Modelos Mentales - Marchesan

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Modelos Mentales

Por Alejandro Marchesán

¿Qué es lo que hace necesario pensar y hablar acerca de Modelos


Mentales?

Los seres humanos producimos los resultados en el mundo de posibilidades


que somos capaces de ver y creer. En ese mundo que juzgamos posible para
accionar y producir resultados nos vamos desarrollando y generando también
oportunidad para otros. Tanto la posibilidad que observamos como la
oportunidad que aprovechamos y compartimos con otros, lo hacemos conforme
al modelo mental que tenemos como individuos y como organización. Hay
personas y familias, organizaciones, instituciones y empresas que son más
abiertas y dispuestas que otras. En ellas viven oportunidades que difícilmente
puedan ser encontradas en otras que inclusive sean similares en su identidad,
en su misión o propósito existencial. La respuesta a esta situación pasa por
entender que ambos grupos tienen o mejor dicho son usados por distintos
Modelos Mentales.
Tomas Edison mencionó que en la vida hay más oportunidades que gente
dispuesta a verla. La clave para comprender esta mirada está en la palabra
“dispuesta”. La disposición o propensión, el entusiasmo u optimismo, la
creencia o perseverancia para vivir conectado y en relación con las
oportunidades que subyacen en el océano de la vida tiene que ver con el
modelo mental de las personas, de las organizaciones, de las sociedades.
Los tesoros nunca son encontrados en la superficie sino en cierto nivel de
profundidad. Difícilmente alguien encuentre los tesoros de la vida si su modelo
mental es aquel que desea cosechar sin previamente sembrar, aquel que es
enemigo del trabajo, del esfuerzo y la perseverancia. Es más probable que
esos tesoros estén reservados para aquella persona o personas cuyo modelo
mental sea el de la responsabilidad y la acción comprometida.
Como síntesis a esta pregunta, se plantea entonces, que cada persona,
equipo, organización y sociedad comprende el mundo y actúa en él en base a
sus modelos mentales (MM), de aquí la importancia capital de comenzar a
pensar y hablar acerca de modelos mentales.

¿Qué es un modelo mental?

Peter Senge, uno de los precursores en este campo habló de “supuestos,


generalizaciones e imágenes hondamente arraigados en las estructuras de
pensamiento y el corazón de cada uno de nosotros”. Ahí están nuestras
creencias y desde estas creencias y modelos mentales construimos nuestra
predisposición para las conversaciones, las relaciones y las acciones que
tenemos.
A modo de ejemplo, pensar que solo se puede llegar a un cierto nivel de
crecimiento o madurez luego de pasar por zonas de caídas y sufrimiento es un
modelo mental, por cierto limitante, muy poco poderoso y hasta frustrante.
Desde otro modelo mental, podemos establecer una visión y comprometernos
con superarnos y crecer sin necesariamente pasar por tales experiencias.
En este modelo mental, podemos indudablemente, aprender de nuestras
caídas y aún incluir cierto nivel de sufrimiento pero no creer que el éxito y el
aprendizaje solo es hijo de las caídas y los golpes.
Al mirar distintas organizaciones, es muy evidente cuando las personas y los
líderes vienen de un modelo mental de oportunidad, abundancia, servicio,
compasión y generosidad y quienes vienen de un modelo mental de
oportunismo, escasez, mezquindad e individualismo. No solo entonces hay que
mirar donde llegan los líderes y las organizaciones sino de donde vienen, esto
es de que modelo mental que le hace ser quienes son, hacer lo que hacen y
lograr lo que logran.

¿Cuál podría ser un modelo mental clave para considerar o revisar en


estos tiempos?

Dado los tiempos que estamos viviendo y la urgencia de estos tiempos


plasmado en la tendencia a la disgregación social que observamos, un modelo
mental para considerar con la misma urgencia es el modelo mental que nos
usa en términos de comunicación humana.
El tejido social está lastimado, las relaciones débiles y disgregadas, nos cuesta
cada vez más conseguir resultados que antes se lograban con menor demanda
emocional y de recursos. Esta crisis que podemos llamar social, dentro de la
cual ubicamos a las organizaciones tiene su raíz en el modelo mental de
comunicación humana que existe en las relaciones humanas. Estamos
“atrapados” en un modelo mental y practico de comunicación interpersonal que
genera cada vez más costos de los llamados “costos de transacción”. Costos
emocionales, en la calidad de las relaciones, en el uso del tiempo, en la
dificultad para arribar a consensos mínimos y por supuesto, en la acción
coordinada que genere valor agregado para el conjunto y no solo para unos
pocos.

¿Cuál es este modelo mental?

Es un modelo donde sencillamente importa más el mensaje, la información que


se traslada y la verdad incluida en ese mensaje que las personas que se están
comunicando. Con este modelo mental que no prioriza las relaciones humanas
es muy complejo imaginar o construir un futuro diferente. Necesitamos un
modelo mental diferente o definitivamente nuevo que se haga cargo de la crisis
en la comunicación humana. Una manera de pensar que revalorice el sentido
por excelencia de la comunicación para ubicar a la relación en el centro de la
escena y que esta relación de seres humanos logre producir los resultados que
se proponen.

¿Cómo identificamos el modelo mental que tenemos?

Este es uno de los temas claves en la definición de los modelos mentales ya


que no solemos tener conciencia de nuestros MM o los efectos que generan en
nuestros comportamientos y relaciones. Si a una persona le preguntásemos
cual es su MM, probablemente le cueste encontrar la respuesta o simplemente
no responda. El lector de este artículo puede hacer la prueba de buscar
responder a la pregunta de cual es su modelo mental y procurar escribirlo.
Probable y casi seguramente se encontrará sin poder definirlo claramente.
El aprendizaje oculto aquí es que, el hecho de ignorar nuestro MM no nos libra
de ninguna responsabilidad por nuestra manera de ser y comportamiento, tanto
positiva como negativamente. Todos tenemos un modelo mental central que
nos usa de manera histórica y desde el cual nos relacionamos, conversamos y
actuamos. No es difícil darnos cuenta que quien se mueve con generosidad en
los distintos ámbitos de su vida encuentre su motivación en un MM construido
en la sensibilidad, la solidaridad y el servicio. Por el contrario, hallaremos
vinculación directa entre comportamientos de pequeñez y mezquindad con MM
que se distinguen por el egoísmo o la escases.
Un primer paso entonces, es comenzar a crecer en nuestro nivel de
conciencia acerca del MM que “nos usa” y si vemos que no es lo que
deseamos o no nos brinda la posibilidad o el poder (como capacidad de acción
y generación de resultados) de llegar a los resultados que buscamos,
simplemente desafiarlo y cambiarlo.

¿Cómo cambiamos el modelo mental?

Para lograr cambiarlo necesitamos exponernos al valor del a-prendizaje pero


no a un aprendizaje acumulativo, basado en adquirir información y
conocimiento sino en un a-prendizaje transformativo, aquel que nos permita, a
través del compromiso con una nueva manera de ser y el apoyo de la
información, distinciones y experiencias vividas, cambiar inicialmente el foco de
observación.
Al iniciarse este cambio, que podemos llamar de observador, se abren las
puertas de una transformación ontológica o del ser que deviene en nuevas
conversaciones, relaciones y prácticas. Es entonces, una nueva manera de
observar, esto es un diferente o nuevo modelo mental que ocurre mediante un
proceso de aprendizaje el cual transforma el ser y hacer humano.
Para que este cambio sea productivo es importante verlo como un proceso de
aprendizaje y no como un evento o sumatoria de eventos donde se adquiere
más o nuevo conocimiento. Es importante remarcar el sentido de proceso y que
éste se funde en el valor de la perseverancia, clave para llegar a un cambio
interno y profundo que podemos dar en llamar una transformación del modelo
mental y el comportamiento humano.

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