Tratamiento Procesal de Testigo Protegido

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TERRORISMO

[P]uede entenderse que el art. 1 LECAT establece una noción legal de terrorismo, que
pretende determinar el alcance aplicativo de la ley y complementa de igual manera
cada uno de los tipos y demás disposiciones a los cuales necesariamente haya de
remitirse tal término. Desde esta óptica, terrorismo implica aquellos “delitos (…) que
por la forma de ejecución, medios y métodos empleados, evidencien la intención de
provocar estados de alarma, temor o terror en la población, al poner en peligro
inminente o afectar la vida o la integridad física o mental de las personas, bienes
materiales de significativa consideración o importancia, el sistema democrático o la
seguridad del Estado o la paz internacional”.
3. De la anterior noción legal, se pueden observar tres elementos que ha tenido en
cuenta el Legislativo para considerar una conducta como terrorismo: (a) la utilización
de medios y métodos con amplia idoneidad para generar un terror colectivo; (b) que
lesionen o pongan en peligro bienes jurídicos personales o materiales –estos últimos de
significativa consideración–; y (c) que resulte o pueda resultar afectado el sistema
democrático, la seguridad del Estado o la paz internacional.
Partiendo de tales elementos, conviene efectuar un estudio sobre la compatibilidad
constitucional de la anterior formulación.
A. Inicialmente, la definición del art. 1 LECAT muestra su relación con aquellas
formulaciones históricas que tomaron como criterio principal la utilización de medios
susceptibles de provocar pánico en la población lo relevante en esta materia, además del
uso sistemático, generalizado, organizado e indiscriminado de la violencia, es la
consecución de una finalidad que puede ser intimidar a grandes sectores de la
población, tomar el control de diversas partes del territorio, incidir en las decisiones
que pueda efectuar los diferentes entes gubernamentales, paralizar la estructura
económica de la nación, poner en riesgo el sistema de libertades comprendidos en la
Constitución y afectar sensiblemente el sistema democrático, poniendo en riesgo o
afectando todo ello los derechos fundamentales de la población.

Con base en lo anterior, la disposición impugnada debe ser entendida conforme a tales
elementos, en tanto que el terrorismo constituye el ejercicio organizado y sistemático
de la violencia, que mediante afectaciones concretas de bienes jurídicos individuales o
colectivos, busca intimidar de forma general a la población, controlar territorios
poblacionales, compeler a las autoridades gubernativas a negociar concesiones
penitenciarias o de otra índole, afectar el sistema económico de una nación, afectar el
marco de la institucionalidad democrática y el sistema de derechos fundamentales
contemplados en la Constitución. C. Lo anterior, permite distinguir del concepto de
grupos terrorista a aquellas formas de violencia político-social de carácter espontáneo,
que carecen de un uso sistemático y “racional” del terror como forma de expresión, y
que se realizan mediante protestas callejeras, toma de edificios gubernamentales u otras
formas de manifestación similares, con un fin netamente reinvindicativo de sus derechos
ante el Estado. En tales casos, en aquellas situaciones extremas que constituyan un
evidente abuso del ejercicio de las libertades de expresión de asociación y reunión
mediante el desarrollo de una violencia ocasional grave contra los bienes jurídicos y
derechos fundamentales de terceros, queda comprendido dentro del ámbito de otros
tipos penales o infracciones legales diferentes al terrorismo.
En conclusión, y con base en los parámetros expuestos anteriormente, no puede
reputarse inconstitucional la definición brindada por el art. 1 LECAT en relación con
el terrorismo, ya que puede ser interpretada conforme al marco de valores y principios
contemplados en la Constitución y el Derecho Internacional. Y por ende, se desestima
la inconstitucionalidad en este punto de los arts. 1, 4 letra m, 8, 11, 13 y 29 LECAT.

SOBRE ORGANIZACIONES TERRORISTAS (JURISP DE CÁMARA)


P-199-PC-SENT-2017-CPPV
CÁMARA DE LA TERCERA SECCIÓN DEL CENTRO: San Vicente, a las quince
horas y treinta minutos del día treinta de Agosto de dos mil diecisiete.
[C]on las explicaciones jurisprudenciales ya dadas y expuesto de modo sucinto
el yerro alegado, es pertinente acotar que la Mara Salvatrucha ha sido catalogada como
Organización Terrorista, por la Sala de lo Constitucional en la precitada sentencia 22-
2007 Ac; por lo que, todo aquella persona que pertenezca a dicha Mara, en calidad de
jefe, miembro, colaborador, apologista y financista, queda comprendida dentro del
concepto de ‘terrorista’ y por consiguiente, puede ser sancionada bajo la aplicación del
precepto objetado, no porque la finalidad de la Mara Salvatrucha - organización a la
que pertenece - sea exclusivamente la de cometer los delitos contemplados en la Ley
Especial de Actos de Terrorismo - que tan solo son una parte de las conductas que se
enmarcan dentro del concepto de actos de terrorismo ya brindado - sino porque como
organización terrorista, su fin último es el de ejecutar actos de terrorismo, dentro de los
que quedan comprendidos las conductas sancionadas en el LECAT y todas aquellas que
suponen un ejercicio organizado y sistemático de la violencia, mediante afectaciones
concretas de bienes jurídicos individuales o colectivos, con las que - ente otras cosas -
se logra intimidar de forma general a la población o controlar territorios poblacionales,
poniendo en grave riesgo o afectando metodológica e indiscriminadamente los derechos
fundamentales de la población o de parte de ella y generando generar terror, inseguridad
o alarma, en este caso, entre la población salvadoreña o una parte de ella, a lo cual las
personas miembros ha manifestado seriamente su disposición de contribuir.

QUÉ ES CRIMEN ORGANIZADO


6-2009
Inconstitucionalidad
Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, San Salvador a las dieciséis
horas del día diecinueve de diciembre de dos mil doce.
4. La LECRODEC brinda un concepto de crimen organizado que pese a lo
escueto de su redacción, puede ser objetivamente delimitado interpretativamente en
orden a las características de generalidad y precisión semántica que debe tener la
formulación normativa para señalar la competencia. Tal delimitación debe comprender
los siguientes elementos: (a) grupo compuesto de dos o más personas; (b) estructurado;
(c) que exista durante cierto tiempo; y (d) actúe concertadamente con el propósito de
cometer uno o más delitos.
Si bien es cierto, que tal disposición hace referencia a la confabulación de dos o
más personas para la realización de un solo delito, gramaticalmente cuando se utiliza el
término “organización”, ella requiere dentro de una concepción adecuada y estricta del
término, que los miembros de la misma actúen dentro de una estructura caracterizada
por un centro de decisiones y diversos niveles jerárquicos, con posibilidad de
sustitución de unos a otros mediante una red de reemplazos que aseguren la
supervivencia del proyecto criminal con cierta independencia de las personas
integrantes de la organización y que dificulten de manera extraordinaria la persecución
de los delitos cometidos, aumentando al mismo tiempo el daño posible causado.
En consonancia con lo anterior, es posible comprender la plenitud de tales
requisitos, en orden a evitar dificultades probatorias, tomando como base un concepto
de crimen organizado orientado a las consecuencias, en cuya esencia dos o más
personas programen un proyecto, un plan o propósito para el desarrollo de la acción
criminal, sin que sea precisa la existencia de una organización más o menos perfecta,
bastando únicamente un principio de organización de carácter permanente. En este
último sentido, ha de requerirse judicialmente una especial continuidad temporal o
durabilidad que vaya más allá del simple u ocasional consorcio para el delito.
Queda descartado entonces, dentro del programa normativo del inc. 2° del art. 1
de la LECRODEC –pese a que una lectura fraccionada del texto lo señale–, la mera
confabulación aislada para cometer un solo delito o la mera coautoría en la ejecución de
un solo delito o aún de varios sin permanencia o continuidad de esa conjunción de
personas o sin al menos el principio de una composición organizacional estable, que se
proyecta más allá de sus miembros.
Por las consideraciones expuestas supra, cuando la referida ley especial
establece el actuar concertadamente con el propósito de cometer aunque sea un solo
delito, debe entenderse como condición ineludible la existencia de una estructura u
organización cuyo orden interno puede ser regularmente piramidal, de estructura
claramente jerárquica, dentro de la cual los órganos decisivos no son los mismos que los
ejecutivos.
En otros términos, los agentes encargados de ejecutar el delito no participan en
la conformación del objeto de la organización ni en la selección de los objetivos, son
sencillamente instrumentos reemplazables, sujetos a un código de comportamiento y
penalización en el caso que la infrinjan, sin poder alguno para entorpecer el plan o de
interrumpirlo, como acontece en la simple coautoría.

TRATAMIENTO PROCESAL DEL TESTIGO CRITERIADO (VALOR


PROBATORIO).
149C2016
SALA DE LO PENAL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA: San Salvador, a las
nueve horas del día veintiocho de octubre de dos mil dieciséis.

1.3.- En las últimas décadas, ante el creciente desafió de las estructuras delictivas
organizadas, la institución del "arrepentido", "colaborador de la justicia", "delator",
"testigo de la Corona" o "criteriado" (como se le conoce en la práctica forense nacional
debido a que es beneficiado por el "criterio de oportunidad" ofrecido por la agencia
fiscal), ha sido un medio empleado cada vez con mayor frecuencia en la investigación
de los delitos asociativos (Cfr. Sentencia de casación Ref. 218-CAS-2012, de fecha
17/01/2014).
Esta figura alude a una persona involucrada en hechos ilícitos, generalmente en el
marco de un grupo o estructura, que contribuye voluntariamente al esclarecimiento de la
verdad, al proveer datos que de otra manera serían inalcanzables, debido a la opacidad
que caracteriza a la actuación criminal. Se reconoce que no se trata de una colaboración
desinteresada, ya que casi en la totalidad de casos, recibe una sanción premia! que
puede radicar en la disminución o exoneración completa de la responsabilidad penal que
le correspondía por su conducta en circunstancias normales, a lo que se añade con
frecuencia la necesidad de recibir protección especial del Estado, ya que, al romper el
vínculo de lealtad con otras personas involucradas en el delito, se expone a sufrir
represalias violentas.
En diversas resoluciones anteriores, esta Sala ha tenido la ocasión de pronunciarse en
relación a los declarantes que reciben criterio de oportunidad:
A)         Resulta evidente que no se trata de un tercero ajeno a los hechos acusados, por
lo tanto, le cabe la designación de "testimonio impropio" (Cfr. Sentencia de casación
Ref. 297-CAS-2005, dictada el 13/01/2006).
B)            El legislador no ha diseñado un mecanismo específico para la incorporación o
reglas específicas de apreciación de este medio, de modo que le es aplicable el marco
regulatorio de la prueba testimonial (Cfr. Sentencia de casación Ref. 594-CAS-2011, de
fecha 13/02/2013).
C)       La declaración del coimputado no es un medio de prueba prohibida en nuestro
ordenamiento jurídico, aunque por el conocido interés que lo caracteriza, requiere de
una "valoración exhaustiva de credibilidad' (Sentencia de casación Ref. 218-CAS-2012,
de fecha 17/01/2014 y 574-CAS-2011, de fecha 08/07/2013).
D)      La coparticipación delictiva del declarante con criterio de oportunidad no es una
circunstancia que lo desautoriza automáticamente (Cfr. Sentencia de casación Ref. 297-
CAS-2005, previamente citada).
1.4.- En la argumentación del motivo invocado, el recurrente cita resoluciones del
Tribunal Constitucional de España y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
y Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Lo anterior, da la oportunidad de hacer
alusión al valor que revisten los fallos de esas entidades para esta Sala.
En ese sentido, los conceptos expuestos en las resoluciones de los tribunales de casación
penal y tribunales constitucionales de otras naciones que comparten el sistema de
derecho continental vigente en nuestro país, son útiles como criterios ilustrativos para
esta sede, ya que ayudan a comprender el sentido y alcance de los principios generales
del derecho y de aquellas instituciones jurídicas que gozan de reconocimiento universal
como la inviolabilidad de la defensa y el debido proceso, así como conocer los avances
en el desarrollo de la dogmática penal en otras latitudes. También pueden gozar de este
valor ilustrativo y no vinculante, los pronunciamientos del Tribunal Europeo de
Derechos Humanos, puesto que versan sobre la protección de aquellos derechos y
garantías inherentes a la persona humana que son comunes a todos los sistemas
jurídicos, aunque es manifiesto que el Estado salvadoreño no es parte del sistema
regional europeo.
Por su parte, las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos tienen un
valor diferente y superior, ya que son de obligatorio cumplimiento para la República de
El Salvador, en virtud que ésta es parte de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, cuya aplicación e interpretación con efecto general y obligatorio corresponde
a la referida Corte, En virtud de ello, los tribunales nacionales, se encuentran en el deber
ineludible de potenciar la aplicación más amplia posible y el mayor respeto a las
obligaciones establecidas por este tratado internacional, así como por la jurisprudencia
de la Corte Interamericana que constituye fuente de derecho derivada del mismo
instrumento internacional (Cfr. Sentencia de fondo en el caso la Cantuta" vs. Perú, de 29
de noviembre de 2006, párrafos 171 y 172; en el mismo sentido, CARBONELL, M.,
Introducción General al Control de Convencionalidad, Biblioteca Jurídica Virtual de la
Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México, 2009, P. 67-70,
disponible en http://archivos.iuridicas.unam.mx/www/biv/librosf7/3271/11.pdf,
consultado el 8 de octubre de 2016).
Aclarado lo anterior, conviene hacer referencia a la consideración expuesta de la
sentencia de la Corte Interamericana que el recurrente invoca y que en lo medular
señala: "Es posible afirmar la limitada eficacia probatoria que debe asignarse a la
declaración de un coimputado, más allá de su contenido específico, cuando es la única
prueba en la que se fundamenta una decisión de condena, pues objetivamente no sería
suficiente por si sola para desvirtuar la presunción de inocencia. Por lo tanto, fundar
una condena sobre la base de una declaración de un coimputado sin que existan otros
elementos de corroboración vulneraría la presunción de inocencia" (Sentencia dictada
en el caso "Ruano Torres vs. El Salvador" de 5 de octubre de 2015, párrafo 133,
subrayado suplido).
Ahora bien, en sentido etimológico, corroborar significa "Dar mayor fuerza a la razón,
al argumento o a la opinión aducidos, con nuevos razonamientos o datos" (Diccionario
de la Lengua Española, XXIII Edición, Real Academia Española, 2014). También, en
lenguaje jurídico, este vocablo sugiere confirmar una inferencia con otro dato que le dé
fortaleza. Entonces, al formular positivamente la exigencia de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, se comprende que la declaración de un coimputado puede
fundar válidamente una decisión condenatoria siempre y cuando se vea corroborada por
otros datos o circunstancias objetivas que se obtengan del elenco de evidencias.
Ahora bien, esta Sala ha compartido el mismo criterio en asuntos decididos con
anterioridad, exhortando a los tribunales de instancia a realizar una labor analítica activa
para determinar los demás elementos que corroboren el dicho del coimputado (Cfr.
Sentencia de casación Ref. 218-CAS-2012, de fecha 17/01/2014). Es por lo apuntado,
que se sostiene que lo afirmado por los "colaboradores de la justicia" o "criteriados", es
una prueba "limitada" o insuficiente por sí misma, pero que alcanza aptitud bastante
para enervar válidamente la presunción de inocencia, cuando se corrobora con otros
datos objetivos del material probatorio.
1.5.- Cabe señalar que la exigencia de corroboración no puede ser "plena", como si cada
afirmación que realice el declarante coimputado ha de contar con el respaldo de otra
evidencia, pues esto conllevaría en la práctica, a privar de toda eficacia a este tipo de
testimonio impropio. Como alternativa, surge la teoría de la "corroboración mínima"
que esta Sala ya ha acogido en decisiones anteriores, sosteniendo específicamente en
cuanto a la declaración de coimputados: "se ha dejado por sentada como una prueba
legítima y constitucional, sometida su validez a la condición que sea mínimamente
corroborada...esta corroboración exige la existencia de hechos, datos o circunstancias
externas que avalen de manera genérica la veracidad de la declaración, que habrá de
realizarse caso por caso" (Sentencia de casación Ref. 574-CAS-2011, de fecha
08/07/2013, con cita de URIARTE VALIENTE, L., El proceso penal español:
jurisprudencia sistematizada, P. 504, Editorial La Ley, España, 2007).
No cabe pretender que este análisis de confirmación se realice tomando la declaración
vertida por el coimputado, como si la misma estuviese integrada por varios
compartimientos estancos referidos a la existencia del hecho y la participación criminal.
El juicio positivo de corroboración afirmará si con los datos externos, la declaración
resulta creíble o no.
Además, resulta sensato no imponer parámetros abstractos de aplicación general, ya que
corresponde a los tribunales de instancia, haciendo uso de su potestad de valoración
probatoria y del principio de inmediación, los que diluciden en cada asunto concreto si
se ha logrado alcanzar este grado de «corroboración mínima".
Ha sido objeto de amplio debate, si las afirmaciones de un coimputado pueden servir de
corroboración del dicho de otro coimputado. Al respecto, Miranda Estrampes indica que
la doctrina y jurisprudencia española ha tendido a negar esta posibilidad; por el
contrario, la doctrina italiana ha venido acogiendo como plausible la denominada
"ríscontro incrociato" o verificación cruzada de los testimonios impropios (Cfr.,
MIRANDA ESTRAMPES, M., "La declaración del coimputado como prueba de cargo
suficiente: análisis desde la perspectiva de la doctrina del TC (radiografía de un giro
constitucional involucionista)", en Revista Xurídica Galega, ISSN 1132-6433, N°. 58,
2008, P. 21).
Frente a esta diversidad de criterios, esta Sala toma posición sosteniendo que el dicho de
un coimputado puede servir de confirmación parcial de la versión de otro declarante en
la misma condición, cuando después de realizar el análisis cauteloso e integral por parte
del juzgador, se contemple que hay coincidencias esenciales entre éstos, ya que, como
lo dice la Cámara proveyente, no existe una prohibición de alcance general contra esta
posibilidad, puesto que así se desprende de los principios generales que informan la
prueba en materia penal como la libertad probatoria y la búsqueda de la verdad real. No
obstante, esta corroboración será todavía incompleta, pues aún resulta necesario que el
juzgador analice los demás componentes del elenco probatorio, para obtener otros datos
externos que refuercen la veracidad del dicho de los coimputados.
La justificación de lo anterior se comprende al reparar que la secretividad o "ley del
silencio" impera dentro de las estructuras delincuenciales, particularmente las que se
dedican a hechos ilícitos transnacionales, es decir, aquellos que se ejecutan en el
territorio de varios países (Cfr. RODRÍGUEZ GARCÍA, M., "Los delitos
transnacionales", en Revista Ámbito Jurídico, Rio Grande de Sul, Año XIII, N. 79,
agosto de 2010, consulta en el sitio: http://wwvv.ambito-iuridico.com.brisitefindex.pho?
n link=revista artiqos leitura&artiqo id=8101), En muchas ocasiones, solamente las
personas previamente involucradas en una estructura delictiva pueden esclarecer
aspectos de la vida interna de la misma, señalando las actividades ilícitas realizadas y
las personas que participaron en éstas, dado que en el ámbito delincuencial no se
acostumbra, por obvias razones, llevar libros de actas o registros de afiliados
consignados de manera escrita, como ocurre en las entidades de propósito lícito.
Además, ciertamente no se trata de elementos indiciarios, sino de órganos de prueba con
conocimiento directo de la conducta punible.
Entonces, aunque siempre deba acudirse al análisis del resto del material probatorio
para obtener datos externos que sirvan como elementos de corroboración al dicho de los
"colaboradores de la justicia", no cabe duda que resulta conforme a la valoración global
del acervo de evidencias que es exigida por las reglas de la sana crítica, destacar la
coincidencia y concatenación de estas deposiciones así como la ausencia de
contradicciones insalvables, tanto en relación a los hechos ilícitos como a la identidad
de los intervinientes en la conducta punible, sabiendo que este último aspecto que puede
ser de dificil conocimiento por la clandestinidad de las organizaciones criminales. Por
supuesto, también debe el juzgador resaltar lo opuesto, esto es, si hay hondas
divergencias e incoherencias en los declarantes con criterio de oportunidad, con los
efectos consiguientes.

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