ATANASIO - Epistolas A Serapion Sobre El Espiritu Santo

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Biblioteca de Patrística

ATANASIO
epístolas a serapión
sobre el espíritu santo

O*
Ciudad Nueva
A t a n a s i o de Alejandría
EPÍSTOLAS A SERAPIÓN
S O B R E EL ESPÍRITU S A N T O

A los lectores de Biblioteca de Patrística


les es familiar la figura de Atanasio de A l e -
jandría por sus obras La Encarnación del
Verbo, Contra los paganos, Vida de Anto-
nio. Las Epístolas a Serapión sobre el Espí-
ritu Santo, que presentamos en este volu-
men, tienen una notable importancia desde
un punto de vista histórico-dogmático.
En primer lugar, por la ocasión y motivo
p o r los que fueron escritas: la refutación de
una nueva herejía que negaba esta vez la
divinidad del Espíritu Santo. Estamos en
torno a los años 360. Los nuevos herejes
eran los trópicos, así llamados por san A t a -
nasio, que se servían de un peculiar modo
de interpretar las Escrituras para presentar
al Espíritu Santo como una criatura. Decí-
an no ser arríanos, pero Atanasio sabe bien
desenmascarar cuál es su matriz ideológi-
ca, que no era otra que el arrianismo.
En segundo lugar, la obra es importante
por la refutación de los herejes, si bien no
alcanzó la formulación positiva de procla-
mar la divinidad del Espíritu Santo, sino
sólo la prueba de que no era una criatura.
Pero si no estaba del lado de las criaturas,
qué otra cosa podría ser sino Dios, tratán-
dose de algo propio del Verbo, propio del
Padre, propio de Dios.
Y en tercer lugar, por la elaboración de un
amplísimo florilegio de textos bíblicos de
ambos Testamentos referidos siempre al
Espíritu Santo, basándose en criterios ob-
jetivos de interpretación de textos. A u t o -
res posteriores, como Basilio, Dídimo,
A m b r o s i o y otros supieron aprovechar el
estudio realizado por Atanasio.
La presente traducción es la primera edi-
ción íntegra de la obra que se publica en
lengua castellana.
BIBLIOTECA DE PATRÍSTICA
71
Director de la colección
MARCELO MERINO RODRÍGUEZ
Atanasio de Alejandría

EPÍSTOLAS A SERAPIÓN
SOBRE EL ESPÍRITU SANTO

Introducción, traducción y notas de

Ciudad Nueva
Madrid - Bogotá - Buenos Aires - México - Montevideo - Santiago
© Carmelo Granado, S. J .

© 2007, Editorial Ciudad Nueva


José Picón 2 8 - 2 8 0 2 8 Madrid
www.ciudadnueva.com

ISBN: 9 7 8 - 8 4 - 9 7 1 5 - 0 8 1 - 1
Depósito Legal: M - 1 7 2 7 2 - 2 0 0 7

Impreso en España

Maquetación: Jorge León


Imprime: Estugraf Impresores - Ciempozuelos (Madrid)
Para Juan Bautista, Manuel,
Horacio, Alfonso y Emiliano
en homenaje de fraternidad.
SIGLAS Y ABREVIATURAS

BPa Biblioteca de Patrística


CC Corpus Christianorum
CSCO Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium
DHGE Dictionnaire d'Histoire et Géographie Ecclésiastique
DPAC Diccionario Patrístico y de la Antigüedad Cristiana
DTC Dictionnaire de Théologie Catholique
EE Estudios Eclesiásticos
Gr Gregorianum
GSC Griechische Christliche Schriftsteller der ersten drei
Jahrhunderte.
JTS Journal of Theological Studies
NZST Neue Zeitschrift für Systemastische Théologie
PG Patrologia Graeca, Migne
PL Patrologia Latina, Migne
RAC Reallexikon für Antike und Christentum
SC Sources Chrétiennes
SJT Scottish Journal of Theology
TRE Theologische Realenzyklopádie
TU Texte und Untersuchungen
VigCh Vigiliae Christianae
ZKG Zeitschrift für Kirchengeschichte
INTRODUCCIÓN

La noche del 8 al 9 de febrero del 356 fue asaltada por


el ejército, bajo el mando del general Siriano, la iglesia de san
1
Teonas, donde Atanasio estaba celebrando la liturgia . El em-
perador Constancio había dado la orden de apresar y exiliar
a Atanasio. Pero éste consiguió escapar. Durante seis años
Atanasio vivió clandestinamente entre los monjes del desier-
to. Por tercera vez en su episcopado, y no sería la última, se
veía obligado a vivir lejos de su sede y a atender a sus fieles
desde su refugio. Aún en su huida estará permanentemente
informado de todos los acontecimientos, y su retiro será de
lo más productivo desde el punto de vista de su actividad li-

1 . Informa el mismo Atanasio, M . TETZ, "Athanasius v o n Alexan-


cf. Historia de los arríanos a los drien", en: Athanasiana. Zu Leben
Monjes, 8 1 (PG 2 5 , 7 9 2 - 7 9 6 ) ; Apo- und Lehre des Athanasius, Berlin-
logía a Constancio, 2 5 (PG 2 5 , 6 2 5 - News York 1 9 9 5 , págs. 1 - 2 2 ( =
6 2 8 ) ; Apología de su huida, 2 4 (PG Theologische Realenzyklopádie, IV
2 5 , 6 7 3 - 6 7 6 ) . Para una presentación [Berlin-New York 1 9 7 9 ] 3 3 3 - 3 4 9 .
de la biografía de san Atanasio re- Sobre el dux Siriano cf. A . H. M .
mito a las introducciones de sus JONES - J . R . MARTINDALE - J . M O -
obras publicadas en Biblioteca de RRIS, The Prosopography of the
Patrística: La Encarnación del Later Román Empire. I: a.d. 260-
Verbo, BPa 6 , Madrid 1 9 8 9 ; Contra 395, Cambridge 1 9 7 1 , pág. 8 7 2 (se
los paganos, BPa 1 9 , Madrid 1 9 9 2 ; citan las referencias que ofrecen
Vida de Antonio, BPa 2 7 , Madrid Atanasio, Sozomeno y Lucífero de
1 9 9 5 . Téngase en cuenta también Cagliari).
10 Introducción

2
teraria . Estaban al tanto de sus escondrijos todos aquellos
que le servían de correos. Precisamente en este período de
clandestinidad recibe la consulta cuya respuesta dará lugar a
los escritos que se publican en el presente volumen.

1. SERAPIÓN, OBISPO DE THMUIS

Uno de sus amigos y sufragáneos, el obispo Serapión


3
de Thmuis , le informó de la existencia de algunos que, sa-
tisfechos con afirmar la divinidad del Hijo, negaban la di-
vinidad del Espíritu Santo. Serapión añadía los argumentos
bíblicos y racionales con los que pretendían fundamentar su
doctrina. No se conserva la carta o la nota en que Serapión
comunicaba a Atanasio la existencia de los nuevos herejes.
Hasta ese momento Atanasio no tenía conocimiento de la
nueva herejía, lo que explica la conmoción espiritual que le
produce la lectura del escrito de Serapión. Aunque el nom-
bre de Serapión no aparece en las cartas, la tradición lo pre-
4
senta como destinatario de las mismas . No cabe duda que
es mérito suyo haber obtenido de Atanasio las tres-cuatro
5
cartas sobre la divinidad del Espíritu .

2. Pertenecen a esta época la nasiana, pág. 1 5 5 - 1 8 4 especialmente


Epístola a los Obispos de Egipto y sobre Serapión págs. 1 6 5 - 1 7 3 ; K L .
Libia, la Apología de su huida, la FITSCHEN, Serapión von Thmuis.
Epístola sobre los Sínodos de Rími- Echte und unechte Schriften sowie
ni y de Seleucia, la Historia de los die Zeugnisse des Athanasius und
arríanos. anderer (Patristiche Texte und
3 . Cf. R. P. CASEY, Serapión of Studie 3 7 ) , De Gruyter Berlin-New
Thmuis Against the Manichees, York 1 9 9 2 .
(Harvard Theological Studies X V ) , 4 . Cf. J . LEBON, Lettres a Sera-
Cambridge Mass. - London 1 9 3 1 pión, pág. 1 2 - 1 7 .
págs. 5 - 1 6 ; M. TETZ, "Athanasius 5. PG 26, 529-676.
und die Vita Antonii", en Atha-
Introducción 11

Serapión, obispo de Thmuis en el delta del Nilo, fue


6 7
monje , amigo de san Antonio ("f356), quien le hace confi-
8
dente de sus visiones , y que, cuando va a morir, deja sus dos
9
túnicas de pieles una para Atanasio y la otra para Serapión .
Superior de una colonia de monjes, Serapión fue nombrado
10
obispo y continuaría en estrecha relación con los monjes.
Amigo de Atanasio, el 340 Atanasio le dirige una carta
para que, entre otros asuntos, dé a conocer la próxima fecha
11
de la Pascua y el ayuno cuaresmal que debe preceder . En
el concilio de Sardes (342 ó 343) figura entre los obispos
egipcios un Serapión que firma a favor de la rehabilitación
12
e inocencia de Atanasio . El 353 Serapión se encuentra en
Roma defendiendo a Atanasio ante el papa Liberio y en
Milán ante el Emperador Constancio II de los ataques de
13
los eusebianos , aunque no pudo ver al emperador. El cerco
que se le iba haciendo a Atanasio y el aislamiento a que se
vio sometido culminó en el asalto a la iglesia que recorda-

6. Cf. ATANASIO, Epístola a Dra- 9. Cf. ATANASIO, Vida de Anto-


concio, 7: P G 25, 532A. nio, 9 1 , 9: BPa 27, pág. 124.
7. Cf. JERÓNIMO, De viris illus- 10. ATANASIO, Epístola a Dra-
tribus, 99 (Biblioteca Patrística 12, concio, 7: P G 25, 532A: «No eres el
Firenze 1988). único monje que ha sido ordenado,
8. «Mientras estaba sentado en ni tú el único que ha presidido un
la montaña, veía lo que sucedía en monasterio o el único que ha sido
Egipto, y se lo narraba al obispo amado por los monjes, pues bien
Serapión, que estaba en la montaña sabes que Serapión era monje y que
interior y que veía a Antonio in- había presidido a muchos monjes».
merso en las visiones» (ATANASIO, 1 1 . Cf. P G 26, 1 4 1 2 C - 1 4 1 4 A .
Vida de Antonio, 82, 3: BPa 27, pág. 12. Cf. ATANASIO, Apología con-
115). M. TETZ, "Athanasius und die tra los arríanos, 50: P G 25, 340A.
Vita Antonü", en Athanasiana, 13. Cf. Histoire 'Acéphale' et
págs. 166-167.171.173 plantea o su- índex syriaque des lettres festales
giere si la información que Serapión d'Athanase d'Alexandrie, ed. A.
ofreció a Atanasio no fue por es- MARTIN, (SC 317), págs. 140-142 y
crito. notas en págs. 178-180.
12 Introducción

mos al comienzo. Atanasio también le dirigió una carta


14
sobre la muerte de Arrio .
15
Serapión es autor de un libro Contra los Maniqueos y
de otro sobre los Títulos de los Salmos que se ha perdido.
16
Se conservan también algunas de su cartas y algún que otro
fragmento de sus obras. San Jerónimo señala que por su cul-
tura Serapión mereció el sobrenombre de "Scholasticus" y
también señala su confesión de fe bajo el emperador Cons-
17
tancio . Se desconoce la fecha de su muerte. El conjunto de
30 oraciones litúrgicas contenidas en el Eucologio (llamado)
18
de Serapión no puede tener como redactor final a Sera-
pión, obispo niceno de Thmuis.

2. Los TRÓPICOS, NUEVOS HEREJES

Ya hemos dicho que el informe de Serapión denuncia-


19
ba a algunos que admitiendo la divinidad del Hijo recha-
zaban la del Espíritu. Este rechazo y oposición al Espíritu
20
queda bien expresado en el término pneumatomakhoüntes ,
del que será prácticamente un calco el término pneumató-
maco pneumatómakhos con el que se conocerá a los futu-
ros negadores de la divinidad del Espíritu.

14. Cf. PG 25, 685-689. 1 8 . Cf. K L . FITSCHEN, O. C, págs.


15. Cf. R . P. CASEY, O. C, págs. 91-95.
29-78; C L . FITSCHEN, O. C, págs. 164- 1 9 . Parece que hay que situar en
204. Egipto a estos nuevos herejes. Así se
16. Epístola a Eudoxio (PG 40, puede deducir del hecho de que
924C-925A); Epístola a los Monjes Atanasio responda a la consulta de
(PG 40, 925C-941B), cf. R . P. uno de sus sufragáneos interesado en
CASEY, O. C, págs. 13-15. la solución del problema teológico
17. Cf. JERÓNIMO, De viris illus- planteado. Cf. C. R . B . SHAPLAND,
tribus, 99; Kx. FITSCHEN, O. C, págs. The Letters of Saint Athanasius con-
1 1 9 - 1 2 (scholasticus), 147-149 (con- cerning the Holy Spirit, pág. 27 y 32.
fessor). 20. Cf. Ep. I, 32, 3; IV, 1, 3.
Introducción 13

21
Aunque enseguida especificaremos la doctrina de los tró­
picos, nos detenemos primeramente en conocer a sus autores.
22
Atanasio los llama trópicos (tropikoí) , dando por conocido el
significado del término, que muy bien podría provenir del
23
mismo Serapión o de su entorno , a no ser que lo deduzca
el mismo Atanasio a partir del método exegético usado por el
círculo de herejes, como ellos mismos expresan. Atanasio los
llama trópicos, porque usan tropos en la interpretación de las
24
Escrituras . Dado que no es nada claro la clase de tropos em­
25 26
pleados , porque Atanasio dice que ellos se los inventan ,
27
quizá por esto los llama irónicamente trópicos. La interpre­
tación que los trópicos dan de las Escrituras no tiene en cuen­
ta el contexto del pasaje estudiado ni su relación con otros
pasajes de la Biblia; acaso se trataría de una interpretación me­
28
tafórica , en sentido figurado o, por el contrario, en exceso

2 1 . Cf. A . LAMINSKI, Der Hei- subrayar la manera que tenían de


lige Geist ais Geist Christi und interpretar los pasajes y figuras en
Geist der Gldubigen, Leipzig la Escritura independientemente
1969, págs. 30-35 y pág. 32, notas de su contexto y relación al ente­
18.19.21-22. ro cuerpo de las Escrituras» (TH.
22. El término aparece cinco C. CAMPBELL, "The Doctrine of
veces en la Ep. I, (10, 4; 17, 4; 2 1 , the H o l y Spirit in the Theology of
4; 30, 4; 32, 2 [PG 26, 556B; 572B; Athanasius", SJT 2 7 , 1 9 7 4 , pág.
580D; 600A; 605A]). G . MÜLLER, 408-440, cita pág. 4 1 1 ) .
Lexicón Athanasianum, Berlin 27. Cf. H. N. BATE, "Some
1952, 1453. Technical Terms of Greek Exege-
23. H. SAAKE, «Das Prásckript sis", JTS 2 4 , 1 9 2 3 , pág. 64.
zum ersten Serapionsbrief des 28. Cf. H. N. BATE, O. C, estu­
Athanasios v o n Alexandreia ais dia los términos allegorein, allégo-
pneumatologisches Programm», ría (págs. 6 0 - 6 1 ) , theóría (págs. 6 1 -
VigCh 26, 1972, pág. 1 9 1 , nota 18. 63), tropikós (págs. 64-66) e indica
24. Cf. Ep. I, 1 0 , 4. que este último término es prácti­
25. Cf. A. L A M I N S K I , O. C, camente equivalente a «alegórico»
pág. 3 2 . en la tradición alejandrina (pág.
26. Cf. Ep. I, 7, 1; 1 0 , 4. «Un 64).
nombre creado p o r Atanasio para
14 Introducción

29
literalista hasta el punto de caer en un "fundamentalismo"
de la letra del texto bíblico. En definitiva, dan del texto bí-
blico una interpretación carente de la más elemental norma
30
hermenéutica, tergiversando las Escrituras . De aquí que Ata-
nasio se detenga en establecer unos criterios claros y precisos
para determinar cuándo un pasaje bíblico, que contenga el tér-
mino pneüma, se refiere o no al Espíritu Santo. Sirviéndose
31
de tales criterios elabora un florilegio de textos del Antiguo
y del Nuevo Testamento en los que el término pneüma es el
Espíritu Santo. Los autores posteriores sabrán aprovechar el
estudio realizado por Atanasio.
Los trópicos proceden de los arríanos, de los que se han
separado juzgando - y juzgan bien- que es una blasfemia

2 9 . Cf. E. CATTANEO, Atana- théologie chez Athanase d'Alexan-


sio, Lettere a Serapione, pág. 1 7 drie, Paris 1 9 7 4 , págs. 1 9 5 - 2 1 4 ha
y nota 2 9 . calificado la exégesis de san Atana-
30. Cf. Ep. I, 1 0 , 4 ; 2 1 , 4 - 5 ; sio como dogmática, es decir, an-
32, 2. tiherética y, concretamente, antia-
3 1 . Aunque para Atanasio la rriana. Y es en el conocimiento que
exégesis fue una actividad comple- Atanasio tiene de las Escrituras y en
tamente marginal (M. SIMONETTI, su exégesis donde se sitúa su supe-
Lettera e/o Allegaría, Un contribu- rioridad como teólogo. ¿Cuál es el
to alia storia dell'esegesi patrística, objetivo o finalidad que tienen las
Roma 1 9 8 5 , pág. 2 0 1 y 2 0 2 ) , llama Escrituras y qué hay que conocer
la atención la enorme cantidad de (Ep., II, 7 , 1 ) ? Que el Verbo eterno
textos bíblicos citados en esta obra. de Dios se hizo hombre y después
Rezuma Escritura. Es un empedra- de toda la economía de la salvación
do o un mosaico de citas bíblicas. está sentado a la derecha del Padre
Quien puede aducir tantos textos (Ep., II, 7 , 4 - 5 ) . Tanto el Nuevo
bíblicos sobre un mismo tema, no como el Antiguo Testamento nos
sólo conoce la letra de las Escritu- hablan de Cristo, de la economía de
ras de ambos Testamentos, sino que la salvación que Él ha llevado a
tiene también una manera personal cabo (Ep. IV, 1 4 , 2 ) . Para no equi-
de interpretarla. H. SIEBEN, "Her- vocarnos, hay que examinar y dis-
méneutique de l'exégése dogmati-
tinguir cuándo se habla de la divi-
que d'Athanase", en: Politique et
nidad del Verbo y cuándo de su
Introducción 15

32
afirmar la condición creatural del Verbo y, por lo mismo,
negar su divinidad, pero en realidad vuelven a caer en el
arrianismo al afirmar que el Espíritu Santo es una criatura.
De aquí que la ruptura con el arrianismo sea sólo aparen­
33
te , por lo que Atanasio insiste en vincularlos a los arria-
34
nos , que también consideraban al Espíritu de condición
35
creatural . Así que los trópicos son tan blasfemos como los
36
arríanos . Buscándole a esta nueva herejía una matriz his­
tórica más lejana en el tiempo, Atanasio los vincula al gnós­
37 38
tico Valentín y considera a los trópicos unos estúpidos ,
39 40 41
unos imprudentes , unos locos e insensatos , unos inde­
42 43
seables con el corazón corrompido y la mente perverti­
44 45 46
da , unos blasfemos y unos obstinados , heridos por la
47 48
mordedura del arrianismo . Son como los judíos .

humanidad {Ep. II, 8, 1), si antes o presar sus inefables misterios {Ep. I,
después de encarnado y si un texto 20, 6).
concreto nos está hablando de Cris­ 32. Cf. Ep. I, 1, 2; 9, 2.6; 2 1 , 1.
to o de otra persona distinta. En la 33. Cf. Ep. I, 1, 3; 2 1 , 2-3.
interpretación de las Escrituras hay 34. Cf. Ep. 1 , 1 , 2 . 3 ; 2 , 1 ; 3, 1.2.4;
que tener en cuenta esas reglas, pues 10, 4; 1 7 , 4; 2 1 , 2; 29, 1.4; 32, 2.3;
no se pueden interpretar a base de IV, 5, 4.
raciocinios humanos (Ep. II, 1, 3), 35. Cf. Ep. 1,2,1-
ya que esto constituiría un modo de 36. Cf. Ep. I, 10, 4.
pensar mortal y corruptible {Ep. II, 37. Cf. Ep. I, 10, 6; 1 1 , 2.
2, 1) y conduciría a rechazar como 38. Cf. Ep. I, 27, 4.
imposible lo que no cupiera en 39. Cf. Ep. IV, 1, 1.
nuestras pobres cabezas {Ep. II, 1, 40. Cf. Ep. I, 1 1 , 1.
3). El lenguaje humano no alcanza 41. Cf. Ep. I, 1 1 , 2 ; 15, 1; 22, 3.
a expresar la inefabilidad de Dios y, 42. Cf. Ep. I, 15, 3.
por lo mismo, ha de atenerse al len­ 43. Cf. Ep. I, 14, 3.
guaje con que la Escritura nos habla 44. Cf. Ep. IV, 1, 2.
de Dios {Ep. I, 1 7 , 6; 19, 1), len­ 45. Cf. Ep. I, 15, 1.
guaje que nos posibilita "expresar 46. Cf. Ep. II, 9, 5.
con sencillez, decir sin peligros y 47. Cf. Ep. I, 3, 4.
reflexionar con la debida reverencia 48. Cf. Ep. I, 2 1 , 2.
y creer" en Dios {Ep. I, 20, 6) y ex­
16 Introducción

La tesis (herética) fundamental de los trópicos consiste


en afirmar que el Espíritu Santo es una criatura, que perte­
nece al orden creatural y específicamente su pertenencia al
mundo angélico, a los espíritus servidores; es un ángel, aun­
49
que de categoría superior al resto de los ángeles . Para sos­
tener esta tesis pretenden encontrar una base firme en las Es­
crituras, concretamente en Amos 4, 13; Zac 1, 9; 1 Tim 5,
21. En Amos 4, 13 se habla de Dios, se menciona a Cristo
y se enumeran algunas de las cosas creadas entre ellas la llu­
via, los truenos y el pneüma. En este último término los tró­
picos ven al Espíritu. Y sin ambages reconocen que esta in­
50
terpretación es arriana y se la han apropiado . En 1 Tm 5,
21 de nuevo encuentran un texto triádico en el que se men­
ciona a Dios, a Cristo y a los ángeles elegidos, de donde
51
concluyen, con interpretación valentiniana , que el Espíritu
Santo (no mencionado en el texto) ha de ser uno de los án­
52 53
geles . Ésos son los textos principales . Por último y en con­
firmación del texto paulino, aducen Zac 1, 9 identificando
54
con el Espíritu Santo al ángel que habla con el profeta .
En la concepción de los trópicos sobre el Espíritu, junto
a la pretendida base bíblica, entra también una serie de ob­
jeciones simplemente racionales, que Atanasio califica de ab­
55
surdas, impías y blasfemas . Fundamentalmente se trata de
la aplicación a Dios de la terminología de la familia huma­
na (hermano, hijo, abuelo) tomando como punto de partida
el origen del Espíritu en Dios: Si el Espíritu tiene su origen
en el Padre ha de ser otro hijo de Dios y habría dos her­
manos, y si deriva del Hijo sería hijo del Hijo y nieto del
56
Padre . Y con parecida formulación: si el Espíritu no es cria-

49. Cf. Ep. I, 1 , 2 ; 10, 5.7; 11, 3; 53. Cf. Ep. I, 21, 4.
26, 6; 27, 3; 29, 3. 54. Cf. Ep. I, 11, 3.
50. Cf. Ep. I, 3, 2. 55. Cf. Ep. I, 15, 5.
51. Cf. Ep. I, 10, 6. 56. Cf. Ep. I, 15, 2; 16; IV, 1, 4;
52. Cf. Ep. I, 10, 4-5. 5, 2.4; 7, 1.
Introducción 17

tura, ha de ser Hijo con lo que constituiría una fraternidad


57
con el Verbo . Esta objeción muestra que para los trópicos
no hay otra manera de venir de Dios que por generación, lo
que implica consustancialidad y, por tanto, divinidad. Por
eso, mantienen que el Espíritu es una criatura, pues si se afir­
ma su consustancialidad habría que concluir lógicamente en
su procedencia por generación y, por tanto, su filiación.
Si el Espíritu no es Hijo, no es Dios y no puede ser
adorado; de ser Dios tendría que ser Hijo, con las conse­
58
cuencias que ello implicaría . Como todo esto es absurdo,
se deduce que no es Dios, sino que es una criatura, uno de
los espíritus servidores, un ángel de categoría superior al
resto de los ángeles. También en estas objeciones descubre
Atanasio las tesis arrianas defendidas por los obispos filoa-
59
rrianos de Cesárea del Mar y de Scitópolis .

3. ESBOZO DE LA PNEUMATOLOGÍA DE SAN ATANASIO

Las Epístolas a Serapión (359-360) de Atanasio nos si­


túan en el momento en que estalla y pasa a primer plano la
polémica en torno a la divinidad del Espíritu. Atanasio se
enfrenta a los trópicos que admitiendo la divinidad del Hijo
60
rechazaban la divinidad del Espíritu , como acabamos de
indicar.
Hemos visto que los trópicos fundamentan su doctrina
pneumatológica en la exégesis de algunos pasajes bíblicos y
en la formulación de una objeción de tipo racional. Contra
estas dos bases de la herejía, formulará Atanasio dos prin­
cipios fundamentales: una regla hermenéutica para la recta

57. Cf. Ep. IV, 1, 4. 60. Cf. Ep. I, 1, 2-3; 2, 1; etc.


58. Cf. Ep. I, 15, 2. 21.
59. Cf. Ep. IV, 7, 1.
18 Introducción

61
interpretación de los textos bíblicos en relación al Espíri-
tu y una reflexión sobre la limitación del lenguaje humano
sobre Dios. Con el uso de estos dos principios supera Ata-
nasio la afirmación herética de los trópicos.
62
El término pneúma puede tener diversos significados
63 64
como, por ejemplo, el espíritu del hombre , el viento ,
65
el sentido espiritual de las Escrituras , y significa Espíri-
tu Santo cuando al texto concreto se le pueda aplicar la
regla hermenéutica siguiente: que la palabra pneüma vaya
acompañada del complemento de Dios, del Padre, del
Hijo, de Cristo, mío, o con el artículo determinado, o que
expresamente se diga Espíritu Santo, Paráclito, de la Ver-
66
dad . Cuando en determinado contexto se ha estado ha-
blando del Espíritu Santo, basta evocarlo diciendo el Es-
67
píritu con artículo . Con la aplicación de estos principios
hermenéuticos, Atanasio desmonta la artificiosa interpre-
tación de los textos bíblicos en los que los trópicos fun-
damentaban su tesis sobre la creaturalidad del Espíritu
Santo.
Y frente a las objeciones de tipo racional para sustraer
al Espíritu su pertenencia a la divinidad, subraya Atanasio
que la palabra humana es incapaz de expresar digna y ade-
cuadamente aquello que le supera como es el misterio de
68 69
Dios . Ante el Inefable sólo cabe la obediencia de la fe ,
70
pues a la Trinidad sólo se accede con la fe y la obediencia

61. La necesidad de una regla 64. Cf. Ep. I, 7, 4.


hermenéutica se presenta como ab- 65. Cf. Ep. I, 8, 1.
solutamente necesaria, pues la ar- 66. Cf. Ep. I, 4, 1-2; 6, 1.
gumentación de Atanasio para 67. Cf. Ep. I, 4, 2.5. Atanasio
(de)mostrar la divinidad del Espíri- aduce como referencias Ga 3, 2; ITs
tu constituye un entramado de nu- 5, 19; Le 4, 1; Mt 4, 1.
merosos textos bíblicos. 68. Cf. Ep. I, 17, 2.6.
62. Cf. Ep. I, 7, 1; 8, 4. 69. Cf. Ep. I, 17, 2-3.
63. Cf. Ep. I, 7, 2. 70. Cf. Ep. I, 20, 4; 17, 2.
Introducción 19

71
y no con sabiduría humana . La única acertada actitud que
debemos fomentar es la de la fe y la razón transida de re­
72 73
verencia iluminada por la fe . De aquí que, para subsanar
las deficiencias del lenguaje humano, Atanasio subraye el re­
74
curso al lenguaje bíblico , apto y suficiente para hablar de
75
Dios con sencillez, sin peligros y con la debida reveren­
76
cia . La Escritura nos revela sólo la existencia de Dios, "que
77
existe", no "cómo e s " en sí. Las imágenes que nos ofrece,
78
como la fuente, el río, la luz, el resplandor, etc. , son por­
tadoras de sentido sobre el ser de Dios Padre, Hijo y Es­
píritu Santo y constituyen un lenguaje que el entendimien­
79
to humano debería no traspasar .
80
La exposición atanasiana de la teología es la católica y
puede sintetizarse en las siguientes líneas. Como la Trinidad
81
no puede estar compuesta de creado e increado , el Espíritu
82
no pertenece al orden creatural . La Trinidad no está forma­
da de Dios y de criaturas, que serían el Verbo y el Espíritu,
sino que la Trinidad existía siempre y existe siempre como tal
83
Trinidad, siendo un único Dios bendito por los siglos . Ata­
nasio afirma repetidas veces que la relación del Espíritu con
84
el Hijo es la misma que el Hijo tiene con el Padre . El Es-

71. Cf. Ep. I, 17, 2. 83. Cf. Ep. III, 7, 4.


72. Cf. Ep. I, 20, 4. 84. Cf. Ep. I, 2, 2; 2 1 , 1; III, 1,
73. Cf. Ep. I, 20, 4. 2.5. También los arríanos emplean
74. Cf. Ep. I, 20, 5. la ley de proporcionalidad: el Espí­
75. Cf. Ep. I, 19, 1. ritu es al Hijo como el Hijo lo es
76. Cf. Ep. I, 20, 6. al Padre, de donde concluyen como
77. Cf. Ep. I, 18, 3. el Hijo es criatura y, por tanto, in­
78. Cf. Ep. I, 19, 2-5; 30, 7. ferior al Padre, el Espíritu es cria­
79. Cf. Ep. I, 17, 2. tura del Hijo y, por tanto, es infe­
80. Cf. Ep. I, 28, 1; 32, 2; III, 7, rior al Hijo y también al Padre.
1. Pero para que haya verdadera pro­
81. Cf. Ep. I, 2, 4; 28, 2; 30, 5; porcionalidad los seres que se com­
III, 6, 4. paran como directamente propor­
82. Cf. Ep. I, passim; III, 1, 5. cionales deben pertenecer al mismo
20 Introducción

85
píritu es imagen del Hijo como el Hijo es imagen del Padre .
Aplica así el mismo principio que en escritos anteriores había
aplicado al Hijo para mostrar su divinidad. Ese principio es,
pues, fundamental y, de hecho, en la medida en que tengamos
un conocimiento recto y apropiado de la relación Hijo-Padre,
86
también lo será nuestro conocimiento del Espíritu . Y afir-
mará que los mismos argumentos que muestran que el Hijo
87
no es criatura, muestran que tampoco lo es el Espíritu . La
Trinidad lo es de verdad y no sólo de palabra y de nombre,
sino con subsistencia verdadera alétheíai kai hupárxe?*, es un
89 90 91
solo Dios , una única divinidad , con una única naturaleza ,
92
indivisible , inseparable, unificada en sí misma, semejante a
ella misma, sin elementos extraños y desemejantes en natura-
93
leza o sustancia . El Espíritu existe y subsiste verdaderamen-
94 95
te , en Él la Trinidad es perfecta y en Él se completa .
96
El Espíritu está unido inseparablemente al Padre y al
97
Hijo, les es propio ídion , es decir, les es consustancial ho-

nivel. Ahora bien, el Hijo es con- 92. Cf. Ep. III, 6 , 1 . 3 .


sustancial al Padre y el Espíritu es 93. Cf. Ep. I, 1 4 .
consustancial al Hijo y, consiguien- 94. Cf. Ep. I, 2 8 , 3 .
temente, lo es también al Padre, cf. 95. Cf. Ep. I, 2 5 , 5 ; 2 8 , 2; IV,
G . GIULIANI, Divinitá e processione 12, 2.
dello Spirito Santo in S. Atanasio, 96.Cf. Ep. I, 3 3 , 5 .
Roma 1 9 5 0 , págs. 6 2 - 6 4 . 9 7 . Cf. Ep. I, unas 2 0 veces; 3 2 ,
85. Cf. Ep. I, 2 0 , 6; 2 4 , 6 ; 2 6 , 4 ; 1. La expresión «propio-propiedad»
IV, 3, 3. es un término técnico en Atanasio
Cf. Ep. I, 2 , 5 ; III, 1 , 2 ; 3 , 5 .
86. abundantemente usado en relación
8 7 . Cf. Ep. III, 2 , 2 . Véase tam- al Verbo y al Espíritu, especialmen-
bién P. GALTIER, Le Saint Esprit en te en la expresión «propio de la
nous d'aprés les Peres grecs, Romae esencia de», y constituye la fórmula
1 9 4 6 , págs. 1 2 7 - 1 2 8 . atanasiana preferida de la ortodoxia,
8 8 . Cf. Ep. 1, 2 8 , 3 . fórmula equivalente al homooúsios
8 9 . Cf. Ep. I, 1 7 ; 3 , 6 ; 1 , 1 4 ; III, comprendido en el sentido de con-
7,4. sustancialidad, no sólo con identidad
90. Cf. Ep. I, 16; III, 6, 5. de naturaleza específica, sino tam-
91. Cf. Ep. I, 30. bién rigurosa y numérica, cf. C H .
Introducción 21

mooúsion™ y no de una sustancia distinta allotriooúsion" ni


100
extraña heterooúsion . No es extraño a Dios, le está unido
101
y no es extraño a la divinidad del Padre y del Hijo .
La concepción de los trópicos no se puede mantener,
porque al igual que el Hijo es propio ídion del Padre y está
102
unido al Padre, el Espíritu es propio ídion del Hijo y está
103
unido al Hijo y por El al Padre , y ese carácter de propie-
dad expresa la intimidad e inseparabilidad del Espíritu con
el Padre y el Hijo como una cosa propia de la divinidad que
104
hay en la Trinidad . Este carácter de propiedad o perte-
nencia implica que lo que digamos acerca del ser o natura-
leza del Espíritu se afirma consecuentemente de aquel a quien
pertenece. La afirmación de su creaturidad afectaría también
105
al Verbo y enseguida, después, inevitablemente al Padre.
Negar al Espíritu supone negar al Hijo (porque el Espíritu
106
es propio s u y o ) y negar al Hijo es negar al Padre (por-
que el Hijo es propio del Padre), con lo cual negar al Es-
107
píritu conduce a negar al Padre . Si se dice que el Espíri-
tu es criatura, se blasfema contra el Espíritu, se blasfema
contra la Trinidad, se destruye la Trinidad. Y como la Tri-
nidad es conocida a partir del Padre, la fe en El lleva im-
108
plicada la fe en el Hijo y la fe en el Espíritu .
Al creyente le basta con saber que el Espíritu no es cria-
109 110
tura y que pertenece a la Trinidad , de lo contrario Cris-

HAURET, Comment le 'Défenseur de 2 1 , 3.4; 23, 5; 25, 1.2.6; 26, 1.4; 27,
Nicée' a-t-il compris le dogme de 2-4; 32, 1; IV, 20, 2.
Nicée?, Bruges 1936, págs. 94-95; G . 103 Cf. Ep. III, 1, 4.
GIULIANI,, o. c, págs. 135-157. 104. Cf. Ep. I, 2 1 .
98. Cf. Ep. I, 27, 3. 105.CÍ. Ep. I, 2 1 , 1.
99. Cf. Ep. III, 6, 4. 106. Cf. Ep. I, 14.
100. Cf. Ep. I, 2, 3. 107. Cf. Ep. I, 2, 5.
1 0 1 . Cf. Ep. I, 12; 17, 1; 20, 1; 108. Cf. Ep. III, 6, 5.
25, 1.5; 27, 4; 28, 2. 109. Cf. Ep. I, 17, 1-2; IV, 7, 1.
102. Cf. Ep. I, 2, 5; 1 1 , 4; 12, 5; 110. Cf. Ep. I, 2 1 , 5.
22 Introducción

to en el bautismo no uniría a los hombres consigo y con el


111
Padre mediante el Espíritu . Por pertenecer a la naturaleza
112
de Dios y estar unido a la divinidad del Padre , siendo pro­
pio de Dios puede hacernos partícipes de ella y divinizar­
113 iU
nos . Aunque Atanasio no lo llama directamente theós , sí
115
dice theologoúmenon y le atribuye todas las características
116
o propiedades divinas que las Escrituras aplican al Padre y
117
al Hijo: santifica, renueva, vivifica, es unción y sello , es in­
mutable, invariable, incorruptible, inalterable, inmenso, om­
118 119 120 121
nipresente , es único, indivisible , eterno y creador .
En torno al origen del Espíritu, Atanasio tiene presen­
te y rechaza la dificultad irreverente, impía y blasfema plan­
teada por los trópicos: si el Espíritu tiene su origen en el
Padre ha de ser otro hijo de Dios y si deriva del Hijo sería

111. Cf. Ep. I, 6 , 3 ; 2 4 , 2 ; 2 5 , 3 ; aufkommen, wenn er ihn auch


29, 1-2; IV, 7 , 1 . nicht formell G o t nennt". En Ep.
1 1 2 . Cf. Ep. I, 1 2 , 1 . 3 ; 2 5 , 6 . I, 2 8 , 2 se dice theologouméné
1 1 3 . Cf. Ep. I, 2 4 , 1 . 3 . aplicado a la Trinidad.
1 1 4 . Atanasio afirma que en la 1 1 6 . Cf. sobre las propiedades
Iglesia se predica un solo Dios, el divinas del Espíritu en G. GIULJANI,
Padre del Logos {Epístola a Epicte- o. c, págs.l 1 3 - 1 2 0 .
to, 9 : PG 2 6 , 1 0 6 5 B ) . N o es el 1 1 7 . Cf. Ep. I, 2 3 . 2 4 ; III, 3 .
único autor del siglo IV que no 118. Cf. Ep. I, 2 6 .
llama explícitamente Dios al Es­ 119. Cf. Ep. I, 2 7 .
píritu Santo, por ejemplo, CIRILO 120. Cf. Ep. III, 7 , 2 . 4 ; I, 3 0 , 1 .
DE JERUSALÉN, Cat., XVI, 1-2.24, 121. Cf. Ep. I, 9 , 6 ; 2 8 , 2 ; 3 1 , 2 ;
BASILIO DE CESÁREA, Ep. 113; 258, I I I , 4 , 5 ; 5 , 1 . Cf. T. E TORRANCE,
2 . Tampoco lo llama así la Escritu­ "Spiritus Creator: A Consideration
ra. A u n así leemos en Ep. I, 1 7 , 1 : of the teaching of St. Athanasius
la Trinidad es toda entera un solo and St. Basil", en: ID., Theology in
Dios. Reconstrucción, London 1 9 6 5 , pág.
115. Cf. Ep. I, 3 1 , 2. Cf. A . 2 1 6 ; A. LAMINSKI, O. C, págs. 1 4 0 -
LAMINSKI, O. C, págs. 140-141 y 1 4 1 . Atanasio no aplica directa­
en págs. 1 4 2 - 1 4 3 : "Athanasios mente el término creador al Espíri­
lásst über das góttliche Wesen des tu, pero es fácil deducirlo, cf. Ep. I,
Heiligen Geistes keinen Zweifel 2 8 , 2 ; I I I , 5 , 1 y nota 5 1 .
Introducción 23

122
hijo del Hijo y nieto del Padre . La respuesta sigue la ins­
123
piración de la Escritura : El Espíritu tiene su origen de
124 125
Dios ek toü theoü , viene del Padre ek toü patrós , no
como las criaturas que provienen de la nada ek toü me
126
óntos . Dios es 'el que es' ho on y las criaturas son 'lo que
no es' íó me ón. Hay un abismo entre uno y otras. El ori­
gen del Espíritu está en Dios, viene de El ex hoü. Por este
proceder ek toü theoü significa que el Espíritu es increado.
El Espíritu procede del Padre ek patrós légetai ekporeúes-
127
thai , pero Atanasio no especifica en qué se diferencia esta
procesión del origen del Hijo que tiene su origen en el
12
Padre toü ek patrós homologouménou *. Pero no hay que
ser osados investigando el origen del Espíritu hasta el
129
punto de querer saber el cómo .

4. LAS EPÍSTOLAS A SERAPIÓN

Ya conocemos el origen de estas Epístolas de Atana­


sio, como también a su destinatario, el obispo Serapión de
Thmuis. Recibida la prolija Epístola I, Serapión ruega a Ata­
nasio que le elabore un resumen de aquella (cf. Epístola II,
1, 2) y Atanasio responde con Epístola II-III. La II es un
resumen de la doctrina sobre el Hijo y la III un resumen
de la I. Nuevamente Serapión escribe a Atanasio y obtiene
de éste la Epístola IV, en la que desarrolla algunos temas de
la primera. De todas ellas la más importante es la Epístola I

122. Cf. Ep. I, 1 5 , 1; 16, 6; IV, 127. Cf. Ep. I, 2. 2 0 . 1 1 .


1, 4; 5, 1; 7, 1. 128. Cf. Ep. I, 20. Atanasio sólo
123. Cf. Ep. I, 16.19; IV, 5.7. afirma que hay dos procesiones u
124. 1 C o 2, 12; cf. Ep. I, 22.25; orígenes en Dios, pero no explica la
III, 1; 2, 3; IV, 2. diferencia entre ellas. N o lo hace
125. Cf. Ep. I, 14.15.33. porque la Escritura no lo explica.
126. Cf. Ep. I, 22.25; III, 2, 3. 129. Cf. Ep. IV, 5.7.
24 Introducción

que contiene los argumentos fundamentales de Atanasio


para refutar a los nuevos herejes.

a) Epístola I

He aquí las líneas generales de su argumento:

Atanasio acusa recibo de la carta de Serapión y le ex­


presa los diversos sentimientos que le ha provocado. De
especial importancia, el abatimiento por la nueva herejía,
que no es nueva porque es doctrina arriana (I, 1, 2-3; 2,
1), de los que afirman que el Espíritu Santo es una cria­
tura, concretamente un ángel, aunque de un orden supe­
rior (I, 1, 2).
El error sobre el estatuto del Espíritu conduce a errar
sobre el Hijo y, consiguientemente, también sobre el Padre,
en definitiva sobre la Trinidad; como también pensar co­
rrectamente sobre el Verbo implica pensar bien sobre el
Espíritu, que procede del Padre y es propio del Hijo (I, 2,
1-5).
Que el Espíritu sea una criatura, estos herejes, llama­
dos trópicos, pretenden deducirlo de A m o s 4, 13 (I, 3, 2).
Y que sea un ángel lo deducirían de 1 Timoteo 5, 21 (I,
10, 4-5) y de Zacarías 1, 9 (I, 11, 3). A la herejía subyace
un modo particular (invención de tropos [I, 7, 1; 10, 4]) de
interpretar los pasajes citados, al que Atanasio opone una
clara regla hermenéutica para determinar cuándo un texto
bíblico que contenga el término pneüma significa el Espí­
ritu Santo: el uso del artículo y el contexto (I, 4, 1-5). Y
aduce textos del Antiguo y del Nuevo Testamento que
confirman la objetividad de la regla hermenéutica (I, 4, 1-6,
10). En A m o s 4, 13 el término pneüma no tiene artículo
y su significado concreto es viento (I, 7, 1-8, 4); y se am­
plía la interpretación del pasaje al espíritu humano en cuan-
Introducción 25

to creado, es decir, renovado en Cristo y en el Espíritu (I,


9, 1-8); y al trueno consolidado se da un sentido cristoló-
gico y pneumatológico (I, 1, 10-3).
Los trópicos identificaban el ser creatural del Espíritu
con un ángel de orden superior (I, 10, 5) y pretendían de­
ducirlo de 1 Timoteo 5, 21 y de Zacarías 1, 9 (I, 10, 4-15,
1), donde no aparece el término pneüma, sino el término
ángel. En 1 Timoteo 5 , 2 1 se mencionan Dios, Cristo y los
ángeles, y de la no mención del Espíritu concluyen los tró­
picos que pertenece al mundo angélico (I, 10, 5; 13, 4). El
texto de Zacarías 1, 9 pierde toda su fuerza probante, por­
que el ángel de este pasaje se contradistingue del Espíritu
Santo en Zacarías 4, 5-6 (I, 11, 4). Atanasio atribuye a esta
interpretación un origen gnóstico valentiniano (I, 10, 6; 11,
2), y muestra cómo la Escritura nunca llama ángel al Es­
píritu, sino Paráclito, Espíritu de Dios, de Cristo, de san­
tificación, etc. (I, 11, 1; 4, 1). Por otra parte, si el argu­
mento de la no mención de una persona se aplica a diversos
textos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, ha­
bría que deducir que no existe o que es criatura; en todo
caso, se obtendría una visión herética de la Trinidad (I, 13,
4-14, 3). La fe apostólica muestra que mencionar una per­
sona divina implica la mención de las otras (I, 14, 4), y
este principio es el que hay que aplicar a 1 Tm 5, 21 (I,
14, 5-15, 1).
Pero los trópicos usan también otros argumentos de
tipo racional contra la divinidad del Espíritu Santo. For­
mulan que si el Espíritu procede del Padre, es también hijo,
con lo que habría y a dos hermanos y el Verbo no sería
unigénito; y si es Espíritu del Hijo, el Padre sería abuelo
(I, 15, 2; 25, 2ss.). Lo absurdo de estas objeciones se plas­
ma en las contrapreguntas ad hominem que les formula
Atanasio, a conciencia de su ilicitud, sobre los antepasa­
dos de Dios Padre (I, 15, 4). En Dios sólo hay un único
Padre y un único Hijo (I, 16, 2) y cada uno es sólo lo que
26 Introducción

es siempre y para siempre (I, 16, 5), lo que hace imposi-


ble que se le aplique la terminología humana de hermano
y abuelo (I, 16, 6).
Ni la palabra humana es adecuada para expresar el Mis-
terio, ni el entendimiento humano puede traspasarlo, con lo
que la verdadera actitud creyente es la fe y la obediencia (I,
17, 2-3), único modo de acceder a la Trinidad (I, 20, 4), aca-
tando el lenguaje bíblico, que es apto y suficiente (I, 19, 1)
para hablar de Dios con sencillez y reverencia (I, 20, 5-6):
fuente, río, agua, luz, resplandor, etc. (I, 19, 2-10), que nos
muestra la coinexistencia e inseparabilidad de las divinas
personas entre ellas y de ellas en nosotros (I, 20, 2-3), po-
niendo de manifiesto que existe un estrecho paralelismo de
la relación que el Espíritu tiene con el Hijo y la que el Hijo
tiene con el Padre (I, 20, 7-21, 3), de donde se sigue que el
Espíritu no es criatura ni puede ser separado del Verbo, pues
la Trinidad no es imperfecta (I, 20, 3). Queda refutada la
blasfema herejía de los trópicos que es fruto de la ignoran-
cia (I, 20, 4).
En una segunda parte, analiza Atanasio el testimonio de
la Escritura sobre el Espíritu. ¿Es criatura o pertenece a
Dios, a la Trinidad? (I, 21, 5). Mientras las criaturas vienen
de la nada y comienzan a existir, el Espíritu tiene su origen
en Dios y, por tanto, no puede venir de la nada, ni ser cria-
tura (I, 22, 1-3); es Espíritu de santificación y de renova-
ción, mientras que las criaturas son santificadas y renova-
das (I, 22, 4-23, 1); es vivificador (I, 23, 2-3), unción y sello
que nos hace participar de Dios y nos une al Padre y nos
diviniza (I, 23, 4-24, 5); y es imagen del Hijo (I, 24, 6), no
es criatura y es propio del Hijo (25, 1).
Atanasio retoma ahora la objeción que si el Espíritu pro-
cede es también hijo (I, 25, 2; 15, 2). Pero la Escritura no
lo llama hijo, sino Espíritu de Dios con origen en Dios, y
otros nombres que lo muestran como propio del Hijo y pro-
pio de la sustancia del Hijo y de la divinidad del Padre, de
Introducción 27

modo que en el Espíritu alcanza la Trinidad su perfección


(I, 25, 2-5), y en El las criaturas son divinizadas. No puede,
pues, ser una criatura (I, 25, 6). El Espíritu es inmutable,
inalterable, invariable, incorruptible (I, 26, 2-4), lo llena todo
(I, 26, 5-6), es participable y comunicable (I, 27, 1-2), es uno
solo, único (I, 27, 3). Todas estas características lo muestran
como no criatura, sino propio de la esencia y divinidad del
Hijo, perteneciente a la Trinidad (I, 27, 4).
Esta doctrina bíblica queda confirmada por la Tradición
que de Cristo por medio de los Apóstoles y los Padres llega
a la Iglesia católica (I, 28, 1). La Trinidad es santa y per-
fecta, no meramente nominal, sino en realidad y por sub-
sistencia. La Iglesia lo ha aprendido del mandato misional
(Mt 28, 1) que el mismo Señor ha puesto como fundamen-
to de la Iglesia (I, 28, 2-29, 1). En consecuencia de la doc-
trina de los trópicos, el bautismo administrado por ellos se
lleva a cabo en una Diada y no une a Dios, no transmite
esperanza y es vano (I, 29, 1 -4), ni seguro ni verdadero por
intentar dividir a la Trinidad indivisible, al excluir a uno de
ellos del bautismo (I, 30, 1-5). Todo desciende del Padre,
como actividad única de la Trinidad, donde todo se realiza
mediante el Verbo en el Espíritu, en actuación inseparable
del Espíritu con el Verbo, al que pertenece como propio y
propio también del Padre (I, 30, 6-32, 1), Trinidad única,
tal como enseña la fe de la Iglesia católica (I, 32, 1).
Los trópicos están en desacuerdo con las Escrituras y
concuerdan con los arríanos, aunque finjan oponerse a ellos,
por lo que estos mismos los desprecian. Y todos los con-
denan como adversarios del Espíritu. Los verdaderos cre-
yentes tienen, por el contrario, consigo al Señor, al Espíri-
tu y al Padre (I, 32, 2-3).
Atanasio se despide de su corresponsal. Ha transmitido
la fe apostólica, tal como la aprendió en consonancia con
las Escrituras. La Trinidad es una e indivisible. El Espíritu
es inseparable del Hijo, como el Hijo lo es del Padre. El
28 Introducción

Espíritu procede del Padre. Connumerar al Espíritu entre


las criaturas es blasfemia sobre la que pesa la amenaza de
un castigo irremisible (I, 33, 1-6).

b) Epístola II

La Epístola II responde a la petición de Serapión de que


130
Atanasio le hiciera un resumen o compendio de la Epístola I .
La Epístola II ha sido compuesta, pues, después de la Epísto-
la I. Pero además, las Epístolas II y III parecen ser primera y
segunda parte de una sola epístola, como lo indicó ya Bernard
131
de Montfaucon y, como se va repitiendo una y otra vez desde
132
entonces . Pero se continúan editando separadas para no pro-
vocar confusión a la hora de citarlas, o de identificar las refe-
rencias que de las mismas den los diversos autores.
La Epístola II presenta las pruebas de la divinidad del
Hijo y termina abruptamente sin doxología. No era esto lo
que le había solicitado Serapión. Y el mismo Atanasio había
considerado en Epístola I, 2, 1 que no tenía que añadir otra
respuesta sobre la divinidad del Verbo a lo ya escrito, refi-
riéndose probablemente a sus Discursos contra los arríanos.
La Epístola III resume la doctrina de Epístola I, 22-31, sa-
tisfaciendo así propiamente a la petición de Serapión.

He aquí un resumen de la Epístola II:

Serapión le ha pedido un resumen de la Epístola ante-


rior. Atanasio lo satisface, pero se detiene antes en refutar

130. Cf. Ep. I I , 1, 2. chen Literatur, Freiburg im Breis-


1 3 1 . P G 2 6 , 525-528. y 624 gau 1 9 1 2 , I I I , págs. 7 0 - 7 1 ; J . LEBON,
nota 73. o. c, págs. 2 5 - 2 6 y 3 1 - 3 2 ; K L . FITS-
132. Por ejemplo O . BARDEN- CHEN, o. c, págs. 1 4 3 - 1 4 4 .
HEWER, Geschichte der Altkirchli-
Introducción 29

los errores cristológicos de los arríanos, fruto de una inter-


pretación racional y fundamentalista de las Escrituras. De-
bieran aplicarse literalmente el "comamos y bebamos, que
mañana moriremos" y desaparecería la herejía (II, 1, 1-4).
Lo que nos enseña la Escritura es que Dios es fuente
manante, luz resplandeciente y padre fecundo en su Verbo.
Y todo lo que tiene el Padre, lo posee también el Hijo. Así
eternidad, omnipotencia, luz verdadera y Dios verdadero.
Ni al Padre ni al Hijo se le puede aplicar la sentencia arria-
na: "hubo un tiempo en que no existía", como que son una
misma cosa y quien ve al Hijo, ha visto al Padre (II, 2, 1-
7). Llamar criatura al Hijo, implica necesariamente llamar
criatura al Padre. Todos los atributos del Padre se encuen-
tran también en el Hijo. El Hijo es omnipotente, inmuta-
ble e inalterable como el Padre. Y ninguna criatura posee
tales atributos (II, 3, 1-6). Mientras que lo creado no exis-
tía, fue hecho y comenzó a existir, el Hijo es Dios sobre
todas las cosas, Dios verdadero como el Padre, está en el
Padre y el Padre en Él. Las cosas, por el contrario, son he-
chas y creadas. Y los que se llaman "dioses" lo son única-
mente por participación del Hijo (4, 1-5). El Hijo no tiene
semejanza alguna con las criaturas, su esencia le viene de ser
propio del Padre y le es "consustancial (bomooúsios)" y "de
la esencia del Padre", como dijeron los Padres del Concilio
de Nicea. Y por ser tal, el Hijo posee todas las propieda-
des de Dios: omnipotencia, inmutabilidad, etc., propiedades
que una criatura no puede poseer (II, 5, 1-3).
Es una impiedad llamar criatura al Verbo de Dios.
Nuestra fe es en el Padre y en el Hijo y en el Espíritu Santo,
según las palabras del Hijo en Mt 28, 19. Y si Dios es lla-
mado Padre es porque tiene un Hijo, que es tal por natu-
raleza y le es consustancial. Así los hombres hacen cosas,
pero no las engendran. Engendran hijos, que le son con-
sustanciales. Cuando hablamos de que el Verbo es consus-
tancial al Padre, decimos que es su Hijo. Al Padre se le co-
30 Introducción

noce, se le canta, se le bendice y glorifica por medio del


Verbo que es su Hijo y no una criatura (II, 6, 1-6).
Pero los arríanos insisten, apoyándose en Proverbios 8,
22, donde en relación al Verbo se lee "me creó" y, en conse­
cuencia -dicen-, es una criatura. Esta exégesis desconoce la
finalidad de las Escrituras y la característica propia del cris­
tianismo, a saber, que el Hijo de Dios en la plenitud de los
tiempos se hizo hombre por nuestra salvación, y actuando
como hombre ha vencido a la muerte, está sentado junto al
Padre desde siempre y para siempre (II, 7, 1-5). Este rasgo
distintivo del cristianismo llega a nosotros desde los Após­
toles a través de los Padres. En la lectura de las Escrituras
hay que distinguir cuándo nos habla de la divinidad del Verbo
y cuándo de su humanidad, sin confundir una y otra, como
les ocurre a los arríanos. Atanasio aplica este principio a di­
versos textos y concluye que Proverbios 8, 22 se refiere a la
humanidad del Verbo y no a su divinidad (II, 8, 1-6).
La misma aplicación tiene el pasaje sobre la ignorancia
del Hijo acerca de la hora (Me 13, 32), pues en cuanto hom­
bre está sometido a la ignorancia propia de los hombres,
pero en cuanto Hijo conoce al Padre (Mt 11, 27) y, con
mayor razón, también conoce "aquel día" (Me 13, 32), pues
El es el Verbo que hizo todas las cosas, por más que los
arríanos revienten de ignorancia.

c) Epístola III

He aquí un resumen de la Epístola III:

Atanasio se excusa de haberse detenido hablando sobre el


Hijo y retrasando la respuesta a lo que se le había pedido. La
razón ha sido, porque, en virtud de Juan 16, 13-14, del co­
nocimiento del Hijo se pudiese conocer al Espíritu, ya que la
relación del Hijo con el Padre es idéntica a la del Espíritu con
Introducción 31

el Hijo. Todo lo del Padre está en el Hijo y por medio del


Hijo está en el Espíritu. Y el Espíritu siendo del Hijo es del
Padre, es decir, de Dios (III, 1, 1-4).
Si se llama criatura al Espíritu, se le llama también al Hijo
y, en definitiva, al Padre. Así pues, los mismos argumentos
por los que se prueba la no creación del Hijo, prueban la no
creaturidad del Espíritu (III, 2, 1-2). Mientras las criaturas vie-
nen de la nada y tienen un comienzo temporal, el Espíritu
tiene su origen en Dios, es Espíritu de Dios y, como el Hijo
tiene su origen en Dios y no puede ser criatura, igualmente
tampoco lo puede ser el Espíritu (III, 2, 3). El Espíritu es un-
ción y sello, en tanto que las criaturas son ungidas por el Es-
píritu y reciben su impronta (III, 3, 1-2). Él es perfume y
forma del Hijo, como el Hijo es forma del Padre. El que tiene
al Espíritu, tiene al Hijo y se convierte en templo de Dios. Es
claro que el Espíritu no puede ser criatura (III, 3, 3-4). Fren-
te a la multiplicidad de las criaturas, está la unicidad de Dios,
la unicidad del Verbo y la unicidad del Espíritu. No siendo
el Hijo criatura, tampoco lo será el Espíritu. Verdaderamen-
te, el conocimiento del Espíritu se adquiere del conocimien-
to del Hijo (III, 3, 5).
También los argumentos hay que tomarlos del Hijo. Al
igual que el Hijo, el Espíritu lo llena todo y es creador. El
Padre lo crea todo por medio del Verbo en el Espíritu (III, 4,
2-5, 1). El Espíritu es inseparable del Verbo, en la creación,
en la inspiración de los profetas, en la donación de los caris-
mas, inseparable del Padre que por medio del Verbo crea y
lleva a cabo todo en el Espíritu (III, 5, 2-4). La misma Trini-
dad es inseparable. Así en la misma encarnación y en noso-
tros mismos, que viniendo uno vienen los tres, como enseña
la fe de la Iglesia católica, fundada y radicada en la Trinidad
(III, 6, 1-3). Si el Espíritu fuera una criatura no estaría unido
a la Trinidad. Ha sido el mismo Señor quien ha unido al Es-
píritu junto al nombre del Padre, indicando que la Trinidad
no está compuesta de Creador y criatura, sino que sólo hay
32 Introducción

una divinidad de la Trinidad, que se conoce a partir del Padre.


La fe en el Padre lleva implicada la fe en el Hijo y en el Es-
píritu Santo (III, 6, 4-5). Esto es lo característico de la fe ca-
tólica.
La Trinidad ¿es eterna o no? Si es eterna, el Espíritu tam-
bién lo es juntamente con el Verbo. Las criaturas tienen un
comienzo temporal, si también lo tuviera el Espíritu, en lugar
de Trinidad existiría una diada, como impíamente dicen los
trópicos, que por la adición de una criatura se ha convertido
en Trinidad (III, 7, 1-3). Pero la Trinidad no contiene en sí
nada de creado. Existía siempre y existirá siempre como Tri-
nidad, en la que está el Padre y el Hijo y el Espíritu, Dios
bendito por los siglos (III, 7, 4-5).
Atanasio se despide, exhortando a su corresponsal a que
lea el escrito a los hermanos en la fe y que refute a los ad-
versarios para que se conviertan, so pena de oír que no ten-
drán perdón ni en este mundo ni en el futuro.

d) Epístola IV

La Epístola IV remite también a las anteriores y respon-


de a un nuevo reclamo de Serapión. El texto tal como se pu-
blica en el Migne comprende 23 capítulos. El editor Mont-
faucon, basándose en dos mss. que presentaban todo el texto
seguido, los publicó como un único texto. Ahora bien, en los
133
capítulos 1-7 se responde a por qué el Espíritu no es Hijo ,
aunque procede de Dios y, resuelta esta cuestión se concluye
con una doxología. Los siguientes capítulos (8-23) versan
sobre cómo entender el pecado contra el Espíritu Santo. Es,

133. «Pero no puede responder plente del Hijo» ( R . P. C. HANSON,


a esto, porque casi no tiene otro The Search for the Christian Doc-
concepto de la función del Espíritu trine of God, pág. 751).
que el de ser una especie de su-
Introducción 33

pues, una exégesis neotestamentaria de Mt 12, 32 donde Ata-


nasio da una interpretación cristológica del pasaje bíblico.
Se discute si estas páginas forman parte de la Epístola IV,
pero no se discute la autoría atanasiana. Si en el capítulo 7 nos
encontramos con la doxología conclusiva de la Epístola; si ade-
más algunos mss. griegos presentan el texto de IV, 8-23 como
un escrito independiente, con título propio sobre la interpre-
134
tación de Mt 12, 32 y separado del resto de la Epístola IV ;
y si la interpretación que se ofrece del pneüma bagion de Mt
12, 32 es cristológica en el sentido de divinidad de Cristo, pa-
rece que lo que hay que concluir es que estos capítulos no
pertenecen a la Epístola IV, pero que por su interés teológico
bien merecen su publicación como apéndice la misma. Es tesis
135 136
comúnmente admitida , aunque no por todos .

He aquí el resumen de la Epístola IV y del Apéndice:

Atanasio responde nuevamente a Serapión. Los herejes in-


sisten en sus tesis, y así se justifican ante aquellos a quienes
engañaron. No les ha bastado con la respuesta dada, y per-
sisten en ultrajar al Espíritu con preguntas del orden de si el

134. Cf. H. G. Orrz, Untersu- PLAND, o. c, pág. 1 2 ; K L . FITSCHEN,


chungen zu Uherlieferung der Sch- o. c, pág. 1 3 7 ; G . GIULIANI, O. C ,
riften des Athanasius, Berlin 1935, pág. 4 1 .
pág. 163; M. TETZ, "Zur Edition der 1 3 6 . J . LEBON, Lettres a Sera-
dogmatischen Schriften des Atha- pión, pág. 3 2 - 3 9 ; Lebon justifica
nasius von Alexandrien", Z K G 67, su opción indicando que Atanasio
1955/56, 63s. en Ep. I, 3 , 1 ; III, 7 , 6 ; cita el pa-
135. Cf. M. GEERARD, Clavis saje de M t 1 2 , 3 2 contra los trópi-
Patrum Graecorum, Turnhout cos. Le siguió E . CATTANEO, Let-
1974, vol. II 14 (n° 2096); A . tere a Serapione, pág. 1 5 ; H. SAAKE,
STÜLCKEN, Athanasiana. Literar- "Beobachtungen zur Athanasis-
und dogmengeschichtliche Unter- chen Pneumatologie", N Z S T 1 5 ,
suchungen, TU 1 9 / 4 , Leipzig 1973, págs. 3 5 6 - 3 5 9 ; M. TETZ, At-
1899, págs. 58-60; C . R . B. S H A - hanasius, T R E IV ( 1 9 7 9 ) col. 3 4 4 .
34 Introducción

Espíritu no es criatura, es hijo y así ya hay dos hermanos; o


si el Espíritu toma del Hijo y éste lo da, entonces el Padre es
abuelo y el Espíritu nieto (IV, 1, 1-4). En esto hablan como
griegos y no como cristianos.
Atanasio les planteará las mismas preguntas que ellos
formulaban, para que se den cuenta de la propia necedad. Lo
hace desde el presupuesto de que los trópicos leen las mismas
Escrituras que los cristianos. ¿Es el Espíritu hijo y el Padre
abuelo? Dudarán en responder si sí o si no. Pero si respon-
den: 'No lo sabemos', Atanasio callará, para que se descubra
la ignorancia de ellos (IV, 2, 1-5). Si el Espíritu profetiza en
los profetas y también lo hace el Verbo ¿es que hay dos Ver-
bos, uno el Espíritu y otro el Hijo? Y si el Verbo crea y tam-
bién el Espíritu ¿hay dos creadores? (IV, 3, 1-2). Si el Hijo es
imagen del Padre y el Espíritu es imagen del Hijo, ¿es abue-
lo el Padre? Si el Hijo viene en nombre del Padre, y el Padre
envía al Espíritu en nombre del Hijo ¿es abuelo el Padre? (IV,
3, 3-4).
Los trópicos han enmudecido, mas lo que deben hacer es
aprender de las Escrituras, que no llaman al Espíritu hijo, ni
al Hijo Espíritu Santo. Y cada nombre tiene su propio senti-
do. Así 'Hijo' indica que es fruto de la generación de la sus-
tancia y de la naturaleza del Padre. Y Espíritu 'de Dios' sig-
nifica que está en Dios y que no es extraño ni a la naturaleza
del Hijo ni a la divinidad del Padre. El Padre envía al Espí-
ritu, el Hijo lo da a sus discípulos y cuando el Verbo venía a
los profetas, estos profetizaban en el Espíritu (3, 5-8). El Es-
píritu no es hijo, pero está vinculado al Hijo como Espíritu
de filiación. Participando del Espíritu se tiene al Hijo y te-
niendo al Hijo tenemos al Espíritu que clama: ¡Abbá! Es Dios
el que ha puesto los nombres de Hijo y de Espíritu, y no se
pueden cambiar: el Padre es Padre y no abuelo; el Hijo es
Hijo de Dios y no padre del Espíritu; y el Espíritu Santo es
Espíritu Santo y no es nieto del Padre ni hermano del Hijo
(IV, 4, 1-3).
Introducción 35

La fe sigue la Escritura y es de necios preguntarse por


qué las cosas son así y no de otra manera. La fe exige un co-
nocimiento no curioso y rebuscado, sino como el que tuvie-
ron los Apóstoles que no se preguntaron por qué al Hijo se
le nombra en segundo lugar y al Espíritu en el tercero, ni
plantearon las necias preguntas de los trópicos. Les bastaba
con lo que había dicho el Señor, y eso y en ese orden lo pre-
dicaron. Quizá todavía algunos continúen planteándose las
mismas preguntas de los trópicos, como Eunomio, Eudoxio,
Eusebio y otros. Pero esas preguntas brotan de la necedad que
les llena el corazón (IV, 5, 1-4). Preguntas como las que hacen
los trópicos y otras que podrían formular, les apartan de la
Trinidad, los convierten en ateos y reproducen las teogonias
de los griegos. No es esa la fe la Iglesia, que queda fijada por
el Señor con unos nombres que no se pueden cambiar. Si entre
los hombres uno puede ser hijo y padre, no en Dios, donde
cada uno es exclusivamente el que ha sido, el que es y el que
será para siempre.
La Trinidad es inalterable y la divinidad es una sola. Así
que dejaremos de continuar respondiendo a los trópicos, para
no contravenir al Apóstol (Tit 3, 10), y limitémonos a darles
consejos (IV, 6, 1-8). No os burléis más con vuestras ocu-
rrencias. Limitaos a creer que el Espíritu no es una criatura,
sino Espíritu de Dios en el que está la Trinidad, Padre e Hijo
y Espíritu Santo. Y no juguéis a cambiar los nombres. En la
Trinidad hay un solo Dios, como una sola es la fe y uno solo
el bautismo y una sola consagración en Cristo nuestro Señor.
Doxología (IV, 7, 1-2).

e) Apéndice

Serapión le había preguntado por el texto del pecado


contra el Espíritu Santo. Y Atanasio se sentía abrumado ante
la tarea de interpretar el pasaje, pero se decide a escribir
36 Introducción

sobre el argumento, para evitar que Serapión le vuelva a in-


sistir. Se reproduce el texto de Mateo 12, 31-32 con su con-
texto inmediato y la pregunta de Serapión de por qué la
blasfemia contra el Hijo se perdona, mientras que la dirigi-
da contra el Espíritu no se perdona ni en este mundo ni en
el otro (IV, 8, 1-4). Sobre este tema escribieron Orígenes y
Teognostos y dijeron que hay blasfemia contra el Espíritu
cuando los que en el bautismo han sido juzgados dignos del
don del Espíritu vuelven a pecar. La misma doctrina se en-
cuentra en la Carta a los Hebreos 6, 4-6. Aquellos autores
añaden una opinión personal (IV, 9, 1-2).
Atanasio cita el texto de Orígenes sobre el diverso al-
cance de la actividad de las personas divinas: la actividad
del Padre alcanza todo y a todos; la del Hijo sólo a los ra-
cionales; la del Espíritu a los bautizados y si un bautiza-
do peca, peca contra el Espíritu (IV, 10, 1-3). Cita también
un pasaje de Teognostos donde se especifica que los que
han gustado el don celestial del Espíritu y han alcanzado
la perfección, si pecan no tienen excusa posible, sin que
esto signifique superioridad del Espíritu sobre el Hijo (IV,
11, 1-4).
Atanasio examina dichas opiniones, por si tuvieran un
sentido oculto más profundo. En virtud de la inseparabili-
dad de las personas divinas, quien peca contra el Hijo, peca
también contra el Padre y contra el Espíritu. Como el bau-
tismo se recibe en el nombre de los Tres, pecar después del
bautismo es pecar contra la santa e inseparable Trinidad (IV,
12, 1-3).
El Señor hablaba con fariseos que no habían recibido el
bautismo ni el Espíritu, por tanto, no podían pecar contra
el Espíritu aún no recibido. Y sin embargo, los acusa de esta
blasfemia, aunque no habían recibido el bautismo. Consi-
guientemente, este dicho del Señor no se aplicaría a los que
pecan después del bautismo. Además una cosa es un peca-
do y otra una blasfemia. Jesús los había acusado otras veces
Introducción 37

de varios pecados, invitándoles a la conversión. Pero poner


a Jesús en relación con Belcebú, eso es una blasfemia im-
perdonable (IV, 12, 4-6).
Si el Señor se refiriera a los y a bautizados y para ellos
no hubiera perdón, ¿cómo interpretar que Pablo ofrezca
perdón a los arrepentidos en Corinto y a los de Galacia?
¿Y por qué censurar a Novaciano que niega la penitencia
posbautismal? El texto de Hebreos 6, 4-6 no excluye el per-
dón posbautismal, sino la posibilidad de un segundo bau-
tismo. Sólo hay un único bautismo (Ef 4, 5). Hay diferen-
cia entre los efectos de la conversión (dejar de pecar, aunque
permanecen las heridas del pecado) y los del bautismo
(nuevo nacimiento por el Espíritu) (IV, 13, 1-4).
Para captar el sentido profundo de Mt 12, 31-32, Ata-
nasio ha orado mucho y se sitúa en el horizonte de la eco-
nomía de la salvación (Jn 1, 14; Flp 2, 6-8). Cristo, como
Dios hecho hombre, realiza acciones prodigiosas como Dios
y está sometido a 'pasiones' como hombre. Lo uno y lo
otro lo hacía el Señor como responsable de ambas dimen-
siones de su ser. Diversos ejemplos (IV, 14, 1-5). Unos he-
rejes, viendo la humanidad del Señor, niegan su divinidad
(Jn 1, 1), y otros, considerando su divinidad, niegan su hu-
manidad. El creyente contempla en la humanidad al Señor
y en las debilidades de esa humanidad la energía de su di-
vinidad (IV, 15, 1-2). Si uno, observando las debilidades de
la humanidad del Señor, dice necedades contra el Salvador,
peca gravemente, pero si se convierte puede recibir el per-
dón, porque tiene como excusa la debilidad del cuerpo. Si
otro, contemplando las obras operadas por su divinidad,
duda de su humanidad, también peca, pero si se arrepiente,
Cristo puede perdonarlo, pues tiene como excusa las mara-
villas operadas que superan a los hombres. Pero en el caso
de los fariseos: niegan al Verbo presente en su humanidad y
las obras del Verbo las refieren al diablo, por lo que han co-
metido el pecado imperdonable (IV, 15, 3-5). Los fariseos
38 Introducción

cometieron el pecado imperdonable al atribuir a Belcebú las


obras poderosas que realizaba el Salvador. De haberse fija-
do sólo en lo humano inexplicable (Mt 13, 55; Jn 7, 15; 6,
30; Mt 27, 42), el Salvador les habría perdonado, si se hu-
bieran convertido. Pero endurecidos, atribuyendo las obras
de Dios a Belcebú, blasfemaban contra su Espíritu y por
eso los amenazó con un castigo eterno. Es como si atribu-
yeran la creación del mundo y la providencia de Dios (Gn
1, 1) a Belcebú. Los fariseos son hijos de los que en el de-
sierto atribuyeron la salida de Egipto a un becerro fabrica-
do por ellos mismos. El castigo fue que murieron. Se les
perdonaba que murmuraran por el pan y el agua, pero lo
del becerro fue blasfemo y mereció el castigo que recibie-
ron (IV, 16, 1-6). Los fariseos han hecho como aquellos del
desierto y han merecido la misma condena que tuvo y tiene
para siempre Belcebú. En las palabras del Señor no hay una
comparación de blasfemias dirigidas contra El o contra el
Espíritu Santo, como si entre ellos hubiera uno mayor que
otro, pues todo lo del Padre es del Hijo y el Espíritu reci-
be del Hijo y glorifica al Hijo y el Hijo lo da. Las dos blas-
femias iban contra el Salvador. En cuanto hombre lo insul-
taban los fariseos: de dónde tanta sabiduría, y viendo sus
obras maravillosas las atribuían al diablo: la blasfemia menor
por razón de su humanidad y la mayor por razón de su di-
vinidad (IV, 17, 1-5).
La blasfemia contra el Espíritu está dicha contra el
Señor que refería a sí mismo la frase entera. Las 'pasiones'
(comer, dormir, etc.) son propias de la humanidad, pero las
obras maravillosas son cosa de Dios. Insultar al Señor como
hombre merece un castigo menor, atribuir sus obras divinas
al diablo es imperdonable. Me 3, 29-30 interpretó la blasfe-
mia contra el Espíritu en el sentido hasta ahora expuesto.
El ciego de nacimiento (Jn 9, 32-33) y las multitudes (Jn 10,
21) confirman que Jesús realizaba las obras maravillosas por
su relación con Dios; los fariseos, por el contrario, a pesar
Introducción 39

de sus conocimientos, pecaban atribuyendo las obras de


Dios al demonio, y lo hacían a sabiendas, es decir, para negar
que el que hacía estas cosas era Dios e Hijo de Dios. Po-
dían haber reconocido que Él estaba en el Padre y el Padre
en Él, pero no quisieron. Los fariseos estaban verdadera-
mente endemoniados y les esperaba la condena eterna con
el demonio (IV, 18, 1-7).
El texto bíblico Mt 12, 31-32 se refiere siempre a Cris-
to: Hijo del hombre expresa su realidad corporal; Espíritu
designa su divinidad. El Salvador indicó que lo que puede
recibir perdón es lo dicho contra su humanidad (= Hijo del
hombre) y que lo imperdonable era lo dicho contra su di-
vinidad (= Espíritu). La misma interpretación a partir de Jn
6, 62-63: comer su carne y las palabras que os he dicho son
espíritu y vida: carne y espíritu referidos a Él mismo. Lo
que Él dice es espiritual, no carnal. En cuanto cuerpo dado
como comida no llegaría a ser alimento del mundo entero.
De ahí que mencionara la subida del Hijo del hombre a los
cielos indicando que la comida de su cuerpo era un alimento
espiritual. Ese es el sentido de las palabras "espíritu y vida"
(Jn 6, 63). Así en Jn 4, 24, Dios es espíritu, significa que no
es corporal, sino espiritual (divino). En Lm 4, 20 con la pa-
labra espíritu se expresa la divinidad de Cristo (IV, 19, 1-
8). Si uno escucha al Señor y lo ve como un hombre y se
pregunta sin fe ¿de dónde le viene esta sabiduría?, peca con-
tra el Hijo del hombre. Si ve sus obras realizadas por medio
del Espíritu Santo y las atribuye a Belcebú peca contra su
divinidad. En Mt 12, 31-32: Hijo del hombre se refiere a la
realidad carnal y humana del Salvador; y Espíritu se refie-
re a algo suyo, al Espíritu Santo, en el que todo lo realiza-
ba (todavía estamos en la interpretación que ha venido
dando). Cuando va a morir en Jerusalén, su muerte mos-
traba que tenía verdaderamente un cuerpo, mientras que sus
obras lo mostraban como Dios y, por tanto, inmortal e in-
tocable (IV, 20, 1-3).
40 Introducción

Los fariseos veían que sus hijos hacían también obras


maravillosas y Jesús les pregunta que con qué poder las ha-
cían. Él las hace con el poder del Espíritu de Dios (Mt 12,
27-28). Esta expresión se refiere al Espíritu Santo (como ter-
cero en la Trinidad). Atribuir las obras de Jesús al diablo es
pecar contra el Espíritu Santo y contra el que da el Espíri-
tu. Con esa atribución estaban pecando voluntariamente y
a sabiendas (IV, 20, 4-6).
Los fariseos con estas blasfemias son peores que los
gentiles fabricantes de ídolos. Recibieron una ley y despre-
ciaron a Dios que se la dio. ¿Cómo interpretarán a Isaías
que anunciaba un Cristo que realizaba signos y prodigios?
¿Quién los realizaba? Si dicen que Dios, se autoacusan de
impiedad contra el Señor, y si dicen que Belcebú, entonces
terminarán por decir que el diablo es el creador de todo y
de la naturaleza humana, contra los textos de Gn 1, 1.27;
Dn 14, 4. O quizá digan que lo malo lo ha hecho Dios y
lo bueno Belcebú. Atribuyendo lo bueno no a Dios, sino a
Belcebú, es que están locos y cambian las Escrituras con tal
de negar la venida de Cristo (IV, 21, 1-5)
Los fariseos lo han hecho todo mal y eso a sabiendas:
insultaban al Salvador como hombre y negaban su divini-
dad y además se ponían en manos del diablo, como si éste
los pudiera salvar. Los magos del Faraón terminaron por re-
conocer que el Dedo de Dios actuaba por medio de Moi-
sés. Los fariseos, viendo a la Mano entera de Dios reali-
zando signos, los atribuían al diablo. La locura de los
fariseos puede justificar incluso a los sodomitas y a la igno-
rancia de los gentiles y sólo se puede comparar con los arria-
nos. Los judíos viendo las obras del Padre mediante el Hijo,
las atribuían al diablo; los arríanos viendo las mismas obras
dicen que el Hijo es una criatura que viene de la nada. Los
fariseos acusan al Señor de hacerse Dios siendo un hombre
(Jn 10, 33); los arrianos, viéndole en la pasión, concluyen
que quien padece no puede ser Dios y consustancial al
Introducción 41

Padre. (Se podrían establecer más paralelos entre fariseos y


arríanos) (IV, 22, 1-5).
Fariseos y arríanos tendrán el castigo irremisible (Mt
12, 32). Si uno rechaza al Señor, ¿a quién va a invocar para
que le salve? Sólo Él es la vida (Jn 14, 6) y nos puede dar
descanso ( Mt 11, 28). Por eso a los que lo confiesan y ado-
ran en su carne y en su Espíritu, como Hijo de Dios e Hijo
del hombre, reinarán para siempre en el cielo, según las
promesas del Señor (Mt 25, 46) (IV, 23, 1-2).
Atanasio concluye su escrito remitiéndoselo a Serapión
no como algo totalmente desarrollado, y encomendándole
que él lo complete a partir de las Escrituras. Termina con
una doxología trinitaria (IV, 23, 3).

5. FECHA DE COMPOSICIÓN

Sobre la fecha de composición de las Epístolas a Sera-


pión nos ofrece alguna información el mismo Atanasio, ya
que nos indica que recibió la correspondencia de Serapión
137
estando escondido en el desierto , ante las persecuciones
de los que pretendían quitarlo de en medio. Esta ausencia
forzada de la Sede episcopal alejandrina dura del 356 al 362
y es durante estas fechas cuando Atanasio escribe las Epís-
138
tolas a Serapión . Dentro de ese arco de tiempo, los espe-
cialistas se esfuerzan por precisar más la fecha de composi-
139
ción. Así Cattaneo indica un período que va del 357 al
140
359; Galtier propone del 358 al 361; varios autores preci-

1 3 7 . Cf. Ep. I, 1 , 1 ; 3 3 , 1 1 3 9 . Lettere a Serapione, pág. 1 5


1 3 8 . «Certainly between 3 5 6 1 4 0 . P. GALTIER, Le Saint Esprit
and 3 6 2 » ( H . B . SWETE, The Early en nous d'aprés les Peres Grecs, pág.
History of the Doctrine of the Holy 117.
Spirit, pág. 4 7 ) .
42 Introducción

san aún más indicando del 3 5 9 - 3 6 0 ; entre el 3 5 9 y el 3 6 1 .


1 4 1 1 4 2

Ya se ve que los matices pueden variar, aunque todos se


mantienen dentro de los límites más amplios ( 3 5 6 - 3 6 2 ) y no
todos ellos explicitan los motivos que les determinan a una
datación tan precisa.

6 . L A PRESENTE EDICIÓN

La traducción publicada en el presente volumen está


realizada sobre el texto griego de la PG 2 6 , 5 2 9 - 6 7 6 y he
confrontado mi traducción con la alemana, la inglesa, la
francesa y las italianas, y la traducción española de la Epís-
tola II. De la edición de E. Cattaneo he tomado los epí-
grafes que acompañan la traducción, como también la sub-
división de cada capítulo en parágrafos numerados.
Obviamente ninguna de estas ayudas pertenecen al texto
atanasiano original. Para poder confrontar la traducción
con el texto griego de la Patrología Griega, volumen 2 6 , he
incluido también dentro de paréntesis cuadrados el número
de la columna y la letra correspondiente.

1 4 1 . Cf. J . QUASTEN, Patrología, Thmuis, pág. 1 4 7 .


B A C 2 1 7 , I I pág. 6 1 ; C. R . B. SHA- 1 4 2 . «The Letters to Serapión, ...
PLAND, The Letters of Saint Atha- should be placed between 3 5 9 and
nasius conceming the Holy Spirit, 3 6 1 » ( R . P. C . HANSON, O. C , pág.
pág. 1 8 ; K L . FITSCHEN, Serapión von 420).
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127-162.
Atanasio de Alejandría
EPÍSTOLAS A SERAPIÓN
SOBRE EL ESPÍRITU SANTO
EPÍSTOLA I

Ocasión de la Epístola

1
[529A] 1. 1. La carta de tu santa Caridad me la en-
2
tregaron estando en el desierto . Y aunque era dura la per-
secución que pesaba contra nosotros y frecuentes las pes-
3
quisas de los que buscan hacernos desaparecer , sin embargo
4
el Padre de las misericordias y Dios de toda consolación
nos reanimó también con tu carta. En efecto, acordándo-
me de tu Caridad y de todos los amigos pensé que esta-
bais entonces junto a mí.

2. Me alegré mucho al recibir tu carta, pero en cuan-


to la leí, de nuevo comencé a sentirme abatido a causa de
los que están completamente decididos a combatir la ver-
dad. También tú, amadísimo y verdaderamente añorado,
me escribiste que algunos, aunque habían abandonado a
5
los arríanos a causa de la blasfemia [532A] contra el Hijo

1. Diáthesis es un término téc- ria fue muy abundante.


nico epistolar como título de corte- 3. Cf. Introducción, nota 1.
sía, cf. G. MülXER, Lexikon Atha- 4. 2 C o 1, 3.
nasianum, Berlín 1952, col. 315. 5. Atanasio relaciona repetidas
2. Atanasio, en su tercer exi- veces el grupo de los trópicos con
lio (356-362), se había refugiado los arríanos, cf. Ep. I, 1, 2.3; 2, 1;
en el desierto junto a los monjes. 3, 1.2; 1 0 , 4; 17, 4; 2 1 , 2; 29, 1.4;
En estos años su actividad litera- 32, 2.3; IV, 5, 4.
50 Atanasio de Alejandría

de Dios, sin embargo mantienen erróneas ideas contra el


Espíritu Santo, diciendo que El es no sólo una criatura,
6
sino también uno de los espíritus servidores y que se di-
7
ferencia de los ángeles sólo en cuanto a dignidad .
8
3. En relación a los arríanos esto es fingir que se le
oponen, pero en realidad es una negación de la santa fe.
En efecto, como aquellos negando al Hijo, niegan tam-
9
bién al Padre , de la misma manera éstos injuriando al
Espíritu Santo, injurian también al Hijo. Los dos grupos
se han repartido la oposición contra la verdad, de modo
que los unos con sus ideas sobre el Verbo y los otros

6. Cf. Hb 1, 14. Cf. también 9. «¿Cómo podrá decir la ver-


BASILIO DE CESÁREA, El Espíritu dad acerca del Padre el que niega
Santo, X V , 25 (pág. 146): los pneu- al Hijo, que es el que lo revela?
matómacos al Espíritu «lo dividen, ¿Y cómo podrá pensar rectamente
lo separan violentamente y lo hacen acerca del Espíritu quien dice pa-
emigrar a la naturaleza servil»; Ep. labras injuriosas contra el Hijo, que
C X L , 2 (año 373) (PG 32, 589A): es el que nos lo da?» (ATANASIO,
«Pero como la doctrina sobre el Contra los Arríanos, I, 8: P G 26,
Espíritu Santo no está definida (= 28A). Cf. 1 J n 2, 22-23 que es el
en Nicea), porque todavía no ha- texto bíblico que subyace a la ar-
bían aparecido los pneumatómacos, gumentación de Atanasio: el que
los Padres callaron sobre la nece- niega la divinidad del Hijo niega la
sidad de anatematizar a los que del Padre, y paralelamente a este
dicen que el Espíritu Santo perte- principio, el que injuria al Espíri-
nece a la naturaleza creada y ser- tu injuria al Hijo y en consecuen-
vil. En efecto, en la divina y bie- cia blasfema contra la Trinidad.
naventurada Trinidad no hay C o n ello se muestra que una teo-
absolutamente nada creado». logía trinitaria sólo es posible en
7. Cf. Ep. I, 10, 5. También relación con la pneumatología, cf.
los macedonianos subordinaban el H. SAAKE, "Das Prásckript zum
Espíritu hasta el punto de redu- ersten Serapionsbrief des Athana-
cirlo a algo más que un ángel, cf. sios von Alexandreia ais pneuma-
SOZOMENO, Historia Eclesiástica, tologisches Programm", VigCbr 26,
IV, 2 7 (PG 67, 1199). 1972, 195, notas 55 y 59 y pág.
8. Cf. Ep. I, 2 1 , 3. 199.
Epístolas a Serapión, I, 1, 2 - 2, 2 51

10
sobre el Espíritu mantienen la misma blasfemia contra
la Santa Trinidad.
4. Considerando esto y al reflexionar largamente sobre
ello, caí en el desánimo, porque de nuevo el diablo ha
conseguido burlarse de los que imitan su locura. Yo me
había decidido a callar en esta ocasión [ B ] , pero por la
presión de tu Santidad y a causa del error y de la te-
meridad diabólica de esa gente, te he escrito esta breve
11
carta , casi sin poderlo hacer, para que también te sirva
de ocasión, según la inteligencia que posees, de añadir lo
que falta y para que la refutación de la impía herejía sea
completa.

El error sobre el Espíritu, Santo

2. 1. Esta concepción no es extraña a los arríanos.


Una vez que han negado al Verbo de Dios, es lógico que
blasfemen también contra su Espíritu. Por eso, no es ne-
cesario decir nada más en relación a ellos, pues basta con
12
lo que anteriormente hemos dicho contra ellos. [ C ]
2. Pero respecto a los que están equivocados sobre el
Espíritu conviene que investigando atentamente les res-
13
pondamos de algún modo , como ellos dirían. Uno se po-
dría admirar de su insensatez: no quieren que el Hijo de
Dios sea una criatura (y en esto piensan correctamente),

10. Cf. Ep. I, 1 0 , 4. 13. Trópói tiní, «de algún


1 1 . Cf. Ep. I, 33, 1 modo», c o m o ellos dirían. A par-
12. Probablemente se refiere a tir de la palabra tropos Atanasio
los Discursos contra los Arríanos, los denomina con el nombre de
referencia tomada del Prefacio a trópicos (cf. § 1 0 , 4).
las Epístolas en P G 26, 525.
52 Atanasio de Alejandría

¿cómo es que han podido soportar oír que el Espíritu del


14
Hijo es una criatura? [533A] Y si en razón de la unidad
del Verbo con el Padre, no quieren que el Hijo mismo sea
una de las cosas creadas, sino que piensan, como lo es en
15
realidad, que El es el Creador de las cosas que han sido
hechas, ¿por qué dicen que el Espíritu Santo es una cria-
tura, teniendo la misma unidad con el Hijo, que la que
16
éste tiene con el Padre (3.) y no han reconocido que si
no se separa del Padre al Hijo es como se salvaguarda que
17
sólo hay un único Dios, así si se separa del Verbo al Es-
píritu, y a no se salvaguarda la única divinidad en la Tri-
18
nidad , dividiéndola y mezclando en ella una naturaleza
extraña y de otra especie, igualándola completamente a las
criaturas? Además, esta doctrina muestra que la Trinidad
ya no es una sola cosa, sino que está constituida de dos
naturalezas diferentes por razón de la diversidad de sus-
tancia del Espíritu, como ellos mismos se lo han forjado.
19
4. ¿Qué clase de doctrina sobre Dios es ésta [B]
que mezcla al Creador y a la criatura? En efecto, o no

14. Espíritu del Hijo (cf. tam- 1 6 . Cf. Ep. I, 2 1 , 1; III, 1, 5.


bién Ep. I, 1 5 , 2; 2 1 , 1; III, 1, 5) 1 7 . Cf. Ep. I, 33. Tan inse-
expresa la íntima, inseparable r e - parable del Hijo es el Espíritu,
lación del Espíritu con el Hijo, como el Hijo lo es del Padre.
hasta tal punto que si el Espíri- 1 8 . La idea de la única divi-
tu fuera criatura quedaría afecta- nidad se repite con cierta fre-
da negativamente la naturaleza cuencia: Ep. I, 1 4 , 4; 1 6 , 2; 1 6 ,
misma del Hijo. 6; 33, 3; III, 6, 3.4.5; IV, 3, 7; 6,
15. El término griego es aquí 6.7. La Trinidad constituye un
demiourgós con evidente sentido solo Dios: cf. Ep. I, 2, 3; 1 7 , 1;
de Creador, como se deduce de 2 8 , 2.
la primera línea del siguiente pá- 19. Doctrina sobre Dios, the-
rrafo: la divinidad no está com- ología, es decir, doctrina trinita-
puesta de C r e a d o r demiourgós y ria, cf. nota 69, pág. 62.
criatura.
Epístolas a Serapión, I, 2, 2-5 53

20
hay una Trinidad, sino una diada y además una criatu-
ra, o si hay una Trinidad, como la hay realmente, ¿cómo
colocan el Espíritu de la Trinidad con las criaturas que
vienen después de la Trinidad? En efecto, esto es de
nuevo separar y destruir la Trinidad.
5. Por tanto, pensando de manera equivocada del Espí-
ritu Santo, tampoco piensan de manera recta acerca del Hijo.
Y si pensaran rectamente acerca del Verbo, pensarían tam-
21
bién correctamente acerca del Espíritu, que procede del Padre
22 23
y siendo propio del Hijo, es dado por El a los discípulos

2 0 . C o m o hacen los trópicos otro cristológico del término. En


al admitir la divinidad del Padre sentido trinitario, el término apli-
y del Hijo y negar la del Espí- cado al Hijo en su relación con el
ritu, cf. Ep. I, 1 7 , 1; 2 8 , 2; 3 0 , Padre indica que procede, por ge-
3; III, 7, 2 - 3 . neración, de la esencia del Padre
2 1 . J n 1 5 , 2 6 , cf. Epístola, I, {ek tes ousías toü patrbs) y que no
20, 7. pertenece al mundo de las criatu-
22. Propio, ídion, es expresión ras cuyo origen está, por creación,
favorita de Atanasio para indicar la en la nada ek ouk óntón. Atanasio
pertenencia del Espíritu al Hijo y aplica también el término al Espí-
al Padre. El Espíritu está vincula- ritu expresando su intimidad e in-
do a ellos y no pertenece al campo separabilidad en relación al Hijo y
creatural. Es una manera de expre- en relación al Padre, siendo propio
sar la divinidad del Espíritu. El tér- y una sola cosa de la divinidad que
mino se repite unas veinte veces en hay en la Trinidad. En sentido cris-
esta Epístola I. Para el estudio del tológico, el término expresa la re-
término cf. CH. HAURET, Com- lación de la humanidad de Cristo
ment le 'défenseur de Nicée' a-t-il con el Verbo. El sentido trinitario
compris le dogme de Nicée?, págs. está necesariamente implicado en el
2 2 - 2 3 . Según A . LOUTH, "The use cristológico para que se pueda lle-
of the term ídios in Alexandrian var a cabo la redención.
Theology from Alexander to 23. Cf. Jn 20, 22. El tema de
Cyril", Studia Patrística 1 9 , 1 9 8 9 , la donación del Espíritu tiene una
198-202, el término expresa la in- abundante presencia en Ep. I, 2, 4;
timidad e inseparabilidad entre el 4, 3; 6, 6; 6, 10; 19, 8; 20, 7; III,
Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. 1, 5; 2, 1; 3, 3; IV, 1, 4; 2, 2; 3, 8;
Atanasio hace un uso trinitario y 6, 6.
54 Atanasio de Alejandría

24
y a todos los que creen en Él . Equivocados de esta mane­
ra, tampoco tienen acerca del Padre una fe sana, porque los
25
que resisten al Espíritu, como dijo el gran mártir Esteban ,
niegan también al Hijo. Y negando al Hijo, tampoco tienen
26
al Padre .

24. Cf. Jn 7, 39. En la dona­ 25. Cf. Hch 7, 5 1 .


ción del Espíritu tenemos sugeri­ 26. Despreciar al Espíritu es
do el tema de la salvación y san­ despreciar al Hijo y también al
tificación, cf. A . LAMINSKI, O. C., Padre, porque ambos, Espíritu e
pág. 58. Hijo, son propios del Padre.
Epístolas a Serapión, I, 2, 5 - 3, 2 55

PRIMERA PARTE

A. Refutación bíblica

¿Qué fundamento?

[536A] 3. 1. ¿De dónde os viene el pretexto para tal


temeridad, hasta el punto de no temer lo que ha dicho el
Señor: El que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene
17
perdón ni en este mundo ni en el futuro } Porque los
arríanos, no comprendiendo la venida del Verbo en la carne
ni lo que se dice a causa de esa presencia, tomaron pre-
texto de ello para su herejía y así fueron convencidos de
ser enemigos de Dios y gente que en realidad usan un len-
28
guaje huero y terreno . Pero vosotros ¿dónde os habéis
dejado engañar? ¿De quién lo habéis aprendido? ¿Cuál es
29
el modo de este vuestro error?

Primer texto: Amos 4, 13

2. «Hemos leído, dicen, en el profeta A m o s que Dios


afirma: He aquí que yo consolido el trueno, creo el Es-
píritu y anuncio a los hombres su Cristo; yo hago la au-
rora y la oscuridad y camino sobre las cumbres de la tie-

27. M t 12, 32 + Me 3, 29. dice IV, 8-23 y nota 1 1 7 , pág. 189.


Sobre el tema de la blasfemia con- 28. Cf. J n 3, 3 1 .
tra el Espíritu cf. Ep. I, 33, 6; III, 29. Ho tropos.
7, 6; IV, 1, 3 y el llamado A p é n -
56 Atanasio de Alejandría

30
rra. [B] Señor Dios todopoderoso es su nombre . Y de
aquí nos hemos dejado persuadir de los arríanos que
dicen que el Espíritu Santo es una criatura».

3. Así que habéis leído el texto de Amos, pero no ha-


béis leído lo que se dice en los Proverbios: El Señor me
31
creó como principio de sus caminos para sus obras , ¿o lo
habéis leído? Y lo interpretáis, conforme a la verdad, para
no llamar criatura al Verbo. Pero el texto del profeta no lo
interpretáis, sino que oyendo simplemente la palabra espíri-
tu, pensáis que se llama criatura al Espíritu Santo. Sin em-
bargo, en los Proverbios es la Sabiduría la que claramente
dice: me creó y hacéis bien al interpretar la frase, no con-
tando entre las criaturas a la Sabiduría creadora.

4. El texto del profeta no implica referencia alguna


al Espíritu Santo, sino que simplemente habla de un es-
píritu. ¿Cómo es que habiendo en las Escrituras una gran
variedad de espíritus y pudiendo el texto tener su pro-
pio significado correcto, vosotros, como discutidores o
como heridos por la mordedura de la serpiente arriana,
pensáis que en A m o s se habla del Espíritu Santo, sino
porque no dejáis de considerarlo una criatura?

¿Cuándo en la Escritura «espíritu» significa Espíritu Santo?

4. 1. Decid, pues, si encontráis en algún pasaje de la


Sagrada Escritura que al Espíritu Santo se le llame sim-

30. A m 4, 13. El texto griego mayúscula) y del texto bíblico de-


lee pneüma, entre cuyos significa- ducían que el Espíritu es una cria-
dos se encuentran espíritu y tam- tura. Cf. también PS.-DÍDIMO, De
bién viento. Los trópicos lo enten- Trinitate, III, 31: PG 39, 949-951.
dían en el sentido de Espíritu (con 3 1 . Pr 8, 22.
Epístolas a Serapión, I, 3, 2 - 4, 3 57

plemente espíritu, sin un complemento como de Dios,


[537 A] o del Padre, o mío, o de Cristo o del Hijo, o [que
viene] de mí, que es lo mismo que venir de Dios, o sin
que se añada el artículo, de modo que no se diga simple-
mente espíritu, sino el Espíritu, o sin que a este mismo Es-
píritu se le llame el Santo, o Paráclito, o de la Verdad, es
31
decir, del Hijo, que dice: Yo soy la verdad . ¿Cómo es
que cuando simplemente oís la palabra espíritu, compren-
33
déis que se trata del Espíritu Santo? .
2. Hay que hacer una excepción en esta regla, cuando
se menciona a los que ya han recibido el Espíritu Santo o
a los que con anterioridad han sido instruidos acerca del
Espíritu Santo, después con repetirlo o recordarlo o con
sólo decir el Espíritu saben de quién se está hablando, sobre
todo porque en este caso se dice con artículo. En una pa-
labra, sin el artículo o sin el añadido citado no se men-
cionaría el Espíritu Santo.

3. Así es como Pablo escribe a los gálatas: Esto es lo


único que quiero saber de vosotros, ¿recibisteis el Espíritu por
M
las obras de la ley o por la obediencia de la fe? . ¿Qué es-
píritu habían recibido sino el Espíritu Santo, que es dado a
los que creen y han renacido por el baño de la regenera-

32. Jn 1 4 , 6. mento - p e r o extiende también esta


3 3 . Sobre este tema ya se había afirmación al Antiguo-, que 'don-
expresado ORÍGENES, De Principiis, dequiera el espíritu es nombrado
I, 3 , 4 . «No se le escapa fa Oríge- sin un agregado que designe de qué
nes] que el término espíritu es em- espíritu se trata, hay que entender
pleado frecuentemente en la Biblia, el Espíritu Santo' [Parchon, I, 3 ,
a veces, hasta para designar la na- 4 ] » ( H . CROUZEL, Orígenes. Un te-
turaleza de Dios [Parch, I, 1 , 1 . 4 ] . ólogo controvertido, B A C 5 8 6 , Ma-
Plantea pues en principio, siguien- drid 1 9 9 8 , págs. 2 8 0 - 2 8 1 ) .
do 'a algunos de nuestros predece- 3 4 . Gal 3 , 2 .
sores' hablando del Nuevo Testa-
58 Atanasio de Alejandría

35
ción } Y a los tesalonicenses escribe: No apaguéis el Espíri-
3
tu '', dirigiéndose a gente que sabían lo que habían recibido,
para que no extinguieran por negligencia la gracia del Espí-
ritu encendida en ellos.
4. Si en los Evangelios los evangelistas hablan del Sal-
vador al modo humano en razón de la carne que El asu-
37
mió , y dicen: Jesús, estando lleno de Espíritu, volvió del
38
Jordán , y: Entonces Jesús fue conducido por el Espíritu al
39
desierto , el sentido es el mismo. En efecto, Lucas había
dicho: Sucedió que cuando se bautizaba todo el pueblo,
bautizándose también Jesús y estando en oración, se abrió
el cielo y bajó sobre Él el Espíritu Santo en forma corpo-
40
ral, como una paloma . Y era claro que mencionado el Es-
píritu, se había indicado el Espíritu Santo.

5. Así pues, en los textos en que aparece el Espíritu


Santo, aun cuando sólo se lea el Espíritu sin ningún com-
plemento, no hay duda de que se refiere al Espíritu Santo,
especialmente cuando tiene el artículo.

Dossier bíblico: Antiguo Testamento

5. 1. Vosotros, pues, responded a lo que se os ha


41
preguntado : ¿Habéis encontrado en la Sagrada Escri-
tura algún pasaje en el que al Espíritu Santo [540A] se
le llame simplemente espíritu sin el complemento dicho
y con excepción de la observación que hemos recor-

35. Tt 3, 5. hagíou, cf. P G 26, 5 3 7 D , nota 6.


36. 1 Ts 5, 19. 39. Mt 4, 1.
37. Cf. también Ep. I, 6, 2. 40. Le 3, 2 1 - 2 2 .
38. Le 4, 1. Lectura especial 41. Cf. Ep. I, 4, 1.
de Atanasio que omite la palabra
Epístolas a Serapión, I, 4, 3 - í, 5 59

dado? Pero no responderéis, porque no lo encontraréis


escrito.
2. Por el contrario, está escrito en el Génesis: Y el
41
Espíritu de Dios se movía sobre las aguas . Y poco des-
pués: No permanecerá mi Espíritu en estos hombres, por-
41
que son carne . En el libro de los Números dice Moi-
sés al hijo de Nave: No estés celoso por mí. ¡Ojalá se le
concediera al pueblo del Señor ser profetas, porque el
44
Señor mandara su Espíritu sobre ellos! .
3. Y en el libro de los Jueces se dice de Otniel*. Vino
45
sobre él el Espíritu del Señor y fue juez de Israel . Y de
46
nuevo: El Espíritu del Señor vino sobre Jefté . Y de San-
són se dice: Crecía el niño y lo bendijo el Señor [B] y
47
el Espíritu del Señor comenzó a acompañarlo . Y: Se
48
lanzó sobre él el Espíritu del Señor .

4. Y por su parte canta David: No apartes de mí tu


49
Espíritu Santo . Y de nuevo en el salmo ciento cuaren-
ta y dos: Tu Espíritu bueno me guiará por el camino
50
recto. Por tu nombre, Señor, me vivificarás .

5. En Isaías está escrito: El Espíritu del Señor sobre


51
mí, con El me ha ungido . Y se había dicho antes: ¡Ay
de vosotros, hijos rebeldes! Esto dice el Señor: Habéis
hecho planes sin contar conmigo y alianzas sin contar con
52
mi Espíritu, para acumular pecado sobre pecados . Y de

42. G n 1, 2. 49. Sal 50, 1 3 . La numeración


43. G n 6, 3. de los Salmos corresponde a la de
44. N m 1 1 , 29. la versión de los L X X .
45. Je 3, 1 0 . 50. Sal 1 4 2 , 1 0 - 1 1 .
46. Je 1 1 , 29. 5 1 . Is 6 1 , 1.
47. Je 1 3 , 2 4 - 2 5 . 52. Is 30, 1.
48. Je 15, 14.
60 Atanasio de Alejandría

nuevo: Escuchad esto: Desde el principio no he hablado


a escondidas; cuando sucedía algo, allí estaba yo. Y ahora
521
me ha enviado el Señor y su Espíritu . Y poco después
dice así: Y ésta es mi alianza [ C ] con ellos, dice el Señor,
54
mi Espíritu, que está contigo . Y de nuevo, a continua-
ción, añade: No fue un mensajero, ni un ángel, sino que
los salvó personalmente el Señor, porque los amaba y los
trataba con miramientos. El los rescató, los tomó y los
elevó todos los [541 A ] días de la vida. Pero ellos deso-
bedecieron e irritaron a su Santo Espíritu y El se volvió
55
enemigo de ellos .
6. Ezequiel habla de esta manera: Un espíritu me tomó
y me condujo al país de los caldeos, a la cautividad, en vi-
56
sión, en el Espíritu de Dios . Y en Daniel: Dios suscitó el
Espíritu Santo de un muchacho, de nombre Daniel, y le
57
hizo gritar: Yo soy inocente de esta sangre . Y Miqueas
5
dice: La casa de Jacob ha irritado al Espíritu del Señor *.
Y por medio de Joel dice Dios: Y después de esto sucede-
59
rá que yo derramaré de mi Espíritu sobre toda carne . Y

5 3 . Is 4 8 , 1 6 . Atanasio no ex- venido del Padre para salvar a los


plica si «su Espíritu» es sujeto o pecadores? Tal como oyes, a éste
complemento directo. D Í D I M O , El lo ha enviado también el Espíri-
Espíritu Santo, 2 6 , 1 1 7 lo inter- tu, para que cuando leas que el
preta como complemento: «Así Hijo ha enviado al Espíritu, no
pues, Dios no sólo envía al Hijo, deduzcas que el Espíritu es de in-
sino también al Espíritu». Es la ferior poder. Por tanto, el Padre
interpretación que había dado y el Espíritu enviaron al Hijo».
ORÍGENES, Comentario al Evan- 54. Is 5 9 , 2 1 .
gelio de san Mateo, 1 3 , 1 8 y en 55. Is 6 3 , 9 - 1 0 .
Contra Celso, 1 , 4 6 . C o m o suje- 56. Ez 1 1 , 2 4 .
to, lo interpreta AMBROSIO, El Es- 57. Dn 13, 45-46.
píritu Santo, III, 7 - 8 : «¿Quién es 58. Mi 2 , 7 .
el que dice: Me han enviado el 59. Jl 2 , 2 8 .
Señor y su Espíritu, sino el que ha
Epístolas a Serapión, I, 5, 5 - 6, 2 61

de nuevo por medio de Zacarías, es la voz del Señor que


dice: Con todo, recibid mis palabras y mis decretos, todo
60
lo que mando por mi Espíritu a mis siervos, los profetas .
Y el profeta, acusando al pueblo, decía un poco después:
Han endurecido su corazón para no obedecer mi ley y las
palabras que les envió el Señor todopoderoso por su Espí-
61
ritu por mano de sus profetas de antaño . Hemos citado
estos cuantos textos recogidos del Antiguo Testamento.

Dossier bíblico: Nuevo Testamento

6. 1. Preguntad también vosotros a los Evangelios y


los escritos de los apóstoles y oiréis cómo allí, habiendo
una gran diversidad de espíritus, el Espíritu Santo en par-
ticular no se nombra simplemente Espíritu, sino con el
complemento del que hemos hablado.
2. Cuando el Señor, como ya dije antes, fue bautiza-
62
do en cuanto hombre, en razón de la carne que tenía ,
63
se dice que bajó sobre El el Espíritu Santo . Y al darlo
64
a sus discípulos, decía: Recibid el Espíritu Santo . Les
enseñaba: El Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre en-
65
viará en mi nombre, El os lo enseñará todo . Y poco
después decía acerca del mismo: Cuando venga el Para-

do. Za 1, 6. J. FERNÁNDEZ SANGRADOR - S.


6 1 . Za 7, 12. GUIJARRO OPORTO, Plenitudo
62. Cf. Ep. I, 4, 4. Sobre la Temporis. Miscelánea Homenaje al
unción de la humanidad del V e r b o Prof. Dr. Ramón Trevijano Et-
encarnado cf. A T A N A S I O , Contra cheverría, Salamanca 2002, págs.
los Arríanos, I, 47s: P G 26, 108ss.; 469-479.
L . F . L A D A R I A , "Atanasio de A l e - 63. Cf. Le 3, 22.
jandría y la unción de Cristo 64. J n 20, 22.
(Contra Arianos, I, 47-50)", en: J . 65. J n 14, 26.
62 Atanasio de Alejandría

dito, que yo os enviaré de junto el Padre, el Espíritu de


la verdad, que procede de junto al Padre, El dará testi-
66
monio de mí . Y de nuevo: No seréis vosotros los que
habléis, sino el Espíritu [544A] de vuestro Padre que ha-
67
blará en vosotros . Y poco después: Mas si yo expulso
los demonios por el Espíritu de Dios, es que ha llegado a
62
vosotros el reino de Dios .
3. Y completando toda la doctrina sobre Dios y nues-
69 70
tra perfección , por la que nos u n i ó a sí y por medio
de sí al Padre, ordenó a sus discípulos: Id y enseñad a
todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y
71
del Hijo y del Espíritu Santo .
4. Prometiendo enviárselo, les ordenó no alejarse de Je-
71
rusalén , y unos días después: Al cumplirse el día de Pen-
tecostés, estaban todos reunidos en un lugar y sucedió de re-
pente un ruido que venía del cielo, como el de la irrupción
de un fuerte viento, y llenó toda la casa en la que estaban
reunidos. Se les aparecieron lenguas como de fuego que se
iban repartiendo y se posaban sobre cada uno de ellos. Todos
quedaron llenos de Espíritu Santo y comenzaron a hablar en
73
otras lenguas, como el Espíritu les concedía expresarse .

5. Después mediante la imposición de las manos de los


74
apóstoles se daba el Espíritu Santo a los que habían sido

66. Jn 1 5 , 2 6 . 70. Cf. Ep. I, 1 1 , 6; 2 4 1-3;


67. Mt 1 0 , 2 0 . 25, 5 - 6 ; E . C A T T A N E O , O. C., pág.
6 8 . Mt 1 2 , 2 8 . 4 8 , nota 5 8 .
6 9 . La doctrina sobre Dios es 7 1 . M t 2 8 , 1 9 , citado también
la theología, la doctrina sobre la en Ep. I, 1 1 , 5 ; II, 6 , 1 ; III, 6 , 3 ;
Trinidad. La perfección o cumpli- IV, 5 , 2 .
miento teleíósis es el bautismo (cf. 7 2 . Hch 1 , 4 .
Ep. I, 2 9 , 2 . 4 ) . Ambos temas están 7 3 . Hch 2 , 1 - 4 .
deducidos del texto bíblico que se 7 4 . Cf. Hch 8 , 1 7 .
cita a continuación: Mt 2 8 , 1 9 .
Epístolas a Serapión, I, 6, 2-8 63

regenerados. Un cierto Ágabo profetizó diciendo: Esto dice


75
el Espíritu Santo . Y Pablo: En la grey en la que el Espíri-
tu Santo os puso como obispos para apacentar la Iglesia de
76
Dios, que Él se conquistó con su propia sangre . Y en el bau-
77
tismo del eunuco: El Espíritu del Señor arrebató a Felipe .
6. Y Pedro escribió: Alcanzando el fin de la fe, la sal-
vación de las almas. Esta salvación es la que buscaron e in-
vestigaron los profetas [C], que profetizaron acerca de la gra-
cia destinada a vosotros, investigando qué tiempo indicaba el
Espíritu de Cristo en ellos, anunciando de antemano los pa-
78
decimientos de Cristo y la gloria que vendría después . Y
Juan escribió: En esto conocemos, que permanecemos en Él
79
y Él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu .

7. Por su parte, Pablo escribe a los romanos: Vosotros


no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Es-
píritu de Dios habita en vosotros. Si alguno no tiene el Es-
píritu de Cristo, no le pertenece. Pero si Cristo habita en
vosotros, el cuerpo está muerto [545A] por el pecado, pero
el espíritu es vida en razón de la justificación. Pero si el
Espíritu del que resucitó a Jesús habita en vosotros, el que
resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos resucitará tam-
bién vuestros cuerpos mortales por medio de su Espíritu que
80
habita dentro de vosotros .

8. Y a los corintios: En efecto, el Espíritu lo escruta


todo, incluso las profundidades de Dios. De hecho, ¿quién
conoce lo que hay en el hombre, sino el espíritu del hom-
bre que hay en él? De igual modo lo que hay en Dios
nadie lo conoce, sino el Espíritu de Dios. Ahora bien, no-
sotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Es-

75. Hch 2 1 , 1 1 . 78. 1 P 1, 9 - 1 1 .


76. Hch 2 0 , 28. 79. 1 Jn 4, 1 3 .
77. Hch 8, 39. 80. Rm 8, 9 - 1 1 .
64 Atanasio de Alejandría

píritu que viene de Dios, para que conozcamos lo que Dios


1
nos ha regalado* . Y poco después: ¿No sabéis que sois
templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en voso-
2
tros?* . Y de nuevo: Pero habéis sido lavados, santificados
y justificados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y
3
en el Espíritu de nuestro Dios* . Y de nuevo: Todo esto lo
realiza el único y mismo Espíritu que distribuye a cada uno
4
en particular como quiere* . Y otra vez: El Espíritu es Señor
5
y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad* .
86
9. Ten presente cómo escribe también a los gálatas di-
ciendo: Para que en Cristo Jesús la bendición de Abrahán
llegara hasta nosotros y recibiéramos por la fe la promesa del
7
Espíritu* . Y de nuevo: Porque sois hijos envió Dios a vues-
tros corazones el Espíritu de su Hijo, [Espíritu que] grita:
¡Abba, Padre! De modo que ya no eres siervo, sino hijo. Y
si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo**. Y
a los efesios decía de esta manera: No entristezcáis al Espí-
ritu Santo de Dios, en el que habéis sido sellados para el día
89
de la redención . [C] Y de nuevo: Esforzaos por guardar la
90
unidad del Espíritu, en el vínculo de la paz . A los filipen-
ses les habló con toda franqueza escribiéndoles: ¿ Qué, pues?
Con tal de que de todas las maneras, hipócritamente o de
verdad, Cristo sea predicado. Y en esto me alegro y me ale-

81. 1 C o 2, 1 0 - 1 2 . o. c., pág. 75, nota 1 2 1 ; A . L A -


82. 1 C o 3, 1 6 . MINSKI, o. c., pág. 60, nota 4 1 .
83. 1 C o 6, 1 1 . 86. J. LEBON O. c., pág. 91,
84. 1 C o 1 2 , 1 1 . nota 6, indica que san Atanasio
85. 2 C o 3, 1 7 . Atanasio in- parece dirigirse aquí a Serapión,
terpreta aquí este texto en refe- olvidando que toda su demostra-
rencia al Espíritu (i.e, el Espíritu ción se dirigía a los adversarios.
es Señor), pero en Contra los 87. G a 3, 1 4 .
Arríanos, I, 11 (PG 26, 3 6 A ) lo 88. G a 4, 6-7.
aplica al Señor (i.e., el Señor es 89. Ef 4, 30.
Espíritu), cf. C. R . B . SHAPLAND, 90. Ef 4, 3.
Epístolas a Serapión, I, 6, 8 - 7, 1 65

graré. De hecho, sé que esto contribuirá a mi salvación, por


medio de vuestras oraciones y a la ayuda del Espíritu de Je-
sucristo, según mis deseos y esperanzas de que de nada [548A]
91
me sentiré avergonzado . Y de nuevo: Nosotros somos la cir-
cuncisión, los que damos culto según el Espíritu de Dios y
92
nos gloriamos en Cristo Jesús .
10. Y a los tesalonicenses les testimonia: El que despre-
cia esto, no desprecia a un hombre, sino a Dios que nos ha
93
dado su Espíritu Santo . Y a los hebreos escribe de esta ma-
nera: El Espíritu Santo da a entender que todavía no está
abierto el camino del santuario, mientras subsiste todavía la
94
primera tienda . Y de nuevo: ¿Cuánto más grave castigo
pensáis que merecerá el que pisoteó al Hijo de Dios y con-
sideró cosa profana la sangre de la Alianza, en la que fue
95
santificado, y ultrajó al Espíritu de la gracia? . Y de nuevo:
Si la sangre de toros y de machos cabríos y la ceniza de una
ternera santifica con su aspersión a los contaminados en orden
a la purificación de la carne, cuánto más la sangre de Cris-
to, que por el Espíritu eterno [B] se ofreció a sí mismo sin
tacha a Dios, purificará nuestra conciencia de las obras muer-
96
tas . Y a los tesalonicenses: Y entonces se manifestará el
impío, al que el Señor Jesús aniquilará con el Espíritu de su
97
boca y destruirá con la manifestación de su venida .

«Espíritu» a veces significa «espíritu del hombre»

7. 1. He ahí cómo se da a conocer el Espíritu Santo


en toda la Sagrada Escritura. ¿Es que habéis visto voso-

91. Flp 3, 1 8 - 2 0 . 95. H b 1 0 , 29.


92. Flp 3, 3. 96. H b 9, 1 3 - 1 4 .
93. 1 Ts 4, 8. 97. 2 Ts 2, 8.
94. Hb 9, 8.
66 Atanasio de Alejandría

98
tros algo semejante en el profeta ? La palabra espíritu
dicha por el profeta no tiene ni siquiera artículo, con el
que tendríais un pretexto. Sino que simplemente os atre-
véis a inventaros tropos y decir que el espíritu, del que
se dice ser creado, es el mismo Espíritu Santo, habiendo
99
podido sin embargo aprender de los entendidos acerca
de la diversidad de espíritus.

2. En efecto, se menciona el espíritu del hombre [ C ] ,


como canta David: De noche hablaba con mi corazón y
100
mi espíritu estaba enojado . Baruc dice estando en ora-
ción: Un alma en estrechez y un espíritu colmado de tris-
101
teza levantó su grito hacia ti . Y en el canto de los tres
jóvenes: Espíritus y almas de los justos, bendecid al
102
Señor .

3. El Apóstol escribe: El mismo Espíritu da testimo-


nio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si
103
hijos, también herederos . Y de nuevo: Nadie conoce lo
que hay en el hombre [549A] sino el espíritu del hom-
104
bre que hay en él . Y en la carta a los tesalonicenses
dice en forma de oración: Que vuestro espíritu entero, el
alma y el cuerpo se conserve irreprochablemente hasta la
105
venida de nuestro Señor Jesucristo .

98. Cf. A m 4, 1 3 . Es el texto píritu Santo, 5 4 - 5 9 ; De Trinita-


en el que los adversarios apoya- te, II, 1, 2; EPIFANIO, Ancoratus,
ban su doctrina sobre el Espíri- 72. Atanasio se podía referir a
tu como una criatura, cf. Ep. I, Orígenes.
3.2. 100. Sal 76, 7.
99. Sobre la pluralidad de sen- 101. Ba 3, 1.
tidos del término pneüma, cf. 102. D n 3, 86.
ORÍGENES, De Principiis, I, 3, 4; 103. Rm 8, 1 6 - 1 7 .
C I R I L O DE J E R U S A L É N , Cateque- 104. 1 C o 2, 1 1 .
sis, X V I , 1 3 - 1 5 ; DlDiMO, El Es- 105. 1 Ts 5, 23.
Epístolas a Serapión, I, 7, 1 - 8, 1 67

«Espíritu» significa también «viento»

4. También se llama espíritu al viento, como en el


Génesis: Y Dios suscitó un espíritu sobre la tierra y el
agua decreció™. Y en el libro de Jonás: Y el Señor hizo
levantarse un espíritu sobre el mar y se formó un gran
oleaje en el mar y la nave estuvo en peligro de quedar
7
hecha añicos™ . Y en el salmo ciento seis está escrito:
Habló y se hizo un espíritu huracanado y se levantaron
109
su olas . Y en el salmo ciento cuarenta y ocho: Alabad
al Señor desde la tierra, dragones y todos los abismos,
fuego, granizo, nieve, hielo, espíritu tempestuoso, ejecu-
109
tores [B] de su palabra . Y en Ezequiel en la lamenta-
ción de Tiro: Al corazón del mar, sobre las profundas
aguas te condujeron tus remeros; el espíritu del sur te ha
110
triturado .

«Espíritu» significa, por último, «sentido espiritual»

8. 1. Leed las sagradas Escrituras y encontraréis que


se llama espíritu al sentido que hay en las mismas pala-
bras divinas, al escribir Pablo: El cual nos capacitó como
servidores de la Nueva Alianza, no de la letra sino del
111
espíritu. En efecto, la letra mata, y el espíritu vivifica .
El texto queda grabado en las letras, pero el sentido que
hay en ellas se llama espíritu.

106. G n 8, 1. lee tó pneüma con artículo, se re-


107. J o n 1, 4. fiera al Espíritu. Santo, olvida la
108. Sal 106, 25. regla hermenéutica formulada en el
109. Sal 1 4 8 , 7-8. § 4. Otros autores del siglo rV in-
1 1 0 . Ez 27, 2 5 - 2 6 . terpretan el pasaje en referencia al
1 1 1 . 2 C o 3, 6. A l excluir Ata- Espíritu, cf. C. R. B. SHAPLAND, O.
nasio que este texto, en el que se c., pág. 78, nota 1.
68 Atanasio de Alejandría

112
2. De la misma manera, la ley es espiritual , para
que, como también dijo, no sirvamos en la antigüedad
1111
de la letra, sino en la novedad del espíritu . Y él mismo
dijo en acción de gracias: Yo, pues, con mi mente sirvo
la ley de Dios, pero con la carne la ley del pecado. Ahora,
pues, no hay condenación alguna para los que están en
Cristo Jesús. Porque la ley del Espíritu de la vida en
114
Cristo Jesús me liberó de la ley del pecado .
3. Y Felipe, queriendo hacer pasar al eunuco de la
letra al espíritu, decía: ¿Comprendes lo que estás leyen-
115
do? . De poseer una tal comprensión da testimonio
también Caleb en el libro de los Números, cuando Dios
dice: Mi siervo Caleb, porque hubo en él un espíritu di-
verso y me siguió de cerca lo introduciré en la tierra en
116
la que entró . Es que había hablado con otra disposi-
ción de corazón diversa de la de los otros y se con-
virtió en agradable a Dios. A tener un corazón seme-
jante exhortó Dios al pueblo diciendo [552A] por medio
de Ezequiel: Haceos un corazón nuevo y un espíritu
117
nuevo .

La exacta interpretación de Amos 4, 13

4. Estando así las cosas y mostrada una diversidad


tal en relación a los espíritus, os iría mejor si, al oír ha-
118
blar de un espíritu creado , pensarais en alguno de los
anteriormente mencionados, como era aquel del que se
escribe en Isaías: Aram pactó con Efraín, y su alma se

112. Rm 7, 1 4 . 1 1 6 . N m 1 4 , 24.
113. Rm 7, 6. 1 1 7 . Ez 1 8 , 3 1 .
114. Rm 7, 2 5 - 8 , 2. 1 1 8 . Cf. A m 4, 1 3 .
115. Hch 8, 30.
Epístolas a Serapión, I, 8, 2 - 9, 3 69

turbó y el alma de su pueblo, como en el bosque un árbol


119
es sacudido por un espíritu . Lo mismo significa el pa-
saje: El Señor hizo que se levantara un espíritu sobre el
120
mar a causa de Jonás. De hecho, al trueno siguen los
espíritus de los vientos, como la lluvia en tiempos de
Ajab según está escrito: Y sucedió que poco a poco se os-
121
cureció el cielo de nubes y de espíritu .

Nueva objeción

[B] 9. 1. Pero dicen que como el texto profético men-


ciona a Cristo, hay que pensar, en consecuencia, que el es-
píritu citado no es otro sino el Espíritu Santo.
2. Así que os habéis dado cuenta de que el Espíritu
Santo es nombrado juntamente con Cristo, ¿mas el sepa-
rarlo en cuanto a la naturaleza y el mantenerlo apartado
del Hijo, dónde lo aprendisteis, ya que decís que Cristo
no es criatura, pero al Espíritu lo llamáis criatura? Y es
122
absurdo nombrar y glorificar juntos seres desemejantes
por naturaleza. En efecto, ¿qué hay de común o de se-
mejante entre la criatura y el Creador? Porque tendríais
que contar junto al Hijo y unir a Él las criaturas hechas
por medio de El.

Interpretación antropológica de «espíritu santo»

123
3. Bastaba con interpretar lo escrito en referencia
al espíritu de los vientos, como hemos dicho. Pero como

1 1 9 . Is 7, 2. 122. Cf. nota 397, pág. 124.


120. Ton 1, 4. 123. Cf. A m 4, 13.
1 2 1 . 1 R 1 8 , 45.
70 Atanasio de Alejandría

alegáis que en el texto se hace mención de Cristo, es ne-


cesario considerar atentamente lo que dice, pues incluso
para el espíritu, del que se dice que es creado, quizá en-
contremos el sentido más adecuado.
4. ¿Y qué significa anunciar a los hombres su Cris-
to [ C ] , sino que El se hace hombre y esto es lo mismo
que decir: He aquí que la virgen concebirá en su vien-
tre y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre En-
124
manuel , y todo lo demás que se ha escrito sobre su
venida? Anunciada acerca del Verbo su venida en carne
¿qué espíritu hay que entender como creado, sino el es-
píritu de los hombres que es nuevamente creado y re-
novado? En efecto, esto mismo lo prometió Dios di-
ciendo por medio de Ezequiel: Y os daré un corazón
nuevo [553A] y os daré un espíritu nuevo. Y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón
125
de carne. Y pondré en vuestro interior mi Espíritu .

5. ¿Cuándo se ha realizado esto, sino cuando vino


el Señor y lo renovó todo por medio de la gracia? De
hecho, también en estas palabras se muestra la diversi-
dad de espíritus. El espíritu que es renovado es el nues-
tro. El Espíritu Santo no se llama simplemente espíri-
tu, sino que Dios dice que es el suyo y en Él los
nuestros son renovados, como también dice el salmista
en el salmo ciento tres: Les quitarás su espíritu y expi-
rarán y volverán al polvo que son. Enviarás tu Espíri-
126
tu y serán creados y renovarás la faz de la tierra . Si
somos renovados en el Espíritu de Dios, no es, por
tanto, el Espíritu Santo el que se dice ahora que es cre-
ado, sino el nuestro.

124. Is 7, 14. 126. Sal 1 0 3 , 2 9 - 3 0 .


125. Ez 36, 2 6 - 2 7 .
Epístolas a Serapión, I, 9, 3-8 71

6. Y si porque todo ha sido hecho por medio del


127
Verbo pensáis rectamente que el Hijo no es una criatu-
ra ¿cómo no será blasfemo que digáis que el Espíritu es
una criatura, en el que el Padre, mediante el Verbo, per-
128
fecciona y renueva todas las cosas ? Y si porque está es-
crito simplemente que el espíritu es creado, se imaginan
que ese es el Espíritu Santo, deben persuadirse de ahora en
adelante que no es el Espíritu Santo el que es creado, sino
que es el nuestro el que es recreado en Él.
7. Eso es lo que también pedía David cantando: Crea
en mí un corazón puro y renueva en mis entrañas un es-
píritu recto™. Aquí se habla, en efecto, de crear al que
antes había sido plasmado, como dice Zacarías: El que
extiende el cielo y pone un fundamento a la tierra y plas-
130
ma el [ C ] espíritu del hombre en é/ . Al espíritu que
antes había plasmado, una vez caído lo creó de nuevo,
convertido él mismo en la criatura, cuando el Verbo se
131
hizo carne para, como dijo el Apóstol, crear los dos
2
en un solo hombre nuevo™ , creado según Dios en la jus-
m
ticia y la santidad de la verdad .

8. No hablaba, en efecto, de la creación de un hombre


distinto del que desde el principio fue hecho según la ima-
134
gen , sino que nos exhortaba a asumir la mente creada y
renovada en Cristo. Esto de nuevo se muestra por medio de
Ezequiel, cuando dice: Haceos un corazón nuevo y un espí-
ritu nuevo. ¿Para qué morir, casa de Israel? Porque no quie-
ro la muerte del que está a punto de morir, dice Adonai el
135
Señor .

127. Cf. J n 1, 3. 131. Cf. J n 1, 14.


128. Cf. Ep. I, 28, 2; 3 1 , 2; III, 132. Ef 2, 1 5 .
5, 1. 133. Ef 4, 24.
129. Sal 50, 12. 134. Cf. G n 1, 26.
130. Za 1 2 , 1. 135. Ez 1 8 , 3 1 - 3 2 .
72 Atanasio de Alejandría

Interpretación cristológica de «trueno consolidado»

10. 1. Por consiguiente, si éste es el sentido de la ex-


presión «espíritu creado», [556A] sería conveniente inter-
136
pretar también el «trueno consolidado» como la palabra
fiel y la ley inquebrantable del Espíritu. Queriendo que
Santiago y Juan fueran sus servidores, el Señor los llamó
117
Boanerges, es decir, hijos del trueno . Y eso Juan lo grita
verdaderamente desde el cielo: En el principio existía el
m
Verbo y el Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios .

2. Porque antes la ley contenía la sombra de los bie-


139
nes futuros , pero cuando Cristo fue anunciado a los hom-
140
bres y se hizo presente diciendo: «Soy y o , el que está
141
hablando» , entonces, como dijo Pablo: Su voz conmovió
la tierra, habiendo prometido con anterioridad: Una vez
más haré que se estremezca no sólo la tierra, sino también
el cielo. Lo de 'una vez más' significa el cambio de las
cosas mudables, para que permanezcan las que son inmu-
tables. Por eso habiendo recibido un reino inconmovible,
tenemos la gracia de ofrecer a Dios mediante ella un culto
141
[B] que le sea agradable .

3. El reino que éste llama inconmovible, David lo canta


como consolidado: El Señor reina, se ha revestido de be-
lleza. El Señor se ha vestido y ceñido de poder. Y es que
141
ha consolidado el mundo, que no vacilará . Lo dicho por

136. Cf. A m 4, 13. N o se ve 160-161.


cómo este capítulo 1 0 , 1-3 cuadra 137. M e 3, 1 7 .
con una respuesta a la exégesis de 138. J n 1, 1.
los trópicos. Atanasio se muestra 139. Cf. H b 1 0 , 1.
aquí no muy claro y evasivo, cf. 140. Cf. A m 4, 1 3 .
H. R . SMYTHE, "The interpretation 1 4 1 . Cf. J n 4, 2 6 .
of A m o s 4, 13 in St. Athanasius 142. Hb 12, 26-28; cf. A g 2, 6.
and Dydimus", JTS n.s. 1, 1950, 143. Sal 92, 1.
Epístolas a Serapión, I, 10, 1-6 73

144
el profeta significa, pues, la venida del Salvador en la
que también nosotros hemos sido renovados y en la que
permanece inquebrantable la ley del Espíritu.

Segundo texto: 1 Timoteo 5, 21

4. Pero los verdaderamente trópicos tienen el mismo


parecer que los arríanos y comparten con ellos la blasfe­
mia contra la divinidad, éstos llamando criatura al Hijo y
145
aquéllos al Espíritu . Han tenido la audacia de incluso in­
ventarse lo que ellos llaman tropos y de tergiversar las pa­
labras del Apóstol, que bellamente escribió a Timoteo di­
ciendo [ C ] : Te conjuro delante de Dios y de Jesucristo y
de los ángeles elegidos que guardes estas cosas sin prejui­
6
cios, no haciendo nada por partidismo™ .

5. Pero ellos afirman que puesto que ha mencionado


a Dios y a Cristo y a continuación a los ángeles, es ne­
cesario que el Espíritu sea contado entre los ángeles, que
Él sea también de la misma categoría de ellos y que sea
147
un ángel superior a los otros .
6. En primer lugar, la invención de esta impiedad es
148
obra de Valentín , y estos no han ocultado que repiten
las tesis de aquél. En efecto, aquél dijo [557A] que cuan-

144. Cf. A m 4, 1 3 . error de los trópicos, se explica­


145. Cf. Ep. I, 1 , 3. ría muy bien el texto de Ep. I I I ,
146. 1 Tm 5 , 2 1 . Cf. BASILIO 7 , 2 - 3 que denota una ideología
DE CESÁREA, El Espíritu Santo, valentiniana en ellos, cf. A . O R B E ,
X I I I , 2 9 : pág. 152. La teología del Espíritu Santo. Es­
147. Cf. Ep. I , 1 , 2 . tudios Valentinianos IV, Roma
1 4 8 . A l atribuir al gnóstico Va­ 1966, 4 5 6 - 4 5 7 ; J . BARBEL, Chris-

lentín (mencionado de nuevo poco tos Angelos, Bonn 1 9 4 1 , 2 0 5 , nota


después en 1 1 , 2 ) la invención del 113.
74 Atanasio de Alejandría

do el Paráclito fue enviado, con Él fueron enviados los án-


149
geles contemporáneos suyos .
7. Y después degradan al Espíritu al nivel de los án-
geles que, a su vez, son incluidos en la Trinidad. En efec-
to, si, según ellos, después del Padre y del Hijo vienen los
150
ángeles, es evidente que los ángeles forman parte de la
Trinidad y ya no serían espíritus servidores enviados para
151
un servicio , como tampoco serían santificados, sino que
ellos serían más bien los santificadores de los otros.

Al Espíritu Santo nunca se le llama ángel

11. 1. ¿Por qué, pues, es tan grande la locura de esta


gente? ¿En qué pasaje de la Escritura encontraron jamás
que al Espíritu se le llame ángel? Me veo obligado a re-
petir las mismas cosas que ya dije antes. Se le ha llama-
do Paráclito y Espíritu de filiación adoptiva y Espíritu
152
de santificación . Ha recibido el nombre de Espíritu de
Dios y Espíritu de Cristo. En ningún pasaje se llama
ángel, ni arcángel, ni espíritu de servicio, cosa que son
los ángeles, sino que más bien Él junto con el Hijo es
servido por Gabriel que dice a María: El Espíritu Santo
vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su
1531
sombra .

1 4 9 . J . LEBON, O. C., pág. 1 0 0 , délon hóti tés.


nota 4 , indica que Atanasio toma, 1 5 1 . Hb 1 , 1 4 .
al parecer, esta noticia de san IRE- 1 5 2 . GREGORIO NACIANCENO,
NEO, Adv. Haer., I, 4 , 5 : S C 2 6 4 , Orado, 2 5 , 1 6 , llama al Espíritu
7 3 . Cf. también Ep. I, 1 1 , 2 . autoagiótes la santidad sustancial.
1 5 0 . Según J . LEBON, O. C, pág. 1 5 3 . Le 1 , 3 5 . Cf. también más
1 0 1 , nota 1 , en lugar del texto del adelante, I, 3 1 , 9 ; III, 6 , 2 ; E. CAT-
Migne délonóti ten hay que leer TANEO, o. c., pág. 6 0 , nota 1 3 4 .
Epístolas a Serapión, I, 10, 6 - 11, 5 75

2. Si las Escrituras no llaman ángel al Espíritu ¿qué


justificación tendrán de esta insensata osadía? Tanto más
que el que sembró en ellos estas malas ideas, Valentín,
llamó a uno Paráclito y a los otros ángeles, aunque el in-
sensato coloca al Espíritu al mismo tiempo como contem-
154
poráneo de los ángeles .

Nuevas objeciones infundadas

3. Mas he aquí que dicen que «está escrito en el pro-


155
feta Zacarías: Esto dice el ángel que habla en mí ; y es
claro que el profeta expresa que el Espíritu es el ángel que
habla en él».
4. No dirían esto si estuvieran atentos al texto, por-
que el mismo Zacarías, cuando tuvo la visión del candela-
bro, dice: Y respondió el ángel que hablaba en mí y dijo:
¿No sabes qué cosa es esto? Y dije: No, Señor. Y respon-
dió y me dijo lo siguiente: Esta es la palabra del Señor a
Zorobabel: No con gran poder ni con fuerza, sino con mi
Espíritu, dice el Señor todopoderoso™. Es, pues, claro que
el ángel que hablaba al profeta no era el Espíritu Santo,
sino que era un ángel, mientras que el Espíritu de Dios es
Espíritu del Todopoderoso, es servido por un ángel y es
inseparable de la Divinidad y propio del Verbo.
157
5. Puesto que alegan la palabra del Apóstol , porque
los ángeles elegidos se mencionan después de Cristo [560A],
que digan cuál de todos estos es el que hay que unir a^la
Trinidad, porque todos no forman un solo ser en cuanto

154. Cf. Ep. I, 1 0 , 6. 157. Cf. 1 Tm 5, 21 citado en


155. Za 1, 9; 4, 5. Ep. I, 1 0 , 4.
156. Za 4, 5-6.
76 Atanasio de Alejandría

al número, o cuál de ellos es el que bajó al Jordán en


158
forma de paloma , pues los servidores son miles de mi-
llares y multitud de miríadas™. O por qué, abiertos los
cielos, no se dice que bajó uno de los ángeles elegidos,
160
sino el Espíritu Santo . Y por qué el mismo Señor, ha-
blando de la consumación a los discípulos, distinguiendo
161
dice: El Hijo del hombre enviará sus ángeles y antes se
162
dijo: Los ángeles le servían . Y de nuevo El mismo dice:
163
Saldrán los ángeles . Y al dárselo a los discípulos decía:
164
Recibid el Espíritu Santo . Y al enviarlos decía: Id y en-
señad a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del
165
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo .

6. En efecto, no unió un ángel a la divinidad ni nos


unió con Él y con el Padre por medio de una criatura,
166
sino mediante el Espíritu Santo , al que, cuando lo pro-
metía, no dijo que enviaría un ángel, sino al Espíritu de
167
la verdad, que procede de junto al Padre , que recibe de
168 169
Él y es dado .

El Espíritu Santo no es un ángel

12. 1. Ya Moisés, sabiendo que los ángeles son criatu-


ras, mientras que el Espíritu Santo está unido al Hijo y al
Padre, diciéndole Dios: Ve y sal de aquí tú y tu pueblo, a
los que sacaste de Egipto hacia la tierra que juré a Abra-

158. Cf. Le 3, 22. 164. J n 20, 22.


159. Cf. D n 7, 1 0 ; A p 5, 1 1 . 165. Mt 28, 19.
Cf. Ep. I, 27, 3. 166. Cf. Ep. I, 6, 3; 24, 2; 25, 3.
160. Cf. Le 3, 22. 167. Jn 1 5 , 26.
161. Mt 1 3 , 4 1 . 168. Cf. Jn 16, 15.
162. Mt 4, 1 1 . 169. Cf. Jn 20, 22.
163. Mt 1 3 , 49.
Epístolas a Serapión, I, 11, 5 - 12, 3 77

han, a Isaac y a Jacob diciendo: La daré a vuestra des-


cendencia y enviaré delante de ti a mi ángel y expulsará
170
al Cananeo , no aceptó diciendo: Si no vienes tú mismo
171
con nosotros, no me hagas salir de aquí .
2. Pues no quería que una criatura guiara al pueblo,
para que no aprendieran a adorar la criatura en lugar del
172
Creador de todo, a Dios. Sin duda que rechazando al
ángel estaba suplicando que el mismo Dios los condujera.
Prometiéndoselo Dios le dijo: También haré esa palabra
que has pronunciado, porque has encontrado gracia ante mí
173
y te conozco más que a nadie . Está escrito en Isaías: El
que hizo subir de la tierra al pastor de las ovejas, [561A]
¿dónde está el que puso en ellos el Espíritu Santo, el que
174
conducía a Moisés con su diestra? . Y poco después dice:
Descendió el Espíritu de junto al Señor y los guió. Así con-
173
dujiste a tu pueblo haciéndote un nombre glorioso .

3. ¿Quién no ve la verdad de estas cosas? Al prometer-


le Dios que los iba a conducir, he aquí que no promete ya
enviar un ángel, sino su Espíritu, que está por encima de los
ángeles y es el conductor del pueblo. Y muestra que el Es-
píritu no es ni una de las criaturas, ni ángel, sino que está
176
por encima de la creación , unido a la divinidad del Padre.
En efecto, el mismo Dios por medio del Verbo conducía en
el Espíritu al pueblo. De aquí que en toda la Escritura dice:
177
Yo os saqué de la tierra de Egipto . Vosotros sois testigos
m
de si es que había con vosotros otro dios fuera de mí .

170. Ex 33, 1-2. ma de toda la creación, cf. Ep. I,


171. Ex 33, 1 5 . 26, 1. Unido a la divinidad del
172. Rm 1, 25. Padre significa que el Espíritu es
173. Ex 33, 17. divino, es Dios.
174. Is 63, 1 1 - 1 2 . 177. A m 2, 10.
175. Is 63, 14. 178. Cf. Is 44, 8; Dt 32, 39.
176. El Espíritu está por enci-
78 Atanasio de Alejandría

4. Y los santos por su parte se dirigen a Dios di-


179
ciendo: Condujiste como a un rebaño a tu pueblo ; y:
Los condujo el Señor con la esperanza y no tuvieron
m
miedo . A El consagran también un himno diciendo: Al
que condujo a su pueblo por el desierto, porque su mise-
m
ricordia es para siempre . Y el gran Moisés continua-
mente narra: El Señor Dios es el que camina delante de
2
vosotros™ .
5. Así pues, el Espíritu de Dios no podría ser un ángel
ni una criatura, sino propio de la divinidad. Porque es-
tando el Espíritu con el pueblo, estaba con ellos Dios por
medio del Hijo en el Espíritu.

Una lógica absurda

13. 1. «Pero si eso es así -dicen ellos-, ¿por qué el


Apóstol no mencionó después de Cristo al Espíritu Santo,
183
sino a los ángeles elegidos ?».
2. Lo mismo se le podría preguntar a ellos. ¿Por qué
Pablo mencionó solamente a los ángeles elegidos y no a
los arcángeles, ni a los querubines, ni a los serafines, ni
184
a las dominaciones, ni a los tronos , ni a ningún otro?
Acaso puesto que no los nombró, ¿los ángeles son ar-
cángeles? O ¿es que sólo hay ángeles y no serafines o
querubines, ni arcángeles, ni dominaciones, ni tronos, ni
principados, ni ningún otro? Pero esto es imponer al
Apóstol la necesidad de escribir de una manera y no de

179. Sal 76, 2 1 . 183. Cf. 1 Tm 5, 21 (citado en


180. Sal 77, 53. Ep. I, 10, 4).
181. Sal 135, 16. 184. Cf. Rm 8, 38; 1 C o 15, 24;
182. Dt 1, 30; 20, 4; 3 1 , 3.6. Ef 1, 21; Col 1, 16; 1 Ts 4, 16.
Epístolas a Serapión, I, 12, 4 - 14, 1 79

otra, es ignorar las divinas Escrituras y, por lo mismo,


185
engañarse acerca de la verdad.
3. He aquí lo que está escrito en Isaías: Acercaos a mí
y escuchad: Desde el principio no os hablé en secreto; [564A]
cada vez que sucedía algo, allí estaba yo, y ahora el Señor
186
me ha enviado y su Espíritu . Y en Ageo: Y ahora ten
ánimo, Zorobabel, dice el Señor. Ten ánimo, Jesús, hijo de
Josedec, sumo sacerdote, dice el Señor. Que tenga ánimo
todo el pueblo de la tierra, dice el Señor. Y a la obra, por-
que yo estoy con vosotros, dice el Señor todopoderoso, y mi
187
Espíritu se ha colocado en medio de vosotros .
4. Y en ambos profetas se hizo mención únicamente
del Señor y del Espíritu. ¿Qué van a decir de esto? En
efecto, si porque Pablo mencionando a Cristo silenció al
Espíritu, pero mencionó a los ángeles elegidos, por eso co-
locan al Espíritu entre los ángeles, entonces que al leer los
textos proféticos reflexionen con más valentía sobre el que
no es allí mencionado [B].

5. Si, pues, dicen que el Señor es el Hijo, ¿qué van a


decir del Padre? Y si dijeran que es el Padre ¿qué van a
decir del Hijo? Ojalá a nadie se le pase ni siquiera por el
pensamiento la blasfemia que se sigue de sus raciocinios.
Porque necesariamente habrán de decir que lo no men-
cionado o no existe o se cuenta entre las criaturas.
14. 1. ¿Qué cosa dirían si oyeran al Señor decir: Había
un juez en un país que no temía a Dios ni respetaba a nin-
188
gún hombre } Puesto que después de Dios ha mencionado
al hombre ¿acaso es el Hijo este hombre, al que no respe-
taba el juez inicuo? ¿O porque después de Dios mencionó

185. Cf. M t 22, 29. 187. A g 2, 4 - 5 .


186. Is 48, 16. 188. Le 18, 2.
80 Atanasio de Alejandría

al hombre, el Hijo es tercero después del hombre y el cuar-


to es el Espíritu Santo? [C]
2. ¿Y qué dirían si escucharan al Apóstol que dice en
la misma epístola: Te ordeno delante de Dios que lo vivi-
fica todo y del Señor Jesucristo que ante Pondo Pilato tes-
timonió tan bella confesión: que guardes el mandamiento
1 9
sin tacha y sin defecto * } ¿Es que porque no ha mencio-
nado aquí a los ángeles ni al Espíritu, dudan de que el Es-
píritu exista y de que los ángeles existan? Ciertamente que
dudan, mientras piensen proferir tales blasfemias sobre el
Espíritu.

3. Si además escuchan la Escritura que en el Éxodo


dice: [565A] El pueblo temió al Señor y creyeron a Dios
190
y a Moisés, su siervo , ¿acaso contarán a Moisés con
Dios y pensarán que después de Dios no está el Hijo,
sino solamente Moisés? ¿Y qué dirán si escuchan tam-
bién al patriarca Jacob bendiciendo a José y diciendo: El
Dios que me ha alimentado desde mi juventud hasta este
día, el ángel que me liberó de todos los males bendiga a
191
estos muchachos } Y si después de Dios nombró a un
ángel, ¿es el ángel anterior al Hijo o el Hijo se cuenta
entre los ángeles? Sí, pensarán de nuevo de ese modo, al
tener el corazón corrompido.

La exacta interpretadón de 1 Timoteo 5, 21

4. Pero no es esa la fe apostólica. En una palabra,


un cristiano no podría soportar tales cosas. La santa y
bienaventurada Trinidad es indivisible y está unida con-

189. 1 Tm 6, 1 3 - 1 4 . 191. G n 48, 1 5 .


190. Ex 14, 3 1 .
Epístolas a Serapión, I, 14, 1-6 81

sigo misma, de modo que mencionado el Padre, le está


unido [B] también su Verbo, y en el Hijo lo está el Es-
píritu. Y si el que es mencionado es el Hijo, en el Hijo
192
está el Padre y el Espíritu no está fuera del Verbo . En
efecto, única es la gracia que viene del Padre y que por
193
medio del Hijo se consuma en el Espíritu Santo . Una
sola es la divinidad y hay un solo Dios que está sobre
194
todo, por medio de todo y en todo .
5. Así también cuando Pablo dice: Te conjuro delante
195
de Dios y de Jesucristo , sabía que el Espíritu no está
separado del Hijo, sino que está en Cristo, como el Hijo
está en el Padre. Con razón añadió la mención de los
196
ángeles elegidos , y a que este testimonio estaba dirigi-
do a su discípulo, de modo que sabiendo que lo dicho
de parte de Dios se expresa por medio de Cristo en el
Espíritu, y también que los ángeles administran lo nues-
tro, y observan las acciones de cada uno, el discípulo
guardara la exhortación del maestro, al tener tales testi-
gos presenciales de sus palabras.

6. O quizá porque siempre contemplan el rostro del


197
Padre que está en los cielos , pone ahora por testigos
198
a los ángeles a causa de los pequeños que hay en la
Iglesia, para que el discípulo, conociendo a los que cui-
dan de los pueblos, no descuide las exhortaciones del
Apóstol.

192. E. CATTANEO, O. C, pág. 197. Cf. Mt 1 8 , 10.


66, omite toda la frase. 198. Los pequeños mikrós de
193. Cf. Ep. I, 20, 6; 30, 8. Mt 1 8 , 10 son el pueblo laós, los
194. Ef 4, 6. fieles. Cf. E. CATTANEO, o. c, pág.
195. 1 Tm 5, 2 1 . 66, nota 1 7 7 .
196. Cf. 1 Tm 5, 2 1 .
82 Atanasio de Alejandría

B. Refutación lógica

Razonamientos absurdos

15. 1. Así pues, me parece que éste es el sentido de


las palabras divinas, que refuta la blasfemia de estos in-
sensatos contra el Espíritu. Pero estos teniendo una per-
manente hostilidad contra la verdad, tal como escribes, de
nuevo dicen, sacándolo no de las Escrituras, pues allí no
lo encuentran, sino de la abundancia de su propio cora-
99
zón' :
2. «Si no es una criatura, ni uno de los ángeles, sino
que procede del Padre, [568A] entonces también Él es hijo,
200
y hay dos hermanos , Él y el Verbo. Y si es hermano,
¿cómo puede ser unigénito el Verbo o cómo no son igua-
les, sino que uno es nombrado después del Padre y el otro
después del Hijo? Y si tiene su origen en el Padre, ¿cómo
no se dice que es engendrado o que es hijo, sino simple-
mente Espíritu Santo? Pero si el Espíritu es del Hijo, en-
tonces el Padre es abuelo del Espíritu».

199. Cf. M t 1 2 , 34. 7 (BPa 3 0 , págs. 2 2 6 - 2 2 7 ) : «En este


200. Cf. Ep. IV, 1, 2. Cf. EPI- punto eres tú el que tiene la pala-
FANIO DE SALAMINA, Ancoratus, 7 , bra: ¡que tus hondas empiecen a
8 ( G C S 2 5 , pág. 1 4 ) : «El Espíritu lanzar sus proyectiles, que tus si-
Santo existe siempre, no es engen- logismos comiencen a envolvernos!
drado ni creado, no es un segun- El Espíritu Santo, o es absoluta-
do hermano, ni tío paterno, ni mente ingénito, o es engendrado.
abuelo, ni descendiente, sino Espí- Si es ingénito, son dos los seres sin
ritu Santo de la misma esencia, principio. Y si es engendrado, haces
ousía, del Padre y del Hijo. Por- una nueva distinción: o viene del
que Dios es Espíritu». Esta pro- Padre, o del Hijo. Si viene del
blemática aparece también en G R E - Padre, nos encontramos con dos
GORIO N A C I A N C E N O , Discurso, 3 1 , hijos y dos hermanos. Invéntame,
Epístolas a Serapión, I, 15, 1-4 83

201
3. Los indeseables se mofan, gente entrometida que
pretenden escrutar las profundidades de Dios que nadie co-
202
noce, sino el Espíritu de Dios , contra el que ellos blasfe-
man. No sería ya necesario responderles sino que, según el
203
precepto apostólico , después de la amonestación prece-
dente habría que evitarlos como a herejes, o plantearles cues-
tiones dignas de las que ellos nos plantean, y [B] reclamar-
les una respuesta, como ellos nos la reclaman a nosotros.
4. Así pues, que nos digan: si el Padre tiene su origen
en un padre y si otro es engendrado junto con El y son
hermanos que proceden de uno solo y qué nombre tienen
y cuál es el padre y abuelo de ellos y cuáles sus antepasa-

si quieres, que son gemelos, o que dición mortal, incluidos los rela-
uno es más viejo y el otro más tivos a nuestro parentesco. En
joven, puesto que eres tan aficio- línea con este razonamiento, ten-
nado a las cosas corpóreas. Y si drías que pensar también que Dios
viene del Hijo, añades, nos halla- es de sexo masculino, puesto que
mos ante un Dios nieto. ¿Hay algo se le llama Dios y Padre; y la di-
más extravagante que esto? He vinidad, de sexo femenino, en con-
aquí el lenguaje de los sabios del formidad con el género de las pa-
mal hacer (cf. J r 4, 22) que se nie- labras; y el Espíritu, ni una cosa
gan a escribir lo que es bueno. ni otra, ya que no engendra. Y si,
Pero si y o viese que tal distinción además, quieres dedicarte a esos
es lógicamente necesaria, admiti- juegos de niños, según los cuales
ría los hechos sin tener miedo a Dios habría engendrado a su Hijo
los nombres. En efecto, dado que uniéndose con su voluntad, con-
el Hijo es Hijo según una rela- forme a viejas bagatelas y fábulas,
ción de orden superior, kata tina nos encontraríamos ante un dios
skhésin hypsélotéran, no pudiendo masculino y femenino a la vez, el
nosotros expresar de otra manera dios de Marción, que inventó los
que procede de Dios y que le es nuevos eones».
consubstancial, homoúsion, no por 2 0 1 . Cf. 2 Ts 3, 1 1 .
eso debemos creer que es absolu- 202. Cf. 1 C o 2, 1 0 - 1 1 ; cf. Ep.
tamente necesario aplicar a la di- III, 2, 1.
vinidad todos los títulos de la con- 203. Cf. Tt 3, 1 0 .
84 Atanasio de Alejandría

dos. Pero dirán que no existen. Que digan ¿cómo es padre


el que no ha nacido de un padre? O ¿cómo pudo tener un
hijo, quien no fue engendrado antes Él mismo como hijo?
5. Sé que la pregunta es impía. Pero es justo mofarse
de quienes se mofan, para que de tamañas extravagancias
e impías preguntas puedan tomar conciencia de la propia
locura. En efecto, no son así las cosas, ni es lícito formu-
lar tales preguntas sobre la divinidad. ¡En absoluto! Pues
204
Dios no es como el hombre , de modo que nadie se atre-
va a formular sobre Él cuestiones humanas [ C ] .

En qué sentido Dios es Padre e Hijo

16. 1. Como ya indiqué, sería conveniente guardar si-


lencio sobre estas cuestiones e ignorar a esta gente. Pero
para que nuestro silencio no genere en ellos un pretexto
para su desvergüenza, que escuchen:
2. Como no se puede decir que hay un padre ade-
más del Padre, tampoco se puede decir que hay un her-
205
mano además del Hijo. Porque, como está escrito , antes
del Padre no hubo otro Dios, ni hay otro Hijo, pues es
unigénito, por lo cual el solo y único Padre es Padre del
solo y único Hijo, y solamente en la divinidad han exis-
206
tido siempre y existirán los términos padre e hijo .

Synodi, 10 (PG 2 5 , 4 3 2 A B ) .
204. Cf. N m 2 3 , 19. Ni Dios 205. Cf. Is 43, 10. Cf. J .
es como el hombre ni los hom- LEBON, O. C., pág. 100, nota 2.
bres como Dios, por eso hay que 206. Cf. Ep. IV, 6, 3; Contra
purificar las palabras que emplea- los Arríanos, I, 2 1 , 10. Únicamen-
mos para referirnos a Dios. Cf. te en la divinidad se da que Padre
A T A N A S I O , De Decretis Nicaenae e Hijo agotan de modo único y ex-
Epístolas a Serapión, I, 15, 4 - 16, 5 85

3. Entre los hombres si a uno se le llama padre, antes


fue hijo de otro, [569A] y si se le llama hijo, se convier­
te luego en padre de otro, de modo que entre los hom­
bres no se conserva en sentido propio el nombre de padre
207
y de hijo. Así Abrahán, siendo hijo de Téraj , se convir­
tió en padre de Isaac. E Isaac, siendo hijo de Abrahán, se
convirtió en padre de Jacob. La naturaleza humana tiene
esta condición: la de ser parte los unos de los otros y cada
engendrado tiene parte de su padre, de modo que puede
convertirse en padre de otro.
4. [B] Pero las cosas no son así en la divinidad. Por­
208
que Dios no es como el hombre ni tiene una naturale­
za fraccionada en partes, por lo que no engendra un hijo
por fragmentación de sí mismo, para convertirse en padre
de otro, puesto que tampoco El proviene de un padre. El
Hijo no es parte del Padre, y por eso no engendra como
209
Él ha sido engendrado, sino que todo Él es imagen y
210 211
esplendor del Todo .

5. Y únicamente en la divinidad el Padre es propia­


mente Padre y el Hijo es propiamente Hijo y de ellos tiene
validez lo siguiente: el Padre es siempre Padre y el Hijo
212
es siempre Hijo . Y como el Padre no podrá ser jamás

elusivo el ser Padre y el ser Hijo 2 1 1 . Alia hólos estin hólou eikbn
de modo que no pueden conver­ kai apaúgasma. Dada la naturaleza
tirse el Padre en Hijo y el Hijo en simple de Dios, ésta queda expre­
Padre, mientras que entre los hom­ sada íntegra y plenamente en su
bres una misma persona puede ser imagen, que es el Hijo. El Hijo es
a la vez padre e hijo. enteramente imagen del Padre.
207. Cf. G n 1 1 , 26. 2 1 2 . «Habiéndose demostrado
208. Cf. N m 23, 19; cf. Ep. muy impía la expresión de la
IV, 6, 4. nada, se sigue necesariamente que
209. Cf. 2 C o 4, 4; Col 1, 1 5 . el Padre es siempre Padre. Por lo
2 1 0 . Cf. Hb 1, 3. demás, es siempre Padre, porque
86 Atanasio de Alejandría

hijo, así el Hijo no podrá jamás convertirse en padre. Y


como el Padre no dejará jamás de ser el único Padre, así
el Hijo no dejará jamás de ser el único Hijo.
6. Es, pues, una completa locura pensar y mencionar
acerca del Hijo a un hermano, y al Padre llamarlo abue-
lo. En efecto, en las Escrituras no se llamó hijo al Espí-
ritu, de modo que no se pensara en un hermano ni en un
hijo del Hijo, para no considerar abuelo al Padre. Sino que
el Hijo se denomina Hijo del Padre, y el Espíritu se de-
nomina Espíritu del Padre. Y de este modo hay una sola
divinidad y una sola fe en la Santa Trinidad.

Trascendencia de Dios y lenguaje humano

17. 1. [C] Así pues y según esto, es una locura decir


que El es una criatura. Porque si fuera una criatura, no
estaría unido a la Trinidad. En efecto, toda ella constitu-
213
ye un único Dios . Y es suficiente saber que el Espíritu
no es una criatura ni que se cuenta entre las cosas crea-
214
das . Nada extraño se mezcla con la Trinidad, sino que
ella es indivisible y semejante a sí misma.

siempre le está presente el Hijo, C A T T A N E O , O. C., pág. 69, n. 187).


razón por la que es llamado 213. Aunque Atanasio no llama
Padre. Puesto que el Hijo está directamente "Dios" al Espíritu, en
siempre junto a El, es siempre realidad en la frase "[la Trinidad]
Padre perfecto y no carece en ab- toda ella es Dios" está implícito
soluto de ningún bien. N o ha en- que el Espíritu es Dios (cf. A. L A -
gendrado al Hijo unigénito ni en MINSKI, O. C., pág. 140).
el tiempo, ni en un intervalo de 214. Cf. Ep. IV, 7, 1. A l cre-
tiempo, ni de la nada» ( A L E J A N - yente le basta con saber que el
DRO DE A L E J A N D R Í A , Epístola a Espíritu no es una criatura. Esto
Alejandro de Tesalónica, 26 [PG no significa que Atanasio se con-
82 897B] referencia tomada de E. tente con ello.
Epístolas a Serapión, I, 16, 5 - 17, 4 87

2. Esto les basta a los creyentes. Hasta aquí puede lle-


215
gar el conocimiento humano . Aquí los querubines se cu-
216
bren con sus alas . El que busca y quiere indagar más
allá de esto, desoye al que dice: No pretendas saber de-
117
masiado, no sea que te quedes pasmado . Lo transmitido
218
mediante la fe debe ser pensado no con sabiduría hu-
219 220
mana , sino con la obediencia de la fe .
3. En efecto, ¿qué [572A] discurso podrá interpretar
dignamente los seres que trascienden la creación? ¿O qué
oído puede penetrar enteramente lo que al hombre no le
es lícito ni oír ni decir? Sobre lo que Pablo oyó, se ex-
221
presó de esa manera , pero acerca del mismo Dios dijo:
¡Qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente
111
del Señor? ¿O quién fue su consejero? . Abrahán no hizo
preguntas inútiles ni discutió al que le hablaba, sino que
111
creyó y le fue reputado como justicia . Así Moisés fue lla-
224
mado siervo fiel .

4. Si los que piensan como Arrio, puesto que la sabi-


225
duría no entrará en su fraudulenta alma , no pueden ni pen-
sar ni creer en la indivisible y santa Trinidad, que no por

215. Obsérvese cómo en todo LOUTH, "Reason and Revelation in


este capítulo se subraya que nues- Saint Athanasius", SJT 23, 1970,
tro conocimiento de Dios es limi- 385-396.
tado. Limitado no significa falso. 216. Cf. Is 6, 2.
La única acertada actitud que de- 2 1 7 . Q o 7, 1 6 .
bemos fomentar es la de la fe y la 218. El conjunto de verdades
razón iluminada por la fe. Dios nos que componen el depósito de la fe.
ha revelado "que existe", no "cómo 2 1 9 . Cf. 1 C o 2, 1 3 .
es Él" {Ep. I, 18, 3). Cf. también 220. Cf. Ga 3, 2.5.
ATANASIO, Contra los Arríanos, II, 221. Cf. 2 C o 1 2 , 4.
32: P G 26, 216B; Cf. J . B W A L - 222. Rm 1 1 , 33.
KER, «Convenance épistémologique 223. Rm 4, 3.
de l'homoousion dans la théologie 224. Cf. Hb 5, 3.
d'Athanase», págs. 255-275; A. 225. Sb 1, 4.
88 Atanasio de Alejandría

esto tergiversen la verdad, ni digan que lo que ellos no pue-


den entender, no puede existir. [B] Padecen una situación de
lo más absurda: no pudiendo entender cómo la Santa Trini-
dad es indivisible, los arríanos hacen del Hijo una sola cosa
con la creación, y los trópicos cuentan al Espíritu entre las
cosas creadas.
5. Lo razonable es que los que no comprenden callen
completamente, y no junten con las criaturas aquellos al
Hijo y estos al Espíritu; o bien deberían reconocer lo que
está escrito y unir al Hijo con el Padre y no separar del
Hijo al Espíritu, para que se mantenga verdaderamente la
indivisibilidad y homogeneidad de la Santa Trinidad. Sería
conveniente que, una vez aprendidas estas cosas, no se atre-
vieran ni a preguntar desde una posición de duda, cómo
puede existir esto, y si el interrogado carece de recursos
para responder, que no se imaginen falsas ideas.

6. A todas las criaturas y especialmente a nosotros los


hombres nos es imposible hablar dignamente de lo que es
inefable. Y más temerario aún, no pudiendo hablar, es in-
ventar nuevas palabras, diversas de las que hay en las Es-
crituras. Y es que, en realidad tan insensatos son los argu-
mentos del que pregunta, como los del que intenta responder.
En realidad, ni siquiera en el ámbito de las criaturas a quien
plantea cuestiones de este modo se considera que tiene una
mente recta.

Límites del conocimiento humano

18. 1. Que se atrevan a responder los que se expresan


con facilidad: ¿cómo fue creado el cielo y de qué materia,
cuál es su composición y cómo fueron creados el sol y
cada una de las estrellas? ¿Y qué hay de extraordinario [D]
en refutar su insensatez a partir de lo que está por enci-
Epístolas a Serapión, I, 17, 4 - 18, 3 89

226
ma de nosotros , cuando ni siquiera sabemos cuál es la
naturaleza de las cosas de aquí abajo, de los árboles ni la
composición de las aguas, ni cómo fue la creación [573A]
y constitución de los animales?
2. Pero no podrán explicarlo, ya que incluso Salomón,
que participó más abundantemente que nadie de la sabidu-
ría, viendo que a los hombres les resultaba imposible des-
cubrirlo, dijo: Les dio toda la eternidad en sus corazones,
para que el hombre no descubra la obra que hizo Dios desde
227
el principio hasta el fin . Ahora bien, porque no pueden
descubrir estas cosas, ¿afirmarán que ni siquiera existen? Sin
228
duda que lo afirmarán teniendo la mente viciada .

3. Por eso, con razón se les podría decir: ¡Oh necios y


osados! ¿Por qué no dejáis más bien de plantear cuestiones
inútiles sobre la Santa Trinidad y no creéis únicamente en
su existencia? En este punto tenéis como maestro al Após-
tol que dice: En efecto, hay que creer en primer lugar que
229
Dios existe y que es remunerador de los que lo buscan . No
dijo cómo es, sino sólo que existe. [B] Y si ni aún así se dan
por vencidos, que digan cómo es el Padre, para que de esa
manera aprendan cómo es también su Verbo. Pero dirán que
es absurdo preguntar de ese modo sobre el Padre. Pues que
oigan que también es absurdo preguntar de esa manera sobre
230
su Verbo .

226. Ek ton hyperkeiménón, a del Padre, no es una creatura; si


partir de la cosas del cielo, de los no es engendrado, tampoco es el
cuerpos celestes. Hijo; y si está entre el ingénito y
227. Q o 3, 1 1 . el engendrado es que es Dios. De
228. Forma peyorativa y p o - este modo, escapando a las redes
lémica de referirse a los arrianos de tus silogismos, se ha demos-
como locos y perturbados. trado Dios, porque es más fuerte
229. Hb 1 1 , 6. que tus distinciones. Pero ¿qué es
230. «Si procede, ekporeúetai, la procesión, he ekpóreusis? Si tú
90 Atanasio de Alejandría

Atenerse a las expresiones bíblicas

19. 1. Puesto que tal modo de preguntar es inútil e


incluso más que necio, ya nadie planteará semejantes cues-
tiones, sino que aprenderá sólo lo que hay en las Escritu-
231
ras. Porque los ejemplos que en ellas se encuentran sobre
el tema son aptos y suficientes.

me dices qué es la ingenitud del J . R. DÍAZ SANCHEZ-CID). Tam-


Padre, y o te explicaré tanto la ge- bién es interesante el texto de san
neración del Hijo como la proce- AGUSTÍN: «¿Quién podrá explicar
sión del Espíritu Santo, y así en aquella excelentísima naturale-
ambos deliraremos al asomarnos a za la diferencia que hay entre
ver los misterios de Dios. (...) nacer y proceder? Porque no todo
¿Qué es, pues, dice él, lo que falta el que procede nace, aunque todo
al Espíritu para ser Hijo?, porque el que nace procede; como no
si no le falta nada, sería Hijo. N o - todo el que tiene dos pies es hom-
sotros decimos que no le falta bre, aunque todo hombre es bí-
nada, pues Dios no carece de nada; pedo. Esto es lo que sé. Pero no
pero la diferencia de la manifes- sé, no puedo, carezco de fuerzas
tación, por así decir, o de la re- para distinguir entre aquella ge-
lación entre ellos, produce tam- neración y esta procesión» (Con-
bién la diferencia de nombre. tra Maximinum, I I , 1 4 : PL 4 2 ,
Tampoco al Hijo le falta nada para 770; BAC 5 1 2 , 495).
ser el Padre, pues la filiación no 2 3 1 . Para estas imágenes en la
es una carencia, pero no por eso tradición anterior, cf. JUSTINO, Diá-
es el Padre; de otro modo, tam- logo, 6 1 . 1 2 8 ; ATENÁGORAS, Lega-
bién al Padre le faltaría algo para tione, 1 0 ; TACIANO, Oratio ad Gra-
ser el Hijo, pues el Padre no es ecos, 5 ; TERTULIANO, Apologético,
el Hijo. Estos términos no indi- 2 1 ; Adversus Praxean, 5 1 . Para el
can una carencia, ni una subordi- tema de la luz cf. M. MARTÍNEZ
nación esencial; las expresiones ser PASTOR, Teología de la luz en Orí-
ingénito, ser engendrado, y proce- genes (De Princ. e In Ioh.), San-
der designan al Padre, al Hijo y tander 1 9 6 3 ; F . J . DOLGER, "Sonne
a aquel de quien se habla aquí, al und Sonnenstrahl ais Gleichnis in
Espíritu Santo» (GREGORIO NA- der Logostheologie des christlichen
CIANCENO, Discurso, 3 1 , 8 - 9 : BPa Altertums", Antike und Christen-
3 0 , págs. 2 2 9 - 2 3 0 , traducción de tum 1, 1 9 2 9 , 2 7 1 - 2 9 0 (274-279).
Epístolas a Serapión, I, 19, 1-5 91

Fuente y luz

2. El Padre es llamado fuente y luz: Me han abando-


112
nado a mí, que soy fuente de agua viva . Y de nuevo
[C] en el libro de Baruc: ¿Cómo es que estás, Israel, en la
tierra de los enemigos? Abandonaste la fuente de la sabi-
211 214
duría . Y según Juan: Nuestro Dios es luz .
3. También el Hijo, en relación a la fuente, se llama
215
río: El río de Dios va lleno de aguas . Y en relación a la
luz, se llama resplandor, como dice Pablo: El es resplan-
216
dor de la gloria e impronta de su sustancia .
4. Siendo, pues el Padre luz y el Hijo su resplandor
(no hay que dudar en repetir muchas veces lo mismo sobre
todo en tal materia), es lícito ver también en el Hijo al
237
Espíritu, en el cual somos iluminados . Dice (la Escritu-
ra): Para que os dé Espíritu de sabiduría y de revelación,
218
para conocerle a Él, que os ilumine los ojos del corazón .
[D] Iluminados gracias al Espíritu, es Cristo el que en El
nos ilumina, pues Él era la luz verdadera que ilumina a
219
todo hombre que viene al mundo .
5. De nuevo, siendo el Padre fuente, y llamándose el
Hijo río, se dice que bebemos el Espíritu. En efecto está
escrito [576A]: Todos nosotros hemos bebido un único Es-
240
píritu . Los que bebemos del Espíritu, bebemos de Cris-
to, pues bebían de la piedra espiritual que les seguía. Y la
241
piedra era Cristo .

232. J r 2, 13. minadora del Hijo, su gracia y ac-


233. Ba 3, 10.12. tividad luminosa, cf. Ep. I, 30, 7.
234. 1 Jn 1, 5. 238. Ef 1, 17.
235. Sal 64, 10. 239. Jn 1, 9.
236. Hb 1, 3. 240. 1 C o 12,13,cf.£/>. III, 4, 1.
237. El Espíritu es potencia ilu- 2 4 1 . 1 C o 10, 4.
92 Atanasio de Alejandría

Filiación

6. Y de nuevo, siendo Cristo verdadero Hijo, noso­


tros que hemos recibido el Espíritu nos hemos converti­
242
do en hijos . Dice [la Escritura]: No habéis recibido un
espíritu de esclavitud para caer de nuevo en el temor, sino
2 11
que habéis recibido el Espíritu de filiación adoptiva * . Una
vez hechos hijos en virtud del Espíritu, es claro que en
Cristo somos llamados hijos de Dios, pues a cuantos lo
2
recibieron, les dio potestad de llegar a ser hijos de Dios **.

242. « A u n habiendo un único gar a ser', genésthai, p o r q u e se


verdadero Hijo por naturaleza, el llaman hijos no p o r naturaleza
unigénito, también nosotros nos sino p o r adopción. Y empleó el
convertimos en hijos, no p o r na­ término 'han sido engendrados',
turaleza y verdaderamente como egennéthésan (Jn 1, 13), porque
Él lo es, sino por gracia del que también recibieron el nombre de
nos ha llamado así. (...) C o m o hijo. Pero el pueblo, como dice el
también dice Juan: Sabemos que profeta (Is 1, 3), rechazó a su be­
el Hijo de Dios ha venido y nos nefactor. Ésta es, pues, la filantro­
dio inteligencia para que conozca­ pía de Dios que consiste en que de
mos al verdadero Dios. Y estamos aquellos de los que es creador, des­
en el verdadero, en su Hijo Jesu­ pués se hace también padre por gra­
cristo. Éste es el verdadero Dios y cia. Se hace cuando los hombres
la vida eterna (1 J n 5, 20). Mas creados, como dijo el Apóstol (Ga
nosotros p o r su medio somos he­ 4, 6), reciben en sus corazones el
chos hijos p o r adopción y por gra­ Espíritu de su Hijo, (Espíritu) que
cia al participar de su Espíritu. En clama: Abbá, Padre. Estos son
efecto, a cuantos lo recibieron, les todos los que habiendo recibido al
dio potestad de llegar a ser hijos Verbo, recibieron de Él el poder
de Dios, a los que creen en su de llegar a ser hijos de Dios. De
nombre (Jn 1, 12)» (ATANASIO, otra forma no llegarían a ser hijos,
Contra los Arríanos, III, 19: P G ya que son por naturaleza criatu­
26, 3 6 1 C - 3 6 3 B ) . ras, a no ser que reciban el Espí­
243. Rm 8, 15; cf. Ep. I, 25, 3. ritu del que es por naturaleza ver­
244. Jn 1, 12. Comentando este dadero Hijo. Para que esto tuviera
texto dice: «Emplea el término 'lle­ lugar, el Verbo se hizo carne (Jn
Epístolas a Serapión, I, 19, 6-7 93

Sabiduría

245
7. Siendo el Padre el único sabio, como dice Pablo ,
el Hijo es su sabiduría, pues Cristo es potencia de Dios y
246
sabiduría de Dios . Y siendo el Hijo de la sabiduría, ha-
biendo recibido nosotros el Espíritu de sabiduría, tenemos
al Hijo y en Él somos hechos sabios. [B] Así está escrito
en el salmo ciento cuarenta y cinco: El Señor liberta a los
247
encadenados, el Señor hace sabios a los ciegos .

1, 14), para hacer al hombre re- bién hijos y dice: engendré, siendo
ceptor de la divinidad. Esta misma así que engendrar hace referencia a
idea podemos aprenderla en el p r o - hijo, mientras que hacer se refiere
feta Malaquías que dice: ¿No os creó a las obras. Por eso, nosotros no
el único Dios? ¿No es el único padre somos primeramente engendrados,
de todos vosotros? (MI 2, 10). Tam- sino que somos hechos. En efecto
bién aquí puso en primer lugar el está escrito: Hagamos al hombre
término creó, y en segundo lugar (Gn 1, 26), y después, habiendo re-
padre, para mostrar también Él que cibido la gracia del Espíritu, se dice
desde el principio somos por na- que somos engendrados. Cierta-
turaleza criaturas y que nuestro cre- mente también el gran Moisés en
ador es Dios por medio del Verbo, el Cántico dijo con buen sentido
y después somos hechos hijos y primeramente adquirió (Dt 32, 6)
además el Dios creador se convierte y después engendró (Dt 32, 18),
también en nuestro padre. Así pues, para que al oír engendró no se ol-
Padre lo es en sentido propio del vidaran los hombres de la natura-
Hijo, y no la criatura sino el Hijo leza que tenían desde el principio,
lo es en sentido propio del Padre. y reconocieran que desde el prin-
C o n esto queda claro que nosotros cipio son criaturas y que cuando,
no somos hijos por naturaleza, sino por gracia, se dice que son engen-
el Hijo que está en nosotros; y a drados como hijos, por naturaleza
su vez (queda claro) que Dios no no son más que criaturas» (ATA-
es nuestro padre por naturaleza, NASIO, Contra los Arríanos, II, 59:
sino que lo es del Verbo que está P G 26, 272 C-273 A C ) .
en nosotros, y por Él y en Él gri- 245. Cf. R m 1 6 , 27.
tamos Abbá, Padre. Ahora bien, de 246. 1 C o 1, 24.
igual modo el Padre a aquellos en 247. Sal 1 4 5 , 7-8.
los que ve a su Hijo, los llama tam-
94 Atanasio de Alejandría

Don

8. Y habiéndosenos dado el Espíritu: -Recibid el Espí-


248
ritu Santo , dijo el Señor - , Dios está en nosotros, como
escribió Juan: Si nos amamos unos a otros, Dios permanece
en nosotros. En esto conocemos que permanecemos en El, en
249
que nos ha dado de su Espíritu . Y estando Dios en noso-
tros, también el Hijo está en nosotros, pues el mismo Hijo
50
dice: Yo y el Padre vendremos y haremos morada en éP .

Vida

9. Y después, siendo el Hijo vida, pues afirma: Yo soy


251
la vida , se dice que somos vivificados en el Espíritu, [C]
pues dice [la Escritura]: El que resucitó a Jesucristo de entre
los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales
252
mediante el Espíritu que inhabita en vosotros . Siendo vi-
vificados en el Espíritu, se dice que el mismo Cristo vive
en nosotros. Estoy, dice, concrucificado con Cristo. Y vivo
53
ya no yo, sino que Cristo vive en mf .

Obras

10. Y también las obras que el Hijo hacía, afirmaba que


las realizaba el Padre: El Padre que permanece en mí es quien
hace las obras. Creedme, yo estoy en el Padre y el Padre en
254
mí. Y si no, creedme por las obras mismas . De igual modo,
lo que Pablo realizaba con el poder del Espíritu, decía que

248. Jn 20, 22. 252. Rm 8, 1 1 . .


249. 1 J n 4, 1 2 - 1 3 . 253. Ga 2, 19-20.
250. J n 1 4 , 23; cf. Ep. I, 30, 7. 254. J n 14, 1 0 - 1 1 .
251. Jn 1 4 , 6.
Epístolas a Serapión, I, 19, 8 - 20, 3 95

eran obras de Cristo: No me atreveré a hablar de lo que


Cristo no haya realizado por medio de mí para obediencia
de los gentiles [D] con palabra y obra, con potencia de sig-
255
nos y prodigios, con el poder del Espíritu Santo .

La Trinidad es inseparable

20. 1. Siendo tal la ordenada disposición y unidad en


la Santa Trinidad, ¿quién podría separar al Hijo [577A] del
Padre o al Espíritu del Hijo o del mismo Padre? ¿Quién
sería talmente osado como para decir que la Trinidad es
desemejante y de naturaleza diversa en relación a sí misma,
o que el Hijo es de sustancia diversa a la del Padre o que
256
el Espíritu es extraño al Hijo ?

2. ¿Cómo es esto?, podría quizás inquirir y preguntar


alguno. ¿Cómo es que estando el Espíritu en nosotros, se
dice que el Hijo está en nosotros y estando el Hijo en no-
sotros, se dice que el Padre está en nosotros? En una pala-
bra, ¿cómo siendo Trinidad, en uno solo está significada la
Trinidad? ¿Cómo estando uno solo en nosotros, se dice que
está la Trinidad?

3. Que este tal divida primero el resplandor de la luz,


257
o la sabiduría del sabio o diga cómo es esto . Y si no
puede, con mayor razón es temeridad de unos locos in-
vestigar tales cuestiones acerca de Dios.

255. Rm 1 5 , 1 8 - 1 9 . turalezas diversas entre sí y en re-


256. Atanasio se refiere aquí cla- lación con la primera persona de la
ramente a una tesis arriana radical Trinidad.
(anómoion, beteropbué, allotriooú- 257. Cf. Ep. I, 20. Las imáge-
sion, ksénon) según la cual la se- nes y ejemplos son necesarios para
gunda y tercera persona tienen na- poder hacernos una idea de Dios,
96 Atanasio de Alejandría

La razón iluminada por la fe

258
4. En efecto, la divinidad, como queda dicho , no se
revela con demostraciones lógicas, sino mediante la fe y
mediante una reflexión [B] acompañada de reverencia. Si
pues Pablo ha predicado lo concerniente a la cruz salva-
dora no con sabiduría de palabras, sino con demostración
259
de espíritu y de poder , y oyó en el paraíso palabras ine-
260
fables que no le es permitido al hombre expresar , ¿quién
podrá hablar sobre la Trinidad Santa?

5. Sin embargo, esta dificultad se puede subsanar en


261
primer lugar con la fe y después con los ejemplos cita-
262
dos, los de imagen, esplendor, fuente, río, sustancia y de
263
la impronta .
6. Y como el Hijo está en el Espíritu como en su pro-
264
pia imagen , así también el Padre está en el Hijo. La di-

cf. J . WALKER, "Convenance épis- encuentran algunos testimonios:


témologique de l'homoousion PS.-GREGORIO TAUMATURGO, EX-
dans la Théologie d'Athanase", positio fidei (PG 10, 9 8 5 A ) en una
pág. 2 6 1 s . profesión de fe en la Trinidad dice:
258. Cf. Ep. I, 1 7 , 2. «Y un único Espíritu Santo, que
259. Cf. 1 C o 1, 1 7 ; 2, 4. recibe su existencia de Dios [Padre]
260. 2 C o 1 2 , 4. y que se mostró a los hombres me-
261. La fe es la fórmula bau- diante el Hijo, y es imagen per-
tismal, cf. Ep. I, 28, 4 donde se cita fecta del Hijo perfecto»; GREGO-
Mt 28, 19. RIO NISENO, De vita Gregorii
262. Hypostáseós Hb 1, 3. Thaumaturgi (PG 46, 912D) re-
263. Kharaktérós Hb 1, 3. produce el mismo texto: cf. L.
264. El Espíritu como imagen ABRAMOWSKI, "Das Bekenntnis des
del Hijo, paralelamente a como el Gregor Thaumuturgus bei Gregor
Hijo lo es del Padre, cf. Ep. I , 24, von Nyssa und das Problem seiner
6; 26, 4; I V , 3, 3. N o es muy fre- Echtheit", ZKG 87, 1976, 145-166
cuente que al Espíritu se le llame que la considera espúrea. Cf. Ps.-
eikón, imagen, del Hijo, pero se BASILIO, Contra Eunomium, V (PG
Epístolas a Serapión, I, 20, 4-7 97

vina Escritura, atenuando la imposibilidad de interpretar


por medio de palabras tales cosas e incluso de compren-
derlas, [ C ] nos proporcionó esos ejemplos, de modo que
a causa de la incredulidad de los temerarios se posibilite
expresar con sencillez, decir sin peligros, reflexionar con
la debida reverencia y creer que hay una sola santificación
que toma su punto de partida del Padre por medio del
265
Hijo en el Espíritu Santo .
266
7. Y del mismo modo que el Hijo es único , así el Es-
267
píritu, [580A] dado y enviado de parte del Hijo, es tam-
bién Él uno solo y no muchos, ni tampoco es uno como

29, 724C): «Imagen de Dios es píritu Santo (1 C o 12, 3). Así pues,
Cristo, el cual es, dice, imagen del mediante el Espíritu Santo conoce-
Dios invisible (Col 1, 15). Y el Es- mos que Cristo es Hijo de Dios y
píritu es imagen del Hijo y los que Dios y en el Hijo contemplamos
participan de Él se convierten en al Padre. En efecto, la palabra es
hijos con la misma forma [del por naturaleza mensajera del pen-
Hijo], según está escrito: a los que samiento, mientras que el espíritu
conoció de antemano, los predesti- es revelador de la palabra. El Es-
nó a ser conformes a la imagen de píritu Santo es imagen semejante y
su Hijo, para que Él sea el primo- exacta del Hijo, teniendo la dife-
génito entre muchos hermanos (Rm rencia en la sola procesión, puesto
8, 29)»; CIRILO ALEJANDRINO, que el Hijo es engendrado y no
Thesaurus, 33 (PG 75, 572A); De procedente. El Hijo es imagen na-
Trinitate dialogas, VII (PG 75, tural del Padre y así la primera clase
1089B); JUAN DAMASCENO, Expo- de imagen es la natural».
sición de la Fe, I, 13 (BPa 59), Ma- 265. Cf. Ep. I, 1 4 , 4; 30, 8.
drid 2003, pág. 74: «Imagen del 266. Monogenés, cf. J n 1, 14;
Padre es el Hijo, y del Hijo el Es- 3, 18.
píritu. Por medio de éste, Cristo 267. Cf. Ep. I, 2, 5; Contra los
habita en el hombre y le da al hom- Arríanos, I, 48: P G 26, 1 1 2 B C (Es
bre ser conforme a su imagen»; De Jesucristo quien da el Espíritu in-
imaginibus, Oratio, III, 1 7 (PG 94, cluso en el Antiguo Testamento).
1340B): « Y el Espíritu Santo es ima- Sobre este § 20, 7 cf. A. LAMINS-
gen del Hijo, porque nadie puede KI, o. c, págs. 152-155; TH. C.
decir 'Jesús es Señor' sino en el Es- CAMPBELL, O. C, págs. 431-432.
98 Atanasio de Alejandría

resultado de muchos, sino que únicamente Él es el Espíritu.


En efecto, siendo único el Hijo, el Verbo viviente, es nece­
268
sario que sea única, perfecta y plena su energía viviente,
santificadora e iluminadora, y que es también su don, que
269
se dice proceder del Padre , ya que refulge, es enviado y
es dado de parte del Verbo, que confesamos tener su origen
en el Padre.
8. Ciertamente el Hijo es enviado de parte del Padre,
pues la Escritura dice: Tanto amó Dios al mundo, que envió
270
a su Hijo unigénito . Por otro lado, el Hijo envía al Es­
271
píritu, pues dice: Si yo me voy, enviaré al Paráclito . Y
el Hijo glorifica al Padre, diciendo: Padre, yo te he glori­
272
ficado . Y el Espíritu glorifica al Hijo, que dice: El me
271
glorificará . [B] También el Hijo dice: Lo que he oído del

268. Cf. Ep. I, 3 0 , 7 . Según patrós con lo que a semejanza del


GREGORIO NACIANCENO, Oratio, Hijo, aunque no por generación,
3 1 , 5 - 6 [Los Cinco Discursos Teo­ también el Espíritu tiene su ori­
lógicos, BPa 3 0 , págs. 2 2 4 - 2 2 5 ] al­ gen en el Padre. El cambio de pre­
gunos teólogos habían llamado al posición podría estar inspirado en
Espíritu enérgeia en sentido de sim­ el símbolo de Nicea, que afirma
ple fuerza divina impersonal, mas la procedencia (eterna) del Hijo
para el Nacianceno es una persona ek tés ousías toü patrós, afirma­
divina, como también para Ata­ ción que serviría de fundamento
nasio que llama al Hijo energía sus­ para su aplicación al Espíritu; bien
tancial del Padre (Contra los Arria- es verdad que Atanasio piensa
nos, 2,2: P G 2 6 , 1 5 2 A ) y denomina aquí en la misión y donación del
al Espíritu energía perfecta, plena Espíritu, que se lleva a cabo a par­
y viviente, del Hijo. Cf. A. S E G O - tir (para) del Verbo, cf. J . W o -
V I A , "Equivalencia de fórmulas en LINSKI, "La pneumatologie des
las sistematizaciones trinitarias grie­ Peres Grecs avant le Concile de
ga y latina. Observaciones y suge­ Constantinople I", págs. 1 4 6 - 1 4 7 .
rencias", Estudios Eclesiásticos 2 1 , 270. Jn 3, 16.
1947, 448-452. 271. Jn 1 6 , 7.
269. Cf. Jn 1 5 , 2 6 ; Ep. I, 2 , 5 . 272. Jn 1 7 , 4.
En lugar de leer para toü patrós 273. Jn 16, 14.
(de J n 1 5 , 2 6 ) Atanasio lee ek toü
Epístolas a Serapión, I, 20, 7 - 21, 2 99

174
Padre, lo digo al mundo . Y el Espíritu recibe del Hijo,
275
que dice: El recibirá de lo mío y os lo anunciará . El Hijo
276
vino en el nombre del Padre y el Hijo dice: El Espíri-
277
tu Santo que el Padre enviará en mi nombre .

Conclusión

21. 1. Teniendo el Espíritu en relación al Hijo la misma


278
condición y naturaleza que el Hijo tiene en relación al Padre ,
¿cómo quien dice que el Espíritu es una criatura, no pensa-
rá necesariamente lo mismo acerca del Hijo? En efecto, si el
Espíritu del Hijo es una criatura, lo consecuente sería que
dijeran también que el Verbo del Padre es una criatura.

2. Pensando eso han caído los arríanos en el judaismo


279
de Caifas . [C] Si los que dicen tales cosas acerca del Es-

274. Jn 8, 26. es santificado por el Espíritu. Así


275. Jn 16, 14; cf. Ep. I V , 1, 4. pues (el Hijo) es partícipe del Padre:
Contra los Arríanos, I, 15 (PG 26, es la única solución y es necesario
44B): «Si, según vosotros decís, el afirmarlo».
Hijo procede de la nada y no exis- 276. Cf. Jn 5, 43.
tía antes de ser engendrado, en- 277. Jn 14, 26.
tonces fue llamado Hijo y Dios y 278. Cf. Ep. I I I , 1, 2.5. Esta
Sabiduría por participación, pues idea la repite BASILIO, El Espíritu
así han sido efectivamente consti- Santo, 17, 43 (BPa 32, pág. 180):
tuidas todas las otras cosas y son «Cual es el Hijo respecto del Padre,
glorificadas una vez santificadas. D e tal es el Espíritu respecto del Hijo,
quién sea El partícipe, os toca a según el orden de la palabra trans-
vosotros decirlo. Dado que todas mitida en el bautismo».
las otras cosas participan del Espí- 279. Para la identificación de los
ritu, ¿de quién participaría Él, arríanos con los judíos cf. más ade-
según vosotros? ¿Del Espíritu? lante Ep. I , 28, 4; ATANASIO, Con-
Pero más bien es el Espíritu el que tra los Arríanos, I , 53: PG 26,126A;
recibe del Hijo, como éste dijo, y II, 17: PG 26,181C; BASILIO, Con-
sería demencial decir que el Hijo tra Eunomium, I , 24.
100 Atanasio de Alejandría

píritu no hacen propias las ideas de Arrio, que eviten in­


cluso sus expresiones y no sean impíos contra el Espíritu.
3. De hecho, como el Hijo, que está en el Padre y en
el que el Padre también está, no es una criatura, sino pro­
pio de la esencia del Padre (cosa que también vosotros
280
aparentáis decir), de la misma manera también al Espí­
ritu, que está en el Hijo y en el que también está el Hijo,
no es lícito ponerlo entre las criaturas, ni separarlo del
Verbo, ni establecer la Trinidad como imperfecta.
4. En relación a las palabras del profeta y del Após­
281
tol , cuyo sentido han adulterado llevándolos al error,
basta con haber refutado la blasfemia de los trópicos, fruto
de la ignorancia.

280. Atanasio no cree que los dad del arrianismo, cf. Ep. I, 1, 3.
trópicos se hayan desligado de ver- 281. Cf. A m 4 , 1 3 y 1 Tm 5, 2 1 .
Epístolas a Serapión, I, 21, 2 - 22, 1 101

SEGUNDA PARTE

A. Exposición de la enseñanza de la Sagrada Escritura

[581 A ] 5. Veamos ahora por separado lo que se dice


en las divinas Escrituras sobre el Espíritu Santo y, como
282
banqueros expertos , examinemos si el Espíritu tiene algo
en común con las criaturas, o es propio de Dios, de modo
que lo llamemos criatura u otra cosa diversa de las cria-
turas, a saber, una cosa propia de la divinidad que hay en
la Trinidad. Quizás de esta manera se avergüencen apren-
diendo cuánto se apartan de los oráculos divinos las blas-
femias inventadas por ellos.

Origen del Espíritu Santo

283
22. 1. Las criaturas fueron hechas de la nada y tie-
nen un comienzo en su existencia. En efecto, en el prin-

282. Palabras transmitidas fre- ámbito de existencia pertenece el


cuentemente por los Santos Padres Espíritu: si al de las criaturas o al
como dichos del Señor que no se de Dios.
encuentran en los Evangelios ca- 283. Cf. 2 M 7, 28. Las criatu-
nónicos. A. RESCH, Agrapba. Aus- ras tienen un principio temporal de
sercanonische Evangelienfragmente existencia (cf. Ep. II, 4, 1) y vie-
(Texte und Untersuchungen 5/4) nen de la nada, de lo no existen-
Leipzig 1906, págs. 1 1 6 - 1 2 7 sobre te (cf. Ep. III, 2, 3), mientras que
estas palabras "como banqueros ex- el origen del Espíritu está en Dios,
pertos" cita 69 textos patrísticos. viene de Dios.
Aquí se trata de distinguir a qué
102 Atanasio de Alejandría

28
cipio hizo Dios el cielo y la tierra * y todo lo que hay en
ellos. Del Espíritu Santo se dice que viene de Dios. Dice
[la Escritura]: Ninguno conoce lo que hay en el hombre
sino el espíritu del hombre que hay en él. Del mismo modo,
lo de Dios no lo conoce nadie excepto el Espíritu de Dios.
[B] Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo,
285
sino el Espíritu que viene de Dios .
2. ¿Qué parentesco, pues, del Espíritu con las cria-
turas se deduce de lo anteriormente dicho? Porque las
286
criaturas no existían, mientras que Dios es el que e s y
de El es también el Espíritu. Lo que tiene su origen en
Dios no podría venir de la nada ni ser una criatura. No
se vaya a pensar, como ellos hacen, que también es una
criatura aquel del que proviene el Espíritu.

3. ¿Quién soportará a estos insensatos que también


287
dicen en su corazón que no existe D i o s ? Y si como
nadie conoce lo del hombre sino el espíritu que hay en
él, de igual manera lo de Dios no lo conoce sino el Es-
288
píritu que hay en Él . ¿Cómo no va a ser una blasfe-
mia llamar criatura al Espíritu que hay en Dios y que
también escruta las profundidades de Dios? Con esa pre-
misa tendrá ese tal que aprender a decir [ C ] que el es-
píritu del hombre es exterior al mismo hombre, y que
el Verbo que está en el Padre es una criatura.

284. G n 1, 1. Citado también que no es'. Hay un abismo entre


en Ep. II, 4, 1; III, 2, 3. uno y otras. Proceder de Dios,
285. 1 C o 2, 1 1 - 1 2 . ek toü theoü, significa que el Es-
286. Cf. Ex 3, 1 4 . Dios es 'el píritu es increado.
que es' y las criaturas son 'lo que 287. Cf. Sal 1 3 , 1. Los arria-
no es'. El origen del Espíritu está nos son, p o r tanto, unos insen-
en Dios, viene 'de El'. Las cria- satos.
turas vienen de la nada, 'de lo 288. Cf. 1 C o 2, 1 1 .
Epístolas a Serapión, I, 22, 1 - 23, 1 103

El Espíritu santifica y renueva

4. El Espíritu además es y se llama Espíritu de santi-


ficación y de renovación. Escribe Pablo: Jesucristo nuestro
Señor, constituido Hijo de Dios con poder según el Espíri-
tu de santificación a partir de la resurrección de los muer-
tos™. Dice también: Mas habéis sido santificados y justifi-
cados en el nombre del Señor nuestro Jesucristo y en el
190
Espíritu de nuestro Dios .
5. Y decía escribiendo a Tito [584A]: Cuando se ma-
nifestó la bondad y el amor a los hombres de Dios nues-
tro salvador, no por las obras de justicia que hubiéramos
hecho, sino por su misericordia nos salvó mediante el baño
de la regeneración y renovación del Espíritu Santo, que de-
rramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesu-
cristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia
191
seamos hechos herederos en esperanza de la vida eterna .
6. Por su parte, las criaturas son santificadas y reno-
vadas: Enviarás tu Espíritu y serán creados y renovarás la
192
faz de la tierra . Y Pablo dice: Porque es imposible que
los que una vez han sido iluminados, que han gustado del
don celestial y han sido hechos partícipes del Espíritu
193
Santo... .
23. 1. [B] Así pues, el que no es santificado por otro,
ni participa de la santificación, sino que Él es el que hace
294
partícipe , y en el que todas las criaturas son santifica-

289. Rm 1, 4. ticipado y seres que participan es


290. 1 C o 6, 1 1 . un argumento utilizado ahora por
291. Tt 3, 4-7. Atanasio para probar que el Espí-
292. Sal 1 0 3 , 30. ritu no es una criatura (por con-
293. Hb 6, 4. siguiente, que es divino), y que con
294. La oposición entre ser par- anterioridad ya lo había empleado
104 Atanasio de Alejandría

295
das , ¿cómo podría ser una de entre todas las criaturas y
pertenecer a aquellos que participan de Él mismo? Los que
así se expresan deben necesariamente decir que también el
Hijo, por medio del cual todo fue hecho, es uno de entre
todas las criaturas.

El Espíritu vivifica

2. El Espíritu se llama vivificador. En efecto, dice la


Escritura: El que resucitó a Jesucristo de entre los muer-
tos vivificará también vuestros cuerpos mortales por medio
296
de su Espíritu que habita en vosotros . Y el Señor es la
297 298
Autovida y el Creador de la Vida, como dijo Pedro .
Y el Señor mismo dijo: El agua que yo le daré se con-
vertirá en él en una fuente que salta hasta la vida eter-
na. Esto lo dijo acerca del Espíritu que iban a recibir los
299
que creyeran en El .

para probar que el Hijo es de la seres racionales, ángeles y hom-


esencia del Padre (cf. P. GALTIER, bres, creados por Dios por medio
Le Saint Esprit en nous d'aprés les de Jesucristo»; Catequesis, IV, 16:
Peres Grecs, pág. 122). De no ser «Santificador y divinizador de
divino, el Espíritu no podría unir- todas las cosas». BASILIO DE CE-
nos con Dios y la salvación sería SÁREA, El Espíritu Santo, 99 22.
imposible. Los trópicos no se atre- 26s: el Espíritu es «fuente de san-
vían a sacar esta conclusión (cf. H. tificación, luz inteligible, para toda
SAAKE, "Beobachtungen zur atha- potencia inteligible».
nasianischen Pneumatologie", pág. 296. Rm 8, 1 1 .
360). 297. Autozoé, la vida en sí, la
295. CIRILO DE JERUSALÉN, vida misma, cf. también Ep. IV,
Catequesis, X V I , 3 (pág. 33): «San- 20, 3; ATANASIO, La encarnación
tificador de todas las cosas crea- del Verbo, 20.
das por Dios por medio de Jesu- 298. Hch 3, 1 5 .
cristo»; Catequesis, X V I I , 2 (págs. 299. Jn 4, 14 y 7, 39.
67-68): «Santificador de todos los
Epístolas a Serapión, I, 23, 1-4 105

3. [ C ] Por el contrarío, las criaturas, como hemos dicho,


son vivificadas por medio de Él. El que no es partícipe de
la vida, sino que Él es participado y vivifica las criaturas
¿qué parentesco tiene con las criaturas? ¿O cómo podría
estar entre las criaturas, que en Él son vivificadas mediante
el Verbo?

El Espíritu es unción y sello

4. El Espíritu se llama unción y es sello. En efecto,


Juan escribe: La unción que vosotros habéis recibido per-
manece en vosotros. Y no tenéis necesidad de que nadie os
enseñe, por cuanto su unción, que es su Espíritu, os ense-
ña todas las cosas™. Y en el profeta Isaías está escrito: El

3 0 0 . 1 Jn 2 , 2 7 . Ep. III, 3 , 1 re- Pedro en los Hechos: Jesús el de


produce todo este § 2 3 , 4 . IRE- Nazaret, al que Dios ungió con el
NEO, Adv. Haer., III, 1 8 , 3 (SC Espíritu Santo (Hch 1 0 , 3 8 ) . Y en
2 1 1 , 3 5 0 - 3 5 2 ) : «En el nombre de Isaías: El Espíritu del Señor está
Cristo se sobrentiende el que ungió, sobre mí, por eso me ungió (Is 6 1 ,
el que fue ungido y la misma un- 1 ; Le 4 , 1 8 ) . Y el salmista: Por eso
ción con que fue ungido. Ungió el me ungió Dios, tu Dios, con aceite
Padre, fue ungido el Hijo, en el Es- de alegría (Sal 4 4 , 8 ) » ; y también
píritu que es la unción. C o m o dice 1 6 , 3 9 sobre la inseparabilidad del
el Verbo por medio de Isaías: El Espíritu en Cristo; AMBROSIO DE
Espíritu del Señor está sobre mí, MILÁN, El Espíritu Santo, I, 9 , 1 0 0 -
porque me ha ungido (Is 6 1 , 1 ; Le 1 0 1 : «Algunos han pensado que el
4 , 1 8 ) , con lo que se expresa al Espíritu Santo es el ungüento de
Padre que unge, al Hijo que es el Cristo. Y con razón es ungüento,
ungido y la unción que es el Es- porque ha sido llamado óleo de ale-
píritu»; BASILIO, El Espíritu Santo, gría, que expande el perfume de la
1 2 , 2 8 : «Efectivamente, nombrar a unión de múltiples gracias y con el
Cristo es confesar el todo, pues es cual Dios Padre omnipotente ungió
mostrar a Dios que unge, al Hijo a aquel verdadero príncipe de los
que es ungido y al Espíritu que es sacerdotes, el cual fue ungido no
la unción, según aprendimos de como los otros según la ley en fi-
106 Atanasio de Alejandría

301
Espíritu del Señor sobre mí, con el que me ha ungido .
Y Pablo dice: En el cual por haber creído habéis sido se-
302
llados para el día de la redención .
5. Pero las criaturas son selladas y ungidas en Él y
[585A] son enseñadas acerca de todo. Si el Espíritu es un-
ción y sello, en el que el Verbo unge y sella todas las
cosas, ¿qué semejanza o propiedad de unción y de sello
tiene en común con las criaturas ungidas y selladas? Así
pues, y según esto, Él no podría ser contado entre todas
las cosas, porque no podría ser el ser de los que son se-
llados ni la unción de los que son ungidos, sino que Él es
propio del Verbo que unge y sella.

6. La unción tiene el perfume y el aroma del que unge


y los ungidos que participan de ella dicen: Somos el perfu-
303
me de Cristo . Y el sello tiene la forma de Cristo que es
el que sella, y los sellados participan de Él conformados
según el sello, como dice el Apóstol: Hijitos míos, a los que
de nuevo doy a luz, hasta que Cristo sea formado en voso-
304
tros . [B] Sellados de esta manera, somos justamente hechos
305
también partícipes de la naturaleza divina, como dijo Pedro ,
306
y así toda la creación participa del Verbo en el Espíritu .

gura, sino que fue ungido confor- dido por toda Judea, comenzando
me a la ley en cuanto al cuerpo, y desde Galilea después del bautismo
en la realidad fue ungido superan- que predicó Juan: cómo a Jesús de
do a la misma ley, estando lleno Nazaret lo ungió Dios con Espíri-
de la virtud del Espíritu Santo que tu Santo (Hch 10, 37-38)».
viene del Padre. Este es el óleo de 3 0 1 . Is 6 1 , 1.
la alegría, del que dijo el profeta: 302. Ef 1, 13 y 4, 30.
Te ha ungido Dios, tu Dios, con 303. 2 C o 2, 1 5 .
óleo de alegría más que a tus com- 304. Ga 4, 19. Cf. Ep. III, 3, 2.
pañeros. Y Pedro dice bien que 305. 2 Pt 1, 4.
Cristo fue ungido con el Espíritu, 306. En los §§ 5-6 se subra-
según se lee: Sabéis lo que ha cun- ya no sólo la pertenencia del Es-
Epístolas a Serapión, I, 23, 4 - 24, 3 107

El Espíritu lleva a cabo la divinización del hombre

24. 1. También se dice que por medio del Espíritu somos


partícipes de Dios, porque dice [la Escritura]: ¿No sabéis que
sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vo-
sotros? Si uno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá
307
a él. Porque el templo de Dios es santo, y vosotros lo sois .
Si el Espíritu Santo fuera una criatura, en El no se nos daría
participación alguna de Dios, sino que estaríamos unidos a
una criatura y nos convertiríamos en extraños a la naturale-
308
za divina, por cuanto no participaríamos en nada de ella .

2. [ C ] Ahora bien, cuando se dice que somos partí-


cipes de Cristo y partícipes de Dios, se muestra que la
unción y el sello que hay en nosotros no pertenece a la
naturaleza de las cosas creadas, sino a la del Hijo, que
por medio del Espíritu, que hay en El, nos une al Padre.
3. Esto, como antes queda dicho, lo enseñó Juan es-
cribiendo: En esto conocemos que permanecemos en Dios

píritu al V e r b o y, p o r tanto, su trario, sin el Espíritu somos ex-


no pertenencia al ámbito creatu- traños y apartados de Dios; pero,
ral, sino que también se subraya gracias a la participación en el
la actividad del Verbo que nos Espíritu, estamos unidos a la di-
unge y sella con su propio Espí- v i n i d a d , de m o d o q u e n u e s t r o
ritu. Unción y sello que se ex- estar en el Padre no es nuestro,
tiende a toda la creación, con lo sino del Espíritu que está en n o -
que toda ella por medio del Es- sotros y permanece sobre noso-
píritu, que es unción y sello, par- tros mientras lo conservemos me-
ticipa del Verbo y con Él de la diante la confesión de fe, ya que
naturaleza divina. Juan dice: Quien confiese que Je-
307. 1 C o 3, 1 6 - 1 7 . Cf. Ep. sucristo es el Hijo de Dios, Dios
III, 3, 3. permanecerá en él y él en Dios
308. «El Hijo está en el Padre, (1 J n 4, 15)» {Contra los Arria-
ya que es su p r o p i o V e r b o y su nos, III, 2 4 , 5).
esplendor. Nosotros, por el con-
108 Atanasio de Alejandría

y que Él está en nosotros, porque Él nos dio de su propio


Espíritu™. Si por la participación del Espíritu nos conver-
310
timos en partícipes de la naturaleza divina , sería un loco
quien dijera que el Espíritu es de naturaleza creada y no
[588A] de la de Dios. Por eso, en los que Él se hace pre-
311
sente, se divinizan. No hay duda de que si diviniza es
que su naturaleza es la de Dios.

Prueba bíblica

4. Además con más claridad aún para refutación de


esta herejía se canta en el salmo ciento tres, como dijimos
312
anteriormente : Les retiras su espíritu y expiran y volve-
rán a ser polvo. Envías tu Espíritu y serán creados y re-
313
nuevas la faz de la tierra . Y Pablo escribe a Tito: Me-
diante el baño de regeneración y renovación del Espíritu
Santo, que derramó abundantemente sobre nosotros por
314
medio de Jesucristo .

309. 1 J n 4, 13. para divinizarlo en sí mismo y


310. 2 P 1, 4. conducirnos a todos nosotros, por
3 1 1 . Atanasio había aplicado afinidad con Él, al reino de los
este argumento al Hijo: «El V e r b o cielos. El hombre n o podría haber
se hizo carne (Jn 1, 14) para ofre- sido divinizado si hubiese estado
cerse en rescate de todos (1 Tm unido a una criatura, o si el Hijo
2, 6) y para que nosotros, parti- no hubiese sido verdadero Dios,
cipando de su Espíritu, pudiéra- y el hombre no estaría junto al
mos ser divinizados» (De Decre- Padre si no hubiese sido el natu-
tis Nicaenae Synodi, 1 4 : P G 2 5 , ral y verdadero V e r b o del Padre
4 4 0 A D ) . «Para que en su cuerpo el que revistiera el cuerpo» (Con-
pudiéramos ser renovados y divi- tra los Arríanos, II, 70: P G 2 6 ,
nizados» (Contra los Arríanos, II, 296B).
47: P G 26, 248B). «Asumió el 312. Cf. Ep. I, 9, 5; 22, 6.
cuerpo creado y humano, reno- 3 1 3 . Sal 103, 29-30.
vándolo en calidad de demiurgo, 314. Tt 3, 5.
Epístolas a Serapión, I, 24, 3-6 109

5. Si el Padre por medio del Verbo en el Espíritu Santo


crea y renueva todas las cosas ¿qué similitud o parentes-
co se da entre el creador y las criaturas? En una palabra,
¿cómo podría ser criatura aquel en el que todas las cosas
son creadas? [B] A una tal injuria le sigue la blasfemia
contra el Hijo, de modo que los que llaman criatura al Es-
píritu, deben decir que también es una criatura el Verbo,
por medio del cual todo es creado.

El Espíritu es imagen del Hijo

315
6. Al Espíritu se le llama y es imagen del H i j o . A
los que conoció de antemano, los predestinó a ser con-
iU
formes a la imagen de su Hijo . Así pues, dado que
también ellos confiesan que el Hijo no es una criatura,
tampoco su imagen podría ser una criatura. En efecto,
lo que es la imagen, debe serlo necesariamente también
aquel del que es imagen. De aquí que justa y conve-
nientemente se confiesa que el Verbo no es criatura, al
317
ser imagen del Padre , así el que enumere al Espíritu
entre las criaturas, enumerará también, sin duda, entre

3 1 5 . Cf. nota 264; E. CATTA- es existente, y n o compuesto: por


NEO, o. c, pág. 8 7 , nota 276. ello, también su Verbo es existen-
3 1 6 . Rm 8, 29. te, y no compuesto. A l contrario
317. ATANASIO, Contra los pa- es el único y unigénito Dios que
ganos, 41 (BPa 1 9 , pág. 111): «Pero procede del Padre como de una
no es un Verbo que esté compuesto buena fuente, tan bueno como ella,
de sílabas a semejanza del de los y que ordena y contiene todas las
hombres, como ya he dicho; sino cosas»; Contra los paganos, 46 (BPa
que es la imagen exacta de su Padre. 19, pág. 122): «Sus sagrados discí-
Pues los hombres están compues- pulos enseñan que todo fue crea-
tos de partes, y surgidos de la nada do por Él y para Él, y que Él es
tienen una palabra compuesta y que el vastago bueno del buen Padre e
se puede descomponer; pero Dios Hijo suyo verdadero, de modo que
110 Atanasio de Alejandría

ellas al Hijo, injuriando [ C ] con ello también al Padre


con la injuria hecha a su imagen.

El Espíritu pertenece como cosa propia al Hijo

25. 1. Así pues, el Espíritu es diverso de las criaturas y


318
ha quedado demostrado que más bien es propio del Hijo
y no es extraño a Dios. A aquella ingeniosa cuestión de ellos:
«Si el Espíritu tiene su origen en Dios, ¿por qué no se le
llama también Hijo?», ya hemos mostrado precedentemen-
319
te que es una cuestión temeraria y audaz, y lo mostramos
también ahora.

2. Si, pues, en las Escrituras no se le llama hijo, sino


Espíritu de Dios, se dice que está en el mismo Dios y que
tiene su origen del mismo Dios, como escribió el Após-

Él es el poder, la sabiduría y el na, que subraya el texto, cf. A . S E -


Verbo del Padre. Y esto no por GOVIA, "Estudios sobre la termi-
participación, ni porque estas cua- nología trinitaria en la época post-
lidades le hayan sobrevenido de nicena", Gregorianum 19, 1938,
fuera (como les sucede a los seres 1 - 3 6 , espec. pág. 2 3 y pág. 2 5 , nota
que participan de El y reciben por 1 0 0 para otras citas de Atanasio.
su medio la sabiduría, el poder y Para G R E G O R I O NACIANCENO,

la razón): al contrario, El en per- Discurso, 3 0 , 2 0 (BPa 3 0 , pág. 2 1 4 )


sona es la Sabiduría, el Verbo y el la imagen implica la consustancia-
Poder propio del Padre; es su Luz lidad y la generación del Hijo, y
en persona, su Verdad en persona, por ser exacta la imagen expresa la
su Justicia en persona, su Virtud simplicidad divina (cf. A . S E G O V I A ,
en persona, y además es su vivo ibid., págs. 2 9 - 3 0 ) .
retrato, su resplandor, su imagen. 3 1 8 . Cf. Ep. I, 2 , 4 , nota 2 2 .
En síntesis: El es el fruto perfectí- N o es extraño a Dios: obsérvese
simo del Padre, y es su único Hijo, la expresión de la divinidad del
imagen exacta del Padre». Imagen Espíritu.
exacta, eikón aparállaktos, como 3 1 9 . Cf. Ep. I, 1 5 , lss; IV, 1 ,
corresponde a la simplicidad divi- 4; 4-7.
Epístolas a Serapión, I, 24, 6 - 25, 4 111

320
tol . Y si el Hijo, puesto que tiene su origen del Padre,
es propio de su sustancia, es necesario también que [589A]
321
el Espíritu, que decimos venir de Dios , sea propio de la
sustancia del Hijo.
3. Sin duda, puesto que el Señor es Hijo, así el Espíri-
322
tu se llama Espíritu de filiación adoptiva . Y además, sien-
323 324
do el Hijo sabiduría y verdad , se escribe que el Espíri-
325 326
tu es Espíritu de sabiduría y de verdad . Y de nuevo, el
327 328
Hijo es potencia de Dios y Señor de la gloria y el Es-
píritu se dice Espíritu de potencia y Espíritu de la gloria.
4. La Escritura habla así de cada uno de estos nom-
bres. Pablo escribe a los Corintios: Si lo hubieran conoci-
1
do, no habrían crucificado al Señor de la gloria} '*. Y en
otros pasajes: En efecto, no habéis recibido un espíritu de
esclavitud para caer de nuevo en el temor, sino que habéis
recibido un Espíritu de filiación adoptiva™. Y también:
Dios envió el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, gri-
31
tando: ¡Abbá, PadreP . Y Pedro [B] escribe: Si se os in-
sulta por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, por-
que el Espíritu de la gloria y de la potencia y el Espíritu
332
de Dios reposa sobre vosotros . Y el Señor dijo que el Es-
333
píritu es Espíritu de la Verdad y Paráclito .

320. Cf. 1 C o 2, 1 1 - 1 2 . 324. Cf. Jn 1 4 , 6.


321. De Dios ek toü theoü: se 325. Cf. Is 1 1 , 2.
trata del Padre. Tanto el Hijo como 326. J n 14, 17; 1 5 , 26.
el Espíritu tienen su origen en Dios, 327. 1 C o 1, 24.
y como el Hijo es propio de la 328. 1 C o 2, 8.
esencia del Padre, también lo es el 329. 1 C o 2, 8.
Espíritu, ya que éste es propio de 330. Rm 8, 15; cf. Ep. I, 1 9 , 6.
la esencia del Hijo. Cf. T H . C. 331. G a 4, 6.
C A M P B E L L , O. C, págs. 4 1 7 - 4 1 9 . 332. 1 P 4, 14.
322. Cf. Rm 8, 1 5 . 333. Jn 14, 16.
323. Cf. 1 C o 1, 24.
112 Atanasio de Alejandría

5. De donde se muestra que en Él la Trinidad es per-


fecta. En Él el Verbo glorifica la creación, la diviniza, le
334
da la filiación adoptiva y la lleva al Padre. El que une
la creación al Verbo, no puede pertenecer Él mismo a las
criaturas. Y el que da la filiación adoptiva a la creación,
no puede ser extraño al Verbo, de lo contrario habría que
335
buscar otro Espíritu para estar en Él unido al Verbo .
Pero esto es absurdo.
6. Así pues, el Espíritu no pertenece a las cosas crea-
das, sino que es propio de la divinidad del Padre, en el
cual el Verbo diviniza las cosas creadas. Y en el que la
creación es divinizada, no puede estar Él fuera de la divi-
nidad del Padre.

El Espíritu es inmutable

26. 1. Que el Espíritu esté por encima de la creación


y que sea distinto de la naturaleza de las cosas creadas y
336
que sea propio de la divinidad , se puede ver también
por lo siguiente.

334. Notemos que en este § 5, un intermediario que los una a


y por razón del paralelismo que Dios. El número de intermedia-
Atanasio ha establecido entre el rios sería infinito. Atanasio ya
Espíritu y el Verbo, atribuye la había argumentado así en Con-
donación de la filiación adoptiva tra los Arríanos, II, 2 6 ( P G 2 6 ,
tanto a uno como a otro. Nótese 2 0 1 B - 2 0 4 A ) y también en De De-
también que la filiación adoptiva cretis Nicaenae Synodi, 8 (PG 2 5 ,
alcanza a la creación. 430A-C).
335. Las criaturas necesitan 336. Texto citado por JUAN
un intermediario que les una a DAMASCENO, Exposición de la Fe,
Dios. Si el Hijo y / o el Espíritu III, 16 (60), BPa 59, Madrid 2 0 0 3 ,
son criaturas, necesitan a su vez pág. 2 1 0 .
Epístolas a Serapión, I, 25, 5 - 26, 3 113

2. El Espíritu Santo es inmutable e inalterable. Dice,


pues, la Escritura: El Espíritu que educa huirá del engaño
1,2 7
y se alejará de los pensamientos necios " . Y Pedro dice: En
2,2,8
lo incorruptible del Espíritu manso y sereno . Y también
en la Sabiduría: Tu Espíritu incorruptible está en todas las
32,9
cosas . Y [592A] nadie conoce lo de Dios, sino el Espíri-
2,40
tu de Dios que está en El . Ahora bien, como en Dios
no hay, según dijo Santiago, cambio ni sombra de muta-
2-41
ción , estando el Espíritu Santo en Dios, justamente ha
342
de ser inmutable, invariable e incorruptible.
3. La naturaleza de las cosas hechas y creadas es mu-
dable, y a que está fuera de la esencia de Dios y existe a
partir de la nada. Dice, de hecho, la Escritura: Todo hom-
342
bre es mentiroso ". Y todos pecaron y están privados de la
344
gracia de Dios . Y a los ángeles que no guardaron su dig-
nidad, sino que abandonaron su propia morada, los tiene
guardados con ligaduras eternas en las tinieblas para el jui-
345
cio del gran día . Y en Job: Si no se fía de sus santos án-
4b
geles y contra sus ángeles ha pensado maP . Y: Los astros
347
non son puros en su presencia . [B] Y Pablo escribe: ¿No
sabéis que juzgaremos a los ángeles, por no hablar de lo
348
de esta vida? . Y hemos oído también que el diablo que
estaba en medio de los querubines y que era un modelo
349
de semejanza cayó del cielo como un relámpago .

337. Sb 1, 5. rencia al término aparállaktos.


338. 1 P 3, 4. 343. Sal 1 1 5 , 2.
339. Sb 12, 1. 344. Rm 3, 23.
340. 1 C o 2, 1 1 . 345. Judas 6.
3 4 1 . St 1, 1 7 . En Epístola ad 346. J b 4, 18.
Afros, 8 (PG 26, 1 0 4 4 B C ) se uti- 347. J b 2 5 , 5.
liza este texto para probar la con- 348. 1 C o 6, 3
sustancialidad del Hijo. 349. Cf. Le 1 0 , 18.
342. Cf. la nota 3 1 7 y la refe-
114 Atanasio de Alejandría

4. Si, pues, las cosas creadas tienen tal naturaleza y se


escribe esto de los ángeles, mientras que el Espíritu es el
mismo e inalterable y participa de la inmutabilidad del
Hijo, permaneciendo siempre con El inmutable, ¿qué se-
mejanza tiene el inmutable con las cosas mudables? Es evi-
dente que no es criatura ni pertenece a la naturaleza de
los ángeles, porque éstos son mudablesj sino que es ima-
gen del Verbo y es propio del Padre.

El Espíritu está presente en todas partes

5. Además, el Espíritu del Señor ha llenado la tierra™.


[C] También David canta de este modo: ¿A dónde iré lejos
51
de tu Espíritu? . Y en la Sabiduría está escrito: Tu Espíri-
352
tu incorruptible está en todas las cosas . Todas las cosas cre-
353
adas están en lugares separados , el sol, la luna, las estre-
354
llas en el firmamento , las nubes en el aire; para los hombres
355
estableció las fronteras de las naciones . Los ángeles son
356
enviados para el servicio . Y vinieron los ángeles a presen-
357
tarse ante el Señor, como está escrito en Job . Y se quedó
dormido el patriarca Jacob y he aquí que una escalera es-
taba fijada en la tierra y la parte superior llegaba hasta el
35
cielo y los ángeles de Dios subían y bajaban por ella *.

6. Si el Espíritu lo llena todo y en el Verbo está pre-


sente en medio de todas las cosas, mientras que los ángeles
le son inferiores, [593A] y a donde son enviados, allí están
presentes, no hay duda de que el Espíritu ni pertenece a las

350. Sb 1, 7. 355. Cf. Dt 32, 8; Hch 1 7 , 26.


351. Sal 1 3 8 , 7. 356. Cf. Hb 1, 1 4 .
352. Sb 12, 1. 357. Jb 1, 6.
353. Cf. Ep. III, 4, 2. 358. G n 28, 12.
354. Cf. G n 1, 17.
Epístolas a Serapión, I, 26, 4 - 27, 3 115

cosas hechas ni es un ángel, según decís vosotros, sino que


está por encima de la naturaleza de los ángeles.

El Espíritu es participado por todos

27. 1. Además, de lo que sigue se puede ver que el


Espíritu Santo es comunicable y no participa (no hay que
temer repetir las mismas cosas). Dice [la Escritura]: Es im­
posible que los que una vez han sido iluminados y gusta­
do del don celestial, y hechos partícipes del Espíritu Santo
359
y han gustado de la buena palabra de Dios , etc.

2. Los ángeles y las demás criaturas participan del mismo


Espíritu. Precisamente por esto pueden también perder a aquel
del que han participado, mientras que el Espíritu es siempre
el mismo, porque El no pertenece a las criaturas que partici­
pan, sino que todas participan de Él. [B] Y si Él es siempre
el mismo y es participado, mientras que las criaturas partici­
pan de Él, el Espíritu Santo no puede ser ni un ángel, ni en
general una criatura, sino que es propio del Verbo, que lo da
de modo que las criaturas participan de Él. De lo contrario,
tendrían que decir que también el Hijo es una criatura, del
cual todos hemos sido hechos partícipes en el Espíritu.

El Espíritu es único

3. Además, el Espíritu Santo es uno solo, mientras que


las criaturas son muchas. En efecto, los ángeles son miles de
360
millares y multitud de miríadas ; muchas las estrellas, los
tronos, las dominaciones, los cielos, los querubines, los se-

359. Hb 6, 4-5. Cf. Ep. I, 22, 6.


360. Cf. D n 7, 1 0 ; A p 5, 1 1 . Cf. Ep. I, 1 1 , 5.
116 Atanasio de Alejandría

raimes y muchos los arcángeles. En una palabra, las criatu-


ras no son una sola, sino que todas ellas son muchas y di-
versas. Pero si el Espíritu Santo es uno, las criaturas son mu-
chas y los ángeles muchos ¿qué semejanza hay entre el
Espíritu y las criaturas? Por tanto, está claro que el Espíri-
tu no es una de las muchas criaturas, ni tampoco es un ángel
[C], sino que es uno o más bien es propio del Verbo, que
361 362
es uno, y es propio y consustancial a Dios, que es uno .

Conclusión

4. Así pues, estas ideas expresadas sobre el Espíritu Santo,


consideradas en sí mismas, muestran que Él no tiene por na-
turaleza y por esencia nada común o propio de las cosas
creadas, sino que es distinto de las cosas hechas, y es pro-
363
pio y no extraño a la esencia y divinidad del Hijo , me-
diante la cual pertenece a la Trinidad Santa, y sonroja la es-
tupidez de esa gente.

3 6 1 . Notemos que Atanasio SÁREA, El Espíritu Santo, XVIII, 4 5


aplica al Espíritu el término niceno (pág. 1 8 3 ) : «Como el Padre es uno,
hotnooúsios, cf. Ep. III, 1 , 5 ; cf. A. y uno el Hijo, así también el Espí-
LAMINSKI, O. C., pág. 1 4 2 . ritu Santo es uno».
3 6 2 . Cf. CIRILO DE JERUSALÉN, 3 6 3 . Ya sabemos que 'propio'
El Espíritu Santo (Catequesis, XVI- es para Atanasio un término técni-
XVII): «Sólo hay un único Espíri- co y un criterio de ortodoxia. C o m o
tu Santo Paráclito. Y así como hay propio del Verbo y propio de Dios,
un solo Dios, el Padre, y no hay el Espíritu es consustancial a las
un segundo Padre; y como hay un otras dos divinas personas. El
solo Hijo Unigénito y Verbo de Tomus ad Antiochenos, 5 , dice que
Dios, y no tiene un hermano, del los partidarios de las tres hipósta-
mismo modo hay un único Espíri- sis confiesan una Santa Trinidad,
tu Santo y no existe un segundo Es- una sola divinidad, un solo princi-
píritu con el mismo honor que Él» pio, y un Hijo consustancial al
( X V I 3 : pág. 3 1 - 3 2 ) ; BASILIO DE CE- Padre... y al Espíritu Santo, propio
Epístolas a Serapión, I, 27, 3 - 28, 2 \\7

B. Exposición de la enseñanza de la Tradición

La Trinidad en la fe de la Iglesia Católica

28. 1. Veamos además la misma tradición, que viene


desde el principio, y la doctrina y la fe de la Iglesia cató-
364
lica , fe que dio el Señor, predicaron los apóstoles y los
padres [596A] han custodiado. En efecto, sobre ella está
fundada la Iglesia y si alguno se separa de ella, ni es ni
puede llamarse cristiano.
365
2. Así pues, la Trinidad es santa y perfecta , confe-
366
sada como Dios en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo,

e indivisible de la esencia del Hijo llamarse cristiano hay que admitir


y del Padre. y confesar la fe en la Trinidad tal
3 6 4 . En este capítulo 2 8 encon- como la predica la Iglesia. La Igle-
tramos la formulación atanasiana sia se fundamenta en la Trinidad.
más completa sobre la Trinidad, cf. 3 6 5 . En este pasaje y anterior-
C . R . B . SHAPLAND, O. C., pág. 1 3 4 , mente en Ep. I, 2 5 , 5 y en Ep. IV,
nota 3 ; A . LAMINSKI, O. C., pág. 7 9 . Apéndice 1 2 , 2 se dice que la Trini-
Sin constituir propiamente un sím- dad es perfecta teleta. El sentido del
bolo de fe, resume los elementos término se especifica en la Epístola
fundamentales de la fe en el Dios ad Epktetum, 9 : PG 2 6 , 1 0 6 5 B : «La
cristiano. Tal resumen adquiere una Trinidad, incluso después que el
especial importancia tanto por la so- Verbo ha tomado de María un cuer-
lemne introducción que abre el po, es Trinidad sin recibir aumento
texto, como también por la conclu- ni disminución, sino que siempre es
sión que lo cierra. Atanasio preten- perfecta aei teleía esti, y en la Tri-
de que se le interprete como predi- nidad se reconoce una sola divinidad
cador de la fe de la Iglesia. Mediante y así se predica en la Iglesia un único
la fe en la Trinidad la Iglesia se des- Dios, el Padre del Verbo». Perfecta
taca y separa tanto de los nuevos no en el sentido moral, sino en el
judíos, que son los arríanos y Sa- de acabada, plena, completa, sin au-
belio, como de los gentiles que ad- mento ni disminución.
miten la existencia de una plurali- 3 6 6 . Confesada como Dios the-
dad de dioses. Para poder ser y ologottméné: se dice de la Trinidad.
118 Atanasio de Alejandría

no contiene nada extraño o mezclado desde el exterior, ni


consta de creador y criatura, sino que toda entera es cre-
adora y productora. Es/semejante a sí misma, indivisible
por naturaleza y su actividad es una sola. En efecto, el
Padre lo hace todo por medio del Verbo en el Espíritu
367
Santo , y de este modo queda a salvo la unidad de la
Santa Trinidad. Y así se predica en la Iglesia un único Dios
i6S
que está sobre todas las cosas, a través de todo y en todos .
Sobre todas las cosas como Padre, como principio, como
fuente. A través de todo, por medio del Verbo. En todos,
369
en el Espíritu Santo .

3. La Trinidad lo es no sólo de nombre y por la ex-


presión de la palabra, [B] sino que es Trinidad en realidad
i7
y por subsistencia. Porque como el Padre es el que es °,
in
así su Verbo es el que es y es Dios por encima de todo ,
y el Espíritu Santo no es insubsistente, sino que existe y
372
subsiste verdaderamente .
4. La Iglesia católica no piensa en nada menos de esto,
373
para no caer en los hodiernos judíos al estilo de Caifas
374
ni entre los de Sabelio , y no piensa en nada más, para

En Ep. I, 3 1 , 2 se usa tbeologoú- N E O , o. c, pág. 9 5 , nota 3 2 0 ) .


menon en referencia al Espíritu. 3 7 0 . Ex 3 , 1 4 .
367. Cf. Ep. I, 9, 6; 3 1 , 2; III, 3 7 1 . Rm 9 , 5 .

5, 1. 3 7 2 . El Espíritu es, por tanto,


368. Ef 4 , 6 . persona. C I R I L O D E J E R U S A L É N , Ca-
369. Cf. Ep. I, 1 4 , 4 ; I I I , 6 , 3 ; tequesis, X V I I , 2 llama al Espíritu
Contra los Arríanos, I I I , 1 5 ( P G «viviente zón y subsistente hyphes-
2 6 , 3 5 3 B ) . La exégesis trinitaria de tós».
Ef 4 , 6 ya había sido propuesta por 3 7 3 . Así califica Atanasio a los
IRENEO, Adv. Haer., V , 1 8 , 2 ; De- arríanos que niegan la divinidad de
mostración de la Predicación Apos- Cristo, cf. Ep. I, 2 1 , 2 .
tólica, 5 y por H I P Ó L I T O , Contra 3 7 4 . Se menciona también en
Noeto, 1 3 (tomado de E. C A T T A - Ep. I V , 5 , 3 .
Epístolas a Serapión, I, 28, 2 - 29, 2 119

no rodar hacia el politeísmo de los griegos. Y que ésta es


375
la fe de la Iglesia , pueden aprenderlo de cómo el Señor,
al enviar a los apóstoles, les mandó ponerle este funda-
mento a la Iglesia, diciendo: Id y enseñad a todos los pue-
blos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y
376
del Espíritu Santo . [C] Por su parte, los apóstoles fue-
ron y lo enseñaron así. Y ésta es la predicación para toda
la Iglesia bajo el cielo.

La Trinidad es un único Dios

29. 1. Teniendo, pues, la Iglesia este fundamento, que


nos digan nuevamente y que nos respondan: ¿Es Trinidad
o diada? Si, pues, es diada, que el Espíritu sea contado por
vosotros entre las criaturas y esa vuestra manera de pen-
sar no es ya en un solo Dios, que está sobre todo, a tra-
vés de todo y en todos, ya que no tenéis el en todos al se-
parar y extrañar de la divinidad al Espíritu. Y vuestra
377
perfección , la que creéis hacer, al pensar de esa manera,
no está realizada plenamente en la divinidad, porque se le
mezcla a ella [597A] una criatura y llamáis Dios, al igual
que los arríanos y los griegos, a la criatura en unión con
el Dios que la creó mediante su propio Verbo.

2. Pensando de esta manera, ¿qué esperanza tenéis? ¿O


378
quién os unirá a Dios, al no tener el Espíritu del mismo
Dios, sino el espíritu de la creación? ¿Qué atrevimiento e
insensatez el vuestro, que bajáis al Padre y a su Verbo al
nivel de las criaturas, y, al contrario, igualáis la criatura con

375. Cf. Ep. III, 6, 3. el bautismo.


376. Mt 28, 19. 378. Cf. Ep. I, 6, 3; 24, 2; 25, 3.
377. Cf. Ep. I, 6, 3: teleíósis es
120 Atanasio de Alejandría

Dios? Porque esto es lo que hacéis cuando elucubráis sobre


el Espíritu como criatura y colocándolo en la Trinidad.
3. ¿Cuál es vuestra insensatez que llegáis a pensar la
iniquidad contra Dios, ya que no todos los ángeles o todas
las criaturas, sino una sola de éstas queda connumerada
con Dios y con su Verbo? Una vez que, según vuestro pa-
recer, el Espíritu es un ángel y una criatura y está coloca-
do en la Trinidad, [B] sería necesario que no uno solo sino
también todos los ángeles creados estuvieran colocados en
ella, y ya no sería la Trinidad, sino una multitud divina in-
numerable.

4. Consiguientemente, vuestra pretendida iniciación [cris-


tiana] realizada en esa multitud, estando dividida por un lado
y por otro, se convertiría en incierta por la diversidad. En
579
efecto, tales son vuestros misterios y los de los arríanos
con vuestras ideas contra la divinidad y rindiendo un culto
a la criatura en lugar de a Dios creador™ de todas las cosas.

379. Atanasio niega el valor del SIO, Contra los Arríanos, I, 34: PG
bautismo administrado por los he- 26, 81C-84A). En Contra los Arria-
rejes que niegan la divinidad del Hijo nos, II, 41-43 insiste en la mención
y / o del Espíritu Santo. «Quiso que del Hijo junto al Padre (con esos
el resumen de nuestra fe insistiera nombres y no con los de creador y
en esto, ordenando que fuéramos criatura) en el bautismo o iniciación
bautizados no en el nombre del in- por la inseparable unidad de la di-
génito y del hecho, ni en el nom- vinidad. El mismo esquema es el que
bre del creador y de una criatura, ahora aplica al Espíritu. Lo mismo
sino en el nombre del Padre y del en De Synodis, 36: PG 26, 757A.
Hijo y del Espíritu Santo. De modo Cuando se habla de Dios es mejor
que iniciados así nosotros, que llamarle Padre, término que implica
somos criaturas, nos convertimos en la existencia del Hijo, que no lla-
hijos y al pronunciar el nombre del marle ingénito agénétos, término que
Padre reconocemos también por se opone a criaturas genétá (Contra
medio de este nombre al Verbo que los Arríanos, I, 33: PG 26, 80C-81A).
está en el mismo Padre» (ATANA-
380. Rm 1, 2 5 .
Epístolas a Serapión, I, 29, 2 - 30, 4 121

Una sola fe, un solo bautismo

30. 1. Éstas son las cosas absurdas que resultan al ha­


blar de la diada. Si por el contario hay una Trinidad, como
de hecho la hay, queda demostrado que es indivisible y no
desemejante. Es necesario que su santidad sea única y única
su eternidad y la naturaleza de la inmutabilidad.
2. [ C ] Porque como es una sola la fe en ella que se
nos ha trasmitido y que nos une a Dios, el que excluye
algo de la Trinidad y bautiza sólo en el nombre del Padre
o sólo en el nombre del Hijo, o en el Padre y el Hijo sin
381
el Espíritu , no recibe nada, sino que tanto él como el
que parece administrar (el bautismo) permanece vacío e
382
inacabado , porque la iniciación es en la Trinidad.

3. De modo que quien separa al Hijo del Padre, o re­


baja al Espíritu al nivel de las criaturas, no tiene ni al Hijo
Si
ni al Padre, sino que es un ateo y peor que un infieP y
es cualquier cosa menos cristiano. Pues como hay un solo
bautismo administrado en el Padre y el Hijo y el Espíri­
384
tu Santo y una sola fe en ella, como dijo el Apóstol ,
[600A] así la Santa Trinidad, siendo idéntica en sí misma
y estando unida en sí misma, no tiene en sí nada de las
cosas creadas. Y la unidad de la Trinidad es indivisible,
como una sola es la fe en ella.

4. Si, por el contrario, según el descubrimiento de los


que formáis el grupo de los trópicos no es así, sino que
os habéis metido en la cabeza llamar criatura al Espíritu

381. E. CATTANEO, O. C., pág. imperfecto, incompleto, no inicia­


97, omite esta última frase. do, no santificado, desde el punto
382. Es decir, la iniciación cris­ de vista cristiano.
tiana no ha tenido lugar y, por 383. 1 Tm 5, 8.
ello, el sujeto queda inacabado, 384. Cf. Ef 4, 5.
122 Atanasio de Alejandría

Santo, en ese caso vuestra fe ya no es una, ni uno el bau-


tismo, sino dos: uno en el Padre y el Hijo y el otro en
385
un ángel que es una criatura, con lo que no os queda
nada seguro ni verdadero.

Una única actividad divina

5. En efecto, ¿qué comunión hay entre una criatura


y el Creador? ¿O qué unidad entre las criaturas de aquí
abajo y el Verbo que las creó? Sabiendo esto el biena-
venturado Pablo no divide la Trinidad, como hacéis vo-
sotros, sino que enseña la unidad de la misma y escri-
biendo a los corintios sobre las cosas espirituales, [B] lo
recapitula todo en el único Dios, en el Padre, diciendo:
Hay diversidad de carismas, pero el mismo Espíritu; hay
diversidad de ministerios, pero el mismo Señor; hay di-
versidad de operaciones, pero el mismo Dios que realiza
todo en todos™.

6. En efecto, lo que el Espíritu distribuye a cada uno,


es suministrado por el Padre mediante el Verbo, pues
387
todo lo que es del Padre, es del H i j o , por lo que todos
los carismas dados por el Hijo en el Espíritu son del
Padre.
7. Y estando el Espíritu en nosotros, también está
en nosotros el Verbo, que es el que lo da, y en el Verbo
388
está el Padre . Y así tiene lugar el texto: Yo y el Padre
389
vendremos y haremos morada en e/ , como queda

385. Es la tesis de los trópi- 386. 1 C o 12, 4-6.


cos en relación al Espíritu, cf. Ep. 387. Cf. Jn 1 6 , 1 5 ; 1 7 , 1 0 .
I, 1, 2; 1 0 , 5.7; 1 1 , 1.2; 2 6 , 6; 27, 388. Cf. Ep. III, 6, 3; IV, 4, 1.
2-3; 29, 3 (entre otros pasajes). 389. Jn 1 4 , 23.
Epístolas a Serapión, I, 30, 4 - 31, 1 123

390
dicho . Pues donde está la luz, allí está también el res-
391
plandor, y donde está el resplandor, allí está su energía
392
y su gracia espléndida .
8. Enseñando también esto, [ C ] Pablo escribió otra
vez a los corintios y dice en la segunda Epístola: La gra-
cia de nuestro Señor Jesucristo, y el amor del Padre y la
comunión del Espíritu Santo, esté con todos vosotros™.
Pues la gracia dada y el don se dan en la Trinidad por
394
el Padre mediante el Hijo en el Espíritu Santo , por-
que como la gracia dada procede del Padre mediante el
Hijo, así no habría comunión del don sino en el Espí-
395
ritu Santo . Participando de Él, tenemos el amor del
Padre y la gracia del Hijo y la comunión del mismo Es-
396
píritu .

31. 1. Con esto se muestra también que sólo hay una


única actividad de la Trinidad. Pues el Apóstol no indi-
ca que los diferentes dones sean distribuidos por cada
uno de la Trinidad, sino que [601A] los dones se dan en
la Trinidad, y que todos tienen su origen en el único
Dios.

390. Cf. Ep. I, 1 9 , 8 . con el Espíritu Santo, da todos los


391. Cf. Ep. I, 2 0 , 7 . dones. N o son unos los dones del
3 9 2 . Cf. Ep. I, 1 9 , 4 . Véase el Padre y otros los del Hijo y otros
comentario de R. P. C. H A N S O N , los del Espíritu Santo, pues una
"The Tranformation of Images in es la salvación, uno el poder, una
the Trinitarian Theology of the la fe»; Catequesis, XVIII, 2 9 : «El
Fourth Century", Studia Patrísti- Padre es vida substancial y ver-
ca 1 7 / 1 , 1982, 97-115. dadera, el cual por el Hijo en el
393. 2 Co 1 3 , 1 3 . Espíritu Santo trae a todos los
394. Cf. Ep. I, 1 4 , 4; 2 0 , 6. dones celestiales como de una
395. Cf. CIRILO DE JERUSA- fuente».
L É N , Catequesis, X V I , 2 4 (pág. 5 4 - 3 9 6 . Cf. Ep. III, 6 , 1 .
5 5 ) : «El Padre por medio del Hijo,
124 Atanasio de Alejandría

La única actividad probada por la Escritura

2. Así pues, aquel que no es criatura, sino que está


unido al Hijo, como el Hijo está unido al Padre, el que
397
es conglorificado con el Padre y el Hijo y es llamado
398
Dios con el Verbo, y realizando lo que el Padre hace
mediante el Hijo, ¿cómo quien lo llama criatura no ultra-
jará directamente al mismo Hijo? Pues no existe nada que
399
no se haga y se realice mediante el Verbo en el Espíritu .
3. Esto se canta también en los Salmos: Con el Verbo
del Señor se consolidaron los cielos y con el Espíritu de su
400
boca todo su poder . Y en el salmo ciento cuarenta y siete:
Enviará su Verbo y los derretirá, soplará su Espíritu y flui-
401
rán las aguas . Y como dijo el Apóstol, somos justifica-
dos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y en el Es-
402
píritu de nuestro Dios . [B] En efecto, el Espíritu es
403
inseparable del Verbo. Sin duda que cuando dice el Señor:

3 9 7 . 7o syndoxazómenon, cf. la Trinidad. El Espíritu está unido


Ep. I, 9 , 2 : syndoxázein; Ep. III, a la divinidad del Padre (Ep. I, 1 2 ,
6 , 4 : doxázetai. C o n esta u otras 3 ) y no es extraño a Dios (Ep. I,
palabras (majestad, potestad, glo- 25, 1).
ria) la glorificación del Espíritu es 399. Cf. Ep. I, 9, 6; 2 8 , 2; III,
otra manera de decir que es divi- 5, 1.
no, que es Dios, porque la ado- 4 0 0 . Sal 3 2 , 6 (Cf. Ep. II, 8 ,
ración sólo se tributa a Dios ( A T A - 2 ; III, 5 , 1 ; IV, 3 , 8 ) . La tradición
N A S I O , Contra los Arríanos, II, 2 3 patrística, con rarísima excepción,
[PG 26, 196B]); GREGORIO NA- aplica este versículo al V e r b o y al
CIANCENO, Oratio, 31, 12; 42, 16; Espíritu.
BASILIO, Ep. 125, 3; 111; 251, 4; 4 0 1 . Sal 1 4 7 , 1 8 .
257, 2 402. 1 Co 6, 1 1 .
3 9 8 . Theologoúmenon dicho 4 0 3 . Inseparable en todo: en la
del Espíritu es, en estos textos, la justificación del pecador, en la in-
expresión más clara de la divini- habitación, en la creación, en todas
dad del Espíritu. En Ep. I, 2 8 , 2 las obras de Dios. El Espíritu es
se dice theologouméné aplicado a Dios. Cf. Ep. III, 5 , 2 .
Epístolas a Serapión, I, 31, 2-6 125

04
Vendremos yo y el Padre* entra juntamente el Espíritu,
no de otra manera como el Hijo habitará en nosotros,
según escribe Pablo a los Efesios: Que El, conforme a la
riqueza de su gloria, os conceda ser fortalecidos con poder
mediante su Espíritu en el hombre interior, que Cristo ha-
405
bite... . Y cuando el Hijo está en nosotros, también lo
está el Padre, y a que el Hijo dice: Yo estoy en el Padre y
406
el Padre está en mí .
4. Por esto también cuando el Verbo está presente en
los profetas, profetizan en el mismo Espíritu Santo. Por
tanto, cuando la Escritura dice: Y vino el Verbo del Señor
a tal profeta, indica que profetiza en el Espíritu Santo. [ C ]
Está escrito en Zacarías: Recibid mis palabras y mis nor-
mas, todo cuanto yo ordeno en mi Espíritu a mis siervos
407
los profetas . Y poco después acusando al pueblo decía:
Se hicieron contumaz el corazón para no oír mis leyes y
las palabras que el Señor todopoderoso había dirigido con
40
su Espíritu por medio de sus profetas de antaño *.

5. Y Pedro decía en los Hechos: Hermanos, era nece-


sario que se cumpliera la Escritura que el Espíritu Santo
m
había predicho . Y los apóstoles todos juntos elevaron su
voz de este modo: Señor, tú que hiciste el cielo, la tierra,
el mar y todas las cosas que hay en ellos, tú que por medio
del Espíritu Santo por boca de nuestro padre [604A] David,
410
tu siervo, dijiste.. .

6. Y Pablo estando en Roma hablaba con toda liber-


tad a los judíos que venían a él: Bien habló el Espíritu
411
Santo a vuestros padres por medio del profeta Isaías . Y

404. Jn 1 4 , 23. 408. Za 7, 1 2 .


405. Ef 3, 1 6 - 1 7 . 409. Hch 1, 1 6 .
406. Jn 1 4 , 10. 410. Hch 4, 24-25.
407. Za 1, 6. 411. Hch 28, 25.
126 Atanasio de Alejandría

a Timoteo escribía: El Espíritu dice expresamente que en


los últimos tiempos algunos se apartarán de la sana doctri-
412
na, obedeciendo a los espíritus del error .
7. Por eso, cuando se dice que el Espíritu se hace pre-
413
sente en uno , se entiende que en él está presente el Verbo
que da al Espíritu. Así al cumplirse la profecía: Derrama-
414
ré de mi Espíritu sobre toda carne , decía Pablo: según la
415
ayuda del Espíritu de Jesucristo en mí . Y a los corintios
escribía: ¿Es que buscáis una prueba de que Cristo habla
416
en mí? . Pero si Cristo era el que hablaba en él, [B] es
claro que el Espíritu de Cristo era el que hablaba en él. Y
precisamente cuando Cristo hablaba en él, decía también
en los Hechos: Y he aquí que ahora encadenado al Espí-
ritu, me dirijo a Jerusalén, sin saber lo que allí me sucede-
rá, sólo que el Espíritu Santo en cada ciudad me testifica
417
diciéndome que me aguardan cadenas y tribulaciones .

8. Por lo que cuando los santos dicen: Esto dice el


Señor, no hablan sino en el Espíritu Santo, y hablando en
el Espíritu, hablan esas cosas en Cristo. Por el contrario,
418
si en los Hechos Ágabo dice: Esto dice el Espíritu Santo ,
es que haciéndose presente en él el Verbo, el Espíritu le
concedía hablar y anunciar lo que sucedería a Pablo en Je-
rusalén.

9. Sin duda que cuando el Espíritu anunciaba algo a


Pablo, Cristo mismo hablaba en él, de modo que [605A]
el anuncio hecho por el Espíritu pertenece al Verbo. Así
también cuando el Verbo vino sobre la santa Virgen María,

412. 1 Tm 4, 1. 415. Flp 1, 1 9 .


413. Cf. J. LEBON, o. c, pág. 416. 2 Co 13, 3.

1 4 1 , nota 3 . 4 1 7 . Hch 20, 22-23.


414. Jl 2, 2 8 . 418. Hch 21, 11.
Epístolas a Serapión, I, 31, 6 - 32, 3 127

al mismo tiempo vino a ella el Espíritu, y el Verbo en el


Espíritu se formó para sí el cuerpo y se lo unió, querien-
do por sí mismo unir y ofrecer al Padre la creación y re-
conciliar en sí mismo todas las cosas, pacificando las del
419
cielo y las de la tierra .

Armonía entre Escritura y Tradición

32. 1. Concordemente muestran las divinas Escrituras


que el Espíritu Santo no es una criatura, sino propio del
Verbo y de la divinidad del Padre. Así es como la doctri-
na de los santos culmina en la santa e indivisible Trinidad
y ésta es la única fe de la Iglesia católica.
2. Por el contrario, la absurda fábula de los trópicos
está en desacuerdo con las Escrituras, pero concuerda con
420
la locura de los arriomaníacos . [B] Y es probable que
421
ellos finjan para engañar a los simples. Pero gracias al
Señor, porque, como escribes, no pudieron ocultarse pro-
tegiéndose con la fingida controversia contra los arríanos.
3. En efecto, también aquellos los despreciaron, por-
que llaman criatura solamente al Espíritu y no también al
Verbo. Y todos los han condenado como realmente ad-
422
versarios del Espíritu y en breve estarán muertos, por

4 1 9 . Cf. C o l 1, 20. 422. Pneumatomakhoüntes, ad-


420. El texto griego dice arei- versarios del Espíritu, cf. también
manitón, apasionado por A r r i o , Ep. IV, 1, 3. El término parece estar
término construido sobre areima- inspirado en el theomákhoi de Hch
nés, apasionado por Ares, el dios 5, 39. Más tarde, a todos los que
de la guerra. A s í se descalificaba niegan la divinidad del Espíritu se
a A r r i o y a sus secuaces. les conocerá con el término de
4 2 1 . Cf. Ep. I, 1, 3; 2 1 , 3. pneumatómacos.
128 Atanasio de Alejandría

cuanto vacíos y privados del Espíritu. Según el bienaven-


423
turado Apóstol , como eran hombres psíquicos no pu-
dieron percibir lo que pertenece al Espíritu de Dios, ya
que habían sido examinados espiritualmente. Mas los que
piensan conforme a la verdad, lo juzgan todo y ellos no
son juzgados por nadie, ya que tienen en sí al Señor [C]
que en el Espíritu se les revela a sí mismo, y mediante sí
mismo revela también al Padre.

Epílogo

33. 1. Así pues, aunque me encuentro en el desierto


por la desvergüenza de los que se apartan de la verdad,
sin preocuparme de los que quieran reírse de la debilidad
y humildad de la demostración de mis reflexiones, lo que
424
he escrito brevemente , lo he remitido a tu Piedad, ro-
gándote mucho que, al leerlo, unas cosas las corrijas y otras
me las perdones como dichas de modo insuficiente.

2. He transmitido conforme a la fe apostólica, que nos


ha sido transmitida por los Padres, sin inventar nada ex-
traño, sino que lo que aprendí, lo expresé de acuerdo con
la Sagradas Escrituras. Esto concuerda también con lo ex-
puesto anteriormente como confirmación a partir de las
Sagradas Escrituras.

3. [D] No se trata de algo inventado fuera, sino que


el mismo Señor Jesucristo personalmente lo enseñó a la
Samaritana y por medio de ella a nosotros: la perfección
de la Santa Trinidad que es una sola e indivisible divini-
dad. La misma Verdad da testimonio, como dice a la Sa-

423. Cf. 1 C o 2, 1 4 - 1 5 . 424. Cf. Ep. I, 1, 4.


Epístolas a Serapión, I, 32, 3 - 33, 6 129

maritana: Créeme, mujer, llega la hora y ya está aquí, cuan-


do los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíri-
tu y Verdad. De hecho, el Padre busca que le adoren así.
Dios es Espíritu y los que lo adoran deben adorarlo en Es-
píritu y Verdad™.
4. De este texto queda claro que la Verdad es el Hijo
416
mismo, como Él dice: Yo soy la Verdad . A Él invocaba
417
el profeta David diciendo: Envía tu luz y tu verdad . Así
pues, los verdaderos adoradores adorarán al Padre, pero en
Espíritu y Verdad, confesando al Hijo y en Él al Espíritu.
5. En efecto, el Espíritu es inseparable del Hijo, como
el Hijo es inseparable del Padre. La misma Verdad lo tes-
timonia diciendo: Enviaré al Paráclito, el Espíritu de la Ver-
dad, que procede del Padre, al que el mundo no puede re-
418
cibir , a saber, aquellos que niegan que Él proceda del
Padre en el Hijo. De modo que, a imitación de los verda-
deros adoradores, hay que confesar y correr tras la Verdad.

6. Así pues, los que después de esto no quieran apren-


der ni puedan entender, que cesen en sus blasfemias y no
separen la Trinidad, para que ellos no sean separados de
la vida. Y no cuenten entre las criaturas al Espíritu Santo,
no sea que como los fariseos de antaño atribuían a Belce-
429
búi las obras del Espíritu , también ellos, que se atreven
a lo mismo, tengan que soportar junto con aquellos, aquí
y en el futuro, el castigo irremisible.

425. Jn 4, 2 1 . 2 3 - 2 4 . 428. J n 1 5 , 26.


426. Jn 1 4 , 6. 429. Cf. Mt 12, 24. Cf. Ep. I,
427. Sal 42, 3. 3, 1; III, 7, 6; IV, 1, 3; IV, 8-23.
EPÍSTOLA II

Introducción

1
1. 1. [608C] Me parecía que aún así había escrito
poco, y me reprochaba a mí mismo una gran deficien­
cia por no haber sido capaz de escribir todo lo que a
los hombres les está permitido decir contra quienes pro­
nuncian impiedades contra el Espíritu Santo.
2. Pero como, según me escribes, algunos hermanos
han pedido que haga un resumen de esas mismas cosas,
para tener a su alcance y brevemente qué responder a
quienes les preguntan sobre nuestra fe, y para refutar a
los impíos, [609A] he hecho esto confiando en que como
tienes una buena formación, suplirás lo que se haya omi­
tido.

1. Se refiere a la carta ante­ portante. Sin embargo, atenderá la


rior, cf. Ep. I, 1, 4 y 33, 1 que nueva petición de elaborar un re­
expresa la intención de Atanasio sumen de la Ep. I, aunque lo pre­
de escribir brevemente. A u n así es cede de una exposición sobre la
consciente de no haber tratado en divinidad del Hijo contra los
toda su amplitud tema tan im­ arríanos.
132 Atanasio de Alejandría

PRIMERA PARTE

Breve refutación del arrianismo

Racionalismo mezquino

3. Los arríanos, cerrados en sí y no pensando más que


en sí mismos, como los saduceos, han interpretado a base
de raciocinios humanos la Escritura divinamente inspira-
2 3 4
da . Cuando oyen que el Hijo es sabiduría , esplendor y
5
Verbo del Padre, suelen añadir: «¿Cómo puede ser esto?»,
como si no pudiera ser lo que ellos no pueden compren-
6
der .
4. Sería el momento de que pensaran también estas pre-
guntas sobre el universo: «¿Cómo puede tener lugar la cre-
7
ación que antes no existía ?», «¿cómo puede el barro de la
8
tierra ser modelado con la forma del hombre racional?»,
9
«¿cómo puede lo corruptible convertirse en incorruptible ?».
«¿Cómo la tierra está fundada sobre los mares, y cómo
10
Dios la dispuso sobre los ríos }». Y además que añadan
para ellos: Comamos y bebamos, porque mañana morire-

2. Cf. 2 Tm 3, 16. N o es con 5. Cf. J n 1, 1.


raciocinios humanos como hay que 6. Cf. Ep. I, 1 7 , 4 - 5 .
interpretar las Escrituras, sino con 7. Cf. G n 1, 1.
la fe y con reverente sumisión re- 8. Cf. G n 2, 7.
ligiosa (Ep. I, 17, 2-5; 20, 4). 9. Cf. 1 C o 1 5 , 53.
3. Cf. 1 C o 1, 30. 1 0 . Cf. Sal 23, 2.
4. Cf. Hb 1, 3.
Epístolas a Serapión, II, 1, 3 - 2, 4 133

11
mos , [B] evidentemente para que, al morir ellos, se des-
truya al mismo tiempo la locura de su herejía.

Todo lo que se dice del Padre, se dice también del Hijo

2. 1. Éste, pues, es el modo de pensar mortal y co-


rruptible de los arríanos. Pero el discurso de la verdad,
que también ellos deberían meditar, es este: si Dios es fuen-
12
te , luz y padre, no es lícito decir ni que la fuente está
seca, ni que la luz está sin resplandor, ni que Dios está
sin Verbo, pues resultaría que Dios estaría privado de sa-
biduría, de razón y de luz.
2. Por eso, siendo eterno el Padre, es necesario que
también el Hijo sea eterno. Porque todo lo que entende-
mos que hay en el Padre, no hay duda de que también lo
hay en el Hijo, pues dice el mismo Señor: Todo lo que
u 14
tiene el Padre es mío y todo lo mío es del Padre . Por
ejemplo, [ C ] si el Padre es eterno, también el Hijo es eter-
15
no, y a que por medio de Él fueron hechos los siglos .
16
3. El Padre es el que es , y necesariamente lo es tam-
bién el Hijo, que es sobre todas las cosas Dios bendito por
17
los siglos. Amén , como dijo Pablo.
4. No es lícito decir del Padre: «Hubo un tiempo en
que no existía». Ni es lícito decir del Hijo: «Hubo un
18
tiempo en que no existía ».

1 1 . Is 22, 13; 1 C o 1 5 , 32. 15. Cf. Hb 1, 2.


12. Cf. Ep. I, 1 9 , 2ss; ATA- 16. Cf. Ex 3, 1 4 .
NASIO, Contra los arríanos, I, 19: 17. Rm 9, 5.
PG 26, 49C-52B. 18. Esta frase blasfema está to-
13. J n 16, 1 5 . mada de la obra Thalia de Arrio.
14. Cf. Jn 1 7 , 10. He aquí el fragmento que nos tras-
134 Atanasio de Alejandría

5. El Padre es omnipotente. También es omnipotente


el Hijo, como dice Juan: El que es, el que era, el que viene,
19
el omnipotente .
20 21
6. El Padre es l u z , el Hijo es resplandor y luz ver­
22 23
dadera . El Padre es verdadero Dios , [612A] el Hijo es
24
verdadero Dios. Así es como escribió Juan: Estamos en
el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el Dios verda­
25
dero y la vida eterna .
7. Y en una palabra, no hay nada de lo que tiene el
Padre que no sea del Hijo. El Hijo está en el Padre y el
26
Padre está en el Hijo , porque lo que es del Padre, eso

mite Atanasio: «Dios no fue siem­ cia al Hijo. Atanasio nos indica en
pre Padre, sino que hubo un tiem­ el texto que esa misma frase heré­
po en el que Dios estaba solo y no tica no se puede aplicar al Padre,
era todavía Padre, sino que después pues implicaría decir que el Padre,
llegó a ser Padre. El Hijo no exis­ en cuanto Padre, no es eterno, es
tió siempre, sino que como todo ha decir, desde siempre Padre y que
tenido origen de la nada y todas las Dios no habría sido eternamente,
cosas que existen son criaturas y desde siempre, Padre.
obras que han sido hechas, también 19. A p 1, 8.
el mismo Verbo de Dios ha sido 20. Cf. 1 J n 1, 5.
hecho de la nada, y hubo un tiem­ 2 1 . Cf. Hb 1, 3.
po en el que no existía. Y no exis­ 22. Cf. J n 1, 9.
tía antes de ser hecho, sino que tam­ 23. Cf. J n 1 7 , 3.
bién Él tuvo un principio de su 24. Los arríanos estaban dis­
ser creado. De hecho, dice (Arrio),
puestos a admitir que al Hijo se
Dios estaba solo y no existía aún el
le podía llamar Dios, al igual que
Verbo y la Sabiduría. Cuando des­
también la Escritura dice que no­
pués quiso crearnos, entonces hizo
sotros somos dioses e hijos del
a uno y lo llamó Verbo, Sabiduría
Altísimo (Sal 8 1 , 6), pero en ab­
e Hijo, para crearnos por medio de
soluto estaban dispuestos a que se
Él» {Contra los Arríanos, I, 5: P G
dijera que es verdadero Dios. Lo
26, 21AB). En los anatemas del Sím­
de verdadero lo reservaban en ex­
bolo del Concilio de Nicea (325) se
clusiva para el Padre.
condena la frase: «Hubo un tiem­
25. 1 J n 5, 20.
po en que no existía» con referen­
26. Cf. J n 14, 10.
Epístolas a Serapión, II, 2, 5 - 3, 2 135

mismo está en el Hijo y se entiende que eso mismo está


en el Padre. Así se comprende el texto: Yo y el Padre
27
somos una sola cosa , puesto que no hay unas cosas en
éste y otras distintas en el Hijo, sino que lo que hay en
el Padre, lo mismo lo hay en el Hijo. Porque lo que ves
en el Hijo, lo ves también en el Padre, se comprende bien
2
el texto: Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre *.

El Hijo es consustancial al Padre

3. 1. Una vez que hemos explicado esto, es un impío


29
el que dice que el Hijo es una criatura , [B] porque se
30
verá forzado a llamar criatura a la fuente manante , cria­
tura a la sabiduría, al Verbo en el que está todo lo del
Padre.
2. A partir de esto se podría ver de otra manera la po­
dredumbre de la herejía de los arriomaníacos. De los que
somos semejantes y con los que tenemos la misma identi­
31
dad, les somos consustanciales . Así pues, en cuanto hom-

27. Jn 1 0 , 30. identidad, las dos cosas, se sigue la


28. Jn 14, 9. «Es propio del consustancialidad. El ejemplo de la
Hijo tener lo que es del Padre, y consustancialidad entre los hombres
ser de tal manera que en Él se pueda o entre los ángeles no tiene el mismo
contemplar al Padre» (ATANASIO, contenido que cuando hablamos de
Contra los Arríanos, II, 24: P G 26, la consustancialidad del Hijo con el
197B). Padre. El uso que Atanasio hace aquí
29. Afirmación arriana. y en los párrafos siguientes del tér­
30. Metáfora para indicar al mino consustancial tiene un sentido
Padre, que ya se utilizó en § 2, 1 amplio, genérico, no tiene el senti­
(nota 12). do de unidad numérica de sustancia
31. Para la puntuación de la o naturaleza. Aquí se sirve de estos
frase sigo a J. L E B O N , Lettres a Se­ raciocinios para que al Hijo no se
rapión, pág. 68, nota 2 y pág. 150, le considere criatura, sino como ver­
nota 2. Cuando hay semejanza e dadero y real Hijo del Padre.
136 Atanasio de Alejandría

bres, por ser semejantes y por tener identidad, somos con-


sustanciales unos a otros. En efecto, para todos es igual la
mortalidad, la corruptibilidad, la mutabilidad y el proceder
de la nada. También los ángeles entre ellos, como también
todas las demás cosas, son de la misma naturaleza entre sí.
3. Por consiguiente, que los curiosos investiguen si hay
alguna semejanza entre el Hijo y las criaturas, o si lo que
hay en el Hijo lo pueden encontrar en las criaturas, para
atreverse a llamar también criatura al Verbo de Dios. Pero
no lo podrán encontrar los que están predispuestos a todo
y yerran en la recta fe.
4. [C] En efecto, entre las criaturas no hay ninguna
omnipotente y ninguna domina sobre otra, porque todas
ellas pertenecen a Dios. Los cielos pregonan la gloria de
32 13
Dios . La tierra y lo que la llena pertenece al Señor . El
34
mar lo vio y huyó . El universo entero está al servicio del
35
que lo hizo, cumple su palabra y obedece sus órdenes.
Mas el Hijo es omnipotente como el Padre, según está es-
36 37
crito y demostrado .
5. Más aún, entre las criaturas ninguna es inmutable
por naturaleza, ya que incluso algunos ángeles no conser-
38
varon su propio puesto y las estrellas no son puras en su
39 40
presencia . También el diablo cayó del cielo y Adán co-
41
metió la trasgresión y todas las cosas son mudables.
6. En cambio, el Hijo es inmutable [D] e inalterable,
como el Padre. Y esto lo ha recordado Pablo citando el

32. Sal 1 8 , 2. 37. Cf. Ep. II, 2, 5.


33. Sal 2 3 , 1. 38. Cf. Judas 6.
34. Sal 18, 2. 39. J b 2 5 , 5.
35. Sal 102, 20. 40. Cf. Le 1 0 , 1 8 .
36. Ap 1, 8. 41. Cf. Rm 5, 14.
Epístolas a Serapión, II, 3, 2 - 4, 2 137

salmo ciento uno [613A]: Tú, Señor, al principio cimentas-


te la tierra y los cielos son obra de tus manos. Ellos serán
destruidos, pero tú permaneces. Todos envejecerán como un
vestido y los cambiarás como un manto y quedarán cam-
biados. Tú, en cambio, eres el mismo y tus años no dismi-
2
nuirán* . Y también dice: Jesucristo es el mismo ayer, hoy
43
y por los siglos .

El Hijo es verdadero Dios

4. 1. Además, todo lo creado no existía y fue hecho.


En efecto, la tierra que era nada, la hizo el que llama lo
44
que no existe como existente , y vienen a la existencia las
cosas hechas y las criaturas. Por esto tienen también el co-
menzar a existir. De hecho, en el principio hizo Dios el
43 46
cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos . Y también:
47
Mi mano hizo todas estas cosas .
2. Pero el Hijo es el que es y es Dios sobre todas las
48
cosas , como el Padre. [B] También esto queda demostra-
49 50
do . Y Él no es hecho, sino que Él hace . No es creado,
51
sino que crea y hace las obras del Padre . Por medio de
52
Él fueron creados los siglos y todo fue hecho por medio
53
de El, y sin El no se ha hecho ni una sola cosa . Como

42. Sal 1 0 1 , 2 6 - 2 8 ; Hb 1, 1 0 - 50. Ya Ireneo de L y o n había


12. indicado que lo propio de Dios
43. H b 1 3 , 8. es hacer y lo propio del hombre
44. R m 4, 1 7 . ser hecho: «Et hoc Deus ab no-
45. G n 1, 1. mine differt, quoniam Deus qui-
46. Ex 2 0 , 1 1 ; Hch 4, 24; 1 4 , dem facit, homo autem fit» (Adv.
15. Haer., IV 1 1 , 2: S C 100-2, 500).
47. Is 66, 2. 5 1 . Cf. J n 5, 19.
48. Cf. Rm 9, 5. 52. Cf. Hb 1, 2.
49. Cf. Ep. II, 2, 3. 53. Jn 1, 3.
138 Atanasio de Alejandría

ha enseñado el Apóstol citando el salmo: Al principio fundó


54
la tierra y los cielos son obra de sus manos .
3. Además, ninguna de las criaturas es Dios por na-
turaleza, sino que cada una de las cosas creadas ha llega-
do a ser conforme al nombre que recibió: una cielo, otra
tierra, unas estrellas, otras astros y otras mar, abismos, cua-
drúpedos y, finalmente, hombre. Y antes de todos estos,
los ángeles, arcángeles, querubines, serafines, potencias,
principados, potestades, dominaciones, paraíso. Y así per-
manece cada uno.

4. [ C ] Y si algunos han sido llamados dioses, lo fue-


55
ron no por naturaleza, sino por participación del Hijo .
En efecto, así lo dijo El mismo: Si llamó dioses, a los que

54. Hb 1, 1 0 . Es claro que siendo Él lo divini-


55. «Por naturaleza Él es ver- zador y lo iluminador del Padre,
dadero y auténtico Hijo del Padre, en el que todo es divinizado y vi-
y Él es propio de su sustancia, Sa- vificado, no es de una esencia dis-
biduría unigénita y Verbo verda- tinta a la del Padre, sino que le
dero y único de Dios. N o es cria- es consustancial. Participando de
tura ni cosa hecha, sino hijo Él, nos hacemos partícipes del
propio de la esencia del Padre. Por Padre, precisamente por ser Él
eso es Dios verdadero, ya que es Verbo propio del Padre. Por
consustancial al Padre verdadero. tanto, si también Él fuera por par-
Y las otras cosas, a las que dijo: ticipación y no por sí mismo di-
Yo dije, sois dioses (Sal 8 1 , 6), no vinidad sustancial e imagen del
reciben del Padre esta gracia más Padre, no podría divinizar, al ser
que por participación en el Verbo Él mismo divinizado. En efecto,
mediante el Espíritu» ( A T A N A S I O , no es posible que el que tiene por
Contra los Arríanos, I, 9 [PG 26, participación dé a otros de lo que
28D-29A]); «Si Él no es Hijo por él ha recibido, porque no es suyo
participación, mientras que todas lo que tiene, sino del que se lo
las cosas creadas reciben de Dios dio, y lo que recibió fue como
la gracia por participación, Él es gracia especialmente para él»
la Sabiduría y el Verbo del Padre, (ATANASIO, De Synodis, 51 [PG
y todas las cosas participan de Él. 26, 784 A B ] ) .
Epístolas a Serapión, II, 4, 2 - 5, 1 139

56
fue dirigida la Palabra de Dios . Por eso, no siendo dio-
ses por naturaleza, les ocurre que padecen una mutación
al oír: Yo dije: Sois dioses y todos sois hijos del Altísimo,
57
pero como hombres moriréis . Tal era el que había escu-
58
chado: Tú eres un hombre y no un dios .
59
5. Pero el Hijo es Dios verdadero, como el Padre .
En efecto, está en El, y [616A] el Padre está en el Hijo.
60 61
Lo escribió Juan , como queda demostrado . Y David
canta: Tu trono, ¡oh Dios! por los siglos de los siglos. Cetro
62
de rectitud es el cetro de tu reino . Y el profeta Isaías
clama: Se ha fatigado Egipto y el comercio de los etíopes.
Y los sebaítas, de alta estatura, vendrán a ti y seguirán de-
trás de ti atados de pies y manos y te adorarán, porque en
ti está Dios. De hecho tú eres el Dios de Israel y no lo sa-
61
bíamos . ¿Y quién es ese Dios, en el que está Dios, sino
el Hijo que dice: Yo estoy en el Padre y el Padre está en
64
mi? .

La fe del Concilio de Nicea

5. 1. Siendo así las cosas como están escritas, puesto


que el Hijo no tiene nada semejante con las criaturas, sino
que todo lo del Padre es del Hijo, ¿quién no ve que el
Hijo es consustancial al Padre? [B] Porque si tuviera al-
guna semejanza con las criaturas y tuviera con ellas algu-
na afinidad, les sería consustancial, pero siendo por esen-
cia extraño a las cosas hechas, y siendo Verbo propio del

56. Jn 1 0 , 35. 61. Cf. Ep. II, 2, 6-7.


57. Sal 8 1 , 6-7. 62. Sal 44, 7.
58. Ez 28, 2. 63. Is 4 5 , 1 4 - 1 5 .
59. Cf. 1 Jn 5, 20. 64. J n 14, 10.
60. Cf. Jn 1 4 , 1 0 .
140 Atanasio de Alejandría

65
Padre y no otra cosa diversa respecto a Él, porque todo
lo que es del Padre es suyo, justamente es consustancial
al Padre.
2. De hecho, en el concilio de Nicea los Padres refle­
xionaron así e hicieron profesión de fe de que el Hijo es
66
consustancial y de la sustancia del Padre . Habían com­
prendido perfectamente que una sustancia creada no puede
jamás decir: Todo lo que tiene el Padre, es mío", pues te­
niendo un comienzo de su existencia, no posee «el ser» y
«la existencia» eternamente.
3. Y por esto, puesto que el Hijo tiene esto, y todo
lo que hemos dicho que pertenece al Padre, pertenece tam­
bién al Hijo, necesariamente la sustancia del Hijo no es
creada, sino consustancial al Padre. [C] Por estas y otras
razones, no podría una sustancia creada ser receptora de
68
las propiedades de Dios. Propiedades suyas son aquellas
cosas por las que se conoce a Dios, como el ser omnipo­
tente, aquel que es, el inmutable y las otras propiedades
antes mencionadas, de modo que no puede ser Dios, como

65. A u n q u e Atanasio emplea causa de la semejanza que deriva


aquí el masculino állos, en lugar del Padre.
del neutro állon, expresa que en 67. Jn 1 6 , 1 5 .
Dios no hay diferencia sustancial 68. Encontramos aquí el tér­
del Hijo en relación al Padre. La mino ídion (en plural) para indi­
diferencia o distinción se sitúa en car la propiedades que nos dan a
el orden personal. conocer inmediatamente a Dios:
66. En De Decretis Nicaenae omnipotente, subsistente, inmuta­
Synodi, 20 (PG 2 5 , 452BD) ex­ ble, eterno, incorruptible, inmen­
plica Atanasio estos conceptos y so, creador, etc. Son perfecciones
las razones que llevaron a los Pa­ que sólo se pueden dar en Dios
dres del Concilio de Nicea a in­ y, en absoluto, en ninguna cria­
troducirlos en el Credo. El Hijo tura. Las posee el Hijo. Y las posee
no sólo es semejante al Padre, sino también el Espíritu, cf. G. G i u -
idénticamente la misma cosa a L I A N I , o. c., págs. 113-120.
Epístolas a Serapión, II, 5, 1 - 6, 3 141

69
dicen los necios , consustancial a las criaturas, como si tu-
viera lo que las criaturas pueden tener.

La diferencia entre «crear» y «engendrar»

6. 1. De este modo se podría refutar la impiedad de


quienes dicen que el Verbo de Dios es una criatura. [617A]
Nuestra fe es en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo,
como dice el mismo Hijo a los apóstoles: Id y enseñad a
todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y
70
del Hijo y del Espíritu Santo . Se expresó de este modo,
para que a partir de lo que conocemos, podamos com-
prender lo que hemos dicho anteriormente.

2. Por ejemplo, como a los padres no los llamamos


creadores, sino progenitores, y como nadie nos llamaría
criaturas de nuestros padres, sino hijos por naturaleza y
consustanciales a los padres, así si Dios es Padre, cierta-
mente es Padre del Hijo, que lo es por naturaleza y con-
sustancial a El.
3. Y así es como Abrahán no creó a Isaac, sino que
71
lo engendró . Besleel y Oholiab no engendraron, sino
72
que hicieron todas las cosas que hay en el Tabernáculo .
El constructor de barcos y el arquitecto de una casa no
engendran lo que hacen, sino que cada uno realiza una
cosa, uno el barco y otro la casa. [B] Por el contrario,
Isaac no hace, sino que engendra por naturaleza a Jacob,
que le es consustancial. E igualmente Jacob a Judá y a
73
sus hermanos .

69. Es decir, los arríanos. 72. Cf. Ex 36, 1.


70. Mt 28, 19. 73. Cf. M t 1, 2.
71. Cf. Mt 1, 2.
142 Atanasio de Alejandría

4. Por tanto, sería un loco quien dijera que la casa


es consustancial al arquitecto y el barco a su construc-
tor. Lo justo es que uno diga que cada hijo es consus-
tancial a su padre. Si pues hay un padre y un hijo, ne-
cesariamente el hijo será hijo por naturaleza y en verdad.
Esto es lo que significa la expresión ser consustancial al
74
Padre, como queda repetidamente demostrado .
5. Naturalmente en relación a la criaturas se dice: El
75
habló y así se hizo; dio una orden y fue creado , mien-
tras que acerca del Hijo se dice: Mi corazón ha pronun-
76
ciado una Palabra buena . Daniel conoce a un Hijo de
Dios y conoce también las obras del Señor: vio al Hijo
77
que regaba con rocío el horno ; pero sobre las criatu-
72
ras dice [ C ] : Obras todas del Señor, bendecid al Señor ,
y enumeró cada una de las criaturas, mas al Hijo no lo
contó entre ellas, sabiendo que no es una obra, sino que
las obras se hicieron por medio de El, que es proclama-
do y superexaltado en el Padre.

6. Pues como por medio de Él Dios se revela a los


que lo conocen, así la bendición, el himno, la gloria y
79
el poder se canta al Padre por medio de Él y en Él,
para que tal profesión sea bien aceptada, como dicen las
Escrituras. Con estos y otros muchos argumentos queda
demostrado y se demuestra que es un impío quien dice
que el Verbo de Dios es una criatura.

74. Cf. A T A N A S I O , Contra los utilizado para expresar la genera-


Arríanos, I, 9 (PG 26, 2 8 D y si- ción divina del V e r b o o Palabra
guientes); De decretis Nicaenae de Dios.
Synodi, 6. 13. 1 9 - 2 0 (PG 2 5 , 4 3 3 C . 77. Cf. Dn 3, 50.
4 4 5 C . 4 5 6 D y siguientes). 78. D n 3, 57.
75. Sal 1 4 8 , 5. 79. Cf A p 5, 1 3 .
76. Sal 44, 2. El texto se había
Epístolas a Serapión, II, 6, 4 - 7, 1 143

Interpretación exacta de Proverbios 8, 22

[620A] 7. 1. Pero como alegan lo escrito en los Pro-


verbios: El Señor me creó como principio de sus caminos
0
para sus obras* , y sacan como conclusión: «Aquí dice 'creó',
y es una criatura». Es necesario, pues, demostrar también
81
aquí cuánto se equivocan al no conocer la finalidad de la
82
Sagrada Escritura. Porque si es Hijo , que no se le llame
criatura. Y si es criatura, que no se le llame hijo. En efec-

80. Pr 8, 22. Atanasio inter- nasio se trata exclusivamente de la


preta este texto con referencia a revelación del doble modo de exis-
la encarnación y en sentido antia- tencia del Verbo, antes y después
rriano, cf. Contra los Arríanos, II, de encarnado, tiempo de prome-
44-82 (PG 26, 240-321); Epístola sa y tiempo de cumplimiento. El
a los obispos de Egipto y Libia, 1 7 skópos de la Escritura es idéntico
(PG 26, 576-577); cf. M. SlMO- al del canon o regla de fe, cf. H.
NETTI, Studi sull'arianesimo, págs. J . SlEBEN, "Herméneutique de l'e-
9-87; A . MEREDITH, "Prv 8, 22 xégése dogmatique d'Athanase",
chez Origéne, Athanase, Basile et págs. 1 9 5 - 2 1 4 ; J . D. ERNEST, " A t -
Grégoire de Nysse", en: C H . hanasius of Alexandria: the Scope
KANNENGIESSER, Politique et Thé- of Scripture in polemical and pas-
ologie, págs. 349ss. toral Context", VigCh 4 7 , 1 9 9 3 ,
81. El skópos de la Escritura 341-362; CH. KANNENGIESSER,
es el conocimiento de Cristo, Athanase d'Alexandrie évéque et
Verbo de Dios hecho hombre; cf. écrivain. Une lecture des traites
Contra Arianos, III, 29. Para A t a - Contre les Ariens, París 1 9 8 3 .
nasio, la Escritura no enseña otra 8 2 . Cf. De Decretis Nicaenae
cosa (cf. Ep. IV, 14, 2). Skópos es Synodi, 1 3 (PG 2 5 , 4 4 8 A ) : «Si,
un elemento esencial de la her- pues, es Hijo, no es criatura; y si,
menéutica atanasiana de la Escri- por el contrario, es criatura, no es
tura, inspirándose muy probable- Hijo. Pues hay una gran diferen-
mente en ORÍGENES, De Prinápiis, cia entre ambas cosas. N o podría
IV, 2, 9ss.; Coment. Juan, X 5, ser al mismo tiempo Hijo y cria-
19, del que se diferencia por cuan- tura, porque entonces habría que
to mientras para Orígenes se trata pensar que su esencia (ousía) sería
de la revelación de diversos y va- al mismo tiempo 'de Dios' y 'de
rios misterios ocultos, para A t a - fuera' de Dios».
144 Atanasio de Alejandría

to, queda demostrado en lo anterior qué diferencia hay


entre criatura e hijo.
2. Y puesto que el bautismo adquiere validez no en el
nombre del creador y de la criatura, sino en el nombre
del Padre y del Hijo, es necesario que al Señor no se le
llame criatura, sino Hijo.
3. Pero dicen: ¿no está escrito? Sí, está escrito y está
necesariamente dicho. Pero los herejes interpretan mal lo
que está dicho correctamente. Si comprendieran y cono-
83
cieran la característica propia del cristianismo, no dirían
84
[B] que el Señor de la gloria es una criatura, ni trope-
zarían con lo que está escrito correctamente. Pero ellos no
5
han conocido ni comprendido* , y, por eso, como está es-
6
crito, caminan en las tinieblas* . Nosotros, por el contra-
rio, estamos obligados a hablar, para que también en esto
se muestre su necedad, y no vamos a descuidar la refuta-
ción de su impiedad, por si tal vez cambian de parecer.

4. El rasgo distintivo de la fe en Cristo es, pues, el si-


guiente: El Hijo de Dios, que es Verbo Dios -puesto que
7
en el principio existía el Verbo y el Verbo era Dios* -, que
es Sabiduría y Potencia del Padre -Cristo, en efecto, es
potencia de Dios y sabiduría de Dios**-, Él mismo en la
consumación de los tiempos se hizo hombre por nuestra

83. El reconocimiento de la B E N , «Herméneutique de l'e-


divinidad de Cristo es la carac- xégése dogmatique d'Athanase»,
terística propia o rasgo distinti- pág. 2 0 6 , nota 52 con bibliogra-
v o del cristianismo. El término fía.
kharaktér, característica o rasgo 84. Cf. 1 C o 2, 8.
p r o p i o , aparece también en Ep. 85. Sal 8 1 , 5.
II, 7, 4; 8, 1; Ep. III, 7, 1. Su 86. J n 12, 35.
sentido parece estar m u y p r ó x i - 87. Jn 1, 1.
m o a regla de fe. Cf. H. J . SiE- 88. 1 C o 1, 24.
Epístolas a Serapión, II, 7, 1 - 8, 1 145

89
salvación . Es así como el mismo Juan después de decir:
En el principio era el Verbo, poco después añade: Y el
90
Verbo se hizo carne , que es lo mismo que decir que se
hizo hombre. Y el Señor decía [ C ] de sí mismo: ¿Por qué
91
buscáis matarme a mí, un hombre que os ha hablado la
91
verdad? . Y Pablo habiendo aprendido de Él decía: Un
solo Dios, uno solo es también el mediador entre Dios y
93
los hombres, el hombre Cristo Jesús .
5. Hecho hombre y habiendo actuado como hombre,
94
y habiendo puesto en fuga y derogado la muerte , que
95
nos era contraria, está sentado ahora a la derecha del Padre ,
96
estando Él en el Padre y el Padre en Él , como lo ha es-
tado y lo estará siempre.

El rasgo distintivo de la fe apostólica

97
8. 1. Este rasgo distintivo viene de los Apóstoles
por medio de los Padres. Por lo demás, al leer la Escri-
tura, debemos examinar y distinguir cuándo se habla de
la divinidad del Verbo y cuándo de su humanidad, [621 A ]
para no desviarnos pensando una cosa por otra, que es
lo que les pasa a los arríanos.

89. La encarnación del V e r b o 1, 1 0 .


constituye el rasgo distintivo del 95. Cf. Col 3, 1.
cristianismo y da sentido cristo- 96. Cf. Jn 14, 10.
lógico a las Escrituras del A n t i - 97. Cf. Ep. II, 7, 3.4 y nota
guo Testamento. 83. C o m o la regla de fe, el «ca-
90. Jn 1, 14. rácter», el rasgo distintivo de la fe
91. Jn 7, 19. cristiana tiene su origen en los
92. J n 8, 40. Apóstoles y llega hasta nosotros
93. 1 Tm 2, 5. por medio de los Santos Padres.
94. Cf. 1 C o 1 5 , 26; 2 Tm
146 Atanasio de Alejandría

2. Sabiendo, pues, que Él es el Verbo, sabemos que


n
todo fue hecho por medio de Él y sin El no se hizo nada
y que con el Verbo del Señor se consolidaron los cielos",
m
y que envía su Verbo y lo sana todo .
3. Y sabiendo que Él es la Sabiduría, sabemos que Dios
101
fundó la tierra con la Sabiduría y que el Padre lo hizo
102
todo en la Sabiduría .
4. Y sabiendo que Él es Dios, hemos creído que Él es
el Cristo. Tu trono, ¡oh Dios!, canta David, por los siglos
de los siglos. Cetro de rectitud es el cetro de tu reino. Has
amado la justicia y odiaste la iniquidad. Por eso, te ungió
Dios, tu Dios, con óleo de alegría más que a tus compa-
103
ñeros . [B] Y en Isaías dice de sí mismo: El Espíritu del
1(M
Señor está sobre mí, con Él me ha ungido . Y Pedro con-
105
fesó: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo .

5. Y sabiendo que Él se hizo hombre, no negamos lo


106
que se dice de Él desde el punto de vista humano , como
es tener hambre, tener sed, ser azotado, llorar, dormir y,
finalmente, recibir la muerte por nosotros en la cruz. En
efecto, de Él se escribe todo esto.
6. De la misma manera, la Escritura no ocultó, sino
107
que dijo lo de creó , que corresponde a los humanos. En
efecto, los hombres hemos sido creados y hechos. Pero
como al oír que tuvo hambre, que durmió, que fue azo-
tado, no negamos su divinidad, así al oír lo de creó es ló-

98. Jn 1, 3. 1 0 5 . Mt 1 6 , 1 6 .
99. Sal 32, 6. 106. Cf. también Contra los
100. Sal 1 0 6 , 20. Arríanos, III, 3 1 : P G 26, 3 8 9 B C ;
101. Pr 3, 19. De Decretis Nicaenae Synodi, 14:
102. Sal 103, 24. P G 25, 4 4 0 A D .
103. Sal 44, 7-8. 107. Pr 8, 22 (citado en Ep.
104. Is 6 1 , 1. II, 7, 1 y la nota 80).
Epístolas a Serapión, II, 8, 2 - 9, 2 147

gico recordar que, siendo Dios, fue creado hombre. [ C ]


En efecto, es propio de los hombres ser creados, como
también tener hambre y las cosas semejantes mencionadas
anteriormente.

Interpretación exacta de Marcos 13, 32

9. 1. Hay también otro texto que está correctamente


expresado, pero erróneamente comprendido por ellos. Me
refiero al texto: Acerca de aquel día y de aquella hora
m
nadie lo conoce, ni los ángeles, ni el Hijo . Su significa-
do es claro, pero ellos piensan que diciendo: ni el Hijo, al
no saber muestra que es una criatura. Pero no es así. ¡En
absoluto!
2. Y como al decir me creó, [624A] lo dijo en cuan-
to hombre, así al decir ni el Hijo, lo dijo en cuanto hom-
bre. Y el motivo de haber hablado así es razonable. Pues-
109
to que se hizo hombre, según está escrito , es propio de
los hombres ignorar, como también tener hambre y lo
demás (pues los hombres no saben, si no escuchan y apren-
110
den), por esto muestra también la ignorancia de los hom-
bres, puesto que se hizo hombre. En primer lugar, para
mostrar que tiene un cuerpo verdaderamente humano; en
segundo lugar, teniendo en su cuerpo la ignorancia de los
hombres, para presentar al Padre una humanidad perfecta
y santa, después de haberla liberado y purificado.

108. Me 1 3 , 32. Atanasio ana- expresa la verdad real, completa y


liza ampliamente este pasaje en no aparente de su humanidad. Cf.
Contra los Arríanos, I I I , 42-50: A T A N A S I O , Contra los Arríanos, III,
PG 26, 411A-429A. 4 2 - 4 6 : PG 26, 4 1 1 A - 4 2 1 B comen-
109. Cf. J n 1, 14. tando el texto de Me 1 3 , 3 2 .
110. La ignorancia de Cristo
148 Atanasio de Alejandría

3. ¿Qué pretexto encontrarán todavía los arríanos?


¿Qué más se inventarán y gritarán? Se les ha hecho ver
que no han comprendido el texto: El Señor me creó para
111
sus obras . [B] Y hemos demostrado que no han enten-
dido el texto: En cuanto a aquel día nadie lo conoce, ni
112
los ángeles, ni el Hijo . Y como cuando dice me creó, in-
dica su humanidad, porque se hizo y fue creado hombre,
111
así cuando dice: Yo y el Padre somos una sola cosa ; y:
114
El que me ha visto a mí, ha visto al Padre ; y: Yo estoy
115
en el Padre y el Padre está en mí , indica su eternidad
y su consustancialidad con el Padre.
4. Así al decir que nadie lo sabe, ni siquiera el Hijo,
habla de nuevo como hombre, porque propio de los hom-
bres es ignorar. Pero al decir nadie conoce al Padre sino
116
el Hijo, y nadie conoce al Hijo sino el Padre , mucho más
conoce las criaturas.
5. Por eso, en el evangelio de Juan los discípulos de-
117
cían al Señor: Ahora sabemos que lo sabes todo . Es claro,
pues, que no hay nada que El ignore, puesto que es el
118
Verbo por medio del cual todo fue hecho . Y siendo parte
de este todo, también «aquel día» será hecho «por medio
de El», aunque los arríanos mil veces revienten por su ig-
norancia.

111. Pr 8, 22. 1 1 8 . Cf. Jn 1, 3. «Por medio


112. Me 1 3 , 32. del Verbo fueron hechas todas las
113. Jn 1 0 , 30. cosas: los tiempos, los momentos,
114. J n 14, 9. la noche, el día y toda la creación,
115. Jn 14, 10. ¿se dirá, por tanto, que el crea-
116. M t 1 1 , 27. dor no conoce lo que ha creado?»
117. J n 1 6 , 30. (Contra los Arríanos, III, 42).
EPÍSTOLA III

SEGUNDA PARTE

Breve refutación de los que niegan la divinidad


del Espíritu Santo

Conexión con la primera parte

1. 1. Probablemente te maravillarás de que habiéndo-


1
seme pedido que resumiera la carta escrita sobre el Espí-
ritu Santo, [625A] y que la explicara brevemente, ves que
he dejado a un lado el tema propuesto, y que escribo con-
tra los que blasfeman contra el Hijo de Dios, diciendo que
es una criatura. Pero estoy completamente seguro de que
no me lo reprocharás, cuando conozcas el motivo; más aún
tu Reverencia lo aprobará, viendo que es razonable.

El Espíritu se relaciona con el Hijo, como el Hijo con el


Padre

2. En efecto, el mismo Señor dijo: El Paráclito no


hablará por sí mismo, sino que hablará lo que oiga,
2
porque recibirá de lo mío y os lo anunciará , e insuflan -

1. Es ahora cuando va a re- 2. J n 16, 1 3 - 1 4 .


sumir la Ep. I.
150 Atanasio de Alejandría

3 4
d o sobre sus discípulos, se lo dio a partir de sí mismo ,
y es así como el Padre mismo lo derramó sobre toda
5
carne , según está escrito. Y por esto, con razón te he ha-
blado y escrito antes sobre el Hijo de Dios, de modo que
del conocimiento del Hijo podamos rectamente tener tam-
6
bién el conocimiento del Espíritu . [B] En efecto, nos
vamos a encontrar con que el Espíritu tiene respecto al
Hijo idéntica relación a la que hemos visto que el Hijo
7
tiene respecto al Padre .
3. Y como el Hijo dice: Todo lo que tiene el Padre es
8
mío , así encontraremos que todas esas cosas también están
por medio del Hijo en el Espíritu. Y como el Padre mos-
tró al Hijo diciendo: Este es mi Hijo, el predilecto, en el
9
que me he complacido , de la misma manera, el Espíritu
es del Hijo, como dice el Apóstol: Envió al Espíritu de su
Hijo a nuestros corazones, y clama: ¡Ahhá, Padre!™.
4. Y lo admirable es que como el Hijo dice: Lo que
11
es mío es del Padre , así el Espíritu Santo, que se dice
pertenecer al Hijo, es del Padre. El Hijo mismo dice: Cuan-
do venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre,
el Espíritu de la verdad, que procede de junto al Padre, Él
12
dará testimonio de mí . [ C ] Y Pablo escribe: Nadie c o -

3. Cf J n 20, 22. Cf. Ep. IV, idiótés es concepto central en la


2, 2; 3, 8; G . G I U L I A N I , O. C, págs. teología trinitaria de Atanasio y
177-180. es el equivalente del homooúsios
4. Cf. Ep. I, 20, 7. niceno, cf. C H . H A U R E T , o. c, pas-
5. Cf. Jl 3, 1; Hch 2, 17. sim; A . L A M I N S K I , O. C, págs. 1 3 9 -
6. Cf. Ep. I, 2, 5. 140.
7. Cf. Ep. I, 2, 2; 2 1 , 1; III, 8. J n 1 6 , 1 5 .
1, 5. La propiedad o las caracte- 9. M t 3, 17.
rísticas propias del Hijo en rela- 10. Ga 4, 6.
ción al Padre, las tiene el Espíri- 1 1 . Cf. Jn 1 7 , 1 0 .
tu en relación al Hijo. Propiedad 12. J n 15, 26.
Epístolas a Serapión, III, 1, 2 - 2, 1 151

noce lo del hombre, sino el espíritu del hombre que habi­


ta en él. Así también lo de Dios nadie lo conoce, sino el
Espíritu de Dios que hay en él. Y nosotros no hemos reci­
bido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de
Dios, para que podamos conocer los dones que Dios nos ha
13
dado . Y en toda la Sagrada Escritura encontrarás que el
Espíritu Santo que se dice del Hijo, el mismo se dice ser
14
de Dios. También eso lo hemos escrito en lo anterior .
5. Por tanto, si el Hijo por su cualidad propia en re­
lación al Padre y por ser vastago propio de su sustancia
[628A] no es una criatura, sino consustancial al Padre, así
tampoco el Espíritu Santo puede ser una criatura -el que
lo diga es un impío- por su cualidad propia en relación
al Hijo y porque de Él es dado a todos, y porque lo que
tiene es del Hijo.

Otros argumentos

2. 1. Todo esto sería suficiente para persuadir a cual­


quier obstinado a no llamar más criatura de Dios al que
15
está en Dios y escruta las profundidades de Dios y es
dado desde el Padre por medio del Hijo; para no verse
obligado también a llamar criatura al Hijo que es el Verbo,
la Sabiduría, la Impronta y el Esplendor, viendo al cual
16
uno ve al Padre . Por lo demás, oiría: El que niega al
17
Hijo, no tiene tampoco al Padre . En efecto, ese tal dirá
1
enseguida, como el necio: No hay Dios *.

13. 1 C o 2, 1 1 - 1 2 . 1 6 . Cf. J n 14, 9.


14. Cf. Ep. I, 2 1 , 1-3. 1 7 . 1 Jn 2, 23.
15. Cf. 1 C o 2, 10; cf. Ep. I, 18. Sal 13, 1.
1 5 , 3.
152 Atanasio de Alejandría

2. Y para demostrar con más razones una mejor re-


futación contra los impíos, [B] a partir de los argumen-
tos con que se demuestra que el Hijo no es una criatu-
ra, de esos mismos se demuestra que tampoco el Espíritu
es una criatura.

El Espíritu tiene su origen en Dios

3. Las criaturas vienen de la nada y tienen un co-


mienzo de existencia. En efecto, en el principio hizo Dios
19
el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos. Pero el
Espíritu Santo viene de Dios y así es llamado, como dijo
20
el Apóstol . Y si el Hijo, puesto que no viene de la
nada, sino de Dios, justamente no puede ser una criatu-
ra, necesariamente tampoco el Espíritu Santo es una cria-
tura, puesto que confesamos que viene de Dios, mien-
21
tras que las criaturas vienen de la nada .

El Espíritu es unción y sello

22
3. 1. Además, el Espíritu se llama y es unción y
sello. Escribe Juan: Y la unción que habéis recibido de
Él, permanece en vosotros y no tenéis necesidad de que
nadie os enseñe, sino que su unción, su Espíritu, os lo en-
21
seña todo . Y en el profeta Isaías está escrito: El Espí-
24
ritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido . Y
21
Pablo escribe: En el cual, al creer, habéis sido sellados .

19. G n 1, 1. 23. 1 Jn 2, 27.


20. Cf. 1 C o 2, 1 2 . 24. Is 6 1 , 1.
21. Cf. Ep. I, 22, 1-2. 2 5 . Ef 1, 13.
22. Texto paralelo a Ep. I, 23, 4.
Epístolas a Serapión, III, 2, 2 - 3, 4 153

Y también: No entristezcáis al Espíritu Santo, en el que


16
habéis sido sellados para el día de la redención .
2. Ahora bien, las criaturas son ungidas y selladas en
El. Y si las criaturas son ungidas y selladas en El, el Es-
píritu no puede ser una criatura. En efecto, no hay si-
militud entre el que unge y los ungidos. Esta unción es
el soplo del Hijo, con lo que el que tiene al Espíritu
27
puede decir: Somos perfume de Cristo . [629A] Y el sello
imprime (la imagen) del Hijo, de modo que el que es
sellado tiene la forma de Cristo, como dice el Apóstol:
Hijitos míos, por los que de nuevo siento dolores de parto,
2
hasta que Cristo sea formado en vosotros *.
29
3. Y si el Espíritu es el perfume y la forma del
Hijo, es evidente que el Espíritu no puede ser una cria-
tura, puesto que el Hijo, por existir en la forma del
30
Padre , no es una criatura. Y porque como el que ve al
31
Hijo ve al Padre , así el que tiene al Espíritu Santo tiene
al Hijo y teniéndolo es templo de Dios, como escribe
Pablo: ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Es-
32
píritu de Dios habita en vosotros? . Y Juan dice: En esto
conocemos que permanecemos en Dios y El en nosotros,
33
porque nos ha dado de su Espíritu .

4. Y si se confiesa que el Hijo que está en el Padre,


en el cual también está el Padre, no es una criatura, [B]
es absolutamente necesario que tampoco el Espíritu sea

26. Ef 4, 30. 100s.; GREGORIO DE ELVIRA, Epi-


27. 2 C o 2, 1 5 . talamio, I, 1 3 .
28. G a 4, 19. Cf. Ep. I , 23, 6. 30. Cf. Flp 2, 6.
29. El Espíritu es el perfume 3 1 . Cf. Jn 1 4 , 9.
o aroma del Hijo, cf. AMBROSIO 32. 1 C o 3, 16. Cf Ep. I, 24, 1.
DE MILÁN, El Espíritu Santo, I , 9, 33. 1 J n 4, 13.
154 Atanasio de Alejandría

una criatura, porque en Él está el Hijo y Él en el Hijo.


Por eso el que recibe al Espíritu, recibe el nombre de
templo de Dios.

El Espíritu es único

5. Además es conveniente ver lo siguiente: si el Hijo


es el Verbo de Dios, es único como el Padre. Porque
hay un solo Dios, del que proviene todo, y un solo Señor,
14
Jesucristo . Por eso es llamado Hijo unigénito y así está
35
escrito . Las criaturas, por el contrario, son muchas y
diversas: ángeles, arcángeles, querubines, principados, po-
36
testades y los demás, como está dicho . Y si el Hijo no
es criatura, porque no está entre los muchos, sino que
es único, como el Padre es único, consiguientemente, y a
37
que el conocimiento del Espíritu hay que tomarlo del
Hijo, tampoco el Espíritu puede ser una criatura, por-
que tampoco Él está entre los muchos, sino que también
Él es único.

4. 1. Y esto lo sabía el Apóstol, que dice: Todo esto


lo opera el único y mismo Espíritu, distribuyendo en par-
18
ticular a cada uno como quiere . Y poco después: No-
sotros hemos sido bautizados en el único Espíritu y todos
19
hemos bebido del único Espíritu .

34. 1 C o 8, 6. tinuación al Espíritu para concluir


35. Cf. Jn 1, 14.18; 3, 16.18; 1 que no es criatura.
Jn 4, 9. Unigénito, atendiendo par- 36. Cf. Ep. I, 27, 3.
ticularmente a que es uno solo, en 37. Cf. Ep. I, 2, 5; III, 1, 2; 4, 2.
contraposición a las criaturas que 38. 1 C o 12, 11. Cf. Ep. I, 6, 8.
son muchas. De esta unicidad se 39. 1 Co 12, 13. Cf. Ep. I, 19,5.
deduce que el Hijo no es criatura.
Argumento paralelo se aplica a con-
Epístolas a Serapión, III, 3, 4 - 4, 3 155

El Espíritu está omnipresente

40
2. Y de nuevo, puesto que el conocimiento del Es-
píritu hay que tomarlo del Hijo, es conveniente que tam-
bién se tomen de El las demostraciones. Así pues, el Hijo
está en todas partes, al estar en el Padre y estando el
Padre en El. Lo puede y lo abarca todo, y está escrito
que todo subsiste en El, lo visible y lo invisible y Él es
1
anterior a todo* . Las criaturas, por el contrario, están en
42
lugares separados : el sol, la luna y los otros cuerpos
celestes luminosos en el firmamento, los ángeles en el
cielo y los hombres en la [632A] tierra.

3. Y si el Hijo se halla en todas partes, pues no está


en lugares separados, sino en el Padre, y no es una cria-
tura, pues está fuera del conjunto de todas las cosas, se
sigue que tampoco el Espíritu puede ser una criatura, y a
43
que no está en lugares diversos, sino que lo llena todo
y está fuera del conjunto de todas las cosas. Así está es-
crito: El Espíritu del Señor ha llenado la tierra**. Y David
5
canta: ¿A dónde iré lejos de tu Espíritu}* , como no es-
tando el Espíritu en un lugar, sino fuera de todas las

40. Cf. Ep. I, 2, 5; III, 1, 2; 3, 5. y está junto con Dios, ¿de qué
41. Col 1, 16-17. naturaleza conviene creerlo? ¿De
42. Cf. Ep. I, 26, 5. la naturaleza que todo lo abar-
43. «El Espíritu del Señor ca, o de la que está contenida en
llena el mundo (Sb 1, 7), y parcelas locales, cual la de los án-
¿Adonde iré, lejos de tu Espíritu, geles, según demostró lo trata-
y adonde iré, lejos de tu rostro? do? Pero esto no lo diría nadie»
(Sal 1 3 8 , 7). Y el profeta: Porque ( B A S I L I O D E C E S Á R E A , El Espíri-

yo estoy con vosotros, dice el tu Santo, 2 3 , 54: BPa 3 2 , pág.


Señor, y mi Espíritu está en medio 201).
de vosotros (Ag 2, 4-5). A h o r a 44. Sb 1, 7.
bien, el que está en todas partes 45. Sal 138, 7.
156 Atanasio de Alejandría

cosas, y a que está en el Hijo, al igual que el Hijo está


en el Padre. Por esto, El no es una criatura, como ha
46
sido demostrado .

El Espíritu es creador

4. A todo esto se añade algo con lo que se podrá


condenar todavía más la herejía arriana, y de nuevo se
47
hará más patente el conocimiento del Espíritu a partir
del Hijo. El Hijo es creador como lo es el Padre. [B]
De hecho, dice: Lo que veo hacer al Padre, también yo
lo hago™. Y todo fue hecho por medio de El y sin El no
49
se hizo nada .
5. Si el Hijo no es una criatura, pues es creador como
lo es el Padre; y si porque todo fue creado por medio
de Él, no pertenece a los seres creados, es claro que tam-
poco el Espíritu es una criatura, puesto que de Él está
escrito en el salmo ciento tres: Les retirarás su espíritu
y expiran y retornan a su polvo. Les enviarás tu Espíri-
50
tu y serán creados y renovarás la faz de la tierra .
5. 1. Estando, pues, escrito de este modo, es claro
que el Espíritu no es una criatura, sino que está entre
los que crean. El Padre lo crea todo por medio del Verbo
51
en el Espíritu , puesto que donde está el Verbo, allí tam-
bién está el Espíritu. [ C ] Y lo creado por medio del
Verbo tiene el poder existir del Espíritu que viene del
Verbo. Así está escrito en el salmo ciento treinta y dos:

46. Cf. Ep. I, 9, 5-6; 2 4 , 4 - 5 . 49. J n 1, 3.


47. Cf. Ep. I, 2, 5; III, 1, 2; 50. Sal 1 0 3 , 29-30.
3, 5; 4, 2. 5 1 . Cf. Ep. I, 9, 6; 28, 2; 31, 2.
48. J n 5, 19.
Epístolas a Serapión, III, 4, 3 - 5, 3 157

Con el Verbo del Señor fueron consolidados los cielos y


52
con el Espíritu de su boca toda su potencia .

El Espíritu es inseparable del Hijo

53
2. Ciertamente el Espíritu es inseparable del Hijo de
modo que no se puede dudar por lo que hemos dicho. En
efecto, cuando el Verbo se dirigía al profeta, el profeta ha-
blaba en el Espíritu lo que venía del Verbo. Y así está es-
crito en los Hechos, cuando Pedro dice: Hermanos, era
conveniente que se cumpliera la Escritura, que predijo el
54
Espíritu Santo . Y en Zacarías, cuando el Verbo se dirige
a El, se escribe: Recibid mis palabras y mis leyes, todo lo
55
que prescribo con mi Espíritu a los profetas . Y poco des-
pués, acusando al pueblo, [633A] decía: Han endurecido
su corazón para no obedecer mi ley y las palabras que les
envió el Señor todopoderoso por su Espíritu, por mano de
56
sus profetas de antaño .

3. Y cuando Cristo hablaba en Pablo, como él mismo


dijo: ¿Es que buscáis una prueba de que Cristo habla en
57
mí? no menos tenía el Espíritu que le concedía hablar.
De hecho, escribe así: Según la ayuda del Espíritu de Je-
58
sucristo en mí . Y de nuevo, cuando Cristo hablaba en
él, decía: Sólo que el Espíritu Santo en cada ciudad me
testifica diciéndome que me aguardan cadenas y tribula-
59
ciones .

52. Sal 32, 6. Cf. las referen- 55. Za 1, 6.


cias al mismo salmo en Ep. 1, 3 1 , 56. Za 7, 1 2 .
3; II, 8, 2; IV, 3, 8. 57. 2 C o 1 3 , 3. Ep. I, 3 1 , 7.
53. Cf. Ep. I, 3 1 , 3. 58. Flp 1, 19. Ep. I, 3 1 , 7.
54. Hch 1, 1 6 . 59. Hch 2 0 , 33.
158 Atanasio de Alejandría

La gracia dada por la Trinidad

4. El Espíritu, pues, no está fuera del Verbo, sino


que, estando en el Verbo, por medio del Verbo está en
60
Dios , de modo que los carismas se dan en la Trinidad.
61
En su distribución, como (Pablo) escribe a los corintios ,
es el mismo Espíritu y el mismo Señor y el mismo Dios
el que opera todo en todos. En efecto, el Padre mismo
por medio del Verbo en el Espíritu opera y da todas las
cosas.
6. 1. Sin duda que rezando por los corintios oraba
en la Trinidad, diciendo: La gracia del Señor Jesucristo,
el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté
61
con todos vosotros . En efecto, participando del Espíri-
tu tenemos la gracia del Verbo y en Él el amor del
63
Padre . Como es única la gracia de la Trinidad, así es
indivisible la Trinidad.

2. Esto se puede ver también en la misma Santa


64
María . El ángel Gabriel, enviado para anunciarle el pró-
ximo descenso del Verbo sobre ella, había dicho: El Es-
píritu Santo vendrá sobre ti, sabiendo que en el Verbo
estaba el Espíritu, enseguida añadió: Y la fuerza del Al-
65
tísimo te cubrirá con su sombra , pues Cristo es la po-
66
tencia de Dios y la sabiduría de Dios .

60. Nótese cómo según este 6 1 . Cf. 1 C o 12, 4-6.


pasaje la in-existencia del Espíri- 62. 2 C o 1 3 , 1 3 .
tu en Dios Padre se lleva a cabo 63. Cf. Ep. I, 30, 8.
mediante el Verbo. Esto parece su- 64. Cf. Ep. I, 3 1 , 9.
poner la procedencia del Espíritu 6 5 . Le 1, 35.
per Filium. 66. 1 C o 1, 24.
Epístolas a Serapión, III, 5, 4 - 6, 5 159

La fe de la Iglesia católica

3. Y estando el Espíritu en el Verbo, debiera estar


claro que el Espíritu por medio del Verbo estaba en Dios.
Y de igual modo, viniendo el Espíritu a nosotros, ven-
67
drán el Hijo y el Padre, y harán morada en nosotros .
Porque la Trinidad es indivisible y su divinidad es única,
M
y hay un solo Dios sobre todo, por todo y en todo .
69
Esta es la fe de la Iglesia católica , pues el Señor la fundó
y la hizo echar raíces en la Trinidad , habiendo dicho a
los discípulos: Id y enseñad a todos los pueblos, bauti-
zándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espí-
70
ritu Santo .
4. Si el Espíritu fuera una criatura, no estaría unido
al Padre, para no hacer [635A] a la Trinidad desemejan-
te en sí misma, al estar unido a ella algo extraño y ajeno.
¿Es que faltaba algo a Dios, para que se le añadiera una
sustancia extraña y que fuera adorado junto con ella?
71
¡En absoluto! ¡No es así! El dijo: Estoy lleno . Por eso
el mismo Señor lo añadió al nombre del Padre, para mos-
trar que la Santa Trinidad no consta de cosas diversas,
es decir, de Creador y de criatura, sino que su divini-
dad es única.

5. Habiendo aprendido esto, Pablo enseñaba que era


única la gracia dada en ella: Un solo Señor, una sola fe,
72
un solo bautismo . Y como hay un solo bautismo, así
también hay una sola fe, pues el que cree en el Padre,
conoce en el Padre al Hijo y al Espíritu, que no está

67. Cf. J n 14, 23. Cf. Ep. I, 70. Mt 28, 1 9 .


30, 7; IV, 4, 1. 7 1 . Is 1, 1 1 .
68. Ef 4, 6. 72. Ef 4, 5.
69. Cf. Ep. I, 28, 4.
160 Atanasio de Alejandría

fuera del Hijo. Y por eso cree también en el Hijo y en


el Espíritu Santo, [B] puesto que es única la divinidad
73
de la Trinidad, que es conocida a partir del único Padre .

La Trinidad es eterna

7. 1. Éste es, pues, el rasgo distintivo de la fe cató-


74
lica . Los que blasfeman contra el Espíritu y dicen que
es una criatura, si no cambian de parecer por lo que
hemos dicho, que, al menos, se sonrojen de vergüenza
por lo que diremos.
2. Si hay una Trinidad y la fe es en la Trinidad, que
digan si la Trinidad existe siempre o si hubo un tiempo
en que no existía la Trinidad. Si, pues, la Trinidad es
eterna, el Espíritu no es una criatura, estando eterna-
75
mente con el Verbo y existiendo en El. Respecto a las
criaturas, sí hubo un tiempo en que no existían. Pero si
Él es una criatura y las criaturas vienen de la nada, es
claro que hubo un tiempo que no existía una Trinidad,
76
sino una diada . ¿Y qué cosa más impía se podría decir?

3. Dicen que la Trinidad se ha constituido por trans-


formación y aumento, que era una diada y que espera-
ba la producción de una criatura [ C ] para que se unie-
77
ra con el Padre y con el Hijo y se hiciera la Trinidad .
¡No quiera Dios que semejante idea se le pase nunca por
la cabeza a los cristianos!

73. Cf. Ep. IV, 6, 7. 76. Cf. Ep. I, 2, 4; 1 7 , 1; 28,


74. Cf. Ep. I, 28, 1; 32, 1. 2; 30, 3.
75. Forma indirecta de afirmar 77. El colorido de este texto
que el Espíritu es eterno, cf. J . es valentiniano. Cf. Ep. I, 1 0 , 6.
LEBON, O. C., pág. 63, nota 2.
Epístolas a Serapión, III, 6, 5 - 7, 6 161

4. En efecto, como el Hijo, existiendo siempre, no es


una criatura, así al existir siempre la Trinidad, no hay en
ella ninguna criatura, por lo cual el Espíritu no es criatu-
ra. Como existía siempre, así existe también ahora; y como
ahora existe, así existía siempre y existe la Trinidad, y en
ella el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Y hay un solo
78
Dios, el Padre, que está sobre todo, por todo y en todo ,
79
el cual es bendito por los siglos. Amén .

Epílogo

5. Yo, pues, como me indicaste, te he enviado lo que


he escrito brevemente. Como inteligente que eres, si falta
alguna cosa, te ruego que tú la completes. Léelo a los her-
so
manos en la fe . Y a los que gustan de disputar y blas-
femar, refútalos. Quizás, aunque tarde, un día lleguen a
convertirse y limpien de su alma [D] la malevolencia que
hay en ellos.
6. Sería bueno que, según está escrito, se convirtieran
81
y que no se retardaran , para no oír, si persisten en el
error, lo dicho por el Señor: [637A] Al que haya dicho
algo contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este
82
mundo ni en el otro .

78. Ef 4, 6. 81. Cf. Pr 9, 18a ( L X X ) .


79. Rm 1, 25; 9, 5. 82. M t 1 2 , 32. Cf. Ep. I, 3, 1;
80. Gal 6, 10. 33, 6; III, 7, 6; IV, 8-23.
EPÍSTOLA IV

Obstinación de los herejes

1. 1. He leído ahora la carta enviada por tu Piedad y


de nuevo me he admirado de la imprudencia de los here-
jes, me he dado cuenta de que nada se les adapta tanto
como el mandamiento del Apóstol: Al hereje, después de
una primera y una segunda amonestación, evítalo, sabien-
do que tal sujeto está pervertido y peca, [B] condenándo-
1
se a sí mismo .
2. En efecto, teniendo la mente pervertida, si pregun-
ta no es para someterse después de haber oído, ni para en-
mendarse después de aprender, sino por razón de aquellos
a los que ha engañado, porque si guarda silencio, sería con-
denado incluso por ellos.
3. Era suficiente con lo y a dicho; era suficiente con
los argumentos formulados contra ellos para que dejaran
de blasfemar contra el Espíritu Santo. Pero no les ha bas-

1. Tt 3, 1 0 - 1 1 . Atanasio había cita directa en la presente Ep. IV,


aludido al precepto del Apóstol parece suponer que Atanasio ha
en Ep. I, 1 5 , 3 con referencia ex- intervenido ya dos veces, cf. J .
presa a una primera amonestación LEBON, O. C, pág. 4 3 , nota 3; E.
dirigida a los nuevos herejes. La CATTANEO, O. C, pág. 1 3 5 .
164 Atanasio de Alejandría

tado. De nuevo se comportan imprudentemente mostran-


do que, como expertos en el arte de la disputa y además
2
adversarios del Espíritu, pronto estarán muertos a causa
de su demencia. Sin duda, que si uno respondiera a sus
nuevas preguntas, no menos serían inventores de males,
sólo buscando sin encontrar y oyendo sin comprender.
4. ¿Cuáles son sus sabias preguntas? «Si el Espíritu Santo
no es una criatura, en ese caso -dicen- es hijo [C] y habrá
3
dos hermanos, el Verbo y Él» . Enseguida añaden, según es-
4 5
cribes: «Si el Espíritu tomará del Hijo y es dado por El »,
en efecto, así está escrito, rápidamente concluyen: «Por tanto,
6
el Padre es abuelo y el Espíritu es su nieto» .

Cómo responder a los herejes

2. 1. ¿Quién oyendo esto los considerará cristianos y


7
no más bien griegos ? En efecto, los griegos hablan entre
sí tales cosas contra nosotros. ¿Quién querrá responder a
locura tan grande de esta gente? En realidad, después de
haber reflexionado mucho y habiendo buscado una res-
puesta que se les acomodara, no he encontrado otra que
la que se les dirigió a los fariseos. Pues como a ellos, que
formulaban preguntas con malicia, el Salvador les replicó
con otra pregunta para que de este modo se percataran de

2. Pneumatomakhoüntes, cf. problemática de los trópicos en


también Ep. I, 32, 3. Ep. I, 1 5 , 2, pero ahora se plan-
3. Curiosamente tenemos aquí tea directamente la cuestión del
un pronombre masculino autos origen o procesión del Espíritu y
como referencia a Pneüma que es Atanasio no entra en este tema,
neutro. cf. A . LAMINSKI, O. C, pág. 9 5 .
4. Cf. Jn 1 6 , 1 4 . 7. "Griegos" como opuestos
5. Cf. J n 1 6 , 7. a los cristianos.
6 . Atanasio ya se refirió a esta
Epístolas a Serapión, IV, 1, 3 - 2, 3 165

la propia malicia. Y como éstos plantean tales cuestiones,


que nos digan [D] o mejor que respondan interrogados del
modo como ellos interrogan. Puesto que cuando las dicen
no entienden sus propias invenciones, quizá al escucharlas
se darán cuenta de su locura [640A].
8
2. Si como se ha demostrado anteriormente , el Espí-
ritu Santo no es una criatura, sino que está en Dios y es
dado a partir de Dios, ¿entonces Él es también un hijo y
hay dos hermanos, Él y el Hijo? Y si Él es el Espíritu del
Hijo, y el Espíritu lo recibe todo del Hijo, como Él mismo
9
lo dijo, y si insuflando lo dio a los discípulos , cosa que
también vosotros confesáis; ¿entonces el Padre es abuelo
y el Espíritu es su nieto?

3. Lo que nos pedís con vuestras preguntas, es justo


que también se os plantee a vosotros. Si, pues, negáis las
Escrituras, ya no se os puede considerar cristianos y, en
ese caso, es justo que nos planteéis cuestiones a nosotros
10
los cristianos . Si leéis las mismas Escrituras que nosotros,

8. Se refiere a las Epístolas an- turas, no pueden continuar lla-


teriores. Notemos que ahora es mándose cristianos, sino que todos
Atanasio el que objeta a los trópi- los llamarán ateos y enemigos de
cos las mismas tesis que estos ha- Cristo. Ese es el nombre que ellos
bían formulado para que capten lo mismos se han dado. Si, por el con-
insensato de sus formulaciones. trario, reconocen con nosotros que
9. J n 20, 22. las palabras de la Escritura están
10. Cf. De Decretis Nicaenae inspiradas, que se atrevan a decir
Synodi, 15: P G 25, 442AB: «Ahora claramente lo que piensan a es-
tomamos nosotros la iniciativa y les condidas, a saber, que hubo un
pedimos que ellos respondan. Dado tiempo en que Dios carecía del
que carecen de argumentos, es el Verbo y de la Sabiduría, y que
momento oportuno para interro- digan en su locura: "Hubo un tiem-
garlos: quizá así los necios se son- po en el que no existía, y antes de
rojen al ver en dónde han caído. ser engendrado, Cristo no existía"».
... Ahora bien, si niegan las Escri-
166 Atanasio de Alejandría

es necesario que también se os planteen por parte nuestra


las mismas cuestiones.
4. Así pues, decid, sin demora, si el Espíritu es hijo y
el Padre abuelo [B]. Acaso echando cuentas como hicieron
11
los fariseos de antaño, os diréis a vosotros mismos: «Si de-
cimos que es hijo, oiremos que se nos dice: "¿Dónde está
escrito?" y si decimos: "No es hijo", tememos que nos digan:
"¿Cómo es que está escrito: Nosotros no hemos recibido el
n
espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios }"».
5. Si luchando contra vosotros mismos decís: «No lo
sabemos», es necesario que aquel al que formuláis tales pre-
guntas calle, confiando en el que dice: No respondas al necio
con su necedad, para que no te hagas semejante a él, sino
responde al necio por su necedad, para que no se conside-
13
re a sí mismo sabio . Pero la respuesta que mejor se adap-
ta es el silencio, para que descubráis vuestra ignorancia.

El Verbo de Dios es único

3. 1. [C] Es, pues, justo que de nuevo se os formulen


preguntas desde vuestras mismas teorías. «Puesto que los
14
profetas hablan en el Espíritu de Dios y en Isaías profeti-
za el Espíritu Santo, como ha quedado probado en lo ante-
rior, en consecuencia también el Espíritu es Verbo de Dios
y hay dos Verbos, el Espíritu y el Hijo. En efecto, los pro-
15
fetas profetizaban cuando el Verbo de Dios se dirigía a ellos» .
2. Y todavía una cuestión más. «Puesto que todo se
16
hizo por medio del Verbo y sin Él no se hizo nada y

1 1 . Cf. Me 1 1 , 3 1 . 14. Cf. Hch 28, 25.


12. 1 C o 2, 12. 15. Cf. Ep. I, 3 1 , 4; III, 5, 2.
13. Pr 26, 4 - 5 . 16. Cf. Jn 1, 3.
Epístolas a Serapión, IV, 2, 3 - 3, í 167

17
Dios cimentó la tierra con sabiduría y todo lo hizo con
1
sabiduría *, y, por otra parte, dice la Escritura, tal como
19
queda mostrado anteriormente , envías tu Espíritu y serán
10
creados , entonces o el Espíritu es el Verbo o Dios lo ha
hecho todo por medio de dos, mediante la Sabiduría y me-
diante el Espíritu. ¿Cómo es que Pablo [D] dice un solo
Dios del cual provienen todas las cosas y un solo Señor por
21
medio del cual existe todo }».

El Padre no es abuelo

3. Y de nuevo: «Puesto que el Hijo es imagen del


22 23
Padre [641 A] invisible , y el Espíritu es imagen del Hijo,
porque está escrito: A los que de antemano conoció, los
14
predestinó a ser conformes con la imagen de su Hijo , en
consecuencia y según esto, el Padre es abuelo».
4. «Y puesto que el Hijo vino en el nombre del Padre
y el Hijo dice: El Espíritu Santo que el Padre enviará en
25
mi nombre , también así resulta que el Padre es abuelo».

Seguir las Escrituras

5. ¿Qué respondéis a esto, vosotros que decís todas


estas cosas tan fácilmente? ¿Qué estáis pensando en vues-
tro interior? ¿O es que viendo que estáis perplejos, cen-
suraréis preguntas como estas?; pero antes acusaos a vo-

17. Pr 3, 1 9 . 21. 1 C o 8, 6.
18. Sal 1 0 3 , 24. 22. Cf. C o l 1, 1 5 .
19. Cf. Ep. III, 4. 23. Cf Ep. I, 24, 6.
20. Sal 1 0 3 , 30. Cf. Ep. I, 24, 24. Rm 8, 29.
4; III, 4, 5. 25. Jn 1 4 , 26.
168 Atanasio de Alejandría

sotros mismos, que soléis plantear tales cuestiones, obede-


ced las Escrituras y, y a que la perplejidad no os deja ha-
blar, aprended de una vez:
6. En las Escrituras, al Espíritu no se le dio el nom-
bre de hijo, sino el de Espíritu Santo y Espíritu de Dios.
Como no se llamó hijo al Espíritu, de igual modo tam-
poco se escribe acerca del Hijo que El sea el Espíritu Santo.
[B] ¿Acaso porque no se dio el nombre de hijo al Espí-
26
ritu ni porque el Espíritu no sea hijo , está la fe en de-
sacuerdo con la verdad? ¡No lo quiera Dios!

El Hijo y el Espíritu son distintos en la única divinidad

7. Sino que cada uno de los términos indicados tiene su


propia interpretación. Así, el Hijo es vastago propio de la
esencia y de la naturaleza del Padre, y esto es lo que im-
plica su nombre. Y el Espíritu que es llamado de Dios y
que está en El, no es extraño a la naturaleza del Hijo, ni a
la divinidad del Padre. Por eso en la Trinidad, en el Padre
y en el Hijo y en el mismo Espíritu, hay una única divini-
dad, y en esta Trinidad hay un solo bautismo y una sola fe.
8. Así, cuando el Padre envía al Espíritu, el Hijo lo
27
da a los discípulos al insuflar sobre ellos, puesto que
28
todo lo que el Padre tiene, es del Hijo . Y cuando el

26. He interpretado "hijo" pág. 183 y nota 1 3 , y E. CATTA-


como predicado, pues no tiene ar- NEO, o. c, pág. 139 traducen: ni
tículo. Tiene sentido el texto: el el Hijo es el Espíritu.
Espíritu ni se llama ni es hijo. A s í 27. Cf. Jn 20, 22.
también J . LIPPL, Vier Briefe an 28. «Puesto que... del Hijo»
Serapión Bischof von Tbmuis, p. se omite en la traducción de L .
474; J . LEBON, o. c, pág. 1 7 9 . Por JAMMARRONE, O. C, pág. 178.
su parte C. R. SHAPLAND, O. C.,
Epístolas a Serapión, IV, 3, 5 - 4, 2 169

Verbo se hacía presente en los profetas, éstos profetiza­


ban por medio del Espíritu [ C ] , como está escrito y ha
29
sido mostrado . Los cielos se cimentaron por medio del
Verbo de Dios, y toda su potencia por medio del Espíri­
0
tu de su boca? .

El Espíritu es propio de Dios

4. 1. Así que el Espíritu no es una criatura, sino pro­


pio de la sustancia del Verbo, y propio también de Dios,
ya que se dice que está en Él. No hay que temer repetir
una y otra vez las mismas cosas. Y aunque el Espíritu no
recibió el nombre de hijo, con todo no está fuera del Hijo.
31
En efecto, ha sido llamado Espíritu de filiación adoptiva .
Y puesto que Cristo es potencia de Dios y sabiduría de
32
Dios , consiguientemente se dice del Espíritu que El es
Espíritu de sabiduría y Espíritu de fortaleza™. Cuando par­
ticipamos del Espíritu, tenemos al Hijo y teniendo al Hijo,
tenemos al Espíritu que grita en nuestros corazones: Abbá,
34
Padre, como dijo Pablo .

No pretender escrutar lo inescrutable

2. [D] Si está escrito que el Espíritu es de Dios y que


está en Él: Nadie conoce las cosas de Dios, sino el Espíri­
35
tu de Dios que está en Él ; y el Hijo dijo: Yo estoy en

29. Cf. Ep. III, 5, 2-3. 31. Cf. Rm 8, 1 5 .


30. Sal 32, 6. Atanasio cita 32. Cf. 1 C o 1, 24.
este texto en Ep. I, 3 1 , 3; II, 8, 2; 33. Is 1 1 , 2.
III, 5, 1. Es texto que fundamen­ 34. Gal 4, 6. Cf. Ep. I, 30, 7.
ta la acción creadora del Espíritu. 35. 1 C o 2, 1 1 .
170 Atanasio de Alejandría

16
el Padre y el Padre está en mí , ¿por qué el mismo nom-
bre no se le da a uno y a otro [644A], sino que uno re-
cibe el nombre de Hijo y el otro el de Espíritu? Si uno
preguntara de este modo, ese tal estaría loco al investigar
lo inescrutable y desoír al Apóstol que dice: ¿Quién c o -
17
noció la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? .
3. Por otra parte, a lo que Dios ha puesto un nom-
bre ¿quién se atreverá a llamarlo de otra manera? En ese
caso, que provea incluso para los seres de la creación. Pues-
to que la creación ha sido hecha con el mismo gesto, que
nos digan ¿por qué una cosa es el sol, otra el cielo y la
tierra y el mar y el aire? Si a estos insensatos les resulta
esto imposible, pues cada cosa permanece tal como fue
hecha, cuánto más lo que está por encima de la creación
tiene una permanencia eterna y no cambia. Y es así que
el Padre es Padre y no abuelo, y el Hijo es Hijo de Dios
y no padre del Espíritu, y el Espíritu Santo es Espíritu
Santo y no nieto del Padre ni hermano del Hijo.

Creer como nos enseña la Escritura

5. 1. [B] Una vez demostrado esto, sería un necio quien


preguntara: «¿El Espíritu es, pues, también hijo?». Y que no
vaya a excluirlo de la naturaleza de Dios y de lo que le es
propio, por el hecho de que no esté escrito en la Escritura.
Sino que, tal como está escrito, crea y no diga: «¿Por qué
es de esta manera y no de la otra?». No sea que pensando
tales cosas comience a preocuparse y a decir: «¿Dónde, pues,
está Dios y cómo es?». Por lo demás oirá: Dijo el necio en
18
su corazón: No hay Dios .

36. Jn 14, 1 0 . 38. Sal 1 3 , 1.


37. Rm 1 1 , 34.
Epístolas a Serapión, IV, 4, 2 - 5, 3 171

2. Lo que ha sido confiado a la fe requiere un cono-


39
cimiento sin rebuscamientos . Así, después de oír: Bauti-
zándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíri-
40
tu Santo , los discípulos no se metieron en por qué el
Hijo está en segundo lugar y el Espíritu en el tercero, o
en por qué hay, en una palabra, una Trinidad, [ C ] sino
que tal como escucharon, creyeron, y no como vosotros
habéis preguntado: «¿El Espíritu es, pues, hijo?». Y ha-
biendo mencionado el Señor después del Hijo al Espíritu,
tampoco preguntaron: «¿El Padre es abuelo?». En efecto,
no habían oído «en el nombre del abuelo», sino en el nom-
bre del Padre.

3. Y ésta es la fe que ellos con una comprensión recta


proclamaron por todas partes. En efecto, no había que
decir cosa distinta de lo que había dicho el Salvador, lla-
mándose a sí mismo Hijo y al otro Espíritu Santo, sin
cambiar el orden establecido. Esto vale también en refe-
rencia al Padre. Como a El no está permitido llamarlo
de otra manera sino diciendo que El es Padre, así es impío
preguntar si el Hijo es el Espíritu, o si el Espíritu es hijo.

39. Hay que evitar la excesi- merarias, blasfemas y, con el o r -


va curiosidad, cf. I R E N E O , Adv. gullo de haber descubierto el ori-
Haer., I I , 28, 1: «Si uno pregun- gen de la materia, venir a conde-
ta: Antes de crear el mundo ¿qué nar a Dios, autor del universo».
hacia Dios? Decimos que la res- Ireneo rechaza la curiosidad: no
puesta pertenece a Dios. La Es- hay que investigar qué hacía Dios
critura nos enseña que este mundo antes de la creación del mundo,
es una obra perfecta de Dios, y ni cómo el Hijo es engendrado
que ha comenzado en el tiempo; por el Padre (II 28, 6), ni cómo
pero ningún texto de la Escritura creó la materia (II 28, 7), ni as-
nos dice lo que Dios hacía antes. pectos o puntos relativos a los án-
Por tanto, la respuesta pertenece geles.
a Dios y no hay que pretender 40. M t 28, 19.
imaginar emanaciones locas, te-
172 Atanasio de Alejandría

41
Por esta razón Sabelio fue juzgado extraño a la Iglesia,
al atreverse a llamar con el nombre del Padre al Hijo y
con el nombre del Hijo al Padre.
4. ¿Es que después de esto, al oír las palabras Hijo
y Espíritu se atreverá [D] alguno a decir: «El Padre es,
por tanto, abuelo», o «el Espíritu es, por tanto, Hijo»?
42
Sin duda que se atreverán [645A] los Eunomios , los Eu-

4 1 . Hacia el año 220 Sabelio lio Magno y G r e g o r i o de Nisa.


era el máximo exponente de los En su Apología (PG 30; S C 305),
monarquianos radicales de Roma. al tratar de Dios, insiste Euno-
El papa Calixto (217-222) lo ex- mio en la definición de inengen-
comulgó. A partir de la mitad del drado, agénnétos, que para él
s. III, fue considerado como el re- constituye el carácter p r o p i o de
presentante principal de la teolo- la naturaleza divina misma. El
gía monarquiana. Tanto que en el Padre, absolutamente trascenden-
siglo IV se configuró de hecho te, no puede engendrar ni hacer
como la antítesis de A r r i o . La afir- a o t r o partícipe de su naturale-
mación fundamental de los mo- za. El Hijo no puede tener ori-
narquianos es que el Hijo se iden- gen en la esencia paterna, que es
tifica con el Padre, el cual en la inengendrada y eterna. El Hijo
encarnación se había convertido en es engendrado y creado, gennét-
hijo de sí mismo. Esto se formu- heis kai ktistheís, para ser minis-
la diciendo que la misma entidad tro de la creación del Padre. Es
divina es ahora Padre y en otro creado p o r voluntad del Padre.
momento Hijo. El Hijo es el Padre N o es ab aeterno. N o hay nin-
y viceversa. De aquí el término gún motivo para no definir al
hyiopátor (hyiopatér). En Occi- Hijo como criatura ktísma. El
dente se llama a esta doctrina con Hijo es anómoios, es decir, dese-
el nombre de patripasianos: el mejante al Padre. En todo caso
Padre que se había encarnado era sólo puede tener semejanza res-
quien había muerto en la cruz. Cf. pecto del Padre no según la esen-
M. SlMONETTl, "Sabellio e il Sa- cia, sino según la operación, es
bellianismo", Studi Storico Reli- decir, según la voluntad. Seme-
gión 4, 1 9 8 0 , 7-28. jante en la operación significa que
42. Eunomio es un arriano es semejante al Dios creador. El
radical. Lo refutarán los Padres Hijo es Dios, aunque a un nivel
Capadocios, especialmente Basi- inferior respecto a la divinidad
Epístolas a Serapión, IV, 5, 3 - 6, 2 173

43 44
doxios y los Eusebios , pues una vez que han optado
por la herejía arriana, no apartarán sus lenguas de la im-
piedad. Porque, ¿quién les trasmitió estas preguntas?
¿Quién se las enseñó? Nadie que se basara en las Escri-
turas divinas, sino que tal demencia sólo pudo salir de
la abundancia de sus corazones.

La fe de la Iglesia

6. 1. Si, pues, porque el Espíritu no es criatura -cosa


que efectivamente ha sido demostrada-, preguntáis: «¿Es, por
tanto, hijo el Espíritu?», llega el momento de que os pre-
guntemos, dado que sabéis que el Hijo no es una criatura,
-porque por medio de Él fueron creadas todas las cosas he-
45
chas -: «¿Es, por tanto, padre el Hijo?». Y también: «¿El
Espíritu es, pues, el Hijo y el Hijo mismo es también el Es-
píritu Santo?».
2. Pero si esto es lo que piensan, estarán fuera de
la Santa Trinidad, y serán considerados ateos, y a que

del Padre, que posee la divinidad ne of God. The Arian Contro-


perfecta, la agennésía. Diverso versy 318-381, págs. 6 3 1 - 6 3 3 .
del Padre p o r hypóstasis y ousía 43. Eudoxio fue obispo de
es inferior a Él, aunque tiene las Germanicia, luego de Antioquía
perfecciones del Padre: luz, vida, y más tarde de Constantinopla
potencia engendrada. Por lo que (360-370), siempre fue arriano y
se refiere al Espíritu, Eunomio sólo, al final de su vida, se dis-
afirma que es una criatura, la pri- tanció de los arrianos radicales,
mera de las criaturas creadas p o r pero manteniéndose filoarriano.
el Hijo. El Espíritu es tercero 44. Eusebio de Nicomedia, obis-
p o r naturaleza y p o r orden. Es po áulico, protector de Arrio y ene-
ministro del Hijo en la santifi- migo de Atanasio. Murió el 342.
cación. R . P. C . H A N S O N , The 45. Cf Jn 1, 3.
Search for the Christian Doctri-
174 Atanasio de Alejandría

cambian el nombre del Padre y del Hijo y del Espíri­


tu Santo, empleándolo voluntariamente [B] a semejan­
za de la generación humana, hablando de nietos y abue­
los, con lo que renuevan para ellos la genealogía de los
griegos.
3. Pero no es ésta la fe de la Iglesia, sino que como
dijo el Salvador, es fe en un Padre y en un Hijo y en
un Espíritu Santo; en un Padre que no puede ser llama­
do abuelo, y en un Hijo que no puede ser llamado padre,
y en un Espíritu Santo que no puede denominarse más
que así. En esta fe no se pueden cambiar alternativamente
los nombres, sino que el Padre es siempre Padre y el
Hijo es siempre Hijo y el Espíritu Santo es y recibe
siempre el nombre de Espíritu Santo.

Dios no es como el hombre

4. Ahora bien, entre los hombres no ocurre esto,


aunque los arrianos se imaginan fantasiosamente tales
cosas. En efecto, como está escrito: Dios no es como el
46
hombre , y se podría decir también: «los hombres no
son como Dios», porque por lo que a los hombres se
refiere, [ C ] el padre no es siempre padre, ni el hijo es
siempre hijo, porque uno llega a ser padre de un hijo
y él era hijo de otro, y el hijo, siendo hijo de su padre,
se convierte en padre de otro. Así Abrahán, siendo hijo
47
de Najor , se convirtió en padre de Isaac, e Isaac, sien­
do hijo de Abrahán, se convirtió en padre de Jacob. En

46. Nm 23, 19; cf. Ep. I, 16, 4. Atanasio menciona rectamente en


47. Abrahán era hijo de Téraj Ep. I, 1 6 , 3. Najor era hermano
según G n 1 1 , 26 y Jos 24, 2, como de Abrahán.
Epístolas a Serapión, IV, 6, 2-5 175

efecto, cada uno, siendo parte del que le engendró, es


engendrado como hijo, pero se convierte en padre de
48
otro .

5. Ahora bien, en la divinidad no ocurre así, y a que


49
Dios no es como el hombre . El Padre no procede de un
padre, por eso no engendra al que será padre de otro; ni
el Hijo es parte del Padre, por lo que tampoco es vasta-
go para engendrar un hijo.

48. Cf. Ep. I, 1 6 , 4-6. Véase GORIO NACIANCENO, Discurso, 29,


cómo se expresa Gregorio Nacian- 5: BPa 30, pág. 150-151). «El Padre
ceno: «¿Quién es, por tanto, e|ste no es ni un nombre de sustancia,
Padre que no ha comenzado a (ser ni un nombre de acción, sino un
Padre? Es el que ni siquiera ha em- nombre de relación, un nombre que
pezado a existir: el que ha empe- indica la manera en que el Padre
zado a existir, ha comenzado tam- está en relación con el Hijo o el
bién a ser padre. N o ha sido Padre Hijo en relación con el Padre. Pues
en un segundo momento, porque como, entre nosotros, estas deno-
no ha tenido un comienzo; y es minaciones revelan el lazo de san-
Padre en sentido propio, porque no gre y parentesco, así también allí,
es también Hijo, del mismo modo designan la igualdad de naturaleza
que el Hijo es tal en sentido pro- del que ha sido engendrado res-
pio, porque no es Padre. Pero de pecto del que lo ha engendrado»
nosotros estas cosas no pueden de- ( I D . , Discurso, 29, 16: BPa 30, pág.
cirse en sentido propio, porque no- 170-171). «El Padre es verdadera-
mente padre, de un modo mucho
sotros somos a la vez padre e hijo:
más verdadero de lo que lo son
no somos, en efecto, más lo uno
nuestros padres, porque Él es úni-
que lo otro. Y nosotros venimos
camente padre: lo es de un modo
de dos seres, no de uno solo, de
particular y no como lo son los
modo que estamos divididos; ade-
cuerpos. Es único, porque es sin
más, vamos siendo hombres poco
unión sexual, y es de uno solo, por-
a poco; quizá ni siquiera llegamos
que lo es del Unigénito, y es úni-
a ser hombres, sino seres tales como
camente Padre, porque no fue antes
no habríamos querido ser; nosotros
Hijo, y es Padre enteramente de
abandonamos a nuestros padres y
todo el Hijo» (ID., Discurso, 25, 16:
somos abandonados por ellos, y al
P G 35, 1222B).
final sólo quedan relaciones recí-
I 49. Cf. N m 23, 1 9 .
procas carentes de realidad» ( G R E -
176 Atanasio de Alejandría

6. De aquí que únicamente en la divinidad el Padre, sien-


do propiamente también el único Padre, lo es, lo era y lo
será siempre. Y el Hijo es propiamente el único Hijo. En
ellos se fundamenta [D] que el Padre es y se llama siempre
Padre, y el Hijo es y se llama siempre Hijo, y el Espíritu
Santo es siempre Espíritu Santo. Y creemos que es de Dios
y que es dado de parte del Padre por medio del Hijo.
7. [648A] En efecto, de este modo la santa Trinidad
50
permanece inalterable y reconocida en la única divinidad .
Así pues, el que pregunta: «¿El Espíritu es, por tanto,
hijo?», fantasea como si el nombre pudiera cambiarse y se
autosuministra una locura. Y el que pregunta: «¿El Padre
es, por tanto, abuelo?», inventando un nombre al Padre,
se equivoca en su corazón.

No bromear con la realidad divina

8. Continuar, pues, respondiendo a la desvergüenza de


los herejes no es prudente, porque sería ir contra la ex-
hortación apostólica. Lo correcto es más bien, como re-
comendaba el Apóstol, aconsejarles.
7. 1. Basta esto para refutar vuestro extravagante len-
guaje. No os burléis más de la divinidad, porque es pro-
pio de los que se burlan preguntar lo que no está escrito
[en las Escrituras] y decir: «¿Así que el Espíritu es hijo y
el Padre es abuelo?». Así chancean el que está en Cesárea
51
y el que está en Escitópolis . Basta con que creáis que el

50. Cf. Ep. III, 6, 5; ATANA- 51. Los dos obispos son Aca-
SIO, Epístola a Epicteto, 9: P G 26, cio de Cesárea y Patrófilo de Es-
1065B: en Triádi mía theótes ginós- citópolis. Acacio está al frente de
ketai. la sede episcopal de Cesárea del 340
Epístolas a Serapión, IV, 6, 6 - 7, 2 177

52
Espíritu no es una criatura , sino que es Espíritu de Dios
y que en Dios hay una Trinidad, que es Padre e Hijo y
Espíritu Santo [B].
2. No hay que pronunciar el nombre del Padre sobre
el Hijo, ni es lícito decir que el Espíritu es el Hijo, ni que
el Hijo es el Espíritu Santo, sino que es como hemos dicho.
En esta Trinidad sólo hay una única divinidad, y una sola
53
fe y un solo bautismo dado en ella y una sola iniciación
en Jesucristo nuestro Señor. Por medio de Él y en Él se
tributan al Padre la gloria y el poder, con el Espíritu Santo
por todos los siglos de los siglos. Amén.

al 365. Sucesor de Eusebio de C e - en Antioquía bajo el emperador J o -


sárea, hereda de este su oposición viniano, pero enseguida volvió al
al concilio de Nicea y es uno de arrianismo el 364 bajo el empera-
los obispos orientales de tendencia dor Valente. A l iniciarse la con-
filoarriana. Su teología acerca de troversia sobre el Espíritu Santo,
Cristo como Hijo de Dios se ex- negó su divinidad. Por su parte, Pa-
presa diciendo que el Hijo es se- trófilo de Escitópolis, enemigo de-
mejante al Padre según las Escri- clarado de Atanasio, se manifestó
turas. Esta fórmula se podía ya desde el concilio de Nicea como
interpretar de cualquier modo, sim- patrocinador de las ideas de A r r i o
plemente a gusto del consumidor. y también negó la divinidad del Es-
Acacio llegó a aceptar el "consus- píritu Santo.
tancial" del concilio de Nicea por 52. Cf. Ep. I, 1 7 , 1.
un breve período de tiempo, el 363 53. Cf. Ef 4, 5.
178 Atanasio de Alejandría

APÉNDICE

La blasfemia contra el Espíritu (Mt 12, 32)

Duda de Atanasio

8. 1. Acerca del texto del Evangelio que me indicas-


te en tu carta, perdóname, amadísimo, tú que tienes bue-
54
nos sentimientos . La verdad es que me asusta ocupar-
me de él, por temor de que después de haber estado
dándole vueltas en mi cabeza y haber comenzado a es-
cudriñarlo, me encuentre sin fuerzas para desentrañar su
sentido profundo [ C ] .
2. Quería, pues, silenciarlo totalmente y contentar-
55
me sólo con las cartas anteriores . Pero conjeturando
que me insistirías amistosamente de nuevo para que es-
cribiera sobre el tema, me he obligado a mí mismo a
poner por escrito la modesta opinión sobre el asunto que
yo mismo he aprendido. Teniendo confianza en que si
conseguimos el objetivo, lo aceptarás por razón de quien
lo ha enseñado y si no lo conseguimos, no [649A] nos
reprocharás conociendo nuestra buena voluntad y nues-
tra debilidad.

54. Cf. 1 P 3, 1 6 . derá enseguida. Cf. Ep. I, 3, 1; 33,


55. Se refiere al texto de M t 6; III, 7, 6.
12, 3 1 - 3 2 cuya exégesis empren-
Epístolas a Serapión, IV, 8, 1 - 9, 1 (Apéndice) 179

La petición de Serapión

3. Este es, pues, el texto, cuando, después de tantos


milagros hechos en el Evangelio, los fariseos decían: Este
no expulsa los demonios sino por medio de Belcebú, el
56
príncipe de los demonios . Pero el Señor conociendo sus
pensamientos, les dijo: Todo reino dividido en sí mismo,
57
será devastado . Y habiendo dicho: Si yo expulso los de-
monios por medio del Espíritu de Dios, es que ha llega-
58
do a vosotros el reino de Dios , añade además: Por eso
os digo: Todo pecado y blasfemia se os perdonará a los
hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no se per-
donará. Y si alguno dice una palabra contra el hijo del
hombre, se le perdonará, pero si la dice contra el Espíri-
tu Santo no se le perdonará ni en este siglo ni en el fu-
59
turó .

4. Y tú te preguntabas, por qué la blasfemia contra el


Hijo se perdona, pero la blasfemia contra el Espíritu Santo
no tiene perdón ni en el presente siglo ni en el futuro.

La opinión de Orígenes y Teognostos

9. 1. Autores antiguos, el doctísimo y laborioso Orí-


genes y el admirable y diligente Teognostos (cuyos opús-
culos sobre el tema he leído, cuando me escribiste tu carta),
escriben ambos sobre el pasaje diciendo que la blasfemia
contra el Espíritu Santo se da cuando los que en el bau-
tismo han sido juzgados dignos del don del Espíritu Santo
vuelven a pecar.

56. M t 12, 24. 58. M t 12, 28.


57. M t 1 2 , 25. 59. M t 12, 3 1 - 3 2 .
180 Atanasio de Alejandría

2. Por eso dicen que no recibirán el perdón, como


también dice Pablo en la carta a los hebreos: En efecto,
los que han sido una vez iluminados y gustado del don
celeste y hechos partícipes del Espíritu Santo y han gus-
tado la buena palabra de Dios y las virtudes del siglo
futuro, y que han prevaricado, es imposible que sean re-
60
novados de nuevo por la penitencia . Esto es lo que tie-
nen de común [los dos autores] y cada uno añade su
opinión personal.

La explicación de Orígenes

10. 1. En efecto, Orígenes formula la causa del jui-


cio contra estos de la siguiente manera: «El Dios y
Padre lo penetra todo y lo conserva todo, lo inanima-
do y lo animado, lo racional y lo irracional. Por su
parte, la potencia del Hijo se extiende sólo a los ra-
cionales, entre los cuales se hayan los catecúmenos y
los griegos que todavía no han llegado a la fe. 2. Y el
Espíritu Santo está solamente en los que lo han reci-
bido en la donación del bautismo [652A]. Cuando, pues,
los catecúmenos y los griegos pecan, pecan contra el
Hijo, porque está en ellos, como ha quedado dicho.
Pueden, no obstante, recibir el perdón, cuando son j u z -
gados dignos del don de la regeneración. 3. Pero cuan-
do los bautizados pecan, dice [Orígenes] que tal tras-
gresión llega al Espíritu Santo, puesto que han pecado
estando en El y por eso es inexorable el castigo con-
61
tra é l » .

60. Hb 6, 4-6.
6 1 . O R Í G E N E S , De Principas, I, 3, 5-7.
Epístolas a Serapión, IV, 9, 2 - 11, 4 (Apéndice) 181

La explicación de Teognostos

62
11. 1. Por su parte Teognostos , añadiendo lo si-
guiente, dice: «El que ha transgredido la primera y se-
gunda regla será considerado digno de un castigo más pe-
queño, pero el que ha despreciado la tercera no alcanzará
el perdón». Llama primera y segunda regla la catequesis
sobre el Padre y el Hijo; y tercera la instrucción dada con
63
ocasión del bautismo [B] y de la participación del Espí-
ritu.
2. Y queriendo confirmar esto, aduce lo dicho por
el Salvador a los discípulos: Todavía tengo que deciros
muchas cosas, pero aún no podéis acogerlas. Cuando venga
64
el Espíritu Santo, os enseñará .
3. Después dice: «Como el Salvador conversa con los
que todavía no pueden recibir las cosas perfectas, con-
descendiendo con su pequenez, el Espíritu Santo se hace
presente en los que han llegado a la perfección. Que
nadie deduzca de esto que la enseñanza del Espíritu su-
pera la doctrina del Hijo, sino que el Hijo condescien-
de con los imperfectos y el Espíritu es sello de los que
han alcanzado la perfección.
4. »De este modo, no es por razón de una superiori-
dad del Espíritu en relación al Hijo que la blasfemia con-
tra el Espíritu es inexpiable e imperdonable, sino porque
[C] para los imperfectos hay un perdón y para los que
han gustado del don celestial y han alcanzado la perfec-

62. Teognostos dirige la es- 63. Epi téi teleiósei: La inicia-


cuela catequética de Alejandría en ción cristiana, el bautismo,
torno a los años 2 6 5 - 2 8 0 . Escri- 64. J n 1 6 , 1 2 - 1 3 (la cita no es
bió las Hypotyposeis, obra per- literal),
dida.
182 Atanasio de Alejandría

ción no queda ninguna excusa ni intercesión de perdón».


Esto es lo que dijeron aquellos autores.

Examen de ambas opiniones

12. 1. Por mi parte, según he aprendido, pienso que


la opinión de cada uno de estos admite un moderado
examen y comprensión, por si hubiera oculto en lo que
ellos dicen un sentido más profundo.
65
2. En efecto, es claro que el Hijo, al estar en el Padre ,
está en aquellos en los que también está el Padre, y que
el Espíritu no está ausente. Porque la santa, bienaventura-
66
da y perfecta Trinidad es inseparable . Además si todo fue
67
hecho mediante el Hijo y todo tiene en El su lugar pro-
68
pio , ¿cómo estaría El fuera de las cosas que han sido he-
chas por El? No estando ellas lejos de El, con razón está
El también en todas. [D]. [Es claro] que el que peca y
blasfema contra el Hijo necesariamente peca también con-
tra el Padre [653A] y contra el Espíritu Santo.
69
3. Si el baño santo se diera sólo en el nombre del
Espíritu Santo, con razón se diría que los bautizados pecan
solamente contra el Espíritu, pero como se da en el nom-
70
bre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y es así
como cada uno de los bautizados recibe la iniciación, es
necesario nuevamente que los que pecan después del bau-
tismo cometan una blasfemia contra la santa e inseparable
Trinidad. Es justo que se razone y se piense esto.

65. Cf. J n 14, 20. 69. El bautismo se denomina


66. Cf. Ep. I, 33, 5. aquí loutrón.
67. Cf. J n 1, 3. 70. Cf. M t 28, 19.
68. Cf. Col 1, 17.
Epístolas a Serapión, IV, 11, 4 - 12, 6 (Apéndice) 183

Jesús habla a los fariseos, no a bautizados

4. Si el Señor dialogara con los que hubieran recibido


71
el baño de la regeneración , me refiero a los fariseos, y
que hubieran ya participado del don del Espíritu Santo,
sería aceptable tal interpretación, como que habrían recaí-
do y cometido una falta contra el Espíritu Santo. Pero si
no habían recibido el baño, sino que incluso habían des-
preciado el bautismo de Juan, ¿cómo los iba a acusar de
blasfemar contra el Espíritu Santo, del que todavía no ha-
bían llegado a participar?

5. En efecto, el Señor decía estas cosas no enseñando


sencillamente, ni amenazaba con el castigo para los que
vendrían después; sino que acusando directa y verdadera-
mente a los fariseos, como hechos ya responsables de tan
gran blasfemia, es como el Señor ha pronunciado esta frase.
Siendo acusados de este modo los fariseos, incluso antes
de recibir el bautismo, este dicho no se aplicaría a los que
pecan después del bautismo. Y especialmente porque no
los acusaba simplemente de pecados, sino de blasfemia.
Pues hay una diferencia, ya que el que peca infringe la ley,
pero el que blasfema es impío contra la misma divinidad.

6. El Salvador los había acusado anteriormente de mu-


chas transgresiones, de violar el mandamiento de Dios acer-
72
ca de los padres [C] por motivos del dinero ; de recha-
73
zar las palabras de los profetas y de convertir la casa de
74
Dios en un mercado , al mismo tiempo que los exhorta-
75
ba también a convertirse . Pero cuando dijeron: £5 por
76
Belcebú como arroja los demonios , no dijo simplemente

7 1 . Cf. Tt 3, 5. 74. Cf. Jn 2, 16.


72. Cf. M t 15, 3-6. 75. Cf. Mt 12, 4 1 .
73. Cf. Mt 23, 29-37. 76. Cf. M t 12, 24.27.
184 Atanasio de Alejandría

que esto era un pecado, sino una blasfemia tan enorme


que el castigo para los que se atrevieran a decir tales cosas
era inevitable e imperdonable.

Diferencia entre arrepentimiento y renovación

13. 1. Por otra parte, si estas palabras fueran dirigi-


das a los que pecan después del bautismo y para estos el
castigo por las faltas les fuera inexorable, ¿cómo es que el
Apóstol ratifica al arrepentido en Corinto la misma cari-
77
dad , y por los gálatas que habían vuelto atrás sufre do-
lores de parto hasta que de nuevo Cristo sea formado en
78 79
ellos ? Al decir de nuevo indica la precedente perfección
de ellos en el Espíritu.
80
2. ¿Por qué censuramos a Novato que niega la pe-
nitencia [656A] y dice que no tienen perdón alguno los
que pecan después del bautismo, si las palabras [del Señor]
fueron dichas por razón de los que pecan después del bau-
tismo? En efecto, también lo que se dice en la Epístola a

77. Cf. 2 C o 2, 8. Después, con la elección de C o r -


78. Cf. G a 4, 1 9 . nelio como obispo de Roma, N o -
79. Bautismo. vaciano optó por un rigorismo ex-
80. Los latinos lo llaman N o - tremo: la comunidad de los santos
vaciano. Hacia el 250, cuando la se mancharía a sí misma si aco-
sede romana está vacante, ocupa giera en su seno a los pecadores
un lugar m u y importante entre el y les concediera la paz. Novacia-
clero romano, como portavoz del no, enfrentado a Cornelio, recibió
colegio presbiteral y como redac- la consagración episcopal de
tor de algunas cartas sobre la ac- manos de tres obispos, cuya iden-
titud a tomar en relación con la tidad desconocemos. Consumado
reconciliación de los lapsi. Prime- así el cisma, fue excomulgado por
ramente opta p o r un rigorismo, un sínodo romano.
aunque dentro de la ortodoxia.
Epístolas a Serapión, IV, 12, 6 - 14, 1 (Apéndice) 185

81
los Hebreos no excluye la conversión de los pecadores,
sino que muestra que el bautismo de la Iglesia católica es
único y que no hay un segundo [bautismo].
3. En efecto, escribía a los Hebreos y para que no cre-
yeran, según la costumbre de la Ley, que con pretexto de
penitencia había muchos y cotidianos bautismos, por eso
los exhorta por una parte a arrepentirse y, por otra, de-
clara que la renovación por medio del bautismo es única
y que no hay una segunda [renovación], como dice en otra
82
Epístola: Una sola fe, un solo bautismo .

4. De hecho, no dijo que es imposible convertirse, sino


que es imposible que seamos renovados por la penitencia.
La diferencia es grande, porque el que se convierte, aunque
deja de pecar, conserva las cicatrices de las heridas; pero el
que se bautiza se ha despojado del [hombre] viejo y es re-
83 84
novado , naciendo de nuevo por la gracia del Espíritu.

El fundamento cristológico de la exégesis

14. 1. Al reflexionar sobre estas cosas, se me presen-


ta en más alto grado la profundidad del sentido que en-
cierra la frase. Por eso, después de haber orado mucho al
85
Señor, que se sentó junto al pozo y que ha caminado
86 87
sobre el mar , vuelvo a la economía que tuvo lugar en
Él a nuestro favor, por si de algún modo puedo, a partir
de ella, captar el sentido del pasaje leído.

81. Hb 6, 4-6 citado en Ep. 86. C f . M t 1 4 , 25.


IV, 9, 2. 87. Oikonomía: "plan provi-
82. Ef 4, 5. dentiel" (J. LEBON, o. c, pág. 193),
83. Cf. C o l 3, 9 - 1 0 . "evento" (E. CATTANEO, o. c, pág.
84. Cf. J n 3, 3. 155 y nota 97), "Heilsveranstal-
85. Cf. J n 4, 6. tung" (J. LiPPL, o. c, pág. 484).
186 Atanasio de Alejandría

2. En efecto, toda la divina Escritura anuncia y pro-


clama esta (economía), especialmente Juan al decir: El
22
Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros , y Pablo
cuando dice: El cual estando en la forma de Dios no con-
sideró rapiña el ser igual que Dios, sino que se anonadó
a sí mismo tomando una forma de esclavo y fue encon-
trado como hombre en cuanto al aspecto. Se humilló a sí
mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de
29
cruz .

3. Así pues, por el hecho de ser Dios y haberse


90
hecho hombre, como Dios resucitó a los muertos y
91
con su palabra curaba a todos , cambió incluso el agua
92
en v i n o . No eran éstas las obras de un hombre, pero
93
en cuanto portador de un cuerpo tenía s e d y se can-
94 95
saba y sufría . Cosas estas que no eran propias de la
96
divinidad . Como Dios decía: Yo estoy en el Padre y
97
el Padre en mí . En cuanto que tenía un cuerpo, [657A]
refutaba a los judíos: ¿Por qué buscáis matarme, un
hombre que os he hablado la verdad que escuché del
92
Padre? .

4. Estas obras no acontecían separadamente según la


cualidad de los hechos, como si las del cuerpo aparecieran
sin la divinidad y las de la divinidad sin las del cuerpo,
sino que todo se hacía de la forma más apropiada y era
uno solo el Señor que las hacía extraordinariamente por
99
su propia gracia .

88. Jn 1, 14. 95. Cf. M t 1 6 , 2 1 .


89. Flp 2, 6-8. 96. Texto citado en el C o n -
90. Cf. Mt 1 1 , 5. cilio Lateranense del 649.
91. Cf. M t 8, 8; 12, 1 5 . 97. J n 14, 1 0 .
92. Cf. Jn 2, 9. 98. Jn 8, 40.
93. Cf. J n 4, 7; 1 9 , 2 8 . 99. Texto citado en el C o n -
94. Cf. J n 4, 6. cilio Lateranse del 649.
Epístolas a Serapión, IV, 14, 2 - 15, 3 (Apéndice) 187

5. En efecto, escupía como hacen los hombres, y la sa-


liva era divina, porque con ella hizo que los ojos del ciego
100
de nacimiento recuperaran la vista . Y queriendo mostrar
que El era Dios, decía indicando esto con lengua humana:
101
Yo y el Padre somos una sola cosa . Con solo quererlo cu-
102
raba y extendiendo su mano humana levantó a la suegra
103
de Pedro que tenía fiebre y resucitó de entre los muertos
104
a la ya difunta hija del jefe de la sinagoga . [B]

La doble condición de Cristo

15. 1. Los herejes, pues, se han vuelto locos según la


propia ignorancia. Unos viendo la realidad corporal del
105
Salvador negaron que en el principio existía el Verbo ; y
los que consideraban la realidad de la divinidad han igno-
106
rado que el Verbo se hizo carne .
2. Pero el hombre de fe y apostólico conociendo la fi-
lantropía del Señor, viendo los prodigios de la divinidad,
admira al Señor en el cuerpo y cuando considera las cosas
propias del cuerpo se asombra observando en ellas la ener-
107
gía de la divinidad .

Atenuantes para algunos errores cristológicos

3. Siendo ésta la fe de la Iglesia, cuando unos miran-


do lo humano ven al Señor sediento, cansado, sufriendo y

100. Cf. J n 9, 6. 1 0 5 . J n 1, 1.
101. J n 1 0 , 30. 1 0 6 . J n 1, 1 4 .
102. Cf. Mt 8, 3. 1 0 7 . Los §§ 1-2 se citan en el
103. Cf. M e 1, 3 1 . Concilio de Letrán del 649.
104. Cf. Me 5, 4 1 .
188 Atanasio de Alejandría

sólo dicen tonterías contra el hombre que es el Salvador,


pecan grandemente; [C] no obstante si cambian rápida­
mente de parecer pueden recibir el perdón, al tener como
excusa la debilidad del cuerpo. En efecto, tienen también
al Apóstol que les otorga el perdón, como si les tendiera
la mano al decirles que según la opinión general es gran­
102
de el misterio de la piedad: Dios ha aparecido en la carne .
4. Cuando otros, por el contrario, contemplando las
obras de la divinidad, dudan de la naturaleza del cuerpo,
también éstos pecan grandísimamente, porque viéndolo
comer y padecer, se imaginan que se trata de una fantasía;
sin embargo, también a éstos, si se arrepienten rápidamente,
puede Cristo perdonarlos, y a que tienen como excusa la
grandeza de las obras que superan a los hombres.

Gravedad de la blasfemia de los fariseos

5. [660A] Mas cuando superando la ignorancia y la ce­


guera juntas de unos y otros los que parecen tener el co­
nocimiento de la ley (tales eran los fariseos de entonces)
caen en la locura y niegan completamente al mismo Verbo
que está presente en el cuerpo y cuando refieren las obras
de la divinidad al diablo y a sus demonios, sin duda que
reciben el castigo inexorable por tal impiedad, porque han
considerado al diablo como Dios y han estimado que el
que es realmente verdadero Dios no tiene en sus obras
nada más que los demonios.

16. 1. En una impiedad tan enorme habían caído los


judíos de entonces y de entre los judíos, los fariseos. [B]
En efecto, habiendo mostrado el Salvador las obras del

108. 1 Tm 3, 16.
Epístolas a Serapión, IV, 15, 3 - 16, 2 (Apéndice) 189

109
Padre -pues resucitaba a los muertos , concedía la vista a
110 111
los ciegos , hacía caminar a los cojos , abría el oído de
112 113
los sordos , a los mudos los hacía hablar, mostraba que
114
la creación le obedecía dando órdenes a los vientos y ca-
115
minando sobre el mismo mar -, las turbas se quedaban
116
pasmadas y glorificaban a Dios , mientras que los admi-
rables fariseos decían que tales obras eran de Belcebú y
no se avergonzaban los insensatos de transferir el poder
de Dios al diablo. Por lo cual el Salvador declaraba con
toda razón que proferían una blasfemia imperdonable y sin
117
remisión .
2. En tanto que se fijaran en lo humano tendrían una
opinión imperfecta diciendo: ¿No es éste el hijo del carpinte-
118
ro? , [C] y: ¿Cómo es que sabe de letras, si no las apren-

109. Cf. Me 5, 4 1 - 4 2 ; J n 1 1 , Verbo encarnado, como equivalen-


43-44. te de la naturaleza divina de Cris-
1 1 0 . Cf. Me 8, 22-26; 1 0 , 4 6 - to; la blasfemia consiste en negar
52; J n 9, 6-7. esa divinidad (Ep. IV, 19, 1); b)
1 1 1 . Cf. M t 1 5 , 3 0 - 3 1 ; 2 1 , 14. sentido pneumatológico: pneüma
1 1 2 . Cf. M t 1 5 , 3 0 - 3 1 ; M e identificado con el Espíritu Santo
7, 3 7 . como distinto del Verbo, pero p r o -
1 1 3 . Cf. Me 7, 37; M t 1 5 , pio suyo y, por eso, lo da: la blas-
30-31. femia consiste en atribuir a Belce-
114. Cf. Mt 8, 26-27; Le 8, 25. bú las obras que Cristo realiza en
1 1 5 . Cf. Mt 14, 26; Me 6, 49. o por medio del Espíritu (Ep. IV,
1 1 6 . Cf. M t 1 5 , 3 1 . 20, 2); c) pneüma identificado con
1 1 7 . Cf. Contra los Arríanos, el Espíritu Santo como potencia
I, 50, 3; III, 45, 1; 55, 4; E. C A T - que actúa en el hombre Jesús: la
TANEO, "La bestemmia contro lo blasfemia consiste también aquí en
Spirito Santo (Mt 12, 31-32) in S. atribuir a Belcebú las obras que
Atanasio", Studia Patrística X X I , Jesús realiza con la potencia del Es-
1989, 420-425 identifica tres senti- píritu (Contra los Arríanos, I, 50).
dos diversos del logion evangélico: Este tercer sentido no pertenece al
a) sentido cristológico: pneüma Apéndice.
identificado con la divinidad del 1 1 8 . M t 1 3 , 55.
190 Atanasio de Alejandría

119 120
dio? , y: ¿Qué señal das acerca de ti mismo? , y: Que baje
121
ahora de la cruz y creeremos en El . El los soportaba y en-
122
tristecido por su endurecimiento , ya que pecaban contra el
Hijo del Hombre, decía: Si conocierais también vosotros lo
12i
que conduce a la paz . En efecto, también al gran Pedro que,
cuando la portera hablaba de un hombre, le había respondi-
124
do del mismo modo, el Señor le perdonó viéndole llorar .
3. Pero cuando los que habían caído volvieron a caer
y enloquecieron aún más, diciendo que las obras de Dios
eran de Belcebú, ya no los soportó más, porque blasfe-
maban contra su Espíritu, diciendo que no era Dios, sino
Belcebú el que hacía tales cosas. Y por eso, por su inso-
portable audacia los amenazó con un castigo eterno.
4. Era como si se atrevieran a decir, [661A] viendo el
orden del mundo y la providencia que hay en él, que la cre-
ación fue hecha por Belcebú, y que el sol sale obedeciendo
al diablo y que los astros giran en el cielo por él. Y como
estas obras son de Dios, aquellas [realizadas por el Salva-
dor] eran obras del Padre. Y si aquellas eran de Belcebú,
necesariamente también éstas son de Belcebú. ¿Y dónde si-
125
túan el texto: En el principio hizo Dios el cielo y la tierra ?.

Antecedente en la apostasía de Israel

5. Pero no tiene nada de extraño esta locura, porque los


padres de esta su idea, en el desierto apenas salidos de Egip-

119. J n 7, 1 5 . 124. Cf. J n 1 8 , 17.25-27; Mt


120. Jn 6, 30. 26, 58.69-75; Me 1 4 , 54.66-72; Le
121. Mt 27, 42. 22, 54-62.
122. Cf. Me 3, 5. 125. G n 1, 1.
123. Le 19, 42.
Epístolas a Serapión, IV, 16, 2 - 17, 2 (Apéndice) 191

to, se fabricaron un becerro y atribuyéndole los beneficios


que Dios les había hecho, decían: Estos son tus dioses, Isra-
126
el, que te sacaron de la tierra de Egipto . Y por esta blas-
femia, [B] enseguida desde el principio no pocos, sino mu-
chos de los que se habían atrevido a decir tales cosas, fueron
quitados de en medio. Y Dios anunció diciendo: El día en
127
que los visite, añadiré sobre ellos este pecado .
6. En efecto, mientras que aquellos murmuraban a causa
del pan y del agua, Él los soportaba al igual que una no-
driza alimenta a su hijo, pero cuando enloquecieron aún
más, como contra ellos dice el Espíritu en el salmo: Cam-
biaron su gloria con la figura de un becerro que come hier-
128
ba , por haberse atrevido a algo imperdonable, fueron
golpeados, como dice la Escritura, por la fabricación del
129
becerro que Aarón mandó hacer .

Ambas blasfemias se refieren a Cristo

17. 1. A lo mismo se han atrevido también ahora los


fariseos y han obtenido del Salvador la misma condena que
Belcebú, en quien ellos pensaron, [C] ya tuvo y tiene, de
modo que sean eternamente consumidos con él en el fuego
130
preparado para él .
2. Pero no es haciendo una comparación entre la blas-
femia contra Él y la dirigida contra el Espíritu Santo, como
si el Espíritu fuera mayor y por eso fuera mayor la culpa
de la blasfemia dirigida contra el Espíritu, por lo que [el
Señor] dijo eso. ¡En absoluto!

126. Ex 32, 4. 129. Ex 32, 35.


127. Ex 32, 34. 130. Cf. M t 2 5 , 4 1 .
128. Sal 1 0 5 , 22.
192 Atanasio de Alejandría

3. En efecto, con anterioridad había enseñado que todo


cuanto tiene el Padre es del Hijo y que el Espíritu reci-
131
birá del Hijo y glorificará al Hijo . Y no es el Espíritu
el que da al Hijo, sino que el Hijo concede el Espíritu a
los discípulos y por medio de éstos a los que creen en Él.
4. El Salvador no habló, pues, en ese sentido, sino que
el Señor lo dijo en el sentido de que la blasfemia, [664A]
una menor y otra enorme, en ambos casos iba contra Él. Y
puesto que los fariseos eran los que decían ambas: viéndole
hombre, lo insultaban: ¿De dónde le viene a éste esa sabi-
12,2
duría? y: ¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abra-
12,3
han? . Incluso viendo las obras del Padre no sólo negaban
su divinidad, sino que también contra la misma decían que
en Él estaba Belcebú y que de éste eran las obras.

5. Por eso, como ambas blasfemias eran dirigidas con-


tra Él y que una era menor por razón de la humanidad y
la más grande por razón de la divinidad, por motivo de
la mayor expresó contra ellos lo inevitable del castigo. Cier-
tamente cuando animaba a los discípulos y decía: Si al
134
dueño de la casa lo han llamado Belcebú , estaba dicien-
do que Él era [B] el dueño de la casa, el mismo que tam-
bién era blasfemado así por los judíos.

Lo confirma Me 3, 30

18. 1. Si los judíos diciendo: Es por Belcebú..., no in-


sultaban a nadie sino al Señor, es claro que la blasfemia
contra el Espíritu está dicha contra el mismo Señor y que
el Salvador refería a sí mismo la frase entera. En efecto,

1 3 1 . Cf. J n 1 6 , 1 4 - 1 5 . 133. J n 8, 57.


132. M t 13, 54. 134. M t 1 0 , 2 5 .
Epístolas a Serapión, IV, 17, 3 - 18, S (Apéndice) 193

Él es el dueño del universo. No hay que temer repetir lo


mismo una y otra vez por seguridad.
135
2. Tener sed, cansarse, dormir, ser abofeteado , comer
son cosas propias de hombres; pero las obras que hacía el
Señor, no eran ya cosa de hombres, sino que era cosa de
136
Dios el hacerlas . Cuando algunos, como dije antes, vien-
do estas cosas insultan al Señor como hombre, merecen un
castigo menor que los que atribuyen las obras de Dios al
diablo. [ C ] En efecto, éstos no sólo echan las cosas san-
137
tas a los perros , sino que comparan a Dios con el dia-
138
blo y dicen que la luz es tinieblas .
3. Que ésta era la blasfemia imperdonable de los farise-
os lo indicó Marcos diciendo: El que haya blasfemado con-
tra el Espíritu Santo, no tiene perdón, sino que es reo de pe-
139
cado eterno. Porque decían: Tiene un espíritu impuro .
4. Y lo testimoniaba el ciego de nacimiento al recu-
perar la vista: Jamás se oyó que alguien abriera los ojos de
un ciego de nacimiento. Si éste no fuera de Dios, no po-
140
dría hacer nada . Y las multitudes, admirándose de las
cosas que hacía el Señor, decían: Estas cosas [665A] no son
de un endemoniado. ¿Acaso puede un demonio abrir los
141
ojos de los ciegos? .
5. Pero los fariseos, que eran considerados peritos de
142
la Ley, y que ensanchaban las franjas de sus mantos y
143
se jactaban como si supieran más que los demás , ni aún
así se avergonzaban, sino que como está escrito, los mise-

135. Cf. J n 1 8 , 22; 1 9 , 3. 139. Me 3, 29-30.


136. Cf. Contra los Arríanos, 140. J n 9, 32-33.
III, 3 1 . 141. Jn 10, 2 1 .
137. Cf. M t 7, 6. 142. Cf. Mt 2 3 , 5.
138. Cf. Is 5, 20. 143. Cf. Le 1 1 , 52; J n 9, 24.29.
194 Atanasio de Alejandría

144
rabies ofrecían sacrificios al demonio y no a Dios , di-
ciendo que el Señor tiene un demonio y que las obras de
Dios son de los demonios.
6. Se comportaban así no por otra razón sino única-
mente por negar que el que hacía estas cosas era Dios e
Hijo de Dios. Porque si el comer y la apariencia externa
corporal lo mostraba también como hombre, ¿por qué a
partir de las obras no percibían que El estaba en el Padre
145
y que el Padre estaba en El ?
7. Pero no querían. Más bien eran ellos los que tení-
an a Belcebú hablando en ellos, de modo que a partir de
su humanidad lo llamasen únicamente hombre, [B] pero
por las obras, que eran propias de Dios, no confesaban
que Él era Dios, antes bien en su lugar divinizaban a Bel-
cebú que estaba en ellos, para ser finalmente castigados
con él eternamente en el fuego.

«Hijo del hombre» y «Espíritu»

19. 1. El examen mismo del texto me parece ofrecer


esta explicación y mostrar que ambas blasfemias le con-
ciernen a Él y que se había referido a sí mismo con las
expresiones «Hijo del hombre» y «Espíritu», para mostrar
con aquella expresión su realidad corporal y con la pala-
bra «Espíritu» indicar su espiritual, suprasensible y verda-
derísima divinidad.
2. En efecto, lo que puede recibir perdón, lo refirió al
Hijo del hombre para dar a entender su realidad corporal,
mientras que indicó que la blasfemia imperdonable con-

144. Cf. Dt 32, 17. 145. Cf. Jn 14, 10.


Epístolas a Serapión, IV, 18, 5 - 19, 6 (Apéndice) 195

cernía al Espíritu para, nombrándolo así en contraposición


a la realidad corporal, mostrar su propia divinidad.
3. Esta misma característica la he observado también
en el Evangelio de Juan. Cuando hablando sobre la man-
ducación de su cuerpo y viendo que por eso muchos se
habían escandalizado, dice el Señor: ¿Esto os escandaliza?
¿ Y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes?
146
Las palabras que os he hablado son espíritu y vida .
4. En efecto, también aquí ha dicho de sí mismo ambas
cosas: carne y espíritu. Distinguió el espíritu de la carne
para que creyendo no sólo lo que se veía de Él, sino tam-
bién lo invisible de Él, aprendieran que lo que Él dice no
es carnal, sino espiritual. ¿Para cuántos sería suficiente el
cuerpo dado en comida, si debía convertirse también en
alimento del mundo entero?
5. Precisamente por esto [668A] mencionó la subida
del Hijo del hombre a los cielos, para arrancarlos de la re-
presentación corporal y que aprendieran en adelante que
la carne de la que hablaba era una comida celestial, un ali-
mento espiritual dado por Él.
6. Dice: Las palabras que os he dicho son Espíritu y
147
vida , que es lo mismo que decir: lo que se muestra y
se da por la salvación del mundo es la carne que porto
conmigo, y esta carne y su sangre os la daré espiritual-
mente como alimento, de modo que se le dé espiritual-
mente a cada uno y a todos se les convierta en protección
148
para la resurrección de la vida eterna .

146. J n 6, 62-63. braya la dimensión espiritual del


147. Jn 6, 63. alimento eucarístico. La dimensión
148. En todo este capítulo se espiritual es una dimensión real y
habla de la Eucaristía. Atanasio su- se opone a una dimensión material
196 Atanasio de Alejandría

7. Así también el Señor apartando a la samaritana de las


149
cosas sensibles, llamó a Dios Espíritu , para que ya no se
representara a Dios de manera corporal, sino espiritual.
8. Así también el profeta, [B] contemplando al Verbo
hecho carne, dice: El Espíritu de nuestro rostro es Cristo el
150
Señor , para que nadie pensara que el Señor era por las apa-
riencias puramente un hombre, sino que oyendo la palabra
Espíritu se reconociera que el que está en el cuerpo es Dios.

o sensible. En la Eucaristía, Cristo invocaciones, son simples. Pero


nos da realmente su cuerpo, pero cuando se pronuncien las grandes
no de modo carnal o material, sino oraciones y las santas invocaciones,
espiritualmente que es su dimen- al pan y al cáliz desciende el Verbo
sión divina. En sentido carnal, sólo y se convierte en su cuerpo». Tam-
un reducido número de personas bién ATANASIO, Epistula ad Máxi-
podrían alimentarse del cuerpo de mum Philosophum, 2 (PG 26, 1088
Cristo, interpretación que causó es- BC): «Una sola vez en la plenitud
panto a los de Cafarnaún (Jn 6, 52). de los tiempos y para eliminar el
Que la interpretación de Atanasio pecado, el Verbo mismo se hizo
no es simbólica (en el sentido de carne y de María la Virgen nació
Zwinglio), sino real, lo confirma como un hombre a nuestra seme-
Eutiquio de Constantinopla que janza, como Él mismo dijo a los
nos ha conservado un fragmento judíos: ¿Por qué buscáis matarme
de un sermón de Atanasio a los a mí que soy un hombre, que os
bautizados (PG 26, 1525C): «Verás ha hablado la verdad? (Jn 8, 40).
a los levitas traer panes y un cáliz N o seremos divinizados partici-
de vino y ponerlos sobre la mesa. pando del cuerpo de un hombre
Mientras no se hagan las invoca- cualquiera, sino recibiendo el cuer-
ciones y las oraciones, no hay más po del mismo Verbo». Y líneas des-
que simple pan y cáliz. Pero cuan- pués: «El Verbo mismo ofreció por
do se pronuncien las grandes y ad- nosotros su propio cuerpo, para
mirables oraciones, entonces el pan que nuestra fe y nuestra esperanza
se convierte en cuerpo y el cáliz se no fuera en un hombre, sino para
convierte en la sangre de nuestro que tuviéramos la fe en el mismo
Señor Jesucristo. Y de nuevo: Ven- Dios Verbo» (Ad Máximum Phi-
gamos a la celebración de los mis- losophum, 3: P G 26, 1088 D).
terios. Este pan y este cáliz, mien- 149. Cf. Jn 4, 24.
tras no se hagan las oraciones y las 150. Lm 4, 20.
Epístolas a Serapión, IV, 19, 7 - 20, 4 (Apéndice) 197

La negación explícita de la divinidad del Verbo

20. 1. Las dos cosas son pues claras: que el que al ver
al Señor que habla de sí mismo, si sólo se fija en su aspec-
to humano y sin fe dice: ¿De dónde le viene a éste esa sa-
151
biduría? , sin duda que comete un pecado y que blasfema
contra el Hijo del Hombre. Pero el que [669A] viendo sus
obras realizadas por medio del Espíritu Santo, dice que el
que las hace no es Dios ni Hijo de Dios, sino que las atri-
buye a Belcebú, claramente blasfema, al negar su divinidad.
2. Y en efecto, como y a hemos dicho muchas veces,
en el texto evangélico [el Señor] al decir «Hijo del hom-
bre» se refiere a su realidad carnal y humana, y al decir
«el Espíritu» manifiesta que era suyo el Espíritu Santo, en
el que lo realizaba todo. Por eso cuando realizaba las obras
decía: Si no me creéis a mí, al menos creed a las obras, para
152
que sepáis que yo estoy en el Padre y el Padre en mí .
3. Cuando se iba a ofrecer corporalmente por noso-
153
tros, justo cuando por esa razón subió a Jerusalén , decía
a sus discípulos: Ya podéis dormir y descansar, porque ha
llegado la hora y el Hijo del Hombre es entregado en
154
manos de los pecadores [B]. En efecto, sus obras hacían
que se creyera que El era verdadero Dios, pero su muer-
te mostraba que tenía verdaderamente un cuerpo. Por esto,
con razón llamaba Hijo del hombre al que estaba a punto
de ser entregado, porque el Verbo es inmortal e intocable,
siendo como es la Vida misma.

4. Pero los fariseos no creyeron esto ni quisieron ver


lo que hacían sus hijos, por lo que el Señor con toda se-
renidad los censuraba diciendo: Si yo expulso los demonios

1 5 1 . Mt 1 3 , 54. 153. Cf. Mt 20, 17.


152. J n 1 0 , 38. 154. M t 26, 45.
198 Atanasio de Alejandría

con el poder de Belcebú, ¿vuestros hijos con quién los ex-


pulsan? Por eso ellos mismos serán vuestros jueces. Pero si
yo expulso los demonios con el poder del Espíritu de Dios,
155
es que ha llegado a vosotros el reino de Dios .
5. Y aquí decía con el poder del Espíritu de Dios, no
que fuese menor que el Espíritu ni que el Espíritu reali-
zase en El esas obras, [C] sino para mostrar nuevamente
que Él, porque es Verbo de Dios, lo realiza todo por medio
del Espíritu, y para enseñar a los oyentes que en la me-
dida en que atribuyen a Belcebú las obras del Espíritu,
blasfeman contra el que da el Espíritu.

6. Y al decir esto, muestra que no es por ignorancia


sino voluntariamente como caen en tal blasfemia inevita-
ble y los insensatos, aun sabiendo que tales obras son de
Dios, no se avergüenzan de atribuirlas a Belcebú y decir
que procedían de un espíritu impuro.

La evidencia de las obras divinas

[672A] 21. 1. ¿Cómo es que gente, que se atreve a tales


cosas, puede todavía acusar a los gentiles de fabricarse ído-
los y llamarlos dioses? Porque lo de aquellos es parecido
a la locura de éstos, si es que no es aún más grave la au-
dacia de éstos, ya que habiendo recibido una ley sobre esto
despreciaron a Dios por la trasgresión de la Ley.
2. ¿Qué harán los que dicen tales blasfemias, cuando
156
lean al profeta Isaías y oigan que los signos de la venida
de Cristo son que los ciegos recuperan la vista, los cojos
andan, los mudos hablan, los muertos resucitan, los lepro-

155. Mt 12, 2 7 - 2 8 . 156. Cf. Is 26, 19; 35, 5-6.


Epístolas a Serapión, IV, 20, 4 - 21, 4 (Apéndice) 199

sos curan y que los sordos oyen? ¿Quién van a querer que
sea el autor de estas obras?
3. Si dicen que es Dios, se acusarán a sí mismos de
impiedad contra el Señor, porque lo que el profeta dijo
viéndolo de antemano, [B] lo realizó el mismo Señor es-
tando presente. Pero si se dejan llevar de su temeridad
y se atreven a decir que tales obras se hacían con el
poder de Belcebú, me temo que progresando poco a poco
en la impiedad y leyendo: ¿Quién dio la boca al hom-
bre y quien hizo al sordo y al mudo, al que ve y al
157
ciego? y textos semejantes, que digan en su locura que
también estas palabras se refieren a Belcebú. De hecho
a quien se atribuye la gracia de dar la vista, hay que atri-
buir necesariamente a ese mismo también la causa de la
ceguera. En efecto, el texto dice que ambas cosas las hizo
el mismo.

4. De todas formas, diciendo esto, terminarán por pen-


sar que Belcebú es el creador de la naturaleza humana, y a
que es propio del Creador tener el poder sobre las cosas
creadas. [C] Porque habiendo dicho Moisés: En el prin-
15
cipio hizo Dios el cielo y la tierra *, y Dios hizo al hom-
159
bre a imagen de Dios , también Daniel dice con toda li-
bertad a Darío: No rindo culto a ídolos hechos con las
manos, sino al Dios vivo que creó el cielo y la tierra y
160
que tiene el señorío sobre toda carne . A no ser que de
nuevo cambien de parecer y digan que la ceguera, la co-
jera y las otras enfermedades proceden de un castigo del
Creador y que la superación de éstas y la beneficencia
para con los que las padecen las lleva a cabo Belcebú.

157. Ex 4, 1 1 . 159. G n 1, 2 7 .
158. G n 1, 1. 160. D n 14, 4.
200 Atanasio de Alejandría

5. Pero el solo hecho de plantearse esto es una gran ne-


cedad. Este lenguaje estúpido e impío es propio de insensa-
tos y completamente locos. En efecto, los insensatos en esta
comparación atribuyen lo mejor no a Dios, sino a Belcebú.
A éstos no les preocupa alterar las doctrinas de las divinas
Escrituras, con tal de poder negar la venida de Cristo.

Identidad de fondo con la herejía arriana

[675A] 22. 1. Lo que aquellos malvados deberían hacer


es no menospreciar al Señor por ser hombre, y desde luego
deberían confesarlo por sus obras como verdadero Dios. Pero
lo hacían todo mal, pues viendo a un hombre, lo insultaban
como a un hombre, y viendo las obras divinas, negaban la
divinidad, se arrimaban al diablo, pensando que con esta au-
dacia podrían evitar ser juzgados por el Verbo al que ellos
ultrajaban.
161 162
2. Los encantadores , los magos y los brujos del
Faraón, aunque lo habían intentado muchas veces, cuan-
do vieron los signos realizados por Moisés, cedieron y
163
dieron la espalda diciendo que el dedo de D i o s era el
que hacía estas cosas. Por el contrario, los fariseos y los
164
escribas, después de ver actuar toda la mano de D i o s
y contemplar que las [obras] realizadas [B] por medio
del mismo Salvador eran más numerosas y mayores que
aquellas otras, afirmaban que las hacía Belcebú, al que
los magos, a pesar de ser su dueño, reconocían que no
podía hacer ni incluso cosas menores que éstas.

161. Ex 7, 11.22; 8, 3.14.15. 164. Cristo es la mano de Dios,


162. Ex 9, 1 1 . cf. A T A N A S I O , De Decretis Nicae-
163. Ex 8, 1 5 . nae Synodi, 17: P G 2 5 , 452C-453B.
Epístolas a Serapión, IV, 21, 5 - 23, 1 (Apéndice) 201

3. ¿Quién podrá exagerar la locura de esta gente o,


165
como dijo el profeta , quién podrá decir algo que se
parezca a su impiedad? En efecto, con su comportamiento
han justificado incluso a los sodomitas y han vencido la
ignorancia de los gentiles, han superado la necedad de
166
los magos del Faraón y sólo con los arriomaníacos tie-
nen comparación cayendo ambos en la misma impiedad.
4. De hecho los judíos, viendo las obras del Padre
mediante el Hijo, las atribuían a Belcebú. Y los arrianos,
viendo ellos las mismas obras, connumeran con las cria-
turas al Señor que las realizaba, [ C ] diciendo que Él pro-
cede de la nada y que no existía antes de ser hecho.
5. Y los fariseos, contemplando al Señor en un cuer-
po, murmuraban diciendo: ¿Por qué tú, siendo un hom-
167
bre, te haces a ti mismo Dios} . Y los enemigos de Cris-
168
t o viéndolo padecer y sufrir blasfeman diciendo: «Quien
padece estas cosas no puede ser Dios verdadero y con-
sustancial al Padre». En una palabra si alguno quiere exa-
minar poniendo en paralelo los errores de ambos, en-
169
contrará, como he dicho antes , que se han precipitado
170
en el valle de la amarga embriaguez .

Cristo, Hijo de Dios e Hijo del hombre

[676A] 23. 1. Por esto, aquéllos y éstos tendrán un cas-


tigo irremisible, como declaró el Señor con estas palabras:

165. J. L E B O N , O. C , propone el mino construido en paralelo a los


texto de Lm 2, 13. E. C A T T A N E O , O. que niegan la divinidad del Espí-
c, por su parte, indica Ez 31, 18. ritu pneumatómakhoi.
166. Cf. Ep. I, 32, 2, nota 420. 169. N o hace referencia a nin-
167. Jn 1 0 , 33. gún texto bíblico.
168. Khristomákhoi es un tér- 170. Cf. G n 14, 8 ( L X X ) .
202 Atanasio de Alejandría

Al que hable contra el Espíritu Santo no se le perdonará ni


m
en este siglo ni en el futuro . Y con razón. Porque el que
niega al Hijo, ¿a quién invocará para poder alcanzar expia-
ción? ¿O qué vida o descanso esperará el que rechazó al que
172
dice: Yo soy la vida , y: Venid a mí todos los que estáis
173
cansados y sobrecargados y yo os daré descanso }
2. Si a ésos se les castiga de ese modo, es claro que
los que honran piadosamente a Cristo y lo adoran en su
carne y en su Espíritu y no ignoran que El es el Hijo de
Dios y no niegan que El se hizo Hijo del hombre, [B]
174
sino que creen que en el principio existía el Verbo y que
175
el Verbo se hizo carne , reinarán eternamente en los cie-
los según las santas promesas del mismo Señor y Salvador
nuestro Jesucristo, el cual dijo: Aquellos irán al castigo eter-
176
no, pero los justos irán a la vida eterna .

Epílogo

3. Te he escrito brevemente estas cosas según yo las


aprendí. Tú recíbelas de mí no como una enseñanza com-
pleta, sino sólo como unos apuntes. Sólo queda que a par-
tir de la palabra evangélica y de los Salmos adquieras el sen-
tido más exacto, ates las gavillas de la verdad, para que
llevándolas también tú, se diga: Viniendo vendrán con ale-
177
gría, trayendo sus gavillas en Jesucristo nuestro Señor, por
medio del cual y con El, junto con el Espíritu Santo, al
Padre sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos.
Amén.

171. Mt 12, 32. Cf. Ep. I, 3, 1; 174. J n 1, 1.


33, 6; III, 7, 6; IV, 1, 3; IV, 8-23. 1 7 5 . Jn 1, 14.
172. Jn 14, 6. 176. Mt 2 5 , 46.
173. Mt 1 1 , 28. 1 7 7 . Sal 1 2 5 , 6.
ÍNDICES
ÍNDICE BÍBLICO

Génesis 33, 17: 77.


1, 1: 40, 102, 132, 137, 36, 1: 141.
152, 190, 199.
1, 2: 59. Números
1, 17: 114. 1 1 , 29: 59.
1, 26: 71. 14, 24: 68.
1, 27: 40, 199. 23, 19: 84, 85, 174, 175.
2, 7: 132.
6, 3: 59. Deuteronomio
8, 1: 67. I, 30: 78.
1 1 , 26: 85, 174. 20, 4: 78.
14, 8: 201. 31, 3 78.
28, 12: 114. 31, 6: 78
48, 15: 80. 93.
32, 6:
32, 8 114.
Éxodo 194.
32, 17:
3, 14: 102, 1 1 8 , 133. 93.
32, 18:
4, 1 1 : 199. 77.
32, 39:
7, 1 1 : 200.
7, 22: 200.
Jueces
8, 3: 200.
3, 10: 59.
8, 14: 200.
II, 29: 59.
8, 15: 200.
13, 24-25: 59.
9, 1 1 : 200.
15, 14: 59.
14, 3 1 : 80.
20, 1 1 : 137.
32, 4: 191. 1 Reyes
32, 34: 191. 18, 45: 69.
32, 35: 191.
33, 1-2: 77. 2 Macabeos
33, 15: 77. 7, 28: 101.
206 índice bíblico

Job Proverbios
1, 6: 114. 3, 19: 146, 167.
4, 18: 113. 8, 22: 30,56,143,146,148
25, 5: 113, 136. 9, 18: 161.
26, 4-5: 166.
Salmos
13, 1 102, 1 5 1 , 170. Qohelet
18, 2 136. 3, 1 1 : 89.
23, 1 136. 7, 16: 87.
23, 2 132.
32, 6 124, 146, 157, 169. Sabiduría
42, 3 129. 1, 4: 87.
44, 2 142. 1, 5: 113.
44, 7 139. 1, 7: 114, 155.
44, 7 -8: 146. 12, 1: 113, 1 1 4 .
44, 8 105.
50, 12: 71. Isaías
50, 13: 59. 1, 1 1 : 159.
64, 10: 91. 5, 20: 193.
76, 7: 66. 6, 2: 87.
76, 2 1 : 78. 7, 2: 69.
77, 53: 78. 7, 14: 70.
81, 5: 144. 11, 2: 1 1 1 , 169.
81, 6 138. 22, 13: 133.
85, 6-7: 139. 26, 19: 198.
92, 1 72. 30, 1: 59.
101, 26-28: 137. 35, 5-6: 198.
102, 20: 136. 43, 10: 84.
103, 24: 146, 167. 44, 8: 60, 77.
103, 29-30: 70, 108, 156. 45, 14-15: 139.
103, 30: 103, 167. 48, 16: 79.
105, 22: 191. 59, 2 1 : 60.
106, 20: 146. 61, 1: 59, 105, 106, 146,
106, 25: 67. 152.
1 1 5 , 2: 113. 63, 9-10: 60.
125, 6: 202. 63, 11-12: 77.
135, 16: 78. 63, 14: 77.
138, 7: 114, 155. 66, 2: 137.
142, 1 0 - 1 1 : 59.
147, 18: 124. Jeremías
148, 5: 142. 2, 13: 91.
148, 7-8: 67, 93. 4, 22: 83.
índice bíblico 207

Lamentaciones 2, 6: 72
2, 13: 201.
4, 20: 39, 196. Zacarías
1, 6: 61, 125, 157.
Baruc 1, 9: 24, 25, 75.
3, 1: 66. 4, 5: 75.
3, 10: 91. 4, 5-6: 25, 75.
3, 12: 91. 7, 12: 61, 125, 157.
12, 1: 71.
Ezequiel
11, 24: 60. Malaquías
18, 3 1 : 68. 2, 10: 93.
18, 31-32: 71.
27, 25-26: 67. Mateo
28, 2: 139. 1, 2: 141.
36, 26-27: 70. 3, 17: 150.
4, 1: 18, 58.
Daniel 4, 1 1 : 76.
3, 50: 142. 7, 6: 187, 193.
3, 57: 142. 8, 8: 186.
3, 86: 66. 8, 26-27: 189.
7, 10: 76, 115. 10, 20: 62.
13, 45-46: 60. 10, 25: 192.
14, 4: 40, 199. 11, 5: 186.
11, 27 30, 148.
Joel 1 1 , 28 41, 202.
2, 28: 60, 126. 12, 15 186.
3, 1: 150. 12, 24 129,179, 183.
12, 25 179.
Amos 12, 2 7 183.
2, 10: 77. 12, 27-28: 40, 198.
4, 13: 24, 55, 56, 66, 68, 12, 28: 62, 179.
69, 72, 73, 100. 12, 31-32: 36, 37, 39, 178,
179, 189.
Jonás 12, 32 33, 4 1 , 55, 1 6 1 ,
1, 4: 67, 69. 178, 202.
12, 34 82.
Miqueas 12, 41 183.
2, 7: 60. 13, 41 76.
13, 49 76.
Ageo 13, 54 192, 197.
2, 4-5: 79, 155. 13, 55 38, 189.
208 índice bíblico

14, 25: 185. 3, 22: 61, 76.


14, 26: 189. 4, 1: 18, 58, 105.
15, 3-6: 183. 8, 25: 189.
15, 30-31: 189. 10, 18: 113, 136.
15, 3 1 : 189. 11, 52: 193.
16, 16: 146. 18, 2: 79.
16, 2 1 : 186. 19, 42: 190.
18, 10: 81. 22, 54-62: 190.
20, 17: 197.
2 1 , 14: 189. Juan
22, 29: 79. 1, 1: 37, 72, 132, 144,
23, 5: 193. 187.
23, 29-37: 183. 1, 3: 71, 137, 146, 148,
25, 41: 191. 156, 1 6 6 , 173,
25, 45: 197. 182.
25, 46: 41, 202. 1, 9: 91, 134.
26, 58: 190. 1, 12: 92.
26, 69-75: 190. 1, 13: 92.
27, 42: 38, 190. 1, 14: 37, 7 1 , 93, 97,
28, 19: 2 9 , 6 2 , 76, 1 1 9 , 108, 1 4 5 , 147,
141, 159, 171, 154, 186, 187,
182. 202.
1, 18: 154.
Marcos 2, 9: 186.
1, 3 1 : 187. 2, 16: 183.
3, 5: 190. 3, 3: 185.
3, 17: 72. 3, 16: 98.
3, 29-30: 38, 193. 3, 18: 97.
3, 29: 55. 3, 3 1 : 55.
5, 4 1 : 187. 4, 6: 185, 1 8 6 .
5, 41-42: 189. 4, 7: 186.
6, 49: 189. 4, 14: 104.
7, 37: 189. 4, 2 1 : 129.
8, 22-26: 189. 4, 23-24: 129.
11, 31: 166. 4, 24: 196.
13, 32: 30, 147, 148. 5, 19: 137, 156.
14, 54: 190. 5, 43: 99.
14, 66-72: 190. 6, 30: 38, 190.
6, 52: 196.
Lucas 6, 62-63: 39, 195.
1, 35: 74, 158. 6, 63: 39, 195.
3, 21-22: 58. 7, 15: 38, 190.
índice bíblico 209

7, 19: 145. 17, 4: 98.


7, 39: 54, 104. 17, 10: 122, 133, 150.
8, 26: 99. 18, 17: 190.
8, 40: 145, 186, 196. 18, 22: 193.
8, 57: 192. 18, 25-27: 190.
9, 6: 187. 19, 3: 193.
9, 6-7: 189. 19, 28: 186.
9, 24: 193. 20, 22: 53, 6 1 , 76, 94,
9, 29: 193. 150, 165, 168.
9, 32-33: 38, 193.
10, 2 1 : 38, 193. Hechos de los Apóstoles
10, 30: 135, 148, 187. 1, 4: 62.
10, 33: 40, 2 0 1 . 1, 16: 125, 157.
10, 35: 139. 2, 1-4: 62.
10, 38: 197. 2, 17: 150.
1 1 , 43-44: 189. 3, 15: 104.
12, 35: 144. 4, 24: 137.
14, 6: 4 1 , 57, 94, 1 1 1 , 4, 24-25: 125.
129, 202. 4, 26 72.
14, 9: 135, 1 4 8 , 1 5 1 , 5, 39 127.
153. 7, 51 54.
14, 10: 125, 134, 139, 8, 1 7 62.
145, 1 4 8 , 170, 8, 30 68.
186, 194. 8, 39 63.
14, 10-11: 94. 10, 37-38: 106.
14, 16: 111. 10, 38: 105.
14, 17: 111. 14, 15: 137.
14, 20: 182. 17, 26: 114.
14, 23: 94, 122, 159. 20, 22-23: 126.
14, 26: 6 1 , 99, 167. 20, 23: 157.
15, 26: 53, 62, 76, 98, 20, 28: 63.
1 1 1 , 129, 150. 21, 11: 63, 126.
16, 7: 98, 164. 28, 25: 125, 166.
16, 12-13: 181.
16, 13-14: 30, 149. Romanos
16, 14: 98, 99, 164. 1, 4: 103.
16, 15: 76, 122, 133, 1 4 0 , 1, 25: 77, 120, 161
150. 3, 23: 113.
16, 14-15: 192. 4, 3: 87.
16, 30: 148. 4, 17: 137.
17, 3: 134. 5, 14: 136.
210 índice bíblico

7, 6: 68. 15, 24: 78.


7, 14: 68. 15, 26: 145.
7, 25 - 8, 2: 68. 15, 32: 133.
8, 9-11: 63. 15, 53: 132.
8, 11: 94.
8, 15: 92, 1 1 1 , 169. 2 Corintios
8, 16-17: 66. 1, 3: 49.
8, 29: 109, 167. 2, 8: 184.
8, 38: 78. 2, 15: 106, 153.
9, 5: 118, 133, 137, 3, 6: 67.
161. 3, 17: 64.
11, 33: 87. 4, 4: 85.
11, 34: 170. 12, 4: 87, 96.
15, 18-19: 95. 13, 3: 157.
16, 27: 93. 13, 13: 123, 158.

1 Corintios Gálatas
1, 17: 96. 2, 19-20: 94.
1, 24: 93, 1 1 1 , 144, 158, 3, 2: 18, 57, 87.
169. 3, 5: 87.
1, 30: 132. 3, 14: 64.
2, 4: 96. 4, 6: 92, 1 1 1 , 150, 169.
2, 8: 1 1 1 , 144. 4, 6-7: 64.
2, 1 0 - 1 1 : 83. 4, 19: 106, 153, 184.
2, 10-12: 64. 6, 10: 161.
2, 10: 151.
2, 1 1 : 66, 102, 1 1 3 , 169. Efesios
2, 1 1 - 1 2 : 102, 1 1 1 , 1 5 1 . 1, 13: 106, 152.
2, 12: 152, 166. 1, 17: 91.
2, 13: 87. 1, 2 1 : 78.
2, 14-15: 128. 2, 15: 71.
3, 16: 64, 153. 3, 16-17: 125.
3, 16-17: 107. 4, 3: 64.
6, 3: 113. 4, 5: 4, 5, 1 2 1 , 159,
6, 1 1 : 64, 103, 124. 177, 185.
8, 6: 154, 167. 4, 6: 81, 1 1 8 , 159, 1 6 1 .
10, 4: 91. 4, 24: 71.
12, 3: 97. 4, 30: 64, 106, 153.
12, 4-6: 122, 158.
12, 1 1 : 64, 154. Filipenses
12, 13: 91, 154. 1, 19: 126, 157.
índice bíblico 211

2, 6: 153. 3, 10: 35, 83.


2, 6-8: 37, 186. 3, 1 0 - 1 1 : 163.
3, 3: 65.
3, 18-20: 65. Hebreos
1, 2: 133, 137.
Colosenses 1, 3: 85, 9 1 , 96, 132,
1, 15: 85, 97, 167. 134.
1, 16: 78. 1, 10: 138.
1, 16-17: 155. 1, 10-12: 137.
1, 17: 182. 1, 14: 50, 74, 1 1 4 .
1, 20: 127. 5, 3: 87.
3, 1: 145. 6, 4: 103.
3, 9-10: 185. 6, 4-5: 115.
6, 4-6: 36, 37, 180, 185.
1 Tesalonicenses 9, 8: 65.
4, 8: 65. 9, 13-14: 65.
4, 16: 78.
10, 1: 72.
5, 19: 18, 58.
10, 29: 65.
5, 23: 66.
1 1 , 6: 89.
12, 26-28: 72.
2 Tesalonicenses
13, 8: 137.
2, 8: 65.
3, 1 1 : 83.
Santiago
1, 17: 113.
1 Timoteo
2, 5: 145.
1 Pedro
2, 6: 108.
1, 9 - 1 1 : 63.
3, 16: 188.
3, 4: 113.
4, 1: 126.
3, 16: 178.
5, 8: 121.
5, 21: 24, 25, 73, 75, 78, 4, 14: 111.
81, 100.
6, 13-14: 80. 2 Pedro
1, 4: 106, 108.
2 Timoteo
1, 10: 145. 1 Juan
3, 16: 132. 1, 5: 91, 134.
2, 22-23: 50.
Tito 2, 23: 151.
3, 4-7: 103. 2, 27: 105, 152.
3, 5: 58, 108, 183. 4, 12-13: 94.
212 índice bíblico

4, 13: 63, 108, 153. Apocalipsis


4, 15: 107.
1, 8: 134, 136.
5, 20: 92, 134, 139.
5, 1 1 : 76, 1 1 5 .
Judas 5, 13: 142.
6: 1 1 3 , 136.
ÍNDICE DE NOMBRES Y MATERIAS

Abrahán: 69, 76, 85, 87,141, 174 Bardenhewer, O.: 28


Abramowski, L.: 96 Barbel, J.: 73
Acacio de Cesárea: 176 Baruc: 66, 91
Adán: 136 Basilio de Cesárea: 22, 50, 73, 99,
Ágabo: 63, 126 104, 105, 1 1 6 , 124, 155, 172
Ageo: 79 Basilio (Pseudo): 96
Agustín: 90 Bate, B. N.: 13
Alejandro de Alejandría: 86 bautismo: mandato misional 76,
Ambrosio: 60, 105, 153 141, 159, 1 7 1 ; baño santo 182;
Amos: 16, 24, 25, 55, 56, 68 baño de regeneración 183;
ángeles (y jerarquía de): 78, 80, nuevo nacimiento 185; un solo
81, 86, 1 1 5 - 1 1 6 , 138, 154, 155; b. 159, 185; validez del b. 144;
Gabriel 158 nos une a la Trinidad 62; bau-
Antonio abad: 11 tismo de Juan 183; de los tró-
Aarón: 191 picos 1 1 9 , 120, 1 2 1 , 122
Ajab: 69 Belcebú: 37, 38, 39, 179, 183, 189,
apóstoles: enviados 76, 1 1 9 , 141 190, 1 9 1 , 192, 194, 197, 198,
arrianismo (arríanos): 55, 73, 87, 199, 200, 201
95, 9 9 , 1 3 2 [comparados a Cai- Besleel: 141
fas 9 9 , 1 1 8 ] , 1 3 3 , 1 5 6 , 2 0 1 ; tesis
amanas sobre el Verbo 1 3 3 - Caifas: 99, 118
134, 135, 136, 142; necios 141 Caleb: 68
Arrio: 12, 87, 100, 133, 172 Calixto: 172
Atanasio: 9, 1 1 , 49, 50, 5 1 , 53, 58, Campbell, Th. C : 13, 97
61, 64, 84, 87, 92, 93, 99, 104, Casey, R. P.: 10, 12,
107, 108, 109, 1 1 2 , 1 1 3 , 1 1 7 , Cattaneo, E.: 14, 33, 4 1 , 62, 74,
1 1 8 , 120, 124, 133, 135, 138, 81, 86, 1 0 9 , 1 1 8 , 1 2 1 , 163, 168,
140, 142, 143, 143, 146, 147, 185, 189, 201
148, 165, 176, 189, 193, 195, Cirilo de Alejandría: 97
200 Cirilo de Jerusalén: 22, 66, 104,
Atenágoras: 90 1 1 6 , 1 1 8 , 123
214 índice de nombres y materias

Concilio de Letrán (649): 1 8 6 , 1 8 7 David: 59, 66, 7 1 , 72, 1 1 4 , 125,


Concilio de Nicea: 50, 134, 139, 129, 155
140 Díaz Sánchez-Cid, J . R.: 90
Concilio de Sardes: 11 Dídimo: 60, 66
Constancio emperador: 9, 11 Dídimo (Pseudo): 56
Creador: el Verbo 52 Dios: unicidad 81; no es como el
criaturas: vienen de la nada 53, hombre 85, 174-175; una sola
101, 1 1 3 , 137, 152, 160; vivi- divinidad 86; Trinidad único
ficadas 105; selladas y ungidas Dios 86; lenguaje humano
por el Espíritu 105, 152; divi- sobre Dios 88, 95, 96, 97; re-
nizadas en el Espíritu 1 1 2 ; velado que existe, no cómo
mutabilidad 136 existe 89; filantropía de Dios
Cristo: anunciada la encarnación 92-93; el que es 102; fuente
70, 72, 73; encarnación 58, 91, 133, 135; luz 91, 133, 134;
7 1 , 72, 1 1 7 , 1 2 7 , 144, 202; omnipotente 134; padre 133;
bautismo 58, 6 1 ; actúa por siempre Padre 84-86, 174-176;
el Espíritu 62; promete el Es- es Padre e Hijo 84; el Padre
píritu 6 1 , 62; lo da 6 1 - 6 2 , es eterno 133; el Padre está en
149; verdadero Hijo 92; el Hijo 134, 139; inmutable e
nuestra filiación adoptiva 92; inalterable 136; creador 156;
sabiduría del Padre 93; A u - propiedades 140; inhabitación
tovida 104; ungido 105; sín- 159
tesis 1 4 5 ; está en el Padre Dólger, F. J.: 90
145; es Dios 146; comporta-
miento humano 146-147, Epifanio de Salamina: 66, 82
1 8 6 , 1 9 3 , 194; ignorancia 1 4 7 , Ernest, J . D.: 143
148; milagros 1 8 6 - 1 8 7 , 1 8 9 , Espíritu Santo: esbozo de la
199; los herejes no conocen pneumatología de Atanasio
a Cristo 187; atenuantes para 17-23; único 9 7 , 1 1 5 , 1 1 6 , 1 5 4 ;
algunos errores cristológicos inmutable, inalterable, inco-
1 8 7 - 1 8 8 ; gravedad de la blas- rruptible 1 1 2 , 1 1 3 , 1 1 4 ; eter-
femia de los fariseos 188; las no 160; siempre el mismo 1 1 5 ;
dos blasfemias, una menor y divinidad 10; blasfemia con-
otra mayor, van contra el tra Espíritu 3 5 - 4 1 , 178ss.; uni-
Señor 192, 194, 197; hijo del dad con el Hijo 52; unido al
Hombre y Espíritu referidos Padre 77; Espíritu del Padre
a Jesús 194, 197; su pasión 86; Espíritu del Hijo 52, 99,
2 0 1 ; su muerte 1 9 7 150; pertenece al Padre 150;
Crouzel, H.: 57 es de Dios 102, 1 5 1 , 169, 176,
177; está en Dios 165, 169;
Daniel: 60,142, 199 no es criatura 77, 78, 86, 109,
Darío: 199 127, 156, 165, 177; no es ángel
índice de nombres y materias 215

77, 78, 1 1 4 , 1 1 5 ; procede del cuidad 1 1 4 , 155; pertenece a


Padre 53, 98, 129; del Padre la Trinidad 1 1 6 ; es subsisten­
86; procesión 89-90; ídion- te 1 1 8 ; carismas 122; llamado
propio del Hijo 20, 53, 75, Dios (theologoúmenon) 124;
1 1 0 , 1 1 5 , 1 1 6 ; propio de la inseparable del Verbo 124,
sustancia del Hijo 1 1 1 , 169; 129; glorificación del Espíri­
propio de Dios 1 0 1 , 169; p r o ­ tu 69, 1 2 4 , 1 5 9 ; conocer al Es­
pio de la divinidad 78, 1 0 1 , píritu a partir del Hijo 150,
112; propio de la divinidad 155, 156; nos hace templos de
del Padre 1 1 2 , 1 1 4 ; donación Dios 153, 154; creador 156;
del Espíritu 53, 6 1 , 76, 94, 9 7 - participar del E. es participar
98, 1 5 1 , 168, 176; y bautismo del P. y del H. 158; inhabi-
57-58; Espíritu y Jesús 58; tación 159
nombres del Espíritu (Pará­ Esteban: 54
clito, Espíritu de Dios, Espí­ Eucaristía: 195-196
ritu de Cristo) 74, 168; Espí­ Eudoxio: 35, 173
ritu de filiación adoptiva 74, Eunomio: 35, 172
1 1 1 , 1 1 2 , 1 6 9 ; Espíritu de san­ Eunuco: 63
tificación 74, 103; Espíritu de Eusebio de Cesárea: 1 7 7
renovación 103; Espíritu del Eusebio de Nicomedia: 35, 173
Todopoderoso 75; Espíritu de Eutiquio de Constantinopla: 196
sabiduría 93; Espíritu de ver­ Ezequiel: 60, 67, 68, 70, 71
dad 1 1 1 ; Espíritu de potencia
1 1 1 ; Espíritu de la gloria 1 1 1 ; Faraón: 40, 200
inseparable de la divinidad 75; fariseos: 166; su blasfemia 183;
inseparable del Hijo 8 1 , 157; blasfemia y su gravedad 188-
nos une con Padre e Hijo 76; 189; 193, 201
conduce al pueblo de Israel
fe: fe en la Trinidad 86, 96, 1 1 7 ,
77- 78; nos ilumina 9 1 ; filia­
121, 127; fe en P. H. y E. S.
ción adoptiva 92-93; imagen
141, 160; fe de la Igl. en Cris­
del Hijo 9 6 - 9 7 , 1 0 9 , 1 6 7 ; ener­
to 187; obediencia de la fe 87;
gía 98, 123; enviado 98; glo­
fe de Abrahán 87; nuestra fe
rifica al Hijo 98; recibe del
131; fe recta 136; rasgo dis­
Hijo 99; su relación con el
tintivo de la fe 144, 145; ca­
Hijo 99, 149, 150, 1 5 1 ; ori­
tólica 1 1 7 - 1 1 8 , 159, 160; apos­
gen del Espíritu 101; viene de
tólica 80, 128; una sola fe 1 2 1 ,
Dios 102, 1 1 1 152; santifica
127, 159; creer conforme a las
104; vivifica 104-105; Unción
Escrituras 1 7 1 ; la fe la de Igl.
y Sello 1 0 5 - 1 0 6 , 1 5 2 , 153; per­
173-174
fume y forma del Hijo 153;
Felipe: 68
diviniza 1 0 7 - 1 0 8 , 112; imagen
Fernández Sangrador, J . J.: 61
del Hijo 109, 1 1 4 , 167; ubi­
Fitschen, Kl.: 10, 12, 28, 33, 42
216 índice de nombres y materias

Galtier, P.: 20, 4 1 , 104 encarnación 126-127; sabidu­


Geerard, M.: 33 ría, esplendor y Verbo del
Giuliani, G.: 20, 2 1 , 22, 33, 140, Padre 132; es eterno 133; tesis
150 arrianas blasfemas 133-134;
Gregorio de Elvira: 153 omnipotente 134, 136; res­
Gregorio Nacianceno: 74, 82, 90, plandor 134; verdadero Dios
98, 1 1 0 , 124, 175 134, 137, 139; está en el Padre
Gregorio Niseno: 96, 172 134, 139; consustancial al
Gregorio Taumaturgo (Pseudo): Padre 29, 135, 139, 140, 1 4 1 ,
96 148, 151; no es criatura 135,
Guijarro Oporto, S.: 61 144; inmutable, inalterable
136; creador 137; propio del
Hanson, R. P. C.: 32, 42, 123, 173 Padre 139; blasfeman contra
Hauret, Ch.: 2 1 , 53, 150 el H. de D. los arríanos y tró­
hermenéutica bíblica: cómo leer picos; sabiduría 1 5 1 ; impron­
las Escrituras 13, 14, 15, 86- ta 151; esplendor 151; ubicui­
89, 90, 132, 143; no a base de dad 155; creador 156;
raciocinios humanos 132; dis­ inhabitación 159; significado
tinguir los estados del Verbo de Hijo 168; blasfemia contra
145; pneuma como Espíritu el H. 179, 182
Santo 56-58; dossier del A T Hipólito: 1 1 8
58-61; dossier del N T 61-65;
pneuma como espíritu del Iglesia: fundada sobre la fe apos­
hombre 65-66; pneuma como tólica 117; católica 118; fe 1 1 9 ,
viento 67; pneuma como sen­ 127; predicación 119; y Trini­
tido espiritual 67-68; interpre­ dad 159
tación antropológica 69-70; imposición de manos: 62
interpretación cristológica de Ireneo de Lyon: 74, 105, 1 1 8 , 137,
trueno consolidado 72 171
Hijo de Dios: es unigénito 84, Isaac: 77, 85, 1 4 1 , 174
154; siempre Hijo 85; imagen Isaías: 59, 68, 77, 79, 105, 125,
y esplendor del Todo 85; Hijo 139, 146, 152, 166, 198.
del Padre 86; es engendrado
90; río y esplendor 9 1 ; vida Jacob: 60, 77, 80, 85, 1 1 4 , 1 4 1 ,
94; imagen del Padre 96-97, 174
1 0 9 , 1 6 7 ; único 9 7 - 9 8 , 1 5 4 ; en­ Jammarrone, L.: 168
viado por el Padre 98; glori­ Jerónimo: 1 1 , 12
fica al Padre 98; relación con Jesús hijo de Josedec: 79
el Padre 99; propio de la esen­ Job: 1 1 3 , 1 1 4
cia del Padre 100; glorifica, di­ Joel: 60
viniza y da la filiación adop­ Jonás: 67
tiva a la creación 1 1 2 ; Jones, A. H. M.: 9
índice de nombres y materias 217

José (patriarca): 80 Orígenes: 36, 57, 60, 66, 143, 179,


Josué: 59 180
Juan Damasceno: 97, 1 1 2
Juan Evangelista: 63, 72, 9 1 , 92, Pablo: 35, 57, 63, 66, 72, 78, 79,
94, 105, 107, 134, 139, 145, 80, 81, 87,94, 9 6 , 1 0 0 , 1 0 3 , 1 0 6 ,
152, 153, 186, 195 108, 1 1 1 , 1 1 3 , 124, 125, 133,
Judá: 141 145, 150, 152, 154, 157, 159,
Justino: 90 163, 167, 169, 170, 180, 184
Patrófilo de Escitópolis: 176
Kannengiesser, Ch.: 143 Pedro: 63, 104, 106, 1 1 1 , 1 1 3 , 125,
157, 190
Ladaria, L. F.: 61 pneumatómacos: 50, 127, 164
Laminski, A.: 13, 22, 54, 64, 86, profetas: 169
97, 1 1 6 , 1 1 7 , 150, 164
Lebon, J . : 10, 28, 33, 64, 74, 84, Quasten, J . : 42
126, 135, 160, 163, 168, 185,
201 Resch, A.: 1 0 1 ,
Liberio: 11
Lippl, J . : 168, 185 Saake, H.: 13, 33, 50, 104
Louth, A.: 53, 87 Sabelio: 1 1 8 , 172
Lucas: 58 saduceos: 132
Lucífero de Cagliari: 9 Salomón: 89
samaritana: enseñanza de Jesús
macedonianos: 50 128-129, 196
Marcos: 147, 193 Sansón: 59
María Virgen: 74, 1 1 7 , 126, 158. Santiago: 72, 113
Martin, A.: 11 Segovia, A.: 98, 110
Martindale, J . R.: 9 Serapión: 1 0 - 1 2 , 23, 24, 28, 32, 33,
Martínez Pastor, M.: 90 36, 4 1 , 49, 127, 179
Meredith, A.: 143 Shapland, C. R. B.: 12, 33, 42, 64,
Miqueas: 60 67, 1 1 7 , 168
Moisés: 40, 76, 77, 78, 80, 87, 199, Sieben, H. J . : 14, 143, 144
200 Simonetti, M.: 14, 143, 172,
Morris, J . : 9 Siriano: 9
Müller, G.: 13, 49 Smythe, H. R.: 72
Sozomeno: 9, 50
Najor: 174 Stülcken, A.: 33
Novato/Novaciano: 35, 37, 184 Swete, H. B.: 41

Oholiab: 141 Taciano: 90


Opitz, H. G.: 33 Teognostos: 36, 179, 181
Orbe, A.: 73 Téraj: 174
218 índice de nombres y materias

Tertuliano: 90 trópicos: 12-17; tropos 66, 73; tró­


Tetz, M.: 9, 10, 1 1 , 33 picos 73; fundamentación bí­
Timoteo: 24, 25, 73, 126 blica 55; pneumatología 1 2 -
Tito: 103, 108 17, 50, 24-35; arrianismo 49,
Torrance, T. F.: 22 50, 5 1 , 73, 88, 127; blasfeman
Trevijano Etchverría, R.: 61 contra el Espíritu 5 1 , 55, 83,
Trinidad: no es mezcla de C r i a ­ 100, 163; pneumatómacos 50,
dor y criatura 52; no es diada 127, 164; insensatos, incohe­
53, 1 1 9 , 1 2 1 , 1 6 0 ; unidad rentes 5 1 , 1 2 1 ; Espíritu es cria­
1 1 8 ; es santa 80, 87, 96, 1 1 7 , tura 50, 52, 56, 69, 73, 99, 109,
1 2 1 ; perfecta 1 0 0 , 1 1 2 , 1 1 7 ; 120, 1 2 1 ; un ángel 50, 73, 74,
bienaventurada 80; indivisi­ 79, 120; destruyen la Trinidad
ble 80, 86, 8 7 , 88, 1 2 1 , 159; 52; separan a Cristo y al Es­
semejante a sí misma 86, 1 2 1 ; píritu 69; blasfemos 82, 160;
inmutable 1 2 1 ; eterna 1 6 0 ; le aplican los nombres de la
homogeneidad de la Trini­ familia 82- 83, 86
dad 88; unidad inseparable
95, 182; es Dios 1 1 7 ; crea­ Valentín: 15, 73, 75
dora 1 1 8 ; real y subsisten­
te 1 1 8 ; único Dios 1 1 9 ; no Walker, J . B.: 87, 96
se compone de creador y Wolinski, J.: 98,
criatura 1 2 1 ; actividad única
123; carismas 1 5 8 ; es P. H. Zacarías: 24, 25, 6 1 , 75, 125, 157
y E. S. 1 7 7 Zorobabel: 79
ÍNDICE GENERAL

SIGLAS Y ABREVIATURAS 7

INTRODUCCIÓN 9
1. Serapión, obispo de Thmuis 10
2. Los trópicos, nuevos herejes 12
3. Esbozo de la Pneumatología de san Atanasio 17
4. Las Epístolas a Serapión 23
a) Epístola 1 24
b) Epístola II 28
c) Epístola III 30
d) Epístola IV 32
e) Apéndice a la Epístola IV 35
5. Fecha de composición 41
6. La presente edición 42

BIBLIOGRAFÍA 43

ATANASIO
EPÍSTOLAS A SERAPIÓN
SOBRE EL ESPÍRITU SANTO

EPÍSTOLA 1 49
Primera parte 55
A. Refutación bíblica 55
B. Refutación lógica 82
220 índice general

Segunda parte 101


A. Exposición de la enseñanza de la Sagrada
Escritura 101
B. Exposición de la enseñanza de la Tradición 117

EPÍSTOLA II 131
Primera parte 132
Breve refutación del arrianismo 132

EPÍSTOLA III 149


Segunda parte 149
Breve refutación de los que niegan la divinidad
del Espíritu Santo 149

EPÍSTOLA IV 163
Apéndice 178
La blasfemia contra el Espíritu Santo 178

ÍNDICE BÍBLICO 205


ÍNDICE DE NOMBRES Y MATERIAS 213
BIBLIOTECA DE PATRÍSTICA*

Editorial Ciudad Nueva

AGUSTÍN DE HIPONA

- Confesiones (60)

AMBROSIO DE MILÁN

- La penitencia (21)
- El Espíritu Santo (41)
- Explicación del Símbolo - Los sacramentos - Los misterios (65)
- El misterio de la Encarnación del Señor (66)

ANDRÉS DE CRETA

- Homilías mañanas (29)

ATANASIO

- La encarnación del Verbo (6)


- Contra los paganos (19)
- Vida de Antonio (27)
- Epístolas a Serapión sobre el Espíritu Santo (71)

BASILIO DE CESÁREA

- El Espíritu Santo (32)

CASIODORO

- Iniciación a las Sagradas Escrituras (43)

CESÁREO DE ARLES

- Comentario al Apocalipsis (26)

CIPRIANO

- La unidad de la Iglesia - El Padrenuestro - A Donato (12)

* Se indica entre paréntesis el número de volumen


CIRILO DE ALEJANDRÍA

- ¿Por qué Cristo es uno? (14)

CIRILO DE JERUSALÉN

- El Espíritu Santo (11)


- Catequesis (67)

C R O M A C I O DE AQUILEYA

- Comentario al Evangelio de Mateo (58)

DlADOCO D E FÓTICE

- Obras completas (47)

DÍDIMO EL CIEGO

- Tratado sobre El Espíritu Santo (36)


EPIFANIO EL MONJE

- Vida de María (8)

EVAGRIO PÓNT1CO

- Obras espirituales (28)

GERMÁN DE CONSTANTINOPLA

- Homilías mariológicas (13)

GREGORIO DE NISA

- La gran catequesis (9)


- Sobre la vocación cristiana (18)
- Sobre la vida de Moisés (23)
- La virginidad (49)
- Vida de Macrina - Elogio de Basilio (31)

GREGORIO M A G N O

- Regla pastoral (22)


- Libros morales/1 (42)
- Libros morales/2 (62)

GREGORIO NACIANCENO

- Homilías sobre la Natividad (2)


- La pasión de Cristo (4)
- Fuga y autobiografía (35)
- Los cinco discursos teológicos (30)
GREGORIO T A U M A T U R G O

- Elogio del maestro cristiano (10)

HILARIO DE POITIERS

- Tratado de los misterios (20)

JERÓNIMO

- Comentario al Evangelio de san Marcos (5)


- La perpetua virginidad de María (25)
- Comentario al Evangelio de Mateo (45)
- Comentario al Eclesiastés (64)

JUAN CRISÓSTOMO

- Las catequesis bautismales (3)


- Homilías sobre el Evangelio de san Juan/1 (15)
- Homilías sobre el Evangelio de san Juan/2 (54)
- Homilías sobre el Evangelio de san Juan/3 (55)
- Comentario a la Carta a los Gálatas (34)
- Sobre la vanagloria, la educación de los hijos y el matrimonio (39)
- La verdadera conversión (40)
- Sobre el matrimonio único (53)
- Diálogo sobre el sacerdocio (57)
- Comentarios a los Salmos/1 (68)
- Comentarios a los Salmos/2 (69)

J U A N D A M A S C E N O

- Homilías cristológicas y marianas (33)


- Exposición de la fe (59)

LEÓN M A G N O

- Cartas cristológicas (46)

M Á X I M O EL CONFESOR

- Meditaciones sobre la agonía de Jesús (7)


- Tratados espirituales (37)

MINUCIO FÉLIX

- Octavio (52)

NICETAS DE REMESIANA

- Catecumenado de adultos (16)


NlLO DE A N C I R A

- Tratado ascético ( 2 4 )

ORÍGENES

- Comentario al Cantar de los Cantares ( 1 )


- Homilías sobre el Éxodo ( 1 7 )
- Homilías sobre el Génesis ( 4 8 )
- Homilías sobre el Cantar de los Cantares ( 5 1 )
PADRES APOSTÓLICOS (50)

PEDRO CRISÓLOGO

- Homilías escogidas ( 4 4 )

RUFINO DE AQUILEYA

- Comentario al símbolo apostólico ( 5 6 )

TEODORETO DE CIRO

- El mendigo ( 7 0 )

TERTULIANO

- El apologético ( 3 8 )
- A los mártires - El escorpión - La huida en la persecución ( 6 1 )
- A los paganos - El testimonio del alma ( 6 3 )
Biblioteca de Patrística

Los Padres siguen constituyendo hoy en


día un punto de referencia indispensable
para la vida cristiana.

Testigos profundos y autorizados de la


más inmediata tradición apostólica, partí-
cipes directos de la vida de las comunida-
des cristianas, se destaca en ellos una riquí-
sima temática pastoral, un desarrollo del
dogma iluminado p o r un carisma especial,
una comprensión de las Escrituras que tie-
ne como guía al Espíritu. La penetración
del mensaje cristiano en el ambiente socio-
cultural de su época, al imponer el examen
de varios problemas a cual más delicado,
lleva a los Padres a indicar soluciones que
se revelan extraordinariamente actuales
para nosotros.

De aquí el «retorno a los Padres» median-


te una iniciativa editorial que trata de de-
tectar las exigencias más vivas y a veces
también más dolorosas en las que se deba-
te la comunidad cristiana de nuestro tiem-
po, para esclarecerla a la luz de los enfoques
y de las soluciones que los Padres propor-
cionan a sus comunidades. Esto puede ser
además una garantía de certezas en un mo-
mento en que formas de pluralismo mal
entendido pueden ocasionar dudas e incer-
tidumbres a la hora de afrontar problemas
vitales.

La colección cuenta con el asesoramiento


de importantes patrólogos españoles, y las
obras son preparadas por profesores com-
petentes y especializados, que traducen en
prosa llana y moderna la espontaneidad
con que escribían los Padres.

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