Técnicas Eficaces para El Manejo de La Impulsividad

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 29

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

Grado en Psicología. Promoción 2011-2015

Memoria del Trabajo de Fin de Grado

Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad


Presentado por:
Carlos Gallego Cózar

Dirigida por:
D. Miguel Ángel Rodríguez Serrano
Facultad de Ciencias de la Educación
Universidad de Cádiz (España)

Puerto Real (Cádiz), 2015


ÍNDICE DE CONTENIDOS

1. Resumen. .......................................................................................................................................... 3

2. Abstract. ........................................................................................................................................... 4

3. Introducción. .................................................................................................................................... 5

4. Concepto de impulsividad............................................................................................................... 6

5. Impulsividad y categorías diagnósticas. ........................................................................................ 8

6. Definición de técnicas eficaces. ..................................................................................................... 10

7. Técnicas eficaces en función de cada trastorno. ......................................................................... 12

7.1. Trastorno por déficit de atención con hiperactividad. ............................................................. 12

7.2. Trastorno de personalidad límite. ............................................................................................ 16

8. Conclusiones................................................................................................................................... 23

9. Referencias bibliográficas. ............................................................................................................ 26


Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

Resumen

La impulsividad, generalmente considerada como la tendencia a actuar rápido y sin


planificación, juega un papel esencial en la comprensión de muchos estados psicopatológicos y
comportamientos problemáticos. Este constructo constituye uno de los criterios diagnósticos
más comunes incluidos en la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales (DSM-5). La finalidad del presente estudio es realizar un análisis
comparativo de las principales terapias que se emplean para el control de la impulsividad, con
el objetivo de construir una guía que incluya aquellas técnicas psicológicas que han
demostrado ser útiles en la reducción de la misma.

Para ello, partiendo de una revisión teórica de las principales concepciones de la


impulsividad y del DSM-5, se analizan los tratamientos más significativos para el abordaje de
las patologías con mayor prevalencia dentro del marco de la impulsividad, el trastorno por
déficit de atención con hiperactividad y el trastorno de la personalidad límite. En base a ello se
destacan los tratamientos que han sido empíricamente validados para estos cuadros
diagnósticos y se extraen las técnicas que tienen como síntoma diana la conducta impulsiva.

Palabras clave: impulsividad, tratamientos eficaces, técnicas psicológicas, TDAH,


trastorno de personalidad límite, autoinstrucciones, solución de problemas, mindfullness.

3
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

Abstract

Impulsivity, generally considered as the tendency of acting fast and without planning,
plays a crucial role in understanding a lot of psychopathological states and problem behaviors.
This construct makes one of the more common diagnostic criteria contained in the fifth edition
of the Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5). The purpose of the
current study is to make a comparative analysis of the main therapies used in order to control
impulsivity with the aim of forming a handbook including the psychological techniques that
have demonstrated to be useful decreasing it.

In order to do that, on the basis of a theoretical review of the main conceptions in


impulsivity and the DMS-5, the most relevant treatments are analysed to address the
pathologies with more prevalence within the impulsivity setting, Attention-
Deficit/Hyperactivity Disorder and Borderline Personality Disorder. Based on that, we
emphasize empirically validated therapies for these disorders and point out techniques that
have impulsive behavior as a target symptom.

Keywords: impulsivity, effective treatments, psychological techniques, ADHA, Borderline


Personality Disorder, self-instructions, problem solving, mindfullness.

4
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

Introducción

La impulsividad es un importante constructo psicológico que puede incidir en el


desarrollo evolutivo del niño, afectando en un primer momento en su desempeño académico
(Morales, 2007; Ramiro, Navarro, Menacho, & Aguilar, 2010; Vigil y Morales, 2005) y social
(Klinteberg, von Knorring y Oreland, 2004), siendo además relacionada con conductas
desadaptativas y numerosos trastornos mentales, tanto en adultos como en niños y
adolescentes.

En las últimas décadas la impulsividad ha sido objeto de un creciente interés en el


ámbito de las ciencias de la salud. De hecho, después del malestar clínicamente significativo, la
impulsividad es una de las manifestaciones más prevalente entre los criterios diagnósticos de
los trastornos presentes en el DSM-5 (American Psychiatric Association, 2014b), apareciendo
los términos impulsividad o impulsivo en más de cien ocasiones relacionándose con diversas
psicopatologías.

La idea inicial era abarcar la impulsividad en todas sus manifestaciones clínicas, pero
este panorama desmesuradamente amplio nos obliga a tomar una decisión con respecto al
presente trabajo. Hemos decidido limitar esta revisión a dos trastornos muy específicos y
significativos, uno de ellos empieza en la infancia aunque es manifiesto que puede perdurar en
la adultez, el otro aunque se ancla en la niñez se desarrolla más tardíamente; nos referimos al
trastorno por déficit de atención e hiperactividad y al trastorno de personalidad límite. Todo
esto sin menos cabo de incluir algunas técnicas propias de otras patologías que pudieran
resultar de interés por su eficacia o difusión.

De este modo, el objetivo principal de este trabajo es construir una guía que incluya
aquellas técnicas psicológicas destinadas al tratamiento de la impulsividad que han demostrado
su eficacia, en función de estos dos cuadros diagnósticos, con el objeto de que terapeutas y
educadores puedan disponer de una herramienta útil en su práctica clínica y/o educativa diaria.
Una herramienta que además pueda ser ampliada y actualizada con otros trastornos y técnicas
afines.

De todos es sabido que durante décadas la utilidad de las técnicas y tratamientos


psicológicos han estado exentos del análisis científico y empírico. Esta tendencia ha cambiado
de un modo radical, en la actualidad no solo los investigadores se afanan por demostrar esta
cualidad, sino que cada vez es más habitual que los pacientes exijan información sobre la
eficacia de las distintas opciones terapéuticas, exigiendo tratamientos que estén empíricamente
apoyados, de acuerdo con los estándares científicos actuales. Del mismo modo, los organismos
5
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

públicos exigen a los profesionales que las intervenciones psicológicas sean justificadas con
datos empíricos sobre su eficacia y efectividad.

Este criterio es asumido por el Colegio Oficial de Psicología al afirmar en el artículo 18


de su código deontológico que “el psicólogo no utilizará medios o procedimientos que no se
hallen suficientemente contrastados, dentro de los límites del conocimiento científico vigente”
(COP, 1993).

Por todo ello, emprendemos este camino en la búsqueda de un “recetario” práctico que
englobe las prácticas que se sustentan en estudios controlados que demuestran su eficacia. No
se trata de que seamos gobernados por una guía o listado de técnicas, sino que éstos sirvan de
base para tomar decisiones primando siempre el juicio clínico. En este sentido, hacemos
nuestro el principio adoptado por algunos autores que “plantean la superioridad de las
intervenciones individualizadas frente a las protocolizadas o manualizadas” (Pérez, Fernández,
Fernández y Vázquez, 2003, p. 25).

. Podemos adelantar que, tras una extensa revisión, a nivel general, las técnicas más
eficaces en la actualidad se enmarcan en su mayoría dentro del enfoque cognitivo-conductual.

Concepto de impulsividad

El interés mostrado por la impulsividad desde las esferas científicas, sociales y políticas
contrasta con la falta de consenso entre los autores en cuanto a su definición, sus dimensiones
y su medida. El diccionario de la Real Academia Española en su versión electrónica define
impulsividad como el deseo de hacer algo de manera súbita, sin reflexionar. Es curioso como
esta definición apunta ya hacia el binomio impulsividad-reflexividad y enfatiza uno de los
componentes esenciales de la impulsividad, las cortas latencias.

Antes de explicitar en qué dimensión se centra el presente trabajo es oportuno realizar


un breve recorrido sobre las teorías más relevantes. El constructo impulsividad ha sido
abordado desde tres perspectivas diferentes: personológico, conductual y cognitivo-conductual.

Empezando por el primero, la impulsividad ha sido estudiada por muchos teóricos de la


Psicología de la Personalidad, siendo considerada como un rasgo de personalidad. Destacan
las investigaciones desarrolladas por Eysenck, Barratt y Dickman a finales del siglo XX.

Eysenck incluye la impulsividad dentro de su modelo PEN, que resulta de la


combinación de las dimensiones Psicoticismo, Extraversión y Neuroticismo, concretamente
decide incluirla dentro del factor Psicoticismo (Eysenck, 1987). Para Eysenck la impulsividad
6
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

es un concepto complejo compuesto por cuatro factores: (1) la Impulsividad en sentido estricto
(narrow impulsiveness), (2) la Toma de Riesgos (risk-taking), (3) la Capacidad de
Improvisación sin Planificar (non-planning) y (4) la Vitalidad (liveliness) (Eysenck &
Eysenck, 1978).

Barratt y colaboradores definen la impulsividad como “una predisposición a realizar


acciones rápidas y no reflexivas…a pesar de las consecuencias negativas que podrían tener…”
(Moeller, Barratt, Dougherty, Schmitz, & Swann, 2001 según citado en Squillace, 2011). Este
autor propone un modelo tridimensional de la impulsividad, en el que distingue entre
impulsividad motora (IM), no planificada (INP) y atencional (IA). La IM implica actuar sin
pensar, la INP implica la falta de previsión futura o de planificación y la IA se define como la
incapacidad para mantener el foco de atención o la concentración (Patton, Stanford, & Barratt,
1995).

Dickman por su parte propone una teoría bidimensional de la impulsividad:


impulsividad disfuncional (ID) y funcional (IF) (Dickman, 1990; Dickman 2000). Por un lado
la IF se asocia con el entusiasmo, la búsqueda de aventuras y altos niveles de actividad y
audacia. Por otra parte la ID se muestra asociada a un comportamiento atropellado, tendente a
tomar decisiones irreflexivas, sin tener en cuenta todas las opciones presentes en las situaciones
al momento de tomar decisiones. La diferencia es que en la impulsividad funcional la acción es
beneficiosa u óptima, mientras que en la impulsividad disfuncional es una fuente de problemas
o daños hacia uno mismo o los otros (Amorim Neto & True, 2011). Posiblemente sea el
primero en destacar que la impulsividad no es necesariamente una característica negativa.

Desde el enfoque conductual la impulsividad es descrita como la incapacidad para


retrasar la gratificación o el opuesto del autocontrol (Arce & Santisteban, 2006). Aunque no
será el enfoque adoptado en este trabajo hay que reconocer que esta línea de trabajo ha tenido
gran aceptación y difusión llegando a publicar sus estudios en revistas de alto impacto como es
el caso del estudio sobre el retraso de la gratificación en niños publicado en Science (Mischel,
Shoda & Rodriguez, 1989).

Dentro del enfoque cognitivo la teoría de Jerome Kagan causó un gran impacto durante
las décadas de los 70 y 80 en las teorías del aprendizaje. El surgimiento de la dimensión
Reflexividad-Impulsividad se debe a los trabajos de Kagan y colaboradores en la Universidad
de Harvard, entroncando con la noción de estilo cognitivo, ya que rápidamente se convirtió
junto al estilo paradigmático, la Dependencia-Independencia de campo, en una de las
dimensiones con más aplicación. De esta forma, ya en los años sesenta definió la reflexividad-
7
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

impulsividad como un estilo de respuesta bipolar, que iría de la rapidez y un elevado número
de errores (impulsividad) a la lentitud y un porcentaje bajo de errores (reflexividad) (Kagan,
1965).

Kagan desde sus primeros trabajos recalca el hecho de que la dimensión R-I es propia
de las situaciones-problema que contienen un cierto grado de incertidumbre de respuesta, es
decir, situaciones en donde aparecen simultáneamente varias soluciones pero sólo una de ellas
es la correcta (Bornas & Servera, 1996).

Este enfoque es retomado por uno de los grupos de investigación sobre la impulsividad
más activos y reconocidos en nuestro país. De este modo un grupo de la Universidad de
Granada, encabezado por Gualberto Buela Casal, ha desarrollado una intensa labor de
investigación sobre este constructo. Así Buela Casal (2001) define la reflexividad-impulsividad
en función del estilo (tiempo) y de la competencia (errores) al solucionar problemas con
incertidumbre.

Destacar la labor de otro autor coetáneo de Kagan y enmarcado dentro del enfoque
cognitivo-conductual y que ideo la técnica de las autoinstrucciones a partir de los trabajos de
Luria sobre la función reguladora del habla sobre la conducta, Michenbaum, del que
hablaremos más detenidamente con posterioridad.

Después de considerar esta diversidad de definiciones y aceptar la impulsividad como


un constructo multidimensional, es oportuno especificar en qué dimensión se centra el presente
trabajo. Concretamente en el marco del presente trabajo entenderemos la impulsividad como la
tendencia a actuar rápido sin planificación, es decir sin atender a todas las opciones presentes y
sin considerar las consecuencias. Esta definición es compatible con la Impulsividad en sentido
estricto (Eysenck, 1987) ,la Impulsividad Disfuncional (Dickman, 1990; Dickman 2000) y la
Impulsividad no planificada de Barrat (Patton et al., 1995), aunque coincide sobremanera con
el polo impulsividad expuesto por Buela Casal.

Impulsividad y categorías diagnósticas

A la hora de presentar los trastornos en los que la impulsividad está implicada, vamos a
establecer dos grupos claramente diferenciados. Un primer conjunto estará conformado por
aquellos trastornos en los que aparece la impulsividad incluida dentro de los criterios
diagnósticos. El segundo grupo incluirá aquellos trastornos en los que el DSM-5 indica alguna

8
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

vinculación con la impulsividad dentro de las características diagnósticas, ya sea como factor
de riesgo o como síntoma asociado.

Dentro del primer grupo, impulsividad como criterio diagnóstico, encontramos los
siguientes trastornos:

 Trastorno por déficit de atención con hiperactividad 1 314.0X (F90.X).

 Trastorno de relación social desinhibida 313.89 (F94.2).

 Trastorno explosivo intermitente 312.34 (F63.81).

 Trastornos de la personalidad Grupo B:


o Trastorno de la personalidad antisocial 301.7 (F60.2).
o Trastorno de la personalidad límite 301.83 (F60.3).

En el segundo grupo, impulsividad como factor de riesgo o como síntoma asociado, los
trastornos mencionados en el DSM-5 son:

 Trastorno del espectro del autismo 299.00 (F84.0).

 Trastorno de la Tourette 307.23 (F95.2).

 Trastorno por estrés postraumático 309.81 (F43.10).

 Trastorno por estrés agudo 308.3 (F43.0).

 Trastornos alimentarios y de la ingestión de alimentos:


o Anorexia nerviosa 307.1 (F50.X).
o Bulimia nerviosa 307.51 (F50.2).

 Trastornos destructivos, del control de los impulsos y de la conducta:


o Cleptomanía 312.32 (F63.2).
o Piromanía 312.33 (F63.1).

 Trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos.

 Trastorno de síntomas somáticos 300.82 (F45.1).

 Trastorno histriónico de la personalidad 301.50 (F60.4).

Además la impulsividad aparece en las características de los episodios maníacos e


hipomaníacos, por lo que podemos incluir sin temor a equivocarnos al trastorno bipolar dentro
de este último grupo.

1
Citado en lo sucesivo también como TDAH.
9
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

Definición de técnicas eficaces

Para clarificar el concepto de técnica vamos a distinguirla de otros términos afines.


Según la Real Academia Española en su versión digital, se entiende por técnica al conjunto de
procedimientos y recursos de que se sirve una ciencia o arte. De este modo, las técnicas de
intervención psicológicas son un conjunto heterogéneo de procedimientos concretos que se
aplican por el profesional de la psicología, o pon una persona entrenada, con el fin de obtener
un resultado concreto. Serían pues las herramientas básicas con las que cuenta el psicólogo en
su actividad profesional.

Estas técnicas pueden ser agrupadas para tratar un trastorno o problema concreto
constituyendo un programa multicomponente. Los programa multicomponente “son programas
integrados por distintas técnicas que se insertan en un régimen de tratamiento unitario”
(Moreno, 2011 en Méndez, Espada y Orgilés, 2011, p. 326).

Según Labrador (2008) un tratamiento psicológico es una intervención profesional,


basada en técnicas psicológicas, en un contexto clínico. Habida cuenta de la expansión de la
psicología a otros campos, este contexto tan restringido podría ampliarse. Así mismo, las
técnicas referidas comprenderían la aplicación de técnicas especializadas de evaluación y de
tratamiento con el fin de orientar, enseñar habilidades o mejorar los síntomas o problemas que
presenta el paciente.

Con respecto al concepto de eficacia, este término hace referencia a la “capacidad que
tiene el tratamiento de producir cambios psicológicos (conductuales o de otro tipo) en la
dirección esperada que sean claramente superiores con respecto a la no intervención, el placebo
o a los otros tratamientos estándar disponibles en ese momento (Pérez, Fernández, Fernández
& Amigo, 2011, p. 26). Estos autores clasifican los tratamientos en tres grupos, tratamientos
bien establecidos, tratamientos probablemente eficaces y tratamientos en fase experimental
(véase Pérez, Fernández, Fernández & Amigo, 2011, p. 29 para ver los criterios de inclusión en
cada grupo).

Consideramos oportuno traer a colación, sin ánimo de ser redundante, la graduación


empleada por Barkley, ya que constituye una de las fuentes bibliográficas que citaremos en el
apartado siguiente. Barkley (Smith, Barkley, & Shapiro, 2006) por su parte sigue un sistema
de graduación diferente aunque similar al adoptado por la División 12 de la American
Psychological Association sobre Estudios Empíricamente Validados (Chambless et al., 1998)
(véase http://www.div12.org/psychological-treatments/disorders/). A modo de resumen,
indicar que para este autor, el grado A y B corresponden a tratamientos bien establecidos, el
10
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

grado C y D a tratamientos probablemente eficaces, y el grado F serían tratamientos en fase


experimental.

Para hacernos una idea más precisa de estos criterios, Seligman (1995) indica los
requisitos que debe reunir un estudio de eficacia ideal:

1. Los pacientes son asignados aleatoriamente a los grupos experimental y control.

2. El tratamiento es manualizado, conteniendo un guión altamente detallado.

3. Los resultados esperados son operativizados.

4. Los pacientes no son conocedores de a qué grupo han sido asignados.

5. Los pacientes cumple los criterios de un único trastorno, siendo excluidos aquellos
diagnosticados con múltiples trastornos.

6. Se realiza un seguimiento por un periodo determinado después del tratamiento


mediante procedimientos estandarizados.

Llegados a este punto lo lógico es preguntarnos si los resultados obtenidos en este tipo
de estudios pueden extenderse a la población clínica real. En este caso hablaríamos de
efectividad, y el objetivo es “determinar si los tratamientos estudiados producen efectos en
amplias poblaciones de pacientes en el ambiente clínico real” (Pérez et al., 2003, p. 27). En
este caso, la asignación aleatoria es de muy difícil aplicación, aunque ambos tipos de abordajes
no son incompatibles y en una mayoría de casos arrojan resultados coincidentes.
Estrechamente relacionado con estos dos términos está la eficiencia terapéutica, logro de los
objetivos clínicos al menor coste posible.

De este modo en el presente trabajo entendemos por técnica eficaz a aquellas técnicas
que se integran dentro de tratamientos psicológicos bien establecidos para un trastorno
específico y que han demostrado empíricamente mejoría en el síntoma diana de dicha técnica.
Así podemos considerar que la técnica ha demostrado su eficacia dentro de este marco
concreto, no implicando que pueda obtener los mismos resultados en otras psicopatologías.
Quedaría la duda de si el efecto conseguido es fruto también de la interacción de los diversos
componentes que conforman el tratamiento, aspecto este que escapa a las posibilidades de
tiempo y espacio del presente trabajo.

11
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

Técnicas eficaces en función de cada trastorno

Una vez determinado que entendemos por técnica eficaz, el primer paso será determinar
que tratamientos psicológicos han demostrado su eficacia en los dos trastornos seleccionados.
Una vez alcancemos este punto, profundizaremos un poco más, tratando de determinar qué
componentes de estos tratamientos son los que inciden directamente sobre la impulsividad.

Aunque existan, no haremos mención a los tratamientos farmacológicos bien


establecidos, pues este no es el objetivo del presente trabajo. Indicar además que para una
mejor comprensión dividiremos los tratamientos/técnicas en conductuales y cognitivo-
conductuales.

Trastorno por déficit de atención con hiperactividad.

Lo primero que queremos destacar es que la mayoría de manuales y artículos


consultados no hacen propuestas de tratamiento específicas en función del subtipo de TDAH
(presentación predominante con falta de atención, presentación predominante
hiperactiva/impulsiva o presentación combinada).

A nivel general Corral (2011), en la Guía de tratamientos psicológicos eficaces,


mantiene que desde la perspectiva de la psicología clínica basada en la evidencia, la terapia
combinada (fármacos y tratamientos conductuales) constituye un tratamiento bien establecido y
la terapia cognitivo-conductual es un tratamiento probablemente eficaz, obteniendo resultados
de un 66% y 33% de éxitos respectivamente.

La parte del tratamiento dirigida al control de la impulsividad revela una primera parte
cognitiva-conductual dirigida al niño, orientada a la autorregulación y al control de la ira. Las
técnicas indicadas son el entrenamiento en autoinstrucciones (Meichenbaum & Goodman,
1971), la técnica de la tortuga (Schneider & Robin, 1976) y la técnica de resolución de
problemas (D’Zurilla & Nezu, 1982).

Además Corral propone una segunda parte, eminentemente conductual, dirigida a niños,
padres y profesores. De este modo se establecen dos programas de modificación de conducta, a
desarrollar en casa y en el centro escolar respectivamente. Las técnicas que lo componen son
reforzamiento positivo, extinción, reforzamiento diferencial de tasas bajas, tiempo-fuera y
sobrecorreción, organizados en base a una economía de fichas. Para una descripción más
detallada de estas técnicas y de cómo aplicarlas véase Olivares y Mendez (1998).

Esta última parte coincide sobremanera con la base teórica propuesta por uno de los
investigadores más relevantes el campo del TDAH, Russell A. Barkley. Según Barkley (2002),
12
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

el TDAH parece ser un retraso del desarrollo de la autorregulación de la conducta y la conducta


dirigida a metas y por lo tanto las intervenciones que proporcionen más información externa
para guiar la conducta a través del incremento de las consecuencias externas serán útiles.
“Tales procedimientos para la manipulación artificial de eventos antecedentes y consecuentes
son precisamente aquellos que proporcionan las terapias de conducta” (Smith et al., 2006, p.
96).

Barkley realiza una revisión crítica de los tratamientos que han demostrado su eficacia
en el tratamiento del TDAH, señalando que los principales tratamientos eficaces son: (1)
Psicofarmacología, (2) Entrenamiento de padres en métodos de control conductual, (3)
Entrenamiento de profesores en el control conductual y (4) Combinaciones de estos enfoques
en programas multimodales.

Con respecto a las intervenciones conductuales, estas técnicas deben ser empleadas en
intervalos amplios de tiempo (de meses a años), tal como dispositivos protésicos, además de
ser usados en varios contextos. Con estos requisitos diversos estudios han demostrado la
eficacia de programas de entrenamiento conductual para padres 2 (Bor, Sanders, & Markie-
Dadds, 2002; Hartman, Stage, & Webster-Stratton, 2003 según citados en Smith, et al., 2006).

Las técnicas concretas consisten en entrenar a los padres en el manejo de contingencias,


tales como la aplicación de refuerzo o castigo después de conductas apropiadas o inapropiadas
respectivamente. Los procedimientos de refuerzo son alabanzas, privilegios o fichas. Los
métodos de castigo tienen que ver con la pérdida de atención, de privilegios o fichas, o tiempo-
fuera de reforzadores.

El programa BTP de Barkley consiste en diez pasos, los cuales se centran en el uso de
técnicas conductuales como establecer una economía de fichas en casa o en uso del tiempo
fuera en caso de incumplimientos. Este método obtiene un grado alto de eficacia (entre A y B)
en su aplicación con niños en educación primaria (Anastopoulos et aI., 1993; Johnston, 1992;
Pisterman et aI., 1989 según citados en Smith, et al., 2006), sin embargo no ha obtenido tal
eficacia en preescolares o adolescentes.

Con respecto al entrenamiento del profesorado, la eficacia de los procedimientos de


coste de respuesta con niños con TDAH está bien documentada por Barkley a través de
diversos trabajos (DuPaul, Guevremont, & Barkley, 1992; Gordon, Thomason, & Cooper,
1990; Rapport, Murphy, & Bailey, 1982). Según Barkley la literatura indica que el manejo de

2
En lo sucesivo BTP (Behavioral parent training).
13
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

contingencias puede producir mejoras en el comportamiento y el rendimiento inmediatas y


significativas en niños con TDAH en la escuela. Varios aspectos a tener en cuenta, en primer
lugar, los reforzadores secundarios o tangibles son más efectivos en reducir la conducta
disruptiva que la atención y el refuerzo social. El uso de programas de refuerzo positivo
exclusivamente no parece producir mejorías al nivel que las que produce la combinación de
sistemas de economía de fichas con castigos, tales como el coste de respuesta. Por último, estas
ganancias se pierden una vez retirado el tratamiento y probablemente no se generalizan a otros
contextos. Estos programas de manejo de contingencias en la escuela son considerados también
eficaces (grado A o B).

Barkley no se limita a buscar apoyo empírico a su enfoque, sino que nos proporciona
información referente al tratamiento cognitivo-conductual (CBT). Tales tratamientos implican
el entrenamiento en autoinstrucciones sobre cómo afrontar la tarea, estrategias a emplear
durante la tarea y autoreforzamiento al final de la misma. Barkley apunta que su eficacia para
niños impulsivos ha sido repetidamente desafiada por los pobres o limitados resultados de
estudios empíricos (Abikoff, 1985, 1987; Abikoff & Gittelman, 1985, DuPaul & Eckert, 1997,
según citados en Smith, et al., 2006). De este modo, dada la ausencia de efecto del tratamiento,
la terapia cognitivo-conductual obtiene, siempre según este autor, una baja eficacia (grado D).

Esta opinión contrasta con la de otros autores. Orjales (2007) realizó una revisión de los
programas cognitivos aplicados a niños con TDAH, analizando su eficacia y el efecto de su
combinación con otras técnicas cognitivas y conductuales. A través de su práctica clínica
durante más de diez años utilizando esta técnica como parte de los programas con niños con
TDAH y a través de otros estudios concluye que el entrenamiento autoinstruccional demostró
ser efectivo en la reducción de la impulsividad (Weithorn y Kagen, 1979; Brown, 1980, según
citados en Orjales, 2007), siendo especialmente indicado para niños impulsivos entre 6 y 12
años.

El entrenamiento en autoinstrucciones fue desarrollado por Donald Meichenbaum en la


Universidad de Waterloo (Canadá) influido por los trabajos de Vygotsky y posteriormente
Luria sobre las relaciones entre pensamiento y lenguaje, partiendo del supuesto de que el
lenguaje guía la conducta. A raíz de estas teorías Meichenbaum y Goodman desarrollan el
Entrenamiento Mediacional Cognitivo o Autoinstruccional (Meichenbaum & Goodman, 1971).
De este modo Meichenbaum (1974) describe las autoinstrucciones como una especie de
prótesis cognitivas (cognitive prosthesis) que facilitan el cambio para pasar de mecanismos de
control externo de la conducta al autocontrol. Su propuesta consta de cinco fases: (1) Modelado

14
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

cognitivo, (2) Guía externa, (3) Autoinstrucción manifiesta, (4) Autoinstrucción manifiesta
atenuada y (5) Autoinstrucción encubierta. A estas Orjales (2007) añade una autoinstrucción
más, previa a las anteriores, (0) Primero, miro y digo todo lo que veo.

En vista a la controversia sobre la eficacia del entrenamiento Autoinstruccional, el


propio Meichenbaum (1992) realiza algunas sugerencias clínicas para el éxito de dicha técnica,
destacando entre ellas complementar el entrenamiento con otras técnicas, como son la técnica
de la tortuga (Schneider & Robin, 1976), el entrenamiento en correspondencia (Roger, Warren
y Baer, 1976) y con procedimientos operantes como el coste de respuesta. La técnica de la
tortuga combina resolución de problemas, modelado y entrenamiento en relajación, teniendo
como objetivo enseñar a los niños a autocontrolar sus conductas impulsivas.

Orjales si coincide con Barkley en un aspecto fundamental, ambos insisten en que un


factor determinante para la aparente ineficacia en muchas investigaciones es la brevedad de las
intervenciones, que en el mejor de los casos llega a cuatro meses, tiempo insuficiente para
valorar la eficacia de un tratamiento que pretende desarrollar el pensamiento reflexivo.

Similar planteamiento al de Corral es el propuesto por el grupo de Buela Casal,


llegando a proponer un tratamiento mixto con énfasis en las acciones y los pensamientos en El
niño impulsivo (Buela-Casal, Carretero-Dios & De los Santos-Roig, 2002). Su propuesta auna
las estrategias cognitivas y metacognitivas con las consecuencias del ambiente, dejando claro
que las técnicas de modificación de conducta deben ir acompañadas por las autoinstrucciones,
a las que consideran como “un componente esencial en los programas de corte cognitivo-
conductual dirigidos hacia la intervención en la impulsividad” (Buela-Casal et al., 2002, p.
188), puntualizando que son efectivas aunque junto con otros procedimientos conductuales.
Además señalan que otro componente importante en estos programas es la técnica de
resolución de problemas (D’Zurilla & Nezu, 1982), compuesta por cinco fases: (1) Orientación
hacia el problema, (2) Definición y formulación del problema, (3) Generación de alternativas
de solución, (4) Tomas de decisiones y (5) Puesta en práctica de la solución y verificación.

En la misma línea Moreno (Moreno, 2001, 2002, 2013) aboga por la tratamiento
multimodal que combine terapia farmacológica y cognitivo-conductual, aunque respecto a la
eficacia “los resultados obtenidos son contradictorios y, por tanto, no avalan la hipótesis acerca
de que esta modalidad terapéutica mejora los resultados que obtiene los dos métodos por
separado” (Moreno, 2002, p. 129). En la parte conductual opta por un planteamiento calcado a
Barkley, enfatizando la intervención de padres y profesores como coterapeutas. En el apartado
de técnicas cognitivas incluye el entrenamiento en autoinstucciones y la técnica de la tortuga
15
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

anteriormente referidos. Esta autora subraya como ejes de referencia los principios de
individualización (Moreno, 1995), contextualización de la terapia y cuidado crónico en muchos
casos (Barkley, 2011).

Este enfoque multicomponente es ampliamente aceptado por la literatura consultada


(Bonet, Soriano, & Solano, 2006; Bornas & Servera, 1996; Lavigne & Romero, 2010),
resaltando el entrenamiento de padres y profesores e incluyendo un enfoque cognitivo-
conductual en el que vuelven indicar el uso del entrenamiento en autoinstrucciones y la
solución de problemas. A este respecto, “desde el punto de vista experimental, existen pocas
diferencias en los resultados que se obtienen sobre medidas de impulsividad y de rendimiento a
través de las autoinstrucciones y el entrenamiento en solución de problemas (Bornas &
Servera, 1996, p.155).

Este aparente consenso no es compartido por todos los autores consultados. Ruíz,
Luciano, Gil, y Barbero (2012) cuestionan la eficacia del entrenamiento autoinstruccional e
incluyen como únicos tratamientos empíricamente validados al tratamiento psicofarmacológico
y al tratamiento conductual. Llama la atención la inclusión del ejercicio físico siendo
considerado como “eficaz en reducir la frecuencia de las conductas impulsivas” (Ruíz et al.,
2012, pp. 692), siendo este aspecto compartido por Lavigne y Romero (2010). Entre los
tratamientos posiblemente eficaces también incluyen el entrenamiento en correspondencia
decir-hacer (Rogers-Warren y Baer, 1976), la terapia metacognitiva y dos propuestas
enmarcadas en las terapias de tercera generación, la Terapia Cognitiva basada en el
Mindfullness y la Terapia Conductual Dialéctica (Linehan, 1993), de esta última hablaremos
ampliamente en el siguiente apartado.

Trastorno de personalidad límite.

Los trastornos de la personalidad 3 ocupan en los últimos años un lugar preponderante


en la psicología clínica dada su alta incidencia en la población. A la hora de definir los TTPP
nos remitimos al DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, APA,
2014), según el cual un TP es “un patrón permanente e inflexible de experiencia interna y de
comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto…es
estable a lo largo del tiempo y comporta malestar o perjuicios para el sujeto”.

3
En adelante TTPP.
16
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

El tratamiento de los TTPP se ha convertido en una de las piezas más difíciles de


resolver de los trastornos mentales, siendo durante muchos años territorio casi exclusivo de las
terapias de orientación dinámica. Belloch (2002) indica que las dificultades aludidas proceden
de diversas fuentes. En primer lugar, los TTPP afectan a un amplio espectro de la vida del
paciente, incidiendo sobre aspecto nucleares de la identidad y, por lo tanto, se crean gruesas
capas de resistencia al cambio. Por otra parte los TTPP vienen acompañados por altos niveles
de comorbilidad. Además, su persistencia en el tiempo y cronicidad desarrolla importantes
mecanismos de refuerzo en el contexto donde reside el paciente.

En este trabajo nos centraremos en el Trastorno límite de personalidad (TLP) que se


incluye junto con los trastornos de la personalidad antisocial, histriónica y narcisista en el
cluster B, compartiendo elementos comunes como son “la inestabilidad emocional y, sobre
todo, la impulsividad, que se traduce en la tendencia irresistible a violar o contravenir las
normas sociales” (Belloch & Fernández-Álvarez, 2002, p. 49).

La característica esencial del trastorno límite de la personalidad es un patrón general de


inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y la afectividad, y una notable
impulsividad que comienza al principio de la edad adulta y se da en diversos contextos. Las
personas con este trastorno demuestran impulsividad en al menos dos áreas potencialmente
peligrosas para ellos mismos: apostar, gastar dinero irresponsablemente, darse atracones,
abusar de sustancias, involucrarse en prácticas sexuales no seguras o conducir temerariamente.
Muy vinculados a la impulsividad estos sujetos presentan comportamientos, intentos o
amenazas suicidas recurrentes o comportamiento de automutilación.

Estos comportamientos impulsivos representan dos de los nueve criterios diagnósticos


recogidos en el DSM-5(American Psychiatric Association, 2014a), aunque más descriptivo que
ninguno de estos criterios es la descripción de la personalidad límite como el antagonismo
fuego-hielo (Caballo, 2009), al referirse a las dicotomías que son una constante en todos los
ámbitos de los límite, siendo necesario recordarles que el mundo no es ni blanco ni negro. Son
capaces de amar y odiar como el que más, entregándose por completo al comienzo de una
relación, sea de tipo amorosa, amistosa o familiar, aunque estas relaciones emocionales suelen
fluctuar y ser efímeras.

La impulsividad es un rasgo tan nuclear del TLP que de hecho uno de los términos
propuestos a través de los años para este trastorno ha sido el de trastorno impulsivo de la
personalidad. En esta línea, la Clasificación Internacional de enfermedades en su décima
versión (CIE-10) indica un subtipo impulsivo de este trastorno que se caracteriza por una
17
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

marcada predisposición a actuar de forma inesperada y sin tener en cuenta las consecuencias,
criterio que encaja perfectamente con la definición que hemos adoptado de impulsividad en el
presente trabajo.

La elección de este trastorno no responde al azar, sino a varias razones de distinta


índole, por un lado porque es el TP al que tanto clínicos como investigadores ha dedicado
mayor atención y esfuerzos. Además es el TP más prevalente, estimándose que alrededor del
2% general y el 20% entre los pacientes psiquiátricos ingresados cumplen sus criterios
diagnósticos (American Psychiatric Association, 2014b). Por último porque representa una
excepción dentro de los TTPP, ya que es el único TP que cuenta con un tratamiento que ha
obtenido suficiente apoyo empírico.

En un primer análisis, a la luz de la revisión bibliográfica realizada, “no parece estar


todavía demostrado que exista ningún tratamiento psicológico que pueda considerarse <<bien

establecido>>, ni para los TTPP en general ni para ninguno de los diversos TTPP en particular”
(Quiroga & Errasti, 2011, p. 408), sin embargo la consulta de los datos colgados en la web de
la División 12 de la American Psychological Association nos revelan que esto no es del todo
cierto. Así podemos señalar un tratamiento con fuerte apoyo empírico para el TP límite: la
terapia dialéctico conductual (TDC). La TDC obtiene el respaldo de al menos dos estudios bien
diseñados de grupos de investigación independientes, la mayoría encabezados por la propia
Dra. Linehan y su grupo de investigación de la Universidad de Washington, existiendo por
tanto un amplio número de estudios que constatan la eficacia de la TDC (Labrador & Crespo,
2012).

La TDC es un tratamiento psicológico de tercera generación desarrollado


específicamente para abordar el TLP, especialmente los síntomas de impulsividad e
inestabilidad emocional que se materializan en actos suicidas y parasuicidas, aplicándose con
éxito a otras poblaciones de pacientes con elevada impulsividad.

Reducir la impulsividad y las conductas autolíticas es considerado un paso previo para


intentar cambios en los núcleos disfuncionales básicos. Para atacar la impulsividad, el paciente
debe identificar claramente el impulso y las motivaciones que lo acompañan, para ello se
utilizan técnicas de entrenamiento en autoobservación que más adelante desvelaremos.

La terapia se aplica individualmente, aunque para entrenar las habilidades se lleva a


cabo terapia grupal, estableciéndose también consultas telefónicas como recurso para reducir el
riesgo de suicidio. Es un programa muy sistematizado de más de un año de duración con

18
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

énfasis en la práctica y la repetición, combinando técnicas cognitivo-conductuales con


aproximaciones zen y budistas basadas en la aceptación de la realidad.

El tratamiento está basado en una perspectiva dialéctica, la cual tiene tres características
principales. En primer lugar la dialéctica asume una perspectiva sistémica de la realidad, el
todo es más que la suma de las partes (principio de totalidad). En segundo lugar, la realidad es
un conjunto de fuerzas, tesis y antítesis, que se oponen entre sí (principio de polaridad). Por
último la realidad es dinámica (principio de cambio continuo). Uno de los objetivos de la
terapia es sustituir el pensamiento dicotómico, blanco o negro, por un pensamiento dialéctico,
siendo la meta primaria la reducción del suicidio, puesto que “ninguna psicoterapia es eficaz
con un paciente muerto” (Mintz, 1968 citado por Linehan, 1993).

Uno de los aspectos más innovadores es el cambio de objetivo en la terapia. La terapia


cognitivo-conductual clásica se centra en solucionar los problemas mediante el cambio
comportamental y cognitivo. Linehan pone el énfasis en la aceptación y la validación, la
aceptación de los problemas emocionales del paciente y la validación de sus capacidades como
paso previo para conseguir el cambio.

La TDC propone dos estrategias básicas. Las estrategias de validación se centran el que
el terapeuta y el paciente encuentren e identifiquen el valor de las capacidades, emociones,
creencias y actitudes del paciente. La solución de problemas constituye la técnica básica del
tratamiento, por ejemplo a la hora de reducir la conducta suicida. Se analizan conductualmente
los problemas, se generan soluciones y se aplica una de ellas. La autora deja claro este aspecto
al afirmar que “las estrategias de resolución de problemas son la médula del componente
práctico de la formación de habilidades” (Linehan, 2003, p. 99). Es más, está técnica ocupa 50-
60 minutos de cada sesión grupal, de modo que los clientes empiecen a usar estrategias de
resolución de problemas entre sí.

Además el programa incluye cuatro módulos de habilidades específicas, habilidades


básicas de conciencia (mindfullness skills), de tolerancia al malestar, de regulación emocional
y habilidades sociales. La enseñanza de estas habilidades psicosociales se hace necesaria
cuando las soluciones a los problemas de un individuo requieren de habilidades conductuales
que no se hallan en su repertorio conductual actual. De este modo, como indica Linehan
(1993), el objetivo central de la TDC es reemplazar la conducta ineficaz por todo lo contrario,
ayudando al individuo a adquirir las habilidades necesarias. Exponemos a continuación las dos
primeras, ya que son las que tienen como síntoma diana la impulsividad. Toda la estructura y

19
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

aplicación del programa puede consultarse en el manual de referencia de la autora (Linehan,


2003).

El entrenamiento en habilidades es un aspecto central de la TDC, que, idealmente, es


llevado a cabo por dos terapeutas en una sesión grupal, requiriendo cada módulo alrededor de
ochos sesiones de entrenamiento.

En el primer módulo, habilidades de tomas de conciencia, se entrenan específicamente


técnicas de mindfullness. Son las primeras que se enseñan y se trabajan durante todo el
tratamiento. Están basadas en las filosofías orientales de meditación Zen. La meta es que el
paciente aprenda a controlar su mente y no que su mente lo controle. Los ejercicios de
mindfullness ayudan a que el paciente concentre su atención en el <<aquí y ahora>>.

Las habilidades para tolerar el malestar constituyen una progresión natural de las
habilidades básicas de conciencia, estando igualmente basadas en el mindfullnes y las
filosofías Zen y budistas. La tolerancia al malestar es la habilidad para percibir el propio
ambiente sin querer que sea diferente.

Este grupo de habilidades se divide a su vez en dos, las dirigidas a sobrevivir a las crisis
y las enfocadas a aceptar la vida tal como es en un momento dado. Para aceptar la realidad se
usan técnicas de respiración (respiración profunda, medir la respiración mediante pasos, contar
la respiración…), técnica de la media sonrisa (relajar la cara, el cuello y los hombros y dibujar
una media sonrisa con los labios cuando nos acabamos de despertar, cuando nos enfadamos…)
y ejercicios de conciencia (conciencia de las posiciones del cuerpo, mientras nos preparamos
un té o limpiamos la casa).

Del mismo modo la Dra. Linehan nos indica cuatros grupos de técnicas de
supervivencia a las crisis para evitar la respuesta impulsiva: las técnicas de distracción, relajar
cada uno de los cinco sentidos, mejorar el momento y pensar en los pros y contras de de tolerar
el malestar. Estamos ante las herramientas básicas o técnicas del tratamiento, por ello vamos a
detenernos en profundizar en ellas.

1. Técnicas de distracción:
a. Llevar a cabo actividades distractoras.
b. Ayudar a los demás.
c. Comparas nuestra situación con otras.
d. Generar emociones opuestas.
e. Dejar de lado situaciones negativas.

20
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

f. Tener pensamientos distractores.


g. Experimentar sensaciones intensas.
2. Proporcionarse estímulos positivos: consiste en relajarse y cuidarse uno mismo utilizando
los cinco sentidos. Por ejemplo, darse un baño de espuma (tacto).

3. Mejorar el momento: vivir el presente utilizando técnicas de relajación muscular,


autoinstrucciones para darse ánimo o darse cuenta cómo se mueve el cuerpo en cada tarea.

4. Pensar en los pros y los contras de la conducta impulsiva. Hacer listas o recordar que ha
sucedido en el pasado cuando actuamos impulsivamente para escapar del momento.

Por último, el hecho de que estudios recientes sugieran que el entrenamiento en


habilidades de la TDC podría ayudar a reducir los síntomas de déficit de atención con
hiperactividad en sujetos adultos (Hirvikoski et al., 2011) puede ser un buen indicador de la
efectividad de los componentes de esta terapia para el tratamiento de la impulsividad.

Así mismo es indicativo destacar que otras terapias cognitivo-conductuales que se


encuentran en fase experimental, como las desarrolladas por Turner (1994) y Turkat (1990)
incluyen igualmente el entrenamiento en solución de problemas (Caballo, 2009).

Para finalizar queremos destacar la Terapia Icónica (Santiago, 2008), un tratamiento


innovador que se lleva aplicando desde 1997 en la Unidad Funcional TLP del Centro
Asistencial “San Juan de Dios” de Málaga. La “Terapia Icónica para la Estabilización
Emocional” permite a la persona impulsiva ser capaz de reflexionar evocando la sesión
terapéutica, en cuestión de segundos, logrando, de este modo, anticiparse al impulso. Los
resultados son prometedores y actualmente se está llevando a cabo un estudio con diseño pre-
post para valorar la eficacia del programa en población con TLP.

La terapia se divide en tres grandes bloques, integrando técnicas sobradamente


conocidas en el campo de la psicología con otras diseñadas específicamente para esta terapia.

Por un lado la parte psicoeducativa, dónde se conceptualiza el modelo explicativo y se


conciencia a la persona de sus conductas inadaptadas y respuestas impulsivas, analizando las
posibles causas. El segundo bloque se corresponde con el entrenamiento en sesiones grupales,
poniéndose en juego las técnicas cognitivo conductuales para afrontar la situación. El tercer
bloque comprende la terapia individual y el trabajo personal que el sujeto debe realizar en su
día a día para afianzar las técnicas aprendidas en el bloque anterior.

21
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

El núcleo del tratamiento se centra en el segundo bloque, que va dirigido al


entrenamiento en estrategias de afrontamiento. Este circuito de conducta adaptada se compone
de tres eslabones: frase llave, enfriamiento y elección de la técnica de afrontamiento.

La frase llave fue propuesta por Gendlin en 1969 quien la definió como una
autoverbalización personal y motivante para cambiar la actitud y ayudar al afrontamiento. En
realidad es una autoinstrucción elaborada previamente por el paciente para detener los
pensamientos negativos y analizar y afrontar la situación.

El enfriamiento emocional supone el uso de técnicas para distanciarse emocionalmente


del conflicto y poder analizarlo mejor, estudiado por autores como Calkins y colaboradores
(1999), Meichenbaum (1987) y McKay, Davis y Fanning (1985) citados por Santiago (2008).
Este distanciamiento es trabajado por la autora mediante dos técnicas, la técnica del vecino, por
la que el sujeto imagina lo que le aconsejaría a un vecino en su misma situación y la técnica de
darse tiempo, aplazando el análisis durante unas horas o días para evitar decisiones
precipitadas mientras se distrae con otras actividades.

Llegados a este punto la autora presenta tres técnicas de afrontamiento a elegir


dependiendo del tipo de problema a afrontar. Si el problema es de toma de decisiones se
recurrirá a la técnica del ramillete, que en realidad es una adaptación menor de la técnica de
solución de problemas (D’Zurilla & Nezu, 1982) indicándole al paciente que busque cinco
alternativas y que la solución ideal no existe. Si el problema es de relación interpersonal se
recurre a la técnica del grano, estableciendo los pasos básicos para expresar y recibir una
queja. Y por último, si el problema es de autoculpabilización o inseguridad se usa la técnica del
teléfono que se basa en el concepto de <<aprender de los errores>> propio de la psicología del
aprendizaje, que consiste en rescatar los aspectos parciales de una conducta que hayan sido
realizados correctamente.

Lo realmente novedoso de este tratamiento es la adaptación de estas técnicas a personas


inestables e impulsivas y la utilización de iconos, que dan nombre a la propia terapia, para
representar las técnicas trabajadas, facilitando su evocación en cuestión de segundos, lo que
permite que el paciente pueda, en muchos casos, anticiparse al impulso.

22
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

Conclusiones

Con respecto al TDAH, existe un amplio consenso entre los investigadores de que la
farmacoterapia, necesaria en la mayoría de los casos, debe ir acompañada de un tratamiento
cognitivo-conductual. A este respecto, a día de hoy, las técnicas aplicadas en el tratamiento del
TDAH sobre las que hay más estudios controlados son dos, el Entrenamiento Mediacional
Cognitivo o Autoinstruccional (Meichenbaum y Goodman, 1971) y la solución de problemas
(D’Zurilla y Nezu, 1982), ambos indicados para la modificación de la impulsividad.
Únicamente dos autores rechazan explícitamente la eficacia del entrenamiento autoinstuccional
(Ruíz et al., 2012; Smith et al., 2006).

Es importante señalar además que las técnicas conductuales siguen siendo un elemento
innegociable dentro del tratamiento del TDAH, debiendo éstas aplicarse tanto en el contexto
escolar como familiar (Barkley, 2011; Corral, 2011; Moreno, 2001, 2002, 2013; Smith et al.,
2006). Esta aplicación conjunta ha sido especialmente validada en educación primaria (6-12
años), necesitándose más estudios para extender estas conclusiones a poblaciones de educación
infantil y secundaria.

En esta línea, los estudios y literatura que estudian este trastorno en adultos son aún
más escasos, por lo que constituye una línea de investigación prometedora, puesto que las
manifestaciones del trastorno irán variando notablemente a lo largo ciclo vital. Así mismo, la
mayoría de autores realizan propuestas de tratamiento muy generales, siendo necesario
desarrollar terapias más adaptadas a cada subtipo de TDAH, siendo este trabajo un esfuerzo
por determinar técnicas para el subtipo impulsivo. En todo caso, se debe hacer hincapié en el
desarrollo de intervenciones más largas, ya que este será un factor determinante en la eficacia
del tratamiento (Barkley, 2011; Orjales, 2007).

Continuando con nuestro razonamiento, pero metiéndonos ya de lleno en los TTPP, el


único tratamiento con evidencia empírica para el TLP, la Terapia Dialéctico conductual,
también incluye entre las habilidades a desarrollar en el paciente las autoinstrucciones y la
resolución de problemas, aunque también es cierto que la Dra. Linehan de un papel más
relevante a las técnicas relacionadas con el Mindfullness. Esta coincidencia de técnicas en
trastornos tan dispares como el TDAH y el TLP es un indicador claro de la eficacia de estas
dos técnicas en el manejo de la impulsividad.

Llegados a este punto, consideramos necesario resaltar algunas de las similitudes entre
la Terapia Conductual Dialéctica (Linehan, 2003) y la Terapia Icónica (Santiago, 2008), ya que
quizás esto pueda darnos algunas pistas sobre cuáles son los componentes críticos.
23
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

Ambas utilizan la técnica de solución de problemas, aunque en la TCD esta queda en


un segundo plano y por debajo de las técnicas de mindfullness. Ambas utilizan técnicas de
distracción y autoinstrucciones, aunque las primeras tienen más peso en la TCD y las segundas
en la Terapia Icónica (frase llave). Ambas compaginan la terapia individual y grupal,
resaltando la importancia de la terapia grupal para la enseñanza y aprendizaje de las
habilidades y técnicas empleadas. Ambas consideran importantes la aceptación y validación
como paso previo al cambio. Las dos terapias hacen uso de las metáforas como forma rápida de
transmitir una idea. Y por último, ambas incluyen un módulo de habilidades sociales, aunque
ninguna como elemento nuclear de su programa.

De todas estas similitudes destacamos la confirmación de la validez de la técnica de


resolución de problemas y las autoinstucciones con paciente con TLP, sin embargo lo
novedoso en la entrada en juego de las técnicas de mindfullness. En un principio parece tener
bastante sentido aplicar este tipo de técnicas cuando hablamos de impulsividad, lo llamativo es
que este tipo de técnicas no hayan sido usadas en este contexto hasta principios del siglo XXI.
Una línea de trabajo interesante es la aplicación de esta terapia de tercera generación al
tratamiento del TDAH, tanto en niños como en adultos, de hecho en la actualidad este
tratamiento está siendo estudiado en clínicas y universidades de EEUU y países europeos con
resultados muy alentadores.

De todas formas debemos ser muy cautos a la hora de destacar una técnica concreta por
encima de otras, ya que su uso aislado es inviable y “el empleo de programas multimodales
cuenta con la limitación de el desconocimiento existente acerca de cuáles son los componentes
críticos, su influencia y peso específico en los resultados” (Moreno, 2001, p.91). Esta puede ser
una de las limitaciones fundamente de este trabajo.

Lo que si tenemos claro es que las líneas de investigación abierta han de profundizar en
el futuro en las propuestas que abogan por tratamientos individualizados, programas de amplio
espectro y enfoques que tengan en cuenta el TDAH y el TLP como una condición crónica en la
mayoría de los casos. En definitiva, como afirma Millón (1999), “no se trataría tanto de aplicar
las técnicas existentes tomadas globalmente a trastornos enteros…como ir guiando el propio
proceso de la terapia, con las múltiples técnicas de las que dispone la psicología entera según el
aspecto concreto de la personalidad trastornada” (Quiroga & Errasti, 2011, p. 423)

En fin, adaptar la terapia al cliente es parte fundamental de esta apasionante profesión,


aunque siempre habrá quienes busquen un protocolo unificado para el tratamiento de la

24
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

impulsividad, tarea que aunque enlaza con el enfoque transdiagnóstico (Belloch, 2012;
Billieux, 2012), hoy por hoy es una quimera.

25
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

Referencias bibliográficas

American Psychiatric Association. (2014a). Guía de consulta de los criterios del diagnósticos
del DSM-5. Madrid: Médica Panamericana.

American Psychiatric Association. (2014b). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos


mentales DSM-5. Buenos Aires: Médica Panamericana.

Amorim Neto, R. D. C., & True, M. (2011). The development and treatment of impulsivity.
Psico, 42(1), 134–141.

Arce, E., & Santisteban, C. (2006). Impulsivity : a review. Psicothema, 18(2), 213–220.

Barkley, A. (2011). Barkley. Niños hiperactivos, como comprender y entender sus necesidades
especiales. Guía completa del trastorno por déficit de atención con hiperactividad
(TDAH). (2.a ed.). Madrid: Ediciones Paidós.

Barratt, E. S., Stanford, M. S., Kent, T. a., & Felthous, A. (1997). Neuropsychological and
cognitive psychophysiological substrates of impulsive aggression. Biological Psychiatry,
41(10), 1045–1061. http://doi.org/10.1016/S0006-3223(96)00175-8

Belloch, A. (2012). Propuestas para un enfoque transdiagnóstico de los trastornos mentales y


del comportamiento: evidencia, utilidad y limitaciones. Revista de Psicopatología y
Psicología Clínica, 17(3), 295–311.

Belloch, A., & Fernández-Álvarez, H. (2002). Trastornos de la personalidad. Madrid: Síntesis.

 : une approche transdiagnostique.


Billieux, J. (2012). Impulsivité et psychopathologie Revue
Francophone de Clinique Comportementale et Cognitive, XVII(3), 42–65.

Bonet, T., Soriano, Y., & Solano, C. (2006). Aprendiendo con los niños hiperectivos. Un reto
educativo. Madrid: Thomson.

Bornas, X., & Servera, M. (1996). La impulsividad infantil. Un enfoque cognitivo-conductual.


Madrid: Siglo XXI.

Buela-Casal, G., Carretero-Dios, H., & De los Santos-Roig, M. (2002). El niño impulsivo.
Estrategias de Evaluación, Tratamiento Y Prevención. Madrid: Pirámide.

26
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

Caballo, V. (coord.). (2009). Manual de trastornos de la personalidad. Descripción,


evaluación y tratamiento. Madrid: Síntesis.

Chambless, D. L., Baker, M. J., Baucom, D. H., Beutler, L. E., Calhoun, K. S., Crits-christoph,
P., … Woody, S. R. (1998). Update on Empirically Validated Therapies , II. The Clinical
Psychologist, 51(1), 3–16. http://doi.org/10.1037/e555332011-003

Colegio Oficial de Psicólogos de España (1993). Código Deontológico del Psicólogo.


Recuperado de en: http://www.cop.es/index.php?page=CodigoDeontologico

Corral, P. (2011). Guía de tratamientos psicológicos eficaces para la hiperactividad. En M.


Pérez, J. R. Fernández, C. Fernández, & I. Amigo (Eds.), Guía de tratamientos
piscológicos eficaces III. Infancia y adolescencia. (pp. 137–149). Madrid: Pirámide.

Dickman, S. J. (1990). Functional and dysfunctional impulsivity: personality and cognitive


correlates. Journal of Personality and Social Psychology, 58(1), 95–102.

Dickman, S. J. (2000). Impulsivity, arousal and attention. Personality and Individual


Diferences 28, 563-581.

D’Zurilla, T. J., & Nezu, A. (1982). Social problem solving. In Advances in cognitive-
behavioral research and therapy (Vol. 1, pp. 201–274). Academic Press New York.

Eysenck, H. J. (1987). Personalidad y diferencias individuales. Madrid: Ediciones Pirámide.

Eysenck, S. B. G., & Eysenck, H. J. (1978). Impulsiveness and venturesomeness: Their


position in a dimensional system of personality description. Psychological Reports, 43(3),
1247–1255.

Hirvikoski, T., Waaler, E., Alfredsson, J., Pihlgren, C., Holmström, A., Johnson, A., …
Nordström, A. L. (2011). Reduced ADHD symptoms in adults with ADHD after
structured skills training group: Results from a randomized controlled trial. Behaviour
Research and Therapy, 49(3), 175–185. http://doi.org/10.1016/j.brat.2011.01.001

Kagan, J. (1965). Individual differences in the resolution of response uncertainty. Journal of


Personality and Social Psychology, 2(2), 154–160. http://doi.org/10.1037/h0022199

27
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

Klinteberg, B., von Knorring, L., & Oreland, L. (2004). On the psychobiology of impulsivity.
En R. Stelmack (Ed.), On the Psychobiology of Personality: Essays in Honor of Marvin
Zuckerman. New York: Elsevier Science.

Labrador, F. J., & Crespo, M. (2012). Psicología clínica basada en la evidencia. Madrid:
Pirámide.

Lavigne, R., & Romero, J. F. (2010). El TDAH:¿ Qué es?,¿ Qué lo causa?,¿ Cómo evaluarlo y
tratarlo. Madrid: Pirámide.

Linehan, M. (2003). Manual de tratamiento de los trastornos de personalidad límite.


Barcelona: Paidós.

Meichenbaum, D. H., & Goodman, J. (1971). Training impulsive children to talk to


themselves: A means of developing self-control. Journal of Abnormal Psychology, 77(2),
115–126. http://doi.org/10.1037/h0030773

Mischel, W., Shoda, Y., & Rodriguez, M. (1989). Delay of gratification in children. Science,
244(4907), 933–938. http://doi.org/10.1126/science.2658056

Morales-Vives, F (2007). El efecto de la impulsividad sobre la agresividad y sus


consecuencias en el rendimiento de los adolescentes. Tesis doctoral. Recuperada de
http://hdl.handle.net/10803/42934

 : Un Programa.
Moreno, I. (2001). Tratamiento Psicologico De La Hiperactividad Infantil
Revista de Psicología General Y Aplicada, 54(1), 81–93.

Moreno, I. (2002). Hiperactividad: prevención, evaluación y tratamiento en la infancia.


Ediciones Pirámide.

Moreno, I. (2013). Tratamiento psicológico de un caso de déficit de atención e Hiperactividad.


En F. X. Méndez, J. P. Espada, & M. Orgilés (Eds.), Terapia psicológica con niños y
adolescentes. Estudio de casos clínicos. (pp. 323–341). Madrid: Ediciones Pirámide.

Orjales, I. (2007). El tratamiento cognitivo en niños con trastorno por déficit de atención con
hiperactividad ( TDAH ): revisión y nuevas aportaciones. Anuario de Psicología clínica y
salud 3, 19–30.

28
Técnicas eficaces para el manejo de la impulsividad Carlos Gallego Cózar

Patton, J. H., Stanford, M. S. & Barratt, E. S. (1995). Factor Structure of the Barrat
Impulsiveness Scale. Journal of Clinical Psychology, 51(6), 768-774.

Pérez, M., Fernández, J.R., Fernández, C. & Amigo, I. (2011). Guía de tratamientos
psicológicos eficacez III. Adultos. Madrid: Pirámide.

Quiroga, E., & Errasti, J. M. (2011). Guía de tratamientos piscológicos eficaces para los
trastornos de la personalidad. En M. Pérez, J. R. Fernández, C. Fernández, & I. Amigo
(Eds.), Guía de tratamientos piscológicos eficaces I. Adultos. Madrid: Pirámide.

Ramiro, P., Navarro, J. I., Menacho, I., & Aguilar, M. (2010). Estilo cognitivo reflexividad-
impulsividad en escolares con alto nivel intelectual. Revista Latinoamericana de
Psicologia, 42(2), 193–202.

Ruíz, F. J., Luciano, C., Gil, E., & Barbero, A. (2012). Trastorno por déficit de atención e
hiperactividad. En M. A. Vallejo (Ed.), Manual de Terapia de conducta. Tomo II. (2.a
ed.). Madrid: Dykinson.

Santiago, S. (2008). Tratando... inestabilidad emocional. Terapia icónica. Madrid: Pirámide.

Schneider, M., & Robin, A. (1976). The turtle technique: A method for the self-control of
impulsive behavior. Counseling Methods. New York: Holt, Rinehart & Winston.

Seligman, M. E. (1995). The effectiveness of psychotherapy: the Consumer Reports study.


American Psychologist, 50(12), 965-974.

Smith, B. H., Barkley, R. A., & Shapiro, C. J. (2006). Attention Deficit/Hyperactivity


Disorder. En E. J. Mash & R. A. Barkley (Eds.), Treatment of childhood disorders (3rd.
ed., pp. 65–136). New York: Guilford Press.

Vigil Colet, A., y Morales Vives, F. (2005). How impulsivity is related to intelligence and
academic achievement. The Spanish Journal of Psychology, 8, 199–204.

29

También podría gustarte