Doctrina de Cristo (Divinidad)
Doctrina de Cristo (Divinidad)
Doctrina de Cristo (Divinidad)
(Deidad)
Para completar la enseñanza bíblica acerca de Jesucristo, debemos afirmar no
sólo que fue plenamente humano, sino también que fue plenamente divino. La
prueba bíblica de la deidad de Cristo es muy extensa en el Nuevo Testamento.
Vemos otro ejemplo cuando Mateo dice que Juan el Bautista era el que
clamaba en el desierto: «Voz de uno que grita en el desierto: “Preparen el
camino para el Señor, háganle sendas derechas”» (Mt 3:3).
Otras afirmaciones. Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: antes que
Abraham naciera, yo soy (Jua 8:58). Los líderes judíos reconocieron al instante
que no estaba hablando en acertijos ni diciendo cosas sin sentido. Cuando dijo:
«Yo soy», estaba repitiendo las mismas palabras que Dios usó para
identificarse ante Moisés: «YO SOY EL QUE SOY» (Éx 3:14).
Jesús estaba tomando para sí el título «YO SOY», por el cual Dios se auto
titula el Eterno que existe, el Dios que es la fuente de su propia existencia y
que siempre ha sido y siempre será.
Este único término tiene como trasfondo la visión de Daniel 7, en donde Daniel
vio a uno como «hijo del hombre» que «vino al Anciano de Días» y «se le dio
autoridad, poder y majestad. ¡Todos los pueblos, naciones y lenguas lo
adoraron! ¡Su dominio es un dominio eterno, que no pasará, y su reino jamás
será destruido!» (Dn 7:13-14). Es impresionante que este «hijo de hombre»
venga «con las nubes del cielo» (Dn 7:13).
II. Evidencia de que Jesús poseía atributos de deidad
1 solamente alguien que fuera Dios infinito podía llevar la plena pena de todos
los pecados de todos los que creerían en él; una criatura finita hubiera sido
incapaz de llevar esa pena;
3 solamente alguien que fuera real y plenamente Dios podía ser el único
mediador entre Dios y el hombre (1 Ti 2:5), tanto para llevarnos de regreso a
Dios como también para revelarnos a Dios más plenamente (Jn 14:9).
Conclusión
El Nuevo Testamento afirma una vez tras otra la plena y absoluta deidad de
Jesucristo. Lo hace en cientos de versículos específicos que llaman a Jesús
«Dios», «Señor», e «Hijo de Dios», así como en los muchos versículos que
usan otros títulos de deidad para referirse a Cristo, y en los muchos pasajes
que le atribuyen hechos o palabras que pueden ser ciertos sólo de Dios.