Este documento discute la importancia de los modelos mentales y cómo estos afectan la forma en que las personas y organizaciones ven el mundo y actúan. Define un modelo mental como creencias profundamente arraigadas que influyen en nuestra forma de comunicarnos y relacionarnos. También explora cómo identificar y cambiar los modelos mentales a través de un proceso de aprendizaje transformador.
Este documento discute la importancia de los modelos mentales y cómo estos afectan la forma en que las personas y organizaciones ven el mundo y actúan. Define un modelo mental como creencias profundamente arraigadas que influyen en nuestra forma de comunicarnos y relacionarnos. También explora cómo identificar y cambiar los modelos mentales a través de un proceso de aprendizaje transformador.
Este documento discute la importancia de los modelos mentales y cómo estos afectan la forma en que las personas y organizaciones ven el mundo y actúan. Define un modelo mental como creencias profundamente arraigadas que influyen en nuestra forma de comunicarnos y relacionarnos. También explora cómo identificar y cambiar los modelos mentales a través de un proceso de aprendizaje transformador.
Este documento discute la importancia de los modelos mentales y cómo estos afectan la forma en que las personas y organizaciones ven el mundo y actúan. Define un modelo mental como creencias profundamente arraigadas que influyen en nuestra forma de comunicarnos y relacionarnos. También explora cómo identificar y cambiar los modelos mentales a través de un proceso de aprendizaje transformador.
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Modelos Mentales
Por Alejandro Marchesán
¿Qué es lo que hace necesario pensar y hablar acerca de Modelos
Mentales?
Los seres humanos producimos los resultados en el mundo de posibilidades
que somos capaces de ver y creer. En ese mundo que juzgamos posible para accionar y producir resultados nos vamos desarrollando y generando también oportunidad para otros. Tanto la posibilidad que observamos como la oportunidad que aprovechamos y compartimos con otros, lo hacemos conforme al modelo mental que tenemos como individuos y como organización. Hay personas y familias, organizaciones, instituciones y empresas que son más abiertas y dispuestas que otras. En ellas viven oportunidades que difícilmente puedan ser encontradas en otras que inclusive sean similares en su identidad, en su misión o propósito existencial. La respuesta a esta situación pasa por entender que ambos grupos tienen o mejor dicho son usados por distintos Modelos Mentales. Tomas Edison mencionó que en la vida hay más oportunidades que gente dispuesta a verla. La clave para comprender esta mirada está en la palabra “dispuesta”. La disposición o propensión, el entusiasmo u optimismo, la creencia o perseverancia para vivir conectado y en relación con las oportunidades que subyacen en el océano de la vida tiene que ver con el modelo mental de las personas, de las organizaciones, de las sociedades. Los tesoros nunca son encontrados en la superficie sino en cierto nivel de profundidad. Difícilmente alguien encuentre los tesoros de la vida si su modelo mental es aquel que desea cosechar sin previamente sembrar, aquel que es enemigo del trabajo, del esfuerzo y la perseverancia. Es más probable que esos tesoros estén reservados para aquella persona o personas cuyo modelo mental sea el de la responsabilidad y la acción comprometida. Como síntesis a esta pregunta, se plantea entonces, que cada persona, equipo, organización y sociedad comprende el mundo y actúa en él en base a sus modelos mentales (MM), de aquí la importancia capital de comenzar a pensar y hablar acerca de modelos mentales.
¿Qué es un modelo mental?
Peter Senge, uno de los precursores en este campo habló de “supuestos,
generalizaciones e imágenes hondamente arraigados en las estructuras de pensamiento y el corazón de cada uno de nosotros”. Ahí están nuestras creencias y desde estas creencias y modelos mentales construimos nuestra predisposición para las conversaciones, las relaciones y las acciones que tenemos. A modo de ejemplo, pensar que solo se puede llegar a un cierto nivel de crecimiento o madurez luego de pasar por zonas de caídas y sufrimiento es un modelo mental, por cierto limitante, muy poco poderoso y hasta frustrante. Desde otro modelo mental, podemos establecer una visión y comprometernos con superarnos y crecer sin necesariamente pasar por tales experiencias. En este modelo mental, podemos indudablemente, aprender de nuestras caídas y aún incluir cierto nivel de sufrimiento pero no creer que el éxito y el aprendizaje solo es hijo de las caídas y los golpes. Al mirar distintas organizaciones, es muy evidente cuando las personas y los líderes vienen de un modelo mental de oportunidad, abundancia, servicio, compasión y generosidad y quienes vienen de un modelo mental de oportunismo, escasez, mezquindad e individualismo. No solo entonces hay que mirar donde llegan los líderes y las organizaciones sino de donde vienen, esto es de que modelo mental que le hace ser quienes son, hacer lo que hacen y lograr lo que logran.
¿Cuál podría ser un modelo mental clave para considerar o revisar en
estos tiempos?
Dado los tiempos que estamos viviendo y la urgencia de estos tiempos
plasmado en la tendencia a la disgregación social que observamos, un modelo mental para considerar con la misma urgencia es el modelo mental que nos usa en términos de comunicación humana. El tejido social está lastimado, las relaciones débiles y disgregadas, nos cuesta cada vez más conseguir resultados que antes se lograban con menor demanda emocional y de recursos. Esta crisis que podemos llamar social, dentro de la cual ubicamos a las organizaciones tiene su raíz en el modelo mental de comunicación humana que existe en las relaciones humanas. Estamos “atrapados” en un modelo mental y practico de comunicación interpersonal que genera cada vez más costos de los llamados “costos de transacción”. Costos emocionales, en la calidad de las relaciones, en el uso del tiempo, en la dificultad para arribar a consensos mínimos y por supuesto, en la acción coordinada que genere valor agregado para el conjunto y no solo para unos pocos.
¿Cuál es este modelo mental?
Es un modelo donde sencillamente importa más el mensaje, la información que
se traslada y la verdad incluida en ese mensaje que las personas que se están comunicando. Con este modelo mental que no prioriza las relaciones humanas es muy complejo imaginar o construir un futuro diferente. Necesitamos un modelo mental diferente o definitivamente nuevo que se haga cargo de la crisis en la comunicación humana. Una manera de pensar que revalorice el sentido por excelencia de la comunicación para ubicar a la relación en el centro de la escena y que esta relación de seres humanos logre producir los resultados que se proponen.
¿Cómo identificamos el modelo mental que tenemos?
Este es uno de los temas claves en la definición de los modelos mentales ya
que no solemos tener conciencia de nuestros MM o los efectos que generan en nuestros comportamientos y relaciones. Si a una persona le preguntásemos cual es su MM, probablemente le cueste encontrar la respuesta o simplemente no responda. El lector de este artículo puede hacer la prueba de buscar responder a la pregunta de cual es su modelo mental y procurar escribirlo. Probable y casi seguramente se encontrará sin poder definirlo claramente. El aprendizaje oculto aquí es que, el hecho de ignorar nuestro MM no nos libra de ninguna responsabilidad por nuestra manera de ser y comportamiento, tanto positiva como negativamente. Todos tenemos un modelo mental central que nos usa de manera histórica y desde el cual nos relacionamos, conversamos y actuamos. No es difícil darnos cuenta que quien se mueve con generosidad en los distintos ámbitos de su vida encuentre su motivación en un MM construido en la sensibilidad, la solidaridad y el servicio. Por el contrario, hallaremos vinculación directa entre comportamientos de pequeñez y mezquindad con MM que se distinguen por el egoísmo o la escases. Un primer paso entonces, es comenzar a crecer en nuestro nivel de conciencia acerca del MM que “nos usa” y si vemos que no es lo que deseamos o no nos brinda la posibilidad o el poder (como capacidad de acción y generación de resultados) de llegar a los resultados que buscamos, simplemente desafiarlo y cambiarlo.
¿Cómo cambiamos el modelo mental?
Para lograr cambiarlo necesitamos exponernos al valor del a-prendizaje pero
no a un aprendizaje acumulativo, basado en adquirir información y conocimiento sino en un a-prendizaje transformativo, aquel que nos permita, a través del compromiso con una nueva manera de ser y el apoyo de la información, distinciones y experiencias vividas, cambiar inicialmente el foco de observación. Al iniciarse este cambio, que podemos llamar de observador, se abren las puertas de una transformación ontológica o del ser que deviene en nuevas conversaciones, relaciones y prácticas. Es entonces, una nueva manera de observar, esto es un diferente o nuevo modelo mental que ocurre mediante un proceso de aprendizaje el cual transforma el ser y hacer humano. Para que este cambio sea productivo es importante verlo como un proceso de aprendizaje y no como un evento o sumatoria de eventos donde se adquiere más o nuevo conocimiento. Es importante remarcar el sentido de proceso y que éste se funde en el valor de la perseverancia, clave para llegar a un cambio interno y profundo que podemos dar en llamar una transformación del modelo mental y el comportamiento humano.