El Redescuento Es Un Contrato Bancario Pasivo
El Redescuento Es Un Contrato Bancario Pasivo
El Redescuento Es Un Contrato Bancario Pasivo
obtener crédito de terceros, denotando ya el propio término por el prefijo que lo inicia que implica un doble descuento,
es decir, la realización previa de un descuento, que supone una operación bancaria activa a través de la que el banco ha
concedido crédito a un cliente, denominado descontatario.
¿Qué es el redescuento?
En el ámbito de los contratos mercantiles integran una categoría específica los contratos bancarios, derivando dicha
calificación inicial de la general consideración de las entidades bancarias como empresarios mercantiles cuya actividad
consiste en la intermediación en el crédito y de la mención en el artículo 175 C. Com. de dichos contratos en relación
con el artículo 2 C. Com. que considera como actos de comercio los comprendidos en el mismo y cualesquiera otros de
naturaleza análoga.
Dentro de los contratos bancarios se distingue, de manera esencial, entre contratos activos y pasivos. Los primeros son
aquellos a través de los cuales la entidad bancaria otorga créditos a sus clientes, mientras que en los segundos ocurre a
la inversa, pues son dichos clientes los que otorgan créditos al Banco. Clásicos ejemplos del primer grupo son el
préstamo y el descuento, mientras que paradigma del segundo grupo es el depósito bancario, incluyéndose igualmente
en el mismo el redescuento.
En consecuencia, el redescuento es un contrato bancario pasivo, es decir, una operación negocial que permite a la
entidad bancaria obtener crédito de terceros, denotando ya el propio término por el prefijo que lo inicia que implica un
doble descuento, es decir, la realización previa de un descuento, que supone una operación bancaria activa a través de
la que el banco ha concedido crédito a un cliente, denominado descontatario.
Como puede colegirse de lo expuesto, el análisis de la figura del redescuento exige partir del concepto y caracteres del
descuento, ya que, a la postre, su naturaleza y funcionamiento son idénticos.
¿Cuál es su naturaleza?
Puede definirse el descuento como el contrato por el cual el Banco entrega a su cliente el importe de un crédito no
vencido, previa deducción de los intereses que corresponden por el tiempo que falta hasta su vencimiento (el denominado
descuento), acompañando de la transmisión al banco de dicho crédito.
Ahora bien, no se trata de una cesión de crédito en puridad, porque, como remarca la doctrina, está implícita la
denominada "cláusula salvo buen fin" del crédito cedido, que significa que si el deudor del crédito cedido al Banco no
paga al vencimiento está obligado el cliente del Banco a reembolsarle la suma recibida o adelantada (de ahí que se señale
que es un contrato unilateral, pues solo genera la eventual obligación del cliente descontatario de devolver la suma
anticipada con los gastos cuando el deudor no satisfaga el crédito descontado).
Se trata, por otro lado, de un contrato atípico, aunque aparezca mencionado en el Código de Comercio, con una finalidad
marcadamente crediticia, al permitir al cliente descontatario obtener de manera anticipada el importe de créditos
aplazados (menos el descuento), radicando el provecho de la entidad bancaria en el importe descontado. Dentro de los
diversos tipos de descuento el de mayor frecuencia e importancia es aquel en que los créditos van incorporados a títulos
valores (en el tráfico económico actual fundamentalmente pagarés) y que se realiza de forma general o colectiva a través
de las denominadas líneas de descuento por el cual el Banco se obliga a descontar los títulos o efectos que le entregue el
cliente hasta una cifra máxima y cuyo importe abona en una cuenta de la que el cliente puede disponer libremente,
ampliándose las posibilidades de descuento en función de la atención oportuna de los títulos descontados (los satisfechos
por los deudores de los créditos descontados se excluyen de toda computación a efectos de determinar el límite acordado).
Teniendo presente estas notas, de las que participa el redescuento, como doble descuento que es, con dicho término se
refiere el nuevo descuento de un crédito previamente descontado por la entidad descontante con otra entidad de
crédito o con un Banco central, con la misma finalidad y efectos antes señalados, tanto desde de la óptica de la entidad
bancaria descontante (que en el redescuento es la descontataria) y el banco con el que se realiza el nuevo descuento.
En definitiva, se trata de una repetición de un descuento, con la consiguiente asimilación desde el punto de vista
jurídico. En este sentido señala Uria que recibe este nombre el descuento que hace un Banco a otro de papel previamente
descontado por éste a sus clientes, tratándose de un segundo descuento de un mismo crédito, sometido, en consecuencia, a
los mismos principios jurídicos que el primero.
Ahora bien, ya nos dice el mismo autor que los riesgos del redescuento son muchos menores que los del descuento, puesto
que el crédito se concede de Banco a Banco, la tasa del redescuento también es menos elevada que la del descuento,
sirviendo la diferencia entre ambos tipos de beneficio para el Banco que acude al redescuento (la tasa de redescuento es el
tipo de interés que cobra el Banco que redescuenta a otro Banco títulos o efectos de crédito previamente descontados por
éste a sus clientes)
No obstante, de manera mayoritaria, se circunscribe el concepto de redescuento al descuento verificado por los bancos
centrales a las entidades crediticias de créditos previamente descontados por las mismas, subrayándose así, más que su
finalidad crediticia, su papel de instrumento regulador de la liquidez de los bancos y del mercado monetario en general.
Partiendo de la base de que con el redescuento nos encontramos propiamente ante un nuevo descuento, con las únicas
particularidades de ser inferior la tasa de redescuento a la de descuento (única forma de ser rentable la operación para
el Banco descontatario), de ser una operación realizada entre entidades bancarias o crediticias (excluyéndose por tanto a
los particulares o a las mercantiles de otra naturaleza), de descontarse un crédito previamente descontado (de manera que
para el Banco partícipe en ambas operaciones se trata, en el caso del descuento, de una operación bancaria activa,
mientras que en el caso del redescuento supone una operación bancaria pasiva) y de ser un instrumento de la política
monetaria que regula la liquidez bancaria (con la consiguiente influencia en el capital circulante) en los casos de realizarse
con un Banco central (en los restantes casos se tratara de una operación crediticia más como el descuento), todas las
particularidades y principios jurídicos del descuento serán extensibles o de aplicación al mismo.
De hecho, al igual que el descuento, se trata de una figura atípica como tal, sin perjuicio de las menciones a la misma que
se han verificado en la regulación legal. Así, en su momento, con la Ley de Ordenación Bancaria en 1921, que regulaba
por primera vez la relación entre el Banco de España y la banca privada, se estableció un interés preferente para las
operaciones de redescuento con los otros Bancos.
En los Estatutos del Banco de España aprobados por Decreto de 24 de junio de 1947 se refería esta operación en su
artículo 11, a la sazón, el precepto normativo que preveía la bonificación señalada por Uria, previendo la posibilidad de
que el Banco pudiere descontar y redescontar efectos cuyo vencimiento no excediera de noventa días, exigiendo que los
efectos sujetos a redescuento contuvieren dos firmas, por lo menos, de personas entidades de reconocida solvencia a juicio
del Banco.
De igual forma, el que fue Reglamento General del Banco de España aprobado por Orden de 23 de marzo de 1.948,
contenía diversas referencias al redescuento en su Capítulo V dedicado a los descuentos, señalando como las operaciones
de redescuento versaran sobre letras, pagarés, cheques u otros efectos, siempre con dos firmas a lo menos y a plazo no
mayor de noventa días.
En la actualidad ya no contamos con estas referencias normativas, sin perjuicio que la Ley 66/1997, de 30 de diciembre,
venga a identificar en su artículo 68 el tipo de interés básico del Banco de España con el tipo de redescuento para señalar
que las referencias en la legislación a dicho tipo deben entenderse realizadas al tipo del interés legal del dinero
determinado en la Ley de Presupuestos Generales del Estado.
Esta realidad normativa debe conectarse con el hecho de que se trata de una figura histórica que hoy ya no se practica,
consideración no extensible a otros países fuera de nuestro entorno europeo pero que, en todo caso, guarda relación con la
opinión vertida de que en su momento ya dejó de ser la tasa de redescuento el tipo de interés relevante para el control
monetario por su sustitución por el tipo de los préstamos con garantía de valores.
Contemplando finalmente el redescuento de manera exclusiva como contrato, con independencia de que todo lo que pueda
decirse sobre el descuento desde esta óptica siga siendo aplicable en este caso y de que, en muchos casos, se prime más su
consideración de instrumento macroeconómico como elemento regulador de las políticas monetaria y crediticia y como
herramienta para generar recursos en un sector económico específico, es pertinente destacar las notas que se exponen a
continuación.
Por un lado, se está en presencia de una operación comercial que tiene una finalidad crediticia, convirtiéndose en deudor
el Banco que previamente ha anticipado un capital mediante el descuento de unos títulos de crédito y que deberá
reembolsar su importe de no hacerse efectivo a su vencimiento, sin perjuicio de la acción de reembolso que le asista
contra su cliente, inicial descontatario.
Ahora bien, la operación de redescuento funciona de manera autónoma de la de descuento, por mucho que el título
descontado en ambas operaciones sea el mismo, fruto ello de las diferentes partes que intervienen en ambas relaciones
contractuales, ocupando la única coincidente (el Banco inicialmente descontante y que es descontatario en el redescuento)
diversas posiciones.
Como consecuencia de lo expuesto no hay relación jurídica alguna entre el cliente descontatario inicial y el Banco que
practica el redescuento, lo que implica que no asista acción alguna a favor de éste contra el primero, sin perjuicio de los
efectos reflejos que del redescuento se deriven para el descuento en caso de no atención de los créditos a su vencimiento
(a la postre dicho cliente responderá, aunque ante su banco descontante, del crédito).
Por otro lado, en un aspecto a relacionar con el papel del redescuento dentro de la política monetaria, se ubica
generalmente este contrato en el ámbito de los contratos de adhesión o sometidos a condiciones generales.
Finalmente señalar que, al igual que el descuento, no se trata de un contrato formal, que, al exigir que le preceda una
operación de descuento, no puede haber redescuento sin un previo descuento y, al igual que acontece con éste, no hay
óbice en principio para admitir la admisibilidad de convenios generales en orden a la realización de operaciones de
redescuento, lo que sin duda contribuirá a la agilidad mucha vez precisa en estas operaciones por la celeridad del tráfico
mercantil.