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El análisis discursivo del derecho

Jaime Francisco Coagulila Valdivia*

RESUMEN
Tradicionalmente los textos jurídicos han empleado los textos literarios en tanto ca-
suística judicial. Las historias servían en la medida en que diagramaban un problema
de interpretación legal; sin embargo, paralelamente a este uso instrumental, la teoría
literaria, y más propiamente la Lingüística, han venido desarrollando teorías para el
análisis de textos que recién están siendo tomadas en cuenta por los teóricos del
Derecho.

Así en nuestros tiempos el camino parece haberse invertido, ya que en la actualidad


los juristas cada vez se sienten más impelidos a recurrir a la percepción extralegal de
la Literatura, la Lingüística o la Filosofía para solucionar los problemas concretos de su
propia disciplina. A este conjunto de teorías que tienen como eje la preocupación por el
lenguaje se les ha englobado bajo el rótulo general de análisis discursivo, y comprende
todas las disciplinas, entre las cuales se encuentra, por supuesto, el Derecho.

El presente artículo tiene entre sus objetivos plantear la cuestión del análisis del
Derecho como discurso, para lo cual en una primera parte se identificará el sustento
filosófico y lingüístico del análisis discursivo; a continuación se realizará un breve
análisis de las teorías discursivas extralegales aplicables al Derecho como son: la
Semiótica, la Hermenéutica y la Deconstrucción, para, por último, esbozar un apretado
resumen de las teorías discursivas elaboradas desde la disciplina jurídica: la Teoría
Comunicacional del Derecho, la Teoría Crítica y Narrativista del Derecho y la Teoría
de la Acción Comunicativa, con algunas apreciaciones finales del autor.

*
Abogado. Magister con Mención en Derecho Civil por la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa.juez de Paz
Letrado de la Corte Superior de Justicia de Arequipa. Correo electrónico: jaimecoaguilla(5)vahoo.com

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Jaime Francisco Coagulila Valdivia

ABSTRACT
Traditionally, literary text have been employed as judicial casuistic by juridical texts. The
stories were useful as long as they had diagramed a problem of legal interpretation;
nevertheless, parallel to this instrumental usage, the literary theory, and more particularly
Linguistics have developed theories for text analyses which only currently are being
taken into consideration by Law’s theory makers.

Thus, in our times, the way seems to have been inverted, for the jurists feel evermore
impelled to appeal to the extra-legal perception of Literature, Linguistics, or Philosophy
in order to solve the concrete problems of their own discipline. This set of theories that
have the concern for the language as their axis has been encircled under the general
label of discourse-analysis and it compounds all the other disciplines, among which,
of course, is Law.

This article aims, among its objectives, at expounding the questions of Law Analysis
as a discourse, for which, at a first instance, the philosophical and linguistical support
of the discourse-analysis will be identified; then a brief analysis will be carried out over
the extra-legal discourse theories applicable to Law, such as: Semiotics, Hermeneutics,
and Deconstruction, in order to, finally extend a tight summary of the discourse theories
elaborated from within the juridical discipline: Communicational Theory of Law, Critique
and Narrative Theory of Law, and the Theory of Communicative Action, with some final
remarks by the author.

1. EL DERECHO: TEXTO Y DISCURSO


En principio cabe aclarar que el Derecho puede ser visto como texto o como discurso. La idea del
Derecho como texto ha sido defendida por el español Gregorio Robles quien ha señalado que la
norma jurídica es una proposición lingüística de carácter prescriptivo, perteneciente a un sistema
proposicional expresivo de un ordenamiento jurídico, y dirigida directa o indirectamente a orientar
la acción humana(1); en cambio, la idea del Derecho como discurso ha sido apoyada, aunque
nominalmente, por el jurista italiano Nolberto Bobbio quien definió al Derecho como un discurso, el
discurso prescriptivo del legislador, y a la Jurisprudencia como el análisis del lenguaje legislativo(2).

La distinción se remonta a la Lingüística donde texto y discurso constituyen puntos de vista dife-
rentes: el texto se encuentra más dirigido a la búsqueda de una explicación y una intencionalidad
subyacentes a los hechos textuales y el discurso parte de estructuras más generales para encontrar
progresivamente la diversidad y las particularidades de la expresión(3). La elección de cualquiera
de estas dos alternativas tiene mucha importancia en el enfoque del Derecho, por cuanto si el
Derecho es texto nos encontramos inmersos dentro de un esquema propiamente hermeneútico;
mientras que si el Derecho es discurso nos hallamos en un sistema de enunciación global, donde
todos los elementos que concurren al proceso de significación pertenecen al conjunto significante
(discurso)(4).

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Particularmente creemos que en el fondo las definiciones de Robles y Bobbio tienen más semejan-
zas que diferencias, ya que ambas aceptan el Derecho como lenguaje y también las dos aceptan
su carácter prescriptivo, concentrando su atención en su naturaleza normativa. Por el contrario,
un análisis discursivo no se limita únicamente al elemento textual sino que pretende una mayor
cobertura a los actos de enunciación. Así Jacques Fontanille ha definido que el discurso “es una
enunciación en acto, y este acto, en principio, es ante todo un acto de presencia: la instancia del
discurso no es un autómata que ejerce una capacidad de lenguaje, sino una presencia humana,
un cuerpo sensible que se expresa”(5). Dentro de esta óptica el análisis discursivo del Derecho no
solamente comprende el fenómeno normativo y ni siquiera se agota en las fuentes del Derecho,
sino que puede ser aplicado a todo acto de enunciación jurídico a operarse en el Derecho.

Las posibilidades del análisis discursivo tienen variados orígenes y tradiciones. Por ejemplo, desde
el campo de la Lingüística y la Teoría Literaria aparecen la Semiótica Jurídica y la Deconstrucción,
en tanto que de la Filosofía se deriva claramente la Hermenéutica Jurídica. Todos estos trabajos
han profundizado las investigaciones de otras disciplinas en el fenómeno jurídico y prometen
un saludable intercambio discursivo, donde el Derecho figure en medio de un sistema complejo
de comunicaciones. De otro lado, desde su propia tradición, el Derecho ha elaborado la Teoría
Comunicacional del Derecho, la Teoría Crítica y Narrativista del Derecho y la Teoría de la Acción
Comunicativa que se analizarán a continuación.

2. EL ANÁLISIS DEL DISCURSO DEL DERECHO POR LAS DISCIPLINAS


EXTRAJURIDICAS

2.1. La semiótica jurídica de Landowsky


Una de las primeras formas de entender el Derecho desde la óptica de la Lingüística ha sido
proporcionada por la semiótica y uno de los investigadores más interesados en su aplicación
al campo de las Ciencias Sociales es Eric Lándowsky. Para este autor, la semiótica tiene como
objetivo esencial la construcción de una teoría general de la significación y lo “jurídico”, no es
solamente un corpus de expresiones lingüísticas, sino también es todo un haz de instituciones y
de actores, de situaciones y de decisiones, de hechos y de actos jurídicos cuya comprensión, en
tanto que sistema globalmente significante, demanda la construcción de modelos que no podrían
ser estrictamente “textuales” o lingüísticos.(6)

Según Lándowsky, el punto de contacto entre la Semiótica y el Derecho consiste en la noción


de acto, ya que el desarrollo de una gramática narrativa en el Derecho requiere la generación de
tantos “actores” en la superficie como “actantes” hay en la profundidad(7), lo que significa en el
área jurídica dar cuenta de los diversos roles en que se desenvuelve la vida jurídica por medio de
sus actores: demandante, juez o legislador(8). Otro punto de confluencia consiste en estructurar
el Derecho en tanto relato, por lo que su gramática constitutiva abarca discursos y prácticas muy
diversificadas y que serían reunidas bajo el principio de intelegibilidad general y común a cargo
de la socio semiótica(9).

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Sin embargo, el propio Lándowsky ha señalado que aún estamos en los primeros pasos de esta
disciplina y que cuando la Semiótica del Derecho encuentre su lugar en el marco de la teoría general
de los discursos y de las prácticas de la norma, recién podrá justificarse su existencia’10’. Aunque
hay que reconocer que gracias al postestructuralismo se han profundizado las investigaciones en
Francia, Inglaterra y Estados Unidos y en algunos países latinoamericanos, lo que hace presagiar
un futuro saludable para la socio semiótica.

Desde nuestro punto de vista, el mayor aporte y, asimismo, la mayor limitación de la socio semiótica
consiste en el análisis de los actores jurídicos evaluando su significado intrínseco, lo que de alguna
manera deja de lado el carácter operativo del Derecho. De otra parte el análisis del Derecho en
tanto relato puede permitir renovadas herramientas para entender la naturaleza del fenómeno
jurídico, pero a su vez también corre el riesgo de introducir teorías incompatibles e instituciones
totalmente inútiles. El problema más importante de la socio semiótica reside en la elección de los
métodos de la lingüística más adecuados para la disección del Derecho, de tal manera que no se
desvirtúe su rol social y se enriquezca su contenido.

2.2. La hermenéutica del Derecho


La hermenéutica ha sido propuesta por el filósofo Hans-Georg Gadamer, y su mérito reside
fundamentalmente en haber centrado el debate contemporáneo en la importancia del lenguaje
y la realización de la comprensión. Para este autor “todo comprender es interpretar, y toda
interpretación se desarrolla en el medio de un lenguaje que pretende dejar hablar al objeto y es al
mismo tiempo el lenguaje propio de su intérprete”(11). Con base en estos presupuestos se puede
decir que la hermenéutica rescata la interpretación en cuanto factor conducente a la comprensión
en un contexto determinado, lo que no necesariamente obliga a la creación de una hermenéutica
transcendentalizada; así lo entiende Enrico Berti cuando opina que la hermenéutica de tipo
gadameriano nunca puede llegar a ser definitiva pues vive únicamente de sus argumentaciones
y de su capacidad de refutar las objeciones que se le pueden presentar.(12)

Es por esta razón que la hermenéutica mantiene estrechos vínculos con el Derecho ya que en
la esfera jurídica están presentes leer, interpretar y comprender las normas; así lo reconoce el
propio Gadamer cuando precisa que la hermenéutica jurídica tiene la capacidad de devolver a
la hermenéutica histórica todo el alcance de sus problemas y reproducir así la vieja unidad del
problema hermeneútico en la que vienen a encontrarse el jurista, el teólogo y el filólogo.(13)

Desde un nivel estrictamente jurídico, para Gadamer no es lo mismo hermenéutica jurídica y


dogmática jurídica, debido a que no es posible resolver los casos concretos con una mera subsun-
ción lógica; es indispensable para el juez rescatar la interpretación “correcta”, lo que en términos
gadamerianos significa que “la comprensión misma medie entre la historia y el presente(14).

Si bien es cierto que en la actualidad son pocos los trabajos que han abordado la hermenéutica
jurídica, según los preceptos gadamerianos, lo cierto es que la apuesta por el lenguaje ha provo-
cado un inusual resurgimiento del debate acerca de la interpretación jurídica. En este sentido han

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proliferado textos de distinto nivel académico demostrando una verdadera preocupación por el
campo de la Teoría de la Interpretación, sobre todo, constitucional y la naturaleza de la comprensión
de los preceptos legales. Gran parte de estas contribuciones se deben a la influencia indirecta
de la hermenéutica.

Algunos detractores de la hermenéutica han pretendido denunciar que su principal problema


está en que el hermeneuta privilegia el mensaje (de verdad) del texto”5’, en tanto otro sector ha
precisado que la hermenéutica gadameriana no satisface los requisitos de una hermenéutica
retrascendentalizada. Ambas posiciones son exactamente los dos extremos en los que se debate
la hermenéutica como bien lo cita Gianni Vatimo, cuando expresa que “la novedad y la importancia
de la hermenéutica consisten, al fin de cuentas, en afirmar que si bien la interpretación racional
(argumentativa) de la historia no es ‘acientífica’ en el sentido del positivismo no por ello es puramente
‘estética’”(16).

Consideramos con optimismo que la hermenéutica jurídica resulta una de las vertientes más
promisorias y sobre las cuales es posible profundizar las investigaciones jurídicas siguiendo su
propia tradición histórica. Estas ideas han sido propuestas por del filósofo del Derecho Ronald
Dworkin, cuando aboga por la aplicación de la interpretación literaria como modelo que inspire el
método de análisis legal y la interpretación jurídica en general(17), en la búsqueda de una renovación
del debate en el campo de la interpretación en el Derecho, sin que ello implique descartar los
aportes significativos de otras áreas extralegales.

2.3. La deconstrucción del Derecho


Quizás la invocación a la deconstrucción en el Derecho no genere muchas simpatías y más bien
provoque claras reacciones adversas. No obstante, en nuestros tiempos resulta ineludible describir
el espacio recorrido por la deconstrucción en el Derecho.

En principio, la deconstrucción de Jacques Derrida puede ser entendida como una teoría/práctica
de intervención activa e innovadora a ejercerse sobre cualquier texto(18), siendo su objetivo la
búsqueda del sentido y la racionalidad del discurso instituido, la búsqueda obstinada y estéril de
un fundamento inconmovible e inmutable, la búsqueda de la identidad y de la homogeneidad y
que, según el pensamiento derridiano, se materializa en los mitos del “logofonocentrismo” del
discurso tradicional(19).

La lectura de la diferencia o différance propuesta por Derrida tiene un carácter subversivo porque
trae como consecuencia la deconstrucción del discurso jurídico que es esencialmente deconstruible,
ya sea porque está construido sobre capas textuales interpretables y transformables o ya sea
porque su último fundamento por definición no está fundado(20). La deconstrucción no entiende el
Derecho como un discurso en pleno desarrollo sobre el cual hay que seguir avanzando, sino que
tiende a poner en duda los fundamentos que sustentan el edificio jurídico y a revelar los secretos
materiales que lo conforman.

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Las relaciones entre entre Derecho y Deconstrucción también han sido abordadas por el multifa-
cético Derrida, quien ha citado algunas reflexiones sobre el particular acerca de la deconstructi-
bilidad del Derecho:
a) La desconstructibilidad del derecho hace la desconstrucción posible.
b) La indescontructibilidad de la justicia hace también posible la desconstrucción, por no decir
que se confunde con ella.
c) Consecuencia: la desconstrucción tiene lugar en el intervalo que separa la indesconstruc-tibilidad
de la justicia y la desconstructibilidad del Derecho.(21)

Aunque parezca un juego de palabras, la deconstrucción derridiana cree que la justicia no


es deconstruible porque la deconstrucción es la justicia(22). Esto nos lleva a la concluir que la
deconstrucción ha abordado este problemática de manera oblicua, lo que es consecuente con la
práctica deconstructiva que no pretende fundamentar sino develar las raíces dudosas del principio
de autoridad y el imperio subsistente de la fuerza detrás de toda noción moderna de Derecho. La
gramatología derridiana ha concentrado sus esfuerzos en poner en tela de juicio los conceptos
básicos del discurso lingüístico contemporáneo(23), dentro del cual se halla, además, el discurso
jurídico moderno y su cuestionable fundamento racional.

Particularmente, consideramos que la aplicación de un criterio desconstructivista al área del Dere-


cho poco contribuye a solucionar los casos concretos, aunque hay que considerar que constituye
un valioso esfuerzo para cuestionarse las bases de todo el ordenamiento jurídico y quizás permita
detectar las fallas de origen de la racionalidad jurídica vigente. Es por ello que estamos de acuerdo
con las apreciaciones de De Peretti cuando niega la funcionalidad dogmática ü ortodoxa de la
deconstrucción : “el interés y el éxito mismo de la tarea deconstructiva se cifra mucho más en
la apertura de unas estrategias que permitan cuestionar o transformar activa o productivamente
ese texto general de la cultura desde cualquier ángulo que sea, que en instalarse de una vez por
todas en posturas concluyentes”(24).

3. LAS TEORÍAS JURÍDICAS DISCURSIVAS


3.1. La teoría comunicacional del Derecho de Robles
El español José Robles ha propuesto las bases de una Teoría Comunicacional del Derecho y, desde
su punto de vista, esta teoría insiste en entender el Derecho como un fenómeno de comunicación
y no sólo como un orden coactivo de la conducta humana, un medio de control social o un ideal
de justicia(25). Explicado más claramente, se asume el carácter lingüístico del Derecho y mediante
la conciliación del método analítico y del hermeneútico se investigan los discursos inmersos en
su seno(26).

De la misma manera que la semiótica se sustenta en los actos y en los actores del discurso jurídico,
asimismo Robles cree en las decisiones jurídicas como “actos de habla” que según su criterio se
dividen en dos categorías:

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El análisis discursivo del derecho

a) Las decisiones extraordinamentales (o extra-sistémica) representadas por la decisión consti-


tuyente y;

b) Las decisiones intraordinamentales (o intrasis-témicas) representadas por las decisiones


constituidas(27).

Esta distinción pone énfasis en el carácter plenamente comunicacional del Derecho puesto que
dicho discurso resulta ser un texto organizativo-regulativo(28), donde toda discusión puede ser
llevada fácilmente al campo de la verbalización de las instituciones por medio de la expresión
lingüística de los contenidos normativos, de sus argumentos y la coherencia de sus relatos. Yes
precisamente la coherencia uno de los elementos fundamentales que se aplican plenamente al
Derecho y que provienen de fas canteras de una representación narrativa.

A manera de breve resumen se puede acotar que la Teoría Comunicacional del Derecho tiene,
según su autor, una función eminentemente pragmática, en la que el objeto de estudio puede ser
analizado desde tres niveles: una teoría formal del derecho, una teoría dogmática jurídica y una
teoría de la decisión jurídica(29). Precisa, además, que es posible detectar el argumento del relato
en el discurso del legislador(30) y en general en todo texto normativo, siendo que la diferencia entre
el discurso literario y el jurídico consiste en que el primero genera instituciones(31) y luego ordena-
mientos jurídicos; a diferencia del segundo que carece de la potencialidad de crear realidades(32).

Haciendo un balance equilibrado de la Teoría Comunicacional podemos decir que Robles ha


puntualizado la dinámica del Derecho, pero su estructura formal sigue muy atrapada por los
mismas deficiencias de la socio semiótica, en virtud de que no basta conceptualizar los actos de
habla, máxime si es preciso estudiar la performance de dichos actos, detenerse en las relaciones
entabladas y preocuparse más detalladamente en su desarrollo discursivo.

3.2. La teoría critica y narrativista de Calvo


A pesar de no ser aún una teoría completamente elaborada es pertinente citarla por cuanto
permite también apreciar los esfuerzos realizados desde el interior del Derecho por fundamentar
una teoría discursiva.

El español José Calvo, al igual que su compatriota Robles, ha acentuado sus investigaciones en
los aportes de la socio semiótica y la semiótica jurídica. Sin embargo, Calvo apuesta en mayor
medida por la aplicación del discurso narrativo al Derecho y cree que la narración es un argumento
ético y moral(33). Esta técnica denominada narralysis intenta una extraña alianza entre la semiótica
y la deconstrucción, y defiende de plano la razonabilidad del relato como criterio aplicable a los
precedentes judiciales; los fallos tienen que ser razonables y suficientes, así como las historias
son verosímiles.

El test de razonabilidad ha sido trabajado de manera directa por el Derecho Constitucional y de


manera indirecta por la Teoría de la Argumentación Jurídica. Allí se pueden encontrar algunas
similitudes como los requisitos de consistencia y coherencia presentes sobre todo en la Teoría de

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la Argumentación Estándar de Neil Maccormik, aunque Calvo además agrega que la razonabilidad
prevé también la exigencia de adecuación de valores que la Constitución incorpora(34). Los trabajos
de Calvo, de otra parte, confieren sustancial interés al estudio de los preámbulos y exposición de
motivos de las Constituciones y Códigos Civiles para su posterior lectura como textos narrativos
sujetos al test de razonabilidad y suficiencia.

En resumen, la teoría narrativista quiere asumir hasta sus últimas consecuencias la lectura de los
códigos en términos estrictamente literarios. Aunque ya anteriormente hemos opinado sobre el
tema(35) es indispensable expresar que ciertos elementos de esta teoría resultan especialmente
útiles para las decisiones judiciales, pero difícilmente aplicables para el trabajo dogmático cotidiano
donde, según nuestro criterio, aparece más alentadora una aplicación hermenéutica. Pero esto
no significa que debamos descartar sus novedosas apreciaciones sino que es de rigor apuntar
también libremente nuestras serias objeciones a esta teoría.

3.3. La teoría discursiva del Derecho de Habermas


La más completa elaboración teórica del Derecho como discurso ha sido preconizada por el
filósofo alemán Jürgen Habermas a partir de su Teoría de la Acción Comunicativa, y presupone la
reelaboración de una racionalidad sustentada en el lenguaje que permita resolver las paradojas de
la modernidad, de tal manera que apelando a lo más valioso de la tradición se preserve el sustrato
de las sociedades modernas occidentales. Con tal propósito, la Teoría de la Acción Comunicativa
implica tres elementos interrelacionados, que son los siguientes:
a) Un concepto de racionalidad comunicativa.
b) Un concepto de sociedad que asocie los paradigmas de vida y sistema.
c) Una teoría de la modernidad que explique las patología sociales(36).

Dentro de este esquema el Derecho constituye un sistema de acción integrado en el componente


social de mundo de vida, donde el Estado Democrático de Derecho resulta la institucionalización
que discurre a través del derecho legítimo de procedimientos y presupuestos comunicativos para
una formación discursiva de la opinión y la voluntad, la cual hace posible, a su vez, una producción
legítima de normas(37).

Cabe aclarar que existe en Habermas una profunda preocupación por la legitimidad de los sistemas
normativos y es por ello que dedica especial atención a las teorías de la argumentación, puesto
que éstas tienen la delicada tarea de reconstruir las presuposiciones y condiciones pragmáticas
formales del comportamiento explícitamente racional(38). De esta manera se entiende la proliferación
de investigaciones consagradas al estudio de la argumentación jurídica, sobre todo, dentro de
la esfera de las decisiones judiciales, donde precisamente resulta más necesaria la noción de
legitimidad.

Pero, además, Habermas ha denunciado la “juridización” del proceso de legitimación y que consiste
en la creciente tendencia al aumento del derecho escrito en las sociedades modernas, y que se

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produce de dos formas diferentes: primero, la extensión del Derecho, a través de la regulación
jurídica de nuevos asuntos sociales regulados antes informalmente, y segundo, el adensamiento
del Derecho, que consiste en el desmenuzamiento de una materia jurídica global en varias materias
particulares(39). Este proceso ha sido motivado por la mayor complejidad de los sistemas sociales
y los requerimientos cada vez más urgentes de solucionar los problemas dentro del contexto de
un Estado Democrático de Derecho.

En la actualidad estas discusiones teóricas han descendido al campo de la dogmática jurídica y


no es extraño detectar estudios sobre la racionalidad y razonabilidad de las leyes, lo que significa
la inclusión dentro del nivel práctico jurídico de criterios de legitimidad con base en ciertos tipo de
racionalidad. Desde nuestro punto de vista, la Teoría de la Acción Comunicativa puede otorgar las
bases necesarias para elaborar una nueva Teoría General del Derecho, sustentada en una racio-
nalidad comunicativa. Así lo ha desarrollado Robert Alexy cuando señala que: “la argumentación
práctica general necesaria en el discurso jurídico tiene lugar según formas especiales y siguiendo
reglas especiales y bajo condiciones especiales”m. Así la teoría habermasiana ha encontrado su
espacio en el campo de las decisiones judiciales y ha extendido sus efectos a los casos concretos
de la vida cotidiana(40).

4. APRECIACIÓN FINAL
La riqueza del análisis discursivo practicado por las disciplinas extrajurídicas y la profundidad
de las teorías discursivas nacidas del propio Derecho constituyen una demostración clara de la
importancia de entender al Derecho como un discurso y no solamente en tanto texto normativo.
El recorrido por los diferentes enfoques permite observar al Derecho multidimensionalmente sin
dogmatizarlo, evitando las deformaciones que trae consigo la propia disciplina jurídica y rescatando
la perspectiva del otro en relación con un mismo objeto de estudio.

El Derecho ya no es únicamente el paraíso de los juristas. Ahora es una cuestión en plena


construcción y deconstrucción, donde se entreveran diferentes discursos provenientes de tas
más diversas disciplinas. La aceptación de este giro paradigmático traería consigo el cambio de
perspectiva de los estudios jurídicos, la discusión interdisciplinaria del Derecho, y por qué no,
arrojaría una cuota de humildad a la disciplina jurídica. Es tiempo de que el Derecho, en tanto
enunciado, recurra a su mejor perfomance discursiva.

NOTAS
1
Robles, Gregorio. “El Derecho como texto”. Madrid, Edit. Civitas S.A., 1998, p. 29.
2
Guastini, Ricardo. “Distinguiendo”. Barcelona, Edit. Gedisa, 1999, p. 264-265.
3
Fontanille, Jacques. “Semiótica del Discurso”. Lima, Fondo de Desarrollo Editorial Universidad de Lima, 2001, p. 79.
4
Fontaille, J. Op. Cit. p. 80
5
Fontaille, J. Op. Cit. p. 71
6
Landowsky, Eric. “La Sociedad Transfigurada: Ensayos de Sociosemiótica”, México, Fondo de Cultura Económica, 1993,
p. 294

111 OPINIÓN JURÍDICA vol. 3, No. 5 pp. 103-112


Jaime Francisco Coagulila Valdivia

7
Landowsky, E. Op. Cit. p. 93.
8
Landowsky, E. Op. Cit. p. 95.
9
Landowsky, E. Op. Cit. p. 83.
10
Landowsky, E. Op. Cit. p. 85.
11
Gadamer, Hans Georg. “Verdad y Método”, Salamanca, Ediciones Sigúeme, 1977, p. 467.
12
Vattimo, Gianni (compilador). “Hermenéutica y Racionalidad”, Editorial Norma S.A., 1994, p. 59.
13
Gadamer, H. Op. Cit. p. 401.
14
Gadamer, H. Op. Cit. p. 15.
15
De Peretti de la roca, Cristina. “Jacques Derrida: texto y deconstrucción”, Buenos Aires, Edif., p. 154.
16
Vattimo, Gianni. Op. Cit. p. 161.
17
Dworkin, Ronald y Otros. “Hermenéutica”, Madrid, 1997, Arco Libro S.L., p. 225
18
De Peretti de la Roca, C. Op. Cit. p. 59.
19
De Peretti de la roca, C. Op. Cit. p. 23.
20
Derrida, Jacques. “Fuerza de ley: el fundamento místico de la autoridad”, Edit, Tecnos, Madrid, 1994, p. 35.
21
Derrida. J. Op. Cit. p. 36
22
Derrida, J. Op. Cit. p. 35
23
De Peretti de la Roca, C. Op. Cit. p. 59.
24
De Peretti de la Roca, C. Op. Cit. p. 183
25
Robles, Gregorio. “El Derecho como texto”, Edit. Civitas, Madrid, 1998, p. 10
26
Ibidem.
27
Robles, G. p. 18
28
Robles, G. p. 125
29
Robles, G. Op. Cit. p. 94
30
Robles, G. Op. Cit. p. 81
31
Robles, G. Op. Cit. p. 91
32
Ibidem
33
Calvo, José. “Derecho y Narración”, Editorial Ariel, Barcelona, 1996, p. xv.
34
Calvo, J. Op. Cit. p. 29
35
Coaguila, Jaime. “Líneas al margen”. Lima, Lago Sagrado Editores, 2001, p. 47.
36
Habermas Jürgen. “Teoría de la Acción Comunicativa”, Buenos Aires, Editorial Taurus, 1991, Tomo I, p. 10.
37
Habermas, Jürgen. “Facticidad y validez: Sobre el derecho y el Estado democrático de derecho en términos de teoría
de discurso”. Madrid, Edit. Trota, 1998, p. 523.
38
Habermas, J. Op. Cit. T. I, p. 16.
39
Habermas, Jürgen. Teoría de la Acción Comunicativa”, Buenos Aires, Editorial Taurus, 1991, T. II, p. 504
40
Alexy, Robert. “Teoría de la Argumentación Jurídica”. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1989, p. 277
41
No se desarrollan las demás Teorías de la Argumentación Jurídica por exceder el propósito del presente artículo, y más
bien se ha preferido la Teoría de la Argumentación Jurídica de Robert Alexy en tanto su concepción proviene directamente
de la Teoría de la Acción Comunicativa.

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