Tarea 2 El Yo
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Sección 03
REFLECTORES E ILUSIONES: ¿QUÉ NOS ENSEÑAN DE NOSOTROS
MISMOS?
El efecto de reflector significa que pensamos estar en el centro del escenario, por
lo que de manera intuitiva sobreestimamos el grado en que los demás dirigen su
atención a nosotros.
Al estar profundamente conscientes de nuestras emociones, a menudo sufrimos
de una ilusión de transparencia. Si estamos felices y lo sabemos, entonces de
seguro nuestro rostro lo mostrará. Y suponemos que los demás se darán cuenta.
De hecho, podemos ser más confusos de lo que pensamos. Además de pensar
que nuestras emociones son transparentes, también sobreestimamos la visibilidad
de nuestras equivocaciones sociales y deslices mentales en público.. El efecto de
reflector y la ilusión relacionada de transparencia son solo dos ejemplos de la
interacción entre nuestro sentido del yo y nuestros mundos sociales. Estos son
unos cuantos más:
Comparaciones sociales
¿Cómo decidimos si somos ricos, inteligentes o chaparros? Una manera es a
través de las comparaciones sociales. Los demás nos ayudan a definir los
estándares según los cuales nos definimos como ricos o pobres, listos o tontos,
altos o bajos: nos comparamos con ellos y consideramos en qué diferimos.
EL YO Y LA CULTURA
En algunas personas, en especial aquellas de las culturas occidentales
industrializadas, el individualismo prevalece. La identidad está contenida dentro de
uno mismo. Convertirse en adulto implica separarse de los padres, volviéndose
autosuficiente, y definir el propio yo independiente personal. El individualismo
prospera cuando la gente experimenta riqueza, movilidad, urbanismo, prosperidad
económica y medios masivos de comunicación, y cuando las economías se alejan
de la manufactura hacia las industrias informáticas.
La mayoría de las culturas nativas de Asia, África y América Central y Sudamérica
dan mayor valor al colectivismo, al respetar al grupo e identificarse con él. En
estas culturas, la gente es más autocrítica y se enfoca menos en una perspectiva
positiva de sí misma a pesar de las variaciones individuales y subculturales, los
investigadores siguen considerando al individualismo y al colectivismo como
variables culturales genuinas.
Cultura y cognición
El psicólogo Richard Nisbett sostiene que el colectivismo también conduce a
diferentes formas de pensar. Las culturas colectivistas también promueven un
mayor sentido de pertenencia y más integración entre el yo y los otros. En una
cultura colectivista, la meta de una vida social es apoyar a las comunidades que
rodean al individuo y armonizar con ellas, por el contrario, en las sociedades más
individualistas se privilegia mejorar el propio yo y tomar decisiones
independientes.
CULTURA Y AUTOESTIMA
En las culturas colectivistas, la autoestima tiende a ser maleable (específica del
contexto) en lugar de estable (perdurable entre situaciones). Para quienes
provienen de culturas individualistas, la autoestima es más personal y menos
relacional. Las personas en países individualistas persisten más cuando tienen
éxito, porque el éxito eleva la autoestima. Los individualistas occidentales gustan
de hacer comparaciones con los demás cuando estas elevan su autoestima. Es
frecuente que en las culturas colectivistas el conflicto se presente entre grupos; las
culturas individualistas engendran mayor conflicto (y delincuencia y divorcios)
entre individuos.
AUTOCONOCIMIENTO
Formamos con facilidad creencias acerca de nosotros mismos y quienes
pertenecemos a las culturas occidentales no dudamos en explicar por qué nos
sentimos y actuamos como lo hacemos. Pero ¿qué tan bien nos conocemos a
nosotros mismos? “Existe una cosa y solo una cosa en todo el universo de la que
sabemos más que lo que podríamos conocer a través de la observación externa”,
señalaba C. S. Lewis (1952, pp. 18-19). “Esa única cosa es [nosotros mismos]. De
modo que, ¿cómo puede mejorar sus proyecciones personales? La mejor forma
es ser más realista sobre cuánto tiempo necesitó para sus tareas en el pasado. En
apariencia, la gente subestima el tiempo que le tomará hacer algo porque
recuerdan incorrectamente que las tareas anteriores requirieron menos tiempo del
que en realidad se ocupó en ellas.
Otra estrategia útil es estimar cuánto tiempo se necesitará para cada paso de un
proyecto. Si Lao Tse tenía razón: “Quien conoce a los demás alcanza la sapiencia.
Quien se conoce a sí mismo alcanza la iluminación”, entonces parecería que la
mayoría de la gente tiene más sapiencia que iluminación.
MOTIVACIÓN DE LA AUTOESTIMA
La mayoría de las personas se sienten muy motivadas para conservar su
autoestima. ¿Qué sucede cuando su autoestima se ve amenazada; por ejemplo,
por un fracaso o una comparación poco halagadora con alguien más?. El mal de
muchos incita a reírse de los demás. Las amenazas para la autoestima también
ocurren entre amigos, cuyo éxito puede ser más amenazante que el de personas
desconocidas (Zuckerman y Jost, 2001).
El nivel de autoestima también hace la diferencia. En general, las personas con
alta autoestima reaccionan ante una amenaza a su autoestima compensándola
(culpando a otro o esforzándose más en la siguiente oportunidad).
AUTOEFICACIA
La autoeficacia (qué tan competentes nos sentimos en una tarea). Creer en
nuestra propia competencia y eficiencia es benéfico. Los niños y adultos con
fuertes sentimientos de autoeficacia son más persistentes, menos ansiosos y
menos depresivos. También tienen vidas más sanas y son más exitosos en un
sentido académico. En la vida diaria, la autoeficacia nos conduce a ponernos
metas desafiantes y a persistir. Cuando se presentan problemas, una fuerte
sensación de autoeficacia conduce a la gente a permanecer en calma y a buscar
soluciones, en lugar de rumiar en sus incapacidades. La competencia más la
persistencia es igual a logro. Y con el logro, la autoconfianza aumenta. La
autoeficacia, como la autoestima, aumenta con los logros alcanzados con
dificultad.
Autoeficacia y autoestima suenan parecido, pero son conceptos diferentes. Si
usted cree que puede hacer algo, eso es Autoeficacia.
MANEJO DE IMPRESIONES
El sesgo en beneficio propio, la falsa modestia y el auto sabotaje revelan la
profundidad de nuestras preocupaciones respecto de la autoimagen. A diversos
grados, manejamos continuamente las impresiones que creamos. Ya sea que
deseemos impresionar, intimidar o parecer indefensos, somos animales sociales
que damos una presentación ante un público. El deseo humano de aceptación
social es tan grande que puede llevar a las personas al riesgo de dañarse por
medio del tabaquismo, los atracones de comida, el sexo prematuro o el consumo
de alcohol y drogas. La auto presentación se refiere al anhelo de presentar una
imagen deseada, tanto hacia un público externo (otras personas), como ante un
público interno (nosotros mismos). Nos esforzamos en manejar las impresiones
que creamos.
Nos excusamos, justificamos o disculpamos según se necesite para reforzar
nuestra autoestima y verificar nuestras autoimágenes. Del mismo modo que
preservamos nuestra autoestima, también debemos asegurarnos de no presumir
demasiado y arriesgarnos a la desaprobación ajena. Presentarse uno mismo de
modos que creen una impresión deseada es un delicado acto de equilibrio.
La gente quiere parecer capaz, pero también modesta y sincera. En la mayoría de
las situaciones sociales, la modestia crea una buena impresión y la presunción
gratuita crea una mala. De allí el fenómeno de la falsa modestia: a menudo
demostramos una menor autoestima de la que sentimos de manera, pero cuando
hemos tenido un desempeño que obviamente es muy bueno, la falta de sinceridad
al fingir que uno no es responsable de ello (“Sí lo hice bien, pero no es la gran
cosa”; es decir, un fanfarroneo humilde) tal vez sea evidente. Dar buenas
impresiones —parecer modesto, pero competente— demanda habilidad social.
Es más probable que las fallas en el autocontrol aparezcan cuando hacemos algo
agobiante, difícil o desagradable (como seguramente lo son los acertijos
irresolubles). Agotar el autocontrol puede conducir a la gente a dedicar sus
recursos limitados a actividades más placenteras o significativas. El agotamiento
del autocontrol, que lo lleva a fallar, quizá sea una ocurrencia únicamente
occidental: en India, las personas que trabajaron en tareas más extenuantes
mostraron después un aumento en el autocontrol, en lugar de la disminución que
se encontró en los participantes estadounidenses (Savani y Job, 2017). El
principio del agotamiento del autocontrol también tiene otro lado: de la misma
manera en que se puede agotar, también se le puede fortalecer, como ocurre con
un músculo.
De modo que, si quiere aumentar su fuerza de voluntad, no haga una larga lista de
propósitos de Año Nuevo e intente realizarlos todos de una vez en enero. Como
sugieren las investigaciones, una mejor estrategia es iniciar con un área y luego
dejar que el aumento en su autocontrol se difunda en todas las áreas de su vida
recién mejorada. Otro consejo: no haga cosas que no debería hacer y así reducirá
la posibilidad de verse tentado: no deje las galletas sobre el mostrador de la
cocina y mantenga su teléfono fuera de su alcance.