GASPARINI - La Voz y Sus Reproducciones
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reproducciones en
la ficción fantástica
argentina de fines del
siglo XIX
Sandra Gasparini
Contacto: sandra_gasparini@
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ciencias; Técnica; Fantástico; fines del siglo XIX modificó profundamente la vida
la escritura.
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1 Louis Figuier, Les merveilles de la science, ou Description populaire des inventions modernes. Paris, Furne,
Jouvet et Cie, 1867-1891. Sarmiento publicó una versión condensada en español de Exposition et His-
toire des principales découvertes scientifiques modernes (4 vol., 1851), del mismo autor, en 1854.
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2 “Telégrafo impresor” es el título de esta nota de Sarmiento que fue publicada originalmente en El
Nacional el 25 de abril de 1857.
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3 Ver Charles Lallemand, “Charcot et l´ecole de la Salpetrière”. In: La Revue bleue, 1 de agosto de 1925,
7-8, citado en Ponnau, 1990, 70.
4 Wolfgang Iser (1989, 180) denomina “repertorio” al conjunto de referencias extratextuales que deter-
minan el texto, es decir «la parte constitutiva del texto que remite precisamente a todo aquello que es
exterior al texto», «con todo el trabajo de transposición en el marco de la narración».
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5 La primera invención conocida de un dispositivo capaz de grabar sonido fue el “autofonógrafo”, in-
ventado por el francés Édouard-Léon Scott de Martinville y patentado en 1857, que permitía transcri-
bir sonido a un medio visible, pero no tenía un modo de ser reproducido después.
6 “El mejor aguinaldo de Navidad y Año Nuevo es un fonógrafo”, aconseja una publicidad de fonógra-
fos y grafófonos del comercio F. R. Guppy en un número de la revista Caras y Caretas de 1898. Un
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hecho de que Cros fuera maestro en escuelas para sordomudos y, aun más, que
las primeras máquinas de escribir fueran inventadas para uso de no videntes,
animan la hipótesis de Kittler (1999, 22) sobre el impulso que estas discapacida-
des físicas otorgaron a los comienzos de la reproducción mecánica de sonidos.
Desde otra línea de investigación, Michel Chion propone en su ensayo sobre
lo sonoro la consideración de los sonidos como objetos culturales. Fonógrafo y
gramófono fueron productos de la tecnología de la fijación de la voz, a partir de
entonces independiente del sujeto-fuente, seleccionada y registrada a perpetui-
dad, que Chion diferencia de las tecnologías de transmisión, como el teléfono.
Me interesan particularmente sus especulaciones acerca del sonido
acusmático, aquel que se oye sin que su fuente sea percibida. Es mágico e
inquietante cuando no está “anclado en un lugar que lo cerque” ni “domesticado”:
Chion ejemplifica con la “voz de un Amo escondido” o la de Jehová en la zarza
ardiente, algunos de tantos episodios en que el sonido acusmático se asocia con
el mito (Chion, 1999, 173). En el momento en que ubicamos el objeto de este
trabajo podemos resituar, a partir de este concepto, dos sonidos acusmáticos en
particular, de origen bien distinto: las voces de los fantasmas, hipotéticamente
canalizadas por los médiums en las sesiones espiritistas, y la voz humana,
captada por los nuevos inventos patentados por Edison, integrantes de la
constelación temática de algunas ficciones.
diario norteamericano de 1878 exhibía una promesa publicitaria en la que el fonógrafo grabaría las
“the last words of dying persons” (Kittler, 1999, 12).
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7 Publicado por Holmberg en la revista Fray Mocho el 7 de mayo de 1915. Utilizo la edición de Gioconda
Marún (Holmberg, 2002).
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8 El cuento puede leerse en la compilación de Antonio Pagés Larraya, Eduardo L. Holmberg, Cuentos
fantásticos. Buenos Aires, Edicial, 1994. [1957].
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9 Ver, también, Cecilia González, “Una retórica de la influencia”. In: Julio Premat (ed.), Cahiers de LI.RI.
CO, Littératures contemporaines du Río de la Plata. Quimeras. Cuando la literatura sabe, ve, piensa,
Vincennes – Saint-Denis, Université de Paris 8, 2008, 49-69.
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que boya en ficciones nacionales del último cuarto del XIX, hasta Leopoldo
Lugones y Horacio Quiroga al comienzo del siguiente.
Y es que indudablemente la revolución de los medios de 1880, como la de-
nomina Kittler, hizo estallar el monopolio de la escritura de Gutenberg. Las
máquinas comenzaron a cumplir funciones del sistema nervioso central y no
solo ya del muscular:
What phonographs and cinematographs, whose names not coincidentally derive from
writing, were able to store was time: time as a mixture of audiofrequences in the acous-
tic realm and as the movement of single-image sequences in the optical (Kittler, 1999, 3).
10 “Cuando lo trajeron, y el animalito vio al 17, empezó a gritar y a aletear desesperado: – ¡Tomá, loro’ el
diablo! ¡Tomá, loro’ el diablo! […] Y era guapo el gringo… y duro pa´morir… ¿se acuerda, amigo?-decía
el loro con todo el picante de sazón, y a semejanza de una voz acusadora surgida del misterio y de la
tumba” (Holmberg 1994: 388).
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que produjese ruidos […] que se creyera que venían del otro mundo” (Holm-
berg, 1994, 324). En el marco del desarrollo de una profusa variedad de instru-
mentos que pretendían recoger datos y pruebas de las “presencias invisibles”,
pero también de los fraudes perpetrados y confesados por sus propios autores
–como el caso de las hermanas Fox, en Estados Unidos-, el relato elige borrar
el carácter sobrenatural de la voz que intercepta y transmite Isabel, la médium
y prometida del incrédulo protagonista, explicándola por medio de una doble
“sugestión”.
El proceso por el cual el magnetismo comenzó a separarse en el siglo XIX de
su carácter sobrenatural tiene en el médico escocés James Braid, que publicó un
tratado sobre “neurohipnosis” en 1843, un actor fundamental. La noción cientí-
fica, que derivaría en la de “hipnosis” (o “sueño nervioso”), se presentaba como
un estado sin dudas extraordinario, aunque debido a caracteres fisiológicos
del organismo humano. La posterior neuropsiquiatría buscaría las causas de
la locura en los problemas funcionales del cerebro. El camino recorrido por el
primitivo “magnetismo animal” de Franz Mesmer (1774), hasta llegar a las lec-
ciones de Charcot en el Hospital de la Salpetrière (a partir de 1882), impregnó
buena parte de los conflictos narrativos de los relatos fantásticos del siglo XIX11.
En “La casa endiablada” no solo aparecen racionalizados los mensajes de
ultratumba, en consonancia con las hipótesis de la neuropsiquiatría sobre la
11 Gwenhaël Ponnau afirma que en el período comprendido entre 1850 y 1860 en Francia las referen-
cias a las experiencias de sabios, como garantía de la veracidad del relato, son numerosas: “prenant
appui sur des faits étudiés par les psychiatres, par les neurologues et par les tenants de la guérison de
certains cas de folie par l´hypnose, les écrivains fondent leur fictions sur des données expérimentales
à partir desquelles ils dévelopent leur argumentation et créent une poétique nouvelle” (Ponnau, 1990,
50). En la conversación entre el comisario y el protagonista de “La casa endiablada” se introduce el
tema de los estudios neurológicos: “los fisiólogos admiten esa función anímica del inconsciente”,
arriesga el heredero, a lo que contesta el representante de la ley: “y siempre he pensado eso del espi-
ritismo” (Holmberg, 1994, 385).
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12 Salto (1998) ha trabajado, a propósito de este relato, con la polémica decimonónica entre materialis-
tas, espiritistas y espiritualistas, en la que se discutía, entre otros temas, sobre los fluidos, las fuerzas
psíquicas y el origen de las “voces” y “ruidos” escuchados en casas presuntamente “encantadas”.
13 En el relato, a la molesta fuente sonora –un escarabajo ruidoso – la voz de la entomología la deno-
mina “reloj de la muerte”, mientras que el saber popular la designa como “catanguita”.
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Referencias bibliográficas
Aracil, Alfredo. Juego y artificio. Autómatas y otras ficciones en la cultura del Rena-
cimiento a la Ilustración. Madrid: Cátedra, 1998.
14 “Filigranas de cera”, La Crónica, 7 al 12 de abril de 1884. Firmado con el seudónimo Ladislao Kaillitz,
fue reeditado en libro en la antología de textos de Holmberg preparada por Enriqueta Morillas Ventu-
ra y Rodrigo Guzmán Conejeros, edición por la que se cita.
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Chion, Michel. El sonido. Música, cine, literatura… Trad. de Enrique Folch Gon-
zález. Barcelona: Paidós, 1999.
Marx, Leo. La máquina en el jardín. Tecnología y vida campestre. Trad. Nuria Pa-
rés. México: Editores Asociados, 1974.
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