Pedraza - La Madre Vampira
Pedraza - La Madre Vampira
Pedraza - La Madre Vampira
La madre vampira
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'Esaitora. Profesora d e Historia del Arte d e la Universidad d e Valencia.
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g2&$7 1 Mano Praz: La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica, Caracas, 1969; B. Dijkstra: 1dok of
pemwsity. Fantasies bf Femmine Evil in Fin-&-siicle Culture, Nueva York, 1986; P. Pedraza: La Bella,
$ enigma y pesadilla, Valencia, 1983, Barcelona, 1991; José Jiménez:La vida como azar. Complejidad de lo
modmo, Mondadori España, S.A., Madrid, 1989; E. Bornay: Las hijas de Lilith, Madrid, 1990. L.
-Verdi:Habeas corpus. Figure sociali dd corpo, Miiano, Franco Angeli, 1996.
luntad en diversos animales o en mujeres seductoras que chupan la sangre de
los jóvenes para adquirir consitencia y vitalidad. En las Asambleístas de Aristó-
fanes, unas viejas que requieren de amores a un muchacho son comparadas por
éste con una empusa, y en Las Ranas, Dioniso y Jantias encuentran en su camino
a los infiernos una empusa que les sale al paso adoptando diversas formas,
entre ellas la de una mujer hermosa. Al mago Apolonio de Tiana se le apareció
una cuando iba hacia el río Indo. Logró ahuyentarla insultándola, que es algo
que al parecer no pueden s o p ~ r t a rPero
. ~ la más famosa y la que inííuyó en la
historia posterior de las vampiras es otra empusa, también perteneciente al cu-
rriculum de Apolonio, cuya historia cuenta Filóstrato con cierto detalle.3De no
haber sido por la intervención de Apolonio, esta monstrua hubiera arruinado la
vida del joven filósofo Menipo, que la había conocido bajo la forma de una her-
mosa extranjera rica y generosa. El muchacho se prendó de ella, y estaba a
punto de desposarla cuando conoció a Apolonio, quien, con su dotes de adivi-
no y taumaturgo, se dio cuenta enseguida de que la vida del joven estaba sien-
do devastada por una empusa. Se lo advirtió, pero Menipo, cegado por el
amor, no le hizo caso. Apolonio acabó desenmascarando a la vampira en el
banquete de bodas, realizado en un escenario suntuoso y fantasmal, al revelar
que tanto ella como su entorno no eran «materia sino apariencia de materia)).
Cuando las riqueza y los sirvientes se evaporaron, la empusa lloró pidiendo
que no se la torturara ni se la forzara a reconocer lo que era; es decir: nada. Al
insistir Apolonio y no dejarla escapar, tuvo que confesar que era una empusa y
e cebaba de placeres a Menipo con vistas a devorar su cuerpo, pues acostum-
aba a comer cuerpos hermosos y jóvenes porque su sangre era pura.
to». La otra, la que no sale del carruaje y sólo es vista por la institutriz, presenta
Entonces [la institutriz] nos describió a una espantosa mujer vestida de negro,
con una especie de turbante de color en la cabeza, que estuvo todo el tiempo mi-
rando por la ventanilla del coche, haciendo muecas y riéndose burlonamente de
las damas. Sus ojos, muy brillantes, parecían salírsele de las órbitas, y enseñaba
los dientes como si estuviera hecha una furia.'
otra parte los guionistas se sem'an de materiales literarios muy elaborados que,
sometidos a fórmulas de oficio, daban como resultado las historias que vemos en
la pantalla. La realidad parece haber sido más compleja. En el caso -de I Walked
que no ven con buenos ojos unas prácticas tan depravadas. La segunda histo
de Wallace es la de un hombre blanco que libera a un puñado de negros zomb
haciéndoles comer sal. En cuanto la han probado, ellos mismos corren al
menterio y caen en pedazos. Y la tercera narra el inquietante caso de la negr
Bretéche, que dirige un espectáculo de baile con zombis a los que ha dado 1
vida por medio de la manipulación de figuras de barro.