Iberia de Isaac Albeniz
Iberia de Isaac Albeniz
Iberia de Isaac Albeniz
La suite para piano Iberia, escrita por Isaac Albéniz, fue compuesta entre 1905 y 1909
(fecha de la muerte del compositor), y es quizás la más importante obra de la literatura
pianística española, así como una de las cimas de la música para piano de todos los
tiempos. De ella dijo Olivier Messiaen: “es la maravilla del piano, ocupa quizá el más
alto puesto entre las más brillantes muestras del instrumento rey por excelencia”. No
debe confundirse con la Suite española Op. 47, también de Albéniz.
Cuaderno 1. Fue dado a conocer en la Sala Pleyel de París el 9 de mayo de 1906 por
Blanche Selva, en versión simplificada. La misma pianista fue la encargada de estrenar
el resto de la obra.
Evocación. Consta de cuatro partes que recuerdan vagamente la forma sonata: un
primer tema en la bemol menor (con la indicación “allegreto expressivo”) seguido de
un intermedio con ritmo de fandanguillo y un segundo tema en do bemol mayor.
Continúa con reapariciones del intermedio, y de los dos temas (el segundo en la bemol
mayor). Termina con un recuerdo al fandanguillo en pianísimo.
El Puerto. Es la pieza más corta de la colección. Hace referencia a El Puerto de Santa
María (Cádiz). Comienza con una introducción que servirá como fórmula de
acompañamiento de gran parte de la pieza. Le siguen el primer tema (con la indicación
allegro commodo) y el segundo tema, en el que utiliza el mismo acompañamiento de la
introducción pero con un matiz suave. El desarrollo viene indicado como "muy
lánguido" y en él podemos encontrar influencias claras de Debussy tanto en la sutileza
armónica como en el empleo de la escala por tonos.
El Polo. Esta pieza nos lleva a un ámbito mucho más sosegado que la anterior. Pese a
que <<El Polo>> es un cante jondo de tendencias trágicas, Albéniz da una visión
desenfada y voluptuosa, sobre todo en su segunda parte, de ecos ravelianos.
Lavapiés. Pieza que evoca el popular barrio madrileño mediante un curioso ritmo de
habanera en el que se entremezcla, en una ensoñación señorial y levemente
melancólica, el tono castizo y chulesco propio del organillo.
Málaga. Nos encontramos con una extraordinaria dificultad rítmica que aumenta a
medida que avanza la pieza. Se repiten reminiscencias de cante que se hacen más
poderosas y que, tras un breve pasaje en piano, se rematan en dos contundentes
acordes.
Andalucismo
Es notable la visión de España que la obra presenta. (Su tema evidentemente es
España, título que Albéniz no podía usar pues había dos piezas recientes con este
título.) Sevilla, Cádiz, Almería, Ronda, El Albaicín (Granada), Málaga, Jerez y tres piezas
dedicadas a Sevilla: El Corpus en Sevilla, Triana y Eritaña (desaparecida venta sevillana).
Nada de castillos y palacios. El único elemento madrileño - incluso el único elemento
castellano - es la popular plaza de Lavapiés.
Intérpretes
La obra ha sido caballo de batalla de los más prestigiosos pianistas, destacando los
registros fonográficos de Esteban Sánchez, Alicia de Larrocha (que la grabó en tres
ocasiones), Guillermo González, Ricardo Requejo, Rafael Orozco y Luis Fernando Pérez,
por la que recibió la Medalla Albéniz.1 Del primero, tras ser preguntado Daniel
Barenboim acerca de cuándo grabaría Iberia, éste respondió que después de haber
escuchado la grabación de Esteban Sánchez, poco le quedaba por añadir.2
Orquestaciones
Uno de los primeros interesados en orquestar Iberia fue Maurice Ravel. Sin embargo,
hubo de desistir, pues los herederos del compositor cedieron los derechos a Enrique
Fernández Arbós, el cual orquestó cinco de las doce piezas: Evocación, El puerto,
Corpus Christi en Sevilla, Triana y El Albaicín. Carlos Surinach orquestó años después las
restantes, completando así el trabajo de Arbós. La versión de Arbós ha sido grabada en
múltiples ocasiones, mientras que complementada por la de Surinach no tanto,
destacando los registros de Eugene Ormandi con la Orquesta Filarmónica de Filadelfia y
de Jesús López Cobos con la Orquesta Sinfónica de Cincinnaty.
A principios de los años noventa, el músico eslovaco Peter Breiner recibió el encargo de
la discográfica Naxos de orquestar Iberia. Terminó los doce números, con una
orquestación bastante romántica pero con un papel más destacado de la percusión.
Fue grabada por la discográfica en 1996, con Igor Golvschin y la Orquesta Sinfónica de
Moscú.
Francisco Guerrero Marín inició una orquestación de la obra con un lenguaje más
moderno, con gran masa sonora y predominio del metal, pero su repentino
fallecimiento en 1997 hizo que el trabajo quedara sin terminar. Completó Corpus
Christi en Sevilla, Almería, El Albaicín, El Polo, Málaga y Jerez. Las piezas orquestadas
fueron grabadas por José Ramón Encinar y la Orquesta Sinfónica de Galicia.
Actualmente, Jesús Rueda, alumno de Guerrero se encuentra finalizando esta labor.