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Podemos clasificar los distintos síntomas en siete categorías:
problemas psicosociales
problemas físicos
problemas psicológicos
problemas cognitivos
Problemas conductuales
Problemas sexuales
Problemas sociales
POSIBLES SEÑALES E
INDICADORES DE ABUSO SEXUAL
PSICOSOCIALES - Impotencia. Creer que “no pueden” enfrentar situaciones de su vida
- Guardar silencio de lo ocurrido
- Vergüenza
- Culpabilidad por creer que podían haber hecho algo más por evitar el
abuso o porque fueron culpadas por su familia
- Tendencia a ser dependientes de otras personas
- Sometimiento
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- “Deseo de desaparecer”
- Estigmatización social
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gastrointestinales, ginecológicas, obesidad, síntomas cardiopulmonares
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- Trastorno de la alimentación
- Trastorno sexual
- Rechazo del propio cuerpo
- Sobreexcitación
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generalizarlo al resto de las relaciones interpersonales.
Conducta disruptiva y agresiva
- Hostilidad ante figuras de autoridad
- agresividad
- ira y rabia
- trastorno oposicionista desafiante
Relacionadas con su cuerpo:
- Reacción temerosa y sorpresiva ante el contacto físico
- Uso de ropa provocativa
- Deficiente higiene personal
- Resistencia repentina a desnudarse y bañarse
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- Introducción de objetos en la vagina o en el recto
- Curiosidad sexual excesiva o conducta sexualizada que no corresponde a
su edad y momento de desarrollo
- Problemas de identidad sexual
- Miedo a la relación sexual
- Creer que va a ser valorada únicamente por el sexo
- Agresión sexual de un/a menor a otro/a
- Masturbación compulsiva
- Conductas exhibicionistas
SOCIALES - Problemas de relación. Área que suele quedar muy afectada dada la
ruptura de confianza de la víctima. Pérdida de confianza en sí mismos/as
y en los demás
- Menor cantidad de amigos. Un 43% manifiesta tener pocos amigos (11%
menores no víctimas).
- Aislamiento social
- Dificultad para la relación por no poder confiar en las personas
- Sobreprotección a los hijos e hijas
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- Déficit de habilidades sociales
- Perfeccionismo obsesivo para mostrar su valía
- Miedo excesivo a personas o lugares
- Repentina falta de interés por amigos y actividades
- Esquemas regresivos de comunicación
- Necesidad constante de compañía
Es común el sentimiento de culpa porque la persona que abusa corresponsabiliza a la víctima del abuso o porque siente que no logra impedirlo.
Puede sentir que ha hecho algo cuya consecuencia es el abuso.
Queda afectada la esfera de la confianza ya que las víctimas confiaron en alguien que luego les hizo daño.
Entorno de confianza
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Unidad de convivencia. En muchos casos no hay relación de consanguinidad pero sí vínculos afectivos. Muchas veces la figura paterna es la
abusadora
Entre iguales
No existe un tipo de familia en la que con certeza se vaya a dar un abuso sexual. Tampoco existe una familia ideal en la que va a ser imposible
que se dé una situación de abuso. Existen formas de funcionamiento familiar que propician el abuso sexual o bien ayudan a prevenirlo. También
existen dinámicas familiares que ayudan o que dificultan que un/a de sus integrantes pueda expresar y pedir ayuda con más facilidad si sufriera
una situación de abuso de cualquier tipo.
Algunas dinámicas familiares que facilitan la posibilidad de que se dé un abuso sexual son:
- La familia caótica: en este tipo de familia los padres dejan de responsabilizarse de los hijos e hijas, y las personas abusadoras pueden
aprovecharse de esta situación. Esta familia se caracteriza por problemas que abarcan varias generaciones, un funcionamiento marginal de los
miembros individuales de la familia y de la familia en su conjunto. Los niños y niñas que se encuentran en familias caóticas suelen dejarse al
cuidado de sí mismos, sin supervisión adulta, y son vulnerables al abuso dentro y fuera de la familia.
- La familia sexualizada: en este ambiente familiar se estimula un clima familiar sexualizado con una conducta y charla abierta sobre el sexo,
incluyendo la exposición a la pornografía, al nudismo o a los actos sexuales entre los padres o hacia los niños/as (Worling, 1995). El extremo
opuesto es la rigidez sexual y la falta de discusión de cualquier tema sexual, que desemboca en la total desinformación sobre el sexo.
- Familias abusivas. Cerradas en sí mismas. El abuso hace que permanezca unida la familia. Son unidades familiares muy patológicas en las que
todos ganan algo con el abuso. Hay mucho control y a los niños no se les permiten actividades fuera del hogar, ni van a dormir a casa de los
amigos ni de los abuelos para que no comparen lo que viven en casa con otras situaciones.
Cuando hay un abuso existe un amor disfuncional. Por ejemplo: El papá se acerca y comete abusos diciendo que es porque le quiere y todos los
padres lo hacen así; la madre no ejerce el papel de protección y se da una permisividad
- Familias con abuso de drogas donde los padres tienen dañadas la capacidad de empatía o cercanía y el cuidado hacia sus hijos.
Cuando el padre, padrastro o quien ejerce el rol del padre es quien abusa, lo suele hacer adoptando una de estas figuras paternas:
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- El padre desvalido. Se acerca a la niña como su pseudopareja que le permita tener cierto poder.
- Padre guay/buena onda. No marca límites, es un adolescente más. En vez de poner límites y ocupar su papel de responsabilidad en una
relación asimétrica, opta por una relación de “colegas”, donde la simetría deja al menor sin referencias y sin capacidad de valoración moral.
- Padre controlador. Un padre dominante, rígido y autoritario. Con violencia entre los padres y también con los hijos. Puede ser un padre
violento, verbalmente abusivo y sádico que crea una atmósfera represiva.
Los estudios dicen que las niñas padecen más abusos en el núcleo familiar y los niños en el entorno de confianza.
1.3 ¿Qué elementos dificultan la detección del ASI intrafamiliar?
Hay muchos elementos que dificultan la detección de abusos en la familia. Aquí apuntamos algunos:
En primer lugar la concepción de la familia como unidad en la que la sociedad no puede entrar y que tiene total libertad para relacionarse y
educar a sus hijos e hijas como quieran.
A la vez, todavía existe tolerancia social respecto a la violencia contra la infancia.
Poca preocupación sobre la infancia y su calidad de vida.
Los niños y niñas están acostumbrados al tipo de relación abusiva y pueden pensar que eso es lo habitual.
El miedo de los niños/as a ser separados de los padres.
Que la familia sea poco permeable, cerrada en sí misma, que no solicita ayuda.
Que tengan pocos recursos sociales y pocas relaciones. Cuestiones culturales.
El consumo de tóxicos.
Estructura patriarcal rígida
La confianza del niño/a en el adulto.
Los menores tienen poca credibilidad
Si son muy pequeños pueden tener dificultades para explicar lo que les pasa.
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1.4. Consecuencias del abuso dentro de la familia
Las consecuencias incestuosas se asocian a diferentes síntomas que se van manifestando a lo largo de la vida de la víctima. Ward y Lundberg-
Love (2006) sostienen que el crecimiento y desarrollo personal de los supervivientes de incesto están influidos psicológica, conductual,
fisiológica, espiritual y cognitivamente. A largo plazo, el abuso en forma de incesto se asocia a consecuencias psicológicas más graves que el
abuso sexual realizado una sola vez o por alguien fuera de la familia.
Las variaciones individuales en las respuestas a eventos traumáticos repentinos, incontrolables y negativos, por lo tanto, el impacto del trauma
del incesto, varía de un individuo a otro (Marvasti, 2004). La predisposición genética, el nivel de desarrollo en el momento del incesto, la
intensidad, la naturaleza y severidad del evento, así como el ambiente social y familiar, y eventos estresantes anteriores y posteriores, pueden
contribuir a conformar la percepción de las víctimas en relación al evento y a limitar su capacidad para hacer frente al incesto (Atwood, 2007).
Los investigadores y médicos han dividido las respuestas relacionadas con el trauma sexual en diversas categorías. Por ejemplo, Brown y
Finkelhor (1985) establecieron un marco conceptual de impacto del abuso sexual infantil e incesto. El modelo de los Cuatro Factores
Traumáticos (The Four-Factor Traumagenics Model) indica que el abuso sexual altera la orientación cognitiva y emocional de los menores hacia
el mundo y les causa un trauma, distorsionando sus capacidades afectivas y su concepto de sí mismos. El modelo hace hincapié en la dificultad
de los supervivientes de incesto para confiar, y en su dificultad para la intimidad.
Carlson y Dalenberg (2000) distinguen entre respuestas primarias y secundarias. Como respuesta primaria, una víctima de incesto podría tener
síntomas de re-experimentación de pensamientos e imágenes intrusivas, ansiedad y enojo, agresión, reacciones fisiológicas ante
recuerdos traumáticos, flashbacks y pesadillas. La segunda respuesta primaria sería evitar pensamientos, sentimientos, conversaciones,
actividades, lugares, personas y recuerdos asociados con el evento traumático.
Los síntomas asociados y secundarios del trauma de incesto no están causados directamente por la experiencia traumática, pero aparecen más
tarde debido a problemas con la reexperimentación, evitación, ambiente social y otras circunstancias que siguen al trauma sexual (Carlson y
Dalenberg, 2000) [1]
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2. CARACTERÍSTICAS DEL PROCESO DE REVELACIÓN
Aunque como ya se ha dicho, el abuso sexual infantil presenta una amplia prevalencia, es un tema novedoso y que precisa de un conocimiento
más extenso. Complejiza la revelación que la mayor parte se dan en el entorno de confianza de la víctima y que el tema sexual puede continuar
siendo un tabú. La mayor parte de estos delitos no son denunciados. Algunos lo son cuando a nivel legal ya han prescrito
La revelación es algo que se da en muy pocos caso de manera inmediata. Excepcionalmente la produce un extraño al círculo de confianza.
En otras ocasiones la escuela oculta el caso para que otros padres o los medios de comunicación no lo conozcan. Prioriza sus intereses a los de el
niño o niña
Revelación entre pares. Se lo explica a alguien de su misma edad, a algún amigo o amiga, ocurriendo especialmente entre adolescentes.
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La latencia. Es el tiempo transcurrido desde que empezaron los abusos hasta que se revelan. Un gran número de víctimas nunca revela su
victimización. Algunas hasta que son adultas. La edad media de latencia de la revelación es 18 años. Puede ser:
o Inmediata; cuando ocurre horas o días después del inicio de los hechos abusivos.
o Demorada: si se da entre una semana y seis meses.
o Tardía: más de seis meses. Es, con mucha diferencia, la más frecuente y casi total en los casos de agresión crónica.
Género
Las niñas revelan en igual medida a partir de preguntas de adultos y de forma premeditada o espontánea mientras que los niños lo hacen
principalmente a partir de las preguntas de los adultos.
Los chicos tienen más factores inhibidores que las chicas y aumentan con la edad. Se suma el tabú de la homosexualidad. Los adolescentes
varones son menos propensos a revelar la victimización.
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Aspectos evolutivos
En la etapa preescolar tienen menos inhibición para revelar. Desconocen más los tabúes sexuales y tienen menor control de sus impulsos. Por
sus características cognitivas, les es más difícil explicar y describir la experiencia así como recordar cuándo empezó o el número de eventos
vividos.
La edad del niño/a está asociada directamente con la percepción de responsabilidad de la víctima. Las niñas más pequeñas son las que más
tienden a culparse a sí mismas por el abuso.
En los escolares y adolescentes se observa que según avanza la edad disminuye la tasa de revelaciones, posiblemente porque sienten mayor
responsabilidad por la agresión y pueden temer las consecuencias negativas para otros y para sí mismos.
Los y las adolescentes tienden más a revelarlo a sus iguales ya que el grupo de amigos juega un papel fundamental de referencia y es el momento
de querer liberarse de las influencias parentales.
Las víctimas más mayores tienden a pensar que:
Factores familiares.
Si los familiares sospechan de la agresión por diferentes síntomas, empezarán a indagar y preguntarán al niño/a, lo que provoca que sienta que
puede contar lo sucedido de manera segura. La percepción que el niño/a tenga respecto a la credibilidad que tendrá su revelación influirá
totalmente. Habitualmente se hace a la madre y es la que mayor credibilidad otorga.
Distintos estudios demuestran que la percepción que se tiene de los padres influye de forma determinante. Su falta de apoyo puede contribuir a
que los hijos no reporten el abuso sexual. Hershkowitz, Lanes y Lamb (2007) descubrieron que los hijos de padres que, en su opinión,
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reaccionan con calma ante situaciones de estrés, denuncian el abuso con mayor frecuencia que los hijos e hijas de padres que, en su opinión,
reaccionan al estrés con especial angustia.
Otros factores a tener en cuenta son:
Por la naturaleza encubierta del ASI, los niños/as deben decidir a solas, sin consejo o apoyo.
La mayoría de menores mantienen el secreto o tardan en revelarlo períodos significativos.
La relación entre la víctima y el abusador/a.
La habilidad del menor para denunciar jugará un papel fundamental.
Se enfrentan a muchos obstáculos que tienden a inhibir la revelación. Algunas limitaciones son cognitivas y otras de factores de desarrollo,
relacionadas con la edad y las capacidades de relatar lo que les ha pasado.
Miedo al castigo y al abandono, percepción de complicidad, vergüenza y culpa hacen que no se revele el abuso.
La situación de superioridad de la persona que abusa, las estrategias para seducir y coaccionar a la víctima y el vínculo entre ellos.
La asimetría permite mantener el sometimiento.
El temor por el bienestar físico y emocional de la víctima
Normas sociales, tabúes respecto al sexo, incesto y homosexualidad.
Creen que sus revelaciones no serán creídas y que no recibirán ayuda (estos temores no son desacertados). Se puede agravar con posteriores
revictimizaciones por parte de la familia y de algunas instituciones y se causa un segundo trauma.
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1. La calidad de la escucha
2. La no revictimización
1. La calidad de la escucha
Escuchar con plena atención, con calma y respetando el ritmo y la emoción. No hay que interrumpir ni emitir juicios.
Transmitir confianza. Transmitirle que lo ha hecho muy bien, que ha sido muy valiente al atreverse a hablar del tema y que vamos a estar
con el/ella.
Credibilidad. No poner en duda ni tratar de minimizar o relativizar la experiencia relatada. Escuchar y transmitirle que le creemos y que no
tiene la culpa de nada. Nosotros no somos ni detectives ni jueces, somos la persona que ha elegido para explicar algo muy importante, no
somos los peritos que van a determinar la veracidad del relato, por lo que no nos toca poner en duda lo que nos plantea.
No cuestionar ni hacer preguntas. Nos va a revelar lo que desea y no debemos indagar para saber más detalles. No siempre la víctima
puede volver a exponerse a rememorar lo ocurrido. Nuestras preguntas solo deben ir en la línea de preguntarle por lo que desea que nosotros
hagamos y en la línea de peguntarle si está bien. Lo que quiera explicar depende de la víctima.
Transmitir esperanza. Es posible salir de esa situación y vamos a hacer todo lo necesario para que así sea.
Liberarla de cualquier responsabilidad. Muchas veces la víctima se cree culpable, piensa que ha podido provocar la situación o que habría
podido evitarlo y no lo ha hecho. Subrayar que la única responsabilidad es del agresor y que no tiene ninguna culpa. Independientemente de
lo que haya hecho o dejado de hacer, el/la responsable sigue siendo la persona que cometió el abuso. No se pueden hacer intervenciones en
las que la culpa no recaiga únicamente en el agresor.
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No podemos engañarle. Nos ha hecho una confidencia pero debemos decirle que haremos una denuncia, que esto está en manos de los
adultos y que tiene nuestro apoyo para las diferentes situaciones que va a vivir y que seguramente serán complejas. Que no lo van a saber
todos, sino solo aquellos profesionales que sea necesario.
Proteger. En caso que haya sospecha de que se puedan continuar los abusos, habrá que tomar las medidas para evitarlo.
Evitar el contacto físico. Mostrar empatía y apoyo sin contacto físico. Para quien ha vivido la experiencia de que se transgredió el límite del
respeto hacia su cuerpo, es importante evitar cualquier posible contacto ya que, con la intención de mostrar cercanía, se puede reactivar la
experiencia vivida en el abuso.
1. La no revictimización
Entendemos por revictimización volver a causar daño a quien ha sido víctima de una situación de abuso. Muchas veces la revelación del abuso,
que debiera llevar a un proceso de sanación a quien lo revela, termina provocando un sufrimiento que para la víctima puede ser tan grande o
incluso mayor que el provocado por el abuso.
Las formas más comunes de revictimización son:
En la familia:
o No se cree a la posible víctima
o Se le acusa de querer llamar la atención, de haber roto la paz familiar o de haber provocado el enfado, el abandono del hogar o hasta el
consumo de drogas de quien es acusado/a. También se le puede culpar de que la familia pierda los ingresos o hasta la comida que era
aportada por la persona acusada
o Si se produce un embarazo como consecuencia del abuso sexual, la familia rechaza al niño o niña fruto de ese embarazo
En la escuela
o El abuso va siendo conocido por demasiada gente. El niño, niña o adolescente sufre vergüenza o discriminación. Puede abandonar el
sistema educativo
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Sistema Judicial y Servicios Sociales
Es posible que en el proceso de revelación la víctima tenga que pasar por diferentes profesionales que pueden creerle o no, tener que repetir
continuamente lo sucedido, hablar en espacios en los que no hay intimidad, exponer su cuerpo a personas que no conoce…
Es importante ser conscientes de lo que significa la revictimización para actuar con delicadeza y analizar en profundidad las posibles
consecuencias de cualquier paso que decidamos dar.
3.- ACTUACIÓN
Ante una situación de ASI hemos de actuar desde la discreción y desde la transparencia. Uno de los objetivos primordiales es la no
revictimización.
Cuando un niño, niña o adolescente nos explica algo que quiere que no se lo expliquemos a nadie hay que tener cuidado de no engañarle .
Si lo que me explica es algo que tengo que notificar, hay que decirle que yo sola no le voy a poder ayudar y que necesito compartirlo con alguien
más. Le aseguro que voy a ser discreta. No puede ser que expliquen algo y que no pase nada. Hay que actuar. Hay que notificar. El abuso sexual
es un delito y se tiene la obligación de informar a las autoridades.
Nosotros no tenemos que dudar, hemos de informar y personas expertas serán las que decidan si es delito y hasta qué punto. La mayor parte de
nosotros no somos ni forenses, ni policías, ni jueces y por ello no nos corresponde investigar la veracidad de los hechos. De hecho,
reafirmaríamos la sospecha del menor ya que posiblemente la persona que cometió el abuso le haya dicho que si lo explica nadie le
creerá. Dándole credibilidad empezamos a desmontar la coacción.
No hay que prometer lo que no podemos hacer ni empezar a preguntar lo que puede revictimizar e incluso contaminar e interponerse en un buen
relato judicial. Las únicas preguntas a hacer es para saber cómo se siente y para que se tranquilice.
Hay que evitar que el relato de la revelación pase por tantas personas que al final se produzca la Victimización Secundaria. Sólo debe volver a
explicar ante adultos que saben lo que tienen que hacer y le pueden acompañar.
También hay que evitar la inacción. Si nos lo ha explicado es para que hagamos algo. No hacer significa desproteger y dificultar que vuelva a
pedir ayuda en el futuro.
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Uno de los aspectos que quedan más alterados en una víctima de ASI es la autoestima. Por ello, en el momento de la revelación es importante
hacerle sentir orgullosa por haberlo explicado. Decir que ha sido valiente y agradecerle la confianza, dejándole claro que no tiene ninguna culpa
y que vamos a actuar para que esto no se repita.
Si se da en el marco de una institución hay que conocer los protocolos y aplicarlos, asumir la responsabilidad de lo sucedido a la vez que se
ponen en marcha acciones para que no vuelva a suceder, intentando reparar el mal causado en la medida de lo posible.
Es necesario por parte de los profesionales en contacto con niños, niñas y adolescentes conocer los protocolos para actuar correctamente.
En España, todas las comunidades autónomas tienen protocolos de actuación según el sector en el que se trabaje. Deben dar respuesta a los
derechos de los niños que se han ido aprobando a nivel internacional. En Latinoamérica también la mayor parte de los gobiernos han establecido
protocolos y rutas de actuación.
[1] Hna. Rejoice Hoedoafia. Centre for Child Protection SAFEGUARDING: OUR COMMITMENT .E-learning programme for the prevention of sexual
abuse of minors 7. Incesto: Abuso Intrafamiliar de Menores
[2] Carolina Gutiérrez, Mónica Steinberg y Claudia Capella. Universidad de Chile Develación de las Agresiones Sexuales: Estudio de Caracterización de
Niños, Niñas y Adolescentes Chilenos
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