualidad de
embargables y estar, en consecuencia, afectos al cumplimiento de las obligaciones,
conforme a lo que prevé el art. 1 .911 del Código civil. Esta es la nota esencial que
diferencia al delito de alzamiento de bienes del delito de apropiación indebida, en el
que, sin embargo, la conducta recae sobre bienes ajenos.
JURISPRUDENCIA
EXP. N.º 03730-2009-PHC/TC
LIMA
ÓSCAR FRANCISCO REINALDO DE LA PUENTE RA YGADA
En Lima, a los 3 días del mes de setiembre de 2009, la Sala Primera del Tribunal
Constitucional, integrada por los Magistrados Landa Arroyo, Calle Rayen y Álvarez
Miranda, pronuncia la siguiente sentencia
ASUNTO
El recurso de agravio constitucional interpuesto por don Óscar Francisco Reinaldo
de la Puente Raygada contra la sentencia de la Tercera Sala Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima,
de fojas 280, su fecha 20 de marzo de 2009, que declaró infundada la demanda de
hábeas corpus.
ANTECEDENTES
FUNDAMENTOS
56
HA RESUELTO
l. Declarar IMPROCEDENTE la demanda respecto a la investigación preliminar.
CONCLUSIONES
Referencias Bibliográficas
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Bramont Arias Torres, L. &. (1998). En Derecho Penal / Parte Especial 4° ed. (pág. 416). Lima: Editorial
San Marcos.
García Cavero, P. (1997). Consideraciones críticas a la reforma penal de los delitos concursales. Lima.
García Cavero, P. (2005). Fraude en la administración de persona jurídica y delitos contra la confianza
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García Cavero, P. (2016). Problemas Aplicativos de los Delitos Económicos en el Código Penal. Justicia
Tv.
García Rada, D. (16 de 10 de 2019). Sociedad anónima y delito. 2da. edición. Obtenido de
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Puccio, L. L. (16 de 10 de 2019). Delitos contra la confianza y la buena fe en los negocios. Obtenido de
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Editores.
Vives, T. &. (1996). En Comentarios al Código Penal de 1995. Volumen II (pág. 1301). Valencia: Tirant
lo Blanch.
ANEXOS
ANEXO N°1
Marcos Peña, Pedro Palacios y Luis Castro son accionistas en la S.A.C NAPOLI, esta
ha sido sometida a un procedimiento de insolvencia por sus acreedores, debido a que
ha acumulado deudas impagas mayor a los 30 días de su vencimiento, por tanto
Marcos realiza un contrato de compra y venta con Rosa, que es amiga de la familia
hace ya varios años, sin embargo en estos contratos no se realiza ningún pago por el
bien adquirido, pero acuerda con Rosa que pasado el procedimiento de insolvencia
esta realizará la transferencia a favor de él, esto con la finalidad de reducir el
patrimonio para que los acreedores no puedan satisfacer el cumplimiento de la deuda.
ANEXO N°2
ANEXO N°3