Pérez Almeida
Pérez Almeida
Introito
Sería una imperdonable injusticia con la Señora Eleanor Roosevelt, viuda del Presidente
Franklin D. Roosevelt, si al reflexionar sobre la Declaración Universal de Derechos Humanos
(DUDH), no reconocemos su papel protagónico, determinante, en la hechura y aprobación por la
Asamblea General de la ONU de tal documento. Su capacidad persuasiva para liderar el trabajo
engrupo, su arraigado espíritu tolerante y humanitario y su indoblegable voluntad liberal y
anticomunista, fueron las cualidades que concurrieron en ella para convertirla en el motor que
impulsó la Comisión de Derechos Humanos entre 1947 y 1948. Sin dudas, la Sra. Roosevelt fue una
eficiente intelectual orgánica del imperio estadounidense y la Declaración que logró forjar con auxilio
de un grupo brillante y reducido de delegados a la ONU, es uno de los documentos políticos más
importantes producidos en el Siglo XX. Pero un detalle lo signa categóricamente:
su euroccidentalismo [1] camuflado de universalismo. De este “detalle” versaremos en lo que sigue.
I
El contexto y el contenido: desacralizando el texto
Por ahora, para intentar finalizar nuestras reflexiones acerca de la falsa universalidad de la
Declaración Universal de Derechos Humanos, diremos que sus redactores eran intelectuales
orgánicos del sistema capitalista liberal euroamericano y, como tales, podían cuestionar los
procedimientos del poder occidental pero no su base ética y epistémica. En otras palabras, podían
cuestionar las estrategias de Occidente para conservar el poder y avanzar sobre sus enemigos, pero
nunca podían cuestionar la visión de mundo que dicho sistema genera y con la que encadena y
domestica a los sujetos. Unos son conscientes y la defienden abiertamente, otros la defienden
inconscientemente. Aquellos son las élites, estos la multitud. Indudablemente que aquel grupo élite
de la ONU era muy consciente de lo que estaba en juego…, se la jugaron para ganar. Y ganaron.
Claro está, este “juego” aún no ha concluido.
Terminamos con un epígrafe, en recuerdo y añoranza del librero mayor, quien abrió nuestras
entendederas y estanterías para el pensamiento crítico: Sergio Moreira. El texto que leeremos
enseguida, está impreso en las “facturas de contado” de su librería Divulgación. Luego de leerlo,
podremos repasar nuestras reflexiones y tendremos el camino más despejado para la comprensión
del trasfondo ideológico de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
AD SUPERVACUA SUDATUR.
La frase es de Séneca.
Se lucha por lo superfluo, realmente…
Pero ¿quiénes? ¿Los pocos que
regurgitan abundancia o los muchos
que nada tienen e intentan comer?
Lo desnecesario, en Roma, ¿era el lujo
de los señores o el pan de los esclavos?
Lo indispensable, hoy, ¿es el dividendo de los accionistas
o el jornal del obrero?
Este mundo de clases tiene que acabar.
Incluso para que no sean posibles tales confusiones
y que ningún filósofo pueda de buena fe
hablar genéricamente del hombre,
en nombre de media docena de hombres.
Referencias
Escobar, Arturo (2013) En El trasfondo de nuestra cultura: la tradición racionalista y el problema del
dualismo ontológico. Disponible en: http://www.revistatabularasa.org/numero-18/01escobar.pdf).
Santos, Boaventura de Sousa (2010). Para descolonizar Occidente. Más allá del pensamiento
abismal. Edit. CLACSO/PROMETEO/UBA.
Argentina.Disponibleen: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/coedicion/perspectivas/
boaventura.pdf
[1]Utilizamos este término sugerido por Samir Amin, en su libro “Eurocentrismo”, como síntesis
conceptual que visibiliza la presencia de Europa y Estados Unidos en el proyecto hegemónico
mundial desde mediados del siglo XX y que tiene como consecuencia principal la subalternización,
cuando no la negación y el genocidio y epistemicidio de los pueblos y grupos sociales que no
comparten con ellos su visión del mundo capitalista liberal.
[2]Se suele señalar:la Carta del Atlántico, agosto 1941, la Conferencia de Durbanton Oaks,agosto
1944, pero estos documentos confluyen en la Carta de las Naciones Unidas, octubre 1945.
[3] La analista Mary Ann Glendon, sostiene que una de las fuentes de la Declaración de la ONU de
1948, tiene la impronta del grupo de países americanos, mayoritariamente del sur, que estaban muy
influenciados por la Doctrina Social de la Iglesia Católica contenida en las encíclicas Rerum
Novarum, de 1891, y Quadragesimo anno, de 1931.Para sorpresa de muchxs, la autora afirma que
los derechos económicos y sociales presentes en la Declaración Universal de Derechos Humanos,
no se deben a la presión de la URSS, sino a la de los países latinoamericanos.
[4]Glendon afirma que Eleanor Rossevelt era menos independiente que los otros dos intelectuales
que la acompañaron en la redacción de la Declaración (Charles Malik y Peng-chun Chang), es decir,
que estaba más ceñida a los lineamientos del Departamento de Estado y el Pentágono, que esos
dos delegados a sus respectivos gobiernos. Roosevelt sabía muy bien lo que se jugaba su país.
[5]Este concepto (episteme) lo entendemos con Arturo Escobar, como: “la configuración amplia y en
su mayor parte implícita del conocimiento que caracteriza una sociedad y un período histórico
particulares, y que determina de manera significativa el conocimiento producido sin la conciencia de
quienes lo producen”
[6]Un acuerdo que nunca se logró porque EU se negó, fue la exigencia, reiterada, de los delegados
soviéticos de negar expresamente en la Declaración los derechos a los nazis y fascistas ¿por qué
sería?
Publicado por Sanchez I. , Acosta I. en 11:43