ATANASIO - Epistolas A Serapion Sobre El Espiritu Santo
ATANASIO - Epistolas A Serapion Sobre El Espiritu Santo
ATANASIO - Epistolas A Serapion Sobre El Espiritu Santo
ATANASIO
epístolas a serapión
sobre el espíritu santo
O*
Ciudad Nueva
A t a n a s i o de Alejandría
EPÍSTOLAS A SERAPIÓN
S O B R E EL ESPÍRITU S A N T O
EPÍSTOLAS A SERAPIÓN
SOBRE EL ESPÍRITU SANTO
Ciudad Nueva
Madrid - Bogotá - Buenos Aires - México - Montevideo - Santiago
© Carmelo Granado, S. J .
ISBN: 9 7 8 - 8 4 - 9 7 1 5 - 0 8 1 - 1
Depósito Legal: M - 1 7 2 7 2 - 2 0 0 7
Impreso en España
2
teraria . Estaban al tanto de sus escondrijos todos aquellos
que le servían de correos. Precisamente en este período de
clandestinidad recibe la consulta cuya respuesta dará lugar a
los escritos que se publican en el presente volumen.
21
Aunque enseguida especificaremos la doctrina de los tró
picos, nos detenemos primeramente en conocer a sus autores.
22
Atanasio los llama trópicos (tropikoí) , dando por conocido el
significado del término, que muy bien podría provenir del
23
mismo Serapión o de su entorno , a no ser que lo deduzca
el mismo Atanasio a partir del método exegético usado por el
círculo de herejes, como ellos mismos expresan. Atanasio los
llama trópicos, porque usan tropos en la interpretación de las
24
Escrituras . Dado que no es nada claro la clase de tropos em
25 26
pleados , porque Atanasio dice que ellos se los inventan ,
27
quizá por esto los llama irónicamente trópicos. La interpre
tación que los trópicos dan de las Escrituras no tiene en cuen
ta el contexto del pasaje estudiado ni su relación con otros
pasajes de la Biblia; acaso se trataría de una interpretación me
28
tafórica , en sentido figurado o, por el contrario, en exceso
29
literalista hasta el punto de caer en un "fundamentalismo"
de la letra del texto bíblico. En definitiva, dan del texto bí-
blico una interpretación carente de la más elemental norma
30
hermenéutica, tergiversando las Escrituras . De aquí que Ata-
nasio se detenga en establecer unos criterios claros y precisos
para determinar cuándo un pasaje bíblico, que contenga el tér-
mino pneüma, se refiere o no al Espíritu Santo. Sirviéndose
31
de tales criterios elabora un florilegio de textos del Antiguo
y del Nuevo Testamento en los que el término pneüma es el
Espíritu Santo. Los autores posteriores sabrán aprovechar el
estudio realizado por Atanasio.
Los trópicos proceden de los arríanos, de los que se han
separado juzgando - y juzgan bien- que es una blasfemia
32
afirmar la condición creatural del Verbo y, por lo mismo,
negar su divinidad, pero en realidad vuelven a caer en el
arrianismo al afirmar que el Espíritu Santo es una criatura.
De aquí que la ruptura con el arrianismo sea sólo aparen
33
te , por lo que Atanasio insiste en vincularlos a los arria-
34
nos , que también consideraban al Espíritu de condición
35
creatural . Así que los trópicos son tan blasfemos como los
36
arríanos . Buscándole a esta nueva herejía una matriz his
tórica más lejana en el tiempo, Atanasio los vincula al gnós
37 38
tico Valentín y considera a los trópicos unos estúpidos ,
39 40 41
unos imprudentes , unos locos e insensatos , unos inde
42 43
seables con el corazón corrompido y la mente perverti
44 45 46
da , unos blasfemos y unos obstinados , heridos por la
47 48
mordedura del arrianismo . Son como los judíos .
humanidad {Ep. II, 8, 1), si antes o presar sus inefables misterios {Ep. I,
después de encarnado y si un texto 20, 6).
concreto nos está hablando de Cris 32. Cf. Ep. I, 1, 2; 9, 2.6; 2 1 , 1.
to o de otra persona distinta. En la 33. Cf. Ep. I, 1, 3; 2 1 , 2-3.
interpretación de las Escrituras hay 34. Cf. Ep. 1 , 1 , 2 . 3 ; 2 , 1 ; 3, 1.2.4;
que tener en cuenta esas reglas, pues 10, 4; 1 7 , 4; 2 1 , 2; 29, 1.4; 32, 2.3;
no se pueden interpretar a base de IV, 5, 4.
raciocinios humanos (Ep. II, 1, 3), 35. Cf. Ep. 1,2,1-
ya que esto constituiría un modo de 36. Cf. Ep. I, 10, 4.
pensar mortal y corruptible {Ep. II, 37. Cf. Ep. I, 10, 6; 1 1 , 2.
2, 1) y conduciría a rechazar como 38. Cf. Ep. I, 27, 4.
imposible lo que no cupiera en 39. Cf. Ep. IV, 1, 1.
nuestras pobres cabezas {Ep. II, 1, 40. Cf. Ep. I, 1 1 , 1.
3). El lenguaje humano no alcanza 41. Cf. Ep. I, 1 1 , 2 ; 15, 1; 22, 3.
a expresar la inefabilidad de Dios y, 42. Cf. Ep. I, 15, 3.
por lo mismo, ha de atenerse al len 43. Cf. Ep. I, 14, 3.
guaje con que la Escritura nos habla 44. Cf. Ep. IV, 1, 2.
de Dios {Ep. I, 1 7 , 6; 19, 1), len 45. Cf. Ep. I, 15, 1.
guaje que nos posibilita "expresar 46. Cf. Ep. II, 9, 5.
con sencillez, decir sin peligros y 47. Cf. Ep. I, 3, 4.
reflexionar con la debida reverencia 48. Cf. Ep. I, 2 1 , 2.
y creer" en Dios {Ep. I, 20, 6) y ex
16 Introducción
49. Cf. Ep. I, 1 , 2 ; 10, 5.7; 11, 3; 53. Cf. Ep. I, 21, 4.
26, 6; 27, 3; 29, 3. 54. Cf. Ep. I, 11, 3.
50. Cf. Ep. I, 3, 2. 55. Cf. Ep. I, 15, 5.
51. Cf. Ep. I, 10, 6. 56. Cf. Ep. I, 15, 2; 16; IV, 1, 4;
52. Cf. Ep. I, 10, 4-5. 5, 2.4; 7, 1.
Introducción 17
61
interpretación de los textos bíblicos en relación al Espíri-
tu y una reflexión sobre la limitación del lenguaje humano
sobre Dios. Con el uso de estos dos principios supera Ata-
nasio la afirmación herética de los trópicos.
62
El término pneúma puede tener diversos significados
63 64
como, por ejemplo, el espíritu del hombre , el viento ,
65
el sentido espiritual de las Escrituras , y significa Espíri-
tu Santo cuando al texto concreto se le pueda aplicar la
regla hermenéutica siguiente: que la palabra pneüma vaya
acompañada del complemento de Dios, del Padre, del
Hijo, de Cristo, mío, o con el artículo determinado, o que
expresamente se diga Espíritu Santo, Paráclito, de la Ver-
66
dad . Cuando en determinado contexto se ha estado ha-
blando del Espíritu Santo, basta evocarlo diciendo el Es-
67
píritu con artículo . Con la aplicación de estos principios
hermenéuticos, Atanasio desmonta la artificiosa interpre-
tación de los textos bíblicos en los que los trópicos fun-
damentaban su tesis sobre la creaturalidad del Espíritu
Santo.
Y frente a las objeciones de tipo racional para sustraer
al Espíritu su pertenencia a la divinidad, subraya Atanasio
que la palabra humana es incapaz de expresar digna y ade-
cuadamente aquello que le supera como es el misterio de
68 69
Dios . Ante el Inefable sólo cabe la obediencia de la fe ,
70
pues a la Trinidad sólo se accede con la fe y la obediencia
71
y no con sabiduría humana . La única acertada actitud que
debemos fomentar es la de la fe y la razón transida de re
72 73
verencia iluminada por la fe . De aquí que, para subsanar
las deficiencias del lenguaje humano, Atanasio subraye el re
74
curso al lenguaje bíblico , apto y suficiente para hablar de
75
Dios con sencillez, sin peligros y con la debida reveren
76
cia . La Escritura nos revela sólo la existencia de Dios, "que
77
existe", no "cómo e s " en sí. Las imágenes que nos ofrece,
78
como la fuente, el río, la luz, el resplandor, etc. , son por
tadoras de sentido sobre el ser de Dios Padre, Hijo y Es
píritu Santo y constituyen un lenguaje que el entendimien
79
to humano debería no traspasar .
80
La exposición atanasiana de la teología es la católica y
puede sintetizarse en las siguientes líneas. Como la Trinidad
81
no puede estar compuesta de creado e increado , el Espíritu
82
no pertenece al orden creatural . La Trinidad no está forma
da de Dios y de criaturas, que serían el Verbo y el Espíritu,
sino que la Trinidad existía siempre y existe siempre como tal
83
Trinidad, siendo un único Dios bendito por los siglos . Ata
nasio afirma repetidas veces que la relación del Espíritu con
84
el Hijo es la misma que el Hijo tiene con el Padre . El Es-
85
píritu es imagen del Hijo como el Hijo es imagen del Padre .
Aplica así el mismo principio que en escritos anteriores había
aplicado al Hijo para mostrar su divinidad. Ese principio es,
pues, fundamental y, de hecho, en la medida en que tengamos
un conocimiento recto y apropiado de la relación Hijo-Padre,
86
también lo será nuestro conocimiento del Espíritu . Y afir-
mará que los mismos argumentos que muestran que el Hijo
87
no es criatura, muestran que tampoco lo es el Espíritu . La
Trinidad lo es de verdad y no sólo de palabra y de nombre,
sino con subsistencia verdadera alétheíai kai hupárxe?*, es un
89 90 91
solo Dios , una única divinidad , con una única naturaleza ,
92
indivisible , inseparable, unificada en sí misma, semejante a
ella misma, sin elementos extraños y desemejantes en natura-
93
leza o sustancia . El Espíritu existe y subsiste verdaderamen-
94 95
te , en Él la Trinidad es perfecta y en Él se completa .
96
El Espíritu está unido inseparablemente al Padre y al
97
Hijo, les es propio ídion , es decir, les es consustancial ho-
HAURET, Comment le 'Défenseur de 2 1 , 3.4; 23, 5; 25, 1.2.6; 26, 1.4; 27,
Nicée' a-t-il compris le dogme de 2-4; 32, 1; IV, 20, 2.
Nicée?, Bruges 1936, págs. 94-95; G . 103 Cf. Ep. III, 1, 4.
GIULIANI,, o. c, págs. 135-157. 104. Cf. Ep. I, 2 1 .
98. Cf. Ep. I, 27, 3. 105.CÍ. Ep. I, 2 1 , 1.
99. Cf. Ep. III, 6, 4. 106. Cf. Ep. I, 14.
100. Cf. Ep. I, 2, 3. 107. Cf. Ep. I, 2, 5.
1 0 1 . Cf. Ep. I, 12; 17, 1; 20, 1; 108. Cf. Ep. III, 6, 5.
25, 1.5; 27, 4; 28, 2. 109. Cf. Ep. I, 17, 1-2; IV, 7, 1.
102. Cf. Ep. I, 2, 5; 1 1 , 4; 12, 5; 110. Cf. Ep. I, 2 1 , 5.
22 Introducción
122
hijo del Hijo y nieto del Padre . La respuesta sigue la ins
123
piración de la Escritura : El Espíritu tiene su origen de
124 125
Dios ek toü theoü , viene del Padre ek toü patrós , no
como las criaturas que provienen de la nada ek toü me
126
óntos . Dios es 'el que es' ho on y las criaturas son 'lo que
no es' íó me ón. Hay un abismo entre uno y otras. El ori
gen del Espíritu está en Dios, viene de El ex hoü. Por este
proceder ek toü theoü significa que el Espíritu es increado.
El Espíritu procede del Padre ek patrós légetai ekporeúes-
127
thai , pero Atanasio no especifica en qué se diferencia esta
procesión del origen del Hijo que tiene su origen en el
12
Padre toü ek patrós homologouménou *. Pero no hay que
ser osados investigando el origen del Espíritu hasta el
129
punto de querer saber el cómo .
a) Epístola I
b) Epístola II
c) Epístola III
d) Epístola IV
e) Apéndice
5. FECHA DE COMPOSICIÓN
6 . L A PRESENTE EDICIÓN
1. EDICIONES
2. OTRAS OBRAS
Ocasión de la Epístola
1
[529A] 1. 1. La carta de tu santa Caridad me la en-
2
tregaron estando en el desierto . Y aunque era dura la per-
secución que pesaba contra nosotros y frecuentes las pes-
3
quisas de los que buscan hacernos desaparecer , sin embargo
4
el Padre de las misericordias y Dios de toda consolación
nos reanimó también con tu carta. En efecto, acordándo-
me de tu Caridad y de todos los amigos pensé que esta-
bais entonces junto a mí.
10
sobre el Espíritu mantienen la misma blasfemia contra
la Santa Trinidad.
4. Considerando esto y al reflexionar largamente sobre
ello, caí en el desánimo, porque de nuevo el diablo ha
conseguido burlarse de los que imitan su locura. Yo me
había decidido a callar en esta ocasión [ B ] , pero por la
presión de tu Santidad y a causa del error y de la te-
meridad diabólica de esa gente, te he escrito esta breve
11
carta , casi sin poderlo hacer, para que también te sirva
de ocasión, según la inteligencia que posees, de añadir lo
que falta y para que la refutación de la impía herejía sea
completa.
20
hay una Trinidad, sino una diada y además una criatu-
ra, o si hay una Trinidad, como la hay realmente, ¿cómo
colocan el Espíritu de la Trinidad con las criaturas que
vienen después de la Trinidad? En efecto, esto es de
nuevo separar y destruir la Trinidad.
5. Por tanto, pensando de manera equivocada del Espí-
ritu Santo, tampoco piensan de manera recta acerca del Hijo.
Y si pensaran rectamente acerca del Verbo, pensarían tam-
21
bién correctamente acerca del Espíritu, que procede del Padre
22 23
y siendo propio del Hijo, es dado por El a los discípulos
24
y a todos los que creen en Él . Equivocados de esta mane
ra, tampoco tienen acerca del Padre una fe sana, porque los
25
que resisten al Espíritu, como dijo el gran mártir Esteban ,
niegan también al Hijo. Y negando al Hijo, tampoco tienen
26
al Padre .
PRIMERA PARTE
A. Refutación bíblica
¿Qué fundamento?
30
rra. [B] Señor Dios todopoderoso es su nombre . Y de
aquí nos hemos dejado persuadir de los arríanos que
dicen que el Espíritu Santo es una criatura».
35
ción } Y a los tesalonicenses escribe: No apaguéis el Espíri-
3
tu '', dirigiéndose a gente que sabían lo que habían recibido,
para que no extinguieran por negligencia la gracia del Espí-
ritu encendida en ellos.
4. Si en los Evangelios los evangelistas hablan del Sal-
vador al modo humano en razón de la carne que El asu-
37
mió , y dicen: Jesús, estando lleno de Espíritu, volvió del
38
Jordán , y: Entonces Jesús fue conducido por el Espíritu al
39
desierto , el sentido es el mismo. En efecto, Lucas había
dicho: Sucedió que cuando se bautizaba todo el pueblo,
bautizándose también Jesús y estando en oración, se abrió
el cielo y bajó sobre Él el Espíritu Santo en forma corpo-
40
ral, como una paloma . Y era claro que mencionado el Es-
píritu, se había indicado el Espíritu Santo.
98
tros algo semejante en el profeta ? La palabra espíritu
dicha por el profeta no tiene ni siquiera artículo, con el
que tendríais un pretexto. Sino que simplemente os atre-
véis a inventaros tropos y decir que el espíritu, del que
se dice ser creado, es el mismo Espíritu Santo, habiendo
99
podido sin embargo aprender de los entendidos acerca
de la diversidad de espíritus.
112
2. De la misma manera, la ley es espiritual , para
que, como también dijo, no sirvamos en la antigüedad
1111
de la letra, sino en la novedad del espíritu . Y él mismo
dijo en acción de gracias: Yo, pues, con mi mente sirvo
la ley de Dios, pero con la carne la ley del pecado. Ahora,
pues, no hay condenación alguna para los que están en
Cristo Jesús. Porque la ley del Espíritu de la vida en
114
Cristo Jesús me liberó de la ley del pecado .
3. Y Felipe, queriendo hacer pasar al eunuco de la
letra al espíritu, decía: ¿Comprendes lo que estás leyen-
115
do? . De poseer una tal comprensión da testimonio
también Caleb en el libro de los Números, cuando Dios
dice: Mi siervo Caleb, porque hubo en él un espíritu di-
verso y me siguió de cerca lo introduciré en la tierra en
116
la que entró . Es que había hablado con otra disposi-
ción de corazón diversa de la de los otros y se con-
virtió en agradable a Dios. A tener un corazón seme-
jante exhortó Dios al pueblo diciendo [552A] por medio
de Ezequiel: Haceos un corazón nuevo y un espíritu
117
nuevo .
112. Rm 7, 1 4 . 1 1 6 . N m 1 4 , 24.
113. Rm 7, 6. 1 1 7 . Ez 1 8 , 3 1 .
114. Rm 7, 2 5 - 8 , 2. 1 1 8 . Cf. A m 4, 1 3 .
115. Hch 8, 30.
Epístolas a Serapión, I, 8, 2 - 9, 3 69
Nueva objeción
123
3. Bastaba con interpretar lo escrito en referencia
al espíritu de los vientos, como hemos dicho. Pero como
144
el profeta significa, pues, la venida del Salvador en la
que también nosotros hemos sido renovados y en la que
permanece inquebrantable la ley del Espíritu.
B. Refutación lógica
Razonamientos absurdos
201
3. Los indeseables se mofan, gente entrometida que
pretenden escrutar las profundidades de Dios que nadie co-
202
noce, sino el Espíritu de Dios , contra el que ellos blasfe-
man. No sería ya necesario responderles sino que, según el
203
precepto apostólico , después de la amonestación prece-
dente habría que evitarlos como a herejes, o plantearles cues-
tiones dignas de las que ellos nos plantean, y [B] reclamar-
les una respuesta, como ellos nos la reclaman a nosotros.
4. Así pues, que nos digan: si el Padre tiene su origen
en un padre y si otro es engendrado junto con El y son
hermanos que proceden de uno solo y qué nombre tienen
y cuál es el padre y abuelo de ellos y cuáles sus antepasa-
si quieres, que son gemelos, o que dición mortal, incluidos los rela-
uno es más viejo y el otro más tivos a nuestro parentesco. En
joven, puesto que eres tan aficio- línea con este razonamiento, ten-
nado a las cosas corpóreas. Y si drías que pensar también que Dios
viene del Hijo, añades, nos halla- es de sexo masculino, puesto que
mos ante un Dios nieto. ¿Hay algo se le llama Dios y Padre; y la di-
más extravagante que esto? He vinidad, de sexo femenino, en con-
aquí el lenguaje de los sabios del formidad con el género de las pa-
mal hacer (cf. J r 4, 22) que se nie- labras; y el Espíritu, ni una cosa
gan a escribir lo que es bueno. ni otra, ya que no engendra. Y si,
Pero si y o viese que tal distinción además, quieres dedicarte a esos
es lógicamente necesaria, admiti- juegos de niños, según los cuales
ría los hechos sin tener miedo a Dios habría engendrado a su Hijo
los nombres. En efecto, dado que uniéndose con su voluntad, con-
el Hijo es Hijo según una rela- forme a viejas bagatelas y fábulas,
ción de orden superior, kata tina nos encontraríamos ante un dios
skhésin hypsélotéran, no pudiendo masculino y femenino a la vez, el
nosotros expresar de otra manera dios de Marción, que inventó los
que procede de Dios y que le es nuevos eones».
consubstancial, homoúsion, no por 2 0 1 . Cf. 2 Ts 3, 1 1 .
eso debemos creer que es absolu- 202. Cf. 1 C o 2, 1 0 - 1 1 ; cf. Ep.
tamente necesario aplicar a la di- III, 2, 1.
vinidad todos los títulos de la con- 203. Cf. Tt 3, 1 0 .
84 Atanasio de Alejandría
Synodi, 10 (PG 2 5 , 4 3 2 A B ) .
204. Cf. N m 2 3 , 19. Ni Dios 205. Cf. Is 43, 10. Cf. J .
es como el hombre ni los hom- LEBON, O. C., pág. 100, nota 2.
bres como Dios, por eso hay que 206. Cf. Ep. IV, 6, 3; Contra
purificar las palabras que emplea- los Arríanos, I, 2 1 , 10. Únicamen-
mos para referirnos a Dios. Cf. te en la divinidad se da que Padre
A T A N A S I O , De Decretis Nicaenae e Hijo agotan de modo único y ex-
Epístolas a Serapión, I, 15, 4 - 16, 5 85
elusivo el ser Padre y el ser Hijo 2 1 1 . Alia hólos estin hólou eikbn
de modo que no pueden conver kai apaúgasma. Dada la naturaleza
tirse el Padre en Hijo y el Hijo en simple de Dios, ésta queda expre
Padre, mientras que entre los hom sada íntegra y plenamente en su
bres una misma persona puede ser imagen, que es el Hijo. El Hijo es
a la vez padre e hijo. enteramente imagen del Padre.
207. Cf. G n 1 1 , 26. 2 1 2 . «Habiéndose demostrado
208. Cf. N m 23, 19; cf. Ep. muy impía la expresión de la
IV, 6, 4. nada, se sigue necesariamente que
209. Cf. 2 C o 4, 4; Col 1, 1 5 . el Padre es siempre Padre. Por lo
2 1 0 . Cf. Hb 1, 3. demás, es siempre Padre, porque
86 Atanasio de Alejandría
226
ma de nosotros , cuando ni siquiera sabemos cuál es la
naturaleza de las cosas de aquí abajo, de los árboles ni la
composición de las aguas, ni cómo fue la creación [573A]
y constitución de los animales?
2. Pero no podrán explicarlo, ya que incluso Salomón,
que participó más abundantemente que nadie de la sabidu-
ría, viendo que a los hombres les resultaba imposible des-
cubrirlo, dijo: Les dio toda la eternidad en sus corazones,
para que el hombre no descubra la obra que hizo Dios desde
227
el principio hasta el fin . Ahora bien, porque no pueden
descubrir estas cosas, ¿afirmarán que ni siquiera existen? Sin
228
duda que lo afirmarán teniendo la mente viciada .
Fuente y luz
Filiación
Sabiduría
245
7. Siendo el Padre el único sabio, como dice Pablo ,
el Hijo es su sabiduría, pues Cristo es potencia de Dios y
246
sabiduría de Dios . Y siendo el Hijo de la sabiduría, ha-
biendo recibido nosotros el Espíritu de sabiduría, tenemos
al Hijo y en Él somos hechos sabios. [B] Así está escrito
en el salmo ciento cuarenta y cinco: El Señor liberta a los
247
encadenados, el Señor hace sabios a los ciegos .
1, 14), para hacer al hombre re- bién hijos y dice: engendré, siendo
ceptor de la divinidad. Esta misma así que engendrar hace referencia a
idea podemos aprenderla en el p r o - hijo, mientras que hacer se refiere
feta Malaquías que dice: ¿No os creó a las obras. Por eso, nosotros no
el único Dios? ¿No es el único padre somos primeramente engendrados,
de todos vosotros? (MI 2, 10). Tam- sino que somos hechos. En efecto
bién aquí puso en primer lugar el está escrito: Hagamos al hombre
término creó, y en segundo lugar (Gn 1, 26), y después, habiendo re-
padre, para mostrar también Él que cibido la gracia del Espíritu, se dice
desde el principio somos por na- que somos engendrados. Cierta-
turaleza criaturas y que nuestro cre- mente también el gran Moisés en
ador es Dios por medio del Verbo, el Cántico dijo con buen sentido
y después somos hechos hijos y primeramente adquirió (Dt 32, 6)
además el Dios creador se convierte y después engendró (Dt 32, 18),
también en nuestro padre. Así pues, para que al oír engendró no se ol-
Padre lo es en sentido propio del vidaran los hombres de la natura-
Hijo, y no la criatura sino el Hijo leza que tenían desde el principio,
lo es en sentido propio del Padre. y reconocieran que desde el prin-
C o n esto queda claro que nosotros cipio son criaturas y que cuando,
no somos hijos por naturaleza, sino por gracia, se dice que son engen-
el Hijo que está en nosotros; y a drados como hijos, por naturaleza
su vez (queda claro) que Dios no no son más que criaturas» (ATA-
es nuestro padre por naturaleza, NASIO, Contra los Arríanos, II, 59:
sino que lo es del Verbo que está P G 26, 272 C-273 A C ) .
en nosotros, y por Él y en Él gri- 245. Cf. R m 1 6 , 27.
tamos Abbá, Padre. Ahora bien, de 246. 1 C o 1, 24.
igual modo el Padre a aquellos en 247. Sal 1 4 5 , 7-8.
los que ve a su Hijo, los llama tam-
94 Atanasio de Alejandría
Don
Vida
Obras
La Trinidad es inseparable
258
4. En efecto, la divinidad, como queda dicho , no se
revela con demostraciones lógicas, sino mediante la fe y
mediante una reflexión [B] acompañada de reverencia. Si
pues Pablo ha predicado lo concerniente a la cruz salva-
dora no con sabiduría de palabras, sino con demostración
259
de espíritu y de poder , y oyó en el paraíso palabras ine-
260
fables que no le es permitido al hombre expresar , ¿quién
podrá hablar sobre la Trinidad Santa?
29, 724C): «Imagen de Dios es píritu Santo (1 C o 12, 3). Así pues,
Cristo, el cual es, dice, imagen del mediante el Espíritu Santo conoce-
Dios invisible (Col 1, 15). Y el Es- mos que Cristo es Hijo de Dios y
píritu es imagen del Hijo y los que Dios y en el Hijo contemplamos
participan de Él se convierten en al Padre. En efecto, la palabra es
hijos con la misma forma [del por naturaleza mensajera del pen-
Hijo], según está escrito: a los que samiento, mientras que el espíritu
conoció de antemano, los predesti- es revelador de la palabra. El Es-
nó a ser conformes a la imagen de píritu Santo es imagen semejante y
su Hijo, para que Él sea el primo- exacta del Hijo, teniendo la dife-
génito entre muchos hermanos (Rm rencia en la sola procesión, puesto
8, 29)»; CIRILO ALEJANDRINO, que el Hijo es engendrado y no
Thesaurus, 33 (PG 75, 572A); De procedente. El Hijo es imagen na-
Trinitate dialogas, VII (PG 75, tural del Padre y así la primera clase
1089B); JUAN DAMASCENO, Expo- de imagen es la natural».
sición de la Fe, I, 13 (BPa 59), Ma- 265. Cf. Ep. I, 1 4 , 4; 30, 8.
drid 2003, pág. 74: «Imagen del 266. Monogenés, cf. J n 1, 14;
Padre es el Hijo, y del Hijo el Es- 3, 18.
píritu. Por medio de éste, Cristo 267. Cf. Ep. I, 2, 5; Contra los
habita en el hombre y le da al hom- Arríanos, I, 48: P G 26, 1 1 2 B C (Es
bre ser conforme a su imagen»; De Jesucristo quien da el Espíritu in-
imaginibus, Oratio, III, 1 7 (PG 94, cluso en el Antiguo Testamento).
1340B): « Y el Espíritu Santo es ima- Sobre este § 20, 7 cf. A. LAMINS-
gen del Hijo, porque nadie puede KI, o. c, págs. 152-155; TH. C.
decir 'Jesús es Señor' sino en el Es- CAMPBELL, O. C, págs. 431-432.
98 Atanasio de Alejandría
174
Padre, lo digo al mundo . Y el Espíritu recibe del Hijo,
275
que dice: El recibirá de lo mío y os lo anunciará . El Hijo
276
vino en el nombre del Padre y el Hijo dice: El Espíri-
277
tu Santo que el Padre enviará en mi nombre .
Conclusión
280. Atanasio no cree que los dad del arrianismo, cf. Ep. I, 1, 3.
trópicos se hayan desligado de ver- 281. Cf. A m 4 , 1 3 y 1 Tm 5, 2 1 .
Epístolas a Serapión, I, 21, 2 - 22, 1 101
SEGUNDA PARTE
283
22. 1. Las criaturas fueron hechas de la nada y tie-
nen un comienzo en su existencia. En efecto, en el prin-
28
cipio hizo Dios el cielo y la tierra * y todo lo que hay en
ellos. Del Espíritu Santo se dice que viene de Dios. Dice
[la Escritura]: Ninguno conoce lo que hay en el hombre
sino el espíritu del hombre que hay en él. Del mismo modo,
lo de Dios no lo conoce nadie excepto el Espíritu de Dios.
[B] Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo,
285
sino el Espíritu que viene de Dios .
2. ¿Qué parentesco, pues, del Espíritu con las cria-
turas se deduce de lo anteriormente dicho? Porque las
286
criaturas no existían, mientras que Dios es el que e s y
de El es también el Espíritu. Lo que tiene su origen en
Dios no podría venir de la nada ni ser una criatura. No
se vaya a pensar, como ellos hacen, que también es una
criatura aquel del que proviene el Espíritu.
295
das , ¿cómo podría ser una de entre todas las criaturas y
pertenecer a aquellos que participan de Él mismo? Los que
así se expresan deben necesariamente decir que también el
Hijo, por medio del cual todo fue hecho, es uno de entre
todas las criaturas.
El Espíritu vivifica
301
Espíritu del Señor sobre mí, con el que me ha ungido .
Y Pablo dice: En el cual por haber creído habéis sido se-
302
llados para el día de la redención .
5. Pero las criaturas son selladas y ungidas en Él y
[585A] son enseñadas acerca de todo. Si el Espíritu es un-
ción y sello, en el que el Verbo unge y sella todas las
cosas, ¿qué semejanza o propiedad de unción y de sello
tiene en común con las criaturas ungidas y selladas? Así
pues, y según esto, Él no podría ser contado entre todas
las cosas, porque no podría ser el ser de los que son se-
llados ni la unción de los que son ungidos, sino que Él es
propio del Verbo que unge y sella.
gura, sino que fue ungido confor- dido por toda Judea, comenzando
me a la ley en cuanto al cuerpo, y desde Galilea después del bautismo
en la realidad fue ungido superan- que predicó Juan: cómo a Jesús de
do a la misma ley, estando lleno Nazaret lo ungió Dios con Espíri-
de la virtud del Espíritu Santo que tu Santo (Hch 10, 37-38)».
viene del Padre. Este es el óleo de 3 0 1 . Is 6 1 , 1.
la alegría, del que dijo el profeta: 302. Ef 1, 13 y 4, 30.
Te ha ungido Dios, tu Dios, con 303. 2 C o 2, 1 5 .
óleo de alegría más que a tus com- 304. Ga 4, 19. Cf. Ep. III, 3, 2.
pañeros. Y Pedro dice bien que 305. 2 Pt 1, 4.
Cristo fue ungido con el Espíritu, 306. En los §§ 5-6 se subra-
según se lee: Sabéis lo que ha cun- ya no sólo la pertenencia del Es-
Epístolas a Serapión, I, 23, 4 - 24, 3 107
Prueba bíblica
315
6. Al Espíritu se le llama y es imagen del H i j o . A
los que conoció de antemano, los predestinó a ser con-
iU
formes a la imagen de su Hijo . Así pues, dado que
también ellos confiesan que el Hijo no es una criatura,
tampoco su imagen podría ser una criatura. En efecto,
lo que es la imagen, debe serlo necesariamente también
aquel del que es imagen. De aquí que justa y conve-
nientemente se confiesa que el Verbo no es criatura, al
317
ser imagen del Padre , así el que enumere al Espíritu
entre las criaturas, enumerará también, sin duda, entre
320
tol . Y si el Hijo, puesto que tiene su origen del Padre,
es propio de su sustancia, es necesario también que [589A]
321
el Espíritu, que decimos venir de Dios , sea propio de la
sustancia del Hijo.
3. Sin duda, puesto que el Señor es Hijo, así el Espíri-
322
tu se llama Espíritu de filiación adoptiva . Y además, sien-
323 324
do el Hijo sabiduría y verdad , se escribe que el Espíri-
325 326
tu es Espíritu de sabiduría y de verdad . Y de nuevo, el
327 328
Hijo es potencia de Dios y Señor de la gloria y el Es-
píritu se dice Espíritu de potencia y Espíritu de la gloria.
4. La Escritura habla así de cada uno de estos nom-
bres. Pablo escribe a los Corintios: Si lo hubieran conoci-
1
do, no habrían crucificado al Señor de la gloria} '*. Y en
otros pasajes: En efecto, no habéis recibido un espíritu de
esclavitud para caer de nuevo en el temor, sino que habéis
recibido un Espíritu de filiación adoptiva™. Y también:
Dios envió el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, gri-
31
tando: ¡Abbá, PadreP . Y Pedro [B] escribe: Si se os in-
sulta por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, por-
que el Espíritu de la gloria y de la potencia y el Espíritu
332
de Dios reposa sobre vosotros . Y el Señor dijo que el Es-
333
píritu es Espíritu de la Verdad y Paráclito .
El Espíritu es inmutable
El Espíritu es único
Conclusión
379. Atanasio niega el valor del SIO, Contra los Arríanos, I, 34: PG
bautismo administrado por los he- 26, 81C-84A). En Contra los Arria-
rejes que niegan la divinidad del Hijo nos, II, 41-43 insiste en la mención
y / o del Espíritu Santo. «Quiso que del Hijo junto al Padre (con esos
el resumen de nuestra fe insistiera nombres y no con los de creador y
en esto, ordenando que fuéramos criatura) en el bautismo o iniciación
bautizados no en el nombre del in- por la inseparable unidad de la di-
génito y del hecho, ni en el nom- vinidad. El mismo esquema es el que
bre del creador y de una criatura, ahora aplica al Espíritu. Lo mismo
sino en el nombre del Padre y del en De Synodis, 36: PG 26, 757A.
Hijo y del Espíritu Santo. De modo Cuando se habla de Dios es mejor
que iniciados así nosotros, que llamarle Padre, término que implica
somos criaturas, nos convertimos en la existencia del Hijo, que no lla-
hijos y al pronunciar el nombre del marle ingénito agénétos, término que
Padre reconocemos también por se opone a criaturas genétá (Contra
medio de este nombre al Verbo que los Arríanos, I, 33: PG 26, 80C-81A).
está en el mismo Padre» (ATANA-
380. Rm 1, 2 5 .
Epístolas a Serapión, I, 29, 2 - 30, 4 121
390
dicho . Pues donde está la luz, allí está también el res-
391
plandor, y donde está el resplandor, allí está su energía
392
y su gracia espléndida .
8. Enseñando también esto, [ C ] Pablo escribió otra
vez a los corintios y dice en la segunda Epístola: La gra-
cia de nuestro Señor Jesucristo, y el amor del Padre y la
comunión del Espíritu Santo, esté con todos vosotros™.
Pues la gracia dada y el don se dan en la Trinidad por
394
el Padre mediante el Hijo en el Espíritu Santo , por-
que como la gracia dada procede del Padre mediante el
Hijo, así no habría comunión del don sino en el Espí-
395
ritu Santo . Participando de Él, tenemos el amor del
Padre y la gracia del Hijo y la comunión del mismo Es-
396
píritu .
04
Vendremos yo y el Padre* entra juntamente el Espíritu,
no de otra manera como el Hijo habitará en nosotros,
según escribe Pablo a los Efesios: Que El, conforme a la
riqueza de su gloria, os conceda ser fortalecidos con poder
mediante su Espíritu en el hombre interior, que Cristo ha-
405
bite... . Y cuando el Hijo está en nosotros, también lo
está el Padre, y a que el Hijo dice: Yo estoy en el Padre y
406
el Padre está en mí .
4. Por esto también cuando el Verbo está presente en
los profetas, profetizan en el mismo Espíritu Santo. Por
tanto, cuando la Escritura dice: Y vino el Verbo del Señor
a tal profeta, indica que profetiza en el Espíritu Santo. [ C ]
Está escrito en Zacarías: Recibid mis palabras y mis nor-
mas, todo cuanto yo ordeno en mi Espíritu a mis siervos
407
los profetas . Y poco después acusando al pueblo decía:
Se hicieron contumaz el corazón para no oír mis leyes y
las palabras que el Señor todopoderoso había dirigido con
40
su Espíritu por medio de sus profetas de antaño *.
Epílogo
Introducción
1
1. 1. [608C] Me parecía que aún así había escrito
poco, y me reprochaba a mí mismo una gran deficien
cia por no haber sido capaz de escribir todo lo que a
los hombres les está permitido decir contra quienes pro
nuncian impiedades contra el Espíritu Santo.
2. Pero como, según me escribes, algunos hermanos
han pedido que haga un resumen de esas mismas cosas,
para tener a su alcance y brevemente qué responder a
quienes les preguntan sobre nuestra fe, y para refutar a
los impíos, [609A] he hecho esto confiando en que como
tienes una buena formación, suplirás lo que se haya omi
tido.
PRIMERA PARTE
Racionalismo mezquino
11
mos , [B] evidentemente para que, al morir ellos, se des-
truya al mismo tiempo la locura de su herejía.
mite Atanasio: «Dios no fue siem cia al Hijo. Atanasio nos indica en
pre Padre, sino que hubo un tiem el texto que esa misma frase heré
po en el que Dios estaba solo y no tica no se puede aplicar al Padre,
era todavía Padre, sino que después pues implicaría decir que el Padre,
llegó a ser Padre. El Hijo no exis en cuanto Padre, no es eterno, es
tió siempre, sino que como todo ha decir, desde siempre Padre y que
tenido origen de la nada y todas las Dios no habría sido eternamente,
cosas que existen son criaturas y desde siempre, Padre.
obras que han sido hechas, también 19. A p 1, 8.
el mismo Verbo de Dios ha sido 20. Cf. 1 J n 1, 5.
hecho de la nada, y hubo un tiem 2 1 . Cf. Hb 1, 3.
po en el que no existía. Y no exis 22. Cf. J n 1, 9.
tía antes de ser hecho, sino que tam 23. Cf. J n 1 7 , 3.
bién Él tuvo un principio de su 24. Los arríanos estaban dis
ser creado. De hecho, dice (Arrio),
puestos a admitir que al Hijo se
Dios estaba solo y no existía aún el
le podía llamar Dios, al igual que
Verbo y la Sabiduría. Cuando des
también la Escritura dice que no
pués quiso crearnos, entonces hizo
sotros somos dioses e hijos del
a uno y lo llamó Verbo, Sabiduría
Altísimo (Sal 8 1 , 6), pero en ab
e Hijo, para crearnos por medio de
soluto estaban dispuestos a que se
Él» {Contra los Arríanos, I, 5: P G
dijera que es verdadero Dios. Lo
26, 21AB). En los anatemas del Sím
de verdadero lo reservaban en ex
bolo del Concilio de Nicea (325) se
clusiva para el Padre.
condena la frase: «Hubo un tiem
25. 1 J n 5, 20.
po en que no existía» con referen
26. Cf. J n 14, 10.
Epístolas a Serapión, II, 2, 5 - 3, 2 135
56
fue dirigida la Palabra de Dios . Por eso, no siendo dio-
ses por naturaleza, les ocurre que padecen una mutación
al oír: Yo dije: Sois dioses y todos sois hijos del Altísimo,
57
pero como hombres moriréis . Tal era el que había escu-
58
chado: Tú eres un hombre y no un dios .
59
5. Pero el Hijo es Dios verdadero, como el Padre .
En efecto, está en El, y [616A] el Padre está en el Hijo.
60 61
Lo escribió Juan , como queda demostrado . Y David
canta: Tu trono, ¡oh Dios! por los siglos de los siglos. Cetro
62
de rectitud es el cetro de tu reino . Y el profeta Isaías
clama: Se ha fatigado Egipto y el comercio de los etíopes.
Y los sebaítas, de alta estatura, vendrán a ti y seguirán de-
trás de ti atados de pies y manos y te adorarán, porque en
ti está Dios. De hecho tú eres el Dios de Israel y no lo sa-
61
bíamos . ¿Y quién es ese Dios, en el que está Dios, sino
el Hijo que dice: Yo estoy en el Padre y el Padre está en
64
mi? .
65
Padre y no otra cosa diversa respecto a Él, porque todo
lo que es del Padre es suyo, justamente es consustancial
al Padre.
2. De hecho, en el concilio de Nicea los Padres refle
xionaron así e hicieron profesión de fe de que el Hijo es
66
consustancial y de la sustancia del Padre . Habían com
prendido perfectamente que una sustancia creada no puede
jamás decir: Todo lo que tiene el Padre, es mío", pues te
niendo un comienzo de su existencia, no posee «el ser» y
«la existencia» eternamente.
3. Y por esto, puesto que el Hijo tiene esto, y todo
lo que hemos dicho que pertenece al Padre, pertenece tam
bién al Hijo, necesariamente la sustancia del Hijo no es
creada, sino consustancial al Padre. [C] Por estas y otras
razones, no podría una sustancia creada ser receptora de
68
las propiedades de Dios. Propiedades suyas son aquellas
cosas por las que se conoce a Dios, como el ser omnipo
tente, aquel que es, el inmutable y las otras propiedades
antes mencionadas, de modo que no puede ser Dios, como
69
dicen los necios , consustancial a las criaturas, como si tu-
viera lo que las criaturas pueden tener.
89
salvación . Es así como el mismo Juan después de decir:
En el principio era el Verbo, poco después añade: Y el
90
Verbo se hizo carne , que es lo mismo que decir que se
hizo hombre. Y el Señor decía [ C ] de sí mismo: ¿Por qué
91
buscáis matarme a mí, un hombre que os ha hablado la
91
verdad? . Y Pablo habiendo aprendido de Él decía: Un
solo Dios, uno solo es también el mediador entre Dios y
93
los hombres, el hombre Cristo Jesús .
5. Hecho hombre y habiendo actuado como hombre,
94
y habiendo puesto en fuga y derogado la muerte , que
95
nos era contraria, está sentado ahora a la derecha del Padre ,
96
estando Él en el Padre y el Padre en Él , como lo ha es-
tado y lo estará siempre.
97
8. 1. Este rasgo distintivo viene de los Apóstoles
por medio de los Padres. Por lo demás, al leer la Escri-
tura, debemos examinar y distinguir cuándo se habla de
la divinidad del Verbo y cuándo de su humanidad, [621 A ]
para no desviarnos pensando una cosa por otra, que es
lo que les pasa a los arríanos.
98. Jn 1, 3. 1 0 5 . Mt 1 6 , 1 6 .
99. Sal 32, 6. 106. Cf. también Contra los
100. Sal 1 0 6 , 20. Arríanos, III, 3 1 : P G 26, 3 8 9 B C ;
101. Pr 3, 19. De Decretis Nicaenae Synodi, 14:
102. Sal 103, 24. P G 25, 4 4 0 A D .
103. Sal 44, 7-8. 107. Pr 8, 22 (citado en Ep.
104. Is 6 1 , 1. II, 7, 1 y la nota 80).
Epístolas a Serapión, II, 8, 2 - 9, 2 147
SEGUNDA PARTE
3 4
d o sobre sus discípulos, se lo dio a partir de sí mismo ,
y es así como el Padre mismo lo derramó sobre toda
5
carne , según está escrito. Y por esto, con razón te he ha-
blado y escrito antes sobre el Hijo de Dios, de modo que
del conocimiento del Hijo podamos rectamente tener tam-
6
bién el conocimiento del Espíritu . [B] En efecto, nos
vamos a encontrar con que el Espíritu tiene respecto al
Hijo idéntica relación a la que hemos visto que el Hijo
7
tiene respecto al Padre .
3. Y como el Hijo dice: Todo lo que tiene el Padre es
8
mío , así encontraremos que todas esas cosas también están
por medio del Hijo en el Espíritu. Y como el Padre mos-
tró al Hijo diciendo: Este es mi Hijo, el predilecto, en el
9
que me he complacido , de la misma manera, el Espíritu
es del Hijo, como dice el Apóstol: Envió al Espíritu de su
Hijo a nuestros corazones, y clama: ¡Ahhá, Padre!™.
4. Y lo admirable es que como el Hijo dice: Lo que
11
es mío es del Padre , así el Espíritu Santo, que se dice
pertenecer al Hijo, es del Padre. El Hijo mismo dice: Cuan-
do venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre,
el Espíritu de la verdad, que procede de junto al Padre, Él
12
dará testimonio de mí . [ C ] Y Pablo escribe: Nadie c o -
Otros argumentos
22
3. 1. Además, el Espíritu se llama y es unción y
sello. Escribe Juan: Y la unción que habéis recibido de
Él, permanece en vosotros y no tenéis necesidad de que
nadie os enseñe, sino que su unción, su Espíritu, os lo en-
21
seña todo . Y en el profeta Isaías está escrito: El Espí-
24
ritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido . Y
21
Pablo escribe: En el cual, al creer, habéis sido sellados .
El Espíritu es único
40
2. Y de nuevo, puesto que el conocimiento del Es-
píritu hay que tomarlo del Hijo, es conveniente que tam-
bién se tomen de El las demostraciones. Así pues, el Hijo
está en todas partes, al estar en el Padre y estando el
Padre en El. Lo puede y lo abarca todo, y está escrito
que todo subsiste en El, lo visible y lo invisible y Él es
1
anterior a todo* . Las criaturas, por el contrario, están en
42
lugares separados : el sol, la luna y los otros cuerpos
celestes luminosos en el firmamento, los ángeles en el
cielo y los hombres en la [632A] tierra.
40. Cf. Ep. I, 2, 5; III, 1, 2; 3, 5. y está junto con Dios, ¿de qué
41. Col 1, 16-17. naturaleza conviene creerlo? ¿De
42. Cf. Ep. I, 26, 5. la naturaleza que todo lo abar-
43. «El Espíritu del Señor ca, o de la que está contenida en
llena el mundo (Sb 1, 7), y parcelas locales, cual la de los án-
¿Adonde iré, lejos de tu Espíritu, geles, según demostró lo trata-
y adonde iré, lejos de tu rostro? do? Pero esto no lo diría nadie»
(Sal 1 3 8 , 7). Y el profeta: Porque ( B A S I L I O D E C E S Á R E A , El Espíri-
El Espíritu es creador
53
2. Ciertamente el Espíritu es inseparable del Hijo de
modo que no se puede dudar por lo que hemos dicho. En
efecto, cuando el Verbo se dirigía al profeta, el profeta ha-
blaba en el Espíritu lo que venía del Verbo. Y así está es-
crito en los Hechos, cuando Pedro dice: Hermanos, era
conveniente que se cumpliera la Escritura, que predijo el
54
Espíritu Santo . Y en Zacarías, cuando el Verbo se dirige
a El, se escribe: Recibid mis palabras y mis leyes, todo lo
55
que prescribo con mi Espíritu a los profetas . Y poco des-
pués, acusando al pueblo, [633A] decía: Han endurecido
su corazón para no obedecer mi ley y las palabras que les
envió el Señor todopoderoso por su Espíritu, por mano de
56
sus profetas de antaño .
La fe de la Iglesia católica
La Trinidad es eterna
Epílogo
17
Dios cimentó la tierra con sabiduría y todo lo hizo con
1
sabiduría *, y, por otra parte, dice la Escritura, tal como
19
queda mostrado anteriormente , envías tu Espíritu y serán
10
creados , entonces o el Espíritu es el Verbo o Dios lo ha
hecho todo por medio de dos, mediante la Sabiduría y me-
diante el Espíritu. ¿Cómo es que Pablo [D] dice un solo
Dios del cual provienen todas las cosas y un solo Señor por
21
medio del cual existe todo }».
El Padre no es abuelo
17. Pr 3, 1 9 . 21. 1 C o 8, 6.
18. Sal 1 0 3 , 24. 22. Cf. C o l 1, 1 5 .
19. Cf. Ep. III, 4. 23. Cf Ep. I, 24, 6.
20. Sal 1 0 3 , 30. Cf. Ep. I, 24, 24. Rm 8, 29.
4; III, 4, 5. 25. Jn 1 4 , 26.
168 Atanasio de Alejandría
16
el Padre y el Padre está en mí , ¿por qué el mismo nom-
bre no se le da a uno y a otro [644A], sino que uno re-
cibe el nombre de Hijo y el otro el de Espíritu? Si uno
preguntara de este modo, ese tal estaría loco al investigar
lo inescrutable y desoír al Apóstol que dice: ¿Quién c o -
17
noció la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? .
3. Por otra parte, a lo que Dios ha puesto un nom-
bre ¿quién se atreverá a llamarlo de otra manera? En ese
caso, que provea incluso para los seres de la creación. Pues-
to que la creación ha sido hecha con el mismo gesto, que
nos digan ¿por qué una cosa es el sol, otra el cielo y la
tierra y el mar y el aire? Si a estos insensatos les resulta
esto imposible, pues cada cosa permanece tal como fue
hecha, cuánto más lo que está por encima de la creación
tiene una permanencia eterna y no cambia. Y es así que
el Padre es Padre y no abuelo, y el Hijo es Hijo de Dios
y no padre del Espíritu, y el Espíritu Santo es Espíritu
Santo y no nieto del Padre ni hermano del Hijo.
41
Por esta razón Sabelio fue juzgado extraño a la Iglesia,
al atreverse a llamar con el nombre del Padre al Hijo y
con el nombre del Hijo al Padre.
4. ¿Es que después de esto, al oír las palabras Hijo
y Espíritu se atreverá [D] alguno a decir: «El Padre es,
por tanto, abuelo», o «el Espíritu es, por tanto, Hijo»?
42
Sin duda que se atreverán [645A] los Eunomios , los Eu-
43 44
doxios y los Eusebios , pues una vez que han optado
por la herejía arriana, no apartarán sus lenguas de la im-
piedad. Porque, ¿quién les trasmitió estas preguntas?
¿Quién se las enseñó? Nadie que se basara en las Escri-
turas divinas, sino que tal demencia sólo pudo salir de
la abundancia de sus corazones.
La fe de la Iglesia
50. Cf. Ep. III, 6, 5; ATANA- 51. Los dos obispos son Aca-
SIO, Epístola a Epicteto, 9: P G 26, cio de Cesárea y Patrófilo de Es-
1065B: en Triádi mía theótes ginós- citópolis. Acacio está al frente de
ketai. la sede episcopal de Cesárea del 340
Epístolas a Serapión, IV, 6, 6 - 7, 2 177
52
Espíritu no es una criatura , sino que es Espíritu de Dios
y que en Dios hay una Trinidad, que es Padre e Hijo y
Espíritu Santo [B].
2. No hay que pronunciar el nombre del Padre sobre
el Hijo, ni es lícito decir que el Espíritu es el Hijo, ni que
el Hijo es el Espíritu Santo, sino que es como hemos dicho.
En esta Trinidad sólo hay una única divinidad, y una sola
53
fe y un solo bautismo dado en ella y una sola iniciación
en Jesucristo nuestro Señor. Por medio de Él y en Él se
tributan al Padre la gloria y el poder, con el Espíritu Santo
por todos los siglos de los siglos. Amén.
APÉNDICE
Duda de Atanasio
La petición de Serapión
La explicación de Orígenes
60. Hb 6, 4-6.
6 1 . O R Í G E N E S , De Principas, I, 3, 5-7.
Epístolas a Serapión, IV, 9, 2 - 11, 4 (Apéndice) 181
La explicación de Teognostos
62
11. 1. Por su parte Teognostos , añadiendo lo si-
guiente, dice: «El que ha transgredido la primera y se-
gunda regla será considerado digno de un castigo más pe-
queño, pero el que ha despreciado la tercera no alcanzará
el perdón». Llama primera y segunda regla la catequesis
sobre el Padre y el Hijo; y tercera la instrucción dada con
63
ocasión del bautismo [B] y de la participación del Espí-
ritu.
2. Y queriendo confirmar esto, aduce lo dicho por
el Salvador a los discípulos: Todavía tengo que deciros
muchas cosas, pero aún no podéis acogerlas. Cuando venga
64
el Espíritu Santo, os enseñará .
3. Después dice: «Como el Salvador conversa con los
que todavía no pueden recibir las cosas perfectas, con-
descendiendo con su pequenez, el Espíritu Santo se hace
presente en los que han llegado a la perfección. Que
nadie deduzca de esto que la enseñanza del Espíritu su-
pera la doctrina del Hijo, sino que el Hijo condescien-
de con los imperfectos y el Espíritu es sello de los que
han alcanzado la perfección.
4. »De este modo, no es por razón de una superiori-
dad del Espíritu en relación al Hijo que la blasfemia con-
tra el Espíritu es inexpiable e imperdonable, sino porque
[C] para los imperfectos hay un perdón y para los que
han gustado del don celestial y han alcanzado la perfec-
81
los Hebreos no excluye la conversión de los pecadores,
sino que muestra que el bautismo de la Iglesia católica es
único y que no hay un segundo [bautismo].
3. En efecto, escribía a los Hebreos y para que no cre-
yeran, según la costumbre de la Ley, que con pretexto de
penitencia había muchos y cotidianos bautismos, por eso
los exhorta por una parte a arrepentirse y, por otra, de-
clara que la renovación por medio del bautismo es única
y que no hay una segunda [renovación], como dice en otra
82
Epístola: Una sola fe, un solo bautismo .
100. Cf. J n 9, 6. 1 0 5 . J n 1, 1.
101. J n 1 0 , 30. 1 0 6 . J n 1, 1 4 .
102. Cf. Mt 8, 3. 1 0 7 . Los §§ 1-2 se citan en el
103. Cf. M e 1, 3 1 . Concilio de Letrán del 649.
104. Cf. Me 5, 4 1 .
188 Atanasio de Alejandría
108. 1 Tm 3, 16.
Epístolas a Serapión, IV, 15, 3 - 16, 2 (Apéndice) 189
109
Padre -pues resucitaba a los muertos , concedía la vista a
110 111
los ciegos , hacía caminar a los cojos , abría el oído de
112 113
los sordos , a los mudos los hacía hablar, mostraba que
114
la creación le obedecía dando órdenes a los vientos y ca-
115
minando sobre el mismo mar -, las turbas se quedaban
116
pasmadas y glorificaban a Dios , mientras que los admi-
rables fariseos decían que tales obras eran de Belcebú y
no se avergonzaban los insensatos de transferir el poder
de Dios al diablo. Por lo cual el Salvador declaraba con
toda razón que proferían una blasfemia imperdonable y sin
117
remisión .
2. En tanto que se fijaran en lo humano tendrían una
opinión imperfecta diciendo: ¿No es éste el hijo del carpinte-
118
ro? , [C] y: ¿Cómo es que sabe de letras, si no las apren-
119 120
dio? , y: ¿Qué señal das acerca de ti mismo? , y: Que baje
121
ahora de la cruz y creeremos en El . El los soportaba y en-
122
tristecido por su endurecimiento , ya que pecaban contra el
Hijo del Hombre, decía: Si conocierais también vosotros lo
12i
que conduce a la paz . En efecto, también al gran Pedro que,
cuando la portera hablaba de un hombre, le había respondi-
124
do del mismo modo, el Señor le perdonó viéndole llorar .
3. Pero cuando los que habían caído volvieron a caer
y enloquecieron aún más, diciendo que las obras de Dios
eran de Belcebú, ya no los soportó más, porque blasfe-
maban contra su Espíritu, diciendo que no era Dios, sino
Belcebú el que hacía tales cosas. Y por eso, por su inso-
portable audacia los amenazó con un castigo eterno.
4. Era como si se atrevieran a decir, [661A] viendo el
orden del mundo y la providencia que hay en él, que la cre-
ación fue hecha por Belcebú, y que el sol sale obedeciendo
al diablo y que los astros giran en el cielo por él. Y como
estas obras son de Dios, aquellas [realizadas por el Salva-
dor] eran obras del Padre. Y si aquellas eran de Belcebú,
necesariamente también éstas son de Belcebú. ¿Y dónde si-
125
túan el texto: En el principio hizo Dios el cielo y la tierra ?.
Lo confirma Me 3, 30
144
rabies ofrecían sacrificios al demonio y no a Dios , di-
ciendo que el Señor tiene un demonio y que las obras de
Dios son de los demonios.
6. Se comportaban así no por otra razón sino única-
mente por negar que el que hacía estas cosas era Dios e
Hijo de Dios. Porque si el comer y la apariencia externa
corporal lo mostraba también como hombre, ¿por qué a
partir de las obras no percibían que El estaba en el Padre
145
y que el Padre estaba en El ?
7. Pero no querían. Más bien eran ellos los que tení-
an a Belcebú hablando en ellos, de modo que a partir de
su humanidad lo llamasen únicamente hombre, [B] pero
por las obras, que eran propias de Dios, no confesaban
que Él era Dios, antes bien en su lugar divinizaban a Bel-
cebú que estaba en ellos, para ser finalmente castigados
con él eternamente en el fuego.
20. 1. Las dos cosas son pues claras: que el que al ver
al Señor que habla de sí mismo, si sólo se fija en su aspec-
to humano y sin fe dice: ¿De dónde le viene a éste esa sa-
151
biduría? , sin duda que comete un pecado y que blasfema
contra el Hijo del Hombre. Pero el que [669A] viendo sus
obras realizadas por medio del Espíritu Santo, dice que el
que las hace no es Dios ni Hijo de Dios, sino que las atri-
buye a Belcebú, claramente blasfema, al negar su divinidad.
2. Y en efecto, como y a hemos dicho muchas veces,
en el texto evangélico [el Señor] al decir «Hijo del hom-
bre» se refiere a su realidad carnal y humana, y al decir
«el Espíritu» manifiesta que era suyo el Espíritu Santo, en
el que lo realizaba todo. Por eso cuando realizaba las obras
decía: Si no me creéis a mí, al menos creed a las obras, para
152
que sepáis que yo estoy en el Padre y el Padre en mí .
3. Cuando se iba a ofrecer corporalmente por noso-
153
tros, justo cuando por esa razón subió a Jerusalén , decía
a sus discípulos: Ya podéis dormir y descansar, porque ha
llegado la hora y el Hijo del Hombre es entregado en
154
manos de los pecadores [B]. En efecto, sus obras hacían
que se creyera que El era verdadero Dios, pero su muer-
te mostraba que tenía verdaderamente un cuerpo. Por esto,
con razón llamaba Hijo del hombre al que estaba a punto
de ser entregado, porque el Verbo es inmortal e intocable,
siendo como es la Vida misma.
sos curan y que los sordos oyen? ¿Quién van a querer que
sea el autor de estas obras?
3. Si dicen que es Dios, se acusarán a sí mismos de
impiedad contra el Señor, porque lo que el profeta dijo
viéndolo de antemano, [B] lo realizó el mismo Señor es-
tando presente. Pero si se dejan llevar de su temeridad
y se atreven a decir que tales obras se hacían con el
poder de Belcebú, me temo que progresando poco a poco
en la impiedad y leyendo: ¿Quién dio la boca al hom-
bre y quien hizo al sordo y al mudo, al que ve y al
157
ciego? y textos semejantes, que digan en su locura que
también estas palabras se refieren a Belcebú. De hecho
a quien se atribuye la gracia de dar la vista, hay que atri-
buir necesariamente a ese mismo también la causa de la
ceguera. En efecto, el texto dice que ambas cosas las hizo
el mismo.
157. Ex 4, 1 1 . 159. G n 1, 2 7 .
158. G n 1, 1. 160. D n 14, 4.
200 Atanasio de Alejandría
Epílogo
Job Proverbios
1, 6: 114. 3, 19: 146, 167.
4, 18: 113. 8, 22: 30,56,143,146,148
25, 5: 113, 136. 9, 18: 161.
26, 4-5: 166.
Salmos
13, 1 102, 1 5 1 , 170. Qohelet
18, 2 136. 3, 1 1 : 89.
23, 1 136. 7, 16: 87.
23, 2 132.
32, 6 124, 146, 157, 169. Sabiduría
42, 3 129. 1, 4: 87.
44, 2 142. 1, 5: 113.
44, 7 139. 1, 7: 114, 155.
44, 7 -8: 146. 12, 1: 113, 1 1 4 .
44, 8 105.
50, 12: 71. Isaías
50, 13: 59. 1, 1 1 : 159.
64, 10: 91. 5, 20: 193.
76, 7: 66. 6, 2: 87.
76, 2 1 : 78. 7, 2: 69.
77, 53: 78. 7, 14: 70.
81, 5: 144. 11, 2: 1 1 1 , 169.
81, 6 138. 22, 13: 133.
85, 6-7: 139. 26, 19: 198.
92, 1 72. 30, 1: 59.
101, 26-28: 137. 35, 5-6: 198.
102, 20: 136. 43, 10: 84.
103, 24: 146, 167. 44, 8: 60, 77.
103, 29-30: 70, 108, 156. 45, 14-15: 139.
103, 30: 103, 167. 48, 16: 79.
105, 22: 191. 59, 2 1 : 60.
106, 20: 146. 61, 1: 59, 105, 106, 146,
106, 25: 67. 152.
1 1 5 , 2: 113. 63, 9-10: 60.
125, 6: 202. 63, 11-12: 77.
135, 16: 78. 63, 14: 77.
138, 7: 114, 155. 66, 2: 137.
142, 1 0 - 1 1 : 59.
147, 18: 124. Jeremías
148, 5: 142. 2, 13: 91.
148, 7-8: 67, 93. 4, 22: 83.
índice bíblico 207
Lamentaciones 2, 6: 72
2, 13: 201.
4, 20: 39, 196. Zacarías
1, 6: 61, 125, 157.
Baruc 1, 9: 24, 25, 75.
3, 1: 66. 4, 5: 75.
3, 10: 91. 4, 5-6: 25, 75.
3, 12: 91. 7, 12: 61, 125, 157.
12, 1: 71.
Ezequiel
11, 24: 60. Malaquías
18, 3 1 : 68. 2, 10: 93.
18, 31-32: 71.
27, 25-26: 67. Mateo
28, 2: 139. 1, 2: 141.
36, 26-27: 70. 3, 17: 150.
4, 1: 18, 58.
Daniel 4, 1 1 : 76.
3, 50: 142. 7, 6: 187, 193.
3, 57: 142. 8, 8: 186.
3, 86: 66. 8, 26-27: 189.
7, 10: 76, 115. 10, 20: 62.
13, 45-46: 60. 10, 25: 192.
14, 4: 40, 199. 11, 5: 186.
11, 27 30, 148.
Joel 1 1 , 28 41, 202.
2, 28: 60, 126. 12, 15 186.
3, 1: 150. 12, 24 129,179, 183.
12, 25 179.
Amos 12, 2 7 183.
2, 10: 77. 12, 27-28: 40, 198.
4, 13: 24, 55, 56, 66, 68, 12, 28: 62, 179.
69, 72, 73, 100. 12, 31-32: 36, 37, 39, 178,
179, 189.
Jonás 12, 32 33, 4 1 , 55, 1 6 1 ,
1, 4: 67, 69. 178, 202.
12, 34 82.
Miqueas 12, 41 183.
2, 7: 60. 13, 41 76.
13, 49 76.
Ageo 13, 54 192, 197.
2, 4-5: 79, 155. 13, 55 38, 189.
208 índice bíblico
1 Corintios Gálatas
1, 17: 96. 2, 19-20: 94.
1, 24: 93, 1 1 1 , 144, 158, 3, 2: 18, 57, 87.
169. 3, 5: 87.
1, 30: 132. 3, 14: 64.
2, 4: 96. 4, 6: 92, 1 1 1 , 150, 169.
2, 8: 1 1 1 , 144. 4, 6-7: 64.
2, 1 0 - 1 1 : 83. 4, 19: 106, 153, 184.
2, 10-12: 64. 6, 10: 161.
2, 10: 151.
2, 1 1 : 66, 102, 1 1 3 , 169. Efesios
2, 1 1 - 1 2 : 102, 1 1 1 , 1 5 1 . 1, 13: 106, 152.
2, 12: 152, 166. 1, 17: 91.
2, 13: 87. 1, 2 1 : 78.
2, 14-15: 128. 2, 15: 71.
3, 16: 64, 153. 3, 16-17: 125.
3, 16-17: 107. 4, 3: 64.
6, 3: 113. 4, 5: 4, 5, 1 2 1 , 159,
6, 1 1 : 64, 103, 124. 177, 185.
8, 6: 154, 167. 4, 6: 81, 1 1 8 , 159, 1 6 1 .
10, 4: 91. 4, 24: 71.
12, 3: 97. 4, 30: 64, 106, 153.
12, 4-6: 122, 158.
12, 1 1 : 64, 154. Filipenses
12, 13: 91, 154. 1, 19: 126, 157.
índice bíblico 211
SIGLAS Y ABREVIATURAS 7
INTRODUCCIÓN 9
1. Serapión, obispo de Thmuis 10
2. Los trópicos, nuevos herejes 12
3. Esbozo de la Pneumatología de san Atanasio 17
4. Las Epístolas a Serapión 23
a) Epístola 1 24
b) Epístola II 28
c) Epístola III 30
d) Epístola IV 32
e) Apéndice a la Epístola IV 35
5. Fecha de composición 41
6. La presente edición 42
BIBLIOGRAFÍA 43
ATANASIO
EPÍSTOLAS A SERAPIÓN
SOBRE EL ESPÍRITU SANTO
EPÍSTOLA 1 49
Primera parte 55
A. Refutación bíblica 55
B. Refutación lógica 82
220 índice general
EPÍSTOLA II 131
Primera parte 132
Breve refutación del arrianismo 132
EPÍSTOLA IV 163
Apéndice 178
La blasfemia contra el Espíritu Santo 178
AGUSTÍN DE HIPONA
- Confesiones (60)
AMBROSIO DE MILÁN
- La penitencia (21)
- El Espíritu Santo (41)
- Explicación del Símbolo - Los sacramentos - Los misterios (65)
- El misterio de la Encarnación del Señor (66)
ANDRÉS DE CRETA
ATANASIO
BASILIO DE CESÁREA
CASIODORO
CESÁREO DE ARLES
CIPRIANO
CIRILO DE JERUSALÉN
C R O M A C I O DE AQUILEYA
DlADOCO D E FÓTICE
DÍDIMO EL CIEGO
EVAGRIO PÓNT1CO
GERMÁN DE CONSTANTINOPLA
GREGORIO DE NISA
GREGORIO M A G N O
GREGORIO NACIANCENO
HILARIO DE POITIERS
JERÓNIMO
JUAN CRISÓSTOMO
J U A N D A M A S C E N O
LEÓN M A G N O
M Á X I M O EL CONFESOR
MINUCIO FÉLIX
- Octavio (52)
NICETAS DE REMESIANA
- Tratado ascético ( 2 4 )
ORÍGENES
PEDRO CRISÓLOGO
- Homilías escogidas ( 4 4 )
RUFINO DE AQUILEYA
TEODORETO DE CIRO
- El mendigo ( 7 0 )
TERTULIANO
- El apologético ( 3 8 )
- A los mártires - El escorpión - La huida en la persecución ( 6 1 )
- A los paganos - El testimonio del alma ( 6 3 )
Biblioteca de Patrística