1 Porqué Existe La Biblia y Cómo Surgió

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PORQUÉ EXISTE LA BIBLIA Y CÓMO SURGIÓ

PORQUÉ EXISTE LA BIBLIA


Porque tiene un origen divino. La Biblia se compone de una colección de sesenta y seis libros, escritos por aproximadamente
cuarenta hombres, durante unos 1.600 años. El Antiguo Testamento predice aún la venida del Nuevo Testamento (Jer. 31:31; Heb.
8:6-13). Los sesenta y seis libros de la Biblia fueron escritos por reyes, profetas, pastores, labradores, pescadores, colectores de
impuestos, doctores, ricos, pobres, educados e ineducados. Escribieron sobre los grandes temas de Dios, del hombre, la moralidad,
la salvación y la vida eterna.
3.800 afirmaciones en el Antiguo Testamento sostienen firmemente que la Biblia proviene de Dios (Exo. 19:9; 20:1; Isa. 1:10; Eze.
1:3). El Nuevo Testamento también afirma la inspiración divina del Antiguo Testamento, y asevera lo mismo en cuanto a sus
propias escrituras (II Tim. 3:16; 2 Ped. 1:20, 21; 1 Tes. 2:13; Jn. 16:13). Dios inspiró la Biblia, no realmente por escribirla ni dictar
las palabras mismas, sino por guiar los pensamientos de los escritores para que escribiesen la verdad (Jn. 14:26). Pero, ¿cómo
podremos probar que tiene un origen divino?
A. Su linaje del tribu de Judá- predicho en Gén. 49:10; cumplido en Mat. 1:1-3.B. Del linaje de David - predicho en Jer. 23:5;
cumplido en Mat. 1:1 6.C. Su nacimiento en Belén - predicho en Miq. 5:2; cumplido en Mat. 2:1-6D. Su nacimiento de una virgen
- predicho en Isaías 7:14; cumplido en Mat. 1:18-23. E. Su divinidad y autoridad - predicha en Isaías 9:6; cumplida en Juan 1:1
Efe. 1:20-22.F. Su entrada triunfal - predicha en Zac. 9:9; cumplida en Mat. 21:1-9.G. Su rechazo - predicho en Isa. 53:3; cumplido
en Jn. 19:14, 15.H. Su muerte por crucifixión - predicha en Sal. 22:16; cumplida en Jn. 19:16-19.I. Su muerte con malos - predicha
en Isa. 53:9, 12; cumplida en Luc. 22:37; Mat. 27:38.J. Su entierro con los ricos - predicho en Isa. 53:9; cumplido en Mat. 27:57,
60.K. Echaron suerte por sus ropas - predicho en Sal. 22:18; cumplido en Jn. 19:23, 24.L. Difamado predicho en Sal. 22:6-8;
cumplido en 1 Ped. 2:21-23.M. Su sacrificio por los pecados ajenos- predicho en Isa. 53:4-6, 10-12; cumplido en 1 Ped. 2:24, 25; 2
Corintios 5:21.N. Su resurrección - predicha en Sal. 16:10; cumplida en Hech. 2:24-32.O. Su ascensión al trono - predicha en Sal.
110:1-4 y cumplida en Hech. 2:33-36.
Porque es un libro indestructible. Jesús dijo: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mar. 13:31).
El Antiguo Testamento se comenzó a escribir más o menos 1.400 años antes de Cristo, y fue escrito en el idioma antiguo de los
hebreos. La última parte de la Biblia, el Nuevo Testamento, fue escrito en el primer siglo después de Cristo en el griego antiguo.
Sin embargo, usted tiene en su posesión un ejemplar de la Biblia en su propio idioma, traducido por eruditos competentes de estos
idiomas antiguos.
La Biblia ha sufrido más ataques que cualquier otro libro que el mundo ha conocido. Un emperador romano, Diocleciano, (301-
304) años D.C.), mientras perseguía a los cristianos, hizo un esfuerzo determinado para destruir la Biblia. ¡Irónicamente su gran
tumba fue usada por la iglesia para sus reuniones por más de mil años! El gran agnóstico francés Voltaire dijo en el siglo XVIII
que la Biblia sería un libro olvidado en cien años. Posteriormente, la Sociedad Bíblica de Ginebra ocupó la casa de este hombre
incrédulo, y actualmente la Biblia es el libro de más venta en todo el mundo. sería un libro olvidado en cien años. Posteriormente,
la Sociedad Bíblica de Ginebra ocupó la casa de este hombre incrédulo, y actualmente la Biblia es el libro de más venta en todo el
mundo. Muchos otros esfuerzos se han realizado para destruir la Biblia. Ha sido examinada, criticada y atacada severamente por
muchos, pero el tiempo y los descubrimientos nuevos siguen probando que cada ataque es injusto, falso y vano. "Mas la palabra del
Señor permanece para siempre" (1 Ped. 1:25).
Porque debíamos ser alcanzados nosotros por Jesús.
Juan 20:30-31 Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.
Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.
CÓMO SURGIO
¿Cómo sucedió que finalmente aparecieran todos los libros que la conforman en un solo tomo llamado "la Biblia"?
En realidad, la Biblia no está constituida por un solo libro, es también una biblioteca. En un principio eran documentos separados

Materiales en que se escribía


El papiro: Lámina flexible sacada del tallo de esta planta, que se emplea para escribir o dibujar en ella.
La vitela (del latín vitella, diminutivo de vitŭla, 'ternera') es un tipo de pergamino de superficie particularmente pulida,
caracterizado por combinar delgadez y durabilidad, y fabricado a partir de la piel de becerros nacidos muertos (no natos) o recién
nacidos. Desde hace siglos las vitelas, muy apreciadas como un bien material de gran valor, son destinadas a ser el soporte de
manuscritos ilustrados. La distinción importante entre vitela (o pergamino) y cuero es que la primera es más clara porque está
preparada esencialmente por el remojo de la piel en cal y un secado bajo tensión.
El cuero: Se llama cuero (del latín corium, "piel de los animales, curtida") a la piel animal tratada mediante curtido. 1 Proviene de
una capa de tejido que recubre a los animales y que tiene propiedades de resistencia y flexibilidad apropiadas para su posterior
manipulación. La capa de piel es separada del cuerpo de los animales, se elimina el pelo o la lana, salvo en los casos en que se
quiera conservar.

Capítulos y versículos. Los libros bíblicos se subdividen en capítulos y versículos. Esta división no existía inicialmente. La
división en capítulos data de la Edad Media (Período histórico, posterior a la Edad Antigua y anterior a la Edad Moderna, que
comprende desde el fin del Imperio romano, hacia el siglo V, hasta el siglo XV), y la división en versículos, del comienzo de la
modernidad. Esta división no siempre corresponde al sentido del texto; a veces separa indebidamente un pensamiento de su
continuación y a veces une pensamientos entre los cuales existe un hiato. Cuando hay argumentos válidos, el estudioso deberá
prescindir a veces de la división que encontramos actualmente.

Texto original y versiones o traducciones. En la práctica, la mayor parte de las personas no conoce la Biblia en su texto original,
sino a través de traducciones. Esto es perfectamente normal, ya que los idiomas originales en que se escribió la Biblia ya no se
hablan en nuestros días, al menos en la forma de entonces. Los libros del Antiguo Testamento (la Tenak*, en la nomenclatura
judía) fueron escritos originalmente en la lengua del antiguo pueblo de Israel, el hebreo. En el siglo iv a.C., Alejandro Magno
conquistó el antiguo imperio persa, incluyendo Palestina. El griego pasó a ser la lengua de la administración y de la cultura. El
Nuevo Testamento se escribió en la lengua de la mayoría de los cristianos del siglo i, el griego popular. En el siglo iv d.C., el
emperador Constantino proclamó el cristianismo como religión oficial del imperio romano. Así se convirtió en la religión de las
masas populares, incluso en la Europa occidental (Italia, España, Galia/Francia) y en el África septentrional, donde la lengua
popular era el latín. Se impuso en-tonces la necesidad de traducir la Biblia al latín. Cuando surgió a finales de la Edad Media el
movimiento de la Reforma en la Iglesia, los reformadores –Lutero, Calvino, los anglicanos– retomaron inmediatamente lo que
había sido la intención original de la Vulgata: ofrecer la Biblia en la lengua del pueblo. Lo que pasa es que ahora la lengua del
pueblo ya no era el latín, sino el alemán, el francés, el inglés, el español...

La Biblia Septuaginta, alejandrina, griega, de los 70 o LXX (Antiguo Testamento para los cristianos)
La Biblia, tal y como la conocemos, fue recopilada por primera vez en la historia en el siglo III antes de Cristo, cuando setenta
sabios judíos fueron invitados por el rey Ptolomeo II a acudir a Alejandría (Egipto) para aportar a la famosa biblioteca la historia
del pueblo de Israel (lo que hoy llamamos el Antiguo Testamento y que comprende las 3/5 de la biblia actual). Durante meses,
pusieron por escrito la memoria de miles de años del pueblo de Israel, desde Adán, hasta Moisés, incluyendo los libros históricos,
sapienciales y proféticos. El nombre de Septuaginta se debe a que solía redondearse a 70 el número total de sus 72 presuntos
traductores.
Su trabajo se tradujo del arameo y hebreo antiguos al griego. Así nació la llamada Biblia de los Setenta o Alejandrina (también
Septuaginta), en la que se basa el texto cristiano actual.
De aquellos originales de la Biblia alejandrina, no hay ningún rastro físico. Todo aquello se esfumó debido a los saqueos e
incendios de la legendaria biblioteca, pero también debido a su débil soporte de transmisión: el papiro, la vitela y el cuero, no
resisten el paso del tiempo.

Biblia judía. En las biblias de edición judía no se encuentra esta división, ya que falta por completo la parte correspondiente al
Nuevo Testamento. Para el judaísmo la alianza es solo una, la que fue sellada entre Dios y el pueblo de Israel por medio de Moisés.
De lo dicho se desprende que la Biblia judía es menor que la Biblia cristiana: no contiene los escritos cristianos, añadidos después
de Jesucristo. El pueblo judío identifica a la Biblia con el Tanaj, para el que carece de sentido y no es aceptada la denominación
como Antiguo Testamento al no aceptar la validez del Nuevo Testamento.

Además de la Septuaginta, el cristianismo posteriormente añadió diversos escritos que se convertirían en el Nuevo
Testamento, compuesto entre los años 50 y 100 d. C., está formado por un conjunto canónico de libros y cartas escritas
después de la crucifixión de Jesús de Nazaret
Distintos grupos cristianos han debatido largamente sobre la inclusión o exclusión de algunos de los libros de
ambos testamentos, surgiendo los conceptos de apócrifos y deuterocanónicos para hacer referencia a algunos
de estos textos.

El Concilio de Hipona fue un concilio de la Iglesia Católica reunido en el año 393, en el que ésta decidió el
canon o lista oficial de los libros que integran la Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento), según la lista que
había sido propuesta en el Sínodo de Laodicea (363) y por el Papa Dámaso I en el año 382.

Hacia finales del siglo IV, el Papa Dámaso I encargó a San Jerónimo una nueva versión latina. Se ciñe mucho a los textos hebreos.
Esta versión se impuso en el siglo VII definitivamente. El término Vulgata haría referencia a Vulgata editio (edición divulgada). La
Vulgata es una traducción de la Biblia hebrea y griega al latín, realizada a finales del siglo IV, (en el 382 d.C.) por Jerónimo de
Estridón.

En total se numeran en el Antiguo Testamento 39 libros en la versión protestante, 46 libros en la versión de la Iglesia católica, por
ello su Biblia tiene 73 libros en total, y 51 libros en la de la Iglesia ortodoxa. El Nuevo Testamento es una colección de 27 libros.

Diferencia entre la Biblia católica y la protestante


¿Por qué esta diferencia entre la Biblia católica y la protestante?

¿Qué diferencias hay entre las Biblias católicas y las Biblias protestantes? La Biblia no es un solo libro,
como algunos creen, sino una biblioteca completa. Toda la Biblia está compuesta por 73 libros, algunos
de los cuales son bastante extensos, como el del profeta Isaías, y otros son más breves, como el del
profeta Abdías.

Estos 73 libros están repartidos de tal forma, que al Antiguo Testamento (AT) le corresponden 46, y al
Nuevo Testamento (NT) 27 libros.
De vez en cuando suele caer en nuestras manos alguna Biblia protestante, y nos llevamos la sorpresa
de que le faltan siete libros, por lo cual tan sólo tiene 66 libros.

Este vacío se encuentra en el Antiguo Testamento y se debe a la ausencia de los siguientes libros:
Tobías, Judit, 1 Macabeos, 2 Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y el de Baruc.

¿Por qué esta diferencia entre la Biblia católica y la protestante?

Es un problema histórico-teológico muy complejo. Resumiendo mucho, trataremos de contestar esta


pregunta.

Primero vamos a explicar cómo se formó la colección de libros sagrados del Antiguo Testamento dentro
del pueblo judío. Y luego veremos cómo los cristianos aceptaron estos libros del A.T. junto con los libros
del N.T. para formar la Biblia completa.

La antigua comunidad judía de Palestina


En tiempos de Jesucristo, encontramos que en Palestina el pueblo judío sólo aceptaba el A.T. Y todavía
no habían definido la lista completa de sus libros sagrados, es decir, seguía abierta la posibilidad de
agregar nuevos escritos a la colección de libros inspirados.

Pero desde hacía mucho tiempo, desde alrededor de los años 600 antes de Cristo, con la destrucción de
Jerusalén y la desaparición del Estado judío, estaba latente la preocupación de concretar oficialmente la
lista de libros sagrados. ¿Qué criterios usaron los judíos para fijar esta lista de libros sagrados? Debían
ser libros sagrados en los cuales se reconocía la verdadera fe de Israel, para asegurar la continuidad de
esta fe en el pueblo. Había varios escritos que parecían dudosos en asuntos de fe, e incluso
francamente peligrosos, de manera que fueron excluidos de la lista oficial.

Además aceptaron solamente libros sagrados escritos originalmente en hebreo (o arameo). Los libros
religiosos escritos en griego fueron rechazados por ser libros muy recientes, o de origen no-judío. (Este
último dato es muy importante, porque de ahí viene después el problema de la diferencia de libros.)

Así se fijó entonces una lista de libros religiosos que eran de verdadera inspiración divina y entraron en
la colección de la Escritura Sagrada. A esta lista oficial de libros inspirados se dará, con el tiempo, el
nombre de «Canon», o «Libros canónicos». La palabra griega Canon significa regla , norma, y quiere
decir que los libros canónicos reflejan «la regla de vida», o «la norma de vida» para quienes creen en
estos escritos.

Todos los libros canónicos de la comunidad de Palestina eran libros originalmente escritos en hebreo-
arameo.

Los libros religiosos escritos en griego no entraron en el canon, pero recibieron el nombre de
«apócrifos», «libros apócrifos» (= ocultos), porque tenían doctrinas dudosas y se los consideraba «de
origen oculto».

En el primer siglo de nuestra era (año 90 después de Cristo) la comunidad judía de Palestina había
llegado a reconocer en la práctica 39 libros como inspirados oficialmente.

Esta lista de los 39 libros de A.T. es el llamado «Canon de Palestina», o «el Canon de Jerusalén».

La comunidad judía de Alejandría


Simultáneamente existía una comunidad judía en Alejandría, en Egipto. Era una colonia judía muy
numerosa fuera de Palestina, pues contaba con más de 100.000 israelitas. Los judíos en Egipto ya no
entendían el hebreo, porque hacía tiempo habían aceptado el griego, que era la lengua oficial en todo el
Cercano Oriente. En sus reuniones religiosas, en sus sinagogas, ellos usaban una traducción de la
Sagrada Escritura del hebreo al griego que se llamaba «de los Setenta». Según una leyenda muy
antigua esta traducción «de los Setenta» había sido hecha casi milagrosamente por 70 sabios (entre los
años 250 y 150 antes de Cristo).

La traducción griega de los Setenta conservaba los 39 libros que tenía el Canon de Palestina (canon
hebreo), más otros 7 libros en griego. Así se formó el famoso «Canon de Alejandría» con un total de 46
libros sagrados.

La comunidad judía de Palestina nunca vio con buenos ojos esta diferencia de sus hermanos
alejandrinos, y rechazaban aquellos 7 libros, porque estaban escritos originalmente en griego y eran
libros agregados posteriormente.

Era una realidad que, al tiempo del nacimiento del cristianismo, había dos grandes centros religiosos del
judaísmo: el de Jerusalén (en Palestina), y el de Alejandría (en Egipto). En ambos lugares tenían
autorizados los libros del A.T: en Jerusalén 39 libros (en hebreo- arameo), en Alejandría 46 libros (en
griego).

Los primeros cristianos y los libros sagrados del A.T.


El cristianismo nació como un movimiento religioso dentro del pueblo judío. Jesús mismo era judío y no
rechazaba los libros sagrados de su pueblo. Además los primeros cristianos habían oído decir a Jesús
que El no había venido a suprimir el A.T. sino a completarlo (Mt. 5, 17). Por eso los cristianos
reconocieron también como libros inspirados los textos del A.T. que usaban los judíos.

Pero se vieron en dificultades. ¿Debían usar el canon breve de Palestina con 39 libros, o el canon largo
de Alejandría con 46 libros?

De hecho, por causa de la persecución contra los cristianos, el cristianismo se extendió prioritariamente
fuera de Palestina, por el mundo griego y romano. Al menos en su redacción definitiva y cuando en los
libros del N.T. se citaban textos del A.T. (más de 300 veces), naturalmente se citaban en griego, según
el Canon largo de Alejandría.

Era lo más lógico, por tanto, que los primeros cristianos tomaran este Canon griego de Alejandría,
porque los mismos destinatarios a quienes debían llevar la palabra de Dios todos hablaban griego. Por
lo tanto, el cristianismo aceptó desde el comienzo la versión griega del A.T. con 46 libros.

La reacción de los judíos contra los cristianos


Los judíos consideraban a los cristianos como herejes del judaísmo. No les gustó para nada que los
cristianos usaran los libros sagrados del A.T. Y para peor, los cristianos indicaban profecías del A.T.
para justificar su fe en Jesús de Nazaret. Además los cristianos comenzaron a escribir nuevos libros
sagrados: el Nuevo Testamento.

Todo esto fue motivo para que los judíos resolvieran cerrar definitivamente el Canon de sus libros
sagrados. Y en reacción contra los cristianos, que usaban el Canon largo de Alejandría con sus 46 libros
del A.T., todos los judíos optaron por el Canon breve de Palestina con 39 libros.

Los 7 libros griegos del Canon de Alejandría fueron declarados como libros «apócrifos» y no inspirados.
Esta fue la decisión que tomaron los responsables del judaísmo en el año 90 después de Cristo y
proclamaron oficialmente el Canon judío para sus libros sagrados.

Los cristianos, por su parte, y sin que la Iglesia resolviera nada oficialmente, siguieron con la costumbre
de usar los 46 libros como libros inspirados del A.T. De vez en cuando había algunas voces discordantes
dentro de la Iglesia que querían imponer el Canon oficial de los judíos con sus 39 libros. Pero varios
concilios, dentro de la Iglesia, definieron que los 46 libros del A.T. son realmente libros inspirados y
sagrados.

¿Qué pasó con la Reforma?


En el año 1517 Martín Lutero se separó de la Iglesia Católica. Y entre los muchos cambios que introdujo
para formar su nueva iglesia, estuvo el de tomar el Canon breve de los judíos de Palestina, que tenía 39
libros para el A.T. Algo muy extraño, porque iba en contra de una larga tradición de la Iglesia, que
viene de los apóstoles. Los cristianos, durante más de 1.500 años, contaban entre los libros sagrados
los 46 libros del A.T.

Sin embargo, a Lutero le molestaban los 7 libros escritos en lengua griega y que no figuraban en los de
lengua hebrea.

Ante esta situación los obispos de todo el mundo se reunieron en el famoso Concilio de Trento y fijaron
definitivamente el Canon de las Escrituras en 46 libros para el A.T. y en 27 para el N.T.

Pero los protestantes y las muchas sectas nacidas de ellos, comenzaron a usar el Canon de los judíos
palestinos que tenían sólo 39 libros del AT.

De ahí vienen las diferencias de libros entre las Biblias católicas y las Biblias evangélicas.

Los libros canónicos


Los 7 libros del A.T. escritos en griego han sido causa de muchas discusiones. La Iglesia Católica dio a
estos 7 libros el nombre de «libros deuterocanónicos». La palabra griega «deutero» significa Segundo.
Así la Iglesia Católica declara que son libros de segunda aparición en el Canon o en la lista oficial de
libros del A.T. porque pasaron en un segundo momento a formar parte del Canon.

Los otros 39 libros del A.T., escritos en hebreo, son los llamados «libros protocanónicos». La palabra
«proto» significa «Primero», ya que desde el primer momento estos libros integraron el Canon del A.T.

Los judíos establecen un nuevo canon después Cristo

Al final del primer siglo de la era cristiana, una escuela judía hizo un nuevo canon hebreo en la ciudad
de Jamnia, en Palestina. Ellos querían cerrar el período de revelación siglos antes de la venida de Jesús,
buscando así distanciarse del cristianismo. Por eso cerraron el canon con los profetas Esdras (458 a.C.),
Nehemías (445 a.C.), y Malaquías (433 a.C.). Por lo tanto dejaron fuera del canon los últimos siete
libros reconocidos por el canon de Alejandrino.
Pero en realidad no hubo un "silencio bíblico" (una ausencia de Revelación) en los siglos precedentes al
nacimiento de Jesús. Aquella era la última etapa de revelación antes de la venida del Mesías. Los judíos
reconocían el canon alejandrino en tiempo de Jesús. Por eso la Iglesia siguió reconociéndolo.

De esta forma surgieron dos principales cánones del Antiguo Testamento:

1: El canon Alejandrino: Reconocido por los judíos en la traducción de los Setenta al griego. Este
canon es el más utilizado por los judíos de tiempo de Cristo y por los autores del Nuevo Testamento.
Este canon contiene los libros "deuterocanónicos" y es el reconocido por la Iglesia Católica.

2: El canon de Jamnia: Establecido por judíos que rechazaron el cristianismo y por lo tanto quisieron
distanciar el período de revelación del tiempo de Jesús. Por eso rechazaron los últimos 7 libros
reconocidos por el canon alejandrino.

XV siglos después de Cristo, Lutero rechaza el canon establecido por la Iglesia primitiva y adopta el
canon de Jamnia. Este es el canon que aceptan los Protestantes (Hermanos separados)

La Solución...

Absolutamente correcto en la segunda parte del problema. El  'Concilio de Jamnia'  de verdad removió esos
libros. El hecho es que Jamnia no era un concilio Cristiano, sino uno Judío, llamado específicamente para
oponer la Cristiandad. Los Apóstoles y Cristianos en general, usaron los 'Septuagint', tambén
llamados LXX,  como la Biblia en el primer siglo. Esto molestó a los Judíos, así es que decidieron llamar a un
concilio para estudiar la materia. La Septuaginta es la traducción del Antiguo Testamento del hebreo a
griego que los Judíos completaron en Alejandría en el segundo siglo B.C., y tenía todos los 46 libros,
incluídos los Deuterocanónicos. Los Judíos decidieron traducirlo y remover referencias que podían ser de
utilidad a los Cristianos.

Los Cristianos continuaron usando la Septuaginta.  En 397 el  canon del Antiguo Testamentoconteniendo 46
libros fue formalizado junto con los 27 libros inspirados del Nuevo Testamentoen el Concilio de Cartago.
San Jerónimo completó una traducción Latina de la Biblia completa enel año 405, llamada la "Vulgata" la
cual todavía existe. Siempre tuvo todos los 73 libros. Todas las Biblias Cristianas, por los próximos 1100
años tuvieron todos los 73 libros. Martin Lutero, alrededor del 1521 decidió remover los 7 Deuterocanónicos
del Antiguo Testamento y los puso en un apéndice, porque contenían enseñanzas de la Iglesia Católica que él
rechazaba, como el Purgatorio. El usó como excusa que ya habían sido removidos en Jamnia y nunca
debieron haberse usado como inspirados. Si, pero no se olviden que fueron los Judíos los que los removieron
, no los Cristianos. Por iniciativa propia de Lutero, removió los 7 libros que estaban en uso desde antes del
primer día de la Cristiandad.  Pregunto, si ellos fueron  'agregados' en el Concilio de Trento en 1545, ¿como
pudo Lutero haberlos removido 20 años antes si no estaban ahí?

El Concilio de Trento fue llamado en 1545 en respuesta a la reformación protestante. Una de las cosas que
ellos lograron en Trento fue una "reafirmación de que los 7 libros disputados estaban verdaderamente
inspirados y continuarían siendo incluídos en el canon del Antiguo Testamento". Ellos no los
agregaron. Ellos solamente reafirmaron que deberían estar ahí. Todas las Biblias Cristianas por los
primeros 1500 años de la Cristiandad tenían 46 libros en el Antiguo Testamento, y todas las Biblias Católicas
hoy día continúan teniendolos. He notado que incluso algunas Biblias King James ahora los tienen. Porque es
ésto?
La Vulgata de San Jerónimo

La primera traducción de la Biblia al latín fue hecha por San Jerónimo y se llamó la "Vulgata" (año 383
AD). El latín era para entonces el idioma común en el mundo Mediterráneo. San Jerónimo en un
principio tradujo del texto hebreo del canon de Palestina. Por eso no tenía los libros deuterocanónicos.
Esto produjo una polémica entre los cristianos de aquel tiempo. En defensa de su traducción, San
Jerónimo escribió: "Ad Pachmmachium de optimo genere interpretandi", la cual es el primer
tratado acerca del arte de traducir. Por eso se le considera el padre de esta disciplina. Ahí explica, entre
otras cosas, el motivo por el cual considera mejor traducir directo del hebreo.

San Jerónimo no rechazó los libros deuterocanónicos. La Iglesia aceptó su traducción con la inclusión de
los libros deuterocanónicos. Por eso la Biblia Vulgata tiene los 46 libros.

La Biblia contiene 1,189 capítulos, 929 capítulos en el AT y 260 en el NT. Distribuidos en 594 capítulos antes del salmo 118 y 594
después del salmo 118.
En sí, los textos que componen la Biblia fueron escritos a lo largo de aproximadamente 1000 años (entre el 900 a. C. y el 100 d.
C.).
El centro de la Biblia es el salmo 118: 8.
El capítulo 29 del libro de Job es el centro del AT
El capítulo 8 de Romanos es el centro del NT.
Existen 3.566.480 letras, 773.693 palabras, 31.102 versículos y 3.573 promesas aproximadamente.
El libro más corto de toda la Biblia es la epístola de 2 Juan; contiene sólo un capítulo con trece versículos.
El libro más extenso es el libro de los Salmos con 150 capítulos, y el segundo es Isaías con 66 capítulos.
El capítulo más grande es los salmos 119
El capítulo más pequeño es el salmo 117
El versículo más grande de toda la Biblia se encuentra en el libro de Esther, en el capítulo 8, versículo 9
El versículo más pequeño es Éxodo 20:13 y Juan 11:35
¿Cuál es la diferencia entre una Biblia católica y otra protestante?
¿Son iguales todas las Biblias?

Por: P. Miguel Angel Fuentes, sacerdote I.V.E. | Fuente: Institudo del Verbo Encarnado //
www.teologoresponde.com.ar

¿Me podrían decir cuál o cuáles son las diferencias entre una Biblia Católica y una Biblia Evangélica? Mi
hermana acaba de recibir como regalo una Biblia de una persona que la quiere convertir al Evangelismo, y
no sabemos en qué difiere de la nuestra pues aparentemente son iguales.

Otras:
Tengo una pregunta o más bien curiosidad: la Biblia que leen los católicos ¿es diferente a la que leen otras
religiones?

Gracias por el tiempo que se toma para nuestras preguntas; en este caso la que tengo es: ¿por qué mi Biblia
como católico es diferente a la de los protestantes?

Las respuestas, en los distintos casos, son muy semejantes y en cierto modo, debemos remitirnos al punto
anterior sobre la historia de la formación del canon bíblico.

Responder a esta pregunta no es difícil, pero sí complicado, porque no se nos pide que digamos la diferencia
de una versión católica con una determinada versión protestante sino con “la Biblia que leen los
protestantes”; ahora bien, muchas personas, cuando hablan de los protestantes, engloban con este título tanto
a los cristianos de iglesias reformadas tradicionales (luteranos, calvinistas, presbiterianos, etc.) cuanto a
miembros de sectas que también usan la Biblia, como los Testigos de Jehová; y no es lo mismo una cosa que
otra. Trataré, por tanto, de indicar algunos puntos generales, sin hacer una comparación detallada, lo cual es
imposible (para mí, aquí, con los límites que me he impuesto).

Ante todo, todas las versiones católicas y protestantes de la Biblia coinciden en muchas cosas: en la mayoría
de los libros que contienen y sustancialmente en el sentido de los textos.

(1) En cuanto al número de los libros (el canon): como ya hemos indicado en el capítulo anterior, las
versiones católicas de la Biblia tienen siete libros más que las versiones protestantes; son los libros que
nosotros llamamos “deuterocanónicos” del Antiguo Testamento y ellos llaman “apócrifos” (1 y 2 Macabeos,
Tobías, Judit, Baruc, Sabiduría, y Eclesiástico o Sirácida). En cambio, aceptan los 27 libros del Nuevo
Testamento, aunque a siete de ellos los llaman “deuterocanónicos”. El motivo es que Lucero, en el momento
de su separación de Roma, rechazó el “canon alejandrino” que contiene la lista de los 46 libros de la
traducción de los “Setenta” (traducción al griego realizada en Alejandría de Egipto del hebreo al griego),
adhiriéndose al “canon judío de Palestina” (los libros escritos en hebreo) que contiene 39 libros1.

En torno a los años 90-100 d.C., algunos líderes judíos se reunieron para tratar el tema del canon (conocido
como el canon de Palestina) quitando los siete libros, pretendiendo volver al canon hebreo, y distinguirse así
de los cristianos; pensaban que lo que no fue escrito en hebreo, no era inspirado (aunque Eclesiástico y 1
Macabeos estaban originalmente escritos en hebreo y arameo); las discusiones siguieron por muchos años,
con mucho desacuerdo entre los diferentes grupos y sectas judíos. Los saduceos solamente confiaban en la
Torá, los fariseos no podían decidir sobre Ester, Cantares y Eclesiastés. Solamente en el segundo siglo, los
fariseos decidieron 39 libros. San Pablo, utilizaba la versión de los Setenta, y cuando los autores del Nuevo
Testamento citan algo del Antiguo Testamento, lo citan según la traducción griega de los Setenta el 86% de
las veces. Los descubrimientos de Qumran, en pleno siglo XX, ha mostrado que grupos judíos leían y usaban
los libros “deuterocanónicos” (al menos se han encontrado los libros de Tobías, y Ben Sira o Eclesiástico).

Lutero y los demás reformadores, rechazaron los siete libros que nosotros llamamos deuterocanónicos (y
ellos “apocrifos”) dando origen a la Biblia Protestante; también calificó de deuterocanónicos a varios libros
del Nuevo Testamento, considerándolos de menor autoridad, sin embargo no los quitó, pues sostenía que,
aunque no son iguales a las Sagradas Escrituras, son útiles y buenos para leer2. La Biblia de Zurich,
traducida por Zwinglio y otros (1527-29), incluía los libros deuterocanónicos como útiles aunque los
relegaba al último volumen y no los consideraba canónicos; algo parecido hizo la Biblia Olivetana, prologada
por Calvino, en 1534-35. En 1615, el arzobispo anglicano de Cantebury, proclamó una ley que llevaba un
castigo de un año de cárcel, para cualquier persona que publicara la Biblia sin los siete libros
deuterocanónicos, ya que la versión original de la King James (la más famosa de las versiones inglesas) los
tenía; pero fue precisamente en Inglaterra, donde fue creciendo la oposición a estos libros, y en 1827 la
“Sociedad Británica y Extranjera de la Biblia” los omitió completamente en su Biblia. Luego, otras
editoriales hicieron lo mismo.

Estos libros no fueron añadidos durante el Concilio de Trento, como creen algunos protestantes, pues Lutero
los había rechazado del canon precisamente porque estaban en el canon comúnmente admitido (aunque
algunos discutieran su valor canónico), pero él consideraba que no debían estar al no haber sido escritos
originalmente en hebreo. Trento define de modo definitivo el canon, pero no hace aceptar libros que hasta el
momento se rechazaban. De hecho, los manuscritos más antiguos (anteriores mil años a Trento), contienen
los deuterocanónicos; y salvo el Codex Vaticanus, el más antiguo texto griego del Antiguo Testamento (en el
que no están los libros de Macabeos), todos los demás manuscritos contienen los siete libros del Antiguo
Testamento llamados deuterocanónicos.

Pasando de las grandes denominaciones protestantes a las sectas de inspiración pseudo-cristiana (pensemos
en los Testigos de Jehová, por ejemplo), debemos decir que, en cuanto al canon bíblico, no difieren sus
Biblias de las protestantes, aunque tal vez ellos han percibido con más fuerza el gran problema que plantea el
dar razón del canon (o sea, por qué creemos que estos libros han sido inspirados), debiendo atribuir el poder
de discernimiento “al cuerpo gobernante” de la Congregación cristiana, o sea reconociendo la necesidad de
un criterio extra-bíblico3.

(2) El segundo tema es el de las versiones, es decir, las traducciones de la Biblia. Desde un primer momento,
los reformadores no se contentaron con distinguir el canon protestante del católico sino que se dedicaron a
hacer traducciones de la Biblia a las lenguas modernas.

Sabemos que los textos originales de la Biblia han sido escritos en hebreo/arameo (la mayoría de los libros
del Antiguo Testamento) y en griego (los libros del Antiguo Testamento que se conocen como
deuterocanónicos, aunque algunos de los así denominados son traducciones del hebreo; los escritos del
Nuevo Testamento, aunque se discute si algunos de éstos no son en realidad traducciones al griego de un
texto original en hebreo o arameo). Hubo traducciones desde tiempos antiguos, como lo demuestra la versión
al griego de los Setenta (versión griega de los libros inspirados judíos, nuestro Antiguo Testamento), o la de
Aquila, prosélito judío (en torno al 130 d.C.), la de Símmaco (fines del siglo II). Orígenes hizo una de las
obras más monumentales de la antigüedad, conocida como Hexapla Biblia porque el texto estaba dispuesto
en seis columnas que comprendían: el texto consonántico hebreo en caracteres hebreos, el hebreo trascrito en
caracteres griegos, la versión de Aquila, la de Símmaco, el texto tradicional de los Setenta y la versión de
Teodoción. Hubo traducciones al siríaco (el Diatessaron de Taciano, la Biblia Vetus Syriaca, la Biblia
Peshitta, etc.), al copto (la forma más reciente de la lengua egipcia), al etiópico. San Jerónimo hizo una
traducción al latín de toda la Biblia, asesorándose por maestros judíos para su traducción de los textos
hebreos, conocida como Vulgata. Mientras el mundo occidental cristiano se manejó en griego como lengua
franca, y luego en latín, el uso de los textos bíblicos en estas lenguas no ofreció dificultad; pero con la
formación de las lenguas romances y el desuso del latín por parte del vulgo, el texto latino de la Biblia se
hizo ininteligible. Desde entonces, comenzaron a aparecer versiones en lenguas vulgares.

Corren sobre este tema, dos afirmaciones erróneas. La primera es que quienes comenzaron la labor de
traducir y divulgar la Biblia en las lenguas vulgares o romances, o modernas, fueron los reformadores
protestantes; la segunda: que éste fue un fenómeno propio de ambientes protestantes, pues la Iglesia católica
prohibía a sus fieles la lectura de la Biblia. Las dos afirmaciones son históricamente falsas y no hace falta
más que remitirse a los hechos históricos para corregirlas.

Es falsa, ante todo, la acusación (que es fácil de oír en ambientes protestantes) de que fueron los
reformadores (principalmente Lutero) quienes por vez primera volcaron la Sagrada Escritura a las lenguas
modernas. Escriben Tuya y Salguero: “Mucho antes de que Lutero iniciase la reforma protestante, existían
numerosas versiones de la Biblia en las lenguas vulgares de muy diversos países. Según el P. A. Vaccari,
entre los años 1450 y 1500 se cuentan unas 125 ediciones diferentes de la Biblia4, lo que demuestra cuán
extendida estaba su lectura. En España, se leía la Sagrada Escritura en romance ya antes de Alfonso X el
Sabio (1252-1284). En Alemania, se hizo una versión en 1466, de la que aparecieron 15 ediciones antes del
año 1500. La primera edición en lengua vulgar italiana, se publicó en Venecia el año 1471, de la que se
conocen nueve ediciones antes de . 1500. En Francia, también se hizo una traducción el año 1477, que tuvo
tres ediciones antes del año 1500”5

Es igualmente incorrecta la afirmación de que la Iglesia prohibió a sus fieles la lectura de la Biblia (o al
menos la lectura de la misma en lenguas modernas). La misma profusión de versiones que acabamos de
mencionar, atestigua la extensión del uso de la Biblia (incluso en versiones de lenguas vulgares) antes de la
Reforma protestante. El Concilio de Trento, a raíz de que los protestantes atentaron contra la integridad de la
Sagrada Escritura y contra la interpretación auténtica de la Iglesia (por ejemplo, en cuanto a las afirmaciones
sobre la justificación), estableció normas de lectura que preservaran de falsas interpretaciones. Pero no existe
ninguna normativa canónica del Concilio tridentino que prohíba las versiones en lenguas vulgares y menos su
lectura. Atestigua esto Pío XII: “No prohíbe el concilio Tridentino que, para uso y provecho de los fieles de
Cristo y para más fácil inteligencia de la divina palabra, se hagan versiones en las lenguas vulgares, y eso aun
tomándolas de los textos originales”6. Existieron, sí, prohibiciones locales, como las del concilio de Tolosa
(1229), la de Tarragona (1233), el sínodo de Oxford (del año 1408); el motivo era la falta de autorización de
las versiones cuestionadas y en algunos casos, el uso que hacían de ellas algunas sectas (como el caso de
Tolosa que tiene relación con el problema de los albigenses).

Hay que reconocer, sin embargo, que en ambientes de la Reforma se dio un impulso particular a las versiones
en lenguas vulgares modernas. Tal vez la más antigua y notable, sea la versión de Lucero, quien publicó en
alemán el Nuevo Testamento en 1522 y el Antiguo entre 1523 y 1534. La más famosa de las versiones
inglesas es la King James Version (de 1611), revisada sucesivamente en varias oportunidades. En castellano,
la primera versión de la Biblia completa hecha por un protestante es la de Casiodoro de Reina (publicada en
Basilea en 1569); en 1602 Cipriano de Valera la retocó y (según dice) cotejó la versión de Casiodoro con
otras versiones, reeditándola. Es la más conocida de las versiones protestantes castellanas (conocida como
Reina-Valera). Sobre esta versión, ha escrito una magnífica reseña el eminente Marcelino Menéndez Pelayo
en su Historia de los Heterodoxos7. Cito algunos párrafos de este crítico, por ser esta versión, la más común
entre nosotros y por ser la autoridad de Menéndez Pelayo indiscutible en este punto8: “Esta Biblia es
rarísima; llámasela comúnmente del Oso por el emblema o alegoría de la portada. Tiene año (1569), pero no
lugar de impresión ni nombre del traductor; sólo sus iniciales C. R. al fin del prólogo (1858). , Doce años
invirtió Casiodoro en su traslación, aunque como trabajo filológico no es el suyo ninguna maravilla. Sabía
poco hebreo, y se valió de la traducción latina de Santes Pagnino (muy afamada por lo literal), recurriendo a
la verdad hebraica sólo en casos dudosos. De la Vulgata hizo poca cuenta, pero mucha de la Ferrariense9 ‘no
tanto por haber acertado más que las otras... cuanto por darnos la natural y primera significación de los
vocablos hebreos y las diferencias de los tiempos de los verbos’, aunque la tacha de tener grandes yerros,
introducidos por los judíos en odio a Cristo, especialmente en las profecías mesiánicas, y de haber dejado
muchas cosas ininteligibles o ambiguas. En cuanto a Casiodoro, aunque él mismo confiesa que ‘la erudición
y noticia de las lenguas no ha sido ni es la que quisiéramos’, y le habilitaba sólo para entender y cotejar los
diversos pareceres de los intérpretes, procuró ceñirse al texto sin quitar nada, como no fuera algún artículo o
repetición de verbo cuya falta no menoscabara la entereza del sentido, ni añadir cosa alguna sin marcarla de
distinta letra que el texto común o encerrarla entre vírgulas.

Estas ediciones son, ya de una o pocas palabras que aclaran el sentido, ya de variantes, especialmente en Job,
en los Salmos, en los libros de Salomón y en las historias de Tobías y Judit. De la versión siríaca del Nuevo
Testamento confiesa que no pudo aprovecharse porque salió aquel mismo año, cuando ya estaba impresa la
suya. Conservó en el texto la voz Jehová, aunque nunca la pronuncien los hebreos. Usa los nombres
concierto, pacto, alianza, para designar lo que los Setenta y la Vulgata llaman Testamento y se defiende en el
prólogo de haber usado por primera vez en castellano los nombres reptil y escultura, que en la Ferrariense
son removilla y doladizo. Y procuró retener todas las formas hebraicas que conciertan con las españolas.
Llenó la obra de notas marginales, que son interpretaciones o declaraciones de palabras. Las anotaciones de
doctrina las reservó para imprimirlas aparte o ponerlas en otra edición (...) Como hecha en el mejor tiempo de
la lengua castellana, excede mucho la versión de Casiodoro, bajo tal aspecto, a la moderna de Torres Amat y
a la desdichadísima del P. Scío (...)

Cipriano de Valera (...) escribía con donaire y soltura (...) Los veinte años que dice que empleó en preparar su
Biblia deben ser ponderación e hipérbole andaluza, porque su trabajo en realidad se concretó a tomar la
Biblia de Casiodoro de Reina y reimprimirla con algunas enmiendas y notas que ni quitan ni ponen mucho.
Tampoco he de negar que, en general, mejoró el trabajo de su predecesor (...) En cuanto a la traducción, el
mismo Cipriano confiesa que siguió palabra por palabra la de Casiodoro, cotejándola con otras
interpretaciones en diversas lenguas y quitando lo añadido por los Setenta o por la Vulgata que no se halle en
el texto hebreo; lo cual principalmente acontece en los Proverbios de Salomón. Y a esto, a alguna que otra
nota añadida, que se indica con diversa letra que las del traductor antiguo, y a algún retoque en el lenguaje se
reduce toda la labor de Valera, que, sin embargo, pone su nombre, y calla el de Casiodoro, en la portada”.

He querido alargarme un poco en estas expresiones, pues creo que debe notarse el mérito literario de muchas
de las primeras versiones protestantes de la Biblia. Podremos discutir las traducciones de algunos pasajes en
concreto, pero no se puede poner en duda el valor de la obra en su conjunto (en cuanto a la versión literaria se
refiere). Son conocidas las reiteradas ponderaciones que –entre nosotros– hace Leonardo Castellani de la
versión inglesa King James.

No se puede decir lo mismo de las versiones de la Biblia divulgadas por los Testigos de Jehová. Dice el P.
Petrino en su estudio sobre el uso de la Biblia por parte de esta secta: “La versión jehovista de la Sagrada
Escritura ha llamado la atención de todos los estudiosos que no dudan en denunciar sus falsedades y notar sus
divergencias con respecto de los textos bíblicos auténticos”10. Y cita a continuación las palabras de A.
Hoekema: “La Traducción del Nuevo Mundo no es una traducción objetiva de la Biblia en inglés moderno,
sino una traducción falsificada en la cual muchas de las enseñanzas de la Sociedad Wachtower han sido
fraudulentamente introducidas”11. Los Testigos de Jehová introducen en el texto, por tanto, grandes cambios
que no son simples cuestiones lexicográficas sino alteraciones del texto bíblico original. A pesar de que diga
seguir las ediciones críticas de R. Kittel y Westcott y Hort, en realidad se separa y las ignora cuando se ve
comprometida la “doctrina” de la secta.
Para mayor confusión de muchos incautos, también los mormones (o Iglesia de Jesucristo de los Santos de
los últimos días) usa también la Biblia (junto a otros libros reconocidos por ellos como sagrados: el Libro de
Mormón, Doctrinas y Convenios y La Perla de Gran Precio). Ellos definen la Biblia como la historia de los
tratos de Dios con los pueblos del Continente Oriental (Palestina, Egipto, etc.), mientras que el Libro de
Mormón sería la historia de los tratos de Dios con los pueblos antiguos del Continente Occidental (las
Américas)12. Los mormones enseñan expresamente que la Biblia no es el único libro revelado/inspirado13.
Su fundador, J. Smith, usó originalmente la King James Version (en el Libro de Mormón se han contado
hasta 27.000 palabras o frases tomadas literalmente de esa edición). Sin embargo, la mayoría de las doctrinas
enseñadas por mormones, tienen un sentido completamente distinto del bíblico, y constituyen una negación
de las verdades no sólo católicas sino cristianas; así el dios de los mormones es pura materia, puro hombre,
visible, no eterno, no es creador, no es omnipresente ni perfecto, ni único, etc.14

(3) Finalmente, una característica general de las ediciones de la Biblia no católicas, es la ausencia de notas
explicativas, mientras que las Biblias católicas tienen notas (algunas más, otras menos). Las notas no son
esenciales, ciertamente, ni forman parte de la Revelación, ni son inspiradas. Pero son muy útiles, y, en
algunos casos, muy convenientes. Son indicaciones, explicaciones, comentarios o simplemente referencias a
otros pasajes en que, el mismo tema sobre el que se hace la nota, vuelve a aparecer con un sentido más claro.
No hay que poner las manos en el fuego por las notas de muchas ediciones católicas de la Biblia, las cuales
pueden contener errores o ser tendenciosas (como ocurre, por ejemplo, con las notas de la llamada Biblia
Latinoamericana). Otras, en cambio, son magníficas, como la edición de la Biblia de L. Cl. Fillion, de 1887
(conozco la 4ª edición en ocho tomos de 1903, con texto en latín y notas en francés), o entre nosotros, la
valiosa versión de J. Straubinger (primera versión católica americana hecha sobre los textos primitivos)15,
cuyas notas constituyen pequeños artículos que destacan las ideas fundamentales de la Biblia, mostrando su
aplicación en la vida, al igual que procuran mostrar la armonía que existe entre los dos Testamentos y la
coincidencia de los pasajes paralelos, para que el lector tenga siempre a la vista la unidad viva de las
Escrituras desde el Génesis hasta el Apocalipsis.

En nuestros días (primeros años del siglo XXI) está realizando una importante obra el Prof. Scott Hahn,
publicando una nueva edición de la Revised Standard Version pero con subsidios a pie de página, que
ofrecen al fiel lector de la Biblia, concordancias bíblicas, notas exegéticas a los principales versículos, y
notas teológicas importantes (unas que relacionan el contenido y la unidad de la Escritura mostrando cómo
pasajes del Antiguo Testamento iluminan los misterios del Nuevo Testamento; otras tomadas de la tradición
viviente de la Iglesia –santos Padres, magisterio–, poniendo en relieve los sentidos espirituales de la Escritura
en continuidad con la gran tradición eclesiástica, y otras que subrayan “la analogía de la fe”, mostrando cómo
los misterios de la fe se iluminan unos a otros poniendo de relieve la coherencia y unidad de los dogmas
definidos y la infalible interpretación de la Iglesia). De vez en cuando también se intercalan breves análisis
de términos bíblicos, y temas exegéticos de interés para el lector y el estudioso (como cuándo celebró Jesús
la Última Cena, y otros). 16

Las Biblias protestantes carecen de notas por una cuestión lógica: el principio de libre examen. Cada fiel
debe interpretar la Biblia de acuerdo a lo que le inspire el Espíritu Santo. No hay lugar para un magisterio
que tenga por objeto la explicación de la Sagrada Escritura. Toda nota explicativa coartaría esta libertad de
interpretación. Sin embargo, éste es un principio aparentemente respetado por el protestantismo; en la
realidad, la ausencia de notas respeta a medias la libertad individual, puesto que: (a) por un lado, toda versión
de la Biblia en otra lengua que no sea la original implica de suyo una interpretación; puede verse al respecto
la versión griega del Nuevo Testamento preparada por los protestantes Nestle y Aland, para observar las
distintas variantes de algunos pasajes y vocablos17; el traductor debe elegir entre variantes y, en muchos
casos, interpretar un texto. A modo de ejemplo, podemos observar (tomando sólo las versiones españolas de
Reina-Valera) diferencias (mínimas, pero diferencias al fin y al cabo):

• El versículo de Lucas 1,28 es traducido por la versión Reina-Valera Actualizada (1989): “Cuando entró a
donde ella estaba, dijo: –¡Te saludo, muy favorecida! El Señor está contigo”. Omite las palabras “bendita tú
entre las mujeres”, las cuales aparecen, en cambio, en la versión Reina-Valera (de 1909), en la Reina-Valera
Revisada (1960) y la Reina-Valera Actualizada (1995).
• El versículo de Mateo 16,18 aparece en la Reina-Valera de 1909 como “tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi iglesia”; pero en lugar de piedra aparece “roca” en las versiones Reina-Valera Actualizada
(1989), Reina-Valera Revisada (1960) y Reina-Valera Actualizada (1995). El cambio es importante, porque
está detrás la discusión de la relación entre el nombre de Pedro y la “piedra” sobre la que se edifica la Iglesia
de Jesucristo; la relación entre los términos arameos “Cefas-cefas” usados por el Señor queda en evidencia en
la traducción “Pedro-piedra” y no tanto cuando se traduce “Pedro-roca” (de todos modos, llegado el caso se
puede explicar bien).

• En Juan 6,56, Jesús dice “Ésta es mi sarka”. Las cuatro versiones que venimos mencionando (Reina-Valera,
1909; Reina-Valera Actualizada, 1989, Reina-Valera Revisada, 1960; Reina-Valera Actualizada, 1995)
traducen “carne” (al igual que las versiones católicas); pero de hecho el término griego “sark”, admite otras
acepciones como carne, cuerpo físico, naturaleza humana, descendencia terrena (como por ejemplo la usa san
Pablo en Ro 9,8). Los traductores han hecho una interpretación (correcta) inclinándose, como más exacta, por
la palabra “carne”18. En Lc 1,32 aparece dôsei, de dídômi, que si bien significa dar, garantizar, permitir,
colocar, establecer, pagar, producir, causar, confiar, ofrecer, infligir (como castigo), etc., es traducido en
todas las versiones como “dar” (“el Señor Dios le dará”). Etc.

Se podrían multiplicar los ejemplos. Algunas variantes son mínimas, otras no tanto, pero demuestran que el
traductor es un “intérprete”, y no puede ser de otro modo.

Igualmente, los protestantes comentan, explican e interpretan la Biblia constantemente: lo hacen sus pastores
y ministros en las homilías, lo hacen quienes citan algunos pasajes como aplicables en una situación
determinada, y lo hacen sobre todo los que critican las interpretaciones católicas que nosotros hacemos de
algunos pasajes. Por tanto, no respetan en toda su literalidad y amplitud el principio del libre examen. Una
persona que acepte el principio de que la Biblia debe interpretarse individualmente, debe limitarse a darle a
los demás un ejemplar de la Biblia en las lenguas originales y que se arregle solo. Y no criticar a los demás
que hagan una interpretación distinta de la propia; ¿acaso un protestante niega el derecho de que un católico
pueda leer la Biblia e interpretarla como el Espíritu Santo le dicte?; entonces, ¿por qué nos critican –sobre
todos los miembros de las sectas– que nosotros entendamos que Jesucristo funda su Iglesia sobre Pedro, el
que Jesucristo otorgue el poder de perdonar los pecados a los apóstoles y a sus sucesores, el que María sea
virgen perpetuamente, etc.?

El principio del libre examen es también el principio de la estricta mudez. Si no hay magisterio pontificio ni
episcopal, ni tradición válida, entonces tampoco debería haber pastores-predicadores (una fuente de ingresos
que muchos pastores no dejarán escapar tan fácilmente, aunque tengan que gambetearse a Lutero –hasta
cierto punto, pues tampoco Lutero lo respetó), ni deberían existir las universidades de teología, ni las escuela
de Biblia (que deberían limitarse a ser escuelas de lenguas), etc. Pero esto no lo van a admitir, porque cada
perro defiende su hueso, aunque enseñe (para los demás) que los huesos no se comen.

Canon de Palestina
La mayor parte de la Biblia judía o Tanak, se escribió en hebreo, excepto unas pocas páginas, que se
escribieron en arameo. La lista (o canon) de libros bíblicos hebreos inspirados quedó establecida
definitivamente en el siglo II, por el consenso de un grupo de sabios rabinos que habían conseguido escapar
del asedio de Jerusalén en el año 70 y que habían fundado una escuela en Yamnia. Estos libros se denominan
protocanónicos y son los siguientes:

1. La ley (Torah)
2. Los profetas (Nebiim)
3. Los escritos (Ketubim)
Este canon significó el rechazo de algunos libros, denominados deuterocanónicos, que un grupo de maestros
judíos había incluído en el Canon de Alejandría o Biblia de los Setenta en el siglo II adC.

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