Ensayo Etica de Jesus Pablo Rodriguez

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 5

FEDERACIÓN CONCILIO GENERAL DE

LAS ASAMBLEAS DE DIOS DE VENEZUELA


MINISTERIO DE EDUCACION CRISTIANA (MIN.E.C.)
INSTITUTO BIBLICO JUAN ALFARO

ÉTICA DEL EVANGELIO

Estudiante: Pablo Rodríguez Profa.: Rev. Marielvis E. Arévalo P.


C.I. 11.089.515
Nocturno
Desde el mismo momento que el Señor hace público su ministerio sienta las bases de

lo que en esencia podría llamarse “La Ética de Jesús”, el Maestro eleva la ética ya no a

nivel de religión sino también de la propia conducta del ser humano y con mayor énfasis al

creyente. Esto es, en la ira, en la avaricia, en lo moral, en lo interior, en lo externo. Es decir,

prácticamente en todos los aspectos de la vida humana el Señor esgrimió una enseñanza útil

para regular y fomentar una relación armoniosa, no sólo del creyente, sino en toda la

humanidad.

Primeramente debemos observar el rol de Cristo como Maestro, destacamos las

cualidades propias del Señor por medios de las cuales demostró que no solo fue un teórico,

sino que con su propio ejemplo contribuyó a enseñar aquello que quería transmitir. Si bien,

el Sermón del Monte fue dado a sus oyentes y discípulos al principio de su ministerio, no

debemos olvidar el contexto en el que él mismo se desenvolvió en su niñez y juventud. Sus

oyentes han de haber tenido excelentes referencias de él, de lo contrario este episodio

difícilmente culminaría con la admiración de sus oyentes por su doctrina y por la autoridad

con la que hablaba de ella. Es decir, aun antes del sermón de la montaña él vivía como

enseñaba.

De manera que la relación del creyente con Dios es mucho más que una relación

religiosa cargada de preceptos, formas y liturgia. Si bien es cierto que una relación con

Dios mostrará evidencias claras y sustanciales en la conducta del hombre, no es en el

aspecto exterior donde el Señor hace énfasis, sino más bien todo lo contrario, es decir, los

creyentes o conjuntos de creyentes lo primero que deben examinar y valorar es una correcta

relación con Dios fundada en la intimidad con él, libre de exhibiciones y muestras públicas

que estén propiciadas para adquirir admiración propia o afecto de los hombres. Como
mencionamos anteriormente el criterio que Jesús enseña está libre de esas muestras donde

se evidencia el carácter egocéntrico del hombre, más bien promueve todo lo contrario es

decir una genuina búsqueda de Dios a través de manera íntima y personal valorando esta

relación como aspecto fundamental de los creyentes es decir la iglesia para que a través de

ella pueda evidenciarse la luz que de ella emana no por si misma sino por la fuente a la que

está conectada, es decir a Dios mismo.

Por otra parte debemos considerar desde el punto de vista de las relaciones

interpersonales la ética por la cual el Señor fomenta entre los creyentes una forma de

compañerismo nunca antes vista, si bien la relación con Dios es pilar fundamental de todo

actuar del creyente, el reflejo de esta relación es una forma más allá de compañerismo y

empatía, es una relación prolija en amor, perdón, gracia, misericordia, paz, libre de juicios y

de las reacciones naturales en las que el hombre actúa con respecto a situaciones que le son

adversas o contrarias a él o a sus intereses.

La relación entre los creyentes es pues un punto fundamental en la ética establecida por

el Señor, tal forma establecida ha de ser constante, y aunque la propia inercia de la

naturaleza humana es la prosecución de conflictos e intereses personales, donde el egoísmo

la vanagloria y la vanidad aparezcan constantemente, la iglesia no puede tomar como

excusa la propia naturaleza de quienes la componen, sino que ha de desarrollar las virtudes

descritas en el sermón del monte, y trasmitidas en forma de bienaventuranzas, las cuales

describen y permiten discernir el accionar del creyente dentro de la propia iglesia.

Una carencia de este aspecto no solo es incongruente con la ética de Jesucristo sino que

trasgrede en muchos casos aspectos que muy bien podría considerarse como elementos

indispensables en cualquier ámbito humano, esto nos lleva al siguiente punto.


La iglesia tiene una responsabilidad ética y moral en la sociedad y como tal debe actuar

conforme a los elementos y postulados del cristianismo. Si bien los puntos anteriores

abordan primeramente la relación con Dios, luego entre los creyentes, la consecuencia de

una relación integra y armonizada con los otros dos tiene un reflejo inmediato y evidente

circunscrita a la sociedad donde esta se desenvuelve.

Es un hecho evidente que la iglesia de Cristo manifiesta a su entorno las virtudes y el

carácter de Dios, si y solo sí, está dispuesta a esgrimir los postulados de Cristo en el

Sermón de la montaña, la Iglesia está llamada a brillar como luminares del mundo en medio

de una humanidad cada vez mas carente de valores e incluso de razonamiento lógico y

natural.

El Sermón del Monte marca las pautas que han de exhibirse continuamente en ámbitos

y aspectos humanos, una eventual pérdida de estos valores constituiría una clara

destrucción del propósito por el cual Dios llamó, esta desnaturalización del propósito

divino haría inservible su accionar en la tierra “si la sal perdiera su sabor para nada sirve”, y

sin tal elemento simplemente no tendría razón de existir.

Claramente es un propósito y diseño de Dios la existencia de la Iglesia en la tierra, a

través de ella y de su buen ejemplo, se muestra la luz y la gloria de Dios a través de seres

humanos que certifica cuan válida es la ética de Jesús para que la sociedad marche no al

ritmo vertiginoso de la decadente moral humana, tan llena de prejuicios y contradicciones,

sino estructurada bajo los principios del mejor y mayor legislador que existirá por siempre.

Finalmente, en el Sermón del Monte encontramos los puntos vitales que deberían regir

todos los aspectos de la conducta humana. Su gran valor y riqueza espiritual representan un
gran beneficio para los creyentes de todas las épocas, la aplicación personal de cada uno de

ellos supone vivir bajo el punto de vista de Dios, lo que permitiría al hombre prudente salir

victorioso en las dificultades que ineludiblemente han de presentarse en el transcurrir de la

vida.

También podría gustarte