Las Matemáticas y Las Emociones

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LAS MATEMÁTICAS Y LAS EMOCIONES

Compilación hecha por Yaneth Liliana Giraldo y Liliana Patricia Palmera

De acuerdo con varias investigaciones en el campo educativo, la enseñanza de las matemáticas no solo debe centrarse en el
desarrollo de contenidos que tienen que ver con la organización curricular de las matemáticas para la enseñanza de la educación
básica y media, sino que también debe apuntarle al fomento del manejo de las emociones de los estudiantes, tanto para el
aprendizaje de las matemáticas como para la vida.
A continuación, te presentamos el resultado de una investigación sobre la enseñanza de las matemáticas, que ahondó en los
problemas que se detectan en los estudiantes, para el aprendizaje de las matemáticas, y la relación de los temores y miedos hacia las
matemáticas, con el desarrollo y fomento de la autoestima en los estudiantes.

LAS EMOCIONES Y SU IMPACTO EN EL APRENDIZAJE DE LAS MATEMÁTICAS1


Un problema siempre manifiesto ¿Por qué el pánico a las matemáticas? Dice Edgar Morín, (2002) en “enseñar la condición humana”,
que el ser humano debe tomar conciencia de su identidad compleja, eso incluye conocer sobre sus propias emociones y sentimientos
cuando aprende. Muchos de nuestros estudiantes (62%) confesaron abiertamente su miedo a las matemáticas, otros trataron de
ocultarlo (10%), pero el nerviosismo y otras manifestaciones corporales, terminaban por denunciarlos. Hasta antes de ahora, no
reparábamos en que la desatención de este aspecto emocional es un factor en el aprendizaje frustrado a pesar de los esfuerzos que
hacemos alumnos y profesores. ¿Por qué fracasamos? La naturaleza humana está desintegrada en la enseñanza, en gran parte por
la forma en la que hacemos pedagogía. E. Morín (2002, pp 2) lo dice muy completo: “El ser humano es a la vez, físico, biológico,
psíquico, cultural, social, histórico (sic). Esta unidad compleja de la naturaleza humana es la que está completamente desintegrada en
la enseñanza a través de las disciplinas y la que imposibilita aprender lo que significa ser humano. Es necesario restaurarla, de modo
que cada uno, donde sea, adquiera conocimiento y tome conciencia a la vez de su identidad compleja y de su identidad común con
todos los otros humanos.” Como seres complejos que somos, tenemos emociones y están presentes en todo momento de nuestra
vida y en toda actividad que ejecutemos. Sin embargo, en la clase de matemáticas, sus manifestaciones pocas veces son atendidas
de manera adecuada, como lo manifestaron nuestros alumnos en entrevistas y registros de experiencias vividas. Cuando detectamos
angustia matemática en nuestros pupilos (Estudiantes) hallamos que en el 35% el estado de ansiedad era permanente y en el resto de
ellos, dependía del contenido matemático que se trataba y se manifestaba en muy diversas reacciones de tipo fisiológico: me da
sueño, me duelen los ojos, el estómago se me hace nudo, se me entumecen las piernas, me dan ganas de ir al baño, etc.
Angustia matemática. Pero pasemos a definir lo que consideramos angustia matemática. Una causa —más común que las
alucinaciones psicológicas—, de la resistencia a aprender las matemáticas, es lo que Sheila Tobias llama angustia matemática. En su
obra Overcoming Math Anxiety (sobreponiéndose a la angustia matemática) describe el bloqueo que padecen muchas personas —
especialmente mujeres— frente a cualquier tipo de matemáticas, empezando por la aritmética. Las mismas personas que son capaces
de entender los matices emocionales más sutiles en una conversación, las tramas más enredadas en literatura y los aspectos más
intrincados de un asunto legal, parecen incapaces de percibir los elementos básicos de una demostración matemática. Son personas
sumamente inteligentes, pero tienen miedo, un miedo a matemáticas lo suficientemente poderoso como para bloquear su inteligencia
e impedir que las entiendan siquiera. ¿Por qué temer a las matemáticas? Una de nuestras alumnas nos decía que ella “discriminaba
las matemáticas” porque no las conocía y que, por ello, incluso les tenía miedo.
Naturaleza de la angustia matemática. ¿Cuál es la naturaleza de la angustia matemática? De acuerdo con lo que observamos, sus
raíces o causas son múltiples, pero decidimos clasificarlas en dos grupos: a) las provenientes o provocadas por la interacción social, y
b) las intrapsíquicas surgidas desde el interior del propio sujeto y que están muy relacionadas con los procesos de metacognición y las
creencias acerca de uno mismo (Semerari, 2002). Nos percatamos de que la angustia matemática surgida dentro de la interacción
social aparecía en el aula cuando, por ejemplo, dirigíamos una pregunta directa a alguno de nuestros alumnos y no la podía
responder, o cuando pasaba al pizarrón, a petición nuestra, y era incapaz de escribir una letra, o en aquellos alumnos que dejaban su
examen en blanco. Las expresiones comunes fueron, “mi mente me abandonó”, “tenía miedo de hablar”, “me paralicé, “ni siquiera
podía ver el pizarrón”. Estas reacciones frecuentemente han sido descritas por quienes han tenido fracasos en matemáticas y dicen
que los bloqueos a su inteligencia se deben al miedo de ser ridiculizados en público porque todos los están viendo y, que ello, a su
vez, les acarrea sentimientos de culpabilidad y vergüenza: se sienten un fraude porque ya han aprobado otros cursos anteriores en
donde se supone que ya habían aprendido lo que se les pregunta. (Tobías, 1994).
Toma de conciencia de la actividad emocional en el aprendizaje de las matemáticas. Observamos que la mayoría de las veces (93%),
los alumnos no podían corregir sus respuestas y trabajos que implicaban el uso complejo y rico del lenguaje para comunicar las ideas
1
Daniel Flores Ibarra – Bertha Medina Flores – Dulce María Peralta González Rubio – Carolina Rodríguez González, Colegio de
Ciencias y Humanidades, CCH-Sur, Universidad Nacional Autónoma de México, 2013. En:
http://funes.uniandes.edu.co/19407/1/Flores2013Las.pdf
matemáticas y que ello desembocaba en ansiedad provocada por la toma de conciencia sobre su propia incapacidad para entender
algo o resolver un problema en matemáticas, habilidad que tiene que ver con sus procesos metacognitivos. Por lo general somos
capaces de percibir que la poca tolerancia a la frustración que acarrean los fracasos y errores, se relaciona con la incapacidad de
revisar los propios procesos de razonamiento y que ello puede conducirnos al abandono de la tarea, haciéndonos sentir culpables y
cobardes por no intentarlo de nuevo y buscar alternativas de solución; nos hace sentir insuficientes en nuestros razonamientos y
dejamos de confiar en nuestra mente, minando nuestra autoestima, porque nos sentimos mal con nosotros mismos (Semerari, 2002) .
Se habla mucho de la baja autoestima de los adolescentes, esta tiene mucho que ver con los dominios académicos básicos que los
estudiantes poseen en aproximadamente un 40% cuando inician los cursos de matemáticas.
Dimensión afectiva e identidad social en matemáticas. También descubrimos que las creencias sociales acerca de las matemáticas,
como lo menciona Tobías (1994), estaban influyendo fuertemente en la percepción del propio estudiante como aprendiz de éstas y
que esta creencia estaba relacionada con la reincidencia de fracasos lo cual conducía a muchos, a pensamientos circulares sobre su
eficacia a la hora de aplicar o aprender matemáticas (estudio y seguimiento de casos individuales). Estos pensamientos circulares del
tipo “soy malo en matemáticas y por ello siempre repruebo en las tareas y exámenes” y su contraparte, “como resuelvo mal las tareas
y exámenes, aunque me esfuerce, entonces soy incapaz de aprender matemáticas”, se habían reforzado en cursos anteriores a los
nuestros, por las formas en las que los docentes enseñaron y “evaluaron” el aprendizaje en sus clases.
Es por ello, que consideramos, como otra fuente que puede acarrear emociones negativas en los estudiantes, la manera en las que
les ha sido presentada la materia. Llegan a la clase donde les hablan de unas x’s, unas “2x’s”, etcétera, sin sentido. Las ecuaciones
son unas simbolizaciones que nada les dicen ni significan en su vida, y mucho menos les ven la utilidad, pero se las tienen que
aprender, no entienden una jota, pero si saben que la angustia les come el pecho porque deben aprobar el curso, de lo contrario, toda
su vida se verá comprometida si no son promovidos al nivel escolar siguiente. Para que un conocimiento sea pertinente, éste debe
estar contextualizado. Muy distinto serían estas x’s y 2x’s si les mencionamos situaciones en donde ellos puedan reconocer lo que
tales símbolos representan y la utilidad y provecho que pueden obtener de ellos (Gómez, 2004).
Autoestima, integridad personal y formación académica sólida. Otro aspecto relacionado con la angustia matemática y el sentimiento
de ser un fraude, es la autoestima, es decir, quienes creemos que somos. Nuestra auto-concepción se basa en el juicio que hacemos
de nosotros mismos. La autoestima es una necesidad básica de todo ser humano, es esencial para el desarrollo normal y sano. Sin
una autovaloración adecuada y objetiva de nosotros mismos, el crecimiento psicológico se ve perturbado. Metafóricamente hablando,
podríamos decir que la autoestima es como el sistema inmunológico del espíritu, regula nuestra resistencia a las adversidades de la
vida y nos proporciona fortaleza y capacidad de regeneración interna, en mayor o menor medida, según la tengamos reforzada o no.
Cuando el nivel de autoestima es bajo, se reduce nuestra resistencia ante los problemas de la vida, nos auto-concebimos incapaces
de solventarla, dudamos de nuestra razón, nos pensamos a nosotros mismos, como tontos y torpes. Esto sucede con frecuencia en
las clases de matemáticas. Los aspectos negativos tienen mayor poder sobre nosotros que los positivos, nos dejamos influenciar más
por evitar el dolor y el miedo que por experimentar el reto de resolver y aprender de los dilemas propuestos por las matemáticas. Esto
es, si no creemos en nosotros mismos, en nuestra eficacia ni en nuestra bondad, ni que somos merecedores de aprender y ser
enseñados cabalmente, el curso de matemáticas resulta aterrador. La autoestima es estar dispuestos a ser conscientes de que somos
capaces de ser competentes para enfrentarnos a los desafíos básicos de la vida y de que somos merecedores de la felicidad. Esto se
compone de dos ideas básicas a) auto-eficacia, entendida como nuestra capacidad a pensar, aprender, elegir y tomar las decisiones
adecuadas, y b) auto-respeto que es la confianza en nuestro derecho a ser felices — confianza en nuestros logros, el éxito, la amistad,
el respeto, el amor y la satisfacción personal— (Branden, 1995). Cuanto más alta sea nuestra autoestima, las matemáticas no serán
un problema para nosotros, ni ninguna otra cosa en la vida donde queramos aprender y experimentar; más ambiciosos seremos,
buscaremos ir por más conocimientos, trataremos de llegar a los lugares y formas dónde éstos se aplican para resolver problemas (en
pocas palabras, disfrutamos lo que hacemos) y, por lo tanto, seremos exitosos. Por el contrario, si la autoestima es baja, tendremos
menos aspiraciones y menos posibilidades de éxito, haremos matemáticas de manera inconsciente y mecánica, esto mismo haremos
con el resto de nuestras vidas. Ambos mecanismos tienden a reforzarse y perpetuarse, por ello es importante construirse una buena
autoestima desde el inicio. Cuando somos estudiantes con baja autoestima, «estudiamos», (es decir, hacemos las tareas y trabajos)
para cumplir con la escuela, pero no cumplimos con nosotros mismos, esto es, no tenemos un compromiso personal serio con nuestro
propio aprendizaje, hemos aprendido a “solucionar” la promoción escolar sin tener que esforzarnos en pensar, en razonar acerca de
nuestros dominios en habilidades y conocimientos cabalmente adquiridos. Buscamos “mecanismos” para lograr el éxito (es decir, la
promoción) —a sabiendas de que no comprendemos ni sabemos aplicar las matemáticas— lo que nos condena a sentirnos como
impostores y a sufrir esperando que en algún momento la verdad salga a la luz. Copiar en los exámenes, buscar que otro resuelva mis
tareas y haga mis trabajos de matemáticas, son veneno puro para la autoestima, porque no somos honestos con nosotros mismos.
Para tener una integridad cabal, requerimos ante todo de la sinceridad ya que somos personas en las que se puede confiar porque
podemos mostrarnos orgullosos y nos conducimos con ética. Por el contrario, si nos conducimos con falsedad, nos estamos
desaprobando a nosotros mismos y, en lo más íntimo de nuestro ser nos autorechazamos, librando con ello una lucha perpetua con
nuestro propio yo. En consecuencia, buscamos justificaciones a nuestros actos inadecuados, en ocasiones corruptos, iniciado este
comportamiento, la cadena de actos inapropiados y pensamientos de auto-desaprobación como personas honestas puede seguir,
aumentando la sensación de incapacidad para resolver los problemas básicos de la vida, perdemos confianza en nosotros mismos, en
nuestra manera de pensar y de elegir las respuestas. En matemáticas, este pensamiento de incapacidad se refuerza con cada tarea
inconclusa, ejercicio mal resuelto y no corregido, esto mismo se presenta aún cuando nos entreguen “un diez” que obtuvimos por
haber aprendido de memoria algo que nunca comprendimos (lo grave es que no reconocemos esa incomprensión). “La autoestima es
una experiencia íntima. Reside en el centro de nuestro ser, es lo que pienso y lo que siento de mí mismo, no lo que piensa o siente
alguna persona acerca de mí. Por lo tanto, la autoestima es producto personal y muy propio, yo la construyo, alimento y refuerzo con
mis actos y mi razonamiento acerca de la persona que soy” (Branden, 1995). La autoconfianza en lo que pensamos y sentimos es
indispensable en el aprendizaje de las matemáticas y en cualquier otra empresa que nos propongamos. Las emociones están
inmersas en nuestras formas de aprender, se manifiestan siempre y hay que atenderlas, pues pueden convertirse en un bloqueo para
nuestra inteligencia y, por ende, en un gran obstáculo para lograr el éxito en la vida. Las emociones nos informan de lo que es
importante para nosotros, nuestros amores, temores, responsabilidades, gustos, deseos…, no se trata de evitarlas o reprimirlas, se
trata de reconocerlas y saberlas manejar (Villalobos, 2008). Si uno se emociona, aprende, por eso es importante emocionarnos con la
reina de las ciencias, las matemáticas, hay que apropiarse de ellas, hay que ser matemática y emocionalmente inteligentes.

ACTIVIDADES DERIVADAS DE LA LECTURA

1. Puntos de acuerdo y desacuerdo. Luego de hacer la lectura juiciosa del texto, extrae los fragmentos que más te hayan
llamado la atención, y transcríbelo en una hoja, luego, debajo de cada fragmento escribe si estás de acuerdo o en
desacuerdo y justifica tu posición.
2. Mi autoestima matemática. Responde a la siguiente pregunta, realizando una reflexión profunda sobre la relación del tema
consigo mismo ¿Cómo está tu autoestima en las matemáticas?.
3. Lista de acciones. Elabora una lista de acciones que puedes emprender hacia el mejoramiento en cuanto al aprendizaje de
las matemáticas. Dicha lista se puede dividir en: acciones personales y acciones por parte de los docentes del área.
4. Argumentando. Escribe un argumento en el cual plasmes la importancia que tu le ves, al estudio de las matemáticas, para el
desarrollo de habilidades emocionales que te pueden servir para la vida.
5. Autoreto, Autoestima. Te proponemos que día a día, intentes realizar un reto matemático, los cuales se encuentran en el
calendario matemático. Como reto, te invitamos a subir a las redes institucionales como Facebook y grupos de Whattsapp las
soluciones que encuentre a los planteados día a día.

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