Carta A Mario Benedetti

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CARTA A MARIO BENEDETTI

Montevideo, 14 de Setiembre 2020

Sr. Mario Benedetti

Presente

Estimado Mario:

Lo recuerdo muy especialmente en esta ocasión y por esa razón


permítame dirigirle unas sencillas pero muy sentidas líneas.

Tengo registradas en mi agenda las fechas y los hechos que más me importan y que a mi
entender serían motivo de un verdadero pecado olvidar. Ciertamente que la agenda a la
que me refiero no es solo una fría hoja de anotaciones con palabras y números, sino que
viven en el calor de mi memoria y de mi corazón.

Los hechos que transcurren en nuestras vidas van siempre unidos a los lugares donde
ocurren, del mismo modo que la Historia y la Geografía , o en el teatro el libreto y el
escenario. Pero quien les da vida son la Humanidad, el elenco actoral, los protagonistas.

Y la anécdota que pretendo rememorar aquí tiene algo de todo eso.

Un teatro absolutamente colmado de espectadores, ya recuperada la democracia. Una


celebración- homenaje de música y poesía a los artistas que habían padecido persecución
y exilio. En medio de la multitud, usted y yo, sin saberlo. Creo que sería absolutamente
imposible que pueda recordar los detalles de nuestro encuentro, en el período de su
desexilio y en circunstancias en que todo se dio tan casual como fugaz.

Lo que le puedo comentar sintéticamente es que yo estaba junto a mi esposa tratando de


ubicar un lugar en la platea, cuando de pronto encontré dos lugares libres en el lateral,
los que ocupamos de inmediato sin advertir quienes eran nuestros vecinos. Cuando
levanté la vista hacia mi lado derecho, no lo podía creer. Allí estaba nada menos que
Mario Benedetti. Lo que recuerdo es que de inmediato me presenté, le comenté sobre mi
predilección por su obra y de que estaba sumamente complacido en conocerlo
personalmente, festejando la feliz coincidencia que se había dado. Y además le agregué
que me parecía extraño que él ocupase aquel lugar, cuando era evidente que las dos
primeras filas de la platea central estaban reservadas para las personalidades
homenajeadas.

-Yo estoy bien aquí, no se preocupe, me contestó.

Debo agregar que acapararon toda mi atención su mirada tristona, su voz bajita y su
gesto sencillo. Todo expresado con una actitud más bien de perfil bajo, tan propio de las
personas que no necesitan adornarse con vanidades.

En determinado momento en que me preguntaba cuál o cuáles de sus obras había leído y
yo le iba a contestar sobre los poemas y cuentos, fuimos interrumpidos por un foco de luz
de un cañon rastreador que nos iluminó, al tiempo que una voz amplificada anunciaba: “
Está entre nosotros el gran Mario Benedetti , a quien invitamos a que nos acompañe, por
favor,enfocando las filas delanteras preferenciales.” Vi su expresión como de resignación
y escuché cuando pasaba delante de mí, muy suavemente, - si no hay otro remedio…un
gusto de conocerlo.

-Gracias, del mismo modo, le contesté.

Siempre lo admiré, Mario. Pero mucho más fue después de aquel encuentro entre
nosotros, tan íntimo como fugaz.

Y hoy he vuelto a recordarlo porque hubo otro homenaje, esta vez desde un lugar muy
caro para usted como es el Instituto Cervantes de la capital española. Créame que dicha
recreación también fue muy grata para mí.

Reciba usted mis más respetuosos saludos.

Su siempre admirador

Hasta la eternidad

Prof.José Daniel Barbiel

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