Itinerarios Terapéuticos. Propuesta para La Aplicabilidad en La Etnografía.

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Grafo Working Papers, 2016, vol 5.

1-30

Itinerarios terapéuticos. Propuesta para la aplicabilidad


en la etnografía.

Irina Casado i Aijón


Getp–GRAFO, Universitat Autònoma de Barcelona
[email protected]

Recibido: 28/08/16
Aceptado: 15/09/16
Publicado: 29/11/16

Resumen
En este working paper se presenta una propuesta metodológica y analítica para la
confección y la representación gráfica de itinerarios terapéuticos e itinerarios
procreativos surgida de un trabajo de campo realizado entre la población rifeña (Rif,
norte de Marruecos). Los objetivos son proporcionar una propuesta tipológica para la
identificación de los itinerarios terapéuticos y procreativos y dar las indicaciones y las
pautas necesarias para que la representación gráfica de un itinerario se convierta en
una herramienta útil para sistematizar y analizar los datos en cualquier contexto
etnográfico.
Palabras clave: Itinerario terapéutico; itinerario procreativo; sistemas médicos;
población rifeña (Rif, norte de Marruecos)

Abstract
A methodological and analytical proposal is presented on this working paper for the
development and graphical representation of therapeutic itineraries and procreative
itineraries arose from a fieldwork carried out among the Riffian population (Rif, North
Morocco). The objectives include providing a typological proposal for the identification
of the therapeutic and procreative itineraries and to give the necessary advice and
guidelines for the graphical representation of an itinerary to become a meaningful tool
to systematize and analyze the data in any ethnographic context.
Keywords: therapeutic itinerary, procreative itinerary, medical systems, Riffian
population (Rif, North Morocco)

Sumario
1. Introducción. Itinerarios – De 4. Para terminar: recorrido,
una propuesta a otra objetivos y voluntades
2. Itinerarios terapéuticos – Una
propuesta para la
sistematización y el análisis
3. Un ejemplo de itinerario
procreativo comentado

ISSN: 2014-5993 DOI: http://dx.doi.org/10.5565/rev/grafowp.22


2 Itinerarios terapéuticos. GWP, 2016, vol 5.

Introducción. Itinerarios – De una propuesta a otra


Después de defender mi tesis doctoral (el 3 de febrero de 2016), la directora
del GRAFO, la Dra. Aurora González me propuso hacer una intervención en los
seminarios que este –nuestro– grupo de investigación realiza de forma
mensual. Su propuesta fue doble: una primera parte en la que hiciera un
repaso de mi experiencia etnográfica, de mis trabajos de campo y de mis
intereses temáticos hasta llegar a la tesis doctoral que acababa de presentar y
–quizá– poder dejar trazado un camino para mi continuidad en la Antropología
y una segunda parte en la que presentara la propuesta para la configuración de
itinerarios terapéuticos y su representación gráfica que estaba incluida en el
segundo volumen de mi tesis. Acepté la invitación e hice mi intervención en la
sesión del GRAFO del 11 de marzo de 2016 bajo el título Itinerarios. Del inicio
en Antropología a la propuesta de construcción de itinerarios terapéuticos.
Este working paper responde a la segunda parte de mi intervención, la que
dediqué a presentar mi propuesta de construcción de itinerarios terapéuticos y
su representación gráfica para que pueda ser aplicada en cualquier etnografía.
No incorporo, por tanto, en este texto la primera parte de mi intervención. Mis
andares y mis experiencias etnográficas quizá no me parezcan de interés para
los posibles lectores, más bien un transitar en el tiempo, con sus episodios, sus
anécdotas, sus experiencias vitales y unos resultados de descripción y análisis
etnográfico que, a quien pueda interesar, encontrará en cualquiera de mis
textos publicados anteriormente. Me permito, aun así, recuperar mi última gran
etnografía porque es el origen de la propuesta para itinerarios terapéuticos que
voy a presentar.
En agosto de 2006 empecé un nuevo trabajo de campo como etnógrafa de un
proyecto dirigido por la Dra. Teresa San Román que se tituló Desigualtats
socioeconòmiques i diferència cultural en l’àmbit de la salut en barris d’actuació
prioritària de Catalunya1, conjuntamente con mi participación también en el
proyecto del GETP2 dirigido en aquel momento por la Dra. Aurora González,
con el título Teoría transcultural de la reproducción de los grupos humanos. La
Antropología del parentesco como estudio de los modelos socioculturales de
procreación y crianza de los niños3. En el marco de mi participación en ambos
proyectos, mi etnografía se centró en la población amazigh4 rifeña residente en
Catalunya, especialmente –aunque no sólo– en la comarca de Osona (en la
Catalunya central). Este colectivo es de origen marroquí, es berberófono y
musulmán sunnita. Provienen de la provincia de Nador –en las montañas del
Rif, en el norte de Marruecos– y su proceso migratorio los llevó a Catalunya

1
Convenio entre el GRAFO de la Universitat Autònoma de Barcelona y el Departament de
Salut de la Generalitat de Catalunya. Este proyecto se llevó a cabo entre 2006 y 2009.
2
GETP – Grup d’Estudi Transcultural del Parentiu que forma parte del GRAFO.
3
Plan Nacional I+D, Ministerio de Educación y Ciencia. Este proyectó se desarrolló entre 2006
y 2011.
4
Amazigh (en singular) – imazighen (en plural), es el nombre con el que se autodenomina la
población bereber. Se considera a los imazighen la población autóctona del norte de África,
que fue islamizada en el siglo VII dC y que su proceso de arabización se inició también en ese
momento pero que sigue aún en la actualidad, ante una resistencia cultural e identitaria que en
algunas zonas se mantiene más viva que en otras.
GWP, 2016, vol 5. Irina Casado i Aijón 3

desde finales de los años 50, pero sobre todo durante los 60, dándose la fase
migratoria más importante durante los 90 y los 2000 con los proyectos de
reagrupación familiar. Es un colectivo que está sólidamente asentado en
Catalunya y en Osona especialmente, lo que ha permitido que, buena parte de
las redes de apoyo, ayuda y solidaridad estén presentes en destino y que se
dibuje un espacio de relación y circulación transnacional entre las unidades de
las familias extensas que se encuentran en origen y en otros países de Europa.
Esto conlleva que la familia no haya perdido su función ni su funcionalidad y
que el espacio físico no sea un impedimento para el espacio de relación,
circulación de bienes y personas y de mantenimiento de las figuras de
autoridad y responsabilidad.
Fue con los rifeños de Osona principalmente con los que hice mi trabajo de
campo que duró hasta agosto de 2015, periodo tras el cual redacté casi la
totalidad de mi tesis doctoral (aunque algunas partes las había redactado ya
antes) y que defendí, como dije, en febrero de 2016. Con el título Parentesco y
Salud entre los imazighen rifeños de Catalunya5, la tesis se estructuró en 2
volúmenes: en el primer volumen hay una primera parte donde se encuentran
los capítulos en los que hago una descripción y un análisis etnográfico del
colectivo (con temas de contextualización como la familia y las relaciones de
género), una segunda parte en la que describo el modelo de articulación de los
sistemas médicos utilizados por los rifeños y las lógicas subyacentes que
operan en la elección de uno u otro, y una tercera parte en la que profundizo en
la intersección entre los dominios teóricos del parentesco y de la salud, en
temas que se encontrarían vinculados al proceso reproductivo dentro del cual
se daría el proceso procreativo: sexualidad, matrimonio, embarazo, parto y
postparto, salud materno–infantil, entre otros; el segundo volumen lleva un
subtítulo que pretende ser explicativo de su contenido Propuestas
metodológicas y materiales elaborados. Fundamentos para el análisis. Se
encuentran, por tanto, en este segundo volumen Materiales como la
reconstrucción y el análisis de genealogías, de la terminología rifeña de
parentesco, elementos terapéuticos y análisis de las terapias de curación y
materiales cuantitativos. Es en los Materiales 2 de este volumen donde se
presenta la propuesta de configuración y representación gráfica de itinerarios
terapéuticos.

Itinerarios terapéuticos – Una propuesta para la sistematización y el


análisis

Experiencias durante la observación participante: preguntas que


necesitaban respuesta

Para explicar el porqué de la necesidad de idear una herramienta para recoger


los itinerarios terapéuticos, es imprescindible dar una pincelada a la
metodología que utilicé durante mi trabajo de campo.

5
Casado i Aijón, I. (2016) Parentiu i salut entre els imazighen rifenys de Catalunya [Kinship and
Health among Riffian imazighen in Catalonia]. ISBN: 9788449062698. La tesis puede
consultarse online en: http://hdl.handle.net/10803/382817.
4 Itinerarios terapéuticos. GWP, 2016, vol 5.

Realicé mi tesis doctoral a lo largo de 9 años, de los cuales 5 fueron de trabajo


de campo intensivo en la medida en que, de esos 5, sólo 3 fueron con
subvención económica y los otros 2 tuve que compaginarlos con trabajos más
o menos remunerados. La intensidad de mi presencia en el campo estuvo
siempre en función de mis otras obligaciones cotidianas. A pesar de la
diversidad en la situación económica, a lo largo de esos 5 años no dejé nunca
de hacer observación participante. Esa fue mi técnica de recogida de datos
principal. Inicié la observación en el ámbito doméstico, con familias rifeñas,
recogiendo todos aquellos datos etnográficos que podía, sin discriminarlos por
temáticas de interés. Tras 6 meses, diversifiqué mis unidades de observación
incorporando también los servicios sanitarios, tanto de atención primaria como
hospitalaria. Después de pedir los permisos correspondientes, la observación
en los EAPs, CAPs y hospitales se centró en las consultas de profesionales
(médicos de familia, comadronas y ginecólogos principalmente) y en las áreas
de urgencias, salas de dilatación y parto y planta de maternidad. Compaginé la
observación en ambos espacios: con los informantes rifeños convivía y recogía
los datos que surgían por el transcurso de la cotidianidad, igual que con los
profesionales de la salud. Después de esta fase de la investigación, y sin dejar
nunca de estar presente en el campo, realicé una primera sistematización y
análisis de los datos que me llevó a la formulación de unas hipótesis que
debían ser puestas a prueba. Esta contrastación la realicé en una segunda
fase del trabajo de campo a partir de entrevistas en profundidad, entrevistas
semipautadas y grupos focales tanto a informantes rifeños como a
profesionales de la salud pero en otros municipios catalanes. Las
conversaciones informales se dieron a lo largo de todo el trabajo de campo y
fueron tanto o más importantes que las técnicas estructuradas, especialmente
–aunque no sólo– en temas como la sexualidad. Finalmente, una vez
contrastadas las primeras hipótesis, sistematicé, analicé e hice el tratamiento
de los datos estadísticos y, finalmente, entré en la fase de redacción de la
tesis.
De este brevísimo resumen metodológico6, lo que me interesa destacar es la
observación participante y algunas problemáticas y preguntas que surgieron
tanto con personal sanitario como con rifeños. De estas experiencias fue de
donde surgió la necesidad de recoger itinerarios terapéuticos y de
representarlos gráficamente para sistematizar de forma rigurosa los datos para
después poderlos analizar. Como ya he dicho, empecé mi trabajo de campo en
las unidades domésticas, con las familias, para después ampliar la observación
a los servicios sanitarios de atención primaria y hospitalaria. Querría detenerme
especialmente en esas problemáticas o situaciones originarias de la propuesta:

En el ámbito doméstico: familias e individuos. Cuando se realiza observación


participante con el objetivo de recoger datos sobre cuándo las personas se
consideran o son percibidas como enfermas, sobre sintomatología, sobre
decisiones terapéuticas, sobre especialistas que se visitan y tratamientos
seguidos o no, implica que –como siempre en la etnografía–, las cosas
suceden cuando suceden. Las personas enferman cuando enferman e inician

6
Que puede encontrarse ampliamente descrito en la “Introducción general” del primer volumen
de la tesis.
GWP, 2016, vol 5. Irina Casado i Aijón 5

sus itinerarios terapéuticos o no, cuando lo consideran necesario, mejor o


cuando pueden. Para el tiempo etnográfico esto tiene una consecuencia directa
en el trabajo de campo en la medida en que recoger un itinerario terapéutico
puede llevar a veces días, pero a veces meses o años. Implica también que el
etnógrafo debe encontrarse presente si no durante todo el proceso, sí en la
mayoría de momentos cruciales que van a implicar un cambio en el itinerario
iniciado (cuándo se considera que hay que buscar ayuda especializada, qué
dice el especialista y qué es lo que la persona hace luego, a qué especialista
se decide ir primero, entre otras muchas) y eso también conlleva periodos
largos de estancia en el campo y esto no siempre es posible. Ante esto, fue
necesario hacer una diferenciación entre tipología de itinerarios. Llamé
itinerarios reconstruidos a aquellos itinerarios que ya habían empezado cuando
yo llegué al campo y a itinerarios de los informantes anteriores al trabajo de
campo, mientras que llamé itinerarios elaborados a aquellos de los que fui
testigo durante mi etnografía y que pude recoger íntegramente de primera
mano. Y esto lo hice estando –con suerte– presente en el campo cuando
alguien enfermaba pero sobre todo haciendo acompañamientos a los
diferentes especialistas que se visitaban, a las diferentes pruebas diagnósticas
o a las diversas terapias o prácticas terapéuticas7 de uno u otro sistema médico
a las que los informantes se sometían para sanar. Y lo observé tanto en Osona
(y en el resto de Catalunya) como también en Nador (Rif, Marruecos) donde
hice una breve estancia para completar mi trabajo de campo en Catalunya.
¿Por qué decidí recoger este tipo de datos? Uno de mis objetivos en torno a la
articulación de sistemas médicos utilizados por los rifeños era comprender qué
lógicas operaban en la elección de uno u otro sistema pero además también
era necesario saber qué era salud y qué enfermedad para poder entender
cuándo una persona se consideraba o era considerada enferma y cuándo
sana. Quería entender, en definitiva, por qué los rifeños hacían lo que hacían
en cuestiones de salud y, para eso, era imprescindible recoger los datos
referentes a esas decisiones terapéuticas que, poco a poco iban configurando
todo un proceso o itinerario. Después de más de 5 años de trabajo de campo,
los datos de cada informante y de su o sus itinerarios terapéuticos estaban
diseminados por numerosos diarios de campo lo que me llevó a la necesidad
de encontrar una manera de ordenarlos por informantes y por itinerario, para
después poder analizarlos con el objetivo de compararlos de forma transversal
e intentar entender las lógicas subyacentes que operaban. Es necesario aclarar
en este punto que, por sí solos, los datos referentes a itinerarios dicen pero no
lo dicen todo de manera que el análisis para determinar el modelo de
articulación no hubiera sido posible sin el conjunto de datos recogidos durante
la observación participante y en las entrevistas abiertas y semipautadas.

7
Tal como especifico en el segundo volumen de la tesis (Casado, 2016:71), cuando utilizo el
término terapia estoy haciendo referencia a formas terapéuticas para patologías o etiologías
específicas que están constituidas por una estructuración más o menos rígida y que a menudo,
aunque no siempre, son llevadas a cabo por terapeutas especialistas. Es decir, hay cierta
institucionalización en la estructura, en el especialista y en la aplicación. En cambio, utilizo el
término de práctica terapéutica cuando la asociación entre patología o atribución causal no es
directa con una forma terapéutica, no hay una estructura identificable y la gran mayoría de
veces son llevadas a cabo dentro del ámbito doméstico o por personas no especialistas.
6 Itinerarios terapéuticos. GWP, 2016, vol 5.

En el ámbito de los servicios de salud: atención primaria, hospitalaria y sus


profesionales. Inicié las observaciones participantes en los servicios de salud
más tarde, cuando ya llevaba 6 meses en las unidades domésticas. Y lo hice
respondiendo a una necesidad: qué pensaban los profesionales de la salud,
cómo era la atención que dispensaban al colectivo rifeño y si esta era diferente
al de resto de colectivos especialmente al de la población mayoritaria, ¿era
diferente la aplicación de protocolos o de tratamientos en función de las
percepciones personales de cada profesional hacia la diversidad sociocultural?
Estas preguntas surgieron durante mis acompañamientos con los informantes a
las consultas y a las diversas pruebas que se hacían en la biomedicina. Los
gestos, los comentarios, el lenguaje no verbal, las indicaciones terapéuticas o
la forma cómo los profesionales miraban o tocaban a los pacientes durante sus
valoraciones diagnósticas dentro de las consultas, me llamaron en muchas
ocasiones tanto la atención que, junto con los objetivos que me había
propuesto en mi trabajo de campo, me llevaron a pedir los permisos para poder
entrar dentro de las consultas o estar presente en las diversas zonas
hospitalarias.
El mismo transcurrir del tiempo etnográfico que sucedía cuando quería recoger
datos sobre itinerarios terapéuticos en las unidades domésticas, también
estaba presente durante las observaciones en los servicios sanitarios. Con
cuatro problemáticas añadidas: (1) en las consultas de los profesionales de la
salud de atención primaria, hacía la observación sólo en este espacio y durante
el tiempo de visita que tenía cada uno de ellos, de manera que, a diferencia de
la observación en el ámbito familiar, la recogida de datos contextuales era muy
limitada; (2) esta limitación de tiempo y espacio conllevaba también otra
problemática, lo que llamé “tras la puerta de la consulta”8. Es decir, me perdía
tanto el antes como el después de la visita: qué había llevado allí a los
pacientes rifeños, si habían pasado antes por otros especialistas de otro
sistema médico, si estaban siguiendo otro tratamiento además del biomédico y,
también, qué hacían con las indicaciones terapéuticas, con las recetas o con
las pautas marcadas por el profesional biomédico una vez cerraban la puerta
de la consulta y volvían a sus casas. Esto limitaba –y mucho– los datos para
los itinerarios terapéuticos; (3) la limitación temporal tenía otra consecuencia:
estar haciendo observación durante el turno de cada uno de los profesionales
con los que trabajé, no garantizaba que aquel día hubiera ningún paciente
rifeño en la lista de pacientes programados –otra cosa eran las visitas no
programadas, pero, aun así, tampoco era garantía. Hubo turnos en los que no
pasaba ningún rifeño por la consulta, lo que sirvió en un inicio para poder
recoger datos que me permitieron la comparación en cuanto a la atención a la
diversidad sociocultural pero, transcurridos unos meses, se convirtió en un
problema en cuanto a la inversión de tiempo de observación y al progresivo
acotamiento de los objetivos etnográficos; y (4) el tiempo también conllevó una
saturación de los datos. Si bien es cierto que cada paciente era distinto y que el

8
Expresión utilizada a lo largo del primer volumen de la tesis doctoral (op, cit. Casado, 2016) y
en la comunicación oral “Itinerarios terapéuticos en salud pediátrica entre la población amazigh
de Catalunya. Trabajo de campo y conocimiento etnográfico”. Primera trobada interdisciplinar
de professionals assistencials i grups d’investigació entorn a la salut, les desigualtats socials i
la diversitat cultural. Del 2 al 4 de Junio de 2010. Organizado por el Institut d’Estudis de la Salut
de la Generalitat de Catalunya y el GRAFO de la Universitat Autònoma de Barcelona.
GWP, 2016, vol 5. Irina Casado i Aijón 7

profesional de la salud intentaba ajustarse a la diversidad sociocultural y


económica, el hecho es que después de pasar muchas horas en las consultas,
la diversidad dejó de ser diversa y lo que allí pasaba se repetía con mucha más
frecuencia de aquello que no se repetía y por lo tanto ofrecía datos nuevos. La
constricción del tiempo de consulta (entre 5 y 15 minutos por paciente) y del
espacio, cada vez dificultó más la obtención de datos etnográficos que no se
hubieran recogido ya durante los meses anteriores, lo que valoré en términos
de horas de observación invertidas. Así que, de la misma forma en que mi
observación participante fue intensiva en las unidades domésticas al inicio del
trabajo de campo, volví a intensificar estas unidades de observación tras haber
intensificado la observación en los servicios de salud y haber llegado al
convencimiento de cierta saturación de los datos.
A mi entender, las cuatro problemáticas tuvieron incidencia en la obtención de
datos etnográficos para la configuración de los itinerarios terapéuticos pero fue
el hecho de no poder hacer el seguimiento de los pacientes en el antes y el
después de su paso por la consulta, lo que me llevó de nuevo a las familias, a
las casas y a intensificar el trabajo de campo que me permitiera ver el antes, el
durante mediante los acompañamientos y el después del paso por la
biomedicina. Además ¿qué pasaba en aquellos itinerarios en los cuales la
biomedicina no era una opción terapéutica?
En este contexto metodológico, la propuesta para la confección de itinerarios
terapéuticos surgió como consecuencia del planteamiento de tres preguntas
que necesitaban respuesta: (1) ¿qué hacen los rifeños ante los problemas que
perciben como de salud; (2) ¿por qué hacen lo que hacen? ¿Qué les lleva a
tomar las decisiones que toman ante lo que se percibe como un problema de
salud?; y (3) cuándo deciden hacer y cuándo deciden no hacer. Fue en este
punto del trabajo de campo – ya avanzado cuando me formulé estas
preguntas– cuando tomé consciencia de que, lo que había estado haciendo
de forma desestructurada, desordenada e involuntaria, era recoger datos sobre
itinerarios terapéuticos y esto, junto con el intento de dar respuesta a las tres
preguntas planteadas, me llevó a un ejercicio triple: en primer lugar, la
necesidad de recoger los datos para confeccionar estos itinerarios. Es decir, el
propio ejercicio de recogida de datos empíricos vinculados a los itinerarios pero
no aquellos que yo consideraba o creía que formaban parte de ellos, sino
aquellos que los y las informantes vinculaban y relacionaban con el problema
de salud o con el proceso procreativo en el cual estaban inmersos o lo habían
estado; el segundo ejercicio me llevó, un poco antes de la fase de
sistematización y análisis, a pensar una forma de ordenar, de sistematizar y
presentar estos itinerarios; a hacer un vaciado de todos los datos que tenía
diseminados tanto en los diarios de campo como en las entrevistas, con el
objetivo de confeccionar cada uno de ellos de forma individualizada. En este
sentido, este ejercicio me llevó a sí mismo a dos puntos: el primero a la
necesidad de encontrar una forma de representación gráfica en la que fueran
claramente visibles las respuestas a las 3 preguntas formuladas para cada uno
de los itinerarios recogidos, y un segundo punto, a la necesidad de encontrar
una metodología para hacer estas representaciones gráficas. Finalmente, el
tercer ejercicio que me planteó fue el de hallar la mejor forma de analizar estos
itinerarios con el objetivo de poder extraer unas conclusiones generalizables a
todo el colectivo, aquellas que me permitieran entender las pautas de acción y
8 Itinerarios terapéuticos. GWP, 2016, vol 5.

representación susceptibles de configurar un modelo rifeño en la articulación


de los sistemas médicos que se utilizan y en las lógicas subyacentes que
intervienen, de forma más o menos decisiva pero perfectamente reconocibles.
Es en este sentido que la recogida de itinerarios terapéuticos pasaba a ser una
forma metodológica además de analítica.
La propuesta metodológica y analítica que hice en mi tesis doctoral y que
recojo en este working paper ha sido, como he dicho, fruto de la necesidad de
dar sentido, coherencia y sobre todo rigurosidad a todos los datos etnográficos
que recogí. Y eso es, una propuesta, que en mi trabajo de campo fue
extremadamente útil y considero que los resultados de su aplicabilidad también
lo han sido. No obstante, como todas las propuestas, no sólo está disponible
para su uso por parte de cualquier otro investigador que la considere útil en su
tarea sino que, además, es susceptible de ser adaptada a las diversas
realidades etnográficas o de ser mejorada en su déficit. Quiero poner énfasis
en su flexibilidad: esta característica fundamental de la propuesta permite que
cada investigador que la utilice la pueda adecuar a las propias exigencias que
marquen tanto la dinámica del trabajo de campo como los datos etnográficos
que surjan –implícitamente en ambas, las propias características del colectivo,
grupo o segmento de población que se esté etnografiando.
Presento la propuesta empezando por el final del proceso reflexivo e intelectual
que seguí: si la secuencia que desarrollé fue la de recoger los datos empíricos,
luego la formulación metodológica y, finalmente, la reflexión teórico–analítica,
creo que presentar la propuesta a la inversa puede facilitar su comprensión. Es
por eso que empezaré por presentar la reflexión teórico–analítica, seguiré con
la metodológica y finalmente presentaré un ejemplo de itinerario procreativo
comentado que permita vislumbrar la aplicabilidad metodológica.

Reconstrucción y/o elaboración de itinerarios terapéuticos

Además de la reflexión que me llevó a establecer un modelo de articulación de


los sistemas terapéuticos utilizados por los rifeños y esclarecer las lógicas
subyacentes que en él operaban, hubo un paso más que salía de la
especificidad empírica rifeña y que me llevó a hacer una propuesta teórica –
aparte de metodológica. La parte teórica intentaba dar respuesta a qué es un
itinerario terapéutico, qué tipo de itinerarios se pueden confeccionar y,
especialmente, cómo su identificación tiene repercusiones en la interpretación
de los datos de campo.
Empecemos por el principio: ¿De qué hablamos cuando hablamos de
itinerarios terapéuticos? Dar respuesta a esta pregunta es del todo necesario
porque delimita qué tipo de datos etnográficos son necesarios para su
confección, cuál es el contexto en el cual estos datos toman sentido y,
especialmente, cuáles son las prácticas terapéuticas y las formas de
representarlas a lo largo de su desarrollo.
Durante esta investigación entendí que un itinerario terapéutico se configura
por todas las decisiones –conscientes o no, y que conducen a una práctica
teniendo en cuenta que el “no hacer” también es hacer– y el marco de
representación, percepción y conceptualización que les supone el contexto
sociocultural, que una persona o grupo toman ante lo que se percibe como un
problema de salud y que necesita de intervención o de atención especializada
GWP, 2016, vol 5. Irina Casado i Aijón 9

(personal sanitario biomédico y/u otros terapeutas o cualquier otra persona


especialista o no que sea considerada capacitada para aliviar o resolver esos
problemas) o no especializada. También consideré como itinerarios
terapéuticos los casos de procesos procreativos ya que, no siendo
considerados como problemas de salud si no hay una patología específica a lo
largo de su desarrollo, sí que se da una intervención de sistemas médicos y de
atención especializada y no especializada durante el embarazo, el parto y el
postparto que lo acercan a una percepción de medicalización del proceso,
aunque esta no siempre es compartida por las propias mujeres que lo están
viviendo. Un itinerario recoge las decisiones que se toman, que implican
acciones y prácticas terapéuticas, pero también recoge el contexto en el cual
se deben interpretar y, por lo tanto, debe proporcionar la forma que tiene la
persona o el grupo de pensar, entender y conceptualizar las decisiones y las
prácticas sean estas terapéuticas o no. Debe recoger también las percepciones
de todas las cuestiones implicadas: percepciones sobre la enfermedad y la
salud, percepciones sobre la etiología atribuida, sobre el fracaso y el éxito
terapéutico, de los tratamientos, de su eficacia o no. Un itinerario terapéutico
debe poder dar respuesta a qué hace la persona o el grupo, por qué hace lo
que hace y cuánto tiempo hace lo que hace ante la percepción de lo que
considera un problema de salud, de una alteración del estado “normal”
(concepto folk) de la persona o ante un proceso para el cual requerirá atención
terapéutica especializada aunque no se perciba como un problema de salud.
Siguiendo la propuesta de L. Sanjuán (2007: 174–181), considero que un
itinerario terapéutico empezaría cunado se dan tres acciones que pueden ser
consecutivas en el tiempo (que entre una y otra no pasan más que segundos) o
pueden distar entre ellas periodos de tiempo más largos (sin limitaciones de
cuánto). Estas tres acciones son: (1) interpretación individual y/o grupal de la
existencia de un problema, de algo que altera lo que se considera “normal”; (2)
para iniciar un itinerario es necesario que ese problema sea interpretado como
de salud. Para que así sea, en esta segunda acción deben darse respuestas a
dos cuestiones: qué pasa y por qué pasa. Es decir, cuál es la interpretación
que se hace del problema y una primera atribución causal de este; y (3) la
tercera acción consiste en la primera de las decisiones terapéuticas: buscar o
no buscar ayuda y, una vez decidido esto, qué tipo de ayuda, si será
especializada o no. Esta ayuda no necesariamente se buscará en un sistema
médico o en un terapeuta, o en un familiar o conocido, sino que puede consistir
en cualquier otra práctica que tenga como objetivo subsanar la situación y
volverla a la normalidad: automedicación, alimentación, descanso, ejercicio,
cambio en algún hábito, entre muchas otras.
Que las tres acciones disten más o menos en el tiempo y el hecho de que se
decida iniciar un itinerario o no, depende de muchas circunstancias
(personales, sociales, económicas) que, además de intervenir en este primer
momento, pueden tener –y, de hecho tienen– presencia en su desarrollo.
Desde que se identifica la existencia de un problema que se percibe como algo
que sale de lo “normal” y que a este problema se le atribuya la categoría de
“problema de salud” o “enfermedad”, se da la intervención de múltiples factores
que pueden tener una incidencia mayor o menor y no siempre dándose en
todos los casos. Por ejemplo, destaco cuestiones como las nociones culturales
de gravedad, dolor, cronicidad; la percepción de inmediatez vinculada a la de
10 Itinerarios terapéuticos. GWP, 2016, vol 5.

gravedad, sensación, percepción e interpretación de la sintomatología; las


situaciones socioeconómicas que pueden impedir una actuación más o menos
inmediata aunque esta se perciba como necesaria (horarios laborales,
problemas económicos, problemas en la regularización jurídica, falta de
transporte y/o de acompañante, falta de dinero); posibilidad de acceso por igual
o no a todos los sistemas médicos existentes en el contexto donde se vive y
representación que el individuo o el grupo hace de cada uno de ellos; o de lo
que se haya considerado en la segunda acción, es decir, en el momento de dar
respuesta al qué pasa y por qué se cree que pasa (atribución causal del
problema o de la enfermedad, nociones de persona y cuerpo, componentes
que la conforman y su funcionamiento, representación que se hace del
problema de salud o de la enfermedad) pero también del conocimiento que se
tenga de todos los sistemas médicos que se tengan al alcance, de su
funcionamiento y de las experiencias previas en cada uno de ellos (éxito o
fracaso terapéutico, trato percibido, entendimiento con el profesional, el
terapeuta o el especialista o cubrimiento o no de las expectativas), tanto de la
propia persona como del resto del grupo, la experiencia y la valoración del cual
se pueden tomar como referencia en las elecciones.
La respuesta que una persona da sobre su propia situación o un grupo da
sobre la situación de uno de sus miembros, hará que la tercera acción se
ponga en marcha o no, cuándo y hacia dónde se iniciará el itinerario. Es muy
importante tener en cuenta que, una de las posibilidades en esta tercera
acción, puede ser decidir no buscar ayuda, ni especializada ni no
especializada. Decidir no hacer nada, como he dicho, también es una forma de
hacer y para el investigador, éste debe ser un dato etnográfico igual de
relevante e importante como los que recoge cuando hay decisiones que
conllevan acciones para resolver el problema que se percibe. Aun así,
difícilmente podemos considerar que se inicia un itinerario terapéutico cuando
se decide no hacer nada: deberá considerarse esta decisión como un dato de
campo más, a menos que sea una decisión temporal que posteriormente en el
tiempo llevará a emprender alguna acción.
El itinerario terapéutico, pues, se inicia y se va confeccionando con la
incidencia de múltiples factores, desde su inicio y hasta que se considera que
el problema se ha resuelto (curación), se ha vuelto permanente (crónico) o
cuando no se resuelve (muerte). En estos tres casos podemos considerar que
un itinerario finaliza. Debe tenerse en cuenta que las consideraciones de
cronicidad, curación o muerte no responden a las percepciones del etnógrafo
sino del propio individuo y/o grupo, algo que es especialmente significativo en
el caso de la muerte, noción que responde a un constructo cultural si es que
esta existe en la sociedad estudiada: habrá que valorar en cada caso
etnográfico si se da la existencia de la muerte, si se percibe como el final de la
vida, si la enfermedad queda resuelta con ella o si permanece aunque la
persona se encuentre en otro estado. Es, pues, importante recoger los datos
sobre la atribución del final del itinerario porque, como veremos un poco más
adelante, a veces los itinerarios son secuenciales continuos o secuenciales
intermitentes, es decir, entre una y otra decisión terapéutica –o no terapéutica–
pasa un tiempo de inactividad, pudiendo dar una falsa sensación de que el
itinerario ha acabado. De este modo, un itinerario respondería a un problema
de salud o enfermedad, pudiendo darse el caso en que una persona estuviera
GWP, 2016, vol 5. Irina Casado i Aijón 11

confeccionando varios itinerarios de forma simultánea, que se pueden cruzar


entre sí, con lo que suponen las experiencias adquiridas en cada uno de ellos.
Se debe entender y conceptualizar cada uno de los itinerarios que emprende
una persona de forma individual aunque, efectivamente y como ya he
señalado, la experiencia previa de la persona en situaciones similares –o no
tan similares– o la de otras personas que le son próximas, puede tener una
influencia más o menos importante en itinerarios posteriores. Aun así, el hecho
de estar en posesión de este conocimiento, experiencia o transmisión de
experiencia de otras personas, no implica que ante la aparición de un problema
de salud o de una enfermedad se actúe igual. Quizá precisamente por la
experiencia de un fracaso terapéutico anterior, esto conllevará la búsqueda de
soluciones o alternativas expresamente diferentes. Es por este motivo que un
itinerario terapéutico será entendido como único desde su inicio hasta su final o
hasta su cronicidad, recogiendo en aquellos casos que así lo requieran, las
prácticas y las formas de representación repetidas de itinerarios anteriores.
Antes de entrar en el análisis de las características y la tipología de itinerarios
terapéuticos, hay que introducir algunas consideraciones previas que permiten
hacer una primera diferenciación:

Reconstrucción – Elaboración de itinerarios terapéuticos. Entiendo por


reconstrucción de un itinerario cuando los datos etnográficos recogidos hacen
referencia a itinerarios que de forma total (inicio y final) o parcial (inicio)
provienen del pasado de la persona. Mientras que la elaboración de un
itinerario se daría cuando el etnógrafo recoge los datos etnográficos como
resultado de su observación mientras este se está confeccionando. Es decir,
un itinerario reconstruido sería aquel que el informante explica al etnógrafo y
que este no observa en su totalidad aunque podría darse el caso en que el
etnógrafo no está presente en su inicio pero si en parte de su desarrollo y/o
final: en este caso el itinerario sería parcialmente reconstruido y parcialmente
elaborado.

Secuencial continuo – secuencial intermitente. Un itinerario secuencial


continuo es aquel en el que las decisiones que conducen a las prácticas
terapéuticas no distan mucho tiempo entre ellas, de forma que entre el inicio
del itinerario y su final hay una continuidad temporal que no implica una
fragmentación considerable de la secuencia. En cambio, un itinerario
secuencial intermitente es aquel en el que, entre una decisión y otra, puede
pasar un período de tiempo suficientemente amplio como para que el itinerario
pueda quedar fragmentado, a veces hasta el punto de que se podría considerar
un itinerario cerrado. Este último caso es frecuente ante enfermedades
crónicas que tienen episodios agudos pero también ante la desaparición
temporal de la sintomatología o, incluso, en itinerarios en los que ante
repetidos fracasos terapéuticos, una de las decisiones sea no hacer para,
posteriormente, retomar las prácticas terapéuticas. Las fases de inactividad en
el desarrollo de un itinerario no lo darían por acabado.
Estas primeras distinciones nos llevarían a especificar cuáles son las
características principales de un itinerario terapéutico:
1. En la medida en que los itinerarios se confeccionan a partir de las
decisiones que la persona o el grupo van tomando y que, como hemos
12 Itinerarios terapéuticos. GWP, 2016, vol 5.

visto, estas decisiones están influenciadas, determinadas o condicionadas


por múltiples factores, tenemos que tener muy presente que estos factores
no necesariamente se mantienen constantes a lo largo de todo un itinerario
sino que pueden intervenir en momentos puntuales, unos sí y otros no, con
mayor intensidad unos y con menor intensidad otros o bien que la influencia
de algunos factores se pueda mantener constante mientras que otros lo
harán de forma puntual. Por el hecho de que un itinerario es y se mantiene
vivo y cambiante a lo largo de su desarrollo, es muy probable que el
etnógrafo se vea ante dificultades a la hora de identificar la tipología de
itinerario en su globalidad por lo cual deberá determinar su fragmentación
pero, más importante aún, qué es lo que motivó estos cambios y cuáles son
las causas que los provocaron para cada uno de los cambio identificables.
Es por esto que muy a menudo un itinerario no se puede considerar
uniforme sino fragmentario de tal manera que las características que
identifican un itinerario no son válidas para su totalidad sino para uno o
varios fragmentos que corresponden a momentos, etapas o períodos
concretos de esa totalidad.

2. Los itinerarios terapéuticos siempre son flexibles y heterogéneos. Hemos


visto ya como en la elaboración de cada uno de los itinerarios intervienen
múltiples factores, decisiones motivadas por situaciones y circunstancias
personales o grupales muy diversas, lo que lleva a considerar que, ante
problemas de salud y enfermedades, el peso de las elecciones con un alto
componente personal es muy elevado. Aun así, recoger el número
suficiente de itinerarios terapéuticos de miembros del grupo, colectivo o
segmento de población que se esté etnografiando, sean estos en torno a un
mismo problema de salud o no, permite al etnógrafo extraer un modelo de
pautas compartidas, pero, más importante aún, permite hacer una
abstracción teórica que le llevará a establecer las lógicas subyacentes
compartidas que dan sentido y explicación al por qué hacen lo que hacen.
Siendo así y a pesar de que las decisiones que se toman tienen un fuerte
componente individual, estas nunca se toman al azar: todas las decisiones
tomadas dentro de un itinerario siguen esas lógicas subyacentes
compartidas por el grupo. Será trabajo del etnógrafo no sólo recoger cada
uno de los itinerarios sino también referenciar esas lógicas culturales,
socioeconómicas y políticas compartidas que permitan una correcta
interpretación de cada uno de los itinerarios individuales.
3. Itinerarios individuales y/o grupales. Esta característica de los itinerarios
está estrechamente relacionada con la percepción de la enfermedad o del
problema de salud y con la etiología atribuida. Hay enfermedades que se
perciben individuales: la persona enferma es la que sigue el itinerario
terapéutico. Pero hay enfermedades que se conceptualizan como grupales,
es decir, hay más de un miembro del grupo enfermo. En el caso de
enfermedades grupales, entiendo que sólo corresponde a un itinerario si la
enfermedad se conceptualiza como la misma y si las prácticas terapéuticas
también son grupales o individuales pero las siguen todos los miembros del
grupo enfermos para sanar la misma enfermedad o si, siendo individuales,
el objetivo es sanar a todos los miembros del grupo afectados. Las
enfermedades grupales no responden a la extensión de una enfermedad
por contagio sino, por ejemplo, a aquellas enfermedades que por la
GWP, 2016, vol 5. Irina Casado i Aijón 13

infracción de un tabú o por la acción de un individuo, tengan consecuencias


no sólo en el infractor sino en el resto de miembros de su grupo (sea el
grupo que sea). En otros casos esa misma infracción se presenta con
consecuencias diferentes en los miembros afectados, es decir, no todos
presentan la misma sintomatología o se les atribuye la misma enfermedad
(en el caso rifeño, hay ejemplos en los que diversos miembros de una
familia están enfermos al mismo tiempo, con patologías distintas pero que
se les atribuye una misma causalidad): resolví estas situaciones
considerando cada itinerario de forma individual, porque las decisiones
terapéuticas también lo fueron, para después hacer un análisis conjunto de
todos los miembros del grupo en la medida en que se percibían todos ellos
con una etiología compartida.

4. La variable “tiempo” es el fundamento a partir del cual el itinerario se va


construyendo. Como con el resto de datos etnográficos, la variable “tiempo”
debe entenderse como constructo cultural. Debe recoger, por lo tanto, la
percepción temporal del grupo etnografiado y no la percepción temporal del
etnógrafo. Así, por ejemplo, hay poblaciones en las que la percepción
temporal es lineal pero en otras la percepción del tiempo es circular. Sera
tarea del etnógrafo reconstruir y/o elaborar los itinerarios en base a esas
percepciones. Porque en un itinerario terapéutico la variable “tiempo” tiene
dos vertientes que deben estar presentes: (1) el tiempo transcurrido entre
su inicio y su final o a lo largo de su desarrollo en los casos de cronicidad.
Sea un itinerario acabado o crónico, se debe recoger si se desarrolla
durante la vida cuando la muerte supone su final o más allá de esta cuando
este tránsito no supone ni el final de la vida ni el final de la enfermedad sino
un cambio en el estado de la persona; (2) y el tiempo que transcurre entre
una decisión que conlleva una práctica terapéutica y el final de esta. De
esta manera, un itinerario recoge el tiempo global dentro del cual
encontramos el tiempo de duración de cada una de las terapias o acciones
terapéuticas. Hay itinerarios en los que el tiempo global y el parcial
coinciden: como veremos más adelante, estos itinerarios corresponden a
los simples y secuenciales continuos.

5. A diferencia de la primera característica que identifica a los itinerarios con


su capacidad de fragmentación por los cambios que propician un nuevo
período, esta quinta característica nos habla de los cambios en las
percepciones y en las formas de representación, pero no necesariamente
conllevaran una fragmentación en el itinerario. Estos cambios se pueden
dar a partir de dos fenómenos: la percepción y la representación de la
enfermedad o del problema de salud y en la atribución causal que se hace
en cada uno de los cambios perceptivos. Así, a lo largo de un itinerario
podemos observar diversas atribuciones causales del mismo problema o
enfermedad –no necesariamente nuevas, sino que, a lo largo de un mismo
itinerario esas atribuciones pueden repetirse– y, al mismo tiempo, la propia
percepción de la enfermedad no siempre se mantiene inmodificable, sino
que también puede variar. Estos cambios perceptivos, representativos y
etiológicos no siempre van acompañados de un cambio en las decisiones
terapéuticas, aunque, efectivamente, pueden ser uno de los motivos que las
propicien. Un cambio de estas características no implica en ningún caso el
14 Itinerarios terapéuticos. GWP, 2016, vol 5.

inicio de un nuevo itinerario en la medida en que el problema percibido


persiste, aunque se le represente y se le atribuya una causalidad distinta a
la inicial. Se iniciará un nuevo itinerario cuando la persona o el grupo
considera que la primera enfermedad o problema de salud ha quedado
resuelto o se ha vuelto crónico y que la nueva percepción y representación
se debe a una nueva problemática, esté ésta relacionada o no con la
primera.

6. Aunque ya he señalado la especificidad, particularidad y unicidad de cada


uno de los itinerarios que sigue una persona, querría destacar algunos
datos que, independientemente de los casos concretos, son los que
configuran la estructura básica de un itinerario:
¾ Ordenación temporal en función de las dos formas en las que
interviene la variable “tiempo”.
¾ Sistemas médicos utilizados, prácticas terapéuticas especializadas o
no (domésticas, automedicación).
¾ Especialistas terapéuticos u otros tipos de especialistas que
intervienen con el objetivo de aliviar o resolver el problema de salud.
¾ Causas o motivaciones de cada una de las decisiones que implican
un cambio o un seguimiento en las prácticas terapéuticas o no
terapéuticas (sintomatología, formas de representación, indicaciones
terapéuticas,…).
¾ Percepción y formas de representación de la enfermedad o el
problema de salud y todas las veces que en el desarrollo de un
mismo itinerario estas formas han variado.
¾ Percepción del éxito o del fracaso terapéutico.
¾ Prácticas que, aunque no sean consideradas médicas, tengan una
función terapéutica de curación o alivio (sería el caso, por ejemplo,
del ofrecimiento de exvotos u otras ofrendas a divinidades).
¾ Personas implicadas en todo el itinerario: redes de apoyo,
cuidadores, personas importantes para el informante que han
intervenido de una u otra forma,…
¾ Redes de circulación de información referente al problema de salud o
enfermedad.
¾ Acontecimientos que, desde una perspectiva folk, pueden tener o
tienen una influencia más o menos decisiva en el transcurso del
proceso de enfermedad y curación, cronicidad o muerte.

Recordemos que un itinerario debe poder responder a preguntas como qué


se hace, por qué se hace lo que se hace y cuándo se hace. Aun así las
propias dinámicas de un trabajo de campo, las situaciones con las que se
encuentra un etnógrafo, el hecho de que un itinerario sea reconstruido o
elaborado o las especificidades socioculturales de cada grupo o población
etnografiada, harán que la recogida de estos datos sea más o menos fácil,
que se puedan obtener todos ellos y completar un itinerario o dejar algunos
vacíos que no se puedan llenar. Con estas situaciones de falta de
completud, el etnógrafo ya debe contar pero, a mi parecer, no por eso un
itinerario deja de ser riguroso y válido para el análisis, siempre y cuando,
está claro, los vacíos no sean más grandes que la totalidad de los datos
GWP, 2016, vol 5. Irina Casado i Aijón 15

recogidos. Después cada etnógrafo adecuará y valorará cada uno de los


itinerarios recogidos en función de los objetivos de su análisis y de las
preguntas de investigación.

7. Finalmente –y aunque ya lo he mencionado más arriba–, no querría dejar


de destacar la capacidad de unicidad e individualidad de cada uno de los
itinerarios. No sólo porque cada individuo o grupo introduce sus propias
especificidades y situaciones personales, valora y gradúa la incorporación
de sus experiencias previas en itinerarios similares o totalmente diferentes,
sino porque, a pesar de que la persona se encuentre en una misma
situación y que el problema de salud se identifique y se perciba como algo
ya vivido anteriormente, no necesariamente esto implica una repetición en
las decisiones y en las prácticas terapéuticas. Hay, por tanto, que tomar,
entender y analizar cada uno de los itinerarios de forma autónoma y, en
todo caso, añadir en el análisis los factores o causas que motivan tanto las
repeticiones de un itinerario anterior de forma total o parcial o la
desestimación de toda experiencia previa.

Recordando siempre que todas y cada una de las decisiones que se toman,
tengan un bagaje previo o no, no son nunca una cuestión aleatoria sino que
tras ellas hay siempre unas lógicas que operan por las cuales la valoración, la
evaluación o la rigidez de las situaciones personales y de los factores que
intervienen conlleva que la elección del itinerario se conforme en exclusividad
por un sistema médico, que se simultaneen uno o más sistemas o que se
sucedan sistemas ante la percepción de fracaso terapéutico, de las
expectativas o por complicaciones socioeconómicas.

Ante estas características descritas, hago una propuesta para la tipología de


itinerarios terapéuticos que se añade a las primeras diferenciaciones entre
itinerarios que he hecho más arriba

Tipología de itinerarios terapéuticos

Simples Complejos

Singulares Plurales
(para cada
fragmento)

Exclusividad Simultaneidad Sucesión


16 Itinerarios terapéuticos. GWP, 2016, vol 5.

Una vez que el etnógrafo ha reconstruido y/o elaborado un itinerario


terapéutico, las características que facilitan su análisis global, al margen del
análisis de cada uno de sus fragmentos en caso de que haya, permite su
identificación descriptiva y tipológica establecida y determinada a partir de las
decisiones que conducen a las prácticas terapéuticas y a los usos de los
sistemas médicos.
En este sentido, la primera distinción que hay que hacer es si estamos delante
de un itinerario simple o complejo. Identificaremos como itinerario simple aquel
en el que, desde su inicio y hasta su final (siempre y cuando este se pueda
establecer porque se considere un itinerario cerrado), se ha utilizado un solo
sistema médico o práctica terapéutica. Mientras que los itinerarios complejos
serían aquellos en los que, en su desarrollo, encontramos el uso de más de un
sistema médico y/o la realización de más de una práctica terapéutica.
Esta primera identificación nos lleva directamente a la segunda y a la tercera
distinción9. Si los itinerarios simples utilizan un solo sistema médico, esto nos
lleva a identificarlo como exclusivo en la medida en que no combina el uso de
varios sistemas médicos o prácticas terapéuticas. En cambio, los itinerarios
complejos en los que se usa más de un sistema o práctica terapéutica para
resolver un mismo problema de salud, pueden ser singulares cuando, desde su
inicio hasta el momento en que se considera acabado o crónico, se pueden dar
dos situaciones: (1) que el uso de diferentes sistemas médicos y/o prácticas
terapéuticas se haga al mismo tiempo, es decir, en un mismo momento del
itinerario se combinen dos o más. En este caso estaríamos hablando de
simultaneidad; o (2) que este uso combinado no se haga simultáneamente sino
de forma sucesiva. Es decir que el uso de diversos sistemas médicos o
prácticas terapéuticas se haga una detrás de la otra. A menudo este tipo de
itinerarios complejos singulares responden a la sucesión de percepciones de
fracasos terapéuticos o de las expectativas puestas en el propio sistema
escogido o en el terapeuta o profesional. No se podría hablar de itinerario
complejo singular exclusivo en la medida en que un itinerario de este tipo
dejaría de ser complejo para pasar a ser simple exclusivo.
En cambio, un itinerario complejo plural correspondería a itinerarios
fragmentados en períodos consecutivos, en cada uno de los cuales los usos de
sistemas médicos y/o prácticas terapéuticas se pueden dar de forma exclusiva,
simultánea y/o sucesiva. Un itinerario complejo plural no se debe confundir con
la existencia en el grupo o en la sociedad etnografiada de un pluralismo
médico: que una persona pueda tener acceso a, y posibilidades de seguimiento
en, diferentes sistemas médicos no implica que los utilice. De manera que en
una sociedad puede haber un pluralismo médico pero la persona o el grupo se
decante por un itinerario simple exclusivo.

9
La distinción entre itinerarios exclusivos, simultáneos y sucesivos (que corresponde a la
tercera en este paper) ya fue presentada en la Unidad 4.2 de: Casado, I. – Sanjuán, L. – Grau,
J. (eds.) (2010) Assistència sanitaria en contextos interculturals. Materials formatius per a
professionals sanitaris. Soporte digital. Edición de la Direcció General de Salut Pública de la
Generalitat de Catalunya y Grup de Recerca en Antropologia Fonamental i Orientada
(GRAFO). Universitat Autònoma de Barcelona.

Se pueden encontrar estos materiales en la página web del GRAFO:


http://revista–redes.rediris.es/recerca/SALUT_UAB_INTERNET/index.html
GWP, 2016, vol 5. Irina Casado i Aijón 17

Es por este motivo que la segunda y la tercera distinción topológica son clave.
En la multiplicidad de factores que pueden intervenir en la elección de un
sistema médico, práctica terapéutica, en la desestimación de ayuda o
tratamiento especializado para buscar o no otras opciones, la exclusividad se
daría en aquellos casos en los que la persona y/o el grupo se adhiere a un solo
sistema o práctica, sea esta la primera opción con la que se inicia el itinerario o
después de la percepción de fracaso en situaciones anteriores. En otras
ocasiones, la sintomatología, la sensación de que no se está haciendo
suficiente para resolver el problema de salud o para curar la enfermedad o el
cambio en las percepciones de la enfermedad y/o de su etiología, entre otros
factores, pueden llevar a la decisión de incorporar al itinerario más de un
sistema médico o práctica que se utilizaran de forma simultánea. Estas
decisiones a veces son percibidas, especialmente por los profesionales
biomédicos según mi experiencia etnográfica, como un problema que interfiere
en el tratamiento biomédico cuando este es uno de los sistemas que
conforman el itinerario. Aun así, la simultaneidad responde a las diversas
percepciones de necesidades que pueda tener la persona y/o el grupo de
forma que muy a menudo hay un acercamiento más eficaz hacia el éxito
terapéutico cuando estas necesidades o percepciones están cubiertas. Muchas
veces la simultaneidad se da combinando el sistema biomédico con uno o más
sistemas médicos o prácticas no biomédicas: mi experiencia de campo pone de
relieve que en estos casos se buscan otros sistemas no biomédicos para llegar
allí donde la biomedicina no llega. Estas decisiones implican un cierto
conocimiento de más de un sistema o práctica al cual se le añadirá un cuerpo
de percepciones en torno a las capacidades terapéuticas que se le atribuyen a
cada uno de ellos, que entraran en juego en el momento de decidir su
articulación en simultaneidad. La importancia de la simultaneidad reside en el
hecho de que se pueden articular de forma perfectamente coherente
concepciones de la persona, de la salud y de la enfermedad que provienen de
formas de pensamiento y culturas diferentes a la propia (sería el caso, por
ejemplo, del uso de la biomedicina simultáneamente a la acupuntura de la
medicina china).
Finalmente, la sucesión, sea esta en exclusividad o simultaneada, se da la
mayoría de veces cuando la opción terapéutica escogida no cumple las
expectativas que se le habían depositado –percepción de fracaso terapéutico,
situaciones económicas que dificultan el seguimiento del tratamiento pautado o
la percepción de la relación con el profesional o el terapeuta como poco
positiva, por ejemplo. En esta situación la persona o el grupo buscan siempre
aquella opción que perciben como mejor capacitada para garantizar el éxito
terapéutico.
Como decía al inicio, esta es una propuesta susceptible de ser utilizada y
aplicada en cualquier contexto sociocultural específico en el cual, el etnógrafo
interesado en recoger este tipo de datos, se pueda encontrar. He presentado
hasta ahora la parte teórica de la propuesta, la que desemboca en la segunda
parte, la metodológica. Esta última pretende dar respuesta a cuestiones como
¿cuál es el proceso de sistematización que precede al de análisis cuando se
han recopilado datos para reconstruir o elaborar un itinerario? Y ¿cuál puede
ser una de las formas de representación de estos datos para facilitar los
análisis individuales de cada uno de los itinerarios con el objetivo de poder
18 Itinerarios terapéuticos. GWP, 2016, vol 5.

compararlos entre sí y extraer conclusiones conjuntas y generalizables? Para


poder dar respuesta a estas dos preguntas formuladas en el proceso de
reflexión, idee una forma de representación gráfica de los itinerarios, la que
presento como segunda parte de la propuesta: la metodológica.

La representación gráfica de un itinerario terapéutico

La representación gráfica de un itinerario terapéutico debe ser entendida como


una herramienta de sistematización de los datos etnográficos pero a la vez
como una forma clarificadora que permite el análisis de dos puntos: permite
visualizar de forma rápida qué hace la persona, cuándo lo hace y por qué lo
hace y además esta visualización es una herramienta muy útil para establecer
pautas compartidas entre personas con itinerarios iniciados por una misma
causa atribuida que conlleve cierta generalización, y la propuesta de un modelo
de acción, representación, de prácticas vinculadas a unas percepciones y
conceptualizaciones con el objetivo de establecer las lógicas subyacentes que
operan en la confección de los itinerarios terapéuticos y en la articulación de
sistemas médicos de un grupo.
¿Cómo el etnógrafo hará la sistematización de los datos recogidos de cada uno
de los itinerarios y los ordenará de tal manera que pueda hacer un análisis
individual y comparativo? Mi propuesta, que intenta dar respuesta a esta
pregunta, gira en torno a la representación gráfica de los datos.
La representación gráfica de un itinerario terapéutico se estructura y pivota
sobre el eje que configura la variable “tiempo”, tal como hemos visto. La
concepción folk de esta variable tiene una doble implicación en el seno de un
itinerario: su duración global y la duración de cada una de las decisiones que
se toman. Así pues el etnógrafo deberá adecuar la conceptualización del
“tiempo” a la representación gráfica que más se ajuste a esta: será una de las
decisiones del diseño gráfico del itinerario. Además, habrá que tomar en
consideración también nociones culturales que intervienen en un itinerario y
que pueden influir en cómo este se represente: la representación de la
enfermedad y de su duración, la atribución causal, representaciones y
concepciones en torno a la vida y la muerte o la cronicidad, entre muchas otras
que son específicas para cada grupo que se etnografíe.
Partiendo del tiempo como eje central, la representación de un itinerario tendrá
una lectura en dos planos: el vertical y el horizontal, en cada uno de los cuales
se incorporarán unos datos u otros. También la lectura habrá que adecuarla a
la representación temporal que se haga, es decir, si el tiempo se percibe como
lineal, la lectura del itinerario se hará de forma cronológica de derecha a
izquierda o a la inversa en función de la tradición de escritura de cada
sociedad. En cambio, si la percepción del tiempo es circular, el etnógrafo
deberá de buscar puntos de referencia en cada itinerario que permitan al lector
situarse, especialmente cuando la percepción del tiempo del lector no coincida
con la representada. Estos puntos de referencia los deberá escoger el
etnógrafo a partir de los datos de cada itinerario: si así lo muestran los datos,
podrán ser puntos compartidos en todos los itinerarios porque son
generalizables, pero en otros casos habrá que buscarlos de forma específica
en cada uno de los itinerarios. Podría ser un punto de referencia, por ejemplo,
GWP, 2016, vol 5. Irina Casado i Aijón 19

la interpretación por parte de la persona o del grupo de los primeros síntomas,


sean estos conceptualizados o no como el inicio de la enfermedad.
Si la lectura de un itinerario debe hacerse en dos planos, en el horizontal
encontraríamos la representación del tiempo y los datos referentes a los
sistemas médicos o prácticas terapéuticas utilizadas de forma exclusiva,
simultánea y/o sucesiva, ordenadas ambas a partir de franjas horizontales cada
una de las cuales destinadas a acogerlas de forma diferenciada ya sea por el
diseño o por el color. En la franja superior habrá que representar el tiempo, sea
cuál sea su forma de representación. De forma sucesiva, en las franjas
inferiores, el etnógrafo ordenará cada uno de los sistemas terapéuticos o
prácticas que se hayan desarrollado, reservando cada una de las franjas a un
sistema médico o práctica. De esta manera, en el inicio de cada una de las
prácticas médicas, se ordenaran ajustándolas a la franja temporal. En este
punto es imprescindible recordar que uno de los objetivos de la representación
gráfica de un itinerario es el de sistematizar y ordenar los datos recogidos en el
campo. Esta herramienta metodológica es de especial utilidad en los casos de
itinerarios reconstruidos ya que, muy a menudo –y según mi experiencia de
campo–, los datos no aparecen en un momento etnográfico concreto, tomando
el té con mujeres rifeñas una tarde, por ejemplo. Sino que muy a menudo los
datos sobre un mismo itinerario, especialmente si este tiene un peso decisivo
en la memoria personal y/o familiar, van apareciendo de forma reiterada en el
transcurso de las observaciones participantes, entrevistas o conversaciones
informales. Es por este motivo que la ordenación que haga el etnógrafo en el
momento de la representación, deberá seguir las representaciones temporales
folk pero también los acontecimientos deberán ser ordenados y situados
correctamente dentro de esta forma de representación temporal. La tarea es
menos dificultosa cuando se trata de itinerarios elaborados en la medida que,
respetando esa concepción folk del tiempo, el etnógrafo habrá recogido los
datos de primera mano en sus diarios de campo.
Como decía, la variable tiempo tiene su presencia a partir de la ordenación de
las prácticas en el eje temporal global y, además, se representará también en
función de la duración de cada una de esas prácticas: visualmente, una
práctica se desarrollará durante más o menos tiempo en función del largo de la
franja. Dentro de las posibilidades que ofrece la representación gráfica, las
proporciones de temporalidad en ambos sentidos deberían ser equitativas
aunque, a menudo, el espacio no lo permite: habrá, por tanto, que ajustarse lo
máximo posible en este sentido.
La lectura horizontal da información sobre qué se hace, cuándo se hace y
durante cuánto tiempo, datos que son representados de dos formas: por un
lado, en las franjas en sí mismas (color, trama y duración a partir de su
longitud) y por el otro, mediante los datos etnográficos incluidos en el interior
de cada una de ellas. Para esta tipología de información, el etnógrafo deberá
añadir de forma breve y concisa, los datos más importantes que permitan una
correcta interpretación de qué se hace, lo qué pasa, personas implicadas y las
consecuencias de cada una de estas acciones terapéuticas. Por ejemplo, si
una de las opciones ha sido recurrir a la biomedicina, dentro de la franja
correspondiente a este sistema se deberán incluir datos como: qué
especialista, si ha sido consulta en atención primaria, consultas externas
hospitalarias, en urgencias hospitalarias o de primaria, qué valoración ha hecho
20 Itinerarios terapéuticos. GWP, 2016, vol 5.

el especialista, si se han hecho pruebas diagnósticas y cuáles, cuál es la


atribución causal del problema por el cual se consulta, cuál es el tratamiento o
si hay o no derivaciones a otros especialistas del mismo sistema o a otros
sistemas médicos. El etnógrafo no siempre estará en disposición de todos
estos datos, quizá sí de otros y finalmente, deberá valorar la necesidad o no,
para la comprensión correcta del itinerario, si es necesario que todos ellos sean
incluidos. Y aun otro apunte para este tipo de datos: de la misma manera que
los puntos de partida han de tomar siempre la perspectiva folk, considero que
este criterio también es pertinente en el momento de incluir los datos en cada
una de las franjas horizontales. Es decir, si la atribución causal que hace la
biomedicina es de un problema cardíaco y este es el diagnóstico, esta ha de
ser la forma en la que esta información se incluya pero, si para el mismo
problema –y retomando el ejemplo de los rifeños–, la medicina rifeña hace una
atribución de anajrih (literalmente “susto”), este dato también deberá ser
incluido de esta forma en la franja correspondiente a este sistema médico. De
esta manera, la lectura horizontal permite estar en disposición de todas las
explicaciones con los términos y la forma de representación de cada uno de los
sistemas utilizados, además de la de la propia persona, de la familia o del
conjunto del grupo. ¿Cuál es la finalidad de mantener estas categorías, el argot
y el lenguaje propio de cada uno de los sistemas? Pues, que en el itinerario se
recogerán todas estas explicaciones, formas de representación, diagnósticos,
pruebas diagnósticas, tratamientos, etc., que la persona enferma o su grupo
más próximo están utilizando, con los que están familiarizados y, lo más
importante para el análisis, los que son capaces de articular de forma
coherente en la práctica y en la forma como esta se conceptualiza y se
representa. Así, que la biomedicina hable de bypass para solucionar una
angina de pecho y que la medicina rifeña hable de una terapia para sacar el
anajrih en un mismo itinerario y, por lo tanto para una misma patología, son dos
formas de representación y etiología de la enfermedad, de tratamiento y de
percepción de esta y de todo el proceso de enfermedad y curación que se
están utilizando y considerando al mismo tiempo. Generalmente, son
perfectamente compatibles porque cada sistema médico tiene sus
especificidades y para los cuales hay una representación que les atribuyen
unas capacidades terapéuticas concretas que determinan –en mayor o menor
medida en función de los casos individuales– la opción terapéutica escogida.
Para el análisis, no solo es importante qué dice cada sistema médico, qué se
decide hacer y cómo lo percibe y cuáles son las decisiones que toman la
persona enferma y/o las personas con competencias reconocidas para decidir
sobre las opciones terapéuticas, sino también cuáles son las formas de
articulación, también de las múltiples formas de representación, que cada
sistema médico tiene –incluidas su terminología, procedimientos, técnicas,
herramientas, lenguaje conceptual–, y que la/las persona/s destinataria/s
deben incorporar o no.
Pongamos un ejemplo visual10

10
Este ejemplo corresponde al Caso 42 recogido en el segundo volumen de mi tesis doctoral
(Casado, 2016:297). Para la representación gráfica de los casos recogidos utilicé el color verde
para el sistema biomédico, el azul para el sistema coránico, el lila para el sistema rifeño y el
rosa para las prácticas terapéuticas no adscritas a un sistema terapéutico. A partir de aquí, hice
también diferenciaciones en el entramado tal como se puede ver en este ejemplo. Tanto el
GWP, 2016, vol 5. Irina Casado i Aijón 21

Franja o
eje
temporal
1 día 4 días 10 días global
2 dies
Pediatra: control evolución y medicación
Le explica a la madre qué le ha pasado a
Ibrahim – la madre no entiende el idioma

Urgencias Hospital- diagnóstico: infección de las vías


respiratorias – Ingreso hospitalario
Franjas
correspon-
Friegas aceite de dientes al uso
oliva, tratamiento de diversos
con Zrih el Qittan sistemas
médicos o
Tratamiento para sacar prácticas
un posible titauin en terapéuticas
iwden o shor

La madre
lo tapa con
mantas

Este ejemplo correspondería a un itinerario complejo plural con fragmentos o


períodos de exclusividad, de simultaneidad y de sucesión. En este ejemplo la
representación del tiempo es lineal porque es así como lo conciben los rifeños:
este itinerario tiene una duración de 15 días, fragmentados en función de las
decisiones tomadas por la madre, el padre y/o la familia en tres períodos de un
día el primero, 4 días el segundo y de 10 días el tercero. La situación en el
espacio de los sistemas médicos y las prácticas terapéuticas es decisión de
cada etnógrafo: en el ejemplo que utilizo, la lectura horizontal consiste en las
dos primeras franjas para el sistema biomédico, las dos del medio para el
sistema rifeño y la última para prácticas no adscritas a ningún sistema médico
específico. En el caso de Ibrahim, el primer día posterior a la aparición de los
primeros síntomas, la madre inicia un itinerario en exclusividad utilizando
prácticas terapéuticas domésticas. Durante los 4 días posteriores el itinerario
sigue siendo exclusivo pero cambiando la práctica doméstica por la asistencia
a las urgencias hospitalarias. Pasados los 4 días de ingreso, el itinerario entra
en el tercer fragmento convirtiéndose en simultaneo y sucesivo a la vez: es
decir, se desarrollan de forma simultanea las friegas con el uso del sistema
biomédico pediátrico, mientras que se mantiene la simultaneidad pero con una
sucesión de prácticas terapéuticas cuando se dejan de hacer las friegas para
recurrir a la medicina rifeña para extraer el titauin en iwden, terapia que se
continua simultaneando con la biomedicina pediátrica.

color como el entramado deben ser decisiones de diseño de cada etnógrafo pero ninguno de
los dos debe interferir ni en la ordenación temporal ni en la ordenación que implica la
representación en franjas.

Remito al lector a mi tesis para las indicaciones concretas de lectura del itinerario.

Es el caso de Ibrahim. La atribución causal hecha por él y por su familia de su problema de


salud fue el titauin en iwden (literalmente “ojos de la gente”), es decir, provocado por la mirada
de las personas que, de forma consciente o inconsciente, querían causarle daño.
22 Itinerarios terapéuticos. GWP, 2016, vol 5.

De entre los itinerarios terapéuticos que confeccioné, es necesario diferenciar


una tercera vertiente temporal cuando los itinerarios son procreativos. En estos
casos, junto a la temporal global y a la duración de cada decisión terapéutica,
habrá que añadir el tiempo de gestación. Aunque el sistema biomédico toma
como medida de contabilidad las semanas de gestación, también aquí el
etnógrafo debe recoger la representación folk de este tiempo –para el caso
rifeño la gestación se cuenta en meses y no en semanas. La forma gráfica que
he utilizado para los meses de gestación es la siguiente

40 dies 6 meses 1 2 3 4 5 6 7 8 9

Dentro de la franja del tiempo global, marqué los meses de gestación. Esta
decisión –marcar el tiempo de gestación en el eje del tiempo global– responde
a la representación rifeña de este período, es decir, no como fragmentario
como lo sería el uso de uno u otro sistema sino como parte del tiempo que dura
todo el itinerario.
Si hasta aquí hemos visto la lectura horizontal de un itinerario, veamos ahora la
lectura del plano vertical. Este plano da información sobre por qué se hace lo
que se hace, es decir, cuáles son las causas o motivaciones que provocan,
facilitan o comportan un cambio en las prácticas, de tratamiento, de sistema
médico, de la exclusividad, la simultaneidad o la sucesión. La lectura vertical
también incluye los datos de aspectos decisivos e importantes percibidos por la
persona y/o el grupo pero también tienen cabida aquellos que el etnógrafo
considere relevantes y oportunos, y que se dan en el curso del itinerario:
personas implicadas, edades, viajes –en este caso a Marruecos para la
curación–, percepciones de éxito o fracaso terapéutico, etiología y atribuciones
causales o la narración de forma breve de hitos que marcan el proceso de
enfermedad y curación o no, en casos de itinerarios crónicos o que conducen a
la muerte, sea como sea que esta es representada.
Continuemos con el ejemplo de Ibrahim
GWP, 2016, vol 5. Irina Casado i Aijón 23

1º síntomas: La mujer del


dificultad para La hermano de la
respirar, empieza a temperatura madre sabe Ibrahim entra en Desaparición de todos los
subirle la temperatura continúa utilizar el convulsión – se le síntomas. Éxito terapéutico
Madre: no sabe aumentando. termómetro: 41̊ C giran los ojos Alta La madre dice entender lo – atribuido al
utilizar el termómetro Avisa a la Destapan a La mujer del hospitalaria que le dijo el pediatra. antibiótico y a la
Ibrahim tiene 7 meses mujer de su Ibrahim hermano de la Derivación al Atribución causal: titauin en terapia para sacar
hermano madre lo lleva al pediatra iwden con efecto en los el titauin en
hospital pulmones iwden
Franja o
eje
temporal
1 día 4 días 10 días global
2 dies
Pediatra: control evolución y
medicación. Le explica a la madre qué
le ha pasado a Ibrahim – la madre no
entiende el idioma Franjas
correspon-
Urgencias - diagnóstico: infección de las vías dientes al
respiratorias – Ingreso hospitalario
uso de
diversos
Friegas aceite de sistemas
oliva, tratamiento médicos o
con Zrih el Qittan prácticas
terapéuticas
Tratamiento para sacar
un posible titauin en
iwden o shor

La madre
lo tapa con
mantas

Mediante las líneas verticales, lo que se pretende es señalar diversos


aspectos: momentos dentro del tiempo global que marcan hitos que pueden ser
explicados brevemente en la parte superior del eje temporal, acontecimientos
mientras se está desarrollando el uso de un sistema o de una práctica
terapéutica y que tienen una implicación, final de un fragmento o período
dentro del itinerario e inicio de uno nuevo o aquellos datos relevantes para la
correcta lectura e interpretación.
En función de la concepción temporal folk, un itinerario podrá tener o no inicio
y/o final. El inició del itinerario de Ibrahim lo marca, tal como se señala en la
primera línea vertical, lo que se interpreta como los primeros síntomas:
dificultad para respirar y fiebre. Es probable que desde otra perspectiva se
pudieran detectar síntomas anteriores o se conceptualizasen otros diferentes,
pero para la madre de Ibrahim, que es quien percibe la sintomatología y la
interpreta como tal, estos síntomas son los que la llevan a seguir las 3 primeras
acciones que inician todo itinerario, tal como hemos visto anteriormente. En
este caso: la madre de Ibrahim interpreta la dificultad respiratoria y la subida de
fiebre como un problema de salud y le lleva a tomar la primera de las acciones
terapéuticas que fue tapar a Ibrahim con mantas. En este caso las 3 primeras
acciones de todo itinerario no distan tiempo entre ellas. A lo largo del primer
día, la madre mantiene a Ibrahim bajo su vigilancia y lo sigue tapando con
mantas. Durante este día la madre ve que la temperatura sube pero no lo hace
mediante el uso del termómetro ya que no lo sabe utilizar, sino que lo hace
mediante la temperatura corporal. En este momento decide buscar apoyo
emocional en su cuñada, la esposa de su hermano, dato que se considera
relevante para ser incluido en el eje vertical en la medida en que, buscar ayuda
en otra mujer de la familia nos habla de redes de apoyo, de figuras con
autoridad y responsabilidad, de roles de género, etc. Más adelante en ese
primer día, la esposa del hermano de la madre de Ibrahim, le toma la
temperatura con el termómetro porque ella sí sabe hacerlo: como el
termómetro marca 41ºC deciden destapar a Ibrahim y, el hecho de que en poco
rato Ibrahim sufra convulsiones, hace que esta mujer –y no la madre del niño–
decida llevarlo a urgencias hospitalarias. En este caso, la lectura de la
24 Itinerarios terapéuticos. GWP, 2016, vol 5.

temperatura mediante el termómetro y la aparición de dos nuevos síntomas


interpretados como mucho más graves que los que Ibrahim ya tenía, se
convierten en hitos que marcan un cambio en el itinerario y, por lo tanto, clave
para su inclusión en el eje vertical: el final de una práctica terapéutica y el inicio
del sistema biomédico a partir de las urgencias hospitalarias. Aun así, para su
representación gráfica se decide hacerlo de forma desdoblada, es decir,
aunque temporalmente podamos situar los dos acontecimientos en un mismo
momento o distando muy poco el uno del otro, el hecho de tomar la
temperatura con el termómetro y decidir destapar a Ibrahim y la entrada en
convulsión y la decisión de llevarlo a urgencias son dos hechos vinculados pero
de causa–efecto diferentes: termómetro–destapar / convulsión–urgencias.
Así los datos verticales en este punto del itinerario marcan no solo el hecho
que provoca el cambio sino la persona que lo interpreta porque, en este caso
concreto de Ibrahim, el hecho que no todas las mujeres que atienden al niño
sepan leer un termómetro confiere relevancia a la persona que sí que lo sabe
hacer además de ser esta la que toma la decisión de llevar al niño a urgencias.
Este dato, como he dicho, aporta mucha información también sobre la
implicación, responsabilidad y autoridad en la toma de decisiones: es la esposa
del hermano de la madre de Ibrahim quien decide llevarlo a urgencias, es la
mujer que parece tener un conocimiento más amplio de los instrumentos
utilizados por la biomedicina (termómetro) y del circuito del sistema biomédico,
algo que en este momento le confiere la autoridad para poder decidir. Esto no
quiere decir que la interpretación de la gravedad de los nuevos síntomas no
sea compartida por el resto de miembros de la familia: tanto el padre como la
madre de Ibrahim y el resto de familiares presentes en ese momento,
interpretan como muy graves las convulsiones y el hecho de que se le pusieran
los ojos en blanco. Con el ingreso hospitalario de Ibrahim se inicia el segundo
período en el cual se fragmenta el itinerario, que tiene una duración de 4 días,
los que el niño pasa en el hospital. En este punto el itinerario sigue siendo
exclusivo pero con un cambio, pasando de una práctica terapéutica (el calor de
la manta) a un conjunto de medicaciones y tratamientos propios del sistema
biomédico, con el cual se sucede la primera opción terapéutica que, en este
caso, se puede considerar como fracaso terapéutico. Junto con el ingreso, la
familia de Ibrahim obtiene la primera atribución causal, la que hace la
biomedicina: una infección en las vías respiratorias. Esta atribución la
mantendrán hasta el momento del alta hospitalaria, que marca el segundo
punto de inflexión en el conjunto del itinerario y, por lo tanto, habrá que situarla
también en el eje vertical. El sistema biomédico hospitalario deriva a Ibrahim a
su pediatra de atención primaria, hecho que marca un cambio en el itinerario
que pasa de ser exclusivo por sucesión a ser simultaneo para el sistema
biomédico y el sistema rifeño como consecuencia de la necesidad percibida por
la familia de mantener el tratamiento con antibióticos, porque es lo que
resuelve la atribución causal biomédica, pero también para tratar la atribución
causal hecha por la medicina rifeña: el titauin en iwden o el shor11. Es por eso
que la madre le hace friegas en el pecho con aceite de oliva y zrih el qittan
(semilla de lino). Estas friegas no dieron el resultado esperado, lo que motivó la
necesidad de un tratamiento especializado con una terapeuta de adwa

11
Se llaman shor las acciones, rituales o preparaciones destinadas a hacer daño a la persona,
de forma consciente y voluntaria.
GWP, 2016, vol 5. Irina Casado i Aijón 25

assammad12. En este caso se mantiene la simultaneidad de sistemas médicos


–el biomédico y el rifeño– pero no de terapias y de prácticas terapéuticas ya
que se pasa de la medicina rifeña doméstica a una terapia de medicina rifeña
con una especialista. De manera que la simultaneidad se da a partir de la
sucesión en uno de los sistemas médicos utilizados por la percepción de
fracaso terapéutico en la primera de las opciones –la terapia doméstica. Este
fragmento de itinerario que se diferencia por el uso de los sistemas médicos de
forma simultánea, tiene una duración de 10 días a partir de los cuales la
desaparición de los síntomas y la nueva atribución causal hecha por la familia –
el titauin en iwden– marcan el final de los tratamientos y del itinerario (ambos
datos se sitúan en el plano vertical de lectura) con una percepción de éxito
terapéutico por la combinación de ambos sistemas: el biomédico que, a pesar
de establecer una etiología, es percibido como el sistema capacitado para
resolver los síntomas y el rifeño que tratará la causa atribuida.
Es de esta manera que la representación gráfica de un itinerario terapéutico, en
los planos vertical y horizontal, permiten al etnógrafo sistematizar y ordenar los
datos, leerlo e interpretarlo de forma individual y comparativa. A mi entender,
es de especial interés esa posibilidad comparativa ya que, además de visibilizar
qué hace la familia de Ibrahim, por qué lo hace y en qué momento lo hace,
preguntas para un caso concreto de interpretación individual, la posibilidad de
analizar más de un itinerario infantil –en este caso–, permitiría detectar
repeticiones en las formas de representación y en las prácticas asociadas, que
no necesariamente respondiendo a un mismo problema de salud, podrían
llegar a ofrecer un modelo de representaciones y prácticas o bien el
establecimiento de una regularidad que permitiera hacer hipótesis en torno a
las lógicas subyacentes operantes en la articulación de sistemas y prácticas
terapéuticas. Aun así, la comparación no siempre se debe pensar en la
totalidad de los itinerarios sino que también es posible en hechos
socioculturales concretos: siguiendo con el ejemplo de Ibrahim, el hecho de
que intervenga la esposa del hermano de la madre es un dato más que nos
permitiría pensar –no por sí sola, evidentemente, pero sí en el marco del
contexto y junto con otros datos etnográficos–, (1) que los niños son
responsabilidad del conjunto de miembros que conforman la familia y que, por
lo tanto, tienen responsabilidad y en este caso concreto también autoridad en
la tomas de decisiones y (2) que las mujeres son las principales responsables
del cuidado de la salud de los niños del grupo. Está claro que estas dos
afirmaciones no solo salen del itinerario de Ibrahim sino de todo mi trabajo de
campo pero también lo está que en el itinerario de Ibrahim están claramente
presentes.
Hay que recordar también en este punto que no es lo mismo un itinerario
elaborado que reconstruido. Por este motivo será tarea de cada etnógrafo
valorar su validez, la implicación de los vacíos y de los sesgos que estos
pueden suponer en la interpretación y análisis y la confiabilidad en los datos
recogidos, de la misma forma que lo haría con datos procedentes de otras
técnicas.

Un ejemplo de itinerario procreativo comentado

12
Literalmente “medicina fría”. Es una terapia específica del sistema médico rifeño.
26 Itinerarios terapéuticos. GWP, 2016, vol 5.

Para acabar de visualizar bien la aplicación de esta herramienta, quisiera


incorporar en este working paper, a modo de ejemplo final que concentre toda
la propuesta, un itinerario procreativo comentado, tal como los fui desarrollando
a lo largo de mi tesis. Corresponde al itinerario seguido por Aziza para su
primer embarazo13

13
Correspondiente al Caso 7 que se encuentra en el segundo volumen de la tesis (Casado,
2016: 248–249).
GWP, 2016, vol 5. Irina Casado i Aijón 27

Aziza creía que estaba de


2 meses pero la ecografía
Aziza
Deseo de ser dice que está de 5 meses
reagrupa a
padres – de gestación –
su marido y Nacimien-
Aziza tiene Síntomas: mareos Primera vez en la vida 41 SG –
hacen la to 1º hijo Alta
32 años y náuseas que va a un ginecólogo Contracciones
ura en Vic de Aziza hospitalaria

3 meses 1 mes 1 2 3 4 5 6 7 8 9 3 días

Contracep- Prueba de
ción oral e embarazo
interrupción
doméstica:
coital
positiva
Comadrona - Comadrona -
Comadrona- 3ª visita de
2ª visita de
Análisis de control de
control de
orina i sangre embarazo
embarazo
– Análisis de
Análisis de
confirmación orina y sangre
U embarazo
orina y sangre

R
Comadrona en la primera visita– Tratamiento de hierro y ácido fólico
A
Ginecólogo Ginecólogo
Eco 24 SG Eco 34 SG

Hospital – Hospital – Urgencias Hospital -


Ginecólogo Ginecólogo Ingreso - El marido
Eco 37 SG Eco 39 SG la acompaña en el
Ex. vaginal Ex. vaginal parto

Come lo que le apetece para evitar manchas en la piel del bebé

Henna en las piernas y los pies


28 Itinerarios terapéuticos. GWP, 2016, vol 5.

Alta Celebración 10º día después del


hospitalaria nacimiento

3 días 15 días 20 días


1 nit
Comadrona -
Control posparto –
le sacan los puntos

Hospital –
Ingreso

Hermanas: Yazid
akd arras al-hanut

Henna en las manos, las piernas y los pies

Ab3in youm andar yazm


Reposo, cuidado en la alimentación
4 meses favoreciendo subida de leche: sardinas y té (6 meses lactancia materna)

Celebración ism

Henna en el
B ombligo
E
B
É Pediatra - 1ª visita Pediatra -
después del Control
nacimiento peso
GWP, 2016, vol 5. Irina Casado i Aijón 29

Se trata de un itinerario elaborado, cerrado y secuencial continuo. Aunque


remito al lector a la tesis para una correcta interpretación de los sistemas
médicos utilizados, las terapias y las prácticas terapéuticas llevadas a cabo por
Aziza –algo en lo que no puedo entrar en detalle aquí–, quisiera destacar de
este itinerario el hecho de que la simultaneidad se da a lo largo sobre todo del
embarazo, período en el que Aziza utiliza los controles del embarazo
biomédicos, el sistema médico rifeño a partir de la aplicación de la henna y
también prácticas no adscritas a ningún sistema médico como el cuidado en la
alimentación comiendo todo lo que le apetece para evitar que le salgan
manchas en la piel al bebé. Detrás de esta simultaneidad está el deseo de
asegurar un buen desarrollo del embarazo. A partir del octavo mes de
gestación, y como consecuencia de la hinchazón en las piernas y pies, se
aplica la henna hasta el final del embarazo. Los rifeños llaman ab3in youm
andar yazm (literalmente “40 días con la tumba abierta”) al período de
cuarentena: durante este período de posparto, la simultaneidad continua en
tanto que se combinan las prácticas de la medicina rifeña para la recuperación
y la limpieza y purificación de la mujer, con las atenciones biomédicas que, en
este período, son escasas. A la vez, también se adecuan las prácticas para
superar los ab3in youm andar yazm, período visto como peligroso por los
rifeños, tal como su nombre indica. También en este momento se intensifican
las prácticas para favorecer la subida abundante de leche materna. Durante
este período de posparto el itinerario también incluye al bebé dado que entre
los rifeños madre e hijo se conciben como una sola persona hasta que se
celebra el ism, la ceremonia de imposición del nombre del bebé, momento en
que este adquiere su identidad individual y se separa de la de la madre. Para el
bebé las prácticas de medicina rifeña se simultanean y posteriormente se
suceden con las biomédicas.
Se trata, pues, de un itinerario complejo plural con fragmentos de
simultaneidad y de sucesión.

Para terminar: recorrido, objetivos y voluntades

Tal como especificaba al inicio de este working paper, la propuesta que acabo
de presentar surge de mi experiencia en el trabajo de campo con población
rifeña. Fue extremadamente útil como herramienta metodológica que dio paso
de forma más fácil al análisis de los datos correspondientes a esos itinerarios
que estaban diseminados a lo largo de páginas y páginas de diarios de campo.
Con la representación gráfica fue sencillo sistematizarlos y ordenarlos y, a la
vez, comparar un itinerario con otro. Me permitió también dar respuesta a las
preguntas que suscitaron esta herramienta (qué hacen, por qué hacen lo que
hacen y cuándo lo hacen), pero a la vez la comparación entre itinerarios y su
visualización gráfica fue esencial para poder entender y formular un modelo de
articulación de sistemas médicos entre los rifeños. Y de esta forma de
representación gráfica surgió después, la propuesta tipológica de itinerarios
terapéuticos, que pretende ser exhaustiva y generalizable a cualquier contexto
sociocultural.
Mi objetivo en esta presentación ha sido, y sigue siendo, ofrecer esta
herramienta, que me fue de tanta utilidad a mí, a cualquier etnógrafo interesado
30 Itinerarios terapéuticos. GWP, 2016, vol 5.

en estos temas para que la adapte y la modifique para adecuarla al contexto


sociocultural y etnográfico en el que esté haciendo trabajo de campo.

Bibliografía

Casado i Aijón, Irina (2016). Parentiu i Salut entre els imazighen rifenys de
Catalunya [Kinship and Health among Riffian imazighen in Catalonia]. 2
volúmenes.Tesis doctoral dirigida por la Dra. Aurora González Echevarría.
Departamento de Antropología Social y Cultural. Universitat Autònoma de
Barcelona.

Sanjuán Núñez, Lucía (2007). Entre la Antropología y la Medicina: salud,


diversidad cultural y desigualdad social. Tesis de máster en Antropología Social
y Cultural. Universitat Autònoma de Barcelona.

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