La Geomorfologia y Su Aplicacion en Los Estudios Del Medio fisico-FIN

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BSBUOTECAU CM.

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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
FACULTAD DE CIENCIAS GEOLÓGICAS
DEPARTAMENTO DE GEODINAMICA

LA GEOMORFOLOGIA EN LOS ESTUDIOS DEL MEDIO


FÍSICO Y PLANIFICACIÓN TERRITORIAL. PROPUESTA
METODOLÓGICA Y APLICACIÓN AUN SECTOR DEL
SISTEMA CENTRAL

Tesis Doctoral

JOSÉ FRANCISCO MARTÍN DUQUE

Enero 1997

~,
9Lur4

FAdUtT~ CC GEULOQICAS

Director:

JA VIER DE PEDRAZA GJLSJ4NZ


Departamento de Geodinómica
Facultad de Ciencias Geológicas
Universidad Complutense de Madrid
Esta Memoria es presentada por José Francisco Martín Duque para optar al grado de Doctor
en Ciencias Geológicas. Ha sido realizada bajo la dirección del Dr. Javier de Pedraza Gilsanz
en el Departamento de Geodinémica de la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad
Complutense de Madrid, y durante el periodo de ~uejecución el doctorando ha contado con
el apoya de una Beca Predoctoral de la UCM(199121995Y

Madrid, enero de 1997.

El Doctorando, El Director de la Tesis

ancisco Martin Duque Javier de Pedraza Gilsanz


AGRADECIMIENTOS

Al finalizar este trabajo, quiero manifestar mi agradecimiento a las numerosas personas que han
hecho posible su realización.

En primer lugar a Javier de Pedraza, director de la tesis, por múltiples razones; entre ellas:
permitirme acceder a un campo de estudios que siempre me motivaron; por su dedicación, sabiendo
que somos muchos quienes la requerimos; por poner de su parte cuanto fue necesario en los
momentos precisos (‘integridad física’ incluida); y por una formación más amplia que la
estrictamente científica, relativa sobre todo a una determinada forma de interpretar la realidad.

La labor de Miguel Ángel Sanz, Rosa M~ Carrasco y Andrés Díez, ha sido imprescindible para
la consecución del trabajo y por ello les estoy enormemente agradecido; espero que los resultados
se correspondan con su gran esfuerzo. M~ Ángeles Barroso (Nines) ofreció su tiempo y
conocimientos; y Aurora Martín las necesarias lecturas del texto final (aportó además, junto a
Miguel Ángel, otro integrante al equipo: María). La ayuda de Paquita, Salomón, y nuestros
compafieros de Departamento ha sido también inestimable.

A M3 Victoria Ramos y Hortensia Estevez, de la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Geológicas,


les agradezco su profesionalidad; a Agustín Blanco y a Jesús Sánchez su disposición permanente;
a la empresa Infocarto S.A., la cesión desinteresada de modelos digitales del terreno e imágenes
Landsat, y la posibilidad de utilizar sus equipos; a la UCM, la financiación del proyecto de
investigación PR2 19/94-544 ~Modelode diseño y control en la restauración de explotaciones
mineras a cielo aMeno en el cual se basa el ejemplo de restauración del paisaje.
~,

A Miguel Angel Moreno, Javier Oria, Ana Teresa López, Nacho Rico, Giuliano Cannata, Javier
Montalvo, Luis Polo, Emilio Blanco, Manuel Marcos y Valentín Gómez, la cesión amable de datos
y documentos de gran interés.

A Leopoldo Yoldi y Mariano Carabias, la colaboración de varios años de trabajo entusiasta en


Segovia, en especial en las ‘Jornadas sobre el Paisaje’. A mis amigos más directos les agradezco
su aliento; particularmente a Alberto y M~ Ángeles, por su constante apoyo moral y técnico.

Una mención muy entrañable quiero hacer a Pilar Garcinuño, por haber tenido entre sus
preocupaciones prioritarias este trabajo. Por extensión, a toda esa familia.

El agradecimiento más señalado es para cuatro personas. Mis padres, Pepe y Angelines, hicieron
—simplemente— todo. Mi gran hermano Ángel demostró, entre sus muchas cualidades, una
enorme paciencia conmigo. Finalmente, Pilar ha tenido el papel más destacado desde hace ya
varios años; en ellos me aguantó de una forma que dice todo a su favor, y merece por tanto el
reconocimiento más especial.
ÍNDICE

Planteamiento . 1

Parte 1. Desarrollo teórico

1. El medio físico y la actividad humana 7

1.1. La problemática ambiental 7


1.2. Los estudios del medio físico 11
1.2.1. Planificación y ordenación territorial 13
1.2.2. Evaluación de impactos ambientales (ELA) 22
1.2.3. Restauración ecológica 23
1.2.4. Estudios sobre paisaje 24
1.2.4.1. Significado del término 25
1.2.4.2. Paisaje ecológico 28
1.2.4.3. Paisaje percibido 28
1.2.4.4. Diseño paisajístico 31
1.3. Síntesis. La planificación integrada como objetivo 31

2. Fundamento y metodología de los estudios integrados 35

2. 1. Terminología relacionada con los procedimientos: análisis, clasificación y 35


evaluación territorial
2.2. Desarrollo histórico: antecedentes y evolución 37
2.2.1. Escuelas geográficas europeas 37
2.2.2. Escuelas fisiográficas anglosajonas 38
2.2.3. Planificación ecológica 39
2.2.4. Estudios integrados en España 40
2.3. Tipos de metodologías 41
2.3.1. Procedimientos fisiográficos 42
2.3.1.1. Grandes unidades: método genético 42
2.3.1.2. Unidades menores: metodos fisiográficos (s.s.) o paisajísticos 43
2.3.2. Procedimientos paramétricos 44
2.4. Síntesis. Los procedimientos geomorfológicos como base de los métodos
fisiográficos 46
II Indice

3. Clasificaciones y evaluaciones fisiográficas . 49

3.1. El objeto de clasificación 49


3.2. Carácter científico y aplicado 49
3.2.1. Bases conceptuales y metodológicas 50
3.2.2. Aplicación 53
3.3. Tipos de clasificaciones: resumen general 54
3.4. Ejemplos de métodos fisiográficos o similares aplicados en planificación territorial 58
3.5. Síntesis 67

4. La Geomorfología en los estudios integrados y del medio físico ... 69

4.1. Ciencias de la Tierra y estudios del medio físico: Geología Ambiental 69

4.2. Geomorfología Ambiental 72


4.2.1. El mapa geomorfológico como base de la aplicación 76
4.2.2. Procesos geomorfológicos y riesgos naturales 80
4.2.3. Planificación territorial 81
4.2.3.1. Prospectiva e inventario 82
4.2.3.2. Clasificación del relieve en la definición de unidades geoambientales 84
4.2.3.3. Evaluación y el diagnóstico territorial con criterios geomorfológicos 86
4.2.3.4. Procesos y riesgos 88
4.2.4. Evaluación de impactos geomorfológicos 88
4.2.5. Restauración geomorfológica 90
4.2.6. Geomorfología y estudios sobre paisaje 91
4.3. Síntesis. Planificación territorial, ETA, restauración y paisaje como temas
pendientes de la Geomorfología Ambiental 94

5. Contribución de la Geomorfología a la clasiflcacidn-evaluación del territorio:


propuesta metodológica 97

5.1. Justificación 97
5.2. Fundamento 99
5.2.1. Categorías geomorfológicas o del relieve 99
5.2.2. Problemática ambiental y ámbitos territoriales de actuación 101
5.3. Propuesta para la clasificación del territorio a partir de unidades del relieve 105
5.3.1. Regiones físico-geológicas 106
5.3.2. Regiones geomorfológicas 111
5.3.3. Dominios del relieve 111
5.3.4. Elementos del relieve 113
5.4. Contribución para definir unidades integradas del medio físico 115
5.4.1. Regiones físico-geológicas: bases para establecer regiones naturales 116
5.4.2. Regiones geomorfológicas: bases para establecer regiones fisiográficas 117
5.4.3. Dominios del relieve: bases para establecer comarcas fisiográficas 120
5.4.4. Elementos del relieve: análisis sectoriales 121
5.4.4.1. Pautas para la evaluación con técnicas paramétricas 127
5.5. Clasificación del relieve y ordenación del territorio 128

Parte II. Desarrollo y validación de la propuesta metodológica

Ámbito de aplicación 133


Indice ¡ji

6. El territorio 137

6.1. Características morfológicas 137


6.1.1. El relieve 137
6.2. Problemática ambiental 139
6.2.1. Evolución histórica de las transformaciones territoriales 140
6.2.1.1. Actividades agrosilvopastoriles 140
6.3.1.2. Cantería y minería tradicionales 144
6.2.1.3. Poblamientos y primeras obras públicas 146
6.2.2. Transformaciones recientes 147
6.2.2.1. Abandono de prácticas agrarias tradicionales. Repoblaciones forestales 147
6.2.2.2. La minería moderna 148
6.2.2.3. Urbanización e infraestructuras 149
6.2.3. Ordenación del territorio 155
6.2.3.1. Planeamiento urbanístico 155
6.2.3.2. Espacios protegidos 156

7. Clasificación del relieve 161

7.1. Regiones físico-geológicas: bases para establecer regiones naturales 161


7.1.1 Clasificación-descripción 161
7.1.2. Discusión 165
7.1.2.1. Utilidad para los objetivos de la ordenación territorial 166
7.2. Regiones geomorfológicas: bases para establecer regiones fisiográficas 166
7.2.1. Clasificación-descripción 167
7.2.2. Transformación de las regiones geomorfológicas y fisiográficas 171
7.2.3. Discusión 175
7.2.3.1. Utilidad para los objetivos de la ordenación territorial 181
7.3. Dominios del relieve: bases para establecer comarcas fisiográficas 183
7.3.1. Clasificación-descripción 184
7.3.2. Aproximación a las comarcas fisiográficas 189
7.3.2.1. Comarcas fisiográficas y geográficas 195
7.3.3. Discusión 199
7.3.3.1. Utilidad para los objetivos de la ordenación territorial 199
7.4. Elementos del relieve: análisis sectoriales 204
7.4.1. Clasificación-descripción 204
7.4.2. Valoración 212
7.4.2.1. Procesos geomorfológicos actuales y riesgos asociados 212
7.4.2.2. Influencia antrópica en la morfogénesis 217
7.4.2.3. Eficacia morfogenética 223
7.4.2.4. Potencialidad edáfica 231
7.4.2.5. Recursos singulares y paisaje 232
7.4.3. Un ejemplo para planeamiento local 239
7.4.4. Discusión 247
7.4.4.1. Utilidad para los objetivos de la ordenación territorial 248

8. Los elementos del relieve en la restauración del paisaje. Un ejemplo 249

8.1. Generalidades acerca del proyecto 249


8.2. Características de la explotacion minera abandonada 250
iv Indice

8.2.1. Alteraciones en el medio 251


8.3. Objetivos y factores condicionantes de la rehabilitación 254
8.4. El diseño geomorfológico 255
8.4.1. El estudio geomorfológico como punto de partida 255
8.4.2. La clasificación del relieve 256
8.4.3. El perfil definitivo 261
8.5. El suelo y la revegetación 268
8.5.1. Análisis edáficos 268
8.5.2. La selección de especies 270
8.6. Hipótesis sobre la evolución ecológica y paisajística del diseño geomorfológico 270
8.7. Discusión 271

9. Síntesis y conclusiones 283

Referencias 289

ANEXO. Análisis geomorfológico

¡.1. Antecedentes y problemática 315


¡.2. Clasificación morfogenética 317
¡.2.1. Morfologías asociadas a las superficies de erosión (poligénico) 318
¡.2.1.1. Formas de denudación 318
1.2.1.2. Formaciones superficiales 321
1.2.2. Morfologías de origen o asociación con la estructura . 321
¡.2.2.1. Asociadas a la estructura tectónica (tectoestructurales) 321
1.2.2.2. Asociadas a la disposición de los materiales 322
1.2.3. Morfologías de origen gravitacional 323
¡.2.3.1. Formas del modelado 323
1.2.3.2. Formaciones superficiales 324
1.2.4. Morfologías de origen periglaciar 325
1.2.4.1. Formas del modelado 325
1.2.4.2. Formaciones superficiales 327
1.2.5. Morfologías de origen glaciar 330
¡.2.5.1. Formas de erosión 332
¡.2.5.2. Formaciones superficiales 332
¡.2.6. Morfologías de origen fluvial 332
1.2.6.1. Formas de erosión 332
1.2.6.2. Formaciones superficiales 335
1.2.7. Morfologías cársticas 338
¡.2.7.1. Formas resultantes de la disolución de las rocas
.
339
1.2.7.2. Formaciones superficiales de acumulación de residuos insolubles 340
1.3. Síntesis 349
1.3.1. Evolución geomorfológica cuaternaria 349
1.3.2. Aportaciones del estudio morfogenético . 351
1.4. Referencias 358
PLANTEAMIENTO

Casi todos los especialistas en temas ambientales, coinciden en señalar la importancia que
tienen los datos aportados por la Geomorfología al elaborar estudios del medio físico.

Sin embargo, cuando se analizan en detalle esos estudios encontramos que ese papel es poco
menos que simbólico o, caso también frecuente, se utilizan datos morfográficos para organizar
las unidades territoriales sin que aparezcan otros contenidos que podrían dar más entidad al
conjunto de los trabajos.

Por supuesto, la Geomorfología es una herramienta cartográfica de gran utilidad pero, y sobre
todo, puede considerarse “una ciencia que sintetiza todos los aspectos abióticos de la superficie
terrestre”, aportando información relevante acerca de la estructura y funcionamiento de los
ecosistemas.

Lo anterior es la hipótesis central que pretendemos demostrar en este trabajo, es decir: la


Geomorfología es equiparable a una “Geología de superficie” capaz de abordar aspectos
configuracionales (morfografía de la superficie terrestre) aptos para compartimentar el territorio
en porciones homogéneas, pero también aspectos analíticos (genéticos y evolutivos) aplicables
al diagnóstico y valoración de dichas porciones.
2 Finntean¡iento

En base a la hipótesis de partida, el objetivo general de este trabajo es el de contribuir a


clarificar el papel de la Geomorfología en los estudios del medio físico y la planificación
territorial.

Ese objetivo general posibilita además otros paniculares, como son: analizar las posibles
aportaciones de la Geomorfología a los trabajos sobre restauración ecológica y del paisaje, y
la evaluación de impactos ambientales, en los cuales esta disciplina ha participado en escasa
medida hasta el momento; y ensayar una propuesta metodológica que integre los datos
geomorfológicos en un sistema de clasificación del relieve, apto para los estudios territoriales.

Para la consecución de los objetivos marcados, el trabajo se estructura en dos grandes


apanados.

El primero (Parte 1) consiste en un estudio teórico y metodológico, y su fin es elaborar una


propuesta sobre el papel de la Geomorfología en los estudios del medio físico. En concreto,
los pasos a seguir son:

10) caracterizar la problemática ambiental en el momento presente y en nuestro entorno


sociopolitico, así como los distintos tipos de estudios del medio físico al uso (capitulo 1>

20) llevar a cabo una revisión metodológica sobre estudios integrados y de planificación
territorial (capitulo 2)

30) analizar en detalle los procedimientos en los que la Geomorfología ha participado en


mayor medida (capitulo 3)
40) caracterizar las bases y fundamentos de la panicipación geomorfológica en los estudios
integrados (capitulo 4)
50) desarrollar un procedimiento (propuesta metodológica) para estructurar las aportaciones
de la Geomorfología a trabajos de planificación territorial y estudios del medio físico
(capitulo 5)

El segundo apartado (Parte II) es un trabajo de validación; es decir, para comprobar las
excelencias y limitaciones de la propuesta metodológica elaborada a partir del desarrollo
teórico. Para ello se aplica dicha propuesta a un sector problema, o zona piloto, seleccionada
en función de su adecuación al fin perseguido. Esta etapa permitirá obtener conclusiones acerca
de nuestra hipótesis de trabajo.

Respecto a este último objetivo, es necesario precisar que los métodos de planificación y
ordenación territorial presentan serias limitaciones para su ‘homologación experimental’;
realmente sólo es posible medir la consistencia o inconsistencia de una determinada propuesta
según resuelva o no los problemas planteados.
Planteamiento 3

Procedinn’ento a desarrollar

HIPÓTESIS DE PARTIDA
La Geomorfología no presenta un tratamiento adecuado
en los estudios del medio físico y planificación territorial
-j

L OBJETIVO
Clarificar el papel de la Geomorfología en los estudios
del medio físico y planificación territorial
j
Parte II
VALIDACIÓN
2 DEsARROLLO PROPUESTA
.;W~TEÓRICo%:::
ETODOLÓGICA

E Elección
zona piloto
(sector problema)
1
Aplicación
del método

¿resuelve

Si
deficiencias?

No

E metodologías
tipo
1
L PARTICIPACIÓN DE LA GEOMORFOLOGÍA
EN LOS ESTUDIOS DEL MEDIO Físico
Y PLANIFICACIÓN TERRrrORIAL
Parte 1
DESARROLLO TEÓRICO
1. EL MEDIO FÍSICO Y LA ACTIVIDAD HUMANA

La necesidad que existe de imponer algún tipo de limitación u ordenamiento a las actividades
humanas en la Tierra, ha sido ampliamente tratada en la literatura (científica y de divulgación)
en los últimos veinticinco años. Los temas que abordan esa problemática surgida de las
relaciones entre el hombre y el medio ocupan un primer plano en la sociedad, y se refieren
habitualmente como ‘ambientales’, ‘ecológicos’, o ‘del medio ambiente’. Sin embargo, esto
no quiere decir que su tratamiento esté acorde a su popularidad. Ramos (1993), refiriéndose
a este panicular, señala:

“(...) vista con una pequeña dosis de curtido escepticismo, la abundancia de


referencias a una cuestión no implica necesariamente que tal cuestión se estime
trascendente ni que haya voluntad de condicionar a ella las acciones, sino sólo que
se considera conveniente mencionarla e incluirla en los enunciados.” (Ramos,
1993: 16).

En este contexto inundado de referencias a lo ‘ambiental’, y como paso previo a todo análisis,
es preciso discutir acerca del verdadero significado de los calificados como ‘problemas
ecológicos’, lo cual permitirá caracterizar más adecuadamente los objetivos particulares de
nuestro trabajo.

También es necesario conocer cuáles son las técnicas o herramientas de que disponemos para
hacer frente a la degradación del medio. Las señaladas en la literatura especializada son: la
‘planificación integrada’, reconocida por los expertos como el instrumento preventivo más
adecuado para afrontar la degradaciónterritorial, aunque apenas tenga hoy posibilidades de ser
aplicada; los procedimientos de ‘evaluación de impactos ambientales’, que gozan de gran
popularidad; y la ‘restauración ecológica o del paisaje’, campo que comienza a emerger con
fuerza sin duda alentado por la demanda social de espacios con un cierto grado de naturalidad
y favorecido por una menor presión agrosilvopastoril sobre amplios territorios.

1.1. LA PROELEMATICA AMBIENTAL

Existe práctica unanimidad al reconocer que fue Marsh (1864) el primer autor ‘moderno’ que
más claramente se hizo eco de la acción degradante del hombre sobre el medio. Sin embargo
no sería hasta la segunda mitad del siglo XX cuando estos temas alcanzasen su generalización,
es decir, su extensión al conjunto de la sociedad.
8 La Geomorfología en los estudios del medio fisico y plan~cación territorial

La voz de alarma ante un posible agotamiento de determinados recursos naturales


(combustibles fósiles, por ejemplo), fue uno de los argumentos que en mayor medida difundió
esta problemática a la sociedad. Tales ideas surgen de un grupo de científicos e intelectuales,
siendo los más conocidos aquéllos que se agrupaban en el Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT), y el Club de Roma (Ramos, 1993).

En esos círculos, lo que en realidad se discutía era la filosofía del crecimiento ilimitado o
neomalthusianismo. Fue una renovación de las ideas del economista británico Malthus, que en
su Essay on Population (1798) ya defendía la necesidad de controlar la natalidad; su tesis era
que la población crecía en una progresión claramente geométrica y los recursos lo hacían en
progresión aritmética.

A causa de los conflictos generados por el consumo acelerado de recursos, consecuencia a su


vez del desarrollo tecnológico y el crecimiento demográfico y económico (figura 1.1), entre
mediados y finales de los años 60 tiene lugar en los paises occidentales la llamada ‘revolución
ambiental’. Este hecho hizo que las cuestiones ‘ecológicas’ pasasen a ocupar un primer plano
en estas sociedades, y favoreció un mejor conocimiento de los procesos y sistemas naturales.

1
MEDIO FÍSICO USOS DEL SUELO
2

(1) - Capacidades y limitaciones


(2) - Impacto ambiental
(3) . Gestión territorial
(4) - Impacto social

SOCIEDAD

Figura 1.1. Interrelaciones entre el medio físico y la sociedad, a través & los usos (en Ilewitr y Wambeke,
1982).
capítulo 1. El mediofisico y la actividad humana 9

El nacimiento de esa corriente de pensamiento puede situarse en Estados Unidos, en un


contexto social influido por los resultados de la guerra del Vietnam y las consecuencias de la
energía nuclear, entre otras; aunque inicialmente estuvo restringida a grupos muy reducidos,
incluso marginales, pronto conseguiría extenderse al conjunto de la sociedad. La consolidación
de esta nueva forma de concebir el desarrollo tecnológico tuvo su reflejo en la promulgación
de la National Environmental Policy Act (NEPA) en 1970, ley pionera a nivel mundial en este
sentido.

Esta ‘revolución ambiental’, surgida como respuesta a los resultados de un excesivo


crecimiento económico en la posguerra mundial, llega a extender la siguiente idea: existían
datos objetivos que indicaban la necesidad de poner algún tipo de limitación a las actividades
humanas sobre la Tierra. En realidad se demandaban modelos capaces de compatibilizar el uso
de los sistemas naturales con la permanencia de ciertos recursos, y la incorporación de
filosofías de no uso, yio conservación, a toda política de gestión territorial (Pedraza et al.,
1989).

Como hemos señalado, en esta discusión fue clave la polémica acerca del posible agotamiento
de ciertos recursos naturales. La filosofía según la cual el uso de éstos no debería exceder su
capacidad de renovación o, en su defecto, la capacidad para encontrar otros nuevos, es lo que
muy recientemente ha pasado a denominarse ‘desarrollo sostenible’ o ‘sustentable’ (sustainable
developmnent); es decir, desarrollo que alcanza las necesidades del presente sin comprometer
las posibilidades de las generaciones futuras. Dicho término fue acuñado después de la
publicación en 1987 del libro Our Common Future (Brundtland, 1988), auspiciado por la
Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo.

El punto de referencia más próximo en este sentido ha sido la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Rfo de Janeiro el año 1992. Con
respecto a las ideas del Club de Roma, merece la pena destacar la preocupación en torno a la
degradación de recursos que hasta entonces se habían considerado renovables e inagotables:
el suelo y el agua.

Gómez Orea (1988) señala que, además del posible agotamiento de los recursos, a este estado
de opinión generalizado ha contribuido también el desplazamiento del concepto de ‘calidad de
vida’, incluso de ‘desarrollo’, desde lo cuantitativo y monetario hacia lo cualitativo e
intangible. En definitiva, la demanda de Naturaleza como sinónimo de calidad y bienestar
(Aguiló a aL, 1992).

Los argumentos esgrimidos en favor de la racionalidad en la utilización del territorio y los


recursos naturales por pane del hombre, pueden resumirse en: el ilimitado crecimiento
demográfico, el posible agotamiento de los recursos naturales, la solidaridad con las
generaciones futuras, la pérdida de la biodiversidad, el aumento de las diferencias
10 La Geomorfología en los estudios del medio ftvico y plan~ficaci¿in territorial

interregionales y entre países ricos y pobres, y en definitiva, la pérdida de las condiciones de


habitabilidad para la especie humana sobre la Tierra.

A este respecto, Ramos et aL (1979) citan una significativa reflexión hecha por el Duque de
Edimburgo en el prólogo de la obra Latid use atid landscape planning (Lovejoy, 1973):
TMJ)e una forma u otra hay que hacer lo posible para que más de 3.000 millones de
personas1 puedan vivir, trabajar, comer, viajar, intercambiar bienes y servicios y
disfrutar del ocio en una superficie limitada de terreno. Si todo esto se deja al azar
o a una solución orgánica, seproducirla el caos. La única alternativa posible es una
planjficación adecuada de los usos del suelo” (Lovejoy, 1973; en Ramos et al.,
1979:14).

Los grandes problemas del la Tierra, para Fyfe (1993) están relacionados con el imparable
crecimiento de la población, el mantenimiento de las actuales tecnologías contaminantes, y la
inestabilidad social derivada de las diferencias entre paises ricos y pobres. Ante el hecho de
que la población mundial pueda llegar a alcanzar 10.000 millones a principios del siglo XXI
—salvo catástrofe—, Fyfe (op. cit.) plantea la siguiente cuestión: dado nuestro estado actual
de conocimientos y desarrollo social ¿cuántas personas pueden vivir de forma digna en el
Planeta?

Como vemos, todas estas reflexiones son claramente antropocéntricas (egoístas, como decía
el eslogan de un conocido grupo conservacionista), pero son a la postre las que resultan más
sinceras. Parece pues que la conservación de la Naturaleza es una cuestión que afecta sobre
todo a la especie humana. Porque al contrario de lo que se sostiene con frecuencia, tal y como
nosotros las interpretamos las restricciones ambientales no van dirigidas a limitar la calidad de
vida del hombre, sino a mantenerla y mejorarla. Como resume Puig i Baguer (1995), la
Conservación procura atender los intereses de la Humanidad a largo plazo y en ella están
incluidos valores como la ética o la solidaridad, y la viabilidad de las generaciones futuras.

En el momento presente, no sin cierta paradoja, el debate se plantea precisamente en estos


términos: el actual modelo de desarrollo busca mejorar las condiciones de vida para el hombre,
pero se está convirtiendo en causa común de desastres para consigo mismo. El accidente
nuclear de Chernobil ha supuesto una de las más recientes e importantes llamadas de atención
en este sentido.

En definitiva, si según este tipo de razonamientos se estima que es necesaria una racionalidad
en la actuación humana sobre el territorio, deben ser aceptados los principios ecológicos en
tanto estudio de las relaciones de los seres vivos entre si y con su medio y, por tanto, la
filosofía restrictiva para determinadas actuaciones humanas debe ser asumida. Por oposición,
si no se asume este razonamiento los estudios ecológicos no tienen sentido.

1 Hoy más de 5.500 millones


Capítulo 1. El medio flvico y la actividad humana 11

En caso de optar por la racionalidad, es decir, por la compatibilización del uso de los recursos
con su permanencia, sería necesario (Pedraza et al., 1989): conocer el funcionamiento de los
sistemas naturales (método científico); y disponer de métodos de confrontación y evaluación
entre usos y recursos (estudios del medio físico).

En este punto entramos en un campo conflictivo: la unidad de medida y comparación no es la


misma para el territorio que para lo demandado de él. Esta situación es descrita con gran
elocuencia por Leopold (1969), al señalar que los gestores defienden siempre los planes de
desarrollo con datos numéricos, en términos económicos y sociales (puestos de trabajo,
riqueza, etc.); dichas propuestas se enfrentan a las de sus opositores, que normalmente carecen
de datos numéricos: sus argumentos están basados en aspectos emocionales, sentimentales, o
estéticos, difíciles de evaluar objetivamente, razón por la cual —concluye Leopoid— estos
últimos pierden continuamente en la confrontación.

Siguiendo con el mismo argumento, parece procedente de nuevo transcribir unas reflexiones
hechas por el profesor A. Ramos en su discurso de presentación en la Real Academia de
Ciencias Exactas, Físicas y Naturales:

“el reinado de economía e ingeniería en la organización de la sociedad y en las


acciones sobre la naturaleza quiere just(ficarseporque se les otorga la propiedad de
ser ciencias y técnicas duras, eficaces, aunque en realidad no la tengan más que en
apariencia, por endurecimiento convencional, acordado, de sus resultados; los
imprevistos y márgenes con que se man4an, tan fluidamente admitidos, tendrían que
aplicarse también, para ser ecuánimes, a la Conservación. “(Ramos, 1993:128).

1.2. LOS ESTUDIOS DEL MEDIO FÍSICO

Se entiende por ‘estudios del medio físico’ un conjunto de procedimientos que analizan y
evalúan las características del territorio, con el objetivo de emitir un diagnóstico encaminado
a conseguir el uso más racional del mismo.

En este tipo de trabajos interesan sobre todo las relaciones de interconexión entre los elementos
del medio (el enfoque ecológico), para lo cual se requieren análisis sistémicos y
multidisciplinares; son estudios que en el pasado se conocían como ‘integrados’ (integrated
surveys, land surveys), aunque estaban dirigidos hacia el aprovechamiento de los recursos.

Para tratar de caracterizar adecuadamente cómo se estructuran los denominados ‘estudios del
medio físico’, recurrimos a una conocida obra relativa a este panicular (Aguiló et al., 1992).
Según dicho manual, estos trabajos pueden estar dirigidos a:

- Conocer las características del medio y valorar sus recursos naturales, al objeto de ordenar
las posibles actividades estableciendo restricciones o prioridades; de este modo, el uso a
implantar será el más adecuado a las características del medio y permitirá la máxima
12 La Geomorfología en los estudios del medio Asico y planjficación territorial

conservación de los recursos (estudios de planificación integrada).

-Conocer las características del medio con el fin de evaluar la posible incidencia ambiental del
desarrollo de planes, programas y proyectos (estudios de evaluación de impactos ambientales).

- Evaluación de los posibles riesgos ambientales. Zonificación de áreas con peligro para las
actividades antrópicas.

- Conocer las características del medio en un lugar concreto, con el fin de buscar la mejora
de sus condiciones (estudios de restauración de áreas degradadas) o el mejor aprovechamiento
de sus recursos (estudios dirigidos a conocer la capacidad del medio para el desarrollo de una
actividad concreta).

Siguiendo las indicaciones del trabajo referido (Aguiló et al., op. cit.), en general los estudios
del medio físico se llevan a cabo en los siguientes supuestos: el medio posee valores
merecedores de especial protección; se encuentra degradado y es necesaria su recuperación;
aporta información relevante para el desarrollo de actividades; o puede sufrir modificaciones
derivadas del desarrollo de actividades. Y las etapas de que suelen constar son: definición de
objetivos; recopilación de la información existente; análisis de la realidad físico-biológica del
medio (inventario); almacenamiento de la información (normalmente en SIG); fase de
evaluación o tratamiento de la información; y elaboración de resultados o síntesis final. Los
estudios del medio físico constituyen pues normalmente procedimientos de análisis,
clasificación y evaluación del conjunto territorial.

Para la mayor parte de los autores que se han ocupado de la problemática ambiental, los
métodos y técnicas que analizan dichos problemas utilizando el método científico, pueden
abordarse según dos niveles: preventivo o planificador, y correctivo o restaurador.

El primero trata de deducir consecuencias ‘no deseadas’ y la preservación de las cualidades


relevantes del territorio ante la instalación en el mismo de usos posibles. Este enfoque se
desarrolla a través de trabajos de planificación integrada y evaluación de impactos ambientales,
que tratan de adecuar los usos a los recursos existentes en un territorio, minimizando su
degradación.

El nivel correctivo persigue corregir problemas derivados de un uso del territorio. Las medidas
correctoras suelen clasificarse a dos niveles: uno de contenido más territorial, que se ha
denominado ‘restauración ecológicay paisajística’; otro de acciones especificas y normalmente
relacionadas con la contaminación, aplicando soluciones tecnológicas (ingeniería ambiental,
ecotecnologias, etc.). Las medidas correctoras también son asumidas en el nivel preventivo,
al plantear alternativas minimizadoras de posibles efectos ‘no deseados
capítulo 1. El medio Jtsico y l~ actividad humana 13

1.2.1. Planificación y ordenación territorial

En su significado más sintético y a la vez más intuitivo, ‘planificación’ es el hecho de decidir


por adelantado qué se hará; “Plan general, científicamente organizado y frecuentemente de
gran amplitud, para obtener un objetivo determinado <t.Y’ (RAE, 1992: 1618). Planificar es,
pues, establecer una determinada línea de actuación: proceso racional de toma de decisiones
(Gómez Orea, 1978), normalmente en función de unos fines concretos, es decir, organizar
unos medios de cara a conseguir unos objetivos.

Aplicado este concepto al desarrollo de las actividades humanas en el territorio, el término se


ha referido de muy diversas formas: planificación territorial, planificación urbanística,
planificación regional, planificación física, ordenación territorial, etc.; normalmente, segun su
contenido y objetivos, que posteriormente discutiremos.

Históricamente, la acción antrópica se guió casi de manera exclusiva en función de unas


necesidades y circunstancias productivas; también de las propias limitaciones que imponía el
territorio: lo que Monserrat (1994; en Puig i Baguer, 1995) ha denominado ‘planificación
empírica’.

A panir de la revolución industrial, pero sobre todo de la segunda mitad del siglo XX, las
actividades pasaron a regirse por lo que posteriormente se llamó ‘planificación sectorial’,
‘económica’, o ‘sociocconómica’, donde lo único que primaba era la optimización de factores
técnicos, sociales y económicos (González Alonso et al., 1991).

Ante el tipo de conflictos ambientales surgidos en la década de 1960, los especialistas en la


materia comenzaron a demandar una revisión de los enfoques sectoriales que habían conducido
a esas situaciones extremas, y propugnaron su sustitución por otros de carácter más integrado.
En concreto, pedían que las variables del medio físico se tuvieran en cuenta y, por
consiguiente, se introdujeran en los estudios de planificación.

Aunque con un matiz inicial muy académico, se llega entonces a desarrollar una ‘planificación
integrada’ en la cual tienen cabida los criterios ecológicos junto a los socioeconómicos.
Algunos autores (Aguiló et al., 1987; González Alonso et aL, 1991) han sugerido a este
respecto que seria mejor hablar de “enfoque o aproximación integrada’ o sistémica, ya que es
menos ambicioso que planificación integrada, definición que aparece como una empresa
realmente difícil por todos los aspectos que trata.

Para llegar a ese fin, es necesario organizar la información referida al medio físico de forma
que sirva a los propósitos del planeamiento. Esto se consigue a través de la planificación física,
también denominada planificación física con base ecológica:

“Planificación, porque supone un estudio racional de diagnóstico, predicción,


evaluación y definición de soluciones. Física porque se aplica a unos recursos
14 La Geomorfología en los estudios del medio Jisico y planj/icación territorial

territoriales con expresión espacial. Con base ecológica,porque el material que utiliza
lleva consigo toda la problemática de sistemas organizados a través de relaciones
bióricas y abióticas. “ (Ramos et al., 1979: 14).

En definitiva, se trata de introducir o aplicar los conocimientos aportados por las ciencias
naturales en la toma de decisiones sobre aspectos que inciden en el territorio. Más que una
técnica, la planificación integrada podría definirse como una filosofía que, para complementar
la planificación basada únicamente en aspectos socioeconómicos, necesita de la incorporación
paralela de los factores del medio físico (Tarlet, 1977; Carpenter, 1980).

La variedad terminológica en torno a estos trabajos ha llegado a ser muy amplia: planificación
territorial, física, ecológica, integrada, ambiental, etc. McHarg (1969) y Tarlet (op. cit.)
prefieren denominarlo ‘planificación ecológica’, entendida como el método que permite la
integración racional de los elementos del medio físico en los planes de gestión del territorio.
Otros autores hablan de ‘planificación ambiental’ (environmental planning) que seria
equivalente a planificación ecológica, en tanto “planificación que reconoce al medio ambiente
como un sistema fisico y biológico a considerar en la consecuencia de sus objetivos” (Aguiló
et al., 1987: 734); este término no goza sin embargo de gran reconocimiento, dada la
confusión que introduce el adjetivo ‘ambiental’. Finalmente, algunos lo refieren simplemente
como ‘planificación física’ o ‘territorial’.

Un punto de vista interesante a este respecto es el de Puig i Baguer (1995) según el cual, la
planificación física haría referencia a un estado inicial de la planificación territorial primando
más la capacidad o aptitud del territorio para acoger las actividades (opportunities); es lo que
otros han denominado ‘usos vocacionales’. La consideración en la toma de decisiones de las
posibles consecuencias que las actividades podrían generar en el territorio (consrraints), es
decir, la introducción de la evaluación de impactos ambientales a nivel de planificación
definiendo fragilidades o vulnerabilidades, da paso a una nueva etapa denominada entonces
planificación integrada o ecológica. En esta línea se sitúan también las definiciones dadas por
la Guía para la elaboración de estudios del medio fisico.

Planificación física seria:

“estudio racional de diagnóstico, predicción, evaluación y definición de soluciones


aplicado a unos recursos territoriales con expresión espacial.” (Aguiló a al.,
1992:806);

y planificación integrada:

“planificación en la que tienen cabida los criterios ambientales. Sufin está en informar
al gestor de los condicionantes ambientales del territorio que determinan las mejores
opciones para la localización de las actuaciones humanas. “ (Aguiló et al., ibidem).
capaulo 1. El medio Jtsico y la actividad humana 15

Puig i Baguer (op. cit.) trata sobre la planificación del paisaje (landscape planning) y la define
como:

“Disciplina que se propone armonizar las distintas relaciones del hombre en el


territorio. Para lograrlo se apoya en el estudio de las mismas, centrándose en la
dependencia recíproca entre las actividades y el entorno que las acoge; los resultados
obtenidos se dirigen a establecer un diagnóstico que inspirará una propuesta concreta
para lograr, mantener, o mejorar la armonía.” (Puig i Baguer, 1995: 153-154).

La planificación física tiene su origen en la regulación de desarrollos urbanos con elevado


crecimiento (planificación urbanística, urban planning), y surge en la década de 1920 en
Alemania e Inglaterra para determinadas ciudades y su hinterlatid (Enériz, 1991). Esa
disciplina, denominada inicialmente ‘ordenación del territorio’, cobró importancia a su vez con
la necesidad de reconstrucción de muchas ciudades después de la II Guerra Mundial (González
Alonso et al., 1991). En el Diccionario de la Naturaleza, se señala que esta necesidad de
ordenamiento surge:

en el momento que el hombre, con unas actuaciones desproporcionadas, ha


ocasionado una desorganización del territorio sin precedentes. En un principio, los
esfuerzospara lograr una utilización racional del espacio se orientaron hacia las zonas
urbanas que habían experimentado un fuerte crecimiento en la segunda mitad del siglo
XIX y princ4vios del XX. Fueron Alemania y los paises anglosajones los primeros en
realizar investigaciones sobre la utilización del suelo urbano, buscando un equilibrio
en la asignación de usos al suelo y un desarrollo urbanístico óptimo en las áreas
metropolitanas, desde un punto de vista casi exclusivamente técnico y socio-
económico.” (Aguiló et al., 1987: 671).

Otro concepto implicado en la planificación u ordenación territorial fueron los desarrollos


regionales (regional planning) de mediados de este siglo, cuyo objetivo fundamental era la
explotación planificada de los recursos naturales.

A panir de la crisis del petróleo y de lo que hemos denominado ‘revolución ambiental’


ocurrida en la segunda mitad de los años sesenta, la planificación territorial (urbanística hasta
entonces) pasa a utilizarse en un sentido de protección de los recursos naturales y de ello surge
la planificación ecológica. Hoy el concepto de planificación aplicado al territorio se entiende
muy desligado del urbanismo; de hecho, este último es sólo una faceta de la planificación
territorial.

El origen formal de la planificación ecológica se sitúa en los Estados Unidos entre mediados
y finales de la década de 1960. Tras algunos precedentes significativos, los referentes para este
planteamiento lo constituyen el aniculo de Lewis (1964) «Quality corridors for Wisconsin» y,
sobre todo, la publicación en 1969 de la obra Design wirh Nature de lan L. McHarg. Este
último, arquitecto paisajista de origen escocés y profesor por aquel entonces de la Universidad
de Pensilvania, subraya en su obra la necesidad de que la información del medio físico se
equipare a la social o económica y tenga igual poder ante las decisiones; en definitiva: la
16 La Geomorfología en los estudios del medio físico y planfficación territorial

importancia de entender la Naturaleza como un sistema de procesos interactivos con capacidad


para limitar o imposibilitar ciertos usos. Es fundamental reconocer la relación entre los
procesos físicos y biológicos y, aún más importante, que éstos inciden sobre el hombre y a su
vez son afectados por la intervención antrópica (McHarg, 1969). La filosofía de esta propuesta
establece en el medio entidad suficiente para introducir limitaciones a las actividades humanas;
ello es debido a las posibles interferencias mutuas: de las actividades sobre el medio
(impactos), y viceversa (riesgos).

Por la repercusión que ha llegado a alcanzar en los años posteriores, la obra de McHarg sienta
las bases de los estudios integrados modernos y se puede considerar como el inicio de la
planificación territorial con fundamentos ecológicos. Aún más, la misma NEPA, ya referida
como ley pionera a nivel mundial sobre cuestiones ambientales y origen de los procedimientos
de evaluación de impactos ambientales, utiliza en buena medida los postulados de Design with
Nature (McHarg, 1992).

La planificación ecológica es entonces la propuesta mediante la cual se deberían localizar las


actividades en coherencia con las características del medio físico. Gómez Orea (1978) la señala
como el procedimiento mediante el cual se asignan usos óptimos al territorio. Normalmente
se entiende que este tipo de planificación tiene un carácter global tratando de evaluar todos los
usos posibles, pero también puede estar dirigida a una actividad específica.

La rigidez que se atribuye a la planificación, quizás por haberla relacionado con la política de
‘control estatal’ aplicada en el antiguo ‘bloque socialista’, no responde a la realidad funcional.
En todo caso es preciso considerar que este proceso debe tener un carácter indicativo y
necesita ser revisado con el tiempo; también, que no debería ofrecer soluciones únicas, y
tendría que ser flexible. Por último, no puede estar basada únicamente en limitaciones, sino
ofertar también posibilidades de uso.

Según lo visto hasta ahora, el fin que persigue la planificación física es informar al gestor de
cuáles son las mejores opciones para localizar las actuaciones humanas, y cuáles las
limitaciones del territorio. Para la elección de esas opciones, la planificación física se guía por
un principio fundamental:

‘Toda actuación debería situarse allí donde se maximice la capacidad o aptitud del
territorio para acogerla y, a la vez, se minimice el impacto negativo o efecto adverso
de la actuación sobre el medio ambiente.” (Aguiló et aL, 1987: 735).

Siguiendo los procedimientos más estandarizados (McHarg, 1969; Tarlet, 1977; Gómez Orea,
1978; Ramos et al., 1979), un proceso de planificación integrada puede resumirse en las
siguientes fases (figura 1.2):

- Se aíslan las secuencias relativas a los medios físico y socioeconómico. Dentro de la


secuencia del medio físico, el primer paso es el análisis del territorio en forma de inventario
capItulo 1. El medio físico y la actividad humana 17

(con su cartografía); esta fase busca recoger la información existente, y por tanto se aplica más
fácilmente en aquellas zonas mejor conocidas desde un punto de vista científico. Normalmente
se trata de recopilar las canografias disponibles, procediendo a completarlas o cotejarlas. Las
variables más comúnmente consideradas en los inventarios de medio físico y planificación
(Martin de Agar, 1984; Aguiló a al., 1992), son: clima, geología-litología, hidrología
superficial y subterránea, geomorfología, suelos, vegetación, fauna, usos del suelo y paisaje;
también se consideran algunos recursos culturales y científico-culturales.

AREA DE ESTUDIO

VÍA VÍA
ECOLÓGICA SOCIOECONÓMICA

Figura 1.2. Esquema tipo de plamflcodón integrada o ecológica, basado en el método original de
McHarg (1969); también reproducido en Tarta (1971).
18 Lo Geomorfología en los estudios del medio físico y plon~ficación territorial

- Con posterioridad se pasa a definir las actividades objeto de planificación. A panir de la


información temática, se elaboran modelos de adecuación (aptitud, capacidad) o limitación
(vulnerabilidad, fragilidad, impacto) para cada una de las actividades. Les modelos de
capacidad-vulnerabilidad se llevan a cabo en base a: determinación de los elementos que
intervienen en la capacidad o la fragilidad; determinación de una escala de representación;
variables de dichos elementos que influyen en la característica que se considera; modo en el
que intervienen en el proceso; evaluación y ponderación de cada una de las variables
consideradas. En esta fase del trabajo interesan las características que pueden medirse o
estimarse, pues se trata de relacionar la información de los diferentes elementos o cualidades
del medio con una actividad o un objeto concreto (a1-’ R e); se utilizan para ello diferentes
-‘

métodos de ordenación, ponderación, valoración, etc. El estudio de procesos y riesgos se suele


incluir en este punto junto con aptitudes y limitaciones, constituyendo entonces pane de estas
últimas, o bien al final del proceso relativo al medio físico.

- La siguiente fase consiste en la síntesis general de actividades (oferta del medio), para definir
las unidades de actuación. La superposición para obtener la síntesis puede ser manual o
automática; en el primer caso es aconsejable realizar síntesis parciales (McHarg, 1969), en el
segundo suele hacerse mediante un SIG ya que ofrece grandes posibilidades aunque ha de ser
supervisado.

- Finalmente se llega a la confrontación entre las capacidades y vulnerabilidades del territorio


(oferta del medio físico), y los requerimientos o imperativos socioeconómicos (demanda). En
este punto, la planificación física se integra con la socioeconómica constituyendo la
planificación integrada o ecológica. El resultado es una clasificación prescriptiva del territorio,
en forma de niveles de protección, localizaciones y asignaciones de uso, etc.

Los criterios para llegar a las decisiones finales no están establecidos: una estrategia
conservacionista daría prioridad a un modelo de mínimo impacto; uno desarrollista a la
máxima capacidad, con independencia de los efectos que produzca.

Ésta seria la metodología de planificación ecológica ‘tipo’; sin embargo también hay
procedimientos que, nacidos con objetivos de desarrollo regional y aprovechamiento de
recursos, se reconvirtieron con el fin de utilizarlos para planificación territorial. En estos
últimos se realiza inicialmente una clasificación territorial o cartografía de unidades
homogéneas, cada una de las cuales incluye la información relativa al conjunto de factores del
medio físico; las evaluaciones se hacen entonces directamente a partir de las unidades
territoriales homogéneas.

La ‘ordenación territorial’ o ‘del territorio’ (OT), es un término frecuentemente equiparado al


de planificación; en realidad y como ya señalamos, su primer significado se refería a los
planeamientos urbanísticos del primer tercio de siglo en Alemania e Inglaterra. Hoy se entiende
como un proceso mucho más amplio. De ello da idea el contenido otorgado a este concepto
CapItulo 1. El mediofísico y la actividad humana 19

en la Cana Europea de Ordenación del Territorio, donde se define como la expresión espacial
de la política económica, social, cultural y ecológica de toda sociedad. Y más en detalle:

una disciplina científica, una técnica administrativa y una política concebida como
un enfoque interdisciplinario y global cuyo objetivo es un desarrollo equilibrado de las
regiones y la organización fisica del espacio según un concepto rector. (en Aguiló
eta¿!., 1987: 673).

En esa amplitud de significados, la ordenación del territorio es para Enériz (1991)


esencialmente una técnica administrativa (una forma de intervención pública) que persigue la
utilización racional del territorio intentando alcanzar el abstracto de ‘calidad de vida’ para el
conjunto de la población.

En caso de entenderse como una disciplina científica, seria entonces equiparable a planificación
territorial. Sin embargo y en lo esencial, parece aceptado que consiste en la puesta en práctica
de las determinaciones de la planificación (Pedraza, 1981). Cendrero (1989a) también es de
esta opinión, y distingue: etapa de diseño (planificación); establecimiento de normativas
(ordenación); e implantación y seguimiento (gestión). Gómez Orea (1994) considera que la
ordenación territorial incluye el análisis, la planificación, y la gestión territorial (puesta en
práctica del plan). En síntesis, la ordenación territorial se basa en la planificación territorial,
y se formula a través de normativas.

Para una gran parte de los especialistas en estas cuestiones, la ordenación territorial, a panir
de una planificación integrada, constituye la fórmula más adecuada para la resolución de los
problemas que se vienen denominado ambientales o ecológicos. Para otros sin embargo (Parra,
1992), ni siquiera estos enfoques representan una solución ya que constantemente van a
remolque de las demandas sociales, y son siempre éstas las que condicionan la oferta del medio
físico. Por otro lado, la única garantía de su eficacia seria su planteamiento en un contexto
global (internacional). La ya citada Carta Europea de Ordenación del Territorio, aprobada por
el Consejo de Europa el 20 de mayo de 1983, asume la capacidad de la UE en esta materia
y reconoce como un ámbito de aplicación el espacio europeo. Precisamente la importancia de
este documento estriba en que introduce la ordenación territorial en un contexto internacional
(Enériz, 1991). El contenido de dicha Carta incluye objetivos que, por su mera formulación,
no pueden seguir considerándose como utopias: conservación del medio ambiente, calidad de
vida, cultura, bienestar social, etc., todo ello en armonía con el desarrollo económico. Pero
como venimos señalando, el principal problema radica en que su enfoque sigue siendo limitado
(se reduce al ámbito de la Unión Europea) y no global (Europa dentro del Planeta).

A la vista de la definición de la OT como una técnica administrativa, sus objetivos están


regidos en última instancia por el poder público, el cual debe de velar por el cumplimiento de
un determinado diseño. Esa circunstancia, según reconocen también la mayor parte de los
autores que tratan el tema, limita en gran medida la consideración de las premisas que
20 Lo Geomorfología en los estudios del medio físico y planj/icación territorial

establece la planificación ecológica. Sin embargo, tal y como señalan Hewitt y Wambeke
(1982), parece obvio que el científico no debe rechazar la legitimidad del proceso político;
pero, para estar equiparados, tampoco éste debiera escudarse en supuestas razones técnicas
para llevar a cabo opciones de otra índole. En todo caso, parece que el problema no está
circunscrito a que la decisión final sea política, sino al hecho de que el político sólo base sus
decisiones en directrices económicas, y no considere al mismo nivel los criterios ecológicos
o territoriales.

La ordenación territorial es, pues, un verdadero ‘proceso social’ que intenta compatibilizar la
dinámica socioeconómica con el mantenimiento de los sistemas y recursos naturales. La
posibilidad de alcanzar tal estado a un nivel global es lo que, según ya se vio, ha pasado a
conocerse como ‘desarrollo sostenible’ o ‘sustentable’.

Sin intención de caer en el desánimo, es justo reconocer que todo este desarrollo teórico
contrasta con una realidad poco halagúeña. Y es que, aún después de que la planificación
integrada lleve desarrollándose en todo el mundo más de 25 años, la mayor pane de la
planificación territorial actual la realizan urbanistas, es decir, especialistas en un sólo sector
de los implicados en el territorio.

En el plano metodológico, Ramirez-Diaz et al. (1994) reconocen que son mínimas las
diferencias entre los estudios de planificación territorial con bases ecológicas de finales de los
sesenta y los actuales; puntualizan que, si acaso, ha habido una mejora técnica propiciada por
los medios informáticos (especialmente por el desarrollo de los SIG). Así el esquema de
McHarg permanece como hilo conductor en los actuales métodos de planificación ecológica,
y en muchos casos se sigue íntegramente. También Pedraza (1987) se hace eco de esta escasa
progresión metodológica, si bien señala que está muy por encima de la gestión realizada por
las distintas administraciones. Y es que si metodológicamente no se ha avanzado demasiado,
la gestión lo ha hecho en proporciones ínfimas: la gestión territorial, al menos en nuestro país,
sigue ajena a cualquier consideración ecológica.

En el territorio español la planificación y la ordenación territorial se guían básicamente por los


distintos textos de la Ley del Suelo; la vigente Ley sobre Régimen del Suelo y Ordenación
Urbana (R.D.L. 1/1992 de 25 de junio; en adelante LS92) viene a sustituir a su predecesora
de 1975, como ésta lo hacia a su vez con la de 1956. En realidad esta normativa ha tenido
siempre una visión eminentemente urbanística, si bien en los últimos años fue concediendo
mayor peso especifico a las variables físicas del territorio y a otras políticas sectoriales; en una
primera etapa lo hizo a través de los Planes Especiales del Medio Físico, ahora la práctica
totalidad de las figuras de planeamiento incluyen postulados relativos a la conservación del
medio ambiente, los recursos naturales y el paisaje.

Con la aprobación de la Constitución Española y el reconocimiento de las Comunidades


Autónomas a ejercer su política de ordenación territorial, buena pane de éstas se han dotado
Capítulo 1. El medio físico y la actividad humana 21

de legislaciones propias en materia de ordenación del territorio, estableciendo sus instrumentos


de planificación desde niveles regionales hasta locales. En esos instrumentos se observa ya una
clara —al menos en teoría— consideración de los postulados del medio físico.

La Ley de Conservación de los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestre (4/1989,


de 27 de marzo) y las subsiguientes leyes autonómicas de espacios protegidos hacen que, a
partir del año 1989, algunos postulados de la planificación física se asuman a través de los
Planes de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN). En este caso, lo realmente criticable
es que sólo sea en estos espacios donde se pretendan aplicar los postulados de la planificación
ecológica.

La política de ‘espacios naturales protegidos’, entendida como única expresión real de


protección u ordenamiento territorial, lleva tiempo en entredicho por los ‘teóricos’ del Medio
Ambiente. En un articulo publicado en el cuaderno número 11 de la revista Quercus, el
colectivo ‘Cotarro’ señalaba que la protección de enclaves singulares se ha utilizado como
coartada para permitir la degradación indiscriminada del resto del territorio. Podríamos resumir
diciendo que, en una política territorial adecuada, los espacios naturales deberían ser una
alternativa más dentro de los posibles usos para un territorio.

Con la legislación relativa a los procesos de evaluación de impacto ambiental también se


asumen algunos principios de la planificación ecológica, aunque referidos normalmente a una
sola actividad y con frecuencia en su fase de proyecto. Sólo en la medida en que estuvieran
aplicadas a planes, programas y políticas (ETA estratégicas), tendrían un carácter claramente
preventivo.

Otras legislaciones que abordan cuestiones sobre planificación del medio físico, aunque a nivel
sectorial, son la Ley de Agricultura de Montaña (25/1982, de 30 de junio) o la Ley de Aguas
de 1985 (29/1985, de 2 de agosto).

Así pues, si bien las normativas en nuestro país son más que suficientes, su incidencia efectiva
resulta nula o muy baja; todo ello se ha traducido en un crecimiento desordenado de los
núcleos urbanos —en ocasiones ocupando áreas de alto valor natural y productivo—, una
proliferación de la obra pública (hidráulicas y de comunicación) utilizada como coartada para
otro tipo de intereses, una nula ordenación del sector minero y, en general, una degradación
territorial y paisajística más acusadade la que cabria esperar, dado que en realidad la densidad
de ocupación es mucho menor que en otros paises de nuestro entorno.

En este contexto parece exigible un replanteamiento de la “situación territorial”


—redevelopmenr en terminología anglosajona—, potenciando lo que muy tímidamente ha
comenzado a surgir con los denominados estudios ambientales o ecológicos, pero
reorientándolos claramente a la planificación y ordenación territorial con bases ecológicas.
22 Lo Geomorfología en los estudios del mediofísico y pla,4/fcación territorial

1.2.2. Evaluación de impactos ambientales QUA)

El término ‘impacto’ (en su etimología, choque, huella, señal, efecto; RAE, 1992), referido
a las modificaciones que introduce o puede introducir la actividad humana en el territorio, ha
sido adoptado del inglés environmental impact. Para Ramos (1989), sin embargo, esta adopción
no es muy afortunada ya que “hubiera bastado” referirlo como ‘efecto’.

Por otra parte, al aludir a la ‘evaluación de impactos ambientales’ (environmental impact


assesment o EIA) se distinguen dos significados diferentes.

Uno hace referencia al procedimiento técnico de identificación, caracterización y valoración


de los efectos ambientales de una o varias actividades en el medio; la evaluación de esos
efectos se basa en una confrontación ‘simulada’, que se lleva a cabo por diferentes
metodologías de carácter más o menos cualitativo o cuantitativo (ver Aguiló et al., 1992).
Cuando se trata de evaluar el efecto de una sola actividad, caso más común, los estudios
pueden estar dirigidos a: su localización óptima; la evaluación de localizaciones prefijadas o
exigidas; o el análisis de una localización ya elegida (diseño y operación). Si la ETA contempla
varias actividades ‘expectantes’ sobre un territorio, es decir, se realiza con anterioridad a que
éstas se determinen, funciona como un instrumento preventivo eficaz para la regulación del
suelo al mismo nivel que la planificación física (González Alonso et aL, 1991).

La segunda acepción del término se refiere al procedimiento administrativo que condiciona y


controla la aceptación, modificación, o rechazo de un proyecto en base a la legislación
aplicable al respecto. Las fases de este procedimiento están reguladas en nuestro país por el
R.D. 1302/86.

La ETA ha adquirido mayor relevancia a la hora de tratar los impactos sectoriales, derivados
de proyectos concretos. Este procedimiento tiene su origen en el año 1969, cuando se
promulga en EEUU la NEPA (National Environniental Policy Act) obligando a realizar
evaluaciones de impacto ambiental para determinados planes y proyectos. La repercusión de
este precedente fue la incorporación progresiva de legislaciones especificas sobre este particular
en múltiples paises; una normativa de esta naturaleza es introducida por ejemplo en Francia
en 1976 (ver Tarlet, 1977).

La generalización de este procedimiento a la Europa comunitaria tiene su referencia en la


directiva 85/377. La incorporación de España a la Comunidad Europea dio lugar a la
aplicación de la citada directiva mediante el Real Decreto Legislativo 1302/86 de 28 de junio,
de Evaluación de Impacto Ambiental, y su posterior ejecución reglamentaria por el Real
Decreto 1131/1988, de 30 de septiembre.

Tal cual se están desarrollando mayoritariamente en la actualidad, las ETA están sufriendo
importantes criticas por parte de especialistas en tanto suponen una visión parcial, y con
Capítulo 1. El mediofísico y la actividad humana 23

frecuencia ineficaz, de la herramienta preventiva que deberían constituir. La causa de esta


ineficiencia hay que buscarla en el hecho de que se aplique a actividades muy concretas, una
vez decidida su ejecución y en muchos casos su ubicación. Gómez Orea (1988) mantiene que
cuando se aplica la ETA después de haber decidido la ejecución del proyecto, es impensable
el rechazo del mismo y muy difícilmente puede llegarse a su modificación o, en caso
afirmativo, sólo de forma ineficaz en cuanto a medidas correctoras se refiere.

Siguiendo con este razonamiento, las ETA serian claramente eficientes aplicadas a planes,
programas y políticas (evaluaciones estratégicas), fase en la que pueden cumplir una función
similar a la planificación integrada. Resulta curioso comprobar cómo una de las ideas
originales de la NEPA era precisamente aplicar lo que hoy se demanda con insistencia: integrar
los procedimientos de ETA a nivel de planificación y evaluar planes, programas y políticas.

Por otro lado, los distintos reglamentos que desarrollan las legislaciones sobre ETA no incluyen
actividades susceptibles de generar lo que se han denominado ‘cambios ambientales
acumulativos’ o cumulative environmental changes (Spaling y Smit, 1993), cuyo efecto final
es siempre mucho mayor que el de determinadas actividades sectoriales; ese proceso ha sido
referido como “la tiranía de las pequeñas decisiones’ (Spaling y Smit, op. cit.).

Yendo aún más lejos, González Alonso (en Puig i Baguer, 1995) propugna lo ideal: todas las
actuaciones en el territorio deberían estar inspiradas en el respeto hacia el medio, y sostiene
que los procesos de ETA podrían desaparecer en el momento que los proyectos (y los planes
y las políticas) incorporasen debidamente la consideración del medio ambiente como uno de
los pilares de la decisión de actuaciones.

Como conclusión, nos limitamos a señalar algo en lo que ya han insistido los especialistas: la
eficiencia de las ETA sólo será posible en tanto consideren alternativas, y en tanto su
incorporación al proceso se realice en las fases iniciales.

1.2.3. Restauración ecológica

Los trabajos para atajar los efectos degradantes sobre el medio han experimentado un gran
desarrollo en los últimos años, sobre todo asociados al campo de la evaluación de impactos
mediante las denominadas ‘medidas correctoras’. Dejando a un lado las de carácter
socioeconómico, es habitual distinguir entre las relativas a la contaminación (ecotecnologias,
ingeniería ambiental o ecológica, filtros, depuradoras, etc.) y aquéllas otras encaminadas a
restauración ecológica o paisajística del medio, entendidas estas últimas en un sentido territorial
más amplio.

Ramos (1986) define este segundo grupo como un conjunto de operaciones destinadas a
restaurar, recuperar, etc., un paisaje, un medio, degradado, alterado, dañado, contaminado o
devastado. Utilizada en este contexto y según el Diccionario de la Naturaleza, sería:
24 La Geomorfología en los estudios del mediofísico y planificación territorial

“(...) el proceso de reconversión de terrenos perturbados a su estado original u otro


uso productivo. Proceso de transformación de un medio perturbado que haga posible
la habitabilidad por parte de los organismos originados u otros que se aproximen a
los habitantes originales. (Aguiló et al., 1987: 850).

La aplicación al medio natural del término ‘restauración’ lleva aparejada una importante
imprecisión terminológica: recuperación, rehabilitación, restitución, revegetación, reparación,
etc. Para determinados autores (Vadillo, 1989; Porta et al., 1994) lo más correcto seria hablar
de ‘rehabilitación’, ya que restauración significa “volver a poner una cosa en su estado inicial”,
mientras rehabilitar es “hacer a una cosa hábil, apta, útil o capaz para algo determinado”;
siendo este último el objetivo que normalmente resulta más factible (el ejemplo más claro lo
constituye la minería). En lengua inglesa, por lo general utilizan reclamarion cuando implica
habilitar el espacio para un nuevo uso, rehabilitation lo reservan para una restauración de tipo
más visual-paisajística, y restoration cuando el terreno se devuelve a su condición inicial
(Bradshaw y Chadwick, 1980).

También es necesario matizar entre restauración ecológica y paisajística: en el primer caso las
medidas están encaminadas a la recuperación del medio; en el segundo deben tener una
repercusión visual, lo que ha llevado en ocasiones a otorgar más peso a las actuaciones de
carácter ‘estético’ en detrimento de las ecológicas.

La rehabilitación de espacios degradados está ligada, sobre todo, a actividades industriales


(minería por ejemplo) y grandes obras de infraestructura; ambas implican grandes volúmenes
de tierras removilizadas con modificaciones del relieve y del régimen hídrico, así como la
destrucción del suelo y la cubierta vegetal. En estos casos los procesos de restauración buscan
el establecimiento de coberteras vegetales estables, al objeto de favorecer los procesos de
edafogénesis y la conservación-evolución del suelo, evitando su erosión-degradación y
facilitando la integración paisajística.

Son actuaciones que en nuestro país están reguladas por la legislación de evaluaciónde impacto
ambiental, y por normativas especificas como el Real Decreto 2994/1982, de 15 de octubre,
sobre restauración del espacio natural afectado por actividades mineras. Una recopilación de
dicha legislación puede seguirse en López Jimeno et al. (1989), y Bascones y Gallego (1993).

1.2.4. Estudios sobre paisaje

Dentro de lo que hemos denominado ‘estudios del medio físico’, los referidos al análisis y
evaluación del paisaje son sin duda los que mayor desarrollo han experimentado en los últimos
anos. Por esa razón, aun cuando en realidad formen pane de los procesos de planificación,
evaluación de impactos, o restauración, se incluyen aquí de forma independiente.
Capítulo 1. El mediofísico y la actividad humana 25

Su relevancia en el presente está ligada a la demanda de ‘paisajes naturales’ o ‘rurales’ por


pane de las sociedades industrializadas. Por sus implicaciones económicas —el paisaje se
deprecia si está deteriorado y se revaloriza si tiene calidad estética—, habría que asumir un
postulado básico: la existencia de paisajes naturales supone un beneficio para la sociedad
(Leopold, 1969; McHarg, 1969; Moss y Nickling, 1980), siendo por tanto un recurso natural
equiparable a otros del medio físico. Dentro de éstos, habrá que incluirle entre los ‘no
renovables’, razón por la cual es más necesaria su gestión adecuada.

Sin riesgo a exagerar, se puede decir que los valores estéticos constituyen actualmente la
cualidad más importante entre todas las presentes en un territorio (Caríson, 1977; en Aguiló
e¡ al., 1992).

1.2.4.1. Sign~cado del término

La complejidad que encierra el concepto ‘paisaje’ deriva de su doble consideración territorio-


percepción. Quizás por ello pocos términos referidos al medio físico tienen hoy un contenido
tan amplio e impreciso, si bien las razones deben de buscarse en sus origenes históricos.

En general, estos aspectos territoriales han sido referidos con la raíz land en las lenguas de
origen anglosajón y pays en las latinas (Bolós, 1975). La práctica totalidad de los estudios
sobre la evolución del término en las lenguas románicas, señalan que deriva de los vocablos
latinos pagas (pueblo, aldea) y pagensis (campestre, el que vive en el campo); de éstos pasa
al francés pays (territorio rural), y de aquí apaysage (francés),paisaje (castellano), paesaggio
(italiano), o paisatge (catalán) (González Bernáldez, 1987; Rougerie y Beroutchachvili, 1991;
Bolós, 1992). Según González Bernáldez (op. cit.), la palabra ‘país’ aparece en la literatura
castellana en 1597, y ‘paisaje’ en 1708.

El término lana’, del que deriva landschaft (alemán), ya en la Edad Media hacia referencia a
una región de dimensiones medias donde se desarrollaba la vida de pequeños grupos humanos.
También de latid derivaron landskip y lana’schap en Holanda, landskap (Suecia) y el más
universal landscape en lengua inglesa (González Bernáldez, 1981; Rougerie y Beroutchachvili,
1991).

Tras esos significados eminentemente geopoliticos, en el siglo XVII destaca la apreciación del
territorio desde un punto de vista artístico o pictórico; el origen del cambio es situado en la
escuela flamenca de paisajismo (González Bernáldez, 1987).

A finales del siglo XIX y principios del XX hay un notable cambio en los enfoques sobre el
paisaje: se inicia una corriente analítica que lo ‘desglosa’ en sus componentes, y para ello
tiende a utilizar una visión sistémica. Este proceso nace en Alemania y posteriormente pasa
a la Unión Soviética y Francia, dando lugar a lo que se ha denominado Ciencia del Paisaje.
26 Lo Geomorfología en los estudios del mediofísico y planificación territorial

A pesar de la evolución experimentada en los últimos cien años por esa Ciencia del Paisaje,
la raigambre de las consideraciones perceptivas, estéticas, o visuales, sigue siendo
predominante. Tal es así que tanto en francés como en castellano se refleja mayoritariamente
ese significado, aludiéndolo como: “porción del territorio visto desde un sitio en su sentido
artístico”, “extensión de terreno que forma un conjunto anistico”, o “imagen o cuadro que
representa una escena natural (río, bosque, montaña, etc.)”. En lengua inglesa mantienen estas
definiciones, si bien con un sentido más espacial: “porción de territorio perceptible desde un
lugar determinado”.

Con estos precedentes, a partir de la segunda mitad de este siglo el vocablo paisaje, también
sus equivalentes paysage y landscape, va a referirse dominantemente en un sentido estético-
visual que, la verdad, casi nunca perdió2. Tal y como señalan Rougerie y Beroutchachvili
(1991), actualmente más que un cambio se produce una ‘socialización’ del término: a partir
de las décadas de los años 1960 y 1970 comienza a utilizarse de forma indiscriminada muy
ligado a la cultura del ocio, la publicidad, y al espectacular desarrollo de los medios
audiovisuales. Es preciso anotar que, paralelamente a esas consideraciones, en determinados
ámbitos científicos (geográficos sobre todo) sigue teniendo una acepción próxima a ‘territorio’,
‘geosistema’ o ‘ecosistema’.

Esos enfoques básicos del paisaje, ya señalados por Passarge en 1931, los ha sintetizado
adecuadamente González Bernáldez (1981):

- Como sinónimo de imagen; asociado a las propiedades visuales y perceptivas del territorio.

- Desde un punto de vista ‘geográfico’ o ‘ecológico’, a veces denominado ‘científico’, como


sistema o conjunto de elementos de un territorio ligados por relaciones de interdependencia.
Tiene un sentido holístico, equivalente a medio ambiente.

La primera de las acepciones señaladas es la defendida por González Bernáldez: “es patente
la necesidad de no confundir el concepto de ‘paisaje’ con otras ideas como las de sistemas o
complejos ambientales para los que ya existe una terminología adecuada” (González
Bernáldez, op. cd.: 2).

En la misma línea anterior se sitúa una de las definiciones de paisaje más conocidas en
castellano; se trata de la elaborada por el propio González Bernáldez y colaboradores:
“percepción plurisensorial de un sistema de relaciones ecológicas “, o “parte perceptible de un
sistema de relaciones subyacentes » (Diaz Pineda et al., 1973: 2). Así pues, para estos ecólogos
es posible distinguir entre: un ‘fenosistema’, o conjunto de componentes del medio perceptibles
en una imagen; y un ‘criptosistema’, o complejo de interrelaciones difícilmente observables
y que proporcionan la información adicional para el entendimiento del sistema territorial

2 Por ejemplo, en la lengua inglesa landscape estuvo siempre más ligado a los aspectos visuales, y ¡and a los territoriales.
capitulo 1. El medio fisico y la actividad humana 27

(geosistema). La información del criptosistema no es fácilmente obtenible de la observación,


si bien puede inferirse a través de ‘indicadores’ (González Bernáldez, op. cl.). Aguiló et al.
(1992) defienden también esta conceptuación estética del paisaje:

“Porción de espacio de la superficie terrestre aprehendida visualmente. En sentido más


preciso, parte de la superficie terrestre que, en su imagen externa y en la acción
conjunta de los fenómenos que lo constituyen, presenta caracteres homogéneos y una
cierta unidad espacial básica. “(Aguiló et aL, op. cit.: 805).

Pedraza (1988), ha resumido este enfoque perceptivo como ‘fisonómico’ o ‘fisiográfico’


referencial, pues alude a los rasgos o aspecto exterior del territorio, muy ligado por tanto a
la Fisiografía.

En cuanto a la segunda acepción del término a que hacíamos referencia siguiendo a González
Bernáldez (op. ci:.), no se diferenciaría demasiado del significado de territorio, geosistema o
ecosistema, es decir, como un conjunto de elementos físicos, biológicos y antrópicos que
interactúan en el espacio (Tricart y Kilian, 1979).

También Aguiló et al. (op. cit.) ofrecen esta visión sistémica:

“El paisaje es el resultado de la combinación dinámica de elementosftsico-quimicos,


biológicos y antrópicos que en mutua dependencia generan un conjunto único e
indisoluble en perpetua evolución.” (Aguiló e: al., op. cl.: 805).

Tratando de aproximarnos a una síntesis, parece existir unanimidad en que para conceptuar el
paisaje es necesaria una doble presencia: el territorio (espacio, medio físico, porción de
terreno, escena) y el observador o perceptor del mismo (González Bernáldez, 1987; Escribano
eral., 1991). Incluso un autor como Hernández-Pacheco (1934b), que propugnó el estudio de
este elemento complejo “no considerándolefundamentalmente en el aspecto estético sino el de
las ciencias de la “ (Hernández-Pacheco, op. cit.: 6), fue incapaz de eludir las
valoraciones escénicas. Refiriéndose a este trabajo, González Bernáldez (1981) señaló que las
consideraciones estéticas y emocionales están omnipresentes en las páginas del discurso del
eminente geólogo, tanto como para poner en duda la factibilidad de sus propósitos.

Para González Bernáldez (op. cit.) precisamente ese carácter de articulación entre los aspectos
de las ciencias de la Naturaleza y la abstracción, por una pane, y la sensibilidad, las
emociones y la estética por otra, confieren gran interés al tema del paisaje. Para este autor es
sobre todo ‘información’ susceptible de ser ‘interpretada’, lo cual puede ser de enorme interés
en la gestión del territorio. Siguiendo este razonamiento, para Pedraza (1986) lo que realmente
distingue al paisaje del resto de elementos del medio físico es su carácter ‘puente’ entre lo
reflexivo y lo intuitivo, lo perceptivo y lo analítico, lo popular y lo técnico, lo sentimental y
lo cognoscitivo, y en definitiva, entre lo natural y lo social.
28 La Geomorfología en los estudios del medio físico y planjflcacisJn territorial

1.2.4.2. Paisaje ecológico

Su estudio incide en la funcionalidad, o fisiología del territorio. En este sentido es una ciencia
reivindicada por los geógrafos; una de sus expresiones más comunes señala el paisaje como
“el objeto de análisis de la ciencia geográfica”. Estudian más su estructura que la
representación, y es una aportación eminentemente europea, concretamente de la antigua Unión
Soviética, Alemania y Francia (Rougerie y Beroutchachvili, 1991). En España, han seguido
esta línea geógrafos como Martínez de Pisón y colaboradores, o M. de Bolós y colaboradores.

Este enfoque sistémico ha consolidado recientemente en la renovada Ecología del Paisaje,


basada en principios ecológicos y geomorfológicos. Inicialmente definida en Alemania por C.
Trolí (1939), tiene ahora múltiples conexiones en el mundo anglosajón (Forman y Godron,
1986).

1.2.4.3. Paisaje percibido

Atiende, como se ha señalado, a la representación (fisonomía, imagen, fenosistema,


manifestación sintética) de los sistemas territoriales. En el contexto científico internacional esta
aproximación está más ligada al ámbito anglosajón, donde ha dado lugar a multitud de trabajos
de investigacióna a panir de la década de 1970. Su desarrollo ha sido impulsado especialmente
en los Estados Unidos, y en menor medida en el Reino Unido3 (ver Gilmartin, 1995). Dentro
de esta acepción pueden distinguirse a su vez dos enfoques:

a) Perceptivo: interesa la valoración del paisaje según las reacciones que produce en quien
lo observa

b) Técnico: el paisaje como escena es evaluado con independencia del individuo perceptor,
lo cual normalmente requiere su análisis en componentes y categorías estéticas.

- El enfoque perceptivo

Ha dado lugar a los estudios centrados en las respuestas de los individuos ante el paisaje
(interesa conocer cómo se valora éste). Atiende de forma especial a los mecanismos de la
percepción.

Gilmartín (op. cl.) ha definido este grupo como ‘enfoque psicológico’, el cual centra su
atención en los sentimientos y respuestas que provoca el paisaje en el individuo. Según dicho
planteamiento, el paisaje es una creación de la percepción y hay tantos paisajes como

A esta materia dedican buena parte de sus contenidos todo un odmero de revistas especializadas: Landscape and
lirban Planning, Landscape ,4rchitecture, Landscape Research, o Journol of Environmensal Mona gemen:. Nombres como
Lyneh, Zube, Steinitz, Kaplan, Appleton, Ulricb, Lowenthal, Daniel o Litton, entre muchos otros, figuran como verdaderos
impulsores de estos estudios.
Capítulo 1. El medio físico y la actividad humana 29

observadores. Su evaluación se realiza a panir de muestreos individualizados sobre ciudadanos


representativos de la sociedad; constituyen lo que se han denominado ‘modelos de preferencia’.

En estos casos se busca determinar qué paisajes son más apetecidos y por qué; se refiere pues
a las actitudes, valoraciones, y preferencias de las personas frente al paisaje. Son trabajos cuya
finalidad puede ser doble (Gilmartin, op. cl.): de carácter aplicado, utilizables en estudios de
planificación y gestión territorial (toma de decisiones); y de investigación básica, buscan
comprender los procesos psicológicos de la percepción.

Buen ejemplo de esa línea perceptiva son las aportaciones de Zube a al. (1982), Kaplan
(1985), o Kaplan y Kaplan (1989). En nuestro país son bien conocidos los trabajos sobre
preferencia ambiental de la escuela del profesor González Bernáldez, los cuales han gozado
además de un cierto reconocimiento internacional (Maciá, 1980; Ruiz y Bernáldez, 1983;
Bernáldez e: al., 1987); también los de J.A.. Corraliza y colaboradores, desde el ámbito de la
Psicología Social (Gilmartin, op. cl.).

- El enfoque técnico

En este caso el paisaje también es evaluado como ‘escena’, pero por profesionales o
especialistas (expertos). Aunque en último término se llegue a unidades globalizadas, el
procedimiento más usual para desarrollar este enfoque es el estudio de sus elementos o
componentes; constituyen los denominados ‘análisis sobre paisaje’, en tanto se basan en “la
separación de las partes de un todo para llegar a conocer sus principios o naturaleza”.
Reconociendo la importancia de la componente subjetiva-perceptiva, estas técnicas tratan de
abordar el paisaje de la manera más objetiva posible, pero siempre considerando sus
características o atributos visuales (conjunto perceptible o fenosistema): elementos y
componentes (relieve, vegetación, agua, elementos antrópicos), cualidades o propiedades
estéticas, o características visuales (color, contraste, forma), cuencas visuales, calidad y
fragilidad visual, etc.

De esta tipología son, por ejemplo, la valoraciones estéticas que realizaran Linton (1968) o
Leopold (1969). También los numerosos trabajos elaborados en la Cátedra de Planificación y
Proyectos de la ETSIM de Madrid (Aguiló et al., 1987; Escribano et al., 1991; Aguiló e: al.,
1992); según estas referencias, el paisaje tiende a analizarse en los siguientes términos:

1. Componentes. Se estructuran en: (a) formas del terreno o relieve; (b) agua (superficial); (c)
vegetación; y (d) elementos anificiales (antrópicos), como usos del suelo, infraestructuras y
construcciones. E. Hernández-Pacheco ya había aproximado ese análisis, que visto desde una
perspectiva actual es sumamente elocuente; para este autor (Hernández-Pacheco, 1934b:38),
los componentes del paisaje son:
30 La Geomorfología en los estudios del medio físico y planificación territorial

Fundamentales.~
-El roquedo (rocas graníticas y eruptivas, calizas, areniscas, etc.)
-Lo vegetación (formaciones de bosque, formaciones de matorral, formaciones herbáceas)

Complementarios:
-Estado del cielo: nubosidad
-El agua (el mar, los lagos, las aguas corrientes, el agua sólida)

Accesorios:
-Los animales (silvestres, los ganados)
-El hombre en su aspecto etnográfico
-Los cultivos «picos del país
-Las construcciones

A lo anterior sólo cabe precisar que algunos de los componentes accesorios, hoy merecerían
una consideración como fundamentales.

2. Características visuales. El paisaje puede comprenderse a través de unos elementos de


referencia básicos: forma, línea, color y textura, a los que deben añadirse la escala y el
espacio.

3. Unidades o cartografía. Se trata de clasificar el paisaje en porciones homogéneas para


facilitar su evaluación (modelos de calidad y fragilidad), útil en gestión territorial. Las
porciones pueden definirse: con criterios de regularidad (mallas hexagonales, rectangulares,
cuadradas, etc.); y con criterios de homogeneidad fisonómica (unidades fisiográficas), lo que
permite una evaluación conjunta en toda su extensión (ver Ramos et aL, 1979).

4. Cuencas visuales. Trata el establecimiento de unidades con criterios de visibilidad:


delimitación de la superficie desde la que un punto es visible, y recíprocamente, la zona
observable desde ese punto. Incluye otra serie de atributos (propiedades visuales), o
modificadores de la visión (ver Aguiló er aL, 1992).

5. Calidad visual. Buscan evaluar el grado de excelencia o mérito de un paisaje para no ser
alterado o destruido. Normalmente se basan en componentes o categorías estéticas, con
frecuencia en base a criterios de preferencia ‘universales’: las vistas desde puntos elevados,
los contrastes cromáticos, la armonía en los colores, la variedad fisiográfica (contraste de
relieve), la presencia de agua y vegetación, los ambientes costeros, los bosques abiertos, la
presencia de elementos históricos, etc. En base a estos criterios se han elaborado diferentes
modelos de calidad de paisaje, caso del aplicado por Linton (op. cl.) en Escocia, que asumen
una cierta parcialidad: lo que se ha denominado ‘subjetividad aceptada o asumida’.

6. Fragilidad visual. Están encaminados a determinar el grado de susceptibilidad al deterioro


que presentan las cualidades o atributos de un paisaje frente a la incidencia de ciertas
actuaciones; es el inverso a capacidad de absorción visual (ver González Alonso et al., 1991).
Capítulo 1. El medio físico y la actividad humana 31

- Estudios mixtos: enfoquepsicoftsico

Se trata de una aproximación a mitad de camino entre los enfoques perceptivo y técnico, y
busca establecer las relaciones entre las características físicas del medio y las respuestas de la
percepción (Aguiló a aL, 1992; Puig i Baguer, 1995; Gilmartln, 1995); atiende por tanto a
las opiniones del público y a la de expertos y planificadores. Los trabajos más conocidos en
este enfoque se deben a T.C. Daniel y colaboradores (Daniel y Vinning, 1983; Brown y
Daniel, 1991).

1.2.4.4. Diseño paisajístico

Ligado a este tema que nos ocupa está el concepto de ‘paisajismo’ o ‘diseño paisajístico’,
definido como “el arte y la técnica de modelar el paisaje de los espacios habitados o alterados
por el hombre” (Aguiló et aL, 1987: 691). Las profesiones asociadas a estos objetivos
(arquitecto paisajista, ingeniero, etc.) buscan el mejor uso de los componentes del medio: roca,
suelo, agua, vegetación y edificios e infraestructuras. Normalmente el diseño ha estado
relacionado con el paisaje a escala reducida (jardinería y urbanismo); pero también tiene su
ámbito de aplicación asociado a las obras públicas o a la restauración de espacios degradados.

De nuevo aquí se refleja la disparidad de criterios entre los enfoques más subjetivos y
objetivos. Para los evaluadores de la percepción, el diseño tendría que basarse en las
preferencias de la población y no en el criterio de los ‘expertos’; en el polo opuesto a esta
opción, que algunos han denominado ‘subjetivismo radical’ (ver Aguiló a al., 1987), aparece
la de quienes defienden que los ‘expertos’ pueden ofrecer soluciones más correctas.

La figura 1.3 es una propuesta para estructurar la disparidad de enfoques existentes respecto
a los estudios que se refieren como ‘de paisaje’, incluyendo ejemplos españoles.

1.3. SÍNTESIS. LA PLANIFICACIÓN INTEGRADA COMO OBJETIVO

La conservación de la Naturaleza es una cuestión que interesa esencialmente al conjunto de la


humanidad; éste —y no otro— es el planteamiento más sincero de cuantos se están haciendo
en el momento actual. Las denominadas sociedades ‘postindustriales’ demandan cada vez en
mayor medida espacios con un grado de naturalidad aceptable, como sinónimo de calidad de
vida. Pero este objetivo no es sólo un capricho de los paises ‘saciados’; es más bien una
necesidad impuesta por los desequilibrios Norte-Sur, y por la degradación a nivel general que
está sufriendo la superficie terrestre.
32 La Geomorfología en los estudios del medio ftsico y plan jficación territorial

ESTUDIOS SOBREPAISAJE

PAISAJE ECOLÓGICO (GEOSISTEMA) PAISAJE PERCIBIDO (FENOSISTEMA)


conjunto de elementos de un territorio ligados el paisaje se deftne por la percepción,
por Itíaciones dc interdependencia fttndamentslmente a la-avda de luí propiedades visualcí
(eítudios integrados)

ENFOQUE MIXTO O PSICOFISICO


(Arquitectura, Ingeniecha)

Se basan tanto en las preferencias


del pt%licn t~no en la evaluada, de
espante y plazuftcadores

- Osetiely Vinning (1983)


- mdtodo geológico
Brown y Daniel (1991)
-
ctasiftraeión de la sswerticie
terrestre por att historia
evolutiva
- Fenonnan (1925)
- Edez-Paclíeco (1934a)
Estado de ha relacictaes - I~draza cia). (1986>
entre Geosfera, Rinafeca
y Antropeafera - mofado geográflos
clsslfícactdn de la stperftcie
- 2cgurveld (1979) terrestre poratt reptzaentacide ENFOQUE PERCEPTIVO
-Westerve}d eraL (1984) O PSICOLÓGICO
- Fornan y Gcdrcs,<1986) (Psicologia, Soctologla)
- Solaisev <1962)
- Ibáñez (1986> • Bertrand (¡968) El paisaje es evaluado por
-Maetúrí de Pisa, (1977) usuarios a atir de tu
- E. y Bero’scbachvili (1991)
ocotetaplaciéndirecta
- Boté. (1992)
o a travás de Itatitulca (imáge.rs)

CUENCAS VISUALES -Modelas 4.p,eferesa das


Y PROPIEDADES
CARTOGRAFÍA RELACIONADAS ANÁLISIS DEL PAISAJE Centran att tIeneataen las
DE PAISAJES rettp.estsa de los it~ividta
- Campentarjes
11~~’ - Co regateo de la 7Yenu ante el paisaje. Interesa c~r
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-Enano. “r (1976)
Unidadesreal. -Angula sóa
- Camde,<alia, tstejier (subjeaividsd representativa)
- tlistasda
- Cflortas esalticas
- laantry(riMad
Unidadesirregulares
(verntadcs • MaciS (1980)
-Stetojtz es aL (1974) - Bdez-Pacheon (1934b) - Zst5,e ce al. (1982)
geológico y geográfico) -EsonbanoetaL (1991)
-Agttilóetal. <1979) - Ruiz y Beradldez (¡983)
-AguildetoL (1992) - Kaplany Kaplan (1989)
- GiIn,aeth, <1995)

PLANIFICACIÓN Y GESTIÓN TERRITORiAL

Figura 1.3. D<feremtes enfoques en los estudios de paisaje.


Capítulo 1. El medio fisico y la actividad humana 33

Para acometer esa problemática ambiental surgen los denominados ‘estudios del medio físico’,
conjunto de trabajos encaminados a conocer las características del territorio al objeto de:
buscar un mejor aprovechamiento de los recursos naturales; ordenar los posibles usos buscando
maximizar las capacidades del medio para acogerías y minimizar los impactos que pudieran
infringirle (planificación integrada); evaluar los posibles costes ambientales del desarrollo de
políticas, planes, programas y proyectos (evaluación de impactos ambientales); y afrontar la
restauración de áreas degradadas (restauración ecológica y del paisaje).

La principal conclusión derivada de los estudios del medio físico, aconseja establecer
limitaciones a las actividades humanas, e introducir criterios de racionalidad. En definitiva,
localizar esas actividades teniendo en cuenta las características del medio y considerando los
criterios ‘territoriales’ al mismo nivel que los económicos o sociales; ése es el objetivo de la
planificación territorial con bases ecológicas, o integrada.

Los procedimientos de evaluación de impactos ambientales deben considerarse un caso


panicular de la planificación integrada; pueden definirse como una confrontación entre, por
un lado, las acciones humanas con potencialidad para generar impactos y, por el otro, los
elementos, recursos o características del territorio susceptibles de ser afectados por dichas
actividades.

Todo ese potencial preventivo presenta actualmente una eficacia limitada, en tanto son informes
que se incorporan a proyectos en las fases finales del proceso de toma de decisiones; en
cualquier caso, y de momento, son los ‘estudios del medio físico’ con mayor repercusión social
dada su obligatoriedad en muchos supuestos.

Los trabajos de restauración ecológica y del paisaje buscan la rehabilitación de espacios


degradados, y su filosofía o fundamento es la restitución de las condiciones del medio
(naturales, productivas, etc.). Éstos han experimentado un gran crecimiento en los últimos
años, asociados a la demanda de ‘calidad ambiental’ por el conjunto de la sociedad.

Los análisis sobre paisaje, cuyo incremento en los últimos años ha sido espectacular, pueden
considerarse un caso panicular de estudios del medio físico. Basan su metodología en la
síntesis de las distintas características del medio (geóticas, bióticas y sociales), y en la
percepción de las mismas por el hombre.

Es un procedimiento común al conjunto de los estudios del medio físico el empleo de sistemas
de valoración propios, con jerarquías otorgadas por conocimientos asociados a diversas
ciencias. En este contexto, resta profundizar en los procedimientos de confrontación entre las
valoraciones ecológicas y las socioeconómicas.
34 La Geomorfología en los estudios del medio ftsico y plan~/icacidn territorial

Como resumenpodríamos se/talar que, por su carácter integrador, la planificación territorial


con bases ecológicas, planificación ecológica, o plan fficación integrada, es la herramienta más
adecuada para abordar los denominados ‘problemas ambientales’; esta tesis está avalada por
la experiencia de todos aquéllos que han trabajado en estos temas. Desde esta perspectiva, se
pretende superar análisis parciales aplicados a la resolución de problemas concretos, y llegar
a estudios globalizados. Así pues y a pesar de su escasa consideración actual, prácticamente
irrelevante respecto a los procedimientos de evaluación de impactos ambientales por ejemplo,
la plan jficación territorial con bases ecológicas, o plan(ficación integrada, debería ser el
objetivo a perseguirpor gestores, técnicos y sociedad.
2. FUNDAMENTO Y METODOLOGÍA DE LOS
ESTUDIOS INTEGRADOS

El enfoque que actualmente requíeren los estudios del medio físico y la planificación integrada
o ecológica, ya estaba presente a finales del siglo XIX en trabajos llevados a cabo con
objetivos muy distintos: académicos, investigación, desarrollo regional, militares, o ingeniería
civil (land surveys, integrated surveys, terrain analysis, rerrain evaluation).

Frente a los trabajos actuales, más preocupados por la conservación, los precedentes citados
estaban dirigidos sobre todo hacia el aprovechamiento de los recursos. Por tanto, son
razonables las dudas sobre su utilidad metodológica en esta nueva etapa. Sin embargo autores
como Moss (1975) defienden aquéllos métodos, y afirman que la estructura de muchos de esos
esquemas es aplicable a cualquier parte del mundo independientemente de su grado de
desarrollo y finalidad. De hecho, como veremos, los aspectos metodológicos no han variado
demasiado con el tiempo sino que se han adaptado a los fines de la planificación territorial y
la conservación.

2.1. TERMINOLOGÍA RELACIONADA CON LOS PROCEDIMIENTOS: ANÁLISIS,


CLASIFICACIÓN Y EVALUACIÓN TERRITORIAL

Según el Diccionario de la Lengua Española, ‘análisis’ es la “distinción y separación de las


partes de un todo hasta llegar a conocer sus principios o elementos” (RAE, 1992:134).
También “examen detallado de cualquier cosa compleja con elfin de entender su naturaleza
o determinar sus caracteres esenciales” (Aguiló et al., 1992: 799). Referido al territorio,
normalmente consiste en la identificación e interpretación de unos ‘patrones’: Terrain Analysis
(Way, 1973); Terrain analysis ami classlfication using aerialphotographs (Van Zuidam y Van
Zuidam, 1979).

Por otro lado, clasificar’ es el proceso de ordenar elementos en grupos o clases, mediante sus
propiedades comunes. Digamos, antes de nada, que el hecho de clasificar es inherente al
comportamiento humano y a su forma de entender y organizar todo lo que le rodea. En el caso
de la superficie terrestre, dos han sido las principales formas de organización: unas, conocidas
como regionalizaciones naturales, se basan en los componentes físicos (clima, roquedo, relieve,
36 La Geomorfología en los estudios del medioJisico y plan~lcación territorial

agua, suelo, vegetación); otras, conocidas como regionalizaciones geográficas, responden a


directrices geopolíticas y, más concretamente, parámetros históricos y socioeconómicos.

Los procedimientos de clasificación territorial (latid class~fication, terrain classlfication) que


aquí interesan, son aquéllos concernientes al medio físico natural —no antrópico— (en adelante
clasificaciones territoriales), puesto que una de las premisas de la planificación ecológica es
precisamente destacar el carácter ‘director’ o ‘condicionante’ del medio natural.

Cuando se trata de definir porciones territoriales de conjunto (ecosistemas, paisajes), es


necesario interpretar las pautas de asociación o interrelación entre los diferentes elementos del
medio. En este caso las clasificaciones territoriales han utilizado una serie de criterios, o
rasgos físicos obvios, entre los cuales juegan un papel destacado los geológico-
geomorfológicos; muchos de ellos son netos: un cambio litológico o estructural, un cambio de
pendiente muy marcado, una formación superficial bien definida, etc., señalan normalmente
el limite de una unidad. Sin embargo, el grado de discontinuidad entre unidades no siempre
es así y puede variar hasta extremos en que sea completamente gradual, pasando por aquellas
situaciones en las que exista un gradiente de variación discontinuo. Así, con frecuencia el
criterio para ‘trazar la línea’ aparece ciertamente complicado.

Los métodos gráficos o de representación pueden proporcionar una herramienta sumamente


valiosa para definir los limites (Mitchell, 1991): si la selección se basa en un atributo o
elemento, se establecen grados de similitud o coeficientes de correlación entre unidades; si se
basa en dos o tres parámetros o elementos, pueden utilizarse sistemas de representación
binarios y ternarios. Finalmente, cuando se utilizan más de tres criterios el análisis estadístico
multivariante aparece como un método eficaz, utilizado con frecuencia en Ecologfa (De Pablo
y Diaz Pineda, 1985; De Pablo y Martin de Agar, 1993).

Por lo que respecta a los procesos de ‘evaluación’, consisten en ponderar la aptitud o


limitación del territorio para un uso definido. En este punto cabe precisar entre ‘valoración’
y ‘evaluación’. La primera tiene en general un objetivo más intrínseco y se sitúa como un paso
inmediatamente posterior al inventario: “acción de dotar de significado a las distintas
categorías de una cíasjficación. “(Aguiló et al., 1987: 977). La segunda va encaminada a la
gestión: “<‘...) la evaluación es un proceso o técnica, directamente encaminado a comparar los
resultados de distintas alternativas con elfin de orientar a las áreas de decisión en su elección
de la alternativa apropiada en cada caso. Es así un instrumento de ayuda en la toma de
decisiones, con la que no debe conkndirse. “(Aguiló et al., 1987: 419).

En la literatura inglesa, utilizan para este panicular evaluation (Stewan, 1968; Leopold et aL,
1971; Beaven, 1976; FAO, 1976; Rutter, 1977; Zonneveld, 1979; Moss, 1980; Mitchell,
1991) y assessment (Linton, 1968; Rodiek, 1978; Grant, 1982). De una forma sintética,
diríamos que assessment es una ponderación más cualitativa y equivale a la ‘valoración’,
Capítulo 2. Fundamento y metodología de los estudios integrados 37

mientras que evaluation se refiere a una ponderación más cuantitativa y equivale a una
‘evaluación’. Conceptualmente estos términos podrían traducirse: “estimar la cualidad de algo”,
próximo a ‘estimación’, el primero; “proceso por el que se fija un valor a una cosa”, próximo
a ‘tasar’, el segundo (Grant y Finlayson, 1978; Finlayson y Buckland, 1987).

Las evaluaciones territoriales se realizan normalmente según su aptitud, capacidad, y fragilidad


o vulnerabilidad, expresada en términos de limitaciones, restricciones, adecuación, etc. (Aguiló
et al., 1992).

2.2. DESARROLLO HISTÓRICO: ANTECEDENTES Y EVOLUCIÓN

En la actualidad, la Historia Natural describe el territorio como el resultado de un conjunto de


procesos que interactúan a lo largo del tiempo y llegan a configurar unos patrones
determinados. Los primeros estudios al respecto fueron eminentemente ‘enciclopedistas’, y
observaban el territorio como un ente complejo e indivisible. En el siglo XVIII consolidan los
análisis temáticos, que reemplazan a los anteriores y compartimentan la Naturaleza según
diversos enfoques metodológicos o ciencias: Geología, Biología, Edafología, etc. Más tarde
surge el enfoque ecológico y geográfico, precisamente tratando de recuperar ciertos aspectos
metodológicos de la etapa ‘enciclopedista’ y poner de nuevo el acento en las visiones de
conjunto.

2.2.1. Escuelas geográficas europeas

Los precedentes de la concepción sistémica del territorio, con frecuencia aludido como
‘paisaje’, pueden situarse en Alemania con A. von Humboldt (1769-1859) y su obra Kosmos
(1845-1862). Este geógrafo ya puso de manifiesto la importancia de la interrelación entre los
diferentes elementos que integran la Naturaleza, haciendo referencia a su funcionamiento
similar al de un organismo vivo.

Con posterioridad a Humboldt destacan sus discípulos Ritter y Von Richthofen, pero serian
5. Passarge y C. Trolí quienes sentaran las bases para los análisis modernos del paisaje desde
una óptica territorial y sistémica: al primero se atribuyen los fundamentos de la Ciencia del
Paisaje (Landschaftskunde); al segundo la incorporación a la misma de los postulados
ecológicos, introduciendo la Ecología del Paisaje (Landschaftsokologie) y la Geoecologla (ver
Rougerie y Beroutchachvili, 1991). Estos trabajos sitúan en Alemania una de las escuelas de
clasificación y evaluación territorial más importantes de toda Europa, relacionadas siempre con
la disciplina geográfica.

A partir de las aportaciones llevadas a cabo a finales del siglo XIX por el eminente edafólogo
ruso Dokuchaev (1883) y retomando los precedentes alemanes, nacería en la hoy extinta Unión
Soviética otra potente escuela sobre clasificación y evaluación territorial. Berg (1931), con su
38 La Geomorfología en los estudios del medio fisico y plan(Acación territorial

publicación Landschaftno-geografischeslciye Zony SSSR, está considerado el fundador y


Solntsev (1962), Vinogradov et al. (1962), Prokayev (1962), Isachenko (1965) y Sochava
(1963, 1974) los continuadores de esa línea de investigación (González Bernáldez, 1981).

De la Geografía Física soviética y alemana derivan también los trabajos integrados en Francia;
dos de sus figuras más destacadas, G. Bertrand y J. Tricart, tendrán a su vez una influencia
muy directa en la Geografía de nuestro país.

Los pasos más recientes en estas escuelas giran en torno a la continuación y renovación de la
disciplina denominada Ecología del Paisaje (ver Zonneveld, 1979; Forman y Godron, 1986).

2.2.2. Escuelas fisiogréficas anglosajonas

En el ámbito anglosajón, los estudios sobre clasificación y evaluación territorial han estado
ligados sobre todo a los profesionales en Ciencias de la Tierra. El origen de lo que se ha dado
en llamar clasificaciones territoriales, o regionalizaciones, tiene su inicio en Estados Unidos.
A finales del siglo XIX y principios del XX, un importante número de geógrafos físicos y
geomorfólogos de ese país (Powell, 1895; Powell et al., 1896; Davis, 1899a; Bowman, 1911;
Joerg, 1914; Fenneman, 1916, 1928), desarrollan sistemas de subdivisión del territorio en
grandes unidades homogéneas, denominadas ‘divisiones fisiográficas’. Con posterioridad, esos
trabajos fueron prácticamente abandonados en EEUU y únicamente destacan en estos temas
autores como Veatch (1933, 1937) y, muy posteriormente, Hunt (1967).

La obra de los fisiógrafos estadounidenses tendrá continuidad en el Reino Unido durante el


primer tercio del siglo XX. Las unidades territoriales definidas por los autores británicos tienen
una visión eminentemente aplicada, por tanto son de mayor escala que las de los fisiógrafos
americanos. La figura más significativa de esta época es Bourne (1931), considerado por
muchos el verdadero pionero de los estudios ecológicos en el Reino Unido. Destacan además
Unstead (1916, 1933), Wooldridge (1932), y Milne (1935), quienes tendrán una contribución
decisiva al respecto. Con posterioridad sobresalen los trabajos de Linton (1951) y en menor
medida los de Waters (1958) y Savigear (1965).

Pero donde realmente consolidaron las ideas de los autores anglosajones es en la escuela
australiana de la CSIRO (Commonwealth Scient¿t¡c ami Industrial Research Organization) y
fueron principalmente las aportaciones de Bourne (1931) y de los primeros fisiógrafos
americanos las que dieron lugar a su nacimiento. Es así como dentro de la CSIRO nacía en
la década de 1940 la que a la postre seria la metodología de clasificación y evaluación
territorial más universal: los latid £ystem (Christian, 1958; Christian y Stewart, 1968)~.

El trabajo original en el que se definen los land ayszem es: Christian, C.5. and Stewart, GA. (1946). Nonh Australia
Regional Survey, ¡946, Katherine-Darwin Region. General Report on Land Clasaification and Development of Land
Industries, CSIRO, Melbourne. La metodologíay descripción fue ampliada y divulgada en las publicaciones: Christian, c.s.
capítulo 2. Fundamento y metodología de los estudios integrados 39

El éxito y divulgación de la metodología CSIRO propició su aplicación a otras regiones y con


otros propósitos. Es así como surgieron los trabajos con fines militares del MEXE (Military
Engineering Experimental Es¡ablishment; Beckett y Webster, 1965; Brink et al., 1966); o el
método PUCE (Pattern, UnU, component. Evaluation), desarrollado para ingeniería civil por
Aitchison y Grant en 1967 (Aitchison y Grant, 1968). La metodología CSIRO ha sido seguida
además por el Soil Conservation Authority of Victoria, o la FAO y la UNESCO en paises en
vías de desarrollo (Mitchell, 1991).

2.2.3. Planificación ecológica

Con el inicio del movimiento ‘ambientalista’ que tiene lugar entre mediados y finales de los
años 1960 en el mundo occidental, los estudios fisiográficos comienzan a retomarse como base
para el planeamiento territorial. Precisamente y como ya se ha indicado, el enfoque integrado
o ecológico que demandan estos planteamiento~ estaba presente ya en trabajos llevados a cabo
con otros fines.

Ante la nueva situación, muchos métodos se retoman y modifican; es el caso de los empleados
en desarrollo regional, que pasan a utilizarse ahora en planificación territorial con un sentido
más amplio en cuanto a actividades posibles e introduciendo alternativas restrictivas o de
conservación. Como ejemplo puede citarse el método de Hilís (1961), los trabajos del ITC
holandés (Van Zuidani y Van Zuidam, 1979), o las nuevas regionalizaciones fisiográficas de
Godfrey (1977).

Pero la problemática ambiental también propiciaría el nacimiento de nuevas metodologías, en


buena pane ligadas a la Arquitectura del Paisaje y a la aplicación de técnicas automáticas de
tratamiento de datos; concretamente los SIG. Estos últimos revolucionaron los estudios del
medio físico, condicionando los procedimientos al aumentar las posibilidades de clasificación
y evaluación territorial.

El suceso clave en el campo de estos métodos, fue la publicación en 1969 de la obra Design
with Nature de I.L. McHarg (ver epígrafe 1.2.1). Dicha obra puede considerarse la base o
punto de partida para la planificación territorial con fundamentos ecológicos. Aunque dicha
planificación se iniciara sobre todo en los paises anglosajones, también se aplicó en otros
lugares debido sobre todo a discípulos del propio McHarg (Falque et aL, 1974; Tarlet, 1977).

(1952). Regional Land Surveys, i. Aust. Inst. .,4gric. Sci., 18: 140-146; y sobre todo: Christian, C.S. and Stewart, G.A.
(1953). Summary ofgeneral report oB survey of Katherine-Darwin Region, 1946 (C51R0. Australia). Land Research Series,
1. Otro trabajo en el que se desarrolla es: Stewart. G.A. and ¡‘cay, RA. (1953). Survey of Townsville-Bowen Region,
1950 (C5IRO, Australia), Latid Research Series, 2. El volumen más completo sobre la aproximación de los latid system,
lo constituye: Stewart, GA. (cd.) (1968). Land Evaluation. Macmillan, Melbourne.
40 La Geomorfología en los estudios del medio físico y plan~flcación territorial

Además de la obra de McHarg, otros trabajos que han desarrollado modelos y metodologías
ya clásicas de planificación física son: Lewis (1964), Steinitz y Rogers (1968), Steinitz y
Sinton (1969), Steinitz (1970), Johns (1973)

2.2.4. Estudios integrados en Espaila

El origen de los estudios fisiográficos en nuestro país está personalizado en las figuras de dos
eminentes geólogos-geógrafos: Juan Dantin Cereceda (1912, 1922, 1942) y Eduardo
Hernández-Pacheco (1934a, 1934b, 1955-1956). Aunque el grueso de su obra fuera la
Edafología, también merece ser destacada la labor realizada en este campo por Emilio Huguet
del Villar (1937). Habida cuenta del desarrollo de estos temas a principios del siglo XX, estos
trabajos pueden considerarse pioneros a escala internacional.

Tras esos prometedores comienzos, este tipo de ensayos no tuvieron continuidad y en el


segundo tercio del sigló XX únicamente destacan algunos autores aislados: es el caso de J. Vila
Valentí, M. de Terán, o L. Solé Sabaris, más seguidores de las escuelas alemana y francesa
de Geografía Física que de la fisiográfica española antes mencionada.

Las denominados estudios integrados volvieron a resurgir con la planificación ecológica; si


tenemos en cuenta que a nivel mundial este tipo de trabajos aparecen a finales de 1960 y
principios de 1970, de nuevo hay aportaciones españolas a las que podemos calificar como
‘vanguardistas’ en este campo. Es el caso de González Bemáldez et al? (1973, 1974), Diaz
Pineda et al. (1973), Ramos y Ayuso (1974), Gómez Orea et al. (1975), Ayuso et al. (1976),
Ranos et aL (1976); incluso podría decirse que el desarrollo metodológico consolidó con una
obra específica sobre Planificación fisica y Ecología (Ramos et al., 1979).

La labor inicial estuvo nucleada en torno a dos centros de investigación principales, los cuales
han contribuido de forma muy destacada al posterior desarrollo de la planificación ecológica
y la formación de profesionales. Nos referimos a la Cátedra de Planificación y Proyectos de
la ETSIM de Madrid, dirigida por A. Ramos; y al Departamento Interuniversitario de Ecología
de las Universidades Autónoma y Complutense de Madrid, con la figura del desaparecido
profesor F. González Bernáldez a su frente, cuyo núcleo de formación se situó en torno al
Grupo de Análisis Ambiental del Departamento de Ecología de la Universidad de Sevilla.

De la Cátedra de Planificación y Proyectos de la ETSIM de Madrid han derivado equipos que


hoy tienen una importancia específica en la planificación territorial de nuestro país. Son los
casos, entre otros, de los radicados en la Universidad de Cantabria y en la Escuela Técnica
Superior de Ingenieros Agrónomos, dirigidos por los profesores A. Cendrero y D. Gómez
Orea, respectivamente. De la escuela de ecólogos proceden otro gran número de trabajos y
profesionales, entre los que podemos citar: Sancho Royo et aL (1981), Martin de Agar,
(1984), De Pablo y Diaz Pineda (1985), Ramírez Diaz a aL (1994).
Capítulo 2. Fundamento y metodología de los estudios integrados 41

Con planteamientos más teóricos y netamente asociados a la investigación básica, merecen


destacarse también las contribuciones debidas a geógrafos y geólogos. Citaremos como ejemplo
la cátedra de Geografía Física de la UAM (ver Martínez de Pisón, 1977; Arenillas et al.,
1988), el recientemente creado Servei C. T. de Cestió i Evolució del Paisatge (Bolós, 1992),
la División de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Cantabria, y el Departamento de
Geodinámica de la UCM.

El equipo de la Universidad de Cantabria cuenta con amplia experiencia en clasificaciones y


evaluaciones para planeamiento territorial. Son trabajos referenciales del mismo: Cendrero
(1975), Cendrero et al. (1976) y Diaz de Terán (1985). Sus métodos aparecen estandarizados
en Cendrero y Diaz de Terán (1987) y han sido aplicados, entre otros, a los mapas
geocientificos de Valencia (Cendrero et al., 1986) y Madrid (Ayala et al., 1988b). También
en ejemplos reales de ordenación territorial (ver Francés, 1990a, 1990b, 1990c).

Los geomorfólogos de la UCM trabajan en clasificaciones metodológicas y bases conceptuales;


ejemplo de ello son: Pedraza y Garzón (1978), Garzón (1978), Cabra et al. (1983), Centeno
et al. (1983), Pedraza et al. (1986a), Fernández et al? (1987), Centeno (1987). Destaca
también su experiencia en trabajos de planificación ecológica con equipos interdisciplinares
(Gómez Orea, 1975; Garzón, 1977; Garzón y Pedraza, 1977; Bartolomé et al?, 1980; Lafuente
etal?, 1981).

2.3. TIPOS DE METODOLOGÍAS

A la hora de abordar los procesos de clasificación y evaluación territorial, dos han sido los
procedimientos más seguidos:

a) Definir unidades territoriales homogéneas respecto al conjunto de los elementos que


componen el medio natural, como base para su posterior evaluación (enfoque sintético).

b) Partir de mapas temáticos para elaborar unidades territoriales mediante la superposición


cartográfica y, conjuntamente, proceder a la evaluación de las mismas partiendo de las
valoraciones sectoriales (enfoque analítico).

En el primer caso, dado que las unidades del conjunto se diferencian en base a sus propiedades
físicas &erceptibles), los métodos se refieren como ‘fisiográficos’; en el segundo la
clasificación se hace en función de unos atributos o características preseleccionadas y entonces
los métodos generados se denominan ‘paramétricos’.

Diaz de Terán (1985) analiza un grupo de métodos catalogables como mixtos, que combinan
la definición de unidades homogéneas con la elaboración de mapas temáticos.
42 La Geomorfología en los estudios del medio físico y vlan¿tlcación territorial

2.3.1. Procedimientos fisiogréficos

Varios autores (Mabbutt, 1968; Wright, 1972; Van Zuidani y Van Zuidam, 1979; entre otros),
han dividido los métodos fisiográficos en dos: ‘genéticos’, si el procedimiento de clasificación
es la subdivisión progresiva del territorio a partir de grandes unidades y siempre en base a
factores causales; y ‘paisajísticos’ o ‘fisiográficos’ (s.s.), si la clasificación se realiza por
asociación o combinación progresiva de unidades menores. Sin embargo, Beaven (1976), Ollier
(1977), Grant y Finlayson (1978), Mitchell (1991), entre otros, creen que seria más
conveniente incluir ambos procedimientos bajo la segunda denominación. Nosotros nos
inclinamos por esta última postura, si bien es cierto que para la discusión sobre sus ventajas
e incovenientes puede ser adecuada la separación.

2.3.1.1. Grandes unidades: método genético

Fueron los primeros en desarrollarse, y tienen su origen en las regionalizaciones fisiográficas


realizadas en Estados Unidos. El procedimiento consiste en la segregación de unidades
mediante subdivisiones progresivas del territorio: el complejo ‘superficie terrestre’ se subdivide
en base a factores causales. El término que las define hace referencia a los factores que
constituyen el fundamento de las subdivisiones; tienen por tanto una componente geológica
importante.

- La imá gen de satélite como herramienta

En el pasado estos procedimientos consistían en recopilar y sintetizar la información geológica


y geomorfológica. Actualmente, aun cuando esta técnica sea muy poco utilizada, la posibilidad
de interpretar patrones territoriales a través de la imágen de satélite ofrece grandes ventajas
al realizar clasificaciones genéticas; de hecho, esta herramienta ya se está utilizando con estos
fines (Laut et al., 1977; Sayago, 1982).

- Ventajas e inconvenientes

La principal ventaja atribuida a los métodos fisiográficos a pequeña escala (genéticos) es que
realizan una separación lógica del territorio, obteniendo unidades que posibilitan una adecuada
construcción jerárquica. Además se trata de clasificaciones con un elevado grado de
universalidad, permitiendo realizar la correlación entre regiones alejadas en base a la existencia
de factores de control similares (Mabbutt, 1968). Este tipo de trabajos tienen un alto valor
didáctico, por lo que son muy útiles con fines académicos y para comprender el territorio a
pequeña escala. Por contra, la dimensión de las unidades no permite su uso de forma
estandarizada a nivel de gestión. Por otro lado presentan una gran complejidad interna, y a
medida que descendemos en la escala jerárquica los criterios de subdivisión se difuminan.
Capítulo 2. Fundamento y metodología de los estudios integrados 43

2.3.1.2. Unidades menores: mflodos fisiográficos (s.s.) o paisajísticos

Compartimentan el territorio en base a sus propiedades físicas más evidentes y, por tanto,
fácilmente perceptibles. Una vez segregadas las unidades básicas, éstas pueden agruparse
progresivamente en otras mayores de forma ascendente (método sintético), aunque ese paso
no está estandarizado. Su nomenclatura alude precisamente al modo de proceder en la
clasificación, pero sobre todo a estar basados en características ‘visuales’ o ‘perceptivas’ del
territorio (fisonomía, aspecto, apariencia). Cuando la ligazón entre los patrones geométricos
y genéticos del relieve es evidente, es frecuente aludir a estos métodos como
‘geomorfológicos’.

- La fotografta aérea como herramienta

Los métodos de clasificación fisiográfica se desarrollan a partir del primer tercio del siglo XX,
dadas las excelentes oportunidades de estudio para la segregación de paisajes que ofrece la
interpretación de pares estereoscópicos de fotografías aéreas; las unidades definidas son
igualmente percibidas en campo o desde el aire. Precisamente es esta técnica de
fotointerpretación la que ha otorgado a la Geomorfología un papel clave en los estudios y
clasificaciones territoriales. Desde hace ya varios años, se han visto complementadas con el
uso de imágenes de satélite.

- Ventajas e inconvenientes

Los métodos fisiográficos han mostrado su utilidad desde la óptica para la que fueron
desarrollados, habiendo sido aplicados con éxito en numerosas y muy diferentes regiones del
Planeta. Por este motivo, gozan de gran difusión en la literatura especializada; buen ejemplo
de ello es el método australiano de la CSIRO (Cbristian, 1958; Christian y Stewart, 1968).

Aunque preferentemente se hayan puesto en práctica en territorios poco estudiados, también


son aptos para regiones donde existe un exceso de información; en estos casos definen
unidades sintéticas y seleccionan la información verdaderamente relevante (Godfrey, 1977;
Cooke y Doornkamp, 1978). Esto último permite separar fácilmente los atributos útiles en cada
unidad, o cuál es el peso especifico que posee en cada lugar un elemento determinado; por el
contrarío, en los métodos paramétricos esa valoración resulta mucho más difícil.

Precisamente, una de las grandes ventajas de estos métodos es su asequibilidad: son


económicos y rápidos, y presentan los resultados de manera sencilla para su comprensión por
no especialistas (administradores, gestores, afectados, etc.). Las unidades son además
fácilmente identificables, y de hecho coinciden con las reconocidas históricamente por la
población en base a su fisonomía y posibilidades de uso; son por tanto un ‘puente’ o ‘punto
de encuentro’ entre los especialistas (técnicos, científicos, expertos) y los usuarios (población
en general).
~“4’

FACULTAD CC. GE-OLDOICAS


OIflLIOT ECA
44 La Geomorfología en los estudios del medio físico y planWcación territorial

Los procedimientos fisiográficos posibilitan también la construcción de sistemas jerárquicos;


cuando están organizados con una base genética, otorgan al método solidez como sistema de
clasificación al tiempo que permiten su correlación con clasificaciones a pequeña escala. De
esta manera, es posible llegar a establecer sistemas jerárquicos que podríamos denominar
‘completos’, que abarcan desde espacios continentales hasta locales (Howard y Mitchell, 1985,
en Mitchell, 1991; Godfrey y Cleaves, 1991).

Por contra, se atribuye a este tipo de metodologías ciertas deficiencias derivadas de su carácter
cualitativo. De hecho esta circunstancia llevó a desarrollar métodos que, aun siendo
fisiográficos, eran susceptibles de cuantificación; es el caso del sistema PUCE (Aitchison y
Grant, 1967, 1968).

De los métodos fisiográficos se critica también su forma de compartimentar el territorio en


sectores homogéneos, operativamente cerrados entre si, de modo que “se soslayan las
interconexiones paisajísticas y el área de estudio queda subdividida en unidades de carácter
aparentemente autárquico. (Ibáñez et al., 1987: 1069).

Finalmente, para algunos autores las unidades obtenidas son excesivamente estáticas, pues no
consideran la dinámica actual ni su evolución (Tricart, 1973). Mitchell (1991) y Godfrey y
Cleaves (1991) salen al paso de esas criticas, señalando que es posible incluir en cada unidad
la información sobre procesos que se estime oportuna.

2.3.2. Procedimientos paramétricos

Son metodologías fundamentalmente desarrolladas en planificación ecológica, e íntimamente


ligadas a las posibilidades que ofrecen las técnicas de cálculo automático y sistemas de
información geográfica. Se centran más en las evaluaciones que en la clasificación; por tanto
son idóneas para objetivos específicos, en función de los cuales se seleccionan los parámetros
que interesan. Su empleo está muy extendido en la actualidad a la resolución de problemas
ambientales concretos, tales como la elaboración de mapas de capacidades, indices,
potencialidades, calidades, riesgos, impactos, vulnerabilidades, fragilidades, estados de
degradación, etc.

También aquí la Geomorfología puede aportar información relevante, aunque no tan decisiva
como lo hacia en los métodos fisiográficos. El tipo de variables o parámetros geomorfológicos
que se integran junto a otros del territorio, son: formaciones superficiales, espesor del regolito,
morfología o topografía, relieve interno, posición fisiográfica, altitud, pendientes, orientación,
procesos actuales, etc. Utilidades especificas para las Ciencias de la Tierra en este campo son:
modelos de susceptibilidad a la erosión hídrica o eólica, a los movimientos gravitacionales, a
la contaminación de acuíferos, etc.
Capitulo 2. Fundamento y metodología de los estudios integrados 45

- Técnicas de tratamiento de la información: los Sistemas de Información Geográfica

Los sistemas paramétricos se caracterizan fundamentalmente por la integración de diferentes


aspectos temáticos mediante cartografía automática y SIG; la superposición puede ser también
manual, pero por lo común requiere soporte informático.

Los SIG, o GIS, son sistemas de almacenamiento, manipulación y recuperación de información


espacial referenciada geográficamente. Un procedimiento completo con estas herramientas
incluye: adquisición de los datos (data acquisition), o proceso previo al tratamiento automático
y en el cual se recopila información a partir de cartografías, bibliografía, fotografía aérea, etc;
chequeo (data itipur) o reprocesado y formateado de los datos para su almacenamiento;
incorporación de los datos al proceso automático mediante su digitalización y conversión en
formato vector o raster, o captura de la información temática en un formato en el que sea
posible su manipulación (data storage); procesado (data processing) transformando y
homogeneizando los datos para su tratamiento; superposición y manipulación (data output)
mediante las relaciones necesarias (algoritmos); uso y resultados (data use), o aplicación de
la información desde el GIS al problema real y subsiguiente monitorización de los resultados;
y gestión (management) o estructura de gestión del GIS.

- Ventajas e inconvenientes

Este tipo de métodos son normalmente útiles allí donde los objetivos de la investigación están
claramente relacionados con rasgos reconocibles del territorio, por lo que son muy frecuentes
en ingeniería y ciencias ambientales. Según Mitchell (1991), permiten llegar a conclusiones
que de otra manera serian difíciles de alcanzar. Tienen además la ventaja de ser bastante
‘objetivos’, lo que les ha creado fama de eficaces y ‘convincentes’. Pero lo que más se valora
en esta fotma de trabajar, es la posibilidad de cuantificación y por tanto de poder operar
automáticamente. Otra de sus grandes ventajas es la posibilidad que ofrecen para trabajos
conjuntos entre especialistas temáticos, en verdaderos equipos mulitidisciplinares (Diaz de
Terán, 1985).

En general son más fácilmente aplicables en áreas bien conocidas, puesto que requieren
información previa disponible (publicaciones, cartografías, etc.). De no existir esa información
debe adquirirse mediante trabajos de campo, lo cual encarece en gran medida su ejecución.

Su principal limitación deriva de las dificultades para la adecuada selección de los parámetros
implicados en el proceso de evaluación, o su correcta división en clases; por ejemplo,
clasificación y ponderación pueden hacerse muy difíciles de aplicar allí donde existan cambios
graduales de las propiedades del territorio (Mabbutt, 1968).

Por otro lado, la homogeneización de los diferentes datos para su correcta integración siempre
se ha planteado como un objetivo difícil. Así lo señalaban Christian y Stewart (1968) en una
46 La Geomorfología en los estudios del medio ftsico y plan~ficacián territorial

época en la que primaban los métodos fisiográficos, pero cuya conclusión sigue siendo válida
hoy:

“los métodos paramétricos tienen la inherente debilidad a que induce el hecho de


trabajar a diferentes escalas. utilizar d(ferentes métodos de muestreo areal, y alcanzar
diferentes niveles de generalización para cada parámetro, lo que hace ciertamente
difícil la integración de los diferentes mapas. (Christian y Stewart, 1968: 246).

Este problema puede incrementarse notablemente para profesionales o estudiosos con poca
experiencia en la materia de que se trata; en estos casos es frecuente que las unidades finales,
obtenidas mediante superposición, sean muy poco reales e incluyan importantes errores. Todo
ello viene condicionado por las imprecisiones que se van acumulando en cada uno de los mapas
iniciales en cuanto a la obtención de diferentes niveles de generalización, la incorrecta
homogeneización en las escalas, la desigual valoración de los parámetros, y al escaso
razonamiento en el proceso de superposición. Bailey et al. (1985) señalan que los métodos
paramétricos presentan graves problemas en la superposición de los limites.

Determinados autores (Ibáñez et al?, 1987) son muy críticos con las metodologías que siguen
procedimientos paramétricos, incidiendo en los aspectos ya comentados: en la fase de
inventario es preciso homogeneizar datos que en si mismos son muy heterogéneos; existen
importantes lagunas documentales; es necesaria la presencia de una amplia gama de
especíalistas; los métodos automáticos plantean problemas de operatividad a la hora de
extrapolar resultados; los datos se recopilan con un fin establecido, lo que limita su valor para
otros objetivos; las cartografías temáticas dificultan el establecimiento de relaciones o pautas
genéticas. También aquí ha sido criticada la escasa consideración dinámica, en términos de
procesos actuales y tendencias evolutivas, así como la falta de relaciones entre unidades
(Ruxton, 1968; Simpson, 1989).

Como conclusión, podríamos decir que son más adecuados para objetivos específicos y para
profesionales cualificados, y menos para evaluaciones territoriales intrínsecas o de conjunto.

2.4. SÍNTESIS. LOS PROCEDIMIENTOS GEOMORFOLÓGICOS COMO BASE DE


LOS METODOS FISIOGRAFICOS

Independientemente de su objetivo fina], los métodos de clasificación y evaluación territorial


pueden agruparse en: 1> fisiográficos, si establecen inicialmente unidades territoriales de
conjunto (homogéneas), las cuales son posteriormente evaluadas; 2) paramétricos, si definen
el medio a partir de unos elementos o componentes principales (mapas temáticos) con los
cuales se realizan las evaluaciones.

El excesivo número de procedimientos que aparecen descritos en la literatura, contrasta con


la escasa variación metodológica; en realidad, la mayor parte de los métodos fisiográficos
Capítulo 2. Fundamento y metodología de los estudios integrados 47

siguen o se basan en el sistema CSIRO (Christian, 1958; Christian y Stewart, 1968), y los
paramétricos en McHarg (1969).

Las primeras metodologías ‘integradas’ fueron fisiográficas, y nacieron con fines académicos
y de investigación; es decir, para conocer las características del medio y explicar las
actividades humanas en relación con él. Posteriormente su aplicación se dirigió a la exploración
de extensas áreas, en su mayoría mal conocidas y deshabitadas, al objeto de un mayor
aprovechamiento de los recursos naturales. En efecto, las metodologías fisiográficas se han
aplicado sobre todo en trabajos de desarrollo regional, normalmente en la prospección de
territorios amplios y con un escaso grado de transformación; para esos objetivos se han
mostrado empíricamente útiles.

Pero el enfoque integrado que requerían los estudios ambientales de la segunda mitad del siglo
XX, hizo que los procedimientos fisiográficos se reconvirtieran ante las nuevas demandas en
planificación territorial. Para este objetivo, las metodologías empleadas son similares a las
llevadas a cabo para desarrollo regional, sólo que ahora las capacidades —en estos trabajos
se valoraban ante todo las aptitudes del territorio— se complementan con fragilidades o
limitaciones; la prioridad ya no es la producción o el desarrollo únicamente, sino que se
concede gran importancia a la conservación. Las cualidades más importantes de estos métodos
fisiográficos son su gran ‘realismo’ territorial, y la posibilidad de clasificar el medio a
diferentes niveles de detalle (jerarquías territoriales).

Los métodos paramétricos surgieron sobre todo en el contexto de la planificación territorial


ecológica o integrada. El estudio de las características del territorio ya no parte de la
delimitación de unas unidades previas, como hacían los fisiográficos; aquí se realiza un
inventario del medio físico, unas evaluaciones parciales en función del los objetivos sectoriales,
y una integración final en unidades de síntesis o referencia. Se trata de métodos con grandes
posibilidades en estudios ambientales, al permitir el manejo de una enorme cantidad de
información susceptible a su vez de ser cuantificada.

En definitiva: en los estudios integrados siguiendo procedimientos fisio gráficos’, las unidades
de actuación se delimitan en base a criterios que, mayoritariamente, responden a la evolución
histórico-natural del territorio problema; incluido el hombre y sus actuaciones> como un
‘componente’ más. Por este motivo es más adecuado definir los denominados ‘usos
vocacionales’ siguiendo estos métodos, ya que trabajan con la potencialidad ‘natural’ del
territorio. Además penniten combinarse con técnicas paramétricas puesto que, a partir de un
cieno nivel de detalle asumen que los problemas del espacio donde se localizan y los
parámetros implicados sólo pueden abordarse mediante análisis temáticos integrados. Dados
el tipo, jerarquía, y escala espacial de los conflictos ecológicos actuales, entendemos que los
procedimientosfisiogróficos deben ser revitalizados si se quiere llegar a un desarrollo integral
de la planificación.
3. CLASIFICACIONES Y
EVALUACIONES FISIOGRÁFICAS

En la breve revisión sobre estudios integrados llevada a cabo en el capitulo 2, quedó manifiesto
cómo los denominados procedimientos fisiográficos presentaban una serie de cualidades para
ser utilizados en planificación integrada: la posibilidad de establecer clasificaciones del
territorio a distintos niveles <jerarquías), y la consideración de las unidades como resultado de
una historia natural. En este capitulo realizamos un análisis más detallado de los mismos,
tratando de remarcar sus bases geomorfológicas.

3.1. EL OBJETO DE CLASIFICACIÓN

En la práctica es difícil encontrar un único modelo que exprese sintéticamente el conjunto de


factores del medio físico que configuran la superficie terrestre; entre otras causas porque los
intentos han surgido desde escuelas y disciplinas muy diferentes. Ollier (1977) y González
Bernáldez (1981) se han hecho eco de las polémicas surgidas al respecto que, en síntesis,
pueden resumirse en: críticas vertidas hacia los ecólogos por profesionales y científicos más
ligados a las Ciencias de la Tierra al estimar que no consideraban adecuadamente los aspectos
abióticos, y criticas de los últimos a los primeros por entender que no han tratado en modo
suficiente las características biológicas en sus estudios territoriales; criticas también procedentes
de profesionales ligados a la Geografía, quienes han reprochado a los anteriores la deficiente
consideración de los usos antrópicos en las regionalizaciones. Así, en las clasificaciones
fisiográficas es posible encontrar un amplio conjunto de caracteres territoriales, con un
significado más o menos sistémico (cuadro 3.1).

3.2. CARÁCTER CIENTIFICO Y APLICADO

Aun cuando resulte obvio, es preciso señalar que la superficie terrestre constituye un objeto
de interés múltiple y son muchas las ciencias que abordan su estudio. Así han surgido múltiples
métodos para clasificarla, si bien todos ellos pueden resumirse en los siguientes:

- Descriptivos. Cualifican los elementos o unidades diferenciadas en base a sus atributos


evidentes; en general por su ‘aspecto externo’. En el caso del relieve, dicho aspecto es su
configuración geométrica, morfografia o fisonomía.
59 La Geomorfología en los estudios del medio físico y planjilcación territorial

- Genéticos. Cualifican los elementos o unidades diferenciadas en base a atributos


deducidos; el proceso deductivo se realiza mediante un método analítico o ciencia. En el
caso del relieve, dicha ciencia es la Geomorfología.

- Mixtos. Son un híbrido entredescriptivas y genéticas; parte de los atributos son evidentes
y parte son deducidos, lo cual depende de la escala de aproximación al conjunto
clasificado. Por ejemplo, para el relieve las grandes unidades morfoestructurales son
descriptivas y los elementos de detalle son deducidos.

- Globalizadores. Tratan de asociar el mayor número de elementos en base al


establecimiento de relaciones generales. Por ejemplo, los modelos histórico-evolutivos del
relieve.

-Temáticos o sectoriales. Se centran en un elemento especifico, al que dan prioridad por


considerarlo dominante, significativo, o indicador, y tratan de establecer relaciones
parciales. Por ejemplo, clasificaciones climáticas, edáficas, morfogenéticas, etc.

- Sintéticos. Son un híbrido entre las clasificaciones globalizadoras y las temáticas:


partiendo de las relaciones parciales de uno o varios elementos específicos, tratan de llegar
a relaciones de carácter general. Esto puede hacerse, bien mediante una integración
progresiva, bien mediante la selección de un elemento guía o significativo que propicia la
síntesis de todos los componentes.

- Metodológicos. Abordan la estructura y contenido de la clasificación, es decir: niveles


a definir, parámetros que deben considerarse al establecer cada rango, jerarquías, etc. En
estos casos, el excesivo peso otorgado a las cuestiones intrínsecas de la clasificación las
aleja de su aplicabilidad y las introduce de lleno en las investigaciones básicas.

- Funcionales. Tienen en cuenta las propiedades parciales intrínsecas de los componentes


y su cualidad o adecuación para unos fines prefijados.

En principio, una clasificación fisiográfica es: descriptiva, a veces mixta, globalizadora,


sintética, y funcional.

3.2.1. Bases conceptuales y metodológicas

La Fisiografía se consideró ligada a las Ciencias de la Tierra y así lo señala uno de sus
primeros cultivadores: “La Fisiografla es la ciencia que trata la superficie de la tierra. Es por
tanto una parte esencial de la más extensa ciencia geológica, la cual trata la corteza terrestre
en todos sus aspectos.” (Fenneman, 1916: 22). Desde esta perspectiva, las formas de la
superficie terrestre se explican por su estructura, proceso y estado evolutivo; es decir,
siguiendo la metodología analítica ‘davisiana’. Sin embargo, el sistema de relaciones que liga
Capítulo 3. CIasj/Icaciones y evaluaciones fisiogr4/lco.s 51

a las formas del terreno con los restantes elementos del territorio introduce a la Fisiografía en
el campo de las relaciones globales de la superficie terrestre, es decir geográficas.

Ambos enfoques representan, en cierto modo, el fenotipo y el genotipo (Alíen y Starr, 1982),
o el fenosistema y el criptosistema (González Bernáldez, 1981). En base a esta tesis, Pedraza
et al. (1996a) consideran que las clasificaciones del relieve siguiendo un método fisiográfico
(o clasificaciones fisiográficas) son una síntesis entre la ‘vía geográfica’ y la ‘vía geológica’;
es decir: entre lo estrictamente configuracional y lo estrictamente genético (figura 3. 1)

Cuadro 3.1. D<ferentes complejos territoriales definidos por los clas(fi codonesfisiográficas (el término
‘unidad’ tiene aquí un sentido genérico).

Definida en base a criterios geológicos <litológicos y estructurales), y


unidad geomorfológica, unidad morfogenéticos, resultado de la actuación de los diferentes procesos
morfológica, relieve geomorfológicos <actuales y pasados) sobre un sustrato. Se considera
(landforrn, geomorphological síntesis de las características territoriales, y por tanto suele ser la unidad
unir, facer) de partida en la mayor parte de las clasificaciones. Muy utilizada en el
ámbito anglosajón (Godfrey y Cleaves, 1991)

Complejo abiótico más próximo a la superficie terrestre. Tiene también un


significado eminentemente geológico-geomorfológico, muy cercano a
unidad de terreno, terreno objetivos de ingeniería y geotecnia <sistema sustrato-alterita-suelo); su
(fernán unir, terrain) utilización está más ligada a las Ciencias de la Tierra en los ámbitos
anglosajones (Way, 1973; Mitchell, 1991)

Significado próximo a unidad de terreno’, pero mejor caracterizada en


unidad pedonomórfica o términos edáficos. En realidad, se trata de una clasificación edáfica una
morfoedáfica perspectiva geológico-geomorfológica; desde este punto de vista, las
(pedonomorphic unir) clasificaciones en Ciencias de la Tierra presentan una mayor relación con
aplicaciones agronómicas, forestales y ecológicas (Veatch, 1937)

Término con significado muy amplio, de carácter integral o de conjunto:


unidad territorial, territorio área de la superficie terrestre que incluye sustrato, relieve, suelo,
(latid unir. lanó) comunidades biológicas, y usos del suelo

unidad fisiográfica Tiene un significado muy próximo al de ‘unidad territorial’, pero con un
(physiograpic unir) matiz más ‘perceptivo’

En principio designaba una unidad sistémica que consideraba la interacción


unidad ecológica, ecosístema
entre los factores físicos (abióticos) y bióticos del medio <Tansley, 1935).
(ecologícal unir, ecosysrem) Sin embargo, en la práctica se ha utilizado en un sentido biológico

geosistema Definido por Sochava (1963) con el objeto de ofrecer una visión más
equilibrada entre el medio físico y el biológico, habida cuenta del sesgo
(géo.sysr¿me) biótico que había tomado el concepto de ‘ecosistema’

Parcela de territorio dentro de la cual la totalidad de los factores del


unidad ambiental medio, incluidos los usos antrópicos y los perceptivos, son homogéneos
(environmenta! land unir) <González Bernáldez cf al., 1973)

Presenta dos significados distintos: uno eminentemente sisrémico, como


unidad de paisaje, paisaje sistema o conjunto de elementos de un territorio ligados por una serie de
(landscape unir> landscape, relaciones (definición próxima a geosistema); y, de forma más extendida,
paysage, landschafi) en un sentido ‘estético’,’visual’ o ‘perceptivo’ (González Hernáldez, 1981)

unidad geográfica Conjunto territorial que agrupa aspectos de los medios abiótico, biótico,
(geogrophical unir) histórico y socioeconómico
52 La Geomorfología en los estudios del medio físico y planificación territorial

RELIEVE
A) MÉTODO GEOGRÁFICO ¡ O> MÉTODO GEOLÓGICO

COnfégUtacIOnaL correlación espacial Genéiico.evoIutivo: correlación espacío-temporal

REGIONALIZACIÓN DEL TERRITORIO: IERARQIJIZACIÓN DEL TERRITORIO:


espacio geográfico. Ej.: zonificación categotías evotulivas. Ej.: zonas del relieve
de a Tiena ‘rabiada por losriegos. establecidas por Davis en 1899, según sus
en base a a distinta radiación sola,. grado de desgaste por los agentes e,<ógenos.

~ENTO ~MENTO

UNIDADES GLOBALES INTEGRADAS UNIDADES DEL RELIEVE


En función de sus componentes: En función de su génesis:
SÍNTESIS
morfología + flora, dma, suelos usos morfología e proceso + estado

Ej.: zona (latitud); región (orografía); Ej.: jerarquía dc procesos y productos

país relieve, actividades. cultura, etc) (tnodoestructura. modelado, procesos e~’ógenos, etc>
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SOCIAL FÍSICO
UNIDAD GEOMORFOLÓGICA OIRAS UNIDADES

GEOGRAFÍA HUMM4A ‘SOCIAL


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(factor polílico - económico>

Conceptual Aplicado
Ej.: paisajes (Passatxe, 1931); Ej.: LandSyten’
región natural (Hernández P., CSIRO>
1934; Danln Cereceda. 1922)

Figura 3.1. Métodos de clas<flcaciónfisiogrdfica del relieve, según criterios configuracionales y genéticos
(en Pedraza et al.> 1996a).

Las clasificaciones del relieve siguiendo una ‘vía geográfica’, dan prioridad a los aspectos
configuracionales del mismo y delimitan unidades en base a las relaciones de posición entre
todos los elementos o componentes del medio (clima, sustrato, morfología, hidrología, suelos,
vegetación, incluso actividades antrópicas). Las porciones así definidas se denominan
‘regiones’, ‘comarcas’, y más recientemente ‘geosistemas’ o ‘paisajes’. Ejemplos de
clasificaciones geográficas podemos encotrarlos en: Herbertson (1905), Joerg (1914),
Vinogradov a al. (1962), Bertrand (1968), Sochava (1974), o Martínez de Pisón (1977).

Wright (1972) ha criticado los métodos geográficos por entender que no producen
clasificaciones en sentido estricto, ya que las clases que definen suelen considerar patrones
recurrentes de relieve, suelo y vegetación, por lo que constituyen más bien una suma que una
síntesis. Existe por tanto una escasa consideración acerca del ‘individuo taxonómico’, pues en
realidad se diferencian ‘complejos ambientales’, más que elementos fisiográficos o
geomorfológicos (Wright, op. cit.). Otra crítica que se les ha hecho es la utilización de
diferentes elementos del medio como criterio para separar cada nivel jerárquico.

Las clasificaciones del relieve siguiendo la ‘vía geológica’, delimitan unidades mediante la
asociación de formas del terreno según las interrelaciones mutuas entre agentes de la dinámica
terrestre y las configuraciones presentes en el relieve. Ejemplo de ellas podemos encontrar en:
Powell (1895), Fenneman (1916, 1928), Wooldridge (1932), Linton (1951), Godfrey (1977),
Pedraza (1978), Van Zuidam y Van Zuidam (1979), Sayago (1982) o Godfrey y Cleaves
(1991).
Capítulo 3. CIas¡ficaciones y evaluaciones fisiográficas 53

Realmente se cartografían unidades geológico-morfológicas, y se establecen patrones de


relación con los otros parámetros del medio físico, pero éstos no se incluyen en la
clasificación; es decir: utilizan los restantes atributos del medio (hidrología, suelos, vegetación,
etc.) como descriptores de las unidades, pero no como definitorios de las mismas. La crítica
que puede hacerse a este tipo de clasificaciones es que son excesivamente especializadas,
particularizandoen exceso los parámetros genético-evolutivos de las formas del terreno. Siendo
muy aptas para la investigación básica en Geomorfología, resulta difícil establecer relaciones
globales a partir de ellas, y por tanto su aplicación directa queda limitada.

En suma, una clasificación fisiográfica de la superficie terrestre debe basarse tanto en los
aspectos configuracionales como genéticos del relieve. El peso de cada uno de esos atributos
depende de la categoría o nivel jerárquico: en las unidades globales prima lo configuracional,
en las paniculares lo genético; lo primero posibilita las relaciones globales de distribución y
asociación en la superficie terrestre (correlaciones geográficas), lo segundo posibilita relaciones
paniculares a nivel genético-evolutivo (correlaciones histórico-evolutivas o geológicas).

3.2.2. Aplicación

Desde una perspectiva funcional, las clasificaciones fisiográficas tratan de delimitar porciones
homogéneas que se supone van a tener un comportamiento uniforme ante su uso por parte del
hombre (Ramos e: al., 1979; Garzón, 1989).

Se trata en definitiva de reconocer unidades con un carácter sintético o sistémico (integrado),


desde una óptica eminentemente aplicada. La forma más comdn de proceder en estas
metodologías es la siguiente: inicialmente se diferencia la unidad a partir de fotografía aérea,
y después se lleva a cabo su caracterización mediante trabajos de campo y laboratorio; dicha
información suele quedar reflejada en una ficha descriptiva para cada unidad, en la que se
definen los elementos o características ambientales (suelos, hidrología, vegetación, etc.);
posteriormente se procede a su evaluación en términos intrínsecos o para un fin concreto.

Mitchell (1991) hace un tratamiento de los métodos de clasificación y evaluación territorial en


función de su aplicación, señalando que este tipo de estudios deberían tener una perspectiva
de conjunto; sin embargo en la práctica se han llevado a cabo para fines concretos, como por
ejemplo:

- Edafología. Agricultura y Recursos Forestales

Constituyen los primeros estudios con carácter integrado, aplicados al desarrollo regional y a
la mejora de los recursos agrícolas y forestales: Bourne (1931), Veatch (1933, 1937), Christian
y Stewart (1968), FAO (1976).
54 La Geomorfología en los estudios del medio ¡frico y planificación territorial

- Ingeniería

La importancia de las condiciones del terreno para la ingeniería ha sido reconocida desde los
origenes de estas técnicas. El método más conocido de los desarrollados específicamente con
fines ingenieriles es el sistema PUCE: Pattern, Unit, Componen:, Evaluation (Aitchison y
Grant, 1967, 1968).

- Objetivos militares

La evaluación de las características del terreno con fines estratégicos también ha sido utilizada
con frecuencia (defensa, geotecnia, movilidad de vehículos, etc.). El sistema más conocido es
el desarrollado por el Oxford-MEXE (Beckett y Webster, 1965; Brink er al., 1966).

- Plan <fi cación territorial

Muchos de los sistemas tradicionales aplicados para agricultura, ingeniería, etc., derivaron
recientemente hacia los estudios de planificación territorial. Este es el caso de los trabajos de:
Hilís (1961), Godfrey (1977), Sayago (1982), Grant (1982), Bailey (1983), Bailey et al.
(1985), o Godfrey y Cleaves (1991).

- Valoración estética del paisaje

También aquí los estudios tradicionales, antaño orientados a objetivos de desarrollo, se adaptan
ahora a lo que empieza a ser una demanda relevante: los estudios sobre calidad visual o
estética del paisaje. Éste es el caso, por ejemplo, de la metodología PUCE transformada
recientemente para evaluar la calidad del paisaje (Arnot y Grant, 1981).

- Otras aplicaciones

En realidad el espectro de aplicaciones de Jas clasificaciones territoriales es realmente amplio


y, aparte de las señaladas, destacan sus aportaciones en estudios arqueológicos, hidrológicos,
botánicos, o prospección de recursos naturales (ver Mitchell, 1991).

3.3. TIPOS DE CLASIFICACIONES: RESUMEN GENERAL

Las clasificaciones fisiográficas, o así denominadas por sus autores, son múltiples; en realidad
casi tantas como escuelas o contextos académicos, por lo cual resulta muy difícil su
estructuración en base a una metodología común. A pesar de lo anterior, aquí presentamos una
agrupación de las mismas (cuadro 3.2), incluidas las españolas, para lo cual se han tenido en
cuenta los siguientes criterios: objetivo, finalidad, procedimiento, escala, objeto de
clasificación, unidad básica, y disciplina científica de donde proceden sus autores. Por otro
lado, también se lleva a cabo un intento de correlación entre las categorías establecidas por
diferentes clasificaciones (tabla 3.1).
Capítulo 3. Clasificaciones y evaluaciones fisiogrófico.s 55

Cuadro 3.2. Prindpales técnicas de claszficacieiny evaluación territorial por procedimientosfisiogróficos,


agnipadas según su metodología y finalidad. Basado en Crofis (1974).

REGIONALIZACIONES REGIONAI4ACIONES • PRIMEROS ESTUDIOS CLASIFICACIONES


GEOMORFOLÓG ICAS GEOGRÁFICAS INTEGRADOS APLICADOS MORFOC ENÉTI CAS
Definición de grandes regiones Clasificar la superficie Clasificación y evaluación Clasificación de las formas
OBJETIVO fisiográficas <geomorfológicas) terrestre desde una de terrenos con objetivos del relieve por su origen
perspectiva integrada ecológicos y forestales <mapa geomorfológico)
FINALIDAD Académica y cientÍfica Acadénsica y científica Agronómica y forestal Acad¿n,ica
Aplicada subsidiariamente Aplicabilidad indirecta
Síntesis a partir de información Recopilación de Reconocimiento e Interpretación de
PROCEDIMIENTO geológica y geomorfológica información climática y interpretación de unidades fotografías aéreas
geológica a pequeña escala integradas partir de Trabajo de campo
fotografías aéreas Trabajo de gabinete
ESCALA Continental a regional Continental . Local y consarcal Local

OBJETO DE Geología Superficie terrestre Territorio Relieve <tandfonn)


CLASIFICACIÓN Geomorfología Suelo

Divisiones fisiogralicas, Natural regions Sise Elementos y unidades


UNIDAD BÁSICA unidades geotnorfológicas Feature geoniorfológicos
Latid zype

DISCIPLINA Geología
Geografía Física Geografía Ecología
Edafologíaforestal Geomorfología

- Powell (1895) Hertertion (1905> . Unstead <1916, 1933> . Klimaszewsky (1956)


- flavia (1899a) . Joerg (1914) - Robinson (1929> . Tricart (1965)
Ilowman (1911) - Bourne (1931) - Verstappen y Van

REFERENCIAS - Fennensan (1916, 1928) . X>eatch (1933. 1937) zuidan, (1968)

- Dantín Cereceda (1922> - Milee (1935) - CNRS (1970)

- Hernández-Pacheco (1934a) ¡. Deo,ek (1972)

- Pedraza (1978>

CLASIFICACIONES CLASIFICACIONES Y ESTUDIOS Y ANÁLISIS CLASIFICACIONES APLICADAS A


MORFOLÓGICAS EVALUACIONES DE DEL PAISAJE PLANIFICACIÓN TERRITORIAL
TERRENOS
Clasificación del relieve Clasificación y evaluación Clasificación del paisaje, Evaluación de capacidades y
OBJETIVO en
en base
casos,a también
su morfología;
por su del conjunto
a la territorial
superficie más como síntesis del territorio limitaciones de unidades
próxinso o medio territoriales sistémicas
génesia terrestre
Académica y docente Desarrollo regional Acadéttsica y aplicada Planificación de diferentes usos en
FINALIDAD Aplicada In;eniería el territorio <latid use planning)
Militar
Fotografía aérea Reconocimiento de patrones Fotografía aérea y Fotografía aérea y SIG
Análisis del mapa de relieve a partir de chequeo en campo Trabajos de campo y gabinete
PROCEDIMIEE’O’O tOpogrifico fotografía aérea y satélite
Trabajos de campo (militar) y chequeo en
campo para definir
unidades integradas
ESCALA Local; continentaV Local a regional Escalas completas Local a regional
OBJETO DE Relieve <laMfonn) Territorio Paisaje Relieve
CLASIFICACIÓN Terreno Territorio
Facet Latid sys¡em Geotopo Unidad fisiográfica. ecológica,
UNIDAD BÁSICA Latid faces Urochishctie ambiental
Terrain unU
Geografía Eqssipoa multidisciplinares Geografía Ingenierías
DISCIPLINA Geomorfología Ciencias de la Tierra Ciencias de la Tierra
Ecología
Wooldridge (1932) - Cbristian (1958) - Vinogradov es al. (1962) . MilIs <1961)
Linton (1951) - Beckett y WeI,ster (1965) . Neef (1963) - G.Bernáldez e’ al. (1973>
Hammond (1954> . Biink eta). (1966) . Haase (1964) - Tricart (1973)
Waters (1958) - Aitchison y Grant (1967) - Bertrand (1968) . CrofIa (1974)
Savigear (1965) - Cbristian y Stewart (1968) - Sochava (1974> . Godfrey (1977)
Dalrymple a al. (1968) . M. de Pisón (1977> . Laul es al. (1977)
REFERENCIAS - Bolós (1992) . Tricart y Kilian (1979)
V.Z y Van Zuidatn (1979>
Arnol y Grasst (1981)
Sayago (1982)
- Howasd y Mitchell (1985)
- Cendrero y Dde Terán (1987)
Godfrey y Cleaves (1991>
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58 La Geomorfología en los estudios del medio jtsico y planificación territorial

34. EJEMPLOS DE METODOS FISIOGRÁFICOS O SIMILARES APLICADOS EN


PLANIFICACIÓN TERRITORIAL

Del conjunto de procedimientos recogidos en el cuadro 3.2, interesan aquí aquéllos más
relacionados con los ámbitos de Ciencias de la Tierra, y que a su vez tengan una propuesta o
estructura en forma de método aplicado a la planificación territorial. Esos procedimientos
presentan dos fases bien definidas: clasificación y evaluación-diagnóstico territorial.

- El método para plan(ficación de áreasforestales en Canadá

Se trata de la primera transformación que sufriera la metodología CSIRO (Hilís, 1961) para
su aplicación en planeamiento territorial en sentido genérico, de modo que puede considerarse
pionera. En su desarrollo incluye tanto la clasificación del territorio, como la evaluación de
las unidades obtenidas según su potencialidad para usos múltiples, alternativos o combinados,
y bajo diferentes niveles o condiciones de ordenación.

La clasificación establece las siguientes categorías (de mayor a menor rango espacial): ‘zonas’
en base a criterios climáticos; ‘subzonas’ según caracteres geológicos-geomorfológicos; ‘clases
fisiográficas’ introduciendo para ello propiedades edáficas; y ‘tipos totales’ considerando la
vegetación (ver Ramos et al., 1979).

La evaluación considera usos muy condicionados por la labor profesional del autor, dedicado
a la planificación territorial en áreas forestales, así: agricultura, silvicultura, reservas naturales
y recreo.

Para cada unidad menor (tipos o clases fisiográficos) se determina el uso potencial en términos
de ‘capacidad’ (potencial productivo, aunque habitualmente se mide por el grado de ausencia
de limitaciones para el desarrollo de la actividad), ‘adecuación’ (esfuerzo para poner en
práctica el uso) y ‘viabilidad’ (grado de conveniencia en función de los condicionantes
socioeconómicos vigentes). Por último se recomienda un uso determinado que, de ser
compatible con otros, precisará definir las prioridades.

La clasificación está categorizada pero no jerarquizada en sentido estricto, en tanto no existen


relaciones genéticas entre las diferentes unidades. Respecto a la evaluación, es un
procedimiento ideal para zonas forestales; de hecho esa metodología fue extendida al conjunto
de Canadá (Lacate, 1969; en Aguiló el aL, 1992). No es adecuada en cambio para un
diagnóstico global o intrínseco del territorio.

- Las unidades ambientales

Los estudios llevados a cabo por González Bernáldez et al. (1973), son la base metodológica
para la posterior elaboración del Plan Especial de Protección del Medio Físico de la Provincia
CapItulo 3. ClasIficaciones y evaluacionesfisiográficas 59

de Madrid (Gómez Orea, 1975). El trabajo parte una vez más de la metodología CSIRO, y
realiza un procedimiento de clasificación y evaluación territorial que ha llegado a ser muy
conocido y utilizado en nuestro país (ver también Diaz Pineda el aL, 1973).

La primera fase culmina con la delimitación de porciones territoriales homogéneas, obtenidas


mediante la integración de parámetros del inventario. Dichas porciones se denominan ‘unidades
ambientales’ y se definen por sus rasgos geomorfológicos y de vegetación, si bien aglutinan
el conjunto de propiedades del medio físico; los primeros constituyen la síntesis de la gea
(homogeneidad de relieve, litología, hidrología, suelos, procesos, etc.), y los tipos de
vegetación sintetizan las características bióticas, y los usos del suelo &roductividad,
comunidades animales y vegetales, etc). Esta homogeneidad respecto a ambos factores implica
también la perceptiva, y por ende paisajística, constituyendo la parte visible del ecosistema o
‘fenosistema’ (Diaz Pineda er aL, 1973).

Las unidades ambientales no son el resultado de la simple superposición de información


vectorial, sino que proceden de un trabajo progresivo e integrado: primero se estudian las
características de la gea, sobre las que se superpone la información de suelos, la vegetación
y las biocenosis animales. Resultan así zonas homogéneas desde el punto de vista físico y
biológico, dado que existe una pauta repetitiva en los parámetros implicados (topografía,
suelos, y vegetación>, que sirve como síntesis de los caracteres más notables obtenidos de los
análisis temáticos. Para cada unidad ambiental se elabora una ficha descriptiva, que sintentiza
sus atributos naturales más destacables.

La fase de evaluación simula el comportamiento de las diferentes unidades ambientales


~ropiedades de conservación, esparcimiento, productividad, valores culturales y estéticos,
contaminación, erosionabilidad) ante varios usos hipotéticos. Se trata de un análisis mediante
matrices de impactos, que describen el cambio de valor frente a los usos supuestos: cada
unidad tiene inicialmente un valor (V) —que se supone es resultado de los componentes de
ese vector (Vi) o distintos aspectos de la calidad ambiental (culturales, estéticos, de
conservación, etc)—, el cual resulta modificado al simular una serie de actuaciones.

Según su respuesta, las unidades ambientales se agrupan en conjuntos que presentan un


comportamiento similar, denominados ‘áreas de diagnóstico’; éstas se clasifican mediante
criterios ecológicos, estético-culturales, y de productividad. Sobre cada área de diagnóstico se
asignan finalmente unos niveles de uso recomendables, así como unas limitaciones de uso.

En resumen, el método se aproxima mucho a los procedimientos paramétricos, puesto que


define información temática de partida; sin embargo, la integración de esos contenidos se lleva
a cabo de forma progresiva y razonada. La clasificación no define categorías diferentes, y por
tanto tampoco está jerarquizada. Es ideal para trabajos a escalas medias y detalladas, y más
limitado para grandes extensiones.
60 La Geomorfología en los estudios del medio jtsico y planificación territorial

- El mapa geomorfológico con fines aplicados en Escocia

Los trabajos de Crofts (1974), constituyen un buen ejemplo de transformación de un mapa


geomorfológico en otros útiles para planificación. El objetivo de esta transformación es
simplificar la información geomorfológica para su uso por profesionales no especialistas en esta
ciencia. El tipo y nivel de transformación debe de ser aquél que requieran los objetivos y la
escala del mapa: propiedades ingenieriles de los materiales, condiciones hidrológicas,
características edáficas, etc.

Crofts (op. ci:.) parte de un mapa geomorfológico detallado, que contiene la información
habitual de este tipo de documentos (morfográfica, morfogenética, y morfodinámica)
completada mediante datos acerca de la litología y la estructura. La complicación que surge
al intentar mezclar datos genéticos y descriptivos, se resuelve mediante la separación
conveniente de dicha información en dos mapas: uno refleja las propiedades exclusivamente
interpretativas o genético-cronológicas; el otro, aquéllas útiles para su aplicabilidad.

El procedimiento concreto asimila las unidades morfogenéticas (símbolos) a polígonos,


conservando su homogeneidad genética, de materiales (litología), y de morfología; en
definitiva, se trata de sustituir símbolos por áreas. Una vez realizado ese cambio, obtiene los
siguientes mapas derivados:

a) A partir del mapa inicial, puede elaborarse otro más claro, que hace hincapié únicamente
en la génesis y evolución del relieve (relaciones proceso-tiempo-espacio).

b) Mapas de clasificación territorial como base para su posterior evaluación.

c) Obtención de mapas de carácter aplicado, tales como: evaluación de recursos (hídricos,


edáficos, minerales y rocas, etc.); de riesgos (inundabilidad, procesos gravitacionales, etc.);
de limitaciones ingenieriles y de construcción; etc.

Finalmente, con toda esta información se procede a realizar la evaluación territorial,


obteniendo mapas de potencialidad, capacidad, vulnerabilidad, limitaciones, etc., para
diferentes usos.

Así pues, este trabajo confirma la validez del mapa geomorfológico para usos aplicados,
mediante sencillas transformaciones. Trabaja a escalas estandarizadas, y por tanto no presenta
una jerarquía de unidades; por último, la evaluación es tanto intrínseca (valoración) como en
función de los objetivos (evaluación s.s.).

- Los trabajos geomorfológicos para planificación territorial en Francia

En 1973 Tricart proponía una metodología para el estudio del medio natural enfocado a la
planificación y, en ella la intervención geomorfológica (información morfogenética) se
Capítulo 3’ CIasjficaciones y evaluaciones fisiogrdflco.s 61

consideraba decisiva. Con respecto a otras metodologías, introduce dos aspectos novedosos:
el estudio de las actividades antrópicas y de su influencia en la dinámica natural; y la
elaboración de un diagnóstico según el ‘grado de estabilidad morfodinámica’ a partir del
análisis de los sistemas morfogenéticos y la interferencia antrópica.

En base a las necesidades del ordenamiento ecológico, y siguiendo parcialmente los conceptos
de ‘biostasia’ y ‘rexistasia’ de Erban (1956), Tricart y Kilian (1979) proponen una
clasificación del medio natural en términos de estabilidad. Para estos autores la planificación
y gestión territorial consisten en la sustitución de una dinámica del territorio por otra, y
sostienen por tanto que es clave distinguir el grado de estabilidad de los sistemas. Por ello
diferencian:

- Medios estables. Se caracterizan por unos sistemas morfogenéticos donde la meteorización


química es dominante, y por tanto el balance morfogénesis-edafogénesis es completamente
favorable al segundo. Se corresponden con los estadios de ‘biostasia’ de Erhart (1956).

- Medios inestables. El balance morfogénesis-edafogénesis se decanta de manera muy


pronunciada en favor de la morfogénesis, hasta el punto de ser el elemento predominante de
la dinámica natural. Corresponderían al estadio de ‘rexistasia’ de Erhart (1956).

- Medios intergrados. Forman un continuo entre los dos anteriores. Se caracterizan por una
interferencia entre la edafogénesis y la morfogénesis sin que domine claramente ninguno de
los dos procesos. Se trata, por tanto, de los medios donde el ordenamiento es más delicado
y decisivo.

Normalmente estas situaciones aparecen en forma de mosaico heterogéneo en territorios donde


se asocian áreas cuya dinámica es muy contrastada. La importancia del ordenamiento de las
actividades humanas en estas zonas (agrarias, forestales, infraestructuras, etc.) es decisiva,
precisamente porque puede modificar la tendencia en uno u otro sentido.

El conjunto de documentos propuesto por estos autores incluye la elaboración de: cartografía
y diagnóstico morfoedáficos; cartografía hidromorfológica; mapa de presiones o limitaciones
de uso (edáficos, morfodinámicos o hídricos); mapa de propuestas de ordenamiento.

Este método presenta la limitación de no ser un sistema jerarquizado ni categorizado de


clasificación. Por contra, el diagnóstico del territorio en ‘grados de estabilidad’ puede
considerarse una verdadera evaluación de carácter geomorfológico.

- El sistema holandés del JTC

Este método (Van Zuidam y Van Zuidam, 1979) utiliza la fotointerpretación para la obtención
directa de unidades morfogenéticas con diferente categoría que, de mayor a menor rango, son:
62 La Geomorfología en los estudios del medioJtsico y planificación territorial

‘provincias’, ‘sistemas’, y ‘unidades geomorfológicas’. En función de determinados parámetros


o atributos (los que determine el objetivo del estudio o la investigación), las unidades pueden
subdividirse en otras menores: elementos geornorfológicos (también denominados detalles o
componentes), para cuya definición puede precisar muestreos paramétricos (mapas
complementarios).

El proceso de evaluación comienza con la selección de características o propiedades del terreno


relacionadas con el objetivo especifico del estudio. Posteriormente se procede a la valoración
de esas características en función de su aptitud o limitación para los objetivos propuestos
(similar a los modelos de capacidad-impacto); desarrolla por tanto un procedimiento de
evaluación estandarizado en planificación.

El método, polarizado hacia trabajos de ordenación y conservación, está diseñado con el


objetivo de ser utilizable en cualquier parte del mundo y a diferentes escalas; puede
considerarse sencillo y flexible, con una base geomorfológica.

- Métodos para plon~ficación territorial del grupo de Geomorfología de la UCM

De un trabajo de investigación básica para la zona de enlace entre las sierras de Gredos y
Guadarrama, surge un sistema de clasificación del relieve en niveles jerárquicos, aplicable al
conjunto de la Península Ibérica (Pedraza, 1978). Las categorías que incluye son: conjuntos
geológicos, conjuntos geomorfológicos de orden superior, conjuntos geomorfológicos de orden
inferior, unidades geomorfológicas y elementos geomorfológicos; categorías que fueron
precisadas en trabajos posteriores (Centeno, 1987; Pedraza e: al., 1996a), fundamentalmente
en lo referente a los tipos de elementos.

En principio se trata de un método eminentemente teórico (clasificación geomorfológica con


base génetica y evolutiva), pero transformable para su uso en planificación territorial a
diferentes niveles, desde escala suprarregional y regional (conjuntos geológicos y
geomorfológicos) hasta local (elementos geomorfológicos).

Pedraza y Garzón (1978) describen las bases de su aplicabilidad al simplificar y reducir las
categorías a tres: ‘conjuntos geológicos’, como unidades básicas para definir grandes regiones
naturales; ‘dominios del relieve’, validos a nivel comarcal; y ‘elementos del relieve’, útiles
para las escalas local y de proyectos. Pedraza (1982) incide de nuevo en la aplicabilidad de
esas unidades: propone la ‘unidad geomorfológica’ para la planificación básica de usos y los
‘conjuntos geomorfológicos de orden inferior’ como base para la definición de unidades
fisiográficas.

En la aplicación real de esa clasificación a trabajos de planeamiento local y municipal (Garzón


y Pedraza, 1977; Bartolomé e: aL, 1980), las unidades de mayor rango se utilizan para la
correlación del territorio desde un punto de vista regional; a nivel de gestión la unidad elegida
Capitulo 3. ClasIficaciones y evaluaciones flsiogr4flcas 63

fueron los ‘elementos geomorfológicos’ (elementos del relieve, facetas morfológicas), definidos
a escalas entre 1:25.000 y 1:10,000. En otros casos (Lafuente el al., 1981), es la ‘unidad
geomorfológica’ (dominios del relieve) la base para la propuesta de clasificación. En el Mapa
Fisiográfico de Madrid (Pedraza cí al., 1986), se definen ‘unidades fisiográficas’ a escala
1:200.000 a partir de las ‘unidades geomorfológicas’ de Pedraza (1978), o los ‘dominios del
relieve’ de Pedraza y Garzón (1978).

Los procedimientos de clasificación y evaluación posteriores siguen, en general, las pautas


marcadas por el trabajo de González Bernáldez er aL (1973): las unidades geomorfológicas
sirven como base para la definición de unidades ambientales, previa caracterización mediante
fichas, tablas, etc. Dichas unidades son valoradas según su capacidad y limitación a diferentes
usos (industria, vivienda, minería, agricultura, ganadería, forestal, ocio, etc.), en matrices de
impactos (ver Bartolome eí aL, 1980); a partir de su comportamiento se transforman en unas
unidades de diagnóstico.

Como síntesis, se trata de un método jerarquizado que permite llevar a cabo una clasificación
territorial progresiva desde un punto de vista espacial y geográfico, apto por tanto para trabajos
científicos; su utilidad directa en planificación es aceptable para escalas pequeñas y medias,
pero escasa en ámbitos locales y de gestión; presenta por tanto su mayor debilidad en la
definición de categorías menores, y en su transformación como unidades básicas de actuación-
gestión.

- Los trabajos de la CSJRO para planQicación territorial en Australia

Los ‘sistemas territoriales’ de la CSIRO (Christian, 1958; Christian y Stewart, 1953, 1968)
aplicados al desarrollo regional de extensas áreas del territorio australiano, prácticamente
virgenes hasta entonces, han tenido que adaptarse a nuevas demandas: planificación territorial,
planificación urbana y conservación. La interpretación de las cualidades y procesos del medio,
ahora está enfocada no sólo a un aprovechamiento de los recursos, sino también a comprender
la degradación o estabilidad del territorio.

Con estos propósitos se han ampliado las cartografías hacia escalas más detalladas (Laut e: al.,
1977; Christian, 1982); incluso han variado las metodologías aproximándose a la analítica o
paramétrica, ya que el tratamiento informático ha permitido agilizar los trabajos y aumentar
la capacidad de almacenamiento de la información. Otra variante del método, ha sido la
incorporación de imágenes Landsat a la clasificación (Laut e: al., 1977; en Christian, 1982).
La información de los originales Iand system se chequea, y las unidades se redefinen en base
a las imágenes de satélite.

De mayor a menor, la nueva clasificación comprende las siguientes categorías: ‘provincia


ambiental’, ‘región ambiental’, ‘asociación ambiental’, y ‘unidad ambiental’. La definición de
64 La Geomorfología en los estudios del medio pico y planificación territorial

unidades en cada nivel incluye geomorfología, clima, vegetación, usos del suelo, agua
subterránea, agua superficial, suelo y características culturales.

Como ocurriera inicialmente, la definición de ‘complejos ambientales’ sigue impidiendo la


construcción de una jerarquía coherente, en tanto los objetivos priman sobre el método. La
utilización de la imagen de satélite a pequeña escala puede considerarse una aportación
adecuada.

- La clasificación del relieve para planificación en Argentina

Sayago (1982) lleva a cabo un procedimiento de clasificación del relieve en la región de


Tucumán (Argentina) basado en los trabajos de Laut u al. (1977) y, por tanto, combinando
el uso de la fotografía aérea con la imágen de satélite. Define una escala cuyas categorías se
utilizan como punto de partida para establecer unidades integradas (ambientales o de paisaje);
de mayor a menor son: ‘provincia geomorfológica’, ‘región geomorfológica’, ‘asociación
geomorfológica’, ‘unidad geomorfológica’ y ‘elementos del relieve’.

La evaluación consiste en describir las características esenciales de cada unidad para la


planificación territorial en sentido amplio (litología, relieve, agua, suelo, vegetación); esas
propiedades se utilizan como base para establecer aptitudes o limitaciones: productividad
agrícola, recursos hidrológicos, conservación de suelos, riesgos, espacios naturales, etc.

Como aspectos interesantes incluye un sistema de clasificación jerárquizado y geomorfológico,


punto de partida para definir unidades integradas, y una discusión acerca de los niveles de
detalle y escalas de mapificación. En cambio, la evaluación se aproxima a las más
estandarizadas en desarrollo regional y planificación.

- El sistema PUCE aplicado a plan <fi cación territorial en Australia

El Sistema PUCE (Partern, Unit, Conhponent, Element) surge inicialmente para trabajos de
ingeniería civil dentro de la propia CSIRO (Aitchison y Grant, 1967; ref. 1968). A partir de
finales de la década de 1970 se polariza su aplicación a la planificación territorial en sentido
amplio (regional, urbana). Así lo reflejan múltiples trabajos: Grant y Finlayson (1978), Arnot
y Grant (1981), Grant (1982), y Finlayson y Buckland (1987).

Para la clasificación territorial se procede de forma similar a los trabajos originales de la


CSIRO: llevan a cabo la interpretación de la fotografía aérea diferenciando unidades
geomorfológicas (landfrn»~), las cuales son posteriormente descritas y caracterizadas de forma
paramétrica mediante tablas. Esas unidades son evaluadas finalmente en términos de
capacidades y limitaciones para diferentes usos, según los procedimientos más estandarizados
de planificación territorial (modelos capacidad-vulnerabilidad).
Capítulo 3. Claslficacioties y evaluaciotiesfisiográficas 65

No produce una jerarquía en sentido estricto, pero presenta un s¡stema de clasificación


taxonómico que sigue un razonamiento próximo a la clasificación de suelos americana (SoU
Taxonomy) y reduce la subjetividad del proceso. Las valoraciones, inicialmente sesgadas hacia
fines de obras públicas, introducen ahora aspectos como la conservación o la evaluación de la
calidad visual del paisaje.

-La transformación de la metodología Oxford-MEXE para plan</lcación territorial en el


Reino Unido

Se trata de una síntesis de los diferentes sistemas de clasificación y evaluación territorial


surgidos en el ámbito del Oxford-MEXE con fines de ingeniería civil y militar (Beckett y
Webster, 1965; Brink eí aL, 1966) que, a su vez, procedían de la metodología CSIRO.

Su aplicación más reciente deriva hacia la planificación territorial, siguiendo básicamente el


mismo procedimiento que los originales ¡ant! surveys australianos: definición de unidades
homogéneas por fotointerpretación, descripción-caracterización, y posterior evaluación en
términos de aptitudes y limitaciones, si bien ahora se completan con técnicas de teledetección
y SIG (Howard y Mitchell, 1985; en Mitchell, 1991).

El procedimiento así planteado es muy versátil en su utilidad. Aunque establece unas


categorías, no produce unidades integradas en sentido estricto (p. ej., a pequelia escala utiliza
exclusivamente criterios climáticos).

- Metodología sintética del Grupo de Análisis Ambiental de la Universidad de Cantabria

Tiene como precedente fundamental la metodología CSIRO así como la adaptación realizada
por González Bernáldez e: aL (1973), y ha sido perfeccionada a partir de numerosos trabajos
del propio equipo (Cendrero, 1975; Cendrero e: aL, 1976; Diaz de Terán, 1985; Cendrero e:
aL, 1986); se basa además en los ensayos de Cartografía Geocientifica del Potencial del Medio
Natural de Lúttig (ver Liittig, 1980) y en los desarrollos del Bureau of EConomic Geology of
tite Univershy of Texas.

Como el resto de las metodologías, bien directamente bien a partir de información temática,
procede a jerarquizar el territorio en diferentes categorías de ‘unidades morfodinámicas’:
‘ambientes’, ‘sistemas’, ‘unidades’ y ‘elementos’. Dichas unidades se describen según una serie
de ‘variables características’, que son propiedades o parámetros intrínsecos del terreno
directamente observables o medibles (por fotointerpretación, campo, etc.). Ejemplo de
variables características son: litología, pendiente, profundidad del nivel freático, textura de los
suelos, etc.
66 La Geomorfología en los estudios del inedia físico y platilficación territorial

Estas unidades morfodinámicas se evalúan posteriormente en términos intrínsecos de


‘cualidades significativas’, que son propiedades complejas (parámetros interpretativos)
resultado de la interacción entre variables características (evaluación-ponderación-agregación
y superposición-combinación de los diversos factores descriptivos de cada unidad) y tienen una
influencia directa en la capacidad del terreno para soportar determinados usos. Son ejemplo
de estas cualidades: erosionabilidad del terreno, vulnerabilidad a la contaminación de acuíferos,
calidad del paisaje, etc. (Cendrero y Diaz de Terán, 1987). Estos mapas posibilitan realizar
ya orientaciones y prescripciones de uso.

El procedimiento puede continuar evaluando la adecuación de las unidades morfodinámicas


para diferentes usos; para ello elabora modelos de capacidad e impacto en función de las
‘variables características’ y ‘cualidades significativas’. Sobre la bases de esta evaluación se
realiza una nueva generación de mapas: prescriptivos o de recomendaciones (mapa de
orientaciones), y de restricciones de uso (mapa de limitaciones).

Desde el punto de vista de la consideración de las aportaciones desde las Ciencias de la Tierra
a estos trabajos, el proceso de valoración-evaluación es más completo que el de otros
procedimientos de planificación ecológica, en tanto diferencia claramente valoraciones
intrínsecas y evaluaciones ad hoc. No produce en cambio una clasificación jerárquica en
sentido estricto, en tanto los criterios para definir las unidades son variables en naturaleza,
rango y categoría.

- Las aproximaciones fisiográficas para planeamiento en EEUU

Se trata de una actualización de los trabajos que realizara Fenneman (1916, 1928) siguiendo
las metodologías de regionalizaciones fisiográficas, desarrolladas en EEUU a finales del siglo
XIX y principios del XX (Salisbury, 1907). Esta actualización tiene unos objetivos de
planificación territorial y se realizó en dos etapas; la primera corresponde al trabajo de
Godfrey (1977), y la segunda al de Godfrey y Cleaves (1991).

La clasificación de Godfrey (1977) define una verdadera jerarquía, que mantiene relaciones
genéticas entre sus tipos y categorías: ‘provincias’, ‘secciones’, ‘subsecciones’, ‘tipos
territoriales’ y ‘elementos topográficos’. Los pasos a seguir son los siguientes: definir el área
de estudio y los objetivos que se desean alcanzar; determinar el orden de unidad fisiográfica
más adecuado a las necesidades del planeamiento problema; delimitar las unidades fisiográficas
en base a su homogeneidad litológica, estructural y de historia geomorfológica (clasifi&ción);
describir las unidades con trabajo adicional (de campo, por ejemplo); y realizar un proceso
evaluatorio de dichas unidades, estableciendo mapas interpretativos (capacidades y limitaciones
para el objetivo propuesto).
Capítulo 3. ClasWcaciones y evaluaciones fisiográficas 67

En cuanto a la clasificación fisiográfica de Godfrey y Cleaves (1991), incide en el


perfeccionamiento de la jerarquización y diferencia ahora once niveles que abarcan desde el
continental hasta las microformas de la superficie terrestre; el nivel taxonómico más adecuado
se escoge en función de los objetivos. Una vez cartografiadas las unidades se describen en
detalle (forma, procesos, pendientes, saprolito, humedad del suelo, etc.), y en función de esa
descripción y los objetivos, se evalúan las capacidades y limitaciones del territorio para
diferentes usos.

Son varios los aspectos destacados de la propuesta de Godfrey y Cleaves (op. cit), en especial
lo completo de la jerarquización territorial. Sin embargo, para fines aplicados llega a ser
excesivo el número de categorías. Es interesante también el tratamiento que hace de los
aspectos dinámicos; así, para conocer estados y tendencias de equilibrio del territorio
(evolución previsible) ante la interferencia con las actuaciones humanas, se presta especial
atención a los procesos geomorfológicos que actúan y han actuado a lo largo de la historia
geológica de la reglón considerada.

3.5. SÍNTESIS

La heterogeneidad de las jerarquizaciones fisiográficas es un hecho evidente; si bien, en todas


ellas aparecen una serie de categorías más o menos estandarizadas y correlacionables. Este
hecho puede deberse a los ‘diferentes niveles de información’ que posibilita la organización
geológico-geomorfológica de la superficie terrestre: algunos son más o menos evidentes, caso
de las grandes morfoestructuras continentales (cordilleras, escudos) o de las ‘facetas del
relieve’; otros, como las unidades geomorfológicas, no lo son. También hay razones
metodológicas: siempre que se llevó a cabo un nuevo intento de sistemática, la influencia de
los niveles definidos por clasificaciones previas fue notoria.

En cualquier caso puede decirse que las clasificaciones fisiográficas presentan un tratamiento
adecuado a través del análisis fractal (Mandelbrot, 1983): la homogeneidad fisiográfica es una
cuestión estocástica, un constructo estadístico (Guzzetti y Reichenbach, 1994). Admitiendo esa
tesis, la herramienta fundamental de trabajo son los modelos digitales del terreno (DTM o
DEM) y su nivel de detalle aquél que permita realizar descripciones o clasificaciones a
diferentes escalas. Outcalt e: aL (1994), por ejemplo, han comparado las tradicionales
‘provincias fisiográficas’ de Fenneman (1916, 1928) con ‘regiones morfométricas’ obtenidas
a partir de MDT, encontrando una correlación elevada entre ambas,

En el caso de las clasificaciones desarrolladas con fines aplicados, lo más normal es que las
categorías se hayan supeditado o condicionado a los objetivos. Dada la preponderancia de esos
fines aplicados, a partir del segundo tercio del siglo XX las clasificaciones metodológicas
pasaron a un segundo plano y, en consecuencia, las consideraciones acerca de la unidad
taxonómica en Ciencias de la Tierra.
68 La Geomorfología en ¡os estudios del medio físico y planificación territorial

Wright (1972) ha escrito acerca de este particular y señala que los trabajos de Wooldridge
(1932) y Linton (1951) son de los pocos que consideran esa cuestión. Basados en las ideas de
Davis (1899b), esos autores definieron unas unidades con homogeneidad morfológica y
genética intrínseca (material, forma, edad y origen).

Por lo que respecta a las evaluaciones para planificación territorial, éstas se han realizado a
dos niveles: unas dando prioridad a las cualidades intrínsecas del medio, otras siguiendo el
esquema tradicional que priorizan dichas cualidades en función de unos fines predeterminados
(evaluaciones ad hoc).

Las primeras normalmente utilizan una serie de criterios ‘objetivos’; es el caso de los
establecidos por González Bernáldez a aL (1973) para los sistemas bióticos: integridad,
diversidad, complejidad, naturalidad, rareza, etc. Esas valoraciones se sirven con frecuencia
de una serie de parámetros, denominados ‘indicadores’, definidos como variables escogidas
por su aptitud para describir un aspecto concreto del medio (Ramos et aL, 1987). Los más
conocidos proceden del campo de las Ciencias Biológicas (organismos que se utilizan para
poner de manifiesto diferentes propiedades del territorio). Pero también recientemente se han
definido en el campo de las Ciencias de la Tierra unos ‘geoindicadores’ de cambios
ambientales recientes en los sistemas terrestres (Berger y lams, 1996): fluctuaciones glaciares,
erosión del suelo, variaciones en canales fluviales, calidad del agua, etc.

Sin embargo, en planificación territorial han sido más comunes las evaluaciones en función de
unos usos o actividades potenciales o efectivas: modelosde aptitud-capacidad, y vulnerabilidad-
impacto.

Determinados autores (Ruxton, 1968; Tricart y Kilian, 1979; Godfrey y Cleaves, 1991) han
insistido en un aspecto apenas considerado en planificación territorial y estudios del medio
físico: el valor que tienen como indicador de ‘estados de equilibrio’ las tendencias evolutivas
de los sistemas geomorfológicos. Las evaluaciones en estos términos, precisan entonces de
clasificaciones genéticas y dinámicas, y no sólo configuracionales.

Esa evaluación de los sistemas geomorfológicos, puede tener gran importancia en la gestión
territorial en tanto la superficie terrestre es el resultado de una evolución histórica (procesos
pasados) y presenta unas tendencias futuras’ (procesos actuales).

En definitiva, una clagficaciónfisiogróflca debe asumir las ventajas y limitaciones que implica
considerar la superficie terrestre como un ente dinámico: posee una configuración actual, pero
también una historia y una tendencia futura. Por ello, su procedimiento ha de basarse en la
‘síntesis’ de los aspectos geográficos y geológicos. Dado el carácter de la Geomorfología,
ciencia puente entre las anteriores, se presenta como el campo de conocimientos ideal para
abordar este tipo de clo4ficaciones.
4. LA GEOMORFOLOGÍA EN LOS
ESTUDIOS INTEGRADOS Y DEL MEDIO FÍSICO

En el capitulo 3 se revisaron los denominados “métodos fisiográficos de clasificación y


evaluación territorial” y se vio cómo los conocimientos geomorfológicos han contribuido a los
mismos de forma decisiva. Aquí analizaremos esa contribución y su aplicabilidad a los estudios
integrados, y para centrar ese análisis, consideraremos dos premisas básicas que hacen
referencia al carácter y métodos de esta ciencia.

Como se señala frecuentemente, incluso se ha formalizado en algunos textos (Costa y Baker,


1981), la Geomorfología puede considerarse una Geología de Superficie, pues sintetiza todos
los aspectos de la gea con implicaciones ecológicas:

“La vida terrestre depende de un manto superficial de roca-agua-suelo de no más de


unos metros de espesor,- de este manto superficial dependen el crecimiento de las
plantas y por tanto la capacidad productiva del suelo, los trabajos de construcción de
edificaciones e infraestructuras que no requieran cimentaciones profundas, las
actividades extractivas de superficie, las propiedades escénicas del paisaje, etc.
(Mitchell, 1991: 3).
En segundo lugar, la validez del conocimiento geomorfológico en el campo de lo ‘ambiental’
se debe en gran medida a su dimensión histórica: la comprensión de la secuencia de procesos
que han afectado a un territorio permite elaborar modelos de predicción para identificar las
posibles consecuencias (efectos) que pueden derivar de la implantación en el mismo de una
actividad cualquiera (Godfrey y Cleaves, 1991).

4.1. CIENCIAS DE LA TIERRA Y ESTUDIOS DEL MEDIO FÍSICO: GEOLOGÍA


AMBIENTAL

Habida cuenta de los significados ‘ambiente’, ‘ambiental’, y ‘medio ambiente’, la Geología


Ambiental es un compendio que agrupa todos los aspectos de las Ciencias Geológicas
relacionados con un desarrollo equilibrado de las actividades humanas sobre el territorio.

Geología Ambiental es la traducción del término Environmental Geology que introdujo Hackett
(1967), si bien fue la obra de Flawn (1970) quien lo popularizó. Para este segundo, la
70 La Geomorfología en los estudios del mediofísico y planfficación territorial

Geología Ambiental es una rama de la Ecología que trata de las relaciones entre el hombre y
su hábitat geológico.

En la introducción de la obra recopilatoria Environmental Geology, Betz (1975) hace un repaso


del término y destaca cómo inicialmente estuvo asociado a la Geología Urbana y a la Ingeniería
Geológica. De hecho durante algún tiempo la primera se utilizó como sinónimo de Geología
Ambiental, dado que los problemas derivados del uso del territorio eran más evidentes en los
espacios construidos (Flawn, 1971). Sin embargo, pronto adquirió una dimensión más
generalista y cada vez con mayor nitidez pasó a tratar temas de planificación en zonas rurales,
conservación de recursos, riesgos, restauración de paisajes, etc.

Según la obra colectiva Geología y Medio Ambiente, esta disciplina es un “conjunto de campos
de aplicación de la Geología, desarrollados como continuación y/o aplicación de los ya
tradicionales y cuyo objetivo es corregir los problemas derivados del uso del territorio.
(Pedraza, 1981: 34); otra definición procedente de nuestro ámbito científico es: “aplicación
práctica de principios y conocimientos geológicos para la prevención, atenuación o resolución
de problemas ambientales, especialmente cuando son originadospor las actividades humanas.
(Aguiló et aL, 1987: 470). Según Coates (1981) la Geología Ambiental es la disciplina que
relaciona las Ciencias Geológicas con las actividades humanas; en realidad esta definición es
un tanto ambigua, pues incluye por ejemplo a la Geología Económica que en muchos casos
poco tiene de ‘ambiental’.

Tratando de valorar la importancia actual de este nuevo enfoque de la Geología, debemos


recalcar los razonamientos que ya realizara Flawn en su obra de 1970: esta ciencia sigue
demasiado ocupada en explicar los acontecimientos de la historia geológica, pero aún le
preocupa poco cómo el hombre está transformando la propia configuración de la Tierra.

Para otros autores, respecto a la Geología tradicional la Ambiental supone un cambio de


dirección en el análisis de los problemas; pasa de una perspectiva histórica a adoptar un
enfoque prospectivo, es decir, de explicar cómo se han desarrollado los distintos
acontecimientos a intentar predecir cómo va a evolucionar el medio ante las actividades
humanas en el territorio. Se busca así, “predecir, prevenir y corregir daños o efectos no
deseables derivados de la interacción hombre-medio geológico.” (Agueda et al., 1984: 100).

En base a la consideración de varios autores (Pedraza, 1989a; Aguiló et al., 1992), podemos
decir que la Geología enfoca la problemática ambiental desde las siguientes perspectivas:

a) Por sus cualidades-configuración: materiales-recurso, sustrato-soporte

Se refiere fundamentalmente a los productos y características geológicas, en tanto son soporte


de la actividad biológica y social. Las cualidades se establecen según:
Capítulo 4. La Geomorfología en los estudios integrados y del medio físico 71

- Recursos energéticos, minerales y rocas industriales, etc. En este campo se ha pasado de la


prioridad mercantil, a la de mitigar efectos degradantes sobre el territorio debido a las
explotaciones. En el caso de la minería, por ejemplo, las soluciones pasan por una ordenación
de las actividades (Vadillo, 1989) y la restauración de los terrenos afectados por las mismas
(ver López Jimeno et al., 1989). Por lo que respecta a los recursos hídricos, aguas
superficiales (red y cuenca hidrográfica, recursos, balance hídrico, etc.) y subterráneas
(reservas, dinámica, vulnerabilidad, etc.), tienen un tratamiento especifico en Hidrología e
Hidrogeología.

- Condiciones geotécnicas del terreno, en función de: capacidad portante, pendientes, procesos
y drenaje. Entran en el campo de la Ingeniería Geológica, Geología Urbana y Geotecnia.

- Soporte del desarrollo edáfico y biológico, por lo cual presenta una amplia relación con los
estudios agronómicos y forestales.

- Recursos culturales: lugares y puntos de interés geológico y paisajes geológicos singulares.

- Potencial para aislar unidades cartográficas de síntesis, en base a componentes morfográficos,


litológicos, gemorfológicos, litomorfológicos, morfoedáficos, etc., los cuales constituyen una
base adecuada para la definición de unidades integradas (geoambientales).

b) Por su dinámica: procesos-riesgos

Hace alusión a la capacidad de los agentes geológicos para transformar el territorio y,


consecuentemente, la actividad humana. Los procesos geológicos que con más frecuencia
generan dichas transformaciones, se asocian tanto a la dinámica endógena como a la exógena
y son: sísmicos, volcánicos, fluviales, gravitacionales, glaciares, periglaciares, nivales, litorales
y eólicos.

El conocimiento de la ocurrencia, recurrencia, tipología y posibles efectos sobre la sociedad


constituye el “análisis de riesgos naturales geológicos” y su planificación (medidas a tomar)
la evaluación de riesgos.

c) Por su secuencia evolutiva

El carácter histórico de la Geología, hace posible “comparar o correlacionar en el tiempo”. De


esta manera, muchas teorías, situaciones o modelos geológicos (tectónica de placas, ciclo
geográfico del relieve, etc.), pueden servir de referencia para predecir la evolución de los
sistemas naturales en determinados supuestos de manipulación por el hombre.

Todos estos aspectos ‘ambientales’ de la Geología, aparecen tratados bajo lo que se denominan
‘análisis geoambientales’ o ‘cartografías geocientificas’ (ver Cendrero, 1990; Centeno a aL,
1994). Los parámetros contemplados son descritos por medio de fichas (ver figura 4.1) que
representan aquellos aspectos geológicos del territorio útiles en el campo de las ciencias
72 La Geomorfología en los estudios del medio físico y planfficación territorial

ambientales. Estas presentan la información integrada e interpretada como para ser utilizable
por no especialistas, sobre todo por aquéllos relacionados con la planificación territorial.

Mediante esos trabajos, el experto en Geología trata de facilitar la labor a arquitectos,


ingenieros civiles, forestales, agrónomos, etc. Precisamente por este motivo, se convierte en
necesidad el hecho de presentar la información referida al medio geológico de manera
comprensible y apta para ser utilizada por planificadores, gestores, y usuarios (Arnot y Grant,
1981; Nichols, 1982).

Este tipo de cartografías pueden considerarse derivadas de otras que elaboraban mapas
prospectivos para el aprovechamiento de recursos. La situación actual hizo que evolucionaran
hacia fines de planificación y ordenación territorial (Luttig, 1980).

En España, los mapas geocientificos comienzan a realizarse en los primeros años de la década
de 1980, con la cartografía del medio natural de la provincia de Almería (Abad et al., 1982),
y posteriormente de Valencia (Cendrero et al., 1986) y Madrid (Ayala et aL, 1988b).

Si tenemos en cuenta el tipo de información que aporta la Geología al campo de las Ciencias
Ambientales, en su gran mayoría deriva de las “configuraciones y procesos actuales” y tiene
un contenido sintético. Por ello, al referir Geología se hace en tanto ésta representa todos los
conocimientos englobados en otros ámbitos culturales como Ciencias de la Tierra y, dentro de
éstos, sus implicaciones más recientes y superficiales. No es extraño, por tanto, que sea la
Geomorfología quien más se haya ocupado de estos temas.

4.2. GEOMORFOLOGÍA AMBIENTAL

El conjunto de conocimientos geomorfológicos que tienen relevancia (utilidad) para el


desarrollo de las actividades humanas, se han agrupado bajo la denominación de
Geomorfología Aplicada.

Los trabajos geomorfológicos con ese carácter, se enfocaron en principio hacia el


aprovechamiento de recursos naturales: minerales y rocas industriales asociados a formaciones
superficiales, recursos hídricos, edáficos (agronómicos y forestales), etc. El análisis
geomorfológico también tuvo inicialmente un importante desarrollo en relación con los trabajos
de ingeniería (civil y militar), hasta tal punto que en algunos ámbitos se alude a una Ingeniería
Geomorfológica.
Capítulo 4. La Geomorfología en los estudios integrados y del medio físico 73
Figura 4.1. Modelo de ficho para la descripdón e invernado de la gea en estudios de plamficación (según
Pedraza et al., 199db).
74 La Geomorfología en los estudios del medio físico y planfficación territorial

Según Verstappen (1983), la aplicabilidad de la Geomorfología se basa en la relación de ésta


con otras Ciencias de la Tierra y en su contribución a una utilización planificada y óptima del
territorio por parte del hombre. Este autor estructura esa aplicación en los siguientes apanados:
1) estudios sobre geología, suelos, hidrología y vegetación, considerando las técnicas para el
aprovechamiento de estos recursos; 2) riesgos naturales, incluyendo tanto los debidos a
procesos endógenos como exógenos; 3) planificación rural y urbana, con especial atención a
la conservación de suelos, asentamientos, industrias, y actividades mineras; y 4) ingeniería
civil.

A medida que la utilización y transformación del medio natural fue creciendo, la aplicación
de técnicas y conocimientos geomorfológicos ha ido desplazándose hacia la prevención y
corrección de efectos derivados: primero de la interacción entre procesos naturales y
actividades humanas (riesgos naturales); más tarde de las acciones antrópicas sobre el medio
(preventivas y correctoras de impactos ambientales). Al mismo tiempo que sucedía lo anterior,
en el sector de aprovechamiento de recursos se fueron imponiendo medidas de carácter
preventivo y corrector. Es así como se llegó a definir una Geomorfología Ambiental, es decir,
aplicada a los problemas que plantea el uso del territorio. Dicha Geomorfología tuvo sus
inicios en los paises industrializados, donde ha habido una mayor —y con frecuencia
desorganizada— transformación territorial.

Durante un lapso de tiempo significativo, la Geomorfología Ambiental estuvo centrada casi


exclusivamente en el análisis de la influencia del medio sobre la actividad antrópica, es decir
los riesgos naturales derivados de la dinámica de los procesos morfogenéticos. Y así quedó
reflejado en las obras más significativas al respecto publicadas en la década de los años 1970,
como por ejemplo: Geomorphology in Environmental Management, de RU. Cooke y J.C.
Doornkamp, editada en 1974; y Applied Geomorphology, de J.R. Hails (ed.), en 1977.

Aunque tímidamente aún, la Geomorfología Aplicada en general y Ambiental en panicular,


están derivando hacia los trabajos encargados de evaluar y ordenar la influencia del hombre
sobre el medio; es decir, hacia el otro gran bloque de estudios ambientales constituido por la
planificación territorial, la evaluación de impactos, y la restauración ecológica y del paisaje.
Este cambio de orientación queda apuntado en las obras más recientes de esta disciplina como,
por ejemplo, Geomorfologia Applicata de M. Panizza (1988>.

Desde nuestro punto de vista, la Geomorfología Aplicada debe intensificar su actuación sobre
este gran bloque: la resolución de los problemas derivados de las actuaciones humanas en el
territorio a través de la planificación, la EIA y la restauración, contemplando la inclusión de
los riesgos naturales dentro de la planificación.

Tratando de acotar y estructurar aún más el campo de actuación de la Geomorfología


Ambiental, diremos que uno de los primeros autores en hablar de esta disciplina, D.R.Coates,
incluye en ella los siguientes aspectos: estudio de los procesos geomorfológicos que afectan
Capítulo 4. La Geomorfología en los estudios integrados y del medio físico 75

al hombre (riesgos naturales); análisis de los problemas que el hombre plantea al perturbar y
degradar el sistema tierra-agua (impactos ambientales); la utilización humana de los agentes
geomorfológicos y sus productos (recursos); y la aplicación en general de la Geomorfología
en la clasificación, planificación y administración del medio (Coates, 1972-1974).

En una línea más ‘moderna’, Panizza (1988) agrupa las aplicaciones de la Geomorfología a los
problemas ambientales, reconociendo ya los dos estudios del medio físico más estandarizados
en nuestro ámbito científico y social: la ‘planificación territorial’, como proceso que integra
los distintos aspectos sectoriales de prospectiva del medio físico, riesgos, o evaluaciones; y la
‘evaluación de impactos ambientales’. A nuestro juicio esta propuesta es acertada y hace
hincapié en dos lineas que desarrollaremos más tarde,

En definitiva, la aportación de la Geomorfología a los estudios ambientales puede concretarse


en cinco áreas; cuatro de ellos más asentadas y otra poco desarrollada aún. Las cuatro
primeras son: riesgos naturales, planificación territorial, evaluación de impactos ambientales
y restauración ecológica. La quinta se refiere al paisaje, cuyo estudio desde esta disciplina
entendemos debe potenciarse dadas las relaciones que guardan las formas del terreno y las
fisonomías o paisajes. A su vez, esos cinco campos de actuación pueden sintetizarse en dos
grandes grupos (figura 42): la afección de los procesos naturales —geomorfológicos en este
caso— a la actividad social, que forma parte del campo del análisis de los riesgos naturales;
y la consideración de los problemas que la especie humana plantea al transformar y utilizar el
territorio (efectos o consecuencias ambientales).

LA GEOMORFOLOGÍA EN Los
ESTUDIOS DEL MEDIO FíSICO O AMBIENTALES
(GEOMORFOLOGÍA AMBIENTAL)

El medio afecta a la sociedad El hombre transforma el medio


RIESGOS NATURALES EFECTOS AMBIENTALES

GESTIÓN TERRITORIAL:
4
- Estudio del área potencialmente afectada - Medidas preventivas (aportaciones
- Predicción temporal á 1. planificación territorial y evaluación
- Predicción de la magnitud del evento de impactos sobre la gea)
Medidas correctoras (restauración)

Figura 4.2. Panidpación geomorfológica en los estudios del medio físico o ambientales.
76 La Geomorfología en los estudios del medio físico y planificación territorial

En relación con la repercusión de las afecciones humanas sobre el medio, comienza a resurgir
dentro de la ciencia geomorfológica una temática que en su momento tuvo cierta notoriedad:
aquélla que considera a la especie humana como un ‘agente geomorfológico’ cuya eficacia es
comparable a la de otros procesos naturales (Hooke, 1994>.

En efecto, las acciones antrópicas sobre el relieve generan modelados y depósitos específicos,
producidos directamente por minería, obras públicas, etc.; a su vez, introducen modificaciones
en la tendencia natural del resto de los procesos: el caso mejor conocido es la distorsión del
balance natural erosivo-sedimentario, inducido entre otros por la deforestación o la alteración
de la dinámica hidrológica en general. Dichos estudios —abordables con los mismos esquemas
que otros procesos geomorfológicos— pueden englobarse en lo que, aún sin formalizar,
algunos llaman Geomorfología Antrópica. Sherlock (1922) introduce en la literatura esta
consideración, que sin embargo ha tenido escasa repercusión a nivel de la ciencia
geomorfológica exceptuando casos muy concretos (Alexandrowicz, 1983; Nir, 1983). No deja
de ser paradójico que siendo en la actualidad el hombre un agente geomorfológico muy activo
en la modificación del relieve terrestre (Hooke, op. cit), este tema sea abordado normalmente
por profesionales ajenos a la disciplina geomorfológica (ecólogos, ingenieros, etc.).

4.2.1. El mapa geomorfológico como base de la aplicación

Como señala Garzón (1978, 1980) en una síntesis al respecto, que en lo esencial seguiremos
aquí, la aplicabilidad del mapa geomorfológico detallado siempre estuvo sujeta a discusión. Los
detractores de este documento para objetivos utilitarios advierten de su complejidad: la mayor
parte de esas cartografías sólo tienen sentido para los geomorfólogos, aseguran Cooke y
Doornkamp (1978); o bien, su complicado resultado constrasta en ocasiones con la sencillez
del territorio estudiado desde una óptica puramente fisiográfica (Savigear, 1965). Wright
(1972) cita a este respecto a Kellog (1940), quien criticaba el hecho de que bajo cientos de
símbolos no se escondan en el fondo más que un ‘puñado’ de terrenos muy similares.

Sin embargo, si bien los mapas geomorfológicos no son aplicables directamente, si otorgan
bases genéticas para una clasificación de la superficie terrestre (fisiográfica) que puede tener
su aplicabilidad. Además del procedimiento de Crofts (1974), ya descrito, varios trabajos más
han señalado su utilidad en planificación territorial.

Esa circunstancia era reconocida, por ejemplo, en los primeros manuales de cartografía
geomorfológica genética (ver Demek, 1972); según los mismos, el fin último de estos mapas
era proporcionar un adecuado conocimiento del medio al objeto de facilitar un uso más
racional del mismo.

La base de estas propuestas está en el elevado cúmulo de información sobre el territorio que
contienen estos mapas. Los aspectos más destacados son las formaciones superficiales y la
CapItulo 4. La Geomorfología en los estudios integrados y del medio físico 77

morfodinámica (procesos actuales). En efecto, las formaciones superficiales reciben un


tratamiento deficiente en los mapas geológicos, a pesar de su relación con el desarrollo del
suelo y por lo cual su estudio tiene un valor práctico en agronomía, ecología y trabajos
forestales; también en geotecnia e ingeniería civil (Rutter, 1977).

En cualquier caso, debemos tener presente que la aplicabilidad tampoco es el objetivo último
del mapa geomorfológico: no está especialmente adaptado a las necesidades de la ordenación
territorial pero, dotado de un objetivo especifico, puede constituir una primera etapa en las
investigaciones aplicadas (Tricart y Kilian, 1979). Realmente supone una fase inicial en el
análisis territorial, a la que puede seguir un objetivo especifico en caso necesario; en este
razonamiento se basaba por ejemplo la propuesta de Crofts (1974) ya analizada.

En esa misma línea argumental, Cooke y Doornkamp (1978) afirman que el mapa
geomorfológico debe tener su principal aportación en los estados iniciales de la investigación,
lo cual permitirá adquirir la información necesaria sobre el contexto geomorfológico de la
región que se está investigando. Según esa premisa, los autores citados ponen varios ejemplos
de mapas geomorfológicos de carácter aplicado (special purpose map) realizados a partir de
otros detallados (general geomorphological map). Para explicar la benevolencia de dicha
transformación, señalan que muchas propiedades de carácter aplicado (p.e. edáficas) cambian
allí donde existen limites litológicos y morfológicos.

Wright (1972) cita también en este sentido los mapas producidos por el Centro Nacional de
Investigaciones Geomorfológicas de Bélgica (Macar et al?, 1961; Gullentops, 1963), los cuales
han combinado con éxito los factores interpretativos con los aplicados o descriptivos.

Otro procedimiento para la transformación de información morfogenética en aplicada es


descrito por Garzón (1978, 1980). Se trata del método de los makroreliefrayons de Kugler
(1975), desarrollado en Alemania Oriental con el objeto de otorgar a la cartografía
geomorfológica una aplicación a los campos de la planificación y conservación territorial. Las
unidades distinguidas equivalen a regiones geomorfológicas, caracterizadas por su génesis y
morfoestructura, que son valoradas finalmente desde el punto de vista de sus posibilidades
como desarrollo agrícola, recreo o valor psicológico.

En definitiva, las bases de la utilidad del mapa geomorfológico tienen su fundamento en la


asociación del relieve con otros elementos de la superficie terrestre. Todo ello permite
establecer una serie de relaciones parciales entre las formas del terreno y los restantes factores
del medio. Así:

- Geomorfología y clima

Las condiciones macrocliniáticas de una región aparecen modificadas en buena medida por el
relieve. Parámetros tales como: temperatura (enfriamiento adiabático) y precipitación (lluvias
78 La Geomorfología en los estudios del medio físico y planj/icación territorial

orográficas, nivación), evaporación, dirección y velocidad de los vientos, balance de radiación


solar, incidencia de las heladas, etc., modifican sus valores por influencia de la altitud, la
exposición, etc.

Al mismo tiempo, muchos procesos geomorfológicos están asociados al clima en tanto les
regula la dinámica externa del Planeta; tal es así, que frecuentemente se alude a sistemas de
procesos climáticos, zonas morfogenéticas, etc. Sin llegar al extremo que se ha pretendido a
veces, identificando la morfogénesis con las zonas climáticas, si es cierto que hay una
asociación entre ambos. Por tanto, partiendo del análisis del relieve (alteraciones; formas
relictas; formas en proceso de degradación; variaciones en la dinámica de los agentes externos,
especialmente los glaciares y fluviales) es posible conocer gran número de datos sobre la
evolución climática.

- Geomorfología y otrosfactores geológicos

La aportación geomorfológica en las investigaciones geológicas siempre fue notoria; los


vínculos en este caso son evidentes: puesto que la litología y la estructura condicionan en
buena medida las formas del terreno, éstas pueden ser un reflejo de aquéllas y por tanto una
herramienta útil en la cartografía geológica.

El sustrato litológico queda reflejado en muchos casos en la morfología (morfologías


litológicas) debido a la respuesta del mismo ante los agentes de la dinámica externa; así ocurre
por ejemplo con los relieves residuales, o las morfologías graníticas, volcánicas, cársticas, etc.
A su vez, estos procesos están íntimamente relacionados con las transformaciones meteóricas
que sufren las rocas dando formaciones superficiales, y haciéndolas más o menos aptas para
el desarrollo de suelos y la colonización vegetal.

- Geomorfología e hidrología

La configuración más superficial de la superficie terrestre (relieve y litología), influye de forma


irremisible en la circulación superficial y subterránea del agua (escorrentía, infiltración),
condicionando a su vez toda una serie de procesos (geomórficos y edáficos) subsecuentes. En
este caso además la influencia es recíproca, pues el modelado de amplias zonas de la superficie
terrestre es en buena parte el resultado de dichos procesos.

- Geomorfología y suelos

En la relación entre geomorfología y suelos reside gran parte del ‘papel ecológico’ al que nos
venimos refiriendo; este tema ha sido objeto de una amplísima literatura (Verstappen, 1987;
Gallardo et al., 1988; Mitchell, 1991; Pedraza et al., 1996a). Tal relación es fácilmente
comprensible si tenemos en cuenta que los atributos que sintetiza la información
geomorfológica (litología, relieve, procesos, y en el caso de las formaciones superficiales el
tiempo desde que el suelo comienza a evolucionar), constituyen parámetros genéticos
CapItulo 4. La Geomorfología en los estudios integrados y del medio físico 79

fundamentales en el desarrollo edáfico. De esta forma, a partir de la zonación geomorfológica


de un territorio en cuestión (unidades geomorfológicas, o de potencial edáfico en función de
la morfología) se puede llegar a una cartografía de suelos más real, rápida y económica
(Ibáñez, 1986; Pedraza et al., 1996a).

Milne (1935) es pionero en el estudio de los patrones relieve-suelo, y a él se debe el conocido


término catena: repeticiónregular de perfiles de suelos asociados a ciertas formas topográficas.
También en esta línea está el término suite, introducido por Robinson en 1929 (ver González
Bernáldez, 1981), que alude a aquellas categorías de suelos que tienden a aparecer juntas en
la Naturaleza. Bridges y Doornkamp (1963) realizaron un clarividente experimento: comparar
los mapas geomorfológicos y edáficos de un mismo territorio, observando una correlación muy
elevada entre las unidades de ambos. Dalrymple et al. (1968) hicieron una clasificación de las
vertientes relacionando las unidades morfográficas y los procesos geomorfológicos y edáficos
que tienen lugar en su dominio.

También la interacción morfología-suelos está presente en el concepto ‘asociación de suelos’


(soil association), como unidades edáficas que se agrupan regularmente según determinados
patrones. En las Islas Británicas, Areola (1974) encontró una alta correlación entre las
propiedades físicas de los suelos (color, textura, óxidos, pedregosidad), y las unidades
litomorfológicas; sin embargo, la relación con las características químicas era mucho menor.
En otro estudio reciente (Roquero, 1994), todo el trabajo de investigación gira en torno a la
relación geomorfología-suelos, haciendo especial hincapié en la influencia de la edad de las
formaciones superficiales en el desarrollo edáfico.

- Geomorfología y vegetación

Las condiciones generales que impone el clima a la distribución vegetal (bioclimatologia), en


buena medida están influenciadas por el relieve. La variación con la altitud de los valores de
precipitación y temperatura da lugar a pisos bioclimáticos, directamente dependientes de la
orografía. Pero además, dentro de este marco general, otro tipo de parámetros
geomorfológicos hacen variar la distribución vegetal: altitud, orientación, posición fisiográfica,
pendiente, cursos fluviales, pedregosidad, grado de erosión, presencia de formaciones
superficiales, microrrelieve, etc.

La tipificación de pautas y correspondencias entre el relieve y la vegetación, ha sido objeto de


numerosas investigaciones. Harris en 1985 (ver Harris, 1987) realiza una revisión de la
literatura que trata las relaciones entre la vegetación riparia y la morfología fluvial. En nuestro
país destacan los trabajos de Pou (1979) y González Bemáldez (1981); también Hernández
Bermejo y Sainz Ollero (1984) ponen de manifiesto el enorme condicionante que suponen las
variaciones geomorfológicas en la distribución vegetal del macizo de Ayllón. Bailey et al?
(1985), en sus estudios sobre las ecorregiones de los Estados Unidos, encontraron que, a meso
La Geomorfología en los estudios del medio físico y planificación territorial

y macroescala, el relieve era el factor que mejor se correlacionaba con los patrones de suelo
y vegetación, si bien en un trabajo previo (Bailey, 1983) había demostrado que a pequeña
escala era el clima quien reflejaba la distribución biológica; ello explica el hecho de que a
escalas medias y grandes, cambios litológicos o morfológicos nítidos se correspondan
frecuentemente con cambios bruscos en el tipo de vegetación, y cambios graduales se reflejen
en idéntico comportamiento de las formaciones vegetales.

- Geomorfología y usos del suelo

El uso potencial o intervención que el hombre puede hacer del territorio se sitúa en función
de los factores antes señalados, al menos en lo que se refiere a un uso ‘primario’. Así sucedió
tradicionalmente, cuando su relativa escasa capacidad para transformar el territorio llevaba a
las comunidades humanas a una ‘adaptación forzosa’ a los sistemas naturales, y a establecer
sus actividades y asentamientos en función de las características del medio. Desde una
perspectiva histórica, parece innecesario explicar cómo las vegas más fértiles determinaron las
primeras grandes civilizaciones, los valles y collados las vías de comunicación, los relieves
aislados lugares sagrados y fortificaciones, etc. Hoy esa relación tiende a ser menos nítida, en
tanto la capacidad técnica posibilita actuar con cierta ‘independencia’ de las condiciones del
medio.

4.2.2. Procesos geomorfológicos y riesgos naturales

Los procesos geomorfológicos susceptibles de generar riesgos, básicamente son: crecidas


fluviales, erosión del suelo, movimientos gravitacionales, aludes y avalanchas de nieve o hielo,
acciones de hielo-deshielo en ambientes periglaciares, subsidencias y colapsos cársticos,
fenómenos asociados a arcillas expansivas, procesos litorales, y meteorización; ya vimos cómo
muchos autores &or ejemplo Verstappen, 1983), incluyen aquí los procesos de origen
endógeno (sísmico y volcánico). De los citados, han experimentado un inusitado interés entre
los geomorfólogos en los últimos años los relativos a la erosión del suelo.

Los estudios sobre riesgos naturales intentan cualificar los procesos que los producen, delimitar
su zona de actuación, y evaluar su incidencia en la actividad social y económica (ver Pedraza
et al., 1996a). Más en detalle, tratan de acotar el funcionamiento del proceso; es decir, las
leyes físicas que lo gobiernan y sus variables características (predicción en términos de
localización, frecuencia y magnitud), el área potencialmente afectada, y la incidencia sobre las
actividades humanas. La integración de estos tres parámetros permite definir escalas de riesgo,
y concretar medidas preventivas y correctoras. Desde la Geomorfología es posible estudiar
sobre todo la predicción espacial (área potencialmente afectada) y, en casos, la temporal y de
magnitud (Ayala er al?, 1988a).
CapItulo 4. La Geomorfología en los estudios integrados y del medio físico $1

4.2.3. Planificación territorial

Como se señaló en el capítulo 1, la planificación integrada o ecológica trata de establecer


alternativas de usos en el territorio, maximizando la capacidad o aptitud del medio para acoger
esas actividades y minimizando el impacto que llegarían a producir en aquél.

La aportación geomorfológica a estos estudios se centra en los inventarios, con el


establecimiento de unidades homogéneas del territorio objeto de ordenación, y en la evaluación
o diagnóstico territorial incluyendo el estudio de procesos-riesgos. A este respecto, es preciso
señalar que han sido profesionales ajenos a las Ciencias de la Tierra los más activos defensores
de la utilidad de los métodos geomorfológicos en planificación. Merecen destacarse las obras
Design with Nature, de McHarg (1969), y Terrain Analysis, de Way (1973); la primera
dedicada a técnicas y métodos de planificación, la segunda al análisis del terreno desde una
óptica aplicada al establecimiento de usos (land use planning).

La utilidad de la Geomorfología en estos trabajos se basa en las siguientes cualidades:

-El relieve’ como factor ecológico. Por su naturaleza de factor genético de primer orden, el
relieve condiciona el desarrollo de otros elementos y cualidades del medio. De esta manera y
a través de los estudios fisiográficos, la Geomorfología puede ser clave para llegar a entender
las interrelaciones existentes entre los elementos y procesos del medio natural, su uso
potencial, o la naturaleza de su degradación. Así, por la posibilidad de actuar como síntesis
y condicionante de toda una serie de propiedades del territorio (a saber: hidrología, suelos,
vegetación, usos, paisaje), el análisis del relieve puede proporcionar la base o armazón sobre
la que realizar estudios integrados o del medio físico (Wright, 1972).

-El relieve como conjunto geométrico susceptible de estructuracióny cla4ficación. El relieve,


componente más notorio de la superficie terrestre, posee una estructura (geometría) capaz de
ser compartimentada en base a propiedades fácilmente perceptibles (configuración, fisonomía,
morfografia en definitiva). De este modo, disponemos de un criterio primario decisivo para
delimitar unidades territoriales homogéneas de síntesis o geoambientales; así, cualquier cambio
geométrico marcado (pendiente, textura, tipología de drenaje, etc.) es fácilmente diferenciable
y cartografiable en el campo, desde el aire, o en fotografía aérea y de satélite. Podríamos
decir, en definitiva, que presenta una gran ‘eficiencia cartográfica’: el relieve es un conjunto
de elementos estructurados, muy aptos para delimitar unidades cartográficas (Pedraza et al?,
1989a).

La acepción castellana de relieve no equivale exactamente a su homónima anglosajona landform, expresión más
relacionada con nuestro objetivo. Relieve tiene un significado próximo a forma, morfología o configuración; landform tiene
en cambio un contenido más amplio, equivalente al que aquí queremos expresar: configuración física de la superficie
terrestre, que refleja una estructura geológica, una litología, y los procesos que han modelado esa litoestructura (Godfrey
y Cleaves, 1991).
82 La Geomorfología en los estudios del mediofísico y plan~flcación territorial

- Los procesos geomorfológicos como responsables de la evolución en la configuración de la


superficie terrestre. El estudio de los procesos geomorfológicos permite conocer los riesgos
asociados a los mismos; también aporta información acerca de las modificaciones ocurridas a
lo largo del tiempo en la superficie terrestre, y aproxima a un diagnóstico territorial en
términos de equilibrio y pautas evolutivas en relación con las actividades humanas.

El desarrollo de cada uno de estos aspectos parciales, permite concretar más la aportación
geomorfológica a cada una de las fases de que consta la planificación territorial (integrada o
ecológica>. Es preciso recordar, que el conjunto de la información debe de ser significativa y
clara, es decir, fácilmente utilizable por otros especialistas.

4.2.3.1. Prospectiva e inventado

A este nivel interesan aquellos parámetros que pueden considerarse significativos para
caracterizar el territorio, sus recursos, dinámica, comportamiento, etc. En este sentido, el
clima y el binomio geología-morfología han sido considerados tradicionalmente factores
genéticos de primer orden, al reconocérseles su papel ‘condicionante’ de otros elementos y
procesos según los esquemas genético-evolutivos naturales. La mayor influencia de uno u otro
depende normalmente de la escala. Dantin Cereceda (1912), pionero junto a E. Hernández-
Pacheco de los estudios fisiográficos en nuestro país, señalaba al respecto:

“La adaptación de los restantesfactores geográficos (clima, flora, fauna, hombre) al


relieve, tal como nosotros la entendemos, creyéndonos simplemente intérpretes de la
realidad, corrobora lo que aseguramos. (Dantin Cereceda, 1912: 4).

Y más tarde:

“La naturaleza y varia coherencia de los materiales componentes de los terrenos, su


espesor o potencia, y muy singularmente su tectónica o interna disposición, con la
historia o vicisitudes de sus movimientos, plegamientos, superficies de erosión, etc.,
explican, en una gran parte, las formas actuales del relieve, la hidrografta y
biogeografla regionales. El clima mismo que, en un primer examen, parece impuesto
a la supeificie terrestre desde la atmósfera en su contacto, no queda extraño, en
amplia medida, al influjo del propio relieve. “(Dantín Cereceda, 1942: 9-10).

Christian (1958) subraya esta circunstancia: la génesis del sustrato litológico y su posterior
evolución morfológica, determina en buena medida el desarrollo del resto de los componentes
del paisaje (figura 4.3); más concretamente:

“Cada porción de la superficie terrestre es el producto final de una evolución


gobernadapor el sustrato geológico, los procesosgeniorfológicos, los climas, pasados
y presentes, y el tiempo. Durante este periodo, la superficie terrestre ha ido
mod(ficándose hasta alcanzar su configuración actual, desarrollando en este proceso
sus propios rasgos hidrológicos, edáficos, de comunidades vegetales y poblaciones
animales, y microambientes,” (Christian, 1958: 75-76).
Capítulo 4. La Geomorfología en los estudios integrados y del medio físico 83

Procesos geológicos, biológicos y climáticos recientes

Configuración territorial subactual

Procesos geológicos, biológicos y climáticos actuales


Intervendón antrópica

Configuración territorial actual (fisiografías, paisajes)


‘Y

TIEMPO TRONES DE HOMOGENEIDAD-POTENCIALIDA


IDENTIFICABLES POR FOTOINTERPRETACJÓN
Y TÉCNICAS AUXILIARES
MÉTODOS GEOMORFOLÓGICOS

Figura 4.3. Condicionantes de la evolución geomorfológica en la configuración de la superficie terrestre.


Modficado a partir de Chrisñan (1982).

También McHarg (1969) ejemplifica esa sucesión de procesos genéticamente correlacionados:


la historia geológica, en conjunción con los diferentes climas habidos en el tiempo, ha
originado las formas básicas de la superficie terrestre (lan4fonns). Dichas morfologías (con
su sustrato y el clima), explican la circulación del agua (superficial y subterránea). Los suelos
se forman en relación con los procesos anteriores, estando muy influenciados por el transporte
de materiales debido a los procesos geomorfológicos. Conocidos la litología, morfología,
clima, régimen hidrológico y los suelos, la distribución de las comunidades vegetales llega a
comprenderse claramente. La composición de estas comunidades explica a su vez la
distribución de la vida animal.

Otro autor que se hace eco de esta interrelación secuencial es Simpson (1988), quien afirma
que se debe considerar la ‘causalidad’ y la escala de actuación de los procesos naturales para
hacernos un mejor esquema de la realidad. Así, continúa, los procesos que actúan a más baja
velocidad (p.ej., geológicos) ejercen un gran control e influencia sobre los que tienen lugar
84 La Geomorfología en los estudios del medio físico y plon~ficación territorial

más rápidamente (p.ej., sucesión vegetal), pero la influencia contraria es siempre mucho
menor.

En definitiva, la fase de inventario es prácticamente un estudio científico básico y por lo que


respecta a la Geomorfología, destacan los componentes configuracionales (morfografia) como
útil cartográfico y los genéticos (morfogénesis) como sistema de correlación con otros
componentes de la superficie terrestre:

“El conocimiento de las formas del relieve tiene panicular importancia a la hora de
realizar un estudio del medio fisico. Es importante en sí misma y en la inventariación
de otros elementos y procesos con los que guarda estrecha relación y a los que, a
veces, condiciona en gran manera. Por ejemplo, la climatología de amplias áreas
puede verse modificada localmente por la configuración del terreno; guarda estrecha
relación con la edafogénesis; algunas de sus componentes básicas, como altitud,
exposición o pendiente, sonfactores limitanres para la vegetación, etc. (Aguiló et al?,

1992: 51).

4.2.3.2. Cias(ficación del relieve en la definición de unidades geoambientales

La planificación integrada o ecológica busca alcanzar un equilibrio entre los “requerimientos


sociocconómicos” (demanda) y las “posibilidades del territoriot’ (oferta). Desde esta
perspectiva, sólo puede llegar a resultados satisfactorios cuando base sus prescripciones para
unidades definidas por limites físicos (geológicos, edáficos, botánicós), y no exclusivamente,
históricos y políticos, los cuales agrupan casi siempre territorios de naturaleza muy distinta.

Este objetivo se consigue a través de las regionalizaciones, las cuales tienen un carácter
eminentemente espacial, pues en definitiva tratan de organizar un territorio con una expresión
cartográfica:

“la planificación integrada debe entenderse como un intento de racionalizar el espacio.


razón por la cual son preceptivos los métodos por los que puede o debe líegarse a
delimitar unas porciones del mismo, que tengan un valor de referencia. (Pedraza, “

1981: 51).

La importancia de usar en planificación clasificaciones ‘físicas’ del territorio, se debe al hecho


de que los límites asignados a las unidades tienen mayor permanencia y, por tanto, son útiles
para todas aquellas evaluaciones que deseemos (Arnot y Grant, 1981).

La aportación de la Geomorfología a estas clasificaciones se debe a su capacidad para


estructurar la superficie terrestre en una serie de unidades que, dadas las relaciones genéticas
existentes entre las formas del terreno (landform) y otros componentes del medio natural, hasta
cierto punto pueden considerarse la síntesis de las características territoriales.

En realidad todo nuestro razonamiento gira en torno a la amplitud que del concepto ‘unidad
geomorfológica’ (landform) tiene la literatura norteamericana: configuración física de la
Capítulo 4. La Geomorfología en los estudios integrados y del medio JisiCo 85

superficie terrestre que refleja la estructura geológica y los procesos que han modelado dicha
estructura (Hunt, 1967). Más concretamente, el criterio primario para delimitar unidades
territoriales es su configuración espacial, es decir, la ‘forma’:
TMLa demanda de divisiones fisiogrdficas ha sido enonne entre los geógrafos y otros
profesionales cuyo trabajo se basa en estas distinciones; sin embargo, determinar qué
son esas unidades, definirlas y delimitarías, debe ser en su mayor parte un trabajo
geológico. “ (Fenneman, 1916: 25).

En un trabajo pionero sobre estudios integrados, Veatch (1937) apuntaba que es demasiado
complejo aglutinar todos los elementos del medio en una unidad, pero que quizá unos pocos
factores o elementos de ésta pueden llegar a ser representativos de aquélla en toda su extensión
y, por tanto, muy adecuados para los objetivos de la clasificación y el planeamiento.

Para Mitchell (1991), son elementos útiles en la clasificación territorial, aquéllos


particularmente eficientes al mapificar, y su identificación permite excluir a otros.

Linton (1951) puso de manifiesto cómo la mayor parte de los intentos de regionalización o
compartimentación territorial se han basado en parámetros geomorfológicos. Para este autor,
incluso muchos de los que dicen utilizar el clima en el fondo también hacen uso del relieve;
tal suceso es fácilmente comprensible si tenemos en cuenta las dificultades que ofrece el clima
para ser cartografiado. Esta circunstancia es evidente, por ejemplo, en el intento de
regionalización hecho para la Península Ibérica por Unstead (1926), en principio ‘integrado’
pero en la práctica fisiográfico-geomorfológico.

Según Linton (op. cit.), la utilidad práctica de estas clasificaciones es precisamente su


significado ecológico: dadas las implicaciones microclimáticas, hidrológicas, edáficas, etc., de
las unidades geomorfológicas, es previsible que éstas coincidan con unidades ecológicas,
edáficas, botánicas —si no ha existido una transformación humana importante— o de uso
primario del territorio. Esta circunstacia permite al geomorfólogo tener una contribución
directa en el trabajo de los edafólogos, ecólogos, geógrafos y gestores territoriales.

También la escuela soviética de la Ciencia del Paisaje (Solntsev, 1962) considera que el
territorio tiene una base geológico-morfológica indudable, pues allí donde cambia la estructura
geomorfológica, varía la estructura del paisaje: “(a a.) hemos advertido que las bases geológico-
morfológicas son el factor princz~a1 para la segregación de paisajes, por lo que un sistema
genético de cías(ficación del mismo deberla basarse en ellos. ‘~ (Solntsev, O~a cit.: 14).

Sostiene por tanto esta escuela, que una clasificación del territorio deberla regirse por sus
factores más estables y critican el hecho de que a veces se hayan basado en elementos mucho
más frágiles o susceptibles al cambio, como es el caso de la vegetación. Estos mismos autores,
al igual que hacía Simpson (1988), ordenan los elementos del medio según su estabilidad o
resistencia al cambio (litosfera, atmósfera, agua, suelos, vegetación y fauna), y afirman que
86 La Geomorfología en los estudios del ,nedioftsico y plan¡litación territorial

el cambio en uno de ellos influirá de manera notable en los posteriores, pero poco en los
anteriores.

El papel de la Geomorfología en la diferenciación de unidades homogéneas en el territorio se


ve reforzado en las regiones donde la vegetación es escasa de forma natural, o bien en aquellos
lugares donde la acción antrópica ha modificado en pequeña medida la cubierta vegetal. Allí
donde ha habido una transformación humana secular, como sucede en gran parte de la
Península Ibérica y del entorno mediterráneo, el relieve constituye el principal indicador de
homogeneidad potencial, para lo cual debe ser cotejado con el estado del suelo; en este caso
la definición de unidades ecológicas reales precisa de necesarios ‘ajustes’.

Sin embargo, la situación no es tan sencilla como se describe previamente, ya que existen
patrones territoriales difíciles de explicar a la luz de los datos actuales. Para Ruxton (1968)
esta circunstancia se debe a la existencia de un cierto grado de desequilibrio o ‘desorden’ en
el territorio; ello hace muy difícil que los patrones de interdependencia y correlación entre los
elementos del medio sean absolutamente claros; por ejemplo, perfiles de alteración,
paleosuelos, vegetación relicta, etc., no son explicables sino es por la existencia de relaciones
heredadas de eventos histórico-naturales.

En definitiva, como ha quedado expuesto, puede aceptarse que los criterios para la
clasificación territorial siguiendo procedimientos sintéticos deben ser aquéllos que condicionen
la evolución subsecuente del resto de elementos del medio (factores genéticos). Para la práctica
totalidad de los autores que han tratado esta temática, a pequeña escala (grandes unidades) el
clima es el mejor indicador de los rasgos territoriales (sic); sin embargo, a media y gran
escala, que son las utilizadas en planificación territorial, los criterios geológico-geomorfológico
son determinantes.

4.2.3.3. Evaluación y diagnóstico territorial con criterios geomorfológicos

Los procesos de evaluación territorial buscan obtener tanto las capacidades, aptitudes o
potencialidades, como las limitaciones, fragilidades o vulnerabilidades que presenta el medio
para acoger actividades humanas. Como veremos, con frecuencia estas cualidades se elaboran
a partir del inventario (mapas temáticos), aunque también pueden ser evaluadas directamente
las unidades sintéticas obtenidas en la clasificación territorial.

Por lo común, las evaluaciones han estado siempre guiadas por un objetivo (ad hoc). Es por
ello que se han llevado a cabo tradicionalmente en contextos demasiado ‘estáticos’: capacidad
agrícola; vulnerabilidad a la contaminación de acuíferos; etc.

Tricart (1973), por ejemplo, ha atribuido a los estudios de planificación territorial y evaluación
de impactos una escasa consideración de las cuestiones dinámicas, a pesar de que el
funcionamiento de los sistemas terrestres superficiales sea esencialmente dinámico, y se base
Capitulo 4. La Geomorfología en los estudios inzegrados y del medio físico 87

sobre todo en los procesos morfogenéticos. Éstos interfieren con los demás componentes del
sistema natural, fundamentalmente los edáficos. Bajo estas premisas, los procesos
geomorfológicos que actúan en un territorio (activos), permiten caracterizar el medio en
función de su grado de estabilidad, información que debe ser esencial en el ordenamiento
territorial.

Ese estudio dinámico hace posible prever la evolución de la configuración de la superficie


terrestre en el tiempo y, por tanto, la posibilidad de ser utilizada como elemento predictor de
su comportamiento futuro de forma natural, o como respuesta ante las actuaciones antrópicas.
Ello permite estudiar el territorio en términos dinámico-evolutivos, y aproximarnos a su grado
de equilibrio o tendencias. Es en este contexto de ‘grados de estabilidad’ o ‘equilibrio’, donde
la Geomorfología puede aportar información clave para una evaluación territorial. Estas ideas
son determinantes, por ejemplo en los estudios de restauración, pues normalmente interesa
‘dirigir’ el sistema hacia la edafogénesis.

Ruxton (1968) señala que los estudios para planeamiento y desarrollo no debieran consistir en
hacer cada vez mejores inventarios y clasificaciones, sino que habría que estudiar en detalle
los procesos que han intervenido e intervienen en el territorio, así como su interrelación, para
conocer sus verdaderas capacidades o aptitudes y predecir los efectos que tendrán las
actividades humanas que se implanten en el mismo. Como idea fundamental, este autor insiste
en la necesidad de reconocer el grado de desequilibrio de un territorio con respecto a su
tendencia natural, para insertar mejor en él las actividades humanas.

Según Godfrey y Cleaves (1991) la importancia de considerar los procesos geomorfológicos


que actúan y han actuado en un landform, es determinante para conocer cuál es el estado de
equilibrio de esa unidad, y en definitiva, cómo puede reaccionar ante una modificación
humana. Estos autores proponen analizar los cambios de cada unidad considerando los aspectos
dinámicos reconocidos tradicionalmente por la geomorfología americana; esto es: el ‘modelo
cíclico’ de Davis (cyclic time); el concepto del ‘equilibrio dinámico’ de Gilbert y Hack; y el
concepto del ‘régimen permanente’ (steady state), útil para unidades menores.

También según Godfrey y Cleaves (op. cit.), la respuesta al cambio en los sistemas abiertos
se estudia bajo la óptica de cuatro principios: Le Chatelier, o tendencia a la autorregulación,
como variación en el sistema ante un cambio externo tendente a minimizar la modificación;
la constancia de los patrones geomórficos; el análisis espacial como sustituto del análisis
temporal (principio o hipótesis ergódica); y los conceptos o estados de metaestabilidad y
umbral geomórfico. Por tanto la intervención geomorfológica en los procesos de evaluación
territorial no es directa, sino que se basa en ‘indicadores’ de estabilidad, dinámica, etc., y en
definitiva en la caracterización del medio en el que se actúa para insertar las actividades de un
modo más racional en él. Según esta discusión, los estudios geomorfológicos también debieran
intensificar su aportación en el campo de la evaluación territorial.
88 La Geomorfologia en los estudios del medio físico y plan~ficaci¿n territorial

4.2.3.4. Procesosy riesgos

Aunque tradicionalmente han constituido trabajos sectoriales o independientes, debido a su


singularidad metodológica, en realidad forman parte de la planificación integrada siendo un
caso particular de evaluación-diagnóstico en términos de “limitaciones de uso” (Aguiló et al?,
1992; Pedraza et al., 1996a); esa relación con el planeamiento territorial, aumenta en tanto
muchos de estos fenómenos son inducidos.

La deforestación y las prácticas agrícolas a lo largo de la Historia, junto al incremento reciente


de la superficie urbanizada y las infraestructuras, han modificado las pautas del régimen
hídrico natural haciendo disminuir la infiltración, con el consiguiente aumento de la escorrentía
y la producción de sedimentos. Esto ha generado un incremento tanto en la pérdida de suelo
por erosión hídrica como de las inundaciones. Las obras públicas y sobre todo las actividades
extractivas, además de modificar la escorrentía inducen con frecuencia fenómenos
gravitacionales; también la sobreexplotación de acuíferos genera subsidencias y colapsos; etc.
Todos éstos, son algunos ejemplos de cómo la actividad antrópica está induciendo muchos
riesgos naturales.

Dentro de la planificación integrada, los estudios sobre riesgos naturales constituyen una
limitación de uso y se incorporan junto a los de capacidades y vulnerabilidades, incluso en
fases posteriores. En realidad, los mapas de riesgos son cartografías de segunda o tercera
generación que proceden ya de una evaluación territorial a partir de factores o elementos
primarios.

Cabe realizar una última precisión al respecto: es necesario profundizar más en los
procedimientos para integrar los análisis de riesgos en la planificación (escalas más adecuadas
de realización, figuras legislativas apropiadas, etc.), y no sólo incidir en el desarrollo de
metodologías para su caracterización como se ha hecho hasta el momento.

4.2.4. Evaluación de impactos geomorfológicos

Al analizar las aportaciones geomorfológicas a los estudios y evaluaciones de impactos


ambientales, es preciso recordar que uno de los procedimientos más conocidos sobre este
particular se debe a un equipo de geomorfólogos pertenecientes al Servicio Geológico de los
Estados Unidos (Leopold et al., 1971), y fue realizado como complemento metodológico a la
NEPA (National Environmental Policy Act), de 1969. Una consecuencia directa de este
precedente, fue la universalización de la metodología popularizada como ‘matriz de impactos
de Leopold’; este trabajo dio lugar a una publicación que ha llegado a ser la más ampliamente
distribuida por el USGS (United States Geological Survey) en toda su historia (ver Nichols,
1982: 286).
Capítulo 4. La Geomorfología en los estudios integrados y del medio físico 89

No debe resultar extraña esa contribución ya que la EIA es básicamente un proceso


‘predictivo’, es decir, con una dimensión temporal-evolutiva muy propia de las Ciencias de la
Tierra. Este campo de conocimientos puede aportar así un enfoque adecuado para interpretar
la posible reacción de un territorio ante un uso determinado, introduciendo en este tipo de
estudios una perspectiva dinámica (histórica), que permite definir el grado de estabilidad de
los medios naturales, así como su posible evolución.

El campo donde más se han desarrollado estos planteamientos sistémicos ha sido el de las
obras hidráulicas y su influencia sobre los sistemas fluviales. De hecho, los primeros estudios
de EIA (Whitman et al?, 1971) estuvieron relacionados con estos aspectos.

Un aspecto que cobra especial interés son los posibles riesgos inducidos por la actividad objeto
de EIA, los cuales constituyen un apartado especifico en los métodos o procedimientos de
estimación general, suponiendo una limitación al uso del territorio (ver Leopold et al?, 1971).

Otro aspecto a contemplar es la pérdida de recursos culturales, para lo cual puede ser
pertinente la realización de un mapa de lugares o puntos geomorfológicos singulares (figura
4.4). Sin embargo, la consideración exclusiva de riesgos y recursos geomorfológicos como
únicos aspectos de esta disciplina a tratar en la evaluación de impactos, sigue siendo una visión
limitada; por ejemplo las clasificaciones del relieve son de nuevo muy útiles, al definir
unidades territoriales homogéneas sobre las que es posible contabilizar ‘impactos totales’.

Un autor que trata la EIA desde una óptica específicamente geomorfológica es Wolfert (1995),
quien llega a definir incluso el concepto de ‘evaluacion de impactos geomorfológicos’
(geomorphological impact assessment). A nuestro juicio, en dicho trabajo se asumen dos
aspectos fundamentales: la consideración —al igual que otros estudios del medio físico que
venimos tratando— de la EIA en un contexto pluridisciplinar, según el cual cada especialista
evaluaría el impacto relativo a su objeto de conocimiento; y la introducción de criterios
objetivos para la valoración los diferentes aspectos (parámetros, variables) geomorfológicos,
previamente a considerar la influencia de la actividad (cuadro 4.1).

Cuadro 4.1. Algunas variables geomorfológicas con relevancia para la evaluación de impactos sobre el
relieve (según Wolfert. 1995).

cantidad de elementos geomorfológicos simples que incluye una morfología


complejidad compleja; se considera que las asociaciones morfológicas mgs completas tienen
mayor valor

representatividad g~do por el que las formas proporcionan información acerca de procesos
geomorfológicos; mayor representitividad, mayor valor
capacidad para ofrecer información no disponible en cualquier sitio; mayor
rareza
rareza, mayor valor.

condición próximo a grado de conservación (integridad) frente a degradación; mejor


estado de conservación, mayor valor
90 La Geomorfología en los estudios del medio físico y planj/icación territorial

MEDIO FíSICO ¡

Procesos actuales
Recursos
científico - culturales
PROYECTO
Morfologías - paisajes
singulares

Mapa de recursos
geomorfológicos

MAPA DE IMPACTOS MAPA DE RIESGOS •MAPADE•••


SOBRE LOS RECURSOS OEOMORFOLOGICOS RIESGOS
GEOMORFOLÓGICÓS ... INDUCIDOS GEOMORFOLÓGICOS

OTROS
IMPACros _ EIA

Figura 4.4. Esquema conceptual sobre el papel & la Geomorfología en la evaluación de impactos
ambientales (a partir de Panizza, 1988).

A pesar de lo dicho y salvo casos aislados (Panizza, 1988; Wolfert, 1995), la consideración
de la ETA ha recibido muy poca atención en la literatura geomorfológica. Una vez más han
sido otros profesionales ajenos a esta ciencia, quienes han defendido su utilidad (ver por
ejemplo: Díaz Segovia y Ramos, 1991; González Alonso a al?, 1991; Aguiló et al., 1992).

4.2.5. Restauración geomorfolégica

Recordemos que, a diferencia de aquéllas otras medidas correctoras más puntuales o


‘tecnológicas’, la restauración ecológica o del paisaje posee una escala de actuación
‘territorial’. Ejemplos de actividades que requieren la adopción de este tipo de medidas son las
grandes infraestructuras lineales y la minería.
Capitulo 4. La Geomorfología en los estudios integrados y del medio físico 91

En estos casos la aportación es destacada, ya que muchas afecciones son sobre el relieve. Aquí
los criterios geomorfológicos pueden servir para realizar un ‘diseño’ adecuado, tanto de las
explotaciones como de su restauración, acorde con la morfología y los procesos del entorno
en el que se ubican; también para conocer la capacidad de regeneración de un terreno
determinado, o su reversibilidad ante una posible degradación. Normalmente están muy ligados
a la posibilidad de desarrollar suelo, y su objetivo final es el establecimiento de un sustrato
edáfico y una cobertera vegetal capaces de evolucionar de forma natural. En realidad, se trata
de favorecer los procesos de edafogénesis frente a la morfogénesis. En estos casos es posible
hablar de verdaderas ‘restauraciones geomorfológicas’ (ver capitulo 8).

Otro gran grupo de espacios susceptibles de restauración a nivel territorial amplio lo


constituyen las superficies afectadas históricamente por prácticas agrosilvopastorales y, desde
hace varios años, en fase de abandono (Ruiz Plaño, 1993; García Ruiz y Lasanta, 1994;
Lasanta y García Ruiz, 1996). En estos casos se busca una ‘renaturalización’ del territorio, la
cual tiene lugar con frecuencia sin intervención antrópica; sin embargo, en otros casos precisa
de ayuda adicional.

En general, las posibilidades de restauración del terreno pasan por conocer los ‘umbrales de
degradación’ o la ‘resiliencia’ de los sistemas afectados.

4.2.6. Geomorfología y estudios sobre paisaje

En principio cabe decir, que los análisis procedentes del campo geomorfológico enfocados al
estudio del paisaje también han sido escasos; aun cuando sea comúnmente reconocido que el
relieve constituye uno de sus componentes fundamentales y que los procesos geomorfológicos
son uno de sus principales formadores.

A pesar de ese absentismo general, la Geomorfología no ha permanecido completamente ajena


a este particular; no olvidemos que E. Hernández-Pacheco (1934b) fue pionero en este tema
y sus ideas han sido revitalizadas por investigadores tan prestigiosos como A. Ramos
Fernández y F. González Bernáldez. Sobre este particular y procedentes de otro contexto
sociocultural, merecen destacarse los trabajos de Linton (1968) y Leopold (1969).

A la hora de abordar las relaciones entre el paisaje y la Geomorfología, es preciso tomar como
referencia el análisis realizado en el epígrafe 1.2.4. Según el mismo, las principales
aportaciones pueden situarse en la denominada Ecología del Paisaje (fisiología o criptosistema),
y los estudios fisiográficos (fisonomía o fenosistema).

En cuanto al primer grupo, son varios los autores que consideran la ‘dinámica natural’ del
paisaje como esencialmente geomorfológica (Forman y Godron, 1986; Ibáñez, 1986). Esta
visión queda bien resumida en la siguiente tesis: ‘Y...) el relieve constituye el ‘esqueleto’ del
92 La Geomorfología en los estudios del medio físico y pbn~ficación territorial

paisaje natural yfactor condicionante de la dinámica y evolución del mismo” (Sayago, 1982:
169). Y en otro punto: “a cualquier escala o nivel de percepción, el relieve constituye un
factor esencial de la dinámica ambiental, por lo que su caracterización constituye el
fundamento de toda cías(ficación del paisaje natural” (Sayago, op. cit.: 172). La identidad del
paisaje en términos histórico-evolutivos fue precisamente la línea defendida por Hernández-
Pacheco (1934b):

“esfrecuente que cuando se trata de los paisajes de un país, el estudio sea puramente
descriptivo, sin entrar en el análisis de la razón de ser del tipo de paisaje, ni menos
determinar las causas naturales que le producen. En cambio, sejuzga, por lo común,
del paisaje por la impresión estética que produce en el que le observa y describe,
obteniéndose, frecuentemente, deducciones de índole y carácter totalmente ajenas al
paisaje en si” (Hernández-Pacheco, 1934b: 6)

Respecto al segundo grupo, las aportaciones de los estudios fisiográficos se han considerado
tradicionalmente a dos niveles (Pedraza, 1986; Wolfert, 1995). El primero trata de paisajes
cuya fisonomía primaria está dominada o determinada por los componentes geomorfológicos;
aquí se interpreta el todo (paisaje) por una de sus panes (el relieve); es el caso de los
denominados ‘paisajes o relieves litológicos’ (volcánicos, graníticos o cársticos; ver Pedraza
etal?, 1996a), como Las Cañadas del Teide (volcánico), La Pedriza de Manzanares (granítico),
o las Hoces del río Duratón (fluviocárstico), por señalar alguno de los que se sitúan en nuestro
entorno. En ellos, la gea llega a ser el elemento predominante y los aspectos geomorfológicos
constituyen el principal elemento visual o perceptivo, por encima incluso de la vegetación.
Otro tanto sucede, en general, en paisajes áridos o desérticos.

Para Wolfert (op. ci:.) estos casos constituyen la situación más normal en que las Ciencias de
la Tierra se ha ocupado de este tema: únicamente en tanto el relieve puede conformar paisajes
singulares, o dignos de protección. También señala el hecho de que sean poco comunes las
metodologías integrales para evaluar las cualidades paisajísticas del conjunto del relieve.

Tal razonamiento lleva al segundo nivel referido: la contribución del relieve a la configuración
general del territorio. Este enfoque conduce a la Fisiografía y los análisis estructurados del
territorio (clasificaciones territoriales), que desde luego no han sido escasos. Los métodos
fisiográficos permiten diferenciar y clasificar el territorio por su apariencia (fotografía aérea,
imagen de satélite), lo cual posibilita establecer unidades de paisaje como base para su
valoración o evaluación. Un ejemplo de cartografía de paisajes que utiliza criterios
geomorfológicos y fisiográficos se debe a Bañón a al. (1992), que considera: ‘dominio
geomorfológico’, ‘posición fisiográfica’ y ‘fuerza del relieve’, junto con ‘vegetación y usos’,
para definir unidades de paisaje intrínseco.

Pero también los profesionales en Ciencias de la Tierra han participado en la evaluación de la


‘estética’. De hecho, dos de los modelos ‘objetivos’ de evaluación de la calidad visual del
paisaje más reconocidos en la literatura internacional, están realizados por geomorfólogos y
Capítulo 4. La Geomorfología en los estudios integrados y del medio físico 93

en ellos juega un papel especial el relieve: The Assesment of Scenery as a Natural Resource,
de D.L. Linton (1968), y Landscape Esthe¡ics, del omnipresente L.B. Leopold (1969).

Otro autor que incide en este particular es Brush (1981), quien encuentra que existe una
relación muy directa entre las preferencias de paisajes y el relieve: los paisajes montañosos,
con mayor relieve interno o accidentado, son más preferidos (Brush, op. cit.).

Digamos finalmente que los ‘análisis de paisaje’ otorgan un papel preponderante al relieve de
forma casi general. Citaremos como ejemplo el trabajo de Blanco (1979), que diferencia unas
unidades de partida, y las define por su fisiografía, complejidad topográfica (anfractuosidad),
desnivel, carácter, incidencia visual, y accesibilidad natural.

Todo lo anterior nos lleva a concluir que los estudios sobre paisaje pueden ser uno de los
campos a desarrollar en trabajos e investigaciones futuras. Bien en relación con las
clasificaciones fisiográficas y evolución o historia del paisaje (vertiente ecológica del paisaje,
o Ecología del Paisaje), bien asociados a aspectos puramente analíticos o configuracionajes
(estudio de elementos y componentes, cuencas visuales, fragilidad y calidad visual,
anfractuosidad, etc.). Las clasificaciones fisiográficas pueden ser utilizadas a su vez para
elaborar modelos de calidad o fragilidad, o servir como base para reducir la subjetividad en
la evaluación de las preferencias (Arnot y Grant, 1981); ver cuadro 4.2.

Cuadro 4.2. Participación geomorfológica en los estudios sobre paisaje (ver figura 1.3; pdg. 32).

APORTACIÓN
ESTUDIO OBJETIVO UTILIDAD GEOMORFOLÓGICA
FisiografXa determinación de - académica, desarrollo - clasificaciones del relieve

unidades para su regional, ingeniería,

evaluación posterior planificación territorial

Ecología del Paisaje diagnóstico en - planificación y gestión - interpretación desde una

términos dinámicos territorial perspectiva histórico-natural

del ~sisten,apaiSaje”
Características análisis de las - planificación y gestión - análisis de las propiedades

visuales propiedades visuales territorial perceptivas de las formas del

terreno

Componentes determinación de los - planificación y gestión - análisis de los componente

elementos que forman territorial fTsicos (abióticos) del paisaje

el paisaje
Cuencas visuales y estudios de - planificación y gestión - estudios morfogrífícos y

visibilidad intergisibilidad entre territorial morfométricos

puntos
Modelos de calidad determinación de lo, - planificación y gestión - bases objetivas para la

y fragilidad grados de excelencia territorial evaluación

o susceptibilidad a la
degradación
Modelos de evaluar la percepción - académica (evaluar los - clasificación ‘objetiva’ de

preferencia mecanismos de la paisajes para reducir la

percepción) subjetividad en el proceso de

- planificación y gestión evaluar la percepción

territorial
94 La Geomorfología en los estudios del medio ftsico y planj/icación territorial

4.3. SÍNTESIS. PLANIFICACIÓN TERRITORIAL, EIA, RESTAURACIÓN Y PAISAJE


COMO TEMAS PENDIENTES DE LA GEOMORFOLOGÍA AMBIENTAL

La consideración según la cual los estudios del medio físico se basan en el conocimiento del
territorio sobre el que se actúa, hace que las Ciencias de la Tierra constituyan un conjunto de
conocimientos idóneo para valorar los ‘pros’ y contras’ de la implantación o continuidad de
las diferentes actividades humanas en el territorio (gestión territorial). En este sentido, es
preciso señalar que los estudios ambientales adolecen con cierta frecuencia de perspectivas
histórico-naturales.

La Geomorfología Ambiental puede definirse como el conjunto de conocimientos


geomorfológicos aplicables a la resolución de los problemas derivados de la utilización del
territorio por parte del hombre. Los estudios más conocidos en este campo han sido, y siguen
siendo, los riesgos naturales.

Sin embargo, desde nuestro punto de vista esta ciencia debe intensificar su aportación a los
trabajos encargados de resolver los problemas derivados de las actuaciones humanas en el
territorio (planificación, EIA y restauración); todo ello, por varias razones.

En primer lugar, porque la influencia que el hombre ejerce sobre el medio en amplias regiones
(entre ellas la Península Ibérica) es mayor que la recíproca. En segundo lugar porque estos
estudios están regulados por normativas especificas y su campo de aplicación es entonces
amplio; así sucede con el planeamiento urbanístico (regulado por la Ley sobre Régimen del
Suelo y Ordenación Urbana, R.D.L. 1/1992 de 26 de junio), la conservación de espacios
naturales (Ley 4/1989, de 27 de marzo, de Conservación de los Espacios Naturales y de la
Flora y Fauna silvestres), la Evaluación de Impacto Ambiental (R.D. 1131/1988 de 30 de
septiembre), o la Restauración del Espacio Natural afectado por actividades mineras (R.D.
2994/1982 de 15 de octubre).

Otro aspecto a destacar es que muchos riesgos asociados a la dinámica exógena en la cuenca
mediterránea en general, y en la Península Ibérica en particular, están relacionados con —o
al menos amplificados por— las actividades antrópicas; es decir, son en buena parte ‘riesgos
naturales inducidos’. De todo ello se deduce que la correcta gestión de los usos reducida la
incidencia de estos procesos, y su tratamiento más idóneo está entonces dentro de la
planificación territorial.

Tradicionalmente se ha considerado que la principal aportación geomorfológica a los estudios


del medio físico, excluidos los riesgos naturales, era la clasificación territorial. Sin embargo,
el conocimiento de la historia evolutiva del relieve y los procesos geomorfológicos permite
caracterizar el medio en términos dinámico-evolutivos, es decir: cómo puede reaccionar el
territorio ante la implantación o abandono de una actividad humana, o la rehabilitación de
Capítulo 4. La Geomorfología en los estudios integrados y del medio físico 95

espacios degradados; esta información es esencial para la ‘gestión territorial’.

Por último, aun cuando esté reconocido por todos los especialistas en estos temas que las
características geomorfológicas juegan un papel decisivo en el paisaje, la participación de esa
ciencia en dichos estudios ha sido escasa.

En definitiva: la Geomorfología Aplicada, o Ambiental, deberla intens<ficar sus aportaciones


a la resolución de los problemas derivados de las actuaciones humanas en el territorio. Junto
a los estudios sobre riesgos narnrales, sin duda los más desarrollados, habrá de incidir en
trabajos sobre plan<ficación integrada, evaluación de impactos ambientales, restauración
ecológica, y paisaje. Todos ellos, presentan grandes posibilidades de aplicación en muchas
regiones peninsulares con baja incidencia de los riesgos naturales, y sin embargo con otra
problemática recogida en normativas específicas (Ley del Suelo, EJA, restauración de espacios
mineros).

El conjunto de esas aplicaciones, incluidos los riesgos, tienen su tratamiento más adecuado
dentro de la plan <fi cación integrada; ésta precisa de sistemasde análisis cuyo punto de partida
son clasificaciones que se apoyan en unidades territoriales homogéneas siendo su rasgo más
evidente la fisonomía del terreno. Teniendo en cuenta que la Geomorfología se ocupa de este
terna y lo completa con criterios dinámicos y evolutivos, las cIas¡fi caciones del relieve son la
aportación sintética que hace esta ciencia a los estudios de planificación integrada.
5. CONTRIBUCIÓN DE LA GEOMORFOLOGÍA A LA
CLASIFICACION-EVALUACIÓN DEL TERRITORIO:
PROPUESTA METODOLOGICA

El objetivo de este capitulo es elaborar un ‘modelo conceptual’, a nivel de propuesta, para


estructurar las aportaciones desde el campo de la Geomorfología a los estudios integrados.

5.1. ,JUSTIFICACIÓN

Como ya se señalara en el Planteamiento, la hipótesis de partida de este trabajo considera que


la participación real de la Geomorfología en los estudios del medio físico, no corresponde a
lo que cabría esperar teniendo en cuenta sus métodos y contenidos.

Analizada la problemática que deben de resolver dichos estudios (capitulo 1) y los métodos en
que se basan (capitulo 2), podemos concluir la importancia de los contenidos geomorfológicos
en este campo; así lo ponen también de manifiesto la mayoría de los autores que han trabajado
en el tema.

Después de repasar todos aquellos métodos de planificación en los que la Geomorfología ha


tenido una participación destacada (capitulo 3), puede extraerse una segunda conclusión: el
desfase entre las posibilidades y la participación real de esta ciencia en los estudios integrados,
se debe a la ausencia de un método unificado para estructurar la clasificación del relieve y que
actúe como ‘guía metodológica’ en los inventarios y evaluaciones territoriales.

Como puede deducirse de los métodos y contenidos de la Geomorfología (capitulo 4), su


aportación a los estudios integrados debe realizarse mediante la clasificación del relieve, ya que
ésta representa la síntesis de los atributos de la superficie terrestre y aporta una guía
taxonómica de primer orden.

Partiendo de esas tesis, nosotros proponemos aquí una clasificación que trata de enfocar este
problema; para ello, se basa en los siguientes axiomas:

-Todos los aspectos geomorfológicos de la superficie terrestre (morfografia, morfogénesis,


y morfoevolución), deben quedar sintetizados en una clasificación del relieve. Este es un
98 La Geomorfología en los estudios del medio iLsico y planfficación territorial

objetivo prioritario en la Geomorfología básica y no, como a veces se ha entendido, una


de las aplicaciones posibles de sus contenidos.

- En las numerosas clasificaciones (llamadas fisiográficas, geomorfológicas, del relieve,


territoriales, geográficas, etc.) realizadas hasta el momento, no ha habido una
preocupación prioritaria para lograr o acordar un principio básico de toda ciencia: la
‘unidad taxonómica’. Para conseguir ese objetivo, habrá de profundizarse en los “niveles
de organización” que presenta el territorio y, en consecuencia, establecer las jerarquías y
nomenclaturas unificadas que corresponda.

- Muchos de estos problemas son debidos a razones metodológicas: buena parte de esas
clasificaciones nacieron con fines aplicados y por ello dan prioridad a los aspectos
funcionales sobre los conceptuales. En consecuencia, la estructuración del relieve (niveles
jerárquicos) queda determinada a priori por la utilidad de la clasificación, cuando
realmente deberla seguirse el procedimiento contrario: estructurar el relieve de acuerdo con
sus características intrínsecas (clasificaciones metodológicas y conceptuales) y realizar a
posteriori las oportunas acomodaciones para su aplicación.

- Otros problemas son debidos a razones coyunturales. El hecho de que la Geomorfología


sea estudiada desde ámbitos académicos diferentes, ha condicionado en gran medida los
enfoques metodológicos. En lo referente a las clasificaciones territoriales, ello queda
manifiesto en la presencia de dos aproximaciones: la eminentemente configuracional (vía
geográfica) y la eminentemente genética (vía geológica). Entendemos que la Geomorfología
participa de ambos contenidos o aspectos, y esto debe ser asumido por toda clasificación
del relieve terrestre.

- Una clasificación aplicada debe de tener en cuenta, prioritariamente, los problemas que
trata de resolver y, en consecuencia, adecuar su estructura a los mismos.

De acuerdo con estas premisas podemos concluir que: las aportaciones de la Geomorfología
a los estudios integrados deben realizarse mediante la clasificación sintética del relieve, es
decir, unificando lo configuracional y genético; dentro de lo posible y aunque de momento
resulte difícil, deberán tender a un mínimo acuerdo taxonómico mediante la jerarquización
oportuna; al tratarse de una clasificación para fines aplicados, esa jerarquización habrá de
adecuarse a los objetivos propuestos, es decir, partir de un trabajo metodológico y
reestructurarlo según indique la problemática existente.

La propuesta que aquí hacemos trata de ser congruente, dentro de lo posible, con las tesis
anteriores, es decir: define los niveles jerárquicos según los condicionantes intrínsecos que
marca el relieve, considera el ámbito de aplicación según las repercusiones territoriales
derivadas de la problemática ambiental y, en consecuencia, establece las correlaciones
correspondientes.
Capitulo 5. Propuesta metodológica 99

5.2. FUNDAMENTO

Una clasificación es un sistema de organización u ordenación de la realidad a distintos niveles


de abstracción; si dentro de ella los niveles superiores limitan y controlan el grado de
información de los inferiores, está jerarquizada (Alíen y Starr, 1982). Ya se señaló cómo el
establecimiento de escalas jerárquicas en el medio natural depende en buena parte de los
objetivos, pues la información es susceptible de ser clasificada a diferentes niveles: una
clasificación es una herramienta, no un fin en si misma (Hammond, 1954); son siempre una
interpretación de la realidad y por tanto dependen en gran medida de los criterios y objetivos
del clasificador (Wright, 1972). Es preciso insistir en este particular, y asumirlo: las
clasificaciones no son sino abstracciones de la realidad.

Dado que el objetivo de nuestra propuesta pretende estructurar de algún modo la participación
geomorfológica en estudios integrados, este epígrafe trata de correlacionar unas ‘categorías
geomorfológicas’ con niveles en que tienen incidencia los problemas territoriales o ambientales.
Ese planteamiento enlaza con la filosofía básica de la planificación integrada: llegar a una
relación adecuada entre las dinámicas del medio natural y del medio social (figura 5.1).

Historia Natural repercusión territorial


los problemas ambiental
superlkie terrestre
(configuración y estado evolutivo)

clasificaciones del relieve de contenido


integral ~eosnétricay genética) ~ ~ territorio

clasificación territorial integrada

clasificación fisiogrífica con objetivos de planificación ecológica


(hipótesis de trabajo)

Figura S.l. Fases a seguir en el desarrollo de una clas~ficadón del relieve con objetivos de planificación
integrada.

5.2.1. Categorías geomorfológicas o del relieve

El conjunto de clasificaciones fisiográficas recogidas en la literatura (ver cuadro 4.3), utilizan


una serte de criterios a la hora de clasificar el medio a diferentes niveles. Aun cuando exista
una notable dispersión en cuanto al número de categorías y bases para su definición, un
análisis minucioso de las taxonomías más próximas a la Geomorfología recoge o asume unos
criterios ‘comunes’ o ‘básicos’ a prácticamente todas ellas. Esos criterios son: a pequeña escala
(grandes unidades), la naturaleza geológica y estructural; a escala regional, los criterios
morfoestructurales (orográficos), derivados de la evolución geomorfológica; a escala comarcal
los criterios geométricos (relieve) y genéticos (morfogénesis); por último, a nivel local es
decisiva la uniformidad morfográfica (elementos básicos del relieve), y morfodinámica
100 La Geomorfología en los estudios del medio fisico y plan~cación territorial

(procesos actuales). Apoyándonos en todas esas aportaciones e introduciendo alguna precisión,


consideramos que las categorías básicas para organizar la información geomorfológica son
cuatro:

- Primera. Es el referente evolutivo a escala temporal y puede definirse como: conjunto


de caracteres que confluyen en un territorio y han consolidado a lo largo de su historia
geológica; son las grandes regiones geológicas del Planeta. Normalmente se han citado
como ‘grandes estructuras corticales’, ‘grandes morfoestructuras’, ‘divisiones
fisiográficas’, etc.

Cuadro 5.1. Correlación’ entre distintas categorías geomorfológicas (ordenación cronológica


aproximada).

ámbito ámbito ámbito grandes ámhita


REFERENCIAS local conmrtsl regional regiones continental
majar
Fennenwn (1916, 1928) disiríct section provmnce
division
WooM,idge <1932) facez

IJalon (1951) sire sbow traer serren province división

C5IRO (Cluinian, 1958; ¡and ¡asid rompía


Christian y Stewafl, 1968) sae ¡¿ni’ syssem ¡asid syssem

Oxfo,d.MFYE
RecAen ~ Welnter <1965) elemeus facer sysresn región provínce división
Brinte — al. (1966)

PUCE (Ai1chi,son renain renain retraía lerrain


y Cnn’, 1967, 1968) componení unir pastan province

geomnorph. geomoq,h. geomo,ph. geomoqsh. geon.oeph.


Peesiy Somogyi <1969) morphofades nácroregion mesoregion macroregion inacroarea megaerea

subsection
Godfrey (1977) ropographic ¡anti sype ¡ami rype seden prov¡nce
elemesir
st,,”?

e¡enenlo unidad COflJUtitO conjunto conpnro


panza <1978) geon.ojoiogíco gramo ,foltgica geonwjoiogtco
(ardas inferior) geomoifoidgco
(orden superior) geo¡4gíco

ele¡nenros del dominios conjuntos


Pedraza í (lanón <1978) relieve del relieve geoiogicas

ITC (Van zuidam geon¡o.~h. geomo¡ph. main geomorphologica¡


y Van Zuidam, 1979) detall unir geomoiph. ¡¿ni’ province

faceta del uni4ad asociación región provincia


Se yago <1982) relieve geomorg’oio gira geomorfas.sgíca geomorfoióg¡ca gramo JoSé gira

CamArera y elemento unidad sistema amnbienre


Díez dc Tetón <1987> ¡no ifodinómica morfodindmica morfodinémico morfodinrimico

Gadfrey ~ (¡caves <1991) zane area distñct 3jjjnireeio§J§m~ncjjjj majar


división

1) El estableclmlento de escalas aproximativasparo cada nivelpresenla dtficuhades. en tanta re ¡asta de clasIficaciones realizadas paro dmbtlas geográficos muy distiMos.
Por ejemplo, las unidades definidas paro Estados UnIdos o Avalaslia tienen una exíenstón mucho mayar que las canogrofiodas en Europa con ¡os ¡sIsmos edíertos.

- Segunda. Es el referente a escala espacial y puede definirse como: porción del relieve
terrestre que mantiene tal unidad fisonómica o configuracional como para ser un indicador
fisiográfico-orográfico; o también, conjunto de caracteres sintéticos que permiten establecer
relaciones de distribución (o geográficas) entre todos los componentes de la superficie
terrestre. Normalmente se han citado como ‘regiones morfoestructurales’, ‘provincias
fisiográficas’, ‘grandes unidades orográficas’, etc.
Capítulo 5. Propuesta metodológica 101

-Tercera. Es el referente genético y morfográfico, y puede definirse como: porción del


relieve terrestre que muestra una geometría uniforme pero compleja (articulación de formas
elementales definiendo patrones homogéneos), debida a un sistema de procesos
característico. Es la unidad o ‘taxón’ tipo en Geomorfología, y se ha denominado como
‘unidad geomorfológica’, ‘tipos de relieve’, ‘de terreno’, ‘patrón de terreno’, etc.

- Cuarta. Es el referente morfométrico y dinámico, y puede definirse como: porción del


relieve terrestre que muestra una geometría uniforme y sencilla (no es subdivisible en
formas de menor rango, aunque sean geometrías compuestas); también se incluye aquí el
dominio territorial que alberga los agentes de ¡a dinámica terrestre (básicamente exógena).
Normalmente se han citado como ‘elementos geomorfológicos’, ‘facetas’, ‘elementos
topográficos’, etc.

5.2.2. Problemática ambiental y ámbitos territoriales de actuación

Los problemas derivados del uso del territorio se manifiestan a unas determinadas escalas; y
son esos ámbitos los que precisan intervenciones adecuadas.

De Pablo e: al. (1984; en Diaz Pineda y Nicolás, 1987) distinguen una gradación en el
tratamiento de la información ambiental (figura 5.2). Para nuestros objetivos y en consonancia
con lo dicho anteriormente, interesa destacar de este esquema el diferente grado de abstracción
que requiere ¡a información ambiental según la escala territorial: las locales precisan
identificación y descripción de problemas; las regionales, simulación de la dinámica en grandes
unidades naturales (equivalentes a unidades fisiográficas); y el ámbito estatal, políticasglobales
en función de las características naturales del territorio.

TIPO DE
ACCCIÓN

AGREGACIÓN
DE LA
INFORMACIÓN

ÁMBITO
PREFERENTE
DE ACTUACIÓN

Figura 5.2. La información ambiental considerada tajo distintos perspectivas y ámbitos de actuación
(según De Pablo et al., 1984; en Díaz Pineda y Nicolás, 1987).
4ios del medio Asico y planÉficacián territorial
102 La Geomorfología en los es¡u

Con independencia de las normativas legales que los ejecuten y de las figuras concretas que
los regulen, la literatura recoge de forma más o menos estandarizada unos “ámbitos
territoriales de actuación o planificación”, cada uno de los cuales tiene unos fines diferentes
y requiere distinto detalle y proftlndidad en los análisis. Po# ejempo, Bartkowski (1979; en
Aguiló er aL, 1992) distingue: global, nacional, regional y local, correlacionando cada uno de
ellos con el nivel de detalle y carácter de la información requeridos (figura 5.3). Asimismo
Liittig (1987) señala una serie de niveles de planificación (internacional-nacional, regional,
local-detallado y proyectos) y los equipara con las escalas más comunes de mapificación (figura
5.4); cada uno de ellos tiene una problemática y metodología propias. También Cendrero
(1989a) ha incidido en este razonamiento, señalando: ‘nivel macro’, en el cual se utilizan datos
generales y se requieren programas y políticas ambientales; ‘nivel meso’ o regional, en el que
cabe establecer capacidades y limitaciones para distintas actividades; y ‘nivel micro’, local o
de proyectos (minería, urbanización, etc.), que requiere estudios y análisis específicos.

ESCALA

Figura 5.3. Relaciones entre escalas de los mapas, cantidad de información y nivel de la planificación.
Según Bartkowski (1978; en Aguiló el al., 1992).
o

(-3
1
a,
sowo ¡ P¡ii¡lltgmO,

u ¡o

¡ ¡ ¡
¡ ¡ ¡
¡ ¡

NIVEL DE PL«NINCACIÓN

[jjj] Objetivo niditiple Objetivo único

Figura .5.4. Relación entre niveles de planeamiento y escalas de los mapas (según Lúttig, 1987; en
Cendrero, 1989b).
Capítulo 5. Propuesta metodologica 103

La Carta Europea de Ordenación del Territorio (ver Aguiló e: aL, 1987; Enériz, 1991)
reconoce también el necesario principio de jerarquización en la planificación territorial, que
vincula las decisiones de los niveles inferiores a las superiores. Dichos niveles y sus funciones
son:

- Europeo. Le corresponde la coordinación de las políticas globales para mantener el


equilibrio en su ámbito. Las decisiones se basan en el interés general.

- Nacional. Le corresponde la coordinación de las distintas políticas de ordenación del


territorio, y entre los objetivos nacionales y regionales.

- Regional. Es considerado el marco más apropiado para el desarrollo de la ordenación y


planificación territorial, teniendo la función de coordinar las actuaciones de rango superior,
y hacerlas efectivas al nivel loca!.

- Local. A través del urbanismo municipal, es el encargado de ejecutar materialmente la


planificación territorial. Deberá tener en cuenta para ello los intereses de las ordenaciones
regional, nacional y europea.

En definitiva, esa forma de organizar el planeamiento y la información ambiental responde a


la ya señalada posibilidad de jerarquizar el territorio y la incidencia de los problemas sobre el
mismo, utilizando de nuevo diferentes niveles de abstracción para cada nivel.

Así pues, y a pesar de las dificultades para su concreción, es posible jerarquizar los problemas
ambientales según su incidencia territorial. Independientemente de las figuras y normativas
administrativas que tratan de minimizar esos problemas, deberá establecerse una escala de los
mismos a partir de parámetros cualitativos y cuantitativos: evolución histórica, repartición
geográfica, intensidad, tipo, etc. Una tentativa de ello es la que presentamos a continuación:

- Problemas globales

Día a día se está demostrando que los denominados ‘problemas globales’ no son una mera
formulación teórica, sino realidades concretas: lluvia ácida, erosión-desertización, posible
calentamiento global inducido, por no entrar en cuestiones más opinables —pero obvias—
como el desequilibrio Norte-Sur, etc. Todos ellos son temas que exigen un enfoque pluriestatal
o internacional, tratando de evitar efectos inducidos por ‘terceros’; es decir, repercusiones
sobre un territorio de las actividades generadas por sociedades extrañas al mismo.

Hasta cierto punto ese tipo de ‘costes’ deberían estar normalizados mediante enfoques
territoriales que pueda evaluar la escala supraestatal. Se trata en estos casos de eliminar el
‘factor frontera’ y ajustarse a planteamientos que gestionen el territorio teniendo en cuenta sus
características naturales.
104 La Geomorfología en los estudios del medio fisico y plan fficación territorial

En realidad y aun cuando se hable de problemas globales, lo cierto es que sus repercusiones
tienen lugar a niveles de tipo ‘regional a pequeña escala~ (grandes territorios) o zonal: erosión-
desertización en la franja del Sahel, deforestación en la cuenca del Amazonas, posible
anegamiento de zonas costeras por subida del nivel del mar, problemas de contaminación
atmosférica, desequilibrios hídricos, etc.

A esta escala es importante considerar dos cuestiones: una es la dimensión histórica de los
problemas (factor acumulativo); otra la dimensión tecnológica (factor cuantitativo).

Respecto a la primera, muchas modificaciones del territorio son inicialmente ‘poco incisivas’
y diseminadas; sin embargo, la persistencia de las mismas a lo largo de los tiempos históricos
multiplica su repercusión con efectos destacables. Buen ejemplo de ello es la cultura
mediterránea y las transformaciones asociadas: deforestación, salinización de suelos, pérdida
de biodiversidad, etc.

Respecto a la segunda, determinadas manipulaciones hechas posible gracias a la sociedad


‘altamente tecnificada’ son aplicadas localmente, sin embargo sus efectos pueden llegar a tener
repercusiones globales. Buen ejemplo de ello es la lluvia ácida y, aunque más dudoso, la
desertización inducida por cambios climáticos.

- Problemas regionales

En un nivel intermedio se sitúan toda una serie de problemas que, sin llegar a tener una
repercusión global clara, traspasan el ámbito meramente local. En realidad, muchos de ellos
no son más que un estado ‘incipiente’ de algo que puede llegar a ser global si no se controla
adecuadamente; o también, la materialización concreta y peculiar de algo global en una porción
de territorio. La dificultad para acordar cuál es realmente el ámbito territorial que comprende
una región, no permite precisar más respecto a este tema. Ciertamente, un ‘problema regional’
es aquél que traspasa el ámbito local y se manifiesta a lo largo de un espacio heterogéneo, por
lo cual es frecuente subdividir este nivel en dos: regional y comarcal.

Ejemplos de este tipo de problemas son: transformación de áreas de montaña, gestión de


cuencas hidrográficas o sobreexplotación de acuíferos, reforestaciones, urbanización de franjas
costeras, grandes infraestructuras, efectos derivados de metrópolis en sus hin:erlands, etc.

- Problemas locales

Se trata de efectos que no sobrepasan el ámbito de un territorio homogéneo (limitación


espacial) y analizados en un contexto histórico acotado (limitación temporal). Su incidencia en
el territorio produce lo que se ha considerado como ‘impactos localizados’; ejemplo de ello son
los efectos producidos por: urbanización, minería, agricultura intensiva, infraestructuras
localizadas, vertederos, etc.
Capítulo 5. Propuesta inetodológica 105

5.3. PROPUESTA PARA LA CLASIFICACIÓN DEL TERRITORIO A PARTIR DE


UNIDADES DEL RELIEVE

Teniendo en cuenta las pautas o criterios de clasificación de las diferentes jerarquizaciones


geomorfológicas (cuadro 5.1), llevamos a cabo una propuesta para la clasificación del relieve
según las cuatro categorías básicas preestablecidas. Esos niveles ya estaban reconocidos en la
clasificación de Pedraza (1978) cuya utilidad con objetivos prácticos de planificación territorial
y estudios del medio físico se ensayó por Pedraza y Garzón (1978), Bartolomé e: aL (1980),
Lafuente e: al. (1981), Pedraza (1982) y Pedraza e: aL (1986).

La ventaja principal de este método es que unifica los aspectos configuracionales o geográficos
con los genéticos o geológicos, en tanto se asume que los primeros deben su fisonomía a los
segundos. Estas ideas parten de Davis (1899b) y fueron estructuradas luego por Fenneman
(1916, 1928); posteriormente son utilizadas por Wooldridge (1932), Linton (1951) o Wright
(1972), Godfrey (1977), Godfrey y Cleaves (1991), entre otros.

Para su utilización con fines aplicados, es necesario insistir de nuevo en el ‘amplio’ sentido
que se otorga a la unidad geomorfológica en la literatura norteamericana: parámetro complejo,
que aglutina litología, estructura, forma y procesos (pasados y actuales); es decir, el resultado
de la actuación de unos procesos geomorfológicos sobre un sustrato geológico a lo largo de
la historia de la Tierra. Estas unidades presentan unas características genéticas y
configuracionales homogéneas, donde quedan contenidos los parámetros ‘aplicables’ de la gea.

Esta filosofía de trabajo, enlaza con la de las primeras clasificaciones fisiográficas realizadas
en la Península Ibérica por Dantin Cereceda (1912, 1922, 1942) y Hernández-Pacheco (1934a,
1955-1956). Se tratarla así de actualizar esas bases y clasificaciones con objetivos de
planificación ecológica.

Con esta base de partida y teniendo en cuenta las conclusiones reflejadas en los apartados
previos (5.1 y 5.2), consideramos que una clasificación que pretenda definir unidades
territoriales debe de cumplir los siguientes requisitos:

- Hacer posible la construcción de una escala jerárquica, y ser sencilla en el número de


categorías.

- Basarse en atributos evidentes de la superficie terrestre, los cuales pueden cumplir una
función similar a los horizontes, propiedades y caracteres de diagnóstico de las
clasificaciones edáficas más comunes (USDA, 1975; FAO, 1991). La naturaleza de esas
propiedades es distinta para cada nivel, y los criterios que mejor discriminan en cada uno
son los ya reflejados al analizar los fundamentos (ver epígrafe 5.2.1).

- Tener una base configuracional y genética que permita las correlaciones globales y
paniculares entre los diferentes niveles de la escala; pero al mismo tiempo ser flexible en
106 La Geomorfología en los estudios del medio fisico y plan ftlcación territorial

los planteamientos conceptuales, en tanto se trata de una clasificación cuyas unidades


representan per se la práctica totalidad de los atributos del territorio o, en su caso, se van
a integrar con otros elementos para adquirir esa representatividad.

- Prescindir de nomenclaturas regionales, al objeto de poder ser generalizable a cualquier


espacio.

- Establecer unidades cuyos limites sean fácilmente identificables y tengan cierta


permanencia en el tiempo, aportando a la planificación integrada una base de referencia
para el análisis temporal bajo diferentes condicionantes socioeconómicos (cambios de uso
en el territorio); ese detalle es básico en planificación integrada o ecológica, en tanto su
filosofía trata de adecuar las demandas sociales a las características del territorio.

Las características de cada uno de los niveles taxonómicos y los criterios para su clasificación,
son los siguientes:

5.3.1. Regiones físico-geológicas

Equivalen a las major divisions de Fenneman (1916, 1928) y Godfrey y Cleaves (1991), y a
los ‘conjuntos geológicos’ de Pedraza (1978)

- Caracterisilcas del nivel jerárquico

El término ‘físico’ hace referencia a la expresión de esas estructuras litosféricas en la superficie


terrestre, y ‘geológico’ al significado evolutivo del conjunto (litoestructuras). Se trata de las
unidades básicas en que se subdividen los continentes (corteza continental), definiendo las
grandes regiones morfoestructurales del Planeta: orógenos, cratones (escudos y plataformas),
cuencas sedimentarias (figura 5.5). Permiten por tanto correlaciones histórico-evolutivas a nivel
global de la Tierra.

Dichas unidades están controladas por la tectónica de placas, y constituyen ‘ciclos geológicos’
responsables de: las grandes estructuras corticales (cadenas montañosas); su arrasamiento
(escudos); acumulación de materiales en depresiones (cuencas sedimentarias); y formación de
productos geológicos que tomarán parte en los nuevos ciclos evolutivos. En definitiva, el
criterio para clasificar regiones físico-geológicas lo otorga la historia geológica (tabla 5.3)
Capitulo 5. Propuesta metodológica 109

Tabla 5.3. Nomenclatura para la categoría de ‘regiones ftsico-geoh5gicas’ (G).


PROCESOS RESULTADO

(HISTORIA GEOLÓGICA) (morfoestructuras continentales) G

orogenias prehercínicas escudos p

orogenia hercfnica macizos antiguos h

orogenia alpina cordilleras de plegamiento a

erosión de los sistemas


montañosos alpinos cuencas sedimentarias c

Se toma como punto de referencia las grandes orogenias entendidas éstas en un sentido global,
es decir (Pedraza, 1978): implican unos rasgos previos (etapas de litogénesis sedimentaria),
establecen otros característicos (etapas de tectogénesis y petrogénesis endógena), y condicionan
la evolución posterior (etapa de morfogénesis).

El orden de permanencia de estas unidades oscila entre las decenas y centenas de millones de
años, y su estudio más adecuado se lleva a cabo en términos de grandes ciclos (cydic time).

Respecto a lo señalado hasta el momento, es necesario precisar que la evolución geológica no


hace referencia únicamente al carácter petrogenético, sino al conjunto de su historia geológica;
por ejemplo, la zona axial del Pirineo es hercinica, y por tanto sus características litológicas
son similares a las del conjunto hercinico; sin embargo, la evolución de esos conjuntos durante
el Mesozoico fue bien distinta: sustrato de cuenca sedimentaria en el primer caso y
arrasamiento en el segundo; esos diferentes ‘caminos evolutivos’ tienen gran influencia en la
configuración morfológica final. Pedraza (1978) resolvió este problema introduciendo el
contexto ‘espacial’, distinguiendo entre conjuntos ‘individualizados’ y ‘englobados

- Método de trabajo: procedimiento para la clas<ficación

Las regiones físico-geológicas se delimitan por síntesis y reagrupamiento a partir de


cartografías geológicas a pequeña escala, y su descripción es esencialmente bibliográfica.

Actualmente, la imagen de satélite ofrece criterios muy precisos para su cartografía: la


información recibida en forma de radiación electromagnética permite realizar clasificaciones
por procedimientos automáticos.

5.3.2. Regiones geomorfológicas

Se sitúan en un nivel equivalente grosso modo a las ‘provincias’ (provinces) y ‘secciones’


(sections) de Fenneman (1916, 1928), adoptadas posteriormente por Godfrey y Cleaves (1991)
110 La Geomorfología en los estudios del medio Asico y planÉficación territorial

con objetivos aplicados; se corresponden también con los ‘conjuntos geomorfológicos’ de


Pedraza (1978), definidos como porciones de la superficie terrestre determinadas por una
asociación de formas, que poseen un paralelismo evolutivo dentro de la historia terrestre, y
constituyen grandes morfoestructuras. Serían equiparables a su vez con lo que otras
clasificaciones denominan ‘tipos de relieves’ o ‘regiones morfoestructurales’.

- Características del nivel jercirquico

Constituyen unidades orográficas de primera magnitud: elevaciones, valles y depresiones,


superficies y llanuras.

Las regiones geomorfológicas son resultado o expresión de la dialéctica entre las dinámicas
geológica y climática a lo largo de la historia natural de una región (interacción dinámica entre
procesos endógenos y exógenos); la configuración resultante depende del predominio de una
u otra dinámica. Esos factores genéticos del relieve (geológicos y climáticos) han actuado
asociados durante periodos de tiempo amplios (centenas de miles de años a unidades de
millones) y el resultado final deriva de la preponderancia de alguno de ellos.

Por tanto se consideran a este nivel unidades con un patrón de relieve (morfoestructuras,
orografías o fisiografías), derivado de una evolución geomorfológica común (tabla 5.4).

Tabla 5.4. Nomenclatura para la clasificación de ‘regiones geomorfotógicas’ (M).

MACRORRELIEVE (OROGRAFÍA) M
elevaciones orográficas e
depresiones, fosas, corredores y valles d
llanuras, planicies, plataformas

En principio, las regiones físico-geológicas llevan asociadas unas regiones geomorfológicas


determinadas: regiones alpinas-elevaciones orográficas, y macizos hercinicos superficies de
erosión, o planicies. Sin embargo, esto no siempre sucede así: no todas las regiones físico-
geológicas hercinicas son superficies de erosión (por ejemplo: el Sistema Central), y no todas
las regiones físico-geológicas alpinas son cordilleras (por ejemplo: los relieves mesozoicos del
borde norte del Sistema Central, modelados como superficies de erosión).

La superposición de las regiones geomorfológicas y físico-geológicas, es la que otorga un


sentido genético al conjunto y permite diferenciar unidades orográficas de distinta naturaleza.
Sin embargo, lo realmente importante para objetivos aplicados es la configuración. Así, las
regiones geomorfológicas permiten establecer todo tipo de relaciones entre las formas del
terreno y ótros factores (clima, estructura geológica, litología o tipo de material, vegetación
Capítulo 5. Propuesta metodologica 111

y usos antrópicos), es decir: relaciones de distribución entre los elementos que configuran la
superficie terrestre (correlaciones geográficas).

- Método de trabajo: procedimiento para la cíasficación

Las regiones geomorfológicas se delimitan a partir de análisis morfotopográficos a pequeña


escala, definiendo los contrastes generales y las grandes unidades del relieve; estos análisis
pueden llevarse a cabo por procedimientos manuales (a partir del mapa topográfico), o bien
automáticos (utilizando modelos digitales del terreno).

En general, las regiones geomorfológicas de la Península derivan de su evolución geológica


más reciente (cenozoica); para su descripción genética es necesario por tanto un análisis
bibliográfico sobre Geomorfología a escala regional.

5.3.3. Dominios del relieve

Equivalen aproximadamente a las ‘regiones’ y ‘distritos’ de los fisiógrafos norteamericanos


(Fenneman, 1916, 1928; Godfrey y Cleaves, 1991), a la ‘unidad geomorfológica’ de Pedraza
(1978) y a los ‘dominios del relieve’ de Pedraza y Garzón (1978), del cual toma el nombre.
Son también correlacionables con los ‘sistemas morfogenéticos’ o ‘dominios geomorfológicos’
de otras clasificaciones.

- Características del nivel jerórquico

Se considera un dominio del relieve: porción territorial de morfología compleja (subdivisible


en unidades de menor rango, tanto a nivel geométrico como genético), y originada por un
sistema de procesos que han actuado según una sucesión determinada a lo largo del tiempo.
Tal sucesión conduce a una asociación de formas articuladas entre si, definiendo un patrón o
estructura homogénea del relieve. Esa homogeneidad deriva del predominio de uno de los
factores geomorfológícos (sean dinámicos o estáticos) sobre el resto; dicho factor es el que
impone sus rasgos morfológicos característicos en el conjunto del dominio, haciéndole aparecer
como una geometría ‘congruente’; es decir, se ajusta a un patrón definido (superficie de
erosión, por ejemplo), y articulado por elementos geométricos básicos menores (facetas).

Estos razonamientos destacan los aspectos evolutivos del terreno, es decir su historia
geomorfológica; pero esa historia condiciona a su vez sus características configuracionales. Los
dominios del relieve son pues asociaciones de formas y procesos ligados por relaciones
genéticas y espaciales.

El estudio de los dominios debe hacerse en términos de equilibrio dinámico y sistemas


geomórficos, y su escala temporal oscila en torno a las centenas de miles de años.
112 La Geomorfología en los estudios del medio fisico y plan Wcación territorial

- Método de trabajo: procedimiento para la clasificación

En los niveles anteriores la clasificación ha seguido un método deductivo. Ese procedimiento


ha sido posible porque los conocimientos necesarios para obtener regiones físico-geológicas
y geomorfológicas entraban en el campo de lo ‘general’; es decir, información fácilmente
interpretable por no expertos. Lo mismo sucede con otras ciencias: por ejemplo, las grandes
formaciones vegetales son reconocibles y utilizables por profanos; sin embargo, las
asociaciones vegetales de detalle son difíciles de establecer sin la participación de especialistas.

Así pues, la compartimentación de las regiones geomorfológicas en dominios del relieve


siguiendo procedimientos de subdivisión (método deductivo), presenta problemas si queremos
mantener cierto rigor informativo; ello se debe a que es necesario tener un conocimiento más
detallado sobre la génesis del territorio para proceder a su sistematización. En consecuencia,
la clasificacióndebe llevarse a cabo siguiendo procedimientos de asociación a partir del análisis
geomorfológico detallado (método inductivo).

El procedimiento concreto consiste en determinar cómo están asociadas espacialmente las


formas elementales del relieve, y cuál es el factor o proceso determinante en la configuración
del conjunto (tabla 5.5). Se trata entonces de realizar una síntesis a partir del análisis
geomorfológico; caso de no existir, se hace preciso su elaboración previa a cualquier trabajo
aplicado.

Esta escala es la habitual para trabajos de investigación en Geomorfología básica, y se trata


de un nivel esencialmente genético (asociaciones morfológicas que sirven para interpretar las
formas del terreno). Sin embargo, el acomodo de esta información para necesidades prácticas
requiere dar de nuevo prioridad a la configuración del relieve (fisonomía o fenosistema) frente
a su génesis (fisiología o criptosistema).

- Nomenclatura del dominio

Para nombrar los dominios se seguirá un procedimiento binómico: uno de los términos hace
referencia al proceso dominante dentro del sistema morfogenético, el segundo a la geometría
‘congruentes que sirve para identificar la unidad obtenida de la agrupación de elementos. El
orden de los términos en principio no es importante, si bien se estima más procedente que
primero figure la configuración. Por ejemplo: superficie de erosión, artesas fluviales, sistema
de terrazas fluviales, valles glaciares, crestas de plegamiento, berrocales graníticos, laderas de
fracturación, etc.
Capítulo 5. Propuesta metodológica 113

Tabla 5.5. Ejemplo de nomenclatura para la categoría de dominios del relieve <2)). 2Ypologíos según
Pedraza et al. (1996a).

FACTOR
GEOMORFOLÓGICO TIPO GENÉTICO
frío (periglaciar y glaciar) cf
templado (fluvial) ct
intertropical cálido-húmedo (meteorización) ci
climgtico ca
(procesos) o intertropical cálido-seco (arroyada)
intertropical árido (eólico) ce
marítimo (litoral) cl
polig¿nico op

geológico de plegamiento ep
(estructural) e de fracturación cf
(litológico) 1 volcánico lv
granítico Ig
cárstico 1k
otros (arcilloso> la
otros (conglomerático) ic

5.3.4. Elementos del relieve

Coinciden grosso ¡nodo con las ‘áreas’ y ‘zonas’ de Godfrey y Cleaves (1991), con los
‘elementos geomorfológicos’ de Pedraza (1978) y con los ‘elementos del relieve’ de Pedraza
y Garzón (1978), del cual toma el nombre. También aparecen en la literatura como ‘facetas
del relieve’ o ‘elementos topográficos’.

- Características del nivel jerdrquico

Se trata de las ‘unidades básicas del relieve’ definidas en base a contrastes geométricos
elementales (cambios, rupturas, etc., de la pendiente); se consideran también como tales, los
agentes de la dinámica terrestre y sus relaciones. Son por tanto la base para establecer el
sistema de relaciones intrínsecas, tanto geométricas como genéticas, del relieve terrestre. Pero
incluso a este nivel de gran uniformidad geomorfológica, existe una cierta heterogeneidad: por
ejemplo, los microrrelieves o pedregosidades que definen los edafólogos; todo ello viene de
nuevo a incidir en la problemática para acordar clasificaciones estandarizadas en Ciencias de
la Tierra.

Aún cuando los elementos del relieve estén definidos por su geometría, son en buena medida
morfogenéticos pues, en última instancia, deben su configuración a un proceso geomorfológico
unitario. En investigación sirven para determinar las acciones dinámicas y, según éstas, definir
114 La Geomorfología en los estudios del medio fisico y plan jilcación territorial

tipos genéticos (procesos actuales); partiendo de ellos y mediante el análisis comparado es


posible establecer la secuencia de procesos que han afectado a un dominio del relieve (sistema
de procesos o morfogenético). Por todo lo dicho, los elementos son la unidad de referencia
para la cartografía geomorfológica; en ella el terreno aparece clasificado en base a su
morfografía, morfogénesis, y edad. A veces la morfogénesis queda precisada según se trate
de modelados o formaciones superficiales, lo cual es muy útil en ciertos trabajos aplicados
como en Edafología. Sin embargo, no es frecuente separar los elementos que están generando
acciones dinámicas en el territorio (procesos actuales) respecto a aquéllos otros derivados de
acciones pasadas; esta limitación se ha intentado superar asignando edades a las formas.

Dadas esas circunstancias, seria conveniente establecer una metodología que separase lo
estrictamente morfográfico de lo genético, ya que las acciones dinámicas pasadas no están
presentes en el territorio y, por tanto, no son relevantes para muchos fines (por ejemplo,
trabajos aplicados). Usando una expresión simple, podríamos decir que: todas las morfografias
cartografiadas en un análisis geomorfológico están presentes en el territorio y, sin embargo,
no ocurre así con todos los procesos descritos. Un intento de clasificar los elementos teniendo
en cuenta esta alternativa, aparece en la tabla 5.6.

Tabla 5.6. Nomenclatura para la cías<ficación de elementos del relieve (E).

MORFOC RAFIA PROCESO GEOMORFOLOGICO ACTUAL E,,,


E, tipo (acción>
(cm base a morfonietría>

superficie (0-2’> hielo-deshielo bd

rampa-glacis (2-6’> g edafog¿nesis (meteorización-intemperización> e’


encharcamiento Qsidromorfismo) eh
ladera (6-13’)
arroyada en manto (erosión) ame
talud (13-25’)
escarpe (25-55’) e arroyada en manto (sedimentación) ama

acantilado (>55’> a arroyada concentrada (erosión en regueros) are


arroyada concentrada (erosión en círcavas) ace

arroyada concentrada (sedimenlación en conos) aca

decantación (sedimentación) da

mixto aluvial-coltivial (acumulación) ma

mixto coluvial (acumulación) cos

fluvial canalizada-incisión lineal (erosión) fe


fluvial-avenidas (sedimentación) fa

caídas (erosión-denudación) ce

caídas (sedinentación-acumulacidn) ca

deslizamiento (erosión-denudación) de

deslizamiento (aedisnentación.acttmulación) da

flujo-reptación (erosión-denudación) re
flujo—reptación (sedimentación-acumulación) rs
inflltración-carstificación (erosión> Ice

denudación antrópica (erosión) ae


agradación antrópica (sedimentación-acumulación) 55

resnodelación antrópica ar
Capítulo 5. Propuesta inetodológica 115

Los elementos del relieve son analizables de forma más adecuada en términos de régimen
permanente (steady state), y su escala temporal oscila en el orden de miles de años.

- Procedimiento

Para obtener los elementos del relieve el procedimiento más estandarizado es elaborar un mapa
morfométrico, incluyendo los agentes de la dinámica actual que tienen expresión morfológica
como un rasgo más. Dicho mapa puede realizarse siguiendo procedimientos manuales o
automáticos; en el primer caso hay que hacer un análisis del mapa topográfico, en el segundo
un tratamiento de modelos digitales del terreno. Una vez realizada esa labor deberá asignarse
a cada elemento su génesis, para ello se utilizan dos procedimientos: la asociación
morfometria-acciones dinámicas actuales, siguiendo un método de correlación; y la asociación
morfometría-acciones dinámicas pasadas, siguiendo un método de deducción.

Como resumen de todo lo señalado hasta aquí, la figura 5.6. sintetiza las relaciones y
procedimientos de la propuesta de clasificación.

Regiones fisico-geológica
o —~- ~

: g —~

.~ Regiones geomorfológicas 1 ~ - u

O u
a -t a e
Dominios del relieve ~ u
-
Ss.o~o
O

~fl Elementos 1 del relieve ~ A.~ a e


-o

Figura 5.6. Relaciones y procedimientos de la propuesta de clasificación del relieve

5.4. CONTRIBUCIóN PARA DEFINIR UNIDADES INTEGRADAS DEL MEDIO


FÍSICO

Como ya se indicó en la Justificación y Fundamentos de este capítulo (epígrafes 5.1 y 5.2),


para transformar una clasificación del relieve metodológica (o siguiendo una metodología
geomorfológica) en otra aplicada, es preciso reconvenir las unidades de aquélla según los
objetivos que debamos abordar. En el caso de la planificación integrada, esos objetivos no son
otros que resolver los problemas derivados del uso del territorio y, como también se señaló
(ver epígrafe 5.2.2), su incidencia en el mismo tiene una jerarquía determinada.
116 La Geomorfología en los estudios del medio ./Tsico y planWcación territorial

La correlación entre ambas jerarquías, la de los problemas con repercusión en el territorio y


la de las clasificaciones geomorfológicas del mismo, puede establecerse como aparece en
cuadro 5.2, cuyo contenido pasamos a describir.

Cuadro 5.2. Correlación entre niveles de incidencia de los problemas ambientales y unidades
geo,norfológicas.
INCmENCIA DE LOS PROBLEMAS UNIDAD

TERRITORIALES O AMBIENTALES GEOMORFOLÓGICA

global región fisico-geológica

regional (s.s.> región geomorfológica

comarcal dominio del relieve

local elemento del relieve

5.4.1. Regiones físico-geológicas: bases para establecer regiones naturales

La descripción y evaluación del medio a estas escalas es independiente de la actividad humana,


en tanto el grado de abstracción requerido no hace aparecer aún los usos: hay por tanto una
gran naturalidad en las unidades territoriales ‘observadas’ a este nivel de detalle.

Las regiones físico-geológicas establecen bases para la definición de unidades integradas a


escala continental: lo que podríamos denominar las ‘grandes regiones naturales de la Tierra’.
En este sentido es necesario destacar dos aspectos: la imprecisión en cuanto a contenido,
extensión, y criterio cartográfico de la región natural; y el sesgo de ese concepto hacia los
aspectos bioclimáticos.

Para Gentilli (1968), una de las regionalizaciones más próximas a este particular fue la
realizada por Herbertson: ‘En la determinación de regiones naturales, el clima y la
configuración deben ser considerados conjuntamente. (Herbertson, 1905: 309). Sin embargo
ese objetivo fue más bien una intención, pues su mapa de las ‘grandes regiones naturales de
la Tierra’ es en realidad un atlas bioclimático. También la clasificación de Joerg (1914)
pretendía este carácter integral a pequeña escala (ver cuadro 4.2), pero de nuevo llegó a
idénticos resultados que la anterior.

La Geografía lleva ocupándose de estos temas desde hace más de un siglo y poco es lo que
puede precisarse al respecto, salvo que es un término complejo por definición (ver por ejemplo
Dumolard, 1975) y, como ya se ha señalado, los problemas fundamentales derivan de su
contenido, escala y límites (Sanz Herraiz, 1980>.

En cuanto al contenido, todos coinciden al señalar que debe basarse en el papel que juegan los
elementos físicos para la ordenación del espacio; sin embargo, en la práctica la integración de
Capítalo 5. Propuesta metodológica 117

los mismos ha sido difícil. Por ello, la región suele considerarse un concepto más teórico que
práctico y eminentemente descriptivo. Respecto a la escala tampoco existe acuerdo y parece
que es independiente del orden de magnitud, si bien precisa una extensión mínima (del orden
de la decena de miles de kilómetros cuadrados o superior). A pesar de todas esas
imprecisiones, entendemos que el término ‘región’ mantiene su valor como referente
descriptivo de ‘gran espacio de la superficie terrestre’ dotado de una cierta característica
peculiar. Al elevar esa categoría en base a su contenido, es necesario añadir un calificativo,
así: región geográfica, región climática, región geológica, etc. De todos ellos, el que mejor
refleja la globalidad de los grandes espacios integrados a escala planetaria es el de ‘región
natural’.

Las determinaciones para una planificación integrada a escala global, tendrían que apoyarse
precisamente en la gestión de esas regiones naturales; para ello seria necesario determinar esas
unidades desde una perspectiva total del medio físico, y no exclusivamente bioclimática como
se ha hecho hasta el momento.

En definitiva, la planificación integrada a escala planetaria precisa políticas ambientales que


se basen en la realidad de las grandes regiones naturales terrestres. Dichas unidades tendrían
que definirse mediante la combinación de las regionesfísico-geológicas y biogeográficas.

5.4.2. Regiones geomorfolégicas: bases para establecer regiones fisiográficas

A escala de cada una de las franjas o zonas climáticas, se reconoce unánimemente que es la
configuración del relieve quien mejor representa las características del territorio (ver epígrafe
4.2.3.2). Las regiones geomorfológicas aproximan por tanto a la definición de lo que
llamaremos ‘regiones fisiográficas’, entendidas éstas como la unidad integrada a este nivel.

Al contrario que en el caso anterior, el procedimiento para definir estas unidades no consiste
tanto en una ‘superposición’ de atributos físicos y bióticos, sino en el reconocimiento de unas
pautas territoriales asociadas al relieve. Debe tenerse en cuenta que la región geomorfológica
se elabora mediante una síntesis entre lo configuracional y genético (entre lo geográfico y
geológico), por lo cual es relativamente fácil establecer dentro de ella relaciones de
distribución y asociación de los elementos de la superficie terrestre: ése es el fundamento de
la Fisiografía.

Es necesario destacar cómo estas unidades fisiográficas tienen ya una impronta antrópica
significativa, lo cual es lógico puesto que asumen la actividad humana como un factor genético
más del medio físico. A pesar de ello, porciones territoriales equivalentes en cierto modo a
éstas fueron denominadas ‘regiones naturales’ por los primeros fisiógrafos españoles (Dantin
Cereceda, 1912, 1922, 1942; E. Hernández-Pacheco, 1934a, 1955-1956).
118 La Geomorfología en los estudios del medio fisico y planificación territorial

Dantín Cereceda (1912) consideró que esas ‘regiones naturales peninsulares’ eran función
primordialmente de las características geológicas y del relieve, y de la relación de ambos con
la hidrografía; partiendo de todos esos factores —continúa—, se distribuyen los restantes
elementos del medio. Para este autor, pues, las regiones naturales están integradas por: el
relieve (sustrato y forma), el clima, la vegetación (y la agricultura), la fauna, y el hombre;
pero este último sólo en tanto se relaciona con el medio y “en las modalidades de acomodo o
de reacción contra él”. E. Hernández-Pacheco (1934a) entendió las regiones naturales con un
significado fisiográfico-geológico “equivalentes a las provincias en el orden político-
administrativo’, definidas por el “relieve, clima, vegetación y características agropecuarias”
(figura 5.7).

Unstead (1926) también trató de definir unidades integradas a esta escala para el conjunto de
la Península Ibérica, llamándolas ‘regiones geográficas’ y basándose tanto en factores
biogeológicos como humanos. Sin embargo, como puede observarse en la figura 5.8, su
resultado final es una clasificación eminentemente físico-natural, con una importante base
geomorfológica (fisiográfica); es convergente por tanto con las clasificaciones anteriores.

A nuestro entender y como se ha señalado, aunque el factor determinante de estas unidades


sea la configuración del relieve (morfotopografia), no puede olvidarse que proceden de
compartimentaciones mayores en las cuales participan también los caracteres bioclimáticos.
Cumplen por tanto una función similar a aquellas unidades y, además, se trata de grandes
espacios de la superficie terrestre, lo cual justifica referirlas como ‘regiones’. Por otro lado,
a esta escala es imposible ‘eludir’ el factor antrópico como uno más del territorio, lo que
aconseja no utilizar el término ‘natural’ como calificativo.

En definitiva, una planificación integrada a estas escalas y en nuestro contexto sociopolitico


deberla ‘recuperar’ las regionalizaciones de la Península que realizaron los primeros fisiógrafos
hispanos, y dotarlas de un significado director en las actuaciones territoriales. Sin embargo,
las técnicas para su determinación deben ser otras: la combinación de imágenes de satélite y
modelos digitales del terreno (DEM o DTM) para originar representaciones en tres
dimensiones (3D) hace posible relacionar las formas del relieve con los restantes factores del
medio, facilitando esa labor de clasificación y otorgando una gran precisión cartográfica.

Dada su utilidad en los objetivos propuestos, y la relativa facilidad en su cartografía, esas


unidades tendrían que estar determinadas para toda la Península y servir como ‘punto de
partida’ en la realización de trabajos de planificación integrada a escalas más detalladas. Un
diagnóstico de las mismas permitiría conocer su problemática más destacada (p. ej., riesgo
volcánico, sísmico, de erosión, etc.) y dirigir así planes y proyectos específicos a cada región
en función de sus características naturales intrínsecas más destacadas.
Capítulo 5. Propuesta metodológica 119

Figura 5. 7. Regiones naturales de la Península Ibérica (según Hernández-Pacheco, 1934a). 1. Cordillera


Central,- 2. Altiplanicie del Duero; 3. Llanuras de Castilla la Nueva; 4. Astúrico-Leonesa; 5. Serranías
Ibéricosorianas; 6. Serranías Ibéricolevansinas; 7 Montes de Toledo y Sierra Morena, & Extremeña; 9.
Vasconia; 10. Valle Ibérico; 11. Pirenaica; 12. Catalana; 13. Valenciano; 14. Sureste; 15. Subbética~
16. Penibética; 17. Valle Bético; l& Galaica; 19. Lusñanoduriense; 20 Lusitanoaslánáca; 21. Llanura
del Sado y Tajo; 22. Algarve.

Figura 5.8. Regiones geográficas de la Península Ibérica (según Unstead, 1926): 1, Macizo Galaico; 2,
Cuenca del Sil; 3, Montes Cantábricos; 4, Montes Vascos; 5, Montes Pirenaicos; 6, Costa Portuguesa;
7, Meseta Norte del Duero, 8, Meseta Sur del Duero; 9, Cuenca de Castilla la Vieja, 10, Sierras
Centrales; 11, Meseta del Tajo-Guadiana; 12. Cuenca de Costilla La Nueva; 13, Costa Catalana; 14,
Costa Valenciana; 15, Costa Murciana; 16, Costa Malagueña; 17, Cordillera Andaluza: (a) interna, (b)
externa; 18, Depresión Andaluza; 19, 7?erras Altas Ibéricas; 20, Meseta Valenciana; 21, Montes
Catalanes, 22, Depresión del Ebro.
120 La Geomorfología en los estudios del medio fisico y plan jflcación territorial

5.4.3. Dominios del relieve: bases para establecer comarcas fisiográficas

Frente a las categorías anteriores, eminentemente sintéticas y que cumplían sobre todo una
función de ‘correlación’ o situación al objeto de establecer planes y políticas ambientales, ésta
corresponde al nivel básico de trabajo en planificación territorial (comparación de alternativas
de usos) y requiere métodos multi o pluridisciplinares. Ello está en consonancia con el
procedimiento para definir los dominios, claramente sectorial (ver epígrafe 5.3.3).

Al igual que ocurre con el término región, el de comarca tiene un contenido dudoso y en la
práctica es eminentemente descriptivo. Simplemente se aplica a una porción del territorio que
trasciende lo local, pero no permite realizar correlaciones generales dado el peso que adquiere
cada uno de los elementos particulares que la componen. A este nivel el factor antrópico es
determinante, no sólo como un ‘agente más de la dinámica natural’ (cualificación prioritaria
que se le otorga al establecer las regiones fisiográficas) sino también como agente social
(responsable de una organización político-administrativa del territorio).

Hasta tal punto puede llegar la influencia del hombre a este nivel, que la comarca se ha
definido sobre todo en función de la organización social. Más concretamente:

“Territorio asiento de una comunidad antropocéntrica, con cierta individualización del


exterior y con fuertes relaciones internas, centradas en núcleos de población
articulados y conexionados por vías de comunicación y en la que las actividades de
sus hombres, costumbres, formas de explotación, recursos naturales e incluso paisaje,
fonnan un todo homogéneo, resultado de un proceso histórico, suma de actuaciones
de generaciones precedentes. A este territorio individualizado se le añade la palabra
‘natural ‘para indicar que esfruto de la geografta y de una labor inconsciente (en su
resultado) y milenaria de los hombres que la habitan.” (Aguiló et al., 1987: 220).

Recalcando esta individualización de cada uno de los componentes sectoriales de la unidad y


teniendo en cuenta el espacio territorial a que se refiere, consideramos que puede usarse la
denominación de ‘comarca’. Al mismo tiempo, tratando de remarcar los aspectos físicos del
territorio y un cierto grado de integración o ‘síntesis’, pensamos que el calificativo adecuado
es ‘fisiográfica’.

Las comarcas fisiográficas constituyen el nivel más apropiado para evaluar el nivel de
autorregulación-antropización del medio; es decir, su desviación del sistema potencial y la
existencia de usos inadecuados.

Establecidas unas directrices ‘suprarregionales’, en un planteamiento integrado o ecológico


tendrían que planificarse los usos prioritarios respecto a los subsidiarios. Para ello habrían de
tenerse en cuenta factores de riesgo y grado de adecuación a las directrices previas, es decir:
ponderar qué desviación es permisible en una actividad definida, para no separarse de los
objetivos teóricos que marca la ‘tendencia global o suprarregioflal’; tendencia que debería estar
Capitulo 5. Propuesta metodologica 121

regulada por políticas nacionales o estatales. Entendemos estos ámbitos, nacional o estatal,
en el sentido que lo hicieran los geógrafos clásicos, es decir: ente cultural histórico-geográfico
o ‘país’, que podría aproximarse a lo que en el Estado Español actual son, grosso modo, buena
parte de las Comunidades Autónomas.

5.4.4. Elementos del relieve: análisis sectoriales

En un contexto más concreto que el anterior tiene lugar la ejecución del planeamiento o, en
sentido más general, el desarrollo de los distintos usos y actividades humanas en el territorio
(nivel de gestión, proyectos). A estas escalas por tanto, los estudios del medio físico atienden
a problemas concretos: evaluación de impactos localizados, restauración de espacios
degradados, etc.

Se trabaja en detalle y los datos que se manejan son ya muy específicos; la información debe
estar medida y caracterizada con rigor, y normalmente se obtiene ¿ti situ con técnicas que no
admiten errores (Aguiló et al., 1992). Los métodos de trabajo más habituales son los
paramétricos y el tratamiento de la información se lleva a cabo a través de Sistemas de
Información Geográfica (STO), en tanto deben resolverse problemas relacionados con
parámetros muy concretos.

En este contexto, la información geomorfológica se integra con la procedente del resto de


especialistas y sólo será determinante por si sola para ciertas evaluaciones territoriales. Una
de ellas, la más considerada, son los mapas de riesgos naturales asociados a procesos
exógenos; no obstante deberán desarrollarse más otros aspectos, sobre todo aquéllos que
permitan realizar valoraciones intrínsecas del territorio como son: potencialidad edáfica de las
formaciones superficiales, paisajes geomorfológicos, estados de equilibrio y tendencias
evolutivas en función de la relación entre los elementos propios y sobreimpuestos en un
dominio del relieve. Otro caso destacado es el de recuperación de terrenos que han estado
sometidos a actividades mineras, agrícolas, forestales, etc.; en estos casos, se trata de
restablecer ‘morfologías’, ‘procesos’ y ‘capacidades edáficas’.

Un diagnóstico dinámico-evolutivo de los elementos del relieve (cuál es la historia del territorio
y hacia dónde evoluciona) puede constituir un documento muy valioso para la gestión
territorial, ya que aporta datos para establecer las actividades antrópicas o llevar a cabo las
restauraciones. Esta valoración geomorfológica debe hacerse en términos de grado de
naturalidad, transformación, degradación, estabilidad, etc. Es esencial reconocer el equilibrio
del territorio, y su tendencia, para determinar la ‘resiliencia’ de los sistemas. Se trata así de
caracterizar el grado de ‘distorsión’ o desequilibrio de cada unidad en relación con su
evolución natural (modelo evolutivo teórico) y bajo influencia antrópica (evolución actual).
122 La Geomorfología en los estudios del medio físico y plan Wcación territorial

Estos temas apenas se han considerado en valoraciones ambientales, siendo frecuente la


afirmación según la cual el medio abiótico “no se presta a tales operaciones”. Así, numerosas
guías metodológicas para la evaluación de efectos ambientales (ver por ejemplo Pinedo, 1989)
no consideran como valor intrínseco de conservación la gea o el relieve). Sin embargo, a éstos
es posible aplicarles el mismo tipo de criterios que a especies o comunidades bióticas:
‘integridad’, ‘proximidad al estado potencial’, ‘resiliencia’, ‘fragilidad’, etc.; nos detendremos
sobre todo en una: ‘alejamiento del sistema potencial’, o lo que podríamos denominar ‘calidad
geomorfológica’, por comparación con otro tipo de términos, como ‘calidad ecológica’ o
‘calidad paisajística’ Dicho término no vendría sino a referir “el grado de alejamiento del
sistema geomorfico-edáfico potencial de un lugar”. Su conocimiento será clave, por ejemplo,
en labores de restauración. Estas reflexiones nos introducen en el concepto ya citado de
‘geoindicadores’ y de ‘sistemas geomorficos’ o ‘geosistemas potenciales’, susceptibles de ser
incorporados a los procedimientos habituales que evalúan la calidad ambiental del medio, y
útiles para la planificación, ordenación y gestión territorial (figura 5.9).

En síntesis: los elementos del relieve se sitúan en un nivel ejecutivo o de gestión sectorial, y
las valoraciones de contenido más estrictamente geonzorfológico son: potencialidad ed4tlca,
riesgos asociados a los procesos exógenos, evaluación de los grados de equilibrio en el relieve
utilizando ‘geoindicadores’ y en relación con las alteraciones de origen antrópico,
restauraciones de terrenos, y estudios sobre paisaje.

A continuación, ampliamos algunos aspectos de esas aportaciones:

- Riesgos asociados a procesos exógenos

Como se ha venido señalando, es el campo de actuación más desarrollado de todos cuantos


comentamos. En el apartado 4.2.2, ya se indicaron los principios básicos y la metodología más
estandarizada al respecto.

- Evaluación de grados de equilibrio en el relieve según la influencia antrópica

El análisis de la actividad antrópica como ‘nuevo agente geomorfológico’, tiene por objetivo
conocer la incidencia real de las acciones humanas en el funcionamiento de los sistemas
naturales; equivale por tanto a una ‘evaluación de impactos’, sólo que contemplada desde una
óptica histórico-natural.

Aquí interesan tanto las acciones indirectas (efectos geomorfológicos inducidos) como las
directas (modificaciones del relieve original). En el primer caso, tiene lugar una aceleración
o deceleración de los procesos geomorfológicos, alterando su evolución natural; en el segundo,
las acciones implican remodelación del terreno y una verdadera movilización de materiales.
Capítulo 5. Propuesta metodológica 123

No intervención antrópica Intervención antrópica


(secuencio interpretada) (secuencia real)

PROCESOS POTENCIALES

Dinámica natural
Modelo evolutivo teórico Grado
TERRITORIO -PAISAJE POTENCIAL de ajuste TERRITORIO - PAISAJE ACTUAL

.:A4éto~de valoracidñd¿ II.


calidad del medio
(métodos ~

Planificación integrada,
ordenación y gestión tenitorial
(dinÁmica dirigida>

9 t
Aplicable en amplias zonas
del territorio (mediofísico) Aplicable en espacios urbanos

4
Ordenación, conservación Ordenación urbana
y restauración terntonal conservación del patrimonio
espacios verdes

4
RENATURALIZACIÓN ARTIFICIALIZACIÓN

4
Sistemas naturalizados’ Sistemas tecnológicos

a) Modelo evolutivo
tendente al natural
b) Modelo evolutivo
no natural, pero protector (*)
1

Figura 5.9. Esquema conceptual sobre la interpretación (diagnóstico) de la calidad del medio a partir
de estudios histórico-naturales (participación de las valoraciones geo¡norfológicas), y sobre su
incorporación a los procesos de plaraficación. ordenación y gestión territorial. (*) Las condiciones
naturales pueden ser de rexistasia y de dominancia de riesgos naturales; sin embargo, el modelo puede
dirigirse hacia la biostasia o a la prevención y miinnzadón de riesgos, por considerarse másfa vorabíes.
124 La Geomorfología en los estudios del medio ftsico y planificación territorial

- Acciones indirectas

Se trata de los fenómenos geomorfológicos espontáneos (arroyada, caídas, etc.), pero que han
sido desencadenados, atenuados, o acelerados, por una actuación humana; su estudio puede
realizarse pues bajo los mismos parámetros que los naturales. El ejemplo más claro lo
constituye la variación del balance hídrico, con la consiguiente alteración de la tendencia
natural erosión-sedimentación por prácticas asociadas a la deforestación en sus diferentes
modalidades (pastoreo, cultivos, etc.). También pueden considerarse a este nivel, muchos
fenómenos gravitacionales desencadenados o favorecidos por acciones antrópicas directas; los
casos más frecuentes derivan de la removilización de terrenos en obras públicas y minería.

A escala global y como tendencia aún no definida, aparece todo un grupo de procesos que
están siendo afectados por el posible “cambio en la tendencia evolutiva del clima’. Como es
bien conocido, aún deberá discriminarse a este nivel entre lo que es ‘tendencia natural’ y
‘tendencia inducida’. De cualquier manera, y desde la última pulsación glaciar entre mediados
del siglo XV y principios del XIX (Pequeña Edad Glaciar, o del Hielo), se detectan una serie
de fenómenos asociados a las modificaciones en la circulación atmosférica, por ejemplo:
cambios en los balances meteorización-erosión a escala global y con efectos regionales;
elevación progresiva del nivel del mar, retroceso de los glaciares, desertización y aumento de
la acción erosiva por arroyada, etc.

- Acciones directas: el hombre como agente geomorfológico

Las afecciones directas de la acción antrópica a la superficie del terreno implican su


remodelación y el movimiento de materiales, configurando morfologías (modelados) y
formaciones superficiales características. Los ejemplos más claros son la minería, urbanización
y las obras de infraestructura, pero también determinadas prácticas agrícolas y forestales.
Dentro de los escasos intentos existentes en la literatura para estructurar las acciones y
resultados antrópicos desde una perspectiva geomorfológica, Alexandrowicz (1983) sugiere su
clasificación en formas de agradación, degradación y deformación, que puede ser válida como
primera aproximación ‘morfogenética’.

- Potencialidad edáfica

Para la elaboración de modelos de potencialidad edáfica, erosionabilidad del terreno, etc.,


interesa considerar parámetros relacionados con la litología, morfología, y los procesos
actuales. En efecto, la homogeneidad litológica, morfológica y de comportamiento hidrológico
e hidrogeológico que incluyen los elementos del relieve, actúan como factores edafogenéticos
de primer orden. De hecho, una cartografía geomorfológica de detalle —con especial atención
a las formaciones superficiales— constituye un documento muy próximo a un mapa de suelos.
Capitulo 5. Propuesta mnetodológica 125

Los factores genéticos en este caso son: litología (roca madre), morfología (procesos de
intemperización y removilización, forma y pendiente del terreno) y formaciones superficiales
a partir de las cuales ha empezado a evolucionar el suelo.

- Estudios sobre paisaje

Como ya se señaló, existen dos aproximaciones al paisaje desde esta disciplina científica: según
se trate de un entorno configurado dominantemente por componentes geomorfológícos (paisajes
geomorfológicos), o no (geomorfología del paisaje). En el primer caso se trata de hacer una
valoración intrínseca, en el segundo de contribuir al análisis global del paisaje.

- Paisajes geomorfológicos y recursos singulares

Los elementos singulares de la gea constituyen lo que se ha venido denominando Puntos de


Interés Geológico (PíO), y más recientemente Patrimonio Geológico (García Cortés et al.,
1992). Dentro de este conjunto, habitualmente tienden a clasificarse según sus componentes
predominantes: geomorfológicos, mineralógicos-petrológicos, tectónicos, estratigráficos,
paleontológicos, hidrológicos, etc.

A la vista de lo expuesto, las formaciones geomorfológicas susceptibles de recibir el apelativo


de ‘recursos culturales’, pueden clasificarse desde dos puntos de vista: bien por sus valores
estéticos o singularidad paisajística (cascadas, hoces y cañones, acantilados, gargantas), bien
por sus atributos científico-educativos o didácticos al mostrar claramente el funcionamiento o
resultado de determinados procesos (glaciares, marmitas de gigante, dunas).

Junto a las cualidades intrínsecas de estos lugares, deben considerarse otras extrínsecas como
son: proximidad a zonas pobladas, asociación con otros elementos notables de la superficie
terrestre (masas forestales, fauna, patrimonio histórico, etc.), ámbito espacial, etc. Este último
se refiere a la dimensión del ‘paraje’ y suele ser considerado para separar figuras y niveles de
protección que, en lo esencial, aquí son ‘parques’ y ‘paisajes’ (grandes espacios) y
‘monumentos naturales’ (lugares puntuales).

El establecimiento de criterios para catalogar estos lugares, siempre ha sido difícil. Así por
ejemplo la Ley 4/89 y las respectivas legislaciones autonómicas, tienden a seleccionar lo que
podríamos denominar ‘morfologíasestandarizadas’: cañones, gargantas, cascadas, formaciones
cársticas, graníticas, volcánicas, etc., sobre las cuales existe un reconocimiento acordado
acerca de sus cualidades estéticas o visuales. Seria pertiente, sin embargo, profundizar en
criterios objetivos de valoración, de modo que puedan ser contrastados en un proceso de ‘toma
de decisiones’; de momento, lo más acertado seria utilizar criterios ‘objetivos’ o ‘técnicos’,
muy próximos a los empleados en la valoración de las cualidades del medio natural: integridad,
diversidad, complejidad, naturalidad, singularidad, representatividad, escasez, fragilidad, etc.
126 La Geomorfología en los estudios del medio físico y plan fficación territorial

- Contribución a los estudios generales del paisaje

Entendido el paisaje como un ‘todo’ sintético, su estudio y evaluación debe realizarse siguiendo
los métodos ya descritos en el apartado 1.2.4; todo ello, con independencia de que haya o no
ciertos componentes que introducen rasgos peculiares, dominantes, singulares, etc., en el
mismo. En este caso, se hace necesario profundizar en las relaciones con otros profesionales
encargados de evaluar las preferencias (psicólogos, sociólogos, ecólogos, etc.), y utilizar la
información obtenida por éstos en sus procesos de evaluación. Recíprocamente, las
clasificaciones fisiográficas pueden reducir la subjetividad de los procesos de evaluación de la
percepción.

Un ejemplo del primer caso seria la correlación entre los relieves accidentados (complejidad
orográfica, o con gran relieve interno) y los paisajes más preferidos estéticamente. E.
Hernández-Pacheco (1934b) ya había señalado una valoración positiva hacia los paisajes
‘agrestes’: TMlasfonnas agrias y agudas en crestería, con los detalles de agujas y picachos”
(Hernández-Pacheco, op. cit.: 12); “El valle cerrado, la garganta, el congosto y la hoz, es lo
típico del paisajefluvial español:paisaje rudo, agreste y fuerte, pero de suprema belleza (...)“
(Hernández-Pacheco, op. cit. :30). Esa relación ha sido puesta de manifiesto con posterioridad
por numerosos autores: Linton (1968), Leopold (1969), Arnot y Grant (1981), Zube et al.
(1982), Brush (1991), Escribano et al. etc.
(1991),

Como hemos señalado, la explicación de esas relaciones compete más a otras ciencias, como
la Psicología, la Ecología o la Sociología, y nosotros nos limitamos únicamente a señalar la
tendencia. Siguiendo con el mismo ejemplo, Kaplan y Kaplan (1989) y Gilmartin (1995)
relacionan la atracción hacia los relieves accidentados con las variables ‘misterio’ y
‘complejidad’ que introducen, y con las necesidades exploratorias de la especie humana.

- Restauraciones de terrenos

Se trata de trabajos a escalas grandes (espacios muy reducidos) que requieren la realización
de píanos topográficos, y análisis muy específicos sobre: litología del sustrato, pendientes,
suelos, procesos actuales, vegetación, etc. El planteamiento en estos casos debería incluir
valoraciones del tipo siguiente: ¿Cuál es el grado de equilibrio del sistema? ¿Cuál será su
evolución futura sin intervención protectora? ¿Qué habrá que hacer para que evolucione en las
direcciones consideradas como más favorables? (González Bernáldez, 1981).

Dado que muchas restauraciones deben recomponer la morfología del terreno, interesa tomar
como punto de partida el mapa geomorfológico y estudiar la dinámica actual en términos de
‘tendencias evolutivas’ a escala regional. Un ejemplo de esta metodología se presenta en la
segunda parte de la Memoria (ver capitulo 8).
Capítulo 5. Propuesta metodológica 127

5.4.4.1. Pautas para la evaluación con técnicas paramétricas

Las descripciones-evaluaciones sinópticas son más adecuadas a pequeña escala, donde es


preciso obtener una visión sintética y sistémica del territorio. Sin embargo, ya hemos señalado
en más de una ocasión cómo a niveles detallados (local o proyectos, incluso comarcal), las
técnicas analíticas tienen una mayor aplicabilidad, en tanto los problemas territoriales son
concretos (o discretizables) y están relacionados con parámetros específicos del medio; admiten
entonces la elaboración de modelos específicos (p.ej., capacidad-impacto para un uso
determinado). En caso de abordar un estudio de planificación integrada, es decir considerando
todos los posibles problemas, los análisis multidisciplinares son imprescindibles. Cuando la
forma de trabajo se ajusta a este esquema paramétrico, los pasos a seguir en nuestro caso
serían los siguientes (Crofts, 1974; Cendrero y Diaz de Terán, 1987; Pedraza e: al., 1989):

- Primero, una caracterización de las unidades obtenidas en la clasificación en base a la


descripción precisa de sus parámetros más significativos. Estas propiedades han sido
denominadas ‘variables características’, ‘cualidades primarias’, ‘parámetros descriptivos’,
etc., y son características intrínsecas y objetivas del terreno (físicas, químicas), directamente
observables y medibles por distintos procedimientos; es deseable utilizar al respecto
clasificaciones estandarizadas (ver Way, 1973; FAO, 1977; Aguiló e:al., 1992). Son ejemplo
de estas propiedades: pendiente, textura o pH de los suelos, pedregosidad, microrrelieve,
espesor de las formaciones superficiales, relieve interno, etc.; dichos parámetros se describen
normalmente por medio de fichas (ver por ejempo, figura 4.1, pág. 73).

- Segundo, una ‘evaluación intrínseca’ (valoración) de cada unidad en términos de


capacidades-recursos y limitaciones-riesgos; los resultados obtenidos en esta fase han sido
definidos como ‘cualidades significativas’ o ‘parámetros interpretativos’, y son propiedades
complejas del terreno, resultado de la interacción entre parámetros y propiedades primarias.
Se obtienen a través de procedimientos de ordenación-valoración, ponderación-agregación y
superposición-combinación. Esas propiedades complejas tienen ya una influencia directa en
la capacidad del terreno para soportar determinados usos, y por tanto se representan
comúnmente en forma de cartografías. Son ejemplo de las mismas: capacidad portante,
erosionabilidad del terreno, potencial edáfico, vulnerabilidad a la contaminación de acuíferos,
susceptibilidad gravitacional y de inundaciones, calidad y fragilidad del paisaje, etc.

- A partir de este tipo dc valoraciones intrínsecas son posibles dos vías: bien llevar a cabo
mapas de orientaciones y limitaciones al uso; bien pasar a la fase de evaluación más
estandarizada de planificación ecológica (ver figura 1.2, pág. 17), es decir, realizando mapas
de capacidad-impacto para determinadas actividades (agrícola, forestal, urbanización,
conservación, etc.), y con posterioridad a éstos elaborar mapas prescriptivos, de
recomendaciones y limitaciones, y de compatibilidades entre distintos usos.
128 La Geomorfología en los estudios del medio físico y plan fficación territorial

La tabla 5.7 recoge propiedades intrínsecas relacionadas con las variables geomorfológicas,
y la tabla 5.8 muestra algunos ejemplos de utilización de esas variables en la elaboración de
modelos de valoración intrínseca.

Tabla 5. 7. Ejemplo para la descripción-caracterización de elementos del reíteve en términos de


propiedades intrínsecas, cualidades primarias, o variables características.

PENDIENTE RELIEVE INTERNO MICROMORFO1nOIA TFXrURA SUELOS DRENAJE


(en Aguiló e’ aL, 1992> (Arnot y Oe,nt, 1981) (en Agtlld es aL, 1992) (en Way, 1973) (FAO. 1977>
1 <3% 1 hnstal5m 1 alveolado 1 gxavaspuns(CG) 1 muyescaaamentedrcnsdo
2 3-10 % 2 koala 30 m 2 agrietado 2 ginés y tinos (FO) 2 escasamente drenado
3 10-20 % 3 hasta 75 m 3 en regueros 3 arenas puras (C5> 3 imperfectamente drenado
4 20-30 % 4 hasta 150 m 4 ondulado 4 arcan y finos (FS> 4 modendameal, bien drenado
5 30-50 % 5 hasta 300 m 5 en poilgonos 5 limo y ardía (FI.) 5 bien drenado
6 > 50 % 6 hasta 600 m 6 en caballones 6 limo y sicilIa (Fo) 6 algo escesivamente drenado
7 basta 1200 m 7 micromamilar 7 limo y ardUa (FM) 7 excesivsmnente drenado
8 bosta 2400 ni mamilar turbas y suelos (Pt)
9 basta 3600w 9 rizado-ondulado
10 > 3600w

Tabla 5. & Ejemplos de valoraciones intrínsecas (modelos), a partir de parátnetros relacionados con la
geomorfología.

CALIDAD FRAGIUDAD POTENCIAL] DAD EROSION FENÓMENOS


EDAFICA HíDRICA GRAVITACIONALES
PAISAJE PAiSAJE
morfometr~ (pendiente) agregacido instinto morfotnetrfa (pendiente) morfomeÚ~ (pendiente)
relieve interno
exposidón-mienlaci&i etposicióo-oncntacióti composición del susúnto Itaca eJáfka morfodadmio

presencia de masas de agin compacidad relieve textus del regolito eatnictiia eddflca litologla
exposición-orienlacidt,
abundancia de morfometrta (pendiente>
afloramientos rocosos —e

verincido cromátiun
del tipo litológico
altitud @robabilldad de
presentar eubieetaa niveles)

5.5. CLASIFICACIÓN DEL RELIEVE Y ORDENACIÓN DEL TERRITORIO

La aplicabilidad de todo cuanto se ha mencionado hasta aquí requiere su inclusión en


contextos geopoliticos y administrativos concretos, mediante figuras de planeamiento
especificas. Las mayores dificultades a la hora de abordar este tema, derivan de la indefinición
del concepto ‘ordenación del territorio’; ésta se plantea a dos niveles: conceptual y funcional.

Desde el punto de vista conceptual, y dado que sus objetivos finales no están bien clarificados,
unos entienden la ordenación del territorio como algo próximo al Urbanismo. Sin embargo
otros lo hacen equivalente a disciplinas cercanas a la Geografía Humana y Económica.
Finalmente, otros consideran que se trata de un proceso ‘social’ de gestión del territorio a
partir de una planificación integrada, es decir, la puesta en práctica y seguimiento de las
directrices emanadas de la planificación. Desde el punto de vista funcional, es difícil coordinar
toda la normativa que incide en el territorio. La propia Ley del Suelo, en principio urbanística,
Capítulo 5. Propuesta ínetodolc5gica 129

al calificar suelo en su nivel más detallado (municipios) tiene que asumir muchas normas
elaboradas en otras leyes: de Aguas, Espacios Protegidos, Agricultura de Montaña, etc.

Descendiendo a un nivel ‘posibilista’, hay que considerar las distintas figuras de la LS92 y las
normativas establecidas por las diferentes Comunidades Autónomas, como el marco más
adecuado para la integración de las políticas sectoriales. En este sentido globalizador, los
grandes planes sectoriales de ámbito nacional (Plan Director de Infraestructuras, PDT: Plan
Hidrológico Nacional, PHN), no serian sino elementos parciales de un Plan Nacional de
Ordenación (Castelao e: aL, 1995). Esta discusión estará presente a lo largo de todo el
desarrollo expositivo, y a todos los niveles de planificación. En cualquier caso, en un ejercicio
teórico como el que aquí se aborda, es posible otorgar a la LS92 ese carácter globalizador; es
decir: la normativa legal llamada a asumir los planteamientos de la ‘planificación territorial con
base ecológica’ o ‘planificación integrada’. Otro problema no menos importante que el anterior
se asocia con la dificultad para establecer equivalencias precisas entre unidades del relieve, o
integradas, y ámbitos geopoliticos-figuras de planeamiento. Ello se debe a que ambos atienden
a dos evoluciones diferentes: historia natural, la primera; historia social, la segunda.

Desde el punto de vista político-administrativo puede simplificarse la siguiente jerarquía:


mundial (ji. ej., FAO, ONU, UNESCO); pluri o internacional (ji. ej., Unión Europea, OEA);
regional-supraestatal (ji. ej.. dentro de la UE, áreas de actuación preferente); estatal-nacional
(p. ej., cada uno de los Estados de la UF); regional intraestatal (p. ej., Comunidades
Autónomas del Estado Español; responde al concepto de ‘país’ de los geógrafos clásicos);
comarcal-provincial (p. ej., diferentes agrupaciones de municipios en Comunidades,
Mancomunidades, Provincias administrativas); y municipal, como unidad mínima de gestión.

En un orden aproximativo a las unidades citadas y aplicado a España, se establecen: programas


mundiales (ji. ej., MAD, PNUMA), programas plurinacionales (ji. ej., Carta Europea de
Ordenación del Territorio; CORINE); programas regionales-plurinacionales (p. ej., política
europea de lucha contra la desertización en el ‘área mediterránea’); disposiciones estatales (ji.
ej., Plan Nacional de Ordenación, PNO); normativas regionales-intraestatales (p. ej., Planes
Directores Territoriales de Coordinación, PDTC; Directrices de Ordenación Territorial, DOT);
figuras comarcales (p.ej., Normas Subsidiarias con ámbito Provincial, NSP; Normas
Urbanísticas Comarcales, NUC); y normas de ámbito local (p.ej., Planes Generales de
Ordenación Urbana, PGOU; y Normas Subsidiarias Municipales, NSM).

A pesar de esta problemática para la correlación, entendemos que debe hacerse un intento de
aproximación entre los espacios territoriales ‘naturales’ y las normativas elaboradas para su
gestión. Esa correlación podría ser como aparece en el cuadro 5.3, que sintetiza toda la
propuesta metodológica que se ha venido describiendo en este capitulo 5.
130 La Geomorfología en los estudios del medio finco y plan f/Icación territorial

Cuadro 5.3. Propuesta para la utilización de categorías geomorfológicas con objetivos de planificación
territorial.

JERARQUÍA reglón región doeninio eleonsito


CEOMoRI’OLÓCICA l~ico.geoUgks geemorfeleiglca dei relieve del relieve

morfogéssesis
GÉNESIS histocia geológica historia geomorfológica mnrfogénesis compleja elemental

CRITERIO PARA SU aaOcwciones de formas alntasis de elementas seg’in su morfografla


DEFINICIÓN geotetructurales definiendo unidades génesis procesos actuales
orográficas

- sediplano - superficie de erosión - llanura altaVal

EJEMPLO --5 - horse poligónica - coluvión

CEOMORIOLÓCICO - nescizo - depresión tectónica - relieve estructural de - glacis

- cuenca sedisitentaria - alineación de plegamiento plegamiento - cono de deyección

- llanura - ladera

- cordillera - planicie - piedemonte - fo


EJEMPLO - escudo - velle - camp~ - talud

FISIOCRAFICO - intuí - depresión - péramo - escarpe

- corredor - acantilado

ESCALA DE
REPRESENTACIÓN < I.5CO3flE ~ l:5.~.~) ~ I:2fMItL~ ~ l:5O.~

ESCALA MAS COMUN I:I5JIflYCW I:13XC.~ l:100ftC < l:25.~)-I:l0.~


- unidades de t<~,2 a
- centenas de miles a 2 - centenas a miles de lun’
EXTENSIÓN •~ - decenas de miles de cnt

- cafls,graf fas geológicas a

HERRAMIENTA DE escala - Imagen LANDSAT - ucagen SPOT - Iotogs’sf la aérea


vertical

CLASIFICACIÓN - isriagea de matChes - DEM (DTM) oblicua


~ ~ - VCtlJCni>’ - DEM
mapa topogi~flco
(DTM)
meteorológicos

- familia (USDA,
CORRESPONDENCIA CON - orden/suborden - gnipo/gran grupo - subgrupo (USDA, 1975) 1975)

CATEGORÍAS EDÁFICAS (USDA, 1975) (USDA, 1975) - grupo <FAO. 1991) - unidad <FAO. 1991)

CORRESPONDENCIA CON
CATEGORÍAS - re~ón - provtnca/sector - distuito - tesela (Rivas

BIOGEOCRAFICAS (TSkhtajasi, 1986) (Talchlajasi. 19Ió) (Rivas Martínez se aL. 1957> Martínez es al. - 1917j

IJN1DADES INTEGRADAS rqió.s natural región fisiogrínca eeunarn flslogrífles unidad anihiesital

CORRESPONDENCIA CON - gran regido natural - region natural

OTROS COMPLEJOS (majar nonos! rqicnj (Das,tfn Cereceda. 1922) - comarca natural . estación

INTEGRADOS (Ilerbedson. l~5) (}lernández-Pacheco. (Dantin Cereceda. 1922) (tacunie. 1931)

1934a)

ÁMBITO DE
PLANEAMIENTO - gJofral - regional - comarcal - local

ÁMBITO - atipraeseatal: mundial, - estatal: nacional. - pro~incial

POLÍTICO- internacional autatómico - mancomunal - municipal

ADMINISTRATIVO

- Plan Nacional de - Planes Generala

Coordinación - N de Ordenación

EJEMPLOS DE FIGURAS E - MAS, ~ - Planes Direnrea ~ Urtas.a

INSTRUMENTOS
PLANEAMIENTODE -Terrtorio
Carta Europea
Ordenación ~ de Terrtorlslea
- Directrices
Coo.-dinaeión tle
ele - Normas UrbanLt¡~
Comarcales - Nonas.,
S,tMisrin
Mtirtlclpalta

OrdenacIón Te,ttorlsl - Proyectos


Parte II
DESARROLLO Y VALIDACIÓN DE
LA PROPUESTA METODOLÓGICA
AMiBITO DE APLICACIÓN

El espacio seleccionado para calibrar la propuesta de clasificación territorial comprende ¡a vertiente


septentrional de las sierras de Guadarrama, Somosierra y Ayllón. Su elección se debe básicamente
a que en este territorio concurren toda una serie de problemas ambientales, derivados de una falta
de ordenación o planificación adecuada.

Tras una prospectiva exploratoria, es necesario destacar la escasa relevancia que presentan en la
región los riesgos naturales, siendo por el contrario la degradación del paisaje y la pérdida de
naturalidad el problema más generalizado. En efecto, el entorno referido sufre actualmente
importantes modificaciones debidas o asociadas a la implantación de nuevas actividades,
esencialmente urbanísticas, industriales y de infraestructuras; éstas tienden a sustituir a las
agrosilvopastoriles, responsables de la transformación histórica de la región.

El origen de esas transformaciones puede considerarse reciente dado que, tras el despoblamiento
generalizado del medio rural en la década de 1960, no tuvo lugar una reorganización inmediata
como sucedió en otras regiones donde se instalaron usos alternativos, básicamente de tipo industrial
o servicios.
134 Ámbito de aplicación

Debido a lo anterior, es en la última década cuando se han producido importantes alteraciones del
paisaje, sobre todo a través de dos vías principales de comunicación: el eje Madrid-La Coruña (N-
VI, A-VI) en su enlace con Segovia a partir de la carretera N-603; y la Nacional 1 en su conexión
con Segovia por la N-l 10.

Es así cómo el modelo de transformación de un espacio rural en otro de carácter urbano acaecido
ya en gran parte de la vertiente meridional de la Sierra, corre el peligro de extenderse a este sector.
De hecho, el corredor que forman estos piedemontes constituye el áreade toda la región castellano-
leonesa con mayor presión urbanística (JCL, 1996). Por otro lado, este tipo de procesos quedan
multiplicados dadas las perspectivas existentes para este entorno: desdoblamiento de la N-603,
mejora de la N-l 10, proyecto de TAV del noroeste.

En este hilo argumental, conviene no perder de vista que este conjunto de actividades asociadas a
lo ‘urbano’ está superponiéndose a otras ‘rurales’ o tradicionales que, frente a las primeras,
siempre se han evaluado poco menos que ‘inofensivas’ para el equilibrio natural del territorio. Es
preciso tener en cuenta que las segundas —es decir, las transformaciones asociadas a la actividad
rural— no fueron siempre tan armoniosas; es más, por su duración —y a veces intensidad— han
tenido un importante reflejo en la modificación del paisaje. De manera sintética, podemos decir que
las consecuencias de este conjunto de actividades han sido: un proceso generalizado de degradación
de la cubierta vegetal y edáfica, y la modificación del relieve original por canterado y minería.

Debido a la problemática descrita, han sido varias las propuestas recientes de ordenación territorial
para este espacio (Normas Subsidiarias con ámbito Provincial, Directrices de Ordenación
Territorial, Red de Espacios Naturales) si bien ninguna de ellas ha consolidado en acciones
precisas.

Junto a lo anterior destacan las características del relieve, con gran variedad de configuraciones
morfológicas. Ello es debido a que este espacio participa de las tres grandes regiones geológicas
peninsulares, lo cual condiciona una historia evolutiva compleja y, en consecuencia, múltiples
sucesiones y asociaciones de formas.

En síntesis, el ómbito de aplicación de la propuesta metodológica se circunscribe al sector


nororiental del Sistema Central (vertiente septentrional de las sierras de Guadarrama, Somosierra
y Ayllón); territorio con unas características naturales derivadas de su carócter de ‘región
montañosa’ en un macizo antiguo, cuyos bordes enlazan con relieves de plegamiento y cuencas
sedimentarias recientes. Por otro lado, presenta una problemótica ambiental bien definida, debido
a una falta de ordenación actual en sus actividades urbanísticas y de infraestructuras, las cuales
se estón superponiendo a usos ancestrales de naturaleza agrosilvopastoril y minera. Por este
motivo, el espacio escogido se presenta como ideal para validar las aportaciones geomorfológicas
a los estudios de plan ttlcación integrada y restauración del paisaje.
¡Jo de aplicación 135

Ámbito territorial de aplicación: vertiente septentrional de las sierras de Guadarrama, Somosierra y ,4yllón.
6. EL TERRITORIO

La región objeto de estudio forma parte del Sistema Central: montaña que destaca en la Meseta por
sus ambientes diferenciados (González Bernáldez, 1992), y constituye un verdadero “oasis
ecológico” en el centro peninsular (Pedraza, 1992).

6.1. CARACTERISTICAS MORFOLÓGICAS

En su mayor parte, este territorio queda incluido en el denominado Macizo Hespérico; en realidad
corresponde a los ‘restos peninsulares’ de la gran cordillera hercínica europea, y por tanto le
caracterizan unos materiales antiguos (paleozoicos, a veces proterozoicos) de naturaleza ígnea y
metamórfica en diferentes grados de transformación (la ‘Iberia silícea’ de Hernández-Pacheco,
1955-56). Según la composición de esos materiales y la estructura tectónica ‘residual’ de aquella
orogenia, se han definido una serie de unidades geoestructurales; la región estudiada, queda
incluida en la zona Asturoccidental-Leonesa y Galaico-Castellana de Lotze (1945), o Centro-Ibérica
de Julivert et al. (1972).

En sus bordes oriental y septentrional, el macizo antiguo se pone en contacto con materiales de
cobertera, fundamentalmente mesozoicos, y recubrimientos recientes cenozoicos. Los primeros
representan una ‘penetración’ hacia esta región geológica de la alpina peninsular (la ‘Iberia
calcárea’ de Hernández-Pacheco, op. cit.); los segundos forman parte de las cuencas sedimentarias,
que se generaron durante la reactivación alpina de estas montañas (la ‘Iberia arcillosa’ de
Hernández-Pacheco, op. cit.).

Asípues, desde el punto de vista geológico estamos en el contexto de un macizo antiguo (hercinico)
quefue reactivado durante la orogenia alpina; en sus bordes sepone en contacto con terrenos más
modernos. pertenecientes a las coberteras alpinas y recubrimientos postalpinos.

6.1.1. El relieve

En un trabajo de este tipo (Geomorfología Aplicada), es primordial disponer de una documentación


detallada de la geomorfología donde hemos de aplicar la propuesta. Además ésta debe quedar
reflejada en una cartografía moderna, siguiendo una normativa unificada y con un nivel de detalle
adecuado. En un primer repaso a los antecendentes pudimos constatar una serie de problemas al
138 La Geomorfología en los estudios del medio jtsico y plan f/icación territorial

respecto, que describiremos brevemente.

En primer lugar, no existe un trabajo sistemático que abarque este sector y son escasos los ensayos
de síntesis para objetivos aplicados; en cambio, hay gran heterogeneidad, dispersión, y
solapamiento de trabajos básicos sobre geomorfología regional.

El único estudio con carácter sistemático, lo constituyen los mapas geomorfológicos a escala
1:100.000 incluidos en la cartografía geológica del proyecto MAGNA; sin embargo se limitan al
sector occidental, en el cual también se ha realizado una tesis doctoral sobre geomorfología
(Fernández García, 1988a). Por tanto, únicamente ese sector presenta un nivel de información
adecuado a nuestros objetivos.

De esta forma, nos vimos obligados a llevar a cabo un estudio de investigación geomorfológica
para el sector oriental. Una vez realizado, se procedió a unificar la información con la del sector
occidental y posteriormente se sintetizó toda ella para clasificar el relieve.

En dicho estudio se abordan problemas muy específicos sobre la interpretación geomorfológica


regional, y los contenidos de ese trabajo podrían ‘distraer’ el hilo argumental que se mantiene a
la largo de esta Memoria. Por este motivo, consideramos más oportuno agrupar toda la información
geomorfológica básica en un documento anexo bajo el epígrafe de Anólisis Geomorfológico, que
en cierta medida sigue la metodología ya clásica en un análisis regional: antecedentes,
problemática, cartografía, descripción de unidades e interpretación morfogenética, y conclusiones.

Dado que en dicho análisis se describe detalladamente el relieve, aquí nos limitaremos a hacer un
breve planteamiento sobre las características del mismo.

En sus líneas esenciales, estos relieves deben su configuración a los acontecimientos geológicos
ocurridos durante la orogenia alpina: las principales fracturas del zócalo proterozoico-paleozoico
originadas por la tectónica frágil tardihercinica, fueron reactivadas durante esa orogenia; el
conjunto quedó desnivelado en bloques, obligando a las coberteras sedimentarias mesozoicas
suprayacentes —y en menor medida a las cenozoicas— a adaptarse a las deformaciones mediante
pliegues y fallas.

Por la rigidez de los materiales del zócalo, esa reactivación dio como resultado una morfoestructura
característica denominada block mauntain; es decir, alineaciones seriadas de horsts y grabens
limitados por fracturas, que corresponde grosso modo a lo que antiguamente era referido como
montañas estructuradas en ‘estilo germánico’.

Esta morfoestructura, ampliamente descrita en la bibliografía (ver anexo), consolida a lo largo de


una serie de etapas, en las cuales coexisten los fenómenos de elevación y arrasamiento: durante el
‘terciario’ se suceden varios impulsos tectónicos que dejan colgada la primitiva superficie de
arrasamiento, a la vez que generan otras nuevas en los piedemontes. Esto origina un relieve en
rellanos articulados por sus correspondientes escarpes de enlace, que se ha denominado ‘escalera
de piedemonte’ (piedmonttreppen). En el Sistema Central dicha escalera queda organizada según
Capítulo 6. El territorio 139

los siguientes elementos: dos escalones sucesivos en la base (rampas superior e inferior), otro
intermedio (parameras) y, por último, una planicie de cumbres (cimas).

En lo esencial, esta evolución está secuenciada por una herencia antigua que elabora la gran
penillanura que forma cimas y parameras, y otra reciente responsable del modelado de las rampas
en un ambiente de sabana durante el terciario. Estas planicies constituyen el punto de partida para
la organización del relieve a nivel regional y, por ello, son las unidades básicas para la correlación
entre todos los sectores del Sistema Central. Sin embargo, a otro nivel más detallado aparecen
ciertas diferencias controladas por la morfoestructura y morfolitologia; en base a ello, se ha
propuesto distinguir tres sectores (ver Pedraza, 1994a): uno central, que agrupa las sierras de
Guadarrama y Gredos, eminentemente granítico y metamórfico de alto grado de transformación,
con el relieve estructurado en horsts y grabens; dos de borde, oriental (Somosierra-Ayllón) y
occidental (sierras de Gata y Peña de Francia), caracterizados por rocas metamórficas de bajo grado
de transformación, con el relieve estructurado según las alineaciones de plegamiento antiguo
remodeladas diferencialmente por la erosión (relieves apalachianos).

Sobre esa morfoestructura general, han actuado una serie de procesos degradando morfologías
previas y sobreimponiendo la suya propia. En general se trata de los fenómenos ocurridos durante
la evolución cuaternaria, caracterizada por acciones fluviales, glaciares, periglaciares, y en menor
medida gravitacionales.

Restos de morfologías antiguas más o menos degradadas y las nuevas propias de los procesos
actuales y recientes (Cuaternario), constituyen los elementos base de toda cartografía e
interpretación morfogenética que, a posteriori, se integrarán para definir las unidades a distinta
escala. Dadas estas circunstancias, el grueso de la información que queda reflejada en el anexo
corresponde a los elementos, pues han sido la base para la clasificación del relieve en las categorías
de detalle.

6.2. PROBLEMÁTICA AMBIENTAL

Como referimos en la introducción a esta Parte 11, las transformaciones efectuadas por el hombre
en este territorio derivan, primordialmente de actividades relacionadas con los sectores primarios
tradicionales (agrosilvopastoriles). La progresiva extinción de esas actividades (abandono casi total
de tierras marginales y disminución de la cabaña ganadera extensiva) parece irreversible en el
contexto sociopolitico dominante, y supone un punto de inflexión histórico en la tendencia iniciada
en la Alta Edad Media. Todo ello permite por primera vez en muchos siglos, acometer un proceso
generalizado de ‘renaturalización’ del medio (rural).

Sucede sin embargo, que la ‘fácil disponibilidad’ de territorio está dando lugar a su ocupación
desordenada por actividades industriales y urbanas. Este proceso, aunque generalizable a otros
espacios de la Península Ibérica, toma aquí rasgos especiales debido al modelo de referencia en que
se apoya: la vertiente meridional de la Sierra de Guadarrama y Madrid. Desde determinados
ámbitos locales se promueve imitar dicho modelo en la vertiente septentrional.
140 La Geomorfología en los estudios del medio jisico y planWcación territorial

Así las cosas, la transformación actual más importante en esta vertiente del Sistema Central se
encuentra asociada a los procesos de urbanización. Dicho proceso es enormemente complejo, y
hasta ahora siempre lo han regulado los criterios económicos frente a los territoriales. No es
extraño, por tanto, que sobre un paisaje de fuerte impronta agrosilvopastoril, se estén imponiendo
hoy urbanizaciones e infraestructuras (autovía San Rafael-Segovia, trazado del TAV hacia el
noroeste peninsular), a la vez que cobra interés el sector de las rocas industriales con numerosas
actividades extractivas en el entorno de la Sierra.

6.2.1. Evolución histórica de las transformaciones territoriales

Aunque el antecedente más inmediato de la configuración actual del territorio rural de esta zona
puede situarse en las transformaciones acaecidas desde la Alta Edad Media, lo cierto es que las
modificaciones de origen antrópico tienen raíces más antiguas, casi ancestrales.

6.2.1.1. Actividades agrasilvopo.storiies

Haciendo una revisión en orden cronológico, comenzamos por señalar que la incidencia real de la
intervención humana en este sector durante el Paleolítico es difícil de conocer, si bien parece que
fue escasa; se cita la presencia de actividad antrópica en las proximidades de la Sierra (Cueva de
la Griega, Pedraza) en base a restos datados en unos 20.000 años (Barrio et al., 1987), es decir,
Paleolítico Superior.

Según Zamora (1989), las primeras transformaciones territoriales dignas de mención —al igual que
en otros ámbitos geográficos próximos— se remontan al periodo Neolítico. De esa época datan las
primeras deforestaciones asociadas, sobre todo, al inicio de asentamientos humanos permanentes
que desarrollan la agricultura, y domestican el ganado; en cualquier caso y en relación con otras
regiones ibéricas, parece que tales sucesos aquí no fueron importantes, debido a la existencia de
una menor densidad de población. Y menos aún en las proximidades de la Sierra, donde
únicamente las zonas cársticas conservan restos arqueológicos atribuibles a este periodo (Cueva de
Los Enebralejos, en Prádena; Cueva de La Vaquera, en Torreiglesias).

Durante las edades del Bronce y del Hierro tiene lugar un crecimiento demográfico, y se
intensifican las actividades antes referidas. La aparición en estas épocas de poblados en zonas altas
(pequeños ‘castros’), como los del Cerro de la Sota (Torreiglesias), Segovia, Pedraza, o Ayllón,
fácilmente defendibles, llevó aparejada la tala de vegetación en las zonas inmediatas a dichas
defensas, así como una considerable modificación del entorno más próximo (Zamora, op. cit.).
También se vieron afectados en mayor medida los espacios más fértiles, como las vegas, asociados
a una economía basada en la existencia ya de numerosos rebaños de bóvidos y ovicápridos, como
demuestran los restos arqueológicos encontrados en la cueva de la Solana de la Angostura en
Arevalillo de Cega (Moreno Sanz, 1989).
Capitulo 6. El territorio 141

A partir de la Edad de Bronce la incidencia sobre el paisaje comienza a ser notoria, siempre
asociada a un aumento demográfico y a una diversificación de los tipos de asentamientos y
actividades. Las primeras roturaciones importantes para explotaciones agrícolas situadas en torno
a las villas, datan de época romana (Zamora, op. cit3. Existen restos de villas rústicas de edad
romana en Madrona, Segovia, Pedraza, Valseca, Ventosilla y Tejadilla, Requijada, y Orejana
(Barrio et al., op. cit.).

Todos los datos apuntan a que los visigodos no introdujeron grandes cambios en los usos del suelo
instalados por el mundo romano, siguiendo una organización similar en cuanto a explotaciones
agrarias se refiere y aprovechando incluso sus asentamientos.

Las luchas entre musulmanes y cristianos debieron generar también la desaparición de importantes
masas arboladas, bien mediante estrategias de tierra quemada, bien por su uso ganadero; así, el
carácter ‘montaraz’ de estas tierras con abundantes zonas de pastos y bosques, fue siempre muy
favorable al uso pecuario, actividad que contaba con la ventaja de adaptarse perfectamente —por
su movilidad— a un espacio con carácter de ‘frontera’ (Allué et al., 1995).

Sin embargo, el momento histórico del que data la deforestación masiva de superficies en el
piedemonte septentrional de las sierras de Guadarrama y Somosierra-Ayllón, llega con la
Repoblación, en la Alta Edad Media. Conforme se fundaban o reorganizaban pueblos con el avance
cristiano hacia el sur peninsular, los núcleos ya instalados vieron aumentar de modo considerable
el número de habitantes; por ello fue necesario extender los cultivos a expensas de pastizales y
bosques.

Esas transformaciones tuvieron mayor incidencia en los sectores del piedemonte, quedando las
‘sierras’, o espacios orográficamente más elevados, aún en un estado prácticamente ‘natural’. Así
por ejemplo, la Sierra fue para esta época un espacio utilizado mayoritariamente para la caza.
Enríquez de Salamanca (1981) se hace eco de varios pasajes dei Libro de la Montería de Alfonso
XI, en el que se citan expresamente lugares como la ‘Garganta de Ruy Velazquez’ (cabecera del
rfo Moros), la ‘Acebeda de Riofrio’, ‘Valsavin’ (Valsain), o ‘La Mata de Pirón’, los cuales son
descritos como espacios donde abundan el oso, el jabalí, el corzo y el lobo. Precisamente esa
abundancia de caza condicionó la elección de los montes de Valsain como cazadero por los
primeros reyes de Castilla.

Tenemos pues que las primeras transformaciones territoriales importantes tienen lugar en el periodo
de la Edad Media, con una explotación articulada en torno a las Comunidades de Villa (o Ciudad)
y Tierra, estructuras cuya influencia aún hoy es perceptible. Las villas que mayor peso tuvieron
sobre las tierras de la Sierra fueron: Segovia (ciudad), Pedraza y Sepúlveda en el sector central;
y Riaza, Fresno y Ayllón en el sector más oriental. Pero además, la influencia real de las
comunidades segovianas sobre el conjunto montañoso fue importante a partir de este periodo, cuyo
territorio histórico penetraba ampliamente en la vertiente meridional (sexmos de Lozoya,
Manzanares y Casarrubios).
142 La Geomorfología en los estudios del medio Jisico y plan j/icación territorial

Superado el problema de lucha con los árabes, comenzó una enconada disputa entre agricultores
y ganaderos, como es lógico, a expensas de los espacios arbolados; en las comarcas serranas ese
pulso se decantó, sobre todo, a favor de los segundos. En efecto, si existe una actividad cuyo
crecimiento debió ser espectacular en el medievo fue la ganadería. Esta circunstancia se vio
favorecida por las características del medio físico (sustrato y clima), de vocación claramente
silvopastoril. La ganadería ovina experimentó en este periodo un gran incremento; los propietarios
de los grandes rebaños culminaron su potencial con la creación del ‘Honrado Concejo de la Mesta’
en 1273, cuya trayectoria histórica se prolongó hasta principios del siglo XIX.

El incremento de la caballa ganadera hizo que la extensión de zonas pastoreadas fuera notable
(Barrio et al., 1987): primero con una trashumancia entre la Sierra y la Meseta; posteriormente
con una trashumancia larga, pasando a la vertiente meridional de la Sierra. De este modo las
vertientes septentrionales de Guadarrama y Somosierra-Ayllón quedaron convertidas en “la más
importante encrucijada de la trashumancia castellana” (Barrio et al., op. cit.), situada en el centro
de una red de comunicación de vías pecuarias que conectaban los pastos veraniegos al norte del
Sistema Central con los invernales del sur, en Extremadura y Andalucía. Son numerosos los restos
que quedan hoy de esa superestructura ganadera; en especial la red de comunicaciones mediante
vías pecuarias, de la que es un magnifico ejemplo la ‘Cañada de la Vera de la Sierra’ (Soriana
Occidental), así como varios ‘ranchos’ o ‘esquileos

Esta actividad, responsable del esplendor económico de Segovia durante varios siglos, tuvo una
incidencia no menos importante en la cubierta vegetal y edáfica de todo el piedemonteserrano (foto
6.1). Se hace muy difícil cuantificar las repercusiones reales de ese sobrepastoreo, pero
seguramente fue mucho más importante de lo que imaginamos. Probablemente tenga este origen,
por ejemplo, el aspecto ‘desnudo’ que ofrecen muchas laderas serranas actuales ej., pico de La
(p.

Atalaya) o el que ofrecían otras con anterioridad a su repoblación forestal y su reciente


recuperación natural, así como el carácter ‘raquítico’ de muchos suelos del piedemonte.

Durante todo este periodo medieval los bosques fueron quedando progresivamente confinados a
espacios comunales sobre los que, por otra parte, empezaron a pesar duras ordenanzas para castigar
las cortas excesivas o sin autorización (Allué et al., 1995).

Ya en la Edad Moderna el incremento de los cultivos afectó a amplios sectores del piedemonte, y
estuvo de nuevo motivado por un aumento demográfico generalizado. De este modo, mediante
roturación, se fueron incorporando al cultivo tierras cada vez más marginales y de peor calidad.
El efecto de esas actividades agrícolas sobre la cubierta vegetal tampoco es fácil de valorar, pero
todo permite suponer que el incremento de la superficie roturada se produjo en detrimento del área
ocupada por encinares y quejigares, sobre todo en las campiñas.

Excluidas fluctuaciones ligadas en muchos casos a las variaciones demográficas y a su


competencia’ con las actividades agrícolas, la ganadería continuó durante este periodo con su
espectacular incremento. Unicamente a partir del siglo la excesiva expansión de los cultivos
XVIII,

provocó una escasez de pastos, haciendo disminuir la cabaña ganadera (Barrio et al., op. cit.).
Capítulo 6. El territorio 143

Al elaborarse el Catastro del Marqués de La Ensenada a mediados del siglo XVIII (ver Allué et
al., op. cit.), los usos del suelo eran ya muy similares a los actuales, condicionados sin duda en
gran parte por el medio físico: los relieves de campiña próximos a la Sierra se dedicaban
mayoritariamente al cultivo de cereales, mientras que éstos eran más escasos en las comarcas
situadas sobre los terrenos del piedemonte, donde abundaban los pastos y el terreno improductivo.

Por la repercusión que posteriormente tendrfa para su mantenimiento, es necesario destacar aquí
un hecho significativo que ocurre en este momento histórico: nos referimos a la incorporación a
la Corona, en 1761, de los Montes y Matas de Pinares y Robledales de Balsain, Pirón y Riofrio
—pertenecientes hasta entonces a la Junta de Nobles Linajes de la ciudad de Segovia—.

Es necesario destacar para este periodo, cómo la Sierra y su piedemonte aún conservaban
importantes masas forestales. Lainez (1964), describe una Real Ordenanza promulgada en 1774 por
la que se declara vedada y acotada “para real recreación y entretenimiento” la caza y la pesca en
el-citado real bosque de Balsain, compuesto entonces por masas que se extendían desde el Puerto
de Navacerrada hasta Navas de San Antonio, Marugán, Sangarcia, Afle, Ahusin, Cantimpalos,
Pinillos, Peñarrubias, Torreiglesias, Carrascal, La Cuesta, Santiuste, Torre Val y Navafria. De este
trabajo parece deducirse que, aunque con carácter discontinuo, las masas forestales ocupaban
entonces una extensión considerable en el entorno de la Sierra, al menos en el área de influencia
de estos ‘reales bosques’.

Otro aprovechamiento ancestral con especial incidencia en esta época, el carboneo, parece ser
responsable de los paisajes adehesados del robledal situado al pie de la Sierra, denominados
popularmente ‘matas’; entre las descritas desde antiguo como tales, es posible citar las actuales de
Riaza, Valsain, La Saúca y Pirón.

La invasión francesa de 1808, llevó pareja la puesta en práctica de las ideas económicas liberales
imperantes en la Europa de aquéllos momentos. Una de ellas, los conocidos procesos de
desamortización, debieron provocar importantes modificaciones en el paisaje vegetal de este sector
de la Submeseta Norte. Significativo fue, por ejemplo, el proceso desamortizador de los bienes de
la Iglesia, realizado al amparo de la Ley Mendizabal de 1837, que afectó en la provincia de
Segovia a importantes propiedades eclesiásticas. Sin embargo, la actividad desamortizadora más
intensa se desarrolló tras la entrada en vigor de la Ley Madoz de 1855, destinada a facilitar la
enajenación de terrenos comunales del Estado, la Iglesia y el Ejército, entre otros. Se trataba así
de privatizar, en definitiva, todas las tierras susceptibles de ser cultivadas.

De nuevo según Allué et al. (op. cit.), las repercusiones de la Ley Madoz en lo que a roturación
de terrenos forestales se refiere no han sido establecidas todavía con exactitud. Se sabe que
desaparecieron sobre todo encinares y en menor medida sabinares. Estos últimos fueron siempre
menos solicitados por los particulares, por estar ubicados sobre suelos poco aptos para el cultivo
agrícola; los encinares, localizados en suelos potencialmente cultivables, fueron los más afectados.

Así pues, la extensión de las tierras de cultivo a lo largo de todo el siglo XIX fue importante, y
debida a: los procesos de desamortización, la supresión de los privilegios de la Mesta, y un notable
144 La Geomorfología en los estudios del medio fisico y planificación territorial

crecimiento demográfico (Barrio et al., op. cit.). Tras una crisis generalizada del sector agrícola
a finales del siglo XIX, en las tres primeras décadas del siglo XX se produce una recuperación que
va unida a las mejoras técnicas.

La época de la posguerra civil estuvo marcada por la penuria y la crisis generalizada. Tanto es así
que, por ejemplo, las producciones de cereales no llegaron a alcanzar de nuevo los valores de 1935
hasta el año 1955, momento en el que se cifra la máxima extensión de terrenos cultivados de las
últimas décadas (Barrio et al., op. cit.); esta circunstancia queda manifiesta en el seguimiento
realizado para el área de estudio a través de fotografías aéreas del año 1946, donde es posible
observar amplias superficies del piedemonte cultivadas.

Aunque con origen antiguo, de esta época datan también importantes repoblaciones forestales en
la vertiente septentrional del Sistema Central. Las llevadas a cabo después de la Guerra Civil,
fueron realizadas por el Patrimonio Forestal del Estado, más tarde el ICONA, sobre terrenos
adquiridos por el Estado en las laderas norte de Guadarrama y Somosierra, en altitudes
comprendidas entre los 1.200 y 1.900 metros; las especies más utilizadas fueron el pino silvestre
y, en mucha menor medida, el pino laricio y el pino negral (Allué et al., op. cit.).

La práctica de estas actividades transformó notablemente el paisaje, cubriendo buena parte de las
antiguas laderas serranas. Las repoblaciones de pino silvestre en la sierra segoviana han estado
sujetas a diferentes interpretaciones. Para unos, han configurado masas de gran calidad, al haberse
implantado en lugares bien adaptados a sus características ecológicas y haber respetado buena parte
de los piornales y pastizales de altitud, tan importantes para la ganadería; para otros, no todas las
repoblaciones parecen haber sido tan benefactoras. En cualquier caso, las masas de pino silvestre
constituyen posiblemente la imagen con que más se identifica esta vertiente del Guadarrama.

&2.1.2. Cantería y minería tradicionales

Las actividades extractivas fueron importantes desde antiguo en toda la zona, especialmente
aquéllas que explotaban los materiales sedimentarios cretácicos (arenas silíceas y arcillas
refractarias) cuya extensión en el piedemonte septentrional de la Sierra de Guadarrama es amplia.

Las primeras referencias históricas bien documentadas datan de 1451, fecha en que el rey Enrique
IV prohíbe la extracción de arenas en las proximidades de la muralla de la ciudad de Segovia
debido a los problemas de derrumbamiento que ocasionaban a ésta (ver Diez Herrero y Martin
Duque, 1993a). Pero un hecho parece condicionar sobremanera la explotación de arenas silíceas
y arcillas refractarias en las proximidades de Segovia: la creación de la Real Fábrica de Vidrios
y Cristales de La Granja, en 1770. Bowles (1775) ya habla de la importancia de tal actividad en
este entorno condicionada por la real fábrica, y Areitio y Quiroga (1874) señalan además la
utilización de los materiales caolinicos y silíceos para la manufactura de porcelanas en la ‘fábrica
de loza’ La Segoviana.
Capítulo 6. El territorio 145

Prueba de la antiguedad de las actividades mineras es que los autores citados, junto a Cortázar
(1891) o Calderón (1897), señalan la existencia de estas explotaciones “desde tiempos
inmemoriales”, indicando su localización en La Lastrilla, Bernuy de Porreros, Hontoria, Espirdo,
La Higuera y en la propia ciudad de Segovia. Cortázar (op. cit.) hace notar la gran importancia
industrial que habrían de tener estos materiales cretácicos —como en realidad ha sido y está
siendo—.

En torno a la década de 1950 tiene lugar un nuevo auge de estas actividades, aún para proporcionar
arenas con destino a la fábrica de vidrio de la Granja pero ya con un mercado mucho más amplio.
El método de explotación mas común empleado en esta época son las ‘galerías’ o ‘cuevas’,
excavadas directamente en los materiales, y pequeños frentes muy superficiales en la ladera a modo
de pequeñas ‘calicatas’.

Tales aprovechamientos históricos han dado lugar a una serie de canteras abandonadas, cuyos restos
son visibles casi de forma continua en prácticamente todos los frentes de cuesta de la zona,
especialmente en el entorno de la ciudad de Segovia (laderas de El Terminillo; foto 6.2) y en los
núcleos rurales cercanos (Hontoria, La Lastrilla, Espirdo, La Higuera).

Cortázar (op. cit.) también destaca la relevancia de las canteras de calizas y dolomías para
construcción o la obtención de ca]; de nuevo se localizan en el entorno de la ciudad de Segovia
(valle de Tejadilla, Altos de La Piedad, Zamarramala, La Lastrilla, valle de Matamujeres), donde
el número de edificios históricos es grande, y en Bernuy de Porreros, La Higuera, Caballar, o
Vegas de Matute. Por otro lado y como lo demuestran numerosas edificaciones religiosas
construidas con esas rocas, la cantería de calizas y dolomías debió ser importante en el área de
influencia de la Comunidad de Villa y Tierra de Pedraza en el periodo medieval.

Otro uso principal de la ‘cantería’ practicada en los escarpes de frentes de cuesta sobre materiales
cretácicos, fue la reparación de caminos y la construcción de ‘cercados’ (Moreno Sanz, 1989).
También existió desde antiguo una cantería en materiales de la Sierra, como muestran la infinidad
de edificios construidos con ‘granitos’ (Acueducto y palacios renacentistas de Segovia) o la
arquitectura popular en pizarra o cuarcita (Becerril, El Muyo, Alquité).

La minería metálica ha dejado vestigios dispersos por toda la Sierra; destacan los restos de las
minas romanas en Otero de Herreros, arroyo Zancado (Vegas de Matute), y las proximidades de
Riaza; la primera, del siglo 1 d.C., con “un gran depósito de escorias ferruginosas”, así como
excavaciones rellenas de escombros y cimientos que parecen indicar la existencia de fundiciones
y otros edificios anexos (Cortázar, 1891). Más recientemente, las explotaciones quedan restringidas
a pequeñas minas y calicatas que explotaban filones de cuarzo con mineralizaciones hidrotermales
aprovechando la demanda de wolframio en el periodo de la II Guerra Mundial. Su incidencia
ambiental se limita a pequeñas escombreras de estériles, que salpican las laderas de la Sierra en
localidades como El Espinar, Otero de Herreros, Rades del Puerto, Bernuy de Porreros, etc. Este
espectro se completa con explotaciones puntuales de yacimientos cupríferos, mineralizaciones de
piritas, arsenicales, óxidos, etc., incluso indicios de oro y plata en el entorno de Riaza.
146 La Geomorfología en los estudios del medio físico y planficación territorial

6.2.1.3. Poblamientos y primeras obras públicas

El hecho fundamental que determina la articulación de los núcleos rurales en este territorio es,
como ya apuntamos, el proceso de repoblación castellana y de él derivan ciertos topónimos ligados
a repobladores (Sanchopedro, Martin Muñoz de Ayllón, Santibáfiez de Ayllón). Así, salvo algunas
poblaciones más antiguas creadas con fines defensivos (Segovia, Pedraza, Sepúlveda, Ayllón), la
mayor parte proceden de la organización de este territorio en Comunidades de Villa y Tierra (a
partir del siglo XI); en ellas, la Villa era el centro administrativo y su Tierra estaba formada por
un conjunto de poblaciones adyacentes. Esas poblaciones menores se habrían establecido en muchos
casos por una especialización funcional, en virtud de las características del medio físico: pastos,
bosques, puertos de montaña, etc., pero casi siempre conjugando estos recursos con una relativa
—y segura— proximidad a cursos de agua. Y he aquí que el origen de la mayor parte de los
topónimos sea precisamente de tipo fisiográfico: Val de San Pedro, Sotosalbos, Collado Hermoso,
La Salceda, Guijasalbas, El Arenal, Navafria, La Matilla, Matabuena, Matamala, Sonsoto, Riofrio,
Valsain, La Cuesta, Huerta, Prádena, Valleruela, La Lastrilla, etc.

Esta distribución del poblamiento, de origen medieval, apenas se vio modificada posteriormente
por la construcción de los palacios reales de Valsain, La Granja o Riofrio; en estos casos, los
lugares escogidos, primero por los Austrias y luego por los Borbones, estaban siempre relacionados
con la caza y el descanso estival (CENEAM, 1993). Una discusión frecuente e interesante, se
suscita en torno al ‘impacto’ que debieron provocar dichas construcciones sobre su entorno y las
valoraciones que de ello se hace en la actualidad.

Y no seria ya hasta finales del siglo XIX y principios del XX, cuando otro factor condicionará la
creación de nuevos núcleos urbanos en estas comarcas: la construcción del ferrocarril Villalba-
Segovia a finales del siglo pasado, hecho que dio origen a los núcleos de la Estación de El Espinar
y Gudillos.

Varios autores (Sanz Herraiz, 1992; Sintes a al., 1994; entre otros), han tratado el llamado
“descubrimiento del Guadarrama”, efectuado a finales del siglo XIX y principios del XX por una
serie de científicos e intelectuales. A partir de ese momento la Sierra comenzaría a percibirse como
un espacio capaz de otorgar más beneficios que inconvenientes —como hasta ese momento había
sucedido—.

Uno de esos beneficios era, y es sin duda, el clima estival. Breñosa y Castellarnau (1884)
comparan los climas de Madrid y San Ildefonso, y señalan que este factor es uno de los que más
habrían influido en la elección del Real Sitio como lugar de veraneo:

“Tan notables d<ferencias explican la venida periódica de una elegante colonia madrilefla
que, huyendo del aquel abrasadory caliginoso estío, busca grato solaz y benigno temple
en el fresco y embalsamado valle de Valsain.” (Breñosa y Castellarnau, 1884: 27).
Se produjo así la instalación de las primeras colonias burguesas de veraneantes en los pueblos de
la vertiente septentrional de la Sierra, hecho que repercutió en el crecimiento de poblaciones como
San Rafael, El Espinar o San Ildefonso.
Capítulo 6. El territorio 147

Por lo que respecta a las primeras infraestructuras, el resto más antiguo de una ‘obra pública’ en
el dominio estricto de la Sierra lo constituye la calzada romana que atravesaba por el Puerto de la
Fuenfria, de la cual aún quedan panes visibles. Dicha calzada fue durante mucho tiempo el único
paso pavimentado de la Sierra.

Con posterioridad, irían estableciéndose caminos por los corredores más favorables para atravesar
estas montañas; los pasos naturales fueron Somosierra, Guadarrama, Navafria, Malagosto, la
Quesera, Navacerrada, etc. Por ellos cruzaron las principales vías pecuarias de la submeseta norte
a la submeseta sur, y más tarde condicionaron las principales infraestructuras viarias (carretera y
ferrocarril).

Quizás una de las primeras ‘obras hidráulicas’ de la Sierra fueron los azudes para captación de
aguas. En esta vertiente septentrional, han sido muy frecuentes para la conducción de agua a los
pueblos del piedemonte mediante las denominadas ‘caceras’; destacan entre ellas las de los ríos
Viejo, Pirón, y Cambrones. Restos de estos ‘azudes’ se conservan hoy casi íntegros —aún con las
diferentes reparaciones que han tenido—; un magnifico ejemplo lo constituye el sistema de
conducción del Pirón (ver Sintes et al., 1994). Pero sin duda la ‘cacera’ más famosa en esta
vertiente es la que tiene su origen en el río de la Acebeda y da lugar al acueducto romano de
Segovia. Este dato parece indicar que el resto de canales, existentes con seguridad antes del siglo
XV, pudieran tener un origen romano. Obra también destacada fue la construcción de El Mar de
la Granja, para abastecer el sistema de fuentes en los jardines del Palacio.

En relación con la transformación histórica del paisaje en la vertiente norte de la Sierra, quedan
aún por explicar aspectos como el origen del material de construcción del Acueducto de Segovia;
siempre y cuando éste procediera de aquí, lo cual es puesto en duda por los historiadores locales
(J.A.Ruiz Hernando, com. pers.).

6.2.2. Transformaciones recientes

Englobamos bajo este epígrafe aquellas modificaciones territoriales cuyo origen se encuentra
asociado a la crisis de las actividades rurales, y a su sustitución por otras de carácter ‘urbano’ o
‘industrial’, siempre relacionadas con la función, más o menos dependiente, de espacio de turismo
y ocio de la gran urbe madrileña (ver Marinero, 1992).

6.2.2.1. Abandono de prácticas agradas tradicionales. Repoblaciones forestales

Al igual que en otras zonas del país, la crisis generalizada del sector rural tiene lugar aquí en la
década de ¡os años sesenta. En este periodo se produce un fuerte proceso de despoblamiento del
medio rural y portanto de abandono de campos de cultivo y zonas de pasto. Estamos hablando así
de un punto de inflexión desde el proceso histórico de Repoblación, que se había iniciado en la Alta
Edad Media.
148 La Geomorfología en los estudios del medio físico y plan~flcación territorial

La regulación o abandono del pastoreo en los montes públicos, y la sustitución en el uso de madera
por combustibles fósiles, han permitido una evidente recuperación de la cubierta vegetal y edáfica
en amplias superficies. Son muchos los espacios que de este modo han ido poco a poco poblándose
de matas, matorrales y monte bajo.

En resumen, los hechos que marcan esta época son la disminución experimentada por la cabaña
ganadera extensiva y el abandono de cultivos en tierras marginales, los cuales han dado lugar a las
modificaciones paisajísticas más notables de este siglo —exceptuando las de carácter urbanístico
que trataremos más adelante—. Nos referimos al importante avance experimentado por las masas
forestales de forma natural, caso muy notorio por ejemplo en las comarcas de Prádena y Pedraza
donde son especialmente destacables las amplias superficies de sabinar joven en progresión y
ocupando antiguas zonas de cultivo o pastoreo intensivo. Este proceso de recuperación es bien
evidente de nuevo a partir del seguimiento de fotografías aéreas de los años 1946, 1956, 1912 y
1985.

No es fácil hacer predicciones acerca del sentido en que se va a producir la evolución de la cubierta
vegetal en un futuro para este sector serrano, pero está claro que la tendencia al abandono de
prácticas agrarias continuará siendo determinante, y que favorecerá su recuperación. Sin embargo,
parece que este proceso entrará irremediablemente en conflicto con la urbanización.

Asimismo, es pronto para determinar cómo afectará a la repoblación efectiva de terrenos ahora
despoblados y en qué medida motivarán cambios en el paisaje las recién aprobadas ayudas para la
reforestación de tierras agrícolas con fondos de la Unión Europea, y otras medidas similares que
aparezcan en el futuro. En cualquier caso, el modo en que se efectúen dichas acciones será
decisivo.

Junto a esta evolución generalizada de recuperación de la vegetación natural, han aparecido dos
procesos menos positivos: la repoblación forestal mediante terrazas, aun después que este método
haya sido puesto en entredicho debido a la degradación que ejerce en la cubierta edáfica; técnicas
de explotación y gestión forestal inadecuadas, como las cortas a ‘matarrasa’; y la construcción de
modernas naves ganaderas para explotaciones intensivas, fundamentalmente de porcino y vacuno,
altamente impactantes en el paisaje de la Sierra.

6.2.2.2. La minería moderna

En relación con la evolución actual de este sector industrial en nuestro país, en este espacio la
minería metálica puede considerarse desaparecida, mientras que han experimentando un gran auge
las rocas industriales. La explotación de arenas silíceas y arcillas refractarias —de gran importancia
histórica— puede considerarse el sector que más ha crecido. Con el proceso de mecanización e
industrialización general, la extracción de estos materiales mediante galerías ha dado paso a una
minería a cielo abierto ayudada por potente maquinaria. En general se trata de excavaciones ‘de
ladera’, que horadan los ‘frentes de cuestas’ mediante banqueo sucesivo (foto 6.3).
Capítulo 6. El territorio ¡49

Restos abandonados de este tipo de minería a cielo abierto, llevadas a cabo con maquinaria
moderna, se encuentran en Vegas de Matute, Hontoria, Segovia, La Lastrilla, Bernuy de Porreros,
Valseca, Espirdo, La Higuera y Matabuena. Mientras tanto, existen otras activas en Arcones,
Orejana, Valleruela de Sepúlveda, Espirdo, La Higuera y Valseca, como más significativas.

En cuanto a la explotación de rocas ígneas y metamórficas, sólo existen canteras activas en el


espacio serrano y su piedemonte en: Arcones, Villacastin, Hontoria, Serracin y Vegas de Matute.
Tal situación contrasta con la proliferación de este sector (cantería de granitos) en la vertiente
meridional de la Sierra.

En conjunto, la ordenación del sector minero es escasa existiendo numerosas explotaciones ilegales.
Por otro lado, los planes de restauración previstos por la ley desde el año 1982 no se cumplen en
prácticamente ningún caso.

6.2.2.3. Urbanización e infraestructuras

Aunque la aparición de ‘segundas residencias’ en determinados municipios serranos se iniciara a


finales del siglo XIX, su proliferación en la vertiente nororiental del Sistema Central data de la
década de 1970. Este proceso es similar y, hasta cierto punto, continuación de la gran explosión
‘urbanizadora’ ligada al crecimiento del área metropolitana madrileña. Tiene lugar en el
Guadarrama meridional a partir de la década de 1960 y coincide con una etapa de fuerte
crecimiento económico y crisis generalizada del sector rural. Todo ello ha sido estudiado en detalle
por Valenzuela (1977), en un trabajo que se ha convertido en referencia obligada a la hora de
abordar este fenómeno.

La propia orografía de la Sierra condicionó inicialmente la extensión de la gran metrópoli


madrileña, reduciéndola prácticamente a la vertiente sur. La apertura del túnel del Guadarrama en
la década de 1960, la transformación de la carretera de La Coruña en autopista, y la N-I en
autovía, son mejoras en los sistemas de comunicación que han favorecido la accesibilidad desde
Madrid con la consiguiente la proliferación urbanística.

Esta demanda de espacio ‘no urbano’ porparte de ¡a gran urbe madrileña, se vio pronto reforzada
por la oferta surgida en la propia vertiente norte del Guadarrama, que podríamos calificar de
amplia (Hita, 1995).

Así pues, lo que en realidad condiciona esta oferta es la proximidad a Madrid y los recursos
naturales y culturales del Guadarrama septentrional que actúan como reclamo: gastronomía,
patrimonio histórico-artístico, deportes al aire libre, artesanía, paisaje, entre otros.

Ese conjunto de estas actividades ligadas al ocio y turismo, determina una serie de modificaciones
territoriales asociadas que podemos agrupar en: urbanización e infraestructuras, entre las cuales
existe además una relación de reciprocidad. En resumen, la urbanización constituye la actividad
(real y potencial), que en mayor medida está transformando esta vertiente del Sistema Central.
150 La Geomorfología en tos estudios del medio frico y planificación territorial

La creación de urbanizaciones según el modelo propio de los ‘años sesenta’ afortunadamente no


cuenta con demasiados ejemplos; quizás por haber llegado con retraso respecto al sistema
implantado en la vertiente meridional. Oria et al. (1991) señalan: ‘La Pinilla’, en Cerezo de Arriba
(1972), ‘Los Ángeles de San Rafael’ en El Espinar (1977), ‘Monte Los Cortos’ en Duruelo (1980),
‘Pinar Jardín’ en Marugán (1982) y ‘Montevegas’ en Vegas de Matute (1989). Todas ellas
construidas al amparo del planeamiento y en lugares de alto interés natural.

En cualquier caso, como señala Valenzuela (1992) para la vertiente meridional, el modelo
‘urbanización’ se halla en verdad liquidado y también aquí tiene escasa incidencia actualmente.

Así, condicionado por la ‘mala fama’ de las urbanizaciones entre un creciente sector de la opinion
pública y por los numerosos problemas que han ocasionado a sus usuarios, se está imponiendo una
nueva tipología de transformación de cara más amable. Se trata de la oferta de “complejos
turísticos de calidad” que, bajo la patente de “proyectos de interés social”, son los grandes
beneficiarios de subvenciones públicas.

Un caso emblemático lo constituye el complejo urbanístico-deportivo de La Pinilla (foto 6.4). Otro


suscitó recientemente una importante polémica: el denominado Proyecto de Ecodesarrollo de la
Sierra de Guadarrama que contemplaba, preferentemente, la mejora en las infraestructuras de las
estaciones próximas a Navacerrada. Finalmente está el Panorámico de Segovia, complejo turístico,
cultural y de servicios ubicado en la finca de la Pedrona (La Losa) a los pies mismos de la Mujer
Muerta, con 5.000 m2 construidos.
Propuesta de esta naturaleza no realizada pero que sigue latente, es un posible complejo turístico
en un espacio colindante al Parque de Riofrio; en esta ocasión la oferta se enmascara tras “un
campo de golf’. En circunstancias similares están los municipios de El Espinar, Madrona, o Riaza.

En este contexto se encuadra también la reciente urbanización La Canaleja, creada en torno a la


estación de Otero de Herreros (foto 6.5) o la persistencia por sacar adelante un viejo proyecto en
la Dehesa del Retamar de Navafria.

En general todos estos procesos tienen su vía de penetración fundamental a partir de los ejes
formados por la autopista A-E y la carretera N-603. Pero también comienzan a desarrollarse a
través de la N-I y la carretera N-l 10 en dirección a Segovia; se está creando así una presión a
modo de ‘pinza’, que se extiende a su vez a la Sierra de Ayllón.

La escasa incidencia del modelo ‘urbanización’ no ha impedido, sin embargo, la ampliación


desmesurada y poco planificada del suelo urbanizable en varios de los núcleos preexistentes. Los
casos más notables son: Riaza, San Ildefonso, El Espinar, Las Navas de Riofrio, La Losa y
Torrecaballeros, Palazuelos de Eresma, y La Lastrilla. Así, las mayores cotas de incremento en
el espacio construido en el área de influencia de esta vertiente de la Sierra no lo está ocasionando
la segunda residencia a expensas de Madrid, sino la expansión de la propia ciudad de Segovia,
situada a tan sólo 10 km de la Sierra. Tan notorio como desordenado, ha sido su crecimiento por
las carreteras N-601, N-603, y N-1 10, así como el de las poblaciones más próximas: La Lastrilla,
Cap ítalo 6. El territorio 15 1

Torrecaballeros, Trescasas, San Cristóbal, Palazuelos, Espirdo y Hontoria. En estos casos la


política más frecuente es la de hechos consumados: parcelación, venta y construcción en suelo no
urbanizable, y reconversión en suelo urbano por normas urbanísticas posteriores (Oria et al.,
1991).

En este repaso a las transformaciones territoriales debidas a la urbanización, es necesario destacar


otro proceso: se trata de la ocupación ilegal de suelo no urbanizable por viviendas unifamiliares
aisladas, normalmente de muy baja calidad de construcción y enmascaradas mediante su pretendida
asociación a una explotación ganadera, cuando realmente actúan como segunda residencia. La
magnitud de las transformaciones es aún pequeña, pero la falta de control está contribuyendo a la
expansión de construcciones anárquicas y al incremento del impacto paisajístico.

Finalmente y en consonancia con lo que también refleja Valenzuela (1992) para la vertiente
madrileña, se aprecia una tendencia al crecimiento de viviendas unifaniiliares permanentes, bien
de profesionales libres (Brieva, Hasardilla, Torrecaballeros), bien de gente que se desplaza
diariamente a trabajar en Madrid o Segovia; todo ello se verá favorecido por ¡a mejora en las
comunicaciones, en especial el inmediato desdoblamiento de la carretera N-603.

Por lo que respecta a las infraestructuras, los principales ejes viarios que atraviesan la vertiente
septentrional de la Sierra de Guadarrama actualmente son: las carreteras N-VI (puerto de
Guadarrama) y autopista A-E (túneles de Guadarrama); la autovía N-I (puerto de Somosierra; foto
6.6),y la N-601 (puerto de Navacerrada); asimismo, siguiendo un trazado al pie de las elevaciones
montañosas y más o menos paralelo a sus alineaciones, aparecen las carreteras N-1 10 Soria-
Plasencia, desde Segovia hasta Riaza, y la N-603 desde San Rafael a Segovia.

El ferrocarril atraviesa el espacio montañoso en dos puntos: Guadarrama (Villalba-Segovia-Medina


del Campo), y Somosierra (Madrid-Burgos). Es necesario destacar aún una tercera línea: la que
une Cercedilla con el Puerto de Cotos. Tales vías de comunicación están muy condicionadas por
la orografía y aprovechan los pasos tradicionales y corredores naturales. Es destacable por ello la
coincidencia en su trazado entre las antiguas vías pecuarias y las modernas vías de comunicación:
la N-I es paralela a la Cañada Segoviana, la N-VI a la Leonesa oriental, y el eje Nl 10-N603 a la
Soriana Occidental.

Las perspectivas más inmediatas en este sentido, están marcadas por dos hechos: el proyecto de
comunicación entre Madrid y el noroeste peninsular mediante tren de alta velocidad, y el
desdoblamiento y conversión en autovía de la carretera N-603 San Rafael-Segovia.

El primer proyecto (nuevo acceso ferroviario al norte-noroeste) inicialmente contemplaba varias


alternativas que presentaban salidas a esta vertiente norte mediante túneles, bien en el término
municipal de Matabuena, bien por Somosierra, desviándose posteriormente hacia el noroeste.
Recientemente —y a propuesta de la Cámara de Comercio de Segovia—, el MOPTMA incluyó una
nueva, que cruzaría el Guadarrama mediante un largo túnel por debajo del Puerto de la Fuenfria;
su salida tendría lugar en las inmediaciones del embalse de Revenga, pasando posteriormente por
las proximidades de la ciudad de Segovia para dirigirse a Valladolid.
152 La Geomorfología en los estudios del mediofrico y plan¡flcación territorial

En cuanto al proyecto de desdoblamiento de la carretera N-603 se encuentra en fase muy avanzada,


pues ya está realizada la Declaración de Impacto Ambiental. El punto más conflictivo es la variante
de Revenga, cuyo trazado se aparta de la carretera existente en la actualidad y discurre por un
espacio comprendido entre el ‘Parque de Riofrio’ y el ‘Soto de Revenga’, muy próximo también
al espacio elegido para la ubicación del campo de golf antes citado.

El problema en este caso no será sólo la influencia de la propia autovía, sino las transformaciones
urbanísticas que llevará asociadas, como: urbanizaciones, estaciones de servicio, o las grandes
superficies comerciales. En definitiva y con gran probabilidad, este corredor de transporte se
constituirá en un eje de colonización urbana.

Igualmente paradigmático resulta el ejemplo de la carretera N-l 10, en “permanente estado de


obras”, y cuyos restos del antiguo trazado quedan en el paisaje como auténticas “cortas de
meandro

El incremento en la presión urbanística, también tiene su reflejo en la necesidad de obras


hidráulicas. La reserva de agua que constituye la Sierra de Guadarrama es bien conocida en la
vertiente madrileña; hasta el punto de ser una de las principales funciones que se le ha asignado
a este territorio. Datos que dan que pensar, lo constituyen hechos como que el río Lozoya tenga
más de un 60 % de su longitud ocupada por embalses (Heras, 1995).

Con anterioridad a las transformaciones territoriales más recientes a que nos hemos referido, las
funciones de abastecimiento de agua potable a las poblaciones del piedemonte norte habían
precisado hasta ahora de tres embalses: Puente Alta en el río Frío, Las Tabladillas en la cabecera
del río Moros, y el embalse de río Peces. Sin embargo, el crecimiento de la ciudad de Segovia y
de la segunda residencia en núcleos como Torrecaballeros o Riaza, han hecho necesaria la creación
de otros tres: Pontón Alto en el Eresma —que viene a sustituir al proyectado en el pinar de Valsain
a mediados de la década de 1970—; Torrecaballeros en la cabecera del río Pirón; y Riaza en la
cabecera del río Riaza. Es necesario señalar además la existencia de otro pequeño embalse en el
río Moros, construido con una finalidad de ocio para la urbanización de Los Ángeles de San
Rafael.
Capítulo 6. El territorio ¡55

6.2.3. Ordenación del territorio

Aunque casi siempre a remolque de las transformaciones urbanísticas, en los últimos años se han
puesto en marcha varias iniciativas de regulación territorial, bien en el marco general de la Ley del
Suelo (L592), bien a través de normativas especificas sobre protección de espacios naturales.

6.2.3.1. Planeamiento urbanístico

La desordenada situación urbanística del sector estudiado se ha visto favorecida por la inexistencia
de unas directrices de ordenación a nivel supramunicipal, ya que a escalas locales los intereses
creados dificultan la planificación.

Sin embargo, han sido varios los intentos en este sentido. En el año 1991 la Diputación Provincial
de Segovia elabora un borrador de Normas Subsidiarias de Planeamiento Municipal con Ámbito
Provincial de Segovia, cuyo objeto era ejercer de ‘marco director’ en aquellos municipios en los
que no existía planeamiento. Dicho documento fue desechado, al parecer por su baja calidad
técnica. En su lugar es elaborado otro texto (DPS, 1994), esta vez con un enfoque más adecuado,
pero cuyo principal problema es que aún se encuentra sin aprobar.

La actuación más reciente, y que al menos en teoría tendrá una influencia decisiva sobre toda la
normativa referida en tanto servirá de marco global, es la elaboración de una Hipótesis de Modelo
Territorial (Directrices de Ordenación Territorial) para Castilla y León (JCL, 1996). Pero de nuevo
su gestación está siendo demasiado lenta.

Es así como, actualmente, el planeamiento urbanístico depende casi exclusivamente de los


municipios, sobre los que ejerce su poder regulador la Comisión Provincial de Urbanismo de
Segovia. Es necesario destacar algunas decisiones de este organismo en los últimos años, como el
rechazo a las ampliaciones de las urbanizaciones ‘Pinar Jardín’ en Marugán, y ‘Los Cortos’ en
Duruelo, o el recorte a las desmesuradas peticiones de suelo urbano de algunos municipios (Oria
et al., 1991). Pero, sin duda, su intervención más plausible por lo que pueda representar de
precedente, fue la denegación en el año 1991 de la propuesta de modificación de las Normas
Subsidiarias del municipio de Navafria, que incluía la urbanización de 60 hectáreas en la finca ‘El
Retamar’, decisión que fue ratificada por la Consejeria de Medio Ambiente y Ordenación del
Territorio de la Junta de Castilla y León.

En base a datos elaborados por Oria et al. (1991), y Alonso Teixidor (1994), la situación del
planeamiento urbanístico para todo este sector es la siguiente. Cuentan con Planes Generales de
Ordenación Urbana únicamente Pedraza (1955), Segovia (1984), y San Ildefonso (1981); en el caso
de Pedraza, la aprobación tan temprana se debió a su declaración como conjunto histórico-artístico
en 1951. Según Oria et al. (1991), en el año 1990, los municipios que contaban con normas
subsidiarias de planeamiento en este sector eran: Ayllón (1978), Duruelo (1992), El Espinar
(1982), Ituero y Lama (1980), La Losa (1976), Navas de Riofrio (1976), Otero de Herreros
(1983), Palazuelos de Eresma (1980), Prádena (1986), Riaza (1976), Vegas de Matute (1981), y
156 La Geomorfología en tos estudios del mediofrico y plan~/icación territorial

Villacastin (1981). Posteriormente a esa fecha se han aprobado Normas Subsidiarias en Trescasas,
Torrecaballeros, Espirdo, Collado Hermoso, y Santo Tomé del Puerto. En el resto de los
municipios, bien cuentan con Proyecto de Delimitación de Suelo Urbano: Brieva (1992),
Matabuena (1992), Basardilla (1991), Sotosalbos (1990), Aldealuenga de Pedraza (1990), La
Matilla (1978); bien con Planes Parciales: CasIa (1911) o Cerezo de Abajo (1986); o simplemente
no tienen normativa alguna.

Sin embargo, es preciso poner en duda si el planeamiento urbanístico ejercido sin unas directrices
a nivel comarcal o regional, tal y como se efectúa en la actualidad, lleva aparejado una ordenación
o más bien una legalización de situaciones anómalas. Así, existen casos de núcleos que con una
simple delimitación de suelo urbano (D.S.U.) han mantenido su carácter tradicional, y sólo con la
aprobación de normas subsidiarias han comenzado a generar una expansión poco ordenada. Ello
se debe a la permisividad de los propios municipios, que utilizan la normativa como un instrumento
para satisfacer todo tipo de demandas.

En este sentido, es necesario destacar la nula consideración del medio natural en la elaboración de
las distintas figuras de planeamiento urbanístico a nivel municipal. Según hemos podido constatar,
con demasiada frecuencia se equivocan datos en las descripciones del medio físico al ser ‘copiadas’
de unos municipios a otros; caso, por ejemplo de las Normas Subsidiarias de Navas de San Antonio
y Espirdo. Todo ello lleva, por ejemplo, a clasificar como suelos urbanizables lugares cuyas
condiciones constructivas son deficientes. Se aparta de esta generalidad San Ildefonso, que en 1981
elaboró un Plan General que en su día —y aún hoy— puede considerarse uno de los escasos
trabajos de planificación ecológica aplicado a un municipio; en 1982, a partir del Plan General, se
redactó un Plan Especial de Protección del Medio Físico, que sin embargo no llegó a aprobarse.
También Segovia cuenta con un Plan General ‘restrictivo’, aunque en este caso con una
problemática más ligada al Patrimonio Histórico; y con uno de los escasos trabajos desarrollados
en toda la provincia de Segovia que asume los postulados de la planificación integrada (Yoldi,
1990).

6.2.3.2. Espacios protegidos

Si por ‘conservación’ entendemos las disposiciones reguladoras o de ordenación para el uso de un


determinado espacio natural, podemos considerar la incorporación a la Corona en 1761 de los
Montes y Matas de Pinares y Robledales de Halsain, Pirón y Riofrio como la primera medida
‘oficial’ de conservación en la vertiente septentrional del Guadarrama; todo ello, aunque fuera
dictada con el fin de lograr el mantenimiento de las producciones de madera y leña para las reales
fábricas (Allué et al., 1995).

Sin duda, este hecho y las subsiguientes ordenanzas reguladoras promulgadas para el mismo, han
posibilitado que se preservara hasta hoy una de las masas forestales más significativas de todo el
país, como es pinar de Valsain. La actitud conservacionista que siempre existió hacia este espacio
queda refleja en la posición de destacados ingenieros de la realeza, como Joaquín Maria de
Capítulo 6. El territorio 157

Casterllarnau (Casado, 1995), o la iniciativa que muchos años despúes, en septiembre de 1976,
protagonizaron un numeroso grupo de científicos españoles en defensa del paraje de El Vado de
la Reina o Boca del Asno, ante el proyecto de construcción en dicho lugar de una presa para
abastecimiento de agua a Segovia.

Pero hemos de centrar los antecedentes directos para la conservación de estos espacios en el año
1923, cuando se solicitó la declaración de la Sierra de Guadarrama como Parque Nacional (ver
Gómez-Limón et al., 1994).

Dicha solicitud venia a culminar una larga tradición de movimientos en defensa este espacio,
atribuible a un destacado grupo de intelectuales (naturalistas, literatos, etc.) conocidos bajo
diferentes agrupaciones y denominaciones (regeneracionistas, guadarramistas). La figura más
destacada de estos movimientos en torno al Guadarrama fue Francisco Giner de los Ríos, por cuya
iniciativa se constituyó en 1886 la Sociedad de Amigos del Guadarrama. Es procedente señalar
también la presencia de E. Hernández-Pacheco al frente de estas iniciativas conservacionistas,
miembro de la Junta Central de Parques Nacionales.

Pero seria en 1930 cuando tiene lugar la primera declaración oficial de espacios protegidos en
vertiente septentrional del Guadarrama —y en la Sierra en general—. Se trata del reconocimiento
como Sitio Natural de Interés Nacional de ‘El Pinar de la Acebeda’, junto con tres espacios más
en ¡a vertiente meridional.

Las iniciativas sobre Conservación en las Sierras de Guadarrama y Somosierra-Ayllón


permenecerán en el olvido hasta la década de 1970, y cuando se retoman —quizás en relación
directa con su nivel de degradación y constante amenaza—, siempre harán referencia en mayor
medida a la vertiente meridional.

Así, desde la declaración de sitio natural de interés nacional de ‘El Pinar de la Acebeda’ en 1930
hasta la fecha, en la vertiente septentrional únicamente se procede a la protección de determinados
hábitats: la declaración mediante el Real Decreto 2866/74, de un nuevo Sitio Natural de Interés
Nacional (el Hayedo de Riofrio de Riaza), y dos Zonas de Especial Protección para las Aves
(ZEPA), El Pinar de Valsain y El Espinar, a través de las directivas 79/409 CEE y 91/ 244 CEE.

Con excepción de estos casos, el resto de las propuestas corresponden únicamente al campo de las
iniciativas, pues ninguna de ellas ha llegado a cristalizar. Éstas se desarrollan sobre todo en la
década de 1990 a cargo del gobierno autonómico. El punto de partida es un ambicioso plan de
protección que se inicia con la selección de 49 espacios de alto valor natural, al objeto de formar
una Red de Espacios Naturales de Castilla y León (REN) incluida como anexo en el Anteproyecto
de la Ley Autonómica de Espacios Naturales.

Pero cuando se aprueba la Ley 8/91 de 10 de mayo de Espacios Naturales de la Comunidad de


Castilla y León, en la que se define la REN, así como las categorías de los espacios naturales
protegidos y las características necesarias para su declaración, no aparecen ni el paisaje protegido
de la Sierra de Guadarrama ni el parque natural Val¡e del Rio Riaza.
158 La Geomorfología en los estudios del medio frico y planjficación territorial

Paradójicamente, con posterioridad a la aprobación de esa ley la Consejeria de Medio Ambiente


y Ordenación del Territorio de la Junta de Castilla y León encargó sendos estudios para las
declaraciones como espacios naturales protegidos de la Sierra de Guadarrama (ENTORNO, 1991)
y el Valle del río Riaza (ECOPLAN, 1991). Dichos estudios tenían como objetivo señalar las
razones para la futura inclusión de ambos espacios en la REN.

Otro documento de interés correspondiente a este periodo es el Católogo y Directrices de


Ordenación Territorial para el Fomento y Protección de Áreas Especiales de Castilla y León,
elaborado por ESCAN (1991) para la Dirección General de Urbanismo y Calidad Ambiental (en
Alonso Teixidor, 1994). Su objetivo era llevar a cabo un inventario de aquellos espacios que
necesitaban protección o fomento de sus recursos, y entre ellos se incluía el conjunto de las sierras
de Guadarrama y Somosierra pertenencientes a la Comunidad Autónoma de Castilla y León,
sectores a los que se consideraba sometidos a una alta presión turística y urbanística.

La última iniciativa de ordenación para esta zona surge en 1994 con la elaboración de un Plan
Especial de la Sierra de Guadarrama (Alonso Teixidor, op. cit.); dicho plan intentaba paliar la no
calificación de ‘paisaje protegido’ ya referida; pero, de nuevo, quedó paralizado.

En definitiva: en una primera aproximación, el conjunto de la vertiente septentrional de las sierras


de Guadarrama, Somosierra y Ayllón, conserva aún un acierto grado de naturalidad n; sin
embargo, un examen de detalle muestra las importantes transformaciones a que ha estado sometido
este espacio históricamente, cuyos efectos permanecen en el paisaje. A su vez, sobre ese mismo
territorio se ciernen en la actualidad toda una serie de expectativas de transformación, derivadas
de la sustitución de actividades en el medio rural por otras ligadas a la urbanización,
infraestructuras y minería moderna (cuadro 6.1).
Capítulo 6. El territorio 159

Cuadro 6.1. Resumen general sobre actividades antrópi cas y efectos sobre el mediofisico para el ámbito
de estudio.

ACTIVIDAD EFECTOS O CONSECUENCIAS SOBRE EL MEDIO


HUMANA CON SIGNIFICADO DE PERMANENCIA EN EL TIEMPO
modificación de la cubierta vegetal (deforestación) y de las
agrosilvopastoril propiedades edáficas (compactación, empobrecimiento
tradicional horizontes orgánicos, alteración de ciclos biogeoquimicos);
lavado e hidromorfismo en prados de siega y huertas
modificación del relieve original y del paisaje; eliminación
del suelo y la vegetación; alteración de las pautas
minería
tradicional escorrentía/producción de sedimentos; inducción de
acarcavamientos y fenómenos gravitacionales; creación de
nuevos hábitats para la fauna silvestre
núcleos de población configuración de la estructura territorial; transformación del
tradicionales paisaje
primeras efectos menores, por aprovechamiento de pasos históricos
infraestructuras viarias condicionados y adaptados al relieve
modificaciones de balances y regímenes hídricos
primeras intercuencas; creación de nuevos cursos permanentes de agua
obras hidráulicas
<caceras, regatos)
regeneración de la cubierta vegetal; localmente aumento de la
abandono agricultura erosión (disgregación estructural del suelo, arrastres) o
de secano estancamiento de la sucesión vegetal; derrumbamiento de
bancales
deforestación, alteración del relieve; modificaciones
agneultura moderna importantes de propiedades edáficas y regímenes hídricos
(roturación) (distorsión de la relación escorrentía/producción de
sedimentos)
construciones efectos sobre el paisaje; disminución de las capacidades de
agropecuarias modernas recreo y ocio
repoblaciones según la modalidad: efectos positivos o negativos sobre el
forestales suelo, el régimen hídrico y el paisaje
modificación importante del relieve y del paisaje; eliminación
minería del suelo y la vegetación: alteración pautas hidrológicas;
moderna inducción de desprendimientos y deslizamientos rocosos;
alteración de usos productivos y recursos culturales

urbanización modificaciones paisajísticas relevantes; ocupación de suelos


moderna productivos y sistemas de alto valor natural; alteración de la
estructura territorial
modificación del relieve, los suelos, la vegetación y el
carreteras paisaje; desviación de caudales y encharcamientos por efecto
y ferrocarriles barrera-presa; disminución de recarga de acuíferos; alteración
bienes culturales
vanaciones en el sistema fluvial (caudal, cantidad y tipo de
obras hidráulicas carga>; alteración sistema hidrogeológico; inducción de
(presas) procesos gravitacionales; ocupación de suelos fértiles;
modificación del paisaje

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FACULTAtI C( flEOLOGICAS
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