Fundamentos Teóricos de La Antropología Jurídica

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FUNDAMENTOS TEÓRICOS DE LA ANTROPOLOGÍA JURÍDICA

Puentes entre la Antropología y el Derecho

Desde que el hombre se arraigó sobre la tierra han existido instituciones, los
individuos al agruparse en asociaciones y sociedades, fueron creando órdenes
jurídicos que regularían y conciliarían sus relaciones, es decir, fueron creando
derecho. Este fue el campo abordado por los juristas del siglo XIX, reconocidos
como protoantropólogos, y por los primeros antropólogos.

En su interés por conocer al "otro" en la diversidad y alteridad, se introdujeron a


través del trabajo de campo en otras sociedades recogiendo datos sobre
autoridades, sistemas de poder y formas legales; centraron su interés en la
identificación de las normas jurídicas y los principios que regulaban y orientaban la
organización de los pueblos estudiados. La información heredada es contundente
en tiempos y lugares distintos, de modo que hoy se dispone de una nutrida
plataforma de información que demuestra la vinculación de las teorías y métodos
de la antropología con contribuciones provenientes del campo del derecho.

En la historia del acercamiento entre el derecho y la antropología destacaré dos


momentos que tienen similitudes: el primero se produjo durante el colonialismo y
la expansión del capitalismo en Europa entre los siglos XVIII y XIX, en el periodo
en que los intereses de las grandes potencias se volcaron sobre los pueblos que
aún permanecían fuera de su campo de influencia.

Utilizando diversos mecanismos de integración económica, social, jurídica y


cultural, impusieron una amplia gama de tácticas de expoliación de sus territorios y
recursos naturales.

El segundo momento acontecerá un siglo después, cuando tres acontecimientos


mediarían para que especialistas del derecho y la antropología de América Latina
reavivasen su interés por el cruce de sus fronteras, en las postrimerías del siglo
XX.
Estos fueron: a) la expansión de la economía-mundo capitalista, que toma la ruta
de la mercantilización de aquellos recursos naturales emplazados en territorios
indígenas, enfrentando diversas formas y grados de resistencia por parte de los
pueblos afectados, justificada por un desdibujado y debilitado poder estatal
dispuesto a ceder poder político ante los requerimientos y presión de las agencias
multinacionales; b) la emergencia y robustecimiento del movimiento indígena y la
consolidación de sus organizaciones; y c) las transformaciones de los marcos
jurídicos internacionales y nacionales (reformas constitucionales y legislación
especial), con un manifiesto propósito de iniciar una nueva relación con los
pueblos indígenas sobre la base del reconocimiento de sus derechos.

Hoy ha caído el telón que cubría la existencia o persistencia de una diversidad


cultural conformada por aproximadamente 5.000 pueblos que conservan más de
4.000 lenguas en el mundo. Su extinción había sido tempranamente presagiada
por las ideas evolucionistas de transformación, progreso, desarrollo o
modernización de todas las sociedades.

Contribuyó también a esta negación un imaginario esencialista que escondió al


indio que vivía en el mestizo o el campesino, ocultando la raíz indígena presente
en estas categorías. Todo apuntaba a presagiar su desaparición.

Consecuentes con aquel pensamiento, durante gran parte del siglo XX,
antropólogos y abogados manifestaron escaso interés por los estudios
antropológico-jurídicos sobre los pueblos indígenas. Solo a finales del siglo,
cuando emergen las movilizaciones indígenas demandando de los Estados
nacionales el reconocimiento de sus derechos ancestrales, se vuelve la mirada
hacia los puentes entre la antropología y el derecho; estas disciplinas volverían a
cruzar sus caminos.

Me parece importante llamar la atención sobre dos hechos sustanciales que


constituyen tareas y desafíos para la antropología jurídica. Por un lado, desde una
mirada pretérita, durante el siglo XIX hubo una extraordinaria producción
conceptual, teórica, metodológica de lo que podemos llamar la protoantropología
jurídica, que conformaría el cimiento de la propia antropología. Por otro, los
Estados han acordado efectuar cambios radicales en sus cuerpos normativos, con
el objetivo de avanzar hacia el reconocimiento de la pluralidad jurídica y cultural,
que admita el ejercicio de los sistemas jurídicos y políticos de los pueblos
indígenas, en el marco de sus derechos fundamentales. No obstante esta
favorable situación, el mayor desafío que se enfrenta es generar un cambio real de
mentalidad para construir nuevas relaciones entre los pueblos originarios, que
otrora fueron llamados primitivos y como tales sentenciados a sucumbir en el
camino hacia a la civilización, y los Estados modernos de Occidente, los mismos
que provocaran el desmembramiento y mutilación de sus derechos como
resultado de siglos de subordinación al derecho positivo y sometimiento a
múltiples y persistentes estrategias de aculturación.

Luego se presentan, sin pretensión de exhaustividad, dos temas: uno sobre


algunos aportes y discusiones que han tenido lugar al interior de la antropología
consolidada como tal sobre lo jurídico, y en especial sobre el estudio del derecho
indígena; y para finalizar, me referiré al contexto en el que hoy se desarrolla la
antropología jurídica en Latinoamérica, caracterizado por graves conflictos por la
recuperación de los territorios de los pueblos indígenas.

Aun cuando están explícitamente reconocidos como uno de sus derechos


humanos fundamentales en los instrumentos jurídicos internacionales (derecho de
conservar, reforzar y reconocer sus instituciones y territorios), sus estructuras
comunitarias y sus territorios continúan siendo esquilmados por regulaciones que
emanan del derecho positivo.

Vínculos entre el Derecho y la Antropología

Son muchas las variantes en tiempo y espacio que ha tenido el desarrollo de la


antropología jurídica, y claramente se reflejan en los matices de cada tradición:
germana, anglosajona, francesa, latinoamericana.
Comparativamente, en Latinoamérica el desarrollo es reciente; como se verá más
adelante, solo en la década de los ochenta del siglo XX emergen especialistas del
derecho y la antropología orientados hacia una antropología jurídica aplicada a
temas que se vinculaban fundamentalmente con las demandas del movimiento
indígena por derechos propios, y con las denuncias de los impactos que causa la
globalización en sus territorios.

En forma paralela, los pueblos originarios irrumpen en el contexto histórico actual


dando inicio a un proceso de reindigenización de personas que habiendo
permanecido hasta hace un par de décadas silenciadas o encerradas en el
mestizaje -en el campo o la ciudad-, regresan a las identidades para luchar por la
descolonización, reivindicar sus derechos, y exigir mayor participación.

El indígena quiere ser un sujeto activo y protagónico en esta etapa de cambios


que fomentará la proliferación de organizaciones de base, que no han estado
exentas de conflictos entre ellas. El estudio de esta enorme y compleja diversidad
temática de gran interés para la antropología jurídica latinoamericana ha dado
origen a nuevos desafíos teóricos, conceptuales y metodológicos, y ha llevado a
algunos autores a definir áreas o campos de estudio de la antropología jurídica:
espacios de interlegalidad, mecanismos de control social, conflictos,
administración de justicia, peritaje antropológico, pluralismo jurídico, derecho
comparado.

Ha sido clave para la legitimación de los derechos negados en una historia no


olvidada el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas por parte de
las Naciones Unidas y la Organización Internacional del Trabajo. Se ha abierto un
amplio, complejo e insospechado escenario temático sobre el que, hasta
entonces, antropólogos, sociólogos y abogados no habían mostrado mayor
interés, pero que hoy son temas instalados en las agendas de la antropología
jurídica, como los derechos colectivos, las demandas autonómicas, el derechos a
mantener sus autoridades propias o representativas, el derecho propio o
consuetudinario, el derecho a ser consultados, el derecho a los recursos naturales
y al territorio.

En forma paralela, los pueblos originarios irrumpen en el contexto histórico actual


dando inicio a un proceso de reindigenización de personas que habiendo
permanecido hasta hace un par de décadas silenciadas o encerradas en el
mestizaje -en el campo o la ciudad-, regresan a las identidades para luchar por la
descolonización, reivindicar sus derechos, y exigir mayor participación. El indígena
quiere ser un sujeto activo y protagónico en esta etapa de cambios que fomentará
la proliferación de organizaciones de base, que no han estado exentas de
conflictos entre ellas.

El estudio de esta enorme y compleja diversidad temática de gran interés para la


antropología jurídica latinoamericana ha dado origen a nuevos desafíos teóricos,
conceptuales y metodológicos, y ha llevado a algunos autores a definir áreas o
campos de estudio de la antropología jurídica: espacios de interlegalidad,
mecanismos de control social, conflictos, administración de justicia, peritaje
antropológico28, pluralismo jurídico, derecho comparado.

Ha sido clave para la legitimación de los derechos negados en una historia no


olvidada el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas por parte de
las Naciones Unidas y la Organización Internacional del Trabajo.

Se ha abierto un amplio, complejo e insospechado escenario temático sobre el


que, hasta entonces, antropólogos, sociólogos y abogados no habían mostrado
mayor interés, pero que hoy son temas instalados en las agendas de la
antropología jurídica, como los derechos colectivos, las demandas autonómicas, el
derechos a mantener sus autoridades propias o representativas, el derecho propio
o consuetudinario, el derecho a ser consultados, el derecho a los recursos
naturales y al territorio.

El reconocimiento especial que se ha otorgado en la normativa internacional a los


derechos de los pueblos indígenas sobre la totalidad de sus territorios ancestrales,
incluyendo los recursos naturales, sella la importancia -como condición existencial-
del vínculo que han establecido con su hábitat.

La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos


Indígenas establece que "Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y
fortalecer su propia relación espiritual con las tierras, territorios, aguas, mares
costeros y otros recursos que tradicionalmente han poseído u ocupado y utilizado
de otra forma y a asumir las responsabilidades que a ese respecto les incumben
para con las generaciones venideras".

Cuando la antropología jurídica aborda temas como formas de gobierno,


resolución de disputas, demandas autonómicas, derecho consuetudinario,
administración de justicia, peritaje antropológico, derechos sobre recursos
naturales, inevitablemente remite al territorio donde estos fenómenos acontecen, a
su anclaje en un espacio y tiempo determinados.

Es por ello que del ejercicio del derecho colectivo al territorio, dependerá el
ejercicio de los otros derechos; el territorio constituye la base de la competencia o
jurisdicción del derecho indígena, del sistema de justicia, de la facultad para
administrar justicia y del reconocimiento de sus autoridades.

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