MAN Bol 2017 35 176
MAN Bol 2017 35 176
MAN Bol 2017 35 176
Resumen: En el artículo se repasa la historia del Museo Arqueológico Nacional desde su crea-
ción en 1867 hasta la actualidad a través de los hitos principales que han marcado su trayec-
toria, destacando su papel en el desarrollo de la museografía y en la difusión y conocimiento
de la arqueología en España. Además del proceso de creación de la institución, se revisan los
rasgos básicos en la configuración de sus colecciones, el espacio físico, sus instalaciones y las
sucesivas renovaciones que ha vivido para adecuarse a las necesidades de una sociedad cam-
biante y al surgimiento de nuevas concepciones y planteamientos sobre los museos a lo largo
del tiempo. La última actuación realizada entre 2008 y 2014 ha sido la de mayor envergadura
de su historia, una reforma integral que ha permitido que el Museo llegue a su 150 aniversario
con unas instalaciones totalmente renovadas, y también con un renovado afán por mejorar el
servicio que presta al público y por cumplir de la manera más eficiente con las funciones de
preservación, investigación y difusión que le son propias.
Abstract: In the article, the history of the Museo Arqueológico Nacional has been reviewed
since its creation in 1867 to the present day through the main milestones that have marked its
trajectory highlighting its role in the development of the museology and in the diffusion and
knowledge of the Archaeology in Spain. In addition to the institution’s creation process, we
review the basic features in the configuration of its collections, the physical space, its facilities
and the successive renovations that it has lived to adapt to the needs of a changing society
and to emergence of new conceptions and approaches to museums over time. The last per-
formance made between 2008 and 2014 has been the largest in its history, a comprehensive
reform that has allowed the museum to reach its 150th anniversary with a completely renovated
facilities, and also with a renewed desire to improve the service to the public that provides and
to fulfill in the most efficient way with the functions of preservation, research and diffusion
that are their own.
El 21 de abril de 1866, después de un largo proceso iniciado en 1859, tenía lugar la solemne
ceremonia de colocación de la primera piedra con la que la reina Isabel II inauguraba las
obras de un edificio que iba a estar destinado a albergar la Biblioteca y Museos Nacionales.
El sitio elegido para su construcción se situaba entre el paseo de Recoletos y la ronda de Al-
calá –actual calle de Serrano–, sobre el amplio solar que ocupaba el inmueble de la primera
Escuela de Veterinaria (1793-1862), en terrenos que antes habían pertenecido a la congrega-
ción de San Felipe Neri, en la periferia de la ciudad, pero que en esta época se encontraba en
profunda transformación urbanística. En el lugar que había sido la huerta de la Veterinaria jus-
to se acababa de levantar la nueva Casa de Moneda proyectada por los arquitectos Francisco
Jareño y Nicomedes Mendívil, mientras que el Prado de Recoletos se había embellecido con
alamedas convirtiéndose en uno de los paseos más vistosos y concurridos del nuevo Madrid
en expansión, una vía donde menudeaban los palacios de aristócratas y financieros de la na-
ciente burguesía. Al otro lado de la Escuela de Veterinaria, en la ronda de Alcalá, comenzaban
a visibilizarse los primeros edificios del futuro barrio de Salamanca cuya formación avanzaba
rápidamente (Salvador, y Salvador, 2016: 11; Torres, 2017: 94).
Coincidiendo con estas obras de remodelación del paseo de Recoletos, y como forma
de acentuar el carácter simbólico del nuevo trazado urbanístico, en los años 1859 y 1860 había
surgido la idea de aprovechar el terreno contiguo a la Casa de Moneda para construir un gran
edificio monumental destinado a Biblioteca y Museo Nacionales, que se materializaría en 1865
con la aprobación del proyecto a cargo del arquitecto Francisco Jareño y Alarcón2, ganador
del concurso público convocado en 1862 (R. O. de 28 de noviembre), y la colocación de la
primera piedra en la solemne inauguración de las obras en abril de 1866 (Memoria sobre el
progreso de las Obras Públicas […] en los años de 1859 y 1860 […], 1861: 38; Rada, 1892-1893:
415; Moleón, 2012: 47).
2 El proyecto de Francisco Jareño aprobado por Real Orden de 10 de junio de 1865, se publicó en la revista La
Arquitectura Española, n.º 7, del 25 de abril de 1866, donde se reproducen la planta baja y principal, y la fachada de
Recoletos (Moleón, 2012: 47); un grabado de ésta última también aparece ilustrado en El Museo Universal, n.º 23 de
1866: 180.
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1679
Fig. 1. Colocación de la primera piedra en el edificio destinado a Biblioteca y Museos Nacionales el 21 de abril de 1866. El Museo
Universal, 29 de abril de 1866. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. Ateneo de Madrid.
El proceso hasta llegar al comienzo efectivo de estas obras no fue fácil ni lineal. Las
necesidades a las que el Ministerio de Fomento debía hacer frente en aquellas fechas eran
muchas, empezando por su propia sede instalada en el antiguo convento de la Trinidad que
compartía con el Museo Nacional de Pintura y Escultura donde, carente de orden, se acu-
mulaba una enorme y creciente colección de obras procedentes de las desamortizaciones. El
estado ruinoso en el que se encontraban algunas zonas del edificio exigía constantes obras de
reparación lo que llevó a plantear su reforma para una mejor instalación del Ministerio y para
que este Museo contara con la amplitud y condiciones requeridas para el disfrute del público
y la adecuada conservación de los bienes que contenía3. La idea, sin embargo, fue pronto re-
chazada por la Junta consultiva de Caminos, Canales y Puertos debido a los enormes gastos de
ejecución que exigía esta remodelación sin que –además– se pudiera asegurar el buen éxito
del resultado final4. La finalización de las obras de la nueva Casa de Moneda en Recoletos en
estos años dejaba a la vista el amplio espacio que quedaba del viejo caserón de la Escuela de
Veterinaria y los terrenos colindantes de Manuel Gil de Santivañes, donde algunos vieron la
oportunidad de solución a los problemas de espacio de diversos organismos e instituciones
culturales.
Comunidad de MADRID
1680 Carmen Marcos Alonso
Por el contrario, lo que sí se convirtió pronto en una realidad fue la creación del Museo Ar-
queológico Nacional (MAN). En la primavera del año siguiente, por Real Decreto de 20 de
5 En el Real Decreto de 3 de diciembre de 1856, de nueva organización de la Biblioteca Nacional (Gaceta de Madrid, 5
de diciembre de 1856: 1), se subrayaba la «falta de local propio, capaz y adecuado a su objeto», y en 1859 su director,
Agustín Durán, solicitaba la construcción de un nuevo edificio proponiendo el proyecto que Aníbal Álvarez Bouquel
había presentado a la Exposición de Bellas Artes de este año (Moleón, op. cit.: 41 y 43).
6 Memoria sobre el progreso […] en los años de 1859 y 1860…, 1861: 38.
7 Memoria sobre el progreso […] durante los años de 1861, 1862 y 1863…, 1864: LVIII-LIX.
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1681
Fig. 2. Inauguración del Museo Arqueológico Nacional por Amadeo I el 9 de julio de 1871. La Ilustración Española y Americana,
25 de julio de 1871. Foto: Archivo MAN.
marzo de 1867, se daba vida formal a esta nueva institución8. El objetivo era el establecimien-
to de un museo de carácter público y nacional, al modo de los creados en otros países euro-
peos dedicados a mostrar los testimonios del pasado propios de cada país, aunque el alcance
del decreto, como veremos, era mucho más amplio. La exposición de motivos con la que el
ministro de Fomento, Manuel de Orovio, solicitaba a la Reina la aprobación del proyecto des-
cribía el triple fin de esta resolución: la autorización para la fundación del Museo Arqueológico
Nacional, la creación en paralelo de los museos arqueológicos provinciales, «uno en cada capi-
tal de provincia o pueblo notable para los monumentos de la historia local», así como la nece-
sidad «urgente e indispensable» de formar el personal adecuado «para reunir, clasificar, ordenar
y conservar el delicado material de los Museos», es decir, el establecimiento de un cuerpo de
funcionarios especializados en la custodia del patrimonio cultural, los actuales conservadores
de museos (Barril, 1999).
Con la creación del MAN se daba respuesta a la antigua demanda de reunir en una
única gran institución las colecciones de antigüedades conservadas en diferentes estableci-
mientos culturales de carácter público. Así, ya en 1830, la Real Academia de la Historia (RAH)
había remitido al secretario de Estado, Manuel González Salmón, un informe en respuesta a
un proyecto presentado a Fernando VII en 1829 por José Musso Valiente, José Gómez de la
Cortina y Antonio Montenegro, los dos primeros miembros de la Academia quienes, a título
personal, proponían la creación de un Museo de Antigüedades independiente de cualquier
otro establecimiento, en el que se recogiesen los restos del pasado en peligro de desaparición
8 El Real Decreto fue publicado en la Gaceta de Madrid de 21 de marzo, al día siguiente de su firma por Isabel II.
Comunidad de MADRID
1682 Carmen Marcos Alonso
además de las colecciones de este carácter de propiedad real y las que poseía la propia cor-
poración (Almagro, y Maier, 1999: 190; Maier, 2003: 34). La propuesta no fue aceptada ya que
suponía usurpar funciones que le correspondían a la Real Academia, a cuyo cargo estaba la
inspección de las antigüedades en España, e incomodó profundamente a la mayor parte de
los académicos (Molina, 2004: 225, nota 3; Musso, 2004, vol. I: 217, 485; Martínez Rodríguez,
2006: 116-119). El informe remitido por la RAH al ministro de Estado, sin embargo, reconocía
necesidad de establecer dicho museo, pero vinculado a la Academia y ampliado, además, con
una biblioteca especializada y la creación de cátedras relacionadas con el estudio de las anti-
güedades, para lo que la corporación requería contar con un nuevo edificio. La falta de recur-
sos, tal y como señalaba la respuesta del Ministerio de Estado en la Real Orden de 1 de mayo,
no permitía su fundación en aquel momento. A pesar de esta negativa, en fechas sucesivas la
RAH continuó reclamando la necesidad de creación de este museo (Almagro, y Maier, op. cit.:
192; Maier, op. cit.: 35). En 1860 y 1862, mientras se empezaba a discutir sobre el proyecto de
construcción del edificio para Biblioteca y Museos Nacionales, otras demandas similares soli-
citando el establecimiento de un Museo Nacional de Arqueología llegaron hasta el Congreso
de los Diputados como las presentadas por el marqués de San Carlos en los debates sobre los
presupuestos del Estado para los años 1861 y 1863 en las que se insistía sobre la necesidad de
una institución donde se recogieran las antigüedades dispersas y casi perdidas (La Época, 12
de diciembre, 1860: 2; Idem, 13 de marzo, 1862: 4).
Como se señala en el Real Decreto de creación de 1867, la fundación del Museo Ar-
queológico Nacional tenía el fin de representar la historia de España desde los orígenes a los
tiempos más recientes, y ofrecer un panorama de las antiguas civilizaciones del resto del mun-
do. La idea encontró impulso en el desarrollo que la arqueología alcanzó en esos momentos,
así como en la toma de conciencia del vasto patrimonio cultural que, a causa de invasiones,
guerras y desamortizaciones, se encontraba en peligro de desaparición y urgía proteger. El
nuevo museo debía reunir, conservar y estudiar estos bienes para ponerlos al servicio de los
ciudadanos, contribuyendo de este modo a su formación e instrucción.
Conforme a este mismo Real Decreto fundacional, el nuevo Museo se constituyó a par-
tir de las colecciones numismáticas y los objetos arqueológicos, artísticos y etnográficos del
Museo de Medallas y Antigüedades de la Biblioteca Nacional, fundada como Real Biblioteca
Pública por Felipe V en 1711, las del Museo de Ciencias Naturales procedentes del antiguo
Real Gabinete de Historia Natural creado en 1771 por Carlos III, incluyendo los objetos ame-
ricanos y oceánicos allí conservados, traídos por las expediciones enviadas a las costas del
Pacífico, además de los fondos pertenecientes a la Escuela Superior de Diplomática. A estas
colecciones fundacionales se unieron pronto gran cantidad de piezas procedentes de dona-
ciones y compras, resultado de un activo programa de adquisiciones impulsado desde los
primeros años de vida del Museo. Se adquirieron destacadas colecciones particulares como las
de Manuel de Góngora (1868 y 1871), José Ignacio Miró (1871-1879), marqués de Salamanca
(1874) con materiales de origen español pero también italiano y griego, o egipcio como las
formadas por Juan Víctor Abargues (1879 y 1881) y Eduardo Toda i Güell (1887). De este mis-
mo origen cabe citar la donación realizada por el gobierno egipcio en 1893 a raíz del hallazgo
el año anterior de la llamada «Segunda Cachette de Deir el-Bahari», un escondrijo que contenía
momias de los sacerdotes y sacerdotisas de Amón en Tebas de la dinastía XXI. A estos mate-
riales hay que sumar los obtenidos por las comisiones científicas integradas por personal del
Museo destinadas a la recuperación de piezas en peligro de desaparición o deterioro en el
territorio nacional, o en expediciones al extranjero como el viaje a Oriente de la fragata Arapi-
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1683
les en 1871, así como los ingresos procedentes de hallazgos casuales y fruto de una incipiente
actividad arqueológica con excavaciones como las realizadas en Cerro Muriano (Córdoba),
o en el Cerro de los Santos (Albacete). De estas fechas data también la llegada al Museo de
objetos de cronología más reciente como las vajillas, cristalería y porcelanas orientales del
guardamuebles y chinero del Palacio Real (1875). Para la ordenación, estudio y gestión de esta
variedad de colecciones, el Museo se estructuró en cuatro categorías o secciones: la Sección
Primera con materiales prehistóricos y del mundo antiguo y clásico, la Segunda, dedicada a
las edades Media y Moderna, la Tercera con las colecciones numismáticas y de glíptica, y una
Sección Cuarta con las piezas etnográficas que comprendía objetos procedentes de Asia, África
y Oceanía (Marcos, 1993: 37-40; Papí, 2004: 391).
Puede decirse, por tanto, que el MAN surge como resultado de la tradición del
coleccionismo público de corte anticuarista de los gabinetes del siglo xviii, incorporando, al
mismo tiempo, la modernidad que en el siglo xix aportaron nuevos campos y disciplinas de
estudio como la geología o la prehistoria junto al desarrollo de una naciente práctica arqueoló-
gica, otorgando un nuevo protagonismo a los vestigios del pasado (Papí, op. cit.: 389). Frente a
las colecciones de antigüedades del siglo xviii asociadas a bibliotecas o a gabinetes de Historia
Natural, estos objetos adquieren ahora un discurso propio basado en la ordenación y clasifica-
ción científica, adoptando un sistema de presentación cronológico, presentando conjuntos y ti-
pologías completas de objetos, que se convierten así en prueba material de hipótesis o teorías,
con una organización espacial de distribución en salas por etapas históricas (de la Prehistoria
a la Edad Moderna), o bien temáticas (Numismática y Glíptica, y Etnografía), promoviendo así
un mejor acceso del público a los bienes expuestos. Este proceso de ordenación y clasificación
de los fondos, en el que repetidamente se insiste en las primeras publicaciones, es el que da
el carácter de auténtico museo a la nueva institución. El recién creado Museo pretende ser no
sólo exhibición, sino también demostración.
A la espera de que el gran proyecto arquitectónico del Palacio de Biblioteca y Museos Nacio-
nales del paseo de Recoletos estuviera concluido, el MAN se instaló provisionalmente en el
Casino de la Reina, una antigua finca de recreo que había pertenecido a Isabel de Braganza,
esposa de Fernando VII, que había pasado a ser propiedad del Estado después de la desamor-
tización de los bienes del Real Patrimonio en 18659. Ubicado en la periferia sur de la ciudad,
entre las populares calles de Embajadores, Ronda de Toledo y Ribera de Curtidores, el recinto
9 Ley del Patrimonio de la Corona, de 12 de mayo de 1865; Gaceta de Madrid, 18 de mayo de 1865: 1.
Comunidad de MADRID
1684 Carmen Marcos Alonso
Fig. 3. Salas del Museo Arqueológico Nacional tras su inauguración en el Casino de la Reina en 1871.
La Ilustración Española y Americana, 1 de septiembre de 1872. Hemeroteca digital Biblioteca Nacional.
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1685
Comunidad de MADRID
1686 Carmen Marcos Alonso
Fig. 4. Personal del MAN en el Casino de la Reina, hacia 1876-1880. De izquierda a derecha, en la primera línea, sentados:
Joaquín Salas Dóriga (Ayudante del Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Anticuarios), Ángel Gorostízaga y Carvajal (Ayudante),
Francisco Bermúdez de Sotomayor (Jefe), Antonio García Gutiérrez (Director 1872-1884), Sergio Salves y Manzano (Escribiente),
Paulino Savirón y Esteban (Oficial). En la línea central: Carlos Castrobeza (Oficial), Pedro de la Hoz y Calvo (Ayudante), Vicente
Boronat Moltó (Ayudante), Juan de Sala y Escalada (Oficial), Manuel de Assas y Ereño (Oficial), Julián Gómez Vidal (Ayudante).
A ambos lados, por encima de esta línea central: ¿Ángel Fernández de Velasco?, Mariano Bayona y Arteta (Oficial) y un vigilante
inidentificado. En la parte superior, portero y dos vigilantes inidentificados. Foto: Archivo MAN.
comprendía una sencilla casa-palacio de dos plantas, diversas construcciones auxiliares y una
gran zona ajardinada de estilo romántico. La parte destinada a museo se situaba al noreste e
incluía el palacete, dos edificaciones con cuartos destinados al servicio del antiguo real sitio
que daban a las calles del Casino y de Embajadores, y un gran invernadero de fábrica (Noticia
histórico-descriptiva…, 1876: 6-7). La transformación de estas dependencias en un museo no
era tarea fácil y su montaje, realizado con lo mínimo para poder ponerlo en marcha, tropezó
con grandes dificultades. A pesar de las obras de adecuación que se llevaron a cabo, el carác-
ter, condiciones y disposición de estas construcciones dificultaron enormemente la instalación
de objetos de naturaleza y dimensiones muy variadas.
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1687
10 Memoria leída…,1868: 6.
11 Escalafón del Cuerpo Facultativo de Bibliotecarios, Archiveros y Anticuarios en 1.º de octubre de 1867. Firmado el 1 de
octubre de 1867 por Severo Catalina, director de la Dirección General de Instrucción Pública de España.
Comunidad de MADRID
1688 Carmen Marcos Alonso
Bajo la dirección de Pedro Felipe Monlau se llevó a cabo el traslado, recepción y co-
mienzo de instalación de las colecciones en los espacios más acondicionados, aunque pocos
meses después dejó el cargo al ser nombrado catedrático de la Facultad de Medicina de la
Universidad Central. Fue reemplazado el 5 de febrero de 1868 por José Amador de los Ríos,
catedrático y decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central y uno de
los historiadores españoles más importantes de su época, quien dio decidido impulso a las
obras de acondicionamiento, incremento de los fondos y primeras tareas de inventario y cata-
logación de la colección. Pero los tiempos cambiantes de la Revolución de septiembre le con-
dujeron a la dimisión, siendo sustituido el 16 de noviembre del mismo año por Ventura Ruiz
Aguilera, ya en aquella época reputado literato y poeta, con el que continuaron los trabajos de
montaje y con quien se llevó a cabo la inauguración del Museo en julio de 1871. Algo más
de un año después, el 20 de mayo de 1872, cesó en la dirección y el cargo fue ocupado por
Antonio García Gutiérrez, insigne dramaturgo y famoso autor de El Trovador bajo cuya direc-
ción, que se prolongaría hasta 1884, el Museo se consolidó como institución (fig. 4). Durante
este periodo alcanza presencia internacional al participar en las exposiciones universales y sus
fondos se incrementaron notablemente con el ingreso de importantes colecciones particulares
(Marcos, op. cit.: 50; Papí, op. cit.: 394).
Una vez inaugurado oficialmente, el Museo quedó abierto al público y podía visitarse
los sábados por la mañana. Pero concebido también como lugar de estudio y de inspiración
creativa, los investigadores y artistas tenían la posibilidad de acceder diariamente a las colec-
ciones con entrada especial gratuita12. Con el fin de dar a conocer la nueva institución, durante
esta primera época se llevaron a cabo publicaciones de diverso carácter. En 1871, coincidiendo
con su apertura, y dirigida al sector más culto y erudito, salió a la luz la revista de lujo Museo
Español de Antigüedades, obra verdaderamente monumental editada por Dorregaray y dirigi-
da por Juan de Dios de la Rada «ideada como Museo Arqueológico Nacional para presentar de
forma exclusiva sus principales piezas, [… y aunque tuvo que ampliar] sus intereses también a
los museos nacionales de Pintura y Escultura siempre fue considerada oficiosamente la revista
del Museo» (Papí, 2013), actuando como órgano de difusión de las colecciones del Museo Ar-
queológico Nacional con artículos de carácter científico sobre las piezas más destacadas e ilus-
trada con «preciosas láminas y cromos». De tipo más general, como primera guía para la visita
del Museo, se publicó en 1876 la Noticia histórico-descriptiva del Museo Arqueológico Nacio-
nal, mientras que la información detallada de los fondos destinada a especialistas se reservó
para los catálogos, el primero de los cuales, dedicado a las colecciones de Prehistoria y Edad
Antigua de la Sección Primera, se publicó en 188313. Las noticias de carácter interno y técnico,
así como estudios científicos de las colecciones se daban a conocer a través de la Revista de
Archivos, Bibliotecas y Museos, órgano del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y
Anticuarios, creado en 1871, en tanto que aquellas noticias y artículos de orden más general
y divulgativo solían aparecer en la prensa ilustrada de la época, de la mano de colaboradores
tanto pertenecientes a la plantilla del Museo como ajenos al mismo. También se publicaron
algunas monografías especiales relacionadas con el Museo como la edición de lujo redactada
por Juan de Dios de la Rada y Delgado, con láminas realizadas por Ricardo Velázquez Bosco,
12 «Los artistas y demás personas que deseen trabajar y estudiar los objetos que en el establecimiento existen, podrán
visitarlo diariamente en las horas que se dejan señaladas, entregando la papeleta especial que se les facilitará
gratuitamente en la portería de dicho Museo» (La Nación,13 de septiembre de 1871: 2).
13 Rada, 1883.
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1689
sobre el ya citado viaje a Oriente a bordo de la fragata Arapiles en 1871 destinado a adquirir
colecciones para la nueva institución14.
A lo largo de estos casi treinta años de estancia del Museo en el Casino de la Reina
el crecimiento de las colecciones fue constante, agudizándose así los problemas iniciales de
falta de espacio, lo que sumado al enorme retraso en las obras del Palacio de Museos y Bi-
blioteca Nacionales, obligó a realizar reformas para ampliar las salas de exposición. En 1888,
según propuesta de José Ramón Mélida, entonces jefe de la Sección Primera, y bajo proyecto
del arquitecto Enrique Repullés y Segarra, se construyó un nuevo pabellón anejo a la parte
oriental del palacete, de su misma extensión y planta, en el que se instalaron las colecciones
de antigüedades clásicas, aprovechando la ocasión para introducir ciertas modificaciones en
el discurso expositivo y su presentación, a modo de ensayo de cara a la tan esperada apertura
del Museo en su nueva sede (Guía Histórica…, op. cit.: 33).
En cuanto a la dirección del Museo, entre los años finales del siglo xix y comienzos
del xx, se habían producido cambios importantes. Tras el período de Antonio García Gutié-
rrez, el nombramiento de los siguientes directores se realizará por ascenso de antigüedad y de
escala, accediendo al cargo antiguos conservadores como Francisco Bermúdez de Sotomayor
(1884-1886), Basilio S. Castellanos de Losada (1886-1891), y Juan de Dios de la Rada y Del-
gado que ocupará el cargo desde 1891 hasta el 4 de agosto de 1900 al jubilarse por su edad
administrativa (Marcos, op. cit.: 78). Rada y Delgado, que había realizado el primer montaje
del MAN inaugurado en 1871, será el que organice el traslado del Museo desde el Casino de
la Reina a su nueva sede en la calle de Serrano.
A pesar de las buenas intenciones y del entusiasmo inicial que despertó la construcción del
nuevo edificio dedicado a Biblioteca y Museos Nacionales, las dificultades económicas y políti-
cas que marcaron la segunda mitad del siglo, amén de los problemas para financiar la inmensa
obra y los sucesivos cambios de criterio sobre la misma, hicieron que su finalización no tuviera
lugar hasta 1892.
14 Rada, 1876-1882.
Comunidad de MADRID
1690 Carmen Marcos Alonso
Fig. 5. Fachada del Museo Arqueológico Nacional en el Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales. Fototipia de Hauser y Menet,
Madrid, anterior a 1905. Foto: Archivo MAN.
dedicadas a museo, y una rotonda central con cúpula en la que se situaba la biblioteca,
con la sala de lectura en la parte superior y sus depósitos en la planta inferior. Sin embargo,
los desacuerdos sobre el diseño y destino del edificio que fueron surgiendo a lo largo de los
años terminaron provocando cambios en la dirección de obras. En marzo de 1881 Francisco
Jareño fue cesado como arquitecto director debido a las fuertes discrepancias que mantenía
con Cayetano Rosell, entonces director de la Biblioteca Nacional, y consuegro de José Luis
Albareda que acababa de ser nombrado ministro de Fomento. A partir de un anteproyecto
realizado por Álvaro Rosell, hijo de Cayetano Rosell, se aprobó un nuevo proyecto que fue
encargado al arquitecto José María Ortiz Sánchez, quien delegó en el anterior para su redac-
ción (Moleón, op. cit.: 52 y 59).
Esta nueva propuesta impulsada por Rosell contemplaba, de nuevo, la instalación del
Ministerio de Fomento en el edificio, idea que ya había sido planteada y rechazada en 1861
por considerar inadecuada tal diversidad de usos en un mismo espacio. Junto a estos cambios
funcionales también se plantearon modificaciones estructurales en la fachada que daba al
paseo de Recoletos, escaleras principales, proporciones de los patios y dimensiones del rec-
tángulo central. En 1884, después de nuevos cambios políticos y de los informes nuevamente
negativos de la Junta Consultiva de Caminos, Canales y Puertos (Rada, 1892-1893: 418), se
desestimó la propuesta y se volvió al propósito inicial de dedicar el edificio a Biblioteca Nacio-
nal y Museos Nacionales de arqueología y pintura y escultura contemporáneas. La dirección
facultativa del proyecto fue encargada al arquitecto Antonio Ruiz de Salces, quien debía conti-
nuar las obras utilizando lo ya construido pero con cambios respecto a los planteamientos de
Francisco Jareño, como la sustitución de la gran cúpula octogonal de la sala de lectura por un
espacio de planta cuadrada a doble altura tal como había querido Cayetano Rosell. El proyecto
fue aprobado en julio de 1886 (Moleón, op. cit.: 60-61).
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1691
El edificio destacó por el innovador uso del hierro en su construcción. Se utilizó tanto
en la verja perimetral, realizada en 1877-1879 con columnas traídas de Beasaín, de la firma
Goitia y Cía., como en los elementos estructurales, armaduras de cierre de los patios y gran-
des espacios, así como en el material decorativo para las puertas y ventanas, o el magnífico
depósito de libros (desaparecido) de la Biblioteca Nacional, elementos todos ellos realizados
por Bernardo Asins, el maestro constructor en hierro más prestigioso del momento (Díaz,
2002; Cervera, 2008: 69-70 y 80-81). En su decoración exterior destacó sobre todo el frontón
de la fachada que daba al paseo de Recoletos realizado por Agustín Querol, con la represen-
tación de las Ciencias y las Artes floreciendo al amparo de la Paz, además de los medallones
y estatuas de figuras de las letras españolas de Álvarez, Galán y Vances, y las obras de la gran
escalinata con las estatuas sedentes de San Isidoro y Alfonso X, realizadas por José Alcove-
rro. En la fachada de la calle Serrano, más sobria y austera en formas y decoración, pero de
hermoso aspecto, se dispuso un pórtico de inspiración griega con superposición de órdenes
dórico y jónico rematado por una crestería de palmetas, al que acompañaban a los lados de la
escalinata dos esculturas de piedra, una de Diego Velázquez, ejecutada por Alcoverro, y otra
de Alonso Berruguete, obra de Celestino García Alonso, ambas dando paso a lo que, según el
proyecto de Ruiz de Salces de 1886, debía ser la entrada del Museo Nacional de Pintura y Es-
cultura contemporáneas (fig. 5). Con los citados cambios de distribución del edificio decididos
en 1893, ésta pasó a ser la entrada del MAN, cuya temática quedaba señalada con la coloca-
ción en la escalinata de acceso de las dos esfinges de bronce de tradición clásica, inspiradas
en las antiguas monedas de la ciudad ibérica de Cástulo (Linares, Jaén), realizadas por Felipe
Moratilla Parreto e instaladas en 1894 (Guía Histórica… op. cit.: 38).
El Museo, que ya había traslado parte de sus fondos a la nueva sede a raíz de las
exposiciones conmemorativas de 1892, terminó de instalarse en 1895. Se abrió al público
Comunidad de MADRID
1692 Carmen Marcos Alonso
gratuitamente con motivo de las fiestas de San Isidro y tuvo muy buena acogida recibiendo
una enorme cantidad de visitantes que, según José Ramón Mélida (1895: 38), pasaron de diez
mil tan sólo en ese medio mes de mayo, acudiendo «desde el extranjero touriste y el aficiona-
do madrileño, hasta el rústico Isidro, con el típico traje de su país, y el tendero de clase más
humilde». El 5 de julio de este mismo año fue inaugurado oficialmente por la reina regente
María Cristina. El MAN abandonaba así la periferia y pasaba al centro de la ciudad, contando
con un espacio unitario y no disperso como había sucedido con el Casino de la Reina aun-
que, como hemos visto, los desacuerdos sobre la distribución de los espacios y su uso no
permitieron lo que hubiera sido deseable para un museo, es decir, un esquema arquitectónico
que permitiera un recorrido continuo, sin giros inútiles ni salas en situación de fondo de
saco que, en el caso del MAN, frustraron de nuevo el intento de presentar las colecciones en
un itinerario ordenado (Amador de los Ríos, 1903: 61-62). Para el montaje se reutilizaron
en gran parte las vitrinas de las exposiciones del IV Centenario, y parte del mobiliario existen-
te en el Casino de la Reina como las estanterías de la Real Botica de Carlos IV del monetario, o
el montaje teatralizado de la Sala Griega, ya probado en la antigua sede, con la vistosa vitrina
en forma de templete en la que exponían los lecitos blancos (Martínez de Velasco, 1892: 159,
161; Mélida, 1899: 218; Salve, y Papí, 2017: 164). Los dos patios cubiertos con monteras de cris-
tal se dedicaron, respectivamente, a la instalación de las colecciones de escultura y epigrafía
clásicas –patio romano–, y materiales islámicos –patio árabe.
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1693
Fig. 6. Sala Oriental en la Exposición Histórico-Natural y Etnográfica de 1873 con decoraciones murales diseñadas por Arturo
Mélida. Foto: Archivo MAN.
actividades de difusión como conferencias prácticas –ante las piezas, impartidas por el propio
personal del Museo–, o destinadas a potenciar el papel de la institución en las clases prácticas
de alumnos y profesores de los centros de enseñanza (Orden Circular de 13 de marzo de 1895
y Decreto de 25 de octubre de 1901).
Comunidad de MADRID
1694 Carmen Marcos Alonso
Fig. 7. Sala de Egipto en el montaje museográfico realizado en 1895 con decoraciones murales diseñadas por Arturo Mélida.
Fototipia de Hauser y Menet, Madrid, anterior a 1917. Foto: Archivo MAN.
celebrada en Madrid en 1934 (Marcos, op. cit.: 82-83). Surgen entonces nuevos criterios basa-
dos en una arquitectura interior más limpia y funcional. Frente al habitual abigarramiento de
obras expuestas, se tiende a depurar en lo esencial lo que influirá en los modelos discursivos
y en la necesidad de ampliación, o creación de nuevos espacios, como los depósitos y salas
de reserva de bienes culturales no exhibidos. Las corrientes planteadas en la Conferencia de
1934, así como una decidida voluntad de cambio que, desde el comienzo de la década se deja
sentir en el Museo con la creación de su Patronato (Decreto de 10 de julio de 1931), condujo
al desarrollo de un proyecto de renovación de gran alcance elaborado por el arquitecto con-
servador del edificio Luis Moya Blanco. Se trataba de un programa de modernización integral
que buscaba, por una parte, una presentación más digna de las piezas más representativas, y
por otra, la ordenación del resto en instalaciones de reserva pero en condiciones adecuadas
para su estudio y consulta por investigadores. Años después, Joaquín M.ª de Navascués (1958:
7-8) no dudaría en calificar este proyecto como «uno de los más importantes ensayos museo-
gráficos hechos en España», aunque por desgracia quedaría inacabado con el comienzo de la
Guerra Civil (1936-1939). Así sucedió con las salas dedicadas a la historia de la cerámica de
la Edad Media y Moderna, con el montaje finalizado y su inauguración prevista para el verano
de 1936, pero que no se pudieron abrir al público hasta seis años después (1942). El diseño
planteado por Moya incluía decoraciones ambientadas en la época a la que se dedicaba la
sala, pero de líneas nítidas, moderno, y al mismo tiempo lujoso, lo que permitía una mayor
valoración de los objetos expuestos.
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1695
El comienzo del nuevo siglo no sólo trajo un nuevo espacio para el Museo. En 1900
se produjo la supresión de la Escuela Superior de Diplomática lugar donde, como ya vimos, se
había formado el personal técnico desde la creación en 1867 del Cuerpo Facultativo de Ar-
chiveros, Bibliotecarios y Anticuarios. Los estudios pasaron entonces a ser impartidos en el
ámbito universitario, integrándose en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central
de Madrid (Marcos, op. cit.: 75). Los conservadores, que antes habían sido profesores de la
Escuela de Diplomática, ahora, algunos, son profesores de la Universidad compatibilizando su
labor profesional en el Museo con la docencia, combinando así el perfil de erudito, al tiempo
que el de museólogo y profesor universitario. Tal es el caso de directores posteriores como
Juan Catalina García López (1900-1911), que fue catedrático de Arqueología y de Epigrafía
y Numismática, Rodrigo Amador de los Ríos (1911-1916), profesor durante un tiempo en la
Facultad de Filosofía y Letras, o José Ramón Mélida (1916-1930), catedrático de Arqueología.
Los dos primeros fueron figuras destacadas en el campo de la arqueología hispanoárabe, y
el tercero, Mélida, en arqueología clásica, quien además desplegaría una intensa actividad ar-
queológica realizando excavaciones en lugares tan destacados como Mérida y Numancia. La
etapa al frente de la dirección del Museo de Francisco Álvarez-Ossorio (1930-1937), coincidiría
con la proclamación de la República y los primeros años de la Guerra Civil; a él le sucederían
Casto M.ª del Rivero durante unos escasos cinco meses en 1937, y Cayetano de Mergelina que
estará a cargo de la institución hasta abril de 1939 (Marcos, op. cit.: 78).
El estallido de la Guerra Civil significó el cierre y desmontaje del Museo para su protección.
Las colecciones fueron retiradas de la exposición y embaladas utilizando las propias salas
donde se construyeron andamiajes de apeo para su seguro almacenaje, mientras que las
obras de mayor tamaño que no podían desmontarse, se protegieron con entibados y sacos
Comunidad de MADRID
1696 Carmen Marcos Alonso
Una vez finalizada la contienda en abril de 1939, oficinas y bienes de la Junta Superior
de Conservación y Protección del Tesoro Artístico Nacional pasaron al Servicio de Recupe-
ración Artística, perteneciente a la Comisaría de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional;
mientras, Blas Taracena Aguirre (1939-1951) es nombrado nuevo director del Museo y estará a
cargo del mismo durante el largo período de la postguerra (Marcos, op. cit.: 78, 85-86).
Tras la salida del edificio de la Comisaría de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional,
se inició el desembalaje de las colecciones al objeto de poder abrir el Museo lo antes posi-
ble. Se realizó una selección de las piezas más representativas en una versión resumida de los
fondos, el llamado «Museo breve», que fue inaugurado el 19 de julio de 1940, una instalación
que, dadas las dificultades y los pocos recursos de la época, hubo de mantenerse hasta 1951.
En el montaje de este «Museo breve o resumido» se aplicaron las recomendaciones de la Con-
ferencia Internacional de Museos (Madrid, 1934), mostrándose un diseño diáfano, sobrio y
claro, al igual que se haría en la «Exposición de Orfebrería y Ropas de Culto» (1941-1942), la
primera gran muestra temporal presentada en el Museo tras la guerra, cuyo montaje fue diri-
gido por Joaquín M.ª de Navascués. Organizada por la Comisaría de Defensa del Patrimonio
Artístico Nacional con los bienes del Servicio de Recuperación Artística antes de la devolución
de los bienes a sus propietarios, presentaba aquéllos de mayor valor artístico y documental. Se
instaló en las salas que antes había ocupado la Arqueología Americana, corrigiendo los defec-
tos del espacio que fue acondicionado arquitectónicamente hasta conseguir una instalación lo
más satisfactoria posible (Navascués, 1941). Poco tiempo después, en 1942, se recuperaron y
abrieron al público las salas de cerámica de la Edad Moderna que no habían podido ser inau-
guradas en 1936 (fig. 9), además de otra dedicada a porcelanas extranjeras, y ya en 1943, una
sala destinada a la presentación de las últimas adquisiciones, en la que ocuparon un lugar pre-
ferente las coronas del tesoro de Guarrazar recientemente recuperadas (Salve; Muro, y Papí,:
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1697
Fig. 8. Protección de los arcos del Patio Árabe durante la Guerra Civil. Foto: Archivo MAN.
Comunidad de MADRID
1698 Carmen Marcos Alonso
Fig. 9. Sala de las Porcelanas extranjeras, inaugurada en 1942. Foto: Archivo MAN.
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1699
66-69). Mientras, en 1944, el recién creado Museo de América era inaugurado en las salas del
MAN a la espera de poder contar con una sede propia e independiente fuera del Palacio de
Biblioteca y Museos (Navascués, 1958: 10).
En estos años se retomó también la producción editorial con la Guía de las instalacio-
nes de 1940. Resumen de Arqueología Española en la que se presentaba el montaje del «Museo
breve» de la postguerra, y la publicación en 1942 del Catálogo Sumario del Museo Arqueoló-
gico Nacional. Cerámica Española (Nuevas instalaciones) preparada desde 1936 por Emilio
Camps Cazorla. La serie de fascículos Adquisiciones del Museo Arqueológico Nacional, iniciada
en 1916 por José Ramón Mélida, se mantuvo hasta 1945, y su función fue en parte sustituida
por las Memorias de los Museos Arqueológicos que empezaron a publicarse a partir de 1940
manteniéndose hasta 1962.
Comunidad de MADRID
1700 Carmen Marcos Alonso
un centro moderno tal y como Navascués deseaba, aunque sí se consiguió una presentación
más limpia y diáfana, con nuevos sistemas de iluminación y conservación (Salve; Muro, y Papí,
op. cit.: 71). Después de diecisiete meses de intenso trabajo el montaje estuvo finalizado el 31
de marzo de 1954 y las nuevas instalaciones fueron inauguradas y abiertas al público el 17 de
mayo de este mismo año (Navascués, 1958: 7). De fechas posteriores, 1964, data otro hito de
la museografía del MAN como fue la construcción en el jardín de una reproducción del techo
de la sala de polícromos de la cueva de Altamira, gemela a la instalada en el Deutsches Mu-
seum de Munich (1962), realizada por técnicos alemanes con los métodos más avanzados de
la tecnología química disponible en el momento (Pietsch; Mélida, y Aguirre de Yraola, 1964).
También en 1964 fue cuando el Museo de América, una vez acabada su nueva sede en la Ciu-
dad Universitaria, desmonta sus salas para su traslado. Durante todo este período se potenció
la actividad investigadora de la institución que acogió la sede de diversas entidades como el
Instituto «Antonio Agustín» y el «Instituto Español de Prehistoria» del CSIC.
En 1981, tras la jubilación de Martín Almagro Basch, fue nombrado director del Mu-
seo Eduardo Ripoll Perelló, cargo que desempeñó hasta 1986, al que sucederían durante un
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1701
Fig. 10. Nueva instalación del Patio romano en 1954. Foto: Archivo MAN.
breve período (1987-1988) Alfonso Moure Romanillo y, posteriormente José M.ª Luzón Nogué
(1988-1991), M.ª Carmen Pérez Die (1991-1997), Martín Almagro Gorbea (1998-1999) y Marina
Chinchilla Gómez (1999-2000). A lo largo de esta última década del siglo xx se hizo evidente
la necesidad de una nueva ampliación y remodelación del centro. La larga reforma iniciada
a finales de los sesenta concluyó a principios de los años ochenta, mientras que el mundo
de los museos vivía una ola de cambios sin precedentes no sólo respecto a su configuración
física, tal y como había sucedido al hilo de la Conferencia de Madrid de 1934, sino en cuanto
al concepto mismo de museo, entendido ahora como un organismo vivo y comprometido
con la sociedad y, en consecuencia, surgiendo nuevos usos y funciones (Carretero, 2013-2014:
216-217). Así, pronto se pusieron de manifiesto carencias en el edificio como áreas de acogida
amplias para recibir y organizar la distribución de un público cada vez más numeroso, la falta
de espacios para actividades y talleres paralelos a la visita, o la ausencia de una sala de expo-
siciones temporales que ya en esta época constituía una oferta imprescindible en los centros
museísticos, y para lo que se tuvo que recurrir al espacio destinado a las salas de exposición
de las colecciones numismáticas, que no se llegaron a instalar15. De este modo, entre 1989 y
1999, se sucedieron documentos de los distintos directores –Luzón, Pérez Die, Almagro Gor-
bea y Chinchilla– sobre las necesidades y demandas del mismo, el encargo de proyectos de
propuestas de ampliación y planes de renovación como el presentado al recién creado Patro-
nato en 1999 (Sanz, 2008: 102, nota 10; Carretero, y Marcos, 2014: 11-12).
Comunidad de MADRID
1702 Carmen Marcos Alonso
Durante la segunda mitad del siglo xx, el Museo también avanzó en su historia legal
con nuevas normas reguladoras que rigieron su funcionamiento a lo largo de estos años. El
Decreto de 27 de noviembre de 1967 suprimió su régimen especial de autonomía adminis-
trativa, para integrarse, a efectos administrativos, en el Patronato Nacional de Museos (Orden
de 31 de agosto de 1968), hasta que éste fue suprimido en 1985 y la institución pasó a estar
gestionada directamente por el Ministerio de Cultura en el marco de la Ley de Patrimonio
Histórico Español de 1985 y del Reglamento de Museos de titularidad estatal y del Sistema Es-
pañol de Museos de 1987 (García Fernández, 2013: 290). Los cambios legales y conceptuales
experimentados a lo largo de esta etapa hicieron evidente la necesidad de una reorganización
del Museo que sería llevada a cabo mediante el Real Decreto 683/1993 de 7 de marzo, en el
que se definía el carácter de la institución, sus funciones, colecciones, órganos rectores y su
organización en tres áreas funcionales (Conservación e Investigación, Difusión y Administra-
ción) en las que se integran los diferentes departamentos técnicos de Conservación, Docu-
mentación e Investigación (Prehistoria, Protohistoria y Colonizaciones, Antigüedades Egipcias
y del Próximo Oriente, Antigüedades Griegas y Romanas, Antigüedades Medievales, Edad
Moderna, Numismática y Medallística). En 1999, a través del Real Decreto 570/1999, de 9 de
abril, se emprendió también la renovación de su Patronato, órgano gestor colegiado creado
en 1931 (Decreto de 10 de julio) y cuya última regulación databa de 1982 (Real Decreto 1378
de 27 marzo), que presentaba como novedad el establecimiento de dos órganos rectores para
la institución, el Patronato y el Director, y fijaba sus atribuciones respecto a las colecciones,
patrimonio del centro y fomento de la participación de la sociedad civil (García Fernández,
op. cit.: 295).
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1703
Por lo que se refiere a los fondos museográficos, a lo largo de esta segunda mitad
del siglo xx se produjo el ingreso de materiales de las excavaciones españolas realizadas en
Sudán (1962-1966) y Egipto (Heracleópolis Magna) promovidas por Martín Almagro Basch,
resultado de los acuerdos con el gobierno egipcio con motivo de la construcción de la presa
de Asuán, así como la adquisición de importantes colecciones como la de instrumentos de
hierro de Jesús Gabriel y Galán (1971), la de piezas asiáticas de Juan Roger Rivière (1969),
las numismáticas de Domingo Sastre (1973) y Alejandro Lifchuz (1974), o la reunida por Julio
Martínez Santa-Olalla (1974). Sin embargo, desde 1985, en el nuevo marco de la Ley de Pa-
trimonio Histórico Español y con la asunción por parte de las Comunidades Autónomas de
las competencias en materia de patrimonio arqueológico, se interrumpió el ingreso de piezas
procedentes de excavaciones, si bien el Museo ha continuado desde entonces su labor de
enriquecimiento fundamentalmente a través de adquisiciones por compra y donaciones. Tal
es el caso del conjunto de instrumentos musicales de Talsma (1988), la colección Várez Fisa
de –sobre todo– vasos griegos (1999), o la de objetos premonetales de Juan Cayón (2000).
Las exposiciones temporales, fenómeno que cobra auge en estas fechas, constituirán
un soporte fundamental de la difusión de la institución a partir de 1978 aportándole una nueva
vitalidad como las dedicadas a «La tumba de Nefetari» (1978), «El arte nabateo: el primer reino
árabe de la historia» (1979), la «Exposición homenaje a Luis Siret (1860-1934)» (1984), a las que
seguirían muchas otras entre las que cabe destacar en 1992 «El mundo micénico. Cinco siglos
de la primera civilización europea (1600-110 a. C.)», muestra que tuvo enorme repercusión
y un fuerte impacto social provocándose el fenómeno, desconocido hasta entonces para el
centro, de visitas masivas con largas colas de público a sus puertas, o en 1993 «De Gabinete
a Museo. Tres siglos de historia», con la que el Museo hacía memoria de su propia historia.
Junto a las muestras temporales, se potenciaron las actividades al público, con una
especial dedicación al ámbito escolar –en 1978 se crea un Gabinete Didáctico, germen del
posterior Departamento de Difusión–, cuya labor se reflejó en un notable incremento de este
sector del público, y se incrementó la oferta de actividades culturales y científicas impartién-
dose cursos y conferencias haciendo de la institución un lugar más participativo. El avance del
centro en este sentido, la importancia cada vez mayor que cobra el visitante y su adecuada
Comunidad de MADRID
1704 Carmen Marcos Alonso
Fig. 12. Nuevas instalaciones en 2014. Área de Arqueología y patrimonio. Foto: Gabriel López.
Con el comienzo del presente siglo, a las exigencias y necesidades ya citadas se sumaron los
nuevos requerimientos de una sociedad, como la actual, cada vez más inclusiva y también
más tecnológica, para la que el edificio ya no estaba preparado. Lo mismo cabe decir de los
espacios de trabajo para una plantilla que había crecido desde comienzos de los años ochenta,
o las condiciones de conservación que requerían unos bienes sin una climatización adecuada.
Bajo la dirección de Miguel Ángel Elvira Barba (2000-2004) continuó el proceso iniciado en
el período anterior con el Proyecto de nueva ordenación interna de los espacios para el MAN:
nueva concepción, nuevo montaje y necesidades de espacios, aprobado por el Patronato el
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1705
8 de octubre de 2001, seguido en 2002 del encargo, desde la Subdirección General de Museos
Estatales, de la redacción de un Plan Director, en el que se analizaban las intervenciones nece-
sarias y que sería aprobado por el Pleno del Patronato del 16 de septiembre de 2002. Al mismo
tiempo, desde los departamentos técnicos se empezaba a trabajar en el proyecto museográfico
que debía acompañar a la reforma arquitectónica.
Comunidad de MADRID
1706 Carmen Marcos Alonso
Fig. 13. Nuevas instalaciones en 2014. Salas de Prehistoria. Foto: Gabriel López.
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1707
La actuación supuso la reforma integral del edificio, logrando una notable mejora tanto
de las áreas públicas como las internas. Sus espacios quedaron distribuidos de forma más ra-
cional, siendo totalmente accesibles. Para la entrada al edificio se construyó un nuevo ingreso
dotado de rampa, con tres grandes puertas situadas en la parte izquierda de la fachada, mien-
tras en el interior se mejoraron notablemente los núcleos de comunicación vertical. Otra de
las novedades que aportó el proyecto fue la recuperación de las cubiertas acristaladas de los
patios agrandando así el espacio expositivo, y el aprovechamiento de la planta bajo cubierta
para servicios internos y biblioteca. La ampliación de las áreas públicas, que aumentaron en
un 44 %, permitió ofrecer a los visitantes una generosa zona de acogida, exponer nuevas co-
lecciones, ofertar simultáneamente una amplia variedad de actividades y poner a disposición
del público servicios como sala de actividades, salones de actos, sala de exposiciones tempo-
rales, además de cafetería y tienda (Carretero, 2013).
Por lo que se refiere al montaje de la nueva exposición permanente, durante los años
2008-2013, los bienes culturales se embalaron y se trasladaron no una vez sino varias, y tan-
Comunidad de MADRID
1708 Carmen Marcos Alonso
Fig. 14. Nuevas instalaciones en 2014. Sala de Grecia. Foto: Gabriel López.
16 Todos los procesos y trabajos relativos a la reforma, nuevo montaje y restauración de piezas se recogen en dos números
monográficos del Boletín del MAN, correspondientes a los años 2014 y 2015 (Vid. VV. AA. 2014 y 2015).
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1709
La reciente renovación del Museo ha logrado ofrecer una visión nueva, más luminosa e
intensa de sus colecciones. La exposición cuenta ahora con un espacio de 9000 m2 repartidos
en cuatro plantas, organizado en torno a dos alas laterales que albergan sendos patios cubier-
tos. Su recorrido es de 3 kilómetros y cuenta con unas 300 vitrinas instaladas en 40 salas, en
las que se muestran más de 13 000 objetos arqueológicos, históricos y artísticos. La renovación
museográfica de las salas ha incorporado todos los medios técnicos y de comunicación que
pueden favorecer la puesta en valor de las colecciones. Estos bienes culturales se presentan
junto a otros estímulos visuales (maquetas, paneles gráficos, proyecciones audiovisuales) y
táctiles (interactivos, estaciones con reproducciones de piezas) que se encuentran distribuidos
Comunidad de MADRID
1710 Carmen Marcos Alonso
por todo el recorrido buscando un equilibro entre el rigor científico, la experiencia estética y
la calidad de la presentación. La reforma permitió repensar la presentación de la exposición
permanente, reinterpretar su discurso a la luz de los nuevos descubrimientos científicos, y
actualizar la forma en la que el Museo mostraba sus colecciones con una nueva ordenación
para facilitar la comprensión por sus visitantes. La exposición actual está estructurada en tres
grandes áreas con extensión y contenidos muy diferentes: Arqueología y patrimonio, que pre-
senta conceptos básicos sobre la evolución cultural y de la propia disciplina; España, lugar de
encuentros culturales, ámbito principal de la exposición, que abarca la narración cronológica
y cultural de la actual España desde la prehistoria hasta el siglo xix, cuando justo se crea el
Museo, y De Gabinete a museo, en la que además de contar los orígenes de la institución, se
explica la presencia de colecciones de otras culturas mediterráneas como las de Egipto, Próxi-
mo Oriente, Grecia, además de las de su Gabinete Numismático.
Pero el Museo en esta nueva etapa no sólo quiere ser un lugar de contemplación ya
sea virtual o presencial, sino también de comunicación y debate. Por ello se ha desarrollado
también un activo programa de actividades culturales con conferencias, mesas redondas, jor-
nadas y cursos destinados a dar a conocer novedades científicas, nuevas interpretaciones y
corrientes en torno a la arqueología, la museología y otras disciplinas afines, de tal modo que
la institución sirva así de nexo de unión y espacio de encuentro entre el ámbito profesional
especializado y el público general interesado en estas materias.
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1711
Fig. 15. Nuevas instalaciones en 2014. Salas de Protohistoria. Foto: José Barea.
Comunidad de MADRID
1712 Carmen Marcos Alonso
Bibliografía
Alfaro Asins, C. (1993): Catálogo de las monedas antiguas de oro del Museo Arqueológico
Nacional. Madrid, Ministerio de Cultura.
Amador de los Ríos y Fernández-Villalta, R. (1903): «El Museo Arqueológico Nacional (notas
para su historia)», La España Moderna, n.º 170, pp. 41-70.
Almagro Gorbea, M. (2008): «El expolio de las monedas de oro del Museo Arqueológico
Nacional en la Segunda República Española», Boletín de la Real Academia de la Historia,
n.º 205, pp. 7-72.
Almagro Gorbea, M., y Maier Allende, J. (1999): «El futuro desde el pasado: la Real Academia
de la Historia y el origen y funciones del Museo Arqueológico Nacional», Boletín de la
Real Academia de la Historia, n.º CXCVI, pp. 183-207.
Barril Vicente, M. (1999): «Anticuarios, Arqueólogos, Conservadores de Museos, Museólogos
o Técnicos de Museos: el paso del tiempo», Boletín de la ANABAD, n.º 49, pp. 205-236.
Carretero Pérez, A. (2013): «La renovación del Museo Arqueológico Nacional. 2008-2013»,
8.º Encuentro Internacional de Museografía (Toledo, 25-27 octubre 2012). Madrid: ICOM
España, pp. 121-146
— (2013-2014): «El nuevo Museo Arqueológico Nacional, a la búsqueda de nuevos públicos»,
Museos.es, n.ºs 9-10, pp. 216-229.
Carretero Pérez, A., y Marcos Alonso, C. (2014): «Renovarse y mantener las esencias: el
nuevo Museo Arqueológico Nacional», Boletín del Museo Arqueológico Nacional, n.º 34,
pp. 9-32.
Cervera Sardá, M.ª R. (2008): «Hierro y arquitectura en el Madrid del siglo xix», Arquitectura y
espacio urbano de Madrid en el siglo xix. Madrid: Museo de Historia de Madrid, pp. 56-83.
Díaz Martínez, S. (2002): «Ética, estética y economía. Criterios de restauración en la verja del
Museo Arqueológico Nacional de Madrid», Actas del I Congreso del GEIIC. Conservación
del Patrimonio: evolución y nuevas perspectivas, Grupo Español del IIC; 2002. [En línea].
Disponible en: <http://www.ge-iic.com/files/1congreso/Diez_Soledad.pdf>. [Consulta:
28 de enero de 2017].
Escalafón del Cuerpo Facultativo de Bibliotecarios, Archiveros y Anticuarios en 1.º de octu-
bre de 1867. 1867. Madrid: Imp. del Colegio de Sordo-Mudos y de Ciegos.
Fulgosio y Carasa, F. (1871): «Un arqueólogo del Antiguo Régimen en el Museo Arqueológi-
co Nacional», La Ilustración de Madrid, 30 de junio, n.º 36, pp 179-183.
García Ejarque, L. (1992): «Edificios ocupados por la Biblioteca Nacional desde su funda-
ción», Revista general de información y documentación, vol. 2, n.º 2, pp. 173-186.
García Fernández, J. (2013): «El Museo Arqueológico Nacional: historia administrativa y ré-
gimen jurídico», Patrimonio Cultural y Derecho, n.º 17, pp. 279-299.
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1713
Gracia Alonso, F., y Munilla, G. (2013): El tesoro del «Vita». La protección y el expolio del
patrimonio histórico-arqueológico durante la Guerra Civil. Barcelona: Universitat de Bar-
celona.
Guerra de la Vega, R. (1980): Madrid. Guía de Arquitectura (1800-1919). Madrid: Edición
del autor.
Guía histórica y descriptiva del Museo Arqueológico Nacional. 1917. Madrid: Tip. de Revista
de Archivos, Bibliotecas y Museos.
Gutiérrez, L. M.ª; Rueda, C., y Bellón, J. P. (2004): «Collado de los Jardines (Santa Elena,
Jaén). Revisión de la zona arqueológica asociada a la cueva-santuario», Protohistoria y
Antigüedad en la provincia de Ciudad Real (800 a. C. – 500 d. C.). Puertollano: Edicio-
nes C&G, pp. 239-256.
Ladero Galán, A., y Jiménez Rubio, J. (2014): «150 años de obras y reformas en el Museo
Arqueológico Nacional. Historia y catálogo documental», Boletín del Museo Arqueológico
Nacional, n.º 32, pp. 81-102.
Maier Allende, J. (2003): «La Comisión de Antigüedades de la Real Academia de la Historia»,
250 años de Arqueología y Patrimonio. Edición de M. Almagro Gorbea y J. Maier Allende.
Madrid: Real Academia de la Historia, pp. 27-51.
Museo Arqueológico Nacional (1989): Guía breve. Madrid: Ministerio de Cultura.
Marcos Pous, A. (1993): «Origen y desarrollo del Museo Arqueológico Nacional», De gabinete
a museo: tres siglos de historia. Museo Arqueológico Nacional. Coordinado por A. Marcos
Pous. Madrid: Ministerio de Cultura, pp. 21-99.
Martínez de Velasco, E. (1892): «Nuestros grabados. Museo Arqueológico Nacional. La sala
de cerámica clásica, en el pabellón nuevo», La Ilustración Española y Americana, 15 de
marzo de 1892, n.º 10, pp. 159 y 161.
Martínez Rodríguez, A. (2006): «José Musso y Valiente y la creación de un Museo de Anti-
güedades», José Musso Valiente y su época, (1785-1838): la transición del Neoclasicismo
al Romanticismo: actas del Congreso Internacional celebrado en Lorca los días 17, 18 y
19 de noviembre de 2004. Lorca / Murcia, pp. 111-120.
Mélida y Alinari, J. R. (1895): «El Museo Arqueológico Nacional en el palacio nuevo», La
España Moderna, año VII, n.º 80, agosto 1895, pp. 38-51.
— (1899): «La Antigüedad Clásica en el Museo Arqueológico Nacional», La Ilustración espa-
ñola y americana, 15 de abril, n.º 14, pp. 217-219.
Memoria leída en la Biblioteca Nacional en la sesión pública del presente año, 1868. 1868.
Madrid: Imp. de M. Rivadeneyra.
Memoria sobre el estado de las Obras Públicas en España en fin del primer semestre de 1859,
presentada al Excmo. Sr. Ministro de Fomento por la Dirección General de Obras Públi-
cas. 1859. Madrid: Imprenta Nacional.
Memoria sobre el progreso de la Obras Públicas en España en los años de 1859 y 1860,
presentada al Excmo. Sr. Ministro de Fomento por la Dirección General del ramo. 1861.
Madrid: Imprenta Nacional.
Comunidad de MADRID
1714 Carmen Marcos Alonso
Memoria sobre el progreso de la Obras Públicas en España durante los años de 1861, 1862 y
1863, presentada al Excmo. Sr. Ministro de Fomento por la Dirección General del ramo.
1864. Madrid: Imprenta Nacional.
Moleón y Gavilanes, P. (2012): De pasadizo a palacio. Las casas de la Biblioteca Nacional.
Madrid: Biblioteca Nacional de España.
Molina Martínez, J. L. (2004): «Retrato de Musso existente en la Real Academia Española»,
Alberca, n.º 2, pp. 225-230.
Musso Valiente, J. (2004): Obras. 3 vols. Edición de José L. Molina Martínez, Lorca / Murcia:
Ayuntamiento de Lorca / Universidad de Murcia.
Navascués y de Juan, J. M.ª de (1941): «Exposición de orfebrería y objetos de culto. (Arte
español de los siglos xv al xix). Problemas museológicos», Arte Español. Revista española
de la Sociedad de Amigos del Arte, n.º 13, pp. 3-13.
— (1958): «Museo Arqueológico Nacional», Memorias de los Museos Arqueológicos 1954 (Ex-
tractos), vol. 15, pp. 7-17.
Noticia histórico-descriptiva del Museo Arqueológico Nacional, publicada siendo director del
mismo el Excmo. Señor don Antonio García Gutiérrez. 1876. Madrid: Imp. de T. Fortanet.
Papí Rodes, C. (2004): «La creación del Museo Arqueológico Nacional: el Casino de la Reina,
sus facultativos y sus fondos», Pioneros de la Arqueología en España, del siglo XVI a 1912.
Zona Arqueológica, n.º 3, pp. 389-398.
— (2013): «El Museo Arqueológico Nacional en el Museo Español de Antigüedades», [en lí-
nea]. Disponible en: <http://www.man.es/man/dms/man/coleccion/catalogos-tematicos/
manmea/pdfs/MANMEA-MECD-2013-1.pdf>. [Consulta: 28 de enero de 2017].
Pietsch, E.; Mélida, R., y Aguirre de Yraola, F. (1964): «Instalación en Madrid de una repro-
ducción de las pinturas prehistóricas de Altamira, efectuada por los métodos más moder-
nos de la tecnología química», Informes de la Construcción, vol. 17, n.º 166, pp. 57-62.
Rada y Delgado, J. de D. de la (1876-1882): Viaje a Oriente de la fragata de guerra Arapiles
de la comisión científica que llevó a su bordo / escrito por el doctor Juan de Dios de la
Rada y Delgado; adornada con láminas en acero, litografiadas y cromo litografiadas,
hechas por dibujos que tomó directamente de los lugares estudiados Ricardo Velázquez. 3
vols. Barcelona: Emilio Oliver y Cía.
— (1883): Catálogo del Museo Arqueológico Nacional que se publica siendo Director Antonio
García Gutiérrez. Sección Primera, tomo I. Madrid: Imprenta de Fortanet.
— (1892-1893): «Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales, donde ha tenido lugar la expo-
sición histórico-americana con motivo del Centenario», El Centenario. Revista ilustrada,
n.º 4, pp. 415-420.
Rodero Riaza, A. (1997): «El regreso de la Dama a España», Cien Años de una Dama. Pa-
bellón de Exposiciones del Parque Municipal (Elche), Museo Arqueológico Nacional (Ma-
drid). Madrid: Ministerio de Educación y Cultura, pp. 43-52.
Rodrigo del Blanco, J. (2017): «La organización de la Exposición Histórico-Natural y Etno-
gráfica», La Exposición Histórico-Natural y Etnográfica de 1893. Edición de J. Rodrigo del
Blanco. Madrid, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, pp. 55-75.
Comunidad de MADRID
150 años del Museo Arqueológico Nacional
1715
Comunidad de MADRID