Como Medir La Inteligencia Emocional

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Cómo Medir La Inteligencia Emocional

Danna Lizbeth Contreras Meza


Facultad de Ingeniería, Universidad francisco de Paula Santander
1192141: Ingeniería industrial

Dr. Fabio Orlando Segura


23 de abril de 2021
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Cómo Medir La Inteligencia Emocional

En el siguiente escrito estudiaremos una serie de determinaciones para saber la manera en la

cual podremos cuantificar la inteligencia emocional, abordando para ello tres focos principales;

primero, identificaremos las características que intervienen en la inteligencia emocional,

segundo, el modo de medir con precisión la inteligencia emocional, y, por último, cómo se

construye el éxito a partir el conocimiento de la inteligencia emocional.

La inteligencia emocional se destaca por ser la responsable de determinar el bienestar y éxito

en la vida de una persona, acompañada también del autoconocimiento y confianza en sí mismo.

Cuando aprendemos a manejar nuestra inteligencia emocional avanzamos feliz y tranquilamente,

en cambio, aquellas personas que no adquieren esta capacidad no son capaces de supera las

dificultades que se les presenta, ya que asumen de manera negativa el enfrentamiento ante los

mismos.

La inteligencia emocional, según la concepción de Steve y John Simmons, es: “el conjunto de

necesidades emocionales, de impulsos y de valores verdaderos de una persona, y dirige toda su

conducta visible”, dicho de otra manera, se trata de entender y reconocer nuestras emociones,

para que inmediatamente decidamos el modo de actuar o expresar tales emociones, al mismo

tiempo que ello nos sea útil para acercarnos a las metas que visionamos.

Para conseguir la aludida inteligencia emocional debemos primero conocer qué es el

coeficiente intelectual (CI) y el coeficiente emocional (CE). Mientras que el Coeficiente

Intelectual es un numero obtenido de una prueba estandarizada -reconocido como el test de

inteligencia- que representa las habilidades para resolver y comprender mediante el

razonamiento y la lógica determinadas situaciones objetivas, el coeficiente emocional es el valor


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que indica el nivel de inteligencia emocional de una persona y se considera difícil de cuantificar,

por se este más intangible.

Steve y John muestran en su texto E.q. Cómo medir la inteligencia emocional las diferencias

y similitudes dadas entre el coeficiente intelectual y el coeficiente emocional, así pues, los

autores plantean que el coeficiente intelectual no lo es todo, de hecho, afecta mucho menos de lo

que podemos llegar a imaginar, sin embargo, tal dato es algo que no debería sorprendernos, ya

que, si observamos a nuestro alrededor vemos cuántas personas existen con un elevado

coeficiente intelectual, pero con carentes habilidades comunicativas, sociales y competencias

personales. Pero el panorama no es tan oscuro frente a la inteligencia emocional, ya que esta se

puede entrenar y mejorar a lo largo de nuestra vida, en cambio que, el coeficiente intelectual es

una condición genética, y se desarrolla en una edad temprana, manteniéndose así hasta llegar a la

adultez.

Simmons y Simmons exponen en su obra trece áreas del carácter y tipos de inteligencia

básicos, los cuales son:

Energía emocional: es la energía de que dispone la persona para enfrentarse al estrés, a la

frustración, a los conflictos o la presión. Es aquella parte de la energía personal que se utiliza

para llevar a cabo impulsos personales.

Dentro de esta área tenemos: la energía emocional baja: la persona de ritmo lento conserva la

energía y tienden a no apresurarse, tienen un nivel bajo de motivación, se mueven despacio, no

participan en actividades variadas ni vigorosas; la energía emocional alta: las personas de ritmo

rápido son activa, enérgica, motivada, no pasiva ni depresiva, tiene la energía suficiente para

rendir en ambientes agotadores.


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Estrés Emocional: este es el grado en el que los sentimientos incomodos inquietan a una

persona.

Dentro de esta área tenemos, el estrés bajo: la persona relajada: es calmada, y está libre de

inquietudes, preocupaciones y presiones, no tiene miedo, no rehúye a nada, tienden a tener un

estilo de vida moderadamente activo y una actitud positiva, más una buena autoestima; el estrés

alto: la persona estresada: se preocupa mucho por los rendimientos y por encontrar la mejor

manera de salir adelante en su entorno, se preocupan mucho por lo que pasa en sus vidas.

Optimismo: nos dice en qué grado ve la persona el mundo, si de manera positiva o negativa.

Dentro de esta área tenemos: el optimismo bajo: la persona critica: es capaz de ver con

rapidez y naturalidad lo que falta en las cosas o las personas, son interiormente serios, sobrios,

temerosos e infelices, pueden alterar o deprimir a otras personas; el optimista alto: la persona

optimista:

Autoestima: es la tendencia a valorarse y a aceptarse uno mismo. Mide el grado en que las

personas se aprecian a sí mismas.

Dentro de esta área tenemos: la autoestima baja: la persona humilde: es muy consiente de los

defectos e incapacidades personales que ve en sí mismo, no tiene un concepto elevado de sus

cualidades personales. La autoestima elevada: la persona segura de sí misma: da la impresión de

sentirse muy satisfecha de sí misma, mantiene una actitud muy defensiva respecto a sus actos.

Compromiso Con El Trabajo: es la tendencia a trabajar duro, a hacer las cosas y a asumir

las responsabilidades. Esta característica contribuye a medir la dedicación de una persona en

relación al cumplimiento de sus tareas.


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Dentro de esta área tenemos a la persona ociosa: le gusta tomarse su tiempo para realizar las

tareas, trabaja lo necesario, tiende a fijarse mucho en el reloj y a esperar con impaciencia la hora

de marcharse; la persona trabajadora: pasa su tiempo productivamente, se pone en marcha por sí

mismo, y se esfuerzan a terminar sus tareas.

Atención a Los Detalles: mide el grado en que la persona presta atención a lo que hace. Esta

medida de indica el grado en el que la persona aspira a la perfección de las tareas que realiza. La

alta atención a los detalles es una característica muy importante. Esta característica, sumada al

compromiso con el trabajo, componen lo que se llama la ética del trabajo.

Dentro de esta área tenemos: el nivel de bajo compromiso con el trabajo: la persona

espontanea y a la atención a los detalles elevada: la persona cuidadosa.

El Deseo de Cambio: mide el grado en que las personas les gustan los cambios en su entorno,

en sus creencias o en sus conductas.

La valentía: es la disposición para arriesgarse a daños, perdidas, penalidades o

incomodidades físicas para alcanzar una meta deseada.

La decisión: es la tendencia a formarse opiniones, a marcarse objetivos y a tomar decisiones.

La dominación: mide el grado en que una persona intenta motivar a los demás para que crean

o hagan algo. También mide el grado en el cual una persona se resiste a someterse a los demás.

La tolerancia: es el grado de paciencia de una persona con las molestias que les causan las

demás: o el grado en que está dispuesta a soportarlas. La persona tolerante no se enfada con

facilidad.
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La Consideración Con Los Demás: es el grado en que la persona es comprensiva, atenta,

servicial y responsable.

La Sociabilidad: es la tendencia a conocer gente, a pasar tiempo hablando y a orientarse al

grupo.

Todas las características anteriormente descritas son indicadores que sirven para determinar el

nivel emocional en el cual nos hallamos. Sirven pues, para ubicarnos dentro de una rubrica que

ayuda a conocer los rasgos de nuestra personalidad y de nuestra posición mental frente al mundo.

La importancia de auto explorarnos es que dentro de la introspección podemos mejorarnos, para

conducirnos de este modo a una vida más enérgica, positiva y equilibrada. Lo mejor de todo esto,

es que la inteligencia emocional, como ya mencioné, no es una condición perpetua e inmanente,

sino que es un factor que podemos cambiar y evolucionar en el mismo. Por lo mismo,

mencionaré unas formulas útiles para progresan en la inteligencia emocional.

¿Puedo Desarrollar o Fortalecer La Inteligencia Emocional?

La capacidad para gestionar nuestras emociones y las de los demás no varia mucho durante

nuestra vida. Los factores más determinantes son la herencia, el aprendizaje y los cambios físicos

y químicos, parecen ser la educación recibida, genes y experiencias infantiles, dicho en otros

términos; naturaleza, crianza y lesión. Y esto no significa que no pueda desarrollarse la

inteligencia emocional, sin embargo, hay que tener en cuenta que para hacer cambios profundos

se debe dedicar tiempo y esfuerzo para lograrlo. Debemos entonces, desarrollar habilidades

como la autoconciencia, el autocontrol, empatía, motivación y habilidades sociales.

El primer paso es la autoconciencia o el autoconocimiento, y esto es el poder de identificar

dentro de qué tipo de inteligencia nos visualizamos, y si la perspectiva es negativa debemos


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empezar a plantearnos soluciones para ir así ejecutando acciones que nos permitan avanzar de

manera progresiva.

Imaginemos el siguiente caso a modo de ejemplificar lo anteriormente expuesto:

Camilo es el subgerente de una empresa de servicios públicos, él maneja alrededor de 17

colaboradores de la empresa, nunca está satisfecho y en ocasiones desprecia el trabajo de los

demás, es malgeniado, y ocasionalmente gritón, constantemente habla mal y critica el trabajo de

sus colaboradores, alguno de ellos le teme por esto, puesto que temen ser despidos y prefieren

hacer caso omiso a esta conducta, sin embargo, esto afecta de manera directa el desempeño de

los mismo. En sus labores, camilo además está encargado de la contabilidad de la empresa, por

lo que es bastante desconfiado e incluso predice problemas antes de que sucedan, o por lo menos

eso cree él, generando entonces un ambiente de trabajo incomodo y hostil.

En el caso en el que Camilo quisiera y tuviera la disposición de mejorar este comportamiento

y así controlar sus emociones, lo primero que debe hacer es evaluar su comportamiento y

observar qué tipo de persona es. En el caso de Camilo podemos apreciar que es una persona con

optimismo bajo, o persona critica, posterior, posterior a esto. Cuando termina esta

autoevaluación deberá indicar en qué sentido le ha sido útil, o si por el contrario esto le ha

generado problemas, deberá estudiar posibles soluciones a las que recurrirá para mejorar, y en

esta situación las soluciones serían: aprender a apreciar el valor, los sentimientos y las

aportaciones de las personas; buscar menos defectos en ellas y encontrar más aspectos positivos

en las mismas. Así mismo, deberá mejorar cualquier situación vital que pueda estar

provocándole el pesimismo; buscar un entorno cuya influencia sea más alegre; ser más

agradecido y positivo, sonreír más, ofrecer más alabanzas o aprecio a los demás.

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