ESCRITURA - CIENTÍFICA - Menin y Temporetti
ESCRITURA - CIENTÍFICA - Menin y Temporetti
ESCRITURA - CIENTÍFICA - Menin y Temporetti
Reflexiones acerca
de la escritura científica
Investigaciones, proyectos, tesis, tesinas
y monografías
Ovide Menin
Félix Temporetti
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Menin, Ovide
Reflexiones acerca de la escritura científica. Investigaciones, proyectos,
tesis, tesinas y monografías / Ovide Menin y Félix Temporetti
- 1a ed. 1a reimp. - Rosario : Homo Sapiens Ediciones, 2012.
160 p. ; 22x15 cm. (Colección Educación)
ISBN 950-808-468-5
ISBN N° 950-808-468-5
ÍNDICE
4. La Monografía ..................................................................................... 69
FÉLIX TEMPORETTI
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PRÓLOGO
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1. LASSO de la VEGA, Javier (1958 2da. Ed.) Cómo se hace una tesis doctoral; normas
y ejercicios; Mayfé, Madrid. ECO, Umberto (1977) Come si fa una tesi di laurea, Tascabili
Bonpiani, Italia. TABORGA, Huáscar (1982) Cómo hacer una tesis; Editorial Grijalbo,
México.
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OVIDE MENIN
Rosario, 20 de junio del 2004.
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Investigación científica
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Proyecto
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Tesis
La Tesis es, ante todo, un cuerpo de ideas puestas por escrito, con senti-
do orgánico, que bien puede adquirir la forma de un libro que cumple con
ciertos requisitos, o bien de un ensayo científico escrito de manera que confi-
gure una propuesta enriquecedora de cierto saber. De la Tesis, de la que
se pretende que sea original, se espera que constituya, por lo menos, un
trabajo singular; tanto por lo que dice cuanto por lo que propone. De algún
modo superadora de cuanto se viene diciendo sobre el tema.
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Tesina
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Monografía
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PRIMERA PARTE
CAPÍTULO 1
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(I)
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( II )
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( III )
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( IV )
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(V)
( VI )
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[…] “Tú sabes que trabajo con el supuesto de que nuestro mecanismo síquico
se ha generado por estratificación secesiva, pues de tiempo en tiempo el mate-
rial preexistente de huellas mnémicas un reordenamiento según nuevos nexos,
una retrascripción {Umschrift}. […] Yo no sé cuantas de estas trascripciones
existen. Por lo menos tres, probablemente más” (Freud, O. C. Carta nº 52).
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S1 S2
.
.
.
a
S1 S2
ruisellement ravissement
(destellos) (arrebato)
a
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Pascal fue, sin lugar a dudas, sensible a este problema. Cabe destacar que
éste es un problema más importante que el de la subjetividad delirante que el
texto mencionado viene de discutir a propósito de la lectura de Freud de las
memorias de Schreber y que nos es presentada en una estrecha relación con
la subjetividad científica.
Otros autores como Milner en lo triple del placer tratan este problema. Es
el problema del estatuto placer en la modernidad y de las consecuencias que
ha tenido para el sujeto la complicidad que se estableció entre el discurso
de la ciencia y el discurso del capitalismo. Este texto concluye con la exis-
tencia de un laberinto “del que se puede y se debe salir” a condición de dispo-
ner de una estrategia. A nuestro entender, la estrategia que Milner halla, sigue
los pasos de las proposiciones de Vappereau a propósito de la estructura en
psicoanálisis, núcleo de nuestra explicitación metodológica. Milner da esta
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Aunque se lea, claramente, en esta cita una versión del grafo en forma de
“T” al que aludimos anteriormente, lamentablemente, Milner no menciona a
Vappereau con respecto a la estrategia que despliega en el texto. Están aquí,
perfectamente reconocibles en el texto los tiempos correspondientes al ruise-
llement (destellos), “une parole exclamative et joyeuse” y al ravissement (arre-
bato), “un mouvement qui s’arrête: ‘il s’inmobilise’” del grafo en forma de
“T”. Cabe destacar que estas dos operaciones, que tienen la característica de
completar un ciclo de la estructura, están perfectamente realizadas en la restrin-
gida extensión de este soneto de Mallarmé. Leer, esta vez, La apuesta de Pascal
según esta estructura es lo que nos proponemos aquí”. (Franch, Héctor, Proyecto
de tesis doctoral: “El objeto (a) de J. Lacan: Su función en la estructura a partir
de un a lectura posible de la apuesta de B. Pascal”. Rosario, Argentina, 2000).
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1. “Uno puede decir oblicuo, intentando decir algo de este estilo, en el sentido de que la argumen-
tación de Lacan siempre está descentrada de sí misma y nunca encuentra el centro... Pero también
oblicuo en el sentido que le puedo dar desde Lacan cuando habla del sinsentido como causa produc-
tora de sentido... Cuando nosotros volvemos recto lo que es oblicuo, aplicamos una hermenéutica a
Lacan y entonces se obtura no solamente la lectura de Lacan sino la cura...” RITVO, Juan. “No se
trata de introducir el escándalo sino la posibilidad de leer”. Cap del libro Conversaciones entre ana-
listas. V. Cohen, M. Intelisano, N. Sirotta. C. Ed. Puntosur, Bs.As., 1991.
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1) “El método que propongo para el desarrollo del trabajo consta de cinco
pasos:
2. Ibid.
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3. Construir y definir las categorías de análisis con las que abordaré los
textos.
4. Elaborar los avances parciales que van a integrar la tesis.
5. Elaborar el corpus que conformará la tesis planteando las conclusio-
nes del trabajo realizado” (Splendiani, Susana; Proyecto de tesis: “La
construcción del fantasma en Freud”. Rosario, 2000).
Fases:
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( VII )
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Bibliografía:
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CAPÍTULO 2
OVIDE MENIN
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1. El modelo Clásico;
2. El modelo Estructural funcionalista;
3. El modelo Ensayístico (que tal vez hubiera que denominar: El mode-
lo Ensayo).
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venia del evaluador, casi siempre externo, del Proyecto de trabajo a realizar
sobre un tema dado, no son lo más importante del quehacer académico que
emprende. Lo importante es lo que dirá en la tesis. Por qué lo dice. Qué apor-
ta de nuevo, en términos rigurosamente teóricos, sobre éso, qué dice en el
texto escrito. No obstante, la burocracia institucional hace de la presenta-
ción (forma, extensión, tipografía y otros aspectos) una cuestión que, como
es obvio, también tiene sus encantos. Corta o larga, densa o rala, se torna, a
la postre, una cuestión de gusto. A mi entender y el de muchos expertos
en el tema, la cuestión no pasa por el volumen sino por la calidad del escri-
to. De cualquier modo veamos algunas cuestiones de concepto.
Clásico llamamos a todo lo que se mantiene en el tiempo, como digno
de ser imitado por su probado valor. Lo clásico tiene sabor antiguo pero
lejos de ser anacrónico tiene el valor de satisfacer las necesidades bási-
cas del “usuario” del modelo. Se configura mediante tres momentos narra-
tivos –que algunos especialistas llaman pasos– cuyos niveles de
complejidad no están previstos pues dependen del discurso del proceso
narrativo en cuanto tal. El formato en tres momentos aparece en diver-
sos campos o disciplinas. No sólo en literatura sino también en educación
y en investigaciones científicas diversas. La tesis como narración escrita
que da cuenta de “hallazgos” y “propuestas argumentales” en tres tiempos,
pocas veces aparece configurada según este modelo que llamamos clási-
co. Veamos algunos antecedentes.
Las normas de perfección formal de este tipo de escritos académicos
vienen de muy lejos y son respetadas por muchas gentes que opone preci-
samente lo clásico a lo romántico, como veremos. En materia narrativa la
línea de ordenamiento del escrito en tres pasos o momentos llamados forma-
les: a) principio; b) medio y c) fin, que ha caracterizado cierto modo de
narrar por escrito desde la Política de Aristóteles a nuestro días, permite
“organizar” la tesis en base a esa formalidad con gran riqueza de recursos
escriturarios. Así se escribieron los cuentos clásicos, al decir de algunos
autores. Así armaban sus clases las maestras normales. Sin embargo no
es muy común encontrar en nuestro país tesis doctorales con este forma-
to. No obstante autores como Manuel Blustein (1959), para quien escribir
una tesis es “formular una proposición y mantenerla”, apelan al recurso de
actualizar la terminología y desagregar cada paso de la regla clásica, para
aconsejar el siguiente desarrollo:
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a) Planteo de la proposición;
b) Exposición de los fundamentos;
c) Defensa de la proposición formulada;
d) Resultado del planteo y (su) defensa, vertidos en conclusiones.
Lo clásico ha sido aceptado a través del tiempo por sus líneas de equi-
librio integral.
Ahora bien, este formato clásico participa de la idea de que la tesis debe
constar de tres grandes capítulos. El primero, en el que se plantea el proble-
ma a indagar, el tema en cuestión, y se lo encuadra adecuadamente, empe-
zando por hacerlo coherente con el título de la misma. El segundo capítulo
se destina a dar cuenta, sostener y fundamentar, con los resultados de la
investigación (teórica o empírica) lo que constituye el problema central de
la tesis. El tercero, se destina a concluir, cerrar y proponer una postura supe-
radora o cuanto menos enriquecedora y singular, del problema abordado.
Como es fácil percibir, no deja de aparecer en este modelo clásico, tal y
como se lo formula en la actualidad, un cierto positivismo residual. Es que
si bien el modelo permanece ligado a la historia de la cultura, el positi-
vismo decimonónico lo hizo suyo y lo sometió, muchas veces, a la demos-
tración experimental de las intuiciones del escritor. Blustein trata de sortear,
de alguna manera, el problema metodológico no abordándolo de lleno. Por
eso entiendo que lo deja librado a la postura epistemológica de cada cual.
He ahí la importancia que adquiere la elección del director.
Estructural funcionalista es un concepto que extraemos de la Sociología.
Desde Talcott Parsons (1951), hasta nuestros días, los sociólogos entienden
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a) Título de la tesis;
b) Encuadre;
c) Objetivo (s);
d) Método (algunos directores de tesis exigen incluir en este ítem, distin-
guiéndolos, Procedimiento y Técnicas);
e) Bibliografía fundamental;
f) Cronograma tentativo.
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para cumplir con el primero que es de por sí amplio, central, medular. Una
tesis con abundancia de objetivos a cumplir es siempre indicadora de un
pensamiento ligeramente delirante. Los expertos actuales en estos modelos
de diseño llamado “estructural funcionalista” aconsejan un solo objetivo
general y no más de tres específicos, operacionales, o particulares, como
quiera que se los llame. Los expertos empecinados en asignar estructuras
fuertes, prefieren objetivos en cantidad; como si la calidad de la tesis pasa-
ra por esas barreras de contención del pensamiento libre y creador de todo
académico investigador que se precie.
El método, del que hablaremos más extensamente en páginas sucesivas,
es el aspecto donde, cualitativistas y cuantitativistas reflejan viejas reser-
vas. La técnica de triangulación ha venido a resolver, en parte, un conflic-
to teórico metodológico de larga data. No obstante, también aquí el
positivismo residual sigue mostrando las uñas, descolocando sin pudor a
los más duros cualitativistas que sucumben ingenuamente al método hipo-
tético deductivo. Verdadero canto de sirena para los investigadores y los
tesistas ubicados en esa tendencia que, ante el temor de no ver aprobado su
diseño, hacen concesiones inadecuadas a quienes detentan el poder deci-
sorio de aceptación o rechazo del Proyecto. Lo acompaña, en muchos dise-
ños, una indicación puntual y precisa del procedimiento y las técnicas a
emplear. Cosa que, a nuestro juicio, no es indispensable distinguir.
La bibliografía que sirve de referente, no tiene por que ser exhaustiva.
En este tipo de diseño basta con indicar la bibliografía básica, fundamen-
tal, relacionada con el estado del arte y la metodología. El proceso investi-
gativo ya le obligará al doctorando a ampliarla actualizadamente. A menos
que se transforme en un salteador de caminos, esto de la búsqueda biblio-
gráfica, histórica y/o actual –según sea el tema y su modo de abordarlo– es
tarea inevitable y hasta vital para el tesista.
El cronograma tentativo hace su función orientadora con relación al tiem-
po disponible para asistir a cursos y realizar parsimoniosamente la redac-
ción de la tesis. Este cronograma casi nunca se cumple. Luego, no sirve para
nada. Está cayendo in desuetude.
El ensayo ha sido, en el amplio campo de la narrativa contemporánea,
una tesis velada. Los puristas del quehacer académico suelen molestarse
ante aseveración tan atrevida. Sin embargo no dejan de hacer, a la postre,
un buen ensayo –amplio, parejo, consistente– que llaman tesis. Contra el
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Referencias bibliográficas:
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CAPÍTULO 3
FÉLIX TEMPORETTI
* Las ideas básicas del presente texto conformaron un documento base para la organi-
zación del Primer Congreso Regional de Psicología Rosario-2004 organizado por la
Facultad de Psicología de la UNR. La presente versión surgió de una reelaboración reali-
zada por el autor durante la estancia como profesor invitado en el Departamento de
Psicología Evolutiva y de la Educación, Facultad de Psicología de la Universidad
Autónoma de Madrid, Abril-Septiembre, 2003.
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1. Desde el siglo XX el inglés se ha consolidado, con el apoyo político del mundo anglo-
sajón, como la lengua dominante en la producción y difusión científica.
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Algunos creen que la escritura sólo está presente en la fase final del proce-
so de investigación; en el momento de redactar el Informe con la pretensión
de comunicar los resultados. Si bien esta fase es importante, las relaciones
entre escritura y producción científica, tal como lo hemos expresado más
arriba, no se reducen sólo a eso. En el campo de la Psicología los modelos
y estilos de escritura científica se reducen básicamente a tres: el Informe de
Investigación; el Ensayo Científico y el Relato de Experiencias.3 La opción
por una o por otra resulta de una decisión que realizan los investigadores
acorde al tipo de problemas que se plantean, a la naturaleza específica del
tema de estudio, a cuestiones de índole epistemológica, a decisiones meto-
dológicas y a los criterios y concepciones dominantes en la cultura cientí-
fica en la cual trabaja. Esta opción no se reduce a una mera cuestión de elegir
la forma de escritura más idónea para comunicar o difundir los conocimientos
que se generan. La manera de ordenar la textualización constituye una marca
en el modo de pensar, en las formas de argumentar, contrastar, discutir, rela-
tar. Se reivindican las diferencias entre cada modalidad cuestionando toda
jerarquía u orden que indique superioridad de una sobre la otra en cuanto
a la calidad científica.
La distinción entre Informe, Ensayo y Relato tiene sólidos fundamen-
tos epistemológicos, psicológicos, históricos y literarios. Distintos para-
digmas epistemológicos-metodológicos están en la base de cada uno de
3. Utilizo estos tres términos: informe, ensayo y relato a sabiendas de que pueden desatar
antiguos prejuicios en torno a la descalificación que se han hecho, tanto del ensayo como
del informe, cuando adopta una estructura más bien narrativa.
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El Informe
4. Tomo como referencia la distinción establecida, entre otros, por la doctora Esther Díaz
de Kóbila, profesora de Epistemología y Metodología de la Investigación en el Doctorado
de Psicología de la UNR.
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5. Hay dos tipos de artículo científico: el artículo formal y la nota investigativa. Ambos
tienen la misma estructura, pero las notas generalmente son más cortas, no tienen resu-
men, su texto no está dividido en secciones con subtítulos, se imprimen con una letra más
pequeña y la investigación que informan es “menos importante”. Algunos trabajos se
someten como artículos y se publican como notas o viceversa.
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6. Cuando el Informe está dominado por una concepción positivista (tradicional o neo-
positivista) predominan en él los diseños experimentales y los procedimientos cuantitati-
vos-estadísticos. Se prueban hipótesis, se precisan y miden variables en busca de leyes
causales que expliquen las regularidades encontradas, eliminando de cuajo todo vestigio
de subjetividad tanto en la observación como en la interpretación de los datos recogidos.
Predomina una idea de la investigación psicológica a imagen y semejanza del método
científico tal como se utiliza en las Ciencias de la Naturaleza.
7. Hay normas establecidas para la escritura científica por organismos científicos, la
mayoría anglosajones (Normas APA, Oxford, Harvard).
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El Ensayo Científico8
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10. Miguel de Montaigne, En el ensayo número 50 del libro primero, que tituló “De
Democritus et Heraclitus”. (289-290).
11. Max Bense; Estética, Nueva Visión, Buenos Aires, 1973, (70-71).
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para volver a pensar, experimentando con el tema y con los problemas plan-
teados. Manifestación clara del pensamiento letrado, el Ensayo toma esta
orientación cognitiva, de búsqueda intencional, razonada y fundamentada de
un saber. De este modo se constituye en algo más que en una forma litera-
ria desbordando el papel de “género de divulgación” al que han pretendido
relegarlo los defensores del rigor científico, sólo reconocido como posible si
se siguen las pautas y criterios establecidos para el Informe de Investigación.
El Ensayo juzga, pero vale, no tanto por lo que sentencia, sino por el
proceso de juzgar. El discurso y los supuestos se fundamentan y se desarro-
llan en el marco dado por las teorías científicas a las cuales se apela, en
la exposición de aspectos o resultados de investigaciones. Un Ensayo
Científico puede dar cuenta de un trabajo intelectual en el cual se han inte-
grado la observación sistemática, las lecturas rigurosas, la discusión que
contrasta y la escritura que favorece la reflexión y que interviene como
un instrumento para llegar a saber lo que se piensa.
Hay en el Ensayo una mirada crítica. Ensayar, experimentar, juzgar y
criticar son prácticas que lo caracterizan. El que ensaya critica buscando las
condiciones bajo las cuales el tema se renueva de manera distinta. De este
modo en la crítica hay algo de transgresión, de ruptura con un saber esta-
blecido o, con un enfoque o, con una idea hegemónica. Esta transgresión
abre el camino a la creación y pone en el tapete la perspectiva ética del autor.
Theodor W. Adorno afirmó: “El ensayo es la forma crítica por excelen-
cia, y precisamente como crítica inmanente de las formaciones espiritua-
les, como confrontación de lo que son con su concepto, el ensayo es crítica
de la ideología”.12
De este modo el Ensayo Científico se legaliza en una doble instancia: (1)
El Ensayo como una forma de pensar, de producir conocimiento. Cuando
digo que el Ensayo es una forma de pensar, quiero indicar esta articulación
entre pensamiento y escritura, este pensamiento letrado que hace posible
el diálogo íntimo del ensayista consigo mismo. Es esta dimensión de concien-
cia, de reflexión intencionada lo que lo caracteriza. En esta perspectiva el
Ensayo pertenece a un campo del saber que autoriza al sujeto que sostiene la
enunciación a instaurar algo como problema y luego juzgar, ensayar, emitir
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El Relato de Experiencia
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CAPÍTULO 4
La Monografía*
FÉLIX TEMPORETTI
* Este artículo se elaboró sobre la base de diversos textos utilizados como guías para
docentes y estudiantes en la producción de trabajos monográficos en diversos niveles edu-
cativos. Tiene una impronta de guía para aprender a elaborar Monografías. Recoge la
experiencia sobre el tema, durante más de diez años, con alumnos y profesores tanto en el
ámbito secundario como terciario, así como en carreras de grado universitario y en cursos
de postgrado.
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fast y de lo light un ideal que roza la utopía, una opción cultural, política e
ideológica por parte de los educadores y las instituciones educativas.1 Si se
opta por una cultura racional, científica, crítica, comunicativa y dialógica,
cuanto antes se inicien estas adquisiciones más fácil resultará a los alum-
nos la producción y redacción de textos de naturaleza científica. La
Monografía puede ser una excelente excusa para ello. No es fácil lograrlo,
se suelen encontrar resistencias de todo tipo en diversas situaciones y luga-
res pero los esfuerzo se justifican si se está convencido que uno de los prin-
cipales fines de la educación es poner al hombre como protagonista pensante
y curioso indagador.
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lectura dialógica y crítica que el lector establece con los autores de cada
texto. (3) Realizar una Monografía no es una cuestión meramente lingüís-
tica, un género discursivo o un asunto del área de la Lengua. Además de eso
es una cuestión de pensamiento y lenguaje disciplinario que implica la
“materia o asignatura” en cuestión.2
Así entendida, las tareas en el proceso de elaboración de una Monografía
suelen ser las siguientes:
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6. Los documentos pueden ser clasificados según el soporte físico (gráficos, iconográfi-
cos, fónicos, plásticos, audiovisuales y multimedia), su contenido o nivel informativo (pri-
marios, secundarios, terciarios) y la disponibilidad o posibilidad de acceso al mismo
(publicados, inéditos, reservados).
7. En las “obras de referencia” se agrupan tanto libros, textos de definición y consulta
(enciclopedias y diccionarios) como los de exposición, estudio y discusión (tratados,
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este modo la exposición oral se organiza en torno a dos ejes: (a) La infor-
mación, las ideas y argumentos que se van a expresar. Se pone el énfasis en
el aspecto conceptual del contenido de la Monografía. ¿Sobre qué expone?
¿Qué es lo que expone? (b) La exposición en sentido estricto o elocución. El
énfasis está puesto en el procedimiento: ¿Cómo expone? Ambos aspectos
aunque diferentes están íntimamente relacionados y se complementan. Luego
de exponer de manera sintética el tema, la problemática y los motivos de la
Monografía se promueve el intercambio de preguntas y respuestas.
Quienes exponen suelen utilizar un “Guión de Exposición” con sopor-
te en papel, utilizando retroproyector o un medio electrónico (Powerpoint).
Los aspectos más relevantes a ponderar en el proceso de exposición son:
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CAPÍTULO 5
FÉLIX TEMPORETTI
(I)
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1. Recordemos, una vez más, que para algunas Academias Universitarias, Método e
Informe Científico hay uno sólo y existe, a disposición de todos los interesados, suficien-
te normativa elaborada y publicada para seguir los caminos correctos que garantizan el
éxito del hacer y de la escritura del saber científico.
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( II )
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pensar y escribir en y desde la (s) disciplina (s) que nos interesa (n) y que
conforman nuestro pensamiento e identidad profesional. De más está decir
que la calidad de los profesores –calidad que no sólo depende de la infor-
mación que poseen sino también de su disponibilidad para estar indagando
y compartir–, la riqueza y variedad de las Bibliotecas disponibles, la posi-
bilidad de acceso a información electrónica y otras fuentes irán confor-
mando, en buena medida, las características, el tipo y variedad del
pensamiento y lenguaje científicos disciplinarios a utilizar.
Ahora bien, la elaboración de un texto científico constituye en su esen-
cia un trabajo de producción intertextual. El concepto “intertextualidad”
fue propuesto por Julia Kristeva a partir de la interpretación de los escritos
de Mijail Bajtín. Kristeva afirmó que “todo texto se construye como mosai-
co de citas, todo texto es absorción y transformación de otro texto” (Kristeva,
J.,1978:190)2. De esta manera se refería a la existencia de discursos previos
como pre-condición para el acto de significar. Los textos se imbrican de
formas diversas dando como resultado un texto nuevo: el intertexto. El inves-
tigador en su calidad de productor de nuevos textos cuenta con el bagaje de
las experiencias de los textos que previamente había abordado como lector.
Textos de origen que están en el nuevo con toda la fuerza de su significa-
ción primigenia y a la vez resignificados.
La idea de intertextualidad, aplicada al texto científico, tiene una serie
de consecuencias de las cuales vamos a destacar algunas:
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3. Esto que puede llegar a parecer algo “natural” y obvio en nuestro campo “psi” no lo es
tal. Estamos casi acostumbrados a leer textos sobre el “sujeto”, la “subjetividad” y la “sub-
jetivación” escritos desde la alienación del discurso del otro; algunos construidos con la
ingenuidad que suele dar la inexperiencia, textos torpes que suelen rozar el delito de plagio.
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( III )
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( IV )
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deben cumplir algunos requisitos, entre los cuales se encuentran: aparición de los ejempla-
res a tiempo, resumen en inglés para los artículos escritos en español y pagar una cuota de
suscripción anual de diez mil dólares. El incumplimiento de alguno de estos puntos, deja a
una revista fuera de la base de datos. Las revistas que se incluyen en el SCI sólo representan
el 4.7% de las revistas científicas que hay en el mundo. De acuerdo a un estudio realizado
por Virginia Cano del Queen Margaret College, en Escocia, el 70% de las revistas latinoa-
mericanas no están incluidas en algún índice.
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(V)
8. Max Weber propuso la tesis, escrita entre 1904 y 1905, sobre la estrecha relación entre
La ética protestante y el espíritu del capitalismo. En la versión calvinista de la reforma
Protestante el éxito en los negocios es un signo de elección divina. La Iglesia Católica
habría obstaculizado con escrúpulos morales el logro de ganancias mediante el comercio
y el préstamo a interés.
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SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO 6
FÉLIX TEMPORETTI
* Trabajo elaborado a partir del texto de una ponencia presentada en el Seminario “Los
mundos culturales de la Infancia. Aproximaciones interpretativas”, Facultad de Psicología,
Universidad Autónoma de Madrid, Junio, 2003.
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Puntos de partida
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H. 1987. Hubo que esperar hasta las décadas de los ’80 y el principio de los ’90, con la con-
solidación de una epistemología constructivista, la hermeneútica y la orientación sociocul-
tural en la psicología para que las relaciones entre pensamiento, deseo y cultura tomaran,
según entiendo, una formulación científica diferente. En el terreno estricto de la Psicología
tuvieron importancia significativa los textos de Jerome Bruner: Realidad mental y mundos
posibles (1985) y Actos de Significado (1990) y de James Wertsch (1991) Voces de la Mente,
por citar dos autores que colocaron a la Psicología en el meollo de las transformaciones des-
arrollada en las demás Ciencias Sociales (las crisis del positivismo, la aparición de una lin-
güística más pragmática, la consolidación de una antropología más interpretativa, etc.).
5. Si bien se diferenció la acción transgresora de los instrumentos utilizados para hacer-
la efectiva se asumió que ambos elementos estaban íntimamente relacionados y resultaba
inapropiado considerarlos en forma aislada, es decir, los niños por un lado y los relatos por
otro. Esta manera de concebir el objeto de estudio se aproxima al concepto de acción de
John Searle, de “acción mediada” de James Wertsch, y al concepto de “significado” pro-
puesto por Bruner y Vygotsky. Para más detalles ver: Vygotsky, L. (1934); Searle, J.
(1984); Bruner, J. (1990); Wertsch, J. (1993).
6. El término “subjetivo” hace referencia a aquello que existe en la mente de una perso-
na, es lo que, por oposición no es objetivo. Los datos subjetivos constituyen la materia
prima con que opera una parte sustancial de la producción científica en la Psicología
(Searle, J. 1997). La “subjetividad”, en cambio, supone el reconocimiento de que lo que
está en la mente, está en la mente (Olson, D.; 1994: 261).
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Cuestión de métodos
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7. Entre los proyectos que forman parte de esta orientación psicológica individual se des-
tacan: las primeras psicologías de la Ilustración, la Psicofisiología y la Psicología
Introspectiva de la Conciencia, algunos enfoques del Psicoanálisis, la Psicología de la
Gestalt, el Conductismo, la Psicología Social Positivista, la Psicología Genética de Piaget
y, más recientemente, el funcionalismo computacional.
8. Esta perspectiva adoptada en la investigación se asocia a los llamados “giro lingüísti-
co” y “giro interpretativo”, referencias importantes en las ciencias sociales, desde que el
lenguaje dejó de ser concebido como un medio más o menos transparente para representar
una realidad “objetiva” externa al mismo. Entonces, el foco se desplazó hacia los modos de
producción, reproducción y transmisión de sentidos y significados. De este giro tan inter-
pretativo y lingüístico, han sido responsables directos, entre otros autores John Austin,
Ludwing Wittgenstein, Sigmund Freud, Lev Vygotsky, Jerome Bruner y Clifford Geertz.
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11. En nuestra experiencia, el adulto siempre es vivenciado como crítico por los niños; se
puede ser más o menos permisivo pero, el comportamiento de los niños queda condiciona-
do por el poder censor que le atribuyen al adulto. La expresión “¡Eso no se dice!” consti-
tuye en nuestra cultura hispano parlante la forma más frecuente de verbalizar la prohibición.
12. Las expresiones “efecto censura” y “efecto ocultamiento” refieren a dos comporta-
mientos típicos observados en los grupos infantiles en relación con el uso de la narrativa
en su función transgresora. La fuerza transgresora de los textos quedaba condicionada por
el mayor o menor clima de censura percibido por los niños en el contexto de producción.
En muchas situaciones y, en íntima relación con el nivel de censura percibido, los niños
ocultaban los relatos y expresiones que circulan de boca en boca, de manera secreta. Los
maestros, directivos y educadores de las instituciones tenían un alto grado de desconoci-
miento de las capacidades transgresoras de sus educandos así como de algunos de los
objetivos y finalidades de los agrupamientos infantiles. Asimismo se estudiaron las creen-
cias de los educadores sobre la transgresión verbal y su papel en la educación.
13. En un estudio realizado William Labov (1972), se planteó un problema similar al aquí
comentado. Un investigador blanco entrevistó a un niño negro de 8 años, con la finalidad de
establecer su competencia lingüística. El entrevistador ponía objetos sobre la mesa y for-
mulaba interrogantes del siguiente tipo: “Dime todo lo que puedas sobre esto”. El niño res-
pondía con palabras aisladas o expresiones cortas. En otra ocasión en que el entrevistador
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era de raza negra y el tema se refería a peleas callejeras, el niño seguía dando respuestas cor-
tas. Hasta que un día el entrevistador llevó papas fritas, hizo entrar al mejor amigo del niño
entrevistado, se sentó en el suelo e inicio la conversación sobre temas tabú; los niños no sólo
abandonaron el sistema de respuestas cortas sino que empezaron a competir activamente tra-
tando de llevar la voz cantante.
14. Se seleccionaron dos instituciones educativas, una pública, estatal, con niños pertene-
cientes a un sector social con necesidades básicas insatisfechas y otra de gestión privada
con niños pertenecientes a sectores de la denominada clase media y media alta.
15. Esta cuestión no resultó una tarea sencilla, entre otras razones porque en la cultura psi-
cológica en la cual me había formado, el campo de lo psíquico estaba delimitado por la
piel. El énfasis se ponía en sondear preferentemente en las estructuras y mecanismos de
la conciencia, de la inteligencia, de la cognición o del inconsciente y, en este empeño se
habían invertido años de esfuerzos; no resultó tarea fácil zafar del peso de la tradición.
Zafar de la tradición académica hegemónica implica un cambio, una ruptura conceptual y
de formas de mirar el estudio de lo humano. Pero constituye, además, una situación afec-
tiva conflictiva ligada al abandono de referencias y, con suma frecuencia, a la pérdida de
amistades y a la aparición de nuevos contrincantes. Estas crisis y situaciones de conflicto
son inherentes a la vida en las instituciones.
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CAPÍTULO 7
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otros. En ambos casos la operación de narrar, puede definirse como una sínte-
sis de elementos heterogéneos, de múltiples eventos e incidentes en un rela-
to completo y singular. El concepto central en su teoría narrativa, como en
la Poética de Aristóteles, es el concepto de “trama” o “fábula”. Con este
término identifica a las operaciones: combinaciones, composiciones y ensam-
bles mediante los cuales los acontecimientos se convierten en una historia.
La narración no es una simple enumeración en un orden serial y sucesivo de
los acontecimientos sino una estructuración que transforma esos inciden-
tes y acontecimientos en un todo inteligible. La trama, unidad narrativa de
base, media entre los acontecimientos y la historia. Se puede lograr una
comprensión de esta composición por medio del acto de seguir una historia.
Otro aporte significativo de Ricoeur al tema de la narrativa es su tesis
acerca de la reciprocidad entre temporalidad y narratividad. El carácter
temporal es lo que hay de común en toda la experiencia humana. Todo lo
que se desarrolla en el tiempo puede narrarse y todo lo que se narra sucede
en el tiempo. Tenemos una doble experiencia del tiempo: (a) Por nuestro
cuerpo nos sentimos formando parte de un “tiempo cosmológico”, un tiem-
po pautado por instantes sucesivos e iguales que pasan uno detrás del otro.
(b) Además tenemos una experiencia íntima –fenomenológica– del tiem-
po, un “tiempo vivido”, que transcurre entre el nacimiento y la muerte, con
un presente, un pasado y un futuro. (c) Entre el tiempo físico y el tiempo
vivido se articula un tercer tiempo el “tiempo humano” o tiempo del calen-
dario, una creación del lenguaje, un tiempo social contruído en la cultura
local e institucional. De este modo la narración articula el tiempo cósmi-
co y el tiempo fenomenológico.
Desde otro ángulo, la perspectiva de Frederic Jameson –quizá el más
representativo de los críticos literarios norteamericanos de orientación
marxista– resulta de sumo interés en la argumentación que aquí pretendo
desarrollar. Al igual que Ricoeur, Jameson advirtió que la narrativa es
una categoría epistemológica tradicionalmente confundida con una forma
literaria. Algo interesante en su análisis ha sido ligar la narrativa al contro-
vertido concepto de postmodernidad. Para este autor la denominada postmo-
dernidad constituye la dominante cultural de la lógica del capitalismo tardío
(Jameson, 1984). El postmodernismo no es el denominar cultural de un
orden social completamente nuevo sino que constituye el reflejo y el resul-
tado de otra modificación del capitalismo. Es la fase correspondiente a la
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7. Jameson toma como referencia la tesis del economista belga Ernest Mandel (1923-
1995) acerca del Capitalismo Tardío (1972, 1980). Mandel sostiene que el capitalismo ha
atravesado tres momentos fundamentales cada uno de los cuales ha significado una expan-
sión dialéctica en relación con el período anterior. Estos tres momentos son: el Capitalismo
de Mercado, el Monopolista o del Imperialismo, y el Capitalismo Multinacional, corres-
pondiendo éste último al momento actual. Mandel afirma que el capitalismo multinacio-
nal, o de consumo, o tardío, constituye la forma más pura de capitalismo.
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que lo caracterizan, así como de las operaciones por las cuales tales cate-
gorías se establecen y se relacionan constituyendo sistemas. Este pensa-
miento lógico, matemático y causal constituye un poderoso y refinado
instrumento de conocimiento que ha sido puesto en el primer plano tanto
por la Ciencia como por la Educación, en todos los niveles de la enseñanza.
Cuenta a su servicio con un desarrollo tecnológico cognitivo de gran magni-
tud, desde los elementales algoritmos del cálculo hasta sofisticadas máqui-
nas para pensar con lógica y resolver problemas y ecuaciones diversas.
Ahora bien, cuando se trata de conocer y poner inteligibilidad en la reali-
dad social y humana los formalismos y el modelo de la causalidad física
resultan insuficientes. Es precisamente ahí donde aparece el pensamien-
to narrativo, basado en la elaboración de historias, captando la riqueza y
los detalles de los significados en los asuntos humanos. Una manera de
pensar tan humana, tan obvia, tan evidente pero tan poco reconocida inclu-
so en las propias Ciencias Humanas.
Bruner (1990) señaló que el principio de organización de la psicología
popular es esencialmente narrativo.8 El dominio de esta psicología se deri-
va de la propensión teórica y explicativa que no sólo dispone de un cono-
cimiento pragmático sobre los demás y de una metacognición sobre sí mismo,
garantizado por la disposición natural a tener una “Teoría de la mente”,9 sino
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10. Paul Ricouer (1984) consideró la metapsicología freudiana como un sistema de reglas
para volver a narrar las “historias de vida” elevándolas a la categoría de “historias de
casos”.
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11. BRUNER, J. (2002) La Fábrica de Historias. Derecho, literatura y vida. FCE, Buenos
Aires, 2003.
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Muchos de ellos conciben las causas mentales como físicas; así por ejemplo
entienden las intenciones como estados cerebrales y pretenden explicar la
acción intencional en el mismo sentido (o similar) de cómo se proporcionan
explicaciones de los hechos o eventos físicos, por predicciones en el contex-
to de las leyes causales generales.
Dejando estas cuestiones en suspenso la gran virtud de la causalidad para
los empiristas es el permitir la predicción. Pero la causalidad intencional
no permite la predicción. Se puede acceder a una clase de explicación sin
predicción y esto es una interpretación. Ahora bien un modelo de causa-
ción particular, donde la causa contiene la consecuencia, se parece más a un
texto que a un experimento. De ahí la aseveración de Jerome Bruner según
la cual el experimento busca la verdad en tanto que el relato busca la vero-
similitud (Bruner, J. 1986:23-53). La interpretación narrativa constituye un
procedimiento de interpretación como los que se dan en el campo de la lite-
ratura y en el campo de la ley o del derecho. En estos campos disciplina-
rios no se trata de generar datos en forma experimental. Se trata, más bien de
explicar los datos que se encuentran, no se espera predecir algo. Las accio-
nes humanas pueden ser vistas como textos –en el más amplio sentido del
término– y adoptando una estructura narrativa o de relato. Por lo cual el estu-
dio científico – en tales circunstancias– consistirá en la interpretación. La
interpretación descubrirá los estados intencionales que subyacen debajo
del texto interpretado y que lo constituyen. En este caso la tarea de los psicó-
logos científicos es la de interpretar la acción humana construida como un
texto en orden a descubrir sus patrones o esquemas y de manera particular
cómo estos patrones o esquemas son constituidos por los estados intencio-
nales. John Searle (1984, 1997) ha insistido en que uno de los caminos para
superar la perspectiva positivista en las ciencias humanas estaba en estu-
diar el papel de la intencionalidad en la estructura de la acción humana.12
El objetivo de la interpretación es entender el fenómeno sin tener que expli-
carlo causalmente. Pare este propósito el texto y el discurso en general han
sido el instrumento fundamental. El entendimiento que se busca y obtiene
por interpretación es el resultado de la organización y contextualización,
de una manera disciplinada, de proposiciones esencialmente contestables e
12. SEARLE, John (1984) Mentes, cerebros y ciencia. Ediciones Cátedra, Madrid, 1990.
SEARLE, John (1997) El misterio de la conciencia. Paidos, Barcelona, 2000.
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14. RICOEUR, Paul. (1986). Del texto a la acción. FCE, Buenos Aires, 2001.
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CAPÍTULO 8
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prevención llevada a cabo desde la dinámica que genera una nueva didácti-
ca menos formalista, con encuadramientos mínimos, pero capaz de hacerse
cargo del problema que significa para un niño de corta edad aprender lo que
le está prescripto por la escuela –dicho esto genéricamente– es consustancial
al quehacer del maestro en el aula, más allá del despliegue, por círculos
concéntricos, de actividades que operan a su favor desde lo macro dimen-
sional, tales como alimentación, salud, recreación y apoyaturas interdisci-
plinarias que fortifican la compleja urdimbre que sostiene dicho quehacer.
Trabajos como los de Vilma Pruzzo, Carlos Oyola y Mabel Pipkin, por
ejemplo, nos permitieron atravesar nuestras propias conclusiones con acier-
tos tales como los que ellos dicen de este modo:
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CAPÍTULO 9
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CAPÍTULO 10
OVIDE MENIN
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dimiento que aun pervive entre nosotros; también de manera residual. Las
rigurosas investigaciones realizadas desde el experimentalismo psicológi-
co, por hombres como Rodolfo Senet en la Universidad Nacional de La Plata,
son un referente nacional incuestionable de esa tradición de enlace que ha
corrido suerte diversa, hay que reconocerlo y más recientemente Emilia
Ferreiro, no siempre bien compredida, tal vez mal aplicada, pero siempre
inquietante. Nosotros mismos, los aquí presentes, hemos brindado desde
espacios muchas veces reducidos aportes significativos a favor de ese enla-
ce. Lástima que siempre nos faltara prensa; decisoria para estar en pantalla.
Es que tengo para mí que en nuestro campo los cambios son siempre lentos,
costosos, sospechados de tradición. Lo fotográfico, que ahora llamamos
“ajustado estrictamente al encuadre teórico”, ha malogrado más de una vez
hallazgos significativos para la educación. El poder de la secta y de la corpo-
ración suele ser abrumador. Basta con detenerse en la postura conservadora
desde la cual abordamos la enseñanza desde la universidad. En la forma y
en la transmisión de muchos contenidos. Pese al esfuerzo de los investiga-
dores y los críticos del sistema, que luchan por instalar ideas nuevas, trans-
formadoras de la realidad; que anhelan poner en movimiento lo conservado
como sustancial para lograr síntesis históricamente superadoras, hay momen-
tos de interminables recidivas, sutiles, pero igualmente desanimantes.
En mi larga vida docente pocas veces he visto, como en estos últimos
años, aflorar con tanta nitidez el juego perverso de la fascinación que para-
liza y se hace dogma, contra las demandas de base que reclaman la inmediata
solución de problemas puntuales del aula. ¿Cómo iniciar a los futuros maes-
tros en la investigación, desde la escuela, las más de las veces en situaciones
adversas, cuando no hay tiempo disponible ni recurso material adecuado?
No puedo dejar de recordar la hermosa experiencia de los años ’80 realiza-
da a través del Proyecto MEP donde se destinaba un espacio curricular gene-
roso para iniciar a los estudiantes de magisterio en la investigación.
La tecnología de punta opera de pantalla. Pero como diría Prevert: “pala-
bras, palabras, palabras”. Palabras son lo que abunda por doquier. Entonces,
si no me equivoco, el tema principal se ha vuelto una incisiva pregunta:
¿cómo instalar la técnica del desbrozamiento entre nuestros formadores?
Desbrozar, analizar, jerarquizar y seleccionar con ojo avizor lo fundamen-
tal de lo superfluo, lo significativo de lo sobreabundante; enorme canti-
dad de información carente, con frecuencia, de rigor conceptual.
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CAPÍTULO 11
OVIDE MENIN
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