Vidas Re Paralelas

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Vidas re paralelas

Cogote
Sin el fundamento en el que se basa el pescueso práctico sobre cada uno de los chakras
individuales que vamos a describir en otros apartados.

Los escritos que nos ha legado la tradición mencionan un número elevado de chakras:
88.000. Esto significa que en el cuerpo humano apenas existe ningún punto que no sea
un órgano sensible para la recepción, transformación y retransmisión de energías. Sin
embargo, la mayoría de estos chakras son muy pequeños y desempeñan un papel
subordinado en el sistema energético. Existen aproximadamente 40 chakras secundarios
a los que se asigna una mayor importancia. Los más importantes de ellos se encuentran
en la zona del bazo, en la nuca, en las palmas de las manos y en las plantas de los pies.
Los siete chakras principales, situados a lo largo de un eje vertical junto a la mitad
anterior del cuerpo, son tan decisivos para el funcionamiento de las zonas más
fundamentales y esenciales del cuerpo, del espíritu y del alma del hombre, que hemos
dedicado un capítulo a cada uno de ellos. En dichos capítulos podrás consultar qué
cualidades anímico-espirituales específicas están relacionadas con cada uno de los
chakras, qué zonas corporales están sujetas a su influencia, cómo repercuten los
bloqueos de cada uno de los chakras, y muchas cosas más.

Aquí quisiéramos describir primeramente aquellas características que son


comunes a los siete chakras principales. Se asientan verdaderamente en el
cuerpo etérico del hombre. Se asemejan a cálices florales con forma de
embudo y un número variado de pétalos. Por ello, en el ámbito cultural de
Oriente a menudo se llaman también flores de loto. Las subdivisiones de las
flores en pétalos independientes representan los nadis o los canales de
energía a través de los cuales las energías fluyen y penetran en los chakras
y a través de los que la energía se retransmite desde los chakras a los
cuerpos no materiales. Su número varía desde cuatro canales en el centro
radical hasta casi mil canales energéticos en el centro de la coronilla.  
De la concavidad situada en el centro de cada cáliz parte un canal, a modo
de peciolo de la flor del chakra, que llega hasta la columna vertebral y
empalma directamente con ésta. Este canal une los chakras con el canal
energético principal, denominado Sushumna, que asciende por el interior de
la columna vertebral y continúa en la cabeza hasta la coronilla.

Esta ilustración muestra una vista lateral de los chakras en forma  de
embudo, sus uniones con el canal principal en la columna vertebral, así
como su posición más allá del cuerpo material.

Los chakras se encuentran en permanente movimiento circular. A esta


cualidad deben su nombre de «chakra», que en sánscrito significa «rueda».
El movimiento giratorio de estas ruedas produce que la energía sea atraída
hacia el interior de los chakras. Si el sentido de giro cambia, la energía es
radiada partiendo de los chakras.

Los chakras pueden girar hacia la derecha o hacia la izquierda. Aquí puede
reconocerse un principio contrapuesto en el hombre y la mujer, o una
complementación en la expresión de las energías de diferente “especie"
puesto que los mismos chakras que en el hombre giran hacia la derecha (en
el sentido de las agujas del reloj), en la mujer giran hacia izquierda, y
viceversa. 

Todo giro a la derecha tiene como peculiaridad un predominio de la cualidad masculina,


una acentuación del yang según la doctrina china; es decir, representa voluntad y
actividad, y en su forma negativa de manifestación, también agresividad y violencia. Todo
giro a la izquierda tiene un predominio del yin y representa sensibilidad y acuerdo, y en su
aspecto negativo, debilidad.

El sentido de giro cambia de un chakra a otro. Así, el chakra basal del


hombre gira hacia la derecha, y expresa más activamente las cualidades de
este centro: en sentido de conquista y dominio en el ámbito material y
sexual. Por contra, el primer chakra de la mujer tiene sentido de giro hacia la
izquierda, lo que la hace más sensible para la fuerza vivificadora y
engendradora de la tierra, que fluye a través del centro radical. En el
segundo chakra se invierten los signos: el sentido de giro hacia la derecha
en la mujer indica una mayor energía activa en la expresión de los
sentimientos; el sentido de giro  hacia  la  izquierda  del  hombre  puede
interpretarse aquí preferentemente como lo receptivo, a menudo incluso
como actitud pasiva. Y así sucesivamente.

Sentido de giro de los chakras en la mujer /  en el hombre

La línea continua que asciende ondulando simboliza Pingala, la energía


solar.

La línea de puntos representa a Ida, la fuerza lunar.

Los sentidos de giro hacia la derecha e izquierda se alternan sucesivamente y


caracterizan de forma distinta al hombre y a la mujer, lo que lleva a una complementación
de las energías en cada uno de los ámbitos de la vida.

Conocer el sentido de giro de los chakras permite incorporarlos a algunas


formas de terapia. Por ejemplo, en la aromaterapia puedes aplicar los
aromas con un movimiento circular en el sentido correspondiente, o también
trazar con las piedras preciosas giros en el mismo sentido que tienen los
centros energéticos.

Los chakras de la mayoría de las personas tienen una extensión media


aproximada de 10 centímetros. En cada uno de los centros energéticos
existen todas las vibraciones cromáticas, si bien siempre domina un color
determinado, que coincide con la función principal del chakra
correspondiente. En un desarrollo superior del hombre, los chakras
continúan extendiéndose y aumenta su frecuencia de vibración. También sus
colores se hacen más claros y radiantes.

El tamaño y el número de vibraciones (frecuencia) de los chakras


determinan la cantidad y la calidad de las energías que absorben
procedentes de las fuentes más variadas. Se trata de energías que vienen a
nosotros del cosmos, de las estrellas, de la naturaleza, de la radiación de
todas las cosas y todas las personas de nuestro entorno, de nuestros
diferentes cuerpos no materiales, y también de la razón original no
manifestada de todo ser. Esas energías llegan a los chakras, en parte, a
través de los nadis, y, en parte, fluyen hasta su interior de forma directa. Las
dos formas de energía más importantes y fundamentales son absorbidas a
través del centro radical y del centro coronal. 

Entre estos dos chakras discurre el Sushumna, al que están unidos todos los
centros energéticos a través de sus «peciolos» y que alimenta a todos ellos
de fuerza vital. Es el canal a través del cual asciende la denominada energía
Kundalini, que reposa, «enrollada como una serpiente», en el extremo
inferior de la columna vertebral, y cuya puerta de entrada es el centro
radical. La energía Kundalini representa la energía cósmica de la creación,
que en la sabiduría india también se denomina Shakti o la manifestación
femenina de dios. Este aspecto activo del ser divino provoca todas las
manifestaciones de la creación. Su polo opuesto es el aspecto puro, amorfo
y autoinherente del ser divino, en el que incidiremos con más detalle más
adelante.

En la mayoría de las personas la energía Kundalini sólo fluye a través de


Sushumna en proporción escasa. A medida que va despertándose por un
desarrollo creciente de la consciencia, va ascendiendo a través del canal de
la columna vertebral en un flujo siempre creciente, y activando los diferentes
chakras. Esta activación produce una extensión de los centros energéticos y
una aceleración de sus frecuencias. La energía Kundalini alimenta los
chakras con la vibración energética que faculta a los hombres para ir
abriendo paulatinamente en el curso de su evolución todas las facultades y
energías que actúan en los diferentes planos energéticos y materiales de la
creación, con el fin de integrar dichas energías en su vida.

Durante su ascenso, la energía Kundalini se transforma en una vibración


diferente en cada chakra, correspondiente a las funciones del chakra
respectivo. Esta vibración es mínima en el centro radical y encuentra su
máxima expresión en el centro coronal. Las vibraciones transformadas son
retransmitidas a los diferentes cuerpos no materiales o al cuerpo físico, y se
perciben como sentimientos, ideas y sensaciones físicas.

El grado en que una persona permite la acción de la energía Kundalini


depende del grado de conciencia que tenga en los diferentes ámbitos de la
vida representados por los chakras, y de la medida en que el estrés y las
vivencias no procesadas hayan causado bloqueos en los chakras. Cuanto
más consciente es una persona, tanto más abiertos y activos están sus
chakras, de forma que la energía Kundalini puede fluir a ellos con más
intensidad; y cuando más intenso sea este flujo de energía, tanto más
activos se volverán los chakras, lo cual, a su vez, despierta una mayor
conciencia. De esta forma surge un ciclo permanente de mutua influencia,
tan pronto como empecemos a eliminar nuestros bloqueos y a recorrer una
senda del desarrollo de la conciencia.

Además de la energía Kundalini existe otra fuerza que fluye al interior de


cada uno de los chakras a través del canal Sushumna de la columna
vertebral. Es la energía del ser divino puro, del aspecto no manifestado de
Dios. Entra a través del chakra coronal y hace que el hombre conozca en
todos los planos de la vida el aspecto existencial amorfo de Dios como la
razón original, inmutable y que todo lo penetra, de aquella manifestación.
Esta energía es particularmente adecuada para eliminar los bloqueos de los
chakras. En la sabiduría india se le denomina Shiva, la divinidad, que es la
gran destructora del desconocimiento y que con su mera presencia desata
una transformación hacia lo divino.

Así, Shiva y Shakti trabajan codo con codo en el desarrollo integral de la


persona, en el que hemos integrado en nuestra vida tanto lo divino como
todos los planos del ser relativo.

Junto al Sushumna hay otros dos canales energéticos que desempeñan un


papel particularmente importante en el sistema energético: en sánscrito se
denominan Ida y Pingala. Pingala hace las veces de portador de la energía
solar, llena de ardor y fuerza motora. Este canal empieza a la derecha del
chakra radical y termina en la parte superior del orificio nasal derecho. Ida es
el portador de la energía lunar que enfría y serena. Este canal comienza a la
izquierda del chakra radical y termina en el orificio nasal izquierdo. En su
camino desde el centro radical hasta la nariz, ambos nadis se retuercen
alrededor de Sushumna.

Ida y Pingala tienen la facultad de absorber prana directamente del aire


mediante la respiración, y de expulsar sustancias venenosas en la
espiración. Junto con el Sushumna, constituyen los tres canales principales
del sistema energético. Además, hay un gran número de otros nadis que
aportan a los chakras energías procedentes de los chakras secundarios y de
los cuerpos no materiales, y que retransmiten esa energía a los cuerpos
energéticos vecinos.

Pero los chakras también absorben directamente vibraciones del entorno,


vibraciones que se corresponden con sus frecuencias. Así, mediante sus
diferentes formas de funcionamiento, nos unen con los sucesos de nuestro
entorno, de la naturaleza y del universo, sirviendo como antenas para la
gama completa de vibraciones energéticas. También podemos denominar a
los chakras los órganos sensoriales no materiales. Nuestro cuerpo físico,
junto con sus sentidos, es un vehículo adaptado a las leyes de la vida de
nuestro planeta, y con cuya ayuda nos las arreglamos en el ámbito externo
de la vida, pero con el que simultáneamente también podemos realizar en la
tierra nuestros valores y conocimientos internos. Los chakras sirven como
receptores para todas las vibraciones energéticas e informaciones que
proceden del ámbito físico. Son las aberturas que nos unen con el mundo
ilimitado de las energías más sutiles.

Asimismo los chakras irradian energía directamente al entorno, con lo que


modifican la atmósfera a nuestro alrededor. A través de los chakras podemos
emitir vibraciones curativas y mensajes, conscientes e inconscientes,
influyendo tanto positiva como negativamente sobre las personas, las
situaciones e incluso la materia.

Para experimentar una plenitud interior, y la energía, la creatividad, el


conocimiento, el amor y la bendición a ella asociados, todos los chakras
deben estar abiertos y trabajar en mutua armonía. Sin embargo, esta
circunstancia se da en muy pocas personas. En general, los diferentes
chakras tienen un grado de activación distinto. Y muchas veces sólo están
activados los dos chakras inferiores. En las personas que ostentan una
posición social sobresaliente, o que de alguna manera ejercen una gran
influencia, es frecuente que, además, el chakra del plexo solar se encuentra
desproporcionadamente activo. Es posible que exista cualquier combinación
de chakras abiertos, bloqueados o marcados en un sentido concreto.
Además, estos grados oscilan a lo largo de una vida, puesto que en
momentos diferentes pueden adquirir importancia temas distintos.

Por lo tanto, el conocimiento de los chakras puede aportarte una ayuda


inestimable para el autoconocimiento, y guiarte en tu camino para descubrir
todas las facultades innatas, obsequiándote con una vida de plenitud y
alegría máximas.

Ciclos de evolución humana a la luz de la teoría de los chakras

En nuestro universo todo está sujeto a ritmos y ciclos claramente


específicos. Éstos empiezan en el plano atómico y se extienden a todas las
formas de existencia de la creación entera. En el latido de nuestro corazón y
en nuestra respiración, en la sucesión rítmica de días y noches, en las
estaciones, e incluso en el desplazamiento predecible de las estrellas,
detectamos las regularidades rítmicas descritas. También en la evolución de
los seres vivos podemos detectar ciclos periódicos. Así, por ejemplo, en las
plantas observamos cómo primero aparece el germen, después le siguen las
hojas, el capullo, la flor, y finalmente el fruto. Siempre se respeta una
determinada secuencia de fases evolutivas, que no son libremente
intercambiables entre sí: es bastante evidente que el hombre, como ser
inteligente en un cuerpo material, también ha evolucionado según leyes
periódicas. No solo se hace más viejo cada día y van aumentando sus
capacidades y experiencias, sino que su evolución se consuma en ciclos
evolutivos mentales y espirituales muy especiales. No en todas las épocas
de la vida todos los temas tienen la misma importancia, y si observamos
este hecho con más detenimiento nos damos cuenta que la «madre
naturaleza» nos enfrenta a tareas muy específicas en épocas concretas,
tareas que hay que resolver en ese momento exacto. Si bien estas tareas
pueden presentarse con diferentes «ropajes», en general cabe decir que una
evolución determinada sólo podemos consumarla de forma óptima en una
época determinada de la vida. Por ejemplo, es muy difícil recuperar a los 25
años de edad una evolución que omitimos cuando teníamos una edad
comprendida entre 5 y 12 años. Y así ocurre que el edificio vital de algunas
personas se apoya durante toda una vida sobre unos cimientos
tambaleantes, porque en los años de juventud no se efectuaron
determinadas experiencias o sólo se formaron insuficientemente ciertas
capacidades.

El conocimiento de los ciclos de la vida no es nuevo: en todo caso


podríamos decir que se ha perdido otra vez. Diversas escuelas intelectuales,
sin embargo, siguen implicando hoy día este conocimiento con la evolución
total del hombre. En círculos antroposóficos, y dentro de éstos la pedagogía
de Waldorf fundamentalmente, se conocen muy bien estas relaciones, y se
elaboraron razonablemente los planes de aprendizaje para adaptarlos a una
evolución humana correcta en función de los ciclos evolutivos naturales e
internos del niño. El fundador del movimiento antroposófico, Rudolf Steiner,
nos dejó un legado inmenso sobre este tema (por ejemplo, el libro Vom
Lebenslauf des Menschen [«Del curriculum del hombre»]). En la
antropología antroposófica reconocemos un camino vital que transcurre en
fases rítmicas claramente articuladas, dividido en «ciclos de siete años». Es
totalmente evidente que el tiempo oculta en sí mismo cualidades diferentes,
o que en determinadas épocas de su vida el hombre está diferentemente
«abierto» a determinadas influencias y experiencias, y, por tanto, «maduro»
para progresos evolutivos totalmente específicos.

Resulta interesante que este conocimiento se integra sin fisuras en el


conocimiento del funcionamiento y las funciones de nuestro sistema de
chakras. De este modo, partiendo del centro basal, pasamos cada siete
años a un chakra diferente, cuyas cualidades constituyen un tema
fundamental de nuestra vida durante ese tiempo. Simultáneamente, ese
periodo se divide en siete temas principales adicionales, cada uno de ellos
de un año de duración, y que igualmente comienzan en el chakra basal, para
recorrer año tras año uno de los siete chakras siguientes.

Después comienza un nuevo ciclo de otros siete años, pero esta vez con el
patrón fundamental del segundo chakra. Así, año tras año recorremos una
etapa evolutiva más, que se compone del tema fundamental septenario y de
siete temas principales de un año. Después de 5 x 7 años alcanzamos
aproximadamente la mitad de nuestra vida. Después de 7 x 7 años de vida
terminamos un ciclo completo de 49 años. De forma que al entrar en el
quincuagésimo año de vida comienza una etapa totalmente nueva, tenemos
efectivamente la oportunidad de comenzar otra vez desde el principio, pero
esta vez en una «octava superior» de la evolución. 

También después de los 50 años de edad nos esperan etapas de


aprendizaje totalmente especiales, que hay que consumar. Así, algunas
personas terminan a la edad de 98 años el segundo gran recorrido por los
ciclos evolutivos humanos.

Cada año que pasa nos espera un nuevo tema principal, y cada siete años
un nuevo tema fundamental; en este proceso los temas se complementan
siempre de la forma más óptima. El conocimiento del significado y la función
de cada chakra nos indica el camino para aprovechar de forma óptima cada
año concreto en beneficio de nuestra evolución. Además, nos permite
comprender con mayor profundidad la evolución de nuestros hijos y darles
siempre el tipo justo de dedicación y estímulos que más valiosos les
resultarán en una época determinada.

También en el plano material se consuma una transformación con un ritmo


cíclico de siete años. Tal vez hayas escuchado ya la existencia de la prueba
biológica de que nuestro cuerpo se renueva completamente cada siete años.
A los siete años todas las células corporales han sido sustituidas por otras
nuevas, y somos personas completamente nuevas desde el punto de vista
físico. Si, por el contrario, en el plano psíquico parece como si en esos siete
años nada hubiera cambiado en realidad, se debe a que nuestro cuerpo
emocional está cargado con patrones similares a los del inicio de este
periodo de tiempo. Pero también puede suceder que al cabo de largo tiempo
te encuentres de nuevo con una persona y constates anonadado que ha
dado un paso evolutivo violento. Un cambio fundamental es absolutamente
posible en siete años.

1er chakra.

Energía vital original, confianza original, relación con la tierra y el mundo material,
estabilidad, capacidad de imponerse.

2º chakra.

Sentimientos originales, fluir con la vida, sensibilidad, erotismo, creatividad, asombro y


entusiasmo.

3er chakra.

Desarrollo de la personali-dad, procesa-miento de sentimientos y vivencias, moderación


del ser, influencia y poder, fuerza y plenitud, sabiduría nacida de la experiencia.

4º chakra.

Desarrollo de las cualidades del corazón, amor, simpatía, compartir, apoyar con el
corazón, desinterés y altruismo, entrega, sanación.

5º chakra.

Comunicación, autoexpresión creativa, franqueza, amplitud, independencia, inspiración,


acceso a los planos más sutiles del ser.

6º chakra.

Funciones del conocimiento, intuición, desarrollo de los sentidos interiores, fuerza


espiritual, proyección de conciencia, manifestación.

7º chakra.

Perfección, conocimiento supremo mediante la instrospección directa, comunión con los


universales conciencia universal.

El origen de los bloqueos en los chakras

Por nuestra auténtica naturaleza somos uno con esa fuerza que se
manifiesta en las vibraciones y leyes regulares infinitamente variadas, en los
colores y formas, en los aromas y sonidos de toda la creación. No estamos
separados de nada. El núcleo más íntimo de nuestro ser vive en comunión
inseparable con el ser absoluto, inmutable, omnipresente, que denominamos
Dios y que ha producido y penetra todas las áreas de la existencia relativa.
Esta existencia pura ilimitada es por naturaleza la gloria.

Tan pronto como el silencioso y calmo océano del ser divino se encrespa en
olas de alegría, comienza el baile de la creación, de la cual también nosotros
somos una forma de manifestación y en la que podemos participar, en todos
sus planos, a través de nuestros cuerpos no materiales y del cuerpo físico.

Sin embargo, perdemos la conciencia de la unidad en el momento en que


empezamos a confiar exclusivamente en las informaciones que nos llegan a
través de los sentidos físicos y del entendimiento racional, olvidándonos de
nuestro origen y nuestra base divina. Se produjo entonces una separación
aparente que trajo tras de sí la experiencia real de la angustia. 

Perdimos el sentimiento de la plenitud interior y de la seguridad en la vida y


comenzamos a buscarla en el ámbito exterior. Pero en esa búsqueda el
ansia de la plena consumación se veía defraudada una y otra vez. Esta
experiencia hizo surgir la angustia por una nueva decepción. También
olvidamos que nunca podemos ser extinguidos, dado que la muerte sólo
significa una variación de la forma externa.

La angustia siempre provoca una contracción y, por tanto, un agarrotamiento


o bloqueo, que a su vez intensifica el sentimiento de separación y permite
que la angustia continúe creciendo. Romper este círculo vicioso y recuperar
la unidad perdida es el objetivo declarado de casi todas las vías espirituales
de Oriente y Occidente.

Los chakras son esos puntos de conexión en el sistema energético del


hombre en los que se establecen preferentemente los bloqueos
condicionados por la angustia. También pueden existir otros bloqueos a lo
largo de los nadis. Cuando estas contracciones se hacen permanentes,
provocan que las energías vitales no puedan fluir libremente y alimentar
nuestros diversos cuerpos con todo lo que necesitan para reflejar y
mantener la conciencia de la unidad. 

Cuando la vivencia de la separación, el abandono, el vacío interior y el


miedo a la muerte nos impulsa a buscar en el mundo exterior lo que sólo
podemos encontrar en lo más intimo de nuestro ser, nos volvemos
dependientes del amor y el reconocimiento de otras personas de los
placeres sensoriales, del éxito y de la posesión material. En lugar de
enriquecer nuestra vida, estas cosas se convierten en necesidades
perentorias con las que intentamos rellenar el vacío. Si las perdemos, nos
encontramos súbitamente ante la nada, y el ligero sentimiento de angustia
que acompaña a casi todas las personas se nos presenta otra vez como
real. Y, naturalmente, son los demás quienes cogen de nosotros lo que de
forma tan evidente necesitamos para nuestra realización y satisfacción.
Olvidamos que todos nosotros tenemos nuestro origen común en la
existencia divina y que estamos mutuamente unidos en este plano. En lugar
de amar a nuestros congéneres, comenzamos a considerarlos competidores
o incluso enemigos. Finalmente, pensamos que tenemos que protegernos,
sin dejar que determinadas personas, situaciones o informaciones se nos
acerquen o se introduzcan en nosotros. Retraemos nuestras antenas
receptoras para no tener que afrontar desafíos, y con ello provocamos una
nueva contracción y el bloqueo de nuestros chakras.

Sin embargo, la necesidad de reconocimiento por parte de nuestros


congéneres o por un grupo al que nos sentimos pertenecer es tan intensa
que estamos dispuestos a orientar nuestra vida en amplios ámbitos según
las ideas de determinadas personas cercanas a nosotros o según las reglas
sociales generalmente aceptadas, y a reprimir nuestros sentimientos
espontáneos tan pronto como dejen de concordar con las expectativas o
convenciones. Esto sólo es posible si contraemos nuestros chakras hasta tal
punto que ninguna emoción controlada pueda pasar el filtro. Se produce
entonces una congestión de la energía en el chakra afectado. Como las
energías no pueden irradiarse ya en su forma original, se distorsionan,
rompen la barrera y se descargan de forma inadecuada, en forma de
emociones intensas y con frecuencia negativas o de un impulso de actividad
exagerado.

Esto se corresponde con una reacción al bloqueo marcada por el yang. Pero
como si se produce una expresión de las energías, hacia el interior del
chakra pueden fluir nuevas energías, que volverán a descargarse de la
misma forma inadecuada.

Una reacción al bloqueo de los chakras marcada por el yin se manifiesta en


una contención casi absoluta de las energías, con lo cual el flujo energético
prácticamente se paraliza, puesto que no se crea espacio para las energías
que fluyen posteriormente. La consecuencia es una subalimentación de
energía vital y una debilidad en la manifestación del chakra afectado. Las
repercusiones de una hipofunción semejante, al igual que de una sobrecarga
de los chakras correspondientes, puedes consultarlas en los capítulos
correspondientes de los chakras. Allí te daremos algunas directrices
generales que, en algunos puntos, podrán diferir de tus reacciones
individuales, puesto que en último término éstas están determinadas por las
experiencias que han causado el bloqueo y que están almacenadas en el
cuerpo emocional y, en menor medida, también en el cuerpo mental.

Estas experiencias almacenadas no las dejamos detrás de nosotros con la


muerte física. Las arrastramos de una encarnación a la siguiente, hasta que
las hemos pulido en el transcurso de nuestra evolución. Determinan en gran
medida las circunstancias en las que renaceremos y las vivencias que
atraemos inconscientemente en nuestra nueva vida a través de la irradiación
de nuestro cuerpo emocional.

No obstante, en cada vida tenemos la posibilidad de disolver muy


rápidamente, desde la propia infancia, nuestras estructuras emocionales. En
un recién nacido todo el sistema energético esta aún completamente abierto
y permeable. Esto significa que en principio toda alma nacida nuevamente
recibe una nueva oportunidad de llevar una vida satisfactoria. Pero también
significa que está abierta a todas las vibraciones  y experiencias, y con ello
también a todo tipo de impronta.

Un recién nacido no puede aún participar conscientemente en la


configuración de su vida, ni puede relativizar sus vivencias. Por tanto, es
totalmente dependiente de la buena voluntad y los cuidados de los adultos.
Aquí radica para los padres una gran oportunidad, y también una gran tarea.

En las páginas siguientes vamos a describirte qué influencias necesita un


niño en los primeros años de vida para poder desarrollarse de forma óptima,
para evitar nuevos bloqueos y disolver viejas estructuras.

En nuestra época, muchas almas altamente evolucionadas esperan a unos


padres adecuados en los que poder encarnarse sin acumular bloqueos
innecesarios que podrían obstaculizar el cumplimiento de su misión en esta
tierra. Otras almas querrían reencarnarse en esta época nuestra de cambio,
pues apenas volverá a ofrecerse una oportunidad semejante de aprender y
crecer.

El saber que exponemos a continuación puede servir de ayuda a los futuros


padres para dar a un alma, que podría venirles en forma de hijo, las mejores
posibilidades de partida para el camino de la vida. Pero también puede
ayudarnos a cada uno de nosotros a entender mejor nuestra propia «historia
de los bloqueos» y a manejarla con más facilidad partiendo de esta base.

Ya en el seno materno pueden iniciarse conatos de bloqueos en el sistema


energético cuando la vida incipiente es rechazada, o cuando la madre vive
en una permanente situación de estrés, puesto que un feto vive y siente su
mundo en gran medida a través de la madre. Una dedicación amorosa hacia
el pequeño ser que se encuentra en el seno materno proveerá a su sistema
energético de las vibraciones en las que se sentirá absolutamente bien y
protegido. Cuando la madre vive los meses del embarazo como un tiempo
feliz y pleno está creando las condiciones óptimas para la vida de su hijo, en
las que podrá descubrir completamente su potencial de felicidad y
creatividad.

Un hito importante en la vida de toda persona es el instante del nacimiento.


En determinadas circunstancias, la vivencia del nacimiento puede marcarnos
durante toda una vida, pudiendo ser determinante para que percibamos el
mundo como un lugar amistoso y agradable o como algo duro, carente de
amor y frío. Con el parto, el niño abandona la completa seguridad física, que
durante sus primeros nueve meses de existencia en la tierra, ha vivido en un
estado dichoso de intemporalidad e ingravidez, le ha proporcionado alimento
y protección. Pero el pequeño ser está preparado para el nacimiento y tiene
curiosidad por el mundo. Por eso, un nacimiento natural, en el que ni la
madre ni el niño estén debilitados por los medicamentos, significa un gran
trabajo y esfuerzo, pero al mismo tiempo no supone un choque para el niño.
Para lo que, sin embargo, no está preparado en absoluto es para la
separación de la madre inmediatamente después del nacimiento. Mientras
continúe sintiendo el cuerpo de la madre junto con sus vibraciones familiares
y se sienta acunado en las vibraciones energéticas habituales del aura de
ésta, está preparado para abrirse con plena confianza a las nuevas
vivencias.

Además, el contacto corporal con la madre inmediatamente después del


nacimiento supone un profundo vínculo entre la madre y el niño, que en
círculos especializados se denomina «bonding». Un flujo de sentimientos
amorosos, de energía emocional positiva, fluye automáticamente y sin
participación consciente desde la madre hasta su recién nacido, y no se
interrumpe mientras el niño sienta el cuerpo de la madre o permanezca al
menos dentro de su aura emocional. Esta energía llena a la pequeña alma
de confianza y alegría. Un hecho interesante es que también los padres
desarrollan un contacto más íntimo hacia sus bebés y un entendimiento más
intuitivo cuando han estado presentes en el nacimiento y han podido tocar y
acariciar al niño.

Por el contrario, si el recién nacido es alejado de la madre justo después del


nacimiento, experimenta un profundo dolor por la separación y la soledad.
Mientras la madre continúe enviando conscientemente al recién nacido sus
sentimientos y pensamientos amorosos durante una separación, se
mantendrá todavía un contacto, y el niño no estará completamente aislado
del abastecimiento energético que realiza la madre. Sin embargo, si ella
dedica su atención a otras cosas o está cansada o insensible debido a los
medicamentos, también se romperá este contacto.

La pequeña criatura percibe su desvalimiento en un mundo desconocido y


frío en el que se siente completamente abandonada sin la presencia cálida y
protectora de la madre. Esta experiencia es tan violenta que, en general, el
sistema energético del niño no está en condiciones de procesar los
sentimientos terribles y experimenta una profunda impresión, que tiene por
consecuencia el primer bloqueo de las energías.

El bloqueo se muestra preferentemente en la zona del chakra radical. En el


capítulo anterior hemos descrito los ritmos vitales a la luz de la teoría de los
chakras. Mediante la tabla que se adjunta en ese capitulo puedes ver que en
el primer año de vida se exploran las energías del chakra radical tanto en el
tema fundamental de siete años como en el tema principal de cada año.
Junto al dominio del mundo físico y material, que experimenta su primer
punto álgido cuando se comienza a andar, más o menos a finales del primer
año, en este momento adquiere relevancia la formación de la confianza
original. Esta confianza original es la base para un desarrollo integral y sin
miedos de todas las posibilidades innatas en el hombre. Además, desde el
chakra radical y a través de la energía Kundalini se alimentan de energía
vital todos los demás centros. De esta forma, un bloqueo del chakra basal
repercute en todo el sistema energético. No es ninguna casualidad que la
psicología considere el primer año de vida como el más importante en la
vida de una persona.

En esta época, en la que el niño acumula experiencias predominantemente


a través del cuerpo físico, el niño necesita ante todo el contacto corporal con
la madre, y a veces también con el padre o con otras personas de confianza.

A esta edad el niño no tiene aún un concepto del tiempo. Cuando llora por
soledad o por hambre, no sabe si este estado terminará, y fácilmente es
presa de la desesperación. Por contra, si se satisface de inmediato su
exigencia, se forma en él la confianza de que esta tierra proporciona a sus
hijos todo cuanto necesitan para mantener su cuerpo y satisfacer sus
necesidades físicas. El niño puede abrirse, tanto en el plano físico como en
el plano no material, a las energías nutricias y protectoras que dispone para
nosotros nuestro planeta madre.

Prácticamente, todos los pueblos primitivos poseen un conocimiento intuitivo


de estas relaciones. Llevan continuamente a sus bebés envueltos en un
paño junto al cuerpo hasta que empiezan a gatear, y ni siquiera lo
abandonan cuando el continuo balanceo ha acunado y adormecido a la
pequeña criatura. Cuando el niño comienza a gatear, lo levantan siempre en
cuanto lo desea el niño. Por las noches los niños permanecen junto a la
madre en la cama, y, siempre que sienten hambre, el pecho de la madre
está a su servicio. Los ojos radiantes y los rostros satisfechos de estas
pequeñas felices criaturas hablan por sí solos. Los niños de estos pueblos
lloran muy raramente y están dispuestos desde muy temprana edad para
asumir responsabilidad social.

Si en nuestra sociedad una madre también tuviera esta dedicación durante


el primer año de vida de su hijo y dejara en segundo plano sus propias
necesidades, le habría proporcionado a la criatura el mejor potencial para su
vida. Nosotros pensamos que esta inversión realmente merece la pena. El
flujo automático de amor y alegría que se desencadena en la madre
mediante el permanente contacto corporal con el hijo es una amplia
compensación por todas las pequeñas cosas que tal vez no sea capaz de
hacer en ese tiempo.

Si un niño pierde los sentimientos de confianza original, seguridad,


satisfacción y protección, al crecer continuará buscándolos en el ámbito
externo y material. Establecerá relaciones con las cosas en lugar de
establecerlas con las personas. Todo empieza con las mascotas, a las que
se recurre como sustituto de la cercanía y el calor humanos. Después ansía
cada vez más nuevos juguetes y chucherías, en una búsqueda inconsciente
de algo a lo que le empuja el sentimiento ligeramente corrosivo de vacío. Y
de adultos son los vestidos hermosos, el coche, los muebles y quizás una
casa propia, así como la posición profesional o social, las cosas a las que
encarecen su corazón la mayoría de los hombres, con la esperanza de
recuperar con ellas el sentimiento de seguridad y satisfacción abandonado
en la infancia. Nuestra sociedad de consumo no podría existir sin esa
insaciable necesidad de la gran mayoría de sus miembros.

Pero también va aumentando el número de personas que se han dado


cuenta que la vivencia de la seguridad y la satisfacción interiores no pueden
alcanzarse mediante los bienes materiales. Parten hacia una búsqueda
interior, y aquí radica efectivamente la única oportunidad de reencontrar el
paraíso perdido que la mayoría de nosotros hemos abandonado con el
nacimiento.

En el segundo año de vida, al tema fundamental del chakra radical, que se


extiende a lo largo de los primeros siete años de vida, se une un nuevo tema
principal de un solo año. El niño que va creciendo entra en contacto con las
energías del segundo chakra. Ahora el contacto delicado, las caricias y los
mimos cobran más importancia, junto al mero contacto corporal. El niño
comienza a descubrir su sensualidad y a experimentar y expresar sus
sensaciones y emociones más conscientemente. Desde este momento
comienzan también a aparecer paulatinamente los contenidos del cuerpo
emocional, traídos de la vida anterior. En su segundo año de vida el niño
vive en primer lugar las estructuras emocionales más fundamentales.

Ahora es muy importante que los padres no traten de imponer al niño una
actitud determinada, pues en ese caso comenzará a retraer las emociones y
a reprimirlas en cualquier forma. Si, por el contrario, el niño aprende a vivir
sencillamente sus emociones, a aceptar la existencia de las mismas y a
tratarlas lúdicamente, podría disolver en poco tiempo todas las improntas
emocionales negativas.

Los padres deberían entender que un niño de esa edad no expresa ninguna
negatividad. Si se pone colérico, sólo es debido a que se ha decepcionado
una necesidad natural. Los gritos enrabietados y las pataletas liberan el
bloqueo producido, y así liberan al niño. Sin embargo, a la mayoría de los
padres les resulta difícil aceptar a su hijo tal como es con su expresión
emocional, puesto que ellos mismos no tienen las cosas muy claras. Aman a
su niño cuando hace esto o deja aquello, y con ello le transmiten el siguiente
mensaje: «Siendo así no eres lo suficientemente bueno».

El niño asume la actitud de juicio de los padres, y como no quiere perder su


amor, relega las partes de sí mismo que no son queridas. Esto tiene como
consecuencia un profundo efecto energético. Si, además, falta estimulación
sensorial, surge una carencia de confianza original en el ámbito emocional y
se bloquea el chakra sacro.

Después al adulto le resultará difícil aceptar y expresar sus emociones


naturales. Para poder sentir algo necesita un estimulo sensorial burdo, y
desarrolla la tendencia de observar a los demás como objetos que sirven
para su propia satisfacción.

El tercer año de vida pone a la pequeña criatura en contacto con las


energías del chakra del plexo solar. La expresión emocional se hace más
diferenciada, y las explicaciones que hemos dado en relación con el
segundo año de vida sólo se aplican dentro de ciertos límites. Ahora el niño
quiere probarse como personalidad independiente, aprender a conocer su
influencia y decir siempre «no», para ver qué pasa en tal caso.

Cuando entre los padres y el niño existe una lucha de poder porque los
padres piensan que sólo pueden educar al niño imponiéndole su voluntad,
tal lucha tiene su punto culminante en el tercer año de vida. Si entonces el
niño no se siente querido y aceptado en su personalidad en crecimiento, se
bloquean las energías del chakra del plexo solar. De mayor le faltará la
confianza y el valor para vivir su personalidad individual, para configurar su
existencia según ideas propias y para aprender de las experiencias
negativas. En lugar de eso, se adaptará o intentará controlar su mundo.

Así continúa el viaje de la pequeña criatura a lo largo de las energías de los


diferentes chakras. Pero dejemos por ahora estos ejemplos. Con ayuda de
la lista de los ciclos vitales y con la descripción de cada uno de los chakras,
te resultará fácil completar tú mismo el resto del camino.

En todas estas explicaciones deberíamos tener siempre en cuenta que


somos nosotros mismos quienes hemos elegido las circunstancias de
nuestro renacimiento. Nos hemos encarnado en una pareja determinada
para ser correctamente pulidos, para recopilar experiencias que nuestra
alma necesita para poderse desarrollar hacia la perfección 

Puede que los menos de nosotros hayamos ido a unos padres que poseían
un entendimiento tan profundo y un amor tan desinteresado que entre sus
amorosas y expertas manos se fundieron, hasta desaparecer, las últimas
estructuras restrictivas del cuerpo emocional. Esto no significa más que lo
siguiente: que en esta vida nuestra misión y nuestro destino es desarrollar el
comprensivo amor hacia nosotros mismos que disolverá los bloqueos y
salvará las partes no deseadas e impuestas de nuestra alma. Sin ser
conscientes de ello, nuestros padres son los primeros maestros que, con su
conducta, hacen referencia a nuestras debilidades, de forma que, partiendo
del dolor y del sentimiento de carencia, acabamos buscando vías para
recuperar la integridad interior. Después asumen esta tarea otras personas y
situaciones vitales que atraemos inconscientemente, y que sirven como
espejo para las partes anímicas de nosotros que hemos reprimido en la zona
sombría de nuestra psique.

La disolución de los bloqueos

Existen fundamentalmente dos vías para actuar sobre nuestros chakras con
un efecto liberador y armonizador. El primer camino consiste en exponer los
chakras a vibraciones energéticas que se aproximen a las frecuencias con
las que vibra de forma natural un chakra sin bloqueos y que funcione
armónicamente. Estas vibraciones energéticas podemos encontrarlas, por
ejemplo, en los colores luminosos puros, en las piedras preciosas, en los
sonidos y en los aceites esenciales, y también en los elementos y en las
múltiples formas de manifestación de la naturaleza.

Tan pronto como a nuestros chakras afluyen frecuencias que son más
elevadas y más puras que las que corresponden a su estado actual,
comienzan a vibrar con mayor rapidez, y las frecuencias más lentas de los
bloqueos se van disolviendo progresivamente. Los centros energéticos
pueden absorber nuevas energías vitales y retransmitirlas sin obstáculos a
los cuerpos no materiales. Es como si, a través de nuestro sistema
energético, soplara una fresca brisa. El prana que afluye carga el cuerpo
etérico que, a su vez, transmite la energía al cuerpo físico. También fluye
hasta dentro del cuerpo emocional y del cuerpo mental, donde también
comienzan a disolverse los bloqueos, puesto que sus vibraciones son más
lentas que las de la energía que fluye a su interior. Finalmente, el pulso de la
energía vital afecta a los nadis de todo el sistema energético, y el cuerpo, el
espíritu y el alma comienzan a vibrar de forma más elevada, y a irradiar
salud y alegría.

Cuando en este proceso de purificación y clarificación se liberan las


energías estancadas, sus contenidos aparecen una vez más en nuestra
conciencia. Con ello podemos vivir de nuevo las mismas sensaciones que
causaron el bloqueo: nuestras angustias, nuestra ira y nuestro dolor. Las
enfermedades corporales pueden aflorar por última vez antes de ser
totalmente limpiadas. Durante estos procesos probablemente nos sintamos
intranquilos, excitados o incluso muy cansados. Tan pronto como las
energías tienen el camino expedito, retornan a nosotros una profunda
alegría, serenidad y claridad.

Sin embargo, muchas personas no tienen el valor de atravesar los


necesarios procesos de clarificación. A menudo, sencillamente, no tienen
conocimiento de ellos, y las experiencias que se presentan las interpretan
como un paso atrás en su evolución.

De hecho, los bloqueos de nuestro sistema energético sólo se purifican en la


medida en que, desde nuestra evolución completa, estamos dispuestos a
mirar a la cara a la parte indeseada y reprimida de nosotros mismos, y a
redimirla mediante nuestro amor. Y con esto llegamos a la segunda vía, que
hemos mencionado al comienzo de este capitulo. Esta vía debería
acompañar permanentemente al primer camino de la activación directa y de
la purificación de los chakras, pero al mismo tiempo es en si misma una
posibilidad independiente de armonizar nuestro sistema energético interno y
liberarlo de bloqueos.

Esta vía es la actitud interior de la aceptación incondicional, que lleva a una


distensión completa. Distensión supone lo opuesto, el remedio contra la
tensión, contra la contracción, y contra el bloqueo. Mientras rechacemos
consciente o inconscientemente cualquier ámbito de nosotros mismos,
mientras nos enjuiciemos a nosotros mismos, y, por ende, condenemos y
rechacemos partes de nosotros mismos, se mantendrá una tensión que
impide la distensión completa y, por lo tanto, la disolución de los bloqueos.

Todos nos hemos encontrado más de una vez con personas que dicen que
no pueden relajarse. Esas personas necesitan permanentemente distracción
o actividad, incluso en su tiempo libre o en vacaciones, y cuando alguna vez
no hacen nada siempre queda el diálogo interior. Tan pronto como alcanzan
la paz externamente sienten una intranquilidad interior. En estas personas el
mecanismo de autocuración es tan activo que los bloqueos comienzan a
disolverse de inmediato tan pronto como se instaura algo de tranquilidad en
el sistema energético. Sin embargo, como las personas afectadas no
comprenden este mecanismo, huyen una y otra vez a la actividad,
reprimiendo así el procesamiento y la depuración de las energías
bloqueadas.

Otras personas se encapsulan en su cuerpo mental para eludir la


confrontación con los contenidos en su cuerpo emocional. Para estas
personas, todas las vivencias transcurren a través del entendimiento.
Analizan, interpretan y categorizan, pero nunca se meten en una experiencia
con todo su ser.

También a veces nos encontramos con personas que han intentado forzar la
apertura de los chakras practicando de forma desproporcionada y sin ser
guiados por nadie, por ejemplo, determinados ejercicios de Kundalini yoga, y
acaban inundados de los contenidos inconscientes del chakra
correspondiente. Del intento de rechazar estos contenidos pueden surgir a
veces bloqueos más profundos. Tampoco es raro que suceda que alguien
que ha iniciado un camino espiritual solo active sus chakras superiores y
mantenga inconscientemente los bloqueos de los chakras inferiores, puesto
que no quiere identificarse con los contenidos que se liberan. Una persona
de éstas puede ser que tenga acceso a maravillosas vivencias procedentes
de los ámbitos de sus chakras superiores, y, sin embargo, puede sentir
profundamente en su interior una carencia o un vacío. La alegría
incondicional, el sentimiento de alegría vital completa y de seguridad en la
vida sólo pueden surgir si todos los chakras están uniformemente abiertos y
sus frecuencias vibran en el plano más alto posible.

No obstante, la actitud de aceptación incondicional exige mucha honradez y


valor. Honradez significa en este contexto la disposición de vernos con todas
nuestras debilidades y negatividad, y no tal como nos gustaría vernos. Valor
es la disposición de aceptar lo observado. Es el valor de decir sí a todo sin
excluir nada.

Hemos asumido en nosotros los juicios de nuestros padres para


asegurarnos su amor Hemos reprimido determinadas emociones y deseos
nuestros para satisfacer las expectativas de la sociedad, de un grupo o de
una imagen de nosotros mismos. Abandonar esto significa orientarnos
interiormente y de forma absoluta hacia nosotros y perder el amor y el
reconocimiento de los demás. Pero es únicamente el acto del rechazo, de la
negación, el que permite que las energías nuestras adopten manifestaciones
negativas. Las emociones reprimidas solo se convierten en «malas» porque
las rechazamos, en lugar de afrontarlas con amor y comprensión. Cuanto
más violentamente sean rechazadas, tanto «peores» y mortificantes serán,
hasta que en algún momento las liberemos de su cárcel mediante nuestro
amor.

Detrás de todo estímulo sentimental está, en último término, el ansia de


reconquistar el estado original paradisíaco de la unidad. Sin embargo, tan
pronto como nos adaptamos a la visión predominante del mundo y sólo
aceptamos como real el plano externo de la realidad que puede percibirse a
través de nuestros sentidos físicos y de la comprensión racional, este deseo
de comunión, de unificación con la vida, se convierte en una voluntad de
poseer. Nuestra ansia de poseer una persona, una posición, amor y
reconocimiento y bienes materiales, sin embargo, se ve decepcionada una y
otra vez, o a la larga no se satisface según lo esperado, puesto que tal
satisfacción solo puede alcanzarse mediante una unión interior.

Por miedo a una nueva decepción reprimimos nuestras energías: nuestro


sistema energético se bloquea. Las energías que afluyen posteriormente son
distorsionadas por el bloqueo y se manifiestan como emociones negativas,
que a su vez tratamos, una vez más, de reprimir y retener para no perder la
simpatía de nuestros congéneres.

Podemos interrumpir este círculo si dedicamos toda nuestra atención a


nuestras emociones. En ese mismo momento comienzan a transformarse,
pues, finalmente, reconocemos que son sencillamente energías que han
surgido del ansia de unidad, y que fueron bloqueadas en su manifestación
original. Ahora se convierten en una fuerza que nos ayuda a continuar en el
camino hacia la totalidad.

Existe una analogía sencilla que puede aclarar estas relaciones. Si tienes
miedo de una persona y la rehuyes, nunca la conocerás en todo su ser al
completo. Si, por el contrario, le dedicas tu atención y le haces sentir tu
incondicional amor, irá abriéndose a ti paulatinamente. Conocerás que tras
sus comportamientos negativos, que tú has condenado, no hay otra cosa
que el ansia de satisfacción decepcionada. Tu comprensión le ayudará a
recorrer el camino hacia una satisfacción real. En esta analogía, a tus
emociones le ocurren lo mismo que a esa persona.

La actitud escrita de la aceptación sin prejuicios se corresponde con la


postura de nuestro yo superior. Al asumirla conscientemente para nosotros,
nos abrimos al plano de vibraciones del guía interior que hay en nosotros y
le encomendamos la misión de guiarnos a una existencia sana e integral
completa.

El yo superior es esa parte del alma que nos une con la existencia divina. Es
ilimitado en el espacio y en el tiempo. Por ello tiene acceso en todo
momento al conocimiento integral que afecta tanto a la vida en el universo
como a nuestra vida personal. Si nos confiamos a su guía, nos conducirá por
la vía más recta y directa hacia la unidad interior, y los bloqueos existentes
en nuestro sistema energético se disolverán de la forma más suave posible.

Si comprendemos estas relaciones, podremos hacer que las formas de


terapia descritas en este libro tengan una efectividad óptima. Admite siempre
todas las experiencias que aparecen durante la realización de una terapia,
incluso (y más si cabe) cuando aparecen en un momento desagradable o
negativo; dedícales tu atención neutral y tu amor y entrégales interiormente
la fuerza curativa de tu yo superior.

Existen formas de meditación que pueden ayudarte a practicar esta actitud


de la aceptación, a disolver bloqueos y a admitir las energías autocurativas
de tu yo superior. Una de estas técnicas de meditación, que podemos
recomendarte por experiencia propia, es la meditación trascendental,
también conocida por su abreviatura MT. Aquí la conciencia es guiada sin
ningún esfuerzo o concentración de ningún tipo por la vía más directa hacia
la experiencia del ser puro. Este proceso se ve acompañado de una
relajación creciente en el que se disuelven por sí solas las energías
bloqueadas. Los pensamientos y emociones liberados no son rechazados,
sino sustituidos continuamente por la experiencia de la relajación y la alegría
crecientes. Con esta meditación tienes en tus manos un instrumento
maravilloso y altamente eficaz que, utilizado correctamente, representa por
si mismo una vía para activar tus chakras de forma armónica, para purificar
tu sistema energético de todo bloqueo y para explorar todo tu potencial
intelectual y anímico. Sin embargo, esta forma de meditación sólo puede
aprenderse a través de un maestro cualificado.

También hay otras formas de meditación que pueden ayudarte en tu camino.


Ten solamente en cuenta que, en la meditación que elijas, tus pensamientos
y sentimientos no sean enjuiciados y rechazados, sino integrados como
parte del necesario proceso de depuración. Incluso en las formas más
eficaces y naturales de meditación puede suceder que, debido al hábito, se
cuele siempre algún juicio. Hasta las experiencias que resultan de la
disolución de los bloqueos a menudo pueden reprimirse inconscientemente,
puesto que se han sentido como desagradables. Esto puede hacer perder la
imparcialidad, y la eficacia de la meditación se resentirá. Un maestro con
experiencia puede ayudarte a encontrar de nuevo la experiencia original de
la meditación.

Tan pronto como hayas aprendido a amarte y a aceptarte enteramente, tal


como eres, irradiarás estas vibraciones a través de tu aura, y atraerás las
experiencias y vivencias correspondientes en el mundo exterior. Esto
significa que sólo entonces ganarás realmente el amor y el reconocimiento
de los demás, cuya pérdida tal vez habías temido anteriormente. Comienzan
a valorarte tal como eres en tu auténtica esencia, y te admiran por tu
auténtico valor de ser tú mismo. El amor y la comunión auténticas sólo son
posibles bajo esta premisa.

Queremos mencionar un último punto en relación con el tema de este


capitulo. En tu camino hacia una evolución integral puede haber fases en las
que tus chakras estén relativamente muy abiertos sin que hayas disuelto por
ello todos los bloqueos. Entonces eres muy sensible a las energías que
entran en el ámbito de tu aura, pero aún no irradias tanta energía luminosa
como para atraer solo energías provechosas para poder neutralizar energías
negativas en tu entorno.

Si permaneces ahora en una atmósfera tensa en la que predominen las


vibraciones de insatisfacción, hostilidad o agresividad, tus chakras pueden
cargarse con energías negativas, o contraerse para protegerse de esos
influjos. En ambos casos la consecuencia es una subalimentación de
energía vital positiva.

Tan pronto como los campos energéticos de dos personas se tocan o se


solapan se produce un intercambio inmediato y un influenciamiento mutuo
de las energías. Inconscientemente percibimos al otro de forma energética,
tanto si queremos como si no. Cuando una persona nos resulta simpática o
antipática espontáneamente, en gran parte se debe a las vibraciones
energéticas que experimentamos en su aura. Si sentimos miedo,
insatisfacción o ira, estas vibraciones no sólo influyen en la imagen que
tenemos de ella, sino también en nuestro propio sistema energético.
Cuando, sin razón aparente, te sientes tenso o incómodo en presencia de
una persona; e incluso tienes la sensación de que todo se contrae dentro de
ti, la razón está en la irradiación de su aura. Si, por el contrario, en el aura de
una persona sientes alegría, amor y serenidad, en su presencia te sentirás
particularmente bien, aun cuando no intercambies palabra alguna con ella.
En un grupo de personas que se han reunido para un fin determinado, el
aura colectiva que surge puede ejercer un efecto tan intenso que todos los
miembros del grupo sean alcanzados por ella. Baste pensar en el ambiente
contagioso que se produce con tanta frecuencia entre los espectadores de
un partido de fútbol.

Por otro lado, cuando un grupo se reúne para la devoción o la meditación


común, el individuo puede elevarse hasta planos de conciencia muy
superiores de los que corresponden a su estado normal de evolución.

También los lugares tienen su propia irradiación, puesto que la materia


puede almacenar vibraciones. Esto ocurre muy especialmente en los
espacios cerrados.

Creemos que al tratar con niños pequeños es particularmente importante


comprender estas relaciones. El sistema energético de estos pequeños
seres aún no es completamente sensible a todo tipo de vibraciones
energéticas. Reacciona de forma particularmente sensible a todo
pensamiento amoroso y a cualquier sentimiento de alegría, pero también a
las agresiones o las riñas y a la agresividad de su entorno. Aquí la cercanía
corporal a uno de los progenitores o a una persona de referencia con quien
esté familiarizado representa una valiosa protección: por ejemplo, cuando el
niño se expone a vibraciones ajenas al salir de compras. EL aura del adulto
actúa como un parachoques que capta y absorbe las vibraciones. Por esta
razón, es mejor llevar a un niño de la mano que dejarlo en un cochecito de
bebé.

Nosotros los adultos también podemos contribuir mucho a que nuestros


propios chakras y los chakras de nuestros hijos permanezcan distendidos y
abiertos. Cuando nosotros atraemos fundamentalmente aquellas vibraciones
y situaciones que se corresponden con nuestra propia radiación energética,
también poseemos un cierto espacio de actuación para configurar
conscientemente nuestra vida en el aspecto exterior. Por ejemplo, podemos
participar en actividades en las que se genere una atmósfera de alegría y
amor, podemos visitar lugares que irradien una energía positiva y elevadora,
e incluso podemos crear el encantamiento de un lugar semejante en nuestra
propia casa. Los colores estimulantes, las flores, los aromas y la música
relajante contribuyen mucho a conseguir una atmósfera armónica y
favorecedora de la vida. Al elegir el programa de televisión, las
conversaciones y las actividades que desarrollamos entre nuestras cuatro
paredes, podemos poner unos acentos determinados y crear una atmósfera
en la que el sistema energético de todas las personas que se encuentran
entre ellas se recuperen de las influencias negativas y se relajen.

También en el plano interno puedes hacer algo para protegerte


especialmente de las influenciadas indeseadas provenientes del entorno. Te
recomendamos que pongas una especial atención en la terapia para abrir el
chakra del corazón, puesto que el amor que irradia hacia afuera es capaz de
neutralizar o de transformar todas las vibraciones negativas. Aquí hay un
desafío especial para desarrollar tu amor conjuntamente con otras
facultades.

Además, al desarrollar tu chakra del corazón irás conociendo y valorando


más cada vez los lados positivos de otras personas, y automáticamente
dejarás entrar en ti sólo esas vibraciones. Mediante tu valoración, estas
cualidades se potenciarán y activarán al mismo tiempo en tu oponente. Así,
cada encuentro puede convertirse en un enriquecimiento para ambas partes.

Una irradiación activa hacia el exterior representa en todos los casos una
buena protección. Tan pronto como hayas aprendido a aceptarte como eres
e irradies abiertamente tus energías, las vibraciones negativas exteriores no
podrán penetrar en la corona de rayos surgida de ti. Aun cuando
permanezcas interiormente relajado y completamente sereno, las tensiones
de la atmósfera no encontrarán ningún eco en ti y no podrán asentarse en tu
interior o influirte negativamente.

Naturalmente, somos conscientes de que estas capacidades presuponen


una evolución realmente avanzada. Por eso queremos mencionarte algunas
posibilidades sencillas más con las que podrás protegerte de las influencias
indeseadas y mantener alejadas las energías negativas.

Cuando quieras protegerte en una situación o intensificar tu propia


influencia, imagínate que introduces luz en tu cuerpo a través de tu chakra
coronal, y deja mentalmente que esa luz vuelva a irradiar desde tu chakra
del plexo solar, envolviendo a tu cuerpo en un mando protector luminoso que
disolverá todas las influencias oscuras. También puedes imaginarte la
radiación luminosa procedente del chakra del plexo solar como si fuera una
ducha o un foco o un proyector que elimina a su paso todas las vibraciones
negativas.

Otra protección muy eficaz es la que ofrecen los aceites esenciales; que
deberías aplicar directamente sobre los chakras. Llenan tu aura de una
irradiación pura y neutralizan tensiones e influencias no armónicas, que
provienen del exterior hasta tu aura.*

Si llevas contigo un cristal de roca, potenciará la calidad luminosa y la fuerza


de irradiación protectora de tu aura. Su efecto se complementa muy bien con
la influencia de los aceites esenciales.

También la ropa interior de seda supone una protección energética, y es


especialmente recomendable para los bebés y los niños pequeños. Si
alguna vez te tensas demasiado debido a un susto repentino, a un choque o
a un enfado, queremos recomendarte una posibilidad muy eficaz que te
permitirá eliminar de inmediato las energías estancadas. Siéntate con las
piernas ligeramente extendidas y durante unos segundos tensa todos los
músculos tanto como te sea posible. Si estás solo, grita todo lo alto que
quieras; en caso contrario, limítate a expulsar el aire de tus pulmones con
una presión intensa. Repite este ejercicio hasta que te sientas mejor. Sirve
para disolver los bloqueos que han surgido porque tu sistema energético no
pudo procesar la repentina experiencia. Si te ha ido bien, a continuación
puedes estirarte intensamente, como haces después de un profundo y
reparador sueño. Resulta interesante que en algunas personas el fenómeno
de la tensión muscular aparece espontáneamente en la meditación, y
precisamente en aquellas regiones del cuerpo en las que quieren disolverse
Divirtanse leyendo.

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