Lit - TEMA 1 EL MODERNISMO PDF
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El Modernismo es un movimiento de ruptura con la estética vigente, surgido finales del siglo
XIX, que trasciende el ámbito literario y busca un cambio ideológico, político, social y religioso
regenerador del atraso imperante y, en España, de la conmoción causada por “Desastre del
98”. Tuvo sus orígenes en Hispanoamérica y llega a España gracias al poeta nicaragüense Rubén
Darío, su principal representante.
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Rubén Darío, descontento con la realidad vulgar y mediocre que le ofrece la sociedad
burguesa de su tiempo, se refugia en otra realidad, creada por él a su gusto, en escenarios
lejanos o inventados. Esto explica su gusto por lo exótico, por lo exquisito, y por un pasado
remoto, casi siempre decadente, que buscó en la sensualidad de la mitología clásica, en el
pasado medieval, en la Francia versallesca, en las civilizaciones orientales y en la evasión hacia
un mundo artificial lleno de belleza. De acuerdo con tales temas, desfilan por sus textos dioses,
ninfas, centauros y sátiros; vizcondes, caballeros, marquesas y princesitas; mandarines y
odaliscas. Esta actitud escapista, este deseo de huir de la mediocridad más próxima, de buscar
algo distinto, determina el interés por viajar que sintió no solo Rubén Darío sino todos los
modernistas (“Tuvimos que ser políglotas y cosmopolitas”, decía el poeta). El cosmopolitismo
desembocó en la devoción por París, ciudad que representa el mundo al que aspiraban, la vida
nocturna, los cabarets y la bohemia.
A pesar de este afán cosmopolita, es capaz de convivir con el cultivo de temas indígenas e
hispánicos. En un primer momento cultiva esta temática –mitos y leyendas de las culturas
precolombinas– con el fin de autoafirmarse frente a la tradición española. En un segundo
momento, sin embargo, tanto Rubén Darío como los demás modernistas volverán a ocuparse
de la tradición hispánica como acto de afirmación frente a la presión económica, política,
militar y cultural estadounidense. Con sus Cantos de vida y esperanza, Rubén Darío exalta lo
español como un conjunto de valores humanos y culturales frente a la civilización yanqui. “Si
hay poesía en nuestra América ella está en las cosas viejas, en Palenke y Utatlán, en el indio
legendario, y en el inca sensual y fino, y en el gran Moctezuma de la silla de oro. Lo demás es
tuyo, demócrata Walt Whitman”, escribe en Prosas Profanas.
Uno de los temas preferidos de Rubén Darío, en particular, y del Modernismo en general, es el
amor, que oscila entre dos polos opuestos. Hay, por un lado, una formulación idealista del
amor y de la mujer, entendido como amor imposible e inalcanzable; este amor irá asociado a
sentimientos como la tristeza, soledad y melancolía. Por otro lado, aparece una concepción
vitalista marcada por la búsqueda del sexo y del placer. Esta actitud hay que relacionarla con
el deseo de los modernistas de rebelarse contra toda norma y moral, y esta es la que prefiere el
poeta. Ejemplo de estos temas son textos como “Venus” de Azul, "Coloquio de los centauros" o
“Que el amor no admite cuerdas reflexiones”, ambos de Prosas profanas.
Los modernistas, al igual que los románticos, potenciaron el dominio de la pasión sobre la
razón, de la emoción sobre la reflexión. En esta expresión del mundo interior hay diferentes
posturas que oscilan entre un vitalismo optimista, que lleva a un goce desenfrenado de la vida,
y profundas manifestaciones de insatisfacción, descontento, desánimo hastío, melancolía y
soledad (el tema del dolor, la angustia y la muerte es muy frecuente, la melancolía, lo otoñal…
que los relaciona con el Romanticismo). En el caso de Darío, la influencia de Bécquer es
evidente en la expresión del hastío y de profunda tristeza; por ello, la melancolía y la angustia
son sentimientos centrales, por ejemplo: “Sonatina” de Prosas profanas o “Lo fatal” de Cantos
de vida y esperanza (“no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo / ni mayor pesadumbre
que la vida consciente.”). Por otro lado, huye de la expresión grandilocuente que usaron
muchos románticos y busca sugerir, insinuar, no declarar abiertamente los sentimientos, con
una sintaxis más natural y cercana a la lengua hablada.
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La renovación no afecta solo a los temas, sino también a las formas. En este sentido podemos
decir que Darío hizo suyo el lema de su admirado Paul Verlaine: "De la musique avant toute
chose". El culto a la belleza y la actitud esteticista del poeta y de los demás modernistas los
llevó a la búsqueda de valores sensoriales. “El Modernismo es una literatura de los sentidos”,
decía Pedro Salinas. Por ello, hay un profuso empleo de recursos que aportan musicalidad y
valores sensoriales al poema, haciendo habituales las sinestesias (verso azul, sol sonoro),
aliteraciones (bajo el ala aleve del leve abanico), juegos fónicos (trompas guerreras resuenan),
utilización de palabras esdrújulas (púrpura, crisálida, libélulas), la adjetivación que apela a los
sentidos, las metáforas deslumbrantes y el léxico que produzca extrañeza, como cultismos
procedentes del latín o del griego (canéfora, liróforo, hipsípila), e incluso neologismos creados
por el propio autor (canallocracia, pitagorizar). Gran parte del vocabulario poético de Rubén
Darío está encaminado a la creación de efectos exotistas. Destacan campos semánticos que
connotan refinamiento, como el de las flores (jazmines, nelumbos, dalias, crisantemos, lotos,
magnolias), piedras preciosas (ágata, rubí, topacio, esmeralda), el de los materiales de lujo
(seda, porcelana, mármol, alabastro), el de los animales exóticos (cisnes, papemores, bulbules)
o el de la música (lira, violonvedlo, arpegio).
La obra de Rubén Darío es, desde el punto de vista métrico, la más variada y rica en lengua
castellana. A la vez que cultiva con acierto composiciones clásicas, introduce en ellas audaces
novedades, como el soneto de versos alejandrinos. Además de emplear versos hasta entonces
prácticamente inexplorados como los pentadecasílabos (de 15) y heptadecasílabos (de 17),
Darío recupera el eneasílabo y el alejandrino, versos que habían caído en desuso.
DELMIRA AGUSTINI. El modernismo, tan vinculado a la obra de Rubén Darío, supone una
revolución de alcance esteticista cuyos frutos se perciben en la obra de la poeta uruguaya,
Delmira gustini, una de las voces poéticas más originales del Modernismo hispanoamericano.
La poesía de Agustini ha sido valorada con frecuencia en relación con su peripecia vital y con su
trágico final, lo que ha oscurecido su valor literario. Su lírica se inscribe en la última fase del
Modernismo y recoge todos los elementos propios de dicha etapa, pero su escritura refleja una
realidad diferente: la femenina, más concretamente la suya propia; y se relaciona con los
placeres del cuerpo y el sentimiento: emociones fuertes, pasión, amor, deseo, sexo. Agustini
aporta una perspectiva jamás expresada hasta ese momento en la literatura hispánica: la
perspectiva del deseo femenino.
Pese a su breve recorrido vital, Agustini ha dejado una obra sólida compuesta por diversas
producciones poéticas con alto dominio formal y un osado uso de la temática y los conceptos:
El libro blanco (1907), Los cantos de la mañana (1910) y Los cálices vacíos (1913), a los cuales
habría que añadir numerosos poemas dispersos publicados en revistas.
Entre los principales rasgos de su obra poética destacan: la evasión, modernista en la forma en
que evade la realidad del mundo y acude a los sueños; la sensualidad, pues el amor y el
erotismo constituyen el eje de su poesía, donde el reconocimiento del propio cuerpo y la
reivindicación del deseo son elementos fundamentales; con el erotismo de sus versos, invierte
los roles tradicionales, adelantando el tópico de la mujer como sujeto y el hombre como objeto
de deseo; y el pesimismo, el mundo poético de Agustini es tormentoso, oscuro, lleno de
decepción y amargura.
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En cuanto al MODERNISMO EN ESPAÑA, Manuel Reina, Salvador Rueda y Ricardo Gil pueden ser
considerados como precursores de esta nueva sensibilidad, aunque se suele proponer como
fecha de inicio 1902 (segundo viaje de Darío a España). Los modernistas españoles más
destacados son FRANCISCO VILLAESPESA y MANUEL MACHADO, aunque también ANTONIO MACHADO en
sus inicios poéticos, con Soledades, galerías y otros poemas (1907), obra centrada en la
introspección y el intimismo; las Sonatas de VALLE-INCLÁN y el JUAN RAMÓN JIMÉNEZ de la primera
etapa o “época sensitiva”, de poemarios como Arias tristes o Jardines lejanos, en los que cultiva
una poesía envuelta en los ropajes del Modernismo, en la que predomina lo sensorial y los
adornos retóricos. El Modernismo español se caracterizó por una menor brillantez externa,
menos alardes formales, y un mayor predominio del intimismo.
Rubén Darío, príncipe de las letras castellanas, es un hito en las letras hispánicas. El
modernismo surgió con él y es puente obligado entre las letras de España y Latinoamérica. En
un momento en que en España la poesía decaía y se repetía a sí misma sobre calcos vacíos,
aportó una savia que, junto con Bécquer, inició el camino para la recuperación, cuyos frutos
más brillantes fueron Juan Ramón Jiménez, las vanguardias y, más tarde, la llamada Generación
del 27. Se le considera la mejor representación de la expresión americana e hispánica, y a él se
debe el desarrollo en las letras hispanas de la búsqueda constante de nuevas formas y
lenguajes.
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SELECCIÓN DE TEXTOS
5
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
6
Blanco rey de la fuente Castalia,
su victoria ilumina el Danubio;
Vinci fue su varón en Italia;
Lohengrín es su príncipe rubio.