Date Me Bryson Keller
Date Me Bryson Keller
Date Me Bryson Keller
Corrección:
Emma Nea
Kavire Roni Turner
Capítulo 16 Capítulo 34
Capítulo 18 Agradecimientos
Todo empezó como un reto. Por supuesto, en ese momento no sabía que el reto iba a
cambiar mi vida. Pero ese es el punto de los cambios, ¿no? Como el amor, simplemente
ocurren, y parece que nunca avisan de su llegada. En su lugar, es solamente un momento «oh
mierda» tras otro. O en mi caso, es un momento «OH MIERDA» en mayúsculas, que, si soy
honesto, es el 95 por ciento de la vida de un adolescente gay en el armario.
Fue una semana antes de que la escuela reanudase, y todos estábamos en la fiesta de
Noche Vieja de Brittany Daniel. Brittany ha sido mi compañera de biología desde el inicio del
último curso, y por primera vez me invitaron a la fiesta personalmente, y no solo por ser la
lapa de mis mejores amigos, Priyanka Reddy y Donny Duckworth. (Lo sé, el nombre de Donny
era su cruz, pero al menos la gente sabía su nombre).
Estaba en un rincón cerca de un librero, intentando parecer casual al mirar los lomos de
libros que reconocía mientras en secreto buscaba a mis amigos desaparecidos en combate.
Nunca sé qué hacer en las fiestas. En serio, ¿qué hago con mis manos? ¿Tengo que mover mis
pies al ritmo de la música?
No tenía la intención de escuchar a escondidas, pero Bryson Keller tiene una voz que
transmite, te atrae. Es el capitán del equipo masculino de fútbol y el chico más popular de la
Academia Fairvale, así que no era sorpresa que fuera el centro de atención.
Curioso, me metí a la cocina para encontrar a mis mejores amigos entre el grupo de los
ultra populares: los atletas y los ricos.
Tenía sentido que Priya y Donny estuvieran ahí. Priya es la capitana del equipo femenino
de fútbol, y Donny uno de los chicos más ricos de la escuela, lo que significa que no tiene que
jugar algún deporte para ser invitado a cosas. Yo, en cambio, soy siempre su acoplado.
Priya tomó las manos de Donny entre las suyas. Sus dedos se entrelazaron.
Bryson sacudió la cabeza. Su cabello castaño claro parecía un tono más oscuro bajo la luz
fluorescente, y las sombras bailaban por su afilada mandíbula. Sus ojos azul pálido también
se veían más oscuros bajo esa luz.
—Bueno, mis padres fueron la pareja más popular de su preparatoria —dijo Dustin Smith.
Miró a su mejor amigo—. Sabes, Bryson, es irónico que estés tirando opiniones sobre las
relaciones cuando nunca has tenido una.
—No —respondió Dustin—. Ellos no tienen problema con que salga con alguien.
—Tal vez es porque no puede encontrar con quién salir —se burló Isaac Lawson, con su
blanca sonrisa deslumbrante. Isaac también estaba en el equipo de fútbol y resulta ser mi
crush secreto desde el inicio de tercer año.
Bryson se rio.
—Vamos. Sin ofender, pero probablemente podría salir con alguien nuevo cada semana
si lo quisiera. —Tomó un sorbo de su vaso mientras Priya rodaba sus ojos.
Hubieron «uhs» de parte de los chicos, y las chicas a su alrededor se rieron. Bryson se
removió incómodo, incómodo de ser el centro de atención.
—Pruébale a todos que puedes salir con alguien nuevo cada semana —dijo Dustin.
—Bien. —Bryson asintió—. No quiero sacrificar mis fines de semana por esto.
—Nada físico —sugirió Natalie da Silva—. Esto es un juego, y los límites de todos deberían
ser respetados.
—De acuerdo. Solo los de ultimo de año pueden jugar —dijo Dustin. Miró a su
alrededor—. ¿Eso es todo?
—No puedes invitar a nadie a salir —añadió Priya—. O sería muy fácil.
—Espera, ¿qué?
—El reto es este, Bryson Keller —dijo Priya con un travieso brillo en sus ojos—. Saldrás
con la primera persona en invitarte a salir cada lunes hasta la última campanada del viernes.
Tienes prohibido invitar a alguien a salir. Y si no te invitan a salir, pierdes.
—Oh, me gusta eso —dijo Natalie—. Las chicas pueden invitar a salir a los chicos. —Alzó
su mano para chocar los cinco, y Priya felizmente le respondió.
—También pierdes si te aburres de salir con esa gente —dijo Dustin—. Te conozco, amigo.
No creo que esto sea para ti. —Le dio una palmada a Bryson en el hombro.
Bryson me lanzó una mirada que parecía como si estuviese esperando que nadie
mencionara un castigo. Yo encogí los hombros con una sonrisa. ¿Qué tan seguido se puede
ver a Bryson Keller retorcerse?
Todos se rieron. Todos sabemos lo que Bryson Keller ama su Jeep blanco. Es
indiscutiblemente el auto más limpio de la escuela. Lo lava al menos una vez a la semana; he
visto las fotos sin camisa en su perfil de Instagram.
—Mierda, de acuerdo —dijo Bryson—. Pero esto debe tener un límite de tiempo. Lo voy
a hacer por tres meses y listo. Si pierdo, entonces después del descanso de primavera
empezaré a tomar el autobús. Pero cuando gane, y voy a ganar, no volverán a dudar de mí
nunca.
—En ese caso —dijo Natalie—. ¡Sal conmigo, Bryson Keller! —Estalló en carcajadas.
—Está bien, aunque no es lunes. Cuando empiece la escuela, Natalie, vas a ser mi primera
novia. —Bryson sonrió—. Pero esta será la primera y última vez que voy a romper las reglas.
Todos han sido advertidos. —Se inclinó con gallardía ante ella.
Dos meses después, el reto de Bryson Keller sigue en pie. Y el tiempo se está acabando.
Una sola semana escolar es lo que obtienen todos.
Ninguna.
OH MIERDA.
Lunes
1
Traducido por Emma
Corregido por Nea
Editado por Mrs. Carstairs~
Las mañanas en la casa Sheridan son conocidas por sus asuntos ruidosos y caóticos, los
lunes son especialmente desastrosos. Hoy no es diferente.
—¡Yazz, abre la puerta! —grito. He estado esperando afuera de la puerta del baño (que
comparto con mi hermana menor) durante los últimos diez minutos. Voy a llegar tarde.
Amo a mi hermana, y dejando de lado las mañanas entre semana, generalmente nos
llevamos bien. No puedo decir que mataría por ella, pero podría estar dispuesto a ayudarla a
enterrar un cuerpo. Sin embargo, ahora mismo, Yasmine Sheridan es a la que quiero asesinar.
—Lo juro por Dios, Yasmine, si no abres la puerta en los próximos dos minutos, voy a
derribarla.
—¡Kai! —grita Mamá desde el piso de abajo—. No uses el nombre del Señor en vano.
Pongo mis ojos en blanco. Como si eso fuera lo importante ahora. Aunque no lo digo
porque realmente no tengo tiempo para meterme en una discusión sobre religión con mamá,
eso está reservado para las mañanas de los domingos, cuando me niego a ir a la iglesia.
Golpeo la puerta de nuevo y se abre a medio camino. Yazz sale de la habitación llena de
vapor y repara en mí con una mirada exasperante.
—Si te despertaras más temprano, no tendríamos que pasar por esto todo el tiempo. El
manejo del tiempo es la clave para vivir una vida exitosa. —Yazz tiene trece años, pero tiene
la personalidad de una mujer de mediana edad que le grita a los niños del vecindario que
salgan de su césped—. Cuando vayas a la universidad en un par de meses, no voy a estar para
ayudarte. Así que trabajemos en eso, ¿sí?
Diez minutos después, salgo como un hombre nuevo. No tengo tiempo para afeitarme, y
solo puedo esperar que los profesores no me castiguen por ello. Con una toalla alrededor de
mi cintura, corro a mi habitación y rápidamente me pongo el uniforme, pantalones marrones
claro y una camisa blanca con botones. La Academia Fairvale es flexible en muchas cosas, pero
el código de vestimenta es algo en lo que la escuela no está dispuesta a ceder.
Recojo mi saco de donde lo tiré el viernes por la tarde. Me estremezco ante las arrugas y
trato de suavizarlas. Pero simplemente no hay forma de salvar a esta aburrida monstruosidad
naval.
Bajo las escaleras, dos escalones a la vez. Mi casa tiene una política de no usar zapatos,
así que mis calcetines resbalan sobre los pisos de madera, y solo me salvo de caer agarrando
la isla de la cocina.
—Un día vas a terminar rompiendo algo —me advierte mamá. Está sentada en la isla,
leyendo el periódico en su iPad. Mamá está vestida y lista para iniciar su día. Su cabello rubio
teñido está recogido en una cola de caballo. Hay una pila de los panqueques de papá en su
plato, y mi estómago ruge al verlo.
—Será mejor que comas algo rápido, muchacho —dice papá. Todavía mantiene su acento
africano a pesar de estar viviendo en los Estados Unidos por ya casi dos décadas. Mi mamá es
blanca, y mi papá es mestizo. Cuando era más joven, no entendía las miradas que les daban
a mis padres, las miradas que yo recibía, pero ahora lo entiendo. Las personas tienen una idea
de cómo debe ser el amor, y el amor entre mis padres no encajaba en la visión perfecta de
los demás. Papá siempre ha dicho que la gente racista son personas tristes tratando de hacer
que el resto del mundo sea igual de triste. Su odio es algo por lo que deberíamos tenerles
lástima porque les impide vivir una vida plena.
Mi celular suena. Lo saco de mi bolsillo y abro el chat grupal de los mosqueteros con
Donny y Priya. Después de leer el libro de Dumas, los convencí de ver la película conmigo.
Todo el lema «Todos para uno y uno para todos» era tan extra que parecía perfectamente
hecho para nosotros.
Deslizo la pantalla, pasando los memes que Donny compartió anoche y encuentro el
mensaje diciendo que ya está aquí.
—No hay tiempo —digo mientras me dirijo a la alacena donde mamá guarda las barras
de granola. Ella se asegura de que siempre tengamos algunas a mano porque la mayoría de
las mañanas tiendo a llegar tarde. Abro la envoltura y doy un gran mordisco.
—Lo de dormir demasiado, lo sacó de ti, querido —le dice mamá a papá.
Mamá y papá se conocieron cuando ella estaba haciendo voluntariado con una iglesia en
Sudáfrica. Resultó que papá asistía a esa misma iglesia. Se enamoraron, y el resto, como ellos
dicen, es historia.
—¡Adiós! —grito mientras salgo de la cocina. Me detengo en la puerta para ponerme mis
zapatos de la escuela, agarro mi mochila del colgadero, y engullo el resto de la barra.
—Yo también —digo, con mi boca un poco llena todavía. Salgo de la casa y camino hacia
el auto deportivo que un adolescente no tiene por qué tener. Subo al asiento trasero. Donny
está al volante y Priya en el asiento delantero.
—Donny, cuando estés en Caltech, por favor pon una alarma que realmente me despierte
—digo a modo de saludo.
Donny y Priya han sido aceptados en sus universidades de primera opción. En unos meses,
Donny se irá a Pasadena y Priya irá a UCLA. Yo estoy esperando respuesta de Tisch. Cada vez
que pienso en que mi sueño está en juego, me siento enfermo. Algún día sabré si tendré éxito.
Es triste pensar en que esas rutinas mañaneras llegarán a su fin pronto. Donny y yo nos
conocimos en tercer año, y hemos sido mejores amigos desde entonces. Priya nos adoptó
muchos días después, insistiendo en que, sin ella, Donny y yo estaríamos perdidos como
pequeñas ovejas. Nunca lo admitimos, pero probablemente tenía razón.
—Priya nos hizo ver Star Wars otra vez. —Donny encuentra mis ojos en el espejo
retrovisor—. Debiste haber venido.
—Si un cine tiene cualquiera de las películas de Star Wars en cartelera, es un hecho que
debo asistir —dice Priya—. Es una tradición familiar. Mi papá literalmente se aseguró de que
esa fuera la primera película que pudiera recordar. Mi padre no es más que dedicado.
Priya resopla.
—Creo que eso solo será posible si él muere. Hay tres cosas que mi padre ama más que
a nada en este mundo: su familia, su trabajo, y su colección de Star Wars.
—Mi papá es igual con el equipo de fútbol de Manchester United —digo—. Justo esta
semana se despertó a las tres de la madrugada para verlos ser destrozados por el equipo de
Chelsea.
—Imposible —digo—. Antes de ti, ni siquiera conocía a alguien que pudiera obtener una
calificación tan alta de matemáticas.
Donny ríe.
Priya tiene permitido llamarlo Donald, pero nadie, absolutamente nadie, tiene permitido
llamarlo por su nombre completo: Donald Duckworth IV. No bromeo, el apellido ha pasado
de una generación a la siguiente como una preciada reliquia. Alerta de spoiler: no lo es.
Priya me mira.
Suelto un quejido.
—Me falta un poco, lo terminaré durante el almuerzo. Creo que tengo una cita con el
laboratorio de computación. —Para cada una de las obras que estudiamos, mi profesora de
teatro, la Sra. Henning, permite que sus estudiantes hagan una audición para escribir una
obra escolar basada en ella. La fecha límite para el de Romeo y Julieta es después del almuerzo.
Todavía no tengo un final. Todas mis ideas explotan y me he pasado horas mirando el cursor
parpadeante, la página en blanco coincide con mi mente en blanco. Pero es ahora o nunca. El
año pasado estuve cerca de ser seleccionado: mi versión moderna de Hamlet era la finalista.
Este año quiero ser elegido. Es una de mis metas para mi último año.
—Eso es arriesgado.
—No tienes que decírmelo, Priya —digo. Priya solo permite que sus amigos la llamen por
su nombre acortado. Dice que es un premio para aquellos que se toman el tiempo y esfuerzo
en aprender a pronunciar su nombre completo correctamente. Hay una cosa que Priyanka
Reddy no tolera, y esa es la flojera. Donny es solo Donny para todos, así que él es exactamente
lo opuesto. Tal vez realmente están hechos el uno para el otro.
—Cada palabra es como arrancarme un diente. —Cierro mis ojos—. Solo no he estado
inspirado. Recrear Romero y Julieta es difícil. —«Especialmente cuando no tengo experiencia
real en salir con alguien» es lo que no agrego—. Pero estoy determinado. Tengo que ganar
este año.
—El potencial es lo que importa. Estoy segura de que Henning busca eso en lugar de
perfección. Eres talentoso. ¡Lo harás genial! —Priya abre la guantera del auto y encuentra su
bolsa de maquillaje. Por más que este sea el auto de Donny, es también parte de nuestro
grupo. El Cuacmóvil guarda pequeños pedazos de todos nosotros.
La verdad es que la familia de Donny tiene tanto dinero que no saben qué hacer con él.
Cuando el término herencia sale a colación, la familia Duckworth está definitivamente en la
lista. Para el cumpleaños de Donny el año pasado, sus padres le compraron un hermoso
Mustang rojo con rayas de carreras. Donny estaba extático al principio, pero luego vio la placa,
CUAC IV, y se negó rotundamente a manejarlo. Por supuesto, Priya y yo lo convencimos de lo
contrario, porque, de todas formas, ¿a quién le importa una estúpida placa? Y desde ese día
en adelante, los tres mosqueteros tuvieron un corcel para montar.
—Para ser alguien a quien odias, sigues a las editoriales de los periódicos de Shannon con
bastante diligencia.
—Puedo odiar a la persona, pero apreciar su trabajo. —Me lanza una mirada—. Contengo
multitudes.
—Isabella Mendini. —Priya apaga la pantalla y suspira—. Debería ser ilegal que Bryson
tenga esta estructura ósea.
Como si mis pensamientos lo hubieran invocado, mi amor platónico salta a la vista. Isaac
es alto con cabello rubio rizado y ojos azules que me recuerdan al océano. Lleva su saco
puesto sobre sus hombros, y sostiene un balón de fútbol bajo su brazo. ¿Por qué necesita un
balón de fútbol para ir a la escuela? ¿Quién sabe? Pero es una visión común cuando se trata
de Isaac.
Nos dirigimos hacia la entrada de la escuela, estudiando el caos que nos rodea. Desde
que el reto inició, las mañanas de los lunes se han convertido en un circo. Una multitud
permanece en la entrada, espectadores en su mayoría. Bryson ha seguido la regla que dice
que solo los de último año pueden participar. Parece que todos están esperando la llegada
del hombre del momento.
—Es increíble cómo se ha esparcido el reto —dice Donny. Cuando todo empezó, eran las
chicas del equipo de porristas y el equipo de fútbol en su mayoría quienes invitaban a salir a
Bryson. Luego fueron las chicas de la clase de teatro. Pero ahora el reto está ahí afuera, y
personas sin conexión real a Bryson y aquellas actividades se están intensificando para pedirle
salir por diversión.
—Escuché a Eric decir que, si pudiera invitar a salir a Bryson, lo haría —dice Priya.
Trato de no reaccionar ante la noticia de otro chico queriendo invitar a salir a Bryson.
Estoy bastante seguro, como un 85% seguro de que Donny estaría bien con que yo sea
gay. Generalmente, parece bastante comprensivo. Sin embargo, son los momentos en que
dice cosas como estas, lo que me hace dudar.
Priya golpea a Donny en el brazo.
Planeo decirles a ambos, a Priya y a Donny... después de que nos graduemos de la escuela.
No planeo salir del armario hasta entonces, porque incluso estando en una escuela con
estudiantes salidos del armario y orgullosos y un club LGBTQ activo, «gay» sigue siendo una
etiqueta. No importa que Eric sea un campeón estatal de ajedrez o incluso que sea el hijo de
la subdirectora. Todo aquello está en segundo lugar a su sexualidad. Esa es la cuestión con las
etiquetas: tienden a pegarse a ti como una goma de mascar. Es por eso por lo que soy muy
cuidadoso con no ser etiquetado. Más que nada, no quiero ser Kai Sheridan, el gay.
—Quiero decir, en realidad nunca especificamos que un chico no podría invitar a salir a
Bryson, ¿o sí? Así que, cualquiera puede invitarlo a salir si quiere.
Toda esta charla sobre la homosexualidad tiene mis sirenas de advertencia sonando.
Trato de no moverme, trato de mezclarme con mi entorno.
—De cualquier forma, eso no importa realmente —continúa Priya—. Estoy bastante
segura de que Eric tiene novio ahora. Así que supongo que nunca lo sabremos. —Mira su
reloj—. Tengo que parar en mi casillero antes de la asamblea.
Cada mañana del lunes, la Academia Fairvale realiza una asamblea en el auditorio, y
nuestro director hace los anuncios de esta semana y recapitula la gloria que el equipo de
deporte ha traído. Aun así, no me importa, porque el primer periodo de mi clase de teatro se
lleva a cabo en el mismo edificio, así que no tengo que irme cuando la asamblea termine. Es
muy conveniente.
—Está bien. No puedo permitirme estar en detención por tardanza. —Priya pone los ojos
en blanco. Cualquier cosa que moleste a los profesores significa que perdamos nuestra hora
de almuerzo como castigo (llegar tarde encabeza la lista). Para infracciones mayores,
ganamos puntos en contra, menos seis puntos y un viernes por la tarde en detención. Y si
acumulas treinta puntos, te encontrarás en la escuela un sábado con la subdirectora Ferguson.
—Bueno, los alcanzo luego, chicos —digo—. Tengo una cita con la Gran Bertha.
—Permitir el mal comportamiento es parte del problema. —Se gira hacia mí—. Te
guardaremos un asiento. —Dicho eso, Priya se va.
Donny corre detrás de ella. Los envidio. Cierro mis ojos por un segundo e imagino a Isaac
caminando conmigo hacia mi casillero, haciendo cosas normales, cosas cotidianas que las
parejas heteros pueden hacer.
Abro mis ojos con un suspiro. A juzgar por la multitud, parece que Bryson llegará tarde
hoy. Camino hacia la máquina expendedora, que se encuentra entre dos filas de casilleros.
Desde que la junta escolar inició el Gran Sacrificio de Azúcar, esta máquina expendedora ha
sido la última de su clase. Y no puedo sobrevivir sin mi dosis diaria de azúcar.
—Tiene que ser esta semana. Tengo que ser la que invite a salir a Bryson Keller hoy —
dice Shannon—. La fecha límite es la próxima semana.
—¿Y qué pasa si pierdes tu oportunidad otra vez? —pregunta Natalie. Mira su reloj—.
Quizás ya alguien más lo invitó a salir.
—No es posible. Dustin dice que Bryson llegará tarde hoy. Así que solo necesito
encontrarlo después del primer periodo. Lo tengo todo preparado. —Shannon suspira. Se
inclina más cerca para susurrarle a Natalie, pero Shannon nunca ha entendido que susurrar
significa bajar la voz—. Y entonces podré tener los toques finales para mi historia. Un relato
de primera mano sobre salir con el chico más popular: un vistazo profundo a la cultura de la
escuela secundaria privada y el fenómeno del chico. Esto definitivamente me sacará de la lista
de espera de Stanford.
—Puedo enfocarme en más de una cosa. Puedo obtener mi historia, salir de la lista de
espera, y ganar el corazón del chico de mis sueños. Lo tengo todo planeado.
—Sabes que se supone que esto es un juego, ¿verdad? Él no está buscando algo serio
específicamente.
Finalmente, con una fuerte patada, la Gran Bertha libera mi botín. Ellas voltean a verme
sorprendidas. Me sonrojo y me inclino para recoger mi refresco. Decidiendo que no soy una
amenaza, regresan a su conversación. No estoy espiando, lo juro.
—Como tu amiga, siento que es mi trabajo recordarte que eso fue durante el juego de la
botella, así que no creo que eso cuente.
—Eso no importa. Todo lo que necesito son cinco días para demostrarle a Bryson Keller
que somos almas gemelas.
Sacudiendo mi cabeza, dejo a Shannon con su fantasía. Todos tienen una. Después de
todo, en la mía, Isaac y yo rentamos un apartamento estudio en la ciudad de Nueva York, y
tenemos un cachorro llamado Dobby el Perro Doméstico1, somos muy felices juntos.
La lata de refresco se abre con un satisfactorio clic. Tomo mi primer sorbo cuando Louise
Keaton choca conmigo, haciendo volar mi lata. El refresco salpica por todos lados, pero
mayormente sobre mí.
Solo puedo esperar no ser atrapado porque no puedo permitirme perder mi hora de
almuerzo, no hoy. Necesito terminar mi guion si quiero tener alguna oportunidad de llegar a
la hora límite.
Me quito el saco y me aflojo la corbata. Intento lavar lo más que pueda del refresco en
mi camisa blanca como sea posible. Al final estoy mojado, y el aroma a refresco aún sigue en
mí. Observando el daño en el espejo, sé que no va a ser mejor que esto. Enojado, voy de
camino a la asamblea.
1
N. del T. Referencia a la saga Harry Potter, más concretamente a Dobby el Elfo Doméstico.
—Te estás perdiendo la asamblea, Kai —dice la subdirectora Ferguson. Está de pie en la
puerta del auditorio. Lleva el mismo cabello rojo brillante que su hijo. Sus labios carmesí están
fruncidos con disgusto. Me mira de arriba abajo—. ¿Qué demonios te pasó?
—Hmmm. Llegas tarde, desaliñado. —Estrecha sus ojos y estudia mi barbilla—. Y sin
afeitar. Tendré que hacerte un reporte por esto. Sígueme.
Suelto un quejido. Sé que estoy a punto de recibir mi primer lote de puntos de deméritos.
Mientras sigo a la subdirectora Ferguson, no puedo evitar maldecir a Louise Keaton y Bryson
Keller.
Con un puñado de deméritos, me dirijo hacia la clase de Teatro. Estoy atrasado para
esto también. Las grandes puertas dobles de metal se abren con un chirrido, anunciando
mi llegada. La Sra. Henning me envuelve con una ráfaga de brazaletes y bufandas para
taladrarme con su mirada acusadora.
—Llega tarde, Kai. —Puedo sentir la sangre subiendo por mi cara. Odio ser señalado
más que nada—. Debería saber ahora que el escenario no espera a nadie. Y las excusas
significan muy poco en el teatro. —La Sra. Henning niega con la cabeza—. Dese prisa y
únase a nosotros. Está interrumpiendo la clase.
—Muy bien. —La Sra. Henning y vuelca su atención al resto de la clase—. Como
puede ver, todo el mundo ya ha sido emparejado. Pero con suerte para usted, hay otro
que llegó tarde esta mañana. Encuentre el detalle de la asignación en la silla al frente.
Usted y él serán pareja. Estén preparados para presentar el viernes. Sin excepciones.
La única razón por la que tomé esta clase fue por la Sra. Henning. Ella luchó por incluir
un curso de escritura de guiones en el currículum, que es la razón por la que siempre ha
sido mi profesora favorita, eso, y porque sus historias de fama y fortuna son
divertidísimas. La Sra. Henning era «la protagonista de la televisión diurna». Ella
interpretó roles duales de hermanas gemelas idénticas, que eran heroína y villana en la
novela del día Mi cara, tu vida. Pasé una tarde en YouTube viendo los clips del programa.
Lo tenía todo, gente millonaria siendo terrible y asesinatos y romances e incluso
invasiones extraterrestres. Totalmente adictivo.
Demasiado pronto, llegamos al final del acto y la Sra. Henning levanta la mano para
detenernos.
—Buen trabajo. Creo que deberíamos parar hoy. ¿Por qué no se dividen en parejas
y discuten la asignación?
Estudio a Isaac y a su pareja, deseando tener la suficiente suerte como para trabajar
con él. En la escuela nunca he hablado realmente con Isaac aparte de algunos holas por
aquí y por allá. Lo mismo ocurre con el resto de equipo de fútbol. No nos movemos en
los mismos círculos sociales. Los futbolistas son los reyes de la Academia Fairvale, y yo no
soy más que un humilde campesino, lo que siempre me ha parecido bien. No necesito
popularidad, porque ser anónimo es lo más seguro para mí. Puedo existir con mis
secretos intactos.
Las puertas se abren y todos nos volvemos mientras el hombre del momento
deambula en el auditorio. Bryson se ve perfectamente despeinado sin esfuerzo y
tranquilo. La vista me irrita más de lo que debería.
Para nada feliz con el giro de los eventos, asiento y me pongo de pie. Agarro mis
pertenencias, bajo los escalones y salgo del escenario. Me siento en uno de los asientos
plegables y coloco mis cosas a mi lado. Bryson lanza miradas furtivas a su teléfono.
Molesto, le digo:
—Toma. —Le ofrezco una copia de la tarea—. Necesitamos elegir una escena de una
película de una adaptación de Shakespeare y realizarla el viernes.
Bryson acepta el papel de mi mano.
—¿Estás bien?
Bryson nota mi sarcasmo porque levanta la vista. Sus ojos azules tienen la costumbre
de mirar a través de ti.
—Entonces, ¿qué tal si nos reunimos y al menos decidimos qué película vamos a
interpretar?
—Bueno. ¿Dónde?
—Seguro.
La Sra. Henning está sentada en la primera fila, hojeando algunas notas. Cuando me
acerco a ella, respiro profundo y calmado. Ella levanta la vista.
—¿Por qué habría de hacer eso? —pregunta la Sra. Henning—. Llegó tarde hoy. Y
entonces debe cumplir su castigo hoy.
—La administración del tiempo importa, Kai. Entiendo que la vida pasa, pero no
puedo darle ningún trato especial. De camino a la audición para Elphaba, me rompí el
dedo del pie. Pero, ¿dejé que eso me detuviera? Por supuesto que no. Trabajé a través
del dolor, llegué a tiempo y estuve sensacional.
No hay nada que pueda hacer o decir ahora. Lo único que yo quería en mi último año
se está escapando. Me hubiera encantado escribir la obra de la escuela para mi último
año en la Academia Fairvale, una pequeña forma de dejar mi huella. Era importante para
mí, y ahora todo ha terminado. Todo por Bryson Keller y este estúpido desafío.
Regreso a mi asiento.
—¿Por qué llegaste tarde? —le pregunto. Quería decirle por qué había llegado tarde
yo. Quería decirle a Bryson Keller cuánto arruinó no solo mi día, sino mi año. Estoy
enojado y molesto con él. Quizás no sea justo, pero ahora mismo no me importa.
—¿Quién es? —pregunto. Lo juro por Dios, si es Louise Keaton, perderé la paciencia.
—Aún nadie. Son las nueve y diez y todavía estoy soltero —dice—. Esto no ha
sucedido en años. Lo extraño.
Que todo esto haya sucedido sin motivo me molesta, al igual que su actitud
indiferente. Estoy borracho de ira y decepción. Eso me da una confianza que nunca tuve
antes.
—No estás soltero. —Lo hago. Digo las palabras que nunca pensé que algún día
diría—. Te estoy invitando a salir. Yo soy el primero, así que esta semana estás saliendo
conmigo.
Bryson se echa a reír. Hay mucho ruido. Está claro que él piensa que esto es una
broma. Y sé que sería más seguro para mí reírme también. Soy un estudiante por terminar
mi último año de secundaria. Durante estos cuatro agotadores años, me las he arreglado
para mantener en secreto que soy gay, y así, he pateado la puerta del armario para abrirla.
Mientras lo escucho reír, me doy cuenta de que no quiero que piense que esto es una
broma. Que yo sea gay no es motivo de risa. Quiero que sepa que es en serio.
Así que me inclino más cerca, nuestras caras quedan a centímetros de distancia. Su
risa se apaga.
—¿Qué estás haciendo? —Se inclina hacia atrás, creando espacio entre nosotros,
pero no dejo que eso me detenga. Mi cara puede estar en llamas, pero también lo está
todo por dentro.
Es una pregunta que repito una y otra vez en mi cabeza. El temor aumenta a medida que
me dirijo hacia Inglés. Tampoco puedo llegar tarde al segundo periodo, así que, aunque esto
significa enfrentarme a Bryson otra vez, sigo corriendo. Por lo general, esto sería lo último
que vería de Bryson en el día, pero no hoy. Tengo detención a la hora del almuerzo con él.
«¡Oh, Dios!».
«¿Por qué hice eso?». Otra pregunta que golpea con fuerza al compás de mi corazón
palpitante. ¿Qué en la tierra verde de Dios me poseyó para liberarme ante el chico más
popular de la Academia Fairvale? Nunca he estado muy metido en todo el asunto de salir del
armario, tal vez porque la única vez que lo hice, mi mejor amigo de entonces cortó toda
comunicación conmigo. Las pijamadas se detuvieron, al igual que las invitaciones a nadar. Era
como si ya no existiera. Eventualmente fuimos a diferentes secundarias, pero las cicatrices de
mi yo de trece años duelen incluso ahora, como un rodillazo en invierno.
Así que, excepto por algunos chicos al azar con los que he hablado en línea desde
entonces, no he salido del armario ante un alma. Ser un adolescente gay atrapado en el
armario es tan solitario y aislado.
Por primera vez soy abiertamente gay con alguien en la Academia Fairvale. Quiero
vomitar. No puedo concentrarme en nada de esto, no cuando el cambio de cinco minutos se
está acabando rápidamente. Corro desde el edificio A hacia el edificio B.
La Academia Fairvale se divide en dos edificios principales, cada uno consta de tres pisos.
Nuestras clases, salvo por gimnasia, se dividen entre ellas. A excepción de Teatro, mis clases
se llevan a cabo en el edificio B.
Subo las escaleras de dos en dos y entro en el gran patio que divide los dos edificios. No
soy el único estudiante que compite por batir el reloj. Me las arreglo para hundirme en mi
asiento justo cuando suena la campana del segundo periodo.
Hay otros veinte estudiantes en la clase, pero solo hay uno que me preocupa. Saco mi
copia de El Gran Gatsby de mi bolso y giro a la página donde lo dejamos. Bryson llega justo
antes de que lo haga el maestro. No está sonriendo, y su ceño está fruncido. Me aseguro de
mantener mi mirada fija en las palabras que tengo ante mí. Toma su asiento, junto a la
ventana. Bryson y yo nos sentamos en la misma fila. Solo hay un escritorio entre nosotros, y
todavía está vacío. Parece que Mary Beth Jones está enferma.
La maldigo.
Nuestro profesor de Inglés, el Sr. Weber, es un tipo recién salido de la universidad. Este
es su primer año oficial de enseñanza, por lo que tiende a hacer todo según las reglas. Todo
es igual, y todo es increíblemente aburrido.
El Sr. Weber lee el libro antes de hacer una pausa y mirar hacia arriba.
Durante la mayor parte del periodo hago todo lo posible por ignorar a Bryson. Pero luego
pierdo la guerra contra mí mismo. Me vuelvo para mirarlo en secreto y termino mirándolo
directamente a los ojos. Por segunda vez en esta hora, dejo de respirar.
Rápidamente, vuelvo a mi libro mientras combato con el calor que colorea mis mejillas.
Sonrojarme hace que mi dispersión de pecas destaque más. Son mi característica más
distintiva y lo que más odio de mi aspecto.
Durante el resto del periodo, me obligo a mirar la misma página. Mientras el resto de la
clase avanza, revivo el momento en que invité a salir a Bryson Keller. Hice lo que Eric Ferguson
quería hacer. Me pregunto si fui valiente o estúpido. Ya es demasiado tarde.
—De acuerdo —digo. Tratando de calmar mis nervios. Él solo quiere hablar. Bryson es
conocido por ser justo. A principios de este año, la escuela quería permitir que solo los de
último año que son atletas salieran de las instalaciones para el almuerzo. No era la primera
vez que los maestros habían mostrado que los atletas son verdaderamente los dioses de esta
escuela. Y como capitán del equipo masculino de futbol, Bryson está en el pedestal más alto.
Pero argumentó que a todos los de último año deberían permitírselo, y él ganó. Es una de las
razones por las que todo el mundo lo ama.
—Oye, BK. —La voz de Dustin corta a través de las charlas que nos rodean. El chico
voluminoso, que sirve como defensor de los Cougars, empuja a través del mar de cuerpos. Su
forma de andar es una señal segura de que es muy consciente de la jerarquía en la Academia
Farivale y conoce su lugar en la cima.
Nunca pensé que alguna vez estaría agradecido por la bola de testosterona que es Dustin
Smith, pero a medida que se acerca a nosotros, no puedo evitar sentirme aliviado. Al menos
el 90 por ciento; el otro 10 por ciento es una decepción, pero es fácil de ignorar.
Bryson saluda a Dustin en lo que solo se puede describir como un abrazo amistoso y yo
me quedo allí torpemente mientras hablan. A mitad de la conversación, Dustin se detiene y
me mira.
La mentira es rápida en mi lengua. Cuando vives en el armario, las mentiras son más
fáciles de decir.
—Henning nos emparejó a Bryson y a mí para Teatro, así que tenemos que planear un
horario de práctica. —No miro los ojos de Bryson, porque si lo hago, sé que la mentira no será
creíble.
—Bien. —Dustin debió creerse mis palabras, porque le dice a Bryson—: ¿Por fin Shannon
llegó a ti?
—No la he visto todavía. ⎯Suspira—. ¿Por qué? ¿Le dijiste que iba a llegar tarde hoy?
—Deberías terminar con esto. Ya sabes cómo es. Lo que Shannon quiere, lo consigue.
Cuanto más la evitas, peor es —dice Dustin—. Entonces, ¿quién es?
Antes de que Bryson pueda responder, alguien dice mi nombre. Al principio, creo que he
imaginado la gracia salvadora, pero levanto la vista y veo a Donny caminando hacia mí.
Como matemáticas está justo al final del pasillo, llegamos allí antes de que nuestra
profesora, la Sra. Orton, lo haga. Donny saca su libro de trabajo de su bolsa y lo acaricia como
si fuera su posesión más preciada. De todas las cosas que él y yo tenemos en común, el amor
por las matemáticas no es una de ellas. En la lista de cosas que odio, el tema se sienta
cómodamente entre las llamadas telefónicas, Leonardo DiCaprio y su sed por el Premio de la
Academia.
Abro mi cuaderno a la tarea de este fin de semana. Ya sé que está mal. Y ya no me importa.
Pero Donny ha hecho de su misión asegurarse de que no falle. Gracias a él, me las arreglo
para llegar apenas al aprobado.
—Eh, Henning nos emparejó para un proyecto. —Las mejores mentiras son las que se
basan en verdades. No hay forma de que le diga a Donny por qué Bryson realmente quería
hablar conmigo.
Durante el resto de la clase, me siento y veo el reloj. Cada minuto me acerca no solo a
mi castigo, sino también a perder mi plazo de entrega. Justo cuando suena la campana, el
intercomunicador sobre la pizarra cobra vida. La voz del secretario de la escuela resuena:
—Bryson Keller y Kai Sheridan por favor reportarse al auditorio. Gracias. —Como si
pudiera olvidarlo—. Bryson Keller y Kai Sheridan por favor reportarse al auditorio. Gracias.
Maldigo.
⎯Ese era el plan, pero sucedió algo. —Mi enojo de antes no es más que una brasa,
pequeña y moribunda—. Llegué tarde.
—Maldición. Eso apesta —dice Donny. No tiene ni idea. Nos separamos, y sin otra opción
me voy hacia el auditorio.
Camino hacia mi hora a solas con Bryson Keller.
4
Traducido por Tati Oh
Corregido por Nea
Editado por Mrs. Carstairs~
Me detengo ante las puertas del auditorio y respiro hondo y calmadamente para
prepararme para lo que me espera dentro. No funciona. Agarro la correa de mi bolso con
fuerza. Exhalando, doy un paso. La puerta se abre y ahí está la Sra. Henning de pie ante el
escenario. Tiene un archivo aferrado a sus manos.
—Gracias por llegar a tiempo —dice, mientras mira hacia abajo a su reloj. Me dirijo hacia
ella—. Bueno, cuando el Sr. Keller decida llegar, por favor pídale que lo ayude.
—¿Con qué?
—Necesitamos que los accesorios estén organizados para poder empezar a prepararnos
para Romeo y Julieta —explica la Sra. Henning—. Por favor, tenga cuidado con ellos. Algunos
pueden ser manualidades hechas por ustedes los estudiantes, pero otros han sido donados
por mis colegas. Y, por lo tanto, son sagrados. —La Sra. Henning sonríe—. Cuídenlos.
Asiento con la cabeza. No es como si tuviera algo que decir al respecto. Ella parece darse
cuenta, también, mientras frunce los labios. Camina por el pasillo, pero se detiene a la mitad.
»Por favor, quédese durante toda la pausa para almorzar. Si se va o se pone a perder el
tiempo, lo sabré. —No se puede negar. Entre los estudiantes, la Sra. Henning es famosa por
su asombrosa habilidad para saber todas y cada una de las cosas que suceden dentro del
auditorio
Esté presente o no. Hace unos meses, alguien dañó uno de los asientos corriendo por los
respaldos de ellos en un desafío, y tan pronto como cruzó la puerta, la Sra. Henning supo
quién era. Ahora, existe un rumor de que podría ser una bruja.
—Sí, señora. —La veo irse antes de dirigirme hacia el escenario. Quiero terminar con esto
lo antes posible.
—Oh, viniste. —Con la esperanza de poder ignorar la presencia tan distractora delante
de mí, busco al compañero del zapato que tengo en mis manos. Mi corazón se acelera en mi
pecho. Estamos solos y aún necesitamos hablar. ¿Debería hablar primero? ¿Debería
quedarme en silencio? Estoy desconcertado sobre qué hacer, qué decir, cómo actuar.
—Lo siento, llegué tarde —dice Bryson mientras coloca su bolso al lado del mío. Sostiene
dos sándwiches—. Toma.
—Entonces, ¿estás pensando en hacer una audición para la próxima obra? —Él apunta a
los accesorios que nos rodean.
Lo cual es una especie de mentira, considerando que hago una actuación cada día. He
mentido sobre enamoramientos que nunca he tenido, besos con chicas que no existen. He
representado mis propios dramas. Pero no le digo nada de esto. Parece que estamos
hablando de todo menos del elefante en la habitación. Y estoy bien con eso.
—La fecha límite para entregar la obra es al final del almuerzo. Todavía necesito
terminarla, pero en cambio estoy aquí.
—Tú sucediste —le digo. Aunque la ira de antes casi se ha ido. El miedo a lo que pueda
pasar entre Bryson y yo está exigiendo ser el centro de atención ahora.
—Oh —dice Bryson. Se pasa la mano por el pelo, un gesto nervioso—. Tu mañana suena
peor que la mía. Lo siento por eso. Y lamento que Henning te haya castigado.
Me encojo de hombros.
—Sigue siendo mi maestra favorita. Así que no puedo enojarme demasiado con ella.
—No te enojes demasiado conmigo tampoco, ¿de acuerdo? —Bryson me ofrece una
sonrisa—. Henning también es mi favorita. Sabes, pasé una tarde solo viendo clips de ese
programa en el que estaba.
—¿De verdad? Yo también hice eso. —Me río—. Fue toda una experiencia.
—¿Qué tal tú? —pregunto—. ¿Planeas hacer una audición para la obra?
Yo también estoy de pie, aliviado ahora que hay cierta distancia entre nosotros. Me
ocupo examinando el lote de accesorios de espuma de todas las formas y tamaños. El silencio
se hace más profundo y trato de ignorar la creciente torpeza de este momento. ¿Sentirá
Bryson lo mismo?
Aún sé que puedo mentir. Diciendo que no, puedo cambiar mi historia. Pero descubro
que no quiero. Kai Sheridan es gay. ¿Por qué debería negarlo? Soy quien soy. Honestamente,
estoy cansado de guardar este secreto cerca de mi pecho. Es como una bomba de tiempo
esperando a explotar, y ahora mismo quiero ver cómo se acaba el tiempo. Ver qué pasa.
—Sí.
Dos letras que lo cambian todo. Ahora realmente no hay cómo volver atrás.
Curiosamente, no siento el pánico que pensé que sentiría cada vez que imaginaba que esto
sucedía. Quizás estoy entumecido, y esta es la preparación para el juicio que seguramente
vendrá, si mi ex mejor amigo no pudo aceptarme, ¿por qué lo haría Bryson Keller?
—Genial.
Esa única palabra me deja aliviado. Aun así, me encuentro buscando las señales que mi
corazón recuerda. Bryson está de pie junto a un perchero para disfraces. Ha dejado de hacer
lo que estaba haciendo y toda su atención está centrada en mí. Miro hacia arriba, sobre la
caja que estoy revisando y nuestros ojos se encuentran.
Espero a que convierta la palabra gay en una acusación, en un insulto. Espero que deje
de verme como Kai y me vea solo como gay. Espero por todo esto mientras me recuerdo a mí
mismo que ser gay nunca es una elección. Si lo fuera, ¿por qué tantos de nosotros elegiríamos
ser rechazados y que se hablara a nuestras espaldas? La respuesta es simple: no es una
elección.
Todo es tan injusto: porque eres llamado tan diferente, necesitas ponerte de pie y decir
que eres tan diferente. ¿Qué hace a todos los demás normales? ¿Quién decide eso?
—Supongo que no has salido del armario. —Bryson está ahora apoyado en la rejilla. Aún
me mira, de manera que me hace sentir como si fuera yo el único que importa. No es una
pregunta, pero respondo de todos modos.
—¿De verdad? Guau. Me siento extrañamente honrado —dice—. ¿Así que ni siquiera
Donny lo sabe? ¿O Priyanka?
—Nop. Ni un alma. —Niego con la cabeza con incredulidad. Salir del armario no estaba
en mi agenda el día de hoy.
—No sé sobre eso, pero sí sé que es valiente. —Deja la caja que sostiene y se quita el
polvo de las manos—. Lamento haberme reído. —Se muerde el labio—. No me estaba riendo
porque eres gay. Creo que me sorprendió que me invitaras a salir.
—Estoy seguro de que hay otros que lo han pensado. —Recuerdo la conversación de
Donny y Priya sobre Eric—. Creo que acabo de ganarles.
—¿Me creerías si te dijera que en realidad no lo sé? Fue el impulso del momento. Y luego,
cuando te reíste, me di cuenta de que yo no quería que pensaras que estaba bromeando.
Pero creo que he usado todo mi coraje por ahora. Quizás el de algunas vidas. —Me vuelvo
hacia él—. Así que no puedes contarle a nadie sobre mí.
—No lo haré —promete Bryson. Y tiene una mirada en sus ojos que me hace sentir que
no lo hará—. Saldrás del armario cuando estés listo. Este será nuestro secreto.
—¿«Este»? —De alguna manera parece que está hablando de más tiempo que solo ahora.
—Nuestra relación por esta semana. —El silencio se extiende entre nosotros, y Bryson
corre para llenarlo—. Quiero decir, que, si quieres fingir tener citas conmigo durante los
próximos cinco días. —Se frota la nuca—. Depende de ti. Sin presionarte.
—¿Realmente saldrás conmigo durante los próximos cinco días? Quiero decir, suenas tan
genial en relación a esto... que estemos «saliendo» durante esta semana. ¿Dos chicos?
—Cuando me invitaste a salir por primera vez, realmente pensé que estabas bromeando,
pero cuando dijiste que no lo estabas, me sorprendió un poco. Nunca un chico me había
invitado a salir antes. Y supongo que nunca dije que no pudieran. —Bryson se mantiene
ocupado, comenzando a revisar una maraña de luces de fantasía. Eran las estrellas
improvisadas que nuestra Ofelia miró fijamente mientras leía la carta de amor de Hamlet.
—Estabas allí cuando me atreví —dice Bryson—. Todos asumieron que esto se limitaba a
las chicas. Fue simplemente la primera persona. He estado pensando en la razón por la que
esto no sería permitido. Y esa razón es una mierda. Me invitaste a salir y te estoy diciendo
que sí, tal como prometí que haría. Ese es el desafío. Yo... yo… realmente creo que el amor es
amor. Y si creo eso, entonces tengo que decir que sí, ¿comprendes? —Deja de trabajar y me
mira—. Por supuesto, todo depende de ti. Déjame saber qué decidiste.
—¿Y qué pasa si Shannon te invita a salir? Ella suena muy... determinada.
—¿También notaste eso? —pregunta Bryson y yo asiento—. Bueno, le diré que alguien
se le adelantó. —Bryson se encoge de hombros—. Es justo. Es como este juego funciona.
Recuerdo que Priya dijo una vez que Bryson se había negado a volver a tener su lugar en
el equipo de fútbol, el que se le devolvió después de sufrir una lesión. Se había roto un
ligamento y su reemplazo lo estaba haciendo bien, así es que él insistió en quedarse en el
banco algunos partidos mientras recuperaba su puesto de manera justa y cuadrada en la
práctica. Es por eso por lo que fue elegido capitán por unanimidad este año. Bryson cree
claramente en la justicia.
—Gracias —digo, y lo digo en serio.
La sola idea de que Bryson salga conmigo durante los próximos cinco días parece como
una fantasía apenas lúcida. No tiene sentido que el chico más popular de la Academia Fairvale
haya aceptado salir conmigo, incluso si es una relación falsa. Cosas como esta simplemente
no les pasan a chicos como yo.
De alguna manera parece apropiado que tenga estas máscaras en mis manos ahora
mismo, ya que me quité la mía por primera vez.
Mi máscara ha estado tan apegada a mi cara, ha sido así desde que me di cuenta de que
me gustaban los chicos. Tenía trece años y estaba enamorado de Colby Matthews, el
presidente de nuestra clase.
Fue tan repentino. Un día me encontré mirándolo. Me gustó la forma en que arrugaba la
nariz para levantarse las gafas. Cuando me sonrió, mi corazón se aceleró. Y hablar con él me
dejó una sudada y ruborizada confusión. Fue entonces cuando me di cuenta de que era gay.
Recuerdo sentirme triste y molesto al darme cuenta de la realidad, porque fue casi tres años
después de que la sociedad me enseñara que ser gay no está bien.
—¿Qué? —Mi voz sale en un chillido y me aclaro la garganta demasiado tarde—. ¿Por
qué?
Bryson se arregla la corbata y se mete la camisa. Observo cada movimiento, sin parpadear.
Se detiene cuando se da cuenta de mi pánico.
No lo recordaba. Con tantas cosas sucediendo entre nosotros, esta mañana parece tan
lejana.
—Bien —digo. Exhalo aliviado. ¿Por qué me apresuré a pensar que él me estaba
amenazando?—. Te veré después de la escuela, entonces.
—Lo decía en serio cuando dije que tu secreto está a salvo conmigo —dice—. Puedes
confiar en mí, Kai. Lo prometo.
Bryson sale de la sala de utilería y me quedo mirando el lugar donde él estaba. Mirando
a un chico que está dispuesto a ser mi novio por una semana escolar.
El día termina sin ceremonia. He pasado las últimas horas reproduciendo mi conversación
con Bryson en la sala de utilería.
—¿Tierra a Kai? Entonces nos vamos —dice Donny. Estamos parados justo afuera de las
puertas que dan hacia el estacionamiento de estudiantes. La luz del sol de la tarde me tiene
parpadeando contra el resplandor—. ¿Seguro que no necesitas que te llevemos?
Por lo general, los tres mosqueteros se dirigen a casa juntos. O, cuando Priya tiene
práctica de fútbol, solo quedamos Donny y yo. A menudo paso la tarde en su casa y mamá me
recoge después del trabajo.
—Sí, es mejor para mí y para Bryson pensar ahora en lo que vamos a actuar el viernes.
Sabes cómo soy con este tipo de cosas.
—Es por eso por lo que nunca entenderé por qué te obligaste a hacer Teatro.
—Nunca había oído hablar de una persona que muriera por sonrojarse antes, así es que
Kai estará bien.
—Hasta luego. —Los veo alejarse. Donny y Priya caminan de la mano hacia el Cuacmóvil.
Los estudiantes en movimiento, algunos esperando para que comiencen las actividades
extracurriculares, otros hablando con sus amigos. Veo a Shannon y Natalie, y no puedo evitar
preguntarme si Shannon invitó a salir a Bryson. Sin embargo, estoy demasiado lejos para
escucharlas.
Escaneo el espacio y veo el auto de Bryson. Su jeep blanco como la nieve es casi tan
popular como él. Se ha convertido en sinónimo de su propietario. Fue un regalo de sus padres
por aprobar el examen para obtener su licencia de conducir. Hasta ese momento, era el
automóvil más caro que un estudiante de Fairvale había poseído. Es decir, hasta Donny y su
Mustang color rojo de camión de bomberos.
No veo a Bryson por ningún lado. Saco mi teléfono y miro mis redes sociales. No hay
mucho que ver, así que cierro mis ojos y trato de calmar mis acelerados latidos.
Sobresaltado, tropiezo con mis pies y Bryson extiende la mano para atraparme.
—Sí. —Doy un paso a un lado para crear un espacio entre nosotros—. Lo siento —
murmuro mientras el calor asalta mi cara.
—Síp, coincide —dice Bryson—. No creo haber conocido alguien que se sonroje tanto
como tú. Es divertido. —Puedo decir que está burlándose de mí... creo. Deja caer la corbata—.
Lo siento, por llegar tarde. Necesitaba hablar con Henning sobre algo. ¿Estás listo para irnos?
Asiento. Bryson comienza a caminar y lo sigo. Nadie se detiene para mirarnos porque
esto es normal. Solo somos dos chicos caminando juntos. El hecho de que Bryson y yo
tengamos una razón para pasar tiempo juntos esta semana será la fachada perfecta para
nuestra relación.
¿Debería aceptarlo?
El jeep se desbloquea con un chirrido fuerte y Bryson abre la puerta trasera para tirar su
chaqueta y su bolso en el asiento. Se detiene.
—Eh, me lo quedaré.
Bryson asiente y cierra la puerta de un golpe. Se sube al asiento del conductor y enciende
el auto. El sonido del motor rugiendo a la vida me saca de mi estupor. Abro la puerta del
pasajero y entro a la guarida del león... o más bien, el puma. Su bolsa de gimnasio está en el
asiento trasero. Está abierto, y piezas de su equipo de fútbol blanco y carmesí se ven
esparcidos dentro.
—Cinturón de seguridad, por favor —dice Bryson mientras coloca el suyo en su lugar.
Asiento con la cabeza. Bryson sale sin esfuerzo del estacionamiento. Cuando se une a la
carretera principal, enciende la radio. Instantáneamente reconozco la canción: «Art of War»
de The Graces.
—Oh, los amo. —Hay pocas cosas en este mundo que pueden hacer que hable
emocionado con extraños. Mi amor por esta banda es una de ellas. The Graces es una banda
de rock indie que ha ido creciendo más y más en popularidad cada año. Algunos fanáticos
acérrimos han comenzado a cuestionar si su creciente popularidad los ha convertido en
convencionales. No me importan mucho las reglas de esto, aunque haya sido su fan desde el
principio.
The Graces es liderada por Ezra Grace. Es abiertamente gay y, más que eso, es mestizo,
como yo. Ver a alguien que es como yo, que ama como yo, vivir su vida en sus propios
términos, ha hecho que esta banda sea especial para mí. También hacen muy buena música.
—¿De verdad? Yo también —dice Bryson—. Sus canciones son las más tocadas en mi lista
de reproducción en cualquier momento, en cualquier lugar. —Suena tan emocionado como
yo. Casi como si mi comentario le hubiera dado permiso, sube el volumen. Las voces del
cantante principal se arremolinan a nuestro alrededor. Pronto los dos tarareamos y cantamos
al ritmo del coro. La música me hace olvidar dónde estoy y con quién estoy.
—No puedo esperar a verlos este viernes —digo, mientras el piano hace eco fuera—. Ya
es hora de que regresen a Los Ángeles. —The Graces es una banda de la Costa Este, con base
en Nueva York. Han tocado en todos lados, y la última vez que vinieron a Los Ángeles, mis
padres consideraron que yo era demasiado joven para ir a verlos. Finalmente tengo la edad
suficiente, y finalmente veré a mi ídolo en persona.
Bryson sonríe.
—No, solo —admito—. Donny y Priya tienen cita nocturna los viernes, así que no quería
molestarlos. Además, realmente no les gusta The Graces
—Oh, estoy en la misma situación —dice Bryson—. A ninguno de mis amigos les gusta
tampoco. Así que compré mi propia entrada. —Bryson estudia su teléfono, ajusta el
volumen—. ¿Podríamos ir juntos? ¿Si quieres? ¿Puedo llevarte?
—¿De verdad? —Sonrío. Hice los arreglos para tomar prestado el auto de mamá, pero
me salvaría de conducir de noche, algo que me pone muy ansioso en Los Ángeles. Además,
nadie quiere ir solo a un concierto—. Me encantaría.
—Genial —dice justo antes de que comiencen a sonar los acordes iniciales de «Left
Behind».
Cuando la luz cambia a verde, Bryson gira a la derecha y se dirige hacia el corazón de la
ciudad. Fairvale, California, es apenas lo que se llamaría una ciudad, y el estilo de vida de este
lugar está a la altura de su apodo de Olas Durmientes. La ciudad está ubicada cerca de la playa.
Abrir cualquier ventana te hará sentir no solo la brisa del mar sino olerla también. Tenemos
todas las franquicias populares que cualquier ciudad tiene, e incluso tenemos un centro
comercial. La ciudad es lo suficientemente grande como para que no todos conozcan a todos.
Off the Wall es un café que he visitado antes. La última vez fue cuando Donny me rogó
que lo acompañara a una cita doble. Priya estaba saliendo con su exnovio entonces, por lo
que Donny quería superar su enamoramiento por ella. La cita fue un desastre porque Donny
no dejaba de hablar de Priya. Y, por supuesto, no me gustaba la chica que había traído para
mí. Fue entonces cuando juré no volver a tener otra cita heterosexual de nuevo.
Bryson aparca el jeep y nos bajamos. Entramos en el café, es pintoresco y está lleno de
varios muebles que no combinan. Hay calidez en la aleatoriedad de todo esto. Casi como si
este lugar te invitara a relajarte y tomar un respiro. Recordándote que no es necesario ser tan
serio todo el tiempo. Las estanterías están alineadas en las paredes y la música suave flota en
el espacio. Por encima de todo está el aroma intoxicante de la preparación del café.
—Mocaccino helado con mucha crema batida, por favor. —Me mira con el ceño fruncido
y me encojo de hombros—. Me gustan las cosas dulces
Bryson hace nuestro pedido: un americano para él y un mocaccino helado con crema
batida extra para mí. Antes de que pueda encontrar mi billetera, él ya pagó.
—No te preocupes por eso —dice mientras el camarero le entrega su cambio. Bryson lo
pone en el frasco de propinas y se dirige a buscar un lugar para sentarse. Terminamos en un
reservado en la esquina, en la parte trasera del café. Escaneo el espacio en busca de caras
conocidas, no porque tenga miedo, sino porque soy curioso. Estar aquí con Bryson por un
proyecto escolar es perfectamente normal, por lo que no me preocupa que otros me vean.
Que yo sea gay no está escrito en mi frente. Nadie sabe que invité a Bryson Keller a salir esta
semana.
Y nadie sabe que él ha aceptado salir conmigo tampoco. Me sacudo cuando ocurre este
pensamiento: «¿Es esta una cita?».
Me siento y Bryson libera la tarea de teatro. Pasa una mano por su cabello, haciendo que
este se levante ligeramente al frente, en una forma que solo puede describirse como linda.
Coloca la hoja de trabajo sobre la mesa, dejando claro como el día que esta no es una cita, no
es que yo haya creído eso en primer lugar; lo juro.
—Así que tenemos que elegir una escena de una adaptación de Shakespeare y ejecutarla
—digo.
Me río.
—No es eso. Es solo que sé que la Sra. Henning ama esa película también. Lo mencionó
cuando comenzamos a leer Romeo y Julieta.
—Oh, sí, buen detalle —dice Bryson—. Será astuto realizar la película favorita de la
profesora. —Hace la señal de «ok» con sus dedos. En ese momento, el camarero trae nuestras
bebidas. Bebo un gran sorbo y saboreo el dulce sabor a chocolate. Bebo otro solo como buena
medida.
—¿Bryson? —Ambos nos detenemos ante la voz de Isaac. Bryson mira por encima de mi
hombro y le sonríe al chico que me gusta. Isaac llega y se detiene al borde de nuestra cabina.
Miro hacia arriba y encontramos las miradas. Me da un pequeño saludo que apenas consigo
devolver—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Oh, cierto, necesito empezar también. ¿Han tenido suerte con eso?
—Natalie está en el auto —dice Isaac. En ese momento llaman por su orden.
—Oh Dios, ¿estuvo allí todo este tiempo? —pregunto. Bryson asiente con una sonrisa
mientras me limpio los labios rápidamente. Confío en mí para avergonzarme justo frente al
chico que me gusta.
—Es raro, Natalie dijo que odiaba el café en este lugar cuando salíamos.
Nunca nadie me había hecho esa pregunta antes. Y se siente extraño que sea Bryson,
pero extraño no siempre significa malo. Yo simplemente asiento.
—Eh, entonces ¿ese es tu tipo? —Bryson tiene el ceño fruncido y sus ojos miran a
cualquier parte menos a mí.
—No es como si alguna vez hubiera tenido alguna oportunidad con él. —Sé que es
imposible que le gustara a Isaac, sin embargo, verlo saliendo con alguien, duele. La fantasía
de nuestro futuro se disuelve como una fotografía quemándose. Ese es el problema cuando
te gustan los chicos heterosexuales. La historia siempre termina igual.
—¿Qué cosa?
—¿Por qué asumes que todos los que te gustan son heterosexuales?
—Quiero decir, no siempre lo sé. Pero Isaac probablemente lo sea. Ahora está saliendo
con Natalie, así que realmente no importa.
—Sí… Isaac es hetero. Pero solo quiero decir en general, ¿por qué estás tan seguro de
que los chicos que te gustan son heterosexuales?
Muerdo mi pajita mientras pienso. Realmente nunca lo había pensado. Es extraño tener
esta conversación con Bryson Keller. Él espera que responda, y finalmente, exhalando, lo hago.
—Creo que es lo que la sociedad me ha hecho creer. Todos dicen que ser hetero es lo
normal. Mira nuestra escuela. La cantidad de chicos que son abiertamente gays pueden ser
contados con una mano. Estoy bastante seguro de que hay otros que no lo son abiertamente,
como yo y tal vez incluso algunos que no han descubierto su sexualidad todavía. —Muerdo
mi labio—. Tal vez asumir que todos alrededor son hetero, es un mecanismo de defensa.
—Lo siento, ¿tal vez no debería haber preguntado? —Bryson suspira—. Es solo que eso
es tan mierda.
—Sí, lo es. Pero me alegro de haberme abierto con alguien como tú. —Me río, pero mi
risa es falsa—. Esto podría haber terminado mal para mí.
Encuentra mi mirada.
—No lo diré, pero en la remota posibilidad de que alguien se entere de que eres gay y te
tira mierda por eso, llámame.
—Un amigo —dice Bryson con un guiño. Su teléfono suena de nuevo y se mueve para
contestar—. ¿Necesitas que recoja algo? —Se detiene—. Bueno. Entendido. Estaré ahí pronto.
Mientras Bryson habla por teléfono, termino mi mocaccino y estudio al chico que tengo
frente a mí. Es diferente de lo que pensaba, pero no en un mal sentido
Bryson asiente.
—¿Está bien?
Salimos del café, con mis pensamientos preocupados por Bryson. En el auto, suena una
de las baladas de The Graces mientras le muestro cómo llegar a mi casa. Vivo a unos quince
minutos del café, pero nos toma más tiempo llegar debido al tráfico de la tarde. Se siente
singularmente extraño que Bryson me lleve a casa... pero también emocionante.
Llegamos a una parada frente a la casa de dos pisos que he llamado hogar desde que
tenía tres años. La casa es de ladrillo blanquecino con ventanas francesas y una puerta de
madera oscura que ayudé a papá a teñir. Una hiedra cubre el costado de la casa, y desde
donde estamos estacionados podemos ver el balcón que está afuera de la habitación de mis
padres. Hay estacionamiento para dos vehículos, y arriba cuelga un aro de baloncesto que
papá y yo usamos de vez en cuando. Solíamos vivir en un apartamento, pero luego mamá
quedó embarazada de Yazz y mis padres decidieron dar un salto de fe e invertir en una
vivienda para remodelación. Con los años esta casa ha crecido y cambiado como yo. No es
tan grande como las casas de otros niños de la escuela, pero es especial porque dedicamos
tiempo para hacerla nuestra.
—¿Estás seguro?
Soy un manojo de nervios y estoy seguro de que mi cara coincide con el color de nuestra
corbata una vez más. Pero ya di el primer paso. Tal vez continúe caminando. Asiento, más por
mí que por él.
—Mientras podamos mantenerlo en secreto, ¿por qué no? Esto es tan solo un juego. ¿Por
qué mi homosexualidad debería impedirme jugar también?
Bryson sonríe. Está nervioso y callado. Es más lindo de lo que debería ser legal.
—Bueno, entonces, yo, Bryson Keller, prometo ser tu novio perfecto por los próximos
cuatro días.
Con mi propia sonrisa a juego, salgo de su Jeep. Empiezo a recoger mis cosas.
—Está bien.
—Me haría sentir mejor —dice Bryson—. Fue mi culpa y de este desafío que tu chaqueta
se estropeara. Así es que permíteme ocuparme de ella, ¿por favor?
Bryson se inclina hacia adelante y creo que está buscando mi mano. Me echo hacia atrás.
Bryson insiste. Se inclina hacia el lado del pasajero y su mano se mantiene allí, cuando me doy
cuenta tarde de que está esperando a que le entregue la chaqueta. Se la paso,
reprendiéndome por ser tan torpe.
—Graba tu número para que pueda enviarte mensajes de texto. Podemos planificar más
sobre cómo quieres que esta semana continúe.
A pesar de que hablaba en serio cuando le pedí una cita esta mañana, nunca pensé que
llegaríamos a este punto. Debido a que la pantalla de su teléfono está rota, me toma dos
intentos marcar el último siete de mi número de teléfono. Satisfecho, le devuelvo el teléfono.
Observo mientras se aleja. Me quedo ahí hasta que sus luces traseras se vuelven nada
más que un recuerdo. Entonces todo vuelve a mí. Como una ola rompiendo en la orilla.
Aunque sea falso, estoy saliendo alguien, un chico.
—¿Por qué? —Me dirijo hacia lo que sé que será una zona de desastre.
—Gracias a Dios que nos encontraste, Kai —dice Yazz—. Traté de detenerla, pero no
quiso escuchar.
Cada cierto tiempo, a mamá se le mete en la cabeza que quiere prepararnos una cena
familiar. Y cada cierto tiempo esta escena familiar tiene lugar. A decir verdad, culpo a todos
los programas de cocina que pasa su tiempo viendo. La televisión le ha estado mintiendo a la
gente por mucho tiempo. Solo porque veas algo no significa que realmente puedes hacerlo.
Creo seriamente que todos los programas deberían venir con una advertencia de «No intentes
esto en casa», no solo los de WWE2.
—¿Qué está quemando mamá? —le susurro a Yazz mientras me apoyo sobre la gran isla
en el centro de la cocina. Hay un cómic abierto ante ella. Últimamente ha estado obsesionada,
lo cual tiene sentido, dado lo mucho que le encanta dibujar.
—Está destinado a ser un guisado. Al menos así se llama en las recetas de Nana —susurra
Yazz—. Pero en realidad no sé lo que es.
Ollas y sartenes sucias cubren las encimeras de granito. Mamá está armada con un
cuchillo muy grande, y trozos de patatas yacen masacrados ante ella. Su cabello corto está
peinado hacia atrás con un cintillo. Mamá está usando el delantal que dice LA MEJOR CHEF
—¿Cuándo terminará esta tortura? —pregunta Yazz mientras mamá somete otra papa a
su muerte temprana.
—No —dice Yazz—. Si lo estuviera, ¿crees que algo de esto estaría sucediendo? —Señala
el desastre y sacude la cabeza exasperadamente.
Mamá camina hacia el refrigerador y saca unas zanahorias. Regresa a su tabla de cortar.
Observamos cómo las corta en cubitos… pobremente. Todos los cachos terminan en
diferentes tamaños. Yazz alcanza algunas de las víctimas de mamá. Sin otra opción, me siento
junto a mi hermana. Tomo un pedazo de zanahoria y la pongo en mi boca. Lo único que mamá
no puede arruinar son las verduras crudas.
—¿Cómo te fue en tu tarea con tu amigo? ¿Para qué materia era? —me pregunta mamá.
—Solo haz tu mejor esfuerzo, cariño. Puede que no sea mucho, pero es algo. —Mamá y
Yazz comparten miradas antes de reír.
Sé lo que significa esa mirada. Una vez fui elegido como José para la obra de Navidad en
la iglesia, me pasé la mayor parte mirando fijamente a la audiencia, y cuando dije mis líneas,
fueron murmuradas. Fue un completo desastre. El único lado positivo de eso fue que la
escuela dominical me permitió estar en segundo plano desde entonces. Lo que me parece
bien.
—Ag nee —dice papá detrás de nosotros. A veces usa frases en afrikáans, como esta
versión de «Oh no»—. Pensé que olía a quemado. —Apoya una mano en mi hombro y la otra
en la de Yazz.
—Sálvanos, por favor —dice Yazz, sin apartar sus ojos de la página del cómic. Empuja
hacia atrás sus grandes gafas de montura negra para acomodarlas.
Papá cruza la cocina a grandes pasos y abraza a mamá por atrás. Incluso después de
veinte años, continúan actuando como una joven pareja enamorada. Mis pensamientos me
llevan hasta Bryson. ¿Son las reglas del reto iguales o diferentes entre dos chicos?
¿Exactamente cómo funcionará nuestra relación? De acuerdo, solo serán cuatro días; una
relación más corta que la vida de una mosca doméstica. Entonces no es como si fuera real o
algo así.
Con un último suspiro, se pone de pie y sale de la cocina. Mamá se sienta en el asiento
desocupado. Coge una zanahoria y la mastica.
—No —digo demasiado rápido y demasiado fuerte. Soy un asesino que sigue sosteniendo
el arma homicida. Antes de que pueda confesarme a mamá, salgo apresuradamente de la
cocina y subo las escaleras.
Entre toda mi familia, se me conoce por haber madurado tarde. Mi única gracia salvadora
fue esa breve relación con Louise Keaton. Mientras que mis primos han tenido citas
activamente durante años, yo he fingido no tener interés. A menudo me pregunto cuánto
durarán mis excusas. ¿Cuánto tiempo pasará hasta que se revele la obvia verdad?
«Lo siento, mamá y papá, nunca va a funcionar entre ninguna chica y yo. De hecho,
querida familia, me interesan mucho las citas, pero no con chicas».
Dame una nuez de Adán y un poco de barba, y pongamos fecha a la cita, ¿de acuerdo?
Mi habitación está al final del pasillo en el segundo piso. El color de la pared cambia con
cada año nuevo a un nuevo tono diferente de azul, mi color favorito, y actualmente las
paredes están pintadas de un color azul muy claro. Hay dos estanterías grandes que ocupan
la pared izquierda y están llenas de todos mis libros favoritos, en su mayoría de fantasía y
juveniles. También hay algunos de los de misterio de mamá metidos allí porque su estante
está demasiado lleno.
Caigo de cabeza sobre mi cama. Saco mi teléfono y reviso las notificaciones de redes
sociales buscando su nombre. Cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo, me detengo.
¿Cómo llegué al punto de esperar a que Bryson Keller me envíe un mensaje de texto?
Escribo una nota rápida sobre mi mamá cocinando esta noche en el grupo de chat de los
tres mosqueteros antes de abrir Instagram. Una de las primeras publicaciones es del Heraldo
de la Academia Fairvale. Durante los dos últimos meses, todos los lunes, el periódico ha
actualizado quién es la belleza del baile para la semana. Pero ahora lo único que tenemos es
un signo de interrogación muy grande.
Ser de raza mixta es difícil, es como estar atrapado entre dos razas. Se espera de mí que
luzca de cierta manera o actúe de cierta manera o me gusten ciertas cosas. Es como si hubiera
una lista de cosas que debo ser, y si no las soy, entonces no soy lo suficientemente auténtico.
No soy lo suficientemente negro para algunos y tampoco lo suficientemente blanco para otros.
Mientras suena la música, me pierdo en mis recuerdos de hoy. Salir del armario siempre
ha sido algo que temía y me horrorizaba, pero ahora tengo una sensación de alivio. Incluso si
Bryson es la única persona que sabe que soy gay, habrá al menos una persona que me conoce:
al verdadero yo.
Unos momentos más tarde, mamá me llama para cenar. El intercambio de palabras
anterior parece haber sido olvidado, pero estoy callado y atento. Esto sucede cada vez que se
habla de que salgo con chicas. Mentir a mis más cercanos es agotador, pero ante cualquier
indicio de mi posible sexualidad, me convierto en un caballero que protege su reino, armado
y listo para defender mi secreto hasta el final, o al menos hasta que esté en la universidad.
Incluso ahora, cuando cierro los ojos, puedo recordar perfectamente la forma en la que
Lee Davis comenzó a tratarme después de que le dije que pensaba que era gay. Y cada niño
gay ha escuchado las historias y ha visto las películas. Se nos ha dicho que no somos normales
durante tanto tiempo, hemos sido castigados y ridiculizados, que ocultar quiénes somos se
ha convertido en una segunda naturaleza para nosotros. Algunas veces, esconderse es la
diferencia entre la vida y la muerte. Es por qué el armario todavía existe. Nos mantiene
ocultos y, lo que es más importante, nos mantiene a salvo. Vivir tu verdad es importante, pero
a veces vivir la mentira es lo que te mantiene abrigado, alimentado, cuidado… respirando. Lo
cual es algo que mucha gente que mira desde el exterior no entiende.
Para mí, ahora mismo, en esta mesa, lo que más me asusta es que alguien lo sepa. Sé que
mi familia me ama, pero soy un rompecabezas que está incompleto. Si alguna vez ven la
imagen completa, ¿se sentirán de la misma manera?
Mamá me tiende la mano. Esta es una tradición familiar. Siempre cenamos en la mesa y
siempre damos las gracias antes de comer. Pongo mi mano en la suya y mamá cierra los ojos
y comienza a orar.
Dar gracias se ha convertido en algo con lo que estoy en conflicto. Lo hago ya más como
un hábito que como una creencia. Todavía estoy tratando de averiguar dónde y cómo encajo
en la religión con la que crecí.
—Ag man, te prometo que lo cociné yo, Kai —dice papá con una sonrisa—. Es seguro
comer.
A papá le enseñó su madre a cocinar desde muy joven. Él es el chef designado en la casa
Sheridan, y si no puede cumplir con su sagrado deber, entonces se elige un extraño, y pedimos
comida a domicilio.
—Está bien, papá. —Es verdad. De alguna forma papá ha logrado rescatar el estofado a
la cacerola (y a nosotros) de una muerte segura.
—Incluso si es un no, aún puedes lograr tus sueños —dice papá—. Tienes talento y
creemos en ti.
—Puaj —dice Yazz—. ¿Podemos guardar las cosas de kumbaya para después de la cena?
—Eres demasiado joven para ser cínica —le dice mamá a Yazz—. La vida todavía se trata
de unicornios y arcoíris para ti.
—El mundo es cruel, mamá. ¿No lees las noticias?
—Tiene razón ahí, cariño —dice papá con una risa seca.
—¿Por qué tuvimos que criar niños tan inteligentes? —Mamá no lo dice por uno en
particular—. Oh, Kai, el concierto es este viernes, ¿verdad?
—Sí —le digo—. Pero creo que ya no necesito el auto. Alguien me llevará.
Mamá y papá comparten una mirada. Es mamá quien hace la pregunta de la que ambos
quieren saber la respuesta.
—¿Quién?
—Un amigo.
—No, pero en serio, ¿quién es? No es Priya o Donny, entonces, ¿quién? —pregunta papá.
A veces queda tan claro como el agua que los programas de televisión favoritos de mis
padres son los de detectives. Espero su interrogatorio de tercer grado. Es casi como si fueran
Sherlock y Watson.
—Tengo otros amigos, papá —digo mientras pongo un poco de estofado en mi boca—. Y
voy a pedirle a que entre y salude.
—Oh, es un chico3 —dice mamá—. Eso es decepcionante. Esperaba que fuera una cita.
—Yo también —dice papá—. Estaba a punto de darle algunos consejos para citas
Mamá me mira.
—Si tu padre alguna vez trata de aconsejarte sobre cómo tener citas, por favor, haz lo
contrario de todo lo que dice. Era realmente terrible en eso.
3
N del T. Hasta el momento hablan del «amigo» en género neutro, como «they», hasta que Kai habla de él en
masculino y por ello sus padres entienden que es un chico.
—Funcionó contigo, ¿no? Así que no pudo haber sido del todo malo —bromea papá.
—Entonces Kai no tendrá ningún problema —dice Yazz—. Todos podemos imaginar lo
malo y torpe que será en las citas.
Me obligo a unirme a las risas. Por el resto de la cena, simplemente sigo el ritmo. Analizo
todo lo que mis padres me dicen, en busca de cualquier indicio de sospecha.
Estoy acostado en mi cama, leyendo las siguientes escenas de Romeo y Julieta. Tengo la
costumbre de seguir lo que viene más adelante. Siempre quiero estar preparado ante la
inevitable opción de ser seleccionado para actuar. Sigo siendo un torpe revoltijo cada vez que
se me asigna un papel, pero estoy seguro de que estaría cien veces peor sin haber hecho esta
preparación.
Lo sé. ¿Cocinas? Me
sorprendes.
Bryson responde dos minutos después. No es que esté viendo el reloj ni nada.
Exhalo. Aquí en mi habitación puedo ser cualquiera. Puedo tener la confianza que nunca
hubiese soñado cuando se trataba de Bryson Keller.
Pregunto, y agrego un emoji con la lengua afuera por diversión. Veamos cuánto le gusta
coquetear conmigo a Bryson Keller. A veces en la vida tienes que dar tanto como recibes.
No soy mucho de enviar emojis, pero a veces se requiere uno. Este es mi segundo en esta
rápida secuencia sin precedentes. La cara guiñando un ojo se burla de mí mientras presiono
enviar. ¿En quién me he convertido?
En mi pantalla hay una selfie de Bryson Keller. Su cara llevada hacia una exagerada
expresión de asombro. Y pregunta:
Leo su nuevo mensaje y me sorprende descubrir que son las mismas palabras en las que
pensé hace un rato. Empiezo a escribir una respuesta diciendo no, pero me detengo a mitad
de camino. ¿Cuándo, si es que alguna vez sucede, llegaré a tener una oportunidad como esta?
Sí, esta relación es falsa, pero durante unos días puede sentirse real. Durante estos cinco días
puedo actuar de manera linda con mi novio.
Quien pensó que la cámara frontal era una gran idea seguramente estaba equivocado.
Tan rápido como la abrí, la cierro. Esto es una mala idea. Hay una razón por la que mi
Instagram solo tiene quince fotos en total, y por qué solo cinco de ellas son de mí y mi cara.
Tic Tac.
Abro la cámara de nuevo y extiendo el brazo. Hay un clic y un flash mientras tomo la foto.
Me vuelvo a estudiarla. Es terrible, un crimen contra la humanidad. Durante los próximos dos
minutos trato de perfeccionar el arte de la selfie, hasta que finalmente lo consigo. La última
foto que tomé antes de rendirme no está nada mal. Estoy posando con mi brazo detrás de mi
cabeza, y mis ojos marrones, casi negros, sorprendentemente no se ven vacíos y/o muertos.
También estoy sonriendo salvajemente, presumiendo perfectamente de mis dientes que son
el resultado de años de brackets y un gran ortodoncista. Y antes de que la huella de mi
confianza se esparza por el viento, presiono enviar.
Añado un comentario:
Y sé que no debería, pero mi corazón capta la palabra novio. Sobre el hecho de que le
había hecho referencia con esa palabra. Esto es la evidencia física de que sea lo que sea que
esté ocurriendo, está pasando de verdad.
Mientras charlamos, casi parece como si estuviera sentado a mi lado. Tanto que me lo
imagino justamente así. No hay distancia entre nosotros ahora, no hay teléfonos ni textos.
Somos solo él y yo aquí en mi dormitorio.
El cabello castaño claro de Bryson está húmedo por la ducha. Está usando una camiseta
blanca sin mangas que muestra sus hombros tonificados y bronceados y pantalones cortos de
baloncesto que dejan ver la ligera capa de pelo en sus piernas. Sus grandes pies están
descalzos también. Vale, tal vez he tenido exactamente esta fantasía una o dos veces antes.
—Sí, deberíamos —respondo nervioso. La tensión que sentí más temprano está
chocando conmigo. Siempre es sorprendente que algo tan invisible pueda tener tanto peso.
—Bueno, lo básico: normalmente llevo a mis citas semanales de ida y vuelta a la escuela.
¿Quieres eso? ¿O no?
Pienso en eso. Estoy bastante seguro de que ninguna de sus citas anteriores se ha llegado
a estresar por algo tan trivial. Y, sin embargo, un solo movimiento errado y puedo tener
rumores extendiéndose sobre mí.
—Quiero decir, solo porque dos muchachos están juntos… ¿no los convierte en gays, no?
—digo—. Por lo que estoy bastante seguro de que está bien. Y si alguien hace preguntas,
podemos usar la tarea de Teatro como nuestra fachada. Lo que en realidad no es una mentira,
tenemos que trabajar en ello. Además, esta es una oportunidad única en la vida para mí. —
Me río nervioso—. ¿Cuándo más podría yo salir con el chico más popular de la escuela?
—Ja-ja, ¿quién, yo? No sé nada sobre eso. De todos modos, déjame saber si alguna vez
sientes que es demasiado para ti —dice Bryson—. Ningún desafío vale la pena para correr el
riesgo de exponerte antes de que estés listo. Puedes terminar esto en cualquier momento. Si
sientes que es demasiado. Lo último que quiero hacer es hacerte sentir incómodo.
Estoy bastante seguro de que me desmayo cuando leo eso.
—Sí —dice Bryson—. Nunca he querido obligar a alguien a jugar este juego si se siente
incómodo. Es por eso por lo que tenemos reglas. Pero por encima de eso, si en cualquier
momento durante los cinco días alguien quiere romper, podemos hacerlo.
—No, no aún —dice Bryson—. Sabes, eres extrañamente más hablador en mensajes de
texto.
—Eso es porque no puedes verme. Soy una persona realmente inquieta. Y, además, tengo
este tremendo secreto que preferiría que nadie supiera hasta que haya dejado este lugar.
Quiero señalar que algunos de los idiotas están en su equipo de fútbol, pero antes de que
pueda escribir eso, otro mensaje me llega.
—Estoy bastante seguro de que la palabra idiotas describe a la mayor parte del equipo
de fútbol. Una vez quise parar los chistes que hacen, y se burlaron de mí llamándome gay
también. Probablemente debería intentarlo de nuevo. Lo siento.
—No lo sientas —digo—. Quiero decir, los idiotas son un gran motivo por el cual aún
permanezco en el armario, pero creo que la razón más grande son mis padres
—Tal vez muy en el fondo una parte de ellos sospecha. Y tal vez prefieran ignorar esa
sospecha para no tener que enfrentar el hecho de que su hijo es gay. Es gracioso, hoy mismo
estaba sintiéndome deprimido por eso. Mi mamá y mi papá están ansiosos esperando alguna
noticia sobre una novia.
—Probablemente sería una gran sorpresa para ellos saber que tienes un novio secreto,
¿verdad?
—Eso sería el eufemismo del año. ¿Qué harían tus padres si descubrieran que estuviste
saliendo con un chico por una semana?
—Quiero decir, mi mamá es muy buena onda. Su hermano menor es gay y a todos les
parece bien eso. Así es que creo que ella estaría perfectamente bien con un hijo gay. En
cuanto a mi papá... bueno... ya no somos tan cercanos, y no sé lo suficiente sobre él para decir
cómo reaccionaría... Y una parte de mí siente que él ha perdido el derecho a tener una opinión
sobre ese asunto.
Sabía que los padres de Bryson estaban divorciados, pero no sabía los detalles. Y antes,
no tenía tanta curiosidad, pero ahora sí. Hablar con Bryson Keller así lo hace más real.
—¿Cómo reaccionaría Dustin de saber que tienes novio? ¿Incluso si es solo por cinco
días? —Nunca escuché a Dustin decir algo homofóbico, pero, realmente nunca he hecho
algún esfuerzo por pasar tiempo con él.
—Dustin es realmente genial. Una vez que lo conoces, es muy diferente de cómo todos
piensan que es. Él, más que cualquiera siempre ha estado ahí para mí, así es que sé que él
estaría ahí para mí... si yo fuera gay.
Me quedo concentrado en esas últimas palabras: si yo fuera gay. Esa es la verdad del
asunto. Bryson Keller no es gay. Esto es solo una parte de un desafío.
—Tiene sentido —digo—. Bueno, de todos modos, gracias por ser mi primer novio.
—Ni lo menciones —dice—. Sabes, realmente no puedo creer lo diferente que eres ahora
mismo.
—Eso es porque ahora mismo puedo ser quien yo quiera ser. Mi verdadero yo. Prometo
intentar ser así en persona también. Quiero decir, solo me quedan cuatro días.
—¡Sí! Mejor haz que valgan. Espero llegar a conocer al verdadero Kai Sheridan.
—Jajaja. Lo tendré en mente. —Hace una pausa, luego continúa escribiendo—. ¿Esta es
tu primera relación, real o falsa?
—Louise Keaton —le digo—. Fue el primer año y duró menos de dos semanas.
—Eres gracioso.
—Seguro. Por eso puedes confiar en mis palabras. Además, soy realmente un mal
mentiroso. En parte soy malo mintiendo porque odio las mentiras. Pueden arruinar cosas que
alguna vez fueron perfectas.
Le envío un emoji de cara sonriente y cambio al chat grupal con mis amigos.
ahora.
Donny: ¿Qué significa eso?
ahora.
Salgo de nuestro chat y vuelvo a los mensajes de Bryson.
—Excelente.
Tal vez sea porque, por primera vez en mi vida, estoy completamente despierto.
Martes
8
Traducido por Tati Oh
Corregido por Nea
Editado por Mrs. Carstairs~
Abro los ojos con un gemido. Miro hacia el techo por unos pocos minutos sin ver
realmente antes de buscar mi teléfono. El desplazamiento a través de las redes sociales antes
de hacer cualquier otra cosa es parte de mi rutina en la mañana.
Así que no todo fue un sueño. La verdad me asusta y me emociona. Miro la hora y noto
que son poco más de las seis y media. El colegio comienza las clases a las ocho en punto, así
que tengo treinta minutos hasta que Bryson llegue a mi casa. Solo treinta minutos.
Salgo de mi cama, corro por el pasillo hacia el baño, y lo encuentro vacío y esperándome.
Hoy soy el ganador. Mientras estoy en la ducha, escucho a Yazz golpeando a la puerta. Ese
sonido me hace sonreír, y diez minutos después salgo, dejando una nube de vapor a mi paso.
Me pongo el uniforme escolar y busco mi chaqueta, antes de recordar que Bryson la tiene.
Todos los estudiantes están obligados a usar sus blazers al entrar y salir de la academia. Es
parte de las reglas de la escuela. Que el mío esté en la tintorería implica un castigo seguro.
Maldigo a Louise Keaton una vez más, pero esta vez no maldigo a Bryson Keller.
Recojo mi mochila y el teléfono antes de bajar las escaleras. Solo quedan cinco minutos
antes de que llegue mi novio. ¿Me cansaré algún día de referirme a él de esa manera?
Probablemente no. Hasta el viernes por la tarde planeo disfrutarlo. Porque anoche mientras
chateaba con él, finalmente entendí por qué el desafío de Bryson Keller se ha vuelto tan
popular.
—Buenos días —digo mientras me dirijo a la cocina. Mamá y papá están sentados en la
isla, terminando el desayuno antes de ir al trabajo. Papá es informático y mamá es contadora.
Cómo terminaron con dos niños que sueñan con ser escritor y artista es un misterio.
—¿Cuál es la prisa? —pregunta mamá mientras toma un trago de café, negro sin azúcar.
A menudo me pregunto quién la lastimó tanto que necesita torturarse bebiendo un brebaje
tan amargo.
—¡Hayibo! La escuela comienza a las ocho ¿Por qué Donny llegó tan temprano? —Reviso
mi propio reloj. La pantalla está rayada, pero funciona. Solo quedan tres minutos.
—Sí, Sherlock y Watson —digo—. Ya hablamos de que también tengo otros amigos.
—¿Estás seguro de que no estás saliendo con alguien? —pregunta mamá, mientras se
levanta de la isla y lleva los platos al fregadero—. Llegar juntos a la escuela es la parte divertida
de las citas en la escuela secundaria.
—Suenas como si tuvieras mucho conocimiento sobre las citas de la escuela secundaria
—dice papá.
—Por supuesto. —Mamá se quita el cabello sin cepillar de los hombros—. Yo era muy
popular en la escuela secundaria.
—Oye —digo, probando un bocado de manzana—. Te haré saber que lo estoy haciendo
bien, gracias.
—Está bien, cariño —dice mamá—. La mayoría de la gente alcanza su punto máximo en
la universidad. Mira a tu papá.
—¡Oye!
Mamá se ríe. Tiene esta risa única que hace que mirar películas con ella sea toda una
experiencia. Siempre estoy agradecido de que los cines sean oscuros, porque cuando mamá
se ríe, es suficiente para que me quiera esconder.
Mi teléfono vibra con un mensaje de texto de Bryson. Son las 7:01. Nada me gusta más
que una persona puntual. Priya tiene el desagradable hábito de establecer una hora de
reunión y luego llegar quince minutos tarde. Cree que cosas buenas le sucederán a quien
espera.
—Me voy ahora. Adiós. —Doy otro mordisco a la manzana. Salgo antes de que puedan
interrogarme más. Al salir por la puerta, ofrezco «dame los cinco» en despedida a Yazz. Ella
luce somnolienta y permanecerá así hasta que se tome su primera taza de café.
Aunque sabía que él estaría allí, me sorprende ver el jeep de Bryson esperándome. Tomo
un respiro tranquilizador mientras camino hacia el asiento del pasajero. Me subo.
—Buenos días —digo. Mi confianza de anoche no es más que un recuerdo, porque ahora
él está aquí en realidad y no es solo un producto de mi imaginación.
—Buenos días —responde. Me mira mientras trato de tranquilizarme, pero mis manos
están ocupadas con la manzana, mis libros y mi bolso.
De repente se inclina. Bryson agarra el cinturón de seguridad y lo tira a través de mí. Tan
cerca. Su rostro está a solo un suspiro del mío.
Siento el calor subir a mi cara, y sus labios se contraen formando una pequeña sonrisa.
Hace clic en la hebilla del cinturón de seguridad antes de inclinarse hacia atrás contra su
asiento.
—No me importa esperar —dice Bryson mientras enciende el jeep. Me mira de nuevo.
Estoy en la misma posición en la que me dejó. Mi cuerpo no se ha sintonizado con mi cerebro.
Bryson se baja del auto y lo sigo adentro. Él ofrece saludos a todos los que ve, y todos
parecen conocerlo a la vista también.
—¿Conoces a todos?
—Vengo aquí desde que era niño. Este restaurante solía ser de mis abuelos, pero mi
padre lo vendió hace algunos años. —Su tono de voz no suena tan feliz cuando dice eso.
Suspira antes de continuar—. Desayunar aquí era la rutina de mi familia. Ahora es solo mía.
Se encoge de hombros de nuevo y camina entre los puestos. Nos sentamos en uno cerca
de la ventana. He pasado frente a este restaurante, pero nunca he estado dentro antes.
Glenda’s parece haber sido arrancado directamente de la década de 1950. Las cabinas están
hechas en vinilo blanco y negro, que coincide con el suelo a cuadros en blanco y negro. Incluso
hay una rockola en la esquina. Además de las cabinas, hay un mostrador largo, área donde
pueden sentarse los que han venido solos. La cocina está abierta y activa.
—Gracias, Sr. Humphrey —dice Bryson. Él tiene su propia sonrisa a juego, en la que
aparece un hoyuelo, sé que es sincera—. Me alegro de que pudiera venir a vernos jugar.
—Cruzaré los dedos —dice Bryson. El Sr. Humphrey se despide y Bryson lo ve irse.
—Casi perdí mi entrenamiento matutino porque me quedé dormido. —Bryson pasa una
mano a través de su húmedo cabello. Ambos agarramos nuestros menús.
—Sí.
Llega el servicio.
—¿Estás bien, chico? —pregunta Alice y Bryson asiente. Ella me sonríe amablemente—.
¿Qué pedirás?
Ordenamos.
—¿Cómo te gustaría tus huevos? —me pregunta Alice.
Él asiente.
—¿Y puede traer un jugo de naranja, por favor? —Se vuelve hacia mí.
—¿Y tú?
Alice asiente.
—Vuelvo enseguida.
—No —digo demasiado rápido. Mis mejillas se enrojecen—. Sí… no sé… —Me encojo de
hombros.
—Parecía que todos a mi alrededor estaban teniendo citas. Y yo no quería que pensaran
en mí como alguien diferente. Sabía que yo le gustaba a Louise, así que pensé ¿por qué no?
Pero entonces no me sentía cómodo con lo injusto que era de mi parte que la sedujera cuando
yo sabía quién era yo. —Miro el pedazo de papel entre nosotros—. Aun así, quiero decir, un
pequeño romance nunca mató a nadie.
—Lo tendré en cuenta —dice Bryson. Mi corazón se acelera, y antes de que pueda
reaccionar en lugar de simplemente mirarlo, llega nuestra comida.
—Dijiste que era tu favorita también, ¿verdad? —Levanto la vista—. ¿Por qué?
—Mi hermana mayor solía gustarle mucho Leonardo DiCaprio, y entonces, ella la veía
como si fuera su religión.
—¿Por qué?
—¿Es necesario que haya una razón para que no me guste alguien?
—Generalmente, sí.
—Supongo que me irrita que solo interprete roles que están destinados a valer una
nominación al Oscar.
—Tal vez… pero me molesta. Además, todas sus novias son rubias, modelos y de
veinticinco años o menos, eso me parece extraño. Quiero decir, vive tu vida, pero, ¿en serio?
¿Así es como vas a vivir tu vida? —Niego con la cabeza y levanto un dedo—. Además, mi papá
es sudafricano, y déjame decirte que el acento de Leo en Diamante de Sangre fue terrible.
Simplemente no entiendo por qué Hollywood no contrata actores de las regiones en lugar de
darnos actores con malos acentos. O simplemente, no hagas un acento que sea
ofensivamente malo.
—Solo un poco.
—Entonces, ¿qué más odias? Supongo que un buen novio debería al menos saber lo
básico. —El aire parece cambiar cuando se refiere a sí mismo de esa manera. Bryson no se da
cuenta, pero he soñado con oír esas palabras de alguien, y ni una sola vez en mi vida pensé
que saldrían de sus labios.
—Bueno, las cinco cosas principales que Kai Sheridan odia, incluido el viejo y querido Leo,
son… —Tarareo en mis pensamientos—. Llamadas telefónicas.
—Matemáticas.
—Únete al club. —Levanta su gran mano—. Vamos, Kai. No me dejes colgado. —Miro su
mano levantada por un momento antes de alzar la mía para chocar los cinco.
Él sonríe.
—¿No se supone que debes superar tu odio por los guisantes cuando cumples, como,
tres años?
—¿Y cuál es la última cosa? —Bryson las ha estado contando mientras nombro la lista y
un dedo permanece pendiente.
—Decidir cosas —digo—. Probablemente soy la persona más indecisa que alguna vez
conocerás. Así que paso mucho tiempo soñando despierto cosas en lugar de hacerlas realidad.
Siempre me preocupo por lo que todos pensarán.
—Más o menos —digo—, pero estoy feliz de hacer Romeo y Julieta. Sabes que soy una
mierda actuando, así que cualquier punto extra que podamos ganar de Henning es algo bueno.
—Bueno, tú puedes ser Romeo y yo puedo ser Julieta. —Hace una pausa, levanta una
ceja, y me mira—. O viceversa, lo que prefieras.
—Buena esa. —Bryson también se ríe. Empuja mi vaso de agua más cerca de mí. Lo agarro
y las yemas de nuestros dedos se tocan. En mi prisa por tirar mi mano hacia atrás, termino
derramando algo de agua.
—Mierda —digo mientras uso servilletas para limpiar el desorden. Bryson me ayuda. Hay
picardía en sus ojos, y el lado derecho de su boca se curva hacia arriba.
Bryson se ríe.
—Bueno, en ese caso, deberíamos reunirnos y ver la película para que podamos elegir
una escena. ¿Tal vez una de los personajes de reparto? El hecho de que sea Romeo y Julieta
no significa que tenemos que ser Romeo y Julieta.
—Bueno, tengo práctica de fútbol hoy, pero si puedes esperarme, ¿podemos reunirnos
después y ver la película en mi casa?
—Claro, déjame enviar un mensaje de texto a mis padres rápido. Tengo mi turno en la
biblioteca esta tarde y por lo general me recogen —comento a modo de explicación. Abro el
chat del grupo familiar: Sheridan Shenanigans4, acertadamente nombrado por mamá. Escribo
un mensaje explicando nuestros planes.
—Sí. —Tomo un sorbo de mi agua—. Lo sabrías si alguna vez fueras para allá.
—Oye, no es que no lea. Simplemente prefiero más los cómics que los libros.
—¿Terminaste?
Asiento.
—Seguro. —Caminamos hacia el mostrador para pagar—. Yo pago. —Antes de que pueda
protestar, abro mi billetera y pago el total de la cuenta.
Bryson llega al estacionamiento de la escuela con cinco minutos de sobra hasta que suene
la primera campana.
—Entonces, ¿quién es? —pregunta Shannon—. ¿Con quién estás saliendo esta semana?
Se las arregla para no mirarme y me siento aliviado. Parece que se está tomando muy en
serio su promesa de mantenernos en secreto. Sé que en un mundo perfecto no tendría por
qué ser un secreto, pero en el que vivimos está lejos de ser perfecto.
Shannon lo sigue molestando, pero Bryson no cede. Finalmente, ella se marcha como una
tormenta mientras yo camino a clase.
—¡Kai, espera!
—Aquí. Tómalo. —No me da muchas opciones, porque ya está siendo forzado a mis
brazos. Así que lo tomo.
—Tengo un partido mañana por la noche, así que lo peor que me darán es una detención
a la hora del almuerzo. —Bryson niega con la cabeza y suspira.
—Es cierto —digo, mientras Bryson toma mis libros y mi bolso. Me meto en su blazer. Es
unas tallas más grandes y huele como él, a pino. Probablemente sea una colonia de marca,
pero mientras inhalo, sé que vale cada centavo.
—Vamos —dice Bryson. Me estudia por última vez antes de entregar mis pertenencias.
—¿Vamos?
—Al teatro —dice Bryson, riendo. Luego me deja ahí parado.
Todo lo que puedo hacer es mirar mientras se aleja. No es que me queje de la vista, ni
nada. Suena la campana y corro para alcanzarlo. No estoy de humor para cumplir otra de las
detenciones de la Sra. Henning.
Caminamos juntos hacia el teatro y, cuando llegamos, todos están sentados. Bryson
choca los cinco con Isaac y se sienta a su lado. Se gira para mirarme expectante y golpea el
espacio vacío a su lado. Me siento con las piernas cruzadas y saco mi copia de Romeo y Julieta
de mi bolso.
La Sra. Henning entra al auditorio justo cuando suena la campana de inicio del periodo.
Hoy lleva una chaqueta de piel sintética, pantalones de cuero y tacones deslumbrantes. Para
colmo, lleva una peluca sacada de la Revolución Francesa. Todo lo que necesita decir ahora
es Que coman pastel.5
—Buen día, mis protagonistas. Antes de comenzar, pasen esta hoja de registro. Les estoy
permitiendo a todos reservar espacios de horas para ensayar para las funciones de este
viernes. Además, me gustaría informarles a todos ustedes que he decidido extender el plazo
para las presentaciones de obras de la escuela. También será el viernes. Muchos factores
llevaron a esta decisión, así que utilicen este tiempo extra con prudencia. Quiero ser cautivada
—dice la Sra. Henning—, ahora, señor Keller, ¿podría traerme una silla?
Bryson asiente y se pone de pie. Desaparece entre bastidores para buscar una silla para
la Sra. Henning. Capto la mirada de la profesora de Teatro; ella me ofrece un leve
asentimiento y hay una sonrisa en sus labios. ¿Extendió el plazo por mí? Cualquiera sea la
razón, jadeo de incredulidad. Todavía tengo una oportunidad. Sonrío mientras saco un
bolígrafo de mi bolso y acepto la hoja de inscripción de Jessica Cho. Muchos de los espacios
ya están ocupados y, dada la apretada agenda de Bryson, necesito su ayuda para decidir el
mejor momento para practicar.
Me vuelvo hacia la persona que está a mi lado. Isaac está hablando con otra persona.
Extiendo la mano y lo toco. Fija sus ojos azules en mí.
—Genial. —Acepta la hoja y busca un bolígrafo. Sus ojos se posan en el que tengo en la
mano.
5
N. del T. Haciendo referencia a María Antonieta «ante las protestas, la reina María Antonieta exclamó jocosa:
que coman pastel».
—Por supuesto. —Nuestros dedos se tocan cuando me quita el bolígrafo y siento que me
sonrojo. Aunque sé que Isaac es heterosexual, eso no me impide sentir algo por él. Por eso
existen los enamoramientos unilaterales.
—Gracias. —Cuando sonríe esta vez, muestra los dientes. Uno de los dientes frontales de
Isaac se superpone al otro, pero en lugar de restar valor a su apariencia, esa pequeña
peculiaridad solo se suma a ellos.
—No hay problema. —Observo mientras se inclina hacia adelante y llena en el horario
que prefiere. A diferencia de Bryson, Isaac tiene buena letra.
Isaac se inclina hacia atrás y pone mi bolígrafo contra sus labios. Observo cada
movimiento. Debe sentir el peso de mis ojos porque mira hacia arriba. Su frente se arruga
mientras lo hace. Aparto la mirada primero.
—Aquí tienes, Kai. —Es la primera vez que Isaac dice mi nombre. Y el sonido que sale de
sus labios me emociona. Extiende mi bolígrafo y la hoja de inscripción.
Voy lentamente. Bryson se sienta más fuerte de lo necesario y le quita el lápiz y el papel
a Isaac. Me está estudiando como si fuera un problema de matemáticas que no puede
resolver.
—Nada —dice Bryson. Pero no suena así, y antes de que ninguno de los dos pueda
preguntar nada más, se vuelve hacia mí—. ¿Cuándo te gustaría practicar?
Miro por encima de su hombro y encuentro los ojos de Isaac. Se encoge de hombros y
vuelve a sonreír. Siento que el calor me tiñe las mejillas. Bryson levanta la hoja de papel y la
agita. Rompiendo efectivamente mi contacto visual con Isaac.
—¿Qué tal en el almuerzo alguna vez? —digo, mirándolo a los ojos en su lugar.
—¿Mañana?
—Por supuesto.
Bryson sonríe mientras garabatea en nuestro horario elegido. Mientras lo hace, una
pequeña parte de mí se pregunta qué acaba de pasar. Una pequeña parte de mí, la que vive
en la tierra de la fantasía, no puede evitar preguntar: «¿Bryson Keller está celoso?».
●●●●●●
Cuando suena la campana del almuerzo, Donny y yo salimos de nuestra clase de
matemáticas y nos dirigimos hacia la cafetería. Ya está lleno de otros estudiantes. Algunos
hacen cola esperando su turno para que les sirvan, mientras que otros se sientan en las
muchas mesas rectangulares que llenan el espacio. Donny y yo nos unimos a la fila. Pronto
me recibe el olor a sándwiches de queso a la parrilla. Pocas cosas en este mundo son tan
puras y dulces como un sándwich de queso a la parrilla bien hecho. Aparte de la pizza y los
libros, es de lo que la raza humana puede estar más orgullosa.
Cruzo la cafetería y tomo asiento. Donny se desliza en su lugar frente a su novia. Doy un
bocado y disfruto el sabor. Pocos lugares logran obtener la cantidad adecuada de queso en
un sándwich de queso a la parrilla y, sorprendentemente, la cafetería Fairvale hace el mejor.
Bueno, el segundo mejor, ni siquiera esto puede competir con el de papá.
—Ahí estás, Kai —dice Shannon Flockhart. Levanto la vista para encontrarme con la
mirada de Priya, pero ella no me está mirando. Ella está mirando a la chica parada a mi espalda.
Shannon y Priya han sido enemigas mortales desde el año pasado. Y en esta pelea, nunca
he sido Suiza. Elegí un lado y no es el de Shannon.
—No me importa.
En el Carnaval de Primavera del año pasado, Shannon usó un bindi 6 . Priya trató de
explicarle que no era solo una declaración de moda, que lo que Shannon estaba haciendo era
una apropiación cultural, pero la otra chica no la escuchó. En cambio, comenzó a llorar y acusó
a Priya de ser una bravucona. Al final, los padres de ambas fueron llamados a la escuela y el
asunto se resolvió a puerta cerrada. Por supuesto, Priya nos lo contó todo. Incluso nos mostró
la carta de disculpa que escribió Shannon. La falta de sinceridad y el juego de la víctima eran
difíciles de ignorar. Desde entonces, ha habido mala sangre.
Y una vez que Priyanka Reddy guarda rencor, lo atiende como una mascota muy querida.
—Yo solo…
6
N. del T. «Bindi»: símbolo de prosperidad doméstica en la tradición hindú del subcontinente indio y el
sudeste asiático.
—Adiós. —Priyanka hace un espectáculo de masticar una uva… lentamente. Sus ojos
oscuros se clavaron en los de Shannon. Finalmente, la otra chica gira sobre sus talones y se
va con un bufido.
Me encojo de hombros.
—Creo que quiere saber quién está saliendo con Bryson Keller esta semana.
—Es de Bryson. Lo olvidó después de Teatro. Tenía la intención de devolverlo, pero sigo
olvidándome.
—Ah, no es de extrañar que Shannon piense que son cercanos —dice Donny.
—Ese nombre, Donald. Te dije que no lo uses antes. Me molesta —bromea Priya.
—Sí, realmente no soy tan cercano a él. Solo estamos trabajando en nuestro proyecto de
Teatro —explico.
Aunque no lo estoy buscando en absoluto, noto que Bryson no está cuando Dustin y el
resto del equipo de fútbol entran a la cafetería. Es raro que los Cougars estén aquí. El equipo
suele salir de la escuela para almorzar.
¿Te castigaron?
Mis ojos se mueven hacia el blazer de Bryson. Terminó metiéndose en problemas por eso,
por mí.
—Kai, ¿quién es Kelly? —pregunta Donny de nuevo.
—Nadie. —Puedo sentir los ojos de mis dos amigos sobre mí—. Realmente no es nadie.
—No.
—¿Kelly O’Brien?
—Donny, cállate. —Su recitación de los nombres de Kelly está molestando a mis
pensamientos.
¿Dónde estás?
—¿Kelly De Palo?
Sé que mis palabras son inútiles. Cuando Donny se agarra a algo, no lo deja ir. De esa
forma es como un cachorro sin entrenamiento. Es uno de sus encantos, pero también muy
molesto.
—¿Quizás Kelly es la abreviatura de Kelsey? —reflexiona Donny—. Tal vez sea Kelsey
Scott.
—Donald, aprende a leer la habitación. Jesús —dice Priya—. Kai claramente no quiere
hablar de eso.
—Necesito el baño.
—Yo también necesito ir —digo mientras recojo mis cosas—. Te veré más tarde.
Tiro mi basura y corro hacia la señora en el mostrador para hacer otro pedido antes de
que cierre la cafetería. Dos minutos después, se sirve mi pedido. Sin tiempo que perder, corro
para llegar a la detención antes de que suene la campana.
Estableciendo un nuevo récord mundial, llego al patio oeste sin aliento y con la cara roja.
Veo a Bryson apoyado contra la pared. Para la mayoría de los estudiantes, la detención a la
hora del almuerzo significa ser enviados a este patio y mirar una pared en silencio. Por eso lo
llamamos Purgatorio. Otros delincuentes lo rodean. Bryson no me ve al principio. Sus ojos
están en su teléfono.
—¿Estás aquí? —Mira su reloj y luego mi pecho agitado—. No tenías que venir.
—Sí.
Alguien choca conmigo mientras corre hacia la biblioteca. Antes de que pueda quejarme,
me lanza una disculpa susurrada. Observo mientras se dirige hacia el laboratorio de
computación. Los espacios son limitados y, a menudo, se asignan por orden de llegada.
—Qué bueno verte, Kai —dice la Sra. Tarkovsky, la Bibliotecaria Jefa. Me muevo para
poner mis pertenencias detrás del mostrador.
Tomo mi puesto detrás de la computadora, listo para escanear libros dentro y fuera. El
primer estudiante que se me acerca es nada más y nada menos que Shannon Flockhart.
—¿BK? —Sé a quién se refiere, pero el apodo de deportista no encaja con el chico que
he pasado tiempo conociendo. Aunque no comparto mis pensamientos con ella. Si hay algo
por lo que Shannon es conocida, es su deseo por una primicia.
—Bryson, tonto. —Me da una palmada en el hombro como si fuéramos viejos amigos. La
simpatía excesiva es tan falsa que me molesta7.
7 N. del T. En inglés: «sets my teeth on Edge» es una expresión que se refiere a algo que causa molestia.
—¿Qué quieres, Shannon? —le pregunto, queriendo nada más que terminar esta farsa.
—Dime con quién está saliendo Bryson ahora. Incluso te pagaré —dice—. Nadie ha
actualizado su Instagram con evidencia. Todos queremos saber.
Suspiro.
—Todos los que salen con Bryson Keller lo hacen. Revisa el hashtag.
—Porque has pasado la mayoría del tiempo con él esta semana. —Shannon levanta una
ceja perfectamente depilada—. Sabes que tengo un sexto sentido sobre estas cosas —dice—.
Algo me huele raro.
—Pregúntale a Bryson si tienes tanta curiosidad. No entiendo qué tiene que ver esto
conmigo. —Intento desviar mi atención y casi suspiro de alivio cuando otro estudiante viene
y se para detrás de ella. Le sonrío a Eric Ferguson antes de volverme hacia Shannon.
Shannon se hace a un lado, pero no hace ningún movimiento para irse. Parece que la
aspirante a reportera en ella ha despertado.
—Es una buena lectura. Si te gusta la fantasía, deberías darle un vistazo —dice Erick.
—Me gusta, de hecho. —Le sonrío y dejo el libro a un lado para leerlo más tarde. Me he
preguntado, a menudo, cómo sería salir con otros chicos gay como Eric. No he sido lo
suficientemente valiente para dar ese paso aún. Eric me ofrece una sonrisa de despedida. Y
tan pronto se ha ido, Shannon ataca.
—¿Qué?
8
N. del T. En inglés: «You know nothing, Jon Snow», hace referencia a Juego de Tronos.
—Nada.
La miro a la cara.
El hecho de que insista en llamar a Priya por su nombre abreviado, a pesar de las
incontables veces que se le ha dicho que no lo haga, me irrita aún más.
—Eso me enorgullece —le digo con una sonrisa tan dulce que podría atraer abejas.
Shannon me estudia.
—Creo que estás ocultando algo. Me tienes intrigada. —Antes de que pueda responder,
Shannon se va de la biblioteca.
Finalmente soy capaz de trabajar en paz. Mi turno pasa en poco tiempo, y cuando me
quedan cinco minutos, me aventuro en las estanterías.
¿Dónde estás?
—¡Oh! Aquí estás. —Su voz me sorprende. Me giro para encontrar a Bryson de pie en la
entrada del pasillo. Bryson Keller con su gorra al revés debería ser ilegal. Debe ser imposible
para cualquiera verse así de bien, especialmente después de haber estado una hora y media
corriendo en el campo de fútbol.
—¿Kelly? —me pregunta Bryson. Está mirando su mensaje abierto en mi teléfono—. ¿Yo
soy Kelly?
—Abrevié «Keller» a «Kelly» —le explico—. Pensé que el nombre de una chica sería más
fácil de explicar a ojos entrometidos.
—Eso es muy inteligente —dice Bryson—. Pero también es una mierda que necesitaras
hacer eso.
Lo miro y me doy cuenta de que estamos muy cerca, demasiado cerca tal vez. Dios, es
injusto que alguien pueda ser así de guapo. Doy un paso atrás y termino empujando el carrito
de libros por accidente. Bryson lo alcanza. Me muevo para tomarlo, pero él me detiene.
—Está bien. —Me tomo un momento para estudiar a Bryson. Su cabello está húmedo por
el baño, y está usando ropa de gimnasio en lugar de su uniforme escolar. Mirándolo ahora,
me doy cuenta de que mi fantasía de él anoche no estaba tan lejos.
—¿Qué te hizo querer trabajar en la biblioteca? —me pregunta Bryson mientras conduce
el carrito.
—Siempre he amado los libros —digo. Decido contarle a Bryson otro de mis secretos: mi
sueño. Más personas saben eso que las que saben que soy gay, pero no son tantas, muy pocas
para contarlas con ambas manos—. Quiero ser escritor. Y realmente no puedes ser un escritor
sin haber sido lector primero. —Detengo el carrito y coloco otro libro en la estantería a la que
pertenece. Me vuelvo hacia él—. ¿Tienes algún sueño? ¿Es jugar al fútbol?
—Solía serlo —admite—. Jugar al fútbol era algo que amaba hacer con mi papá. Pero
ahora lo juego más por hábito que por amor. —Se encoge de hombros—. Espero encontrar
mi sueño en la universidad. Algo que sea solo para mí.
—Fui aceptado en la UCLA, pero quieren que juegue fútbol y aún no estoy seguro de si
quiero hacerlo.
—Oh, fui aceptado ahí también. Aunque no para jugar fútbol. —Bryson se ríe ante mi
tonto chiste y estoy agradecido. Le hago una señal para que conduzca el carrito y lo hace—.
Estoy esperando escuchar algo de la universidad de mis sueños.
—¿Cuál es?
—Tisch.
—Cruzaré los dedos por ti. —Sonríe—. Hazme saber si te aceptan. Incluso si es después
de esta semana.
—Es extraño —digo—. Esto es lo más que hemos hablado. Quiero decir, éramos
amigables, pero no éramos amigos. ¿Quién diría que nos llevaríamos tan bien?
—Lo sé. Eres un chico bastante genial, Kai. —Sonríe—. Es raro cómo todos nos quedamos
en nuestros grupos. Ya que juego fútbol, significa que todos a mi alrededor también lo hacen.
—¿Puedo? —Bryson levanta las manos y le doy el libro. Con facilidad, coloca el libro en
el lugar correcto. Él hace una pausa y susurra—: ¿Cuál es el punto de tener un novio alto si no
vas a usarlo? —Agrega un guiño antes de regresar a su posición en el carrito de libros. Lo
absurdo que es, me hace sonreír.
Continuamos trabajando, y con la ayuda de Bryson, los libros son acomodados en poco
tiempo.
—He estado pensando en nuestra presentación. Por favor, ¿dejas que escojamos algo
rápido y fácil?
—¿Temes sonrojarte?
Él enciende el auto y salimos del estacionamiento. Bryson saca sus gafas de sol y se las
pone. Al instante pasa de ser un graduando de secundaria, a modelo publicitario. Me mira, y
es difícil no mirarlo.
—¿Qué? —me pregunta, y por el indicio de sonrisa que danza en sus labios, sé que fui
atrapado mirándolo.
—Nada —miento. Dirijo mi atención hacia adelante. Mientras andamos, entrecierro los
ojos ante el resplandor del sol de la tarde. En el siguiente semáforo, Bryson se inclina a través
de mí. Abre la guantera y busca un estuche de gafas.
—Toma —dice cuando me lo da. Lo abro y encuentro un par de gafas de sol idénticas a
las suyos—. Son mi repuesto.
Me río.
A decir verdad, chalet es una palabra que le da una descripción más adecuada. Tiene
paredes color arena con blancos acabados. Las ventanas son grandes y limpias con persianas
de madera color blanco. La casa de Bryson parece que perteneciera a un lugar más
interesante que Fairvale, California, tal vez España.
Aun así, esta casa palidece en comparación con la casa de Donny Duckworth a unas pocas
calles de distancia.
—¿Salimos? —me pregunta Bryson. Sus brazos están cruzados en el volante y su cabeza
está descansando contra ellos. Parece que hemos estado sentados allí durante un tiempo y
él ha estado mirándome por no sé cuánto.
Me sonrojo y él sonríe.
Bryson me sigue mientras caminamos hacia la casa. El silencio nos saluda cuando abre la
puerta principal. Entramos y nos detenemos en el vestíbulo. Lo noto inseguro por un
momento, mirando sus zapatos, la casa y a mí.
—Mi mamá tiene una regla de no usar zapatos en la casa. —Bryson señala las pantuflas
en la esquina para los invitados. Sonrío mientras pongo mi zapato derecho detrás del
izquierdo y me lo quito, hago lo mismo con el otro.
—Mi papá también es así —dije—. Crecimos usando diferentes zapatos dentro y fuera de
casa.
Aliviado, Bryson me guía por la casa.
—Guau. Esto es increíble. —Es como si la sala familiar hubiese sido sacada de las páginas
de una revista, también.
—Mi mamá tiene una firma de decoración de interiores —me explica Bryson. Ya lo sabía.
Vi un perfil sobre ella en una de las revistas de mi mamá una vez. Ella es diseñadora y trabaja
para estrellas. Y, a juzgar por el espacio que me rodea, está claro que es muy buena en lo que
hace. Es espectacular y hogareño a la vez.
Sin embargo, no entramos en la sala familiar. En cambio, Bryson me lleva hacia la cocina,
que es grande, con alacenas blancas y mesada de granito blanco. Está llena de
electrodomésticos de última generación. No hay duda de que esta cocina sería el sueño de
un chef. Bryson se acerca a la gran nevera de dos puertas y la abre.
—¿Qué jugo? —Estoy de pie en la isla, apoyando mi cadera contra el borde del mostrador.
—Manzana, naranja y uva son los únicos tres sabores de jugo que merecen existir en este
mundo. —Sonrío—. Agua está bien.
Bryson saca dos botellas de agua de la nevera. Coloca la suya en la encimera y me entrega
la mía.
Me congelo. Estamos solos en su casa y casi no hay distancia entre nuestros cuerpos.
También debe darse cuenta de ello, porque rápidamente da un paso atrás.
Me parece que Bryson está tan nervioso como yo. En un comienzo, me doy cuenta de
que es la primera vez que lo veo. Está mirando para todas partes, excepto a mí. Y no puedo
evitar preguntarme por qué... Bryson es hetero, ¿no? Él no debería estar tan incómodo por
mí como yo por él.
Bryson se ríe y parece volver a ser el mismo, volver a ser Bryson Keller, seguro de sí mismo,
el que he llegado a conocer. Tal vez mis dudas sobre él no son más que una ilusión. «Esto es
solo un juego», me recuerdo.
Salimos de la cocina, y sigo a Bryson por las escaleras hasta su dormitorio. Entramos.
—¿Qué desastre? —pregunto. Miro a mi alrededor. Casi todo está en su lugar, salvo por
una sudadera con capucha en el suelo y un par de calcetines sucios. Las paredes de la
habitación de Bryson están cubiertas de imágenes. Noto un equipo de cámara disperso en su
escritorio. Hay una cámara, un trípode y algunos lentes.
Bryson sonríe.
—¿No es el objetivo de estar en una relación llegar a conocerse? —Voltea hacia mí—.
Ahora que lo pienso, hay muchas cosas que no sabemos el uno del otro.
Es verdad. Nos conocemos desde hace años, pero cuando pienso al respecto, no hay
mucho más allá de lo superficial que yo sepa sobre Bryson Keller. Y por primera vez en mi vida
me encuentro queriendo indagar más profundo, conocer cada vez más sobre este chico de
sonrisa simple y los ojos llenos de sentimiento.
Estudio el collage de fotografías que supongo que Bryson ha tomado. Entre ellas se
encuentran varios carteles de Liverpool, un club inglés de fútbol que resulta ser el mayor rival
del Manchester United. No puedo evitar preguntarme qué pensaría mi papá si viera esto.
Imaginar a papá y a Bryson discutiendo sobre fútbol me hace sonreír. «¿Sucederá eso alguna
vez?». Arranco ese pensamiento de mi mente antes de que eche raíces.
Noto que algunos de los carteles se ven mal por el desgaste. Como si se hubieran roto y
sido reparados apresuradamente. No pregunto sobre ellos. En vez de preguntar, me enfoco
de nuevo en el collage de fotos.
—Eres bueno. —Me vuelvo hacia él—. ¿Tal vez deberías convertirte en fotógrafo?
—Dile eso a mi mamá. —Suspira—. Ella entró en pánico absoluto porque en realidad no
sé lo que quiero hacer cuando llegue a la universidad.
—Bueno, conociéndote, probablemente serás sobresaliente en todo.
Bryson se ríe. Observa mientras echo un vistazo más de cerca a sus fotos. Es de verdad
talentoso.
—¿Cuándo tomaste estas? —pregunto. Señalo una imagen donde Bryson parece uno o
dos años más joven de lo que es ahora.
En la imagen hay una feliz familia de cuatro integrantes sonriéndome. Esta es la única
imagen que Bryson tiene de toda su familia. Todas las demás son solo de su madre y su
hermana.
Me vuelvo a observar el resto del espacio. El escritorio de Bryson está casi tan lleno como
el mío, pero en lugar de mi desorden caótico, el suyo está perfectamente organizado. Tiene
un gran calendario de escritorio con su cronograma en él. Tiene un partido mañana. También
Priya. Tal vez lo sorprenda yendo a su partido después.
—¿Lo haremos?
—Ver la película.
—Seguro. —Mis ojos se quedan pegados en una caja sobre su escritorio. Es el último
iPhone.
—Mi papá piensa que puede comprarme —dice Bryson. Su voz se pone más fría cuando
habla de su padre—. Mi papá está tratando de verme por primera vez en más de un año. Él
es la razón por la que llegué tarde a la escuela ayer. Se ofreció para llevarme a desayunar
antes de la escuela. Y, como un tonto, le creí. Esperé por nada. —Bryson se detiene. Sus ojos
se abren cuando me mira—. Es muy fácil hablar contigo. Ni siquiera Dustin lo sabe. Todo el
mundo piensa que tuve una cita con el dentista.
—Bueno, estoy siempre dispuesto a escucharte si alguna vez lo necesitas. —Encuentro
su mirada—. Incluso después de que rompamos.
La última palabra pende entre nosotros. El inevitable final de nuestra relación pasa
delante de mis ojos. Necesito recordar que esto terminará pronto. No puedo sentirme
demasiado cómodo, demasiado acostumbrado a tener a Bryson Keller en mi vida.
Se pone de pie.
—Bueno. —Mientras se va, me digo a mí mismo que esto es solo para la escuela. Esto no
es una cita. Ver una película con mi novio ha sido siempre una de mis fantasías. Puede parecer
algo pequeño e intrascendente, pero es algo que nunca he llegado a experimentar.
Bryson regresa con los brazos llenos de papas fritas, dulces y palomitas recién hechas
para microondas.
Bryson sonríe.
—No estaba seguro de lo que te gustaba, así que traje un poco de todo.
—En realidad, casi nunca vi a alguna de ellas fuera de la escuela. —Me mira—. Eres el
primero.
—Correcto. —Es una palabra que sé que voy a pasar incontables horas tratando de
descifrar.
Agarra un puñado de palomitas de maíz y se lo lanza a la boca antes de sentarse con las
piernas cruzadas y presionar reproducir. La película comienza, y yo me preparo para ver una
película de Leonardo DiCaprio completa. No solo algunas partes. Y por primera vez en mi vida
veo una película con mi novio, incluso si él es solo una simulación.
—Creo que deberíamos hacer esta escena entre Benvolio y Romeo —dice Bryson.
Miro la escena y concuerdo. Es corta y tiene suficientes líneas para que yo las pueda
manejar.
—Buscaré el guion y te lo enviaré esta noche —dice. Hace una pausa y se dirige a su
escritorio.
Bryson lo anota antes de sentarse a mi lado. Él está más cerca que antes. Para distraerme,
señalo la pantalla y pregunto:
—¿Quizás Benvolio? Tiene más líneas. Y Romeo en esta escena puede verse como
tranquilo y tímido, lo que podría hacer que te sientas más cómodo.
Asiento.
Lo veo masticar, mis ojos nunca dejan de mirar sus labios. Vuelco mi atención de nuevo
a la película. Me obligo a no mirar nada más que la pantalla.
Se acomoda más cerca de mí, su cabeza encuentra el lugar perfecto para descansar.
Mientras duerme, es totalmente ajeno al efecto que causa en mí.
Veo el resto de la película tratando de quedarme quieto con Bryson apoyado contra mí.
Cuando los créditos empiezan a aparecer, estudio su perfil. Levanto la mano, pero me
detengo. La dejo suspendida ahí.
Quizás en otra vida sería lo suficientemente valiente para hacerlo. Bryson se ve tan
tranquilo, que es exactamente lo contrario de cómo me siento ahora. Recién es martes.
¿Podré sobrevivir esto ileso hasta el viernes? No lo sé, pero necesito recordarme a mí mismo
que esto no es real, y que nunca podrá serlo… ¿verdad?
Pero al verlo dormir, estoy agradecido de tener tres días más con él. Los ojos de Bryson
se abren. Nos miramos el uno al otro. Mi pánico se multiplica. Echo mi mano hacia atrás, pero
Bryson se acerca para atraparla. Nuestros ojos no han apartado la mirada del otro. Un
remolino de preguntas. Estoy a punto de disculparme cuando la cara de Bryson se rompe en
una sonrisa.
—Vamos.
—Son casi las siete. —Bryson apunta al gran reloj encima de su escritorio.
Lo sigo por las escaleras para encontrar una casa oscura y vacía.
—Sí. Lo hace cuando tiene un nuevo cliente. —Bryson se encoge de hombros—. Estoy
acostumbrado ya.
Paramos en el vestíbulo para ponernos los zapatos. Me inclino para ponerlos, y Bryson
hace lo mismo. Tengo la costumbre de no desatarme los cordones. El pie izquierdo entra con
facilidad, pero el derecho pone resistencia. Tropiezo y Bryson se acerca para agarrarme. Soy
el primero en reaccionar. Despejo mi garganta y pongo distancia entre nosotros.
—Gracias —digo torpemente. No hay duda de que mis mejillas están rojas. Bryson sonríe
y abre la puerta. Espera a que salga de la casa. Cierra la casa y se vuelve hacia mí. Bryson mira
desde mi cara a mi mano de nuevo. Es casi como si el tiempo se ralentizará cuando la toma.
No respiro mientras sostiene mi mano entre las suyas. Le robo una mirada, y no puedo evitar
preguntarme: «¿Qué sucede?».
Bryson se queda en silencio por un segundo. Estudia nuestras manos. No estoy seguro de
lo que está pensando y antes de que pueda preguntar, asiente.
—No —digo. Si sus citas anteriores llegaron a experimentar esto, entonces yo también
quiero hacerlo.
Bryson sonríe, y así es como caminamos hacia el jeep. Él abre mi puerta y me ayuda a
entrar, luego corre por la parte delantera del auto. Bryson se sienta en el asiento del
conductor y hace alarde de tomar mi mano en la suya una vez más. Esta vez incluso entrelaza
nuestros dedos.
Bryson Keller y yo nos tomamos de las manos el resto del camino a casa.
—¿Tan pronto?
—Pagué extra para poder entregártelo antes. —Bryson pasa una mano a través de su
cabello—. Ninguno de nosotros puede permitirse una detención en horario de almuerzo hoy.
Hemos reservado el teatro para practicar.
—Cierto.
Bryson se voltea para sacar su bolsa de gimnasio del asiento trasero, y yo llevo el blazer
a mi nariz. Espero que huela a jabón, pero en cambio, huele como Bryson. Cuando me mira,
sus labios se contraen en una pequeña sonrisa, como si estuviera guardando un secreto. ¿Me
vio? Veo la cara de Bryson en el auto y mi reflejo en la ventana. Me pongo el blazer y trato de
ignorar el enrojecimiento de mis mejillas.
Miro mi reloj y me doy cuenta de que quedan diez minutos hasta el inicio del primer
periodo.
—Voy a ver a Donny y a Priya antes de clases —digo. Necesito darle a mi cara la
oportunidad de enfriarse.
Vamos por caminos separados. Saco mi teléfono de mi bolsillo y abro el chat grupal de
los tres mosqueteros.
—¿Qué pasa? —pregunto mientras me acerco. Priya está de pie con sus brazos cruzados
y su boca fruncida, mientras que las orejas de Donny están más rojas que nuestras corbatas,
un ejemplo seguro de sus emociones—. ¿Están peleando?
—¿Qué hizo?
—No le des importancia, Kai. —Me vuelvo hacia Donny y me trago lo que fuera que iba a
decir a continuación. Asiento con la cabeza. No sé lo que sucedió, pero no creo que pueda
ayudar. Necesitan resolver esto por su cuenta. Estoy empezando a tener mis propios
problemas de relación, como el hecho de que pienso que me está empezando a gustar Bryson
Keller de verdad. Así es como comienzan los amores: primero no puedes dejar de pensar en
la persona, luego no puedes esperar para verlo, y finalmente quieres pasar todo tu tiempo
con él.
—Eh, acabo de recordar que tengo que hacer… algo —digo—. Los veo más tarde.
Mientras espero a que llegue la Sra. Henning, me echo hacia atrás y apoyo mis manos
detrás de mí. Miro hacia arriba en las luces del escenario.
Bryson también se inclina hacia atrás, casi imitando mi pose. Él posiciona sus manos para
sostenerse, y su dedo toca uno de los míos. Yo inhalo bruscamente. Le doy una ojeada, pero
Bryson está hablando con Isaac. Él no me está prestando atención y ciertamente no está
obsesionado con algo tan pequeño como nuestros dedos tocándose.
¿Qué pasa conmigo? Esto no debería molestarme. Que le esté prestando tanta atención
a Bryson significa que me está empezando a gustar... de verdad. La Sra. Henning sube al
escenario y me siento derecho.
Suena el timbre, y Bryson y yo nos dirigimos a la clase de inglés. Mientras estudio el chico
a mi lado, sé que necesito que Bryson crea que esto es falso. No puedo permitir que me
comience a gustar. Esto no era parte de las reglas.
Dios, ¿quién pensaría que una relación falsa pudiera ser tan complicada?
Para cuando suena la campana del almuerzo, confío en que puedo practicar con él sin
problema. Me gustaron otros chicos heterosexuales en secreto antes, y nunca fue gran cosa.
Sé que puedo hacerlo con Bryson, también.
Mientras tomo asiento en nuestra mesa habitual, noto que tanto Priya como Donny
todavía tienen problemas. Nos sentamos y comemos torpemente.
—Whoa, whoa, whoa. ¿Quién se murió? —pregunta Bryson mientras se desliza hacia mi
lado. Mira de mí a Donny y luego a Priya.
—Kai y yo hemos reservamos el auditorio para ensayar nuestra escena. —Él mira de mí a
Priya y luego a Donny, y luego a mí otra vez. Un ceño fruncido cruza su rostro y me hace una
pregunta puntual con su mirada.
Me encojo de hombros. Tampoco sé qué está pasando. Ellos me dirán cuando estén listos.
Nos sentamos en silencio por un momento más, antes de que Bryson hable.
—Vamos, Kai, vámonos. Estos dos claramente necesitan discutir algunas cosas solos —
dice.
Asiento con la cabeza y me paro. Bryson y yo salimos por el lado izquierdo. Empujamos a
través del ajetreo y el bullicio de la cafetería de la Academia Fairvale.
—Extraño. Ellos estaban tan seguros de que las relaciones en la secundaria podían durar.
—Quiero decir, todas las parejas pelean. Lo que sucede después es lo que importa. Estoy
bastante seguro de que cuando termine la escuela estarán bien.
—Solo curiosidad —digo—. ¿No es esa la razón por la que accediste al desafío en primer
lugar?
—Bueno, en parte. Pero también porque me proporciona una perfecta distracción del
desastre de mi vida familiar. Cuando comenzó el desafío, simplemente descubrí que mi papá
estaba planeando volver a casarse. Por lo que sucedió en el momento justo. Supongo que
estas últimas semanas me he alegrado de tener algo seguro. Ha sido una especie de consuelo.
Agotador a veces, sí. Pero también me gustó mucho que no hubiese resentimientos, ni
expectativas, nada. Después de una semana escolar, podría seguir adelante. —Paramos
frente a la puerta del auditorio—. Supongo que estoy empezando a ver el atractivo de tener
algo real —dice Bryson—. Especialmente con la persona adecuada.
Juro que me mira cuando dice eso, pero sucede tan rápidamente que cuando empuja las
puertas del auditorio para abrirlas, me quedo con el sentimiento de que lo imaginé. Como si
hubiese visto lo que quería ver y nada más.
Mientras lo veo caminar hacia el escenario, no puedo evitar preguntarme la misma cosa.
El auditorio está vacío, y es gracioso que mi semana con Bryson haya empezado aquí mismo.
Aquí fue donde le pedí por primera vez que saliera conmigo, y en la sala de utilería fue donde
le dije por primera vez que soy gay.
—¿Qué?
—No es nada. —Sacudo la cabeza. Ahora no es el momento para que yo esté recordando.
Necesito toda la práctica que pueda hacer. Me sumo a Bryson en el escenario y vuelvo a mirar
el mar de asientos vacíos. Aunque no hay un alma ahí afuera, siento que mi corazón empieza
a acelerarse y mis manos comienzan a sudar. Me siento enfermo. La idea de actuar en el
escenario es suficiente para revolver mi estómago. Ahora que estoy parado aquí, se siente
aún más real.
—¿Estás listo?
Digo mi última línea y giro para mirar a Bryson. Estamos en nuestra posición final, así que
estamos muy cerca. Ambos nos detenemos ante el sonido de aplausos. Nos volvemos para
encontrar a Dustin de pie allí.
Bryson debe sentirlo porque pone cierta distancia entre nosotros. Odio sentirme
avergonzado ahora mismo. Enojado no solo con Dustin, sino conmigo también.
—¿Parar qué?
—De ser un idiota. —Bryson niega con la cabeza. Mi corazón se eleva. Sus palabras son
las que yo quiero decir.
—No estoy siendo susceptible. Simplemente odio que digas algo tan estúpido como eso.
Tú eres mejor que eso, D.
Me encojo de hombros.
—De todos modos —dice Dustin—. El entrenador quiere verte, ¿tienes tiempo?
Bryson se vuelve hacia mí.
—Puedes ir. Básicamente sabes todas tus líneas. Solo necesito memorizar las mías ahora
—digo.
El asiente.
—Está bien. —Miro mientras Bryson y su mejor amigo se van. Puedo ver a Bryson
hablando con Dustin, pero no sé sobre qué. Nunca he tenido alguien que me defienda. Estar
en el armario ha significado que siempre he tenido que escuchar e ignorar ofensas
homofóbicas porque nunca he querido ser el foco de atención. Estoy agradecido con Bryson,
y más que eso, no quiero dejar de pasar tiempo con él.
¿Qué pasará la próxima semana cuando nuestra relación haya terminado? ¿Volveremos
a cruzarnos en los pasillos y ofrecernos una sonrisa por aquí y un hola por allá? Es una
preocupación que estoy empezando a tener.
La verdad es que realmente no quiero que vuelva a ser como solía ser entre nosotros.
Quiero esto, quiero lo que tenemos ahora. Y también estoy empezando a querer que sea real.
Mi corazón anhela olvidar que todo esto es un juego. Ese pensamiento me aterroriza y me
emociona a la vez. Es muy repentino, muy pronto. Nunca creí que hubiera una cantidad
determinada de tiempo antes de que te pudiera gustar alguien.
Cuando sucede, sucede. Y puedo decir que estoy al borde de enamorarme de Bryson
Keller mi novio falso.
14
Traducido por Tati Oh
Corregido por Nea
Editado por Mrs. Carstairs~
Cualquier tensión que hubo al principio del día parece haber sido olvidada. Justo como
sabía que sucedería. Donny es siempre un novio solidario. Aun así, está hecho un desastre
nervioso a mi lado. Ha estado comiéndose las uñas desde que el equipo visitante empató el
marcador.
—No podemos permitirnos perder este. Realmente necesitamos los puntos. —Le sonrío
a mi amigo. Es lindo ver cómo se refiere a las actividades de Priya como propias.
Donny se ríe.
Antes de que pueda preguntarle qué quiere decir, Priya anota. Donny prácticamente salta
a mis brazos, y apenas logro detenernos de caer al piso. Cuando nos separamos, me río. Por
el resto del partido, Donny y yo somos el equipo de porristas de Priya. Funciona, ganamos dos
a uno.
Después del juego, Donny y yo vamos a tomar un refresco a los camiones de comida. Mi
garganta lo necesita.
—¿No estuvo increíble? —Donny ha estado hablando de Priya sin parar. Sé que no
debería, pero siento una punzada en el pecho. Quisiera poder hablar abiertamente sobre
quién me gusta, no solo con mis amigos, sino también con el resto del mundo. Es injusto cómo
los heterosexuales llegan a amar, reír y vivir tan libremente, mientras nosotros pensamos
todo dos veces. Nuestras acciones son siempre cautelosas.
Como si mis pensamientos los hubieran invocado, veo a Eric y a su novio. Están cruzando
el estacionamiento hacia su auto. Se ven felices, ajenos a las pocas personas que se han
detenido a juzgarlos.
O tal vez no tan ajenos. Se detienen y miran deliberadamente a esos idiotas. Mi estómago
se hunde, espero que no provoquen una escena. Por cada paso que doy para querer salir del
armario, estos momentos me retienen. Es una mezcla de miedo e ira que el mostrar mi
verdadero yo signifique lidiar con cosas como esta. Eric sonríe y acerca a su novio hacia él. Se
besan y dan a los homofóbicos algo de qué hablar. El grupo se dispersa y Eric se ríe.
Yo también me río.
—Nada. —Es nuestro turno de ordenar—. Solo tomaré una Coca-Cola, por favor.
Donny compra snacks para él y Priya, y le ayudo a llevarlos al Cuacmóvil. Priya llega poco
tiempo después. Se ha duchado y cambiado de ropa, y su largo cabello negro mojado está
trenzado colgando por su espalda.
—Donald, Kai dijo que está bien. Deberíamos confiar en él. —Priya hace estallar un
puñado de caramelos en la boca y mastica. Se dirige al asiento del pasajero y sube. Donny se
une a ella en el auto. Me despido mientras los veo salir del estacionamiento.
Termino mi refresco y tiro la lata antes de regresar a los carritos. Busco entre la multitud
a la familia de Bryson, pero no los veo. Los Cougars están calentando mientras me dirijo a un
asiento vacío. Casi al instante mis ojos encuentran a Bryson. Habla emocionado con Dustin.
Bryson se ríe y todo su cuerpo se agita. Me encuentro a mí mismo sonriendo a la vista.
Miro mientras trota para unirse al resto de su equipo para terminar su calentamiento.
Mis ojos escanean al resto del equipo y apenas diviso a Isaac. «¿En quién me he convertido?».
Todos toman sus posiciones y el árbitro hace sonar su silbato. Está claro que Bryson es la
estrella del equipo. Él es un delantero que siempre parece tener la pelota. Bryson elude
ágilmente a la oposición. Es seguro y confiado. Y solo a los diez minutos del juego, Bryson
anota.
Su equipo lo aborda, y no puedo evitar sentir un poco de envidia ante la vista. Bryson se
aleja y corre hacia la esquina, y se desliza hacia mí. Todos a mi alrededor se vuelven locos, y
yo me uno. Me ve animándolo. Él sonríe, y si estuviera más cerca, estoy seguro de que podría
ver el hoyuelo de sus mejillas.
La multitud local comienza a animar aún más fuerte. No les presto atención. Mis ojos
están clavados en Bryson. Justo antes del medio tiempo, Bryson es abordado con rudeza en
el área penal y se le concede un tiro libre. Mi corazón sube hasta mi garganta mientras lo veo
ponerse de pie. Cojea por un segundo y sacude su tobillo. Solo cuando todo parece estar bien,
libero la respiración que estoy conteniendo.
Lo justo es justo.
No estoy seguro de si envió el emoji por error, porque tenía prisa, pero mi corazón
martillea en mi pecho mientras miro el emoji de la cara besando.
Mis ojos se pegan en «¿Qué voy a hacer contigo?». ¿Está Bryson tan confundido como
yo? Esto no puede continuar. Necesitamos hablar.
Pronto.
Suena el pitido final y los Cougars ganan cuatro a dos, con Bryson anotando tres de sus
goles. No puedo evitar reírme mientras Bryson es levantado sobre los hombros de Dustin e
Isaac. Cuando la multitud saluda, me doy cuenta de que mi voz es una de las más fuertes.
Espérame. Te llevaré a
casa.
Planeaba llamar a papá para que me recogiera, pero así es más fácil.
Está bien.
¿Dónde estás?
—Nos dirigimos a mi casa para celebrar la victoria. ¿Quieres venir? —le pregunta Isaac.
—Por eso mereces celebrar —dice Shannon. Miro cómo se desliza hacia Bryson—. Ven
con nosotros. Será divertido.
—Realmente no estoy de humor —dice Bryson. Y muy sutilmente crea espacio entre ellos.
No puedo evitar sonreír ante el gesto.
No tardan mucho en subir al auto de Isaac y conducir fuera del estacionamiento. Bryson
se despide. Me paro y camino hacia él una vez más.
—Odio que tuvieras que esconderte —dice Bryson cuando me acerco. La sonrisa que
estaba en su cara había desaparecido. Incluso maldice mientras desbloquea el jeep y sube.
—¿Por?
—No creo que me haya dado cuenta hasta esta semana lo aterrador que es pensar en
salir del armario. Cuán cauteloso debes ser. —Suspira—. Incluso si te gusta alguien, no puedes
simplemente mostrárselo. Todo tiene que ser sutil. O público. No hay, como un punto medio.
O estás en el armario o tienes que anunciar que eres gay y estás saliendo con alguien. No
puedes simplemente hacerlo. —Bryson enciende el jeep. Es una mierda.
—Sabes, no había marcado un triplete desde segundo año —dice Bryson—. Creo que
puedes ser mi amuleto de la suerte.
—Me encantaría —admite Bryson—. Fue genial saber que mi novio estaba allí para
apoyarme. —Ríe—. Supongo que estoy empezando a obtener ventajas de tener citas en la
secundaria.
—No lo eres —dice Bryson—. Pero es la primera vez que siento esto.
—¿Sientes qué? —Mi corazón está en mi garganta. Bryson no habla. Mientras lo veo
conducir, sigo cuestionándome una y otra vez si Bryson Keller es hetero. Quiero preguntarle
al respecto. Lo necesito, por mi propia paz mental, y por el bien de mi corazón, que se
romperá la próxima semana. Para cuando llegamos al frente de mi casa, finalmente he
reunido el valor para hablarle. Me aclaro la garganta, listo para hacer la pregunta que debo
hacerle.
—¿Eres...? —En ese momento, suena su teléfono. Bryson me mira y luego, a su teléfono
que suena.
—Es mi mamá. Estará de viaje hasta el sábado. Así que debería contestarle.
—Hazlo.
—Hola mamá. ¿Cómo...? ¿Qué? —Su ceño se frunce más profundo mientras escucha a
su madre—. ¿Qué tipo de accidente? —Dos minutos más tarde, cuelga. Se vuelve hacia mí—.
Mi hermana está en el hospital.
Él asiente.
—Mamá dice que son solo heridas leves. Pero debería ir para allá.
—No —dice Bryson—. Estaré bien. Sin embargo, gracias por ofrecerte.
—Está bien —digo mientras bajo del jeep. Miro mientras Bryson se va. Se detiene frente
a la casa del vecino y retrocede. Bryson baja la ventanilla y me inclino para mirar dentro del
jeep.
—Para responder tu pregunta —dice Bryson—. Sí, creo que podría serlo.
Y con eso, se va, dejándome sin aliento y aún más lleno de preguntas.
Jueves
15
Traducido por Tati Oh
Corregido por Nea
Editado por Mrs. Carstairs~
Hoy no podré ver a Bryson en todo el día. Lo que me hace querer simplemente dar la
vuelta y quedarme en cama. Cambio mi atención hacia el mundo y alcanzo mi teléfono.
Respondo a un mensaje en mi chat grupal antes de echar un vistazo en Instagram.
«De niñero hoy», dice la leyenda, con un emoji de médico. Ya hay más de cincuenta me
gusta, a pesar de que la imagen solo fue publicada hace unos quince minutos. Toco dos veces
la imagen y sonrío al corazón rojo.
Sonrío y respondo:
¿Cómo dormiste?
Me coqueteas.
Esta vez el emoji de cara con besos que sigue es intencional, estoy seguro de eso. Pienso
en anoche y en la confesión de Bryson. Necesitamos hablar de ello, pero es el tipo de
conversación que se debe tener en persona, cara a cara.
Con un suspiro, bajo las escaleras y encuentro a papá haciendo gofres. Mamá se sienta
en la isla como de costumbre con su iPad abierto en las noticias de hoy. Ella se desplaza por
los artículos, pero se detiene al verme. Mamá finge sorpresa cuando me ve tomando asiento
a su lado.
Seré el primero en admitir que no he pasado tanto tiempo con mi familia como lo haría
normalmente, pero solo han sido tres días. Si así es como están reaccionando ahora, ¿cómo
van a manejarlo dentro de unos meses cuando me vaya a la universidad?
—Gracioso —digo.
Papá se ríe.
—Sí. —Cojo la cafetera. Me sirvo una taza y añado dos cucharadas de azúcar y un poco
de crema.
—Primeros pasos —dice papá—. Podría convertirte aún en un fanático del fútbol.
—No necesito encontrar a dos personas durmiendo en el sofá. ¿Para qué molestarse en
despertar si solo te vas a quedar dormido en lugar de mirar?
—Oh, todavía estás aquí. —Me mira. Arriba y abajo—. Odio admitirlo, pero extraño
nuestros altercados matutinos
—Jislaaik, ustedes dos pelean todo el tiempo, pero son muy parecidos —dice papá.
Mientras se sienta en el último asiento vacío. Sirve su plato con su propia porción de gofres.
—Muchos padres estarían encantados de saber que Yazz y yo somos tan parecidos.
—Bueno, la mayoría de los padres no te criaron a ti y a Yazz —dice mamá. Papá levanta
su mano y ella le choca los cinco.
—Me voy —digo. Agarro mi bolso y me pongo la chaqueta. Inhalo y estoy feliz de
descubrir que el aroma de Bryson perdura.
—Adiós —dice Yazz entre bocados—. Felicita a Priya por su logro en mi nombre.
—No —le digo a Donny—. Su hermana sí. Necesitas seriamente hacerte un perfil en
Instagram. Deja de vivir en la Edad Media.
—Eh, estoy bastante seguro de que debes dejar que otras personas llamen lindas a tus
imágenes —digo.
—¿Estás diciendo que Priya y yo no somos lindos? —Donny me llama la atención por el
espejo retrovisor.
—Correcto. Eso me recuerda. —Priya gira en su asiento para poder mirarnos a los dos—.
Escuché que Bryson podría estar perdiendo su desafío esta semana.
—¿Qué quieres decir? —Estoy feliz de que Donny haga la pregunta que yo quería hacer.
—Todo el mundo sabe que esto es solo por diversión. Entonces, ¿por qué?
—Tal vez la persona vive en la Edad Media como Donny y no tiene Instagram —digo. Mi
cara comienza a enrojecerse. Solo puedo esperar que mi enrojecimiento no sea un indicio de
que sé más de lo que estoy compartiendo.
—Necesito hablar con mi compañero de laboratorio sobre algo —dice Priya—. Así que
me voy. Los veré más tarde.
—Sí, sí, capitán. —Miro cómo corre tras Priya. La alcanza y le toma la mano. La vista me
lleva de vuelta al momento cuando Bryson tomó mi mano.
Un balón de fútbol rueda hasta detenerse contra mi pierna. Miro hacia arriba y encuentro
a Isaac trotando hacia mí.
—Sí. Bien —digo. Ni siquiera me sonrojo. En cualquier otro momento, que Isaac Lawson
me hablara, me habría dejado sin aliento y tartamudeando. En vez de eso, cojo la pelota y se
la entrego. Cuando nuestros dedos se rozan, no siento nada. El espacio que Isaac alguna vez
ocupó en mi corazón actualmente tiene un nuevo inquilino.
Suena la campana de inicio de la clase y la Sra. Henning sube por las escaleras al escenario.
Hoy parece que fuera a jugar un partido de polo. Lleva pantalones blancos y botas de montar
negras para completar el conjunto.
—Buenos días, mis actores. Solo un recordatorio, no solo serán sus interpretaciones
mañana sino también mañana por la tarde es la nueva fecha límite para que envíen las
muestras de redacción. No extenderé el plazo de nuevo. Entonces, si desean ser considerados
para el puesto de coautor de nuestra próxima producción, envíen sus obras antes del
almuerzo mañana
Mi teléfono suena con un mensaje de texto. Lo desconecto del cargador y me doy vuelta
para leer el mensaje. Es de Kelly.
¿Qué haces?
Intentaba escribir.
¿Escribir qué?
Envía un emoji saludando. Y un minuto después aparece una imagen. Es una selfie de él
haciendo una cara graciosa. «Hola, mi nombre es Muse. Estoy a tu servicio», dice el título.
Me siento. Bryson y yo necesitamos hablar. En este momento estoy solo en casa. Si esto
no es una señal, entonces no sé qué es.
Por primera vez en mi vida, invito a un chico que me gusta. No cuenta la vez que invité a
Colby Matthews con el pretexto de querer mostrarle mi colección de figuras de acción de
superhéroes. Colby Matthews había estado realmente interesado en los superhéroes, por lo
que yo también mostré interés en ellos. Esa visita fue un completo desastre y me niego a que
la historia se repita. Esta vez no sugeriré jugar cualquier tipo de juego que pueda resultar en
una ventana rota.
Estoy en el baño peinándome el cabello de una manera que se verá natural y genial, y
nada demasiado elaborado, cuando Bryson toca el timbre de la puerta. Mi corazón late en mi
pecho mientras corro por las escaleras. Cuando llego a la puerta, hago una pausa y respiro
para calmarme. La conversación que comenzamos ayer da vueltas una y otra vez en mi cabeza.
¿Terminaremos lo que empezamos? ¿Confirmaremos lo que es real y lo que no entre
nosotros?
Abro la puerta y encuentro a Bryson sonriendo. Lleva pantalones cortos, una camisa de
golf y zapatillas deportivas de diseñador. Miro mi propio atuendo.
Llevo una camisa azul con la palabra UNIFORME en negro en el frente, pantalones cortos
marrones y calcetines negros. Me cambié justo después de invitarlo a venir. Me veo aceptable,
creo.
—Bien. Un poco amoratada y azul. Su brazo está enyesado, pero se recuperará pronto.
—Eso está bien —le digo—. Me alegro. —Bryson se detiene en la entrada y se quita los
zapatos. Sus calcetines tienen dibujos de Pokémon.
Me río.
—Bonitos calcetines. —Me doy la vuelta y lo guío hacia las escaleras.
Bryson se detiene al pie de las escaleras, el gran retrato familiar que cuelga en una de las
paredes capta su atención.
—No todo el mundo lo cree así —digo—. Recuerdo cuando tenía más o menos doce años,
papá y yo volvíamos de visitar a nuestra familia en Sudáfrica cuando un extraño en el
Aeropuerto de Los Ángeles detuvo a mi papá para preguntarle de quién era hijo yo. Incluso a
esa edad recuerdo lo incómodo de la situación y el dolor que cruzó el rostro de papá cuando
necesitaba explicar que yo era su hijo. Como si fuera muy absurdo que, porque mi papá tiene
la piel de color marrón oscuro, no es posible que tenga un hijo como yo. —Niego la cabeza—.
No creerías cuántas personas en realidad me preguntan si soy mestizo o no. Es como si
tuvieran esta idea de cómo se supone que debo lucir, y claramente no lo hago, así que para
ellos soy menos auténtico.
—Eso es una mierda —dice Bryson—. La gente realmente es una gigante chupa bolas de
burro.
—Dicen que se puede decir mucho sobre una persona por su dormitorio —dice Bryson.
Bryson se acerca a mi escritorio y mira la pared que está encima de él, cubierta con notas
para el libro de fantasía en el que estoy trabajando y fotografías de mi vida.
—¿Cuándo se tomó esta? —pregunta. Apunta una foto mía con una peluca larga y un
atuendo de pirata. En la imagen, estoy parado entre Priya, que está vestida como Rey de Star
Wars, y Donny, que lleva una camiseta blanca lisa que lo anuncia como la sección de
comentarios, verdaderamente el lugar más aterrador. En realidad, él sacó segundo lugar por
el mejor disfraz.
—Último Halloween. Yo era Jack Sparrow antes que Johnny Depp se convirtiera en un
desastre.
—Es el camino a mi corazón —digo antes de detenerme—. Quiero decir, mis amigos y
familiares saben lo que quiero de regalo.
—¿Cuándo es tu cumpleaños?
Me sobresalta la pregunta.
—¿Planeas seguir saliendo conmigo para entonces? —Lo digo como una broma, pero
Bryson me fija la mirada, y cuando responde, lo hace muy en serio.
—Sí.
No puedo caer más lejos. Bryson Keller y estos cinco días de relación son arenas
movedizas. Cuanto más tiempo paso con él, me encuentro hundiéndome más y más
profundamente. No estoy seguro si él de verdad se siente como está diciendo o si
simplemente está interpretando el papel del novio perfecto. Interpretando las líneas que el
papel requiere.
—¿Parar qué?
—Esto, sea lo que esto sea —digo—. Se está volviendo demasiado difícil de entender.
¿Por qué estás haciendo esto? ¿Diciendo todas estas cosas?
—Porque realmente quiero decir eso —dice Bryson—. Puede que no me creas, sin
embargo, mierda… Una parte de mí tampoco lo cree, pero he decidido vivir el aquí y el ahora
y confiar en mí mismo. —La sinceridad de las palabras de Bryson es imposible de ignorar.
Nos miramos el uno al otro. Eso es todo. Esta es la razón por la que lo invité a venir.
—Por favor, créeme —dice Bryson—. Necesito que confíes en mí. Esto es todo aterrador
y nuevo para mí también.
—¿Qué quieres decir? —pregunto. Necesito que lo diga. ¿Es injusto de mi parte? No lo
sé.
—No creo que sea heterosexual. Quiero decir, en realidad nunca tuve una razón para
cuestionarlo hasta que te conocí. —Su ceño está fruncido—. ¿Debería haber sabido esto
sobre mí mismo desde el principio?
Me sorprende lo fácil que le ha sido admitirlo.
—Es difícil de explicar, pero durante mucho tiempo algo se ha sentido apagado. No supe
lo que era hasta esta semana, hasta que tú llegaste. Es como pasar tiempo contigo y
escucharte hablar sobre ser gay, tiene sentido para mí. Finalmente, todo encajó. Como un
rompecabezas. —Bryson sacude su cabeza. Frota las manos en los pantalones cortos, casi
como si estuvieran sudorosas. Bryson está parado cerca de mi estantería, y yo estoy al pie de
mi cama. A pesar de que hay distancia entre nosotros, esto es lo más cerca que hemos estado.
Estoy nervioso, y solo puedo imaginar lo que el corazón de Bryson debe estar sintiendo.
»No sé si es extraño que no supiera esto sobre mí —continúa Bryson—. Estaba en Reddit
leyendo sobre primeras experiencias con chicos y me encontré con un post. Él compartió
cómo durante toda la secundaria pensó que era hetero, y luego llegó a la universidad y
conoció a este tipo que era gay y se encontró atraído por él. ¿Es eso lo que me está pasando?
Sus palabras florecen en mi pecho. Son todo lo que quería escuchar de él, necesitaba
oírlo. Acorto la distancia entre nosotros. Podría extender la mano para tocarlo si quisiera.
Nuestros ojos conectan.
—Supongo que estás en lo correcto. —Pasa una mano por su cabello—. La verdad es que
no sé si soy gay. Sí, me gustas, pero ¿eso significa que soy gay también? Eres el primer chico
que me ha gustado. El único por lejos. ¿Tal vez soy bi? —Levanta las manos—. No lo sé. ¿No
debería saberlo? Pero, quiero decir, siempre he creído que el amor es amor.
—Nada te sucederá. Además, puedes averiguarlo más adelante. Ha pasado menos de una
semana. Confía en mí, me tomó un par de años comprender que era gay. Y un poco más de
tiempo para aceptarlo.
—Bueno. —Bryson exhala fuertemente—. Porque esto es por todos lados aterrador. —
Levanta el pulgar y el dedo de manera que quedan a centímetros de distancia—. Pero lo haces
un poco menos aterrador.
—Tengamos una cita. Es jueves por la tarde. Dudo que alguien que conozcamos esté
alrededor. Creo que es el momento perfecto. —Está claro ha estado pensado en esto.
Esta semana ya he pasado mucho tiempo con Bryson. Hemos desayunado juntos antes
de la escuela y me ha llevado a casa. Incluso vimos una película juntos. Todas ellas podrían
ser consideradas citas, pero Bryson no parece sentirlo así.
—¿Por qué no? —pregunta él—. Somos novios. Tener citas es lo que deberíamos estar
haciendo.
17
Traducido por Tati Oh
Corregido por Nea
Editado por Mrs. Carstairs~
Si alguien me hubiera dicho el jueves pasado que a esta hora de la semana siguiente
estaría en una cita con Bryson Keller, lo hubiera golpeado en la cara y llamado estúpido. Y, sin
embargo, aquí estoy.
Aquí estamos.
En los últimos años este malecón se ha convertido en un punto de moda en Fairvale, pero
dada la época de la semana, está más vacío de lo habitual. Exploro a la gente que nos rodea
y no encuentro a nadie que conozca. Bryson tenía razón: nadie sale en una cita un jueves por
la tarde.
Los Duckworth compraron el muelle a los dueños anteriores y lo renovaron para que sea
lo que es hoy. Es casi una réplica perfecta del muelle de Santa Mónica. Ser el mejor amigo de
Donny significó visitar tanto este lugar cuando éramos más jóvenes que ahora lo conozco
como la palma de mi mano.
El frontis de la playa tiene una variedad de tiendas que atienden a casi todas las
necesidades. Para los que anhelan algo dulce, está Candylandia. También hay una variedad
de puestos más pequeños que venden algodón de azúcar, palomitas de maíz e incluso
manzanas acarameladas. Este último es un favorito de la familia Sheridan... A veces papá las
compras y las lleva a casa, ni siquiera tenemos que visitar el paseo marítimo.
Siempre que vengo aquí a comer, Angelo´s Pizzas Emporium está a la cabeza de mi lista.
Angelo´s sirve la mejor pizza de masa fina de Fairvale. Está de más decir que el verano pasado
Isaac comenzó a trabajar allí medio tiempo. Sentía que era el destino entonces, pero viendo
a Bryson ahora a mi lado, creo que fue solo una parada en el viaje.
Trato de ocultar mi sonrisa, pero las palabras que Bryson dijo antes se repiten en mi
mente. Se siente como si estuviera soñando. Tal vez necesito a alguien que me pellizque, pero
estoy demasiado asustado. No quiero dejar este lugar justo ahora, no quiero dejar este
sentimiento atrás.
—No soy un fanático de las alturas —le digo—. Me han dicho que la vista es increíble
desde allí, y elijo creerle a esa gente.
—Anotado. —Bryson sonríe—. Bueno, hay muchas otras cosas que hacer. —Nos
dirigimos hacia la multitud. Estamos caminando uno al lado del otro lo suficientemente cerca
como para tocarnos, pero no. Todo se siente diferente entre nosotros ahora, como si todo lo
que hacemos o decimos importa más que hace días atrás.
Es real.
Tangible.
Inexplicable.
Pero todo me está sucediendo a mí, y todo está sucediendo con él.
—Intentemos con ese —dice Bryson. Señala un puesto de juegos a nuestra derecha. Es
grande, verde y tiene la forma de un dinosaurio, pero el dinosaurio tiene agujeros de
diferentes tamaños cortados en su cuerpo. El lanzador necesita acertar las bolas a través de
esos agujeros.
A nuestro alrededor, la multitud se ríe. Incluso cuando no estamos en la escuela, los ojos
parecen seguirlo a donde quiera que vaya. Es el precio de lucir como lo hace Bryson Keller.
Pero es más que solo su atractivo físico: Bryson exuda un carisma que te atrae hacia él, así
que la atención se le pega como la ropa en un caluroso día de verano.
Mientras veo a Bryson tirar su última bola y perderla, sé que, pase lo que pase en el futuro,
no me arrepiento de pasar este tiempo con Bryson. Pase lo que pase, estoy totalmente
comprometido.
—¿Cómo es que eres tan malo en esto? —pregunto mientras nos alejamos de la escena
del crimen del épico fracaso de Bryson.
Bryson se ríe. Es un sonido tan profundo y puro que quiero atesorar y guardar conmigo
para siempre.
—Sí. —Bryson hincha su pecho—. Tengo el recuento de goles más alto en California, tres
años seguidos.
—¿De verdad? —Sonrío. Me inclino más cerca de él—. Mi novio es totalmente genial —
susurro.
—Me alegro —dice Bryson—. Vamos, vamos a buscar algo en lo que realmente pueda
ganar. Necesito redimirme.
Nos lleva tres intentos, tres intentos fallidos más hasta que encontramos algo en lo que
Bryson es bueno. Las mejillas me duelen de tanto reír, y mi corazón está tan lleno que parece
que va a estallar. Estamos frente al martillo para probar qué tan fuerte eres. Bryson hace
alarde de prepararse. Frota sus manos y las escupe falsamente antes de levantar el martillo.
Bryson golpea con toda la fuerza que puede reunir. Ambos miramos cómo los puntos se
disparan. Cuando establece un nuevo récord, Bryson deja caer el martillo y comienza a saltar
en su lugar.
—En la vida hay que celebrar todas las victorias, grandes y pequeñas.
—Pero en realidad no ganaste nada —señalo. Todos los demás juegos que jugó y perdió
tenían premios al final. Este no.
—Tengo que lucir genial frente a mi novio —dice Bryson—. Eso es ganar.
El encargado nos da un pulgar hacia arriba. Es grande y calvo con tatuajes a lo largo de
sus brazos. Tiene un aspecto aterrador, pero la sonrisa en su rostro no lo es en absoluto.
—Ustedes dos hacen una muy linda pareja.
—Vamos a tomar algo. —Lo sigo mientras se dirige hacia un puesto, y compramos algo
de beber y dos banderillas. Caminamos por la acera y nos perdemos con el sonido de las olas
rompiendo y las gaviotas graznando en lo alto.
—Esto es divertido —digo. Me vuelvo hacia él y noto una raya mostaza a un lado de su
boca. Sin pensarlo, la alcanzo y la limpio. Nos miramos el uno al otro y retiro la mano.
Permanece ahí, entre nosotros.
—Increíble.
—Esto. —Bryson mira a nuestro alrededor—. Estar aquí contigo. Lo decías en serio
cuando dijiste que ibas a confiar en mí.
—Gracias.
—Por no huir. —Suena como si estuviera hablando de algo más que de mí. Pienso en lo
poco que Bryson me habló acerca de su padre. Quiero preguntarle al respecto, ahondar más
en Bryson Keller, pero no creo que sea el momento todavía. Por ahora, esto es suficiente. Más
tarde, exploraré las capas que componen a este chico a mi lado.
Lo compro y vuelvo al lado de Bryson. Él está de pie en el muelle, mirando por encima de
la barandilla hacia el mar. Le extiendo la pulsera.
—¿Suerte?
—Bueno, dijiste que yo era tu amuleto de la suerte en el partido ayer, así que considera
este mi representante para cuando no pueda estar allí.
Bryson levanta el brazo, y con dedos temblorosos ato la pulsera en su lugar. No es nada
lujoso, una simple cuerda azul profundo con un ancla de metal que brilla al sol. Pero la forma
en la que Bryson la mira hace que parezca que vale mucho más.
Bryson sonríe.
—Es imposible ganar en estas cosas —dice Bryson. Se pone de pie a mi lado mientras
saco uno de mis últimos boletos. Lo estiro antes de meterlo en la máquina. Me saluda alegre.
—Mira y aprende —digo. Hay pocas cosas en este mundo en las que tengo mucha
confianza. Ganar en la máquina con garras caza muñecos es una de ellas. Durante el primer
año, cuando Priya estaba saliendo con su exnovio, Donny y yo pasábamos incontables horas
aquí, y este juego se convirtió en mi especialidad. Uso la palanca de mando para maniobrar
la garra de la máquina hasta que cuelga sobre el premio que quiero: un oso sosteniendo una
pelota de fútbol.
No hay ningún truco real para ganar en este juego. Todo se trata de tiempo, y habiendo
practicado tanto, soy bueno para encontrar el momento exacto en el que necesito presionar
el botón para soltar la garra.
Toco el botón con más fuerza de la necesaria y miro cómo la garra se abre y desciende.
La cara de Bryson está casi presionada contra el cristal mientras mira. La garra de metal agarra
el oso relleno por la pierna. No es un agarre perfecto, pero el oso no se cae mientras la garra
lo levanta. Aguantamos la respiración mientras la garra se mueve para dejar caer el oso en el
agujero.
«Gracias a Dios».
Me aplaude y yo bromeo con una reverencia. Luego me inclino para recuperar el peluche.
—Aquí. —Y se lo doy.
—Lo gané para ti —le digo—. Tiene una pelota de fútbol, ¿ves? —Se lo entrego. Él lo
recibe y sonríe, revelando el hoyuelo secreto en su mejilla.
—Gracias. —Bryson dirige su mirada desde el premio hasta mí—. ¿Hay algo más que
quieras hacer?
Exploro la avenida del mar detrás de nosotros y la cabina de fotos atrapa mi atención. Es
otra cosa con la que he fantaseado hacer con mi novio. He visto a Priya y Donny hacerlo: un
par de instantáneas en una tira de fotos. Siempre he estado más que un poco celoso al
respecto. Claro, nos hemos tomado fotos como amigos, pero siempre soñé hacerlo con mi
novio.
—Nada.
—Dime.
—Yo solo… Siempre quise tomar fotografías en una cabina. —No lo miro mientras digo
las siguientes palabras—. Con mi novio.
—Podemos si quieres —dice Bryson—. ¿Estás seguro de que estarás bien teniendo
recuerdos de este día?
—¿Y tú?
Pienso en no hacerlo, en simplemente ignorar que es algo que siempre quise hacer. Sería
más seguro para mí. Pero, ¿en qué punto empiezo a vivir por mí? ¿Cuándo puedo hacer cosas
simples que están destinadas a hacerme feliz?
A mi alrededor la gente vive su vida libre y feliz, y aquí estoy, atascado en un armario
oscuro y frío. Pensar todo dos veces es agotador. Así que por ahora elijo vivir en este
momento. El hoy es lo que importa. El mañana tendrá que cuidarse a sí mismo.
—Vamos
Bryson trota para alcanzarme. Lleva el oso bajo el brazo mientras caminamos hacia la
cabina de fotos. Está vacío así que no tenemos que esperar un turno. Entramos en la cabina
de fotos y cerramos la cortina detrás de nosotros. El espacio es pequeño, lo que nos obliga a
estar apretujados.
Tres.
Dos.
Uno.
Yo sonrío.
—Todo listo —dice. Abre la cortina y sale, dejándome atrás para disfrutar de mi sorpresa
y felicidad con una gran sonrisa en mi cara, salgo y encuentro a Bryson sosteniendo la tira de
fotos. Mis ojos se enganchan en ella.
Esta es una prueba tangible de que le gusto a Bryson Keller. Mis ojos están muy abiertos
por la sorpresa, y no puedo negar el rubor en mis mejillas. Los ojos de Bryson están cerrados
mientras me besa.
—Perfecto —dice.
Miro de la foto a Bryson y me doy cuenta de que sí, él es perfecto. Guardo la tira de fotos
en el bolsillo. Las esconderé para que nadie pueda encontrarlas.
—Suena bien. —Nos dirigimos hacia el puesto y nos unimos a una larga fila.
La acera se está volviendo más concurrida. Hemos fijado la hora de nuestra salida a la
perfección.
Estamos parados en el puesto de algodón de azúcar cuando veo dos rostros familiares.
Ellos me ven al igual que yo los veo. Priya y Donny.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta Priya.
—Es una cita para reconciliarnos —dice Donny—. Necesitábamos aclarar las cosas.
—Así que ustedes finalmente se arreglaron —dice Bryson. Él mira de mí a mis amigos—.
Conversen entre ustedes. —Señala un espacio vacío en la barandilla del muelle—. Me
quedaré en la fila.
Caminamos hacia la barandilla. Miro las olas rompiendo. Nos quedamos en silencio un
rato antes de que Donny hable.
—Kai, sabes que puedes decirnos cualquier cosa, ¿verdad? —dice Priya. Ella encuentra
mi mirada, y puedo ver el conocimiento allí.
Puedo negarlo. Puedo actuar como si yo no supiera de qué está hablando, pero al igual
que esa vez con Bryson en la sala de utilería, creo que no quiero. Esta semana con Bryson me
ha cambiado. Me hizo más ambicioso de la misma aceptación que todos los demás tienen.
Además, simplemente ya estoy cansado de mentirle a la gente que amo.
Yo exhalo.
—¿Sabido qué? —pregunta Donny. Él mira entre nosotros—. Oh, ¿que Kai es gay?
—Somos tus mejores amigos, por supuesto que lo sabíamos —dice Donny mientras se
frota los bíceps—. Solo estábamos esperando a que nos lo dijeras.
—Sí. Tenía la esperanza de manejar todo esto con un poco más de tacto, pero ya conoces
a Donald. —Priya mira a su novio—. Es como un cachorro sin entrenar.
—Si sabías que era gay, ¿por qué querías saber quién era Kelly? —señalo.
—Eso no significa que haya pensado que eres hetero. —Donny sonríe—. Priya me hizo
prometer que actuaríamos como si no lo supiéramos hasta que tú estuvieras listo para
decirnos.
Priya mira de mí a Bryson. Todos nos volvemos a mirarlo entonces. Debe sentir que lo
miramos, porque levanta la vista de su teléfono y nos ofrece un pequeño saludo. Está
sonriendo, pero con los labios apretados. La sonrisa que usa cuando está nervioso.
—No me digas —dice Priya justo cuando Donny dice—: ¡Espera! ¡¡Es verdad!!
Yo sonrío.
—¡Amigo!
—Cuéntanos todo.
Y por primera vez en mi vida, lo hago. Hablo abierta y libremente a mis mejores amigos.
Y se siente tan bien.
Se siente correcto.
Viernes
18
Traducido por Emma
Corregido por Nea
Editado por Mrs. Carstairs~
Mi pierna no deja de temblar. Se mueve de arriba abajo sin que yo pueda decir algo al
respecto. Bryson y yo estamos sentados en la última fila del auditorio. Estamos esperando a
que la Sra. Henning nos llame para presentarnos. Justo ahora, Isaac está en el escenario, pero
estoy demasiado nervioso para que me importe.
—Todo va a salir bien —dice—. Solo mírame, solo a mí, y confía en mí.
Dejo salir un suspiro nervioso. Somos uno de los últimos grupos esperando para
presentarnos.
—¿Por qué?
—Yo soy Romeo y tú eres Benvolio. —Me giro para mirarlo—. ¿Cómo es que eso tendría
algún sentido?
Resoplo.
Bryson se inclina, eliminando la distancia entre nosotros. Sus próximas palabras son solo
para mí, solo para mi corazón.
—No vuelvas a decir eso nunca más —dice—. Eres tan protagonista como cualquier otro.
Nunca olvides eso, y recuerda que me gustas tal y como eres.
Antes de que pueda decir algo o incluso reaccionar, la Sra. Henning nos llama.
Hoy está usando un conjunto que parece ser de inspiración victoriana. Incluso tiene un
bastón.
¿Pero cómo puedo ir a alguna parte cuando Bryson Keller acaba de decir que se siente
atraído por mí? ¿Cómo es que moverse de este lugar tendría algún sentido? Debería vivir aquí,
ahora, nunca moverme. Por favor reenvíen todo correo a esta dirección.
—Qué elección tan interesante —dice la Sra. Henning—. Estoy deseando ser
deslumbrada.
No estoy seguro de deslumbrarla, pero voy a dar lo mejor de mí. Bryson y yo ensayamos
anoche antes de que me dejara en casa después de nuestra cita. Y luego, esta mañana en
Glenda’s, volvimos a ensayar la escena. Sé que estoy tan preparado como puedo estar.
—Cuando estén listos —dice la Sra. Henning. Golpea su bastón en el suelo para silenciar
algunos susurros a su alrededor.
Estoy tan nervioso que me paralizo. Trato de ignorar a mi corazón acelerado y mi cara
enrojecida tan rápidamente como puedo. Bryson dice su primera línea. Y reacciono como he
practicado. Me vuelvo para mirar a Bryson y descubro que me está mirando. No, es Benvolio
mirando a Romeo.
Todo se desvanece. Imagino que estamos actuando sin ser observados. Bryson encarna
el personaje de Benvolio. Al principio me siento forzado como Romeo, pero pronto me dejo
llevar por la ola de actuación de Bryson. La escena se desarrolla en un borrón, y estoy seguro
de que más tarde no seré capaz de recordar nada. Ni las palabras en las que me equivoco, o
la forma incómoda en que me muevo por el escenario.
Al final, Bryson toma mi mano y ambos nos inclinamos. Él aprieta mi mano una vez antes
de soltarla y nos paramos firmes para esperar la crítica.
—Bryson, por favor, te ruego que intentes participar en la próxima producción. Tu talento
debe ser compartido con una audiencia más grande. Lo que realmente amo de tu desempeño
es tu seguridad. No temes intentarlo. Lo cual es imprescindible como actor. En mi programa
hubo muchas veces en las que mis personajes hicieron cosas que pensaba que eran
absolutamente absurdas, pero si actúas con seguridad, así es como nacen las actuaciones
reales.
La Sra. Henning mira sus notas brevemente antes de dirigir su atención hacia mí.
—Kai, esta es, probablemente, la mejor actuación que has hecho en esta clase. Bryson y
tú trabajan muy bien juntos. La química entre sus personajes se sintió real. Les creí, y eso es
lo que quiero ver como parte de la audiencia. —La Sra. Henning aplaude en esa forma especial
suya, donde junta solo las puntas de los dedos—. Esta fue una actuación exitosa. ¡Bravo!
El resto de la clase aplaude amablemente mientras bajamos del escenario para sentarnos.
—Lo hiciste genial —dice Bryson. Me sonríe y todo lo que puedo ofrecerle a cambio es
un suspiro de alivio. Se acabó. Finalmente. Mis rodillas se sienten débiles, y mi cara está
caliente al tocarla. Durante el resto de la clase, trato de abanicar mi sonrojo.
Cuando la campana suena, finalmente me siento como yo mismo. Ambos nos levantamos,
pero entonces recuerdo algo.
—Necesito darle mi trabajo a Henning —le digo a Bryson—. Te veré en la clase de Inglés.
Saco mi reinterpretación de Romeo y Julieta, una historia de amor gay. Anoche cuando
regresé de nuestra cita, me sentí inspirado, así que me senté a escribir, y todo salió. Lo
empecé desde cero, así que es algo apresurado y no es perfecto, pero es algo. Estoy seguro
del potencial. Incluso si no soy seleccionado en esta ronda, estoy feliz de al menos haberlo
intentado. Esta semana con Bryson me ha cambiado. Puede ser un pequeño acto de valentía,
escribir una historia como esta, pero ni siquiera cruzó mi mente la semana pasada.
La Sra. Henning está hablando con Michael Donnelly, así que espero mi turno.
—¿Qué puedo hacer por ti, Kai? —me pregunta cuando ha terminado.
Sostengo mi trabajo.
—¿Bryson? —pregunto.
—Sí. Me hizo una visita para pedir una extensión. Su súplica apasionada jugó un pequeño
papel en convencerme de extender el plazo para la entrega. —La Sra. Henning suelta una
risita ahogada—. Él es un gran amigo.
Permanezco en silencio. Asombrado de que incluso desde antes de que Bryson y yo nos
convirtiéramos en lo que somos ahora, él había hecho esto por mí. Bryson Keller es mucho
más que un amigo para mí, y no lo tendría de otra forma.
—Antes de que llegues tarde, deberías correr a tu siguiente clase —dice la Sra. Henning.
—Gracias, señora.
Salgo corriendo de Teatro a la clase de Inglés y llego justo cuando la campana suena. El
Sr. Weber me observa, e inclino mi cabeza ofreciendo disculpas mientras me deslizo en mi
silla.
Inglés y Matemáticas pasan sin que pase gran cosa, y en poco tiempo estoy sentado en
la mesa de los tres mosqueteros. Me doy cuenta de que esta es la primera vez que el
verdadero yo está almorzando con mis mejores amigos. Tenía miedo de salir del armario con
ellos, y estoy tan aliviado de saber que mi temor fue en vano.
Me río. Todo es absolutamente normal, como debe ser. Mi salida del armario no me hace
diferente al Kai que siempre han conocido. Soy el mismo. Somos los mismos. Lo único
diferente es cómo me siento por dentro. Es como si el nudo que había estado cargando
finalmente se hubiese desatado. He esperado toda mi vida por esto.
Ahora con Donny y Priya, cada respiración, sonrisa, y carcajada pertenecen al verdadero
yo.
Estoy mirando el reloj cuando suena la última campanada del viernes por la tarde, y con
ella termina mi falsa relación con Bryson Keller. Oficialmente ha terminado. Al menos esas
eran las reglas, pero espero que no apliquen más. Incluso con los recuerdos de ayer frescos
en mi mente, todavía siento un destello de ansiedad.
Estoy listo.
Bryson está entrenando al equipo de la escuela de Yazz, así es que estoy junto al
Cuacmóvil, esperando a Donny y Priya.
—Lo siento —dice Donny mientras se apresuran—. Tenía reunión del club de
Matemáticas.
—¿Por qué mi novio es tan Dorkus9? —pregunta Priya.
—Las Matemáticas son geniales. Las Matemáticas son divertidas —comienza a cantar
Donny. Mueve sus manos en el aire como una animadora—. Las Matemáticas son geniales.
Las Matemáticas son divertidas. Las Matemáticas son para todos.
Nuestros comentarios solo hacen que Donny cante más fuerte. Él desbloquea el seguro
del auto y camina hacia el lado del conductor.
—Las Matemáticas son geniales. Las Matemáticas son divertidas. ¡Las Matemáticas son
para todos!
—Podemos —digo—. Solo necesito estar en casa a las cinco para poder prepararme para
el concierto.
—Bryson dijo que me recogería a las seis. —Casi como si fuera planeado, tanto Priya
como Donny dicen «Oh la la» al mismo tiempo.
—Sabes, ahora que tienes novio, podemos salir en cita doble —dice Priya.
—Bueno, quiero decir, el desafío termina hoy. —Me encojo de hombros—. Realmente
no lo hemos discutido más que eso.
—Estoy muy sorprendido de que tú, Kai Sheridan, hayas invitado a Bryson a salir por el
desafío. —Priya se ríe—. Cuando lo pienso, no puedo creer que estábamos todos en la fiesta
cuando empezó el desafío.
—¿No fuiste tú la que dijo que Bryson tendría que ser invitado a salir primero? ¿Y tenía
que decir que sí a cualquiera? —pregunta Donny.
9
N. del T. Se refiere a una persona tonta.
—Sí. Esa fui yo —dice Priya. Me mira—. Soy como tu propia hada madrina. ¿Quién sería
Cenicienta?
—Es gracioso que la campana de la escuela del viernes por la tarde sea mi reloj marcando
la medianoche.
Me río.
—A la orden, capitana.
—Pizza —decimos todos al mismo tiempo. Donny conduce hacia el paseo marítimo,
donde Angelo’s Pizzas Emporium nos espera. Encontramos estacionamiento y bajamos del
Cuacmóvil. Tan pronto como entramos en Angelo’s, nos asalta el olor de todas las cosas
buenas y puras de este mundo.
—No, gracias —dice Priya—. No importa cuánto lo amo, no quiero que mi novio huela a
pizza.
Angelo’s tiene algunos puestos alineados en las paredes, así como mesas independientes.
Nos deslizamos en una de las mesas vacías.
Un mesero se acerca a nosotros y reparte los menús. Son verdes, blancos y rojos, los
colores de la bandera italiana. Los mismos colores están en todas partes en Angelo’s: paredes
blancas, cojines de silla rojos, cerámica con motivos verdes.
—Eso es un poco asqueroso —dice Priya—. Pero lo haces tú, Kai. Tomaré una Coca por
favor.
—Que sean dos —dice Donny.
Para cuando el camarero regresa con nuestras bebidas, estamos discutiendo sobre los
ingredientes.
—Hacemos esto todo el tiempo —dice Priya—. Pero te estoy diciendo, la piña no
pertenece a una pizza. Esta es mi opinión y estoy dispuesta a morir con ella.
—Pero es tan rica —se queja Donny—. Kai, por favor, por una vez apóyame.
—¿Qué?
—Discutible.
Nuestra pizza no tarda mucho en llegar. Priya se asegura de mantener alejado el lado con
piña, y yo también. La única razón por la que la ordené fue por Donny. Me siento realmente
agradecido con ambos por tratarme tal como lo hacían hasta la semana pasada, antes de que
supieran.
●●●●●●
—Oh, has vuelto —dice mamá mientras se dirige hacia el salón familiar. La sigo para
encontrar al resto de mi familia tumbada delante de la televisión.
—Sí —le digo—. Pero ¿por qué están todos aquí tan temprano?
—¿De nuevo? —Miro a mi hermana. Ella está tendida en la alfombra, con un block de
dibujo abierto ante ella.
Yazz se sienta.
—Realmente no fue mi culpa —dice—. Le dije a Mónica que no me tocara el pelo, pero
seguía insistiendo en ello. No necesito escuchar lo sorprendida que está al descubrir que es
suave, así es que le dije que mucho. —Yazz niega con la cabeza—. Estoy así de cerca de hacer
un letrero grande para usar en la escuela para decirle a la gente que no toque mi cabello.
—¿Le pegaste?
—No.
—Entonces, ¿por qué los llamaron de la escuela? —le pregunto a mamá y papá.
—Porque Mónica empezó a llorar —responde Yazz—. Lo sé, mis palabras pueden parecer
una paliza, pero fui muy paciente con ella. Yo no quería que sucediera todo esto, pero tuvo el
descaro de ponerse a llorar.
—No. Estaba con Priya y Donny. —La estudio—. ¿Por qué preguntas?
—Oh, Bryson publicó una foto en Instagram, y la sección de comentarios está que arde.
Todo el mundo quiere saber quién le compró la pulsera —dice Yazz. Ella me mira—. Es un
misterio.
Yazz es inteligente, a veces demasiado inteligente para su propio bien. Pero es imposible
que ella lo haya descubierto, ¿no? Nadie en esta habitación sabe lo que está pasando entre
Bryson y yo.
—Bryson es con quien vas al concierto, ¿verdad? —pregunta mama. Está hojeando
canales. Miro mientras ella pone el canal de comidas. Alguien tiene que cambiarlo antes de
que mamá se sienta inspirada de nuevo. Estos son momentos peligrosos.
—Es verdaderamente difícil de creer que Kai sea amigo de Bryson Keller ahora —dice
Yazz—. El mundo tal como lo conocemos está al revés.
—Bueno, ahí va mi autoestima —murmuro—. Muchas gracias. —Volteo para dejar atrás
a mi familia. Se ríen a mi paso.
—Sabes que te amamos, Kai —dice mamá mientras subo las escaleras a mi dormitorio.
«¿De qué foto está hablando Yazz?». Tras cerrar la puerta, saco mi teléfono y abro
Instagram. Es una selfie de Bryson, en la que está mostrando la pulsera que le compré.
«Llámenme afortunado 24/7», dice el título. Sonrío de lo cursi que es.
—Correcto.
—Tengo un solo este domingo. —Ella me mira expectante—. ¿Te veré allí?
Yo gimo.
—No lo sé.
Mamá suspira.
Antes de que pueda responder, suena el timbre. Uso como excusa abrir la puerta. Bryson
está parado allí. Vestido con jeans negros rotos en las rodillas, botas y chaqueta. Está usando
una gorra al revés en su cabeza, también. Guapo sin esfuerzo.
Bryson debe sorprenderme mirándolo porque sonríe. Me sonrojo y me hago a un lado
para dejarlo entrar.
—Lindo —susurra Bryson mientras pasa por la puerta. Se detiene para quitarse los
zapatos, y lo llevo a conocer a mis padres y a Yazz.
—Encantado de conocerlos —dice Bryson a mis padres. Le ofrece a Yazz un saludo y una
sonrisa que muestra el hoyuelo oculto de su mejilla.
—Saben que puede oírlos, ¿verdad? —les pregunto a mis padres, aunque no puedo evitar
estar de acuerdo con el comentario de mamá, al menos en silencio.
—Nuestros padres pueden ser algo vergonzosos —dice Yazz. Empuja sus gafas hacia
arriba—. Discúlpalos.
Bryson se ríe.
—Deberíamos irnos —digo. Lo han visto, lo han conocido. Es hora de escapar antes de
que Sherlock y Watson se hagan cargo.
—Sí, papá. —Lo saco del bolsillo y se los muestro. La batería está al 98 por ciento. Ambos
asienten.
—No es en ti en quien no confiamos. Son todos los demás. —Mamá nos sigue a la
puerta—. Te amo. Llámame si algo sucede.
Mi novio secreto y mis padres se acaban de conocer, es casi demasiado para dar vueltas
en mi cabeza.
Mientras conducimos fuera de Fairvale, Bryson me cuenta sobre el partido en el que hizo
de entrenador después de la escuela hoy.
—Entonces, ¿ganaste?
Él levanta su brazo.
—La hiciste muy famosa —le digo—. Todo el mundo en Instagram está hablando sobre
eso.
—La gente necesita conseguir una vida. Con quién salgo o me gusta no debería
importarles.
—«Son los pensamientos de mente cerrada los que deciden cómo las cosas deberían ser.
Sobre lo que está bien o está mal. Sobre lo que es normal y qué no lo es. Pero ¿quién eres tú
para decirme cómo vivir mi vida?».
—Perdóname, al menos puedo mantener la nota. Sabías que estabas desafinando por
completo, ¿cierto?
Bryson se ríe y enciende la radio. Por casualidad la canción que justo estábamos cantando
comienza a sonar. Entre risas, bromas y canciones hacemos que nuestro viaje pase
rápidamente. Pronto estamos en el centro de Los Ángeles y estamos manejando hacia Echo
Park.
—A mí también.
—Guarda nuestro lugar en la fila y encontraré un lugar para aparcar —dice Bryson.
El concierto no empezará hasta dentro de otra hora, pero juzgando por cuántas personas
hay alineadas afuera del Echo ya, esperaremos un poco. Me desabrocho el cinturón y salgo a
través de la puerta. Pongo mi chaqueta de cuero en su lugar y arreglo mi gorro. Me inclino y
sonrío.
El aire de la noche está helado. Mi aliento se escapa en nubes de niebla. Estudio a todos
a mi alrededor. Como yo, algunos están vistiendo su mercancía oficial de The Graces. El gorro
que estoy usando es de su tienda en línea, y tiene el logo oficial de la banda en él. Y también
estoy usando una camisa con la cara de Ezra Grace en ella.
Con nada más que hacer, cojo mi teléfono del bolsillo y respondo al grupo de los tres
mosqueteros.
Me gustan todas ellas. Y en este momento sonrío al corazón rojo sin preguntármelo dos
veces. El flash de una cámara provoca que mire arriba de mi teléfono. Miro alarmado a la
persona frente a mí. Ahogo un gemido. Es Shannon.
—Podría decirte lo mismo a ti. —La miro de arriba abajo—. ¿A ti te gustan The Graces?
—Buscando por una historia en la que estoy trabajando. Me di cuenta de que mataría a
dos pájaros de un tiro. Sé que esta es la banda favorita de Bryson, también. —Escanea la
multitud—. ¿Dónde está él?
—Bueno, sí. —Yo me encojo de hombros. Y es verdad. Esta semana ha sido una ventana
hacia el interior de Bryson, de quién es realmente—. Bryson es mucho más de lo que todo el
mundo cree que es. Él es mucho más que su estatus. Mucho más que un deportista. No lo sé,
tal vez si ves a través de todo eso conocerías a su verdadero yo. Y tal vez, tendrías una
oportunidad con él. —No es que quiera que eso ocurra.
—Oh… por favor —comienza a decir, pero sus palabras se desvanecen. Shannon mira
justo encima de mi hombro y sus ojos se expanden—. Bryson —dice, suave al principio, pero
luego más duro—. Bryson.
Sorprendido, me vuelvo a mirar cara a cara a Bryson. Sus pálidos ojos azules envían un
temblor debajo de mi columna vertebral. Coloca una mano segura encima de mi brazo.
Viendo la mirada en su cara, Bryson mira por encima de mi hombro y se centra en Shannon.
Rápidamente quita la mano.
—Sí —dice Bryson—. Ambos amamos esta banda. Entonces tiene sentido que viniéramos
juntos.
—La entrada es falsa. —La asistente levanta la entrada hacia la luz de arriba—. ¿Dónde
compraste esto?
—¿Cuándo?
—Creo que has sido estafada —dice la asistente. Ella le devuelve la entrada a Shannon—.
Siguiente, por favor.
—Esto no es justo —dice Shannon. Mira de la asistente a nosotros. Pero no hay nada que
Bryson o yo podamos hacer. Con ninguna otra opción, le decimos adiós con la mano y
entramos al lugar.
El Echo es pequeño, por lo que ya está lleno de gente cuando entramos. Mis ojos
escanean al público. Arriba de nosotros hay una pareja gay. Caminan de la mano muy
orgullosos. Bryson ve lo mismo que yo. Él me mira. Los admiradores de The Graces son muy
amigables con las personas LGBTQ, y eso es lo que nuestro alrededor nos muestra.
—Estamos en una ciudad donde nadie nos conoce —dice Bryson—. Podemos hacer
cualquier cosa que queramos. —Él coge mi mano. Veo a otras parejas del mismo sexo y sonrío.
Bryson tiene razón. Me vuelvo para sonreírle a él.
—Vamos. —Nos las arreglamos para encontrar el camino a un lugar en el que podamos
estar. Nadie nos mira; nadie dice nada. Solo estamos aquí para tener un poco de diversión y
ver a The Graces. Por primera vez en toda mi vida, sostengo la mano de otro chico en público.
Esto es lo que la vida debería ser.
Bryson saca su teléfono y toma una foto del escenario. La sube a Instagram: «¡Es hora de
rockear!».
Tres horas más tarde, salimos del Echo. Estamos sudados y sonrientes. Mi garganta se
siente adolorida por todo el canto a todo pulmón. Ambos llevamos nuestras chaquetas y
gorras en el brazo, la adrenalina del concierto nos mantiene calientes.
—Deberíamos conseguir algo para beber. Cuando estaba aparcando, vi un café que
seguía abierto hasta tarde. —Bryson indica en la dirección en la que empezamos a caminar.
El café, Stories, me recuerda demasiado a Off the Wall. Es solo una librería y una tienda de
café. Nos las arreglamos para ordenar algo justo antes de que cerrara por aquella noche.
Ordenamos algo frío, y yo pago. Bryson ni siquiera se molesta en discutir, porque él pagará la
próxima vez. Y ahora que sé que habrá una próxima vez me llena de alegría. Aun sabiendo
que es la noche del viernes, no creo que deba temer al fin de todo esto. Con cada momento
que paso con Bryson, me vuelvo más seguro de ello.
—Hay un parque no muy lejos de aquí —dice Bryson—. ¿Quieres ir a verlo antes de que
vayamos a casa?
—Está bien —digo. Nos dirigimos hacia allí. Tomo un sorbo de mi bebida y mi garganta
se alegra. El frío líquido hace maravillas para mis cansadas cuerdas vocales.
—Eres adorable.
Caminamos tan cerca que nuestros hombros se tocan. Es todo en lo que pienso en el
silencio que lo sigue. «Está tan cerca de mí».
Cuando llegamos a Echo Park, nos detenemos y nos volvemos para estudiar la vista. Las
luces del centro se reflejan en el lago delante de nosotros. Este momento es pintoresco, es
perfecto. Toda esta noche ha sido perfecta. Bryson se aclara la garganta nerviosamente. Mira
alrededor para ver si estamos solos antes de volver toda su atención en mí.
—Hay algo que quiero hacer —dice Bryson—. Algo que tengo que confirmar por mí
mismo. Siento como si fuera el único modo en que lo sabré al cien por ciento. —No suena del
todo seguro de sí mismo. Está nervioso, y es adorable. Mariposas se avivan en mi estómago.
—¿Qué es?
Sus ojos se apartan de los míos, hacia abajo, hacia mis labios. Él los analiza antes de volver
a sostenerme la mirada nuevamente.
—Quiero besarte —dice él—. Lo he querido hacer durante un tiempo. —Su voz baja de
volumen, brusco, nada más que un susurro—. ¿Puedo hacerlo?
Estamos en una ciudad donde nadie nos conoce, parados en el acantilado, queriendo
saltar. Mis ojos se mueven a sus labios. Ahora mismo no hay nada más que quiera en el mundo
más que Bryson Keller me bese.
—Sí.
Una sola palabra lo cambia todo. Él cierra la distancia entre nosotros. Los labios de Bryson
se encuentran con los míos. El beso es tan tentativo en primera instancia. Es una prueba, una
pregunta buscando una respuesta. Pronto, de todas formas, se vuelve más intenso. Su boca
se mueve sobre la mía.
Bryson se aleja y abre los ojos. Él me mira, después sonríe. No es una de labios apretados
y nerviosos. Es una grande y genuina. Es la sonrisa que quieres tener después de besar a
alguien.
—Lo siento. —Mi voz está sin aliento y ni siquiera un poco arrepentida. Mi corazón
martillea en mi pecho. Vagamente me mantengo erguido.
—No. No te disculpes —dice Bryson—. No por ese beso, nunca por ese beso.
—¿En serio? —Siento como mi cara se enrojece—. Este fue mi primer beso… como, el
primero.
—Bueno, este se siente como mi primer beso, también —dice Bryson—. Siento como si
todo por fin tuviera sentido. Tú. Yo. Nosotros.
Nos miramos, y puedo decir que ninguno de nosotros está realmente mirando a los ojos
del otro. Estamos mirando a los labios del otro.
Bryson inclina su cabeza hacia abajo. Es más lento esta vez. Sus labios tocan los míos una
vez más, y siento como si pertenecieran allí. No hay ninguna duda. Bryson Keller está seguro.
Me siento fuerte, también. Lo busco a él. Mis dedos recorren su cabello. Bryson me acerca, y
yo gimo dentro de su boca. Esto es lo que he estado buscando toda mi maldita vida.
En esta noche de viernes, solo somos dos chicos besándose porque queremos, porque
nos gustamos.
Llegamos a casa bastante tarde anoche. Ninguno de nosotros había querido que la noche
terminara. Incluso después de conducir hasta mi casa, pasamos casi una hora sentados y
conversando. Tomados de las manos con nuestros corazones llenos, una nube de vértigo
arremolinándose a nuestro alrededor. Decidí entonces que lo de anoche fue una cita, porque
fue todo con lo que fantaseaba, y mucho más.
No digo que esté enamorado de Bryson. Pero la idea no me parece tan imposible. Ni
siquiera ha sido una semana completa, pero no puedo negar que me gusta más y más con
cada día que pasa. Y lo que me sorprende por completo es que yo le gusto también.
Con sus labios, despejó mis dudas y calmó mi ansiedad sobre nosotros.
Llaman a la puerta de mi habitación. Me doy la vuelta justo cuando Yazz asoma la cabeza.
Lleva puesta el gorro con la que se envuelve el cabello para dormir. Las hermanas de papá le
dieron a Yazz los 101 consejos para el cabello en su última visita. Ambos tenemos el pelo
súper rizado. Tengo suerte de mantener el mío corto, pero a Yazz le cuelga por la espalda.
No lo estoy. Me he mudado de la tierra de los vivos. Anoche fue suficiente para matarme,
el arma homicida: los hábiles labios de Bryson Keller. Me sonrío a mí mismo. Estoy seguro de
que para Yazz parezco un tonto, pero no importa. Estoy demasiado feliz para que me importe.
Nada puede salir mal hoy, no cuando me siento así de bien.
—No, ¿por qué? —Hay algo extraño en su pregunta, o más bien en la manera en que
preguntó. Tal vez si no estuviera borracho de amor por lo que sucedió anoche entre Bryson y
yo, la presionaría. Al final no lo hago. A veces la ignorancia intencional es la mejor.
—Solo por curiosidad. —Entonces cierra mi puerta, dejándome solo con el recuerdo de
anoche. Estoy montando una nube de euforia. No por nada las estrellas del pop dicen
constantemente que el amor es una droga. Puede ser cliché, pero sucede que es cierto.
Salgo de la cama y camino al baño. Quince minutos después salgo vestido y listo para
encarar el día. Corro por las escaleras y entro en la cocina.
Mamá y papá están sentados en la isla, ambos con sus computadoras abiertas. Parece
que hoy es un sábado de trabajo en casa.
—Buenas tardes, dormilón —dice papá. Está siendo dramático, queda más de una hora
antes de que comience la tarde.
Mi corazón salta en un latido. Brevemente creo que está preguntando sobre Bryson y yo,
pero luego recuerdo el concierto. Algo que yo esperaba con tantas ansias y fue
completamente eclipsado por los besos de Bryson Keller.
—Sí, el concierto fue genial. —Pero lo qué pasó después fue incluso mejor. Sin embargo,
no les digo nada de esto.
—Deberías invitar a Bryson alguna vez —dice mamá—. Apenas tuvimos tiempo de
conocerlo ayer.
Papá se ríe.
—Me encantaría tener a alguien con quien hablar de fútbol. ¿Sabes qué equipo le gusta?
—Liverpool.
Papá suspira.
—Debes invitarlo, entonces. Necesito tener una seria conversación con él.
Me imagino a Bryson viniendo y conociendo a mis padres, como mi novio esta vez. Lo
presento como tal y mamá simplemente le pregunta si ha comido. Fiel a su palabra, papá le
habla de fútbol, y pasamos la tarde riendo y bromeando. No hay un interrogatorio de tercer
grado; no hay lágrimas ni decepción ni oraciones porque su hijo es gay. No hay angustia ni
dolor. En lugar de eso, todo sucede como si fuera normal.
Porque lo es.
Mientras reviso las muchas imágenes de Bryson, mi teléfono vibra, no con un texto sino
con una llamada telefónica. Solo un puñado de personas se molesta en llamarme, y todos
ellos pertenecen a mi familia.
—¿Kai? —dice Bryson. Suena extraño—. Disculpa por llamarte. Sé que odias las llamadas
telefónicas.
»Va a tener un hijo con la mujer con la que tuvo una aventura.
—Melody Beach. —Esa sección de la playa solía ser popular antes de que el paseo
marítimo se renovara. Ahora está desierta, poca gente va allí porque no es una zona apta para
nadar.
—¿Para qué?
—Tengo planes con Bryson hoy. —Mis padres lo conocieron ya. No necesito ocultar nada.
No es raro que dos chicos pasen el rato, entonces, ¿por qué mentir?
—Gracias. —Camino hasta la entrada. Hay una mesa pequeña con un cuenco de vidrio
que usamos para guardar las llaves. Busco las del auto de papá.
Me pongo los zapatos y salgo de casa. Papá conduce un todoterreno. Solo después de
obtener mi licencia, cada vez que pedía prestado este auto, volvía rayado o abollado. Hasta
el día de hoy juro que fue culpa del árbol la primera vez. Y la segunda vez, el grifo para
incendios saltó frente a mí.
Me prohibieron usarlo por un tiempo después de esos accidentes, pero argumenté que
la única manera para que mejorara, era practicando. Mis padres me permitieron usar el auto
de mamá en su lugar. Ahora, sin embargo, soy un conductor mucho más seguro, por lo que
papá no tiene problema si yo conduzco su auto.
Melody Beach está en las afueras de la ciudad, y la forma más rápida de llegar allí es
atravesar el corazón de Fairvale.
Pronto el sonido del tráfico da paso al sonido del océano. Doblo a la derecha, y la línea
de árboles se interrumpe para ofrecerme la primera vista del resplandeciente mar. Entro en
el estacionamiento de Melody Beach. El jeep de Bryson es el único auto que hay.
Me estaciono en el espacio al lado del jeep y me bajo. Miro a través de la ventana. El auto
está vacío. Exploro a mi alrededor y diviso a Bryson sentado en el centro de la cancha de
baloncesto.
—Viniste. —Sus ojos están enrojecidos, al igual que sus mejillas. Está claro que Bryson ha
estado llorando.
Pongo mi mano en la parte de atrás de su cuello, acaricio su cabello allí. Espero a que
hable un poco más. No hay prisa. Solo quiero que sepa que estoy aquí para él.
—Eres la primera persona a la que le hablo de este asunto aparte de Dustin. —Bryson
niega con la cabeza—. Mi papá engañó a mi mamá. Por eso se divorciaron. —Me mira
entonces, y veo cuánto está sufriendo por esto. Me rompe el corazón—. Los atrapé una vez,
yo estaba en segundo año, cuando todavía estaba casado con mamá. Necesitaba preguntarle
algo, así que fui a su oficina y los vi. Me vio antes de que pudiera huir. Me persiguió, y en lugar
de tratar de explicarme o darme una excusa, me dijo que no le dijera a mamá. No estaba
seguro de qué hacer. Así que me quedé callado, lo mantuve en secreto incluso sabiendo que
destruiría a mamá. Aunque sabía que esto destrozaría a mi familia. El secreto casi me mata.
Durante un año entero se aseguró de que mantuviera su secreto. Mamá lo atrapó al comienzo
del tercer año. Si hubiera tenido que mantener su secreto por más tiempo, no sé lo que
hubiera hecho.
—Entiendo —digo—. Sé lo que es llevar un secreto que podría destrozar el mundo al que
estás acostumbrado.
Extiendo la mano y acaricio la mejilla de Bryson. Se inclina hacia mi toque y cierra los ojos.
—Ella está embarazada. Dice que quiere que todos volvamos a ser una familia. Pero se
siente como si nos estuviera reemplazando. Reemplazándome con un nuevo hijo. —Los ojos
de Bryson se abren—. Sé que es mi papá, pero es como si lo odiara. Lo odio por todas las
noches que hizo llorar a mamá sola en su dormitorio cuando ella pensaba que yo estaba
durmiendo. Lo odio por destruir una familia perfectamente buena. Por ser tan egoísta. Pero
también me siento culpable porque una parte de mí lo quiere. Él es mi papá, después de todo.
Y lo extraño.
No hay nada correcto o incorrecto en esta situación. Y todo lo que puedo ofrecerle a
Bryson es mi hombro. La oportunidad de que se derrumbe sin juicio. Acerco su cabeza a mi
hombro. No es mucho, pero tal vez, solo tal vez, es lo que necesita.
Entonces se rompe. Quien diga que los chicos no lloran o que no deberían llorar: necesita
caminar desde un muelle muy corto hacia un océano infestado de tiburones. Mientras Bryson
llora, lentamente froto círculos en su espalda. Nos quedamos así mientras el sol cambia y el
corazón de Bryson se vacía. Después de un rato, se hunde contra mí. Nos acomodo, para que
quedemos acostados y su cabeza esté descansando en el hueco de mi brazo. Cierro los ojos
al sol y lo abrazo más fuerte.
—Gracias por venir —dice Bryson—. Después de Dustin, eres la única persona a la que
quería ver. No estaba seguro de que contestaras si te llamaba. Dustin no lo hizo.
—Bueno, de ahora en adelante siempre puedes llamarme —le digo—. Yo siempre trataré
de contestar.
No estoy seguro de cuánto tiempo nos quedamos allí. Solo dos chicos olvidando el mundo.
22
Traducido por Tati Oh
Corregido por Nea
Editado por Mrs. Carstairs~
Él se levanta, y yo me siento. La brisa del mar agita mi cabello. Sigo a Bryson mientras
camina hacia el jeep. Se detiene en el maletero y lo abre. Ropa y equipos deportivos yacen
esparcidos allí. Él los revuelve un rato antes de encontrar lo que busca.
—Vamos a jugar.
Bryson me lanza la pelota y la atrapo. Ha sido tan usada que la mayor parte de las letras
ha desaparecido de la superficie de caucho.
Bryson asiente.
—Sí.
Bryson se ríe.
—Bien. Trato hecho. Debo advertirte, me han dicho que soy un mal perdedor.
—Yo también —digo—. Nunca he sido fanático de perder. Mis padres incluso hicieron un
embargo de juegos de mesa en nuestra casa.
—Genial.
Le lanzo la pelota y él la devuelve. Yo driblo a su alrededor. Estoy tan concentrado en la
pelota que no pienso mucho en la presencia de Bryson a mi espalda. Falseo hacia la derecha,
pero giro a la izquierda. Salto y anoto. La pelota rodea el aro antes de entrar.
Las pocas habilidades que tengo palidecen al lado de las de Bryson. Pronto está arriba 3-
1. Las veces que logro arrebatarle el balón, no tengo tiempo para perder antes de lanzar. La
pelota rebota en el tablero y aguanto la respiración mientras la veo finalmente deslizarse a
través de la red.
La adrenalina corre por mis venas. Mientras jugamos nos olvidamos todo. Nos
convertimos en solo dos chicos en una cancha, cada uno tratando de superar al otro. Cada
uno de nosotros tratando de ganar.
—Ahí está el Kai Sheridan que he llegado a conocer. —Regatea el balón alrededor de mí,
burlándose—. El Kai Sheridan del que me estoy enamorando.
Para cuando miro hacia arriba, la pelota ya ha salido de sus manos. Volteo y la veo pasar
por la red.
He perdido.
Me vuelvo a Bryson.
—Eso es trampa —digo, apoyando mis manos en mis rodillas. Una puntada parpadea en
mi costado, una clara señal de lo incapacitado que estoy—. Me distrajiste a propósito.
Bryson se ríe. Está en la misma posición que yo ahora. Sudoroso y sin aliento, nos
paramos y nos miramos el uno al otro.
Sostiene una botella de agua. Está un poco tibia pero baja lentamente. Suspiro de
satisfacción.
Bryson bebe su propia botella, y cuando terminamos, toma ambas botellas vacías y las
arroja al basurero en el borde del estacionamiento. Observo mientras se inclina para quitarse
los zapatos, saca sus calcetines también. Mueve los dedos de los pies y me da un guiño antes
de dar un paso hacia la playa.
Me agacho y me quito los zapatos, luego sigo a Bryson por la arena mientras camina hacia
el agua. Llegamos a una parada a la orilla del agua y observo cómo el océano va y viene.
Bryson da un paso hacia el agua y sonríe. El sonido, puro y de alegría sin diluir, me abriga.
Él corre hacia lo más profundo en el agua y yo lo persigo. Le arrojo agua, pero él la evita
fácilmente. No dispuesto a dejarlo escapar, continúo asaltándolo. Bryson grita cuando el agua
da en el blanco.
—Está bien, está bien, está bien —dice Bryson con una sonrisa. Levanta sus manos en
señal de rendición—. Me doy por vencido.
Con mi pecho agitado y una sonrisa extendida a través de mi cara, disfruto este
sentimiento. Normalmente estaría nervioso por la forma en que mi mojada camiseta se pega
a mi cuerpo, pero con Bryson no siento vergüenza. Cerrando mis ojos, levanto la cara hacia el
sol.
—Gracias por hoy. —La voz de Bryson me hace abrir los ojos. Está más cerca de lo que
estaba antes. Parado junto a mí. Ambos sonreímos.
—De nada. —Dejo el agua atrás y me siento sobre la arena, tibia en el sol de la tarde.
Bryson se une a mí un minuto más tarde.
—¿Lo acabo de recibir y ya quieres que lo gaste? Lo considero una inversión. —Bryson
mira a nuestro alrededor—. Además, creo que tengo todo lo que quiero ahora mismo.
—Para alguien que tuvo que ser retado para tener citas, realmente eres romántico.
Bryson suspira.
—Sé que dije que no tenía citas por no querer dedicarles tiempo y esfuerzo, pero la
verdadera razón fue mi padre. Tenía miedo de ser como él. Odiaría lastimar a alguien que
supuestamente amo. Sabes, culpó a mi mamá por la aventura. Dijo que no era feliz y por eso
la engañó. —Bryson parpadea de nuevo conteniendo las lágrimas—. Si era tan infeliz, ¿por
qué no simplemente solo se fue? ¿Por qué tiene que herirnos a todos con sus mentiras? Es
una de las razones por las que no voy a ser capaz de perdonarlo.
—Lo siento —digo. Es lo único que puedo decir. Me acerco para que nuestros hombros
se toquen. Nos sentamos así en silencio, ambos perdidos en nuestros propios pensamientos,
pero felices de tener al otro allí.
—¿Qué estás pensando? —Levanta un dedo y me golpea la frente—. Tu frente está toda
arrugada.
—Solo estoy decidiendo no preocuparme por el mañana cuando tengo el hoy justo frente
a mí.
Me río.
Se vuelve para mirarme. Mis palabras permanecen entre nosotros tan pesadas como
nubes de lluvia esperando a estallar. Su rostro es serio, y sus ojos nunca dejan de mirarme.
Se queda callado por un segundo. Luego se extiende y me pellizca.
●●●●●●
Está atardeciendo. El cielo se tiñe con los colores de la puesta de sol. Cajas de comida
descansan a nuestros pies. Condujimos para comprar hamburguesas y volvimos a la playa.
Cojo una papa frita y la mastico.
Sentarme con Bryson viendo la puesta de sol es una de las cosas más románticas que he
hecho en mi vida. El pensamiento me tiene sonriendo.
—Nada.
Extiendo la mano y sigo sus rasgos. Esta vez soy lo suficientemente valiente para hacerlo.
Muevo mi dedo por sus espesas cejas y por su recta nariz. Floto sobre sus labios, donde
anoche estaban los míos. Nuestras miradas se encuentran y la electricidad se enciende entre
nosotros.
Bryson alcanza mi mano extendida y me tira hacia adelante. Él junta nuestras caras. Sus
labios encuentran los míos de nuevo. Yo gimo mientras ese beso se profundiza.
Nos mantenemos conectados hasta que los dos nos quedamos sin aliento. Yo retrocedo
ligeramente y permanezco allí, nuestras caras a escasos centímetros de distancia.
—Y estoy muy contento de que me hayas invitado a salir en primer lugar. —Bryson
sonríe—. Cuando pienso en cómo eras al comienzo de esta semana, no puedo creerlo.
—¿Por qué?
—No realmente —digo—. Me siento cómodo contigo. Y por eso puedo ser más yo mismo
que antes.
—Bueno, me alegro de poder ver este lado tuyo —dice Bryson—. Estoy contigo, tienes
todo mi apoyo, siempre y cuando nunca dejes de sonrojarte. Estaría demasiado triste si eso
dejara de suceder.
Caemos en un cómodo silencio. Bryson cierra los ojos y comienza a tararear una canción
de The Graces. Yo como el resto de mis papas fritas y escucho no solo el sonido del océano,
sino también el increíblemente malo tarareo de mi novio.
—¿Qué?
—No pensé que lo necesitáramos —dice Bryson—. Pensé que había perdido el desafío
cuando te besé.
—Sí. —Bryson se sienta y me mira—. Tú, Kai Sheridan, eres mi novio, de verdad.
Me inclino y lo beso. Bryson se ríe contra mis labios, y trato de atrapar ese sonido con mi
boca. Para cuando nos separamos, estoy sin aliento y perfectamente contento.
Bryson se pone de pie y me ofrece su mano. Dejo que me levante y sacudo la arena de
mi ropa. Limpiamos nuestro picnic improvisado. Soy el primero en llegar al estacionamiento.
Hay un tercer auto en el estacionamiento ahora. Alguien se baja del auto.
Es Dustin.
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Traducido por Tati Oh
Corregido por Nea
Editado por Mrs. Carstairs~
—¿Qué crees que estás haciendo? —pregunta Dustin. Está mirándome. No, corrección:
Está mirándome con odio.
—¿Dustin? —pregunta Bryson cuando se acerca a mí—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Me llamaste.
—Más temprano, sí —dice Bryson—. Te envié un mensaje de texto para decirte que estoy
bien. Kai está aquí.
—Salí con Brittany —dice Dustin—. Es por eso que no escuché tus llamadas.
—No hay problema, D. Supuse que estabas ocupado. —Bryson sonríe. Camina hacia el
cubo de basura y tira la caja de hamburguesa. Entonces suena su teléfono—. Oye, mamá,
¿estás en casa…? Oh, ¿mañana…? Sí, vi a papá. —Bryson se aleja más de nosotros para
continuar su conversación con su madre.
—¿Por qué estás aquí? —pregunta Dustin. Su voz es baja y amenazante. Doy un paso
atrás, poniendo algo de distancia entre nosotros.
—¿Qué quieres decir? Bryson me llamó. —Me muevo hacia mi auto, pero Dustin me
agarra del brazo. Me sacude para detenerme. Su agarre es apretado, demasiado apretado.
—No deberías estar haciendo esto —dice Dustin—. No está bien. —Dustin me agarra más
fuerte, como si eso fuera posible.
—Suéltame.
—¿Que está pasando? —pregunta Bryson. Corre hacia nosotros y agarra con fuerza el
brazo de Dustin, obligándolo a soltarme.
—¿En qué? —pregunta Bryson—. Ni siquiera sé qué está pasando. ¿Por qué estás tan
enojado?
Dustin nos muestra su teléfono. Miro por encima del hombro de Bryson. Me toma un
momento darme cuenta de lo que estoy viendo. Como mi cerebro se niega a someterme a lo
que sabe que no puedo manejar. Lentamente, todo se aclara: es una foto mía y de Bryson
tomada más temprano, y nos estamos besando.
—Será mejor que te mantengas alejado de él —me dice Dustin. Su voz es sombría, y sus
ojos fríos—. Si no lo haces, publicaré esto.
—¿Y ahora nos estás amenazando? ¿Qué demonios, Dustin? —dice Bryson.
—¿Estás loco? Esto no es correcto. Arreglaré esto. —Dustin se vuelve hacia mí—. Tienes
que parar esto
—Convertirte en gay. —Dustin mira a su mejor amigo—. Este no eres tú. Eres como un
hermano para mí, BK. Sabemos todo el uno sobre el otro. Estaba allí cuando tu papá se fue.
Estuviste ahí para mí cuando mi mamá se enfermó. Te conozco, Bryson. Y el Bryson Keller que
conozco no es gay. —Dustin nos mira a los dos—. No eres un maric...
Mi puño se mueve sin pensarlo. Nunca había estado en una pelea antes, pero tampoco
nunca había estado tan enojado. Y de seguro me sentí genial cuando pude evitar que Dustin
usara esa palabra. Le pego en la mandíbula, y él se retuerce. Dustin está encorvado. Él mira
hacia arriba y me muestra los dientes.
El labio de Dustin está roto, pero no me importa. Escupe sangre y me ataca. Me golpeo
en el asfalto con fuerza y veo estrellas. Bryson reacciona rápido. Agarra a Dustin y lo aparta
de mí. Dustin golpea a Bryson con el codo en la cara y carga contra mí otra vez
Me doy la vuelta para cubrir mi cara. Dustin es más grande que yo, años de deportes le
han dado músculos que yo no tengo. Aun así, no me quedo ahí a esperar que me golpee.
Peleo contra él, pateándolo y golpeándolo con todo mi esfuerzo. No hay gran diferencia.
Dustin tiene la ventaja.
Tal vez lanzar el primer golpe no fue el movimiento más inteligente, pero en ese
momento parecía que era lo único que podía hacer. Nunca quiero oír esa palabra. No hay una
razón para que se pronuncie y, sin embargo, personas como Dustin Smith piensan que pueden
andar por ahí empuñándola como si fuera un cuchillo.
—¿Cómo sabes lo que soy? —pregunta Bryson, el dolor hace que su voz se quiebre—.
Recién estoy averiguándolo.
—Mi mejor amigo no actuaría como un completo idiota homofóbico. —Se pone de pie—
. ¿Estás bien? —Camina hacia mí y me estudia de cerca—. Es posible que tengas un
hematoma.
—Estoy bien —digo. Observo cómo Dustin se pone de pie. Él nos mira con odio, y cuando
sus ojos se posan en mí, es como si estuviera mirando un montón de mierda de perro.
—Esto es una mierda —dice Dustin mientras se sube a su auto. Sus neumáticos rechinan
mientras sale del estacionamiento.
Incluso después de que irse, ambos nos quedamos de pie y mirando hacia donde Dustin
estaba hace un minuto atrás.
Bryson suspira.
—Lo siento.
Me vuelvo a mirarlo.
—No, yo lo siento.
Bryson asiente.
Bryson toma mi mano entre las suyas y mira mi puño. Está magullado por el puñetazo. Se
lo lleva a los labios y lo besa.
—Lo siento.
Bryson asiente.
—Deberías ir a casa. —Me acompaña a mi auto y me ayuda a subir—. Ahora voy a casa
de Dustin.
Suspiro y enciendo el auto. Algunas cosas son simplemente inevitables. Esto no es como
que pueda ir a casa y evitar el interrogatorio que sé que me estará esperando. Mientras
conduzco a casa, el encuentro con Dustin hace eco en mi mente. Una parte de mí está
preocupada por la foto, pero la mayor parte está enojada, porque una foto así podría usarse
para lastimarnos. Cualquier día puedo abrir mi Instagram y ver fotos de parejas besándose y,
sin embargo, como ahora se trata de dos chicos, es algo preocupante.
Quince minutos después, entro a nuestro estacionamiento y estoy más enojado de lo que
nunca he estado. Me detengo brevemente en la puerta para recobrarme. Antes de entrar.
Paro para quitarme los zapatos y devolver las llaves del auto de papá. Me dirijo a la cocina
por una botella de agua y encuentro a mamá en el refrigerador.
—Has cambiado desde que empezaste a juntarte con ese tal Bryson —dice mamá. Su voz
es demasiado fuerte—. ¿Por qué estás tratando de ser popular de repente?
«No es así», quiero decirle. «Solo intento vivir como yo mismo en realidad. Esto no es
culpa de Bryson. No es culpa mía. Es la sociedad y su homofobia». Al final no digo nada de
esto. En cambio, doy una excusa.
—Estoy cansado, mamá. Solo quiero ducharme y dormir. Hablemos más tarde. —La miro
a los ojos—. Por favor.
Después de salir, envuelvo una toalla alrededor de mi cintura y voy hasta el espejo del
baño. Está empañado, lo limpio. Mi magullado reflejo me devuelve la mirada. Se siente peor
de lo que se ve, y una parte de mí lo agradece. Al menos no tendré que caminar con marcas
en mi cuerpo, solo en mi cara.
Suspiro. Estoy demasiado agotado emocionalmente para lidiar con esto, nada de esto.
No quiero nada más que saltar a la cama y soñar con Bryson. Pero en la vida, simplemente no
siempre obtenemos lo que queremos.
Me seco y me visto con pantalones de chándal y una camiseta, mi pijama habitual. Tiro
la toalla al canasto de ropa sucia y me dirijo a mi cuarto.
—Déjame explicarte —digo. Mi voz es un susurro. Mis ojos no dejan de mirar las fotos
que sostiene. Desde que las tomamos el jueves, he memorizado cada detalle de ellas—. Por
favor.
Mamá arruga la tira de fotos en su mano. Empiezo a moverme para detenerla, pero lucho
contra el impulso. Las fotos no pueden ser lo más importante en este momento.
Mamá se tambalea hacia atrás como si la hubiera empujado. Me mira, tiene lágrimas en
sus ojos. Es casi como si estuviera mirando a un extraño. Entonces me quiebro. Las lágrimas
brotan de mis propios ojos. Este es el momento que he estado temiendo toda mi vida. Aquí
es cuando todo cambia.
Esa única palabra me destruye más de lo que lo harían mil. Mis rodillas ceden y yo
desfallezco. Si no fuera por la pared a mi espalda, estaría en el piso, sería una marioneta con
las cuerdas cortadas.
Mamá me estudia como si fuera un enigma que necesita resolver. Ella alcanza la cruz de
oro que cuelga de su cuello. No puedo ver esto. No puedo verla orar por mí porque estoy
equivocado, porque estoy pecando.
No quiero ver nada de eso. No puedo. Tomo mi teléfono de la mesa de noche y me vuelvo.
Papá está parado en la puerta de mi dormitorio. Me alcanza cuando lo paso. Coloca su mano
sobre mi hombro. Es todo lo que puede ofrecerme.
Y no es suficiente.
Necesito palabras y acciones para hacerme saber que todavía soy amado que soy
aceptado, para saber que nada ha cambiado. Sigo siendo el hijo que han criado y amado
durante los últimos diecisiete años. Soy la misma persona con la que se rieron, que abrazaron
y besaron, que cuidaron cuando estaba enfermo.
Sigo siendo el mismo hijo del que hace una hora estaban tan orgullosos.
Lo único diferente es que finalmente saben que me gustan los chicos. Es una pequeña
parte de mí, y sin embargo es todo lo que pueden ver ahora. Es todo en lo que pueden
enfocarse.
Me deja ir y me dirijo hacia las escaleras aturdido. Detrás de mí escucho a mamá llorar.
Me limpio las lágrimas de las mejillas mientras corro por las escaleras. Salgo de la casa y afuera
me dirijo hacia la fría noche.
Me alejo del estacionamiento, y ahí es cuando todo me golpea, choca conmigo como un
tsunami de emociones. Totalmente inevitable.
Rasgo las costuras de mi corazón y todo se derrama: toda mi tristeza, toda mi ira, todo
mi miedo.
Lloro.
Solo.
●●●●●●
Por supuesto que están ocupados. Es sábado por la noche. No es la noche de todos, un
desastre personal. Reviso mi teléfono de nuevo y encuentro que hay mensajes de Yazz y una
llamada perdida de papá. Mi teléfono suena y veo la foto de papá en el identificador de
llamadas. Es una foto de nuestra familia. En ella estamos todos felices. Verla me hace llorar
otra vez. Mi hogar no es donde quiero estar en este momento.
—Te necesito —le digo. Mi voz suena tan hueca y vacía como me siento.
—¿Dónde estás?
Sin embargo, Bryson no dice nada. En cambio, simplemente se acerca a mí. Me envuelve
en un abrazo. Me frota la espalda para calmarme. Aunque tengo los ojos cerrados, las
lágrimas continúan cayendo. Lloro en los brazos de Bryson, y es suficiente.
La mañana llega sin permiso. El mundo sigue girando. El sol seguirá saliendo, pase lo que
pase, y comenzará un nuevo día.
Siempre.
Me siento y parpadeo para enfocar al mundo. Poco a poco el dormitorio de Bryson viene
a mí. La luz del sol de la mañana fluye a través de la ventana por encima de su escritorio.
Alcanzo mi teléfono y encuentro numerosos mensajes de Yazz, Priya y Donny.
¿Dónde estás?
¿Kai?
Cuéntame.
Es mentira. Simplemente estoy ignorando el vacío que siento. Cada vez que cierro los
ojos veo la expresión de la cara de mamá.
No tengo energía para nada más que eso. Apago mi teléfono y lo pongo de nuevo a la
mesita de noche. La puerta del dormitorio de Bryson se abre y él entra. Su cabello está mojado
y está sin camisa. Hay una toalla sobre su hombro.
Hemos atrasado esta conversación todo lo posible. Anoche lo único que hice fue llorar.
No fui capaz de decirle nada. Bryson me consoló y me trajo aquí. Sé que tengo que explicar lo
qué pasó. Pero, aun así, dudo.
—Está bien —dice Bryson—. No tienes que decírmelo ahora mismo. Cuando estés listo,
está bien. —Sonríe. Una pequeña sonrisa, pero no menos genuina. Bryson se levanta y se
mueve para colgar su toalla—. Y si nunca quieres hablar de eso, también está bien. Pero debes
saber que estoy aquí para ti. Para lo que sea.
La sinceridad de sus palabras es un puño al corazón. Me levanto de la cama y me acerco
a él. Lo rodeo con los brazos. Mi mejilla descansa contra la suave piel de su pecho. Oigo sus
fuertes latidos. Un eco de los míos.
Bryson me devuelve el abrazo. Cálido y sólido. Nos quedamos así en silencio por un
momento. Entonces todo sale de mí. Le digo todo lo que pasó anoche. Al final, estoy llorando,
pero es bueno. Me está abrazando con más fuerza, como si eso fuera posible.
—Primero creo que necesitas una buena y larga ducha, y luego echaré un vistazo en esos
moretones. He aprendido una cosa o dos haciendo deportes. Después nos ocuparemos de
cualquier otra cosa. —Se inclina para que nuestras frentes entren en contacto—. Juntos.
Y luego estoy parpadeando para contener las lágrimas por una razón completamente
diferente.
●●●●●●
Salgo del baño diez minutos después. Bryson se sienta en la cama esperándome.
—Juro por esta cosa —dice Bryson—, que después de los partidos, termino con algunos
moretones a veces.
—Oh.
Bryson se ríe mientras me siento a su lado. Él todavía se ríe mientras toca con el dedo el
primer hematoma, el que tengo debajo del ojo. Estoy aliviado de que no se haya vuelto negro,
pero no es menos doloroso.
Me estremezco.
Y luego Bryson ya no se está riendo. En vez de eso, se inclina hacia adelante y sopla sobre
él.
Me estremezco. No estoy seguro de cómo o por qué, pero lo hace sentir mejor. Él se
desliza para usar el ungüento en mi labio también. De repente me doy cuenta de lo íntimo
que es esto. Nosotros, solos en su habitación. Su dedo se detiene, cerca mi labio, como si
estuviera pidiendo permiso. Me muevo sutilmente hacia adelante, otorgándoselo.
El ungüento pica, pero su toque es suave. Bryson se inclina hacia adelante y, al principio,
creo que va a volver a soplar el moretón, pero luego siento sus labios sobre los míos.
—Todo listo.
—¿Soy qué?
Rápidamente, coloca mis manos sobre mi cabeza. Trae su cara más cerca y permanece
allí. Me acerco a él, pero aleja su cabeza, haciendo que el espacio entre nosotros crezca.
—Esto es un fastidio.
Ambos estamos sonriendo y tan perdidos en lo que estamos haciendo que no oímos que
alguien entra en la habitación.
—Hey, Bry... —Se escucha una voz femenina, pero se calla al vernos. Bryson y yo nos
volvemos, para encontrar, a quien supongo es la hermana de Bryson, allí de pie—. ¿Qué está
pasando aquí? —Sus ojos están muy abiertos mientras nos estudia, pero luego su rostro se
rompe en una sonrisa—. Cuéntenmelo todo.
Bryson y yo intentamos desenredarnos lo más rápido posible, con lo que solo logramos
que él se caiga de la cama. Me levanto y Bryson rápidamente se pone en pie. Tardíamente,
me doy cuenta de que todavía está sin camisa.
—Eh, Crystal, él es Kai. Kai, ella es Crystal. —A diferencia de Bryson, Crystal tiene el pelo
rojo fuego y los ojos verdes.
—Eh… —La miro a ella, luego a Bryson y luego de nuevo a ella—. Es agradable conocerte
también.
—¿Que necesitas? —pregunta Bryson. Es lo más avergonzado que alguna vez lo he visto.
Estoy bastante seguro de que se está sonrojando tanto como yo.
—Nada importante —dice Crystal. Ella reacomoda su brazo herido—. ¿Qué es esta
escena que acabo de ver? Uno. —Levanta un dedo por otro lado—. Tenemos dos chicos, uno
sin camisa y el otro muy aturdido. Dos, estaban hace unos minutos rodando en una cama. —
Ella sostiene un tercer y último dedo—. Y tres, mi pequeño hermano está increíblemente
avergonzado en este momento, por lo que debe estar sucediendo algo.
Está claro en el rostro de Crystal que está disfrutando esto, un poco demasiado, si me
preguntan. Bryson debe estar de acuerdo, porque exhala, me lanza un vistazo, y luego sonríe.
El tipo de sonrisa que me dice que estamos en peligro.
—Kai es mi novio. —Lo dice con tanta naturalidad que me quedo sin aliento. Espero por
las consecuencias que siguen, pero Crystal se ríe. Ella trata de aplaudir, pero el enyesado la
detiene.
Que ella siquiera necesite hacer una pregunta como esta me rompe el corazón.
Gay o hetero, todo el mundo ha escuchado los horrores que algunos chicos tienen que
aguantar cuando salen del armario. No siempre es calidez y aceptación para todos. A veces
es una verdadera maldita pesadilla. Es la razón por la que el armario existe. Y el por qué
seguirá existiendo.
—¿De verdad?
—Sí. —Bryson se pasa la mano por el pelo—. Yo estuve ahí. No le digas a mamá.
—Tendrás que hacerlo. Mamá llamó para decir que ya casi llega. Su vuelo llegó temprano,
así que estará en casa para tomar el desayuno. Es por lo que vine aquí en primer lugar. —
Crystal suspira—. Vine sin nada, pero me voy con mucho. —Sonríe y luego se va.
Y eso es todo.
Bryson acaba de anunciar nuestra relación con su hermana y, sin embargo, todo termina
no con una explosión sino con una celebración.
—Creo que ahora somos novios oficiales de verdad oficiales —dice Bryson. Él me mira—.
¿Estás bien?
—Estoy bien. —Me vuelvo hacia él—. ¿Pero tú estás bien? ¿No es esto demasiado
rápido? Quiero decir, acabas de salir del armario delante de tu hermana.
Bryson sonríe. Es la sonrisa de los labios apretados, lo que significa que está nervioso.
Me sonrojo.
—Sin presión.
Bryson se ríe.
—No es por añadir presión, pero es casi la hora de que conozcas a mi madre.
Lo increíble de la situación atrapa mi atención. Le doy una mirada. Incluso su perfil parece
esculpido por los dioses. Estamos sentados tan cerca que nuestros muslos se tocan. Ambos
estamos en silencio, yo por los nervios y él… no sé por qué. ¿Está preocupado porque su
mamá se entere de nosotros? Ese pensamiento me lleva de vuelta a mi propia madre y el lío
que me espera en casa.
Suspiro. Ojalá este día pudiera durar para siempre y nunca necesitara volver a casa.
—No lo sé. —Se muerde el labio y pasa una mano a través de su cabello—. Este asunto
de salir del armario es extraño.
Resoplo.
—Ni te imaginas.
Crystal descansa en uno de los grandes sofás de cuero. Está viendo algún reality show en
la televisión. La puerta de entrada se abre y la madre de Bryson entra hecha un manojo de
nervios.
Ella es la imagen de la elegancia. Lleva una blusa casual y jeans descoloridos, tiene su roja
cabellera recogida en un moño desordenado. Se ve como una versión mayor de Crystal. La
madre de Bryson sonríe.
Se me corta el aliento por algo que reconozco. Su hijo tiene exactamente la misma sonrisa.
Es el tipo de sonrisa que puede hacer que un corazón se acelere o que se detenga por
completo.
—Hola a todos.
—Mamá, él es Kai —dice Bryson.
—Por favor, llámame Hannah. Encantada de conocerte también, Kai —dice Hannah.
—Bien, hasta que escuché que mi preciosa hija tuvo un accidente. —Ella cruza la
habitación hasta Crystal—. ¿Estás bien?
—Y, aun así, me hizo faltar a la escuela para cuidarla —dice Bryson.
—Debes tener hambre —le dice Bryson a su mamá—. Cocinaré algo. Ven, Kai. —Bryson
sale de la sala de estar y yo lo sigo a la cocina. A pesar de todo lo que he visto hasta ahora, la
opulencia me sorprende de nuevo.
—Toma asiento —dice Bryson. Toca el taburete antes de dirigirse al horno para
precalentarlo. Luego se mueve hacia la gran puerta doble del refrigerador y la abre. Él mira
en el interior por un rato. Entonces, lleva un montón de ingredientes al mostrador antes de
regresar por más. Yo miro mientras trabaja. Enjuaga las verduras y empieza a picarlas.
—Un guisado de desayuno con tocino como plato principal, algo con verduras, y luego
algo dulce para ti —golpea la gofrera.
—¿Para mí?
Y eso hago. Nunca pensé que cocinar pudiera ser sexy, pero al ver a Bryson cambio de
opinión. A juzgar por la felicidad que irradia, está claro que le encanta cocinar.
Me encojo de hombros.
—Es solo que te ves tan feliz. Así que imagino que, si puede hacerte así de feliz, entonces
debería ser tu nuevo sueño.
Bryson y yo seguimos hablando mientras él cocina. Y sin esfuerzo, con facilidad, mi vida
se siente diferente.
Los huevos se rompen, el tocino chisporrotea y el tiempo pasa. Pronto la cocina está llena
de un aroma que hace gruñir mi estómago. Bryson debe oírlo, porque sonríe.
—Ven aquí y prueba esto —dice—. Son huevos revueltos con pimientos verdes y
champiñones. —Sopla en la cuchara antes sostenerla entre nosotros. Me inclino hacia delante
y lo pruebo. Una ráfaga de sabor en mi boca.
La madre de Bryson entra a la cocina cuando estamos así. Apenas nos mira, como si fuera
lo más normal en el mundo.
—Es realmente es buen cocinero, ¿no? —dice. Se va con la botella de agua por la que
vino.
Bryson mira mi boca. La toca y limpia un poco de huevo. Siento su pulgar rozando a través
de mi labio superior, y me congelo. Más tarde recordaré este momento y lo reviviré con
vívidos detalles, pero por ahora estoy simplemente anonadado.
Hannah vuelve a entrar en la cocina. Como una respiración que se congela, todo se
detiene. La madre de Bryson nos mira antes de coger una manzana del frutero y salir de nuevo.
Se inclina y me da un beso en los labios antes de empezar a remover la olla una vez más.
No puedo evitar sentir envidia y pensar lo diferente que son nuestras situaciones. La
familia de Bryson apenas se ha fijado en nosotros. En comparación con el desastre que quedó
anoche, esto se siente tan distinto. Suspiro. ¿Por qué mis padres no pudieron haberlo tomado
con más frialdad?
—No tienes permitido pensar en cosas malas hoy —dice Bryson. Me golpea con la
cadera—. Trata de olvidar por un momento.
Exhalo, liberando los malos pensamientos. Bryson tiene razón. Hoy solo quiero relajarme
y divertirme. Solo quiero disfrutar un día antes de tener que hacer frente a la tormenta.
Regreso a mi asiento y veo como Bryson mezcla la masa para los gofres. Cuando termina,
lo ayudo a poner la mesa. Llevamos el guisado recién horneado, los huevos revueltos y los
gofres con crema batida, lo único comprado en tienda listo para usar. Pronto estamos todos
sentados y listos para comer.
—Si hubiera tenido más tiempo, habría planeado correctamente un menú. —Él me ofrece
una sonrisa con los labios apretados. ¿Está nervioso porque voy a comer la comida que él ha
preparado?
—Mi hermano tiene habilidades para mantenerse solo —dice Crystal mientras revisa el
menú—. Muy bien.
—Gracias por cocinar, hijo —dice la madre de Bryson antes de comenzar a comer
también.
—Muy bueno.
—¿De verdad? Me alegro de que te guste. —La sonrisa de Bryson crece. Luce el hoyuelo
en sus mejillas que se ha convertido en una de mis cosas favoritas. Yo lo imito.
—Es tan lindo verlos que podría morir —bromea Crystal. Ha dejado de comer y nos está
mirando a los dos.
—Crystal.
—Si desean verlo y pasar tiempo con él es una decisión que les dejo a ustedes dos —dice
Hannah—. Al final de cuentas, siempre será su padre, y al menos está tratando de hacer un
esfuerzo.
—Tenía el ojo puesto en un bolso Louis Vuitton —dice Crystal—. Es libre de comprar mi
amor, muchas gracias.
—Estoy bromeando, mamá —dice Crystal, pero me mira y niega con la cabeza mientras
lo hace.
Hannah suspira, pero también hay una sonrisa bailando en sus labios.
—Sí. Estoy segura de que el profesor Bartley estaba más que emocionado de oír que no
estaría allí para hacerle preguntas.
—Es realmente imposible para mí explicar cuánto detesto a ese hombre —dice Crystal—.
El solo pensar en él me da dolor de cabeza.
—Psicología.
—Por ahora —dice Bryson. Se vuelve hacia mí—. Ha cambiado de carrera más de un par
de veces.
—Bryson, acabo de conocer a Kai. No le hagas tener una mala impresión de mí. Las
primeras impresiones importan. ¿Cómo voy a recibirlo en Acción de Gracias o Navidad?
Bryson sonríe.
—Lo que sea que los ayude a dormir por la noche. —La madre de Bryson baja sus
cubiertos.
—Como yo cociné, Crystal tiene que lavar los platos. —Bryson sonríe de una manera que
me dice que realmente está disfrutando este momento—. Lo justo es justo.
—Literalmente tengo un yeso en el brazo. ¿Quieres que los lama hasta que estén limpios?
—le pregunta Crystal a su hermano.
—Bien, te ayudaré —dice Crystal. Se pone de pie y mira a su hermano—. Prepárate para
que te piquen los oídos porque vamos a hablar de ti. —Me mira entonces—. Vamos, Kai.
—Entonces, ¿cómo se conocieron ustedes dos? —Crystal vacía torpemente las sobras en
el cubo de basura. Me ofrecí a hacerlo por ella, pero de alguna manera se las arregla—. Quiero
decir, sé que van a la misma escuela, pero, ¿cómo es que ustedes dos comienzan a salir?
—Lo invite a salir. —Se siente tan raro hablar de esto abiertamente, especialmente con
la hermana de Bryson. Es extraño, pero no del todo incómodo porque puedo decir que su
curiosidad es genuina sin ningún motivo oculto, críticas o juicios.
—Dustin me contó cuando ocurrió en un inicio. Incluso he hecho clic en ese hashtag unas
cuantas veces. —Ella niega con la cabeza—. Es bueno saber que la Academia Fairvale no
cambió. Y no me sorprende en lo más mínimo que Bryson esté en el centro de algo tan
absurdo.
—No me estoy quejando del desafío —admito. Nunca lo haría. Así es como empezó todo
esto con Bryson. No estaría aquí si no hubiera sido por eso.
Crystal se estremece.
—Me acabas de poner la piel de gallina. —Me estudia—. Estás tan golpeado. —Crystal
me entrega un plato y lo lavo antes de colocarlo en la rejilla para platos para que se seque por
goteo—. ¿Ustedes chicos siquiera dicen «golpeado»? Todo cambia tan rápido, es difícil
mantenerse actualizada con lo que sucede en estos días.
—No eres tan mayor. ¿Por qué estás actuando como si lo fueras? —Crystal y yo nos
volvemos para encontrar a Bryson de pie en la puerta de la cocina.
—Es de mala educación escuchar a escondidas —dice Crystal—. Entonces, ¿se acabó el
desafío? —Ella mira a Bryson luego a mí—. ¿Él perdió?
—¡Maleducado! —grita Crystal de vuelta—. Será mejor que duermas con un ojo abierto
esta noche.
Me río. La relación entre Bryson y Crystal es sorprendente. No sé por qué, pero así es. Tal
vez nunca pensé en Bryson Keller como alguien cercano a su hermana. Él simplemente no
parecía ese tipo de persona. No sé qué me hizo juzgarlo de esa forma, pero me alegro de
haber sido testigo de esto. Me alegro de tener esta visión de la vida de Bryson.
—¿Por qué estás sonriendo? —pregunta Bryson mientras nos dirigimos al jeep.
—¿En qué?
—No puedes decir cosas así —dice Bryson. El pavor comienza a crecer en mí porque creo
que he hecho algo malo—. Harás que me enamore de ti más profundamente de lo que ya lo
he hecho. —Exhalo un suspiro de alivio, luego sonrío.
Subimos al jeep y, después de una parada para repostar, Bryson nos conduce hacia una
famosa heladería de la ciudad. Como es domingo por la tarde, Swirl It Up está llena de familias.
Una punzada atraviesa mi pecho al ver todas esas familias felices. En el pasado, mi familia a
menudo se detenía aquí para disfrutar de un relajo dominical después de la iglesia.
—¿Qué quieres pedir? —La pregunta de Bryson me saca del pasado y me trae al presente.
La chica detrás del mostrador se distrae de lo que está haciendo y clava sus ojos en Bryson.
No aparta la mirada de él. Puedo reconocer esa mirada, porque a veces yo también me
encuentro mirando fijamente a Bryson Keller.
—Odio que Dustin haya arruinado el recuerdo de este lugar —dice Bryson.
Bajamos a la playa y nos sentamos uno al lado del otro. Comemos nuestro helado en
silencio, ambos perfectamente contentos de estar juntos.
—Bien. —Bryson sonríe y se inclina hacia mí—. Novio… novio… novio. —Intercala cada
palabra con un beso a mi mejilla. En la última, sin embargo, me vuelvo para que nuestros
labios se encuentren.
Nos besamos.
Bryson abre su cámara y se inclina para posar a mi lado. Nos tomamos algunas selfies
simplemente sonriendo o haciendo muecas. Luego él se inclina y me besa en la mejilla. Nos
toma una foto en esa posición. Es casi una réplica exacta de una que tomamos antes, en la
cabina de fotos. La que destruyó mi mamá.
—Esta no se puede arruinar —dice Bryson mientras la estudia. Es como si leyera mi mente.
Mientras lo miro me pregunto cómo tuve tanta suerte. Cómo las estrellas se alinearon tan
perfectamente para traerme a este momento. Aunque no me lo pregunto demasiado.
Simplemente lo acepto.
—Mándamelas.
—Lo haré.
Bryson revisa por un rato las fotografías que ha tomado. Luego vuelve a abrir la cámara.
Toma mi mano en la suya y entrelaza nuestros dedos. Los sostiene en el cielo para que sean
enmarcados por la puesta de sol. Toma una foto. Lo veo configurarla como su fondo de
pantalla.
Bryson sonríe.
—Ajá.
Nos sentamos así, viendo la puesta de sol en nuestro propio pequeño pedazo del mundo.
Tanto Bryson como yo sabemos lo que tiene que suceder en un rato más. Esto ha sido solo
un breve respiro. Ha sido perfecto, seguro, pero la perfección tiene la desagradable
costumbre de no durar mucho. La mayoría de las veces es simplemente una ilusión y no una
realidad.
Si estuviera en peligro físico, habría dicho que sí. Sé lo que me espera en casa, no son
golpes ni abuso físico. Es decepción y palabras moldeadas por la religión y teñidas con
prejuicio.
Bryson me lleva al jeep y luego nos ponemos en camino. Llegamos a casa demasiado
rápido. Me siento inmóvil y miro mi casa. Ambos autos, de mamá y papá, están en el
estacionamiento, lo que significa que todos están dentro. Es domingo por la noche, así que,
por supuesto, eso es lo usual. Demasiado tarde, me pregunto si fueron a la iglesia como lo
hacen normalmente. ¿Fueron y trataron de rezar para que el gay se vaya?
—Desearía que hubiera algo más que pueda hacer —dice. No lo hay. Es ahora o nunca.
Alcanzo para la manija de la puerta.
—Lo haré.
Me detengo ante la puerta principal y vuelvo a mirar hacia atrás. Bryson sigue allí. De
alguna manera esto se siente un poco más fácil sabiendo que está conmigo. No estoy
completamente solo.
Me despido, y se despide de vuelta. Luego vuelvo a enfrentar la puerta que nunca temí
cruzar antes como lo hago ahora.
—Estoy en casa —le anuncio a nadie en particular mi llegada. Pienso que es lo que debo
hacer. A pesar de todo, son mis padres, y creo que siempre me amarán. Que siempre se
preocuparán por mi seguridad.
Me detengo para quitarme los zapatos. Yazz baja corriendo las escaleras y salta sobre mí.
Apenas logro mantenernos a los dos en pie.
—Si alguna vez me vuelves a preocupar así, te mataré yo misma —dice Yazz. Retrocede
para verme—. Soy demasiado joven para que me salgan canas. Piensa en mi belleza.
Sonrío.
—Lo siento.
—No es tu culpa.
Tiene razón, pero así se siente. Camino hasta mi dormitorio y cierro la puerta tras de mí.
Enciendo una lista de reproducción y presiono aleatorio.
No estoy seguro de cuánto tiempo me quedo ahí sentado mirando fijamente al frente,
pero finalmente me levanto y me cambio de ropa. Mi teléfono se ilumina por un mensaje de
texto. Abro el chat grupal de los tres mosqueteros.
No sé si eso mejorará o
empeorará las cosas.
Mi teléfono vibra por una llamada. El nombre de Kelly identifica la llamada. Deslizo la
pantalla para contestar.
—Hola.
—¿Debería ir?
Bryson se calla.
—Con que me llames es suficiente —le digo—. ¿Podemos solo quedarnos así por un
momento?
Así que nos quedamos así. Sin hablar. Solo escuchando la respiración del otro. Dejo sonar
tres canciones antes de romper el silencio.
—Nos vemos.
—Incluso si eso fuera cierto, tienes que enfrentar esto —dice Yazz—. Nunca te acobardes
delante del enemigo.
—Ahora mismo son el enemigo. —Yazz agarra mi mano y me saca de mi cama—. Puedes
hacerlo. Di lo que tengas que decir. No es sano guardarse las cosas dentro.
—La madurez no tiene nada que ver con la edad. —Me saca del dormitorio, hacia el
baño—. Lávate la cara.
Yazz me espera mientras sigo sus instrucciones. Me miro fijamente en el espejo. Mi cara
se ve pálida, haciendo que los leves moretones destaquen, y mis ojos se ven perdidos. Inhalo
para tranquilizarme, pero no sirve de nada. Finalmente me rindo y dejo el baño atrás.
Yazz me lleva por las escaleras. Cuando llego a la mesa del comedor, mamá y papá ya
están sentados allí. Papá me mira y nuestras miradas se encuentran, pero yo aparto la mirada.
Mamá sigue mirando su plato de comida. Está jugueteando con su colgante de cruz de oro.
Estoy a punto de darme la vuelta y salir corriendo de la habitación, pero Yazz toma mi
mano en la de ella y me guía a mi puesto. Ella se desliza en el asiento junto a mamá, y yo tomo
el que usualmente ocupa Yazz.
—Digamos gracias —dice Yazz. Ella sostiene la mano de mama y yo coloco mi mano en la
de ella. Yazz mira a nuestros padres—. ¿Bien?
—Padre nuestro, hemos venido juntos a compartir esta comida. Gracias por proporcionar
estos alimentos y permitirnos reunirnos en familia. Bendícenos, Señor, y bendice las manos
que prepararon esta comida… —La oración comienza igual que todas las que decimos antes
de comer cualquier comida, pero pronto Yazz la cambia para entregamos un mensaje
diferente—. Y, Dios Padre, ayuda a esta familia ahora, estamos en una encrucijada, y rezo
para que nos guíes a tomar el camino correcto, Padre celestial. Tú creaste a Kai a tu propia
imagen, y solo tú puedes juzgarlo, Dios Padre. Te pido que les recuerdes a todos este hecho.
Padre celestial, te pido que nos muestres a todos que el amor es amor y que una familia no
puede llamarse a sí misma así cuando existe el odio y la falta de aceptación —dice Yazz—. Y,
Padre, ayuda a Kai a decir lo que necesita decir. Y ayuda a mis padres a escucharlo mientras
hace la cosa más valiente y aterradora. Pido todo esto en el nombre del todopoderoso Jesús.
Amén.
—Comamos.
Con los ojos empañados, miro a mi hermana. No estoy solo en esta casa. Uno a uno, todos
empezamos a comer. El sonido de los cubiertos es todo lo que se puede oír. Yazz oscila la
mirada de mí a mis padres. Suspira.
—Mamá y papá, este es el momento que más he temido desde que tenía diez años. Yo
era así de joven cuando empecé a notar que era diferente de los otros chicos. No fue porque
me sintiera diferente, sino porque todos a mi alrededor insistían en que sería diferente si
fuera gay. Que estaría pecando por ser quien soy. —Mi voz se hace más fuerte ahora. Casi
sueno como yo mismo, excepto por las lágrimas que estoy tratando de aguantar—. Pero yo
sabía que el que yo fuera gay era irremediable. Era igual que el color de mi piel. Algo que es
parte de mí y me hace ser quién soy. Soy el mismo Kai que conocen y aman. Papá, soy el hijo
con el que juegas a baloncesto y llevas al peluquero para que le corte el pelo. Mamá, veo esas
viejas comedias románticas contigo y te ayudo a resolver los crucigramas del periódico. Voy
a ser siempre el Kai Sheridan con el que construyeron todos esos recuerdos.
»Sigo siendo yo. Nada ha cambiado. Lo sé con certeza. Sí, soy gay, pero sigo siendo yo.
Sé lo que dice la Biblia, mamá, pero estoy pidiéndote que pongas tu fe en mí. Te pido que
pongas tu fe en tu hijo. No soy diferente solo porque la sociedad quiera que yo lo sea. Soy el
mismo. Así que, por favor, mamá y papá, ámenme como hasta ahora lo han hecho. ¿Por
favor? —Mi voz se rompe en la última palabra. Levanto la mirada y encuentro a mamá y papá
tratando de contener las lágrimas.
Tengo esperanzas. Por un corto segundo, veo una luz al final de este túnel oscuro y
solitario, pero luego mamá se levanta. Y sin decir una palabra, deja la mesa.
—Te amo, Kai —dice papa. Se levanta y sigue a mamá—. Hablaré con ella.
Trago el nudo en mi garganta. Me levanto para llevar mi plato a la cocina, pero Yazz me
detiene.
—Ve. Yo lo haré.
Asiento y dejo atrás el comedor. Subo las escaleras, y mientras lo hago, trato de ahogar
el sonido de mi llanto.
Que él esté tan preocupado por mí solo hace que lo que estoy sintiendo por él sea más
profundo. Lo que comenzó como un simple gusto y atracción está creciendo y
transformándose en algo más. Me asusta tanto como me emociona.
Bryson.
Cruzo mi habitación y abro la puerta. Asomo la cabeza, pero no hay nadie en el segundo
piso. Abajo escucho a mamá y papá haciendo ruido. Sin embargo, no están hablando. Parece
que la casa todavía está bajo un hechizo de silencio.
Corro al baño y me ducho, luego me lavo los dientes y me afeito. Una vez de vuelta en mi
habitación, comienzo a vestirme. Mato el tiempo ideando cómo evitar pasar por la cocina
Finalmente son las siete, agarro mis cosas de la escuela y corro hacia la puerta.
—Me voy —grito, de nuevo a nadie en particular. Abro la puerta para encontrar a Bryson
allí. Su dedo está levantado para tocar el timbre.
—Estaba preocupado —dice Bryson. Me toma por los hombros—. ¿Estás bien? ¿Te
sucedió algo?
La puerta se abre y Yazz sale. Está vestida para el colegio. Yazz va a la misma escuela
pública que yo fui, así que no usa uniforme escolar. Debo estar soñando porque Yazz nunca
había estado lista para la escuela tan temprano.
Yazz mira a Bryson y luego a mí y luego observa sus manos en mis hombros.
—¿Qué?
—Cuidado con el lenguaje —digo, pero en realidad no lo digo como reprimenda, porque
mi corazón se está derritiendo.
—Es un sí a todo lo que quieras —dice Bryson. Me deja parado allí y sigue a mi hermana.
Parpadeo ante el repentino giro de los eventos.
—Sí, Kai, ¿qué estás haciendo? —Bryson le hace eco. Bryson ayuda a Yazz a subir en el
asiento trasero del jeep y luego me mira. Él levanta una ceja como preguntando, «¿y bien?».
—¿Le dijiste a mamá que te llevaremos a la escuela? —le pregunto cuando me subo al
jeep también.
Bryson y yo compartimos una mirada. No puede luchar contra la sonrisa en sus labios y
yo tampoco.
—Vamos a comer —dice Bryson, lo que le hace ganar una ovación de Yazz. Nos dirigimos
a Glenda's y ambos permitimos que Yazz ordene lo que quiera.
Después del desayuno, dejamos a Yazz en la escuela antes de correr hacia la Academia
Fairvale. El desvío no planificado nos hizo llegar más tarde de lo normal, pero ninguno de
nosotros se queja. Ninguno ha parado de sonreír.
—Tu hermana es increíble —reflexiona Bryson. Toma mi mano y pone allí un inocente
beso.
—Siempre he dicho que podría gobernar el mundo si quisiera.
—Dios. Tu cara.
Bryson saluda.
—¿En serio? ¿De verdad? —Bryson sonríe—. Bueno, los dejo para que hablen. Hasta
luego, Priya, Donny —dice Bryson—. Te veo en Teatro, Kai.
Bryson no llega muy lejos, porque pronto está rodeado de chicas. Vemos cómo Louise
Keaton se acerca a Bryson. La mirada en su rostro es de pura determinación.
—¡¿Qué?! ¿Quién? —pregunta Louise. Ella escanea a las chicas a su espalda buscando
cualquier signo de presunción. Cuando encuentra solo miradas de consternación en sus
rostros, se vuelve hacia Bryson.
—Yo llegué primero —dice Louise—. Así es que quien te invitó a salir lo hizo antes de
llegar a la escuela. No es justo.
—Entonces, ¿de qué estás hablando? —Louise se vuelve hacia nosotros—. Kai, ¿sabes de
qué está hablando? —Parece que la oportunidad de salir con Bryson Keller es suficiente para
que mi exnovia olvide que juró no volver a hablarme nunca más.
—Oh, no. —Quizás algún día podré responderle con honestidad, pero por ahora miento.
—¿Entonces, que sucederá? —le pregunta a Bryson.
—Solo que todo esto del desafío ha terminado —dice Bryson—. Deberías contarles a
tantas personas como puedas. Perdí. Después de las vacaciones de primavera, tomaré el
autobús. —Lanza una mirada triste a su jeep, pero sonríe cuando se vuelve hacia mí.
—¡Terminado! ¿Qué quieres decir con que «ha terminado»? —pregunta Louise. Su rostro
es una máscara de horror. Es como si no pudiera creer lo que está sucediendo.
—Esta perra.
Donny y yo dejamos de caminar y miramos a Priya, pero sus ojos están en su teléfono.
Nos movemos para pararnos a ambos lados de ella. Priya está viendo las últimas novedades
del Heraldo de la Academia Fairvale.
El titular dice «Caso de Armario: “Lo que significa ser un gay Adolescente hoy”».
«No sabes nada, me dijo una vez. Y a través de mi investigación me di cuenta de que sus
palabras eran ciertas. No sé nada (sobre él o la situación que enfrenta). Para la mayoría de
nosotros, salir del armario es una situación abstracta, pero para algunos, es un momento de
vida o muerte. Lo que los define. Y en la escuela secundaria, donde te etiquetan
desenfrenadamente y todos quieren poner a todos en una caja, los adolescentes gays se ven
obligados a ajustarse a lo que la sociedad considera una norma».
«Eric Ferguson, fundador del Club LGBTQ de la Academia Fairvale, dijo esto cuando le
pregunté sobre lo que significa ser gay en esta época: “Que aún tengamos que salir del
armario me molesta, no, de verdad me enoja. La gente heterosexual no tiene este miedo. Son
libres de amar y ser quienes son. Nosotros, por otro lado, somos forzados a vivir en las
sombras, y cuando damos un paso hacia la luz, somos rechazados por hacerlo. Sí, hemos dado
grandes pasos, pero todavía nos queda un largo camino por recorrer hasta que seamos
verdaderamente tratados como iguales”».
«No había pensado en esto. Pero las palabras de Eric están respaldadas por el hecho de
que el protagonista de este artículo ha tenido que esconderse y aferrarse a las sombras, solo
pudiendo ser de verdad él mismo en una ciudad diferente, y muy lejos de la escuela
secundaria».
Siguen dos imágenes. La primera es mía en la fila del concierto de The Graces. Al fondo,
hay un grupo de hombres tratándose de forma afectuosa unos con otros. No se ven ajenos a
mí; parece como si fuera un grupo del que soy parte. Debe haber sido tomada mientras yo
estaba esperando a Bryson. Una imagen vale más que mil palabras, y esta está contando una
historia propia.
«Para los que están en el armario, se trata de esconderse, se trata de mantener la fachada
de que eres normal... Pero, ¿qué significa realmente ser normal? ¿Quién decidió eso? ¿Y por
qué los adolescentes homosexuales todavía se ven obligados a mantener secretos y vivir una
doble vida?».
En la segunda foto aparezco besando a alguien que claramente es un chico. Es la foto que
tomó Dustin, pero el rostro de Bryson aparece borroso. Soy el único que queda expuesto para
que el mundo lo vea.
«Cualquier relación que se desarrolle tiene que ser un centro de atención, como dijo Eric
Ferguson, o deben mantenerse en las sombras, encuentros en áreas apartadas. Es injusto, y
hasta que realicé este artículo no me di cuenta de lo malo que era. Veo ahora que todavía
tenemos un largo camino por recorrer. “No lo sé, tal vez si miras más allá, llegarías a conocer
a mi verdadero yo”, me dijo en lo que sonaba como una petición desesperada. Fue una verdad
dicha en un tono tan fuerte que consideré que no podía ignorarla. Así que quiero que sepas
que te vemos, Kai Sheridan. Te apoyamos. Vive tu verdad».
Me quedo adormecido.
No siento nada.
No oigo nada.
Donny me agarra para sostenerme. Estoy seguro de que sin él me habría desmoronado.
Este secreto que he intentado proteger con todas mis fuerzas ya ha sido revelado.
Nunca así.
30
Traducido por Tati Oh
Corregido por Nea
Editado por Mrs. Carstairs~
Mi congelamiento no dura mucho. Pronto estoy lleno de pura rabia. Nunca había tenido
sentimientos lo suficientemente fuertes para decir que odio a alguien, pero estoy bastante
seguro de que lo que siento tanto por Dustin como por Shannon en este momento es odio,
del tipo profundo que te llega a los huesos.
Al final, sin embargo, pienso que lo haría porque no soy un maldito monstruo. Pero con
el artículo, queda claro que tanto Shannon como Dustin lo son. Prendieron fuego a mi casa
mientras yo estaba encerrado en el armario.
No puedo hablar.
—No. —Empiezo a caminar hacia el edificio. No huiré, aunque realmente quiero hacerlo.
No he hecho nada malo. No dejaré que Shannon y Dustin ganen. Entro al auditorio. Hago todo
lo posible para no preocuparme por las miradas penetrantes y los susurros febriles.
Los quince minutos de anuncios se prolongan, pero me concentro en cada palabra que
dice el director. Ignoro a todos los que a mi alrededor susurran sobre el artículo... sobre mí.
Donny y Priya se mantienen junto a mí. Se convierten en mi escudo. Les ofrezco una pequeña
sonrisa. Es todo lo que puedo ofrecer ahora mismo, una muestra de mi agradecimiento.
Suena el timbre y todos salen del auditorio. Me quedo con mi cabeza agachada y a la
espera de que comience la clase de teatro. Siento el peso de los ojos sobre mí. Hace que se
me ponga la piel de gallina. La sangre corre por mi cara. No porque me de vergüenza ser gay,
sino porque odio la atención. Odio que quien nací para amar sea ahora el último chisme
dentro de la Academia Fairvale. No tiene por qué ser publicado en la portada de un periódico.
Que sea gay no es noticia. «¿Qué diablos estaba pensando Shannon?».
Me levanto y tomo asiento lejos de todos los demás. Saco mi obra de mi bolso y miro una
página al azar hasta que llega la Sra. Henning justo antes de que suene la campana de inicio
de clases.
—Buenos días, mis actores. —Explora la clase y camina hasta detenerse en el centro del
escenario—. ¿Dónde están sus obras? ¿Por qué están tan distraídos hoy? —La Sra. Henning
aplude—. Por favor, todos entréguenme sus trabajos. —Suspira y abre su libro de obras—.
¿Realizamos una audición para roles hoy?
Yo no, yo no, yo no... Se convierte en mi mantra. Tal vez incluso en mi plegaria. Cada vez
que se asigna un rol sin que mi nombre sea mencionado es una bendición. Puedo respirar.
—Ahora, ¿para el papel de Julieta? —La Sra. Henning levanta la vista de su propia obra,
buscando un voluntario en un mar de estudiantes.
—¿Sí, Isaac? —dice la Sra. Henning cuando nota una mano ondeando en el aire—. ¿Te
gustaría leer?
—No —dice Isaac—. Pero creo que Kai podría. Creo que sería perfecto para el papel.
—¿Qué es tan gracioso? —pregunta la Sra. Henning—. Los roles de las mujeres a menudo
eran realizados por hombres. Kai, ¿te gustaría? —Que ella no lo entienda solo empeora las
cosas. Su pregunta es otro golpe en el corazón. No puedo pensar. No puedo hablar. No puedo
respirar.
Todos me miran, me juzgan. Quiero arrastrarme fuera de mi piel. No quiero nada más
que salir corriendo de esta habitación y nunca regresar. Trago saliva y me inclino hacia
adelante. ¿Lo hago? ¿Les doy a toda la satisfacción de actuar como Julieta, como quieren? ¿O
los ignoro?
—Yo lo haré. —Al igual que el lunes pasado, Bryson llega tarde a la clase de Teatro. Su
voz es fuerte y clara. Todos miran a Bryson mientras camina hacia el escenario. Yo no. No
puedo.
—Llega tarde, Sr. Keller —dice la Sra. Henning—. Nos vemos en el almuerzo.
—Sí, señora —dice Bryson—. Pero, aun así, déjeme leer el guion.
—Como desee.
Bryson se sienta. Quiero preguntar qué pasó, a dónde fue, pero no estoy en condiciones
de hacerlo. En vez de eso, dirijo mi atención a la página frente a mí. La miro fijamente hasta
que suena la campana.
No espero a nadie. Ni siquiera a Bryson. Estoy fuera del escenario y salgo por la puerta
incluso antes de que termine de sonar el timbre. Camino muy rápido hacia mi próxima clase
con la cabeza gacha. Es mi único objetivo. Me doy cuenta tarde del infierno que me espera a
continuación
La Academia Fairvale tiene un horario que dura dos semanas. Entonces por dos semanas
se sigue el mismo programa. La semana pasada, no tuve educación física en el segundo y
tercer período, pero ahora sí.
Es mucho después de que el cambio de hora haya terminado, y estoy de pie y mirando
las puertas del gimnasio. Estoy tratando de convencerme de entrar cuando alguien se detiene
a mi lado. Aturdido, me doy vuelta y encuentro a Bryson allí. Su pecho está agitado porque
corrió todo el camino hasta aquí, corrió detrás de mí. Somos los únicos dos en este pasillo.
—Ve a clase —le digo. Bryson no tiene educación física conmigo—. Yo no quiero ser la
razón por la que salgas del armario. Me niego a dejar que te lo hagan a ti también.
Antes de que nos vean juntos, entro al gimnasio y camino hacia los casilleros. Puedo
escuchar a los otros chicos que ya están ahí. El miedo convierte mi sangre en piedra. La puerta
se abre y todos se detienen para mirarme.
—Creo que estás en el lugar equivocado —dice uno de los chicos—. El vestuario de niñas
está al lado. —Me estremezco. Las palabras son como piedras.
Cualquiera que piense que la homofobia no existe hoy en día y en esta época, nunca ha
sido un chico gay en el vestuario de varones. Debería decir algo. Defenderme. Hacer una
broma o una mofa o algo. Pero no lo hago. No puedo.
La puerta se abre detrás de mí. Brevemente, espero que sea Bryson. Que no me ha hecho
caso y que ha venido a defenderme, a salvarme una vez más. Sé que es injusto esperar eso
de él, pero a mi corazón no le importa.
—Te lo advertí.
Me vuelvo para mirar el rostro de Dustin Smith. Él tiene un labio recién roto, pero parece
presumido, feliz, incluso. La rabia inunda todo mi ser. Me vuelvo hacia él y lo agarro por la
camisa. Dustin es todo lo que yo había pensado que era antes... No, en realidad, es peor.
—Te dije que usaría la foto. Iba a borrarla, pero te vi ayer en su casa. No me escuchaste.
Supuse que Shannon sabría qué hacer con ella. No sabía que había estado trabajando en un
artículo todo este tiempo. Supongo que todo encajó, ¿eh? —dice Dustin.
—¿Cómo pudiste? —Mi voz es baja, pero de alguna manera todos en el camarín detienen
lo que están haciendo y me miran.
Dustin sonríe.
—Escucha, Kai, me siento halagado y todo, pero realmente no me gustan los chicos.
Los chicos a mi espalda se ríen. Todo esto les resulta divertido. Es como si no se hubieran
dado cuenta de que han cambiado mi vida para siempre.
—Kai, ¿estás bien? —Las lágrimas nublan mi visión, pero incluso sin poder verlo
claramente, sé que es Bryson. No se ha ido. Me estaba esperando.
La sinceridad de sus palabras es como una marejada chocando contra mi voluntad. Casi
me rindo, casi. Lo estudio. El uniforme de Bryson está desordenado, y sus puños están
magullados. ¿Es él la causa de que Dustin tenga un labio roto?
—Quiero estar solo —digo. Me doy la vuelta para alejarme. Bryson me llama, pero lo
ignoro.
Necesito pensar.
Necesito sentir
Necesito un respiro.
Camino sin rumbo, solo con la voluntad de dejar este lugar y nunca volver. Mis pies me
llevan y los sigo sin discutir. Los estudiantes que permanecen en los pasillos se detienen y me
miran, pero no me importa. El dolor no me puede dañar.
Mi casa está a diez minutos de la escuela en auto, pero hoy caminaré. Para cuando llego
a nuestra calle, me duelen los pies en estos zapatos y estoy bastante seguro de que mis
calcetines están mojados con algo más que sudor. Tampoco me importa. Me siento
demasiado vacío como para que me importe.
Estoy tan perdido en mis propios pensamientos que apenas noto las cosas a mi alrededor.
No advertí que el auto de papá está en el estacionamiento, y no es hasta que estoy en la
puerta de entrada que me doy cuenta de que está trabajando en casa hoy.
Entonces mis lágrimas brotan. Me atrae hacia su pecho y me abraza mientras libero todo
lo que estoy sintiendo.
Papá nunca se ha negado a mostrarme afecto. Él nunca ha creído que los niños no deben
ser abrazados, besados o amados. Y así es como papá se queda ahí, abrazándome fuerte
mientras yo sollozo.
Entremedio de mi llanto, le cuento todo. Relato sobre todo lo que pasó en la escuela. E
incluso cuando ya no tengo más palabras y todo lo que me queda son mis lágrimas y mis
mocos, él me abraza.
—Todo va a estar bien, Kai —dice papá. Sus palabras son lo que necesito en este
momento—. Lo siento y te amo. Yo siempre te amaré. —Él me sostiene con el brazo
extendido—. ¿Qué tal si te preparo algo para comer?
—Lo sé, hijo, lo sé. —Camina alrededor de la isla hasta mí y vuelve a abrazarme—. Debe
haber sido muy difícil para ti cargar con este peso tú solo.
Asiento.
—Lamento que haya sucedido de esta manera. Pero no lamento que lo sepamos. —Papá
se inclina para que estemos frente a frente—. Quiero decirte que te amo y te acepto.
—Tengo miedo, papá —admito—. Todo ha cambiado ahora que la gente lo sabe. Ya no
soy solo Kai Sheridan. Soy Kai Sheridan el gay.
Papá suspira.
—Va a ser duro, pero quiero que vivas tu vida por ti de aquí en adelante. Te mereces ser
feliz. Te mereces amar y ser amado.
—¿Qué hay de mamá? —pregunto—. ¿Alguna vez lo aceptará? ¿Alguna vez me aceptará?
—Por supuesto que sí —dice papá. Y suena tan seguro que me encuentro queriendo
creerle con cada fibra de mi ser—. Sé que puede ser injusto para ti, pero dale a mamá algo de
tiempo. Ella te ama y nada va a cambiar eso. Nada podría jamás cambiar eso. —Papá suspira
otra vez—. Creo que es el impacto de todo esto lo que nos hace actuar como tontos. Pero eso
no depende de ti. Quiero que seas feliz.
Yo también quiero eso. Quiero ser feliz. Quiero vivir, es todo lo que siempre he querido.
Papá vuelve a agarrar el queso. Termina de rallar, abre el pan y empieza a preparar un
sándwich de queso a la plancha. Miro como papá pone mantequilla en ambos lados antes de
colocar el sándwich en una sartén bien caliente. Chisporrotea. Papá me está preparando mi
sándwich favorito.
Yo sonrío. Aunque las cosas están agitadas entre nosotros, puedo decir que sé que
mejorarán. Nada volverá a ser igual.
Cuando empiezo a comer, papá sale de la cocina. Regresa con su computadora y se sienta
a mi lado. No hablamos. No es necesario. El solo hecho de tenerlo a mi lado me ayuda. Papá
coloca una hoja de papel doblado frente a mí. La abro y la leo:
Es con gran pesar que he escrito esta carta, pero era necesario. Espero
ver alguna mejora en su comportamiento pronto. Por favor, no vuelvan a
decepcionarme. Aunque estoy enojada con ustedes, todavía los amo a
ambos.
—Yazz.
—Es cierto cuando dicen que los niños no nacen con odio ni prejuicio —dice papá—.
Somos nosotros quienes les enseñamos esas cosas. Yo nunca dejaré de lamentarme tanto por
ti como por Yazz, Kai. —Papá me da una palmada en el hombro. Giro para mirarlo y descubro
que él también contiene las lágrimas. Voy hasta él y lo abrazo. Papá me abraza de vuelta.
Asiento.
●●●●●●
Estoy en el fregadero lavando los platos cuando escucho el chirrido de unos neumáticos.
La puerta de entrada se abre con un estruendo y mamá irrumpe en la cocina.
—Recibí tu mensaje de texto. ¿Qué sucede? —le pregunta mamá a papá. No los miro,
concentro toda mi atención en los platos. Papá le dice lo que sucedió con el Heraldo de la
Academia Fairvale.
—¿Qué? —grita. Mamá gira sobre sus talones y sale rápidamente de la habitación.
—Voy a lidiar con esos malditos. —Escuchar a mi mamá maldiciendo hace que se me
caiga el plato. Se hace añicos, pero no me muevo para recogerlo. En vez de eso, me vuelvo
para mirar a mi madre.
Mamá deja a papá parado allí, y un momento después, él corre fuera de la casa también.
Corro hacia los escalones de la entrada. Papá persigue a mamá. Para cuando él consigue
que detenga el auto, ella ya está frente a la casa del vecino. Creo que papá está tratando de
convencerla de que vuelva a casa, para hablar bien las cosas. Pero en vez de eso, él también
se sube al auto.
Apenas he dormido. Mi mente está frenética con todo lo que ha sucedido. Tomo mi
teléfono y lo encuentro muerto. No me he molestado en cargarlo. No me he molestado en
hacer mucho más, aparte de quedarme aquí y mirar al techo.
Anoche escuché a mamá decir que hoy trabajaría desde casa. Es otra razón por la que no
quiero salir de mi habitación. Todavía hay cierta incomodidad entre nosotros. Suspiro. Tengo
curiosidad por saber qué pasó ayer, pero cuando cierro los ojos, puedo recordar vívidamente
el dolor. No ha desaparecido todavía
—¿Kai, puedo entrar? —pregunta mamá. Su voz es suave e insegura. Espero el giro de la
manija de la puerta, pero no llega. En cambio, se detiene y espera.
—Eh... seguro. —Me siento y paso una mano por mis rizos. Mamá entra en mi habitación
como si fuera la primera vez que lo hace. Mira a su alrededor antes de que sus ojos se posen
en mí.
Exhala.
—Necesitamos hablar.
Asiento con la cabeza. Cruza la habitación y toma asiento en mi escritorio. Las manos de
mamá descansan sobre sus rodillas y las agarra con fuerza. Parece nerviosa. Yo también. La
última vez que hablamos en esta habitación, no salió bien. Aguanto la respiración y espero a
que empiece.
—Lo siento —dice mamá. Me mira directamente a los ojos cuando lo dice—. Me
equivoqué y te lastimé y lo siento mucho.
Las lágrimas brotan de sus ojos, y mamá intenta contenerlas parpadeando y falla.
»Te lastimé, eso lo sé. Pedir perdón no parece suficiente, pero es todo lo que puedo hacer.
Te fallé, Kai. Pero prometo intentarlo, seguir intentándolo para que nunca vuelva a suceder.
—Lamento haberte decepcionado —le digo. Las lágrimas corren por mis propias mejillas.
—No lo hiciste, Kai. Eres perfecto tal y como eres. —Mamá entierra su rostro entre sus
manos—. Mi hijo es perfecto tal como es. —Suena como si estuviera hablando con otra
persona.
Me levanto y acorto la distancia entre nosotros. Solo dudo una vez antes de abrazarla.
Los brazos de mamá me rodean instantáneamente. Se aferra a mí. Nos quedamos así hasta
que los dos dejamos de llorar. Mamá se echa hacia atrás y sostiene mi rostro. Lo toma entre
sus manos y usa sus pulgares para limpiar mis lágrimas secas.
—Deberías lavarte —dice mamá, mirando su reloj—. Luego ven a desayunar. O almorzar.
Tu papá cocinó. Solo estoy a cargo de recalentar.
—Eres insoportable —dice mamá. Se pone de pie y me deja solo en mi habitación. Cierro
los ojos y disfruto de lo que acaba de suceder. Pieza a pieza siento que mi corazón va tomando
forma.
Cuando abro los ojos, noto que mamá ha dejado dos cosas en mi escritorio. La primera
es la tira de fotos de Bryson y yo. Está arrugada pero intacta, muy parecida a mí. Lo tomo y
estudio esos recuerdos felices perfectamente capturados. Lo extraño.
Felicidades...
10
N. del T. Tisch School of Art, universidad estadounidense especializada en artes.
Grito y escucho a mamá reír detrás de mi puerta.
Me apresuro a cargar mi celular. Cuando está encendido, borro todos los mensajes y
notificaciones sin leerlos. Abro mi cámara y tomo una foto de mi carta de aceptación. Lo envío
por mensaje de texto a nuestro chat grupal.
Abro un nuevo mensaje de texto para Kelly y hago una pausa. Toco el botón de editar y
cambio el nombre a Bryson. Quiero compartir esta noticia con él, pero no sé cómo. Miro la
tira de nuestras fotos. Nos vemos tan felices y esperanzados.
Deberíamos hablar.
Lo elimino.
¿Podemos vernos?
Resoplo. No hay forma de que tenga la confianza para enviar eso. Molesto conmigo
mismo, tiro mi teléfono a la cama y bajo las escaleras para celebrar mis buenas noticias.
●●●●●●
Más tarde, cenamos. Papá no estaba de humor para cocinar, así que ordenamos comida.
Estamos celebrando mi aceptación, ambas. Después del sábado por la noche, pensé que una
cena como esta sería imposible y, sin embargo, aquí nos sentamos el martes por la noche.
Casi se siente normal.
Yazz suspira profundamente antes de comenzar a enumerar todas las cosas que la
molestaron en la escuela hoy.
—Voy a dejar pasar eso porque sé que estás pasando por un momento difícil.
—Lo aprecio.
—Oh, Kai, necesitas ver a la Sra. Coleman cuando regreses a la escuela —dice mamá—.
Pero no hay prisa. Puedes volver cuando te sientas listo.
Suspiro.
—No quiero que piensen que han ganado, que me han ahuyentado. No les daré la
satisfacción.
Por un segundo, pienso en mentir. Pero estoy harto de las mentiras, he terminado con el
escondite.
—Es Bryson.
Salgo de la casa y cierro la puerta detrás de mí. El aire frío de la noche me saluda. Estoy
extrañamente nervioso de ver a Bryson. No sé por qué está aquí, pero una gran parte de mí
está contenta de que lo esté, feliz de poder verlo, aunque sea por un momento.
Bryson se baja la sudadera con capucha y, por primera vez, puedo ver su rostro. Está
amoratado. Sin pensar, acorto la distancia entre nosotros y lo alcanzo.
—Una suspensión de tres días no es tan mala —dice Bryson—. Valió la pena.
—Lamento que te haya hecho esto. —Bryson parpadea para contener las lágrimas. La
traición es una nueva herida para él. Está herido igual que yo. Y no puedo hacer nada para
ayudarlo, porque en este momento ni siquiera puedo ayudarme a mí mismo.
Me doy cuenta de que estoy sosteniendo el rostro de Bryson. Me muevo para alejarme,
pero Bryson agarra mi mano y me atrae hacia él en un movimiento completo.
—Lo siento —digo. Mis brazos están a mis costados. Tengo tantas ganas de abrazarlo,
pero creo que necesitamos un tiempo separados. Necesito lidiar con el lío que es mi vida
antes de poder arrastrarlo a él.
Doy un paso atrás y Bryson me deja ir de mala gana. Estudia mi rostro y debe ver lo que
voy a decir como si ya estuviera escrito allí.
—¿Necesitas tiempo?
—No lo estés. No me gusta, pero lo entiendo. —Entonces sonríe. Una sonrisa pequeña y
tímida. Bryson se dirige hacia el jeep. Se detiene en la puerta—. Llámame si me necesitas. En
cualquier momento y en cualquier lugar. —Entra y baja la ventanilla.
Estoy feliz y triste a la vez. No quiero nada más que perseguir sus luces traseras que
desaparecen, pero sé que no debería. No puedo ahora. No sacaré a otra persona contra su
voluntad. Quizás cuando todo se calme, podamos volver a ser como éramos.
—Llámame si pasa algo —dice mamá. Está de brazos cruzados frente al edificio.
—Estaré bien.
—Aun así.
Debido a mi llegada tardía, los pasillos están vacíos. La Sra. Coleman es la consejera
vocacional, y aunque he estado en su oficina varias veces, nunca he estado allí con un
problema real de honestidad con Dios. Golpeo la puerta.
Entro a la oficina y la encuentro sentada detrás de su gran escritorio. Me ofrece una cálida
sonrisa y señala la silla vacía frente a ella.
Lo hago.
La Sra. Coleman me entrega algunos folletos. Leo el primero: «Está Bien Ser Gay». Luego
el siguiente: «Mi Sexualidad y Yo». Y el final, y quizás mi favorito: «Gay También Significa
Feliz».
Los volteo para ver quién los escribió y trato de ocultar mi sorpresa cuando leo, Denise
Coleman.
»Bueno, como les dije a tus padres el lunes, la Academia Fairvale no tolera tales desvaríos
—dice la Sra. Coleman—. Este asunto será tratado con severidad y el Heraldo de la Academia
Fairvale está bajo revisión. Estamos interrogando al editor y hemos llamado a sus padres, pero
ella se niega a revelar si tuvo alguna ayuda con el artículo. Ella afirma que está protegiendo a
su informante. —La Sra. Coleman chasquea la lengua—. No puedo creer que cosas como esta
sigan sucediendo.
Y esa es la verdad del asunto. Mucha gente cree que estas cosas ya no suceden... pero
suceden. Todavía hay gente que tiene que luchar solo para existir, solo para amar. Así como
todavía hay personas que harán todo lo posible para hacer de ese simple derecho humano
algo inalcanzable.
—Dustin Smith le envió una de las fotos. No estoy seguro acerca de la otra, pero creo que
fue ella quien la hizo —digo. No me siento mal por decir que fue Dustin. Lo imparcial es
imparcial, después de todo.
—Mmm. Ya ha sido suspendido por pelear. —La Sra. Coleman toma nota—. Pero se lo
pasaré al subdirector Ferguson. Hablaremos con él y sus padres cuando regrese. —Levanta la
vista—. Ánimo.
La campana suena. Donny y Priya llegan cinco minutos después. Priya se apresura a
abrazarme. Me río. Donny no duda en unirse.
—Podrías haberte tomado el resto de la semana libre —dice Donny—. Nadie te habría
culpado.
—Estoy cansado de huir. —Termino mi refresco—. Este soy yo. Ya es público, así que bien
podría enfrentarlo.
Sonrío. Comenzamos a caminar hacia la cafetería, pero nos detenemos cuando Shannon
aparece a la vista. Nos mira exactamente al mismo tiempo, pero continúa como si solo pasara
por delante de nosotros. Eso me enoja.
—¿Disculparme por qué? —pregunta Shannon. Ella se cruza de brazos—. Hice mi trabajo,
informé una historia, eso es todo. Creo que te ayudé.
—El Heraldo no es un tabloide —dice Priya—. Pensé que querías ser una reportera de
verdad.
—Obtuvo la mayor cantidad de visitas que cualquier historia este año. Yo llamo a eso un
éxito.
—Eso es lo que pasa contigo, Shannon. Nunca te arrepientes realmente cuando lastimas
a alguien —digo—. Siempre tienes excusas, siempre tienes tus razones. Y siempre importan
más que el daño que causaste. Eso es lo que te convierte en una mala persona.
—Ni siquiera vale la pena —digo. Me encuentro con su mirada—. ¿De verdad crees que
una historia como esta te sacará de la lista de espera?
—Debes saber que mis padres aman a Kai. Cuando les conté lo que pasó, se sintieron
muy molestos. Papá incluso se ofreció a llamar él mismo al presidente de la junta escolar. Van
a jugar al golf todos los domingos por la tarde. —Donny me sonríe—. Vamos a comer. Estoy
hambriento.
Los tres dejamos a Shannon parada allí con la boca abierta. Cuando estamos fuera de su
alcance, le susurro a Donny:
—Sí —dijo Donny—. Está llamando a tus padres hoy para arreglar algo. Estoy bastante
seguro de que Shannon ha escrito su última historia en la Academia Fairvale. Y estoy bastante
seguro de que puede despedirse con un beso de ser la mejor estudiante.
—Estoy tratando de usar malas palabras alternativas en lo que a ella respecta. Los
normales han dejado de sentirse bien.
—¿Fue vergonzoso?
—Un padre que defiende a su hijo nunca debería ser vergonzoso —dice Priya.
—Cállate, Donald. —Pero no hay malicia detrás de las palabras de Priya. Donny
simplemente sonríe y moja una papa frita en kétchup.
Me río.
—¿Qué pasa?
—Solo quería comprobar cómo te estaba yendo. —Eric sacude su cabeza—. No sabía que
mi cita se usaría para eso. Lo siento.
—No es tu culpa.
—Al diablo con Shannon. Quiero que sepas que mamá está molesta. Dice que va a
castigar a todos los involucrados en esto.
—¿En serio?
—Por supuesto. Las salidas no son novedades. Son una violación. Y son algo que nunca
debería suceder en la Academia Fairvale. Esto le ha dado al club LGBTQ una nueva misión. —
Eric se mueve sobre sus pies—. Sabes, siempre puedes venir a una reunión si quieres.
Nosotros más que luchar por los derechos y hablar de cosas serias, también pasamos el rato
y nos divertimos. A veces es bueno pasar tiempo con personas que lo entienden.
11
N. del T. Anteojeras: Par de pequeñas pantallas unidas a la brida de un caballo para evitar que vea de lado a
lado y por detrás. Aquí lo utiliza como una forma de decir que ha decidido no prestar atención a lo que sucede.
—No hay problema. Avísame si alguna vez necesitas algo.
—Haz crecer algunas neuronas, Isaac —dice Eric poniendo los ojos en blanco. Se despide
con un saludo. Lo veo irse antes de volverme para mirar a Isaac.
—¿Qué?
—¿Hacer ese comentario te hizo sentir mejor? ¿Te hizo sentir bien?
—¿De qué estás hablando? —pregunta Isaac—. Solo era una broma.
—Los chistes están destinados a ser divertidos, idiota. —Cruzo los brazos y lo miro—. Ese
no lo era.
—Perdedor.
Lo veo alejarse. Esta será mi nueva realidad ahora que estoy fuera. Siempre habrá alguien
como Isaac esperando entre bastidores para decir o hacer algo homofóbico. No está bien y
no es justo. Pero es la vida.
Seré feliz a pesar del odio y los pendejos homofóbicos. Y si me caigo y tropiezo, sé que
tendré gente que me levante, que me apoye.
Mi salida del armario pudo haber sido menos que ideal, pero, aun así, sé que soy uno de
los afortunados.
Sobreviviré a esto.
Viernes
34
Traducido por Emma
Corregido por Nea
Editado por Mrs. Carstairs~
He superado otro día más de clases. El jueves pasó tan rápido que sentí que me lo salté
por completo. Hoy fue el día más fácil hasta ahora. Pero, aun así, estoy exhausto. Siento como
si pudiera dormir por una semana. En lugar de eso, pongo música y abro mi cuaderno.
Reviso mi celular para ver si hay algún mensaje. Bryson no me ha escrito desde que
hablamos afuera de mi casa. Me entristece, aunque sé que fui yo quien pidió tiempo. Texteo
rápidamente en el chat de grupo y dejo el celular. Justo después, escucho un golpe en mi
puerta y Yazz asoma su cabeza.
—¿Estás ocupado?
—¿Por qué?
—¿Para mí? —Giro mi silla para mirarla. Está sosteniendo su libreta de dibujo—. ¿Qué
es?
Abro la libreta y descubro el primer comic de Yazz. Es sobre un superhéroe gay. Uno que
se parece mucho a mí.
—¿Cuándo lo empezaste? —pregunto. No hay forma de que Yazz haya terminado esto
desde la noche del sábado.
—La semana pasada —dice Yazz—. Después de descubrir lo que estaba pasando entre
Bryson y tú.
—¿Qué? ¿Cómo?
—Siendo honesta, lo he estado sospechando durante un tiempo —dice Yazz. Empuja sus
gafas negras de nuevo en su lugar—. Pero lo confirmé cuando vi un mensaje en tu celular.
Kelly es Keller, ¿verdad?
—Soy inteligente —dice Yazz—. Además, te conozco, Kai. La sonrisa que tenías cuando
leías aquellos mensajes fue una clara revelación. Creo que nunca te había visto así de feliz, así
de libre.
—¿Entonces lo sabías incluso antes? —pregunto—. ¿Y lo mantuviste en secreto?
—Por supuesto. —Se encoge de hombros—. Sabía que saldrías del armario cuando
estuvieras listo. Pero me hizo feliz que tuvieras a alguien como Bryson cerca cuando lo hiciste.
Paso las páginas del comic, admirando no solo el talento de mi hermana menor, sino
también su amabilidad. Este es el mejor regalo que he recibido alguna vez, sin lugar a dudas.
—Sí, sí, sí —dice Yazz—. No nos dejemos llevar. —Me mira—. ¿Bryson todavía es tu
novio?
—Claro.
—Entonces comienza a actuar como tal. —Suelta un suspiro—. Sabes que odio esas
tramas en las que el protagonista decide darse por vencido con la persona que ama, por
querer protegerla. —Me observa fijamente—. Eso es lo que estás haciendo ahora mismo.
Estás tratando de proteger a Bryson, pero no te das cuenta de que, en su lugar, lo estás
lastimando.
Saco el celular de mi bolsillo y abro Instagram. Abro el perfil de Bryson. Ha publicado algo
nuevo. Contengo la respiración. Es una foto de ambos, una que nos tomamos el domingo
pasado. Él tiene la cabeza inclinada cerca de la mía y estoy sonriendo de una manera que no
había visto antes. Me veo feliz; ambos lo hacemos. Pero aún más que la foto, la descripción
capta mi atención y mi corazón se acelera.
«Fue real antes. Y es real ahora. Voy a usar mi deseo ahora. Deseo que estés aquí. Te
extraño».
Permanezco sentado y mirando fijamente, sin ver. Mi hermana tiene razón. He sido un
idiota. He alejado a Bryson para protegerlo, pero no le he preguntado cómo se siente con
todo esto. Ahora estoy mirando la respuesta a mi pregunta sin realizar. Esta foto me recuerda
que no se trata solo de mí. Hay dos personas en esta relación.
—Yazz nos escribió, diciendo que iba a poner tu trasero en marcha —explica Priya—. Así
que vinimos a cumplir con nuestra parte.
Miro hacia atrás a la casa, donde está la mente maestra de mi hermana. Asombroso.
—Además, vimos la publicación de Bryson. Parece que el Rey tiene un lado romántico
después de todo —dice Donny.
—No puedo creer que Bryson acabara de salir del armario. Esto es estupendo —dice
Priya—. Vamos. Estamos perdiendo tiempo.
Donny asiente y sube al asiento del conductor y Priya abre el lado del copiloto. Subo a la
parte de atrás.
Priya enciende la radio y se decide por una canción de amor. Satisfecha con su elección,
sube el volumen.
Donny enciende el auto y nos vamos. Mientras nos dirigimos a la playa, espero que
Bryson esté ahí todavía. La foto fue publicada hace quince minutos. Si no está en Melody
Beach, lo llamaré. Lo veré hoy. Arreglaré lo que he arruinado.
Asiento.
—Dile a Bryson que mañana tendremos una cita doble. Todavía tenemos que aprobarlo.
—También debemos preguntarle cuáles son sus intenciones con nuestro dulce niño
inocente.
—Por favor, no me avergüencen —me quejo—. He pasado por mucho esta semana.
Logro encontrarlo en la distancia. Bryson está de pie cerca de las olas, con su espalda
hacia mí, mirando fijamente el sol poniente.
—Vine a verte.
—¿Por qué?
—Siento haberte pedido un tiempo. Solo lo hice porque no quería que salieras lastimado
por mi culpa.
—Lo sé —digo—. Lo vi. —No puedo evitar sonreír también. Aun así, le pregunto—: ¿Estás
seguro?
—Sí. —Apoya su frente contra la mía—. Esta fue mi decisión. Sé lo que quiero, y quiero
estar contigo —dice Bryson—, sin importar lo que cualquiera pueda decir. Me gustas, Kai
Sheridan. Me gustas mucho.
No pensé que pudiera llorar más después de esta semana, y aquí estoy, llorando otra vez.
Es completamente vergonzoso. Bryson se ríe, y le doy un golpe en el pecho.
—Lo sé. —Bryson guiña un ojo. Se acerca y limpia mis lágrimas con sus pulgares—. Tienes
suerte de tener un novio tan tierno.
—Sí, la tengo.
Entonces Bryson me besa, y lo intensifico. Justo como quería hacer antes, sigo la línea de
su mandíbula. Bryson muerde mi labio inferior y gimo. Nuestras bocas se mueven contra la
otra, y eso se convierte en lo único que importa.
Sonrío y miro mi reflejo. Llevo un hermoso traje azul oscuro, y bajo la chaqueta, una
sencilla camisa blanca con una pajarita a juego.
—Sabes que siempre le hizo ilusión que usara este traje en algún momento importante.
Con él se graduó de la universidad.
—Podrías haberte puesto vestimenta xhosa y reivindicar tus raíces, pintarte la bandera
LGBT en la cara, ponerte una peluca. ¡ALGO! —exclama mientras salgo de mi dormitorio y
bajo las escaleras de dos en dos. Estoy emocionado, ¿es posible sentir felicidad saliendo por
los poros? Por desgracia creo que es sudor por mi nerviosismo.
—¿Y vas a ser tú quien me impida ponérmelo? —le digo abriendo mucho los ojos y
poniendo morritos. «Toma, ¿ya no eres tan lista, eh?».
—Touché.
Me muevo rápido, no hay tiempo, en diez minutos Bryson vendrá a recogerme. Entro al
baño y empiezo a peinarme el pelo con los dedos, colocando gomina para echarlo hacia atrás.
12
Estas escenas no son canon, las hemos escrito los miembros del staff porque nos ha gustado mucho este
libro. No somos escritores profesionales (y se nota) pero sí somos fans de Kai y Bryson y por ello hacemos esto.
¡Que lo disfruten!
—Me gusta verte así de emocionado —murmura intentando que no la entienda.
—¿Estás bien, Yazz? ¿Estás diciendo algo bonito sobre mí? ¿Algo… sentimental? —digo
enfatizando y alargando la última palabra.
—Me encanta que hayas salido del armario pero estos aires de diva no me gustan tanto
—dice en defensa, pero sonríe. Estos últimos meses han sido cruciales para nuestra relación,
nos hemos vuelto mucho más cercanos.
Después de mi dramática salida de armario, y la posterior de Bryson, puedo decir que las
cosas han ido bien. Mis padres están especialmente enfocados en “reforzar los lazos
familiares”, como ellos dicen, y e intentan constantemente dialogar con nosotros para que
nos sintamos cómodos y abrirnos con ellos. Valoro el esfuerzo, realmente lo hago, una
pequeña parte de mí piensa “demasiado tarde”, y desea que hubiera sido así desde que tenía
diez años, pero esa pequeña parte negativa no vale la pena. La desecho y me alegro que Yazz
se vaya a criar en un ambiente así.
—¿Se puede saber qué problema tienen todos con que vaya gritando mi sexualidad? —
exclamo.
La miro contrariado y siento que acaba de hacer una referencia que no entiendo. Es más
experta en la cultura pop LGBT que yo, y eso me preocupa y me fascina a partes iguales.
Cuando termina con mi cabello, Bryson me escribe un mensaje diciendo que está fuera
esperando. Agarro todas mis pertenencias al vuelo y estoy a punto de salir por la puerta
cuando mis padres aparecen.
Están en la isla de la cocina, uno junto a otro, con sonrisas de cómplice en sus caras, y mi
padre sostiene una cámara de fotos entre las manos. Parecen una caricatura, pero amo que
sean así.
—Sabemos que lo de las fotos no es lo tuyo pero… —comienza mi padre, hasta que le
interrumpo.
—No, está bien. Es una ocasión especial. ¿Por qué no? —Ellos se miran asombrados pero
me siguen la corriente.
Mi madre mira a mi hermana y lanza rayos por los ojos. «¿Cómo es capaz de saberlo
todo?».
Oh…
La relación entre Bryson y mis padres los últimos meses ha sido… especial, por decirlo de
alguna manera.
Al principio Bryson estaba muy enfadado, no quería verlos, odiaba lo mal que lo pasé por
todo el conflicto “post-salida del armario”. Pero finalmente comprendió que no es quién para
decidir si mis padres merecen que les perdone, eso lo elijo yo, solo yo. Por tanto, llevamos
unas semanas intentando que se forme una bonita relación entre ellos, aunque no está
saliendo como esperaba. Al principio era incómodo, no porque Bryson sea un chico, sino
simplemente porque tenga pareja. Al principio y… ahora también. Hay pequeños oasis de
comodidad, pero las conversaciones no trascienden el Liverpool, el Manchester, y los
innumerables ofrecimientos que Bryson le ha hecho a mi madre para enseñarle a cocinar
guisado. Yo siempre le digo que mi padre lleva intentándolo veinte años pero sigue
empeñado. ¿Algún manual de cómo hacer que tus padres y tu novio se lleven de película? Si
no existe, hago un llamamiento para que alguien lo escriba.
—¿Quieren que le haga pasar para la foto? Podrían haberle avisado ustedes mismos —
digo. Mis padres sonríen y asienten, ambos al mismo tiempo.
Mientras esperamos a que entre, se hace este incómodo silencio en el que nadie sabe a
dónde mirar.
—Por cierto, te queda genial el traje —dice mi padre—. Tengo el trabajo de mis sueños y
lo conseguí con él —exclama con una sonrisa.
En realidad no me queda genial, está un poco desgastado en las solapas y hay unos
cuanto hilos que cuelgan, pero me alegra que me vea como Kai, su hijo, el que siempre quiso
que se pusiera este traje en la graduación. A veces, que las cosas se sientan normales, es lo
mejor.
Cuando Bryson entra me quedo petrificado mirándole. Lleva literalmente un traje igual
al mío, pero más ceñido y nuevo. Azul marino, deslumbrante. Camisa perfectamente
planchada, hasta gemelos en las muñecas. El cabello está impecablemente peinado, aunque
un poco desordenado arriba, como siempre, dándole ese aire desenfadado.
«No voy a verbalizar lo que estoy pensando porque mis padres no me dejarían salir por
la puerta», pienso.
—Hola —exclamo simplemente. Bryson me sonríe y veo que se inclina para besarme,
pero recuerda dónde estamos y se yergue enseguida. «Paso a paso, poco a poco» es nuestro
nuevo lema. Nada que ver con la libertad que se siente en casa de Bryson, pero valoro cada
pequeño avance que tenemos. En su lugar, me abraza.
—Hola —responde mientras nos separamos—. El traje de tu papá, ¿verdad? —No deja
de sonreír. Es todo arruguitas en los ojos y rostro resplandeciente. Asiento en respuesta sin
apartar la mirada. Literalmente no puedo.
Mis padres le saludan con más efusividad de la usual y nos colocamos uno junto al otro
para la famosa foto de antes del baile de graduación. Estamos rígidos, hombro contra
hombro, con las manos juntas delante, como si esto fuera una sesión de fotos para el anuario.
—Chicos, relájense, parece que están por entrar en prisión. He visto fotografías de presos
con más garbo —dice Yazz. La contemplamos perplejos bajo la mirada atenta de mis padres,
y con un bufido de exasperación, se levanta del taburete y se acerca a nosotros.
Me agarra de los hombros, me coloca más cerca de Bryson. Pone su brazo en la parte
baja de mi espalda. Gira mi cuerpo ligeramente hacia él. Me hace rodear su espalda con el
brazo que tengo colgando inerte junto a su cuerpo.
—Así me gusta, Vogue debería contratarles —dice Yazz sin poder esconder la emoción.
Mi novio y yo (aún no me creo que pueda decir esto) nos recreamos y hasta comienzo a
disfrutarlo.
Mi padre se ríe, se mueve, se agacha, enciende el flash aunque no sea necesario, carcajea
mientras finge ser un fotógrafo profesional.
«Soy feliz».
●●●●●●
—Ufffffffff —exclama Bryson cuando entramos al jeep blanco por excelencia—. Al
principio fue intenso, pero ha acabado bien, ¿no?
—No tienes por qué inquietarte —dice como si me leyera la mente—, estaremos los de
siempre, Donny, Priya, Eric, Alex, y… tu fantástico novio al rescate.
Le doy una pequeña sonrisa sin apartar la vista de sus expresivos ojos y le beso. Es un
beso lento, y me lo devuelve con ganas.
»Además —continúa a solo unos centímetros de mis labios—, después del incidente en
tu fiesta de cumpleaños creo que ya tienen más que superado que estamos juntos, ¿no crees?
El famoso incidente de mis dieciocho cumpleaños me hace sonrojar. Si pienso más en ello
me pondré más rojo que el Cuacmóvil. Aparto el recuerdo y le sonrío, su boca pegada a la
mía.
Nuestros labios vuelven a juntarse hasta que un fuerte golpe en la luna delantera nos
hace separarnos de repente.
Priya y Donny están frente al jeep, bailando y haciendo el idiota. Priya lleva un sari
precioso, morado y dorado. Donny no veo qué lleva porque está rodeado por una enorme
bandera LGBT y está bailando de manera obscena con mi amiga.
—No me puedo creer que hayan traído eso —dice entre carcajadas.
—No vas a conocer a un aliado mejor que yo —responde Donny levantando la barbilla
orgulloso—. Me he visto las siete temporadas de Orange is the New Black en cinco días.
—Donny… —murmura Priya—. No estoy segura que sexualizar a las lesbianas sea de
mucha ayuda por nuestra parte.
Bryson me agarra de la mano, entrelazando nuestros dedos. Siento que así puedo ir a
cualquier sitio sin miedo.
Mientras llegamos a la entrada del pabellón, hay quienes nos miran. La diferencia es que
las miradas ya no me afectan. No es que sea insensible, solo que he aprendido que no puedo
constantemente pensar en la opinión que tendrá el resto de mí solo al verme. «Que me
hablen, si me odian que sea de algo que dependa de mí», siempre dice Alex. Y se me ha
grabado a fuego.
La entrada tiene una alfombra roja, como si estuviéramos en Hollywood. Hay flores en
cada esquina, y globos con purpurina colgados del techo. Hay muchas parejas, muchas más
de las que imaginaba, puesto que la mayoría han traído a sus acompañantes de otras escuelas.
Veo a Alex y Eric a la distancia, haciéndose fotos con las máscaras y antifaces. Les saludo
con la mano, pero no me ven. Más tarde iré a hablar con ellos.
También veo a Vivien, una compañera de Teatro, con una chica que veo por primera vez,
pero cuyo nombre conozco perfectamente, puesto que Vi no deja de hablar de la misteriosa
compañera de clases de dibujo: Fernanda, aunque nadie la puede llamar así, solo Fer.
No quiero ser vanidoso pero lo seré, y es que Bryson y yo sentamos precedentes. Tras la
tormenta vino la calma, y tras la calma, las salidas del armario se volvieron comunes. Bueno,
en realidad hubo dos, pero cuatro en un mismo curso desbanca a la única de los tres años
anteriores. No puedo evitar sentir orgullo de que de lo mal que lo pasé haya salido algo bueno,
algo tan sumamente bueno.
El baile es mucho más divertido de lo que habría imaginado, bebemos ponche, que está
a asqueroso, pero es un clásico, bailamos en la pista, haciendo el idiota, riendo como nunca,
hasta suena una balada, lo que crea un ambiente romántico idóneo.
—Kai… Está sonando una balada, se supone que debemos bailar pegados y decirnos lo
mucho que nos queremos.
Pone las manos en mi cintura y me atrae, yo apoyo las manos en sus hombros.
Empezamos a bailar, más bien nos movemos de un lado a otro, sin seguir el ritmo muy bien.
Soy un poco torpe.
—Sí… Tiene razón usted, Sr. Queso. Pero esta suposición me gusta, y voy a cumplirla.
—Pues claro que sí, pero, ¿no sabes que cuando dos personas se casan una de ellas
adopta el apellido de la otra? ¿Qué ocurre, no te gusta ser parte de la fantástica familia
Queso?
Casarse. Familia.
Seguimos el ritmo suave e íntimo de la música, con la nariz de Bryson bajo mi oreja y mi
mejilla contra su hombro. Me encanta estar así, cerca, en público incluso, respirando el mismo
aire.
●●●●●●
Cuando salimos por la puerta principal, un cálido viento azota nuestros rostros. Bryson
está a mi lado, con nuestras manos unidas. También vienen Priya, Donny, Alex, Eric y el primo
de Donny, Pankry (esta familia realmente tiene la costumbre de poner nombres feos) y su
novia, que se van enseguida.
Es la primera vez que les veo pero parecen agradables. Hay gente agradable en el mundo,
aunque quieran recordarnos que no.
—Lo que una tiene que ver —exclama Shannon. Definitivamente hay gente agradable,
pero Shannon no es una de ellas. Ni su acompañante, Dustin.
—Pero mira quien viene por ahí, la periodista en proceso más famosa —exclama Eric.
—Aunque lo de “en proceso” está en duda —murmura Priya observándose las uñas con
superioridad—. ¿Te sigue doliendo el culo por la caída al abismo del fracaso escolar?
Bryson mira a Dustin con seriedad. No le ha hablado en tres meses, no le hablará, ni para
montar un numerito. Aún le duele haber perdido un amigo. Y ni siquiera es que no se hablen
porque Bryson esté con un chico, no en el fondo, sino porque está con «Kai el que le rompió
el mentón», aunque realmente Kai nunca le rompiese el mentón. Me tienen demasiada fe,
ojalá haberlo hecho.
—Nunca olvidaré el día en el que te obligaron a hacer una disculpa pública a Kai y te
quitaron de la lista de espera para la uni. Creo que gané diez años de vida ese fantástico
veinticinco de febrero.
—Priya, soy tu fan número uno, que quede constancia de ello, algún día esta mujer será
presidente y todos necesitan saber que yo fui el primero —exclama Alex.
Todos nos reímos y llegamos al estacionamiento. Eric y Alex se van los primeros, y
quedamos solo seis.
—Bueno… ¿ahora es cuando cada uno se va a su casa a estrenar la cama? —dice Donny,
aunque a nadie le hace gracia la referencia sexual—. Aburridos —murmura.
—Ahora es cuando nos apenamos porque dentro de poco cada uno se irá a una punta
del país a estudiar algo distinto —digo.
—Año sabático, viajar, descubrirse a uno mismo, esas cosas bohemias de los millenials.
—Estará obligado a pasar de vez en cuando por Nueva York. —Le agarro por el brazo y
pego mi cara a su cuerpo—. Upsi.
Bryson se ríe y se echa el cabello hacia atrás.
Seguimos hablando unos minutos hasta que cada uno se vuele a su auto. Vemos como
nuestros amigos se van y nos quedamos en silencio contra el capó del coche.
—¿Vendrás a verme, cierto? —le pregunto. Es algo que siempre hemos dado por hecho,
siempre entre bromas, pero nunca le he preguntado abiertamente.
—Pues claro que sí. —Se gira hacia mí. Me toma el rostro y me mira—. Si tu apretada
agenda neoyorquina lo permite.
—Vas a conocer a mucha gente, nuevos amigos, incluso puede que un nuevo amor.
Cuando nos separamos pasa el pulgar por mi mejilla. Siempre hace eso, acariciar mis
pecas. Acariciar ahí donde me sonrojo.
Sus ojos brillan, tiene una sonrisa pequeña, pero llena. Vuelve a besarme y yo me dejo
llevar entre sus brazos.
Cuando nos separamos para entrar al jeep, nos abrazamos por última vez. Hemos
decidido hacer una pequeña parada antes de llegar a casa. Queríamos ir a donde todo
empezó. O en realidad, donde todo empezó de verdad.
Unos minutos después, abro la puerta y siento la brisa nocturna cargada de sal. El cielo
está completamente negro, y con la distancia que nos separa de la ciudad, y con menos
contaminación lumínica, las estrellas brillan más fuerte que nunca. Hay tantas que es
imposible contarlas. Me quito los zapatos y corro a meter los pies en la arena.
Bryson me sigue, y caminamos lentamente hasta el agua. Nuestras manos están unidas,
estamos juntos, las palabras sobran. Ambos sabemos lo importante que es este lugar para
nosotros y lo mucho que ha cambiado nuestra vida desde que vivimos algunos de nuestros
primeros momentos aquí.
Aún recuerdo los granos de arena clavados en mi piel, el aire cálido, el sol poniéndose, lo
nervioso que estaba, aunque no fuera la primera vez. El tacto de su piel tan cercano, escuchar
su respiración más próxima que la de nadie.
Y lo revivo ahora, con más seguridad pero con los mismos sentimientos, sino más.
Pensaba que a los meses iba a llegar a un límite en lo que siento por él, pero no. Cada día es
más, más intenso, más fuerte. Cada día me siento más seguro, pero al mismo tiempo, cada
día sigo sintiendo estas mariposas en el estómago, como si estuvieran ahí incrustadas para
siempre y cuando Bryson me mira, cuando me mira así como ahora, revivieran.
Querría decir tanto… pero a veces el lenguaje se queda corto con lo que sentimos, no es
capaz de expresar todo. No si aquello que sientes no tiene nombré aún. Porque por qué
limitar esto a «amar» cuando puede ser mucho más.
Nota del autor
Contar esta historia fue lo más aterrador y emocionante que he hecho en mi vida. Nunca
antes había escrito una historia tan personal, tan ligada a mi propia experiencia e historia
vividas. Hay muchos fragmentos de mí en este libro. Algunos son grandes, como la ansiedad
y el rubor de Kai, mis pensamientos y sentimientos al salir del armario, crecer en un hogar
religioso y ser mestizo. Otros, pequeños, como la lista de odio de Kai, su gusto por la música
que lo aleja de sus primos, las detenciones a la hora del almuerzo y la regla del blazer, e incluso
el mensaje de texto coqueteando con alguien con quien probablemente no deberías
coquetear (ooh, esa es una historia para otro día).
Cuando me senté a escribir este libro, busqué contar una historia de #ownvoices 13 para
el lector LGBTQ+ que existe firmemente dentro de la narrativa LGBTQ+. Quería una historia
que abordara los problemas y tribulaciones que aún enfrentan muchos adolescentes
homosexuales. Pero más que eso, quería decirle al lector que a pesar de esas pruebas y
tribulaciones, hay esperanza, que lo valemos y merecemos ser felices.
Sé que no soy el primero en contar una historia de amor gay, pero siempre he creído que
puede existir más de una historia de cierto tipo. Necesitamos más representación en todos
lados. No debemos conformarnos con una sola cosa, porque no somos solo una cosa. Nuestra
raza, cultura, geografía, sexualidad y experiencias nos hacen diferentes. Estas cosas dan forma
a nuestras historias, a nuestras vidas. Estas cosas se convierten en los temas que exploramos
en las historias que contamos. Espero que después de leer este libro, puedas ver mi corazón
y mis pensamientos, que puedas comprender un poco mejor mi inspiración. Y si los
adolescentes, es más, cualquier lector, se ven a sí mismos en esta historia, en estos
personajes, entonces consideraré mi trabajo hecho.
Salir del armario es una decisión importante, incluso que cambia la vida, por eso quería
que este libro fuera más que una historia de amor con final feliz; quería que fuera una
narrativa de presentación. Soy un firme creyente de que siempre se necesitarán historias de
esta naturaleza porque siempre habrá un adolescente que se enfrente a la abrumadora tarea
13
N. del T. Historia contada por aquel que la ha vivido.
de salir del armario. Me encantaría que un adolescente así tomara este libro y se sintiera visto,
comprendido.
Durante mucho tiempo, los homosexuales han sido desterrados como personajes de
fondo o elegidos como el mejor amigo del personaje principal para el alivio cómico. Y cuando
pienso en las comedias románticas en las que crecí a finales de los noventa, la mayoría de los
personajes eran blancos y heterosexuales.
Esas películas hicieron que pareciera que solo las personas que se veían así o amaban así
merecían historias de amor. Así que quería que este libro mostrara que un protagonista
homosexual y mestizo puede tener una historia de amor que podría describirse como épica.
La representación es importante y, a todos los que me han inspirado, les agradezco desde
el fondo de mi corazón.
Espero que este libro pueda inspirar a otro escritor a contar su historia, a escribir su
respuesta. Debemos seguir avanzando, para exigir que nuestras historias se cuenten con
autenticidad y cuidado. Los lectores del mundo se lo merecen. Los niños que crecen merecen
verse a sí mismos como héroes, ya sea matando dragones, salvando el mundo o simplemente
enamorándose.
kevinvanwhye.com
Ciudad del fuego celestial