Historia de Corea Del Sur

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Historia de Corea del Sur

Los coreanos comparten una historia ininterrumpida en el mismo territorio que se remonta
miles de años atrás. La península actual, dividida políticamente, es un reflejo de épocas
remotas como el período de los Tres Reinos (57 a.C.-668), durante el cual las dinastías
Goguryeo, Silla y Baekje compitieron por el control de un dominio que se adentraba en
Manchuria. La relación de Corea con poderosos vecinos como China y Japón ha condicionado
tradicionalmente su destino, mientras que los vínculos con Occidente añaden aún más
complejidad a la conciencia nacional.

Los primeros coreanos

La nación coreana nació supuestamente el III milenio a.C., cuando el mítico rey Dangun fundó
la dinastía Joseon (o Choson), que sigue siendo el nombre del país en Corea del Norte (y el
empleado por China: Cháoxiǎn). Los surcoreanos, por su parte, prefieren el término
Daehanminguk (Hánguó en chino), que data de la década de 1890.

Real o no, Dangun ha sido una presencia constante desde su época hasta el presente; una
regia tierra repleta de pueblos diversos en épocas distintas que obtuvo su legitimidad de este
imperecedero linaje. Durante el mandato de su primer presidente, p. ej., Corea del Sur
empleaba un calendario en el que el nacimiento de Dangun constituía el año uno, fijando la
fecha en el 2333 a.C. Las dos Coreas tienen muchas discrepancias –incluido el nombre de su
país–, pero Dangun no es una de ellas.

Lamentablemente, no hay documentos escritos hasta el s. II a.C., y esa historia fue narrada por
escribas chinos. Sin embargo, existen pruebas arqueológicas que corroboran la presencia de
seres humanos en esta península desde hace miles de años, y demuestran que un pueblo
avanzado habitó en ella hace 7000 o 8000 años. Estos pueblos neolíticos practicaban la
agricultura en una asentada vida comunitaria, y se cree que los clanes familiares eran su
agrupamiento social básico.

Los Tres Reinos

En torno a la época de Jesucristo surgieron tres reinos en la península: Baekje (o Paekche),


Goguryeo (Koguryŏ) y Silla (Shilla).

La península se halla dividida por una extensa cordillera que recorre unas tres cuartas partes
del territorio, sobre el paralelo 37. Esta cadena montañosa enmarcó el dominio histórico de
Baekje al suroeste, al igual que hizo con Silla al este. Goguryeo, por su parte, abarcaba una
indómita región que formaban el noreste de Corea y el este de Manchuria, lo que ha
alimentado la aspiración actual de una “gran Corea” en zonas pertenecientes a China y Rusia.
Mientras Corea del Sur se identifica con el esplendor de Silla –que afirma unificó la península
en el año 668–, Corea del Norte lo hace con Goguryeo y sostiene además que el país no estuvo
realmente unido hasta la fundación de esa dinastía.
El reino central

Baekje era un estado centralizado y aristocrático que fusionaba influencias chinas y


autóctonas. Hacia el s. III, su poder le permitió acabar con sus rivales y ocupar la actual zona
central, en torno a Seúl. El reino controlaba gran parte de la Corea occidental hasta Pionyang y,
según ciertos documentos no exentos de polémica, también regiones costeras del noreste de
China.

Sin embargo, cuando trasladó su capital a Chungnam, se hallaba rodeado. Su centro de poder,
Hanseong (en la actual región de Seúl), había caído en manos de Goguryeo, y en el 475 tuvo
que desplazar su capital a Gongju (entonces Ungjin), cuyas montañas le servían de baluarte y
ofrecían cierta protección.

La dinastía prosperó de nuevo, cultivando relaciones con Japón y China. En el 538 el rey Seong
llevó la capital más al sur, hasta Buyeo (entonces Sabi), pero sus aliados de Silla le traicionaron
y lo mataron en combate. Baekje inició su declive y cayó finalmente en el 660 ante un ejército
combinado de Silla y la dinastía Tang china, aunque durante años perduraron reductos de
resistencia.

El reino del norte

Goguryeo conquistó una gran franja de territorio en el 312 y se expandió en todas direcciones,
sobre todo hacia el río Taedong, que atraviesa Pionyang. En el s. XV ostentaba la supremacía
en la península, y monarcas guerreros como Gwanggaeto el Grande [391-412] y su hijo Jangsu
[413-419], controlaron vastas extensiones de Manchuria.

El reino del sur

Silla emergió victorioso en la península en el 668, pero a costa de someterse a la larga al influjo
de la gran dinastía china Tang (618-907). En esa época se consolidaron el arte de gobierno
chino, la filosofía budista y confuciana, las prácticas confucianas sobre la educación de los
jóvenes y el chino escrito.

Silla envió a muchos estudiantes a escuelas Tang, y su elevado grado de civilización le permitió
ser considerada “la tierra próspera del este” por parte de China. Gyeongju, su capital, era
conocida como “la ciudad de oro”, y su aristocracia poseía una vasta cultura y disfrutaba de
desmesurados lujos.

Según los historiadores chinos, los oficiales de élite poseían miles de esclavos, y cantidades
parecidas de caballos, ganado y cerdos. Sus esposas lucían tiaras de oro macizo y pendientes
de delicada e intrincada filigrana. Los eruditos estudiaron los clásicos confucianos y budistas y
desarrollaron avanzados métodos sobre astronomía y ciencia calendárica. El budismo de la
Tierra Pura, una sencilla doctrina, cohesionó a la plebe, cuyos miembros podían convertirse en
adeptos mediante la repetición de sencillos cánticos.

Artistas de Goguryeo y Baekje perfeccionaron además un arte mural hallado en las paredes de
las tumbas y lo llevaron a Japón, donde influyó poderosamente en el arte funerario y de los
templos. No obstante, es la prosperidad de Silla lo que sigue asombrando a quienes hoy visitan
Corea, y lo que convierte a su antigua capital, Gyeongju, en uno de los destinos turísticos más
fascinantes del este de Asia.

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