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UNIVERSIDAD PRIVADA ANTENOR ORREGO

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

“ATENTADOS CONTRA EL SISTEMA CREDITICIO”

INTEGRANTES: 1. BAUTISTA QUEVEDO SADIALI


2. FERNÁNDEZ FLORES, PIERINA
3. LÓPEZ PAIVA, ABIGAIL
4. MENDOZA GARCÍA, LUANA
5. RUFINO PALACIOS, MARILIAN

DOCENTE: MARÍA ANGÉLICA LAZO ALBURQUEQUE

ASIGNATURA: DERECHO PENAL IV: PARTE ESPECIAL

CÓDIGO: DERE-544

NRC: 652 - 653

Piura, sábado 19 de octubre de 2019


II

ÍNDICE
ÍNDICE……………………………………………………………………………………...…II
INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………....III

I. CAPÍTULO I: ATENTADOS CONTRA EL SISTEMA CREDITICIO


1.1 Antecedentes.………….…………………………..…………………...............1
1.2 Definiciones………………………………………………………………………3
1.2.1 El Sistema Crediticio como Bien Jurídico Penal…………………………4

II. CAPÍTULO II: ANÁLISIS DEL TIPO PENAL


2.1 Análisis Típico…………………………………………………………………..11
2.1.1 Elementos Objetivos……………………………………………………….14
2.1.2 Elementos Subjetivos……………………………………………………...18
2.2 Comisión Culposa del agente………………………………………..………..20
2.3 Suspensión Fraudulenta de la Exigibilidad de las Obligaciones…..………21
2.3.1 Requisito de Procedibilidad……………………………………………….24
2.4 Beneficios por colaboración………………………………………………...…26
2.5 Ejercicio de la Acción Penal e Intervención del INDECOPI………………..33
2.6 Manejo Ilegal de Patrimonio de Propósito Exclusivo……………………….34

III. CAPÍTULO III: DERECHO COMPARADO


3.1 Doctrina Nacional………………………………………………………………...36
3.1.1 Legislación Peruana…………………………………………………………37
3.1.1.1 Perspectiva Patrimonialista…………………………………………..38
3.2 Doctrina Extranjera………………………………………..……………..………42
3.2.1 Legislación Chilena………………………………………………………….43
3.2.2 Legislación Venezolana……………………………………………….…….45
3.2.4 Legislación Española………………………………………………………..48

JURISPRUDENCIA………………………………………………………………………...54
CONCLUSIONES…………………………………………………………………………..55
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS……………………………………………………...56
ANEXOS
Anexo N°1…..……………………………………………………………………………58
Anexo N°2…..……………………………………………………………………………59
Anexo N°3………………………………………………………………………………..60
III

INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo hablaremos sobre el primer capítulo de los delitos regulados


contra la confianza y la buena fe en los negocios, denominado “Atentados contra el
Sistema Crediticio”

Sabemos bien que en una economía de mercado abierto donde el Estado ha dejado
de crear empresa para darles la oportunidad a los particulares de crearlas, estas
pueden ser tanto personas naturales como personas jurídicas.

Sin embargo, estas empresas, para poder desenvolverse en al ámbito comercial


necesitarán como factor fundamental el capital, con el que darán marcha a sus
actividades productivas o lucrativas.

Por ende, en algún momento, necesitarán créditos para poner en marcha la empresa
que tienen en mente y serán otras empresas quienes le otorgarán este crédito con un
plazo conveniente para que puedan trabajar y pagar, a la vez, estas acreencias.

No obstante, podemos advertir que las personas a cargo o dueñas de estas empresas
pueden generar deudas o, en el peor de los casos, como producto de ellas terminen
por quebrar bajo determinadas circunstancias, dando pie a la creación del sistema de
insolvencia.

Es así que aquella persona que quiebra en su negocio no será sometido a un


procedimiento con deudas impagables. Aquí entra a salvarlo de alguna manera el
sistema de insolvencia a través del cual los acreedores cobrarán lo que les
corresponde del dinero o bienes que tiene la empresa para que sus deudas sean
saldadas.

Conocido ya este contexto, es que el legislador en nuestro Código penal decide


sancionar a aquel deudor que de mala fe oculta los bienes para que los acreedores
no puedan cobrar; simula deudas o adquisiciones con la finalidad de disminuir su
patrimonio; o en todo caso transfiere los bienes que son materia de cobro , causando
un eminente perjuicio en los acreedores, quienes solicitan la exigencia de las
obligaciones pactadas y se ven burlados por el sujeto que ha sido declarado insolvente
de mala fe.
1

CAPÍTULO I
ATENTADOS CONTRA
EL SISTEMA CREDITICIO

1.1. ANTECEDENTES

Los antecedentes legislativos más significativos al margen de otras disposiciones


enmarcadas dentro del procedimiento propio de la quiebra, los encontramos en la
redacción misma que inicialmente tenía el Código Penal de 1991, el que utilizaba el
concepto de “quiebra” en igual o similar sentido a la redacción que había usado el
Código Penal de 1924.

Como lo señala García Cavero, la razón por la que se usó esta denominación en la
tipificación llevada a cabo en el Código Penal de 1924, se encontraba en el hecho de
que el proceso de quiebra regulado en ese entonces comenzaba con la declaratoria
de quiebra del deudor. (García Cavero, 2005)

En tal sentido, el Código Penal de 1991 mantuvo esta denominación en un comienzo


porque los tipos penales que se incluyeron en relación a este tema, aparecían
enmarcados dentro de la declaratoria previa del mismo deudor, en el presente caso
como fraudulenta, conforme a la legislación que sobre la materia estaba vigente en
ese momento. (Constituyente, 1932)

Sin embargo cuando se promulgó la Ley de Reestructuración Empresarial (Decreto


Ley 26116 de fecha 30 de diciembre de 1992) ya había entrado en el reciente Código
Penal promulgado en el año de 1991. Como lo refiere Martín Nieto, la promulgación
de la llamada Ley de Reestructuración Empresarial (que implementó el nuevo
procedimiento concursal de quiebras), generó una desfase con respecto a la
regulación penal de los delitos de quiebra en el Código Penal de 1991, la misma que
se vio aún más agravada como resultado de la promulgación de la Ley de
Reestructuración Patrimonial (Decreto Legislativo 845 del 21 de setiembre de 1996),
ya que la quiebra misma, como elemento típico del delito de quiebra fraudulenta,
recién tenía lugar cuando el deudor sometido a un procedimiento de insolvencia se le
había liquidado todo el patrimonio y quedaban aún acreedores pendientes de pago.
(Puccio, 2019)

Este panorama legislativo de contradicciones y desfasamiento en materia del sistema


concursal nacional respecto a lo que establecía en un comienzo el Código Penal de
2

1991, conllevó a que se promulgara un nuevo marco normativo conocido como la Ley
de Fortalecimiento del Sistema de Reestructuración Patrimonial (Ley 27146 del 24 de
junio de 1999). Su finalidad era solucionar el desequilibrio que existía en materia de
la normatividad penal suscitado por las reformas que se habían hecho a la legislación
en materia empresarial, concursal y patrimonial. En tal sentido los tipos penales no se
estructuraron más sobre la declaratoria previa de quiebra como había acontecido con
la legislación anterior, donde la persecución del delito de quiebra estaba supeditada a
una condición objetiva de perseguibilidad. Tal condición constituía la calificación civil
de la quiebra como dolosa o fraudulenta.

En todo caso, como lo señala García Rada, constituía la notitia criminis y servía para
que el juez dictara el auto apertorio de instrucción iniciando de esa manera la
investigación penal para descubrir si el fallido era o no responsable del delito
relacionado con la quiebra. (García Rada, 2019)

El abandono de la declaratoria de quiebra como punto de referencia para los tipos


penales llevó además a que se reemplace la tradicional denominación de los delitos
de quiebra por los novedosos atentados contra el sistema crediticio. (García Cavero,
2005)

Sin embargo, los procedimientos de reestructuración patrimonial que hasta ese


momento se encontraban vigentes conforme a la legislación concursal que se había
promulgado y que tenían referencia directa con la ley penal (el procedimiento de
insolvencia, el procedimiento simplificado y el concurso preventivo), fueron a su vez
desfasados por un nuevo procedimiento de saneamiento y fortalecimiento patrimonial
de las empresas: el denominado procedimiento transitorio. Una vez más se había
vuelto a suscitar un vacío de impunidad en el Código Penal, en razón de que los actos
de defraudación en agravio de los acreedores suscitados durante el reciente creado
procedimiento transitoria no estaban contemplados en la legislación penal. (Puccio,
2019)

Esta situación motivó que se tuviera que promulgar el 25 de junio del año 2000 la Ley
27295, a los fines de modificar el Código Penal y poder incluir las conductas punibles
que se pudieran suscitar en el entorno del novedoso procedimiento transitorio al que
hacemos referencia. Adicionalmente a esta incorporación específica se agregó una
cláusula indeterminada a los artículos 209 y 211 del Código Penal, que eventualmente
3

pudiera ampliar el ámbito de aplicación de los tipos penales a otros procedimientos de


reprogramación de obligaciones cualquiera que fuera su denominación.

Como lo señala García Cavero, de esta manera el legislador pretendió curarse de


salud y no tener que modificar el Código Penal cada vez que se incorporase en el
sistema concursal un nuevo sistema de reprogramación de obligaciones. (García
Cavero, 2005)

1.2. DEFINICIONES
1.2.1. El «Sistema Crediticio» como Bien Jurídico Penal

La reforma de 1999 ha sustituido la denominación del Cap. I del Tít. VI del Libro
Segundo del CP de 1991, por la expresión «Atentados contra el sistema crediticio».
Teniendo en cuenta el actual contenido y estructura de los tipos de los arts. 209, 210
y 211, el bien jurídico penalmente protegido es el sistema crediticio, como integrante
del orden socio¬económico. Esta concepción es central para la delimitación de los
comportamientos criminalizados, caracterizar las técnicas de tipificación
instrumentadas y evaluar el sentido de la regulación penal premial prevista en el art.
212 y las disposiciones procesales del art. 213 del CP y la 9ª Disposición Final de la
Ley Nº 27146 aún en vigor.

El debate principal gira en torno al carácter patrimonial o socioeconómico de estos


delitos. Desde una perspectiva patrimonialista, se sostiene que el bien jurídico es el
derecho del acreedor a la satisfacción de su crédito con el patrimonio del deudor,
derecho de garantía que se reconoce al acreedor sobre todos los bienes, presentes
y futuros del deudor. El sistema de protección y garantía del crédito en el
ordenamiento civil está constituido por cauciones o garantías, de carácter personal o
real, por medidas coercitivas y ejecutivas, al Derecho Penal le corresponde una
intervención secundaria frente a los atentados graves contra el derecho de crédito del
acreedor, de modo que el contenido de injusto vendrá representado por el peligro o
daño que tal derecho pueda sufrir como consecuencia de la propia insolvencia del
deudor. (Díaz, 1970)

Frente a esta tesis, se ha señalado que la bancarrota o insolvencia tiene incidencia


en las relaciones económicas y no sólo en las mercantiles, por lo que se trataría de
un delito netamente socioeconómico, planteamiento cuyo origen suele atribuirse a
Carrara. (Carrara, 1982)
4

El Derecho Penal económico protege un conjunto de intereses que, pese a tener en


algunos casos como punto de partida un interés individual como sucede con los
derechos de autor o la propiedad industrial, están dotados de una dimensión colectiva
o supraindividual porque permiten el funcionamiento del sistema económico. Esta
conjunción entre lo individual y lo colectivo se observa en los delitos concursales. De
un lado se tienen los intereses de los acreedores que, ante el fraude, reclaman la
satisfacción de su crédito valorable en dinero. (Coria, 2019)

El crédito no es solo la suma de los derechos de los acreedores concretos, sino un


instrumento de la economía en su conjunto que se concreta en un sistema crediticio,
lo que se evidencia tomando en cuenta la entidad del daño económico que origina la
sucesión de situaciones de insolvencia en el sistema económico. Como señala Bajo
Fernández, la importancia criminológica de las insolvencias punibles estriba en uno
de sus efectos característicos: la reacción en cadena, pues se van transmitiendo de
unos comerciantes a otros las dificultades de pago y las crisis, los despidos de
trabajadores, el alza de interés en las instituciones crediticias, etc. Un orden
económico en el que es posible beneficiarse de un crédito y evitar el pago a los
acreedores mediante actos fraudulentos, pierde la confianza de los operadores
económicos y carece de viabilidad. Por ello precisa Tiedemann que el Derecho penal
de la «bancarrota», tiene un objeto de tutela mixto, de una parte los intereses de los
acreedores actuales a una satisfacción completa de sus pretensiones jurídico
patrimoniales, así como los intereses crediticios de los acreedores potenciales que
ya mantienen una relación con el deudor, pero por otro lado se protege también la
funcionalidad de la economía crediticia como un sistema de prestación de servicios,
bienes y dinero. (Tiedemann, 1993)

Contra la consideración de la quiebra fraudulenta como delito socioeconómico, se ha


señalado que los tipos penales suelen sancionar el alzamiento de bienes de poca
relevancia o la quiebra de pequeños empresarios, casos en los que no se aprecia una
afectación importante al orden socioeconómico o a la economía nacional. Este
problema no se presentaría con la tesis patrimonialista que, además es compatible
con la exigencia de requisitos de procedibilidad que obstaculizan la persecución penal
directa de algunos de estos delitos, como se aprecia por ejemplo en la declaración
de quiebra que requiere el art. 260.1 del CP español. Asimismo, se ha sostenido que
sólo la presencia de un interés concreto individualizado puede dar lugar a la eficacia
5

justificante del consentimiento de los acreedores, el cual sería irrelevante desde su


consideración como ilícita socioeconómico. (Coria, 2019)

La protección del «sistema crediticio» no opera pues como un fin en sí mismo, sino
por su función para el mantenimiento del orden socioeconómico como bien colectivo.
El sistema crediticio, entendido como el conjunto organizado de relaciones
jurídico¬crediticias, se erige como uno de los pilares básicos del modelo de economía
social de mercado que adopta la Constitución (art. 58), porque multiplica las relaciones
de intercambio de bienes y servicios en el sistema económico. En ese contexto, el
único bien jurídico merecedor y necesitado de protección penal, al ser
complementario de bienes individuales, es el orden socioeconómico, compuesto
además por otros sectores de gran trascendencia como la libre competencia o el
sistema de recaudación tributaria. Consecuentemente, el sistema crediticio es
instrumento u objeto al servicio de este bien jurídico colectivo y, de ese modo, al
servicio de los bienes individuales complementados que se concretan en el patrimonio
de los acreedores reales y potenciales. (Coria, 2019)

Se protege el sistema crediticio cuando se reprimen conductas disvalosas tales como


se produzcan comportamientos fraudulentos, desconocimiento de créditos
reconocidos a los acreedores, dilapidación del patrimonio social, enajenación irregular
de bienes, etc es decir con la penalización se tutela las legítimas acreencias de la
masa concursal.

En una economía de mercado abierto, donde el estado ha dejado de crear empresa y


le da oportunidad a los particulares de crear empresas, estas pueden ser personas
naturales o personas jurídicas, para que puedan desenvolverse en el ámbito que van
a elegir van a necesitar créditos para que puedan trabajar, es decir capital; no obstante
este sistema advierte que la persona puede quedar en deuda o quebrar bajo
determinadas circunstancias que le son ajenas, y es por eso que se crea el sistema
de insolvencia, por ello una persona puede quebrar en su negocio y no va a ser
sometido a deudas impagables, el sistema de insolvencia donde los acreedores se
cobran del dinero o de los bienes que tienen para que sus deudas sean saldadas.
(Palacios, 2018)

No se penaliza la falta de pago de una deuda sino las maniobras que haga el deudor
para no satisfacer el pago de dichas deudas, de mala fe oculta los bienes para que
los acreedores no puedan hacer el cobro, simula deuda o adquisidores o; los bienes
6

que tiene que van a ser cobrados los transfiere a otra empresa o los lleva a otro lugar
para que estos no logren su efectivo cobro; por lo que el legislador peruano en el
artículo 209 advierte y sanciona con como un delito de pena de cárcel esta figura
como atentados al sistema crediticio, ya que en efecto estas personas han dado
créditos, quiere que se le paguen pero se ven burlados porque aquel que se ha declaro
insolvente de forma maliciosa o de mala fe oculta los bines, simula deudas o los
transfiere a otros lugares. (Palacios, 2018)

El bien jurídico protegido resulta de doble vertiente. (Raqui, 2011)

La primera sería la protección del sistema crediticio cuya naturaleza seria supra-
individual, e decir que se trata de proteger el orden económico general y la
funcionalidad del sistema crediticio en particular.

La segunda es la protección de un interés jurídico de estructura individual en la que


los deudores cuya conducta resulte fraudulenta en el cumplimiento de la obligación de
pago dentro de un procedimiento concursal son castigados y sancionados por
quebrantar las normas penales.

Modificación de los artículos del 209 al 213 (Gobierno del Perú, 1991)

“Capítulo I quiebra” (*)

(*) Denominación modificada por la Octava Disposición Final de la Ley


Nº 27146, publicada el 24-06-99, cuyo texto es el siguiente:

"Capítulo I atentados contra el sistema crediticio"

Artículo 209: será reprimido con pena privativa de libertad no menor de


tres ni mayor de seis años e inhabilitación de tres a cinco años conforme
al artículo 36° incisos 2) y 4), el deudor, la persona que actúa en su
nombre, el administrador o el liquidador, que en un procedimiento de
insolvencia, procedimiento simplificado, concurso preventivo,
procedimiento transitorio u otro procedimiento de reprogramación de
obligaciones cualesquiera fuera su denominación, realizara, en perjuicio
de los acreedores, alguna de las siguientes conductas:

1. Ocultamiento de bienes
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2. Simulación, adquisición o realización de deudas,


enajenaciones, gastos o pérdidas.

3. Realización de actos de disposición patrimonial o generador


de obligaciones, destinados a pagar a uno o varios acreedores,
preferentes o no, posponiendo el pago del resto de acreedores.
Si ha existido connivencia con el acreedor beneficiado, éste o la
persona que haya actuado en su nombre, será reprimido con la
misma pena.

Si la Junta de Acreedores hubiere aprobado la reprogramación de


obligaciones en un procedimiento de insolvencia, procedimiento
simplificado, concurso preventivo, procedimiento transitorio u otro
procedimiento de reprogramación de obligaciones cualesquiera fuera su
denominación, según el caso o, el convenio de liquidación o convenio
concursal, las conductas tipificadas en el inciso 3) sólo serán
sancionadas si contravienen dicha reprogramación o convenio.
Asimismo, si fuera el caos de una liquidación declarada por la Comisión,
conforme a lo señalado en la ley de la materia, las conductas tipificadas
en el inciso 3) sólo serán sancionadas si contravienen el desarrollo de
dicha liquidación.

Si el agente realiza alguna de las conductas descritas en los incisos 1),


2) ó 3) cuando se encontrare suspendida la exigibilidad de obligaciones
del deudor, como consecuencia de un procedimiento de insolvencia,
procedimiento simplificado, concurso preventivo, procedimiento
transitorio u otro procedimiento de reprogramación de obligaciones
cualesquiera fuera su denominación, será reprimido con pena privativa
de libertad no menor de cuatro ni mayor de ocho años e inhabilitación de
cuatro a cinco años, conforme al artículo 36° incisos 2) y 4).

Artículo 210.- El comerciante que causa su propia quiebra perjudicando


a sus acreedores por sus gastos excesivos en relación al capital o por
cualquier otro acto de negligencia o imprudencia manifiesta, será
reprimido con pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de
tres años e inhabilitación de uno a dos años conforme el artículo 36,
incisos 2 y 4.
8

Actualmente: Comisión de delito por culpa del agente

"Artículo 210.- Si el agente realiza por culpa alguna de las conductas


descritas en el Artículo 209, los límites máximo y mínimo de las penas
privativas de libertad e inhabilitación se reducirán en una mitad."

Artículo modificado por la Novena Disposición Final de la Ley N° 27146,


publicada el 24-06-99

Artículo 211.- El director, administrador, fiscalizador, gerente o liquidador


de persona jurídica declarada en quiebra o en estado de liquidación,
según la ley que rige su funcionamiento, que comete alguno de los
hechos previstos en los artículos 209 y 210, será reprimido con la pena
indicada, según el delito de que se trate.

Actualmente: Suspensión ilícita de la exigibilidad de las obligaciones del


deudor

"Artículo 211.- El que en un procedimiento de insolvencia, procedimiento


simplificado, concurso preventivo, procedimiento transitorio u otro
procedimiento de reprogramación de obligaciones cualesquiera fuera su
denominación, lograre la suspensión de la exigibilidad de las
obligaciones del deudor, mediante el uso de información, documentación
o contabilidad falsas o la simulación de obligaciones o pasivos, será
reprimido con pena privativa de libertad no menor de cuatro ni mayor de
seis años e inhabilitación de cuatro a cinco años, conforme al Artículo 36
incisos 2) y 4)."

Artículo modificado por la Primera Disposición Transitoria y Final de la


Ley Nº 27295, publicada el 29- 06-2000

Artículo 212.- El deudor no comerciante declarado en quiebra que, para


defraudar a su acreedor, cometa alguno de los hechos mencionados en
el artículo 209, será reprimido con pena privativa de libertad no menor
de dos, ni mayor de cuatro años.
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Actualmente Beneficios por colaboración:

"Artículo 212.- Podrá reducirse la pena hasta por debajo del mínimo legal
en el caso de autores y eximirse de pena al partícipe que, encontrándose
incurso en una investigación a cargo del Ministerio Público o en el
desarrollo de un proceso penal por cualquiera de los delitos sancionados
en este Capítulo, proporcione información eficaz que permita:

1. Evitar la continuidad o consumación del delito.

2. Conocer las circunstancias en las que se cometió el delito


e identificar a los autores y partícipes.

3. Conocer el paradero o destino de los bienes objeto material


del delito y su restitución al patrimonio del deudor. En tales
casos los bienes serán destinados al pago de las obligaciones
del deudor según la ley de la materia.

La pena del autor se reducirá en dos tercios respecto del máximo legal
y el partícipe quedará exento de pena si, durante la investigación a cargo
del Ministerio Público o en el desarrollo del proceso penal en el que
estuvieran incursos, restituye voluntariamente los bienes o entrega una
suma equivalente a su valor, los mismos que serán destinados al pago
de sus obligaciones según la ley de la materia. La reducción o exención
de pena sólo se aplicará a quien o quienes realicen la restitución o
entrega del valor señalado.

Artículo modificado por la Octava Disposición Final de la Ley Nº 27146,


publicada el 24-06-99

Artículo 213.- El acreedor que, en convivencia con el deudor o un tercero,


celebra convenio o transacción por el cual estipulan ventajas en perjuicio
de otro acreedor, será reprimido con pena privativa de libertad no menor
de uno ni mayor de tres años.

El representante de una persona jurídica que, en estado de quiebra


consiente un convenio o transacción de este género, será reprimido con
la misma pena.
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Actualmente: Ejercicio de la acción penal e intervención del INDECOPI

"Artículo 213.- En los delitos previstos en este Capítulo sólo se procederá


por acción privada ante el Ministerio Público. El Instituto Nacional de
Defensa de la Competencia y Protección de la Propiedad Intelectual
(INDECOPI), a través de sus órganos correspondientes, podrá
denunciar el hecho en defecto del ejercicio de la acción privada y en todo
caso podrá intervenir como parte interesada en el proceso penal que se
instaure."

Artículo modificado por la Octava Disposición Final de la Ley Nº 27146,


publicada el 24-06-99
11

CAPÍTULO II
ANÁLISIS DEL TIPO PENAL

2.1. ANÁLISIS TÍPICO


Antes de realizar el análisis sobre el tipo penal debes tener claro que el Art 209º del
C.P ya no criminaliza un supuesto de “Quiebra Fraudulenta” como aún se sostiene en
la doctrina nacional, desde la reforma de 1999 el tipo no se refiere más a la quiebra,
la cual implica una etapa judicial posterior a los procesos concursales administrativos,
que es donde se sitúa la prohibición penal.

Tampoco es acertada la denominación de “Insolvencias punibles” porque el tipo


contempla la posibilidad de que el ilícito se consume en el ámbito de procedimientos
distintos a la insolvencia, como el procedimiento simplificado, el concurso preventivo
y, mientras subsistan sus efectos, el transitorio. Es más con la ley general del sistema
concursal, solo existen los procedimientos concursales ordinarios y preventivos.

Se prevé un delito especial, el tipo señala como autor a quien tiene la calidad de
deudor, quien actúa en su nombre, al administrador y al liquidador. Estas calidades
deben entenderse en el contexto de los procesos concursales, regidos por la Ley de
Reestructuración Patrimonial y sus múltiples modificaciones, sin embargo resulta más
apropiado vincular la noción de deudor a la prevista en el código civil, es decir como
el sujeto jurídicamente obligado a satisfacer una prestación de dar, carecen de
relevancia en todo caso las obligaciones de hacer o de no hacer salvo que se
conviertan en una prestación económica, por ejemplo por sentencia judicial o
reconocimiento de deuda, por el objeto material del delito del Artº 209 se concreta en
los bienes del deudor.

En esa línea de ideas, puede considerarse autor del delito a quien pretende evadir el
pago de deuda que se devengará en el futuro, sometiéndose a un procedimiento
concursal a través de la simulación de deudas. A esta conclusión corrobora que el art
1º de la Ley de Reestructuración Patrimonial no exige que el crédito este vencido para
considerar acreedor a quien participa en la junta de acreedores una vez declarada la
insolvencia, lo que conduce a considerar deudor a quien debe satisfacer el crédito en
estos casos.

Las conductas típicas deben realizarse en el marco de uno de los procedimientos


concursales previstos en la Ley de Reestructuración Patrimonial o en la Ley General
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del Sistema Concursal, debido a que han quedado sin efecto los procedimientos que
instauró el D.U. Nº0664-99.

El procedimiento de insolvencia puede iniciarlo uno o más acreedores si la deuda


vencida supera las 50 UITs, también puede iniciarlo el deudor si más de dos tercios
de sus obligaciones están impagas por más de los 30 días, o si tiene pérdidas
acumuladas mayores a dos tercios de su capital social pagada.

Debe tenerse en cuenta que la insolvencia como tal constituye una situación
económico-financiera declarada administrativamente por la comisión de
Reestructuración Patrimonial, de allí que el contexto que se describe en el Art 209º
del C.P no es el de una declaración de insolvencia, sino el de procedimientos que
conduce a la misma.

Puede en todo caso cuestionarse que las reformas de 1999 y 2000 del Art 209º del
C.P han limitado la protección del sistema crediticio al ámbito de los procedimientos
oficiales, teniendo además en cuenta que en el Derecho comparado no es inusual que
esta se extienda hacia la prevención de los comportamientos del deudor orientados a
disminuir su patrimonio realizable, aun antes de verse sometido a algún requerimiento
administrativo o judicial.

Las conductas típicas del art. 209 del CP se encuentran reguladas en tres formas, La
primera sanciona el ocultamiento doloso de bienes, entendido como cualquier
comportamiento que disminuye de facto el patrimonio del deudor quien, en todo caso,
debe mantener el dominio sobre los mismos. Así, lo que se sanciona es el
ocultamiento, es decir poner los bienes fuera del alcance fáctico y control jurídico de
los acreedores y de las propias autoridades administrativas, no la pérdida o
destrucción de éstos ni su transferencia o puesta a disposición de terceros.

Debe tenerse pues en cuenta que desde la solicitud de insolvencia o de sometimiento


a cualquiera de los procesos concursales, el deudor queda vinculado a una relación
de derecho público que restringe el ejercicio del derecho de propiedad.

La segunda contempla dos modalidades, la primera es de orden defraudatorio y


por ello necesariamente dolosa, consiste en simular deudas, gastos o
enajenaciones, supuestos en los que se simula instrumentalmente la existencia de un
título jurídico gratuito u oneroso que determina la disminución de la masa concursal.
Con un ejemplo, el deudor exhibe letras de cambio “de favor” que reflejan una deuda
13

irreal logrando que el supuesto acreedor lidere la junta de acreedores y tenga un orden
preferente en la cadena de pagos, limitando o frustrando el legítimo derecho de cobro
de los verdaderos acreedores.

En estos casos deberá recurrirse a los criterios de imputación objetiva para determinar
si la simulación o engaño es idóneo para alterar los fines del procedimiento concursal
y, por esa vía, los derechos de los acreedores, si el administrador de una empresa ha
solicitado su insolvencia simplemente indica que tiene entendido que muchos de los
bienes han sido transferidos por el anterior gerente, omitiendo explicaciones y la
exhibición de los documentos que acreditan esa transferencia, no se tratará de un
engaño suficiente dentro del ámbito del Art 209º.2, de manera que tal comportamiento
podría subsumirse bajo los alcances de la primera forma, es decir como un simple
ocultamiento de bienes.

La simulación también puede referirse a situaciones no motivadas en un título jurídico


siempre que el resultado de disminución patrimonial se alcance, son los casos de la
segunda forma a las cuales se le denomina “pérdida”, por ejemplo alegar que
determinados bienes se quemaron en un falso incendio o señalar falsamente que los
mismos fueron robados, exhibiéndose en cada caso la copia de una denuncia policial
del hecho; en todos los supuestos de la segunda forma, los comportamientos pueden
ir acompañados de un delito contra la fe pública y da lugar a un concursa ideal por
tratarse de bienes jurídicos distintos.

La segunda modalidad de esta forma no lleva consigo la simulación pero exige


también dolo, se trata de la efectiva adquisición de deudas o la realización verdadera
de enajenaciones, gastos o pérdidas. La interpretación de esta forma seria muy
problemáticas si, como es común en otros ordenamientos, la conducta típica se situara
fuera del ámbito concursal, en ese caso, es común la exigencia de una valoración
normativa más allá de la realización de los gastos en el sentido de entender que la
disminución patrimonial debe poner en riesgo el patrimonio del deudor y
concretamente su capacidad de satisfacer las acreencias asumidas, pues de lo
contrario se estaría criminalizando el uso permitido del patrimonio individual.

La ubicación de las conductas en el contexto concursal ya implica, que existe un riesgo


efectivo de no satisfacer las obligaciones del deudor, de manera que los actos de
disminución adquieren relevancia porque incrementan ese riesgo a través de
comportamientos no tolerado ya desde la perspectiva administrativa que, somete el
14

patrimonio del deudor a la decisión del colectivo de acreedores, regla esencial para el
funcionamiento del sistema crediticio.

La tercera forma regula los casos de participación necesaria, extendiendo la


punibilidad al acreedor beneficiado, o quien actúa en su nombre, y que participa
dolosamente en el hecho, podemos precisar que existe una participación necesaria
cuando un tipo se halla configurado de manera que para su realización se necesita
conceptualmente la intervención de más de una persona, y tales casos de
participación se clasifican en delitos de convergencia y de encuentro.

En estos últimos las manifestaciones de voluntad de los intervinientes se dirigen


también a una misma meta, pero desde ángulos distintos, de forma que, en cierta
manera, las acciones tienden a encontrarse.

De lo expuesto, pasaremos a analizar los verbos rectores de dicha conductas, así


como también los sujetos intervinientes en la descripción típica y sus elementos
subjetivos.

2.1.1. ELEMENTOS OBJETIVOS


a) Sujetos
o Sujeto Activo
Encontramos un tipo especial, debido a que quien realiza la acción es
un sujeto determinado, en este caso el deudor o la persona que actúe
en su nombre, entiéndase a este como el representante del deudor;
además del administrador o liquidador, que en este caso sería conforme
al Art 416º de la ley general de sociedades “Corresponde a los
liquidadores la representación de la sociedad en liquidación y su
administración para liquidarla, con las facultades, atribuciones y
responsabilidades que establezca la ley”.
Por tanto observamos que el sujeto activo tiene una obligación para con
los acreedores, en el caso del deudor la obligación de cumplir con sus
acreencias y por otro lado el liquidador por el solo hecho del
nombramiento, ejercen la representación procesal de la sociedad.

o Sujeto Pasivo
15

Al igual que en el sujeto activo, este requiere de un sujeto determinado,


en este caso será el Acreedor que se ha visto afectado por actos ilícitos
contra el sistema crediticio.

b) Bien Jurídico protegido


Resumiendo una larga discusión doctrinal, cabe señalar que al respecto
existen dos posturas enfrentadas, para el sector doctrinal mayoritario, el
bien jurídico es de naturaleza patrimonial, y se puede concretar con el
derecho que tiene el acreedor a satisfacer su crédito con el patrimonio del
deudor cuando este incumple con sus obligaciones. Este derecho, se frustra
cuando el deudor realiza conductas que impiden o dilatan la ejecución de
sus bienes.
Para el sector minoritario, junto a bien jurídico de naturaleza patrimonial se
sitúa otro de naturaleza supraindividual, constituido, con diversos matices
según los autores, por el correcto funcionamiento del sistema crediticio.

El bien jurídico protegido resulta de doble vertiente, la primera sería la


protección del sistema crediticio cuya naturaleza sería supra-individual, es
decir que se trata de proteger el orden económico general y la funcionalidad
del sistema crediticio en particular.
La segunda es la protección de un interés jurídico de estructura individual
en la que los deudores cuya conducta resulte fraudulenta en el cumplimiento
de la obligación de pago dentro de un procedimiento concursal son
castigados y sancionados por quebrantar las normas penales contenidas en
este título.

c) Verbo Rector
En este tipo penal encontramos una pluralidad de verbos rector como:
o El ocultamiento de bienes
Se refiere al acto de esconder, encubrir bienes para los fines de
perjudicar a los acreedores, lo característico es la “causación” de la
insolvencia, o la agravación de la misma mediante la ocultación de los
bienes, impidiendo de esta manera con ello que los acreedores puedan
realizar sus créditos en el patrimonio del deudor.
16

Cualquier medio que procure este resultado es válido, entendiéndose los


procedimientos de ocultación física (esconder objetos valiosos, o
trasladarlos a lugares para que no sean ubicados), como los jurídicos
(enajenaciones ficticias, traspaso de créditos, constitución de hipotecas
sobre los mismos, donaciones, simulación de deudas, etcétera). Incluso
la presentación de datos o información falsa relativa al estado de
insolvencia, por tanto no cabe la comisión por omisión puesto que la
ocultación solo se genera mediante comportamientos activos.

o Simulación, adquisición o realización de deudas, enajenaciones,


gastos o pérdidas en agravio de los acreedores
Se trata del aumento del pasivo del deudor concursado de una manera
fraudulenta y como consecuencia de ello de una disminución del pasivo.
La ley señala diferentes conceptos por los que se puede ver disminuido
el patrimonio del deudor; a saber: deudas, enajenaciones, gastos o
pérdidas. Aunque cada uno de estos conceptos tienen diferentes
significados y cada uno de ellos sus propias connotaciones sobre todo
en el terreno jurídico, como lo señala Peña Cabrera, no toda disminución
del patrimonio por cualquiera de los conceptos mencionados adquiere
relevancia típica, sino que es necesario cierto elemento defraudatorio.
Se refiere a cuando el deudor de una forma fraudulenta incrementa su
pasivo simulando pérdidas o gastos que son o han sido inexistentes en
la labor comercial del deudor.
El hecho de que el deudor recurra a una simulación fraudulenta en
detrimento de su patrimonio, configura por sí misma un acto de
defraudación suficiente para dar relevancia típica a esta conducta. En
ese sentido, esta conducta no adquiere relevancia típica per se, sino que
debe de tratarse de actos de endeudamiento o de reducción patrimonial
no justificados o autorizados.

o Favorecimiento ilícito de acreedores


En el presente caso, se trata del deudor que una vez sometido a trámite
cualquiera de los procedimientos que establece la ley del sistema
concursal, sin estar autorizado para ello ni judicialmente ni por los
órganos concursales, y fuera de los casos permitidos por la ley, realice
17

cualquier acto de disposición patrimonial o generador de obligaciones,


destinado a pagar a uno o a varios acreedores, preferentes o no, con
posposición del resto (afectación de la comunidad de pérdidas a la que
pertenece todos los acreedores).
En el presente caso, conforme a lo señalado, el sujeto activo de este
delito en realidad no tiene intención de sustraerse de sus obligaciones,
acreencias. El injusto o acto fraudulento tiene como objetivo principal
favorecer solo a uno o a varios acreedores con el pago de sus créditos,
en desmedro del resto de acreedores.
Sin embargo en el tercer párrafo del Art 209º del C.P, nos dice que si la
Junta de Acreedores hubiera aprobado la reprogramación de
obligaciones en un procedimiento de insolvencia, este es un proceso
diseñado para aquellos agentes económicos que tienen una estructura
financiera establecida, basada en información contable y financiera;
siendo su objetivo la recuperación del crédito para garantizar un
ambiente idóneo entre el deudor y los acreedores o un concurso
preventivo, que a diferencia del anterior, es aquel concebido para evitar
llegar a un estado de insolvencia. Así como también un procedimiento
transitorio y otro procedimiento de reprogramación de obligaciones,
cualesquiera fuera su denominación, según el caso o el convenio de
liquidación o convenio concursal.
En los anteriores casos mencionados solo serán sancionadas si
contravienen dicha reprogramación o convenio, esto en función a los
acuerdos adoptados en dicha junta.
El penúltimo párrafo establece supuesto de atipicidad en los, es
esperable que la conducta no se incrimine en tantos las disposiciones
patrimoniales se ajusten a dicho convenio o reprogramación.
Por otro lado si el agente realiza alguna de las conductas descritas
párrafos anteriores como el ocultamiento de bienes o simulación, cuando
se encontrare suspendida la exigibilidad de obligaciones del deudor,
como consecuencia de un procedimiento de insolvencia o concurso
preventivo, relacionado con la reprogramación de obligaciones, tendrá
una sanción diferente.
18

o Agravante
El Art 209º en su último párrafo prevé una agravante por existir un mayor
desvalor de resultado.
La cualificación consiste en realizar los comportamientos típicos
cuando, en el proceso concursal respectivo, el deudor ha sido
beneficiado con la suspensión de la exigibilidad de las obligaciones, así
acontece por ejemplo con la publicación de la resolución que declara la
insolvencia, a partir de la cual se suspende la exigibilidad de todas las
obligaciones que el insolvente tuviera pendientes de pago a dicha fecha,
régimen que se extiende hasta la aprobación del Plan de
Reestructuración, Convenio de Liquidación o Convenio Concursal
respectivo.
De modo similar la Ley General del Sistema Concursal, establece que
a partir de la publicación (Difusión del procedimiento) dando a conocer
que el deudor ha quedado sometido a un determinado procedimiento
concursal, se suspende la exigibilidad de todas obligaciones pendientes
de pago a dicha fecha, sin que ello implique una novación de las
mismas, suspensión que se extiende hasta que la Junta de Acreedores
apruebe el plan de reestructuración, el acuerdo global de refinanciación
o el convenio de liquidación.

2.1.2. ELEMENTO SUBJETIVO


De acuerdo al tipo penal descrito es, sin lugar a duda, la comisión de un delito
de naturaleza dolosa que requiere la voluntad en la realización de los actos
objeto del cuestionamiento, en el presente caso materializado a través del
mismo deudor, la persona que puede actuar en su nombre o el liquidador.
El dolo obedece a un sencillo de lucrarse no satisfaciendo sus deuda, al
respecto, es importante señalar que aunque la Ley General del Sistema
Concursal actualmente vigente establece y determina los procedimientos
concursales a realizarse (procedimiento concursal ordinario y procedimiento
concursal preventivo), los mismos que no están señalados en el artículo del
Código Penal que analizamos, la cláusula indeterminada a que se refiere la
tercera disposición final de la citada ley deja en claro que el “procedimiento de
insolvencia”, debe entenderse y está referido tanto al procedimiento concursal
19

ordinario, al preventivo y a cualquier otro procedimiento de reprogramación de


obligaciones cualquiera que sea su denominación y que se incorpore.

Hemos hecho referencia y que marca la diferencia con la normatividad anterior,


es que, a diferencia de la legislación penal anterior que reprimía el denominado
“delito de quiebra fraudulenta” conforme al Código Penal de 1924, con la
legislación actual para que se configure el tipo penal de fraude concursal no es
necesario que el deudor haya sido declarado como quebrado, sino que basta
que esté dentro de cualquiera de los procedimientos concursales que señala la
ley de la materia. Conforme a lo señalado, cualquier acto o transacción que se
habría realizado fuera del procedimiento concursal respectivo, incluso de
naturaleza fraudulenta, para los fines del tipo penal que es objeto de análisis
no tendría relevancia penal por lo menos como delito concursal o de insolvencia
fraudulenta.

 CONSECUENCIAS JURÍDICAS
Finalmente, en cuanto a las consecuencias jurídicas, para los supuestos
simples de los incisos 1, 2 y 3, se establece pena privativa de libertad de 3 a 6
años, lo que puede considerarse proporcionado dentro del marco de los delitos
económicos previstos en el CP y en la legislación complementaria. Lo mismo
cabe decir sobre la pena de inhabilitación para el ejercicio de actividades
públicas (art. 36.2), o de la profesión, comercio o industria (num. 4), la que
puede extenderse por un periodo de 3 a 5 años.
En el caso agravado del art. 209 párrafo final la privación de libertad se
extiende de 4 a 8 años y la inhabilitación de 4 a 5 años, lo que en éste último
caso otorga un margen muy estrecho para la individualización judicial de la
pena, especialmente si el tipo básico fija la inhabilitación entre 3 y 5 años; si
bien el legislador no podía en principio superar el límite máximo de 5 años
previsto en la parte general del Código Penal para esta pena cuando opera
como accesoria, era necesario establecer con criterio de proporcionalidad los
límites de la inhabilitación en el tipo básico y en la fórmula agravada.
20

2.2. COMISIÓN CULPOSA DEL AGENTE

“Art. 210.- Comisión de Delito por Culpa del Agente

Si el agente realiza por culpa alguna de las conductas descritas en el


Artículo 209, los límites máximo y mínimo de las penas privativas de libertad
e inhabilitación se reducirán en una mitad.”

Constantemente podemos observar en la doctrina que la tipificación de las figuras


imprudentes como delitos ha encontrado justificación en aquellos alegatos que son
comunes en el Derecho Penal económico, tales como la ausencia de dolo, la buena
fe, que podrían constituir una ayuda para la impunidad para el agente que las realiza
si es que la ley solo aplicara sanciones a los delitos efectuados de manera dolosa. Se
excusa, entonces, en la necesidad de instrumentar tipos culposos con la finalidad de
evitar que el defraudador doloso pase por un simple descuidado y logre obtener la
impunidad. Sin embargo es importante resaltar que no todo error ni cualquier
argumento de error generan consecuencias penales.

Ahora bien, cabe resaltar que en estos tipos de delitos concursales existe un especial
deber de diligencia, un especial deber de cuidado respecto a la masa concursal que
vinculan al deudor (a su representante o a quien actúe en su nombre), al administrador
y al liquidador (en los casos que corresponda según lo establecido en la LRP y en la
LGSC) cuando su comportamiento imprudente resulta determinante en perjudicar a
los acreedores.

Para finalizar con respecto a la tipificación del artículo 210 en palabras más sencillas
nos dice que todas las conductas realizadas de manera dolosa respecto a este delito
si se hacen por culpa se castigarán con una pena reducida a la mitad.

Pero encontramos un problema aplicativo respecto a este tipo penal puesto que
¿cómo se puede cometer un acto de ocultación de patrimonio culposo? El
ocultamiento desde su definición supone el elemento subjetivo del dolo ¿cómo se
puede simular deudas culposamente?

El único supuesto que podría cometerse con la modalidad culposa, hablando


teóricamente, es el del pago de un acreedor en detrimento de otro, puesto que podría
darse el caso de que el agente pagó sin darse cuenta o sin seguir el orden de prelación
21

correspondiente a un acreedor y con ello afectar a los otros acreedores dentro del
orden prestablecido en un procedimiento concursal.

2.3. SUSPENSIÓN FRAUDULENTA DE LA EXIGIBILIDAD DE LAS


OBLIGACIONES

“Art. 211.- Suspensión Ilícita de la Exigibilidad de las obligaciones del


Deudor”

El que en un procedimiento de insolvencia, procedimiento simplificado,


concurso preventivo, procedimiento transitorio u otro procedimiento de
reprogramación de obligaciones cualesquiera fuera su denominación,
lograre la suspensión de la exigibilidad de las obligaciones del deudor,
mediante el uso de información, documentación o contabilidad falsas o la
simulación de obligaciones o pasivos, será reprimido con pena privativa
de libertad no menor de cuatro ni mayor de seis años e inhabilitación de
cuatro a cinco años, conforme al artículo 26 incisos 2) y 4).”

Este tipo hace referencia a la suspensión de la exigibilidad de las obligaciones lograda


por el deudor a través de medios fraudulentos, esto quiere decir que no solo se
sanciona al sujeto que viola el deber de veracidad.

A primera vista, la tipificación de este delito no describe a ningún sujeto determinado,


por lo que si lo vemos desde un punto de vista formal, no se trataría de un delito
especial. Sin embargo, y es importante recalcar, la vinculación del autor al uso de
información, documentos, entre otras cosas, dentro del marco de un procedimiento
concursal y en el que necesariamente debe obtener la suspensión de las obligaciones,
quiere decir que este tipo nos expresa claramente una restricción importante del
núcleo de posibles autores.

Por esta razón, el sujeto activo deberá ser parte importante en el procedimiento
concursal, calidad que solo puede corresponder al deudor de la obligación frente a los
acreedores, así como también quien actúa en su nombre.

En determinados casos, la actuación fraudulenta puede corresponder a otros agentes


tales como el administrador o liquidador, que son sujetos también vinculados a los
deberes de veracidad.
22

La conducta típica de este delito se perfecciona con la utilización de información o


documentación falsa por parte del sujeto agente. Refiere taxativamente a
“información, documentación o contabilidad falsas o la simulación de obligaciones o
pasivos.” Cuando el concepto habla de contabilidad falsa hace alusión a los alcances
dentro de la documentación, mientas que la simulación tanto de obligaciones como de
pasivos podría realizarse ya sea a través de documentos falsos como también por
información falsa.

Es así que puede entenderse que estas conductas tienen vinculación con los delitos
contra la fe pública ya que el uso de documentos falsos trae consigo la ilicitud de la
falsificación del documento así como de su uso según los delitos regulados en los
artículos 427 y 428. Por otro lado la información falsa no documental podría calificar
como falsedad genérica regulado en el artículo 438, con lo que no podríamos hablar
de la existencia de un concurso ideal de delitos por tratarse de bienes jurídicos
distintos. Si bien es cierto de forma general podrían confundirse, pero si aplicamos el
Principio de Especialidad nos damos cuenta de que tanto los bienes jurídicos como la
funcionalidad que trae consigo el documento dentro del tráficos jurídico y dentro del
sistema crediticio son diferentes.

Además sería inconvenientes desde el punto de vista político criminal aceptar que el
delito contra la fe pública de subsume en este artículo 211 bajo las reglas del concurso
aparente debido a que si analizamos que por la utilización de un documento público
falsificado, al agente se le sanciona con una pena privativa de libertad de hasta 10
años mientras que en la suspensión fraudulenta de la exigibilidad de las obligaciones
la pena es no mayor a los 6 años. Subsumir el primero dentro del segundo sería
totalmente absurdo.

Otro punto relevante que queremos mencionar es el de establecer el concepto de


documento dentro del contexto del presente artículo a analizar. Este dato podría ser
muy obvio para muchos, pero creemos necesario esclarecerlo para entender mejor el
tema.

Cuando hablamos de este concepto no solo deberá tratarse de un documento idóneo


para causar perjuicio, como se suele exigir en los delitos contra la fe pública, sino que
deberá serlo en el marco de los procedimientos concursales, lo que desde ya implica
una restricción importante del ámbito de conductas punibles.
23

Para comprender mejor a qué nos referimos con lo explicado anteriormente,


ejemplificaremos lo siguiente: Si nos dirigimos a la Ley de la Reestructuración
Patrimonial, específicamente en el artículo 92, podemos notar que el legislador ha
establecido con detalle cuáles son los documentos y la información que debe
presentar la empresa para poder acogerse al procedimiento simplificado y se apruebe
el Convenio de Reprogramación de Pagos, entonces, todos aquellos documentos que
se encuentren al margen de estos requerimientos legales son irrelevantes para la
consumación del delito concursal porque de ellos no depende la decisión de
suspender la exigibilidad de las obligaciones.

Lo que queremos dejar en claro es que tanto la documentación como la información


falsa deben ser idónea o al menos suficiente como para alterar la decisión que
conlleve a la suspensión.

En otras palabras, por este artículo, se castigaría a aquel deudor que utiliza
documentos falsos para acreditar, por ejemplo, gravámenes sobre sus bienes porque
esto sí incide directamente en la percepción de su estado patrimonial y
consecuentemente influye en la decisión de los acreedores para aprobar el Convenio
de Reprogramación.

Ahora, hablemos del tema de la consumación. Esta opera con la efectiva suspensión
de la exigibilidad de las obligaciones del deudor, lo que varía en cada procedimiento
concursal es, por ejemplo, el procedimiento de insolvencia, el que acontece con las
publicación de la resolución que declara dicha situación según el artículo 16 de la Ley
de Reestructuración patrimonial; mientras que en el concurso preventivo acontece
desde que se publica la admisión a trámite.

En los procedimientos concursales ordinarios y preventivos de la nueva LGSC, la


suspensión se produce desde la difusión del procedimiento según su art. 17.1, es decir
desde la publicación de que el deudor se ha sometido a un procedimiento concursal
en base al art. 32.1.

Es más, como se indicó antes, la suspensión podría derivar de la decisión de quienes


no son funcionarios públicos, en el procedimiento simplificado el Convenio de
Reprogramación de pagos que suspende la exigibilidad de las obligaciones es
aprobado por la Junta de Acreedores (arts. 98, 99 de la LRP). En ese sentido, los
funcionarios o acreedores respectivos deben actuar como consecuencia de la
24

falsedad del autor, la decisión de suspensión debe ser directamente imputable a un


despliegue idóneo de documentación y/o información falsa en el marco del
procedimiento concursal.

El tipo subjetivo señala que el agente debe actuar con dolo (conocimiento y voluntad)
sin necesidad de elementos diferentes de especia intención. El sujeto agente debe
conocer que la documentación o información falsa que presenta al procedimiento
concursal es idónea para lograr la suspensión de la exigibildad de las obligaciones.

Finalmente, en cuanto a las sanciones, se prevé pena privativa de libertad de 4 a 6


años, lo que es razonable en términos de proporcionalidad, teniendo en cuenta las
previstas para la violación de la presunción de veracidad (cuya regulación se
encuentra en el art. 411 del Código Penal) y el fraude procesal (encontrado en el art.
416 del Código Penal), cuyas menores consecuencias se justifican por la no exigencia
de una decisión como producto de la conducta fraudulenta o de falsedad. El art. 211
también prevé pena de inhabilitación, en los términos ya explicados, de 4 a 5 años,
con lo que equipara los márgenes de esta sanción accesoria a la prevista en el tipo
agravado del art. 209.

2.3.1. Requisito de procedibilidad

La Novena Disposición Final de la Ley Nº 27146 de 24 de junio de 1999 que reformó


los alcances de la LRP (D. Leg. Nº 845) establece una condición de procedibilidad
para el ejercicio de la acción penal por los delitos concursales de los arts. 209, 210 y
211, en términos similares a las previstas para otros delitos económicos en los que el
Indecopi tiene facultades reguladoras y sancionadoras.

Se ordena que el Fiscal, antes de formular la denuncia, solicite al Indecopi un informe


técnico que debe emitirse en 5 días hábiles, informe que deberá ser valorado por la
Fiscalía y el Poder Judicial en la fundamentación de los dictámenes y resoluciones
correspondientes.

La exposición de motivos del proyecto previo a esta norma señaló que «el alto grado
de tecnicismo que se observa en los procesos de reestructuración patrimonial justifica
el establecimiento de un requisito de procedibilidad, ya común en otros delitos
relacionados con las materias competenciales del INDECOPI, que debe satisfacerse
antes de que el Ministerio Público ejerza la acción penal ante el Poder Judicial. Este
25

se concreta en la exigencia de un informe Técnico al INDECOPI que permita a los


órganos de control penal conocer los aspectos técnicos del caso analizado».

Si se entiende que la delimitación del riesgo permitido cuenta con el dato indiciario de
la ilicitud administrativa, entonces tiene sentido que el órgano administrativo
sancionador informe al Ministerio Público sobre los alcances de la regulación
administrativa en el caso concreto.

Lo que en modo alguno implica que la Fiscalía o el Poder Judicial quedan vinculados
por los alcances del informe administrativo, pues en definitiva la interpretación de los
alcances del tipo penal, incluyendo el sentido de las disposiciones administrativas
complementarias, dada la remisión normativa conceptual a través de los elementos
normativos presentes en los arts. 209 al 211 del CP, es tarea reservada a la
jurisdicción penal.

La nueva LGSC prevé la continuidad de esta condición de procedibilidad, pese a que


su Disposición Derogatoria Única abroga expresamente la Ley Nº 27146, mantiene la
vigencia de aquellas disposiciones finales que no se opongan a la LGSC.

Además queremos agregar que respecto a este artículo encontramos otro problema
aplicativo puesto que, como sabemos, lo que se pretende proteger fundamentalmente
es al acreedor respecto de los actos de fraude cometido por sus deudores.

Pero, a pesar de ello, consideramos que el legislador al momento de tipificar este


delito no ha seguido las líneas de desarrollo que en otras legislaciones se ha seguido,
como por ejemplo, que las conductas de fraude a los acreedores no solo se sancionan
en el contexto de un proceso concursal, sino que estando fuera de él también el agente
puede hacerlo generando actos de despatrimonialización de su empresa como
persona jurídica dejando con ello a sus acreedores con imposibilidad de cobro.

Sin embargo nuestros legisladores han optado por castigar solo aquellos actos
fraudulentos dentro del procedimiento concursal.

2.4. BENEFICIOS POR COLABORACIÓN

“Artículo 212.- El deudor no comerciante declarado en quiebra que,


para defraudar a su acreedor, cometa alguno de los hechos
mencionados en el artículo 209, será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de dos, ni mayor de cuatro años.
26

(*) Artículo modificado por la Décimo Primera Disposición Final del


Decreto Legislativo Nº 861, publicada el 22-10-1996, cuyo texto es el
siguiente:

Artículo 212.- El deudor no comerciante declarado en quiebra que,


para defraudar a su acreedor, comete alguno de los hechos
mencionados en el artículo 209, será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de dos (2), ni mayor de cuatro (4) años. Si el acto
hubiese sido cometido dentro de un proceso de titulización la pena
privativa de libertad será no menor de cuatro (4) ni mayor a ocho (8)
años."

(*) Artículo modificado por la Octava Disposición Final de la Ley Nº


27146, publicada el 24-06-99, cuyo texto es el siguiente:

Artículo 212° del Código Penal Vigente

Podrá reducirse la pena hasta por debajo del mínimo legal en el caso
de autores y eximirse de pena al partícipe que, encontrándose incurso
en una investigación a cargo del Ministerio Público o en el desarrollo
de un proceso penal por cualquiera de los delitos sancionados en este
Capítulo, proporcione información eficaz que permita:

1. Evitar la continuidad o consumación del delito.

2. Conocer las circunstancias en las que se cometió el delito e


identificar a los autores y partícipes.

3. Conocer el paradero o destino de los bienes objeto material del


delito y su restitución al patrimonio del deudor. En tales casos los
bienes serán destinados al pago de las obligaciones del deudor según
la ley de la materia.

La pena del autor se reducirá en dos tercios respecto del máximo legal
y el partícipe quedará exento de pena si, durante la investigación a
cargo del Ministerio Público o en el desarrollo del proceso penal en el
que estuvieran incursos, restituye voluntariamente los bienes o
entrega una suma equivalente a su valor, los mismos que serán
destinados al pago de sus obligaciones según la ley de la materia. La
27

reducción o exención de pena sólo se aplicará a quien o quienes


realicen la restitución o entrega del valor señalado."

La mayoría de la reglas creadas para enfrentar la llamada «criminalidad organizada»


al Derecho penal común, no es reciente ni excepcional en el ordenamiento peruano.
Las normas de colaboración eficaz y sus consecuencias premiales son conocidas en
nuestro medio sobre todo a raíz de la legislación antiterrorista de los años ochenta,
cuya principal fuente de inspiración fue la regulación italiana relativa a los pentiti o
arrepentidos , que despertó una serie de críticas tanto por razones estrictamente
jurídicas (renuncia a la culpabilidad e igualdad penal, pérdida de la función preventivo
general de la pena, déficit del acusatorio y restricción del carácter cognoscitivo del
proceso) como de orden práctico (aplicación discriminatoria), que condujeron a
advertir la existencia de una «crisis del pentitismo».

Pese a ello, las reglas premiales se extendieron en la década de los noventa a la


llamada regulación italiana antimafia, a partir del Decreto Ley de 15 de enero de 1991,
no habiéndose superado las críticas contra esta forma de «pragmatismo» procesal, y
observándose más bien su ampliación a otras formas de criminalidad organizada
como se observa en la legislación de estupefacientes.

Aunque se aprecia como un instrumento esencial en la persecución del crimen


organizado, las críticas contra el modelo penal premial y su expansión al Derecho
penal ordinario son el lugar común de la doctrina hispanoamericana, tanto por
objeciones de tipo jurídico¬-material, como por objeciones de orden procesal y
constitucional. Se cuestionan las dificultades de credibilidad que ofrecen las
declaraciones de los «arrepentidos» guiados por el deseo de alcanzar una importante
reducción de pena o que con la cooperación del «arrepentido» apenas se logra «una
prueba de confesión contra otros coimputados» ,carente en sí misma de valor si no va
acompañada de otras pruebas. Asimismo se critica que conduce a la condena de un
mayor número de personas con precario material probatorio, su aplicación frente a
sujetos o modalidades delictivas que no causan grave daño social, su ineficacia para
resquebrajar organizaciones delictivas mientras «los jefes» de esas organizaciones
pueden definir las pautas de sus sanciones, o que implica el uso de medios inmorales
por parte del Estado para evitar la impunidad.

Esa expansión del régimen premial también se observa en el Perú en los últimos 10
años, por lo tanto en resumen este término del Derecho penal premial es utilizado a
28

nivel internacional, en cuanto su nacimiento se originó por la necesidad de combatir


el terrorismo, la delincuencia y los crímenes organizados que se venían suscitando en
los diferentes países, el impacto social fue tan grande que el Estado se vio en la
obligación de crear una ley o corriente del Derecho que tuviera recompensas o
beneficios a los partícipes de las bandas terroristas y poder dar con los cabecillas de
estas bandas, beneficiando y protegiendo a la persona que fungió como colaborador
con la justicia, logrando así poder ayudar a la misma y a los Órganos Jurisdiccionales
a desmantelar las organizaciones criminales y disminuir el alto índice de delincuencia
organizada dentro del Estado.

Entonces el régimen premial se extiende a delitos vinculados al Derecho penal


económico, como se aprecia en el ordenamiento penal tributario o en los delitos
concursales (art. 212 del CP).

En la primera parte del art. 212 del CP se establecen reglas premiales a favor de los
participantes de atentados contra el sistema crediticio. En el caso del partícipe,
instigador o cómplice, se establece la posibilidad de eximirlo de pena, lo que otorga
al juzgador un amplio margen de posibilidades ya que si la información proporcionada
no es suficiente para evitar la sanción del partícipe, cabe la posibilidad de una
atenuación, aún por debajo del mínimo legal, en virtud del argumento a fortiori, pues
quien puede lo más (eximir) puede lo menos (atenuar), es decir sobre la base de una
analogía in bonam parte que no prohíbe la Constitución. En cuanto al autor, sea este
directo, mediato o coautor, las posibilidades son más limitadas, sólo se permite una
atenuación hasta por debajo del mínimo legal, se excluye la exención de pena, pero
en la práctica se alcanza un efecto similar respecto de la pena privativa de libertad
porque según el art. 29 del CP la pena privativa de libertad tiene una duración mínima
de 2 días, de modo que el Juez podrá sancionar al autor con pena privativa de libertad
de 2 días hasta el máximo previsto en el tipo que subsume el hecho. No es lo mismo
en cuanto a la pena de inhabilitación porque según los arts. 38 y 39, la inhabilitación
como pena accesoria tiene un límite mínimo de 6 meses.

La llamada información eficaz debe ser proporcionada, según la norma, durante la


investigación a cargo del Ministerio Público, es decir antes de la etapa judicial, o en el
desarrollo del proceso penal. Pese a que no se fija hasta que momento puede el autor
o partícipe entregar la información, para efectos de la exención o atenuación de la
pena debe limitarse esa posibilidad hasta antes de la acusación fiscal, tanto porque
29

ello incidirá directamente en el sentido de dicha acusación (o dictamen final) como en


la sentencia. La ley tampoco regula cuales son los efectos de la información otorgada
en la etapa policial o ante otras autoridades administrativas, como las nuevas
Comisiones de Procedimientos Concursales. Estos y otros vacíos relevantes están
vinculados a la ausencia de una regulación procesal de aspectos materiales-
procesales de la colaboración eficaz en el ámbito de los delitos tributarios. En todo
caso, para efectos de los delitos concursales podría admitirse la relevancia de la
información otorgada ante autoridades administrativas como la Policía o el Indecopi,
siempre que en el término de la distancia esta sea puesta en conocimiento del
Ministerio Público para los fines correspondientes.

Respecto al contenido de la «información eficaz», se exige alternativamente que ésta


permita evitar la continuidad o consumación del delito (art. 212.1 del CP), conocer las
circunstancias en las que se cometió el delito e identificar a los autores y partícipes
(art. 212.2), o conocer el paradero o destino de los bienes objeto material del delito y
su restitución al patrimonio del deudor, en cuyo caso los bienes serás destinados al
pago de las obligaciones del deudor según la ley de la materia (art. 212.3).

Existen algunas dudas planteadas en los supuestos de terminación anticipada del art.
212 del CP, de inicio parece exigirse que la información permita alcanzar
necesariamente los resultados descritos en los nums. 1, 2 y 3 («información eficaz
que permita»), no siendo suficiente el esfuerzo serio por parte de colaborador de
entregar la mayor información para que por ejemplo se descubra a los autores del
delito (num. 2), con lo que el otorgamiento del beneficio depende en gran medida de
la actuación de los funcionarios que conocen la información, de modo que su
negligencia u omisión puede perjudicar la concesión del mismo. En esa misma
perspectiva, no queda claro si el num. 3 exige simplemente que la información permita
conocer el paradero o destino de los bienes, o sí además debe lograrse la efectiva
restitución de los mismos como parece deducirse de la conjunción «y» prevista en la
norma, resultado cuyo alcance difícilmente dependerá del informante, salvo que se
piense en supuestos de colusión con el poseedor de los bienes objeto del delito.

Se dice que un sistema como el peruano, donde la reparación en el proceso penal es


una aspiración difícilmente satisfecha, el art. 212 ordena reducir la pena del autor en
dos tercios de máximo legal y la exención del partícipe (instigador o cómplice) cuando,
30

en la investigación fiscal o judicial, dicho autor o partícipe «restituye voluntariamente


los bienes o entrega una suma equivalente a su valor», bienes que deberán someterse
al pago de las obligaciones del deudor. La última parte de la norma dada, precisa que
la «reducción o exención sólo se aplicarán a quién o quiénes realicen la restitución o
entrega del valor señalado»

Con ello se establecen reglas de sustitución de la pena a través de la reparación


espontánea, es decir mecanismo propios de la llamada «tercera vía», aunque cabe
advertir que en cualquier caso se trata de una reparación parcial porque la devolución
de los bienes o la entrega de su valor no incluye el pago del posible lucro cesante ni
daños extra patrimoniales.

Este otorgamiento de consecuencias antipunitivas a la reparación espontánea fue


puesto de relieve por la exposición de motivos del Proyecto de marzo de 1999 de Ley
de Fortalecimiento del Sistema de Reestructuración Patrimonial, según el cual «Su
fundamento obedece a la concepción de la reparación civil como la tercera vía del
Derecho penal. Se entiende que los objetivos de prevención general y especial no sólo
pueden realizarse mediante la instrumentación de penas y medidas de seguridad, sino
también, como “tercera vía”, a través de la reparación civil. Esta relación entre
reparación y medida de la pena, obedece a una perspectiva “victimológica” que,
frente a la necesidad de imponer una pena como medida de prevención general,
privilegia la satisfacción patrimonial de la víctima y evidencia una carencia de
necesidad de prevención especial respecto del agente que “voluntariamente” repara
el daño cometido» .

Efectivamente, como describe Roxin esta concepción tiene la ventaja de ofrecer al


autor un incentivo mayor para la reparación (atenuación obligatoria, condena
condicional o exención de pena en caso de delitos menores sin renunciar a la
declaración de culpabilidad) y a la víctima un resarcimiento veloz. Vista de ese modo
la reparación no se erige como un nuevo fin, ya que éste sigue sometido a fines de
protección social a través de la prevención y la reparación puede contribuir
sustancialmente a la realización de esos fines desde perspectivas de subsidiariedad,
al lado de la pena y la medida de seguridad, como una tercera vía. De esa forma, si
el autor por su propio interés, se esfuerza en resarcir rápidamente a la víctima, tiene
que relacionarse con ella, confrontarse interiormente con su conducta y con el daño
causado y dar una prestación constructiva, entendida como socialmente razonable y
31

justa de modo inmediato, lo que puede contribuir significativamente a la


resocialización, es decir a la prevención especial, pero también a la prevención
general porque el trastorno social causado por el hecho punible recién queda
neutralizado cuando el daño es reparado y es reinstaurado el estado originario.
«Recién entonces el perjudicado y la generalidad contemplan el caso como
terminado»

Estas formas de renuncia a la persecución penal no son totalmente novedosas en


nuestro sistema jurídico, tomando en cuenta la regla de cancelación de la pena en el
libramiento indebido (art. 215 in fine del CP) que impide el ejercicio de la acción penal
si se paga el valor del cheque dentro del tercer día posterior al requerimiento, aunque
este caso puede presentarse mejor como una criticable, por discriminatoria.

Es criticable el art. 212 del CP cuando no establezca límites temporales a la reparación


espontánea, motivo por el cual parece justificado limitar sus efectos atenuantes o
eximentes cuando opere antes de la acusación fiscal, o sea antes de la etapa de
enjuiciamiento, la reparación posterior a dicha estación procesal difícilmente podrá
estimarse voluntaria estando de por medio una amenaza cierta y cercana de sanción
penal. Una restricción parecida impuso la Décimo Tercera Disposición Final de la Ley
N° 27038 que extendió temporalmente los efectos eximentes del art. 189 del Código
Tributario para personas sujetas a investigación administrativa, fiscal o judicial,
siempre que el Fiscal Superior no hubiere formulado acusación hasta el 31 de
diciembre de 1998.

Además debe tenerse en cuenta que estas normas precisaron que la cancelación de
la pena se extendía a todos los involucrados en el hecho (autores, cómplices e
instigadores), lo que según se adelantó no se prevé en el art. 212 que adopta
plenamente las consecuencias de la incomunicabilidad, dejando quizás de lado los
argumentos favorables a una carencia o disminución de la necesidad de pena para
los partícipes cuando el autor del delito repara el hecho devolviendo los bienes o
sustituyendo su valor en dinero. Así, cabría preguntarse sobre las razones para no
bloquear o limitar la responsabilidad de los intervinientes accesorios (partícipes),
cuando quién tuvo el dominio del hecho (autor) ha logrado atenuar su sanción
mediante una espontánea reparación.

Se ha cuestionado la justificación de una medida de «reparación» frente a un delito


que pretende proteger un bien jurídico colectivo («sistema crediticio»), de modo que
32

pareciera necesario reparar a todos los acreedores o al propio Indecopi que puede
promover la denuncia penal y ser parte en el proceso respectivo. Cabe sin embargo
precisar que el art. 212 del CP no establece un régimen de pago directo a los
acreedores ni al Indecopi, sino el sometimiento de los bienes o del dinero sustituto a
las reglas concursales previstas en la LGSC. Ello indica el sentido de reponer las
cosas al estado anterior no tanto desde la perspectiva individual de los acreedores o
institucional en función del Indecopi, sino a partir de las reglas del sistema concursal
según las cuáles dichos bienes o su valor deberán reintegrarse a la masa concursada.

Entonces se concluye que respecto al art. 212(beneficio por colaboración) del CP se


deduce que en el procedimiento podrán acogerse tanto el autor como el participe por
tanto podrán someterse a aquellos coautores, cuando se trata de pluralidad de
imputados a quienes se les atribuye el codominio funcional del hecho así como el autor
mediato cuando este utiliza a un instrumento no doloso para la perpetración del injusto.

Serán siempre aquellas personas físicas que ejercen en el son de la persona jurídica
los órganos más representativos de la sociedad o aquellas que actúan en su nombre
según el mencionado del artículo 212, cuando del autor se trata, sea como autor
inmediato autor mediato, o coautores la pena podrá ser rebajada por debajo del
mínimo legal de igual forma sucede cuando el imputado se acoge a los beneficios de
la confesión sincera.

Por lo cual cabe mencionar que el participé ya sea primario o secundario a diferencia
del autor debe recibir siempre una pena menor con arreglo a los principios de
proporcionalidad y culpabilidad, ya que ellos a pesar que no tuvieron dominio material
del hecho estos han intervenido de manera decisiva para que así se logre cometer el
delito, en el caso de un solo agente que ha cometido de forma individual el delito
difícilmente podrá acogerse a este procedimiento, al carecer de datos que pueden
involucrar a otro individuo por lo tanto el participé que ha intervenido en la realización
delictiva permitiendo el ocultamiento de los bines se encuentra en la posición de
informar sobre el paradero de los bienes buscando así un beneficio la exención de la
pena . Si son varios coautores únicamente podrá ser beneficiado aquel que de forma
primera se acerque al ministerio público y brinde la información eficaz por lo que al
otro coautor no le quedara otra que someterse a la investigación y luego al proceso
penal.
33

La esencia de este artículo es la obtención de información útil y trascendente para la


identificación de los autores, co-autores y partícipes así como la forma como se
perpetró el delito, la misma debe servir para evitar o impedir la continuidad de delito,
dar luces acerca de las circunstancias en que se produjo el hecho delictuoso, conocer
el destino y ubicación de los bienes sustraídos para reincorporarlos al patrimonio del
deudor y de esa manera imputarlos al pago de las obligaciones a favor de sus
acreedores.

2.5. EJERCICIO DE LA ACCIÓN PENAL E INTERVENCIÓN DEL INDECOPI

“Art. 213.- Ejercicio de la Acción Penal e Intervención del INDECOPI

En los delitos previstos en este Capítulo solo se procederá por acción


privada ante el Ministerio Público, El Instituto Nacional de Defensa de la
Competencia y Protección de la Propiedad Intelectual (INDECOPI), a
través de sus órganos correspondientes, podrá denunciar el hecho en
defecto del ejercicio de la acción privada y en todo caso podrá intervenir
como parte interesada en el proceso penal que se instaure”

El legislador le otorgó a estos delitos la categoría de SEMIPUBLICOS y así lo


establece la propia exposición de motivos del Sistema de Reestructuración
Patrimonial, es decir, son aquellos delitos en los que el Ministerio Público interviene
en la medida en el afectado realice una denuncia. En otras palabras, la interposición
de la denuncia legitima al MINPUB para que pueda perseguir estos delitos
económicos.

Es aquí en donde también encontramos un problema aplicativo en la tipificación de


este artículo, ya que si decimos que estos son atentados contra el sistema crediticio
donde el bien jurídico protegido es el sistema crediticio que es el que resulta afectado
como consecuencia de estos atentados, se entiende que es un delito colectivo que
daña la confianza en los negocios y va en contra de la buena fe, entonces, por qué se
señala en este artículo que solo se persiguen estos delitos por denuncia del acreedor
y que en su defecto será INDECOPI quien pueda intervenir.
34

2.6. MANEJO ILEGAL DE PATRIMONIO DE PROPÓSITO EXCLUSIVO

“Art. 213-A.- Manejo Ilegal del Patrimonio de Propósito Exclusivo

El factor fiduciario o quien ejerza el dominio fiduciario sobre un


patrimonio fideicometido, o el director, gerente o quien ejerza la
administración de una sociedad de propósito especial que, en
beneficio propio o de terceros, efectúe actos de enajenación,
gravamen, adquisición u otros en contravención del fin para el que fue
constituido el patrimonio de propósito exclusivo, será reprimido con
una pena privativa de libertad no menor de dos (2), ni mayor de cuatro
(4) años e inhabilitación de uno o dos (2) años conforme al artículo 36
incisos “2) y 4)”

En este artículo se nos habla del fideicomiso. Si dentro de su posesión temporal, el


fideicomisario, en beneficio propio o de terceros, realice actos de enajenación,
gravamen, adquisición u otros que contravengan su fin principal, será penalizado con
pena privativa de libertad entre los 02 y 04 años e inhabilitación de 01 a 02 años.

Ya para culminar con esta sección queremos recalcar unas circunstancias que podrían
confundir en la práctica jurídica, pero que si analizamos cuidadosamente los tipos
penales encontraremos la respuesta.

Como hemos explicado anteriormente, la reforma de 1999 reemplazó la denominación


original del Cap. I del Tít. VI del Libro Segundo del Código Penal de 1991, por la
expresión «Atentados contra el sistema crediticio». Esta rúbrica es suficientemente
descriptiva del objeto afectado por los comportamientos típicos de los arts. 209 y
siguientes, pero puede plantear confusiones frente al ámbito de regulación de los
«Delitos financieros» tipificados por los arts. 244 y siguientes, orientados en general a
proteger relaciones crediticias enmarcadas en el orden socioeconómico.

Esta posible coincidencia se limita al plano formal, los delitos de los arts. 209, 210 y
211 sólo pueden cometerse en el marco de un procedimiento concursal seguido ante
el INDECOPI o sus órganos afiliados, mientras que los delitos financieros se realizan
a través de entidades bancarias, financieras o que operan con fondos del público, es
decir las reguladas por la Ley N° 26702, Ley general del sistema financiero. Las
situaciones de insolvencia o quiebra de dichas entidades no se regulan mediante los
procedimientos concursales de la LRP, tampoco quedarán abarcadas por la LGSC,
35

de allí que los tipos de los arts. 209 y siguientes del Código Penal no protegen las
relaciones crediticias especialmente tuteladas por la Ley general del sistema
financiero.

Pese a estos diferentes niveles de protección, es importante tener en cuenta la


relevancia que se aprecia en el Derecho comparado de recurrir a otras
denominaciones que permiten advertir, ya desde el nomen iuris, la presencia de un
interés distinto al de los delitos bancarios.

Teniendo en cuenta la estructura de los nuevos delitos que tienen como contexto de
realización los procedimientos concursales de la Ley de reestructuración patrimonial,
una denominación más adecuada podría ser la de «Delitos concursales», la que
coincide plenamente con los alcances de la LGSC que regula procedimientos
concursales. La rúbrica

«Delitos de insolvencia» expresaría de modo parcial el contenido de los tipos del CP


que extienden la tutela a las conductas realizadas mediante procedimientos ajenos a
la insolvencia, es decir el procedimiento simplificado y el concurso preventivo.
Asimismo, el rótulo «Insolvencias punibles» sería además impreciso porque la 11ª
Disposición Complementaria de la LRP establece tipos administrativos que también
prevén conductas de insolvencias punibles.
36

CAPÍTULO III
DERECHO COMPARADO

3.1. DOCTRINA NACIONAL

3.1.1. LEGISLACIÓN PERUANA

La construcción de un Derecho Penal Económico en el Perú es el resultado de un


proceso de evolución legislativa reciente. Como han dado a conocer los especialistas,
el Código Penal peruano de 1 924 carecía de disposiciones punitivas que reflejaran la
decisión político-criminal de otorgar una tutela penal específica al orden jurídico
económico. Sin embargo, en el derecho penal complementario y especial, anterior y
posterior al Código Maurtúa, se detecta un disperso conjunto de leyes que
incorporaron delitos de naturaleza o trascendencia económica.

La reforma de 1999 ha sustituido la denominación del Cap. I del Tít. VI del Libro
Segundo del CP de 1991, por la expresión «Atentados contra el sistema crediticio».
Teniendo en cuenta el actual contenido y estructura de los tipos de los arts. 209, 210
y 211, el bien jurídico penalmente protegido es el sistema crediticio, como integrante
del orden socioeconómico. Dejando de lado las posturas que concretan el bien
jurídico en la fe pública o la administración de justicia, el debate principal gira en
torno al carácter patrimonial o socioeconómico de estos delitos.

3.1.1.1. Perspectiva estrictamente patrimonialista1

Se sostiene que el bien jurídico es el derecho del acreedor a la satisfacción


de su crédito con el patrimonio del deudor, derecho de garantía que se reconoce al
acreedor sobre todos los bienes, presentes y futuros del deudor. El sistema de
protección y garantía del crédito en el ordenamiento civil está constituido
por cauciones o garantías, de carácter personal o real, por medidas coercitivas y
ejecutivas. Al Derecho Penal le corresponde una intervención secundaria frente a los
atentados graves contra el derecho de crédito del acreedor, de modo que el contenido

1
LANDROVE DÍAZ. Las quiebras punibles. Barcelona 1970, p. 145. DEL ROSAL BLASCO. «Las insolvencias punibles,
a través del delito de alzamiento de bienes, en el Código penal», ADPCP 1994, pp. 1112. TERRADILLOS BASOCO.
DP de la empresa. Madrid 1995, p. 140. GONZÁLES RUS. «Las insolvencias punibles». En: Cobo del Rosal (Dir).
Curso de DP español. PE I. Madrid 1996, p. 726. MUÑOZ CONDE. DP. PE. 11ª ed. Valencia 1996, pp. 392, 397,
398. VIVES ANTÓN/GONZÁLES CUSSAC. «De las insolvencias punibles». En: Vives Antón
(Coor). Comentarios al CP de 1995. Vol. II. Valencia 1996, pp. 12741275. QUINTERO OLIVARES. «De las
insolvencias punibles». En: Quintero Olivares (Coor). Comentarios a la PE del DP. Pamplona 1996, p. 533, 537--
538.
37

de injusto vendrá representado por el peligro o daño que tal derecho pueda
sufrir como consecuencia de la propia insolvencia del deudor.

Frente a esta tesis, se ha señalado que la bancarrota o insolvencia tiene incidencia en


las relaciones económicas y no sólo en las mercantiles, por lo que se trataría de un
delito netamente socioeconómico. El Derecho Penal económico protege un conjunto
de intereses que, pese a tener en algunos casos como punto de partida un interés
estrictamente individual como sucede con los derechos de autor o la propiedad
industrial, están dotados de una dimensión colectiva o supraindividual porque
permiten el funcionamiento del sistema económico. Esta conjunción entre lo individual
y lo colectivo se observa en los delitos concursales. De un lado se tienen los intereses
de los acreedores que, ante el fraude, reclaman la satisfacción de su crédito valorable
en dinero. Pero existe un interés ulterior de carácter colectivo relacionado con la
credibilidad en el sistema crediticio, el cual queda de lado bajo una concepción
patrimonialista del interés protegido.

El carácter socioeconómico de los delitos concursales en nuestro ordenamiento


obedece asimismo a su no regulación en el Título V del Libro Segundo relativo a los
delitos patrimoniales, sino en el Título VI rubricado como «Delitos contra
la confianza y la buena fe en los negocios». Pese a la vaguedad de esta rúbrica, la
doctrina nacional ha venido entendiendo que la «confianza y la buena fe en los
negocios» constituye un principio fundamental que rige las relaciones
negociales pero entabladas en el marco socioeconómico. 2

Debe tenerse también en cuenta que las infracciones concursales son sancionadas
en primer término por órganos administrativos como la Comisión de Reestructuración
Empresarial del Indecopi. Ello refleja que la tutela del crédito no se concibe como un
asunto estrictamente civil o mercantil, sino desde una perspectiva netamente pública.
Esta intervención del poder sancionador administrativo no es otra cosa que
una injerencia estatal en la economía en orden a proteger un interés colectivo. Es
cierto que contra esta concepción puede oponerse que el art. 213 condiciona la
persecución penal a la voluntad individual del acreedor, configurándose un modelo
de ejercicio privado de la acción, pero tampoco cabe olvidar que el propio art.

2
PEÑA. PE II-B, p. 642. BRAMONTARIAS TORRES/ GARCÍA CANTIZANO. Manual de DP. PE. 4ª ed. Lima 1998, pp.
400401. ABANTO VÁSQUEZ. Derecho Penal económico. Lima 1997, p. 33. ANGELES GONZÁLES/FRISANCHO
APARICIO/ROSAS YATACO. CP. PE. Vol. III. Lima, pp. 13641365. NOGUERA RAMOS. Delitos contra la confianza
y la buena fe en los negocios. Lima 1998, p. 52.
38

213 prevé una regla de intervención subsidiaria en el sentido que, con o sin el
consentimiento de los acreedores, el Indecopi puede denunciar el hecho directamente
ante el Ministerio Público, con lo que se acentúan las posibilidades
de persecución oficial.

La protección del «sistema crediticio» no opera pues como un fin en sí mismo, sino
por su función para el mantenimiento del orden socioeconómico como bien
colectivo. El sistema crediticio, entendido como el conjunto organizado de relaciones
jurídico crediticias, se erige como uno de los pilares básicos del modelo de economía
social de mercado que adopta la Constitución (art. 58), porque multiplica las relaciones
de intercambio de bienes y servicios en el sistema económico. En ese contexto, el
único bien jurídico merecedor y necesitado de protección penal, al
ser complementario de bienes individuales, es el orden socioeconómico, compuesto
además por otros sectores de gran trascendencia como la libre competencia o el
sistema de recaudación tributaria. Consecuentemente, el sistema crediticio es
instrumento u objeto al servicio de este bien jurídico colectivo y, de ese modo, al
servicio de los bienes individuales complementados que se concretan en el patrimonio
de los acreedores reales y potenciales.

Habiendo aclarándose a rasgos generales la figura delictiva y las consecuencias en


nuestra sociedad, pasaremos a citar a doctrinarios y tratadistas con respecto a cada
modalidad del delito en mención.

 COMISIÓN DEL DELITO POR CULPA DEL AGENTE

De acuerdo con el tratadista Reyna Alfaro, Luis Miguel

BIEN JURÍDICO PROTEGIDO:

Señala que, “El bien jurídico penalmente protegido en la modalidad culposa es, como
es lógico, idéntico al tutelado en la modalidad dolosa, esto es, la funcionalidad del
sistema crediticio, elemento integrante del orden económico constitucional.”(Reyna
Alfaro, 2002)

TIPO PENAL EN BLANCO:

Sostiene con respecto al mismo artículo (Art. 210), el legislador ha estructurado el


siguiente tipo culposo como un tipo penal en blanco con reenvío interno, en la medida
que los actos materiales que integran la modalidad dolosa son los que integran
39

también el tipo penal culposo. Este reenvío se da no solo a nivel de los actos
materiales, sino también en el ámbito de penalidad de imponer.

 SUSPENSIÓN DOLOSA DE LA EXIGIBILIDAD DE LAS OBLIGACIONES


DEL DEUDOR

SUJETO ACTIVO:

De acuerdo con el artículo 211 de nuestro código penal, el sujeto activo debe ser quien
se vale de la utilización de información; documentación o contabilidad falsa; o de la
simulación de obligaciones o pasivos, para lograr así la suspensión de la exigibilidad
de las obligaciones que tiene el deudor.

TIPO SUBJETIVO Y CONSUMACIÓN:

Resulta ser un delito doloso, puesto que, no se exige la presencia de ningún elemento
especial que sea subjetivo.

El delito se consuma cuando el sujeto agente logra, en el ámbito concursal, que la


exigibilidad de las obligaciones del deudor quede suspendida. Por lo tanto, es posible
la tentativa.

 BENEFICIOS POR COLABORACIÓN

De acuerdo con los tratadistas Bramont Arias Torres, L.A. & García Cantizano,
María del Carmen.

TIPICIDAD OBJETIVA:

Con respecto al artículo 212 del código penal, el sujeto pasivo del delito será la
colectividad, participante en el sistema de crédito. Sujeto activo es el deudor no
comerciante, declarado en quiebra; por lo tanto, y, en primer lugar, solo podrán
cometer este delito todos aquellos que, por su condición de no comerciantes, no
puedan ser incriminados con arreglo a los preceptos anteriores (hace referencia a los
artículos 210 y 211). En segundo lugar, y como elemento común a los demás delitos
de quiebra, es preciso que el deudor haya sido declarado en quiebra, lo cual viene a
constituir una condición objetiva de procedibilidad, sin cuyo cumplimiento será
imposible proceder contra el deudor. (Bramont Arias Torres, 1998)
40

TIPICIDAD SUBJETIVA:

Del mismo artículo se desprende que solo es posible la comisión dolosa de este delito,
por lo que el dolo abarca el conocimiento y voluntad de la realización de cada una de
las modalidades típicas, en fraude de los acreedores. Según esto, pareciera que el
texto del artículo 212 se deduce la existencia de un ánimo especial defraudatorio,
distinto del dolo, en la medida en que se indica “para defraudar a su acreedor”. No
obstante, hay que rechazar tal interpretación, señala el tratadista, por cuanto la idea
de defraudación es inherente a la propia concepción de la conducta típica, en
cualquiera de sus modalidades, lo que -en consecuencia- nos lleva a concluir que
forma parte del contenido del dolo. Esto, por otro lado, guarda perfecto paralelismo
con el delito de quiebra fraudulenta, en el que tampoco es preciso un elemento
subjetivo del tipo relativo a una específica finalidad defraudadora.

 EJERCICIO DE LA ACCIÓN PENAL E INTERVENCIÓN DEL INDECOPI

Conforme al tratadista García Cavero, Percy

DESCRIPCIÓN DEL TIPO:

La reforma penal ha establecido que Indecopi determine en cada caso si el hecho


constituye infracción administrativa o si es especialmente grave como para constituir
el delito. En el supuesto de que Indecopi decida que la infracción reviste especial
gravedad, la Ley de Fortalecimiento del Sistema de Reestructuración Patrimonial
establece que deberá inhibirse de pronunciarse (…) y poner los actuados a disposición
del Ministerio Público para los fines correspondientes. (García Cavero, 1997)

Según Reyna Alfaro, L.

PARTICULARIDADES DE ESTA FIGURA DELICTIVA:

La tramitación de los delitos concursales se realiza en vía sumaria, en virtud a lo


dispuesto en la Ley N.º 26689. Sin embargo, las cuestiones más importantes en el
ámbito procedimental se producen a partir de su consideración como delito de
instancia privada, según lo dispuesto por el texto vigente del artículo 213 del Código
Penal. Esto quiere decir que el proceso penal se iniciará solo por denuncia ante el
Ministerio Público de quienes se sientan afectados. Adicionalmente, el citado artículo
213 del Código Penal faculta al Indecopi a intervenir, a través de sus órganos
correspondientes, denunciando el hecho en efecto del ejercicio de la acción privada.
41

De la misma manera, el Indecopi podrá intervenir como parte en el proceso penal que
se instaure.

Conforme a Bramont Arias, L. & García Cantizano, M.

DESCRIPCIÓN TÍPICA:

El comportamiento típico consiste en efectuar actos de enajenación, gravamen,


adquisición u otro contraviniendo los fines para los que se ha constituido el patrimonio
de propósito exclusivo, en beneficio propio o de terceros. En términos más fáciles,
bajo este precepto no se acoge más que un supuesto especial de apropiación ilícita,
donde los sujetos encargados de la administración y control del patrimonio de
propósito exclusivo, y que han obtenido en fidecomiso, realizan actos de disposición
en su propio beneficio o en el de terceros. La especialidad de este supuesto radica en
el hecho del objeto apropiado, esto es, el denominado “patrimonio de propósito
exclusivo”.

 MANEJO ILEGAL DEL PATRIMONIO DE PROPÓSITO EXCLUSIVO

Reyna Alfaro, Luis Miguel

SUJETO ACTIVO Y PASIVO:

Estamos ante un delito especial que solo puede ser cometido por quien reúne las
condiciones descritas en el artículo 213-A del Código Penal. El sujeto pasivo de la
conducta es la colectividad (…). Estamos ante una conducta dolosa.

ACCIÓN TÍPICA Y CONSUMACIÓN:

El artículo 213-A del Código Penal reprime los actos de disposición patrimonial que
afecten el patrimonio, fideicomitido o destinado a propósito exclusivo, en
contravención a los fines por los cuales fueron sustituidos. El delito se consuma
cuando el sujeto activo realiza el acto de disposición patrimonial.
42

3.2. DOCTRINA EXTRANJERA

3.2.1. LEGISLACIÓN CHILENA (Lux)

En la regulación chilena se hizo un cambio en la denominación del Párrafo 7° del Título


IX del Libro II CP. -que “De las defraudaciones” pasó a denominarse en la actualidad
“De los delitos concursales y de las defraudaciones”

No es posible referirse a los delitos económicos en el ordenamiento jurídico chileno


sin antes delimitar un concepto que permita reconocer cuáles son éstos y dónde radica
su particularidad.

Se entiende por delito económico aquella infracción jurídico penal cuyo contenido de
injusto está en directa relación con la afección a una determinada configuración de las
relaciones económicas y de los modos de producción y que además repercute (lesión
o puesta en peligro) en el funcionamiento del sistema social y por ende afecta a todos
y cada uno de sus miembros.

De ahí entonces que pareciera que la esencia del delito económico está en el nivel y
magnitud de respuesta jurídica que se haya diseñado para la protección de un sistema
económico-social determinado y en un tiempo dado. Una lectura de este tipo posee
mayor riqueza cuando se utiliza para el análisis de comportamientos que atentan
contra bienes jurídicos supraindividuales, dada la injerencia que en la definición de
ellos cobra el diseño y dinámica de las interrelaciones entre los individuos y los entes
colectivos (incluidos en ellos la empresa y también los aparatos económicos y
contralores del Estado).

Como es sabido, el bien jurídico cumple diversas funciones de gran relevancia para el
Derecho penal. Así, la afectación de un bien jurídico sirve de fundamento a la pena de
los comportamientos que lo lesionan o ponen en peligro y constituye un presupuesto
inevitable para el ejercicio del ius puniendi estatal. Además, la importancia relativa de
un bien jurídico y su nivel de afectación (lesión o peligro) operan como criterio para el
establecimiento de penas proporcionales. El bien jurídico permite igualmente
identificar el injusto específico de cada delito (lo que puede tener consecuencias, por
ejemplo, en materia de concurso aparente de leyes penales), así como sistematizar
los delitos que integran la Parte Especial y orientar la interpretación de las distintas
conductas que ellos castigan.
43

Pues bien, los delitos concursales pueden ser entendidos como figuras delictivas que,
al igual que las defraudaciones, se valen de un medio fraudulento para perjudicar los
intereses patrimoniales de otros, en este caso, de los acreedores.

SUJETO ACTIVO Y CONDUCTA TÍPICA

El deudor que realizare alguna de las siguientes conductas:

 Ocultare total o parcialmente sus bienes o sus haberes (concordancia con el


artículo 209 inciso 1 del Código Penal Peruano, a diferencia que el tipo penal
amplía a los autores que pueden ser: administrador, liquidador. Sin embargo,
la legislación chilena tiene separadas las conductas del deudor como la del
liquidador que se encuentra conjunta con la del veedor3 -figura que la
legislación peruana no establece-)
 Si después de la resolución de liquidación percibiere y aplicare a sus propios
usos o de terceros, bienes que deban ser objeto del procedimiento concursal
de liquidación. (A diferencia de la peruana en la que no necesariamente se
solicita una resolución de liquidación para que incurra en tal conducta)
 Si después de la resolución de liquidación, realizare actos de disposición de
bienes de su patrimonio, reales o simulados, o si constituyere prenda, hipoteca
u otro gravamen sobre los mismos. (En el caso de la legislación peruana no se
tipifica la constitución de lo que hoy se conoce como garantía mobiliaria -y ya
no prenda- ni hipoteca)
 Si durante el procedimiento concursal de reorganización o liquidación,
proporcionare al veedor o liquidador, en su caso, o a sus acreedores,
información o antecedentes falsos o incompletos, en términos que no reflejen
la verdadera situación de su activo o pasivo. (Este podría asemejarse al del
inciso 2 del artículo 209 del C.P. Peruano, en la medida que el deudor no es
del todo sincero con su verdadera situación económica)

Los delitos concursales que puede cometer (quien actúe por) la empresa deudora, o
bien, el veedor o liquidador de bienes, suponen un procedimiento concursal, ya sea
de reorganización o de liquidación.

En términos generales, dichos procedimientos, constituyen mecanismos de tutela o


defensa colectiva de los acreedores ante la insolvencia de la empresa deudora. Por

3
Es un inspector, visitador, observador
44

su parte, la insolvencia “es un estado patrimonial vicioso y complejo que se traduce


en un desequilibrio entre su activo liquidable y su pasivo exigible, de modo tal que
coloca a su titular en la incapacidad objetiva de cumplir, actual o potencialmente, los
compromisos que lo afectan.

TESIS PLANTEADAS

En materia de delitos concursales y, más ampliamente, de delitos relacionados con el


concepto de insolvencia, existen dos grandes grupos de planteamientos relativos al
bien jurídico tutelado: las tesis “patrimonialistas” y las tesis “meta patrimonialistas”.
Las primeras entienden que los delitos concursales protegen un bien jurídico individual
(o sea, un interés que es de titularidad o sirve a una persona determinada o a un grupo
de personas determinadas); las segundas, por el contrario, consideran que los delitos
concursales tutelan un bien jurídico colectivo o supraindividual (o sea, un interés que
es de titularidad o sirve a la generalidad de las personas que integran el cuerpo social).
De ahí que un sector de la doctrina aluda, de forma más genérica, a tesis
“individualistas” y a tesis “colectivas”. A estos planteamientos suele añadirse una
tercera propuesta, que puede calificarse de mixta, pues mezcla la tesis patrimonialista
con (uno de los) planteamientos meta patrimonialistas. Como sea, y más allá de las
diferencias conceptuales entre ambos grupos de tesis, que el bien jurídico tutelado
por los delitos concursales sea individual o supraindividual tiene una importante
consecuencia: mientras que los bienes jurídicos individuales son esencialmente
disponibles para su titular, ningún individuo tiene capacidad de disponer de un bien
jurídico colectivo. Mas la actual regulación de los delitos concursales contiene
poderosos argumentos en favor de las tesis patrimonialistas.

INJUSTO PENAL

Tratándose de los delitos concursales, el fundamento del injusto y de su consecuente


castigo se vinculan, copulativamente, con la afectación de los intereses patrimoniales
de los acreedores (desvalor de resultado) mediante la ejecución de comportamientos
delictivos de especial gravedad (desvalor de acción).

En la misma línea, en los delitos vinculados con la insolvencia no se trata de sancionar


el mero hecho de contraer deudas o el mero estado de insolvencia, sino que de
castigar penalmente una insolvencia “deliberadamente provocada o intencionalmente
agravada” por el deudor, que deja a los acreedores en una situación de desvalimiento
45

frente al primero. Dicha circunstancia permite destacar el carácter fraudulento del


comportamiento, así como sustentar el injusto de los delitos concursales en algo que
exceda la mera prisión por deudas.

3.2.2. LEGISLACIÓN VENEZOLANA

Este país, en su código penal establecen los delitos contra la fe pública, pero con
respecto al tema, se adecúa: “El de las quiebras”, el cual se ubica en el capítulo VI,
desde el artículo 342 al 343.

Quiebra, en Derecho Mercantil, es la situación del comerciante al que no le es posible


pagar las deudas u obligaciones que haya contraído, por falta de fondos o de bienes
suficientes a tal efecto. Si carece de dinero, pero posee bienes susceptibles de ser
vendidos, no se hallará en la situación indicada, sino en la de atraso, que
frecuentemente se resuelve en un arreglo entre el comerciante atrasado o fallido y sus
acreedores.

De acuerdo con el código de comercio venezolano, existen tres especies de quiebras:


fortuita, culpable y fraudulenta.

Quiebra fortuita es la que proviene de casos fortuitos o de fuerza mayor que conducen
al comerciante a la cesación de sus pagos y a la imposibilidad de continuar sus
negocios.

Quiebra culpable es la ocasionada por una conducta imprudente o disipada de parte


del fallido.

Quiebra fraudulenta es aquella en que ocurren actos fraudulentos del fallido para
perjudicar a sus acreedores.

TIPO PENAL EN BLANCO:

Este Capítulo del Título VI del Libro Segundo del Código Penal señala o determina las
sanciones que han de aplicarse a los comerciantes que se encuentran en la referida
situación, pero no describe los hechos que acarrean la imposición de las mismas,
porque ellos han sido tipificados de antemano en el Código de Comercio. Los
preceptos comprendidos en aquél son, sin lugar a dudas, leyes en blanco.
46

BIEN JURÍDICO PROTEGIDO:

En cuanto al bien jurídico protegido por las disposiciones del Código Penal que
sancionan la quiebra, es cuestión largamente debatida por los expositores del
Derecho Penal; y está vigente aún el desacuerdo de las diferentes legislaciones a ese
respecto.

La quiebra por sí sola no es delito, esto es la cesación de pagos judicialmente


declarada, no está tipificada como delito. Por esta razón la quiebra fortuita la califica
el Juez de Comercio. Pero el delito surge cuando se llega a comprobar la existencia
de circunstancias que aparecen enumerados en los Arts. 916, 917 y 918 del C.
Comercio, en cuyo caso será castigada con arreglo al código Penal.

SANCIONES:

El artículo 341 del Código Penal preceptúa: «Los que, en los casos previstos por el
Código de Comercio u otras leyes especiales, sean declarados culpables de quiebra,
serán castigados conforme a las reglas siguientes: 1. Los quebrados culpables serán
penados con arresto de seis meses a tres años. 2. Los quebrados fraudulentos serán
penados con prisión de tres a cinco años. Estas penas se impondrán según la
gravedad de las circunstancias que han dado lugar a la quiebra, aumentándose o
disminuyéndose dentro de su mínimum y su máximum, a juicio del Tribunal. Las
personas indicadas en el artículo 922 del Código de Comercio, serán castigadas como
reos de hurto por los hechos a que se contrae el mismo artículo».

Tanto en la quiebra fraudulenta, como en la culpable, el sujeto activo es el comerciante


quebrado; y, cuando se trate de la quiebra de una sociedad por acciones, o de
responsabilidad limitada, serán los promotores y los administradores de dicha
compañía, los cuales serán penados como quebrados culpables, «si por su culpa no
se han observado las formalidades establecidas en las Secciones II, IV Y VII del Título
VII del Libro Primero de este Código», o si, también por su culpa, ha ocurrido la quiebra
de la sociedad, pues así lo dispone el artículo 920 del predicho cuerpo legal.

En cambio, serán castigados como quebrados fraudulentos: 1. Cuando dolosamente


hayan omitido la publicación del contrato de sociedad, del modo establecido por la ley.
2. Cuando hayan declarado falsamente el capital suscrito o enterado en caja. 3.
Cuando hayan pagado dividendos de utilidades que manifiestamente no existían y han
disminuido con esto el capital social. 4. Cuando dolosamente hayan tomado mayores
47

sumas de las que les asigna el contrato social. 5. Cuando con dolo o por consecuencia
de operaciones fraudulentas hayan ocasionado la quiebra de la sociedad.

En la quiebra fraudulenta la conducta del fallido debe ser determinada por el dolo; y lo
mismo debe decirse respecto de los individuos, distintos de aquél, a que se refieren
los cuatro ordinales del artículo 321 del Código de Comercio. Se requiere, por tanto,
en aquél y en éstos, la consciente voluntad de conducirse, respectivamente, en las
formas previstas en los artículos 318, 319 -único aparte- y 320 del ordenamiento legal
últimamente citado. En la quiebra culpable se requiere apenas, la culpa determinada
por el elemento imprudencia presente en todos y cada uno de los cuatro ordinales del
artículo 416 y de los seis del artículo 417, ambos del Código de Comercio, cuando
unos u otros hayan ocasionado la quiebra.

Para la instauración del juicio penal correspondiente, es indispensable calificar la


quiebra como culpable o fraudulenta, pues la fortuita en ningún caso podrá imputarse
al fallido. De conformidad con el artículo 924 de la Ley Mercantil, esta calificación
compete al Tribunal ordinario en materia criminal, de oficio, o a excitación del Juez o
Tribunal de Comercio o a instancia del Síndico, en representación de la masa de
acreedores, sea de alguno de éstos. La misma disposición legal advierte que «el
Síndico no podrá acusar sin previa autorización de la mayoría individual de los
acreedores presentes, constituidos en junta a presencia del Juez, y que cualquier
acreedor podrá, con tal fin, promover la convocatoria de la Junta».

El artículo 343 del Código Penal prescribe: «Los individuos que, en conformidad con
las disposiciones de los artículos 920 y 923 del Código de Comercio, sean declarados
quebrados culpables o quebrados fraudulentos, por los hechos especificados en los
mismos artículos del citado código, serán castigados, respectivamente, con l penas
señaladas en los números 1º y 2º del artículo precedente».

Por consiguiente, la pena que ha de imponerse al fallido culpable es la de arresto por


tiempo de seis meses a tres años. Al quebrado fraudulento se le impondrá la de prisión
por tiempo de tres a cinco años. Con estas mismas sanciones serán penados los
promotores y los administradores de una sociedad por acciones o de responsabilidad
limitada cuando se trate de una u otra de dichas sociedades y ocurran las
circunstancias previstas en el encabezamiento del artículo 920 del Código de
Comercio, o en alguno de los cinco ordinales comprendidos en el aparte del mismo
precepto legal.
48

3.2.4. LEGISLACIÓN ESPAÑOLA (BLASCO)

Las denominadas en sede doctrinal insolvencias punibles se agrupan, en el Código


penal español, dentro de la sección I. a del capítulo VII, bajo la rúbrica general «Del
alzamiento, quiebra, concurso e insolvencia punibles». En ella se contienen, en efecto,
el delito de alzamiento de bienes (art. 257).

La situación de insolvencia del deudor; sujeto activo del delito, frente a su acreedor,
sujeto pasivo; es una situación o estado de hecho -previo, por lo tanto, a cualquier
valoración jurídica, que se caracteriza por un desequilibrio patrimonial entre los
valores realizables y las prestaciones exigibles; es decir, es aquella situación en la
que el soporte de las obligaciones que le son exigibles a un deudor supera al de los
bienes y derechos realizables de su patrimonio, lo cual imposibilita al acreedor
satisfacer su derecho de crédito.

Quintano Ripollés4, pone de manifiesto que no es la insolvencia en sí misma lo que se


castiga, ni la solvencia lo que libera y excluye de responsabilidad criminal, “sino el
hecho de burlar la eficacia de un orden jurídico estatuido para la defensa de los
intereses del acreedor”

Y es que, en efecto, desde el punto de vista criminal, el concepto de insolvencia es un


concepto que no cabe definir sino en términos absolutos, sin posibilidad de
graduación, y por referencia al deudor que se coloca en una posición tal que hace
ilusorias las posibilidades del acreedor de satisfacerse en el patrimonio de aquel el
incumplimiento de una obligación jurídica. Este es el sentido de la sentencia del
Tribunal Supremo Español del 10 de Julio de 1992, cuando afirma que resulta
indiferente que el procesado tuviese otros bienes, pues lo verdaderamente acreditado
es que no se pudo realizar traba sobre bienes propios del acusado lo que, en última
instancia, hace inefectivos los derechos de los acreedores al devenir estéril el ejercicio
de sus normales pretensiones de ejecución.

EL DELITO DE ALZAMIENTO DE BIENES

TIPICIDAD:

“La estructura típica de este precepto requiera la concurrencia de cuatro requisitos: la


existencia de un procedimiento de quiebra, concurso o expediente de suspensión de

4
QUINTANO RIPOLLÉS, A., Parte Especial, cit., p. 42.
49

pagos; la presentación de datos falsos relativos al estado contable; que la conducta


se haga a sabiendas; y, actuar con el fin de lograr indebidamente la declaración de
quiebra, concurso o suspensión de pagos.” (Vives, 1996)

A) LA CONDUCTA TÍPICA.

La idea de alzamiento implica tanto como quedarse con los bienes, colocándose el
deudor en situación de insolvencia y frustrando, así, totalmente o reduciendo las
expectativas de pago de los acreedores. De modo que quien se alza con los bienes
es quien quiebra maliciosamente, ocultándolos, para no responder con ellos. Pero,
también se alza con sus bienes quien quiebra maliciosamente, enajenándolos, es
decir, desprendiéndose de ellos para no responder.

Por tanto, no es absolutamente indispensable, que para que se realice la conducta


típica del alzamiento, el sujeto activo se quede con los bienes (es decir, mantenga un
dominio fáctico, no formalizado jurídicamente, sobre los mismos), por más que eso,
desde el punto de vista criminológico, sea lo más habitual, debido a que lo esencial
es el hecho de imposibilitar o perjudicar el crédito de los acreedores.

La doctrina mayoritaria y jurisprudencia configuran el delito de alzamiento de bienes


desde la perspectiva de la conducta típica, un delito de resultado, en la medida en que
la conducta no se satisface con las meras maniobras fraudulentas de ocultación de
bienes, hechas en perjuicio de sus acreedores, sino que dichas maniobras han de
traer, como consecuencia, la situación de insolvencia del sujeto activo-deudor, pero
un delito de peligro, desde la perspectiva de lo que es el contenido de injusto, porque
lo que a través de él se castiga la mera posibilidad de que el crédito del acreedor no
se vea satisfecho como consecuencia de la insolvencia del deudor.

Finalmente, y por lo que respecta a los problemas que afectan a la realización de la


conducta típica, la conducta de quien no respeta el orden de prelación de créditos
favoreciendo el pago de unos en perjuicio de otros no es considerada, por un sector
de la doctrina y por la jurisprudencia, punible en la medida en que ello se realice sin
ánimo de perjudicar a los acreedores pospuestos, pero sí se podrá castigar, sin
embargo, si el deudor está constreñido a satisfacer el crédito pospuesto en el pago
con anterioridad al resto. Sin embargo, no falta quien entiende que tal conducta es
siempre atípica, pues no se puede decir que con la misma el deudor se haya quedado
con los bienes ni siquiera que haya producido o aumentado su insolvencia. Mas desde
50

el punto de vista del autor, la tesis más correcta es la mayoritariamente sostenida por
doctrina y jurisprudencia, en el sentido de que, si no hay ánimo de perjudicar a los
acreedores pospuestos, no habrá delito de alzamiento, salvo que el deudor este
constreñido por mandato legal o judicial a satisfacer el crédito pospuesto con
anterioridad al resto. Porque en dicho caso, sí puede llegar a hablarse de maniobra
fraudulenta de ocultación o enajenación de los propios bienes que, provocando la
insolvencia, impide o dificulta la satisfacción de dicho crédito preferente.

BIEN JURÍDICO PROTEGIDO

Gran parte del grupo doctrinario se decanta por considerar que este viene constituido
en todos los delitos de la sección l. a del capítulo IV, por los derechos de los
acreedores a la satisfacción de sus créditos con el patrimonio del deudor, derecho de
garantía legal que el artículo 1 .911 del Código civil reconoce al acreedor sobre todos
los bienes, presentes y futuros, del deudor.

Semejante caracterización del bien Jurídico protegido en las insolvencias punibles


sitúa a estas entre las denominadas infracciones patrimoniales, cuyo contenido de
injusto vendrá representado por el peligro o el daño que tales derechos puedan sufrir
como consecuencia de la producción de su propia insolvencia por parte del deudor.

No obstante, la tesis de lo que se ha denominado posición patrimonialista, ha sido


criticada por quienes sostienen que estos delitos, en realidad, lo que atacan es el
sistema económico crediticio en su conjunto. Tal punto de vista, que tiene ya
antecedentes remotos en las tesis de Carrara5 y más recientes en las de Tiedemann
(el cual señala que, el objeto de tutela en este tipo de delitos es mixto, pues se
protegen los intereses de los acreedores actuales a una satisfacción completa, o lo
más completa posible, de sus pretensiones jurídico-patrimoniales, así como los
intereses crediticios de acreedores potenciales, que ya están en relación con el
deudor, y, finalmente, el funcionamiento de la economía crediticia como un sistema

5
Este autor sostuvo que la quiebra o bancarrota constituye un delito contra la fe pública, porque si bien el
comerciante (no es, a decir verdad, un funcionario público, sus libros, cuando están bien llevados, y dentro de
determinados limites, dan fe de su contenido y sirven de prueba plena en un juicio. De esto se sigue -continuaba
el profesor de Pisa- la confianza más o menos amplia que todos les conceden a los comerciantes), de suerte que
el crédito (o sea la recíproca creencia en la lealtad respectiva) es llamado “vida y alma del comercio y
multiplicador indefinido del capital, con sumo provecho para todos”. Pues bien, esa especial confianza es de
carácter público la convierte en delito de índole social, porque la confianza universal que le ha sido depositada
proviene de su especial posición de comerciante, lo que incumbe a toda la sociedad (Programa de Derecho
Criminal. Parte Especial, vol. VII, reimpresión de la 4. ° ed., traducción de J. J. ORTEGA y J. GUERRERO, Bogotá,
1982, § 3359).
51

de prestación de servicios, cosas y dinero), y que se vio en un momento reforzada, en


el seno de la doctrina española, por la posición sistemática que estos delitos tenían
en el Proyecto de Ley Orgánica de Código penal de 1980, que los situó entre los
delitos contra el orden socioeconómico, lo que se entiende que lo que interesa para
los efectos de la protección penal en estas infracciones es su incidencia en las
relaciones económicas y no solo en las mercantiles.

De modo que, lo que se trata de proteger con todas estas figuras delictivas “es la
existencia del sistema de crédito que se basa en la fluidez de las operaciones y en la
confianza en el buen éxito de las mismas”.

Sin embargo, la tesis del atentado al sistema económico crediticio en su conjunto es


insostenible, y así lo ha demostrado, por ejemplo, Muñoz Conde, conforme a lo
mantenido por este autor, es que solo desde la tesis patrimonialista es posible
entender la sanción, por ejemplo, de alzamientos de bienes de poca importancia o de
quiebras de pequeños empresarios, y ello a pesar de lo escasamente que tales hechos
pueden afectar al orden económico en su conjunto o perjudicar la economía nacional.
Igualmente, solo desde una tesis patrimonialista es posible entender la existencia de
requisitos de procedibilidad que obstaculizan la persecución penal directa de algunos
de los delitos.

A pesar de lo mencionado, y conforme ha señalado este autor, no se excluye que


todas estas conductas delictivas supongan un peligro para el interés colectivo por el
daño que producen las reacciones en cadena a que da lugar una situación de
insolvencia en el mundo económico ni que el sistema crediticio no sea importante para
el funcionamiento del sistema económico en su totalidad. Pero es el interés concreto
individualizado, se concluye, que llega incluso a otorgar eficacia justificante al
consentimiento de los acreedores, el que se constituye como objeto de tutela
indiscutible en este tipo de ilícitos.

SUJETOS Y OBJETO MATERIAL:

El sujeto activo y pasivo del delito se encuentran vinculados entre sí por una relaci6n
jurídica obligacional. Esa relación no es sino la propia que existe entre un acreedor,
que ostentará la posición de sujeto pasivo del delito por ser el titular del derecho de
crédito puesto en peligro, y su deudor -comerciante o no comerciante- que, en este
caso, es el que ostentara la posición típica de sujeto activo del delito. Ello convierte al
52

delito de alzamiento, en un delito especial, por estar el posible círculo de los sujetos
activos limitado a aquellos que ostentan la condición de deudor frente a su o sus
acreedores.

En el ámbito de los sujetos, y en particular del sujeto activo, el delito de alzamiento de


bienes plantea el problema de qué es lo que sucede en aquellos supuestos en los que
quien realiza la conducta típica es una persona distinta de la del deudor, como, por
ejemplo, en los casos en los que quien ostenta la condición es una persona jurídica y
la ocultación de bienes se lleva a cabo por directivo u órgano de dicha entidad o
persona que actúa en representación legal o voluntaria de la misma, o cuando, por
ejemplo, se actúa en nombre de otra persona física, un menor o un incapaz.

La cuestión ha quedado resuelta, para aquellos supuestos en los que la conducta


típica requiere la presencia de determinadas cualidades subjetivas, concurrentes en
la persona jurídica pero no en sus órganos o representantes. Pero para los supuestos
de actuaciones en nombre de otro, cuando este «otro» es una persona física, la única
posibilidad, es la impunidad, en la medida en que no está el comportamiento del que
actúa incluido dentro del marco típico, pues no es él quien se alza con sus bienes. Por
tanto, como consecuencia ineludible de la estricta aplicaci6n del principio de legalidad
se deben de dejar dichos supuestos impunes.

El objeto material en el supuesto del delito de alzamiento está constituido por los
bienes pertenecientes al patrimonio del deudor, que han de tener la cualidad de
embargables y estar, en consecuencia, afectos al cumplimiento de las obligaciones,
conforme a lo que prevé el art. 1 .911 del Código civil. Esta es la nota esencial que
diferencia al delito de alzamiento de bienes del delito de apropiación indebida, en el
que, sin embargo, la conducta recae sobre bienes ajenos.

EL ELEMENTO SUBJETIVO DEL INJUSTO:

Doctrina y jurisprudencia, al menos ambas de forma mayoritaria, han aceptado la


presencia en el injusto del delito de alzamiento de bienes de un elemento subjetivo,
explícito en la redacci6n legal a través de la cláusula “en perjuicio” de sus acreedores,
que excluye la posibilidad de la comisión imprudente. Que se debe entender en un
sentido subjetivo, intencional, es decir, que el deudor debe tener conciencia de
perjudicar a sus acreedores, al frustrar intencionalmente la satisfacción a que estos
tienen derecho, con actividades fraudulentas sobre su propio patrimonio.
53

CONSUMACIÓN Y FASES DE EJECUCIÓN:

Cuestión discutida en la doctrina por dos posiciones contrarias de ser un delito de


resultado o mera actividad. Pero la que ha sido mantenida tradicionalmente por la
jurisprudencia del Tribunal Supremo es la de atribuir una naturaleza propia de delito
de mera actividad y niegan, como lógica consecuencia, la posibilidad de castigar las
formas imperfectas. Ello, no obstante, vuelve a coincidir todos en que el perjuicio,
entendido como impago del crédito, afecta al agotamiento del delito, no a su
consumación.
54

JURISPRUDENCIA
EXP. N.º 03730-2009-PHC/TC
LIMA
ÓSCAR FRANCISCO REINALDO DE LA PUENTE RA YGADA

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 3 días del mes de setiembre de 2009, la Sala Primera del Tribunal
Constitucional, integrada por los Magistrados Landa Arroyo, Calle Rayen y Álvarez
Miranda, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO
El recurso de agravio constitucional interpuesto por don Óscar Francisco Reinaldo
de la Puente Raygada contra la sentencia de la Tercera Sala Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima,
de fojas 280, su fecha 20 de marzo de 2009, que declaró infundada la demanda de
hábeas corpus.

ANTECEDENTES

Con fecha 21 de febrero de 2008, don Óscar Francisco Reinaldo de la Puente


Raygada interpone demanda de hábeas corpus contra doña Emperatriz Tello Timoteo,
Fiscal de la Quincuagésima Cuarta Fiscalía Provincial Penal de Lima, y contra doña
Yolanda Gallegos Canales, jueza del Quincuagésimo Sétimo Juzgado Penal de Lima,
alegando la vulneración de su derecho de defensa y del debido proceso en conexidad
con la libertad individual. Refiere que con fecha 14 de febrero del 2008, fue notificado
para que se presente a rendir su instructiva el día 21 de febrero del 2008, bajo
apercibimiento de hacerse efectivo la declaración de reo ausente y ordenarse su
inmediata · ubicación y captura. Ante esta notificación, el recurrente se apersonó al
juzgado acompañado de su abogado defensor tomando recién conocimiento de que
por Auto Apertorio de Instrucción de fecha 19 de abril de 2007, el juzgado demandado
le abrió instrucción penal por la supuesta comisión del Delito contra la Confianza y la
Buena Fe en los Negocios, en la modalidad de atentado contra el sistema crediticio-
quiebra fraudulenta- en agravio de la sociedad y junta de acreedores de “De la Puente
Raygada Abogados Asociados” (Expediente N.0 458-07). Alega también que por Parte
N.0 625-2007-DININCRI-DIVIED, elaborado por la División de Estafas de la PNP, se
concluyó que no se podía determinar la responsabilidad del demandante por no haber
sido debidamente notificado; no obstante, ello, se formalizó denuncia penal y se le
55

inició proceso penal en su contra afectando su derecho de defensa al no haber podido


desvirtuar los hechos imputados ni las pruebas presentadas en su contra.

A fojas 47 obra la declaración explicativa de la jueza emplazada en la que se señala


que de la lectura del auto de apertura de instrucción se pueden apreciar los
fundamentos de hecho y de derecho que motivaron su expedición; manifiesta también
que no hubo recorte del derecho de defensa pues en el referido auto se indicó que
debía u V recabarse la declaración del procesado, por lo que se procedió a notificarlo
en el domicilio indicado por el denunciante y consignado en la fichas de la RENIEC,
siendo que con fecha 21 de febrero del 2009, el recurrente se ha apersonado al
proceso penal. A fojas 49, el recurrente presenta su declaración señalando que las
notificaciones anteriores se han realizado a domicilios que ya no le correspondían
conforme a las certificaciones de los empleados de portería de los referidos domicilios
y que la notificación a su domicilio real pudo ser fácilmente realizada pues ello consta
en otro proceso al que se encuentra sometido por ser objeto de una persecución
política. El Procurador Público a cargo de los Asuntos Judiciales del Ministerio Público
aduce que la fiscal emplazada actuó conforme a la Constitución Política del Perú y a
la Ley Orgánica del Ministerio Público y que la formalización de la denuncia no afecta
la libertad individual del recurrente, pues su función es requirente. A fojas 84 obra la
declaración explicativa de la fiscal emplazada, en la que se señala que no se pudo
contar con la declaración del recurrente pues ya no residía en el domicilio consignado
en el Reniec. No se le notificó en el domicilio del estudio jurídico pues de acuerdo a
una certificación notarial tampoco residía en ese lugar. Asimismo, acota que el
recurrente tenía pleno conocimiento del procedimiento concursal ante Indecopi,
entidad ante la cual solicitó el informe técnico antes de formalizar la denuncia. El
Vigésimo Cuarto Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con fecha 15 de abril de
2008, declaró infundada la demanda por considerar que la notificación practicada en
sede preliminar se encuentra conforme a ley pues se le notificó en el domicilio que se
encontraba registrado en el Reniec. La Tercera Sala Especializada en lo Penal para
Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima revocó la
apelada declarándola improcedente por considerar que no existe amenaza a la
libertad individual del demandante ya que la instrucción instaurada en su contra se ha
ceñido conforme a los medios probatorios acopiados por la fiscalía demandada.

FUNDAMENTOS
56

l. El accionante solicita que se ordene el archivo del proceso penal seguido en su


contra por el Delito contra la Confianza y la Buena Fe en los Negocios, en la modalidad
de atentado contra el sistema crediticio, quiebra fraudulenta (Expediente N. 0 458-07)
por no habérsele notificado del mismo en su domicilio real; aduce que tampoco se le
notificó de la investigación preliminar ante la Policía y la Fiscalía por lo que se ha
vulnerado sus derechos constitucionales a la defensa y al debido proceso, en
conexidad con su libertad individual.

2. El artículo 200°, inciso 1, de la Constitución Política del Perú establece que, el


hábeas corpus opera ante el hecho u omisión, por parte de cualquier autoridad,
funcionario o persona, que vulnera o amenaza la libertad individual o los derechos
constitucionales conexos a ella. En tal sentido es posible inferir que el presente
proceso constitucional procede cuando existe una real vulneración o amenaza de
vulneración contra la libertad individual o sus derechos conexos.

3. El Tribunal Constitucional ha señalado en reiterada jurisprudencia que, los actos


realizados por el Ministerio Público durante la investigación preliminar no inciden, en
principio, en la libertad individual, por cuanto dicha institución carece de potestad para
restringir la libertad personal. En consecuencia, en el extremo de la demanda por el
que se cuestiona la actuación de la fiscal emplazada es de aplicación el artículo 5°,
inciso 1), del Código Procesal Constitucional.

4. Este Tribunal considera que no puede presentarse como argumento de defensa


que no se le haya notificado al recurrente en su domicilio real cuando el cambio de
domicilio no se encontraba actualizado en el Reniec, pues según se advierte de autos,
las emplazadas estuvieron proveyendo las notificaciones en el domicilio consignado
en el DNI anterior (fojas 7) y, conforme a su ficha del RENIEC (fojas 124), es decir, en
Los Laureles N. 0 626, San Isidro. Por otra parte, su nuevo domicilio real: calle
Bronzino N. 0 580-B, Distrito de San Borja, recién aparece consignado en su DNI
obrante a fojas 53, a partir del 2 de agosto de 2007; esto es, después de culminada la
etapa de investigación preliminar, formalizada la denuncia e, inclusive, abierta la
instrucción. En todo caso, según se aprecia a fojas 44, con fecha 21 de febrero del
2008, el recurrente se apersonó al proceso penal manifestando haber recibido la
notificación que obra a fojas 8 en su domicilio; es decir, calle Bronzino N. 0 580-B
Distrito de San Borja, y solicitó nueva fecha para rendir su instructiva.
57

5. En cuanto al cuestionamiento de que la juez emplazada habría actuado


arbitrariamente, al abrir instrucción sin cumplir con los requisitos exigidos por ley ni
observar los derechos fundamentales; debe señalarse que la necesidad de que las
resoluciones judiciales sean motivadas responde a un principio que informa el ejercicio
de la función jurisdiccional y al mismo tiempo es un derecho constitucional de los
justiciables. Mediante ella, por un lado, se garantiza que la administración de justicia
se realice conforme con la Constitución Política del Perú y las leyes (artículos 45° y
138° de la Constitución) y, por otro, que los justiciables puedan ejercer de manera
efectiva su derecho de defensa. En efecto, uno de los contenidos esenciales del
derecho al debido proceso es el derecho de obtener de los órganos judiciales una
respuesta razonada, motivada y congruente con las pretensiones oportunamente
deducidas por las partes en cualquier clase de procesos, de acuerdo al artículo 139°,
inciso 5), de la Constitución Política del Perú.

6. Desde esta perspectiva constitucional y conforme al artículo 77° del Código de


Procedimientos Penales, que regula la estructura del auto de apertura de instrucción,
este Colegiado aprecia que el Auto de Apertura de Instrucción, a fojas 23, se adecua
en rigor a lo que estipulan tanto la Constitución como la ley procesal penal citada, ya
que tiene una motivación suficiente respecto de los presupuestos que sustentan la
apertura del proceso penal instaurado contra el recurrente. Asimismo, se advierte la
descripción fáctica pormenorizada del evento delictuoso cuya comisión se le atribuye,
así como del tipo penal imputado, tal y como se aprecia del Considerando Segundo,
en el que se hace referencia expresa al segundo párrafo del artículo 209° del Código
Penal; del mismo modo, se hace referencia en dicha resolución a la no prescripción
de la acción penal, a la individualización del actor y a la medida de coerción personal,
comparecencia restringida.

7. Por consiguiente, en el caso y autos resulta de aplicación a lo señalado en los


fundamentos 4, 5 y 6, a contrario sensu, el artículo 2° del Código Procesal
Constitucional. Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad
que le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO
l. Declarar IMPROCEDENTE la demanda respecto a la investigación preliminar.

2. Declarar INFUNDADA la demanda respecto a la apertura de instrucción de fecha


19 de abril de 2007.
58

CONCLUSIONES

 El tratamiento del Derecho Penal con respecto al Sistema Crediticio, ha tenido


un camino muy accidentando al momento de regularlo, debido a varios factores,
y el que más reincide es la actualización del Código Penal del año 1991, antes
de la de la Ley de Reestructuración Empresarial de 1992, que reguló y cambió
aspectos de la quiebra. Conforme a ello, se había generado un vacío en el
Código Penal, ya que también se trataban otros actos de defraudación, y para
ello se actualizó y modificó el mismo mediante la Ley N°27295 e incluir dichas
conductas de orientación delictiva.
 La tipificación de los atentados contra el sistema crediticio ha atravesado por
un proceso evolutivo modificaciones a través de los años en donde se ha ido
perfeccionando la técnica legislativa. A pesar de ello consideramos que esta
todavía no es óptima, es ineficiente puesto que al momento de aplicarlas
encontramos serias deficiencias.
 Podemos concluir a manera general, que los fraudes en contra de la persona
en una relación jurídica crediticia, no solo afecta a esta, sino a toda la
colectividad que de alguna manera deposita su confianza en el sistema
crediticio nacional.
 El principal objetivo de forma más específica que tiene la regulación del delito,
se reincide en el aspecto de la reacción en cadena, se busca proteger a los
miembros que conforme una empresa, ya que al caer la misma, también lo
harían ellos, provocando una reacción en cadena que perjudicaría a los
mismos.
 Además, esto impediría que la empresa pueda recibir la atención d otros
acreedores potenciales, ya que estos, al observar la endeble situación
económica de la misma, preferirían opciones más estables y que estuvieran a
su favor
 La legislación peruana guarda mucha similitud con la de países europeos
(españa) y latinoamericanos (chile, venezuela, argentina). Sin embargo,
nuestro país tipifica de una manera más específica el delito y sus modalidades.
Todo esto, gracias a que es resultado de
59

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lo Blanch.
ANEXOS
ANEXO N°1

Caso por Simulación

Marcos Peña, Pedro Palacios y Luis Castro son accionistas en la S.A.C NAPOLI, esta
ha sido sometida a un procedimiento de insolvencia por sus acreedores, debido a que
ha acumulado deudas impagas mayor a los 30 días de su vencimiento, por tanto
Marcos realiza un contrato de compra y venta con Rosa, que es amiga de la familia
hace ya varios años, sin embargo en estos contratos no se realiza ningún pago por el
bien adquirido, pero acuerda con Rosa que pasado el procedimiento de insolvencia
esta realizará la transferencia a favor de él, esto con la finalidad de reducir el
patrimonio para que los acreedores no puedan satisfacer el cumplimiento de la deuda.

ANEXO N°2

Caso por Ocultamiento

José Mauricio es el Liquidador de la S.A.C Netafim, que se encuentra ubicada en el


departamento de Piura, este ha considerado la grave situación de la Sociedad y ha
decidido junto a los accionistas poner los bienes fuera del alcance fáctico y control
jurídico de los acreedores y de las propias autoridades administrativas, ocultándolos
en un almacén ubicado a las afueras de la Provincia de Sullana, causando la
imposibilidad de que alguno de los acreedores pueda encontrarlos. Además
aumentando el monto de los gastos del procedimiento concursal, recibiendo así un
pago extra por los servicios prestados, sin embargo ha causado un perjuicio
económico a los acreedores de esta S.A.C.

ANEXO N°3

Maria Julia es la liquidadora de la S.R.L Alicorp, este ha considerado la grave situación


de la sociedad y han decidido con los accionistas poner los bienes fuera del alcance
fáctico y control jurídico de los acreedores y de las propias autoridades administrativas
llevando a cabo su plan, sin embargo Pedro (uno de los accionistas) no estaba de
acuerdo con realizar dicho acto por lo tanto decide acudir a la autoridad pertinente
para brindar información eficaz del acto que han cometido, que los bienes (2 carro, 7
computadoras, 5 laptops, 3 tablets) se encuentran en la Urbanización Miraflores Mz
G-Lt 9.

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