Contratos Examen - Katy PDF

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CONTRATOS1

I. TEORIA GENERAL DEL CONTRATO


Gran parte de esta materia se encuentra en el Libro IV y, específicamente, en los T. I,
II, XII sobre efectos de los contratos, XIII sobre interpretación de los contratos y el
tratamiento que se realiza para cada tipo de contratos desde el art. 1693 al 2464 CC.
La teoría general del acto jurídico se ha construido a partir de las reglas al principio del
Libro IV, las cuales más que contener una teoría general del acto jurídico contienen una
teoría general del contrato, siendo la primera una extensión de la segunda.
La teoría general de contrato surge en la doctrina alemana de principios del S. XX, la
cual estuvo influencia por la promulgación del CC alemán. Asimismo, la doctrina italiana
por influencia de la anterior desarrolla esta construcción teórica.
El art.1437 CC, que enumera las fuentes de las obligaciones, divide el campo de
aplicación de las fuentes de las obligaciones en hechos lícitos y hechos ilícitos. Sin
perjuicio de lo anterior, el art. 1438 CC define legalmente el contrato o convención,
dando paso a que gran parte del Libro IV se refiera a los contratos2.
Por otra parte, el T. XII referido al efecto de las obligaciones (sin distinguir su fuente),
más bien hace referencia al efecto de los contratos.
En síntesis, a pesar de que el CC considera todas las reglas contenidas en los títulos
anteriores de aplicación amplia para todos los actos jurídicos, son, en principio,
diseñadas para ser aplicadas a los contratos.

1. EL CONCEPTO DE CONTRATO
1.1 Concepto tradicional:
Función de los contratos:
✓ Un instrumento de coordinación de determinados intereses
económicos que, en la lógica contractual, son contrapuestos, dando la
tranquilidad respecto a las obligaciones recíprocas (otorgan certidumbre
sobre los derechos) que se pactan y conciliando sus intereses. Asimismo,
las partes podrán interponer las acciones legales (redhibitoria, resolutoria,
cumplimento forzado y la indemnización de perjuicios). correspondientes
para poder satisfacer sus intereses en caso de incumplimiento.
✓ Un medio de circulación de la riqueza, ya que el intercambio de recursos
le da dinamismo a una economía. Con lo anterior hacemos referencia a
títulos traslaticios o contratos de cambio presente en los contratos de
compraventa, arrendamiento, permuta, donación, mutuo.
✓ El contrato cumple una función o produce un efecto indeseado como
instrumento de opresión económica. Un ejemplo de este efecto lo
encontramos en los contratos de adhesión en los que la asimetría de las
partes no permite a una de ellas negociar los términos del contrato. Esta
clase de contratos lo encontramos en el derecho del consumo. Otra rama en
la que se encuentra esta situación de asimetría y que surge para
contrarrestarla es en el derecho laboral.
Frente a este efecto indeseado, el derecho busca reestablecer una igualdad
que se había perdido. En este contexto, subsisten dos modelos
contractuales. Por una parte el modelo de contrato libremente discutido,
regulado en el CC, el cual se puede describir con la frase de Fouillé “quien
dice contractual, dice justo”, entendiendo que el contrato se celebra entre
dos partes en situación de igualdad, protegiendo su consentimiento por
medio de la institución de los vicios del consentimiento, cumpliendo con un
estándar de justicia formal. Tras la descripción de Fouillé, se reflexiona y se

1
Bibliografía:
Parte general: Los contratos de Jorge López Santamaría.
Parte especial: De las fuentes de las obligaciones T. I y II de Ramón Meza Barros; Contratos y
responsabilidad extracontractual de Gonzalo Ruz.
- Evaluaciones: 2 parciales de 50%.
2
Por ejemplo, el art. 1453 CC referido al error in negotio (error esencial) utiliza como ejemplo dos
actos jurídicos bilaterales.

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entiende que, si bien la autonomía de la voluntad que inspira las reglas sobre
los contratos del CC son de aplicación general (supletoria), existen ramas
específicas del derecho que se preocupan de atacar la desigualdad en las
áreas que se produce (laboral y derecho del consumidor).
Tomando en consideración lo anterior, no existe un derecho general de los
contratos, existen varios derechos de los contratos, casi tantos como
actividades económicas existen. El derecho civil sigue funcionando como la
disciplina matriz del derecho de los contratos, es decir, reglas aplicables a
todos los contratos civiles y a todo tipo de estos, en la medida que no existan
reglas especiales (principio de especialidad)3.
Contexto histórico: el CC (vigente en 1857) se encontraba inserto en una
sociedad que se sustentaba en la agrícola-ganadera, esencialmente,
extractivista, primaria y autartica. Desde un punto de vista económico-político, el
régimen era el liberalismo clásico y los intercambios que se producían era
respecto a cuestiones específicas.
Como consecuencia de lo anterior, el derecho de los contratos de esa época ha
pervivido durante más de medio siglo.
Características del derecho de los contratos
✓ Reconocimiento a la autonomía y a la voluntad de las partes, teniendo
estas el poder para determinar el contenido de los contratos.
✓ Principio de intangibilidad del contrato. El contrato una vez formado es
una promesa que debe ser ejecutada, y no puede ser dejada sin efecto, sino
por la voluntad de las partes o por la concurrencia de una causa legal (art.
1545 CC).
✓ En último término, tanto desde el punto de vista del reconocimiento de la
voluntad y de sus efectos como de sus requisitos de validez, el CC adopta
una postura apegada a la voluntad de las partes. En materia de
interpretación también se puede apreciar esa postura, siendo un ejemplo la
regla según la cual prima lo que las partes han querido realmente (art. 1560
CC), a propósito de la simulación.
✓ Este modelo contractual es de carácter general, acudiendo a el de manera
supletoria, coexistiendo con otros sistemas que se han ido desarrollando en
la medida que ha ido evolucionando la economía. En este sentido, frente a
regla especial, esta debe ser aplicada, ya que su creación legislativa tiene
como objetivo reestablecer los desequilibrios que se producen en
determinadas relaciones jurídicas.
Sin embargo, todavía subsiste la idea de que los intercambios económicos
se producen sobre cuestiones específicas y, así esta idea subyace, por
ejemplo, al sistema de acciones (cumplimiento forzado, resolución y acción
de indemnización de perjuicios), ya que en un contrato de compraventa
(obligación de dar) no se puede interponer directamente la acción de
indemnización de perjuicios – primero se demanda o la resolución o el
cumplimiento forzado –, cuestión que no es apta para el sistema de
intercambio de hoy. Esta inconsistencia se debe a que en caso de enervar
una acción de resolución del contrato (compra de computadores), y previo a
la audiencia en la Corte Suprema (transcurso del tiempo) se aplica la
excepción de pago, se deberá recibir un producto ya obsoleto. En este
sentido, el derecho procesal ha pensado en la economía de intercambio del
S. XIX y no del S. XXI al configurar y describir la institución de la excepción
de pago, no tomando en consideración la rapidez a la que evoluciona el
mercado actual. Asimismo, otro problema con la acción de excepción de pago
es que esta se debería fundar en un antecedente anterior al inicio del juicio,
ya que, si es posterior, en la práctica, se priva al acreedor del derecho de
opción.

3 Art. 4 y 13 CC.

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En el ejemplo anterior, conviene más al comprador la devolución del dinero
para buscar computadores avanzados y la indemnización por todos los
gastos judiciales.
El problema ha sido solucionado por la jurisprudencia, la cual ha establecido
que en situaciones como la anterior solo se permita el pago como excepción
la medida en que haya sido realizado antes del inicio del juicio.
✓ Además, se tratan los contratos de manera casuística, enumerando cada
uno de los contratos que las personas podían realizar. Fueron los canonistas
fueron los primeros en centrarse en la promesa antes que en cada tipología
de contratos, y a realizar generalizaciones. En este contexto, la teoría general
del contrato no tiene un desarrollo tan exhaustivo, ocupando una parte inferior
a la regulación especial de cada uno de los contratos en el CC.
Sin perjuicio de lo anterior, la doctrina, en base al escaso número de normas
generales, ha elaborado una verdadera teoría general, apoyada también por
la jurisprudencia. La tendencia es simplificar la parte especial y que estos se
basen en una serie de principios de carácter general. En este sentido, donde
podemos encontrar un cuerpo normativo que contengan una verdadera teoría
del contrato es el CC italiano de 1962, generando una influencia importante
en otras legislaciones.
✓ El derecho contractual del CC pone el acento en el deudor, a pesar de que la
víctima en los incumplimientos contractuales es el acreedor. Por esta razón,
el derecho contractual moderno pone el acento en la persona del acreedor,
sobre todo, en el interés del acreedor, es decir, en la satisfacción de sus
intereses.

1.2 Concepto en el CC (art. 1438 CC): el contrato o convención es un acto por el


cual una parte se obliga para con otra a dar, hacer o no
hacer alguna cosa. Cada parte puede ser una o muchas
personas.
La doctrina diferencia entre el contrato y la convención. El primero de ellos crea
derechos y el segundo modifica y extingue obligaciones.
Respecto al dar, hacer o no hacer, siendo esta distinción relevante para poder
determinar las acciones que se pueden interponer frente a situaciones de
incumplimiento contractual. Así, en el caso de las obligaciones de dar, no se
puede interponer directamente una demanda por indemnización de perjuicios.
Para afirmar lo anterior, la doctrina encuentra su fundamento jurídico en el art.
1489 CC, por lo que se podrá demandar la indemnización de perjuicio solo sí se
interpone la acción resolutoria o el cumplimiento forzado. En el caso de las
obligaciones de hacer, nos remitimos al art. 1553 CC, no existiendo un orden de
prelación al momento de interponer las acciones. Por último, en el caso de las
obligaciones de no hacer, nos remitimos al art. 1555 CC, disposición normativa
que dispone que, en primer lugar, se debe distinguir entre si nos encontramos
ante una obligación de no hacer que suponga la destrucción o no de la cosa. Si
supone la destrucción, se debe realizar; en caso contrario, si no debía hacer
nada y lo hace, debe pagar la indemnización de perjuicios.
El contrato es una categoría de acto jurídico, específicamente, bilateral,
puesto que concurren dos voluntades. No obstante, puede ocurre que una parte
sean varias personas.
1.2.1 Críticas:
✓ Parte de la doctrina sostiene que la terminología empleada por el
legislador en los arts. 1437 y 1438 CC es equivocada, en cuanto se
identifican o dan como sinónimos los términos de contrato y convención,
en circunstancias que la convención sería el género (acuerdo de
voluntades destinadas a crear, modificar, extinguir o transferir derechos u
obligaciones) y el contrato sería una especia (acuerdo de voluntades
exclusivamente destinados a la creación de derechos personales y de las
correlativas obligaciones). En este sentido, todo contrato es una
convención, pero no toda convención es un contrato. Así, la resciliación o

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el mutuo disenso, el pago y la tradición son actos jurídicos bilaterales o
convenciones, pero no son contratos. No obstante, aunque admitamos
esta crítica por razones didácticas, es conveniente tener claro que en el
derecho comparado son numerosos los ordenamientos en los cuales se
identifica el contrato con la convención (CC alemán).
✓ La elipsis contenida en el art. 1438 CC. En verdad, el objeto del contrato
son las obligaciones que él crea. A su turno toda obligación del contrato
tiene por objeto una o más cosas que se tratan de un dar, hacer o no
hacer, según la terminología del art. 1480 CC. De modo que cuando el
art. 1438 establece que en el contrato una parte se obliga para con otra a
dar, hacer o no hacer, se salta una etapa, pues alude a la prestación como
objeto del contrato, a pesar que la prestación es el objeto de la obligación
y no el objeto del contrato.

2. ELEMENTOS DEL CONTRATO (art. 1444 CC):


2.1 Esencia: aquellas sin las cuales o no produce efecto alguno, o degenera en otro
contrato diferente.
2.1.1 Generales (de todo contrato): voluntad exenta de vicio (capacidad como
presupuesto), objeto lícito, causa licita y solemnidades.
(1) Voluntad exenta de vicios:
(1.1) Voluntad: es la potencia del alma, de la mente o de la
racionalidad humana que nos mueve a hacer o no hacer algo.
Versa sobre la capacidad de querer o no querer, acto que es
interno. Para que se puede construir sobre la voluntad un
negocio jurídico, debe existir libertad (exenta de vicios) y
racionalidad (exista capacidad). Además, para que sea útil
jurídicamente debe existir una manifestación de la voluntad o
acto volitivo (exteriorización expresa o tácita); de ser seria (lo
manifestado debe corresponder con el acto volitivo).
(1.2) Voluntad sin vicio (art. 1451 CC): no debe adolecer de error,
fuerza y dolo, y en general son castigados con la nulidad
relativa.
✓ Error: ignorancia o falso concepto que se tiene de una
cosa, hecho, persona o ley.
 Error de hecho: consiste en la falsa
representación que se tiene, por ignorancia o
equivocación de una cosa, hecho o persona. El
CC chileno distingue 3 clases de errores.
Además, la doctrina considera que el error, para
viciar el consentimiento, requiere ser excusable,
es decir, comprensible o entendible, lo que a su
vez quiere decir que no provenga de culpa
(negligencia), imprudencia (temeridad) o
ignorancia de quien lo sufre.
a) Error esencial: error que impide el acuerdo o
convergencia de voluntades, es decir, impide
la formación del consentimiento (art. 1453
CC).
a.1) Error in negotio: error sobre la especie o
tipo de acto jurídico que se ejecuta o celebra.
a.2) Error incorpore: error acerca de la
identidad de la cosa específica de que se trata,
ya sea sobre individuos de diverso género
como sobre individuos del mismo género.
b) Error sustancial (art. 1454 CC): el error recae
sobre la sustancia o calidad esencial de la
cosa sobre la cual versa el acto jurídico.
Además, a esta clase se asimilan errores

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accidentales y el error in persona, bajo
determinadas condiciones.
b.1) Error en la sustancia: la sustancia es la
materia de la está hecha o conformada una
cosa.
b.2) Error en la calidad esencial:
Criterio subjetivo: es aquel atributo de la
cosa que una de las partes o ambas han
tenido primordialmente en vista para
contratar. Por sí solo, es insuficiente ya
que el concepto de calidad esencial es
difícilmente distinguible del error accidental
elevado a sustancial del inc. 2° del mismo
art.
Criterio objetivo: es aquel atributo que
conforma una cosa, y sin lo cual lo deja de
ser. Este criterio es estrecho, debido a que
si uno especifica lo suficiente siempre va a
poder sostener que hay una calidad sin la
cual la cosa deja de ser lo que es.
Solución: atender a criterios mixtos
basados en parámetros generales de
razonabilidad y a las circunstancias de la
especie (aquellas que rodean el caso
particular) para determinar la calidad
esencial o no.
b.3) Error accidental elevado a la categoría
de sustancial (art. 1454 inc. 2 CC): consiste
en equivocaciones sobre calidades no
esenciales ni sustanciales que, sin embargo,
han sido el principal motivo o razón
explicatoria de una de las partes para
contratar, habiendo tenido la otra parte
conocimiento de esa razón explicativa.
b.4) Error en la persona asimilado a
sustancial: error en el que la equivocación o
ignorancia recae sobre la persona con quien
se contrata, cada vez que la consideración de
esa persona es la causa principal del contrato
(art. 1455 inc.1 CC).
c) Error accidental: todo error que no es
esencial o sustancial, es decir, todo error que
recae sobre calidad no esencial no
determinante para la celebración del acto; o
que recae sobre la persona, pero la
consideración de esta no ha sido relevante.
 Error de derecho: se ignora la existencia de una
norma, se cree existente una norma; se conoce la
existencia, pero no el contenido; se conoce la
existencia y el contenido, pero se desconoce su
significado.
 Error común: el que sufre la generalidad de los
habitantes de un lugar, por causa de un motivo
justificado y existiendo buena fe. No se recoge de
forma general por el CC.
✓ Fuerza: presión o constreñimiento ejercido sobre la
voluntad de un individuo mediante coacción física o
mediante amenazas que le producen un temor de tal

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magnitud que le induce a obligarse. Para que se
configure como un vicio del consentimiento debe ser
grave, injusta o ilegitima y determinante.
✓ Dolo: según el art. 44, es la intención positiva de inferir
injuria a la persona o propiedad de otro. Como vicio del
consentimiento se caracteriza por la presencia de
maniobras engañosas empleadas con el propósito de
inducir al error o a mantener en error a una persona, a fin
de determinarla a expresar su voluntad.
✓ Lesión: es el perjuicio pecuniario que sufre una de las
partes en razón del desequilibrio entre las prestaciones
recíprocamente estipuladas, por lo que es solo aplicable
a contratos onerosos conmutativos. Es discutible que en
Chile sea un vicio del consentimiento, porque no hay una
disposición legal que la consagre como hipótesis general
con carácter subjetivo, sino que hay hipótesis
particulares con carácter objetivo.
Hipótesis especiales:
 Compraventa de bienes raíces
 Permuta de bienes raíces
 Partición de bienes
 Mutuo o préstamo de consumo
 Cláusula penal
 Anticresis
 Aceptación de herencia o legado
(2) Objeto lícito: como requisito de existencia del negocio se exige la
existencia de un objeto, y como requisito de validez del negocio se
requiere la licitud del objeto.
Respecto al objeto, un concepto moderno que se maneja de este lo
define como la materia, bienes, utilidades o relaciones que las partes
someten a su voluntad. Es el motivo por el cual se realiza el negocio
jurídico, es el aspecto material y externo, es decir, sobre lo que versa
el acto de lenguaje. Este concepto permite distinguir entre el objeto del
negocio jurídico, el objeto de la obligación (prestación) y el objeto de la
prestación (dar, hacer o no hacer).
El CC en el art. 2460 CC lo define como una o más cosas que se trata
de dar, hacer o no hacer, es decir, lo define como las prestaciones.
Respecto a la licitud del objeto, el CC establece que será ilícito
cuando:
(2.1) Todo el que contraviene el derecho público chileno4 (art. 1462
CC).
(2.2) Pactos de sucesiones futuras (art. 1463): el derecho de
suceder por causa de muerta a una persona viva no puede ser
objeto de una donación o contrato, aun cuando intervenga el
consentimiento de la misma persona. Las convenciones entre
la persona que debe una legítima y el legitimario relativas a las
misma legítima o a mejoras, están sujetas a las reglas
especiales contenidas en el título de las asignaciones forzadas.
Excepción: el inc. 2° del art. anterior contempla una excepción
respecto de mejoras (art. 1204 CC). Esta excepción es un pacto
o promesa, celebrado por escritura pública, en el que el
causante se obliga a un asignatario de mejoras que además es
legitimario, a no disponer de parte alguna de la cuarta de
mejoras. Lo que se busca es que su monto se reparta entre
todos los legitimarios en proporción de sus cuotas. Si el testador

4
Conjunto de normas que tienen por objeto la organización de la sociedad política, la constitución
de los poderes estatales y la determinación de sus facultades y competencias.

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vulnera este pacto, autoriza al que lo celebró a exigirle a quienes
recibieron la cuarta de mejoras lo que habría valido el
cumplimiento de la promesa.
(2.3) Condonación del dolo futuro (art. 1465).
(2.4) Juegos de azar (art. 1446 CC, hipótesis 1): hay objeto ilícito
en las deudas contraídas en juegos de azar.
(2.5) Los objetos de circulación prohibida (art. 1446, hipótesis 2).
(2.6) Los contratos prohibidos por las leyes (art. 14666 hipótesis
3): es una hipótesis general con mucha mayor importancia
práctica que las anteriores. Es un límite legal a la autonomía
privada estructurado como prohibición.
(2.7) La enajenación de cosas que están fuera del comercio (art.
1464).
(2.8) Las cosas incomerciables (art. 1464 N°1).
(2.9) Los derechos personalísimos (art. 1464 N°2): son aquellos
derechos que la ley determina no pueden cederse o transferirse
a otro. Son excepcionales.
(2.10) Las cosas embargadas (art. 1464 N°3).
(2.11) Las cosas cuya propiedad se litiga (art. 1464 N°4).
(3) Causa lícita (art. 1467 II CC):
(3.1) Causa: motivo que induce al acto o contrato.
(3.2) Causa lícita: la prohibida por la ley o contraria a las buenas
costumbres o al orden público, como dar algo en recompensa de un
crimen o de un hecho inmoral.
(4) Solemnidades: como requisito de existencia no se aplica a todos los
negocios jurídicos, sino solo a aquellos en que la ley lo exige y precisa.
Son una especie de formalidades5. Se trata de medios de
exteriorización de la voluntad de manera predeterminada u concreta
exigida por la ley, de modo que la única forma de manifestarla
válidamente es mediante la forma prescrita. Su omisión tiene como
consecuencia legal la ausencia de efectos (por ejemplo, el art. 1701
CC respecto de los instrumentos públicos). La ley reserva a las
solemnidades para negocios más relevantes social o
económicamente, por lo que esta imposición es de derecho estricto (no
pueden interpretarse de manera analógica). Ejemplos de negocios
jurídicos que requieren de solemnidades: compraventa de inmuebles
(art. 1801 II CC); cesión del derecho de herencia (art. 1801 II CC);
contrato de promesa (art. 1554 N°1 CC); pacto de no mejorar (art. 1204
CC); testamento (art. 999 CC).
2.1.2 Específicos: depende del tipo de contrato, sin él no existe el contrato o
degenera en otro. Por ejemplo, gratuidad del contrato de depósito
(comodato), ya que si pierde la gratuidad deviene en un contrato de
arrendamiento de servicios (art. 2219 CC).
2.2 Naturaleza: son aquellos que, no siendo esenciales en él, se entienden
pertenecerle, sin necesidad de cláusula especial. Son reglas de carácter
dispositivo.
Un rasgo característico para identificar los elementos de la naturaleza es la
renunciabilidad de dicha cláusula por parte de las partes.
2.2.1 Generales: no son elementos que pertenecer a todo contrato, sino que
pertenecen a determinada categoría. Por ejemplo, la CRT (art. 1489 CC).
2.2.2 Específicos: propios de algún contrato, pero no de un tipo. Por ejemplo,
el saneamiento de la evicción y de los vicios redhibitorios en los contratos
de compraventa (art. 18476, 1852 CC).

5
Cualquier requisito formal externo a los actos jurídicos, impuesta por la ley o determinada por la
autonomía de la voluntad. Existen distintos tipos de formalidades: (1) formalidades probatorias o ad
probationem, (2) formalidades habilitantes; (3) formalidades de publicidad; (4) formalidades
convencionales; (5) solemnidades o formalidades ad solemnitatem o ad substantiam.
6 Los numerales del 2 al 5 son elementos de la naturaleza, pero los del 1 son de la esencia.

Página 7 de 145
2.3 Accidentales: aquellas que ni esencial ni naturalmente le pertenecen, y que se
le agregan por medio de cláusulas especiales. Se asocian con las modalidades
(solidaridad, representación, condición, plazo y modo). No obstante, pueden
existir otros elementos accidentales que no se configuran como modalidades,
las cuales son cláusulas especiales que integren las partes que modifican los
efectos normales de las obligaciones que emanan del contrato, como la cláusula
modificatoria de la responsabilidad de las partes (art. 1547 CC), la cual se erige
como un elemento accidental del contrato. Así, en el caso de la prescripción, las
partes podrán disminuir los plazos para que esta opere.
¿Existe alguna modalidad que se configure como un elemento de la esencia
específico? El plazo en el contrato de promesa (art. 1554 CC), sin el cual el
contrato de promesa no produce obligación alguna.
Los elementos de los contratos sirven para distinguir entre los requisitos comunes
y requisitos propios de cada contrato específico.
Los requisitos comunes son los mismos requisitos de los actos jurídicos. El art.
1445 CC enuncia: consentimiento exento de vicios, capacidad, objeto lícito, causa
lícita. A ellos debería agregarse las solemnidades, en los casos que son exigidas
por el legislador en atención a la naturaleza del contrato.
Los requisitos propios de cada contrato, conforme al art. 1444 CC, se clasifican en
esenciales, naturales y accidentales.

3. CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS:


CLASIFICACIONES DEL CC (arts.1439 y ss. CC)
3.1 Contratos unilaterales y bilaterales (art. 1439 CC): el contrato es unilateral
cuando una de las partes se obliga para con otra que no contrae obligación
alguna; y bilateral, cuando las partes contratantes obligan recíprocamente.
La diferencia fundamental es que en los contratos unilaterales tenemos un
acreedor y un deudor, y en los contratos tenemos partes que recíprocamente
tienen la posición de deudor y de acreedor.
3.1.1 Contratos unilaterales: una sola parte está obligada y la otra tiene un
derecho correlativo.
3.1.2 Contratos bilaterales: ambas partes están obligadas y ambas tienen los
derechos correlativos. Existe interdependencia de las obligaciones. Por
ejemplo, el mandato, el de transacción, de construcción de obra, de
arrendamiento, de compraventa
3.1.3 Contratos sinalagmáticos o bilaterales imperfectos: nacen como
contratos unilaterales, pero pueden devenir en contratos bilaterales.
Existe un acreedor y un deudor, pudiendo ocurrir que, por un hecho
posterior a su celebración, el deudor pueda dirigirse el deudor en contra
del acreedor para exigirle dar, hacer o no hacer.
Esta clasificación no la encontramos en el art. 1439 CC, pero es una
institución que proviene del Derecho Romano, en particularmente 3
contratos. Estos contratos tienen, además, como característica común
que son contratos reales, es decir, se perfeccionan por la entrega de la
cosa.
3.1.3.1 Depósito (art. 2211 CC): contrato en el que se confía una cosa
corporal a una persona que se encarga de guardarla y de restituirla
en especie. El depositario adquiere la obligación de guarda y
restituir la cosa en especie, salvo que el depósito sea irregular (bien
fungible)7.
3.1.3.2 Prenda (art. 2384 CC): por el contrato de empeño o prenda se
entrega una cosa mueble a un acreedor para la seguridad del
crédito. En la prenda el acreedor prendario se asimila al depositario
ya que también tiene la cosa en su poder y tiene la obligación de
restituirla cuando se haya extinguido la obligación principal.

7 Lo que ocurre en los bancos, debiendo devolver la misma suma, pero no exactamente el mismo
dinero.

Página 8 de 145
3.1.3.3 Comodato (art. 2174 CC): es un contrato en que una de las partes
entrega gratuitamente a la otra una especie, mueble o raíz, para
que haga uso de ella, y con cargo de restituir la misma especie
después de terminado el uso. Es un contrato unilateral porque el
único que tiene obligaciones es el comodatario (restituir la especie).
En estos tres contratos el contrato nace como unilateral, el acreedor no tiene
ninguna obligación y el deudor debe custodiar la cosa y restituirla al término
del contrato. Lo que ocurre es que estos contratos pueden mutar, ya que el
hecho de tener la cosa puede significar un empobrecimiento para el deudor y,
debido a esto, es que el CC en distintas hipótesis se dedica a regular todas
estas situaciones donde la cosa dada en prenda, comodato o depósito puede
significar un gasto para el deudor y que, por tanto, podrá cobrar al acreedor.
Así, en el art. 2235 CC se señala que el depositante debe indemnizar al
depositario de las expensas que haya hecho para la conservación de la cosa,
y que probablemente hubiera hecho él mismo, teniéndola en su poder; como
también de los perjuicios que sin culpa cuya haya ocasionado el depósito.
Entonces, el contrato nace como unilateral, pero la cosa eventualmente
produjo perjuicios, por lo que el acreedor deberá indemnizar al deudor,
devengando el contrato en sinalagmático.
Respecto a la prenda, el art. 2396 CC señala el deudor no podrá reclamar la
restitución de la prenda en todo o parte, mientras no haya pagado la totalidad
de la deuda en capital e intereses, los gastos necesarios en los que haya
incurrido el acreedor para la conservación de la prenda, y los perjuicios que le
hubiere ocasionado la tenencia.
Finalmente, en el caso del comodato, el art. 2191 y 2192 CC señala que el
comodante es obligado a indemnizar al comodatario de las expensas que sin
su previa noticia haya hecho para la conservación de la cosa, bajo las
siguientes condiciones (…)”.

EFECTOS ESPECIALES DE LOS CONTRATOS BILATERALES O


SINALAGMATICOS8: estas instituciones se aplican a ambos tipos de contratos
puesto que existen obligaciones recíprocas e interdependientes, reuniendo
ambos sujetos la calidad de deudor y acreedor.
(1) Teoría de los riesgos (art. 1550): debido al tratamiento de la teoría de los
riesgos es que se discute respecto a la interdependencia de las obligaciones.
El art. 1550 CC9 señala que el riesgo del cuerpo cierto cuya entrega se deba,
es siempre a cargo del acreedor; salvo que el deudor se constituya en mora
de efectuarla, o que se haya comprometido a entregar una misma cosa a dos
o más personas por obligaciones distintas; en cualquiera de estos casos, será
a cargo del deudor el riesgo de la cosa, hasta su entrega. Así, se establece
el principio res perit domino, es decir, quien soporta el daño es la persona
sobre la cual recae el daño. Este aforismo proviene del derecho romano el
cual establecía que las cosas perecen para sus dueños. Pero, también
proviene del derecho romano es aforismo res perit peritori, el cual indica que
las cosas perecen para el deudor.
En este punto nos podemos plantear en qué consiste el riesgo del cuerpo
cierto o especie cuya entrega se deba. Las cosas específicas no pueden ser
objeto de reemplazo en una relación obligatoria, no pudiendo cumplir con su
obligación; ahora bien ¿qué ocurre con la obligación del comprador de pagar
el precio? ¿subsiste o perece? Según la regla del art. 1550 CC, el acreedor
de la prestación de entregar la cosa (el comprador) debe soportar el riesgo,
es decir, si la cosa se destruye la obligación de entregar la cosa se extingue,
pero la obligación de pagar el precio subsiste.
Esta situación es evidentemente injusta, pero ¿es lógica? La respuesta a esto
se relaciona con los arts. 1670 y 1672 CC, debiendo distinguir entre si se

8
Leer López Santamaría.
9
Se refiere a la clasificación de las obligaciones de cuerpo cierto o específicas.

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puede o no ejecutar la prestación y a qué se debe esa imposibilidad. Pero,
estos arts. se ponen solo en el caso de la pérdida fortuita de la cosa. Esta
regla impuesta por el CC no es lógica si atendemos a la teoría general de los
contratos ya que se rompe la interdependencia de las prestaciones. La teoría
de los riesgos establecida en nuestro CC responde a criterios del derecho
romano, en el cual existían dos contratos distintos no relacionados entre sí,
no existiendo interdependencia de las obligaciones. Andrés Bello adoptó esta
regla de res perit creditori desconociendo que en su sistema existía una
interdependencia de las obligaciones.
Con todas las críticas que se pueden plantear, la doctrina ha intentado
justificar esta regla en una disposición a propósito de la compraventa, sobre
la base de que el comprador corre un riesgo, pero con la ventaja que podrá
hacerse de los frutos. Ha intentado encontrar una contrapartida a este riesgo
que recae sobre los hombros del comprador, la cual establece que los frutos
de la cosa vendida le pertenecen al comprador desde el momento de la
compraventa y no desde el momento de la entrega (art. 1816 inc. 2° CC). Sin
embargo, hay dos cuestiones que son indiscutibles, en primer lugar, es que
la regla del art. 1550 CC omite el hecho de que hay una interdependencia de
las obligaciones de los contratos bilaterales, pero eso no obsta a que tenga
una ventaja y es que la regla es clara. Por lo tanto, el consejo que se debe
dar cuando un contrato recae sobre una especie o cuerpo cierto que se debe
es, en primer lugar, que no se debe pagar el precio hasta que se entrega la
cosa y, paralelamente, en caso que no exista simultaneidad, se puede
celebrar un contrato de promesa. En segundo lugar, contratar un seguro, ya
que es partir de la celebración del contrato de compraventa recae sobre los
hombros del comprador los riesgos.
Existen excepciones a esta regla, la más importante es el contrato de
arrendamiento (art. 1950 N°1 CC) ya que se extingue el contrato en caso de
destrucción total de la cosa arrendada, extinguiéndose recíprocamente las
obligaciones.
(2) Excepción de contrato no cumplido (art. 155210 CC): frente a la falta del
cumplimiento simultáneamente de una de las obligaciones, busca evitar que
una de las partes se vea afectada por el incumplimiento de la otra. Ahora
bien, el art. 1552 CC establece el aforismo la mora purga la mora,
estableciendo el principio según el cual si uno de los contratantes interponer
la acción de indemnización de perjuicios, el otro puede enervarla indicando
que este se encuentra en mora y explicitando las razones de por qué se
encuentra en esta situación. Lo anterior no se relaciona con la ECNC, ya que
esta indica que el contratante se encuentra autorizado a incumplir mientras
el otro no cumpla su obligación recíproca, cuestión que no dice expresamente
el CC11. Así, en el caso de la constitución en mora del art. 1552 CC existe un
incumplimiento imputable; en cambio, en el caso de la ECNC nos referimos
solo a un incumplimiento.
Ahora bien, la doctrina y la jurisprudencia mantienen que en este artículo se
encuentra la ECNC.
La ECNC, en su variante de la mora purga a la mora, sirve para enervar una
acción de indemnización de perjuicios. Y en su variante de ECNC de
incumplimiento, nos podemos preguntar si sirve para enervar la acción

10Art. 1552: en los contratos bilaterales ninguno de los contratantes está en mora dejando de cumplir
lo pactado, mientras el otro no lo cumple por su parte, o no se allana a cumplirlo en la forma y tiempo
debidos. La mora es un requisito para interponer la acción de indemnización de perjuicios. Además,
la constitución en mora es coetánea con la notificación de la demanda.
11
En el caso del mandato existe una regla expresa que consagra la ECNC, existiendo una diferencia
de redacción entre el art. 1552 y el art. 2158. El art. 2158 CC señala que el mandante no podrá
dispensarse de cumplir con estas obligaciones, no señalando que la mora purga la mora, ni que el
choque de las dos acciones de indemnización de perjuicios y se anulan, sino que está impidiendo la
posibilidad interponer la ECNC. Así, si no se cumple con las obligaciones ahí enumeradas no se
puede excepcionarse de incumplimiento. En definitiva, el CC en este caso hace depender la ECNC
a la prueba de que el mandatario obró con culpa.

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resolutoria. En la doctrina tradicional se afirma que sí se puede; en cambio,
la doctrina contemporánea señala que la ECNC no sirve para enervar la
acción resolutoria puesto que poseen un objeto distinto. Así, quien opone la
ECNC se opone a cumplir, no se opone a que le resuelvan el contrato. Por
tanto, la ECNC debería servir en la práctica para enervar la acción de
cumplimiento forzado.
(3) Teoría de la causa final (art. 1467 CC): la causa final es el fin u objeto
inmediato con qué o por qué se hace una cosa. El interés jurídico inmediato
o razón justificatoria que induce a obligarse, el propósito inmediato e
invariable de cada tipo de negocio, o su finalidad típica y constante. En
consecuencia, todos los negocios jurídicos de un mismo tipo tienen una
misma causa. Según a la teoría de la causa final de Domat, los contratos se
dividen en contratos bilaterales, gratuitos y reales. En los contratos reales la
causa es la entrega de la cosa; en los contratos gratuitos es la mera
liberalidad; y, en los contratos bilaterales la encontramos en la obligación
recíproca (mi objeto es tu causa, tu causa es mi objeto).
(4) Teoría de la imprevisión12: la podemos encontrar en las situaciones de
variación de las condiciones que previeron las partes al momento de celebrar
el contrato. Frente al cambio, las prestaciones del contrato no son imposibles
de ejecutar, pero el contrato pierde su razón de ser, es decir, pierde su causa,
existiendo una frustración de la finalidad perseguida por las partes.
La posibilidad de revisar contratos por la frustración de su causa o por la
alteración del equilibrio de las partes se debe a causas ajenas e imprevisibles
a las partes (el clima, variación del precio, etc.). Esta alternativa es posible
en derecho comparado, pudiendo resolver el contrato o solicitar la refacción
del contrato, esto es, tratar de recuperar el equilibro originario que las partes
habían establecido.
Básicamente lo que se encuentra en conflicto son dos principios, los cuales
se expresan en dos aforismos latinos; por una parte, pacta sunt servanda13,
fuerza obligatoria de los contratos en los términos que fueron establecidos
(art. 1545 CC), por lo que las partes no pueden negarse a ejecutar el contrato
por un cambio de circunstancias y, además, el contrato es un acto de
previsión, debiendo las partes prever los cambios de circunstancias que se
pueden generar; por otro lado, y rebus sic stantibus (las cosas así detenidas),
el cual consiste en que las partes se han obligado a determinadas
prestaciones recíproca (que miran como equivalentes), pero teniendo en
cuenta que las partes tomaron en consideración las circunstancias que
rodean al contrato en un determinado momento. Así, la teoría de la
imprevisión sostiene como hay una circunstancia posterior imprevista por las
partes, la fuerza obligatoria del contrato se debilita puesto que este debe
interpretarse en virtud de las circunstancias que se tuvieron en cuenta al
momento de contratar, y estas cuestiones que se tuvieron en cuenta ya no
existen.
Junta con la regla rebus sinc stantibus, se han planteado al menos dos
argumentos para justificar la teoría de la imprevisión. En primer lugar, la teoría
de la imprevisión se puede relacionar con el principio de la buena fe
contractual (art. 1546 CC). El art 1546 CC da entender que más allá de que
las obligaciones estén pactadas debemos ser más exigentes que el mero

12
La gran diferencia entre la teoría de la impresión y la lesión, es que en la teoría de la lesión lo que
se pretende es subsanar un desequilibrio que se produjo al momento de la celebración del contrato.
En cambio, en la teoría de la imprevisión el desequilibrio se produce posterior a la celebración del
contrato y por causas ajenas.
13 La manifestación más importante de este principio en jurisprudencia comparada lo encontramos

en el caso canal de Crappone en Francia. Este caso trataba sobre el cobro que se había establecido
a los habitantes para la utilización de este canal. N obstante, producto de la devaluación monetaria,
el propietario iba a recibir la misma suma nominal, pero produciéndose una pérdida para él. En
consecuencia, estaba obligado a permitir la circulación por el canal a pesar de que la prestación que
recibía como contrapartida tenía un valor menor. El fallo indica la importancia del principio pacta sunt
servanda, por lo que debía seguir cobrando el mismo valor.

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liberalismo al momento de determinar los contornos de la obligación. Por lo
tanto, se podría pensar que la buena fe contractual no es un buen argumento
para justificar la teoría de la imprevisión, la cual busca que la obligación sea
menos rigurosa, alejándose del texto del contrato. No obstante, la doctrina ha
interpretado esta norma de forma extensiva, entendiendo que esta
disposición radica un deber moral (lealtad) de las partes, considerando que
sería contrario a la buena fe que se exija el cumplimiento literal u obligue a
continuar un contrato que produce una evidente desigualdad, incluso en
función de las expectativas que tenían al momento de contratar.
En segundo lugar, la teoría de la imprevisión la podemos relacionar con los
principios de interpretación de los contratos (art. 1560 CC). Si lo que
prima es la voluntad real de las partes sobre lo escrito, no parece lógico
entender que hubiese una especie de “desdoblamiento” entre la voluntad real
al momento de celebrarlo y al momento de ejecutarlo, por lo que no es dable
entender que las partes tuvieron en cuenta toda y cada una de las
circunstancias (impredecibles) al momento de celebrarlo.
Por su propio carácter, dado que pretende dejar sin efecto un contrato en el
que existe un desequilibrio de las prestaciones, esta teoría solo se puede
aplicar a los contratos bilaterales.
En el derecho comparado, progresivamente, ha otorgado un mayor valor a
esta teoría. El derecho francés, desde 2010, a admitir, en primer lugar, una
obligación de renegociación de las partes cuando las prestaciones se han
vuelto desequilibradas y, en caso que la renegociación sea infructuosa, se
pasa a una renegociación con el juez y, si esta fracasa, el juez puede revisar
los contratos y modificar la desigualdad que se puede producir por el cambio
de circunstancias. A partir del 2016, ingresa al ordenamiento jurídico francés.
En Chile no se acepta la teoría de la imprevisión, pero en dos casos
importantes se aceptó, pero son excepcionales. En este contexto, en Chile
no se pueden modificar obligaciones que han sido previamente pactadas,
pudiendo solo interpretar los contratos a partir del margen que entregan las
reglas interpretativas del CC.
(5) Teoría de la lesión: la mayor parte de la doctrina y la jurisprudencia suscribe
que la lesión es un vicio de nulidad en los contratos que contienen
prestaciones desproporcionadas (desde el momento de su celebración). Es
un vicio objetivo de los negocios jurídicos que se aplica a los supuestos que
la ley ha establecido. Los casos en que se aplica, mayoritariamente, a
contratos bilaterales. Hay algunos casos de contratos unilaterales en los que
se aplica la lesión, pero la doctrina a establecido que, si debe existir una
comparación entre prestaciones desproporcionadas, tenemos que
encontrarnos necesariamente frente a un contrato bilateral.
Solo se aplica a las hipótesis establecidas en la ley en virtud del art. 1441
CC, que define al contrato conmutativo como un contrato en que las
prestaciones se miran como equivalentes, siendo una cuestión subjetiva. Así,
el legislador ha establecido excepciones a la regla general de equivalencia
subjetiva del art. 1441 CC.
(6) CRT (art.1489) 14: se aplica a los contratos bilaterales por la regla del art.
1489 CC15. Sin embargo, también se puede aplicar a los contratos
unilaterales16 si las partes lo pactan expresamente (pacto comisorio). La
resolución del contrato es una consecuencia jurídica de ineficacia del
contrato, pero que no guarda relación con los elementos del contrato al
momento de su formación (como ocurre en la nulidad). En este caso, por un
hecho posterior a la celebración del contrato – incumplimiento de una de las

14 Leer obligaciones.
15
Art. 1489: en los contratos bilaterales va envuelta la condición resolutoria de no cumplirse por uno
de los contratantes lo pactado.
16 El contrato unilateral en el cual se utiliza con mayor frecuencia el pacto comisorio es en el mutuo

por medio de las cláusulas de aceleración. Es una forma de resolución por incumplimiento del pago
de una de las cuotas, que hace exigible el pago de todas las otras.

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partes – se permite a las partes (a la otra) solicitar que el contrato quede sin
efecto, resolución que opera por una resolución judicial.
Requisitos y características17:
✓ Contrato bilateral.
✓ Es un elemento de la naturaleza. Por tanto, la CR es renunciable.
✓ Cumplimiento de una de las partes de las obligaciones
contractuales o estar llano a cumplir. La doctrina tradicional, en
consecuencia, señala que, para efectos de interponer la acción de
resolución, quien la interpone tiene que haber cumplido o estar llano a
cumplir su obligación. Sin embargo, y a propósito de los juicios sobre
contratos de promesa18, se ha discutido si puede solicitar la resolución
un contratante que no ha cumplido su obligación y no se encuentre
llano a cumplir, encontrándonos en la hipótesis de incumplimientos
recíprocos.
La doctrina más moderna ha señalado que no existe problema en
solicitar esta resolución si ambos contratantes han dejado de cumplir
sus obligaciones. En cambio, la doctrina más tradicional sostiene que
una de las partes podrá demandar por resolución y la otra oponer la
excepción de contrato no cumplido. El resultado de esto es que el juez
rechazará la demanda; sin embargo, en caso de contratos de promesa
en los que se ha pagado un anticipo, se producirán situaciones injustas
ya que no se resuelve el contrato y no existirá una obligación de
devolver el anticipo.
En atención a la situación anterior y el repudio del Derecho al
enriquecimiento sin causa, es que los Tribunales de Justicia ha
establecido que procede la resolución por incumplimiento en la
hipótesis de incumplimientos recíprocos. Por tanto, la excepción de
contrato no cumplido no sirve para enervar la acción resolutoria.
✓ Incumplimiento imputable: no se puede tratar de cualquier
incumplimiento, por lo que nos podemos preguntar si se debe tratar de
un incumplimiento imputable, es decir, que medie culpa o dolo; pero la
culpa o el dolo ¿es realmente un requisito de la CR? Son más bien
requisitos de la acción de indemnización de perjuicios. A pesar de
esto, la doctrina mayoritaria entiende que se debe tratar de un

17
Supongamos que en la compraventa “1” el vendedor le entrega la cosa al comprador, dejando este
último un saldo. Posteriormente, se celebra un contrato de compraventa “2” en el cual comprador
entrega la cosa y el tercero le paga el precio. Ahora bien, en caso que el comprador no cumpla con
el pago del saldo (y ya no posee la cosa), existe un incumplimiento grave e imputable, por lo que
procede la resolución del contrato “1” (art. 1491 CC), dando paso a las restituciones mutuas,
debiendo el vendedor devolver la parte del pago que se entregó y el comprador devolver la cosa; no
obstante, este no tiene la cosa. En una hipótesis como esta si la escritura declara que se pagó solo
una parte del precio, constará la CR en el título (procediendo lo establecido en el art. 1491 CC).
Respecto del tercero poseedor, se podrá interponer la acción reivindicatoria.
¿Por qué en todos contratos de compraventa de bienes raíces se declara que el precio se ha pagado
de contado cuando el pago se realiza una vez que se ha inscrito en el Registro de Bienes Raíces?
El problema que se plantea y, en relación con la ECNC, la transferencia del dominio en nuestro
sistema se produce por medio de un título y modo, en este caso, es la tradición por la inscripción. En
la práctica ocurre que, si usted celebra una compraventa, declara que se pagó el precio completo y
efectivamente lo paga, pueden pasar varios días entre que pagó la compraventa y la inscripción,
lapso en que se puede transferir el dominio a otra persona. Entonces, para efectos de asegurarse
no se paga el precio de la compraventa, sino dejar el precio en un vale vista endosable a nombre del
notario con instrucciones para este. Se indica que se debe esperar que llegue el vendedor con una
copia de la inscripción de dominio a nombre del comprador, y habiendo verificando que se produce
la transferencia de dominio, toma el vale vista, lo endosa y se lo entrega al vendedor. Así, se produce
la simultaneidad del cumplimiento de las obligaciones.
Ahora bien, si indicamos en la escritura que no se ha pagado el precio y, en consecuencia, la
condición consta en el título. Por lo tanto, si no fuese así cualquier persona iría a revisar los títulos
al conservador podría sostener que está rechazada porque no hay constancia de haberse pagado el
precio.
18
El problema se plantea, principalmente, en los contratos de promesa en los que se ha pagado un
anticipo. En caso que ninguno de los contratantes quiera suscribir el contrato de compraventa
definitivo, la jurisprudencia ha abandonada la teoría clásica, permitiendo que la CRT proceda en los
supuestos de incumplimientos recíprocos.

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incumplimiento imputable para que se pueda ejercer la acción
resolutoria.
La doctrina tradicional se ha confundido de acción y de requisitos, ya
que sostiene que, si una de las partes incumple su obligación por caso
fortuito, el incumplimiento es imposible, demandando de resolución.
Pero no hay que confundir ni equivocarse, entre la imposibilidad de
ejecución (p.e. por pérdida de la cosa que se debe) derivada de un
caso fortuito y una determinada situación que le sea imputable a una
de las partes. En caso fortuito, esta opera como eximente de
responsabilidad, por lo que se resuelve el contrato y no existe
obligación de indemnizar los perjuicios; en cambio, si existe dolo o
culpa por una de partes, no existirá la obligación de cumplir con el
contrato, pero sí de indemnizar los perjuicios.
✓ El criterio para determinar el ejercicio de la CRT es la gravedad del
incumplimiento. No cualquier incumplimiento autoriza el ejercicio de
la acción resolutoria. Esa gravedad no solo se mide por la entidad de
la obligación, sino que también con las obligaciones características del
contrato19. Así, si concurre la gravedad suficiente para ejercer la
resolución operarán lo dispuesto en el arts. 1487 y 148820 CC respecto
a las restituciones mutuas respecto a la cosa, los deterioros y las
mejoras.
En caso que se produzcan incumplimientos mínimos no operara la
CRT, existiendo otras vías como el cumplimiento forzado o la
indemnización de perjuicios para satisfacer el incumplimiento. Estos
incumplimientos no solo miden en atención al tamaño de este, sino
que también a si nos enfrentamos o no a una obligación característica
del contrato.

3.2 Contrato gratuito y oneroso (art. 1440 CC): el contrato es gratuito o de


beneficencia cuando sólo tiene por objeto la utilidad de una de las partes,
sufriendo la otra el gravamen; y oneroso, cuando tiene por objeto la utilidad de
ambos contratantes, gravándose cada uno a beneficio del otro. El criterio clave
es la utilidad; si persigue la utilidad de una de las partes, nos encontramos frente
a un contrato gratuito; en cambio, si persigue la utilidad de ambas partes
estamos frente a un contrato oneroso.
3.2.1 Gratuitos: este artículo añade la idea del gravamen, el cual se refiere a la
perdida de algo por una de las partes. Sobre esto, podemos distinguir en
los contratos gratuitos, los contratos gratuitos que suponen utilidad,
pero no supone gravamen y contratos gratuitos que suponen utilidad
y gravamen. En el caso del comodato, mutuo sin interés, depósito y fianza
nos encontramos frente a un tipo de contrato denominado
desinteresados, ya que una de las partes obtiene una utilidad y la otra no
sufre ninguna pérdida o gravamen para el otro, ya que la cosa permanece
en su patrimonio. Por la clasificación anterior es que se hace una crítica al
concepto de contrato gratuito del CC, ya que no considera los contratos
desinteresados.
En nuestro CC, en los arts. 1395-1397 CC21, existe referencia a los
contratos anteriores, estableciendo un régimen distinto, ya que en los

19 Por ejemplo, en el contrato de compraventa la cosa y el precio o alguna pactada por las partes.
20 Art. 1488 CC: verificada una condición resolutoria, no se deberán los frutos percibidos en el tiempo
intermedio, salvo que la ley, el testador, el donante o los contratantes, según los varios casos, hayan
dispuesto lo contrario. Este artículo marca la gran diferencia con las prestaciones mutuas que operan
en la acción reivindicatoria, ya que en este último caso se debe distinguir, en materia de frutos, si el
poseedor se encontraba de buena o de mala fe.
21
Art. 1395: no hay donación en el comodato de un objeto cualquiera, aunque su uso o goce
acostumbre darse en arriendo. / Tampoco lo hay en el mutuo sin interés. /Pero lo hay en la remisión
o cesión del derecho de percibir los réditos de un capital colocado a interés o a censo. La remisión
es un modo de extinguir las obligaciones, siendo una donación (gratuita), y, consecuentemente,

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contratos gratuitos propiamente tales, se requiere de la autorización
judicial. Estos requisitos adicionales se deben a que el legislador mira con
desconfianza los contratos gratuitos propiamente tales, ya que no es
normal que las personas se desprendan de parte de su patrimonio sin
recibir nada a cambio. Por lo anterior, suele hacerse una crítica al
concepto de la disposición, ya que no considera la categoría de contratos
desinteresados.
3.2.2 Onerosos: persiguen utilidades recíprocas y producen gravámenes
recíprocos. En este caso no hay disociación ya que existe reciprocidad.

Intuitivamente, existe una relación natural entre los contratos unilaterales y


contratos gratuitos, y los bilaterales y onerosos. Esta relación es así ya que
la mayoría de los contratos unilaterales son gratuitos, por la misma estructura
del contrato gratuito y viceversa. Sin embargo, hay al menos una excepción en
que nos apartamos de la regla, encontrándonos con contratos unilaterales
onerosos y – siendo un caso más discutible – un contrato bilateral gratuito.
En el caso del mutuo con interés, nos encontramos frente a un contrato
unilateral oneroso. Tenemos por una parte a un mutante y, por otro a un mutario,
es un contrato unilateral (y real) ya que solo una de las partes se encuentra
obligada a restituir el dinero con intereses. Es oneroso ya que existe un
gravamen recíproco, siendo el fundamento de esta afirmación, esencialmente,
jurídico (art. 1395 inc. 2° CC).
Se discute si podemos encontrar una excepción en la que nos podríamos
encontrar ante un contrato bilateral gratuito, pero según Ríos está excepción es
dudosa. Esta hipótesis es la del mandato gratuito, encontrándose definido en
el art. 2116 CC y ss., existiendo discusión sobre si es un contrato unilateral o
bilateral al considerar las obligaciones del mandante (art 2158 CC),
específicamente, el numeral 1°, ya que el mandante tiene obligación de proveer
de lo necesario para cumplir con la ejecución del mandato. Se puede concebir
como un contrato unilateral, no obstante, el mandante siempre tendrá que
proveer la información necesaria para llevar a cabo la gestión encomendada.
En este sentido, se podría concebir como bilateral y, al mismo tiempo, gratuito.
INSTITUCIONES QUE SE APLICAN DE MANERA DIFERENTE EN
CONTRATOS GRATUITOS Y ONEROSOS:
(1) Error en la persona: los contratos gratuitos se celebrarán, generalmente, en
tendiendo en consideración a la persona contratante. Así, la doctrina sigue
considerando que este error opera en los contratos gratuitos (y no en los
contratos onerosos).
(2) La culpa en la responsabilidad contractual: existe una tripartición de la
culpa (grave, leve y levísima). Se responde sólo hasta la culpa leve en los
contratos onerosos; por la culpa grave en los contratos gratuitos que
benefician solamente al acreedor; y, por culpa levísima en los contratos
gratuitos que sean solo beneficio al deudor.
(3) Evicción (y en general las obligaciones de garantía): consiste en la
privación total o parcial de la cosa por sentencia judicial y por causa anterior
a la venta. El tercero poseedor, ante la interposición de una acción
reivindicatoria, puede citar de evicción a su vendedor porque él tenía la
obligación de asegurar la posesión de la cosa. Existe este tipo de garantía en
los contratos onerosos (por ejemplo, compraventa, arrendamiento, etc.). Por
regla general, en los contratos gratuitos no accionan la evicción, la excepción
viene dada por las donaciones remuneratorias22 (art. 1423 CC).
(4) Acción revocatoria (art. 2468 CC): acción de inoponibilidad que busca que
las enajenaciones que hace el deudor le sean inoponibles al acreedor (se

requiere de insinuación (toda cosa mayor a dos centavos). La insinuación, es decir, solicitar
autorización judicial, sin la cual la donación es nula.
22 Las que se reciben a cambio de un servicio brindado de manera gratuita (arts. 1396, 1423, 1433

y 1435 CC). Por prestar un servicio previamente, y el receptor de este servicio decide remunerarlo
por medio de una donación.

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reintegran al patrimonio del deudor), para que este pueda hacerse sobre el
patrimonio del deudor. Si la enajenación es a título gratuito solo se requiere
probar la mala fe del deudor y el perjuicio de los acreedores, y en caso que
sea a título oneroso, tiene que probarse la mala fe23 del deudor y de los
terceros con los que celebró las enajenaciones. En resumen, es más fácil
echar abajo un acto realizado a título gratuito que oneroso, ya que se
establecen más requisitos a los contratos gratuitos.
(5) Requisitos de formación de todo acto jurídico: respecto de dos requisitos
tiene importancia la distinción.
(5.1) Causa: desde el punto de vista de la existencia de la causa, en los
contratos gratuitos es la mera liberalidad, pero pueden existir contratos
gratuitos donde la causa es onerosa (donaciones con causa onerosa). Desde
el punto de vista de la licitud, nos debemos preguntar cuáles fueron los
motivos que tuvieron en cuenta el donante para realizar la donación (motivos
psicológicos).
(5.2) Normalmente los contratos gratuitos se encuentran sometidos a
requisitos de forma más gravosos que los contratos onerosos. Por ejemplo,
la donación (art. 1401 CC), estableciendo la insinuación como requisito. Esto
se debe a que el legislador es estricto con estos actos y, además, el legislador
entiende que, si una persona tiene el suficiente patrimonio para desprenderse
voluntariamente de parte de él, debe hacer también una contribución a las
arcas fiscales, puesto que las donaciones se encuentran grabadas por un
impuesto. Este impuesto se encuentra establecido en la Ley 16.271.
(6) Los contratos mercantiles son todos onerosos.

3.3 Contratos conmutativos y aleatorios (art. 1441 CC): respecto a los contratos
onerosos. El contrato oneroso es conmutativo, cuando cada una de las partes
se obliga a dar o hacer una cosa que se mira como equivalente a lo que la otra
parte debe dar o hacer a su vez; y si el equivalente consiste en una contingencia
incierta de ganancia o pérdida, se llama aleatorio. En esta disposición se
establece la regla de la equivalencia subjetiva de la cosa.
3.3.1 Conmutativos: hay un equilibrio como consecuencia de un resultado que
está previsto en el contrato.
3.3.2 Aleatorios: la definición del CC es criticable, ya que al momento de la
celebración del contrato no existe un equivalente, sino una incertidumbre
o contingencia. En realidad, no existe una equivalencia que consista en
una contingencia, incertidumbre o pérdida, hay esa contingencia. Por
ejemplo, la compraventa de una cantidad de pescados capturados durante
el día (no sabemos cuántos es). En este contrato no se sabe el resultado
de la operación, si será beneficiosa o no para las partes.
Un listado de contratos aleatorios lo encontramos en el art. 2258 CC24.
Los primeros dos numerales son contratos mercantiles. El CdC define los
contratos de seguros como un contrato aleatorio, pero la doctrina
considera que es un contrato conmutativo ya que por una parte se paga
la prima y por otra el asegurado entrega una serie de servicios. Además,
las compañías aseguradoras se encuentran reaseguradas, por compañías
reaseguradoras que apuestan respecto a los resultados de los seguros.
Asimismo, pueden aproximarse a la realidad por medio de sistemas de
cálculo actuarial, los cuales les permiten calcular el máximo riesgo
permitido.
Otro ejemplo de contrato aleatorio son los contratos de SWAP, contratos
de intercambio de acciones equivalentes en un determinado día, no
siendo determinante el valor futuro de las acciones (se apuesta a una

23
Ambos deben conocer el mal estado de los negocios del deudor-vendedor.
24Los principales contratos aleatorios son: 1º. El contrato de seguros; 2º. El préstamo a la gruesa
ventura; 3º. El juego; 4º. La apuesta; 5º. La constitución de renta vitalicia; 6º. La constitución del
censo vitalicio. Los dos primeros pertenecen al Código de Comercio. La renta vitalicia tiene
regulación tanto en el CC como en el CdC.

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subida del valor de las acciones). Este tipo de contrato se puede conjugar
con el uso de obligaciones alternativas (sobre todo en el mercado bursátil).
INSTITUCIONES RELEVANTES PARA ESTA DISTINCIÓN:
(1) Teoría de la imprevisión: es aplicable a los contratos conmutativos, ya que,
en virtud de este evento imprevisible por las partes, se altera el equilibrio
contractual, existe una excesiva onerosidad sobreviniente.
(2) Lesión: en los casos de lesión enorme nos encontramos frente a contratos
onerosos conmutativos. No hay en contratos aleatorios esta acción ya que las
partes se han olvidado de la proporcionalidad de las prestaciones.

3.4 Contrato principal y accesorio (art. 1442 CC): el contrato es principal cuando
subsiste por sí mismo sin necesidad de otra convención, y accesorio, cuando
tiene por objeto asegurar el cumplimiento de una obligación principal, de manera
que no pueda subsistir sin ella. La distinción entre principal y accesorio no es
una clasificación simétrica, ya que si sostenemos que el contrato principal es
aquel que no necesita de otra convención para su subsistencia, tendríamos que
sostener que el contrato accesorio es aquel que no puede subsistir sin otra
convención; no obstante, esto no es así, dando paso a la existencia de una
categoría intermedia denominada contratos dependientes.
3.4.1 Principal.
3.4.2 Accesorio: encontramos fundamentalmente las cauciones (art. 46 CC).
La fianza, la prenda y la hipoteca son contratos establecidos para asegurar
el cumplimiento de una obligación principal. Otras cauciones son la
cláusula penal y la solidaridad pasiva. Además de no subsistir sin la
existencia de una obligación principal, también buscan asegurar otra
obligación propia.
3.4.3 Dependientes: es una clasificación doctrinaria. Aquellos contratos que no
pueden subsistir sin un contrato principal, pero que no están establecidos
para asegurar el cumplimiento de una obligación principal.
El CC no tiene una teoría general de los contratos dependientes, siendo
tarea de la doctrina a partir del aforismo que lo accesorio sigue la suerte
de lo principal.
Un ejemplo son las capitulaciones matrimoniales, son convenciones cuyo
contenido son futuros acuerdos a los que llegan los futuros cónyuges para
regular sus relaciones patrimoniales (art. 1715 CC). Estas no pueden
subsistir sin el contrato del matrimonio al que van a adscribir.
Otro ejemplo es el aumento de capital de una sociedad. La sociedad está
en definidas en el CC como un contrato dos o más personas acuerdan
poner algo en común en miras de repartir el beneficio que de ello
provenga. En caso de aumento de capital, nos encontramos frente a un
contrato dependiente ya que requiere de la existencia del contrato de
formación de la sociedad.
La posposición de la hipoteca se realiza entre quienes poseen una
hipoteca sobre un mismo bien raíz y consiste en la inversión el orden de
prelación del pago de la deuda en caso de la existencia de hipotecas
sucesivas. Es un contrato dependiente ya que requiere de la existencia de
la hipoteca.
Las cadenas de compras o conjuntos contractuales, son contratos
interdependientes celebrados con el fin de producir un determinado
producto (fabricación, creación, distribución, etc.).

3.5 Contrato real, solemne y consensual (art. 1443 CC): el contrato es real
cuando, para que sea perfecto, es necesaria la tradición de la cosa a que se
refiere; es solemne cuando está sujeto a la observancia de ciertas formalidades
especiales, de manera que sin ellas no produce ningún efecto civil; y es
consensual cuando se perfecciona por el solo consentimiento. El criterio es la
manera en la que se perfeccionan.

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Sobre la redacción del CC y la definición de contrato real, encontramos
problemas respecto de la expresión tradición, debiendo indicarse en su
reemplazo la expresión entrega de la cosa ya que no toda entrega constituye
tradición, existiendo entregas que hacen a la persona mero tenedor, como por
ejemplo en el comodato, depósito y prenda (art. 2386 CC)25. Existe un contrato
real en el que la entrega de la cosa constituye tradición, y es el caso del mutuo
(art. 2196 y 2197 CC).
3.5.1 Real: en el concepto legal existe un error, ya que no debiese hacer
referencia a la tradición, sino a la mera entrega, ya que no toda entrega
supone tradición. Los contratos reales enumerado en el CC son el
depósito, la prenda, el comodato y el mutuo.
El depósito contrato que sirve para la custodia de una cosa.
El mutuo tiene como función ser un préstamo de consumo.
El comodato se configura como un préstamo de uso.
La prenda es similar al depósito, pero además tiene un carácter accesorio.
Respecto a la afirmación de que todos los contratos reales son unilaterales
o, en su defecto, sinalagmáticos imperfectos, por qué no podemos
concebir al mutuo como un contrato bilateral, en virtud del cual el banco
se obliga a entregar una determinada cantidad de dinero y, el deudor se
corresponde a devolverlo. Ante esta pregunta, podríamos afirmar que es
posible considerar al mutuo como un contrato bilateral si existe un acuerdo
previo de las partes.
No obstante, el CC no lo concibe de esta forma por una razón histórica,
siendo los contratos reales un arcaísmo proveniente del Derecho
Romano. En aquella época los contratos eran, fundamentalmente,
solemnes y para que se pudieran perfeccionar era necesario cumplirse
con determinada formalidad. Entonces, el derecho civil mantuvo esta
categoría que no es otra cosa que algo “similar” a los contratos solemnes,
ya que estos no se perfeccionan con el consentimiento, sino con la
formalidad de entrega de la cosa.
3.5.2 Solemne: contratos que requieren de un requisito de forma distinto a la
mera entrega, sometido a la observancia de determinadas formalidades,
sin las cuales no producen ningún efecto civil. Los requisitos de forma de
los contratos solemnes se denominan solemnidades. La falta de
solemnidades acarrea la nulidad absoluta del contrato. Las solemnidades
las encontramos en el art. 1682 CC.
Son ejemplos de contratos solemnes la compraventa de inmuebles, la
escrituración del contrato de promesa, el matrimonio, la constitución de
una sociedad, etc. En cada uno de estos ejemplos varía la solemnidad
requerida.
3.5.3 Consensual: se perfeccionan por el mero consentimiento, siendo la regla
general. No obstante, a pesar de ser consensuales, si contiene la entrega
o promesa de entrega de una cosa mayor a dos UTM, es conveniente que
este conste por escrito porque no se puede probar por ni por escrito ni por
testigos.
IMPORTANCIA DE ESTA CLASIFICACIÓN: la idea que subyace al derecho
contractual, desde el siglo XI en adelante (canonistas), es el consensualismo.
Esto se expresa con la máxima el solo consentimiento obliga. La fuerza
obligatoria de los contratos deriva del valor y respeto de la palabra empeñada.
La excepción a esta regla son los contratos en los que se establecen requisitos
forma adicionales a la mera entrega del consentimiento, como es el caso de los
contratos solemnes y reales.
En el caso de los contratos solemnes, se añaden requisitos de forma adicionales
porque se considera que por su importancia económica o por los intereses que

25Este problema de redacción se mantiene en algunas disposiciones del CC. El art. 2174 inc. 2° CC
señala, a propósito del contrato de comodato, que este se perfecciona con la tradición de la cosa;
no obstante, el contrato de comodato no supone la transferencia de dominio.

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se encuentran en juegos son necesarios. La solemnidad no puede ser extendida
por analogía a otros contratos, ya que estos son requisitos de derecho estricto.
SUBSISTENCIA DE LOS CONTRATOS REALES:
✓ La prenda como institución crediticia puede ser ineficiente desde el
punto de vista contractual. Ahora bien, la prenda supone que la cosa
dada en prenda quede en casa del acreedor, perdiendo el uso que se
les podía dar (por ejemplo, un tractor). De esta manera, el deudor se
ve privado de la utilización de un bien valioso económicamente. Lo que
se hizo, a partir de los años 40’, se creación nuevas prendas
denominadas prendas sin desplazamiento, las cuales son prendas
que funcionan de manera similar a la hipoteca, ya que en vez de dejar
la cosa dada en prenda en casa del prestamista se queda con el bien,
pero para los efectos de constituir la prenda esta se debe inscribir.
En este sentido, si bien subsiste la prenda del CC prevista como un
contrato real, se han creado nuevas prendas (prendas sin
desplazamiento) que se erigen como contratos solemnes, existiendo
un desplazamiento de la figura civil por estas nuevas prendas que,
desde un punto de vista económico, son más eficientes.
✓ En el caso del mutuo, gran parte de ellos han pasado a ser solemnes
en la práctica, ya sea porque hay regulaciones administrativas que
imponen que estos contratos deben celebrarse por escrito.
✓ El comodato y el depósito siguen subsistiendo como contratos reales,
pero se pueden concebir con una estructura distinta.
Hoy en día los contratos reales se encuentran en vía de extinción.
Algunas legislaciones comparadas privilegian figuras contractuales
solemnes o consensuales para los contratos reales. En este sentido, el
ordenamiento chileno se encuentra retrasado y los siguen considerando
contratos reales, aunque en el caso de la prenda, subsiste junto a la
prenda sin desplazamiento.

CLASIFICACION DOCTRINAL
3.6 Contratos típicos y atípicos (nominados e innominados): se habla de
contratos típicos y atípicos y no de contratos nominados e innominados ya que
existe una confusión semántica. Esto se debe a que no se pueden denominar
innominados a contratos que sí poseen una denominación realizada por las
partes. Lo que ocurre en esta clasificación es que la distinción radica en que si
el contrato se encuentra o no regulado por la ley de manera particular.
Así, podemos distinguir en el CC entre una parte especial y una parte general
en la regulación de los contratos. A partir de la teoría especial de los contratos,
surge la teoría general.
3.6.1 Típicos: son aquellos contratos que encuentran un tratamiento especial
por parte del CC.
3.6.2 Atípicos: aquellos que no se encuentran regulados específicamente por
el CC, siendo las partes los que los crean.
Se rigen por las reglas generales aplicables a todo contrato contenidas en
el CC. Por lo tanto, los elementos que tiene todo contrato atípico son los
requisitos de existencia (de la esencia) establecidos de manera general,
quedando fuera las solemnidades, los cuales son requisitos de derecho
estricto, es decir, solo se aplican en aquellos casos en que la ley así lo
mencione. No obstante, las partes pueden establecer solemnidades
convencionales.
Respecto a los elementos de la naturaleza, los contratos atípicos no
tienen elementos de la naturaleza específicos porque carecen de un
tratamiento especial, pero sí tienen generales, siendo el ejemplo más
latente la CRT en los contratos bilaterales.
Respecto a los elementos accidentales, y de hecho, la mayor parte de sus
elementos forma parte de las cuestiones accidentales. Lo que debemos
tener en cuenta, en atención a la clasificación entre contratos principales,

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dependientes y accesorios, es la creación de distintos montajes
contractuales, contratos que se encuentran sumados unos con otros 26.
Así, para distinguir entre contratos atípicos y la sumatoria de contratos
típicos es la unidad de su causa. Existirá un contrato atípico cuando,
incluso sumando distintas partes o prestaciones de contratos típicos, las
partes los consideran como un todo indivisible, e incluso, encontrar
contratos atípicos en estado “puro”, o sea, que contenga prestaciones que
no se encuentran en ningún contrato típico.
Contratos innominados (lista ejemplificativa)
(1) Contrato de hospedaje: este contrato contiene las prestaciones de un
arrendamiento de un bien inmueble amueblado (la pieza), depósito del
equipaje, servicio de aseo, televisión, wifi, piscina, spa, jacuzzi, etc.
Todas estas prestaciones son un todo indisoluble.
(2) Contrato de cacle: contrato que consiste en pactar la asistencia a un
determinado espectáculo y aplaudir al final de la obra.
(3) Contrato de lactancia: cuidado del menor y entregar el alimento.
(4) Contrato de portería: cuidado y vigilancia, áreas comunes limpias, etc.
(5) Contrato de exposición (museos): traslado de cuadros, montaje,
cuidado, etc.
(6) Contrato de licing: contrato consistente en un contrato de
arrendamiento con opción de compra en la última cuota. En virtud de
este contrato, podrá ejercer la opción de compra pagando el monto
adicional a la renta. En caso no que se haga uso de la opción de
compra, podemos preguntarnos si este contrato todo el tiempo de su
duración fue un contrato de arrendamiento. La respuesta a lo anterior
es no, ya que las partes desde un principio suscribieron un contrato de
licing y no de arrendamiento, y que se encontrase un todo indisociable
entre las rentas de arrendamiento y la opción de compra. Además,
dentro de las cuotas que mes a mes se pagan se encuentra
implícitamente una suma de dinero destinada a ello.
Este contrato es en parte típico y atípico, ya que se dictó una ley que
estableció una regulación al contrato de licing de viviendas
habitacionales. Por lo tanto, en este caso el contrato de licing será
típico y en todo lo otro atípico.
Todos son ejemplos de contratos que son un cúmulo de obligaciones que
se pueden redirigir a contratos típicos, pero todo este conjunto de
obligaciones constituyen un todo indivisible. Lo importante es que en la
medida que algunas prestaciones del contrato sean reconducibles a otro
contracto típico, se deberá aplicar para esa parte las reglas de ese
contrato al que se reconduce, salvo que las partes hayan determinado
otros requisitos.

3.7 Contratos de ejecución instantánea, diferida y tracto sucesivo: esta


clasificación tiene relación con los efectos en el tiempo de los contratos.
3.7.1 De ejecución instantánea: por hipótesis se perfeccionan y se ejecutan
en un mismo momento. Su rasgo característico es que el contrato está
diseñado, tanto desde un punto de vista legal como desde el
consentimiento de las partes, para perfeccionarse y ejecutarse en un
mismo momento (no hay consciencia de la diferencia entre cada
momento), no hay una diferencia temporal entre un momento y otro y, sí
existe tal diferencia, puede deberse a una cierta flexibilidad que se pueden
dar las partes al momento de ejecutar el contrato. El ejemplo clásico es la
compraventa, en el cual el intercambio se realiza de manera instantánea.
3.7.2 De ejecución diferida: se perfecciona en un determinado momento y se
ejecuta en otro, no siempre por acuerdo de las partes. Así, ya sea por la

26
Por ejemplo, se decide comprar una casa, celebrando una promesa y, posteriormente, una
compraventa. Pero no tenemos dinero, por lo que solicitaremos un mutuo hipotecario.

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configuración del contrato o por acuerdo de las partes (incorporación de
un plazo), existe una diferencia temporal entre el momento de celebración
y de ejecución del contrato.
Estos contratos pueden dividirse:
(1) Contratos de ejecución diferida única: por ejemplo, la entrega de la
cosa en un plazo determinado.
(2) Contratos de ejecución diferida múltiple: cuando se divide la
prestación en diferentes cuotas. En algunos casos las partes lo podrán
hacer de esta manera, pero en algunas ocasiones esta dinámica no
puede darse de otra manera debido al carácter del contrato, esto es lo
conoce como contratos de tracto sucesivo.
3.7.3 Tracto sucesivo: por su carácter mismo, la prestación se ejecuta en el
tiempo y hay una retribución que podrá o no ser dividida en el tiempo. El
contrato de arrendamiento (art. 1915 CC27) es el ejemplo paradigmático
de este tipo de contratos. Si atendemos a la definición del contrato de
arrendamiento dada por el CC, al concederse el goce de la cosa, se
entiende que este uso y aprovechamiento de los frutos se dará en un
determinado lapso. En consecuencia, lo que ocurre es que se recibe la
posibilidad de usar y gozar un determinado bien durante un lapso y esa
obligación necesariamente se realiza en el tiempo (también se habla
contratos de ejecución continuada), porque el arrendador debe garantizar
el uso y el goce de la cosa hasta el término del contrato de arrendamiento
y, el arrendatario por su parte, tiene la obligación de pagar un precio
determinado. El precio que debe pagar el arrendatario puede ser pagado
en una sola cuota por anticipado, denominándose precio; o, en caso que
se divida el pago en cuotas.
Particularidades de los contratos de tracto sucesivo (y ejecución
diferida):
✓ Puede terminar unilateralmente por cualquiera de las partes. En el
caso de los contratos de arrendamiento se denomina desahucio. En el
mandato, si se pone término por parte del mandante se denomina
revocación y, si se finaliza por el mandatario, renuncia.
✓ La CR no opera con efecto retroactivo. Por regla general, si opera con
efecto retroactivo, por lo que quien debe una cosa bajo CR deberá
restituir la cosa, las mejoras y abonar los deterioros. En los contratos
de tracto sucesivo la resolución toma el nombre de terminación,
operando solo para lo futuro. El caso del contrato de arrendamiento
nos permite ilustrar por qué solo tiene un efecto hacia el futuro, puesto
que no se puede restituir el goce y el uso del bien durante el plazo que
este se pagó el alquiler. Así, solo se puede restituir el bien y no existirá
restitución del goce ni de rentas obtenidas y pagadas.
✓ Los contratos de ejecución diferida las obligaciones de una de las
partes se fraccionan o se van renovando. En realidad, la obligación de
pagar la nace al momento de perfeccionamiento del contrato y se va
devengando (haciendo exigible) a medida que transcurre el tiempo
(existe un plazo suspensivo).
La resolución o terminación se puede solicitar por el incumplimiento de
cualquiera de estas cuotas en que se ha fraccionado la obligación. El
incumplimiento para que pueda autorizar el ejercicio de la CR debe ser
grave, considerándose que el no pago de una de ellas cumple con esta
entidad, ya que se incumple el totalmente la obligación que
correspondía a tal fecha.
✓ En el caso de la prescripción, la obligación se hace exigible desde el
momento que está determinado el plazo de cada cuota.

27El arrendamiento es un contrato en que las dos partes se obligan recíprocamente, la una a
conceder el goce de una cosa, o a ejecutar una obra o prestar un servicio, y la otra a pagar por este
goce, obra o servicio un precio determinado.

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✓ Respecto a la resciliación28, en los contratos de tracto sucesivo esta
tendrá efectos solo hacia el futuro si las partes nada han dicho.
✓ Solo en los contratos de ejecución diferida y, especialmente, en los de
tracto sucesivo es aplicable la teoría de la imprevisión.
✓ Respecto a la teoría de los riesgos, se aplica a los contratos de
ejecución diferida.
En todos los contratos de duración (ejecución diferida y tracto sucesivo)
tenemos que realizar una distinción entre contratos de duración determinada y
de duración indeterminada. La importancia de esta distinción radica en que
(1) Contratos de duración determinada: las partes desde el momento de
celebración del contrato han determinado su duración, el cual podrá o no
renovarse automáticamente.
(2) Contratos de duración indeterminada: las partes no han establecido una
duración para el contrato. No obstante, se habla de contratos de duración
indeterminada y no indeterminable, ya que si la duración no es determinable
acarrea el problema de que el contrato va a ser perpetuo y,
consecuentemente, supondría una violación de los DDFF ya que se estaría
dando a las partes el poder para renunciar a su autonomía. Ante esta
eventual situación, el derecho reacciona de manera paternalista y, aun sin
haber una regla que lo establezca en el CC29, la doctrina entiende que en
cualquier contrato de duración indeterminada se puede finalizar.
El otro problema que acarrean los contratos indeterminables tiene relación con
sus elementos esenciales. El contrato de arrendamiento supone que el
arrendador entrega el uso y goce de la cosa por un determinado tiempo, pero si
no podemos saber cuál es el lapso, existe un problema respecto de los
requisitos cuando el objeto es un hecho, ya que no sería físicamente posible
asegurar el uso y el goce de la cosa perpetuamente.
Así, la idea que debemos tener presente es que en el caso de los contratos de
duración siempre tendrán una duración que está determinada o puede ser
determinada de alguna manera. Si no se puede hacer lo anterior, nos podemos
encontrar frente a dos hipótesis, por una parte, estamos ante un contrato de
duración indefinida en el que encuentra implícita la manera de salir de este; o,
por otro lado, ante un contrato indeterminable, siendo el contrato nulo por falta
de objeto. Por ejemplo, en el caso del arrendamiento de una cosa, el art. 1951
CC establece una manera de fijar la duración del contrato de arrendamiento.

3.8 Contratos individuales y colectivos


3.8.1 Individuales: produce solo efectos entre las partes que lo ejecutan o
acuerdan, siendo la regla general en los contratos regulados en el CC.
3.8.2 Colectivos: es una excepción a la regla del efecto relativo. Estos
contratos son celebrados por partes, pero que pueden llegar a afectar a
partes que no han celebrado el contrato. Por ejemplo, el contrato colectivo
de trabajo, caso en que se pueden hacer extensivo sus efectos a personas
que no forman de la celebración del contrato.
En etos contratos podemos encontrar una pluralidad de personas que
declaran o manifiestan su voluntad en un determinado sentido, muchas
veces en contra de la voluntad de otras personas que forman la misma
parte también. El efecto de estos contratos se extiende incluso a las
personas que se encuentran en contra.

3.9 Contrato libremente discutido y por adhesión: esta clasificación dice relación
con la situación que ocupan las partes en la fase de negociación del contrato.

28
Mutuo disenso, acuerdo al que han llegado las partes para dejar sin efecto un acuerdo previo.
29
En países como Francia, a través de su consejo constitucional, declararon que regulaciones
legales o contractuales que no contemplen la posibilidad de poner término a un contrato de duración
indeterminada son inconstitucionales ya que establecen una trasgresión a la libertad personal de los
individuos.

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3.9.1 Libremente discutido: partimos de la base en que nos encontramos ante
dos personas que negocian en un plano de igualdad y, por tanto, el
acuerdo que surja de ellas puede considerarse juntos. En los contratos
libremente discutidos las partes se encuentran en una posición de
igualdad de negociación e información y, en consecuencia, pueden con
plena libertad decidir con quién contratan, el contenido del contrato, el tipo
de contrato, etc.
3.9.2 Por adhesión entre personas que no se encuentran en una posición de
igualdad el contrato puede servir como medio de opresión, una de las
partes le puede dictar el contrato a la otra, y esta decide si lo acepta o no.
En un contrato de adhesión se tiene a una parte, que incluso redacta de
manera predeterminada las cláusulas del contrato, y la otra parte no tienen
ninguna posibilidad más que aceptarlo o rechazarlo.
En la mayor parte de los contratos no podemos discutir el precio o los
términos de la compraventa, encontrándonos frente a contratos de
adhesión.
Estos contratos tienen una buena razón de ser si atendemos al medio en
el que se desarrollan las operaciones comerciales. En una economía
como la actual la contratación es masiva, si implementamos un sistema
de contratación libremente discutido, se perderá la eficiencia y
aumentarán los costos de transacción y, por lo tanto, el legislador
reacciona ante los contratos de adhesión y establece requisitos a los
proveedores para reestablecer el equilibrio entre las partes.
(1) Regulación: hasta la dictación de la ley, eran una mera categoría
doctrinal. La ley define los contratos de adhesión en el art. 1 N°6 LPDC
como aquel cuyas cláusulas han sido propuestas unilateralmente por
el proveedor sin que el consumidor, para celebrarlo, pueda alterar su
contenido. El derecho del consumo se concibe a sí mismo como un
área en la que no rigen los principios clásicos del derecho contractual.
Así, la idea del art. 1441 CC según la cual el contrato se define como
aquel en que las partes miran las prestaciones como equivalente no
rige, adoptando una posición de protección de la parte contratante más
débil.
(2) Ámbito de aplicación: durante mucho tiempo se pensó que no eran
verdaderos contratos, pero hoy en día en la economía masiva se
entiende que son contratos en que existe una reducción de la libertad
de las partes. En nuestro ordenamiento jurídico solo la LPDC prevé
esta categoría de contratos, por lo que solo le será aplicable a los
contratos que se encuentran regulados en ella.
Normalmente, podemos decir que se aplica esta ley (art. 2 LPDC)
cuando nos encontramos ante un proveedor y un consumidor. El
proveedor es una persona que se dedica a la comercialización de
bienes y servicios con cierta ritualidad y, consumidor quien celebra
contratos onerosos con un proveedor y que nos encontramos ante una
relación mixta o de doble carácter. Así, por una parte, es mercantil para
el comerciante y civil para el consumidor.
¿Hay alguna regla en el CC que nos proteja por regla general de los
abusos que pueden existir en los contratos de adhesión? Esta regla la
encontramos en las disposiciones sobre interpretación de los
contratos. En materia contractual prima la voluntad real de las partes
(art. 1560 CC), pero hay una regla del art. 1566 inc. 2° CC, la cual se
aplica de manera supletoria. Este artículo establece que las cláusulas
ambiguas que hayan sido dictada por una de las partes, sea la
acreedora o deudora, se interpretará en contra de ella.
(3) Características:
- La oferta se realiza a persona indeterminada y siempre es
múltiple. El CdC establece como regla para la oferta a persona
indeterminada que estas no son vinculantes, a diferencia de lo que

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ocurre en la LPDC, la cual en el art. 12 establece, sin distinguir si
la oferta se realiza o no a persona determinada, que todo proveedor
de bienes o servicios estará obligado a respetar los términos,
condiciones y modalidades conforme a las cuales se hubiere
ofrecido o convenido con el consumidor la entrega del bien o la
prestación del servicio. Este art. es un reflejo del 1545 CC, es decir,
se debe respetar aquello que se estipulo el contrato, pero el art. 12
amplia la protección al consumidor estableciendo que también se
debe respetar los términos en los que se ofreció el producto
(respetar la oferta). Esta ampliación se debe a que lo que
caracteriza normalmente a la contratación en masa es que la oferta
se realiza a persona indeterminada, por lo que el legislador decide
proteger a los consumidores en esta situación.
- El objeto del contrato es la prestación de un servicio de utilidad
pública o créditos.
- En general, no solamente el consumidor no puede rebatir los
términos en los que se están ofreciendo los términos del contrato.
Normalmente, nos encontramos ante un contrato tipo,
previamente redactado. En ese sentido, generalmente los contratos
de adhesión son contratos tipo.
- La redacción predeterminada normalmente favorece al proveedor,
reduciendo las garantías que tiene que prestar, su grado de
responsabilidad, imponiendo cargas o plazos más breves para
efectos de reclamar los consumidores sus derechos.
(4) Protecciones de la ley: el art. 16 de la LPDC se aleja de la lógica del
CC. En los contratos de adhesión podemos identificar cláusulas
abusivas, por lo que reconoceremos al proveedor la posibilidad de
predisponer la redacción del contrato, pero existirán ciertas cláusulas
que no podrá imponer puesto que estas suponen un abuso o un
desequilibrio. La sanción a un contrato que contenga cláusulas
abusivas (hay un interés público comprometido) es la nulidad absoluta,
ya que se encuentra prohibido por las leyes su celebración (objeto
ilícito).
Cláusulas abusivas (art. 16 LPDC):
✓ Las cláusulas que otorguen a una de las partes la facultad de dejar
sin efecto o modificar a su solo arbitrio el contrato o de suspender
unilateralmente su ejecución. Las cláusulas o estipulaciones que
me impida no cumplir.
✓ Las cláusulas que establezcan incrementos de precio por servicios,
accesorios, financiamiento o recargos, salvo que dichos
incrementos correspondan a prestaciones adicionales que sean
susceptibles de ser aceptadas o rechazadas en cada caso y estén
consignadas por separado en forma específica. Por ejemplo, dar
más canales de cable y cobrar más.
✓ Las cláusulas que pongan de cargo del consumidor los efectos de
deficiencias, omisiones o errores administrativos, cuando
ellos no le sean imputables.
✓ Las cláusulas que inviertan la carga de la prueba en perjuicio del
consumidor.
✓ Las cláusulas que contengan limitaciones absolutas de
responsabilidad frente al consumidor que puedan privar
a éste de su derecho a resarcimiento frente a
deficiencias que afecten la utilidad o finalidad
esencial del producto o servicio.

3.10 Contratos preparatorios y definitivos


3.10.1 Preparatorios: son contratos que preparan la celebración de otro
contrato. En este sentido, existe una relación de dependencia entre el

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contrato preparatorio y definitivo. Un ejemplo clásico es el contrato de
promesa, contrato multiforme que nos permite celebrar cualquier contrato
en el futuro que no se pueda celebrar en el momento actual, fijando los
términos en que se celebra el contrato en un momento cierto o incierto.
El contrato de promesa adquiere relevancia a propósito del objeto ilícito.
Así, habrá objeto ilícito en la enajenación cuando existen bienes
embargados y no se cumplen los requisitos establecidos (art. 1464 CC);
ahora bien, la compraventa no es enajenación por lo que existe discusión
si existe objeto ilícito en la compraventa de bienes embargados (que no
cumplan los requisitos legales). Ahora bien, volviendo a la promesa de
compraventa, en esta hipótesis (bien embargado) se podría redactar un
contrato de promesa en el que se estipule que se celebrará una
compraventa una vez que se pagué al acreedor y se alcen los embargos.
Además, los contratos preparatorios pueden servir para iniciar
negociaciones. Por ejemplo, en caso de la compra de una industria se
requiere hacer una serie de procedimientos de comprobación que
provocan una larga fase de negociación y, que finalmente, desembocará
en una primera oferta. Así, se puede celebrar un contrato preparatorio que
regule cómo va a circular la información y que obligaciones de
confidencialidad se tendrán.
3.10.2 Definitivos: contratos que se agotan en sí mismos. Son la regla general,
permitiendo a las partes obtener inmediatamente el beneficio que
pretenden de su celebración.

CATEGORÍAS CONTRACTUALES: no son propiamente clasificaciones, ya que no


nos encontramos frente a distintos miembros de un grupo único que se contraponen
entre sí.
3.11 Contrato dirigido: la idea de esta categoría surge muy tempranamente con
la aparición del orden público en materia contractual. Si bien en materia
contractual el principio fundamental es la libertad, el legislador va a tomar la
decisión de dotar a ciertos contratos de un contenido obligatorio que no podrá
ser modificado por las partes por motivos de orden público. Este imperativo de
orden público en un primer momento fue de carácter familiar, pero
posteriormente pasa a ser un imperativo propiamente patrimonial.
En el primer sentido, el contrato dirigido por excelencia es el matrimonio. Se
sostiene que el contrato de matrimonio es dirigido porque, generalmente, los
contratos dirigidos tienen un carácter solemne y un contenido de deberes y
obligaciones de orden público que las partes no pueden modificar (por ejemplo,
el art. 131 y 132 CC). El legislador interviene en este contrato porque entiende
que la familia es el núcleo de la sociedad y que debe regular el comportamiento
sexual de los individuos que forman parte de este (hay un interés público).
En el ámbito patrimonial, parece el contrato dirigido por un imperativo de orden
de protección30 o de ordenación31 de orden público. Las formas clásicas de
intervención del Estado constituyen límites a la libertad contractual, por lo que
se encuentran sujetos a la reserva legal; en consecuencia, cada vez que el
legislador quiera aplicar el dirigismo contractual, deberá hacerlo en virtud de una
ley. El legislador puede intervenir, en primer lugar, mediante la obligación de
contratar, como ocurre en el caso del art. 13 LPDC32, el cual busca evitar la
discriminación a los consumidores. En segundo lugar, la ley aplica el dirigismo
contractual estableciendo cláusulas mínimas o máximas obligatorias, por
ejemplo, estableciendo duraciones máximas de contratos de prestación de
servicio o el precio de determinados bienes. En tercer lugar, se pueden
abandonar ciertas sanciones clásicas del derecho civil (como la resolución o la

30 Proteger a la parte más débil frente a otra más fuerte.


31 Tiene relación con el entorno de las partes que están contratando. Buscan mantener una economía
sana.
32
Art. 13 LPDC: los proveedores no podrán negar injustificadamente la venta de bienes o la
prestación de servicios comprendidos en sus respectivos giros en las condiciones ofrecidas.

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indemnización de perjuicios) y privilegiando el cumplimiento forzoso, ya que al
legislador le interesa que el acreedor del contrato reciba la prestación tal cual
como se hacía establecido. En cuarto lugar, el legislador le otorga al juez
poderes más amplios para poder hacer pervivir el contrato o se ejecute,
pudiendo modificar la carga de la prueba por el establecimiento de presunciones
o pudiendo apreciar la prueba en consciencia, etc.33. Finalmente, puede
establecer la irrenunciabilidad de los derechos; la regla general en material
patrimonial se encuentra en el art. 12 CC, estableciendo que los derechos son
renunciables, pero en algunos casos el legislador opta por declarar ciertos
derechos irrenunciables. Por ejemplo, en materia de consumo, en el art. 4 LPDC
se establece que los derechos del consumidor son irrenunciables; o lo que ocurre
en el caso de arrendamiento de bienes raíces urbano, en el cual se establece en
su art. 19 señala que los irrenunciables los derechos del arrendatario.

3.12 Contrato forzoso: contratos en la libertad contractual está tan borrada, al


punto que una persona que se encuentra en determinada situación se encuentra
obligada a contratar y, en caso de no hacerlo, se puede exponer a sanciones
administrativas, pecuniarias o penales. Un ejemplo
Un ejemplo clásico de la LPDC se encuentra en su art. 13. Otro ejemplo es el
seguro obligatorio de accidentes personales producidos por vehículos
automotrices.
En muchos otros casos la ley impone la obligación de contratar seguros a
personas que se encuentran en determinadas posiciones para su protección
personal o por un interés más general34.
Atendiendo a las categorías contractuales descritas, podemos concluir que nos
encontramos en un sistema de economía de mercado regulado, la cual busca
salvaguardar ciertos intereses públicos (contratante más débil o sanidad de la
economía).

3.13 Contrato tipo: es un acuerdo de voluntades en cuya virtud las partes


predisponen las cláusulas de futuros contratos o condiciones generales de la
contratación. Al celebrar el contrato tipo se adoptan por loa contratantes un
formulario o modelo, por lo general impreso, destinado a ser reproducido sin
alteraciones importantes o incluso tal cual, sin alteración de ninguna especie, en
múltiples casos posteriores, que equivaldrán, cada uno, a un contrato
prerredactado.
(1) Utilidad de los contratos tipos: es dudosa. Con la estandarización de las
relaciones jurídicas que caracterizan al derecho de nuestros días, la
redacción en serie de los contratos tenía que terminar por imponerse. La
duración de la fase de negociaciones precontractuales se ha, pues, reducido
considerablemente, cuando no desaparecido, y de esto ha resultado una
economía de tiempo y una simplificación de las transacciones. Además,
frente a disposiciones legales inadaptadas a las nuevas circunstancias de la
práctica, o demasiado generales, los contratos tipos han redundado en el
advenimiento de reglamentaciones más acabadas; así, por ejemplo, los
conocimientos de embarque tipo, en el ámbito del Derecho Marítimo, han
reemplazado las obsoletas reglas del CdC en la materia.
(2) Desventaja de los contratos tipo: radica en el peligro que implican. En
particular, los contratos tipo unilaterales suelen ser instrumentos que
emplean las empresas para imponer cláusulas abusivas a los consumidores.
En lugar de fija run modelo equitativo de contrato futuro, el contrato tipo con
frecuencia se celebra para el beneficio exclusivo de quienes predisponen
las condiciones de la contratación, los que se ven favorecidos por

33 Por ejemplo, lo que ocurre en la prueba del contrato de trabajo, si no se encuentra escriturado se
atenderá a las condiciones que señale el trabajador.
34 Por ejemplo, la constitución de una hipoteca en caso de créditos para comprar viviendas.

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cláusulas de irresponsabilidad, por renuncias de derechos y de acciones, por
plazos de caducidad, etc.
(3) Clasificaciones:
(3.1) Contrato tipo bilateral: cuando las partes que participan en la
conclusión del contrato tipo tienen intereses divergentes. Es el caso de las
convenciones de trabajo acordada por los representantes de los
empleadores y los representantes de los trabajadores. En este caso,
respecto de los contratos individuales de trabajo que con posterioridad se
celebren, como los intereses de los trabajadores fueron defendidos por sus
sindicatos al negociarse el contrato tipo bilateral cuyas cláusulas forman
parte de dichos contratos individuales, debe excluirse la hipótesis de la
adhesión. Entonces, no hay un contacto directo entre el contrato tipo y el
contrato por adhesión.
(3.2) Contrato tipo unilateral o cártel: cuando quienes concluyen el
contrato tipo destinado a fijar las condiciones generales del tráfico comercial
son grupos económicos o empresas cuyos intereses son convergentes. Sus
autores no negocian en absoluto con los futuros clientes (consumidores), por
lo que cuando estos quieran contratar, o cuando tengan que hacerlo, se les
impondrá una formula forjada anticipadamente por medio del contrato tipo.
Es la hipótesis del seguro, de transporte aéreo y marítimo, de los acuerdos
entre comerciantes o entre distribuidores, en particular para uniformar los
precios de venta al público, etc.
En este tipo de contratos existe una relación estrecha entre el contrato tipo y
el contrato por adhesión, siendo este último una “invitación” a aceptar un
contrato tipo. Los textos del uno y del otro podrán ser incluso idénticos, pero,
lógicamente, hay de por medio dos operaciones que tienen lugar en
momentos diversos: un contrato tipo es la forma única y, más tarde, muchos
contratos por adhesión. Además, cabe recalcar que si las características del
contrato tipo son la redacción previa y la generalidad con que se aplica, el
contrato por adhesión se distingue, en cambio, por la desproporción entre el
negociador del oferente y del aceptante, pudiéndose concebir su nacimiento
sin la preexistencia de ningún contrato tipo que le sirva de modelo.
(4) Eficacia jurídica del contrato tipo: no debe confundirse con una “mera
fórmula vacía” que adquiriría relevancia jurídica al momento de la conclusión
de los contratos individuales que lo copian. El contra tipo tiene eficacia desde
que es celebrado, creando para quienes concurren a su conclusión la
obligación de respetar sus cláusulas en los contratos individuales que tengan
lugar en el futuro. Tratándose de contratos de los contratos tipo unilaterales,
si una de las empresas no respeta al contratar posteriormente con un
particular, el contrato individual es plenamente válido ya que para el particular
el contrato tipo es res inter allios acta, sus cláusulas no le empecen en virtud
del principio relativo de los contratos. Por ende, las otras empresas,
perjudicadas por la violación del contrato de tipo unilateral, y por la
competencia desleal que esa violación implicará, no pueden exigir la
ejecución forzada in natura del contrato tipo; pero nada obsta a que intentan
la acción de perjuicios en contra de la empresa que no respetó el texto tipo.
(5) Ámbito de aplicación paradigmático: el comercio internacional.
(6) Condiciones generales de la contratación: estas son las cláusulas o
disposiciones redactadas de antemano, de manera abstracta, para ser
empleadas de manera ilimitada en contratos concretos, no siempre tienen
como fuente un contrato tipo.
Estos suponen la uniformación del contenido o efectos de los contratos que
se celebran masivamente, por medio la redacción anticipada de los
formularios correspondientes, en los que se establecen las condiciones
generales de la contratación.
Así, la preredacción de un contrato puede derivar de una sola persona o
predisponente. Cada contrato particular que se concluya siguiendo el
modelo del oferente, será un contrato por adhesión. En cambio, si las

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condiciones generales son fruto de un contrato tipo unilateral o cártel, los
contratos ulteriores serán habitualmente contratos por adhesión. En el caso
que estas condiciones hayan resultado de la composición de intereses
divergentes, el contrato tipo bilateral que las establece aparece como
remedio que evita la adhesión.
Las condiciones generales de la contratación son actualmente, en el Derecho
Comparado, tema de preocupación, sobre todo desde el punto de vista de la
protección del consumidor.
(7) Alcance de términos de uso frecuente en los contratos tipo: también es
un fenómeno de estandarización.

3.14 Contrato-ley: con el objetivo de alcanzar determinadas metas económicas


o sociales, el Estado otorga franquicias o regalías a entres privados,
consagrando estatutos jurídicos de excepción. Ahora bien, si se vive en un
ambiente de inestabilidad y cabe la posibilidad de que los mismos gobiernos o
quienes les sucedan echen pie atrás a estas franquicias, los estímulos se
frustran, sin que se logre el fin perseguido. Por esta razón es que se ideó el
mecanismo de los contratos-leyes, por los cuales el Estado garantiza que en el
futuro no modificará ni derogará las franquicias contractualmente establecidas.
Los contratos-leyes pueden configurar, en primer lugar, por medio de un
convenio con la Administración y, posteriormente, se dictará una ley que lo
apruebe. En segundo lugar, la ley puede autorizar de un modo general la
conclusión de determinado contrato, cuyos beneficios o efectos no serán
susceptibles de modificación ulterior. Esta última opción es la que más se ha
utilizado, pudiendo ser la garantía de inmutabilidad de los beneficios indefinida
o temporal.
La CS ha respaldado la eficacia de los contratos-leyes, admitiendo que ellos se
encuentran entre los contratos de Derecho Público y los de Derecho Privado.
Así, la franquicia tributaria y demás beneficios que el Estado otorga a particulares
a cambio de prestaciones que estos han debido realizar en favor de aquel,
constituyen para los terceros un derecho adquirido que incorporan a su
patrimonio y que no pueden ser desconocido por la decisión unilateral del Estado
contratante.
Una postura contraria a la tesis de la CS es la del prof. Novoa Monreal, el cual
sostiene que estos contratos importarían una inadmisible enajenación de la
soberanía nacional, pues, no obstante que en Derecho público solo se puede
hacer aquello que la ley expresamente permite, sin una autorización legal el
Poder Legislativo se cercenaría a sí mismo la facultad de modificar o derogar
normas preexistentes. Así, la CS comete el error de visualizar únicamente desde
una perspectiva individualista un problema de interés general de la Nación
(establecer impuestos o tributos), aplicando criterios de Derecho Privado allí
donde habría correspondido resolver en conformidad al Derecho Público.
También el CDE sustentó una posición adversa a la de la CS, considerando
ficticio el mecanismo del contrato-ley y situando la discusión en el terreno del
Derecho Público. Durante el Gobierno de la UP triunfó esta postura, pues con
motivo de la Reforma Constitucional para la nacionalización de los yacimientos
de la Gran Minería del cobre, fueron agregados los inc. finales del art. 10 n°10
de la CPR, en cuya virtud los contratos-leyes perdieron el atributo de la
intangibilidad que el CS les había reconocido.
En la actual CPR, nada dice directamente sobre los contratos-leyes, lo cual se
debe interpretar como el restablecimiento de su pleno valor y eficacia. La Ley
N°18.392 consagra la situación de contrato-ley, la cual establece un régimen de
franquicias tributarias y aduaneras en favor de las empresas que se instalen
físicamente en el territorio de la XII Región.

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3.15 Subcontrato:
3.15.1 Definición clásica del subcontrato: contrato en virtud del cual una parte
transfiere a otra derechos u obligaciones que han nacido para ella de una
relación contractual previa sin que esta última relación se extinga. Así, nos
enfrentamos a contratos que se extienden en el tiempo, y parte de las
obligaciones se transfieren a terceros.
En principio, se podría sostener que no existe ningún deber de información
general entre las partes del contrato base respecto a la subcontratación
que se realizará; no obstante, el principio de la buena fe aconsejaría, por
lo menos, establecer un deber de información o aviso de la
subcontratación que se ha realizado.
Nos encontramos ante una cadena de contratos la cual consiste en que dos
partes que han celebrado, en primer término, un contrato y que, con
posterioridad, una de ellas celebra un contrato con otra parte que se refiere a
algunos de los derechos y obligaciones que emanan del primer contrato; en este
sentido, podemos hablar de un primer, segundo y tercer contratante. El segundo
contratante se denomina por parte de la doctrina como intermediario; el primer
contrato se denomina contrato madre base u originario; y el contrato que
celebra el intermediario con otra parte distinta a la del contrato base se denomina
contrato derivado o subcontrato, el cual se caracteriza porque el objeto de
este se conforma por una de las obligaciones o derechos del contrato madre o
principal35.
3.15.2 Características:
(1) Es un contrato, por lo que se rige por las reglas generales de los
contratos.
(2) Versa sobre alguno de los derechos u obligaciones que derivan del
contrato base u originario.
(3) Como se transfieren ciertos derechos u obligaciones en virtud del
subcontrato, este no extingue el contrato base. Por lo que no se
relaciona con una novación por un cambio de deudor, ya que las dos
relaciones van a subsistir paralelamente.
(4) Ambos contratos subsisten durante un determinado lapso. No
existirá subcontratación si en virtud del mismo se extingue el contrato
base.
(5) Primero nace el contrato base y, posteriormente, el subcontrato, por lo
que existe una sucesión de contratos.
(6) La relación que existe entre el subcontrato y el contrato principal es de
dependencia, por lo que, si se extingue lo principal, lo accesorio sigue
su suerte.
3.15.3 Clases de subcontratación: esto guarda relación con la tipología de
ambos contratos.
(1) Propia: si tanto el contrato base como el contrato derivado tienen la
misma estructura. Por ejemplo, tratándose de la construcción de una
vivienda hablamos de contratación propia, ya que un contrato versa
sobre la construcción de una casa y, el subcontrato, sobre una parte
de la construcción de tal casa.
(2) Impropia: concurre cuando los contratos tienen una tipología
diferente. Por ejemplo, tratándose de un contrato de arrendamiento y
el arrendatario lo cede en comodato durante un fin de semana, nos
enfrentamos a un contrato que tiene el mismo elemento u objeto (el
departamento), pero no tiene la misma tipología del contrato base.

35Por ejemplo, en el caso de la construcción de una obra, se puede subcontratar a una empresa que
va a suministrar a los trabajadores; o, en el caso de una tienda electrónica que ofrece el servicio de
revelado de fotografías, servicio que se encuentra subcontratado con kodac, siendo este último el
encargado de revelar las fotografías.

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3.15.4 Elementos que deben concurrir para la celebración de un contrato de
arrendamiento:
ELEMENTOS DE LA ESENCIA
(1) Consentimiento: en la subcontratación propia los contratos son
iguales, por lo que, si el contrato base es solemne, el subcontrato
también será solemne. En el caso de la subcontratación impropia, el
carácter solmene del contrato base no determina el carácter solmene
del subcontrato.
(2) Capacidad: no hay nada especial que decir. A cada uno de los
contratos se le aplicarán las reglas generales.
(3) Objeto: hay pocas cuestiones particulares que decir al respecto, ya
que lo que caracteriza al subcontrato es que su objeto es parte de las
obligaciones del contrato base, por lo que el objeto del subcontrato
será una porción más pequeña en relación al contrato base.
(4) Causa: para determinar la existencia o no de la causa, debemos
recurrir a la causa final y, por lo tanto, hay que distinguir entre contratos
bilaterales, reales o gratuitos. En el contrato bilateral, la causa es la
prestación de la obligación correlativa; en los contratos reales es la
entrega previa; y en los contratos gratuitos es la mera liberalidad.
En el caso de la subcontratación propia la causa se va a repetir, si el
contrato es bilateral la causa será la prestación de la obligación
correlativa y en el subcontrato es lo mismo. Si la subcontratación es
impropia no se va repetir necesariamente la causa, ya que nos
encontramos ante dos contratos que tienen una estructura y tipología
diferente (por ejemplo, un arrendamiento y un comodato gratuito).
(5) Solemnidad
ELEMENTOS DE LA NATURALEZA: en la subcontratación propia, son
los mismos elementos en ambos contratos. En la subcontratación
impropia perfectamente podrían ser diferentes.
ELEMENTOS ACCIDENTALES: estos se incorporan por medio de
cláusulas especiales y, por lo tanto, cada uno de estos contratos tendrán
elementos accidentales diferentes. Así, debemos ir revisando una por una
estas cláusulas para determinar los elementos accidentales que en ellos
se contienen.
3.15.5 Ámbito de la subcontratación ¿Puede subcontratarse respecto a
cualquier contrato? No, por las características del subcontrato es
indispensable que el contrato originario o base corresponda a un contrato
de ejecución diferida y, más específicamente, los contratos de tracto
sucesivo, ya que en algunos casos los contratos de ejecución diferida no
podrán existir subcontratación. Esto se debe a que se requiere un período
de tiempo para que se pueda celebrar el subcontrato.
Por otra parte, se excluyen del ámbito de la subcontratación son los
contratos traslaticios de dominio, de ejecución instantánea e intuito
personae. Así, en este último caso, si la parte del contrato base tiene
como consideración la persona del intermediario, por lo que, si este se
quiere descargar de sus obligaciones, se encontrará con un obstáculo. Por
lo tanto, si ese contrato es intuito personae deberemos pedir el
consentimiento de la parte del contrato base para poder subcontratar.
Por otro lado, hay hipótesis en que el legislador prohíbe subcontratar, y en
caso que esta se realice, la sanción será la nulidad absoluta. No obstante
¿qué ocurre cuando las partes del contrato base estipulan en una de
las cláusulas la prohibición de subcontratar? Esto se puede realizar
en virtud del principio de libertad contractual, si existe el incumplimiento
de una obligación de no hacer, debiendo distinguir si se puede deshacer
el hecho (el subcontrato) – para lo cual se requerirá el consentimiento del
subcontratista – y si este se niega y no se puede deshacer, concurre la
indemnización de perjuicios.

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3.15.6 Efectos del subcontrato: la subcontratación es compleja ya que nos
encontramos ante dos vínculos contractuales y tres partes. A esta
complejidad debemos sumar el aumento de la celebración de este tipo de
contratos en nuestra sociedad, lo cual se explica por razones económicas,
ya que las partes pueden haber fijado un interés patrimonial derivado del
contrato y ambos producirán una ganancia, pero el intermediario podrá
quedarse con una ganancia aun mayor si deriva una de las obligaciones
en el tercer contratante, produciéndose un ahorro de costos.
Ahora bien, los problemas se producen cuando el subcontratista no
cumple o cumple parcialmente (por ejemplo, mala construcción de los
cimientos) con la prestación que le encomendó el intermediario. Lo
anterior guarda relación con el efecto relativo de los contratos, ya que no
preguntamos si la parte del contrato base podría demandar al
subcontratista. Al no existir un vínculo contractual entre ellos, se pondrá
interponer la acción de responsabilidad extracontractual.
La relatividad aquiliana tiene relación con el efecto relativo de los
contratos, principio que es reflejo del art. 1545, ya que si el contrato es ley
para los contratantes a contrario sensu podemos entender que no es una
ley para terceros. Así, para el subcontratista el contra base es una res inter
alios, un contrato entre ajenos, por lo que se aplica la relatividad
aquiliana36.
Sin perjuicio de lo anterior, la pregunta que nos podemos formular es si el
autor del daño es el subcontratista, podría demandar igualmente la parte
del contrato originario a el intermediario. La respuesta a esto lo
encontramos a propósito del art. 1679 CC, la cual reenvía al art. 2320 CC,
sin embargo, no es una regla aplicable al ámbito contractual, sino
extracontractual. La regla más cercana que podría relacionarse del art.
2320 CC, pero qué ocurre cuando no existe una relación de dependencia
entre el subcontratista y el contratista. Así, encontramos la respuesta al
supuesto en que el tercero que ejecuta la obligación, y hace que
igualmente el intermediario responda como si la acción la está realizando
el mismo, en el mandato – a propósito de la delegación del mandato –
en el art. 2135 CC (por medio de una interpretación genérica) en
concordancia con el art. 2137 CC. Este artículo señala que el mandatario
(intermediario) podrá delegar el encargo si no se le ha prohibido; pero no
estando expresamente autorizado para hacerlo, responderá de los hechos
del delegado (subcontratista), como de los suyos propios.
En suma, la relación que debemos hacer para responder a la hipótesis
anterior la encontramos en el art. 1679 en relación con el art. 2135 CC. La
acción que se ejercerá es contractual ya que emana del contrato base.
La distinción entre ejercer la acción en sede contractual o extracontractual
cobra relevancia respecto de la prescripción, ya que en sede contractual
el plazo es de 5 años desde que la obligación se hizo exigible y, en sede
extracontractual, el plazo es de 4 años.

3.16 Autocontrato: en este caso, existe un único contratante y celebra un


contrato consigo mismo y el que genera en sí mismo derechos y obligaciones.
Este puede configurarse por medio de dos hipótesis: (1) aquella en que se actúa
como representante de una parte y como la contraparte; y (2) aquella en la que
se actúa en representación de ambas partes de un contrato. El autocontrato
encuentra su fundamento en el art. 1545 y 1448 CC.
Esta categoría contractual se puede derivar de la representación, ya que esta
se concibe – por medio de la teoría de la representación como una modalidad

36 La responsabilidad extracontractual nació en el derecho occidental en Roma a través de la Lex


Aquilia. Un conjunto de dos reglas que establecían la solución a qué ocurría si se mataba
injustamente a un esclavo o si alguien causaba un daño a una cosa quebrándola, rompiéndola o
quemándola. Estas dos reglas tuvieron con el correr de los siglos un poder creativo inmenso y,
finalmente, después de un ejercicio de generalización se convirtieron en el art. 2314 CC.

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del acto jurídico – como que es el mismo representante el que da su
consentimiento para celebrar un contrato con otra persona. Ahora bien, esta
modalidad permite que la ejecución del contrato celebrado por el representante
va a tener sus efectos en el patrimonio de otra persona (el representando). Así,
si concebimos la representación como una modalidad en virtud del cual el acto
celebrado por una persona verá sus efectos radicados en el patrimonio de otra
(representado) es que podemos concebir las dos hipótesis de autocontrato.
Un ejemplo de la hipótesis 1 es la sociedad conyugal, ya que en esta existen
tres haberes: el haber de la sociedad conyugal, el haber del marido y el haber
de la mujer. El marido administra la sociedad conyugal, pudiendo ocurrir que el
marido quiere comprar un bien de la sociedad conyugal podría hacerlo en calidad
de jefe de la sociedad conyugal (representante) y por sí en su calidad de
comprador.
Un ejemplo de la hipótesis 2, nos podemos encontrar frente al caso en que dos
personas le han conferido un mandato a una misma persona. En consecuencia,
reuniendo en sí mismo la calidad de representante de ambas partes, celebrando
el contra consigo mismo.
En suma, solo por medio de la tesis de la representación como modalidad del
acto jurídico es que podemos entender la categoría contractual del autocontrato.
3.16.1 Problemas que pueden surgir del autocontrato: existe un conflicto de
intereses. Por lo tanto, en el caso de la hipótesis 1, una persona que está
defendiendo un interés propio respecto al interés del interesado, se
encontrará tentado a hacer prevalecer su propio interés; y en el caso de
la hipótesis dos, se verá tentado a hacer prevalecer el interés de una de
las partes.
3.16.2 Límites a la autocontratación: en atención a lo descrito anteriormente,
el legislador establece una serie de límites a la autocontratación que
vienen desde el origen del derecho. Así, el legislador busca proteger el
interés de la parte más débil, a propósito de hipótesis en que pueden
existir conflictos de intereses que pueden ser lesionados con la
celebración de ciertos autocontratos.
Por regla general, el autocontrato está permitida y que, solo en algunos
casos, se prohíbe o se regula mediante la exigencia de la concurrencia de
determinados requisitos.
(1) Personas que negocian sobre intereses ajenos de personas
incapaces: los guardadores.
(1.1) Art. 412 inc. 1° CC: contiene un principio fundamental en la
materia. Este artículo señala que, por regla general, ningún acto
o contrato en que directa o indirectamente tenga interés el tutor
o curador, o su cónyuge, o cualquiera de sus ascendientes letra
a) o descendientes, o de sus hermanos, o de sus
consanguíneos o afines hasta el cuarto grado inclusive, o
alguno de sus socios de comercio, podrá ejecutarse o
celebrarse sino con autorización de los otros tutores o
curadores generales, que no estén implicados de la misma
manera, o por el juez en subsidio. Contempla dos hipótesis: (1)
de verdadero autocontrato, en que el curador o tutor celebra
consigo mismo; y (2) una de falso autocontrato porque en este
caso el tutor o curador celebra el contrato con un pariente o un
cónyuge y que, por el grado de cercanía, el legislador precave
esta situación y entiende que es como si lo estuviera celebrando
consigo mismo. Este es un caso de autocontrato regulado ya
que se debe solicitar autorización de los otros tutores o, en su
defecto, al juez repectivo.
(1.2) Art. 410 CC: este artículo señala que el tutor o curador podrá
cubrir con los
dineros del pupilo las anticipaciones que haya hecho
beneficio de éste, llevando los intereses corrientes de

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plaza, mas para ello deberá ser autorizado por los otros
tutores o curadores generales del mismo pupilo, si los
hubiere, o por el juez en subsidio. En este caso, el tutor o
curador podrá celebrar un contrato de mutuo, prestándose para
sí mismo dineros del pupilo para pagar una deuda del pupilo.
Para ello requerirá la autorización de los otros tutores o
curadores o, en su defecto, al juez respectivo.
El autopréstamo es una figura bastante cuestionable en
términos generales, y también se encuentra regulada a
propósito del mandato. Se puede prestar para defraudar el
interés de la persona que se está protegiendo.
En caso que no se solicitaran las autorizaciones respectivas, la
sanción será nulidad relativa, ya que la autorización es una
formalidad habilitante exigida en función de la calidad o estado
de la parte que está ejecutando el contrato.
(1.3) Art. 412 inc. 2° CC: este artículo señala que, pero ni aun de
este modo podrá el tutor o curador comprar bienes raíces del
pupilo, o tomarlos en arriendo; y se extiende esta prohibición a
su cónyuge, y a su letra b)
ascendientes o descendientes. En consecuencia, en esta
hipótesis nos encontramos frente a una prohibición y, en caso
que se realice, la sanción será la nulidad absoluta.
Hay que interpretar estas restricciones o prohibiciones de manera
restrictiva, ya que la regla general es la libre celebración de
autocontratos. No obstante en materia de tutores y curados, nos
encontramos con ciertas insuficiencias en que la ley no se pone en
la hipótesis en que un mismo tutor pueda representar a dos pupilos
diferentes y, por lo tanto, cuando el tutor quiere comprar y vender
bienes que pertenecen a pupilos distintos lo puede hacer, pudiendo
beneficiar a uno de ellos en perjuicio del otro. Esta insuficiencia debe
ser solucionada mediante la exigencia de los mismos requisitos antes
vistos.
(2) Contratos celebrados por el padre o madre respecto de los bienes
del hijo: en el DF existe una institución que se conoce como patria
potestad, la cual consiste en dos derechos: por un parte, la facultad de
representar a un hijo y, por otro lado, la facultad de administrar sus
bienes hasta los 18 años. Entonces podemos encontrarnos ante un
autocontrato, generándose nuevamente un conflicto de interés.
(2.1) Art. 1796 CC a propósito de la compraventa: este artículo
señala que es nulo el contrato de compraventa entre cónyuges no
separados judicialmente el padre o madre y el hijo sujeto a patria
potestad. En este caso se prohíbe la compraventa porque se trata de
un autocontrato en el que va ocurrir es que el padre o la madre
celebraran el contrato consigo mismo y pueden perjudicar los intereses
del hijo
Respecto a la primera hipótesis del art. 1796 CC, compraventa entre
cónyuges no separados judicialmente, encuentra su justificación en
casos de sociedad conyugal, Sin embargo, en caso que la mujer se
encuentre en régimen de SB o PEG, la justificación varía porque
pueden suponer una simulación o fraude en contra de los acreedores.
La sanción en estos casos es la nulidad absoluta.
En caso que no se pueda hacer otra cosa que no sea un autocontrato,
hay que nombrar un curador especial. Las reglas las encontramos en
los arts. 124, 252 y 263 CC. El art. 263 se aplica respecto del hijo que
quiere demandar al padre, debiéndose este demandarse a sí mismo.
Para evitar lo anterior, se deberá entregar la venía y nombrar a un
curador para proseguir en la litis.

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(3) Autocontrato del mandatario: el mandato está definido en el art.
2116 CC. Puede ocurrir que el mandatario, por ejemplo, venda, al
mismo mandante, actuando en su beneficio personal. El CC establece
reglas en el mandato para comprar y vender, y para tomar dinero
prestado y para prestar.
Así, el mandato para comprar o para vender se encuentra regulado en
el art. 2144 CC, se establece que si el mandatario quiere autocontratar
requiere de autorización expresa del mandante. Es una hipótesis de
contrato regulado. La sanción al mandato ejecutado con infracción al
art. 2144 CC es la inoponibilidad, ya que como se está ejecutando un
negocio en nombre de alguien sin su poder.
En la hipótesis del art. 2145 CC, nos encontramos con las reglas para
tomar prestado y para prestar dinero. En este art. tenemos dos
hipótesis con consecuencias diferentes.
Por una parte, si el mandato esta dado para tomar dinero prestado,
podrá prestarlo el mismo al interés asignado por el mandante, o a falta
de esta designación, al interés corriente; mientras no resulte lesionado
el interés de este último. Por otro lado, facultado para colocar el dinero
a interés, no podrá tomarlo prestado para sí sin aprobación del
mandante. En ambos casos la sanción será la inoponibilidad.
(4) Mandatarios especiales. Arts. 1798 y 1800 CC:
(4.1) Art. 1798 CC: este art. señala que empleado público se prohíbe
comprar los bienes públicos o particulares que se vendan por su
ministerio; y a los jueces, abogados, procuradores o
escribanos los bienes en cuyo litigio han intervenido, y
que se vendan a consecuencia del litigio; aunque la
venta se haga en pública subasta. tratándose de los jueces tenemos
un autocontrato verdadero, ya que cuando alguien demanda a su
deudor y este no paga, embargamos bienes y estos se rematan, quien
aparece como vendedor es el juez en una hipótesis de representación
forzada. Ahora bien, puede ocurrir que el juez represente en una venta
no regida por las reglas de la pública subasta, caso en el que el precio
lo pone el juez pudiendo este poner el precio que más le convenga a
él. Así, esta hipótesis se encuentra prohibida.
En el caso de los abogados, procuradores y escribanos, se encuentra
prohibido.
(4.2) Art. 1800 CC: los mandatarios, los síndicos de los
concursos, y los albaceas, están sujetos en cuanto a la
compra o venta de las cosas que hayan de pasar por sus
manos en virtud de estos encargos, a lo dispuesto en el
artículo 2144.
(5) Hipótesis en que se utiliza una persona jurídica como fachada
para la celebración de autocontratos. Esto ocurre en el caso de las
universidades que lucran. Esto se explica de la siguiente forma: los
directorios de las universidades están conformados por sociedades,
las cuales están dirigidas por personas que, al mismo tiempo, forman
parte del directorio de la corporación universitaria. En la práctica, estas
autocontratan, ya que una de las sociedades puede celebrar un
contrato con el directorio, reduciéndose los excedentes de la
universidad y quedando los ingresos en la sociedad de uno de los
miembros del directorio.

4. PRINCIPIOS GENERALES DE LA CONTRATACIÓN: tanto en las clasificaciones


como en las categorías contractuales nos hemos referido constantemente a los
principios que inspiran la contratación.
4.1 La autonomía de la voluntad: el principal principio que rige el derecho de los
contratos, y el derecho en general, es la autonomía privada, el cual implica que
el derecho nos reconoce un amplio margen de acción, que nos permite en

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definitiva a través de nuestra propia libertad dictarnos nuestras propias normas.
La autonomía privada se refleja en un principio, erróneamente atribuido como el
principio fundamental en materia contractual, que es el principio de la
autonomía de la voluntad. Esto es erróneo porque la doctrina de la autonomía
de la voluntad es anunciada por primera vez en la segunda mitad del S. XIX por
el derecho privado internacional francés, y esa noción se traspasó al derecho
civil, y sirviendo pedagógicamente cómo explicación para nuestro derecho de los
contratos. Por lo tanto, la noción de autonomía de la voluntad no se encontraba
en la mente de los redactores del CC francés y chileno, estos más bien se
inspiraban en el principio de respeto de la palabra empeñada.
Este principio fue esbozado por primera vez en el S. XI por los canonistas,
quienes abandonaron la idea casuística del derecho romano y contribuyeron al
desarrollo del derecho de los contratos por medio del establecimiento de ciertos
principios generales.
Esto cobra relevancia, porque hoy en día se considera cada vez menos al
principio de la autonomía de la voluntad como el principal principio del derecho
de los contratos. Esto se debe a que este principio ha sufrido con el correr del
tiempo numerosos excepciones a partir de la segunda mitad del XIX,
interviniendo el legislador de manera cada vez más fuerte. Por lo tanto,
deberíamos entender que el principio fundamental es este principio moral de
respeto a la palabra empeñada (valor de las expectativas comprendidas en el
contrato).
El legislador más que sancionar a las personas por incumplir la palabra
empeñada, les reconoce a las partes la posibilidad de que sus acuerdos sean
obligatorios y limitar su libertad. Así, el principio de la autonomía de la voluntad
tiene varias consecuencias para el derecho contractual en la práctica, en primer
lugar, ninguna de las dos partes puede imponer un contrato a otra, el contrato
de adhesión (la idea más cerca a la imposición de celebrar un contrato) requiere
de cualquier manera que uno de los contratantes conscienta; en segundo lugar,
la idea de las personas pueden renunciar libremente a sus derechos; en tercer
lugar, significa ciertamente que las partes son libres para fijar el contenido del
contrato; y finalmente, la idea fundamental de que los contratos son intangibles,
es decir, que este acuerdo de voluntades que establece obligaciones entre las
partes que lo han celebrado, no puede ser vulnerado por otras personas [el
Estado, ni el juez (excepción: interposición de la acción de nulidad)].
Lo anteriormente mencionada deriva de los arts. 1545 y 1560 CC. En este último
art. se le da primacía a la voluntad real de las partes más que a lo literal del
contrato.
Límites a la autonomía de la voluntad: estos se establecen en dos situaciones:
por una parte, cuando nos encontramos ante una hipótesis en que no se
cumplen con uno de los presupuestos del sistema. En un sistema de
economía de libre mercado, el Estado deberá velar porque se cumplan las
condiciones que garanticen el libre intercambio. Por ejemplo, por medio del
establecimiento del dirigismo contractual en mercados monopólicos (prestación
de servicios sanitarios, por ejemplo).
Por otro lado, el Estado intervendrá cuando hay ciertos intereses públicos que
hay que proteger y que no se logran con el sistema de libre intercambio.
En este caso, es necesario intervenir por medio de ciertas consideraciones de
orden público, el cual podrá ser un orden de protección o de
dirección/ordenación. El orden público se establece a propósito del objeto y
causa ilícita. Así, de la misma manera que el derecho de propiedad nos da las
más amplias facultades sobre una cosa siempre que no contravenga la ley o el
derecho ajeno, en el derecho de los contratos, ya desde el punto de vista de
configuración (requisitos de existencia o validez), tampoco pueden contravenir
el orden público. Un contrato que vaya en contra de las consideraciones del
orden público será nulo por objeto o causa ilícita

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Respecto al orden público de protección, cuando nos encontramos ante un
contratante que se encuentra en una posición de debilidad que, pueden a través
de la lógica contractual abusar de su contraparte.
Respecto al orden público de ordenación, cuando nos encontramos ante
disposiciones generales que establecen el marco en el cual se pueden ejecutar
las actividades económicas. En nuestro sistema se establece una libertad de
base (art. 19 n°21 CPR) y donde solo una ley puede restringir esa libertad y el
contenido esencial de los derechos. Además, estableciendo reglas favorables
para los privados, por medio de la autorización expresa – la ley – al Estado para
poder realizar una determinada actividad económica.
Se entiende que del principio de la autonomía de la voluntad deriva:
4.1.1 Libertad contractual (arts. 1437, 1438 y 1445 CC): es la aplicación de
la autonomía privada al ámbito contractual. Deriva fundamental del art.
1438 CC que contempla el concepto de contrato, el cual lo hace constar
por medio de un acuerdo de voluntades entre personas capaces, y que
tendrá por efecto la fuerza obligatoria y el efecto relativo.
Al ser una aplicación de la autonomía de la voluntad, sobre él podemos
decir lo mismo mencionado a propósito de la autonomía de la voluntad.
Sin embargo, puede recibir una serie de excepciones.
(1) Excepciones
(1.1) Respecto a la decisión de celebrar o no un contrato:
✓ Mediante una ley: obligando a realizar un determinado
contrato y prohibiendo la celebración de ciertos actos.
(1.2) Respecto al contenido de cada contrato: el legislador podrá
delimitar el contenido de ciertos contratos, al cual las partes no
podrán renuncias. Las partes son libres para fijar su contenido,
pero no siempre es así. Por ejemplo, en los contratos de
adhesión por medio de la prohibición de que en su contenido
encontremos cláusulas abusivas.
(1.3) Respecto a la elección de la persona con la que se contrata:
la hipótesis de los monopolios “naturales” es el mejor ejemplo.
En este caso existe una doble limitación a la autonomía de la
voluntad ya que se le obliga a contratar y con quién contratar.
(1.4) Respecto a la forma: el legislador por una serie de
consideraciones podrá limitar la libertad contractual mediante el
establecimiento de ciertas formalidades, ya que es
indispensable para la seguridad jurídica que no haya duda que
se ha celebrado un determinado contrato por su importancia
económica. Por ejemplo, la compraventa de bienes raíces.

4.1.2 La fuerza obligatoria (art. 1545 CC): los contratos obligan. Tenemos que
proporcionar a las personas que tienen derechos las herramientas
necesarias para que estos se cumplan, por lo que, del principio de la
fuerza obligatoria de los contratos emanan como consecuencia las
acciones contractuales. Las acciones contractuales son el cumplimiento
forzado, la resolución, la indemnización de perjuicio y la de reducción del
precio.
Este principio de la fuerza obligatoria es prácticamente absoluto, pero ha
tenido limitaciones en el pasado por razones económicas37.
El fundamento de este principio lo encontramos en la idea del respecto
de la palabra empeñada
(1) Los problemas que se pueden plantear entre las partes que han
celebrado el contrato ¿Cuál es la posición que tendrán frente al
principio de la fuerza obligatoria?

por ejemplo, en hipótesis en que existe una gran cantidad de deudores el Estado ha dictado leyes
37

moratorias, en el cual las deudas se hacían exigibles en un plazo de 90 días.

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(1.1) Las partes podrán pedir la ejecución coactiva de la
obligación. Lo que implica este derecho es que las personas
podrán pedir la ejecución forzosa del contrato por medio de una
demanda y, en caso que el deudor no tenga la solvencia
económica para cumplirla, se dará paso al embargue y posterior
remate de sus bienes, pagándose la deuda con los dineros
obtenidos de este último.
(1.2) El acuerdo no puede ser modificado por las partes sin su
consentimiento mutuo, ya que permitirlo significaría violar el
principio de la fuerza obligatoria y el respeto de la palabra
empeñada. Sin embargo, es posible modificar unilateralmente
un contrato por medio de una autorización legal, como ocurre
en los contratos de trabajo por medio del ius variandi, pudiendo
modificarse ciertas condiciones sin que afecte lo sustancial del
contrato. Fuera de lo que establece la ley, no se podrá modificar
unilateralmente un contrato, ya que las cosas se deshacen de
la misma manera que se hacen.
Podrán ser las partes de manera consensuada las que podrán:
- Extinguir un contrato: por medio de la resciliación o
mutuo disenso (art. 1567 CC), la cual consiste en que toda
obligación puede extinguirse por una convención, siendo
capaces de disponer libremente de lo suyo, consienten en
darla por nula.
- Modificar un contrato: siempre y cuando no vaya en contra
del orden público.
- Interpretar un contrato: esta hipótesis de interpretación
auténtica de los contratos se encuentra regulada en el art.
1564 a propósito de la interpretación práctica. Este art.
señala en su inc. 3° que por la aplicación práctica que hayan
hecho de ellas ambas partes, o una de las partes con
aprobación de la otra, el cual nos permite inferir lo que las
partes quisieron por medio de las acciones o conductas de
las partes o de una de ellas con consentimiento de la otra.
(2) ¿Cómo el legislador podría afectar con su actividad a un
determinado contrato? Esto viene originariamente de la ley de efecto
retroactivo de las leyes, la cual se refiere a la retroactividad en los
contratos. En el art. 22 CC establece la ultractividad de las leyes para
efectos de los contratos, art. que establece que se debe considerar las
leyes vigentes al momento de su celebración. Esto se regula porque
nos encontramos ante un conflicto de expectativas, ya que las partes
tuvieron en consideración las leyes vigentes al momento de contratar,
no pudiendo predecir que va a pasar en el futuro.
Ahora bien, el legislador podría modificar esta regla. No obstante, la
doctrina nacional dominante a constitucionalizado el art. 22 LER, ya
que sobre los contratos emanan derechos personales, derecho que
son objeto del derecho de propiedad y que se encuentran sometidos a
la garantía del art. 19 n°24. Por lo que, si una ley posterior pretendiera
modificar, extinguir, etc., esa ley tendría un carácter expropiatorio.
Por eso se sostiene en nuestro ordenamiento jurídico sería muy difícil
implementar leyes que alteren los efectos de los contratos. Y en la
medida que el legislador quiera modificar los efectos de ciertos
contratos, tendría que expropiar los derechos que derivan de estos o
solamente contentarse con limitarlos invocando la causal del art. 19
n°24 CPR.
(3) Posición del juez ante el contrato: el juez tradicionalmente es un
garante de los derechos de los ciudadanos, y por lo tanto es el garante
de la acción de la ejecución coactiva. El juez no podrá
modificar/dejarlo sin efecto el contrato ni tampoco negarse a su

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ejecución coactiva. La única excepción teórica consiste en la teoría de
la imprevisión.
Hay que añadir que se plantea un problema clásico y es a propósito
qué debe hacer el juez cuando se presenta un recurso de casación
en el fondo por infracción a la ley del contrato. En este caso, el
problema consiste en que en nuestro sistema procesal civil existen
fundamentalmente dos recursos, uno de carácter ordinario y otro de
carácter extraordinario. Respecto al primero, este se denomina
recurso de apelación, recurso de segunda instancia para que el
asunto sea nuevamente conocido por una CA, siendo su finalidad
enmendar una sentencia que ha sido dictada de manera contraria a
derecho que le causa a una de las partes un agravio. Respecto al
segundo, este se denomina recurso de casación, el cual tiene una
doble finalidad; por una parte, permite llegar ante la CS y solicitar que
enmiende la sentencia que infringe la ley que influye sustancialmente
en lo dispositivo del fallo, pudiéndose solo discutir cuestiones de
derecho.
El problema de este último recurso y los contratos es que, el art. 1545
establece que los contratos son ley para las partes y, en consecuencia
¿Qué pasa si se funda el recurso de casación en la infracción de la ley
del contrato? Según Ríos no, ya que el art. 1545 al usar la palabra ley
lo hace para recalcar el hecho de la misma manera que ley obliga, el
contrato obliga. Así, si se pretende fundar el recurso de casación en el
fondo en la infracción de la ley del contrato, se está fundando en una
regla legal art. 1545 CC, por lo que la infracción no es sobre la ley del
contrato, sino sobre el art. 1545 CC.

4.1.3 El efecto relativo (art. 1545 CC a contrario sensu): deriva de la


interpretación a contrario del art. 1545, así si el contrato es una ley para
las partes, no es una ley para quienes no son parte o terceros. Se habla
de terceros, ya que nos encontramos frente a primus y secundus que
celebran un contrato, y tertius que no se encuentra vinculado con el
contrato porque no ha dado su consentimiento. La pregunta que nos
debemos realizar quién es tercero.
En relación a la expresión pacta sunt servanda, los contratos están hechos
para ser ejecutados y, además, el contrato es para res inter alios, es decir,
el contrato es algo hecho entre ajenos. Por lo tanto, expresado en esos
términos, el contrato obliga a las partes, no obliga a terceros. Esto ocurre
por la interpretación a contrario del art. 1545 CC, y por la lectura literal del
art.1445 CC, el cual establece entre los requisitos de existencia y validez
de todo contrato se requiere la existencia de un consentimiento. Así,
precisamente porque el tercero no ha consentido en verse obligado, el
contrato celebrado por las partes no le va a afectar. El contrato es una
emanación del principio de la autonomía de la voluntad o, si se prefiere,
del principio de respeto de la palabra empeñada, pero para que esta
palabra obligue debe haberse expresado con anterioridad.
No obstante la cuestión se complejiza, ya que debemos tratar de dilucidar
que entendemos por parte en la celebración del contrato, además, que
habrán otras personas que no han celebrado el contrato o que quedan
fuera del concepto de partes, pero que quedaran obligados por el contrato.
Según el principio del efecto relativo de los contratos, además, los terceros
no podrán verse ni perjudicados, ni beneficiados por la celebración de un
contrato en el que él no ha consentido.
(1) Concepto de parte: según López Santamaría, aquellos que concurren
a su celebración personalmente o representados. Esta definición pone
de relieve que hay casos en que una persona consienta en la
celebración del contrato, pero no se encuentra obligado, cuestión que

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ocurre en el caso de la representación. En último término, parte es la
persona que va a verse obligada por el contrato.
El CC no define partes y, en muchas ocasiones, utiliza esta expresión
sin hacer distinciones. Una cuestión queda clara de la expresión parte
en el art. 1438 CC, y es que una parte puede una o varias personas,
pero no dice en último término qué es parte.
En la doctrina han existido muchas ideas sobre que deberíamos
entender por parte. Una primera aproximación es la de López
Santamaría, sin embargo, no nos dicen quién queda obligado. Por otro
lado, un sector (sostenida por la doctrina italiana) pretendía identificar
ciertos centros de intereses contrapuestos, independientemente de
quien figure formalmente dando el consentimiento. Así, por ejemplo, si
tenemos una comunidad, aunque hayan, tres personas dentro una
misma parte vamos a considerar solo un centro de intereses que lo
celebran con otra. Sin embargo, esta forma de entender parte no nos
permite avanzar mucho más en el concepto, ya que pueden existir en
un mismo centro intereses contrapuestos, ya que, por ejemplo, en el
caso de la comunidad, si uno de ellos actúa sin el consentimiento de
los otros van a existir intereses contrapuestos. Y, además, en muchas
otras ocasiones hay cooperación de intereses, como por el ejemplo el
contrato de mandato o de trabajo. Otro sector de la doctrina (Carezzi)
ha propuesto distinguir entre dos conceptos de parte: formal y
sustancial. Así, existe una parte formal que es la que da el
consentimiento y, hay una parte sustancial, que podrá o no coincidir
con la parte formal y será la que se ve obligado. Lo habitual es que el
obligado sea la misma parte formal, el punto está en que el CC, ya sea
para ampliar el concepto de partes, o porque se hace una excepción
al efecto relativo, realiza una disociación entre la persona que dio su
consentimiento y la persona que se va a ver obligada en virtud de ese
consentimiento que dio la otra persona.
(2) Excepciones al efecto relativo de los contratos:
(2.1) Terceros absolutos: es una persona que no ha dado su
consentimiento para la formación de un contrato y que nunca va a
verse afectado por sus efectos. Estos son la regla general, rigiendo en
este caso el efecto relativo de los contratos, siéndoles inoponible el
contrato. Ahora bien, en términos jurídicos el contrato nos es
inoponible (concepto jurídico) por falta de concurrencia; pero eso no
obsta a que se deba reconocer la existencia del contrato como un
hecho social. Lo cual no significa que nos encontremos obligados por
el contrato, sino del daño que supuso la imposibilidad de ejecutar el
contrato.
Se impone un deber de no interferir en la celebración de contratos de
los que somos ajenos. Esta hipótesis es conocida como el ilícito de la
intervención en contrato ajeno, el cual es subsumible en la
responsabilidad extracontractual.
(2.2) Terceros relativos: personas que, sin haber dado su
consentimiento para la celebración de un contrato, podrán
eventualmente verse afectadas por sus consecuencias.
Herederos: respecto a las asignaciones a título universal, en el art.
1907 CC se señala que los asignatarios a título universal son
herederos, y al adquirir esta calidad representan a la persona del
testador en todos sus derechos y obligaciones transmisibles, por lo
que los acreedores del testador se podrán dirigir en contra de los
herederos. En este caso se produce una subrogación personal, ya
que el conjunto de los herederos ocuparán la posición que tenía el
causante. Así los herederos no han dado su consentimiento para la
celebración de un contrato, pero se podrán ver beneficiados o
afectados por este.

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Excepciones: no se transmitirán los pasivos del causante a los
herederos en los siguientes casos:
✓ Obligaciones intransmisibles: algunas obligaciones tienen el
carácter de intransmisibles teniendo como duración máxima la
vida del causante, como pasa en el caso del usufructo; o son
intransmisibles puesto que se refieren a bienes personalísimos,
como el derecho de alimentos o el derecho de uso y habitación.
✓ Contratos intuito personae: si el contrato celebrado con el
causante se ha celebrado en consideración fundamental de la
persona del causante, no se podrán transmitir los pasivos.
✓ Convención de las partes: las partes pudieron pactar que las
obligaciones que emanan de dicho contracto se extinguirán con
la muerte de una de las partes.
✓ Beneficio de inventario38: es una excepción limitada, ya que
al realizar el beneficio de inventario, los herederos limitan su
responsabilidad respecto del pago de las deudas (art. 1247
CC).
Legatarios: la diferencia entre un heredero y un legatario es que el
heredero son asignatarios universales y los legatarios adquieren
cosas específicas o genéricas, y no recibe una cuota de la herencia.
El legatario puede ser un legatario de especie o de género,
radicando su diferencia que será específico si es solo una cosa, y
será genérica cuando puede ser esa o unas cosas susceptibles de
reemplazo. El legatario de especie adquiere inmediatamente el
dominio de la cosa; en cambio el legatario de género tiene un
crédito para exigirle a los demás herederos esas cosas que se le
deben.
En cualquier caso, el legatario no adquiere la herencia, sino un bien
y, en consecuencia, este legatario no va a ser un tercero relativo
porque no podrá verse obligado por un contrato que haya celebrado
el causante con un tercero. Sin embargo, de manera subsidiaria los
legatarios podrán responder de ciertas deudas en determinadas
hipótesis. Así, en caso que el causante haya dejado legados de
manera indiscriminada, afectando las legítimas; si el causante ha
excedido en el testamento el monto de legados que puede dejar
imputables a la cuarta de libre disposición o la cuarta de mejoras,
los legatarios responderán de manera subsidiaria a los herederos
de las deudas hereditarias que haya dejado el causante. En esta
última situación, el legatario será un tercero relativo.
Acreedores de una de las partes: ¿qué ocurre si el contrato entre
A y B perjudica a B en términos tales que disminuye el patrimonio
considerablemente haciendo imposible para los acreedores de B
obtener el pago de sus créditos? ¿Cómo pueden afectar a los
acreedores (sin hipotecas o cauciones) las sucesivas
enajenaciones de B a el contratante A? Para proteger los intereses
de los acreedores, estos deberían interponer una acción revocatoria
o pauliana, cumpliendo los requisitos del art. 2468 CC. Pero en esta
hipótesis no hablamos exactamente de una excepción al efecto
relativo de los contratos, ya que los acreedores no se encuentran
obligados frente a A, sino que se ven perjudicados por las acciones
de B.
(2.2.1) Estipulación por otros: es una relación entre 3 personas que
se encuentra regulada en el art. 1449 CC39. Nos encontramos ante dos

38 Consiste en que se aceptará la herencia y que se responderá por las deudas hasta la concurrencia
del valor de los bienes que se reciben.
39 Art. 1449 CC: cualquiera puede estipular a favor de una tercera persona, aunque no tenga derecho

para representarla; pero sólo esta tercera persona podrá demandar lo estipulado; y mientras no
intervenga su aceptación expresa o tácita, es revocable el contrato por la sola voluntad de las partes

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contratantes, uno que recibe el nombre de estipulante y el otro de
promitente; pudiendo este último exigirle al estipulante un dar, hacer o
no hacer. Por otro lado, encontramos al beneficiario, que no es parte
de contrato, pero que tendrá la facultad de exigirla al promitente un dar,
hacer o no hacer.
Un ejemplo de lo anterior es el seguro de vida, ya que un estipulante
celebra un contrato con la compañía de seguros – promitente – con la
cual se obliga el estipulante a pagar una prima mensual. Por su parte,
la compañía aseguradora se obliga a tomar la cobertura del riesgo del
fallecimiento de esta persona. Producido el siniestro, el promitente se
encontrará obligada a pagarle a un tercero que es el beneficiario. Este
tercero pueden ser los hijos o cualquier persona.
Otro ejemplo es la compraventa de inmuebles para otros, se puede
establecer en la escritura que el bien se adquiere para otro.
Así, en la EPO – y en atención al art. 1449 CC – la aceptación del
beneficiario produce la irrevocabilidad el contrato entre el estipulante y
el promitente, pero su aceptación no es necesaria para surja el derecho
y lo puede exigir al promitente. Por lo tanto, la EPO es una excepción
al efecto relativo de los contratos, ya que aceptamos, para explicarla,
la teoría de la creación directa del derecho. En virtud de la estipulación,
se nos reconoce la posibilidad de crear directamente en el patrimonio
de un tercero un derecho que puede ejercer de manera inmediata sin
necesidad de aceptarla.
Efectos de la estipulación: López Santamaría.
(2.2.2) Promesa de derecho ajeno: está contenida en el art. 145040
CC. Es una figura paralela a la EPO. Lo que encontramos en este caso
es que las partes son el promitente, el beneficiario y el tercero en este
caso es un tercero perjudicado. Así, el beneficiario y el promitente se
han obligado recíprocamente, pudiendo el beneficiario se ha obligado
para con el promitente a dar, hacer o no hacer; y el promitente se ha
obligado a obtener que el tercero perjudicado ratifique la promesa; de
manera tal que, obtenida la ratificación por el tercero perjudicado, el
beneficiario le pueda demandar al tercero perjudicado dar, hacer o no
hacer.
En atención a la descripción anterior, el tercero perjudicado tiene que
ratificar para verse obligado, pero puede verse obligado en contra de
su voluntad. En consecuencia, lo que caracteriza es que la obligación
del beneficiario puede consistir en un dar, hacer o no hacer (por
ejemplo, pagar 20 millones de pesos), y la obligación del promitente a
obtener la ratificación del tercero, ya que si no la obtiene el tercero
perjudicado no se verá obligado a nada, pero sí podrá el beneficiario
interponer una acción de indemnización de perjuicios en contra del
promitente.
Requisitos y efectos: López Santamaría.
La promesa de derecho ajeno no es una excepción al efecto relativo
de los contratos.
(2.2.3) Derechos auxiliares del acreedor:
✓ Acción oblicua o subrogatoria: se puede configurar como una
excepción al efecto relativo de los contratos. La acción oblicua
se encuentra regulada en el art. 246641 CC, art. que, en su

que concurrieron a él. Constituyen aceptación tácita los actos que sólo hubieran podido ejecutarse
en virtud del contrato.
40 Art. 1450 CC: siempre que uno de los contratantes se compromete a que, por una tercera persona,

de quien no es legítimo representante, ha de darse, hacerse o no hacerse alguna cosa, esta tercera
persona no contraerá obligación alguna, sino en virtud de su ratificación; y si ella no ratifica, el otro
contratante tendrá acción de perjuicios contra el que hizo la promesa.
41
Art. 2466 CC: sobre las especies identificables que pertenezcan a otras personas por razón de
dominio, y existan en poder del deudor insolvente, conservarán sus derechos los respectivos dueños,
sin perjuicio de los derechos reales que sobre ellos competan al deudor, como usufructuario o

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primera parte, señala que los acreedores podrán pagarse con
los bienes del deudor, reiterando el principio del art. 2465 CC.
En consecuencia, si un bien que tiene el deudor en poder
¿podrá el acreedor sacar ese bien a remata para pagar su
deuda? No, ya que o es un bien del deudor, conservando el
dueño su bien, presentando la respectiva tercería de dominio o
de posesión (esta última es más eficiente en términos prácticos).
A continuación, el art. 2466 señala que, en caso de que el
deudor ocupa, por ejemplo, la posición de usufructuario (uso y
goce de la cosa) ¿cómo es posible que el usufructuario pueda
ser acreedor del nudo propietario? Esto ocurre cuando el
usufructuario pide al nudo propietario las reparaciones
necesarias que requiere la cosa usufructuaria (art. 796 CC).
Ahora bien ¿este acreedor podrá demandar al nudo propietario
para que pague el valor de esas reparaciones al usufructuario?
Si podrá, y así aumentará el patrimonio del deudor para,
posteriormente, dirigirse en contra de su patrimonio
(subrogación personal de los acreedores al usufructuario).
En consecuencia, el usufructo puede tener su fuente en un
contrato, encontrando que el contrato celebrado entre el nudo
propietario y el usufructuario los obliga solo a ellos, pero en el
caso de la acción oblicua el acreedor del usufructuario puede
subrogarse en esos derechos. Así, la acción oblicua es una
excepción “a medias” al efecto relativo de los contratos ya que,
por una parte, autorizamos a alguien que no forma parte de un
contrato a ejercer derechos que han emanado de un contrato
entre ajenos. Por otro lado, no es la regla general, ya que
solamente en los casos establecidos por la ley se podrá ejercer
la acción oblicua (aplicación de derecho estricto): usufructo,
prenda, derecho de retención y arrendamiento; asimismo, si
fuera realmente una excepción al efecto relativo de los contratos
debiésemos entender que el resultado del ejercicio de la acción
beneficie directamente al acreedor del usufructuario, pero puede
ocurrir que hayan otros acreedores de este deudor (que al
mismo tiempo es acreedor) pudiendo estos dirigirse de igual
manera en contra del patrimonio de este, por lo que no se
asegura que exista un beneficio para quien la ejerce.
✓ Derecho legal de retención
✓ Acción pauliana o revocatoria: si que el deudor deje de ejercer
ciertos derechos perjudica a los acreedores, el daño es aún
mayor si el deudor enajena sus bienes pues hay directamente
un empobrecimiento. Así, mediante el ejercicio de la acción
pauliana los acreedores pueden obtener que se dejen sin
efecto las enajenaciones hechos por el deudor y que se
reintegren a su patrimonio los bienes enajenados.
Condiciones generales para el ejercicio de esta acción: los
acreedores que han contratado con el deudor han depositado
en él su confianza. Esto supone que el deudor debe proceder
de buena fe. Así, los acreedores deben soportar las
consecuencias de los negocios desafortunados del deudor, pero
no las consecuencias de sus actos fraudulentos. De lo dicho,

prendario, o del derecho de retención que le concedan las leyes; en todos los cuales podrán
subrogarse los acreedores. Podrán asimismo subrogarse en los derechos del deudor como
arrendador o arrendatario, según lo dispuesto en los artículos 1965 y 1968. Sin embargo, no será
embargable el usufructo del L. 19.585 marido sobre los bienes de la mujer, ni el del padre o Art. 1º,
Nº 119 madre sobre los bienes del hijo sujeto a patria potestad, ni los derechos reales de uso o de
habitación.

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fluye que no todos los actos de enajenación son susceptibles de
atacarse por los acreedores.
a) Que el acto perjudique a los acreedores, provocando o
acrecentando la insolvencia42 del deudor.
b) Debe existir fraude o mala fe por parte del deudor. La
carga probatoria la tiene el acreedor que intenta la acción.
✓ Medidas conservativas: son aquellas que tienden a mantener
intacto el patrimonio del deudor, impidiendo que los bienes que
lo integran se pierdan, deterioren o enajenen, para asegurar el
ejercicio futuro de los derechos principales del acreedor. El CC
no establece en una disposición general la facultad de los
acreedores de impetrar medidas conservativas, sino que existen
autorizaciones que permiten adoptar medidas diseminadas por
el CC, CdC y CPC.
 Guarda consiste en pedir que los muebles y papeles
sucesorios de guarden bajo llave y sello, una vez que
se abra la sucesión y hasta que se proceda al inventario
solemne de los bienes y efectos hereditarios (art. 1222
CC). Puede pedirlo quien tenga interés o se presume que
puede tenerlo. Debe hacerse por orden judicial conforme
a los arts. 872 a 876 CC.
 Declaración de herencia yacente: el art. 1240 CC
establece que pasados 15 días desde la apertura de la
sucesión, si no se hubiere aceptado la herencia o una
cuota de ella, ni hubiera albacea de tenencia de bienes
que haya aceptado el cargo, a instancia de cualquier
interesado o de oficio, el juez declarará yacente la
herencia y procederá a designarle un curador. El interés
de los acreedores surge tanto porque con ella se procede
a la conservación de los bienes hereditarios, como
porque se ponen en situación de reclamar el pago de sus
créditos al curador que se designe.
 Derecho a asistir a la facción de inventario de los
bienes del deudor difunto y de reclamar cuando le
pareciere inexacto: este derecho lo posee todo el
acreedor hereditario que presente el título de su crédito.
 Facultad de impertar providencias conservativas de
fideicomiso, asignatario y acreedor.
 Embargo y derecho legal de retención.
 Desasimiento: corresponde a la privación impuesta al
fallido de administrar sus bienes.
 Medidas precautorias CPC: secuestro de la cosa que
es objeto de la demanda, retención de bienes
determinados, prohibición de celebrar actos y contratos
sobre determinados bienes.
(2.2.4) Excepción derivada de la celebración de contratos
colectivos: lo que ocurre los contratos colectivos encontramos una
parte contractual compuesta por varias personas (acto unilateral
complejo). En este tipo de contratos encontramos, por una parte,
encontramos al empleador y, por otro, a los sindicatos. Los sindicatos
son personas jurídicas que están compuesta por un conjunto de
personas naturales, las cuales pueden estar en acuerdo o desacuerdo
respecto a los términos que ofrece el empleador, pero cumpliendo el
quórum de aprobación, surgirá entre el empleador y el sindicato un
nuevo contrato colectivo que obligará a todo el sindicato y,

42
Se requiere que la insolvencia sea contemporánea con el ejercicio de la acción y que provenga,
total o parcialmente, del acto ejecutado por el deudor cuya impugnación se trata.

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eventualmente, a una masa de otros trabajadores si el empleador
decide hacerle extensivo los efectos del contrato colectivo, siempre y
cuando los beneficie. Esta regla está establecida para desarticular los
sindicatos, ya que las personas podrían no ser parte el sindicato y
beneficiarse de la negociación llevada a cabo por estos últimos.
Nos encontramos frente a una excepción al efecto relativo de los
contratos, ya que ciertas personas que se han manifestado en contra
de los términos ofrecidos por el acreedor se verán igualmente
obligadas por el contrato colectivo, e incluso otras personas que no
participaron en la negociación.
(2.2.5) Cesión de créditos: es una también una excepción al efecto
relativo. En la cesión de créditos tenemos al cedente (acreedor),
cesionario y al deudor cedido, producto de la cesión se produce una
subrogación entre el cedente y cesionario, pasando este último a ser
acreedor al cedido.
La cesión de créditos entre las partes se realiza en virtud de la entrega
del título (art. 1901 CC)43. Ahora, respecto a la relación que se
establece entre el cesionario y el deudor, el legislador establece una
formalidad de publicidad – notificación del cesionario – para que la
cesión de créditos del deudor cedido le sea oponible al deudor cedido
(tercero).
Es una excepción al efecto relativo de los contratos porque el crédito
que es objeto de la cesión ha nacido de un contrato celebrado entre un
cedente y cedido y, por lo tanto, habiéndose realizado la cesión alguien
que no ha celebrado el contrato de mutuo se verá beneficiado de ese
contrato, pudiendo exigir la ejecución de la prestación al deudor cedido.
Esto se refuerza con la regla del art.1906 CC, art. que dispone que la
cesión de un crédito comprende sus
fianzas, privilegios e hipotecas; pero no traspasa las
excepciones personales del cedente. Así, el crédito circula con todos
sus accesorios44 y con algunas de sus cargas (no traspasa las
excepciones personales del cedente). Además, debemos distinguir
entre las excepciones reales – inherentes a la obligación – y las
personales – aquellas que solo pueden oponerse a la contraparte –.
Por la regla transferibilidad de las excepciones es que la cesión de
créditos es una excepción al efecto relativo, ya que se transfiere la
calidad de acreedor con todo el contenido normativo que pueda tener,
viéndose afectado de la misma manera a que sui hubiese sido él el que
celebró el contrato.
Por lo tanto, la remisión es una excepción legal; la compensación es
una excepción mixta, ya que en principio podríamos creer que es una
excepción personal (opera entre las partes que son recíprocamente
acreedores y deudores), pero tiene un régimen especial que permite
que sea al mismo tiempo real o personal (art. 1659 CC45), puesto que
en caso que solo se le notifique de la cesión el deudor podrá oponer la
compensación al cesionario.

43 Tradición de los derechos personales: se debe hacer por la entrega del título, es decir, se debe
establecer el antecedente (a cualquier título que se haga) - a título oneroso o gratuito – y tendrá
efecto en virtud de la entrega del título o sea la entrega del documento en el cual conste la existencia
de una obligación
¿Qué ocurre en los créditos que consten por escrito? No se podrá entregar el título, por lo que se
hará simbólicamente, por medio de la celebración de una nueva escritura en la que se estipule que
por medio de tal acto se cede el título.
44 A diferencia del caso de la novación en donde se extingue un crédito antiguo y se crea uno nuevo.
45
Art. 1659 CC: el deudor que acepta sin reserva alguna la cesión que el acreedor haya hecho de sus
derechos a un tercero, no podrá oponer en compensación al cesionario los créditos que antes de la
aceptación hubiera podido oponer al cedente. Si la cesión no ha sido aceptada, podrá el deudor
oponer al cesionario todos los créditos que antes de notificársele la cesión haya adquirido contra el
cedente, aun cuando no hubieren llegado a ser exigibles sino después de la notificación.

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4.1.4 Buena fe contractual (art. 1546 CC): el art. 1546 CC señala que los
contratos deben ejecutarse de buena fe, y por consiguiente obligan no
sólo a lo que en ellos se expresa, sino a todas las cosas que emanan
precisamente de la naturaleza de la obligación, o que por la ley o la
costumbre pertenecen a ella.
La buena fe se define en materia de bienes en el art. 706 CC46, a propósito
del título de la posesión. Ahora bien, por qué no se define la buena fe
como la consciencia de haber adquirido la posesión, esto se debe a que
la posesión es un hecho, y si se tiene consciencia de estar entrando en
posesión no se estaría de buena ya que se sabría que la persona que está
haciendo la tradición del bien no es su propietario. Desde esta perspectiva,
la buena fue en materia posesoria es subjetiva, que consiste en un estado
de ánimo. La persona que se encuentra de buena fe ignora el vicio que se
encuentra detrás del acto jurídico, creyendo que está ejecutando un
contrato en condiciones de regularidad. En materia de acción
reivindicatoria, se entiende que desde la notificación se tiene conocimiento
de un reproche al contrato ejecutado.
En materia contractual es diferentes, ya que más que consciencia consiste
en acción, es decir, en un determinado estándar de corrección de
comportamiento. Así, en materia contractual una persona actúa o no
actual de buena fe. En este sentido, se evoca a un comportamiento leal u
honesto, entregándose con confianza a la negociación a la otra parte. Por
lo tanto, cada vez que hacemos alusión a la buena fe vamos a comparar
el comportamiento que despliega un contratante con un comportamiento
ideal, el contratante razonable o promedio.
Como una regla de exigencia de comportamiento de las partes que
celebran un contrato, aparentemente, según lo que indica el art. 1546 CC,
se aplicaría solo a la fase de ejecución del contrato. No obstante, esto no
es correcto ya que la buena fe rige todo el período contractual. Por lo tanto,
en el caso que los contratos desplieguen sus efectos en el tiempo
(negociación, celebración y ejecución contractual, e incluso un periodo
postcontractual).
(1) Función del principio de la buena fe contractual: el principio de la
buena fe juega un papel morigerador de la literalidad contractual.
Así, el art. 1546 CC establece deberes de comportamiento más allá de
lo que las partes han estipulado expresamente en el contrato.
Esto le ha permitido a la doctrina y a la jurisprudencia extender las
obligaciones que emanan de un contrato para las partes y, en
consecuencia, hacer mucho más riguroso el cumplimiento de esas
obligaciones.
Por ejemplo, hay ciertas obligaciones características típicas de ciertos
contratos que no se encontraban contenidas en su regulación, pero
que han sido establecidas dentro de ellos por el carácter mismo del
contrato, esto que ocurre con las obligaciones de información y de
seguridad. En materia de compraventa hay ciertas obligaciones de
información a propósito de los vicios redhibitorios. Así, a título del
principio de la buena fe la doctrina y la jurisprudencia ha extendido el
deber de información a otros contratos que no son la compraventa. En
materia de seguridad, esta se establece en función de reglamentos de
seguridad como ocurre en el contrato de trabajo y contrato de
transporte. En algunos casos, los deberes de seguridad pueden ser
obligaciones de medios y en otras de resultado.
Otro ejemplo lo encontramos en la teoría de los actos propios, deriva
del principio de la buena fe, y consiste en que en la fase de desarrollo
del contrato las partes podrán estar en acuerdo o desacuerdo respecto

46
Art. 706 CC: la buena fe es la conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa por medios
legítimos, exentos de fraude y de todo otro vicio.

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a sus efectos, y sobre aquellas que están de acuerdo repiten un cierto
comportamiento en el tiempo; no obstante, si uno de ellos pretende
contradecir aquel comportamiento, la teoría de los actos propios
prohíbe realizar una conducta distinta a la ya ejecutada, puesto que no
se puede pretender obtener un beneficio contractual contradiciendo lo
ya había realizado. Esto se debe a que la conducta previa pasada crea
expectativas personales en la contraparte, de manera tal que esa
contraparte toma ciertas decisiones en el ámbito de ejecución del
contrato en base al comportamiento de su contraparte.

4.1.5 Consensualismo (art.1443 y 1445 CC): establece que los contratos se


perfeccionan, por regla general, de manera consensual (art. 1445 CC).
Para llegar a este principio se necesitaron varios siglos de evolución en el
derecho de los contratos, ya que en el Derecho Romano estos se
perfeccionaban por medio de ciertos rituales. Fue con la labor de los
canonistas se llegó a este principio por medio del estudio de ciertos textos
de Justiniano, cuestión que los llevó a reconocer valor a los contratos
innominados. Así los contratos se les pueden exigir ciertas formalidades
en atención a la tipología, pero no podemos interpretar de forma analógica
dichas formalidades para aplicarlas a otros contratos no regulados.

5. INTERPRETACIÓN DEL CONTRATO


La interpretación es un ejercicio de atribución de sentido, acercándonos al sentido
de un enunciado normativo. El Derecho tiene por finalidad la seguridad jurídica,
porque desde un punto vista lógico, solo en la seguridad jurídica encuentra razón
necesaria y suficiente para su existencia. En este contexto, los enunciados
normativos tienen un número ilimitado de sentidos y que, para evitar esa gran
cantidad de sentidos posibles y aumentar la seguridad jurídica, el derecho establece
una serie de reglas interpretativas.
El CC contiene reglas que permiten realizar ejercicios de atribución de sentido para
la ley (arts. 19 al 24 CC), testamentos (Libro III) y de los contratos (arts. 1560 a 1566
CC).
De la misma manera que ocurre con la ley, podemos encontrar distintos tipos de
interpretación en función de quién interpreta. La ley puede ser interpretada
fundamentalmente por el legislador, teniendo como límite los establecidos en la CPR
(interpretación auténtica); también puede ser interpretada por el juez teniendo como
límite la ley (arts. 19 al 24 CC), siendo la más importante determinar un genuino
sentido y, una vez determinado este, podemos determinar su extensión y cómo
aplicamos todas las reglas establecidas en el CC (en conjunto, no una en preferencia
de otras).
En materia de interpretación contractual ocurre algo similar debiendo buscar el
genuino sentido del contrato, el cual se corresponde con lo que las partes quisieron
– similar a la interpretación auténtica – (art. 1560 CC). Esto se enmarca en la visión
voluntarista del CC, privilegiando la voluntad real por sobre la voluntad declarada.
No obstante, esta visión tiene dos obstáculos que se deducen de la misma lectura
del art. 1560 CC; por una parte, que cada vez que haya un conflicto entre dos partes
que hayan celebrado un contrato, cada parte sostendrá la interpretación que más le
favorezca, por lo que es difícil encontrar la voluntad común del contrato; y. por otro
lado, si logramos encontrar esta voluntad común, solo la aplicaremos si la
conocemos claramente, más allá de cualquier duda. Esto hace que la aplicación de
este art. sea compleja, por lo que deberemos recurrir a otras reglas de interpretación
obligatorias para el juez.
5.1 Interpretación auténtica: la realizan las partes de una manera expresa o por
su propia conducta.
5.1.1 Interpretación auténtica negocial: esta interpretación deriva de un
negocio jurídico que las partes hayan realizado. En algunos casos las
partes agregan un anexo aclarando el sentido de una cláusula que sea
obscura. Esta forma de interpretación no es utilizada frecuentemente.

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5.1.2 Interpretación fáctica auténtica: guarda relación con la teoría de los
actos propios, la cual no solo deriva del principio de la buena fe, sino que
también encuentra su fundamento en el art. 1564 CC sobre interpretación.
Este art., en su inc. 3°, señala que las cláusulas de un contrato se
interpretarán por la aplicación práctica que hayan hecho las partes o una
de las partes con aprobación de la otra. La regla contenida en el art.
precedente solo es aplicable a los contratos de ejecución diferida o
tracto sucesivo, en que suponemos que en la fase de ejecución del
contrato se van desplegando una serie de hechos.
Por ejemplo, en un contrato de arrendamiento se puede establecer en una
de las cláusulas que el arrendatario tendrá la obligación de realizar las
reparaciones locativas (subsanar los daños que se hayan cometido por
sus actos propios). Supongamos que, a título de estas reparaciones
locativas, pinta íntegramente las paredes del departamento una vez al año
(informando al arrendador). Sin embargo, pintar una vez al año todo el
departamento no se corresponde con esta noción de reparaciones
locativas, puesto que hay ciertos defectos o deterioros de los inmuebles
que guardan relación con el desgaste natural de la cosa y, en
consecuencia, esa obligación no existe. Ahora bien, en virtud de la
aplicación práctica, hemos establecido que mi obligación también
consistirá en pintar el departamento una vez al año, por lo que ya no podré
desdecirme de ella puesto que en los hechos yo interprete de tal forma
dicha cláusula.
¿La frase precontractual podrá servir como elemento de interpretación de un
contrato? Las tratativas preliminares no obligan a las partes a celebrar el contrato
o que sus cláusulas estén dispuestas en un determinado sentido. No obstante,
estas si pueden ser útiles, en función de la buena fe objetiva, ya que son
similares a la historia fidedigna de la ley. Así, podemos inferir de los borradores
que han intercambiado las partes en el momento de la negociación contractual,
que han descartado ciertas formas de redacción de cláusulas en preferencia de
otras, permitiéndonos esclarecer o llegar a esa voluntad común. En
consecuencia, puede estimarse que en la fase de tratativas preliminares
podemos encontrar una verdadera interpretación auténtica. Es infrecuente que
las partes celebren posteriormente otro contrato en el cual aclaran su
interpretación originaria, pero sí es frecuente que los contratos que son
precedidos por una fase – más o menos compleja – de negociación quede
constancia en ciertos documentos donde quede constancia de su voluntad
negocial y que, por tanto, puede ilustrar el sentido que le quisieron atribuir o que
no quisieron atribuir a una determinada cláusula.

Más allá de esta forma objetiva de interpretar los contratos, nos encontramos con
una serie de reglas de carácter subjetivo dirigidas al juez (dan énfasis a la voluntad
de las partes), las cuales tienen como objeto dilucidar la voluntad real de las partes.
Así, no solo guardan relación con la redacción del contrato, sino que también con la
relación de distintas estipulaciones que se encuentran en él. En este contexto, el
juez realiza una labor psicológica, ya que debe ponerse en la situación de las partes
al momento de contratar y así vislumbrar lo que estas querían.
A continuación, se enumerarán los elementos intrínsecos y extrínsecos que sirven
para determinar la intención real de las partes.
5.2 Elementos intrínsecos
5.2.1 Art. 1564 CC:
(1) Inciso primero: las cláusulas de un contrato se
interpretarán unas por otras, dándose a cada una el
sentido que mejor convenga al contrato en su totalidad. Esta regla es
similar al elemento lógico de interpretación de la ley, ya que se
interpretarán las cláusulas de un contrato por las otras cláusulas del
mismo contrato, de manera que entre ellas exista una coincidencia.

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Así, no podemos interpretar las cláusulas de manera que surjan
antinomias.
5.2.2 Art. 1565 CC: cuando en un contrato se ha expresado un caso para
explicar la obligación, no se entenderá por sólo eso haberse querido
restringir la convención a ese caso, excluyendo los otros a que
naturalmente se extienda. En este caso nos encontramos de igual manera
frente a un criterio lógico que, a diferencia de la ley (art. 23 parte 1°) es un
criterio de interpretación extensiva. Esta regla guarda relación con la
correspondencia entre un ejemplo y las situaciones generales, por lo que,
si utilizamos un ejemplo en un contrato, no será a título ejemplar, pues no
excluirá otras hipótesis semejantes.
5.2.3 Principio de conservación del contrato: se trata de la aplicación
pormenorizada de la regla per absurdum, el cual consiste en rechazar toda
interpretación que sea contraria a la lógica. Tratándose de la interpretación
de la ley nos lleva a rechazar aquella interpretación que no atribuye efecto
alguno a una disposición.
En el caso de los contratos, el art. 1562 CC contiene esta regla del sentido
útil del contrato indicando que el sentido en que una cláusula puede
producir algún efecto, deberá preferirse a aquel en que no sea capaz de
producir efecto alguno.
Podrá ocurrir que las partes hayan incorporado que las partes hayan
incorporado un pacto comisorio en un contrato bilateral, lo cual producirá
efectos en el sentido que, el incumplimiento de una de las partes dará
derecho a la otra para pedir que se declare la resolución (requiere
declaración judicial). Sin embargo, si la cláusula establece que el
incumplimiento de una de las partes producirá la resolución, debemos
distinguir entre el pacto comisorio simple y el calificado, debiendo ya que,
si lo interpretamos como simple, no tendrá efecto alguno la cláusula
puesto que la CR se subentiende en los contratos bilaterales, siendo
necesaria su declaración. En cambio, si lo consideramos un pacto
comisorio calificado sería la única forma que la cláusula produzca un
efecto distinto al establecido por ley, teniendo sentido su inclusión;
además debemos tener en cuenta su redacción en términos imperativos
(se producirá).
No solo debemos rechazar aquella interpretación que deje sin efecto una
cláusula contractual, sino que también aquella que deje sin efecto todo el
contrato.
5.2.4 Art. 1563 CC: en aquellos casos en que no apareciere voluntad contraria
deberá estarse a la interpretación que mejor cuadre con la naturaleza del
contrato. Este criterio puede ser difícil de dilucidar, ya nos preguntamos a
qué se refiere el legislador con naturaleza del contrato. La expresión
naturaleza es utilizada constantemente en el CC, la encontramos en el art.
1546 CC (naturaleza de la obligación) a propósito de la buena fe y en el
art. 1444 CC a propósito de los elementos que conforman todos los
contratos.
Respecto al art. 1563 CC, podríamos afirmar que no se puede entender
como una referencia a los elementos de la naturaleza del contrato, ya que
las partes pueden o no agregar tales elementos, no teniendo sentido
recurrir a ellos para interpretarlo. Ahora bien, cuando nos referimos a la
naturaleza de la obligación o la naturaleza del contrato nos estamos
refiriendo al carácter de dicho contrato, por lo que, si nos encontramos
ante un contrato gratuito no lo interpretaremos de la misma forma que un
contrato oneroso, ya que se distinguen en virtud de la utilidad; debiendo
interpretar un contrato gratuito en función de su carácter gratuito
Esta forma de interpretación permitiría entender el fundamento de la
cláusula rebus sic stantibus en la teoría de la imprevisión, ya que las
partes quisieron un determinado equilibrio contractual que existía al
momento de la celebración del contrato, por lo que no deberíamos

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interpretar esa regla contractual eligiendo una interpretación que pudieran
poner sobre los hombros de una de las partes una obligación
excesivamente onerosa.
Así, debemos ver que han tenido en la mente en función del tipo de
contrato que eligieron.
5.3 Elementos extrínsecos: que no guardan relación con la intención de los
contratantes manifestada en hechos o negocios, ni tampoco con el texto del
contrato, sino que guardan relación con el texto de otro contrato.
5.3.1 Art. 1564 CC inc. 2°: podrán también interpretarse por las de otro contrato
entre las mismas partes y sobre la misma materia. A diferencia de lo que
ocurre en el ordenamiento jurídico que se encuentra interconectado entre
sí, las relaciones contractuales suelen ser puntuales, es decir, las partes
celebran un contrato. Sin embargo, tratándose de negocios jurídicos
complejos, las partes pudieron haber celebrado más de un contrato, los
cuales se podrán interpretar en función de otro contrato que hayan
celebrado las mismas partes y de la misma materia47. Por ejemplo, si se
trata de dos contratos que vienen a configurar una operación jurídica más
compleja – arrendamiento de una casa y servicios de mantención de la
casa –.
Por medio de este artículo podemos construir la teoría de los grupos de
contratos, la idea según la cual podemos establecer conjuntos
indivisibles (o unión) de contratos celebrados por las mimas partes y sobre
la misma materia, es decir, orientado a satisfacer el mismo interés
económico.
5.4 Regla de interpretación subsidiaria. Art. 1566 CC: señala que no pudiendo
aplicarse ninguna de las reglas precedentes de interpretación, se interpretarán
las cláusulas ambiguas a favor del deudor. Por lo tanto, tenemos una regla
secundaria de interpretación que nos indican cómo aplicarla las otras, ya que, si
no se puede por medio de las anteriores determinar un sentido único de
interpretación, se debe aplicar el art. 1566 CC.
No obstante, debemos atender en primer lugar al inc. 2° de este art. el cual
señala que, pero las cláusulas ambiguas que hayan sido extendidas o dictadas
por una de las partes, sea acreedora o deudora, se interpretarán contra ella,
siempre que la ambigüedad provenga de la falta de una explicación que haya
debido darse por ella; en el cual encontramos el deber de información. Así, en
primer lugar, debemos determinar si nos encontramos ante una cláusula
ambigua, posteriormente, quién redactó esa cláusula (acreedor o deudor) y,
finalmente, si esa ambigüedad se debió a un incumplimiento del deber de
información, se interpretará en contra de quién lo redactó.
5.5 Integración del contrato: distinto a la interpretación, la integración consiste en
colmar lagunas. El contrato es un acto de previsión, en virtud del cual las partes
se obligan a ejecutar distintas conductas en el futuro, no obstante – al igual que
en la ley – no se pueden prever todas las posibles conductas en las que puedan
incurrir los contratantes y, en consecuencias, se generaran lagunas que dejen
sin regulación ciertas hipótesis.
En materia contractual, para superar la situación descrita anteriormente
podemos recurrir al art. 1546 CC, a propósito de la buena fe, teniendo no solo
una función informadora e interpretativa, sino que también integradora. Lo hace
por medio de su carácter objetivo que exige un determinado estándar de
comportamiento a los contratantes, más allá de la literalidad del contrato, por lo
que se incorpora la costumbre. En este sentido, es una de las escasas
remisiones explicitas que el legislador hace alusión a la costumbre, para ampliar
la severidad que el legislador establece respecto de las obligaciones
contractuales: las obligaciones de seguridad, información, deberes de prudencia
y negligencia y de lealtad.

47 Se refiere a la operación económica que las partes quieren alcanzar.

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Por otro lado, el otro elemento de integración contractual lo encontramos en el
art. 1563 inc. 2° CC, que es una complementación de la remisión a la costumbre
del art. 1546 CC, ya que señala que las cláusulas de uso común se presumen,
aunque no se expresen. Esto quiere decir que estamos añadiendo una clausula
objetiva de integración al contrato, la cual es comprobable mediante la prueba
de la costumbre.
Tanto la integración como la interpretación son cuestiones de hecho y, en
consecuencia, se dice que escapan al control de la CS por medio del recurso de
casación en el fondo. Por lo que, no se puede interponer un recurso de casación
si el Tribunal de primera instancia y el CA interpretaron el contrato de una
determinada forma, ya que la CS no puede interpretar el contrato de manera
distinta a como se interpretó en primera instancia. No obstante, la CS podrá
realizar la calificación jurídica del contrato, tarea que a continuación revisaremos.
5.6 Calificación jurídica: distinto de la interpretación, la calificación jurídica se la
debemos a las distinciones de Claro Solar, las cuales son utilizadas por la CS.
Así, este tribunal cuando acoge un recurso de casación respecto a la
interpretación de un contrato argumenta que el juez de fondo ha utilizado una
interpretación que ha desnaturalizado el contrato de que se trata. En este caso
no se trata de encontrar el sentido que las partes quisieron darle al contrato, sino
que, por ejemplo, se calificó en primera y segunda instancia un contrato como
de licing, pero la CS estima que se trata de un contrato de arrendamiento puesto
que nunca se pactó una opción de compra.
Por medio de la calificación jurídica, puede modificar la interpretación de los
tribunales ya sea porque se corresponde con otra tipología de contratos, o
porque lo hace entrar en una categoría contractual distinta.

II. DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR

1. CONTRATO DE PROMESA: es una novedad en el CC. Es el primero de los


contratos preparatorios y de mayor importancia práctica, fundamentalmente porque
opera en la fase preparatorio y porque es un contrato que puede servir de base para
la celebración de muchos otros contratos.
Su regulación la encontramos en el art. 1555 CC y sus efectos en el art. 1554 CC.
A través del contrato de promesa prometemos en el futuro la celebración de
cualquier otro contrato, en la medida que se aun contrato lícito.
1.1 Características:
1.1.1 Puede ser unilateral o bilateral. En virtud del contrato de promesa, nos
podemos encontrar que solo una parte se compromete a celebrar un
contrato en el futuro o ambas partes se comprometen a ello.
1.1.2 Podrá ser gratuito u oneroso. Normalmente, si la promesa es unilateral
serpa gratuita, y si es bilateral será onerosa. No obstante, en algunos
casos nos encontraremos frente a contratos de promesa unilateral que
sean onerosos. Por ejemplo, un contrato de promesa de compraventa
unilateral (porque solo una de las partes se obliga a celebrar el contrato
de compraventa), pero puede ser oneroso ya que la contraparte por tener
el derecho de opción pague una remuneración.
1.1.3 Asimismo, al ser onerosa puede ser conmutativa o aleatoria. Es una
obligación multiforme porque, en virtud del contrato de compraventa, nos
prometemos a celebrar un contrato en el futuro. El art. 1554 CC establece
un requisito esencial del contrato de promesa, que a diferencia de los otros
contratos no está recogido como un elemento accidental, que es que la
promesa contenga un plazo y la condición que fije la celebración del
contrato. Si se trata de una condición, y una de las partes se ve favorecida
con la celebración del contrato y tal condición falla, la promesa contiene
una contingencia incierta de ganancia o pérdida. No obstante,
normalmente la promesa será conmutativa.
1.1.4 La promesa es un contrato principal, ya que no está establecida para
asegurar el cumplimiento de otra obligación propia o ajena.

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1.1.5 Es un contrato solemne, porque la ley exige que la promesa conste por
escrito (art. 1554 n°5 CC).
1.2 Peculiaridades del contrato de promesa:
1.2.1 Contrato de promesa en función de la posesión: en el contrato de
promesa nos obligamos a celebrar en el futuro otro contrato y, en
consecuencia, en este contrato encontramos a dos partes que se
denominan prometientes; sin embargo, la RAE en función al uso que le
damos, se ha permitido el uso de la palabra promitente. Por ejemplo, el
contrato de promesa (más común en la práctica), encontramos una parte
promitente compradora y una parte promitente vendedora.
La pregunta que nos debemos formular es ¿el contrato de promesa es un
título posesorio? Como lo que ocurre en el caso que, en virtud del contrato
de promesa, se entrega materialmente un bien. Respecto a esto,
podríamos decir que el contrato de promesa no es un título posesorio,
ya que no existe un ánimo de señor y dueño, puesto que la promesa no
establece obligaciones de dar, sino de hacer.
1.2.2 Contrato multiforme: la promesa nos sirve para celebrar en el futuro
cualquier tipo de contrato. Solo existe un tipo de promesa que no tiene
verdadera eficacia jurídica que es el caso de los esponsales (promesa de
matrimonio mutuamente aceptada), ya que es solo un hecho social que
queda entregada a la honorabilidad de las partes que lo celebran.
1.2.3 Las partes en el contrato de llaman promitentes y, normalmente,
toman como apellido la posición que ocuparan en el futuro contrato.
Por ejemplo, promitente arrendador y promitente arrendatario.
1.2.4 No establece ningún tipo de obligación respecto de la cosa que va a
ser objeto del contrato futuro. El contrato de promesa contiene una
obligación de hacer, que es la celebración de un contrato futuro; pero no
crea derechos reales (mutuo, depósito y prenda) ni genera una
inmovilización de la cosa. Así, por ejemplo, al celebrar un contrato de
promesa de compra venta en el tiempo intermedio entre su celebración y
la celebración del contrato futuro puede que se celebre un contrato de
compraventa con otra parte. Por lo que, es útil, para impedir este tipo de
situaciones, agregar alguna cláusula penal o una cláusula de no enajenar
si existe un especial interés en la cosa. También podría resultar útil la
constitución de una hipoteca sobre la cosa que se promete, ya que da el
derecho de persecución en manos de quien se encuentre.

1.3 Tipos de promesa: en función de quiénes se verán obligados y el contrato que


van a celebrar.

¿quiénes se ven obligados en un ¿qué contrato se prometió?


contrato de promesa?

Unilateral: una parte se ve obligada. Unilateral Bilateral


Por ejemplo: la donación. Por ejemplo: un contrato
Es un contrato unilateral donde de promesa de
se obliga el promitente donante compraventa
y la donación solo obliga al (compraventa es
donante. bilateral), y solo el
vendedor futuro se
obliga a celebrar en el
futuro un contrato de
compraventa.
Bilateral: ambas partes se ven Unilateral Bilateral
obligadas. Por ejemplo: ambas partes se Por ejemplo: ambas
obligan a celebrar un mutuo, un partes se obligan a
comodato o un depósito. celebrar un
arrendamiento,
compraventa, etc.

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1.3.1 Contrato de promesa unilateral de contrato unilateral
1.3.2 Contrato de promesa unilateral de contrato bilateral: ha planteado
dudas en la doctrina sobre la posibilidad de su celebración. En el art. 1554
CC entiende que la promesa es una obligación de hacer, y eso explica su
posición en el CC.
(1) Primera posición: Una posición doctrinaria señaló que estos contratos
eran inválidos. El art. 1554CC48 establece los requisitos del contrato de
promesa, dejando claro la distinción entre el contrato de promesa y el
contrato prometido, pero que el primero fija la obligación de celebrar un
contrato prometido en el futuro. El argumento de esta posición se centra,
especialmente, la regla del n°4, la cual señala que en ella se especifique
de tal manera el contrato prometido, que sólo falten para que sea
perfecto, la tradición de la cosa, o las solemnidades que las leyes
prescriban. Así, Alessandri sostiene que en el contrato de promesa no se
contiene el consentimiento de la parte compradora o vendedora y, en
consecuencia, no satisfacemos el numeral 4°. Esta idea se refuerza con
el art. 1554 n°2, ya que si el contrato no tiene la voluntad de una de las
partes que celebrará el contrato en el futuro, falta el consentimiento (art.
1445 CC) y, por tanto, será nulo. Además, a propósito de las obligaciones
condicionales y su clasificación, en este caso nos encontramos ante una
obligación potestativa49, existiendo problemas de eficacia respecto de
aquellas obligaciones contraídas bajo condición potestativa que consiste
en la mera voluntad de la persona que se obliga (te daré un millón de peso
si quiero), ya que no hay verdadera voluntad de obligarse.
(2) Segunda posición (Claro Solar, Urrutia, Abeliuk, Fueyo y la
jurisprudencia actual): estos contratos son válidos. En primer lugar,
responden al argumento de Alessandri construido a partir del art. 1554 n°4
CC, señalando que este requisito no se opone a la idea de que las partes
señalen que la parte que tiene la opción de celebrar el contrato en el
futuro, pondrá su voluntad en el contrato. Esto mismo se aplica a lo relativo
al contrato del art. 1554 n°2, ya que, si las partes ponen con posterioridad
su voluntad en el contrato, este será válido. Alessandri confundió el
contrato prometido y el contrato de promesa, así – entendiendo que nos
encontramos frente a contratos distintos – será al momento de celebrar el
contrato prometido se deberán validar los requisitos de existen y de
validez de todo contrato. Esto se refuerza con un principio fundamental en
materia contractual, desde el punto de vista de la ley aplicable al contrato,
que es la ley vigente al momento de su celebración, solo en el momento
de celebración del contrato prometido aplicaremos los requisitos que exige
la ley.
Por otro lado, Alessandri acierta al indicar que nos enfrentamos a una
obligación sujeta a una condición potestativa, pero es una condición que
no depende de la voluntad del deudor, sino del acreedor, porque al
momento de celebrar un contrato de promesa unilateral el que se obliga
ya es deudor de la obligación y su contraparte tendrá la opción de celebrar
o no el contrato y, si opta por celebrarlo, será acreedor de esta promesa.
A pesar de esto, el legislador tuvo que intervenir en algunos casos,
introduciendo en el código de minería una disposición que le otorga plena
validez a los contratos de promesa unilateral de contratos bilaterales respecto
a concesiones mineras. Pero al margen de esta intervención legislativa, la
totalidad de la doctrina y la jurisprudencia se adhiere a la segunda posición.

48 El legislador decide regular el contrato de promesa (contrato de la parte especial) en los artículos
relativos a la parte general de los contratos. El art. 1553 CC señala las distintas acciones frente al
incumplimiento de una obligación de hacer y, a continuación, el art. 1554 CC regula la promesa. Esto
se debe a que la promesa también contiene una obligación de hacer (celebrar un contrato en el
futuro).
49
Otorgamiento del consentimiento para un contrato futuro.

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1.3.3 Contrato de promesa bilateral de contrato unilateral
1.3.4 Contrato de promesa bilateral de contrato bilateral
1.4 Requisitos: el art. 1554 CC se encuentra redactado en términos negativos. Así,
el legislador sabe que existen problemas de seguridad respecto a este tipo de
contratos, por lo que someter la eficacia de estos contratos a requisitos en
términos estrictos.
1.4.1 Que la promesa conste por escrito (N°1): la promesa es solemne. La
solemnidad se refiere a la escrituración, por lo que un contrato de promesa
que no consta por escrito será nulo de nulidad absoluta. Por otra parte, no
indica que deba ser por escritura pública, por lo que nos podemos plantear
la siguiente pregunta es si las solemnidades del contrato prometido se
aplican al contrato de promesa, a lo cual respondemos de manera
negativa, ya que, en primer lugar, la solemnidad del contrato prometido se
aplica al contrato prometido y, en segundo lugar, las solemnidades son de
derecho estricto, no siendo aplicables por analogía.
En algunos casos la ley establece que el contrato de promesa debe
constar por escritura pública. Por ejemplo, el art. 1787 CC indica que las
promesas que un esposo hace al otro antes de celebrarse el matrimonio
y en consideración a él, o que un tercero hace a uno de los esposos en
consideración al matrimonio, se sujetarán a las mismas reglas que las
donaciones de presente, pero deberán constar por escritura pública, o
por confesión del tercero.
1.4.2 Que el contrato prometido no sea de aquellos que las leyes declaren
ineficaces (N°2): en este requisito se distingue entre el contrato de
promesa y el contrato prometido, pero si la promesa es respecto a un
contrato nulo, el contrato de promesa también lo será.
(1) Consentimiento: las partes ponen su consentimiento en el contrato
de promesa y en el futuro lo harán en el contrato prometido sobre
aquello que prometieron contratar. La ineficacia del contrato prometido
no pasa por la falta transitorio de consentimiento del contrato
prometido.
(2) Capacidad: tanto promesa como contrato prometido son contratos y,
en consecuencia, las partes deben ser capaces al momento de
celebrar cada uno de los contratos. Nos podemos preguntar qué ocurre
si en el tiempo intermedio entre ambos contratos una de las partes
entre en demencia, podrá ser su representante quien dé el
consentimiento al momento de celebrar el contrato prometido. Ahora
bien, en caso que la incapacidad cese antes de la celebración del
contrato prometido (se rehabilita), la incapacidad no corre hacia el
futuro, por lo que la parte puede celebrar perfectamente el contrato
prometido.
(3) Objeto: es la celebración futura de un contrato, por lo tanto, se trata
de una obligación de hacer.
¿Se puede celebrar un contrato de promesa sobre un bien inmueble
embargado? La lectura del art. 1554 n°2 CC nos podría llegar a pensar
que esta opción no es posible, ya que nos encontramos frente a un
inmueble embargado. No obstante, la validez o la nulidad del contrato
prometido se evalúa al momento de su celebración, por lo que, en esta
situación, lo que ocurre es que el deudor si bien se puede vender un
inmueble embargado a partir de la lectura del art. 1464 CC y su
relación con el art. 1810 CC50, para evitar discusiones se celebran
contratos de promesas sujetos a la condición del alzamiento de los
embargos sobre el bien.
En este caso, el deudor asediado por sus acreedores, se encuentra
con un tercero (promitente comprador) y celebra un contrato de
promesa bilateral de compraventa con este (busca evitar el remate).

50 Tesis Velasco: la compraventa es válida porque la enajenación se somete a requisitos.

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Así, se obliga el deudor a celebrar en el futuro una compraventa al
momento de alzarse los embargos (la venta será válida), pero se
necesita dinero para que se alcen los embargos, por lo que se acuerda
un pago anticipado que permita lo anterior y se celebré y se inscriba la
compraventa del inmueble pagándose el saldo restante.
El contrato reporta una gran utilidad para evitar problemas de validez
respecto a bienes embargados y satisface los intereses de todas las
partes en conflicto (deudor, promitente comprador y acreedores). No
obstante, se debe tener cuidado al utilizar esta figura ya que pueden
existir embargos en el tiempo intermedio entre el contrato de promesa
y la celebración del contrato prometido que haga caer el negocio.
(4) Causa: es la causa final.
(5) Solemnidades: no hay comunicabilidad entre las solemnidades entre
el contrato prometido y el contrato de promesa.
1.4.3 Que la promesa contenga un plazo o condición que fije la fecha de
celebración del contrato (N°3): si no se logra saber con exactitud la
fecha o la época en que se debe celebrar el contrato, no se podrá dar
plena eficacia al contrato de promesa; o bien, si no tiene plazo o condición
– y en relación con el próximo requisito – debemos distinguir si el contrato
prometido es consensual, solemne o real. En caso que sea consensual y
no exista plazo o condición, nos encontramos frente al contrato prometido
directamente (no hay contrato de promesa). En caso que sea un contrato
solemne o real y carezca de plazo o condición, es un contrato de promesa
nulo, ya que no sabemos en qué momento debemos entregar la cosa o
cumplir con determinada solemnidad.
(1) Cuál es el carácter del plazo o de la condición útil para estos
contratos:
(1.1) Plazos: los plazos pueden ser suspensivos o extintivos. Los
plazos suspensivos suspenden la exigibilidad de un derecho, y
los plazos extintivos extingue un determinado derecho. Para el
contrato de promesa, el plazo podrá ser suspensivo ya que la
exigibilidad de celebrar el contrato prometido será a la fecha
dispuesta por las partes en el contrato de promesa. En el caso
de los plazos extintivos, estos – en principio – no tendrían
cabida ya que el contrato de promesa se podría exigir desde el
momento de celebración de la promesa; por lo que para que
exista un plazo extintivo en el contrato de promesa se requiere
una combinación de este con un plazo suspensivo. Por ejemplo,
el contrato prometido se podrá exigir desde el 31 de diciembre
de 2017 y hasta el 31 de enero de 2018. En esta última
formulación el plazo es suspensivo y, al mismo, tiempo extintivo.
(1.2) Condición: la condición puede ser suspensiva o resolutoria. La
condición suspensiva es aquella de la cual depende el
nacimiento de un derecho, y la resolutoria de la cual depende la
extinción o pérdida de un derecho. En el caso de los contratos
de promesa, se aplica la condición suspensiva porque al
momento de celebrarse la promesa el derecho no existe, pero
al momento de cumplirse la condición existe. Por ejemplo, la
celebración del contrato de promesa de compraventa de un bien
inmueble sujeto a la condición de la aprobación del crédito
hipotecario. La condición no puede ser meramente potestativa
dependiente meramente de la voluntad del deudor.
1.4.4 Que en ella se especifique de tal manera el contrato prometido, que
sólo falten para que sea perfecto, la tradición de la cosa, o las
solemnidades que las leyes prescriban (N°4):
(1) Respecto a la especificación del contrato prometido: en su
momento se pensó que este requisito era tan formal y tan estricto, que
se debían copiar cada una de las cláusulas del contrato prometido en

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el contrato de promesa, cuestión que hoy en día no se exige. No
obstante, por cuestiones de seguridad jurídica, se deben señalar con
la mayor determinación los elementos del contrato prometido (partes,
cosa, precio, posibilidad de reajuste en el tiempo intermedio, etc.).
Esto es importante en la celebración del contrato de promesa de un
bien raíz, ya que en este singulariza por medio de sus deslindes o
límites y, si es un terreno urbano, se indicará su dirección. Así, no es
indispensable citar los datos de año, fojas y número (pero sí es
fundamental en el contrato prometido).
(2) El contrato prometido puede ser también consensual, a contrario
de lo que parece sugerir este numeral.
1.5 Efectos: son derechos y obligaciones que la promesa crea.
1.5.1 Promesa unilateral: en este caso nos encontramos ante un promitente
comprador y promitente vendedor, pudiendo el primero exigir el
cumplimiento de la promesa al promitente vendedor, pero el segundo no
posee el derecho correlativo para exigir la celebración del contrato. Así,
uno tiene la obligación de celebrar el contrato prometido y la otra parte la
opción de celebrarlo.
1.5.2 Promesa bilateral: en este caso, ambos promitentes asumen
recíprocamente la obligación de celebrar el contrato prometido, Por lo
tanto, cumplido el plazo o condición ambos se puede exigir
recíprocamente la celebración del contrato.
¿Cuáles son las acciones de las que disponen las partes o una de ellas en
caso de incumplimiento51? Al ser una obligación de hacer debemos aplicar el
art. 1553 CC, disposición de la que podemos extraer lo siguiente:
(1) Siempre podrá solicitar la indemnización de la mora.
Junto con, a elección de la parte:
(2) Se apremie al deudor para la ejecución del hecho convenido. Esto no es
necesario debido a la regla del art. 532 CPC. Esta disposición se encuentra
a propósito del juicio ejecutivo de obligación de hacer. Así, se indica que, si
el hecho debido consiste en suscripción de un instrumento o en el
cumplimiento de una obligación por parte del deudor, podrá proceder a su
nombre el juez que conoce del litigio, si requerido aquel no lo hace en el
plazo que señale el tribunal.
En este sentido se puede presentar una acción de cumplimiento forzoso del
contrato de promesa por medio del juicio ejecutivo si la promesa consta en
un título ejecutivo52; se requiere de pago al deudor; se establece un
determinado plazo por el juez para firmar el documento y, si no lo hace, lo
hará el juez en su representación (hipótesis de representación forzosa).
En este caso, no tiene aplicación el art. 1553 n°2, ya que solo el deudor
puede ejecutar el hecho convenido, no pudiendo pedírsele a un tercero.
(3) Indemnización de los perjuicios resultantes de la infracción del
contrato (art. 1553 CC): compensación indemnizatoria.
¿Cómo se constituye en mora al contratante que no cumple con el contrato
de promesa? En caso que se demande, el promitente incumplidor puede
interponer la ECN. El cumplimiento del contrato de promesa consiste en otorgar
el consentimiento de manera simultánea, por lo que, para evitar la interposición
de la ECN, previo a la demanda, deberá la parte promitente llana a cumplir
redactar la minuta del contrato prometido, presentárselo al notario y firmarla.
Así, se podrá probar al juez por medio de la copia certificada de esta escritura
que el promitente se encontraba llano a cumplir y que no procede la ECN.

51Para aumentar la eficacia del contrato de promesa se recomienda integrar una cláusula penal,
tanto moratoria como compensatoria.
52 Recomendación: celebrar por escritura pública el contrato de promesa (aunque el contrato
prometido sea consensual), ya que la copia de la escritura pública es título ejecutivo y nos permite
recurrir por medio del juicio ejecutivo, vía más rápida que la ordinaria.

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2. CONTRATO DE COMPRAVENTA: es un contrato que cumple una de las principales
funciones del contrato, que es la circulación de los bienes. Sin perjuicio, que
también es un contrato que busca conciliar intereses contrapuestos. No es el primer
contrato histórico, surgiendo junto con la moneda.
2.1 Concepto (art. 1793 CC): no nos encontramos ante el contrato de compra y
venta, sino que, de compraventa, terminología que refleja fundamentalmente
que estamos ante un contrato en que existe interrelación de las obligaciones.
En el pasado, específicamente, en el derecho romano, existía la celebración dos
contratos diferentes para este mismo fenómeno.
El art. 1793 define la compraventa como un contrato en que una parte se
obliga a dar una cosa y la otra a pagarla en dinero; la primera se denomina
vender y la segunda comprar, y lo que se da por la cosa vendida se denomina
precio. En resumen, el contrato de compraventa es el cambio de una cosa por
dinero.
2.2 Características generales: es un contrato bilateral, oneroso, regularmente
conmutativo, principal y normalmente consensual.
2.2.1 Contrato bilateral: porque ambas partes resultan obligadas. El
comprador se obliga a pagar el precio y el vendedor se obliga a entregar
la cosa. Según la definición legal, las principales obligaciones que las
partes contraen: dar al vendedor la cosa vendida y pagar al comprador el
precio.
2.2.2 Oneroso: porque genera gravámenes y utilidades mutuamente53.
2.2.3 Generalmente es conmutativo. Esto no obsta a que pueda ser aleatorio,
por lo que la conmutatividad no es de la esencia del contrato de
compraventa.
2.2.4 Principal: esto no obsta que podamos insertar a la compraventa dentro
de un grupo de contratos, pero es per se, principal. Este tipo de contrato
subsiste por sí mismo.
2.2.5 Es un contrato típico.
2.2.6 Por regla general es de ejecución inmediata. Si las partes nadan han
dicho, las obligaciones nacen con la compraventa y son exigibles en
aquel momento. No obstante, puede ser de ejecución diferida si las
partes así lo han establecido. En ningún caso podrá ser de tracto
sucesivo54.
(1) ¿Por qué podemos decir que la compraventa no es un contrato de
ejecución instantánea? El término más preciso es ejecución
inmediata, puesto que en nuestro sistema no tiene la posibilidad de
transferir dominio (sistema dual). Así, por la compraventa no se
transfiere dominio instantáneamente, pero si podemos hablar de
ejecución inmediata, ya que inmediatamente después de haber
celebrado el contrato, se puede exigir su ejecución (entrega de la cosa
que transfiere el dominio si el vendedor es dueño, o de lo contrario, se
dejará como poseedor al comprador).
2.2.7 El contrato de compraventa es título traslaticio de dominio. Si bien de
la lectura de los arts. 675 y 703, la compraventa es un título traslaticio de
dominio, esto es, por su naturaleza sirve para transferirlo. El comprador
no se hace dueño de la cosa vendida y el vendedor del precio en virtud
del contrato, sino de la tradición subsiguiente. Mientras la tradición no se
efectúe, comprador y vendedor son solamente acreedores de la cosa y
del precio.
La adquisición del dominio, por tanto, se verifica por medio de dos actos
diferentes: el contrato de compraventa que constituye el título de la
adquisición y la tradición que es el modo de adquirir.

53
Utilidad en sentido tanto objetivo como subjetivo.
54
Distinta es la hipótesis de un contrato de aprovisionamiento, que es un contrato marco que va
regulando la celebración de contratos de compraventa sucesivos. En virtud de este contrato, se
podrá celebrar en el futuro contratos de compraventa, siendo cada uno de esos contratos es de
ejecución inmediata (o de ejecución diferida).

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2.2.8 Es un contrato libremente discutido o por adhesión. Normalmente,
cuando nos encontramos en el ámbito del derecho del consumidor,
estamos frente a contratos por adhesión. El modelo que sigue el CC
parece situarse sobre una situación de relativa igualdad, como lo que
ocurre en el caso de los contratos libremente discutidos.
2.2.9 Por regla general, es un contrato consensual (art. 1443). El art. 1801 inc.
1° expresa, en efecto, que la compraventa se reputa perfecta desde que
las partes han convenido en la cosa y en el precio. Por excepción la
compraventa es solemne.
2.3 Importancias:
2.3.1 Es el contrato bilateral arquetípico, sobre el cual se ha construido gran
parte de la teoría de los contratos. Así, por ejemplo, existe una regla a
propósito de la compraventa en el art. 1813 y el art. 1814 CC que se aplica
con carácter general para la celebración de todo tipo de acto jurídico que
verse sobre la venta de cosa que no existe, pero se espera que exista,
como complemento a las reglas del art. 1460 y 1461 CC. Otro ejemplo, el
art. 1808 referido al precio, la doctrina ha interpretado que tiene alcance
general.
2.3.2 Ha invadido los ámbitos más variados de la vida de las personas, por lo
que su régimen en CC ha debido ser complementado en otros cuerpos
legales, como en el CdC y LPDC. La regulación del CC es de base,
supletoria y, actualmente, restringida. Esto último se debe a que
existen legislaciones especiales en atención a las características del
sujeto comprador y sujeto vendedor. Así, las reglas del CC tendrán
aplicación exclusiva y excluyente cuando nos encontramos ante un
contrato celebrado entre civiles.
(1) Si el contrato de compraventa está celebrado entre comerciantes,
se rige por las reglas del CdC. Además, si se trata de un contrato de
compraventa internacional de mercaderías por la Convención de
Viena. Supletoriamente, si tiene efectos en Chile, se rige también por
el CC (art. 4 CC respecto de normas especiales).
(2) Si el vendedor es un comerciante (proveedor o profesional) y
quien compra es un contratante civil (consumidor), está regido, en
primer lugar, por la LDPD y, en segundo lugar, subsidiariamente, por
el CC. Ahora bien, para que el acto sea considerado un acto de
consumo tiene que ser un acto mixto o de doble carácter (mercantil
para el proveedor – adquiere la cosa con ánimo de revenderla – y civil
para el consumidor).
(3) Si el vendedor es una persona civil (por ejemplo, un agricultor) y el
comprador es un comerciante, se aplican las reglas civiles para el
productor y mercantiles para el proveedor. En definitiva, hay una
aplicación mixta de las reglas.
(4) Si ambos contratantes son civiles, solo se aplican las reglas del CC.

2.4 Regulación (líneas generales): la compraventa se regula en el T. XXIII de la


compraventa, p. XIII. El modelo que sigue Bello a propósito del contrato de
compraventa, se repite en la regulación especial de los otros contratos
especiales. Así, en primer lugar, se define el contrato; en segundo lugar,
encontramos sus características; en tercer lugar, sus elementos (voluntad,
capacidad, objeto, causa y solemnidades).
Así, en el párrafo 1°, nos encontramos con la causa; en el párrafo 2° con la forma
y los requisitos del contrato; luego se continua con el precio (objeto para el
comprador, causa del vendedor) y la cosa vendida (objeto para el vendedor y
causa del comprador; en el párrafo 5° se mencionan los efectos inmediatos del
contrato de compraventa55. A continuación, en el párrafo 6°, nos encontramos

55
Se debe tener presente que los contratos no solo crean obligaciones, sino que además son normas
jurídicas individuales que se aplican a determinados sujetos. Dicho de otra forma, los contratos no

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con las obligaciones del vendedor – obligación de entregar la cosa – y en los
párrafos 7° y 8° con las obligaciones de saneamiento de la evicción y de los
vicios redhibitorios respectivamente. En el párrafo 9°, se encuentran las
obligaciones del comprador – pago del precio y recibimiento de la cosa –.
Definidas estas obligaciones principales del contrato de compraventa, se hace
referencia a las cláusulas especiales que se pueden añadir al contrato: pacto
comisorio (párrafo 10°), pacto de retroventa (párrafo 11°), y de otros pactos
accesorios, fundamentalmente el de retracto (párrafo 12°). Finalmente, en el
párrafo 13, encontramos la rescisión de la lesión enorme.

2.5 Elementos esenciales: la doctrina tradicional señala que son los requisitos
generales de todo contrato, aplicado a la estructura típica del contrato de
compraventa: consentimiento, cosa (causa u objeto) y precio (causa u objeto).
2.5.1 Consentimiento: las normas de carácter general que reglan la formación
del consentimiento, los vicios que puede adolecer y sus consecuencias,
son aplicables al contrato de compraventa. Sin embargo, es menester
examinar sobre qué debe recaer el consentimiento de las partes56 y las
formas que debe revestir.
La regla general es que el contrato de compraventa es un contrato
consensual, por tanto, se perfecciona por el solo consentimiento de las
partes. El art. 1801 inc. 1° dispone que, la venta se reputa perfecta desde
que las partes han convenido en la cosa y en el precio, salvo las
siguientes excepciones.
El acuerdo de voluntades debe existir relativo a la cosa y al precio y,
además, a la venta, o sea, las partes han de estar de acuerdo que el
contrato que celebran es de compraventa. Así, el consentimiento debe
recaer sobre la cosa que es objeto del contrato. No existirá acuerdo
sobre la cosa vendida cuando los contratantes padezcan de error, bien
sobre la identidad de la cosa especifica de que se trata o sobre la
sustancia o calidad esencial de la misma. Por otra parte, el acuerdo de
voluntades, en seguida, debe versar acerca del precio y se establecerá
cuando el precio en que una parte entiende comprar sea el mismo en que
la otra entiende vender. Finalmente, el consentimiento debe recaer sobre
la venta misma, esto es, será preciso que una de las partes quiera vender
y la otra comprar.
(1) Consentimiento en las ventas forzadas: el consentimiento de las
partes debe manifestarse libre y espontáneamente; si es resultado de
la fuerza, el contrato adolece de nulidad. Sin embargo, suele ocurrir
que el consentimiento en el contrato de compraventa no se manifieste
espontánea y libremente. Tal cosa ocurre en las ventas forzadas como
cuando, a instancia de un acreedor, se venden bienes del deudor para
pagarse con el producto.
En este caso, es evidente que el ejecutado vende a su pesar, ya que
el tribunal lo obliga a ello, pero, por el hecho de obligarse con el
acreedor, el deudor a consentimiento de antemano en las
consecuencias de la obligación, que otorga al acreedor un derecho de
prenda general sobre sus bienes e, implícitamente, ha autorizado al
acreedor para hacerlos vender si la deuda no es pagada.
En resumen, el ejecutado no consiente en la venta al tiempo en que
se realiza, consiente al tiempo de constituirse como deudor, por lo que
la venta forzada es una verdadera compraventa.

solo tienen un contenido obligacional, sino que también tienen un efecto obligatorio en tanto normas.
Por lo tanto, predeterminan, al momento de su celebración, determinados efectos que no podríamos
denominar como obligaciones. Por ejemplo, la teoría de los riesgos, caso en el que la pérdida o
destrucción de la cosa (obligación de especie o cuerpo cierto), extingue la obligación del vendedor,
pero no extingue la obligación de pagar el precio. En este caso se produce un efecto normativo.
En el párrafo 5° están contenidos estos efectos que no son necesariamente obligacionales.
56
Según Ríos, el consentimiento debe recaer sobre la cosa y el precio.

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(2) Solemnidad de la compraventa: por excepción, en la compraventa
no será suficiente que las partes convengan en la cosa y en el precio
para que el contrato se repute perfecto. Se deberá cumplir, además,
con las formalidades o requisitos de forma que la ley prescriba. Las
solemnidades de que está revestida la compraventa pueden ser
establecidas por la ley o por las partes. Así, encontramos una serie de
excepciones que se aplican para todo tipo de formalidades:
solemnidades ad solemnitatem (nulidad absoluta); formalidades
habilitantes (nulidad relativa); formalidades por vía de prueba;
formalidades por vía voluntaria.
(2.1) Solemnidades legales: son aquellas establecidas por la ley.
(2.1.1) Ordinarias: Consisten en el otorgamiento de escritura
pública. Esta es requisito para el perfeccionamiento del contrato y
el único medio de probar su existencia (art. 1701 CC57).
✓ Compraventa de bienes raíces: El art. 1801 inc. 2 previene
que la venta de los bienes raíces, servidumbres y censos, y la
de una sucesión hereditaria, no se reputan perfectas ante la ley,
mientras no se ha otorgado escritura pública. La importancia de
esta clase de bienes justifica la exigencia de que la compraventa
debe revestirse de formas que la constaten fehacientemente.
Por otra parte, la tradición de los inmuebles vendidos debe
verificarse por la inscripción en el Registro del conservador de
bienes raíces.
El art. 1801 inc. 3° previene únicamente es solemne la
compraventa de bienes inmuebles por su naturaleza. En este
sentido, la disposición señala que, los frutos y flores pendientes,
los árboles cuya madera se vende, los materiales de un edificio
que va a derribarse, los materiales que naturalmente adhieren
al suelo, como piedras y sustancias minerales de toda clase, no
están sujetos a esta excepción. De este modo, es meramente
consensual la compraventa de bienes muebles por anticipación,
bienes que se reputan tales, aun antes de su separación, para
los efectos de constituir un derecho en favor de otra persona
que el dueño (art. 571 CC).
✓ Derechos de servidumbre y censo: en realidad no se trata de
la venta, sino de la constitución de una servidumbre o la
constitución de un censo, pues la servidumbre no puede
venderse separadamente del dominio del predio dominante.
✓ Sucesión hereditaria: esto es, la venta del derecho para que
una persona reciba en su sucesión todos o una cuota de los
bienes que la forman.
No solo las cosas enumeradas en este art. deben venderse por
escritura pública. ¿La venta, por ejemplo, de un derecho de
usufructo sobre un bien raíz, debe realizarse por escritura pública?
Si, porque los derechos corporales e incorporales, se clasifican
muebles o inmuebles según sobre la cosa en que recaigan.
Fuera del CC requiere escritura pública la venta de naves, según
el código de comercio; en el código de minería, la venta de
pertenencias mineras; el derecho de aprovechamiento de aguas,
según el código de aguas.
En el caso de los vehículos motorizados, ¿deben venderse con
alguna solemnidad? Lo que ocurre en este caso es que la

57 Art. 1701 CC: a falta de instrumento público no puede suplirse por otra prueba en los actos y
contratos en que la ley requiere esa solemnidad; y se mirarán como no ejecutados o celebrados aun
cuando en ellos se prometa reducirlos a instrumento público dentro de cierto plazo, bajo una cláusula
penal: esta cláusula no tendrá efecto alguno. Fuera de los casos indicados en este artículo, el
instrumento defectuoso por incompetencia del funcionario o por otra falta en la forma, valdrá como
instrumento privado si estuviere firmado por las partes.

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compraventa es consensual (arts. 33 y ss. de la ley de tránsito),
pero para efectos de la inscripción en el registro nacional de
vehículos motorizados, normalmente tendremos que celebrarla, al
menos, ante un instrumento privado autorizado ante notario. En
este caso la inscripción en el registro nacional de vehículos
motorizados, es una formalidad exigida por vía de publicidad, no es
tradición.
(2.1.2) Especiales: la ley reviste de solemnidades especiales –
formalidades habilitantes – la compraventa por las
circunstancias en que se celebra el contrato o la calidad de las
personas que lo estipulan.
Se someten a formalidades especiales las ventas forzadas ante
la justicia. La venta se hace, previa tasación del inmueble y la
publicación de avisos, en pública subasta, ante el juez (arts. 485 y
ss. CPC). La escritura deberá ser suscrita por el rematante y por el
juez, como representante legal del vendedor. Para los efectos de
la inscripción, no admitirá el conservador sino la escritura definitiva
de compraventa.
En las ventas de bienes pertenecientes a personas incapaces,
las solemnidades que comúnmente acompañan la venta son la
autorización judicial y la subasta pública. Las solemnidades
referidas suelen ser aplicables, también a los bienes muebles.
(2.2) Solemnidades voluntarias: las partes pueden someter el
contrato de compraventa a las solemnidades que deseen.
Prácticamente, la solemnidad consistirá en el otorgamiento de
escritura pública o privada cuando la compraventa es puramente
consensual. La regla se encuentra en el art. 1802 CC 58, disposición
que indica que, si los contratantes estipularen que la venta de otras
cosas que las enumeradas en el inc. 2 del art. precedente no se repute
perfecta hasta el otorgamiento de escritura pública o privada; podrá
cualquiera de las partes retractarse mientras no se otorgue la escritura
o no haya principiado la entrega de la cosa vendida.
El legislador da la posibilidad a las partes, en la fase de oferta, que
las partes conviertan en solemne una compraventa consensual,
estableciendo expresamente que el contrato de compraventa no se
repute perfecto si no se otorga escritura pública o privada. Mientras no
se otorgue la escritura, el pacto verbal es un simple proyecto; la
facultad de retractarse las partes es una lógica consecuencia de que
el contrato no se ha perfeccionado.
La facultad de retractación se mantiene hasta que ocurra alguna de
las dos circunstancias siguientes: (1) Otorgamiento de la escritura
pública o privada, ya que el contrato es perfecto y, en consecuencia,
no es lícito a las partes dejarlo unilateralmente sin efecto; o (2) Hasta
que haya principiado la entrega, ya que se ha dado el cumplimiento
del contrato, sin que se haya otorgado la escritura prevista, cuestión
que supone una tácita renuncia de la solemnidad estipulada.
(3) Las arras: figuran en la fase precontractual y consisten en una
cantidad de dinero u otras cosas muebles que se dan en garantía
de la celebración del contrato, o bien en parte del precio o en señal
de quedar convenidos. Las arras, por lo tanto, pueden ser de dos
clases y tener una doble finalidad:
(3.1) Primera hipótesis: Las arras en señal de quedar convenidos
o como parte del precio. El art. 1805 inc. 1 previene que, si

58Este articulo puede servir de base para sostener que el legislador reconoce la teoría de los actos
propios; las partes acordaron que el contrato iba a hacer solemne, sin embargo, no otorgaron la
escritura, y una de ellas, voluntariamente, manifestó su voluntad en el sentido de no hacerlo solemne.
Con posterioridad no podrá deshacer su conducta, pues manifestó de manera tácita, pero inequívoca
que ya no quería hacer solemne el contrato.

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expresamente se dieren arras como parte del precio, o como
señal de quedar convenidos los contratantes, quedará perfecta
la venta; sin perjuicio de lo prevenido en el art. 1801 inc. 2.
La compraventa consensual con arras respecto de un acto
que debió celebrarse por escritura pública es más bien una
promesa de compraventa (aunque curiosa porque carecerá de
contrato y condición).
Esta clase de arras constituyen un testimonio de la
celebración definitiva del contrato; constituyen un medio de
prueba de su celebración. Las partes carecen de la facultad de
retractarse porque el contrato de compraventa ha quedado
perfecto, a menos que requiera el otorgamiento de escritura
pública.
Para que las arras se entiendan dadas en señal de quedar
convenidos o como parte del precio es menester la concurrencia
copulativa de dos circunstancias:
(3.1.1) Que las partes lo convengan expresamente.
(3.1.2) Que este convenio conste por escrito.
Si no concurren estos requisitos, se entienden las arras dadas en
garantía y facultadas las partes para retractarse. El inc. 2 del art. 1805
señala que, no constando alguna de estas expresiones por escrito, se
presumirá de derecho que los contratantes se reservan la facultad de
retractarse según los dos arts. precedentes. Las arras en garantía,
pues, constituyen la regla general.
(3.2) Segunda hipótesis: las arras como garantía de la
celebración o ejecución de un contrato (contrato se celebrará
con posterioridad). El art. 1803 dispone que, si se vende con
arras, esto es, dando una cosa en prenda de la celebración o
ejecución del contrato, se entiende que cada uno de los
contratantes podrá retractarse; el que ha dado las arras,
perdiéndolas; y el que las ha recibido, restituyéndolas dobladas.
En este caso las arras significan que las partes no han entendido
ligarse definitivamente, sino que mutuamente se reservan la
facultad de desdecirse o retractare perdiendo su valor.
Las arras de esta clase ponen de manifiesto la fragilidad del
contrato, puesto que no son sino un medio de poner a las partes
en situación de desistir de él. El contrato se celebra bajo una
condición negativa y suspensiva, que consiste en que las partes
no hagan uso de la facultad de retractación.
En la práctica son escasamente utilizada, pues cuando las
partes quieren celebrar un contrato de compraventa en el futuro,
celebraran un contrato de promesa de compraventa,
incorporando una cláusula penal.
(3.2.1) Tiempo en que las partes pueden retractarse: la
facultad de retractarse no dura indefinidamente. El art. 1804
señala el plazo y las demás condiciones que limitan esta
facultad, señalando que, si los contratantes no hubieren fijado
plazo dentro del cual puedan retractarse, perdiendo las arras,
no habrá lugar a la retractación después de los dos meses
subsiguientes a la convención, ni después de otorgada escritura
pública de la venta o de principiada la entrega. Por lo tanto:
- La facultad de retractarse tiene un límite de tiempo. Solo puede
ejercitarse en el plazo fijado por las partes y, a falta de
estipulación, en el plazo de do meses contados desde la
convención.
- La facultad de retractarse puede extinguirse antes de los
plazos indicados, cuando el contrato se reduce a escritura
pública o ha comenzado a efectuarse la entrega.

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2.5.2 Capacidad para celebrar el contrato de compraventa: el art. 1445
establece que para que una persona se obligue a otra por un acto o
declaración de voluntad, es menester que sea legamente capaz; y el art.
1446 añade que toda persona es legalmente capaz, excepto aquellas que
la ley declara incapaces. Tanto para la compraventa, como para todo
contrato, la capacidad es la regla general y la incapacidad constituye la
excepción. Dispone el art. 1795 CC, son hábiles para el contrato de venta
todas las personas que la ley no declara inhábiles para celebrarlo o para
celebrar todo contrato.
Son incapaces para celebrar el contrato de compraventa las personas
afectas a una incapacidad general para contratar (incapacidad absoluta
– sanción nulidad absoluta – e incapacidad relativa – sanción nulidad
relativa). Además, son incapaces aquellas personas afectas a ciertas
incapacidades particulares del contrato de compraventa
(incapacidades especiales – nulidad absoluta ya que están establecidas
principalmente por vía de prohibición). El art. 1447 inc. 4 establece que
existen incapacidades particulares que consisten en la prohibición que la
ley ha impuesto a ciertas personas para ejecutar ciertos actos.
(1) Clasificación: la doctrina sostiene que las incapacidades especiales
del contrato de compraventa pueden ser dobles o simples.
(1.1) Incapacidad doble: a ciertas personas les está vedado en
absoluto celebrar el contrato de compraventa: se les
prohíbe comprar y vender. La regla se encuentra en el art.
1796 CC, disposición que señala que, es nulo el contrato de
compraventa entre cónyuges no separados judicialmente, y
entre el padre o madre y el hijo sujeto a patria potestad.
(1.1.1) Compraventa entre cónyuges (art. 1796 CC): la
nulidad afecta, por tanto, al contrato de compraventa que
celebren los cónyuges casados en el régimen normal de
matrimonio o bajo el régimen de separación de bienes,
aunque fuere total. En el caso de la sociedad conyugal
se debe a que nos encontramos ante un autocontrato,
pues el marido es quien administra el patrimonio de la
sociedad conyugal, su patrimonio y, además, el de la
mujer (conflicto de intereses).
(1.1.2) Compraventa entre el padre y el hijo sujeto a patria
potestad59: la disposición tiene por objeto proteger al
hijo, regularmente falto de experiencia, y evitar al padre
o madre el conflicto entre el deber de cautelar los
intereses del hijo y du propio interés. Se debe tener
presente que el padre y madre son representantes
legales de los hijos.
En estos casos, indiscutiblemente estamos ante un caso
de autocontrato, pues el papá, por ejemplo, comparece
por sí mismo, comprando un bien del hijo que es
representado también por él.
Los hijos de cierta edad tienen algunos bienes que
pueden administrar ellos mismos. El art. 150 señala que
la patria potestad confiere el derecho legal de goce sobre
todos los bienes del hijo, exceptuados los siguientes:
1° los bienes adquiridos por el hijo en el ejercicio de
todo empleo, oficio, profesión o industria. Los bienes

59 Se encuentra definida en el art. 243, disposición que señala que, es el conjunto de derechos y
deberes que corresponden al padre o la madre sobre sus hijos no emancipados. La patria potestad
se ejercerá también sobre los derechos eventuales del hijo que está por nacer”. Durante mucho
tiempo existía una regla que sostenía que solo el padre tenía la patria potestad. Hoy en día lo ejercen
ambos, de consuno; o bien pueden ponerse de acuerdo sobre quién la ejercerá.

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comprendidos en este número forman su peculio
profesional o industrial. Es válido, por tanto, el contrato
de compraventa entre el hijo y el padre o madre, cuando
verse sobre bienes que forman parte del peculio
profesional o industrial del primero. El art. 251 previene
que “el hijo se mirará como mayor de edad para la
administración y goce de su peculio profesional” (se mira
como emancipado).
(1.2) Incapacidad simple: a ciertas personas, les está solamente
prohibido comprar o vender.
(1.2.1) Incapacidades para vender
- Prohibición a los administradores de
establecimientos públicos: el art. 1797 señala que
se prohíbe a los administradores de establecimientos
públicos vender parte alguna de los bienes que
administran, y cuya enajenación no está comprendida
en sus facultades administrativas ordinarias; salvo el
caso de expresa autorización de la autoridad
competente. Esto es así, en primer lugar, porque
podría haber autocontrato y, en segundo lugar,
porque estas cosas que forman parte del
establecimiento público están afectos a una función
pública. Mientras no sean dados de baja no se puede
celebrar contratos respecto de ellos.
(1.2.2) Incapacidades para comprar
- Prohibición a los empleados públicos. El art. 1798
señala que, al empleado público e prohíbe comprar
los bienes públicos o particulares que se vendad por
su ministerio. Es un castigo a la información
privilegiada.
- Prohibición a los jueces y funcionarios del orden
judicial. El art. 1798 prohíbe comprar a los jueces,
abogados, procuradores o escribanos los bienes en
cuyo litigo han intervenido, y que se vendan a
consecuencia del litigio. La razón de ser de esta regla
es la probidad pública. Además, esta regla debe ser
complementada con una norma del COT que amplió
la prohibición a los parientes del empleado público
(cónyuge o conviviente civil e hijos).
- Incapacidad de los tutores y curadores. El art.
1799 dispone no es licito a los tutores y curadores
comprar parte alguna de los bienes de sus pupilos,
sino con arreglo a lo prevenido en el título de la
administración de los tutores y curadores. Esto
porque nos encontramos nuevamente ante un
autocontrato. Cabe recordar que en algunos casos
tenemos prohibiciones absolutas de celebrar
determinados actos (nulidad absoluta) y en otros
casos se exige autorización judicial o de los otros
tutores o curadores (nulidad relativa).
- Incapacidad de los mandatarios, síndicos y
albaceas. Finalmente, el art. 1800 prescribe “los
mandatarios, los síndicos de los concursos, y los
albaceas, están sujetos en cuanto a la compra de las
cosas que hayan de pasar por sus manos en virtud
de estos encargos, a lo dispuesto en el art. 2144”.

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GASTOS DEL CONTRATO DE COMPRAVENTA:
Los gastos son de cargo del vendedor. Supone el legislador que los gastos
que demande el contrato de compraventa han sido tomados en cuenta en el
precio y establece que son de cargo del vendedor, salvo estipulación contraria.
El art. 1806 dispone que, los impuestos fiscales o municipales, las costas de
la escritura y de cualquiera otra solemnidad de la venta, serán de cargo del
vendedor: a menos de pactarse otra cosa.

5.2.3 Objeto: constituyen el objeto de las obligaciones del vendedor y


comprador respectivamente. Les son aplicables las reglas de los arts.
1460 y ss., aunque existen reglas particulares para la compraventa.
Si el vendedor se obliga a entregar un determinado objeto, se obliga
porque va a recibir una determinada suma de dinero (la causa del
vendedor es el precio). Por su parte, el comprador se obliga a pagar una
determinada suma de dinero porque quiere obtener la cosa (la causa
del vendedor es la cosa). Por lo tanto, la compraventa sin precio carece
de causa para el vendedor, pero también carece de objeto para el
comprador.
(1) La cosa vendida: no se concibe el contrato de compraventa sin que
haya una cosa que se vende. La compraventa consiste esencialmente
en el cambio de una cosa por dinero. Si falta la cosa vendida, la
obligación del vendedor carecería de objeto, tal obligación no podría
existir y, por lo mismo, carecería de causa para el comprador.
El art. 1461 contempla una distinción básica entre las obligaciones de
dar, hacer o no hacer, disposición que señala que no solo las cosas
que existen pueden ser objetos de una declaración de voluntad, sino
las que también se espera que existan; pero es menester que las unas
y las otras sean comerciables, y que estén determinados, a lo menos,
en cuanto a su género. Así, para toda obligación de dar, la cosa debe
ser: comerciable, determinada o determinable y existir o esperarse
que exista. Además de los requisitos propios de toda declaración de
voluntad, la cosa vendida debe reunir los caracteres peculiares que se
establecen para el contrato de compraventa, o sea, debe cumplir con
cuarto requisito, el cual encontramos en el art. 1816 CC, el cual señala
que la compra de cosa propia no vale: el comprador tendrá derecho a
que se le restituya lo que hubiere dado por ella. En este sentido,
añadimos como último requisito que la cosa debe ser ajena. Esta regla
se establece porque para el comprador el contrato carecería de causa
y, además, porque estamos creando una obligación que es imposible
de cumplir.
(1.1) Comerciabilidad de la cosa: el art. 1810 CC señala que,
pueden venderse las cosas corporales60 o incorporales, cuya
enajenación no esté prohibida por ley. Así, la regla general es
que las cosas son comerciables y la excepción es la
incomerciabilidad61.

60 Se pueden vender derechos por medio de las reglas de cesión de derechos, excepto los
personalísimos y las universalidades de derecho.
En el caso de la servidumbre, si se vende el predio dominante, se vende junto con la servidumbre
(servidumbre activa).
En el caso del derecho de hipoteca y de prenda, no puede venderse ya que ambos derechos son
derechos reales accesorios, en consecuencia, si se pretende vender un derecho accesorio pierde tal
carácter o no se puede realizar.
En el caso de la cesión de los créditos personales, no es un contrato propiamente tal, sino que es
una manera de hacer la tradición de un derecho personal (por medio de la entrega del título). Por lo
que, la cesión de crédito se puede hacer a título de compraventa, donación, etc., es decir, a distintos
títulos.
Respecto al derecho real de la herencia también puede venderse. La cesión posterior depende de
la tesis seguida. La tesis dominante es la de la mera significación.
61
Distinción entre comerciable y no comerciable:

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La compraventa no es propiamente un acto de enajenación,
puesto que no transfiere el dominio; la cosa se ajena por la
tradición. Si no mediara el precepto citado, podría entenderse
que la venta de cosas cuya enajenación la ley prohíbe sería
válida y nula la tradición.
La compraventa de cosas cuya enajenación está prohibida es
nula, de nulidad absoluta ya que adolece de objeto ilícito. La
incomerciabilidad y la inajenabilidad, a veces se identifican,
pudiendo ser transitorias (bienes embargados) o permanentes
(bienes de uso público). Un ejemplo de la suspensión transitoria
de la comercialidad son los bienes embargados (relación art.
1810 y 1464 CC) ¿se puede enajenar un bien embargado? Por
regla general no, a menos que el acreedor o el juez consientan
en ello. Ahora bien, los bienes embargados ¿son aquellos
bienes que se encuentran comprendidos en el art. 1810? Según
Alessandri sí (tesis mayoritaria), Velasco sostiene que no.
(1.2) La cosa debe ser determinada (y singular): la cosa vendida,
de acuerdo con los principios generales, de ser determinada. La
determinación puede verificarse específica o genéricamente. El
art. 1461 CC dispone que las cosas que son objeto de una
declaración de voluntad deben estar determinada, a lo menos
en cuanto a su género. Cuando la doctrina sostiene que la
cosa debe ser singular, no excluye a las universalidades. Así,
no es válida la venta de una universalidad jurídica o de derecho
(patrimonio), pero sí las de hecho (biblioteca, rebaño,
establecimiento de comercio). Esto se debe a que no es posible
que una persona venda su patrimonio, reputado un atributo
inherente a la personalidad.
El art. 1811 CC señala en su primera parte que es nula la venta
de todos los bienes presentes o futuros o de unos y otros, ya se
venda el total o una cuota. Sin embargo, la segunda parte de
esta misma disposición se indica que será válida la venta de
todas las especies, géneros y cantidades, que se designen por
escritura pública, aunque se extienda a cuanto el vendedor
posea o espere adquirir, con tal que no comprensa objetos
ilícitos. Por lo tanto, es válida la venta de todos los bienes de
una persona, especificándolos, mientras se individualicen o
inventaríen en escritura pública.
Por lo tanto, la eficacia de esta venta esta condiciona a los
siguientes requisitos: (1) que se especifiquen los bienes
vendidos; (2) que la especificación se haga en escritura
pública; y, (3) que no se comprenda la venta de objetos
ilícitos.
Se entienden únicamente vendidos, aquellos bienes que se
encuentran inventariados, no obstante, cualquier estipulación
en contrario. El inc. 2° del art. 1811 concluye que las cosas no
comprendidas en esta designación se entenderán que no lo son
en la venta: toda estipulación en contrario es nula.

1. Objeto comerciable: que sea susceptible de transacción económica o apreciabilidad


comercial.
2. Objeto incomerciable: son determinados por la doctrina, debido a que el CC nada dice al
respecto.
2.1 Por su propia naturaleza: son cosas que la naturaleza ha hecho comunes a todas las
personas (art. 585 CC) como el aire y el mar.
2.2 Por destinación: como los bienes nacionales de uso público (art. 598 CC). También
podrían incluirse las cosas consagradas al culto divino (art. 585 CC).
2.3 Por atentado al orden público, la moral o las buenas costumbres: esta causal es
curiosa porque el objeto existe, y son más bien hipótesis de ilicitud del objeto.

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Este art. es el que más se acerca a la idea de Bello, quien
entendido que es el patrimonio es un continente independiente
del contenido. La persona no puede vender su patrimonio,
porque pierde su capacidad de goce. Sin embargo, puede
vender todo el contenido de su patrimonio.
(1.3) La cosa vendida debe existir o esperarse que exista:
conforme al art. 1461 CC no solo las cosas que existen pueden
ser objeto de una declaración de voluntad, sino las que se
esperan que existan. Puede venderse las cosas presentes y
futuras, esto es, aquellas que existen al momento de
celebrarse el contrato y aquellas cuya existencia se espera en
el porvenir.
(1.3.1) Venta de la cosa que dejó de existir al tiempo del
contrato: la inexistencia de la cosa al tiempo del contrato, sin
que se espere que llegue a existir, produce consecuencias
diversas, según falte total o parcialmente.
✓ Si la cosa no existe en absoluto, no hay ni puede haber
compraventa. El art. 1814 CC previene: la venta de una cosa
que al tiempo de perfeccionarse el contrato se supone existe
y no existe, no produce efecto alguno.
✓ Si la cosa existe parcialmente. El contrato es viable, pero
como no existe íntegramente la cosa vendida y el comprador
no podrá obtener probablemente una satisfacción total, el inc.
2° del art. 1814 le otorga un derecho opcional, ya que, si
faltaba una parte considerable de ella al tiempo de
perfeccionarse el contrato, podrá el comprador a su arbitrio
desistir del contrato, o darlo por subsistente, abonando el
precio a justa tasación. Así, existe jurídicamente el contrato,
pero toca al comprador decidir si desiste o persevera en él y,
en este último caso, le asiste el derecho de que se reajuste
debidamente el precio.
Consecuencias de la mala fe del vendedor: la buena o mala fe
del comprador y vendedor (conocimiento o ignorancia de la
inexistencia de la cosa) no influye en la validez del contrato,
pero tiene importancia para otros efectos. Si el vendedor supo
que la cosa no existía en todo o parte, debe reparar los
perjuicios al comprador que lo ignoraba, como lo dispone el art.
1814 inc. 3° CC.
(1.3.2) Venta de cosa futura o que se espera que exista: la
cosa futura es aquella que no existe al momento del contrato,
pero se espera que existirá a posteriori. En tal caso, la
compraventa se entiende verificada bajo condición
suspensiva de que la cosa llegue a existir. Si falla la condición,
la compraventa no se habrá perfeccionado. El art. 1813 CC se
refiere a la compraventa de la cosa futura y señala que la venta
de cosas que no existen, pero se espera que existan, se
entenderá hecha bajo condición de existir. Esta especie de
compraventa es muy común.
Venta de la suerte: El art. 1813 CC dispone que no reputará
condicional el contrato subordinado a la condición de que la
cosa llegue a existir, cuando se estipule lo contrario o por la
naturaleza del contrato aparezca que se compró la suerte. Lo
vendido, en este último caso, no es la cosa que se espera que
exista, sino la suerte o esperanza. Sin embargo, lo anterior no
obsta para que la venta sea perfecta, por lo tanto, que la cosa
no llega a existir, y que se frustren las previsiones de las partes.
Así, la no existencia de la cosa no influye en la validez del
contrato, sino en el provecho que las partes reportarán de él, de

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modo que si no llega a existir el comprador experimentará una
pérdida.
(1.4) La cosa no debe pertenecer al comprador: la cosa propia
puede pertenecer al vendedor o a un tercero, pero nunca al
comprador. El art. 1816 CC dispone que la compra de cosa propia
no vale: el comprador tendrá derecho a se le restituya lo que
hubiere dado por ella. En este caso, el contrato el comprador
carece de interés para intentar la adquisición de una cosa que le
pertenece (carece de causa) y además, estamos creando una
obligación que es imposible de cumplir. No obstante, será menester
que el comprador tenga sobre la cosa la propiedad plena o
absoluta. Por esto el propietario fiduciario podrá comprar la cosa
al fideicomisario, siendo la venta válida, ya que se persigue una
finalidad útil evidente: evitarse el fiduciario de tener que restituir la
cosa al tiempo de cumplirse la condición.
Así, mientras la compraventa de cosa propia adolece de nulidad,
es válida la compraventa de cosa ajena. El art. 1816 establece
que la venta de cosa ajena vale, sin perjuicio de los derechos del
dueño de la cosa vendida, mientras no se extingan por el lapso de
tiempo. Esto se debe a que la compraventa no transfiere dominio,
si tomamos en consideración el sistema dual establecido en
nuestro CC.
(1.4.1) Efectos de la compraventa de cosa ajena: los efectos de
la compraventa deben considerarse desde el punto de vista del
propietario y, desde el punto de vista de las relaciones entre
vendedor y comprador.
✓ Efectos con relación al dueño de la cosa: el dueño de la
cosa es totalmente extraño al contrato y a su respecto no
produce efecto alguno. No contrae ninguna obligación y
conserva incólume su derecho de propiedad, mientras el
comprador no haya llegado a adquirirlo por prescripción. El
art. 1815 CC se cuida de advertir que la validez de la venta
de cosa ajena se entiende sin perjuicio de los derechos del
dueño de la cosa vendida, mientras no se extingan por el
lapso del tiempo. El derecho del dueño consistirá en
reivindicar la cosa contra el comprador, quien será –
regularmente – quien lo posea.
✓ Efectos entre las partes:
 La compraventa seguida de la tradición no dará al
comprador el dominio del cual el vendedor carecía.
Por lo que, únicamente se transferirán los derechos
transferibles del vendedor sobre la cosa, pero el
comprador, en cualquier caso, adquirirá la posesión
de la cosa y podrá adquirirla por prescripción.
Esta prescripción será ordinaria o extraordinaria,
dependiendo su el comprador se encontraba de
buena o mala fe.
 Podrá verse el vendedor en la imposibilidad de
entregar la cosa, como ocurriría, por ejemplo, por no
poder conseguirla del dueño. En tal caso, el
comprador tiene derecho a demandar el
cumplimiento del contrato o su resolución, con
indemnización de perjuicios.
 Si entregada la cosa al comprador, el dueño de ella
la reivindica, el vendedor está obligado a sanear la
evicción, esto es, a defender al comprador en el
juicio y a indemnizarle en caso de producirse una
privación total o parcial de la cosa vendida. No

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tiene el comprador este derecho si compró a
sabiendas de ser ajena la cosa (art. 1815 inc. 3° CC).
(2.4.2) Venta de cosa ajena ratificada por el dueño: el vendedor
no puede transferir un dominio de que carece, pero si el dueño de
la cosa vendida ratifica el contrato, adquirirá el comprador el
dominio retroactivamente. Así lo establece el art. 1818. Sin
embargo, esta disposición es desafortunada en su redacción y,
entendida literalmente, absurda y contraria al sistema del CC. Por
lo tanto, la ratificación no valida el contrato, el comprador adquiere
los derechos sobre la cosa desde el momento de la celebración del
contrato, puesto que la venta de cosa ajena es válida, con
prescindencia de la ratificación. Esta solo hace posible que se
transfiera el dominio y, obviamente, este se entiende transferido
desde el momento de la tradición y no de la venta.
(2.4.3) Adquisición ulterior del dominio por el vendedor:
iguales efectos produce la adquisición por el vendedor del dominio
de la cosa vendida, después de celebrado el contrato. El art. 1819
CC expresa que vendida y entrega una cosa ajena, si el vendedor
adquieres después el dominio de ella, se mirará al comprador como
verdadero dueño desde la fecha de la tradición. La disposición
concuerda con el art. 682 CC, disposición que señala que, si el
tradente después adquiere el dominio, se entenderá este
transferido desde el momento de la tradición.

2.5.4 Precio: el precio es esencial en la compraventa. No se concibe el contrato


de compraventa sin un precio que, según el art. 1793, es el dinero que el
comprador da por la cosa vendida. Si falta precio, carece de objeto la
obligación del comprador, no puede existir la obligación y, en
consecuencia, carece de causa la obligación del vendedor.
(1) Requisitos del precio
(1.1) Debe consistir en dinero: el art. 1793 CC establece
reiteradamente que el precio debe consistir en dinero. Si el
precio no se estipula en dinero, no hay compraventa, sino otro
contrato. En este sentido, el precio es esencial del contrato de
compraventa.
Si el precio no consiste en dinero, el contrato será permuta, pero
para que haya compraventa no es menester que el precio
consiste íntegramente en dinero. Así, el art. 1794 CC previene
que cuando el precio cosiste parte en dinero y parte en otra
cosa, se entenderá permuta si la cosa vendida vale más que el
dinero; y venta en el caso contrario.
¿Qué ocurre si en el contrato de compraventa, con
posterioridad, se acuerda que no se pagará en dinero, sino en
otra cosa? En este caso, podría haber novación o dación en
pago (el acreedor acepta el pago con otro objeto). Esto no
significa que el contrato pasará ser una permita, sino que
continuará siendo una compraventa.
¿Qué ocurre si el precio está pactado en moneda extranjera?
Se debe realizar una operación de liquidación: la cantidad de
dólares se multiplica por el valor del tipo de cambio
correspondiente al día del pago, obteniendo de esta forma una
cantidad determinada de pesos. En este sentido, se debe pagar
en pesos.
❖ Qué ocurre si, a pesar de esta regla, se pacta que la
única forma de ejecutar el pago es mediante moneda
extranjera. En este caso no es compraventa, porque los
dólares no son dinero. Solo son dinero las monedas y
billetes acuñadas por el BC.

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(2) Debe ser real y serio: debemos entender esto en función del carácter
bilateral y oneroso – por regla general – del contrato de compraventa.
Además, por el requisito de la causa, no puede existir una obligación
sin una causa real y lícita, pues la obligación del vendedor se
encuentra su causa en el precio. Lo que ocurre en caso que el precio
no sea tal en la realidad, es que no tendremos uno de los elementos
de la compraventa.
Por otra parte, que el precio sea real y serio significa que existe
efectivamente una suma de dinero que se pagará a cambio de la
cosa. En este sentido, no será real el precio simulado o fingido; no
será serio el precio irrisorio.
La realidad o seriedad del precio debe existir tanto en relación a la
voluntad de las partes, como en relación con la cosa que se reputa
equivalente. Así, en relación a la voluntad de las partes, el precio real
y serio significa que se tenga efectivamente la intención de pagarse
por el comprador y de exigirse por el vendedor. En relación a la cosa
vendida, el precio no será real o serio cuando exista entre ambos una
desproporción que resulte puramente ilusorio. En cualquier caso, la
determinación del precio irrisorio se hará de todas maneras, como
máximo, con la regla del “doble de la mitad”, establecida en la lesión
enorme.
✓ Precio justo y precio civil: si el precio debe ser real y serio, no es
menester que sea justo. Así, el precio justo equivale al valor de
cosa, en oposición al precio civil, que no refleja tal equivalente.
✓ Precio vil o insuficiente no importa que la compraventa carezca
de precio. La vileza del precio no excluye la existencia del contrato,
por lo que, el precio vil es un precio serio. El vendedor ha
contratado para recibir efectivamente ese precio.
Por excepción, la desproporción de valores entre la cosa y el
precio, que ocasiona una lesión patrimonial al vendedor y esta
lesión es enorme, influye en la suerte del contrato.
(3) Debe ser determinado: la determinación del precio es el
señalamiento de la precisa cantidad que el comprador debe pagar
por la cosa comprada. Esta exigencia es el resultado de la aplicación
de las reglas generales que requieren la determinación del objeto de
todo acto o declaración de voluntad (art. 1461 CC).
(3.1) La determinación del precio puede hacerse por el acuerdo
de las partes: el art. 1808 inc. 1° CC establece que el precio
de la venta debe ser determinado por los contratantes. La forma
normal de determinar el precio es el acuerdo de las partes. Esto
implica una regla fundamental de justicia formal puesto que,
se supone que el contrato obliga porque es el acuerdo libre de
los contratantes y, en consecuencia, damos plena validez al
acuerdo que usen los contratantes para efectos de determinar
el precio. Esta determinación se hará regularmente en el
contrato, pero no hay inconveniente en hacer esta
determinación a posteriori, sobre las bases señaladas en el
contrato. En resumen, las partes gozan de amplia libertad para
determinar el precio y la manera en cómo ha de fijarse este. El
art. citado en su inc. 2° añada que podrá hacerse esta
determinación por cualquier medio o indicaciones que lo fijen.
(3.2) La determinación del precio no puede dejarse al arbitrio de
una las partes: esta regla se ve complementada por el inc.
final del art. 1809, disposición que indica que, no podrá dejarse
el precio al arbitrio de uno de los contratantes. Se contempla un
mínimo de la deliberación respecto del precio de lo que se
vende, incluso, si el proveedor ha fijado predeterminadamente

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el precio y se opta por contratar, ya que, por el hecho de dar el
consentimiento, se está consintiendo en la fijación del precio.
Se ha suscitado una importante discusión (derecho comparado) en
el sentido de si la regla del art. 1808 inc. 1 y 1809 inc. final, son
reglas aplicables solo al contrato de compraventa o para todo
contrato. La doctrina chilena señala que son reglas aplicables para
todo contrato que contenga un precio, puesto que estas reglas no
son expresión sino de un mínimo de justicia formal al momento de
celebración del contrato. Por lo tanto, no se puede dejar ni la
aplicación ni la modificación posterior del precio, al solo arbitrio de
una de las partes. Por esta razón el legislador ha tenido que
intervenir en algunas materias, particularmente la aplicación del
precio base de los planes de salud (propietarización de los derechos
vía recurso de protección). Sin embargo, en otras latitudes se
señala que son reglas aplicables solo a la compraventa, pues en
otros contratos se permite la determinación y modificación futura del
precio, unilateralmente. En Francia, a partir de fallos de la corte de
casación, se estableció que esta regla solo se aplicaba a los
contratos de compraventa.
(3.3) El precio también puede ser determinado por un tercero: la
fijación del precio puede hacerla un tercero, puesto que su
mandato arranca de la voluntad de las partes, por lo que se
considera como si ellas mismas hubieran hecho la
determinación. El art. 1809 dispone que, podrá asimismo
dejarse el precio al arbitrio de un tercero, y si el tercero no lo
determinare, podrá hacerlo por él cualquiera otra persona en
que convinieren los contratantes; en caso de no convenirse, no
habrá venta. El contrato, en tal caso, es condicional, sujeto a la
condición de que el tercero efectúe la determinación del precio.
Si el tercero fija el precio, las partes quedan obligadas.

2.6 Efectos de la compraventa: los efectos del contrato de compraventa son los
derechos y obligaciones que genera para las partes contratantes. Como el
contrato es bilateral, ambas partes contraen obligaciones recíprocas. El art.
1793 CC enuncia cuáles son las obligaciones fundamentales de las partes: dar
el vendedor la cosa vendida y pagar el comprador el precio.
Las obligaciones mencionadas son de la esencial del contrato; sin ellas no hay
contrato o existe uno diverso.
Además, sin necesidad de estipulación expresa, las partes contraen
obligaciones, por ejemplo, el vendedor al saneamiento de la evicción y de los
vicios redhibitorios. Dichas obligaciones son de la naturaleza del contrato:
pueden los contratantes abolirlas, sin que pierda su carácter de compraventa.
✓ Gastos de la escrituración: el art. 1806 CC dispone que los impuestos
fiscales o municipales, las costas de escrituración y de cualesquiera otras
solemnidades de la venta, serán carga del vendedor; a menos de pactarse lo
contrario. Así, en principio quién corre con los gastos de escrituración es el
vendedor, salvo que se pacte otra cosa. Es perfectamente posible que las
partes pactes que los gastos corren por el comprador, pero ello debe dejarse
estipulado expresamente en el contrato.
2.6.1 Obligaciones del vendedor:
(1) Entrega o tradición de la cosa: según el art. 1828 CC, le vendedor
es obligado a entregar lo que reza el contrato.
Alcance de la obligación de la obligación del vendedor: importa
precisar el alcance de la obligación del vendedor y decidir qué
concretamente se obliga ¿se obliga a hacer al comprador dueño? ¿se
obliga a procurarle una posesión pacífica y útil? Si el vendedor se
obliga a hacer dueño al comprador, violará su obligación cada vez que
la compraventa, seguida de la correspondiente tradición, no convierte

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al comprador en propietario. Si, por el contrario, su obligación se
reduce a procurar al comprador la posesión pacífica y útil, cumplirá
con su obligación mientras el comprador goce de la cosa tranquila y
útilmente, aunque no se haga dueño de ella.
nuestro derecho, siguiendo la tradición romana, el vendedor se obliga
a proporcionar al comprador la posesión legal y material de la
cosa. La transferencia de dominio opera como consecuencia de que
el vendedor debe dar al comprador la posesión, haciéndole la tradición
de la cosa vendida. La adquisición del dominio se producirá
consecuencialmente, a condición de que el vendedor sea dueño. Si no
es dueño, le conferirá solo los derechos transferibles del vendedor y
tradente (art. 682 CC) y dará la posesión de la cosa (art. 683 CC).
(1.1) Forma de entrega: la entrega de la cosa se efectúa de acuerdo
con las disposiciones que rigen la tradición. El art. 1824 inc.
2° CC dispone que la tradición se sujetará a las reglas dadas
en el t. VI del libro II. Por lo tanto, será menester distinguir entre
bienes muebles e inmuebles:
(1.1.1) Bienes muebles: se verifica significando una de las
partes a la otra que le transfiere el dominio y figurando la
transferencia de alguna de las maneras que señala el
art. 684. La tradición de los bienes muebles por
anticipación, como las maderas o los frutos de los
árboles, se verifica al momento de la separación del
inmueble.
(1.1.2) Bienes inmuebles: se efectúa por medio de la
inscripción del contrato de compraventa en el Registro
de Propiedad del CB. La regla tiene excepciones:
✓ La tradición del derecho de servidumbre se verifica
por escritura pública en que el tradente exprese
constituirlo y el adquirente aceptarlo (art. 698 CC).
Sin embargo, la servidumbre de alcantarillado en
predios urbanos debe inscribirse (Ley N°6.977).
✓ La tradición de las minas debe hacerse por la
inscripción en el Registro de Propiedad del
Conservador de Minas.
(1.2) Obligación de entregar materialmente la cosa: la cosa
vendida debe ser puesta materialmente a disposición del
comprador. No se entiende cumplida con la obligación por el
hecho de inscribirse el título del inmueble en el registro del
Conservador, aunque mediante la inscripción adquiera
legalmente el comprador la posesión de la cosa. La posesión
legal de la cosa, si no va a aparejada a su tenencia material,
no brinda al comprador las ventajas que persigue el contrato.
La falta de entrega material autoriza al comprador a reclamarla
o a pedir la resolución del contrato de compraventa.
(1.3) Época en que debe efectuar la entrega: la entrega de la cosa
vendida debe efectuarse en la época estipulada; a falta de
estipulación, la entrega es exigible inmediatamente de
celebrado el contrato. El art. 1826 inc. 1° CC establece que el
vendedor es obligado a entregar la cosa vendida
inmediatamente después del contrato, o a la época prefijada en
él.
Por otra parte, la época de entrega de la cosa, que no es
resultado de la expresa estipulación, puede resultar de las
circunstancias del contrato. Así, en la venta de un producto
agrícola en verde, la entrega no podrá verificarse antes de la
cosecha.

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(1.4) Derecho de retención del vendedor: a pesar de lo anterior, el
vendedor tiene derecho a retener la cosa vendida en ciertas
circunstancias, no estando obligado a entregar la cosa y
careciendo el comprador del derecho de reclamarla.
(1.4.1) El vendedor no está obligado a entregar la cosa cuando
el comprador no ha pagado o no está dispuesto a pagar el
precio. El art. 1826 inc. 3° dispone que todo lo cual se entiende
si el comprador ha pagado o está pronto a pagar el precio
íntegro o ha estipulado pagar a plazo. Así, para que el vendedor
goce de este derecho, debe ocurrir que: (1) la cosa no haya
sido entregada; (2) que el comprador no haya pagado el
precio: como el derecho de retención es una garantía para el
vendedor, encaminada a asegurar el pago del precio, no se
justifica que el vendedor resista la entrega si esta ha cancelado.
Sin embargo, aunque el comprador no haya pagado el precio,
no puede el vendedor retener si aquél esta pronto a pagarlo;
(3) que no se haya fijado plazo para el pago: si se convino
un plazo para el pago del precio, las partes han postergado
voluntariamente el cumplimiento de la obligación del
comprador. Pero, aunque se haya convenido un plazo para el
pago del precio, puede el vendedor retener la cosa cuando se
vea en peligro de perderlo como consecuencia de una
disminución considerable de su patrimonio62.
Como la facultad de retener el precio tiende a asegurar el pago,
cesa esta facultad del vendedor cuando el comprador cauciona
de alguna manera eficaz.
(1.5) Lugar de la entrega: a falta de disposiciones especiales, rigen
para determinar el lugar de la entrega las reglas generales de
los arts. 1587, 1588 y 1589 CC. La entrega, en primer término,
debe hacerse en el lugar convenido. En defecto de
estipulación y si la cosa vendida es una especie o cuerpo
cierto, la entrega se hará en el lugar que se encontraba al
tiempo del contrato. Si se trata de cosas genéricas, debe
entregarse en el domicilio del deudor al tiempo de la venta,
salvo que las partes dispongan, de común acuerdo, otra cosa.
(1.6) Gastos de la entrega: los gastos del pago son de cargo del
deudor (art. 1571 CC), por lo tanto, serán de cargo del vendedor
los que demande la entrega en el lugar debido. En cambio,
incumbirán al comprador los gastos en que se deba incurrir
para transportar la cosa ya entregada. El art. 1825 señala que
al vendedor tocan naturalmente los costos que se hiciera para
poner la cosa en disposición de entregarla, y al comprador los
que se hicieren para transpórtala después de entregarla.
(1.7) Qué comprende la entrega: la cosa vendida debe ser
entregada tanto con sus frutos como con sus accesorios. Según
el art. 1826 CC pertenecen al comprador, en principio:
(1.7.1) Frutos (art. 1816 CC):
✓ Los frutos naturales pendientes al momento de la
celebración del contrato, esto es, los que se aún se
encuentren adheridos a la cosa fructuaria (art. 645 CC).
✓ Los naturales y civiles que la cosa produzca con
posterioridad al momento de la celebración del
contrato.

62
Art. 1826 inc. 4: pero si después del contrato hubiere menguado considerablemente la fortuna
del comprador, de modo que el vendedor se halle en peligro inminente de perder el precio, no se
podrá exigir la entrega aunque se haya estipulado plazo para el pago del precio, sino pagando, o
aseguran el pago.

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En virtud del principio de la autonomía de la voluntad, la
regla anterior puede ser modificada por las partes.
El art. 1816 CC modifica las reglas de los arts. 646 y 648,
que disponen que los frutos naturales y civiles de una cosa
pertenecen a su dueño. El comprador no hace suyos los
frutos desde que, en virtud de la tradición, se convierte en
propietario, sino desde la celebración del contrato. Esta
regla tiene tres excepciones:
 Cuando las partes han señalado un plazo para la
entrega porque los frutos pertenecen al vendedor,
en tal caso, hasta el vencimiento del plazo.
 Cuando la cosa debe entregarse cumplida una
condición, porque los frutos pertenecerán
igualmente al vendedor hasta que la condición
prevista se cumpla.
 Cuando las partes han estipulado cláusulas
especiales, en cuyo caso los frutos pertenecerán a
comprador o vendedor, según las normas
contractuales.
(1.7.2) Los accesorios de la cosa vendida: el CC no
establece una regla general, solo se refiere a los
accesorios respecto de los inmuebles en el art. 1830. Sin
perjuicio de ello, se ha estimado que la regla del art. 1816
es igualmente aplicable a la venta de bienes muebles y,
en tal sentido, la venta de una cosa comprende también
sus accesorios.
(1.8) Los riesgos de la cosa vendida: la regla general en el
ordenamiento jurídico chileno se encuentra contemplada en el
art. 1550, disposición que señala que el riesgo del cuerpo cierto
cuya entrega se deba, es siempre a cargo del acreedor; salvo
que el deudor se constituya en mora de efectuarla, o que se
haya comprometido a entregar una misma cosa a dos o más
personas por obligaciones distintas; en cualquier de estos
casos, será a cargo del deudor el riesgo de la cosa, hasta su
entrega. Asimismo, confirmando la regla anterior, el art. 1820
CC sitúa los riesgos en la compraventa a cargo del
comprador. Esto significa que si la cosa se pierde
fortuitamente se extingue la obligación del vendedor de
entregar la cosa, pero injustamente, subsiste la del comprador
de pagar el precio, con las excepciones de la compraventa
sujeta a condición suspensiva y la venta al peso, cuenta o
medida.
Si la cosa se ha deteriorado o perecido parcialmente, debe el
comprador soportar igualmente el deterioro porque habrá de
recibirla en el estado en que se encuentre.
No obstante, la situación injusta descrita anteriormente, como
compensación, pertenecen al comprador sin costo alguno, las
mejoras de la cosa y sus frutos.
Esta regla igualmente es aplicable a la venta de cosas
genéricas que se hace en bloque, o que deban ser pesadas,
contadas o medidas para determinar el precio total.
Estos arts. se aplican a aquellas hipótesis en las que se
suscribe un contrato de compraventa, el precio se paga en el
acto y la entrega de la cosa queda pendiente. El comprador
cumple con su obligación (porque entrega la cosa) y el tiempo
intermedio (entre la suscripción y la entrega de la cosa) la cosa
perece fortuitamente.
(1.8.1) Excepciones:

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✓ En la venta condicional, sujeta a condición
suspensiva: la pérdida fortuita de la cosa debe
soportarla el vendedor, cuando este sobreviene
pendiente la condición. Junto con extinguirse la
obligación del vendedor de entregar la cosa, se extingue
la del comprador de pagar el precio. Soporta el vendedor
el riesgo porque sufre la pérdida de la cosa, sin recibir
ninguna compensación.
✓ En la venta a pesa, cuenta o medida en que las
operaciones de pesar, contar o medir tiene por
objeto determinar la cosa vendida, la pérdida,
deterioro o mejora pertenecen al comprador solo desde
que tales operaciones se verifiquen.
✓ En la compraventa al gusto, los riesgos son del
comprador desde que ha expresado que la cosa le
agrada y, mientras tanto, corresponden al vendedor.
¿Qué sucede con la obligación de pagar el precio? (1)
contratos unilaterales: no hay mayor problema, ya que la
obligación se extingue y las partes no se encuentran obligadas;
(2) contratos bilaterales: es más complejo, por ello se recurre
a la teoría de los riesgos.
(1.9) La entrega en la venta de predios rústicos: el art. 1831 CC
dispone que, un predio rústico puede venderse con relación a
su caída o como una especie o cuerpo cierto. Esto significa que
la venta puede verificarse tomando en consideración la cabida
del predio o desentendiéndose de ella. Se comprende que, si
se vende un predio con relación a su cabida o superficie, puede
surgir dificultades con motivo de que la cabida real sea mayor
o menor que la expresada en el contrato y que tales dificultades
no pueden plantearse si la venta se hace sin tomar en cuenta
la superficie o cabida del predio.
El art. 1831 inc. 2°, expresa que se vende con relación a la
cabida, siempre que esta se exprese de cualquier modo en el
contrato y el inciso final añade que en todos los demás casos
se entenderá venderse el precio o predios como un cuerpo
cierto. Pero no es exacto que la venta sea hecha en relación a
la caída cada vez que se exprese en el contrato, ya que en
algunos casos esta se utiliza como un dato meramente
ilustrativo.
En líneas generales, la venta se entiende efectuada con
relación a la cabida siempre que: (1) la cabida se exprese en
el contrato; (2) el precio se fije en relación a ella; y (3) que
las partes no renuncien a las acciones resultantes de que
la cabida real sea diversa de la que reza el contrato. En
cambio, un predio se entiende vendido como cuerpo cierto cada
vez que: (1) la cabida no se exprese en el contrato; y (2) las
partes mencionen la cabida, pero expresa o tácitamente
declaren que es un dato puramente ilustrativo y que no
hacen cuestión por los defectos de ella.
(1.9.1) Efectos de la venta con relación a la cabida: en la
venta hecha con relación a la cabida podrá plantearse dos
cuestiones:
✓ Si la cabida real, esto es, la superficie que realmente
mide el predio, es mayor que la expresada en el contrato,
podrá ser poco o mucho mayor. Naturalmente las
consecuencias son diferentes, pero el legislador ha
debido señalar una pauta exacta. Considera que la
cabida real es mucho mayor cuando el precio del

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sobrante excede de la décima parte del precio de la
verdadera cabida.
En caso que la diferencia no excede a la décima parte,
el vendedor tendrá derecho a que se le aumente
proporcionalmente el precio. El art. 1832 inc. 1°, estable
que, si se vende el precio con relación a su cabida, y la
cabida real fuere mayor que la cabida declarada, deberá
el comprador aumentar proporcionalmente el precio.
En caso que el exceso sea mayor a la décima parte,
queda al arbitrio del comprador desistir o aumentar el
precio proporcionalmente.
✓ Si la cabida real es menor que la declarada en el
contrato, del mismo modo, podrá ser poco o mucho
menor. Considera el legislador que la caída será mucho
menor cuando el precio de la cabida que falte excede de
la décima parte del precio de la cabida declarada. Se
aplican las mismas reglas del caso de aumento, solo que
en este caso se disminuye el precio.
(1.9.2) Efectos de la venta de un predio como cuerpo cierto:
la compraventa de un predio rústico como cuerpo cierto no
plantea ningún problema de cabida. El art. 1833 inc. 1°
establece esta consecuencia, o sea que no habrá derecho por
parte del comprador ni del vendedor para pedir la rebaja o
aumento del precio sea cual fuere la cabida del predio. Pero,
aunque no puede suscitarse cuestión por la superficie del
predio, el vendedor debe entregar todo lo que se comprenda en
sus deslindes. El inc. 2° del art. 1833 CC establece que, si se
vende con señalamiento de linderos, estará obligado el
vendedor a entregar todo lo comprendido en ellos; y si no
pudiere o no se le exigiere, se observará lo prevenido en el inc.
2° del art. presente. Por lo tanto, será menester averiguar si la
parte que falta dentro de los linderos excede o no de la décima
parte de lo que en ellos se comprende.
(1.10) Consecuencias de la falta de entrega: el incumplimiento de
la obligación del vendedor de entregar la coa produce las
consecuencias que prevé la regla general del art. 1489: el
derecho alternativo para el comprador de pedir el
cumplimiento o la resolución del contrato, con
indemnización de perjuicios.
El art. 1826 inc. 2°, reproduce esta regla general: si el vendedor
por el hecho o culpa suya ha retardado la entrega, podrá el
comprador a su arbitrio perseverar en el contrato o desistir de
él, y en ambos casos con derecho a ser indemnizado por los
perjuicios según las reglas generales. Esta disposición señala
las condiciones en que el comprador puede optar por el
ejercicio de estos derechos:
(1.10.1) El vendedor retarde la entrega por su hecho o culpa
o, más exactamente, que se encuentre en mora de cumplir.
(1.10.2) El comprador haya pagado o esté pronto a para el
precio o haya estipulado pagarlo a plazo.

(2) Saneamiento: el art. 1824 CC señala como una segunda obligación


del vendedor el saneamiento de la cosa vendida. En este sentido, no
basta con que el vendedor entregue la cosa vendida, sino que es
preciso que la entregue en condiciones tales que el comprador pueda
gozar de ella tranquila y útilmente. Así, el comprador no logrará la
posesión tranquila o pacífica de la cosa vendida cuando se vea
perturbado en dicha posesión a consecuencia de los derechos de

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terceros que hagan valer en relación con ella. Asimismo, tampoco
obtendrá una posesión útil si la cosa adolece de defectos que la
hacen inadecuada para que el objeto que tuvo en vista al
comprarla. En uno u otro caso, el comprador quedara defraudado en
sus justas expectativas, por lo que podrá exigir del vendedor que se le
ampare su posesión o subsane los defectos de la cosa. Este recurso
es la acción de saneamiento.
El art. 1837 CC señala este doble objetivo de la obligación de
saneamiento: la obligación de saneamiento comprende dos objetos:
amparar al comprador en el dominio y posesión pacífica de la cosa
vendida, y responder de los defectos ocultos de esta, llamados vicios
redhibitorios.
Características de la obligación de saneamiento:
✓ La obligación de saneamiento es de la naturaleza del
contrato de compraventa, le pertenece sin necesidad de
estipulación, pero puede ser modificada, e incluso abolida, sin
que por ello el contrato deje de existir o degenere en otro
diverso. La obligación de entregar la cosa vendida, en cambio,
es de la esencia del contrato de compraventa.
✓ La obligación de saneamiento tiene un carácter eventual. Se
hace exigible a condición de que concurran ciertos hechos que
pueden suceder o no. Mientras tanto, la obligación permanece
en un estado latente, se concreta y torna exigible si el
comprado es turbado en la posesión de la cosa (saneamiento
de la evicción) o si el comprador no logra un adecuado
provecho de la cosa por los defectos de que adolece
(saneamiento de los vicios redhibitorios).

(2.1) Saneamiento de la evicción:


(2.1.1) Objeto de la obligación de saneamiento de la
evicción: la obligación de sanear la evicción tiene por objeto,
como expresa el art. 1837, amparar al comprador en el
dominio y posesión pacífica de la cosa vendida. Este amparo
del comprador se traduce en su defensa cada vez que sea
víctima de la agresión de terceros que pretenden
derechos sobre la cosa, que perturben su goce y posesión.
Si fracasa en su empresa y sobreviene la evicción, o sea, es
privado el comprador de todo o parte de la cosa comprada,
está obligado el vendedor a indemnizarle.
Por tanto, la obligación de saneamiento de la evicción tiene
dos fines o se desarrolla en dos etapas:
• Defender al comprado contra los terceros que
reclaman derechos sobre la cosa.
• Indemnizar al comprador si la evicción, no obstante,
se produce.
(2.1.2) Naturaleza de la obligación de saneamiento: esta
obligación, en cuanto se traduce en defender al comprador, es
una obligación de hacer. El hecho debido consiste en asumir
la defensa del comprador. En cuando a la obligación de
saneamiento se convierte en la indemnizar al comprador
evicto, es una obligación de dar.
El art. 1840 CC señala que, la acción de saneamiento es
indivisible. Puede por consiguiente intentarse in solidum
contra cualquiera de los herederos del vendedor. Pero desde
que, a la obligación de amparar al comprador en la posesión,
sucede la de indemnizarle en dinero, se divide la acción; y
cada heredero es responsable solamente a prorrata de su
cuota hereditaria. La misma regla se aplica a los vendedores
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que por un solo acto de venta hayan enajenado la cosa. Por
tanto, si son varios los deudores de la obligación de
saneamiento – pluralidad que ser originaria o derivada – la
acción del comprador es indivisible. No se concibe que los
deudores defiendan al comprador por partes, ya que le objeto
de la obligación no es susceptible de ejecución parcial. Ahora
bien, si fracasa la defensa y se produce la evicción, la
obligación de indemnizar es divisible, ya que su objeto es
pagar una suma de dinero. Se puede dividir entre los
vendedores por partes iguales y, entre sus herederos, a
prorrata de sus cuotas.

(2.1.3) Requisitos para que sea exigible la obligación de


saneamiento de la evicción:
✓ Que el comprador el comprador se vea expuesto a
sufrir evicción de la cosa comprada.
✓ Que el vendedor sea citado de evicción.
(2.1.4) Concepto de evicción: la evicción es el resultado de
la derrota judicial sufrida por el comprador. En efecto, el
art. 1838 CC dispone que hay evicción de la cosa comprada
cuando el comprador es privado de todo o parte de ella por
sentencia judicial.
Pero el concepto que resulta de esta disposición es
incompleto. La privación que sufra el comprador debe provenir
de una causa anterior a la celebración del contrato. E art.
1839 CC expresa que el vendedor es obligado a sanear al
comprador de todas las evicciones que tengan una causa
anterior a la venta, salvo en cuanto se haya estipulado lo
contrario. De este modo, la evicción es la privación que
experimenta el comprador de todo o parte de la cosa
comprada, en virtud de una sentencia judicial, por causa
anterior a la venta.
(2.1.5) Elementos de la evicción:
✓ Que el comprador sea privado de todo o parte de
la cosa vendida. Lo que constituye esencialmente
la evicción es la privación que experimenta el
comprador de todo o parte de la cosa. La evicción
puede ser, por lo tanto, total o parcial. Cualquiera
sea la magnitud de la turbación que sufra el
comprador, tiene derecho al saneamiento.
✓ Que esta privación tenga lugar por una
sentencia judicial. Puesto que la evicción es la
derrota judicial del comprador, supone un proceso y
una sentencia que le desposea total o parcialmente
de la cosa. De esto se siguen las siguientes
consecuencias:
a) Los reclamos extrajudiciales que terceros
formulen al comprador, pretendiendo
derechos sobre la cosa, no hacen exigible la
obligación de saneamiento. Estos reclamos
podrían inspirar al comprador un justo temor de
verse privado de todo o parte de la cosa, pero
este temor solo suspende el pago del precio, en
los términos que señala el art. 1872 CC.
b) El abandono voluntario que haga el
comprador al tercero, de todo o parte de la
cosa, no obliga al vendedor al saneamiento.
Sin embargo, puede darse el caso de que se

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produzca la evicción sin una sentencia judicial,
como claramente resulta de lo dispuesto en el
art. 1856. Esta disposición establece que el
plazo de prescripción de la acción de
saneamiento se contará desde la fecha de la
sentencia o, si esta no hubiere llegado a
pronunciarse, desde que se restituya la cosa.
Pero el caso previsto es aquel en que el
vendedor, citado al juicio, acepta la demanda y
se allana a la evicción y el comprador,
reconociendo igualmente la justicia de las
pretensiones del tercero, restituye la cosa. Así,
el vendedor, en suma, acepta dar por evicto al
comprador, sin necesidad de fallo judicial.
c) Solamente está obligado el vendedor al
saneamiento de las turbaciones de derecho
de que el comprador sea víctima, esto es,
aquellas que prevengan de derechos que
terceros pretendan tener sobre la cosa. Las
turbaciones de derecho se traducen en el
ejercicio de una acción en contra del
comprador.
✓ Que la privación provenga de una causa anterior
a la compraventa. El art. 1839 CC exige,
perentoriamente, que la causa de la evicción sea
anterior a la celebración del contrato compraventa:
el vendedor es obligado a sanear al comprador
todas las evicciones que tengan una causa anterior
a la venta, salvo en cuanto se haya estipulado lo
contrario. El art. 1843 CC insiste en que el
comprador debe citar de evicción al vendedor,
cuando se le demanda la cosa por causa anterior a
la venta. Las evicciones motivadas por causas
posteriores a la venta las soporta exclusivamente el
comprador. El vendedor es por completo extraño a
la evicción.
(2.1.6) Citación de evicción: para que el vendedor acuda en
defensa del comprador y quede obligado a indemnizarle, es
menester que tenga noticia del juicio que amenaza con
privarle total o parcialmente de la cosa. Por este motivo, el art.
1843 CC dispone que, el comprador a quien se demanda la
cosa vendida, por causa anterior a la venta, deberá citar al
vendedor para que comparezca a defenderla. La falta de
citación exonera totalmente de responsabilidad al vendedor
(art. 1843 inc. 3° CC).
La citación de la evicción procede en toda clase de juicios.
Forma y oportunidad de la citación: el art. 1843 inc. 2° CC,
prescribe que la citación de evicción se hará en el término
señalado por el CPC.
✓ La citación debe solicitarse por el comprador para que el
juez la ordene deberán acompañarse antecedentes que
hagan aceptable la solicitud (art. 584 inc. 2° CPC).
✓ La citación debe hacerse antes de la contestación de la
demanda (art. 584 inc. 1° CPC).
✓ Decretada la citación, el juicio se paraliza por el plazo de
10 días, si el citado reside en el departamento en que se
sigue el juicio; si reside en otro departamento o fuera del
territorio nacional, el plazo de diez días se aumenta como

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el emplazamiento para contestar demandas (art. 585
CPC).
✓ Vencidos estos plazos sin que el demandado haya hecho
practicar la citación, podrá pedir el demandante que se
declare caducado el derecho de aquél para exigirla, o que
se le autorice para llevarlas a efecto, a costa del
demandado (art. 585 inc. 2° CPC).
✓ Practicada la citación de la evicción, las personas citadas
dispondrán del término de emplazamiento que
corresponda para comparecer al juicio, suspendiéndose
entre tanto el procedimiento (art. 586 CPC).
A quién puede citarse de evicción: el demandado puede
citar de evicción a su vendedor. Pero también puede citar a los
antecesores del vendedor. Así, el art. 1841 CC dispone que
aquel a quien se demanda de una cosa comprada podrá
intentar en contra el tercero de quien su vendedor la hubiere
adquirido, la acción de saneamiento que contra de dicho
tercero competería al vendedor, si este hubiese permanecido
en posesión de la cosa. El comprador adquiere sobre la cosa
todos los derechos que sus antecesores y, entre ellos, la
acción saneamiento de cada comprador contra su vendedor.
El último comprador reúne en sus manos todas esas acciones.
De este modo se evita la innecesaria pérdida de tiempo en que
se incurriría si el comprador tuviera que citar a su vendedor,
este al suyo y así sucesivamente hasta llegar al responsable
de que la cosa sea evicta.
(2.1.7) Desarrollo de la obligación de saneamiento del
vendedor citado de evicción: el vendedor citado de evicción
debe defender al comprador y apersonarse al juicio con tal
objeto; violará su obligación si no comparece. Una vez citado
el vendedor, puede presentarse una de las siguientes dos
situaciones: (1) el vendedor no comparece; o (2) el
vendedor se apersona en el juicio.
✓ Si el vendedor no comparece, vencido el término de
emplazamiento de que dispone para comparecer,
continuará sin más trámite el procedimiento (art. 587
CPC).
Su falta de comparecencia acarrea como lógica la
sanción la responsabilidad del vendedor por la
evicción que se produzca. El art. 1843 prescribe que,
si el vendedor citado no compareciere a defender la
cosa vendida, será responsable de la evicción. Pero
esta regla tiene una justa excepción. El comprador
debe hacer lo que esté de su parte impedir la evicción,
si deja de oponer alguna de aquellas excepciones que
solo a él competían y se produce como consecuencia
la evicción, no será responsable el vendedor, pese a
que fue citado y no compareció al juicio.
Según el art. 1843, el vendedor no queda obligado al
saneamiento cuando el comprado haya dejado de
oponer alguna defensa o excepción suya, o por ello
fuere evicta la cosa.
Así, corresponderá al vendedor, para eximirse de la
responsabilidad, acreditar que el comprador
disponía de una excepción suya que no opuso y
que, por esta omisión, la evicción se produjo.
✓ Si el vendedor comparece, se sigue el juicio con él.
La defensa del comprador, en otros términos, se

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traduce en que el vendedor asume, en lo sucesivo, el
papel de demandado en litigio. El art. 1844 previene
que, si el vendedor comparece, se seguirá contra él
solo la demanda. El comprador, sin embargo, podrá
seguir actuando en pleito como parte coadyuvante (art.
1844 CC). Aún más, el comprador deberá intervenir en
el pleito si dispone de excepciones que no pueden
oponer el vendedor, so pena de no quedar este
responsable si, a causa de la omisión del comprador, la
cosa fuere evicta.
Actitudes que puede adoptar el vendedor que comparece
al juicio: el vendedor que comparece al juicio puede
percatarse de la justicia de la demanda, de la esterilidad de
sus esfuerzos y allanarse a la evicción. En tal caso, el
comprador puede seguir por su cuenta el juicio. Si sobreviene
la evicción, el vendedor deberá indemnizarle, pero no se
comprenden las costas del pleito, ni los frutos percibidos
durante la secuela del litigio, pagados al demandante (art.
1845 CC).
(2.1.8) Obligación de indemnizar al comprador evicto:
✓ Si la sentencia es adversa para el tercero y
favorable para el comprador, la defensa del vendedor
habrá sido exitosa y la evicción no habrá llegado a
producirse. El vendedor habrá cumplido fielmente con
su obligación de amparar al comprador; el tercero no
tenía los derechos que hizo valer en el juicio, su
demanda hubiere ocasionado al comprador (art. 1845
CC).
✓ Si la sentencia es adversa para el comprador y
favorable para el tercero, se producirá la evicción. El
vendedor no habrá cumplido su obligación de amparar
al comprador, por lo que le sucede la obligación de
indemnizarle la evicción (art. 1840 CC). Las
indemnizaciones que debe el vendedor al comprador
son diversas según si la evicción sea total o parcial.
(2.1.9) Indemnizaciones en caso de evicción total: el art.
1847 CC señala cuáles son las indemnizaciones que debe
pagar el vendedor en caso de evicción total, esto es, cuando
el comprador es privado íntegramente de la cosa. Las
indemnizaciones comprenden: (1) la restitución del precio; (2)
el pago de las costas del contrato; (3) el pago de frutos; (4)
pago de las costas del juicio; y, (5) el pago del aumento de
valor de la cosa.
✓ Restitución del precio: debe el vendedor restituir el
precio, aunque la cosa haya disminuido de valor, o
como dice el art. 1847 N°1 CC, aunque la cosa al
tiempo de la evicción valga menos. La excepción a
esta regla es que, si el menor valor de la cosa proviene
de deterioros de que el comprador se ha aprovechado,
debe hacerse la correspondiente rebaja del precio (art.
1848 CC).
✓ Pago de las costas del contrato (art. 1847 N°2 CC).
✓ Pago de los frutos: debe indemnizar al comprador del
valor de los frutos, que el comprador hubiere sido
obligado a restituir al dueño; sin perjuicio de lo
dispuesto en el art. 1845 CC (art. 1847 N°3). El pago de
los frutos debe hacerse por el vendedor en la medida
en que el comprador deba restituirlos al dueño de la

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cosa. La obligación del comprador de restituir los frutos
depende de su buena o mala fe y se regula por las
reglas de las prestaciones mutuas. No debe el
vendedor los frutos posteriores a la fecha en que el
vendedor se allanó a la evicción y percibidos durante la
secuela del juicio que el comprador se empeñó en
seguir adelante (art. 1845).
✓ Pago de las costas del juicio (art. 1847 N°4 CC): no
se incluyen las costas en que el comprador haya
incurrido defendiéndose, después que el vendedor se
allanó al saneamiento.
✓ Pago del aumento de valor de las cosas (art. 1847
N°5 CC): el aumento del valor puede provenir de
causas naturales o de mejoras introducidas por el
comprador.
Para determinar en que término debe pagar el
vendedor de los aumentos de valor provenientes de
causas naturales o del transcurso del tiempo, es
preciso distinguir entre la buena o la mala fe del
vendedor. Si esta de buena fe, el aumento del valor,
no se abonará en lo que excediere a la cuarta parte
del precio de la venta (art. 1850 CC). La regla del art.
1850 CC no procederá si se prueba la mala fe del
deudor. Si el vendedor esta de mala fe, debe abonar el
total del aumento del valor de la cosa.
En segundo lugar, respecto al aumento que proviene
de mejoras, el art. 1849 CC dispone que, el vendedor
será obligado a reembolsar al comprador el aumento de
valor que provenga de las mejoras necesarias o útiles
hechas por el comprador, salvo en cuanto el que obtuvo
la evicción haya sido condenado a abonarlas. El
vendedor de mala fe será obligado aun al reembolso de
lo que importen las mejoras voluptarias. Por lo tanto, si
el vendedor esta de buena fe, deberá abonar las
mejoras necesarias y útiles que hizo el comprador y que
no le hayan sido abonadas por el que obtuvo la
evicción. Si el vendedor esta de mala fe, debe
reembolsar aun las mejoras voluptarias.
(2.1.10) Evicción parcial: es aquella que priva al comprador
solo de una parte de la cosa vendida. La ley distingue dos
situaciones:
✓ La parte evicta es tal que sea de presumir que sin
ella no se habría comprado la cosa. El art. 1852 inc.
4° CC dispone, si la evicción no recae sobre toda la
cosa vendida, y la parte evicta es tal, que sea de
presumir que no se habría comprado la cosa sin ella,
habrá derecho a pedir la rescisión de la venta. Así, el
comprador tiene el derecho opcional de pedir la
rescisión de la venta o el saneamiento de la
evicción.
En caso que se opte por la rescisión de la venta, el art.
1853 CC regulas las relaciones entre el comprador y
el vendedor. Así, el comprador será obligado a
restituir la parte de la cosa no evicta, y para esta
restitución será considerado como poseedor de buena
fe, a menos de prueba contraria; y el vendedor, además
de restituir el precio, abonará el valor de los frutos
que el comprador hubiere sido obligado a restituir

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con la parte evicta, y todo otro perjuicio que de la
evicción resultare para el comprador.
✓ La parte evicta no es de tanta importancia o el
comprador no hace uso del derecho que le acuerdo
el art. 1852 inc. final. El Art. 1854 CC dispone que en
caso de no ser tanta importancia la parte evicta, o en el
de no pedirse la rescisión de la venta, el comprador
tendrá derecho para exigir el saneamiento de la
evicción parcial con arreglo a los arts. 1847 y ss. Esta
vez el comprador no puede optar entre el saneamiento
y la rescisión de la venta, solo tiene derecho para pedir
el saneamiento de la evicción parcial.
(2.1.11) Renuncia de la acción de saneamiento: el art. 1839
CC declara que el vendedor es obligado a sanear las
evicciones con causa anterior a la venta, salvo en cuanto se
estipule lo contrario. Y el art. 1842 CC expresa que será nulo
todo pacto en que se exima al vendedor del saneamiento de
la evicción, siempre que en ese pacto haya habido mala fe de
parte suya. Así, habrá mala fe cuando el vendedor conocía la
causa de la evicción y, sin darla a conocer al comprador,
estipuló su irresponsabilidad. A contrario sensu, es válido el
pacto y la consiguiente renuncia, si el vendedor estaba de
buena fe.
No obstante, la renuncia a esta obligación produce efectos
limitados, puesto que no exonera al vendedor de la obligación
de restituir el precio recibido (art. 1852 inc. 1°). El inc. 2°
del art. 1852 señala que está obligado a restituir el precio
íntegro, aunque se haya deteriorado la cosa o disminuido su
valor de cualquier modo, aun por hecho o negligencia del
comprador, salvo en cuanto este haya sacado provecho del
deterioro.
Solamente en dos casos, la renuncia extingue por completo la
obligación de saneamiento:
✓ Si el que compró lo hizo a sabiendas de ser ajena la
cosa.
✓ Si expresamente tomó por sí el peligro de la evicción,
especificándolo.
(2.1.12) Prescripción de la acción de saneamiento: en
cuanto a la obligación de defensa al comprador, es
imprescriptible, obligación que solo se hace exigible cuando
el comprador es demandado. En cambio, cuando la obligación
se saneamiento se convierte en la indemnizar los perjuicios,
la acción de saneamiento es prescriptible en un plazo de 5
años para reclamar la restitución del precio y en un plazo de
4 años para las acciones encaminadas a reclamar todas las
restantes indemnizaciones (art. 1856). Este plazo se computa
desde la fecha de la sentencia de evicción; o si esta no hubiere
llegado a pronunciarse, desde la restitución de la cosa (art.
1856).
(2.1.13) Casos en que se extingue, por disposición de la
ley, la obligación de saneamiento de la evicción. Esta
extinción puede ser parcial o total.
✓ Extinción parcial de la obligación:
a) En las ventas forzadas, la indemnización se limita
a la devolución del precio (art. 1851 CC).
b) En caso que el vendedor se allane al saneamiento
y el comprador prosiga por sí solo el juicio, la
indemnización no comprende las costas del

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pleito ni de los frutos percibidos durante dicha
defensa y satisfechos al dueño (art. 1845 CC).
✓ Extinción completa de la obligación:
a) Caso en que citado de evicción el vendedor, no
comparece, pero el comprador no opone en el juicio
alguna excepción suya y por ello fuere evicta la cosa
(art. 1843 inc. 3°).
b) Si el comprador y el que demanda la cosa como
suya se someten al juicio de árbitro, sin
consentimiento del vendedor, y lo árbitros fallaren
contra el comprador (art. 1846 N°1).
c) Si el comprador perdió la posesión por su culpa,
y de ello se siguió la evicción (art. 1846 N°2).
(2.2) Obligación de saneamiento de los vicios redhibitorios:
pretende asegurar la cosa y la materialidad del objeto y, más
estrictamente, con la funcionalidad de la cosa. Básicamente un
vendedor cumple su obligación no solo con entregar la cosa, sino
cuando entrega, además, una cosa sana. Dicho de otra manera, si
un vendedor entrega una cosa de mala calidad no cumple con su
obligación ya que atentó contra las expectativas razonables del
comprador respecto de la adquisición de una determinada cosa que
pueda cumplir con la finalidad a la que la destina.
(2.2.1) Reglas de los vicios redhibitorios:
a) Si las partes lo han designado como tal: no es la
primera que se encuentra en el CC a propósito del
tratamiento de los vicios redhibitorios. Esta regla se
encuentra en el art. 1868 CC, párrafo 8 del T. XXII del L. IV
sobre compraventa. Nos encontramos frente a un vicio
redhibitorio u oculto en la medida en que las partes lo hayan
designado de esta manera.
Como buena parte de las reglas que se encuentran en
materia de contratos y obligaciones, todo este dispositivo
acerca de los vicios redhibitorios, es un mecanismo
supletorio a la voluntad de las partes. Así, la obligación de
saneamiento de los vicios redhibitorios es un elemento de
la naturaleza63. Por esta razón, las partes podrán ampliar o
restringir lo que se entenderá por vicio redhibitorio.
b) Características de los vicios redhibitorios: la ley no
define en estricto rigor al vicio redhibitorios, si no que da
ciertas pautas sobre la acción redhibitoria. Por lo que
debemos reconstruir esta idea de vicio redhibitorio sobre la
base de acumulación de reglas del CC que contemplan los
tres caracteres del vicio redhibitorio: el vicio debe ser
contemporáneo a la venta, grave y oculto. Estas
características se encuentran enunciadas en el art. 1858 CC.
c) Acción redhibitoria: cumpliéndose con estos requisitos
anteriores se da lugar, por parte del comprador, a que ejerza
la acción redhibitoria. La finalidad de esta acción, según el
art. 1857, que se rescinda la venta o se rebaje
proporcionalmente el precio por los vicios ocultos de la
cosa vendida, raíz o mueble, llamados redhibitorios.
c.1) Acción propiamente redhibitoria. Rescisión de la
venta: respecto a la posibilidad que se rescinda la venta,
se debe aclarar que la acción redhibitoria propiamente no

63A diferencia del saneamiento de la evicción, ya que una parte del saneamiento de la evicción es
un elemento de la esencia, el precio. La cuestión respecto al precio, según el art. 1852 CC, indica
que la estipulación que exime al vendedor de la obligación de sanear la evicción, no le exime de la
obligación de restituir el precio recibido.

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es una acción de rescisión, sino de resolución, ya que lo
que ocurre es que el vendedor se obliga a entregar una
determinada cosa, formándose el consentimiento; así, si el
vendedor entrega una cosa defectuosa, en último término,
está incumpliendo con su obligación y, en consecuencia, la
doctrina y la jurisprudencia han estimado que nos
encontramos ante una acción de resolución, obtenida por
medio de un procedimiento judicial.
c.2) Acción de disminución del precio: no es llamada
acción propiamente redhibitoria, ya que posee un carácter
diferente, ya que la primera tiene un carácter de acción de
resolución y, en consecuencia, producirá los efectos
propios de la resolución, o sea, da lugar a las prestaciones
mutuas (sin frutos). En este caso, emana la acción
denominada en el derecho romano quantis minoris o de
disminución del precio. Esta acción da el comprador decida
mantener el contrato, pero con una disminución de precio
ya que los vicios de la cosa no son tan graves para disuadir
de contratar. Así, se solicita al juez la rebaja del precio en
función de la pérdida de utilidad parcial que significa la
existencia del vicio en la cosa.
Ambas opciones tienen causas de pedir idénticas, pero
objetos pedidos diferentes. Por lo tanto, interpuesta la
acción redhibitoria propiamente tal y desechada, podemos
interponer una quanti minoris, y no se podrá oponerse la
excepción de cosa juzgada ya que no existe triple identidad.
Si se cumplen todos los requisitos indicados, el comprador
tendrá estas dos opciones, pero si no se cumple alguno de
ellos de cualquier manera el comprador tendrá la quanti
minoris, de manera de recuperar el equilibro perdido por el
hecho de haber celebrado un contrato respecto de una cosa
viciosa de la cual no tenía conocimiento.
El art. 186064 reitera que el comprador dispone de ambas
acciones y previene que puede elegir una u otra, a su arbitrio.
(2.2.2) Requisitos de los vicios redhibitorios: se encuentran en
el art. 1858, el cual señala que son vicios redhibitorios los que
reúnen las calidades siguientes: 1a. Haber existido al tiempo de
la venta; 2a. Ser tales, que por ellos la cosa vendida no sirva para
su uso natural, o sólo sirva imperfectamente, de manera que sea
de presumir que conociéndolos el comprador no la hubiera
comprado o la hubiera comprado a mucho menos precio; 3a. No
haberlos manifestado el vendedor, y ser tales que el comprador
haya podido ignorarlos sin negligencia grave de su parte, o tales
que el comprador no haya podido fácilmente conocerlos en razón
de su profesión u oficio.
a) Haber existido al tiempo de la venta: es el requisito que
tiene menor desarrollo en el CC. A propósito de este carácter
contemporáneo, debemos entender que el vicio debe existir
al momento de celebrar el contrato, pero también nos
podemos preguntar qué ocurre en el caso que el vicio es
anterior a la celebración del contrato, como ocurre, por
ejemplo, de una casa infectada con termitas ¿es este vicio
contemporáneo a la venta? Podría responder que la
exigencia del código se refiere a la existencia y no a la
manifestación del vicio, no obstante, la jurisprudencia y la

64Art. 1860: Los vicios redhibitorios dan derecho al comprador para exigir o la rescisión de la venta
o la rebaja del precio, según mejor le pareciere.

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doctrina han añadido un elemento adicional a este requisito,
que es la idea del vicio en germen. Este es un vicio que aún
no se manifiesta o que incluso que aún no existe como tal,
se estima que existe como tal en la medida que la cosa tenía
ya el germen del vicio. Así, en estos casos (como la casa con
termitas), se cumple con el primer requisito para que
concurra el vicio redhibitorio.
b) Gravedad del vicio: el numeral dos del art. 1858 se pone
en distintas hipótesis respecto a la gravedad del vicio.
Existen distintas etapas para determinar cuándo hay
gravedad del vicio o, mejor dicho, cuándo nos encontramos
frente a un vicio propiamente tal. Durante mucho tiempo,
autores señalaban que el vicio debía afectar a la
materialidad de la cosa, pero hoy en día, se ha abandonado
esta concepción adoptando una visión respecto a la
funcionalidad de la cosa. Así, el vicio será tal cuando la
cosa no sirve, no servirá totalmente, o no servirá
parcialmente. Esto no obsta a que puedan existir
compradores interesados exclusivamente en la materialidad
e la cosa (su composición o forma), como ocurriría en el caso
de la compra de un violín por el solo hecho de ser el violín
de determinado violinista. Esto, en consecuencia, nos
reafirma que debemos atender, en primer lugar, a la
voluntad de los contratantes.
c) Vicio oculto: involucra el factor conocimiento en el
carácter oculto del vicio.
c.1) No haberlos manifestado el vendedor: en este caso
el vendedor sabía que la cosa contenía un vicio y no lo
manifestó. En consecuencia, el vendedor sabía del vicio y
no el comprador.
Una vez identificado lo anterior, debemos preguntar ¿el
comprador debía saber el vicio en la cosa?
c.1.1) El comprador los ignora sin que exista
negligencia de su parte: en este caso no debía saber
el vicio en la cosa. Se debe cumplir con este requisito
para encontrarnos frente a un vicio redhibitorio, ya que
el comprador no podía saber de la existencia del vicio
de ninguna forma.
c.1.2) El comprador actúa de manera negligente: en
este caso debía saber el vicio en la cosa. Esto actúa
de manera similar a la inoponibilidad, es decir, podía o
debía saberlo. Esto ocurre en el caso de, por ejemplo,
un comprador experto. El principio que juega en este
caso es que nadie pueda alegar su propia torpeza.
(2.2.3) Consecuencias de la aparición de un vicio redhibitorio:
la regla principal la encontramos en el art. 1860 CC. Esta
disposición indica que los vicios redhibitorios dan derecho al
comprador para exigir o la rescisión de la venta o la rebaja del
precio, según mejor le pareciere. Así, cumpliéndose los requisitos
del art. 1858 CC, se da paso a estas dos opciones. La elección de
una u otra opción dependerá la gravedad del vicio, en atención al
fin que se persigue con la compra de la cosa.
Si no se cumple con algunos de estos requisitos, el legislador se
pone en una serie de casos excepcionales en el que comprador
podrá exigir la rebaja del precio y, en caso que proceda, la
indemnización de perjuicios.
a) Si los vicios ocultos no son de la importancia que se
expresa en el número 2.º del artículo 1858, no tendrá derecho

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el comprador para la rescisión de la venta sino sólo para la
rebaja del precio (art. 1868 CC). Si el vicio no es
suficientemente grave, se puede solicitar la rebaja del precio,
pero no la rescisión del contrato.
b) Si el vendedor conocía los vicios y no los declaró, o si los
vicios eran tales que el vendedor haya debido conocerlos por
razón de su profesión u oficio, será obligado, no sólo a la
restitución o la rebaja del precio, sino a la indemnización de
perjuicios; pero si el vendedor no conocía los vicios ni eran
tales que por su profesión u oficio debiera conocerlos, sólo
será obligado a la restitución o la rebaja del precio (art. 1861
CC). En el art. 1858 N°3 CC, nos ponemos en la hipótesis en
el que vendedor conocía los vicios, pero no los declaró; en
cambio en este caso, nos ponemos en la situación en que los
vicios eran tales que este debía conocerlos por razón de
su profesión u oficio. En consecuencia, se agrega la
hipótesis en que el vendedor no sabía, pero debía saberlo.
Así, tanto en la hipótesis que el vendedor conocía los vicios y
no los declaró, como en aquella en que el vendedor debía
conocer los vicios, procederá no solo la restitución o la rebaja
del precio, sino que también la indemnización de perjuicios.
Ahora bien, el caso de excepción lo encontramos en la
segunda parte del art. 1861 CC, en la que se dispone que el
vendedor no conocía los vicios y tampoco por su profesión u
oficio los podría haber conocido. En este caso, solo será
obligado a la restitución o la rebaja del precio.
El legislador opta por esta forma de sancionar estas hipótesis,
porque de manera doloso o culposa, el vendedor se
aprovecha de la asimetría de la información que tiene el
comprador respecto de él.
c) Si la cosa viciosa ha perecido después de perfeccionado
el contrato de venta, no por eso perderá el comprador el
derecho que hubiere tenido a la rebaja del precio, aunque la
cosa haya perecido en su poder y por su culpa. Pero si ha
perecido por un efecto del vicio inherente a ella, se seguirán
las reglas del artículo precedente (art. 1862 CC). En este
caso, se debe distinguir dos hipótesis:
c.1) Si la cosa perece por el vicio que tenía: art. 1862
inc. 2° CC. Se podrá resolver el contrato. Si se destruye
producto del vicio, se dará lugar a la resolución, aun
cuando no se pueda devolver la cosa, pero no es culpa del
comprador. Así, quien debe soportar la destrucción de la
cosa es el vendedor, debiendo devolver el dinero que se
dio por ella y él sin nada.
c.2) Si la cosa perece por una causa diferente al vicio:
hipótesis general del art. 1862 CC inc. 1°. En este caso, no
se dará lugar a la acción redhibitoria, pero si a la rebaja del
precio. Esta es la tercera hipótesis de excepción.
d) La venta de universalidades. Cuando se compra un bien
junto a un conjunto de otros bienes ¿cómo opera el
saneamiento de los vicios redhibitorios cuando solo afecta a
una parte de los bienes que forman parte de la universalidad?
La regla se encuentra en el art. 1864 CC, la cual dispone que
vendiéndose dos o más cosas juntamente, sea que se haya
ajustado un precio por el conjunto o por cada una de ellas, sólo
habrá lugar a la acción redhibitoria por la cosa viciosa y no por
el conjunto; a menos que aparezca que no se habría
comprado el conjunto sin esa cosa; como cuando se compra

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un tiro, yunta o pareja de animales, o un juego de muebles. En
este caso, en primer lugar, se aplica la regla de la
divisibilidad. No obstante, si el conjunto de cosas se compró
por la sola existencia de una cosa dentro de esa universalidad,
se deberá aplicar las reglas generales.
(2.2.4) Renuncia del saneamiento de los vicios redhibitorios: la
regla está en el art. 1859 CC. Esta disposición señala que, si se ha
estipulado que el vendedor no estuviese obligado al saneamiento
por los vicios ocultos de la cosa, estará sin embargo obligado a
sanear aquellos de que tuvo conocimiento y de que no dio noticia al
comprador. Esto se debe a que, si se renuncia en esta hipótesis, se
estaría condonando el dolo futuro (contrato nulo por objeto ilícito).
(2.2.5) Casos en que no procede el saneamiento de los vicios
redhibitorios: por regla general, procede en la compraventa, pero
el art. 1865 CC establece que, la acción redhibitoria no tiene lugar
en las ventas forzadas hechas por autoridad de la justicia. Esto se
debe a que busca garantizar al acreedor su derecho de prenda
general y darle la mayor eficacia a este.
No obstante, esta disposición posee una excepción, indicando que
si el vendedor, no pudiendo o no debiendo ignorar los vicios de la
cosa vendida, no los hubiere declarado a petición del comprador,
habrá lugar a la acción redhibitoria y a la indemnización de
perjuicios.
(2.2.6) Prescripción (arts. 1866-1869 CC): Es una prescripción de
breve tiempo, por lo que no se suspende. Los plazos se dividen
según y el tipo de acción y el tipo de bien.
Las reglas varían de un tipo de bien a otro, es porque en un caso
será más dificultoso que en el otro notar el vicio (bienes inmuebles).
a) Bien mueble: la acción redhibitoria prescribe en 6 meses y la
quanti minoris en 1 año.
b) Bien inmueble: la acción redhibitoria prescribe en 1 año y la
quanti minoris en 18 meses.
El art. 1866 CC indica que debemos atender a leyes especiales o
la voluntad de los contratantes, quienes podrán ampliar o restringir
el plazo de prescripción. Esto guarda relación con las cláusulas
limitativas de la responsabilidad, ya que se podrá hacer más o
menos responsable a uno de los contratantes por medio de la
ampliación o restricción de la prescripción. Ahora bien, la doctrina
y la jurisprudencia, han sostenido que en ningún caso se podrá
aumentar el plazo de prescripción, ya que se abre la posibilidad que
la prescripción pierda su carácter extintivo de las obligaciones.
Además, se considera que las reglas sobre prescripción son de
orden público.
Sin embargo, en el art. 1866 CC se permite el aumento del plazo
de prescripción sin ningún límite. En opinión de Ríos, que de
cualquier forma no se puede ampliar a más de 5 años, pues este
es el límite para las acciones personales.
¿Desde cuándo se computan estos plazos?: en el caso del art.
1866, desde la entrega real de la cosa. Esto se debe que solo en
ese momento el comprado estará en lugar de poder notar el vicio
de la cosa. En el caso del art. 1869, no se indica desde cuándo se
computa el plazo, pudiendo entender que se sigue de la misma
lógica que en el art. 1866.
En el caso del vicio en germen y que este se detecte posterior a
los plazos de prescripción, podríamos atender al criterio
jurisprudencial de la responsabilidad extracontractual del art. 2332
CC (4 años desde la perpetración del acto). No obstante, la
aplicación literal puede traer el problema es que el fundamento de

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esta norma es la existencia de un daño a partir de una acción
conocida por las partes. En este caso, la diferencia radica que el
daño estaba en germen, se produjo después y sin saber de la
existencia de un vicio.

Se debe tener cuidado, en distinguir entre incumplimiento contractual y


el saneamiento de los vicios redhibitorios. Esto debe que, en el primer
caso, entregamos una cosa distinta a la que nos comprometimos a
entregar (falta de conformidad en la entrega de la cosa) y, en el segundo
caso, entregamos la cosa que me comprometí a entregar, pero esta se
encontraba defectuosa. Asimismo, se debe tener cuidado con la
distinción entre esas hipótesis y el error.

2.6.2 Obligaciones del comprador


(1) Obligación de recibir la cosa: el comprador tiene que hacerse cargo
de la cosa, tomando posesión de ella. Así, cuando la cosa se destruye
genera, por regla general, una pérdida para su dueño.
En este caso, el vendedor se desprende la cosa a partir de la entrega
de la cosa al comprador.
La manera de cumplirse prácticamente esta obligación variará según
la naturaleza de la cosa. La recepción de la cosa puede ser simbólica
del mismo modo que puede serlo la entrega.
¿Qué ocurre si el vendedor quiere hacer la tradición de la cosa, pero
el comprador no quiere recibirla? En este caso, procede el pago por
consignación y se constituye en mora el comprador de recibir la cosa,
ya que no cumple con la obligación de recibirla y se cumplirá los
requisitos de la mora: incumplimiento, imputabilidad e interpelación.
Ahora bien, debemos considerar si se ha pactado un plazo para la
entrega de la cosa.
(1.1) Efectos de la constitución en mora del comprador (art. 1827
CC): la disposición señala que, si el comprador se constituye
en mora de recibir, abonará al vendedor el alquiler de los
almacenes, graneros o vasijas en que se contenga lo vendido,
y el vendedor quedará descargado del cuidado ordinario de
conservar la cosa, y sólo será y responsable del dolo o de la
culpa grave. Básicamente, nos encontramos ante una
indemnización de perjuicios, ya que, en virtud de la
compraventa, la cosa se iba entregar y que no se haría cargo
de ella, por lo que el comprador deberá pagar los gastos de
mantención y custodia de la cosa. Por parte del vendedor, se
produce una aminoración del grado de culpa, ya que no
responderá por la culpa leve, sino por la grave.
Ahora bien, al margen de la regla anterior, si la compraventa
cae sobre una especie o cuerpo cierto, el riesgo de pérdida es
del acreedor, es decir, el comprador. En consecuencia, en este
caso, si el comprador entra en mora, esta regla no sufre
ninguna alteración, ya que no hay ninguna forma de agravar
más su situación.
(2) Obligación de pagar el precio: es la obligación de dar que tendrá
que cumplir el comprador y, en caso que no la cumpla, se podrán
entablar las acciones de cumplimento forzado o resolución y, en
ambos casos, con indemnización de perjuicios. El art. 1871 dispone:
la principal obligación del comprador es la de pagar el precio
convenido.
(2.1) Ejecución de la obligación de pagar el precio
(2.2.1) Atender a la voluntad de las partes (art. 1872 primera
parte): el precio deberá pagarse en el lugar y el tiempo
estipulados.

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(2.2.2) A falta de pacto de las partes: en el lugar y el tiempo de
la entrega, no habiendo estipulación en contrario.
Se tiende a entender que las obligaciones, por regla general, son
puras y simples, debiendo ejecutarse inmediatamente. No obstante,
a este principio se añade la idea de la simultaneidad de las
obligaciones (art. 1826 CC). Así, la regla sería que se debería
realizar el pago del precio inmediatamente después de la
celebración del contrato.
No obstante, las partes pudieron haber pactado un tiempo distinto
para la entrega de la cosa vendida, cuestión que no implica que el
pago deba realizarse inmediatamente. En este sentido, se produce
una plena coincidencia entre el momento de pagarse el precio y el
momento de entregar la cosa. Esto se debe a que esta es la lógica
de los contratos bilaterales con prestaciones únicas, no dejándose
cabos sueltos. Así, podrá no haber estipulación respecto al
momento de pagar el precio, pero sí sobre el momento de la
entrega, debiendo pagarse la cosa en ese momento.
(2.2) Excepción preventiva de cumplir. Art. 1872 inc. 2° CC: la
disposición señala que, con todo, si el comprador fuere turbado en la
posesión de la cosa o probare que existe contra ella una acción real
de que el vendedor no le haya dado noticia antes de perfeccionarse el
contrato, podrá depositar el precio con autoridad de la justicia, y durará
el depósito hasta que el vendedor haga cesar la turbación o afiance
las resultas del juicio. Este artículo contiene una excepción
preventiva del cumplimiento, es decir, nos encontramos ante un
eventual incumplimiento del vendedor de entregar la cosa, pero
en función del derecho que va a recibir o la situación del comprador
debe garantizar la posesión pacífica de la cosa. Así, estamos ante una
situación de riesgo de evicción y, además, de quedarse sin la cosa
o sin el precio (si lo ha pagado o si está sujeto a un plazo). En este
caso el legislador, autoriza la oposición de una excepción preventiva
de cumplimiento, se le autoriza a no entregar el precio al vendedor,
sino a consignarlo en el tribunal, y así asegurar el derecho del
comprador – al menos – a no perder el precio.
(2.2.1) Requisitos:
a) Turbación o un riesgo en la posesión de la cosa: en
primer lugar, debe tratarse de una turbación de derecho y
la cosa ya se encuentra en poder del comprador. En
segundo lugar, se debe probar que el riesgo de turbación
se debe a la interposición de una acción real de la cual el
vendedor no le ha dado aviso al comprador. Así, en el
primer caso, nos encontramos frente a una acción
reivindicatoria interpuesta por un tercero en contra del
comprador (y este aun no paga el precio). Puede ocurrir lo
siguiente:
El comprador cita al vendedor de evicción. El vendedor
comparece y se entabla un juicio entre el vendedor y el
tercero, se debe distinguir:
✓ Si gana el juicio el vendedor: el derecho del tercero
se extingue y, por lo tanto, el juez le entregará el precio
al vendedor.
✓ Si pierde el juicio el vendedor (o no comparece): el
juez ordenará la restitución del precio consignado al
comprador.
✓ Afianzar las resultas del juicio: se produjo una
especie de contragarantía. El vendedor comparece,
defendiendo al comprador y además agrega, por
ejemplo, un fiador. Al momento de constituir la fianza,

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se le entrega el dinero al vendedor. Por lo tanto, si el
vendedor no cumple su obligación (pierde el juicio), el
comprador se podrá dirigir en contra del fiador por la
misma cantidad que consigno para los efectos de
recuperarla por parte del fiador.
b) Que pruebe que existe contra la cosa una acción
real de que vendedor no le dio noticia antes de
celebrarse el contrato.
De esta manera balanceamos el interés de cumplir el
contrato de compraventa y el interés del comprador, por
una parte, de no perder la cosa y, por otra, de no perder
el precio.
(2.3) Incumplimiento de la obligación de pagar el precio: si el
comprador no cumple con la obligación, el vendedor podrá recurrir a
la acción de cumplimiento o la acción de resolución, con
indemnización de perjuicio (art. 1873 CC).
(2.3.1) Acción de cumplimiento: la mayor parte de la
jurisprudencia, entiende que el pago del precio de una
compraventa (incluso celebrada por escritura pública) no puede
demandarse por la vía ejecutiva, ya que en un contrato de
compraventa si no se acredita que se ha entregado la cosa no
podemos admitir que es actualmente exigible. Así, también se
puede recurrir por juicio ordinario.
No obstante, tratándose de la compraventa, lo normal es que una
parte no entregue la cosa si no se ha pagado el precio, teniendo
en cuenta la cuestión de la simultaneidad de las prestaciones65.
(2.3.2) Acción resolutoria (arts. 1873 CC, 1875 y 1876): los
efectos de la acción resolutoria en la compraventa. El art. 1873
CC repite la regla del 1489 CC señalando que, si el comprador
estuviere constituido en mora de pagar el precio en el lugar y
tiempo dichos, el vendedor tendrá derecho para exigir el precio o
la resolución de la venta, con resarcimiento de perjuicios. Por otra
parte, los arts. 1875 y 1876, contemplan los efectos de la
resolución por incumplimiento.
a) Efectos de la resolución:
a.1) El art. 1875 señala que, la resolución de la venta por no
haberse pagado el precio, dará derecho al vendedor a que se
le restituya la cosa y restituir lo que se hubiere recibido bajo
tal condición. Asimismo, el vendedor podrá retener las arras,
o exigirlas dobladas, y además para que se le restituyan
los frutos, ya en su totalidad si ninguna parte del precio se le
hubiere pagado, ya en la proporción que corresponda a la
parte del precio que no hubiere sido pagada. El comprador a
su vez tendrá derecho para que se le restituya la parte que
hubiere pagado del precio.
Para el abono de las expensas al comprador, y de los
deterioros al vendedor, se considerará al primero como
poseedor de mala fe, a menos que pruebe haber sufrido en
su fortuna, y sin culpa de su parte, menoscabos tan grandes
que le hayan hecho imposible cumplir lo pactado. Por lo tanto,
el vendedor debe abonarle las mejoras necesarias, y podrá

65 En la compraventa de bienes raíces, las partes declaran que el precio de pago de contado en el
acto. No obstante, al momento de inscribir la escritura en el conservador esta se rechaza porque se
ha interpuesto un embargo en el tiempo intermedio de la celebración del contrato y la inscripción del
título. Para evitar esto, en la escritura se señala que el precio se pagó de contado, pero se otorga
una contraescritura en la que se señala que el precio se pagará por el notario, quien tiene
instrucciones de entregar el vale vista depositado en su caja fuerte, una vez que el vendedor muestra
copia autorizada de la inscripción. De esta forma de salvaguarda la simultaneidad de las
obligaciones.

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llevarse sólo los materiales de dichas mejoras, siempre que
pueda separarlos sin detrimento y que el vendedor rehúse a
pagarle el precio que tendrían una vez separados. Sin
embargo, el comprador será reputado de buena fe si probare
que su fortuna, sin culpa suya, ha sufrido menoscabos tan
considerables que le hicieron imposible el cumplimiento del
contrato (art 1875 inc. 3°).
A propósito de la restitución en términos generales del art.
1487 CC, existe una excepción en el art. 1488 CC, que indica
que no se restituirán los frutos percibidos en el tiempo
intermedio salvo que la ley establezca lo contrario, situación
que ocurre en el caso del art. 1875 CC, restituyéndose los
frutos en su totalidad o en la proporción a la parte del
precio que hubiese sido pagada. La restitución de los frutos
se debe a que estos pertenecen al comprador desde el
momento en que se celebró la compraventa, aunque no se
haya realizado aún la tradición (art. 1816 inc. 2° CC).
Así, en primer lugar, se debe restituir la cosa por parte del
comprador. En segundo lugar, el comprador deberá restituir
el precio. En tercer lugar, los frutos se restituyen. En cuarto,
respecto de las otras restituciones se aplican las reglas
generales, considerando al comprador de mala fe – puesto
que no pagó el precio –. En principio, la obligación del
comprador siempre es posible porque el dinero es una cosa
genérica (el género no perece), pero será subjetivamente
imposible cuando exista un caso fortuito tan grande que no le
permita obtener una suma dinero para pagar el precio. Por lo
tanto, si el comprador lo consideramos de mala fe, solo se le
deberán pagar las expensas necesarias y no las mejoras
útiles.
En caso que el comprador, en el tiempo intermedio entre la
celebración del contrato y la resolución de este, haya vendido
la cosa, por lo que, declarada la resolución este no podrá
restituirla, por lo que la pregunta es ¿hay acción
reivindicatoria frente a un tercero adquirente (o
poseedores) de la cosa? La respuesta está dada, por regla
general en los arts. 1490 (bienes muebles) y 1491 (bienes
inmuebles) CC.
✓ Art. 1490 CC: si el que debe una cosa mueble a plazo,
o bajo condición suspensiva o resolutoria, la enajena,
no habrá derecho de reivindicarla contra terceros
poseedores de buena fe. Por lo tanto, tratándose de los
bienes muebles, si esta de mala fe, procederá la acción
reivindicatoria; si se encuentra de buena fe, no
procederá la acción reivindicatoria. Se estará de buena
fe, si el tercero ignoraba la existencia de la condición
(el vendedor no había pago todo o parte del precio).
✓ Art. 1491 CC: si el que debe un inmueble bajo
condición lo enajena, o lo grava con hipoteca, censo o
servidumbre, no podrá resolverse la enajenación o
gravamen, sino cuando la condición constaba en el
título respectivo, inscrito u otorgado por escritura
pública. Así, si en la escritura se indicó que el precio se
pagó de contado y en la inscripción a nombre del
comprador, aparece lo mismo; entonces podemos
decir que el tercero se encuentra en una posición de
buena fe documental, ya que, por medio del estudio de

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título, determinó que el derecho del vendedor es
inatacable por medio de una acción.
Si no constaba la condición en el título, se encontrará
de mala fe ya que no pudo constatar el derecho del
vendedor, pudiendo interponerse en contra de él la
acción reivindicatoria.
En caso que se pacte una serie de cuotas a plazo
(consta en el titulo la condición), se deberá esperar a
que se pague la última cuota y, a continuación, se
otorga una nueva escritura de pública de declaración,
en virtud de la cual, se declara que la obligación se
encuentra extinta. Posteriormente, se va al
Conservador de Bienes Raíces, se integra una nota
marginal de complementación de la inscripción, por
medio de la cual se indica que la condición ya no
consta en el título.
b) Art. 1876 inc. 2° CC: esta disposición indica que, si en la
escritura de venta se expresa haberse pagado el precio, no se
admitirá prueba alguna en contrario sino la de nulidad o
falsificación de la escritura, y sólo en virtud de esta prueba habrá
acción contra terceros poseedores. Se pone en el caso en que
se falsifique la escritura, caso en el que se pondrá admitir prueba
en contrario e interponer la acción reivindicatoria en contra de
terceros poseedores.
c) Cláusula de reserva de dominio (art. 680 y 1874 CC): el art.
680 CC establece una modalidad de la tradición, en virtud de la
cual, se puede suspender el efecto normal de la tradición
(transferencia de dominio) por medio de una condición
suspensiva, la cual es el no pago del precio.
Por otra parte, el art. 1874 indica que, la cláusula de no
transferirse el dominio sino en virtud de la paga del precio, no
producirá otro efecto que el de la demanda alternativa enunciada
en el artículo precedente; y pagando el comprador el precio,
subsistirán en todo caso las enajenaciones que hubiere hecho de
la cosa o los derechos que hubiere constituido sobre ella en el
tiempo intermedio. En este caso, si se pacta la reserva de
dominio en la tradición, en la compraventa no tendrá efecto, ya
que solo da derecho a ejercer la acción de cumplimiento o de
resolución, no pudiendo reservarse el dominio hasta el pago del
precio. Así, si el comprador le vende la cosa a un tercero, este
último se hace dueño y, por lo tanto, se deben aplicar las reglas
del 1490 y 1491 CC respecto del tercero.
¿Cómo se soluciona la oposición entre el art. 680 CC y el art.
1874? La doctrina más dominante, entiende el que art. 680 CC
está redactado como si tratará de la compraventa. No obstante,
aplicando el criterio de especialidad, el art. 1874 CC se encuentra
a propósito de la compraventa; en cambio el art. 680 se
encuentra a propósito de la tradición. En consecuencia, la
reserva de dominio vale para la tradición que ha sido precedida
de cualquier título traslaticio de dominio que no sea la
compraventa.
Lo anterior es muy importante a propósito de la liquidación judicial,
en la que existe un cúmulo de acreedores en contra del deudor
sometido a un proceso concursal de liquidación. Así, en el caso que
no admitiésemos la reserva de dominio, esta cosa la pertenecería
al comprador y, en consecuencia, los acreedores podrían
embargarla y rematarla. En cambio, si admitiésemos la reserva de
dominio, y aquí está la gran ventaja desde el punto de vista del

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crédito, esta cosa le pertenecería al vendedor, por lo que este se
podría dirigir en contra del liquidador, indicando que si bien la cosa
está en manos del deudor (quien fue su comprador en su
momento), esta sigue perteneciéndole, por lo que se deberá quitar
de los bienes del deudor y no se incluir al inventario.
(2.4) Declaración en la escritura de venta de haberse pagado el
precio. La declaración que las partes hagan en la escritura de
compraventa de haberse pagado el precio tiene considerable
importancia, en relación el ejercicio de la AR por falta de pago del
mismo. El art. 1876 inc. 2° establece que, si en la escritura de venta
se expresa haberse pagado el precio, no se admitirá prueba alguna en
contrario sino la de nulidad o falsificación de la escritura, y sólo en
virtud de esta prueba habrá acción contra terceros poseedores. Esta
disposición es un corolario del primer inciso que, refiriéndose a las
consecuencias de la resolución para los terceros, establece que les
afectará en las condiciones previstas en los arts. 1490 y 1491.
Cuando en la escritura se declara íntegramente pagado el precio, la
buena fe de los terceros es indudable. El legislador no admite que se
ponga en duda esta buena fe y, por lo tanto, aunque el comprador y
vendedor convengan en que el precio no fue realmente pagado, no
podrá accionar este último contra los terceros.
Para que sea posible al vendedor accionar contra los terceros, no
puede impugnar la veracidad de la declaración de haberse pagado el
precio; deberá atacar la escritura misma en que se contiene la
declaración, tachándola de nula o falsificada.

2.7 Pactos especiales de la compraventa: el CC contempla en los párrafos 10 y


11 los pactos especiales que pueden añadirse al contrato de compraventa. La
regla fundamental es la última de las reglas de estos párrafos, específicamente,
el art. 1887 CC, disposición que indica pueden agregarse al contrato de venta
cualesquiera otros pactos accesorios lícitos; y se regirán por las reglas
generales de los contratos. Así, pueden añadir los elementos de la naturaleza
que quieran para modificar los efectos normales del contrato de compraventa.
El CC se refiere especialmente al pacto comisorio, pacto de retroventa y el
pacto de retracto.

2.7.1 Pacto comisorio: el pacto comisorio es la explicitación de la condición


resolutoria tácita. A propósito de la compraventa, hay reglas especiales sobre el
pacto comisorio cuando se refiere a la obligación de pagar el precio. El art. 1877
CC indica que, por el pacto comisorio se estipula expresamente que, no
pagándose el precio al tiempo convenido, se resolverá el contrato de venta.
Existen dos tipos de pactos comisorios: (1) pacto comisorio simple: repetición
de la condición resolutoria simple; (2) pacto comisorio calificado o ipso iure:
es la repetición de la condición resolutoria y, además, no es necesaria la
declaración judicial para que se resuelva el contrato66. Este último tipo de pacto
es muy común en la compraventa y, según Ríos, no existe ningún problema en
que se pacte y que produzca plenos efectos, ya que no hay problemas de
asimetrías.
En resumen, las particularidades del pacto comisorio en la compraventa son:
✓ Se puede establecer un pacto comisorio aun a pesar del art. 1878 CC.

66 Una parte de la doctrina discute la plena eficacia del pacto comisorio calificado. Esto se debe a
la regla del 1878 CC, disposición que indica que por el pacto comisorio no se priva al vendedor de
la elección de acciones que le concede el artículo 1873. O sea, que por muy calificado que sea el
pacto, siempre se tendrá la posibilidad de demandar el cumplimento, porque mientras no se decrete
por vía judicial la resolución del contrato, el contrato se deberá cumplir.
La doctrina que cada vez se está haciendo más mayoritaria, favorable a la autonomía de la voluntad,
indica que, si las partes no lo expresan como pacto comisorio, no hay privación de la acción de
cumplimiento. Pero esa regla no obsta a que las partes expresamente indicar que, producido el
incumplimiento de la obligación de pagar el precio, el contrato se resuelva inmediatamente.

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✓ En la compraventa tampoco opera ipso facto el pacto comisorio
calificado, porque en definitiva el legislador le da un último plazo de
gracia para se cumpla con la obligación de pagar el precio; así, el art.
1879 CC indica que, si se estipula que, por no pagarse el precio al tiempo
convenido, se resuelva ipso facto el contrato de venta, el comprador
podrá, sin embargo, hacerlo subsistir, pagando el precio, lo más tarde,
en las veinticuatro horas subsiguientes a la notificación judicial de
la demanda.
✓ Tiene un plazo de prescripción variable cuando se trata de la
compraventa. En primer lugar, su plazo máximo de prescripción es de
4 años contados desde la fecha del contrato (art. 1880 CC), lo cual
escapa a la regla general tratándose de las obligaciones contractuales,
ya que en esos casos el plazo normal de prescripción es de 5 años (art.
2515 CC) a contar desde la obligación sea exigible (art. 2514 inc. 2°). En
segundo lugar, las partes pueden convencionalmente reducir los plazos
de prescripción.

2.7.2 Pacto de retroventa: se define en el art. 1881 CC, el cual dispone que,
por el pacto de retroventa el vendedor se reserva la facultad de recobrar la
cosa vendida, reembolsando al comprador la cantidad determinada que se
estipulare, o en defecto de esta estipulación lo que le haya costado la compra.
El vendedor el entrego la cosa al vendedor y, el comprador le entregó el precio
al vendedor, y por medio de este pacto el vendedor le podrá pedir la devolución
de la cosa al comprador (recobrar la cosa) y, a su vez, el vendedor deberá
devolver el precio o la cantidad que se estipulare. Normalmente, la cantidad que
se estipule será más alta, porque en definitiva va a existir un costo implícito
dentro de la operación y, además, el comprador le está confiriendo una facultad
al vendedor.
(1) Plazos: el legislador establece plazos dentro de los cuales se puede ejercer
esta facultad. El art. 1885 CC establece que el plazo no podrá pasar de 4 años
desde la fecha de la celebración del contrato. Por lo tanto, este derecho es de
carácter temporal.
Para entender correctamente el pacto de retroventa, puede funcionar
considerando un aumento del valor que se devuelve y un determinado plazo.
Pero debemos tener cuidado, ya que se puede estar ocultando un mutuo
usurario.
(2) Requisitos del pacto de retroventa:
(2.1) Entrega de la facultad al vendedor de recuperar la cosa vendida.
(2.2) Determinación de la cantidad que tendrá que pagar el vendedor
para recuperar la cosa vendida, si nada dice, se entenderá que se podrá
recuperar pagando el precio que le pagó el comprador.
(2.3) Plazo para su ejercicio, si nada dice son 4 años.

La doctrina ha estimado que el pacto de retroventa no es otra cosa que una


acción resolutoria, cuyo ejercicio está determinado convencionalmente por las
partes, ya que por medio de ella se deja sin efecto la compraventa y volver las
cosas al estado en el que se encontraban, fijando un monto determinado a la
restitución del precio que pagó (mayor o menor).
En consecuencia, como se trata del ejercicio de una facultad resolutoria,
debemos atender a lo que las partes han pactado y, si no es así, se deberá
hacer judicialmente. Esto se desprende del tenor literal del art. 1885 CC.
Por el ejercicio de la facultad de retroventa, el vendedor debe poner a
disposición inmediatamente del comprador el monto que se ha establecido
(simultaneidad de las obligaciones). Además, se deberá hacer valer en el plazo
establecido.
Por último, ha de darse oportuno aviso al comprador del ejercicio de esta
facultad (art. 1885 inc. 2° CC). El CC establece que, no bajará de seis meses
para los bienes raíces ni de quince días para las cosas muebles; y si la

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cosa fuere fructífera, y no diere frutos sino de tiempo en tiempo y a
consecuencia de trabajos e inversiones preparatorias, no podrá exigirse la
restitución demandada sino después de la próxima percepción de frutos.

(3) Efectos del pacto de retroventa:


(3.1.1) Si no se ejerce el pacto: las cosas quedan como estaban.
(3.1.2) Si se ejerce el pacto: hay que proceder a las restituciones mutuas
de la misma manera que en la resolución.
Efectos entre las partes: el art. 1883 indica que, el vendedor tendrá
derecho a que el comprador le restituya la cosa vendida con sus
accesiones naturales. El comprador deberá indemnizar al vendedor por
los deterioros imputables a hecho o culpa de este. El vendedor será
obligado al pago de las expensas necesarias, pero no de las invertidas
en mejoras útiles o voluptuarias que se hayan hecho sin su consentimiento.
Efectos contra terceros: qué pasa si en el tiempo intermedio el comprador
celebra un contrato de compraventa con un tercero ¿tendrá derecho el
vendedor a ejercer la acción reivindicatoria en contra del tercero? El art.
1882 CC indica que se sujeta a lo dispuesto en los artículos 1490 y 1491
CC.
(4) Establece que el derecho que emana del pacto de retroventa es un derecho
personalísimo (art. 1884 CC). Esto se debe a que el CC busca evitar la
realización de operaciones especulativas en función del valor futuro de ciertos
bienes.

2.7.3 Pacto de retracto: es otro de los pactos especiales del contrato de


compraventa, se encuentra en el art. 1886 CC, el cual señala que, si se pacta
que presentándose dentro de cierto tiempo (que no podrá pasar de un año),
persona que mejore la compra se resuelva el contrato, se cumplirá lo pactado;
a menos que el comprador o la persona a quien éste hubiere enajenado la cosa,
se allane a mejorar en los mismos términos la compra. La disposición del
artículo 1882 se aplica al presente contrato. Resuelto el contrato, tendrán lugar
las prestaciones mutuas, como en el caso del pacto de retroventa. Esta
disposición remite a los efectos del pacto de retroventa, caso en que nos
encontramos frente al vendedor que puede dirigirse contra el comprador por el
precio y, este último, al vendedor por la cosa. Así, se resuelve y, en
consecuencia, el vendedor tiene que pagar el precio o la cantidad que hayan
estipulada las partes y el comprador debe restituirla.
El pacto de retracto opera en cuanto a un tercero. En este caso, se celebró
la compraventa, se ejecutan las prestaciones y aparece un tercero (dentro de
un año) interesado en la cosa, el cual paga una cifra mejor por la cosa ya
vendida. Así, opera es la misma lógica del pacto de retroventa, ya que se
genera una restitución y se genera un nuevo contrato de compraventa.
En el pacto de retroventa, el plazo es de 4 años y es de carácter personalísimo,
para los efectos de que no se puede transferir hay que se está limitando la
posibilidad de realizar operaciones de carácter especulativo; en cambio, el
pacto de retracto es un pacto especulativo, es una apuesta futura respecto del
valor del bien. Lo que hacemos es dejar abierta la compraventa para que
aparezca alguien que pague más y podamos retrotraernos para celebrar otra
compraventa.
(1) Características:
(1.1) Dentro de 1 año
(1.2) Se aplica el art. 1883 CC, mismo que en la retroventa:
(1.2.1) Restitución de la cosa.
(1.2.2) Indemnización de deterioros.
(1.2.3) Pago de expensas.
(1.2.4) Respecto de tercero 1490 y 1491 CC.
(1.3) Art. 1887 CC: Se puede agregar a la compraventa cualquier otro
pacto lícito y se regirán por las reglas de los contratos.

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2.8 Recisión de venta por lesión enorme: la lesión no puede considerarse un vicio
del consentimiento, es un vicio objetivo para aquellos casos contemplados por
ley, siendo una excepción al principio de la conmutatividad subjetiva,
principio que considera que los contratos son conmutativos subjetivamente
cuando son considerados equivalentes por las partes, no exigiéndose una
conmutatividad objetiva.
2.8.1 Requisitos de la recisión por lesión enorme:
(1) Que la venta sea susceptible de rescindirse por causa de lesión.
(2) Que le lesión sea enorme, en los términos que señala la ley.
(3) Que la cosa no haya perecido en poder del comprador.
(4) Que el comprador no haya enajenado la cosa.
(5) Que la acción correspondiente se entable en tiempo oportuno.
2.8.2 Ámbito de aplicación: en el art. 1891 CC solo se aplica por lesión
enorme en la compraventa voluntaria de bienes raíces. En cualquier venta
forzada no opera la lesión enorme, por cuestiones de eficacia (mayor eficacia
a la venta forzada con tal que el acreedor se vea satisfecho) y porque las
subastas se venden siempre a precio menor.
En el caso de los bienes muebles, no se aplica por la lógica que impregna el
código civil, res movilis res vilis, las cosas muebles son de menor valor y los
actos que hacen relación con bienes muebles son objetos de menor
perfección por el legislador. Además, debemos considerar el contexto de
dictación del CC, en el año1855 el legislador protege a pocas personas, ya que
sabía el valor de sus inmuebles y el daño por el precio de los inmuebles, es
mayor.
2.8.3 El justo precio: el criterio fundamental de la lesión es el justo precio,
el cual es el valor de mercado. La regla del CC es que el comprador que paga
más del doble o el vendedor que recibe menos de la mitad, se encontrarían
lesionados al no cumplirse el justo precio (art. 1889 CC). En este punto cobra
importancia del tasador inmobiliario para efectos probatorios, este se debe
poner en el tiempo de la compraventa. Un buen elemento probatorio es
considerar las otras compraventas que se realizaron sobre bienes similares a la
época del contrato.
2.8.4 Regla del doble y la mitad: El contrato de compraventa podrá rescindirse
por lesión enorme. El art. 1889 CC indica que el vendedor sufre lesión enorme,
cuando el precio que recibe es inferior a la mitad del justo precio de la cosa que
vende; y el comprador a su vez sufre lesión enorme, cuando el justo precio de
la cosa que compra es inferior a la mitad del precio que paga por ella. El justo
precio se debe considerar al tiempo del contrato.
2.8.5 Efectos de la lesión enorme: el art. 1890 indica que el comprador contra
quien se pronuncia la rescisión, podrá a su arbitrio consentir en ella, o completar
el justo precio con deducción de una décima parte; y el vendedor en el mismo
caso, podrá a su arbitrio consentir en la rescisión, o restituir el exceso del precio
recibido sobre el justo precio aumentado en una décima parte.
No se deberán intereses o frutos sino desde la fecha de la demanda, ni
podrá pedirse cosa alguna en razón de las expensas que haya ocasionado el
contrato.
Según el art.1892, no puede ser renunciada anticipadamente, si se estipula
según este artículo es nula dicha disposición.
2.8.6 Acción rescisoria: es irrenunciable, prescribe en 4 años desde la
celebración del contrato como cualquier acción rescisoria (art. 1896). Si se
produce declaración de nulidad, se da lugar a las restituciones mutuas,
aplicándose todas las reglas de esta sobre frutos, deterioros, etc. La cosa hay
que restituirla en el caso que se encuentre, regla que tiene como excepción,
según el art. 1895 CC, que el comprador que se halle en caso de restituir la
cosa deberá previamente purificarla de las hipotecas, por lo que, si el
comprador recibe la cosa, debe sanear este gravamen previo a la restitución.

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La crítica que se realiza es que, si no se alcanza a pasar más del doble del justo
precio o menos del doble, se permite quedarse incluso con un 95% de utilidad o
más.

3. Contrato de permuta: es un contrato que permite la circulación de bienes, pero a


diferencia de la compraventa, se obligan a dar una cosa y no dinero. El art. 1987
CC señala que la permutación o cambio es un contrato en que las partes se obligan.
Respecto de la permuta, al margen de cualquier regla especial, se aplica siempre
las reglas de la compraventa, según el mandato del art. 1900 CC, considerándose
a cada permutante como vendedor por la cosa que da. En el caso de la lesión, se
aplicaría solo en la permuta de bienes inmuebles.
Según el art. 1898, el cambio se reputa perfecto por el mero consentimiento;
excepto cuando una de las cosas que se cambian o ambas sean bienes raíces o
derechos de sucesión hereditaria, en cuyo caso, para perfección del contrato ante la
ley, será necesaria escritura pública. Este artículo no es necesario ya que repite
la disposición de la compraventa. Por otra parte, el art. 1899 CC tampoco es
necesario ya que repite regla del contrato de compraventa.
El contrato de permuta se utiliza en el ámbito bursátil y lo llaman de distintas
maneras, ventas cruzadas, por ejemplo, etc. La permuta puede constituir un contrato
aleatorio de ganancia o pérdida (en este ejemplo de negocios bursátiles, si se pacta
cambiar las acciones en un año, puede que una de ellas se deprecie).

4. Contrato de arrendamiento
El contrato de arrendamiento es un contrato multiforme, que no cumple una sola
finalidad. Así, es un contrato que puede cumplir una finalidad de circulación de
bienes (circula el uso y goce a otro que no puede comprar el bien); o también puede
versar sobre servicios o sobre construcción de una obra.
4.1 Concepto (art. 1915 CC): el arrendamiento es un contrato en que las dos partes
se obligan recíprocamente, la una a conceder el goce de una cosa, o a ejecutar
una obra o prestar un servicio, y la otra a pagar por este goce, obra o servicio
un precio determinado. De este concepto se desprenden los tres tipos de
arrendamientos: arrendamiento de cosa, de obra o de servicio.
A partir de esta definición, podemos distinguir tres tipos de arrendamientos en
atención al objeto: (1) concesión del goce de una cosa; (b) la ejecución de una
obra, y c) la prestación de un servicio.
Trata el CC, en sucesivos párrafos, del arrendamiento de cosas y sus
modalidades, del arrendamiento de criados domésticos, de los contratos para la
confección de una obra material, del arrendamiento de servicios inmateriales y
del arrendamiento de transporte.
Respecto a estos tipos de arrendamiento, son reglas con carácter general para
todo tipo de arrendamiento de cosas las que se establecen en el CC, pero con
reglas especiales, contenidas en el p. 5°, relativas al arrendamiento de casas,
almacenes u otros edificios. Además, tienen regulación en la Ley 18.101 y DL
993. Respecto a las reglas de arrendamiento de la confección de una obra
inmaterial, estas poseen escasa aplicación.
4.2 Características: es bilateral, oneroso, consensual (se celebra por escrito por
términos probatorios), conmutativo, por regla general es principal, ya que no
está destinado a garantizar otro contrato y, finalmente, puede ser un contrato
dependiente.
4.3 Concepto: el arrendamiento de cosas es el contrato en que una de las partes
se obliga a conceder el goce de una cosa y la otra a pagar por este goce un
determinado precio.
La parte que confiere el goce de la cosa se denomina arrendador y la que debe
pagar el precio, arrendatario (art. 1919 CC). El arrendatario de predios urbanos
recibe la denominación particular de inquilino y el arrendatario de predios
rústicos, la denominación de colono.
4.4 Elementos fundamentales del contrato de arrendamiento: el
consentimiento, la cosa arrendada y el precio. Así, el contrato de

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arrendamiento requiere consentimiento, objeto y causa. El uso y goce de la
casa es objeto de la obligación arrendador y causa de la obligación del
arrendatario, el precio o renta será el objeto de la obligación del arrendatario y
la causa de la obligación del arrendador.
4.4.1 Consentimiento: es consensual, lo cual no obsta a que el legislador en
determinados contratos de arrendamiento exija otras formalidades (no
solemnidades) o porque las partes así lo establecieron. Por ejemplo, en la
sociedad conyugal, para que el marido pueda arrendar bienes de la mujer,
no se puede arrendar por más de 5 años los inmuebles urbanos ni rústicos
por más de 8, sin autorización la mujer. Esta formalidad es una formalidad
habilitante y su sanción es nulidad relativa que prescribe en 4 años, por
regla general, desde la celebración del contrato, pero en este caso es
desde la disolución de la sociedad conyugal. Otro ejemplo, es la
formalidad para la prueba, debiendo escriturar el contrato si versa sobre
un precio mayor a 2 UTM, ya que este no podrá probarse por testigos, por
lo que un acto escrito facilita estas cuestiones.
Es de gran conveniencia práctica que el contrato se otorgue por escritura
pública y, aun, que se inscriba en el Registro Conservatorio de Bienes
Raíces. El art. 53 Del Reglamento del Conservador de Bienes Raíces
señala el arrendamiento entre los títulos que pueden inscribirse. De esta
manera las partes pueden disponer de un título ejecutivo para reclamar
compulsivamente el cumplimiento de sus mutuas obligaciones.
4.4.2 La cosa arrendada: se concede la facultad tanto de usar como la de
gozar. El arrendatario se puede aprovechar de los frutos, se transfiere el
uso y el goce. Se distingue del usufructo ya que el arriendo es personal y
el usufructo real.
La cosa debe cumplir con los requisitos generales de los objetos: lícito,
comerciable, determinado y existir o esperar que exista. Dada la
naturaleza especial del contrato de arrendamiento, la cosa arrendada no
debe ser consumible.
La cosa dada en arrendamiento puede ser futura, por lo que la obligación
de garantizar el uso y goce de la cosa va a concretarse en la medida de
que nazca la cosa que va a ser arrendada.
Respecto al pago, las partes lo pueden pactar a su conveniencia.
Si la cosa, creen que existen, pero ha dejado de existir se aplica lo mismo
relativo al contrato de compraventa. Si dejo de existir en parte, puede
subsistir el contrato y se reduce el precio a su proporcionalidad. Si dejo de
existir en total, no habrá contrato.
La cosa tiene que ser determinada a lo menos en cuanto al género.
Se puede arrendar cosa ajena, ya que según el art. 1916, puede
arrendarse aun la cosa ajena, y el arrendatario de buena fe tendrá acción
de saneamiento contra el arrendador, en caso de evicción. Asimismo, esta
disposición establece que son susceptibles de arrendamiento las cosas
corporales o incorporales, que puedan usarse sin consumirse.
No son susceptibles de arrendamiento: (1) las cosas cuyo arrendamiento
la ley prohíbe; (2) los derechos personalísimos; y (3) las cosas
consumibles que no pueden hacerse un uso acorde a la naturaleza sin
que se destruyan.
4.4.3 Precio o renta: un arrendamiento sin precio o renta es un comodato
innominado, ya que el comodato no da la opción de gozar los frutos. Al
igual que en la compraventa el precio debe ser real o serio y
determinado. El precio, por tanto, no habrá de ser fingido o simulado ni
irrisorio. El arrendamiento degeneraría en un contrato gratuito.
(1) Diferencia entre precio y renta (art. 1917 CC): la diferencia entre
precio y renta radica en que el precio se paga de una vez, en cambio,
la renta se paga periódicamente.
Si el precio se paga de una vez, el contrato no deja de ser de tracto
sucesivo, ya que la obligación del arrendatario esta pagada, pero la del

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arrendador de dar en goce la cosa sigue siendo una obligación
continua. Debe existir siempre una duración del contrato de
arrendamiento, así la obligación del arrendador se debe cumplir de
manera continua, ya que no se puede entender esta obligación del
arrendador de otra forma.
El precio puede ser en frutos o dinero (estos son frutos civiles), a
diferencia de lo que ocurre en la compraventa. En caso de pagarse el
precio con frutos de la cosa, puede fijarse una cantidad determinada o
una cuota o parte alícuota de los de cada cosecha. Esta última forma
de pago del precio es frecuente en el arrendamiento de predios
rústicos y recibe la denominación de aparcería.
La renta se determina, según el art. 1918, al igual que la compraventa.
En consecuencia, puede fijarse por las partes o por un tercero; no
puede dejarse al arbitrio de una de las partes. Esta determinación
puede hacerse por cualquier medio o indicación que lo fije (art. 1808
inc. 2°).
4.4.4 Duración: tiene que estar determinado en el contrato el momento en que
se inicia el goce y uso de la cosa y el momento en el que se termina.
Esto se encuentra fijada en el código y, normalmente, será al momento de
la celebración del contrato que podrá exigirse la entrega de la cosa y,
recibida la cosa, comenzará en definitiva el uso y el goce.
La duración del arrendamiento podrá ser determinada o indefinida67. La
duración puede ser determinada por las partes o por el destino que se
le da a la cosa arrendada, por lo que, cuando se cumple dicha finalidad
(con la que se arrienda la cosa), se genera la restitución. La regla se
encuentra contemplada en el art. 1951 CC, a propósito de la expiración
del contrato de arrendamiento, regla que señala que la duración del
contrato de arrendamiento debe ser determinable, indicando que, si no se
ha fijado tiempo para la duración del arriendo, o si el tiempo no es
determinado por el servicio especial a que se destina la cosa arrendada o
por la costumbre, ninguna de las dos partes podrá hacerlo cesar sino
desahuciando a la otra, esto es, notificándose anticipadamente. La
anticipación se ajustará al período o medida de tiempo que regula los
pagos. Si se arrienda a tanto por día, semana, mes, el desahucio será
respectivamente de un día, de una semana, de un mes. El desahucio
empezará a correr al mismo tiempo que el próximo período. Lo dispuesto
en este artículo no se extiende al arrendamiento de inmuebles, de que se
trata en los párrafos 5 y 6 de este título.
De esta regla podemos desprender, en primer lugar, que las partes
podrán determinar la duración del contrato de arrendamiento. En
segundo lugar, debemos atender al servicio especial de la cosa, siendo
un elemento de interpretación de la voluntad de las partes tomando en
consideración aquello que tuvieron en vistas para celebrar el contrato de
arrendamiento. En tercer lugar, es uno de los contratos en los que existe
una mayor referencia a la costumbre, siendo una de ellas, la duración del
contrato de arrendamiento. A partir de la conjugación de estos tres
elementos, encontramos un contrato de arrendamiento de duración
determinada.
En caso que no se cumpla alguno de los criterios anteriores, nos
encontramos frente a un contrato de arrendamiento de duración
indefinida, no teniendo conocimiento sobre su término. Si el contrato es
de duración indefinida no se podrá poner término a este sino es
desahuciándolo, es decir, notificando anticipadamente. El desahucio es
un elemento paradigmático del contrato de arrendamiento, ya que es un
contrato de duración, en el que podremos facultar a una de las partes a
poner término unilateralmente previa notificación. Así, podremos

67
Lo normal es que las partes pacten una determinada duración.

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determinar su duración del contrato de arrendamiento que se encontraba
indefinida.

4.5 Derechos y obligaciones que emanan del contrato de arrendamiento: según


el art. 1915, las obligaciones fundamentales del arrendador es conceder el uso
y goce de la cosa, y el del arrendatario pagar.
4.5.1 Obligaciones del arrendador: la función del arrendador se descompone
en 3 pequeñas obligaciones enumeradas en el art. 1924: entregar la
cosa arrendada, mantenerla en el estado de servir para el fin a que
ha sido arrendada y librar al arrendatario de toda turbación en el goce
de la cosa arrendada. Estas 3 obligaciones están relacionadas con dar
el uso y goce de la cosa.
Se deben soportar cargas en relación a la mantención de la cosa, ya
que, como se entrega el uso y goce, se deben realizar las reparaciones
para que la cosa sigue sirviendo para su finalidad y, de esta forma, cumplir
con su obligación. Respecto a librar del arrendatario de turbación en el
goce, no se habla de un defecto material de la cosa, más bien se trata de
que un tercero trate de ejercer una acción sobre la cosa arrendada y tratar
de quitar la cosa a manos del arrendador.
(1) Entregar la cosa: Es una obligación de la esencia del contrato de
arrendamiento.
(1.1) Forma de la entrega: el art. 1920 previene que la entrega de la
cosa arrendada podrá hacerse bajo cualquiera de las formas de
tradición reconocidas por la ley. La disposición no es exacta, ya
que cuando la cosa arrendada es un inmueble, la entrega
obviamente no podrá verificarse por medio de la inscripción del
título en el Registro del Conservador, ya que a lo que se obliga
el arrendador es a la entrega material de la cosa que permite
al arrendatario gozarla. Asimismo, la inscripción por medio de la
cual se hace la tradición de los inmuebles supone un título
traslaticio de dominio y el arrendamiento es un título de mera
tenencia.
La entrega del inmueble se verifica poniéndolo materialmente a
disposición del arrendatario o simbólicamente, entregándole,
por ejemplo, las llaves.
(1.2) Tiempo y lugar de la entrega: en cuanto al tiempo y lugar de
la entrega, deben observarse las reglas generales:
✓ La entrega deberá verificarse en la época señalada por
las partes y, a falta de estipulación, inmediatamente
después de celebrado el contrato.
✓ La entrega se hará, en primer término, en el lugar
convenido; en el silencio de las partes, la entrega se
verificará en el lugar en que se encontraba la cosa al
tiempo del contrato o en el domicilio del arrendador,
según se trate de cosas específicas o genéricas (arts.
1587,1588 y 1589 CC).
(1.3) Estado en que debe entregarse la cosa: la cosa debe
entregarse en estado de servir para el fin que fue arrendada.
De otro modo el arrendatario no podrá obtener el adecuado
goce de la cosa que se propuso contratar.
(1.4) Imposibilidad de entregar la cosa: el art. 1925 señala que, si
el arrendador por hecho o culpa suya o de sus agentes o
dependientes se ha puesto en la imposibilidad de entregar la
cosa, el arrendatario tendrá derecho para desistir del
contrato, con indemnización de perjuicios. Por lo tanto,
habrá lugar a una indemnización, aun cuando el arrendador
haya creído erróneamente y de buena fe, que podía arrendar la
cosa; salvo que la imposibilidad haya sido conocida del

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arrendatario, o provenga de fuerza mayor o caso fortuito
(art. 1925 inc. 2° CC). Cuando se refiere a desistir, se hace
alusión a la resolución; aunque también se puede referir a una
imposibilidad de cumplimiento en la ejecución, por lo que,
¿se encuentra obligada la contraparte a cumplir su obligación?
En el caso de la compraventa se aplica la teoría de los riesgos,
si se destruye la cosa específica el comprador tiene la
obligación de pagar el precio; en este caso la regla se invierte,
si hay imposibilidad de ejecución, independiente de si la cosa
es específica o genérica, se produce el término del contrato. Lo
anterior se encuentra en concordancia con el art. 1950 CC,
disposición que indica que el arrendamiento expira de los
mismos modos que los otros contratos, por ejemplo, por
destrucción de la cosa arrendada.
Si se incumple la obligación por imposibilidad, en definitiva, se
puede desistir del contrato, con la indemnización de los
perjuicios. Los perjuicios que derivan de la imposibilidad de
entregar la cosa, son los perjuicios que derivan de la
terminación intempestiva o la pérdida de su utilidad.
Sobre la expresión por culpa suya o sus agentes o dependiente,
se entiende que no se responde solo respecto por hechos
propios, sino también por los hechos ajenos, el art. 1679 CC
señala que el hecho o culpa del deudor (arrendador que debe
entregar) se comprende el hecho o culpa por quienes fuere
responsable, existiendo consonancia entre el 1925, 1950 y 1679
CC.
(1.5) Constitución en mora del arrendador (por un hecho o culpa
suya): el art. 1926 señala que, si el arrendador por hecho o
culpa suya o de sus agentes o dependientes es constituido en
mora de entregar, tendrá derecho el arrendatario a
indemnización de perjuicios.
Si no se entrega la cosa, se puede aplicar el régimen común
de responsabilidad, además de la aplicación de los artículos
1925 y 1926 CC.
Si por el retardo se disminuyere notablemente la utilidad del
contrato para el arrendatario, sea por haberse deteriorado la
cosa o por haber cesado las circunstancias que lo
motivaron, podrá el arrendatario desistir del contrato,
quedando a salvo la indemnización de perjuicios, siempre que
el retardo no provenga de fuerza mayor o caso fortuito.

(2) Obligación de mantener la cosa arrendada en buen estado (art.


1927 CC): la obligación de mantener la cosa arrendada en buen estado
consiste en hacer, durante el arriendo, todas las reparaciones
necesarias, a excepción de las locativas, las cuales corresponden
generalmente al arrendatario. Pero será obligado el arrendador aun a
las reparaciones locativas, si los deterioros que las han hecho
necesarias provinieron de fuerza mayor o caso fortuito, o de la mala
calidad de la cosa arrendada. Las estipulaciones de los
contratantes podrán modificar estas obligaciones
Así, esta obligación se refiere al aseguramiento del goce, de manera
de mantener la cosa arrendada útil para la finalidad que persiguió,
debiendo hacer reparaciones o inversiones encaminadas en dicho
sentido.
Existen reparaciones locativas y no locativas. Las locativas son
reparaciones que tiene que realizar el arrendatario, se encuentran
reguladas en el ar. 1940 CC. Las no locativas son las que hace el
arrendador.

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(2.1) Reparaciones locativas y no locativas (art. 1927 CC):
(2.1.1) Reparación no locativa: obligación de mantener la cosa en
buen estado consiste en hacer, durante el arriendo, todas las
reparaciones necesarias, o sea, todas aquellas que no son
locativas. La reparación no locativa sería aquella que viene de
deterioros causados sin culpa o dolo del arrendatario, aquellos que
emanan de la fuerza mayor o caso fortuito o de la calidad de la
cosa. Sin perjuicio, de que las partes pueden modificar esta regla.
Toca al arrendador efectuarlas, pero puede, en determinadas
circunstancias, efectuarlas el arrendatario por cuenta del arrendador.
El art. 1935 prescribe que el arrendador es obligado a reembolsar
al arrendatario el costo de las reparaciones indispensables no
locativas, que el arrendatario hiciere en la cosa arrendada, siempre
que el arrendatario no las haya hecho necesarias por su culpa, y
que haya dado noticia al arrendador lo más pronto, para que las
hiciese por su cuenta. Si la noticia no pudo darse en tiempo, o si el
arrendador no trató de hacer oportunamente las reparaciones, se
abonará al arrendatario su costo razonable, probada la necesidad.
En resumen, el derecho de arrendatario para que se le reembolse el
costo de las reparaciones necesarias (no locativas), requiere: (i) que
el arrendatario no las haya hechos indispensables por su culpa;
(ii) que haya dado pronta noticia al arrendador para que las
efectúe, a menos que la noticia no hubiere podido darse a tiempo;
(iii) que el arrendador no haya tratado de hacerlas oportunamente;
y (iv) que el arrendatario prueba las necesarias de las
reparaciones de que se trata.
(2.1.2) Reparación locativa: el art. 1940, señala que será el
arrendatario es obligado a las reparaciones locativas. Se entienden por
reparaciones locativas las que, según la costumbre del país, son de
cargo de los arrendatarios, y, en general, las de aquellas especies
de deterioro que ordinariamente se producen por culpa del
arrendatario o de sus dependientes, como descalabros de paredes o
cercas, albañales y acequias, rotura de cristales, etc. Hay que
determinar por medios de prueba (sin limitación) que en un momento
o lugar se acostumbra a hacer determinadas reparaciones que debe
mantener el arrendatario. A falta de costumbre, nos debemos remitir
a la verdadera definición de reparación locativa, entendiéndose, en
general, como aquella especie que deterioro que se producen por
culpa del arrendatario o de sus dependientes. Así, dejando atrás la
costumbre, el segundo elemento que se debe considerar es la culpa,
debiendo repararse los daños que sean producidos en virtud de ella.
Suele ocurrir que, tratándose de los corredores de propiedades o
arrendadores, incorporan una cláusula a los contratos en virtud de la
cual, si se entrega recién pintado, por ejemplo, se deberá devolver de
igual forma, o que tiene que hacerse cargo de los deterioros que se
producen por el uso, etc.
Si las partes nada dicen, el contratante no debe responder por el mero
uso porque se está pagando por ese uso y no por el degaste, el cual
es un deterioro normal de la cosa que se considera implícitamente. Por
lo tanto, a falta de estipulación expresa de las partes, solamente los
arrendatarios serán responsables de los deterioros que provienen de
su culpa.
No obstante, las estipulaciones de los contratantes podrán modificar
estas obligaciones, haciendo locativa una reparación que ni por
costumbre ni por la ley lo es (art. 1927 inc. 3° CC).
(2.2) Cómo se debe realizar la reparación de la cosa: el CC da una
serie de reglas para determinar cómo se deben realizar las

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reparaciones de la cosa. Estas reglas se encuentran en los arts. 1935
y 1936.
Respecto a las reparaciones no locativas, pueden tener un carácter
necesario y urgente, siendo aquellas las reparaciones necesarias ya
que sin ellas las que la cosa perece o se deteriora. El art. 1935 señala
que, el arrendador es obligado a reembolsar al arrendatario el costo de
las reparaciones indispensables no locativas, que el arrendatario
hiciere en la cosa arrendada, siempre que el arrendatario no las haya
hecho necesarias por su culpa, y que haya dado noticia al arrendador
lo más pronto, para que las hiciese por su cuenta. Si la noticia no pudo
darse en tiempo, o si el arrendador no trató de hacer oportunamente
las reparaciones, se abonará al arrendatario su costo razonable,
probada la necesidad. La buena fe impone a las partes el deber de
comunicarse y, a la persona en tenencia de la cosa, advertir
oportunamente que debe realizar reparaciones. De esta manera el
arrendador toma conocimiento y el arrendatario puede realizarlas con
cargo al primero.
Por lo tanto, existen 4 requisitos:
✓ La persona que tiene la tenencia de la cosa, tiene que advertir al
dueño que debe realizar las reparaciones. Este es un deber hacia
el arrendatario.
✓ Cuando el arrendador toma conocimiento de lo anterior, pero si
que se hay dado aviso, igualmente debe realizarlas, a cargo del
arrendatario.
✓ Se requiere que haya dado pronta noticia el arrendatario para que
el arrendador las efectúe a su cargo, por el deber de buena be.
Debe existir negligencia por parte del arrendador.
✓ El arrendatario debe probar la necesidad de las reparaciones.
(2.3) Mejoras útiles o voluptarias: la ley prevé la suerte de las
mejoras útiles introducidas por el arrendatario, entendiendo por tales
las que aumentan el valor de la cosa (art. 909 inc. 2°). Si las
reparaciones son útiles (aumentan valor de la cosa), el arrendador sólo
reembolsa si da autorización para que se efectúan y se haya
comprometido expresamente a pagarla (art. 1936). En el caso de
que las mejoras no se hubieren efectuado en las condiciones
apuntadas, el arrendatario podrá separar y llevarse los materiales, sin
detrimento de la cosa arrendada; a menos que el arrendador esté
dispuesto a abonarle lo que valdrían los materiales considerándolos
separados (art. 1936 CC).
(2.4) Consecuencias del incumplimiento: Si el arrendatario paga las
mejoras necesarias y el arrendador no las paga, puede pedir el
cumplimiento forzado o su resolución del debe ser un incumplimiento
grave), con la correspondiente indemnización de perjuicios si procede.
Además, el art.1937 da derecho a retención, así señala que, en todos
los casos en que se debe indemnización al arrendatario, no podrá este
ser expelido o privado de la cosa arrendada, sin que previamente se le
pague o se le asegure el importe por el arrendador. Sin embargo, esta
regla no se extiende al caso de extinción involuntaria del derecho del
arrendador sobre la cosa arrendada.
Se puede negar a pagar la renta por el hecho de que la otra parte
incumplió con su obligación de asegurar el uso de la cosa
(incumplimiento causado), por lo que no nos encontramos
precisamente frente a una hipótesis de incumplimientos recíprocos.
Por esta razón, ambas partes deducen la acción de resolución con
indemnización o cumplimiento forzado y, de acuerdo con la teoría
clásica, no se debería acoger ninguna de las dos acciones.
En cambio, la tesis moderna estipula que se debe rechazar la
demanda de resolución del arrendador, ya que en el fondo lo está

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alegando un nemo auditor, es decir, su propia torpeza. Así, el
arrendador le está reprochando al arrendatario el no pago de la renta,
pero esto se debió a que, en primer lugar, este no cumplió con su
obligación se asegurar el goce de la cosa y, por lo tanto, en una
hipótesis como esta, se debe rechazar la demanda del arrendador con
la indemnización de perjuicio y acoger la demanda de resolución del
contrato con indemnización de perjuicios del arrendatario68.

(3) Librar al arrendatario de las turbaciones en el goce de la cosa: se


encuentra regulada entre los arts. 1928 y 1931 CC. El arrendador tiene
la obligación de garantizar el arrendatario de las turbaciones de que
este sea víctima de parte de terceros y del mismo arrendador. De
esta manera, la obligación de librar al arrendatario de toda turbación la
de la cosa arrendada se descompone en dos obligaciones: (i)
obligación de arrendador no turbar al arrendatario; (ii) obligación del
arrendador de garantizar al arrendatario de turbaciones de terceros.
(3.1) Turbaciones del arrendador al arrendatario: debe abstenerse
el arrendador de turbar el arrendatario en el goce de la cosa.
Cualquiera turbación que sea obra del arrendador o de personas a
quienes este puede vedarla, da derecho al arrendatario de reclamar
indemnización de perjuicios (art. 1929 CC).
El legislador se ha ocupado, en especial, de las turbaciones que
provengan de mutaciones en la forma de la cosa o de la ejecución de
trabajos en ella. En efecto, el art. 1928 inc. 1° dispone que, el
arrendador en virtud de la obligación de librar al arrendatario de toda
turbación o embarazo, no podrá, sin el consentimiento del arrendatario,
mudar la forma de la cosa arrendada, ni hacer en ella obras o
trabajos algunos que puedan turbarle o embarazarle el goce de ella.
No obstante, podrá suceder que la cosa necesite de reparaciones
urgentes. Las consecuencias son diversas según la magnitud de
tales reparaciones y la medida en que embaracen o turben el goce.
(3.1.1) Turbación de poca importancia: estas deben soportarlas el
arrendatario, pero le asiste el derecho de pedir una rebaja del precio
o renta. El art. 1928 inc. 2° previene que, con todo, si se trata de
reparaciones que no puedan sin grave inconveniente diferirse, será el
arrendatario obligado a sufrirlas, aun cuando le priven del goce de una
parte de la cosa arrendada; pero tendrá derecho a que se le rebaje
entre tanto el precio o renta, a proporción de la parte que fuere.
(3.1.2) Turbaciones de importancia: podrá el arrendatario demandar
la terminación del contrato. En efecto, añade la disposición: y si
estas reparaciones recaen sobre tan gran parte de la cosa, que el resto
no aparezca suficiente para el objeto con que se tomó en arriendo,
podrá el arrendatario dar por terminado el arrendamiento.
(3.1.3) Indemnización de perjuicios: junto con las acciones
señaladas, encaminadas a pedir una rebaja del precio o la terminación
del arriendo, puede sumarse la de indemnización de perjuicios. Tendrá
el arrendatario derecho a que se le indemnice perjuicios:
✓ Si las reparaciones provienen de causa que anterior al tiempo
del contrato, desconocida del arrendatario, pero que el

68Lo mismo que puede ocurrir en un contrato de construcción, que es un contrato de arrendamiento
de obra. Hay un constructor que se había comprometido a entregar una casa dentro de un
determinado plazo y no lo hizo y, por la otra, tenemos en definitiva al arrendatario del servicio o de
obra, que es quien encomienda la ejecución de la obra y que tiene que pagar el precio de la obra, el
cual deja de pagar la última cuota de la obra, porque no le han entregado la casa. ¿cuál demanda
se recoge y cual se niega? Rechazan la del constructor porque incumplió con su obligación de
entregar la casa en el tiempo estipulado, y acogen la demanda del contratante diligente, que dejo de
pagar la última cuota de la casa, porque su incumplimiento estaba causado en el incumplimiento del
constructor, finalmente al acoger la demanda de resolución, van a aletearla por vía de las
prestaciones mutuas.

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arrendador conoció o era tal que tuviese antecedentes para
temerla o por su profesión conocerla (art. 1928 inc. 4°).
✓ Si las reparaciones han de dificultar el goce por mucho tiempo,
de manera que no puede subsistir el contrato de arrendamiento
sin grave molestia o perjuicio para el arrendatario (art. 128 inc.
5).
(3.2) Turbaciones que sean obras de terceros: las turbaciones
de que el arrendatario puede ser víctima de parte de terceros
son de hecho y de derecho. Son turbaciones de hecho las
que provienen de vías de hecho de terceros que no pretenden
derechos sobre la cosa arrendada. Son turbaciones de
derecho aquellas que se produce por vías de derecho, esto es,
por las acciones que terceros entablen alegando derechos
sobre la cosa arrendada.
(3.2.1) Turbaciones de hecho: las turbaciones de hecho,
resultantes de la ejecución de actos materiales que no importan
pretensión de ningún derecho, no imponen al arrendador ninguna
responsabilidad. El arrendatario por los medios que disponga debe
repelar esta clase de agresiones que turban el goce. El art. 1930 inc.
1° señala que, si el arrendatario es turbado en su goce por vías de
hecho de terceros, que no pretenden derecho a la cosa arrendada,
el arrendatario a su propio nombre perseguirá la reparación del daño.
(3.2.2) Turbaciones de derecho: de estas turbaciones es
responsable el arrendador ya que provienen de una mala calidad de
su derecho. El arrendatario no tiene calidad para representarle en el
debate en que se discuta el derecho del arrendador. Por este motivo
el art. 1931 CC señala que, la acción de terceros que pretendan
derecho a la cosa arrendada, se dirigirá contra el arrendador. Pero
el arrendatario tiene la obligación de dar noticia al arrendador de
las turbaciones o molestias que reciba de terceros. La omisión
o tardanza en que incurra le hará responsable de los perjuicios que
de ello se sigan para el arrendador (art. 1931 inc. 2°).
✓ Turbación de menor importancia de terceros: el
arrendatario tiene derecho a una rebaja del precio (art. 1930
inc. 2°).
✓ Turbación considerable de terceros: el arrendatario puede
pedir la terminación del contrato (art. 1930 inc. 3°).
(3.2.3) Indemnización de perjuicios: el arrendatario derecho a que
se le indemnicen todos los perjuicios sufridos, si la causa del derecho
justificado por el tercero fue o debió ser conocida por el arrendador
al tiempo del contrato, pero no lo fue del arrendatario o siendo
conocida por este, intervino estipulación especial de saneamiento
respecto a ella (art. 1930 inc.4). En cambio, si la causa del derecho
del tercero no era ni debía ser conocida por el arrendador al tiempo
del contrato, no será obligado el arrendador a abonar el lucro cesante
(art. 1930 inc. 5°).

4.4.2 Obligaciones del arrendatario: se encuentra reguladas entre los arts.


1938 a 1949 CC. La principal obligación del arrendatario es pagar la renta o el
precio (art. 1915 CC).
(1) Determinación del precio: el precio se puede determinar de la misma
manera que el contrato de compraventa y, una vez que se encuentra
determinado, el precio o la renta se puede pagar por una sola vez lo que o
periódicamente respectivamente (art. 1944). El pago del precio o renta será en
los periodos estipulados o a falta de estipulación conforme a la costumbre del
país, o no habiendo estipulación o costumbre con las reglas que siguen.

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(1.1) Estipulación de las partes: las partes pueden acordar que le pago se
realice mes a mes, por semana, por trimestre, etc. También pueden adoptar
el pago de la renta por adelantado o por mes vencido.
(1.2) Costumbre: debe ser la del momento y lugar donde se celebró el
contrato. El CC en este aspecto distingue:
(1.1.1) Inmueble: regla supletoria en virtud de la realidad social según el
tipo de inmueble.
✓ Urbano: por meses. El legislador presume que quien vive en la
ciudad trabaja y recibe una remuneración mensual.
✓ Rústico: por años. El legislador presume que con los frutos
naturales podrá obtenerse el dinero para pagar. Así, con lo que se
obtenga del uso y goce de las cosas naturales, derivada de la
explotación de un fundo rural, por ejemplo, se podrá pagar la renta
anual.
(1.1.2) Mueble: se presume que, si las partes nada han dicho, respecto
del precio, este se pagará una sola vez, tras el termino del
arrendamiento. Respecto a la renta, si nada dicen las partes, tiene que
pagarse por mensualmente por periodos vencidos.
Derecho legal de retención del arrendador: en caso que el
arrendatario adeude el precio o la renta, el arrendador tiene un
derecho legal de retención a su favor (art. 1942). En este caso, el
arrendador, para la seguridad del pago y las indemnizaciones, puede
retener los frutos y objetos que con el arrendatario haya amoblado y
se entenderá que le pertenecen, a menos de prueba contraria. En
otras palabras, esto supone que existe derecho de retención sobre
cosas que no están en el poder del arrendador. Se trata de una
hipótesis de excepción.
La utilización práctica de este derecho es de importancia, ya que, en
estos casos suele ocurrir que, se presenta una demanda para el
cobro del contrato de arrendamiento, se notifica, y el arrendatario
desaparece. Para evitar que se escape, antes de notificada la
demanda, se ejerce el derecho de retención como una medida
prejudicial o en conjunto con la demanda. Por medio de este acto,
se constituye el arrendatario, a pesar de ser propietario de las cosas
adquirirá la calidad de depositario. Esta institución permite dar más
fuerza a su derecho, ya que el arrendador podrá cobrar las rentas
del arrendamiento en estos bienes. Es una herramienta efectiva que
se asimila a la garantía prendaria y sirve para ejecutar la obligación.
(2) A usar la cosa según los términos o el espíritu del contrato: el
derecho de gozar de la cosa no es ilimitado para el arrendatario; al
contrario, debe encuadrarse dentro de ciertos límites.
La forma del goce será, en primer término, la que las partes convengan
expresamente. A falta de estipulación, el goce del arrendatario deberá
ajustarse a la presunta intención de los contratantes, o al natural
destino de la cosa, o de la costumbre del país.
La infracción de esta obligación del arrendatario da derecho al
arrendador a pedir la terminación del arrendamiento, con
indemnización de perjuicios, o limitarse a esta indemnización, dejando
subsistir el arrendamiento (art. 1938 inc. 2°). Esto es una excepción a
la regla general, ya que no se debe decretar la indemnización de
perjuicios sin antes pedir la resolución o el cumplimiento forzado del
contrato.
(3) A cuidar de la cosa como un buen padre de familia: puesto que el
arrendamiento es un contrato que beneficia a las partes
recíprocamente, el arrendatario con arreglo a los principios generales,
es responsable de la culpa leve. El art. 1939 ratifica esta conclusión.
La sanción del incumplimiento de esta obligación lo hace responsable
de los perjuicios que su conducta ocasione y aun tendrá derecho el

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arrendador para poner fin al arrendamiento, en el caso de un grave y
culpable deterioro (art. 1939 inc. 2°). Por lo tanto, la sanción que el
incumplimiento trae consigo depende de la magnitud de la
infracción; en este sentido, solo una infracción grave autoriza al
arrendador para pedir la terminación del arriendo, entendiéndose por
tal aquella que ocasiona en la cosa un serio deterioro. La infracción
leve solo puede ser fundamento para una demanda de perjuicios.
El arrendatario es responsable no solo de su propio hecho o culpa,
sino también de la de su familia, huéspedes y dependientes (art. 1941).
(3.1) Cesión y subarriendo: consecuencia de la obligación de cuidar
de la cosa es la prohibición que la ley impone al arrendatario de
subarrendar o ceder el arriendo, a menos que se le autorice
expresamente para ello. En este último caso, el cesionario o
subarrendatario no podrá usar o gozar de la cosa en otros términos
que los estipulados con el arrendatario directo.
El subarrendamiento y la cesión son cosas diversas. En este sentido,
subarrendar supone dar en arrendamiento la cosa que se tiene a título
de arrendatario; existen dos arriendos superpuestos, encontrándose el
subarrendador doblemente obligado y asume una doble calidad: de
arrendatario en el primer contrato y de arrendador en el segundo,
respecto del subarrendatario.
Respecto a la cesión del arriendo, supone la transferencia a un tercero
del derecho de goce que del contrato de arrendamiento nace para el
arrendatario. El cesionario ocupa el lugar del cedente y se crea una
relación directa entre cesionario y arrendador. Por consiguiente, la
cesión es una operación de efectos más radicales que el
subarrendamiento.
(4) A efectuar reparaciones locativas: el art. 1927 dispone que el
arrendador debe efectuar las reparaciones necesarias no locativas y
aun estas si los deterioros que las han hecho indispensables provienen
de fuerza mayor o caso fortuito, o de mala calidad de la cosa. Pero,
además de estos casos de excepción, toca al arrendatario efectuar las
reparaciones de esta índole, estando obligado a realizar las
reparaciones locativas (art. 1940 inc. 1°).
Las reparaciones locativas son las que tienen por objeto subsanar
aquellos deterioros que son una consecuencia normal del goce que el
arrendatario tiene de la cosa. El art. 1940 inc. 2° dispone que, se
entienden por reparaciones locativas las que según la costumbre del
país son de cargo de los arrendatarios, y en general las de aquellas
especies de deterioro que ordinariamente se producen por culpa del
arrendatario o de sus dependientes, como descalabros de paredes o
cercas, albañales y acequias, rotura de cristales, etc.
(5) A restituir la cosa al término del arrendamiento: el goce del
arrendatario es temporal, por lo que, debe restituirse la cosa al
arrendador al término del contrato (art. 1947). El arrendatario debe
restituir la cosa en el estado en que le fue entregada (art. 1947 inc. 2°),
pero, como en común, el goce de la cosa puede causar un natural
desgaste o menoscabo. Por este motivo, la disposición añade que en
la restitución debe tomarse en cuenta el deterioro ocasionado por el
uso y goce legítimos.
Es probable que las partes hayan dejado constancia del estado en que
se encontraba la cosa; en tal caso, no surgirán dificultades acerca de
cómo debe efectuarse la restitución. En cambio, si las partes no han
expresado el estado en el que se entregó la cosa, la ley establece una
presunción de que ese estado fue satisfactorio. Esta presunción es
simplemente legal y cede ante la prueba contraria que el arrendatario
rinda (art. 1947 inc. 3°).

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Los daños y pérdidas sobrevinientes durante el goce de la cosa, se
presumen culpables. Es cargo del arrendatario acreditar que no han
sobrevenido por su culpa o de sus huéspedes, dependientes o
subarrendatarios (art. 1947 inc. 4°).
La entrega debe efectuarse poniendo la cosa materialmente a
disposición del arrendador. El art. 1948 ha reglamentado la forma
cómo debe efectuarse la restitución de los inmuebles, debiendo
verificarse que fue desocupada completamente y entregándole las
llaves al arrendador.
Respecto al incumplimiento de esta obligación, para que el
arrendatario quede constituido en mora de restituir, es menester que
sea requerido o convenido por el arrendador. En este sentido, la
expiración del plazo estipulado no es suficiente, aun cuando el
arrendador haya dado anticipada noticia al arrendatario de su intención
de poner fin al contrato.
Una vez constituido en mora, el arrendatario será condenado al
resarcimiento de todos los perjuicios de la mora y a lo demás que
contra el completa como injusto detentados (art. 1949).

4.6 Expiración del contrato de arrendamiento: el contrato de arrendamiento de


cosas termina del mismo modo que los otros contratos, pero el art. 1950 señala
diversas causales de extinción propias o peculiares de este contrato. Estas
causales son (1) por destrucción total de la cosa arrendada; (2) por la
expiración del tiempo estipulado para la duración del arriendo; (3) por la
extinción del derecho del arrendador; y, (4) por sentencia judicial, en los
casos que la ley lo ha previsto. A las causales apuntadas, debemos añadir el
desahucio, la circunstancia de necesitar el arrendador la cosa para efectuar
reparaciones en ella, etc.
4.6.1 Destrucción de la cosa: destruida íntegramente la cosa, el arrendador
no podrá procurar al arrendatario el goce de la misma. El arrendatario, a
su vez, quedará liberado de la obligación de pagar precio (su obligación
carece de causa).
Es necesaria que esta destrucción sea total. Se debe distinguir si la
pérdida es fortuita o culpable, ya que de la destrucción total y culpable
de la cosa se hará responsable al arrendatario de los consiguientes
perjuicios. El art 1945 CC, establece que la terminación por culpa del
arrendatario le obliga a esta indemnización, y especialmente, al pago de
la renta por el tiempo que falte hasta la expiración del plazo estipulado o
hasta que mediante, el desahucio, hubiera podido cesar el contrato. Si la
destrucción es parcial, el juez deberá decidir si tendrá lugar la terminación
o se concede al arrendatario una rebaja del precio o renta (art. 1932 inc.
2°).
4.6.2 Expiración del tiempo estipulado: en esta causal nos planteamos las
diferentes hipótesis en que puede o no estar determinado el plazo, o ser
determinable la duración del arrendamiento. En este sentido, el contrato
de arrendamiento es esencialmente temporal, pero su duración puede ser
determinada o determinable. Esta determinación puede no estar expresa
en el contrato de arrendamiento, debiendo recurrir al art. 1951.
(1) Contratos de duración determinada: el tiempo de duración del
contrato de arrendamiento puede ser expresada o tácita. Así, podrá
ser determinada si las partes lo han convenido expresamente,
cuando el tiempo es determinado por la naturaleza del servicio a
que lo cosa se destina y cuando el tiempo es determinado por la
costumbre del país. En tales casos, la expiración del término pone fin
automáticamente o piso iure al contrato, sin que sea necesario un aviso
previo o expresa declaración de voluntad (art. 1954 CC).
(2) Contratos de duración indeterminada: si no se ha fijado tiempo para
la duración del arriendo, o este no resulta de la naturaleza del servicio

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o de la costumbre, el contrato durará indefinidamente mientras las
partes no expresen su voluntad de ponerle fin. El arrendador y el
arrendatario deben darse mutuo aviso de su intención de no perseverar
en el contrato. Este aviso previo se denomina desahucio. El art. 1951
(junto al art. 1545) son una manifestación del principio de libertad de
las convenciones, ya no si no hay plazos, las partes no pueden verse
obligadas a permanecer en el contrato perpetuamente, ya que esto
supondría permitir que los contratantes – por su libertad – la limiten
absolutamente.
El art. 1951 dispone que, si no se ha fijado tiempo para la duración del
arriendo, o si el tiempo no es determinado por el servicio especial a
que se destina la cosa arrendada o por la costumbre, ninguna de las
dos partes podrá hacerlo cesar sino desahucian. Cuando se haya
fijado plazo obligatorio solo para una de las partes, aquella a que el
plazo no obliga, deberá desahuciar a la otra parte para hacer cesar el
arriendo (art. 1953 CC).
(2.1) Formas de desahucio: el desahucio es el aviso anticipado que
una de las partes da a la otra de su voluntad de poner fin al
contrato. En este caso, la aceptación de la parte a quien se dirige
carece de importancia.
El desahucio puede ser judicial o extrajudicial. El desahucio
extrajudicial podrá ser verbal o escrito, contando ambos con una serie
de inconvenientes. En el caso que sea verbal, no podrá probarse por
testigos cuando la cuantía sea superior a $200; en caso que sea
otorgado por escrito, el documento queda en manos del desahuciado
y la parte que dio el desahucio no puede contar con dicho documento
para acreditar que formuló oportunamente el aviso.
El desahucio judicial es el que se da por medio de una notificación
judicial al arrendador o arrendatario (art. 588 CPC).
Una vez notificado el desahucio, quien ha dado la noticia para la
cesación del arriendo no podrá después revocarla, sin el
consentimiento de la otra parte (art. 1952 CC).
(2.2) Anticipación con la que debe darse el desahucio: el art. 1951
inc. 2° CC establece que la anticipación se ajustará a los periodos o
medida de tiempo que regule los pagos. De esta manera si el arriendo
es tanto por mes o por año, el desahucio debe darse con un mes o un
año de anticipación. Para precisar con exactitud cuándo debe
entenderse terminado el contrato, el art. 1951 inc. 3° dispone que
empezará a correr al mismo tiempo que el próximo período.
(2.3) Momento en que se extingue el contrato: si es determinado,
se extingue al término establecido. Si procede el desahucio, el contrato
termina en el momento en que expira el plazo del mismo. Como lógica
consecuencia, hasta esa época, subsiste el derecho del arrendador de
percibir el precio o renta.
Si el arrendatario restituye anticipadamente la cosa, deberá, no
obstante, pagar la renta hasta el fin del contrato. Esto se encuentra
consagrado en el art. 1955.
Esta disposición entra en conflicto cuando el término se encuentra
determinado, ya que se produce un enriquecimiento sin causa: el
arrendatario es obligado a pagar toda la renta, aun cuando ya no use
y goce la cosa. La razón de esta regla – tal como ocurre en la
indemnización de perjuicios – lo que ocurre es que el arrendatario ha
defraudado las expectativas del arrendador.
En este caso, se podría justificar que el arrendador podría haber dado
en arriendo la cosa a un tercero (tras la restitución anticipada),
completando el término del contrato anterior, y beneficiándose tanto de
la renta o pago del anterior como del actual arrendatario. Así, el

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arrendatario podrá probar que el daño no existe, por lo que no hay
responsabilidad contractual.
Ahora bien, si el arrendador no da en arrendamiento la cosa por
negligencia de él ¿cómo puede defenderse el arrendatario? En este
caso, se utiliza un mecanismo práctico establecido por la
jurisprudencia y la doctrina, utilizando el principio de
enriquecimiento sin causa y nemo auditor. Es negligente el
arrendador, ya que el perjuicio no procede exclusivamente de la culpa
del arrendatario, sino que también de la conducta displicente del
arrendador, aplicándose el art. 1558 CC.
No es de buena fe que el arrendador no dé en arriendo la cosa
pudiendo, por lo que el arrendatario es solo responsable de los
perjuicios que derivan de su relación. De esta manera se ha
morigerado la regla en la práctica.
(2.4) Tácita reconducción: en caso que el arrendatario continúa
detentando la cosa una vez terminado el contrato de arrendamiento sin
protesta del arrendador, no se sigue como consecuencia que exista
una prórroga del contrato. En este sentido, el CC no admite la tácita
reconducción, esto es, la renovación del contrato por el hecho de que
el arrendatario retenga la cosa con la aparente anuencia del
arrendador. El art. 1956 inc. 1° establece el principio general que,
terminado el arrendamiento por desahucio, o de cualquier otro modo,
no se entenderá en caso alguno que la aparente aquiescencia del
arrendador a la retención de la cosa por el arrendatario, es una
renovación del contrato.
Para que se entienda renovado el arriendo es necesario que las partes
así lo convengan expresamente. En caso contrario, el arrendador
puede reclamar en cualquier tiempo la restitución de la cosa, como lo
dispone el art. 1956 inc. 2°, señalando que, si llegado el día de la
restitución no se renueva expresamente el contrato, tendrá derecho el
arrendador para exigirla cuando quiera.
Renovación tácita (art. 1956 inc. 3°): esta disposición señala que si la
cosa fuere raíz y el arrendatario con el beneplácito del arrendador
hubiere pagado la renta de cualquier espacio de tiempo
subsiguiente a la terminación, o si ambas partes hubieren
manifestado por cualquier otro hecho igualmente inequívoco
(voluntad tácita) su intención de perseverar en el arriendo, se
entenderá renovado el contrato bajo las mismas condiciones que
antes, pero no por más tiempo que el de tres meses en los predios
urbanos y el necesario para utilizar las labores principiadas y
coger los frutos pendientes en los predios rústicos, sin perjuicio
de que a la expiración de este tiempo vuelva a renovarse el arriendo
de la misma manera.
4.6.3 Por la extinción del derecho del arrendador: la extinción del contrato
de arrendamiento en este caso se produce porque el arrendador, al
extinguirse los derechos que tenía en la cosa, se coloca en la imposibilidad
de satisfacer sus obligaciones.
Dentro de las hipótesis que extinguen el derecho del arrendador, en
síntesis, esta se puede producir por un hecho o culpa del arrendador o
por causas independientes a su voluntad. Esta distinción adquiere
relevancia respecto a la obligación del arrendador de indemnizar los
perjuicios.
(1) Efectos de la extinción involuntaria: el art. 1958 dispone que,
extinguiéndose el derecho del arrendador sobre la cosa arrendada, por
una causa independiente de su voluntad, expirará el arrendamiento
aun antes de cumplirse el tiempo que para su duración se hubiere
estipulado. La extinción supone que otra persona adquiere este

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derecho, terceros que no están obligados a respetar el arrendamiento.
Para ellos el contrato es res inter alios.
La responsabilidad del arrendador en este caso se traduce en el pago
de perjuicios, siendo necesario distinguir si este se encontraba de
buena o mala fe.
La mala fe consiste en haber contratado a sabiendas del carácter
incierto de su derecho y atribuyéndose la calidad de dueño absoluto
(art. 1959 CC). En este sentido, si el arrendador ha contratado en una
calidad particular que hace incierta la duración de su derecho, y en
todos los casos en que su derecho este sujeto a uno condición
resolutoria, no habrá lugar a la indemnización de perjuicios por la
cesación del arriendo en virtud de la resolución del derecho. En caso
que el arrendador haya tenido un derecho incierto y contrató
atribuyéndose el carácter de dueño absoluto, será obligado a
indemnizar los perjuicios, a menos que haya contratado a sabiendas
de que el arrendador no era absoluto dueño.
(2) Extinción del derecho del arrendador por causa que les
imputable: la extinción del derecho del arrendador puede operar por
su hecho o culpa. Esto ocurre cuando el arrendador enajena la cosa
arrendada o por el hecho de no pagar el precio se declara resuelto el
contrato de compraventa que le sirvió de título para su adquisición, etc.
Pero las consecuencias de la extinción del derecho difieren según las
circunstancias y una distinción necesaria es si el sucesor en los
derechos del arrendador debe o no respetar el arriendo. Atendiendo a
la distinción anterior, si el sucesor no se encontrará obligado a respetar
el arriendo, según el art. 1961 CC, el arrendador deberá indemnizar al
arrendatario en todos estos casos.
Además, según el art. 1963 inc. 1°, el arrendador deberá indemnizar
los perjuicios que sufre el subarrendatario por su parte, cuando el
arrendador haya consentido en el subarriendo. Para cobrar los
perjuicios sufridos por el subarrendatario, el arrendatario puede obrar
a su propio nombre. Como no lo liga ningún vínculo con el arrendador,
no puede el subarrendatario cobrar directamente dichos perjuicios y es
necesario que el arrendatario le ceda su acción (art. 1963 inc. 2°). Por
su parte, el arrendatario deberá reembolsar al subarrendatario las
rentas que le haya anticipado (art. 1963 inc. 3°).
(2.1) Efectos frente a terceros: contrato de arrendamiento
oponible a terceros.
De acuerdo con la regla del art. 1962, podemos distinguir tres
hipótesis:
(2.1.1) Título gratuito (N°1): si es a título gratuito, estarán obligados
a respetarlo los herederos, legatarios y donatarios del arrendador. En
cuando a los legatarios y donatarios, deben respetar el arriendo porque
de otro modo se crearía para su causante una embarazosa situación,
como consecuencia de la indemnización de perjuicio que debería
pagar al arrendatario.
(2.1.2) Título oneroso: los causahabientes a título oneroso deben
respetar el arriendo siempre que conste por escritura pública (art. 1962
N°2). Constituido por escritura pública, consta el contrato de un modo
fehaciente y tienen una fecha cierta. Los adquirentes quedan en
situación de conocerlo y de efectuar adquisición de la cosa arrendada
a sabiendas de la existencia del contrato. Por este motivo, pese a que
el arrendamiento es un contrato consensual, tiene considerable
importancia que se revista de la solemnidad de la escritura pública. La
regla no rige para los acreedores hipotecarios.
(2.1.3) Título oneroso y el tercero es acreedor hipotecario: el
acreedor hipotecario debe respetar el arriendo siempre que conste en
escritura pública inscrita en el Registro del Conservador antes de la

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inscripción hipotecaria (art. 1962 N°3). Por consiguiente, para que los
acreedores hipotecarios deban respetar el arriendo es importante que:
(i) conste por escritura pública; (ii) que se encuentre inscrito en el RC;
(iii) que la inscripción del arriendo sea anterior a la inscripción de la
hipoteca. Si la finca es subastada a instancias de un acreedor
hipotecario, y la adquiere un tercero, deberá respetar el arriendo que
conste en la escritura pública, aunque no se encuentre inscrita con
anterioridad a la hipoteca, ya que el tercero subastador es un
adquirente a título oneroso, rigiendo la regla del art. 1962 N°2.
El art. 1962 CC establece, en definitiva, una cesión legal de
contratos, ya que, al haber vendido la cosa que era objeto de un
determinado contrato, sus efectos del contrato celebrado originalmente
se van a expandir a alguien que no lo celebró. Por efecto de esta
disposición, el contrato entre arrendado y arrendatario va a entenderse
continuado entre el tercero que es nuevo propietario y el arrendatario
original.
(2.1.4) Consecuencias que derivan del mandato del art. 1962 CC:
el CC no los señala, pero se pueden inferir a partir del encabezado de
esta disposición, estarán obligados a respetar el arriendo. Esto
significa, en definitiva, que la fuerza obligatoria del contrato de
arrendamiento pactado entre arrendador y arrendatario se extiende a
terceros; por lo que este contrato original se mantiene en los mismos
términos. No nos encontramos frente a una novación ya que no hay
una extinción de la relación jurídica previa y una creación de una
relación jurídica nueva, puesto que es la misma relación jurídica que
cambia de sujeto. Ahora bien, el arrendatario ya no tendrá que pagarle
las rentas al arrendador, sino que tendrá que pagárselas al tercero,
quien tendrá a su vez la obligación correlativa de asegurarle el uso y
goce pacífico de la cosa. Ocurre una modificación tanto de la posición
pasiva como activa, ya que el tercero pasará a ser acreedor de la
obligación de pagar la renta y deudor de la obligación de asegurar el
uso y el goce de la cosa.
(2.1.5) Depósito de garantía y efectos frente a terceros: en el caso
que el arrendador – al momento de haber celebrado el contrato – le
hubiese exigido al arrendatario un depósito de garantía, el arrendador
deberá pasar al tercero tal depósito. Esto se debe a que lo accesorio
sigue la suerte de lo principal. A partir de este momento, el deudor de
la obligación de restituir ese dinero, una vez que el arrendatario
entregue el inmueble en buen estado, es el tercero. En este sentido, el
CC prevé la posibilidad de una cesión de deudas.
Se puede apreciar que, a diferencia de lo sostenido por la doctrina
dominante, el CC contempla desde su texto original, la posibilidad de
la cesión de contratos y deudas. Esta idea de que las deudas no son
cedibles, es repetida dentro de la doctrina, es falso.
(2.1.6) Fiador: en este caso nos preguntamos qué ocurre si en vez de
hacer un depósito de garantía, se constituye un fiador. En el estudio
de las obligaciones, definimos que el fiador o contrato de fianza es un
contrato – previsto en el CC – que puede tener su origen en otros
hechos no convencionales, consistente en que un tercero se
compromete a pagar una determinada cantidad de dinero en caso de
que el deudor principal no cumpla con su obligación.
Normalmente en los contratos de arrendamiento, el arrendador,
adicional a la exigencia de un depósito de garantía, exigen un fiador
para los efectos de garantizar todas las obligaciones del arrendatario.
En este sentido, tanto para el pago de deterioros como para el pago
de las rentas, el arrendador se puede dirigir contra un patrimonio
distinto al del deudor principal en caso que este no cumpla. El fiador
por regla general goza del beneficio de exclusión y el de división.

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En el caso de la venta del inmueble arrendado, la fianza, al ser un
contrato accesorio, debiéramos entender que se transfiere junto al
contrato de compraventa. El problema de lo anterior es que, en opinión
de la doctrina dominante, ya que en el caso del art. 1962 CC se
traspasa la calidad de fiados y beneficia a un acreedor en su nueva
calidad de acreedor, existiendo como obstáculo a esta transferencia
que el contrato de fianza es intuito personae, tanto en la persona del
arrendador como en la persona del arrendatario. No obstante, el fiador
se obliga en consideración al arrendatario, figura que no cambia con la
venta del inmueble, por lo que no hay ningún obstáculo en
consideración de esta característica del contrato de fianza.
En resumen, por regla general, se produce el término del
arrendamiento por la extinción del derecho del arrendador. La
excepción es que existen tres casos enlistados en el art. 1962, en que
el contrato va a continuar.
¿Qué ocurre en el caso que el arrendatario celebre un contrato
persona sobre su derecho de uso y goce? Esto se encuentra regulado
en el art. 1946, disposición que señala que, el arrendatario no tiene la
facultad de ceder el arriendo ni de subarrendar, a menos que se le haya
expresamente concedido; pero en este caso no podrá el cesionario o
subarrendatario usar o gozar de la cosa en otros términos que los
estipulados con el arrendatario directo. Este art. prevé dos hipótesis
distintas sobre actos jurídicos que puede realizar el arrendatario.
(2.1.1’) Subarrendamiento: es la hipótesis en la que el arrendatario
celebra un contrato con un tercero respecto a una parte de los derechos
que emanan del contrato de arriendo. No se refiere a la totalidad de los
derechos que emanan de él, ya que si fuera así nos encontraríamos
ante una hipótesis de cesión del contrato de arrendamiento. Respecto
a los efectos de este contrato de subarrendamiento, podemos afirmar
que existe una relación contractual entre el arrendador y el
subarrendatario.
El subcontrato supone la existencia de un contrato que sigue vigente,
por lo que estos contratos subsistirán juntos temporalmente. Su
régimen lo encontramos en el art. 1946 CC, requiriéndose del
consentimiento del arrendador primitivo; no obstante, no se trata
verdaderamente de un consentimiento para la formación del contrato,
sino de una autorización.
(2.2.2’) Cesión de créditos: en virtud de esta cesión el tercero pasa a
ser el nuevo arrendatario, existiendo una sustitución de la persona del
arrendatario. Se requiere expresamente la autorización del arrendador
(art. 1946 CC). Lo que ocurre en este caso es que una de las partes –
el cedente –cede a otro – cesionario –, desapareciendo de la relación
contractual y, en virtud del principio de la fuerza obligatoria de los
contratos (art. 1545 CC), nadie puede perder a su deudor contra su
voluntad, razón que justifica lo dispuesto en el art. 1946 CC.
¿Qué ocurre en este con el depósito y la fianza?
(2.2.2.1’) Depósito de garantía: se debe hacer un nuevo depósito de
garantía, ya que el arrendador deberá devolver a el arrendatario
original, y exigir al nuevo arrendatario el depósito de garantía.
(2.2.2.2’) Fianza: en este caso es posible que se presenta la dificultad
respecto al carácter intuito personae de la fianza, ya que el fiador se
constituye en consideración de la persona del arrendatario. En este
sentido, cuando se produce la cesión, la fianza se extingue y, para
mantenerla, se debe solicitar nuevamente al fiador que preste su
consentimiento.

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(3) Acción subrogatoria u oblicua69: consiste en el ejercicio por los
acreedores de las acciones y derechos que competen al deudor, para
incorporar al patrimonio de este, bienes en que hacer efectivos sus
créditos. El art. 2469 CC permite a los acreedores pedir que se vendan
todos los bienes afectos a su derecho de prenda general del deudor, dentro
de estos bienes, se encuentran las acciones y los derechos. Así, mediante
el ejercicio de las acciones y derecho que ingresan al patrimonio del
deudor, los acreedores podrán pagarse. Esta disposición se establece con
el fin de que los deudores no ejerzan las acciones que podría solo
beneficiar a sus acreedores.
El art. 2466 inc. 1° y 2°, son una excepción a la relatividad contractual
de aplicación restringida. En caso de insolvencia del deudor, se puede
interponer la respectiva tercería de dominio o posesión para recuperar lo
que tenía el deudor en su poder. No obstante lo anterior, el deudor
conservará los derechos reales que tenía sobre la cosa, por lo que en caso
que a este no se le hayan pagado, por ejemplo, las reparaciones respecto
de la cosa, sus acreedores se pueden subrogar en sus acciones y ejercer
tal derecho en contra del propietario de la cosa. Una vez obtenido el cobro,
este ingresará al patrimonio del deudor, no existiendo un beneficio directo
para los acreedores, pero sí un patrimonio más grande sobre el cual
dirgirse.
Tratándose del contrato de arrendamiento, podemos ver ciertas
intervenciones de terceros en este contrato, las cuales no implican
necesariamente una cesión, pero sí la posibilidad de que terceros ejerzan
derechos emanados de la posición de arrendador o arrendatario. El inc. 2°
de la disposición ya citada, indica que podrán subrogarse en los derechos
del deudor como arrendador o arrendatario, según lo dispuesto en los arts.
1965 y 1968 CC.
(3.1) Varios acreedores del arrendador:
(3.1.1) Art. 1965: si por el acreedor o acreedores del arrendador se
trabare ejecución y embargo de la cosa arrendada, subsistirá el
arriendo, y subsistirá el acreedor o acreedores en los derecho y
obligaciones del arrendador. Si se adjudicare la cosa al acreedor o
acreedores, tendrá lugar lo dispuesto en el art. 1962.
Estamos ante un arrendador negligente, el cual no ha cobrado las
rentas. Los acreedores traban embargo sobre la cosa arrendada,
subsistiendo el arriendo, pero siendo los acreedores los que cobrarán
las rentas que no se han cobrado.
Por ejemplo, si el acreedor saca a remate la cosa arrendada, no hay
postores en el remate y se adjudica la cosa. En ese caso se aplica el
art. 1962 CC, debiendo distinguir entre si existe o no adquisición
hipotecaria. Si no existe adquisición hipotecaria, tendremos que
cerciorarnos si el contrato de arrendamiento se celebró o no por
escritura pública. Si existió adquisición hipotecaria, deberemos
comprobar si celebró por escritura pública y si se inscribió antes de la
adquisición hipotecaria.
(3.2) Varios acreedores del arrendatario:

69 Art. 2466. Sobre las especies identificables que pertenezcan a otras personas por razón de
dominio, y existan en poder del deudor insolvente, conservarán sus derechos los respectivos dueños,
sin perjuicio de los derechos reales que sobre ellos competan al deudor, como usufructuario o
prendario, o del derecho de retención que le concedan las leyes; en todos los cuales podrán
subrogarse los acreedores. Esta disposición contempla ciertas hipótesis de la acción subrogatoria u
oblicua. Explica que, tratándose de la insolvencia del deudor, se puede interponer de todas maneras
la respectiva tercería de dominio o de posesión.
Podrán asimismo subrogarse en los derechos del deudor como arrendador o arrendatario, según lo
dispuesto en los artículos 1965 y 1968. Sin embargo, no será embargable el usufructo del marido
sobre los bienes de la mujer, ni el del padre o madre sobre los bienes del hijo sujeto a patria potestad,
ni los derechos reales de uso o de habitación.

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(3.2.1) Art. 1968: la insolvencia declarada del arrendatario no pone
necesariamente fin al arriendo. El acreedor o acreedores podrán
substituirse al arrendatario, prestando fianza a satisfacción del
arrendador. No siendo así, el arrendador tendrá derecho para dar por
concluido el arrendamiento; y le competerá acción de perjuicios
contra el arrendatario según las reglas generales. En este caso los
acreedores no pueden embargar la cosa arrendada ya que la cosa
no le pertenece al arrendatario, pero sí pueden sostener que el
arrendatario tiene un gran crédito.
Por ejemplo, el arrendatario puede tener un crédito en contra del
arrendador por reparaciones no locativas, pudiendo subrogarse los
acreedores del arrendatario en sus derechos y cobrar al arrendador
el crédito. De esta manera el patrimonio del arrendatario crece, para
los efectos de cobrarse. Para que pueda realizar lo anterior, es
necesario que el acreedor preste fianza a satisfacción del arrendador.
4.6.4 Por sentencia del juez en los casos que la ley ha previsto: esto ocurre
cuando, por infracción de las diversas o algunas de las obligaciones que
para las partes derivan del arrendamiento, se pronuncia el juez y da
término al contrato, término que comienza desde que queda ejecutoriada
la sentencia que lo declara. Por ejemplo, en caso de que el arrendador se
constituya en mora de entregar la cosa, por regla general, este
incumplimiento no da lugar a la resolución, pero en atención al art. 1926
CC, si la constitución en mora supone una pérdida de utilidad para el
arrendatario, podrá proceder la resolución.
4.6.5 Otras hipótesis (Meza Barros):
(1) Insolvencia del arrendatario: el arrendador tiene derecho para dar
por concluido el arrendamiento y para que el arrendatario lo indemnice
de los perjuicios, según las reglas generales (art. 1968 CC). Pero los
acreedores, del arrendatario, interesados en la subsistencia del
contrato, podrá sustituirse al arrendatario rindiendo caución a
satisfacción del arrendador.
(2) Casos en que debe hacerse reparaciones en la cosa arrendada:
expira el arrendamiento cuando la cosa arrendada necesita de
reparaciones que impidan total o parcialmente el goce del arrendatario.
El art 1966 CC, dispone que “el arrendador hacer cesar el
arrendamiento en todo o parte cuando la cosa arrendada necesita de
reparaciones que en todo o parte impidan su goce, y el arrendatario
tendrá entonces los derechos que le conceden las reglas dadas en el
artículo 1928.” En otras palabras, el arrendador puede poner fin al
contrato, pero, sin embargo, el arrendatario, a su vez, tiene derecho a
que se le rebaje proporcionalmente el precio o la renta. Y
eventualmente, a que se le indemnicen los perjuicios sufridos.
En cambio, ésta vedado al arrendador poner término al contrato a
pretexto de que necesita para sí la cosa. El Art 1976 CC, explica que
“El arrendador no podrá en caso alguno, a menos de estipulación
contraria, hacer cesar el arrendamiento a pretexto de necesitar la cosa
arrendada para sí.”
(3) Arrendamiento de bienes de sus representados hecho por el
padre, marido o guardado: el padre, madre, marido y guardador no
pueden arrendar los bienes de sus hijos, mujer o pupilos sino por un
cierto lapso de tiempo.
El art. 1969 establece que los arrendamientos hechos por tutores o
curadores, por el padre o madre como administradores de los bienes
del hijo, o por el marido o la mujer como administradores de los bienes
sociales y del otro cónyuge, se sujetarán (relativamente a su duración
después de terminada la tutela o curaduría, o la administración paterna
o materna, o la administración de la sociedad conyugal), a los artículos
407, 1749, 1756 y 1761.

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El art. 407 dispone que el tutor o curador no podrá dar en
arrendamiento por más de 5 años los bienes urbanos de pupilo, ni por
más de 8 los bienes rústicos, ni por más tiempo del que falte al pupilo
para llegar a la mayoría de edad.

4.7 Arrendamiento de cosas: reglas especiales sobre arrendamiento de predio


urbano y rústico.
Según la costumbre en Chile, se debe distinguir, sin perjuicio de lo establecido
en el CC, respecto si el bien que se arrienda es mueble o inmueble, y en esta
última categoría si es urbano o rústico. Esta distinción se establece porque la ley
presume que los gastos y los ingresos varían en una u otra hipótesis. En general,
tratándose de los predios rústicos, estará determinada por la utilidad que tenga
el predio; asimismo, se deberá atender a la costumbre del lugar donde se
encuentra el predio rústico y los bienes que produce.
4.7.1 Arrendamiento de predios urbanos: el arrendamiento de predios
urbanos está sometido a las reglas generales del arrendamiento de
cosas y a las especiales que se consignan en el párrafo 6° del T. XXVI,
denominado “reglas particulares al arrendamiento de casas,
almacenes y otros edificios”. Además, rige el L 18.101.
Junto con los testamentos o posesiones efectivas, los juicios de
arrendamiento son los más comunes en el ámbito jurídico. El legislador ha
dado reglas que se encuentran entre los arts. 1970 a 1977 CC.
(1) Disposiciones CC (arts. 1970-1977):
(1.1) Art. 1970: las reparaciones llamadas locativas a que es
obligado el inquilino o arrendatario de casa, se reducen a
mantener el edificio en el estado que lo recibió; pero no es
responsable de los deterioros que provengan del tiempo y uso
legítimo, o de fuerza mayor o caso fortuito, o de la mala calidad
del edificio, por su vetustez, por la naturaleza del suelo, o por
defectos de construcción. Lo importante de esta disposición es
que se relaciona con las reparaciones del arrendatario y, sobre
todo, en aquellos momentos en que, por ejemplo, el corredor de
propiedades o el arrendador señalan que se debe entregar
pintado el inmueble una vez finalizado el contrato. No obstante,
esta disposición señala que el arrendatario no será responsable
de los deterioros que provengan del tiempo o del uso legítimo,
ya que esto ocurrirá en tanto en las manos del arrendatario
como en las del arrendador.
Respecto al uso legítimo, esto se debe a que el arrendatario
paga por el uso del inmueble y, en consecuencia, no podemos
pretender que este responda por tal uso. Respecto al caso
fortuito, tampoco se responde por este, salvo que exista mora.
(1.2) Art. 1971: Será obligado especialmente el inquilino:
1º. A conservar la integridad interior de las paredes, techos,
pavimentos y cañerías, reponiendo las piedras, ladrillos y tejas,
que durante el arrendamiento se quiebren o se desencajen;
2º. A reponer los cristales quebrados en las ventanas, puertas y
tabiques;
3º. A mantener en estado de servicio las puertas, ventanas y
cerraduras. Se entenderá que ha recibido el edificio en buen
estado bajo todos estos respectos, a menos que se pruebe lo
contrario.
(1.3) Art. 1972: el inquilino es además obligado a mantener las
paredes, pavimentos y demás partes interiores del edificio
medianamente aseadas; a mantener limpios los pozos,
acequias y cañerías, y a deshollinar las chimeneas. La
negligencia grave bajo cualquiera de estos respectos dará

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derecho al arrendador para indemnización de perjuicios, y aun
para hacer cesar inmediatamente el arriendo en casos graves.
(1.4) Art. 1973: el arrendador tendrá derecho para expeler al inquilino
que empleare la casa o edificio en un objeto ilícito, o que,
teniendo facultad de subarrendar, subarriende a personas de
notoria mala conducta, que, en este caso, podrán ser
igualmente expelidas.
(1.5) Art. 1974: si se arrienda una casa o aposento amoblado, se
entenderá que el arriendo de los muebles es por el mismo
tiempo que el del edificio, a menos de estipulación contraria.
(1.6) Art. 1975: el que da en arriendo un almacén o tienda, no es
responsable de la pérdida de las mercaderías que allí se
introduzcan sino en cuanto la pérdida hubiere sido por su culpa.
Será especialmente responsable del mal estado del edificio;
salvo que haya sido manifiesto, o conocido del arrendatario.
Esta regla fue aplicada en el terremoto del año 2010, muchos
propietarios de locales comerciales que resultaron dañados
después del terremoto pretendieron atribuirles la perdida de las
mercaderías que se habían sufrido producto del terremoto, a los
dueños de los locales. Esta regla distribuye los riesgos. Los
dueños de los locales se afianzaron a esta regla, esgrimiendo
que no se responde por la pérdida que haya sufrido otro, porque
el terremoto está definido en el art 45 CC, como un caso fortuito,
y eso excluye esta idea.
(1.7) Art. 1976: el desahucio en los casos en que tenga lugar, deberá
darse con anticipación de un período entero de los designados
por la convención o la ley para el pago de la renta. No tiene
mayor novedad, en la medida en que el contrato de
arrendamiento tenga una duración determinada tenemos que
respetarla, si tiene una duración indeterminada o indefinida,
podemos pedir desahucio, un término unilateral dando aviso
con un periodo de anticipación del pago de la renta. Pero aquí
viene una regla muy importante, que recibe una aplicación
práctica muy frecuente y es donde suelen caerse muchos
abogados al momento de pedir la terminación automática por
no pago de una renta. Si se deja de pagar la renta, lo que se
puede hacer es pedir el cumplimiento forzado o resolución e
indemnización perjuicios en ambos casos. Supongamos que se
pide la terminación, esta se realiza de manera inmediata, por el
incumplimiento del arrendatario de no pagar la renta.
(1.8) Art. 1977: la mora de un período entero en el pago de la renta,
dará derecho al arrendador, después de dos reconvenciones,
entre las cuales medien a lo menos cuatro días, para hacer
cesar inmediatamente el arriendo, si no se presta seguridad
competente de que se verificará el pago dentro de un plazo
razonable, que no bajará de treinta días. Aquí se establece una
especie de ritualidad, que hay que cumplir para los efectos de
poder obtener esta terminación automática. Se expresa que
debe concurrir una mora de un periodo entero en el periodo
entero de la renta ¿podría haber mora en una parte de ese
periodo? Si se acepta un bono parcial, no puede el arrendador
pedir la terminación automática del contrato de arrendamiento,
tendrá que esperar hasta el próximo periodo para los efectos de
que se configure la hipótesis de este artículo que es “la mora de
la totalidad”.
Lo que tiene que hacer el arrendador es encargar que se
practiquen esas dos reconvenciones de pago, las cuales se
practican en dos momentos distintos, desde el punto de vista

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del procedimiento que tenemos que aplicar, porque la ley
18.101 tiene apenas 6 artículos de derecho sustancial que dicen
relación propiamente con el contrato de arrendamiento. Las
reglas del Art 7 al 18, son todas reglas de competencia de
procedimiento, dicen relación con ante quien, y como vamos a
poder ejercer las acciones que emanan del contrato de bienes
raíces urbanos.
Para los efectos de pedir la terminación o el desahucio del
contrato o la restitución de la propiedad arrendada se tiene que
aplicar, normalmente, las reglas de un procedimiento
sumario aligerado, que se encuentra diseñado en la Ley
18.101. Este procedimiento, cabe recordar, se inicia por una
demanda o medida prejudicial, recibida la demanda el juez
tiene que dar traslado, y para los efectos de dar traslado tiene
que dictar una providencia, la cual, debe establecer una
audiencia o comparendo dentro del 5 día practicada la
notificación. Y ese comparendo, en el procedimiento sumario es
de conciliación, y además de prueba. El primer requerimiento
de pago se tiene que realizar en el momento de la notificación
de la demanda, y el segundo requerimiento de pago tiene que
realizarse en la audiencia de contestación, conciliación y
prueba.
En esto se caen muchos abogados, a veces se equivoca el
receptor que no se fija o no hace la reconvención de pago o no
deja estampada el hecho de haberse practicada la
reconvención de pago, en el momento de practicada la
notificación de la demanda. Por otra parte, en el mismo
comparendo, los abogados se olvidan de solicitar el actuario,
que está tomando normalmente el comparendo, el receptor
como ministro de fe para los efectos de tomar la prueba
testimonial, que practica la segunda reconvención.
(2) Ley 18.101-
(2.1) Ámbito de aplicación del L. 18.101: rige para el arrendamiento
de predios urbanos, entendiendo por tales los ubicados dentro
del radio urbano respectivo (art. 1). No obstante, sus
disposiciones también son aplicables las viviendas situadas
fuera del radio urbano, aunque incluya terreno, siempre que
no exceda de una hectárea. Asimismo, para todo contrato
relativo a los bienes antes indicados, e que se entregue el uso
y goce a cambio de un pago periódico, en dinero o en especie
(art. 1 inc. 3°).
Respecto de algunos contratos de arrendamiento de inmuebles
urbanos, se excluye la aplicación de este DL. Estos son: (i)
predios urbanos con una superficie superior a una hectárea,
destinados a una explotación agrícola, ganadera o forestal y los
predios con una superficie inferior, destinados a la misma
explotación y que carecieren de viviendas; (ii) las viviendas que
se arriendan por temporadas no superiores a tres meses, por
períodos continuos o discontinuos, para fines de descanso o
turismo y siempre que lo sean amobladas; (iii) hoteles,
residenciales y establecimientos similares, en las relaciones
derivadas del hospedaje, esto es, entre el hotelero y posadero
y sus parroquianos; (iv) estacionamientos de automóviles y
otros vehículos; (v) inmuebles dados en arrendamiento a
embajadas, consulados y organismos internacionales (art. 3
DL).

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(2.2) Reglas sustantivas que establece la L. 18.101: son
irrenunciables los derechos que esta ley confiere a los
arrendatarios (art. 19).
¿Por qué este artículo toma la decisión de hacer
irrenunciable los derechos? estamos hablando de personas
que son propietarias de un bien en el cual vive y que, además
estamos dando en arrendamiento. Aquí existe asimetría de
poder, en consecuencia, lo que hace el legislador es establecer
un conjunto relativamente pequeño de derechos en favor de los
arrendatarios quienes; por una parte, tienen una asimetría de
poder; y, por otro lado, existe un mercado relativamente
estrecho en materia inmobiliaria, aún tenemos un mercado que
no es suficientemente amplio. No se encuentra garantizado el
derecho de vivienda para todos, en consecuencia, se producen
abusos en la medida, en que el arrendador si quisiera puede
establecer en el contrato un derecho de ponerle termino al
arrendamiento en cualquier momento sin expresión de causa, o
podría la facultad de alzar unilateralmente el precio del
arrendamiento, Por este motivo el legislador establece una serie
de restricciones a la libertad contractual en esta ley,
precisamente para proteger a una persona que se encuentra en
una situación de debilidad, que es normalmente el arrendatario.
Es por eso, que el principio fundamental es el de la
irrenunciabilidad de los derechos de los derechos que se
consagran son los arts. 3 y 4. Estas disposiciones establecen
distintas maneras de poner desahucio en los contratos de
arrendamiento. Asimismo, consagran dos reglas diferentes en
relación con la duración del contrato de arrendamiento. Estas
disposiciones han sido bastantes criticadas, porque no se ponen
en todas las situaciones posibles.
✓ Art. 3: en los contratos en que el plazo del arrendamiento se
haya pactado mes a mes y en los de duración indefinida, el
desahucio dado por el arrendador sólo podrá efectuarse
judicialmente o mediante notificación personal efectuada
por un notario. En los casos mencionados en el inciso anterior,
el plazo de desahucio será de dos meses, contado desde su
notificación, y se aumentará en un mes por cada año
completo que el arrendatario hubiera ocupado el inmueble.
Dicho plazo más el aumento no podrá exceder, en total, de seis
meses. El arrendatario desahuciado podrá restituir el bien raíz
antes de expirar el plazo establecido en este artículo y, en tal
caso, estará obligado a pagar la renta de arrendamiento sólo
hasta el día de la restitución.
✓ Art. 4: en los contratos de plazo fijo que no exceda de un
año el arrendador sólo podrá solicitar judicialmente la
restitución del inmueble y, en tal evento, el arrendatario
tendrá derecho a un plazo de dos meses, contado desde la
notificación de la demanda. En los casos a que se refiere este
artículo el arrendatario podrá restituir el inmueble antes de
expirar el plazo de restitución y sólo estará obligado a pagar la
renta de arrendamiento hasta el día en que aquélla se efectúe.
En estos arts. se establecen dos posibilidades sobre el contrato:
(i) El contrato que se renueva mes a mes, de manera tal
que el contrato puede terminar llegado el mes
correspondiente (duración indefinida). Este carácter se
puede determinar por la naturaleza del contrato o por la
costumbre.
(ii) Plazo fijo que no exceda a un año.

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No se ponen en los siguientes casos:
(iii) El contrato que se renueva año a año, que no sean
indefinidos, pero que sean superiores a un mes.
(iv) Contrato de arrendamiento de plazo fijo de 19 meses.

DESAHUCIO Y RESTITUCIÓN DE LOS INMUEBLES: el


desahucio es la terminación unilateral del contrato de
arrendamiento, por medio de la notificación de tal decisión en
los contratos que tengan duración indefinida. La l. 18.101 se
aparta de tal lógica y contempla ciertos plazos de desahucio,
tratándose de contratos que tienen duración determinada. Estos
plazos se establecen con el fin de proteger al arrendatario, quien
es considerado como la parte más débil en el contrato de
arrendamiento.
Los arts. 3 y 4 distinguen entre los contratos de arrendamiento
de duración indefinida y determinada. En ambos casos, existe
la posibilidad de que el arrendatario pueda abandonar el
inmueble incluso cuando esté pendiente el plazo del desahucio.
En este sentido, mientras corre el plazo del desahucio, el
arrendatario continuará pagando la renta, pero puede irse antes
y dejar de tener tal obligación.
Las opciones para pedir el desahucio son por medio de
notario o judicialmente. Esta es una innovación realizada por la
L. 19.866 (2003), la cual permite maneras más flexibles de
poner término al arrendamiento por vía desahucio. Esto se debe
a que existen muchas personas que no tienen la posibilidad de
acceder a os tribunales de justicia y que, por lo tanto, por medio
del desahucio con notificación notarial, podrían acceder a él.
Respecto al procedimiento, se trata de un sumario
modificado, dentro del cual se contemplan distintas hipótesis
como el desahucio y la terminación del arrendamiento. En el
caso de la terminación, tiene que practicarse en: (i) la segunda
reconvención de pago; (ii) la primera notificación de la demanda;
y (iii) en la audiencia. Una de estas formas se refiere al
desahucio. Las otras dos reglas, que se encuentran aparte de
la regla de la irrenunciabilidad de los derechos (art. 19), han
dado lugar a discusiones sobre si es susceptible de establecer
dentro del contrato de arrendamiento un pacto comisorio
calificado.
¿Es posible pactar un pacto comisorio calificado?
 Hay una parte de la doctrina que sostiene que el
establecimiento de un PCC es una contravención a la
disposición del art. 19 ya que, en definitiva, lo que se
estaría haciendo el arrendador por esa vía es imponer
al arrendatario una renuncia anticipada de su derecho
a permanecer en el inmueble durante los plazos de
desahucio que establece la ley.
 Otro sector de la doctrina sostiene que el PCC tiene
como finalidad hacer valer la resolución por
incumplimiento. No nos encontramos ante una
terminación por voluntad unilateral del arrendador, sino
que ante una hipótesis de terminación por
incumplimiento. En consecuencia, los plazos de
desahucio de los arts. 3 y 4, no se aplican en los casos
de la terminación inmediata del contrato de
arrendamiento por el no pago de la renta. Por lo tanto,
la inclusión de estos pactos comisorios calificados de
manera tal, de que opere la resolución ipso facto, sin

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necesidad de recurrir al juez, son perfectamente
válidas.
✓ Art. 20
✓ Art. 21
✓ Art. 22
✓ Art. 5 y 6: facultad de subarrendar. Aunque estos arts. no se
refieran a la prohibición de ceder, la regla general la
encontramos en el art. 1946 CC, disposición que establece que
el arrendatario no tiene la facultad de subarrendar o ceder a
menos que se le concedido expresamente.
El art. 5, a diferencia de la regla general, señala que, en
contratos de arrendamiento de inmuebles destinados a la
habitación con plazo fijo superior a un año, se entenderá
siempre implícita la facultad del arrendatario de subarrendar,
salvo estipulación en contrario, en cuyo caso éste podrá poner
término anticipado al contrato sin la obligación de pagar la renta
por el período que falte. No dice nada sobre la facultad de ceder
el contrato, por ende, deberíamos entender que se aplica la
regla general del Art 1946 CC y, en consecuencia, decir que si
se quiere ceder el contrato necesita la autorización expresa del
arrendador.
El art. 6 inc. 2° señala que, si el arrendatario abandonare el
inmueble sin restituirlo al arrendador, éste podrá solicitar al juez
de letras competente que se lo entregue, sin forma de juicio, con
la sola certificación del abandono por un ministro de fe. Dicho
funcionario levantará acta del estado en que se encuentre el
bien raíz al momento de su entrega al arrendador y remitirá
copia de ella al tribunal. Dice relación con la hipótesis de que un
arrendatario abandone el inmueble sin haber realizado los
pagos de rentas y una serie de otros consumos.
¿Qué es lo que se hace en el caso en que se recibe la visita de
un cliente expresa que en relación de un arrendamiento de una
casa en que se va un arrendatario sin pagarle la renta, pero con
todos los muebles al interior? Se puede solicitar un derecho de
retención, se parte con una demanda de terminación del
contrato de arrendamiento con una medida prejudicial, en el
cual, se decrete el derecho de retención como medida
prejudicial.
La ley debe tomar resguardo sobre el arrendatario que hace
abandono de la propiedad sin pagar las rentas y que ha dejado
sus muebles en su interior.
Imaginemos que el arrendatario se encuentra de mala fe, ¿podrá
el arrendador aprovecharse de esa circunstancia? Sustrayendo
las cosas que le pertenecen al arrendatario, vuelve el
arrendatario y le dice al abogado del arrendador, en realidad no
había escapado estaba de vacaciones, entonces este le había
comunicado al arrendador que se había demorado en pagar la
renta, pero que se la iba a pagar más adelante, pero resulta que
el arrendador se metió a la casa y le robo todos los muebles.
Aquí se puede aplicar una querella criminal, para los efectos de
prever esta hipótesis y para tomar resguardo en favor del
arrendatario, dice este artículo que, si el arrendatario abandona
el inmueble sin restituir al arrendador, este podrá solicitar al juez
de letras competente que se le entregue, sin forma de juicio, con
la sola certificación del abandono por un ministro de fe.
Dicho funcionario levantará acta del estado en que se encuentra
el bien raíz en el momento de su entrega al arrendador, y rendirá
copia de ella al tribunal.

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En consecuencia, es muy importante que se solicite en ese caso
la restitución del bien por vía judicial, porque si no se hace,
efectivamente podría el arrendatario regresar y decir que se le
han sustraído los bienes, y que en definitiva no ha habido ningún
ministro de fe que haya dado cuenta de que la diligencia se haya
realizado de manera legal. Y esto en función, de que nadie
puede hacerse justicia por su propia mano.
En síntesis, por muy incumplidor que sea el arrendatario, se
tiene que realizar el mecanismo legal del art 6, para obtener la
entrega por un ministro de fe del bien que se trata.

4.7.2 Arrendamiento de predios rústicos: se encuentran regulados en el


párrafo 7° y en el DL 993/1975. Este tipo de contrato posee una
importancia económica relevante, ya que se centra en el modelo antiguo
en cual existe un inquilino, quien tiene la obligación de explota la tierra,
pagar con los frutos de ella la renta, pero no era propietario de ella o no
tenía la posibilidad de adquirirla.
El DL 993/1975 contiene dos tipos de contratos de arrendamiento: (i)
contrato de arrendamiento de predios rústicos, el cual tiene por
finalidad entregar el uso y el goce del predio, de manera tal que la persona
que lo explota se haga dueña de los frutos que surgen del precio; y, (ii)
contrato de mediarías y aparcería: en este caso ambas partes se
comprometen a cuestiones diferentes; por una parte, el propietario
entrega el uso y goce del predio; y, por la otra, se establecen con precisión
los esfuerzos o inversiones que tendrá que incorporar para los efectos de
hacer producir el precio. Normalmente lo que ocurrirá es que se repartirán
de forma proporcional las utilidades provenientes de esta explotación
agrícola.
(1) Contrato de arrendamiento de predios rústicos:
(1.1) Qué son los predios rústicos. Se debe hacer coincidir la
definición del DL con la definición de predios urbanos de la L.
18.101, cuestión que puede resultar compleja. El DL 993, en su
art. 1 inc.2° dispone que entenderá por predio rústico el definido
por la L. 1640. No obstante, tal disposición de la L. 1640
(antigua ley de arrendamiento de bienes raíces urbanos) que
define estos predios se encuentra deroga, y ha sido sustituida
por otra.
Salvaguardando lo anterior, el art. 1 L. 18.101 (reemplaza la L.
1.640) señala que el contrato de arrendamiento de bienes
raíces urbanos, entendiéndose por tales los ubicados dentro del
radio urbano respectivo, se regirá por las disposiciones
especiales de esta ley y, en lo no previsto en ella, por el Código
Civil. La misma norma se aplicará a los arrendamientos de
viviendas situadas fuera del radio urbano, aunque incluyan
terreno, siempre que su superficie no exceda de una hectárea.
En consecuencia, en primer lugar, debemos distinguir el lugar
donde se encuentra el bien: (i) si se encuentra dentro del radio
urbano es un arrendamiento de precio urbano; (ii) si se
encuentra fuera del radio urbano, estamos ante un
arrendamiento de predio rústico.
El radio urbano lo distinguimos a partir del plano regulador
respectivo, el cual es dictado por las municipalidades. La
determinación de la zona urbano tiene importancia respecto de
las normas que serán aplicables al contrato de arrendamiento,
pero también desde el punto de vista de la subdivisión, ya que
no se pueden subdividir predios rústicos en predios de una
cabida inferior a 5.000 metros cuadrados. En el caso de la
subdivisión de predios urbanos, se establecen otras reglas.

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En el art. 2 L. 18.101 se señalan los bienes no aplicables,
reiterándose en este apartado lo señalado para los bienes
urbanos anteriormente. Le será aplicable el DL 993/1975 al
numeral 1.
(1.2) Características:
Forma y prueba del contrato: escapa a la regla general,
siendo un contrato solemne desde el punto de vista de su
formación. El art. 5 señala que puede pactarse por escritura
pública o privada; si revista la forma privada, requerirá la
presencia de dos testigos, mayores de 18 años.
Subarriendo y cesión del arrendamiento: el art. 7 señala
reitera la regla general del art. 1946 en orden a que el
arrendatario no puede subarrendar ni ceder el arriendo, sin
autorización del arrendador, con el añadido de que debe serle
otorgada por escrito.
Extinción del derecho del arrendador: el art. 10 señala que,
si el arrendador vendiere o transfiriere a cualquier título el predio
arrendado, el nuevo propietario estará obligado a mantener los
términos del contrato de arrendamiento, salvo acuerdo de éste
con el arrendatario.
En este caso se refiere a la hipótesis del art. 1962 CC,
reforzando la fuerza obligatoria del contrato de
arrendamiento, haciéndose oponible a cualquier adquirente o
a cualquier título.
La disposición no distingue entre adquirentes a título gratuito y
oneroso y no señala ningún requisito para que el adquirente
deba respetar el arriendo. Sin embargo, es indispensable que
el contrato de arrendamiento tenga, respecto del tercero, una
fecha cierta y anterior a la enajenación.
¿Por qué el legislador opta por esta vía en el anterior
caso? ¿Por qué toma la decisión de hacer más fuerte el
contrato de arrendamiento y de oponérselo a un tercero
adquiriente? El que se ve beneficiado por esta regla es el
arrendatario, porque básicamente no lo van a poder
expulsar. Esta protección al arrendatario rural se explica por
el aprovechamiento de los frutos que son producto del uso e
inversiones que ha dado este al precio. Podría pasar que un
arrendador mal intencionado, justo antes de la cosecha
vendiera el predio, y no solamente perdiera el arrendatario la
cosecha, sino que además perdería las inversiones que
realizo, para los efectos de hacer producir el fundo. Por eso,
para los efectos de proteger al arrendatario, lo que hace el
legislador es darle más fuerza al contrato de arrendamiento,
con la regla del Art 10.
(2) Contrato de mediarías y aparecerías: son aquellas en que se obliga
a aportar el uso de una determinada superficie de terreno, y la otra el
trabajo para realizar un cultivo determinado. Hay que señalar el tipo de
cultivo, no puede ser cualquiera, ya que se debe cumplir con el objetivo
de repartirse los frutos o productos que resulten, obligándose ambas
partes a aportar la adecuada explotación de los terrenos, a concurrir a
los gastos de producción, a realizar en forma conjunta la dirección de
la explotación y a participar en los riesgos de la misma. Llámese
cedente, la persona que se obliga a mediar el uso de la tierra, y
mediero el que se obliga a trabajarla.
Este contrato es similar a una sociedad, ya que las partes se obligan
a aportar ciertas cosas y repartirse los beneficios que provengan de
esos aportes. No obstante, en este caso no hay animus societatis, no
hay intención de crear una sociedad o una persona jurídica diferente

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de los socios. En este caso, lo que ocurre es que hay una verdadera
asociación o una cuenta en participación, pero no hay una creación de
una persona jurídica distinta. Es un contrato que tiene un carácter más
bien solemne, por el hecho, de que debe celebrarse por escrito como
lo establece el art 1 y, además, tiene una serie de menciones
obligatorias.

4.8 Arrendamiento de obra70: el contrato de arrendamiento es multiforme, por lo


que, los arrendatarios pueden obtener y el uso y goce de una cosa y, por otra, a
diferencia del arrendamiento de cosas, los arrendadores pueden obtener la
ejecución de una determinada obra o prestación de otro servicio. Lo anterior lo
podemos concluir de lo dispuesto en el art. 1915 CC, disposición normativa que
señala que, las dos partes se obligan recíprocamente, la una a ejecutar una obra
o prestar un servicio, y la otra a pagar por una obra o servicio un precio
determinado.
4.8.1 Partes del contrato:
(1) Arrendador: es la persona que ejecuta la obra, es decir, un artífice
o un constructor. Normalmente, tiene la obligación de hacer una cosa
mueble (artífice) o inmueble (constructor).
(2) Arrendatario: es el que usa el servicio, es decir, el dueño de la obra
(quien la encarga). En algunas ocasiones se le denomina comitente,
lo cual se atribuye – normalmente – al mandatario mercantil. En otras
palabras, es quien utiliza el servicio de construcción que le está
suministrando el artífice o el constructor.
4.8.2 Variantes del contrato (art. 1996): el art. 1996 CC dispone que, si el
artífice suministra la materia para la confección de una obra material, el
contrato es de venta; pero no se perfecciona sino por la aprobación del
que ordenó la obra. Por consiguiente, el peligro de la cosa no pertenece
al que ordenó la obra sino desde su aprobación, salvo que se haya
constituido en mora de declarar si la aprueba o no. Si la materia es
suministrada por la persona que encargó la obra, el contrato es de
arrendamiento. Si la materia principal es suministrada por el que ha
ordenado la obra, poniendo el artífice lo demás, el contrato es de
arrendamiento; en el caso contrario, de venta. El arrendamiento de obra
se sujeta a las reglas generales del contrato de arrendamiento, sin
perjuicio de las especiales que siguen. A partir de la lectura anterior, el
contrato de confección de obra material puede devenir en un contrato de
compraventa o en un contrato de arrendamiento. Lo anterior distinción
tiene como criterio quién aporta los materiales para la construcción de
la obra, ya que más allá de la obligación recíproca de construir algo y la
otra de pagar por la hechura de esa obra, se requiere de una serie de
materiales que nos permitan arribar a la confección final de la obra.
(1) Deviene en contrato de compraventa: es el caso en que los
materiales los aporta el artífice o constructor. El contrato es de venta
futura y, por lo tanto, condicional. Se entiende hecha la venta bajo la
condición de que la obra será bien confeccionada, condición que se
entenderá cumplida cuando el que encargó la obra la ha recibido y
aprobado. Por este motivo, el contrato de CV no se reputa perfecto
sino por la aprobación del que ordenó la obra (art. 1996 inc. 1°).
(2) Deviene en contrato de arrendamiento: si el que encarga la obra
proporciona la totalidad o la parte principal de la materia, el contrato es
de arrendamiento. El arrendamiento de obra se sujeta las reglas
generales del arrendamiento, salvo algunas normas especiales.

70 Lo que caracteriza al contrato de arrendamiento es que es un contrato de duración, tratándose de


un contrato de una obra, necesariamente transcurrirá un determinado lapso en el momento en que
se celebra el contrato y que se termine de ejecutar la obra, y sea entregada para ser reconocida por
el dueño de la obra.

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La peculiaridad de este trabajo es que se concreta en una obra material
que, una vez finalizada, será transferida al dominio del dueño de la
obra.
No es necesario hacer una transferencia de dominio al dueño de la
obra, ya que es dueño de los materiales. En este sentido, el trabajo
incorporado en la nueva obra ya se pagó, no aplicándose las reglas la
accesión respecto a la presencia de buena fe (caso en que se aplica
la regla del pago del valor de la cosa más barata que pasa a ser parte
de algo más caro). En definitiva, hay un contrato en el que el dueño de
la obra está pagando por el precio del trabajo, en que se entienden
incorporados los materiales que configurarán la cosa nueva, y que
seguirán siendo de su propiedad.
(3) Suministros parciales: se regulan en el inc. 4° de la misma disposición.
Si la materia principal es suministrada por quien ha ordenado la obra
el caso es de arrendamiento, en caso contrario es de venta. Es la
misma regla que se aplica para distinguir permuta de compraventa.
(4) La cuestión de los riesgos: el contrato funciona como un instrumento
de distribución de riesgos.
(3.1) Contrato de CV: el art. 1996 dispone que el peligro de la cosa
no pertenece al que ordenó la obra, sino desde su aprobación,
salvo que se haya constituido en morada de declarar si la
aprueba o no. De este modo, si la cosa perece, el artífice pierde
no solamente la materia, sino que el precio de su trabajo. Los
riesgos se invierten si el que encargó la obra se constituye en
mora de expresar si la acepta o rechaza.
Si la materia tiene un vicio, se aplican las reglas de los vicios
redhibitorios.
(3.2) Contrato de arrendamiento: la pérdida material recae sobre el
dueño, esto es, la persona que ordenó la obra (art. 2000 incs.
1° y 2°). Sin embargo, el artífice será responsable cuando la
materia perece por su culpa o por culpa de las personas que le
sirven. Ahora bien, la cosa perezca o no por culpa suya, pierde
su trabajo, es decir, no podrá el artífice reclamar el precio o
salario, salvo las excepciones legales (art. 2000 inc. 3°). En este
sentido, el artífice comparte los riesgos de la obra que se le
encargó.
En términos generales, el arrendamiento de obra se resuelve
por la vía de la confección de la obra y por la entrega de esta a
su dueño o quien la encargo, el cual debe acudir al
reconocimiento y tiene que verificar que la obra se haya
construido correctamente de acuerdo con las especificaciones.
Una vez producido el reconocimiento y declarando que aprueba
la obra, el dueño de la obra la recibe y se cumple con la
obligación del artífice, y por lo tanto, el contrato se entiende
cumplido. Si no ocurre de esta manera, lo que se tendrá que
hacer el dueño de la obra es interponer las acciones de
cumplimiento forzado o de indemnización de perjuicios.
4.8.3 Tipo de contratos de construcción de obra (art. 2003 CC):
(1) Vía gestión: se contrata solamente al constructor para que realice la
construcción sin que ponga los materiales, siendo el dueño de la obra
quien compra los materiales. Básicamente se le dice al constructor que
construya la obra con los materiales que se le proporcionara. Esta
modalidad permite obtener un precio relativamente más atractivo,
porque los riesgos que el constructor toma son inferiores. Si el artífice
pone la materia, él tiene que responder de la buena o de la mala
actividad de la materia. En el caso inverso, si se realiza un contrato de
construcción por gestión, será el dueño de la obra quien elija si quiere

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una obra de primera calidad y, en caso de pérdida de la obra por mala
calidad de los materiales, deberá soportar la pérdida.
(2) Vía cubicación o volumen: cualquiera pone los materiales, pero se
va pagando al constructor determinada cantidad a medida que vaya
cumpliendo con determinado volumen de construcción. Puede
funcionar con las dos modalidades, es decir, poniendo el constructor
los materiales o el dueño.
(3) Construcción a suma alzada (más común): se contrata con una
empresa experta en construcción. Se encomienda la construcción
completa pagando una cantidad de dinero, encargándose la empresa
constructora de todo. Es un instrumento de distribución de riesgos, ya
que normalmente, tiende a hacer que los precios de este tipo de
contrato sean mayores a los contratos de gestión o de volumen por el
hecho, de que el constructor todos los riesgos con relación a su
construcción, el único riesgo que el constructor no asume es el vicio
del suelo.
4.8.4 Construcción de edificios (art. 2003): los contratos para construcción de
edificios, celebrados con un empresario, que se encarga de toda la obra
por un precio único prefijado.
Pueden acaecer muchas cosas en este tipo de contrato, pero es
importante destacar que este articulo establezca un precio único prefijado,
no obsta, a que no se pueda pagar en cuotas. De hecho, es más que
recomendable que ese precio en el contrato de construcción se pague en
cuotas.
¿Cómo se determina concretamente? Normalmente lo que requerirá un
constructor es una cuota de base o anticipo que se pagará al momento
de la celebración de un contrato. Desde un punto de vista financiero, el
constructor recibe esta cuota de anticipo, dinero que le permite comprar
los materiales para iniciar la ejecución de la obra. Cumplido el trabajo
inicial, se puede establecer en el contrato una serie de estados de avance,
de manera tal, de que cumplidas con ciertas obras y recibidas por un
sujeto llamado “inspector técnico de obra”, podrá ser exigible la primera
cuota. El ITO es un tercero imparcial, designado por medio del contrato,
encargado de comprobar el avance efectivo de la obra. Normalmente se
fija un plazo de inicio y de termino.
Lo importante, es que este precio único prefijado no se revisa, ni al alza ni
a la baja, por ende, si la construcción sale más cara el constructor tendrá
que asumir el mayor costo, debiendo sujetarse a las siguientes reglas:
(1) El empresario no podrá pedir aumento de precio, a pretexto de
haber encarecido los jornales o los materiales, o de haberse hecho
agregaciones o modificaciones en el plan primitivo; salvo que se haya
ajustado un precio particular por dichas agregaciones o
modificaciones. Es la primera regla que habla sobre la distribución de
riesgos, es decir, el empresario no podrá pedir aumento del precio, es
decir, esta regla niega la teoría de la imprevisión. El constructor asumió
el riesgo del precio de las fluctuaciones del mercado y de las
modificaciones en el plano primitivo, por lo que, en estos casos se
suele añadir una cláusula en el contrato en que se pacte precio
adicional. Puede ocurrir que durante la construcción el dueño de la
obra no se manifieste satisfecho con cómo está quedando, pero no
porque el constructor este haciendo mal su trabajo, sino porque quiere
hacer un aumento, en este caso hay una modificación del plan primitivo
y, por lo tanto, se suele poner una cláusula en los contratos de
construcción de obras que diga que estos acuerdos se celebrarán por
escrito. Normalmente estos aumentos de obra valen más de dos UTM.
(2) Si circunstancias desconocidas, como un vicio oculto del suelo,
ocasionaren costos que no pudieron preverse, deberá el
empresario hacerse autorizar para ellos por el dueño; y si éste

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rehúsa, podrá recurrir al juez para que decida si ha debido o no
preverse el recargo de obra, y fije el aumento de precio que por esta
razón corresponda. Este es el caso, en que existe un riesgo que no
puede asumir el constructor, ya que este – normalmente – no es
experto en mecanismos de suelo. Lo que ocurre en la práctica, es que
los contratos prevén que previo a iniciarse la construcción de la obra,
se debe contratar a un ingeniero que haga un estudio de mecánica de
suelo. El problema de lo anterior es que ya se ha celebrado el contrato
y el precio se encuentra fijado. Por lo tanto, suele ponerse una cláusula
donde se estipulan los honorarios del ingeniero. Hay que tener mucho
cuidado, en que no se contemple si se va a realizar o no un estudio de
mecánica de suelo, y si eso efectivamente eso será incorporado dentro
del contrato.
(3) Si el edificio perece o amenaza ruina, en todo o parte, en los cinco
años subsiguientes a su entrega, por vicio de la construcción, o
por vicio del suelo que el empresario o las personas empleadas por
él hayan debido conocer debido a su oficio, o por vicio de los
materiales, será responsable el empresario; si los materiales han sido
suministrados por el dueño, no habrá lugar a la responsabilidad del
empresario, sino en conformidad al artículo 2000, inciso final.
Contempla una regla, que se mantiene el día de hoy, tanto en el CC y
en la LUC. Es una obligación de garantía, la cual establece que, si el
edificio perece o amenaza ruina en cinco años luego a su entrega, el
empresario será responsable si conoció vicio, lo cual es armónico con
la Ley de Urbanismo y Construcciones y DL 458 sobre responsabilidad
del empresario constructor y del propietario primer vendedor, cuerpos
normativos que establecen la responsabilidad del primer vendedor y
de los proyectistas. El art. 18 del Dl señala que el propietario primer
vendedor de una construcción será responsable por todos los daños y
perjuicios que provengan de fallas o defectos en ella, sea durante su
ejecución o después de terminada, sin perjuicios de repetir en contra
de quienes sean responsables de la falla o defectos de construcción
(10 años defectos estructurales, 5 años materiales, 3 años terminación
de obra).
El art. 2003 CC hace referencia a la venta y la LUC señala que puede
ser venta o arrendamiento.
(4) El recibo otorgado por el dueño, después de concluida la obra, sólo
significa que el dueño la aprueba, como exteriormente ajustada al plan
y a las reglas del arte. Esto no exime al empresario de la
responsabilidad que por el inciso precedente se le impone. Da los
efectos de la recepción de la obra, por lo que el recibo de la obra no
es descargo de responsabilidad, porque el dueño de la obra no sabe
si está bien construida o no.
(5) Si los artífices u obreros empleados en la construcción del edificio han
contratado con el dueño directamente por sus respectivas pagas, se
mirarán como contratistas independientes, y tendrán acción directa
contra el dueño; pero si han contratado con el empresario, no tendrán
acción contra el dueño sino subsidiariamente, y hasta concurrencia de
lo que éste deba al empresario. ¿Qué problemas pueden existir con
los trabajadores? Se ha celebrado un contrato con el constructor, el
problema es que este pudo haber subcontratado y, en la práctica, el
constructor tiene una serie de trabajadores que tienen contratos de
trabajo. El constructor tiene que manejar la construcción de algunas
partes, por ende, ante un subcontrato, si el constructor no les paga a
sus trabajadores habrá responsabilidad subsidiaria del dueño de la
obra. Lo que ocurre normalmente, sin perjuicio de que no hay ningún
problema, porque no se establece de manera imperativa, se

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establecen cláusulas en que el dueño de la obra se descarga de ella,
pero esta no afecta a algunas cuestiones, como cotizaciones.
4.8.5 Resolución del contrato (art. 2005 CC): todos los contratos para la
construcción de una obra se resuelven por la muerte del artífice o del
empresario; y si hay trabajos o materiales preparados, que puedan ser
útiles para la obra de que se trata, el que la encargó será obligado a
recibirlos y a pagar su valor; lo que corresponda en razón de los trabajos
hechos se calculará proporcionalmente, tomando en consideración el
precio estipulado para toda la obra. Por la muerte del que encargó la obra
no se resuelve el contrato. Se estima en definitiva que este contrato es
intuito persona, por el contrario, por la muerte de quien encargo la obra no
se resuelve el contrato. Se celebró por las especiales cualidades del
constructor.
4.9 Arrendamiento de servicios (art. 1915): el arrendamiento es un contrato en
que las dos partes se obligan recíprocamente, la una a conceder el goce de
una cosa, o a ejecutar una obra o prestar un servicio, y la otra a pagar por
este goce, servicio un precio determinado. Una parte se obliga a prestar un
servicio y la otra a pagar un precio determinado. Es un servicio que no se va a
concretar en una obra material.
En la época del CC las únicas reglas de la prestación de servicios eran los art.
2006 y ss.
4.9.1 Art. 2006 CC: las obras inmateriales, o en que predomina la inteligencia
sobre la obra de mano, como una composición literaria, o la corrección
tipográfica de un impreso, se sujetan a las disposiciones especiales de los
artículos 1997, 1998, 1999 y 2002.
4.9.2 Art. 2007 CC: los servicios inmateriales que consisten en una larga serie
de actos, como los de los escritores asalariados para la prensa,
secretarios de personas privadas, preceptores, ayas (mujer que cuida los
menos), histriones (actores) y cantores, se sujetan a las reglas especiales
que siguen. A estas reglas se superponen otras que dicen relación con la
prestación de otros servicios.
4.9.3 ¿Son los mencionados en los Art 2006 y 2007 no son los únicos
servicios inmateriales? en general todos los servicios profesionales, se
rigen por las reglas del mandato (art. 2116 CC se confía la gestión de
negocios a otra con costo de la primera). En consecuencia, vamos a ver
en el mandato, que normalmente se dice que en el mandato una persona
le confía a otra la celebración de un determinado negocio jurídico. El punto
es que no solo la ejecución de un negocio jurídico puede ser objeto del
mandato, sino que, de acuerdo con el art. 2118 CC, de este universo de
los servicios se sacan los servicios profesionales en el mandato del art
2116 CC. En este sentido, ya en la época del Código se excluían gran
cantidad de servicios.
Luego, se introdujo el CT que regulaba una serie de otras prestaciones de
servicios. El contrato de trabajo que se encuentra regulado por el CT, que
tiene amplio ámbito de aplicación (habitual, subordinación y dependencia).
Hay una serie de otras personas que en sus prestaciones de servicios
también se encuentran regulados por una disposición especial, en el
ámbito público se aplica el estatuto administrativo (municipales, salud).
En este sentido, las reglas del arrendamiento de servicios virtualmente no
tienen aplicación.

5. Mandato
5.1 Concepto: se encuentra en el art. 211671 cc, pero es una definición incompleta,
ya que, en virtud de la regla del art. 2118, la prestación de servicios profesionales

71Art. 2116. El mandato es un contrato en que una persona confía la gestión de uno o más negocios
a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera. La persona que confiere el
encargo se llama comitente o mandante, y la que lo acepta, apoderado, procurador, y en general,
mandatario.

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se rige por las reglas del mandato. Así, por el uso de la conjunción disyuntiva “o”
en el art. 2118 permite completar la definición del art. 2116.
Existen una serie de servicios que están contemplados en el contrato de
mandato. El art. 2116 CC guarda relación con que una persona confía la gestión
de uno o más negocios a otra que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de
la primera. Básicamente lo que ocurre en este contrato es que el resultado
normal de la gestión del negocio por parte del mandatario y su resultado
económico va a afectar el patrimonio del mandante.
Normalmente, se denomina a las partes de este contrato mandante (persona
que confía negocios a otro) y el mandatario. El CC utiliza la palabra “confía”, ya
que el mandante deposita su confianza en el mandatario, le manda a hacer
determinada gestión, la cual según el art. 2116 consiste fundamentalmente en
la celebración de actos jurídicos. El mandatario va a celebrar un contrato con un
tercero, sobre negocios que normalmente interesan al mandante, de ahí la
expresión “por cuenta y riesgo” del mandante; ya que el mandatario no ejecuta
negocios para sí, y este mandato puede estar acompañado o no de la facultad
de representar al mandante.
5.1.1 Definición completa: es un contrato entre una parte, que confía la
gestión de negocios a otra y se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo
de la primera, o requiere de sus servicios profesionales o servicios a
los cuales va unida la facultad de representar. Estas cuestiones serían
el ámbito de acción del mandante.
En atención a lo anterior, no solo es objeto del mandato encomendar al
mandatario la celebración de ciertos negocios jurídicos, sino que también
la prestación de ciertos servicios profesionales que no implican en su
prestación misma un determinado negocio jurídico. ¿Qué acto jurídico
celebrará el médico para realizar una operación? Ninguno, ya que es un
acto material el cual consiste en practicar un determinado diagnóstico,
recomendar un tratamiento y aplicar una vigilancia post operatoria; ese
médico está ligado con el mandante {el paciente} a través de un contrato
que se califica como contrato de mandato, pero lo que hace el médico es
la ejecución de hechos materiales que supone un servicio profesional.
Distinto es el caso en donde se encarga la celebración de un negocio
jurídico, como ocurre cuando se le encarga a alguien comprar un café,
aquí habrá un contrato de CV por el café. En ambos casos se aplicarán
las normas del mandato, pero variará en la tarea encomendada, en un
caso es la ejecución de un hecho material que supone un servicio material,
y en el otro, encargar la ejecución de un hecho jurídico.
5.1.2 Importancia de la confianza en el mandato: si bien existe una gran
profusión de reglas respecto del mandato, lo importante es identificar la
lógica que subyace a ellas.
El mandato es un contrato de confianza, por lo que, en primer lugar, el
mandante le confía al mandatario la ejecución de una determinada
gestión; el mandante se entrega al mandatario de manera tal que todas
las reglas que revisaremos están fundamentalmente establecidas para
proteger el interés del mandante, dado que él ha confiado en el
mandatario, este siempre tiene que obrar en el mejor interés de su
mandante.
Otra consecuencia que deriva del hecho que el mandato sea un contrato
de confianza es que es un contrato que se encuentra marcado por el
carácter intuito persona; siempre presumiremos que la consideración de
las particulares cualidades del mandatario ha sido determinante en la
celebración del contrato. Por lo tanto, cuando se ha producido error en la
persona o hay problemas con el mandatario, el mandato dejará de existir.
5.1.3 Etimología del mandato: en derecho romano se perfeccionaba por la
solemnidad de estrechar la mano del mandatario en señal de confianza.
5.1.4 El mandato es un contrato que se caracteriza por ser un contrato de
duración, de la misma manera que el contrato de arrendamiento. Es difícil

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pensar que el contrato de mandato sea de tracto sucesivo, pero sí puede
ser uno para ser celebrado de forma instantánea. Sin embargo, de
cualquier forma, siempre vamos a encontrar un tiempo desde el momento
en que se perfecciona el mandato y se encomienda la ejecución del
encargo, y el momento en que se ejecuta efectivamente ese encargo. De
esta manera nosotros aplicaremos ciertos elementos del contrato de
duración al contrato de mandato.
5.2 Ámbito de aplicación del mandato:
5.2.1 Mandato y representación: no son lo mismo, puede existir mandato sin
representación y representación sin mandato.
A diferencia del mandato, la representación es una modalidad de los
actos jurídicos, la cual consiste en un elemento incorporado por las
partes cuya finalidad es alterar los efectos normales del mismo. En este
sentido, el efecto normal que altera la representación es que los efectos
jurídicos de un acto recaigan sobre quien lo celebra, mientras que la
representación hace radicar esos efectos sobre una persona que no lo ha
celebrado.
El mandato es un contrato, por lo que solo puede nacer por un acuerdo
de voluntades. En cambio, la representación como modalidad de los actos
jurídicos puede ser de tres tipos: (1) contractual o convencional, (2) legal
(art. 43), o (3) judicial. Normalmente lo hace a través de un acto llamado
“poder” o “apoderamiento”.
Otra diferencia importante entre mandato y representación, es que el
mandato es por cuenta y riesgo ajeno, por lo que el mandatario ejecutará
el negocio haciendo que el resultado económico final recaiga sobre el
patrimonio del mandante. En la representación en cambio, se actúa a
nombre de otro, declarando que lo está haciendo así. En el mandato sin
representación el tercero ignora que esta persona tiene la condición de
mandatario, y una vez realizado el negocio el mandatario tendrá que
transferir al mandante los efectos patrimoniales del negocio. En la
representación, el tercero sabe desde el principio que el mandatario está
actuando a nombre del mandate, y que los efectos se radicarán
directamente en el patrimonio del mandante.
La representación es un elemento de la naturaleza del contrato de
mandato.
5.2.2 Mandato y otros contratos: esto para encuadrar la prestación de ciertos
servicios.
(1) Mandato y contrato de trabajo: el elemento distintivo es que el
mandato puede ser gratuito, aun cuando la regla general es que sea
oneroso. El contrato de trabajo siempre tiene que ser oneroso, ya que
la remuneración es un elemento esencial del contrato. Asimismo,
tienen estatutos jurídicos diferentes en su formación, elementos,
término, etc., pero el elemento principal de distinción es que en el
mandato no hay vínculo de subordinación y dependencia, a
diferencia del contrato de trabajo en donde este vínculo sí existe,
reflejado en la potestad jurídica de mando.
(2) Mandato y contrato de arrendamiento de servicios inmateriales:
la diferencia fundamental radica en el ámbito de los servicios que se
prestan. En la medida que el servicio sea profesional se hablará de
contrato de mandato, y cualquier otro contrato que no supongan largos
estudios o no vaya unida la facultad de representan, se encuentran
recogidos en el contrato de arrendamiento de servicios art. 2006 y ss.
Cada vez menos contratos se encuentran regidos por el contrato de
arrendamiento de servicios, debido a la importancia del contrato de
trabajo.
(3) Mandato y contrato de sociedad: de acuerdo a la regla del art. 2059
CC, el contrato de sociedad es un contrato en el cual se pone algo en
común, lo cual puede consistir en cosas, cómo hacer cosas o el aporte

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en trabajo, el cual puede ser prestación de servicios a determinada
sociedad.
En el contrato de sociedad hay cuatro elementos que tienen que
concurrir: (1) aportes; (2) participación en las utilidades; (3)
contribución a las pérdidas; (4) ánimo de formar sociedad.
En el mandato, a diferencia del contrato de sociedad, pueden existir
aportes mediante la gestión de negocios, participación en las
utilidades como, por ejemplo, pacto de cuota litis en donde abogado
acepta hacerse cargo de un caso en base de un porcentaje de lo que
se obtenga en juicio. Si bien en el mandato puede ocurrir que el
mandatario haya puesto dinero para llevar a cabo el juicio en donde
exista pérdida, pero la diferencia es que en mandato no hay un ánimo
de formar una persona jurídica distinta, es indiscutiblemente un
contrato de colaboración de intereses.
(4) Mandato y la agencia oficiosa: a diferencia del contrato de mandato,
la agencia oficiosa no hay contrato, sino que hay un interesado y
gestor, en donde sin haber mediado un contrato entre ellos dos un
gestor se ocupa de un interés del interesado y celebra un acto jurídico
con un tercero. El problema es que, si no hay mandato o
representación, no vamos a saber qué efectos se producirán para el
interesado, ya que esta persona jamás le ha encargado al gestor la
realización de un negocio. La agencia oficiosa es un cuasicontrato en
el cual se hace cargo de la gestión de un negocio ajeno, pero al no
haber contrato, el CC establece una serie de reglas (art. 2286).
Es importante entender la diferencia entre estas dos instituciones,
porque en el contrato de mandato viene descrito lo que el mandatario
puede hacer o no, por lo que si el mandatario supera esos límites y
actúa más allá de lo que el mandante le ha permitido hacer, se
convierte en un agente oficioso y la sanción en ese caso es la
inoponibilidad del acto celebrado por el mandatario, por lo que el
mandante puede decir que el contrato celebrado entre el tercero y el
mandatario no le concierne.
5.3 Elementos del mandato
5.3.1 Contrato: se aplican todas las reglas relativas a la teoría general del
contrato.
5.3.2 Bilateral: hay cierto punto de discusión en la doctrina, fundamentalmente
debido a la redacción del art. 2158 CC, en donde podría no haber
obligaciones para el mandante; sin embargo, el profesor considera que el
contrato de mandato es bilateral.
El mandante tiene dos obligaciones: (i) pagar remuneración por las
gestiones realizadas; no obstante, el mandato puede ser gratuito, por lo
que aquí la obligación del mandante, según el art. 2158, estará obligado
a (ii) proveer de lo necesario para realizar la gestión, pero no respecto
de los medios materiales para hacerlo, sino que el mínimo que debe
proveer el mandante es una mínima información respecto a qué consiste
su encargo y qué debe realizar. Todas las otras obligaciones del art.
2158 son eventuales.
Por otra parte, la obligación del mandatario es la de realizar el encargo o
servicio profesional y, además, de rendir cuenta. La obligación de
realizar el encargo es una obligación esencial, pero la de rendir cuenta es
una obligación de la naturaleza por lo que el mandatario puede ser
relevado de esta obligación.
5.3.3 Oneroso: la regla general es que el mandato sea oneroso (art. 2158 N°3).
Se debe pagar la remuneración pactada o la usual y, en este sentido, la
remuneración es un elemento de la naturaleza. Si la costumbre permite
fijar la remuneración del mandatario podemos determinarla sobre la base
del arancel del colegio de abogados.

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5.3.4 Conmutativo: al ser normalmente oneroso será conmutativo, pero
también puede ser aleatorio como sucede con el pacto de cuota litis o
cualquier mandato en que se fije sobre la base de una comisión, existiendo
una contingencia incierta de ganancia o pérdida.
5.3.5 Principal: siempre es principal porque subsiste por sí mismo, sin perjuicio
de que en virtud del contrato de mandato se tengan que celebrar otros
contratos, pero en sí mismo es siempre principal.
5.3.6 Consensual: por regla general es consensual. El art. 2123 CC se
encuentra redactado como si se tratase solamente de un encargo, ya sea
por escritura pública o privada, por carta, verbalmente o de cualquier otro
modo inteligible, aún por la aquiescencia tácita por parte del mandante
respecto de la gestión por otro. En este punto, es importante fijar la
frontera entre el mandato y la gestión de negocios, ya que para que haya
gestión de negocios el interesado tiene que ignorar que hay otra persona
que está ejecutando el negocio por él, porque si lo sabe y nada dice está
consintiendo tácitamente.
Se admitirá la prueba testimonial con la limitación del art. 1708 y 1709.
(1) Excepciones a la consensualidad: respecto a la facultad de testar
la que es indelegable, pero en el caso del mandato para casarse
(art. 103) se podrá realizar mientras se establezca por escritura
pública. Este último, según la doctrina, se trataría de un mandato
forzosamente con representación.
Otra forma de mandato solemne es en la constitución de
patrocinio, ya que tiene que constar la firma del abogado en un
documento. En este sentido, el mandato judicial es siempre
solemne debido a las formas que tiene para constituirse, ya sea por
escritura pública, firma autorizada por ministro de fe, por acta emanada
de tribunal arbitral, o endoso en acción de cobranza en letra de cambio,
pagaré o cheque a un abogado habilitado para el ejercicio de la
profesión.
¿Es necesario que el mandato para la celebración de un acto
solemne tenga la misma solemnidad del acto solemne que se quiere
celebrar? Esta pregunta ha sido planteada por la doctrina, pero
deberemos recordar que las solemnidades son de derecho estricto, por lo
que la ley debe establecerlo expresamente.
En la doctrina hay dos posiciones. La posición clásica, en virtud de la parte
final del 2123, han sostenido que el mandato se debe celebrar por
escritura pública. En cambio, David Stitchkin sostiene que el mandato es,
por regla general, consensual, no siendo aplicables las solemnidades por
analogía. La regla que está establecida en el art. 2123, se establece, única
y exclusivamente, como una exigencia desde el punto de vista procesal.
Desde el punto de vista civil, al no decir nada expresamente de la
formación del contrato, debemos entender que se hace una revisión a las
reglas expresas donde se señala a título excepcional que el mandato es
solemne, como en el mandato judicial o para contraer matrimonio, y que
para todos los otros casos en que no exista una regla especial diversa,
aplicaremos la regla fundamental del art. 2123 en donde el contrato de
mandato es el contrato consensual por antonomasia.
5.3.7 Intuito persona: por lo que, tiene las típicas consecuencias de este tipo
de contrato, las cuales, fundamentalmente, son que, si hay error en la
persona del mandatario, el contrato podrá ser declarado nulo por error en
la persona. Por otro lado, si el mandatario fallece o si cae en alguna otra
causal de incapacidad, el mandato termina y no se transmite a los
herederos.
5.3.8 Denominación de las partes: las partes del mandato toman el nombre
de mandante y mandatario. El mandante es quien encomienda la gestión
o solicita el servicio profesional. El mandatario es quien se hace cargo de
la gestión o presta el servicio profesional.

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ELEMENTOS DE LA ESENCIA DEL MANDATO
5.3.9 Objeto: por medio del mandato, se encomienda al mandatario ejecutar un
negocio jurídico o prestar un servicio profesional, siendo este el objeto de
su obligación. El objeto de la obligación del mandante será pagar o no una
determinada remuneración y proveer de lo necesario al mandatario para
que cumpla con el encargo.
5.3.10 Causa: la causa del mandatario será la remuneración, y para el mandante
es al revés.
5.3.11 Capacidad: se constituye una excepción a la regla general según la cual
un incapaz relativo no puede celebrar actos jurídicos, ya que art. 2128
establece expresamente que los incapaces relativos pueden celebrar
actos jurídicos. En este sentido, la disposición señala que, si se constituye
mandatario a un menor adulto, los actos ejecutados por el mandatario
serán válidos respecto de terceros en cuanto obliguen a éstos y al
mandante; pero las obligaciones del mandatario para con el mandante y
terceros no podrán tener efecto sino según las reglas relativas a los
menores.
Así, por ejemplo, el contrato de CV que el mandatario celebre en el
ejercicio de su mandato con un tercero, no requiere de la asistencia,
representación o autorización de su representante, pudiendo el menor
celebrar directamente la CV. Según las reglas generales este acto sería
nulo relativamente, pero en atención al art. 2128 CC, el acto será válido y
producirá efectos para el mandante.
El legislador toma esta decisión, porque la regla de capacidad está
establecida para proteger al incapaz relativo ya que tiene voluntad, pero
no sabe qué es lo que le conviene más. Sin embargo, en este caso, el acto
que ejecute el mandatario respecto del tercero es un acto que no le va a
afectar su patrimonio, sino que afectará el del mandante, y por lo demás,
dispone de instrucciones directas del mandante. Este contrato celebrado
por el incapaz relativo perfectamente producirá sus efectos entre el
mandante y el tercero.
No obstante, las obligaciones del mandatario para con el mandante y
tercero no podrán tener efecto, sino según las reglas relativas a los
menores. Se establece una relación contractual en donde se debe
proteger al incapaz relativo, por ejemplo, en el caso de un mandato
gratuito, en donde deberá ejecutar actos e invertir dinero y tiempo, pero
no recibirá ninguna remuneración, deberá concurrir para la celebración del
mandato el mandatario representado, ratificado o autorizado por sus
representantes legales.
También puede ocurrir que nos encontremos frente a un mandato sin
representación, en donde el mandatario se obliga para con el tercero y,
con posterioridad, va a tener que transferir los efectos de ese mandato a
nombre propio al mandante, por la vía de la rendición de cuentas. En este
caso no actúa a nombre del mandante, sino que lo hace a nombre propio,
por lo que el CC pone la salvaguarda en el art. 2128 porque pueden surgir
obligaciones para el mandatario respecto de tercero en hipótesis de
mandato a nombre propio.
Si mandatario cobra con representación y a nombre del mandante, los
efectos del contrato que celebre con el tercero se radicarán
inmediatamente en el patrimonio del mandante, pero el mandatario puede
obrar a nombre propio. Respecto de lo anterior, el art. 2151 señala que.
si contrata a nombre propio el mandatario, no obliga al mandate respecto
de terceros. Ahora bien, en el caso que el mandatario sea un menor
adulto, le legislador considera que el contrato de mandato – al aplicarse
las normas de protección de incapaces – es inválido cuando, como
consecuencia del ejercicio del mandato, resulte perjudicado o se hayan
realizado gestiones en desmedro del incapaz (daño patrimonial), caso en
el que recurrirá de nulidad su representante legal. Lo que ha hecho el

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legislador es ponderar probabilidades, ya que posibilita que el menor
adulto sea mandatario y pueda obligar válidamente al mandante frente a
terceros y, al mismo tiempo, declara que el mandato es anulable por
incapacidad (y lo será cuando haya perjuicios). La explicación de esta
norma es que el legislador en esa época estaba pensando que el
porcentaje de personas menores adultos que trabajaba y se dedicaba a
hacer negocios (burguesía) era alto. En consecuencia, se vio como
eficiente que el incapaz pudiera hacer negocios, aprendiendo y sin
arriesgar su propio patrimonio. Además, las probabilidades que en el
ejercicio del mandato se le generen perjuicios son bajas, razón por la cual
se permite esta figura y se fomenta el aprendizaje. Por otro lado, se podría
pensar que si el sujeto (en esa época) ya había abandonado la escuela,
era ridículo que tuviera que esperar para emplearse en un oficio que
implicara la representación de otro, por lo que se facilita el ingreso al
mundo laboral sin riesgos para su patrimonio.
5.4 Efectos: el mandato como contrato va a producir efectos entre mandante y
mandatario, y va a habilitar al mandatario para actuar a nombre o no del
mandante respecto de terceros. A continuación, analizaremos en qué casos el
tercero se va a ver obligado para con el mandante y en qué casos el mandante
no se va a ver obligado respecto de terceros.
5.4.1 Obligaciones del mandante: en el art. 2158 CC se enumera una serie
de obligaciones eventuales.
(1) Provisión al mandatario de lo necesario para cumplir con la
ejecución del mandato (art. 2158 N°1 CC): respecto a este numeral,
la jurisprudencia y doctrina ha dicho que no es necesario proveer de
cosas materiales o dinero, sino que lo mínimo que se exige al
mandante es proporcionarle al mandatario las informaciones
necesarias para los efectos de la ejecución de su encargo.
Así, por ejemplo, si el mandante le dice al mandatario que cobre un
crédito que tiene en contra de un tercero, lo mínimo de lo cual el
mandante debe proveerlo es de indicarle la individualización del sujeto
al cual debe cobrarle, entregarle el título que habilita el cobro y,
además, el monto del crédito o entrega de una cosa. Si el mandante le
entrega el mandato de celebrar un contrato de arrendamiento, se debe
determinar qué cosa se arrendará, arrendador determinado, precio,
etc.
(2) Obligación de indemnizar al mandatario: tiene el mandatario la
obligación de procurar que el mandatario quede totalmente indemne
de las resultas del desempeño del mandato. La obligación se justifica
porque el mandatario obra por cuenta del mandante, y muy
especialmente en el mandato gratuito. La indemnización comprende:
(2.1) Reembolso de los gastos razonables causados por la
ejecución del mandato (art. 2158 N°2): aparece el criterio de la
razonabilidad para determinar el contenido de una obligación
contractual, el cual se refiere a factores objetivos y a un criterio de
proporcionalidad, a partir de los cuales el mandante se puede negar
a pagar gastos que no sean razonables de acuerdo al negocio que se
esté celebrando. La determinación de la razonabilidad es una
cuestión de hecho la cual quedará entregada a la apreciación de los
jueces del fondo.
(2.2) Reintegro de las anticipaciones de dinero con los intereses
corrientes (art. 2158 N°4): se refiere a que, para los efectos de
ejecutar el negocio, puede ocurrir que el mandatario no haya hecho
uso de dinero del mandate, sino que los haya desembolsado él mismo,
haciendo anticipaciones de dinero para ejecutar la gestión. Todo el
dinero invertido por el mandatario tendrá que ser reembolsado por el
mandante, sumado al costo financiero implícito, ya que el mandatario
tuvo que inmovilizar dinero de su patrimonio durante determinado

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tiempo para realizar estos gastos, agregándose así los intereses. Se
refuerza así el carácter oneroso del mandato ya que en las
obligaciones de dinero la gratuidad no se presume, por lo que
devengan interés corriente si nada se dice. De todas formas, el
mandatario podrá renunciar a estos intereses corrientes. El mandante
debe entregar la gestión de la forma más detallada posible de forma
que el mandatario se ajuste íntegramente a las instrucciones.
(2.3) Pago de las pérdidas en que haya incurrido el mandatario sin
culpa, y por causa del mandato (art. 2158 N°5): si el mandatario
incurre en pérdidas por culpa suya, el mandante no estará obligado a
indemnizarlo, por ejemplo, si el mandatario por un descuido suyo deja
abandonada la billetera para comprar las ovejas, habrá culpa de éste
y deberá asumir la pérdida.
¿Qué ocurre si la pérdida es fortuita? Por ejemplo, el mandatario es
asaltado. El mandante tendrá la obligación de indemnizar las pérdidas
en que haya incurrido el mandatario, normalmente el mandante tendrá
que soportar la pérdida del bien.
La parte final de este numeral establece el régimen de
responsabilidad por el cual responderá el mandatario por el
incumplimiento o cumplimiento defectuoso de la gestión. La regla
de esta disposición parece solamente redactada como una regla que
determina cómo se ejerce la excepción de contrato no cumplido.
Así, esta parte señala que, no podrá el mandante dispensarse de
cumplir estas obligaciones (ECN), alegando que el negocio
encomendado al mandatario no ha tenido buen éxito (mandatario no
se fijó que las ovejas estaban enfermas), o que pudo desempeñarse a
menos costo (sabía que había otro buque más barato); salvo que le
pruebe culpa.
Sobre la base del art. 1547 inc 3°, disposición en la que se establece
que la prueba de la diligencia incumbe a quien ha debido emplearla,
la regla en materia contractual es que la culpa se presume, y le
bastará al acreedor alegar la existencia del incumplimiento para
presumir la culpa en sede contractual. El problema es que el art. 2158
dice que el mandante tiene que probar la culpa al mandatario, por lo
tanto, tratándose del mandato e incorporando los servicios
profesionales, la culpa debe probarse.
La doctrina contractual moderna ha encontrado en el inciso final del
art. 2158 la puerta de entrada para las obligaciones de medios. El
mandato es un contrato que paradigmáticamente tiene obligaciones de
hacer, en derecho comparado estas son obligaciones de medios que
obligan a ejecutar un hecho con cierta prudencia o diligencia, pero no
necesariamente a obtener un resultado. No obstante, como el CC no
distingue entre obligaciones de medio y de resultado, debemos
entender que toda la responsabilidad contractual es por culpa presunta
salvo en el caso del mandato en donde nos acercamos al régimen de
las obligaciones de medio en donde la culpa no se presume, sino que
le corresponde al acreedor probarlo.
(3) Pagar la remuneración estipulada o usual (art. 2158 N°3): guarda
carácter gratuito u oneroso del contrato de mandato; si la parte no logra
demostrar que debía recibir una remuneración usual según la
costumbre, se decidirá que no concurre la remuneración.
En consecuencia, el mandante debe pagar la remuneración acordada,
antes o después del contrato y, a falta de estipulación, la remuneración
será usual, esto es, la que se acostumbra a pagar por la clase de
servicios de que se trate. En caso de desacuerdo de las partes, la
remuneración será fijada por el juez.

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5.4.2 Obligaciones del mandatario: son dos obligaciones fundamentales:
cumplir el mandato y rendir cuentas, más una obligación eventual, la cual
es la indemnización al mandato en caso de incumplimiento del mandato.
(1) Ejecución del encargo confiado o prestar el servicio profesional:
de acuerdo al art. 2116 CC, consiste, normalmente, en un encargo de
realizar un negocio jurídico; obligación del tipo hacer. Si el mandatario
no cumple con la obligación de ejecutar el encargo, no estamos bajo
la hipótesis del art. 2158, por lo que se aplicará la regla general en
materia de cumplimiento de obligaciones del art. 1553. Por lo tanto, si
se trata de un contrato bilateral y el contrato no se ejecuta, el mandante
podrá solicitar apremio, ejecución por un tercero o indemnización ya
que se trata de obligación de hacer.
Excepción de ejecución: el art. 2149 establece que el mandatario
deberá abstenerse de ejecutar el encargo cuando la ejecución sea
manifiestamente perniciosa para el mandante, tiene que quedar con
absoluta claridad que le producirá un perjuicio; no es una probabilidad.
Por ejemplo, plaga infecciosa de ovejas en la región Magallanes, por
lo que mandatario debe abstenerse de comprar las ovejas zombies en
Pta. Arenas.
(2) Rendir cuentas: es una obligación eventual y es un elemento de la
naturaleza del mandato que las partes pueden dejarla sin efecto. En
esta obligación hay una especie de relación comunicacional, ya que
el mandatario debe ejecutar el encargo, pero debe informarle al
mandate acerca de qué es lo que hizo, cómo lo hizo, los beneficios y
obligaciones que surgieron.
Esta obligación puede implicar desde narrar lo que hizo hasta, si es
necesario cuando se trata de un acto que se ejecutó a nombre propio,
transferir los efectos patrimoniales del negocio jurídico que celebró con
el tercero al mandante.
La regla se encuentra en el art. 2155. Respecto al inciso segundo
sobre las partidas importantes, se hace referencia a que el
mandatario tendrá que proporcionar los documentos en los que conste
ese negocio, los cuales sirvan de apoyo para demostrar que ejecutó el
negocio. Así, por ejemplo, lo mínimo que le vamos a exigir es que
guarde las boletas.
¿Qué es una partida importante? Se determina en función de la
exigencia de que la partida esté o no documentada. Ahora bien, si
celebramos un negocio que contiene la entrega o promesa de una cosa
que valga más de 2 UTM, debe constar por escrito.
Un mandatario por regla general responde por culpa leve, por lo que
se espera que al ver que valga más de 2 UTM lo celebre por escrito o
deje constancia de alguna manera, para así rendir cuentas como
corresponde y el mandante pueda hacer valer sus derechos respecto
del tercero en juicio.
Puede haber relevo de la obligación de rendir cuenta, ya que el
mandante puede no exigirle esta rendición de cuenta al mandatario, o
incluso en la celebración del mandato, indique que no estará obligado
a rendir cuenta. No obstante, el inc. final del art. 2155 señala que,
incluso de haber sido relevado de la obligación de rendir cuentas,
puede el mandante demandar al mandatario. El problema de lo anterior
es que reunir todos los elementos para demostrar la negligencia del
mandatario será más complicado.
De cualquier forma, hay un límite al relevo de la obligación de rendir
cuenta, la cual está estipulada en el art. 1465, disposición en la que
se plantea, como elemento general, que la condonación del dolo futuro
que no es válida. Respecto del mandato, aplicaremos la hipótesis
primera del art. 1465; en este sentido, supongamos que el mandatario
engañó al mandante y este lo ignora, por mucho que haya probado la

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cuenta el mandatario, si con posterioridad se da cuenta que en esa
cuenta hubo dolo, podrá perseguir al mandatario. Pero incluso así
puede condonar el dolo pasado, en ningún caso el futuro para relevar
al mandatario de la obligación de rendir cuentas en lo que diga relación
con el dolo que podrá cometer a futuro.
(3) Indemnizar al mandante cuando corresponda: se refiere al régimen
de responsabilidad, según el cual, el mandatario tiene la obligación de
responder por los perjuicios que le haya causado al mandante (art.
2129). El régimen de responsabilidad del mandatario es de culpa
probada, la pregunta es cuál es el grado de culpa responde el
mandatario.
El mandatario responde hasta por culpa leve en el incumplimiento de
su encargo. Por lo tanto, teniendo en cuanta la tripartición de la culpa
(art. 1457 CC), debemos tener en cuenta que, dentro de la culpa leve,
debemos distinguir para el caso del mandato lo siguiente:
(3.1) Art. 2129 inc. 1°: si el mandato es gratuito se responderá por
culpa leve.
(3.2) Art. 2129 inc. 2°: responderá de manera más estricta si el
mandato es remunerado.
(3.3) Art. 2129 inc. 3°: responderá de manera menos estricta si ha
habido cierta resistencia para aceptar el encargo y, finalmente, lo
terminó aceptando.
Puede darse el caso en que el silencio perfeccione el contrato de
mandato (art. 212572), caso en el podrá coincidir la hipótesis de este
artículo con la del art. 2129, disposición en la que se regula la hipótesis
de resistencia en la aceptación del encargo y en la que el mandatario
se ha visto forzado a aceptare. En este caso, la consecuencia será
menos estricta la responsabilidad sobre la que él recae, pero siempre
dentro de la culpa leve.
En este sentido hay que señalar que, de una manera precipitada, la
mayor parte de la doctrina considera que siendo mandatarios los
directores de sociedades anónimas, también responden hasta por la
culpa leve. Sin perjuicio de que parte de la doctrina critique esta
tripartición de la culpa, Ríos cree que, por la definición misma de culpa
levísima, los directores de sociedades deberían responder por culpa
levísima, ya que se les contrata a los directores de sociedades por ser
juiciosos y celebran negocios importantes.

5.5 Relaciones internas y externas del mandato: el mandado se trata,


fundamentalmente, de la ejecución de un negocio con un tercero, que no es parte
del contrato de mandato, y el objetivo de ese negocio en último término que esos
efectos recaigan en el patrimonio del mandante, inmediatamente si es con
representación o con la rendición de cuentas si es sin representación. Por ello,
se deben distinguir dos tipos de relaciones, las relaciones internas y externas del
mandato.
5.5.1 Relaciones internas: entre las partes del contrato de mandato. Consisten
en las obligaciones de ambas partes.
¿Cuáles son los negocios que puede comprender el mando, cuál es
su extensión y cómo se administra?
(1) ¿Qué comprende el mandato?: el objeto del mandato podrá ser la
prestación de un servicio profesional en la que no existan relaciones
externas. Los problemas de relación externa ocurren cuando el
mandatario tiene que ejecutar un acto jurídico con un tercero. Para

72 Las personas que por su profesión u oficio se encargan de negocios ajenos, están obligadas a
declarar lo más pronto posible si aceptan o no el encargo que una persona ausente les hace; y
transcurrido un término razonable, su silencio se mirará como aceptación.
Aun cuando se excusen del encargo, deberán tomar las providencias conservativas urgentes que
requiera el negocio que se les encomienda.

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los efectos de ver qué negocios se pueden ejecutar por el mandatario
o no, tenemos que determinar de qué tipo es el mandato:
(1.1) General: es aquel dado por el mandante al mandatario a
efectos de que administre la generalidad o totalidad de sus
negocios. Esto también se ve reflejado en el art. 7 de la
regulación de la defensa en juicio. Podemos encontrarnos ante
poderes generales restringidos o amplios, por ejemplo,
podrá realizar todos los negocios jurídicos excepto una lista de
todos los que no puede celebrar.
Es la regla general, por lo que, si las partes nada se dicen, se
entiende que el mandato es general.
(1.2) Especial: el mandato contiene negocios específicos y
determinados. Lo son en la medida que el mandante le haya
dado al mandatario un mandato para celebrar negocios
específicos como, por ejemplo, a comprar ovejas a Punta
Arenas, en donde será un mandato especial muy específico.
Este tipo de mandato puede operar igual que el mandato
general, es decir, establecer poderes amplios o poderes
restringidos.
(2) ¿Cuál es su extensión?: un mandato general guarda relación con la
extensión, siendo interpretado de manera mucho más amplia y, ante
la duda, entenderemos que se encuentra comprendida la facultad. El
mandato será especial cuando contempla una enumeración específica
de los negocios que podrá realizar el mandatario, siendo interpretado
de manera restringida.
(3) Administración del mandato:
(3.1) Art. 2131 CC: el mandatario se ceñirá rigorosamente a los
términos del mandato, fuera de los casos en que las leyes le autoricen
para obrar de otro modo. De este modo, se debe estar atento a las
estipulaciones del mandato, salvo que la ley autorice otros modos de
obrar. En este sentido, primero debemos atender a la estipulado por
las partes, ya que solo aquellos actos que el mandatario ejecuta dentro
de los límites del mandato obligan al mandante (art. 2160 inc. 1° CC).
Existe una disposición que les permite a los mandatarios a apartarse
de los dispuesto en el contrato, el mandatario debe abstenerse de
realizar cualquier gestión que resulta perniciosa para el mandante,
como ocurre en el caso del art 2149. Esta disposición señala que el
mandatario se puede abstener del cumplimiento del contrato, ya que
su ejecución sería negativa al mandante. No puede el mandatario a
pretexto de seguir lo literal de su mandato darle cumplimiento si este
es manifiestamente dañino al mandante. No solo puede, sino que debe
alejarse de lo que le habían ordenado cumplir si es dañino para el
mandante. Esto es una manifestación de la buena fe.
Podemos actuar de manera distinta a la que ha mandado el mandante
(art 2134) empleándose medios equivalentes si la necesidad obliga a
ello y se llegase a un resultado que puede ser más beneficioso.
Dicho de otra manera, en los contratos de confianza, el mandatario le
puse aconsejar a su mandante no realizar un determinado negocio, por
lo que no se hace partícipe. Es en base a esta “sinceridad”, que
posteriormente se transforma en lealtad, ya que no se le permitirá
realizar algo que lo puede perjudicar.
(3.2) Art. 2132 CC: distingue de manera poco clara las facultades de
administración y disposición. Algunos actos realizados por el
mandatario, suponen actos de uso de la facultad de disposición del
mandante, pero el código los clasifica como actos de administración.
Si se recibe un mandato sin mayores especificaciones lo que estamos
recibiendo son facultades de administración, facultades leves, que no
afectan de manera grave los intereses del mandante.

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El mandato no confiere naturalmente al mandatario más que el poder
de efectuar los actos de administración; como son pagar las deudas 73
y cobrar los créditos del mandante74, perteneciendo unos y otros al
giro administrativo ordinario, es decir, al núcleo de la operación
en virtud de la cual el mandante entrega el mandato, como por ejemplo,
perseguir en juicio a los deudores, intentar las acciones posesorias e
interrumpir las prescripciones, en lo tocante a dicho giro, contratar las
reparaciones de las cosas que administra, y comprar los materiales
necesarios para el cultivo o beneficio de las tierras, minas, fábricas, u
otros objetos de industria que se le hayan encomendado (siempre
dentro del giro ordinario). Para todos los actos que salgan de estos
límites, necesitará de poder especial.
Para una serie de facultades de disposición se requiere una
cláusula especial, como ocurre en el caso del art. 391, disposición
que señala que, el tutor y curador administra los bienes del pupilo y es
obligado a la conservación, reparación y cultivo. Según este art., no
podemos unificar las facultades de administración del mandatario, ya
que, ya que no podríamos realizar según este art. actos de enajenación
(conservación de los bienes) como lo es pagar una deuda. En este
sentido, el criterio útil para delimitar la facultad administración está en
el giro administrativo ordinario, según el tipo de negocio que está
realizando.
Algunos actos realizados por el mandatario harán uso de la facultad de
disposición del propietario, pero el CC las califica como facultades de
administración, que son relativamente leves, que no afectan de
manera grava los intereses del mandante, en cambio cuando los actos
van más allá del giro ordinario se está pasando a una facultad de
disposición, para las que se requiere un mandato especial o un poder
especial (arts. 2139 y ss.75).
(3.2.1) Art. 2139: en la inhabilidad del mandatario para donar no se
comprenden naturalmente las ligeras gratificaciones que se
acostumbra hacer a las personas de servicio. Por regla general, la
donación requiere un poder especial, salvo que la donación forma
parte del giro ordinario. Las gratificaciones de servicios (propinas)
quedan fuera.
(3.2.2) Art. 2141: la facultad de transigir (celebrar contrato de
transacción, esto comprende facultad de disponer) no comprende la
de comprometer ni viceversa. Debe ser de manera expresa.
(3.2.3) Art. 2142: el poder especial para vender comprende la
facultad de recibir el precio. La facultad de vender no se entiende
incorporada por el art 2132 CC, aunque esta forma parte del giro
ordinario, para los efectos de vender se necesita poder especial.
Puede conferirse facultad de vender sin la facultad de recibir el
precio, debiendo estipularse de manera expresa.
(3.2.4) Art. 2143: la facultad de hipotecar no comprende la de vender,
ni viceversa. Si se entrega la facultad de vender no puedo hipotecar,
son diferentes.
(3.2.5) Art. 2146: no podrá el mandatario colocar a interés dineros
del mandante (prestar dinero, celebrar contrato de mutuo) sin su
expresa autorización. Colocándolos a mayor interés que el
designado por el mandante, deberá abonárselo íntegramente, salvo
que se le haya autorizado para apropiarse el exceso.

73 Según el código es una facultad de administración, sin embargo, este es un ejercicio de la facultad
de disposición, ya que el pago, desde el punto de vista de los modos de adquirir, es tradición.
74 En este caso no hacemos uso de facultad de disposición dominical, solo un acto de dominio.
75 El pago es tradición, si bien el CC califica esta facultad como acto de administración este es en

realidad implica una facultad de disposición de los bienes del mandato.

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(3.2.6) Art. 2144: No podrá el mandatario por sí ni por interpuesta
persona, comprar las cosas que el mandante le ha ordenado vender,
ni vender de lo suyo al mandante lo que éste le ha ordenado comprar,
si no fuere con aprobación expresa del mandante.
(3.2.7) Art. 2145: encargado de tomar dinero prestado, podrá
prestarlo él mismo al interés designado por el mandante, o a falta de
esta designación, al interés corriente; pero facultado para colocar
dinero a interés, no podrá tomarlo prestado para sí sin aprobación
del mandante. Lo que hace el código es contener una regla
preventiva de equilibrio, el mutuario puede prestar plata a sí mismo,
pero teniendo como limite el interés designado por el mandante. No
puede tomar prestado para si sin aprobación del mandante.
Estas dos últimas reglas se complementan, ¿el mandatario puede
ser mutuante y mutuario? Esto puede ser en la medida que el
mandatario actúe por si mismo, y a nombre del mandante.
En la compraventa hay posibilidad de celebrar autocontrato, si el
mandatario compra para si lo que el mandante le ordena vender,
el que tiene el precio es el mandatario, acá hay un peligro. Hay
límite a esto según el 2144 por los precios, el peligro que el
mandatario los suba o baje mucho, se exige la autorización, es una
formalidad habilitante, hay nulidad relativa si no se cumple.
(3.3) Art. 2133: cuando se da al mandatario la facultad de obrar del
modo que más conveniente le parezca, no por eso se entenderá
autorizado para alterar la substancia del mandato, ni para los actos
que exigen poderes o cláusulas especiales.
(3.4) Art. 2134: la recta ejecución del mandato comprende no sólo la
substancia del negocio encomendado, sino los medios por los cuales
el mandante ha querido que se lleve a cabo. Se podrán, sin embargo,
emplear medios equivalentes, si la necesidad obligare a ello y se
obtuviere completamente de ese modo el objeto del mandato.
(4) Delegación del mandato: cuando el mandatario se quiere descargar
de un mandato, lo que se hace es delegar a un tercero. Este tercero
tiene distintas calidades según la hipótesis en que caiga, no hay que
confundirse entre delegación de mandato y la delegación como modo
de extinguir las obligaciones, ya que en algunos casos no se produce
efecto, en otros se produce subcontratación, extinción del mandato o
una cesión de contrato.
(4.1) Delegación prohibida (art. 2135 CC): el mandatario podrá
delegar el encargo si no se le ha prohibido; pero no estando
expresamente autorizado para hacerlo, responderá de los hechos del
delegado, como de los suyos propios.
Esta responsabilidad tendrá lugar aun cuando se le haya conferido
expresamente la facultad de delegar, si el mandante no le ha
designado la persona, y el delegado era notoriamente incapaz o
insolvente.
Si el mandatario delega a un tercero la sanción será la inoponibilidad
de la delegación al mandante. Esto supone un incumplimiento al
mandato.
(4.2) Delegación no prohibida, pero no autoriza expresamente (art.
2135): respecto a este punto hay un silencio. El mandante será
responsable de los actos del delegado como de los suyos propios. El
mandatario puede delegarle al tercero y puede este ejecutar el
negocio, lo puede ejecutar con o sin culpa. Lo que haga el tercero
afectaría a la relación entre mandatario y mandante, si responde como
si fueren hechos propios, el mandatario como deudor del mandante no
puede descargarse de la ejecución de su obligación para con el
mandante, ya que por la fuerza obligatoria del contrato hay
responsabilidad contractual por el hecho ajeno (del tercero).

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(4.3) Delegación autorizada (art. 2137): cuando la delegación a
determinada persona ha sido autorizada expresamente por el
mandante, se constituye entre el mandante y el delegado un nuevo
mandato que sólo puede ser revocado por el mandante, y no se
extingue por la muerte u otro accidente que sobrevenga al anterior
mandatario.
Puede ser realizada a:
✓ Delegación a persona determinada: cuando la delegación a
determinada persona ha sido autorizada expresamente por el
mandante, se constituye entre el mandante y el delegado un
nuevo mandato que sólo puede ser revocado por el mandante,
y no se extingue por la muerte u otro accidente que sobrevenga
al anterior mandatario. El mandato entre el mandante y el
antiguo mandatario se entiende extinto.
 Delegación con persona a nombrar: a través de la
delegación se crea una nueva relación contractual, el
mandatario solo lleva la autorización del mandante para
crear nuevo mandato.
✓ Delegación a persona indeterminada: mandante imprudente,
se somete al buen juicio del mandatario.
 Tercero notoriamente incapaz76 o insolvente (art. 2135
inc. 2° CC): el mandatario es responsable por los hechos
del mandatario nuevo. Somete igual al del subcontrato.
 Tercero capaz y solvente: no responde de los hechos del
tercero como de los suyos. En este caso hay cesión de
contratos, por lectura a contrario sensu del 2135 inc. 2, el
mandatario desaparece de la relación contractual. Este es
un contrato que no es intuito personae, por lo que lo que le
interesa al mandante es la realización del negocio, no la
persona que lo realiza.
En la hipótesis del 2135 inc. 2 no alteramos los elementos
de la cesión de deuda, el mandante autorizó la delegación
de la deuda.
(5) Agencia oficiosa (arts. 2286 y ss.): Si el mandatario actúa dentro de
las atribuciones, el mandante queda obligado y le es oponible. Si el
mandatario se ha excedido nos encontramos ante un mandatario que
sale de los límites y se convierte en agente oficioso. El art. 2122
dispone que el mandatario que ejecuta de buena fe un mandato nulo
o que por una necesidad imperiosa sale de los límites de su mandato,
se convierte en un agente oficioso
El art. 2286 dispone que la agencia oficiosa o gestión de negocios
ajenos, llamada comúnmente gestión de negocios, es un cuasicontrato
por el cual el que administra sin mandato los negocios de alguna
persona, se obliga para con ésta, y la obliga en ciertos casos.
El mandante podrá verse obligado por el tercero en los casos de que
se enriquezca sin causa.
(6) Mandato con y sin presentación:
(6.1) Mandato con representación: el mandatario actúa dentro de los
límites del mandato. El mandante queda obligado con el tercero y no
el mandatario, pues los efectos del contrato celebrado se radican
directamente en el patrimonio del mandante.
Puede suceder que el mandatario no le dé suficiente información al
tercero y este obre en la creencia de estar contratando con el
mandatario, en este caso el mandatario actúa de mala fe y por tanto el

76Esta incapacidad no se refiere a una incapacidad relativa, se refiere más bien a la falta de
capacidad o de conocimientos para realizar el negocio y las gestiones.

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contrato se celebra entre el mandatario y el tercero sin obligar al
mandante.
(6.2) Mandato sin representación: el mandatario obra a nombre
propio, pero por cuenta y riesgo del mandante. El contrato genera
efectos que se erradican en el patrimonio del mandatario porque actúa
con nombre propio, pero, en sus relaciones con el mandante, el
contrato que celebró era por riesgo y cuenta del mandante, por lo que
cuando se produzca la rendición de cuentas, se informa la negociación
y se realiza la transferencia del bien a título de rendición de cuentas.
(6.3) Sistematización: Art. 2151 CC. el mandatario puede, en el
ejercicio de su cargo, contratar a su propio nombre o al del mandante;
si contrata a su propio nombre, no obliga respecto de terceros al
mandante. A contrario sensu, si contrato a nombre del mandante,
obligará al mandante.
(6.3.1) Relación entre el mandante y el mandatario: se regulan
por el contrato de mandato.
(6.3.2) Relación entre mandatario y terceros:
✓ Si el mandatario actúa a nombre propio, los efectos se
erradican en su patrimonio y tendrá que hacer la transferencia
a título de rendición de cuentas.
✓ Si el mandatario actuó representando al mandante (art.
2154 CC):
 Dentro de sus límites: el mandante queda obligado
respecto del tercero.
 Excediendo sus límites: el mandatario no queda
obligado.
Todas estas reglas obedecen al principio de protección de la
confianza legítima. Se protege al tercero que actúa en función de la
apariencia tal cual se la están mostrando.
Puede ocurrir el mandatario dice que está actuando a nombre propio
y no informa al tercero, el tercero entiende que celebra con el
mandatario y la relación se entiende entre tercero y mandatario, pero
si el mandatario obra dentro de los límites del mandato y declara que
actúa en nombre del mandante, el mandante queda obligado.
En el caso de que obra en virtud del mandato, no avisa al tercero ya
que actúa a nombre propio, pero tenía un mandato sin representación
el mandatario tiene que realizar la transferencia para que se
produzcan los efectos del mandato al mandante.
5.5.2 Relaciones externas: son las relaciones que se forman entre el
mandatario y el tercero, y el tercero con el mandante. A continuación,
revisaremos en qué casos el negocio celebrado por el mandatario con el
tercero obligará al mandante, y en qué casos esos negocios no obligarán
al mandante, es decir, cuáles son sus efectos.
5.6 Terminación del mandato (art. 2163 CC):
5.6.1 Por el desempeño del negocio para el que fue constituido: puede ser
para celebración de un negocio, cuando lo ejecuta el mandato y lo termina
(esto no obsta de las obligaciones como el pago, si es que se había
estipulado) o la prestación de un servicio profesional. La terminación del
mandato, no obsta que no queden efecto u obligaciones pendientes entre
mandante y mandatario, solo significa que el mandatario no puede actuar
nuevamente por cuenta del mandante.
5.6.2 Por la expiración del término o por el evento de la condición
prefijados para la terminación del mandato: el mandato es
necesariamente un contrato de duración que puede estar sujeto a un plazo
extintivo (la llegada del plazo pone termino inmediatamente el mandato,
no es necesario notificar ni nada, el plazo extingue el mandato) o una
condición resolutoria, ya que extingue los derechos del mandato. La
terminación por este medio no requiere ningún aviso al mandante.

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5.6.3 Por revocación del mandante (art. 216477, 216578 y 217379): en los
contratos de duración dan la posibilidad de terminar unilateralmente el
contrato. El mandato es esencialmente un contrato de confianza, por
tanto, no hay ningún requisito para revocar el contrato, el mandante puede
revocarlo a su arbitrio y produce sus efectos cuando el mandatario toma
conocimiento de la revocación.
La revocación puede ser expresa o tácita (Art. 2164). Existirá revocación
tácita cuando se hace encargo del mismo negocio a otra persona distinta
del mandatario, siendo inválido el mandato de la primera.
La revocación es un acto jurídico recepticio, necesita ser recibido para
que produzca los efectos. El mandatario debe saber que cesó su mandato.
El problema es que esta revocación no solo la puede ignorar el
mandatario, si no que igual la puede ignorar el tercero. Esto último ocurre
cuando el mandante revocó el mandado, el mandatario sigue actuando
con el mandato ¿qué ocurre con los terceros? (Art. 2173).
(1) Esta revocación puede ser desconocida por el tercero y en este
supuesto el mandatario puede seguir realizando contratos con
terceros
(2) Si el mandatario y el tercero no saben y están de buena fe: el
mandante queda obligado como si el mandato subsistiera
(3) Si el mandatario conoce, pero los terceros están de buena fe:
queda obligado em mandante como si subsistiera el mandato, pero
tendrá derecho a indemnización del mandatario.
(4) Cuando tanto el mandatario como el tercero conocen. El juez
puede a su arbitrio absolver al mandante. Es recomendable dar el
poder de mandato por escritura pública y revocarlo por la cancelación
de la inscripción del archivo judicial.
Se pide copia autorizada de escritura pública que está en el protocolo
del notario, se llevar al archivo judicial y se solicita al archivero que
tome nota de cancelación de la escritura pública, de manera tal que
de cualquier tercero puede acceder a la notaria y encontrarse con esta
nota de cancelación.
El artículo 22 del código de comercio establece que en el registro de
comercio se toma en razón en extracto del mandato, ordenándose de
acuerdo al números y fechas de los siguientes documentos (número
5 del art. 22): de los poderes que los comerciales otorgaren a sus
factores o dependientes para la administración de sus negocios. En
este sentido, es obligatorio, según el 22 del código de comercio, para
los efectos de hacer oponible a terceros la existencia y revocación del
poder, tiene que haber inscrito el poder y además la revocación la
deben hacer por escritura pública y en el registro de comercio.
5.6.4 Renuncia (art. 216780): el mandatario para renunciar debe terminar el
negocio o dejar las cosas relativamente en orden para que el mandante

77
Art 2164: La revocación del mandante puede ser expresa o tácita. La tácita es el encargo del mismo
negocio a distinta persona.
78
Art 2165: El mandante puede revocar el mandato a su arbitrio, y la revocación, expresa o tácita,
produce su efecto desde el día que el mandatario ha tenido conocimiento de ella; sin perjuicio de lo
dispuesto en el artículo 2173.
79 Art 2173: En general, todas las veces que el mandato expira por una causa ignorada del

mandatario, lo que éste haya hecho en ejecución del mandato será válido y dará derecho a terceros
de buena fe contra el mandante. Quedará asimismo obligado el mandante, como si subsistiera el
mandato, a lo que el mandatario sabedor de la causa que lo haya hecho expirar, hubiere pactado
con terceros de buena fe; pero tendrá derecho a que el mandatario le indemnice. Cuando el hecho
que ha dado causa a la expiración del mandato hubiere sido notificado al público por periódicos, y
en todos los casos en que no pareciere probable la ignorancia del tercero, podrá el juez en su
prudencia absolver al mandante.
80 Art 2167: La renuncia del mandatario no pondrá fin a sus obligaciones, sino después de
transcurrido el tiempo razonable para que el mandante pueda proveer a los negocios encomendados.
De otro modo se hará responsable de los perjuicios que la renuncia cause al mandante; a menos
que se halle en la imposibilidad de administrar por enfermedad u otra causa, o sin grave perjuicio de
sus intereses propios.

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pueda retomar la gestión de los negocios o encargar el negocio a otra
persona. El mandatario no puede renunciar sino dentro de tiempo
razonable, este plazo es indeterminado y dependerá de la situación
particular. No se le va a exigir al mandatario la espera del tiempo
razonable si la ejecución del mandato le produce un perjuicio muy grande
que no está obligado a soportar.
5.6.5 Por la muerte del mandate o mandatario: en realidad, no es la muerte
la que produce la terminación, es el conocimiento de la muerte.
(1) Excepciones
✓ Albacea: comienza en la ejecución del mandato con la muerte
del mandante. Conocido también como un ejecutor
testamentario, es persona de confianza nombrada por el
testador para que ejecute las disposiciones.
✓ Abogados: una regla del COT establece que no se termina por
la muerte del demandante el mandato de los abogados.
5.6.6 Por tener la calidad de deudor en un procedimiento concursal de
liquidación, el mandante o mandatario: esto se debe porque se ha
demostrado en los hechos que es un mal administrador y que puede haber
actuado con dolo. Se priva a la persona deudora de la administración de
sus bienes.
Los procedimientos concursales son procedimientos de organización o
ejecución colectiva. Nos encontramos ante alguien en insolvencia, cuando
sus deudas superan a sus bienes, por lo tanto, hay una reorganización de
su patrimonio y, si finalmente es insostenible la situación, hay que liquidar,
es decir, tomar todos los bienes y venderlos. Lo que ocurre normalmente
es que cuando nos encontramos en una persona en la fase terminal de
liquidación el legislador toma la decisión de privarlo de la administración
de sus bienes.
5.6.7 Por interdicción del mandante o del mandatario: esto ocurre en el caso
del mandante porque hay que nombrarle un curador que administre los
bienes del mandante. Respecto de la demencia, cuando está no ha sido
declarada el mandante puede revocar el mandato.
Si el mandatario es demente y es declarada interdicción, aunque el código
no lo diga, se debe tomar un resguardo, revocar el mandato.
5.6.8 Por la cesión de las funciones del mandante: si el mandato ha sido
dado en ejercicio de ellas: en este caso el mandato es un contrato
dependiente que no puede subsistir sin un contrato principal.

PEQUEÑOS CONTRATOS

Son contratos reales que tienen rasgos en común. Se trata de contratos unilaterales y que,
por su carácter de contratos sinalagmáticos imperfectos, nacen como unilaterales y
pueden devenir en bilaterales. Son contratos principales y por, regla general, son todos
gratuitos.
El deudor en todos estos contratos responde hasta la culpa levísima81, salvo en el caso de
los contratos gratuitos en que responde de la culpa leve.
Estos contratos sirven para obtener ciertos beneficios económicos. Al ser contratos
unilaterales, en principio, la obligación es la de restitución. No obstante, al ser contratos
sinalagmáticos imperfectos, pueden dar orígenes a obligaciones para la parte que no ha
contraído ninguna en un principio.

6. Comodato o préstamo de uso: Art 2174: el comodato o préstamo de uso es un


contrato en que una de las partes entrega a la otra gratuitamente una especie,
mueble o raíz, para que haga uso de ella, y con cargo de restituir la misma especie
después de terminado el uso. Este contrato no se perfecciona sino por la tradición

81
Tratándose del comodato (art. 2178 CC) es hasta la culpa levísima. En el caso del depósito, si el
contrato es depósito normal responde hasta la culpa leve (art. 2236).

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de la cosa. E solo la entrega de la cosa, ya que el comodato no es un título traslaticio
de dominio.
Las partes de este contrato son: (1) comodante, quien realiza una entrega previa o
coetánea de una cosa específica a otra parte llamada comodatario; (2)
comodatario: recibe la cosa y debe restituir la cosa. Tiene el derecho de usarla,
pero tiene una obligación de conservar de acuerdo al art 1548.
Este debe ser gratuito porque si no sería más bien un tipo de arrendamiento limitado
pues solo supone derecho de uso y no de goce.
7. Mutuo o crédito de consumo: Art 2196: el mutuo o préstamo de consumo es un
contrato en que una de las partes entrega a la otra cierta cantidad de cosas fungibles
con cargo de restituir otras tantas del mismo género y calidad.
El mutuante es quien entrega cosas genéricas consumibles al mandatario. El
mutuario es quien tiene un derecho de uso y goce, y debe restituir cosas similares
de una calidad a lo menos mediana. El mutuario se hace dueño de las cosas dadas
en mutuo. Este tiene un derecho de propiedad, se hace dueño.
El mutuo puede ser gratuito u oneroso. Si se trata de cosas genérica en general el
mutuo será gratuito. Si se trata de operación de dinero la gratuidad no se
presume, por tanto, si nada se dice siempre oneroso y se cobrará el interés
corriente. Si se cobra un interés superior al máximo convencional (interés usurario)
la cláusula se entiende por no escrita y se cobra el interés corriente
8. Depósito: La finalidad del contrato de depósito es que se le entrega una cosa a una
persona para que la cuide.
El art. 2111 establece que, llámese en general depósito el contrato en que se confía
una cosa corporal a una persona que se encarga de guardarla y de restituirla en
especie. La cosa depositada se llama también depósito.
El depositante es quien entrega previa o coetánea de la cosa, que puede ser
específica o genérica, a otra llamada depositario. El depositario es quien tiene la
obligación de conservar si la cosa es específica (deposito regular), si la cosa es
genérica y fungible no hay obligación de conservación (deposito irregular). Debe
restituir la cosa o la misa cantidad del mismo valor. El depositario en principio no
tiene ningún derecho, pero puede ser remunerado y en este caso deviene en
arrendamiento de servicios.
El depósito debe ser gratuito, si es oneroso deja de ser depósito y degenera en el
arrendamiento de servicios.

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