Overton, W. (2006) - Psicología Del Desarrollo. Filosofía, Conceptos, Metodología.
Overton, W. (2006) - Psicología Del Desarrollo. Filosofía, Conceptos, Metodología.
Overton, W. (2006) - Psicología Del Desarrollo. Filosofía, Conceptos, Metodología.
Introducción
A lo largo de su historia, la psicología y sus subdisciplinas, incluida la psicología del desarrollo,
han estado cautivas de numerosas posiciones contradictorias fundamentales. Estas dicotomías
básicas, llamadas antinomias, incluyen sujeto-objeto, mente-cuerpo, naturaleza-crianza, biología-
cultura, intrapsíquico-interpersonal, estructura-función, estabilidad-cambio, continuidad-
discontinuidad, observación-razón, universal-particular, ideas-materia, unidad-diversidad, e
individuo-sociedad. Aunque a menudo explícitamente niega la relevancia de la filosofía para sus
operaciones, la psicología ha utilizado implícitamente los supuestos filosóficos de un dualismo
ontológico del siglo XVII, un empirismo epistemológico del siglo XIX y un neopositivismo de
principios del siglo XX, para construir un enfoque ortodoxo estándar de resolución de las
antinomias. Este enfoque eleva un concepto de la pareja [es decir, una pareja de la antinomia] a
una posición privilegiada, construye un programa de investigación sobre este concepto y luego se
esfuerza por demostrar por observación que el concepto no privilegiado puede ser negado o
marginado. Este enfoque estándar de las antinomias nunca ha tenido éxito porque, en última
instancia, representa simplemente un intento de suprimir un concepto, y el concepto suprimido de
un programa de investigación se convierte en la base privilegiada de otro programa. En las batallas
entre naturaleza y crianza, por ejemplo, mientras que prácticamente todos los combatientes en estos
días reconocen algún tipo de interacción, es un programa raro que promueve la naturaleza y la
crianza como procesos co-iguales complementarios reciprocamente determinados (Overton,
2004a).
Este capítulo explora cómo las suposiciones conceptuales básicas han dado forma
históricamente, y cómo continúan moldeando, soluciones propuestas a los problemas empíricos
que incluyen, fundamentalmente, el problema de la antinomia. El enfoque del capítulo está en el
desarrollo. Analizamos el impacto que tienen varios modelos conceptuales en nuestra comprensión
del concepto de desarrollo y, como consecuencia, en las teorías y métodos diseñados para explorar
empíricamente el desarrollo en varias series, incluida la filogénesis (desarrollo de la especie,
evolución), embriogénesis (desarrollo del embrión), ontogénesis (desarrollo del individuo a lo
largo de la vida), microgénesis (desarrollo a corto plazo), ortogénesis (desarrollo normal) y
patogénesis (desarrollo de patología, aquí psicopatología). Mi tesis es que históricamente dos
amplias metateorías abstractas, a menudo denominadas visiones del mundo, han constituido los
contextos conceptuales básicos dentro de los cuales han surgido y crecido ideas alternativas sobre
la naturaleza y las operaciones de la ciencia empírica, la psicología y especialmente la psicología
del desarrollo. La metateoría dividida, basada en una visión del mundo como descomponible en un
fundamento de formas puras fijas, ha generado las antinomias y conceptos asociados tales como el
fundacionalismo, el elementarismo, el atomismo y el reduccionismo. La metateoría relacional, que
surge de una visión del mundo como una serie de formas activas y siempre cambiantes, reemplaza
a las antinomias con un holismo dinámico fluido y con conceptos asociados como la
autoorganización, el sistema y la síntesis de totalidades.
Debido a que el enfoque del capítulo es un análisis conceptual del desarrollo —sus
conceptos, teorías y metateorías— una discusión del lugar de los conceptos en cualquier ciencia
empírica, junto con una discusión de la naturaleza y el funcionamiento de los sistemas conceptuales
fundamentales llamados metateorías, representan un preámbulo necesario. Wittgenstein (1958)
comentó una vez que "en psicología hay métodos empíricos y confusiones conceptuales" (p. XIV).
Para evitar validar un juicio tan pesimista, es esencial que la psicología, o cualquier ciencia
empírica, concentre una parte significativa de su energía en la clarificación de conceptos que son
fundamentales para sus teorías y métodos. La clarificación conceptual y la exploración de los
fundamentos conceptuales han sido tradicionalmente las principales provincias de la filosofía, y en
eso radica el problema. Dentro de la comunidad psicológica, el pensamiento filosófico —y, como
consecuencia, cualquier enfoque en la clarificación conceptual— ha tendido a asignarse el papel
de la anticiencia. Como Robert Hogan (2001) comentó: “Nuestro entrenamiento y prácticas
centrales se refieren a los métodos de investigación; la disciplina es… profundamente escéptica de
la filosofía. Enfatizamos métodos para la verificación de hipótesis y minimizamos el análisis de
los conceptos implicados por las hipótesis” (p. 27). Sin embargo, Hogan también levanta una
bandera de advertencia cuando observa que "todo el empirismo en el mundo no puede salvar una
mala idea" (p. 27). En términos generales, la marginación de todas las cosas filosóficas y, por lo
tanto, la marginación de cualquier examen extendido de los fundamentos conceptuales, se ha
basado en una dicotomía forzada, que ubica la filosofía en un espacio de razón y reflexión separado
de la observación y la experimentación, y la psicología en un espacio de observación y
experimentación separado de la razón y la reflexión.
Esta marginación de los fundamentos conceptuales en la psicología contemporánea es,
irónicamente, ella misma el producto de la aceptación de algunas suposiciones ontológicas y
epistemológicas básicas, por lo tanto, filosóficas. Estas suposiciones comienzan con la idea de
dividir la razón de la observación, y siguen con la noción epistemológica de que el conocimiento
y, de hecho, la razón misma se origina en la observación y sólo en la observación. Estas
suposiciones luego conducen a una definición particular del método científico como la
observación, la causación y la inducción-deducción, y solamente a la observación, a la causación
y a la inducción-deducción. Morris R. Cohen (1931), un filósofo, capturó el espíritu de esta división
conceptual hace mucho tiempo cuando criticó su "antirracionalismo"… empeñado en minimizar el
papel de la razón en la ciencia "y señaló que el lema de este enfoque es la división, a saber: no
pienses, encuentra”(p. 76).
Durante los últimos 50 años, se han montado muchos argumentos poderosos contra esta
división entre razón y observación y la subsiguiente negación de la reflexión. Algunos de estos
argumentos se discuten más adelante en este capítulo. De hecho, han surgido suficientes
argumentos de que a menudo la actitud en sí ha sido declarada muerta, como en la afirmación de
que la metodología llamada neopositivismo está muerta. Sin embargo, al igual que la mítica Hydra,
nuevas formas de esta división continúan apareciendo y ejercen un efecto de configuración
contextual. La división se encuentra a menudo en el menosprecio de la razón misma, como en
algunas versiones contemporáneas del así llamado pensamiento posmoderno. A veces, la división
se encuentra en ataques explícitos e implícitos a la teoría, como en una retórica particular que
establece que todas las teorías deben ser inducidas directamente a partir de observaciones (es decir,
deben estar "basadas en datos" o "motivadas por datos"). También se encuentra en una réplica
dogmática a cualquier crítica reflexiva: "eso es sólo filosofía". A menudo, se encuentra en la
celebración de lo analítico sobre lo sintético, como cuando los métodos analíticos de observación
se presentan como las únicas herramientas aceptables para expandir nuestro dominio del
conocimiento, con la consecuencia de que la teoría a menudo se reduce a un método, como cuando
los diagramas de flujo que ilustran las posibles relaciones entre variables empíricas se ofrecen como
teorías orientadoras. Con frecuencia, se encuentra en la valoración de lo instrumental sobre lo
expresivo, como cuando el comportamiento se entiende solo en el contexto del éxito o fracaso del
ajuste a algunos criterios externos y nunca como un índice o expresión de un sistema
autoorganizado encarnado que constituye el sujeto psicológico.
En cualquiera de estas u otras formas múltiples, el punto significativo es que la división
entre razón y observación, junto con la posterior marginación de la razón y la reflexión, es en sí
misma la consecuencia directa de una posición conceptual que favorece un enfoque particular para
la construcción del conocimiento. Esta posición conceptual funciona como una base para construir
otros conceptos, teorías y métodos. La posición no es en sí misma dada de ninguna manera
autoevidente o directamente observacional, sino simplemente una reclamación específica y, como
con cualquier afirmación o argumento, se deben presentar razones para respaldar el valor de la
afirmación. Estas razones y la afirmación en sí requieren reflexión y aclaración antes de que puedan
ser aceptadas racionalmente como válidas o rechazadas como inválidas. Es posible que la división
entre la razón y las observaciones sea parte de una base muy mala para nuestra disciplina, pero esto
no puede decidirse sin seguir explorando cuestiones conceptuales. Parafraseando a Hogan, todas
las observaciones en el mundo no pueden salvar confusiones conceptuales.
Metateoría
En las discusiones científicas, los conceptos básicos que se explorarán en este capítulo a menudo
se denominan metateoréticos. Las metateorías trascienden las teorías en el sentido de que definen
el contexto en el que se construyen los conceptos teóricos, así como un fundamento-cimiento define
el contexto en el que se puede construir una casa. Además, la metateoría funciona no solo para
fundamentar, restringir y sostener conceptos teóricos, sino también para hacer lo mismo con los
métodos de investigación observacionales. Cuando se discuten específicamente las ideas de fondo
que fundamentan los métodos, aquí se denominan metamétodos. La metodología también sería un
término apropiado aquí si se entendiera en su sentido amplio como un conjunto de principios que
guían la investigación empírica (Asendorpf y Valsiner, 1992) y no como métodos particulares en
sí mismos.
La función principal de la metateoría, incluido el metamétodo, es proporcionar una fuente
rica de conceptos a partir de la cual crezcan las teorías y los métodos. La metateoría también
proporciona pautas que ayudan a evitar confusiones conceptuales y lo que en última instancia
pueden ser ideas y métodos improductivos.
Cualquier discusión sobre metateoría requiere un recordatorio constante de la importancia
de mantener las distinciones entre los distintos niveles de análisis o discurso (Figura 2.1). Las
teorías y los métodos se refieren directamente al mundo empírico, mientras que las metateorías y
los metamétodos se refieren a las teorías y los métodos en sí mismos. El nivel de análisis o discurso
más concreto y circunscrito es el nivel de observación. Este es nuestro nivel actual de
conceptualización -no pura, ni libre de una mirada interpretativa- de la naturaleza de los objetos y
eventos en el mundo. Por ejemplo, uno podría describir los cambios del desarrollo en algún
dominio como regulares y continuos, abruptos y discontinuos, o como una combinación de ambos.
Independientemente de la caracterización elegida, o si esta caracterización se trata como una
observación estrecha o una inferencia inductiva amplia, la afirmación funciona en el nivel
observacional de tratar con el mundo.
Aunque el nivel de análisis observacional, de sentido común o popular tiene un sentido de
inmediatez y concreción, podemos centrar nuestra atención en este entendimiento de sentido
común y de hecho pensamos sobre él. Al hacerlo, hemos pasado a un nivel reflexivo de análisis, y
aquí la primera diferenciación crítica es el nivel teórico del discurso. Aquí, el pensamiento se
refiere a organizar y reformular los entendimientos observacionales en un campo más amplio y
abstracto. En el nivel teórico, los conceptos se refieren al nivel de observación y abarcan desde
presentimientos informales hasta teorías altamente refinadas sobre la naturaleza de las cosas,
incluido el cambio y el comportamiento humano. Las teorías del desarrollo clásicas como las de
Piaget, Vygotsky y Werner, por ejemplo, contienen principios teóricos (e.g., etapas) que
hipotetizan que, en última instancia, una combinación de cambios continuos y discontinuos definirá
mejor el desarrollo humano. Las teorías del aprendizaje skinneriano y social alternativamente han
planteado la hipótesis de que todo cambio es representado mejor como estrictamente continuo.
Más allá del nivel teórico, el siguiente nivel de pensamiento reflexivo es el nivel
metateorético de análisis. Aquí, el pensamiento es sobre conceptos básicos que impactan tanto en
el nivel teórico como en el observacional. Una metateoría en sí misma es un conjunto de reglas,
principios o una historia (narrativa), que describe y prescribe lo que es aceptable e inaceptable
como teoría: los medios de exploración conceptual de cualquier dominio científico. Por ejemplo,
en la metateoría denominada "atomismo" solo es posible un cambio continuo y, por lo tanto, solo
se formulan teorías comprometidas con una continuidad estricta. Un metamétodo es también un
conjunto de reglas, principios o una historia, pero esta historia describe y prescribe la naturaleza
de los métodos aceptables (los medios de exploración observacional) en una disciplina científica.
Cuando las ideas metateóricas, incluido el metamétodo, están estrechamente relacionadas entre sí
y forman un conjunto coherente de conceptos, el conjunto a menudo se denomina modelo o
paradigma. Estos conjuntos coherentes pueden formar una jerarquía en términos de una generalidad
creciente de aplicación. Por lo tanto, un modelo que contiene los conceptos básicos a partir de los
cuales se construirá una teoría de la memoria es un modelo de nivel relativamente bajo porque se
aplica sólo a la memoria. Los modelos como "sistemas de desarrollo" (por ejemplo, Lerner, 2002)
o "modelos de equilibrio" (ver Valsiner 1998a) se aplican a varios dominios, incluidos los dominios
sociales, cognitivos y emocionales, y funcionan a un nivel más alto en la jerarquía. La dimensión
jerárquica de cualquier conjunto dado de ideas metateoréticas también forma un sistema de ideas
coherentemente interrelacionado, y el modelo que opera en la cima de esta jerarquía se denomina
visión del mundo (Overton, 1984). Las visiones del mundo están compuestas por conjuntos
coherentes de principios epistemológicos (e.i., cuestiones de conocimiento) y ontológicos (e.i.,
cuestiones de realidad). En este capítulo, gran parte de la discusión se refiere a ideas que tienen un
rango muy alto de aplicación.
Las metateorías y los metamétodos están estrechamente interrelacionados y entrelazados.
Por ejemplo, al considerar la naturaleza misma del desarrollo, una metateoría prevaleciente puede
afirmar que el cambio de forma (cambio transformacional) es una parte legítima e importante de la
comprensión del cambio evolutivo. Si una metateoría prevaleciente afirma la legitimidad del
cambio transformacional, entonces las teorías del desarrollo incluirán algún tipo de "etapa", "fase"
o "nivel" porque estos son conceptos teóricos usados para designar el cambio transformacional: si
cambio transformacional, etapa, fase, o nivel son parte de la propia metateoría, entonces el
metamétodo relacionado prescribirá el significado de los métodos, que evalúan los patrones y la
secuencia de patrones apropiados para examinar empíricamente estos conceptos en cualquier
dominio específico dado. Si una metateoría prescribe que el cambio transformacional no es
importante para nuestra comprensión del desarrollo, entonces cualquier concepto teórico de etapa,
fase o nivel se verá de manera negativa, y los métodos de evaluación de patrones y secuencias
tendrán un interés marginal.
En términos generales, una metateoría presenta una visión de la naturaleza del mundo y de
los objetos de ese mundo (e.g., una metateoría puede presentar una imagen del niño como un
"agente activo" que "construye" su mundo a través de la acción, pero otra metateoría podría
representar al niño como un "dispositivo de grabación" que "procesa" información). Un
metamétodo presenta una visión de las herramientas que serán más adecuadas para explorar el
mundo descrito por la metateoría.
Cualquier comprensión rica del impacto de lo metateorético requiere una apreciación
histórica de la emergencia de enfoques metateoréticos alternativos específicos para el
conocimiento. La psicología del desarrollo nació y pasó sus primeros años en un curioso mundo
metateorético. Este mundo, que comenzó en el siglo XVII, ha sido llamado el mundo moderno o
"la modernidad". En el siglo pasado, el mundo moderno ha sufrido grandes crisis y éstas han
formado el contexto de las metateorías contemporáneas alternativas. Antes de analizar las
metateorías específicas y sus orígenes históricos, un examen de las formas generales en que la
metateoría influye en cómo entendemos la naturaleza misma del desarrollo requiere atención. Esta
discusión establece un marco de desarrollo que sirve como contexto general para el resto del
capítulo.
El concepto de desarrollo
Cuando se explora la naturaleza del desarrollo, la única característica con la que prácticamente
todos están de acuerdo es que, sobre todo, el desarrollo se trata del cambio. Es común hablar del
desarrollo de diversas formas de arte, sociedades, diferentes sistemas económicos, religión,
filosofía, ciencia, entre otros, y en cada caso los cambios por los que atraviesa el área son el centro
de atención. En la psicología del desarrollo, la situación es la misma. Como una rama de la
psicología, la psicología del desarrollo considera los cambios en el comportamiento y los procesos
implicados por el comportamiento, como la intención, el pensamiento, la percepción y los
sentimientos. Como una psicología del desarrollo, el enfoque está en estos cambios a medida que
ocurren a lo largo del ciclo vital, desde la concepción hasta la muerte, o en ciertos períodos, como
la infancia, la niñez, la adolescencia, la edad adulta y los últimos años de madurez.
Aunque el énfasis sobre el cambio es directo y no controversial, surgen problemas
importantes al considerar si cada tipo de cambio debe aceptarse como desarrollo y, si no, cuál es la
naturaleza peculiar del cambio que llamamos desarrollo. Tal vez, en general, se produciría un
acuerdo en que los tipos de cambios de comportamiento que ocurren cuando nos fatigamos o nos
cansamos no se denominarían cambios en el desarrollo. Pero ¿qué pasa con otros cambios que son
transitorios o fácilmente reversibles? Por ejemplo, si alguien recibe un golpe en la cabeza, puede
cambiar de un estado consciente a un estado no consciente; ¿Es este un cambio en el desarrollo? O
bien, una paloma puede ser entrenada para picotear un botón cuando se enciende una luz, y luego
entrenarse para no picotear el botón cuando se enciende la luz; ¿Es este un cambio en el desarrollo?
La respuesta a estas y otras preguntas acerca de la naturaleza del cambio en el desarrollo depende
en gran medida de la metateoría que se emplea para fundamentar una definición de desarrollo.
Una de las caracterizaciones más populares del cambio en el desarrollo, al menos entre los
psicólogos del desarrollo, ha sido alguna variante de la idea de que el desarrollo se define como
"cambios en el comportamiento observado a través de la edad". Esta comprensión es ciertamente
una definición pragmática rápida y lista para actuar como guía operacional de una serie de
investigaciones empíricas. Sin embargo, si esta comprensión fuera usada para dar un sentido
amplio al dominio de la investigación llamado psicología del desarrollo, surgirían algunos
problemas muy importantes.
El primer problema consiste en vincular el cambio en el desarrollo a la edad. En un examen
detallado, queda claro que aunque la edad puede operar bastante bien en un nivel de discurso
observacional, pero a un nivel reflexivo no logra hacer distinciones significativas. La edad no tiene
cualidades únicas que la diferencien del tiempo; la edad es simplemente un índice de tiempo. Lo
más importante es que no hay nada único o novedoso acerca de las unidades de edad-tiempo, como
años, meses, semanas, minutos, entre otros. ¿Entonces deberíamos decir que el desarrollo se trata
de cambios que ocurren en el tiempo como algunos lo han dicho (e.g., Elman, 2003), o que el
tiempo es una "primitiva teórica"? El tiempo difícilmente puede ser teóricamente algo, porque el
tiempo en y desde sí mismo no hace nada. Como Wohlwill (1973) señaló una vez, el tiempo no
puede ser una variable independiente, es simplemente una dimensión a lo largo de la cual operan
los procesos. Todo cambio, incluso si es completamente transitorio, ocurre "en" el tiempo, por lo
que volvemos simplemente a decir que el desarrollo se trata del cambio. La implicación aquí es
que para llegar a distinciones significativas que puedan dirigir un área amplia de investigación
científica, debemos explorar más a fondo la naturaleza del cambio en sí misma. Sin embargo, antes
de hacer esto, consideraremos un segundo resultado problemático de definir el desarrollo como
algo así como "cambios en el comportamiento observado a través de la edad". Este es el significado
problemático del "cambio del comportamiento observado".
Lo que cambia en el desarrollo: funciones expresivas-constitutivas e instrumental-
comunicativas del comportamiento
El comportamiento es claramente el enfoque observacional de nuestras investigaciones empíricas,
la variable dependiente de nuestros esfuerzos de investigación. El problema es si el "cambio en el
comportamiento observado" introduce la distinción reflexiva necesaria para articular una
investigación amplia. El comportamiento observado, o la acción en general, en cualquier nivel,
desde la neuronal a la molar, puede reflejar tanto las funciones expresivas-constitutivas como las
instrumentales-comunicativas. La acción expresiva expresa o refleja alguna organización o sistema
fundamental. Por ejemplo, en la ontogénesis humana, a menudo se entiende que el comportamiento
es diagnóstico de algún sistema cognitivo, afectivo o motivacional. Estos sistemas tienen formas
características de actividad que se expresan como acciones y patrones de acción en el mundo. Una
verbalización puede reflejar la naturaleza del sistema del pensamiento del niño. Un llanto, en un
contexto particular, puede reflejar el estado del sistema de apego del niño. Una serie de
comportamientos puede reflejar el sistema intencional del niño. Esta función expresiva es
constitutiva en el sentido de que implica la función creadora de la acción humana (Taylor, 1995).
Refleja la base a partir de la cual se constituyen nuevos comportamientos, intenciones y
significados. Cuando la indagación se dirige hacia la evaluación o el diagnóstico de la naturaleza,
el estado o el cambio del sistema biológico o psicológico subyacente, la función expresiva es
fundamental para la indagación. Al explorar la función expresiva de una acción, el sistema
dinámico que se refleja en la expresión de acción es aquello que cambia en el desarrollo. Los
sistemas dinámicos se transforman a través de su acción. Vemos en la siguiente sección que los
sistemas dinámicos (como un "qué" del cambio evolutivo) y la transformación (como un "tipo" de
cambio evolutivo) están estrechamente relacionados.
La acción instrumental es un comportamiento que sirve como un medio para lograr algún
resultado; es la dimensión pragmática de la acción. Por ejemplo, en la ontogénesis humana, un acto
o pensamiento cognitivo expresivo también puede ser el medio para resolver un problema.
Un acto emocional de llanto puede, aunque ser expresivo desde una perspectiva, también
conducir de manera instrumental a adquirir un cuidador, y caminar, que puede ser expresivo cuando
se considera que refleja un amplio sistema dinámico de locomoción, también puede ser
instrumental para adquirir cuidado. La acción comunicativa extiende la acción al dominio de la
intersubjetividad. En términos generales, lo expresivo-constitutivo es el proceso por el cual
llegamos a "tener el mundo que tenemos", y lo instrumental-comunicativo es el proceso por el cual
"ordenamos las cosas en ese mundo" (Taylor, 1995, p. Ix). Las funciones de acción expresiva-
constitutiva e instrumental-comunicativa de la acción han sido el foco de las investigaciones del
desarrollo. Sin embargo, surgen confusiones conceptuales e impacto en la investigación empírica,
si no queda claro si el foco de una investigación específica está en la dimensión expresivo-
constitutiva o instrumental-comunicativa del comportamiento.
Considere algunos ejemplos de la ontogénesis humana que hacen que las funciones
expresivas-constitutivas o las funciones instrumental-comunicativas sean el foco de la
investigación. Las investigaciones de la relación de apego entre infante y cuidador miden la acción
de búsqueda de proximidad del niño con respecto al cuidador. Cuando se considera como búsqueda
de proximidad, la acción tiene un carácter instrumental. Sin embargo, Bowlby y sus colegas han
estado interesados principalmente en esta acción como expresión de una organización de apego
subyacente; por lo tanto, su enfoque está en lo expresivo. Bowlby y sus colegas utilizan la búsqueda
de proximidad como diagnóstico de un sistema de apego subyacente. Las tareas piagetianas, como
la tarea de permanencia de objeto o la tarea de conservación de objeto, cuando se examinan desde
una perspectiva instrumental, constituyen actividades exitosas o no exitosas de resolución de
problemas. Sin embargo, Piaget y sus colegas construyeron y utilizaron estas tareas expresivamente
para diagnosticar formas específicas de organización cognitiva (e.g., esquemas, operaciones).
Alternativamente, mientras que los promedios de calificaciones de los estudiantes pueden
entenderse como que reflejan, en parte, alguna organización intelectual, el enfoque de una serie de
investigaciones socio-cognitivas ha estado en la calidad instrumental de esta acción como una
adaptación o ajuste a al contexto sociocultural. De hecho, muchas investigaciones que tienen un
punto de vista sociocultural (ver Pinquart y Silbereisen, 2004) limitan sus intereses de desarrollo a
los "resultados infantiles" instrumentales, las "conductas de afrontamiento" y las otras conductas
consideradas como adaptaciones al contexto cultural. Como otro ejemplo, el caminar puede ser
examinado como una expresión de un sistema de locomoción, pero las investigaciones también
pueden enfocarse en caminar como un instrumento para alcanzar una meta. De manera similar, las
emociones pueden explorarse como expresiones de organización afectiva (por ejemplo, Boesch
1984; Sroufe, 1979) o como instrumentos para lograr un resultado particular (por ejemplo, Saarni,
Mumme y Campos, 1998). Finalmente, aunque el desarrollo del lenguaje puede ser, y con
frecuencia se ha investigado como un medio de funcionamiento comunicativo, también se ha
examinado alternativamente como una expresión de organización afectivo-cognitiva (por ejemplo,
Bloom, 1998; Bloom & Tinker, 2001).
A partir de estos y otros ejemplos, queda claro que cualquier acción dada puede entenderse
desde la perspectiva de sus características expresivas-constitutivas o instrumentales-
comunicativas. Ni el expresivo-constitutivo ni el instrumental-comunicativo se dan a la
observación directa, [sino que] ambos son caracterizaciones reflexivas extraídas y refinadas a partir
de entendimientos de sentido común, y cada uno puede ser un foco legítimo de investigación. Sin
embargo, cuando la distinción entre expresivo-constitutivo e instrumental-comunicativo no se hace
explícita, el "comportamiento observado" se vuelve ambiguo. Esta ambigüedad fomenta la
confusión sobre el objetivo específico de la investigación y cómo contribuye a nuestra comprensión
general del desarrollo. Además, esta ambigüedad permite que los valores implícitos se filtren,
eventualmente dividiendo y contextualizando el campo bajo la influencia de supuestos
metateóricos ocultos. Por ejemplo, considere lo que ocurre cuando el "comportamiento observado"
está enmarcado implícitamente por valores históricos conductistas y neopositivistas. Debido a que
el conductismo temprano y el neopositivismo excluyeron la idea de que "organización" o "sistema"
podría ser un objeto fundamental de investigación (es decir, excluyó la posibilidad de que cualquier
sistema mental centrado en la persona pudiera ser incluido como explicaciones legítimas del
comportamiento humano), el "comportamiento observado" se identificó implícitamente con lo
instrumental-comunicativo y solo con lo instrumental-comunicativo.
Dividirse en una dicotomía y privilegiar un concepto sobre otro en este ejemplo conduce
directamente a las guerras de las teorías y de los métodos sobre cuál concepto constituye el enfoque
"legítimo" o "significante" o "significativo" para la investigación empírica. Por ejemplo, las
batallas clásicas entre los piagetianos, wernerianos, eriksonianos en el lado expresivo-constitutivo,
y los skinnerianos, los teóricos del aprendizaje de Spence-Hull y los teóricos del aprendizaje social
de la escuela Dollard y Miller en el lado instrumental-comunicativo representaron exactamente esta
división. Cada lado, si no las figuras principales, asumió clásicamente que su parte constituía el
todo. Con respecto a los métodos, los efectos son más sutiles o, al menos, menos explorados. Por
ejemplo, un examen de las cuestiones de validez y fiabilidad ilustra que la validez es fundamental
para los intereses expresivos y la fiabilidad es fundamental para los intereses instrumentales. La a
menudo repetida Lección de Métodos de Investigación 101, que privilegia la confiabilidad con la
afirmación de que la preocupación por la confiabilidad debe ser el comienzo de la medición, es una
historia contada por los instrumentalistas clásicos.
Este ejemplo del impacto de los supuestos metateóricos representa una de las tres soluciones
potenciales a la relación entre lo expresivo y lo instrumental. Esta solución de “nada pero”
[primera solución] toma lo instrumental-comunicativo como privilegiado y margina lo expresivo.
Como otro ejemplo, esta es la solución de cualquier perspectiva que aboga por un enfoque
exclusivamente "funcional" para un tema de investigación (e.g., ver el trabajo sobre la teoría
funcional de las emociones, Saarni et al., 1998); cualquier teoría que defienda una visión
exclusivamente "adaptacionista" de un dominio de interés; cualquier teoría que niegue o margine
explícitamente el estado de las estructuras mentales, la organización mental o los sistemas
biológicos como explicaciones legítimas, aunque parciales, de la conducta.
La segunda solución metateorética potencial revierte el proceso de marginación
privilegiada: la marginación. Esta solución de “nada pero” ofrece lo expresivo como privilegiado
y lo instrumental como lo marginal. Los enfoques que ofrecen sistemas biológicos y/o mentales
necesarios y suficientes para explicar el comportamiento serían ejemplos de esta solución.
La tercera solución metateórica presenta el proceso expresivo e instrumental como un
proceso complementario co-igual que funciona dentro de una matriz relacional. En este tercer
enfoque, lo expresivo y lo instrumental son aceptados, no como alternativas dicotómicas en
competencia, sino como perspectivas diferentes sobre el mismo todo. Al igual que la famosa figura
ambigua que parece ser un jarrón de una línea de visión y las caras de dos personas de otra línea
de visión, lo expresivo e instrumental representan dos líneas de visión, no procesos independientes.
El sistema y la adaptación, al igual que la estructura y la función, se pueden separar solo como
puntos de vista analíticos. La investigación centrada en el diagnóstico de los sistemas biológicos y
psicológicos dinámicos subyacentes no niega de ninguna manera que las conductas tengan un valor
adaptativo; centrarse en el valor adaptativo de ninguna manera niega que los comportamientos se
originen en algún sistema dinámico (consulte Overton y Ennis, en prensa). Un ejemplo interesante
de un enfoque que comienza a promover este tipo de integración se encuentra en el trabajo de
Dodge y sus colegas sobre el desarrollo del comportamiento agresivo. El procesamiento de la
información en general, y la teoría del procesamiento de la información social de Dodge (1986),
se ocupan fundamentalmente del despliegue instrumental de conductas durante las interacciones
sociales y físicas en tiempo real en el mundo. Sin embargo, Dodge y Rabiner (2004) presentan un
caso muy fuerte, explícito y claro para el significado expresivo de las "estructuras mentales
latentes" en el proceso del desarrollo, ya que afectan la forma en que el niño "codifica, interpreta y
responde en una variedad de situaciones sociales”(p. 1005; véase también Arsenio y Lemerise,
2004; Crick y Dodge, 1994).
Reconocer tanto la distinción entre funciones expresivas-constitutivas como instrumental-
comunicativas de acción, y reconocer que constituyen dos partes legítimas de un solo todo, es hacer
una afirmación de inclusividad. Este reconocimiento reconoce que cada función asume un papel
legítimo en una investigación unificada del desarrollo y que la naturaleza de cualquier
investigación específica es siempre relativa a los objetivos de esa investigación. Desde esta
perspectiva relacional, los problemas asociados con las ambigüedades que surgen del
contextualizar el desarrollo como "cambios en el comportamiento observado" se reducen
significativamente al insistir en la sustitución de la frase "cambios en las características expresivas-
constitutivas e instrumental-comunicativas del comportamiento observado". Sin embargo, esta
sustitución no resuelve el problema de qué tipo de cambio se debe llamar desarrollo. Para este
problema, se necesita una mayor reflexión sobre el cambio en sí mismo.