TRAIANEUM

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TRAIANEUM

Pero las excavaciones que dieron a conocer el conjunto arquitectónico que allí se ubicaba fueron
realizadas por P. León entre 1980 y 1983. Desde entonces, el templo que preside este conjunto se conoce con el
nombre de Traianeum, aunque, por extensión, suele recibir también ese nombre la totalidad del recinto: una
plaza en cuyo centro se erigía el templo, presumiblemente dedicado al emperador Trajano divinizado.

Pese a su grandeza, el monumento fue descubierto en un lamentable y ruinoso estado de conservación,


debido principalmente al intenso expolio al que se vio sometido ya desde la antigüedad, sufriendo con
seguridad en un principio un proceso de desmonte progresivo que dio paso con el tiempo a ese saqueo incesante
que lo sumergirá de manera definitiva en la más absoluta ruina. Ni siquiera se pararon los expoliadores ante la
mole que suponía la inmensa masa de caementicium que conformaba su poderosa cimentación, a la que se
enfrentaron con el mayor empeño, provocándole importantes pérdidas y lagunas. Todo lo cual indica que el
Traianeum constituyó, a lo largo de los siglos, una importante cantera de la que extraer todo tipo de material.
Esta circunstancia y no otra es la que ha provocado que el edificio se haya conservado a nivel de cimientos,
aunque, por fortuna, con los elementos suficientes como para poder definir toda su planta al completo y
permitir un acercamiento sutil a lo que debió de ser su magnificencia original (León, 1988).

Los restos que permanecen hoy día a la vista se reducen a una explanada en la cual se observan,
además de algunos fragmentos arquitectónicos sueltos (una mínima parte de los hallados en la excavación), los
cimientos de opus caementi-cium correspondientes a un templo que en su momento estuvo precedido por un ara
y rodeado por una gran plaza porticada adornada con estatuas. El conjunto ha sido larga e intensamente
expoliado hasta el punto de provocar su práctica desaparición. Los datos de la excavación permiten que, pese a
todo, éste pueda describirse con bastante detalle.

— El templo sería una obra de reconocimiento de Adriano a trajano, en tanto que fundador de una
nueva dinastía imperial.
— El templo se habría ubicado en Itálica como lugar de origen de la nueva dinastía.
— El conjunto arquitectónico está inspirado en el primero de los foros imperiales, organizado en torno
al templo de Marte Vengador, y permitía reforzar la identidad entre trajano y Augusto. Ambos serían los
fundadores de una nueva dinastía y de una nueva época de prosperidad.
— La epigrafía vinculada al santuario ratificaría esta hipótesis con la mención del flamen perpetuus
divi Traiani.
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— La estatuaria corroboraría esta interpretación, de manera que los escasos restos de la estatua colosal
podrían interpretarse como partes de la imagen cultual de trajano que debería haber estado situada en la cella
del templo.
— El Traianuem de Pérgamo, del que pocos años antes se habían publicado nuevos estudios, podría
servir como el elemento inspirador de todo el conjunto y de la interpretación propuesta.

Además, debemos resaltar que el conjunto se levantó en un lugar especialmente complejo y difícil
desde el punto de vista de la propia configuración topográfica del terreno, justo en un punto en el que la colina
acusa una importante caída hacia el sureste. Este desnivel se solventó por los diseñadores y los técnicos de la
obra mediante una terraza o substrucción en este ángulo del recinto. Tal sobresfuerzo constructivo, consciente y
meditado, pudo estar determinado precisamente por la orientación astronómica perseguida y por los efectos
luminosos y simbólicos asociados a ella. En cualquier caso, estas dificultades también se vieron recompensadas
con la generación de un frente escenográfico monumental enfrentado a la llanura por la que discurría el
Guadalquivir. Desde el puerto italicense, al que conducían las tres calles que partían colina abajo de la fachada
este del complejo, el edificio sobresaldría espectacularmente sobre el resto de la zona recién urbanizada,
emulando claramente los grandes santuarios helenísticos del Mediterráneo oriental.
En el caso del edificio italicense ahora estudiado, estrechamente relacionable según nuestros datos con
el ocaso solar del solsticio de invierno si se considera el relieve del paisaje local en el horizonte occidental,
podría tenerse en cuenta una tradición importante entre las poblaciones prerromanas del mediodía ibérico, que
con frecuencia orientaron hacia este punto sus templos y santuarios.

Cimentación:

La cimentación del recinto es imponente pero extremadamente sencilla. En el caso del pórtico queda
constituida por una potentísima zapata corrida de caementicium de gran envergadura;
mientras que en el templo, donde se concentra un peso verdaderamente descomunal, si tenemos en
cuenta igualmente el techo de mármol, debemos suponer un cimiento a su altura. En este caso consiste en una
placa o losa de cimentación desarrollada en opus caementicium muy potente, asentada directamente sobre la
tierra virgen. Concebida en diferentes tramos o módulos, sus puntos de unión hacen las veces de juntas de
dilatación que contrarrestan los posibles movimientos y/o rupturas de todo el conjunto. El procedimiento para
su desarrollo es sencillo pero sumamente laborioso a tenor de la envergadura de sus dimensiones
(aproximadamente 28 x 48 m). Dicho procedimiento consiste en excavar el terreno natural por tramos hasta la
cota deseada para rellenar después con un caementicium muy duro y compacto desde su capa más profunda.
Las propias paredes del hueco excavado actúan de encofrado para los vertidos de caementicium. La
particularidad de esta cimentación es la extensa isla de tierra que se reserva en la parte central del cimiento; un
islote difícil de entender por sus dimensiones (10,2 x 12,4 m) y porque se trata de tierra completamente virgen,
como hemos podido comprobar recientemente con la realización de un sondeo geotécnico. Resulta así que hubo
una porción de tierra que nunca se tocó y que por alguna razón, tal vez de carácter simbólico, se respetó intacta
en el interior de la losa de cimentación. Pese al islote de tierra virgen, que en nada iba a contrarrestar a la
estática y solidez del edificio, la cimentación del templo y la de los pórticos circundantes constituyen una obra
de extraordinaria solidez, pensada para resistir el peso y el volumen de mármol utilizado en la construcción.

Un sondeo realizado evidenciar que la potencia máxima del cimiento, al menos en la cabecera del
templo es de 5,80 m, configurado con un caementicium muy compacto y sólido, de una dureza extraordinaria
desde su arranque, es decir, desde las margas naturales, muy compactas asimismo, hasta la cota más alta y por
tanto sin la necesidad de base preparatoria.
Todo ello no hace más que confirmar la descomunal obra de ingeniería puesta en marcha para la
construcción del recinto de culto imperial italicense, habida cuenta del vaciado del terreno que hubo que
practicar para desarrollar la losa de cimentación. La tierra extraída debió servir con seguridad para rellanar el
tramo de colina artificial sobre la que se asienta el complejo arquitectónico. Para lo que fue necesario construir
un “cajón” suficientemente sólido como para contener el terreno y el propio peso de la edificación. El
resultado, como decíamos, es un cimiento efectivamente pensado para recibir un peso gigantesco

Exterior
El Traianeum ocupaba una posición privilegiada en la cota más alta de la ciudad. Para construirlo fue
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preciso preparar y aterrazar el terreno, as! como levantar un recinto cerrado rectangular que ocupaba el espacio
equivalente a dos manzanas. Las calles que rodeaban el edificio quedaban por algunas zonas, especialmente por
el sur, a una cota mucho más baja que el recinto.

El ingreso al Traianeum, ubicado en su fachada este, quedaba definido por un gran propileo
monumental, organizado a partir de dos escalinatas enfrentadas adosadas al muro/cimiento de la entrada.
Ambas escaleras, que ascendían desde el sur y desde el norte, convergían en la puerta principal del complejo.
En el cuarto lado, orientado al este, se encontraba El acceso principal al complejo se ubicaba en su
fachada este, lugar en el que el edificio avanzaba invadiendo la acera y formando una terraza a la que se
ascendía desde el nivel de la calle por medio de escaleras laterales.
El frente de la terraza presentaba una columnata con fustes de mármol grisáceo con vetas rojas
(«portasanta», procedente de la isla griega de Quíos) y una balaustrada con diseños geométricos.
Además, el edificio contaba con otras dos entradas secundarias, abiertas respectivamente en sus
costados norte y sur.
La del norte se encontraba en su extremo oriental, siendo la más cercana al frente principal del
edificio, y por tanto a su zona más monumental.
Pero la del ángulo nordeste quedaba minimizada, tanto por sus reducidas proporciones como por la
proximidad, en el cruce de calles, de una construcción de la que se conserva la plataforma de cimentación,
quizá un arco o un tetrapylon (arco cuádruple).
La puerta del ángulo suroeste, al ubicarse en un punto en que existía un acusado desnivel con
respecto a la calle, requería una escalera y un tratamiento de alcance algo mayor.
Por su parte, el ingreso del flanco sur se dispuso en el extremo oeste y, en consecuencia, en la parte más
alejada de la puerta principal. De este vano trasero, que gozó de cierta monumentalidad, lo único que se ha
conservado corresponde a sus basamentos de apoyo. Para salvar la diferencia de cota entre la calle y el interior
del edificio, dispuso de una escalera y, posiblemente, también de una rampa.

Pórtico

El recinto estaba formado por una gran plaza porticada de 86 por 56 metros en cuyo centro se erigía el
templo.

El pórtico presentaba al interior de la plaza una columnata formada por columnas con basas y capiteles
de mármol blanco, y fustes de cipollino, mármol de las canteras de Karystos, al sur de la isla griega de Eubea.
A través del análisis morfológico-compositivo podemos adscribir varias piezas10 (lám. 1) circular y plana al
orden del pórtico, tanto en la columnata que recorre sus cuatro lados como su correspondiente paralelo en el
muro de cierre. Están trabajadas en mármol blanco de grano fino con un esmerado acabado como podemos ver
en su molduración. Las molduras repiten el mismo esquema: sobre un plinto se desarrolla un toro inferior, un
doble astrágalo que separa las dos escocias y un toro superior sobre el cual apoya el imoscapo de la columna o
la parte inferior de la pilastra según el caso.
Para el hecatostylon del pórtico se utilizaron fustes monolíticos lisos de columnas realizados en
“cipollino” de los cuales se conservan en el yacimiento varios fragmentos (lám. 2).
Este fragmento de fuste formaría parte del recinto columnado constituido por 30 columnas para los
lados largos y 20 para lo cortos26. Estos fustes estaban completados por basas de color blanco y capiteles del
mismo color que acentuaban el juego polícromo del recinto. Este juego multicolor aparece utilizado en el
Panteón de Agripa, en concreto, en las ocho columnas monolíticas frontales de mármol gris que alternan con
basas compuestas y capiteles corintios, por lo que se está trasladando una arquitectura formal y decorativa
desde Roma hacia la nova urbs italicense. Junto a esta influencia la más destacada es la de la Biblioteca de
Adriano en Atenas en la que la utilización de cipollino fue comprobada por Lyttelton en la mayor parte de los
fustes sin estrías de la pared de la fachada27. Prueba de esta combinación decorativa es su utilización en la
Villa de Adriano donde se alternan para el peristilo de la Plaza de Oro, columnas lisas de granito gris y
cipollino28.

Las galerías del pórtico se encontraban a un nivel más alto que la plaza. Este desnivel sería salvado por
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uno o dos escalones.

El sistema de proporciones adoptado fue el llamado hecatostylon, es decir, un patrón de cien columnas:
treinta en los lados largos y veinte en los cortos (contándose dos veces las de las esquinas).

Hacia el interior de tres de las galerías abrían las exedras antes mencionadas, que albergaban esculturas
sobre pedestales. El esquema de columnata interior rectangular con alternancia de exedras en el muro exterior y
cuerpo de fachada proyectada sobre uno de los lados cortos obedece a un modelo de raíz helenística bien
conocido en la arquitectura romana, que se plasma, entre otros edificios, en el pórtico adyacente al teatro de
Pompeyo, en Roma. Quizá sea éste, designado en la Antigüedad como porticus hecatostylos, la fuente de
inspiración de los pórticos tanto de la Biblioteca de Adriano en Atenas como del Traianeum de Itálica.

La cuarta galería, la correspondiente a la fachada principal, comunicaba por su parte central con la
terraza y la doble escalinata.

El pórtico del Traianeum coincide en esto con otro gran proyecto alabado en la Antigüedad, el de la
Biblioteca de Adriano en Atenas. En ambos se constata igualmente la alternancia de exedras, una rec tangular
entre dos semicirculares, y el uso de mármoles polícromos similares.

Con respecto a la decoración parietal del pórtico, se han encontrado fragmentos de pilastras,
seguramente responsiones de la columnata en el muro de cierre, y también se han hallado restos deslavazados
de un revestimiento de mármoles blancos y polícromos.

Exedras:

En los muros de cierre se alternaban, en tres de los lados, exedras rectangulares y semicirculares que
sobresalían hacia el exterior.
Dos de ellas en el lado sur se macizaron con hormigón hasta alcanzar la cota deseada, con la intención
de que actuaran como contrafuertes para contrarrestar el empuje de la tierra.
Desde el punto de vista de su configuración formal, el edificio es un recinto rectangular porticado que,
por su paralelismo con la Biblioteca de Adriano de Atenas, se ha considerado hecatostylum (León, 1988, p. 59),
si bien los primeros planos publicados incluyeron solo 96 columnas (Montero, 1988, pp. 94-95). Esta última
cifra resulta de las dos series de 30 correspondientes a los lados mayores más las dos de 20 de los lados
menores, lógicamente computando solo una vez las cuatro columnas de las esquinas, que son comunes a los
lados mayores y menores (La Rocca, 2014, pp. 61-62). Todas las columnas disponían de piezas de mármol, los
fustes en la clase cipollino y los capiteles y las basas en la variedad Luni. Esa galería porticada circunvalaba un
gran espacio al aire libre en cuyo centro se ubicaba un templo

Del pórtico destaca su propia configuración morfológica, con su conocida alternancia de exedras
semicirculares y rectangulares en sus galerías norte, sur y oeste. Las rectangulares, situadas en los centros de
dichas galerías, muestran un tamaño mayor que las semicirculares en lo que a su fondo se refiere. Es muy
probable que fueran ideadas como tres aedes o sacella. Los nuevos descubrimientos han permitido demostrar
que se encontraban presididas por esculturas colosales, que irían arrimadas a sus muros de fondo según indican
las huellas de sus pedestales. Como las rectangulares, las exedras semicirculares también cobijaban esculturas,
en este caso de menor medida aunque siempre superior al natural (Vargas-Vázquez, 2017a, p. 186). Estudios
recientes han propuesto que los tres módulos observados en los restos de esculturas responderían a su ubicación
en los tres ámbitos diferenciados del edificio, según las normas jerárquicas del culto imperial: el templo
propiamente dicho, las exedras rectangulares y las exedras semicirculares (León-Castro, 2019, p. 376).
Profundizaremos más adelante en la cuestión de la planta general del edificio para tratar su posible significado
simbólico, que puede relacionarse con el tema central del presente artículo.
Las dimensiones de las exedras rectangulares, hoy corregidas, ofrecen nuevos datos para la
comprensión del culto al que pudo estar destinado el edificio, sobre todo porque conllevan una estratificación
de espacios de culto antes percibida con menor claridad. Este hecho también permite profundizar en la relación
de este gran complejo religioso con su entorno urbano inmediato, ya que el propio tamaño de las exedras más
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sobresalientes obligó a suprimir las aceras porticadas inmediatas. En este sentido, puede afirmarse también que
la construcción, la localización y la orientación del santuario determinaron todo el viario de la ciudad,
posicionándose, en consecuencia, como el edificio principal a partir del cual se organiza la nueva urbe añadida
por Adriano a la Italica anterior.

Plaza

No hay restos evidentes de que la plaza estuviera pavimentada. Si lo estuvo, lo cual parece probable, las
losas del suelo debieron apoyar directamente sobre el terreno.
Escuklturas: Entre el espacio ocupado por el templo y los lados mayores del pórtico se han hallado
pequeñas cimentaciones cuadradas (en algún caso se ha conservado también el arranque) dispuestas en dos
hileras de a cinco por cada lado. Debe tratarse de una serie de basamentos para estatuas. Durante la excavación
se observaron indicios de la existencia de arriates entre estos basamentos en la dirección del eje mayor de la
plaza. También en este gran patio, y en paralelo a los flancos norte y sur del templo, se distribuían pedestales
destinados a acoger esculturas,
mientras que en su trasera se extendía un estanque que formaba parte del aparato ornamental y
simbólico del recinto (fig. 5). Este elemento acuático, sobre el que luego volveremos, lo componían cuatro
cisternas dispuestas delante de la exedra central del fondo occidental del recinto. El tamaño de esta capilla
oeste, su posición centrada y la propia presencia de estos depósitos hidráulicos indican la impor tancia de este
flanco dentro del complejo sacro.

Ara
Los restos del ara que precedía a la fachada del templo se reducen a unos cimien tos muy alterados por
las acciones destructivas de los expoliadores y a unos escasos fragmentos arquitectónicos de mármol. Los
cimientos conservados parecen corresponder al edículo rectangular (aedicula) en el que se situaba el ara propia-
mente dicha. Los fragmentos arquitectónicos son piezas de mármol del basamento del edículo.

Templo

Salvo los múltiples fragmentos de decoración arquitectónica hallados en la excavación (hojas de


acanto, volutas, estrías, molduras), lo único que se conserva del templo es su losa de cimentación. Ésta es una
plataforma rectangular de hormigón de 29 por 47 metros, con algunas grietas producidas quizá por la naturaleza
del terreno y con un espacio central no cimentado que correspondería a la parte de la celia donde no recaía el
peso del edificio. Nuestros conocimientos sobre el templo se basan en los datos proporcionados por la losa de
cimentación y el estudio detallado de los fragmentos arquitectónicos encontrados.
El templo se alzaba sobre un podio de cantería, al que se accedía por su fren te oriental mediante una
escalinata. Era de orden corintio y sus elementos arquitectónicos, al menos los más visibles, estaban labrados
en mármol blanco de Luni (Carrara), el mismo usado para los capiteles y basas del pórtico y para las piezas
conocidas del ara. Se ha deducido que era un templo períptero, es decir, rodea do de columnas. La altura de las
columnas se ha calculado en once metros. Presentaba ocho en los lados cortos (es, por tanto, un templo
octástilo) y doce en los largos. El muro exterior de la celia era recorrido por una decoración de pilastras de las
mismas proporciones que las columnas.
El Traianeum es, en toda Hispania, el único templo octástilo conocido. La arquitectura romana suele
utilizar dicha tipología en los templos dedicados al culto imperial. En éste, verosímilmente dedicado al culto a
Trajano divinizado (diuus Traianus), al parecer se quiso emular el esquema definido en los foros imperiales
desde la construcción del templo de Man Vítor en el Foro de Augusto, en Roma. Este modelo estaría
doblemente justificado en Itálica. En primer lugar, por su abolengo griego, tan preciado en época adrianea. En
segundo lugar, porque suponía emparejar con Augusto la figura de Trajano, a cuya dinastía, de origen
italicense, se pretendía ensalzar con la construcción del Traianeum.

templo posiblemente octástilo sobre podio, del que se conoce su cimiento rectangular de c 48 x 28.5 m.
Al pie de dicho templo, y enfrentado a su fachada principal, se alzaba un altar al aire libre.
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Decoración del Traianeum


En la talla de los motivos ornamentales del Traianeum se aprecia la fidelidad a los modelos oficiales,
que en época de Adriano adoptan un carácter cosmopolita, fruto de la intensificación de los contactos con las
ciudades del ámbito oriental del Imperio. La dirección de los trabajos debió estar a cargo de artistas altamen te
cualificados, poseedores de un estilo detallista y de gran fuerza plástica, como se advierte en los pormenores de
la decoración. Sin embargo, entre los restos decorativos conservados se aprecian también piezas que no siguen
los modelos al detalle, piezas labradas de forma simplificada, con premura, en las que se ha creído detectar
cierta urgencia por concluir la obra, quizá ante el temor de que fuera interrumpida. Este hecho se ha relacionado
con la situación que llevó a dejar inacabadas la fachada de poniente del anfiteatro y la decoración arquitec-
tónica de las Termas Mayores, sin que se haya llegado a averiguar el alcance y las causas de lo que parece un
truncamiento del proyecto urbanistico elaborado para Itálica.

Junto con los elementos constructivos estructurales y los correspondientes a la ornamentación, también
se han descubierto fragmentos de esculturas antropomorfas elaboradas en mármol, de los que destacan dos
trozos de acrolitos colosales, claramente diferenciados del resto si tenemos en cuenta el módulo de las piezas
conservadas. El primero es un antebrazo de 1.70 m de largo; el segundo muestra en cambio la primera falange y
el arranque de la segunda del dedo meñique de una mano, superando en este caso los 30 cm (León, 1988, p.
82). Siempre que no hubieran pertenecido a estatuas sedentes, estos caracteres nos sitúan ante imágenes que
sobrepasarían los 9 y 14 m de altura respectivamente. Ambas piezas se trabajaron en mármol blanco de
importación (fig. 3).

Del Traianeum procede un conjunto de epígrafes, hoy conservados en el Museo Arqueológico de


Sevilla, en el que destacan cuatro ménsulas, de formato diverso, dedicadas a distintas divinidades, una a Apolo,
otra a la Victoria Augusta, y dos al Genio de la colonia, por personajes italicenses de alto rango. Se trata de tres
varones y una mujer, miembros de la aristocracia local, que llegaron a alcanzar altos puestos en la
administración civil y religiosa de la colonia. La epigrafía se nos evidencia de nuevo aquí como exteriorización
de la significación social alcanzada y símbolo- de unos valores que se querían manifestar como modelos
ideológicos al resto de la sociedad. He aquí los textos:
APOLLINl-AVG(usto¡- SACRfum)
M(arms) ■SENTIVS-M(ard)-Ffitius) ■SERGfia) -MA VRIANVS ITALIC(ensis)AEDlL(i¡)-lIVIR-
AVGm-PERPETVVS
COLON(¡ae)-AEL(¡ae)AVC(usíae)-ITAL(icenshmt)-EX-ARG(enti)-P(ondo)-C-D(onum)
A Apolo Augusto Marco Sentio Mauriano, hijo de Marco, de la tribu Sergia, italicense, edil, dunviro,
augur perpetuo de la Colonia Elia Augusta de los Italicenses, ofreció este presente de cien libras de plata.
VICT(oriae)AVG(ustae)■ VIB(¡a)-MODESTA-G(m)■ VIB(íi) LIBONIS-FIL(ia)-ORI[VNDA
EX]
MAVRETANIA ITERATO HONORE BIS FLAMJNICA SACERDOS COL(on¡ae)
Afeliae) A(ugustae) I(talkensium)] STATVAMARGENTEAM EXARC(enti) P(ondo)
CXXXII-.&CVM-INAVR1BVS
TRI]BACIE MAR-]
CARITIS N(umero) X-ET-CEMMIS-N(umem) XXXX-ET BERVLLfis) N(umero) VIII-ET
CORONA AV[REA] CVM GEM(m)IS N(umero) XXVET GEM(m)AREIS 7ACCCEP(lo)-LOC(o)AB
SPLENDID[ISSIMO OR-] ¡l1¡lN(e)-INTEMP(lo)-SVO-CORONA(m)-AVREA(myFLAMINAL(em)-
CAPITVL(um)
AVREfVM DO-]
¡M¡]NA(e) ¡SIDIS-ALTER(um)-CERER(¡s)-CVMM{A}ANIB(us) ARG(enleis)-ITEM-
IVNONI(s) RfECINAE D(ono) Dfedilj]
A la Victoria Augusta, Vibia Modesta, hija de GayoVibio Libón, oriunda de Mauretania, dos veces
investida del honor del flaminado, sacerdotisa de la colonia Elia Augusta de los Italicenses, ofreció como
presente una estatua de plata de ciento treinta y dos libras y dos onzas y media de peso, con pendientes de tres
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racimos de diez perlas, cuarenta gemas, ocho aguamarinas y una corona de oro de veinticinco gemas y
¿gemmareis 7?. Aceptado el lugar por decreto del esplendidísimo orden (decurional) de la colonia, ofreció en
su templo como presente su corona flaminal de oro, un busto de oro de nuestra señora Isis, otro de Ceres con
manos de plata y otro de la diosa Juno.

M(arcus)-CASSIVSSERG(ia)-CAECILIA[NVS] FLAMEN PERPETVVS


DIVITRAIANIFLAMINALIS PROVINÍCIAEI BAETICAE STATVAS QVAE SVNT IN ORDINEM
POSITAE Humero) HIT EX-ARGENTILIBRIS CENTENIS OB HONOREM ¡IVIR(atus) OENIO-
COLONIAE-SPLENDIDISSIMAE-ITALICENSISPOSVIT
Marco Casio Ceciliano, de la tribu Sergia, flamen perpetuo del divino Trajano, flaminal (anuguo
flamen) de la provincia de la Bética, dedicó, por el honor del (desempeño del) dunvarado, al Gemo de la
colonia esplendidís.ma italicense las estatuas, en número de cuatro, que han s.do dedicadas según el ritual, por
un valor de cien libras de plata cada una.
IOVI-]..] / M(arcus)ANTISTIVS +[...] EX PROV(inúa) BAET(¡ca)-E[...] HONOR(em) GENfio)
COfLONfiae)...] C VM FILfio) M(ará) ANTISTI- VO[TVM...]

A Júpiter... Marco Antistio... de la provincia de la Bética... por el honor... al Genio de la colonia... con
el hijo de Marco Antistio,... el voto ...
Una última cuestión es la referente a la decoración escultórica. Emplazamientos prácticamente seguros
de estatuas eran las exedras del pórtico y los pedestales alineados en la plaza. El ciclo estatuario
presumiblemente estaría dedicado a la familia imperial y, tal vez, a personajes italicenses emparentados con
aquélla. Aunque en las excavaciones de 1980-83 no se ha hallado ninguna de estas esculturas, el Museo
Arqueológico de Sevilla posee algunas de excavaciones antiguas que quizá pudieran proceder del Traianeum,
entre otras, la famosa estatua heroica de Trajano y la interpretada como la de Adriano. El hallazgo de un frag -
mento de dedo y un antebrazo de gran tamaño han hecho pensar que en la celia del templo posiblemente
existiera una imagen de culto de tamaño colosal que representara también a diuus Traianus, presumiblemente
de vestir.

Las excavaciones desarrolladas durante los años 1980 y 1983 en una zona conocida como “El
Palacio”, sacaron a la luz un complejo de culto imperial cuyas características lo situaban como uno de los
elementos más significativos de la nueva urbe promocionada y alentada por el Emperador Adriano en Itálica.

A todo el catálogo de material marmóreo, entre el que se encuentran im portantes inscripciones que
hablan de donaciones de estatuas de plata y otras singularidades (Blanco, 1989, pp. 233-279; Caballos, 2003,
pp. 241-267; Caballos, 2010, pp. 265-275), hay que sumar los imponentes sillares de piedra arenisca, en
algunos casos almohadillados y moldurados, que permiten recomponer en buena parte la visión exterior del
santuario de culto imperial.
El mármol está representado en una amplia tipología y gama cromática4, de ahí que constituyera el
principal material constructivo utilizado y que contribuyera de manera decisiva a la apariencia magnífica de la
obra.
Los restos marmóreos más abundantes pertenecen a la que fuera su decoración arquitectónica 5. Trozos
de cornisas, de columnas, de frisos, de arquitrabes, de molduras, de placas de mármol pertenecientes a la so lería
y al revestimiento parietal, de balaustradas y/o de ventanales y un largo etc. se documentan en cantidad y,
aunque muy fragmentados en la mayoría de los casos, todos ellos revelan características que permiten
vislumbrar una gran calidad en las formas y en la elaboración. Todo lo cual es fruto de la participación de
talleres de primerísimo nivel, como se entiende que serían aquellos que fueron llamados para dar forma al que
iba a ser el edificio más importante y significativo de la nueva Itálica.
La apariencia final del templo se encuentra dominada por el mármol, casi podríamos decir que todo él
fue de este material, en la Antigüedad fueron reutilizadas en cobertizos y edificaciones humildes que se
adosaron a los muros externos del Traianeum (Fig. 4). Significativa es, además, aquella otra que se documenta
en un contexto arqueológico vinculado con el derrumbe del edificio, al localizarse bajo el desplome de los
sillares que conformaban su muro exterior (Fig. 5).
Se da la circunstancia que entre el abundante material marmóreo extraído del Traianeum se han
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recuperado algunas piezas de ímbrices, mientras que de tégulas sólo se ha podido rescatar un fragmento loca-
lizado en una domus cercana al recinto de culto imperial (Fig. 6), reutilizado para crear un paso en un muro, ya
destruido, seguramente en época reciente6. La tégula se encuentra trabajada de manera muy similar El horno
instalado para tal fin en el propio edificio, documentado en las excavaciones de los años 80 es prueba de ello
(León, 1988, pp. 16, 28-30, 45). No faltan muestras de la devastación causada por el expolio en monumentos
destacados en la Antigüedad; Tito Livio recuerda precisamente el desmantelamiento de parte del techo del
Templo de Juno en Lacinia por parte del Censor Q. Fulvius Flaccus, para cubrir con ellos el templo de la
Fortuna Equestris que tenía proyectado para Roma. El expolio llevado a cabo por el Censor no pasó
desapercibido en Roma, según cuenta Livio, dado que hasta el propio Senado, molesto por el acto, le reprocha y
le obliga a restituir las tejas y a celebrar sacrificios pertinentes para aplacar la ira de
Los ímbrices documentados en el Traianeum de Itálica se encuentran muy bien conservados en la
mayoría de los casos y muestran carácter uniforme. Son piezas elaboradas en un mármol blanco, de grano muy
fino y gran calidad, probablemente Luni (procedencia a la que apuntan las analíticas marmóreas que se están
desarrollando actualmente). La existencia de algunos ejemplares bajo el derrumbe de los sillares del muro
exterior del santuario y que delimita el pórtico, parece indicar con cierta seguridad que pertenecían a éste
último, deduciéndose al mismo tiempo que pórtico y templo poseían un techo de mármol. Teniendo en cuenta
este último dato, parecería lógico pensar que los ímbrices que cubrirían el templo tuvieran que ajustarse a un
módulo más grande, con mayor altura, en consonancia con el volumen mayor del edificio, idea que desde un
principio nos parecía lo más acertado.
Que el Traianeum tuviera una techumbre de mármol, con el peso que ello supone, que viene a sumarse
a la gran mole que debió de suponer el edificio en sí, implica nuevas consideraciones de interés que afectan
especialmente a sus fundamentos.

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