Cristología II - Apuntes
Cristología II - Apuntes
Cristología II - Apuntes
08/08
Soteriología (Gal. 4,4) el objetivo de la salvación es la filiación adoptiva en Jesús. La filiación fue
perdida por Adán, recuperada por Cristo. Toda la obra salvífica apunta al don del Espíritu que nos hace hijos en
Jesús. La obra de Jesús apunta a Pentecostés, pentecostés pertenece a la teología de la resurrección. Salvación
es filiación recuperada, y el que obra eso es el Espíritu.
La cuestión 48 trata de la eficacia de la Pasión y la 49 son los efectos de la pasión. Lo que llama la
atención primero en Tomás es el conjunto de temas que utiliza a diferencia de su predecesor Anselmo que sólo
había utilizado el concepto de satisfacción.
Para entender esto hay que entender la idea de mérito, que tiene una idea de recompensa pero que es
gratuita y descansa en la alianza. Cuando decimos que la pasión salva gracias al mérito subrayamos la
gratuidad de que Dios nos regala el poder merecer.
Jesús es cabeza de la Iglesia, representa la Iglesia entera, y por esto merece en el lugar nuestro. No
pasa por encima de nuestra libertad, nosotros hacemos nuestra la salvación y el mérito logrado por Cristo.
Cristo hace mérito por todos nosotros.
En el Artículo 1, vemos esto del mérito que Cristo hace por nuestra salvación. No pasa por encima de
nuestra libertad, él nos regala la salvación y la hacemos nuestra por la fe.
En el Artículo 2 está el tema de la satisfacción. La satisfacción de la deuda que nosotros teníamos con
el Padre fue pagada en exceso por el Hijo. Jesús sufre por obediencia y amor
El Artículo 3 es el sacrificio, que no hay que verlo al modo de las otras religiones, sino al modo de Jesús,
desde la Trinidad, desde la Carta a los Hebreos. El sacrificio nos une a Dios, de modo que todo lo que nos une a
Dios es sacrificial, la oración es sacrificial. Todo aquello que yo hago para agradar a Dios es sacrificial, el
objetivo es unirme a Dios, estar en comunión con él. El sacrificio es una expresión externa que refleja mi
voluntad de unirme a Dios. Soportar la pasión fue agradable a Dios de un modo supremo porque provenía del
amor. La oblación de Jesús es una oblación de amor por nosotros, y eso agrada a Dios de un modo eminente.
Jesús es el verdadero Mediador porque une en sí el que se ofrece, lo que se ofrece, a quien se ofrece y
por quienes se ofrece.
En la cuestión 48, artículo 4 trata la redención. La redención es para la libertad. Cristo se entrega para
liberarnos, tanto del pecado como de la pena, eso es la redención, la entrega de uno por los demás.
En la cuestión 49, Artículo 4, muestra cómo la pasión nos reconcilia con Dios. Remueve el pecado que
nos enemista con Dios. Es un sacrificio gratísimo a Dios, y esta oblación voluntaria de Jesús agrada tanto al Padre
que supera toda ofensa del género humano.
En el artículo 5, aclara que para que nosotros tenemos que unirnos por la fe y la caridad y los
sacramentos a su sacrificio.
22/08
Ante la objeción de que la pasión es un acto puramente pasiva Tomás responde desde el sanedrín y
desde Pilatos, que de parte de ellos es un crimen, y desde Jesús, que sufría por caridad, es una acción sacrificial
(esto NO tiene nada que ver con el sacrificio de ninguna otra religión, hay que subrayar el carácter análogo y
espiritual).
El sacrificio es para reconciliarnos con Dios (C. 49, 4). Dios nos ama, pero este sacrificio nos reconcilia
removiendo el pecado que nos enemista con Dios. A Dios le importa nuestro pecado, a Dios le importa lo que
hacemos. El Padre del que Jesús nos habla no es un Padre desinteresado por lo que hacemos.
La redención
Por provocación a la caridad (que Jesús nos redima provoca una respuesta nuestra, el amor
llama al amor, y el amor redime, nos salva. El ver al crucificado me mueve a amarlo)
Por redención de quien es nuestra cabeza (es el que nos representa, si la cabeza redime,
redime a todo el cuerpo)
Por modo de eficiencia: su carne es instrumento (instrumento conjunto del logos) de la
divinidad para quitar los pecados
49,2: la pasión nos libera del poder del diablo, en tanto nos reconcilia con Dios.
49,3: somos liberados del reato/obligación de la pena.
Ad. 2: por la penitencia somos configurados a Cristo sufriente por una penalidad correspond.
Ad. 3: la muerte nos configura a la muerte de Cristo, y el Espíritu nos hace herederos de gloria.
Rm. 3, 21ss: el “instrumento de expiación” (v.25) era la plancha que se ungía con la sangre del animal,
y ello causaba la presencia de YHWH. Por medio del don del animal se realiza la expiación de Israel
pecador y del representante cultual. El día de la expiación, que se repetía una vez al año, se ungía esa
plancha de oro, y se recibía (el don de) la expiación y la nueva presencia de YHWH en medio de su
pueblo. Pablo dice que Jesús es el nuevo “kaboret”, Jesús ha sido exhibido por Dios como el nuevo
propiciatorio en quien tenemos la comunión con el Padre, nuevo propiciatorio análogo. Jesús es
expuesto por Dios como nuevo propiciatorio.
Hb. 9, 11-14: aparece de vuelta la eficacia, el sacrificio de Cristo es mucho mayor que el de los
animales. Jesús penetra en el santuario del cielo, llega al Padre con su propio cuerpo, y consigue una
redención eterna. Si la sangre de aquellos animales nos purificaba, cuanto más la sangre de Cristo, que
por el espíritu se ofrece al Padre, nos purificará del pecado. En el Espíritu se ofrece Jesús al Padre y
purifica nuestros pecados, y nos consigue una purificación eterna.
Mc. 10, 45: voy a dar mi vida en rescate por muchos
Is. 53, 4-12: el siervo sufriente es para nosotros la parte más singular del AT en la que vemos la entrega
de Jesús.
El Padre sostiene acompaña al Hijo, y lo sostiene. Por esto la mención en Hb. 9,14 del Espíritu, que es
el amor del Padre y del Hijo.
29/08
Hb. 9,11-14: Jesús se ofrece por el Espíritu, al Padre. Esto nos purifica y nos permite dar culto a Dios.
Hb. 9,24: Cristo se ofrece a sí mismo, no en un santuario hecho por manos humanas, sino en el mismo
cielo. Se presenta ante Dios en favor nuestro, intercedió en favor nuestro.
La redención es una gracia, es un don, un regalo que no se nos impone, sino que se nos regala de
manera libre para que libremente la aceptemos. Dios no impone una amnistía para reconciliarse con nosotros.
Dios elige otro camino, no se olvida del pecado, sino que lo que hace es entrar en el lugar del hombre para
redimirnos, y entonces darnos el don de la redención, nos regala un perdón. Esto supone saber recibir ese regalo
como algo que necesitamos. Esto es clave hoy en día, necesitamos redención, necesitamos perdón. Dios nos
regala la redención que obra su mismo hijo, poniéndose en nuestro lugar y obrando la satisfacción. Esta
redención objetiva no nos es puesta en ningún decreto. Está en nosotros la aceptación libre de este don
gratuito. Yo tengo que aceptar libremente eso que Cristo me regaló libremente. Vino a hacernos hijos (Gál. 4,4),
a devolvernos la filiación perdida por el pecado.
En la trinidad inmanente el Verbo está en relación con Dios, esta es la fuente trinitaria de la pro-
existencia que vemos en Jesús en la missio (la prolongación de la procesión del Hijo en el tiempo y el espacio).
[…] Jesús muere por nosotros, resucita por nosotros, y resucitando nos da el Espíritu. El Espíritu y su
efecto de gracia, liberan y salvan de su raíz la libertad del hombre, en una vida de gracia y de pecado. Este
camino es dramático, es una lucha de pecado y de gracia.
La liberación obrada en Cristo de forma objetiva la hacemos nuestra mediante nuestro sí. Hay un
momento fundamental y primero en aceptar el don de la existencia y de la gracia, sabernos queridos, asentidos,
agraciados, y liberados por Jesucristo. En diálogo con la modernidad, los teólogos contemporáneos han utilizado
la analogía del drama para explicar como el hombre recibe esta liberación. El hombre encuentra su sostén y se
sabe reconocido por aquel que es supremamente libre. La libertad creada es constitutivamente don de la
increada, en quien encuentra su meta. La doble dimensión del asentimiento y recepción es una realidad muy
importante en la espiritualidad cristiana. Jesús es imagen del Padre, en él estamos todos nosotros, recibirnos de
Dios en el Hijo es primero asentir, dar gracias por el don, recibirnos de Dios en esta alianza que tenemos con él.
Aceptación, dejarse regalar, no sentirse acreedor de Dios.
Dios no es rival de mi libertad. Nos invita a vivir la alianza en clave dialogal. Dios no aliena al hombre, él
se retrae para darnos lugar a nosotros, para permitir nuestra libertad. Hay una presencia latente de Dios, una
presencia que nos deja cancha, que nos deja espacio para no ahogar nuestra libertad (esto va contra el hombre
más feo del mundo de Nietzsche).
05/09
19/09
Falté porque estaba el encuentro en Luján. Apuntes de Vicky:
La forma de vida de la mujer en el AT era el MATRIMONIO, no había otra. María estaba prometida a
José, y había aceptado los esponsales sin decir nada a José de su “interés de permanecer virgen”. Este
ocultamiento NO va con la honestidad de María, por eso la mayor teoría es que María hubiera decidido el ser
casta en su matrimonio luego de la anunciación. Sino José hubiera sabido de sus planes antes de
comprometerse con ella.
En la intención de María no había más que el deseo de MATRIMONIO Y MATERNIDAD. Debe haber sido
así: María se prometió a José, pero algo en ella sabía que las cosas irían por un camino propio. Ella siempre tuvo
una actitud de entrega a Dios con confianza, “actitud mariana” = aguardar en lo incomprensible hacia Dios.
Lo que María hacía con Jesús y cómo actuaba con él era el de una VERDADERA MADRE. Sin embargo, Él
era el hijo de Dios… y ella no podría comprender esto del todo (está dicho expresamente en el Evangelio).
Recién lo va a entender en Pentecostés. En la relación de María con Jesús entraba algo desmesurado: porque
María seguía siendo una totalmente humana. Entre Jesús y María tendría que haber un distanciamiento, una
incomprensión, por la diferencia de sus esencias, naturalezas. María fue creciendo en la relación con su hijo. Y el
modo en que Jesús vivía y existía iba más allá de las capacidades de María. MARÍA NO ESTUVO DESDE EL
PRINCIPIO, ES PLENAMENTE HUMANA. Convivir CONSCIENTEMENTE con semejante ser hubiera estado más allá
de su realidad maternal, pero ella NO era totalmente consciente… no comprendía todo, pero con respeto y
confianza llevó este misterio. Y poco a poco fue creciendo en esta comprensión que solo alcanzó en Pentecostés
cuando Él ya no estaba a su lado.
HAY QUE PENSAR A MARÍA A LA LUZ DE LO QUE DICE DE ELLA EL EVANGELIO.
10/10
17/10
La virginidad post partu parece en el proto-evangelio de Santiago, y se extiende desde los siglos III y IV.
24/10
El sentido de conveniencia de la virginidad post-partu es por el lugar que María ocupa en el plan de salvación.
Aparece en el magisterio, en el sínodo de Letrán, y también en Constantinopla II.
María tuvo un plus de gracia, según san Agustín, a pesar de que necesitaba también la redención. Se subraya su
santidad y se habla de una gracia original.
En oriente el pecado es visto más desde sus consecuencias, en occidente es visto desde la culpa originaria (hay
una mayor atención en el pecado original originante). El Nacianceno, autor de la carta a Pleronio –lo que no es
asumido no es salvado-, habla de que el Espíritu vino de María purificándola, y fue pre-purificada por el Espíritu,
de modo que no hay en ella nada digno de castigo. Juan de Damasco dice que después del sí de María el Espíritu
bajó sobre ella y la purifico, y se discute si se trata de una elevación, o si tiene una gracia –especial- desde el
origen. Proclo sostiene la presentación de María del pecado (siglo V). En el siglo VIII se enseña en oriente que
María no tuvo pecado.
Tanto oriente como occidente interpretan Lc. 1,28, María plena de gracia (kecharitomene).Tomás sostenía que
María necesitaba de la redención entonces no sostenía la inmaculada concepción. Anselmo habla de la pre-
redención de los justos antes de Cristo, que estaban pre-redimidos con miras a la muerte de Cristo, con esto
abre una puerta importante. Eamer, discípulo de Anselmo, expresó y sostuvo claramente la concepción
inmaculada, la maternidad de Dios lleva a la inmaculada concepción. Para Escoto María fue creada llena de
gracia para permanecer en ella, tratando de articular la maternidad divina con la inmaculada concepción. La
tradición tomista subrayaba la falta de fuentes para sostener la concepción inmaculada.
Después de Anselmo y de Eamar, la solución vino desde la liturgia, desde la lex orandi. Sixto IV instituyó la fiesta
de la inmaculada concepción.
Alejandro Vi (1661) (D 2015): el alma de la VM colmada gracia del Espíritu y preservada del PO
Clemente XI (1708): amplió la fiesta de la IC
Pío IX: def. 546 c/67 opinaron a favor
Definición 8.12.54 (D 2803): “Definimos c/revelado que MV preservada del PO por singular gracia en
atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador y debe ser creído”
En 1830, antes de la definición, la Medalla Milagrosa, en París, aparece como Inmaculada Concepción. En
Lourdes, en Fátima. María plenamente redimida es imagen del hombre sin pecado. Responde y corresponde a la
gracia de forma ejemplar. Inmaculada y plenamente redimida y agraciada son las dos caras de la misma
moneda.
31/10
Se define que la siempre Virgen María, Madre de Dios, Inmaculada, terminada su vida terrestre alcanzó la gloria
celeste en cuerpo y alma.
Modesto de Jerusalén (s.VII) habla de que María permaneció incorrupta asociada al Resucitado.
Teotecnio de Livias (s.VII): cuerpo no corrompido llevado al cielo. Integridad corpóreo-espiritual incorruptible.
María no está sometida a la corrupción de su cuerpo.
En el s.VIII Andrés de Creta sostiene la incorruptibilidad del cuerpo de María. También Germán de
Constantinopla busca el fundamento de la asunción, que se basa en que al haber sido morada de Dios, se
encuentra libre de corrupción. Se transforma en una plenitud de la vida como intercesora y consumada en Dios.
Como consecuencia aparece la intercesión singular de María. La intercesión es un rasgo importante en la
maternidad de María, consecuencia de su rol en la historia de la Salvación.
Juan de Damasco, también en el s.VIII dice que es conveniente que aquel que llevó el logos se encuentre donde
el logos ha sido llevado. Si María no se corrompe y no pasa por un estado intermedio es por una gracia especial.
En los siglos XIII y XIV, en oriente la muerte de María se transformó en la fiesta de la dormición con un acento en
la asunción.
Asunción – Occidente
07/11
Imágenes marianas eclesiales (mariano-eclesiales: de Meditaciones sobre la Iglesia, de Henry De Lubac / María y
Juan al pie de la Cruz, en Jesús de Nazareth de Ratzinger)
14/11
Siguiendo la Marialis Cultus, y LG n° 5Xss contamos para la piedad mariana con diferentes criterios:
C. Bíblico: en nuestras formas de piedad mariana esté presente la Palabra de Dios, tanto el AT como el
NT.
C. Litúrgico: que los ejercicios piadosos se inspiren en la liturgia, se ordenen en la liturgia y conduzcan a
la liturgia, la prioridad la tiene la liturgia. Hay que evitar el desprecio los ejercicios piadosos, y también
evitar las celebraciones híbridas que mezclan lo piadoso con la liturgia.
C. Ecuménico: no se puede no tener un criterio ecuménico a la hora de valorar a María. No hacer
prácticas marianas que sean ecuménicamente objetables.
C. Cristológico – Eclesiológico: María nos tiene que llevar al Señor. En nuestra piedad mariana hay que
saber que María es como asunta e inmaculada intercesora nuestra ante su Hijo. María es intercesora al
servicio de la comunión de la Iglesia, María está en la iglesia –María hermana-. Es testigo de la cercanía
de Dios.
C. Simplicidad: la arquitectura de nuestros templos y la ubicación de la imagen de María, es importante
destacar sólo una, y saberla articular con el altar, el tabernáculo y con la cruz. La articulación del
tabernáculo como lugar de adoración y de reserva con el altar principal –en el que se debe destacar la
novedad de lo que se celebra- es difícil. Sumar a esto la figura de María también es difícil. Hay
tradiciones marianas en las distintas zonas del país, que es importante respetar.
Lugares de aparición:
Hay que pensar la pastoral mariana de una forma que ayude por un lado a la teología de María, y por otro lado a
la piedad de la gente.