Celestinesca 42
Celestinesca 42
Celestinesca 42
núm. 42 2018
EDITOR y DIRECTOR
José Luis Canet
Universitat de València
EDITOR-FUNDADOR
Joseph T. Snow
Michigan State University
CONSEJO DE REDACCIÓN
Rafael Beltrán Llavador (Universitat de València)
Juan carlos Conde (Magdalen College, University of Oxford)
Marta Haro Cortés (Universitat de València)
Eloisa Palafox (Washington University in Saint Louis)
Joseph T. Snow (Michigan State University)
Devid Paolini (The City College of New York)
COMITÉ EDITORIAL
Artículos
Cáseda Teresa, Jesús Fernando, «El autor del primer acto de la
Comedia de Calixto y Melibea: el arcipreste de Talavera, Alfon-
so Martínez de Toledo» 9
Di Patre, Patrizia, «A la sombra del De amore. Dante entre
Capellanus y La Celestina» 61
Fernández, Enrique, «Celestina, a Tragic Music Comedy de Brad
Bond: Creación y evolución de un musical de Broadway» 83
François, Jéromine, «Celestina en Hispanoamérica: La nostal-
gia de los buenos viejos tiempos como tópico celestinesco en
Toro-Garland, Fuentes y Mosquera» 143
Guardiola Morillas, Juan, «Una lucha contra la bilis negra:
La Lozana Andaluza y los analgésicos del amor y la parodia» 157
Matos, Kevin, «De Lucrecia a Melibea: la concepción del ero-
tismo femenino en la Historia de duobus amantibus de Piccolomi-
ni y en la Tragicomedia de Calisto y Melibea de Rojas» 189
Poggi, Alfredo Ignacio, «El fin del deseo y el comienzo de la
unión con Dios: Conexiones entre La Celestina y la literatura
mística del siglo xvi a través del psicoanálisis» 225
Prieto, Remedios & Antonio Sánchez, «De nuevo sobre la or-
totipografía de las Comedias de Toledo 1500 y Burgos 1499-
1502 (?) y Tragicomedias de Zaragoza 1507 y Valencia 1514.
Usos gráficos de h, i, y, g, j, x» 241
Snow, Joseph T., «La cuestión peliaguda del tiempo en Celestina:
propuesta de acotaciones escénicas» 269
Reseñas
Guillermo Carnero, La caza de amor o el amor sin caza en el huerto
o la huerta de Melibea, Salamanca, Publicaciones del SEMYR,
2017. Reseña de Emilio de Miguel Martínez. 293
Scott, Rachel, ‘Celestina’ and the Human Condition in Early Mo-
dern Spain and Italy, Woodbridge, UK: Tamesis, 2017. Por José
Luis Gastañaga Ponce de León 299
Bibliografía
Paolini, Devid, «Celestina: Documento bibliográfico (suple-
mento número 40)» 305
Sección especial: «Configuración y difusión de la
Segunda Celestina de Feliciano de Silva»
García Álvarez, Juan Pablo Mauricio, «Presentación» 319
Snow, Joseph T., «El mundo celestinesco que vivió Feliciano de
Silva y que nutrió su Segunda Celestina (1534)» 323
Gonzalo Sánchez Molero, José Luis, «Las obras de Feliciano
de Silva en los inventarios de las bibliotecas hispánicas del
Siglo de Oro: lectura y presencia» 339
3.– Los textos literarios serán citados y transcritos en el trabajo a través de la edición de
Gerli:1979 para el Corbacho y Dortohy S. Severin:1994 para La Celestina.
El autor del primer acto de la Celestina Celestinesca, 42 (2018) 11
bleza y con las altas esferas del poder oficial está en el otro extremo de la
literatura de Rodrigo Cota, un converso que usa habitualmente su nom-
bre judío (Maguaque), que ridiculiza a la clase noble una y otra vez con
una insolencia digna de nota y que se ríe de los de su propia clase y de su
familia por escrito, dando nombre y apellidos, al punto de que incluso la
reina Isabel l recriminó su proceder4.
Es difícil encontrar una carta o introito a una obra que diga menos y con
más falsedad que la de Fernando de Rojas, o Alonso de Proaza, si fuera
éste su autor. De hecho, el máximo de la hipocresía se alcanza cuando
intenta defender su anonimato bajo el tópico de la humilidad: «no me cul-
péis si, en el fin bajo que lo pongo, no expresare el mío» (Severin 1994: 70);
justificando sus errores por ser profano en la literatura: «siendo jurista yo,
aunque obra discreta es agena de mi facultad, y quien lo supiese diría que
no por recreación de mi principal estudio, del qual yo más me precio»,
(Severin 1994: 70); y, sin embargo, luego se insertan en los acrósticos su
nombre, condición, oficio y hasta lugar de nacimiento, según luego nos
advierte Proaza en las octavas.
Justo es reconocer, sin embargo, la vindicación de la lengua castellana
que lleva a cabo —siguiendo en ello la estela de Elio Antonio de Nebrija
en Salamanca— cuando dice:
[…] no fabricadas en las grandes herrerías de Milán, mas
en los claros ingenios de doctos varones castellanos for-
madas. Y como mirase su primor, su sotil artificio, su
fuerte y claro metal, su modo y manera de lavor, su es-
tilo elegante, jamás en nuestra castellana lengua visto ni
oýdo,[…] (69)
Y justo es también reconocer que, como luego comprobaremos, Rojas
dice verdad cuando expresa que su trabajo comenzó a partir de la cruz
que marca en el texto, justo cuando acaba el del primitivo autor del que
no da más pistas que su gran sabiduría con estas palabras:
Vi no sólo ser dulce en su principal ystoria o ficción toda
junta, pero aun de algunas sus particularidades salían de-
lectables fontezicas de filosofía; de otras, agradables dona-
yres, de otros avisos y consejos contra lisongeros y malos
sirvientes y falsas mugeres hechizeras. (70)
En resumen, Rojas —o Proaza— ridiculiza —como hará más de un si-
glo después Cervantes en el Quijote— las dedicatorias e introitos. Ade-
4.– Con ocasión de la boda de su sobrino, su cuñado Diego Arias Dávila —casado con su
hermana— no lo invitó y ello le provocó un gran enfado, fruto de lo cual fue su obra Epitalamio
burlesco, un conjunto de versos donde ridiculizó a su propia familia. La reina Isabel dijo de Cota
que se «mostraba como ladrón de su propia casa, es decir, que se criticaba y se ridiculizaba a sí mis-
mo». Véase M. A. Pérez Priego, Estudios sobre la poesía del siglo xv, Madrid, UNED, 2004, p. 220.
12 Celestinesca, 42 (2018) Jesús Fernando Cáseda Teresa
5.– Así aparece en la edición de Toledo (1500) y Sevilla (1501). Pero en la de Valencia (1514)
dicho verso dice en su lugar: «La otra, inventarla persona prudente». Esta última versión
confirma también el carácter moral irreprochable del primitivo autor, que corrobora lo que
expreso luego en el estudio.
El autor del primer acto de la Celestina Celestinesca, 42 (2018) 13
sobre la debida atribución del primer acto a un clérigo6. Por otra parte,
Alphonse Vermeylen7 descubrió en la obra una referencia a las misas mo-
zárabes que le lleva a concluir que el autor es un clérigo toledano que to-
davía practica dicho rito por mantenerse como algo único en la península
todavía en seis iglesias toledanas durante una parte del siglo xv. Señala
que uno de esos seis párrocos, de la iglesia de Santa Eulalia, se llamaba
Alfonso Martínez, homónimo del arcipreste de Talavera.
Si mi interpretación de los anteriores versos es correcta, parece que el
autor de los mismos se refiere a un clérigo sabio, reconocido por todos,
ya fallecido. En todo caso no se trataría de alguien joven, como se ha
barajado, ni de un estudiante de Salamanca. Las posibilidades por tanto
quedan acotadas y muy limitadas. La restricción que imponen los versos
de Rojas/Proaza ha de ser tenida por tanto en consideración.
Pero, ¿podemos creer a pies juntillas a Rojas cuando dice que hubo un
primer autor que no fue él y que él se limitó a acabar la obra? Menéndez
Pelayo y antes Leandro Fernández de Moratín o Blanco White creyeron
que solo hubo un autor, el propio Rojas. Sin embargo, cada día una parte
más importante de la crítica se ha ido posicionando a favor de una doble
autoría. La opinión más tajante al respecto, sigue siendo la muy autoriza-
da de Ramón Menéndez Pidal cuando dijo:
Es una arbitrariedad hipercrítica seguir hoy negando la
diversidad de autor para el primer auto, cuando está de-
clarada en el prólogo de Rojas, cuando se halla confir-
mada por un experto en estilos tan fino como Juan de
Valdés, contemporáneo y coterráneo de Rojas, y cuando
se ve reafirmada modernamente por el examen compa-
rativo de las fuentes literarias y del lenguaje8
La razón más evidente es el estilo, diferente en el primer auto al resto,
con un lenguaje más antiguo, con marcas diferentes a las formas más mo-
dernas y renacentistas de Rojas. Además, estamos justo en el momento
en que se producen importantes cambios en el castellano en la sintaxis
y la morfología. Y eso se nota cuando comparamos el primer acto con el
6.– Sentido y forma de La Celestina, Madrid, Cátedra, 1974. Otros muchos críticos han creído
que la religión llena las páginas de la obra, entre otros Menénez Pelayo, José A. Maravall y O.
H. Green. Otros como Américo Castro o Julio Rodríguez Puértolas opinan justo lo contrario.
Incluso algunos ven muestras religiosas, pero no de carácter cristiano, sino judaico. Véase a
este respecto el interesante trabajo de Mª. Jesús Martín Sastre, «El aspecto religioso en La Ce-
lestina», Verba hispanica: Anuario del Departamento de la Lengua y Literatura Españolas de la Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad de Ljubljana, 8 (1999), pp. 49-60.
7.– «Una huella de la liturgia mozárabe en el acto I de La Celestina», Nueva Revista de Filología
Hispánica, 32-2 (1983), pp. 325-329.
8.– R. Menéndez Pidal, «La lengua en tiempo de los Reyes Católicos», Cuadernos Hispanoa-
mericanos, 13 (1950), pp. 9-24 (cita en p.13).
14 Celestinesca, 42 (2018) Jesús Fernando Cáseda Teresa
9.– El primer impresor que llegó a España fue Juan Párix, alemán, reclamado por Juan Arias
Dávila, obispo de Segovia, quien lo llamó para imprimir materiales de trabajo de sus alumnos
en el Estudio General de Segovia. La primera obra —1472— es el Sinodal de Aguilafuente. Véase
F. J. Norton, La imprenta en España, Madrid: Ollero y Ramos, 1997.
10.– No debemos confundir al converso Juan de Lucena, impresor que montó una impren-
ta en La Puebla de Montalbán, primo del suegro de Fernando de Rojas, con Juan Ramírez de
Lucena, descendiente de los Ramírez de Arellano, en su rama soriana, importante clérigo que
mantuvo intensas negociaciones diplomáticas en la curia romana y autor, entre otras, de la
El autor del primer acto de la Celestina Celestinesca, 42 (2018) 15
obra Vita beata y padre —quizás antes de jurar el celibato— de un Luis de Lucena, autor del
primer libro sobre el ajedrez en España. Véase, Govert Westerveld, Biografía de Juan Ramírez de
Lucena, s.l., Lulu, 2006.
11.– En mi opinión, en ocasiones la onomástica de la novela sentimental tiene un fin
paródico y un carácter satírico. Para los lectores de la obra, era muy fácil establecer relación de
ambos nombres con un importante Arnalte, tesorero de la reina Isabel de Castilla y secretario
de los reyes —D. Hernán Núñez Arnalte— y con un Lucenda, o mejor dicho: Lucena —Juan
Ramírez de Lucena— capellán de los reyes católicos, hombre de gran poder en la corte y
protonotario apostólico.
16 Celestinesca, 42 (2018) Jesús Fernando Cáseda Teresa
12.– Véase Patrizia Botta, «Onomástica y crítica textual: peripecias de los nombres propios
en la historia textual de La Celestina», Criticón, 87-88-89 (2003), pp. 97-111.
13.– Reproduzco su nombre en la forma Calixto y no Calisto porque así apareció en la
primera edición conocida (Burgos, 1499), aunque se modificara en las siguientes ediciones.
El autor del primer acto de la Celestina Celestinesca, 42 (2018) 17
cual resulta de una evidente anacronía histórica, puesto que dicho papa
lo fue de 1143 a 1144.
[…] y porque en vuestros tiempos podéis gozar de per-
sona que para sí y para sus contemporáneas, que en su
tiempo florido fueron en esta alma cibdad, con ingenio
mirable y arte muy sagaz, diligencia grande, vergüenza y
conciencia por el cerro de Úbeda, ha administrado ella y un
su pretérito criado (como abajo diremos) el arte de aque-
lla mujer que fue en Salamanca en tiempo de Celestino
segundo, por tanto he dirigido este retrato a Vuestra Se-
ñoría para que su muy virtuoso semblante me dé favor
para publicar el retrato de la señora Loçana14.
No obstante, tiene algún interés el hecho de que Delicado relacione a
Celestina con un papa, quizás conocedor de la relación que pudiera esta-
blecerse entre Calixto y el papa Calixto III —cuyo nombre equivoca— a
que luego me referiré.
5º.– Melibea. Es la diosa de una nueva religión, adorada por Calixto que
se convierte en melibeo o seguidor de la misma, su adorador, reproducien-
do el viejo esquema del amor cortés y de la scala amoris. O, simplemente, del
loco amor a que se refieren el arcipreste de Hita o el arcipreste de Talavera15.
El origen de su nombre16, para la mayor parte de la crítica, viene mar-
cado por la tradición clásica. La mitología la hace hija de Níobe y Anfión,
cuyos cincuenta hermanos y cuarenta y nueve hermanas fueron asesina-
dos por los hijos de Leto (Apolo y Artemisa) al ridiculizar Níobe a Leto
por tener solo dos hijos. Cuando Melibea vio la muerte de sus hermanos
se tornó blanca y dicha palidez quedó reflejada en ella para siempre. Por
ello se le vino a llamar también, a partir de entonces, Cloris, la cual no ha
de confundirse con otras del mismo nombre. Mitológicamente, por tan-
to, son dos notas las que la caracterizan: su palidez y el quedar como hija
única de sus padres.
Frente a dicha onomástica, Rojas procede de una forma mucho más
convencional. Los nombres de los criados Sosia y Tristán o de Centurio y
Traso tienen un origen latino y guardan clara relación con el teatro roma-
no de Plauto y Terencio, de forma tan convencional que no poseen una
identidad propia y singular en ninguno de los casos, convirtiéndose en
personajes arquetípicos según el modelo del teatro clásico romano que
sigue el propio Fernando de Rojas.
14.– Francisco Delicado, La Lozana andaluza (edic. Joaquín del Val), Madrid, Taurus, 1984, p. 35.
15.– Es evidente en toda la obra la sátira del amor cortés. Aspecto que ha trabajo muy bien
en un estudio monográfico Yolanda Iglesias Una nueva mirada a la parodia de la novela sentimental
en La Celestina, Madrid, Iberoamericana, 2009.
16.– Véase Yarza Caudet, Diccionario de mitología, Madrid, Edimat Libros, 1998.
18 Celestinesca, 42 (2018) Jesús Fernando Cáseda Teresa
4.– Calixto III, tío del Papa que gobernaba la Iglesia du-
rante la publicación de La comedia de Calixto y Melibea,
Alejandro VI, o Rodrigo Borgia
Cuando sale a la luz la obra de Rojas, gobierna la iglesia el papa Rodrigo
Borja Llançol, que fue papa de la Iglesia de Roma de 1492 a 1503 con el
nombre de Alejandro VI, sobrino de un anterior papa, Calixto III, o Al-
fonso Borja, que lo fue desde 1455 a 1458. El dato es de relevancia porque
cualquier lector de la obra de su época pudo poner rápidamente en rela-
ción el nombre del personaje de la comedia con el actual papa, Alejandro
VI, y con su tío Calixto III17. Pero la pregunta a hacerse sería la siguiente:
¿Pensó también el primer autor de la obra en aquel personaje valenciano
a la hora de poner el nombre a su protagonista? No sería extraño habida
cuenta de que su autor —por lo que se dice en el prólogo— era un cléri-
go, ya fallecido hacía tiempo, que escribió al menos cuarenta o cincuenta
años antes el primer acto, durante la vida de Calixto III.
Si tenemos en cuenta que Calixto III fue papa de 1455 a 1458, es muy
probable que fuera en esa época cuando el primer autor —un clérigo—
escribiera dicha obra, seguramente bajo el gobierno de Roma por Alfonso
Borja.
La siguiente pregunta sería, ¿por qué? La respuesta es doble. Primero
porque con cierta probabilidad el autor había establecido alguna clase de
relación con él, de carácter personal. Y en segundo lugar, porque había
entonces mantenido algún rencor contra su persona, habida cuenta de có-
mo se trata a Calixto en la comedia. Pero para valorar dicha posibilidad se
hace necesaria entrar más a fondo en el personaje real de Alfonso Borja.
Hijo de una familia noble venida a menos, Alfonso Borja era de ascen-
dencia aragonesa —localidad de Borja, de ahí su apellido—, con antepa-
sados que arribaron a Valencia durante la reconquista de aquellas tierras.
Miembros de una nobleza rural empobrecida con el paso de los años
—no los Borja de Gandía, que lograron un buen estatus económico—,
17.– Véase el estimable trabajo de Miguel Batllori, La familia de los Borjas, Madrid, Real Aca-
demia de la Historia, 1999 que ilustra la evolución de la familia de los Borja o Borgia.
El autor del primer acto de la Celestina Celestinesca, 42 (2018) 19
20.– En Patrizia Botta y otros, Tras los pasos de la Celestina, Reichenberger Kassel , 2001,
pp. 251-260.
21.– Un buen artículo sobre este personaje es el de Luis González Fernández, «Algunas
consideraciones sobre la criada Lucrecia», Celestinesca, 32 (2008) pp. 151-163.
22.– «Algunas consideraciones sobre la posible representación de La Celestina en 1501 en
Roma». Recuperado de: <https://cvc.cervantes.es/literatura/arcipreste_hita/05/paolini.htm>.
Consultado 03/05/2018.
El autor del primer acto de la Celestina Celestinesca, 42 (2018) 21
23.– Dice así la primera edición impresa: El Corbacho o reprobación del amor mundano, Impresso
en Sevilla por Meynardo Ungut Aleman y Stanislao Polono compañeros.
24.– Kentucky Romance Quarterly, 23 (1976), pp. 29-45.
25.– Celestinesca, 10-1 (1986), pp 31-40.
26.– Gracián se refiere al «encubierto aragonés en su ingeniosísimo Calixto», apud Agudeza
y arte de ingenio, en Baltasar Gracián. Obras completas, Madrid, Juan Sánchez, 1642, p. 1247.
27.– La adulteración de ‘La Celestin’, Madrid, Castalia, 2000.
22 Celestinesca, 42 (2018) Jesús Fernando Cáseda Teresa
28.– La poesía latina, especialmente Ovidio, ofrece muchos ejemplos de antecedentes del
personaje de Celestina, también Propercio, Ovidio, También María Rosa Lida de Malkiel ha en-
contrado antecedentes en la literatura oriental —cuentos de las Mil y una noches— o en el Calila
e Dimna y el Sendebar. Véase La originalidad artística de La Celestina, Buenos Aires, Eudeba, 1970.
El autor del primer acto de la Celestina Celestinesca, 42 (2018) 27
de abundan las cañas». Y las cañas abundan al lado de los ríos y en las
zonas de humedad, donde precisamente vive Celestina, junto a un río.
Tenemos noticia de que ya en el siglo anterior —xiv— el cartujo ma-
llorquín Francesc de Valldemosa recogió a un grupo de mujeres en una
casa de la calle Canyet. Entre éstas se encontraban mujeres que cumplían
«sentencia del Tribunal Real y mujeres encerradas por sus maridos, en
castigo por haber cometido alguna falta contra el honor de éstos»32.
Algunos estudios han descubierto cómo en 1443 en el Canyet una tal
Joana apellidada «la Griega» recibió una paliza y sufrió un robo. La jus-
ticia interrogó a un marinero de nombre Diego de Salinas, de la villa de
Cardona, quien confirmó que trabajó de alcahuete y que tuvo a mujeres
trabajando para él dentro del burdel del Canyet33.
No me parece por tanto descabellado pensar que el primer autor de la
Comedia de Calixto y Melibea —el arcipreste de Talavera, Alfonso Martí-
nez de Toledo— situara su obra en Barcelona, cuya mancebía del Canyet
él conoció y donde asistió a la quema de la bruja de setenta años a que se
refiere en el Corbacho. Hay razones sobradas por tanto para situar la obra
en el reino de Aragón y no en Castilla. Y no me guía en ningún caso para
afirmar tal cosa razón política de ninguna índole o cualquier otra.
El carácter de mercader de Pleberio queda mucho más claramente ex-
plicado y razonado si lo consideramos radicado en la industriosa y labo-
riosa ciudad de Barcelona, centro —junto con Valencia— de un importan-
te comercio en el Mediterráneo. El despertar de la ciudad en el siglo xv,
tras un xiv desastroso, como en general en toda la península y en toda
Europa, fue importante. La Celestina refleja precisamente ese nuevo mun-
do que el arcipreste de Talavera descubrió con asombro tras su llegada al
reino de Aragón, como servidor de Alfonso V y del arzobispo barcelonés
Joan de Casanova. Él, hombre del centro peninsular —de Toledo— quedó
sorprendido por la vitalidad de aquella ciudad, así como de Valencia. Eso
es lo que aparece constantemente en el Corbacho. Y eso es lo que explica
la génesis de la Comedia de Calixto y Melibea.
Lo curioso es que, fuera ya del primer acto, los espacios que se nom-
bran en La Celestina coinciden también con lugares frecuentados en la
Barcelona del siglo xv, como la iglesia de la Magdalena, la más cercana
al Canyet, y adonde acudían a oír misa las prostitutas34. O la iglesia de
San Miguel, asimismo citada, con una antiquísima devoción en la ciudad.
32.– Véase Raphael Carrasco, La prostitution en Espagne. De l’époque del rois catoliques à la II
République, Besançon, Annales Littéraires de l’Université de Besançon, 1994, p. 50.
33.– Véase Miscelánea medieval murciana, Murcia, Departamento de Historia de España de la
Universidad de Murcia, 2008, vol. 32, p. 14.
34.– Véase a este respecto el interesante trabajo del profesor de la Universidad de Barcelona
Roger Benito Julià: «La prostitución y la alcahuetería en la Barcelona bajomedieval (siglos xiv-
xv)». Recuperado de: <https://es.scribd.com/document/154284248/LA-PROSTITUCION-Y-
LA-ALCAHUETERIA-EN-LA-BARCELONA-BAJOMEDIEVAL>. Consultado el 04/05/2018.
30 Celestinesca, 42 (2018) Jesús Fernando Cáseda Teresa
35.– Víctor Balaguer, Las calles de Barcelona en 1865 (Complemento de la Historia de Cataluña),
Madrid, Imprenta y Fundición de M. Tello, 1888 p. 116.
36.– María Pilar Romero del Castillo, Los afeites femeninos en la Edad Media española. Estudio
léxico. Tesis doctoral, Recuperado de: <https://hera.ugr.es/tesisugr/24309230.pdf>. Consultado
03/05/2018.
37.– Isabel Colón Calderón, «De afeites, alcoholes y hollines», Dicenda: Cuadernos de filología
hispánica, 13 (1995), pp. 65-82.
38.– Alicia Martínez Crespo, «La belleza y el uso de afeites en la mujer del siglo XV», Di-
cenda: Cuadernos de Filología Hispánica, 11 (1993), pp. 197-222.
39.– Apéndice I, Los afeites femeninos en la Edad Media española. Estudio léxico. Tesis doctoral,
op. cit., p. 363 y ss.
El autor del primer acto de la Celestina Celestinesca, 42 (2018) 31
La Celestina, aunque justo es reconocer que en éste último caso, como se-
ñala Pilar Romero, la mayor parte aparecen en el primer auto, en el cono-
cido diálogo entre Pármeno y Calixto, donde aquél le explica los oficios
de Celestina. En todo caso, se trata de algo único en la literatura de su
tiempo. Ningún otro escritor muestra un dominio de dicho léxico como
Alfonso Martínez de Toledo y el autor del primer acto de la Comedia de
Calixto y Melibea.
Tal riqueza léxica le llevó a decir a alguien tan experto en ambas obras
como Marcelino Menéndez y Pelayo que «El Corbacho es el único ante-
cedente digno de tenerse en cuenta para explicarnos de algún modo la
perfección de la prosa de la Celestina»40.
En cuanto al léxico de las alhajas y de los adornos femeninos, la rique-
za de ambas obras es notable. Tomemos el ejemplo menos conocido del
Corbacho, especialmente el capítulo que titula el arcipreste «De cómo la
mujer es murmurante e detractadora», donde dice:
Buenos paños de escarlata con forraduras de martas fi-
nas, saya de florentín con cortapisa de veros trepada de
un palmo, faldas de diez palmos rastrando forradas de
camocán; un pordemás forrado de martas zebellinas con
el collar lançado fasta medias espaldas, las mangas de
brocado, los paternostres de oro de doze en la honça,
almanaca de aljófar (de ciento era los granos), arracadas
de oro que pueblan todo el cuello; crespina de filetes de
flor de açuçena con mucha argentería, ¡la vista me qui-
tavan! Un partidor tan esmerado y tan rico que es de
flor de canela, de filo de oro fino con mucha perlería;
los moños con temblantes de oro e de partido cambrai;
todo trae trepado de foja de figuera; argentería mucha
colgada de lunetas e lenguas de páxaro e retronchetes e
con randas muy ricas; demás un todo seda con que cu-
bría su cara, que paresçía a la reina Sabba; por mostrarse
más fermosa, axorcas de alambar engastonadas en oro,
sortijas diez o doze, donde ay dos diamantes, un çafir,
dos esmeraldas; lúas forradas de martas para dar con el
aliendo luzor en la su cara e revenir los afeites: reluzía
como un espada con aquel agua destilada. Un textillo de
seda con tachones de oro, el cabo esmerado con la fevilla
de luna, muy lindamente obrado; chapines de un xeme
poco menos en alto, pintados de brocado. Seis mugeres
con ella, moça para la falda, moscadero de pavón todo
40.– Obras completas de Marcelino Menéndez Pelayo. Tomo II. Volúmenes I y II. Orígenes de la
novela, Santander, Ediciones Universidad de Cantabria, 2017, p. 130.
32 Celestinesca, 42 (2018) Jesús Fernando Cáseda Teresa
41.– J. J. Bustos Tovar, «De la oralidad a la escritura en la transición de la Edad Media al Rena-
cimiento: la textualización del diálogo conversacional», Criticón, 81-82 (2001), pp. 191-206 (p.81).
42.– Ibidem, p. 200.
34 Celestinesca, 42 (2018) Jesús Fernando Cáseda Teresa
43.– Manuel Seco, «Lengua coloquial y literatura», Boletín Informativo de la Fundación Juan
March, 129 (1983), pp. 3- 22 (p. 21).
44.– Mariela de la Torre, «Mímesis del discurso femenino y estereotipos de género en El
Corbacho», Recuperado de <https://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/17/aih_17_2_044.pd>.
Consultado 03/05/2018.
36 Celestinesca, 42 (2018) Jesús Fernando Cáseda Teresa
¡Vedes qué vida está tan amarga! ¡Yuy, que agora la tenía
ante mis ojos! Llámame, Juanillo, al pregonero, que me
la pregone por toda esta vezindad. Llámame a Trotacon-
ventos, la vieja de mi prima, que venga e vaya de casa en
casa buscando la mi gallina ruvia. ¡Maldita sea tal vida!
¡Maldita sea tal vezindad! Que non es el hombre señor
de tener una gallina; que aún no ha salido el umbral que
luego non es arrebatada. (Gerli 1979: 151)
2.– E después bía a llorar, filar la rueca e el torno, fazer al-
vaneguillas, echandillos, cruzadillos, sudarios, bolsillas;
broslar almohadas, fruteros, pañezuelos; coser camisas,
estiradillas; fazer almanacas de cuentas e muchas otras
cosas —e tan buen día que fallen que fazer, que non les
sale el jornal a diez cornados. (Gerli 1979: 186)
3.– Fázense simplezillos como mugeres, la boz delgadilla,
fablan muy de paso; todavía los fallaréis entre mugeres,
pero non de las viejas. Asiéntanse en tierra llana como
ellas; dan a entender que son vírgenes e que nunca mu-
ger conosçieron ni las querrían ver, salvo para las confe-
sar e consejar que bivan bien: esto porque se fíen en ellos
una vez, e porque puedan usar donde mugeres estén con
toda ficta onestidad. (Gerli 1979: 262)
d) Uso de la forma exclamativa ¡guay! de carácter marcadamente oral la
localizo veinticinco veces en el Corbacho y tres veces en el primer acto de
la Comedia de Calixto y Melibea.
e) Uso del modismo matador en las dos obras, con ocho cómputos en el
Corbacho y tres en el primer acto de la Comedia.
f) Innumerables refranes, frases hechas, dicta et facta de carácter culto en
el Corbacho que también aparecen en la Comedia y que podría ser objeto de
una monografía y que forzosamente no caben en este trabajo por sus in-
evitables limitaciones. Son tan evidentes, que simplemente lo menciono.
g) La referencia al término gordo en relación a los clérigos. Es bien co-
nocida la respuesta de Celestina en el primer acto sobre el «ministro el
gordo» que estuvo con sus prostitutas. También en el Corbacho, en una
ocasión, se alude a «aquellos gordos, ricos e bien vestidos abades»:
respecto, y como señala Luis Suárez Fernández, «la Celestina debe mucho
al arcipreste de Talavera por la hábil combinación del estilo elegante y del
habla popular»50.
su actitud contra su común amo, Calixto. Pero más tarde, muda su acti-
tud y asume un comportamiento colérico, como su amigo y compañero
Sempronio.
Esta teoría no solo está presente en los personajes en el primer acto. En
el resto se mantiene el mismo esquema y apenas se modifica la estructura
de carácter de los personajes. Elicia y Areúsa son sanguíneas —tipología
dominante en la obra sin duda—; e incluso Melibea, que inicialmente
aparece como un ser flemático, se convierte finalmente en sanguínea por
la intervención de Celestina. Ésta última es quizás la más constante en su
forma de ser y de actuar, aunque su carácter colérico se acentúa a lo largo
de la obra y termina provocando la cólera del resto de los personajes, es-
pecialmente Pármeno y Sempronio que acaban dándole muerte.
En cualquier caso, es evidente que la Comedia de Calixto y Melibea, y por
extensión toda la obra, es un perfecto juego de caracteres, de personajes
que actúan movidos por sus intereses y que, finalmente, se precipitan por
sus propias acciones. La obra tiene para todos un final trágico porque,
sin duda, han ofendido a Dios y han actuado contraviniendo las normas
fundamentales de la religión y de los principios de la libertad: son escla-
vos del amor y esclavos de su propia ambición material. La única esca-
patoria para otra interpretación no religiosa del trágico desenlace sería
la culpabilización del fado, de la mala suerte o fortuna que precipita los
acontecimientos con el desgraciado accidente de Calixto. Pero el autor de
la obra se ocupa de cerrar esta posible puerta tal y como pretende Plebe-
rio con sus quejas y lamentos del final y de la obra y, así, el autor inserta
como últimas palabras del texto las conocidas voces latinas que, tomadas
de la Biblia, cierran la obra: «in hac valle lacrymarum» que dejan muy a las
claras el origen de los males y la causa del final de la obra. No es la mala
fortuna la causa de la muerte de Melibea y del resto de los personajes: es
voluntad de Dios por sus malos actos. Tesis que coincide absolutamente
con la teoría que desarrolla Alfonso Martínez de Toledo en la parte final,
o cuarta, del Corbacho.
51.– «Manuscritos y ediciones de las Virtuosas e claras mujeres de don Álvaro de Luna»,
en The Medieval Mind: Hispanic Studies in Honour of Alan Deyermond, corrd. Por Ian Macpher-
son, 1997, pp. 139-152.
52.– Un buen trabajo que estudia la animadversión aludida del arcipreste contra el con-
destable y su familia es el de Julio Vélez-Sáinz, «Propaganda y difamación: Alfonso Martínez
de Toledo, el linaje de los Luna y el arzobispado de Toledo», Romance Philology, 62 (2008),
pp. 137-157.
El autor del primer acto de la Celestina Celestinesca, 42 (2018) 45
es voluntad de Dios como castigo por sus malas palabras y malos actos
que contravienen el respeto debido. El loco amor de los dos jóvenes, la
avaricia de criados, de Celestina y del padre de Melibea, más ocupado de
sus negocios que de vigilarla, encuentran un lógico desenlace conforme a
las ideas ya expuestas en el Corbacho.
55.– «Literatura ovidiana (Ars amandi y Reprobatio amoris) en la educación medieval», Lemir.
Revista de Literatura Española Medieval y del Renacimiento, 8 (2004). Recuperado de: <http://par-
naseo.uv.es/Lemir/Revista/Revista8/ArsAmandi.pdf>. Consultado 03/05/2018
El autor del primer acto de la Celestina Celestinesca, 42 (2018) 47
del fugit dies medieval que del carpe diem renacentista. Como ha señalado
José Luis Canet con acierto en su estudio citado, el gran tema de la época
es el del amor, siguiendo una fuente fundamental del arcipreste de Tala-
vera, el también capellán Andreas —como Alfonso Martínez de Toledo
que también lo fue, esta vez del rey Juan II— para el cual «el amor a Dios
es siempre superior al de los hombres»56.
El arcipreste, la Comedia de Calixto y Melibea y el Corbacho pertenecen
a la Edad Media, aunque ya van apuntando novedades. Por eso quiero
acabar este estudio aludiendo a lo expresado al inicio del mismo: Rojas
sabía quién era el autor de la obra, del que había oído hablar, sabía que era
un clérigo y, muy probablemente, solo acabó la obra, habiendo llevado
a cabo el arcipreste de Talavera la mayor parte de la misma. La fortuna,
sin embargo, le fue esquiva al arcipreste de Talavera, Alfonso Martínez
de Toledo, quien ha pasado a la posteridad —equivocadamente— como
un escritor de segunda fila, anclado en el pasado medieval, misógino y de
poca relevancia personal y literaria. Nada de ello es cierto. Espero haber
contribuido en alguna medida a una reivindicación de su figura y a con-
seguir que se le atribuya la autoría de la Comedia de Calixto y Melibea y en
buena medida de la Tragicomedia de Calixto y Melibea.
13.– Conclusiones
Este estudio ha tratado de desentrañar uno de los mayores misterios de
la literatura en lengua castellana: la autoría del primer acto de la Comedia
de Calixto y Melibea. Creo haber demostrado que tanto este acto como
probablemente la estructura y configuración de los siguientes quince que
formaron parte de la primera edición de Burgos —la primera conocida—
son obra del clérigo toledano y arcipreste de Talavera Alfonso Martínez
de Toledo. Para ello me he apoyado en los siguientes argumentos:
1º.– Rojas y Alonso de Proaza construyen un introito que ridiculiza los
convencionalismos habituales que podemos encontrar en otras obras
contemporáneas, cuando se refieren a un destinatario de la carta inexis-
tente, mintiendo luego sobre el lugar de composición de la obra, así
como sobre el tiempo que ocupó su escritura. Establecen una atribu-
ción de autoría sobre el primer acto (Mena o Cota) tan absolutamente
divergente que resulta ineficaz, y tal vez burlesca a todos los efectos.
Pero es que, luego, Rojas hace trizas sus palabras sobre preservar su
anonimato con los acrósticos de Proaza que —advirtiendo para que
no nos olvidemos de leerlos correctamente— establecen el nombre y
apellido del autor, estudios, oficio y lugar de nacimiento.
56.– «Literatura ovidiana (Ars amandi y Reprobatio amoris) en la educación medieval», Lemir.
Revista de Literatura Española Medieval y del Renacimiento, nº 8, (2004). Recuperado de: <http://
parnaseo.uv.es/Lemir/Revista/Revista8/ArsAmandi.pdf>. Consultado 03/05/2018
48 Celestinesca, 42 (2018) Jesús Fernando Cáseda Teresa
Bibliografía
RESUMEN
Este estudio trata de demostrar que Alfonso Martínez de Toledo, el autor del
Corbacho, es también el autor del primer acto de la Comedia de Calixto y Melibea y,
probablemente, de la estructura general de los siguientes quince actos de la pri-
mera edición de la obra. Comienza la investigación con un análisis del prólogo,
analiza la figura de Calixto y lo pone en relación con la biografía del autor del
Corbacho, estudia la presencia de referencias al reino de Aragón en la obra y sitúa
la acción en la ciudad de Barcelona, a partir del estudio de la palabra tenerías y
otras referencias textuales. A partir del estudio de diversos campos semánticos,
de estructuras léxicas, estilo y muestras de oralidad comunes al Corbacho y a la
Comedia de Calixto y Melibea, así como de la teoría de los humores, la astrología
y la presencia de la «demanda» final del Corbacho, se establecen las semejanzas
entre ambas obras.
Palabras Clave: Celestina, arcipreste de Talavera, Corbacho, Barcelona, autoría.
RÉSUMÉE
Cette étude essaie de montrer que Alfonso Martínez de Toledo, l’auteur du Cor-
bacho, est aussi l’auteur du premier acte de la Comédie de Calixto et Melibea et,
probablement, de la structure générale des quinze actes suivants de la première
édition de l’œuvre . Commence par une analyse du prologue, aussi de la figure de
Calixto et la met en relation avec la biographie de l’auteur du Corbacho, étudie la
présence de références au royaume d’Aragon dans l’œuvre et place l’action dans
la ville de Barcelone. De l’étude du mot tenerías et d’autres références textuelles,
de l’étude de divers champs sémantiques, des structures lexicales, des échantil-
lons de style et d’oralité communs au Corbacho et à la Comédie de Calixto et Meli-
bea, ainsi que la théorie des humeurs, de l’astrologie et de la présence de la «de-
manda» finale de Corbacho, les similitudes entre les deux œuvres sont établies.
Celestinesca, 42 (2018): 57-82
1.– Cfr. su traducción del tratado en Andrea Cappellano, De amore. Milano, SE, 2015. Par-
ticularmente interesante el ensayo de D’Arco Silvio Avalle incluido en el texto, pp. 189-200.
Para el relieve señalado véase p. 185.
58 Celestinesca, 42 (2018) Patrizia di Patre
3.– J. L. Canet Vallés, «Literatura ovidiana (Ars Amandi y Reprobatio amoris) en la educación
medieval». LEMIR, 8 (2004), p. 4.
4.– Véase en Peter Birks, «Fictions Ancient and Modern», en The Legal Mind: Essays for Tony
Honoré, eds. Neil MacCornick and Peter Birks, Oxford, Clarendon Press, 1986, 83-101. Cfr. tam-
bién S. Pugliatti, «Finzione», en Enciclopedia del diritto, Milano, Giuffré, vol. XVII, 1968, 663-64.
5.– Dos admirables —por claridad, precisión y utilización de las fuentes— ensayos sobre
el argumento de la quæstio/disputatio y sus relaciones con la lectio: 1.– Francesco Siri, «Lectio,
disputatio, reportatio. Nota su alcune pratiche didattiche nel xii secolo e sulla loro trasmissione»,
en Per Alfonso Maierù. Raccolta di studi dei suoi allievi, eds. Lenzi, Musatti, Valente, Roma, Viella,
pp. 109-128; 2.– Pilar Pena, «La explicación de la quæstio en teología», Helmántica. Revista de
literatura clásica y hebrea, t. 65, n. 192 (2013), pp. 251-263. Véase también la espléndida edición
de Pietro Abelardo, Insegnamenti al figlio, Roma, Armando ed., 1993 I, con el lucidísimo co-
mentario de G. Ballanti; véase en particular la siguiente consideración (p.44): «Al contrario, la
didattica nascente dalla disputa scolastica tendeva a superare la semplice iterazione e a farsi
costruttiva di un comportamento dell’alunno non tanto imitativo quanto davvero operativo,
efficiente e sufficiente in se stesso. Il metodo divenne interlocutorio, o interattivo verbale [...];
Maestri e Scolari divennero entrambi parlanti-ascoltatori [...]. Così pure l’interpretare si sarà
diffuso verbalmente dal Maestro al discepolato, via via che si stabiliva l’uso di affrontare il te-
ma suddividendolo in articoli, ciascuno dei quali rispecchiava il punto di vista di persone diver-
se. Perfino il gioco dell’interrogare-rispondere, che oggi consideriamo tipico della situazione
scolastica, entrò in uso solo in questo periodo come un gioco ‘nuovo’, e per certuni scandalo-
so, ‘leggero’: la pedagogia monastica si sosteneva piuttosto su quello del legger-ripetere; e an-
cor oggi chiamiamo comunemente ‘retoriche’ le domande apparenti cui non segue risposta».
60 Celestinesca, 42 (2018) Patrizia di Patre
8.– C.B. Bazàn, J.W. Wippel, G. Fransen, D. Jacquart, Les questions disputées et le questions
quodlibétiques dans le facultés de théologie, de droit et de médecine, Turnhout, Brepols, 1985, p. 26.
Al pasaje en cuestión se remite P. Pena en La explicación de la quæstio, cit., p. 256. La autora
recuerda también a Abelardo (Sic et non, P.L. 178, 1349): ‘Dubitando enim ad inquisitionem
venimus; inquirendo veritatem percipimus’».
9.– De Trinitate, P.L. 64, 1258 D.
10.– P. 256.
62 Celestinesca, 42 (2018) Patrizia di Patre
11.– P. Pena, op. cit., p.258. La cita de M. M. Adams, «Reviving Philosophical Theology:
Some Medieval Models», en Miscellanea Mediaevalia 26 (2012), pp. 60-68.
12.– «Literatura ovidiana», pág. 16. Cfr. en paralelo un ensayo del mismo autor que, por su
recorrido sistemático y la abundante documentación, aclara y en parte anticipa muchos de los
temas presentes en el nuestro: José Luis Canet, «Reflexiones filosóficas sobre el amor cortés y
el De Amore de Andreas Capellanus», en Homenatge a Amelia García-Valdecasas Jiménez, eds. Fe-
rrán Carbó, Juan Martínez Luciano, Evelio Miñano y Carmen Morenilla, València, Universitat
de València, 1995, pp. 191-208.
A la sombra del De amore Celestinesca, 42 (2018) 63
Pero era también la que mejor conectaba con las reglas heurísticas de
una quæstio ya en trance de devenir disputatio: alternancia no gratuita, sino
sumamente formativa y, por ende, didáctica:
[...] In tutte le discussioni sul «vero» di questo periodo
(compresa la disputa degli universali), e particolarmente
in quelle di Abelardo, è sottinteso un valore pedagogico;
il vero è per Abelardo ciò che risponde alla «imposizione
delle voci» e non alla «natura delle cose»: il vero è logico,
non fattuale; perciò ogni dimostrazione intorno a veri-
dicità o falsità è anche dimostrazione intorno a verifica-
zione o falsificazione logica, è dimostrazione di ‘buon
funzionamento’ dell’attività intellettiva: la disputa ser-
viva a questo»13.
(En todas las discusiones sobre lo «verdadero» de la
época —incluyendo la disputa acerca de los universa-
les— queda implícita una valencia pedagógica; la ver-
dad es para Abelardo lo que responde a la imposición
de las voces, no a la naturaleza de las cosas: la verdad
es lógica, no factual; por tanto toda demostración sobre
veracidad o falsedad es también demostración de ve-
rificabilidad o falsificación lógica, prueba contundente
de un buen funcionamiento intelectivo: la disputa servía
precisamente para esto).
Es por eso que, al lado de la definición en juego, la quæstio se encargaba
de mostrar la pertinencia del mecanismo exploratorio adoptado para al-
canzarla: «Un maestro insegna determinati contenuti ma anche il metodo
per ricercarli»14.
Es precisamente en el cruce determinado por sutilezas dialécticas e in-
tenciones pedagógicas (lugar común tanto de las disputas declamatorias
romanas, con su propuesta y examen de soluciones alternativas, como
de las palestras escolásticas), donde converge el término simbiótico del
tratado amatorio, en cuyo origen ovidiano se sitúa, de una vez por todas,
la admisibilidad al referente común: es el mismo Ovidio el que funde una
preocupación —supuestamente— didáctica, los métodos declamatorios
de moda, y una mayéutica esencialmente socrática, en su determinación
primero favorable, luego definitivamente censoria de las funciones anejas
al amor. No basta; en este conjunto fijo inaugurado por Ovidio se impone
naturalmente, como factor abierto a ulteriores connotaciones jurídicas, el
2.1.– Libros I, II
Præfatio
Claramente negativo, prescindiremos de él por la relativa susceptibili-
dad a refundiciones y añadidos.
Capitulum I. Quid sit amor
1.– Amor est passio quædam innata procedens ex visio-
ne et immoderata cogitatione formæ alterius sexus, ob
quam aliquis super omnia cupit alterius potiri amplexi-
bus et omnia de utriusque voluntate in ipsius amplexu
amoris præcepta compleri17.
15.– Cfr. Maria Bettetini, Figure di verità. La finzione nel Mediœvo occidentale. Milano, Piccola
Biblioteca Einaudi, 2004; Federico Bardelle, Le finzioni giudiziali. In diritto.it <file:///C:/Users/
Usuario/Downloads/le-finzioni-giudiziali.pdf>
16.– En el sentido de una admisión (+) o rechazo (-) de los argumentos considerados.
17.– Cito dal De Amore nell’ed. P.G. Walsh, London, Duckworth, 1982.
A la sombra del De amore Celestinesca, 42 (2018) 65
18.– Si el prefacio tuviera como exclusiva confirmación unas líneas iniciales del primer
capítulo, su autenticidad o prioridad intencional estuviera sujeta a las mismas dudas que le
afectan aisladamente.
19.– V. Cherchi, Andreas and the Ambiguity, cit., p. 41: «Andreas, in sum, missed altogether
the notion of mezura, which regulates the rapport between eros and virtue and is therefore
fundamental for the interpretation of fin’amor, because it is the fundamental virtue on which
the whole ethics of courtly love is based».
20.– Véanse en Cherchi, ed. cit., todas las apreciaciones al respecto, parcialmente consig-
nadas supra.
66 Celestinesca, 42 (2018) Patrizia di Patre
21.– Aquí es donde se encuentran con mayor abundancia los tópicos inversores del
Evangelio: profanación de la que sacará conveniente partido el propio Dante.
22.– Casi siempre la mujer habla con más refinamiento y figuras retóricas que el propio
varón. Rasgo muy notable y que merecería una atenta consideración.
23.– Con referencia a la edad avanzada. Una curiosidad ligada a la ópera (que con tanta
frecuencia se sirve de la literatura «independiente», o por el contrario logra inspirar muchas de
sus páginas más notables, como por ejemplo el famoso pœma luziano Alla vita: «Ecco, amici, ci
aspetta una barca», tomado claramente de Così fan tutte: cfr. mi reciente artículo «Una proposta
su Montale», en Linguistica e Letteratura, XLII, 1-2 2017, p. 160 ). En el Elisir d’amore de Donizetti
(con libreto de Felice Romani ) la gondolera requerida de amor por el Senador se burla de él,
primero alegando su edad (véase el primer parlamento considerado aquí), pero siempre pro-
testando que el honor a ella concedido sería realmente extremo, o sea excesivo. Mientras que
«Zanetto, giovinetto» puede muy bien y con toda conveniencia casarse con ella y hacerla feliz.
24.– Pensemos aun solo en la descabellada conclusión de que «es mejor que la mujer se
haga odiosa a un marido indigno y no estimada por él». Acuden a la mente los consejos que
la madre de S. Agustín, S. Mónica, daba a las amigas no suficientemente sometidas a los
respectivos maridos, y por consiguiente llenas siempre de cardenales y otras señales de las
golpizas; pienso en el extraordinario ensayo de V. Woolf, Una habitación propia
Suficiente para
apreciar la carga de distorsión social que la adhesión a los preceptos del De Amore provocaría.
Como si la «corte de amor» estuviera situada, efectivamente, fuera de los confines del mundo,
suerte de roca inexpugnable. Es evidente, sin embargo, que el autor del tratado sobre el amor
quiere seguirle el juego (a nivel dialéctico y dentro de la fictio retórica) a los teóricos de este; y
demoler esa construcción a fuerza de razonamientos, no con amonestaciones
El edificio no
se sostiene lógicamente, quiere decir el autor de esta especialísima disputatio.
A la sombra del De amore Celestinesca, 42 (2018) 67
mensa sibi proponat amoris, et quod alteri possit amanti placere» (I, 213).
Este argumento, cruzado con el de las «cadenas» o servidumbre de amor,
permite instituir un paralelo risible con el retrato de quien «largitatem
porrigere debet quibus potest», o necesita mostrarse «arditus, sapiens,
cautus et ingeniosus», ni demasiado risueño ni triste. Está claro que el
pretendido amor del prójimo, en lugar de hallarse en íntima conexión
con el profano, manifiesta una incompatibilidad aneja a la definición de
ambos, por declaración expresa no solo de la voz autorial al final del libro,
sino de las objeciones mujeriles en pleno tratado.
De esta forma, el epílogo resultante es solo el remate de un largo dis-
curso, preparado desde muy lejos. «Tertia quoque ratio amorem cunctis
evitare suadet. Nam exinde unus ab altero divertitur amicus, et inimicitiæ
inter homines capitales insurgunt, nec non et homicidia malave multa
sequuntur». [Así hasta el final del fragmento (9-12)].
27.– En el primer libro (533-549) aparece particularmente blasfema la distinción entre los
lugares corpóreos de elección en correspondencia con el supremo fin del amor (asimilación
a las diversas facultades platónicas y las jerarquías comportamentales cristianas). De aquí la
exigencia de una refutación, no solo en el tercer libro sino en el interior del tratado.
A la sombra del De amore Celestinesca, 42 (2018) 71
2.2.5.– Egestas
2.2.6.– Fama
2.2.7.– Crimina
2.2.8– Adulterium
2.3.– Cotejando
34.– Cfr. C. Di Girolamo, «La Divina Comèdia en català», L’Espill, 7 (2001), pp. 131-40, cuyas
argumentaciones respecto de las Petrosas y su difusión temprana en España siguen teniendo,
a mi parecer, suficiente y comprobada validez. Cfr. también, para una panorámica general y
la presencia de las rimas dantescas en la biblioteca y obra de Santillana, el estudio de Tobias
Leuker, «Entre nombre y mote: dos pœmas ‘dantescos’ del Marqués de Santillana», Revista de
Literatura Medieval, 17 (2005), pp. 233-40.
35.– En Inf., V.
A la sombra del De amore Celestinesca, 42 (2018) 77
36.– Exterminada, como se sabe, la producción al respecto. Se pueden ver ensayos clásicos,
como el de D. Vittorini, «Francesca da Rimini and the Dolce Stil Nuovo», The Romanic Review,
XXI-2 (1930), 116-127; M. Casella, Il canto V dell’Inferno, Firenze, Sansoni, 1940. F. Mazzoni,
«Il canto V dell’Inferno», en Inferno: letture degli anni 1973-76, Roma 1977; D. Della Terza, «Infer-
no V: Tradition and Exegesis», Dante Studies, 99 (1981), pp. 49-66. Sobre la temática del amor
cortés en Toscana, cfr. Gianfranco Contini, Pœti del Duecento, Milano-Napoli, Ricciardi, 1960.
37.– Sobre este especial empleo de la anáfora cfr. de P. Di Patre la lectio magistralis publicada
con el título «El lente deformador de la pœsía barroca ecuatoriana», En Crítica, ensayo y memoria
en la literatura latinoamericana, ed. V. Robalino, PUCE, Centro de Publicaciones, 2014, pp. 19-38.
38.– Cfr. J. L. Canet, «Literatura ovidiana», art. cit., pp. 10-11: «Por otra parte no hay que
olvidar la premisa fundamental con la que se sustenta la filosofía cristiana, el libre albedrío
del hombre, necesario para que las actuaciones del ser humano no sean predeterminadas y
pueda actuar la voluntad; mientras que el amor, como hemos visto, ‘hace esclavo’, obliga
a someterse al otro, a perder su propia libertad». Concepto realmente fundamental en la
temática que nos ocupa.
78 Celestinesca, 42 (2018) Patrizia di Patre
39.– Deficiencias de una retórica inhábil para establecer, como ocurre en cambio en el tra-
tado De amore, la solución correcta entre el acervo de parlamentos contradictorios.
40.– Sobre la recepción celestinesca de todo el complejo atinente al amor cortés, indispen-
sable la lectura de Yolanda Iglesias, Una nueva mirada a la parodia de la novela sentimental en La
Celestina, Madrid-Frankfurt, Iberoamericana ed., 2009.
41.– Ed. de referencia, p. 229.
42.– Véase en relación con esto Rafael Beltrán, «Entre la parodia de la oración», en El mun-
do social y cultural de La Celestina. Actas del Congreso Internacional de la Universidad de Navarra,
coords. J. M. Usunáriz Garayoa, I. Arellano Ayuso, Vervuert, 2003, espec. pp. 29-39.
A la sombra del De amore Celestinesca, 42 (2018) 79
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Capellanus y La Celestina», Celestinesca 42 (2018), pp. 57-82.
RESUMEN
A través del presente estudio me propongo mostrar cómo la obra maestra del Ca-
pellanus se encuentra organizada según los modos de una característica quaestio
medieval, y responde a los mismos objetivos de declaración formal y exhausti-
va -en pro y contra- de una tesis finalmente llevada a su solución definitiva. La
conclusión autorial aparece en el caso que nos ocupa decididamente contraria a
la apología del amor profano, cuyos efectos nefastos recorren, mediante la fun-
damental caracterización del canto V en el Infierno dantesco, toda la veta literaria
que culmina con los desafortunados amores («homicidia malave multa sequun-
tur», según el pronóstico establecido en el De Amore), relatados en la Tragicomedia
del primer Renacimiento.
palabras clave: De Amore de Capellanus, Dante y La Celestina.
ABSTRACT
The present study shows that the masterpiece of Capellanus is organized like a
typical medieval quaestio, and answers to the same objectives of formal declara-
tion and exhaustivity -pro and against- of a thesis finally carried to a definitive
solution. The author’s conclusion appears in this case in a decidedly opposite
manner to the eulogy of profane love, with their detrimental effects spanning -by
the characterization of the Dante’s Inferno, fifth chant- the entirety of the literary
peak that culminates with the unfortunate love affairs («homicidia malave multa
sequuntur», according to the prediction established in De Amore) narrated in the
Tragicomedy of the first Renaissance.
Celestinesca, 42 (2018): 83-142
2.– Joseph Snow estuvo en contacto con Brad Bond durante el montaje de la obra en 1999
y le proporcionó copias de grabados celestinescos y otras imágenes.
Celestina, a Tragic Music Comedy de Brad Bond Celestinesca, 42 (2018) 87
ineludible de la muerte. Así, las últimas palabras con que se cierra esta
producción son «for tomorrow we die». La primera parte de esta frase bí-
blica antes citada, «eat and drink and be merry», seguida de unos omino-
sos puntos suspensivos, se usó en su día en la tarjeta de lobby de la obra.
Esta frase proverbial condensa también el espíritu del vodevil más puro,
de sus luces y risas ante la sordidez del mundo real y el inevitable destino
del ser humano. Estas palabras son igualmente una versión adaptada al
nuevo género del in hac lachrymarum valle con que termina la Tragicomedia.
Estamos pues ante una adaptación de La Celestina que debe ser consi-
derada como un peculiar e importante eslabón de la celestinesca ya que
es tanto una adaptación del original a otro idioma y género como una
obra nueva de pleno derecho. A pesar de las muchas diferencias con el
texto original, conserva intacta su crudeza y pesimismo por más que el
vitalismo y la ligereza del musical la estructuren. En este sentido, Brad
Bond se confiesa admirador del musical Chicago y de otras produccio-
nes del famoso director, bailarín y coreógrafo Bob Fosse, director de la
película Cabaret, musicales que muestran el lado oscuro de las bamba-
linas vodevilescas. Este mundo del cabaret, con sus estridencias y sus
orígenes prostibularios y hampescos, es al fin y al cabo, heredero del
mundo sórdido y egoísta en que se desarrolla La Celestina. Por ello no es
de extrañar la presencia de ecos brechtianos en esta obra de Bond. No
solo el extrañamiento por la ruptura de la ilusión escénica en el epílogo y
los continuos guiños de complicidad al espectador son brechtianos, sino
que también lo es el personaje de la Celestina, quien, por su afán lucra-
tivo, recuerda a Madre Coraje.
Editamos aquí el texto en un formato apropiado para su lectura. Aun-
que lo hemos adaptado a las convenciones modernas de edición de textos
dramáticos, conservamos la práctica común de los libretos de Broadway
de poner en mayúscula las partes cantadas, por más que las mayúscu-
las resulten difíciles de leer. Hemos puesto en itálica y entre paréntesis
las acotaciones que incluye el autor. El lector debe tener en cuenta que
la información que nos dan estas didascalias no están pensadas para un
lector genérico, sino que son instrucciones concretas para el director de
escena y los actores de cómo representar la escena, montar el decorado,
etc. Finalmente, hemos introducido algunas notas a pie de página que
aclaran giros coloquiales del inglés y referencias concretas que pueden
resultar difíciles para el lector no familiarizado con el mundo norteameri-
cano implícito en la obra. Traducir todo el libreto al español hubiera sido
una ardua tarea pues implicaría crear una nueva adaptación ya que está
repleto de giros y juegos de palabras imposibles de traducir directamente
sin hacerles perder su fuerza cómica y su expresividad.
88 Celestinesca, 42 (2018) Enrique Fernández
Obras citadas
Bond, Brad. Celestina, a Tragic Music Comedy. The Producers Club II Thea-
tre. New York, 22 octubre a 6 de noviembre de 1999, Nueva York.
Comedia musical.
—. «Answer to your questions about my production of Celestina, a Tra-
gic Music Comedy». Mensaje a Enrique Fernández Rivera, 15 de junio,
2018. Email.
Celestina Visual. «Celestina, a Tragic Music Comedy, de Bond, Nueva York
(1999)». Ficha en línea con imágenes y música». <http://celestinavi-
sual.org/items/show/3041>. Consultada el 1 de julio de 2018.
Romero, Raúl. «Celestina. A Tragic Music Comedy, adaptación de Brad Bond
y Jason-Michael Fiske». Celestinesca 23.1-2 (1999): 152-53. <http://
parnaseo.uv.es/Celestinesca/Numeros/1999/VOL%2023/NUM%20
1%20Y%202/1y2_resena3.pdf>
Snow, Joseph T. «Sobre la producción de Brad Bond». Mensaje a Enrique
Fernández Rivera, 9 de junio, 2018. Email.
Celestina, a Tragic Music Comedy de Brad Bond Celestinesca, 42 (2018) 89
Foto 1: Celestina y los Celestina Boys durante el número musical «The Celestina
Show» de la representación de 1999. Celestina interpretada por Sharon Carlson y
los Celestina Boys por Ryan Vaughan, Matt Dallmann, Michael Hurd y Jerry Snee
(Foto cortesía de Brad Bond).
CHARACTERS
CALISTO: A handsome, wealthy young man in love with Melibea
MELIBEA: A beautiful, wealthy young woman
SEMPRONIO: A clever servant of Calisto
THE CELESTINA BOYS: Celestina’s back-up singers
CELESTINA: An old slut
PARMENO: A young, innocent servant of Calisto
ELICIA: Sempronio’s girlfriend, one of Celestina’s «girls»
LUCRECIA: Melibea’s little maid
AREUSA: One of Celestina’s «girls»
PLEBERIO: Melibea’s father, a wealthy, powerful business man
CENTURIO: An oafish thug-for-hire (played by same actor as Calisto)
VARIOUS TOWNSPEOPLE (played by same actors as Parmeno,
Elicia, Areusa, Lucrecia, Calisto, Melibea’s Father)
SOSIA: A servant of Calisto (played by same actor as Parmeno)
TRISTAN: A servant of Calisto (played by same actor as Sempronio)
ACT I
Prologue: A Spanish garden,
PROLOGUE—Calisto and Melibea
Scene 1: Calisto’s House, The present
I LOVE HER—Calisto
WOMEN ARE WICKED—Sempronio
Scene 2: The Village Square, the same day
THE CELESTINA SHOW—Celestina and the Boys, Various
townspeople
Celestina, a Tragic Music Comedy de Brad Bond Celestinesca, 42 (2018) 91
ACT II
Scene 1: Melibea’s House (Front Yard and Interior) Same night
NOW THAT I KNOW—Calisto and Melibea
NO MORE WORDS—Pleberio
Scene 2: Celestina’s House, early hours of the following day
PROMISES—Celestina, Sempronio, Parmeno
Scene 3: Celestina’s House, the morning of the same day
LIFE GOES ON—Elicia
GET UP—Areusa and Elicia
JUST LIKE HIM—Areusa, Elicia, Sempronio, Parmeno
JUST LIKE HER—Areusa
HOW YA WANT HIM TO DIE?—Centurio
Scene 4: Melibea’s Garden / The Foot of the Wall, Midnight
HERE AM I—Melibea
HELLO DOWN THERE—Lucrecia and Tristan (Sempronio)
NO MORE WORDS (reprise)—Melibea
Epilogue: The Bare Stage
THE MORAL—Celestina and the Full Cast
92 Celestinesca, 42 (2018) Enrique Fernández
Act I—Prologue
(With a grand swell of overture music, reveal a Spanish garden in 1499.
We see Calisto, a gallant young man professing his love to a beautiful
young maiden Melibea)
Act I, Scene 1
(The scene shifts over music, and we flash forward five centuries to the
present day. The location is the living room of Calisto’s house, a stylish
rich bachelor’s home. Reveal Sempronio, Calisto’s clever
servant, lounging on the couch while Calisto paces)
3.– Este diálogo inicial está intencionalmente plagado de arcaísmos en inglés, como
methinks, knave o thy, que indican a la audiencia que la escena tiene lugar en una época remota.
4.– IM’s: Internet Messages, similar a SMS (short message service).
Celestina, a Tragic Music Comedy de Brad Bond Celestinesca, 42 (2018) 93
5.– Bad hair day: expresión coloquial que significa tener un mal día, comparable al español
«levantarse con el pie izquierdo».
6.– Your pants are on fire: estribillo de la expresión coloquial para llamar a alguien mentiroso.
Aquí toma, sin embargo, el doble sentido de excitación sexual.
7.– To be on the rag: eufemismo coloquial para la menstruación.
Celestina, a Tragic Music Comedy de Brad Bond Celestinesca, 42 (2018) 95
Act I, Scene 2
(The same day. A street scene in the village square. Various townspeople
come and go, gossiping together. These roles may be played by other
main characters in disguise).
VOICE OFF: Live from the village square, it’s The Celestina
Show! Brought to you by Cheetos, the cheese that goes
«crunch» (music cue).
96 Celestinesca, 42 (2018) Enrique Fernández
8.– Hag: mujer vieja con aspecto de bruja. Llamarla sexy es un oxímoron cómico.
9.– Stag party: fiesta o despedida de soltero.
10.– Fosseesque: referencia a Bob Fosse, director de teatro, bailarín y coreógrafo famoso por
su trabajo en musicales como Cabaret o Chicago.
Celestina, a Tragic Music Comedy de Brad Bond Celestinesca, 42 (2018) 97
11.– Suck it: usado aquí con doble sentido. Por un lado, se refiere a la operación del
aspirador que supuestamente vende Celestina y por otro al sexo oral.
12.– Soap on a rope, o jabón con cordón, creado en la década de 1940, y que comercializaban
las vendedoras de Avon.
98 Celestinesca, 42 (2018) Enrique Fernández
SEM: I’ve got a hot lead for you. My master, Calisto, has fallen
in love with a girl, Melibea, but she wants nothing to do with
him. I thought this would be right up your alley.
CEL: You have no idea what goes on up my alley.
SEM: So, what do you say? Can I tell him you’ll take his case?
CEL: He’s rich, right?
SEM: He’s loaded!
CEL: And he’s in love, right?
SEM: He thinks he is.
CEL: Momma’s gonna clean house tonight! Now, I’ll handle the
lady. Melibea just needs a little finessing. Meanwhile, you
make sure Calisto stays in the right frame of mind—depressed,
obsessed, and ready to divest. If we play our cards right, we can
milk these cash cows for all they’re worth.
SEM: You said «we». You’re going to share some of the profits,
right? Finder’s fee? Partners all the way?
CEL: Oh, don’t you worry. Stick with me, kid! I am the world’s
oldest professional (the music resumes original upbeat tempo and the
townspeople and Celestina boys swirl to life).
HUNCHBACK: THIS OLD GAL IS AN EXPERT ON SEX!
NUN: THIS OLD GAL SURE CAN CAST A MEAN HEX!
FLOWERGIRL: SHE MADE A VOODOO DOLL THAT
CRIPPLED MY EX!
ALL: (stage whisper) WATCH OUT FOR… CELESTINA!
BUTCHER: SHE’LL FIND YOU A DATE THAT’S REALLY
GREAT, / JUST TRY IT AND SEE.
PRIEST: OR HELP LOCATE YOUR PERFECT MATE, IT’S
FELICITY.
LADY 1 & 2: OR EDUCATE YOU TO MASTURBATE FOR A
NOMINAL FEE!
ALL: SHE’S CELE-CELE-CELE-CELE-CELE-STINA!
(The number ends with Celestina in her grand signature pose).
Act I, Scene 3
(Calisto’s House. Later the same day. Calisto and Parmeno, his earnest
young servant, are revealed. Calisto is primping and getting
ready to meet Celestina).
PAR: Calisto, I am begging you! Do not get involved with this…
Celestina.
Celestina, a Tragic Music Comedy de Brad Bond Celestinesca, 42 (2018) 99
13.– I am on the level: expresión que significa que una persona es honesta.
14.– Bath beads: bolas aromáticas para el baño. Rag weed, normalmente escrito como una
sola palabra, es una hierba usada para aliviar las molestias menstruales. Eye of newt es un
ingrediente usado en el famoso conjuro de las tres brujas en Macbeth.
Celestina, a Tragic Music Comedy de Brad Bond Celestinesca, 42 (2018) 101
15.– Momma loves you: frase usada típicamente por las madres para calmar a los niños
pequeños.
Celestina, a Tragic Music Comedy de Brad Bond Celestinesca, 42 (2018) 103
Act I, Scene 4
(Celestina’s house. Later the same day. Enter Celestina and Sempronio,
carrying the jewel chest. Celestina still wears the gold chain).
CEL: Elicia! I’m home! Where is that fat little thing? (enter Elicia,
a still lovely but somewhat over-processed courtesan; she is not fat; to
Elicia, referencing Sempronio) Look what I found wandering the
104 Celestinesca, 42 (2018) Enrique Fernández
streets (to Sempronio) Gimme that! (Celestina takes the trunk from
him and exits)
SEM: Hey, babe (trying to kiss her; she brushes him off).
ELI: I’m not speaking to you.
SEM: What?!
ELI: I haven’t seen you for days.
SEM: Day. You haven’t seen me for «day». «A» day.
ELI: Whatever. I am going to find a new lover who is more
attentive.
SEM: Good luck with that.
ELI: Who needs luck when you’ve got these? (referencing her chest).
SEM: Those are nice…
ELI: Remember them fondly, you won’t be seeing them for a
while (Celestina enters with Areusa, a lovely young prostitute who
also lives with her. They are carrying a large, heavy steamer trunk.16
They heft it onto the table).
SEM: What’s this about?
CEL: Old Cellie has work to do. Calisto is good and hot, so I need
to work fast before the fire cools.
SEM: What about Parmeno? He’s throwing water on the flames
as we speak.
CEL: The trick is to find his weakness. He’s much too sweet, loyal,
and virtuous.
SEM: He’s so damn uptight. I think he just needs to get laid.
CEL: Why didn’t I see that? He’s a virgin, isn’t he?
SEM: Of course.
CEL: Areusa, honey, I’m going to have a little job for you.
ARE: A virgin. Yum! I’ll see if I have any availability (looking at her
smart phone).
CEL: Clear your schedule. There’s a big fish at stake, and I’m not
about to lose a whale because of some do-gooder guppy. Now,
go bait your hook!
ARE: Relax, Grandma. This isn’t my first fish fry.
CEL: Now, out! Everybody out! (exit Sempronio, Elicia, Areusa; once
alone, Celestina says:)
Yoo hoo! Boys! (the Celestina Boys appear. During the number they
dress her in an apron emblazoned with the slogan, «Born to Bar-B-Q!»
16.– Steamer trunk: baúl usado antiguamente para viajes transatlánticos en barco.
Celestina, a Tragic Music Comedy de Brad Bond Celestinesca, 42 (2018) 105
She also dawns a pair of yellow rubber «living gloves»17 and protective
goggles. During the number, she pulls out sundry test tubes and beakers
and a wide variety of demonic ingredients which she mixes together).
CEL: Let’s do it! (music cue).
(There is a brief musical intro, and the atmosphere becomes dark and
creepy [go fog machine!] as the boys begin to chant the eerie a capella «ha
ha ha» of the incantation. The Celestina Boys help Celestina remove her
protective cookin’ gear. Celestina produces a large braid of thread, which
she dunks in the brew. Note: As to Celestina’s actual demonic powers, it is
best to leave it ambiguous as to whether she is actually able to cast a magic
spell, or whether the eventual transformation of Melibea’s hate into love is
just a natural progression. Of course, Celestina should have great faith in
her own powers, but the audience should be left to wonder whether there
is dark magic afoot or not).
Act I, Scene 5
(Melibea’s house. We find Melibea and her little maid, Lucrecia, who is
a frighteningly perky young girl. The doorbell rings. Lucrecia opens the
door to reveal Celestina in her peddler outfit, smiling broadly).
my dear. Pray for healing. For deep, complete release from his
torment. Every night, before you go to sleep, close your eyes and
pray as hard as you can for—Calisto! (Again with the spooky voice).
MEL: Oh, I will. I had no idea. And I’m sorry I got so upset with
you. I just thought…
CEL: Good heavens, child, don’t worry about me. I only live to
serve others. Well, I’m off.
Please call me if you ever need anything. I’m here for you.
MEL: Come back any time. And do let me know how he’s doing
(she crosses away).
LUC: Don’t worry. She will.
CEL: (in doorway aside to Lucrecia) Listen, honey. I have some lovely
pimple cream that could do wonders for that complexion of
yours. It’s straight from France and goes for a hundred dollars
a bottle, but I give it to my close friends for free. We’re close
friends, right?
LUC: Sure. Why not?
CEL: Good. Let’s keep it that way. OK?
LUC: ‘Kay. Bye! (Lucrecia shuts the door). Hey, let’s try out the new
thread! (reaching for it).
MEL: (pulling the thread away and heading off) No, I’m going to
work alone in my room for a while. You stay behind and do
the mending. I’ll call you when I need you (Melibea exits).
LUC: I’ll stay behind and do the mending. She’ll call me when she
needs me. Sheesh!
Act I, Scene 6
(Areusa’s bedroom. Celestina and Parmeno are standing next to Areusa,
who is in a large bed with the covers pulled up around her. She is doing a
good job of appearing modest and demure. Parmeno is awkward and shy).
at Celestina). What’s the matter? Oh! I get it. I didn’t just fall off
the turnip truck.24 You’re ashamed to «do it» with an old lady
present (music cue). Well, let me tell you
(The Celestina Boys appear from under and around the bed and help
Celestina exhort the young couple to fornicate. The choreography should
be reminiscent of a Marilyn Monroe-style number in which the back-up
boys attempt to do «lifts» with her toward the end).
24.– To fall off a turnip truck: ser un novato, paleto o persona sin experiencia.
25.– Rack up a notch or two: hacer marcas en el cabezal o poste de la cama para llevar cuenta
del número de amantes.
112 Celestinesca, 42 (2018) Enrique Fernández
26.– Turn the other cheek: además del sentido bíblico, la expresión toma en este contexto un
sentido obsceno ya que «cheek» se usa coloquialmente por nalgas.
27.– Digitalis: medicina para aliviar las palpitaciones de corazón.
28.– It’s from France: Francia y lo francés tiene a menudo en inglés una connotación sexual
y escandalosa.
Celestina, a Tragic Music Comedy de Brad Bond Celestinesca, 42 (2018) 113
Act I, Scene 7
(Celestina’s drawing room. Reveal the two young couples, Parmeno and
Areusa, and Sempronio and Elicia, sitting at the dinner table on either
side of Celestina. They have just completed a big meal).
CEL: Oh, how I love wine! Three glasses a day—never a drop
more. Unless it’s a special occasion, like tonight.
PAR: I was reading where it’s healthy for the average person to
have one drink per day.
CEL: Well, I value my health three times as much as the average
person!
MEL: IN MY BRAIN
LUC: IN HER BRAIN—
MEL: MY THOUGHTS ARE SPINNING
LUC: SPINNING
MEL: AND MY BREAST IS AFLAME.
LUC: HER BOOBS ARE ON FIRE! 29
MEL: AND IF I CANNOT BREAK FREE / I KNOW I’LL NEVER
BE / THE SAME.
LUC: SHE CAN’T BREAK FREE. / SHE’LL NEVER BE / THE
SAME.
CEL: WHAT ARE YOUR SYMPTOMS, DEAR?
LUC: WHAT ARE YOUR / SYMPTOMS, DEAR?
MEL: I CAN’T EAT.
LUC: SHE CAN’T EAT.
CEL: SHE CAN’T EAT—HMM. / ANYTHING ELSE THAT’S
QUEER?
LUC: ARE YOU GAY?! 30
MEL: I CAN’T SLEEP.
LUC: SHE CAN’T SLEEP.
CEL: SHE CAN’T SLEEP—HUH!
MEL: THIS AGONY FIERCELY / IMPINGING THAT’S /
PIERCING ME / SINGEING ME /
LUC: AGONY AGONY / AGONY AGONY /
MEL: I CANNOT ENDURE.
LUC: SHE CAN’T ENDURE.
MEL: AND I’M TERRIFIED / THAT I
LUC: SHE’S SCARED
MEL: WILL NOT
LUC: SHE WON’T / SURVIVE
MEL: SURVIVE IF I DON’T / FIND THE CURE
LUC: WHERE IS THAT CURE? /
MEL: BEFORE I DIE——
LUC: BEFORE SHE DIES——
CEL: Put Melibea on the phone (Melibea takes the phone from
Lucrecia). I know what your problem is.
MEL: What is it?
29.– Boobs: vulgarismo por pechos. Aquí con efecto cómico ya que Lucrecia no entiende el
sentido metafórico de las palabras de Melibea »My breast is aflame».
30.– Gay: como en el caso anterior, Lucrecia no entiende la palabra «queer» en su significa-
do original de «extraño» usada por Melibea.
118 Celestinesca, 42 (2018) Enrique Fernández
(Music continues under. Calisto appears again in his pool of light opposite
from Melibea’s pool. He is on the phone as well. The Celestina Boys
appear and go to a formation upstage behind the dinner guest couples).
CAL: Celestina?
CEL: (to the dinner guests at table center stage) It’s Calisto!
PAR, SEM: HE LOVES HER!
CEL: (into the phone to Calisto) You’ll never guess who’s on the
other line!
CAL: Who?
CEL: Melibea!
ARE, ELI: MELIBEA MELIBEA!
CAL: How is she?
CEL: Well, she’s fine now that she knows.
CAL: Now that she knows what?
CEL: That she loves you.
CAL: She loves me?!
SEM, PAR, ELI, ARE: SHE LOVES HIM!
CEL: Hang on (she pushes a button on the phone to switch to Melibea).
Listen, Mel, I got Cal on the other line.
MEL: Calisto? Can I talk to him?
CEL: I don’t have conference capabilities. Why don’t you meet
him?
MEL: Ask him if he can come over tonight at midnight.
CEL: Hang on, Mel (switching lines to Calisto). She wants to meet.
How’s tonight at midnight? Her place.
CAL: I’ll be there!
CEL: (switches to Melibea) He’ll be there.
MEL: Thank you!
CEL: Don’t mention it. Listen, Mel, cheer up, huh? EAT DRINK
AND BE MERRY!
SEM, PAR, ELI, ARE: EAT DRINK, EAT DRINK!
(Melibea hangs up. But her area remains lit).
CEL: (switches to Calisto) Cal, baby, it’s a date!
CAL: Thank you!
CEL: Aint doin’ nothin’ but my job!
CEL BOYS: SHE’LL FIND YOU A DATE THAT’S REALLY
GREAT!
CEL: Oh, and Calisto, honey, do me favor.
CAL: Name it!
120 Celestinesca, 42 (2018) Enrique Fernández
ACT II
Act II, Scene 1
(The curtain rises to reveal the dark front yard of Melibea’s house. The
main feature should be an imposing door. Calisto, Sempronio and Parmeno
enter. They are dressed as burglars, with dark clothing and lots of «gear».
Sempronio might have a coil of thick rope slung over his shoulder, and
Parmeno should be carrying lots of loud, clanking metal, perhaps a shield,
sword, and canteen. Parmeno is shaking and clanking softly).
CAL: What’s the matter, Parmeno?
PAR: Nothing, I’m only concerned for your safety.
CAL: We made it over the wall and past the guard. What else is
there to fear?
PAR: Dogs.
SEM: Dogs?! I’d say dogs are the least of our worries.
PAR: Really. What’re you afraid of?
SEM: I’d just like to point out that we are now criminals. This
could get ugly. We could go to jail.
PAR: Jail?
SEM: That’s right. But don’t worry, you’d be very popular.
PAR: I don’t think jail would be so bad. It’d be like having a free
gym membership.
SEM: Oh, you’d get a work out!
PAR: There’s only one thing that scares me.
SEM: What’s that?
PAR: Dogs.
CAL: There aren’t any damn dogs! Melibea didn’t mention
anything about dogs.
PAR: Oh, sure, she didn’t mention any, but what does she know?
She doesn’t even have a key to her own front door!
CAL: Shut up!!!
(The interior of Melibea’s house is revealed. The front door is now in profile,
with Lucrecia listening from the interior, and Melibea pacing nervously.
There are blankets and pillows on the couch and the floor, as the girls have
been «camping out»31 in the living room. From outside, Calisto creeps to the
door and taps softly).
LUC: What’s the password?
31.– Camping out: hacer una excursión, picnic o fiesta, especialmente los jóvenes.
122 Celestinesca, 42 (2018) Enrique Fernández
CAL: What?
LUC: (to Melibea) It’s him! Get over here (music cue. Melibea takes
Lucrecia’s place at the door. The two lovers are now side by side,
separated by the door).
MEL: Calisto? Is that you?
CAL: Yes!
MEL: Thank you for coming.
CAL: Nothing could have stopped me from being here tonight.
(NOW THAT I KNOW, musical number)
FROM THE VERY FIRST MOMENT I SAW YOU— / FROM
THAT VERY FIRST MOMENT I KNEW / THAT YOU WERE THE
ONE I WOULD LOVE FOREVER.
MEL: I didn’t know I loved you at first. I guess I was pretty
horrible. I’m sorry.
CAL: It doesn’t matter now.
MEL: Nothing matters now. NOW THAT I KNOW THAT I LOVE
YOU / AND THAT YOU LOVE ME TOO, / I DON’T WANT
TO THINK OF A FUTURE WITHOUT YOU. / IF IT WEREN’T
FOR THIS DOOR...
CAL: WHAT’S A DOOR, JUST A DOOR, IT’S A PIECE OF
WOOD! / WE CAN BREAK IT DOWN, KNOCK IT DOWN...
MEL: YOU HAVEN’T UNDERSTOOD! / THE POLICE WOULD
COME, DAD WOULD COME— / THAT WOULD BE THE
END. / LISTEN TO ME, I HAVE A PLAN, / IF YOU ARE
BRAVE, IF YOU THINK YOU CAN. / THERE’S A SECLUDED
GARDEN / WHERE YOU COULD BE WITH ME / A GARDEN
THAT OVERLOOKS THE SEA. If you come around the beach
road behind the house, at the top of the cliff you’ll see the wall
around our back garden. You can climb the cliff pretty easily—
Lucrecia and I used to play around there. Once you reach the
top of the cliff, you’ll need a tall ladder to get over the wall into
the garden. Do you think you can do that?
CAL: (overlapping with Melibea) I WILL BE THERE / IN YOUR
GARDEN. / THERE YOU CAN BE / WITH ME. / SIDE BY SIDE
/ WE WILL STAND. / AND THE SCENT / OF YOUR HAIR, /
ON THE WINGS OF THE NIGHT! / YOU KNOW / I LOVE
YOU. / AND THAT YOU LOVE ME TOO / I DON’T WANT
TO THINK / OF A FUTURE WITHOUT YOU. / I CAN’T GO
Celestina, a Tragic Music Comedy de Brad Bond Celestinesca, 42 (2018) 123
PAR: Finish her off! Kill her, dammit, kill her! (Sempronio twists the
knife, and Celestina goes limp, just as Elicia enters).
ELI: Nooo! (sirens are heard).
PAR: Oh shit, what do we do?
SEM: I’m not going to jail.
(music cue. Sempronio tosses the bloody knife to Parmeno and pulls out a
pistol. They run out the door, armed and dangerous. Elicia runs to the door.
Gun shots are heard).
ELI: Sempronio!
Act II, Scene 3
(Celestina’s house. The following morning. The lights come up on a crying
Elicia with Areusa consoling her).
ELI: They’re gone. Just like that. Why did I call the police? And
why did they get here so quickly? But she was screaming. And
they were dressed like burglars. It all happened so fast. And
now they’re all gone. Everyone I cared about is dead (Elicia
breaks down).
ARE: Oh, honey, don’t cry. Things will get better. Life goes on
(music cue).
ELI: Yes, it does. It certainly does.
ARE: Come in (music cue). Thanks for coming on such short notice.
SOS (PARMENO): Well, you sounded so upset—which is normal.
I mean, after what’s happened.
ARE: I was surprised to hear your voice when I called to offer
Calisto my condolences. I guess you’re working for him now?
TRI (SEMPRONIO): Yes. He didn’t want to be alone.
ARE: It is terrible to be alone. I just miss Parmeno so much (to
Sosia). My God, you’re so much like him.
(As Areusa sings, she uses the words of the song to flirt with Sosia. Elicia
awkwardly tries to mimic her, echoing her words and actions with Tristan).
ARE: (interrupting. To Sosia) Oh, you are just so dear to me! I can’t
stand it that you’re going over there tonight (fishing again).
How will you ever get in? There’s a wall and a guard.
SOS: We’re going up the back way with a ladder on the beach
road.
TRI: Sosia!
ARE: What time?!
SOS: Midnight. (To Tristan) It’s okay, we can trust her.
ARE: Of course you can!
ARE: JUST LIKE HIM, / WITH YOU I FEEL AT EASE. / WHEN
YOU’RE HERE, / THEN I AM HOME. / IN YOUR ARMS
/ MY TROUBLES FADE / AND VANISH / HOLDING
YOU, TRUSTING YOU— / IT’S SUCH A / WELCOME
VACATION. / THANK YOU, GOD, I LOVE...
ELI, TRI, SOS: AHHHH / IN YOUR ARMS / OOOO /
HOLDING, TRUSTING / OH—- / I LOVE…
ARE: (snapping suddenly out of the romantic mood and into a business
tone) OOOH, LOOK AT THE TIME! / I’VE GOT ANOTHER
APPOINTMENT. / I’M OUT OF MY MIND, / WHAT WITH
THE CALLS, CARDS AND CASSEROLES34. / THANKS SO
MUCH FOR STOPPING BY. / COME BACK WHEN YOU
CAN STAY LONGER. / THANKS AGAIN, THERE YOU GO.
(exit Tristan and Sosia. Areusa slams the door behind them. The music
continues, but changes to an upbeat rhythm).
ARE: Wooo! That was so easy! I’ve discovered a whole new
world of possibilities. Celestina, eat your heart out!
(Melibea takes Calisto’s hand and leads him into the bushes and
out of sight. Lucrecia is left alone. She sighs. Looking over the wall,
her attention is drawn to the sentry below. The lights and / or scene
shifts to reveal Tristan (Sempronio) relaxing against the wall at
the base of the ladder. Maybe he is smoking? We now have a
split-stage effect with Lucrecia up in the garden and Tristan at
the base of the wall).
LUC: Pssst! (no response. She tries making a bird sound). Koo koo
KOOOO! (no response) Hello!
TRI: Hello? (music Cue. Note: Tristan is much too old for little Lucrecia.
He has no intention of «sleeping» with her, and is only playing along to
humor her adolescent crush).
Epilogue
(After the applause, there is a pause when normally one would expect
bows. Or at least music. Something. Finally, there is movement. Perhaps
someone is poking around behind the curtain looking for the opening.
The actress who plays Celestina sticks her head out and addresses
the audience directly).
CEL: What are you all still doing here? That’s it! Everyone’s dead.
Well, the most important people are dead anyway. What are
you waiting around for? This hasn’t been enough for you? What
do you want—a moral? Huh?
(The actress is free to ad lib a little through the rest of the show—playing
with the audience, conductor, orchestra, and / or other actors. She yells
off-stage)
Could I have everybody out here, please?
(The curtain goes up to reveal an empty stage or at least a partially
disassembled set. We may see the workings of the scenery—as in
Celestina, a Tragic Music Comedy de Brad Bond Celestinesca, 42 (2018) 139
44.– Flats: paneles pintados usados como decorado escénico en los teatros.
45.– Hang on to your hats: expresión coloquial para indicar que algo importante va a ocurrir.
140 Celestinesca, 42 (2018) Enrique Fernández
MEL: LOVE!
CEL: HE LOVED HER; / SHE LOVED HIM, / AND IT DIDN’T
WORK OUT!
ALL: OH, LIFE IS A CIRCLE OF LOVE
CHORUS: AND SEX AND GREED AND DEATH
CEL: EV’RY WOMAN AND MAN / STAND HAND IN HAND /
BEGGIN’ FOR BLESSINGS / FROM ABOVE.
CHORUS: (echoing) WOMAN MAN / HAND IN HAND / OH
PLEASE, PLEASE / FROM ABOVE
CEL: WE WANDER ON / THROUGH THIS / WORLD ALL
UNAWARES. / SOME DAY WE’LL KNOCK / AT THE PEARLY
GATES 46
CHORUS: KNOCK KNOCK!47
CEL: WHO’S THERE?
CHORUS: WHO KNOWS?
CEL: WHO CARES?
ALL: ‘CUZ48 LIFE IS LOUSY WITH LOVE / AND SEX AND
GREED AND DEATH
CEL: ONE PEARL OF WISDOM / I CAN GIVE: STOP LIVIN’ TO
LEARN, / AND LEARN HOW TO LIVE!
CHORUS: (echoing) STOP LIVIN’ TO LEARN TO LIVE / LIVIN’
TO LEARN HOW TO LIVE!
ALL: SO, STAY UP LATE, YOU CAN SLEEP WHEN YOU’RE
DEAD, / AND DANCE ALL NIGHT AND RAISE HELL
INSTEAD! / YOU GOTTA LAUGH, LOVE, LIVE, DANCE /
TILL YOU….
CEL: FOR TOMORROW WE MAY DIE!
(Black out!) (Bows)
RESUMEN
ABSTRACT
We edit here the libretto of the adaptation of La Celestina that, with the title Ce-
lestina, a Tragic Music Comedy, Brad Bond authored and staged in Broadway in
1999. A brief history of the text, since its inception during the university years of
Bond, up to its premiere and its later evolution is included. Although his musical
adaptation respects the plot and characters of the original, it is more than a mere
musical version and it should be considered a member of the celestinesca family
on its own. Celestina, a Tragic Music Comedy is a recreation whose action takes
place in today´s world, in a coastal city of the US. The dialogues contain many ref-
erences to modern characters and objects (Sigmund Freud, condoms, barbecues).
Also, as demanded by the conventions of Broadway musicals, some characters
were introduced, such as a chorus of naughty Celestina Boys. Besides having ac-
cess to the text we edit here, the readers can listen to some of the musical num-
bers connected as hyperlinks to their online recordings. Also, footnotes are added
to explain some of the English colloquial expressions and idioms used in the text.
Celestinesca, 42 (2018): 143-156
Como todas las obras literarias que llegaron a ser equiparadas con mi-
tos, La Celestina ha conocido una vigencia multisecular1. Desde el siglo xvi,
el texto que suele atribuirse a Fernando de Rojas ha generado, en efecto,
múltiples continuaciones, imitaciones, adaptaciones novelescas, teatra-
les, cinematográficas o representaciones iconográficas. De España a Ja-
pón, pasando por Brasil, México, Argentina, Alemania, Francia o Bélgica,
La Celestina se ha vuelto, quizá aún más en la época contemporánea, una
fuente de inspiración para producciones culturales tanto populares como
canónicas. Hispanoamérica no escapa de este fenómeno: en pintura, el
colombiano Fernando Botero o el chileno Alejandro DeCinti, entre otros
casos, han ofrecido, a finales del siglo xx y principios del xxi, su visión del
mundo celestinesco. En su tesis doctoral, María Bastianes ha mostrado
que La Celestina también ha ganado las tablas hispanoamericanas, por
ejemplo, a través de la versión teatral que realizó Álvaro Custodio duran-
te su exilio en México o a través de la transposición de la Tragicomedia al
mundo de los gángsteres que se estrenó en Santiago de Chile en 20052.
El texto atribuido a Rojas ganó asimismo el ámbito audiovisual, a través
de recreaciones libres como la adaptación cinematográfica mexicana sub-
titulada Los placeres del sexo (1976), dirigida por Miguel Sabido, o como
1.– A modo de muestra de este éxito, basta con hojear, por ejemplo, los trabajos de his-
toria de la recepción que Joseph T. Snow ha dedicado a esta obra: «Hacia una historia de la
recepción de Celestina: 1499-1822», Celestinesca, XXI, 1-2 (1997), pp. 115-172; «Historia de
la recepción de Celestina: 1499-1822. II (1499-1600)», Celestinesca, XXV (2001), pp. 199-282;
«Historia de la recepción de Celestina: 1499-1822. III (1601-1800)», Celestinesca, XXVI, 1-2
(2002), pp. 53-121; «Historia crítica de la recepción de Celestina: 1499-1822.IV», Celestinesca,
XXXVII (2013), pp. 151-204.
2.– María Bastianes, La Celestina en escena (1909-2012), tesis doctoral inédita dirigida por
Francisco Huerta Calvo y José Julio Vélez-Sainz, Madrid, Universidad Complutense de Ma-
drid, 2015, p. 502.
144 Celestinesca, 42 (2018) Jéromine François
6.– Gérard Genette, Palimpsestes. La littérature au second degré, Paris, Seuil, 1982; Richard
Saint-Gelais, Fictions transfuges. La transfictionnalité et ses enjeux, Paris, Seuil, 2011. Entre las dis-
tintas modalidades de la transtextualidad, término que abarca el conjunto de prácticas discur-
sivas que ponen un texto en relación (manifiesta u oculta) con otros textos, Genette designa
como relación hipertextual cualquier relación que une un texto B (llamado hipertexto) a un
texto anterior A (denominado hipotexto) del que no sería un mero comentario o una copia
sino más bien una apropiación y/o una desviación. Por su parte, la transficcionalidad se refiere
al fenómeno por el cual al menos dos textos cooperan en la creación de una misma ficción,
ya sea gracias a la reutilización de personajes, mediante la prolongación de una trama previa
o porque comparten un mismo universo ficcional.
7.– Fernando de Toro-Garland, Razón y pasión de enamorados. Tragicomedia celestinesca en tres
actos, Madrid, Escelicer, 1973.
8.– Carlos Fuentes, Terra Nostra [1975], México, Alfaguara, 2012.
9.– Marta Mosquera, Manifiesto de Celestina, Caracas, Miguel Ángel García, 1995.
146 Celestinesca, 42 (2018) Jéromine François
10.– Para un examen global de esta temática en la Tragicomedia de Calisto y Melibea, véanse
Christian Bouzy, «‘Madre, tía y vieja’: la Celestina, personaje emblemático de la vejez», Cri-
soladas, 3 (2011), pp. 151-162; Gladys Lizabe, «La vejez en la literatura medieval española:
miradas desde La Celestina», en Actas del XIII Congreso Internacional de la Asociación Hispánica de
Literatura Medieval: In Memoriam Alan Deyermond, eds. José Manuel Fradejas Rueda, Deborah
Anne Dietrick, María Jesús Díez Garretas y Demetrio Martín Sanz, Valladolid, Universidad
de Valladolid, 2010, pp. 1131-1146.
11.– Todos los fragmentos de La Celestina se citan a partir de la edición siguiente: Fernando
de Rojas, La Celestina. Tragicomedia de Calisto y Melibea, edición y estudio de F. J. Lobera, G.
Serés, P. Díaz-Mas, C. Mota, I. Ruiz Arzalluz y F. Rico, Barcelona, Galaxia Gutenberg / Círcu-
lo de Lectores, col. «Biblioteca Clásica de la Real Academia Española», 2011. A continuación
sólo se mencionará entre paréntesis el número de página correspondiente a cada cita extraída
de esta edición.
Celestina en Hispanoamérica Celestinesca, 42 (2018) 147
12.– «Has piedad desta pecadora de vieja» (51), «mi vejez» (67, 107, 117), «desta flaca vieja»
(70), «tal perra vieja como yo» (99), «vieja como soy» (103), «esta pobre vieja» (124, 134),
«vieja Celestina» (136), «alégrate vieja» (136, 138), etc.
148 Celestinesca, 42 (2018) Jéromine François
una alcahueta y una mujer sensual. Cada una de las grandes característi-
cas del personaje de Rojas cobra así una vida independiente. El recuerdo
de los buenos viejos tiempos se introduce en un capítulo de la segunda
parte titulado significativamente «La madre Celestina», reminiscencia cla-
ra de una fórmula con la que se alude repetidas veces a la alcahueta en la
Tragicomedia de Calisto y Melibea. Este capítulo cuenta el encuentro entre
una Celestina joven, la futura gitana parisina, y una Celestina vieja que
remenda virgos y orquesta relaciones amorosas. La joven identifica a la
otra como la Celestina bruja, ahora envejecida, que había conocido años
antes. Pero la vieja parece haber olvidado todo su pasado:
–Pero yo sí te recuerdo…
–¿Cómo va a ser, hija? Vieja me he parado. No hay quien
me recuerde como fui, ni yo misma. Pero a ti te digo lo
que tú me quisieras decir, y que otros te dirán un día:
Figúraseme que eres hermosa; otra pareces; muy mu-
dada estás. Hija: vendrá un día que en el espejo no te
reconocerás…21
Ante la insistencia de la joven en recordarle su encuentro pasado, contes-
ta Celestina con tristeza:
El que de razón y seso carece, casi otra cosa no ama sino
lo que perdió. Loco es el caminante que, enojado del tra-
bajo del día, quisiera volver de comienzo la jornada pa-
ra tornar otra vez a aquel lugar. Mis necesidades, de mi
puerta adentro me las paso, sin que las sienta la tierra. Y
a tuerto o derecho, nuestra casa hasta el techo. Basta ya.
[…] ¡gocemos y holguemos, que la vejez pocos la ven, y
de los que la ven ninguno murió de hambre!22
Como se ve, esta «madre» sólo se expresa mediante un patchwork de
citas sacadas del texto de Rojas. En estos fragmentos concretos se convo-
can sobre todo los actos IV y IX, en los que, como se ha visto, aparecen
discursos celestinescos sobre la vejez. La Celestina de Fuentes recupera
por ejemplo la réplica algo pérfida que Melibea le dirige a Celestina en la
obra de Rojas («figúraseme […] mudada estás») y cambia el imperfecto
«eras» por un presente: la crítica se hace elogio. Estas palabras reaparecen
más adelante en boca de otro personaje fuentesiano, el rey Felipe. Éste
observa la decadencia física de esta misma «madre Celestina» que, déca-
das antes, había sido su amante:
la novela contemporánea», eds. José Manuel Losada Goya y Marta Guirao Ochoa, Newcastle,
Cambridge Scholars, 2012, pp. 475-488.
21.– Fuentes, op. cit., p. 730.
22.– Op. cit., pp. 730-731.
Celestina en Hispanoamérica Celestinesca, 42 (2018) 151
24.– Mosquera, op. cit., p. 42. Para un examen de la poética de la intertextualidad celestines-
ca en esta novela de Mosquera, véase Jéromine François, «La Celestina como hipotexto gene-
rador de rupturas narrativas en la literatura hispánica actual: el caso de Manifiesto de Celestina
(1995) de Marta Mosquera», Lejana. Revista Crítica de Narrativa Breve, 8 (2015), s.p., en línea
<http://ojs.elte.hu/index.php/lejana/article/view/93/86>.
25.– Es éste el nombre dado, en el «Manifiesto de Celestina», al personaje que Rojas
llamaba Pármeno.
26.– Mosquera, op. cit., p. 56.
27.– Op., cit., p. 39.
28.– Op. cit., p. 50.
29.– Op. cit., p. 28.
Celestina en Hispanoamérica Celestinesca, 42 (2018) 153
Bibliografía citada
RESUMEN
ABSTRACT
Celestinesca, 42 (2018): 157-188
2.– Aunque el mismo Menéndez Pelayo incluyera tempranamente a La Lozana entre las pri-
meras continuaciones celestinescas, no entronca con tal corriente, ya que se aplican de forma
estricta los criterios de Whinnom (Keith Whinnom, «El género celestinesco: origen y desarro-
llo», en Literatura en la época del emperador, edición de Víctor García de la Concha, Salamanca,
Universidad de Salamanca, 1988, pp. 119-130) ni tampoco emparenta, siguiendo a Canet,
con la comedia humanística o las secuelas de la Tragicomedia a falta de una serie de elementos
(José Luis Canet Vallés, De la comedia humanística al teatro representable (Égloga de la tragicomedia
de Calisto y Melibea, Penitencia de amor, Comedia Thebayda, Comedia Hipólita, Comedia Serafihna),
Madrid-Sevilla-Valencia, UNED, Universidad de Valencia, 1993).
3.– Para un buen resumen, véase: Víctor Sierra Matute, «La Lozana Andaluza y el género pi-
caresco: panorama crítico y algunos matices», Tonos Digital, 21.0 (2011). Rodríguez Mansilla la
interpreta como uno de los gérmenes de la picaresca femenina que viviría su auge en el s. xvii,
estableciendo así un nexo con otras obras como La pícara Justina de López de Úbeda o La Hija
de Celestina de Salas Barbadillo (para estos aspectos léase, en general, su introducción a: Alon-
so Castillo Solórzano, Picaresca femenina de Alonso Castillo Solórzano: Teresa de Manzanares y La
garduña de Sevilla, edición y notas de Fernando Rodríguez Mansilla, Navarra, Universidad de
Navarra, 2012, pp. 11-174).
4.– Dentro de esta tendencia, se conjuga la óptica glotológica y gastronómica en: Álvaro
Piquero Rodríguez, «Erotismo natural en La Lozana Andaluza: una visión traslaticia de la flora
y la fauna en la obra de Francisco Delicado», eHumanista, 31 (2015), pp. 539-559.
5.– Ángela Olalla, «‘Tú no has venido a Roma para soñar’. Algunas notas sobre La Lozana
Andaluza», en AA.VV., Estudios sobre literatura y arte dedicados al profesor Emilio Orozco Díaz, II,
Granada, Universidad de Granada, 1979, pp. 559-579.
6.– Jeromine François, «Función de la intertextualidad bíblica en el Retrato de la Lozana An-
daluza de Francisco Delicado», Celestinesca, 38 (2014), pp. 37-62.
7.– El ya clásico estudio de: Juan Gil Fernández, «Apuleyo y Delicado: el influjo de El asno
de oro en La Lozana Andaluza», Habis, 17 (1986), pp. 209-219.
8.– Federico Corriente, «Los arabismos de La Lozana Andaluza», Estudis Romànics, 32 (2010),
pp. 51-72.
9.– Véanse los siguientes trabajos: Rosa Navarro Durán, «El Retrato de La Lozana Andaluza,
una novela en clave», Beoiberística, vol. I (2017), pp. 65-80 o su libro de muy reciente fecha
(La Lozana Andaluza, un retrato en clave: pasquines históricos de la Roma Babilonia, Sevilla, Renaci-
miento, 2018).
Una lucha contra la bilis negra: La Lozana Andaluza Celestinesca, 42 (2018) 159
10.– Se cita por un estudio preliminar de José Saramago («La Imagen y la Palabra») que
encabeza la edición de: Pietro Aretino, Sonetos sobre los «XVI modos», edición y traducción de
Pablo Luis Ávila, Colección Medio Maravedí, Islas Baleares, Universidad de las Islas Baleares,
1999, p. 15. Si bien se aplican a los sonetos del «Divino» y no a la obra de Delicado (aunque
existan ciertas similitudes entre ambos), estas palabras resultan idóneas por cuanto se refieren
a una dicotomía que también ha estigmatizado a La Lozana Andaluza durante largo tiempo
dentro de nuestras fronteras.
11.– Si ocasionalmente se la tilda de «rara avis» (Florencio Sevilla Arroyo, «El ‘autorretrato’
de Lozana en La Lozana Andaluza», EPOS, XXX (2014), p. 290) es para referirse a La Lozana
Andaluza y a su fortuna literaria posterior como uno de los casos más anómalos de nuestra
historia de la literatura y no por una «rareza» intrínseca al texto. El estudio de Jacques Joset
da buena cuenta del rico background que subyace bajo toda La Lozana y de su plena inclusión
en los cauces del humanismo italiano y, más aún, europeo del siglo xvi (Francisco Delicado,
La Lozana Andaluza, edición, estudio y notas de Folke Gernert & Jacques Joset, Madrid, Real
Academia Española, 2013, pp. 353-370). A esta edición se remitirá de ahora en adelante, in-
cluyendo el número del mamotreto en números romanos y el del capítulo en arábigas, lo cual
no quiere decir que no se acceda a ediciones anteriores como la de Claude Allaigre u otras
cuando sea pertinente.
160 Celestinesca, 42 (2018) Juan Guardiola Morillas
12.– En el estudio de Pablo Luis Ávila («Es ojo porque te ve») que, con las palabras de Sa-
ramago, también antecede a la edición y traducción de los Sonetti Lussuriosi ya mentada (Pietro
Aretino, op., cit, p. 44).
13.– Tatiana Bubnova, Francisco Delicado puesto en diálogo: las claves bajtinianas de ‘La Lozana
Andaluza’, México, Universidad Autónoma de México, 1987, p. 62.
14.– Mercedes Paglialunga de Tuma, «Erotismo y parodia social en La Lozana Andaluza»,
en La idea del cuerpo en las letras españolas: siglos xiii a xvii, ed., Dinko Cvitanovic, Bahía Blanca,
Cuadernos del Sur, 1973, p.120.
15.– Aurora Egido, «El Persiles y la enfermedad de amor», en AA.VV., Actas del II Coloquio
Internacional de Cervantistas [1989], Barcelona, Anthropos, 1991, p. 219.
Una lucha contra la bilis negra: La Lozana Andaluza Celestinesca, 42 (2018) 161
cuando nos referimos a La Lozana) que fulge ante todo por estos ribetes
eróticos, durante tiempo considerados el colmo de lo espinoso. Justipre-
ciar la obra consiste, no en borrar el lastre «escabroso» (que también) sino
en enfocarlo a) con una hermenéutica despojada de cuestiones extralite-
rarias, b) como tesoro en que queda quintaesenciado gran parte del valor
de La Lozana y c) bajo una conciencia que, no solo por enmendar los erro-
res críticos pasados, legitime y realce su valor per se.
A este propósito se consagran las líneas que siguen, donde se trazará
una aproximación a la que es piedra angular del Retrato —el amor/el ero-
tismo— a la lumbre de algunos antecedentes que actuaron como modelos
significativos, y siempre sin soslayarse que tras el anverso del amor se es-
conde el reverso de la melancolía. El propósito perseguido será demostrar
cómo el autor subvierte estos antecedentes con fines paródicos y cómo,
gracias a esta lúdica pretensión y la libre designación del erotismo, la pro-
tagonista y él serenan su pesadumbre y los estragos a que aboca la sífilis.
16.– Mijail Bajtin, La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de François
Rabelais [1941], Madrid, Alianza, 1987, pp. 69-70.
162 Celestinesca, 42 (2018) Juan Guardiola Morillas
Con este juego de contrastes, se origina una disonancia que tiene mu-
cho de chanza o alusión jocoseria. La pluma cáustica de Delicado entre-
vera ambos mundos adrede, con aparente ingenuidad. Eso sí, los prejui-
cios de raíz puritana se invalidan por sí solos puesto que el autor no nos
brinda una gavilla de perversiones y obscenidades, sino un retrato de los
placeres y la sexualidad conjugando en numerosas ocasiones dos caras de
esta (la ideal y grotesca) con igualdad de derechos.
A veces el autor es consciente de que solo registros elevados, que se
dirían propios de la literatura «oficial» de aquel momento, pueden edul-
corar el degradante trasfondo de algunos mamotretos. En consecuencia,
discursos de signo petrarquista o propios del amor cortés se van pau-
latinamente amalgamando con los lances más rufianescos. Delicado, el
melancólico e infectado por las bubas del morbus gallicus, se redime del
mal nombrando, deletreando y sometiendo a ritmo toda la semiótica del
amor y del sexo, sin que nada le conmine. Lozana, con agudeza análoga,
hace lo mismo. Aunque la mención gozosa no logre obliterar la cara os-
cura de la realidad que comparten ambos, por lo menos atenúa el dolor:
«la melancolía decible abre el espacio de una subjetividad necesariamente
heterogénea, cruelmente dividida entre los dos polos de la opacidad y el
ideal, ambos presentes y necesarios»17, nos dice Kristeva. Sobrevivir en
tal epopeya depende de una mayor o menor detentación del saber, la ora-
toria y, en definitiva, de un poder que concierne tanto al ámbito público
como al privado. El rey de la jauría sería el políglota (portugués, catalán,
castellano, latín macarrónico: todo vale) que triunfa, con su bagaje, en
una fiesta tanto real como verbal.
Como además apunta Bubnova, se trata de un libro que si ahora puede
tildarse de «pornográfico» es solamente «en el sentido etimológico de la
palabra, ya que se trata de la descripción de la vida de una prostituta (del
griego porné, «meretriz», y graphé, «descripción»)»18. Pese a todo, ya hemos
dicho que es curioso que hoy la crítica relegue en detrimento de otras
lecturas esa parcela erótica hasta un plano secundario, puesto que debió
considerarse desde un primer momento cuerpo y alma del Retrato, amén
de que así lo declaran al lector las palabras de Delicado que anteceden
al primero de los mamotretos: «Sabiendo yo que Vuestra Señoría toma
placer cuando oye hablar en cosas de amor, que deleitan a todo hombre, y
máxime cuando siente decir de personas que mejor se supieron dar la ma-
nera para administrar las cosas a él pertenecientes» («Carta Dedicatoria», 5).
17.– Julia Kristeva, Sol negro. Depresión y melancolía [1987], Barcelona, Wunderkammer,
2017, p.117.
18.– Véase: Francisco Delicado, La Lozana Andaluza, edición de Tatiana Bubnova, Florida,
Stockcero, 2008, p. XIII. Para un debate entre los términos «meretriz» o «prostituta» y su po-
sible aplicación a la figura y el oficio de Aldonza pueden resultar de interés las palabras de:
Félix Cantizano Pérez, «De las ninfas del Olimpo a las ninfas de las tasqueras: una visión de la
prostitución en la España del Siglo de Oro», eHumanista, 15 (2010), p. 156.
Una lucha contra la bilis negra: La Lozana Andaluza Celestinesca, 42 (2018) 163
19.– Diego Martínez Torrón, «Erotismos en La Lozana Andaluza», Espiral, 6 (1979), Madrid,
Fundamentos, p. 112.
20.– Diego Martínez Torrón, art., cit, pp.112-113.
164 Celestinesca, 42 (2018) Juan Guardiola Morillas
las metáforas y los circunloquios en boca de la Enana cada vez que narra
sus peripecias sexuales:
ANTONIA.– Una cosa quería advertirte y la olvidé: ha-
bla libremente y di culo, carajo, coño y hoder; que so-
lo la sabiduría capránica puede entenderte con tanto
decir cordón en el anillo, aguja en el Culiseo, puerro
en el huerto, cerrojo en la puerta, llave en la cerradu-
ra, machacadera en el mortero, ruiseñor en el nido,
plantón en el hoyo, lavativa en la válvula, estoque
en la vaina; y así la estaca, el báculo, la zanahoria, el
tití, la tal, la cual, las manzanas, las hojas del misal,
el instrumento, el verbigratia, la cosa, el negocio, el
cuento, el mango, la flecha, el nabo, el rábano y la
mierda, no diré para tu boca, porque me gusta tener
miramiento. Conque llama al pan pan, y al vino vino,
y si no, guárdatelo.
ENANA.– ¿No sabes tú que la honestidad es hermosa
en el burdel?
ANTONIA.– Pues sigue hablando a tu manera y no te
enojes24.
En nuestro caso, ninguna malicia podía atribuírseles a las «cosas ridicu-
losas» (Digresión que cuenta el autor, 350) que Delicado estaba retratan-
do y designando, con el verbo de por medio, para divertir a un público
amigo. Antes bien, «malenconía» (Cómo se excusa el autor, 329); «mal-
enconía» que es resultado de una «larga y prolija enfermedad» que tiene
agonizando al presbítero en el hospital de Santo Jacobo de los españoles
tras veintitrés años de padecimientos.
Bajo los eufemismos lozanescos no subyacen ni aberraciones ni un se-
xo de corte parafílico. Las «sexualidades periféricas» (Foucault 2002: 51-
63) —gerontofilia, presbiofilia, efebofilia, etc.— no abundan. Nada censu-
rable existe en la agudeza y facundia con que Delicado designa lo sexual,
al divertirnos con un «amor de piropos y bromas callejeras de audacia casi
procaz y risa descarada. Con la insólita naturalidad de lo cotidiano»25. Ins-
tantes que sí podrían espigarse como escandalosos el lector los pasa por
alto entre tanto deleite. Tal es, por ejemplo, la incontinencia que asalta a
24.– Pietro Aretino, Los diálogos del Divino Pietro Aretino generalmente denominados diálogos pu-
tescos, ahora por primera vez puestos de la lengua toscana en castellano [1534], estudio, traducción, y
notas de Joaquín López Barbadillo, Madrid, Akal Editor, 1978, p. 76. En semejantes eufemis-
mos caían también las criadas de un joven Gargantúa: «Una de las ayas la llamaba mi pequeña
espita; otra, mi alfiler; otra, mi rama de coral; otra, mi tapón de tonel, mi morcilla, mi berbiquí,
mi taladro, mi arracada, mi diversión, mi tormento, mi colita» (François Rabelais, Gargantúa
[1534], ed., de Alicia Yllera, Madrid, Cátedra, 2006, p. 119)
25.– Diego Martínez Torrón, art., cit, p. 113.
Una lucha contra la bilis negra: La Lozana Andaluza Celestinesca, 42 (2018) 167
26.– La escena en concreto se encuentra en: Pedro M. Jiménez de Urrea, Penitencia de amor
[1514], ed., de Domingo Ynduráin, Madrid, Akal,1996, p. 111.
27.– Se refiere, teniendo en mente a las ficciones sentimentales o La Celestina, al «prototi-
po de mujer objeto pasivo del placer viril, pusilánime y justamente resignada a la agresión
sexual del varón» (Juan Goytisolo, «Notas sobre La Lozana Andaluza», Triunfo, XXX, n. 6891
(1976), p. 51).
168 Celestinesca, 42 (2018) Juan Guardiola Morillas
28.– Louis Imperiale, «Escritura y erotismo en La Lozana Andaluza: la lengua que pega al
cuerpo», La Corónica, 38.1 (Spring 2009), pp. 295, 306.
29.– Marsilio Ficino, De amore: comentario a «El Banquete» de Platón [1594], traducción y estu-
dio preliminar de Rocío de la Villa Ardura, Madrid, Tecnos, 1989, p. 40.
Una lucha contra la bilis negra: La Lozana Andaluza Celestinesca, 42 (2018) 169
Bien máximo. Pero se hace con toda la placidez y naturalidad del mundo
tal como fluye (de allí el «desenfado sexual» y «erotismo refrescante» de
que nos habla Imperiale). Por esta presunta inocencia Lozana y Rampín
quedan impunes en el castigo moral del Saco, aun habiendo mancillado
la «dignidad del amor». El sistema, que coadyuva, da el beneplácito (allí
donde más acendrada se encuentra la represión, se condenó por mucho
menos a la Segunda Celestina…). Deseo, antes bien, y no amor, pues el
amor se siente no por la cosa ansiada sino poseída. Deseo que es
Un básico empuje propulsor, tan natural e inevitable co-
mo las otras necesidades primarias, comer, beber, dor-
mir; algo, pues, falto de connotaciones moralísticas o
religiosas, porque encuentra en sí mismo la propia justi-
ficación y absolución. El deseo no es tentación que lleva
a la condenación: es el resorte vital, que nunca encuentra
su satisfacción definitiva, ya que, fisiológicamente, tiene
que volver a presentarse30.
En la platónica distinción entre el cuerpo y el alma Delicado opta por
cantar los goces y los placeres de la carne. Incluso cuando los personajes
parecen ahondar en introspecciones o lamentos de signo petrarquista,
bajo la aparente espiritualidad se leen intereses diametralmente opuestos.
Los fastos culinarios son un aliciente para la voluptuosidad, y si bien la
suma de gula y lujuria es tan antigua como el amor y el hambre, nadie la
exacerba tanto como Delicado31. La cuestión es: ¿tal elección por el mate-
rialismo es un subterfugio? Unas últimas palabras parecen admonitorias
respecto a este punto:
El ánima del hombre desea que el cuerpo le fuese par
perpetuamente; por tanto, todas aquellas personas que
se retraerán de caer en semejantes cosas, como estas que
en este retrato son contadas, serán pares al espíritu, y no
a la voluntad ni a los vicios corporales… (El ánima del
hombre, 331).
Aunque serían «pares al espíritu» quienes se abstuvieran de los «vicios
corporales», tal aspiración se invalida en La Lozana. El ascensus a la puri-
ficación se frustra por la cárcel del cuerpo y sus instintos. Nadie se zafa
de las pulsiones de una erótica concupiscente que se asienta en lo terre-
no y que, con ello, más se ceba cuanto más se materializa. Acontece un
perpetuo disfrute de una sexualidad que, al nombrarse, se redescubre y
35.– Bruce Wardropper, «La novela como retrato: el arte de Francisco Delicado», Nueva
revista de Filología Hispánica, VII (1953), p. 481.
36.– Andrés el Capellán, De amore. Tratado sobre el amor, edición y traducción de Inés Crei-
xell Vidal, Barcelona, Quadras, El festín de Esopo, 1985, pp. 54-55.
172 Celestinesca, 42 (2018) Juan Guardiola Morillas
37.– Así, Silvano la requiebra del siguiente modo: «Dios os bendiga, qué gorda estás» (XLIII,
220). E incluso las mismas mujeres, como ya la madre de Rampín lo había hecho antes, la pro-
digan en continuos elogios, tales como los de Leonor: «¡Ay, que gorda está esta putana! Bien
parece que come y bebe y triunfa, y tiene quien la cabalgue para el otro mundo». (XLVIII, 240). Se
subraya el adjetivo que, lejos de ser despectivo, resulta toda una alabanza con la que los in-
terlocutores reconocen la prodigalidad de bienes de Lozana a lo largo de las diferentes etapas
de su vida. Al hilo de lo dicho, el vientre y las tripas constituyen un nexo con el grotesco y la
cultura carnavalesca de la obra: «Así, dentro de la idea de las tripas el grotesco anuda indiso-
lublemente la vida, la muerte, el nacimiento, las necesidades naturales y el alimento: es el centro de la
topografía corporal en la que lo alto y lo bajo son elementos permutables» (Mijail Bajtin, op., cit, p. 147)
Una lucha contra la bilis negra: La Lozana Andaluza Celestinesca, 42 (2018) 173
38.– A partir de ahora se cita por la edición conjunta de González Iglesias: Ovidio, Amores/
Arte de amar, edición de Juan Antonio González Iglesias, Madrid, Cátedra, 1993, indicando
el número de libro y de capítulo en números romanos o el número de la(s) página(s) de la
edición en arábigas.
39.– Este aspecto en concreto también parece captar la atención de Claude Allaigre en su
introducción a la edición de La Lozana Andaluza (Francisco Delicado, op., cit, pp. 34-40).
40.– Obsérvense, por ejemplo, estos versos: «Rapándoselo estaba cierta hermosa/ hasta el
ombligo toda arremangada/ las piernas muy abiertas, y asentada/ en una silla ancha y espa-
ciosa» (Pierre Alzieu, Robert Jammes & Yvan Lissorgues, Poesía erótica del Siglo de Oro, Barce-
lona, Crítica, 1984, p. 52).
174 Celestinesca, 42 (2018) Juan Guardiola Morillas
41.– Para los remedios contra el paso del tiempo, los achaques de la edad o el «mal de
Nápoles» que turbaron a aquella sociedad tan hedonista, véase: Linnette Fourquet-Reed, op.,
cit, pp. 92-93.
42.– Tatiana Bubnoba, op., cit, pp. 102, 162-167.
Una lucha contra la bilis negra: La Lozana Andaluza Celestinesca, 42 (2018) 175
43.– Para Allaigre, de hecho, este pasaje en concreto constituye una «escena francamente
caricaturesca» que juega con los tan manidos «tópicos del amor cortés, que ya se las habían
visto con el yunque celestinesco» (en su introducción a: Francisco Delicado, op., cit, p. 101).
44.– «En la teta izquierda me tocó» son las seis palabras que, a juicio de Wardropper, des-
inflan toda la «pompa retórica» de esta escena que, como también había subrayado Allaigre,
se configura como una maliciosa parodia de los «amores novelescos convencionales» (Bruce
Wardropper, art., cit, p. 482.)
45.– Próximo al tópico del anima est ubi amat, la paráfrasis abunda en intertextualidades: para
Paglialunga de Tuma (art., cit, p. 124) y Tatiana Bubnova (op., cit, p. 165) sería reminiscencia
de un verso de Dante, mientras que para Gernert se extrae de las Sei Giornate (Folke Gernert,
Francisco Delicado Retrato de la Lozana Andaluza und Pietro Aretinos Sei Giornate. Zum literarischen
Diskurs über die käufliche Liebe im frühen Cinquecento, Ginebra, Droz, 1999, p. 48) y para Carla
Perugini, echando mano de fuentes más antiguas, procede indudablemente de la Ética Eudemia
de Aristóteles o del Banquete platónico (ver notas a su edición: Francisco Delicado, op., cit, p. 24)
176 Celestinesca, 42 (2018) Juan Guardiola Morillas
46.– Para una síntesis del concepto «encratismo», consúltese: Ioan P. Culianu, op., cit, pp. 42-43.
47.– «En primer lugar salúdele según la costumbre; pero lo que generalmente hay que decir
—y esto todo amante lo tenga por seguro— es que no hay que empezar a hablar del amor
inmediatamente después del saludo, pues un inicio tal solo procede con las prostitutas» (An-
drés el Capellán, op., cit, pp. 74-75)
48.– Julia Kristeva, op., cit, p. 49.
Una lucha contra la bilis negra: La Lozana Andaluza Celestinesca, 42 (2018) 177
54.– Un buen acercamiento a todos estos temas en nuestra obra se encuentra en: Emily
Kuffner, «‘En el tocar está la virtud’: The Eros of healing in La Lozana Andaluza», La Corónica, 45.1
(2016), pp. 63-87.
55.– Primera de las quinque lineae amoris: visus, allocutio, tactus, basium, coitus.
Una lucha contra la bilis negra: La Lozana Andaluza Celestinesca, 42 (2018) 179
56.– «Por otro lado, tiene que agradar a su amada en el vestir y cuidar con moderación su
aspecto, pues el cuidado excesivo del cuerpo molesta a todos y provoca el desprecio de la
belleza natural» (Andrés el Capellán, op., cit, pp. 289-291).
57.– «Del mismo modo la mujer no suele ingresar en el ejército del amor antes de los doce
años ni el hombre antes de los catorce» (Andrés el Capellán, op., cit, pp. 66-67).
180 Celestinesca, 42 (2018) Juan Guardiola Morillas
59.– Diego de San Pedro, Tractado de amores de Arnalte y Lucenda/ Sermón, Obras completas I
[1491], edición de Keith Whinnom, Madrid, Castalia, 1973, p. 59.
60.– Tatiana Bubnova, «Ediciones venecianas de Delicado: los libros de caballerías», en
Actas del VII congreso de la AISO, vol. XV, edición de Anthony Close, Madrid, Iberoamericana,
2006, p. 115.
182 Celestinesca, 42 (2018) Juan Guardiola Morillas
61.– Establecer un paralelismo entre las labores editoriales de Delicado y Ulloa, que son
coterráneas y giran en torno a una nómina parecida de títulos, no deja de ser interesante.
Delicado corrigió y editó en Venecia durante la década de los treinta libros tales como la
Tragicomedia de Calisto y Melibea (1531, 1534), Cárcel de amor (1531), Los quatro libros de Amadís
de Gaula (1534), Los tres libros del muy esforçado caballero Primaleon et Polendos su hermano, hijos del
Emperador Palmerín de Oliva (1534) o enmendó aquellas letras que consideraba trastocadas
para la Questión de amor de dos enamorados (1533). Con una diferencia de veinte años, en labor
semejante se sumerge Alfonso de Ulloa cuando de nuevo editó la Cárcel de amor… con otras
obras suyas (1553) o la Tragicomedia de Calisto y Melibea (1553), así como otros títulos, entre
los que se encuentran Las obras «Juan de Segura, Blasco de Garay y Cristóbal de Castillejo, Processo
de cartas de amores (1553), la Silva de varia lección de Pedro Mexía (1553) o La Diana de Jorge
de Montemayor (1568). Según se ve, abundan tantas diferencias como paralelismos. Para lo
relativo a las ediciones de Delicado puede consultarse el catálogo que se incluye en la tem-
prana monografía de Hernández Ortiz (José A. Hernández Ortiz, op., cit, p. 20) o el trabajo de
Bubnova (Tatiana Bubnova, «Delicado editor: lo propio y lo ajeno», en Actas del XIV congreso
de AIH, vol. II, coords., Isaías Lerner, Roberto Nival y Alejandro Alonso, Newark, Delaware,
Juan de la Cuesta, 2004, pp. 51-58). Para lo relativo al enigmático personaje de Alfonso de
Ulloa, véase el trabajo mentado (Antonio Rumeu de Armas, Alfonso de Ulloa, introductor de la
cultura española en Italia, Madrid, Gredos, 1973, pp. 107-120).
Una lucha contra la bilis negra: La Lozana Andaluza Celestinesca, 42 (2018) 183
Bibliografía citada
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Una lucha contra la bilis negra: La Lozana Andaluza Celestinesca, 42 (2018) 185
RESUMEN
ABSTRACT
The critical trajectory of the Retrato de La Lozana Andaluza, of the cordovan pres-
byter Francisco Delicado, began a few decades ago, being palpable his revaluation
nowadays. Nevertheless, the representation of the sexuality and the eroticism
are still, like one century ago, a neglected matter to elucidate. This article studies
how with the sexual nomination and experience the author and the protagonist
attenuate their melancholic disease. The purpose is focussing this sexual matter
in the context of the medical and erotic treatises, or the sentimental romances
and «celestinescas» which are close to the book and see how some topics, mo-
tives and common places are subverted by the author with a parodic intention.
Celestinesca, 42 (2018): 189-224
Una gran sorpresa aguarda al lector en las páginas del Specchio d’amore
(1547) de Bartolomeo Gottifredi: una joven de quince años interroga con
tan ingenua como sagaz curiosidad a su ama de llaves, a fin de que esta la
aleccione en el arte de enamorarse. Coppina, que es el nombre del ama,
capta de inmediato la atención de la joven al describir el amor como «cosa
ottima e santa» (1912: 254), pero se asegura muy bien de hablar sottovoce
para que nadie descubra su nuevo secreto compartido. Tras enseñarle la
materia básica (qué es el amor, de quién se debe enamorar, cuáles son las
señales de que el hombre está interesado, cómo ella debe corresponder
a tales señales, cuáles son los síntomas del amor, etcétera), la astuta ma-
risabidilla del amor procede a enumerar los pasos que habrá de seguir la
joven para estar a la altura «di queste galanterie» (1912: 270). Pero antes
le deja muy claro: «Ed è ben fatto non darsi cosí alla prima in preda degli
amanti», pues «cosa lungamente piatita e difficilmente ottenuta piú cara
si suol tenere» (1912: 257).
Cuando el hombre esté seguro de que tiene esperanzas de alcanzar su
galardón, procederá a enviar una mensajera o alcahueta que «fará tenta-
re» (1912: 268) a la requerida en amores. La vieja se mostrará benigna y
pía, y le suplicará: «Gentil madonna, abbia compassione d’un cuore che
per voi miseramente langue». Ha dejado a un enfermo de muerte que
con una palabra sola bastará para sanarse. Le pondrá en mano una car-
ta de parte del penado amante, pero la joven ha de ser muy cauta, pues
cualquier paso en falso podría arruinarlo todo. Estas son las instrucciones
precisas de Coppina: «A questo io voglio che tu ti mostri turbata e da te
minacciosamente la scacci, fingendo non voler né veder né udir alcuna
sua cosa. Potresti anche pigliar la lettera ed in sua presenza stracciarla e
gettarla per la camera in pezzi, e, tosto, ch’ella fusse partita, raccoglierla
190 Celestinesca, 42 (2018) Kevin Matos
1.– Fue Menéndez Pelayo el primero en insistir en la afinidad entre estas dos obras, consi-
derando a Piccolomini un «escritor digno de inspirarle [a Rojas]» (1910: 334). Con seguridad,
De Lucrecia a Melibea: la concepción del erotismo Celestinesca, 42 (2018) 191
apunta sobre la Historia de duobus amantibus: «Traducida u original, la había leído de seguro
Fernando de Rojas, y no fue de los libros que menos huella dejaron en su espíritu y en su es-
tilo» (1910: 331). Con todo, tal influencia fue puesta en duda por Florentino Castro Guisasola
(1924) por falta de pruebas concluyentes, opinión en parte compartida por María Rosa Lida,
quien sin embargo concluye: «No cabe duda de que sus autores [Rojas y el primer auctor]
conocían la sensual Historia de duobus amantibus de Eneas Silvio Piccolomini» (1962: 361). Aun
así, añade que la influencia de Piccolomini en la Tragicomedia es «totalmente negativa» (1962:
389-390). Al otro extremo se sitúan las opiniones de Miguel Marciales (1983), quien llegó a
proponer a Rojas como el anónimo traductor del texto latino (la versión española se publica
en Salamanca en 1496, pocos años antes de la redacción de La Celestina). Algo similar parecía
sugerir Clara L. Penney en una reseña a un libro de Deyermond (1962: 238). La influencia
parece indudable a críticos como Rachel Frank (1947: 59 y ss.), Keith Whinnom (1982) y Fran-
cisco Márquez Villanueva (1993: 73). Erna Ruth Berndt comenta: «Hay en La Celestina un eco
lejano de la pasión amorosa de Lucrezia en la obra de Piccolomini» (1963: 71) y señala algunas
concomitancias entre ambas obras (passim). Con todo, considera «desenfrenada» la pasión de
Lucrecia (1963: 50) en contraposición a la compleja pasión vivida por Melibea. Más reciente-
mente, es digno de mención el trabajo de Ottavio Di Camillo (2010), quien, al estudiar la com-
posición del primer auto de La Celestina, advierte que la Historia de duobus amantibus y la epístola
de Piccolomini a Hipólito de Milán (que contiene los remedia amoris), estarían muy presentes
en la mente del autor a la hora de concebirlo. El estudioso ofrece un esquema de coincidencias
muy convincente (2010: 142-144) que permite pensar en la posibilidad de que el primer auto
se concibiera a partir de este material, del mismo modo que Luis de Lucena se inspirara en los
remedia amoris de Piccolomini al escribir su burlesca Repetición de amores (véanse Morros 2003
y 2004b). La deuda con la obra de Piccolomini ha sido reconsiderada de modo admirable por
Ines Ravasini (2003) y por Bienvenido Morros Mestres (2002, 2004a y 2009).
192 Celestinesca, 42 (2018) Kevin Matos
2.– Para el desarrollo y codificación de los gradus amoris tanto en la literatura como en textos
doctrinales, véase Lionel J. Friedman (1965). El estudioso, de quien tomo la cita de Alain de
Lille (que, a su vez, cita a otra autoridad previa), refiere otra exposición del teólogo francés en
la que advierte sobre la expugnación de la lujuria en contra de la castidad: «Cum primo luxu-
ria hominem per uisum ad concupiscendum allicit, castitatem impetit; secundo, castitati per
alloquium contumelias ingerit; tertio, per osculum in faciem pudicitiae conspuit; quarto, per
tactum pudicitiam percutit; quinto, per factum interficit» (1965: 169). El origen de estas fases,
como ya he dicho, no es medieval. Considérese el siguiente comentario de Donato al Eunuco
de Terencio: «CERTE EXTREMA LINEA et hoc recte, quia quinque lineae perfectae sunt ad
amorem: prima uisus, secunda alloquii, tertia tactus, quarta osculi, quinta coitus» (1965: 172).
Véanse también Curtius (1955: 716-718) y Dronke (1968: 488-489).
De Lucrecia a Melibea: la concepción del erotismo Celestinesca, 42 (2018) 193
3.– Cito siempre por la edición de Francisco J. Lobera et al. (2011). Para facilidad del lector,
identificaré el auto en números romanos, seguido por el número de página en arábigos.
194 Celestinesca, 42 (2018) Kevin Matos
4.– Cito en el cuerpo del texto por la traducción castellana de 1496, editada por Inés
Ravasini (Piccolomini 2001), e indicaré solo el número de página. En nota incluiré el original
latino (Piccolomini 2012), que, en este caso, leería así: «oculis tantum res acta est: cum alter
alteri placuisset. Saucia ergo graui cura Lucrecia et igne capta ceco» (10). Remito, además, a la
excelente traducción española de José Manuel Ruiz Vila (Piccolomini 2006).
5.– «Noua me vis inuitam trahit. Aliud cupido suadet: aliud mens». No debe sobresaltar
demasiado al lector esta significativa diferencia entre Lucrecia y Melibea: ambas mujeres
tienen veinte años, se muestran igual de reacias al matrimonio y parecería que ceden a la
fuerza del amor por vez primera.
6.– Es oportuno recordar que casi toda la literatura cortesana gira en torno al deseo de
obtener el último grado del amor, único remedio vislumbrado por el amante penado. Sin
embargo, si tal remedio le fuese concedido, la dama perdería enseguida su fama, la cual debe
estar siempre por encima de todo deseo. Dicho de otro modo, el amante desea algo que la
dama no puede concederle. Recordamos, por ejemplo, la muerte «irremediada» de Leriano a
causa de la negativa de Laureola, tan decidida a salvaguardar su honra, aunque no incapaz
de sentir compasión por las consecuencias nefastas que ello provoca a su solicitante. La idea
también está presente en las obras de Rojas y Piccolomini: «La muger pródiga de su fama y su
honra, más es dina de aborrecimiento que de amor; si la pudicicia y limpieza pierde la hem-
bra, ¿qué se puede en ella loar?» (Historia 183). Con todo, estas obras vuelven en revés como
un guante la preceptiva obligada ––o al menos esperada–– de la ficción cortesana, pues, pese
a todos los discursos y temores, ambas protagonistas irán en contra de su deber y a favor de
su deseo, aunque cierto es que Lucrecia no lo tiene tan difícil como la aún virgen Melibea, si
bien las palabras citadas son suyas. Mucho antes, también la virginal Galatea del Pamphilus,
convertida en viuda por Juan Ruiz, se veía en el mismo conflicto interno: «Me premit igniferis
Venus improba sepius armis, / Et michi uim faciens semper amare iubet. / Me iubet e contra
pudor et medus esse pudicam; / Hiisque coacta meum nescio consilium» (vv. 573-576). Pero
bien lo advertía doña Venus: «la muger que está dubdando, ligera es de aver» (estrofa 642).
7.– Causa ampliamente repetida por filósofos, médicos y poetas, y que se corresponde
al proceso psicofisiológico del amor, inspirado en gran medida en el proceso fantasmático
aristotélico y en la neumatología platónica. Remito al lector, para la postura médica, a los
referenciales estudios de Nardi (1959), Ciavolella (1976) y Wack (1990); para el proceso
psicofisiológico y una visión de conjunto en diálogo con las manifestaciones literarias,
cuya comprensión cabal es imposible sin el conocimiento de estas teorías, a Nardi (1983), a
Agamben (2006; solo la primera y tercera parte) y a Serés (1996).
8.– «Peregrini semper ante oculos est imago qui hodie propior erat cesari». «Semejança»
debe entenderse, pues, como «imagen». Antes de proseguir, hago constar que ya José Manuel
De Lucrecia a Melibea: la concepción del erotismo Celestinesca, 42 (2018) 195
prosigue con un monólogo que nos revela la fuerza de esta pasión desde
la perspectiva femenina, fuerza tal que lleva a la protagonista a cuestio-
nar las exigencias de la honra: «¿Que pierda la fama? ¿Qué me haze el
murmurar de los hombres que no oiré? Quien no cura de la honra sordo
es» (174), amparándose, a su vez, en ejemplos clásicos: «Muchas otras de
su voluntad hezieron esto mismo: fue Elena llevada, no la llevó Paris por
fuerça. ¿Qué diré de Adriana y Medea? No deve ser reprehendido el que
con muchos yerra»9.
Cumple advertir la distancia que separa estas abruptas confesiones de
la manera en que Rojas y el primitivo autor presentan el proceso del ena-
moramiento de Melibea10. Distanciadas, sí, ma non troppo. Pienso que gran
parte del distanciamiento se debe más a la construcción narrativa que a la
naturaleza del erotismo vivido por los personajes. En un reciente ensayo,
Joseph T. Snow, al describir la «metamorfosis» de Melibea, apunta la ge-
nialidad artística de los autores al mantener encubierto el secreto amor de
Melibea hasta el auto décimo (2017: 158). Es esto lo que potencia la ten-
sión dramática y emotiva, y sin duda uno de los aspectos que constituyen
la originalidad artística de La Celestina. Gracias a ello, Rojas puede desa-
rrollar con tanta profundidad los caracteres de los personajes, en especial
la fuerza de un personaje tan imponente como Celestina, que, para poder
realizar sus funciones a la altura de su fama, necesita sin duda una fuerte
contrincante con quien presumir de sus aptitudes. Coincido con Snow al
pensar que Melibea queda cautiva desde la primera vez en que ve a Calis-
to: «¿Y no me fuera mejor conceder su petición y demanda ayer a Celesti-
na, cuando de parte de aquel señor cuya vista me cativó me fue rogado, y
contentarle a él y sanar a mí, que no venir por fuerza a descobrir mi llaga
cuando no me sea agradecido, cuando ya, desconfiando de mi buena res-
puesta, haya puesto sus ojos en amor de otra?» (X: 219). El crítico aduce
otros cuatro lugares en los que se confirma el enamoramiento de Melibea
desde primer momento en que ve a Calisto y el consiguiente disimulo
en que ha vivido la joven antes de ceder a sus tensiones interiores. Yo
añado: esta es la primera vez que escuchamos a Melibea hablar a solas,
por lo que no hay indicio textual que nos haga descartar el que Melibea
Ruiz Vila (2003) ha identificado cómo se cumplen los preceptos de Andreas Capellanus en la
Historia de duobus amantibus.
9.– «At famam prodam. quid mihi rimores hominum quos ipsa non audiam. Nihil audet
qui fame nimis studet: multe hoc fecerunt alie. Rapi voluit Helena non inuitam asportatuit
Paris. Quid Adrianam referam vel Medeam. Nemo errantem arguit qui cum multis errat» (11).
10.– Es precisamente tal diferencia de exposición la que lleva a María Rosa Lida a considerar
lasciva y deshonesta a Lucrecia, a la manera de las cortesanas de la Chrysis, en contraposición
a la compleja «evolución interior» (1962: 453) de Melibea, concluyendo que «la tortura mo-
ral y la pasión fogosa de Melibea son el polo opuesto de la falta de decoro y la lubricidad de
Lucrecia» (1962: 452). Tales conclusiones habrán de ser matizadas a lo largo de este ensayo.
196 Celestinesca, 42 (2018) Kevin Matos
11.– Opinión distinta pronuncian los partidarios de la magia, que, si bien ausente en el
desarrollo de la obra de Piccolomini, es necesario considerarla en la Tragicomedia. Como bien
advierte Carlos Heusch (1992: 21-22), la philocaptio constituye una «partie de l’univers culturel
et érotologique de Rojas, ‘mancebo y estudiante’ de Salamanque», junto con el amor hereos,
la sexualidad médica, el naturalismo amoroso, etcétera. Véase al respecto el fundamental
ensayo de Peter Russell (1978) y complétese con Ana Vian Herrero (1990) y Patrizia Botta
(1994). En cualquier caso, coincido con Heusch cuando afirma, junto con Pedro Cátedra, que
nada obligaba a Rojas a introducir este aspecto, pues los idilios amorosos ya estaban más
que justificados. Igual, comparto la opinión de Domingo Ynduráin de que «toda la entrevista
[entre Melibea y Celestina] respira erotismo» (1984: 533).
12.– «Nam qui tacitus ardet magis vritur» (13).
13.– «erubuit semper Lucrecia cum Eurialum vidit: que res cesarem dedit amoris conscium»
(12). La traducción castellana no acentúa lo colorado que se desprende del verbo «erubesco»
(‘ruborizarse’).
14.– «vincit et regnat furor potensque mente tota dominatur amor. Stat sequi quod regnum
amoris iubet Nimis heu nimis reluctata sum frustra» (15).
15.– Remito a mi ensayo «“Siempre muere y nunca acaba de morir el que ama”: sobre la
muerte del amante en algunos textos del medioevo epañol», en prensa.
16.– «lenam querit» (18).
De Lucrecia a Melibea: la concepción del erotismo Celestinesca, 42 (2018) 197
17.– «Erat lenocinio notata mulier: nec id Lucreciam latebat: permolesteque tulit infamem
feminam ad se mitti» (19).
18.– «que te, ait, scelesta in hanc domum audacia duxit: que te dementia meam adire
presentiam suasit. Tu nobilium edes ingredi tu matronas temptare potentes et violare audes
legittimas faces. Vix me contineo quin capillos inuoluem tuos: tu mihi des litteras: tu me
alloquaris tu me respicias: nisi plus quod me decet attenderem: quam quod tibi conuenit
efficerem. hodie ne post hac vnquam tabellas amatorias ferres I ocius venefica tuasque litteras
tecum defer: immo da vt lacerem pociusque igni dedam» (19-20).
19.– Acertadamente, Lida señala que Rojas desecha la escena de la carta por «antidramática»
(1962: 450), si bien el recurso es harto frecuente en la ficción sentimental española. Ya había
prescindido de ella Juan Ruiz, quien encara a Trotaconventos y a doña Endrina en un debate
sin parangón en la literatura previa.
198 Celestinesca, 42 (2018) Kevin Matos
20.– Así en la Repetición de amores de Lucena: «Y ansí ella, con el temor que le puso la donce-
lla, toda turbada, sin saber dó ponía los pies, dio consigo de rostros por una escalera do avía
subido; de suerte que, tanto por el dolor que de la caída sentía, quanto por el daño mayor que
esperava, tuvo más cuidado de salvar su vida, que de recordarse de la carta» (2001: 107). In-
mediatamente después, la doncella (Lucena, al igual que los autores de La Celestina, opta por
una doncella en lugar de una casada, acorde con el gusto literario hispánico) toma la carta del
suelo y procede a leerla. La vieja le anuncia a Lucena personaje: «Torna en ti, bienaventurado
amador, que más a ti que tú a ella te llama aquella señora y porque estava triste no te pudo
screvir. Dígote que quando te nonbré y le di tu carta, que se puso más alegre y por mil vezes
besava el papel; y no dubdes que muy presto te aga respuesta». ¿Miente la vieja o supo enten-
der la airada respuesta de la doncella? Un caso distinto a estas refundiciones lo hallamos en la
Laureola de Cárcel de amor. En principio, la doncella, igual que Melibea y Lucrecia, amenaza de
muerte al auctor medianero: «Si, como eres de España, fueras de Macedonia, tu razonamiento
y tu vida acabaran a un tiempo» (2015: 77). Más adelante Laureola queda de súbito «enmude-
cida y turbada» al leer la carta de Leriano (2015: 89), aunque decide contestarla advirtiendo:
«quien viese lo que te escrivo pensaría que te amo y creería que mis razones antes eran dichas
por disimulación de la verdad[d] que por la verdad. Lo cual es al revés, que por cierto más las
digo, como ya he dicho, con intención piadosa que con voluntad enamorada» (2015: 91). La
joven ataja cualquier malentendido, pues sabe que la respuesta airada forma parte del disimu-
lo aconsejado por la preceptiva erótica tradicional.
21.– Sobre el naturalismo amoroso, también presente en la obra de Piccolomini, son de
consulta obligada el fundamental ensayo de Rico (2002); el imprescindible libro de Cátedra
(1989), que puede completarse con el «Envío» a su antología Tratados de amor en el entorno de
Celestina (Siglos xv-xvi) (2001); y la magistral tesis de Carlos Heusch (1993). Habremos de
volver sobre este asunto.
De Lucrecia a Melibea: la concepción del erotismo Celestinesca, 42 (2018) 199
22.– «Timuisset alia mulier: sed hec matronarum nouerat mores et intra se inquit: nunc vis
maxime quia te nolle ostendis» (20).
23.– «Respira inquit felix amator: plus amat mulier quam amatur: Sed nunc non fuit
rescribenti ocium. Inueni mestam Lucreciam: ac vbi te nomino tuasque litteras dedo: hilarem
vultum fecit: milliesque papirum basiauit. Ne dubita mox responsum dabitur».
24.– No puedo estar de acuerdo con Lida cuando asegura que la ira de Lucrecia es fingida
y la de Melibea no (1962: 450). Cada una, a su modo, ha sabido cómo despachar la situación
de modo favorable y sin fallar la preceptiva erótica a la que hemos aludido. Con gran razón
podrá afirmar Melibea al final «Todo se ha hecho a mi voluntad» (XX: 329).
25.– «Absit hec crudelitas: mitior esto amanti tuo. Si pergis sic loqui fies homicida» (23).
200 Celestinesca, 42 (2018) Kevin Matos
y muerte»26 (185). Aun así, la persistencia rinde sus frutos: «No te puedo
más resistir, Euríalo, ni de mi amor desesperarte. Vencísteme: ya soy tuya,
haz de mí a tu plazer» (188). Curiosamente, en el original latino no figura
la última proposición: «Non possum tibi amplius aduersari nec te amplius
Euriale mei amoris expertem habere. vicisti. Iamque sum tua» (28). El
anónimo traductor castellano sabía muy bien la pertinencia del «haz de
mí a tu plazer», el cual calcará Melibea en su alloquium con Calisto justo
después de recurrir a la misma resistencia obligada de Lucrecia: «Limpia,
señor, tus ojos; ordena de mí a tu voluntad» (XII: 245). Recordamos ense-
guida las enseñanzas de doña Venus al arcipreste:
Por mejor tiene la dueña de ser un poco forçada
que decir: «Faz tu talente», como dervergonçada;
con poquilla de fuerça finca más desculpada:
en todas las animalias ésta es cosa provada.
Todas [las] fenbras han en sí estas maneras:
al comienço del fecho sienpre son referteras,
muestran que tienen saña e [que] son regateras,
amenazan mas non fieren; en çelo son arteras.
Maguer que faze bramuras la dueña que se doñea,
nunca el buen doñeador por esto enfaronea:
la muger bien sañuda e qu’el omne bien guerrea,
los doñeos la vençen por muy brava que sea.
El miedo e la vergüença faze a las mugeres
non fazer lo que quieren, bien como tú lo quieres:
non finca por non querer; cada que podrieres
toma de la dueña lo que d’ella quisieres.
(estrofas 631-634; énfasis mío)
Y antes en el Pamphilus de amore, texto fuente de Juan Ruiz:
Si locus est, illi iocundis uiribus insta:
Quod uix sperasti, mox dabit ipsa tibi.
Non sinit interdum pudor illi promere uotum;
Sed quod habere cupit hoc magis ipsa negat.
26.– «Nec tu si me vt dicis amas id ex me querere debes quod mihi exicio sit» (25). El mo-
tivo es recurrente en la literatura cortesana europea y tiene amplio desarrollo en la poesía
cancioneril española. La idea de la muerte parte, primordialmente, de la idea de la patología
amorosa (amor hereos), que, tal como estipulaban los médicos, podía conllevar a la locura y a
la muerte si no se trataba a tiempo, siendo el remedio más efectivo el coito. En efecto, Euríalo
procede a describir sus síntomas físicos: «Mira quán flaco ando, quán amarillo. Ya muy poca
sustancia es la que conserva el spíritu en compañía de la carne (…) Si assí me atormentas por
amarte, ¿qué harás al que te desserviere?» (187). De modo paralelo, Calisto es un enfermo de
muerte cuyo remedio propone Sempronio con su lacónico «traérgela he hasta la cama». De-
sarrollo el tema en mi ensayo «“Siempre muere y nunca acaba de morir el que ama”: sobre la
muerte del amante en algunos textos del medioevo epañol».
De Lucrecia a Melibea: la concepción del erotismo Celestinesca, 42 (2018) 201
27.– La frase «hacer tu voluntad» aparece también en La lozana andaluza con claro sentido
sexual. Véase, a modo de ejemplo, el mamotreto LV.
28.– «O mi Euriale iam te alloqui possum: vtinam et amplecti valerem. At istuc ait Eurialus
non magno conatu faciam scalam huc admouebo. Tu obsera thalamum: amoris nostri gaudia
nimium distulimus» (31-32).
29.– Aunque, muy pocos versos (235-240) después, Pánfilo se atreve a pedirle abrazos,
besos y caricias, y Galatea accede (¡!).
30.– «Eurialus amore languet et ego morior» (33).
202 Celestinesca, 42 (2018) Kevin Matos
personal que por la satisfacción erótica de su amada. Aun así, llega por fin
el momento de acceder a la última fase del amor.
31.– El poema completo, que inicia con el verso «Grates ago Veneri», se encuentra en las
páginas 124-131 de la edición de los Carmina Burana manejada (1978).
32.– «Salue mi anime inquit: salue vnicum vite presidium: spesque mee. Nunc te solam
offendi: nunc quod semper optaui semotis arbitris te amplector. Nullus iam paries: nulla
distancia meis obstabit osculis» (35).
33.– «Obstabat mulier curamque sibi honestitatis et fame fore dicebat: nec aliud eius
amorem quam verba et oscula poscere» (39). Es curioso que a estas alturas Lucrecia, ya no
virgen, se preocupe por su fama del mismo modo que otras tantas doncellas medievales.
¿Será por seguir los códigos amatorios prestablecidos o parodiará Piccolomini la vacuidad de
estos remilgos tan extendidos en la tradición literaria? En cualquier caso, salta a la vista que
la casada Lucrecia no está tan lejos de la virginal Melibea, como tampoco lo estaba la viuda
doña Endrina de la joven virgen Galatea.
204 Celestinesca, 42 (2018) Kevin Matos
(196). A esto, se echó a reír Euríalo: «O esto se sabrá o no. Si se sabe que
yo aquí vine, ninguno ay que no sospeche todo lo que de mi venida se
puede seguir y locura sería ser infamados sin obra. Si no se sabe esto, assí
mesmo será secreto. Esta es prenda del amor y antes moriré que dexarla
(…) [que de] no usar de los bienes podiendo, (…) yo perdería el tiempo
desseado y con tanto trabajo buscado»34 (196-197). Así Calisto, más se-
rio y ofuscado: «Señora, pues por conseguir esta merced toda mi vida he
gastado, ¿qué sería, cuando me la diesen, desechalla? Ni tú, señora, me lo
mandaras ni yo podría acabarlo conmigo. No me pidas tal cobardía (…)
Nadando por este huego de tu deseo toda mi vida, ¿no quieres que me
arrime al dulce puerto a descansar de mis pasados trabajos?» (XIV: 273).
«Está quedo, señor mío», suplica Melibea, «Bástete, pues ya soy tuya, go-
zar de lo exterior». «¿Para qué, señora? ¿Para que no esté queda mi pasión?
¿Para penar de nuevo? ¿Para tornar el juego de comienzo?». «Apártate allá,
Lucrecia», acaba por pronunciar Melibea. «Entonces, tomada de la falda
a ella, resistiendo aunque vencer no quería, sin mucho afán la venció. Ni
el hecho le causó hastío o aborrecimiento, (…) antes le despertó mayor
sed y ansia de amor»35 (197), así concluye el narrador el encuentro sexual
entre Euríalo y Lucrecia36.
34.– «Aut scitum est inquit me huc venisse aut nescitum. Si scitum nemo est qui cetera non
suspicetur: et stultum est infamiam sine re subire. Si nescitum et hoc quoque sciet nullus: hoc
pignus amoris est: emorior prius quam caream (…) [que si] bonis non vti cum possis (…) ego
occasionem mihi concessam tam quesitam tam optatam amitterem».
35.– «Acceptaque mulieris veste pugnantem feminam que vincere nolebat abs negocio
vicit. nec venus hec sacietatem (…) sed maiorem sitim excitauit amoris».
36.– En defensa de la hija de Pleberio, Lida sentencia que Lucrecia está «infinitamente lejos
de Melibea cuando simula pudor» (1962: 452). Me permito diferir una vez más. Veo bastante
claro que ambas siguen un código compartido del que solo hemos podido ofrecer aquí unos
pocos botones de muestra. Esto, de ningún modo, mengua la calidad del personaje rojano,
cuya principal virtud tal vez consista en su rebeldía erótica con respecto a la tradición prece-
dente, rebeldía que aún no hemos terminado de explorar. He de añadir que, si sobrado sabía
Melibea qué cosa sea el amor ––según acertadamente apunta Lida (1962: 432)––, muy bien
sabría lo que sigue después de los besos y los abrazos, como también lo sabía doña Endrina
en el Libro de buen amor:
Esto dixo Doña Endrina: «Es cosa muy provada
que por sus besos la dueña finca muy engañada:
ençendimiento grande pone el abraçar al amada
toda muger es vençida desque esta joya es dada» (estrofa 685).
Tal vez sea distinto el caso de la más ingenua Galatea, que, si bien es consciente de ello,
advierte a Pánfilo que no desea seguir avanzando en los gradus amoris: «Quamuis illicitum
complexus nutrit amorem / Et fallunt dominam basia sepe suam, / Hoc solum paciar, sed tu
nil amplius addas» (vv. 237-239). Con todo, ya el trovador Guiraut de Calanson parecía ad-
vertir que una vez avanzado tanto, no hay marcha atrás:
En son palais, on ela vai jazer,
a cinc portals, e qui·ls dos pot obrir
leu passa·ls tres, mas no·n pot leu partir;
et ab gaug viu cel qu’i pot remaner (cito por la edición de Riquer 2012: 1083).
De Lucrecia a Melibea: la concepción del erotismo Celestinesca, 42 (2018) 205
Hasta aquí, el primer encuentro de los cuatro amantes. Poco puede co-
nocer el lector sobre los modos empleados por Calisto y por Euríalo para
culminar esta primera experiencia erótica. Sabemos que ambos, tal como
vaticinaba Coppina, dieron rienda suelta a sus manos hasta llegar a las
«parti piú segrete». Y que, según lo esperado, las dos muchachas corres-
pondieron con la resistencia esperada, acaso respetando el precepto: «Fa-
rai vista di non volere: pur finalmente lásciati sforzare». Pero Rojas, cuya
genialidad siempre supera los moldes establecidos, sabrá revelarle mu-
chos más datos al lector en el segundo encuentro de los amantes, acaso
complaciendo a los rijosos lectores que tanto lo importunaron para que
«se alargase en el proceso de su deleite destos amantes» (21) ––del mismo
modo que Mariano Sozzini pedía otro tanto a Piccolomini, acaso para su-
perar sus desagradables problemas de impotencia viril37–– y sabe además
cómo darle un agradable mentís a tal materia de amores.
Ha pasado un mes. Melibea espera a su amado una noche más en su
exultante tálamo venéreo. De gozo se deshace y con su «ronca voz de
cisne» comienza a entonar cancioncillas eróticas junto a su criada, irra-
diando su gozo infinito por doquier. Llega Calisto, un poco retrasado, y
todo se goza el huerto con su venida. Se destempla la voz de la joven an-
te tal «dechado de cortesía» (XIX: 321). Pero, una vez más, las impúdicas
manos no logran estarse quedas. Y, también una vez más, Melibea reac-
ciona ante tales «mañas»: «Mándalas estar sosegadas y dejar su enojoso
uso y conversación incomportable. Cata, ángel mío, que así como me es
agradable tu vista sosegada, me es enojoso tu riguroso trato. Tus honestas
burlas me dan placer, tus deshonestas manos me fatigan cuando pasan
de la razón. Deja estar mis ropas en su lugar…». Podríamos recordar una
vez más las lecciones de Coppina, pero a estas alturas ya hay algo que
no encaja bien y que nos persuade de estar ante una situación distinta.
No estamos tan seguros de estar nuevamente ante la resistencia obligada
que dictan los manuales ovidianos (o pseudovidianos). Ya Melibea ha
perdido su virginidad y espera ansiosa a su amado con el fin exclusivo de
gozar los placeres de Venus. Advertimos enseguida que las «deshonestas
manos» de Calisto son incongruentes con las «honestas burlas» deseadas
por Melibea. Y es que la desenfrenada urgencia amorosa de Calisto acor-
Sí es de notar que, pese a las concomitancias entre ambas parejas, Calisto no tiene por
qué reírse como Euríalo ante las preocupaciones de su amada, ya casada (y, por tanto, ya no
virgen), por la fama. El enamorado de Melibea suena más bien desesperado por conseguir
lo que tanto ha deseado, o, en palabras de Lacarra Lanz, en «rematar la faena» (2000: 137).
Coincido con la estudiosa al ver la queja de Melibea («No quieras perderme por tan breve
deleite y en tan poco espacio») no tanto como un eco de la expresión tópica entre moralistas
(referida por la cortedad del placer sexual frente a las consecuencias del grave pecado en que
se ha incurrido), sino como queja genuina de la rapidez de consumación llevada a cabo por
Calisto (2000: 138).
37.– Esto es si damos fe a las conclusiones del magnífico ensayo de Bienvenido Morros
(2009).
206 Celestinesca, 42 (2018) Kevin Matos
¡Ya, por Dios, non seades enojo! ¡Ay, paso, señor, que
sodes descortés! ¡Aved ora vergueña! ¿Estáis en vuestro
seso? (…) ¡Líbreme Dios deste demoño! ¡Y andad allá si
quieres! ¡O cómo sois pesado! ¡Mucho sois enojoso! ¡Ay
de mí! ¡Guay de mí! ¡Avad, que me quebráis el dedo!
¡Avad, que me apretáis la mano! ¡El diablo lo troxo aquí!
¡O mesquina! ¡O desventurada! ¡Qué noramala nasçí!
¡Mal punto vine aquí! (…) ¿Y piensa que tengo su fuer-
ça? ¡Todos los huesos me a quebrado! ¡Todas las manos
me a molidas! (…) ¡O triste de mí! ¿Quién me engañó?
¡Maldita sea la que jamás en ombre se fía, amén!» Esto e
otras cosas dizen por se honestar, mas Dios sabe la fuer-
ça que ponen nin la femençia que dan a fuir nin resistir;
que dan bozes e están quedas; menean los braços, pero
el cuerpo está quedo; gimen e non se mueven; fazen
como que ponen toda su fuerça mostrando aver dolor e
aver enojo. (2011: 200)
Establecido, pues, el arte de amar más divulgado en el Occidente me-
dieval, ese que tan finamente supo poetizar el clérigo vagante con que
abríamos este apartado, toca preguntarnos si los remilgos de Melibea,
a la altura de un mes de gozo, responde a esta consabida tradición. Po-
dríamos pensar que el pudor del primer encuentro sí está estrechamente
emparentado con estos modos, archisabidos por Calisto, a fin de «fincar
más desculpada». También la Lucrecia de Piccolomini se resistía sin me-
nearse demasiado. Pero acaso esta tradición erótica, en la cual nos hemos
explayado bastante, nos ayude a comprender las palabras que inmediata-
mente después pronuncia Melibea: «Holguemos y burlemos de otros mil
modos que yo te mostraré; no me destroces ni maltrates como sueles»
(XIX: 321). La respuesta de Calisto no puede ser más atroz: «Señora, el
que quiere comer el ave, quita primero las plumas». Es preciso decir que,
con frases como esta, el joven no sigue ya la espesa retórica cortesana he-
redada, sino que revela su grosería con un grado de candidez que incluso
resulta conmovedor. Parecería, de otra parte, que hay algo palpitante,
nada libresco, en Melibea. Inconforme con los modos corteses —o des-
corteses— heredados, se nos confiesa deseosa de experimentar otros «mil
modos» más delicados que la flagrante rudeza de Calisto. Y al hacerlo,
para desconcierto nuestro, se declara toda una experta en el arte de amar.
Nos toca asistir ahora al segundo encuentro erótico entre Euríalo y Lu-
crecia. Tal vez espere el lector hallar los mismos modos que acabamos de
describir, pero, para su sorpresa, será todo lo contrario: la noche de amor
vivida por los dos amantes les es más dulce que cualquiera que hayan
podido vivir Venus y Marte. Euríalo comienza a explorar morosa y deli-
De Lucrecia a Melibea: la concepción del erotismo Celestinesca, 42 (2018) 211
46.– «Quid his membris formosius: quid candidius. (…) O pectus decorum. O papille
premende: vos ne tango: vos ne habeo: vos ne meas incidistis manus. O teretes arctus. O
redolens corpus: te ne ego possideo. Nunc mori satius est (…) O suauia basia. O dulces
amplexus O melliflui morsus. Nemo me felicius viuit nemo beacius. Sed heu quam veloces
hore. inuida nox: cur fugis. Mane Appollo: mane apud inferos diu. Cur equos tam cito in
iugum trahis: sine plus graminis edant» (60).
47.– «Sic Eurialus: nec minora dicebat Lucrecia. Nec osculum nec verbum irreconpensatum
preteriit Stringebat hic stringebat illa: nec post venerem lassi iacebant» (60).
48.– La expresión es repetida por Lida en su capítulo dedicado a Melibea (1962: 406-470)
y passim.
49.– José Martínez Torrejón, quien estudia este gradus raptii en la Tragicomedia, destaca con
gran agudeza los indicios conductuales de Calisto que apuntan a la violencia, desde la inicial
penetración del «loco saltaparedes» en el huerto hasta el forcejeo retórico y físico ejercido por
el desesperado amante y sus impúdicas manos (2005: 176-181). El estudioso apunta con ra-
zón que «Melibea es la mejor dispuesta de su especie» (183), muy lejos de sus predecesoras.
212 Celestinesca, 42 (2018) Kevin Matos
50.– La naturaleza de este trabajo me obliga a reducir ––acaso injustamente–– a esta nota
al pie el hecho de que en las literaturas occidentales sí hubo voces femeninas que celebraron
el erotismo libremente y que podrían guardar cierta afinidad con nuestra protagonista. Me
refiero, por ejemplo, a las jarchas, esas «encantadoras cancioncillas de amor puestas en boca
de una muchacha», al decir de Margit Frenk (2015: 15), «cancioncillas» que pueden llegar a ser
muy sensuales, como en aquella en que la muchacha, al decir de Peter Dronke, «aguijonea su
deseo con la sugerencia de una nueva forma de hacer el amor» (1995: 110):
Tant t’amaray, illa con ¡Tanto te amaré, sólo con que
al-šarti ajuntes mi ajorca del tobillo
an taĝma’ halhali ma’ con mis pendientes!
qurti! (apud Dronke 1995: 111)
Comenta con razón Dronke: «Más que una amada es una amante activa» (1995: 110).
Viene también al recuerdo aquella jarcha en que la enamorada anhela encontrarse con su
enamorado:
Mew sīdī ’Ibrāhīm Dueño mío, Ibrahim,
yā nuēmne dolże, oh nombre dulce,
fēn-te mīb vente a mí
dē nojte. de noche.
In nōn, si nōn kērīš Si no, si no quieres,
yirē-me tīb iréme a ti
–– ¡gar-me ’a ’ob! –– –– ¡dime adónde! ––
a ferte. a verte. (García Gómez 1965: 50-51)
También en la poesía europea contamos con voces femeninas muy sensuales, como las
puellarum cantica condenadas por los concilios eclesiásticos entre el siglo vi y ix por «turpia et
luxuriosa» (Dronke 1968: 26-32), los versos de las trobairitz comtessa de Dia y de Castelloza
(véase Riquer 2012), las cantigas d’amigo galaicoportuguesas, la lírica de carácter popular, etcé-
tera. Remito al lector a las antologías de García Gómez (1965) y Frenk (2003 y 2015), y a la
valiosa colección de estudios de Frenk (2006).
He de añadir, con todo, que, a pesar de las afinidades que podamos percibir, median si-
glos en los que solían predominar en el mundo literario las artes amatorias expuestas en el
desarrollo de este trabajo, tradición en la que se inserta la Tragicomedia de Calisto y Melibea, lo
cual acentúa la novedad de la protagonista rojana. Más cercana a nuestra obra —y digna de
mención— está la sensual Oriana del Amadís primitivo, de cuya relación con Melibea se ha
ocupado Morros Mestres (2005).
214 Celestinesca, 42 (2018) Kevin Matos
reiicite, Pium suscipite» (apud Ruiz Vila 2006: 96)52. También la moral de
la Tragicomedia hubo de ser puesta en duda por lectores como fray Anto-
nio de Guevara, uno de los escritores más populares del Renacimiento
español, quien en su Relox de Príncipes (1529) dictamina:
maldigo y reniego de muchos vulgares libros que ay en
España, los quales como unos reloxes quebrados meres-
cían echarse en el fuego para ser otra vez hundidos (…)
porque ya tan sin vergüença y ya tan sin conciencia se
componen oy libros de amores del mundo (…) Compas-
sion es de ver los días y las noches que consumen en leer
libros vanos, es a saber: a Amadís, a Primaleón, a Duarte,
a Lucrecia, a Calixto, con la doctrina de los grandes osaré
dezir que no passan tiempo, sino que pierden el tiempo,
porque alli no deprenden cómo se ha de apartar de los
vicios, sino qué primores ternán para ser más viciosos
(apud Snow 1997: 123-124).
¿Se referirá Guevara a la Lucrecia de la Historia de duobus amantibus? Sea
lo que fuere, advertimos una vez más que las pretensiones moralizantes
no deben ser barrera para considerar de modo genuino el erotismo de
los personajes. Es que, como bien explica Pedro M. Cátedra, La Celestina
se confecciona en un ambiente de «erotología naturalista universitaria»
en el que proliferaban numerosas obrillas de amore, unas en apariencia
serias, como el Breviloquio de amor e amiciçia del Tostado y otras más abier-
tamente irónicas y literarias como el Tratado de cómo al ome es necesario
52.– Ruiz Vila, igual que otros tantos críticos, da fe al carácter moralizante de la Historia de
duobus amantibus aludiendo a una evolución de Piccolomini con respecto al erotismo. De jo-
ven, el italiano fue partidario de que los jóvenes debían experimentar el erotismo para apren-
der a vivir en este mundo, pues «Qui numquam sensit amoris ignem aut lapis est aut bestia»
(apud Ruiz Vila 2002: 2628). Él mismo llegó a experimentarlo bastante, llegando a embarazar
a una mujer casada. Lo interesante del caso es que el joven envía una carta justificatoria a su
padre explicando que no debería ser reprobado, pues un hijo siempre es motivo de alegría y
no de pesar, y más aún un nieto. Y concluye diciendo: «Non video, cur tantopere damnari coi-
tus debeat, cum natura, quae nihil perperam operatur, omnibus ingenuerit animantibus hunc
appetitum, ut genus continuaretur humanum» (apud Ruiz Vila 2006: 24). Al mismo argumen-
to naturalista, tan en boga en la época, recurren Euríalo y Celestina. Con todo, para Ruiz Vila
(2002) ––igual que para Francisco Socas (1995)––, el Piccolomini adulto rechaza el erotismo
por considerarlo dañino y enfermizo. A los cuarenta años, procalama: «stomachatus sum,
nauseam mihi Venus fecit» (apud Socas 1995: 926). De ahí que Ruiz Vila vea en la Historia un
punto de inflexión en el pensamiento del italiano, confiriéndole sinceridad al carácter repro-
batorio, ampliado luego con la epístola que enumera los remedia amoris (véanse la edición de
Socas 1995 y las interpretaciones de Ruiz Vila 2002). Yo no estoy tan seguro de concederle a
Piccolomini, o al papa Pío II, la intención moralizante de su obra, pues tal vez la «náusea» que
Venus le provoca al cuarentón tenga más de evasión de la embarazosa e infamante etiqueta de
luxuriosus senex (de la cual también se hubo de cuidar Petrarca; véase Rico 1974: passim) y de
estrategia eclesiástica que de auténtica conversión. Otro tanto confiesa Pleberio cuando dice
haberse librado de las brasas del amor al llegar a los cuarenta años (XXI: 344).
216 Celestinesca, 42 (2018) Kevin Matos
53.– Además de Cátedra (1989 y 2001), véanse Rico (2002), Heusch (1993) y Márquez
Villanueva (2005).
54.– En el primer auto hallamos en boca de Celestina las mismas conclusiones divulgadas
en el Tratado de cómo al hombre es necesario amar: «Has de saber, Pármeno, que Calisto anda de
amor quejoso; y no lo juzgues por eso por flaco, que el amor impervio todas las cosas ven-
ce. Y sabe, si no sabes, que dos conclusiones son verdaderas. La primera, que es forzoso el
hombre amar a la mujer y la mujer al hombre. La segunda, que el que verdaderamente ama
es necesario que se turbe con la dulzura del soberano deleite, que por el Hacedor de las cosas
fue puesto, por que el linaje de los hombres se perpetuase, sin lo cual perecería. Y no sólo en
la humana especie, mas en los peces, en las bestias, en las aves, en las reptilias; y en lo vege-
De Lucrecia a Melibea: la concepción del erotismo Celestinesca, 42 (2018) 217
tativo, algunas plantas han este respecto…» (I: 68). También el Euríalo de Piccolomini recurre
a los mismos argumentos naturalistas para convencerse a sí mismo de que debe seguir sus
pulsiones eróticas: «Natural es esta passión aun a los brutos animales: las aves y toda cosa
biviente la sienten. ¿Para qué, pues, me pongo en resistir a las leyes de natura? Todas las co-
sas vence el amor. Yo, aparejado estó de le obedecer» (179). El traductor castellano simplifica
bastante el pasaje original, si bien conserva todo su sentido.
55.– Sobre la lujuria universitaria, véase Márquez Villanueva (1993: 124 y ss.), quien llega a
elocuentes afirmaciones como la siguiente: «La España inquisitorial, casticista y cristiano-vieja
fue siempre una sociedad abiertamente misógina a la vez que fornicadora» (155).
56.– Ruiz Vila señala con acierto: «Piccolomini siente especial simpatía por este personaje;
la define con todo detalle, mientras que, por el contrario, Euríalo queda ligeramente
desdibujado al tiempo que no goza del mismo aprecio por parte de Eneas» (2006: 98). Lo
mismo podríamos decir de Rojas. Para Emilio de Miguel Martínez, con razón, «Melibea es
uno de los personajes más cabalmente diseñados y desarrollados por Rojas, con comprensión
y cariño extraordinarios hacia su condición y circunstancias» (2000: 61).
218 Celestinesca, 42 (2018) Kevin Matos
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Tragicomedia de Calisto y Melibea de Rojas», Celestinesca, 42 (2018),
pp. 189-224.
RESUMEN
Llevaba bastante razón María Rosa Lida cuando afirmaba que Melibea carece
de modelos preexistentes que ayuden a comprender la novedosa configuración
de su carácter. Sin embargo, sí hay un personaje femenino que comparte con la
protagonista rojana muchos más aspectos de los que se han identificado hasta
ahora. Me refiero a la Lucrecia de la Historia de duobus amantibus, de Eneas Silvio
Piccolomini. Para aquilatar tal afinidad, este ensayo explora el proceso de amores
de ambas protagonistas a fin de constatar cómo se insertan en la tradición litera-
ria y qué novedad presentan con respecto a esta. Esto permitirá reflexionar sobre
la particular concepción del erotismo femenino que presentan estas dos obras.
palabras clave: erotismo, amor, ars amandi, gradus amoris, sexo.
ABSTRACT
It was quite accurate of María Rosa Lida to affirm that Melibea lacks the preex-
isting models that allow us to comprehend the unorthodox configuration of her
character. Nonetheless, there is a female character that shares many more aspects
than the ones currently identified with this protagonist. I’m referring to Lucrecia
from the Historia de duobus amantibus, by Aeneas Silvius Piccolomini. To appre-
ciate such similarity, this essay explores the process of love of both protagonists
with the purpose of substantiating how they fall into the literary tradition and
what novelty they present with respect to it. This will allow us to reflect about a
particular conception of female eroticism that is presented in both works.
Celestinesca, 42 (2018): 225-240
1.– El libro ganó el 22nd Annual Katherine Singer Kovacs Prize por mejor obra en el campo
de la literatura y estudios culturales sobre Iberoamérica concedido por el Modern Language
Association (MLA) en el 2012.
226 Celestinesca, 42 (2018) Alfredo Ignacio Poggi
unidad de cuerpos, que en el suelo hay entre dos, marido y mujer […]»
(Libro II, Tomo III, cap. V). También San Juan de Ávila escribe sobre el ca-
samiento del Verbo de Dios, como alguien masculino, y la naturaleza hu-
mana como alguien femenino (Homilía «Bodas de Dios y los hombres»).
Los místicos del siglo xvi se representan principalmente como figuras
femeninas en busca de su objeto de deseo, que es Dios como figura mas-
culina. Si bien lo hacen solo como voz narrativa, revierten la dinámica
patriarcal de las historias cortesanas, y colocan a la mujer como sujeto de
deseo y no como objeto. Además, la mayoría de estos místicos fueron
directores espirituales de religiosas y monjas. En sus escritos, confesiones
y conversaciones con sus dirigidas, los místicos intentaron conducir sus
pupilas, manteniendo sus deseos vivos hasta que, con el favor de Dios,
pudieran llegar al jouissance del encuentro de unión perfecta con él.
La grandeza de la popularidad de las obras místicas del siglo xvi pudo
estar entonces relacionada a este punto: su capacidad de administrar los
deseos de los personajes y los lectores. Como sostiene Lacan: «saints are
the administrators of the access to desire» (apud. Bull, 2000: 325). Los
místicos del siglo xvi intentaron prolongar la espera en sus discípulos
del jouissance, que se asemeja a la muerte y a la consumación del deseo,
manteniendo vivo así su sed por la divinidad. Esta extensión de la con-
sumación de los deseos dio lugar a estos clásicos universales de mística
como también a La Celestina.
lidad del deseo de un plano moral a uno existencial. Es así que la obra ni
si quiera busca una estrategia moralizante, al estilo kantiano, para fundar
un sentido a las tragedias de Calisto y Melibea.
Al igual que La Celestina, la persecución del deseo por parte de los mís-
ticos superar el discurso moral. Para la mayoría de los místicos del siglo
xvi, la ascensión del hombre hacia Dios, y su encuentro en lo real lacania-
no, desarticula cualquier intención moralizante. Como Melquiades An-
drés explica: «[…] la misma doctrina de San Juan de la Cruz: al llegar a la
cima, para el justo no hay ley, él mismo se es ley. Ambos, lo mismo que
Teresa de Jesús, se encuentran en esa cima […] que se sienten libres de
toda traba puramente legal […]» (357).
La unión mística se coloca así más allá de la justificación moral y la des-
cripción simbólica, ya que se trata de un encuentro amoroso que no se
sabe, pero se siente. San Juan de la Cruz sugiere en sus comentarios sobre
su Cántico Espiritual: «[…] los dichos de amor en inteligencia mística, […]
¿quién podrá escribir lo que a las almas amorosas, donde él mora, hace
entender? Y ¿quién podrá manifestar con palabras lo que las hace sentir?»
(San Juan de la Cruz 2).
Tanto San Juan de la Cruz como Santa Teresa de Ávila, reconocen que
el encuentro místico no se puede comprender, pero sí sentir. Y esa ex-
periencia ayuda a los sujetos a moverse hacia el objeto de su deseo. La
unión mística se asemeja a una noche oscura, que Pleberio tuvo que en-
frentar en el acto final de La Celestina: «[…] the work [Celestina] reveals
[…] that the dark object of human desire is protean, nameless, or ineffa-
ble, […] desire´s movemento towards death […]» (Gerli, 2011: 29).
Conclusión
Después de analizar el tratamiento del deseo en los místicos del
siglo xvi a través de categorías psicoanalíticas, especialmente de Jacques
Lacan y Julia Kristeva, se pudo mostrar grandes similitudes con respecto
a La Celestina. Mientras que a primera vista, los místicos del siglo xvi pa-
recieran constituir un movimiento religioso que intenta volver a la visión
medieval de los deseos y así combatir el universo presentado por La Ce-
lestina; en un análisis más profundo, se pudo notar cómo ambos fenóme-
nos literarios utilizan una cosmovisión compartida, y a su vez, llegan a la
misma conclusión.
Primero, como La Celestina, los místicos del siglo xvi utilizaron la figura
de la mujer como administradora y sujeto de deseo, en su voz narrativa
y en sus personajes. Rompiendo con la idea de la mujer como solo ob-
jeto ideal de deseo en las historias medievales cortesanas, La Celestina
y posteriormente los místicos del siglo xvi, reconocieron en las mujeres
sus capacidades de desear y tomar decisiones. Los místicos se describen
a sí mismos como una esposa y una amante, en muchos de sus escritos,
quien busca su objeto de deseo, Jesucristo, encarnado en la figura de un
236 Celestinesca, 42 (2018) Alfredo Ignacio Poggi
esposo, amante, o rey. La mística que mejor ejemplifica esa figura de mu-
jer administradora y sujeto de deseo es sin duda San Teresa de Jesús.
Segundo, como La Celestina, los místicos del siglo xvi defendieron la
inmanencia, en la cual la espiritualidad del hombre o mujer se da en la
naturaleza humana y no fuera de ella. Mientras que las reformas de Lute-
ro y Calvino pusieron a un Dios totalmente trascendente, para evitar que
continuaran las manipulaciones políticas-religiosas por una naturaleza
humana pervertida, las reformas de los místicos colocaron a la divinidad
en la misma inmanencia del mundo o en el interior del hombre/mujer.
Tercero, al igual que en La Celestina, los místicos del siglo xvi también
administraban los deseos y los llevaban hasta sus últimas consecuencias,
el jouissance en el registro de lo real. La muerte, la nada y el silencio que
quedaron después del soliloquio de Pleberio, se asemeja a las descrip-
ciones de los místicos en su encuentro con Dios. Pero mientras que en
La Celestina esto parece tener una carga negativa, para los místicos del
siglo xvi significaba una fuente del gozo suplementario. Como afirma San
Juan de Ávila: «Por terrible y espantosa y despreciada que aparezca la
muerte, hay en ella mucho y muy grandes provechos y bienes […]» (Ho-
milía «No tomes pena de los difuntos»).
Cuarto, como en La Celestina, los místicos del siglo xvi dan clara im-
portancia al espacio privado del ser humano, ya que es donde se nego-
cian los deseos, y los describen con figuras arquitectónicas, como por
ejemplo, El Castillo Interior o Moradas o El Monte Carmelo. También, al
igual que La Celestina, los místicos españoles del siglo xvi enfatizan cómo
el deseo tiene un efecto sobre el cuerpo. Los místicos como San Juan de
la Cruz, San Ignacio de Loyola y Santa Teresa de Jesús no abandonan o
desprecian el cuerpo en sentido neoplatónico. Sino que consideran que
los deseos del alma tienen un impacto en el cuerpo, tanto positivo como
negativo. De ahí, las descripciones de éxtasis, levitaciones o marcas en
el cuerpo de los encuentros místicos. Finalmente, al igual que en La Ce-
lestina, querer mirar y escuchar al objeto de deseo cobra una relevancia
clave en los escritos místicos.
Ahora bien, estas similitudes en el enfoque de los deseos, y por lo
tanto inconscientes, entre La Celestina y los místicos del siglo xvi puede
sugerir alguna de las siguientes hipótesis. Una es que al ser La Celestina
una obra muy popular en el siglo xvi y la mayoría de los místicos grandes
lectores, es muy probable una influencia de la primera sobre los segun-
dos, quizás no a nivel consciente, pero sí inconsciente.
Otra hipótesis posible es que La Celestina y su particular tratamiento de
los deseos que conllevan a un universo fragmentado, represente un sentir
general del siglo xv, que se extendió o profundizó en el xvi. De ahí, que
los trabajos de los místicos estarían siendo moldeados por una cosmovi-
sión compartida en la España del siglo xvi, y no por una obra particular
como La Celestina.
Conexiones entre La Celestina y la literatura mísica Celestinesca, 42 (2018) 237
Por último, aun cuando los místicos comparten de cierta manera el mis-
mo final que La Celestina, al perseguir sus deseos, esto no da como resul-
tado un universo desencantado, intrascendente, y secular. Lo que los mís-
ticos están haciendo, al igual que lo hizo Lutero y Calvino, es replantearse
la trascendencia, la espiritualidad y la religiosidad humana, ya no como
un sistema escolástico objetivo e inmóvil, sino como un movimiento exis-
tencial, individual y vital. El hombre religioso de la época ya no encuentra
consuelo de sus desgracias personales en la teología sistemática tomista,
sino que lo busca en una teología más existencialista y experiencial.
Estas similitudes con los místicos, nos hace pensar a su vez que la obra
de La Celestina no representa, consciente o inconscientemente, el fin de
lo sobrenatural, lo cual es demasiado radical si tenemos en cuenta su
contexto histórico. Sino que más bien, puede ser que prevea un cambio
de paradigma en la manera de pensar lo sobrenatural, no como fuerzas y
sitios idílicos o demoníacos que solo se veían en no-lugares, sino que se
presentaba en la vida cotidiana. Pareciera que para La Celestina, las fuer-
zas del bien y el mal actúan en un ambiente casual, cotidiano y paradóji-
co. Y las corrientes de humanización de Jesucristo en esa época son una
muestra de esta direccionalidad hacia una sobrenaturalidad inmanente,
aunque parezca una paradoja. De hecho, los místicos utilizan la paradoja
como un camino hacia Dios.
238 Celestinesca, 42 (2018) Alfredo Ignacio Poggi
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Conexiones entre La Celestina y la literatura mísica Celestinesca, 42 (2018) 239
RESUMEN
Este artículo conecta la obra de Fernando de Rojas con la literatura mística espa-
ñola del siglo xvi y reconoce en ellas una cosmovisión compartida con respecto al
deseo. En ambas visiones, los actores femeninos cobran el protagonismo en la ad-
ministración del deseo y la inmanencia fragmenta el orden trascendente medieval
escolástico. Además, en el espacio privado es donde se negocia el deseo y tiene
un efecto concreto en el cuerpo de los participantes. Finalmente, la administra-
ción del deseo es llevada hasta las últimas consecuencias: el silencio, la nada y la
muerte. Pero mientras que en La Celestina, estos elementos tienen una carga ne-
gativa, los místicos lo perciben como algo positivo, el camino hacia la divinidad.
palabras clave: deseo, misticismo, inmanencia, femenino.
ABSTRACT
This article connects Fernando de Rojas´ work with the Spanish mystic literature
of the sixteenth century and recognizes in them a shared worldview concerning
desire. In both visions, female actors take the center stage in the administration
of desire and the immanence fragments the transcendent medieval scholastic or-
der. Also, desire is negotiated in the private space and has a concrete effect on the
participants´ body. Finally, the administration of desire is carried to the ultimate
consequences: silence, nothingness, and death. But while in Celestina, these ele-
ments have a negative charge, the mystics perceive them as something positive,
the path to divinity.
Celestinesca, 42 (2018): 241-268
Preámbulo
Este artículo es parte integrante de un amplio estudio sobre la materiali-
dad ortotipográfica de las cuatro ediciones citadas en el título que ambos
autores estamos realizando en común1. Hace ahora cuatro años que di-
mos a conocer tres fases de este estudio. Los dos primeros artículos están
publicados en Celestinesca 38 (2014). En uno abordamos la cuantificación
y catalogación de las abreviaturas2, lo que nos condujo a reforzar la tesis
de la precedencia de la edición de Toledo sobre la de Burgos. En el otro,
la evaluación de las erratas3 nos llevó a rechazar la atribución de Proaza
como corrector de pruebas de imprenta y a defender su función como
1.– Como ya explicamos en nuestro primer trabajo (Sánchez Sánchez-Serrano 2014: 125),
una de las razones de haber elegido estas cuatro ediciones es de carácter práctico, dado que
las cuatro son especialmente accesibles al lector interesado por existir los facsímiles que se
indican en la Bibliografía. Registramos la Comedia y la Tragicomedia como anónimas, tal y co-
mo eran consideradas en la época (Joseph T. Snow 1999-2000, 2001 y 2005-2006; Remedios
Prieto de la Iglesia y Antonio Sánchez Sánchez-Serrano 2016).
2.– Antonio Sánchez Sánchez-Serrano, «Las abreviaturas en cuatro ediciones tempranas
de la Celestina: Toledo 1500, Burgos 1499-1502 (?), Zaragoza 1507 y Valencia 1514. Cataloga-
ción, cuantificación y consecuencias editoriales».
3.– Remedios Prieto de la Iglesia, «Erratas y corrector de la impresión: Alonso de Proaza y
Celestina».
242 Celestinesca, 42 (2018) Remedios Prieto & Antonio Sánchez
Usos de la grafía H
7.– Advertencias: a) Los números entre paréntesis indican la frecuencia de las palabras en el
conjunto de las cuatro ediciones; b) las cuantificaciones se realizan sobre el texto puramente
literario, prescindiendo de los paratextos iniciales y finales dada la falta de uniformidad entre
las cuatro ediciones; c) para el cómputo de palabras solo se tiene en cuenta la cuestión que en
ese momento se está examinando y tomando en cuenta la categoría gramatical de las palabras
homónimas; d) en las cuantificaciones no se incluyen las palabras con erratas si estas afectan
de forma inequívoca al caso en estudio; e) en las formas especiales, indicamos su localización
en el impreso poniendo su signatura tipográfica entre corchetes: letra del cuaderno y número
de la plana, recto (r) y vuelto (v) seguido del número de la línea; f) en las transcripciones de
palabras desarrollamos las abreviaturas si estas no afectan a la cuestión que se está tratando
en ese momento, en cuyo caso no se contabiliza la palabra.
8.– Véase nota anterior.
244 Celestinesca, 42 (2018) Remedios Prieto & Antonio Sánchez
14.– A veces se verá falta de coincidencia en las sumas de las cuantificaciones, ya en la ver-
sión Comedia de 16 autos (Toledo y Burgos), ya en la versión Tragicomedia de 21 (Zaragoza y
Valencia). Ello se debe a la existencia de otras lecturas excepcionales (variantes o erratas) o a
la inexistencia de los argumentos de los autos en la edición de Zaragoza. Se señalará la locali-
zación de estas excepciones indicando la signatura tipográfica del impreso: letra del cuaderno
y número de la plana, recto (r) y vuelto (v) seguido del número de la línea en que se halla.
14.a.– Burgos, en lugar de «el vientre no se le he visto», escribe «el vientre no se le visto»
[h ij r:27].
14.b.– En Toledo, en lugar de «has pensado», «vas pensando» [a viij v:27].
14.c.– En Valencia, en lugar de «que la has tocado dizes», «que la ha tocado dizes» [d iij v:2].
14.d.–En Valencia, en lugar de «qué (h)as mi elicia» , « qué es mi elicia» [a viij r: 29-30].
246 Celestinesca, 42 (2018) Remedios Prieto & Antonio Sánchez
Tabla nº 2
Toledo Burgos Zaragoza Valencia Total
ay 73 78 96 102 349
hay 5 0 6 0 11
aya (1ª p.) 6 7 5 6 24
haya (1ª p.) 1 0 2 1 4
ayas 6 614.e 6 7 25
hayas 1 0 1 0 2
aya (3ª p.) 18 1714.f 14 2314.g 72
haya (3ª p.) 0 0 9 1 10
ayamos 114.h 2 2 2 7
hayamos 1 0 0 0 1
ayan 5 4 5 814.i 22
hayan 0 1 2 0 3
El hecho de que el impersonal del presente se escriba tan mayoritaria-
mente sin h- se contrapone a la circunstancia advertida de que el uso de
esta letra parezca vinculado a la brevedad de la palabra y a dicho tiempo.
Pero en este caso se vislumbra otra tendencia: la de homogeneizar orto-
grafías y sonidos para evitar errores y confusionismos tipográficos. Quizá
se deba a esto que el adverbio de lugar ay (actual ahí) y la interjección ay
que en la actualidad escribimos entre signos de admiración coincidan en
su escritura entre sí y con la forma impersonal de la que ahora nos ocupa-
mos. El adverbio aparece en 49 ocasiones, si bien dos en Toledo [a iiij r:13, e
vij
r:1
] y una en Burgos [a j r:16] se sustituye por la forma arcaica y, mientras
que encontramos la interjección 93 veces, aunque Toledo [c j v: 25] y Burgos
[c ij r:28] escriben una vez hay exactamente en el mismo lugar del texto.
Por cuestión de analogía nos ocupamos aquí del adverbio de tiempo
hoy u oy, cuyas frecuencias registramos en el siguiente cuadro:
inexistente en Zaragoza..
De nuevo sobre la ortotipografía de las Comedias Celestinesca, 42 (2018) 247
Tabla nº 3
Toledo Burgos Zaragoza Valencia Total
auer 2114-j 614.k 2814.l 3614.m 91
hauer 11 25 8 4 48
auiendo 1 0 2 3 6
hauiendo 1 2 1 0 4
auido 5 1 6 6 18
hauido 1 5 1 1 8
auemos 1 1 3 6 11
hauemos 2 2 3 0 7
aues o aueys 10 4 11 13 38
haues o haueys 2 8 2 0 12
auia (1ª p.) 6 3 10 9 28
hauia (1ª p.) 5 8 2 3 18
auias 1214.n 6 13 14 45
hauias 1 7 3 2 13
auia (3ª p.) 1314.o 3 25 2914.p 70
hauia (3ª p.) 8 18 7 7 40
auiemos 2 0 2 214.q
6
hauiamos 0 2 0 0 2
14.j.– Toledo presenta la lectura auer [f vij v:18] donde las demás ediciones escriben ver.
14.k.– En Toledo dos veces aver [e viij r:13, f viij r:17].
14.l.– En Zaragoza auie [a v v:8] en lugar de auer.
14.m.– En Valencia dos más que en Zaragoza pues se encuentran en los Argumentos de los
Autos VII [d v r:5] y XIV [g iiij r:40], inexistentes en Zaragoza.
14.n.– En Toledo una vez avias [f vj r:2].
14.o.– En Toledo una vez avia [d v r:4].
14.p.– En Valencia cuatro más que en Zaragoza pues se encuentran en los Argumentos
de los Autos XII [hauia f v r: 36], XIV [g iiij r:37], XIX [h vj v:5] y XX [i j r:3], inexistentes en
Zaragoza.
14.q.– En Valencia una vez auiamos [g j r:35].
248 Celestinesca, 42 (2018) Remedios Prieto & Antonio Sánchez
auiades 0 0 1 1 2
hauiades 0 0 0 0 0
auian 4 1 414.r 814.s 17
hauian 1 4 1 0 6
aure 2 0 3 4 9
haure 0 2 1 0 3
auras 6 1 6 7 20
hauras 0 5 1 0 6
aura 514.t 0 9 9 23
haura 3 8 1 1 13
auremos 2 1 2 2 7
hauremos 0 1 0 0 1
aurias 1 0 2 2 5
haurias 1 2 0 0 3
auria 2 0 2 3 7
hauria 0 2 1 0 3
Las cifras globales y los porcentajes son en este caso los siguientes:
Tabla nº 4
Toledo Burgos Zaragoza Valencia Total
oue 6 2 6 315.bis 17
houe 0 4 0 0 4
ouiste 0 0 1 1 2
houiste 1 1 0 0 2
ouo 8 0 8 10 26
houo 1 9 3 1 14
ouieron 0 0 2 2 4
houieron 0 0 0 0 0
ouiera (1ª p.) 2 0 2 2 6
houiera (1ª p.) 0 2 0 0 2
ouieras 3 0 3 3 9
houieras 0 3 0 0 3
ouiera (3ª p.) 2 0 2 2 6
houiera (3ª p.) 0 2 0 0 2
ouiesse (1ª p.) 1 1 2 2 6
houies(s)e (1ª p.) 1 1 0 0 2
ouiesses 1 0 1 0 2
houiesses 0 1 0 1 2
ouies(s)e (3ª p.) 5 0 7 7 19
houies(s)e (3ª p.) 0 5 0 0 5
ouies(s)emos 0 0 1 1 2
houies(s)emos 0 0 0 0 0
ouiessen 1 0 1 1 3
houiessen 0 1 0 0 1
ouieres 0 0 1 1 2
houieres 0 0 0 0 0
ouiere (3ª p.) 3 2 3 3 11
houiere (3ª p.) 0 1 0 0 1
ouieremos 1 0 1 1 3
houieremos 0 1 0 0 1
En este otro grupo, las cifras y porcentajes acentúan las diferencias que
se daban en el anterior:
15.bis.– En Valencia tres veces ouo [d v v:38, d viij r:17, i iij r:17] en lugar de oue.
250 Celestinesca, 42 (2018) Remedios Prieto & Antonio Sánchez
Conjunción copulativa
La Y conjunción copulativa mayúscula es utilizada con carácter exclu-
sivo solo en la edición de Zaragoza (75). Por el contrario, las ediciones de
Burgos y Valencia prefieren la E mayúscula (66 y 100 respectivamente).
Únicamente la edición de Toledo alterna ambas formas: 81 veces la Y y 12
254 Celestinesca, 42 (2018) Remedios Prieto & Antonio Sánchez
20.– Ejemplos: incierto, incomparable, incurable, impaciencia, impedir, inuisible, inmerito, incogi-
tado, etc.
21.– Ejemplos: infernal, infierno, ingenio, inquina, inuierno, indicio, etc.
22.– Ejemplos: yda, ydo, yglesia, ygual, ymagen, ynes, ypócrita, yra, yran, yremos, ystoriales, yua, etc.
De nuevo sobre la ortotipografía de las Comedias Celestinesca, 42 (2018) 255
mientras que Valencia sustituye la -i- por -e-: fueste (8), fuestes (1) y fuemos
(1)24; Toledo emplea ambos diptongos -ui- (8) y -ue- (2)25, así como Bur-
gos: 6 y 4 respectivamente26.
Reintegración, que aparece una sola vez en el texto, está con -i- en las
cuatro ediciones27 y la razón parece lógica: si integración se escribe así
dado su comienzo por in-, la anteposición del prefijo re- no es causa sufi-
ciente para cambiar la ortografía.
Conceptuamos las demás excepciones observadas de auténticas erratas
o descuidos pues solo las encontramos una vez y en una sola edición y
son: en Toledo poteneia [b vj r:18]; en Burgos posseido [g iiij v:9], retraimiento
[k iiij r:17]; en Zaragoza ruido /s [c ij v:24 , h vij v:4], deidad [d iij r:5-6], traido [d j v:24],
raido [d iij r:31], proueida [f iiij r:21], veia [h iiij v:27] y huida [i viij v:24]. Valencia ca-
rece de estas anomalías.
Poteneia es una evidente errata por potencia, escrita así dos veces en la
propia edición de Toledo, tres en Burgos y Valencia y dos en Zaragoza,
que en otra ocasión escribe potentia.
Como contrapartida, las restantes palabras de que nos estamos ocupan-
do se encuentran así en las demás ocasiones:
posseydo/s: una en Burgos y dos Toledo, Zaragoza y Valencia;
retraymiento: una en Burgos, dos en Toledo y tres en Zaragoza y Valencia;
ruydo/s: seis en Zaragoza, cuatro en Toledo y Burgos y diez en Valencia,
deydad : una en Toledo, Burgos y Valencia;
traydo: cuatro en Zaragoza y cinco en Toledo, Burgos y Valencia;
raydo: una en Toledo, Burgos y Valencia;
proueyda: una en Toledo, Burgos y Valencia;
veya: dos en Zaragoza, en Toledo y Valencia y tres en Burgos;
huyda: dos Zaragoza y otras dos Valencia más una fuyda, tres en Toledo
y Burgos.
La ortotipografía de estas últimas palabras nos conduce a establecer
otra norma seguida por los impresores: la -y- interior va siempre, salvo
las escasas excepciones que también veremos, precedida de una vocal.
Hemos registrado 3080 testimonios entre las cuatro ediciones. Las ex-
cepciones o erratas son realmente escasas, la mayoría en Toledo y en una
24.– Valencia: fueste [b iij v:20, d iij v:29, d iij v:29, d iiij r:37, d vij v:33, e ij v:6, e iij r:27,
i iiij v:29], fuestes [d iij v:41], fuemos [i iiij r:15].
25.– Toledo: fuiste [b vj v:11, e v r:4, e v r:4, f iij r:20, f viij r:24, k vij r:13], fuistes [e v r:19],
fuimos [k vj r:8], fueste [e vj r:1, f vij r:15].
26.– Burgos: fuiste [f j v:1, f j v:2, g vj r:14, m iij v:2], fuistes [f j v:17], fuimos [m ij r:17], fueste
[b vj v:7, f ij v:8, f viij v:21, g iiij v:26].
27.– reintegración: Toledo [f viij v:15], Burgos [g vj v:9-10], Zaragoza [e v v:31], Valencia
[e iij v:4].
De nuevo sobre la ortotipografía de las Comedias Celestinesca, 42 (2018) 257
sola ocasión: tyros [a vj r:20], tynerias [b vj r:29], cymera [b viij v:7], mytad [c v v:14],
martyrios [e vj r:26] y egypto [h v v:6], y tres en Zaragoza: tynerias [b iiij v:24], syen-
do [c ij r:16] y ryes [g j r:2].
Procediendo de manera semejante al caso anterior, las contrapartidas
a las excepciones citadas son: tiros en Burgos [a iij v:25], Zaragoza [a vj v:14]
y Valencia [a vj r:33], y tiro en las cuatro ediciones: Toledo [ e iiij v:26], Burgos
[f j r:21], Zaragoza [d vj r:27] y Valencia [d iij v:21]; tenerias 14 testimonios entre
las cuatro ediciones y cimera en Burgos [b viij v:19], Zaragoza [b vj r:30] y Valen-
cia [b iiij v:37], en la única vez que aparece esta palabra en el texto y lo mismo
ocurre con martirios en oposición a martyrios en Toledo [e vj r:26]. En cuanto a
ryes, la forma con -i- suma 19 entre las cuatro ediciones. Mas complicado
es el caso de Egypto, para el que existen las siguientes lecturas: egypto en
Toledo [h v v:6], egito en Burgos [i vj r:13], Egipto en Zaragoza [f viij v:20, i vj r:4], y
egiypto / Egypto en Valencia [ f iiij v:26, i j v:31].
Cierto interés tiene el vocablo mitad, escrito así solamente una vez en
Zaragoza [c ij r:13], y meytad en Toledo [d vij r:20 ], Burgos [c vij r:3, e ij v:10], Zara-
goza [d j v:35] y Valencia [c vij v:22], formas ambas concordes con las normas
ortotipográficas de colocar, respectivamente, -i- detrás de consonante e
-y- detrás de vocal. Toledo presenta la lectura excepcional de mytad [c v v:14],
que nos hace pensar en una simple errata debida a la omisión de la -e-.
Asimismo, en Zaragoza vemos syendo [c ij r:16] contra seyendo en Valencia
[b viij v:12] y siendo en Toledo [c v v:18] y Burgos [c vij r:7]. Además esta es la
forma que se repite 36 veces entre las cuatro ediciones.
Otro caso curioso en que se traslucen las normas que examinamos, -i-
detrás de consonante e -y- detrás de vocal, es el de la 3ª persona singular
del imperfecto de ver, escrito via (11) y veya (9).
Por último y como curiosidad, donde Toledo [h viij r:18] y Burgos [k j v:3]
ponen odio (lectura correcta), Zaragoza [g ij v:19] y Valencia [f vj v:32] escriben
oydo, evidente errata, pero las dos lecturas se ajustan a la norma.
más notable es fui, escrita así en Toledo (4), Burgos (4) y Zaragoza (2)28
en coexistencia con fuy, también en Toledo (4), Burgos (5), Zaragoza (4) y
Valencia (2)29, lo que creemos se debe a la contraposición entre dos nor-
mas: la del final en -i de las primeras personas de los pretéritos indefinidos
y el rechazo a que la letra que precede a la -i sea otra vocal. Retomaremos
esta cuestión tan pronto hayamos realizado el estudio del final en -y de
otras palabras. Valencia, consecuente con la sustitución de -i- por -e- en
la conjugación del verbo ser que hemos visto en el apartado anterior, se
aparta de estas normas escribiendo fue [e iij r:30, i iiij r:3, i iiij v:1].
A lo largo de los textos hay en torno a 1450 palabras acabadas en -y pre-
cedida de vocal, si bien no siempre se repiten en las cuatro ediciones, de-
bido principalmente a las alteraciones producidas en el paso de Comedia
a Tragicomedia. El 66% se deben a tres palabras: ay, muy, oy. Es de resaltar
que se trata en realidad de seis vocablos, ya que ay se utiliza como forma
impersonal del verbo haber, como interjección y como adverbio de lugar,
actual ahí. En cuanto a oy, puede ser tanto adverbio de tiempo como pre-
térito indefinido del verbo oyr.
El segundo grupo en importancia está constituido por las primeras per-
sonas del presente de indicativo soy (220), estoy (89), voy (82), doy (20).
Sustantivos se constatan cinco: rey (40), ley (23), menjuy (6), contray (4)
y buey (4).
Tienen interés especial los pretéritos indefinidos, pues si, como vimos,
cuando la penúltima letra era una consonante procedía que la última le-
tra fuera -i, ahora nos encontramos con -y precedida de vocal: fuy (16),
cay (4), prouey (4).
La lista se completa con algunas palabras que consideramos especiales,
como sey (20), imperativo de ser, la exclamación guay (14) y la onomato-
peya de la risa hy, hy, hy (19), escrita de esta forma en las cuatro ediciones
pero que las Comedias convierten en hi, hi, hi a partir del cuaderno d30.
También se utilizan estas dos variantes en la apócope de hijo [de puta]: hi
una vez en las Comedias31 e hy dos en Zaragoza [e vij r:17, h viij r:27], mientras
que Valencia [e iij v:26, h iiij r:1] emplea una vez cada una.
Como conclusión, puede afirmarse sin género de dudas que en el em-
pleo de I o Y, tanto en el interior como en el final de palabra, el elemento
determinante es que la letra precedente sea consonante o vocal respecti-
vamente, sin que se tengan en cuenta las etimologías ni la categoría gra-
matical de las palabras.
28.– fui: Toledo [f viij r:28, g iij r:11, k v v:26, k vj v:12], Burgos [f iiij v:27, h j v:13, m ij r:j,
m ij v:26], Zaragoza [c vj r:26, g viij v:13].
29.– fuy: Toledo [d ij v:18, e vij v:23, k iij r:30, K iij v:2], Burgos [d v r:9, g vj r:18, l vj v:28,
l vij r:7], Zaragoza [d viij r:36, c iiij v:3, e vj v:14, i ij v:27], Valencia [e j r:22, e v r:27].
30.– hi, hi, hi: Toledo [d j r:5, d ij v:8, h v v:17], Burgos [d iiij v:28, i vj r:25].
31.– hi [de puta]: Toledo [g j r:10] y Burgos [g vij r:8].
De nuevo sobre la ortotipografía de las Comedias Celestinesca, 42 (2018) 259
Tabla nº 5
Toledo Burgos Zaragoza Valencia Total
muger/es 50 46 14 72 182
mujer/es 1 2 55 0 58
vegez 9 9 2 0 20
v(i)ejez 11 11 20 23 65
Verbo 1 1 1 1 4
enuegescer
Verbo 2 2 5 5 14
enuejescer
ageno/a/s 13 13 1 17 44
ajeno/a/s 0 0 19 3 22
Otras palabras reflejan esa alternancia de forma muy excepcional. Así,
de las 38 veces en que aparecen ligero y sus derivados, solo hallamos li-
jereza en Toledo [a vij v:25], y de coger y derivados solo cojendo en Zaragoza
[e j v:21] y Valencia [d vj v:34]. Únicamente aparecen una vez en la totalidad
del texto pelligeros o peligeros, escrito con -j- solo en Valencia [b j v:37], es-
tranjero también con -j- solo en Valencia [b viij r:38] y coraje, que únicamente
se encuentra en las Tragicomedias, escrito con -g- en Zaragoza [e viij v:24] y
con -j- en Valencia [e v r:36] .
Con superioridad de je: 78 mensaje y derivados por un solo mensages
en Zaragoza [d v r:33], 46 linaje y derivados por un solo linage en Zaragoza
[c vj v:22], y 7 lisonjero/a con -j- por uno con -g- en Burgos [i viij r:10-11].
Aparece solo una vez en el texto hereje, escrito con -g- en Zaragoza
[a vj v:2] y con -j- en Toledo [a vj r:6], Burgos [a iij v:10] y Valencia [a vj r:21].
De nuevo sobre la ortotipografía de las Comedias Celestinesca, 42 (2018) 263
B) De carácter tipográfico:
• Presencia de h- inicial ante el diptongo -ue- con el fin de que la u-
no pase tipográficamente a v- ocasionando el confusionismo con-
siguiente.
• Preferencia por h- inicial en el presente de indicativo del verbo
(h)auer, quizá por motivación estética, y por su ausencia en los de-
más tiempos.
• Uso de ay con los significados de adverbio de lugar, exclamación e
impersonal del verbo (h)auer.
• Conversión de hi- en y- inicial en las palabras en que se ha omitido
la h-.
• En la representación de la conjunción copulativa, cada edición apli-
ca sus propias preferencias o necesidades tipográficas. La edición
de Zaragoza únicamente escribe y, mientras que Burgos elige el sig-
no tironiano para las minúsculas y E para las mayúsculas. Toledo y
Valencia alternan las tres formas.
C) De carácter estético:
• Sugerimos que el especial predominio (92,87%) de la h- inicial en
el presente de indicativo del verbo (h)auer pudiera deberse al deseo
de aumentar la imagen visual de los monosílabos e, as, a, an con el
fin de que no perdieran identidad entre las palabras contiguas, se-
paradas a veces por espacios tan reducidos como imponía el ajuste
de líneas en las compactas y densas páginas de los impresos en
letra gótica.
De nuevo sobre la ortotipografía de las Comedias Celestinesca, 42 (2018) 265
Bibliografía citada
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266 Celestinesca, 42 (2018) Remedios Prieto & Antonio Sánchez
RESUMEN
palabras clave: Pedro Hagenbach, Fadrique de Basilea, Jorge Coci, Juan Joffre,
ortografía, tipografía, impresores.
ABSTRACT
key words: Pedro Hagenbach, Fadrique de Basilea, Jorge Coci, Juan Joffre, ortho-
graphy, typography, printing press.
Celestinesca, 42 (2018): 269-290
Preámbulo
En este ensayo, intentaré escudriñar la totalidad del texto de la Tragi-
comedia de Calisto y Melibea en un intento de esclarecer el enfoque que
dieron sus autores al transcurso del tiempo en la ficción2. Utilizaré la ver-
sión en 21 actos como máxima autoridad, dejando hablar al texto para
defender mis interpretaciones. Sin embargo, los lectores y estudiosos re-
conocemos, en el más de medio milenio transcurrido desde la aparición
de la Tragicomedia, que esta obra tan singular ha inspirado todo un género
literario que hoy denominamos «la celestinesca» compuesta de continua-
ciones y adaptaciones teatrales, en prosa dialogada y en verso. Contamos
con imitaciones, traducciones, un sin número de poemas (romances, car-
tas, consejos, testamentos, sátiras y un largo etcétera), parodias, escenifi-
caciones (en los siglos xx y xxi), y distintos estilos de ilustraciones (desde
las ediciones con grabados de los siglos xvi y xvii, pasando por Luis Paret
y Alcázar, Francisco de Goya, Pablo Picasso, hasta llegar al siglo xxi con
nuevas manifestaciones visuales: óperas, ballets y películas3. Como todas
10.– La furia de Melibea es real, siendo enteramente natural que quisiera seguir escondien-
do en su corazón el «secreto amor» que siente por Calisto. Para ella y hasta el Acto 4, no ha
habido ninguna opción para salir de su encierro, de su silencio, como la «encerrada doncella»
(440) de la familia de Pleberio. El falso dolor de muelas de Calisto —mentira inventada sobre
la marcha por Celestina en el Acto 4— le ofrecerá esa opción, como veremos.
11.– Una prueba más del amor de Melibea es que está sintiendo celos de otras mujeres.
12.– Esta inicio del Acto 10 constituye para Melibea un terremoto emocional, porque hasta
unos momentos antes de la primera escena de la obra, había vivido como la encerrada donce-
lla que criaron sus padres. Afirma Alisa a Pleberio: «Piensas que su virginidad simple le acarrea
torpe desseo de lo que no conoce ni ha entendido jamás? (…) Que yo sé bien lo que tengo
criado en mi guardada hija» (551). Es esa la Melibea que escucha las alabanzas de Calisto en
la primera escena y, por su buena crianza, le rechaza. Irónicamente, las palabras de su madre
(Acto 16) se pronuncian un mes después de haber conocido Melibea el «torpe desseo» y haber
perdido su virginidad. Y es esa imagen de una Melibea inocente y virgen que Melibea está
destinada a recrear, fingiendo ser como era antes del inicio de la obra para seguir gozando
del amor ilícito con Calisto en el huerto de su propia casa de noche. Las ironías que marcan
la obra están bien planteadas por sus autores: la que es ingenua es la madre y no la hija. Esta
274 Celestinesca, 42 (2018) Joseph T. Snow
situación le destina a Melibea a dividirse en dos Melibeas, una fingida para sus padres y otra
real para Calisto, una situación que había detallado yo en «Two Melibeas» (1996).
13.– Melibea nos confirma lo mismo después en el Acto 12 en el segundo encuentro con
Calisto: «E aunque muchos días he pugnado por lo dissimular [su secreto amor], no he podido tanto
que, en tornándome aquella mujer tu dulce nombre a la memoria, no descubriesse mi desseo
y viniesse a este lugar y tiempo, donde te suplico ordenes y dispongas de mi persona segund
querrás» (480, énfasis añadido). El antecedente de estas palabras corresponde al Acto 10, el
desmayo de Melibea y la repudiación de su estado de «guardada hija».
La cuestión peliaguda del tiempo en Celestina Celestinesca, 42 (2018) 275
16.– Sempronio se presenta en el Acto 9 como «otro Calisto» frente a una enojada Elicia
con palabras que denotan que él fue testigo de los comportamientos de su amo en el Acto 1:
«que aquí está quien [Elicia] me causó algún tiempo fecho otro Calisto, perdiendo el sentido, can-
sado el cuerpo, la cabeça vana, los días mal dormiendo, las noches todas velando (…), saltando paredes
(…), haciendo coplas)(…) y otros mil actos de enamorado » (426-427, énfasis añadido). Esta lista del
Acto 9 documenta y exagera lo que ya observó Sempronio de Calisto en nuestro apartado IV.
17.– Y es que Calisto ya sabe que es la deseada Melibea «aquella a quien yo por segunda
vez hablar tengo por imposible» (289, énfasis añadido). Esta mención de «segunda vez» hace
ilógico que se hayan hablado antes de la primera escena, cosa que algunos comentaristas
han propuesto.
18.– Es precisamente su lealtad a Melibea lo que le impide a Lucrecia que no hable con Alisa
y Pleberio de los peligros que intuye que acechan a su ama. Efectivamente, la criada traiciona a
los que la emplean y su silencio es una clave importante para entender cómo las tragedias pos-
teriores pueden seguir su curso; es decir, sin la intervención oportuna de los padres de la dama.
19.– Es para Calisto un inesperado alivio que Sempronio conozca a Celestina al estar
amancebado con Elicia, la última de las prostitutas que ha quedado trabajando en casa de la
La cuestión peliaguda del tiempo en Celestina Celestinesca, 42 (2018) 277
cio temporal de ocho o nueve días (o más) que los autores imaginaron des-
pués de la primera escena; un tiempo que recuperamos a través de nuestra
lectura profunda del texto. Así pues, entre la primera y segunda escena del
Acto 1 los autores dejan tanto a Melibea como a Calisto amando y penan-
do «en off» (referencia al tiempo en que suceden acciones fuera de escena
en la moderna dramaturgia). Pero los tres criados, Lucrecia, Sempronio y
Pármeno son testigos de las manifestaciones de amor y sufrimiento de los
futuros amantes y nos cuentan lo que ellos han observado de sus actuacio-
nes, pero siempre «en off».
Toda la atención textual a partir de la segunda escena del Acto 1 no
solo dramatiza «la secreta enfermedad» que desconcierta a Calisto, sino
que también se centra en su libido, su lujuria, y la embajada que le con-
fiará a Celestina, pagándole con cien monedas de oro23. Los autores dejan
desaparecida a Melibea hasta el Acto 4, siempre sufriendo en silencio a
causa del secreto amor ilícito que siente por Calisto.
he?» (312, énfasis añadido). No solo le asestan estos temores, sino que su
reputación quedaría en entredicho. Celestina imagina posibles reacciones
de desilusión por parte de los que han confiado en ella:
Si no voy, ¿qué dirá Sempronio? ¿Qué todas éstas eran
mis fuerças, saber y esfuerço, ardid y ofrecimiento, as-
tucia y solicitud? Y su amo, Calisto, ¿qué dirá, qué hará,
qué pensará sino que ay nuevo engaño en mis pisadas
y que yo he descubierto la celada por haver más pro-
vecho desta otra parte, como sofística prevaricadora?25
(312-313)
Continúa lidiando entre sus dudas y temores Celestina hasta que por fin
llega a una resolución que habrá sorprendido a más de un lector:
¡Pues triste yo! ¡Mal acá, mal acullá; pena en ambas par-
tes! Quando a los estremos falta el medio, arrimarse el
hombre al más sano es discreción. Más quiero ofender a
Pleberio que enojar a Calisto. Yr quiero, que mayor es la ver-
güenza de quedar por cobarde que la pena cumpliendo como
osada lo que prometí; pues jamás el esfuerço desayudó la
fortuna. (313-314, énfasis añadido)
Lo que más le anima a seguir no es su conjuro sino los agüeros que va
interpretando mientras se acerca a la casa de un Pleberio a quien podrá
ofender si tiene éxito su misión:
Todos los agüeros se adereçan favorables o yo no sé na-
da desta arte; quatro hombres que he topado, a los tres
llaman Juanes y los dos son cornudos. (…) Nunca he
tropezado como otras vezes. Las piedras parece que se
apartan y me fazen lugar que passe (…). Ni perro me ha
ladrado, ni ave negra he visto (…). (314)
Como hemos observado antes, no hay ni una sola referencia al con-
juro, ni a Plutón, ni al hilado que lleva en la mano, creyéndolo envene-
nado. Celestina no solo es hechicera sino también muy supersticiosa
y estos agüeros consiguen reanimarle hasta que, llegando a la casa de
Pleberio, le alivia todavía más ver a Lucrecia a la puerta, sabiendo que
esta prima de Elicia no le será contraria (314). Los agüeros son propicios
25.– Me parece irónico que los autores de la obra dejen que Celestina reconozca, hablando
a solas, que ella de verdad es una «sofística prevaricadora». Nos hace pensar en lo que afirma
ella en el Acto 3, alabándose a sí misma delante de Sempronio, pero utilizando metafórica-
mente la fama de los abogados: «Pero todavía hijo, es necessario que el buen procurador
ponga de su casa algún trabajo, algunas fingidas razones, algunos sofísticos actos (…)» (298, énfasis
añadido). Como Melibea (548) y como Areúsa (429), también Celestina se conoce a sí misma.
Son estos autoconocimientos otro elemento que indica una caracterización muy bien pensa-
da y llevada a cabo por los autores para estas tres mujeres en otros aspectos tan disimilares.
La cuestión peliaguda del tiempo en Celestina Celestinesca, 42 (2018) 281
26.– Nos deja a los lectores saber —por primera vez en la obra— que Celestina siente un
odio muy particular hacia Pleberio, una actitud antagonista que exploré yo en «Quinientos
años de animadversión…» (2002). Celestina luego presentará la feliz consecución de la emba-
jada de Calisto con estas palabras jactanciosas y contundentes: «Que [Melibea] es más tuya
que de sí misma, más está a tu mandado y querer que de su padre Pleberio» (460, énfasis añadido).
Así que para Celestina la embajada realizada le ha proporcionado una motivación personal
también: la de haber envenenado el futuro que tenía pensado Pleberio para su única hija y
heredera. En esto vemos un deseo de vengarse de lo que será el resultado de su progresivo
empobrecimiento en los mismos veinte años en que se iba haciendo cada vez más rico Ple-
berio. Milagros Piedra, en su pieza teatral, Una blanca muerte, o Melibea, estrenada en 1994 y
publicada en 1998, dramatizó esta vertiente de la venganza de la alcahueta contra Pleberio.
Pero el motivo para Pierna es que Pleberio y Celestina fueron amantes hace tiempo, pero él
le rechazo para casarse con Alisa. Esta será la visión unilateral de M. Piedra: una visión personal
que no tiene nada que ver con las intenciones originales de los primitivos autores de la Tragi-
comedia. Ver nuestra cita de Canet, p. 40, al comienzo de este ensayo.
282 Celestinesca, 42 (2018) Joseph T. Snow
27.– Calisto manosea el cordón como si fuera Melibea en vez de una de sus prendas, ha-
ciendo que Celestina le repruebe: «(…) tratar al cordón como cordón (…), no haga tu lengua
yguales la persona y el vestido» (365). Como el lector sabe, Calisto va a tratar el cuerpo de
Melibea como ha tratado el cordón (Actos 14 y 19).
28.– Gilman, refiriéndose a estos tres xaques opina: «Sabemos que no ha habido oportunidad
para semejante preparación, es decir, al menos que la hubiese durante uno de esos días increíbles
que se nos han ocultado» (Arte y estructura, p. 342, énfasis añadido). Intento, pues, hacer «creíbles»
esos días omitidos «en off» por los autores de la Tragicomedia.
29.– Esta expresión, «en off», también la ha denominado «tiempo implícito» Mª Rosa Lida
de Malkiel en La originalidad. p. 176: «Pienso que es pecado de injusticia contra los excelsos au-
tores de la Tragicomedia concebir tanta insistencia en el tiempo implícito [da varios ejemplos]
como una falla mecánica (…) No es lícito presumir error mientras quede a mano explicación
que muestre propósito coherente en este peculiarísimo proceder». Y es ese tiempo implícito
(o «en off») que en una edición nueva de la Tragicomedia podría estar indicado mediante aco-
taciones escénicas añadidas.
La cuestión peliaguda del tiempo en Celestina Celestinesca, 42 (2018) 283
Acto 3 y el comienzo del Acto 4, puesto que entre el Acto 4 (el encuentro
de Melibea con Celestina) y el Acto 7 no existe posibilidad de tiempo
implícito. Veamos. Al salir Celestina de la casa de Pleberio con el cordón
cedido por Melibea al final del Acto 4, se encuentra con Sempronio en la
calle (Acto 5) y se van directamente a casa de Calisto donde pasa todo el
Acto 6. Comienza el Acto 7 inmediatamente después de las conversacio-
nes del Acto 6 al salir Celestina y Pármeno de la casa del galán.
Al igual que los ocho días en que Calisto supuestamente sufre el dolor
de muelas acaecen «en off» entre las dos primeras escenas de la obra, me
parece evidente que los «tres xaques» recibidos por Areúsa de Celestina
sobre Pármeno habrán acontecido «en off» entre los Actos 3 y Acto 4.
Antes no, siendo que —como lo hemos demostrado— desde la contrata-
ción de Celestina por Calisto para realizar la embajada a Melibea y hasta
el final del Acto 3 (el conjuro) no hubo tiempo «en off» para la alcahueta.
En estos días «en off» que propongo que acaecen después del Acto 3,
Celestina no solo ha podido dar estos tres recuerdos de Pármeno a Areú-
sa, sino que tuvo tiempo, después del conjuro a Plutón, para asimilar los
peligros de la embajada que aceptó de Calisto —junto con las amones-
taciones de Sempronio— haciéndole dudar de su éxito y seguridad per-
sonal si fuera descubierta por la gente de Pleberio, por quien siente una
enemistad de larga duración. Con tantos temores y dudas, ya no piensa
en el conjuro y poco a poco le animan los agüeros que interpreta de otra
de sus artes (314).
Será esa misma noche, ante unas rejas cerradas de la casa de Pleberio,
cuando transcurran parte de las acciones del Acto 12.
Los últimos hechos del Acto 12 finalizan esa misma noche con el ase-
sinato de Celestina en su casa y la ejecución de Sempronio y Pármeno
unas horas después, en la madrugada del nuevo día. Sosia, testigo del
degollamiento de los criados, viene a contárselo inmediatamente a Tris-
tán y Calisto en el Acto 13; el Acto 14 sigue ininterrumpidamente con el
largo soliloquio de Calisto al final del cual toma la decisión de que nada
le podrá impedir su deseo de seguir con sus nocturnas visitas al huerto
de Melibea. Y por fin, en el huerto de Melibea, horas después, es cuando
tiene lugar el encuentro amoroso apasionado entre Calisto y Melibea.
Así que las acciones del Acto 7 al Acto 14 son sucesivas en el transcurso
cronológico del tiempo y pasan en tres noches y dos días.
A la mañana siguiente, Elicia —divisada por Sosia y Tristán desde la ca-
sa de Calisto— llega a la casa de Areúsa (Acto 15) con la triste noticia de
las tres muertes. En ese momento, Areúsa está regañando vivamente al
ex-amante, Centurio. Es de suponer que Elicia no habrá utilizado mucho
tiempo en llevar esta mala noticia a su prima, transcurriendo pocas horas
entre el asesinato al final del Acto 12 y el Acto 1531. Areúsa, tomando la
decisión de vengarse de las muertes de Celestina, Pármeno y Sempronio,
su amante y el de Elicia, culpando a Calisto y Melibea de lo sucedido y
deseándole la misma suerte, se ve en la obligación de conocer exactamen-
te en qué noche estarán de nuevo en el huerto. Pide a Elicia, que conoce a
Sosia, que le convenza para que vaya a su casa, haciéndole creer que será
su amante, una vez muerto Pármeno.
Es justo en este momento —entre los Actos 15 y 16— cuando la ma-
yoría de los críticos proponen el transcurso de un mes, durante el cual
siguen los amantes sus encuentros amoros en el huerto, según lo que
comenta Melibea en el Acto 16 cuando se rebela contra la idea del matri-
monio que su padre quiere organizar para asegurarle un cómodo futuro.
Cuando Melibea dialoga con Lucrecia de que llevan más de un mes hablan-
do de lo mismo, nos puede hacer pensar que Pleberio y Alisa planeaban
casar a Melibea por las mismas fechas —irónicamente— que iniciaron los
encuentros en el huerto32.
31.– El Acto 13 discurre unas pocas horas después del asesinato de la alcahueta. Es la
noche del día posterior al crimen cuando tiene lugar la unión amorosa de Calisto y Melibea
(Acto 14). Si Elicia aparece la mañana siguiente del Acto 14, calculamos que entre el asesinato
de Celestina y el Acto 15 habrían pasado como treinta y seis horas, dejando a Elicia tiempo
para recuperarse del shock y tomar la decisión de informar a su prima Areúsa.
32.– Esta percepción del tiempo nos la comunica Melibea en dos frases consecutivas del
Auto 16: «Un mes ha que otra cosa (matrimonio) no hazen ni en otra cosa entienden. No pa-
rece sino les dize el coraçón el gran amor que a Calisto tengo, y todo lo que con él, un mes ha,
he passado» (547, énfasis añadido).
La cuestión peliaguda del tiempo en Celestina Celestinesca, 42 (2018) 285
Pero lo más problemático, al menos para mí, sería: ¿entre qué actos de
la Tragicomedia puede haber pasado un mes, el que pregona Melibea en
el Acto 16 y que tenía que iniciarse con el primer encuentro sexual de los
amantes en el Acto14? Antes de poder contestar hay varios puntos que
considerar en cuanto al tiempo que transitan los personajes:
1. el asesinato de Celestina ocurre al final del Acto 12. Ni ella ni Sem-
pronio ni Pármeno están vivos en el momento en que Calisto y
Melibea se convierten en amantes;
2. unas 36 horas después del asesinato de Celestina, Elicia informa a
Areúsa (acto 15) de las tres muertes;
3. en esas mismas 36 horas Calisto se entera de la muerte de sus cria-
dos y de Celestina —por Sosia— y esa misma noche acude con
Sosia y Tristán al huerto donde él y Melibea hacen el amor por
primera vez (Actos 13 y 14);
4. entre la petición de Areúsa a Elicia de sobornar a Sosia (Acto 15) y
la llamada a su puerta del joven criado de Calisto (Acto 17), la lógi-
ca pide que podrían haber pasado entre uno y tres días «en off», y
no todo el mes mencionado por Melibea en el Acto 16, que se ha
colocado entre los Actos 15 y 17;
5. A partir de la conversación mantenida entre Areúsa y Sosia en el
Acto 17, es evidente, sin embargo, que ese mes ya ha pasado, sien-
do que Sosia le afirma que «en un mes no avemos ydo ocho vezes,
y dicen los falsarios rebolvedores que cada noche» (560)33. Es más:
Sosia traiciona a los amantes al revelar la información que necesi-
taba Areúsa: «Para esta noche en dando el relox las doze está hecho
el concierto de su visitación por el huerto» (560-561).
6. Areúsa no pierde tiempo en entrevistarse una segunda vez con
Centurio (Acto 18); ese mismo día le anima a llevar a cabo la ven-
ganza que desea: la muerte de Calisto —«Esta noche lo tomarás»
(566)—. Las acciones de los Actos 19, 20 y 21 suceden en una no-
che y durante la mañana siguiente.
Los lectores también recordarán estas otras palabras de Melibea en el
Acto 16, manifestadas a su criada Lucrecia que ha sido fiel testigo: «un
mes ha, como has visto, que jamás noche ha faltado sin ser nuestro huer-
to escalado como fortaleza, y muchas aver venido en balde (…)» (550, én-
fasis añadido). Melibea nos confirma que Calisto había escalado el muro
del huerto cada noche, pero, por razones no especificadas, ella no ha po-
dido recibirlo siempre, haciendo más verídicas las ocho (o menos) noches
que alega Sosia en el Acto 17.
33.– Estos «falsos rebolvedores» son una invención de Areúsa para sacar información de
Sosia sobre en qué noche va a ir Calisto la próxima vez, información que necesita para llevar
a cabo sin demorar su plan de venganza que confía que llevará a cabo Centurio.
286 Celestinesca, 42 (2018) Joseph T. Snow
RESUMEN
ABSTRACT
Reseñas
Celestinesca, 42 (2018): 293-298
Más que un estudio sobre la Celestina este libro es un estudio sobre el hi-
potético diálogo que establece este clásico con un conjunto de obras publi-
cadas entre 1528 y 1580 y cuya temática gira en torno a los debates sobre
la dignidad humana. En el esquema así planteado, estas obras del siglo xvi
forman el conjunto de los interlocutores —también llamados «comparison
texts»— con los que la Celestina dialoga a lo largo de ese siglo, que es el si-
glo de su mayor difusión. Este diálogo, entonces, se desarrolla a través de
décadas en un escenario que trasciende fronteras nacionales y lingüísticas
pues en él toman parte autores tanto españoles como italianos, así como
versiones en castellano y toscano de los textos involucrados. La traducción
ocupa, por supuesto, un lugar central, aunque, traduttore traditore, por lo ge-
neral las nuevas versiones de los textos reflejan las posturas ideológicas de
los traductores y de la audiencia para la que traducen. Esto último ofrece
la oportunidad de entender la Celestina desde el punto de vista de las dis-
tintas comunidades de lectores con las que entra en contacto.
Para Scott, la Celestina mantiene en este diálogo una posición más o
menos marginal que se corresponde, nos dice, a la de los personajes mar-
ginales de la obra atribuida a Fernando de Rojas. Así, la intervención de
Rojas en este debate sería análoga a los apartes que caracterizan la acción
de la servidumbre en la obra (p. 14). Pero, sabemos, esos personajes no
son necesariamente marginales -léase accesorios, secundarios- en la obra;
todo lo contrario, pues llevan la voz cantante durante buena parte de ella.
Con todo, se entiende que Scott haya modelado su trabajo en las caracte-
rísticas más saltantes de la Celestina, como el hecho de ser una novela dia-
logada o, mejor todavía, la manera peculiar en que creación y recepción
suponen una dinámica que está inscrita en el libro mismo (esto último
pensando en la Tragicomedia, por supuesto).
Lo que hace posible este diálogo —su existencia y el hecho de que perdu-
re en el tiempo y en distintos espacios— es la preocupación continua que
mostraba el público lector por el tema de la dignidad humana, puesto sobre
la mesa por la obra pionera de Pico della Mirandola y generalizado por los
studia humanitatis. Scott sostiene que uno de los temas centrales de la Celes-
tina es precisamente la preocupación por la dignidad humana. Al leer esta
obra, los lectores de las otras obras, los libros que Scott ha llamado inter-
locutores, habrían actualizado mensajes relativos al debate de la dignidad
humana y su contraparte: la miseria de los hombres. Incluso el debate se
habría visto animado por las lecturas coetáneas y en algunos casos parale-
las de todas estas obras en el contexto de un diálogo supranacional.
En su libro, Scott hace manifiesta una voluntad expresa de crear un
estudio interdisciplinario que se alimente de distintas vertientes de la crí-
tica (Bajtín, Escuela de Constanza, etc.) y de los estudios culturales (en
especial la disciplina de la historia del libro pues, como hemos visto, la
circulación de los textos, en sus lenguas originales y en traducción, es de
capital importancia en este estudio, así como la materialidad de esos mis-
Scott, Rachel, ‘Celestina’ and the Human Condition Celestinesca, 42 (2018) 301
2554. CANET, José Luis. «The Early Editions and the Authorship of Ce-
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Un detenido estudio que trata de los problemas textuales que acompa-
ñan la obra, sus posibles estadios de composición, el contexto en que
se gestó el texto, el posible público lector y la cuestión de la autoría.
2555. CANTALAPIEDRA EROSTARBE, Fernando. «Minerva’s Dog and
Other Problematic Points in Celestina’s Text». En COMPANION, 108-23.
Un minucioso análisis del Manuscrito de Palacio y de las variantes que
presenta con la tradición impresa con el objetivo de aclarar algunos
pasajes oscuros que todavía la crítica no ha podido descifrar satisfac-
toriamente (Minerva con el perro; la abuela de Calisto con el simio; el
cuchillo del abuelo, comedor de huevos asados, etc.).
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Celestina, Act 1». En COMPANION, 225-41.
Un análisis de los numerosos problemas que presenta el acto 1 de
la obra: desde el argumento que no encaja con el texto que sigue,
hasta las referencias temporales que indican que los dos jóvenes ya
se habían encontrado con anterioridad al primer intercambio de par-
lamentos al principio del acto 1. ¿El lugar dónde ocurre este fatídico
encuentro es una iglesia? O, ¿habría que considerar el acto 1 como un
prólogo/sueño de Calisto?
2557. CIVIL, Pierre. «Grabados celestinescos: La ilustración de un ‘géne-
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Un estudio de los grabados que acompañan la obra tanto en las Come-
dias como en las Tragicomedias y en la celestinesca.
2558. COMPANION = A Companion to «Celestina». Ed. Enrique Fernandez.
The Renaissance Society of America texts and studies series. Leiden:
Brill Academic Pub, 2017.
Volumen dedicado a la obra maestra española que recoge 23 estudios
todos reseñados aquí bajo COMPANION y número de páginas.
2559. CORFIS, Ivy A. «Calisto and Leriano in Love». En COMPANION,
124-40.
Una comparación entre los dos enamorados mencionados en el título
y su reconsideración como personajes que siguen muy poco y mal las
reglas y los valores del amor cortés.
308 Celestinesca 42, 2018 Devid Paolini
2560. COSTA FONTES, Manuel da. «Jesus and Mary, Christian Prayer,
and the Saints in Celestina». En COMPANION, 242-61.
Un estudio del arte de la subversión religiosa en la obra que depende-
ría, sin duda alguna, del hecho que Rojas era un converso.
2561. DANGLER, Jean. «Vecina, adivina y/o prostituta en el zajal 84 de
Ibn Quzman». En JUAN RUIZ, 59-70.
Se analiza el personaje de la vecina en el poema en cuestión por con-
siderarla un antecedente literario de las medianeras de la literatura
castellana (Trotaconventos, Celestina y Lozana).
2562. FERNÁNDEZ, Enrique. «Electronic Resources, Editions, and Select
Bibliography». En COMPANION, 403-15.
Un listado de recursos electrónicos, ediciones y una bibliografía selec-
ta cierran el Companion dedicado a Celestina.
2563. FERNANDEZ, Enrique. «Preliminary Material». En COMPANION,
i-xvii.
Un prefacio donde se señalan los objetivos del volumen en cuestión
(entre otros, dar a conocer un texto que no ha recibido la atención que
merece en el canon mundial) y se presentan las tres partes principales
en que se ha dividido el estudio («Textos, orígenes y fuentes», «Temas
y lecturas», «Influencia y posteridad»).
2564. FERNÁNDEZ, Enrique. «The Images of Celestina and Its Visual Cul-
ture». En COMPANION, 362-82.
Unas consideraciones sobre la cultura visual de Celestina y, en parti-
cular, sobre los grabados y los cuadros que han acompañado a la obra
desde sus primeros pasos.
2565. FERRARA, Enrica Maria. «The Reception of Fernando de Roja’s Ce-
lestina in Italy: A Polyphonic Discourse». Renaissance and Reformation /
Renaissance et Réforme 40,1 (2017): 91-119.
Tras una breve presentación de los problemas principales que atañen
a la composición y la tradición textual de la obra, el artículo pasa a
enfocarse en su naturaleza híbrida (teatro y novela al mismo tiempo),
su claro antipetrarquismo tanto en el vocabulario como en el conte-
nido, en los elementos que la obra maestra española comparte con
Dante y Boccaccio, y termina señalando la afinidad que tiene con la
obra de Aretino.
Suplemento bibliográfico xl Celestinesca 42, 2018 309
2579. LINAGE CONDE, José Antonio. «De las troteras y danzaderas pa-
sando por las Celestinas al Teatro de la cruz». En JUAN RUIZ, 193-200.
Unas reflexiones sobre las celestinas buenas, es decir, las mediadoras
del amor que desempeñaron en la sociedad de la época un papel muy
necesario y provechoso.
2580. MARCOS MARÍN, Francisco. «Notas sobre el entorno léxico de la
alcahueta en el Libro de Buen Amor y Celestina». En JUAN RUIZ, 201-6.
Unas reflexiones sobre el paradigma léxico de «alcahueta» en las dos
obras citadas en el título.
2581. MIAJA DE LA PEÑA, María Teresa. «La animación de la figura de
la alcahueta: Trotaconventos y Celestina». En JUAN RUIZ, 219-28.
Un estudio de la relación entre las dos famosas alcahuetas y distintos
animales: la asociación se realiza o a causa de unos apelativos que se
les atribuyen, o por algún comportamiento específico, o por los anima-
les mismos que las acompañan o de los cuales se sirven en sus oficios.
2582. MONTERO, Ana M. «La enfermedad de Areúsa en Celestina y la
defensa de las mujeres en Cárcel de amor». En JUAN RUIZ, 229-38.
Una lectura del mal de la madre de Areúsa en el acto VII como posible
referencia a otra enferma similar presente en la Cárcel de amor: Isabel
de las Casas. El autor o autores de LC habrían presentado así una crí-
tica indirecta a la aristocracia tan defendida por Diego de San Pedro.
2583. MORROS MESTRES, Bienvenido. «The Story of Hero and Leander:
A Possible Unknown Source of Celestina». En COMPANION, 141-58.
Un detenido análisis de los puntos de contacto entre la Leandreride
(c. 1380) de Giovanni Girolamo Nadal, la Istòria de Leànder y Hero (c.
1460) de Joan Rois de Corella y Celestina. Las coincidencias, significa-
tivas, apuntarían a una fuente común (un texto que mezclaba la his-
toria de Hero y Leandro con las de otras dos parejas clásicas: Ceix y
Alcíone, y Píramo y Tisbe).
2584. PAOLINI, Devid. «Algunas consideraciones sobre la posible repre-
sentación de Celestina en 1501 en Roma». En JUAN RUIZ, 249-52.
Unas conjeturas sobre una posible escenificación de la obra en Roma
a principios del siglo xvi.
2585. PAOLINI, Devid. «Theater Without a Stage: Celestina and the Hu-
manistic Comedy». En COMPANION, 74-93.
Tras unas breves reflexiones sobre la historia del teatro y espectáculo
en la Edad Media y el género de Celestina, el estudio se detiene sobre
312 Celestinesca 42, 2018 Devid Paolini
nota 1, esta es una nueva edición puesta al día de un trabajo suyo que
ya había publicado en Modern Language Notes 86.1 (1971): 136-53.
2601. ZAFRA, Enriqueta. «Risky Business: The Politics of Prostitution in
Celestina». En COMPANION, 173-87.
Explora el fenómeno de la prostitución (a nivel legislativo y social) en
la época y su reflejo en la obra maestra española. En ella Rojas presen-
taría su visión negativa de la prostitución adelantando, así, de unos
cuantos siglos los debates que acabarían prohibiendo cualquier tipo
de comercio sexual.
Configuración y difusión de la
Segunda Celestina
de Feliciano de Silva
Celestinesca, 39 (2015): 319-321
Configuración y difusión de la
Segunda Celestina de Feliciano de Silva
Presentación
rica, rasgo que permitió el inicio del siglo áureo español, el cual, nuestro
autor, sería uno de sus principales ejecutantes.
En esta sección se reúnen ocho trabajos que muestran la tarea creativa
de Feliciano de Silva y los elementos literarios que intervinieron para la
concepción de la escritura de su texto, así como la trascendencia de su
obra y en varios de los componentes que ayudaron a la conformación de
la continuación del texto salmantino. Joseph Snow («El mundo celesti-
nesco vivió Feliciano de Silva y que nutrió su Segunda Celestina (1534)»)
hace énfasis en un contexto histórico-literario de los textos celestinescos
que pudo intervenir en la capacidad de escritura del autor para romper
el modelo celestinesco anterior. José Luis Gonzalo Sánchez Molero («Las
obras de Feliciano de Silva en los inventarios de las bibliotecas hispánicas
del Siglo de Oro: lectura y presencia»), a partir de la documentación con
la que se cuenta, incide en la presencia de las obras de Feliciano de Silva
en las bibliotecas reales, cortesanas y de personas del clero, y en algunos
inventarios del Nuevo Mundo, lo que nos ayuda a comprender la trascen-
dencia de la obra de este autor y cuál fue la cultura literaria y de lectura
de su época. Por su parte, Rosa Navarro Durán («Caminos abiertos en
una comedia transgresora: La Segunda Celestina de Feliciano de Silva»)
estudia la transgresión como una entidad de identidad literaria de la Se-
gunda Celestina, para ello analiza la forma en que se presenta en el texto la
resurrección de la alcahueta, la importancia que dio Feliciano de Silva al
linaje como estrategia textual para crear su continuación, además resalta
el papel que adquiere el lenguaje de los negros y del pastor, dando pie a la
composición de nuevos espacio literarios. Andrea Nate («Resurrecting th
Go-Between: A Study of the Revived Bawd’s Challenge to Blood Purity
and Christian Doctrine in Feliciano de Silva’s Segunda comedia de la Ce-
lestina») señala la importancia de la idea de pureza de sangre y la noción
cristiana que se tenía de ésta a través del episodio de la resurrección de
Celestina, así como la imagen de marginalidad social que se desprende
de esta situación. Folke Gernert («‘Cuanto va de la excelencia del alma al
del cuerpo’: la legibilidad del cuerpo humano en la Segunda Celestina de
Feliciano de Silva») se detiene en cómo la legibilidad del cuerpo en la obra
de Silva se torna significativa y trascendental para su accionar; esto, gra-
cias a la lectura fisiognómica que hace de los personajes femeninos tanto
de la Segunda Celestina como de otras obras celestinescas. A su vez, Ra-
fael Beltrán («Sospechosas dolencias de viejas quejosas: Paltrana (Segunda
Celestina), Alisa (La Celestina) y otras madres de comedias olvidadas de
su obligación») compara distintos personajes femeninos de la tradición
celestinesca para demostrar la variedad en las funciones que desarrollan
en los textos y cómo se enriquece la percepción de la entidad ficcional de
la alcahueta, que al final Feliciano de Silva le otorgará una originalidad
antes no vista. Miguel García-Bermejo Giner («Poder, experiencia y secre-
tos en la Segunda Celestina de Feliciano de Silva») se centra en su artículo
Sección especial sobre la Segunda Celestina Celestinesca, 42 (2018) 321
Prólogo
Nació Feliciano de Silva en Ciudad Rodrigo en 1491 y murió allí en
1554. Con veintitrés años había publicado su primer libro de caballerías:
Lisuarte de Grecia (Salamanca 1514). Todavía antes de que hubiera puesto
en letras de molde su Segunda Celestina (Medina del Campo 1534) apa-
recerían de su pluma otras dos aventuras caballerescas: Amadís de Grecia
(1530) y Florisel de Niquea (1532). Solo un año después, publicó otro libro
de caballerías, Rogel de Grecia (1535). Y tres años antes de morir, sacó su
última novela caballeresca, la Cuarta Parte de Florisel de Niquea (1551). Mu-
cha dedicación a la caballería y una única aventura celestinesca.
Lo destacable es que cuando Feliciano dio a la imprenta la Segunda Ce-
lestina en Medina del Campo en el año 15341, seguía como «best-seller»
la primera Celestina durante siete lustros. Para este trabajo, utilizo como
determinante ese año: 1534. He intentado hacer algo novedoso dentro de
la crítica sobre la Segunda Celestina. Reconociendo que ha habido muchos
estudios comparatistas de la obra de Feliciano de Silva con el original, la
Tragicomedia de Calisto y Melibea, me ha parecido que podría tener gran in-
terés una mirada a otros textos del género celestinesco anteriores a 1534
que pudo conocer su autor. No sería creíble afirmar que Feliciano hubiera
leído todas las obras inspiradas de una manera u otra por la Tragicomedia,
pero sí creo que podría haber encontrado, al menos en alguna de ellas,
materiales para ampliar sus conocimientos sobre la temática celestinesca
antes de planear, en 1534, la primera resurrección2 de la alcahueta que
1.– Hubo otras tres ediciones de Segunda Celestina: Venecia 1536 (Stephano da Sabio); Sa-
lamanca 1536 (Pedro de Castro); y Amberes, post 1540 (sin editor). En 1559 apareció en el
INDEX de Valdés y por ello, tuvo poca resonancia en años posteriores.
2.– Hubo otras, en la Tercera Celestina de Gaspar Gómez de Toledo, en Medina del Campo,
1536, y la Cuarta Celestina o Tragicomedia de Lisando y Roselia de Sancho de Muñón, en Sala-
manca, 1542.
324 Celestinesca, 42, (2018) Joseph T. Snow
sus lectores presumían bien muerta, asesinada con treinta estocadas por
Sempronio (animado por Pármeno). En lo que sigue, la presentación de
las obras es cronológica y por géneros.
3.– Por una pragmática emitida en el año 1502, surgieron muchas ediciones de la Tragicome-
dia con la fecha 1502 para evitar tasas, pero todas ellas son posteriores, según ha verificado F.
J. Norton (1978). Recientemente han aparecido otros dos ejemplares con la fecha ‘1502’, una
en una biblioteca de Nápoles que seguramente es de h. 1515 y otra en Erfurt, Alemania. Son
otros dos Tragicomedias que podrían haber circulado en España con las otras notadas en el texto.
El mundo celestinesco que vivió Feliciano de Silva Celestinesca, 42 (2018) 325
4.– Esta información fidedigna nos la proporcionó F. J. Norton, después de largos años de
estudio de los detalles tipográficos utilizados en las imprentas entre 1501 y 1520. Pero Norton
deja abierta la posibilidad de que, de las muchas ediciones de libros que hoy sabemos que no
han sobrevivido, una de ellas podría haber sido una Tragicomedia de Sevilla 1502 (155).
5.– Las otras seis ediciones con 22 autos son: Valladolid, sin año; Medina del Campo, entre
1534 y 1540; Toledo 1538; Salamanca, 1543; Estella, 1557 y Estella, 1560.
6.– En este recuento, figuran las dos ediciones de «1502» incluidas en nuestra nota 3.
7.– Proaza nos ofrece una de las posibles maneras de conocer la obra —una lectura pú-
blica— en una octava: «Si amas y quieres a mucha atención / leyendo a Calisto mover los
oyentes, / cumple que sepas hablar entre dientes, / a vezes con gozo, esperança y passión, /
a vezes yrado, con gran turbación. / Finge leyendo mill artes y modos, / pregunta y responde
por boca de todos, / llorando y riendo en tiempo y sazón» (ed. de P. E. Russell: 625-26). No-
tamos la abreviatura del título en solo Calisto.
326 Celestinesca, 42, (2018) Joseph T. Snow
1. El «Romance» anónimo
En el año 1513 comienza a circular en pliegos sueltos un romance cuyo
título reza: «Romance nuevamente hecho de Calisto y Melibea que trata
de todos sus amores y las desastradas muertes suyas, y de la muerte de
sus criados, Sempronio y Pármeno; y de la muerte de aquella desastrada
muger, Celestina, intercesora en sus muertes». Menéndez Pidal ha conje-
turado que circularía en forma oral hacia 1510, pero el primer pliego suel-
to es del editor de varias ediciones de la Tragicomedia, Jacobo Cromberger,
en su imprenta sevillana en 1513. Dada la popularidad de Celestina con
las casas editoras en España, el romance narrado en verso tenía que gozar
de gran popularidad a través de su lectura como de recitación. Es un hito
importante en la temprana celestinesca, con sus variadas reimpresiones
a lo largo del siglo xvi y la primera mitad del xvii. Lo esencial del nuevo
romance es que sigue la forma breve de la Comedia de Calisto y Melibea y
solo hace unas escuetas menciones al texto de la Tragicomedia9.
El romance adapta principalmente el texto de la Comedia, pero a di-
ferencia del modelo —y como es normal en un romance— hay un na-
rrador. Es un poema en 680 octosílabos con rima en -á (de los cuales
88% son infinitivos en -ar). Efectivamente, hay breves agregados que
representan acciones de los cinco actos interpolados (el llamado Tratado
de Centurio) pero solo conforman un escaso 0.08% del «Romance nueva-
mente hecho de Calisto y Melibea», dejando un 99.92% para la Comedia
en dieciséis autos10.
11.– Por ejemplo, el editor cita tanto a José María de Cossío y Mª Rosa Lida de Malkiel
como proponentes de la anterioridad de las Coplas de las comadres, y a Stephen Gilman, y José
Cabrales Arteaga como postulantes de la anterioridad de la Tragicomedia (31-33). Se ve que no
hay unanimidad.
328 Celestinesca, 42, (2018) Joseph T. Snow
Mundo malo,
¿cómo, y éste es el regalo
de tus cautelosas mañas,
con tal desbarrar de palo
que me llega a las entrañas? (vv. 2272-2776)
Los ecos de la Tragicomedia hacen que esta comedia de Jaime de Huete
se incluya en el género celestinesco.
1. Comedia Thebayda
Es la más extensa de las tres. Escrita en prosa dialogada, incorpora al-
gunos poemas en su interior (como la Tragicomedia). Incluye también mu-
chas digresiones y debates sobre el amor, la voluntad, la fortuna, vicios y
virtudes, bondad vs maldad, etc. Muchas de sus sentencias y refranes son
comunes con la Tragicomedia, igual que el propósito de ofrecer un reproba-
tio amoris a sus lectores. Los personajes de Thebayda tampoco se compor-
tan con normas éticas y una moralidad cristiana, siguiendo el modelo de
la Tragicomedia. En vez de autos, se divide en cenas.
Los amantes son Berinto, hijo del Duque de Thebas, que llega a España
para servir al rey, y Cantaflua, bella, rica, de buena familia y virtuosa. En
la primera cena, Berinto pide a Dios que Cantaflua le abra su corazón.
Efectivamente, ella le quiere, pero sus padres la tienen encerrada en una
ermita por alguna infracción, pasando el tiempo en celebrar novenas. El
cortejo dura tres años. Hay una excriada de Cantaflua, llamada Franquila
(personaje celestinesco), que en la actualidad está casada con un mer-
cader rico. Ella informa a Galterio, uno de los criados de Berinto, que
Cantaflua sufre por amor de su señor. Serás también Franquila quien per-
suada a Cantaflua con su seductora labia para que acepte a Berinto. Can-
taflua consiente y los dos protagonistas se unen en matrimonio secreto.
Como Melibea, Cantaflua ha leído muchos libros y siente por Berinto
una fuerte pasión. Berinto sufre agónicamente antes de las intervenciones
de Franquila y casi pierde su memoria. Pululan en la obra muchísimas re-
ferencias a las leyendas de la literatura clásica, como en el modelo. Pero a
diferencia de la Tragicomedia, no hay gente del hampa en la Thebayda. Otra
innovación es que una criada de Cantaflua, Claudia, se casa con Amintas,
un paje de Berinto. Además, no hay tragedias: tenemos otro final feliz.
332 Celestinesca, 42, (2018) Joseph T. Snow
2. Comedia Serafina
También es otra comedia en prosa dialogada con inclusión de poesías
distribuidas oportunamente. Evandro es un caballero portugués y Sera-
fina una dama de Castilla. La estructura es la de un tratado de amor y su
modelo es el De amore de Andreas Capellanus. Mantiene la unidad de
tiempo y en esto difiere de la Tragicomedia. Aunque tiene mucho en co-
mún con Thebayda, como la Tragicomedia es «un intento de construcción
de la comedia humanística en lengua vulgar en que las dos defienden
una misma moralidad: la de mantener unas costumbres y normas tradi-
cionales estrictas, especialmente en lo que se refiere al comportamiento
de los jóvenes caballeros» (Canet, p. 58). La trama de Serafina es sencilla
y aparecen las figuras terencianas (y celestinescas) del servus fallax y el
servus pedagogus. Por toda la obra, los refranes empleados proceden o son
coincidentes con el texto de la Tragicomedia (y de la Theybada también).
Serafina está casada con un caballero Philipo, que es impotente. Por
tanto sigue siendo virgen. En este caso es ella la que se enamora de Evan-
dro, quien la describe a Pinardo al igual que Calisto hace de Melibea
delante de Sempronio (auto I). Aparece en escena la madre de Philipo,
Artemia, que es al mismo tiempo madrastra de Serafina. El joven galán
Evandro sufre tanto por no poder poseer a esta mujer casada, que desea
matarse; Pinardo propone una solución, que consiste en ir a casa de Arte-
mia disfrazado de mujer y así poder llevar una carta a Serafina. Artemia
le deja entrar pensando que es una muchacha de nombre Illia. Y como
«ella» (Pinardo) le dice que está necesitada de muchas cosas, Artemia la
acoge y la protege. Consigue «Illia» dar la carta a Serafina, pero para ello
tiene que pasar la noche en la cama con Artemia, que padece el dolor de
la madre (el dolor de Areúsa)12. Pinardo seduce a Artemia y también a su
criada, Violante.
Al día siguiente, Serafina le comunica a Evandro, a través del criado
Pinardo, que venga a su casa por la noche y que se le entregará. Los dos,
amo y criado, disfrazados de mujer, llegan a casa de Artemia y Serafina.
Como Calisto, Evandro no sabe si está soñando o es real lo que le pasa.
Paga ricamente a Pinardo y entra en el aposento de Serafina. Hay una lar-
ga noche de sexo: Pinardo con Artemia y Evandro con Serafina.
En ese momento llega Philipo, el esposo de Serafina e hijo de Artemia.
Su madre alega que Serafina está sufriendo de «la madre» por lo que es pre-
ferible que no entre en su aposento, evitando así que Philipo descubra que
su mujer le ha puesto cuernos con el consintimiento de su propia madre.
3. Comedia Hipólita
Está compuesta en versos imperfectos de pie quebrado y dividida en
cinco ‘cenas’ de distinta extensión. Toda la acción pasa en un solo día, en
las dos casas de los jóvenes amantes: Hipólito y Florinda. La muchacha
fue herida por la flecha de Cupido por lo que cae en la pasión amorosa
irremediablemente. Los demás personajes son los cuatro criados de los
protagonistas, principalmente Solento (criado celestinesco) a las órdenes
del galán y Solisco, criado de la dama. No hay mucha intriga y en este
aspecto es como la Égloga de Urrea.
Hipólito declara su amor por la «flor de las flores Florinda» (v. 191),
mientras que Solento le informa que Florinda está enamorada de él. Hay
muchas referencias a leyendas clásicas en sus discursos. Cuando Solento
va a casa de Florinda, ella le llama «alcahuete» (v. 1056), reconociendo
claramente el propósito de su mensajería. Pero contenta, Florinda envía
a Solento con la ansiada respuesta a su señor Hipólito. Esa misma noche,
hacen el amor y al salir Hipólito de su cama, Florinda lamenta: «me due-
le». Termina la obra con la conversación de Hipólito y sus criados en casa.
No es original ni profunda esta comedia.
Epílogo
Así pues, Feliciano de Silva, más conocido hoy por sus libros de caba-
llerías —y elogiado por nada menos que Cervantes— en su Segunda Ce-
lestina mostró una «absoluta falta de respeto hacia el modelo»13. Es cierto
que no se trata ni de una imitación ni de una verdadera continuación,
aunque se haya comparado la Segunda Celestina de Feliciano de Silva con
la «primera» Celestina varias veces14 con distintos resultados. Es por lo
que me pareció más interesante presentar en este ensayo el rico mundo
celestinesco que pudo conocer su autor, dejando a otros estudiosos los
análisis individuales de la Segunda Celestina. Entre los textos del género
celestinesco que he comentado, el único que refleja el modelo servilmen-
te es la Égloga de Calisto y Melibea de Pedro Manuel de Urrea (1513), de la
que comenta Canet que era una obra entroncada en «trabajos escolares»
(43) comunes en la época, y que además pudo utilizarse en alguna lectura
en «alta voz» durante una fiesta nobiliaria.
Las demás obras, aún con sus variantes, sus modulaciones, sus am-
pliaciones, sus exageraciones y sus intenciones innovadoras, dejan en
evidencia, sin embargo, las huellas claras del modelo15. Ellas emplean la
mezcla de géneros, el recurrir a cartas, la recopilación de cuentos popula-
res e incorporan personajes copiados de otros géneros (pastores rústicos,
negros, enanos, y más). Hay en todas el sabor de obras escritas con una
«libertad creadora» (Baranda, 1988b: 42). Emplean más o menos erudi-
ción en el lenguaje y las referencias clásicas, las acotaciones y apartes, el
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El mundo celestinesco que vivió Feliciano de Silva Celestinesca, 42 (2018) 337
RESUMEN
ABSTRACT
During his career, Feliciano de Silva (1491-1554) authored many books of chival-
ry, but just one celestinesque work, his Segunda Celestina (1534). In this survey--
since many others have compared Feliciano’s work and the Tragicomedia de Calis-
to y Melibea (TCM)—we have surveyed the other celestinesque works produced
between 1513 and 1534 to allow other scholars to consider their influence on
Feliciano’s Segunda Celestina.
Celestinesca, 42 (2018): 339-374
1.– Sobre las obras de Feliciano de Silva, véase Eisenberg y Marín Pina (2000: 239-243).
2.– Recordemos los trabajos pioneros de Emilio Cotarelo y Mori (1921), Narciso Alon-
so Cortés (1933), Erasmo Buceta (1931), Sidney P. Cravens (1976), Consolación Baranda
(1988), Ma. Carmen Marín Pina (1991a), Javier Martín Lalanda (2002) y José Emilio Sales
Dasí (2004-2005).
340 Celestinesca, 42 (2018) José Luis Gonzalo Sánchez-Molero
7.– Suyas han sido las aportaciones más recientes, y que conforman además un conjunto
bien organizado, ya que han partido de proyectos de investigación dirigidos por el profesor
Díez Borque (2010), (2012), (2015), (2016).
8.– Lucía Megías (1998) y (2000).
9.– Véase Bataillon (1966: 622). En la nota correspondiente, Bataillon ya proporcionó una
lista de estas críticas.
344 Celestinesca, 42 (2018) José Luis Gonzalo Sánchez-Molero
13.– Véase Sales Dasí (2005: 121), García Álvarez (2015a) y (2015b).
14.– Botero García (2010).
15.– Bognolo (2008).
346 Celestinesca, 42 (2018) José Luis Gonzalo Sánchez-Molero
contento del Emperador con sus dos primeras entregas25. Sin embargo, ni
el Amadís, ni el Belianís, ni tampoco alguno de los libros de Feliciano de
Silva, aparecen en los inventarios de sus bienes. Sólo el Theverdank de su
abuelo Maximiliano, o El caballero determinado, de Olivier de la Marche,
merecieron una presencia destacada en su biblioteca personal26. Y estas
obras no eran libros de caballerías, sino poemas caballerescos.
La misma circunstancia se produce con su esposa, la emperatriz Isabel
de Portugal. En una anécdota recogida por Luis Zapata, quien fue paje de
la soberana, se cuenta que la dama María Manuel, leyendo ante Carlos V
e Isabel un libro de caballerías durante la siesta, se inventó el siguiente
encabezamiento: «Capítulo de cómo Don Cristóbal Osorio, hijo del mar-
qués de Villanueva, casaría con Doña María Manuel, dama de la Empera-
triz, reina de España, si el Emperador para después de los días de su padre
le hiciese merced de la encomienda de Estepa». Divertidos por la ocu-
rrencia, los soberanos acordaron concederle la merced solicitada de una
manera tan original27. ¿Fue la emperatriz lectora de libros de caballerías?
Lo cierto es que en su biblioteca sólo hallamos un libro de esta temática,
la Demanda del Santo Grial, y esta obra (como en el caso de Carlos V) tam-
poco puede considerarse como una pieza del género caballeresco, sino
más como un libro de ficción ligado a la materia de Bretaña. En los inven-
tarios elaborados tras la muerte de la emperatriz (1539) no se indica si su
ejemplar era manuscrito o impreso, pero el hecho de que se vendiera en
almoneda, a un bajo precio (dos reales), parece indicar que se trataba de
un libro de molde, muy probablemente un ejemplar de la edición impresa
en Toledo, por Juan de Villaquirán (1515), o de la reedición efectuada por
Juan Varela de Salamanca, en Sevilla (1535): La demanda del sancto Grial:
Con los marauillosos fechos de La[n]çarote y de Galaz su hijo.
No es hasta 1547 cuando disponemos de la primera evidencia de la
lectura de una obra de Feliciano de Silva por un miembro de la dinastía.
Fue entonces cuando se compró una colección de libros de caballerías
para el príncipe Felipe, futuro rey Felipe II. Hasta entonces sus precepto-
res humanistas, algunos de ellos erasmistas28, le habían vedado la lectura
de estas obras, consideradas como perniciosas. Tampoco (debe añadirse)
los libros en castellano habían tenido una presencia importante en las
lecturas escolares del heredero, entre las que siempre se había primado la
lectura de obras en latín y en griego. Es por todo esto, que el joven Feli-
pe debió recibir con cierta ansiedad los libros siguientes, comprados por
Gil Sánchez de Bazán, su criado, en mayo de 1547. Tras «Los quatro del
Amadís», un «Rreinaldos» y un «Splandian», figuraba ya un «Don florisel
en françes» y tras el que añade más abajo «Yten, otro tal los doçe libros
del amadis en françes»34. Se trata, como es evidente, de ejemplares de los
diferentes volúmenes del Amadís en francés, cuya publicación fue iniciada
en 1540 por Deny Janot y continuada después por Étienne Groulleau. Las
magníficas xilografías que lo ilustran deben ser puestas en relación directa
con las caballerescas fiestas de Bins, o Binche, que la reina María organizó
para celebrar la llegada del príncipe Felipe a los Países Bajos en 1549, y en
donde éste participó como el gran protagonista, interpretando el papel del
caballero Beltenebros. Estos libros fueron heredados por Felipe II, perma-
neciendo en la biblioteca del Alcázar hasta su muerte. En 1574 son citados
en un inventario de los libros del rey de esta manera:
Los quatro primeros de Amadis
El 5 y 6 y 7 de Amadis
El 8º de Amadis
El noueno de Amadis, falta el dezeno y el onzeno
El dozeno de Amadis
Otro libro sexto de Amadis
Otro libro septimo de Amadis35.
En 1598, al fallecer Felipe II, entre sus libros todavía figuraban «Siete
libros yn folio en françes ympressos en paris enquadernados en cuero
colorado y de colores de la Historia de Amadis de guala (sic)», que fueron
entregados a Hernando Espejo para ser vendidos en almoneda36. Llama la
atención, su magnífica encuadernación al mâstic («cuero colorado y de co-
lores») que presentaban estos libros, una cubierta de lujo que explicaría,
junto con sus magníficas ilustraciones xilográficas, que estos ejemplares
no fueran desechados por el rey o por sus criados. Este fue uno de los des-
tinos habituales para los libros de caballerías en esta época, y no sólo tras
morir sus dueños. En el inventario de 1574 de Felipe II no había ya rastro
algunos de sus libros de caballerías en castellano, adquiridos en 1547. Per-
dida su utilidad, probablemente fueron prestados, vendidos o destruidos.
También el príncipe don Carlos, hijo de Felipe II, tuvo varios libros de
caballerías en su cámara. Sabemos que en 1558 se le compró el libro cuar-
to del Amadis. Poco después se registra la adquisición de otros «dos libros
de cauallerias» (los libros undécimo y decimotercero del Amadís), si bien
se dice que se llevaron para unas damas37. Se trataba de ejemplares de
ediciones del Florisel de Niquea. No se dice en la libranza palatina quiénes
34.– Gonzalo Sánchez Molero (2005: I, pp. 350 y 351 y II, p. 386, nº 287).
35.– Libros en francés y en folio a cargo de Juan de Serojas (1574). Real Biblioteca del Mo-
nasterio de El Escorial, Ms. &-II-15, fol. 309r.
36.– Inventario de Felipe II (agosto de 1597). Biblioteca Zabálburu, Altamira, carpeta 104,
fol. 75, item nº 209.
37.– Libranza a Pedro Ordóñez desde el 17 de julio de 1557 al 15 de marzo de 1558. Archi-
vo General de Simancas, Contaduría Mayor de Cuentas, 1ª época, leg. 1121, s/f.
358 Celestinesca, 42 (2018) José Luis Gonzalo Sánchez-Molero
38.– Archivo General de Simancas, Casa y Sitios Reales, leg. 41, 1383r. Comprados en
Toledo el 11-jul-1560.
Las obras de Feliciano de Silva en los inventarios Celestinesca, 42 (2018) 359
39.– Archivo General de Simancas, Casa y Sitios Reales, leg. 81, pliego 258.
360 Celestinesca, 42 (2018) José Luis Gonzalo Sánchez-Molero
que tiene cierta lógica ya que el género había iniciado su andadura poco
antes, con el Amadís publicado en 1508. El marqués de Cenete prefería
leer otras piezas de prosa caballerescas tradicionales, como la Crónica del
rey don Rodrigo de Pedro del Corral, la Poncella de Francia, dos ejemplares
de La historia del emperador Carlomagno y de los doce pares, algunas crónicas
caballerescas no identificadas, diversos tratados militares y algunas com-
posiciones sobre Alejandro Magno (Sánchez Cantón, 1942).
En la misma ciudad de Valencia los inventarios de otros nobles nos per-
miten percibir cómo la cantidad de obras se fue incrementado de manera
paulatina, pero constante, a lo largo de la primera mitad del Quinientos.
Si el marqués de Cenete sólo tenía un ejemplar del Lisuarte, su hija y he-
redera Mencía de Mendoza, en cambio, incrementó con un par de obras
la colección. En su biblioteca de 949 volúmenes (entre los que heredó el
Lisuarte de su padre), no sólo había un gran número de textos humanís-
ticos y de literatura greco-latina, sino que también contuvo un número
notable de obras en romance. Entre ellas se hallan algunos de narrativa
caballeresca, como un Lanzarote en prosa, que debemos suponer en su
lengua original, y por supuesto, un ejemplar del Valerián de Hungría, el
libro de caballerías que el notario valenciano Dionís Clemente dedicó a la
marquesa en 154040. Doña Mencía no fue un ejemplo representativo de la
lectura femenina nobiliaria de libros de caballería, aspecto que se corres-
ponde con su propio perfil cultural, pues fue discípula de Juan Luis Vives,
uno de los grandes detractores de la literatura caballeresca, sin embargo,
no parece que despreciara por completo su lectura.
De quien no hay duda sobre su predilección acerca de los libros de
caballerías fue su segundo marido, Fernando de Aragón, duque de Cala-
bria y virrey de Valencia, con quien contrajo segundas nupcias en 1541.
Este noble italiano, último descendiente varón la de la dinastía aragonesa
que había gobernado Nápoles tras la conquista de Alfonso V el Magná-
nimo, era también un noble culto y un gran bibliófilo, que a su muerte
(1550) tenía en su biblioteca una amplia colección de obras caballeres-
cas, muchas duplicadas: Los cuatro libros de Amadís, el Palmerín de Olivia,
un Don Leonís de Grecia, obra de la que no se conserva ejemplar alguno,
el Valerían de Hungría, dedicado a su esposa, un ejemplar del Lucidante
de Tracia, libro perdido, pero registrado por Hernando Colon, Las Sergas
de Esplandián, VI de Amadís [Florisando], Los cuatro libros de Clarián, Félix
Magno, Florambel, los dos libros de Espejo de Caballerías, el cuarto de don
Reinaldos, Trapisonda, Lidamor, El caballero de la Rosa y, como no podía ser
de otra manera, los libros compuestos por Feliciano de Silva, el libro VII
de Amadís [Lisuarte de Grecia] y el X del Amadís [Florisel de Niquea]41. Sor-
prende, sin embargo, que careciera en su biblioteca de la siguiente con-
40.– Véase Duce García (2017), Clemente (2010) y Marín Pina (1991b).
41.– Véase Repullés (1874) y Duce García (2017).
362 Celestinesca, 42 (2018) José Luis Gonzalo Sánchez-Molero
42.– Privilegio publicado por Juan Meseguer (1970: 221). Sobre este privilegio y la edición
del Baladro véase Cátedra y Rodríguez Velasco (2000: 86-89).
Las obras de Feliciano de Silva en los inventarios Celestinesca, 42 (2018) 363
de una biblioteca bastante extensa, con 186 items (Bustos Tauler y San-
martín Bastida, 2016). Las lecturas de crónicas le eran mucho más gratas.
En algunas bibliotecas de mujeres de la nobleza, sin embargo, resulta
más habitual encontrar libros de caballerías. En esto hay una clara coinci-
dencia con las damas de la Corte de la emperatriz Isabel o de la reina Isa-
bel de Valois. Feliciano de Silva tuvo, además, muy en cuenta la recepción
de sus obras por parte del público femenino. Puede considerarse como
paradigmática a este respecto la pequeña biblioteca (15 libros) de Eufrasia
de Arteaga (1558), estudiada por Pedro Cátedra (2004). Viuda de Pedro de
Carrión, escribano y receptor de la Chancillería de Valladolid, esta dama
tenía casi todos los libros de caballerías de la época, como ejemplares de
Silves de la Selva, de Pedro de Luján, Clarán de Landanís, de Gabriel Veláz-
quez del Castillo, el Palmerín de Oliva, o un Don Roldán de Grecia (quizás
el Rogel de Grecia), sin que faltaran en su casa ejemplares de los obras de
Silva, como uno de «La primera parte de Amadís de Grecia» y «otro libro
quarto de don Florisel de Niquea». Cátedra identifica ambos con las edi-
ciones respectivas de Cuenca (1530) y Salamanca (1551). Si así fuera, y en
este segundo caso parece haber poca duda, doña Eufrasia había adquirido
la misma obra que Silva dedicara a María de Austria pocos años antes. En
1570, cuando se realizó el inventario de los bienes de Catalina de Silva y
Andrade, viuda del conde de Melito, se hallaron unos trescientos libros,
entre los que había unos veinte de caballerías: Amadís de Gaula, Amadís de
Grecia, Primaleón, Reinaldos de Montalbán, Tirante el Blanco, Palmerín de Oli-
via, dos ejemplares del Florisel de Niquea y La primera parte de la cuarta de la
crónica de don Florisel de Niquea, La cuarta de don Florisel de Niquea, El sép-
timo libro de Amadís, Amadís de Gaula, el tercero de volumen, dos ejemplares
de El caballero de la Cruz, otro . Amadís de Gaula y Los cuatro libros de Amadís
de Gaula43, ejemplares que probablemente heredó su hija, Ana de la Cerda
y Mendoza, la princesa de Éboli. A ésta, durante su prisión en Pinto por
orden de Felipe II, se le autorizó la lectura de los cuatro libros de Amadís
de Gaula y de dos ejemplares del Florisel de Niquea, de Feliciano de Silva.
Durante el reinado de Felipe II los libros de caballerías se encuentran en
gran parte de las bibliotecas nobiliarias. Al fallecer el Duque de Sessa en
1578, en la almoneda se pusieron a la venta varios de sus libros de caba-
llerías, como «Otro libro de olibante de laura» (9 reales) y «Otro libro del
cavallero del phebo» (4 reales)44, y cuando en 1603 murió Alonso Diego
López de Zúñiga, duque de Béjar, en el inventario de sus libros se registró
la presencia de una amplia colección, entre cuyos volúmenes las obras de
Feliciano de Silva tenían una importante presencia: «Otro libro titulado la
Primera parte de Belcanís de Grecia, enquadernado en pergamino blanco,
con los escudos de la casa», «Otro titulado Don Florisel de Niquea, enqua-
43.– Su presencia ha sido estudiada por Dadson (2011) y Vilches Fernández (2017).
44.– Biblioteca Zabálburu, Altamira, 34, D. 71. Se remataron el 9 de enero de 1579.
364 Celestinesca, 42 (2018) José Luis Gonzalo Sánchez-Molero
a lo largo de toda su vida don García fue desarrollando una gran biblio-
teca, compuesta por más de 4.000 volúmenes46, algunos de ellos autén-
ticas obras de arte, además de libros raros o, incluso, prohibidos por
la Inquisición. Ente ellos aparecen los principales caballeros andantes,
como Amadís, Belianís, Lisuarte, Palmerín, Esplandián, Olivante de Laura,
Primaleón, El Caballero del Febo, Cristalián, Florisel o Amadís de Grecia. Pu-
diera pensarse que se trataba de libros heredados, por ejemplo, de su
padre, Pedro Girón, un cortesano de Carlos V, pero, como bien advierte
Rodríguez Pérez (2018: 145): «en muy pocos casos encontramos más de
un ejemplar de cada uno de ellos, y casi siempre en otras lenguas, no en
castellano. Solo en un caso no se cumple lo anteriormente dicho, pues el
Amadís de Gaula se encuentra representado en la biblioteca en distintas
ediciones e idiomas». Era, pues, en nuestra opinión el tratamiento lin-
güístico de estas obras lo que interesaba a García de Loaysa, un huma-
nista y un erudito políglota. Identificar las ediciones resulta complicado,
al no citarse en el inventario, pero los libros que tenía de Silva como
autor eran los siguientes, todos en castellano:
[3108] Un caballero de la ardiente espada se tasó en diez
y seis reales.
[3109] Una primera y segunda de don florises de niquea
terzera y cuarta parte en tres cuerpos se tassó en veynte
y cuatro reales.
[3122] Un lisuarte de greçia se tasó en seis rreales (Rodrí-
guez Pérez, 2018: 153 y 155).
A García de Loaysa se le podría aplicar un perfil semejante al que el
propio Cervantes refleja en el Quijote. No olvidemos que es el cura quien,
durante el donoso escrutinio de la biblioteca de Alonso Quijano, realiza
la censura y crítica de los libros, mostrando un extraordinario conoci-
miento acerca de la literatura caballeresca. Es verdad que su criterio es
que la mayor parte de los volúmenes se echen al fuego, pero al mismo
tiempo, si tan mala opinión tenía de ellos frente a la del barbero, ¿cómo
era tan experto en sus contenidos?:
Y el primero que maese Nicolás le dió en las manos, fue
los cuatro de Amadís de Gaula, y dijo el cura: parece cosa
de misterio esta, porque, según he oído decir, este libro
fue el primero de caballerías que se imprimió en Espa-
ña, y todos los demás han tomado principio y origen de
este; y así me parece que como a dogmatizador de una
secta tan mala, le debemos sin excusa alguna condenar
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RESUMEN
ABSTRACT
Celestinesca, 42 (2018): 375-394
aprieto con garbo! Y de nuevo dice que quiere ponerse a su trabajo como
agradecimiento a Venus: «porque el mayor servicio que a Venus puedo
hacer es sacrificar sangre para amatar sus encendidos fuegos en los cora-
zones de sus servidores» (Silva 2016: 69).
Celestina se saldrá siempre del paso con astucia cuando sus dos pupilas
le pregunten sobre lo que ha visto en el otro mundo, pero se aprovecha
de la fama que tal regreso le ha proporcionado para sus negocios, y se sa-
brá rodear de cierta aureola de santidad gracias a los hipócritas sermones
morales que va diciendo.
En la última escena de la obra, será Felides quien cierre la cuestión dán-
doles la versión verdadera a Polandria, Poncia y Sigeril:
Pues sabé que una persona honrada, y quien Celestina es
en gran cargo, la tuvo escondida todo el tiempo que se
dijo que era muerta. Y ella con sus hechizos hizo parecer
todo lo pasado para se vengar de los criados de Calisto,
porque le querían tomar lo que su amo le había dado; y
hizo con sus encantamientos parecer que era muerta, y
agora fingió haber resucitado. Y esta es la verdad; que lo
de Júpiter y Venus todo es burla, como ellos son dioses
de burlas. Y sea en gran secreto, porque el arcediano vie-
jo me lo dijo, que con esto le quiso pagar muchas deu-
das de cuando era mozo, que de esta buena mujer había
recebido […] ¡Y sea muy secreto, porque correría gran
peligro la buena dueña con la justicia si se supiese! (Silva
2016: 347-348).
Así se cierra la cuestión en esta escena XL, y se hace del mismo modo
como se empezó, con la versión verdadera, y se pone de manifiesto su
peligro: si fue mentira su muerte, ella es la culpable del injusto ajusti-
ciamiento de los dos criados, de sus muertes; es una buena salida, por
tanto, que haya acudido para justificar su «resurrección» a la acción de
los dioses paganos.
Feliciano de Silva mueve los hilos y lo hace desde otros textos literarios.
En el tercer acto de La Celestina, la alcahueta conjura a Plutón en un largo
parlamento:
Conjúrote, triste Plutón, señor de la profundidad infernal
[…]. Yo, Celestina, tu más conocida cliéntula, te conjuto
por la virtud y fuerza destas bermejas letras […], por la
áspera ponzoña de las víboras de que este aceite fue he-
cho, con el cual unto este hilado, vengas sin tardanza a
obedecer mi voluntad y en ello te envuelvas, y con ello
estés sin un momento te partir, hasta que Melibea con
aparejada oportunidad que haya lo compre, y con ello de
380 Celestinesca, 42 (2018) Rosa Navarro Durán
1.– Aliprandini anota en su edición que «el feliz desenlace, gracias a la intervención de un
dios, se encuentra ya en una comedia italiana, la Pasitea, del milanés Gasparo Visconti, escrita
entre 1493 y 1497» (Encina, 1995: 146, nota).
Caminos abiertos en una comedia transgresora Celestinesca, 42 (2018) 381
2.– Ya Menéndez Pelayo señaló en él la imitación que hace Feliciano de Silva del personaje
de Galterio de La comedia Thebaida: «El rufián Pandulfo es un plagio servil del Galterio de la
Caminos abiertos en una comedia transgresora Celestinesca, 42 (2018) 385
Thebayda, con la misma mezcla de cobardía y fanfarronada, con las mismas bravezas y des-
garros, con las mismas interjecciones y juramentos» (1943: 74).
386 Celestinesca, 42 (2018) Rosa Navarro Durán
con hayas y ovejas, y que a la vez está unido al de la acción. Pero Silva no
quiere que el lector olvide su condición de rústico y pone en su boca pa-
labras como cordojos, esperriadero, desmarrido, escalescar (por calentar),
abuchornar, roña, miera, etc., trueca a veces l por r (tempranza, frores, cra-
ro), dice comparaciones bastas como las de «sus ojos monteros, tamaños
como de una becerra» o como cuando, al oír la voz de su amada Acaís,
afirma que «no parecía sino bordón de gaita cuando al mejor cherriar le
dan puñada que le hacen estancar» (Silva 2016: 268-269). Sin embargo,
lo que dice en su primera aparición sirve de consuelo a Polandria porque
expresa lírica y apasionadamente el dolor amoroso por su adorada Acaís.
En la segunda, ya cerca del desenlace de la obra (escena XXXIII), conti-
núa esa expresión idealizada del amor y describe la resistencia de la pas-
tora a concederle más que la vista y la palabra: «Si pensara, Filínides, que
con otearme habías de pasar tal grima, no te viniera a ver para con vesis-
tarte pagarte el amorío que me tienes, que, fuera de habrarte y otearte,
no te puedo pagar». Y mientras Polandria se asombra de «que una pastora
tenga razón para sufrir en su bondad la fuerza de la piedad de tu dolor
sabiendo ser a su causa», Poncia aprovecha para advertir a su señora: «Mi
señora, por ahí verás tú lo que yo digo, que la mejor ciencia para bien
vivir es la ley natural que Dios puso en todas las cosas, pues una pastora
sabe tan bien resistir su voluntad para satisfacer su honra». Y es entonces
cuando Filínides anuncia a Polandria el final feliz de su historia:
Mi señora, ¡y aun en la paciencia de su bondad sufro yo
mi fatiga! Mas gozaos, que ya algunos buenos hombres
del lugar andan entendiendo en casarnos, y está ya con-
certado. Y a esto vine, a hacéroslo saber, y para las bo-
das serés mis convidadas por que os gocés con mi gozo
(Silva 2016: 269, 271).
Polandria no seguirá el camino de la pastora Acaís, y sí lo hará Poncia;
pero sus anunciados esponsales con Felides, que van a tener a Celestina
como intermediaria, anuncian un final feliz para la comedia (como lo tie-
ne La comedia Thebaida).
El paréntesis inicial abierto en el curso de la acción con los esclavos
negros ofrece un espejo de lo que va a suceder entre Quincia y Pandulfo;
porque, aunque Zambrán quiera ser el guardián de la honra de la criada
de su señora Paltrana, frecuenta a la ramera Palana y se cita con su amada
Boruca la misma noche que el rufián lo hace con Quincia. En cambio, el
segundo paréntesis con el lamento amoroso del pastor, idealizado a me-
dias, se convierte en espejo de los sentimientos de Polandria, y ahí está
Poncia utilizando el comportamiento de Acaís como ejemplo para su se-
ñora. Feliciano de Silva, sabiamente, utiliza a esos personajes que crean
tal doble diversidad lingüística para unirlos de esta forma a la acción, de
la que no forman parte.
Caminos abiertos en una comedia transgresora Celestinesca, 42 (2018) 391
Final
La Segunda comedia de Celestina es una obra transgresora porque parte
de un modelo, que exhibe, e introduce rupturas a veces excesivas. Re-
sulta una transgresión literariamente inaceptable en una obra realista la
resurrección de Celestina, que estaba muerta, bien muerta, en La Celes-
tina; pero Feliciano de Silva la intenta justificar con guiños a otros textos
literarios. Además, abre espacios literarios para la creación lingüística; así
introduce el habla de negros en una unidad cómica, casi al comienzo de
la obra, en un espacio ajeno al de la acción: el camino de la fuente, que
es además lugar del primer encuentro entre Quincia y Pandulfo, y que
será la condena de la propia criada, a la que le espera el futuro de ramera
al servicio de ese rufián que la ha conquistado. Ambos abandonarán el
espacio de los señores, la casa de Paltrana y la de Felides, para pasar a
pertenecer al mundo prostibulario.
Acorde con el desarrollo de la historia amorosa de Polandria, en dos es-
cenas distanciadas, va a introducir al personaje de un pastor, no rústico ni
bobo, pero tampoco totalmente idealizado como de égloga. En el jardín,
la joven señora y su doncella escuchan el lamento de Filínides. La antí-
tesis con la unidad anterior es manifiesta; lo que sucede es que el jardín
va a ser el escenario de las relaciones amorosas entre Felides y Polandria,
porque el modelo de los amores de Calisto y Melibea está en el origen
de la obra. Poncia, sin embargo, anuncia «el gozo del desposorio» que las
dos esperan, y con ello el final feliz de la comedia, como era obligado. La
inteligente criada es quien cierra la obra, y ella, con su papel de consejera,
con su prudencia, se convierte en una original creación de Feliciano de
Silva, y encuentra su complemento —aunque en tono menor— en Sigeril,
el fiel paje de Felides.
En la Segunda comedia de Celestina hay transgresión y desmesura, por-
que Feliciano de Silva no solo quiso imitar a La Celestina (como hizo el
autor de La comedia Thebaida, que tan bien había leído él), sino continuar-
la; y para ello tuvo que buscar un camino literario para resucitar a la alca-
hueta. Gaspar Gómez y Sancho de Muñón crearon a su vez dos continua-
ciones de la espléndida obra de Fernando de Rojas, y lo hicieron mirando
al texto de Feliciano de Silva: con admiración y fidelidad el primero, con
críticas a su historia el segundo. Fructificó, por tanto, esa transgresión en
la literatura inmediata. Pero dentro del texto de Feliciano de Silva hay
además otras novedades y sugerencias narrativas: creaciones lingüísticas
y literarias sumamente interesantes.
392 Celestinesca, 42 (2018) Rosa Navarro Durán
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Caminos abiertos en una comedia transgresora Celestinesca, 42 (2018) 393
RESUMEN
ABSTRACT
Feliciano de Silva not only imitated La Celestina in his work Segunda comedia de
Celestina, but he also continued it; for this reason he must revive the procuress,
who had been murdered by Sempronio and Pármeno. This essay analyses how
the writer did it and the literary consequences of her resurrection. The second
aim of this study is twofold: firstly, to emphasize the role of Poncia, the intelligent
Polandria’s servant, and her love story with Sigeril, Felides’ page; and lastly, to
study two linguistics digressions—the conversation of two African slaves and a
shepherd’s speech.
Celestinesca, 42 (2018): 395-420
1.– Unless noted otherwise, throughout this article La Celestina refers to the twenty-one act
Tragicomedia de Calisto y Melibea (1502).
396 Celestinesca, 42 (2018) Andrea Nate
2.– One example is the anti-Inquisitorial views of conversos such as the Hieronymite friar
Hernando de Talavera, whose tolerance of the Granadan mudéjares sparked conflict with Cis-
neros (Harvey, Muslims in Spain 329). Another example is the 1522 Decree of Suprema that
prohibited universities from granting degrees to converso and descendants of those tried by
the Inquisition (Lea, A History of the Inquisition 287). These are a few of the many examples
of conflicting stances on forced conversion that may figure into the context of Silva’s writin
398 Celestinesca, 42 (2018) Andrea Nate
over money. The bawd’s action is most concentrated in the first few cenas,
which, while they contain the majority of the sensationalized action in
the text, highlight the resurrection’s incredulity, such as Celestina’s reveal-
ing her scheme to the servant Zenara, «He querido dezirte lo dicho para
que no vivas conmigo engañada, porque ya es tiempo de salir a fingir mi
resurrección» (Silva 171). Felides further summarizes her trick: «y ella con
sus hechizos hizo parescer todo lo passado para se vengar de los criados
de Calisto, porque le querían tomar lo que su amo le había dado, y hizo
con sus encantamientos parecer que era muerta, y ahora fingió haver res-
sucitado» (Silva 578). Finally, Polandria reprimands her criada Poncia for
believing in the hoax: «¿Cómo diablos dirá lo que no vio? Ora cree que es
el diablo, y no otro» (Silva 579). Again, Hinrichs describes the resuscitation
as a chivalric reconquest of her hometown, arguing that the protagonist
transforms into an archetype that transcends death. He also ties into the
themes of impurity via the loss of virginity and thanatos in the La Celestina
(68). As valuable as these readings are for highlighting the text’s challenge
of authority and blood symbolism in the text, they do not consider that the
resurrection not only results in Celestina’s reconquering the town, but also
in the text’s overall defiance of Christian dogma and blood purity.
Celestina’s deceptive resurrection denounces the atmosphere of fif-
teenth and sixteenth-century Castile, where appearances was of utmost
importance and false rumors spread quickly. The bawd allegedly returns
to «enmendar la vida de acá, para con las obras dar el enxemplo con aviso
de lo que allá passa, pues la misericordia de Dios fue de bolverme al siglo
a hazer penitencia» (Silva 191). Although the reader knows that the resu-
rrection is a farce, the other characters treat the act as a serious miracle.
Pandulfo voices the importance of this event: «Señora, agora no se habla
de otra cosa sino en tu resurrección» (238), while Felides blasphemously
describes the protagonist’s return as a miracle (Hinrichs 69). This ironic
treatment of hell echoes and surpasses the triviality with which the af-
terlife is treated in the original La Celestina. Indeed, the original work
suggests that many of the main characters are destined for hell as a result
of dying without the required Catholic confession.
In addition to clarifying the resurrection’s outrageousness, Silva out-
wardly conforms to orthodoxy by creating characters who appear as re-
deemed versions of their original counterparts. Consider, for example,
Felides’s advice to Sigeril: «Dexa ya, Sigeril, la vanidad de dioses vanos,
y adora aquel solo que yo por Dios adoro y conozco» (Silva 441). His
comments are quite the opposite of Calisto’s affirmations that he is more
devoted to Melibea than to the Christian God (Penney 128-129). Al-
though Silva apparently evades any true heresy, the Inquisition indexed
the book in 1559 (Index 531). By contrast, La Celestina circulated in Cas-
tile unhindered by official censoring authorities for more than a century
after its original publication (Green, «The Celestina and the Inquisition»
400 Celestinesca, 42 (2018) Andrea Nate
211; «Additional Note» 71). In fact, the Holy Office did not veto Calisto’s
sacrilegious lines until the seventeenth century and there is no record of
La Celestina in the hefty 1557 or 1559 Valdés Indices. Several early six-
teenth-century efforts to index the text proved unsuccessful (Gagliardi
59-60). Consequently, the oeuvre appears to have remained uncensored
until the mid-seventeenth century, when the Sotomayor Index censored
some fifty lines, mostly spoken by Calisto in equating Melibea to divinity
(Green, «The Celestina and the Inquisition» 211-216; Gagliardi 73-74). La
Celestina’s sustained evasion of excision thus contrasts with the almost
immediate, full suppression of Segunda Celestina. Given the original com-
edy’s early resistance to censorship, Silva, and most readers of the best-
seller, may have read the expurgated passages.
While La Celestina side-stepped actual censorship, the tragicomedy did,
however, meet widespread disapproval by sixteenth-century Christian
moralists (Green, «The Celestina and the Inquisition» 213; Gagliardi 59).
Silva’s text surpasses such opprobrium, as nowhere is this irreverence
more overt than in Celestina’s resurrection. The much quicker reaction
of censors to Segunda Celestina reveals that sixteenth-century authori-
ties considered her return from the dead a threat to religious orthodoxy.
While Hinrichs interprets the resurrection as a kind of chivalric redemp-
tion, I maintain that irony, more than heroism, are at play here, and that
the sequel disguises serious social criticism in a cloak of satirical sacrilege.
Because censoring authorities considered the sequel more heretical than
the original text, Silva’s book achieves a more aggressive imputation than
the original bestseller. Indeed, several characters employ miraculous lan-
guage to describe Celestina’s satirical revival:
AREÚSA: ¡Ay, tía señora!, espantadas nos tienes en ver
cuanto dizes[…] ¡Oh, madre Celestina!, ¿qué maravilla
tan grande ha sido ésta de tu resurrección?
PUEBLO: Madre, espantados nos tienes de lo que dizes,
mucha honra nos harías en decirnos algo de lo que allá
viste. (Silva 190-191)
This tone of awe and fear, as well as El Pueblo’s desire to hear Celesti-
na’s account, parody earlier literary acts of raising the dead. We find, for
instance, several medieval examples of language comparable to Segunda
Celestina’s, such as in Holy Mary’s resurrection of two devoted mothers
in Alfonso’s cantigas.4 Cantiga 21 tells the story of a mother who, after
her infant dies shortly after birth, takes the lifeless newborn to the mon-
astery, lays him before the altar, and prays to the Blessed Mother, who
restores him to life. A Castilian prosified refrain appears after each of the
4.– The resurrection motif appears in Cantigas 11, 21, 26, 122, 224, 241, and 391. I analyze
21 and 122 for the purpose of focusing on women whom the Virgin restores to life.
Resurrecting the Go-Between Celestinesca, 42 (2018) 401
5.– This selection, which appears as number 21 in Jesús Montoya’s edition is cantiga 122 in
E and T. Volume I of Mettman’s edition, which concludes with cantiga 100, lacks these verses.
Volume II was unavailable when I wrote this article. I cite two editions because each contains
a different example of a feminine resurrection miracle.
402 Celestinesca, 42 (2018) Andrea Nate
Areúsa’s and Elicia’s fearful marveling thus echoes that of Grima’s la-
dies. Like grieving mothers in the Cantigas, both Grima and Luciana are
exemplary Christian—or Christianized6—women, and three of them are
model mothers. Luciana’s revival results in her assuming a religiously au-
thoritative position. News of her rebirth spread quickly through Effesio
igniting tears of joy in many of the kingdom’s subjects, as well as fear in
the nuns, not unlike the grieving mother’s initial «pavor» upon witness-
ing the miracle in cantiga 21. Grima’s resurrection is dually edifying in
that Mary, the ultimate model of female sanctity, brings back the exem-
plary woman, not unlike the way the cantigas make clear that only Mary
shares Christ’s power to raise the dead. In sum, the Virgin Mary, symbol
of Christian maternity, answers the prayers of devout Catholic mothers.
Like the women in the medieval examples above, Silva’s Celestina at-
tributes her false miracle to the will of the Christian God. The go-be-
tween responds to Areúsa’s and Elicia’s exclamations of fear and disbe-
lief: «¡Dad las gracias a Dios que acá tornar me dexó!» (Silva 177). Fur-
thermore, just as Apolonio receives Luciana and the dueñas greet Grima,
Areúsa and Elicia react to their surrogate mother’s return with fear, fol-
lowed by joy. Nevertheless, Areúsa’s and Elicia’s exclamations, highlight-
ed in the following passage, span six pages: a much more extensive, dra-
matic reception compared to the few verses or paragraphs on the rebirths
in the Cantigas, Libro de Apolonio, and Libro del Caballero Zifar: «¡Ay, válame
la Virgen María, no sea algún fantasma que nos quiera matar![…] ¿Y qué
hombre pudiera venir a quien yo más quisiera que a ti?[…] ¡lloro de gozo
de te ver[…] cuán perdidas sin ti hemos estado![…] holgarme he conti-
go, que, en mi ánima, no puedo aún acabar de creer que eres tú[…] ¡Ay,
madre!, por cierto, más huelgo yo de tales besar que cuantas manos de
galanes puede haver» (Silva 177-178).
Sixteenth-century readers familiar with literary traditions of the thir-
teenth and fourteenth centuries, as well as biblical stories, would no
doubt have considered unorthodox this purportedly miraculous resurrec-
tion of a brothel administrator, the opposite of the lady of Galapia and
the devout mothers in the cantigas and Libro de Apolonio. Silva increas-
es his go-between’s shock value by placing her in the role of the figure
happily greeted by her followers after her resurrection from Hell. In the
Cantigas, the Virgin intervenes to right a wrong (MacDonald 318). Her
interposition in Libro de Apolonio and Libro del caballero Zifar achieves sim-
ilar results, since the wrongs in these texts include the untimely deaths
described above. Viewed as ironically restoring harmony, Celestina’s re-
vival contaminates the medieval model of justice, since the go-between’s
6.– Libro de Apolonio, a Byzantine novel, features pagan characters, but medieval writers
often recreated classical figures and personas with Christian traits. For instance, Luciana ser-
ves the Criador and dresses more like nun than an ancient temple priestess (Monedero 48).
Resurrecting the Go-Between Celestinesca, 42 (2018) 403
crimes render her an unlikely candidate for the divine intercession that
typically results in resurrection. While the protagonist claims that God
has brought her back to life to amend past wrongs, many would recog-
nize the famous bawd’s hypocrisy when she explains the truth behind
her trick: «Todo esto es autorizar más mi persona, estimar más mi fama,
dar más crédito a mi poder; porque, habiéndome visto muerta y vién-
dome agora biva, ¿quién dudará de mis artes?, ¿quién no temerá mis con-
juros? ¿A quién faltará esperança en mi saber?[…] A la fe, hijas, pues agora
lo podéis decir con razón, que traigo más ciencia que llevé» (Silva 180).
The language of authority and power that Celestina employs here even
appear to usurp divine authority. In other words, she makes clear that
she stages her resurrection not to amend crimes, but to bolster her profile
as go-between. The alcahueta thus contrasts with the women in the four
earlier texts. In this way, Silva tests the limits of the trope of the Christian
God’s resuscitation of the Madonna-like lady/mother, or resurrection as
reward for saintly femininity or Marian maternity. Here, Celestina legiti-
mizes her experiences in Hell with testimony, while Elicia responds with
marvel. Posited this way, the resurrection recalls and inverts the hagiog-
raphic ideas of witnessing tied to miracles.
Returning to Silva’s time, La Relación que dio Álvar Núñez Cabeza de
Vaca (1542) also reworks the medieval resurrection theme in the midst
of sixteenth-century censorship practices. In the eight years following
their shipwreck off the coast of Florida in 1527, Núñez and several other
survivors travelled to the area that currently constitutes the U.S. South-
west where they encountered various indigenous communities. Núñez,
who became a healer, claims in one episode to have revived a deceased
Native American:
Vinieron muchos indios en busca de Castillo que los cu-
rasse y él los encomendó a dios nuestro señor[…] le su-
plicamos les diessemos salud[…] yo vi que el enfermo
que yuamos a curar que estaua muerto[…] estaua mucha
gente al derredor del llorando: y su casa desecha que es
señal que el dueño está muerto. Y ansí quando yo lle-
gué, hallé el indio los ojos bueltos y sin ningún pulso y
con todas señales de muerto. Yo le quité una estera que
tenía ençima con que estava cubierto y lo mejor que pu-
de supliqué a nuestro señor fuesse servido de dar salud
a aquel y a todos los otros que della tenía necesidad. E
después de santiguado y soplado muchas vezes dixeron
que aquel que estava muerto y yo avía curado en pre-
sençia dellos se avía leuantado bueno y se auía passeado
y comido y hablado con ellos y que todos quantos avía
curado quedauan sanos[…] esto causo muy gran admiración
404 Celestinesca, 42 (2018) Andrea Nate
7.– Pedro de Mercado appears to be the book’s «corrector» as stated in the original long-
form title listed in the Works Cited page. Pedro Tovans appears at the end of the book as
the printer: «Acabóse la presente obra en la muy noble villa de Medina del Campo, en casa
de Pedro Tovans en el coral de boeys. Año de M.D. xxxiiij a xxix de Octobre» (583). Joseph
Snow’s valuable Catálogo de Ilustraciones añadidas did not include these images. He mentions
that a 1534 copy of Silva’s comedy had recycled blocks from the same series used in Juan
Bautista Pedrezano’s and Estefano da Sabio’s editions of La Celestina, printed in 1531 and
1534, respectively (Snow, «La iconografía» 61). Although Snow does not specify which edi-
tion of Segunda Celestina he references, it is unlikely that the reference is to Medina del Cam-
po 1534, because the only visual material in this copy consists of an elaborate frontispiece,
three decorative initial capitals repeated throughout the forty scenes, and three final panels
depicting the Assumption.
408 Celestinesca, 42 (2018) Andrea Nate
ter and a hovering celestial face recalls the biblical story of the resurrected
Jesus’s appearance to disciples by the Sea of Tiberias (Juan 21:1, 4).8 Here,
another serious rebirth accompanies the story of the revived sorceress,
a parallelism that would have been jarring to readers familiar with the
biblical tale. Again, Pedro Tovans, the type-setter, has placed a woodcut
depicting a serious revelation episode alongside the impious Celestina,
perhaps to put an orthodox stamp on the text, to remind readers of a true
revelation. This unusual juxtaposition reminds readers of a true Christian
miracle in contrast to the false miracle of the text.
The final images in the text—the three engravings of the Virgin Mary
placed above a 54-stanza poem recounting her «Nueva coronacion» (fig-
ure 5)—appear at the end of Silva’s comedy. The inscription in the center
reads: «Assunta es maria sup corum angelorum» (fol. 132r). Once again,
the images depicting the Virgin’s glorious assumption and the religious
poem that they illustrate contrast with varying moments and themes
throughout the main body of the text. The crowning of the risen Virgin
occurring in the center woodblock may serve as a redemptive counter-
part to the textual image of a miter-crowned go-between that the pros-
titute Palana describes in cena 2: «Como si no supiéssemos aquí quién es
Celestina, á cabo de ser coronada tres veces por alcahueta» (Silva 347).
The euphemism alludes to the practice of forcing women accused of pro-
curing to wear a type of headdress that resembled a crown or a Bishop’s
head cover (Baranda 347). Additionally, throughout the Segunda Celesti-
na, as in Rojas’s original, the eponymous protagonist is called «Madre
Celestina.» Hence her stand-in daughter, the prostitute Elicia, address-
es Celestina, her brothel «mother», as «Madre» (112, auto 3). Similarly,
the Pueblo’s passage discussed above begins «¡Oh, madre Celestina, ¿qué
maravilla tan grande ha sido ésta de tu resurrección?[…] Madre, espanta-
dos nos tienes de lo que dizes» (Silva 190-191). The Marian images thus
clash with vocative references to Celestina as «madre.»
The final woodcuts also offer an edifying afterward to the comedy’s
apparently happy ending. Polandria and Felides marry, as do their serv-
ants Poncia and Sigeril, and order is restored. This occurs in the final ce-
na, after an exchange between Polandria, Poncia, and Felides concerning
Celestina’s negative qualities (her sharp tongue and astuteness) vis-a-vis
her (few) virtues. Felides compares his union with Polandria as a conver-
sion: «con la gloria del bien que en los braços tengo[…] para más en ti
estar convertido[…] que milagrosamente tengo vida» (Silva 568). Polan-
dria appears equally concerned concerned with lineage: «Mañana embíes
a pedirme a mi madre en casamiento; y hay un gran bien para ello, y es
8.– «Se manifestó Jesús otra vez a sus discípulos en el mar de Tiberias[…] esta era ya la
tercera vez que Jesús se manifestó a sus discípulos, habiendo resucitado de los muertos
(Juan 21: 1, 4, ed. Mundo Hispano).
410 Celestinesca, 42 (2018) Andrea Nate
que yo supe hoy della que la manda que mi padre hizo, que casasse con
hombre que fuesse de mi linaje, no pudo perjudicar mi mayorazgo, por
cuanto mis agüelos lo dexaron libre de la tal restitución» (Silva 575). In
her concluding speech, Poncia instructs Polandria on honor and virtue,
linking these qualities to civil obedience and limpieza: «con la virtud se
hazen los hombres esentos de las leyes, y por falta de virtud se sujetan a
las leyes y punición[…] y con la gloria de haver conservado el previllejo
de nuestra limpieza[…] nos vamos a acostar» (Silva 582). The comedy
thus ends on an ironic, multi-layered note. On the one hand, the lovers
marry outside their caste, as Silva himself did, but which Calisto and Me-
libea–who some scholars argue to be of disparate linajes (Martínez Miller
101, 107; Bravo-Villasante 1-2)—never achieved. On the other hand, Pon-
cia’s didactic conclusion feeds into the images of the virtuous Virgin that
continue the edifying tone with which the story of the revived brothel
mother ends. Perhaps the Marian images enclose the story in an exem-
plary message of saintliness and thereby deliver Silva’s scandalous com-
edy and denunciation of practices based on blood purity in a more pious
package to readers. This would have been particularly possible because
due to the renewed trend in Marianism and the image of the Virgin as the
exemplary woman in fifteenth-century Spain (Morrás 13-14).
The initials and the final woodcuts of the Virgin cause Celestina’s resur-
rection to stand out to readers. Indeed, the initial capitals, beside the story
of a mock-resurrected sorceress turn into visual manifestations of Chris-
tianity’s distinguishing tenets—miracles and resurrection—in contrast to
the text’s sacro-profanity: a combination of mixed messages that again
invites a reading of Silva’s sequel as one that challenges blood purity. The
broken borders around each image suggest that by 1534 the blocks used
to create them had already been worn with age, which means that they
were likely not cut for Silva’s text but had appeared in previous pub-
lications. This was common practice, as woodblocks were costly, and
printers often reused them in popular works (Norton xix, Lucía Megías
465). Printers had little capital to invest in new printing equipment in six-
teenth-century Spain (Lucía Megías 467). Given that the blocks in Medi-
na del Campo 1534 depict miraculous scenes, they were probably recy-
cled.9 And yet, although reused blocks may have departed thematically
from the text, their predominant position still allowed them to hold a
privileged place in the reader’s eye. Indeed, they form part of the visual
sense of the text, forming an alternative story, even when not historiated
(Infantes 94-95, 98). Tovans was a small-scale printer, and very few of
his productions survive (Pérez Pastor 481). While the blocks’ origins are,
therefore, obscure, we do know that he printed a copy of Diego San Pe-
9.– Such was the case with caballerías, whose printers often recycled majuscules from litur-
gical works to copy medieval codices (Lucía Megías 465).
Resurrecting the Go-Between Celestinesca, 42 (2018) 411
dro’s Las siete angustias de nuestra señora, as well as the anonymous A las
completas and Despertador de peccadores, and Luis de Montoya’s Meditacion
de la passion para las siete horas canonicas [sic] in Medina del Campo the
same year that he printed Segunda Celestina (UCD Iberian Book project;
Mateo Ripoll 455).10 Both are possible points of origin for Medina del
Campo 1534’s woodcuts, which closely resemble those found in the reli-
gious texts that Infantes describes in his inventory of early books printed
in Spain: Thomas Kempis’s, De imitatione Christi (1520), Missale Bendicti-
num (1521), Las leciones [sic] de Job trobadas por vn reuerendo y deuoto religioso
de la orden de los predicadores con vn Infierno de dañados (1524), and Alexan-
dro Anglico’s Tractado muy útile [sic] de las obras de misericordia (1530), to
name only a few (100-101). The majuscules in these and other works in
Infantes’ inventory depict hagiographic scenes, including Christ’s life and
the Assumption (100-103). Just six years after Segunda Celestina’s pub-
lication, Tovans printed Pedro Ciruelo’s Reprobación de supersticiones de
hechicerías, which explicitly condemns the type of superstition and black
magic, albeit false, featured in Silva’s sequel (Mateo Ripoll 443). Tovans’s
edition of Ciruelo’s popular treatise flaunts Juan de Vingles’s xylograph
designs, which, though much more detailed and ornate than Segunda Ce-
lestina’s prints, depict similar scenes, such as devoted figures kneeling be-
fore Christ’s crucifixion (Mateo Ripoll 451).
That Silva’s text adopts woodcuts that likely appeared in religious
works both before and after 1534 suggests that Segunda Celestina’s
woodblocks could have been intentionally chosen. The idea is provoca-
tive, considering the sacred images beside blasphemous themes that the
reader encounters upon engaging with the book. As shocking as it must
have been for La Celestina fans to discover that the alcahueta had risen
from the dead, the images of saintly figures decorating a deviant story
could have been equally as reassuring. Tovans’s copies of the tragicom-
edy printed between 1530 and 1540 further suggest that the woodcuts
in Segunda Celestina added shock value and could have resulted in the
text being delivered to readers in a more pious package. These editions
contain ornamental material commonly used in printed copies of the text
(Penney102). The production of this copy coincides with Medina del
Campo 1534, which means that Tovans had access to more mainstream
La Celestina blocks, none of which appear in the sequel. Printers in the
same town sometimes shared materials, and decorated initial capitals
were easily sold and lent (Norton xix; Lucía Megías 465, 468). Howev-
er, other than Nicolás del Piemonte’s brief stay in Medina del Campo in
1511, Tovans appears to have been the only printer in in the town during
10.– No known copy of Tovans’ copy of the Meditación de la passion survives. The British
Library owns his reproduction of Despertador de peccadores, although no digital edition is avai-
lable. The Iberian Book projects indicates that the Biblioteca Capitular y Colombina own Las
siete angustias de nuestra señora. However, a search in their online catalog yielded no results.
412 Celestinesca, 42 (2018) Andrea Nate
the first half of the sixteenth-century (Norton xix; Penney 102). For this
reason, borrowing or renting La Celestina woodblocks would have been
challenging. In other words, instead of visually imitating the bestseller,
and further relying on its fame to sell copies of the sequel, the blocks
in the Mercado-Tovans edition emulate those found in religious texts.
The Marian images and verses do not appear in Venice 1536, Paris/Ant-
werp 1540, or Paris/Antwerp 1550, nor do the decorated initials. While
these image-less editions likely did not shock readers, the xylographs in
the earliest surviving edition reinforce the importance of the paradoxical
miraculous tone in the text. Regardless of their original circumstances,
the images of the Virgin Mary and other saints would seem incongruous
to readers accustomed to the diabolic Celestina and her black magic—or
the memory thereof—and the heterodox lines and scenes characteristic of
both the original La Celestina and the sequel. In this case, the saintly im-
ages would most likely have struck readers as paradoxical. The blocks
of the Virgin conclude both the exogamous union that «corrects» Calisto
and Melibea’s forbidden marriage and Poncia’s Plautine diatribe on qual-
ities—virtue, meekness, honor, and honesty—that contrast with Celesti-
na’s character, thus forming a purifying seal to the contaminated story.
The juxtaposition may, therefore, edify and contain the story upon su-
perimposing the pillars of Christianity onto a sacrilegious textual world.
To conclude, the sequel’s manifests both visually and thematically
what Albert Sicroff described as the impurity that certain Spanish offi-
cials sought to eradicate (9). Segunda Celestina’s multiple inversions, com-
bined with Rojas’s and Silva’s ties to the converso community, achieve
more than editorial success. This article has suggested that Silva read La
Celestina as a challenge to paradigms, as well as a reaction to marginali-
zation due to prevailing notions of purity and orthodoxy. The sequel’s
author thus appropriates established notions of impurity and the Chris-
tian Resurrection theme through the iconic Iberian figure of the go-be-
tween. The revival of the murdered go-between trivializes key events
in La Celestina—namely, the deaths of Celestina and the central char-
acters—to invert conventional literary tropes and prevailing socio-reli-
gious paradigms. If the state considered a perceived stained ancestry a
threat to religious homogeneity, Silva’s text challenges social, religious,
and literary hierarchies via a metaphorical contamination. By undoing
key moments in La Celestina’s plot, the sequel appropriates the original
bestseller’s interrogation of literary models for which Canet and Iglesias
have argued. Silva thus maintains enough fidelity to the original text to
continue the bawd’s story, while simultaneously contaminating and sub-
verting it. The points of similarity with medieval and contemporaneous
travel writing that I have demonstrated reveal that Celestina’s renewal,
juxtaposed against the serious, religious woodcuts within the Pedro del
Mercado edition, gives an additional diabolic twist to the important bib-
Resurrecting the Go-Between Celestinesca, 42 (2018) 413
lical theme of miracles. Examining the ways that Silva’s sequel calls into
question the notion of blood purity and the dominant Catholic doctrine
has highlighted the mutually productive relationship between La Celesti-
na and Segunda Celestina, as well as the ways in which the text dialogues
with other literature possibly influenced by the social climate of the time.
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Antwerp, Paris: 1540. Houghton Library, Harvard University.
Resurrecting the Go-Between Celestinesca, 42 (2018) 419
ABSTRACT
This study argues that Feliciano de Silva’s Segunda comedia de la Celestina (1534)
challenges officially mandated religious homogeneity through the figure of the
go-between. Each section of the article traces the strategies of resistance of the
resurrected Celestina in dialogue with Silva’s connections to the converso com-
munity. A comparative, historicist approach shows how the author implicates
the text in a greater discourse associated with Inquisitorial practices. I ultimately
contend that the intermediary, when studied beside the woodcuts in the oldest
surviving rare edition of the text, Medina del Campo 1534, operates in ways
that resist notions of contamination. By examining the ways in which Silva in-
verts paradigms through the go-between protagonist, this study reveals how the
sequel calls into question prevailing attitudes toward limpieza de sangre in six-
teenth-century Spain. Finally, engaging with several theories about La Celestina’s
possible functions, sheds light on how sixteenth-century readers may have read
the original bestselling comedy.
Celestinesca, 42 (2018): 421-442
9.– Carajicomedia, ed. Domínguez (2015: 386); véase también la transcripción paleográfica
con comentario del mismo editor (2015: 279-280).
10.– Es revelador leer el relato completo: «Un amigo suyo, por cierta ruindad que ella le
hizo, tomando un cuchillo mohoso, la alcoholó las quijadas desde el ojo izquierdo bajando
hasta la barba, todo por derecho camino, sin desviar a ninguna parte. No es gran camino,
pero solívianos a malo, que ay un buen trot de goz, y en tiempos de nieves hay ocho punta-
les altos, bien señalados. Aún dicen algunos poetas que el maestro de tal edificio, queriendo
abrir otro camino que travesase al puerto narigón, la desdicha[da] se cubrió con las faldas la
cabeza, en guisa que su buen deseo no hubo efecto, y porque no perdiese su herramienta en
un solo oficio, diole un picapunto en el culo de razonable tamaño. Esto no se parece al pre-
sente más, en aquellos tiempos, se vió cubierto de hilas. Autores son de esto sus quijadas»
(Carajicomedia, Domínguez 2015: 386).
11.– Gernert (1999: 141-145) así como las notas en la edición de La Lozana Andaluza de
Joset & Gernert (2013: XXIIII.51 y XXXIX.20).
12.– Rojas, Celestina IV, ed. Rico et al. (2000: 114). Más adelante, Melibea menciona «esa
señaleja de la cara», a la que Lucrecia se refiere en un aparte con «aquel su ‘Dios os salve’ que
traviessa la media cara» (121). Según Cantalapiedra, la cuchillada «en tanto que herida física
completa el retrato disfórico de la vieja» (1986: 60).
13.– Rojas, Celestina XIII, ed. Rico et al. (2000: 267).
14.– En el Romance de Calisto y Melibea Lucrecia dice a Alisa que está hablando: «Con aquella
buena vieja / Que moró en la vecindad / Que tiene la cuchillada, / Yo te la quiero mostrar»
(ed. Snow 2006: 27, vv. 275-278).
424 Celestinesca, 42 (2018) Folke Gernert
15.– Silva, Segunda Celestina, ed. Baranda (1988: 274). En la nota 14, la editora explica que
se trata de «un recuerdo del rasgo físico señalado en La Celestina» y recuerda que «[y]egua en
germanía es prostituta». Hablando de la «descripción humorística de los personajes» Herrero
Ruiz de Loizaga (2004: 77) comenta la cuchillada de Celestina en las obras de Rojas y Silva.
Véase al respecto también Heugas (1973: 56).
16.– Rojas, Celestina XV, ed. Rico et al. (2000: 286).
17.– Véanse al respecto los manuales fisiognómicos de Michael Scott («Cuius capilli sunt
multum crispi significant hominem duri ingenii: aut multae simplicitatis seu utrumque», Liber
Phisionomiae, ed. Porsia 2009: 200) y del Pseudo-Cocles: «Cuius capilli sunt multum crispi,
significant hominem duri ingenii, aut multe simplicitatis, sive utrunque etc.» Rocca, Physiog-
nomiae et Chiromantiae Compendium (1536: sin p.) así como Rojas, Celestina XV, ed. Rico et al.
(2000: 286, nota 16 y 710, nota complementaria 286.16). Para el significado del pelo crespo en
La Lozana Andaluza XI, eds. Joset & Gernert (2013: 42) véase Gernert (en prensa).
18.– Silva, Segunda Celestina, ed. Baranda (1988: 230). Véanse al respecto la nota 10 de la
edición citada y Herrero Ruiz de Loizaga (2004: 77-78).
19.– Sanz Hermida (1994), Walde Moheno (2007), Melián (2018) así como Gernert (2017)
y (en prensa).
‘Cuanto va de la excellencia del alma a la del cuerpo’ Celestinesca, 42 (2018) 425
sus ‘hijas’20: En la Lozana Andaluza (1528) aparecen una «puta vieja bar-
buda, estrellera» y una «vieja cargada de cuentas y más barbas que el Cid
Ruy Díaz»21; Gaspar Gómez de Toledo se refiere en la Tercera parte de la
tragicomedia de Celestina (1536) a la vieja alcahueta en repetidas ocasiones
como ‘la barbuda’ o ‘aquella barbuda’22, al igual que Francisco de las Na-
tas en la Comedia llamada Tidea (1550)23. El anónimo autor de la Celestina
comentada insiste en que «[l]lamala barbuda el author para denotar e ma-
nifestar quan mala era»24. A la hora de describir su protagonista, Feliciano
de Silva renuncia a esta caracterización tópica de la tercera y con ello a
todos los significados que este signo corporal conlleva. En la tratadística
fisiognómica medieval, el vello facial se asocia con la complexión caliente
y, por lo tanto, con la condición varonil25 y también con la lujuria26. Como
explica Vincent de Beauvais a partir de la patología humoral, el hirsutis-
mo femenino suele aparecer en mujeres menopáusicas: «In mulieribus
etiam quandoque pili oriuntur in barba, sed hoc modicum scilicet quando
menstrua retinentur [...]» (Speculum Naturale XXVIII, xxxviii, 1494: 342r).
Siguiendo al dominico francés cuyo Espejo de la naturaleza fue impreso
pocos años antes que La Celestina, la barba es indicativo de la senilidad.
En este sentido apunta Bouzy (2011), para quien Celestina es un «per-
sonaje emblemático de la vejez». Hablando con Alisa y con Melibea, la
protagonista de Rojas enumera, parafraseando a Petrarca, los achaques
que produce la vejez:
Pero ¿quién te podría contar, señora, sus daños, sus in-
convenientes, sus fatigas, sus cuidados, sus enfermeda-
des, su frío, su calor, su descontentamiento, su rencilla,
su pesadumbre; aquel arrugar de cara, aquel mudar de
20.– Véase también el Romance de Calisto y Melibea (ed. Snow 2006: 32, vv. 459-460): «Vase
la vieja barbuda / Para Calisto buscar».
21.– Delicado, La Lozana Andaluza, eds. Joset & Gernert (2013: VI, 28-31 y XVIII, 87).
22.– Gómez de Toledo, Tercera parte de la tragicomedia de Celestina, ed. Barrick (1973: 133,
157 y 251).
23.– Francisco de las Natas, Comedia llamada Tidea, ed. Pérez Priego (1993): «aquella vieja
barbuda» (151, v. 478), «¡Oh barbuda dissantera, / mango del diablo, santona, / alcagüeta,
hechizera! ¡Oh puta vieja, jarrona!» (153, vv. 543-545) y «aquella barbuda vieja» (173, v. 1237).
24.– Véase la edición de Fothergill-Payne (2002: 58) y para la identificación del anónimo
autor con el jurista Bernardino Daza Fernández Rivera (2006).
25.– Dangler caracteriza a Claudina y a Celestina como «transgendered subjects» y obser-
va: «Celestina’s inconstant gender is further highlighted when she appears negatively mascu-
line as barbuda [...] Celestina’s beard is a grotesque marker of the male gender, and is explicitly
linked to her questionable social roles» (2001: 73). Diochon & Iglesias señalan: «La deno-
minación de “vieja barbuda” insiste en la degradación física debida a la vejez, que en cierto
modo le resta toda feminidad a la mujer, mientras que la dota de rasgos varoniles, propia y
simbólicamente. Pero el calificativo insinúa a la vez un vínculo con el gran Cabrón, también
conocido como “el barbudo”» (2011 137)
26.– Véase para la sensualidad de las mujeres barbudas Thiemann (2006: 52 y 56).
426 Celestinesca, 42 (2018) Folke Gernert
27.– Rojas, Celestina IV, ed. Rico et al. (2000: 119). Compárese este párrafo con De remediis
utriusque Fortunae I, 2, reproducido también en la nota 74 de la edición citada: «Cadet flava
caesaries: reliquiae albescent: teneras genas et serenam frontem squalentes arabunt rugae:
laetas oculorum faces et lucida sydera moesta teget nubes: leve dentium ebur ac candidum
scaber situs obducet atque atteret ut non colore tamen sed tenore alio sint: recta cervix atque
agiles humeri curvescent: guttur lene crispabitur: aridas manus et recurvos pedes suspiceris
tuos non fuisse. Quid multa? Veniet dies quo te in speculo non agnoscas: et haec omnia quae
abesse multum extimas: ne quid improvisis monstris attonitus». Véase al respecto también
Deyermond (1961: 58).
28.– Comedia Serafina, ed. Canet (1993: 378).
29.– Comedia Serafina, ed. Canet (1993: 378). Como observa Dille, «Artemia is the only cha-
racter of the Serafina described in any detail (1977: 16). Para Herrero Ruiz de Loizaga (2004:
78) se trata de «[u]na de las descripciones caricaturescas más exageradas» de la vieja alcahueta
en la celestinesca.
30.– Gómez de Toledo, Tercera parte de la tragicomedia de Celestina, ed. Barrick (1973: 210).
‘Cuanto va de la excellencia del alma a la del cuerpo’ Celestinesca, 42 (2018) 427
Según Diochon & Iglesias, «[s]e opera aquí una inversión deliberada
del tópico de la autoridad venerable que otorga la edad en el hombre
sabio; en el caso presente las canas de Celestina no son señal de sabi-
duría y experiencia en asuntos humanos sino indicio de la eficacia de
sus poderes ocultos» (2011: 139). No les falta razón a las investigadoras
francesas, pero de cara a la representación de la vejez en otras obras celes-
tinescas no deja de ser llamativo que Feliciano de Silva renuncie no sólo
a motejar a su Celestina de barbuda, sino también a exagerar la fealdad
física, producto de la edad, subrayando, en cambio, la veteranía que ésta
le proporciona. Como recuerda Baranda, la «Celestina resucitada en la
obra de Feliciano de Silva rechaza explícitamente el uso de la magia para
intervenir en los amores de Felides y Polandria» (2017: 69-70)37. Es más:
ella sostiene que «la misericordia de Dios fue de bolverme al siglo a hazer
penitencia»38. Harst habla a este respecto de una «fictional “emendation”»
(2012: 182) de su carácter que —añadiría— se hace visible en su aspecto
exterior. La fealdad de las mujeres ancianas, tan característica de las al-
cahuetas con rasgos brujeriles en otras obras celestinescas, brilla por su
ausencia en la descripción de la protagonista de la Segunda Celestina. Al
igual que la protagonista de Rojas, la Celestina de Silva es consciente de
su avanzada edad, pero no se lamenta de los achaques de la vejez como
su antecesora, sino valora positivamente la experiencia que ésta propor-
ciona. En su última obra, el autor mirobrigense muestra a unos héroes ca-
ballerescos entrados en años. Como estudia Martín Romero, en la Cuarta
parte del Florisel de Niquea «la conciencia del paso del tiempo y de la propia
edad resulta evidente en la forma como los héroes caballerescos asumen
su propia vejez hasta el punto de hablar de ella sin tapujos, incluso con un
cierto tono justificativo cuando comentan sus acciones como más propias
de la juventud» (2009: 252). Feliciano de Silva se aleja de los tópicos sobre
la vejez en virtud de una meditación muy personal y sensible sobre los
efectos del paso del tiempo en el ser humano.
37.– Véase al respecto también Lara Alberola que observa: «Algunos de estos textos no
pasan de realizar una mera caracterización hechiceril, pero en ningún momento vemos actuar
directamente a la hechicera, por lo que la magia se convierte en una pincelada pintoresca más
de un actante que ya se puede considerar arquetípico y, como tal, ha de repetir y perpetuar
una serie de características básicas. Entre ellos estaría la Égloga o Farsa del Nacimiento, la Égloga
de Plácida y Vitoriano, la Segunda Celestina y La comedia Tidea» (2014: 387).
38.– Silva, Segunda Celestina, ed. Baranda (1988: 191).
‘Cuanto va de la excellencia del alma a la del cuerpo’ Celestinesca, 42 (2018) 429
dole: «Bendígate Dios tal cuerpo, señora; por cierto, la señora Polandria
con su niñez no puede tener mejor barriga y pechos que tienes»39. Como
anota acertadamente Baranda, «las alabanzas del cuerpo de Paltrana y la
situación provienen de las que dirigía a Areúsa en el auto séptimo de la
Tragicomedia»40. En la obra de Rojas se trataba de un elogio verdadero de
la hermosura de una joven que Celestina quería empujar a que, a su vez,
sedujera a Pármeno:
¡Y qué gorda y fresca que estás! ¡Qué pechos y qué
gentileza! Por hermosa te tenía hasta agora, viendo lo
que todos podían ver. Pero agora te digo que no hay en
la ciudad tres cuerpos tales como el tuyo, en cuanto yo
conozco; no parece que hayas quince años. ¡Oh quién
fuera hombre y tanta parte alcanzara de ti para gozar
tal vista! Por Dios, pecado ganas en no dar parte destas
gracias a todos los que bien te quieren. Que no te las
dio Dios para que pasasen en balde por la frescor de tu
juventud debajo de seis dobles de paño y lienzo. Cata
que no seas avarienta de lo que poco te costó; no atesores
tu gentileza pues es de su natura tan comunicable como
el dinero41.
En la Segunda Celestina nos las habemos, en cambio, con una especie de
encomio paradójico con el que la protagonista intenta congraciarse con
la madre de la muchacha que quiere corromper como ella misma admite
hablando con Felides42. Sin embargo, la señora mayor se deja embelesar
por la falsa adulación de la alcahueta y la hija une su voz a la de Celestina
en las alabanzas de la supuesta hermosura juvenil de su madre:
racterización moral implícita y la aleja del modelo» (1984: 213). Con to-
do, se aprecian las particularidades del personaje de la Segunda Celestina
en comparación con su antecesora en la obra de Rojas.
49.– Lo resume Faral con estas palabras: «C’est ainsi que, pour la physionomie, on examine
dans l’ordre la chevelure, le front, les sourcils et l’intervalle qui les sépare, les yeux, les joues
et leur teint, le nez, la bouche et les dents, le menton; pour le corps, le cou et la nuque, les
épaules, les bras, les mains, la poitrine, la taille, le ventre (à propos de quoi la rhétorique prête
le voile de ses figures à des pointes licencieuses), les jambes et les pieds» (1924: 80).
50.– Este hecho ha llamado la atención de los investigadores y Hathaway (1993) tituló de
hecho un artículo «Concerning Melibea’s Breasts». En él, el investigador se pregunta si Calisto
podía haber visto desnudo a Melibea.
51.– «Las riquezas las hacen a éstas hermosas y ser alabadas, que no las gracias de su cuer-
po. Que, así goce de mí, unas tetas tiene para ser doncella como si tres veces hobiese parido:
no parecen sino dos grandes calabazas. El vientre no se le he visto, pero juzgando por lo otro,
creo que lo tiene tan flojo como vieja de cincuenta años. No sé qué se ha visto Calisto porque
deja de amar otras que más ligeramente podría haber y con quien más él holgase, sino que
el gusto dañado muchas veces juzga por dulce lo amargo». Rojas, Celestina IX, ed. Rico et al.
(2000: 207). Véase la interpretación de este pasaje de Morros quien –tras preguntarse cómo
Areúsa haya podido ver desnuda a Melibea– propone que había sido su criada (2010: 371).
52.– Gernert (2017) y (en prensa).
53.– Liber Phisionomiae, ed. Porsia (2009: 94).
54.– Véase Gernert (2017) y (en prensa).
55.– Véase para la patología humoral en La Celestina Armas (1975) y Fraker (1993) así como
las interpretaciones de la ira de Melibea desde la tradición del amor cortés de Green (1953),
Trotter (1954) y Beltrán (2004). Heugas hable, a su vez, de la «feinte colère» (1973: 370) de las
protagonistas femeninas de la celestinesca.
‘Cuanto va de la excellencia del alma a la del cuerpo’ Celestinesca, 42 (2018) 433
56.– Valdés, Diálogo de la lengua, ed. Laplana Gil (2010: 265); véase al respecto Chevalier
(2000: 336).
57.– Como señala Hinrichs, «sequels offer the most direct and intimate criticism that a
work can receive. Great sequels are great readings of original works and the best window we
can have into reconstructing reading practices of an earlier era. Approaching them as such
offers a powerful new tool to the literary critic and opens up new readings of some of litera-
ture’s most read works» (2011: x).
58.– Urrea, Égloga de la Tragicomedia de Calisto y Melibea, ed. Canet (1993: 115-117, vv. 657-724).
59.– Urrea, Égloga de la Tragicomedia de Calisto y Melibea, ed. Canet (1993: 116, vv. 693-698).
60.– La primera edición de este romance es de Menéndez Pelayo (1944: 135-143) en su
Antología de poetas líricos castellanos; otras ediciones presentaron Menéndez Pidal (1953), Mota
(2003), Snow (2006: 20-38) y Di Stefano (2017: sin p.)
434 Celestinesca, 42 (2018) Folke Gernert
la nariz afiladica,
como hecha de metal;
los labios de la su boca
como un fino coral;
los dientes tenía blancos,
menudos como la sal;
parece la su garganta
cuello de garça real;
los pechos tenía tales
que es maravilla mirar:
Y contemplando su cuerpo
el día fuera asomar61.
Como observa acertadamente Mota «no cabe duda de que el Romance
brinda unas cuantas claves para la interpretación de elementos y pasajes
de La Celestina que han dado no poca materia de discusión a la crítica de
los siglos xix y xx» (2003: 520). Entre ellos, el citado investigador enumera
«la ligereza de Melibea, y, sobre todo, el papel de la hechicería de amores
en la seducción de ésta» (2003: 520). La crítica desde Lida de Malkiel62
hasta Baranda63 concuerda en subrayar que las continuaciones celestines-
cas simplifican la complejidad del cuerpo y carácter de Melibea. La Po-
landria de Feliciano de Silva es un buen ejemplo de esta tendencia64 y es
indicativo que el autor prescinde de hablar de su aspecto exterior que po-
dría revelar particularidades del carácter de la joven65. Este silencio sobre
el físico de la protagonista contrasta con la detalladísima descripción de
un personaje secundario y sin importancia, la pastora Acais, en boca de
su admirador Filínides66 que utiliza un lenguaje arrusticado que confiere
comicidad al texto.
61.– Véase la descripción del pliego que se conserva en un volumen facticio infolio con la
signatura R-III-A/595 en la Biblioteca de Marcelino Menéndez Pelayo en Mota (2003: 521-
522). Entre los editores del Romance de Calisto y Melibea solo Menéndez Pelayo (1944: 143) y
Di Stefano (2017: sin p.) transcriben el romance «De la luna tengo quexa».
62.– Lida de Malkiel (1962: 457): «Su fisonomía en La Celestina es tan original y poco esque-
mática, que los imitadores tienden a simplificarla, remontándose a tipos convencionales más
familiares [...] la conducta de Melibea, no impecablemente motivada en el original, indujo a la
mayoría de los imitadores a planteársela de otros modos, más de acuerdo con los requisitos
de la moral vigente».
63.– Baranda (1992: 21-22): «En cuanto a las heroínas, carecen de la complejidad del ca-
rácter de Melibea. Se produce también una simplificación de sus rasgos, como en el caso de
los protagonistas, pero no procede de la intensificación de algunas características del modelo,
sino de la modificación del mismo».
64.– Criado de Val habla de la inclinación de Silva a «frivolizar los personajes» (1969: 326).
65.– Para el interés del autor en retratar la hermosura femenina en la ficción caballeresca
véase Sales Dasí (2003).
66.– El pastor la recuerda bebiendo de una fuente «con un capillejo en su cabeça con mil
crespinas, y dos çarcillos de sus orejas con dos gruesas cuentas de plata, saliendo por somo
‘Cuanto va de la excellencia del alma a la del cuerpo’ Celestinesca, 42 (2018) 435
Con todo, Feliciano de Silva se revela atento lector de las descriptio per-
sonae de la Tragicomedia que utiliza para conseguir efectos humorísticos67.
El autor mirobrigense es muy consciente del protagonismo del busto en
la obra de Rojas con las descripciones diametralmente opuestas del pe-
cho de Melibea por parte de Calisto y Areúsa, cuyos senos son, a su vez,
objeto de un elogio en boca de Celestina. Este último se convirtió en la
Segunda Celestina en un encomio paradójico del cuerpo de una anciana
como decíamos. La propia Areúsa no deja de hablar en la obra de Silva
del pecho y de la barriga de los demás, pero se dirige a su amiga Elicia
diciendo: «Ay, prima, dexando una razón por otra, por mi vida, que me
paresce que tienes essos pechos algo hinchados, y aun la barriga no es-
tá muy floxa; y mal pecado, mas ¿si estás preñada dese mancebo?»68. Al
igual que en la obra de Rojas, los mismos signos corporales —los pechos
o también la barba— aparecen en contextos distintos de la obra con con-
notaciones distintas (como señales de vejez/juventud, hermosura/feal-
dad, experiencia/impericia o bien como indicio del estado interesado de
una mujer). Como lo señala Hinrichs para las continuaciones en general69,
la Segunda Celestina retoma tanto procedimientos narrativos y elementos
descriptivos de la Tragicomedia renunciando a otras estrategias textuales.
En definitiva, el cuerpo de los personajes de Feliciano de Silva se presta a
ser leído sin que su significado sea tan complejo y emblemático como en
el modelo adaptado.
sus cernexas rubias como unas candelas, vestida una saya bermeja con su cinta de tachones
de prata, que no era sino groria vella [...] Y assí agostó con su hermosa vista la hermosura
de los campos, como los lirios y rosas agostan con hermosura las magarzas; y junto venía
cantando, que mal año para cuantas calandrias ni ruiseñores hay en el mundo que assí re-
tumbasen sus cantilenas [...]. Y como yo la oteé, y con aquella boca que no parecía sino que
se deshazia sal de la brancura de sus dientes, manando por la bermejura de sus labios [...]
cuando se alçó de bever, unos goterones traía por las mexillas que, con la color y brancura de
su rostro, no semejava sino que vía las frores de mayo por las mañanas, cargadas del relum-
brante y craro rucío», Silva, Segunda Celestina, ed. Baranda (1988: 470-471). Hay una escena
muy parecida en el Amadís de Grecia como estudia Bueno Serrano (2004: 172).
67.– Según Criado de Val, la Segunda Celestina «[r]epresenta la antítesis de la obra de Rojas;
en ciertos aspectos, su parodia. No es una simple imitación, ni una continuación conven-
cional» (1969: 325). Para el humor de Feliciano de Silva en la ficción caballeresca véase Sales
Dasí (2005).
68.– Silva, Segunda Celestina, ed. Baranda (1988: 378).
69.– Véase Hinrichs (2011: x): «First, sequels must be like and unlike their source texts,
both close enough to persuade readers that they are connected to the original and different
enough to persuade readers that they offer a worthwhile addition, whether the parts are
physically or only figuratively bound together. In contrast to imitations, they do not aim to
re-create or repeat an earlier text but rather to expand it».
436 Celestinesca, 42 (2018) Folke Gernert
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‘Cuanto va de la excellencia del alma a la del cuerpo’ Celestinesca, 42 (2018) 437
Estudios
RESUMEN
ABSTRACT
This article studies the body signs and their meaning in Rojas’ Tragicomedia, in
the Segunda Celestina by Feliciano de Silva and in other celestinesque works. This
legibility of the human body can be explained by the fact that physiognomic lore
was widely spread during the fifteenth- and sixteenth century. Therefor it is not
surprising that the fictional characters are aware of the relationship in between
outward appearance and personality. In the works analyzed feminine hirsutism
or scars can be interpreted as allusions to the character of a person or their mar-
ginalized social status. In the same way the description of the ugliness or the
beauty of the women characters do not respond only to the poetological rules of
the time but can be read from the viewpoint of physiognomy.
Celestinesca, 42 (2018): 443-476
1.– Este trabajo forma parte del proyecto de investigación Parnaseo (Servidor Web de Lite-
ratura Española), FFI2017-82588-P (AEI/FEDER, UE), concedido por el Ministerio de Econo-
mía, Industria y Competitividad.
444 Celestinesca, 42 (2018) Rafael Beltrán
2.– Tomo el reproche de la cita primera del artículo. Aunque Gerarda, que oficia de celes-
tina en La Dorotea de Lope de Vega, se refiere no a uno, sino a los dos «padres olvidados de
su obligación». La esposa (matrona o uxor) se diferencia claramente de la joven doncella (virgo),
pero también de la mujer libre y trabajadora (mulier), que puede llegar a ser meretrix, lena, anus
ebriola, etc. Queda aparte el grupo de esclavas: la criada doméstica (ancilla), la prostituta de-
pendiente del proxeneta (scortum), la esclava sexual (paelex), etc. (véase más extensamente la
traducción al castellano de las comedias de Plauto y Terencio, en edición de López Gregoris
(2012); y los artículos de esta investigadora). La matrona, que es quien nos interesa distinguir
en este trabajo, será obviamente descrita desde la perspectiva patriarcal, con crueles chanzas,
odiada por un marido que la ridiculiza, reprocha sus gastos, desearía su muerte, etc.
3.– Me refiero a personajes de casadas en los fabliaux, que se dejan persuadir fácilmente y
prestan su cuerpo a cambio de pingües propinas. Y a personajes diseñados claramente a partir
de la comedia y la tradición boccacciana, como el de la Viuda Reposada de Tirant lo Blanc, que
luego tiene su trasunto en la Dalinda del Orlando furioso de Ariosto. No tocaremos en este tra-
bajo, sin embargo, la faceta de Silva como escritor de libros de caballerías, examinada a fondo
en el reciente libro dedicado al Lisuarte de Grecia (González, Luna y Garcia Campos, 2017). Allí
se encontrarán dos artículos que abordan, si bien algo tangencialmente, las relaciones entre
la tradición celestinesca y el Lisuarte (García Álvarez, 2017; Navarro Hernández, 2017). Ya
Sales Dasí (2000) había detectado y analizado los principales ecos celestinescos en el Lisuarte.
Sospechosas dolencias de viejas quejosas Celestinesca, 42 (2018) 445
gracia, qué disposición que tenía» (SC: 277)4. Sigue con el padre de Felides,
Andrómedes5. Pero se detiene en especial en la madre de Felides, que por-
ta un nombre también parlante y muy sonoro: «Sevila»6.
Sevila es presentada como mujer regia, graciosa e inteligente, sin duda
llamativa y pomposa: «¡Oh, qué real muger, qué gracia y qué saber? No
parecía cuando iva por la calle sino una duquesa, que assí la henchía to-
da» (SC: 278). Podemos imaginarnos la figura despampanante de esta Se-
vila, a caballo entre una doña Endrina de Calatayud, quien —parafrasean-
do la presentación de Galathea en la comedia elegíaca del Pamphilus— se
acerca caminando por la calle hacia el mercado de manera despampanan-
te, y una Celestina haldeando y «parlando entre dientes» en el auto v de
la Tragicomedia. Y menciono estos dos personajes, y sobre todo evoco el
segundo, Celestina, porque lo curioso es que la segunda Celestina, en la
obra de Silva, dice haber conocido Sevila, la madre de Felides, debido a
sus continuos achaques de «dolor de madre», que es justamente el mis-
mo «dolor» o «mal» que Paltrana, dos escenas después, sospechará tener:
«¿Y con quién comunicava ella sus dolores y sus plazeres, sino con esta
vieja? ¡Oh, cuántas veces la torné del otro mundo a éste! Que la señora
Sevila era muy doliente de la madre. Por cierto, no pariera ella sin mí por
todo el mundo…» (SC: 278). Así va creando Celestina una complicidad
doméstica con Felides, puesto que asegura que a causa de esa familiari-
dad fue la primera que lo sostuvo en brazos y lo cuidó, protegiéndolo de
aojamientos varios (SC: 279). Feliciano de Silva va aclimatando a Paltrana
dentro de un mundillo de madres con turbios pasados, como esta Sevila
«doliente de la madre», parturienta y más tarde protectora o fiadora de
Celestina cuando estuvo ésta encarcelada, como vamos a ver.
La «comunicación» no sólo de dolores, sino también de «plazeres»,
hace pensar en un cierto grado de connivencia entre Celestina y la ma-
dre de Felides, en una suerte de colaboración entre ambas que podría ir
algo más allá de la estricta función de partera o curandera de la primera.
4.– Seguiré siempre, en todas las citas, la edición de Consolación Baranda, usando la abre-
viatura SC (SC = Silva, 1998). Para La Celestina, utilizo LC y sigo la edición de Lobera et altri
(LC = Rojas, 2011). Y para el Libro de buen amor uso LBA, siguiendo la edición de Blecua (LBA
= Ruiz, 1992).
5.– Nombre claramente inventado –como los de Felides, Sigeril, Paltrana, Polandria, Sevi-
la o tantos otros de la obra–, en este caso sobre el mitológico de Andrómeda, la esposa de
Perseo. No hay que buscar, en este caso, ningún tipo de simbolismo en esa referencia, más
allá del eufemismo y resonancias clásicas de los nombres. El mismo de Polandria, habría de
remitir al griego ‘pol[i]+andrós’, cuya traducción no tendría sentido en un personaje que fija
su atención no en muchos, sino en un solo hombre: Felides.
6.– El nombre de «Sevila» podría remitir al topónimo de la ciudad andaluza, pero mucho
más a diversos antropónimos, empezando por el nombre propio de la protagonista del rela-
to caballeresco de la Historia de la reina Sebilla, con una 1ª ed. c. 1500-1503 (narración breve,
bastante popular y con sucesivas reimpresiones en el siglo xvi); siguiendo por el nombre co-
mún de «sibila», entendida como ‘mujer sabia’ o ‘profeta’; y acabando con otros homónimos
históricos y literarios.
446 Celestinesca, 42 (2018) Rafael Beltrán
7.– Lo descubrimos, entre otros, en varios textos celestinescos, o en las primeras y bien
conocidas líneas del Lazarillo de Tormes: «…continuando la posada y conversación, mi madre
vino a darme un negrito…».
8.– Ya sugería Baranda la ironía tras esas confesiones de complicidad, en SC (278, n. 23).
Sospechosas dolencias de viejas quejosas Celestinesca, 42 (2018) 447
9.– Pese al menosprecio de este aspecto (que no de otros) por parte de Menéndez Pelayo,
la Segunda Celestina, como dice Avalle-Arce en su libro panorámico sobre la novela pastoril,
estudia la pasión amorosa «con menos perspicacia e intensidad que Fernando de Rojas, es
cierto, pero, en compensación, con mayor amplitud y diversidad de casos» (1974: 40-41). La
retórica conceptualista y enrevesada, a veces hasta la exasperación, de Feliciano de Silva, que
parodia Cervantes, ha sido siempre destacada. Sin embargo, sabía hacer perfecto uso de otros
registros, como los del ars dictaminis en sus epístolas (Navarro Gala, 2003). Filínides habla en la
jerga rústica del sayagués, pero expresa sentimientos comunes del amor cortés, y ese contras-
te hará risible en muchos casos sus ínfulas amorosas. El mundo bucólico, señala Avalle-Arce,
actúa «como un entremés contrastante», donde lo pastoril está todavía en ciernes, esquema-
tizado y aludido. Rodríguez Cascante (2001: 33-34) examina este jugoso pasaje, así como el
anterior de la exploración del cuerpo de Paltrana, pero creo que no extrae de su examen todas
las posibilidades interpretativas que ambos contienen. Véase también, a propósito de los an-
tecedentes de literatura pastoril, pero esta vez en los libros de caballerías de Feliciano de Silva,
el estudio de Cravens (1976).
448 Celestinesca, 42 (2018) Rafael Beltrán
10.– Siguiendo los patrones de lo que Heugas (1973: 101-182) analiza perfectamente y
denomina «le vieux schéma». He tratado de estudiar esta otra escena de comedia, con algún
detalle, incluyendo fragmentos de esta Segunda Celestina (Beltrán, 1990 y 1998).
Sospechosas dolencias de viejas quejosas Celestinesca, 42 (2018) 451
13.– Hay términos y versos difíciles de entender en su cabal sentido. Por ejemplo, las «do-
blas» del verso 824c, que parecen jugar con el doble sentido de ‘monedas’ y ‘dobleces, men-
tiras’. Pero sobre todo es misterioso el personaje del hombre grandullón («mayor que aquella
viga») que persigue a la alcahueta.
14.– Como dice Damián Carbón, en su Libro del arte de las comadres o madrinas, y del regi-
miento de las preñadas y paridas…: «porque sabemos que la muger colerica riñosa dispone la
matrix a relaxacion y a no concebir: y a la que concebio a mal parir. La tristeza y malencolia
a athenuacion y flaqueza de todo el cuerpo: porque dize la escriptura: Anima tristis excicat ossa»
(CORDE, s. v. riñosa).
Sospechosas dolencias de viejas quejosas Celestinesca, 42 (2018) 453
15.– Seguimos la edición de Barrick (Gómez de Toledo, 1973). Para las relaciones con sus
antecedentes, véase Esteban Martín (1987).
454 Celestinesca, 42 (2018) Rafael Beltrán
mundo» (303). A partir de ahí, hace que entre en juego un hermano suyo,
Dardano, muy amigo de Felides, para tratar de acercar a éste de nuevo
a Polandria (304). La madre de Polandria, en fin, en esta Tercera Celesti-
na, tampoco demuestra ser una «buena» madre, sino una mujer glotona,
desaliñada en su casa y, por descontado, egoísta y avariciosa.
En la cuarta Celestina, la Tragicomedia de Lisandro y Roselia de Sancho de
Muñón (1542), es curioso que la excusa de la visita a un familiar se dupli-
que o desdoble en dos escenas distantes16. En la primera, al principio de la
obra (acto I, cena ii), partimos de que Lisandro ha visto a Roselia apenas
de refilón, asomada a la ventana de su casa, y ha quedado prendado de
ella. Oligides, su criado, le dice que aproveche que su madre. Eugenia, es-
tá ausente para volverla a ver. Y pone como motivo de esa ausencia el ya
conocido de la enfermedad del familiar: «…podrá ser que la hables si te
das buena maña; que su madre Eugenia es ida a ver a su hermano Mene-
demo, que malo está» (Muñón, 2009: 111-112). En este caso, no estamos
ante una dejación del papel protector de la madre, sino ante un resquicio
que hay que aprovechar, porque Eugenia a Roselia «déxala tras siete lla-
ves» (Muñón, 2009: 114). La excusa es la misma y la mención —parecería
que innecesaria— del sonoro nombre del hermano, Menedemo, viene sin
duda a remolque de la mención de Cremes en La Celestina de Rojas. Pero
no deja de tener sentido —y mucho—, porque Menedemo representa,
precisamente junto a Cremes, en el Heautontimoroumenos (El atormentador
o El verdugo de sí mismo) de Terencio, a la pareja de viejos padres que se
enfrentan con sus preocupaciones, culpas y tormentos, a las vicisitudes
de sus respectivos hijos, enredados con sus amantes17. El «Menedemos
16.– Seguimos aquí la edición de Rosa Navarro (Muñón, 2009). Véanse también los co-
mentarios a esta edición, en artículo-reseña, de Vian (2010).
17.– Cremes es nombre asociado, en la obra de Terencio, a tres viejos, que aparecen, ade-
más de en Heautontimoroumenos, en Andria, y Phormio, como se ha señalado siempre; aunque
también con un joven, en Eunuchus. Pero nos interesa destacar su papel en la primera de estas
comedias, donde hace pareja casi inseparable con Menedemo. Cremes es, desde el mismo
principio de la obra, el interlocutor consejero que se extraña por la actitud de Menedemo, el
«atormentador de sí mismo» (lo que da nombre a la comedia). Ambos representan la senectud
mal asumida. Así, Cremes le reprocha al otro: «Me parece que no estás actuando de acuerdo
con tu edad y con lo que requiere tu hacienda... Tienes ya sesenta años o algunos más... Na-
die posee en estos contornos una finca mejor ni de más valor; tienes numerosos esclavos; sin
embargo, como si no tuvieras ninguno, ya que haces afanosamente tú mismo las tareas que
les corresponden a ellos...». A lo que Menedemo replicará diciendo que lo hace por remordi-
miento de conciencia a causa del mal comportamiento que ha tenido con su hijo. Menedemo
es también el nombre de uno de los criados principales, el «sermoneador» (Canet, 2003: 129),
de la anónima La comedia Thebayda. La fecha propuesta por La Thebayda es la de 1515-1519,
anterior en todo caso a su publicación en 1521 (Canet, 2003: 20-21). Menedemo aparece
igualmente mencionado en El Scholástico de Villalón y en algún otro diálogo renacentista. Y
una cita de Lope, en «La prudente venganza», una de las Novelas a Marcia Leonarda, vincula a
Cremes con Terencio, y deja clara la opinión que se podía tener en la intelectualidad de los
Siglos de Oro sobre el personaje: «Hiciéronla mil regalos, aunque riña Cremes a Menedemo,
que no quería, en Terencio, que se mostrase amor a los hijos» (Lope de Vega, 1968: 109). Al
Sospechosas dolencias de viejas quejosas Celestinesca, 42 (2018) 455
igual que, por las mismas fechas, Francisco Cascales, en sus Tablas poéticas (1617): «Quánto
sea el amor del padre al hijo, Menedemo lo declara en el Heautontimorumeno, assí como Sóstra-
da el amor de la madre» (Cascales, 1975: 219). Los reproches de Cremes a Menedemo en tor-
no a la debilidad mostrada con su hijo alcanzaban, por tanto, hasta Lope de Vega y más allá.
18.– Tomo la cita de Pontón (1997: 1212).
19.– Al reproche de Celestina, Brumandilón replica: «¿Quien te contó esto no te contó los
espaldarazos que le di un día antes?» (Muñón, 2009: 113). Con lo que confirma el recuerdo
latente de una escena de conflicto, común al menos a los textos de Rojas y Muñón, parti-
cipando en ella tanto Alisa, como su cuñado Cremes, pero también uno al menos de sus
criados o escuderos.
20.– Como confirma Navarro Durán en todo su trabajo de explicación y anotación de la
obra (Muñón, 2009). Antes, para las huellas de La Celestina en la Tragicomedia, Esteban Martín
había reparado ya en la mención apuntada y concluía que Muñón no pretendía exclusiva-
mente alardear de dominio sobre la obra de Rojas, sino también filiar y fundir personajes de
su obra con la rojana (1988: 24-25). Ni Esteban Martín ni Navarro Durán mencionan, sin em-
bargo, la relación de Cremes con el Menedemo del Heautontimoroumenos de Terencio que aquí
apuntamos. La presencia de Terencio en las aulas universitarias de Castilla y Aragón ha de ser
considerada con cautela, puesto que existen escasísimas noticias de su conocimiento o el de
Plauto en ellas, antes de 1500 y ni siquiera en las primeras décadas del xvi, como ha consta-
tado Paolini (2017); pero no se puede dudar de su conocimiento desde el siglo xv, directo en
latín, o través de traducciones y versiones en distintas lenguas.
456 Celestinesca, 42 (2018) Rafael Beltrán
21.– Véase Lida de Malkiel (1970: 488 y ss.). La etimología del nombre de Alisa, relacio-
nado con un poco conocido personaje mitológico, Aliso, o con los vientos alisios, no ayuda
en nada a descubrir sus atributos. En cuando a su comportamiento, ya subrayaba Batailllon
su estupidez: «Noble candeur? Stupide plutôt … […] Si Alisa n’est radicalement sotte, elle est
aveuglée para la naïveté sans borne de son sentiment de supériorité sociale» (1961: 182). La
ceguera de la que habla Bataillon se ha atribuido al hechizo del diablo (Russell, 1963), pero
Lacarra (1990: 94) desestima la influencia de la magia, así como también Snow (1999 y 2001).
Un balance y actualización crítica del tema han sido realizados por Gómez Goyzueta (2017),
quien sugiere para la posible contradicción del comportamiento del personaje una explica-
ción retórica (a través del adynaton), algo que no me resulta del todo convincente.
458 Celestinesca, 42 (2018) Rafael Beltrán
todo ello sin que se vea alterado su confiado sueño. Lida de Malkiel atri-
buía esa imprudencia temeraria a su carácter desdeñoso y caritativo, pero
es la única crítica que piensa de manera benevolente en que es positiva la
«ilimitada confianza en su hija». Es evidente que la Tragicomedia subraya
el desconocimiento que los padres tienen de Melibea, y Rojas justifica de
algún modo, así, el poco respecto con que Alisa pagará su perezosa igno-
rancia de la realidad.
En el auto vi Celestina le cuenta a Calisto sus risotadas de antaño com-
partidas con Alisa y su hija, entonces pequeñita, Melibea: «¿Sin la cono-
cer? Cuatro años fueron mis vecinas; trataba con ellas, hablaba y reía de
día y de noche; mejor me conoce su madre que a sus mismas manos.
Aunque Melibea se ha hecho grande mujer, discreta, gentil» (LC: 159).
Celestina conoce bien a Alisa, porque fueron vecinas, pero la reacción de
Alisa en el auto iv resulta, con todo, bastante sorprendente, si no «insóli-
ta» (como dice Lacarra, 1990: 95), porque la recibe amablemente, llamán-
dola «vezina honrada», cuando Lucrecia se la acaba de describir como
«la que empicotaron por hechizera, que vendía las moças a los abades y
descasava mil casados». Produce la misma extrañeza que nos causa com-
probar que la Celestina de Feliciano de Silva ha conocido bien a Sevila,
la madre de Felides (y a su padre y abuelo, también), y que fue protegida
por ésta en determinadas situaciones críticas. Lacarra llama la atención
sobre «las sonoras carcajadas y el vocabulario vulgar de Alisa, más propio
en boca de prostitutas que en labios de una señora respetable». Y ante
esto, se pregunta: «¿Hay algo que sabe Celestina de los padres de Me-
libea para actuar con tanto tino? […] ¿Podría explicarse su familiaridad
con Celestina y su lenguaje vulgar y poco comedido por un antiguo trato
irregular con la vieja?» (Lacarra, 1990: 95).
Alisa, en todo caso, se mueve entre dolencias. La de su hermana y con
toda probabilidad la suya propia, tal vez vinculada a la debilidad de ca-
rácter. Es persona que, por algún tipo de insuficiencia, no sabe hacer fren-
te a la realidad de los hechos. En el auto xx, tras la muerte de Calisto, al
encontrar a Melibea traspuesta, la ausencia de la escena de Alisa llama
poderosamente la atención y contrasta con la presencia —notoria y ne-
cesaria—, con la sensatez y preocupación amorosa del padre. Pleberio,
aunque no conoce el origen del dolor de Melibea, trata de justificar lo in-
justificable, que es la deserción de la madre en esa situación tan dramática
para su hija. Dice: «tu madre está sin seso en oír tu mal; no pudo venir a
verte de turbada» (LC: 328). Es decir, la madre se ha recluido, sin saber
cómo comportarse en esa coyuntura crítica.
Celestina va asociada con Claudina, madres ambas, pero también con
Alisa. Como interpreta Cantalapiedra, según Celestina, su amistad con
Alisa es similar a la que mantuvo con Claudina, pues ambas eran asimis-
mo «uña y carne» (2003: 59). Las tres madres —recalca el crítico—, veci-
nas del mismo barrio, tienen sus respectivas sucesoras: Elicia, Areúsa y
460 Celestinesca, 42 (2018) Rafael Beltrán
Melibea. «Sabemos lo que está tramando Celestina, pero ¿qué tela urdió
la vieja Alisa? ¿Por qué no quiere menguar la tela de su antigua vecina la
Trotaconventos, esa ‘buena pieça’? ¿Los pulgares de Alisa hilan tan fino
el hilado como los de la alcahueta? […] … si Celestina visita a los que su-
fren de amor, Alisa hace otro tanto con los enfermos, y eso justifica sus
ausencias de su casa» (2003: 60)22.
Buscando la presencia de algunos de estos comportamientos en otros
textos, encontramos que en una escena de La Dorotea de Lope de Vega se
repite el esquema de ausencia o salida poco justificada (en este caso, se
trata de llegada) de la madre de la casa donde han hablado o han de hablar
Celestina y la doncella. Aquí el papel de Celestina lo desempeña Gerarda.
Las excusas de Teodora, la madre de Dorotea, por su arribada intempesti-
va, en la escena sexta y última del Acto segundo, están repletas de elemen-
tos heterogéneos y algo extraños, de incertidumbres y reticencias:
Gerarda.– […] ¿De dónde vienes?
Teodora.– De ver una amiga que estaba de parto.
Gerarda.– ¿Por qué no me llevaste contigo? […
]
Teodora.– Ya parió una muchacha como unas flores, pe-
ro no se parece a su padre.
Gerarda.– Imaginaría una mujer en otro.
Dorotea.– Madre, lleno traes de lodo el manto.
Teodora.– Salpicóme un caballero destos que van des-
hollinando las ventanas. Ponle al sol, en ese huerto,
Celia.
Dorotea.– Nunca sales que no te suceda algo.
Teodora.– El otro día caí en una cueva. […]
(Blecua, 1996: 214-215).
En muy pocas líneas, y para justificar tan breve salida, encontramos to-
da una amalgama de componentes relacionados con el parto de la amiga,
que con toda seguridad ha sido fruto de una relación extraconyugal: lo-
dos, salpicaduras, hollín de deshollinador, la caída en una cueva…, en fin,
una serie de sustantivos que remiten al campo semántico de la suciedad
y de la oscuridad. El «caballero destos que van deshollinando ventanas»,
es decir, que van ‘escudriñando’, los interiores de las casas, recuerda a ese
22.– Según Cantalapiedra, la relación entre las dos viejas se confirma cuando Alisa profie-
re, acompañada de una sonora carcajada, la maldición «Mala landre te mate», que ya había
empleado Elicia. Maldición vulgar, de connotación erótica, asociada dos veces en el Arcipreste
de Talavera al «dolor de costado». Y que Areúsa exclamará, por su parte, en dos ocasiones, en
momentos de clara excitación erótica: cuando Celestina le habla de sanar su mal de madre
manteniendo nuevas relaciones sexuales con Pármeno («Mala landre me mate, si te entendía»)
y cuando Areúsa rechaza en un primer momento que éste suba a verla («¡No suba! ¡Landre
me mate!») (2003: 60-61).
Sospechosas dolencias de viejas quejosas Celestinesca, 42 (2018) 461
hombre «mayor que aquella viga» del Libro de buen amor, que iba «todo
el día» persiguiendo a doña Rama «como a çierva» y «como el diablo al
rico omne». El «caballero» deshollinador ha salpicado de lodo a Teodora,
que venía, además, del parto de una amiga más que sospechosa de haber
tenido a su niño con otro hombre distinto de su marido23. Los equívocos
con los rezos, la visita médica de la madre a la mujer dolorida o parturien-
ta, la poco clara relación de la madre con esta otra mujer, etc., mueven a
relacionar también este episodio con los otros celestinescos examinados.
Y a colocar a Teodora en la nómina de «buenas» madres de comedia, es
decir, de madres negligentes y sospechosas, como poco, de esconder algo
vergonzoso o de llevar una doble vida.
25.– El personaje de Natera está perfectamente analizado por Alonso Asenjo (1990: 55-57),
desde sus precedentes plautinos hasta su desarrollo en la comedia italiana erudita.
26.– Con razón el editor anota: «Como su mención [la del mal de ijada como dolor intestinal]
difícilmente puede venir exigida por el contexto, debe entenderse equívocamente como alu-
siva al lugar anatómico en que se siente la dolencia, cercano a la sede de la sexualidad» (ibid.).
Sospechosas dolencias de viejas quejosas Celestinesca, 42 (2018) 463
que seguir los moldes del proceder masculino, como apuntaba Lacarra
para el comportamiento de Melibea repitiendo el modelo de amor hereos
de Calisto en La Celestina. En todo caso, nos enseñará que las diferencias
de género, entre viejo y vieja, pueden neutralizarse a la hora de cargar
las tintas y exagerar, ridiculizando sus comportamientos indecorosos e
impropios de la senectud.
Artemia, madre de Serafina en la anónima Comedia Serafina (Valencia,
1521), vieja enamorada que acaba con «dolor de madre» tras una noche
tremendamente agitada, es un caso palmario y excepcional de mujer lú-
brica27. Encarna probablemente el extremo más extraordinario y radical
de vieja lujuriosa de toda la comedia renacentista en España. Artemia se
comportará como se comportaba el viejo lujurioso de la comedia latina:
sin medida, sin miramiento, con una procacidad absolutamente desorbi-
tada e insólita.
En la obra, Pinardo, criado de Evandro —quien pretende a Serafina—,
busca modo de introducirse en la casa de ésta para darle una carta de su
amo. Para lograrlo, lo que hace es nada menos que disfrazarse de mucha-
cha y poner, con el fin de franquear el dintel, una excusa francamente dis-
paratada, pero que nos recuerda otras en las que se implican igualmente
familiares. Dice sentirse acosado por la mujer de su tío y tutor: «Yo se-
ñora [le dice a Artemia], soy huérfana de padres y un tío mío que bive a
la puerta de San Juan del Alcáçar es mi tutor. Y su mujer trátame tan mal
que hoy por dos vezes a cuidado matarme, y yo de desesperada me he
salido de casa…» (Canet, 1993: 346). Pero no sólo le permitirá esa argucia
la entrada en la casa, sino la vía expedita a la habitación de la madre (no
a la de la hija). Porque la coartada convence a la frívola Artemia, quien
inmediatamente se apiada de ella (que es él, disfrazado y con nuevo nom-
bre: Illia), y manda e instruye a su criada Violante: «A esa pecadora de
moça, sola y desconsolada, métela en mi cámara y dale de cena, y estése
ahí». Ya tenemos a Pinardo, pues, en la alcoba de la madre. Allí, en un
gran lecho, por el que circulará nervioso toda la noche, de arriba abajo,
hará de las suyas, en principio con el señuelo del disfraz de muchacha:
«Qué diablos dize la vieja? Callando está, me parece, a todo, y aunque le
estoy tentando las piernas no dize nada. Creo que haze del dormido...»
(354). Luego, haciéndose pasar por endemoniado (endemoniada) para si-
mular las lúbricas convulsiones de gozo. Por fin, más adelante, se supone
que a media noche, será averiguada en fin su identidad por la vieja: «¡Do-
nosa moça es ésta! ¡Qué bien talludo tiene el virgo!» (356).
Pese a que Artemia descubre, cómo no, cuál es el sexo real de Pinardo,
tanto ella como Pinardo se aprovechan del equívoco y disfrutan de una
27.– Seguimos la edición de Canet (1993: 305-398). Véase, para su estudio, además, el
trabajo de contextualización del propio Canet (1993: 11-89). Acabado de redactar este artí-
culo, no he podido todavía consultar el reciente libro de Mier (2017), que dedica toda una
parte a la Serafina.
464 Celestinesca, 42 (2018) Rafael Beltrán
santo y obsesionada por estar con él, le hizo acudir a su casa para que la
confesara, poniendo como excusa tener un «mal de costat» que hacía que
su vida peligrara29. En la Rosa de amores de Joan Timoneda (1572), aparece
disociado (lo que supone una previa asociación) ese «mal de costado» del
«mal de amores»: «de qué murió el desdichado: / no murió de calenturas
/ ni de dolor de costado, / mas murió de mal de amores / que es un mal
desesperado»30. Y es que la fiebre o «calenturas» se identifican con el «do-
lor de costado»31. Estas alusiones al «dolor de costado» no están, parece
evidente, exentas de ambigüedad, con ciertos puntos de humorismo. E
independientemente de las connotaciones, en los tres casos se habla de
un dolor tal que peligra el paciente con la muerte.
Se dirá que no tiene que ver directamente ese «mal» o «dolor de costa-
do», que en la medicina de la época correspondía a una pleuresía, con el
«mal de hijada» que aqueja a Paltrana y a otras pacientes. Sin embargo,
comprobamos que en otros textos literarios se aprecia igualmente una
identificación terminológica o una neutralización de significados entre
el «dolor de costado» y el «dolor de ijada». Este último, aunque propia-
mente consista en un cólico nefrítico (la antiguamente llamada «pasión
ilíaca»), podrá aparecer a veces como sinónimo del «dolor de costado»32.
29.– «Era lo benaventurat sant de tan gracios aspecte y presencia que vna stimada dona se
enamora axi granment de aquell que nit y jorn en altra cosa no pensaua: encengue linfernal
drach ab lo vent de les ales de la sua temptacio tan enceses flames de amor desonesta en lo
cor de la miserable dona / que cercaua diuersos camis y vies per on al verge y purissim sant
pogues descobrir lo foch de la secreta passio que la cremaua / fengint tenir mal de costat tan
gran que la sua vida perillaua trames y lo benaventurat sant pregant lo que sens alguna tarda
volgues venir per confessar la [...] li dix la grã passio que per causa de la strema amor que li
tenia la turmentava...» (Peres, 1510, s. f. [a vi]). Citado también, aunque más brevemente,
por Cerveró (1987: 135). Anoto en cursiva los sintagmas comentados, para mayor claridad.
30.– Timoneda (1963: 26); citado igualmente por Cerveró (1987: 93; y 224, n. 434).
31.– El Diccionario de autoridades definía el dolor de costado destacando este aspecto: «El que
da en los lados del cuerpo, acompañado de calentura maligna: enfermedad muy grave y
arriesgada» (la autoridad citada corrobora esta asociación).
32.– Etimológicamente, ijada o ijar provienen del lat. «ilia, ilium», ‘bajo vientre’. La misma
doble procedencia o falta de definición, no sólo del dolor sino de su origen, encontraremos en
textos medievales y renacentistas. No sabemos exactamente, por usar palabras de Celestina
(auto x), a qué parte del cuerpo «más declina y aqueja». Así, en la Materia médica de Dioscó-
rides, traducida y glosada por el doctor Andrés de Laguna, se relaciona el dolor de costado con
el «apostema de los pulmones», cuando se habla de las propiedades curativas de la planta
del bálsamo (Dioscórides, 1968: 26); con la «tosse antigua», el asma y el «dolor de pecho»,
cuando se habla de los beneficios de la «myrra» (1968: 48), el «cedro» (59), o la «manteca...
mezclada con miel, ò açucar» (165). Pero en el mismo tratado clásico de medicina curativa
también se relaciona el dolor de costado con el bazo, las «ventosidades» o la «frialdad de la
madre», al hablar de la valeriana (20) o del «bdelio» (48); o con el hígado, las «cámaras» y los
«torçijones de vientre», al hablar del «agáloco» (30); o, de nuevo, con el vientre, para glosar las
propiedades de las almendras (112) y, más en concreto, de las «almendras dulces» (36); con
las enfermedades de los nervios y de nuevo de la «madre», al hablar del ungüento «cyprino»
(43), etc. Gordonio dedica sendos capítulos (libro v, caps. xvii y xviii) a la «ilíaca passión» y a
la «cólica passión» (1997: 251-55). Algunas de las «causas» que producen estas enfermedades
466 Celestinesca, 42 (2018) Rafael Beltrán
son las mismas que causan la pleuresía, en concreto beber agua fría (en la primera) o la frial-
dad del aire (en la segunda). Véase también Ketham (1990: 239 y 257). Cerveró (1987: 135)
traduce sin dudar el dolor o mal de costado como ‘neumonía’. Los ejemplos que aduce podrían
entenderse también, sin embargo, como ejemplos de dolor abdominal, aunque no hallo el do-
lor de costado como sinónimo claro de dolor estomacal, hepático o intestinal (es decir, de dolor
de ijada), tal como apunta el doctor Laguna, en ninguna obra estrictamente literaria consul-
tada hasta el momento. Pese a esta indecisión, y aun sin descartar que el dolor de costado esté
en determinados casos relacionado con el aparato digestivo, me parece que se dan muchos
más en los que se encuentra directamente vinculado con afecciones del aparato respiratorio.
33.– Cito por la edición de Álvarez Pellitero (1990: 215-244). No hay diferencias respecto a
la edición de Surtz (1983: 110-139).
34.– La cuestión de la autoría no afectará a nuestras comparaciones. Porque sabemos que
esta «demanda» no se encuentra en el ms. de El Escorial, el único conservado del texto, aun-
que sí en las primeras ediciones de la obra, y hay disparidad de opiniones respecto a si sería
apócrifa o no. Aunque para el entendimiento global de la obra el problema de la autoría de la
«demanda» sí que es crucial, evidentemente. Seguimos la edición de González Muela (Mar-
tínez de Toledo, 1970).
Sospechosas dolencias de viejas quejosas Celestinesca, 42 (2018) 467
35.– Pocas páginas antes encuentro confirmada la idea de que se juega con un sobreenten-
dido, muy posiblemente en clave erótica. El episodio anterior a la «demanda» que acabamos
de comentar es el de la disputa alegórica entre Pobreza y Fortuna. Concluye con la victoria de
la primera, que condena a cadena perpetua a la segunda. La sentencia de esta condena viene
firmada por Pobreza del siguiente modo: «Dada en tierra de Babilonia, año que regnava Nem-
brot, rey de la tierra suya, en el mes de julio, antes del caymiento de la torre, jueves, catorze
días del dicho mes pasados, a la ora de prima, quando de rayos el sol la tierra regava e las
bestias de la sonbra a la luz salían, reynante Saturno en la casa de Mercurio, Yúpiter estando
enfermo de cólica pasyón» (ibid., p. 271). La firma de esta sentencia parece un total disparate.
Más desorbitado, teniendo en cuenta la seria lección moral de la alegoría, procedente del De
casibus de Boccaccio. Pero, en todo caso, no menor disparate que el final de la «demanda» con-
clusiva del libro. En ambos casos parece ponerse en solfa una victoria pírrica (la de Pobreza,
en este pasaje, la del antifeminismo en la «demanda» final). Pero, ¿por qué esa insistencia en
la enfermedad del dios mitológico? Ahora el benéfico Júpiter es el enfermo, y Saturno el pla-
neta dominante. De nuevo tenemos la «cólica pasyón» o pasión ilíaca en paralelo, si no como
sinónimo, del mal de costado. Hay que tener en cuenta que esta disputa alegórica cierra la parte
del libro dedicada a defender «cómo Dios es sobre fados, planetas, e el ánima non es sojebta
a ellos», y en concreto los argumentos de aquellos que ponen como excusa a su comporta-
miento su naturaleza o «complysión», como hacía Juan Ruiz en el Libro de buen amor, burlando
por estar predestinado al amor por haber nacido bajo el signo de Virgo.
468 Celestinesca, 42 (2018) Rafael Beltrán
Polandria, de quien Paltrana tendría que haber sido faro vigilante, además
de modelo de virtud. Hay una ausencia patente de figuras protectoras
en todos estos casos. Masculina, en primer lugar; femeninas, luego. No
está, desde luego, el pater familias, ni como marido satisfactorio, ni como
protector necesario. Esa ausencia de padre que tendría que salvaguardar
la honra familiar la tiene que suplir a veces otro hombre. Y el caso más
patente es el de Beliseno, hermano (tal vez bastardo) de Roselia, la prota-
gonista de la Cuarta Celestina. Pero esa suplencia y asunción de responsa-
bilidades paternas conduce a una verdadera tragedia: a la muerte cruenta
de la pareja de amantes37. Siempre que aparece la figura que ejerce como
padre, tanto si conoce la situación, interviene y se toma la ley por su ma-
no (como es el caso de Beliseno), como si desconoce todo y no interviene
(Pleberio), el corolario resulta funesto y terrible.
Ausente el padre (o sustituto de éste), habría de ponerse al frente de la
situación la madre: Alisa, Paltrana, la madre de Roselia, la madre de Vio-
lante y otras. Pero evidentemente no lo hacen, por distintas causas que
a menudo convergen en una. Paltrana, en concreto, mujer sin hombre
(que conozcamos, pues no se menciona al padre de Polandria en toda la
obra), pertenece probablemente a un grupo de madres, como Sevila, que
han experimentado pasiones en la juventud, y a quienes no queda sino la
nostalgia de los recuerdos felices. Celestina retiene bien esos recuerdos y
los revive virtualmente con la palabra, pero cuando el umbral de lo imagi-
nado o evocado se traspasa y se intenta dar nuevo fuego a esos rescoldos
en la vejez, se corre el peligro de caer en los excesos disparatados de la
madre de Roselia. Las mujeres de comedia celestinesca, señoras libres,
uxores dotatae, no son en principio de la misma casta que Celestina. Y,
sin embargo, tampoco son tan diferentes en algunas de sus más íntimas
veleidades. Como dice Cantalapiedra, «si Celestina visita a los que sufren
de amor, Alisa hace otro tanto con los enfermos». Paltrana no visita en-
fermos de amor, pero se hace visitar y cuidar ella misma como enferma.
Como se hace visitar Teodora, la madre de Dorotea. No salen a las calle-
jas, pero se quedan en casa con la misma o peor negligencia, comiendo o
durmiendo, «descuidando» a los hijos. Y no por casualidad las enfermas
de comedia casi siempre sufren de una enfermedad relacionada con las
partes inferiores del cuerpo —la ijada, la matriz, el costado— que podían
albergar la aegritudo amoris y que podían requerir, como en el caso de los
hombres, los correspondientes remedia. Estas madres no pueden cumplir
con sus deberes de protectoras, no pueden suplir las funciones de los
padres ausentes y negligentes. Precisamente por la razón de que forman
parte, aunque sea de manera tangencial —o que no puede ser declarada,
37.– No hay pruebas, sin embargo, de que ese otro hombre vengador pudiera ser otro her-
mano, el cuñado, es decir, el hermano de la madre. Pero véanse, para entender la importancia
de Beliseno y su papel totalmente nuevo y original en comedia y celestinesca –como ya des-
tacaba Menéndez Pelayo–, los comentarios interpretativos de Navarro Durán (2009: 41-45).
470 Celestinesca, 42 (2018) Rafael Beltrán
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Sospechosas dolencias de viejas quejosas Celestinesca, 42 (2018) 473
RESUMEN
ABSTRACT
The article focuses on the character of Paltrana, the mother of Polandria in the
Second Celestina by Feliciano de Silva, connecting this character with other com-
edy mothers who play a similar role. They are careless mothers or mothers who
are oblivious to the seriousness of the events in which their daughters are taking
part. Paltrana is compared to Alisa, in Fernando de Rojas’ La Celestina, to Teodora
in Lope de Vega’s La Dorotea and to other «good» mothers in poetry and comedy.
Their behaviours and their pains are compared with the symptoms of love sick-
ness, in its different variants. As a matter of fact, the same dramatic scene is used
repeatedly and gives a lot of play with a wide variety of possibilities. Coming
from the tradition of comedy, Feliciano de Silva takes advantage of some of them
with total originality.
key words: Paltrana, Feliciano de Silva, Segunda Celestina, Alisa, La Celestina, latin
comedy.
Celestinesca, 42 (2018): 477-498
1.– Este trabajo se inscribe dentro de las actividades del proyecto de investigación del
Ministerio de Economía y competitividad «Primer Teatro Clásico Español (PTCE): Plataforma
para la investigación textual y escénica del Teatro Español del xvi (1496-1542)» (FFI2015-
64799-P) y de la Unidad de Investigación Consolidada de Castilla y León (UIC 173) GOTA
(Grupo Olmedo de Teatro Áureo)
2.– Ya Menéndez Pelayo (1905: II, CLCCVII) percibía la existencia de esa comunidad de
obras en verso y en prosa, narrativas, dramáticas y poéticas, que denominaba «las Celestinas
secundarias», encabezadas por primera reescritura de Jiménez de Urrea; Baranda Leturio y Vian
Herrero (2007) reúnen y valoran las propuestas del santanderino (407-423) y establecen la tra-
yectoria seguida por el concepto en su evolución (423-444). Véase ahora una relación razonada
del parentesco entre los distintos estadios del texto y sus posibles modelos en la ficción senti-
mental en Hinrichs (2011: 1-44) así como las reflexiones sobre la nómina y los procedimientos
de construcción vinculada de los nuevos textos celestinescos de Baranda Leturio (1992).
478 Celestinesca, 42 (2018) Miguel García-Bermejo Giner
3.– Véanse las noticias y reflexiones respecto a esta continuación tardía del texto de Rojas
en Baranda Leturio (2017: 71).
4.– Estilísticamente incluso resulta sorprendente comprobar con la recopilación de re-
franes y expresiones proverbiales que realizó Cantalapiedra Erostarbe en su edición de Ce-
lestina (2000: T. 3) cómo Silva reutiliza un número llamativo de paremias, en torno al 30%
del total. Sales Dasí (2001) llamaba la atención sobre la transformación de la acción y los
personajes en el texto de Silva, orientados hacia la disminución de la función moral explí-
cita y abiertos a una cierta comicidad de cuño clasicista. Rodríguez Cascante (2001: 39-40)
al abordar el tema de la transformación del tema del honor del texto de Rojas al de Silva
propone que se trata del resultado de una voluntaria arcaización de los valores morales y
sociales que acompaña a la supresión de la ambigüedad del texto original y la conciencia de
los personajes. Yuri Porras (2007: 284-288) señala la continuidad del nimis amor, equivalente
al hereos pero que afectaba a personas de posición social no aristocrática, en este caso las
criadas de las damas asediadas por sus amantes en ambos textos. Baranda Leturio, por su
parte, señala, al hilo de las semejanzas y diferencias entre los textos celestinescos que es un
conjunto excepcional para observar: «[…] las tensiones entre imitación y originalidad, respe-
to y enmienda, y acercarse a la riqueza de los mecanismos de reescritura en la literatura de
ficción durante la primera mitad del siglo xvi» (2017: 69). Por su parte, Hinrichs (2017: 24)
lo plantea en términos similares: «En cuanto a las motivaciones las secuelas se escriben por
tres razones principales: corrección, ampliación y conclusión del texto preferente. En todos
los casos, subordinan la historia original a propósitos nuevos, convirtiendo la figuración
en prefiguración. En otras palabras, son rebeldes y respetuosas, fieles infieles […] Como
buenos continuadores observan e imitan las convenciones establecidas por sus precursores.
También observan y responden a desviaciones de estas convenciones». Un razonamiento
semejante es el de Vian Herrero: «La alcahueta no es una trivialización pintoresca, trágica o
Poder, experiencia y secretos en la Segunda Celestina Celestinesca, 42 (2018) 479
realidad los destinatarios del conjuro son los otros habitantes de su casa en ese momento, a
saber, Sempronio y Elicia. Que se podía oír lo que se decía lo sabemos por el auto I (2000:
49) cuando el propio Sempronio escuchaba los pasos que daba arriba el cliente de Elicia, Cri-
to. La súbita enumeración de artículos mágicos (2000: 106-107) que acompaña a su puesta
en escena de empoderamiento mágico también podría tener por objetivo silenciar las dudas
expresadas por Sempronio. Su confianza en sí misma es también la que la hace blasonar más
adelante en el auto sexto ante Calisto cuál fue su estratagema, ya puesta en práctica en otras
ocasiones: «Vender un poco de hilado, con que tengo cazadas más de treinta de su estado,
si a Dios ha placido, en este mundo, y algunas mayores» (2000: 148). Con todo, véanse la
extensa y sutil argumentación que explicaría la intervención de un elemento mágico en la
Tragicomedia de Rojas en función de las creencias supersticiosas y teológicas contemporáneas
en Vian Herrero (1997: 212-216).
8.– Solomon (2007: 105) ha señalado cómo la conocida enumeración que Pármeno realiza
en el auto I (2000: 56-62) de las substancias que atesora Celestina en su laboratorio despiertan
en Calisto, en vez de disuadirle de recurrir a la vieja, la fascinación contemporánea por esos
remedios maravillosos que circulan en su tiempo. La difusión entre mujeres de recopilacio-
nes, con forma de recetas, de estos conocimientos en textos impresos se ha podido rescatar
últimamente; véase para el siglo xvi en Italia, Ray (2015: 46-72) y para España, entre otros
Cabré i Pairet (2014 y 2011). Sobre el aceite de Aparicio véase Ramos González & Rodríguez
Sarmentero (2017), Herrera Dávila, (2008), Riera Palmero (2007) o Valle Nieto (2006); un
ejemplo de la pervivencia de la fe en estos remedios es el líquido alquímico de propiedades
aparentemente curativas de Pedro de Aldre y Soto, que estudia Pérez de León (2018:), simi-
lar era el «bálsam de Malats», empleado en caballerizas y humanos desde el siglo xviii al xix
que estudian Guardiola Pereira & Baños i Díez (2018: 97-99) y Salvador Velasco (2010); o
los «Polvos universales purgantes» y la «Bebida de la Puente» del médico y boticario navarro
Matías de Beinza que triunfaron como remedio universal y específico para el morbo gálico,
respectivamente, hasta el siglo xix, estudiados por Serrano Larráyoz (2016).
9.– El personaje se incorpora al teatro contemporáneo con esa materia mágica reducida a
la mínima expresión y habitualmente vinculada a creencias folclóricas y supersticiosas, como
Poder, experiencia y secretos en la Segunda Celestina Celestinesca, 42 (2018) 481
pero también, como recuerda Alfonso de Palencia (1490: XLIII rº), ‘basis’
es: «la línea que yaze debajo del medio círculo». No parece aventurado
suponer que esa línea hay que entenderla en sentido geográfico, esto es,
que se trata del Ecuador. No recoge estas últimas voces Palencia, ‘ecuador’
o ‘trópico’, que yo haya localizado, pero Nebrija (1495: 191a) recoge que
el «trópico del esp[h}era, el ‘círculo’, se denomina tropicus12. Parece lógico
suponer que «el ocaso de los [átomos] del Basis procedientes» se refiere
al momento en el que la proyección del sol cae más al sur, en vertical en
el otro trópico, el que denominamos de Capricornio, que marca el inicio
de la época invernal13. La segunda parte de la respuesta, donde dice que
Bóreas, el viento septentrional, «sea fuerte con las fuerzas nuevamente en
él infusas a causa de la lumbre del primero planeta estar predominante»
no es un contrasentido; es producto de la observación, como se recoge en
Alonso de Chaves (ca. 1537) (1983: 166): «Sol, cuando al poner de él en in-
vierno pareciere más resplandeciente de lo acostumbrado, denota vientos
septentrionales el día siguiente. Solsticio estival, a los quince días después
de él suele ventar boreas, y a los quince días después del solsticio yemal».
Aunque este libro, que no pudo ser la fuente del conocimiento del autor
de la Thebayda, porque nunca se imprimió por ser secreto de Estado14, es
un buen ejemplo de cómo el conocimiento del tiempo puede ser produc-
to de la simple observación de fenómenos naturales, como recuerda Ri-
der (2012: 27) o Jones (2013: 39-47), si bien este último, además, señala la
costumbre de emplear fuentes clásicas para estos cometidos, como Plinio
el Viejo, San Isidoro o Beda el Venerable (2013: 39-40).
El resto del pronóstico de Amintas tiene un origen mucho más literario,
aunque su finalidad sea la misma, producir un cierto estupor en quien
lo escucha para conseguir acallar cualquier oposición15. Como se puede
12.– Información técnica más detallada la ofrece bajo la voz trópico el diccionario técnico
de la USAL en línea DICTER 2.0: http://dicter.usal.es/lema/trópico. Consultado el 01.08.2018.
13.– Muy gráficamente explicado en https://www.lifeder.com/tropico-de-capricornio/.
Consultado el 01.08.2018.
14.– http://portal.protecturi.org/historia-de-espejo-de-navegantes-el-manuscrito-secreto-
de-1537/. Consultado el 04.08.2018.
15.– Con el motivo de la caída de las hojas y la desaparición de las flores amarillas («anda
despejando los árboles de sus frondas y a los dulces campos de la apostura de sus hermos[os]
cabellos» 2003: 311) parezca claro que el autor se hace eco de alguna de los numerosos auto-
res que le asignan esta costumbre a Bóreas, como Boccaccio en su Genealogia: «De él [Bóreas]
se cuentan muchas fábulas. Servio dice que amó al joven Jacinto, que también era amado por
Apolo, y puesto que veía que el amor del joven se inclinaba más al amor de Apolo que a él,
enfurecido lo mató cuando jugaba con el disco […] Si apartamos de estas cosas la cobertura
de las fábulas, advertiremos en primer lugar que Bóreas ama a Jacinto, que es una flor y por
tanto niño, puesto que ninguna flor vive mucho tiempo; esta forma, porque por casualidad,
soplaba muy a menudo a través de prados llenos de jacintos, como si fuera a ver a los que
amaba, tal como nosotros vamos con frecuencia a ver a los que amamos. Este Jacinto era tam-
bién amado por Apolo, esto es, por el Sol, pues también a éste, que produce y contempla tales
cosas, se la llama enamorado, y porque es su cuidador, y por eso se dice que es amado por Ja-
Poder, experiencia y secretos en la Segunda Celestina Celestinesca, 42 (2018) 483
16.– La cita se encuentra en Cicerón (2005: Lib. V, §XXXIX.114, 455). Incluso Cantaflua
da señales de una inclinación semejante según Veturia expresada en términos que parten de
la Metafísica de Aristóteles (1994: Cap. I, 69-74): «Bien será que le hable, que elevada está, y
aora me parece que está especulando y resolviendo en el entendimiento las sagradas pági-
nas, quando dicerniendo la cumplida gloria que esperava ni halla en ella felicidad ni cosa sin
compañía de toda manera de passión. Pero no me maravillo, que Cantaflua es discreta y ha
leýdo mucho y como se halla con alguna libertad, el entendimiento, deseosso de la contem-
plación en las cosas altas, está con la especulación vacilando de lo incierto a las cosas ciertas.
Y así ha alcançado la vanidad de las cosas tras que andamos, y la poca firmeza que de que
nuestro miserable vivir está acompañado; y quán transitorias y livianas son las cosas que
con tanta voluntad estamos deseando, y quán presto fenece lo que nosotros pensamos y
tenemos creýdo ser cunplido y entero bien. Assí que no me maravillo, porque naturalmente
todos somos inclinados a saber lo que desseamos, y como ya tiene lo que con tanto ahínco
a estado esperando, pienso que aquella ymaginación le haze vacilar; porque las fuerças de la
sensualidad mitigadas en algo, luego las de la razón crecen y reciben aumento; y como los
ojos de la voluntad se van cerrando, así los de la razón van recobrando su lumbre. Y porque
todavía habla, quiero entrar, aunque en algo desea enojosa, por apartalla de las cosas en que
con tanta diligencia está meditando» (2003: 222).
17.– El punto de partida de un análisis de esta Segunda Celestina, amén de la citada edición
de Baranda Leturio (1988), no puede ser otro que el estudio de Lida de Malkiel, que presta
especial atención a las características del personaje original que son retomadas, y alteradas en
ocasiones, en la obra de Silva (1962: 575-584).
18.– Es llamativo el caso de Sedeño y su adaptación en verso del texto de Rojas; en el pró-
logo expone sus razones para haber acometido esta labor y manifiesta un enfático respeto al
texto original: «Y como esta obra estuviesse del todo cumplida y de ninguna cosa falta, no
me paresció justo añadir en ella cosa alguna: mudar la orden de su proceder era en agravio
de sus primeros autores, a quien tanta reverencia se deve. Pues considerando que todas las
cosas que en metro son puestas atraen a sus autores dos grandes provechos, lo uno ser assí a
los oyentes como a los lectores más aceptas, y lo otro que más fácilmente a la memoria de las
gentes son encomendadas, aunque con trabajo de mucho tiempo me dispuse a lo hazer con
determinada voluntad de no addicionar ni diminuir sus sentencias y famosos dichos» (Cito
por la edición de Blini 2009: 53).
Poder, experiencia y secretos en la Segunda Celestina Celestinesca, 42 (2018) 485
21.– «MELIBEA. Vieja honrada, alégramela tú [mi pena], que grandes nuevas me has dado
de tu saber. CELESTINA. Señora, el sabidor sólo es Dios. Pero como para salud y remedio de
las enfermedades fueron repartidas las gracias en las gentes de hallar las melecinas, dellas por
esperiencia, dellas por arte, dellas por natural instinto, alguna partecica alcanzó a esta pobre
vieja, de la cual al presente podrás ser servida» (2000: 221).
22.– Como señala Baranda Leturio remite a sendos hipotextos bíblicos: Mateo, 11, 25: «Por
aquel tiempo tomó Jesús la palabra y dijo: Yo te alabo. Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos»; y Lu-
cas, 10 21: «En aquella hora se sintió inundado de gozo en el Espíritu Santo y dijo: Yo te alabo,
Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y
las revelaste a los pequeños. Sí, Padre, porque tal ha sido tu beneplácito». Ambas citas alien-
tan también, como apunta González Muela en su edición del arcipreste de Talavera, un pasaje
del capítulo XIV («Cómo amar a Dios es sabieza e lo ál locura») de la obra del arcipreste de
Talavera: «Señor, muchas cosas a los sabyos e prudentes de tus secretos escondiste, las quales
a los pobrezillos revelaste, e esto porque asý plaze a Tý» (1992: 177).
Poder, experiencia y secretos en la Segunda Celestina Celestinesca, 42 (2018) 487
23.– «CELESTINA. […] por mi vida, ¿qué tienes gastado de las cien monedas? ELICIA.
Pardiós madre, que lo digas tú, para ver si aciertas. CELESTINA. Por mi vida, que digas; a
ver si me dixo Plutón la verdad, o si es lo que yo sé. ELICIA. Pardiós madre, doze monedas
tengo gastadas y la cadena entera se está, como tú la dexaste escondida. CELESTINA. Por tu
vida, tanto me dixo Plutón que havías gastado. ELICIA. Pues por mi vida, que mintió; que
no tengo gastadas más de ocho. CELESTINA. Por tu vida, que esso es lo que yo sabía, y el
traidor siempre acostumbró mentir; bien testifica la palabra divina donde dize que desde su
principio fue mentiroso y pa/d iv/dre de mentiras. Buena estuviera yo, hija, si no supiera más
que él» (1988: 198-199).
488 Celestinesca, 42 (2018) Miguel García-Bermejo Giner
24.– Así el caballero Felides reprocha a sus criados tras su entrevista en casa de la vieja:
«[…] Y mirad, vosotros ¿para qué estáis susurrando de Celestina, que save más ruindad que
el diablo, y metéisme a mí en afrenta?» (1988: 287).
Poder, experiencia y secretos en la Segunda Celestina Celestinesca, 42 (2018) 489
25.– Consúltese la bibliografía de la edición del texto de Silva; además repárense en las pre-
venciones que levantaban los saludadores y ensalmadores en la España contemporánea por la
potencial base diabólica de sus actos, como señala Campagne (2001). Una introducción su-
cinta al ensalmo y su construcción a partir de salmos en Maggi (2001: 54-59), aunque para el
ámbito hispano se debe consultar Díez Borque (1995 y 1985), así como Martí i Pérez (1989).
26.– Sobre la aparición de unos cuidados sanitarios femeninos véase Beltrán Muñoz
(2014); Vázquez Melio (2018) reconstruye el entorno sociológico, al hilo del primer teatro
clásico, de estas mujeres y los juicios que sobre ellas se vertían. Sobre la progresiva marginali-
zación de estas sanadoras véase Marsá González (2011); una caracterización de sus oficios en
Guerrero Navarrete (2012) y Castell i Granados (2013), así como Whaley (2010) para percibir
la extensión del fenómeno.
27.– En el texto su exhibición de estos conocimientos se extiende por todo tipo de situacio-
nes y con todo tipo de clientes: por ejemplo, a la criada Poncia la engatusa con una paralipsis
que ponía de relieve la meramente superficial transformación de Celestina: «CELESTINA. […]
Y aun por mi vida, hija, señora Polandria, que si me tomaras en otro tiempo, que supiera yo
dar cuenta de otras curas para las moças, como sé para las viejas. PONCIA. ¿Essas curas serían
de amores, madre? CELESTINA. Aquí parésceme que pueden decir que en casa del alboguero
todos lo son, que también esta donzella es graciosa. Hija, ya passó ese tiempo, que moça fui
y vieja soy, mal pecado, en mi tiempo también a mí me miravan. Mas, mi amor, las curas de
rostro, cavellos y manos son, no lo eches tú a la peor parte. Más me precio, hija, de dar conse-
jos, que de tales vencejos, de un rosario, digo, hija, y sus misterios, de una oración del conde
o de la emparedada; esto te podré yo amostrar, mi amor, si lo quieres aprender». (1988:314).
O en este otro lugar: «CELESTINA[…] Y mírame tú, hija, que a esto torné acá, que no a otras
libiandades; bien sé, hija, que holgaras tú más que te dixera que con ceniza de sarmientos y
cal, tanto de uno como de otro, con cendra y orochico y alarguez, se haze la buena lexía para
esponjar, y que con solimán molido y cozido con un limón se hace buen badulaque para el
rostro, y con jabón raspado y nueve días en vinagre fuerte se curan y mudan bien las manos,
con otras mil tarabusterías que de aquí a mañana no acabaría de dezir. Mas hija, lo que es
bueno para el baço es malo para el hígado, para el alma, digo, que para ésta se han de hazer
las verdaderas lexías, con ceniza de dolor y con agua de lágrimas de arrepentimiento, con que
se te hará en la gloria una crespa de oro que parezcas un ángel» (1988: 315-316)».
28.– Como la editora señala en el lugar correspondiente se trata de la Epistola a los romanos,
I, VII, 23.
490 Celestinesca, 42 (2018) Miguel García-Bermejo Giner
29.– Hinrichs (2017: 24) incluso supone que este hecho es la causa de la decisión de Silva
de resucitar a Celestina en su obra: «no debe morir a manos de sus inferiores. Celestina es
demasiado astuta […]». Con todo, como recuerda Lida de Malkiel la criada de su objetivo se
sirve de ella para sus propios fines sin que la vieja se percate (1962: 575).
30.– Véanse la interpretación de Scott (2017: 167) respecto al personaje y sus acciones, que
corporizaría un acontecimiento real, la irrupción del debate sobre la naturaleza y condición
humana, presente en una Celestina cuyas palabras y acciones encarnan: «the focus on the
need for self-knowledge, the striving for self-determination and agency, the acknowledged
power of language and its importance in the fashioning of selfhood».
492 Celestinesca, 42 (2018) Miguel García-Bermejo Giner
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494 Celestinesca, 42 (2018) Miguel García-Bermejo Giner
RESUMEN
Los estudios literarios han construido, con el paso de los años, el relato de la
evolución de los textos que nacieron a partir de la obra de Fernando de Rojas.
Conocemos ya con cierta seguridad los aspectos más sobresalientes de esa rees-
critura pero aún faltan por precisarse los detalles más concretos. Este es el caso
de la transformación que experimenta de la presencia y empleo de la magia y
el conocimiento como fundamento del poder de la alcahueta en los textos de la
Comedia Thebayda y la Segunda Celestina de Feliciano de Silva respecto de la Tra-
gicomedia original. Para poder apreciar el cambio se establecen sus funciones en la
acción del texto de Rojas, a partir del análisis de varios lugares de la acción que
rodean a su aparición, y se revisa con minuciosidad el sentido que adquieren en
los primeros textos extensos que se han conceptuado como la rama cómica de las
imitaciones celestinescas.
palabras clave: Secretos-magia-conocimiento-celestinesca-censura.
ABSTRACT
Celestinesca, 42 (2018): 499-512
Contextos
Es un lugar común situar los comienzos de la globalización y del primer
capitalismo a finales del siglo xv y comienzos del siglo xvi. Esta época co-
noció un aumento extraordinario en la mercantilización de las relaciones
humanas, así como los principios del establecimiento de un sistema de
valor global. Las constantes referencias al oro en las crónicas, diarios y re-
laciones del ‘Nuevo Mundo’ son, desde el Diario de a bordo, de Colón, ar-
chiconocidas; así como el tópico de la supuesta codicia de los navegantes
y traficantes que se mueven entre América y Europa. Todas las acciones
de los navegantes y conquistadores españoles pivota sobre el ansia por
el oro, de manera que personas como Bartolomé de las Casas elevaron
rápidamente el grito al cielo para denunciarlo.
La creciente llegada de riquezas a España desde las Américas, así como
el creciente volumen de créditos debido a los viajes y comercios transat-
lánticos, causaron una subida enorme de los precios en la península ibé-
rica, cambiando profundamente la España de la época (Grice-Hutchinson
1952: 2-4). Grice-Hutchinson lo describe así:
For a little time fortunes could still be made in the New
World by the old traditional method of conquest, the
acquirement of land and booty, and the virtual enslave-
ment of the conquered peoples. But in Spain itself things
had changed. Accounting skills, quickness of intellect,
and knowledge of commercial practice were now the
keys to prosperity. And of such a training the hidalgo
had but little, contenting himself with consolidating
the territorial gains he had achieved in the Reconquest
(1992: 184).
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literarias; entre otras cosas, escribió hacia 1534 una Segunda Celestina,
que constituye la primera continuación de la obra rojana y que da lugar
al ciclo celestinesco3. De su vida sabemos poco además; está documen-
tado que tras un pleito con su propio tío, en el que este le acusaba de
comunero a favor de la Junta de Tordesillas, le fue otorgado un puesto
vitalicio de regidor (Baranda 1988: 31). Por ende, podemos inferir que el
propio Feliciano de Silva estuvo en posiciones importantes para observar
y entender la influencia de una mercantilización generalizada en la vida
de las personas.
3.– Luis Mariano Esteban (1991-1992) analiza la función de la Segunda Celestina en el ciclo
celestinesco.
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licitud del crédito en el siglo xvi, axial para los debates económicos de la
época (Grice-Hutchinson 1992: 180-182). La respuesta de Celestina a las
dudas de Elicia se nutre de un mercantilismo desenfrenado:
Celestina. ¡Qué negro linage, y qué negra nada de honra!
Como si no supiesses, hija, que todos somos hijos de
Adán y Eva. Y por aquí verás, mi amor, que sola la ri-
queza haze el linaje; porque créeme, hija, que como ya
todo lo que se compra y se vende anda puesto a peso y
medida, assí anda la honra y el linaje a peso y medida,
de ser más y valer más no el que más vale de persona,
mas el que más vale su hazienda, no el que tiene de
virtud y linaje, mas el que más tiene de falta de todo
esto con sobra de lo contrario para saber adquerir más
dinero (531-532).
En esta concepción de las relaciones humanas todo depende del dinero,
del valor mercantil que uno haya reunido. La hacienda de una persona se
convierte en el único criterio para apreciarlo, ni títulos nobles están exen-
tos de esto: «porque a un conde se haze con más de hazienda la honra,
que a un duque no se haze con menos de tal interés» (532); ni títulos ecle-
siásticos: «mira la diferencia de la honra que se haze a un obispo de anillo,
a la de otro obispo de mayor renta con igual dinidad y ditado» (532). La
joven Elicia tiene sus dudas: «Por cierto, tía, pues yo he oído dezir que
dizen los sabios que más vale saber que haver, virtud que riqueza» (533).
No obstante, Celestina sigue elaborando su discurso organizado única-
mente por una idea mercantil: «Eso, hija sería en otro tiempo, mas no en
éste, que ya sabes que dize el proverbio que cada cosa en su tiempo. […]
y por aquí verás que el tiempo quiere lo que se usa en él, engendrado por
él, qu’es el dinero» (533). La vieja alcahueta expresa una clara consciencia
de que la supremacía del dinero es un fenómeno de su tiempo y parece
apuntar además, al tema del préstamo y los intereses, puesto que el tiem-
po engendra dinero en el proceso de dar un crédito.
Desde la primera aparición de la vieja codiciosa se evidencia esta supe-
ditación de las relaciones al dinero. Recién vuelta a casa, pregunta a Elicia
que se ha hecho del dinero y de la cadena que había recibido de premio
en la Tragicomedia. Esta trata de engañarla pero la Celestina es suficiente-
mente astuta e insiste:
Celestina. Por mi vida, que digas; a ver si me dixo Plutón
la verdad, o si es lo que yo sé.
Elicia. Pardiós madre, doze monedas tengo gastadas y la
cadena entera está, como tú la dexaste escondida.
Celestina. Por tu vida, tanto me dixo Plutón que havías
gastado.
Amor cortés y amor mercantil Celestinesca, 42 (2018) 505
7.– «La rhétorique de Félides a touché celle a qui elle était destinée et la seule qui pouvait
la comprendre» (Heugas 1973: 286).
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Conclusiones
Se ha visto que la obra se crea, al igual que su modelo, en un mundo
de una desenfrenada mercantilización. Feliciano de Silva radicaliza los
elementos mercantilistas ya presentes en la Tragicomedia rojana (Sánchez
1994: 61)8 presentando una serie de discursos amorosos que conceptua-
lizan las relaciones entre personas principalmente regidas por el dinero.
La obra pone, pues, de relieve la reificación que se lleva a cabo a partir
del mercantilismo. El proceso de «apreciar» el valor de una persona según
el tamaño de su hacienda, la valoración del beneficio de una relación por
el aprovecho económico que esta puede significar, un distanciamiento
entre las personas, son elementos que están en el debate alrededor del
término «Verdinglichung» desde Marx y Lukács y ahora en los trabajos de
Axel Honneth. Él ve un olvido del reconocimiento fundamental del otro
en la raíz de la cosificación de las personas:
Insofern entspricht jenem Vergessen vorgängiger Anerk-
ennung, das ich als den Kern aller Vorgänge der Verdingli-
chung begreifen möchte, auf der anderen Seite tatsäch-
lich auch das Ergebnis einer perzeptiven Verdinglichung
der Welt: Die soziale Umwelt erscheint, nahezu wie in
der Wahrnehmungswelt des Autisten, als eine Totalität
bloß beobachtbarer Objekte, denen jede psychische Re-
gung oder Empfindung fehlt. (Honneth 2015: 68).
José Mondéjar había apuntado sobre la Segunda Celestina que es un «re-
trato de un tipo de sociedad estamental, cuyo único lazo de relación posi-
ble entre los estratos socioeconómicos principales (el bajo fondo y la clase
adinerada) es el ‘amor’ como mercancía de compraventa, servido por chu-
los, bravucones cobardes, criados sin escrúpulos y alcahuetas» (2000: 221).
La cosificación de la persona es un elemento muy presente en la obra
de Feliciano de Silva que llega hasta el discurso amoroso, por lo cual su
texto, lejos de significar una vuelta a un supuesto mundo medieval, se
inserta en el discurso mercantilista de su época.
8.– Apunta sobre el dinero en la Celestina: «El dinero comienza a ser la medida con la cual
los humanos determinan sus compromisos personales» (Sánchez 1994: 61).
Amor cortés y amor mercantil Celestinesca, 42 (2018) 509
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RESUMEN
ABSTRACT
This article situates the Segunda Celestina by Feliciano de Silva in his historic con-
text, especially in the context of the economic thinking of its time. The authors
analyzes that the text offers different love models. The majority of the relation-
ships in the text corresponds to an economized love which objectifies the other.
In contrast to this economized love their appears an example of courtly love and
one of pastoral love. The text concludes, then, that Silva’s text is far from pro-
claiming medieval values, but participates in the xvi-century discussions of an
increasing mercantilisation.
Celestinesc
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