T17690

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 818

-F

UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID (1 ‘:


Facultad de FiIosot[a y Ciencias de la Educación
Departamento de Métodos de investigación
y Diagnóstico en Educación

UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
pi
5314054385

12502q7.h

ESTUDIO PSICOANALITICO DE
CUENTOS INFANTILES

Gerardo Gutiérrez Sánchez


Maddd1 1993
Colección Tesis Doctorales. N.~ 8993

© Gerardo Gutiérrez Sánchez

Edita e imprime la Editorial de la Universidad


Complutense de Madrid. Servicio de Reprogralla.
Escuela de Estomatología. Ciudad Universitaria.
MadrId, 1993.
Ricoh 3700
Depósito Legal: M-6023-1993
b 16 ~f O ‘<$4
La Tesis Doctoral de O.

Titulada “ESTUDIO PSICOANALITICO DE CUENTOS INFANTI


LES”
Director Dr. O. •4q~qJ..I¿4~4liO MARTINEZ
fue lelda en la Facultad de .

de la UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID, el tía


de Julio de 19 22.... ante el tribunal
constituido por los siguientes Profesares:
PRESIDENTE 2r.~ fl8 M~ TERESA DUZ ALLUE
.

VOCAL 1). PEDRO CHACON FUERTES


VOCAL .•. HONORIO •~4~9Q lILLO
VOCAL iii> •D~~ ALEJANDRQ ~A,V•I~I~
~§PAIJA
SECRETARIO .D;.q~ •D~ ~~I9•I•S•A
. LOPEZ FRANCO

habiendo recibido la calificacidn de .

Madrid. a Y de a
EL SECRETARIO DEL TRID&JNAt.
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

FACULTAD DE EDUCACION

DEPARTA)4ENTo:
METODOS DE INVESTIGACION Y DIAGNOSTICO EN EDUCACION

ESTUDIO PSICOAIJALIT!CO DE CUENTOS INFANTILES

TESIS DOCTORAL

DOCTORANDO: GERARDO GUTIEREEZ SANCHEZ

DIRECTOR: Dr. ANGEL LAZARO MARTíNEZ

MAYO DE 1992
MADRID
A la memoria de

José Gutiérrez, mi padre,

Baudilio Martínez, mi amigo.


AGRADECIMIENTOS

En este trabajo están muy presentes


algunas personas:

Felicidad Orguin, Ana Pelegrin y Federico


Martín Nebras: sin ellos el trabajo
hubiera sido muy otro.

Mercedes Valcarce y Eduardo Chamorro: me


ayudaron decisivamente a mantener la
confianza en que le daría fin.

Pilar Ortiz, Ana Gut4érrez y Germán


Ruipérez, por su imprescindible ayuda
técnica.

Ana, Maria, Daniel y Bibiana: para ellos


“la nifia sin brazos” ha llegado a ser una
amiga de la familia. A veces un poco
pesada.
Chus está en cada página, por muchos
motivos.
INDICE GENERAL
INTRODUCCION 1

Notas 30

Bibliografía

CAPITULO 1: Objetivos 35

1.1.— Diferencia entre lectura

y escucha 38

1,2.— El inconsciente del texto 48


1,2.— Dos precisiones a Bellemin—No&l 53

Notas 58

Bibliografía 61

CAPITULO 2: Metodología 63

2.1.— Justificación del uso de

la interpretación psicoanalítica 66

2.1.1.— La interpretación en

la cura psicoanalítica 68

2.1.2.-’ La asociación libre 75

2.1.3.— Escucha analítica: atención flotante 80

2.1.4.— La transferencia en la cura 83

2,2.— Sólo se puede interpretar

ante un efecto inconsciente 67


2.2.1.— Interpretar, pero.. ¿cuándo’ 88

2.2.1.1.—La resistencia señal del inconsciente... 89


2.3.— La asociación libre, la transferencia

y la interpretación en el trabajo con


versiones de cuentos populares 98

2.3.1.— Un problema partiou1ar~ el análisis

de cuentos basado en la interpretación

de los símbolos 109

2.4.— ImaginariO, Simbólico, Real 125

Notas 136

BiNiografia 146

CAPITULO 3: FuenteS. Selección y clasificación... 152

jí— selección y clasificación


de cuentos populares 154

j.í.i.— selección y fuentes 154

2.12.— Denominaciones 157


3.1.2.— Clasificación 162

3.2.— Selección y clasificación


de versiones literarias i66

3.2.1.— selección y fuentes 166

3.2.2.— criterios de clasificación 169

2.2.3.— CLasificación 171

BibLiografía 174
CAPITULO 4: Análisis de los textos . 176

4.1.— Un grupo excepcional: motivo “realista”

para la mutilación 181

4.2.— Motivos frecuentes de la mutilación 184

4.3.— El origen explicito del conflicto 185

4.3.1.— La venta de la hija 186

4.3.2.— Venta con características especiales 192

4.3.3.— La hija víctima y el padre verdugo 194

4.2.4.— similitud con versiones de relación

hermano—hermana 196

4.4.— El padre diabólico 199

4.4.1,— Padre asociado al diablo y al judío 201

4.5.— El incesto en “La niña perseguida” 204


4.5.1.— En el subgrupo “María de Madera’ 205

4.5.1.1.— Dos versiones difíciles de clasificar.. 211


4.5.1.2.- Referencia al incesto en el Romancero.. 213

4.5.2,— En el subgrupo “Como a la sal” 216


4.5.2.— En el subgrupo “Bella Venecia” 221

4.5.2.1.— La madre y su actitud asesina 229

4.5.3.2.— El odio de la madre en los romances ... 233

4.5.3.3.— El odio de la cuñada 236

4.6.3.4.— La madre malcasada 240

4.5.4.— La actitud seductora de la hija 244

4.5.5.— silvana: un romance que comprende

los distintos elementos 250

Cuadros A y 8 255

Notas 256

Bibliografía 269
CAPITULO 5: AnálisiS comparativos • 274

Cuadros 281

Notas 286
Bibliografía 290

CAPITULO 6: AnálisiS del motivo del incesto

en “La niña sin brazos” 292

6.1.— Introducción 294

6.2.— Incesto: ¿acontecimiento real o deseo’ 304

6.3.— El incesto: acontecimiento histórico 311

6.4.— Realidad y fantasía, en Freud 325

Notas 349

Bibliografía 354

CAPITULO 7: El motivo “la mutilación”, en

“La niña sin brazos” 360

2.1.- Aportación de los diccionarios 363

7.2.— Un cuento italiano 365

7.3.- Una consideración antropológica 369

7,4.- Las opiniones de los especialistas 372


7.5.— En los cuentos 383

7.5.1.— El lenguaje metafórico y la capacidad


para aceptar la pérdida, la falta 386

7.6.— La castración 391

Notas 3~3
Bibliografía 401
CAPITULO 8: Complejo de Edipo y

Complejo de castración 403

8.1.— El complejo de Edipo 405

8.1.1.— El complejo de Edipo en Freud 407

8.1.1.1.— El edipo en el niño 414

8.1.1.2.— El edipo en la niña 419

8.1.1.3.— El edipo completo 428

8.1.2.— Desarrollos lacanianos.Tiempos 432

8.1.2.1.— Primer tiempo 433


8.1.2.2.- Segundo tiempo 436

8.1.2.3.— Tercer tiempo 438

8.1.2.4.— Presentación esquemática 439

8.2.— El complejo de castración 440

Notas 446

Bibliografía 451

CAPITULO 9: Castración simbólica en la mujer 456

sí.— Introducción 458

9.2.— Freud: El tabú de la virginidad 461

9.3.— Nicole Loraux: Maneras trágicas de

matar a una mujer 468


9.4.— Un cuento italiano.~”El asesino sin mano”.. 472

Notas 490

Bibliografía 500

CAPITULO lO~ Conclusiones generales 505


cAPITULO 11: Reflexiones Y propuestas

para el ámbito educativo 524


11.1.— La paradoja estructural de la educación.. 528

11.1.1.— La alienación del yo en la educación.... 531

11.1.2.- La alienación del deseo en la educación. 522

11.2.- 81 eje imaginario y el eje simbólico

en la lectura de los textos literarios.,.. 539


11.2.1.— La “lectura de sentidos”

(eje imaginario) 540


11.2.2.- La “lectura basada en la primacía del

significante” (eje simbólico) 541

11.3.— Propuestas 556

Notas 558

Bibliografía 561

BIBLIOGRAFíA GENERAL 563


~¿~onuccIOI~
COsenzaremos haciendo una breve historia de nuestro

interés por los cuentos tradicionales, los distintos

aspectos que hemos ido estudiando y los diferentes puntos

de vista que fuimos adoptando para ello.

Distinguinos cinco fases bien diferenciadas:

Primera fase

En torno a los cursos 1974—75 y 1975—76.

El interés por el estudio de tos cuentos infantiles había


surgido por la vía de la actividad profesional: por

entonces utilizábanos con bastante frecuencia, con fines

psicodiagnósticos, el test proyectivo conocido como las

Pábulas de Louise DOss.

En oste test el niño debe completar con un relato

inventado por él (más o menos rico, estructurado o

imaginativo> las situaciones que las FAbulas le

plantean.

Para estos fragmentos añadidos, los niños tomaban casi

siempre importantes “préstamos” a las más conocidas


narraciones tradicionales.

—2—
Por otra parte, en los pocos casos de psicoterapia con

niños que entonces conducíamos, los sujetos daban cuenta

de sus vivencias o de sus fantasías, utilizando en muchas

ocasiones para ello a personajes, situaciones, y a veces

secuencias enteras, pertenecientes a los cuentos

tradicionales.

La pregunta surgía inmediata: ¿en qué estribará la

importancia que sin duda los cuentos tienen para el

niño?, ¿qué servicios prestan los cuentos a los niños?.

Esta fase fue, por tanto, de descubrimiento del objeto de

estudio y formulación de las primeras preguntas en torno

a él.

Se fue perfilando un titulo : “Importancia pedagógica de

los cuentos infantiles, a través de un estudio

psicológico”.

Dos primeros aspectos nos llamaron la atención:

a) con dos vertientes a su vez:la permanencia de

determinados tipos de cuentos infantiles a través del

tiempo; y la presencia de tenas idénticos en culturas

claramente diferentes.

b) el contenido mismo de los cuentos. Especialmente la

presencia frecuente de elementos aparentemente

angustiosos, agresivos, violentos.

—3—
Elaboramos unas encuestas de sondeo que concluyeron en un

cuestionario a través del cual tratabamos de llegar a


establecer qué cuentos son mejor recordados y cuáles más

olvidados. Tambien: cuáles son más elegidos y cuáles más

rechazados. Y si eso podía ponerse en relación con los

contenidos de los relatos y con algunas características

del sujeto encuestado.

Tras la aplicación de quinientos cuestionarios,

fundamentalmente a alumnos de la Facultad de Psicología,

en los cursos 74—75 y 75—76, los resultados obtenidos no

eran alentadores: no eran significativos en lo que a la

investigación interesaba.

Las situaciones de los sujetos encuestados incluían tal

cantidad de variables con respecto al objeto de estudio

que hacia imposible la elaboración de una muestra

adecuada.
Un ejemplo: ¿cóno controlar, en los distintos sujetos, el

tienpo transcurrido desde la Oltima lectura o audición de

Los cuentos sobre los que se le pregunta en la encuesta,

de manera que pudiéramos constituir una muestra

homogénea?
¿Hasta cuando leyeron u oyeron los cuentos los sujetos

encuestados?.

¿Han podido nantener contacto con estos cuentos a través

de hermanos pequeños, otros familiares, lenguaje familiar

cargado de alusiones a este material de tradición oral,


trabajos relacionados con la infancia, películas, etc?.

—4—
Otro problema: areas de procedencia. No todos los cuentos

tienen la misma implantación en las distintas zonas, ni

es igual la cultura popular oral en las distintas

regiones, Seria preciso por tanto un estudio

antropológico correlativo (sólo muy parcialmente hecho en

nuestro pais> y baremar a cada sujeto en relación con la

intensidad de presencia de las versiones mencionadas en

el lugar donde él ha pasado su infancia, por ejemplo.

Esto hubiera excedido con mucho los objetivos, intereses

y posibilidades de esta investigación.

junto con este tipo de dificultades, surgieron otras de


naturaleza teórica, no menos árduas. Así por ejemplo, se

plantearon problemas importantes respecto al

funcionamiento de la memoria, que complicaban la

investigación:

¿Qué se recuerda mejor?: ¿lo placentero?, ¿lo

traumático?, ¿lo angustioso?.

¿Se recuerda en función del contenido?, ¿en función de

las asociaciones formales?, ¿en función de las

características del momento interno y externo en que lo

percibió el sujeto?, ¿en función de la persona que hizo

llegar el contenido al sujeto?. ¿En qué proporción

intervendría todo ello?.

Por estas dificultades, entre otras, se abandonó el

intento experimental, conservando eso si algunos datos

importantes que permitieron centrar,durante mucho tiempo,

el objeto de estudio: los cuentos de hadas.

—5—
La categoría “cuento de hadas” no es universal y es

confusa: no está bien definida entre los expertos

(Rodríguez Almodóvar 1989). Entre nosotros contamos con


una denominación b~llisi~a.~”cuentos de encantamiento”

(Fernán caballero 1986, por ejemplo)

Ambas suelen aceptarse como equivalentes de la más

extendida y aproptada.~”cuentos maravillosos” (Propp

1971)

En esta primera fase todavía considerábamos como

representantes de los cuentos de hadas, o maravillosos, a

los recopilados fundamentalmente por Charles Perrault y

por los hermanos Grimm,

Estos cuentos describen situaciones que están ancladas en

la realidad cotidiana de un niño normal de nuestra

cultura: presencia importante de la familia, relaciones

del sujeto con los padres y hermanos, problemas ligados a


la supervivencia, al triunfo, al reconocimiento, peligros

que dificultan esa consecución, etc).

En todos ellos se llega a un final feliz.

Un aspecto se hacía progresivamente notorio: la semejanza

entre esos relatos y las vivencias contadas por los niños


que teníamos en tratamiento y por los nitos supuestamente

mona les.
¿Qué relación podía haber entre la vida de un niño y la

vida contada del protagonista?.

—6—
Con preguntas de este tipo se abría la segunda fase del

trabajo.

Una sencilla publicación <Gutiérrez 8. 1975), sobre la


sexualidad en los cuentos infantiles, y en parte, otra

(Gutiérrez 5. 1976), con pretensiones más panorámicas

sobre los contenidos y mensajes del cuento, podrían ser

ejemplos del desarrollo de nuestros intereses en esta

fase.

fiesunda fase

objetivo de esta segunda tase: establecer la función do

los cuentos de hadas y, como objetivo más complejo, su

naturaleza.

Respecto a lo primero, tras detenidos análisis de ion

contenidos, fuimos considerando lo siguiente:

El cuento expresa una problemática que, siendo

aparentemente lejana a la realidad cotidiana del niño

<irrealidad carácter maravilloso del cuento), se

mantiene sin embargo dentro de los limites de lo quo


podríamos llamar problemática subjetiva, psicológica o

interna del niño. Alude a sus conflictos psicológicos y

no se sale de este terreno (realismo del cuento). Lo

denominábamos realismo—irreal del cuento.

—7—
En otros termines: el cuento se nueve en la realidad de

lo psíquico.

Así fuimos viendo los distintos conflictos que aparecen


en los cuentos: el origen del sujeto, las relaciones con

los adultos, las relaciones con los iguales, la

problemática del hijo Único, la del hijo de familia

numerosa; le envidia, la rivalidad, los celos, la avidez;

la angustia frente al crecimiento; la ansiedad que

produce el nacimiento de la sexualidad; las dificultades

ligadas al propio cuerpo; las relaciones entre los sexos,

etc.

Esta referencia permanente a la problemática psicológica

infantil es tan notoria que en algunos cuentos se puede

rastrear, a lo largo del relato y en las claves del

mismo, una auténtica psicología evolutiva en su esquema

fundamental, con sus dificuitades, sus soluciones

parciales e incluso con distintos modelos en cuanto a la

consecución adecuada de los objetivos del crecimiento.

Blancanieves y Pulgarcito son notables en este aspecto.

Tambien estos cuentos nos muestran un amplio repertorio

de lo que se ha llamado mecanismos de defensa, tanto

normales como patológicos.

Se podría establecer incluso una cierta clasificación

entre cuentos más “neuróticos” y cuentos más


“psicóticos”, en base a lo anterior.

—8—
Otros rasgos de los cuentos de hadas se hacían patentes y

ofrecían su interés a la investigación:

Los distintos mensajes que el cuento puede producir em el

niño, mensajes que se dirigen a distintos niveles del

psiquismo.
Su indeterminación en cuanto al tiempo, al espacio, a la

caracacterización de los personajes.

El hecho de que los que ahora consideramos cuentos para

niños han sido siempre patrimonio de la tradición oral,


tanto en niños como en adultos.

Finalmente, el hecho de los finales felices.


Todos estos temas formaban parte del programa que

desarrollamos, por ejemplo, desde Noviembre de 1976 a


Junio de 1977, como profesor del IX Ciclo de Estudios de

Formación de Expertos en Literatura Infantil y Juvenil

Iberoamericana y Extranjera, junto a Ana pelegrin y

Carmen Bravo—VillaSaTtO, en el entonces Instituto de

Cultura Hispánica.

En 1977 aparece en España la traducción, en la editorial

Grijalbo, del libro de Bruno Bettelheifl psicoantlisis de

los cuentos de hadas.

Esta aparición editorial significó, por una parte, una

gran alegría, por cuanto se trataba de un trabajo muy

importante, referido a las mismas cuestiones de las que

—9—
nos veníamos ocupando: suponia la confirmación de muchas

de nuestras ideas, un gran núr~ero de aportaciones

notables y también, cómo no, de puntos de vista


discutibles.

Pero, de hecho, la aparición del libro de Bettelheim


supuso también un contratiempo que produjo un largo

parón, de años, en la investigación, aunque no en el

interés por el tema (1).


A partir de entonces había que contar con esta obra como

referencia inevitable. Porque era lo más importante

escrito hasta el momento: para aprender de ella, para

criticaría, para limitar nuestra investigación a los

canpos en que ella no se hubiera introducido, o para

ampliar sus conclusiones utilizando otros sistemas

conceptuales.

Podríamos destacar el articulo escrito en la Enciclopedia

Nacer y crecer (Gutiérrez 5. 1978) como representativo de

esta segunda fase,

—lo—
Tercera fase

La tercera fase se abre con la inevitable crítica al

libro de Bettelheim. Resejiamos algunos aspectos:

El trabajo de a.Bettelheim, realizado con niños muy

alterados psíquicamente, da un sesgo notable a sus

afirmaciones. Así, encontrábamos que hace excesivo

hincapié en el papel reasequrador que los cuentos tienen

para el niño frente al mundo adulto y al propio

crecimiento.

hay una permanente externalización del conflicto


<motivado tal vez, repetimos, por las especiales

circunstancias de los niños a quienes fundamentalmente

trataba) que empobrece la visión de estos cuentos, de su

significatividad.
Junto a esa externalización del conflicto aparece,

coherentemente, una exagerada pretensión adaptativa del

sujeto lector a la realidad.


Contrasta la riqueza de los análisis que efectÚa con la

escasa actividad fantaseadora que parece suponer en los

niños a los que van dirigidos.


Utiliza casi Únicamente los conceptos de Freud referentes

a la evolución, el conflicto y la defensa.

—11—
Comenzamos a utilizar, en forma sistemática, un esquema

teórico, el de Melanie Rlein, que creíamos convenía más a

los contenidos que había que estudiar, y a las


características del psiquismo de los niños, a quienes van

dirigidos, en cuanto a edad se refiere.

Resultaban muy fructíferos conceptos tales cono:

Posición esquizo paranoide y posición depresiva.

Importancia de la ansiedad propia de cada posición.

La idea de una psicosis infantil evolutiva, universal,

La envidia y su decisivo papel en la evolución normal o

patológica,

La situación edipica precoz.

La temática del duelo.

Estos conceptos nos permitían un mejor análisis y

comprensión de estos relatos. Es sorprendente el


parmíelismo entre los cuentos y los paradigmas de la

maduración infantil que M.Klein ha establecido.

A lo largo de este periodo se decanta nuestro interés

prioritario: la fantasía.

La fantasía inconsciente.

De forma correlativa íbamos encontrando, en nuestro

trabajo como terapeuta y en la investigación sobre los

cuentos, la confirmación a ciertas convicciones teóricas:

—12—
La existencia de distintos tipos de pulsiones en el ser

humano. Los conflictos que tales pulsiones generan en su

contacto, no sólo con la realidad externa, sino

primordialmente con la propia realidad psíquica. El

surgimiento del deseo como algo permanente e imposible de

satisfacción. Los mecanismos defensivos frente al

conflicto y al deseo. Los momentos clave, conflictos

básicos, que van estructurando al sujeto como ser

psicológico, etc.

La pregunta que aglutinaba nuestros intereses de entonces

era:

En este dinamismo psíquico ¿qué presencia, función y

consecuencias tiene la fantasía inconsciente?.

En estos momentos, los autores que fundamentalmente

orientaron teóricamente este estudio fueron FreudM.Xlein

y Susan Isaacs,

Este momento de reflexión teórica se exterioriza más en

seminarios y conferencias que en publicaciones:

Además de la participación anual en la Escuela de Verano

de Acción Educativa con un curso sobre los cuentos

tradicionales, tenemos un curso: Significado de la

narrativa infantil desde el punto de vista psicológico

<79/SOColegio Mayor “Isabel de España”) y varias

conferencias: Fantasía e imaginación desde el punto de

vista psicoanalítico y Función de la fantasía infantil, a

—13—
craves ce los cuentos de hadas (ambas en abril dcl 80.

Escuela Infantil del Ministerio de Obras Públicas y

Urbanismo); Pinocho: un enfoque psicológico <diciembre

del Sí. Biblioteca Nacional> y El minusválido en la

literatura infantil <diciembre del 82. Biblioteca

Nacional).

Un capitulo de Literatura infantil <Gutiérrez 5. 1903)

podría pertenecer a esto momento.

cuarta fase

Lo que llamaremos cuarta fase se centra decididamente en

la problemática de la fantasía inconsciente <llamada

también “fantasma” por determinados autores).

¿gué constituye al fantasma?. ¿Qué valor tiene, tanto en

psicología normal como en psicología patológica?.

Una nueva ampliación se impuso:

Hasta entonces habíamos adoptado para estudiar el


fantasma <y por tanto, el relato —contenido y forma— de

los cuentos de hadas) el punto de vista freudiano del


1’principio de placer” lo que quiere decir adoptar el

punto de vista de: el deseo, el objeto, el conflicto, la

represión, el retorno de lo reprimido, los mecanismos

defensivos, la elaboración, etc..

—14—
Pero a estas alturas del estudio se nos hizo evidente la

necesidad de contemplar la fantasía también desde el “más


allá del principio del placer”. Lo que, en la

terminología freudiana, desde 1920, quiere decir: lo

traumático, la imposibilidad de elaboración psíquica, la

compulsión a la repetición, la desmezcía pulsional, el

“desligamientoi; constante, la tendencia a la anulación

del deseo, la pulsión de muerte,etc).

Ampliación particularmente interesante porque en este

punto esta investigación se conectaba con el interés de

varios estudiosos de la literatura fantástica y

maravillosa que se planteaban la misma cuestión desde

posiciones ajenas al psicoanálisis (Todorov, Rodríguez

Almodóvar, Gisbert, etc>: la presencia de lo ambiguo, de

lo siniestro, de un cierto tipo de horror en la

literatura infantil.

Si Freud primero, y M.Klein despues, nos brindaron un

armazón conceptual que servia para los fines de la

investigación, en esta cuarta etapa se hacen necesarios

alqunos conceptos que permitan precisar mejor la

problemática del fantasma. Limitarla, analizarla y sacar

conclusiones válidas y operativas.

Y para ello comprobamos que era el psicoanálisis francés,


deudor de Freud y de la relectura que del mismo hace

Jaques Lacan, el que proporciona estos instrumentos.

—15—
Autores cono Lacan, Laplanche y Pontalis, Creen, Miller,

Szpllka, J.Aleman, Vallabrega, Calligaris, etc., permiten

hacer ahora nuevas y más precisas formulaciones.

Encontramos en estos autores articulaciones teóricas

consistentes y rigurosas que permiten replantear las

grandes cuestiones acerca del funcionamiento psíquico,

facilitan la transmisión de conceptos y el intercambio de

experiencias y, con ello la posibilidad de operativi2ar

lo que nunca debió ser considerado como inefable: el

inconsciente.

Sintetizamos, en exceso, las formulaciones que en torno

al fantasma pueden hacerse con estos conceptos:

El fantasma (una de cuyas expresiones seria el cuento

popular>, pretende, mediante su condición simbólica y su


inercia ::aginaria, transformar el goce (concepto

vinculado con el objeto “a” y con “lo real” lacaniano) en

placer. El fantasma consiste en una “manipulación”

imaginaria ie lo simbólico que permite un cierto goce

secreto de). objeto, pero en los cauces y condiciones del

placer,

Entre otras cmsas, afirmaciones como la anterior, con

toda la carca de complejidad y significación que tienen,

nos hacen z&s comprensibles aquellos fenómenos que nos

llamaban 1. atención desde el principio:

—16—
la multipresencia y permanencia de los cuentos

—relacionadas con la existencia y función de las

fantasías originarias, del fantasma fundamental y de la

inercia imaginaria del fantasma—; la neoesidad compulsiva

del niño de escuchar los cuentos siempre exactamente

igual; la condición siempre cumplida de un final feliz

tras un relato generalmente lleno de horrores, etc.

La conveniencia y el interés de estos puntos de vista se

han mantenido para nosotros hasta hoy.


Como creemos que queda patente en los capítulos que

seguirán, consideramos que es este armazón conceptual el


que permite acercarse a las condiciones y

particularidades de nuestra constitución psíquica.

Los artículos publicados en Murcia <Gutiérrez 5. 1987)

-que ha sido traducido al alemán en 1988—, en Barcelona

<Gutiérrez 5. 1989 y 19E9) y en Madrid <Gutiérrez 5.

1990> abordando distintos aspectos y contenidos de los

cuentos, giran siempre sobre esta misma problemática.

—17—
ouinta fase

A partir de 1984, tres personas imprescindibles en el

mundo de la literatura infantil en nuestro país, Ana


pelegrin, Felicidad Orquin y Federico Martín Hebras <2)

nos habían puesto en contacto con el creciente movimiento


pedagógico en torno a literatura infantil actual y, lo

que para nosotros significó mucho más, al cuento popular.

comenzamos a trabajar desde una perspectiva


psicoanalítica con grupos de profesores interesados en la

literatura de tradición oral: Granada (1903>, Elche


(1984), León (1984>, zamora <1984>, cuenca (1906>, Murcia

<1986> y, naturalmente, Madrid.

En Cuenca (Universidad Internacional Menéndez y Pelayo>

en 1986, y en Murcia (seminario de literatura infantil,

con motivo de la Feria Regional del Libro), en el mismo

año, compartimos la función docente con Antonio Rodríguez

Almodóvar, autor reconocido en el campo de la tradición

oral, que ya había publicado Los cuentos maravillosos

españoles <Rodríguez Almodóvar 1982> y Cuentos al amor

de la lumbre <Rodríguez Almodóvar 1983-84>

En el año 1984 se publican en Anaya los Cuentos populares


rusos de Afamasiev; en 1985—86, también en Xnaya, le

colección casi exhaustiva <Jt.> de los cuentos

recopilados y publicados por los hermanos Grimm: Cuentos

de niños y del hogar; en 1987—88 aparecen, en el CSIC,

los ños tomos de Espinosa (hijo) Cuentos populares de

Castilla y León...,

—18—
Ahora volvemos a leer a Propp (1971,1974) que se nos

había quedado “de lado” en nuestro trabajo con unos pocos

cuentos de hadas, de Perrault y de los Grimm.

Propp es un autor imprescincible para adentrarse en el

mundo que es el cuento maravilloso de tradición oral.

Y si podemos decir que Propp se engrandece y gana interés

a nuestros ojos, ocurre lo contrario con el

recopilador—autor francés <Perrault) y con los filólogos


y folkloristas alemanes (los Grimm). Por decirlo

sencillamente, la Cenicienta del uno, y la Blancanieves

de los otros empalidecen grandemente al compararlas con

múltiples versiones populares del mismo tema.

Entre estas versiones no solemos encontrar el tono

cortesano amanerado, distorsionante de Perrault, ni la

pretensión moralizante, depresiva y croemos que


sojuzgadora de los Grimm.

Cuando tuvimos acceso a los Cuentos populares españoles

de Espinosa <padre), publicados en el CSIC en 1946-47 y

hoy difícilmente accesibles, y cuando en 1990 la

editorial Siruela publica los Cuentos populares

italianos, recopilados por Italo Calvino, la gracia,

frescura, densidad y misterio del cuento popular se nos

hizo mucho más manifiesta todavía.

—19—
DecidIdamente, el objeto de nuestra investigación se

amplia entones. Necesitamos, en primer lugar,

sumergirnos en un material nuevo, variadisino y nuy

extenso.

Aunque no cm su elegancia en el decir, nos sentíamos

cercanos a lo que confiesa Calvino:

“Entre tanto, al comenzar a trabajar, a ponerme al

corriente del material existente, a dividir los cuentos

por sus tipos según una clasificación empírica que fui

ampliando paulatinamente, poco a poco me sentía presa

cono de un frenesí, de una voracidad, de una

insaciabilidad de versiones y variantes, de una fiebre

comparativa y clasificatoría (... De un modo

imprevisto, había sido capturado por la naturaleza

tentacular, arácnea, de mi objeto de estudio; y no se

trataba de una posesión externa y formal, sino que así me

exponía a su propiedad más secreta: su infinita variedad

y su infinita repetición”. <Calvino 1990,15—16> (3)

El ciclo de “la niña perseguida” ejerce una fuerte

atracción sobre nosotros, tal vez porque descubrimos,

junto a las versiones ya estudiadas de la Cenicienta de


Perrault y la Blancanieves de los Grimm, multitud de

versiones plenas de encanto; y otros tipos adyacentes:

Como a la sal, Maria de madera, El pájaro sabio, etc.

—20—
Y dentro de este ciclo, un tipo nos fascina por su

carácter fuertemente enigmático: “La niña sin brazos”

(4).

Se trata de un tipo <un argumento) que desconocíamos, y

que sin embargo ahora empezábamos a ver mencionado por

todas partes: en Thompson (1972), Propp(1974), Rodríguez

Almodóvar <1982,1989>, Ariés y Duby <1989), López Tamés

<1990), Italo Calvino <1990)...

Y en casi todos ellos una alusión: el núcleo de este

cuento es el incesto:

“Más al fondo, pero claramente perceptible en

determinadas versiones de todos ellos, se halla una

motivación de matiz incestuoso en la base del conflicto,

que el paso de distintas civilizaciones sobre estas

historias ha ido atenuando o transformando en símbolos

—en el mejor de los casos— o sencillamente cambiándolos

por otros elementos absurdos —en el peor—, como posible

consecuencia de una censura social no

institucionalizada.” <Rodríguez Almodóvar 1989,179)

.hay situaciones que como la antropofagia o el incesto

nos llevan a condiciones primitivas de convivencia.

Incesto de padres e hijas, tan frecuente en el ciclo de


la “niña perseguida”, que huye del padre, se casa, da a

luz en parto múltiple, sus hijos son sustituidos por

—21—
perros, le cortan los brazos, castigo por haber roto las
normas de la vieja moral, no haber sido del padre.”

(López Tasés 1990,92) <5)


¿En qué basaban esta afirmación del carácter incestuoso

de estos cuentos?.

En las versiones de Maria de madera <o Piel de Asno> y

Coso a la sal (versión cuentística del Rey Lear> era

evidente, por la demanda amorosa que figura al principio.

Incluso en la mayoría de las versiones literarias de “La

niña sin brazos” también, porque en ellas sí aparece un

padre obsesionado por su deseo sexual hacia la hija.

¿Pero eso basta para afirmar el carácter incestuoso de

les versiones populares y, más aún, de todo el ciclo de

“La niña perseguida?

Teníamos que poner a prueba esa afirmación y, sobre todo,

encontrar alguna explicación a un fenómeno tan


sorprendente: que uno de los grupos más difundidos, mejor

acogidos y con más variantes de entre los cuentos


populares, el de “La niña perseguida”, con representantes

tan egregios como Blancanieves, Cenicienta, Piel de Asno,

etc, fuera la expresión de un vinculo incestuoso entre un

padre y una hija.

¿Cuál puede ser la naturaleza y el sentido de esto?

—22—
La explicación que da Rodríguez Almodóvar (1989,178 y

Ss.), se mueve a nuestro juicio en una constante

ambiguedad, entre:

a> la idea del cuento formando parte de “la leyenda <o

mito> de civilización en la que un padre intenta

cohabitar con su hija, y ésta, para repelerlo, se corta

las manos o se automutila de cualquier otra manera”, o

b) aquella que ve al cuento como un elemento con una

función social, “propagandística” diríamos, en el momento

de paso (real, localizable históricamente) de una a otra

estructura social:

“Hay que pensar que la función social de esta historia,

precisamente en la fase de humanidad no socializada a

humanidad socializada, no debió quedar solamente en

intentar disuadir al padre de una práctica

“incivilizada”, sino tal vez en buscar la protección de

las hijas deshonradas por sus propios padres (...) Parece

obligado pensar que durante mucho tiempo se produjeron

dramáticas situaciones de inadaptación que impulsarían

una transformación del cuento en virtud de una nueva

función: la de hacer socialmente recuperables a las


jóvenes deshonradas por sus padres o hermanos”

<Rodríguez Almodóvar 1989,76)

—23—
¿Por donde busca este autor?: ¿por la “subjetividad” —que

en último extremo, es quien crea y justifica a todo


1 —que parece pretender en
mito—, o por la “objetividad’
sus referencias a fases evolutivas en el proceso de

civilización— ?.

Parece que hoy nadie mantiene ya la idea de una fase

promiscua de la humanidad en que el incesto, reconocido

como tal, fuera practicado sistemáticamente. Nada permite

suponer la existencia de tal cosa, salvo desde puntos de


vista que antepusieran presupuestos de un evolucionismo

romántico.

? si entendiéramos que esa apariencia de objetividad


forma parte de la expresión legendaria, mítica, de los

origenes sociales, vuelve la pregunta: ¿qué lugar Ocupa


el incesto en el germen de cada ser hunano y de la

humanidad toda ella?

¿Que función cumplen hoy esos cuentos incestuosos?

Otro tanto nos ocurrió con el motivo de la mutilación de

las manos. Nos parecía que los distintos autores


recurrían a un lugar común: relacionarlo con el freudiano

“complejo de castración” por una nera analogía inaginaria

que equipararía “cortar mano” a “cortar pene”, Sin más.

(6>

—24—
nuuaoos os rechazar por tanto esta idea y sólo tras un

amplio rodeo nos vimos llevados otra vez a ella, tras

haber establecido las diferencias entre castración

masculina y femenina y despues de indagar las diferencias

entre castración real, imaginaria y simbólica.

Ahora bien, el problema central que se nos presentó a

raiz de estos interrogantes fue: ¿cómo llegar al sentido

de un texto a través del texto?.

No hemos pretendido tomar los cuentos como pretexto para

una elucubración teórica, ni tampoco hemos querido poner

la teoría por delante y utilizar los cuentos, forzándolos

por tanto, para ilustrar o probar aquella.

Nuestro interés era inverso, dejarnos impresionar por el

texto, ir de su mano a donde quisiera llevarnos, en la

confianza de que nos acercaríamos así a “la verdad del

cuento” <expresión que no nos ha gustado nunca pero que

es significativa. Más adelante, Bellemin—Roél nos

brindaría otra suche mejor: “el inconsciente del texto”>.

¿Cómo se organiza netodológicamente esa búsqueda?

Queríamos utilizar, para llegar al inconsciente del

texto, el método psicoanalítico, único que se constituye

sobre la hipótesis del inconsciente y lo toma por

objetivo.

—25—
Sin embargo, este método fue pensado por Freud —y por los

que le siguieron hasta hoy— para el trabajo terapeútico

con pacientes neuróticos. Su aplicación a una finalidad

distinta mo puede hacerse sin una justificación previa.

De ahí, surgió la necesidad de estudiar en qué

condiciones es aceptable la utilización del método

psicoanalítico freudiano para el análisis interpretativo

de los cuentos populares.

Toda la Tésis camina a esta delimitación, tomando para

ello los textos de las versiones de “La niña sin brezos”

y como referencia ampliada, los de “La niña perseguida”.

Nuestra hipótesis es que se puede trabajar

usicoanaliticamente en este campo siempre y cuando se den

las condiciones que son imprescindibles para la actividad

interpretativa psicoanalítica: la asociación libre, la

escucha analítica, y la transferencia.

Nos hemos encontrado, en la realización de esta Nemoria

de Tésis con una dificultad importante, que no pasará

desapercibida: es muy dificii mostrar en un trabajo que

tiene que reunir las características de toda elaboración

académico-científica, el funcionamiento de un método que

ha de basarse en la atención libremente flotante, en

la aceptación de la preminencia del significante sobre el

significado, en posibilitar la emergencia del sujeto del

inconsciente, distinto y aun incompatible a veces con el

yo de la comunicación, etc.

—26—
A lo largo de la redacción el hilo asociativo es roto

continuamente para hacer una aclaración, para mostrar las

fuentes, para citar la pertinente referencia

bibliográfica, etc.

Es difícil, interpretar hacia un lado (el de un

determinado texto) manteniéndose en las condiciones que

tal operación requiere y, simultáneamente, mostrar hacia

otro <la instancia académica que ha de juzgar y valorar

oste trabajo) el por qué, el para qué, el cómo, el de

dónde, etc, de tal interpretación.

Finalmente, y con este limitación que ha do afectar no

sólo a la claridad expositiva y demostrativa, SinO

también a la calidad interpretativa y sus logros.


1’La
llegamos a algunas conclusiones sobre el cuento de
niña sin brazos” que resumimos en:

— Las distintas versiones de “La niña Sin brazos”


constituyen la expresión imaginaria, mítica, hecha

relato, de un elemento simbólico, estructural:

— El ingreso del sujeto en la dialéctica del deseo

—dialéctica específicamente humana—. Este ingreso se

produce necesariamente a través de la irrupción, que

resultará traumática para el sujeto, del deseo del Otro.

—27—
— El cuento lo presenta desde el ángulo de la mujer, su

confrontación con el deseo del Otro y con el propio.

-. En esta confrontación encontrarán su lugar aquel los a


1 de “La niña sin
los que consideramos “enigmas mayores’
brazos”: la seducción incestuosa del padre, la mutilación

y alojamiento de la ni,a, st: boda Inmediata, la rivalidad

cOn otras mujeres, etc.

Esto nos confirma definitivanente una idea que no es

nueva, que nosotros mismos hemos explicitado en numerosas

ocasiones, que muchos autores han defendido en sus

escritos, pero que, aun así, necesitábamos someter a

examen mediante una metodología apropiada:

Con las limitaciones que. henos señalado más arriba


creemos haber mostrado que los cuentes populares de “La

niña perseguida” y concretamente La niña sin brazos,

“dicen” de la estructura psíquica de la mujer, de su

constitución edípica <7).

Lo que nos confirma que los cuentos populares, cono la

poesía anónima y popular <García Calvo 1991), como las

tragedias clásicas y la mitología antigua y moderna,


constituyen parcialmente el contenido de eso registro

simbólico a través del que so transmite el conflicto

—28—
psíquico fundamental, representado en múltiples
escenarios y por una serie infinita de personajes (8>
Cada sujeto, por el hecho de serlo, nace en esta
“represión primaria” universal, que supone el no tener
acceso a lo real: si acaso, metafórica y

metonimicamente, a través de lo simbdlico y lo


imaginario.
El destino que ese patrimonio simbólico más o menos común
tenga en cada sujeto ya estará configurado por sus
particularidades de todo tipo. Lo que 55 denomina en el
más amplio sentido: por su historia (interindividual e
intrapsiquica).
Una vez constituido el inconsciente por aquella operación
simbólica de la “represión primaria”, éste se configure
en la singularidad de cada sujeto y su historia. Dicho en

otros términos: lo simbólico tiene distintos destinos,


uno para cada sujeto.

¿Y cómo accede el sujeto a eso “simbólico” que está en el


texto de un cuento popular y que hemos llamado, en el
capítulo 1, con Bellemin—No41 (1979), “el inconsciente
del texto”?:
A través de la escucha, o de la lectura del texto en
ciertas condiciones, Sobre las relaciones entre escucha y

lectura nos extendemos también en el capitulo 1.


La lectura será objeto del capitulo 12., en que trataremos
de las aplicaciones educativas de las conclusiones de
este trabajo.

—29—
MOTAS A LA INTRODUCCION

(1>.— Mis actividades en relación con los cuentos


tradicionales se han sucedido con mayor o menor
continuidad, desde el año 1975 en que doy una conferencia
<Interpretación psicológica de los cuentos infantiles> en
el servivejo de Psiquiatría de la Fundación Jiménez Diaz,
o el Curso en el Instituto de Cultura Hispánica en
1976/77 <Aspectos psicológicos del cuento infantil>, ya
citado anteriormente, basta hoy.

(2> Qúienes, a base de ilusión y esfuerzo, son


responsables en alto grado de la importancia que en los
Últimos años ha ido cobrando la literatura infantil en
nuestro país.
A través de la organización do cursos en distintos CE?
(Centros de Profesores) de varias provincias; formación y
animación de múltiples Grupos de literatura infantil en
casi toda España; actividades complementarias (ciclos de
conferencias representaciones literarias plásticas,
exposiciones, etc); nóltiples publicaciones de las que
sólo citaremos: Martin Hebras (1980), Polegrin <1982>:
orquin <1988>,

<3>.- Uno de los frutos de esa búsqueda febril, como


aquella de que habla I.calvino, ha sido la recopilación
de las versiones literarias de La niña sin brazos cuyo
enumeración se hace en el capitulo 3. junto con la
mención de sus fuentes y cuyos textos figuran en el anexo
correspondiente.
La localización y acceso a estas fuentes, en su nayoria
de finales del siglo pasado y principios de éste (auge de
los estudios folklóricos), de distintos paises, ha
supuesto una larga tarea.
En el presente traba3o no hemos podido aprovechar • como
hubiéramos querido, la riqueza de ese material del que,
por el momento, sólo hemos hecho una utilización parcial,
de acuerdo con los objetivos de este trabajo. Queda para
más adelante un estudio más adecuado a las
particularidades especificas de esos impresionantes
relatos literarios.

(4>.- Dado que a partir de ahora se harán frecuentes


referencias al cuento de “La niña sin brazos”, haremos
aquí un breve resumen de su contenido más común.

—30—
En las versiones populares se trata, en general de una
niña a quien, por desobecer al padre, movida por su buen
corazón, por transgresión de prohibiciones dictadas por
el diablo a quien la ha vendido su padre, o por
acusaciones celosas de otras mujeres <cuñada>, es
mutilada —manos o brazos; en algunas versiones, lengua y
Ojos—, y abandonada.

En estas condiciones la encuentra un príncipe que se


enamora de ella e, inmediatamente, la hace su mujer.
Cuando ella espera un hijo, el príncipe parte para la
guerra. En su ausencia, la esposa da a luz a uno o dos
hijos. Se le comunica al padre la noticia. Pero la
suegra, o el diablo, cambian las cartas y comunican al
Ptíncipe que su mujer ha tenido unos animalillos o un
monstruo.
La respuesta del príncipe ordenando que no se haga nada
en tanto él vuelva, es cambiada otra vez: se dan órdenes
para matar a la mujer y sus hijos o enviarles al
destierro.
Así se hace, y la niña con sus hijos, tras distintas
penalidades, son socorridos por algún personaje,
generalme~~~ sobrenatural en las versiones populares,
gracias a lo cual sobreviven.
El príncipe se ha encontrado a su vuelta con la situación
y, tras ejercer justicia, en las versiones que la madre o
un ministro han preparado la intriga, se emtrega a la
búsqueda de su mujer y sus hijos. En casi todas las
versiones los encuentra tras largos años. Pero no los
reconoce fácilmente.
El final incluye el reconocimiento y la vuelta de todos
al hogar familiar.

La variante más significativa con respecto a las


versiones literarias es que en casi todas estas el motivo
de la mutilación <automutilación en este caso), es la
resistencia de la niña frente a los deseos incestuosos
del padre.

(5).— Ninguna versión, de las que tengamos noticia,


tiene esa secuencie.
La mutilación de la niña siempre se produce al principio.
Tras ello viene el abandono o el destierro. Luego la
boda, el parto, el engaño y el nuevo destierro. Sólo al
final vendrá el reconocimiento y la recuperación de los
brazos o manos.

Y este autor que construye un libro claro, ágil y muy


didáctico, sin embargo, no sólo es confuso cuando da la
secuencia de La niña perseguida, sino tambien cuando
sugiere una interpretación histórico—cultural del cuente:
¿A qué moral sirve el cuento?. La interpretación de Propp
y de Rodríguez Almodóvar consideran que el cuento sirve
de difusor de una mueva moral no incestuosa. Tiene

—31—
sentido. Aun con las objeciones que le haremos a ese
planteamiento en el capítulo 6.

Lo que no tiene ningún sentido es la interpretación de


López Tamés: en el cuento se castigarla a la niña por no
haber estado con el padre, en aras de la vieja moral.
Creemos que hay una confusión en esta afirmación del
autor.

(6).— con dos excepciones notables:


La de Propp que relacione el motivo del “dedo cortado”
(que en principio no es equivalente a la mutilacién de
las manos en ~nuestro tipo) con rituales iniciáticos
vinculados a la circuncisión.
La de Rodríguez Alinodóvar, que entiende la falta de los
brazos como símbolo de la pérdida de la doncellez: la
“manguita” es una niña de quien se sospecha que ha
perdido la virginidad en sus relaciones incestuosas con
el padre. Tendrá que probar que mo es así y con ello
recuperará los brazos y la familia. El estudio de
Rodríguez Almodóvar se llama así: “La rehabilitación de
la familia” (Rodríguez Almodóvar 1989, 178—186)

<7),— Que algo sea dicho no implica necesariamente que


sea escuchado. Es una operación distinta que requiere
ciertas oondiciones —que veremos en el capitulo de
aplicaciones educativas—.
Respecto a la cuestión de la mujer, sólo henos mostrado
algón aspecto de los que el psicoanálisis se ocupa hoy.
Es un tena objeto de particular atención y sobre el que
se produce bibliografía permanentemente. Enfrentarle con
una cierta exhaustividad seria motivo para otra u otras
Tésí e,

(8).— Algo que expresaba muy bien Angel Fernández Santos


su su comentario critico a la reciente y excelente
película Don Juan en los infiernos, de Gonzalo Suárez:

Don Juan es más que una película, de la misma manera


que toda gran literatura es siempre algo más que un
libro. Filmes como éste se trascienden; son algo más que
objetos de consumo de cultura en forma de espectáculo.
Son contribuciones al conocimiento de lo que, desde que
la especie humana existe, les ocurre a los hombres;
monumentos de la imaginación que nada nuevo dicen, sino
que indagan en lo mismo de siempre y lo vuelven a decir,
pero dicho de otra manera, ésta si inédita.” (Diario El
País, 16,9,91, p.39)

—32—
REFERENCIAS BXBLIOGRAFICAS DE LA INTRODUCCIOR

AFANASIEV, A.N. <1987): Cuentos populares rusos (3t.)

Anaya. Madrid

ARIES y DUBY (direc.) <1989>: Historia de la vida privada

<6t.> Taurus. Madrid


BELLEMIN-NOEL,J. <1979>: Vera l’inconscient du texte PUF.

Paris

CALVINO, ¡talo <1990): Cuentos populares italianos (2t.>

Siruela. Madrid

ESPINOSA, Aurelio 14. (1946—47>: CUentos populares


españoles <2t.) CSIC. Madrid

ESPINOSA, Aurelio M. <hijo)<1987—88>: Cuentos populares

de Castilla y León (2t.> £510. Madrid

FERNAN CABALLERO (1985): Cuentos de encantamiento y otros

cuentos populares. olañeta. Barcelona

GAGO y otros (1983>: Literatura infantil. Papeles de

Acción Educativa. Madrid

GARCíA CALVo,A. <1991): Ramo de romances y baladas.

Lucina. Zamora

GRIMM, w.y J.<1987—88): Cuentos de niños y del hogar

<3t.> Anaya. Madrid

GUTIERREZ SANCMEZ,G. <1975>: La sexualidad en los

cuentos infantiles. Convivencia, no.1 Madrid

—33—
GUTIEREZ SAHCHEZ,G. (1976>; La verdad del cuento. DUO 2

Revista mensual de convivencia y relaciones

humanas. no.l Madrid

GUTIERREZ SANCUEZ,G. <1978): Asoectos osicoldc,tcos de los

cuentos infantiles Enciclopedia Nacer y Crecer

t.VI, pp.155—l7l. Edio. Orgaz. Madrid

GUTIERREZ SANCHEZ,G. (1983): A propósito de los cuento~

d~b~n, en4 GAGO y otros <1983>: Literatura


imfantil. papeles de Acción Educativa. Madrid

GUTIERREZ SANCEEZ,G. <1987>: IIlUM&mQ.It.dtlos cuentos en

el desarrollo afectivo del niño y Psicoanálisis de

los cuentos. de hadas. Letragorda (2) (Separata).

Consejeria de Cultura, Educación y Turismo. Murcia.

GUTIERREZ SANCEEZ, Gerardo <1988>; Dey Einflufl der

Márchen auf dic affektive Entwlcklu»o des Einde~

(versión al alemán del articulo anterior), en:

HLTMANF.<ed4<1986>: Spamien(nonogx.) Die

Mlirchenzeitung Infor3zationen su MArchen, Folklore,

Fantasy no.iO.

GIITIERREZ SM4CXEZ,G. (19S9): KhIj~L.y..nQnfitnlQI CLIJ


Cuadernos de literatura infantil y juvenil. AAo2,

no.2, pp.8—14. Fontalba. Barcelona

GUTIERREZ SANCHEZ,G. (1989): La madre oculta CLIY Año2,

no.9, pp.íz—l5. Fontalba, Barcelona

GUTIERPEZ SANCHEZ, G. <1990): Los conflictos de


ocraenalidad en nlAos desde un anÁlisis }tIg~

cuentos tradicionales Bordon 42<l),pp.79—A4

.34..
LOPEZ TARES, Román <l99O>~ Introducción a la literatura

infantil. Universidad de Murcia.

MARTIN HEBRAS, Federico (1980): Recrear la escuela.

Nuestra Cultura. Madrid

ORQUIN, Felicidad <1988>: La madrastra nedacócica CLIJ

Añol, no.l Fontalba. Barcelona


PELEGRIN, Ana (1982): La aventura de oir. Cincel. Madrid

PROPP, y. <1971>: Morfología del cuento Funadamentos.

Madrid

PROPP, y. <1974>: Las raíces históricas del cuento.

Fundamentos. Madrid

RODRíGUEZ ALMODOVAR, A. <1902>: Los cuentos maravillosos

españoles, Crítica. Barcelona

RODRíGUEZ ALMODOVAR, A. <1985—84): Cuentos al amor de la

lumbre (2t.) Anaya. Madrid

THOMPSoN, Stith <1972): El cuento folklórico Universidad

Central de Venezuela. Caracas.

—35—
CAPITULO 1

OBJETIVOS
INDICE DEL CAPITUlO 1

1.1.- Diferencia entre lectura y escucha,

1.2.- El inconsciente del texto.

1.3.- Dos precisiones a Bellerain—Noél.

—37—
Al comenzar este trabajo, que tiene coro n,kleo Central

el análisis de los textos de los cuentos populares

seleccionados, es preciso establecer de antemano nuestro


punto de vista sobre la posición que ocupa el

psicoanalista a la hora de proceder a dicho análisis. Lo

que equivale a establecer los objetivos que se propone y

la metodología con que cuenta.

El ob4etivo de una lectura psicoanalítica de un relato no

es otro que escuchar el inconsciente del texto.

Esta afirmación nos obliga a hacer des precisiones:

1.1.- La diferencia entre lectura y escucha.

1.2.— La noción “inconsciente del texto”

1.1. Diferencia entre lectura y escucha

La prizera hace alusión a un tema dificil y complejo de

la teoría psicoanalítica.

¿Es lo alano escuchar que leer?. Ho nos referisos a las

funciones fisiológicas o intelectuales que están en juego

en el acto de escuchar y en el de leer, sino más bien a

—38—
otra pregunta: ¿cuál es la diferencia entre la palabra

<significante) y la letra?

Jacques Lacan, el psicoanaíista francés que ha Construido

el edificio teórico más importante despues de Freud, hizo

en determinado momento de su obra, pivotar todo este

edificio sobre la importancia del significante. En 1953

presenta, en el Congreso Psicoanalítico de Roma, “Función

y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”

(Lacan 1980,59—139) e introduce la proposición ya

clásica: “el inconsciente está estructurado como un

lenguaje”

En aquel momento Lacan hacia recaer la responsabilidad

mayor <si se puede hablar así) del funcionamiento

psíquico en lo simbólico.

Símbolo y significante son equiparables (1). En el

funcionamiento psíquico humano —al que Freud en cierto

modo ya le supuso una estructura de lenguaje: la


“condensación” y el “desplazamiento” del “proceso

primario” (Freud, 1900a), que luego Lacan equiparará a la


“metáfora” y “metonimia” respectivamente—, la función del

símbolo viene a ser soportada por el significante.

“Significante” lacaniano, que amplia y precisa la función

de la “representación” de Freud.

—39—
5~ Freud, por rxotiVOS no sólo teóricos, sino

fundamentalmente clínicos, se vió llevado a tener que

precisar entre “representación—palabra” y

“representación—cosa” <Freud l9i5e~ Laplanche y Pontalis

1979,lB2—851, Lacan se ve llevado iqualmente a distinguir

-lo que no quiere decir que ambas distinciones sean

equivalentes— entre el “significante” y la “letra”: “La

instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde

Freud” (Lacan 1980, 179—213>.

Pero no es en este escrito, sino más adelante <Lacan

1981), en la última parte de su obra, donde Lacan

establecerá la diferencio entre significante y escritura


que a nosotros nos interesa por la relación con el objeto

de nuestro estudio: los relatos populares. Además del

interés teórico general que sin duda tiene para el

psicoanálisis y especialmente para la clínica.

La palabra, el significante, por su naturaleza misma <se

define por su relación con los otros significantes

decíamos más arriba), Va al encuentro de otras palabras.

Un dicho suscita inmediatamente otros dichos (2).

El significante que simbolizo lo real de la cosa, pero

que so define por su relación con otros significantea. Un


significante llama a otros significantes. Las palabras de

la asociación libre del paciente, llaman, precisamente


por su falta de significación, por su déficit de sentido,

a las palabras interpretativas del psicoanalista. Al

decir del, paciente corresponde la escucha del analista.

—40—
Ahora bien, no todo en el lenguaje es significante, no

todo son palabras. En el limite de la palabra está la

letra, está la escritura. Pero hay que entender qué es

la letra o el escrito para Lacan.

En el artículo de 1957, “La instancia de la letra en el

inconsciente o la razón desde Freud”, Lacan define la

letra como la dimensión espacial del significante, pero

más adelante habla de la letra como lo que hace limite al

significante.

La letra no es cualquier palabra, podríamos decir que son

aquellas palabras que alcanzan a lo más genuino de cada

uno, palabras que han ido cobrando un notable peso

especifico en cada uno, que puede que en algunos casos

alcancen de alguna manera al Cuerpo del sujeto


<determinados rasgos de carácter indelebles, determinadas

manifestaciones psicopatológicas —Lacan hablaba por

ejemplo del “blasón”, el “estandarte” de la fobia—,

algunas manifestaciones psicosomáticas>; o a la historia

de sus origenes...

En cualquier caso, la letra, cono lenguaje que es, apunta


a lo real, pero con mucha más eficacia y “cercanía” que

el significante.
Hay um eje “palabr > escucha1’ que en psicoanálisis
es conocido y estudiado, el paciente habla, asocia y se

producen efectos inconscientes en ese decir: los lapsus,

cambios bruscos, silencios, confusiones, olvidos,

recuerdos súbitos, etc. Y el psicoanalista escucha,

Y se siente interpelado por esas “marcas” que serian

signos de la presencia del inconsciente y llamadas a su

interpretación ante la ruptura del sentido aparente y la

aparición de un “sentido otro” que parecen producir. De

todo ello hablaremos extensamente en el siguiente

capítulo.

Pero como ya hemos dicho, no todo es palabra en el

sujeto.

Hay otro eje: “escrit > lectura” que constituye una

parte central del análisis.

La palabra, significante, permanece al nivel de lo


:1...bólico. Lo escrito en el sujeto tendría que ver sin

embargo con la irrupción de lo real en lo simbólico, en


la palabra. Lo escrito tiene otra densidad y otra

consistencia: no es meramente algo dicho, sujeto al juego

continuo de la metáfora y del desplazamiento metonímico,


sino que lo escrito es lo genuino inconsciente de cada

uno; el “fantasma fundamental” (Lacan); el síntoma

inamovible el “symthore” (Lacan); la forma singular en

qxie la pulsión opera en cada uno de nosotros, en su doble


forma erótica y letal (Freud); la “represión primaria”

<Freud); los “fantasmas originarios” <Freud); etc. Lo

escrito involucra al cuerpo.

La “lectura” del psicoanalista es una aportación

simbólica, de significantes, a algo que es deficitario en

ese registro por cuanto predomina lo real. (Véase en el

capitulo siguiente la segunda acepción del trabajo de la

interpretación).

Y es esta aportación simbólica de la “lectura” del

psicoanalista, lo que hará posible el paso de “escrito” a

“palabra” en el paciente. Y con ello a la escucha y la

interpretación del psicoanalista <un su primera

acepción).

A lo que resulta de esta operación cuatripartita


(palabra, escrito, escucha, lectura) le llama Lacan “el

decir psicoanalítico” que es distinto a cada uno de los

cuatro elementos que lo constituyen.

Estos comentarios, a propósito de una formulación

lacaniana, nos son valiosos por dos razones: en primer

lugar, nos ayudan a aclarar mejor la complejidad de la

interpretación psicoanalítica y, en segundo lugar, se

presta muy bien para el objeto de nuestra interpretación:

un cuento. En definitiva, un texto.

..43..
El cuento es un escrito y, según la acepción lacaniana,

podíamos decir que es escrito en tanto debe incluir en su

texto, por ejemplo, un fantasma fundamental en torno a la

mujer, en torno al incesto y sus efectos, en cuanto a la

función de la madre edipica, etc.

El encuentro con este cuento produce impacto por su

carácter enignático, por los interrogantes que plantea,

por sus zonas oscuras <esta es la “lectura”) que nos

llevará a pensar, a for,nularnos posibles interrogantes, a


ubicar cl cuento en comparación con otros, a buscar otras

versiones, etc. Es decir, el cuento “comlenia a hablar”


(Bellemin—2ióel, 19891. comienza a asociar, es decir se

instaura el otro eje.”palabra” ‘ “escucha”.

Vayamos al terreno que ahora nos interesa. Un relato

cualquiera, un cuento noderno, una novela actual están

constituidos por un conjunto mejor o peor de

significantes, son un conjunto de palabras que nos

gustarán más o menos, que nos suqerirán ideas o emociones

en mayor o menor medida.

Si ahora lo comparamos con los cuentos tradicionales, con

cualquiera de ellos, por ejemplo con aquellos que nos

presentan a “la niña perseguida”, cuentos que se pierden

en las fuentes de la historia, que se han repetido en

múltiples versiones distintas, que se han registrado en

lugares tan distintos que su existencia no puede

—44—’
explicarse por transmisión, o influencia, sino que

parecen producirse simultáneamente en distintos puntos de

la Tierra, cuentos tan enigmáticos como el de “la niña

sin brazos”, esa comparación que decíamos, nos produce la


sensación de que estos últimos nO sOn meramente un

conjunto afortunado de palabras.

Estos son textos densos, ajenos al paso del tiempo, que

si por una parte nos dan impresión de estar cargados de

sentido, por otra, más evidente, nos impresionan por su

falta de sentido, por su sinsentidO, Esto tiene que ver

con la letra.

Tracemos una imaginaria línea continua, en la que vamos a

ir poniendo, en el orden en que los vamos a ir

nombrandO,1a5 siguientes manifestaciones del lenguaje:

En primer lugar, una ocurrencia espontánea o la narración

de una anécdota acerca de un hecho casual, Podría ser

también el relato de un chiste recién escuchado.

En segundo lugar pongamos una poesía o Una música que nos

impactan y que por una temporada insisten en nuestro

pensamiento

En tercer lugar, una canción de la infancia. Escolar, por

ejemplo, de esas que una y otra vez se nos vienen al

recuerdo deformadas, incomprensibles, como las oíamos y

cantábamos entonces. Sin saber por qué se nos repiten

incansables y, al parecer, indelebles.

—45—
Ln cuarto lugar, un relato familiar. Con peso, con

fuerza. OscurO, por las características del mismo, y tal

vez de la transmisión de que fue objeto. Esas neblinosas

historias de familia.

En quinto lugar, algo de lo que nunca se habla pero que

está inevitablemente presente. podrían ser muchas cosas:

un defecto corporal, una extraña cicatriz. Un periodo de

la historia familiar que siempre permanece en blanco. Un

accidente antiguo, una desaparición, etc. Algo que hace

marca en el cuerpo, en la familia, en la historia...

Ese trayecto intenta ejemplificar, aunque de manera

matizable,di5c~itible, el paso del significante a la

letra; de la función simbólica de la palabra a la función

del escrito. “¿Lo real puede pues sostenerse por una

escritura?. Claro que si, y diré más aún —de lo real no

hay otra idea sensible que la que da la escritura, el

rasgo de escrito” (Jacques Lacan, Seminario R.S.I. (real,

simbólico, imaginario), 1974—75, Ornicar?,3,p.26,

BarcelOna) (3)

El cuento tradicional estaría en esas últimas posiciones

de la línea imaginaria, del lado de la letra, más que del

lado del significante. Pero no porque los cuentos estén

escritos: aunque ahora puedan estarlo, o siempre haya

hakido versiones literarias escritas de un determinado

argumento, precisamente los cuentos populares se han

constituido y transmitido en la tradición oral.

—4
6t
Pero a pesar de ello, como ya hemos dicho,no son sólo un

conjunto de palabras. Tienen más bien el carácter de la

escritura.

Una cuestión fundamental: ¿ y la letra, la escritura, tal

cono se está entendiendo aquí, es interpretable ?.

volveros con ella a la cuestión planteada desde el

principio, ahora de otra manera y desde otros elementO5~

un texto, en la medida que es escritura, ¿es

interpretable?.

Si, y sólo, si logramos convertir la escritura en

palabras <significantes) y, por tanto, la lectura en

escucha.

Y justamente, esa es la tésis que se viene presentando y

defendiendo: bajo determinadas condiciones, y sólo bajo

ellas, es posible intrepretar un texto.

—47—
1.2.— ~Linc.onsciente del texto

La segunda precisión es a propósito de la expresión:

“inconsciente del texto”.

Nótese que no hablanos de “inconsciente del autor del

texto”, cosa que ha sido objeto de estudio en

determinadas épocas del psicoanálisis aplicado, “conocer

al autor por su obra” <Ruitembeek 1973, Clancier 1976,

Bellemin-Noél 1978), ni tampoco del efecto del texto

sobre”el inconsciente del receptor” <Bettelheim 1977,

Gutiérrez 1978,1986). <4)

Dos citas de un autor imprescindible:Bellemin—Noél. nado

el estilo lingúistico singular do este autor preferimos

citarle en su lengua:

“Nous avona á seuligner que lira avec le lorgnon de

Freud, c’est lira dans une oeuvre littéraire, comne

activité d’un étre humain et cene rósultat de cette

activité, ce qu’elle dit seas le révélar parce qw’efle

l’ignore; lire ce qu’elle tait 6 travers ce qU’elle

montre et du fait qu’elle le montre par ce discours

plutót que tel autre. Ríen n’est gratuit, tout signifie;

et ce gui fait signe A Freud, ce sont le rajetone de

l’inconseient, Le texte eet Sans le savoir ni le veuloir

un cryptogranme gui peut, qui doit étre déchiffrá.”

(Belleein—Noél 1978, 16. Negritas del autor>


“On pose dono qu’il y a un inoonscient du texte. Cela nc

signifie pas que le texte a un inconscient, comise en a

une maison de campagne ou une maison de rappot. Et aucun

notaire n’en indiquera le chestin. L’inconscient est dans

le texte comise événement et avénememt <...) NC disons pas


non plus que le texte a un inconscient cosme un corps

chimique a une ‘propriété’, en reisplagant la p055C5i0r1

par l’effet spécifique.

De ce qu’il y a un effet de désir dans le texte, il ne

s’ensuit que cet effet peut Atre isoló cosme une chose,

néme au titre d’une significatiOn objective. Cela tient

au statut du texte, A savoir celui d’un fragisent de

discours dont le sens n’est jamais achevé, gui produit du

sens A chaque <re)lecture.

cosme il n’apparait du sens qu’á la lecture, c’est éevant


le lecteur et en rapport aveo son regard que le sene

obvie, les significatiOr’5 connotés, les cene cachAs, les

valeure imprévisibles se réveillflt, se rév~lenit.”

(nellenin—Noél 1979, 193—94)

Estas afinaciones, con las que estamos básicamente de

acuerdo y que plantean algo similar a lo que nosotros

hemos expresado en otro lugar <Gutiérrez 1989), centran

la cuestión y también sugieren algunos problemas.

—49—
Efectivamente todo texto, como todo hecho de lenguaje por

otra parte, dice “más de lo que quiere decir”.

Corresponde a la diferencia, ya clásica, entre “el


enunciado” y “la enunciación”. Una cosa es lo que un

texto “dice” en relación con los códigos semánticos en


que está escrito y en que está leído <enunciado), códigos

que deben coincidir para que la lectura sea posible y por

tanto comprensiva, y otra distinta, es lo que el texto

“dice” por fuera de esos códigos, lo que dice, sin saber

que lo dice (enunciación). Aunque aquí tal vez sería

conveniente hablar de lo que el texto “nos dice”, “me


dice”, ya que, como se,~ala Beliemin—Nodí, el sentido se

produce delante del lector, en relación con su mirada.

Adviértase que ya heisos dado un paso, complejo, al


afirmar que el “texto” “dice”, Si nos remitimos a lo

dicho anteriormente a propósito de la palabra y la

escritura, afirmar que tan texto “dice”, supone ya la

existencia de un lector que no se limita a leer, sino que

se dispone a escuchar: a estar receptivo a lo que se

muestra, a lo que se calla, a la forma de mostrar, a la

forma de callar...

En cierto modo todo lector es un escuchador <si

distinguimos a los lectores de los “leedores”, como hacia

Salinas) y todo enunciado supone una enunciación. Es

inseparable.

—50-a
Aunque tal vez sí podamos decir que cuanto menor es el
enunciado, mayor es la enunciación. Afirmación que

considero equivalente de esta otra: cuanto menor es la

significación, mayor es el efecto significante.

Y lo que hemos llamado escritura, lacaniamamente


hablando, supone un déficit como enunciado, un déficit de

significación. Y por ello apunta con mayor eficacia a lo

real.

Pero, incluso en un mismo texto, en un mismo cuento, hay

aspectos, motivos, que tienen más que ver que otros con

la escritura, como la venimos entendiendo.

Ejemplifiquémoslo con el cuento—tipo que nos ocupa .‘“La

niña sin brazos”. En las diferentes versiones del cuento,

incluidas las literarias, nos encontramos cOn una

narración que tiene un argumento, comprensible en

general: un padre incestuoso, caprichoso, o la venta

desesperada al diablo de la hija , el rechazo decidido de

la hija, las aventuras, una boda, etc. Más o menos son


historias Itantas veces contadas!. Toe tantas formas

distintas!.
Pero hay algunos elementos, precisamente aquellos que

hacen al cuento genuino, diferente, que no aparecen en

otros cuentos, o si acaso de forma totalmente esporádica,


y que, curiosamente, son los incomprensibles.

—51—
La 1Tn~ti1aciór, de la niha, el extraño enamoramiento del

príncipe, su marcha inoportuna, la acusación de haber

alumbrado seres monstruosos...

Creemos que son ejemplos de cuando las palabras van

haciéndose escritura. Y será a estos elementos del texto

a les que más adelante denominemos “enigmas”.


1.3.— Dos orecisiones a Bellemin—uoél

a) Respecto a la comparación que hace en la primera

parte del texto con un criptograma que puede y debe ser

descifrado, aclarar algo que seguramente este autor tiene

muy claro: que no se trata de descifrar supuestos


sentidos ocultos, inmanentes y anteriores a mi lectura.

La lectura psicoanalítica no es una lectura hermeneatica.

Recordamos las palabras siempre iluminadoras de Octave

Mannoni, a propósito de la interpretación de los sueños:

“El error tan difundido, que la idea del sueño y su

interpretación surgen de las “profundidades” del

Inconsciente, se debe a la persistencia de un resto

escolástico <las ideas vienen del alma y buscan un

lenguaje para expresarse) y también a una orientación

mística (debe haber en el fondo de nosotros un misterio

que surge como revelación). En este punto precisamente,

Jung se separará de Freud; hará del análisis una

hermeneútica para leer las grandes revelaciones del

Inconsciente, en tanto que Freud no busca en éste más que

un “pensamiento normal” reprimido y transformado por el

“trabajo” del proceso primario”.

<Mannoní 1995,59)

—53—
b> El segundo comentario nos lo ha sugerido el juego de

palabras que nos propone: “el inconsciente es en el texto

como événement (acontecimiento) y como avénement

<advenimiento).

La palabra “acontecimiento” es una palabra fuerte hoy.

Hay que ser audaz para utilizarla. Entre los

historiadores, que antaño la convirtieron en su objeto de

interés exclusivo, hoy está sometida a una severa

crítica. Unos ejemplos:

Georges Duby, el historiador actual más representativo

del grupo francés surgido en torno a la revista Annales:

.no creo que queden, entre los historiadores actuales,


muchos que sigan adoptando el punto de vista del

positivisno de hace cincuenta o sesenta años, cuando con

el auge de las ciencias eyactas, se consolidaba el

sentimiento de que era posible llegar a un conocimiento

escrupulosamemte verdadero de lo que habla ocurrido en el

pasado, que era posible crear una historia “científica”.


Verdaderamente estoy convencido de la inevitable

subjetividad del discurso histórico; en cualquier caso,

lo estoy totalmente del mio. Esto no quiere decir que no

haga todo lo que puedo por aproximarme a lo que podríamos


llamar “la realidad” en relación a esa construcción

mental imaginaria que es nuestro discurso” (Duby

1988,42>

—54..
Tambien Jacques Le Goff, un historiador que goza hoy del

mayor prestigio, plantea esta inconsistencia del

acontecimiento:

Dibble <1963) distingue cuatro tipos de inferencia

que llevan de los documentos a los hechos, en función de

la naturaleza de los documentos (...) Este excelente

método sólo tiene el inconveniente de fijarse un objetivo

discutible. Hay, ante todo, una confusión entre

acontecimiento y hecho histórico, y hoy se sabe que el

objetivo de la historia no consiste en establecer esos

datos falsamente “reales” que Se bautizan cono


acontecimientos o hechos históricos.” <Le Goff 1991,36)

Finalmente un filósofo, Paul Ricceur, citado por Le Goff

(1991a,25), aporta una matización sumamente interesante:

la articulación acontecimiento/estructura:

“La historia no es historia sino en la medida en que ella

no accede ni al discurso absoluto ni a la singularidad

absoluta, en la medida en que su sentido se mantiene

confuso, mezclado (.. .) la historia es esencialmente

equívoca, en el sentido de que es virtualmente

événememtielle y virtualmente estructural. La historia es

verdaderamente el reino de lo inexacto. Este

descubrimiento no es indtil; justifica lo histórico. Lo

justifica de todas sus incertidumbres. El método no puede

ser sino un método inexacto (...) La historia quiere ser

objetiva y no puede serlo” <negritas del autor)

—55—
qué quiere decir que “el inconsciente es (¿estáflen el

texto COmO a.onteciniento”~

¿Como algo “dado” ,“anterior” previo? ¿Como algoreal” si

nos situamos en una óptica anterior a Le Goff y a Duby?

Esto nos lleva a la noción freudiana de “trauma”. El

inconsciente cono efecto de lo traumático, incluso como


lo traumático mismo.

Visto sólo así, seria inaceptable. Inaceptable el efecto

traumático de lo real del dato histórico. Inaceptable un

inconsciente constituido, sustancial, anterior y ajeno al

lector.

Pero en la proposición de Bellemin—Noél. el inconsciente


es acontecluiento y advenimiento. El inconsciente es en

el texto como algo dado, y como algo producido, en el

mismo actor lector.

Para Ricocur la historia es equívoca: virtualmente

“acontecimental” y virtualmente estructural. ¿Y a qué

estructura puede referirse que no sea la “estructura de

deseo”?

estoy convencido de la subjetividad del discurso

histórico, de que este discurso es el producto de un

sueño, de un sueño que, sin embargo, no es totalmente

libre, ya que las grandes cortinas de imágenes de las que

está hecho se deben colgar obligatoriamente con clavos


que son las huellas de las que hemos hablado. Pero entre

esos clavos, el deseo se insinúa.” (Duby 1988,44)


Tambien Freud planteó, por lo que se refiere al

inconsciente y a la historia del sujeto, la necesidad de

dos elementos: a) un efecto traunático, b) una dinámica

de deseo.
Un efecto traumático que, en cierto modo, “despierta” el

deseo; y un efecto de deseo que constituye y resignifica

constantemente a lo traumático. Circularmente,

retroactivamente.

Estas reflexiones van a servirnos mucho para tratar de

seguir “las huellas”, “las letras” que son, en el cuento

que estudiamos, la proposición incestuosa, la mutilación,

etc.: los “enigmas”.

—57—
NOTAS Al CAPITULO 1

(1>.— Es preciso distinguir entre “signo” y “sinbolo”. El


signo se define por su relación con lo representado, con
lo significado. El símbolo se define por su relación con
los otros símbolos, con la cadena simbólica.

<2).— A no ser que carezca de valor significante, que sea


lo qte Lacan llamaba una “palabra vacía”. Lo que ya a
Freud le impresionó en el lenguaje del psicótico en el
que las palabras son tratadas como cosas: con lo cual
pierden su valor metafórico, metonímico y por tanto su
función de significación: palabras sin valor de palabras.
Palabras Vacías, que nada significan o, visto desde otro
ángulo, que están saturadas de significación, como lo
estaría la “cosa” misma que no necesitaría ser nombrada,
ni interpretada, ni significantizada.
No lo necesitaría, en una hipotética e imposible posición
ajena al lenguaje, por fuera del lenguaje. Pero desde que
el sujeto es, lo es en un universo de lenguaje, en donde
lo real de la cosa le es inaccesible y. por tanto, le es
preciso nombrarla, interpretarla, significantizarla.

<a).— “Real, simbólico, imaginario”: los registros


necesarios desde los que es posible contemplar la
estructura psíquica (Lacan 1953; 1981). No hay que
confundir “lo real” lacaniano, con la noción experiencial
de “la realidad”.
Dada la importancia que estas nociones de “real”,
“simbólico” e “imaginario” cobran en la teorización
psicoanalítica lacaniana y la utilización constante que
vamos a hacer de ellas a lo largo de este trabajo,
consideramos necesario presentarlas con cierto
desarrollo. Lo haremos en el epígrafe 2.4 del capitulo
siguiente.

<4>.— A este respecto, es oportuno citar aquí la


magnífica introducción (“Entrada a la poesía popular”)
que hace Agustín García Calvo a su reciente Ramo de
romances y baladas <García Calvo,diclembre 1991).
Aún cuando no menciona explícitamente un inconsciente del
texto, a nuestro parecer, lo está identificando con
acierto cuando establece la diferencia entre poesía
popular y poesía de autor.
Coincidimos plenamente con sus puntos de vista y
admiramos la forma en que, con un lenguaje sencillo —casi
popular—, expresa lo que nosotros necesitamos decir a
través de una terminología psicoanalítica, Y qué duda
cabe que son más bellas las metáforas populares.
Por su Interés, citamos “in extenso”:
“<...) a tal punto el ideal imperante ha impuesto la fe
de que no hay (“existe”) más que individuos personales y
los conjuntos de tales individuos (sean sociedad o
población o equipo o colectividad, pero siempre conjunto
de individuos personales), que se quedan ya dichos
individuos incapaces de entender para nada qué puede ser
eso de la producción anónima y popular de canciones o
romances: se empeñarán en creer que esos productos, sobre
todo los que más admiren y les emocionen, son en verdad
creaciones de alg~~n individuo personal, genial, sólo
anónimo por accidente, que luego “la gente” no ha hecho
más que recoger y repetir más o menos bien; o, si les
aprietas mucho, la sola alternativa que les queda es
imaginar una tribu <compuesta de individuos , claro)
sentada en corro en torno a la hoguera, que en una noche
de luma favorable rompe a cantar a coro, y la voz
colectiva, todas las voces en una, procede a la creación
de una balada, con su letra y su melodía: una alternativa
de la que ellos mismos no pueden menos que reírse con
nosotros” <García Calvo 1991, 10—11)

Para entender qué sea “lo popular” es preciso aceptar que


la antítesis “individuo/sociedad”, en que parece
abarcarse todo, es incompleta, “imperfecta y coja”. y el
autor nos recuerda:

“a) que cada uno de nosotros está siempre mal hecho,


nunca hecho del todo hasta su muerte;

b) que eso quiere decir que cada uno, aparte de ser uno
mismo, es también otras cosas, de las que a veces se
declara que entran en lucha con uno mismo;

a) que, por tanto, cualquier tipo de sociedad compuesta


de tales individuos está siempre mal hecha, nunca bien
contada, nunca hecha del todo más que en el ideal del
Estado, donde todos sus individuos constituyentes serian
también perfectos, o sea muertos;
d) que, entre tanto, esa imperfección de la sociedad y
sus individuos es lo que merece la pena llamar pueblo o
gente, cono distinto de “sociedad” y de “individuo”;

e) que, por ende, resulta que cada uno tiene también algo
de pueblo, que está justamente allí donde uno no es uno
mismo;

f) que la manifestación primaria de esto se da,


naturalmente, en la lengua y gramática corriente y
popular <no en la escritura, no en la cultura), que no es
de nadie y que es, por ello mismo, para cualquiera;

—59—
g> que la principal aparición gramatical de la cosa se da
en el uso de YO, que no puede negársele a nadie, puesto
que YO es cualquiera que esté hablando> de manera que YO,
siendo todos y cualquiera, no es nadie, y así se opone
netamente al individuo personal, real, con su Nombre
Propio, que mo es ya el que habla, sino que se habla de
él;

h> que así sucede que, aparte de las historias y las


ideas personales de cada uno, que, bien miradas, vienen a
ser las estatales o impuestas por el conjunto, se dan de
vez en cuando, a través de la voz de alguno y gracias a
su propia personal imperfección, razones y sentimientos
que no son de uno, sino comunes y populares” (García
Calvo 1991, 12—13>

—60—
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS DEL CAPITULO 1

BELLEMIN—NoEL,J. <1978): Psychanalyse et Littérature.

Qué sais—je?. PUF. Paris

BELLEMIN—NoEL,J. <1979): Vers l’inconscient du texte.

PUF. Paris

BETTELHEIM,B. <1977): Psicoanálisis de los cuentos de

hadas Crítica. Barcelona.


CLANCIER, Anne <1976): psicoanálisis, Literatura,

Crítica. Cátedra. Madrid

DUBY, Georges <19881: Diálogo sobre la historia.

Conversaciones con Guy Lardreau Alianza

Universidad. Madrid

FREUD, 8. <1900a): La interpretación de los sueños

AE ív,v
FREUfl, 5. <isíSe): Lo inconsciente AE XIV, Pp. 153 y ss.

GARCíA CALVO, A. (1991): Ramo de romances y baladas.

Lucina. Zamora

GUTIERREZ SAIiCHEZ,G. (1978): Aspectos psicológicos de los

cuentos infantiles Enciclopedia Nacer y Crecer,

t.VI, pp.ISS—l7l. Ediciones Orgaz. Madrid

GUTIERREZ SANCHEZ,G. <19878 Influencia de los cuentos en

el desarrollo afectivo del niño y Psicoanálisis de

los cuentos de hadas Letragorda (2flseparata).

Consejeria de Cultura, Educación y Turismo. Murcia

—61—
GUTIERREZ SANCHEZ,G. <1989): consideraciones
osicoanaliticas acerca de la
lectura Clínica y
3OS—318
Análisis Grupal vol. 11(2), no. 51, pp.
LACAN, Jacques <1953): “Le symbolique, l’inaginaire le a
récí”. Conferencia del 8.7.53 ante la Societé

Frangaise de Psychanalyse. Inédita.

LACAN, Jacques (1980): Función y cano de la nalabra y

del lengua-jo en osicoanálisis en: Escritos 1. Siglo

XXI. México
LACAN, Jacques (1980): La instancia de la letra en el

inconsciente o la razón desde Freud en: Escritos 1.

Siglo XXI. México

LACAN, Jacques <1981): El Seminario de Japones Lacan

R.S.I. curso 1974—75 Ornicar? no»!, Pp. 9—35.

Petrel. Barceloma

LACAN, Jacques {1981>: El Seminario de Jacques Lacan:

Aun. Libro 20. Curso 1972—73 Paidos. Barcelona

LAPLANCHE y PoNTALIS <1979): Diccionario de

Psicoanálisis. Labor. Barcelona

LE 00FF, Jacques (1991): Pensar la historia. Paidós.

Barcelona
MANNONI, Octave (1975): Freud. El descubrimiento del

inconsciente Nueva Visión. B.Aires


RUITEMBEER, Hendrik M. <1973): Psicoanálisis y

Literatura. P.C.E. México

—62~

:
CAPITULO 2

ME’l’ODOIDGIA
INDICE DEL CAPíTULO 2

2.1.— Justificación del uso de la interpretación

psicoanalítica: definición de las condiciones que


hacen posible la interpretación.

2.1.1.- La interpretación en la cura psicoanalítica.

2.1.2.— La asociación libre.

2.1.3.— La escucha analítica: la atención flotante.

2.1.4.— La transferencia en la cura.

2.2.— sólo se puede interpretar ante un efecto

inconsciente.

2.2.1.— Interpretar, pero.. ¿cuándo?.

2.2.1.1.- La resistencia como señal del inconsciente,

—64—
2.3.— La asociación libre, la transferencia y la

interpretación en el trabajo con versiones de

cuentos populares.

2.3.1.— Un problema particular: el análisis de cuentos

basado en la interpretación de los símbolos.

2.4.— Imaginario, Simbólico, Real.

—65—
El objetivo de este capitulo -en ~ lo es de toda

la Tésis—, es contestar a una pregunta de naturaleza

técnica:

¿En qué condiciones se puede usar de la interpretación

PsiCOanalítica para el estudio de los cuentos populares?.

¿Cuándo y cómo, en general, se puede interpretar un


texto?

Aunque entremezclada con esta perspectiva técnica,

distinguimos también su naturaleza ética:

¿Qué autoriza la interpretación psicoanalítica de un

Cuento?

Abordaremos las respuestas a estas preguntas en dos pasos

sucesivos:

2.1. — Justificación del uso de la internretación

nsicoanal ftica: definición de las condiciones oue hacen

nosible la interoretación

Para poder interpretar paicoanaliticamente el texto de un

cuento popular tememos que establecer condiciones de

semejanza entre dicho texto y el material asociativo de

un paciente en su sesión analítica, ya que es en

referencia a este modelo —paciente que habla en “libre

asociación”, “escucha analítica” del terapeuta, “vinculo

trasferencial” entre ambos—, como se justifica la

“interpretación psicoanalítica”.

—66

.
conceptos a redefinir por tanto, para poder trabajar con

textos:

interpretación psicoanalítica

asociación libre

escucha analítica
transferencia

2.2.— sólo se puede interpretar ante un efecto

inconsciente

NO basta con justificar la pertinencia del método

interpretativo para el análisis de cuentos. Ahora habría

que mostrar el procedimiento para justificar la

oportunidad de “cada interpretación”.

En la cura analítica, consideramos que lo que hace

necesaria una interpretación es la existencia de un


efecto inconsciente en el discurso del paciente: cuando

el inconsciente se hace patente en su habla a través de

una marca, de un efecto perceptible para el analista.

¿Cuáles son las “marcas” sobre un texto, teniendo en

cuenta que nuestro contacto con los cuentos,

fundamentalmente, es a través de versiones escritas?,

—67—
2.1.1.- La interpretación en la cura analítica

Empezaremos por explicitar los conceptos arriba

enumerados, en el contexto habitual do la acción

psicoanalítica —el del trabajo psicoterapeútico con

pacientes—. En ese ámbito, que será nuestro marco de

referencia, ¿qué se entiende por interpretación?. ¿Qué

se interpreta y cuándo?. ¿En qué actitud del analista se

produce una interpretación adecuada?

En el Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y

Pontalis encontramos: la interpretación es la “deducción,

por medio de la investigación analítica, del sentido

latente existente en las manifestaciones verbales y de

comportamiento de un sujeto. La interpretación saca a la

luz las modalidades del conflicto defensivo y apunta, en

último término, al deseo que se fornula en toda

producción del inconsciente” (Laplanche y Pontalis, 1979,

209)

lina primera cuestión que no analizaremos ahora, porque


excede los propósitos de este trabajo, es dilucidar si la

operación fundamental que se produce al interpretar es la


de la deducción. Creemos que la idea de deducción no

define adecuadamente a la función interpretativa. Nos

parece más significativa y cercana a la lógica de la


intervención analítica, la idea de que la interpretación

es una irrupción, un “brote” de lo reprimidoCí) del

paciente en el decir del analista (Nasio, 1980).

—68—
Aunque esa irrupción pueda presentarse en ocasiones a la

propia conciencia del analista como un acto de deducción.

En otras puede presentar, en el orden de su experiencia,

la forma de una intuición, o de una ocurrencia. Pero no

definirianos la interpretación ni como deducción, ni como

intuición, ni como ocurrencia, sino como la producción en

el analista de una representación de lo reprimido del

paciente.

Comentaremos, por el contrario, dos notas de la

definición de Laplanche y Pontalis que si vienen al caso

de nuestras elucidaciones:

a) la interpretación y el sentido, de verbalizaciones y


comportamientos.

b) la interpretación y el conflicto.

a) En realidad ambos aspectos de la interpretación se

dirigen a lo mismo : lo que debe ser interpretado es la


significación y el sentido de lo dicho por el paciente

que, en la medida que viene dicho “en asociación libre”,

o lo que es lo mismo, bajo la dirección de la

representación—mcta inconsciente, nos remite al conflicto

psíquico inconsciente.

Y se dirige a los dos polos del conflicto: al deseo

inconsciente y a la defensa inconsciente erigida frente a

él.

—69—
Todo ello representado en el fantasma o fantasía

inconsciente.

La interpretación entendida por tanto, como lo que

restituye a la conciencia el significado y el sentido de

la asociación, que nos confrontaría, en último término, a

otra significación: el conflicto psíquico inconsciente.

Ahora bien, la interpretación, en si misma, no es del

orden de la significación, su carácter es significante.

Un significante que, como todos los significantes, tratan

de “deducir”, de apresar la significación.., sin

conseguirlo jamás.

Por tanto lo que define a la interpretación no es su

aportación de significado sino su incorporación a un

sistema de significantes que operan en el sujeto, en


relación con el cual la interpretación puede “colaborar”

a que se desprenda alguna significación.

b> La segunda matización a la definición de Laplanche y

Pontalis: definir la interpretación en términos de

deducción del sentido que nos lleva al conflicto

inconsciente, al deseo inconsciente, es correcto,


evidentemente.., antes de “Más allá del principio de

placer” (Freud 1920g).

—70~
A partir de la reformulación teórica <compulsión de

repetición, pulsión de muerte) que Freud propone en 1920,

es preciso entender de otra manera el conflicto y de otra

manera la interpretación.

Se habla de conflicto, en psicoanálisis, cuando en el

sujeto se oponen exigencias internas contrarias.

El modelo clásico, freudiano, del conflicto supone la

existencia de un deseo o de una moción pulsional que

tiende hacia algún tipo de satisfacción, a la que se

opone otra moción psíquica por distintas razones.

Fundamentalmente porque lo que resulta satisfactorio para

una instancia, es potencial fuente de angustia y

displacer para otra.

Pero la última teoría pulsional de Freud <Freud 1920g)

obliga a otra concepción: no se trata de un

enfrentamiento entre una pulsión y algo ajeno a ella,

como puede ser el superyó, el ideal del yo, etc, sino que

el “conflicto” se plantea en el seno mismo de la pulsión,


entre sus dos caras: la pulsión de vida y la pulsión de

muerte.

Tal vez no sea necesario establecer un nuevo concepto de


“conflicto”, aunque si enriquecer el antiguo: a partir de

1920, además del deseo y la defensa es preciso contar con

“lo más pulsional de la pulsión”, lo que en la clínica se


puede reconocer como compulsión a la repetición.

-71-
(Braunstein, 1983; Masotta, 1986; Gutiérrez Terrazas,

1988>

Y la compulsión a la repetición y en general, los efectos

de la pulsión de muerte, ¿deben ser interpretados?.

Evidentemente, si: se trata justamente de lo más nocivo,

del agente sin duda más patógeno del psiquismo.

Pero ¿con qué tipo de interpretación?.

No puede ser con una interpretación que “deduzca el

sentido” porque en lo que respecta a la compulsión a la

repetición no hay ningún sentido a desentrañar. No hay


otro sentido que la pura repetición: el repetir por

repetir.

Tampoco hay nada reprimido que tenga que aflorar en le

interpretación: la pulsión de muerte no es objeto de

represión. Por definición, la pulsión de muerte es la


tendencia de la pulsión a descargarse por una vía no

representacional, a escapar de la representación.

Y sólo es susceptible de ser reprimido aquello que está

representado en el psiquismo.

Freud postulé, no siempre con la misma claridad, la

acción conjunta de ambos aspectos de la pulsión. Y


utilizó el concepto de intrincación—desintrincación

pulsional <mezcía—desmezcía, fusión—defusión), para

designar la proporción variable en que en toda pulsión

—7V-
aparece la vertiente de pulsión de vida y la de pulsión

de muerte. <Freud, 1926d)

Cuando las pulsiones están intrincadas, la pulsión de

¡suerte va “teñida de erotismo” <Freud, 1930a>: recubierta

por la pulsión de vida, Es así como generalmente aparecen

en el conflicto psíquico.

Pero en otras ocasiones, la intrincación pulsional es

deficitaria. Dicho en otros términos: las

representaciones <siempre del “lado vital” de la pulsión)

no consiguen representar, simbolizar, a la pulsión de

muerte que, entonces, se mostraría indirectamente, a

través de sus efectos: la compulsión a la repetición.

Repetición, como hemos dicho, sin ningún sentido que


pueda ser desentrañado.<2)

En esta ocasión es cuando la interpretación,

imprescindible para intentar frenar la compulsión

repetitiva y el goce que la alimenta, tiene que cambiar

su contenido y finalidad. Se trataría no tanto de deducir

sentido, cuanto de señalar, nombrar, significantizar

<aportar significante, no significado) aquellos efectos

inconscientes que nos dan noticia de la pulsión,

especialmente en su aspecto de compulsión a la

repetición.

—73-.
A nodo de ejemplo de la presencia de la compulsión a la

r.epetición,citaria algunas afecciones clínicas graves: la

melancolía, la psicosis maniaco—depresiva, algunas


enfermedades psicosomáticas, ciertas neurosis de destino

con manifestaciones muy severas, determinadas neurosis

obsesivas, estructuras masoquistas, etc. La acción de la

compulsión a la repetición no es ni mucho menos privativa

de estas afecciones, pero en casi todas ellas tiene un

papel importante.

Por consiguiente, hay dos caras muy distintas en la

interpretación:

a> la que se orienta al desciframiento del sentido, en

las palabras del paciente, encontrando allí la fantasía


inconsciente, el conflicto, el deseo y la defensa que

serán a su vez objeto del trabajo interpretativo.

b) la que señala y nombra, y con ello representa —“tiñe


de erotismo” podríamos decir, Eros opuesto a Thánatos-

la faz muda de la pulsión: el lado en el que la pulsión


opera en el silencio de la repetición.

Esta interpretación tiene una función significante.

Ambos aspectos son inseparables. La primera también


aporta significantes y la segunda también es productora

de sentido.

—74.:
Inseparables, como lo son las dos caras de la pulsión.

Examinaremos ahora las condiciones en que es posible la

interpretación psicoanalítica que ya enumeramos


anteriormente:

la libre asociación del paciente, la escucha analítica y


la transferencia.

2.1.2.— La asociación libre en la cura analítica

La interpretación del analista requiere, cono condición


de posibilidad, de ciertas particularidades en el decir

del paciente: lo que se ha llamado la asociación libre.

En el articulo “Sobre la iniciación del tratamiento”

(Freud,1913c), Freud presenta lo que él denomina “regla

fundamental de la técnica psicoanalítica”, que en

realidad consiste en la invitación al paciente para que

hable en régimen de asociación libre.


Propone incluso una verbalización posible de esta “regla

fundamental” por parte del analista que transcribiremos

íntegra, no por el valor técnico concreto que pueda tener

(es innecesariamente larga y explicativa a nuestro

parecer), sino porque muestra lo que entendía Freud por

experiencia de asociación libre. Luego veremos la teoría

freudiana al respecto.

—75—
“Antes que yo pueda decirle algo, es preciso que haya
averiguado micho sobre usted: cuéntene, por favor, lo que

sepa de usted mismo”

“Una cosa todavía, antes que usted comience. En un

aspecto su relato tiene que diferenciarse de una

conversación ordinaria. Mientras que en ésta usted

procura mantener el hilo de la trama mientras expone, y

rechaza todas las ocurrencias perturbadoras y

pensamientos colaterales, a fin de no irse por las ramas


como suele decirse, aquí debe proceder de otro modo.

Usted observará que en el curso de su relato le acudirán

pensamientos diversos que preferiría rechazar con ciertas

objeciones criticas. Tendrá la tentación de decirse: esto

o estotro no viene al caso, o no tiene ninguna

importancia, o es disparatado y por ende no hace falta

decirlo. Nunca ceda usted a esa crítica; digalo a pesar

de ella, y aun justamente por haber registrado una

repugnancia a hacerlo. Más adelante sabrá y comprenderá


usted la razón de este pretexto —el Único, en verdad, a

que debe obedecer-. Diga, pues, todo cuanto se le pase


por la mente. Compórtese como lo haría, por ejemplo, un

pasajero sentado en el. tren del lado de la ventanilla que

describiera para su vecino del pasillo cómo cambia el

paisaje ante su vista. Por último, no olvide nunca que ha

prometido absoluta sinceridad, y nunca omita algo so


pretexto de que por alguna razón le resulta desagradable

comunicarlo” (Freud 1913c, AE fI 136)

—76—
¿En qué se basa semejante principio técnico?. ¿Qué
interés puede tener para el psicoanalista esta forma de

hablar del paciente?.

Freud había explicitado el interés de la sociación libre

para el análisis de los sueños en el capitulo VII de La

interpretación de los sueños:

“De estos dos enunciados <que con el abandono de las

representaciones—neta conscientes se entrega a unas

representaciones—meta ocultas el gobierno sobre el

decurso de las representaciones, y que las asociaciones

superficiales son un sustituto, por desplazamiento, de

otras sofocadas que calan inÉs hondo) haoe el

psicoanálisis amplísimo uso en las neurosis; aún más: los


eleva a ambos a la condición de pilares de su técnica.

Cuando le pido a un paciente que deponga toda reflexión y

¡se cuente todo lo que se le pase por la cabeza, me atengo

a la premisa de que no puede deponer las

representaciones—neta relativas al tratamiento, y me

considero con fundamento para inferir que eso que él me


cuenta, en apariencia lo más inofensivo y arbitrario,

tiene relación con su estado patológico.”

(Freud 1900a, XE y 525. Negritas nuestras)

En realidad, Freud no cree en la “libertad” del

funcionamiento representacional de la mente:

—77—
“Por más influencia que ejerzanos sobre
nuestra vida
animica es imposible establecer uy,
pensar sin
representaciones..meta; e ignoro los estados
de desorden
psíquico en que semejante pensar podría
establecerse”
<Freud 1900a, t~E 9 522).

}n el pensar y hablar normales, el decurso de las


representaciones sigue una secuenciación guiada por la

existencia de una representación—meta consciente.

La “regla fundamental”, al pedir al paciente que se


abandone a un pensar espontáneo, libre de crítica y

Censura, intenta instaurar un régimen de producción

mental guiado por las representaciones—neta

inconscientes.

En rigor, habría que decir por las representaciones—meta

preconsolentes. Que tienen más posibilidades de vehicular

lo reprimido,

Cuando hablamos, guiados por una idea

<representación—neta consciente), estamos ejerciendo los

lógicos controles yoicos para evitar que cualquier otra

idea, sentimiento u ocurrencia, ajenos a lo que se trata

de decir, interfieran en la corrección y “calidad” de lo

dicho. Difícilmente por esa vía se va a acceder a lo

reprimido, objetivo fundamental del trabajo

psicoanalítico.

—78—
De manera que habrá que intentar un acceso indirecto,

tratando de relajar el control del yo <regla

fundamental), y de esa forma, facilitar que esas ideas,

ocurrencias o sentimientos (asociación libre) lejos de

ser rechazados, sean “escuchados” por el propio sujeto

con interés. Por dos razones,

a> guardan relación con lo que el paciente está

conscientemente diciendo cuando se ha producido la

asociación, y b) se vinculan con lo reprimido. <Freud

1900a)
En otros términos, la regla fundamental, facilitando la

asociación libre,pretende facilitar la irrupción en la

conciencia, bajo los efectos de la relajación de la

censura, de representaciones preconscientes, “retoños de

lo reprimido”. De poner al sujeto “en situación de

permanente lapsus”:

la palabra “libertad” no debe tomarse en el sentido

de una indeterminación: la regla de la asociación libre

tiende ante todo a suprimir la asociación voluntaria de

los pensamientos, es decir, en la terminología de la

primera tópica freudiana, a eliminar la intervención de

la segunda censura <situada entre el consciente y el

preconsoiente). De este modo se ponen de manifiesto las

defensas inconscientes , es decir, la acción de la

primera censura <situada entre el preconsciente y el

inconsciente).” (Laplanche y Pontalis 1979,38.

negritas del autor)

—79—
Es por los vericuetos de la asociación “superficial”,

cuando el sujeto se abandona a la libre asociación,

“dejándose llevar por su decir”, por donde podemos llegar

a saber algo de lo reprimido.

Entonces posiblenente se acabe diciendo no sólo “la

defensa inconsciente”, cono afirman Laplanche y Pontalis,

sino también el deseo reprimido, O algo de él.

A lo mejor lo único que ruede decirse de él es el

“agujero” de su aparición—desaparición, como ocurre en el

olvido de nombres y, en general, en los olvidos con

significación psíquica. En ese caso la asociación ha

llevado al sujeto a un vacio que le sume en el

desconcierto y la intranquilidad, mientras no encuentre

la palabra que fue sustraida de la asociación.

Mejor seria ada, si pudiéramos encontrar el sentido, la

significación y los mecanismos de fonación del acto

fallido, mediante el método psicoanalitlco. (Freud 1890b

y Freud 19db>

2.1.3.— La escucha analítica: la atención flotante

Laplanche y Pontalis definen a la atención <parejanente)

flotante coso:

—80—
“Manera como, segÚn Freud, el analista debe escuchar al

analizado: no debe, a priori, conceder un privilegio a

ningún elemento del discurso de éste, lo cual implica que

el analista deje funcionar lo más libremente posible su

propia actividad inconsciente y suspenda las motivaciones

que habitualmente dirigen la atención. Esta recomendación

técnica constituye la contrapartida de la regla de la

libre asociación que se propone al analizado.”

<Laplanche y Pontalis, 1979, 38. Negritas de autorfl3)

Si hubiera que definir lo más especifico, la nota más


diferencial, de la función del analista, habría que

pensar en el tipo particular de su escucha.

Incluso la interpretación, que es la operación

fundamental del analista, no tiene esta radical

diferencialidad. Alguien puede recibir una

interpretación, sentirse atinadamente interpretado, por

algo que no pretendía tal efecto: una película, un poema,

un comentario amistoso pueden impactamos vivamente

porque han puesto al aire, en evidencia, algo que no

creíamos saber.

Son efectos, si no frecuentes, si innegables. Y no tiene

nada de particular: la interpretación psicoanalítica, tal

como la hemos definido anteriormente, no es de naturaleza

diferente a la de un relato, un poema, un comentario

entre amistoso e irónico; es un dicho que suscita otros

dichos en nosotros. Dichos que a veces, nos emergen,

sorpresivamente, de lo reprimido. Y ese es el efecto,

freudianamente hablando, de la interpretaoión.(4>

—81—
La escucha analítica, sin embargo, requiere unas

condiciones que sólo un analista, y no en todos los

momentos de su trabajo, puede temer.

La condición más importante es la experiencia del propio

análisis.
El paso por esa experiencia, si ha sido exitosa

psicoanaííticanente hablando, supone una cierta “pasión


por la verdad”<s) Si entendemos por verdad, no la

adecuación entre la palabra y la realidad mentada —en el

sentido que habitualmente la entendemos cuando decimos:


“¡dime la verdad!”, “¿es eso verdad?”—, sino el efecto

que se produce cuando en el juego representacional <cono

efecto de un lapsus, o de una interpretación, por

ejemplo) algo de lo reprimido accede al preconsciente.

Es la verdad cono efecto, no cono inmanencia.

No se entienda que “la verdad” es lo que emerge desde lo

reprimido <en el acto fallido, por ejemplo): la verdad es


la emergencia misma.

La escucha analítica implica la capacidad para no quedar


“prendido” en, y por, la realidad del discurso del

paciente. Para poder situar la escucha en “la otra

escena” <Mannoní, 1979), en la fantasía inconsciente que


el hablar libremente asociativo del paciente trata de

representar. En eso que hemos llamado, con Freud,

“representación—neta inconsciente”.
A la peculiaridad del discurso del paciente en el diván

corresponde la singularidad de la escucha del analista.

Y es porque el paciente habla como habla, y porque el


analista escucha como escucha, que se crea un espacio

transferencial en donde el inconsciente puede

desplegarse.

Hablemos ahora de ese “espacio transferencial”.

2.1.4.— La transferencia en la cura analítica

Acabamos de mostrar un paso técnico de carácter universal

en la terapia analítica: la comunicación de la “regla

fundamental”.

El analista hace saber al paciente que debe hablar de


aquello que se le vaya ocurriendo, sin poner trabas a la

asociación, sin ejercer crítica. El, mientras tanto,

escucha.

¿Qué efectos puede tener en el paciente esta intervención

y esta actitud del analista?.

Para el paciente la situación seria; una persona adulta,

un profesional reconocido, le está invitando, no a que le


comunique, con todo lujo de detalles y pormenores, las

características de sus padecimientos; tampoco a que le

—83—
haga, con toda la seriedad y el rigor posibles, una

descripción de sí mismo y de sus circunstancias, como

seria esperable en una normal relación profesional, sino


que le pide que “se deje llevar” por las asociaciones que

se le vayan ocurriendo. Y además este analista le escucha


con toda atención.

¿Qué puede deducir de ahí el paciente?. Que de ese hablar

aparentemente insustancial, caprichoso, debe desprenderse

alguna significación, algún sentido, que tenga que ver

con al motivo de sus preocupaciones y de su visita: sus

síntomas.

Es decir que, la comunicación por parte del analista de

la regla fundamental, y la actitud de escucha a su

asociación libre suponen, para el paciente, una “promesa

de sentido”.
Se trata de un efecto estructural, producido por la

estructura misma <freudiana) de la sesión analítica. Por

la estructura de la relación paciente—analista, sean

quienes sean el paciente y el analista.

Promesa de sentido que es independiente de las

características y peculiaridades propias del analista

concreto.

Es su invitación a la asociación y su escucha lo que

promete un sentido.

—84—
Y acerca de ese sentido debe haber un saber, que se le

supone al analista. Pero no al analista concreto, por su

agudeza intelectual o por su mirada inteligente por

ejemplo <cosa que también puede darse, por supuesto, pero

que tendría que ver con otro tipo o, mejor, con otro

“registro” de la transferencia), sino con el analista

como función. Función—analista integrada en la estructura

de la relación analítica.

Se trata por tanto de una “suposición de saber” no

atribuida a la persona concreta del analista sino a la

función misma del analista. Analista que vendría a ocupar

entonces el lugar simbólico del “sujeto—supuesto—saber” o

“sujeto supuesto al saber” <saber acerca del sentido de

su libre asociación). <Lacan 1977; Miller 1986)

A esta función simbólica —en tanto se desprende de la

estructura misma de la relación analítica, no de las

peculiaridades de ambos personajes— del analista que

asegura un sentido en el decir del paciente, Lacan la

consideró pivote de la transferencia.

Podríamos decir que, aunque la transferencia a lo largo

de la cura experimentará otros desarrollos, otras

facetas, la veremos en otros registros, sin éste, de la

transferencia del saber al analista en tanto

“sujeto-.supuestO—Sabor”, ni la transferencia se puede

desarrollar, ni el proceso analítico es posible.

—85—
Es la condición simbólica, estructural, el pivote para

que se puedo dar la transferencia en el registro

imaginario y en el registro de lo real.

Freud, afirmó la necesidad de un minino de transferencia

positiva para que el tratamiento pudiera llevarse a

efecto <Freud 1912W: es imprescindible cierta confianza

en la persona del analista, en su competencia y en su


propósito de ayuda profesionales, para que un sujeto

acceda a comenzar una relación analítica.

Pero se trata en esta ocasión de un efecto fenoménico de

la relación paciente—analista, producido por algunos

rasgos, por mininos que sean, de la persona del analista,

tal cono los ha percibido el paciente; o por ciertas

notas, aunque mínimas, de la incipiente relación entre

ambos. Es un efecto imaqinario: ya ha funcionado lo que

Freud llamó clichés (Freud, 19Db> que implica un cierto

juego de superposición de imágenes: sobre la imagen del

analista se superpone la imagen de un determinado objeto


originario o, mejor dicho, el cliohé del mismo: lo que se

transfiere en la transferencia, ya era trasferencial.

No nos ocuparemos aquí de una cuestión central en la cura

analítica: la evolución de la transferencia a lo largo de

la misma, —la posibilidad de adscribir un tipo de


transferencia al comienzo del análisis, otra al

—56-’
desarrollo del mismo, y otra al final—; el destino de la

representación del analista en la “resolución” de cada

uno de esos momentos transferenciales, etc.

Pero debemos decir al menos, que esa suposición de saber

que el paciente otorga al analista —como

“función-analista”— en el umbral del análisis, produce

su efecto siempre y cuando el analista no pretenda ocupar

esa posición de saber.

si el analista cree que él posee y administra el saber

que busca el analizando, si, por decirlo de otro modo,

ocupa imaginariamente ese lugar simbólico que es el

“sujeto—supuesto—saber”, obstaculiza así toda posibilidad

de análisis.
El saber que el analizando busca sólo podrá encontrarlo

en su propio inconsciente, precisamente por eso ha

comenzado un psicoanálisis. Pero, para que esta

indagación del inconsciente se produzca, es necesario que

el analista soporte, sustente,—sin identificarse con

ella—, esta función del “sujeto—supuesto—saber”.

La identificación del analista con ese lugar del saber

supuesto paraliza toda indagación acerca de lo

inconsciente del sujeto.

Retomaremos este aspecto cuando veamos las condiciones

para la interpretación de textos <cuentos populares), y

nuestra crítica a algunos puntos de las obras

psicoanalíticas sobre el tema.

—87—
2.2.1.— Interuretar. ocro. .. ¿cuando

En lineas anteriores hemos tratado de mostrar que la

asociación libre, la escucha del analista y la

transferencia son condiciones necesarias, aunque no

suficientes, para que se produzca una interpretación

psicoanalítica.

Que se den esas condiciones no justifica, no da razón, de

una utilización indiscrininada de la interpretación. Que

se pueda interpretar, no quiere decir que se pueda

interpretar todo o que se pueda interpretar siempre.

La Interpretación psicoanalítica sólo tiene sentido

cuando existe un indicio de la activación del pensamiento

inconsolente, incomprensible para el sujeto; un sujeto

que le supone a la función analítica un saber sobre esa

incomprensible manifestación inconsciente. En otras

palabras, cuando, directa o indirectamente, nos dirige

una demanda en ese sentido.

Para interpretar, por tanto, es necesario que en el

discurso del paciente, o en el relato que estudiamos,

aparezca alguna marca que atestigue que se ha producido


un efecto inconsciente y un vacio de sentido que

requieren la Intervención del analista.

?
Si hay efecto inconsciente es señal de la intervención

del registro inconsciente y, por ello, de una

“significación otra” que debe ser interpretada o, al

menos, señalada.

La escucha analítica es entonces la escucha de los

indicios de inconsciente, de las fallas en el decir, de

los lapsus, de cualquier cosa que indique una ruptura,

una irrupción de otro discurso, que debe ser oído de otra

manera a la escucha normal.

Se necesita por tanto, una función de “marcar” —del

inconsciente del paciente—, y otra de “demarcar” —del

inconsciente y consciente del analista—.

2.2.1.1.— La resistencia como señal del inconsciente

vamos a aplicar los puntos de vista anteriores a la

cuestión de la “resistencia”, tal como la entiende el

psicoanálisis.

Para ello nos parece interesante examinar ciertos cambios

que se fueron operando en la actitud teórica y técnica de

Freud en relación con ella. La que comenzó siendo para él

un elemento indeseado, incómodo para el tratamiento, se

llegó a convertir, según nuestro punto de vista, en el


indice, la señal del inconsciente. Vamos a verlo con

detenimiento:

—89—
Haciendo un breve repaso histórico por los inicios del

psicoanálisis nos encontramos con un dato que tiene

interés

Si bien Freud había ido perfilando la técnica para el

tratamiento de las neuropaicosis de defensa a lo largo de

la década de los noventa (1894—98), y publicado en el

último año de la misma La interpretación de los Sueños

(Freud, lsoOa> en donde presenta una exhaustiva técnica

de interpretación onírica, no se ocupa hasta mucho más

tarde (1911-15> de hacer un estudio planificado,

sistemático y riguroso de los problemas técnicos que

plantea la cura psicoanalítica. <Apéndice a los “Trabajos

sobre técnica psicoanalítica” D.C. AL XII,175).

Creemos que si el Freud investigador concentra entonces,

y no antes, su interés en esta cuestión es porque al

análisis del síntoma y del inconsciente algo le ha ido

haciendo cada vez más obstáculo: la propia resistencia en

el paciente.

Resistencia cuya naturaleza, agente y objetivos se van


complejizando y oscureciendo para Freud conforme avanza

en experiencia y comprensión como terapeuta: la

resistencia y la represión que comenzaron entendiéndose

como mecanismos conscientes y voluntarios del sujeto (6)


—o, si acaso, pertenecientes a una espacie de doble

conciencia (Freud y Breuer 1895d)—, se van perfilando con

—go—’
el paso del tiempo cono operaciones inconscientes, nO.

ligadas ni dependientes de la conciencia y con una

finalidad extraña: mantener el síntoma, no sólo por su

beneficio secundario y primario <Freud 1905e,

1916—17,1926db sino por algo que Freud tardará en

conceptualizar, aunque lo descubre muy tempranamente como

fenóneno clínico: la “compulsión a la repetición” (Freud

1919h)

De manera que los nuevos descubrimientos y las nuevas

complicaciones van haciendo necesaria una reflexión

cuidadosa sobre la técnica

Freud escribe sus llamados Trabajos sobre técnica

psicoanalítica entre 1911 y 1915. SC trata de la serie:

— El uso de la intereretación de los sueños en el

RaIQQ&nÉ.1ifita <1911C)
— Sobre la dinámica de la transferencia <1912b)

— Consejos al médico sobre el tratamiento esicoanalitico

(1912e)

— Sobre la iniciación del tratamiento <Nuevos conselos

sobre la técnica del psicoariálisis.fl <1913c)

— Recordar. repetir. reelaborar <nuevos consejos sobre la


técnica del psicoanálisis. Ii~ <1914g)

- puntualizaciones sobre el amor de transferencia <Nuevos

consejos sobre la técnica del psicoanálisis. III~

(1915a).

—91—
~.-A. Miller, en una conferencia sobre la transferencia

pronunciada en Caracas en 1979, evoca y comenta este

cambio en la técnica —asunto que ocupó repetidamente al

propio Freud: <Freud 1914g y 1920g)—, comentario que por


su clarIdad y su relación con aspectos de los que vamos a

ocuparnos más adelante, transcribiremos in extenso:

(El primer tiempo, el “fundacional”, correspondería) “a

la Edad de Oro del psicoanálisis, a esa maravillosa

apertura.. de un territorio desconocido en que de una vez

y con facilidad, el síntoma se ofrecía al desciframiento


y, como por milagro, se desvanecía despues de curas cuya

brevedad, muchos, sin duda, echamos de menos. La curas

podían ser, en esa época, un paseo con Freud en el jardín


y seis meses podían parecer una duración muy grande. La

Edad de Oro se perdió muy pronto y Freud señala que llegó


a tener que analizar las resistencias. En el fondo es

como si este inconsciente al principio abierto y en


cierto modo dócil a la intervención del psicoanalista,

hubiese progresivamente retrocedido, se hubiese vuelto


rebelde a la intervención psicoanalítica. Si Freud se

dedicó esos años 1911 a 1915 a estudiar la técnica


psicoanalítica fue para responder a la dificultad que

representaba el comienzo de un cierre del inconsciente.


(..4Si la técnica psicoanalítica evolucionó, no tengamos

miedo de las palabras, es porque el inconsciente mismo


evolucionó. Hay una historia del inconsciente. ruede

parecer fantástico decir algo así si uno está convencido

—92—.
de que el inconsciente es una especie de energía vital

que seria tan estable, tan fija, cono la gravitación del

universo. Pero, se entiende mejor si se admite, como

Lacan, que el inconsciente está estructurado como un

lenguaje y que la intervención del paicoanalista en el

inconsciente es de naturaleza tal que puede modificarlo.”

<Miller, 1986, 61—62)

Por supuesto que habría muchas cosas a plantear como

problema en las afirmaciones anteriores:

¿El inconsciente no se resistía antes, en esa llamada

Edad de Oro?. ¿o se trataba simplemente de que el

analista no sabia de la resistencia?.

¿Y qué mejor resistencia que aquella que se alborga en un

aspecto de colaboración, incluso de compartir la

fundación y el éxito de la terapia psicoanalítica en

aquellos duros años?.

Otra cuestión es saber desde que aparato teórico se


define la resistencia. Y de qué resistencia hablamos; ¿de

la resistencia del yo?, ¿de la resistencia del yo

inconsciente?,¿de la de otras instancias también

inconscientes?.

Y otra pregunta de la mayor importancia: ¿cuál es el

inconsciente del que podemos decir que se resiste: el de

quien habla, el de quien asocia, o el de quien escucha e

interpreta?

ea ambos operan “como si” fuera uno solo?

—93—
Tanhien consIderamos que el inconsciente y su resistencia

evolucioma, pero siempre “en resistencia”.Siempre

resistiéndose.
pero no es nuestra intención adentramos por estas vías

ahora.

Manteniéndonos deliberadamente en el tono de las

afinaciones de Miller, pensamos que en esa supuesta Edad


de Oro del psicoanálisis en donde no era imprescindible

una técnica rigurosa y depurada porque el inconsciente

parecia siempre dispuesto a ser interpretado

—curiosamente, corzo ya hemos dicho, Freud si había

depurado basta limites que producen sorpresa su técnica

de interpretación de sueños, tal vez porque en el soñar,


mientras el sujeto duerme, es cuando el inconsciente es
1nás inconsciente”—, en esos tiempos, el analista no

necesitaba autorizar, ni justificar su interpretación.

Ni siquiera tenía que recurrir a argucias (técnicas> para

sorprender al inconsciente en su resistencia.

Sin embargo, en Sobre la. iniciación del tratamiento

vemos a Freud afirmando que mientras el paciente asocie,

no se debe interpretar la transferencia.

Sólo hay que empezar a interpretar cuando el paciente

esté en trasferencia negativa o, como seria más correcto

decir, ponga su transferencia al servicio de la

resistencia:

—94—

,
“Ahora bien, mientras las comunicaciones y ocurrencias
del paciente afluyan sin detención, no hay que tocar el

tema de la transferencia. Es preciso aguardar para oste,


el más espinoso de todos los procedimientos, hasta que la

transferencia haya devenido resistencia” <Freud, ISíno,

140. Negritas del autor)

Cuando el paciente entre, por ejemplo, en un silencio

pertinaz, o comience a ausentarse sin razón aparente, o

cualquier otra manifestación resistencial. Es decir,

cuando algo irrumpa, rompiendo el bienestar de la fluida

asociación. Cuando haya claros indicios de la

transferencia imaginaria —que es una formación del

inconsciente—, a través de los efectos inconscientes


—silencio, lapsus, ausencias u otros—, producidos por la

resistencia.

Esto tendría dos lecturas muy diversas:

a) la resistencia sería algo que vendría a interrumpir la

relación de armonía y colaboración analíticas entre

paciente y terapeuta, un fallo en el proceso normal, un


efecto no deseado, un mal producto de la relación

analítica que habría que evitar mediante las oportunas

interpretaciones u cualquier otro tipo de intervención

terapeútica, para retornar a la situación inicial.

Así, por ejemplo, se entendió la transferencia al

principio.

—95—
En esta línea, vemos cómo Freud en “Recordar, repetir,

reelaborar” (1914g), refiriéndose a la técnica empleada

en momentos anteriores de la técnica —cuando todavía se

explicaba la formación de síntoma en base a la existencia

de un trauma externo—, dice:

“Se pretendía sortear la resistencia mediante el trabajo

interpretativo y la comunicación de sus resultados al

enfermo; así se mantenía el enfoque sobre las situaciones

de la formación de síntoma y sobre aqucilas otras que se

averiguaban presentes detrás del momento en que se

contrajo la enfermedad;...”

<Freud, 1914g, AE XII,149. Negritas nuestras)

b) La resistencia es la expresión misna del inconsciente.

Cuando el sujeto se resiste, está poniendo de manifiesto

la operatividad de su inconsciente. Y por eso es ahí, y

sólo entonces, cuando hay que interpretar, no para eludir

un estorbo Innecesario, sino porque ese “estorbo” es el

objeto mismo de la relación analítica y de la

interpretación por tanto.

La transferencia, de ser un accidente indeseado, una

“conexión falsa” en la dinámica representacional del

paciente pasó a convertirse en el terreno en donde

tienen que librarse todos los conflictos del paciente

<Freud lSlSb). Incluida la tendencia a la repetición de


fracasos, de puntos ciegos. (Safouan, 1989>

—96—
Debemos decir, no obstante, que si en estos años ya Freud

consideraba a la transferencia no como una mera

resistencia, sino como la expresión más genuina del

inconsciente, una rememoración en acto, esto no lo haría

extensivo a todo género de resistencias.

En 1914 Freud seguía pensando en la resistencia,

fundamentalmente cono algo “a remover”:

el médico pone en descubierto las resistencias

desconocidas para el enfermo; dominadas ellas, el

paciente narra con toda facilidad las situaciones y los


nexos olvidados. (Freud, 1914g, lE 3<11,149. Negritas

nuestras)

Pero ahora, con una perspectiva más amplia <de la misma

obra de Freud, entre otras cosas), podemos decir que es

ahí, ante esa irrupción del inconsciente bajo forma de

resistencia, cuando la intervención del analista se hace

necesaria. No para interpretar el sentido de la

resistencia y poder continuar así el trabajo analítico

que se habría visto interrumpido, sino sobre todo para

señalar —“poner al descubierto” dice Freud—, una


resistencia cuyo sentido no puede ser interpretado;

sencillamente: porque no lo tiene. Eso, si convenimos en


la ausencia de sentido en el “más allá del principio de

placer”.

—97—
Por tanto aquí la intervención del analista, decíamos, es

poner al descubierto la resistencia y el doce que la

sostiene

¿Cómo?: nombrándola, poniéndole palabras, simbolizándola.

Para que deje de ser un movimiento sordo y mudo,

incomprensible y ajeno a la conciencia del sujeto,

Sobre estas dos caras de la resistencia, otra manera de

formularlo:

La resistencia es “marca” del inconsciente,

Es indicador de lo reprimido: lo reprimido sólo puede

mostrarse en resistencia. Expresión por tanto de la

pulsión de vida.

Pero también es manifestación de la compulsión a la

repetición y expresión, por tanto, de la pulsion de

muerte. (7)

2.3,— La asociación libre, la transferencia y la


interoretación en el trabajo con las versiones de 3os

cuentos oooulares

Hasta aquí, muy brevemente, henos definido las tres

condiciones —asociación libre, escucha analítica y


vínculo transferencial—, que posibilitan el trabajo

interpretativo en el tratamiento psicoanalítico.


¿Podemos hacer extensivas estas condiciones a nuestro

trabajo con los textos de los cuentos populares, de

manera que esté justificada la utilización de la

interpretación psicoanalítica con ellos?.

Creemos que si.

Entre los estudiosos de los cuentos populares hay un

problema, ya clásico: la aparición de numerosas versiones

de un mismo “tipo” ,en épocas muy distintas y en zonas

geográficas nuy distantes, física y culturalmente. ¿Cómo

se entiende que nos encontremos con versiones de “La niña

perseguida” (tipo Blancanieves o tipo Cenicienta, por

ejemplo), en zonas geográficas cuya relación cultural rio

está documentada ni justificada, dada la antiguedad de

las versiones?

Es un fenómeno bastante enigmático frente al cual algunos

autores han optado por distintas soluciones: un único


tronco común lingiaistico (escuela filológica: origen de

estos relatos en el indoeuropeo); o histórico ( los

cuentos como reniniseencias de instituciones del pasado,

productos, por ejemplo (Propp 1974), del paso de las

sociedades de clanes a las sociedades patriarcales, etc);

o psicológico (los estudios junguianos que toman como

base la teoría de un “inconsciente colectivo”,

constituido por “arquetipos”).

—99—
}Jo es objetivo de este trabajo abordar esta cuestión;

pero sí reparar en un aspecto ~e ella que para nosotros

tiene gran interés: la semejanza entre esta enigmática

aparición de motivos narrativos similares en contextos

diferentes y, por tanto sienpre con variaciones, y el

fenómeno descrito, en el ámbito del encuentro analítico,

de la asociación libre.

Parece incontestable que algún elesento común guía la

producción de esas abundantes versiones en tiempos y

puntos distintos. Desde la perspectiva del psicoanálisis

freudiano podríamos llamar a esos elementos comunes

“representaciones—meta inconscientes”, por ejemplo

determinadas organizaciones fantasmáticas básicas en

torno a las que parece girar todo el desarrollo

imaginario y simbólico del sujeto. Me refiero a lo que

Freud llamó “fantasías originarias”. <8>

consideramos que el inconsciente, que no es colectivo

sino individual, se estructura en relación a “la falta”

constitutiva, Las fantasías originarias serian unidades

representacionales básicas, con dimensión imaginaria,


simbólica y real <Ribettes 1984, Miller 1984) que

implican ya una cierta “toma de postura” frente a la

falta.

De las fantasías originarias identificadas por Freud, nos

interesan especialmente las de “seducción” y “castración”

por la importancia que pueden tener en el tipo de cuentos

que trabajaremos. (9>

-lo O’-
No obstante, insistimos en la importancia del fenómeno de

la proliferación de versiones sin prejuzgar la naturaleza

de su elemento común. No es decisivo para nuestra tésis.

Consideramos como equivalente de la asociación libre el

encuentro con y la lectura de:

— la distintas versiones orales <aunque a nosotros nos

lleguen recogidas ya y publicadas) sobre un mismo tipo.

Por ejemplo, Espinosa dice conocer 22 versiones orales

modernas del tipo “La niña sin manos” <Espinosa 1946—47)

Nosotros hemos tenido acceso a 12 versiones populares de

este tipo. Aunque en ellas se repiten una serie de

motivos básicos, aparecen continuas variaciones: de

personajes, de intenciones, de acciones, etc. Nos

interesa por tanto lo común y, no menos, lo diferencial,

— las versiones literarias sobre el mismo tipo. Son

significativas algunas variaciones respecto a las

versiones populares. Henos trabajado 16 versiones


literarias, más o menos directas de “La niña sin brazos”.

— versiones populares de tipos afines que, manteniendo

algunos rasgos básicos comunes, encuentran desarrollos


diferentes pero relacionados con el tipo originario.

Es el caso, en este trabajo, de otras versiones de “La

niña perseguida” que nos brindan interesantes

—101—
complementos al tipo objeto de nuestro estudio: La niña

sin brazos.

Así, henos estudiado:

Persecución por el padre:

“Maria de madera” (11 versiones)


“Como a la sal” (9 versiones>

Persecución por la madre:

La bella Venecia” <10 versiones>


Rosina en el horno (10 versiones)

- versiones del tipo “Niña sin brazos”, o de tipos

afines, en otros ámbitos relacionados con la tradición

popular: el romancero (romances de Delgadina, Silvana,

>non y Tamar, etc), el refranero, el cancionero popular.

- versiones literarias sobre tipos afines al originario:

algunas obras medievales del occidente europeo (narrativa

caballeresca): Los lais de Maria de Francia, El caballero

de la espada, los cuentos bretones, etc.

De esta forma, cualquier texto, en estos campos, que

guarde alguna relación con nuestro cuento, lo

escucharemos como se escucha el libre asociar de un

analizado, reparando especialmente en los vínculos

diferenciales, en las rupturas del sentido, en los puntos

ciegos. (10)
No es la asociación en si lo que crea transferencia (en

el sentido que lo hemos explicado más arriba) y lo que

demanda por tanto interpretación. Henos comparado el

régimen de asociación libre con un “estado permanente de

lapsus”, es decir, con un estado en donde lo reprimido

irrumpe con facilidad en la cadena de representaciones


conscientes, bajo forma de olvidos, cambios de palabras,

conexiones inesperadas, recuerdos de elementos que

parecían olvidados, silencios, fragmentos

incomprensibles, etc.

Y si escuchamos <11) algo así —presencia o ausencla

significativas de un motivo; sustitución de personajes;


motivos incomprensibles y repetidos; etc—, consideramos

que ahí hay un enigma, un vacio de sentido, que se abre a


una posible interpretación.

Que el texto “se abra a la interpretación” o, como lo

hemos expresado en otros momentos de este trabajo, “que


se produzca una demanda de sentido”, lo consideramos como

señal de que se ha instaurado ese pivote de la


transferencia que es el ~sujeto~supuestO5aber”, es

decir: hay una transferencia de saber acerca del sentido,


desde el texto a todo aquel que, leyéndole o analizándOle

—operaciones que tal vez no Son sino una sola—, viene a

ser supuesto sustentador de un saber que al texto le

falta.

—103’
En la lectura se da, si ésta se realiza en ciertas

condiciones, — aquellas que dice Salinas: “en soledad”,

“cuando nos olvídanos de nosotros”, “seducidos,

embriagados por la belleza del texto”, etc. <Salinas

l98D4I,294—359>—~ un vínculo trarisferencial a veces

particularmente intenso (Gutiérrez Sánchez 1989)

Que el texto “se abra a la interpretación” no supone, en


modo alguno, una cierta intencionalidad del texto en esa

dirección. Nada del estilo~ “los cuentos guardan una

verdad que debe ser interpretada” (12>

Se trata unicanente de un efecto indisociable de su


causa: la mencionada ruptura del sentido. <13)

Así, si nos encontramos en el texto con algo que


escuchamos como una marca, un indicio, de inconsciente,

nos sentimos autorizados a interpretar sin que con ello


—lo repetiremos otra vez— pretendamos haber llegado a “la

realidad”, “la esencia”, “la verdad” del cuento.

Porque compartimos plenamente la afinación de Mannoni en

El afán de interoretar

“La interpretación de un texto nunca puede ser otra cosa

que la tentación de proponer otro texto, equivalente pero

más satisfactorio por cualquier razón” (Mannoni 1979151)

:
Y la de Heisig:

“<Se) olvida cómo nuestra interpretación es ella misma

otro cuento, el que puede acercarnos al cuento detrás del

cuento o alejarnos de él” (Heisig 1976,48)

El tipo “La niña sin brazos” presenta motivos

incomprensibles: la mutilación de los brazos de la

protagonista; el hecho de que un príncipe, Se enamore

perdidamente de una joven cuyo origen nO conoce y que se

encuentra horriblemente mutilada <brazos y a veces ojos y

lengua); el indefectible viaje del marido cuando ella va

a dar a luz; el motivo de los hijos monstruosos; el odio

de las otras mujeres; etc. (De estos motivos, sólo

algunos se analizarán en las páginas siguientes)

En esos y otros puntos de ruptura del sentido —de

resistencia podríamos decir también—, se necesita la

escucha analítica —no quiere decirse que únicamente ella—

para encontrar un sentido que parece esparcirse en

múltiples fragmentos de tantas otras versiones

(aseciaciones), a donde hay que ir a buscarle.

Eludir esta condición ha hecho, en nuestra opinión, que

las interpretaciones de cierto número de trabajos

psicoanalíticos sobre cuentos, y muchos sobre

psicoanálisis aplicado en general, carezcan de

justificación.

—105—
Porque parecen partir de la idea de que “todo se puede

interpretar”, “siempre se puede interpretar”. Lo que es

totalmente falso. Mientras no se muestre que en lo dicho

hay intervención del inconsciente, no hay lugar para una

interpretación psicoanalítica,

¿Y cuál es nuestro trabajo interpretativo con estos

textos?. ¿Se trata de mostrar el significado de cada

motivo dentro de un tipo concreto?. ¿Por ejemplo,

averiguar el significado de la mutilación de la niña, o

de la acusación de monstruosidad de sus hijos?.

Desde luego no es esa la manera en que los hemos


trabajado al menos no es esa la actitud, de acuerdo con

lo que hemos desarrollado anteriormente acerca de la

interpretación psicoanalítica y su problemática.

Un determinado motivo nos sugiere unas representaciones.

Estas nos llevan a otras versiones, al romancero o a

cualquier estudio histórico o antropológico. Ahí

encontramos alqo que nos lleva otra vez al texto original

pero ya con un sentido nuevo.

V así, a través de interpretaciones que se convierten en

nuevos y más amplios conjuntos significantes, se va


avanzando en el acercamiento, que siempre será

incompleto, parcial (“otro texto”), al relato y sus

enigmas.

—lo ~—
Lo que nos interesa desde un punto de vista

psicoanalítico, no es la significación, que satura los

relatos, sino escuchar aquello que no se dice:

En Blancanieves, por ejemplo, hay un padre en los

comienzos de todas las versiones. Un padre que enviuda,

que se queda solo con su única hija, que se vuelve a

casar y que desaparece en el relato. Salvo muy raras

excepciones,no vuelve a presentarse: deja de

representarse en el texto. Se le silencia por completo.

¿Por qué?

Pregunta ésta similar a la que nos haríamos en una cura

analítica en la que una paciente, tras afirmar que su

padre se volvió a casar al poco de la muerte de su madre,

siguiera, machacona y pornenorizadamente, hablando casi

con exclusividad de las persecuciones a las que la somete

su madrastra, y de su odio y su rivalidad hacia ésta.

Seguramente nos preguntaríamos: “¿Y el padre?, ¿por qué

no habrá vuelto a hablar de él? ¿es que no tiene nada que


ver en este vinculo conflictivo? ¿por qué no le inculpa?

¿le quiere preservar?

En este punto, las otras muchas versiones de cuentos

populares pueden venir en nuestra ayuda, exactamente

igual que pudieran hacerlo las siguientes asociaciones de

la paciente en el análisis. Imaginemos:

—107—
rhMe estoy acordando de una conversación que tuve ayer con

una compañera de los prineros años de carrera,. .éraaos

muy amigas pero dejamos de vernos a partir de

tercero.. .se ha tenido que ir de su casa. Tenía problemas

constantes con su padre a cuenta de sus salidas.. .de los

chicos con los que salía.. . un hombre muy rígido.., la

puso en el disparadero: “o te comportas como es debido o


te vas de casa”. Está visto que en todas partes hay

problemas...

Aquí reapareció el padre. Un padre celoso. Un vínculo

fuerte padre—hija.. .como aquel que vinieron a romper las

segundas nupcias de su padre: “a partir de tercero”...

Si segnimos escuchando las asociaciones de la paciente —o

los otros textos, en el caso del cuento—, tal vez sepamos

algo más de esa verdad que mo puede ser dicha sino así:

metafóricamente.

La interpretación psicoanalítica de relatos populares, o

de cuentos tradicionales, es muy escasa. No obstante hay


unos cuantos títulos de indudable interés.

Mencionaremos los siguientes; Bellenin-Noél 1983;


Bettelheim 1977t Freud 1913f, 1919h; Fronm 1966; Robert

1973; Rosemfeld 1976.

—íoa’~
2.3.1.— Un oroblema oarticular: El análtsis de cuentos

basado en la interuretaclón de los símbolos

Un problema particular se nos plantea con la cuestión de

los símbolos y su interpretación. Problema que para

nosotros tiene un interés relevante dada las

características del objeto de nuestro estudio. Se ha

hablado mucho sobre el caracter simbólico de muchos de

los motivos del cuento tradicional, de manera que haremos

algún comentario acerca de cómo entendemos este

simbolismo y su interpretación.

La teoría freudiana acerca de los símbolos presenta los

siguientes rasgos fundamentales:

“1) Aparecen, en la interpretación de los sueños,como

“elementos mudos” <Freud 1916—17): el sujeto es incapaz

de proporcionar asociaciones a propósito de ellos. Se

trata, según Freud, de una cualidad que no se explica por

la resistencia al tratamiento, sino que es específica del

modo de expresión simbélico.

2) La esencia del simbolismo consiste en una “relación

constante” entre un elemento manifiesto y su o sus

traducciones. Esta constancia se encuentra, no solamente

en los sueños, sino en muy diversos campos de la

expresión <síntomas y otras producciones del

—109—
inconsciente: nitos, folklore, religión, etc.) y en áreas

culturales alejadas entre si. Escapa relativamente, a

nodo de un vocabulario fijo, a la iniciativa individual;

ésta puede elegir entre los diversos sentidos de un


símbolo, pero no crear otros nuevos.

3) Esta relación constante se basa esencialmente en la

analogía (de forma, de tamaño, de función, de ritmo,

etc.> Con todo, Freud indica que ciertos símbolos guardan

una relación de alusión: así por ejemplo, la desnudez

puede simbolizarse por los vestidos, siendo en ese caso

la relación de contigíjidad y contraste. <.. .)

4) Si bien los símbolos descubiertos por el

psicoanálisis son muy numerosos, el ámbito de lo

simbolizado es muy limitado: el cuerpo, los padres y

consanguíneos, el nacimiento la muerte, la desnudez y,

sobre todo, la sexualidad (órganos sexuales, acto

sexual).

5) Freud, con la extensión de la teoría del simbolismo,

se vió inducido a reservar a éste un lugar aparte, tanto


en la teoría de los sueños y las producciones del

inconsciente como en la práctica de la interpretación.


El sentido de los símbolos escapa a la conciencia,

pero este carácter inconsciente no puede explicarse por

tos mecanismos de la elaboración onírica. Freud indica

que las “comparaciones (inconscientes, subyacentes al

—lío—
simbolismo) no se efectúan cada vez para las necesidades

del momento, sino que se efectúan de una vez para siempre

y se hallan constantemente dispuestas” <Freud 1916—17).

Se tiene pues la impresión de que los individuos,

independientemente de la diversidad de culturas y de

lenguajes, disponen, utilizando un término tomado del

Nresidente Schreber, de una “lengua fundamental”. De ello


resulta que existirían dos tipos de interpretación del

sueño, una basada en las asociaciones del sujeto, otra

que es independiente de estas y que es la interpretación

de los símbolos (Freud 1900a).”

“Ya en los Estudios sobre la histeria <Freud lSSSd),

Freud distingue en varios pasajes, un determinismo

asociativo y un determinismo simbólico de los síntomas:

así, por ejemplo, la parálisis de Elisabeth von It Se


halla determinada según vías asociativas por Su ligazón

con diversos acontecimientos traumatisantes y, por otra

parte, simboliza ciertos rasgos de la situación moral de

la paciente <quedando asegurada la conexión por ciertas

expresiones susceptibles de ser utilizadas a la vez en sri

sentido moral y físico, como por ejemplo: “esto no

marcha”, “no lo puedo tragar”, eto>~’ <Laplaflohe y

Pontalis 1979)

Cono es bien sabido, el antropólogo Claude Lévi—Strauss y

el psicoanalista Jacques Lacan han hecho un uso bien

distinto de la noción de “simbólico”, uso al que nosotros

nos adherimos. (Lévi—Strauss 1970,1991; Lacan 1980)

—111—
si para Freud lo que define la condición de simbólico es

la relación con lo simbolizado, para estos autores el

símbolo es tal en tanto forma parte de una estructura

simbólica y se relaciona de determinada manera con los

otros elementos <símbolos) de dicha estructura.

Lo que define al símbolo no es su relación con lo

simbolizado sino su relación con los otros símbolos de la

estructura simbólica.

La relación con lo simbolizado es secundaria y está

impregnada de lo imaginario <Laplanche y Pontalis

1979fl14>

Freud remarca, como hemos visto, dos vías para el


determinismO de los síntomas (1895d) y para la

interpretación del sueño <Freud lSooa): la asociativa y

la simbólica

De ambas vías, es la primera la que creemos que conviene

mejor a la naturaleza del funcionamiento psiquico.De ahí

que el peso del determinismo asociativo sea mucho mayor


que el del determinismo simbólico (15)

Respecto al símbolo freudiano, nos preguntamos qué quiere


decir que sea un “elemento mudo”. No es fácil pensar en

una representación a partir de la cual el sujeto afirme

la imposibilidad de asociar en forma definitiva. ¿Una

—112r
representación aislada por tanto, no sólo de lo
representado, sino de toda otra representación?. pero —a
diferencia del aislamiento del obsesivo—, si el sujeto la

pronuncia, o la sueña, o la convierte el slogan


histérico, es porque está en la estructura
representacional. ¿Cómo puede ser que le sea imposible
asociar a raiz de ella?

Tambien nos preguntamos qué sentido puede tener hablar de

símbolos ajenos o independientes a la cultura del sujeto.

¿Se pueden dar símbolos “por fuera” de la propia cultura,


de la propia lengua?.

Entendemos que, como seres humanos, todos estamos


inmersos en la misma estructura simbólica y sometidos a
la ley simbólica que la fundamenta, pero eso no alcanza a
los símbolos concretos de cada cultura o de cada grupo

humano.

Lévi—Strauss ha establecido contundentemente la vigencia

universal de la ley de la prohibición del incesto y el

caracter de la misma como aquello que funda y hace

posible la “humanidad”. Lo que definiría a un grupo de

individuos como grupo humano seria la prohibición entre

ellos del incesto. Esto es universal. Pero no así los

“símbolos” del “otro prohibido” y del “otro prohibidor”.

En nuestra cultura, para simbolizar al “otro prohibido”,

contamos predominantezaente con la representación “madre”,

y, para simboli2ar al “otro prohibidor” con la

—113—
representación ~ En otras culturas los personajes
simbólicos son otros. Y es esa variedad lo que establece

las estructuras elementales del parentesco en cada grupo

humano.

Finalmente otra cuestión relativa a la posibilidad de una

especie de “lengua fundamental”, de símbolos,

independiente de la cultura y lenguaje del sujeto. Una

lengua tal, no es lengua; seria a lo sumo un código

semántico. No conviene por tanto al conocimiento del

inconsciente que, como dijo primero Freud, está

estructurado por la condensación y el desplazamiento, y,

como Lacan dijo despues está estructurado como un

lenguaje, por la metáfora y la metonimia,

Examinemos ahora otro aspecto de la cuestión.

Como hemos expuesto en otro lugar (Gutiérrez Sánchez,


1989>. basándonos también en Lacan, el significado no es

un dato previo al significante, a la representación, al

símbolo.

La idea de que el significante limita su sentido a

significar —o significantizar— a un significado anterior,

y a él correspondiente, ya fue puesta en entredicho en el

Cours de linguistique général (Saussure 1969).

El significado se producirá, a posteriori, del juego

asociativo de los significantes:

—114—
“El significado o el exceso de significado que se busca

no pertenece exclusivamente a la nueva palabra, a la

nueva cadena o al nuevo conjunto. El significado deriva

de su poder de relación con la otra palabra, la otra

cadena, el otro conjunto que complementan en lugar de

sustituir <..) Significar no es otra cosa que establecer

una relación entre los términos”, (Lévi—Strauss 1986,182)

Pero, además, este juego de significantes que es el

decir, el hablar, nunca produce la significación

adecuada, justa. O se queda corto, o se pasa. con lo que

la significación nunca queda cerrada.

Hay un exceso de significación: o decimos otra cosa de la

que queremos decir, o no podemos decir lo que queremos, o

decimos más de lo que queremos decir.

Pero no se trata de que haya un otro significado oculto,

desconocido, como pretenderían muchos de los que trabajan

sobre el simbolismo, sino que ese exceso es indice de que


en el enunciado se está significando un sujeto, un sujeto

que no coincide con el agente del mensaje. <Alemán 1981)

“El sujeto es el plus de significación del mensaje. Y ese

sujeto no es un significado: es un significante que

impide el cierre de la significación porque es indice del

deseo, es decir, remite a todos los otros significantes

reprimidos. En el momento en que la significación debiera

cerrar su circuito, por este significante en exceso queda

—115—
abierta a los otros significantes, mostrando el agujero

del deseo que marca todo el enunciado” (Alemán y Larriera

1981) (16)

Para ilustrar una forma de interpretación que se basa

excesivamente en el tipo de simbolismo que estamos

criticando vamos a escoger algunos fragmentos de un

autor que ha hecho contribuciones muy importantes al

estudio de los cuentos tradicionales.

Se trata de Bruno Bettelheim.

El interés que el análisis psicológico y psicoanalítico

de los cuentos de hadas cobró en el mundo psicológico y

educativo, tras la publicación de su libro: Psicoanálisis

de los cuentos de hadas (Bettelheim 1977), es de sobra

conocido.

Un libro cuajado de ricas reflexiones sobre el mundo


afectivo de la infancia y algunos análisis

interpretativos de una gran agudeza sobre alqunos de los

más famosos cuentos de hadas.

Junto a ello, y por diversas razones —de las cuales nos

parece muy importante una: su pertenencia intelectual al

psicoanálisis americano, a la llamada “psicología del

Yo”—, en el libro se pone de manifiesto una forma de

entender el simbolismo, la fantasía y, en último extremo,


el inconsciente y el propio psicoanálisis, con la que no

podemos estar de acuerdo.


Pero precisamente por ello, porque se trata de un
psicoanalista, freudiano en muchos aspectos, conocido y

respetado, es por lo que queremos ilustrar con algunos


fragmentos de su obra estos aspectos que nos parecen

objeto de controversia. (17)

Vayamos al Psicoanálisis de los cuentos de hadas.

Podríamos entresacar muchos fragmentos; elegimos éste:

“La historia de los Hermanos Grimm, “Blancanieves”,

comienza del siguiente modo: “Había una vez, en pleno

invierno, cuando los copos de nieve calan sin cesar del


cielo, una reina que estaba sentada junto a un ventanal

cuyo marco era de ébano negro. Mientras cosía, miraba la


nieve a través de la ventana, pero, de pronto, Se pinché

un dedo y tres gotas de sangre cayeron sobre la nieve.


Aquel color rojo era tan bonito sobre la nieve blanca,

que la reina pensó para si: “Me gustaría tener una niña

tan blanca cono la nieve, tan roja como la sangre y con

el cabello tan negro como la madera de esta ventana”.

Poco tiempo despues, tuvo una niña blanca como la nieve,

roja como la sangre y con el pelo negro como el ébano; y

por esta razón la llanó Blancanieves. Al poco tiempo de

nacer la niña, la reina murió, y, al cabo de un año, el

rey volvió a casarse.,.”

—117—
“La historia comienza cuando la madre de Blancanieves se

pincha un dedo y tres gotas de sangre resbalan sobre la

nieve. Aquí se indican ya los problemas que plantea la

historia: la inocencia sexual y la pureza contrastan con

el deseo sexual, simbolizado por la sangre roja. Los

cuentos de hadas preparan al niño para que acepte un

hecho todavía más traumático: la hemorragia sexual cono

en la menstruación o, más tarde, en la relación sexual

cuando se rompe el himen. Al oir las primeras frases de

Blancanieves el pequeño descubre que el hecho de sangrar

—tres gotas de sangre <tres porque es el número que, en

el inconsciente, está más íntimamente relacionado con el

sexo)— es una condición previa para la fecundación, pues


precede necesariamente al nacimiento de un niño. En este

caso la hemorragia <sexual) está ligada a un suceso

“feliz”; sin otras explicaciones más detalladas, el

pequeño aprende que ningún niño —ni tan sólo él— puede

venir al mundo sin que se dé antes esta hemorragia.”

<Bettelheim 1977, 282—2)

De todos los elementos que aparecen en ese fragmento del

cuento, el autor sólo parece valorar el color rojo de la

sangre <deseo sexual) que contrasta con el blanco de la

nieve (inocencia>.

¿Y el anhelo materno?. ¿Y la total ausencia de un padre

en este fragmento que alude a una concepción o a un

cintarazo?.

—118—
¿Y el autor no tiene nada que decir de la muerte de la

madre, al poco de nacer la niña?...

¿Por qué interpreta esas tres gotas de sangre del dedo de

la madre?: ¿porque el hecho de ser un motivo repetido en

numerosas versiones le da un carácter enigmático?, ¿o

por el aspecto supuestamente analógico (sangre—deseo


sexual; sangre=hemorragia menstrual; sangre=hemorragia de

la desfloración; sangre=nacimiento....) (l8)que es

inmediatamente validado por Bettelheim como si de una

evidencia se tratara?

¿Por qué separa las gotas de sangre “roja”, de la nieve


“blanca” y de la “negra” madera de ébano?: el motivo

enigmático, de serlo, está compuesto por esos tres


elementos, ¿por qué aísla uno? ¿O dos? <19)

¿Es necesaria esta interpretación?. ¿Hay algo en esas

tres qotas de sangre que entorpezca el sentido del

cuento? ¿Por qué se fija en ellas, sino por la analogía

con lo que previamente parece querer afirmar, a juzgar

por el apresuramiento con que encuentra su significación?

¿Qué le permite decir que el deseo sexual está


simbolizado por la sangre roja?. ¿Que esta hemorragia

sexual equivale a la henorragia menstrual o a la

producida con la rotura del himen?

—2.19
caso de ser asi,¿no debería mostrar entonces cuál es la

relación entre menstruación o desfloración y deseo

sexual?. No nos parece que sea una relación exenta de

puntos oscuros.

Y para terminar, ¿ se puede decir que el tres es el

número que, en el inconsciente, está más íntimamente

relacionado con el sexo?. (20)

Más adelante Bettelheim nos ofrecerá otro ejemplo

similar, referido ahora al episodio de la manzana.

Manzana que le ofrecerá la madrastra—bruja y que comerán

conjuntamente: la madrastra la parte amarilla,

Blancanieves la roja, que está envenenada.

En primer lugar, el autor relacione la manzana con la

sexualidad. Relación avalada por un buen número de mitos

y leyendas de los que es el más famoso el mito bíblico:

la fruta prohibida, etc.


Pero esta línea de asociación, indiscutible, no es en la

que nás se apoya Bettelheim que concede sin embargo un

gran valor simbólico al color rojo. Tanto, que la

sexualidad no está representada por la manzana, sino por

el color rojo de la misma:

“Ya se nos ha hablado repetidamente de la doble

naturaleza de Blancanieves: era blanca como la nieve y

roja cono la sangre; su ser consta de dos aspectos, el

—126—
asexual y el erótico. El hecho de comer la parte roja

(erótica) de la manzana significa el fin de la

“inocencia” de Blancanieves (. .) El color rojo de la

manzana provoca asociaciones sexuales. .“ (Bettelheim

1977,297)

Pero, si ahora la simbolización es guiada por un color,

en el paso siguiente lo es, al parecer, por una forma: la

manzana simboliza el pecho de la madre:

.la manzana, que en la iconografía religiosa <?>

simboliza, también, el pecho materno. En el pecho de

nuestra madre todos nos sentimos impulsados a formar una

relación <?) y a encontrar satisfacción en ella

<Bettelheim 1977 297. Interrogaciones muestras>

Bruno Bettelheim no se detiene ahí: sigue encontrando

significados a la manzana. Antes, un color, una forma.

Ahora, un razonamiento curioso y poco sostenible: si las

dos mujeres comparten la manzana como comparten el hecho

de ser mujeres, es decir, seres sexuados con sus

correspondientes deseos sexuales, la manzana compartida

ha de simbolizar aquello otro que comparten: sus maduros

deseos sexuales:
“En la historia de Blancanieves, madre e hija comparten

la manzana. En este relato, lo que dicha fruta simboliza

es algo que la madre y la hija tienen en común y que yace

a nivel incluso más profundo que los celos que sienten la

una de la otra: sus maduros deseos sexuales” (Bettelhein

1977,297)

—121
Este tipo de interpretaciones —de significado—, basadas

en este tipo de analogías -perceptivas, conscientes. .para

el analista— presuponen:

— que la “metáfora” está de un lado y el “referente”


<donde estaría el significado de aquella), del otro: el

color rojo, la manzana, la sangre, el objeto compartido,

serían metáforas de: el deseo sexual, el pecho materno,

los hitos del desarrollo de la mujer, los deseos sexuales

de mujer. <14)

Pero en realidad la metáfora es aquella operación por la

cual una representación sustituye a otra representación,

o un significante sustituye a otro significante, como ha

mostrado Lacan a propósito de la “metáfora paterna”

<Lacan 1979, Dor 1986)

¿Es que “el deseo sexual” no es una representación?. ¿“El

pecho materno” no es un símbolo?. Y la menstruación, la

desfloración, el parto, ¿son sólo meros nombres de

operaciones fisiológicas, o son además representaciones,

símbolos, de muy distinto signo y valor para cada niña,

adolescente y mujer?

La sola aceptación del hecho de que la metáfora es una

sustitución de una representación por otra

representación, de un significante por otro, supondría

sacar a la simbolización del estrecho espacio de la

—122—
relación dual <símbolo—referente real) e incluirla en el

espacio inmenso de la cadena simbólica significante, que

es donde debe estar

Que haya una relación posible, para la conciencia del

analista, no quiere decir para nada que esa sea la

elegida por el inconsciente del sujeto, o del texto, en

este caso concreto.

“Sangre” también podría representar “muerte”,

“matrimonio”, ‘~ffloC~nci~~, “maldad”.. .etc, etc.


Cualquiera que tenga imaginación podría seguir asociando

indefinidamente. Pero la asociación que nos interesa es

la del paciente. Y, sobre todo, su asociación

inconsciente, que se pone de manifiesto en la marca de su

discurso.

— si entre el símbolo y el Y-eferente real hay una

relación establecida previamente en razón a determinadas


cualidades formales, nada se opone a la idea de que

alguien conozca el código de correspondencias entre uno y

otro: el analista.

El analista, por tanto, “sabría” acerca de los

significados que el paciente simboliza en su decir


asociativo.

De esta forma, no es que al analista se le suponga un


saber por parte del paciente, sino que realmente debe

tenerlo. Debe poseer los códigos que permitan interpretar -

los símbolos.

—123—
Pero en la medida que el analista pretenda colocarse en

ese lugar do “sujeto-supuesto.~ab~r~~ el análisis se irá

convirtiendo en otra cosa: tal vez en un proceso

identificatorio con un analista convertido en “yo—ideal”.

o lo que es lo mismo, en un progresivo empobrecimiento

del sujeto —y del texto, en el tena que nos ocupa—.

Para terminar, recogemos del libro de López Tamés <1990),

dos referencias al análisis que hace Bruno Bettelheim del

cuento de Caperucita roja en su Psicoanálisis de los

cuentos de hadas (Bettelheim 1977).

Se trata de un comentario—síntesis del análisis de

Bettelheim y, la otra, un comentario de Diuna Barnes que

cita Bettelheim y recoge también López Tamés.

Las diferencias son notables, no sólo en cuanto a quién

se interpreta <al texto al niño lector), sino en cierta

actitud del intérprete:

Caperucita roja: “En síntesis: presentación del comienzo

de la pubertad femenina, los desees agresivos y sexuales

de la pubertad, la voracidad oral, las dificultades del


mundo recién estrenado y la necesidad de una quia íntima

de caminar, que supone la interiorización del Superego:

padre y madre asumidos”

“Cita a Ojuna Barnes: los niños Sienten algo que no

Dueden decir: lles gusta que el lobo y Caperucita estén

en la camah’ <López Tamés 1990,60) <21>.


2.4.— Imacinario. Simbdlico. Real

Metodológicamente nos resulta imprescindible la

utilización de estos tres registros u órdenes que Jaegues

Lacan desarrolló a lo largo de toda su obra, Y dado que

vamos a utilizar constantemente eso triple punto de

vista, presentamos ahora un desarrollo esquemático de los

tres.

Se trata de tres registros o dimensiones desde los que es

preciso pensar el funcionamiento psíquico y la

experiencia psicoanalítica.

No podemos separarlos: cada uno se define en función de

los otros dos y la hipotética ausencia de uno anularía a

los dos restantes.

Si hemos elegido presentar los tres registros en este


orden es porque responde a la evolución de la importancia

que van cobrando en la obra de su autor.

—125—
Lo Enacinar lo

Desde muy tesprano Lacan se interesa por el registro

imaginario~ su intervención en el XIV Congreso

Psicoanalitico Internacional de Mariesbad, en 1936,

llevaba por titulo: Le stade du miroir (inédito). En 1949

se publica: El estadio del espejo como fox-mador de la

función del yo, tal como se nos revela en la experiencia

analítica, que se traduce al castellano en 1971. (Lacan

1980)

La imagen unitaria del propio cuerpo es una consecución

‘tardía” para el ser humano. Tardía al menos en relación

a otras especies en las que sus crías nacen con un


desarrollo mucho mayor del sistema nervioso y, por tanto,

con una capacidad para la captación de organizaciones

perceptivas (qestalts) que el ser humano tarda en tener.

No obstante, lo que Lacan propone no se linita a una

observación del desarrollo psicofisioíóqico —observable

por lo demás—, sino a cómo esa ‘prematuridad biológica’ y


los procesos que se dan en el estadio del espejo, “Se nos

revelan en la experiencia psicoanalítica”: la


observación de los comportamientos del niño por una

parte, y la localización a posteriori de sus fantasías de

despedazamiento y de fragmentación corporal, por otra.

—126—
¿Y cómo accede el niño a una cierta vivencia unitaria de

su cuerpo?. De forma anticipada, a través de la unidad

que le presenta la imagen del otro. Del otro que es su

propia imagen reflejada en el espejo. O el otro que es la

apariencia del semejante.

Es decir, el niño tendrá una representación parcialmente

íntegra y organizada de si mediante una imagen de “un

otro al que sólo reconocerá como “yo” por el aval y la

garantía simbólica de un Otro Cía madre, la función

materna) que con su mirada está sentenciando: “Ese Cía

imagen reflejada) eres td”.

El yo se constituye alienado en la imagen del otro, en un

vínculo que no puede ser sino ambivalente: de amor y

reconocimiento jubiloso frente a esa imagen que sostiene

y hace posible el yo; también de odio a esa imagen de

quien siempre dependerá y que marca los inevitables

limites del cuerpo y del yo propios.

Notemos además que esta imagen en la que, por mediación


de la palabra de la madre, el niño se reconoce (más bien,

“se conoce”), no se produce en el espacio real <imagen

real), sino en el espacio virtual (imagen virtual, del

otro lado del espejo).

Naturalmente, esta constitución imaginaria y virtual del


yo tendrá consecuencias en su naturaleza, evolución,

funciones y patología. ‘Yo” al que tanto Freud como Lacan


dedicaron importantes estudios. Entre otros: <Freud

1923b), (Lacan 1981,1983).

—127—
Lo Imaginario es por tanto el registro de la imagen, en
el que surge el yo. Ese vector que une el yo con su

imagen —aunque más exacto es decir ‘la imagen con su

yo”—:

a’ (yo) a (otro>

es la representación del vinculo narcisista.

Entre el yo y la imagen en que se sostiene, o el yo y los


semejantes en tanto representan su identidad, el vínculo

es narcisita.

Es una relación perfectamente reversible: el yo se


identifica con el otro como su imagen, e identifica al

otro como imagen de sí.

Estamos mencionando “identidad”, “identificación”. Un

paso más adelante tenemos: “identificación proyectiva”

“identificación introyectiva”, ‘proyección”,


“introyección”, etc. Tambien habría que incluir ideas

como “imitación”, “emulación”.


Asimismo localizamos en este registro simbólico un

aspecto importante de la noción de “ideal”, en tanto

imagen perfecta, deseable, a ser imitada: “Yo Ideal”, por

tanto.
“El Yo Ideal es la primera forma en la que el yo se

aliene, que es la unidad del cuerpo en la imagen, todavía

sin predicado alguno, sólo la unidad. Es el punto de

partida del yo, su tronco. Y permanecerá como exigencia

— 1=8—
formal de perfección” (D’>~ngelo y otros 1991,95)

Por aquí se deslizan, como elementos con predominancia

imaginaria, los “ideales”, los “valores”, la ‘ideología”.

Debemos insistir en la imposibilidad de separar un

registro de los otros dos. Ni siquiera expositivainente

podemos hacerlo sin incurrir en una grave imprecisión.

Lo Imaginario trata de dar “apariencia”, “envoltura” a

aquello que sólo es en tanto “falta” <lo Real) por la

intervención del significante <lo Simbólico).


Lo que falta es lo Real. Es la intervención de lo

Simbólico quien deja fuera a lo Real; y el sujeto, para

quien esta falta es insoportable, reintroduce

aparentemente lo real bajo la envoltura de lo imaginario,

o simbolizadamente en el juego de los significantes.

Nos interesa también señalar la participación irúaqinaria

en el deseo, en el fantasma y en el significado.

El deseo, originado y sostenido desde los otros dos

registros, se juega constantemente en lo imaginario:

“Si lo imaginario y el deseo tienen que ver entre si, es

porque ambos proceden de la falta. Pava reemplazar al

objeto mitico, perdido desde el origen, para llenar el

—129—
hueco en forma de seno, el deseo inventa un objeto
sustitutivo y lo imaginario lo precave de las seducciones

que lo vuelven amable. Sólo que un día aparece Narciso y


la alienación al reflejo se torna definitiva.” <Georgin

1988 135>

El fantasma es la versión subjetiva en relación


al objeto, construida desde lo simbólico y lo imaginario.

“En la intersección de lo simbólico y lo imaginario se

constituye el fantasma. El fantasma es nuestra manera de


ser en el deseo en función de nuestra cifra simbólica. Es

lo imaginario capturado en la sintaxis ( ‘ (Georgin

1988,135>

Respecto al significado, diríamos que corresponde a lo

imaginario la tendencia al establecimiento constante del

mismo. De otra manera: los significados entre los que


habitualmente creemos movernos son construcciones

imaginarias que tratan así de evitarnos lo insoportable

de ia falta de significación.

Adolecemos de un exceso de significaciones imaginarias


que, bajo apariencia de conocimiento, esconden una

tendencia a desconocer, entre otras cosas, la falta de

significación.

Este exceso empobrece en forma notable el libre juego de


los significantes, del pensamiento libre, en cuya

actividad, y sólo allí, podría producirse el significado

qenuino, al margen del yo y de su preocupación narcisita.


Lo Simbólico

En 1953, Lacan pronuncia la conferencia: Le Synbolique,


l’Imaginaire et le Réel.

Aquí lo Simbólico parece cobrar predominancia. Sin

olvidar los diez años en que ha profundizado en la


importancia de lo Imaginario, en 1953 “coloca lo

Simbólico en primer lugar”.

Tambien en 1953 redacta el informe para el Congreso de

Roma: Función y Campo de la palabra y del lenguaje en

psicoanálisis que se publica en 1956 y se traduce al

castellano en 1971 <Lacan 1980)

Está fuertemente interesado por Lévi—Strauss, por la

importancia de la estructura <Antropología Estructural,


La estructuras elementales del parentesco); estructura

que tiene un carácter simbólico, construido en torno a la

ley fundamental —la ley de la prohibición del incesto—,


que posibilita el acceso a la cultura y sienta las bases

de una sociedad de intercambio.

Lo Simbólico puede definirse como ‘la función ordenadora

de la Cultura que separa al hombre de la Naturaleza,

inscribiéndole de entrada en el lenguaje, en la Ley

fundadora cuya interdicción primordial es la del incesto

y en las estructuras de parentesco, que organizan la

diferencia de los sexos y de las generaciones” <Marini


1989,68)

—131—
El niño adviene al mundo en un universo sinbólico que

antecede a su nacimiento, que le “sobrepasa” <en el que

está inmerso) a lo largo de su vida y que le sobrevivirá

tras su muerte. Esta “anterioridad del significante”

explica la diferencia entre “la introducción del sujeto

en el orden simbólico, en el orden de la lengua” y la

“adquisición del lenguaje por el sujeto”

El niño está inmerso en el lenguaje desde siempre,

incluso aunque no llegara a “adquirir el lenguaje”.

“Los símbolos envuelven en efecto la Vida del hombre con

una red tan total, que reúnen antes de que él venga al

nundo aquellos que van a engendrarlo ‘por el hueso y por

la carne’, que aportan a su nacimiento con los dones de

los astros, si no con los dones de las hadas, el dibujo

de su destino, que dan las palabras que lo harán fiel o

renegado, la ley de los actos que lo seguirán incluso

hasta donde no es todavía y más allá de su misma

muerte (Lacan 1980)

La estructura simbólica en que se sustenta cada individuo

y cada grupo social son en gran parte “inconscientes”


para el individuo y para los grupos. Y no sólo en el

sentido adjetivo del vocablo, sino también en el


sustantivo: son un aspecto fundamental de su

inconsciente.
“Esta exterioridad de lo simbólico con relación al hombre

es la noción misma de lo inconsciente” <Lacan 1980>

Y aan más, en Función y Campo de la palabra .. (Lacan

1980), encontramos la conocida proposición lacaniana: “el

inconsciente está estructurado como un lenguaje” que

for,naliza alguna de las más felices intuiciones de Freud.

En el orden simbólico, inseparable del lenguaje, —del

hecho de que hablemos—, no está todo. Precisamente por

la función de la simbolización algo queda

irremediablemente fuera de lo simbólico, perdido para el

sujeto que habla: aquello a lo que llamamos lo real.

Lo Simbólico es orden, es limite; pero introduciendo el

orden deja algo fuera: produce la pérdida.

Lo Pee 1

En el curso 74/75 Lacan dicta su Seminario XXII: P.S.I.

<Real, Simbólico, Imaginario> que se publica en 1975 y

que a~n no ha sido traducido al castellano.

—123—
Lo Real ocupa ahora el primer lugar. Y ciertamente toda

la teoría lacanimna y la práctica analítica a la que


apunta, se centran en la última parte de su obra en lo

real, en el objeto a y en la problemática del goce.

Empecemos por distinguir radicalmente “lo real” de “la

realidad”:

“Real tanto más amenazante por cuanto escapa a toda

verbalización, a todo ordenamiento, a toda formalización.

Lo Real se opone pues a la realidad que, a su vez, es el

producto del filtrado • o de la puesta en condiciones de

lo Real por le Imaginario y lo Simbólico” <Hariní

1989,70)

En cierto modo lo real también es “lo traumático” en el

sentido más rigurosamente freudiano del término. Y

también habría que establecer algunos nexos ertrre lo real

y “lo siniestro”.
~~1

Lo real puede ser “el trauma del nacimiento”, el “pecho

perdido”...., es decir: “el objeto del que cada cual se


ve irremediablemente mutilado” <Georgín 1988,138>

Pero también puede ser una ‘presencia opresora de aquello

que, al contrario, está allí en demasía: cuerpo o seno

materno cuya inminencia —y no la falta— suscita la

angustia que es “falta de la falta”, y uno se ahoga”

(Harimi 1989,106).

.134—
Esta formulación introduce la idea del goce: “la

presencia en demasía”, “la inminencia”, “la falta de la

falta”, es decir aquel “placer otro” que acompaña al

contacto obsceno con lo real, o lo que es lo mismo: lo

que acompaña a la “no castración simbólica”.

Respecto al objeto, su estatuto es real aunque por otro

lado, está en el punto de encuentro de los tres

registros:

“Si decíamos que el objeto a es lo que se pierde en la

producción de significación, digamos que imaginariamente

se lo recubre y desconoce en la estabilización del

sentido. El yo es el lugar donde el sujeto desconoce lo

que pierde por el hecho de que habla” <D’Angelo y otros

1991,82)

—135-
NOTAS AL CAPITULO 2

(1).— Esta metáfora vegetal es comúnmente utilizada por


Freud para indicar la forma en que lo reprimido suele
acceder a la concienciat nunca directamente, siempre a
través de un juego asociativo que adelanta un brote. Un
“retoño de lo reprimido” en la traducción de Etcheverry
de las Obras Completas de Freud <editorial Amnorrortu)

(2>.— Podríamos plantearlo al revés: tal vez en la


pulsión de muerte está ‘todo” el sentido. Analógicamente
a coma se puede decir que “en la muerte está el sentido
de la vida”.

(3>.— Incluiremos también la definición de Fedida sobre


“atención flotante” que condensa diversos aspectos que
están siendo tratados aquí:

“Término freudiano que designa la modalidad específica de


cierta manera de escuchar al paciente por parte del
psicoanalista. Para escuchar lo que el paciente le dice
libremente, el psicoanalista debe sustraer su mente de
todo lo que de su vida personal, de sus motivaciones, de
ciertos complejos inconscientes no resueltos, podría
tornar su atención selectiva, crítica o parcial. La
atención flotante es, pues, en el analista el reverso y
el corolario necesario de la sociación libre en el
paciente. Freud escribe: “Así como el paciente debe decir
todo lo que se le pase por la mente, eliminando toda
objeción lógica y afectiva que le llevaría a seleccionar,
también el médico debe estar en condiciones de
interpretar todo lo que escucha, a fin de descubrir en
ello todo lo que e). inconsciente disimula, sin que su
propia censura venga a reemplazar la selección a la que
ha renunciado el paciente”. La atención flotante permite,
pues, reconocer la especificidad de la presencia del
analista , la naturaleza de su neutralidad, la
justificación del análisis personal terminado, las
condiciones de coherencia de las reglas de la cura
psicoanalítica. Lo que en ultimo término está en cuestión
es la naturaleza de la comunicación analítica, desde el
momento en que la atención flotante y la asociación libre
hacen que dos inconscientes coexistan e intercambien.
<Pedida, 1979, 31—32)

—136—
<4).- En la última parte de este trabajo, cuando se
proponga una forma de entender la lectura y el
acercamiento a los textos, volveremos sobre este punto.
Punto de enorme interés para nosotros porque supone una
posición opuesta respecto al cuento; no se trataría de
interpretarle, sino de dejarse interpretar por él. Ajabas
posiciones son perfectamente complementarias a nuestro
parecer.)

<5).— A esto que hemos llamado pasión por la verdad, a lo


que Freud se refirió en múltiples ocasiones <Freud,
1937c), otros autores lo denominan “curiosidad por el
mundo interno”.
crinberg, enumera una serie de rasgos de lo que él
considera “actitud psicoanalítica”:

“un tipo particular de curiosidad en relación con el ser


humano, con el funcionamiento de su mente y de su
realidad psíquica, curiosidad que se hace extensiva al
funcionamiento del propio psiquismo; capacidad de
intuición, de introspección y de autoanálisis;
<....>capacidad de pensar en condiciones adversas; <-•.•)
tolerancia a las frustraciones <causadas por el trabajo
en aislamiento, por no obtener resultados inmediatos, por
no entender siempre, por no “curar”, etc.); capacidad de
espera y de atención flotante, y, especialmente, la
“capacidad negativa” <Heate, 1931), o sea aquella
capacidad que permite tolerar incertidumbres, dudas y
verdades a medias, sin sentirse compelido a la búsqueda
inmediata de la razón y de la certeza de los hechos”
<Grinberg, 1987)

(5).— De lo que nos da idea las “tareas” que el


terapeuta—hipnotizador Freud ponía a sus primeras
pacientes histéricas y, sobre todo, de las reprimendas
que ocasionaba el comprobar que ellas no habían olvidado
aquello que él les habla ordenado olvidar <Freud, 1895d).
O también, el. “empeño voluntario” por olvidar el trauma
como elemento fundamental para la formación de síntoma,
en “Las aeuropsicosis de defensa” <1894a>

<7>.— Si me decido a tocar, aunque sólo sea a rozar,


temas tan espinosos, y de tal complejidad dentro de la
teoría psicoanalítica, es porque en determinadas
versiones de “La niña sin brazos”, — y mucho más todavía
en el tipo “xi madre me maté y mi padre me comió”, por
ejemplo—, nos vanos a encontrar con pasajes, motivos,
acciones que se escapan a todo sentido. En donde creemos
que la interpretación tal como se entiende habitualmente,
es insuficiente y donde aparece otra función fundamental
de la misma: poner al descubierto, nombrar, decir una y
otra vez.

—137—
En la esperanza de arrancar a determinada representación
—“una niña con los brazos mutilados” y, con frecuencia
“Con los ojos vaciados, sin lengua, desnuda y colgada de
un árbol”-, la cuota de goce de la pulsión de muerte.
Goce silencioso, goce del sinsentido, o del exceso de
sentido, como decíamos antes.
Decir una y otra vez, una y otra vez, con la “tenacidad
por la simbolización” -algo que nos recuerda al concepto
freudiano de “miramiento por la figurabilidad” <Freud,
190cm) —.
Esta “tenacidad por la simbolización” tiene mucho que ver
con la proliferación de versiones de estos cuentos.
‘Panbiem con su gran difusión en el espacio y en el
tiempo. Tratan de representar, una y otra vez, algo
irrepresentable.

En el aludido tipo “Mi madre me mató y mi padre me


comió”, la representación es: “una madre mata y
descuartiza al hijo y lo cocina para que el padre lo
coma”. Motivo éste que está muy presente, no sólo en los
cuentos populares, sino también en el Romancero
-Blancaflor y Filomena, por ejemplo-, y en algunos mitos
modernos: et mito de “El niño asado” <Langer 1966>

(8).— La hipótesis seria: de la misma manera que en el


discurso del analizado, las asociaciones surgen “libre” y
espontáneamente, arracimadas en torno a una
representación inconsciente, los cuentos en su enorme
variedad surgen como formas de expresión, de
simbolización de las fantasías originarias.

Las conclusiones a las que se llega en el capitulo 9,


acerca de ciertos motivos de “La niña sin brazos”, vienen
a confirmar esta hipótesis.

(9>.— Los fantasmas originarios son determinadas


estructuras fantasmáticas (escena primaria, castración,
seducción) que organizan toda la vida fantasmática del
sujeto, con independencia de las experiencias personales
de cada uno.

Como sabemos, y se desarrollará además en el capitulo 6,


Freud consideró al principio de su obra, que en la vida
del sujeto, éste había presenciado “escenas” reales que
estaban en la base de las construcciones fantasmáticas
posteriores.

Nás adelante cambia de opinión y no encuentra otra base


real que la propia “realidad psíquica” del sujeto.
Pero entonces va a querer encontrar en el pasado de la
especie lo que ha renunciado a encontrar en el pasado de
cada individuo. Va a explicar la presencia de las
fantasías originarias recurriendo a la filogénesis: las
fantasías vendrían a figurar imaginariamente lo que en la
prehistoria de la humanidad tuvo existencia real. Este
criterio filogenético no se puede sostener hoy <Georgin
1988,132>. La explicación de la existencia de las
fantasías originarias se basa en el hecho de participar
todos, por el hecho de ser humanos, a una estructura
simbólica.

“Si pasamos ahora a considerar los tenas que se


encuentran en los fantasmas originarios (escena
originaria, castración, seducción> nos sorprenderá un
carácter coman: todos ellos se refieren a los origenes.
Como los mitos colectivos, intentan aportar una
representación y una “solución” a lo que para el niño
aparece como un gran enigma; dramatizan como momento de
emergencia, como origen de una historia, lo que se le
aparece al sujeto como una realidad de tal naturaleza que
exige una explicación, una “teoría”. En la “escena
originaria” se representa el origen del sujeto; en los
fantasmas de seducción, el origen o surgimiento de la
sexualidad; en los fantasmas de castración, el origen de
la diferencia de los sexos”. (Laplanche y Pontalis
1979,149. Negritas nuestras>.

(10).— A este respecto un ilustrativo ejemplo:


En Baubo. La vulva mítica <Devereux 1984), cuando el
autor está analizando el valor que, para el psiquismo,
puede tener el vello púbico de la mujer, dice:

“Las cualidades de exhibicionismo atribuidas al vello


púbico fueron reveladas por un texto inglés
macanografiado. A pesar de que estaba escrito por una
secretaria experimentada, había un error repetido.’”vello
púbico” <pubic hair) estaba escrito, una y otra vez,
“public hair” <vello público> (Devereux 1984,115)

<11).— Recuérdense a este propósito, los comentarios


hechos en el capitulo anterior acerca de la lectura (o la
letra> y la escucha (la palabra>.
<12).— se podrían citar múltiples ejemplos. Uno, muy

conocido, lo constituye el libro de Bruno Bettelheim.

Otro, el de Noemí Paz, que nos dice:

—139—
“Los cuentos populares son , como hemos visto, formas del
pensamiento analógico. Un niño capta de inmediato su
sentido mágico pues, como el primitivo, vive inmerso en
el mensaje secreto del universo (7). Veamos ahora el
significado oculto de este cuento..” <Paz 1986,37.
Interrogante nuestro)
En el artículo de Nannoní, El afán de interoretar, nos
encontramos:
“Si hay, en realidad, como sin duda ocurre a menudo, un
sentido aculto en un texto literario, y a veces un
sentido que el autor ha escondido voluntariamente, ello
no siempre implica que ese texto se ofrezca para Ser
descifrado ni que ese desciframiento aporte algo válido”
<Mannoní 1979,154>
Y en El poder de los cuentos, de Georges Jean:
“Los cuentos en sí mismos “no son más que cuentos”, y las
interpretaciones comienzan a partir del momento en que
alguien recoge el cuento para transmitirlo, reescribirlo.
De hecho, comienzan con el primer lector y prosiguen con
los demás. Uno puede preguntarse con todo el derecho si
es posible y legitimo construir sistemas interpretativos
que remitan esas sencillas historias —estas historias
elementales— a mitos cosmogónicos o religiosos. Los temas
psicoanalíticos, las extrapolaciones dadas por las
hipótesis junguianas de los arquetipos del inconsciente
colectívo se justifican mejor, pues se basan más en
detalles que en el sistema narrativo en su globalidad”
(Jean,G. 1988,191)

13).— Para esta cuestión del inconsciente del texto ya


hemos remitido en el capitulo anterior a la obra de
Beilemin—Noél.

14).— Especialmente interesante resulta la crítica de


Lévi—Srauss al análisis simbólico freudiano en el último
capitulo de La alfarera celosa (Lévi—Strauss
1986 , 1 G7yss.)

“Psicoanálisis y análisis estructural divergen aquí en un


punto esencial. A lo largo de su obra, Freud vacila —y de
hecho no llega a elegir— entre una concepción realista y
una concepción relativista del símbolo. Para la primera
cada símbolo tendría un significado único. (.. . ) La otra
concepción admite que el significado de un símbolo varia
en cada caso particular, y recurre a las asociaciones
libres para ponerlo de manifiesto(.. .>
Ahora bien, en lugar de seguir por este camino, abierto
no obstante por él, parece que Freud se haya Inclinado
cada vez más por el lenguaje habitual, la etimología, la
filología (..) en la esperanza de encontrar en los
.;imbolos un significado absoluto” (Lévi—strauss 1986,170)

14 O—
a lo largo de toda su obra <Freud> estuvo obsesionado
por un problema “¿cómo podemos conocer el significado de
los símbolos de los sueños, cuando ni el propio soñador
es capaz de proporcionarnos respecto a ellos ningún dato,
o datos totalmente insuficientes?”. Si hay alguna
dificultad, procede del extraño modo con que Freud
concibe que estos datos puedan llegar al analista: “como
en una lengua primitiva sin gramática, sólo se expresa el
material bruto del pensamiento, lo abstracto es devuelto
a lo concreto, que es su base”. Además de que la noción
de lenguas primitivas sin gramática haga saltar al
etnólogo y al lingúista, cuando Freud señala que “el
sueño aparece como un resumen abreviado de las
asociaciones , establecido, es verdad, según reglas que
nosotros aún no henos penetrado del todo”, ¿no pone el
dedo en el nudo de la cuestión?. Esas reglas son
precisamente las de una gramática cuya realidad, como
acabamos de ver, excluye de antemano” <Lévi—Strauss
1906, 171—172)

Pensamos que el que Freud se muestre vacilante y a veces


contradictorio en lo referente a la interpretación del
simbolismo, nc debe hacernos olvidar que esa gramática
que en la cita de Lévi—Strauss, Freud parece excluir y
luego afirmar, es su mayor descubrimiento en el tema de
los sueños. El revolucionario descubrimiento y la
específica aportación de Freud al estudio de los sueños,
no es la firmación de que ellos tengan un sentido, o su
tésis acerca de que estos constituyen, casi Sin
excepción, una realización de deseo, sino a) la
afirmación de que la construcción del sueño —es decir,
del contenido manifiesto— obedece a unas leyes —las del
proceso primario y también del proceso secundario—; b) y
la elaboración de una cierta gramática que da cuenta de
la formación del sueño —“trabajo del sueño” o
“elaboración onírica”—, y de las vías a seguir por el
trabajo analítico: “interpretación onírica”.

En realidad, unas lineas más arriba, Lévi—Strauss


reconoce a Freud como un mérito el don que éste poseía en
sumo grado: “el de pensar como los mitos”. Es decir, a
base de “transformaciones” (la inversión, la
transformación en lo contrario, por ejemplo). Pero las
transformaciones no son otra cosa que relaciones formales
con cierta categoría de ley: leyes formales. Y esto es
una gramática.
En lo que sigue, Lévi—Strauss viene, a nuestro parecer, a
poner de manifiesto una vez más lo difícil que es, para
alguien no familiarizado con el psicoanálisis, aunque
tenga un conocimiento y una información exhaustivos de la
obra de Freud, entender la noción de “sexualidad” para el
psicoanálisis. Y mucho más todavía la de “sexualidad
infantil”.

—141—
Finalmente, queremos recoger de estas reflexiones de
Lévi—Strauss, una que nos parece especialmente valiosa
para nosotros:

.nc podemos imitarnos a una definición del simbolismo


que lo reduciría a una simple comparación. Ni el lenguaje
figurado ni la metáfora a través de la cual se expresa la
mayor parte de las veces se reducen a una transferencia
de sentido entre dos términos. <.4 La transferencia de
sentido nc se produce de término a término, sino de
código a código, es decir, de una categoría o clase de
términos a otra clase o categoría (podríamos decir: de
una cadena significante a otra cadena significante).
Cometeríamos sobre todo un error si creyéramos que una de
esas clases o categorías depende naturalmente del sentido
propio y, el otro, naturalmente del sentido figurado.
(Nos parece más claro: que el sentido propio depende
naturalmente de una cadena y el figurado de la otra>
Para el escritor, el. trabajo del carpintero es figurativo
respecto al suyo como, llegado el caso, para el
carpintero sería figurativo respecto al suyo el trabajo
del escritor” (Lévi—Strauss 1986,173—4. Comentarios entre
paréntesis ~uestros)

La operación de la metáfora no consiste en sustituir la


cosa, o el significado, por un significante, sino en una
sustitución de un significante por otro significante.

Este juego de sustituciones y transformaciones —que en el


sueno, por ejemplo, constituyen el “trabajo del sueño”
no están estrictamente hablando, al servicio del
enmascaramiento —cono se puede pensar desde el lado de la
instancia yoica que, imaginariamente, personaliza en ella
la represión: que se “imagina” protagonista de la
represión <Gerber 1983)—, sino que no podía ser de otra
manera, y en cualquier caso, al servicio de una mejor
metaforización, de facilitar la producción del sentido.

Esto habría que hacerlo extensivo también a las sistemas


conceptuales y a las distintas terminologías que usamos:
Para dar cuenta de los dinamismos psicológicos del
hombre, la psicología cognitiva utiliza sus mejores
metáforas y el psicoanálisis otro tanto. Al igual que el
lenguaje poético. Aquellas metáforas que mejor parecen
convenir: las que por tener más poder de relación con
otras metáforas, puedan significar mejor aquello que
tratamos de conocer.

142—
<15>.— Porque “el inconsciente está estructurado como un
lenguaje” (Lacan 1980).
Y los cuentos están estructurados, en cierto modo, cono
el inconsciente: como los sueños, por ejemplo,
Esta vía de estudio de los cuentos, a través de la
comparación cuentos/sueños —o también podría ser de
cuentos/otras formaciones del inconsciente—, es una vía
muy sugerente, que consideramos complementaria a la que
en este trabajo hemos seguido.
En varias ocasiones hemos adoptado este punto de vista
para analizar los cuentos, relacionando el texto del
cuento con el “contenido manifiesto” del sueño. Y lo que
aquí llamamos “inconsciente del texto”, con lo que Freud
designa como “contenido latente”.

Es sorprendente como muchos de los caracteres típicos de


los cuentos constituyen rasgos propios de los sueños tal
como Freud los describió en La interpretación de los
sueños <Freud IsOca> y en forma más sintética en Sobre el
sueño <Freud 1901a>

Así: la indeterminación espacial y temporal — “ambigúedad


y versatilidad de la sustancia espacial” y temporal en el
cuento popular (Rivera 1977,11>—: la ambigúedad de la
idea de la muerte: el relativismo con que se presentan
ciertas experiencias vitales <gestación en tiempos no
reales, por ejemplo); la “ausencia de profundidad o de
interioridad de los personajes”: “personajes sin
densidad” (Jean 1988,22), etc.

La utilización constante de los mecanismos de


condensación y desplazamiento, considerados por Freud
como la expresión más clara del funcionamiento del
proceso primario, típico del inconsciente y, en general,
todas las operaciones de transformación que, desde
ángulos muy distintos, estudian Freud <lSDOa), Propp
(1974), Grupo “mu”<1987), López Tamés <1990)

(16).— Esta cuestión, de la diferencia entre “agente de


la comunicación” y “sujeto” se desarrollará más
ampliamente en el último capitulo.

(17).— podríamos haber utilizado textos de Neto (1968),


von Franz <1990), Reisig (1976), Diel (1976 y 1989),
Steiner <1984), Paz (1986), con los que nuestro
desacuerdo —con distintos grados— es mucho mayor que con
Bettelheim. En la última redacción nos ha parecido
innecesario, largo en exceso y de escaso interés.
(18).— preferiríamos llamar “signo” a la representación
que obtiene su valor del vinculo con el referente. Así,
el ejemplo clásico, la bandera como signo de la patria.

—143—
Y “símbolo” a la representación en tanto que obtiene su
valor fundamentalmente de la relación con las otras
representaciones de la cadena simbólica.
En este sentido, la aparentemente clara función de signo
de “bandera” respecto a “patria”, se ve complicada por
otros muchos nexos representacionales: la utilización, en
tiempos no muy pasados, de la noción ‘patria” y “bandera”
por unos grupos políticos más que por otros; “patria” ha
resultado cargado de sentido militarista; si representa a
la patria, también representa a otras cosas: formas de
gobierno, instituciones políticas; para los grupos
autonómicos representa unas cosas; para los grupos
nacionalistas representa otras, etc.
Y ello, en cada sujeto, está necesariamente mediado por
su filiación cultural y política en el sentido más
amplio, por sus experiencias personales en el conflicto y
en U paz, por su ubicación geográfica—política, etc,etc.

<19).” “Ojalá tuviera yo una hija tan blanca como la


nieve, tan roja como la sangre y tan negra como la madera
del marco” (Grimm, 1987 11,13)

20).— Bruno aettelheim parece tener numerosas ideas


acerca del minero tres, . . según las va necesitando para
interpretar distintos motivos:

“El minero tres de los cuentos parece referirse a menudo


a lo que el psicoanálisis considera como los tres
aspectos de la mente: ello, yo y super—yo. Otro cuento de
los Hermanos Grima,”Las tres plumas”, puede corroborrar
esta afirmación” (Bettelheim 1977,146)
Más adelante, —despues de la alusión recogida en el
texto: “tres porque es el número que, en el inconsciente,
está más íntimamente relacionado con el sexo”—,
encontramos:

“El número tres es un número místico y, a menudo,


sagrado, Incluso mucho antes de la doctrina cristiana de
la Santísima Trinidad. Representa a Adán, Eva y la
serpiente, que, según la Biblia, simbolizan el
conocimiento carnal. A nivel inconsciente, el número tres
representa el sexo, porque cada sexo tiene tres
características fundamentales: pene y dos testículos en
el hombre, y vagina y dos pechos en la mujer.

Sin embargo, también en el inconsciente, este número


representa el sexo, pero de un modo completamente
distinto, es decir simboliza la situación edipica y la
relación que comporta entre las tres personas implicadas;
dicha relación, como henos visto en la historia de
“Blancanieves” está más que impregnada de sexualidad”
Bettelheim 1977, 206)

—144—
<21>.— Este mismo autor, López Tamés, nos ofrece en otro
lugar de su libro, un ejemplo de lo que parece ser un
auténtico “código interpretativo” (concepto absurdo si se
trata de interpretar el inconsciente):

“Thompson <1972,528) recoge el estudio de Ccx sobre La


Cenicienta para demostrar lo que él entiende por tipo y
motivo. Este cuento, tipo, tiene los siguientes motivos:
—heroína maltratada, —sufrimientos en el fogón, —regalos
escogidos para las tres hijas del padre. La Heroína
escoge una rama de avellano y la siembra en la tumba de
su madre, —ayuda de la tumba, —tarea (selección de
granos), —animales que hacen la tarea (pájaros), —ayuda
de la madre transformada <pájaro sobre el árbol),
—vestidos mágicos, —lugar del encuentro (baile>, —huida
triple, —la Hercina se esconde en un peral <una vez), en
un palomar <dos) derribados por el padre, —trampa de
alquitrán, —zapatilla perdida, —prueba de la zapatilla
para el matrimonio, —pie mutilado, —falsas novias,
—testigos animales <pájaros>, -matrimonio feliz.
En ellos distinguimos: la rivalidad fraterna, la madre
nala:nadrastra/la madre buena:muerta, el regalo:la rama
<símbolo fálico, segWn Heisig, de ella nace un árbol y a
él va el pájaro mágico que le otorga lo que desee.
Cenicienta en su fantasía puede devolver al padre la
masculinidad perdida y ella recibir el premio>, la huida
ante el terror del sexo que sólo el padre puede vencer
cortando el árbol, peral o palomar donde se esconde, es
decir, cortando de raíz la inmadura relación edipica;
prueba de la zapatilla: madurez sexual, cópula,
integración de la personalidad adulta...”
(López Tamés 1990,64>

—145—
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS AL CAPITULO 2

ALEMAN,J y LARRIERAS (1901): Notas de la serie en Serie

Psicoanalítica 1 pp.15—74. Ediones CTP. Madrid

ANETEUD. y otros <1984): Art et fantasme. “L’or

d’Atalante”. Champ Vallon. Hácon.


BELLEMTN—NOEL,J. (1983): Les contes et leurs fantasmas.

PUF. Paris
BETTELHEI14, B. <1977): Psicoanálisis de los cuentos de

hadas Crítica. Barcelona


BRAUNSTEIN (cocrd.fl1983): La re—flexión de los conceptos

de Freud en la obra de Lacan Siglo XXI. México

CARVALMO—NETO, Paulo de (1968): Folklore y Psicoanálisis

Mortiz. México

D’ANGELO y otros (1991): Una introducción a Lacan. Lugar

Editorial. B.Aires

DEVEREUX, Georges (1984): Baubo. La vulva mitica.ícaria.

Barcelona
DIEL, Paul (1976): El simbolismo en la mitología griega.

Labor. Barcelona.

DIEL, Paul <1989): Los símbolos de la Biblia. FCE.


México.

DOR JoU <1986): Introducción a la lectura de Lacan


Gedisa. madres

146—
ESPINOSA Aurelio 14. (1946—47): Cuentos populares

españoles(2t.~ CSIC. Madrid

FEDIDA,Pierre (1979>: Diccionario de Psicoanálisis.

Alianza. Madrid.

FRANZ, Marie—Louise von (1990>: símbolos de redención en

los cuentos de hadas. Luciérnaga. Barcelona.


EREUOS. (1894a): Las neuronsicosis de defensa

AE III, p.41

FREUD,S.y BREUERJ.<1695d>: Estudios sobre la histeria

AB II.

FREUD,S. <losab): sobre el mecanismo osfcuico de la

~smgijgr& AB III, p.27?


FREUD,s. <1900a): La interpretación de los sueños.

AB IV y y.
FREUD,S. <1901a): Sobre el sueño AE V, p.613.

FREUD,S. (19db): Psicopatología de la vide cotidiana

AB VI.
FREUD,S. <1905e>: Fraamento de análisis de un caso de

k±.sflri.uAB VII, pA
FREUD,S. (1911e>: El uso de la interoretación de los

sueños en osicoanálisis AB XII, p.B3

FREUD,S. (1912b): Sobre la dinámica de la transferencia


93
AB XII, p~
FREUD,S. (1912e>: Conselos al médico sobre el tratamiento

osicoanalitico AB XII p.lO?

FREUD,S. (1913c>: Sobre l~ iniciación del tratamiento

<Nuevos consejos sobre la técnica del nsicoanálisís

11 AB XII, p.121

—147—

.
FREUD,s. (1913ff): El motivo de la elección del cofre

AH XII, p303

FREUD,S. C1914q): Recordar. repetir y reelaborar <Nuevos

consejos sobre la técnica del osicoanálisis II~

AE XII, p. 145

FREUD,S. <19158): Puntualizaciones sobre el amor de


transferencia AE XII, p~lSS

FREUD,S. (1916—17>: Conferencias de introducción al

psicoanálisis AH XV y XVI
2l5
FEEUD,S. (1919h): ~Qgfljfl~fl AE XVII, p.
FREUD,s, <1920g): Más allá del principio de placer

AB XVIII, p.l

FRE¶JD,S, <1926d>: Inhibición, síntoma y angustia

AH XX, p.7l

FREUD,S. (192Da): El malestar en la cultura AH XXI, p.57

FREUD,S. (1937c): Análisis terminable e interminable


AE XXIII, p.211

FROMNE, <1966): El lenguaje olvidado. Hachette. B.Aires

GEORGIN, Robert (1988): De Levi—Strauss a Lacan. Nueva

Visión. BAires

GERBER Daniel <1982>: La represión y el inconsciente


en: BRALINSTEIN (1983): La reflexión de los

conceptos de Freud en la obra de Lacan. Siglo XXI.

México

GRIMM, W.yJ. (1987-88): Cuentos de niños y del hogar.

(3t.) Anaya. Madrid.

GRINBERG, León (1987): Nuestra Vientificación con Freud

Revista de Psicoanálisis de Madrid. no.6, pp.¿9—76

—148—

,
GRUPO “mu” (1987>: Retórica General. Paidós. Barcelona.

GUTIERREZ SANCHEZ, G. (1989): Consideraciones

osicoanaliticas ¿cerca de la lectura Clínica y

Análisis Grupal ‘Jol.ll<2). No.51. Madrid

GLITIERREZ TERRAZAS,J. (1988): La “realidad osicuica

nrotiamente dicha no es la realidad osicolópica o

gil~mfltifl. Revista de Psicoanálisis de Madrid


mo.8, PP. 69—72

HEISIO, J.W. (1976): El cuento detrás del cuento, Un


ensayo sobre psique y mito Guadalupe. B.Aires

JEAN, Georges (1988>: Sl poder de los cuentos. Pirene.

Barcelona.

LACAN, 3. (1953): “Le symbolique, l’imaginaire et le

récí”. Conferencia del 8.7.53 ante la Societé

Frangaise de Psychanalyse. Inédita,

LACAN, 3. <1977): Los cuatro conceptos fundamentales del

psicoanálisis. Barral. Barcelona

LACAN, J. (1979>: Las formaciones del inconsciente. Nueva

Visión. B.Aires

LACAN, 3. (1980): Escritos 1. Siglo XXI. Méjico.

LACAN, 3. (1981): El Seminario de Jaccues Lacan: R.S.I

curso 1974—75 Ornicar? (parcial) no.3, pp.9—35.

Petrel. Barcelona.

LACAN, 3. <1981): El Seminario 1 <1953/54): Los escritos

técnicos de Freud. Paidos. Barcelona.

LACAN, J. (1983): El Seminario II (1954/55): El yo ea la

teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica.

Paidós. Barcelona.

—149—


.
LANGER, l4aria (1966>: Fantasías eternas a la luz del

Psicoanálisis. Paidós. BAires.

LAPLANCHE y PoNTALIS (1979): Diccionario de

Psicoanálisis. Labor. Barcelona

LEVI—STRAIJSS, C. (1970>: Antropología estructural.

Editorial Universitaria. B.Aires

LEVI—STRAUSS, C. (1986) La alfarera celosa Paidós.

Barcelona
LEVI—STRAuSS, 0. <1991>: Las estructuras elementales del

parentesco. Paidós. Barcelona.

LOMBARDI, Gagriei (199).): La resistencia como máscara del

deseo puntosur. madres

LOPEZ TAHES,Ro,nán (1990): Introducción a la Literatura

Infantil. Secretariado de Publicaciones de la

Universidad de Murcia

MAXNoNI, 0. (1979>: La otra escena, Claves de lo

imaginarte. A,aorrortu. 8. Aires

MZRINI, Marcene (1989): Lacan: itinerario de su obra.

Nueva Visión. B.Aires.

I4ASOTTA, Oscar (1986): Hl modelo pulsional Catálogos

Editora. BAires
MILLER, sa,. <1984): Dos dimensiones clínicas: síntoma y

fantasma. Manantial. B.Aires

MILLER, J.A. (1966): Recorrido de Lacan Manantial.

B .Aires

NASIO (1980): La voz y la interpretación. Nueva Visión.

E .Aires

PAZ, Noemí (1986>: El cuento de hadas. Leviatán. B.Aires

—158—
PROPP, V. (1974): Las raíces históricas del cuento.

Fundamentos. Madrid

RIBETTES, Jean—Michel <1984): La troisi~ee dimension du

£Anflmm, en: ANZIEU y otros (1984): Art et


fantasee. “L’or dAtalante”. Champ Vallen. Mácon

RIVERA, Jorge B. <seleo. y notas) <1977>: El cuento

popular. Centro editor de América Latina. B.Aires


ROBERT, Marthe (1973>: Novela de los origenes y origenes

de la novela. Taurus. Madrid


ROSENFELD, David <1976): clínica psicoanalítica. Galerna.

E. Aires
RYCROFT, Charles (1976): Diccionario de Psicoandlisis

Paidós.

SAFOUAN, Moustapha (1989): La tramefereacia y el deseo

del analista Paidós. Barcelona

SALINAS, Pedro (1983); Ensayos Completos. Taurus. Madrid

SAUSSURE, Ferdinand de <1967): Cours de linguistique

général. Bibliothégue Scientifique. Payot. Paris


SOPENA, Carlos <1976): Nota sobre la noción de
4ente en lAcan, en: En torno a Lacan 1.
~ndonsc
Revista Uruguaya de Psicoanálisis XIV, no,2.
Montevideo

STEINER, Rudclf (1984): La sabiduría de los cuentos de

hadas. Editorial Rudolf Steiner. Madrid

THOMPSoN, Stith (1972): El cuento folklórico. Universidad

central de Venezuela Edic. de la Biblioteca.

Caracas.

—151—
CAPITULO 3

FUENTES: CRITERIOS DE SELECCION Y CLASIFICACION DE LAS


VERSIONES POPULARES Y LITERARIAS
INDICE DEL CAPITUlO 3

3.1.— Selección y clasificación de cuentos populares.

3.1.1.— Selección y fuentes.

3.1.2.— Denominaciones.

3.1.3.— Clasificación.

3.2.— Selección y clasificación de Versiones literarias.

3.2.1.— Selección y fuentes.

3.2.2.— Criterios de clasificación,

3.2.2.— clasificación.

—153—
3.1.— selección y clasificación de cuentos nooulares

3.1.1.- Selección y fuentes

Para efectuar la selección que a continuación se presenta

ha sido necesaria la lectura de dos mil cuentos


repartidos en distintas recopilaciones.

La mayoría de los autores presentan sus cuentos sin

adoptar ningún criterio de clasificación, excepción de

los dos Espinosa, padre e hijo, y de Antonio Rodríguez

Almodóvar. Por ello ha habido que seleccionar, primero,

todos aquellos que pudieran corresponder al ciclo de “La

niña perseguida” y despues discriminar entre éstos, las


versiones correspondientes a “La niña sin brazos”.

Entre las versiones de “La niña perseguida” ha habido que


elegir. El número de ellas es muy elevado y abundan las

repeticiones casi idénticas y la dispersión de motivos.

Por tanto, hemos procurado mantener, ante dos versiones

muy similares, aquella que ofreciera alguna

particularidad.

—1¾ —
Respecto a “La niña sin bra zos” hemos aceptado todas las

versitnes que han llegado a nuestras manos. Con la única

limitación de los problemas de clasificación que hemos

tenido con algunas vors iones que presentan ciertos

motivos fundamentales del cuento pero a las que,

globalmente, no se las puede clasificar dentro del tipo y

han sido excluidas.

Se han revisado otras recopilaciones <Cuentos populares


en los fondos de AustralEspasa Calpe; los volúmenes

publicados de cuentos clásicos en Crítica; la Biblioteca

de Cuentos Maravillosos de olañeta, los cuentos de hadas

por paises, publicados en los años cincuenta por la

editorial Molino, el volunen dedicado a los Grimm en

Alianza, etc) pero, finalmente, las versiones


seleccionadas pertenecen a cuatro editoriales:

-155-
AFANASIEV, AM. <1987): Cuentos populares rusos 3 tonos.

Madrid. Anaya.
CALVINO, Italo (1990): Cuentos populares italianos

2 tomos. Madrid. Siruela

ESPINOSA, áurelio 14. <1946-47): Cuentos populares

españoles. 3 tomos. Madrid. CSIC. Instituto

“Antonio ‘de Nebrí ja” de Filología

ESPINOSA, A. 14. (hijo) <1957—88>: Cuentos populares de

Castilla y León 2 tomos. Madrid. CSIC.

GRIMM> 3. y W. (1983): Cuentos de niños y del hogar

3 tomos. Madrid. Anaya


PEE3AULT Ch. (1983): Cuentos de antaño Madrid. Anaya.

RODRíGUEZ ALNoDOVAH A. <1983—84>: Cuentos al amor do la

lujabre 2 tomos. Madrid. Anaya

Finalmente, señalar que si el material seleccionado es

interesante y rico, el oue hemos tenido que dejar no lo

es nenes, Hay cuentos sorprendentes que hemos tenido que


apartar porque no correspondían a nuestro objeto de

anélisis, o porque le hubieran dispersado en demasía.


pero que ahí están, ejerciendo desde su silencio de

siglos esa extraña fascinación que hemos sentido todos

io.s que hemos penetrado, aunque sea poco, en este campo

familiar e inquietante a la Vez.

—156—
3 . 1. 2 . — DenominaOionCS

La denominación “La niña p~rseguida~ que representa a

todo el ciclo, es antigua. Aparece en Espinosa (1946), en

Puymaigre (1884) y, antes todavía, en D’Ancoma <1872),

citado por puymaigre y por Italo Calvino (1990).

Es recogida por Rodríguez Almodóvar <1983) y, desde

luego, mantenida aquí por su sencillez, lirismo y carga

dramática.

Hemos dividido el ciclo en cinco categorías

fundamentales:

a) niña perseguida por múltiples perseguidores

<especialmente el padre, o representante)

b) niña perseguida por el padre (o representante)

o> niña perseguida por la madre (o representante)

d> niña perseguida por las hermanas (o representantes)

e) niña perseguida por motivo de los hermanOs

f) niña perseguida por el novio bandido

De estos grupos sólo podremos ocuparnos, salvo menciones

ocasionales, de los tres primeros y de una de las

versiones del último.

—157—
Respecto al primero, “La niña sin brazos”, no hace falta

justificar su denominación: forma parte del contenido de

todos los cuentos. En otro momento se verá que hay

versiones literarias que no incluyen la mutilación de los

brazos, aunque sí otros motivos del cuento suficientes

para definir al tipo.

Respecto a los dos siguientes, tampoco es necesario

justificar la denominación del grupo. Queda justificada

en el contenido. Pero sí los subgrupos:

Llamamos “Como a la ~ al conjunto de versiones cuyos

argumentos comienzan por la pregunta del padre acerca del

amor de cada una de las hijas. Es el tipo 923 de

Aarne—’rhompson, que también se suele denominar “Rey Lear”

en base a que la famosa obra de Shakespeare es sin duda

la versión más conocida del tipo.

Ray una versión cinematográfica reciente: “Ram” de

Kurosawa.

Al primer subgrupo de b) podríamos haberle denominado

“Piel de Asno”’ más conocido. Hemos preferido “Maria de

madera” precisamente pot eso, por ser menos conocido y

evitar así, en lo posible, que este subgrupo entero quede

asimilado automáticamente a la versión “Piel de asno” de

perrault, que si es la más conocida en nuestro país, no

es en absoluto ni ln rAs interesante, ni la más bella

literariamente.

—158—
Tampoco hemos querido que las versiones de la niña

perseguida por la madre quedaran riqidificadas en torno a

dos clásicos: “Blancanieves” y “Cenicienta”. Por tres

razoneS: 1) hay muchas más versiones, algunas de ellas

fascinantes de leer y atractivas para estudiar, 2>

Perrault y los Grimm han sido recopiladores

importantísimos. Pero el primero desconocía la necesidad

de rigor del folklorista (especie que man no había

nacido) y los segundos estaban notablemente influidos por

una moral y una ideología que parecen sobreponerse al

rigor.

De ahí, el tono edulcoradO, innecesariamente <a nuestros

fines, no a los suyos, claro) pícaro y satírico de las

versiones del primero; y conservador, mojigato y

depresivo de los segundos.

Por si estas reservas fueran pocas, las versiones que más

se conocen de Perrault y de los Grimm (cenicienta y

Blanoanieves respectivamente, por ejemplo), han sido

reforzadas por el trabajo cinemattgflficO de Walt Disney.

Seguramente nadie como él haya hecho más por la difusión

de, al menos, algunos cuentos populares, y también nadie

~ él haya hecho menos por el respeto al contenido, al

estilo y la gracia de los mismos.

—159—
De manera que si al leer la palabra “Blancanieves”,

alguien piensa en la Blancanieves que vió en el cine

preferimos llamarla como sea. Y hay títulos entre los

cuentos populares oportunos y bellísimos. Por ejemplo

esta “Bella Venecia” (que es la madre, no la niña) o la

“Blancaflor”, tan típica en Castilla.

3) Para “Cenicienta”, además de las razones aducidas, hay

otra de mucha importancia clasificatoria:

“Cenicienta” en realidad no es sólo el nombre de la

protagonista de una historia concreta (Cendrilión, O

Cucendron = ~ en Perrault) sino también, y

sobre todo, una denominación genérica de “La niña


perseguida” <Cinderella, en Ccx). Casi todas las niñas

perseguidas, en una u otra forma, son “cenicientas”:

a> tras su “delito” son marginadas: abandonadas en el


bosque, cuidadoras de pavos, sirvientas maltratadas,

emparedadas, mudas. La marginación que supone hacer la

vida en la cenicera de la casa (en los cuentos españoles)

o en la estufa (en los rusos), con la consiguiente

suciedad, no es sino un ejemplo entre muchos.

b) en su huida, estas niñas perseguidas, suelen además


adoptar disfraces cuyo denominador común es el horror, la

repugnancia o la suciedad: “toda—clase—de—pieles”, piel


de vieja, piel de asno, envueltas en un ‘~cuerpoII de

madera, harapos, falsos piojos, encerradas en un

candelabro, etc.
o) otra característica bastante repetida de “las niñas

perseguidas” es su silencio, su extraño mutismo. Con

frecuencia ella oculta sus origenes y las acciones que

han dado lugar a su lamentable situación actual

Este motivo, de la callada marginación y la suciedad, nos

parece significativo aunque sólo fuera por la


perseverancia con que se presenta en casi todas las

versiones. Más adelante lo estudiaremos en relación con

el motivo del incesto y la mutilación.

Por otra parte encontramos conductas parecidas en

diferentes ceremonias rituales femeninas (La Fontaine

1987) lo que nos sugiere el carácter iniciático del

motivo. De la iniciación y su relación con incesto y

mutilación también hablaremos ep otro momento.

Por esta razón preferimos mantener “cenicienta” como una

denominación genérica del cicle y denominamos a este tipo

<“Niña perseguida por la madre: celos de la madre y


rivalidad fraterna”) valiéndonos de un titulo muy

representativo; “Rosina en el hornow

—161—
3.1.3.- Clasificación de .la< versiones seleccionadas, con

indicación del tipo correspondiente a cada subgrupo, de

acuerdo con el Indice de Tipos de Cuentos de

Aarne-Thompson (Thompson 1972>:

Ciclo de La niña nerseauida

1.— La niña sin brazos <TipO 706)

1.1.— La niña sin brazos (E 137)


1.2.— La niña sin brazos <RA 31)

1.3.— Oliva (IC 71)

1.4.— La muchacha sin manos <G 31)


3.5.— La pava Id 41
1.6,— La inanquita <A 279)
1.7.— La nuera malquerida (Baran)
1.8.- La niña sin brazos (Es 99)
1.9.- La niña sin brazos (EsleO)
1.10.—La niña sin brazos <EslOl)
1. 11 • —La niña sin brazos <EslO2)
1.12.—El cisquero y el demonio (Es jo))

—162—
2.— persecuida mor el madre

2.1.- María de madera (Tipo 510 a)

(Padre quiere casar con la hija>

2.1.1.— Los tres trajes <RA 32)

2.1.2.— El pavero del rey (RA 35)

2.1.2.— María de madera (1C103)


2.1.4.— Repón de piel de cerdo (A 291)

2.1.5.— Toda—clase—de—pieles (0 65)

2.1.6.— Piel de asno (Prrlt)

2.1.7.— La zarevna en el reino subterráneo(A 211>


2,1.8.— El príncipe Danila—GovOrila <A 114)

2.1.9.— Los tres trajes <Esílo)


2.1.10.—La encontrada (E5106)

2.1.11,—El espejito mágico <A 211)

2.2.— ~gmo..&.Jj...iiJ.<Tipo 923)

(Padre quiere palabras de amor)

2.2.1.— La pavera <E 120)

2.2.2.— Como la sal en el agua <E 123)

2.2.3.— como la sal en el agua <E 124)

2.2.4.— Como la vianda quiere la sal <RA 34>


2.2.5.— como a la sal (íC 54>

2.2.6.— Piel de vieja (IC 70)

2.2.7.— La pastora gansos manantial (a 179)

2.2.8.— Como la vianda quiere a la sal (EslO7)

2.2.9. La zamarra <EsIO8)

—163—
3 . - Persecuida mor la ma~

3.1.— Bella Venecia (Tipo 709>

(Madre persigue por celos>

3.1.1.- Blancanieves (E 142)

3.1.2,— La mala madrastra (E 144)

3.1.3.— Blancaflor (E 1431


J.l.4.—Blancaflor <E145)

3.1.5.— La peña de los enamorados (RA 40)

3.1.6.— El espejito mágico (A 211)

3.1.7,— Blancanieves (G 53)

2.1,8.— La bella Venecia (IdOS)


3.1.9.— Blanca Flor (Eslís)

3.1.10.-La madre envidiosa <Esll6)

3.2.- Rosina en el horno (Tipo 510 A)

(Celos madre y rivalidad fraterna)

3.2.1,— La fregona <E 119)

2.2.2.— Estrellita de oro (RA 33>

3.2.3.— Resma en el horno tíc 64>

2.2,4.— EL zapatito de oro <A 292>

3.2.5.— La tiznada (A 293>


3.2.6.— La Cenicienta (6 21)

3.2.7.— La Cenicienta (Prrlt>

3.2.8.- Morozco (A 95)


3.2.9.— La hija y la hijastra (A 98)

S.2.ío.—Las tres qracias por Dios (Esll3)


4.— Persecuida flor h~flnaflli (Tipo 707>
(Gran semejanza formal con “La niña sin brazos”).

4.1.— El pájaro sabio (E 138)

4.2.— La hija del carbonero <E 139)

4.3.- El pájaro que canta el bien y el mal (E 140)


4.4.— Piernas plata rodillas, brazos oro codos(A 285)

4.5.- Los tres pajaritos <G 96)

4.6.— La ciervata (EslOS>

4.7.- Los siete infantes (EslíS>

4.8.— El pájaro Belverde (XC 87)

5.- Los siete cuervos (Tipo 451)

(Doncella que busca a su hermano y es perseguida por

su causa>

5.1.— Los siete cuervos (E 115>


5.2.— La madre envidiosa (RA 37)

5.3.- Mariquita y sus siete hermanitos (RA 38>

5.4.— Los siete cuervos (RA 39)

5.5.— Los doce hermanos (0 9)

5.6.— Los siete cuervos (0 25>

5.7.- Los seis cisnes (0 49>

—165—
6.— El novio bandido (Tipo 955)

6.1.— El novio bandido (0 40)

6á.— El asesino sin mano (IC 89)

3.2.— Selección y clasificación de versiones literarias

3.2.1.— Selección y fuentes

Los estudiosos del tema llaman “versiones literarias” a


aquellas que tienen autor conocido o a aquellas que han

sido conocidas tras su publicación en órganos de difusión

literaria y culta, Generalmente, tras la versión

literaria están versiones populares que han sido

modificadas, embellecidas o distorsionadas por el autor

de la versión escrita.

Un ejemplo puede ser el Cuento del rey SaltAn, de su

hijo, el. príncipe Guidón, glorioso paladín, y de la bella

princesa Cisne (Pushkin 1973>, que no es sino una


versión, pésimamente versificada por cierto, del tipo

popular “Los tres hijos dorados” (Tipo 707 de Aarne y

Thcmpson) y, que nosotros nemes incluido bajo el epígrafe

“Niña perseguida por hermanas”.

—166-

:
La versión popular tiene como nota fundamental su
caracter de transmisión oral. Su aparición en forma
escrita se debe al trabajo de recopiladores que han
registrado las versiones orales con mayor o menor rigor.

En cuanto a las versiones literarias de “La niña sin

brazos”, no hemos tenido acceso a las versiones

originales —con la excepción de constanza, de Chaucer,

que aparece bajo el titulo “Cuento del jurisconsulto” en

los Cuentos de Canterbury (Chaucer 1988>— , valiéndonos


en su defecto do los resúmenes o datos citados por los

siguientes autores:

—167—
BOLTE—POLIVKA (1913): Ammerkungen zu den Kinderund

Hausmárchen dar Brader Grimm , vol.I, 298. Leipzig.

COX, Harían Roalfe (1893>: Cinderella. Londres

DAUMLING, Heinrich (1912>: Studie tíber den Typus des

“M&dchens ehne Hánde” innerhalb des

Komstanze—Ziklus. J«lnchen

ESPINOSA Aurelio M. (1947): Cuentos populares españoles.

(t.II) Madrid. Consejo Superior de Investigaciones

Científicas.
PUYMAIGRE, Conde de (1884): La filíe auN mains co1~~égs

Revue de L’Histoire des Religions. Sept. Oct 1884


SUCHIER, Hermana <1884—85): Oeuvres poétiques de

Philippe de Remí, Sire de Ecaumanoir, tomo 1.

Paris.

Estos investigadores del folklore aparecen en todas las


bibliograflas de quienes han trabajado el cuento popular

con cierta seriedad y son referencia obligada al diseñar

cualquier investigación en este campo. NO está igualmente

claro que todos los que los citan los hayan leído

directamente, sobre todo por la enorme dificultad que

supone tener acceso hoy a sus obras. La antigoedad de las

ediciones, la extinción de algunas de las revistas en

donde fueron publicados, el carácter restringido de la


mayoría de esas publicaciones, han sido algunas de las

dificultades para su localización.

—leSt
Conseguir estas obras ha supuesto una considerable

dedicación y una no menor satisfacción.

2,2.2.— Criterio de clasificación de las versiones

El cuento “La niña sin brazos” tiene una estructura


secuencíal con características netamente diferenciales

respecto a otros grupos de “La niña perseguida” y, mgs

aún, respecto a los cuentos maravillosos en general.

Esta estructura formal viene dada por la presencia de

unos motivos fundamentales y la eventual ausencia de

otros.

Los conjuntos de motivos básicos del tipo son;

A: Conflicto incestuoso seguido de mutilación


B: Conflicto incestuoso sin mutilación

C: Otros conflictos seguidos de mutilación

D: Otros conflictos sin mutilación

E: El príncipe la encuentra, Boda

1’: Acusación falsa y destierro de la niña y Sus hijos

G: Reencuentro con el marido. Final feliz

—169—
Teniendo en cuanta que los tres últimos aparecen siempre,

con la excepción notable del “Victorial” de Gámez, será

la presencia o ausencia de los cuatro primeros Conjuntos

de motivos lo que decidirá la clasificación de las

versiones:

A (sin F) —-—> a tipo Viotorial (excepcional)

A ——-‘ b tipo propianente dicho de “La

niña sin brazos”, en versión

literaria. (ejemplo: La

Manekine>

8 ———> o tipo 0ff:- ~tni. Parecido en

todo a “La niña sin bra2os”,

salvo la ausencia de

mutilación. t~ue en “Offae


priní” y “Helena de

Constantinopla” queda aludida.

D ——-> d tipo Constanza (al menos la de

Chaucer)

O —--> e tipo común en las versiones

populares y orales (Ejemplo:

Olive)

—170—
3.2.3.— Clasificación

la.— !19t9rifl. de Gutierre Dias de Ganez, siglo XV

<1440, según Dáumling)

lb.— La Manekine, poema francés de Philippe de

Bemuruanoir, Señor de Remy, compuesto en el siglo XIII

<1270 según Dáuxnling y Boíte—Polivka) y publicado en

Paris en 1840, por M. Francisque Michel (Puynaigre 1884,

i96>

2b.— La historia de la hija del rey de la oacia,editada


por Wesselofsky: “Novelle della figlia del re di Dacia”.

Pisa 1866.

Dáunling la sitúa en el siglo XIV.

3b.— Historia del Rey de Hungría en: “Documentos de la

Corona de Aragón. Documentos Literarios en antigua lengua

catalana <Siglo XIV y XV>”. Pp. 53—79. Barcelona, 1657”

41,.- La reoresentación de santa Oliva, antigua obra

dramática italiana que ha tomado forma escrita gracias a

14. d’Ancona en 1872: “Sacre rapprezentaziOni dei Secolí

XIV, XV, XVI”. plorencia.

—171—
Sb.— Leyenda hispano-arábiga publicada por Robles en:

“Leyendas moriscas”. Primera versióm en 1, 43—53. <Citado

por Espinosa).

6b. — Segunda versión de la leyenda hispano—arábiga. En:

Robles “Leyendas moriscas” 1, 182—221.

lo.— Vita Offae mriml, la más antigua versión literaria

según Suchiar que la sitúa en el siglo XII. Hacia el 1200

según Bolte—Polivka. Dáu,nlimg da la fecha de 1259.

2c.— H&± nfl.~, cuento alemán escrito en dialecto

bávaro—austriaco, del siglo XIII (años 1256—58. según

Dáumling), citado también por Suchier. Publicado por

Pfeiffer en 1848 (según Bolte—Polivka):

3c. - Histoire de la belle Héléne de Constantinoele, madre

de San Martin y de San Brice. Resumido por Puymaigre de:

Nisard,M.Ch. “Ristoire des livres populaires, tonel,


5 y ss.
pp.41

4c.— La condesa de Aniou, escrita en 1316 por lehan

Maillart, según Dáumling (o Jehan Alart, según

Bolte—Polivka>.

Está recogido en los “Manuscrits de la Bibliothéque du

Y~oi”, por Paulin Paris, tomo VI, 40.

—172—
Sc. -Vida de constante, en la “Crónica Anglo—Normanda” de

Nicholas Trivet, 1334.

Tambien en “Confessio Anantis”, de Gower (1290).

60.—El cuento de Empre, publicado por Ritson en “Romances

métricos de inglés antiguo”, en Londres, 1802,


2O4—247.
vol .11 ,pp.

70.— Novella di Dionisia, incluida en “11 Pecorone”, de

Giovanni Fiorentino (1378).

Sc. — En el siglo XV, BartalomeO Fazrio compuso una novela

titulada: De origine bellí inter Gallos et Britannos,

siguiendo un antiguo relato en lengua vulgar. Enseguida

esta historia fue contada en italiano por JacopO di

Poggio Braccioliní, en una novela que imprimió con el

título: Storia dell’ origine della atierre tra £ fraflcesí

e cli inclesí (Florencia, 1542) y reimprimida bajo los de

Novela di incerto autore (Florencia 1834) y Novella

della Pulcella di Francia (Lucqties, 1850).

íd.— Chaucer, en Cuentos de Canterbury <h.1385), incluye

la historia de Constanza bajo el epigrafe;”Cuento del

jurisconsulto”

—173—
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS DEL CAPITULO 3

AFAflASIEv, A.N. <1984): Cuentos populares rusos 3 tomos.

Madrid. Anaya. 1907

BOLTE—POLIVXA <1913> Anmerkungen su den Kinderund


Hausmárchen der artíder Grimm , volí, 298. Leipzig.

CALVINO, Italo (1990): Cuentos populares italianos

2 tomos. Madrid. Siruela


COX, Manan Roalfe (1893): Cinderella. Londres

CHAUCER, Geoffrey (1988): Cuentos de Canterbury. Clásicos

Universales Planeta. Barcelona

~AUMiING Heimrich (1912): Studie tíber den Typus des

“Hádobeas ohne MAnde” innerhalb des

Konstanze—ziklus. Mtínchen

ESPINOSA, Aurelio M. <1946—47): Cuentos populares

españoles 3 tomos. Madrid. CSIC. Instituto


“Antonio de Nebri~a” de Filología

ESPINOSA, A, M. <hijo> (1987-88), Cuentos populares de


Castilla y León 2 tomos. Madrid. CSIC.

GRIHH, J. y W. (1985—86): Cuentos de niños y del hogar

3 tomos. Madrid. Anaya. 1988

PERRAULV, Ch. (1983>: Cuentos de antaño Madrid. Anaya.

—144-
PtJSHKIN, Alejandro (1973): cuento del rey Saltán, de su

hijo, el príncipe Guidón, glorioso paladín, y de la

bella princesa Cisne.ProgrCSO. Moscú.


PUYMAIGRE, Conde de <1884): La filíe aur mains coupées

Revue de L’Histoire des neligions. Sept. Oct 1884

RODRíGUEZ ALMODOVAR, A. (1983-84): Cuentos al anor de la

lumbre 2 tomos. Madrid. Anaya

SUCHIER, Hermann (1884—85): Oeuvres poéticwes de

Philippe de Rení, Sire de Beaumaiioir, tomo 1.

Paris.
THOMPSON, Stith (1972): El cuento folklórico, universidad

Central de Venezuela. Ediciones de la Biblioteca.

Caracas

—175’
CAPITULO 4

ANALISIS DE LOS TEXTOS


INDICE DEL CAPITULO 4

4.1.— Un grupo excepcional: versiones que presentan un

motivo “realista” para la mutilación.

4.. 2.— Motivos frecuentes de la mutilación.

4.3.— El origen explicito del conflicto.

4.3.1.— La venta de la hija.

4.3.2.— Una venta con características especiales.

4.3.3.— La hija víctima y el padre verdugo.

4.3.4.— Similitud con versiones de relación

hermano-hermana.

4.4.— El padre diabólico.

4.4.1.— Padre asociado al diablo y al judío.

4.5.— El incesto, motivo central en “La niña perseguida”.

4 5•1 . — En el subqrupo “Haría de Madera”.

—177—
4.5.1.1.— En dos versiones difíciles de clasificar.

4.5.1.2.— Una referencia al incesto en el Romancero.

4.5.2.— En el subgrupo “Cono a la sal”.

4.5.3.- En el subgrupo “Bella Venecia”.

4.5.3.1.- La madre y su actitud asesina: relación con el

incesto

4.5.3.2.- El odio de la madre en los romances de incesto.

4.5.3.3.— El odio de la cuñada en las versiones

hermano—hermana.

4.5.3.4.— La madre malcasada.

4.5.4.— La actitud seductora de la hija.

4.5.5.- Silvanat un romance que comprende los distintos


elementos.

—128—
Un autor ya clásico y universalmente reconocido en el

campo del cuento folklórico es Stith Thompson.(l)

En su obra El cuento folklórico <1972, 170), leemos;

“La doncella sim manos siempre empieza contando cómo la

heroína no tiene manos y está abandonada a su suerte. La


razón de este cruel castigo difiere ampliamente a medida

que el cuento se sigue de una a otra área, Puede ser

porque ella rehúse casarse con su padre, o porque su

padre la ha vendido al diablo (5211), o porque a pesar de

sus órdenes ella insiste en orar, o por los celos y

Calumnias de su suegra o su cuñada, Sea porque la

abandonan en el bosque o en el mar, la ve un rey que la

lleva a su casa y se casa con ella a pesar de su

mutilación. Por segunda vez la echan con su hijo recién

nacido porque uno de sus parientes ha cambiado una carta

anunciando su nacimiento, por un mensaje anunciando el

nacimiento de un monstruo(...) La forma en que la heroína

recobra sus manos y con el tiempo se reúne con su marido,

Se maneja con notable variedad, tanto en las versiones

Orales como en las escritas. Algunas veces también, como

en Chaucer, hay una reduplicación del destierro.

—179—
El tratamiento literario de este tema general comienza ya

en el 1200 en el sur de Inglaterra. Entre esa época y el

siglo XVII recibe no menos de diecisiete tratamientos

literarios, incluyendo los de Chaucer y Gower, y en el

romance de Emare. Con ligeras variaciones aparece en Las

mil y una noches, de donde ha entrado en la tradición


oral de Arabia. Basile relata el cuento en su

Pentaiserone, y forma el tena de un grupo especial de

canciones folklóricas del sur eslavo. Sea cual fuere la

relación del cuento oral con tratamientos literarios bien

conocidos, no puede haber duda de la popularidad del tema

entre los narradores analfabetos. Pocas colecciones, en

toda la extensión europea desde Irlanda hasta el oriente

de Rusia, dejan de incluir este cuento, Se conoce en el

Cercano Oriente y en Africa central, pero no ha sido

anotado entre los cuentos de la India o tierras más

lejanas. En América no sólo ha sido tomado por los indios

Micmac y Wyandot, sino que ha sido llevado por los

franceses a Miesouri y por los isleños de Cabo Verde a

Massachusetts. En Sudamérica ha llegado hasta Brasil y


Chile. El cuento oral es tan popular y tan ampliamente

distribuido que merece más estudio del que hasta ahora ha

tenido.”
4.1.— Un grumo exoencional, versiones cus uresentan Un
motivo “realista” rara la mutilación

Una versión de este cuento, la recogida por Aurelio 14.

Espinosa, hijo, en covarrubias (Burgos> en 1936, La niña

sin brazos <E 137), trata de un molinero que tenía Una

hija bondadosa que daba harina a los pobres. El molinero,

indignado, se lo prohibo: “si das más harina te voy a

matar”. Ella transgrede la prohibición y el padre parece

decidido a cumplir su amenaza con todo sadismo: la lleva

al campo, le corta los brazos, le Baca los ojos y la deja

atada a un árbol (Espinosa, hijo, 1987).

Huy parecida en el comienzo es la versión recogida por su


padre (Espinosa, 1946) en Solosancho (Avila), antes de

1923: La niña sin brazos (Es 100):

“Y el padre, al ver que su hija le había dao pan a

una mendiga, se enfadé mucho. Y la llevó a un mente y la

desnudé y la cortó los brazos y la até a una encina y so


vino a casas

Ambas versiones nos recuerdan a un cuento de otro tipo,

el ‘Tipo 720 de Stith Thompson: “mi madre me maté, mi

padre me comió”. Nos referimos al cuento La asadura del

hijo (E 216>:

—181—

.
Un padre hortelano prohibe a su hijo la venta de una
magnífica berza que guarda para la cena de Nochebuena. La
transgresión de la orden paterna tiene consecuencias

trágicas: el padre se dirige a la casa de la huerta, coge

un cuchillo, mata al chico, le saca las asaduras y las

lleva a cama en donde hace que su mujer las prepare para

almorzar. Despues de haberlas comido le dirá que esas


asaduras eran del hijo(2)

En los tres casos se trata de una severisima amenaza y

posterior ejecución, tal vez para atajar drásticamente el

empobrecimiento de la ya pobre hacienda. Aun cuando en el

tercer cuento lo que parece estar más en juego es el

orgullo cerril del hortelano quien como toda explicación

a su atroz asesinato dice: “yo por dinero no me vendo”.

Otro cuento relacionado con estas versiones de “La niña


sin brazos”, es el titulado “Los gañanes”, de la
colección de Jiménez, citado por R.Almodévar <1982,72),
en que el padre manda mutilar a la hija (manos y ojos)

por haber dado de comer magníficamente a los gañanes

contra su voluntad, que impone darles peor comida que la

ofrecida a los cerdos.


Tanto por este “motivo”, como por el hecho de que la

protagonista también sea una auchacha, el cuento que

estudiamos emparenta más con “Los gañanes” que con “Las

asaduras del hijo”


Podemos conjeturar que tal vez este inicio (el carácter y
contenido de la prohicién, sobre todo) constituya un
aprovechamiento del cuento, mediante una desviación del

motivo original, —que deberemos averiguar—, al servicio

de un fin realista: evitar la mala utilización de los


bienes propios

Nótese, por otra parte, que si en esta versión, a


diferencia de todas las demás, la razón de la mutilación

parece ser de carácter “realista”, también es algo

especifico de esta versión que en ella no aparecen, ni se

inencionanen ningún momento, la esposa u otros hijos. Sólo

el padre y la hija. Solos el padre y la hija: tal vez

ello venga a ser un indicio de lo “reprimido” en el


cuento,que constituye el objeto de nuestra indagación

No obstaqte, en la mayoría de las versiones de La niZa

sin brazos,la mutilación nc tiene este claro carácter de

castigo por la tranegresida de una nona paterna de


aspecto realista.

(Realista en el sentido de una norma que bien podría ser

cercana al modo de vida y costumbres del ámbito rural y

popular en que se situa el cuento: controlar el gasto de

los alimentos, reservar ciertos productos para


celebraciones familiares, recelo ante la práctica de la
limosna, etc.

—183—
4,2.— Motivos frecuentes de la mutilación

En ciertas versiones la mutilación se prodaice para evitar

que la niña, en extremo piadosa, haga la señal de la


cruz. o como castigo a sus lecturas cristianas. O cc~

alternativa piadosa a una sentencia de muerte,


goneralmente motivada por los celos de otras mujeres.

(ver cuadro A, al final del capitule>

En cualquier caso parece que hay una clara desproporción,

si nos mantenemos en el nivel del sentido común, entre

los motivos y sus consecuencias. Desproporción que, ya


por sí sola, presenta un carácter enigmático.
¿A qué obedece tal saña: cortarle los brazos, sacarle los
ojos, abandonarla en ese estado atada a un árbol?.

Un castigo así parecería ints propio de un reo para el que


la muerte no fuera castigo suficiente. De hecho, en
varias versiones se la amenaza primero con la muerte,
pero luego se la mutila horriblemente y se la abandona.
¿No es castigo propio (en un sentido histórico) de un
pecado horrendo?. he lo sabemos porque la nuestra no es
una sensibilidad propia de épocas primitivas. No
obstante, si podríamos decir que, ahora, nos parecería un
castigo de una crueldad terrible que nos haría pensar en

una falta gravísima de la víctima o en un sadismo

siniestro del verdugo. . ‘si efectivamente, lo hacemos

desde el vértice de la conciencia de ~a razón, ~


sentido común.

84 —
Tal vez no es tan dramático si nos situamos en el ángulo

de la ensoñación, del pensamiento dejado a su

espontaneidad. (3)

4.3.- El origen exalicito del conflicto

Hemos visto el comienzo de las versiónes de los Espinosa

en las que el terrible castigo corresponde a la

transgresión de la prohición de dar harina o limosna a

los pobres. Este principio nos hacia relacionarlas con

“Los gaftanes~ o “La asadura del hijo”.

Tambien que en las otras versiones que nanejamos, la

razón explícita y concreta de la mutilación es diferente

a ésta (ver cuadro A).

Ahondaremos ahora en el desencadenamiento del conflicto y

en las razones menos explicitas del mismo.

Con la excepción de estas dos versiones citadas


<E137,EslOO), están siempre implicadas otras personas,
las más cercanas a la protagonista por cierto, con lo que
el motivo adquiere un alto grado de significación, que en

aquellas versiones no tiene.

<ver cuadro B, al final del capitulo)

—185—
Observemos ya un dato fundamental: en ninguna versión
popular el motivo de la mutilación, o el origen del
conflicto tienen que ver con el deseo incestuoso,

explicito, del padre hacia la hija.

Veremos más adelante que, por el contrario, en casi todas


las versiones escritas el deseo incestuoso es el motivo

explicito inicial. Tambien lo encontraremos en otros

tipo. de “La niña perseguida”.

En las versiones populares el padre aparece


frecuentemente como ejecutor “por delegación”: entrega la
bija al diablo que la desea para si. o mutila a la hija

porque éste lo ordena.


No siempre es el diablo; no siempre es el padre.
Trataremos de ir viendo las semejanzas y diferencias en

las versiones y a dónde nos va llevando esa especie de

“asociación libre” que van formando las múltiples

variantes.

4.3.1.— La venta de la hicia

En la versión de Rodríguez Almodóvar, La niña sin brazos,

(RA 31), un pobre leñador y su mujer tienen una hija muy

guapa.

Un día sale un hombre de detrás de una encina y le dice

al padre:

—186—
~si me das a tu hija, te haré el hombre más rico del

mundo”.

Y en prueba de la verdad de su ofrecimiento le entrega

una bolsa llena de monedas de oro.

En la versión de los hermanos Gri2azs, La muchacha sin

manos, <a 31), se trata de un molinero pobre, también con

una mujer y una hija bella y piadosa. En cierta ocasión

en que el padre va al bosque se presenta ante él un


hombre viejo que le ofrece hacerle rico a condición de

que le emtregue lo que en ese momento está tras su

Casa.(4)

En ambos casos un hombre, que luego resulta ser el

diablo, ofrece riquezas a cambio de la hija. En pocas


palabras, se trata de la venta de la hija.

Lo mismo tenemoe en La niña sin brazos (Es 99), aunque en


esta versión la venta está torpemente velada. Un padre se
queja a un desconocido de su necesidad de trabajar todos
los dlas porque “tengo una hija que mantener”. A partir
de ahí el desconocido, sin pedir nada a cambio y sin dar
explicación alguna, le da “un talegón lleno de monedas de
Oro y plata” y otros dos sacos de dinero. Acaba robando a

la hija mientras duerme la siesta.

—187—
En otra versión con el nisno titulo, La niña sin brazos,
(Es 101), la venta es totalmente explícita: un Tnatrim,onio

tan pobre que ya no tenían ni qué comer. La mujer,

embarazada, vende al hijo que va a nacer a cambio de que

le llenen la casa de trigo y le den dinero.

En otra La niña sin brazos, la <Es 102), se describe la


venta con una impresionante frialdad

“Este era un padre que tenía ocho hijos. Y todos los


días iba a por lefta al monte y decía:

— ¡Ay, si ye pudiera vender a mi hija mayori

Y cuando fué una vez al monte se le apareció un


hombre cuando dijo eso, y le dijo:

— Yo te compro tu hija. Toma este dinero y mañana a


las diez vienes con tu hija mayor y me la entregas aquí

mismo.
El padre se fué pa su casa y cuando llegó le dijo a

su hija que otro día a las diez temían que estar en el


monte pa entreqársela a un hombre. Y otro día por la
mañana salieron a caballo. Y llegaron y el padre le
entregó al hombre su hija. Y se volvió el padre pa su
casa muy triste.”

Pinalmente,en El cisquero y el demonio (Es 103) la

transacción figura con toda claridad al comienzo del

relato:

—188—
“Este era Un pobre cisquero que tenía a su mujer y

ocho hijos, y ya apenas podía ganar con qué vivir

vendiendo ciscos. Y ya estaba muy aburrido sin saber qué


hacer cuando un día se le apareció el demonio y le dijo:

— Si me das el alma de tu mujer, te doy ocho mil

reales.
Y el cisquero se la prometió y le dió el dinero el
demonio.

Pero fué él otra vez a por carbón al monte y le sale

el demonio otra vez y le dice:


— Oye, tú; si me das el alma de lo que tu mujer tiene
en el vientre, te doy cuatro mil reales más.
Y se lo prometió el cisquero y le entregó el demonio

el dinero. Y con la sangre de sus venas firmó el contrato


con al demonio que a los siete años de cdi le entregaría
a la hija que estaba por nacer. Y se marchó el cisquero a

su casa cori el dinero.”

(Obsérvese que, por lo que se refiere a la hija, no sólo

vende su alma, sino a ella toda entera, con lo que el

pasaje cobra un aire realista muy propio de estos

cuentos, otro punto llamativo es la potestad del hombre

para vender el alaa,no sólo de la hija, sino también de


la mujer. La venta del alma parece una decisión

rigurosamente subjetiva.

—189—
Hasta aquí, estos comienzos no son muy sorprendentes,

serían el retrate casi costumbrista de unos usos sociales

que incluían, o bien la venta lisa y llana de las hijas,

o bien formas más simbólicas, más ritualizadas de

transacción no sólo con las hijas, sino con el hijo en

generaL la cuestión de las alianzas ,natrimoniales,el

tema de la dote, el precio de la novia <Peristiany 1987)

Es decir que el tema de la venta de la hija

(RA.31),(Eslol), (Eslo2),<EslcZ), o su entrega

atolondrada <~ 3l),(Es99), apresurada <5) no constituyen


una pura fantasía, sino más bien de una patente realidad

que, en alguna de sus manifestaciones, ha llegado hasta

nuestros días

Pero lo sorprendente son las condiciones en que esa

transacción se realiza en estas versiones que estamos


analizando. En la de R. Almodóvar (RA 31), la madre, al

conocer la oferta del desconocido y ver el talego de


monedas de oro que ha dado como señal de la decisión de

su oferta, exclama contundente que “aunque se tratara del

jaismo diablo le entregarían a su hija”

En La niña sin brazos (Es 101), la madre, embarazada,

exclama:
Si viniera alguien y nos llenara la casa de trigo

y ros diera dinero, aunque fuera el diablo, le darla yO

lo que diese a luz”

—190—
En todo momento es la madre la que se encarga de cerrar

el trato con el demonio y de mantener su cumplimiento.


con ese celo procede a avisar al demonio de la santidad

de su hija; y, por encargo de aquél, a cortarle

sucesivamente la mano derecha, el brazo derecho, la mano

izquierda, el brazo izquierdo; a encerrarla en una

habitación hasta que se haga moza; y a entregársela al

demonio cuando éste viene a por ella.

Ya hemos hecho referencia a la frialdad con que se lleva

a cabo la venta de la hija en La niña sin brazos (Es 102)

y en El cisquero y el demonio <Es 103)

En la de los Grimm, La muchacha sin manos <0 31), el

padre no hace ningún intento para modificar el trato que

cerró engañadamente. Muy al contrario se presta obediente

a los requerimientos del otro, (que también resulta ser


el diablo), para que la hija esté debidamente preparada
el día que venga a recogerla; para evitar que se lave, en
el segundo intento de llevarla y, lo que es más

impactante, para cortar las manos de la hija,en el

tercero. Resumiendo, primero se deja engañar un poco


atolondradamente y luego no opone resistencia ni siquiera

cuando se trata de mutilar a la hija.

—191
El padre de una de las versiones, La niña sin brazos <Es

99), parece no querer enterarse de que aquel desconocido


le está comprando la hija: recibe todos aquellos dineros

sin hacer ninguna pregunta y, eso sí, obedece fielmente

la extraña peticion del desconocido de tirar todo el agua

que haya en la casa (para que la niña no pueda hacer la

señal de la cruz) y contesta a las descaradas preguntas


del demonio que está preparando el robo de la hija.

4.3.2.— Una venta pon características esnecialés

por tanto, las condiciones en que se nos presenta esta

transacción (pequeña estadística: expreso deseo por parte


de dos padres; colaboración entusiasta por parte de otros

dos que, sospechosamente, no parecen enterarse de qué se

trata; y participación auténticamente jubilosa por parte

de dos madres ), hace suponer que no se trata sólo de la

venta de una adolescente o del simple apalabramiento de

un trato ventajoso para las dos partes.

Nos llama fuertemente la atención el personaje de la

madre en las dos versiones citadas (RA 31) y (Es 101). En

ellas ni siquiera aparece la culpa o la pesadumbre, que

en otros cuentos es tan típica, cuando los padres se

desembarazan de los hijos <“Pulgarcito” seria un buen

ejemplo).

-192-
Esta es la madre típica, podríamos decir, de varias

subiamilias de cuentos dentro de la familia de “La niña

perseguida”. Fundamentalmente es la madre del grupo de

las blancanieves y de las cenicientas en sentido estricto


<al modo de la cenicienta de Perrault). Una madre

envidiosa, celosa, resentida que decide matar,


desembarazarse, marginar, olvidar a su hija. La pregunta

se desprende sola: ¿por qué?

Por el momento la dejaremos pendiente hasta que el

análisis de los textos nos vayan brindando más datos.

Si la versión de R.Almcdóvar, por ejemplo, nos transmite

un aire de crueldad y egoísmo en los padres y de

inocencia en la niña, la de los Grimm tiene una atmósfera

más densa: la niña parece culpable y penitente desde el

principio.

A aquella el diablo se la llevará mientras duerno y con


la colaboración paterna, a ésta nl siquiera se la llevará

(aunque más adelante le seguirá infiriendo daños); pero


el resultado será exactamente el mismo porque ella en

todo momento se ha mostrado víctima y el padre ejecutor

impotente y miedoso de las órdenes del diablo. Ella, reo;

y el padre, verdugo. <6)

Pero reo, ¿ de qué?. Verdugo ¿por qué?

—193—
4.3.3.- La hile víctima y el madre verduco

Respecto al padre, se podría objetar que es la actitud

más lógica cuando de lo que se trata es de hacer negocios

con el diablo. ¿Quién se puede oponer o resistir al

diablo? El padre actuaría, coro por otra parte dice el

cuento, movido por el miedo. Un miedo irresistible a ser

él, y no la bija, el llevado por el diablo.

Ahora se podría intentar rebatir la objeción diciendo que

tampoco seria extraño que un padre, ante la disyuntiva de

que su hija, o 41, fueran arrebatados por el diablo, se

opusiera al daño a su hija aunque eso le acarrease su

propia desgracia, etc. Pero por este camino no vamos a

ninguna parte. Entre otras cosas porque seguramente el

cuento no intenta ser razonable, mo intenta hacer lo que

se espera que debe ser hecho, sino representar, expresar,


en forma metafórica, algo. Por tanto, no seguiremos por

ahí.

Los propios cuentos nos dan pistas mejores. Este padre

asustado, verdugo impotente, nos recuerda vivamente a

otro, a otros: los padres de casi todas las versiones de

los grupos “Bella Venecia” y “Eosina en el horno”

Se trata generalmente de un padre —con rarísimas

excepciones como Blancaflor <E143)—, atemorizado,

verdugo, que no se opone al juez implacable e injusto que

en este caso no es el diablo, sino la propia mujer.

—194—
Veamos dos ejemplos, uno del tipo ‘La Bella Venecia” <las

blancanieves), y otro del tipo “Rosina en el horno” (una

de las cenicientas):

1) La mala madrastra, de Espinosa hijo <E144):

“Este era un padre que tenía una hija. Enviudó y se


casó con otra que tenía dos hijas. Y la madrastra no la
quería a la andada porque era muy guapa, y ella y sus

hijas eran muy feas. Y la tenían mucha envidia.

Ya un día dijo su madrastra que había que sacarla de

casa y matarla, y se lo dijo a su padre. Y su padre


—usted vería cómo se puso de que dijo que había de echar

a su hija fuera de casa y matarla. Ya el hombre, por

tener paz, tuvo que otorgar a ello. Buscaron dos hombres,

y los dijo la madrastra que la tenían que matar y la

tenlan que traer la lengua y los ojos.”

2) Norozco, de Afanásiev <A 95):

“,..A aquella vieja, sin embargo, cuando empezaba a

despotricar, no había quien la parase: todo era buscar

faltas y darle a la lengua. Hasta que se le ocurrió echar

a la hijastra de casa.
-¡Llévatela! —le dijo a su marido—. Llévatela a donde

quieras para que mis ojos no vuelvan a verla ni mis oídos

a oírla. Y no la lleves a casa de ninglin pariente donde

—195—
habrá buena lumbre, sino al campo abierto, donde apriete

bien el frío.
Muy triste, el viejo se echó a llorar. Hizo subir a su

hija al trineo y quiso abrigarla con una manta, pero

luego no se atrevió. Así condujo a la pobrecita al campo

abierto, la dejó sobre un montón de nieve, se santiguó y

regresó a su casa a toda prisa para no presenciar la

muerte de su hija.”

En estos ejemplos, de los que habría muchísimos más, el

padre aparece impotente <frente al demonio, frente a la

propia mujer, frente al padre judío como veremos más

adelante); verdugo a su pesar, como involucrado en cierta


culpabilidad que le impediría defender a la hija

maltratada.

4.2.4.— similitud con las versiones en cue le relación es

hermano—hermana

Incluso, no necesitamos recurrir a otros tipos para


ilustrar esta actitud destructiva en la madre y pasiva en

el padre.
En el de “La niña sin brazos” vemos, en el cuadro 8, tres
versiones cuyo conflicto inicial procede de los celos de

otras mujeres. En las tres versiones la mujer celosa

(cuñada y suegra) desea la muerte de la niña.


En dos de estas versiones, a la maldad de la mujer

envidiosa hay que añadir la impotencia del que haría la

función de padre. En ambas versiones (TC141 y A279) la

relación padre—hija ha sido sustituida por la relación

hermano—hermana.

1) La pava (1C141):

.la esposa. .empezó a envidiar a su cuñada. .y así,

poco a poco, instigó a su marido contra la hermana. Le


hizo quitar las llaves, lo obligó a reñiría sin razón

alguna: y la pobrecita era cada vez más buena, Pero la


esposa sembró tanta cizafia que el Rey al fin exclamó:

— Pero mujer, ¿qué quieres que haga?

Y ella:

— Por la noche ordena que la lleven al bosque y que

la maten; y para asegurarnos de que la han matado que te

traigan el corazón, las manos cortadas y la camisa

ensangrentada.

El marido no supo megarse. Ordenó al verdugo que a

medianoche condujera a la hermana al corazón del bosque y

la ejecutara, y que le trajera el corazón, las manos y la

camisa como evidencia.”

—197—
2) La manquita <A279):

“A la mujer empezó a darle rabia que confiara en su

hermana. Un día, cuando calculó que iba a regresar el

marido, destrozó todo el mobiliario y, nada más verle


aparecer, se lamenté:

— Mira lo que ha hecho tu hermana: ha destrozado

todos los muebles <

La mujer calculé la hora en que debía regresar el

marido, entró en la cuadra y, con un sable, le cortó la

cabeza al caballo que él prefería. galió a esperarle al

porche.

- ifijate cómo es tu hermanal Le ha cortado la cabeza

a tu caballo preferido <

La mujer dió a luz, cortó la cabeza a la criatura y

se puso a lamentarse sobre el cuerpo sin vida.

- Mira lo que ha hecho tu hermana —le dijo al


marido—. En cuanto he parido la criatura, ella ha
agarrado un sable y le ha cortado la cabeza.

Sin contestar, pero hecho un mar de lágrimas, el

marido se alejó de allí.


Por la noche, justo a las doce, se levantó y dijo:
— Hermanita querida: vistete que vamos a ir a misa

los dos c
La hermana se apeé y, cuando estaba empujando el

carruaje para apartarlo de los matorrales, el hermano le


cortó los brazos hasta el codo, arreé al caballo y allí

la dejó.

198—
vamos intuyendo que en las distintas versiones de “La
niña perseguida” o, más concretamente, en las de “La niña

sin brazos” el personaje del padre, salvo contadas

excepciones, aparece, o como un personaje frío y cruel,

en cierto modo diabólico, o cono un padre ( o hermano en

los últimos textos ) asustado, impedido por alguna razón

para tonar partido por la maltratada hija ( o hermana ).

4.4..— El madre diabólico

un ejemplo interesante porque reúne ambas condiciones nos

lo brinda la versión de Espinosa padre, La niña sin

brazos <Es 99) en donde, como hemos visto anteriormente,

tenemos al comienzo un padre que no parece entender que

está, de hecho, vendiendo a la hija al diablo y, en su

ignorancia, colaborando OOfl los diabólicos planes. Más

adelante, sin embargo, ya se nos presenta a este padre

“tentao del diablo” por su colaboración con aquel:

—En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu

Santo. El que esté tentao del diablo que dé un estampido

y se salga.
Y el padre de la niña, que estaba tentao del diablo,

se volvió cenizas y se desapareció.”

—199
otro curioso ejemplo: la versión de Espinosa padre, El

diablo maestro (Es 104).

Aquí no es el padre, pero si una figura generalmente

asociada a la red de representaciones del mismo: el

maestro. Un maestro diablo, con deseos y acciones

diabólicas:

“Esta era una madre que tenía tres hijas y las

llevaba todos los días al colegio. Y el diablo se metió a

maestro y un día se enaznoró de la más pequeña. Gúeno,


pues la chica fue creciendo y el diablo contimás iba

creciendo la chica más se enamoraba de ella.


Y como ya no encontraba medio pa robarse a la niña

fué y hizo una urnia de cristal y un anillo dormidero, Y

cuando la niña andaba jugando fue y la cogió y le puso en

un dedo el anillo dormidero y la niña se durmió en


seguida. Y la cogió el diablo y la metió en la urnia de

cristal y fué y la tiró al mar.” (7)

Tenemos otras versiones. En ~0liva”<IC 71), de Italo


Calvino no aparece el diablo, pero sí un personaje que

para la imaginería del cristiano antiguo se le parece

mucho: un judío.
Para la cultura cristiana más simple, el judío podía ser

expresión de la suma y taimada maldad. Y el del cuento

cumple impecablemente con su rol: padre abandonante de la

hija durante dieciocho años, raptor de la misma ocho años

despues de la fecha comprometida, violentador de sus

creencias, amenazante y cruel y, finalmente, ejecutor


implacable de sus amenazas. No se le pude pedir más,., ni

a un judío.

Respecto al tema del padre dibólico, consultar: (Urtubey

1986 y Freud 1923d>

4.4.1.— El madre asociado al diablo o al ludio

Tenemos al diablo y al judío. Asociados a la figura del


padre <pactando con él>, o identificados con él. Dentro

de este mismo ciclo de “La niña perseguida” nos los vamos


a volver a encontrar; y en sendas situaciones muy

significativas para nuestro objetivo de análisis:

Se trata de dos versiones del tipo “Haría de madera”

En ambas, el “padre antinatural” (Cox 1893, Dáumling

1912>, a quien como luego comentaremos seria mejor llamar

padre “con deseo incestuoso” <Arruabarrena, 1986),

enamorado de la hija, está totalmente decidido a casarse

con ella. La hija, buscando huir de la loca pretensión,

le pone una condición que cree imposible de cumplir:

—201—
1) Tres vestidos: uno de sol, otro de luna y otro de

estrellas, en Los tres trajes (RA 32).

2> En Maria de madera <IC 103> será primero un vestido de

novia del color de los prados, que luzca todas las flores

que hay en el mundo.


“No hay en toda la tierra un vestido así, y de ese modo

tendrás una buena razón para no corresponder a sus

deseos”

Otro para la proclana: un vestido del color del agua del

mar, que luzca todos los peces recamados en oro.

Otro del color del aire, con el Sol, los planetas y todas

las estrellas.

Ni la niña ni su consejera cuentan con los aliados del

padre; el diablo en la primera versión, y un judío en la

segunda. En ambas versiones le confeccionan al padre lo

que necesita para poder conseguir sexualmente a la hija.

Aquí nos encontramos lo que en las versiones populares


(ya veremos qué ocurre en las versiones literarias) de La

niña sin brazos estaba velado: la asociación clara

padre—demonio y padre—judío en la empresa perversa del

padre.

Ciertamente que el tema de la venta del alma al diablo a


cambio de riquezas o cualidades mundanas es un tema

antiguo y con solera en la literatura universal, (no creo

-20 2-
que tanto en la tradición popular), pero no estamos ahora

ante el desarrollo de semejante tema, sino ante una

asimilación de la figura del diablo a la imagen del

padre, que aparecen estrechamente entrelazadas:

Una cara: el padre como servidor temeroso del diablo

La otra: el padre que pone al diablo a su servicio para

conseguir así sus aberrantes deseos.

¿Cómo lo expresa el cuento?. El que vende su alma al

diablo, el que vende la hija al diablO, el que entra en

tratos con el diablo en general, él mismo se convierte en

un ser diabólico. Un “tentao del diablo” <Es 99). Tratar

con el diablo es ser como el diablo.

Hay algo demoniaco en estos padres. A veces en forma

directa y cruel; otras escondido tras una apariencia

culposa y atemorizada. como también lo hay en esas madres

que no vacilan a la hora de vender O eliminar a la hija.

En nuestra cultura occidental al menos, algo diabólico,

mostruoso, en el seno de la familia no podía ser otra

cosa que el incesto entre padres e hijos y en menor grado

entre hermanos.

Y las reacciones que este comportamiento abominable

producían no es de extrañar que tuvieran un carficter no

menos diabólico: los terribles celos de la madre y el

siniestro propósito de asesinar a la hija, por ejemplo.

—203—
Un dato histórico: “Theodeberto (543—548> había tomado

como concubina libre a una matrona romana de Béziers,

Deoteria. Esta tenía una hija de un primer matrimonio.

Unos años mÉs tarde, se había convertido en una joven

alta y bella. neoteria temía que le arrancara el favor de

su marido. Entonces la instalé en un carro de bueyes y la

hizo precipitar al Mesa, en Verdún”. (Reuche 1989)

4.5.- 11 incesto, motivo central en los te,ttos de “La

niña bersepuida

“La niña perseguida” tiene como temática central el

incesto (Espinosa, 1947; Thompson, 1972; Rodríguez

Almodóvar, 1989; López Tamés, 1990>, fundamentalmente en

la versión padre—hija y, complementariamente,en la

versión hermano-hermana. Nunca aparece nada que puede

entenderse como indicio de relación incestuosa con la

madre. Esta última afirmación debería ser mucho más

matizada si nos refiriéramos al cuento maravilloso en

general.

El grado de explicitación de la temática incestuosa es


muy variable en los distintos subgrupos del ciclo. Lo

verificaremos en un rápido repaso de los mismos.

—ab


4.5.1.— En el suboruno “Haría de madera”, dentro del más

amolio de “Niñas nersecuidas mor el nádre

El deseo paterno incestuoso es totalmente manifiesto. En

dos versiones, “El príncipe Oanila—Govorila” (A 114) y

“La zarevna en el reino subterráneo” (A 211) el personaje

incestuoso es el hermaho.

Veamos las distintas versiones del grupo:

“Los tres trajes” (RA 32):

“Esto era un matrimonio que llevaba muchos años sin tener


hijos. Por fin tuvieron una hija, pero la madre murió en
el parto. lates de morir, le dijo a su marido que nunca
se volviera a casar si no era con una como ella.
Pasó el tiempo y la niña se fue haciendo cada vez
mayor y poniéndose cada vez más guapa y más parecida a su
madre. De tal manera que el padre se enamoré de la hija

y, como su mujer le habla dicho que mo Se casan sino con


una que se pareciese a ella, fue y le dijo a su hija que.
se tenía que casar con él...”

—205—


“EXpavero del rey” <RA ~

“Pues, señor, esto era una vez un padre, una madre y


una hija. La madre tenía un anillo y, al morirse, le dijo

al marido:
- Toma este anillo y te casas con la que le esté

bien,
La niña se fue haciendo mayor. Y un día encontró el

anillo en un cajón de la cómoda y le dijo al padre:

— Papá, me he encontrado este anillo y mira qué bien

me está. seguramente seria de mamá. Yo me quedo con él.

El padre se quedó mirándola y la niña le dijo:

- ¿Qué te pasa, papá, por qué me miras?


El padre le contestó:

- Tú no sabes por qué, hija mía. Tu madre me dijo que


me casara con quien le estuviese bien este anillo

Entonces la niña se puso a llorar y estuvo mucho

tiempo llorando..

“Maria de madera” (IC 103):

<comienza, como la versión anterior, con la entrega del

anillo al marido y la muerte de la madre)

‘½. .Uui día la hija, mientras hacía las tareas domésticas,


encontró el anillo en el cajón de una cómoda. Se lo puso

y no se lo pudo quitar del dedo. ‘Quién sabe. lo que me

—266—
dirá mi padre ahora’, pensó. Cogió un lienzo negro y se

vendé el dedo. El padre , al verla con el dedo vendado,

le preguntó:
— ¿Qué te pasa, hija mía?
- Nada, padre. Me he hecho un pequeño rasguño

Pero al cabo de unos días el padre quiso ver qué

tenía en el dedo, le quitó la venda y vió el anille.

— Ah, hija mía —dijo—, ¡tú debes ser mi mujerl...”

“El ropón de piel de cerdo” (A 291):

“Erase una vez un pope y su mujer, que tenían Una

hija. Murió la esposa, y el pope ordenó a su hija:

— Vistete, hija, que vamos a casarnos

La hija corrió a la sepultura de la madre y se puso a

llorar

“Toda—clase—de—pieles” <G 65):

<Comienza esta versión también con la condición, impuesta

por la mujer en el lecho de muerte al marido, de no

casarse a menos que sea con una tan bella como ella, y en

esta versión, con sus mismos cabellos de oro) <8)

—207-
“El rey tenía una hija que era tan hermosa como su

madre y tenía sus mismos cabellos de oro. Cuando se hizo

mayor, el rey la contempló y vió que era el vivo retrato

de su madre muerta, y sintió de pronto un amor apasionado

por ella. Entonces les dijo a sus consejeros:

- Quiero casarme con mi hija, puesto que es el fiel


retrato de mi mujer muerta, y en mingan lugar puedo

encontrar otra novia igual.

Cuando los consejeros oyeron esto, se asustaron y

dijeron:

- Dios ha prohibido que el padre se case con la hija.


De un pecado no puede venir nada bueno, y el reino se
verA “trastrado la perdición,

La hija se asustó todavía más cuando supo la decisión

de su padre...”

Piel de asno” (Perrault):

<Versión en prosa. Tras un largo y afectado comienzo en

donde también está el motivo del juramento del padre ante

la madre moribunda:)
“...En efecto, se puso a buscar entre las princesas

casaderas alguna que pudiera convenirle. Todos los días

le llegaban retratos encantadores; pero en ninguna

encontraba las gracias de la difunta reina. Así que no


l,graba decidirse.

—208—
Por desgracia, empezó a darse cuenta de que su hija,
la infanta, no sólo era hermosa y gentil a rabiar, sino
que sobrepasaba con mucho a la reina, su madre, en
inteligencia y atractivo. Su juventud, la agradable

frescura de su linda tez, inflamó al rey con un fuego tan


violento que no fue capaz de ocultárselo a la infanta, y

le dijo que había decidido camarse Con ella, ya que sólo


ella podía liberarle de su juramento.

La princesita, virtuosa y pudorosa como era, creyó

desmayarse al escuchar tan horrible proposición. Se echó


a los pies del rey, su padre, y le exhortó con todas las

fuerzas que pudo encontrar en su corazón a que no la


obligara a cometer crimen semejante...”

“El Príncipe Danila—Govorila” <A 114):

“Erase una vieja princesa que tenía un hijo y una


hija muy fuertes y muy hermosos. Pero no le gustaban a

una bruja malvada, que no hacía más que pensar en el modo

de inducirlos a cometer alguna falta. Por fin se le


ocurrió una idea. Con muchos arrumacos, se presentó a la
madre y le dijo:
- Querida comadre, te traigo este anillo para que se
lo pongas a tu hijo. Así será rico e ingenioso, siempre
que no se lo quite y se case con la doncella a quien este
mismo anillo le vanga bien al dedo.

—209—
(Sigue el motivo de la promesa del hijo a la madre antes

de su inminente muerte)
Despues de mucho viajar por ciudades y aldeas y
buscar a todas las mozas casaderas sin encontrar ninguna

que pudiera ser su prometida, volvió a su casa muy


meditabundo.
— ¿Qué te ocurre, hermanito, que tanto te preocupa?

—le preguntó su hermana.


El le descubrió el secreto y le contó sus penas.

— ¿pues qué anillo tan especial es ése? —inquirió la

hermana—. Deja que me lo pruebe yo.

Se puso el anillo, que se ajustó a su dedo,


resplandeciendo, lo mismo que si lo hubieran hecho a su

medida.
Tú eres la que estaba predestinada para mi. TÚ

serás mi esposa 1
Pero, hermano mio, ¿te has olvidado de Dios?. Eso

es un pecado. Nadie se casa con una hermana.

El hermano no le hacia caso y, bailando de alegría,


le ordenó que se preparara para desposarse. Ella se puso

a llorar amargamente, salió de su aposento y se sentó a


la puerta hecha un mar de lágrimas”

—210
“La zarevna en el reino subterráneo” (A 211>,

Eranse un zar y una zarina que tenían un hijo y una

hija. Le ordenaron al hijo que, cuando ellos murieran, se

casara con la hermana. Algún tiempo despues . . . —no sé si


poco o mucho— murieron los padres.
El hermano le dijo entonces a la hermana que se

preparase para la ceremonia y él fue a pedirle al pope

que los desposara.”

4.5.1.1.— En ños versiones difíciles de clasificar

Tenemos otras dos versiones, en el grupo de “Niñas

perseguidas por el padre” que no están bien clasificadas

en el subgrupo “Maria de madera”, y tampoco lo estarían

en “Como a la sal”, Si las mantenemos en el primer

subgrupo es por el carácter abiertamente seductor,

violador incluso, del deseo del personaje masculino hacia

la niña. Personaje que ocupa el lugar del padre o el

marido, por delegación.

—211—
En la primera, La encontrada (Es 106), se trata de un

curioso personaje que nos recuerda lo dicho para el judío

más arriba. Se trata de un mayordomo negro:

Unos padres que consiguieron tener hijos gracias a una

promesa de ir a Santiago, deciden cumplir la promesa

cuando el hijo tiene diecisiete años y la hija catorce.

Lo sorprendente es que van de peregrinación el matrimonio

y el hijo, ya la hija la dejan encasa, sola.., con el

mayordomo negro.

“Cuando los padres y el hijo se jueron el mayordomo


comenzó a enamorar a la muchacha, pero ella no le quiso”

El negro envía una carta al padre: “Su hija ha venido a

mi cama tres veces, pero yo no he querido”

La reacción del padre es la típica en este motivo del

ciclo:

“cuando el padre leyó la carta se enfadé mucho con su

hija y le dijo a su hijo que juera enseguida pa la casa y

echara a su hija de la casa y que la matara y le sacara

los ojos.” (9>

Huyendo del terrible castigo paterno la niña es

~ por un rey que se cama con ella de

inmediato, Va sabemos que este motivo es típico de “La

nifta persequidair.
sigue con otro motivo típico de “la niña sin brazos”: el

rey marcha de viaje y deja a la esposa al cuidado de su

radre u otros personajes protectores. <10)

—212—
El padre, cono hemos visto, la había dejado con un

mayordomo negro. Y ahora el marido la Vuelve a dejar con

otro negro:

“Y tardaba mucho el ray en volver y ya un día dijo su

mujer a la madre:
— Quiero ir a dar un paseo a ver si viene mi espose.
Y la madre le dijo:

— Otieno, pero es mejor que vaya el negro contigo pa

que te cuide.
Y salió a dar un paseo con el negro. Y cuando ya
estaban muy lejos del palacio le dijo el negro:

— Yo verte y no gozarte. Mi dicha no juera eso.

Y ella le dice:

— Gileno, pues espera que voy a echar aguas.

Y baja y se desaparece y se va”

4.5.1.2.— Una referencia al incesto en el Romancero

Tendremos ocasión de ver con detalle este mismo tese del

incesto en el romancero tradicional español,


fundaisentalmente a través del
extendido romance de
8fl
“Delgadina” <Diaz, Joaquín et al.,197

—213
Un rey tenía tres hijas / y a las tres las estimaba;

la más pequeña de ellas ¡ Delgadina se llamaba.

Un día estando comiendo, / su padre el rey la miraba:

—¿Qué me mira usted, mi padre? / ¿Qué me mira usté a la

cara?

—Te miro yo, Delgadina, ¡ que has de ser mi enamorada.

-Ho lo permita mi Dios, / ni la virgen Soberana,


que esposa sea de usted, / madrastra de mis hermanas.

Tambien en el de Silvana;

se pasea la Silvana por la su huerta florida;


si bien toca la guitarra, mejor romances decía.

Su padre la está escuchando desde una alta celosía.

— Más bien pareces, Silvana, con ropa de cada día

que la reina de tu madre con la de Pascua Florida.

si quisieras , mi silvana, ser la mi querida amiga...


(Alonso Cortés 1906,27. Citado en Espinosa 1947,II,3A8>

En otros romances el deseo incestuoso corresponde a un


hermano. Así, por ejemplo, aquellas versiones que
pertenecen al grupo de “Tamar” < Días, J. 1978, p. 39U

El rey moro tiene un hijo 1 que Tranquilo se llamaba

y también tiene una hija ¡ que se llamaba Altamara.

la quieren ricos y condes, ¡ la quiere el rey. de Granada

—21’4—
y hasta un hermano que tiene / ha intentado de gozarla.

Por gozar de su hermosura / cayó enfermito en la cama;

—Buenos días, herinanito, ¡ ¿qué tienes que estás en cama?

-Las zealezas que yo tengo, ¡ tras de tus ojillos andan.

Y en la misma línea temática, del incesto, habría que

incluir el romance “Blancaflor y Filosena~ (Cruz—Báez

1989; Diaz,J. 1978>

Aquí es el marido de la hermana quien procede a requerir

de amores, violar y posteriormente mutilar a la niña:

(...>IiA torcido el camino ¡ se va para en ca la suegra

—Bien venido seas, q~arquinos, ¡ bien venido, en hora

buena
cómo queda Blancaflor, ¡ hija mía y mujer vuestra.

-Queda en días de parir ¡ y lo peor en tierra ajena.


Vengo a ver si usté me da ¡ a su hermana Filomena
para que la acompañase ¡ lo que en la cama estuviera.
-Sí te la daré Tarquines, ~‘ si te la doy n’hora buena
pero me la has de tratar ¡ como si hija vuestra fuera.

-Eso que me dice a mi / no es pa un hombre de vergUenza

en un campos muy rasos / que de amores la requiebra.

-Tarquinos soy tu cuñada, ¡ es el diablo que te tienta.

Para que no le descubra ¡ le ha sacado la lengua

la ha tirado a un corral ¡ donde cristiano no viera.

Versión de Las Navas, Avila. Citada por Gutiérrez

Esteve, Manuel (1978, 564)

—215
4.5,2.— En el suborupo “Como a la sml”. también de “}Jiña

termuida mor el oadre

El deseo incestuoso está más velado.

En este tipo el padre decide preguntar a sus tres hijas


acerca del amor que le profesan. Y de sus contestaciones

se desprenderán graves consecuencias.

En “El rey Loar” de Shakespeare, expresión literaria más

conocida de este extendido tema, el rey va a hacer


depender la herencia que recibirá cada hija, de su

respuesta. Y no sólo la herencia, ya que a la pequeña,

que dará una contestación que nc va a satisfacer al

padre, le retirará su cariño y la jurará odio y

desprecio.

En la mayoría de nuestras versiones la respuesta de la

hija pequeña va a dar lugar a la sentencia airada y


fulminante de muerte contra ella. Parecen los efectos de

una frustración intolerable. Lo que ocurre en realidad,

es que el padre no entiende la respuesta altamente

simbólica de la hija que compara la necesidad amorosa que


tiene del padre, con la necesidad que tiene la carne de

la sal (11). La carne sin sal, los alimentos sin sal, no


valen nada, son incomestibles. Pero esta expresión

metafórica, poética, de su inevitable amor no parece ser

lo que el padre buscaba, incapaz de simbolizar, de

sublimar. De ahí su incontenible odio de enamorado no

correspondido o de deseante contrariado.

—216—


“La pavera” (E 120>:

“Era un rey que tenía tres hijas y iba a marchar


forastero. Mandó llamar a las tres y las dijo que cuál de

ellas le quería más.


Dijo la mayor;

— Yo te quiero más que a mi vida


La segunda:
— Yo más que a mi corazón
La tercera:
- Yo más que a la sal en el agua

Y la dijo:
— Bueno, pues si tú me quieres más que a la sal en el

agua, yo te mandaré matar.


Pues mandó dos guardias de palacio a que la sacaran
al campo y que la sacaran les ojos y la lengua y la

cortaran el dedito pequeño de la mano derecha,...”

“Más que la sal en el agua” <E 121>:

.que cuál le quería más, que a la que más le

quería, le traería el mejor regalo

— Yo, más que la sal en el agua.

Y creía que le quería ver deshecho en el agua. Y dijo


a dos criados que la sacarían al campO, la sacarían los
ojos y la cortarían el dedo pequeño...

—217’~
“Como la sal en el agua” (E 123):

Y yo como la sal en el agua


Por haber dicho eso , el padre se enfadó mucho con

ella y la dijo:
- Vete de aquí, que no me quieres.
Entonces la pobre nifia se marchó de la casa....

“Cono la sal en el agua’ <E 124):

— Yo, padre, costo la sal en el agua.


Y desde aquel día, costo la mayor había dicho ‘como a
mi vida’, y la segunda había dicho ‘como a mi alma’, les

pareció que la pequeña no le quería, porque había dicho


‘como a la sal en el agua. Y ellas la empezaron a

despreciar, no la hacían caso ni nada. Y un día viendo

ella que era despreciada por todos, recogió su ropa y se


marchó de casa....

-2fl -
“Como la vianda quiere la sal” <Al. 34>:

— Pues yo, más que la vianda quiere la sal


Al rey le disgusté mucho esta respuesta y mandó a

unos criados que se la llevasen al monte y allí la


mataran, le sacaran los ojos y le cortaran un dedo

meñique, y se los trajeran...

“La pastora de gansos del manamtial” (G 179)

(Esta versión difiere en muchos aspectos de las

anteriores. Lo que sigue, que mo está situado al comienzo


del cuento, es el relato hecho por la reina, madre de la

niña perseguida, a un conde que, ignorante de la

tragedia, sirve como instrumento involuntario para el


encuentro y salvación de la niña):

...“‘Y tú, hija querida, ¿cuánto me quieres?’’No lo

st, -contestó ella— y no puedo comparar mi amor con


nada’. Pero el padre siguió insistiendo para que ella
dijera algo. Finalmente dijo: ‘La mejor comida no me
gusta sin sal, así que yo quiero a mi padre como a la

sal’.

Cuando el padre oyó esto , montó en cólera y dijo: ‘si


me quieres como a la sal, deberá ser pagado tu amor

también con sal’. Así que dividió el reino entre las dom

mayores y a la más pequeña le até a la espalda un saco de


sal y mandó a dos sirvientes que la llevaran al
bosque....

—219
Como la vianda quiere a la sal <Es 107)

Un rey tenía tres hijas. Un día se encerró en un cuarto

con las tras hijas.’? a la mayor le habló primero y le

preguntó que cuánto le quería. Y ella le respondió que le


quería como a si misma. Entonces le preguntó a la segunda
que cuánto le quería, y ésta le respondió que le quería
como a las niñas de sus ojos. Le hizo la pregunta a la

tercera, y ésta le dijo que le quería como la vianda


quiere a la sal. Por haber respondido así el padre mandó
que la sacaran al monte y la mataran y le trajeran los
pajes los ojos de ella...

La zamarra (Es 106>

<Curiosa versión del tipo <T 923> en que aparece una


variante escatológica que produce un final entre

repugnante y divertido.>

Y entonces les preguntó qué tanto lo querían. Y la


mayor dijo que le quería como a su vida, y la segunda
dijo que le quería más que a su vida. Y la menor le dijo
que le quería como a un buen cagar.
Y por eso el padre se enfadé con ella y les mandó a sus
criaos que la llevaran a un monte y la mataran y le
sacaran los ojos y la lengua y se los llevaran....

-2 2’0-
4.5.3.— En el suberuno “Bella venecia” de “Niña
flersetmida flor la madre

El amor del padre y la hija constituyen el telón de


fondo; a veces como una realidad insoportable para la

madre~ en otras, sólo como una posibilidad, aunque no

menos insoportable para ella.

La madre reacciona, llevada por unos terribles celos que

sólo parecen calmarse con el sacrificio de la hija. ¿Por

qué tanto odio?

Solemos estar muy “familiarizados” con este personaje srl


nuestros cuentos, tanto que ya no nos despierta
curiosidad su actitud asesina, ni tampoco Sus
estremecedoras decisiones nos alteran ya la sensibilidad.

Se ha incorporado al repertorio normal de personajes de


nuestros cuentos infantiles, en condiciones de igualdad
Más aún si tenemos en cuenta que generalmente la madre,
en este punto, es sustituida por la madrastra; lo que da
claridad al personaje pero pierde en significatividad.
Que la madrastra de un cuento desee la muerte de los
hijos protagonistas no es motivo de extrañeza. Es lo
normal en una madrastra. Porque ellas, en los cuentos,

son malvadas, celosas, egoístas, capaces de cualquier


cosa. Y todo ello por el hecho de ser madrastra. He hace
falta buscar ningún otro motivo. NO se hace necesario
preguntarse, por ejemplo, acerca de las características,
acciones o intenciones de los demás personajes que con
ella comparten la trama.

—221-~


Sin embargo aquí nos vamos a preguntar por los motivos de

estos viclentos celos y este odio destructivo, y

empezaremos haciendo un repaso de lo que se dice en los

textos acerca de ello.

Blancanieves <E 142>:

era auy guapa también la madrastra, muy guapa, y como


Blancanieves era tan guapa, la madre (?) cogió envidia a

Blancanieves. Y tenía un espejito mágico....

Conque todos los días preguntarle y contestarla así,


decidió matarla.”

Blancaflor (E 143):

(La madrastra consulta al espejo como en casi todas las

versiones:)

y le contesta el espejo:
— TÚ superas; pero supera la Blancaflor.
La madrastra, como tenía envidia de la niña,
determiné matarla.”

—221—
La mala madrastra (E 144):

• la madrastra no quería a la andada porque era muy

guapa, y ella y sus hijas eran muy feas, Y la tenían

mucha envidia.
Ya un día dijo su madrastra que había que sacarla de
casa y matarla, y se lo dijo a su padre”

Blancaflor (E 145):

(La madrastra era envidiosa ya de antes:)


“Entonces su padre se casé con una mujer que era muy
envidiosa y luego, en cuanto vió a la niña, pues tenía
mucha envidia de ella. Todo su afán era ganar a
Blancaflor de guapa. Llegó a tenerla hasta días enteros
sin comer, para que así perdiera la hermosura. Y tenía
ella un espejo mágico. cuando la veía un poco lacia y un
poco marchitada, cogía el espejo
— TÚ estás muy bien: pues aún es más linda Blancaflor
que tú.
(...) Y luego la quitaba todos los vestidos a Blancaflor
y la mandaba incluso a por hierba y todo. Y entonces ella
se ponía muy maja —todo lo que había visto en Blancaflor
se ponía ella—, cogía el espejo
— Blancaflor está muy estropeada, pero aún te gama.

—223—
Entonces ya empezó ella a inducirle al padre de

Blancaflor y a decirle que era muy mala, que debían


echarla de casa, que si no, ella se tendría que marchar.
Entonces ya decidierom mandarla a ella con el hermano a
un bosque y allí que la matara.”

La peña de los enamorados (RA 40):

“Era la más guapa de la isla. La condesa tuvo una hija, y


cuando los habitantes de la isla iban a verla, todos
decían: “Guapa es la madre, pero más guapa es la hija”.
La madre le tomó envidia, y mandó a dos criados que
se llevaran a la niña a un monte y la mataran”

Blancanieves (G 53):

(Es la más conocida entre nosotros por la difusión que


han tenido en nuestro país las versiones escritas de los

Grimm
“Era una bella mujer, pero tan orgullosa y soberbia,
que no pedía aguantar que nadie la superara en belleza,
.... . )se puso verde de envidia. Desde ese momento cada
vez que veía a Blancanieves se ponía enferma de lo mucho
que la odiaba. Y la envidia y la soberbia crecían como

—224—
mala hierba en su corazón cada vez más, de tal manera que
no encontraba descanso ni de día ni de noche. Entonces
hizo llamar a un cazador y dijo:
— Llévate la niña al bosque, no quiero verla nunca
más ante mis ojos. Mátala, y como prueba tráeme los
pulmones y el hígado” <12)

La Bella Venecia <IC 109):

En esta encantadora versión, la madre es una mujer burda


e ingenuamente narcisista, Posadera, “cuando los viajeros

se sentaban a la mesa ella les daba charla”: a todos les

pregunta si en su viaje han visto a alguna más guapa que


ella. Si la respuesta es negativa les cobra la nitad a la
hora de arreglar las cuentas, si fuera positiva, el
precio seria el doble.

A uno de ellos se le ocurre decirle que su hija es más

guapa.
“Por la noche la posadera llamó al marmitón:
— Ve a la orilla del mar, construye una cabaña que

tenga una sola ventana, pequeña, pequeña, y encierra allí

dentro a mi hija,”
“Pero pese al encierro la muchacha era cada día más
bel la”
Un forastero la ve acercándose al ventanuco y le dirá

—225
a su madre que ha visto a una joven que la gana en
belleza.

“Por la noche la Bella venecia preguntó al marmitónt


— oye, ¿quieres casarte conmigo2

El marmitón no podía creer lo que oía.

— Si quieres casarte conmigo, tendrás que llevar a xiii

hija al bosque y matarla. si me traes sus ojos y un~

botella Llena de su sangre, me casará contigo.”

Blanca Flor (Es 115>:

“...Espejo mío, ¿hay en el. mundo una mujer más guapa que

yo?

Y le contesta el espejo:

—Si, Blanca Flor, tu hija, es más guapa.


Y la madre, llena de envidia y de rabia con su hija, se

determina a matarla. Y va y dice:


-¿Cómo apañará pa matar a Blanca Flor pa que no haiga en

el mundo mujer más guapa que yo?

Y ¿qué hace? Pues va y convida a su hija a que vaya a

paseo con ella por la desa y lleva consigo un libro


diablórico pa poder matarla. Y le dice a Blanca Flor:

—oye, hija, mira que ya que está el día tan bonito vamos
a dar un paseito por la desa.
Conque van a dar el paseo y cuando llegan ande habla una

peña muy alta se sientan al pie a descan~ar. Y coge la


madre el libro diablórico y lo abre en cierto lugar y al
punto se abre una trampa y cae Blanca Flor y es sepultada

dentro de la peña.”

La madre envidiosa (Es 116):

Esta era una madre posadera que era muy guapa y que tania
una hija muy guapa, más guapa aún que la madre.’? a todos

los arrieros que llegaban a la posada la madre les


preguntaba:

—¿Han Visto ustedes una mujer más guapa que yo?

Y ellos decían:

—Sl, la hija de ust¿ es más guapa que tistá,


Y la madre se enfadaba mucho y decía:

—¡Cómo ha de ser esa cochina, marrana, guarra, más guapa


t
que yo
) Y cuando se fue la hechicera la madre aandd
sacar a su hija de la habitación y les mandé a los oriaos
que la llevaran al monte y la mataran”
EL espejito mágico (A 211);

Finalmente, en esta versión de Afanasiev, el personaje de

la madrastra no es central. No es el único que persigue a

la niña. De hecho, cuando la madrastra hace su aparición,

ya se supone muerta a la niña.


Cono henos señalado en una nota anterior, en esta versión

un tío de la niña la pretende sexualmente en ausencia de

sus padres. Rechazado por ella, la calumnia en carta al


padre. Sin pensarlo más, este padre airado, tan frecuente
en los cuentos de este ciclo, encarga a su hijo, el
hermano de la niña, que la mate. Este, como ocurre
también tantas veces en estos cuentos, no la mata pero le

aconseja desaparecer.
Incluso en la trama que seguirá, la niña va a

experimentar nuevas persecuciones, también mortíferas

cono las de la madrastra

Por otra parte, el texto dice muy poco de los motivos de

La madrastra, únicamente que su espejo mágico de forma

inesperada le dice en una ocasión;


— “Eres hermosa, es verdad. Pero más hermosa todavía
es tu hijastra, la que vive en el palacio de los dos
bogatires en el bosque.
Disgustada por aquellas palabras, la madrastra llamó

inmediatamente a una malvada vieja que conocía y le


ordenó:

— Toma este anillo y ve al palacio blanco que hay en


medio del bosque oscuro. En ese palacio vive mi hijastra.

—228—
Balúdala y entrégale este anillo, diciéndole que se lo
envía su hermano”

No hace falta decir que ese anillo mágico producirla la

muerte de la niña en el momento que se lo pusiera en el


dedo. La madrastra ni siquiera conocía a la niña a quien
suponía muerta mucho antes de su matrimonio, Se ha
enterado de que aún vivía y de que la superaba en belleza

al mismo tiempo. Y no ha vacilado: ha planeado su muerte


de forma inmediata.

4.5,3.1. Va madre, su actitud asesh’a y la relación con


el Incesto <13)

Tras este repaso volvemos a la cuestión que sigue


pendiente: ¿por qué el odio y la hostilidad de la madre?

Empecemos por señalar que en todas las versiones hay una


“tercera voz” que opina comparativamente acerca de la
belleza de ambas, madre e hija e, indefectiblemente,
considera más bella a la hija que a la madre. En unos
casos son las gentes, como los habitantes de La peña de
los enamorados (RA 40). En otras, este papel lo asume el
propio narrador :“la mala madrastra”tiene mucha envidia
de su hijastra porque es guapisima, en tanto que ella y
sus dos hijas son muy feas.

—229
En otro caso son los clientes de La bella Venecia (IC
109> quienes funcionan como el tercero que crea el
conflicto. Y en todos los demás casos es un “espejito

mágico”.

Este es un curioso espejo. Que pervierte en cierto nodo

su función. La función de un espejo no es sino la de


colaborar a la formación en nuestra retina de un imagen
virtual, correspondiente a la imagen real de nuestro

cuerpo. Lo que se espera de un buen espejo es que


produzca, con la menor interferencia posible esa imagen
de nosotros mismos. A lo sumo se puede aceptar que, por
las interferencias inevitables de su composición y de la
imposibilidad de que sea un plano absolutamente perfecto,
nos afee o nos embellezca un poco. Nos haga (a nuestra
imagen virtual, naturalmente~ un poco más alargados, un

poco más encogidos, algo más anchos, etc.

Pero nunca se espera que el espejo tenga opinión propia,


lo que es totalmente incompatible con la idea de
reflejar. El espejo mágico no devuelve la pregunta a la
que se mira en él para saber de su belleza.
Y esto se corresponde con el hecho de que,en realidad, la
madrastra de Blancanieves, no requiere información. Busca
una declaración, un reconocimiento de su belleza. No
pregunta para saber, pregunta para oir que si, que ella y
sólo ella, es la más guapa para ese tercero que mira y
ve, en vez de ser reflejo mudo de la imagen.

430—
El espejo,em este caso, es “el que debe tomar partido”,
el que tiene que arriesgar una valoración y una
preferencia. Es “el que debe sancionar y concluir así el

conflicto”, precisamente porque él lo ha creado, al dejar

de ser espejo mudo y convertirse en voz juzgadora y por


tanto deseante y cambiante. No se trata entonces de
obtener una información imparcial del espejo sino de
seducirle, de buscar su deseo y su preferencia.

El ejemplo encantador de la madrastra do nuestra segunda

Blancaflor,<E145>, nos lo confirna: procuraba que

Blancaflor se fuera afeando a base de trabajo y mala


alimentación. Sin embargo, ella se ponía los mejores
vestidos de Blancaflor y así, engalanada, se dirigía al

espejo con su pregunta habitual. Se ponía guapa para

seducirle y a continuación le preguntaba para comprobar

el efecto de su atractivo.

El espejo es por tanto un tercero en discordia, O mejor,

un tercero en relación al cual surge la discordia entre


ellas.

Que el motivo de la discordia, de la rivalidad, sea la

belleza no debe confundirnos; la belleza no es sino un

pretexto o, también, la forma en que es figurada la

rivalidad.

—231—
Si lo entendemos así, el espejo rio es un testigo

imparcial del enfrentamiento entre la madre y la hija,

sino, en cierto modo, la causa de la misma. Así lo


sugiere Bruno Bettelheim <1977> que identifica el espejo

mágico con el padre edipico y a la rivalidad de las dos

mujeres en relación a la belleza, como un enfrentamiento

por ganar el amor y la preferencia del marido—padre.

Tambien Bettelhelm señala que este “espejo—padre” no es

imparcial: siempre elige. Y, cosa curiosa, siempre elige

a la niña. Como en aquellos otros cuentos en que se trata

de elegir entre tres hijas; indefectiblemente, elige a la

menor. ¿Por qué?.

¿Representa el temor permanente de la madre, de la

madrastra, de perder el amor del padre, de ser excluida o

adelantada por la hija en el amor del padre?. ¿Representa


el deseo de la niña, de ser elegida siempre por el padre

relegando además con ello a la dificil rival que es la

madre?. ¿Representa ese vínculo resistente y en cierto


modo inconfesable entre un padre y una hija, que lleva a

muchos de los padres de nuestros cuentos, no a oponerse


Lisa y llanamente a la boda de su hija, cosa que seria

muy mal vista y darla mucho que murmurar, pero si a


establecer condiciones prácticamente imposibles para que

tal enlace se lleva a efecto?. (14>

—232—
¿fleseo de la madre, deseo de la hija, deseo del padre?.

¿O todos a la vez?.

Nos inclinamos por esta última posibilidad:

La afirmación de que el espejo mágico es una

representación del padre edipico deja claro que no nos

estamos refiriéndo al padre real, al personaje concreto

del padre: el padre edipico es justamente ese tercero en

relación al cual se articulan, conflictivaiuente. los

deseos de los integrantes del drama familrar, de

cualquier drama familiar.

4.5.3.2.— El odio de la madre en los romances de Smnesto

Pero siguiendo con la pregunta que quedó planteada más

arriba: ¿por qué la rivalidad de la madrastrai alcanza

limites tan terribles? ¿por el mero hecho ~e ser

madrastra, como decíamos antest>.No parece una re:spuesta

satisfactoria
Un romance ya aludido anteriormente, el de Delgaditn, nos

viene a dar una pista estremecedora. Una pinceladhn nada

más que una palabra, pero que manifiesta un aspecto

tremendamente dramático de esa mujer consunidn por el

odio y los celos.

-2 33—
El argunento: Delgadina se ha negado a los deseos

incestuosos del padre. Por este motivo la ha hecho

encerrar en la torre, sin pan ni agua, hasta doblegar así

su voluntad.

Ella, viéndose morir, se asoma a sucesivas ventanas desde

las que ve a los hermanos, a la madre, y al propio padre

para i,nplcrarles un poco de agua. La respuesta es siempre

negativa, aunque con motivos variables. A excepción

naturalmente del padre que se apresta a darle el agua

cuando ella dice acceder a sus locos deseos.

Ahora, no obstante nos interesa la respuesta de la madre.

Algunas de las respuestas en las diferentes versiones:

Quitate de ahí, la perra; ¡ quitate, perra malvada,


que va para cuatro años / que má tienes malcasada

(Fernández Núnez: Folklore leonés, n. XVI

citado en: Diaz, J. Romances Tradicionales, 1978>

En una versión de Cogeras,

— Madrecita de mi vida, ¡ madrecita de mi alma,


por Dios me pudieras dar ¡ una jarrita de agua,
que tengo el alma en un hile, / y el corazón se me

arranca.
Las lágrimas de mis ojos, ¡ me las bebiera por agua.

—234—
— Ven acá, perra maldita; ¡ ven acá perra malvada,
seis años va para siete, ¡ que me tienes malcasada.

(fliaz, J. obra cit.)

Quitate de ahí, Delgadina, ¡ quitate de ahí, perra

mala

que por tu cara tan linda ¡ he sido yo malcasada


<Marazuela, Agapito: Cancionero Segoviano, p.394)

En esta misma línea, resultan muy ilustrativas dos

versiones de “La niña sin brazos”, precisamente aquellas

dos en que el personaje masculino es el hermano y el

odio viene de la cuñada.

Se trata de las versiones La pava (IC 141) de Italo

Calvino, y La manguita <A 219> de Afanasiev.

En ellas, las respectivas cuñadas experimentan una

envidia y un odio que las lleva a encizañar al marido en

la primera versión y a calumniar gravemente a la niña en

la otra.

¿Por qué?. ¿A qué responden esas terribles actitudes 7

—2 35—
4.5.3.3.— El odio de la cuñada en las versiones

hermano—hermana

En La pava (IC 141) el hermano es el rey. Viven juntos y

en paz. El se enamora de una joven mendiga a quien

socorre cada semana. Pero duda de su decisión porque no

confía en que la opinión de su hermana sea positiva.

Finalmente se lo dice. La hermana solicita ver a la

mendiga y le anima al hermano a que obedezca los deseos

de su corazón.
Contando con la aprobación de la hermana, el rey se casa.

Y el mismo día de la boda le dice a ella:

-Yo me caso, pero nosotros seguimos igual que antes y la

que manda en esta casa eres tú.


Pero la esposa, que de pobre había pasado a rica, se

ensoberbeció. Empezó a envidiar a su cuñada, que estaba


al frente de la casa y poseía todas las llaves....”

En La manguita (A2íSflla cuñada se nos presenta como mala

desde el principio: es una maga, lo cual en los cuentos

rusos equivale a decir que es una bruja.

(No se aclara por qué alguien que se supone bueno,— el

cariñoso hermano de la protagonista— realiza una elección

tan desafortunada. Es cosa que ocurre con frecuencia en

los cuentos.

-236..
Se realizan actos incomprensibles que no SOn
justificados. En realidad no lo necesitan, dado que dan

lugar y tornan parte de una estructura que los justifica

con su sola presencia.>

Pero aquí también nos encontramos una relación sospechosa

entre los hermanos, que parece desconocer el nuevo hecho:

que el hermano se ha casado y hay una nueva e importante

mujer en la casa.

.Cuando el hermano se iba a su comercio, solía decirle

a la hermanat
—Cuida de la casa, herinanita
A la mujer empezó a darle rabia que conf iara en su

hermana.

<primera calunnia: la maga destreza el mobiliario y le

dice al marido que ha sido la hermana.) (

Esto tiene arreglo: se pueden comprar otros.

Al día siguiente, cuando se iba a la tienda, se despidió


de su mujer y le advirtió a la hermana:

—Haz el favor de cuidar bien de la casa, hermanita.


<segunda calumnia: corta la cabeza del caballo preferido

del marido y responsabiliza a la hermana.) (

—lBah¡ Ya se lo comerán los perros.

Otra vez, y también al marcharse a su comercio, él dijo a

su hermana:

-Cuida bien de mi mujer, no vaya a ocurrirle algo o le

ocurra a la criatura si de pronto da a luz.

—2 37—
(La envidia y el odio que produce en la esposa esta

incondicional confianza en la hermana la llevan a una

espantosa argucia:>
La mujer dió a luz, cortó la cabeza a la criatura y se

puso a lamentarse sobre el cuerpo sin vida.

—Mira lo que ha hecho tu hermana —le dijo al marido—. En

cuanto he parido a la criatura, ella ha agarrado un sable

y le ha cortado la cabeza.

Reconocemos en estos fragmentos algunos puntos básicos de

los que antes dijimos definían a una malcasada. No nos es

dificil entender la hostilidad de la joven esposa y su

deseo de eliminar a la cuñada rival.

A veces, también en el Romancero, son los hermanos los

que toman una actitud de hostilidad o de reproche, como

en la versión siguiente:

Quitate de ahí, Delgadina, ¡ traidora, perra malvada,


que antes que la madre muriera¡quieres ser nuestra
madrastra

(AID? 1, p. 221) Citado por Diaz Roig <1986)

Obsérvese en este fragmento que los hermanos

responsabilizan, explícita y rotundamente, a la hermana

de la situación en que están la madre y ellos mismos;

“quieres ser nuestra madrastra”

38—
Este conflicto, de dimensiones y expresiones dramáticas,

entre la niña, elegida por el padre, y la madre que con

esa elección queda relegada, tiene en “La niña sin

brazos” una reedición: el príncipe, inflamado de deseo,


se casa con la niña encontrada y margina con ello a la
madre, a la suegra de la recién casada.

A este respecto, sugerimos la lectura del articulo de


Juliet Ou Boulay, socióloga, de la universidad de
Aberdeen, Nueras y suecras. Asmectos del ritual

matrimonial de los nueblos de Grecia <Du Boulay 1987)

Un expresivo ejemplo de este conflicto. Es un fragmento

de La torre de Armor (El misterio Celta, Relatos

populares de Bretaña):

Cuando la suegra la vió llegar, se ahogó, se asfixié de

envidia:

- ¡Ahora todo el mundo se va a enorgullecer de ese


pipiolo¡
Se prefieren las llaves nuevas, ya ves, y a las viejas se

las desdeña; y no obstante, las viejas son, muy a menudo,


las más cómodas. <Villemarqué, 1867>

pasaremos ahora a comentar ambos aspectos, la situación

en que queda la madre por los amores incestuosos del

padre hacia ella, y la responsabilidad y posible culpa de

la niña en esos amores.

—239—
4.5.3.4.— La madre malcasada

Desde esta doble perspectiva que nos brinda el romance de

flelgadina, podemos comprender al personaje de la madre, o

madrastra, y su hasta aquí incomprensible odio, tal y

como aparece en el cuento tradicional en que la madre es

la perseguidora de la niña.

Lo que en los cuentos de este grupo aparece como una mera

alusión, siempre enmascarada, en este romance está

totalmente explicito: el padre está loco de deseo por la

hija y dispuesto a conseguirla al precio que sea.

Recordemos que el padre del grupo Maria de madera también

es presa de una pasión sólo a duras penas aplazable. Pero

hay diferencias importantes entre ambos tipos:

a) en aquel, -el tipo Maria de madera—, la madre ha


muerto y por tanto el amor incestuoso del padre tiene

connotaciones diferentes, menos dramáticas podríamos

decir;

b) la vida de la niña no está amenazada por su negativa a

los deseos del padre, lo que también redunda en restar

dramatismo a la historia;

c) la actitud de oposición de la hija a la demanda del

padre nunca se pone en duda en el relato, ningun

personaje acusa a la niña como en el romance;

—24 0—
d) las figuras maternas que aparecen, claros sustitutos
de la madre (en un caso la madre misma aunque muerta,
resucita para ayudar a la hija), se ponen claramente del

lado de la niña. Tanto la vecina, el hada madrina, o la

tía de los comienzos del cuento, como la reina madre del

príncipe, al final del mismo, que no duda ni un momento

del valor de esta joven como posible esposa para su hijo

Es decir, en el tipo Maria de madera, el deseo incestuoso


del padre, exactamente igual de virulento que en el

romance, no tiene sin embargo la calidad trágica que en

éste porque no hay madre ofendida. Diríamos más: en


cierto modo la madre parece haberlo preparado así antes

de morir, con sus condiciones, con su exigencia de


promesa al marido e, incluso, dejando una prenda que debe

ajustarse a la futura esposa y que sólo a la hija 1


conviene. <8)

En realidad, para el narcisismo de la madre muerta, el

hecho de que la hija ocupe su lugar no supone una herida,

por cuanto la hija seria una réplica de ella misma <como

explícitamente se dice en varias versiOnes). (15)

Pero en Delgadina si hay una madre herida, acusadora y

cruel con la hija hasta el punto de dejarla morir de sed.

Allí el motivo es claro. Por causa de su hija y los


amores del padre ella, la madre, se encuentra malcasada.

—241—
Ami debían estar la ux~adrastra de Blancanieves, la

madrastra de la niña en Morozco y todas las madres o

madrastras que, por erwidia o celos, persiguen a la hija


hasta su muerte: malcasadas.

Y no importa nada, a efectos del odio y de la


determinación asesina, que estén malcasadas o que crean

estarlo.

Y estar malcasada <16> tiene consecuencias gravísimas

para cualquier mujer.

Georges Duby, a propósito del amor y del matrimonio en la

Edad Media <Ouby, 1990), narra la dramática historia de

santa codelive, una malcasada del siglo XI. Una auténtica

“niña perseguida”:

una Vida de santa sustituyó a la historia conmovedora

de una malcasada” (Duby, 1990,64)

La erpresión “maLcasada” tiene diversas acepciones con


muy distinto grado de signiticatividad: “Dicese de quien

ha realizado un mal matrimonio”, “dicese de la mujer que

no realiza las obligaciones conyugales”, etc

Nosotros proponemos el sentido siguiente para el teyto

del romance:

-24’2-
“Situación en que queda una mujer casada cuando os

declarado y público que su marido quiere a otra mujer. Y

cuando, por diferentes razones, la esposa no gen del

suficiente poder y autonomía coro para impedir esos


amores. La malcasada es despreciada por el marido a los

ojos de todos, por cuanto, en su pasión, no solo no

oculta su otro amor, sino que como en el caso de

Delgadina, hace que ambas mujeres compartan la misma cama

(en algunos cases siempre narrados en ruchos de nuestros

pueblos, incluso la misma cama).

Además, la malcasada no está en condiciones <económicas,

psicológicas) para abandonar o separarse del marido”.

Considero que las cuatro notas:

— pérdida del amor del marido o del atractivo sexual

sobre él
- desalojo de la posición de mujer y soñera do la casa

- carácter público o notorio de ambas cosas

— imposibilidad de la esposa para cortar sus vincules

y abandonar la situación,

son necesarias para definir la idea de malcasada como

aparece en el romance y se alude en el cuento.


Es un durisimo apelativo que sólo se da
1 e se daba, en

ambientes rurales en donde el mayor conocimiento de las

situaciones familiares de todos los miembros del grupo y

el control de los ingredientes de las mismas y sus

posibles cambios lo hacían posible. Algo muy distinto a

lo que ocurriría en núcleos urbanos de cierta

importancia.

—24 3—
Poro si falta cualquiera de esos ingredientes no

podr=a,enrigor, hablarse de malcasada salvo a riesgo de

ser excesivamente impreciso.

La mujer malcasada se ve privada no sólo de su pareja,

sino también de su función y estatus dentro del grupo

familiar y, por extensión, dentro del grupo social. Es

humillada como esposa, cerio mujer y como “dueña de la


casa”. Se puede entender entonces su intensa rabia y

deseos destructivos hacia la rival, hacia aquella que la

ha puesto en esta situación,

4.5.4.— La actitud seductora de la hija

Pero vamos a la otra cuestión de importancia: ¿es

responsable la hija de lo que está pasando?. ¿Oné culpa


le cabe a ella por los deseos incestuosos del padre?.

Tauibien recurriremos en esta ocasión al romance de

Delgadina, si bien las que ahora nos interesan son sus


versiones mejicanas en las que, entre otras variaciones,

es auy común que aparezca explícitamente la actitud

incitadora y seductora de Delgadina:

- 2’4 4—
“Delgadina se paseaba ¡ de la sala a la cocina
con su vestido de seda / que a su cuerpo le ilunina”

“con su relicario de oro ¡ que en el pecho le

brillaba”

(Citado por Diaz Roiq 1986,199;1989,651)

Sigue diciendo esta autora:

“Conscientes de que Delgadina es causante, a su pesar, de

una pasión incestuosa, los recreadores enfatizan su

cuerpo y su pecho:

“que hasta el pecho le brillaba”

“que su pecho resaltaba”

“con vestido trasparente ¡ que a su cuerpo lo

ilumina”

“Sin embargo no se deja de mencionar la luz que envuelve

a la muchacha y esta luminosidad nos remite a una

juventud en flor, llena de candor. El auditorio es

sensible a la belleza luminosa pero sensual de la

jovencita y está preparado para lo que sigue..” (Diaz

Roig 1986, 199)

—24 5—
Es decir que nuestra bella niña no es solamente hermosa
sino que en forma más o menos consciente, está exhibiendo

profusamente su hermosura e incitando con ello el deseo

de los demás, en concreto el deseo del padre.

En realidad esta tendencia a la exhibición seductora del

cuerpo o de alguno de los atributos del mismo no nos

extraña en absoluto, la encontramos con mucha frecuencia


en las heroínas perseguidas de nuestros cuentos. De

continuo se habla en ellos de su belleza, de la perfecta

conformación de su cuerpo, del color de su piel, del

dorado de sus cabellos. Y en algunos de ellos se muestra

desnuda.

Desnuda sale del horno Resma en Resma en el horno:

desnuda sale de la granada la joven de El amor de las

tres granadas; desnudas se muestran muchas de las


“cenicientas” o “marías de madera” cuando quitándose sus

repugnantes envolturas se lavan o se peinan desnudas, en

lo intimo de su habitación donde serán vistas por el

galán a través del ventanuco o del ojo de la cerradura; o

en lo alto del árbol donde serán vistas por el galán


escondido. <ver cuadro comparativo de las distintas

versiones en el capitulo 5)

En otros cuentos que nc pertenecen a este grupo de la

niña perseguida también aparece este motivo. Por ejemplo


es frecuente en las jóvenes con aspecto de pájaro que van

—246—
a bañarse y mientras lo hacen, un joven roba sus ropas,

que sólo devolverá a la desnuda y contrariada niña a

cambio de alguna promesa. (17)

Incluso entre las “niñas sin brazos”, tenemos las

versiones de Espinosa padre y de Rodríguez Almodóyar en

que el príncipe se encuentra a una niña desnuda, con los

brazos seccionados y colgada por los cabellos de una

encina.

Pero en general ella se muestra de esta Lerma al que va a

ser su enamorado. En algunos casos el joven quedará

prendado de ella precisamente a raiz de esta visión.

visión cuidadosamente preparada por ella, podríamos

decir. En nuestros cuentos abundan las pinceladas de

encantadora seducción, en que se combinan magistralmente

la provocación y la inocencia.

Entre los varios ejemplos posibles citamos dos. En primer

lugar La zamarra <Es 108):

“Y el rey de ese reino era soltero y ya estaba en

disposición de casarse y su madre la reina le dijo que

por tres noches seguidas pusiera bailes pa ver si

encontraba novia. Y el rey así lo hizo. Y cuando el rey

estaba ya pa marcharse pal baile anadaba la Zamarra allí

y se acercó y se restregó contra él. Y él, enfadado, le

dijo:

—¡Anda, Zamarra sucia, quitate de aquil. Y le dió un


pinchazo con unas tenazas en la zamarra.”

—24 7—
Y en segundo lugar Maria de Madera <IC 103):

“Todas las tardes Maria de Madera volvía a Palacio con un

cesto de huevos, y una tarde se encontró con el hijo del

Rey, quien se disponía a asistir a una fiesta, y empezó a

broacar:

—¿Addnde vas, hijo de Rey?

— A ti no te lo diré

—¿Por qué no me has invitado?

—¡Te pegaré con mi calzado 1

“La tarde siguiente no tenía (el hijo de Rey)la menor

gana de soportar las salidas de María de Madera. En

cuanto ella le pidió que la invitara al baile, le diii con

las riendas por la espalda, pues estaba preparando los

arreos del caballo...”

Pero, naturalmente, esto está mucho más velado cuando se

trata de la figura del padre. La niña no parece incitar

el deseo sexuai del padre hacia ella. El cuento nos

presenta siempre una niña bella, dulce, discreta y hasta


en ocasiones (Grimm) “piadosa” y “temerosa de Dios y sin

pecado”.

Pero no olvidemos que los cuentos populares no suelen ser

muy explícitos en cuanto a los rasgos físicos ni


psíquicos de los distintos personajes. No es
necesariamente en la descripción de la psicología de las

individualidades en lo que el cuento es genial, sino en

la plasmación de una serie de “funciones” (Propp 1971) y

rasgos estructurales de los distintos personajes.

Un ejemplo. En estos cuentos ser el pequeño de los

hermanos no es una condición indiferente, Ser la pequeña

de las hermanas o el pequeño de los hermanos significa,

automáticamente, ser el protagonista; la preferida del

padre; el que va a superar las pruebas propuestas; la más

guapa de las hermanas; con frecuencia el más torpe y

atolondrado aparentemente de los hermanos, pero también,

el más noble o el más listo de entre ellos. Etc.

De forma que en los cuentos del grupo que estudiamos, el


rasgo de ser “objeto de persecución” que aparece en la

niña, (persecución sexual del padre, venganza de un padre


defraudado en sus deseos de ser amado, persecución celosa

de la madre, rivalidad mortal de las hermanas, etc)

equivale automáticamente a ser la hija que mantiene, ha

mantenido, o puede llegar a mantener unas relaciones

oscuras con el padre que ponen en grave peligro al resto

de los miembros de la familia, y al mismo grupo

familar—social en su conjunto. <E. Almiodóvar 1982,1989)

—249—
4.5.5.— Silvana: un romance aue comorende los distintos

elementos

Para terminar con este punto, del carácter incestuoso de

la relación padre—hija, del sentido de los celos de la

madre y la participación del deseo de la hija en este

álgido conflicto triangular, traerá otro ejemplo del

Romancero. Se trata del romance de Silvana, otro de los


romances de incesto:

Se pasea la Silvana. por la su huerta florida;

si bien toca la guitarra, mejor romances decía.


su padre la está escuchando desde una alta celosía.
— Más bien pareces, Silvana, con ropa de cada día
que la reina de tu madre con la de Pascua Florida.
Si quisieras , ini Silvana, ser la mi querida amiga...
— ¿ Y las penas del infierno, padre, quién las
pasarla?
— El Padre Santo está en Roma que nos las
dispemearia.
— Jesucristo está en el cielo que nada se le
cubría.
Daba gritos y alaridos que en el cielo les metía.
— ¿Por qué lloras, reí Silvana, por qué lloras, hija
mía?
— Porque me voy a mudar de otra muy blanca camisa,
que para dormir con reyes está muy negra la mía.
— No llores td, ini Silvana, no llores tú, hija mía,
tú te irás a la mi cama, y yo a la tuya me iría;
tú te pondrás mi camisa, yo la tuya me pondría.
A eso de la media noche de amores se requería
— No estás doncella, Silvana, no estás doncella,
hija mía.
— ¿Cómo quiés que esté doncella, de tres infantes
parida?
El primero fue don Carlos, la segunda la Maria,
la tercera la Silvana, toda la flor de Castilla.
— Viva la reina cien años, cien años la reina viva,
que ¡no quitó de un pecado que pasaba de herejía
<Alonso Cortés 1906,27. Citado en Espinosa 1947,388)

Es un romance que tiene múltiple interés porque, teniendo


similitudes importantes con Delgadina, muestra también
variaciones significativas:

La relación padre—hija aquí es claramente de seducción


mutua. (Diaz Roig, 1986)

Si en Delgadina la protagonista acaba cediendo, de


palabra, a los deseos del padre, ante la inminencia de la
muerte si se niega, en Silvana ésta se muestra encantada
de ser requerida por el padre. Sólo presenta, en un
primer momento, débiles resistencias morales que pronto
son solventadas por el padre.

—251—
El romance, que posiblemente no acierta a dar con la

profundidad y complejidad de los sentimientos

ambivalentes de la protagonista, recurre a un curioso

procedimiento: al principio, como hemos dicho, Silvana

está halagada y contenta de ser la “amiga” y enamorada

del padre. Pero, a renglón seguido, <estrictamente

hablando), aparece la misma Silvana refiriéndo lo que

acaba de proponerle el padre entre exagerados lamentos y

desgarradoras quejas.

Y una diferencia fundamental: la madre toma partido por

la hija. Ambas se ponen de acuerdo para engañar al padre

mediante un conocido recurso en la literatura: la madre

ocupará, con las ropas de la hija, el lugar de ésta en el


encuentro incestuoso. En las versiones populares

examinadas y en el romance de Delgadina el conflicto con

la madre surge porque la niña, movida por los deseos del

padre y tal vez por los suyos, pretende ocupar el lugar

de la madre.
En Silvana, la madre ocupa el lugar que le corresponde:

partenaire sexual del padre. Y además ocupa el lugar que,

en el deseo, en la fantasía incestuosa, el padre

pretendía para la hija. La madre, manteniéndose en su

lugar —no es una malcasada—, desaloja además a la hija de

la fantasía incestuosa.

(Gutiérrez Esteve 1978) (181

-2 32—
Así lo hacen. Se produce la relación amorosa genital <19)

y, sorprendido por la mo virginidad de la hija, el padre,

“de mañana”, exigirá explicaciones a la niña sobre este

punto.

Nuestra sensibilidad actual en lo relativo a las

relaciones familiares no puede dejar de sentir asombro y

cierta indignación ante lo que hoy seria una salvaje

manifestación de cinismo y desfachatez. Nos cuesta

imaginar que, en otros tiempos, en otros momentos de

nuestra misma cultura actual, algo así podía formar

parte, si no de lo cotidiano, sí de lo comprensible

socialmente. (20)

Finalmente, otra nota diferencial: el padre ante la

enumeración por parte de la esposa de sus señas de

identidad (especialmente del namoro de los hijos habidos


con él) retorna “al buen sentido”. Se alegra por haber

sido engañado con tan buen fin. Final feliz.

Sorprendente final feliz: ni una queja por parte de la

esposa. Incluso en una versión del romance, recogida en

la provincia de Huesca y citada por Gutiérrez Estove, la

siniestra “tolerancia” va más allá:

—253—
A Las doce de la noche ¡ el rey a su cama iba.
— Despierta, hija Silvana, / despierta, Silvana mía;

si por ni antes eras virgen ¡ por mi virgen quedarías.


- ¿Cómo quieres que sea virgen ¡ si Soy tres veces

parida?

En una pan a don Carlos, / en otra a doña Maria

en otra a tu hija Silvana ¡ a quien amores podías

Al oir estas palabras ¡ muerto para atrás caía.

— No desmayes tú, mi rey ¡ no desmayes prenda mía,

esto ea cosa que a los hombres ¡ les sucede cada día

<Gutiérrez Estove 1978, 559)

Por lo que se refiere a la actitud de la madre frente a

la hija, podríamos entonces relacionar el romance de

Delgadina con el subgrupo La Bella Venecia y Resma en el

horno (Niña perseguida por la madre) y el de Silvana con

Maria de madera y Como a la sal (Niña perseguida por el

padre).

Una vez demostrada y analizada la presencia del motivo

incestuoso en los textos del ciclo de “La niña

perseguida”, tendremos que justificar esa presencia y su


importancia nodal en estos cuentos. Abordaremos esa

cuestión en el capítulo 6.
Cuadro A: Causa explícita de la mutilación

E137 RA3I ICYI G31 1C141 A279 BAR E599 Esico Eslol EslO2 EslO

Dar comida * *
o limosna

Signos re * * * * *
ligiosos
(diablo)

Leer libro *
cristiano
(judío)

Evitar que *
se lave
(diablo)
Acusaciones * *
de otras a,u
eres

Cuadro B: origen explicito del conflicto

E137 RAZl 1c71 G31 1C141 A279 BAR Es99 EslOD EslOl EslO2 EslO

Desobedece * *
al padre

Ventaal * * * * * *
diablo

Padre des *
naturaliza
do. (Judío)

Celos,odio * * *
de mujeres

—255-
NOTAS AL CAPITULO 4

(1).— En 1928 Thompson tradujo al inglés, ampliándolo


(lo que hace que desde siempre se le cite como coautor),
el indice del finlandés Antii Aarne, Types of the
folktale
Entre 1932 y 1937 publica los seis volúnenes del
Motif—Index of Folk—Literature
De 1972 es la traducción al español de The folktales
(1946> que viene a ser un resumen de su obra de 1928
Nortearnaricano, continuador de la obra de Aarne,
representa, junto con éste, a la escuela que se ha
ocupado con mayor seriedad y rigor de una clasificación
casi exhaustiva del ingente material que representan los
cuentos folklóricos de todo el mundo.

(2).— El horror que produce un relato como éste, por la


espontaneidad y naturalidad con la que se decide y
ejecuta la muerte de un hijo, no debe hacernos desistir
de su lectura sino, por el contrario, seguir buscando
versiones del mismo motivo, algunas más terroríficas aún,
que nos lleven a encontrar respuestas al interrogante
inevitable que estos cuentos nos plantean, ¿cuál puede
ser su sentido?

¿como pueden coexistir cuentos como aquel en que se


afirma: “¿cómo puede creer alguien que una madre mate a
su hijo?”, con otros como éste de Espinosa en donde un
padre mata a su hijo con toda frialdad?.
Y no es una excepción. Aarne y Thompson recogen, en su
Indice de Tipos de cuentos, el 720: “mi madre me mató, mi
padre me comió”.

Thompson en su Indice de Motivos, recoge entre otros el


511: ‘<padre cruel”; el 331: “madrastra cruel”; el 3211:
“alma del niño prometida al diablo”; el 5301: “niños
abandonados <expuestos): el 5400: “persecuciones
crueles”; etc.
A pesar de ser éste un tema fuerte, enigmático y
atrayente, hemos tenido que dejarle a un lado por su
colateralidad con nuestro tema central. No obstante,
dejamos mencionadas unas cuantas versiones de un
indudable interés:

El niño que resucita (E 148)


El niño que llegó el último (E 149)
La asadura del hijo <E 216)
El caramillo maravilloso <A 244)
Los dos caminitos <F.Cab)
El enebro <0 47)

—256’-
Ante la posible objeción de que este tipo de cuentos, en
donde un niño <siempre un varón en las versiones
mencionadas), es muerto a manos de la madre, la
madrastra, el padre o en un caso la hermana, pertenecen
al pasado histórico y cultural y que hoy ya no se
conocen, debo decir que El enebro de los hermanos Grimm,
tal vez el más truculento de todos los enumerados, es el
tema de una actual y conocida canción popular alemana y,
más cercanamente a nosotros, se acaba de publicar una
edición de “El enebro y otros cuentos de los Grimm”
presentada por un personaje universalmente conocido en el
mundo de la actual literatura infantil: Maurice Sendak.

<3).— Dos muntos de vista simultáneos e indismensables


Dara realizar el análisis de textos, el que tiene en
cuenta la realidad y el que tiene en cuenta al deseo

En nuestro lenguaje se utilizan con total normalidad


expresiones que nos aterrorizarían, de tomar un carácter
realista, de traducirse en una realidad. Por citar las
más frecuentes y mas “inocentes”: “partir la cara”,
“romperle la cabeza a alguien”, “machacar al contrario”,
etc.

En un momento de ira se pueden llegar a decir cosas


terribles sin que necesariamente medie en la realidad un
agravio importante que lo justifique. Así, en base a
procesos mentales que pueden no tener una justificación
real, podemos oir que una madre le dice a un hijo: “te
voy a matar”, “les que te tiro por la ventanal”, O a
alguien que afirma con aparente, y en cierto modo real,
seguridad y contundencia; “voy a por ella y la saco los
ojos”, “como le eche la mano encima le abro en canal”.
<Nótese al paso que los genitales, especialmente los
masculinos, son frecuente objeto de todo tipo de
agresiones fantaseadas. Es posible que en los ataques
fantaseados, verbales, hacia las mujeres, se produzca un
desplazamiento de los genitales a otras zomas del cuerpo
que se mencionan más frecuentemente: los cabellos, los
ojos, la lengua.
Nos hubiera encantado poder decir aquí que también las
manos o los brazos son con frecuencia objeto de agresión
fantaseada al cuerpo femenino, pero no nos parece así.
Con lo cual permanece el carácter enigmático de este
rasgo fundamental del cuento).
Hasta aquí lo que hemos visto es que un castigo de las
características que muestra este relato ha de
corresponder, si nos situamos en el plano de la realidad,
a una grave falta.

—257—
Pero los criterios respecto al caracter delictivo de una
acción cambian con el tiempo, con la cultura y la
ideología. Ello nos obligaría a hacer alguna incursión de
la mano de la historia y la antropología que nos permita
ubicar esta situación relatada por el cuento en una
posible realidad.

Pero también veíamos que, si nos situamos en el plano del


pensamiento espontáneo, tales castigos pueden infligirse,
o mejor dicho, tales castigos pueden desearse o decidirse
(quedando por tanto en el ámbito del deseo, de la
palabra), sin que la ofensa, en la realidad, haya tenido
una importancia proporcional. Ahora bien, tampoco podemos
negar que si se pronuncian tales sentencias debe ser
porque, de alguna forma, tal vez en otro registro
distinto al de la realidad, se han debido cometer los
delitos correspondientes a aquellas.

cuando adoptamos esta perspectiva, nos movemos en otro


campo, distinto al de la realidad, y bastante resbaladizo
por cierto, que es el del deseo, el de la fantasía
consciente e inconsciente. Campo incómodo porque falta en
él la seguridad que da la referencia al sentido coman, a
la realidad.
Esto trae consigo una inmediata consecuencia: el
descrédito con el que se suele tratar todo lo que en este
ámbito acontece:

Si alguien pronunciara una grave amenaza contra otro, del


orden del “que te parta un rayo”,”ojalá te mueras”, y un
observador le pretendiera hacer ver la agresión que hay
en ese dicho, con frecuencia el sujeto amenazante
procederá a descalificar sus propias palabras,
quitándoles el significado agresivo.” no son más que
palabras”, “es una manera de hablar”.
Y así es, efectivamente. Es una manera de hablar: nuestra
manera de hablar. Es una característica de nuestras
palabras. ¿En qué consiste? En que las palabras y su
significación “establecida” no siempre coinciden. Lo cual
está ciertamente demostrado en los estudios de los
teóricos de la comunicación, quienes diferencian dos
niveles en la comunicación: el nivel “de contenido” y el
nivel “relacional”. Si prescindimos de cualquiera de los
dos niveles no podremos tener acceso a la significación
de lo que el otro dice. (Watzlawick 1976, Jackson 1977)

<No obstante, dejemos claro desde ahora que nuestro punto


de vista no es de la Teoría de la Comunicación. Y que la
interpretación del nivel relacional, que seria necesaria
para comunicarse adecuadamente, no coincide con la
naturaleza ni objetivos de la interpretación
psicoanalítica.)
Por eso hace bien, en cierto modo, el que se queja de que
otro pretenda escuchar literalmente sus palabras
agresivas en un momento de ira, o cuando pronuncia
ciertos dichos, o determinados latiguillos, u otras
licencias lingútsticas.
Ahora bien, si aceptamos que cuando el sujeto pronuncia
una frase con un claro contenido amenazador, conforme a
los criterios semánticos establecidos, su significación o
el deseo que late en ella no necesariamente es de
agresividad, también tendremos que aceptar lo contrario:
que una significación agresiva se puede deslizar, o un
deseo hostil se puede expresar, en un decir
amistoso., aparente.
En definitiva, que en nuestra “manera de hablar”, el
sentido, la significación no necesariamente se
corresponde con lo que parece decirse. Que lo que el
sujeto hablante desea se expresa en cierto modo en sus
palabras, pero también se escamotea tras ellas.
Se podría resumir así: siempre decimos otra cosa de lo
que queremos decir, O nos pasamos, o nos quedamos cortos
(Szpilka 1989, Gutiérrez Sánchez 1989).

Este es el otro ámbito que habrá que indagar. Junto con


la exterioridad del cuento <a través de la historia, de
la antropología), la interioridad del propio relato,
aquello que el texto nos dice sin que esté correlativa y
estrictamente dicho en él. Un ámbito en el que el deseo,
la significación, la verdad del texto no están
manifiestos, ni se desprenden de torna natural, sino que
hay que buscarlos

Añadiremos que los dos ámbitos son inseparables a la hora


de analizar un texto: la historia no es sólo una
reconstrucción desde el dato del hecho objetivamente
acontecido, sino una construcción, estrechamente anudada
a lo objetivo, desde el deseo y las fantasías del sujeto.
4tp de i~n caso de
En el historial
neuros4s obsesiva clínico A orppós
<1909d, pp.121—172), más conocido como
“El hombre de las ratas”, Freud se detiene largamente en
la diferenciación entre recuerdos infantiles y fantasías
infantiles.
Producto de ello es la nota a pie de página que resume lo
sustancial del punto de vista freudiano <Freud
1909d,162—163, n.39) y a la que remitimos,
Sobre este tema véase también (Freud 1899a)

Esto supone una concepción diferente de la memoria y del


recuerdo en la que no podremos detenernos ahora. Se harán
algunos comentarios a propósito de la “teoría traumática”
en Freud.

—259—
Por otro lado, la fantasía del sujeto, su actividad
fantasmática, es un intente de imaqinarizacuón de lo
real, no es ajena a lo real. Freud, afirmaba, con
relación al delirio —una manifestación patológica de la
fantasía, pero fantasía al fin— que incluso en él había
“un grano de realidad” (Freud, 1907a,6?)

concluyendo: si los elementos más o menos fantásticos del


cuento, proporcionan datos a veces valiosisimos <Propp,
1974> para la reconstrucción de la realidad histórica
los datos más o menos objetivos que nos brindan la
historia, la antropología, etc, nos permiten hacer
hipótesis acerca de “lo inconsciente” del cuento, de todo
ese exceso de significación que a lo largo de centurias
se ha ido incorporando al texto, modificándolo,
deformándolo, en un proceso complejo en que la metáfora y
la metonimia han jugado un papel fundamental, como, por
otra parte, lo juegan en la formación del sueño, o de las
más variadas manifestaciones de lo que Freud llamó la
psicopatología de la vida cotidiana, olvidos, lapsus,
confusiones, etc.
A lo largo de este trabajo afirmaremos repetidas veces,
en diferentes contextos y de distintas maneras, que
nuestro objetivo, desde una línea teórica y metodológica
que consideramos freudiana, no consiste en establecer la
realidad histórica o social en que se basa el cuento que
estudiamos; tampoco prestarnos a cualquier tipo de juego
imaginativo posible, fascinados por la belleza de los
textos o la ingeniosidad de ciertas interpretaciones,
sino en poder averiguar algo del “inconsciente del texto”
(Bellemin-Noél,1979), en llegar a la “realidad psíquica”
<Freud. 1916-1?, 336), a través de los datos de la
realidad histórica, etc, y de los datos de la imaginación
<la asociación libre en el análisis de un paciente, el
texto en el análisis de los cuentos).

<4).— Lo que dará pié a un malentendido que vemos con


cierta frecuencia en los cuentos populares; el padre
piensa en el manzano que hay tras la casa, mientra que el
hombre viejo piensa en la hija que en este momento barre
el
1’Un patio de atrás. malentendido
lamentable del que nadie es
responsable”, podríamos decir. Ausencia de responsable y,
eso si, importantes consecuencias. En este caso,
funestas.
El paicoanalista está acostumbrado a encontrar en muchos
de estos “malentendidos” una expresión muy conseguida del
conflicto de ambivalencia.
En el malentendido figuran dos tendencias generalmente
opuestas. Por ejemplo:

60—
— el deseo de vender a la hija para obtener con ello el
bienestar
— la reacción a este deseo (inconciliable con el resto de
pensamientos, sentimientos, etc>: retenerla a su lado,
preservándola de todo daño

El malentendido puede esconder, en su esencia, el deseo y


la defensa. Es similar, en su naturaleza y efectos, al
mecanismo de la negación (Freud 1925h, Laplanche y
Pontalis ,1979,244)

(Sb— Un ejemplo de esa entrega apresurada de la hija lo


encontramos en El novio bandido de los Grimm (G 40), en
que el padre, deseoso de casarla rápido y bien, la
promete a un hombre que le produce a ella, desde el
primer momento, malestar y desconfianza

En otra versión, de Italo Calvino, El asesino sin mano


(IC B9), vemos a un padre—rey, encantado de entregar a su
hija a un más que sospechoso personaje por la sola razón
de que no le exige dote, aunque con ello ponga a la hija
en serio e insistente peligro de muerte,
La versión italiana que se corresponde más con ésta de
Italo Calvino, lleva por titulo El rey avaro (Calvino
1990), titulo que centra el origen del conflicto, no en
el caracter malvado del pretendiente, sino en el
inadecuado deseo del padre.

(6).— Se observan diferencias notables en cuanto a la


actitud de “la niña perseguida por el padre”, posterior a
la “fechoría” (mutilación, persecución, expulsión, etc).
Se puede comprobar en los cuadros comparativos de las
distintas versiones, en el capitulo siguiente.

En un extremo, la actitud coqueta, reidora, en Maria de


madera (IC 103); la complicidad y seducción de la niña
del candelero, en Como a la sal <IC 54); el aire
divertido en Piel de vieja (IC 70); o el descaro en La
zamarra (Es 108).
En el otro, tenemos la desconfianza y el miedo de la niña
en Como la vianda quiere la sal <RA 34); su reticencia en
Como la vianda quiere a la sal <Es 107): y su
incomprensible tozudez para no ser reconocida nl deseada
en La pavera (E 120).
Pero sobre todo, en este segundo grupo, destacan tres
versiones de los Grimm:

a>.— En La pastora de gansos del manantial <0 179) vemos


a una niña permanentemente triste, angustiada:
Pero la hermosa doncella estaba triste, Se sentó y llorá
amargamente. De sus ojos rodaba una láqrima tras otra y,
deslizándose entre sus largos cabellos, cayeron al
suelo...

—261—
Cuando el personaje protector se va a despedir:
— lAy, querida madre 1 ¿Queréis echarme? ¿A dónde voy a ir
yo?. No tengo amigos ni patria a donde dirigirme. He
hecho todo lo que habéis querido y siempre habéis estado
contenta conmigo; no me echéis de vuestro lado
b).— La protagonista de Toda—clase—de—pieles CG 65) ha
huido de su casa cuando el padre, tras decidir que quiere
casarse con ella, y entregarle los tres vestidos
requeridos, le ha hecho saber que la boda 50 celebraría
mañana.
Envuelta en un abrigo hecho con pieles de todos los
animales existentes, se queda dormida y es despertada por
los cazadores del rey a quienes dice:
Soy una pobre criatura, abandonada de padre y madre;
corepadeceos de mi y llevadme con vosotros.

Cuando el rey le pregunta quién es:


— ¡Yo soy una pobre criatura que no tiene padre ni madre!
— ¿Para qué estás en mi palacio?:
— Para nada bueno, solamente para que me tiren los
sapatos a la cabeza.
o).— El ejemplo más notable de esta actitud depresiva,
culpable, lo tenemos en una versión de “La niña sin
brazos”, La muchacha sin inanes <0 31), también de los
Orín,,.
Si bien las protagonistas de este grupo son, en general,
más tristes, más pasivas (han sido mutiladas,
abandonadas, calumniadas, vueltas a abandonar, etc), esta
versión tiene una calidad distinta, que impresiona:

— Hija mía, si nc te corto las manos, me llevará el


diablo, y por miedo se lo he prometido, perdóname que te
haga daño
Ella contestó:
— Querido padre, hazne lo que quieras, yo soy tu hija
A continuación extendió las manos y se las dejó cortar
El diablo volvió por tercera vez, pero ella habla llorado
tanto sobre sus mullones, que estaban insaculados.
Entonces se vid obligado a retirarse y perdió todos los
derechos sobre ella.
El molinero dijo:
— He ganado tantas riquezas gracias a ti, que te
mantendré toda la Vida de forma excelente.
Ella, sin embargo, contestó:
- Yo no puedo permanecer aqul, tengo que partir. Personas
compasivas me darán lo que necesite.

Nás adelante, cuando la encuentran nO saben quién o qué


puede ser:
— evienes de parte de Dios, o eres de este mundo? ¿Eres
un espíritu o un ser humano?

—262—
Ella contestó:
— No soy espíritu alguno, sino un pobre ser humano,
abandonada de todos menos de Dios.

¿Por qué dicen estas cosas?. ¿Por qué esa pasividad


frente al perjuicio?. ¿De qué huye esta última niña?.
¿Por qué se autodenigran?.
Una tendencia, de acuerdo con el análisis que venimos
haciendo, es entender la culpabilidad de la niña como
correspondiente a su implicación, a su deseo conflictivo.

Pero no podemos dar demadiado peso a estos indicios. No


podemos obviar el hecho de que la mayoría de las
versiones del grupo primero, -la niña optimista—, son de
Italo calvino, y la mayoría de las del grupo segundo, —la
niña angustiada y culpable—, son de los hermanos Grimm.
Probablemente cada autor hace hincapié en rasgos
distintos, existentes ambos en las versiones orales. Las
niñas del primer grupo están ya más alejadas del
conflicto, más cerca del príncipe que del padre,
podríamos decir.
Las segundas muestran unas contradicciones y un
sufrimiento, indices de que el conflicto está en su punto
critico.

<7) .— Es esta una interesantisima versión por las


lagunas de sentido que presenta. El diablo perseguirá más
tarde a la niña, devorando a su hijo primero y a su hija
después, culpándole a ella de los crímenes, al no obtener
respuesta a esta enigmática demanda:
“María, o me dices lo que viste, o me das lo que
pariste”

Tambien es enigmático el incomprensible silencio de la


niña acusada de asesinar y comer a sus propios hijos,
amenazada de muerte por el propio marido, Es un silencio,
no obstante, muy frecuente en las heroínas de este
ciclo.)

(8).— Si Perrault bromea en su Piel de Asno con el


carácter retorcido y femenino de la esposa que le pone al
marido una condición imposible para la nueva <que la
iguale en belleza), no fue más allá: podría haber
extendido su comentario irónico al hecho de que la madre
dispone, inconsciente pero machaconamente, que su
sucesora sea su propia hija, mediante la imposición de
diversas condiciones.

—263—
<e).— La sorprendente reacción paterna en este cuento
recogido en Ciudad Real, es exactamente igual a la que
encontramos en el cuento ruso El espejito mágico (A 211),
muy diferente en el desarrollo posterior del contenido.
En el cuento ruso el seductor es un tío paterno:
“Precisamente esa hermosura inspiró al tío de la
muchacha una idea pecadora que no le daba sosiego mi de
día ni de noche.
— Si no pecas conmigo —acosaba a la muchacha—,
despídete de la vida: te mataré aunque sea mi perdición.”

<10).- En El Gran flarbone <IC 176), el que recibe el


encargo real es un ministro, que trata de seducir a la
joven reina, sin éxito, por lo que la denuncia al rey que
la condena a muerte.
En El espejito mágico <A 211), si el padre la dejó en
manos del brutal tío, el marido la dejará luego al
cuidado de un general que también se prenda de su belleza
“maree tu amor —le dijo a la zarevna— o te arrojaré al
mar”.

El negro, el ministro, el tío, el general.., todos


dispuestos a violar a la niña. ¿Qué tenía esta niña que
produce esos efectos?. Estos personajes insistentes,
repetitivos, ¿vendrán a ser caras distintas de un misno
violador?

Abordaremos esto en los capítulos 6 y 8

(11).- En las versiones castellanas recogidas por


Espinosa de este cuento, encontramos fórmulas cláramente
confusas y ambiguas que posiblemente respondan a una
ritualización de la “tercera respuesta”, que
progresivamente habría ido perdiendo significación
No obstante se mantiene la relación de necesariedad entre
el agua y la sal, dos componentes indispensables para la
alimentación

<Yo te quiero):
— “más que a la sal en el agua” <E 120)
— “más que la sal en el agua” (E 121)
— “como la sal al agua” (E 122)
— “como la sal en el agua” (E 123)
— “como a la sal en el agua” <E 124)

(12).— ¿Y cómo pueden unos pulmones y un hígado servir de


reconocimiento, de prueba?. Esta demanda tiene más
sentido en otras versiones donde la madrastra, o la
suegra, añaden qué van a hacer con esos despojos;
Gomérselos.

—264—
La antropofagia ritual, la creencia de que al devorar
determinadas partes especiales del “enemigo” se
incorporan también sus envidiadas cualidades, es
conocida. Creemos que el motivo de la devoración, o de la
simple presentación de las vísceras de la niña, respende
a esta creencia primitiva. (Gutiérrez s. 1989)

<13).— Lo que viene a continuación es el análisis de un


aspecto del odio de la madre, aquel que se relaciona con
el incesto padre—hija y su consecuencia: la madre
malcasada.

Hay otros aspectos, evidentes en La bella Venecia <re


109), en Blancanieves <o Sa) o Blancaflor (E 145), cono
por ejemplo, el desproporcionado narcisismo materno.
La madre que no puede tolerar que la hija la supere en
juventud o en belleza.
Esta prioritaria necesidad de ser la más bella, la única,
bien podría ser la expresión proyectiva de los deseos
narcisistas de la propia hija, como hemos señalado en
otros lugares (Gutiérrez s. 1978; 1986)
No obstante, tanto el narcisismo dañado de la madre, como
la fantasía narcisista de la hija, ambas, —como el
incesto padre—hija, o la exclusión de la hija de la unión
entre los padres—, cobran sentido en la situación
triangular, edipica, que analizaremos más adelante, en el
capitulo 8.

(14).— Hace morir con toda frialdad a todos los


pretendientes, uno por uno, como aquel Caballero de la
espada < Le chevalier A l’epée. cd. Johnston y Oven,
London—Edimbourg, Scottish Academio Press, 1972. Hay
versión española en edit. Siruela), que entregaba a su
hija al forastero con un estusiasmo sospechoso y antes
que el joven, sorprendido pero contento, consiguiera los
favores de la hija ya era muerto por la espada,
representación del padre, separadora y vengadora,
excluyente, dispuesta a todo por preservar a su hija para
si. Pero volveremos sobre esto.

<15).— Obsérvese que, si en las versiones del grupo


“Bella Venecia” la madre no puede tolerar la belleza de
la hija (o el ejemplo histórico de Deoteria, citado más
arriba), en las versiones de “Maria de madera” parece
abogar por ella. En esta ocasión lo que parece se le
haría insoportable es la idea de una mujer “otra”,
distinta. Seguramente siempre es así: la rivalidad
siempre viene de “lo otro”, “lo diferente”, que pone en
peligro “lo uno”.

265—
Respecto a este motivo y su relación con la elaboración
patológica del duelo, consúltese el trabajo de David
Rosenfeld <Rosenfeld 1976). Uno de los estudios
psicoanalíticos, de aplicación clínica, más rigurosos
sobre un cuento tradicional.

(16).— No existe el apelativo en masculino,”nalcasado”,


aunque haya otros típicamente masculinos> “cornudo”, por
ejemplo, que en ocasiones asume todo el peso de
significado que tiene la variante femenina.

(17).— Este motivo, como en realidad la mayoría de los


motivos de los cuentos populares, ya se encuentra en la
mitología clásica (Graves 1985)

(18).— Donde está la madre quiere ponerse la hija; donde


se supone que está la hija, se pone la madre.
“Cuando el padre le hace a Silvana la proposición
incestuosa, introduce, con frecuencia, una comparación
con su madre:
— Mejor te está a ti, Silvana ¡ la ropa de cada día
que a la reina de tu madre ¡ la de las Pascuas Floridas”
(Versión no.9, recogida en 1931 en Polientes, Santander)
Esta comparación implica, claramente, el carácter de la
relación propuesta: se trata de que Silvana, más joven y
hermosa que su madre, sustituya a ésta en el amor con el
padre. En definitiva, cono es obvio, todo incesto
paterno-filial está suponiendo siempre un desplazamiento
y una sustitución, pero lo característico de esta
secuencia es, por un lado, su carácter tan explicito y,
por otro, la elección de las ropas, de los atuendos
corporales, como elemento y término de comparación, con
lo que se prefigura el papel que desempeñarán tanto en la
solución narrativa del conflicto cono en la articulación
simbólica del mismo. Se señala pues, desde el comienzo,
lo que el incesto de Silvana supondría cono alteración de
las posiciones definidas socialmente en el seno de la
familia.
si las posiciones sociales estaban en peligro, la única
manera de salvarlas ha sido a costa de la pérdida
(parcial, por el intercambio de ropas) de la identidad.
Una identidad que se recupera al final del romance,
merced al reconocimiento del cuerpo cono última y
definitiva referencia de la misma, como el asiento del
individuo en su naturaleza. El padre, en numerosas
versiones, se extraña de la falta de virginidad de quien
cree ser su hija, y la madre reivindica su cuerpo y su
identidad con la enumeración orgullosa de sus partos

—2’66—
Ni la cara, ni la voz, ni la conducta amorosa son
elegidos como medios de identificación, sino el sexo,
algo tan despojado de apariencia histórica que exige que
la madre la recite.,.”
<Gutiérrez Esteve 1978,561—3)

(Parece que la identidad está, por tanto, no en el


cuerpo, sino en la historia).

(19).— En este punto, queremos resaltar la ingenuidad <~)


de Espinosa:
“Pero el romance, cono se ve, no pasa del amor incestuoso
del rey y el engaño por parte de la madre y de guyana”
<Espinosa 1947,389)

Nos viene a la cabeza la afirmación ingenua U?) de Breuer


—que Freud recordaba con asombro e irritada incredulidad
<Gay 1988, 91>—, acerca de que en su paciente, la famosa
Anna 0. de la literatura psicoanalítica,:
“el elemento sexual estaba asombrosamente no
desarrollado; la enferma, cuya vida se volvió
transparente para mí como es raro que ocurra entre Seres
humanos, no había conocido el amor, y en las masivas
alucinaciones de su enfermedad no aflonó nunca ese
elemento de la vida ani3hica” <Breuer y Freud 1895d, 47)

Es mucho más adecuado hablar de “negacuén” que de


“ingenuidad”. Como si el hecho de que la seduccudn “real”
no se llevara a efecto con Silvana, despejara la
complejidad de una situación así, Es una visión que
pretende reducir (aunque no lo consigue y de ahí la
negación) los efectos del deseo (paterno, filial, materno
en esta compleja trama) a la materialidad del
acontecimiento.

Una cita más: Freud, en carta a Fliess, en octubre de


1895, le pregunta:
“¿Ya te he comunicado el gran secreto clínico, oralmente
o por escrito?: La histeria es la consecuencia de un
sobresalto sexual presexual”

Naturalmente esta es una afirmación que habría que situar


en el tiempo y discutir. Pero, con todas las matizaciones
posibles, muchas de las cuales se hacen en este trabajo,
afiramos que la sexualidad es la consecuencia de un
sobresalto sexual presexual. (Laplanche y Pontalis 1976)

De ahí la importancia de las situaciones que describen


Silvana, “Maria de madera”, “Como a la sal”, aunque en
ellas todo pase en el registro del deseo, O precisamente
por ello.

—267—
<20>.- <En la Alta Edad Media occidental) “el lecho es
común a padres, tíos y tías, primos y primas, así como a
los hijos de todos ellos, esclavos y sirvientes, con
frecuencia más de una docena de personas, desnudos,
mezclados unos con otros, en el mismo calor
nutricio... .el hombre, jefe de parentela o de linaje, es
propietario del mund de sus hijas, porque es el guardián
de la pureza de la sangre y de la autenticidad de la
descendencia. Semejante poder protector, lo hará pasar a
manos del marido (de su hija) mediante el matrimonio, o
mejor dicho mediante los esponsales, que constituyen no
tanto un vestigio de la antigua compra de la mujer por el
futuro esposo, cuanto un seguro— —protección contra la
violencia y un certificado de garantía de la pureza de la
desposada” <Reuche 1989, 452—53)

~68—
REFERENCIAS BIBLIOCRAFICAS DEL CAPITULO 4

ARIES y DUBY <coord.) <1989): Historia de la vida

privada. 6 tomos. Taurus. Madrid

ARRUABARRENA, E. (1986>: La ideolocia del incesto

En: BRAUNSTEIN (1986); El discurso del

psicoanálisis. Siglo xxi. México

BELLEMIN—NOEL. J. <1979): Ver5 l’inccnscienit du texte.

PUF. Paris

BETTELHEIM, Bruno <1977); psicoanálisis de los cuentos de

hadas. Crítica. Barcelona

BRAUNSTEIN (coord.) (1986): El discurso del

psicoanálisis. Siglo XXI. México

COX,M.R. (1893): cinderella. Londres

CRUZ—SAEZ, MichUeS. de (1989); El romancero de Aragón

tTerutfl. en: El Romancero. Tradición y pervivencia


a fines del siglo xx. Fundación Machado.

universidad de Cádiz

DAUMLING, E. (1912): Studie Ober den Typufl des “Mádchefls

ohne MAnde” innerhalb des Konstanze—ZyklU5. Munich.


DIAZ, DIAZ VIANA y VAL <1978—79); Romances tradicionales.

Catálogo folklórico de la provincia de Valladolid

2 tomos. Institución Cultural Siinancas. Valladolid

—269—
DIAZ ROIG,M. <1986): Estudios y notas sobre el Romancero.

El Colegio de Néxico. México D.F.

DIAZ ROIG,M. <1989): El romancero tradicional en América

Difusión y características en:EL Romancero

Tradición y pervivencia a fines del siglo XX.

Fundación Machado. Universidad de Cádiz

DI] BOULAY, J. (1987): Nueras y suegras. asnectos del

ritual matrinoni&I de los nueblos de Grecia

En: PEIflSTIANY,aohn G. (1927): Dote y matrimonio en

3.os paises mediterráneos Centro de Investigaciones


Sociológicas. Madrid

DUBY, Georges (1990): El amor en la Edad Media y otros

ensayos. Alianza Universidad. Madrid

ESPINOSA, Aurelio M. <1946—47): cuentos populares


españoles. 2 tomos. CSIC, Instto. de Filología

“Antonio de Nebrija”. Madrid

ESPINOSA, Aurelio M.(hijo) <1987—BSfl Cuentos populares

de Castilla y León. 2 tomos. CSIC. Madrid

FLANDRIN, Jean—Louis <1984): La moral sexual en

Occidente. Granica. Barcelona

FREUD,S. y BPEUEP, .7. (1895d): Estudios sobre la

histeria. AE II

FREUD,S. (1899a): Sobre los recuerdos encubridores


AE III, p.291

?REUD,S. (1907a):El delirio y los sueños en la “Gradiva”

de 14. Jensen. AE IX p.l

FREUDS. (1909d): A propósito de un caso de neurosis

gkz&gin. AE X. pp.119—172

—2 70

.
FREUD,S. <1916—17>: Conferencias de introducción al

psicoanálisis AE XV,XVI

FREtJD,5. (1923d) Una neurosis demoniaca en el siglo XVII

AE XIX, p.67

FREUD,S. (1925h): L nem n AE XIX, p.249


GAY, Peter <1989): Freud. Una vida de nuestro tiempo

Paidós. Barcelona

GRAVES, Robert (1985): Los mitos griegos Alianza. Madrid

GREEM, LAPLAI4CHE, LECLAIRE, PONTALIS <1976): El

inconsciente freudiano y el psicoanálisis francés

contemporáneo. Nueva Visión. B.Aires

GUTIEREEZ ESTEVE, 14. (1978): sobre el sentido de cuatro

romances de incesto Revista del Centro de

Investigaciones Sociológicas. Monográfico homenaje

a Julio Caro Baroja. pp. 551—579


GUTIERREZ SANCHEZ,G. (1978): AspectoS uslcolócicos de los

cuentos infantiles Enciclopedia Nacer y Crecer.

t.VI. pp.155-171. Ediciones Orgaz. Madrid


GUTIERREZ SANCHEZ,G. <1986): Influencia de los cuentos en

el desarrollo afectivo del niño, seminario de

literatura infantil. Letragorda (2) Consejeria de

Cultura, Educación y Turismo. Comunidad Autónoma de

Murcia.

GUTIERREZ SARCHEZ,G. (1989): Miedos y monstruos CLIJ.

cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil. Mo 2,

no.2. pp.8—14. Fontalba. Barcelona

—271—
GUTIERREZ SANCHEZ,G. <1989) :Considernciones

osicoanalíticas acerca de la lectura Clínica y

Análisis Grupal vol. 11<2), no.51, pp.305—318.


JACXSON, D.D. (1977): Comunicación, familia y matrimonio.

Nueva Visión. B.Aires.

LAPLANCHE y PONTALIS <1976): Fantasía originaria


fantasías de los origenes, origen de la fantasía

en: Green y otros (1976): El inconsciente freudiano

y el psicoanálisis francés contemporáneo. Nueva

visión, B.Aires

LAPLANCHE y PONTALIS <1979): Diccionario de Psicoanálisis

Labor. Barcelona

LOPEZ TANES, ¡U <1990): Introducción a la literatura

infantil. Secretariado Publicaciones Universidad

de }furcia. Murcia

PERISTIANY, John 0. (1987): Dote y matrimonio en los

paises mediterráneos. Centro de Investigaciones

Sociológicas. Madrid

PROPP, Víadinir (1971): Morfología del cuento.

Fundamentos. Madrid

FROPP, víadimir (1974): Las raíces históricas del cuento.

Fundamentos. Madrid

RODRíGUEZ ALMODOVAR, A. <1982): Los cuentos maravillosos

españoles. Crítica. Barcelona

RODREGUEZ ALMODOVAR, A. (1989>: Los cuentos populares o


la tentativa de un texto infinito. Secretariado de

Publicaciones de la Universidad de Murcia. Murcia

-272—

.
ROSENFELD, David <1976): Trastornos de la niel y el

esguema corooral. Identificación proyectiva y el

cuento infantil “Piel de Asno” en: Rosenfeld

(1976): Clínica Psicoanalítica. Galerna. B.Aires

ROSENFELO, David (1976): Clínica Psicoanalltica. Estudios

sobre drogadicción, picosis y narcisismo. Galerna.

B.Aires

ROUCHE, Michel (1989): Alta Edad Media occidental en:

Ariés y Duby (coord.) (1989): Historia de la vida

privada t.I, 405—533


SZPILKA, Jaime <1989): Sobre la cura psicoanalítica.

Tecnipublicaciones. Madrid
THoMPSoN, Stith (1972): El cuento folklórico. Universidad

Central de Venezuela. Caracas

URTUBEY, Luisa de (1986): Freud y el diablo. Akal. Madrid

VILLEMARQUZ, Hersat de la <1867): Barzaz Breiz. Chants

Populaires de la Bretagne Didier et Cíe. Paris

(versión en castellano: <1986):El misterio Celta

Biblioteca de Cuentos maravillosos. Olañeta.

Barcelona)

WATZLAWICR, H.BEAVIN y JACKSON (1991): Teoría de la

comunicación humana, Herder. Barcelona

—27 3—
CAPITULO 5

ANAIZSIS COMPARATIVO ENTRE VERSIONES DE CINCO


TIPOS DE “LA NIÑA PERSEGUIDA”

RELACION DE “ENIGMAS” QUE PRESENTA CADA TIPO


En este capitulo presentamos una relación ordenada
de aquellos puntos oscuros que hemos ido percibiendo en

las sucesivas lecturas de las versiones que configuran


los grupos de “La niña perseguida”.

Los hemos llamado “enigmas” y los consideramos, en

principio, expresiones del “inconsciente del texto”. No

todos tienen a nuestro parecer la misma importancia, ni

tampoco el mismo grado de resistencia a la comprensión.

Esta relación se deduce del estudio comparativo entre

versiones que hemos realizado para cada tipo, dentro del

ciclo de “La niña perseguida”. Este análisis es

presentado a través de cinco cuadros:

í.— versiones de “La niña sin brazos”


2.— Versiones de “Maria de madera”

3.— versiones de “Como a la sal”


4.— versiones de “La Bella Venecia”

s.— Versiones de “Eosina en el horno”

275—
Consideramos el inventario de enigmas y los cuadros

comparativos como un indice de trabajos futuros ya que en

el presente sólo nos hemos podido ocupar de aquellos que

parecen constituir el núcleo inicial y fundamental de

este ciclo de “La niña perseguida”: la relación

padre-hija, el motivo del incesto y la persecución. Que

en el tipo de “La niña sin brazos” se específica en la

nutilación.

De forma que son muchos los aspectos —no por menos

esenciales, menos enigmáticos—, que quedan abiertos a la


escucha y al análisis.

En “La niña sin brazos

— Diferencia entre versiones populares y escritas, en


cuanto al motivo del incesto (1)

— Venta de la hija al diablo, sin ninguna vacilación y

con la colaboración paterna

— El oscuro papel de la madre: o no está o se pone

decididamente de parte del denonio (2)


— La presencia del judío

— El motivo del incesto: la relación padre—hija


— La mutilación <3)

— La autoinculpación de la niña en algunas versiones

—276—


— ¡inico tipo en que no hay una seducción manifiesta hacia

el príncipe (salvo el hecho de estar mutilada)

— El enamoramiento súbito del príncipe <4).

— El odio de la suegra

— La infaltable marcha del marido en el momento en que la

mujer va a dar a luz <5)

— La naturaleza de la acusación: “Ha dado a luz

hijos monstruosos”

— El tipo de artimaña —cambio de misivas—, en casi todas

las versiones.

- Abandonados, “expuestos”, en el mar a su suerte

— Una madre sin brazos con dos hijos colgados a la

espalda

— La forma de recuperación de los brazos <agua o

milagro) (6)

— La enigmática casa a dónde van a vivir <~>


— El marido mo reconoce a la mujer por el hecho de

tener los brazos

— La forma de reconocimiento: suelen ser los hijos los

que reconocen, directa o indirectamente, al padre <a

quien no conocian)<8)

— En algunas versiones escritas el deseo incestuoso del

padre está autorizado por el Papa o por el cielo <La

Manekine, La Historia de la hija del Rey de Rusia,

Emare, etc)

— Desde el punto de vista morfológico este tipo presenta

una estructura singular: dos secuencias de persecución

y la boda en el centro.

—277-
En “Haría de madera

— Diferencia de estatus social del padre con respecto a


las populares de “la niña sin brazos”. Relación entre

el estatus de éste y la demanda hecha a la hija

— El oscuro papel de la madre que pone condición.. .de

incesto para la nueva boda del marido <2)

— La huida y el “equipaje” de la niña

- Otro aspecto relativamente frecuente: el silencio de la

nína. <9)
- Gran contraste de unas versiones a otras en cuanto a la

actitud oculta de la niña: autodenigratoria o alegre y

seductora

- La forma de darse a conocer: señales en el interior de


alimentos.

En “Como a la sal

- Relación estatus del padre/demanda a la hija

— La naturaleza de la pregunta del padre y de la

respuesta de la hija

— La intensidad del castigo: en “Maria de Madera” la niña


huye del padre incestuoso; aquí la niña es expulsada o

enviada a la muerte y mutilada, por su contestación.

—278—

””
— La huida de la hija. “Disfrazada”: siempre con un

disfraz de suciedad o decrepitud, provocador de asco,

repugnancia y rechazo <lo)


— El oficio que desempeña y la posición que ocupa en la

nueva casa
— La enigmática muerte de los pavos que la niña cuida.

— Diferentes actitudes de la niña frente al príncipe y la

madre.

— Esta madre es inusual en los cuentos: insiste en la

boda

— La exhibición cono forma de seducción

— ¡inico tipo en que el arrepentimiento del padre se da

siempre. Tambien aparece en algunas versiones


literarias de “La niña sin brazos”

En “La Bella Venecia

— Comienzo: “padre e hija solos”, como en “Maria de

madera”. Allí proyecto incestuoso: aquí segundas

nupcias

— Padre poco claro en sus deseos: a la hija, a la nueva

esposa, a la hijastra o nueva hija. Escasos indicios de

amor <11)

— Motivos de la violenta rivalidad

— Intensidad y forma del castigo

—279—


— Forma de segundo intento de matarla <vinculada a la

belleza) <12>

— Tema con mucha fuerza: bandidos/enanos¡hermanos.

Explicitas y repetidas prohibiciones sexuales en torno

a la niña en casi todas las versiones

— La casa de los hermanos¡la casa de los hombres (13)

— Posibles diferencias en cuanto a los trabajos de la

niña con hermanos/enanos

— Cuando persiste el padre, no hay príncipe

— Muy Variadas formas de muerte aparente: se repite el

motivo del príncipe que se la lleva a la habitación

— Con bastante frecuencia la madrastra asesina no es

castigada

En eRosina en el horno

— Como en tipo anterior, la presencia y amor del padre

parecen ambiguos. Aquí es más patente su pasividad ante

la persecución de la hija

— El cuento se ensafha con las hermanastras: feas,

malvadas, negras, estúpidas. Sin el amor del padre.

- La obsesión de las hermanastras es ocupar el lugar de

la niña, sin éxito

— Las hermanastras se mutilan <pies, talones) para

alcanzar el deseo del otro. La niña (en “La niña sin


brazos”) se mutila para evitarlo

— El tema de la suciedad <“cenicienta”) y la marginación

— El iioUvu ce la pérdida del zapato

—2 80


NOTAS AL CAPITULO 5

<1>.— Es una diferencia sorprendente: en la práctica


totalidad de las versiones literarias <a excepción del
que hemos llamado grupo d —véase capitulo 3—) la historia
comienza con el deseo incestuoso del padre que dará lugar
a la posterior persecución o abandono y,en tipo que
comentamos, a la mutilación de la niña.
Sin embargo, como ya henos tenido ocasión de ver en el
capitulo anterior, en ninguna de las versiones populares
encontramos directamente este motivo, sólo podemos
deducirlo por diversos indicios.

¿Cómo puede entenderse esta evidente diferencia? Sólo


podemos aportar otra evidencia: en las versiones
literarias, en las que aparece siempre un padre
incestuoso, éste es un rey, o un señor poderoso. Lo mismo
ocurre <aunque con el tono de imprecisión propio de lo
popular) en los tipos “Maria de Madera” o “Como a la
sal”: padre poderoso e incestuoso Cen diferentes grados).
Sin embargo los padres de “La niña sin brazos” son todos
humildes: molineros, leñadores, cisqueros... Cercanos al
narrador/receptor normal de este tipo de cuentos. El
incesto tal vez debe ser evitado y cono buena razón para
la manipulación de la hija se presenta el hambre, la
inevitable necesidad.

Tambien nos han parecido muy interesantes y aplicables a


nuestro caso, las hipótesis propuestas por Mercedes Días
Roig, a propósito de “Los romances con des núcleos de
interés” <Diaz Roig 1991). En este articulo toma cono
ejemplo el romance de Delgadina, estudiando en la
estructura misma de las diversas versiones, la relación
entre el núcleo “propuesta incestuosa” y el núcleo
“tormento de la ni~ia”. Según la autora habría, por la
fuerza del rechazo que produce el primero, una tendencia
a dar progresiva importancia al segundo, llegándose en
alguna versión a narrar un tormento que ya no obedece a
la negativa de la niña a los deseos del padre. Diríamos
que hay una tendencia a reprimir el motivo, manteniendo
la descripción —ahora escasamente comprensible—, de las
consecuencias del mismo.
Naturalmente esta explicación nos parece que podría
ajustarse muy bien al fenómeno que nos ocupa: el núcleo
mutilación y consecuencias de ella cobra progresiva
importancia, mientras que el núcleo oposición a los
deseos incestuosos del padre llega a desaparecer.

—286—
No obstante no hemos podido dedícarnos a ello y a ciertos
puntos oscuros: ¿cuál seria el progreso normal?
¿Primero un núcleo popular que da lugar a versiones
escritas?. ¿Seguidas por posteriores versiones orales que
van diluyendo lo incestuoso de las primeras versiones?.
Es un tema que queda pendiente y fascinante.

<2).— En este trabajo sólo hemos abordado el papel de


la madre, en tanto interfiere o favorece el vinculo
padre/niña. La relación madre/hija no ha sido estudiado:
bien es cierto que tal vez este ciclo no sea el idóneo
para emprenderlo.

(3>.— Con distintos grados de realismo, en algunas


versiones —(El)?) por ejemplo—,es claramente una
mutilación simbólica: la niña no queda mermada en sus
funciones.

(4).— Y más concretamente, su impulsiva testarudez para


casarse -en <A 279) por ejemplo—, y/o su desconcertante
veleidad —así, en<A 291)—.

<5).— Sugerimos como posible vértice para analizar y


entender este motivo, considerarlo como un aspecto del
tabú mencionado por Freud <Freud 1918a) y aludido en
nuestro capitulo nueve: el horror a la mujer.
Por ejemplo, el horror frente al parto. Momento crucial
en que el hombre, padre de la criatura naciente, ha
estado ausente, por una especie de alianza mutua entre él
y las mujeres. Hasta hace muy poco el parto era asunto
exclusivo de mujeres.

(6).— La Fontaine, en el capitulo que dedica a


Matrimonio, maternidad e iniciación de las muchachas
hace sugestivas descripciones de los rituales femeninos.
Alguna de estas nos hizo pensar en la niña—madre, sin
brazos, abandonada, y su recuperación de los mismos por
inmersión de los muñones en el agua, generalmente, por
orden de un personaje sobrenatural:
“Otro tena que sale a la luz es la idea que las mujeres
pokot tienen sobre su propio poder. Relacionan sus
capacidades reproductoras con una fuente externa a ellas,
una fuerza un tanto misteriosa pero relacionada con la
fuente de las lluvias, tan vitales para la buena marcha
de su agricultura. Uno de los ritos más secretos de la
iniciación femenina tiene que ver con un estanque sagrado
que vincula los poderes de las mujeres con el agua y con

—2 87—

,
un espíritu local que habita en el estanque. Los ritos no
deben revelarse jamás a los hombres u otras personas no
iniciadas.. (La Fontaine 1997,249. Negrita nuestra>.
otro aspecto del ritual femenino nos recordó el disfraz
que con frecuencia utiliza “La niña perseguida”, en su
huida del padre:

“La muchacha lleva un ropaje que la envuelve,


ocultándola, en particular, de los varones adultos de su
parentesco, a los que mo debe ver hasta el rito final”
(La Fontaine 1987,248. Negrita nuestra)

¿Cómo dejar de recordar ahí la necesidad que tiene la


niña, en el cuento, de ocultarse al padre <varón adulto
de su parentesco, es decir, prohibido) a quien sólo
volverá a ver al final del cuento, en su boda <rito
final)?

(~>•— Esa casa que aparece en todas las versiones


consultadas y que es mencionada de muy diversas formas
(“nadie la quería habitar” E137; “aquí viven todos
libremente” G31; etc) es enigmática.
Nos hace pensar en las casas o lugares secretos a donde
deben retirarse las jóvenes durante ciertos períodos
iniciáticos <La Fontaine 1987, Frazer 1989,etc)

<8).— Siguiendo las sugerencias de Rodríguez Almodóvar


<1989,178), a propósito del reconocimiento de los hijos
como propios y la rehabilitación de la familia, a través
de la rehabilitación de la niña, pensamos que si se duda
de la paternidad de esos hijos —si no será incestuosa—,
el reconocimiento previo ha de partir de la niña—esposa o
de los hijos de ésta. El príncipe nunca los reconoce de
entrada.

(9).— Sobre el silencie en la doncella se encontrarán


consideraciones interesantes en El motivo de la elección
dit~Á.rs (Freud 1913f).
<10>.— Además del posible carácter ritual, iniciático,
sugerido en la anterior nota 5, este motivo del disfraz
de sucicdad y provocador de repugnancia nos hL~.. pensar
en las prácticas penitenciales de la iglesia primitiva y
medieval. Tal vez la niña perseguida expía así, con ese
aspecto, una culpa.
Tampoco hemos de olvidar que las sensaciones, en sus
extremos, tiene algo en común: lo repugnante tiene algo
de atractivo. El deseo y el asco. Lo bello y lo
siniestro.

—288—
Otra línea distinta de investigación de este motivo la
encontramos en el riquísimo articulo Trastornos en la
niel y el esquema cornoral. Identificación arovectiva y
el cuento infantil “Piel de Asno” <Rosenfeld 1976)

(11).— Esta cuestión del deseo del padre —a lo ojos de la


niña—, nos parece importante y permite establecer
diferencias entre los distintos tipos. Véase al respecto
nuestros comentarios a El asesino sin mano <IC 89) en el
capitulo 9.

(12).- Consultar los comentarios muy atinados sobre esta


cuestión en el análisis de Bettelhein a Blancanieves de
los Grimm <Bettelheim 1977)

(13).— Este es un tema interesastísimo, ampliamente


tratado por Propp <1974) en el cuento maravilloso.
Respecto a “las casas de hombres” y las posibles “casas
de mujeres” encontramos referencias en casi todos los
estudios antropológicos de campo.
Las “casas de mujeres”, cuya existencia es más polémica,
se encuentran también reflejadas en los cuentos
populares. Dos bellos ejemplos: Manguilla la ministra
(RA 41) y El rey em el cesto (IC 88)
BIBLIOGRAFíA DEL CAPITULO 5

AFANASSIEV, A.N. <1987): Cuentos populares rusos 3t.


Anaya. Madrid
BETTELHEIM, Bruno <1977): Psicoanálisis de los cuentos de

hadas. Crítica. Barcelona


CALVINO, Italo (1990): Cuentos populares italianos flt.

Siruela. Madrid
DIAZ ROlO (1991): Los romances con dos núcleos de interés

De balada y lírica, 1 Tercer Coloqio Internacional


del Romancero 1982. Universidad Autónoma de Madrid

ESPINOSA, Aurelio <1987—88); Cuentos populares de

Castilla y León 2t. CSIC. Madrid


FRAZER (1989): La rama dorada. PCE. Madrid

FREUD <1913f); El motivo de la elección del cofre

AE XII, p.303.
FREUD (1918a): El tabfl de la virginidad (Contribuciones

a la nsicoiogfa del amor ILfl. AE XI, p.185

GRIMM, J.y 14. (1987—88): Cuentos de niños y del hogar 3t.

Anaya. Madrid
LA FONTAINE, Jean 5. (1987): Iniciación. Drama ritual y

conocimiento secreto. Lerna. Barcelona.


Pnopp, víadimir (1974): Las raíces históricas del cuento

Fundanentos. Madrid.

—290—

.
RODRíGUEZ ALMODOVAR, A. (1989): Los cuentos populares o

la tentativa de un texto infinito. Universidad de


Hurc la.

ROSENFELD, David (1976): Clínica psicoanalítica. Galerna.

8. Aires
CAP¡TIlLO 6

Análisis del motivo del incesto


en “La niña sim brazos”
INDICE DEL CAPITULO 6

6.1.— Introducción

6.2.— Incesto: ¿acontecimiento real o deseo?

6.3.— El incesto: acontecimiento histórico

6.4.— Realidad y fantasía en Freud

—293—
6.1.— Infl939~flJ2

Ordenamos una serie de hechos que venimos observando:

Diferentes autores afirman que el núcleo central de “La

niña sin brazos” es el incesto (Espinosa, 1947; Thonpson,


197=;Rodríguez Almodóvar, 1989; López Tamés, 1990).

Los requerimientos incestuosos están presentes, con mayor

o menor claridad, en las versiones de otros grupos de “La

niña perseguida”: “Haría de madera”, “Como a la sal”,

“Bella Venecia”, “Resma en el horno”.

Tambien en otros tipos parcialmente afines, como “Los


siete cuervos” (Bellemin—Nodí 1983).

El incesto aparece como núcleo temático explicito en, al


menos, cuatro romances de nuestro romancero tradicional;

Delgadina, Silvana, Arón y Tasar y Blancaflor y Filomena


(Gutiérrez Esteve 1978)

El incesto es el motivo inicial en casi todas las

versiones literarias de “La niña sin brazos”: Victorial,


La Hanekine, Mai Beaflor, Emare,etc. Con la sola

excepción del grupo “Constance”.

—294—
Estos hechos nos llevan a plantearnos los siguientes

interrogantes:

¿A qué obedece la presencia del incesto en este ciclo?.


¿Cuál puede ser el sentido de la constancia de este

motivo?

¿Por qué, en el tipo de “La niña sin brazos” a la

temática incestuosa le sigue la mutilación de la niña?.

¿Qué representa para nosotros este motivo de la


mutilación?

¿Por qué el incesto aparece explícitamente en las


versiones literarias y no así en las orales, en las que

sólo podría aparecer en forma aludida o enmascarada ?

Trataremos de contestar a la primera de estas preguntas

en el presente capitulo. La segunda será abordada en el

capitulo siguiente. Sobre la tercera se han hecho algunos

comentarios en el capitulo correspondiente a la

enumeración de los enigmas que plantea el tipo de “La

niña sin brazos”


Nos centraremos, por tanto, ahora en la presencia del
elemento incestuoso en las versiones de cuentos

populares.

—295—
En primer lugar, tendremos que establecer la diferencia

entre “acto incestuoso” y “deseo incestuoso”. En ninguna

de las fuentes consultadas hemos encontrado un incesto

consumado, Se trata siempre de deseos incestuosos no

traspuestos a la realidad. Por tanto, todo lo que digamos

es con referencia al deseo incestuoso o, si se quiere, a

la realización simbolizada y desplazada del incesto. El


incesto real requeriría otras consideraciones.

Esta diferencia entre “realidad y deseo” es importante.

Recuerda otro binomio clásico: “realidad—fantasía”.

Para el psicoanálisis, no hay relación de oposición entre

los términos que configuran ambos binomios:” deseo” no se

opone a “realidad”, como tampoco se opone “fantasía” a

“realidad”.

Lo que llamamos “realidad” está conformada por los deseos

del sujeto que la percibe, o por sus fantasías. “Deseo” y

“fantasía” no se oponen a “realidad”, son homogéneos a

ella.

Por el contrario, el concepto lacaniano de “lo real” es

radIcalmente heterogéneo respecto al deseo y al fantasma.

Ahí por tanto es donde está la verdadera relación de

oposición.

Heterogeneidad que Viene establecida precisamente por lo

que aquí denominaremos, bien con una terminología


antropológica: “ley de la prohición del incesto”
<Lévi—Strauss 1991), o bien con una terminología

psicoanalítica: “ley de la castración edipica” <Laplanche

1988). Aff,bas imponen esa separación radical entre lo real


y el deseo, Prohiben el acceso a lo real y, con ello,

dan lugar a la emergencia del deseo que, por tanto, ya


mace 00100 imposible.

LéVi~’Strauss ha consagrado la ley de la prohibición del

incesto cono la pieza determinante para la

sociabilización y humanización del grupo humano.

La existencia de la ley de la prohibición del incesto. No

el paso del incesto a la prohibición del mismo: no hay

ningún grupo humano conocido en donde el incesto no esté

o estuviera prohibido. El análisis antropológico más

detallado de los grupos llevó a ver que, en grupos en los

que la apariencia era de promiscuidad, por el solo hecho

de que sus costumbres y reglas sociales no coincidían con

las de los investigadores anteriores, existían tabúes y

normas de una extrema severidad, siempre de algún modo

articuladas alrededor de la prohibición del incesto


<Lévi’—Strauss 1991,Le Goff 1991)

Pero entendemos que la existencia universal y permanente

de esta ley hace necesario al antropólogo revisar qué


quiere decir “padre”, “madre”, “hijo”, “hija” en cada

ámbito cultural, en cada grupo humano.

—297—
Porque el incesto, su prohibición, sólo alcanzaría a

aquellos que ocupen esos lugares , con independencia de

los vínculos biológicos. Se trata de “las estructuras

formales del parentesco” (Lévi—Strauss 1991).

Recapitulando:

— no hablamos de “incesto—acontecimiento”, sino de


“incesto, deseo de”

- en realidad lo que se corresponde con “deseo de

incesto” es “prohibición del incesto”. Uno y otro

se justifican recíprocamente.

— las fantasías (deseo> de incesto y la ley de

prohición del incesto se refieren a “funciones”.

no a “personajes”. La prohibición recae sobre la

función y sobre aquel que sustente tal función,


no sobre Los protagonistas biológicos.

Ahora bien, si, como considera el psicoanálisis, la

prohibición y su correlato -la pérdida de aquello que ha

sido prohibido- son causa y origen del deseo,la


prohibición del incesto pone en marcha al deseo sexual

que comienza chocando con la interdicción, y por eSO so

dirige a otros objetos en busca de una satisfacción que


siempre será precaria porque su objeto genuino ha sido

perdido para siempre por efectos de la prohibición.

—29 e —
Prohibición, por tanto, que convierte al objeto biológico

en objeto formal, en objeto perdido y objeto de deseo.

Interesa recalcar también que el incesto <siempre

fallido, siempre imposible por efectos de la prohibición)

es disparador del deseo:

La prohición del incesto es condición de posibilidad del

deseo sexual.

ciertos autores, sin embargo, han encontrado en este

motivo incestuoso del cuento, un dato fiel que nos


informaría de una realidad del pasado.

Rodríguez Almodóvar basa en el cuento de “La niña sin


brazos” su estudio sobre “la rehabilitación de la

familia” (Rodríguez Alz,odóvar 1989, 178).

Supone este autor que el cuento informa de unos momentos

históricos de transición, desde unas formas de

convivencia promiscua a otro régimen social en donde el

incesto estaría prohibido. Se haría preciso asimilar a

los miembros que se habían desarrollado en el régimen

anterior; y el cuento serviría para esos fines: la

“rehabilitación de la familia”.

Estas ideas se inscriben en una interesante trayectoria:

Propp, Morgan, Engels y el evolucionismo marxista.

—299
Como veremos, es una explicación sugestiva porque deshace

aparentemente muchos de los interrogantes del cuento: el

incesto, la mutilación, las acusaciones, el

reconocimiento, la expulsión y la casa de los bandidos en


otros cuentos del ciclo, etc.

La crítica que debemos hacerle es la pretensión de

realismo histórico.

En este mismo punto, de crítica a una visión


exclusivamente realista, pegada al acontecimiento, con

una actitud supuestamente objetiva, se sitúan algunos


importantes historiadores actuales.

El mismo Propp nos invita, en otra parte de su obra, no a


buscar el momento en que el motivo del cuento era una

realidad, sino a hacer la historia del motivo, la

historia del origen del motivo <Propp 1974)

Freud elaboró en Totea y Tabú (Freud 1912—13) una teoría

que explicaría el origen de la sociabilidad, de la

religión y del sentimiento de culpa. La importancia


teórica de esta construcción freudiana para la

comprensión de la estructura psíquica, no disminuye lo

más mínimo por el hecho de que no tenga un carácter de

“veracidad histórica”.

Freud, que estuvo fuertemente influido por el

evolucionismo darviniano, utilizó con frecuencia el

factor filogenético: lo que en el pasado remoto de la

—300—
especie fue “acontecimiento”, ha pasado a ser con el

desarrollo cultural un elemento “mental”, especialmente


la fantasía inconsciente.

En la clínica también tendió, en un principio, a una

explicación análoga: la vida mental del neurótico 50

configuraba en torno a un acontecimiento que habría

tenido un impacto excesivo, un carácter traumático.

Consideró que los conflictos de sus pacientes se

organizaban en torno a un acontecimiento real ocurrido en

la vida del paciente: “el trauma de la seducción”. <Freud

1895d)

Sólo más tarde, a partir de 1987, Freud complejizará este

problema, introduciendo el concepto de “realidad

psíquica”. La génesis del síntoma se produce en Un

registro diferente al de la realidad de los

acontecimientos y también diferente a lo que

habitualmente entendemos por imaginación. Se trata de una


realidad diferente, la realidad del deseo y de su

expresión habitual: el mundo e antasmático del sujeto.

Si antes anunciábamos que, del encadenamiento de


proposiciones se desprenderá la afirmación: “La
prohibición del incesto es condición de posibilidad del
deseo sexual”, ahora anunciamos que nos encontraremos con
esta otra:

—301—
“El fantasma de seducción simbólica paterna es condición

de ser senado, de ingreso en la sexualidad”

Un breve ejemplo de esta relación entre incesto y deseo,

de la función impulsora que tiene la prohibición del

incesto, se nos ha manifestado en forma sugestiva en el

análisis comparado de las versiones de “La niña

perseguida”, más concretamente en el tipo de “La Bella

venecia”.

En este tipo, indefectiblemente, el padre aparece al

principio y desaparece allí mismo. Tras la “experiencia”


incestuosa <fantasmática, de deseo) en que padre e bija

viven solos, entra en escena una mujer <madrastra) que va

a experimentar hacia la niña unos celos asesinos, como

henos podido ver a propósito de “la malcasada”

Pero cuando se está produciendo este conflicto terrible

con la madrastra, el padre no aparece o, de hacerlo,

obedece sumisamente las órdenes malvadas de la madrastra,

con una actitud de clara impotencia y culpabilidad.

Sólo en dos versiones vuelve a aparecer al final de la

narración, para recuperar a la hija y hacer justicia:


Blancaflor (E 143) y La peña de los enamorados <RA 40).

Y, curiosamente, en estas dos versiones, y sólo en ellas,

falta el final habitual con la presencia del príncipe: no

hay príncipe.

—302—
Parecería que la permanencia del padre real, incestuoso

(que no ha sido simbolizado ni ejerce a su vez la

función simbólica), es incompatible con la boda —que en

los cuentos es un tópico de la apertura al deseo del otro

y al deseo propio- de la niña.

Podríamos decirlo así: si la niña no renuncia al padre y

si el padre no renuncia a la hija, es decir, si no salen


del incesto, ésta no puede abrirse al deseo por otro

hombre.

Ejos interesa el contenido de esta última afirmación. Pero

sobre todo cómo llegamos a ella a través del análisis

directo del material. Cómo se desprende de una simple

lectura comparativa.

Hemos visto estos dos ejemplos de una variante del tipo.

Hay otra variante mucho más infrecuente: se trata de otra

versión de Espinosa hijo, con el mismo nombre que la

anterior, Blancaflor (E 145). Tampoco hay príncipe. Pero

la causa de ello en esta versión es diferente a la

anterior aunque complementaria: la madrastra acaba

matando a la niña.

Es una versión con un final insólito —probablemnete

debido a una omisión subjetiva del informante dado que no

se registran otras versiones de todo este ciclo en que la

historia acabe mal—, con la muerte o el descrédito de la

protagonista. No obstante, nos impresiona como lo haría

un lapsus, que deja entrever algo del conflicto.

—303—
Esta variante emparejaría además con los relatos trágicos
del romancero en que la protagonista puede acabar

muriendo (Delgadina), bien por la insistencia incestuosa

del padre, bien por los celos letales de la madre, o bien

por ambos.

Este nuevo aspecto de la misma cuestión lo expresamos de

esta nanera:

La no interiorización adecuada de la ley de la

prohibición del incesto constituye una falla simbólica

que puede tener efecto en lo real: la muerte real de la

niña como la única manera de impedir el incesto.

Donde la prohibición no está bien anclada y sujeta en lo

simbólico, debe ser sostenida desde lo real, lo que no

puede dejar de tener efectos tragicos. (1)

6.2,— Incesto: ¿acontecimiento real o deseo

Hablamos del deseo incestuoso (2). 0 de las

“realizaciones” del deseo incestuoso mediante

simbolizaciones y desplazamientos; es decir, de intentos

de satisfacción del deseo por la vía representacional.

Respecto al incesto real <mejor seria decir “acontecido


realmente”, porque lo representacional tajabién es real,

—3 04—

?
aunque Sea con otra categoría de realidad: la “realidad

psíquica”, de la que en breve hablaremos) habría que

hacer otras consideraciones. La primera, que el

psiooanalista en cuanto tal, poco puede decir de aquello

que acontece realmente. Sólo en la medida en que, de una


u otra forma, eso que acontece quede afectado o afecte a

la realidad psíquica del sujeto. El campo del

psicoanalista es ése y sólo ése, el de la realidad

psíquica, el del deseo que se une a las representaciones

más inesperadas.

Respecto al padre incestuoso real, o al padre “realmente”

incestuoso, habría que decir que no es padre, en el

sentido fuerte de la palabra.

ser padre no queda definido por la función biológica de

aportar cierto número de espermatozoides que tengan la

fortuna de llegar a su objetivo. La función paterna

implica otras cosas: el padre está presente en el deseo

de la madre, dando una forma comprensible, interpretable,

para el niño a la pregunta que para él tiene un carácter

enigwático: “¿qué desea mamá?”

El padre es aquel que representa, que sustenta la función

simbólica. Lo que no quiere decir, en absoluto, que “sea”

la ley simbólica.

Por tanto, si un padre real comete un incesto real, no

está realizando ninguna de las funciones que le definen

psíquicamente como tal. Con Levy Strauss tendríamos que

—305
decir: un padre no puede cometer incesto por cuanto un

padre es sólo aquel que representa la ley de la prohición

del incesto. Esta función paterna con frecuencia puede

catar sustentada, en nuestra cultura y naturalmente en

otras, por un miembro familiar o del grupo que no

coincide con el padre biológico. Pero que a efectos de

cultura, a efectos psíquicos es el padre efectivo.

En esto hemos coincidimos plenamente con Arruabarrena

“Lo incestuoso se refiere, específicamente al deseo

incestuoso. No habría concreción del incesto pues dejaría

de haber deseo. Lo incestuoso es condición del

deseo.(. .¿“

Si un hombre toma un elemento prohibido para él <aunque


si lo efecula será porque la prohibición no ha funcionado

eficazmente) bajo el nombre de “hermana” por ejemplo,

ésta dejará de llamarse así, dejará de ocupar ese lugar

parental desde el mismo instante de la captación. Cada

lugar y cada función dentro del orden parental deberán


estar cubiertos, y si alguno se traslada o pernuta será

ocupado por otro término. <.. .)“

“Entonces allí, en esa captación habrá variado y tallado

la función (...) Ya será la “esposa”, mas no la


1hermana”.Más ajustadamente podrá decirse que esa mujer

en calidad de hermana, luego de la captación, no podría

volver a ocupar el mismo lugar anterior, tópicamente”

—i06—
“Entonces podremos decir que el incesto referido, en

abstracción, no existe: sólo insiste, cono deseo.”

(Arruabarrena 1986,141. Negritas del autor).

Así como la realización fáctica del incesto supone la

ruina y aniquilación de la función —paterna, fraterna,


materna—, el deseo incestuoso, en tanto deseo, sostiene

la función.

Otro aspecto muy importante consiste en aclarar qué cae

bajo la ley de la prohibición del incesto.

Ya hemos visto que, respecto a los protagonistas, lo que

está implicado en la prohibición son funciones, no tanto

personajes. No es el padre biológico, la hija biológica,

etc, sino aquellos que, en cada ámbito cultural ocupan el

lugar simbólico de la hija, de la hermana, del padre, etc

En cuanto a la actividad que resulta prohibida es preciso

desvincularlo de la actividad genital. Podíamos decir que

lo que queda prohibido es aquello que representa,


simbolicanente, una inmediatez, una unión dual que

debería haber sido interrumpida.

Estas cuestiones —“quién y qué” está prohibido por la ley

del incesto—, son sendas versiones de estas otras

preguntas de mayor amplitud:

—307
a) ¿Quién es la madre, el padre y el hijo para la

estructura psíquica?. Nótese que no decimos “para la

experiencia psicológica”. Nos relacionamos

experiencialmente con “personajes”, pero la importancia

psicológica de esos personajes en la constitución y


desarrollo de nuestro psiquismo, no se agota en sus

características personales, aun siendo importantes.

Además de su singularidad, algunos de estos personajes

soportan —frecuentemente contra su deseo; en cualquier

caso independientemente de él—, determinadas funciones

simbólicas de enorme trascendencia.

El “padre simbólico” es aquella función que introduce

una ruptura entre el sujeto y lo natural inmediato: el

que hace imposible la inmediatez de la madre para el

hijo, y la inmediatez del hijo para la madre. Entre lo

real (lo natural, por ejemplo) y el sujeto. Entre el

objeto de la necesidad y el sujeto.(3)

De esta forma se discrimina, gracias a la función

simbólica paterna, la realidad <en tanto que real) de la

fantasía <deseo).

Diferencia capital ésta, entre realidad (real) y fantasía

(deseo>, para la comprensión del tena que nos ocupa.

Parece tan obvio que personaje y función no tiene por qué

cotncidir que no insistiremos en ello. Cualquier

antropólogo lo recoge <Frazer 1989; Lévi—Strauss 1991; La

Fontaine 1987)

—308-
b> ¿Qué es la sexualidad?. Naturalmente no pretendemos

contestar ahora a esta pregunta, pero si señalar un rasgo

básico de la sexualidad humana para poder analizar el

incesto o, más bien, la prohibición del mismo: la

sexualidad no coincide con la genitalidad.

Sexualidad no es igual a genitalidad. Eso tiene, entre

otras, la consecuencia de separar definitivamente

sexualidad y reproducción. <Freud 1905d,1914c,1920g;

Laplanche 1990; Gutiérrez Terrazas 1989>

Uno de los ejemplos más expresivos que conocemos es

aportado por La Fontaine:

<Exponiendo las características de los rituales de

iniciación entre los Gisu de Uganda, describe cómo los

jóvenes deben llevar durante las ceremonias, porque les

da prestigio y les ayuda a soportar las duras pruebas,

adornos de mujer que le han sido dados por las hermanas

de su padre y sus propias “hermanas”. Concretamente

collares o cíntos de cuentas que las mujeres llevan

habitualmente a la cintura y ellos llevarán cruzándoles

el pecho):

“..las cuentas, que están asociadas con una parte íntima

del cuerpo femenino y están sujetas a numerosas normas de

etiqueta en la vida sexual <.. .) por ejemplo, roaper las

cuentas de una mujer era considerado como una violación,

aunque no tuviera lugar el acto sexual” (La Fontaine

1987.176 y n.6. Negritas nuestras)

—309—
Ejemplo notable de un acto de violación sexual en que lo

anatomico—fisiOlógiOO no cuenta. Tiene un carácter

exclusivamente cultural, simbólico. Una sexualidad sin

genitalidad.

Leemos en Arruabarrena;

“Quizá intentar explicar lo incestuoso por nedio de lo

sexual, de lo genital, sea la metáfora más conocida y más

remanida. Sin embargo, debe considerarse que se trata de


términos más amplios y de espectros que abarcan, además,

otras situaciones, Solamente aceptaremos lo sexual en

términos de su estrictez: el de la diferencia, el otro

drama de la humanidad.”

(Arruabarrena 1986,145)

Este autor presenta el incesto en términos de; “el que


hace sólo por si mismo, en aras de su propia

satisfacción”, opuesto a: “la relación de alianza” que

supone la sexualidad o cualquier otro vinculo social. Por

ejemplo, analiza “la pregunta” y “la respuesta” desde

esta perspectiva del incesto:

“una pregunta que posee sólo una respuesta o en cambio


una respuesta que sólo puede corresponder a una Única

pregunta, poseen ese carácter incestuoso, en la acepción

del abandono de la diferencia (...)“

“la mejor respuesta, podría decirse, es la que posee poca

-Mo—
o ninguna relación con la pregunta. <Relación de

necesidad, relación de inmediatez). Solamente en el

terreno de la naturaleza, caracterizada por la

equivalencia y la igualdad, pueden darse respuestas que

coincidan con las preguntas. Con las ciencias de la

naturaleza, podrá luego pensarse por analogía y darse una


explicación científica diferente ya de la interpretación

simbólica dentro de la cultura4...)


Lo incestuoso, al hacer por si, intenta demoler la

cultura y hacerla regresar a la naturaleza.”

(Arruabarrena 1986,142—145)

6.3.— El incesto: una realidad histórica

Ciertos autores (Rodríguez Almodóvar, 1989; López Tamés,

1990) creen haber encontrado, en este motivo del incesto

del comienzo del cuento y en otros motivos que vienen


despues —casamiento inmediato del príncipe, sospechas

acerca de la monstruosidad de los hijos de la niña,

destierro de la niña y los hijos, reconocimiento final—,

señales inequívocas de un pasado real en donde el incesto

habría sido una práctica común.

Más concretamente, de un tiempo de transición de ese

estadio primitivo, promiscuo e incestuoso, a otro tipo de

sociedad en donde el incesto debe ser evitado.

—311—
Colaborar en la evitación de esta costumbre primitiva e

integrar a aquellos sujetos que provienen de esa forma de


vida anterior, constituyen, según estos autores, las dos

finalidades originales del cuento.

Rodríguez Almodóvar titula al epígrafe en que estudia “La

niña sin brazos”, “La rehabilitación de la familia” (R.

Almodóvar 1982,72; 1989,178>.

Refiriéndose a las múltiples versiones de “La niña

perseguida”, dice~

“El común denominador narrativo a todos ellos es la caída


en des1~racia de algún miembro de la familia por culpa de

otro u otros miembros de la familia, y la rehabilitación

del primero mediante un éxito social (generalmente una

boda real) y el castigo final del pariente malvado y sus

posibles secuaces.”

Tras esta definición formalista, clasificatoria, que


trata de incluir las “funciones” estrictamente necesarias

para identificar el tipo general, sigue:

“Más al fondo, pero claramente perceptible en


determinadas versiones de todos ellos, se halla una

motivación de matiz incestuoso en la base del conflicto,


que el paso de distintas civilizaciones sobre estas

historias ha ido atenuando o transformando en símbolos


—en el mejor de los casos— o sencillamente cambiándolos
por otros elementos absurdos —en el peor— como posible
consecuencia de una censura social no institucionalizada”

La niña sin brazos” no es sino una forma más de la

leyenda de civilización en la que un padre intenta


cohabitar con su hija, y ésta, para repelerlO, se corta

las manos o se automutila de cualquier otra manera.”

A pesar del grado de transformación que representa

“La niña sin manos” <o sin brazos) respecto de la leyenda

o mito de la civilización, nos parece que el cuento no ha

perdido el sentido ejemplificador, sino que también lo ha

transformado, dejándolo en sentido latente. Hay que

pensar que la función social de esta historia,

precisamente en la fase de humanidad no socializada a

humanidad socializada, no debió queda? solamente en

intentar disuadir al padre de una práctica

“inoivilizada”, sino tal vez en buscar la protección de

las hijas deshonradas por sus propios padres en un medio

donde ya empezaba a cotizarse ía doncellez, como garantía

para la transmisión de la herencia. Parece obliqado

pensar que durante mucho tiempo se produjeron dramáticas


situaciones de inadaptación que impulsari~~’ una

transformación del cuento en virtud de una mueva función;

la de hacer socialuelite recuperables a las jóvenes

deshonradas por sus padres o hermanos”. (Negrita muestra)

—313
El análisis de Rodríguez Almodóvar se mantiene en una

óptica realista, sociológica, cuando sigue estudiando

otros motivos del cuento:

.el príncipe podía tener dudas acerca del verdadero

autor del embarazo de su mujer, pudiendo sospechar de su

propio suegro”
la falta de los brazos simboliza la posible pérdida

de la doncellez”

Símbolo de una pérdida real, ya que se está refiriendo a


la pérdida de la doncellez por motivo de incesto como un

acontecimiento frecuente en ese supuesto momento de la

historia.

• .la actitud con que la joven recibe la carta del

marido, ordenándole degollar a sus des hijos: actitud

donde no hay la menor sombre de sorpresa o

indignación.. como si de alguna manera encontrata

razonable la actitud de su marido. Para ello no puede


haber más explicación que, de nuevo, a través del

incesto: tal vez la falta de pruebas de no haber

cohabitado con su padre, en un contexto donde esto podía

ser verosímilmente sospechado, y hasta cierto punto

normal, impulsa a la joven a abandonar el palacio con su

hijo; tal vez en un grado menor, la falta de pruebas de


no haber sido fecundada por su padre, incluso para ella

misma.”

—314—
... lo que de verdad importaba al marido, y hay que

entender a toda la sociedad en esa delicada fase de

asentamiento de la familia exógaraa, es la comprobación de

que los hijos son normales, es decir, propios.”

Explicación interesante ésta, porque nos ilumina en la

mayoría de los enigmas que este cuento nos plantea.

rl comienzo incestuoso, la mutilación, la inmediata boda

con el príncipe, las pruebas a las que la niña es

posteriormente sometida: la ausencia del marido, las

maquinaciones de la suegra, las sospechas acerca de la

naturaleza de sus hijos, el destierro, la impotencia a

que se ve sometida por su falta de brazos, el

reconocimiento...
‘Pam,bien podría aclarar otros motivos del ciclo completo:

el carácter de “cenicienta”, los ropajes repugnantes, la


casa de los enanos o de los bandidos, la “muerte”

temporal de la niña, etc.

El cuento maravilloso haría, a través de su transmisión

normal que es la oral, de educador y propagandista,

difundiendo la idea de la necesidad de desprenderse del

incesto, de incorporar en el nuevo orden a aquellas

muchachas que hubieran vivido experiencias o costumbres

incestuosas, etc.

Según R. Almodóvar los cuentos de “La niña perseguida”

ejemplifican el nuevo orden, la paciente —y paternal,

podríamos decir—, educación de los antiguos: un príncipe,

nada menos, se encargará de dar modelo, uniéndose a la

niña de dudoso pasado.

—315
En la misma línea veremos luego el motivo de la acusación
sobre la niña de haber dado a luz hijos monstruosos.

“Hijos monstruosos” debe equivaler a “hijos del incesto”.

Y, por fin, la recuperación de los brazos <signo del

incesto o, mejor, de la sospecha de incesto) y el

reconocimiento de los hijos por parte del padre—príncipe

y, lo que es más curioso, el reconocimiento del

padre—príncipe por parte de los hijos: “no hay duda, esos

hijos no son fruto del antiguo orden, son hijos del

príncipe, del orden nuevo”.

Esta explicación se basa en concepciones evolucionistas

de la historia (Morgan 1877;Engels 1884) que Suponen la

existencia de un proceso evolutivo en cuanto al estado de

la humanidad.

Esta partiría de un estado salvaje para ir accediendo a

estadios más y más evolucionados. Es una visión finalista

de la historia.

Naturalmente esta concepción se avenía perfectamente a la

teoría socialista del paraíso del proletariado o la


utopia de una sociedad sin clases. Los títulos de las

obras de estos dos autores a las que nos referimos son


suficientemente expresivos:

MORGAN, Lewis ji. (1577): La sociedad antigua o

investigación acerca de las vías del progreso de la


humanidad desde el salvajismo hasta la civilización,

pasando por la barbarie. Londres. MacMillan and Co.

(Citado por Engels:)

316—
ENGELS, Federico <1884>: El origen de la familia, de la

propiedad privada y del estado. Madrid, Ayuso, 1972

“Reconstituyendo retrospectivamente la historia de la

familia, l4organ llega, de acuerdo con la mayor parte de

sus colegas, a la conclusión de que existió un estadio

primitivo en el cual imperaba en el seno de la tribu el

comercio sexual promiscuo, de modo que cada mujer

pertenecía igualmente a todos los hombres y cada hombre a

todas las mujeres.

(este> estadio social primitivo, aun admitiendo que

haya existido realmente, pertenece a una época tan

remota, que de ningún modo podemos prometernos encontrar

pruebas directas de su existencia, ni aún en los fósiles

sociales, entre los salvajes más atrasados.” (Engels

1972, 29)

“En estos últimos tiempos se ha hecho moda negar ese

periodo inicial en la vida sexual del hombre. se quiere

ahorrar esa “vergilenza” a la humanidad” <Engels 1972,30)

“¿Qué significa lo de comercio sexual sin trabas?. Eso

significa que no existían los limites prohibitivos de ese

comercio vigentes hoy o en una época anterior. O..) si

algo se ha podido establecer irrefutablemente , es que

los celos son un sentimiento que se ha desarrollado

relativamente tarde. Lo mismo sucede con la idea del


incesto. No sólo en la época primitiva eran marido y

—317
mujer el hermano y la hermana, sino que aún hoy es licito

en muchos pueblos el comercio sexual sexual entre padres

e hijos” <Engels 1972,33)

“Antes de la invención del incesto <porque es una

invención, y hasta de las más preciosas), el comercio

sexual entre padres e hijos no podía ser más repugnante

que entre otras personas de generaciones diferentes, cosa

que ocurre en nuestros días, hasta en los paises más

mojigatos, sin producir gran horror, Viejas “doncellas”

que pasan de los sesenta se casan, si son bastante ricas,

con hombres jóvenes de unos treinta años” <Engels

1972,34)

Hay procesos paralelos en los desarrollos de las

relaciones entre los miembros de la “familia” (concepto

muy evolucionado) y de las fases de la humanidad. Siempre

siguiendo a Morgan, Engels postula la existencia, tras

esa prinitiva etapa de promiscuidad sexual, de tres

grandes etapas de la humanidad: salvajismo, barbarie y

civilización.
Les corresponden tres modelos de “familia”: la familia

punaltia o matrimonio por grupos propia del salvajismo, la

familia sindiásmica propia de la barbarie y la familia


monogámica propia de la civilización.

Anteriormente a estos tres modelos, se propone una fase

de familia consanguínea que supone ya una norinativización

de la general promiscuidad sexual, que prepara el

advenimiento de los mencionados modelos: por grupos,

s indiásaico, rnonogámico.

—‘318—
Propp, el estudioso ruso de los cuentos maravillosos, se

basa también en esta concepción de la historia, para

afirmar que los cuentos maravillosos tiene su origen en

un momento de tránsito de las sociedades de clanes a un

orden social más complejo de tipo patriarcal <Propp 1974)

Ahora bien, como es sabido, los historiadores y

antropólogos han rechazado, desde hace mucho tiempo ya,

las tésis evolucionistas. No es cierto que la Humanidad

recorra un camino lineal en un programa evolutivo del que

la sociedad civilizada y los llamados pueblos primitivos


representarían dos estadios diferentes,

Tampoco se ha podido probar la existencia (como por otra

parte afirma el mismo Engels) de ningún tipo de

organización social humana, por primitiva que fuera, en

que el incesto constituyera la práctica habitual, Más


bien, por el contrario, lo repetimos, lo que se impone

con toda claridad a partir de Lévi—Strauss es la

universalidad de la ley de prohibición del incesto en

cualquier grupo con la ya compleja organización que

habría que suponerle a aquel que tuviera lenguaje


simbólico <cuentos maravillosos), finalidad social e

intención educadora <inducir cambios en las costumbres,


incorporar a los individuos del antiguo orden, etc, etc)

Por otro lado nos parece que la cuestión no es esa. No se

trata comprobar si en realidad el vinculo incestuoso

formé parte alguna vez, realmente, de la vida de los

—319—
hombres; lo que supuestamente justificaría la presencia

de ese elemento en tantos cuentos populares.

Lo que nos parece importante es que en toda elaboración

mítica acerca de los origenes aparezcan esos momentos


“fundacionales”, momentos de cambio, de paso de una

supuesta unicidad o amalgama indiferenciada, a otro

estadio que ya supone discriminación y orden, en donde el

sujeto que investiga (esos sus origenes) ya se pueda

reconocer.

Que ese “antes” primordial sea real o no, no cambia mucho

las cosas —coso a continuación veremos que Freud

descubrió en 1897 cuestionando la naturaleza y vías de

eficacia del trauma—, pero si nos parece sumamente

significativa la necesidad de esa referencia a un “antes”

en la emergencia del deseo.

Lo podemos formular así: para dar cuenta de la sexualidad

del hombre actual necesitamos echar mano de la existencia

de un periodo anterior en que el individuo se guiara por

el puro instinto sexual y de una operación, de una acción

positiva, que le pusiera fin.

En un articulo tan temprano como Nuevas ountualizaciones

sobre las neuronsicosis de defensa (Freud 1896b> ya

encontramos complejizada la noción de acontecimiento

(traumático) —noción que era totalmente simple en Ls~


nauroosicosis de defensa (Freud 1894a)—, en dos tiempos.

—320—
Dos tiempos que son necesarios para constituir el

circuito del deseo. Deseo que, como nos dice Freud en el

capitulo VII de la Interpretación de los sueños <Freud

1900a), está siempre referido a un supuesto “antes”, a un

“ya—ahí” (Laplanche y Pontalis 1976) del que, a su vez,

sólo tendremos noticias a tráves de sus huellas anémicas

que activará el deseo.

Propp y Rodríguez Almodóvar, como hemos visto,

justificarían los cuentos como construcciones sociales,

ahora ya carentes de su sentido inicial, que nos

recuerdan el paso de aquel supuesto orden antiguo al

nuevO.

Pero hay otra manera de explicar el proceso: no tanto

como recuerdo de acontecimientos, sino por una especie de

interiorización, de psicologización de la pasada

realidad. Nos referimos a la explicación freudiana de los

cuentos populares, y de la actividad fantasmática en

general, recurriendo a la filoqénesis.

Basándose también él en las teorías evolucionistas de su

época, consideraba que lo que en tiempos primordiales

pudieron ser acciones y actividades ejercitadas por

nuestros antepasados, han quedado relegadas hoy al

espacio mental, al ámbito de lo psíquico, en forma de

fantasías de deseo.

—321—
Podríamos sintetizar: el hombre de hoy fantasea aquello

mismo que realizaban sus antepasados primordiales. Lo que

hoy es deseO, algún día fue acto.

Es sin duda en Tótem y tabú (Freud 1912—13), donde


plantea más extensa y profundamente este punto de vista

y, dicho sea de paso, algunas vacilaciones respecto al

mismO.

En este ensayo Freud propone una construcción hipotética

respecto al origen de la humanidad que explicaría el


surgimiento de la ley, la sociabilidad, el sentimiento de

culpabilidad y los comienzos del sentimiento religioso.


Freud, apoyándose en las teorías de Darwin, de Atkinson y

de Robertson Smith, propone:

“Y si ahora conjugamos la traducción que el psicoanálisis

ha dado del tótem con el hecho del banquete totémico y la

hipótesis darwiniana sobre el estado primordial de la

sociedad humana, obtenemos la posibilidad de un

entendimiento más profundo, la perspectiva de una

hipótesis que acaso parezca fantástica, pero tiene la

ventaja de establecer una unidad insospechada entre

series de fenómenos hasta hoy separadas.

(...) un padre violento, celoso, que se reserva todas las

hembras para si y expulsa a los hijos varones cuando

crecen..

—322
Ese estado primordial de la sociedad no ha sido observado

en ninguna parte. Lo que hallamos como la organización

más primitiva, lo que todavía hoy está en vigor en

ciertas tribus, son las ligas de varones compuestas por

miembros de iguales derechos y sometidos a las

restricciones del sistema totemista, que heredan por

línea materna. ¿Acaso lo uno puede surgir de lo otro?. ¿Y

por qué camino fue posible?

Si nos remitimos a la celebración del banquete totémico

podremos dar una respuesta: Un día los hermanos

expulsados se aliaron, mataron y devoraron al padre, y

así pusieron fin a la horda paterna. unidos osaron hacer

y llevaron a cabo lo que individualmente les habría sido


imposible (...) Que devoraran al muerto era cosa natural

para unos salvajes caníbales. El violento padre

primordial era por cierto el arquetipo envidiado y temido

de cada uno de los miembros de la banda de hermanos. Y


ahora, en el acto de la devoración, forzaban la

identificación con él, cada uno se apropiaba de un


fragmento de su fuerza. El banquete totémico, acaso la

primera fiesta de la humanidad, seria la repetición y

celebración recordatoria de aquella hazaña memorable y

criminal con la cual tuvieron comienzo tantas cosas: las

organizaciones sociales, la limitaciones éticas y la

religión” (Freud 1912—13,143—144)

—323
Sólo queremos añadir unos comentarios sobre el cáracter

histórico o mitico de esta construcción freudiana, antes

de introducirnos en la cuestión de realidad y fantasía en

Freud.

“Freud, al no poder explicar el modo en que el asesinato

del padre funda la prohibición del incesto en el

inconsciente de cada cual, llegó a postular una memoria

hereditaria de la especie que transmitiría, de generación

en generación, el recuerdo del primer asesinato. Resulta

de sobra evidente la inadmisibilidad de la hipótesis

filogenética sin embargo es verdad que el asesinato del

padre está inscrito en el inconsciente de todos. Pero

este asesinato es simbólico y forma parte del simbolismo

colectivo. Explica inclusive, de forma ejemplar, hasta

qué punto están diferenciados lo simbólico y lo real

La organización simbólica es transhistóriOa” <Georgin


1988,132. Negrita nuestra)

“Ningún antropólogo ha asistido a un acontecimiento como

el que Freud nos describe. NO se trata pues de una verdad

empírica. Pero tampoco se trata de una hipótesis

científica, Pues tenemos razones (freudianas

esencialmente) para considerar que un acontecimiento de


tal orden es literalmente inconcebible” (Gómez Pm

1981,94—95>

—524
Inconcebible como lo seria el acto fundacional del

lenguaje.
Un “antes” inconcebible, que ya sólo puede ser eso: “un

antes” a cualquier comienzo de la historia. Se trata de

un acontecimiento inconcebible por cuanto, por su

naturaleza misma, queda por fuera de la historia y de lo

simbólico. En este sentido constituye un pasado real

perdido.

Ahora bien, que sea inconcebible para el psiquismo

constituido no dice nada acerca de su existencia o no

existencia.

6.4.— Realidad y fantasía en Freud

Tomaremos como punto de partida para abordar esta

cuestión, los comienzos teóricos de la obra del fundador

del psicoanálisis y, en concreto una fecha, 1897, y el

cambio teórico revolucionario que en aquella fecha

inaugura el psicoanálisis.

Nos situamos por tanto en las elaboraciones teóricas de

Freud que abarcan el último decenio del siglo anterior.


Para delimitar este decenio, dos obras y dos fechas:

<Freud,1893a): Sobre él mecanismo asicuico de fenómenos


histéricos: comunicación mreliminar

—325
(Freud, 1900a):La internretación de los sueños

como es sabido, Freud emerge en un medio

científico-médico en que la herencia orgánica, la

predisposición somática, la tendencia degenerativa y

conceptos afines, son preponderantes, casi exclusivos, a

la hora de entender y explicar la naturaleza y génesis de

la enfermedad mental.

En estas condiciones, al médico que trata de paliar el

sufrimiento de esos seres que han temido la desgracia de


incluir en su dotación orgánica tan penoso legado, sólo

le queda la posibilidad de evitar el efecto de otras


enfermedades que dejan secuela en la salud mental del

paciente; tonificar sus cuerpos; inhibir sus conductas

malsanas mediante procedimientos coercitivos; relajar la

tensión familiar mediante internamientos; disminuir la

tensión corporal y mental del enfermo <baños, gimnasia,


viajes, etc).

“Tenemos en la casa sesenta pacientes, y entre ellos hay

casos mentales de todas las clases, desde la más ligera


debilidad mental, que el profano no podría detectar,

hasta las últimas fases de la demencia. El tratamiento


médico apenas tiene importancia, como es natural, pues se

circunscribe a los trastornos quirúrgicos e internos

secundarios. Lo demás consiste en supervisión, buena

alimentación, un plan de vida razonable y una buena dósis

de no interferencia <freud 1984,137. De una carta a

— 3’26—
Martha Bernays,el 8.6.1885, a propósito de su

incorporación a un sanatorio privado en ~berdóbling.

Negrita nuestra)

En este mismo año, í¿as, recibe una beca para ir a

estudiar a Paris, a la Salpétriére, con Charcot. Con él

descubrirá la importancia del factor psíquico en la

histeria. Presencia con asombro las demostraciones en que

el maestro francés inhibe o induce, mediante hipnosis, el


ataque histérico. <Jomes 1979;Gay 1989;MannOni 1975)

El ataque histérico. Nadie podría negar su realidad

viendo a aquellas pobres mujeres que, bajo su influencia,

adoptan posturas imposibles, contracturas dolorosas,

parálisis inhabilitantes,CtO.
Pero cuál es su realidad. Y más aún, ¿cuál ea la realidad

de lo que lo origina?.

Charcot no pasa de ahí y, en último extremo, vuelve a una

explicación orgánica para explicar un fenómeno

indudablemente psíquico. Las investigaciones de su

discipulo, Janet, que en un principio seguían una línea

similar a la que le preocupa a Freud; tampoco llegarán

muy lejos en el intento de crear una psicología de los

procesos histéricos.

“El gran observador francés <CharcOt), de quien fui

discipulo entre 1885 y 1886, no se inclinaba a las

—327
concepciones psicológicas; sólo su discipulo Pierre Janet

intentó penetrar con mayor profundidad en los

particulares procesos psíquicos de la histeria, y


nosotros seguimos su ejemplo cuando situamos la escisión

animica y la fragmentación de la personalidad en el

centro de nuestra concepción. Hallan ustedes en Janet una

teoría de la histeria que toma en cuenta las doctrinas

prevalecientes en Francia acerca del papel de la herencia

y de la degeneración. Según él, la histeria es una forma


de la alteración degenerativa del sistema nervioso que se

da a conocer mediante una endeblez innata de la síntesis

psíquica. Sostiene que los enfermos de histeria son desde

el comienzo incapaces de cohesionar en una unidad la

diversidad de los procesos animicos, y por eso se

inclinan a la disociación animica”. (Freud 1910a)

Freud descubrirá enseguida que el origen de la neurosis,

del síntoma histérico por ejemplo, no hay que buscarlo Cm

el cuerpo, en la dotación orgánica del sujeto, sino en su


historia, en sus recuerdos: “Nuestros enfermos de

histeria padecen de reminiscencias” (Freud lSSSd; 1910a).

Algún acontecimiento de la vida del paciente habría

tenido un efecto traumático sobre su funcionamiento

psíquico, bien por la debilidad de su organismo psíquico

(aquí se mantiene en la tradición médica de la que nunca

renegó), o bien por la naturaleza excesiva del


acontecimiento. (Freud 1895d).

—328—
“Durante este periodo de creación del psicoanálisis, el

trauma designa, ante todo, un acontecimiento personal de

la historia del sujeto, cuya fecha puede establecerse con

exactitud, y que resulta subjetivamente importante por

los afectos penosos que puede desencadenar, No puede

hablarse de acontecimientos traumáticos de un modo

absoluto, sin tener en cuenta la “susceptibilidad” propia

del sujeto. rara que exista trauma en sentido estricto,

es decir falta de abreacción de la experiencia, la cual


persiste en el psiquismo a modo de un “cuerpo extraño”,

deben darse determinadas condiciones objetivas.

Ciertamente, el acontecimiento, por su “misma

naturaleza”, puede excluir la posibilidad de una

abreacción completa <por ejemplo, “pérdida de un ser

querido y aparentemente insustituible”>! pero, aparte de

este caso extremo, lo que confiere al acontecimientO su

valor traumático son determinadas circunstancias

especificas: condiciones psicológicas especiales en las

que se encuentra el sujeto en el momento del


acontecimiento <“estado hipnoide” de Bremer), situación

efectiva <circunstancias sociales, exigencias de la tarea

que se está efectuando) que dificulta o impide una

reacción adecuada <“retención”) y finalmente, sobre todo,

según Freud, el conflicto psíquico que impide al sujeto

integrar en su personalidad consciente la experiencia que


le ha sobrevenido <defensa).

—3 29—
Además, arcuer y Freud, observan que una serie de

acontecimientos, cada uno de los cuales no actuaría como

trauma, pueden sumar sus efectos <sumación>” (Laplanche y

pontalis 1979, 468—69.Negrita nuestra)

Ahora bien, ¿este acontecimiento excesivo, o este débil

organismo, condenan inevitablemente a la neurosis?. De

ninguna manera, dirá Freud: si el sujeto pudiera ir


“desgastando” el recuerdo de aquel acontecimiento penoso,

como ocurre por ejemplo en el proceso de duelo normal

subsiguiente a la pérdida de un ser querido, no tendría

por qué producirse una histeria. Tampoco se produciría

si el sujeto consiguiera, en el extremo opuesto, olvidar


en forma total y permanente aquella vivencia penosa. El

traumatismo habría sido “asimilado” en un caso, eludido

en el otro, sin tener necesariamente que producir otros

efectos o dejar secuelas.

Pero ocurre en algunos casos que el recuerdo de aquel

acontecimiento es tan intolerable para el sujeto que no


puede mantenerlo <mientras se fuera produciendo ese

complejo proceso de duelo que hemos reducido ahora a


“irse desgastando”>. Tampoco puede olvidarlo.

Intentará entonces defenderse de él <Freud 1894a):

reprimiéndole, por ejemplo. Lo que ciertamente no es una

buena medida, por cuanto, al estar reprimido no puede


ser olvidado en sentido estricto; y tampoco se puede

desgastar y atenuarse así sus efectos.

—330
Pero además, la utilización de la defensa de la represión

supondrá la continua amenaza de que cualquier cosa pueda

volver a hacer presente, por una sencilla asociación de

imágenes por ejemplo, aquello que el sujeto no quiere

recordar. Y que, por su condición actual de “reprimido”

permanece en el psiquismo <en el inconsciente) aunque mo

esté presente en la conciencia.

Es decir, que, como nos recuerdan Laplanche y Pontalis en

la cita anterior, la utilización de la defensa

<represión) pasa a ser otro factor de producción del

traumatismo, o mejor, del carácter traumático del

acontecimiento, al impedir al sujeto la integración de la

experiencia que ha vivido en su personalidad consciente.

Por eso, Freud distinguirá y dará prevalencia, sobre las

otras modalidades de histeria <“histeria hipnoide”,

“histeria de retención”) a la “histeria de defensa”,

Es la utilización de una defensa patológica lo que hace

eficiente al trauma o, mejor aun, lo que convierte en


traumática la influencia de un acontecimiento que, sin la

participación de la defensa, no tenía por qué producir

ese efecto.

El síntoma neurótico vendría a ser, en cierto modo, esos

diques que el sujeto coloca contra el recuerdo del

acontecimiento traumático. El síntoma cumple entonces una

función defensiva.

331—
Defensa inadecuada, al servicio del desconocimiento

<Szpilka 1972), que movilizada por la angustia, nos

produce casi siempre la sensación de que es peor lo que

promueve (los síntomas),que aquello que pretende evitar

<lo reprimido).

Defensa traidora, también podríamos decir, por cuanto,


aquello que quería ser olvidado acaba encontrando en el

síntoma una especie de monumento recordatorio,

conmemorativo, imperdurable (Freud, 1910a). Y una secreta

satisfacción permanente, como mostrará Freud con la

utilización de los conceptos de “beneficio primario” y

beneficio secundario de la enfermedad” <Freud 1916—17;

Laplanche y Pontalis 1979,46)

Recapitulemos lo importante a nuestros efectos: lo

patógeno no hay que buscarlo sólo en el cuerpo, en la

herencia, en la predisposición, sino en la historia del

sujeto.

Más concretamente, en la reacción <recordar, olvidar,

reprimir) del sujeto ante “lo objetivo” de su

experiencia.
Esta seria, muy sintéticamente, la “etiología traumática

de la neurosis” o, más específicamente “la teoría de la

seducción”. (Laplanche 1980; Gutiérrez Terrazas 1989>.

Porque el traumatismo que Freud encuentra siempre en la

base del proceso etiológico de los casos de neurosis

<neuropsicosis de defensa) que trata en esta época, es el

traumatismo que llamó de la seducción.


“Freud no se contenta, en aquella época, con describir el
trauma como el despertar de una excitación interna por

efecto de un acontecimiento exterior que es solamente su

causa desencadenante; siente la necesidad de relacionar a

su vez este acontecimiento con un suceso anterior que

sitúa en el origen de todo el proceso”: la escena de

seducción.

(Laplanche y Pontalis 1979,470. Negrita nuestra)

Aclaremos: en su trabajo con las histéricas, el trauma

que, en un principio <Freud 1983a,1894a,1895d), estaba

situado en el origen de la patología, va mostrando su

carácter casi exclusivamente sexual y, en segundo lugar,

siempre está en relación con otro trauma sexual vivido en

la infancia.

A esta experiencia traumática primera, de naturaleza

sexual, es a la que Freud denominará “escena de

seducción”

Con sorpresa y disgusto, Freud va encontrando en los

historiales clínicos de las pacientes con que trabaja,

una experiencia muy remota que en casi todos los casos

consiste en determinadas maniobras de seducción sexual

llevadas a cabo por el padre <hecho éste que le trastornó

de tal forma que lo ocultó en sus escritos durante cierto

tiempo> o personajes con características paternas para el

sujeto <hombres mayores, hermanos de más edad, etc)

<Freud 1895d,1986b).

—333—
Ahora bien, esa posible influencia patógena de la

experiencia requiere para Freud de una explicación más

compleja ante los sucesivos descubrimientos clínicos. Es

evidente que la explicación etiológica basada únicamente

en el efecto del trauma se le queda peque~ia.

Necesita, para explicar el efecto diferido del trauma,

“apoyarle” desde el presente y desde el propio sujeto. Lo

traumático lo es por la significación que el sujeto, en

función de un sinnúmero de factores personales, le

atribuye.

En la pulcra y lineal explicación sobre lo nocivo del

traumatismo empieza a estallar el deseo cono factor

indispensable: lo traumático del pasado no seria tal si

no se juntara con el deseo del presente. Deseo en el

amplio sentido que lo emplea Freud y el psicoanálisis:

deseo-impulso, deseo—rechazo, deseo—ilusión,

deseo-horror, deseo—vergtenza, etc.

En Nuevas nuntualizaciones sobre las neuronsicosis de

d~frJlaI (1896b), Freud propone un esquema explicativo con


una acción del trauma en dom tiempos (antes y despues de

la pubertad) que, aunque mo puede ser mantenido ya que

ignora aún la sexualidad infantil, utiliza todo el tiempo

un concepto circular del tiempo psíquico que es

imprescindible para explicar el funcionamiento

psicológico.
Un pasado que se construye “retroactivamente”, conforme

en el presente se van produciendo adquisiciones, cambios,

etc.

“Retroacción” que con frecuencia se designa en

psicoanálisis con una expresión que ya ha cobrado carta

de naturaleza: “mprés—coup”.

Es decir, de los dos factores que eran necesarios para

producir en efecto patógeno, el primero se ha

descompuesto en dos. El trauma sólo lo es “a posteriori”,


en el encuentro del acontecimiento con el deseo. La

intervención objetiva de la realidad, es inseparable de

la interpretación subjetiva que de ella haga el individuo

“a posteriori”. Ambos elementos configuran “lo

potencialmente traumático”

Freud lo expresa así: “. .no son las vivencias mismas las

que poseen efecto traumático, sino sólo su reanimaoióm

como recuerdo, después que el individuo ha ingresado en

la madurez sexual” (Freud 1896b,165, Negrita del autor).

O también: “Ahora bien, tal predisposición histérica

indeterminada <que en el articulo de 1894 se consideraba

como un factor indispensable que debía entrar en

combinación con el acontecimiento real—traumático) puede

remplazarse enteramente o en parte por el efecto póstumo


del trauma infantil sexual” (Freud 1896b,167. paréntesis

nuestro).

—3 35—
En otro contexto: “. .casi todos los síntomas han nacido

como unos restos, como unos precipitados si ustedes

quieren, de vivencias plenas de afecto a las que por eso

hemos llamado después “traumas psíquicos”; y su

particularidad se esclarecía por la referencia a la

escena traumática que los causó. Para decirlo con un

tecnicismo, eran determinados por las escenas cuyos

restos nnémicos ellos figuraban, y ya no se debía

describirlos como unas operaciones arbitrarias o

enigmáticas de la neurosis. (Freud 1910a,ll. Negrita del

autor>.

Nótese la matización de Freud: las escenas traumáticas

(reales) determinan al síntoma, Corrige así con un

“tecnicismo” la idea de causalidad escueta de la línea

anterior. De entre las causalidades posibles, elige el

matiz da “determinación”.

No debemos olvidar, por otra parte, que la causalidad

psíquica para Freud, siempre es “causalidad múltiple”.

con lo que el valor de la escena traumática queda

relativizado.

En 1897, como ya hemos señalado, se produce un cambio

trascendental en la teoría que afectará a la naturaleza,

objetivos y técnicas del psicoanalisis. Con fecha

21.9.87 escribe, en la carta 69 <Freud 1950a) a su amigo


Wilhelm Fliese, lo siguiente:
“Ya no creo más en mi “neurótica” <teoría de la

neurosis). ..he de presentarte históricamente los motivos

de mi descreimiento. Las continuas desilusiones en los

intentos de llevar mi análisis a su consumación efectiva,

la deserción de la gente que durante un tiempo parecía

mejor pillada, la demora del éxito pleno con que yo había


contado y la posibilidad de explicarme los éxitos

parciales de otro modo, de la manera habitual: he ahí el

primer grupo de motivos. Despues, la sorpresa de que en

todos los casos el padre hubiera de ser inculpado como

perverso, sin excluir a mi propio padre, la intelección

de la inesperada frecuencia de la histeria, en todos

cuyos casos debiera observarse idéntica condición, cuando

es poco probable que la perversión contra niños esté

difundida hasta ese punto. <La perversión tendría que ser


inconzaensurahíemente más frecuente que la histeria, pues

la enfermedad sólo sobreviene cuando los sucesos se han

acumulado y se suma un factor que debilita a la defensa).

En tercer lugar, la intelección cierta de que en lo

inconsciente no existe un signo de realidad, de suerte

que no se puede distinguir la verdad de la ficción

investida con afecto.


(Según esto, quedaría una solución: la fantasía sexual se

adueña casi siempre del tema de los padres).. .“ <Freud

1950a,302. Primer paréntesis y negrita nuestros).

Aunque en este momento nos interesa destacar, de la cita,

lo que tiene que ver con la evolución del pensamiento

—3 37—
freudiano desde el concepto de trauma hacia el concepto

de “realidad psíquica”, no por ello vamos a pasar por


alto las valiosisimas menciones que figuran en ella

respecto al papel perverso del padre y su valor etilógico

ahora discutido, y respecto a la preferencia de la

fantasía sexual por el tema de los padres.

En Contribución a la historia del movimiento

asicoanalitico

“Si bien es cierto que los histéricos refieren sus


síntomas a traumas ficticios, el hecho nuevo es que

fal-itasmatizan tales escenas; es, pues, necesario tener en

cuenta, junto a la realidad práctica una realidad

psíquica. Pronto se descubrió que estos fantasmas servían


para disimular la actividad autoerótica de los primeros

años de la infancia, para embellecerla y llevarla a un

nivel más elevado. Entonces, detrás de estos fantasmas,

apareció en toda su amplitud la vida sexual del niño”

<Freud 1914d)

Es en la 23 conferencia, de las Conferencias de

Introducción al Psicoanálisis (Freud, 1916—17), “Los


caminos de la formación de síntoma”, donde Freud explica

bien este cambio de perspectiva de 1897:


.las vivencias infantiles construidas en el análisis,

o recordadas, son unas veces irrefutablemente falsas,

otras veces son con certeza verdaderas y, en la mayoría

de los casos, una mezcla de verdad y falsedad”

—3 38—

:
• .los recuerdos infantiles aislados que desde siempre y
antes de todo análisis, los hombres han llevada en su

interior con conciencia, pueden estar igualmente

falseados o, al menos, mezclar mucho lo verdadera con lo

falso.”

“Tras breve reflexión comprendemos con facilidad lo que

tanto nos confunde en este estado de cosas. Es el

menosprecio por la realidad, el descuido por la

diferencia entre ella y la fantasía.”

“(el paciente). durante largo tiempo, no comprenderá

nuestro designio de equiparar fantasía y realidad y de no

preocuparnos al comienzo por saber si esas vivencias


infantiles que han de explicarse son lo uno o lo otro.

No obstante, es evidentemente la única actitud correcta

frente a estas producciones del alma. Tastien ellas

poseen una suerte de realidad: queda en pie el hecho de

que el enfermo se ha ocupado de esas fantasías, y

difícilmente ese hecho tenga menor importancia para su

neurosis que si hubiera vivenciado en la realidad el

contenido de sus fantasías. Ellas poseen realidad

psíquica, por oposición a la realidad material, y poco a

poco aprendemos a comprender que en el mundo de las

neurosis la realidad psíquica es la decisiva”. (Freud

1916—17,335—6. Negrita del autor)

Estas reflexiones de Freud Cfl 1917 nos informan de un


largo proceso de cambio teórico y técnico cuyo primer

hito claro es esa carta 69 a Fliess de 1897.

—339—
Proceso que no estaba terminado: Freud siguió

introduciendo ampliaciones y modificaciones sustanciales

hasta el final de su vida, que lo fue también de su obra,

en 1939.

Por ejemplo, alguna de sus concepciones psicopatológicas

fundamentales, salieron más adelante del ámbito de la

neurosis s’ se hicieron extensivas a la llamada psicología

normal. Así, esta afirmación de la importancia de la

realidad psíquica que en 1917 todavía se liga a los

neuróticos, y que más tarde será reconocida en la

estructuración psíquica de todo ser humano.

Lo mismo habríamos de decir de la teoría de la represión,

de la extensión atribuida al complejo edipico, y de algo

que ahora nos interesa especialmente a los fines de esta

investigación: el carácter universal que pasa a atribuir

a la antaño llamada “escena de seducción”:

Si al principio fue a duras penas aceptada —y siempre


como factor etiológico fundamental en la formación de las

neuropsicosis <histeria y neurosis obsesiva


especialmente)—, más adelante pasa Freud a considerarla,
como hemos visto sucintamente, como una organización

fantasmática de carácter universal, con capacidad para


estructurar la actividad fantasmática general del sujeto

y que daría cuenta, en cada sujeto, de la historia

personal referente a los origenes de su sexualidad.

<Laplanche 1976,80; Gutiérrez Terrazas, 198.9)

—3 40—
En Freud hay un proceso que no es en absoluto lineal,
sino complejo y en ocasiones contradictorio, que va desde

la seducción entendida como “escena real”, hasta la

seducción como “fantasía originaria” (4)

Porque, a pesar de su convicción acerca del carácter

fantasmático del recuerdo(s), nunca dejó de buscar el

dato pretendidanente real.

El ejemplo más notable lo constituye su be la historia de

una neurosis infantil (Freud 1918b), más conocido como el

historial clínico del ~ de los lobos”, en el que se

obstina en ubicar la fantasía de la escena primaria del

paciente en unas coordenadas espacio temporales

extremadamente precisas.

A este respecto volvemos a traer un fragmento del

historiador George Duby:


“Verdaderamente estoy convencido de la inevitable

subjetividad del discurso histórico, en cualquier caso,


lo estoy totalmente del mio. Esto no quiere decir que no

haga todo lo que puedo por aproximarme a lo que podríamos

llamar “la realidad”, en relación a esa construcción

mental imaginaria que es nuestro discurso.

Yo no invento, es decir.., invento, pero me preocupo por

fundamentar mi invención sobre los cimientos más firmes

posibles, construirlo a partir de huellas criticadas

rigurosamente, de testimonios tan precisos y exactos coso

sea posible. Pero eso es todo”. <Duby 1958,43)

341
La cita pretende mostrar lo común de las actitudes del

Freud psicoanalista y del Ouby historiador. Pero no todo


es equivalente: de la actividad fantasmática no se puede

decir, en rigor, que sea subjetiva. Como no podría

decirse de nada de lo inconsciente.

Lo inconsciente, por principio, está descentrado respecto

al sujeto. La realidad psíquica no es la subjetividad.

(Gutiérrez Tarrazas 1988)

Tambien seria un error suponer que el fantasma (de

seducción, por ejemplo> es solamente “una construcción

mental imaginaria”.
Véase el articulo de Pibettes sobre las tres dimensiones

del fantasma (Ribettes 1984)

La posible comparación de la actividad interpretativa del

psiccanalista con la acción de inventar es delicada <por


la carga semántica peyorativa que tiene la palabra

invención) pero a su vez, tan sugerente, que nos animamos

a comentarla.

Sin pretender hacer un análisis riguroso de lo que

constituiría el acto de la invención, recordamos que se

ha dicho, a propósito de los “instrumentos” presentes en

ciertos descubrimientos <el baño de Arquímedes, la


manzana de Newton, los utensilios sucios de Fleming), que

el inventor es el que sabe “leer” o “escuchar” lo que,

por ejemplo, la realidad dice, sin que tal fenómeno real

14 2—
“sepa”, ni “pretenda” decir nada a nadie. Las inazizaflas,

cuando llega cierto grado de maduración, se caen de los

árboles. Desde siempre. Y ese fenómeno no quiere decir

nada más que eso: que están maduras.

Pero Newton oyó otra cosa; que los cuerpos sólidos


experimentan una atracción hacia el centro de La tierra;

y que esta atracción sigue unas determinadas leyes.

¿Por qué Newton oyó lo que muchos otros antes pudieron


haber oído y no lo hicieron?. Porque para él, el hecho

banal y cotidiano de la caída de una fruta madura se

convirtió en algo que demandaba un sentido; “¿hay

necesariedad en la dirección en que cae la manzana? ¿por

qué la manasna cae hacia abajo?”.

Pero también es cierto que Newton “escuchó” esa demanda

de sentido, cuando en el había una predisposición para


escuchar, cuando en su cabeza había un “deseo de verdad”,

de la verdad intrínseca al fenómeno.

Tenemos aquí todos los elementos fundamentales que

definen la operación interpretativa del analista; la

escucha a lo que transcurre libremente, la transferencia,

la actitud o el deseo del analista, las rupturas del

sentido y, finalmente la interpretación.

Interpretación que, como en este ejemplo podemos ver

claramente, no dice “la significación” del fenómeno.. A lo

sumo inscribe ese fenómeno es una serie de significantes

nueva.

—243—
La manzana, que ya era “la manzana de Eva”, “la manzana

de Blancanieves”, “la manzana de la discordia”,...,

pasaba así a ser significante de “los sólidos que caen

verticalmente hacia abajo, atraídos , produciéndose

en esa conexión, un sentido otro. Sentido desconocido

hasta ese momento, aunque el fenómeno estuviera ahí desde

siempre, “diciendo más de lo que decía”, para cualquiera

que supiera escucharlo.

Por esta línea nos parece muy fructífera la comparación

entre “interpretación” e “invención”, y no nos

escandaliza la afirmación de que el analista inventa.

“Construye”, decía Freud en Construcciones en el análisis

<Freud 1927d>.

Resumimos los puntos fundamentales de esta problemática

que hemos ido siguiendo en el pensamiento freudiano;

— la renuncie “oficiala la teoría traumática en

beneficio de el carácter fantasmático (de deseo) del

recuerdo.

— el mantenimiento sin embargo, siempre, de la necesidad


de un invariante que, al no poderlo encontrar en el

dato de realidad, lo busca en la existencia de unos

“productos mentales” universales: las “fantasías

originarias”.

—344—
— el giro que esto supone: el invariante nO es la

realidad fáctica, siempre deformada por los deseos del


sujeto y por tanto engañosa, el invariante es lo

simbólico universal, lo estructural.

Para estudiar esta cuestión y también el problema de la

naturaleza y función de la fantasía (o con más precisión

terminológica: del “fantasma”) es preciso consultar las

importantes contribuciones:

Isaacs 1967; Laplanche y Pontalis 1976; Miller 1984;

Navarro 1984; Szpilka 1984; Valabrega 1984; Calligaris

1987: Ribettes 1984; Alemán 1985.

Finalmente, como señalan Laplanche y Pontalis:

• .de la seducción de la niña por .l padre al amor

edipica de la niña hacia el padre, no había más que un

paso.

Pero todo el problema estriba en saber si se debe

considerar el fantasma de seducción como una simple

deformación defensiva y proyectiva del componente

positivo del complejo de Edipo, o si es preciso ver en él

la traducción de un dato fundamental; el hecho de que la

sexualidad del niño viene toda ella estructurada por algo

procedente del exterior: la relación entre los padres, el

deseo de los padres, que es anterior al sujeto y le da

forma. En este sentido, tanto la seducción realmente

—3 45—
vivida como el fantasma de seducción no serian más que la

actualización del dato mencionado.

En la misma línea de pensamiento, Ferenczi, <.~.)

describió cómo la sexualidad adulta (“el lenguaje de la

pasión”) irrumpía verdaderamente en el mundo infantil

<“el lenguaje de la ternura”)

El peligro de tal renovación de la teoría de la seducción

consistiría en enlazar con el concepto preanalitico de

una inocencia sexual en el niño, que seria pervertida por

la sexualidad adulta. Freud niega que pueda hablarse de

un mundo infantil dotado de existencia propia antes de

que se produzca esta irrupción, o esta perversión. Al

parecer, ésta es la razón de que sitúe, en último

análisis, la seducción entre los “fantasmas originarios”

que, según él, tendrían su origen en la historia de la

humanidad. La seducción no seria esencialmente un hecho

real, localizable en la historia del sujeto, sino un dato

estructural, cuya transposición histórica sólo podría

realizarse en forma de un mito.” (Laplanche y Pontalis

1979, 416. Negrita nuestra)

Entendemos por tanto que, con su tempranisima teoría


sobre el traumatismo psíquico producido por la seducción

sexual, Freud no sólo está dando una explicación

etiológica de la formación del síntoma neurótico, sino

que está sentando las bases para una explicación


estructural -que no conductual al modo de una sexología—

de la sexualidad <Laplanche 1989>.

—346—
El trauma de la seducción viene a ser la representación,

el significante, de la irrupción para el sujeto del deseo

del otro. Deseo siempre enigmático y traunático para él.

Deseo del otro que interpela al deseo del propio sujeto.

Y que le obligará a posicionarse de determinada manera

(siempre deseante) en relación a él <al deseo del otro).

Esta toma de posición fantasmática respecto al deseo del


otro constituye lo central de la sexualidad. (6)

Es decir, que la seducción paterna introduce al sujeto en

la sexualidad.

Freud distingue “dos seducciones” diferentes: la paterna

y la materna

La seducción paterna. Comenzó considerándola real; luego

descubrió su naturaleza fantasmática en el caso de los

neuróticos finalmente, postuló su carácter universal y

estructural, proponiendo una nueva categoría de

fantasías: “los fantasmas originariOs”. El fantasma

originario de la seducción ya no es un argumento

individual, sino una estructura fantasmática que trata de

dar cuenta de un enigma, de un vacio de significación el

origen de la sexualidad en este caso, o mejor, el origen

del sujeto como ser sexuado.

—34 7—
La seducción materna. Cuando, muy avanzada su obra, en

1933, estudia Freud el intenso lazo afectivo con la

madre, previo al conflicto edipico, habla de una

verdadera seducción sexual por la madre, o por aquella

persona que habitualmente se encarga del cuidado

alimenticio e higiénico del niño. Y considerará esta

seducción real como prototipo de los fantasmas de

seducción posteriores.

“Aqui el fantasma tiene su base en la realidad, puesto

que es realmente la madre la que necesariamente ha

provocado y quizá incluso despertado, en los órganos

genitales, las primeras sensaciones de placer, al

proporcionar al niño sus cuidados corporales” (Freud

1933a)

De las dos, la seducción que tiene que ver con nuestra

investigación es la primera: la seducción estructural,

simbólica, del padre.

Con más extensión plantearemos luego que el cuento de “La

niña sin brazos” es la expresión (una, entre otras

posibles) de ese mito que transforma en relato

historificado un elemento estructural: la seducción

simbólica.
O lo que es lo mismo:la irrupción en el individuo del

deseo del Otro y el surgimiento así de su propio deseo.

Con la constitución, en esa operación compleja, del

sujeto como ser sexuado.

—348—
NOTAS AL CAPITULO 6

(l).— Hay todavía otra excepción a lo dicho, respecto a


La permanencia de la figura del padre hasta el final del
relato y la relación de ese aspecto con la presencia o
ausencia de príncipe.
Se trata de El espejito mágico (A 211). Es una versión
bastante más compleja que las demás versiones del
subgrupo. La hemos incluido en “Bella Venecia~ por un
fragmento dentro de un relato mucho más rico en motivos.
Es una mezcla de “Niña sin brazos” y “Bella Venecia”, sin
ser ni uno ni otro. Pero hemos preferido incluirlo, con
problemas de clasificación, que perderlo para el estudio.

(2).— Tres observaciones a propócito de la reciente


publicación de: Cuentos prohibidos rusos <Afanasiev
1991).

a.— Empecemos por repetir que siempre que hablamos de


incesto en el ciclo de “La niña perseguida” y, más
concretamente, en el tipo de “La niña sin brazos”, nos
referimos a los deseos Incestuosos de alguno de los
personajes del cuento. Generalmente el padre,
Como ya dijimos, en ninguna versión hemos encontrado que
estas fantasías o deseos incestuosos obtuvieran
realización efectiva. por otra parte y.a hemos señalado
que el padre, como portador del deseo incestuoso, no
aparece en los cuentos orales, contrariamente a lo que
ocurre en las versiones literarias.
Debemos registrar no obstante, dos excepciones, una mucho
menos contundente que la otra.

La primera ya está comentada más arriba, se trata de la


versión del romance de Silvana, <Espinosa 1947,3831
Gutiérrez Esteve 1975,560), en que el padre consuma su
deseo sexual con.. ,la que cree que es su hija Silvana.
Sólo más tarde y en respuesta a Sus quejas por la no
virginidad de la hija, se enterará de que la alianza de
la madre y la hija lo han impedido,

La otra excepción es mucho más importante por cuanto no


involucra sólo el deseo del padre.
Acaban de publicarse (1991) por primera vez en
castellano, los Cuentos prohibidos rusos recopilados por
A.N. Afanásiev.
La primera edición se realizó fuera de Rusia,en Ginebra,
en 1872. Son una impresionante colección de cuentos en
los que se ha mentenido, sin censurar, el tono
abiertamente erótico, grosero y anticlerical de las

—349—
narraciones orales populares.
las versiones XVI (“La polla caliente”), XXXVII <El buen
padre> y XLVI (El peine> son muestras de relaciones
incestuosas en un grado de progresiva crudeza. En la
‘Iltima de estas versiones, ante el incontenible deseo
genital de la hija, el padre aprovecha para disfrutar
sexualmente de ella <“la peina”>, estimulado además por
las frases incitantes de la madre.

Pero generalmente, como hemos dicho, el relato se


mantiene dentro de los limites del deseo incestuoso
expresado o aludido bajo alguna forma de enmascaramiento.
Está atribuido al padre y, en menos ocasiones, al
hermano. }lás raramente, a un cuñado, tío, maestro,
protector. En una progresión que va distanciandose del
personaje inicial y referencial, el padre.

b. — Desde el punto de vista de la estructura morfológica


del relato (Propp,1971), tenemos que incluir los motivos
incestuosos dentro de la función VIII: “ el agresor daña
a uno de los miembros de la familia o le causa
perjuicios”.

se define como fechoría y se designa con “A”.


Concretamente A16: “quiere obligar a alguien a casarse
con él” y, más precisamente, AXVI: “lo mismo, entre
parientes cercanos”.

Propp lo ejemplifica: “el hermano quiere casarse con su


hermana”, como en El príncipe Danila—Govorila (A 114). No
olvidemos que Propp trabaja sobre la colección de cuentos
populares rusos de Afanásiev, y en las casi quinientas
versiones que incluye no se encuentra ning’In padre
incestuoso. Por eso menciona únicamente el motivo
fraterno.

o. - Es de suponer que Propp quiso desconocer la


existencia de las versiones arriba citadas de los Cuentos
prohibidos rusos que habían sido publicadas en Ginebra
cincuenta años antes que su Morfología del cuento, y
cuyos originales manuscritos permanecían en el Reparto de
Manuscritos del Instituto de Literatura Rusa de la
Academia de las Ciencias de la URSS (Afanásiev, 1991,IX).
Nos cabe la duda de si la exclusión de estas versiones,
indudablemente rusas y populares, se debe a la clase a la
que ellas pertenezcan. Es sabido que Propp estudia los
cuentos maravillosos. Las versiones publicadas no
pertenecen a esa clase, Más bien serian “cuentos de
costumbres”. Pero sólo han sido publicadas 77 versiones
de las 164 que figuran en la colección manuscrita. No
sabemos por tanto qué carácter tienen las restantes. El
introductor habla de “encantamientos” que, entre ciertos
autores es la manera de designar a los cuentos
maravillosos (Afanásiev, idem>.

—350—
Nos interesa enormemente este dato que nos permite
suponer la existencia, también en otros paises, de
versiones orales en las que si aparecería el incesto y el
padre incestuoso, pero que habrlan sido evitadas o
censuradas por los recopiladOres. Cosa que por otra parte
es comprensible, desde otro punto de vista que no SC
limite al puro interés científicO. Véase a tal efecto, la
reiteración en los comentarios justificativos del
estudioso y del editor que introducen la edición de los
Cuentos prohibidos rusos. Véanse también nuestros propios
reparos a la hora de incluir citas textuales —como hemos
hecho con todas las versiones anteriores—, de las tres
citadas de los cuentos prohibidos.

<3).— “padre simbólico”: barrera entre “madre” e “hijo”.


Pero también, por ser barrera, “padre” es lo que hace
posible cierto vinculo (de deseo) “madre”—”hijo”,
constituidos sólo entonces en tales,
Es decir, “padre” como función de mediación: instancia de
reconciliación entre el deseo, que apunta a la “madre”. y
la ley, que prohíbe el incesto <Georgin 1988)

<4).— Nos parece que este proceso no lo entendieron ni


Masson<1985) ni Alice Miller (1990). El primero construye
una tésis en la que afirma que Freud se asustó al
comprobar la enorme extensión de la seducción sexual real
practicada con los niños. El cambio teórico de 1897 no
seria sino una huida de una verdad intolerable de decir.
De esta forma, toda la teoría psicoanalítica se asentaría
sobre una mentira: una terrible realidad privada de tal
carácter por el miedo de Freud.
Alice Miller es una terapeuta de niños, suiza,conocida
por un buen número de publicaciones, que ha abandonado
recientemente el ejercicio de su profesión para poder
dedicarse mejor a lo que considera el problema mayor de
los niños, la constante agresión real que sobre ellos
ejercen los adultos.
No se trata, obviamente, de negar importancia y
dramatismo a lo que ambos autores, desde ópticas
diferentes,COn toda justicia denunCiar” el maltrato, no
sólo sexual, a que muchos niños son sometidos en todas
partes y de formas muy diferentes.
Pero es lástima que la consideración de esa realidad se
quiera hacer incompatible con la consideración de los
procesos fantasmáticOs descubiertOs por Freud, de una
trascendental importancia para el desarrollo psíquico,
tanto normal como patológico, del sujeto.

—351—
Tan absurdo seria adoptar exclusivamente el punto de
vista psicoanalítico para entender, diagnosticar e
intervenir en un problema complejo que incluye variables
económicas, culturales, sociológicas, educativas, etc,
como, llevados por la evidencia y el peso de la realidad,
descalificar la importancia de procesos psíquicos que son
bastante independientes de la realidad que llamamos
objetiva, con la que la relación es fundamentalmente
metafórica. Se trata de registros diferentes que como
diferentes deben ser tratados.

(5>.- Abundan las citas en este sentido. Un ejemplo:


“Si bien es cierto que los histéricos refieren sus
síntomas a traumas ficticios, el hecho nuevo es que
fantasmatizan tales escenas; es pues necesario tener en
cuenta, junto a la realidad práctica, una realidad
psíquica” (Freud 1914d).

(E).- Es muy importante recordar aquí la teoría


psicoanalítica referente al deseo, o lo que es lo mismo:
qué queremos decir cuando hablamos de deseo.
con “el deseo del otro” no queremos decir “lo que el otro
quiere”, “lo que el otro me pide”, etc.
Eso tendría que ver con “la demanda” que ya es una
formulación en palabras, en gestos, del deseo.
Podríamos decir que el deseo es el lado oscuro de la
demanda, lo que no queda dicho, lo que no se puede decir,
porque ni siquiera el sujeto demandante lo conoce
El deseo siempre es enigmático; siempre es indecible e
insaciable.
Pero esto nada tiene que ver con una evitable ignorancia
del sujeto respecto de si mismo; tampoco con pretensiones
inconfesables, ni con su incontenible avidez.
Si el deseo es enigmático, indecible e insaciable, lo es
por la naturaleza <estructural) del propio deseo, no por
la naturaleza individual del sujeto deseante.
Porque el deseo, por definición (Freud 1900a), es el
intento de restablecer, en la realidad, una experiencia
de satisfacción imposible ya de reanimar. El deseo es
deseo de un objeto irremisiblemente perdido.
Esta pérdida no se debe solamente a la evolución del
sujeto. No se trata de aquello que queda perdido por el
crecimiento del sujeto, entendiendo el crecimiento como
un proceso de duelos (elaboraciones de pérdidas>
sucesivos, como hemos mantenido en otro lugar <Gutiérrez
Sánchez 1980—Sí>. El objeto está perdido, es vacio, es
“en falta”, porque queda por fuera de la estructura

—352—
<simbólica) del sujeto. porque hablamos, hay cosas que
quedan por fuera de la palabra, que no se pueden “decir”:
“el objeto es lo que no se puede decir, porque se dice”
en expresión de Sapifla (Szpilka 1989>

—353—
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS DEL CAPITULO 6

AFARASIEV, A.N. (1987): Cuentos populares rusos (3t.)

Anaya. Madrid

AFANASIEV, A.N. <1991): Cuentos prohibidos rusos

Alborada. Madrid
ALEMAN, Jorge (1985>, La cuestión del fantasma. En: Notas

de la serie. “Serie psicoanalítica”. Madrid.

ANZ.IEU,D. y otros (1984): Art et fantasme. “L’or

d’Atalante”. Champ Vallen. MAcen.


ARRUABARRENA, Héctor <1986>: La ideolocia del incesto

en: BRAUNSTEIN (1986>: El discurso del

psicoanálisis. Siglo XXI, México.

AULAGNIER y al. (1984>: El deseo y la perversión

Sudamericana. a.Aires

BELLEMIN—NOEL, J. <1983): Les contes et leurs fantasmee.

PUF. Paris.

BRAUNSTEIN (1986>: El discurso del psicoanálisis. Siglo

XXI. México
CALLIGARIS,C. <1987): Hipótesis sobre el fantasma.Nueva

Visión B.Aires

DUBY, Georges <1988): Diálogo sobre la historia.


Conversaciones con Guy Lardreau Alianza

Universidad. Madrid

ENGELS, Federico (1884): El origen de la familia, de la

propiedad privada y del estado. Madrid, Ayuso, 1972

—3 54—

,
ESPINOSA, Aurelio M. (1946—47): Cuentos populares

españoles. 2 tomos. Institto de Filología “Antonio

de Nebrija”. CSIC. Madrid

ESP!NOSA,A. <hijo) <1987—88): Cuentos populares de

Castilla y León <2t.) CSIC. Madrid

FERENCZI, Sandor (1988): Diario Clínico. Conjetural.

B . Aires

FRAZER, J.C. (1989): La rama dorada FCE. Madrid


1 mecanismo asicuico dé
FREUD, 8. (1893a):Sohre e
fenómenos histéricos: comunicación preliminar

AB TI, p.23

FREUD, 5. (1894a): Las neuronsicosis de defensa AE III,

p.41

FREUD,S.y BREUER,J.(l¿95d); Estudios sobre la histeria

AB II.
FREUD, 5. <lSSfib): Nuevas puntual1zacicnitfl~rt-lU

neuronsicosis de defensa AB III, p.l57

FREUD, 8. <lsOOa): La interpretación de los sueños

AB TV-y

FREUD, 3. <1905d)t Tres ensayos de teoría sexual AB VII,

p.109

FREUD, 5. <lSlOa) : Cinco conferencias sobre psicoanálisis

AB XI, p.l

FREUD, 5. <1912—13); Tótem y tabú AB XIII, p.l

FREUD, 5. (19140>: IntroduCción del narcisismo AB XIV,

p’65

FREUD, 5. (1914d): Contribución a la historia del


,.ovimientó nsiooAnAlitiOo AB XIV, p.l

—355—
FREUD, 5. <1916—17>: Conferencias de introducción al

psicoanálisis AE XV—XVI
FREUD, 5. <1918b): De la historia de una neurosis

int.iflfl AE XVII, p.l


FREUD, 5. (1920g>: Más allá del principio de placer

AB XVIII, p.l

FREUD, 5. <1933a): Nuevas conferencias de introducción al


psicoanálisis AB XXII, p.l

FREUD, 5. (1937d): Construcciones en el análisis

AB XXIII, p.255

FREUD, 5. {1950a): Los origenes del psicoanálisis

AB 1, p. 211

FREUD, 5. (1984): Epistolario 1873/1939. Plazasdanés.

Barcelona

GA?, Peter (1989>: Freud. Una vida de muestro tiempo

Paidós. Barcelona

CEORGIN, Robert (1988>: De Lévi—Strauss a Lacan. Nueva

Visión. B.Aires

OREEN y al. <1976): El inconsciente freudiano y el


psicoanálisis francés contemporáneo. Nueva Visión.

BAires
GUTIERPEZ ESTEVE, Manuel (1978): sobre el sentido de

cuatro romances de incesto. Revista del Centro de

Investigaciones Sociológicas. Monográfico Homenaje

a Caro Baroja. pp.551—579


GU’rIERREZ SANCHEZ,G. <1980—81): Caracter=sticasdel

comnortamiento del niño de ocho a catorce años


Investigación para el INGlE del MEC. Madrid

—356—

.
GUTIERREZ TERRAZAS, J. <1988): Ea “realidad osicuica

nropiamente dicha no es la realidad neicolócica o

takifltln. Revista de Psicoanálisis de Madrid No.8,


pp.59—72

GUTIERREZ TERRAZAS, J <1989): Los dos pilares del

psicoanálisis: el pulsional y el inconsciente

PDU/5. Rogar del Libro. Barcelona

lEMaS, Susan (1967): Naturaleza y función de la fantasía


en: ELEIN y otros <1967): Desarrollos en

Psicoanálisis. Paidds. B.Aires


JOMES, Ernest (1979): Vida y obra de Sigmund Freud

<3t.) Paidós. B.Aires

XLEflf,Melamie y otros (1967); Desarrollos en

PsicoanálisIs. Paidós. B.Aires

LA FONTAINE, Jean 5. <1987): Iniciación. Drama ritual y

conocimiento secreto. Lerna. Barcelona


LAPLANCHE,J.y PONTALIS,J.B. (1976): Fantasía originaria
1a fantasía
fantasía de los origenes, gripen de
en; GREEN y al. <1976): El inconsciente freudiano

y el psicoanálisis francés contemporáneo Nueva

Visión. B.Aires

LAPLANCHE,J.y PoNTALIS,J.B. (1979): Diccionario de


psicoanálisis Labor. Barcelona

LAPLANCHE, a. <1980): La sexualidad Nueva visión. B.Aires

LAPLANCHE, Jean (1988): castración. Simbolizaciones.

Problemáticas II. Azorrortu, B.Alres.

—357—

,

.
LAPLARCHE, a. (1989): Huevos fundamentos para el

psicoanálisis. La seducción originaria Amorrortu.

B.Aires
LE COTE, Jaoques <1991>: Pensar la historia. Paidós.

Barcelona.

LEVI—STRAUSS (1991): Las estructuras elementales del

parentesco Paidós. Barcelona.

LOPEZ TANES, Román (1990): Introducción a la Literatura

Infantil secretariado de Publicaciones de la


Universidad. Murcia

MANNOHI, octave <1975): Freud. El descubrimiento del

inconsciente Nueva Visión. B.Aires

MASSON, Jeffrey Moussaieff (1985): El asalto a la verdad

Seix Barral. Barcelona


MILLER, Alice <1990): El saber proscrito Tusquets.

Barcelona

MILLER, J—A. (1984): Dos dimensiones clínicas: síntoma y

fantasma Manantial. B.AirC5

MORGAN, Lewis H. <1877): La sociedad antigua o

investigación acerca de las vías del progreso de la

humanidad desde el salvajismo hasta la


civilización, pasando por la barbarie. Londres.

MacMillan and Co.


NAVAflRO, Juan B. (1984): Estudio acerca de la
constitución de la fantasía, a nartir de la obra de

FmI Revista de Psicoanálisis vol.VI, nos.2—3.


B.Aires

—3 58—
PROPP, Víadimir (1971): Morfología del cuento.

Fundamentos. Madrid

PROPP, víadimir <1974): Las raíces históricas del cuento.

Fundamentos. Madrid

RTBETTES, Jean M. <1984): La troisléifle dimensión du

en: ANZIEU y otros (1984): Art et


fantasme “L’or d’Atalante”. champ Vallon. Mácon.
RODRíGUEZ ALMODOVAR, A. (1982): Los cuentos maravillosos

españoles Crítica. Barcelona


RODRíGUEZ ALMODOVAR, A. <1989): LOs cuentos populares o

la tentativa de un texto infinito secretariado de

PublicaciOnes de la universidad. Murcia

SZPILKA, jaime <1972): Bases para una psicopatología

psicoanalítica Kargieman. B.Aires

SZPILKA, Jaime (1984): En torno a “Un niño es pecado

Revista de psicoanálisis A.P.A. t.XLI, no.6,


28. B.Aires
pp.íOOllO
SZPILKA, Jaime <1989): sobre la cura psicoanalítica

TecnipublicaciOfles. Madrid

THoMPSON, Stith <1972): zí cuento folklórico.

Universidad Central de Venezuela. Caracas.

vALABREGA, Jean—paul (1984): El problema antroDolóCliCO

dnkflflflmllfl, en: AULAGNIER y otros (1984): El


deseo y la perversión Sudamericana. B.Aires

—359—


CAPITULO 7

EL MOTIVO: “LA I4UTILACIOW’

EN “LA NIÑA SIN BRAZOS”


INDICE DEL CAPIWUW 7

9.1.— Aportación de los diccionarios.

7.2.— Un cuento italiano.

7.3.— Una consideración antropológica.

7.4.— Las opiniones de los especialistas.

7.5.— En los cuentos.

7.5,1.— El lenguaje metafórico supone capacidad para


aceptar la pérdida, la falta.

7.6.— La castración.

-36
Si sorprendente es la presencia del motivo

incestuoso en tantos cuentos y versiones literarias del

ciclo de ‘La niña perseguida” * aún más lo es el de la

mutilación en el tipo de “La niña sin brazos” (Puymaigre

1864>

Aquél se aten.Th en unas versiones, se vela en otras y


directamente se oculta en algunas (en todas las versiones

populares como hemos visto) porque su significación

resulta hiriente para nuestra sensibilidad (1); éste, sin

embargo, el de la mutilación, no se oculta en casi

ninguna <no aparece en las versiones de la saqa de

Constanza) porque la significación se nos escapa

totalmente.

Estamos frente a un enigma mayor del cuento. ¿Qué sentido

puede tener esa mutilación?. ¿Por qué se la mutila?. ¿Por

qué los brazos, o las manos?. ¿Para qué?.

Tenemos que ordenar nuestra investigación. En primer

lugar nos dirigiremos a los diccionarios. Que es tanto

como decir que nos dirigiremos a la lengua. En la


confianza de que a través de las palabras, de su

etimología, de sus sinónimos, es decir, de su juego

metafórico, se desprenda algo que nos aclar.e el enigma.

—362—
7.1.— &nórtaoidti de los diccionariós

SEGURA MUNGUTA (1985): Diccionario etimológico

latino—eSpa~Ol Ediciones Generales Maya. Madrid


Mancus, -a, —un:
l.Manco, mutilado, lisiado
2.DefeOtuOSO, incompleto, débil

Cita el verbo italiano “mancare” y el francés “manquer”.


Anhos con la significación de “faltar”.

MOLIRER, Maria (1981): Diccionario de use del espafiol

Gredos. Madrid

Manco, —a:

l.Se aplica a la persona o animal a quien le falta un

brazo o una mano o los dos, o los tiene inutilizados.


2.Se aplica a las cosas a las que les falta algo para

estar completas

Mancar:

1.Dejar a alguien manco: inútil de una mano o de las dos

2.Lisia? o estropear cualquier miembro


3.F’altar;qUedar per hacer una cosa

COROMINAS, 3. (1955—51): Diccionario Critico EtimOlógiCO


Gredos. Madrid
Manco: del lat. MANC!JS ‘manco’, ‘lisiado(de cualquier
parte del cuerpo)’,’iflcQSPlCtO’. la. documentación:
Berceo.

—363
...EI judeoesp. “a lo manco” ‘a lo menos’... .el cat.
popular “manco” ‘menos’.

Una primera “sorpresa”: “manco” no hace alusión


únicamente a la carencia de manos o brazos sino que tiene
una significación mucho más amplia; “incompleto”.

Otra sorpresat el “manco” castellano proviene de la misma


raíz (el mancus latino) que los “manquer”, “manque”
franceses y que los “mancare” y “manca” italianos. Todos
ellos giran en torno a la idea de la falta.

Podríamos decir que es manco aquel que está incompleto,

aquel a quien le falta algo.

Y por tanto, podríamos afinar que nuestra “manquita” (en

A 279 recibe este nombre), nuestra niña sin brazos, es


una representación de una niña, de una joven mujer

incompleta, con falta.

Pero, ¿a qué incompletud se puede referir?, ¿a qué


falta?.
Dejaremos en suspenso, por el momento, las respuestas a
esa pregunta.

—n4 —
7.2.- Un cuento italiano

Vamos ahora a un cuento italiano que nos atrajo ya desde

la simple lectura del título. Se trata de “El bracero de

la mano izquierda” (IC 150) <2)

Cuando se está trabajando sobre el tema de la mutilación

de manos o brazos, un título como éste no puede pasar

desapercibido:

“Bracero de la mano derecha”, “Bracero de la mano

izquierda”...

Llamaremos a este efecto “impacto significante”. Es un

efecto que debe ser “escuchado” en el trabajo

interpretativo. Sin saber por qué, por el momento, una

determinada palabra pronunciada por el analizado tiene un


efecto impactante en el analista. O, —tendría más que ver

con este caso—, por una asociación meramente formal en


apariencia se van produciendo conexiones por las que

circula el deseo inconsciente del sujeto. (Mannomí 1975 y

1979: Freud 1909d) (3)

Este cuento está construido sobre un motivo antiguo y


bastante repetido en la cuentistica popular y culta.
Según D’Ancona (citado por Italo calvino) el motivo de la
sospecha de infidelidad de la esposa y el papel en ella

de un poderoso ya aparece en textos griegos, hebreos y

arábigos.

Resumimos el contenido:

—365—
Este Bracero del Rey de España tiene una esposa

bellísima, perfecta. El rey, por las intrigas del

envidioso Bracero de la mano izquierda, cae enamorado de

su belleza. Consigue verla, cuando el marido no está, y

mientras ella duerme. Y olvida sobre la cama de la bella

su guante reall.

El marido, que supone que ha ocurrido lo que no ha

ocurrido, desprecia a la esposa sin dar explicaciones que

considera innecesarias. La bella mujer enflaquece y se

deteriora visiblemente.

El insidioso Bracero de la mano izquierda y el Rey se

arrepienten. Este último organiza un banquete al que los

invitados deberán asistir obligatoriamente con sus

esposas.

Sólo por esta razón el Bracero de la mano derecha


consiente en dejarse acompañar por su esposa. Al final

del banquete se da entre los tres personajes el siguiente


diálogo que comienza el Rey dirigiéndose a la triste
mujer:

“- Cómo anda todo, princesa?

La pobre señora, dulcemente, le respondió:


—Viña era y viña soy;
era podada y ya no lo soy;
y no sé por qué razón
no me pode mi patrón.

—366—
El bracero entonces le respondió:
—Viña eras, viña eres;
eras podada y ya no lo eres;
por la zarpa del león
no te poda tu patrón
El rey comprendió que la viña era la señora a quien el
marido despreciaba porque habla encontrado el guante en

el baldaquín. Entendió el mal que había causado con su


curiosidad y dijo:
— De la viña que decís,
vi los pámpanos, miré la vid,
más no la tomé ni la he tocado,
¡Por la Corona que me ha coronado!

— He adzirado —concluyó— C...) la honestidad de esta


mujer que jamAs miró a otro hombre que a su marido. Y
debéis perdonarme a mi, que fui la causa de vuestros
dolores. (Italo Calvino 1990,253—55)

“Podar” aparece aquí como una clara metáfora de las

relaciones sexuales.

Pero ¿es simplemente metáfora de las relaciones


sexuales?.

“Podar” viene del latín ‘putare’ (cortar>, igual que


“amputar” (cortar alrededor). Por tanto podríamos decir
que la niña amputada es también la niña podada.

—367—
Ahora entendemos mejor la mutilación del cuento,

cuando relacionamos esa amputación con la acción de

podar.

“Podar” no es un simple “cortar las ramas supérfluas en

las plantas” como nos dice un mal diccionario

(Diccionario Ilustrado de la Lengua Española. Aristos.

Editorial Ramón Sopena. Barcelona, 1961>

La poda es el “arte de modificar el modo natural de


vegetar los árboles, principalmente los denominados

frutales, con el fin de conseguir de ellos productos más


abundantes y de mejor clase en cuanto a calidad y tama¡~o.

Así como una recularidad constante en su fructificación

Tambien tiene por objeto la poda dar a los árboles formas

regulares, a fin de mantener el equilibrio entre todas

ns...n¡rtia.” (Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa


Calpe t.45, p.lO0OS. Negritas nuestras>

La poda es una función básica para el agricultor y el

jardinero. Una función que tiene sus fechas, sus modos,

sus instrumentos: hay operaciones de poda que son propias


del periodo de reposo de la planta, y otras del periodo

de vegetaoión. Se actúa sobre las ramas gruesas, sobre

las ramas secundarias, sobre las yemas, sobre los brotes,

sobre las hojas, sobre las flores y frutos...

La buena y oportuna poda es condición de crecimiento, de

producción, de insistencia y de inclusión de todo el


organismo.

—368—

.
Suprime algo (yemas, brotes, ramas,etc) pero promete más.

Cercenando, soparando de algo, se promete el acceso a

mucho más. (4)

Y si es compleja como operación, también lo es corno

significante: véanse a este respecto el gran número de

refranes que, en nuestra lengua, se centran sobre la

acción de podar (Martínez KleiSCr 1978).

Hemos leído más arriba que la poda supone una

“modificación del modo natural”, una operación compleja

que ya no tiene que ver con lo natural de la

supervivencia y la reproducción, sino que está inscrita,

en cuanto a fines, agentes, modos y significantes


asociados, en el registro siribdlico. (Hay múltiples

rituales en torno a la poda, por ejemplo).

7.3.- Una consideración antrónolóoica

Encontramos otra metáfora agrícola—cultural referida a

las operaciones que hacen, de una niña, una mujer. SC

trata de un comentario de ‘flurner (1990), orientado a

establecer la importancia del orden simbólico en los

ritos de iniciación, de transición o “de paso” (Van

Gennep 1986), y en general en la organización social de

los pueblos afectados por cada rito:

—369~
“La doctora Richards, en su soberbio estudio sobre el

Chisungu, o ritos de pubertad femeninos de los bemba,

emplea la expresión “cultivar una niña” para referirse a

su iniciación. Este término, “cultivar”, expresa

perfectamente la idea que muchos pueblos se hacen de los

ritos de transición. Como sociólogos que somos, nos

inclinamos generalmente a reificar nuestras propias

abstracciones (artificio éste que, por otro lado, nos

ayuda a entender un buen número de interconexiones

sociales) y a hablar de personas “que cambian de

posiciones estructurales dentro de un mareo jerárquico” y


cosas por el estilo. No hacen lo mismo los bemba ni los

shilluk, que consideran el status como una incorporación

o una encarnación, si se quiere, de éste en la persona.

“Cultivar” a una muchacha para convertirla en mujer es


llevar a cabo una transformación ontológica (...)

Howitt vió a los kurimgal en Australia, y yo he visto a


los ndembu en Africa alejar a hombres adultos de una

ceremonia de circuncisión porque no habían sido

iniciados. Tambien he visto expulsar de una ceremonia,


entre los ndembu, a hombres maduros porque hablan sido

circuncidados en el hospital de la misión, sin pasar por

el período de reclusión en la espesura, segdn el rito

ndembu ortodoxo. Estos hombros biológicamente maduros no


hablan sido “hechos hombres” por el procedimiento ritual

adecuado. Es la enseñanza ritual y esotérica la que


cultiva muchachas y hace hombres” (Turner 1990,112—3.
Negritas del autor, salvo las últimas que 5pm nuestras)

—3 70—
Vamos a insistir más adelante en la importancia de lo

simbólico para la constitución del sujeto y su identidad.

(5)

Tenemos hasta aquí varias notas interesantes:

La mutilación y, en sentido más amplio, la falta.


La poda, es decir, un modo particular de amputación que

modifica lo natural con un fin positivo.

Esta amputación tiene un carácter se¿ual y se presenta

como algo deseado.

Estas notas nos recuerdan a la castración. Más

concretamente: la poda simbólica (tal como aparece en el

cuento italiano), nos recuerda a la castración simbólica

<como aparece registrada en la antropología y

conceptualizada en psicoanálisis). Hermosa metáfora que

expresa el papel de la castración en el crecimiento

sexual.
Pero el cuento va más allá: la dama languidece porque no
es podada. Es decir, el deseo (la vitalidad, la belleza,

la seducción) se instaura sobre el suelo simbólico de la

castración <la poda simbólica) que comienza por renunciar

a “la zarpa del león”. Es necesario renunciar al

león—rey—padre y que éste renuncie también a la dama,

para que ésta pueda desear y ser deseada, para que

ingrese (o reingrese) en el ámbito del deseo.

—371~’
Pero antes de proceder a desarrollar el concepto de

castracién para el Psicoanálisis y su relación con el

deseo y la ley, preferimos refrendar más, en textos, este

presunto vinculo entre la mutilación en los relatos y la

castración.

otra cuestión que habría que aclarar simultáneamente es

la relación posible entre incesto y castración

7.4.— La oniniones de los esnecialistas

Del enigma de la mutilación de las manos se han ocupado,


—con poca fortuna habría que decir—, los distintos

autores que han tratado el motivo de “La niña sin brazos”

Espinosa se limita a remitir al lector, en las dos

últimas lineas de su estudio, a “las valiosas

observaciones de Sébillot” sobre la mutilación de las

manos en la historia “para castigo o venganza” (Espinosa

1947>

Las aportaciones de Sébillot en este punto nos recuerdan

que la mutilación de manos y pies era una práctica

registrada entre diversos pueblos de la antigúedad:

2-

II-
En el libro de los Jueces mencionan cómo los hebreos

cortaron los extremos de pies y manos del rey Adonibezec

que, a su vez, decía haber hecho eso mismo con setenta

reyes a quienes tenía esclavizados.

Los cartagineses y los lusitanos lo hacían con sus

prisioneros y se dice que César mutiló las manos a los

galos.

En los últimos siglos hay muchos casos registrados. En el


Código Penal francés figuraba, siempre según Sébillot, la

pena de mutilación de la mano derecha para los

parricidas. (Sébillot 1912)

Señal de poder, de dominio: el que inutila somete al

mutilado. O señal de castigo terrible.

Las mutilaciones en la Edad Media, lo sabemos, llegaron a

ser una práctica bastante frecuente:

“Golpes y heridas conducen a la muerte.. .la violencia era

algo cotidiano.. .se trata de prácticas agresivas

habituales.., los prudentes ancianos propietarios de la

ley salía desgranan toda una letanía de golpes o de

heridas, compensadas por una multa...

De esta manera queda previsto cada caso, desde el más

peligroso —aquel en que el criminal ha intentado herir al

otro con una flecha envenenada—, hasta aquel en que el

golpe ha sido suficiente para que la sangre cayera a

tierra.

—373—
Tres puñetazos suponen nueve sueldos de oro de multa; una

mano arrancada, un pie cortado, un ojo saltado, una oreja

o una nariz seccionadas, cien sueldos. Pero si la mano o

el pulgar cuelgan aún, la suma será inferior... Hay

quienes llegan a arrancar la lengua al contrario “de tal


forma que ya no puedan hablar”; su precio: cien sueldos.

“Si alguien encuentra en una encrucijada a un hombre al

que sus enemigos han dejado sin pies ni manos.. .y lo

reiaata, habrá de pagar cien sueldos... cumplimiento

religioso de una venganza privada” (En: Ariés y Duby,

1987, 434—486)

Ahora bien, en el corto cometario de Sébillot encontramos


también una observación que nos parece, esa si, muy

valiosa. Recuerda en él al faraóm egipcio Micerino y a su

mujer quien mandó cortar las manos a las sirvientas de su

hija.
La referencia nos Lleva a Herodoto que en su segunda

Investigación sobre Egipto cuenta lo siguiente:

• . sobre este tal Micerino, tan probo y benévolo con SU

pueblo, se cebó el Destino llevándose prematuramente a su


única hija. Habiéndole sumido su muerte en profundo

desconsuelo, quiso dar a su hija una sepultura digna de

ella y mandó esculpir una vaca en madera, recubrióla de

oro y sepultó en ella a la difunta.


La vaca no fue enterrada. Todos pueden verla todavía en

Sais, en un aposento del palacio decorado suntuosamente

(.. ,) En una cámara contigua se hallan las estatuas, que

—según los sacerdotes— serían las de las concubinas de

Micerino.

Efectivamente, se pueden ver allí colosales estatuas de

madera, hasta una veintena, que representan a mujeres

desnudas. ¿De qué mujeres se trata?. No sé más sobre

ellas que lo que me han dicho. En todo caso, cuentan —y

sobre la vaca— la siguiente historia:

Micerino, enamorado de su hija, la poseyó contra la


voluntad de ésta. La desgraciada se ahorcó en su

desesperación y el rey mandó sepultaría Cfl dicho ataúd.


La madre ordenó cortar las manos a todas las siervas que

hablan entregado la hija al padre y las estatuas


sufrieron el mismo castigo que sus modelos. A mi juicio,

esta historia no tiene ni pies ni cabeza, especialmente


en lo concerniente a las manos de las estatuas. Es exacto

que ya no tienen manos, pero ello se debe exclusivamente


a que son vetustas.” (Lacarriére, Jacques 1973, 127.
Negrita nuestra)
Nos volvemos a encontrar aquí la mutilación de las manos

vinculada a un incesto. Aunque en este caso, el castigo,


la señal del incesto, se desplaza a las concubinas del

padre que son también las doncellas de la hija. (6)

El hecho curioso de la mutilación paralela de las

estatuas nos sugiere el carácter paradiglflático, simbójico

de este castigo.

—375—
Carácter simbólico que consideramos de la mayor

importancia.
Hay un aspecto en las lineas que siguen, de la

investigación de Herodoto, que nos ha llamado la

atención:

“Tras la muerte de su hija, una segunda desgracia se

abatió sobre el rey: Un oráculo llegó de Rutena para


anunciarle que sólo ya disponía de seis años de vida. La

cosa le sentó muy mal y dirigió al oráculo amargos


reproches: ‘¿Cómo puede ser —preguntó al dios— que ni
padre y mi tío que cerraron todos los templos, olvidaron

a los dioses y oprimieron a sus súbditos, muriesen de

puro viejos, mientras yo que de nada me remuerde la


conciencia me veo condenado a una muerte prematura?’. La

respuesta no se hizo esperar: precisamente por este

motivo, es por lo que —dijo el dios— acortaba su vida,

pues no habla hecho lo que habría debido hacer. Habla

detenido el castigo que Egipto debía sufrir, durante

ciento cincuenta años; lo cual sus dos predecesores


hablan admitido perfectamente.
Cuando el rey comprendió que estaba condenado
irremediablemente, mandó construir infinidad de lámparas

que alumbraban toda la noche y pasó el resto de sus días

bebiendo, banqueteando, paseándose por los bosques o en

barco y frecuentando los lugares llamados ‘de placer’. Su

pensamiento secreto era dejar por mentiroso al oráculo,

viviendo doce años en lugar de seis, ya que por decirlo

así, vivía día y noche” (Lacarriére, J. 197.3, 128)

—376—
De estas lineas queremos destacar, teniendo en cuenta lo

narrado anteriormente (el incesto consumado con la hija

que habría dado lugar al suicidio desesperado de la

misma> la absoluta falta de remordimientos de conciencia

del padre:
“yo que de nada me remuerde la conciencia...” (7>

Pero también se menciona una enigmática culpa simbólica,

que debe ser castigada durante ciento cincuenta años, lo

que Micerino ha intentado evitar, personalizando (“no


había hecho lo que habría debido hacer”) un asunto que su

padre y su tío mantuvieron en el ámbito impersonal de lo

normativo: “ellos lo admitieron perfectamente”. Lo que

quiere decir: “cuando cerraban templos, olvidaban a los


dioses y oprimían a su pueblo, eran instrumentos para el

castigo de los dioses, ellos lo sabían y lo admitieron

perfectamente”. Es decir, se limitaron a ser

representantes de la ley divina.

Tambien nos muestra este fragmento de Herodoto a MicerinO

tratando do burlar, o mejor, aceptando—eludiendo la

prescripción del oráculo < a través del simpático ardid


de iluminar de tal modo la noche que se dupliquen los

días ). Su interés no es huir de los designios del dios

(“comprendió que estaba condenado irremediablemente”);

sólo aspira a “dejarle por mentiroso”, Cuando se


interioriza la ley simbólica, sólo se puede aspirar, a lo

sumo, a hacer gestos de horror o a hacer gestos de burla

—377—
frente a la máscara de la ley <el dios, el oráculo; el

teten paterno en la construcción freudiana de Teten y

Tabú> mientras se acatan sus sentencias.

Así que vemos a un faraón díscolo, que intenta Suavizar

la ley (en lo referente a los súbditos>, o reírse del

legislador (en lo que la ley se refiere a él mismo) . Por

todo ello es severamente castigado a una muerte

prematura, Nada se dice, ni por su parte ni por la del

oráculo, del incesto con su hija. Nosotros podríamos

suponer que en ese episodio si “había hecho lo que

simbólicamente habría debido hacer”.

Por otra parte, la muerte de la hija también parece tener


carácter simbólico ya que hay una suposición de vida tras

el suicidio:
“Cada año en la época en que los egipcios se lamentan en

honor del dios cuyo nombre me es vedado pronunciar, sacan

esta vaca a la luz del día, pues la joven, al morir,

habría pedido a su padre ver el sol una vez al año”

<Lacarriére 1973,127)

Debe ser por ello, por el carácter simbólico de la

“fechoría” (usando el término de Propp>, que el padre no


sufre de remordimientos, no hay personalización de la

culpa; es más, no hay culpa. en la medida en que aquí se

trata del incesto como parte de la función simbólica

paterna (como podremos también decir del valor simbólico

del trauma de la seducción paterna, en la teoría

freudiana>.
La hija se suicida aunque parece seguir viviendo, al

menos sigue siendo sujeto de deseo; y las


doncellas—concubinas sufren la mutilación así cono sus

estatuas que siguen, por siglos, mostrándose, ya no

solamente a MicerinO que las gozaría en exclusiva

mientras viviera, sino a todo visitante que las quiera

ver, colosales, numerosas, desnudas, mancas, suscitadoras

sin duda de deseo.

Hay una relación que tendremos que aclarar y justificar


entre mutilación y deseo.

Como decíamos anteriormente, otros autores se han ocupado

del tema de la mutilación. Así, el conde de puymaign

<puymaigre 1884):

“La concepción más difícil de explicar es la de estas

absurdas manos cortadas que se encuentra en tantos

relatos.

1<. d’Ancona recuerda a este propósito una fábula griega

proporcionada por Diodoro. Salomón se habla casado, en

segundas nupcias, con Sideroé, que le empujaba contra su

hijastra Tirad. Por instigación de la madrastra, fue

maltratada, golpeada, se le cortaron los cabellos y se la

metió en prisión, Sus hijos que fueron abandonados en un

río, se convirtieron luego en sus salvadores, como muchos

héroes de nuestras antiguas novelas.

—379—
En esta anécdota, que en algunos puntos coincide

efectivamente con nuestra leyenda, no hay más que

cabellos cortados, pero d’Ancona señala que en la

rapprezentazione di santa Uliva se habla también de

cabellos cortados.

Es sin duda en alguna leyenda donde hay que buscar el

origen de la historia de las manos cortadas. M. Gidel,

en su Etude sur la littérature grecque moderne dice

(p.293): “Se lee en un milagro de San Juan Crisóstomo y

de Anthure, su madre, cómo un rey le hizo cortar el puño

y Nuestra Señora le rehizo una nueva mano”.

Desgraciadamente M.Gidel no dice más de la leyenda, lo


que acaso nos hubiera proporcionado algún dato

compararativo curioso.

La Légende dorde relata un prodigio del mismo género en

la vida apócrifa de san León que subió al trono

pontifical el 10 de mayo del 440: “El papa León, según se

lee en el libro de los milagros de la bienaventurada

Virgen Maria, celebraba la misa el santo día de Pascua,


en la iglesia de Santa Maria Mayor, y como daba la

comunión a los fieles, uno tras otro, una mujer le besó

en la mano y él experimentó una tentación, Pero el hombre

de Dios, erigiéndose en severo vengador contra al mismo,


se cortó en secreto esta mano que le habla escandalizado.

Se empezaron a producir rumores entre el pueblo que se

sorprendía de que el santo no celebraba más el oficio

divino, como tenía por costumbre.

80—
Entonces León imploró a la virgen Santa, abandonándose
enteramente a su misericordia. Y ella se le apareció y le

proporcionó la mano que él había cortado, ordenándole

volver a ofrecer el santo sacrificio” (Légende dorés. ed.

Gosselin, t.I, p.27l)

Esta anécdota extraña está muy extendida. Ha sido contada

por Sabellicus, Baronius, san Antonin. El sabio jesuita

Teófilo Raynaud ha hablado de ella, para refutarla

<Hopotheo.,sect.II,liv.IIIICaP.í.P361). Ha remarcado
que, contrariamente a la afinación de que, despues de

este incidente,5e había cambiado la costumbre de besar la

mano del Soberano pontífice en el día de Pascua, por la

de besar su pie, la primera costumbre no se había

modificado jamás.

Ha contado también el hecho de otra manera, necia que san

León se habla cortado la mano derecha porque se

reprochaba haber conferido las órdenes a un hombre que

era indigno de ello. Finalmente, también se dice que san

León recuperó su mano por la virtud de un retrato de la

Virgen pintado por san Luc <Bayle, art, León).

Yo no estaría muy alejado de hacer remontar a esta mano


cortada por castidad y devuelta por la intervención de

Santa Maria, la mano cortada también por castidad y


también restituida por la Virgen, de la duquesa de

Aquitania y de tantas otras heroínas de las que be

hablado.

—381
Para quien sepa la manera en la que las leyendas se

forman y se trasponen, esta opinión no tendrá nada de

inadnisible” (Puynaigre 1884,208—9. Traducción nuestra

del francés. Negritas del autor).

Ciertamente, la opinión de Puyinaigre no nos parece

inadmisible. Pero si un poco decepcionante: nos cuesta

creer que una simple historia de castidad amenazada haya


tenido tal desarrollo y fortuna. Es una explicación poco

significativa si se pretende dar cuenta de tantas


versiones y variantes.

Cox no se detiene en este motIvo de la mutilación (Ccx

1893)

Dafialing si lo hace; pero citando para ello el mismo

fragmento de Puymaigre que hemos incluido nosotros

(flaúmling 1912>

Obvio es decir que la vinculación que hace Puyinaigre del

motivo, con la histótia- del Papa León 1, también nos

orienta a lo mismo: la mutilación como castigo o señal de

un deseo incestuoso. Puesto que no podría llamarse de

otra manera al surgido en el Papa, en el Santo Padre,

hacia una mujer que, tras comulgar, le ha besado la mano.

—382—
Aquí, al contrario de lo que vimos en Micerino, el

remordimiento es tan grande que el Papa procede a cortar

la mano que ha sido “objeto y causa del deseo”. Por ello,

esa mano tiene que ser cortada, tiene que “caer”.

Pero esto que estamos diciendo a propósito de la mano del

Papa incestuoso, equivale, palabra por palabra, a la

formulación psicoanalítica acerca de la castración

estructural, de la constitución del objeto y el

surgimiento del deseo.

7.5.- En los cuentos

Trataremos de mostrarlo a través de los textos:

En algunas de las versiones de “La niña sin brazos”,

especialmente en las literarias, encontramos a un padre

que está enamorado de su hija, especialmente de sus


bellas manos. La protagonista se las corta o se las hace

cortar; las manos son colocadas en una fuente y

presentadas al padre (“Victorial”, “Historia del Rey de

Hungría”>.
Es evidente la similitud de este relato con la leyenda

del Papa León 1. La mano que ha sido el motivo de la

emergencia del deseo sexual del Rey—Padre O del santo

Padre debe ser amputada.

—383
En ambos casos, tras diferentes acontecimientos, la mano
amputada vuelve a ocupar su luqar natural. Pero las

cosas, para entonces, ya han cambiado: la mano ha cobrado


un valor diferente, incluida ahora en un orden simbólico
La mano real, la hija real, no pueden ser accesibles para

el instinto sexual del padre. Antes “caen” cortadas,

“desaparecen” huidas. <8>

Y es justamente porque el objeto en tanto que real, en

tanto que natural, desaparece, que surge el deseo en el

sujeto. (Rabinovich 1990).

Deseo que ya Freud había definido como un intento de

volver a encontrar en la realidad al objeto de la

vivencia de satisfacción originaria (Freud 1900a) (9):

Primero se busca al objeto a través de la percepción,


tratando de reconstruir, en la realidad, una situación

percibida cono idéntica: la “identidad de percepción”.

La alucinación y el sueño, que Freud define cono

“realización alucinatoria de deseo” (Freud 1900a), son

éxitos, aunque parciales y temporales, de ese intento de

reconstrucción perceptiva real.


Pero antes o despues hace acto de presencia la decepción,

cuando se constata el caracter irreal de la alucinación,

cuando se comprueba “el fracaso del sujeto en distinguir

entre una alucinación y una percepción” (Laplanche 1974,

—3 84—
No es posible conseguir la “identidad de percepción”, y
el sujeto tendrá que conformarse con la “identidad de
pensamiento” que ya implica una simbolización, una

metaforización del objeto de deseo.

Tras los acontecimientos que constituyen la trama del

cuento, la mano, la hija, el padre, ya no son los mismos,


no hay identidad perceptiva. Ya no son mano, hija, padre

“reales”, “naturales”, sino “representacionales”. Es

decir, se les reencuentra, pero a condición de aceptar un

juego de simbolizaciones que no pudo ser tolerado al


principio. Veámoslo desde este ángulo:

El “perfil” de padre que estos relatos nos presentan es

el de alguien incapaz de percibir el caracter metafórico

de las palabras. Algo parecido tendríamos que decir de la

nina

Sólo al final del cuento uno y otra, en sus respectivos

papeles, acabarán aceptando el carácter simbólico del

objeto. Lo que supone poder aceptar la pérdida de lo real

del objeto.

—385—
7.5.1.— El lensuale metafórico supone capacidad para

aceptar la pérdida, la falta

1.— El rey del tipo que hemos llamado “Maria de madera”,

—así, el de las versiones El pavero del rey <RA ~5>,

Toda—clase—de~pieles (G 65> o piel de Asno,de Perrault-.,

deduce que su hija debe ser su esposa, guiándose por un

comentario que su esposa le hizo en el lecho de

muerte.. .y que él toma al pie de la letra.

Hace una interpretación literal, no metafórica, del


“encargo” de la difunta. Le pidió que sólo volviera a

casarse si la nueva esposa la igualaba en belleza, O sólo

con la mujer a quien le ajustara bien un anillo que le

entrega. Y él no lo interpreta como la expresión, oscura

necesariamente, de algún deseo profundo, y tal vez

desconocido para ella misma, de alguien que va a morir.


No lo interpreta. Lo obedece. (10)

lo mismo ocurre, o algo muy parecido, con los otros

padres (y en dos versiones con los hermanos) de las

restantes versiones de este tipo “Maria de madera”

Hay un caso en que puede verse con claridad la diferente


actitud de los personajes. Se trata de la versión de

Afanasiev El príncipe Danila—Govorila (A 114):

Aquí el personaje incestuoso es el hermano. Por razones

que no se especifican, una bruja malvada se propone hacer

daño a estos hermanos desde que eran pequeños. Regala al


niño un anille que le hará rico e ingenioso .“siempre que

—386—

.
no se lo quite y se case con la doncella a quien este

mismo anillo le vanqa bien al dedo”

Crecen: el muchacho busca esposa, encuentra quienes le

gustan.. .pero a ninguna le viene bien el anillo.


Un día cansado y meditabundo, a preguntas de la hermana,

le descubre el secreto y le cuenta Sus penas.

— ¿Pues qué anillo tan especial es ése? —inquirió la

hermana—. Deja que me lo pruebe yo.


se puso el anillo, que se ajustó a su dedo,

resplandeciendo, lo mismo que si lo hubieran hecho a su

medida.

— TU eres la que estaba predestinada para mi. !Tú serás

mi esposa!

- Pero, hermano mio, ¿te has olvidado de Dios?. Eso es un

pecado. Nadie se casa con una hermana.

La niña, que ya conoce el secreto y sus condiciones, se

lo prueba despreocupadamente, movida por la curiosidad;

en la seguridad, podríamos decir, de que la cosa no puede

ir con ella, dado que “nadie se casa con una hermana”.

Hay en ella indudablemente un juego del deseo, de la

fantasía (“¿me estará bien a mí?”), pero en el marco de

un orden simbólico que no puede quedar sometido a la

arbitrariedad de la orden de una anciana, o el deseo

caprichoso de una esposa. Lo simbólico pone limite a lo

imaginario.

—3 87—
2.— otro grupo de ejemplos: el padre—rey de “Como a la

sal”, la versión popular del Rey Lear:


La contestación de la hija, a su pregunta acerca de cómo

le quiere, tiene un marcado carácter metafórico:

“Te quiero cono la vianda quiere a la sal”; “Te quiero

cono a la sal”. Una simbólica manera de expresar, por

ejemplo, la constancia de su necesidad del padre.

Ya sabemos lo que va a ocurrir: el padre no puede


soportar esa contestación que toma, también aquí, al pie

de la letra.

3.— Finalmente, el grupo de ejemplos constituido por la

propia niña sin brazos.

Así como en “Maria de madera” la niña busca un

subterfugio, una dilación, algo que atempere al padre, y

en casi todas las versiones le pide, como condición para

ceder a sus deseos (cosa que no piensa hacer desde el

principio) algo supuestamente imposible (los tres

trajes), en “La niña sin brazos” actúa directamente sobre

el cuerpo siguiendo lo literal, lo real, sin conceder al

propio cuerpo valor de representación, de metáfora.

Procede con el cuerpo como algo exclusivamente real que

sólo puede sustraerse del deseo paterno si es cercenado y

eliminado de la realidad.

Siguiendo así la misma “filosofía” que el sultán que para

tener la siniestra certeza de la exclusividad de su


deleite y su poder, manda cegar o castrar, realmente, a

:es hombres del serrallo. (11)

—388—

n
Alqo parecido nos sugiere el motivo, también de “La niña
sin brazos”, de la absurda insistencia en hacer la señal
de la cruz, a pesar del daño que de eso se desprende para

ella, con una manifiesta incapacidad para encontrar otras


vías a su deseo (religioso en este caso>. La niña sin
brazos (Es 101>:

<...)Desde el momento en que nació se santiguaba y decía:

— lAve Haría Purísimal lAve Maria Purísima!


Y la mujer llamó al diablo y le dijo:

— Mire usté, que la niña que he dao a luz se santiqua y


dice “¡Ave Haría Purísima!”

Y e). diablo va y le dice:

— Pa que no lo diga córtele usté la mano.


Y la madre fue y le cortó la mano a la niña. Y entonces

la niña se santiguaba con el codo que la quedaba. Y


llama la mujer al diablo otra vez y le dice:
— Mire, usté, que le he cortado la mamo a la niña y ahora
se santigua con el codo,
— Pues córtele todo el brazo —le dice •l diablo—.
Y le cortó la madre a la niña todo el brame. Pero

entonces la niña se santiquaba con la mano del brazo

izquierdo. Y vuelve la mujer a linar al diablo y le

dice:
— Venga usté. Mire que le he cortao a la niña todo el
brazo y ahora se santigua con la mano del brazo

izquierdo.

—389
Y dice el diablo:

— Pues cortarle esa mano.

Y se la cortó la madre y la niña se santiguaba con el

codo de esa mano, Y venga a llamar la madre otra vez al

diablo pa contarle que ahora la niña se santiguaba con

el codo de la mano izquierda.

— Pues cortarle todo ese brazo también —le dice el

diablo—.

Y le cortó la madre todo el brazo izquierdo también. Y

entonces la niña se santiguaba con el troncón que le

quedaba del brazo y decía siempre:

- TAve María Purísima! ¡Ave Maria Purisimai....(12>

~n la versión La niña sin brazos (Es 99), pierde éstos

por el mismo motivo: hacer la señal de la cruz. Y cuando

ya no tiene brazos, intenta hacerla con las piernas. El

diablo la abandona, colgada de un árbol por el pelo.

Este último grupo de ejemplos, por cierto, nos permitiría

lanzar la sugerencia de que “Maria de madera”, “Como a 1

sal”, son tipos de cuentos que hacen referencia a un

estado psíquicamente más evolucionado que el que

reflejaría esta reacción de “La niña sin brazos”. Ya hay

en ellos una “separación” de la niña, una capacidad para

establecer un juego metafórico, etc.

-390—
1.6.- La castración

Todo lo que venimos diciendo, —necesidad de la “caída” de

lo real del objeto; posibilidad de paso de la literalidad

a la metaforización perdiendo la “seguridad” de la

referencia inmediata al objeto; capacidad para incluir el

deseo en un circuito metafórico y metonímico que

posibilite ciertas satisfacciones a cambio de renunciar a

la ‘satisfacción” cierta de mantenerse en lo real—, está

dentro de los limites del concepto psicoanalítico de

“castración”.

Concretamente, la castración simbólica que es la

operación por la que se produce la segregación y pérdida

del objeto real y, con ello, la constitución del mismo en

objeto de deseo. En la misma operación simbólica.

No hay deseo (con carácter simbólico, fantasmático: deseo

humano en definitiva) si no se produce la “caída” del

objeto real en la estructura simbólica.

El objeto, en tanto que objeto natural ( de

“naturaleza”), real (en el sentido de los tres registros;

imaginario, simbólico y real, de Lacan ) se presenta al

sujeto como una ausencia, como una pérdida. “El paraíso

perdido”, el imposible “retorno al útero materno”, “la

infancia irretornable”, etc.

—391—
Y este objeto, perdido, inencontrable ya en la realidad
(porque “estas manos” no son ya “aquellas manos”, porque
“esta hija” no es ya “aquella hija”. — en los relatos
viene claramente marcado en la estructura narrativa del
cuento —) es, sin embargo, el permanente “objeto y causa
del deseo”. Deseo que, precisamente por ello, jamás podrá

satisfacerse, ni se podrá extinguir.

Pero, teniendo en cuenta la importancia teórica para

nuestra investigación de lo que en psicoanálisis se ha

designado como “complejo de castración” y “complejo de


Edipo”, y de la relación entre ambos, necesitamos
desarrollar algunos de sus aspectos con una relativa

pornenorización. Lo que haremos en el capitulo siguiente.


NOTAS AL CAPITULO 7

<1).— No entraremos ahora, en el texto


1 en la cuestión de
qué nos hace especialmente sensibles hacia determinado
conjunto representacional. Desde la teoría freudiana
podemos afirmar que esta reacción es indisociable del
deseo y, por tanto, del conflicto.
Somos “negativamente” sensibles a la presencia del
incesto en la medida que eso suscita conflicto por la
existencia de algún género de deseo reprimido que, por
esta vía, amenazaría con tener un cierto acceso a la
conciencia.
Recuérdese, por cierto, que la noción psicoanalítica de
deseo no coincide con la popular. Para el Psicoanálisis,
el deseo del que se trata, siempre es un deseo
intolerable, objeto de represión. Su acceso a la
conciencia acarrearía displacer, sufrimiento.. • y
satisfacción.

(2).—Suponemos, por el contexto del cuento, que en este


caso, el bracero podía ser un cargo de la corte real: el
que daba el brazo para apoyo del rey.
(3).— “Impactos significantes” que se han producido m6s
veces a lo largo de este trabajo. Reseñaremos dos:
Uno, cuando nos oímos a nosotros mismos diciendo algo mil
Veces dicho antes, y que ahora nos sonó totalmente
distinto, produciéndonos casi un efecto siniestro:
‘U. .y el joven pidió al rey la mano de su hija”
La primera impresión fue de que ¡habíamos tenido delante
desde siempre a “la niña sin manos»!. Fuimos a Indagar
sobre esa expresión tan familiar y nuestras
averiguaciones nos llevaron al derecho romano.
“En la antigua Roaia había tres formas de matrimonio,
conf arreatio,coemptio y usus. A través de ellas el hombre
adquiría amplios derechos sobre la persona y la propiedad
de su esposa, pero los adquiría porque su esposa se
convertía en su hija. La mujer pasaba in manu virí.
Manus era el poder que ejercía el patriarca, ya fuera
sobre la familia o sobre la propiedad material: sobre los
hijos, los esclavos, la esposa, rebaños y ganado. Pero en
épocas romanas posteriores se fue diferenciando el poder,
tanto en el término para designarlo como en el concepto,
según el objeto sobre el que se ejercía. Cuando se
ejercía sobre bienes materiales o esclavos Se convirtió
en dominiuz; sobre los hijos, es potestast sobre las
personas cuyos servicios han sido traspasados a otro por
su propio- patriarca, es mancipiun; sobre la esposa
todavía es- manus”

393—
(Evans-Pritohard 1987,131; Kovaliov 1979: Enciclopedia
Universal Ilustrada Europeo—Aaericana.Espasa Calpe. t. 32
Pp. 1079 y Ss)
Suponemos que será éste el origen de la conocida
expresión “pedir la mano”, equivalente a “pedir en
matrimonio”

Otro “impacto significante”: encontramos un cuento cuyo


titulo nos atrae. Se trata de El asesino sin mano (lo 89)
que resulta ser una espeluznante historia de “niña
perseguida”.
Analizamos este cuento en forma extensa en el apartado
cuarto del capitulo nueve ~

(4).— Pero no debe entenderse en esto, como lo hace


Laplanche (Laplanche 1988), criticando a ReiR (Reil 1914)
y su visión de la circuncisión, “una interpretación
demasiado racional, que conferiría al ritual el filo de
un símbolo único, que permitiera una suerte de partición
ideal, un equilibrio preciso entre lo prohibido y lo
permitido”.
Ya que “si la circuncisión fuera pura y simplemente
castración simbólica, su resultado deberla constituir una
separación clara, particularmente en el nivel de lo que
está permitido y de lo que está prohibido: prohibida la
madre (las madres, cuando se trata de toda una generación
de mujeres); y por obra del mismo gesto, podríamos decir,
permitidas todas las demás mujeres” (Laplanche 1988, 218>

Entendemos que lo que el rito (o la castración simbólica


cono la entendemos aquí) permite no es a “todas las demás
mujeres” sino “la posibilidad de desear a cualquier
mujer”. Deseo que vendría a constituirse, en cierto
modo, como efecto de un cierto levantamiento de la
represión. ¿ Y qué es lo que estaría reprimido?
(represión que es figurada por el ritual simbólico de la
castración); el Vinculo dual, simbiótico con la madre, en
tanto que madre real. O con el padre, figuración
preferida en los cuentos que estamos estudiando.
Dicha de otro modo: en el deseo a cualquier mujer late la
añoranza por el objeto primordial perdido. Freud, como
hemos dicho ya, definió así el deseo, la búsqueda en la
realidad y en el pensamiento del objeto perdido. En
cierta manera, en cada deseo a un objeto actual está
transferido algo del vinculo perdido con el objeto
perdido.
Y esta es la dinámica a la que abre la castración
simbólica. Todo promesa. Y nada más que promesa. Pero en
esa promesa, que abre al deseo y a la simbolización, está
nuestra condición de seres humanos.

—394—
Por ello nos parece que no habría que poner en
entredicho, sino interpretar psicoanaliticamente, las que
Laplanche llama “interpretaciones estructuralistas” del
ritual, cuando sigue diciendo:
“Por anticipado queda ahí puesta en entredicho una
interpretación puramente estructuralista de los ritos de
iniciación. Entiendo por interpretación estructuralista
la que pretende (y me refiero por ejemplo al prefacio de
Lévi—Strauss a su inaugurales Las estructuras elementales
del parentesco> que no habría prohición sin,
correlativamente, una autorización, de modo que cabria
encontrar verdaderamente un gesto de separación del mundo
en tal o cual ritual, tal o cual ley simbólica. Una
interpretación demasiado estrechamente estructuralista
puede ser puesta en entredicho por los hechos que
comentamos en la medida en que, en este caso, el símbolo
aparece casi tanto en sus fracasos como en su logro. La
satisfacción sexual no es la pura y simple contraparte de
una prohibición que estructurara el mundo de objetos
posibles; ella es, nos dice Reik, ‘un sustituto, por así
decir una indemnización par el proyecto incestuoso que no
se ha podido cumplir’” (ReíR 1974,146. citado por el
autor. Negrita nuestra>
En línea con lo que estamos diciendo es preciso hacer una
correción a la frase de ReíR: es el deseo, y no la
satisfacción sexual, — que no queda asegurada en absoluto
por el aoto iniciático — , lo que viene a ser un
sustituto del incesto reprimido. Así lo entendemos mejor.
Por último, para finalizar esta excesiva nota, recoger
textualmente, por su interés, lo que Laplanche dice a
continuación, cerrando así la reflexión crítica a
propósito del libro de ReiK:
“Por lo tanto, siendo la satisfacción un sustituto, una
indemnización, nada hay de asombroso en que el objeto así
llamado permitido (que es en realidad un sustituto del
objeto prohibido> resulte contaminado por “la sombra del
incesto” o incluso por “el retorno de lo reprimido”. El
así llamado objeto permitido no puede permanecer indemne
del objeto prohibido, las mujeres permitidas mismas ven
caer sobre ellas la sombra de la madre prohibida”
(Laplanche íSBS, 219. Negritas del autor>
con lo cual, siguiendo tal como lo entendemos el
razonamiento de Laplanche, se arruinaría la satisfacción
sexual y, a otro nivel, la interpretación
“estructuralista” de ReíR.
Pero si esa sombra del objeto prohibido cayendo sobre el
objeto permitido, arruina la satisfacción, eS sin embargo
una expresiva manifestación del deseo. El deseo se
constata mejor en el conflicto y en el contratiempo que
en la satisfacción y en la armonía.
Porque, como ya hemos dicho varias veces, el deseo del
que se trata, en último extremo, es un deseo imposible de

—395—
ser satisfecho. Condición constitutiva del deseo.

(5).— A propósito del comentario de Turner, queremos


alejar una posible objeción.
La importancia de lo que afirman estos antropólogos,
según la supuesta objeción, va disminuyendo según nos
vamos enterando del campo en que extraen sus
conclusiones: ‘Australia está muy lejos, y las
condiciones vitales y culturales, actuales e históricas,
de estas comunidades, nada tienen que ver con las
nuestras’
Es más, estos mismos antropólogos seguramente se
esfuerzan en aclarar que las observaciones y respectivas
conclusiones que son válidas para un grupo humano, no
tiene que serlo para otros. Esta es una advertencia casi
constante frente, por ejemplo, a los evolucionistas y
también frente a la antropología de inspiración
psicoanalítica.
Esta cuestión ha sido objeto de polémica a propósito, por
ejemplo, del carácter universal o mo del edipo freudiano;
de la universalidad o no de la ley de prohibición del
incesto, de la metodología evolucionista que extraía
conclusiones respecto al pasado, utilizando para ello
observaciones sobre grupos “retrasados” actuales, etc.
La polémica es de importancia y requeriría documentación
y desarrollo de ideas el mediar en ella. Se escapa de los
objetivos de este trabajo. Unicamente queremos hacer un
comentario que tiene mucho que ver con el-tema que
investigamos.
El concepto de “lo simbólico”, de Lacan, y de
“estructura”, aplicados al funcionamiento psíquico,
entendemos que da una perspectiva y posibilidades
diferentes en esta cuestión polémica.
El edipo como “complejo”, como fase evolutiva, cono
conjunto de vivencias sujeto—madre—padre, históricamente
localisables en el consciente o el inconsciente de un
sujeto, está sometido a las particularidades espaciales y
temporales de la cultura. No seria universal.
EJ. edipo como estructura> como condición de lenguaje, de
deseo, de sexuación, de fantasmatización, etc., es
universal por lo que se refiere a todo aquel que
llaTnamemos humano. Aunque los tiempos, los personajes,
los vínculos entre ellos, sean absolutamente diferentes.
La ley de prohibición del incesto es universal a todos
los grupos humanos. Pero para ello es necesario entender
que se juega entre “funciones” (el que soporta la función
“padre”, el que es denominado “madre” y aquel que es
denominado “hijo”), Funciones que no pueden ser definidas
desde ana cultura concreta o una psicología conoreta. Se
necesita definir las funciones en términos lógicos.

Pero nuestro comentario apuntaba a una cuestión más


teñida a nuestro ámbito cultural:

—3 96—
En relación con los ritos de iniciación, paso, etc.,
consideramos que nuestros púberes recorren ese mismo
camino que Turner, por ejemplo, o La Fontaine en su
magnifico Iniciación (La Fontaine 1987>, nos describen.
Pero nuestros jóvenes han nacido en una sociedad y en un
momento, que no tolera los ritos, los conocimientos
esotéricos grupales, las jerarquías simbólicas, etc. De
modo que tienen que pasar por el rito, sin rito. -
El grupo social, adulto, no produce ningún signo claro,
definitivo, acerca del carácter de “mujer” para la púber
que lo anhela.
La identidad no es, entre nosotros, claramente, una
cuestión del grupo social, es una aventura personal.
Llena de interrogantes, de miedos, de vacilaciones, de
contradiciones, de culpabilidades.
El grupo nunca refrenda, y cuando lo hace (mayoría de
edad, edad penal, etc>, no se produce ningún cambio en el
sujeto. Son “pasos” siempre sujetos a la opinión, a las
particularidades del sujeto y del medio, etc.
Se podría hacer un estudio respecto a las consecuencias,
en nuestra cultura, de esta falta de rituales de paso.
Cuando lo simbólico queda disminuido y crece sin embargo
lo imaginario de cada uno.
Para la Pedagogía y para el psicoanálisis no creo que sea
ésta una cuestión menor.

(6>.— Curiosa paradoja ésta de ser nombrada a la vez


“doncella” y “concubina”: doncella de,— y como—, la hija;
y concubina del padre.
Pensamos que -es una ingeniosa manera de representar la
paradójica posición de la hija que analizaremos más
adelante.

(7).— Esta falta de arrepentimiento aparece con relativa


frecuencia en los cuentos del ciclo estudiado, con la
excepción, en bloque, del subgrupo Como a la sal, o “Rey
Lear”. Aunque en estas versiones el padre se lamenta de
no haber comprendido el sentido de la proposición de la
hija. El arrepentimiento por el daño causado es posterior
y secundario a aquel.

(8>.— Los relatos de “La niña perseguida” están llenos de


situaciones así, en que lo que iba a satisfacer el
apetito sexual del padre, del hermano, del tío, ha sido
amputado o-ha desaparecido.

—3 97—
(9>.— Este importante pasaje de la obra de Freud se
encuentra en el capitulo VII de La interpretación de los
sueños” <Freud 1900>.
Allí Freud estudia “la psicología de los procesos
oníricos” y, concretamente, en el epígrafe a que nos
referimos, “el cumplimiento de deseo”.
Construye un modelo teórico del aparato psíquico que
permita explicar un fenómeno tan complejo como el del
sueño y que dé cuenta, no sólo de la formación del mismo
(en último extremo, cumplimiento de deseo), sino también
de sus particulares características (proceso primario y
secundario).
la vivencia de satisfacción que cancela el estimulo
interno. Un componente esencial de esta vivencia es la
aparición de una cierta percepción <la nutrición, en
nuestro ejemplo> cuya imagen mnémica <recuerdo—imagen,
recuerdo-representación> queda, de ahí en adelante,
asociada a la huella que dejó en la memoria la excitación
producida por la necesidad (recuerdo—afecto). La próxima
vez que esta última sobrevenga, merced al enlace así
establecido se suscitará una moción psíquica que querrá
investir de nuevo la imagen mnémica de aquella percepción
y producir otra vez la percepción misma, vale decir, en
verdad, restablecer la situación de la satisfacción
primera. Una moción de esa índole es lo que llamamos
deseo; la reaparición de la percepción es el cumplimiento
de deseo, y el camino más corto para éste es el que lleva
desde la excitación producida por la necesidad hasta la
investidura plena de la percepción. Nada nos impide
suponer un estado prinitivo del aparato psíquico en que
ese camino se transitaba realmente de esa manera, y por
tanto el desear terminaba en un alucinar. Esta primera
actividad psíquica apuntaba entonces a una identidad
perceptiva o sea, a repetir aquella percepción que está
enlazada con la satisfacción de la necesidad.
Una amarga experiencia vital tiene que haber modificado
esta primitiva actividad de pensamiento en otra,
secundaria, más acorde al fin (más adecuada>. Es que el
establecimiento de
la identidad perceptiva por la corta
vía regrediente en el interior del aparato ( regresión
desde la motilidad a la percepción en el modelo de
aparato psíquico propuesto por Freud) no tiene, en otro
lugar (en la realidad>, la misma consecuencia que se
asocia con la investidura de esa percepción desde afuera.
La satisfacción no sobreviene, la necesidad perdura. Para
que la investidura interior tuviera el mismo valor que la
exterior, debería ser mantenida permanentemente, como en
la realidad sucede en las psicosis alucinatorias < .

—398
Para conseguir un empleo de la fuerza más acorde a fines,
se hace necesario detener la regresión completa de suerte
que no vaya más allá de la imagen mnémica (que no se
deslice del recuerdo de la satisfacción a la alucinación
actual de la misma, lo que impediría la pobilidad de una
satisfacción actual real) y desde ésta pueda buscar otro
canino que lleve, en definitiva a establecer desde el
mundo exterior (de acuerdo con un “examen de realidad”)
la identidad deseada. Esta inhibición de la regresión,
así como el desvio de la excitación que es su
consecuencia, pasan a ser el cometido de un segundo
sistema (“trabajo secundario”, “proceso secundario”.
Hasta aquí venia hablando de las operaciones del “proceso
primario”> que gobierna la motilidad voluntaria, vale
decir, que tiene a su exclusivo cargo el empleo de la
motilidad para fines recordados de antemano.
Ahora bien, toda la compleja actividad de pensamiento que
se urde desde la imagen mnémica hasta el establecimiento
de la identidad perceptiva por obra del mundo exterior no
es otra cosa que un rodeo para el cumplimiento de deseo,
rodeo que la experiencia ha hecho necesario. Por tanto,
el pensar no es sino el sustituto del deseo alucinatorio,
y en el acto se vuelve evidente que el sueño es un
cumplimiento de deseo, puesto que solamente un deseo
puede impulsar atrabajar a nuestro aparato animico.”
(Freud 1900a, 557—59. negritas del autor; comentarios
entre paréntesis, nuestros, salvo el primero)

(10>.— Comentario, ya hecho en otro lugar, acerca de la


intencionalidad “siniestra” en el mandado de la madre que
obliga al padre a un deseo incestuoso. Pero aclarar que
ahora lo vemos desde la perspectiva del padre. Hay que
analizarlo desde todas
(11).— Las consecuencias de esta castración real,
totalmente diferente a la castración de la que venimos
hablando, y el particular orden simbólico en que
únicamente puede producirse, son estudiadas en Estructura
dél harem (Grosrichard 1984>
(12).— Pretendemos mostrar a través de estos ejemplos lo
que hemos supuesto incapacidad de la niña para bordear el
conflicto, para encontrar palabras o conductas que,
significando lo mismo, no le acarreen tanto perjuicio.
No es una cuestión moral la que queremos plantear, sino
psicológica: la niña, en este punto, parece desenvolverse
en aquel estado de “incesto mental” del que hablaba
Arruabarrena (Arruabarrena 1986>; de necesidad de
inmediatez; de funcionamiento exclusivo “en proceso
primario”.
Podríamos pensar que el ejemplo propuesto, —la niña que
sólo decía “¡Ave Maria Purísima!”, como un disco rayado,
como siguiendo maquinalmente una consigna—, no es un buen -

ejemplo: esta repetición, “in crescendo” (jaculatoria,


madre, diablo, amputación mano derecha; jaculatoria,

—3 99—
nadre, diablo, amputación codo derecho; jaculatoria,
madre....) es un conocido recurso de los cuentos para
los más pequeños. Habría por tanto en el cuento un
predominio de la búsqueda de efectos a través de lo
formal, sobre la vía del contenido y la significación. No
deberíamos deducir un rasgo de la niña, se trata de un
mecanismo formal del relato.

Pero un poco más adelante el propio texto contradice esta


objeción, entremezclando un contenido procaz como pocas
veces encontramos en las versiones populares del cuento,
con el mismo recurso formal:
La madre al ver que la niña seguía santiguándose y que ni
comía ni bebía nada llamó al diablo y se lo dijo. Y
entonces el diablo le dijo que encerrara a la niña en una
habitación y que allí la tuviera hasta que fuera moza
cuando vendría él a por ella. Y cuando ya estaba mayor y
era ya una mocita llegó el diablo a por ella se la llevó
pa su casa. Y llegó a su casa y la metió en una
habitación y le dijo:
— Aquí te desnudas y esperas hasta que yo te llame.
Y se subió a una habitación que estaba más arriba <...>

— ¿Subes o bajo?
Y la niña le contestó;
— calla, hombre, que me estoy quitando la blusa
U...)
— ¿Subes o bajo?
Y la niña contesta:
— Calla, hombre, que me estoy quitando la falda,

— ¿Subes o bajo?
Y le contesta la niña:
— Calla, hombre, que me estoy quitando la enagua.
Y el diablo ya cansao de esperar le grita:
— Ya no, ya no me engañas. Ahora bajo yo y enseguida.
Y bajó y cogió a la niña en sus brazos pa llevársela pa
su habitación. Y la niña, al verse en los brazos del
diablo, empezó a santiquarse con el trocón del brazo y
decía:
— lAve María Purisimal ¡Ave Maria Purísima! lAy, Dios
mio! ¡Ay, Virgen Marial...

00—
REFERENCIAS BISLIOCRAFICAS DEL CAPITULO 7

AFANASIEV, A.N. <1987): Cuentos populares rusos

<3 tomos). Anaya. Madrid

ARIES,Ph. y DUBY,G.<coords.>(1989fl Historia de la Vida

privada. <6 tomos). Taurus. Madrid


CALVINO, Italo <1990>: Cuentos populares italianos

(2 tomos>. Siruela. Madrid

COX, M.R. (1893>: Cinderella Londres

DAUMLING, H. (1912): studie tiber den typus des “MAdohene

ohne Mande» innerhalb des itonstanze—zyklus. Munich.

ESPINOSA, Aurelio M. (1946—1947>: Cuentos populares


españoles <2 tomos). CSIC. Instituto “Antonio de
Nebrí ja”, Filología. Madrid

EVANS—PRITCHARD,E. <1957): Historia del pensamiento


antropológico, cátedra. Madrid
FREUD, 5. (lSOOa): La interpretación de los sueños.

AE 4—5

FREUD, 8. (1909d): A oronósito de una caso de neurosis

Q~Uflifl AE X, 119
FREUD, 8. (1912—13): Totem y Tabú AE XIII

GENNEP, Arnold y. (1986): Los ritos de paso Taurus.

Madrid

—401
GROSRICHARD, Alain (1984): Estructura del harem. Petrel.

Barcelona
KOVALIov,S.I. (1979): Historia de Roma. Alal. Madrid

LA-CARRIERE, Jacques (1973>: Herodoto y el descubrimiento

de la tierra Espasa Calpe. Madrid


LAPLAflCHE, Jean (1979): Diccionario de Psicoanálisis.

Labor. Barcelona
MANNONI, 0. <1975): Freud. El descubrimiento del

inconsciente Nueva Visión. B.Aires.

MANNONI, 0. (1979): La otra escena. Claves de lo

imaginario Amorrortu. B.Aires

MARTíNEZ ELEISER, L. (1978): Refranero General Ideológico

Español. Hernando. Madrid


PROPP, y. <1971): Morfología del cuento. Fundamentos.

Madrid
PUYMAIGPE, Conde de (1884): La filíe aur maine couoées

Revue de d’Histoire des Religions. Sept—Oct. Paris


RABINOVICE, 13. (1990>; El concepto de objeto en la

teoría psicoanalítica. Manantial. B.Aires


SEBILLCT, P, (1911): “Le corps humain” Revue des

Traditions Populaires t.XXVI, n. 12, p. 388. Paris

TIJRNER, Victor (1990>: La selva de los simbclos Siglo

XXI. Madrid

—402—
CAPrl’ULO 8

COXPLE3O DE EDIPO
COMPLEJO DE CAflRACIOM
INDICE DEL CAPITULO 8

8.1.— El complejo de Edipo.

8.1.1.- El complejo de Edipo en Freud.

8.1.1.1.— El edipo en el niño.

8.1.1.2.— El edipo en la niña.

8.1.1.3.— El edipo completo.

8.1.2.— Desarrollos lacanianos. Tiempos del edipo.

8.1.2.1.— Primer tiempo.

8.1.2.2.— segundo tiempo.

8.1.2.3.— Tercer tiempo.

8.1.2.4.— Resumen esquemático de los tres tiempos.

8.2.- El complejo de castración.

—404—
8.1.— El comníejo de Mino

En el capitulo 7 hemos utilizado repetidamente los


conceptos “complejo de castración” y “castración
simbólica”. El hecho de que sean conceptos que han
logrado una notable vulgarización, no excluye en modo
alguno la conveniencia de un examen atento de los mismos,
sino que más bien lo hace imprescindible.

Creemos que son las confusiones conceptuales que aparecen

en la mayoría de las versiones vulgarizadas de los


conceptos psicoanalíticos, —cuando no unas

interpretaciones groseramente absurdas—, las responsables

de muchos de los perjuicios que existen en el ámbito

científico en contra de la teorización psicoanalítica.

La complicación epistemológica que supone para el


discurso científico la hipótesis psicoanalítica del
inconsciente (Clavreul 1983; Alemán 1983; Szpilka 1988;
Klimovsky 1988; Cruz Roche 1991) no explica las
prejuiciosas tomas de posición en contra o las
descalificaciones masivas, en algunas ocasiones desde el
más absoluto y confesado desconocimiento. -

—405—
Otras disciplinas del saber, con un basamento

epistemológico también conflictivo, gozan sin embargo

—afortunadamente—, de carta de naturaleza en nuestros


curricula académicos. Así, la Historia. (Duby 1988; Le

Goff 1991)

Es por todo ello por lo que nos importa precisar

razonablemente aquellos conceptos que son centrales en la

teorización psicoanalítica y en los supuestos teóricos de

este trabajo. Conceptos que, además, presentan algunas


complicaciones conceptuales y cierta tendencia a inducir

confusiones terminológicas (tal vez por la costumbre

freudiana de designar las operaciones psíquicas mediante


el términos analógicos del lenguaje cotidiano>.

Este es el caso de “complejo de Edipo” y “complejo de

castración”, que pasamos a examinar. Los presentaremos en


este orden ya que, siendo inseparables, aquel representa,
en Freud, una estructura más amplia en la que el complejo
de castración encuentra su lugar y su sentido.

Haremos una breve revisión, en primer lugar de la teoría


freudiana al respecto, y a continuación de algunas
variaciones importantes en el pensamiento lacaniano.

—406—
8.1.1.— El comDleio de Edino <Freud~

Es sabido que Freud “se encontró” con el edipo en su

propio análisis (en torno al año 1896>, aunque en

realidad venia ocupándose de él, sin llamarlo así, hacia

años, mientras centraba su interés teórico en la


seducción paterna de sus pacientes histéricas (Freud

1894a, 1895d, 1896b)

Para él, el complejo edipico es, al principio, una

peculiaridad neurótica, una manifestación de determinada


debilidad psíquica. Más tarde le considerará “el complejo

nuclear de las neurosis” (Freud 1909d,163). Y finalmente

descubrirá su carácter universal: un conjunto “complejo”

de representaciones y sus afectos correspondientes que se

producen en todos los sujetos en determinado momento de

su evolución libidinal, según las características propias

de cada uno, tanto en los sujetos neuróticos como en los

llamados sanos.

La existencia del complejo es universal, y el nudo de las

representaciones y afectos del mismo, tiene un notable


parecido con la famosa tragedia griega “Edipo Rey”, de
Sófocles (Sófocles 1982).

“Según mis experiencias, y ya son muchas, los padres


desempeñan el papel principal en la Vida animica infantil

de todos los que despues serán psiconeuróticos; y el

—407
enamoramiento hacia uno de los miembros de la pareja

parental y el odio hacia el otro forman parte del

material de mociones psíquicas configurado en esa época

como patrimonio inalterable de enorme importancia para la

sintomatología de la neurosis posterior. Pero no creo que

los psiconeuróticos se distingan grandemente en esto de

los otros niños que despues serán normales; que se creen

algo por entero nuevo y propio de ellos. Mucho más

verosímil, y abonado por observaciones ocasionales de

niños normales, es que aquellos nos den a conocer, en


forma extrema, esos deseos enamoradizos u hostiles hacia
los padres que con menor nitidez e intensidad ocurren en

el alma de casi todos los niños. En apoyo de esta idea la

Antigúedad nos ha legado una saga cuya eficacia total y

universal sólo se comprende si es también universalmente

válida nuestra hipótesis sobre la psicología infantil.

He refiero a la saga de Edipo rey y al drama de Sófocles


que lleva ese titulo. Edipo, hijo de Layo (rey de Tebas>
y Yocasta, es abandonado siendo niño de pecho porque un
oráculo había anunciado a su padre que ese hijo, todavía
no nacido, seria su asesino. Es salvado y criado como
hijo de reyes en una corte extranjera, hasta que, dudoso

de su origen, recurre también al oráculo y recibe el

consejo de evitar su patria porque le está destinado ser

el asesino de su padre y el esposo de su madre. Entonces

se aleja de la que cree su patria y por el camino se topa

con el rey Layo, a quien da muerte en una disputa

repentina.

- <OS-
Despues llega a Tebas, donde resuelve el enigma propuesto

por la Esfinge que le ataja el camino. Agradecidos, los


tebanos lo eligen rey y lo premian con la mano de

Yocasta. Durante muchos años reina en paz y dignamente, y


engrenda en su madre, no sabiendo quién es ella, dos
varones y dos mujeres, hasta que estalla una peste que
motiva una nueva consulta al oráculo de parte de los

tebanos. Aquí comienza la tragedia de Sófocles, LOS

mensajeros traen la respuesta de que la peste cesará

cuando el asesino de Layo sea expulsado del pais. Pero

¿quién es él?:

(...) La acción del drama no es otra cosa que la

revelación, que avanza paso a paso y se demora con arte


—trabajo comparable al de un psicoanálisis—, de que el
propio Edipo es el asesino de Layo pero también el hijo
del muerto y de Vocasta. Sacudido por el crimen que

cometió sin saberlo, Edipo ciega sus ojos y huye de su


patria. El oráculo se ha cumplido.

Edipo rey es una de las llamadas tragedias de destino; SU

efecto trágico, se dice, estriba en la oposición entre la


voluntad omnipotente de los dioses y la yana resistencia

que a ella oponen los hombres amenazados por la desgracia

—4 09
Si Edipo rey sabe conmover a los hombres modernos con no

menor intensidad que a los griegos contemporáneos de

Sófocles, la única explicación es que el efecto de la


tragedia griega no reside en la oposición entre el

destino y la voluntad de los hombres, sino en la

particularidad del material en que esa oposición es

mostrada. Tiene que haber en nuestra interioridad una voz

predispuesta a reconocer el imperio fatal del destino de

Edipo (...) Su destino nos conmueve únicamente porque

podría haber sido el nuestro, porque antes de que

naciéramos el oráculo fulminó sobre nosotros esa misma

maldición. Quizás a todos nos estuvo deparado dirigir la

primera moción sexual hacia la madre y el primer odio y

deseo violento hacia el padre; nuestros sueños nos

convencen de ello. El rey Edipo, que dió muerte a SU

padre Layo y desposó a su madre Yocasta, no es sino el

cumplimiento de deseo de nuestra infancia. Pero más

afortunados que él, y siempre que no nos hayamos vuelto

psiconeuróticos, hemos logrado luego desasir de nuestra

madre nuestras pulsiones sexuales y olvidar los celos que

sentimos por nuestro padre. Retrocedemos espantados


frente a la persona en quien ese deseo primordial de la

infancia se cumplió, y lo hacemos con todo el monto de


represión que esos deseos sufrieron desde entonces en
nuestra interioridad.”
(Freud lSOOa, 269—271)

—410—
Las características concretas del edipo individual
tendrían que ver con la dotación libidinal, con el
conjunto de fantasías inconscientes previo, con las
peculiaridades de su desarrollo libidinal, con las
características psicológicas del sujeto, con las de los

padres, con las circunstancias vitales en que se produce,


etc. Pero siempre se vendría a representar ese esquema
universal.
Teniendo en cuenta que los personajes varian según la

cultura de que se trate. Como luego veremos, el edipo se

estructura en torno a lo que recibe el nombre de “madre”,

lo que realiza la función de “padre” y un Ser en

situación de “hijo”.

Nos referimos a la función paterna, no entendida

sociológica o antropologicamente, sino psíquicamente. La

función paterna como garantía del orden simbólico. Y no

se trata entonces de la presencia o ausencia de un padre

real:

“La presencia real del padre no es indispensable, pero lo

que sí parece serlo es la presencia del padre en el

discurso de la madre” <Mannoní 1973,64)<l)

“No hace falta necesariamente un hombre para que haya un

padre” (ocr 1991>


Los personajes cambian con el tiempo, la cultura, incluso

las situaciones familiares y personales concretas. La

función, no.

—411
Freud por tanto nos permite pensar en un edipo histórico,
un complejo de vivencias y sentimientos que se puede
rastrear en la historia del paciente. Un edipo concreto,
concretizado en la singularidad de un sujeto, de unos
padres, etc.

Aunque no es conveniente exagerar la importancia de esa

concretización. Porque ya Freud nos advierte de que


determinadas “funciones”, propias del mencionado esquema

general, vienen a ser superpuestas sobre las personas


concretas de los padres aunque tengan poco que ver con

las personalidades de los mismos.


Así, en uno de los historiales clínicos de Freud, el que

se cpnoce como “ El hombre de los lobos” <Freud 1918!,)


le vemos sorprendido, al comprobar que su paciente le

está atribuyendo al progenitor el carácter de padre


inponente, terrible y castrador, a pesar de que,
conscientemente, el paciente sabe que tal cosa no SC

corresponde, en absoluto, con el carácter real del padre.

Encuentra así que la función castradora paterna, del


esquema general, es atribuida al padre concreto como si
fuera una función que pide ser representada: unas
vivencias que tienen que ser vividas, con cierta
independencia del acontecer vital del sujeto.

Lo mismo habría que decir respecto del padre como


seductor, respecto de la madre como objeto universal de
deseo, etc.

—412—
Ahora bien, esta concepción del edipo como complejo, como
“conjunto organizado de deseos amorosos y hostiles que el
niño experimenta respecto a sus padres”, le plantea a
Freud un problema entre otros: distinguir la naturaleza
de esos deseos, según se trate de un niño o de una niña,
y seglin vayan dirigidos al progenitor varón o hembra.
Si a eso le unimos la ambivalencia <amor y odio) propia
del deseo humano y la bisexualidad (masculino y
femenino>, característica, segi.In Freud, de la sexualidad
humana, tendríamos una compleja red de sentimientos
dentro de la constelación familiar.

~esarrollaremos ahora los esquemas del edipo del niño y


de la niña, en su conexión con el llamado complejo de
castración:

Ambos sitúan su comienzo en el periodo evolutivo que


Freud denominó “fase genital infantil” o “fase fálica”

(Freud flfle>, en la que se produce una organización de


las pulsiones parciales bajo la primacía de las zonas
genitales.
“Según Freud, el complejo de Edipo es vivido en su

periodo de acmé entre los tres y cinco años de edad,


durante la fase fálica; su declinación señala la entrada

en el periodo de latencia. Experimenta una reviviscencia


durante la pubertad y es superado, con mayor o menor
éxito, dentro de un tipo particular de elección de
objeto.” (Laplanche 1979,64>

—413
8 .1.1. 1.— ELZ4ifl~.SL&LJJ.iñ9

En el niño, sus órganos genitales y cualquier actividad,


juego o fantasía relacionado con ellos, adquieren una

sobrevaloración que con frecuencia se traduce en

manifestaciones conductuales observables: curiosidad e

interés notables, juegos de exhibición y competitividad,

manipulaciones frecuentes, o lo contrario, excesivo

pudor, inhibición de la curiosidad y, en general,

comportamientos fóbicos o pseudofóbicos.

Una nota importante ya mencionada, niño y niña centran su

interés en relación al órgano genital “de ambos”: el

pene. Porque, según Freud, en esta etapa evolutiva

desconocen aún la existencia del órgano genital


específicamente femenino, la vagina, lo que lleva a la

elaboración de una elemental teoría sexual que dé cuenta

de la observable diferencia anatómica: “hay seres que


tienen un pene (entre los que se cuentan muchas personas
cuya anatomía no ha sido observada, así por ejemplo,
mujeres mayores, la propia madre en muchos casos> y otros

que lo tienen incipiente y se le supone en proceso de

crecimiento”.

Los datos brindados por la percepción no conducen por el


momento a la inevitable conclusión de la diferencia

sexual. La teoría sexual de la homogeneidad en cuanto al

órgano —lo que naturalmente no supone que .el niño no

—414—
distinga entre hombres y mujeres en base a otras
determinaciones; formas de vestir, determinaciones
sociales ligadas al sexo, etc—, le sirve para resistirse

a la aceptación de la diferencia sexual durante un

tiempo,

Freud introduce otro elemento además del de la percepción

de la configuración anatómica: la amenaza.

En determinado punto del proceso se produce una conexión

rica en consecuencias: se pone en relación la percepción

de la existencia de sujetos que carecen de pene, con el

recuerdo de la amenaza escuchada alguna vez acerca del

cercenamiento del pene.


Hay que añadir que esta formulación —generalmente ligada,

cuando en la realidad se produce, a alguna prohibición:

de tocarse, de exhibirse, de mirar o tocar a otros,

etc.—, puede haber sido realmente escuchada, directa o

indirectamente, o proceder por vía inconsciente, por vía

de la “fantasía originaria” de castración.


Más aún, no se trata en realidad de una alternativa (o

escuchada o fantaseada..>, sino que lo que aportaría,


siempre, la fuerza a esa conexión y a las conclusiones
que de ella van a desprenderse, es la presencia de esa
fantasía inconsciente originaria: conjunto organizado de
fantasías y afectos llamado “complejo de castración”.

La percepción de la diferencia anatómica adquiere ahora


un carácter siniestro: “si a ese sujeto, que debería

—415—
tener pene ya que todos los humanos lo tienen, le falta,

no puede ser sino porque ha sido objeto de la terrible

operación: se lo han arrancado o se lo han cortado”

De manera que otra vez la teoría infantil viene a tratar

de obturar el vacío de la ignorancia; sólo que ahora


mediante una construcción que resulta angustiosa. Tanto

para el varón, que siente sobre él el peso de la amenaza

—como en el estremecedor proverbio: “Cuando las barbas

del vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”—, como


sobre la niña, que siente que con ella se ha realizado
algún tipo de perjuicio: activo (se le ha quitado) o

pasivo (no se le ha dado). Es esta segunda fórmula la que

se irá instalando en la mente de la niña por un

posicionamiento distinto al del varón frente al complejo


de castración y por las peculiaridades diferenciales del
edipo.

Ahora bien, ¿por qué se forma en el niño, entre las


numerosas teorías posibles, precisamente una que genera
angustia en el varón y resentimiento y decepción en la
niña?. Porque coincide y sirve a los fines de la -

organización edipica de cada uno.

Organización que se va dando paralelamente a lo u~scrito

hasta aquí,

—416—
En el niño varón, la posesión de aquel órgano que está

hipervalorado, y el reforzamiento narcisistico que ello


supone, vienen a confirmar su creencia de que él es todo
lo que la madre puede desear. El uno para el otro.

Vinculo que en esa ocasión está teñido de las fantasías


de tipo fálico y genital, por el momento evolutivo que
atraviesa el niño.

Freud creyó encontrar en la historia de Edipo de Sófocles

una feliz expresión del conjunto de condiciones


familiares,fantasias, sentimientos, angustias, que todo

hombre tiene que vivir en un momento de su desarrollo


afectivo.

Como Edipo, el niño desearía inconscientemente la

desaparición del padre y la ocupación de su lugar. »En


el inconsciente se halla permanentemente actualizada la

equivalencia constitutiva de la rapifla esencial:


asesinato del padre y unión con la madre” (Gómez Pm
1981,87)

En este clima maniaco, negador, de enfrentamiento y

triunfo, la percepción de la falta y la conexión con la

amenaza —real o fantaseada, pero permanentemente posible


por la intensa rivalidad—, tiene un efecto fulminante: la

angustia de castración.
Angustia insoportable que hará al sujeto abandonar el

“campo de batalla” y renunciar a la madre como objeto

genital.

—417—
Acatamiento de la ley de prohibición del incesto que,

prohibiendo a la madre, permite el acceso a la

genitalidad, a una cierta madurez sexual social: el edipo

constituiría, en este sentido, una suerte de

socialización del deseo.

El edipo tendrá como consecuencia la sexuación del

sujeto. Sexuación que es mucho más que el elemento dado

de la conformación anatómica. La sexuación supone una

pérdida, una renuncia —y su correlato: el deseo—, y la

posibilidad de acceso a una identidad —siempre

deficitaria, siempre cuestionada—, por vía de la

identificación.

Finalmente, segun treus, ex edipo aporta al sujeto


determinadas instancias fundamentales de su estructura de

personalidad. Así, las que denominó, a partir de la

segúnda tópica, o segunda teoría del aparato psíquico

<Freud 1923b), superyó e ideal del yo.

—418
8.1.1.2.— El edino en la niña

Por lo que respecta a la niña, el estudio acerca de las

peculiaridades de su complejo edipico se retrasaron mucho

en la obra de Freud. Durante mucho tiempo consideró que

se trataba de un complejo especular respecto del varón, y


viceversa. Todo seria análogo, pero intercambiando los

personajes: la niña desearía al padre y a ello se

opondría la prohibición materna.

En 1923 comienza una serie de artículos en que se van a

ir perfilando las importantes diferencias en cuanto a la

naturaleza, historia y consecuencias de los complejos de

edipo respectivos

(Freud 1923e, 1924d, 1925j, 1931b, 1933a)

Sintetizamos: la prehistoria, los origenes de ambas

situaciones edipicas es idéntica: la madre constituye en

un principio, tanto para la niña como para el niño, “el

objeto”.

Objeto de la necesidad, de fantasías de amor y de odio.

<2>

Cuando el niño varón ingresa en la lógica del

~ que vimos anteriormente, y comprueba

con orgullo narcisista que pertenece a la primera

categoría, desea un acercamiento, fantaseado desde esta

sobrevaloración de lo genital, a la madre.

—4 19—
¿Qué ocurre en el caso de la niña?. La etapa fálica le

trae una dolorosa comprobación: tras desmentidas y

esperanzas vanas de que tiene pene o que lo tendrá en el

futuro, tiene que reconocer que pertenece a la categoría

de humanos que no lo tienen, es decir, según la lógica

del “fálico—castrado”, de los que están castrados.

Si en la mirada del niño a la madre habría regalo,

ofrenda, orgullo narcisista —aunque siempre mediatizado y

atemperado por la angustia de castración—, en la de la


niña habría interrogación, resentimiento y queja: la

madre no le ha dado a ella lo que otros si tienen.

Produciéndose en el vinculo entre ambas una


animadversión: lo que Freud llamó “. . el aflojamientO de

los vínculos tiernos con el objeto madre.La concatenación

no se comprende muy bien, pero uno se convence de que al

final la madre, que echó al mundo a la niña con una

dotación tan insuficiente, es responsabilizada por esa

falta de pene. El curso histórico suele ser éste: tras el

descubrimiento de la desventaja en los genitales, pronto

afloran celos hacia otro niño a quien la madre

supuestamente ama más, con lo cual se adquiere una

motivación para desasirse de la ligazón—madre” <Freud

1925j ,273)

—4 20—
Y aquí tenemos otra nota diferencial importante: si en el

varón la angustia de castración le hacia salir de la

crisis edipica renunciando así al objeto madre, en la

niña, el equivalente de la angustia de castración —lo que

Freud denominó “envidia del pene” o Adíer “la protesta

masculina”—, marca el comienzo de su complejo edípico.

Siempre según el concepto freudiano que venimos

desarrollando.

“Mientras que el complejo de Edipo del varón se va al

fundamento debido al complejo de castración, el de la

nUla es posibilitado e introducido por este último. Esta

contradicción se esclarece si se reflexiona en que el

complejo de castración produce en cada caso efectos en el

sentido de su contenido; inhibidores y linitadores de la

masculinidad, y promotores de la feminidad.” <Freud

1925j,275. Negritas del autor)

“Hasta ese momento no estuvo en juego el complejo de

Edipo, ni había desempeñado papel alguno. Pero ahora la

libido de la niña se desliza —sólo cabe decir: a lo

largo de la ecuación simbólica prefigurada pene—hijo— a

una nueva posición. Resigna el deseo del pene para

remplazarlo por el deseo de un hijo, y con este propósito

toma al padre como objeto de amor”

<Freud 1925j,274. Negritas del autor>

—421—
En los artículos de 1931 y 1933 Frcud concede una

especial importancia a la relación con la madre, previa a


la situación edipica. Hasta el punto de que el cambio de

objeto, de la madre al padre, que se produce en el umbral

dcl edipo femenino, está enraizado en el intenso vinculo

previo con la madre y en la no menos intensa decepción

que tal vinculo produce en el momento del complejo de

castración. De alguna manera podríamos decir —Freud


también llega a decirlo como ahora veremos— que lo más

importante del edipo femenino es el preedipo, el vinculo

con la madre, su disolución y los problemas que la misma

plantea. (3)

“Para la niña, la situación edipica es el desenlace de un

largo y difícil proceso, una suerte de tramitación

provisional, una posición de reposo que no se abandona

muy pronto, sobre todo porque el comienzo del período de

latencia no está lejos (...) por el influjo de la

envidia del pene, la niña es expulsada de la

ligazón—madre y desemboca en la situación edipica como en

un puerte. Ausente la angustia de castración, falta el

motivo principal que había esforzado al varoncito a

superar el complejo de Edipo. La niña permanece dentro de

él por un tiempo indefinido, sólo despues lo deconstruye

y aun entonces lo hace de manera incompleta.” (Freud

1933a, 119—20)

—4 22—
Nos encontramos por tanto con el papel seductor de la

madre, que luego veremos en el primer tiempo del “edipo

estructural” y la necesidad por ello de “privar” a la

madre

“A mi juicio, el hecho de que de ese modo (a través del


efecto seductor que tienen para la niña sus caricias, sus

cuidados, sus operaciones de limpieza con la niña, el

contacto físico en general> la madre inevitablemente

despierta en su hija la fase fálica es el responsable de

que en las fantasías de años posteriores el padre

aparezca tan regularmente como el seductor sexual. Al

tiempo que se cumple el extrañamiento respecto de la

madre, se transfiere al padre la introducción en la vida

sexual” (Freud 1931b, 239—40. paréntesis y negrita

nuestros>

Subrayamos estas lineas porque plantean un importante

problema teórico que afecta de lleno a la interpretación

del ciclo de “La niña perseguida”. Problema que ha sido

abordado parcialmente en el capitulo 6: “Realidad y

fantasía en Freud”
Allí veíamos el proceso que lleva a Freud, desde la idea

de una seducción paterna real, a la idea de una

estructuración de los deseos de la niña por medio de la


fantasía originaria de seducción:

—423
“En la época en que el principal interés se dirigía al

descubrimiento de traumas sexuales infantiles, casi todas

mis pacientes mujeres me referían que habían sido

seducidas por su padre. Al fin tuve que llegar a la


intelección de que esos informes eran falsos, y así

comprendí que los síntomas histéricos derivan de

fantasías, no de episodios reales” (Freud, 1933a, 112)

Pero la novedad que aportan estos artículos de 1931 y 33

es la importancia del papel de la madre, de la seducción

materna, que llevan a plantearse cuál es entonces el

papel del padre.


Si ya en 1897 Freud renunció al padre seductor real y

mostró su caracter simbólico, ahora, en 1931 y 33, vuelve

a encontrar lo real del trauma, de la seducción, pero

esta vez de parte de la madre. Una seducción materna que

inmediatamente debe ser frenada en lo real y metaforizada


en lo simbólico de la función paterna~

“Ahora encontramos la fantasía de seducción en la


prehistoria edipica de la niña, pero la seductora es por

lo general la madre. Empero, aquí la fantasía toca el

terreno de la realidad, pues fue efectivamente la madre

quien a raíz de los menesteres del cuidado corporal

provocó sensaciones placenteras en los genitales, y acaso

hasta las despertó por vez primera” (Freud 1933a, 112)

.424—
Y, la ya citada más arriba:

“Al tiempo que se cumple el extrañamiento (de lo real>

respecto de la madre, se transfiere al padre la

introducción (simbólica) en la vida sexual” <Freud

193lb~ 240. Paréntesis nuestros)

liasta aquí, solamente hemos iniciado la entrada en la

descripción de lo que, de acuerdo con la concepción

freudiana, constituiría, en sentido estricto, el complejo

de Edipo femenino:

La niña, llevada sobre todo por la ambivalencia y el

resentimiento hacia la madre, se dirige al padre como

objeto sexual fantasmático, con la esperanza de recibir

de él le que la madre no pudo o no quiso darle.

Fantasías posibles: la niña se reivindica como la

auténtica “mujer” del padre —aprovechando para ello

cualquier desavenencia en la pareja, cualquier detalle

que será interpretado por ella como desamor entre los

padres, etc—: desea recibir un hijo del padre; necesita

ofrendar un hijo, varón con frecuencia, al padre y

triunfar con ese hijo sobre la madre, etc.

Estas son posibles expresiones fantasifláticas del

complejo.

No hace falta señalar que es precisamente esta situación

emocional, sometida en su expresión a determinadas

transformaciOnes <4) —no aparece el deseo incestuoso de

—425

a
la hija, sino el del padre; no aparece la rivalidad de la

hija con la madre, sino el odio de ésta a Aquella, por

ejemplo—, la que torna la trama sustancial de nuestros

cuentos, más concretamente de todas las versiones en

donde la inocente niña es perseguida por un padre

incontinente en su deseo “antinatural”(5) o por una madre


o unas hermanas celosas hasta el punto de matar a su

inocente rival
La salida para la niña de esta situación edipica no es

sencilla. En este caso no opera, como en el caso del

varón, —ya lo hemos visto—, la angustia de castración a

modo de acicate para abandonar la configuración emocional

del edipo.

Por otra parte, el personaje prohibidor, rigurosamente

hablando, es el padre. En tanto prohibe el acceso a la

madre.

La angustia que Freud llamó de castración, la que es

genuina de la crisis edipica, sólo funciona en relación

con esa estructura: “el padre prohibe el acceso a la

madre”

Y en el caso de la niña lo que ahora estaría en juego es

un acceso al padre que podría ser interferido por el

personaje materno. Pero ni el padre es “el objeto

prohibido” en último término (es conocida la mayor

tolerancia social, —que estaría basada sobre una menor

represión psíquica—, hacia la idea del incesto padre—hija

o hacia sustitutos a veces poco simbolizados del mismo),

ni la madre representa a la función interdiptora.

.426—
Freud estudia las consecuencias diferenciales de ello: un

superyó diferente, un posicionamiento distinto frente a

la autoridad, etc. (6>

Son numerosas las voces que, incluso dentro del

psicoanálisis, se han levantado para criticar la

elaboración teórica del edipo femenino en Freud.

Algunas de estas voces justificarían el diferente papel

de la mujer —en los textos literarios y en los cuentos—,

como efecto de muy variadas presiones culturales y

sociales, no Como una expresión pulsional y psíquica

diferente.
Acerca de la polémica en el psicoanálisis sugerimos:

La sexualidad femenina (Chasseguet—Smirgel 1977),La

sexualidad femenina (Safouán 1979>, El enigma da la

ziujer. ¿con Freud o Contra Freud? <Kofman 1982>, Ese SeXO

que no es uto (Irigaray 1952), “Observaciones sobre la

feminidad y sus avatares” (Aulagtier—Sp&irani 1984), La

excepción femenina (Pommier 1986>, Sexualidad femenina

(Dolto 1990), Mujeres sin sombra (Tubert 1991)

Respecto a la presencia de la mujer en textos literarios:


La mujer que mira. <Crónicas de la cultura cortés) (Ruiz

Dornéneo 1990> y Textos y espacios de mujeres <Rivera

Carretas 1990) y Escritura y femineidad (Cancina 1990>

.427
Sobre la sexualidad femenina en general se encontrarán

otros títulos en la bibliografía general.

8.1.1.3.— El edipo completo

Como dijimos al comienzo de esta revisión de la cuestión

del edipo, es preciso complejizar estos esquenas

descriptivos de lo que acontece (sobre todo de manera

inconsciente> en el niño y la niña con dos nuevos

elementos

-la ambivalencia

-la bixesualidad

Queremos decir por ejemplo que, simultáneamente con el

odio que el niño varón siente frente al padre, percibido

inconscientemente como implacable prohibidor, experimenta

hacia él otros deseos que le convierten en objeto sexual


y objeto de amor. De manera que hay un aspecto en el que

el edipo se desenvuelve en forma invertida: el padre como

objeto de deseo para el niño, y la madre como objeto de

deseo para la niña. Ahora tendríamos a la madre como el

enemigo implacable del niño y al padre como rival de la

niña. Freud en este punto no hizo sino constatar algo que


se percibe fácilmente en las vidas de todo hombre y toda

mujer.

428—
Le dió una gran importancia teórica y clínica a esta

noción del “edipo invertido”, o, mejor, a la noción de un


“edipo completo” que incluirla la versión normal y la
invertida para cada sexo.

“La salida y el desenlace de la situación del Edipo en


identificación—padre O identificaCión~drC parece
depender entonces, en ambos sexos, de la intensidad
relativa de las dos disposiciones sexuales. Este es uno
de los modos en que la bisexualidad interviene en los
destinos del complejo de Edipo.- El otro es todavía más
significativo, a saber: uno tiene la impresión de que el
complejo de Edipo simple no es, en modo alguno, el más
frecuente, sino que corresponde a una simplificación O
esquematización que, por lo demás, a anudo se justifica
suficientemente en la práctica. Una indagaCión más a
fondo pone en descubierto, las más de las veces, -el
complejo de Edipo más completo, que es uno duplicado,
positivo y negativo, dependiente de la hisexualidad
originaria del miñe. Es decir que el varoncitO no posee
sólo una actitud ambivalente hacia el padre, y una
elección tierna de objeto en favor de la madre, sino que
se comporta también, simultánefl~ntC, como una niña;
muestra la actitud femenina tierna hacia el padre, y la
correspondiente actitud celosa y hostil hacia la madre.
(...) Podría ser también que la ambivalencia comprobada
en la relación con los padres debiera referirme por
entero a la bisexualidad( . .4”

—429
*‘(...) Yo opino que se hará bien en suponer en general, y

muy particularmente en el caso de los neuróticos, la


existencia del complejo de Edipo completo. En efecto, la
experiencia analítica nuestra que, en una cantidad de
casos, uno u otro de los componentes de aquel desaparece
hasta dejar apenas una huella registrable, de suerte que
se obtiene una serie en uno de cuyos extremos se sitúa el
complejo de Edipo normal, positivo, y en el otro el
inverso, negativo, mientras que los eslabones intermedios

exhiben la forma completa con participación desigual de

anbos componentes” <Freud 1923b, 34—35>

En cuanto a la importancia que esta cuestión tiene para

el tratamiento, en el articulo Análisis terminable e

Intsrminkla (Freud 19370>, —donde pasa revista a los


escollos que pueden dificultar o impedir el éxito

terapeútico—, señala como decisivos la extrema


resistencia de la mujer a renunciar a la envidia del pene

(a la que debería preceder una aceptación por la


conciencia de tal envidia) y, respecto al hombre, que

haga consciente su tendencia a un sometimiento


pasivo—femenino a la figura paterna:

“En ningún momento del trabajo analítico se padece más

bajo el sentimiento opresivo de un empeño que se repite


infructuosamente, bajo la sospecha de “predicar en el

vacio”, que cuando se quiere mover a las mujeres a

—4 So—
resignar su deseo del pene por irrealizable, y cuando se
pretende convencer a los hombres de que una actitud

pasiva frente al varón no siempre tiene el significado de

una castración y es indispensable en muchos vínculos de

la vida <...) El hombre no quiere soneterse a un


sustituto del padre, no quiere estar obligado a

agradecerle, y por eso no quiere aceptar del médico la

curación. No puede establecerse una trasferencia análoga


desde el deseo del pene de la mujer; en cambio, de esa
fuente provienen estallidos de depresión grave, por la
certeza interior de que la cura analítica no servirá para
nada y de que no es posible obtener remedio (...> A
menudo uno tiene la impresión de haber atravesado todos

los estratos psicológicos y llegado, con el deseo del

pene y la protesta masculina , a la “roca de base” y, de

este modo, al término de su actividad.” <Freud 1937c,253>

—431
8.1.2,— D~nnzrQfl9~.fl~.ni.myos. Tiemnos del edino

En las clases siete y ocho del Seminario V, Las


formaciones del inconsciente, Lacan se ocupa de “La
metáfora paterna”
(Lacan 1970; Mazzuca 1986; Dor 1991)

Lacan no habla de Edipo; sólo en la medida en que comenta

la noción en Freud. Pero utiliza otras nociones que

considera más aptas para desarrollar la problemática que

plantea la idea de edipo en Freud. Así, las nociones de

“nombre del padre”, de “metáfora paterna” y de “función

del padre”

con ellas pone de manifiesto las relaciones entre edipo y

castración; entre función del padre y castración.

sólo nos ocuparemos aquí de ellas en la medida en que nos

permiten diseccionar la estructura lógica del edipo

freudiano antes descrito

La función paterna, ya lo veiamos en Lévi—Strauss,

consiste básicamente en representar la ley de la

prohibición del incesto.


El padre (sin olvidar que no se trata del padre cono la

persona del progenitor, sino del padre simbólico, del

padre como significante>, en tanto representante de la

ley, funciona como agente de la prohibición del incesto

que es el núcleo de la estructura edipica. •

—432—
Y la prohibición del acceso a la madre (también a la
madre simbólica> es realizada por el padre a través de la
amenaza (imaginaria) de castración <simbólica). Es decir,
que, aunque la castración sea una operación simbólica, se
manifiesta en el registro imaginario.

En este punto Lacan introduce otras nociones afines a la

castración, pero diferentes a ella. Nociones que


representan diferentes modalidades de la falta:
“castración”, “privación”, “frustración” <7>
Y distingue tres tiempos lógicos, no cronológicos, en el

desarrollo de este nudo triádico constituido por “padre”,


“madre”, “hijo”, y en las operaciones realizadas por “la
metáfora pate~na’~ o “nombre del padre~*:

En la primera fase de este primer tiempo nos


encontraríamos con un vinculo perfectamente dual: el niño
seria el objeto del deséo de la madre. el objeto que
satisface el deseo de la madre,

ES un momento anterior al tiempo, se situaría “por fuera”


de la estructuración que vamos a describir, que es
simbólica.

—433—
Seria un momento, mitico, en que lo simbólico no ha
actuado, en que no existe tercero (por eso decimos
“perfecta dualidad”>, en que, en rigor, tampoco podríamos
hablar de deseo ya que éste vendría a ser —si seguimos a
Freud en el capitulo vii de La interpretación de los
sueños—, el intento, vano, de reconstrucción de esa
experiencia mítica de satisfacción. El deseo por tanto es
posterior.
Pero esta referencia, mítica> a una experiencia de

satisfacción complota es un paso lógico necesario para

explicar el surgimiento del deseo y los efectos sobre el


hijo.

rl niño ingresa en la dialéctica del deseo (aún no

propio) a través del deseo de la madre: el niño comienza


siendo el objeto del deseo de la madre. Y no hay otra
manera de ingresar que no sea a través del deseo del
Otro. <8)

Pero, en realidad, la madre siempre ha deseado “algo más”


que el niño no puede colmar. Y se impone al hijo la
vivencia de que “la madre desea otra cosa que no soy yo”.

¿Cué puede desear?: el deseo de la madre se le presenta


al niño como un enigma, como un interrogante misterioso.
Y “aquí es donde viene a operar entonces, como efecto del
sistema simbólico, como efecto del orden significante, un
significado predominante que es el significado fálico”
(Mazauca 1986,68>.

—434—
Ese objeto, que lo es del deseo de la madre en tanto que
no está colmado por el niño, es el que se supone que es
el falo, como objeto imaginario.

Aclaremos que, para Lacan, el falo nada tiene que ver con
el órgano anatómico; “falo” es un efecto del sistema
simb¿lico, un significante: el significante de la falta
en la madre. <Lacan 1980, Nasio 1989>
Si la madre desea “otra cosa que no soy yo”, para el
niño, eso quiere decir que a ella le falta algo o, dicho
de otra manera, que ella es en falta, faltante. Y esa
falta (y el deseo correspondiente> son lo que constituyen
un enigma para el niño.

Aquello que viene a nombrar, a simbclizar, la falta de la


madre es el falo. En un momento parecerá que la madre
está a falta de, y desea, “estar sola”, “estar a solas
con papá”, “tener otro hijo”.... El niño está #nombrando~
la falta de mamá. Y estas forras (soledad, papá, otro
hijo, etc> vendrían a constituir objetos fálicos
imaginarios. Por momentos parece que, ya que “yo no Soy
el falo de mamá pues no la colmo y desea otra cosa que no
soy yo”.. .“esas cosas, personas o situaciones si la
colmarían”. Y ahora el niño no se conforma con su lugar
sino que desea ocupar el lugar del falo, desea ser ese

falo de la madre. SC identifica con el falo, objeto


imaginario.

—435—
“El niño trata de identíficarse con lo que es el objeto

del deseo de la madre: es deseo del deseo de la madre y


no solamente de su contacto, de sus cuidados; pero hay en
la madre el deseo de algo más que la satisfacción del
deseo dcl niño; detrás de ella se perfilan todo ese orden
simbólico del que depende y esa objeto predominante en el
orden simbólico, el falo”(9) (Lacan 1970, 86)

8.1.2.2.— Secundo tiemno

En el segundo tiempo, el padre interviene cono privador,


no del niño, sino de la madre. Priva a la madre del

objeto fálico.

La madre debe ser privada de algo que, por otra parte,


nunca ha tenido <10), se trata pues de una “falta real”.
Por tanto, el objeto de la privación sólo puedo tener una
determinación simbólica. Y, para el niño, este efecto de
privación de la madre, que es un efecto estructural, será
achacado imaginariamente al padre (7)

Y es decisivo para el curso del edipo del niño, qué hará


él frente a esta privación de la madre: si no la acepta,
mantendrá cierta forma de identificación con el falo,
contra el padre. Pivaliza contra el padre, identificado
con el falo de la madre,

—4 36—
si, para el niño, la madre no resulta privada, él ocupa

el lugar del falo de la madre quedando así a salvo de la


castración. El “es” el falo. La madre se completa con él
y él con la madre, dejando así fuera la castración. La
suya y la más temida aún: la de la madre.

Hay que tener en cuenta que, en este segundo tiempo, la


castración en juego no es la relativa a “tener” o “no
tener” el falo, sino a “ser” o “no ser” el falo. Se trata

de una castración que atañe al ser del sujeto ( y que,


repetitos, presupone la privación de la madre: si la
madre no tiene el falo, el hijo no puede ser el falo de

la madre).

Es importante señalar que aquí se trata de la relación


padre—madre, pero no de la relación entre las personas
del padre y la madre, sino de la presencia del padre en

el discurso de la madre —en expresión de Mannoní <1)-, 0

más exactamente, de la función paterna que se debe

suponer por el mero hecho de que haya un discurso de la


madre frente el hijo. “Discurso” supone “deseo”. Y

“deseo” supone “función paterna”.

—4 37—
8.1.2.3.— Tercer tiempo

Sólo en este tercer tiempo hay una presencia efectiva del

padre, para el niño.

Tiempo del que depende la declinación del complejo de

Edipo. Si en el tiempo anterior vimos al padre como padre

privador, aquí se trata del padre “dador”. Aquel que

puede dar a la madre, no al niño, algo que efectivamente


“tiene” y que la madre desea.
Es un padre que tiene algo que dar a la madre. En este
sentido, tiene que ser un padre capaz para la madre.

Si esto es así, el padre será en este tiempo preferido a


la madre. Y es a través de este “edipo invertido” (11)
que el nit~o podrá identificarse con el padre. Esta
identificación con un padre que “tiene” (no que “es”> y
la formación del ideal del yo, enfilan al hijo hacia la
culminación del complejo de edipo.
El niño saldría <12), o se iría estructurando, como un
sujeto castrado <simbólicamente>, deseante, en cierto
modo potente (por identificación con el padre, lo que
significa una promesa y una esperanza>. Y también como el

padre, sometido a la ley paterna (13) que prohibe el


incesto —cualquier incesto, en el sentido amplio de la
palabra: la innediatez <sin mediación> del objeto— y
ordena el placer: he aquí la función normalizante del

edipo. (14)

—438—
8.1.2.4.— ResUmeS esnuemático de los tres tiemnos

Primer tiempo

a.- deseo de la madre


niño como objeto del deseo de la madre

b.- deseo de otra cosa, en la madre


deseo de la madre como incógnita: Y

o.— significante fálico como interpretación de x


d. — identificación imaginaria del niño con el falo

Segundo tiempo

a. — privación a la madre del falo

b. — respuesta del niño:


í.— aceptación de la privación materna

2.— rechazo

o. — efectos sobre el niño:


(no
1.—ruptura de la identificación fálica

es el falo)
2.—permanencia de la identificación,

rivalidad con el padre (es el falo)

Tercer tiempo
a.— padre dador (a la madre)
b.— amor al padre: función estructural del edipo
invertido

o.— identificación con el padre e ideal del yo

(Mazzuca l986,.3utiérrez Terrazas 1986,Gutiérrez 8.1990)

—439—
8.2.- fl comolejo de castración

En el Diccionario de Psicoanálisis (Laplanche y Pontalis

1979) encontramos:

“Complejo centrado en la fantasía de castración> la cual

aporta una respuesta al enigma que plantea al niño la

diferencia anatómica de los sexos (presencia o ausencia

del pene): esta diferencia se atribuye al cercenamiento

del pene en la niña.

La estructura y los efectos del complejo de castración

son diferentes en el niño y en la niña. El niño teme la

castración cono realización de una amenaza paterna en

respuesta a sus actividades sexuales: lo cual le provoca

una intensa angustia de castración. En la niña, la

ausencia de pene es sentida como un perjuicio sufrido,

que intenta negar, compensar o reparar.

El complejo de castración guarda íntima relación con el

complejo de Edipo y, más especialmente, con su función

prohibitiva y normativa.” (Laplanche y Pontalis 1979,60.

Negritas del autor>

—440—
Laplanche encuentra tres direcciones del llamado

“complejo de castración”:

1.— “la que conduce por la vía del padre y que remite la

amenaza a la ley enunciada, de derecho, por el padre.”

2.— la que “entendería que la castración está desde el


comienzo presente en el otro <en los padres, en la

generación precedente y, esencialmente, en la madre>, de


suerte que el problema de la universalidad y de la
necesidad del complejo de castración se convertiría en un
problema de transmisión inconsciente del deseo y de su
ley. He aquí algo que está en el orden de una cierta
filiación desarrollada a partir de Lacan”

3.— la “dirección que es más general, intenta establecer


una suerte de genealogía y de arqueología de la
castración a partir de las “castraciones pregenitales”.
(Laplanche 1988, 111>

En otro punto de esta obra (Laplanche 1988, 30), lo


expresa en forma más sintética y acaso más clara,
presentando los dos aspectos a través de los cuales va a
plantear “la problemática de la castración”:
“Por una parte, la castración del lado de la ley,
preguntándome al respecto si la castración debía ser

concebida celso sanción de una cierta ley (una pena como


cualquier otra, particularmente terrible, sin duda, pero

—441
en fin> una pena> o bien si desde cierta concepción, más

“moderna”> del psicoanálisis, la castración seria la ley


misma, y qué puede querer decir esto”
En realidad> estas tres direcciones en el primer
fragmentO, y las dos del segundo, aunque diferenciadas,
son inseparables. No obstante es la segunda> en ambos, la
que nos interesa ahora y a la que repetidamente nos
estamos refiriendo: “la transmisión de la castración a
partir de la transmisión de estructuras del deseo”
(Laplanche 1988, 111). Y viceversa. Es decir> la
castración como ley simbólica.

Ley sobre cuya extensión se pregunta Laplanche. Nc sólo


en lo relativo a la identidad sexual o a la posibilidad
de una cierta socialización de la satisfacción sexual>
por ejemplo, sino en cuanto al efecto de la ley sobre

nuestro funcionamiento mental:

.¿tiene la castración, y la teoría que le está ligada>

función de prototipo lógico para todo nuestro


pensamiento> o para un cierto modo de pensamiento?. O

bien, por el contrario, ¿seria sólo un ejemplo, hasta se

podría decir particularmente aberrante, de una lógica

terrorífica, puesto que ella reposa sobre una

interpretación fantasmática y, digámoslo claramente>

absolutamente errónea del universo perceptivo?”

(Laplanche 1988> 81> (15>

-442—
Nos adherimos a la primera idea, Consideramos la
castración (algunas de cuyas características para el
psicoanálisis pasaremos a revisar de inmediato> como el
pivote sobre cl que se asienta y gira nuestro
funcionamiento lógico.

Pero nc hay lógica que excluya la fantasmatización> que

es a lo que alude la segunda idea, el segundo

interrogante, si es una lógica que quiere hacerse cargo y

dar cuenta del funcionamiento psíquico (inconsciente>.


La lógica para el psicoanálisis es “lógica del fantasma”,
utilizando la denominación de Jaeques Lacan, quien diotó
en el curso 66/67 un seminario con ese mismo nombre.

Esta cuestión de la relación “castración—lógica”, nos


recuerda también los planteamientos de Arruabarrena,
acerca del incesto—pensamiento> que presentábamos al
final del apartado 6.2

A través de la mención a la “castración—lógica”, llegamos


al aspecto de la castración que en este momento nos
interesa más: la castración simbólica. En tanto es ella
la que tiene que ver con los cuentos que estamos
analizando.

La castración, como operación simbólica, es la


manifestación de la ley de la prohibición del incesto, es
su equivalente.

—443—
Supone, como hemos visto en el segundo tiempo del edipo,

la imposibilidad del incesto> la imposibilidad del falo

o> utilizando otro concepto afin a esta problemática, la

separación del sujeto respecto al goce.

La única separación de que se trata es una separación

respecto de lo real, o con más exactitud, del resto de lo


real: el goce;

Es decir que castración no implica pérdida de nada <si

acaso, como hemos dicho, de goce). Castración seria la

imaginarización, en forma de amenaza o pérdida> del ser

que nunca se fué, de algo que nunca se tuvo y que es

imposible para el sujeto.

Podemos decir que en el edipo se inaginariza —éste fue el

aspecto que Freud estudió más y al que se refiere la

definición de Laplanche y Pontalis con que comenzábamos

este punto- cono prohibición y amenaza paternas lo que en

el nivel simbólico se denuncia como imposibilidad. Y en

este paso de imposible a prohibido se constituye el


deseo. Es la función normalizadora del edipo que instaura

la ley, el deseo y la articulación entre ambos.

Si nos limitamos aquí a estas formulaciones, se debe a


que sólo queremos hacer hincapié en el carácter
estructural de la castración, en su vinculación con el

padre simbólico y en la relación de necesariedad entre


castración y deseo.

—444—
La castración simbólica —y su consecuencia: la separación
definitiva respecto del objeto que podía satisfacer a la

pulsión—, engendra el deseo.

Para una revisión más completa de la noción de castración


en psicoanálisis sugerimos: Leclaire 1978 y 1982;
Orvañano-s 1982; Laplanche 1988; Nasio 1989; Dolto ígso y
1990; Oreen 1990.

—4 45—
NOTAS AL CAPITULO 8

(1).— En un librito pleno de interés para un educador y


que armoniza muy bien los puntos de vista del
psicoanalisis y la pedagogía> La primera entrevista con
el psicoanalista, su autora, Maud Hannoní, asume
claramente este punto de vista:
“Es frecuente observar a nivel de la pareja parental una
falta de presencia paterna. La presencia real del padre
no es indispensable, pero lo que si parece serlo es la
presencia del padre en el discurso de la madre.” (Mannoni
1973,64)

(2).— Podríamos decir que Freud se encuentra con un


“edipo antes del edipo”> con un “deseo anterior al
deseo”.
Esto sugiere dos cuestiones al menos:

a) dificultad teórica que supone “lo preedipico”:


¿preedípico porque la relación es dual con el objeto?,
¿preedipico por la zona erógena que está involucrada?,
¿preedipico por la naturaleza de relación de objeto?...
En cualquier caso estas preguntas obligan a definir lo
básico, lo nuclear, del edipo.
Esta es la dificultad que aporta la “fenOmenolOgización”
del complejo de edipo.
consideramos “lo preedipico” como una manifestación del
edipo. Porque entendemos a éste como una estructura, que
está por tanto desde siempre para el sujeto> aunque él
tenga su forma particular de vivenciarlo, de
imaginarizarlo, y de sufrirlo.
b> la importancia de contar con una versión sin,bólica del
edipo que no se limite a lo vivencial y fenomenológico de
determinado momento evolutivo.
Si entendemos su aspecto simbólico, estructural, podremos
entender los diversos “complejos” de vivencias,
sentimientos y defensas> como distintas manifestaciones
de ese edipo estructural que antecede y, en cierto
sentido, produce al sujeto (en tanto sujeto).
Distintos autores han tratado de encontrar, cada vez más
atrás, cada vez más al principio> en la evolución
cronológica y lineal del sujeto> el momento
“fundacional”, la fase “perfectamente dual”, y siempre se
han encontrado con la presencia, aún cuando sea
simbólica, de un tercero.
Siempre hay un edipo anterior al edipo: porque se trata
de una estructura.

—446—
(3),— Lo que ocurre es que el objeto edipico, en rigor,
siempre es el objeto—madre. Y el que representa la
prohibición es el padre. Independientemente del sexo del
hijo.

<4>.— Esta cuestión de las transformaciones operadas en


el texto es importantísimo en el estudio de los cuentos
maravillosos y populares.
Es un tema muy extenso del que no podemos ocuparnos.
Remitimos a la nota 15 del capitulo 2 en que hacemos
algún comentario sobre el trabajo de transformación del
texto y el trabajo del sueño o elaboración onírica. Allí
sugerimos los nombres de varios autores que se han
ocupado del tema con distintos tipos de textos.

(5).— Mantenemos aquí la equívoca terminología de Cox,


Daumling> etc, para hacer la siguiente aclaración:
despues de Freud y Lévi—Strauss queda claro que lo
antinatural es la prohibición del incesto> Justamente en
esa prohición basan ambos el salto desde “la naturaleza”
a “la cultura”.
A este respecto son referencias imprescindibles Totea y
tabú <Freud 1912—13) y Las estructuras elementales del
parentesco (Lévi—Strauss 1991).
ver también De Lévi—Strauss a Lacan (Georgin 1988>
<6>.— Nos parecería interesante efectuar un estudio
comparativo respecto a la presencia de los personajes
familiares (edipicos) en los cuentos> según el sexo del
protagonista. En la medida en que ello pudiera
representar una elaboración diferente de la trama edipic’a
que estamos estudiando.

(~>~— Para explicar la naturaleza de estos conceptos


Maszuca propone el siguiente cuadro:
Agente operación Objeto
CASTRACION R 5 1
FRUSTRACION T R
PRIVACION R
(En donde R=real; 5—simbólico; I.dmaginariO)

<5).— Hace ya mucho tiempo que spitz demostró que un niño


sólo accede a una estructuración psíquica si es deseado
por alguien. No basta con ser atendido> alimentado y
protegido. Es imprescindible que para alguien ese niño
sea, o se convierta> en objeto de su deseo. Un otro con

—447—
quien se establezcan las imprescindibles “relaciones
objet&lO5” (Spitz 1966)

(9).- Acerca del sentido que tiene el concepto “falo” y


“significación fálica”: Lacan 1980; Mazzuca 1986 y Rano
1989

(10>.— Una matización interesante de Laplanche:


“El complejo de castración> en la niña> estaría entonces>
en un sentido, mal denominado; su eje no seria una
castración universalmente puesta como ley (como
cercenamiento que marca a un cierto tipo de individuo)
sino más bien un supuesto perjuicio> imaginario entones,
que estaría en el origen de esa falta real> de esa
privación tan difícil de comprobar. Nos moveríamos por lo
tanto aquí en los dos registros de la frustración y de la
privación” <Laplanche 1988,92>

<11).— Ya hemos visto que Freud consideraba también


universal el “edipo invertido”, de manera que lo que
invariablemente se encontraba en la clínica eran
manifestaciones de un “edipo completo”.
Lacan hace hincapié en este amor hacia el padre> en la
constitución del padre como objeto de deseo. Y es
precisamente por ello por lo que el sujeto> tras tener
que renunciar también al padre> le “retiene” dentro de si
a través de la identificación con él: la identificación
al padre como resultado de la imposibilidad de hacerle
neta de la elección de objeto.

(12).— siempre en términos relativos, ya que no se trata


de una etapa, sino de una estructura. Aunque>
naturalmente, esta estructura se dé en el tiempo del
sujeto.

(13).— Porque lo que hace posible este proceso> en


concreto este tercer tiempo y por tanto la adecuada
culminación del edipo> es que el padre también esté
castrado (simbólicamente). Que el padre represente o
sustente la ley paterna, pero no pretenda ocupar el lugar
de la ley> ser la ley.
Si el padre homologa a su persona con la ley> impide con
ello, o al menos interfiere seriamente, la institución
del padre como símbolo> como metáfora: la metáfora
paterna> el padre simbólico.
En la clínica se comprueba que esta pretensión de la
persona del padre por identificarse con la ley misma>
tiene efectos psicopatológicos importantes sobre el
sujeto: puede dar lugar a una estructuración psicótica.

—448—
<14>.— Recogemos una cita de Dor sobre el Seminario
<inédito) de Lacan,de 1957—58> Las formaciones del
inconsciente:
“El padre no es un objete real; entones, ¿qué es? <. ..)
El padre es una metáfora. Y, ¿qué es una metáfora?... Es
un significante que viene a ponerse en el lugar de otro
significante <...> El padre es un significante sustituido
a otro significante. Y aquí está el resorte y el único
resorte esencial del padre en tanto interviene en el
complejo de Edipo.” (Dor 1991,43>

(15).— un comentario aclaratorio a la cita de Laplanche y


a su afinación de que la castración (idea, creencia,
fantasía> es producto de “una interpretación fantasmática
absolutamente errónea del universo perceptivo”:

Es precisamente este error de percepción y la


fantasmatización subsiguiente lo que va a dar el
“carácter especifico a la Idea de castración en
psicoanálisis” (Laplanche 1988, 33,164>> como “creencia”
<en el sentido psicoanalítico del término) o fantasía
originaria, que nada tiene que ver con la castración
quirúrgica ,-aquella de las cual se habla en la Vida
corriente (realizada eventualmente en el ser humano, al
menos en ciertas épocas, y Ss frecuentemente 512 el
animal domesticado)—.
<Respecto a la idea de “creencia” consultar el número 18
de Otoño de 1978, de la Nouvelle Revus de Psyehanalyse,
dedicado íntegramente a La croyance)

flsta percepción,nencionada por Laplanche, es triplemente


errónea porque:
a> el niño sólo percibe en la fase fálica la
existencia de un sexo de base.
Sexo de base que seria el sexo que tiene falos el
masculino.
Laplanche sin embargo muestra, basándose en trabajos
científicos sobre el problema de la diferenciación
sexual, que el sexo al el desarrollo
que se orienta
espontáneo del embrión es el femenino. Para que se
produzca el individuo masculino, biológicamente hablando,
es preciso la adición de algo: un mensaje de
masculinización sobre el desarrollo espontáneo.
(Laplanche 1973; Ereisler 1g73) <citados por Laplanche)

b) el niño define al otro sexo, no positivamente>


sino por la ausencia de marca.
Lo que se basa en la lógica de la “organización fálica”
<Freud 1923e,1925j> que establece dos sexos, fálico o
castrado, en función de la posesión, o no, de un sólo
órgano genital.

—4 49—
Es esta percepción infantil de la sexuación la que sirve
de base> errónea> para la construcción de la fantasía de
la castración.

c> el niño atribuye esta ausencia de marca a un


acto violento de cercenamiento.
si falta el pene> —se “explica” el ‘niño fálico”—, es
porque ha habido ablación del mismo. Dado que, en su
origen, todos los seres humanos eran iguales, es decir>
poseían falo.
Nótese otra particularidad de esta “creencia en la
castración”: se trataría del cercenamiento> no de lo que
habitualmente es objeto de la castración realista: las
glándulas genitales <testículos y ovarios>, sino del
único órgano que denuncia la diferencia: el pene.
Hay un “deslizamiento fantasmáticO” del objeto (de las
glándulas al pene). Deslizamiento al que el
psicoanálisis está acostumbrado. Recordamos el caso
notorio del “cuerpo fantasmático” en la histeria o en la
hipocondría> que funciona o duele de acuerdo a una teoría
fantasnática individual del cuerpo y sus funciones, no a
las teorías anatómicas y fisiológicas universalmente
aceptadas.

—4 50
REFERENCIAS BIBLZOGRAF¡CAS DEL CAPITULO 8

ALEMAN, Jorge (1983>: Discurso osicoanalítico. Discurso

Qisnt,íflc~isn Serie psicoanalítica 2/3, pp.37—8D.

Madrid
ALJLACNIER.-SPAIPfl4I (1984>: Observaciones sobre la

feminidad y sus avatares en: AULAG4IER-SAPAIRANI y


Otros (1984>: El deseo y la perversión.

Sudamericana. flAires
BRAUNSTEIN,n.A. (1983); La re—flexióm de los conceptos de
Freud en la obra de Lacan, Siglo XXI. México.
CARCIMA, Pura H.(1990): Escritura y femineidad> Nueva
Visión. B.Aires

CLAVEEUL, Jean (1983): El orden médico. Argot. Barcelona


CRUZ ROCHE> Rafael (1991): psicoanálisis. Reflexiones
epistemológicas Instituto de España. Espasa Calpe.
Madrid
CHASSEGUET—SMIRGEL,J. (1977>: La sexualidad femenina

Laia. Barcelona
DOLTO, Frangoise (1990>: Sexualidad femenina. Paidós,

Barcelona
DOLTO, Franqoise (1990): La imagen inconsciente del

cuerpo. Paidós. Barcelona


DOR, Joél (1991): El padre y su función en psicoanálisis.

Mueva Visión. B.Aires.

—451—
DtJBY> Georges (1988): Diálogo sobre la historia.

conversaciones con cuy Lardreau. Alianza


Universidad. Madrid
FREUD>S. (1894a>: Las neuronsicosis de defensa AE III
p.4l

FREUD,S. (l895d)~ Estudios sobre la histeria AE II

FREUD>S. <189Gb): Nuevas nuntualizaciones sobre las

neuronsicosis de defensa AE III, pA57

FREUD,S. (noca>: La interpretación de los sueños AE TV—y


FREUD>S. (1909d): A nrooósito de un caso de neurosis

g~a~~yj. AE X, p.ll9

FREUD,g. (1912—13): Totem y tabú. AE XIII, p.l

FREUD,S. <lelAbfl De la historia de una neurosis infantil

AE XVII, p.l

FREUD>S. (1923b): El yo y el ello AE XIX, p.l

FREUD>S. (nne>: La organización cenital infantil

AE XIX, p.141

FREUDJS. (1924d>: El senultamiento del comníelo de Edino


7?
AE XIX> p.1
FREUD,S. (1925j>: Alcunas consecuencias nsiauicas de la

diferencia anatémica entre los sexos AS XIX, p.259

FREUD,S. <1931b>: Sobre la sexualidad femenina AE XXI>

ERETJD>S. (1933a>: Nuevas conferencias de introducción al

psicoanálisis AS XXII> p.l

FREUD>S. (1937c)1 Análisis terminable e interminable

AE XXIII, p.211

—452—
GEORGIN> Robert <1988>: De Ldvi—Strauss a Lacan. Nueva

Visión. B.Aires
GOMEZ PIN, V. (1981>: El reino de las leyes. Orden

freudiano, Siglo XXI. Madrid


GREEN> André <1990>: Le complexe de castration

Que sais—je?. PUF. Paris.

GIYPIEPREZ SANCHEZ> Gerardo (1990>: Los conflictos de

Personalidad en niños desde un análisis de los


4
cuentos tradicionales. Borden 42(1>, pp.79—8
GUIYIERREZ TER$tAZAS, .1. (1986): Cuestiones de
Psicoanálisis. Universidad Autónoma de Madrid.
IRIGARAY, Luce (1982): Ese sexo que no es uno. Saltés.
Madrid
KLIMOvSRY> Gregorio (1988>: El carácter cientffico del
osicoanálisis Revista de psicoanálisis de Madrid
No.8, pp.73—94

XOFMAN. Sarah (1982): El enigma de la mujer. ¿Con Freud o

contra Freud? Gedisa. Barcelona


EREISLER> León (1973): L’enfant et l’adolescent de sexe

ambiau on l’envers pu mvthe Neuvelle Revue de


Peychanalyse no.?, p.1l8
LACAN, Jacques (1970>: Las formaciones del inconsciente.
Nueva Visión. B.Aires
LACAR, Jacques (1980): Escritos 1. siglo XXI. México.
LAPLARCHE, J. (1973): Bisexuaflté et difflrence des seres

Mouvelle Revue de Psychanalyse no.7, 1973


LAPLARCHE,J.y PoNTALIS,J.B. (1979); Diccionario de

psicoanálisis Labor. Barcelona

—453—
LAPLARCHE>J. (1988): Castración.Simbolizaciones

problemáticas II. Ar,orrortu. B.Aires

LE SOPE, .Tacques <1991): El orden de la memoria. Paidós.

Barcelona

LE GOfl> Jacques <1991): Pensar la historia. Paidós.

Barcelona

LECLAIRE> Serge <1978>: Psicoanalizar. Siglo XXI. México


LECLAIRE, Serge (1982): Desenmascarar lo real. Paidós.

B.Aires

LEvI—STRAUSS>C. (1991): Las estructuras elementales del

parentesco. Paidós. Barcelona


MANNONI, Maud (1973): La primera entrevista con el

psicoanalista. Granica. B.Aires

MAEZUCA, LOMBARDI, LAJOflQUIERE <1986): Curso de

Psicopatología II. Estructuras Clínicas. Psicosis

— Perversiones. Universidad de 8. Aires. Edit.

Tekné. 8. Aires

MASlO, J.D. <1989): Enseñansa de 7 Conceptos Cruciales

del Psicoanálisis. Gedisa. B.Aires

ORVAÑAROS, M.Teresa (1983>: Los comníelos de edino y

en; BRAUNSTEIN (1983): La re—flexión de


los conceptos de Freud en la obra de Lacan, Siglo

XXI. México.

POMNIER> cérard (1986): La excepción femenina. Alianza

Estudio. B.Aires

RIVERA cARRETAS, M.Milagros (1990): Textos y espacios de

mujeres. (Europa siglos Tv—nl) Icaria. Barcelona

—454—
RUIZ DOHEMEO, José E. (1990): La mujer que mira (Crónicas

de la cultura cortés). Sirmio. Barcelona

SAFOUAN, Moustapha (1979): La sexualidad femenina según

la doctrina freudiana Crítica. Sarcelona


SOFOCLES <1982>: Edipo Rey (Versión rítmica de Agustín

García Calvo). Lucina. Madrid

SPITZ, René A. (1966): El primer año de la vida del niño.

Génesis de las primeras relaciones objetales

Aguilar. Madrid

SZPILXA, Jaime (1988): Sobre nslcoanálisis y ciencia

Nuestras bases comunes: la crisis del significado

Revista de psicoanálisis de Madrid No.8, PP.

115—128.

TUBERT, Silvia <1991): Mujeres sin sombra. Siglo XXI.

Madrid

—4 55—

.
CAPITULO 9

LA CASTRACION SIMBOLICA EN LA MUJER:


TRES TEXTOS
INDICE DEL CAPI>I’ULO 9

9.1.— Introducción

9.2.— Un articulo de Freud: El tabú de la virginidad

(Freud 191Ra)

9.3.— Un libro de Nicole Loraux: Maneras trágicas de


matar a una mujer (Loraflx 1989>

9.4.— Un cuento italiano: “El asesino sin mano>é (Calvino

1990)

—4 57—
Introducción

En el capítulo 6, analizando la motivación incestuosa en

los cuentos del tipo “La niña sin brazos” (análisis que
podríamos hacer parcialmente extensivo a los del ciclo

“La niña perseguida”>> mostrábamos el carácter


estructural de la fantasía de seducción paterna.

A tal efecto, por ejemplo> recordábamos una cita de


Laplanche y pontalis:

“La seducción no seria esencialmente un hecho real,

localizable en la historia del sujeto> sino un dato

estructural> cuya transposición histórica sólo podría

realizarse en forma de un mito.” (Laplanche y Pontalis

1979, 416)

Y anunciamos allí que más adelante desarrollaríamos la

siguiente idea:

El cuento de “La niña sin brazos” es la expresión (una>


entre otras posibles> de ese mito que transforma en

relato historificado el elemento estructural de la

seducción simbólica.
O lo que es lo mismo: el relato historificado de la

irrupción en el individuo del deseo del Otro, y el

surgimiento así de su propio deseo, Con la constitución>


en esa operación compleja, del sujeto como nr sexuado.

—458
En el cuento tenemos dos elementos diferenciables: el
incesto y la mutilación. Relacionamos al primero con el

trauma de la seducción paterna y al segundo con la

castración simbólica.

A su vez> consideramos a ambos aspectos como partes


constitutivas de la desfloración ritual, estudiada por

los antropólogos como un rito iniciático (desfloración

que es seguida a veces de un coito ritual>>

Tambien Freud estudia el tema <concretamente, los

fantasmas psíquicos que con frecuencia surgen en el

primer coito de la joven>, en su articulo ZL.tIfl3L~t.IA


5tiznIfli~44 <Freud igíBa)

Todo ello, trauma de seducción, castración simbólica,


desfloración ritual y fantasmas de la pérdida de

virginidad se articulan y adquieren su sentido más

profundo en relación con la estructura que es el complejo

de edipo femenino.

Por tanto, creemos que el episodio incestuoso y la


mutilación en “La niña sin brazos” deben ser

interpretados en ese sentido: representación de los

procesos psíquicos que intervienen en el surgimiento del


deseo sexual de la niña, la naturaleza del mismo y los
procesos fantasmáticos que le acompañan y expresan.

—4 59—
En el cuento de “La niña sin brazos” se vendría a

figurar, a simbolizar, aquello mismo que se representa en


esos rituales simbólicos de desfloración, si apuramos más

la comparación, podríamos decir que esta niña mutilada es

una niña desflorada por un personaje paterno. A partir de

esa operación comienza su vida sexual y social.

Examinaremos en primer lugar el articulo de Freud>

enriqueciéndole con las observaciones algunos

antropólogos que han estudiado directa o indirectamente

la importancia simbólica de la desfloración: Frazer, van

Gennep, Hornilla, La Fontaine.

En segundo lugar recogemos las hipótesis de Nicole

Loraux sobre la relación, en la tragedia griega> entre

sacrificio y matrimonio.

Finalmente, analizaremos una aportación especialmente

valiosa, una “contraprueba”: un cuento italiano que es>

en cierto modo, el negativo de “La niña sin brazos”.

Algo se deja ver ya en el titulo: “El asesino sin mano”.

A través de estas vías, y de alguna más que sólo quedará

apuntada> más todo lo visto en los capítulos anteriores,

deduciremos, en el capitulo siguiente, nuestras

conclusiones sobre el cuento de “La niña sin brazos” y,

con más generalidad> acerca de la posibilidad de un

trabajo interpretativo j.¿fcoanalitico con un cuento

popular.

—460—
9.2.— Las anortaciones de

El tabú de la virginidad (Freud l9lBaHO)

En este articulo> encuadrado en una trilogía que analiza

algunos aspectos importantes de la psicología del amor

<1), Freud, temiendo siempre como referencia el problema

clínico de la frigidez femenina o de determinado tipo de

agresividad de la mujer hacia su pareja sexual, realiza

un interesante trabajo de aplicación del psicoanálisis a

la antropología.

De hecho, como señala strachey en su corto comentario

introductoriO al articulo, se le podría considerar como

una continuación del ensayo segundo de los cuatro que

conforman Tótem y tabi& (Freud 1912—13>, obra en la que

Freud hace su incursión más documentada, audaz y

discutida en el campo de la antropología.

En El tabú de la virginidad Freud se pregunta por la

diferencia de actitudes, en el hombre actual y el


primitivo, respecto a la virginidad de su compañera

sexual.
El hombre actual valoraría la virginidad de la mujer a

quien se une sexualmente como una expresión de su deseo


de monopolio sobre ella, no sólo en el presente y en el

futuro, sino también en una especie de extensión hacia su

pasado. -

—461

:
El que gran número de pueblos primitivos no presenten las

mismas actitudes no quiere decir que desconsideren la

virginidad. Por el contrario> tenía tanta importancia que

había recaído sobre ella el carácter de tabú.

Recoge de varios autores, en especial de Cravley,

testimonios antropológicos relativos a la desfloración

con una nota común: la desfloración no se suele realizar


en el ámbito privado de la pareja sexual> es decir, no la

realiza el marido> sino que es un asunto público, social,

que se realiza por personas que ostentan la adecuada

representación simbólica (2).

La desfloración se lleva a cabo por diferentes


personajes, dependiendo de las variantes culturales y
simbólicas de cada grupo:

Puede realizarla una mujer vieja> “hombres blancos”, un

sacerdote o el propio padre de la novia.

En ocasiones> a la desfloración Sigue una cópula ritual

del oficiante con la joven. Este seudocoito ceremonial


tendría su precedente en coitos grupales en los que

determinados hombres, ligados al novio <amigos o

asistentes> o al padre (el señor feudal y su jus primae

noctis) tienen libre acceso sexual a la novia(3>, dentro

del ceremonial de la boda44>

—462—
¿Por qué la virginidad y, sobre todo, la desfloración
serán objeto de tabú en los pueblos primitivos?> se

pregunta Freud.

Por el horror a la sangre: por el horror a lo nuevO, a lo


desconocido; y por el horror frente a la diferencia y su
más inquietante exponente: la diferencia sexual: el

“horror básico a la mujer”

Ahora bien, si desde una perspectiva la desfloración es

ang-ustiante por cuanto significa producción de sangre>

incursión en lo desconocido, especialmente en el SexO

desconocido...; desde otra, el peligro especifico de la

desfloración viene representado por la hostilidad de la

propia joven. O mejor deberíamos decir, por su


ambivalencia, en que se entremezclan el amor y el odio>

el agradecimiento y el resentimiento, etc.

¿Hostilidad> por qué?.

1) Por el dolor físico —y sus acompañantes psíquicos, por

supuesto— que se inflige a la virgen en la desfloración;


y por el dolor psíquico que supone “la afrenta narcisista
engendrada por la destrucción de un órgano”.

2) Por la decepción en cuanto al logro de satisfacción

—463
3) Por la “protesta masculina” o, en términos más

freudianos, por la “envidia del pone”. Freud otorga a

este elemento una importancia decisiva en cuanto a la

aparición del síntoma de la frigidez femenina. A nosotros

que en este momento no perseguimos una mcta clínica> nos

interesa más la cuarta razón que señala para explicar la

hostilidad de la joven desflorada:

O Por otra decepción, ahora relativa a la identidad de


su partenaire: no hay coincidencia entre el hombre que

desea conscientemente y aquel que deseaba oscuramente y


que provenía del ámbito de deseos de la infancia.

“Los empeños del análisis nos han enseñado cuán regulares


y poderosas son las primeras colocaciones de la libido.

Son deseos sexuales que persisten desde la infancia —en

la mujer, es casi siempre la fijación de su libido al

padre o a un hermano que lo sustituya—> deseos que con

harta frecuencia estuvieron dirigidos a cosas diferentes

del coito o lo incluían sólo coso una neta discernida sin


nitidez. El marido nunca es más que un varón sustitutivo,

por así decir; nunca es el genuino. Es el otro —el padre,


en el caso típico— quien posee el primer titulo a la

capacidad de amor de la esposa; al marido le corresponde

a lo sumo el segundo. Ahora bien, para que se desautorice


a éste por insatisfactoriO importa cuán intensa sea la

fijación y cuán tenazmente se persevere en ella” <Freud

lflBa> 198—99. Negrita nuestra)(5)

—‘464—
Este motivo del deseo temprano dirigido al padre o

sustituto, parece dar razón de la costumbre de los


primitivos que encargan la desfloración a un anciano>

sacerdote u hombre sagrado> es decir, un sustituto del

padre. Corresponderla referir a este mismo deseo edipico

el “derecho de la primera noche” del señor de la Edad


Media o ese otro tipo de costumbres, hasta hace poco bien

extendidas, de las que Freud cita una: ‘las bodas de

‘roblas”, consistente en abtenorse sexualmente durante las


tres primeras noches del matrimonio. Lo que vendría a ser

un recuerdo de la misma institución del “bis primae

noctis”: el reconocimiento de los privilegios del


patriarca.
Tambien los dioses figuran entre los sustitutos del padre

encargados de la desfloración. Así> ciertos rituales

operados por estatuas o falos de piedra, que son

considerados como falos divinos.

Todos estos rituales en que interviene una imaqe~

simbólica del padre ahorrarían, en suma, la transición de

ose padre, objeto edipico, a un sustituto forzosamente

decepcionante. <6)
El primer encuentro con el esposo estaría marcado, entre

otras cosas> por la decepción: “éste no es el esposo

soñado —inconscientemente— desde siempre” (7)


Intimo sentimiento que, reforzado por los otros motivos

(dolor, insatisfacción, envidia, etc>> incrementaría la

hostilidad<de la joven mujer hacia su pareja.

—465—
Evitarle al joven esposo esta explosión de hostilidad en

la novia y, sobre todo, satisfacer> aunque sea en forma

simbólica y metafórica, el antiguo deseo infantil de la


esposa, serian los sentidos que Freud encuentra al ritual

de desfloración en los pueblos primitivos (B).


En estos rituales, el padre> padrino, u otro sustituto

del mismo, debe proceder a la desfloración ritual de la

niña y en algunos casos a efectuar con ella un coito

ceremonial (9)
La perforación del himen> en el caso de la desfloración O

las diversas formas de mutilación rituales —de mutilación

se trata en el cuento que estudiamos— se encuadrarían,


según van Gennep, entre los “ritos de paso”> como ritos

de separación—agregación: (10>

“Se saca al individuo mutilado de la humanidad común

mediante un rito de separación (idea de corte, de

perforación, etc.)> que automáticamente le agrega a un

grupo determinado; Y de tal manera que, al dejar la


operación huellas indelebles, la agregación sea
definitiva.” (van Gennep 198635) (11>

Me aquí -esto no lo dice Freud en este articulo (12>,

cómo el ritual escenifica un orden simbólicO (que no

tiene por qué ser comprendido por los oficiantes) y que


el psicoanálisis había descubierto casi desde el
principio: la niña> neurótica o normal>. ingresa en la

—466—
sexualidad (o la sexualidad ingresa en ella)> a través de
la seducción paterna (considerada por Freud eficiente en

tanto que hecho real hasta 1897, y en tanto que fantasma

originario a partir de entonces) y su consiguiente

inviabilidad.

En la iniciación de las muchachas nayar, en la Costa

Malabar de la India, en el XVIII y comienzos del XIX,


.el ritual requería los servicios de un varón que
fuese miembro de otro taravad (hogar único> con tierras

propias, donde vivían hombres y mujeres> vinculado con el


de la muchacha por una serie de servicios rituales <..

Ese hombre pasaba por el ritual junto con las niñas — o


la niña, pues no está claro si cada niña tenía un padrino

para ella sola. El ritual incluía que el hombre atase un


ornamento dorado (taJÁ> alrededor del cuello de la niña.

Luego la pareja era aislada durante un período variable;

algunas relaciones indican que se suponía que el hombre

debía desflorar a la niña. El rito final consistía en


cortar en dos un pedazo de tela, lo cual significaba la

separación de la pareja. La niña y su padrino no

conservaban ninguna relación especial después de terminar


el rito, salvo por el hecho de que tanto ella como sus

hijos debían observar tabúes de luto cuando moría el

padrino.” (La rontaine 1987, 262. Tambien Silvia ‘t’Ubert

<1991) describe el rito talí, basándose en el estudio de


Gough (1987) sobre el matrimonio poligámico de los nayar)

.4 67—
9.3.- Una oersnectiva interesante de análisis de textos

clásicos

Maneras trágicas de matar a una mujer (Loraux l989~

Nicole Loraux, directora de estudios de la Ecole de

Hautes Etudes en Sciences Sociales de paris, estudia Las

maneras trágicas de matar a una mujer, es decir las


formas en que la mujer perece en la tragedia griega.

Si el asunto del libro ya nos resultaba interesante,

mucho más su forma de trabajo que en ningún momento se

aparta del propio texto. Una prueba de ello es este

párrafo:

si generalizamos demasiado deprisa> deleitándonos en la

satisfacción de haber descubierto la “prueba” de

cualquier gran ley universal, corremos lisa y llanamente

el riesgo de olvidar la lengua —griega> pero, más que


nada, trágica— donde se enuncia la equivalencia entre

ejecución y matrimonio. Resistiéndonos, pues> a la

tendencia a interpretar, vamos de nuevo a avanzar palabra


por palabra, lentamente> en busca del significante

trágico.” (Loraux 1989>61)

No se puede expresar mejor la idea; la misma que debe


guiar, a nuestro parecer, la lectura del cuento

tradicional.

—‘468—

:
Ya en ese párrafo aparece una afirmación, valiosisima

para nosotros> que la autora demuestra con lujo de

referencias a los textos: la equivalencia entre ejecución

de las virgenes y matrimonio.

“Los sacrificios trágicos iluminan el muy cotidiano rito

del matrimonio, por el cual pasa la virgen de un Jcyrios

(tutor) a otro, del padre que la “entrega” al esposo que

la “conduce”. Ironía trágica de los cortejos fúnebres que

habrían debido ser nupciales —el de Ifigenia, el de

Polixena, como también el de Antígona—> natrimonios al

revés> en cuanto conducen hacia un sacrificante que suele

ser el padre y (...) hacia la mansión de un esposo que se


llama Hades. <...) Trágicamente irónico el sacrificio,

cuando la víctima es una virgen: se parece demasiado al


matrimonio.” <Loraux 1989,60) (13>,(14>

Segundo aspecto que a nosotros nos interesa: el padre

como el que habitualmente decide el sacrificio. El


paradigma seria Agamenón que sacrifica a Ifigenia para
conseguir el favor de Artemis, sin el que no podría
conducir al ejército griego a la conquista de Troya.(l5)
“Macaría> Polixena, Ifigenia: liberadas del padre en el
momento mismo en que éste las condena a ser inmoladas
(...), las vírgenes de Eurípides se apropian del
sacrificio que se les impone como muerte> una muerte múy

de ellas.” (Loraux 1989,69. Negritas nuestras) (16)

—46 9
Tercer aspecto que se deduce del estudio atento de los

textos trágicos: la virgen pierde su dondellez en el

sacrificio.

“Una virgen sacrificada pierde su partheneia (su

virginidad) sin obtener marido a cambio. Al igual que

Ifigenia y que Polixena, Macaría nunca será gynÉ pero

tampoco será una parthenos quien llegue al Hades. Ni

espOsa (17) ni virgen> sino en situación intermedia, como

una nyiophé. Pero nymph4 anyiuphos, novia sin novio”

(LorauX 1989.64>

cuarto aspecto que despierta nuestro interés: la relación

entre sacrificio y desfloración que aparece al final de

la siguiente síntesis:
propongamos lo siguiente: en cierto nivel de

generalidad, dentro de la tragedia curipidiana, la muerte

de una persona joven evoca necesariamente sus nupcias; y>

desde tal punto de vista, la virgen sacrificada —esposa

de Hades— no representa sino una encarnación más de la


equivalencia entre muerte y matrimonio. Pero también hay

en Eurípides un lenguaje —oscuro para expresar lo oscuro—


donde la muerte cruenta de las partbenoi se tiene por

manera anormal, atópica, de que la virginidad culmine en

feminidad. Tal vez como si la degollación equivaliera a

desfloración: con la garganta abierta> Ifigenia, Polixena

y Macaría son parthenoi aparthenoi, virgenes no virgenes”

(Loraux 1989>64)

—47
Esta asociación entre sacriflolo y matrimonio, entre

degollación y desfloración, extraída de los textos


trágicos griegos, supuso en un momento ya avanzado de
elaboración del presente trabajo, una cierta confirmación
de lo hecho hasta entonces y un aliciente para seguir
investigando en ese sorprendente camino.

“Conf irmación” en la línea de lo expuesto en nuestro

capitulo segundo, que anima toda el trabajo: la “verdad»,

el sentido, que se ha producido al asociar determinados


significantes:

“mutilación efectuada por el padre” ——> “deseo sexual


incestuoso” ——> “niña sin brazos” ——> “encuentro amoroso
con el príncipe”——> etc., en las distintas versiones de

nuestro cuento, parecen también desprenderse de las


asociaciones estudiadas, en los textos griegos, por

Micole Loraux.

—471—
9.4.— Análisis del tino “El asesino sin ~~ano

<Calvino l990~

En determinado momento del análisis del cuento de “La

niña sin brazos”, recordamos, sin duda por la evidente

analogía del título, haber leído un cuento florentino, de

la recopilación de Italo Calvino, El asesino sin mano (Te

89), versión en que aparece la mutilación de la mano de

un hombre como motivo central.

Es una excepción: no hemos encontrado ningdn otro con ese

motivo.
Es un cuento que, por diversos motivos, nos pareció muy

significativo. Y, por las razones que ahora mostraremos,

un “negativo” del tipo “La niña sin brazos”.

En primer lugar resumiremos el cuento:

“Había una vez un Rey avaro, tan avaro que a su hija


única la mantenía oculta en la buhardilla por temor a que
alguien pidiera su mano y él tuviera que darle una dote.
Un día llegó un asesino a esa ciudad, y se alejó en la
hostería que había frente a la casa de]. Rey. Empezó a

recoger información sobre quién vivía allí.

— Vive un Rey -le dijeron— tan avaro que oculta a su hija


en la buhardilla.

2172—


¿Y qué hace el asesino? Por la noche se encarama al
tejado y abre el ventanuco de la claraboya. La Princesa,
que estaba acostada, ve que abren la ventana y que hay un
hombre de pie en el alféizar.
— ¡Al ladrdnl ¡Al ladrón!”

El ladrón escapa y nadie cree a la princesa. Tampoco su


padre, que se niega a sacarla de la buhardilla a pesar de
los ruegos de ella.
La situación se repite otra vez con el mismo resultado.
En la tercera ocasión ella le secciona con un cuchillo la
mano que habla introducido por la ventana.
El ladrón vuelve a escapar y jura a la princesa que se
tonará venganza.
Ahora ya la creen: la felicitan, Y el Rey la saca de la
buhardilla.

Pasado un tiempo, pidió audiencia al Rey un joven


forastero, bien vestido y bien enguanittdo.El Rey quedó
tan complacido con su plática que le cogió simpatía.
Rabiando de una cosa y de otra, dijo que era soltero, que
buscaba una muchacha gentil para casarse con ella, y que
estaba dispuesto a aceptarla sin dote, tantas riquezas
tenía él por su cuenta. El Rey, al enterarse de que no
quería dote, pensó: “Este es el marido ideal para mi
hija”, y la mandó llamar. La Princesa se estremeció en
cuanto vió al forastero, porque le parecía reconocerlo. .Y
cuando estuvo a solas con su padre, le dijo:

—472—
— Majestad, me parece reconocer en ese hombre al ladrón a
quien corté la ano.
— Sueñas —dije el Rey— ¿Mo has visto que hermosas y
enguantadas manos? He aquí a un auténtico señor.

Las bodas se hicieron aprisa y corriendo y, tras ellas,

los novios se fueron en una carroza.

A continuación, el novio se identifica y le dice que va a

vengarse: ella tendrá que guardar, atada con una cadena a

un arbol como si fuera un perro, la puerta de la casa en

donde 41 va escondiendo los productos de sus fechorías.

La casa está junto al mar. La princesa es avistada desde

un barco; vienen, la liberan y se llevan también las


riquezas del asesino.

Este vuelve, ve lo que ha pasado y persigue al barco que

divisa a lo lejos. Allí esconden a la niña entre unos

copos de algodón que era su mercancía. El asesino, para

localizarla, atraviesa los copos con su espada. En uno de

ellos hiere a su mujer, pero la espada sale limpia de


sangre por el algodón. El asesino se va. La desembarcan

(sólo estaba “apenas herida en un brazo”) en puerto

seguro.

Pero ella no quería saber nada de volver a tierra y

continuaba diciendo:

— ¡Arrojadme al mar! ¡Arrojadme al man


Los marineros entraron en consejo, y uno de ellos, que

era viejo, casado y sin hijos, se ofreció para llevarla a

—47 4—
su casa con parte de las joyas del asesino. La mujer del
marinero era una anciana de buen corazón y se encarifió
con la muchacha.
— ¡Te cuidaremos como a una hija, pobrecita!
— Sois tan buenos —dijo la muchacha—. Sólo os pido una
gracia: quiero estar siempre encerrada en casa y que
nunca me vea ningún hombre.
- No te preocupes, pobrecita: a nuestra casa nunca viene
nadie.

La muchacha se pone a bordar y la vieja vende sus


bordados al Rey vecino. Este, sorprendido y sin creerse
la historia que cuenta la vieja —que la tejedora es Su
1
hija—, la sigue hasta la casa,

Cuando la vieja estaba a punto de cerrar la puerta de


casa, el Rey se adelantó y puso un pie en el intersticio;
la vieja lanzó un alarido. La muchacha que estaba en su
cuarto, oyó el alarido y pensó que el asesino habla
venido a buscarla, y del miedo se desmayé.
(..)—¿Pero por qué tienes tanto miedo de que llegue
alguien? —preguntó el Rey, a quien esta hermosa muchacha
sin duda le gustaba.
— Es mi desgracia —dijo ella, y nada más.

Al cabc del tiempo el Rey pidió la mano de la niña. Los


padres adoptivos aceptan. y ella también, pero con una.
condición:

—4 75—
No quiero ver a ningún hombre, salvo a ti y a mi. padre
—(llamaba padre al viejo marinero)—. Ni verlos ni que me
vean.
El Rey accedió. Porque ante todo era celoso y lo alegraba
que ella no quisiera ver a ningún hombre.

Otra boda. En secreto.


Al poco tiempo los súbditos enpiezan a murmurar: ¿por qué
se oculta la reina?: ¿Será una bruja?. ¿tina horrible
jorobada?. ¿O será una mona?....
El Rey la pide que se muestre una hora diaria. Cuando
aparece a los ojos de la gente, ésta la rodea de
admiración, sin embargo:

La Reina, sin embargo, recorría la multitud con la


mirada, llena de aprensión. Y en eso, en medio de la
multitud, vió la cara de un hombre embozado, todo de
negro, un hombre que se llevó una mano a la boca y la
mordió en señal de amenaza, y luego alzó el otro brazo y
mostró que terminaba en un muñón. La Reina cayó al suelo
desvanecida.

La llevaron a su cuarto, la acostaron y llamaron a los


médicos, pero no sabían qué mal la aquejaba; quería
permanecer encerrada y no ver a nadie, y no dejaba de
temblar.

—‘476—
Viene un rico señor forastero que agrada mucho al Rey.
Este le invita y aquel corresponde con
vino. . . narcotizado.
Ya están todos dormidos, salvo el señor, que es el
asesino, y la reina.
Ella esta echada en la cama, con los ojos desencajados,
tal como si lo esperase.
— Ha llegado la hora de mi venganza —dijo el asesino
hablando en voz muy queda—. Levántate y ve a buscar una
palangana de agua para lavarme la sangre de las manos
cuando termine de deqollarte.
La Reina se levantó y corrió junto al marido.
— Ibespiértate! ¡Despiértate, por caridad!
Pero el marido denia. Todos dormían en el palacio, y no
había forma de despertarlos. Cogió la palanqaa. de agua y
volvió.
— Tráeme también el jabón —dijo el asesino que estaba
afilando •l cuchillo.
Ella fue, sacudió a su marido una vez más, pero fue
inútil., Trajo el jabón.
— ¿Y la toalla? —preguntó el asesino.
Ella salió, cogió la pistola del marido dormido, la
envolvió en la toalla, y al entregarle la toalla al
asesino, le disparó a quemarropa y le metió una bala en
el corazón.
El disparo despertó a todos los borrachos, al Rey en
primer lugar, y acudieron a ella, EncontrarOn al asesino
muerto y a la Reina finalmente liberada del terror.

—4 77—
Tenemos aquí a otra malcasada (18). El primer lugar, por

motivo de un padre que no la desea: lo único que desea es

su propio dinero.

En las versiones examinadas de “La niña perseguida” el


padre quiero a la niña; y la quiere para si. Hemos visto
que ésta seria la causa —directa o indirectamente— más

eficaz del conflicto: no quiere dar la niña a nadie y,

naturalmente, tampoco a ningún hombre. Y si tiene que

hacerlo es a su pesar y sometiendo al pretendiente a

pruebas poco menos que inposibles.(19)

En esta versión, sin embargo, está dispuesto a entregarla

“al primero que pase”, con una única condición: que no

exija dote. El padre quiere desembarazarse de la hija.


ItUna hija nc deseada por el padre”. Este motivo es una

clara excepción dentro del ciclo de “La niña perseguida”

aunque también este cuento comience con la configuración

que ya nos es familiar: “un padre y una hija, solos”,

respecto de la cual algunos autores han afirmado que su

sola presencia es representación de una relación

incestuosa (R. Almodóvar 1989)

Aquí, por el contrario, se nos aclara que no hay deseo en

la relación padre—hija. El rey la tiene escondida, pero

no para si —como es frecuente en muchos cuentos

populares—, sino por avaricia de su dinero..

—478—
En capítulos precedentes hemos planteado que este deseo
paterno es:
a) causa del conflicto de la historia, del relato

b) expresión imaginaria de una pieza estructural la


castración simbólica efectuada por la “metáfora paterna”
o padre simbólico.

En forma distinta a lo que ocurre en las demás versiones,


en ésta seria “el asesino” la expresión incestuosa,
violadora, traumática, insimbolizada del padre. El
padre—asesino que no seduce simbólicamente sino que
pretende hacerlo realmente, con lo que la castración nc
se mantiene en el registro simbólico sino que tiende a
aparecer en lo real. Lo real del cuerpo, por ejemplo (20)
Los posteriores intentos de seducción-dCsflOraCiófl que
más adelante analizaremos (barco—espada/
palangana—cuchillo) no alcanzan el objetivo: la niña no
se “abre” al deseo, y precisamente por ello, además,
entra en una relación de terrible rivalidad con el
padre—varón.
“El asesino, que se informa de esa situación, pretende

llegar hasta esa niña no querida”. ¿Para qué?.

¿Para conseguirla como esposa? No parece: podría haberla


pretendido sin dote, como hará más tarde, y el padre se

la hubiera entregado gustoso.


¿Para robar? ¿Qué se puede robar a la hija de este

avaricioso rey que la tiene encerrada para no gastar?.


Tampoco parace probable.

—479—
Sólo puede convencernos la suposición de que le quia el

deseo sexual. Entra en la buhardilla cono un violador, Se


trata también aquí, por tanto, de un intento de seducción

violenta de la niña. Sólo que en este caso queda patente

su carácter no simbólico < no efectuado por el padre

simbólico).

La niña no queda “castrada”, no se ha producido una

adecuada desfloración ritual por alguien que representa


la función paterna, no ha habido mutilación, separación.
o, podríamos decir mejor, que ésta ha sido desplazada al

partenaire, al otro . Parece que escuchamos a Freud en


“El tabú de la virginidad” <Freud lSlSa)

La niña, al no haber sufrido el necesario paso por el

mecanismo simbólico de la castración, ha evolucionado

hacia lo que Freud, citando a Adíer, llamó “la protesta

masculina” o “la envidia de pene”

Traslada la castración, no simbolizada, al varón y entra

en una brutal rivalidad con él.

Cuesta no pensar en la desfloración cuando leemos el

episodio del atravesamiento del brazo de la niña con la

espada que debería volver ensangrentada (señal de que la

desfloración se habría producido). Pero no es así. Un

pequeño rasguño que además es disimulado. La niña ha

salido indemne, la desfloración no se ha consumado.

—~48O—
Como la intervención no ha sido efectuada por “guien”
debiera —el padre—, ni”cuando” es oportuna —antes de la

elección de objeto, marcando el final del complejo

edipico—, ni “como” debe ser realizada —simbólicamente y

apoyada, identificada además con el deseo y el amor

paterno—, la castración—desfloración es vivida cono algo

persecutorio (un marido—asesiflo), real (un

atravesamiento—perforación, un corte) y muy agresivo

(perforación que hiere cono la espada, corte que desangra

como el cuchillo, que amputa, etc)

Tras ese primer intento, fallido, la niña retorna a unos

padres que, ahora si, parecen quererla y cuidarla.

Especialmente a una madre (tendrá más presencia en el

texto que el viejo marinero), como si hubiera una vuelta

atrás, más atrás de la configuración psíquica en que

comenzó el cuento (padre e hija solos), a un vinculo de

amor y protección con una “buena pareja”:

— “Sois tan buenos —dijo la muchacha-”.


Y añade:

“Sólo os pido una gracia: quiero estar siempre encerrada

en casa y que nunca me vea ningún hombre”

Expresión franca de su anhelo regresivo que pretende

dejar fuera de sí el deseo heterO5CX~ial.

pero dura poco. De inmediato el texto nos presenta un

nuevo personaje: el Rey bueno. Y una pelea de pareja:

—481”
Cuando la vieja estaba a punto de cerrar la puerta de la

casa, el Rey se adelantó y puso un pie en el intersticio;

la vieja lanzó un alarido.

Lo que llega a los oídos de la niña es un forcejeo entre

un hombre y una mujer. El quiere forzar la entrada y la

mujer se tosiste. Un alarido.

La escena bien podría figurar algo que está en la

experiencia de todo niño: haber escuchado los ruidos

-“ominosos” dice Freud (Freud 1905e)—, procedentes del

encuentro sexual de los padres. Experiencia real o

fantaseada, Vinculada a los personajes concretos O

desplazada a sustitutos (21).

Y esta “escena primaria” o “fantasía de escena primaria”

constituye la fantasía de seducción por excelencia: la

sexualidad de “afuera” que irrumpe en el sujeto a través

de escs “ruidos ominosos” cuyo carácter ya denuncian la

existencia de una sexualidad de “adentro” (22)

Cuando la niña oye el forcejee se desmaya.

La experiencia clínica nos trae a la memoria situaciones

muy parecidas en que una joven reacciona, desde un

posicionamiento histérico (23), a un estimulo exterior

que la conflictúa de alguna manera. Hay conflicto: el

estimulo externo entra en compleja relación con otros

estímulos internos.

—482—
Reacción histérica frente a un estimulo que actualiza un

deseo insoportable (estimulo interno): el conflicto es

reprimido y el afecto desplazado al cuerpo: reacción

corporal sintomática (el desmayo)

Enseguida se tranquiliza con este nuevo Rey que al poco

tiempo pide su mano (24). y ella acepta. Con una

condición:

- No quiero ver a ningún hombre, salvo a ti y a mi padre


—(llamaba padre al viejo marinero)—. »i verlos ni que me
vean.

Un padre que no es el padre y un esposo que nO es el

esposo.

Aquí tenemos un buen ejemplo que nos permite distinguir

lo que es un símbolo y lo que es la función simbólica


paterna.

El viejo marinero que cuida a la niña, que se ha hecho

cargo de ella, es sin duda un símbolo del padre. Por esO

la niña lo llama padre. Pero sin embargo este sustituto

simbólico del padre no puede realizar la operación


simbólica reservada el padre simbólico.

De la misma manera, este Rey que pide su mano, es un

símbolo del esposo, símbolo del deseo sexual hacia la


niña. Pero no puede simbolizar una porción de deseo que

ha quedado ligada al esposo asesino.

—4 83
Y ese deseo insistente (el cuento lo figura
magistralmente), sobre el que no ha funcionado la

simbolización del padre simbólico, se convierte en deseo

traumático y traumatizante~ “no quiero verlos, ni que inc

Vean”.

Y se realizan las bodas. Irregulares por cierto: la niña

está ya casada y ella lo sabe.

Este motivo “polígamo”, ¿a qué se debe?. Porque no se

suele encontrar entre los cuentos consultados

Es poligamia porque el matrimonio segundo no acaba con el

matrimonio primero. Ella sigue obsesionada con el deseo


vengativo y asesino de su primer marido.

Freud afirma que en todo matrimonio, en la primera


experiencia, la desfloración es decepcionante por cuanto

“no era lo que se creía” y “nc era quien se creía”.

Este resto del objeto originario (25), no desplazado al

objeto actual, tiene una doble función:

- el mantenimiento del deseo. Ya que el objeto actual


nunca se superpone enteramente al objeto originario, al

objeto de la experiencia de satisfacción, al objeto

buscado por el inconsciente. Por tanto, es preciso seguir

buscando...

—484—
- producir la insatisfacción y el conflicto neurótico.

En este caso el cuento nos dice que el segundo marido no

anula al primero, y el primero no anuló al primer objeto

(en el texto, por supuesto): el padre. De ahí viene el

conflicto, que no es neurótico. En este caso Se nos

presenta a una joven paranoica.

El Rey accedió. Porque ante todo era celoso y le alegraba

que ella no quisiera ver a ningún hombre

Es una alianza loca, el padre la tenía encerrada en la

buhardilla; ella quería estar encerrada y no ver nunca a

ningún hombre. Y ahora el marido pretende también tenerla

encerrada.

Y comienzan a aparecer rumores sobre la monstruosidad de

la niña: mona, jorobada, bruja..

Esto nos recuerda los infundios de otras versiones,

acerca de la niña, Sólo que allí son maledicencias...

aquí, ¿qué son?

Una hora de aparición en público. Y distingue entre la


multitud a quien buscaba ávidamente con la mirada. (26)

Un deseo que emerge desde adentro, desde lo “familiar


extraño”(siniestro). Un deseo sexual insoportable,

mezclado con deseos de violación, con venganza, con

deseos de muerte.. .todo aquello que ella “no quiere ver


ni que vean”

—4 85—
Algo que ella, por mediación del marido mutilado, ha
desplazado a los hombres (mecanismo paranoico), la falta

brutal, real, no simbolizada (por efectos de la

forolusión del significante paterno) ha sido

violentamente proyectada al exterior y amenaza como real,

como siniestro, cono alucinación.

vuelve a desmayarse: cada vez que el deseo reprimido

amenaza con retornar.

No sabían qué mal le aquejaba; quería permanecer

encerrada y no ver a nadie, y no dejaba de temblar


¿Lo sabemos nosotros?. Parece la versión, en delirio

paranoico, de un encuentro sexual.

La llegada del esposo asesino nos recuerda la vuelta de

Ulises a Itaca (Homero 1968). En el mito homérico el

deseo de Ulises, fundamentalmente destructivo, está

desplazado hacia los pretendientes que quieren

sustituirle y a las siervas que no le han sido fieles y

han disfrutado con los pretendientes de Penélope. Esta

le aguarda, no se libera a la posibilidad (como lo hizo

nuestra protagonista) de un segundo matrimonio.

Su velo está inacabado..: nos suena, en el contexto de la

lectura de “El tabú de la virginidad”, a la imposibilidad

de Penélope para reconstruir su himen destruido. No puede

ofrecerse a otro que no sea su primer marido. A pesar de

que han pasado veinte años y nada se ha sabido de él en

este tiempo. Algo que Freud denominaba, citando a

Krafft-Ebing,la “servidumbre sexual” (Freud 1918a).

—4 86—
En el cuento toda la destructividad se mantiene en la

mútua relación.

Mediante un ardid, el asesino—esposo llega hasta la niña

que estaba echada en la cama, con los ojos desencajados,

tal como si. lo esperase.

Con sorprendente crueldad, él le pide una palangana de

agua para lavarse la sangre de sus manos (27)

Le pide una palangana, jabón y toalla.

¿Son movimientos propios de un asesino? ¿Se trata de Un


bandido sádico?. ¿Limpio?.

¿No parecen más bien los preparativos de uno de esos

“hombres cuya profesión es desflorar novias” (Freud


191Ra).

Es una representación inacabada de un coito sádico, En

realidad, del primer coito o, lo que es 10 mismo, de una

pérdida de la virginidad vivida cono una brutal y

aterradora agresión.

Persiste la rivalidad y la agresión basta el final: ahora

toma la pistola del marido—dos (como en su momento “tomó”

la mano del otro) contra el marido—uno.


Ni el padre la deseaba para si ni la defendía del peligro

que suponía la amenaza de violación, al principio del


cuento.
Al contrario: recuérdese que la entrega al asesino a
pesar de los avisos aterrados de la niña:

—4 87—
la princesa se estremeció...
(y el padre:) Sueñas He aquí a un auténtico señor

Posteriormente este segundo marido —que también la


encierra como el padre—, tampoco la defiende del retorno
de ese marido— —pesadilla:

La expone a su vista; le deja entrar en palacio, engañado


por una simple apariencia —como también hizo el padre—;

permite que narcotice a todos; y finalmente, se duerme,

dejando a la niña en manos del asesino, Otra vez.

Podríamos decir, en términos de la falla de la función

simbólica paterna: se trata de “un padre” que, desde el


punto de vista de la hija, no quiere a esta, no la desea

para si. Se separa de ella sin ningún traumatismo, ni

supone una privación para él —que está deseando

“desembarazarse” de ella—, ni produce separación y

castración simbólica en ella. En cierto nodo, deja a

otros que hagan lo que tendría que hacer él: desprenderse


de la hija en tanto que fragmento narcisista de sí y
“mancar” a la hija —hacerla “faltante y deseante”—,
introduciéndola así en un mundo fantasmático en donde
todo es susceptible de ser deseado porque “algo real
falta”. (“Real” no es “de la realidad”, recuérdese).

Porque algo real falta, se puede organizar simbólicamente

la búsqueda (deseo) de los objetos imaginarios.

—4 88—
Pero si eso no se hace desde la posición simbólica del

padre, el cuento parece decirnos que “lo real” se

desborda: la castración simbólica se-puede convertir en

mutilación real; la privación y la pérdida en asesinato y

destrucción; el deseo en siniestra persecución; y


finalmente, la diferencia de los sexos transformarse en

una confrontación sin piedad ni cuartel.

—489
NOTAS AL CAPfl’OLO 9

<o).— van Cennep dice, a propósito de los ritos de paso


ligados a “la primera vez”:

“El primer coito de la mujer tiene un carácter ritual, de


ahí toda la serie de ritos relativos a la pérdida de la
virginidad. El primer matrimonio es el más importante, no
sólo a causa de la virginidad perdida, pues en numerosas
poblaciones, o bien ha habido un periodo de coitos
preliminares con los jóvenes (casa comunal de las
Filipinas, etc.), o bien la muchacha sólo le es entregada
al novio tras una desfloración previa” <van Gennep
1986,187)

La importancia ritual de “la primera vez” debe estar


ligada, psíquicamente, al surgimiento del deseo.

<1).— La trilogía es:

— Sobre un tino narticular de elección de obleto en el


hombre <Contribuciones a la insicolocía del amor.fl
(1910h>
— Sobre la más generalizada deoradaclón de.LL.vida
amorosa <Contribuciones a la psicolocia del amorlil
(1912d)
— El tabú de la virginidad <Contribuciones a la
nsicolccia del amor.TIfl (lSlSa)

<2).— No se trata desde luego de personas con preparación


»técnicafl para ello.
Si se tratara de una necesidad de este tipo, de
especialización técnica, se hubiera intentado recurrir a
personas que, aun siendo ajenas al grupo, tuvieran ese
tipo de preparación: médicos, misioneros, etc. Pero nc se
trataba de esto en absoluto.
“Salvo en la sociedad occidental, la circuncisión es
llevada siempre a cabo cono parte de un ritual, hecho
éste que debe subrayarse. En ninguna parte, salvo en los
hospitales seculares de Europa occidental y de América,
se realiza esa operación simplemente por razones
prácticas. si bien muchos pueblos pueden justificar su
práctica en términos higiénicos o cosméticos, como en el
caso de Occidente, en todas las demás partes está
integrada en un ritual de transición y, por lo tanto,
semejantes razones no la explican’ (La Fontaine 1987,
161—2)
(3).— Madamos que esta situación ceremonial permite
también a la novia el acceso a esos personajes, lo que va
a tener la mayor importancia en el razonamiento freudiano
que vamos exponiendo

(4).— Unos comentarios sobre las analogías y diferencias


entre algunas explicaciones, elaboradas desde ópticas
distintas, acerca de la importancia concedida a la
virginidad y a su eliminación:

—sociológica: la virginidad como garantía de


transmisión patrimonial, cuestión que ya está presente en
Engels y que cobra la mayor importancia en grupos
culturales en los que sólo hereda al padre el hijo mayor,
el hereu catalán, por ejemplo,
<Es evidente que tiene mucho que ver cOn los sentimientos
narcisistas del padre, del marido, o de ambos)

—antropológicas: la virginidad establece la


pertenencia a un determinado grupo social, es marca de
orden social. Es el orden simbólicO, no el económico, el
que impera.
Si la virginidad o su ausencia es señal de ‘paso”, debe
ser rigurosamente controlada.
—psicoanalíticas: la virginidad no está ligada a un
fragmento corporal. La “pérdida” de la virginidad —que
aquí no será genital, sino sexual en sentido amplio:
no sólo por el carácter simbólico de la sexualidad, sino
por su vinculación con el deseo— se produce por la
efantasía de ~ por el deseo de incesto
parental.
No debemos olvidar que esos padres reales o fantásticos
—el rey de los cuentos que no se separa de la hija, cuya
mano no está dispuesto a conceder— preserva su
virginidad (genital) al tiempo que la mantiene en Una
situación de seudoincesto.
El acatamiento de la ley de prohibición del incesto
implica el paso por la dinámica del deseo y, por ello, la
pérdida de la virginidad <no anatómica, sino
e antasmática)

Tambien el incesto puede justificarse, come lo hace


Frazer, desde la perspectiva del “control de la herencia”
o del “mantenimiento en el poder”:
(...) Casos parecidos de incestos con una hija se
conocen en muchos reyes antiguos. Creemos improbable que
tales relatos carezcan de fundamentO y quizá igualmente
improbable que se refieran a explosiones simples y
casuales de lascivia innatural. Podemos sospechar que
esos relatos se basan en alguna costumbre efectivamente
practicada por una razón definida en ciertas

—491—
circunstancias especiales. En los paises en donde la
sangre real se transmitía solamente a través de las
mujeres y, en consecuencia, el rey subía al trono sólo en
virtud de su casamiento con una princesa heredera, la
cual era el verdadero soberano, parece que con frecuencia
ocurría que un príncipe se casara con su hermana la
princesa real, al objeto de obtener con su mano la corona
que de otro modo iría a otro hombre, quizá a un
extranjero. ¿Podrá haber dado motivo la misma regla de
herencia para el incesto con una hija?. Para ello,
creemos corolario natural de tal regla, que el rey estaba
obligado a abandonar el trono a la muerte de su esposa la
reina, puesto que lo ocupaba tan solo cm virtud de su
matrimonio con ella.
Cuando el matrimonio terminaba, sus derechos al trono se
extinguían y pasaban al momento al marido de su hija;
así, si el rey deseaba seguir reinando despues, ya viudo,
el único recurso que le quedaba para continuar
legítimamente en el trono era desposar a su hija,
prolongando así a través de ella su derecho, que había
sido primeramente obtenido por intermedio de la madre”
<Frazer ígag, 386)

(5).— No estamos de acuerdo con Freud, en un matiz,


cuando dice que “el marido nunca es más que un varón
sustitutivo, por así decir: nunca es el genuino”.
Es cierto que el marido es un sustituto, un objeto de
deseo por la transferencia desde otros objetos <padre,
Serrano, etc) a él. Pero no es sólo eso. En la relación
con cualquier “objeto” nuevo, hay algo que se repite del
vinculo con otros objetos —sin transferencia la relación
sería imposible—, pero también hay algo original,
genuino, que suele ser fuente de atractivo y conflicto
para el sujeto.
De manera que el vinculo primitivo con el padre no satura
nl explica todo en la relación actual con el marido, como
tampoco la relación con el marido es ajena, ni anula el
vinculo original con el padre.

<6).— Pero la decepción de la desflorada y su


subsiguiente hostilidad tal vez habría que relacionarlas
con otra decepción más honda: el objeto actual —el
compañero sexual de su primer coito— no es el objeto
edipico, paterno; y, mucho menos aún, el objeto
auténticamente primitivo: la madre.

La joven, con su primera relación sexual —más aún si ésta


supone o puede suponer un vinculo social estable con un
hombre-, ingresa en un orden heterosexual, en calidad de
mujer, lo que la separa definitivamente del vinculo
homosexual con la madre.
El partenaire no es la madre fantasmáticameflte anhelada
ni un sustituto adecuado de ella. Ser esposa acarrea la
pérdida de la fantasía de ser la pareja feliz de la
madre.

Esta idea se insinúa como central en el trabajo de Ruiz


Domeneo (1990). No aparece sin embargo en El tabú de la
virufli.tfl~ de Freud.
Tal vez en nuestro cuento la protagonista lo inteflta el
marido parte a no se sabe dónde y ella se queda en un•
mundo de mujeres, especialmente un mundo materno.
Pero este mundo resulta ser terrible: la madre está
enojadisima, tal vez representando proyectivalsente, el
odio de la propia protagonista cuando ella descubrió que
la madre no la deseaba a ella en exclusiva, sino que se
entregaba al padre ante sus ojos.
En esta ocasión la madre (suegra> es la resentida, le va
al hijo—padre “con los cuentos” de la hija—madre
utilizando para ello cualquier añagaza, tal es su odio
por ser excluida.
La niña parece dispuesta a ofrendar ese hijo a la madre
—no necesita al marido más que lo justo para la
fecundación—, que lo rechaza por monstruoso. “Un hijo
monstruoso”: es, sin duda, uno de los pensamientos que
debe albergar la mente de la niña edipica, acerca de los
siguientes hijos concebidos por la madre, ConcebidoS, no
con ella, sino en esa “monstruosa” relación con el padre.

(7).— Bueno será recordar aquí que el anhelo que ha


permanecido inconsciente desde las primeras vivencias de
deseo, por ejemplo éste de convertirse alguna vez en la
pareja del padre (Dolto 1990), triunfando así sobre la
madre —recordemos Blancanieves, Delgadina, etc—, se
mantiene inalterable con independencia de los cambios que
se hayan producido en la “realidad objetiva exterior”.
Aunque el padre de la realidad haya devenido luego un ser
odioso, o despreciable, O indiferente, o se está con él
en los mejores términos de amistad fil-ial, o haya
desaparecido del mundo objetivo, el anhelo original
inconsciente se mantiene inalterable, precisamente por su
carácter inconsciente (Freud 1899a, 1907a)

(8).— Aunque, muy probablemente, el que ejecuta o sufre


un ritual —éste o cualquier otro—, no necesita encontrar-
en ello ningún sentido, que no sea el de hacer “aquello
que debe ser hecho” para mantener el orden simbólico que
rige la vida.
Orden simbólico que no necesariamente tiene que ser
entendido; simplemente debe ser cumplido.

—493—
“La preocupación aparente de los ritos de iniciación de
muchachas por el matrimonio y la maternidad no es, pues,
tan solo una preocupación por la reproducción, sino una
representación dramática del orden moral que es la
constitución de una sociedad.” (La Fontaine 1987, 261)
(9).— “En cuanto a las mutilaciones que afectan a los
órganos sexuales, e incluso en el caso de perforación del
himen por un coito preliminar al matrimonio, no tienen
ninguna significación sexual propiamente dicha, como he
expuesto en numerosas ocasiones” (van Genmep 1986,183)

Sin duda el autor se refiere a que no podríamos hablar


aquí de una significación sexual en el ámbito de lo
personal; que se trata de una expresión sexual
institucionalizada, simbolizada, que excede a las
personas y atañe a las funciones.
No obstante, la sexualidad personal habrá de
desarrollarse sólo dentro del marco (estructura) que
configuran esas funciones y operaciones simbólicas.

(10).— Tambien el cuento representa, en forma más o menos


hábil y poética, el “paso” de la niña, su separación de
un estatus y su agregación a otro.
Al modo como se representa en las “puestas de largo”:
ceremonia en que la púber es introducida en el “mercado
sexual” —de una determinada clase social, por supuesto—,
generalmente del brazo del padre.
Recuárdense a este propósito los bailes u otros
encuentros sociales —los actos religiosos en la iglesia,
en los cuentos rusos—, a los que “la niña perseguida”
suele tener vetado el acceso. Pero ella acude,
indefectiblemente, Y no necesita que nadie la introduzca.
En realidad, ella ya ha sido introducida en el ámbito del
deseo sexual por el padre, a través del acontecimiento o
vinculo incestuoso que se presenta al comienzo del
cuento.

Ahora bien, el cuento no se limita a dar noticia de este


cambio iniciático en la vida de la joven. “Explica” la
instauración, en la mujer, de la articulación deseo—ley.

(11).— Más específicamente: el primer coito ceremonial o


la desfloración ritual estarían encuadrados en los ritos
de paso vinculados a “la primera vez” (van Gennep
1986,187)

(12).- Laplanche critica a Freud no haber valorado más el


aspecto de castración simbólica que hay en el ritual de
la desfloración:

‘.4 94—
“Freud no va mucho más lejos en ese sentido.
curiosamente, no explora tampoco la significación física
del acto de desfloración en cuanto derramamiento de
sangre, destrucción del himen, por lo tanto algo que se
interpretaría facilmente como un rito de pasaje,
comparable a los rituales de circuncisión en los cuales
Freud, por otra parte, ve el equivalente simbólico de una
castración.
El ritual de desfloración mo es puesto en relación
directamente (..) con un ritual de castración simbólica”
(Laplanche 1988,98—99)

No estamos seguros, por cierto, de que Laplanche no


incurra en lo mismo que censure a Freud.

(13).— sobre el tema literario del padre ejecutor, la


autora cita a E. pellizer: Favole d’identitá, favole di
paura, Pp. 102—103

(14).— Otras forras de representar metafóricamente el


matrimonio:
“..,el matrimonio, del que el rapto mitico es una de sus
metáforas” (Bruit Zaidman 1991)

(15).— Resulta interesante que algunas versiones del


mito, Ifigenia es salvada por la diosa e» el último
momento al sustituirla por una cierva. Lo que nos
recuerda a múltiples “niñas perseguidas” y condenadas a
la muerte por el padre o la madre, que, en el último
momento son sustituidas por un inofensivo animal que
pasaba por allí.

(16).— Nosotros diríamos que un solo acto —la degollación


sacrificial—, condense muchas cosas:
- La instauración de la ley - del incesto:
imposibilidad de una relación incestuosa real (“liberadas
del padre”),
- por efecto del acto brutal, traumático -aquí
degollación, en el cuento mutilación— que simboliza la
violación del padre. Concretamente, la violencia que
supone la irrupción del deseo del padre en el universo
“presexual” de la niña (Freud 1896b; Ferenczi 19611
Laplanche 1976)>
- y como no nos quedamos en lo que da simple pueda
temer la teoría freudiana del la seducción, o la del
“lenguaje de la pasión” irrumpiendo en el “lenguaje-de la
inocencia” de Ferenzol—: la articulación a esa estructura
imaginaria, del deseo de la niña: la normalización de su
deseo incestuoso que deberá encontrar para su realización
el camino de lo metafórico y metonimice (Laplanche 1989,
Gutierrez Terrazas 1989)

—495—
(17).— En la versión de los hermanos Grimm, El novio
bandido <040), asistimos al sacrificio cruento de una
joven doncella. Se trata de una especie de alter—ego de
la protagonista. Las posibles equivalencias de la orgia
de sangre con la fantasía puberal de la noche de bodas
será comentada a propósito del análisis de la versión de
otro “novio bandido”: El asesino sin mano (Te 89).
El sacrificio de otra virgen, Macaría, para salvar a sus
hermanos, los herAclidas, es también un motivo clásico en
el ciclo de “La niña perseguida”, Constituye el subgrupo
de “Los siete cuervos” que cuenta, entre otras, con
versiones como:
Los siete cuervos (E 115); Los siete cuervos <RA 39),y
las muy conocidas de los hermanos Grimm: Los doce
hermanos (0 9); Los siete cuervos (0 25) y Los seis
cisnes <0 49).
Precisamente sobre estas tres versiones de los hermanos
Grimm, realiza un magnifico y paradigmático análisis
Bellemin—Noñí en su Les contes et leurs fantasaes (1983)

(18).— ver el cuento de los Grimm “El novio bandido” (0


40), el caso de Godelive en La matrona y la malcasada
(Duby 1990), y nuestros comentarios acerca del tema en el
capitulo 4.

(19).— Esta función de las pruebas está muy documentada


sri Propp <Propp 1971 y 1974). En otro lugar hemos
comentado este aspecto en nuestros cuentos populares
(Rodríguez Almodóvar 1989) y, respecto de la renuencia
del padre a entregar a su hija a una relación amorosa con
otro hombre, ver :“El caballero de la Espada”, relato
medieval, publicado en español en la editorial Siruela.
Por lo que se refiere a la Edad Media, se encontrarán
9,II),y en D’Jby
también muchos datos en Ariés y Duby (l98
(1990)
(20).— Del cuerpo del asesino en este caso.
Nótese que en todas y cada una de las versiones,
populares o literarias, las manos de la niña le son
devueltas en alguna forma; no ha habido mutilación real,
definitiva.
Por el contrario, el asesino muere manco: ha habido una
mutilación real, irreversible.

(21).- La “escena primordial” u originaria es una noción


freudiana que hace referencia a la “escena de relación
sexual entre los padres, observada o supuesta basándose
en ciertos indicios y fantaseada por el niño (Laplanche y
Pontalis 1979,124)
Nos interesa señalar ahora que los personajes que
componen imaginariamente lo real de la escena no tienen
necesariamente que ser los padres: dos niños que juegan
cuerpo a cuerpo, unos animales intentando una cópula, un
ruido —el “clic” de la paciente de Freud (Gutiérrez
Sánchez 1989)—, un grito -como el del cuento—, pueden
desencadenar un proceso fantasmático escaso Cm imágenes y
rico en sensaciones <excitación, angustia, miedo, tal vez
vivencia de lo siniestro, etc) que es a lo que llama el
psicoanálisis “fantasma originariO”.

Respecto a este tema ya hemos sugerido bibliografía en la


introducción, No obstante y aunque repitamos las
referencias, dos nos parocen oportunas a lo que estamos
viendo:
En cuanto al carácter de “pobreza represefltaoiOnal” del
fantasma originario, ver: Das dimensiones clínicas:
síntoma y fantasma (Miller 1984).
En cuanto al carácter estructural y estructurante de los
fantasmas originarios, ver: Fantas<a oritltisrifl. fantasía
de los origenes. origen de la fantasía (Laplanche y
pontalis 1976).

<22).— La escena de seducción no tiene por qué tener una


caracter intencional, ni siquiera real, por parte del
“seductor”. Un determinado día, un niño, que había visto
eso mismo muchas veces antes, queda fascinado, seducido,
por una determinada percepción.

<23>.— No necesariamente muy patológico: en determinados


momentos de los usos sociales estaba bien vista una
cierta predisposición femenina al desmayo.
Perrault advierte esto mismo, en un comentario muy a su
estilo cortesanO, en Pulgarcito.

(24).— El Rey “pide la mano” de la niña.


No deja de impactamOS esta formula que ya henos
comentado en la nota 3 del capitulo 7 —“pedir la mano de
una doncella” como equivalente a pedir a unos padres (¿O
a un padre?) su hija en matrimonio”½ aunque sepamos que
su origen no reza, sino colaterallaente, lo que nosotros
estudiamos.
En la mencionada nota ya aludimos a la relación que esta
expresión tiene con la “manus”, uno de los poderes que
tenía el pater familias sobre la mujer, en el derecho
civil romano, abolidos en la época de JustinianO.
(Acerca de su concepto, adquisición, efectos, extinción,
aplicaciones y desaparición, ver: Enciclopedia
9) Universal
Ilustrada Espesa Calpe, t.32, p.lO?
No es raro suponer que un cuento como el de”La niña sin
manos”, que tiene versiones tan antiguas (ver relación de
versiones literarias que están fechadas, efl el capitulo
3), haya coexistido no sólo con costumbres derivadas de
aquella institución, (eso nos puede ser familiar casi
hoy), sino con el nombre de dicha institución —“manus”¼

—4 97—
confundido con la mano, al modo como nos parece se da en
].a expresión “pedir la mano”.
Alguna relación debe haber entre la “manus” romana y un
argumento en que una nijia pierde las manos con su padre y
las recupera con su esposo. Perder la nanus del padre era
perder su protección. Es curioso que en Roma la mujer
“bajo mano” de su narido tenía, para él, jurídicamente,
el estatuto de una hija. (‘Vhomas,Y. 1991) para este punto
ver también: (Rovaliov 1979)
Respecto a derivación popular hacia la idea de “mano”,
que aquí nos interesa, desde una palabra culta, por una
endeble similitud, hay un ejemplo interesantisimo que no
vamos a desarrollar en amplitud en esta ocasión porque
necesitamos reunir más información.

Se trata del nombre, escudo y leyendas de la villa de


Simancas (Valladolid).
El nombre proviene de “Septimania”, por ser ella un
emplazamiento romano capital de dicha provincia o
división territorial.
El escudo representa una torre reada por una franja en
que figuran siete manos seccionadas con la palma abierta
y extendida.
La leyenda a que nos referíamos constituye la trama de
una comedia de Lope de Vega: “Las doncellas de Simancas”.
Lope toma el argumento de un manuscrito de Antonio
Cabezudo, cura de la parroquia de dicha villa en 1580. Y
de la leyenda, más extendida, del tributo de las cien
doncellas, sobre la que Lope escribió otras comedias,
Sólo citaremos un fragmento que tiene que ver con nuestro
cuento:
“Las doncellas son arrancadas de su país, pero Leonor, la
más valiente y decidida, las exhorta con ardor a preferir
la suerte al deshonor y a mutilarse antes que caer en tal
deshonra. Aprovechando un descuido de los guardias, se
apoderan de sus anas y se refugian en una torre situada
en el camino, en la cual se fortifican, y cuando sus
guardianes las exhortan a que se rindan, aparecen en lo
alto de la torre ensefiande sus brazos izquierdos
mutilados, pues se han cortado las manos.”
(Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa Calpe. Negrita
nuestra)

(25).— Este marido asesino es un buen ejemplo de cómo el


objeto de deseo no tiene nada que ver con una definición
romántica del mismo. Ella le busca, le espera, le teme,
se le entrega, le mata, etc.

—498—
(26).— Este pasaje nos recuerda vivamente un fragmento de
un cuento de E.T.A. Hoffmamn: “El hombre de la Arena”.
Cuento que Freud analiza en su estudio sobre ‘tío
siniestro” <Freud 1919h, Gutiérrez Sánchez l989)t
En la escena final del cuento, el protagonista,
Nathaniel, que ha vivido obsesionado por la siniestra
persecución de un personaje llamado Coppelius, está
subido en la torre del Ayuntamiento en un momento de-
aparente tranquilidad y placidez. De improviso,
enloquece; primero intenta arrojar a su novia al vacio, A
continuación se arroja él. El motivo: ha visto entre la
muchedumbre el rostro de Coppelius:
“Entre las personas reunidas en la calle sobresale el
abogado Coppelius, guien ha reaparecido de pronto.

Tenemos derecho a suponer que la locura estalló en


Nathaniel cuando vid que se acercaba. Alguien quiere
subir para capturar al furioso, pero Coppelius dice
sonriendo: “Esperen, que ya bajará él por sus propios
medios”. De pronto Nathaniel se queda quieto, mira a
coppeíius y se arroja por encima de la baranda dando el
estridente grito de “Si, bellos, bellos ojos”. Al quedar
sobre el pavimento con la cabeza destrozada, ya el Hombre
de la Arena se ha perdido entre la multitud.” <Freud
1919h,230; Hoffmann 1979)

<27).— ¿Cómo “sus manos”?. En este punto el texto


desliza una inexactitud. ¿Un error?. ¿O tendrá otra
explicación?. En cualquier caso es un error cometido muy
frecuentemente con este motivo de lo mutilado que
reaparece en el texto.

—499—
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS DEL CAPITULO 9

ANONIMo (1984): El caballero de la espada. La doncella de

la muía. Siruela. Madrid


ARIES y OUBY (dir.)(1989): Histeria de la vida privada.

(6t). q’aurus. Madrid

BELLDIIN-NoEL,J. (1983): Les conten et leurs fantasmes.

PUF. Paris
BRUI¶’ ZAIDMAR, Louise (1991): Las hijas de Pandora

Muleres y rituales en las ciudades, en: DUBY y

PERROT (1991): Historia de las mujeres. En

occidente Altea, Taurus, Alfaguara. Madrid


CALVINO, Italo (1990): Cuentos populares italianos

Siruela. Madrid

DOLTO, Fran~oise (1990): Sexualidad femenina. Paidós.

Barcelona

DUBY, Georges (1990): La matrona y la malcasada en DUEY

(1990): El amor en la edad media y otros ensayos

Alianza Universidad. Madrid

13118V y PERROT (1991): Historia de las mujeres (t.I)


Altea, Taurus, Alfaguara. Madrid

~5OO—

.
ENCICLOPEDIA UNIVERSAL ILUSTRADA EtJROpEO-AI4EIRICANA.

Espasa Calpe. Madrid

ESPINOSA, Aurelio M.(hijo) <1987—88>: Cuentos populares

de Castilla y León (2t.) 05W. Madrid

EVA}IS-PRITCHARfl,E. (1987): Historia del pensamiento

antropológico Cátedra. Madrid

FERENZCI,S. (1961): confusión de lenguas entre los


adultos y el niño La psychanalyse vol. VI,

pp.241—253. P.U.F. Paris

FRAZER, JA. (1989): La rama dorada ECL Madrid

FREUD,S. (189Gb): Nuevas Duntualizaciones sobre las

neuronsicosis de defensa AE III, pJ57

FREUD,S. <1899a): Sobre los recuerdos encubridores AL III

p. 291
FREUD,S. (lgOSe): Fraulaento de un análisis de un caso de

IlifiZsrfl. AE VII, p.l


FREUD,S. (1907a): El delirio y los sueños en la “Gradíva”

de 1<. Jensen AE IX, p.l


FREUD,S. (1910h): Sobre un tino narticular de elección de

objeto en el hombre. <Contribuciones a la

osicoloala del amor.I~ AE XI, p.lfS

FREUD,S. (1912d): Sobre la más generalizada degradación

de la vida amorosa <contribuciones a la neicolocia

dtL.ngLfl. fl XI, p.l69


FREUD,S. (1912—13): Tótem y tabú AE XIII, p.l

FREUD,S. (1918a): El tabú de la virginidad AS XI p.185


215
FREUD,S. <1919W: LQ..QmiflQSfl AE XVII, P~

—501—
GENNEP, Arnold van (1986): Los ritos de paso Taurus.

Madrid
GREEN y otros (1976): El inconsciente freudiano y el
psicoanálisis francés contemporáneo. Nueva Visión.
B.Aires.
GRIMM, .7. y W. (1988): Cuentos de niños y del hogar

(Zt.) Anaya. Madrid


GUTIERREZ SANCHEZ,G. (inéd.): “Comentarios acerca del

concepto freudiano de unheimlich. Lo siniestro: un

enlace verdadero”. Conferencia en el Homenaje a

Sigmund Freud, organizado por el Rectorado de la


lien. Noviembre—Diciembre de 1989.

GUTIERREZ TERRAZAS (1989): Loe dos pilares del

psicoanálisis: el pulsienal y el inconsciente.


Colección Psicología Dinámica en la Universidad/5.

Hogar del libro. Barcelona

HOFPMAN,E.T.A. <1979): El hombre de la arena, en: FREUD y

HOFF14ANN (1976): Lo siniestro — El hombre de la


arena. olañeta. Palma do Mallorca.
HOMERo (1968): La Odisea (Edición a cargo de José

Alama). Planeta. Barcelona.


HORNILLA, ‘IYxema (1989): La mujer en les ritos y mitos

vascos. Txertoa. S.Sebastián

KOVALIOv,S.í. (1979): Historia de Roma. ARal. Madrid


LA FONTAINE, Jean 8. (1987): Iniciación. Drama ritual y

conocimiento secreto Lerna. Barcelona

—50 2—
LAPLANCHE y PONTALIS (1976): Fantasía originaria

fantasía de los origenes, origen de la fantasía

en: cREEN y otros (1976): El inconsciente freudiano

y el psicoanálisis francés contemporáneo Nueva


Visión. B.Aires

LAPLANCHE y PONTALIS (1979): Diccionario de

psicoanálisis. Labor. Barcelona

LAPLANCHE, Jean (1988): castración. Simbolizaciones

Amorrortu. B.Aires

LAPLARCHE, Jean (1989): Nuevos fundamentos para el

psicoanálisis. La seducción originaria Ainorrortu.


B.Aires
LORAUX, Nicole (1989): Maneras trágicas de matar a una

mujer, Visor. Madrid

MILLER, J.Alain (1954): t3os dimensiones clínicas: síntoma

y fantasma. Manantial. B.Aires.


PELLIZER, E. (1982): Favole d’identith, favole di paura.
Roma
PROPP, V. (1971): Morfología del cuente Fundamentos.

Madrid
PROPP, V. (1974): Las raíces históricas del cuente
Fundamentos. Madrid

RODRíGUEZ ALMODOVAR,A. (1982-84): cuentos al amor de la

lumbre. (2t.) Anaya. Madrid


RODRíGUEZ ALMODOVAR, A. (1989): Los cuentos populares o

la tentativa de un texto infinito Universidad de


Murcia.

—50 3—

.
,
RUIZ DOMENEC, José (199cfl La mujer que mira (Crónicas de
la cultura cortés> Simio. Barcelona

THOMAS, Yan (1991): La división de los sexos en el

derecho romano en: DUBY y PEPROI’ (1991): Historia

de las mujeres. t.I, pp.ll5 y ss. Taurus. Madrid

—504—
CAPITULO 10

CONCLUSIONES GENERALES
Como expusimos en el capitulo 1, el objetivo de este

trabajo era tratar de llegar al inconsciente de los

textos.

No se trata de conocer (¿se puede?) el inconsciente de


los personajes que, imaginariamente, distintos para cada
uno, se gestan en el cuento. Podríamos decirlo remedando

a Grosrichard —“no buscamos el texto de la psicosis, sino


la psicosis en el texto” (Grosrichard 1990)—: tic

pretendemos averiguar en estos cuentos cómo son los

padres, cómo reaccionan las púberes —el “texto de los


padres”, el “texto de las púberes”—, sino encontrar al

padre o a la mujer en el texto mismo.

No obstante, el interés por el inconsciente de estos

relatos vino luego. Lo primero fue la atracción que Su

carácter enigmático ejerció sobre nosotros:

Niñas-mujeres amadas hasta el desequilibrio por un padre

solitario y carente de otro amor de mujer.

Bellísimas, inocentes, y perseguidas por padres—anantes

celosos y furibundos hasta el limite de horribles

castigos y mutilaciones.

—506—
Por madres—madrastras celosas de su belleza y de su

amoroso vinculo con el padre. O por hermanas, feas,

malvadas, envidiosas, de las que jamás se dice en los

relatos que recibieran amor del padre, ese amor que la

protagonista posee, incluso en el exceso.

Perseguidas por cuñadas advenedizas, mezquinas, que en

realidad sólo tendrán brevemente el amor del marido:

hasta que se cree el enfrentamiento con la niña—hermana.

Esta sin embargo nunca perderá el cariño de su hermano,

incluso despues de haberla mutilado: siempre lo hace

movido por la mala influencia de la odiosa cuñada,

Es difícil escapar a un “imaginario” tan evidente: “debe

tratarse del deseo de la niña”: ser el blanco de la diana

a que apuntan los deseos de todos.

La que hace enloquecer de amor al padre; la que promueve

en la madre una alianza cómplice o una enemistad feroz,

según las versiones. La que exoliasiviza todo el amor del

padre hacia los hijos. La que recibe el incondicional

cariño del hermano, resistente a cualquier circunstancia.

¿Qué más se puede desear?

Pero, por otra parte, estos relatos son la crónica de

continuos amores imposibles cuya carga dramática parece

diluirse sólo cuando la niña dirige su deseo hacia

alguien que está fuera del “cargado” ambiente endógamo de

la familia.

—507—
Y en algunas versiones, eso no es suficiente: la
protagonista deberá pasar inés pruebas. La más importante:
la sospecha acerca del origen de su embarazo:

“Los relatos medievales se hallan obsesionados por los

problemas de la ascendencia, por la función del hijo y la


importancia dasi demencial de las relaciones

padres—hijos. Los lazos con el padre (...> constituyen el


objeto de una febril preocupación en los relatos en que

la esposa calumniada se ve acusada de haber traído al

mundo un monstruo que evidentemente no puede ser hijo

legitimo del marido (Régnier—Bohíer 1988)

Estas “organizaciones imagimarias” —también podríamos

llamarlas “organizaciones fantasnáticas”— que se repiten,

muy similares en los distintos tipos de “niñas

perseguidas”, ¿qué tratan de representar?. Esa riqueza e

inercia imaginarias deben aludir a un elemento de la


estructura misma del vinculo padres hijos.

Centremos nuestra mirada en los cuentos populares:

“La niña sin manos”: los autores dicen que es un cuento


incestuoso.

Nos vamos al ciclo ampliado, “La niña perseguida”, y

—508—
encontramos que en “Maria de madera” el deseo incestuoso

es evidente: que en “Como a la sal” está levemente

enmascarado.

¿Qué sentido puede tener?

Si continuamos examinando el ciclo nos encontramos con

otra variante: una madre asesina, claramente en “Bella

Venecia”, y en alianza cómplice con la rivalidad fraterna

en “Resma en el horno”

¿Qué sentido puede tener este odio y estos deseos

asesinos?± Nos vamos al Romancero y allí, en Delgadina

sobre todo, encontramos a la madre que odia a la hija


porque ésta, al entrar en el circulo del deseo sexual del

padre, la ha convertido en malcasada.

De manera que la madre asesina viene a ser representación

también del vinculo incestuoso gen el padre.

En alguna versión no es la madre, sino la cuñada; y no es

el padre, sino el hermano. Pero la configuración es la

misma: la cuñada desea la muerte de la niña por cuanto su


presencia en el deseo del hermano la convierte a ella en

malcasada.
Tambien en el romancero encontramos pruebas de incesto

entre hermanos, además de las consabidas acerca del

incesto padre—hija.

—50 9—
La pregunta anterior cobra más fuerza: ¿cuál es el
sentido de este comienzo incestuoso?.

Lo primero que distinguimos es que, en los cuentos

populares y versiones escritas correspondientes, nc se

trata de incestos consumados, sino de un deseo incestuoso

que da lugar a toda la sucesión de acontecimientos que

constituyen el relato.

Hay una diferencia radical entre incesto y deseo

incestuoso. El primero seria señal de no acceso a una

categoría de lo social y, desde un punto de vista

psicológico, de no acceso a la estructuración psíquica

que supone el edipo.

El segundo, por el contrario, es señal de que que está en

funciones la ley de la prohibición del incesto que

supondría la estructuración psíquica y social.

La presencia, en el origen de los cuentos, de un deseo

incestuoso del padre hacia la hija, nos orienta hacia la

teoría freudiana de la existencia de una seducción

traumática en el comienzo de la sexualidad de la joven

(no como origen etiológico de la histeria, sino como

fantasía originaria, estructurante de toda sexualidad).

Ahora sabemos que es con el complejo edipico con lo que


debemos relacionar este “hecho de estructura”:

Para que el edipo se instaure es necesario un deseo de

2510~
unión incestuosa entre padre e hija y, simultánesaente,
la imposibilidad de tal unión.
El deseo y la prohibición (ley)subsiguietite, o la

prohibición y el deseo subsiguiente.

En el sencillo esquema que representa la situación

edipica:

M (función Madre)

p (función Padre)
H (lugar de Hijo)

el padre de estos relatos ocupa el lugar de la Madre

simbólica o “función Madre”: aquel lugar simbólico del


que el Hijo —en el cuento se trata del hijo—mujer: la

hija—, tiene que separarse. Aquel lugar simbólico que

tiene que resultar “privado” del hijo, de la unión

incestuosa con el mismo.

Se trata de un elemento estructural, simbólico, que el

sujeto tiene que imaqinarizar. El cuento seria una forma


de imaginarización, en historia contada, en mito, de esta

pieza simbólica.

—511
Por otra parte, esta “historización de la estructura”,
que serian los mitos, los cuentos, es siempre el relato

de múltiples y distintas dificultades para ajustarse a

dicha estructura:

“El rey tenía una bella hija, doncella muy cortés. No

tenía más hijo ni hija. Mucho la amaba y regalaba. Fue


pretendida por nobles caballeros, que mucho hubieran dado

por conseguirla. Pero el rey no quería entregarla, pues

no podía vivir sin ella ni prescindir de su compañía: día

y noche estaba a su lado. La pequeña lo consolaba de la


pérdida de la reina. Muchos lo criticaban por ello; hasta

los suyos se lo censuraban.


Cuando el rumor adverso se generalizó, al rey le pesó

mucho, y sintió gran tristeza. Comenzó entonces a pensar


cómo podría salir airoso del trance sin entregar a su
hija. Para ello, hizo público en todas partes que quien
pretendiese desposaría habría de cumplir con un

requisito...,” (Maria de Francia 1987,56)

En el otro extremo, el de la falta de deseo padre—hija,

tenemos el ejemplo que hemos analizado extensamente: El

asesino sin mano


Recordamos el comienzo:

—512—
“Rabia una vez un Rey avaro, tan avaro que a SU hija
única la mantenía oculta en la buhardilla por tenor a que
alguien pidiera su mano y él tuviera que darle una
dote...” (Calvino 1990)

Siguiendo la pista freudiana podríamos afirmar que estos

cuentos —todos los cuentos maravillosos—, son expresiones

populares (en el sentido que le da García Calvo), de las

muy distintas formas en que nos confrontamos con la falta

estructural.

Un inventario bellamente representado de posiciones

subjetivas frente a la castración.

Otro elemento enigmático del cuento que parece estar

íntimamente relacionado con el deseo incestuoso es la

mutilación de la niña, acerca del cual nos hacemos la

misma pregunta: cuál puede ser su sentido.

Ciertos autores, no psicoanalistas, relacionan la

mutilación con la castración. A nosotros nos pareció un

recurso demasiado fácil acudir a homologías tan manidas.

En cualquier caso una solución así planteaba una nueva

cuestión: en qué términos se puede hablar de la

castración femenina?

—512—
Nos decidimos por tanto a utilizar la misma metodología:
ir a los textos y proceder “por asociación libre”.

En los diccionarios nos encontramos que “manco” es

también “aquel al que le falta algo”. Es decir, que la


“manquedad” o la “manquera” es sinónimo de la falta, de

la “manque” francesa.

Este tena de la falta es central en psicoanálisis. La


falta es la que genera la situación edípica.

Lo expresamos deliberadamente en forma ambigua: “la


situación edipica genera la falta”, “la falta genera la

situación edipica”.
Es decir, el edipo como ley y el edipo como normalizador.

La transnisión de esa falta simbólica, su introducción en


el universo simbólico del sujeto es algo propio de la

función paterna, del padre simbólico.

En un cuento italiano encontramos la pista para un


interesante juego metafórico: mutilar ——> amputar ——~

podar.

—514—
Podar no es una mutilación cualquiera. Es una mutilación
que busca y produce unos erectos de crecimiento y mejora

del sujeto podado; que está basada en un complejo saber,

que no sólo tiene que ver con la botánica. Es una

operación ligada a los ciclos estacionales, al santoral,

a las costumbres locales.

La forma de podar refleja la forma de ser, y la forma de


ser afectará a la forma de podar (ver Refranero). Podar

es por tanto —mucho más, naturalmente, en el ámbito

rural— un significante susceptible de recibir muchos

significados.

Alguno de los autores que han estudiado el tema aportan

alguna idea interesante. Así, sátillot que nos conduce a

Herodoto y al personaje del faráon Micerino. Nos

encontramos allí con un amor incestuoso que acaba en

muerte de la niña y con unas mutilaciones simbólicas.

Puymaigre nos habla del Papa León y su automutilación


porque el deseo habla surgido entre padre e hija y la

mutilación viene a ser expresión de la imposibilidad. tina

imposibilidad simbólica que tiene que ser sostenida desde

lo real en este caso. Aunque la mano de este Papa, como

las de las niñas mutiladas en los cuentos, le vuelven a

salir: señal inequívoca de que eran pérdidas imaginarias.

—515
Se trata por tanto de lo que en psicoanálsis se llama
“castración simbólica”, que en términos muy amplios
podríamos definir como “la inevitabilidad de la
separación respecto al objeto”:

En el instinto se da una relación de necesariedad entre

el instinto y el objeto, de forma que si hay instinto


debe haber un objeto que lo satisfagat

instint > objeto

En la pulsión, la castración simbólica rompe esa relación

de necesariedad entre pulsión y objeto:

pulsión ———//———> objeto

En nuestro caso, repetimos, la hija es inalcanzable para

el padre y e). padre lo es para la hija. Siempre en el


registro de lo simbólico.

Es obvio que, en la realidad, se producen accesos entre


padres e hijas. Pero cuando un padre biológico tiene

acceso a su hija, abandona con ello su papel de padre


para pasar a ser “amante”, “esposo”, etc. La función del
padre simbólico, en el mejor de los casos, será sostenida
por otro personaje; no sin trastornos, por lo general.

—516—
Una forma análoga en cierto modo a la mutilación de la

niña, es representada en la tragedia clasica por el

sacrificio de las virgenes.


Sacrificio que —como lo ha mostrado Loraux ciñéndose a

los textos—, equivale automáticamente al matrimonio o,

más concretamente, a la pérdida de la virginidad.

Equivalente a una desfloración ritual: desfloración o

matrinonio traumáticos a los que con frecuencia, la

virgen es conducida de mano del padre.

Freud nos nuestra cómo, en la pérdida de la virginidad,


una de las importantes decepciones psicológicas del
momento de la desfloración lo constituye el pensamiento

inconsciente acerca de que no es el padre imaginario el

que finalmente tuvo acceso a ella.

Para evitar este desencanto que puede generar muy

diversos tipós de síntomas, está, entre otras cosas, la

ceremonia de la desfloración ritual, como rito de paso,

como ceremonia de iniciación.

Expresión condensada de la fantasía de incesto con el

padre (el desflorador) y de desprendimiento del mismo, al


comenzar la vida sexual adulta y social.

Lo que nos recuerda esas imágenes, cada vez más

infrecuentes, de una niña conducida a la ceremonia de su

—517—
“puesta de largo”, del brazo de su padre.
Como, según los textos, se dirigía al sacrificio en la

tragedia griega. Como, en forma figurada —a través de

una escenificación más dramática—, ocurre en los cuentos

que hemos estudiado.

El cuento, paralelamente a cono lo hace el rito, aunque

con lenguajes distintos, representa imaginariamente lo

simbólico de estos procesos. En el cuento quedan

representados en el lenguaje narrativo, mediante el

relato de imaginarios acontecimientos.

Hemos conjugado varios conceptos:

La seducción paterna (la voluntad incestuosa) que aparece


en el inicio de todos estos relatos.

Hemos mostrado su carácter estructural, necesario,


universal, en la forma que Freud denominó “fantasma

originario”, mucho más allá del carácter etiológico que

concedió al trauma de la seducción en sus primeras

conceptualizaciones clínicas.

Hemos mostrado también que el itinerario del pensamiento

25ls~
freudiano que va, de concebir la seducción traumática

paterna como el origen de un tipo particular de neurosis,

a concebirla como el mito individual que explica, con


carácter universal, el origen de la sexualidad humana, va

parejo al proceso conceptual que debe producirse, desde

la seducción entendida como un acontecimiento realmente


ocurrido en la vida del sujetO, hasta la seducción

entendida como una construcción fantasmática,

perteneciente por tanto a otra realidad Cía realidad

psíquica del sujeto), expresión del encuentro del deseo

del otro con el deseo del sujeto.

La mutilación, que específica al tipo de “La niña sin

brazos”.
Henos analizado la naturaleza de tal mutilación y creemos
haber mostrado su carácter simbólico que la asimila a la
operación central para la constitución de la estructura
psíquica: la castración simbólica,

operación por la que el sujeto queda “sujetado” a la Ley

y al deseo, y constituido además como ser sexuado, es


decir, marcado por la diferencia sexual.

Castración que hemos situado en el centro mismo de la

trama edipica, como la función principal del padre

simbólico o metáfora paterna.

—519—
Esta castración no implica ninguna pérdida “en la
realidad”, o dicho más exactamente: no supone pérdida de
ningún objeto de la realidad; lo que se pierde es algo
que nunca se tuvo, pues se perdió en el momento —momento
lógico, ya que cronológicamente es inidentificable—, en

que se instauró el registro simbólico; es decir, desde


siempre para el sujeto, ya que lo simbólico le precede,

es anterior a él.

Pero el sujeto necesita representar esta operación

simbólica, y con frecuencia toma la forma de

cercenamiento (circuncisión), de ablación (mutilaciones

iniciáticas varias), de incisión <en pene, clítoris,

himen y múltiples partes del cuerpo), de separación y


renuncia (de nombre, de grupos, de costumbres), etc, etc.

La desfloración ritual que combina en su seno tanto la

seducción paterna como la castración simbólica.

La desfloración ritual significaría para la niña—mujer:

de una parte, la confirmación de que está inmersa en una

circularidad del deseo: no sólo ella desea al otro, sino

que el otro la desea a ella <aunque esta constatación

tenga inicialmente un carácter traumático);.


de otra parte, la inevitable renuncia al objeto

primordial, incestuoso: la “inicianda” debe desprenderse,

a la vez que se desprende de su himen, de su cuerpo


infantil, de sus objetos infantiles; también debe

renunciar a tener con el que oficia la desfloración otra

relación que la ritual.

Tambien aquí insistimos en el carácter simbólico de esta


desfloración que no necesariamente está vinculada a un
órgano anatómico, ni guarda una relación directa con la

actividad o inactividad sexual, Se trata más bien de la

socialización de la niña como objeto sexual y de la


socialización del deseo sexual de la niña. La “entrada en

sociedad”.

Tampoco, obviamente, está relacionada con la capacidad


para la reproducción; como si lo está la menarquia otra

manifestación ligada al cuerpo de la jo~en que es motivo

de rituales iniciáticos con mucha mayor extensión y

frecuencia (en otros grupos culturales y también en el


nuestro hoy) que la desfloración.

Pero esta relación estrecha entre menstruación y

capacidad fisiológica real para la reproducción no debe

confundirnos. A efectos del ritual, lo que cuenta,

también en este caso, es la menstruación como signo de

cambio social. si la aparición de la menstruación no es

—521—
acompañada de los correspondientes rituales, esta mujer

no es reconocida socialmente como “madre potencial”,


aunque biológicamente sea innegable.

Lo que está en juego en la desfloración y en la menarquia

rituales, es una condición social —nosotros decimos:

también psíquica—, de la mujer.

Estas operaciones ( seducción, castración, desfloración


tienen un elemento en común: no se corresponden con la

realidad fenoménica en que, por otra parte, se apoyan

para representarse. No son en forma alguna “hechos de

crónica de sucesos” y, menos aún, de manual de cirujia.

Son “hechos de lenguaje”: operaciones simbólicas y en lo

simbólico.

otro elemento común a estas operaciones es su cualidad de

originario. Cualquiera de ellas es punto de partida de


importantes procesos:

La seducción paterna <deseo de incesto) y la mutilación

(castración) constituyen el origen del relato. A partir


de ellos la niña se convierte en protagonista de

diferentes historias de amor, deseo, persecución y

rehabilitación.

La fantasía de seducción es la versión imaginaria de la

2522~
operación que hemos situado en el origen de la sexualidad

del sujeto.

De igual forma, la castración es la fantasía originaria

que representa el origen de la diferencia, de la falta y


del deseo,
Y la desfloración ritual sería el origen de la mujer como
sujeto social sexuado y deseante.

—523—
CAPITULO 11

ALGUNAS REFLEXIONES Y ALGUNAS PROPUESTAS,


EN CUARTO A LA LECTURA DE CUENTOS POPULARES,
EN EL AMBITO EDUCATIVO.
INDICE DEL CAPITULO 11

11.1.— La paradoja estructural de la educación

11.1.1.— La alienación del yo en la educación

11.1.2.— La alienación del deseo en la educación

11.2.— El eje imaginario y el eje simbólico en la lectura

de los textos literarios

11.2.1.— La “lectura de sentidos” (eje imaginario)

11.2.2.— La “lectura basada en la primacía del

siqnificante” <eje simbólico)

11.3.— Propuestas

—525—
Hemos dicho en la Introducción que el objeto de esta

Tésis —los cuentos tradicionales—, nos viene interesando

desde el inicio de nuestra actividad terapeútica y que,

entonces y ahora, encontramos alusiones a ellos, más o

menos fragmentarias, en lo que se suele llamar el

“material” (verbal, gráfico, etc) de un diagnóstico o una

psicoterapia.

Pero ello nc supone que nuestro interés por el cuento

popular se limite a la aplicación en psicología y, más

concretamente, en psicoterapia. Va mucho más allá. Nos

atrae do una manera especial el valor profiláctico que

pueda deducirse de lo escrito anteriormente.

Dedicaremos el primer epígrafe de este capitulo a mostrar

sucintamente, desde un punto de vista teórico, lo que

consideramos una paradoja estnctural en la relación

educador—educando, y cómo entendemos esa profilaxis

buscada.

para ello vamos a tomar como texto de referencia el

capitulo: ¿Es posible una pedagogía analítica?, del libro

de Catherine Millet: Freud Antipedagogo (Millet 1992).


Nos parece sittla muy adecuadamente esta cuestión.

—526—
En el segundo mostraremos un aspecto concreto que nos

parece de importancia en la educación: la conveniencia de

acercar al niño, y en qué forma, al cuento popular. Lo


abordaremos también desde un ángulo teórico: la

perspectiva imaginaria y la perspectiva simbólica en la


lectura de textos literarios.

Lo que podrá hacerse extensivo a la escucha de

narraciones orales o escritas de cuentos populares.

Se trata por tanto de mostrar la posible aplicación de

las conclusiones a las que hemos llegado —sobre la

viabilidad de leer u oir el “inconsciente de un texto”-,


a la profilaxis mental del niño, centrando ésta en la

tarea pedagógica que realiza la escuela.

—5 27—
11.1.- La paradoja estructural de la educación

Empecemos por unas preguntas: ¿educación de qué?, ¿de

quién?.

El psicoanálisis ha planteado, ya con Freud, hace mucho


tiempo, la no unicidad de la personalidad humana.

En las dos “tópicas” —modelos espaciales para describir

la constitución del aparato psíquico—, Freud nos muestra


a éste tonado por dos sistemas (Inconsciente!
Preconsciente-Consciente) o constituido por varias

instancias psíquicas <yo, ello, superyó)

De manera que la actividad de un sistema entra en

conflicto con la actividad del otro. Lo que es “bueno”,

conviene, a una instancia psíquica, es “malo” para otra u


otras.

Nunca hay armonía. O dicho de otra manera: el

funcionamiento psíquico, por principio, es conflictivo.

Por su propia naturaleza, el inconsciente será ajeno —un

elemento extraño—, para la conciencia; de la misma forma

que no puede haber perfecta armonía entre el yo y el

ello, o entre el yo y el superyó. Y cuando la hay —en el

sentido de inexistencia de conflicto—, ello tiene que ver

con graves perturbaciones del funcionamiento psíquico.

Recuárdese que a la armonía entre el ello y el yo Freud

la definió como perversión, y a la ausencia de conflicto

que se da entre el yo y el superyó la ejemplificó con el

masoquismo moral, con la melancolía, etc.

2528..
No hay armonía. Expresiones como “el yo ~

(Laing), “el sujeto barrado” (Lacan), se refieren

aunque desde ángulos teóricos y actitudes terapeúticas

muy lejanas, a algo en cierto modo análogo: la

imposibilidad de armonía, la ex—centricidad del sujeto,

la futilidad del concepto de “si mismo”, etc.

Si esto es así, ¿a qué instancia se dirige la educación?.

Parece evidente que el educador debe tener al yo del niño

como objeto de su trabajo educativo. No tendría ningiln


sentido hablar siquiera de una educación del ello o del

supery¿; o en términos más generales, de una educación

del Inconsciente. El Inconsciente no es educable.

Pero aunque se trate de la educación “al nivel del yo”,

el educador no debe desconocer que el yo no es garantía

de conciencia, ni de rectitud, porque no es ajeno a la

manipulación pulsional del ello, ni a la dudosa legalidad

del superyo.

El educador no puede dirigirse sino a la conciencia del

sujeto, a su yo consciente, pero sin olvidar que en éste

se dan otros procesos de los que sólo podemos tener una

noticia indirecta. Procesos que, no obstante, comáicionan

de forma eficaz, tanto para bien como para mal, su

funcionamiento consciente.

—529—
¿Qué queremos decir, desde un planteamiento
psicoanalítico, cuando afirmamos que la relación

pedagógica no puede sino establecerse al nivel del yo; o

que el educador ha de dirigirse al yo del alumno?:

Que aunque la relación educador—educando se establezca a

todos los niveles psíquicos, y estén involucrados en ella

todas las instancias y sistemas de uno y otro, sólo es al

nivel del yo como puede en cierto modo, diseñarse,

evaluarse y corregirse esa relación, Y por tanto ese es

el ámbito tradicional de la pedagogía.

¿Cuál es el ámbito en el cual la relación interpersonal

se establece “al nivel del yo”: el Imaginario. <Remitimos


a lo expuesto, a propósito de los tres registros —R,S,I—

en el capitulo dos).

Queremos resaltar dos aspectos del funcionamiento

psíquico en el registro imaginario que condicionan de

forma importante la naturaleza y función, paradójicas,

del vinculo pedagógico: la alienación del yo y la

alienación del deseo.


Mostraremos también por qué calificamos de paradójico el

vínculo educativo.

~53O—
11.1.1.— La alienación del yo Sm la educación

En aquella breve exposición mostrábamos el registro

imaginario como aquel en que se da la constitución del yo

por identificación con la imagen del otro. En un vínculo

narcisista —de amor y odio simultáneos a la imagen que


define especularmente al propio yo—, que necesita de la

existencia de esos dos lugares porque se sustentan el uno

al otro: “la imagen necesita de mi para ser, yo necesito

de la imagen para existir” (1).

El yo del alumno se organiza en torno a una imagen que

viene del otro: el yo—ideal que explícita o

implicitamente le propone su educador (persona,

institución, sistema, etc>. Un yo—ideal por tanto que ni

siquiera es “deducido” del propio yo, sino que viene

propuesto por otro —como vimos pasaba en la “fase del


espejo”-: es el yo—ideal del educador.

Incluso, en los regímenes educativos más liberales, la

demanda puede ser de que el niño se

independice,precisamente, de la demanda del educador.

En otros muchos casos, ese YO se puede organizar “a la

contra”, tomando ese ideal como modelo “en negativo”,


aspirando así a ser “justo lo contrario”: la alienación y

la dependencia no son por ello menores.

—531—
“El proceso educativo descansa fundamentalmente sobre

esta relación imaginaria, ella misma profundamente

narcisista y alienante”(...) “El educador debería

renunciar a aquello que constituye el fundamento, la

clave de su poder sobre el educado” (Millet 1982,204)

11.1.2.- La alienación del deseo en la educación

Pero no es sólo el yo el que se constituye alienado en el

otro, también el deseo está doblemente alienado:

— en el deseo del Otro

- en la imposibilidad de identificación del deseo

sino en la demanda.

Comentaremos esquemáticamente esta segunda alienación del

deseo que ahora nos interesa:

El deseo, ya lo hemos dicho con anterioridad, surge por

efectos de la función simbólica. Hay algo que no cabe,

que no encuentra su lugar en el orden simbólico: el

objeto, —lo real del objeto—.

Y ese objeto,que no puede ser simbolizado, que está ya

perdido para siempre, es la causa del deseo.~

—532—
Deseo que por tanto nace “mudo”, por cuanto ¿qué puede
decir un deseo que lo es de algo que no figura en el
orden simbólico, de algo que “no se puede decir”?. si el

deseo no sabe del objeto, el sujeto nc sabe de su deseo.

Desde otro vértice creemos llegar a lo mismo; por ser el

humano un ser de lenguaje, ha de expresar sus necesidades

a través de la palabra. Las formula en demandas. Pero

entre la necesidad natural y la expresión de la demanda

en palabras hay un descolocamientO, algo no coincide,


porque el lenguaje no lo sabe todo sobre la necesidad

(por ejemplo no sabe acerca del objeto que la satisface).

y la necesidad no satura todo lo que la demanda fornula:

en la expresión verbal de la necesidad, siempre hay algo

que no se acierta a decir y siempre se pide

implícitamente algo más, algo otro, que aquello que Se

dice.

Este desajuste es lo que llamamos deseo, Un resto

irreductible que queda por poderse decir cada vez que se

pide algo, y que, por tanto, también queda por


satisfacer. Deseo que no tiene por correspondiente a la

satisfacción, sino justamente a la insatisfacción.

El deseo es el significante y salvaguarda de la

insatisfacció!’ (2).

—53 3—
Pues bien, el deseo sólo puede aspirar a decirse a través

de la articulación significante que es la demanda; por

tanto se aliena en esa formulación que lo deforma, que lo

traiciona.

Y el niño, que no sabe acerca de su deseo, se dirige al

Otro (la madre, los padres, los educadores)


preguntándoles acerca de él, demandándoles una

contestación acerca de su deseo. Seria algo así: “No sé

que quiero. Dime qué es. Dime qué hago. Dime qué quieres

que haga”.

Convierte la ignorancia sobre su deseo en un saber acerca

de la demanda del Otro.

“para el niño, así como para todo sujeto, la pregunta por

su deseo se formula de entrada como interrogación sobre

el deseo del otro, de quien busca obtener una respuesta;

tal respuesta no puede ser sino falaz, en la medida en

que, en el lugar de una respuesta estructuralmente

informulable sobre el deseo, sólo, puede obtener, por

parte del Otro, una demanda” <Millet 1982,201. Negrita

nuestra)

El niño se pregunta constantemente acerca de qué esperará

el educador (persona, institución, sistema) de él, en la

confianza de que si se adecúa a esa expectativa, obtendrá

con ello su amor.

—534—
.intenta conformarse a la demanda del Otro, presentar
de si la imagen narcisista que le permitirla asegurarme
el amor del otro, constituirme como Yo—ideal frente al
Ideal—del—Yo encarnado por el educador, imagen ideal que
lo aliena y lo lleva a sacrificar su desee.. ~“

Trataremos de mostrar ahora lo que consideramos

paradójico de la educación aunque ya ha quedado implícito

en lo anterior.

Es evidente que toda pretensión educativa se apoya en la

posibilidad de despertar en el educando los dinamismos

imaginarios que hemos descrito: la identificación con un

yo—ideal propuesto desde afuera e identificado con

frecuencia en la persona del educador o en sus demandas.

Por otra parte, hemos dicho que el niño trata de llenar

el lugar vacio que es su deseo con las demandas que

recibe del otro, el educador en oste caso.

Seguramente no puede ser de otra manera.

Pero, a la vez, no podemos dejar de mencionar la

alienación que supone este funcionamientO. El vínculo, en

lo que de imaginario tiene, se basa en algo engañoso, en

un malentendido, en un espejismo (3)

Y aquí está. la contradicción y la paradoja:

—535—
• . para que el deseo del niño no sea alienado por el de

los padres o educadores, seria preciso que éstos no se

vieran animados por ningún deseo particular con respecto


al niño. Pues bien, aunque ello fuera posible,

imposibilitaría toda estructuración psíquica de éste,

toda formación del Ideal—del—yo, y le vedaría todo acceso

al deseo mismo, ya que es a partir del deseo del Otro que


el suyo se constituye: no hay más deseo que el deseo

alienado” (Millot 1982,202).

Entonces, ¿cómo puede atenuarse el efecto alienante de

esta paradoja?. Millet propone:

Para ello seria menester que él mismo (el educador)se


hubiese desprendido de los espejismos de lo imaginario.
En efecto, no basta con abstenerse de formular demandas

respecto al niño para que éste no sienta el peso de las

que están inplícitas”(Millot 1982,202).

Sugiere por tanto la necesidad, en el educador, de:

“reducir en su funcionamiento psíquico la importancia de

ese imaginario donde el deseo se aliena con tanta

facilidad, a fin de que el paciente, o el niño, pueda a

su vez desprenderse de él” (Millet 1982,202).

~536—
AI~ora bien, ¿qué puede significar “desprenderse” del

imaginario?.

Es absolutamente impensable. Ya hemos dicho anteriormente


que los tres registros (R,S,I) son inseparables. Lacan

utiliza, para referirse a ellos, la figura topológica de

los nudos borromeos. Se trata de nudos formados por el

entrelazamiento de tres o más anillos, de tal manera, que

presentan una particularidad: si uno de los tres (o más

anillos) se separa, automáticamente quedan liberados —y

deshecho por tanto el nudo— todos los demás.

Real, Simbólico e Imaginario forman así una estructura

que es mantenida por lo que Lacan denominó Nombre del

Padre (o Padre simbólico).

La función imaginaria es imprescindible para el normal


funcionamiento psíquico. Trata por una parte de tapar el

insoportable “agujero” —de lo real— que produce la

función simbólica. Y por otra, de representar esto que

la simbolización dejó fuera.

Obturar la falta y representar lo faltante.

—53 7—
Además, sólo tenemos acceso “al mundo”, a la realidad

interna y externa, en ese punto de encuentro de los ejes

imaginario y simbólico:

¡ A (Otro)

a’ (yo) ¡ a (otro)
1

¡ 5 (sujeto)

No se trata entonces de renunciar a lo imaginario —si se

pudiera no hablaríamos de una contradicción estructural—,


pero si de conocer que la acción educativa está inmersa

en esa contradicción de que lo necesario de la educación

es a la vez lo nocivo de ella, y tratar de reducir esos

efectos, sin renunciar a la paradoja.

Frente a un dato estructural así, sólo queda proponer una

ética de la función educativa, lo que hace Millot en los

siguientes términos:

.de la experiencia psicoanalítica puede deducirse una

ética en la que la pedagogía podría inspirarse; ética

basada en la desmitificación de la función del ideal,

como fundamentalmente engañoso y opuesto a una lúcida

aprehensión de la realidad.

—5 38—
“Amor” a la verdad que implica el valor de aprehender la

realidad, tanto psíquica como exterior, en lo que puede

tener de lesiva para el narcisismo.. “(4)

11.2.— El eje imaginario y el eje simbólico en la

lectura de los textos literarios

Si, como venimos diciendo, el trabajo pedagógico debe

dirigirse al yo del sujeto, pero entendiendo que la

acción pedagógica va a “jugarse” también en otros ámbitos

y registros psíquicos, eso nos da pie para proponer dos


formas distintas pero simultáneas, en que se produce el

acercamiento del sujeto al texto.

En otro lugar (Gutiérrez Sánchez, 1989) hemos

desarrollado esta idea con cierta extensión,

Allí propusimos dos ejes en los que se produce la

lectura: el eje del registro imaginario y el eje del


registro simbólico.

Formulado de otra manera. La lectura:

a)en tanto se establece la preponderancia del


significado, de lo imaginario (5);

b) en tanto se marca la preponderancia del significante.


de lo simbólico.

—539—
11.2.1.— Identificaremos al primer aspecto, que

llamaremos “la lectura de sentidos”, mediante la

enunciación de una serie de afirmaciones que están en su

base y la justifican:

“Cada palabra tiene su significación” <La dificultad para


encontrar esa significación no pone en duda su
existencia).

“A cada significante le corresponde un significado”

“La verdad consiste en la elección correcta de una


representación que represente adecuadamente a la
realidad”

“El conocimiento del repertorio de significantes y de sus


significados correspondientes es un instrumento valioso
para el dominio de la realidad por parte del sujeto”.

Este es el ámbito de la significación. Donde se pretende


que la representación es puro instrumento: Representación
de algo para alguien. Esto implica un código. Y todo
código, una ideología.

Ámbito de lo imaginario, del narcisismo: de la imitación,


de la identificación, de los valores.

.54o.
La “finalidad didáctica”, basada en estos presupuestos,

con frecuencia se propone (5):

— la identificación del niño—receptor con determinados

personajes del cuento (generalmente los protagonistas).

— el rechazo de otros. Y la complicidad del niño—receptor

con el daño o castigo infligido a los mismos.


— el culto a determinados valores: bondad, sagacidad,

valentía, honradez, etc.


— el sentido inequívoco de la moraleja (ideológica).
Aunque, a veces, la moraleja del cuento pueda consistir

en la inversión, o incluso la burla de las moralejas

clásicas.

— la aprehensión correcta (?) del significadO <7)

11.2.2.— Pasemos ahora a examinar la lectura desde otro


eje que no enfoca al yo, como protagonista del proceso,

sino que centra su atención fundamentalmente en la

función y operación del significante: lectura basada en

la “primacía del significante”.

Encuentra su fundamento en proposiciones del tipo:

“La representación se inscribe en el sujeto sin que éste


se la represente. La representación es sin destinatario”

—541—
Pongamos el ejemplo de los sueños: son representaciones

que funcionan en mi (se inscriben en mí, en mi proceso

mental durante el dormir) sin que yo las represente, sin

que yo me sienta agente de esa representación.


Por otra parte, ¿a quién van dirigidas?.

Es decir que, si desde la óptica del yo, nos

preguntáramos: ¿quién produce la representación?, ¿para

quién se construye tal representación?, no encontraríamos


respuesta alguna (salvo, naturalmente, la de considerar

los sueños exclusivamente como un producto de deshecho

del organismo psíquico durante el dormir).

Lo mismo podríamos decir del síntoma, si aceptamos el

carácter representacional, significante, que puede tener.

Desde el ángulo de la “lectura de sentidos” —o lo que es


lo mismo: desde el ángulo del registro imaginario-, en la

lectura hay un yo, el del autor, que representa algo,

mediante un texto, para un lector. Por indeterminado que

éste ultimo pueda ser: “si en toda comunicación hay un

receptor, en toda escritura o narración habría un lector

o un oyente, real o imaginario”.


En esta perspectiva todos los textos han de ser

atribuidos a un autor, puesto que siempre un yo habría de

hacerse agente responsable de la operación.

El autor, movido por diferentes propósitos, pretendería

divertir, asustar, enseñar, prohibir, entretener, etc; y

utilizará para ello los medios más convenientes de que

crea disponer.

—54 2—
A este respecto volvemos a remitir —ya lo hicimos en el
capitulo 1— al magnifico comentario introductorio de
Agustín García Calvo a su recopilación: Ramo de romances

y baladas (García calvo 1991>, en donde analiza esta

cuestión de la autoría realmente anónima de la poesía


popular (lo mismo habría que decir para la narrativa
popular) que, por tanto, carece también de propósito y de

destinatario concreto (“la lengua y gramática corriente y

popular ,.. que no es de nadie y que es, por ello mismo,

para cualquiera”>

Si en el terreno de lo imaginario decíamos que “la


representación representa algo para alguien”, o mejor,
que “un yo representa algo para otro yo” (esquema
elemental de la comunicación), desde esta perspectiva del

significante hay que decir:

“El significante es lo que representa el sujeto para otro

significante” (Lacan 1970)(8>

Si comparamos, superponiéndolas, las dos proposiciones:

“Un yo representa algo para otro yO”

“El significante representa el sujeto para otro

significante”

tenemos:

—54 3—
— la calda del yo como agente de la operación.

- el agente es la propia cadena significante

— no se representa nada de la realidad, nada del orden


del significado

— la operación no va dirigida a nadie. Sólo puede

entenderse en la estructura simbólica, en la cadena

significante. Podríamos decir: “ a cada significante

corresponde.. .otro significante”

- finalmente, lo que surge como producto de la operación

es la representación del sujeto. O también podríamos

decir: el sujeto como representación.

(Hay que aclarar que no nos referimos ahora al sujeto de

la comunicación, al sujeto de la conciencia: ése que

naufraga en el sueño o en el lapsus: sino al sujeto que

emerge precisamente allí: el sujeto del trabajo del

sueño, del lapsus. El sujeto del inconsciente>

Estamos en el registro de lo simbólico.

Es desde este registro que podemos entender mejor la

acción de leer. El sujeto—lector no es el protagonista de

la lectura. Queda marcado como una encrucijada en la


conexión entre significantes. Es un puente entre

significantes.

—544—
Así cobra sentido la experiencia que los poetas nos

transmiten: el lector queda atraído, transformado,

manipulado:

“Un libro es un engranaje. Guardaes de esas lineas negras

sobre el papel blanco: son fuerzas que se combinan, se

componen, se descomponen, penetran la una en la otra, se

apoyan unas a otras, se dividen, se anudan, se acoplan,

trabajan. Esta línea muerde, esta línea aprieta y

presiona, esta línea arrastra, esta línea subyuga. Las

ideas son un mecanismo. Os sentís atraídos por el libro.

Sólo os dejará despues de haber dado cierta forma a


vuestro espíritu. A veces los lectores salen del libro

completamente transformados”

(En William Shakespeare, de victor Rugo. Citado por

Georges Jean, 1982).

Pedro Salinas lo expresa magistralmente: “el lector es un

actor”.
comparación sugestiva en más de un sentido: de una parte,

sugiere la función recreadora del lector y por tanto las

proyecciones que hace sobre el texto, sobre lo leído.

Esto está íntimamente vinculado con lo dicho hasta ahora

para el registro de lo imaginario.


De otra parte nos hace pensar que el lector debe sufrir

la necesaria escisión que el actor soporta: quedar

anulado como persona para dar vida a un determinado


personaje. Así, en el genuino acto lector el sujeto queda

—54 5—
velado aunque el yo (como el personaje del libreto
teatral) quede realzado a través de las identificaciones
imaginarias. El sujeto queda velado. Representado por una
representación, por un significante para otros

significantes.

Pedro Salinas dice mucho más, refiriéndose a la actitud

del lector: “. es cuando nos olvidamos de nosotros.

seducidos por su belleza..”. Habla de “entrega”, de


“embriaguez” y finalmente la compara nada menos que con

la actitud que presenta el que sufre de “amor puro”

(salinas 1983), que es el más esclavizante de los amores.

El buen lector es por tanto un “olvidado de si”, un

“raptado”.

Roberto Juarroz, poeta latinoamericano, dice en

“fleflexiones sobre el escrito”, citando a Antonio

Porchía: “Sólo digo lo que digo cuando me ha vencido lo

que digo” <Juarroz 1988).

Los libros, los significantes, nos cogen y nos dejan

cuando quieren. Nos vencen, nos seducen, nos

transforman...

¿Qué quiere decir esto? ¿Podemos aplicar a estas

formulaciones poéticas el aparato teórico del

psicoanálisis?. Creemos que sí. Y es importante hacerlo

para evitar toda trivialización y recuperar la auténtica


dimensión de lo que el poeta afirma tal vez sin saberlo.

-5’46—
volvamos para ello a la ya mencionada proposición

lacaniana: El significante representa el sujeto para otro

significante.

En esta afirmación vemos que el sujeto queda atravesado


por el significante, por la palabra, por el texto. Lo

representaremos por tanto :


Podemos transcribir con unos cuantos signos la afirmación

lacaníana:

5, s.l

en donde s es el texto, en tanto es leído por el lector.

La cadena de significantes que el lector lee. 5 es la


cadena de significantes que operan en el sujeto, lo que

piensa sin saber que lo piensa, los dichos familiares y

antiguos que funcionan en él sin que él lo sepa,

percepciones—imágenes, recuerdos que no sabe que tiene:

es el discurso inconsciente.

es el sujeto. El sujeto de la palabra. Que no es lo

)ftiSlflO que el yO.

s es la significación, el sentido.

—54 7—
rin comentario a esa fórmula, combinación de cuatro
signos, transcripción de la frase de Lacan:

Vemos cómo el sujeto queda tachado y por debajo de la

barra. “Olvidado’ que decía Salinas. “Dividido”,


“barrado”, podíamos decir nosotros. El sujeto de la
palabra queda dividido por la palabra misma.

Y también la significación queda por debajo de la barra.

Lo que queda manifiesto es que los significantes del


texto leído enlazan con los significantes del sujeto y es

precisamente esta conexión ; ——>S~ lo que representa y da


lugar al sujeto de la palabra, al sujeto lector en este

caso.

Y lo que dará lugar a no se sabe qué significación para


ese sujeto. Significación que quedará también bajo la
barra, es decir, no conocida.

Lo expresaremos así:

“El sujeto lee sin saber lo que leeC

Lo que se desprende de la lectura es mucho más, y otra


cosa, que lo que él cree desprender. La significación se
desprende, no vale el intento de arrancarla. La

significación se produce sin que el sujeto pueda

controlar esa producción. Y se produce “olvidada”.

—548—
Ahora bien, si desde el punto de vista de lo simbólico,
el sujeto y la significación misma quedan barrados,

“olvidados”, ¿el hablar y el leer son un hablar por

hablar y un leer por leer?, ¿no van a ninguna parte?, ¿no


se dirigen a nadie ni a nada?

Más arriba decíamos que la representación que se inscribe


en el sujeto no tiene destinatariovamos ahora a matizar
esto.

luartoz, analizando el par expresión—comunicACión~ dice:

“Claro que todo texto es expresión, pero todo texto es


comunicación porque tiende a termitiarse en otro, a
completarse en otro... . toda palabra y todb texto buscan a

alguien... desembOcan en una atención, en una espera”

Sugiere des vías bien diferentes±

‘todo texto busca un otro, un semejante: un público, un

admirador, un imitador. Y este encuentro se produce en lo

que henos llamado lectura de sentidos, en el ámbito de lo


imaginario. Pero también el texto, en cuanto cadena de

significantes que es, busca un Otro, un Otro simbólico,

esos significantes <~V~ que el lector porta sin saberlo,

pero que van a conectar con el texto.

—549—
Dos ejemplos de experiencias muy comunes:

a) Experimentamos un gran placer cuando encontramos

escrito claramente en un libro aquello que pensábamos sin

conseguir articular o dar una formulación adecuada.

0, en la misma dirección aunque en sentido opuesto, un

gran sufrimiento: cuando nos habíamos esforzado por

elaborar una idea que luego resulta estar ya publicada

por otros, por ejemplo.

Ambos sentimientos —“el otro como mi portavoz”, “el otro

como mi usurpador”—, no son sino el mismo: un sentimiento


de especularidad —grato o intolerable o, nejor, grato e

intolerable— que pertenece al ámbito del narcisismo, de

lo imaginario.

b> Huchas personas dicen olvidar casi sistemáticamente lo

que leen. Saben que han leído determinado libro, pero no

recuerdan absolutamente nada de su contenido. Hay


incluso quien olvida que leyó determinado título y al

disponerse a leerlo se lo encuentra trabajosamente

subrayado y con comentarios al margen que él mismo hizo

tiempo atrás.

Afirmaríamos sin dudarlo que la lecturá de tal libro ha

producido sus efectos aunque estos se le escapen al yo.

A veces, es pasado mucho tiempo que recordamos algo que

leimos aunque no sepamos dónde, ni escrito por quién.

~550—
pero dejó huella. Podríamos decir que los S~ dcl texto se

asociaron felizmente con los S.~dei sujeto sin que éste


pueda dar cuenta de ello </>. Y que de tal conexión se

han producido unas significaciones <e) en no so sabe qué

momento.

Esta significación que así se desprende, por la conexión

entre significantes, sin la intervención del yo, es lo

que el psicoanálisis entiende por verdad.

Y es esta verdad y nc aquella que al principio definíamos


<“la elección correcta de una representación que

represente adecuadamente a la realidad”) la que el método

psicoanalítico busca incansablemente, la verdad del

sujeto, no la verdad del yo. El yo se siente poseedor de

múltiples verdades. Muestra seguridades donde no las

tiene, se apropia de verdades que son de todos y por

tanto hay que compartirlas y relativizarías.

El sujeto (/) por el contrario, no posee la verdad, ea su


portador. Portador de verdades que no conOce, Recuerda a

esos personajes de los cuentos a quienes se les ha


encargado que entreguen una carta, cuyo contenido no

conocen, a un determinado poderoso. En su interior, entre

otras cosas, va escrito su destino: se casará con la hija

del poderoso o será decapitado por el receptor del

mensaje.

Somos los portadores de la Verdad, no sus

administradores.

—551—
Naturalmente, no es éste el único concepto de “verdad”.

Pero es tan importante por lo que a la salud psíquica se

refiere, que no dudamos en priorizarlo sobre cualquier

otro, a la hora de la lectura de un texto.

Pues bien, lo que hemos llamado el Otro, es el lugar al

que apunta el texto, el lugar en donde debe producirse la

conexión ~<- S~, donde debe producirse la verdad.

El Otro es el lugar en donde se producen los

significantes del sujeto, lugar heterogéneo, que tiene

forma de texto y que podríamos denominar también como lo

inconsciente.

Lo inconsciente, que se suele confundir con un almacén,

con un lugar inefable, es un discurso: un texto que el

sujeto dice, sin saber que lo dice (9)

“El inconsciente es una cadena de representaciones que


“trabajan” al sujeto sin que éste lo sepa”.

Es decir, que la lectura, desde la perspectiva simbólica,

si produce efectos y va dirigida a alguien: se encanima

al Otro como lugar de la verdad,

—55 2—
• el problema de la verdad sólo puede ser planteado y

sólo es atinente al significante y por lo tanto al Otro

como lugar. Si hablar es llamar al otro para situar la

verdad de lo que se dice, entonces hablar es hacer

resurgir la verdad cada vez que se habla. La verdad

entonces no tiene características de permanencia, por así

decirlo, sino que nc es más que fugacidad” (D~Argelo

1991,40).

Pues bien, el buen texto, el buen cuento, podríamos decir

que es aquel que consiguió alcanzar esas representaciones

inconscientes del sujeto y generar por ello una


verdad, ignorada para el sujeto de la conciencia.

Un texto, un buen texto, tiene algunas características

que permiten compararlo a una buena interpretación

psicoanalítica: es un dicho que se dirige al Otro, al

inconsciente, y lo alcanza. Es dificil saber de antemano

si un texto determinado tendrá esa suerte, como también

es difícil pronosticar el efecto que tendrá una

interpretación. A veces producen ese efecto mucho tiempo

despues. A veces nunca.

Hay no obstante buenos analistas y buenos libros. ¿Qué

les hace buenos para un determinado paciente o para un

determinado lector?

—553—
Deben reunir algunas condiciones de suyo: tener calidad

literaria, interés para el lector, etc. Y en el caso del

analista poseer una formación adecuada, experiencia, etc.

Pero además de ello no olvidemos un dato básico que hace

buenos al libro y al analista: la transferencia del

lector o del paciente.

Un ejemplo: Bastían, el muchacho protagonista

de La Historia Interminable de Michel Ende, Olvidado de


sí, apartado del mundo (“la soledad del lector” en que

insiste Salinas>, reviviendo sus conflictos sin darse

cuenta, en la ficción del libro, “tachado” por el

protagonista, transfiriendo a ese espacio simbólico e

imaginario del relato todo su saber y su ser, sin

saberlo.

Es un ejemplo del funcionamiento de la transferencia y

sus registros. El niño:

a) se abandona a ese entrecruzamiento de relatos que es


la lectura; tiene curiosidad: hay un saber que espera que
se vaya produciendo conforme avanza la lectura, en la que

cada vez está más inmerso... Hay una transferencia de

saber al texto en tanto tal. Hay una entrega a la

lectura: algo que se da en los buenos lectores.

Relacionamos esto con el registro simbólico de la


transferencia. Una suposición de saber transferida al

texto (véase capítulo 2, epígrafe correspondiente a la

Transferencia)

‘-854—
b) el niño transfiere, mediante identificaciones
proyectivas e introyectivas, no sólo el saber de su

inconsciente, sino aspectos de su ser, imaginariamente se

reconoce en determinados personajes; repudia aspectos de

si que ha transferido a otros,

Desplaza a la historia del cuento aspectos importantes de

la suya y, en sentido contrario: lo vivido en la lectura

del relato se transfiere a sus vivencias, a sus vínculos

con el mundo de la realidad.. Esta es la perspectiva

imaginaria de la transferencia, indispensables ambas para

el desarrollo del análisis.

Una transferencia así no siempre se logra en el análisis.

Tampoco se logra fácilmente la experiencia lectora. Hay

lectores y “leedores”, decía Salinas.

—555—
11.3.— Propuestas:

En una primera mirada, creemos ver que hay una cierta

oposición entre la tendencia a la proliferación, al

exceso de lo imaginario, y la sobriedad del significante.

Lo imaginario trata de ver donde no hay, de reellenar

cualquier agujero que suscite una pregunta inquietante

para el sujeto (el delirio psicótico, las teorías

sexuales infantiles, son ejemplos de ello).

El significante, escueto, desligado de toda


significación mudo en si mismo, nos parece el reverso de

lo imaginario.

Ahora bien, si seguimos mirando, la impresión cambia en


el sentido justamente contrario: la construcción

imaginaria camina a un cierto empobrecimiento. Está

construida sobre la ficción de la presencia del

significado, no quiere saber de ausencia y, por ello, es

poco creadora. Los delirios psicóticos se producen con un

repertorio muy limitado.

Por el contrario, el significante es escueto, mudo en si

mismo, pero en cuanto está incluido en una cadena

significante inacabable (aunque no completa, ya lo hemos

visto>, su capacidad productiva es enorme. Es la renuncia

al conocimiento del significado lo que hace del

significante un germen constante de producción del mismo

(Amitin y otros 1991).

—55 6—
Sugerimos la conveniencia, en el trabajo escolar con

textos de cuentos populares, de:

— vaciar al máximo de significación estos relatos.

— mantener los enigmas como tales.

— xnsistir en la posibilidad de disfrutar (de eso se


trata) con el relato mismo, con el juego de los

significantes.

— que “el sujeto de la comprensión del significado” de

paso a ese otro sujeto que “se deja decir” por al relato,

que es en cierto modo producto de la lectura y nO al

revés.

Y observando este tipo de precauciones educativas, u

otras del mismo orden, ¿podríamos evitar la formación de

síntomas neuróticos y la enfermedad mental en general?.

Evidentemente, no.
Pero el favorecimientO de la simbolización, de la

capacidad para “escuchar” y “decir” metafóricamente, para

representar la realidad con palabras, con lo que las


o
palabras tienen de defensa y de búsqueda, de

incertidumbre, es muy importante para la elaboración de

los conflictos necesarios, aquellos que no pueden ser


eludidos en forma alguna.

No podremos evitar el conflicto, el sufrimiento, pero tal

vez posibilitaremos el uso de defensas menos nocivas y

una elaboración menos sintomática.

—557—
NOTAS AL CAPITULO 11

(1).— En el sentido en que, por ejemplo, determinadas


tribus condenan a muerte a uno de sus miembros: le
ignoran, dejan de verle y de hablarle, erradican su
nombre de sus conversaciones, funcionan a todos los
efectos como si no existiera. El sujeto se mantiene en el
ser pero deja de existir para los otros: deja de tener
una presencia, una imagen, un rol.

En una línea similar, son muy interesantes determinados


temas clásicos en la literatura: “el hombre que perdió su
sombra”, “el vampiro que no se refleja en el espejo”,etc.
Son expresión de seres sin, o con otra, existencia.

(2>.- “. .el deseo de saber es todo lo contrario de la


sabiduría. Es el debate apasionado con la ignorancia.
Mientras uno desea saber , su sitio es de quien
ignora(...) No se escribe un poema para decir lo que se
sabe, sino para liberarse del saber ficticio que agobia.
(Xovadloff 1991)

(3).— “Freud compara al Yo consciente con el payaso de


circo que finge ser la causa de todos los incidentes que
le suceden (estos misterios nos superan, decía Cocteau,
simulemos ser sus autores). El Yo aspira al doninío,y,
cuando éste se le escabulle <por obra del Inconsciente,
que es el verdadero amo), aún intenta fingir haberlo
conservado. Seguir siendo dueño de la situación, a
cualquier precio, salvar el prestigio: así podría
resumirse el objetivo “yoico” por excelencia. En esto las
doctrinas pedagógicas son decididamente yoicas, pues ante
todo apuntan al dominio del niño y de su desarrollo, e
implican por esencia el desconocimiento de la
imposibilidad estructural de tal dominio”
(Millet 1982,198)

<4>.— Debemos hacer a esa frase de Millet, aunque Sea


machaconamente, una pequeña pero importante corrección
que sin duda estaba en el espíritu de la autora.... (Nos
da la impresión de que insensiblemente se desliza hacia
planteamientos verbales que diluirían la paradoja que,
por otra parte, ella está situando nítidamente):

De la misma manera que ha afirmado: “no hay más deseo que


el deseo alienado”: ahora tendría que matizar: no hay
ninguna aprehensión lúcida de la realidad; ya que no se
puede prescindir sino relativamente de lo enganoso de lo
imaginario.

-558-
(5).— No nos referimos a la importancia del significado
como vacio, como hueco, como imposible. Con esa fórmula
estaríamos de acuerdo. Es la que propone Mannoní en su
articulo T.a el4pse y la barra (Mannoní 1979).
Más bien se trata ahora a la idea de un significado en
“presencia”: aquello que supuestamente se iría buscando
al leer.

<6> Expresión de esta finalida didáctica es la costumbre


que hoy están imponiendo ciertas editoriales de
literatura infantil, de incluir al final de cada cuento
una “guía de lectura”.
Es un tema polémico entre los expertos en literatura
infantil. Sólo quereos decir aquí que tales guias de
lectura se confeccionan fundamentalmente desde esta
óptica didáctica basada sobre todo en la “lectura de
sentido”.
Algo muy diferente al trabajo efectuado con los textos
por Gianní Redan, quien por el contrario parece conceder
a éstos Únicamente un valor significante lo que
posibilita el juego, la imaginación, la creación en torno
a los textos. Aunque lo haga siempre dirigiéndose al yo
del niño. (Rodarí 1979)

(7).—Un ejemplo extraído de la práctica cotidiana de la


actividad pedagógica: determinadas formas de evaluación.

Nos referimos a todas aquellas formas de examen en las


que se diseñan las preguntas, no para averiguar algo
acerca de lo que piensa el sujeto o cómo lo piensa, sino
que se diseñan para averiguar el grado de adecuación de
su pensamiento al del profesor. En cualquier nivel de
enseñanza.

Así por ejemplo las hoy frecuentisimas pruebas objetivas


y su utilización indiscriminada, más allá de las
situaciones en que creemos que tendrían su sentido:
cuando se trata de evaluar exclusivamente el grado de
información del sujeto sobre un tema previamente
desarrollado y delimitado.
De no ser así, las cualidades indudables de la prueba
objetiva <precisión, economía, etc.) no atemperan su
defecto primordial: no fomentan el proceso personal de
pensamiento, enseñan a adecuarse al pensar de]. profesor.
Y es que es claro: la mejor manera de alcanzar la
objetividad consiste en prescindir del sujeto.
Y si queremos seguir por este camino abierto habría que
establecer una matización importante: este sujeto del que
prescinde la prueba objetiva también es del orden del yo.
La subjetividad, como la objetividad, son del orden
imaginario. Una se susteata y define en la otra. Es muy
distinto el sujeto del que habla la teoría psicoanalítica

—559—
lacaniana, que se produce en otro eje —el simbólico-,
distinto al eje imaginario en que Surge el yo, O el
sujeto de la comunicación.
Lacan plantea la cuestión del sujeto en Escritos 1 (Lacan
1980) y la posición del sujeto en los diferentes
discursos en el Seminario 17: El Reverso del
Psicoanálisis <Lacan 1992).

No obstante, por acabar con esta digresión, la prueba


objetiva, empleada fuera de su campo adecuado, es una
exageración de lo imaginario, algo que sobredimensiona la
tendencia normal de lo imaginario a la alienación y el
desconocimiento.

(8>.— Aunque siempre hemos admirado la lúcidas


formulaciones de Néstor A. Braunstein, no podemos acoger
sin reservas el comentario que, acerca de esta afirmación
lacaniana, hace en LinaMetería (Lacan, entre el lencus-le
y la lincillstical (Braunstein 1986)

(9).— Freud lo puso claramente de manifiesto en uno de


sus trabajos,lleno de intuiciones geniales y de esfuerzo
terapeatico, uno de sus más conocidos historiales
clínicos: “A propósito de un caso de neurosis obsesiva”
(el Hombre de las Ratas) (Freud 1909d>
Este paciente de Freud mostraba, en su patología
obsesiva, cómo se sentía obligado a decir jaculatorias
cuyo significado desconocía, a obedecer órdenes que se le
imponían sin que pudiera entender el sentido de las
mismas, a realizar enojosas y complicadas acciones cuya
ejecución a él mismo le parecían absurdas o, al menos,
extrañas. Y finalmente toda su conducta se organizaba de
manera que pudiera dar una cierta coherencia a este
sinnúmero de sinsentidos.
Con toda la distancia que pueda establecer la patología
ya estructurada como tal, no debemos olvidar que también
el sujeto llamado normal padece una servidumbre de la
misma naturaleza. Tambien él “dioe”cosas y responde a
unos dichos cuyos sentidos se le escapan. Tambien él está
zarandeado por la palabra, por los significantes.

—560—
REFERENCIAS BIBLIOCRAFICAS DEL CAPITULO 11

ANITTN,D. y otros <1991>: La creación del arte.

Incidencias freudianas. Nueva Visión. B.Aires


BRATM4STEIN, Néstor A. <1986): Llncdistería tTacan, entre

el r.ena-ua-ie y la Linoflisticá~ en:


BRAUISTEIN, Néstor A. (1986): El lenguaje y el

inconsciente freudiano, Siglo XX!. México.


D’AXGELO y otros (1991): Una introducción a Lacan. Lugar
8. Aires.

FREUD, 5. (1909d):A oronósito de un caso de neurosis


Q)~5Q5~jfl. AE x, pAíS

GARCíA CALVO, Agustin (1991): Raso de romances y baladas

Lucina. Madrid.
GUTIERREZ SANcHEZ, Gerardo (1989): ConsIderaciones
nsicoanal<ticas Acerca de la lectura Clínica y
2l8.
Análisis Gripal Vol.ll(2>, no.51, pp.flOG—
Madrid.
JEAN, Georges (1982>: La lectura. lo real y 10

flnajnariQ, en: cEfi (1982): El poder de leer.


Gedisa. Buenos Aires.

—561—
BIBL!OCRAFIA GENERAL
ACTAS del IV Coloquio rnternacional del RomanCerO, Junio

1987 <1989): El Romancero. Tradición Y pervivencia

fines del siglo XX Fundación Machado. Universidad


de Cádiz.

AFANASIEV, A.N. (1987): Cuentos populares rusos

<3 tonos). Anaya, Madrid

AFANASTEV, MM. <1991>: Cuentos prohibidos rusos.

Alborada. Madrid
AGUILAR CRIADO, Encarnación (1990): Cultura popular y

folklore en Andalucía. (Los origenes de la


Antropología). Diputación Provincial de Sevilla.

ALBANO, 5. y otros (1981): Lo Real en psicoanálisis.

Incidencias en la Clínica y en la Dirección de la

Cura. Simposio del Campo Freudiano. Manantial.


B.Aires

ALCALA-ZAIIORA, José N. (1989): La vide cotidiana en la


Espafia de Velázcpxez. Ediciones Temas de Hoy.

Madrid.
ALEMÁN,.!. y LARRIERA,S. <1981): Notas de la serie en

Serie psicoanalítica i pp.15—74. Ediciones CTP.


Madrid

ALEMÁN, Jorge (1983>: Discurso científico y discurso

usicoanalítico Serie psicoanalítica 2/3, Pp.

37—80. Madrid.

.564.

L.
ALEMAN, Jorge (1985); Lacan: El campo de]. goce. CTP.

Madrid

ALEMÁN, Jorge <1985): LLdusatt~1L.~qLIIfltflfimM En: Notas

de la serie. “Serie psicoanalítica. Madrid.

AIIITIN, It y otros (1991): La creación del arte.

Incidencias freudianas. Nueva Visión. B.Aires

ANDERSON IMBERT,E. (l977)~ Los primeros cuentos d.l mundo

Maryinar. B.Aires.
ANDRES GUTIERREZ, Mariano de (1982): La fuflt~ldF en el

ci’ento Dopular naravillosot “La hila gel diablo

Revista de dialectología y tradiciones populares

Vol.XXXVII, pp. 93—128.

ANONIMO (1984): El caballero de la espda. La doncella de

la muía. Siruela. Madrid,


ANONIMO (1985): Cuentos populares AZerbaidjaflofl. Anaya,

Madrid
ANSERMET, GROSRICHARD y MELA <1990): La psicosis en el

texto. Manantial. B.Aires

ANUARIO IBERICO DE PSICOMALISIS 1 (1989): Sobre la

realidad en psicoanálisis. Prflner Congreso Ibérico

de Psicoan. APM. Madrid


ANZIEU, D. (1971>: Le coros st le code dsns les cortes de

Bnrg~& Neuvelle Revue de Psychanalyse a


177—210. Paris.
pp.
ANZIEtJ, 0. (1978—79): El autoanálisis de Freud. El

descubrimiento del psicoanálisis 2t. Siglo Xfl.

Madrid.

—5 65—


APARICIO,S. y otros (1991): La sexualidad en los

desfiladeros del significante. Manantial. BAires

ARIES, Phillippe (1987): El niño y la vida familiar en el

Antiguo Régimen. Taurus. Madrid

ARIES,Ph. y Duby,G. (dirección)(1989): Historia de la

vida privada. (6 tonos). Taurus. Madrid

ARBUABARREMA, Héctor (1986): La ideolocia del incesto en:

Braunstein (1986): El discurso del Psicoanálisis.

Siglo XX!. México

ASSOUN, Paul-Laurent (1987): Introducción a la

epistemología freudiana Siglo XXI. México.

AULAGNIER SPAIRANT (1983): observaciones sobre la

fesinidad y sus avatares, en:

AULAGNIER—SPAIRANI y otros (1984): El deseo y la


perversión. Editorial Sudamericana. BAires

AULNOY, Madame de (1991): El cuarto de las hadas.

Siruela. Madrid.
BAJTIN, Mijail <1974): La cultura popular en la Edad

Media y en el Renacimiento. Barral. Barcelona.

BALINT, Michael (1965): Ta hermana menor y el Prínc~ne

Anfl. Revista de Psicoanálisis. t.XXII, no.l—2.


Asociación Psicoanalítica Argentina. B.Aires

BALMARY, Marie (1979): L’homme aux statues. Freud et le

Lauto cachée du Nro. Grasse. Paris.

BALNARY, Marie (1986): Le sacrifico interdit. Grasse.

Paris.

466—
BARANDIARAN TRIZAR, Luis de (1981): AntolOgía de fAbuItS,

cuentos y leyendas del País Vasco. Txertoa.

S Sebastián
BARANOER, Willy (1976): Posición y objete en la obra de

Nelanie Klein. Kargiemafl. B.Aires.

BARANGER y etros (1980): AportaciOnes al concepto de

objeto en psicoanálisis. AnOrrOrtu. BAiles.


BARTHES, Roland (1974): El placer del texto. Siglo XXI.

E. Aires

BAUDOUIN, Charles (1972): psicoantlisis de). arte.

Psique. BAires

BELINSKY, Jorge (1991): El retorno del padre.Ficciófl,

Mito y Teoría en PsicoanálisiS. Lumen. Barcelona.

BELLEMIN-NOEL, J.<1979); Vers l’inconscieflt dii texto.

PUF. Paris
BELLEMIN—NOEL, J.(1983fl Gradiva au pisé de la lettre.

PUF. Paris.
BELLEMIN—NOEL, J.(1983): LOS contes et leas fantastes.

ptw.paris
BELLEMIN—NOEL, J. (1989): psychanalys@ et Littétfttflte

Qué sala—jo?. ptir, Paris


BERCHERIE, Paul (1988): Génesis de los conceptos

freudianos Paidos. B.Aires


BERGERET, Jean (1990): La violencia fundamental

El inagotable Edipo. PCE. Madrid

BETTELBEIM, Bruno (1977): PsicoanálisiS de los cuentes

de hadas. crítica. Barcelona

—567—
BETTELMEIM, Bruno (introducción)(l9BO)± Los cuentos de

las mil y una noches. Crítica. Barcelona.

BETTELHEIM, Bruno (introd.)(1980): Los cuentos de

Perrault. Critica.Barcelona

BILINEIS y otros (1990): El amor en el psicoanálisis.

Simposio del Campo Freudiano. BAires

BLEICHMAR, Silvia y otros (1990): Lecturas de Freud.

Lugar. B.Aires

BLOCH, Dorothy (1985): “Para que la bruja no me coma”

Fantasía y miedo de los niños al infanticidio.

Siglo XXI. Madrid

BOLTE-PoLIVKA (1913): Annerkungen su den Kinderund

Hausmárchen der Bri3der crin, vol. 1, 298. Leipzig

BORNAY, Erika (1990): Las hijas de Lilith. Cátedra.

Madrid

BORNSTEIN, Stetf (1945—46): Tnternretación nsicoanalitica

de la leyenda ULa Bella del Bosoue Durmiente

Revista de psicoanálisis t.III, no.2 Asociación

Psicoanalítica Argentina. S.Aires

BRAUNSTEIN,n. (1981): A tedio siglo de “El malestar en la

cultura” de Sigmund Freud. Siglo XXI. México.

BRAUNSTEIN (coord4(1983): La re—flexión de los conceptos

de Freud en la obra de Lacan, Siglo XXI. México

SRAUNSTEIN,N.y otros (1985): Psicología: ideología y

ciencia Siglo XXI. México.

BRAUNSTEIN,N. (1986): Tinopisteria <Lacan entre el

lenguaje y la 1ingÚística~ en:

—568—


BRAINSTEIN (ooord.) (1986): El lenguaje y el inconsciente

freudiano, Siglo XXI. México.

BRATJNSTEIN (coordfl(1986): El discurso del psicoanálisis

Siglo XXI. México

BRAUNSTEIN,N. (1987): psiquiatría, teoría del sujeto,

psicoanálisis (hacia Lacan). Siglo XXI. México.

BRAUNSTEIN, Néstor (1990): Goce, Siglo XXI, México

BRÁVO—VILLASANTE, Carmen <1972); Historia de la

Literatura Infantil Española. Doncel. Madrid

BRAVO-VILLASANTE, Carmen (selección y prólogo)(1990)

Cuentos andaluces. Biblioteca de cuentos

maravillosos. Olañeta editor, Barcelona


BRILL (1991): La traversée mithique. Payot. Paris

BRILL (1991): Lilith Payot. Paris

BRIJIT ZAIDMAN, LouiSC (1991): Las hijas de Pandora


Mujeres y rituales en las ciudades, en: OUBY y

PERROT (1991): Historia de las mujeres. En


Occidente. Taurus. Madrid

CABABIE,R. y otros (1984): LecturaS de Lacan. Lugar.

B. Aires.

CAILLE,PI1. y Rey,Y. (1990): Había una vez... • Nueva

Visión, BAires

CALLIGARIS, Contardo (1987): Hipótesis sobre el fantasma

en la cura psicoanalítica. Nueva Visión. B.Aires

CALVINO, Italo (1990); CuentoS populares italianos (2

tomos). siruela. Madrid

CALVO BUEZAS 91985); El cuento y 105 fllSCAfll5flIOS de


33. Madrid.
defensa en el niño. Menores n.lO pp.2B—

—569—

.
CAJ4ARENA LAUDIRICA, Julio (1985); la bella durmiente en

la tradición oral Ibérica e Iberoanericana Revista

de dialectología y tradiciones populares Vol.XL,

pp. 259—278.
CAMPBELL, Joseph (1972): El héroe de las mil caras. FCE.

México

CANCINA, Pura H.(1990): Escritura y femineidad. Ensayo

sobre la obra de Marguerite Duras. Nueva Visión.

BAires.
CARCOPINO, Jéróme (1989): La vida cotidiana en Roma.

Ediciones. Temas de Hoy. Madrid

CARO BAROJA, Julio (1974): Algunos mitos españoles.

Ediciones del Centro. Madrid


CARO BAROJA, Julio (1989): De los arquetipos y leyendas.

Circulo de Lectores. Barcelona


CARTER, Angela (1981): La mu~0r sadiana. Edhasa.

Barcelona
CARVALMO-NETO, Paulo de (1968): Folklore y psicoanálisis.

Mortiz. México
CERDA, Hugo (1985): Ideología y cuentos de hadas. Akal.

Madrid
CERDA, Hugo (1978): Literatura infantil y clases

sociales. ARal. Madrid


CLANCIER, Anne (1916): psicoanálisis, Literatura,

Critica. Cátedra. Madrid


CLAVREUL, Jean (1983): El orden médico Argot. Barcelona

COLLODI, C. <1972): Las aventuras de Pinocho. Alianza.

Madrid
COOPER, David (1976): La muerte de l.a familia. Ariel.

Barcelona
COSENTINO, J.C. (1987): Las resistencias en la práctica

freudiana. Manantial, B.Aires


COUSTE, Alberto (1978): Biografía del Diablo, Círculo de

Lectores. Barcelona

COX, M.R, (1893): Cinderella Londres

CRUZ ROCHE, Rafael (1991): psicoanálisis. Reflexiones

epistemológicas. Instituto de España. Espasa—Calpe

Madrid

CRUZ—SAEZ, Michéle (1989): El ronancero de Araaón

en; ACTAS IV Coloquio internacional


Romancero (1989): El Romancero. Tradición y

pervivencia a fines del siglo XX. Fundación


Machado. universidad de Cádiz

CHASSEGtIETSMIRGEL,J. (1971); Pour une psychanalyse de

l’art et de la créativité. payot. Paris.

CHASSEGUET-SMIRGEL,J. (1g77): La sexualidad femenina

Laia. Barcelona
CHAUCER, GeoL frey (1988): Cuentos de Canterbury.

Clásicos Universales planeta, Barcelona

D’AnGELO y otros (1991): Una introducción a Lacan Lugar

BAires
DAUMLING, H. (1912): Studie aher den typus des “M&dcheflfi

ohne MAnde” innerhalb des Xonstanze—ZyklUS Munich

DE LÁNNO? y FEVEREISEN (1992): L’inceStC. PUF Paris


DERRIDA, Jacques <1977): El concepto de verdad en Lacan,

Heno Sapieno. BAires.

—571—
DEUTSCH, Iféléne (1964): la psychologie des Lenes t.I:

Enfance et adolescence. Presses Universitaires de

France. Paris

DEVEREUX, Georges (1975); Tragédie et poésie grecques

Flannarion. Paris

DEVEREUX, Georges <1977): Essais d’ethnopsychiatrie

généralé Gallinard. Paris.


DEVEREUX, Georges (1984>: Baubo. La vulva mítica.

Icaria. Barcelona

DEVEREUX, Georges (1989): Mujer y mito. PCE. México

DIAIRINE, Gilbert (1988>: verdad histórica y verd~4

~~~~gflargj Revista de Psicoanálisis de Madrid.


No 8, pp.151—lEl

DIAZ,J, DIAZ VIANAL y VAL,J.D. (l97879fl Romances

tradicionales. Catálogo folklórico de la provincia

de Valladolid. <2 tonos) Institución Cultural

Sinancas. Valladolid

MAZ ROIG, Mercedes (1986): Estudios y notas sobre el

Romancero. El Colegio de México. México D.F.

DIAZ ROIG, Mercedes (1991): Los romances con dos núcleos

dint~r4~ De halada y lírica, 1 Tercer coloquio


Internacional del Romancero. Universidad Autónoma

de Madrid, 1982

DIEZ DEL CORRAL, Luis (1914>: La función del mito clásico

en la literatura contemporánea. Gredos. Madrid.


DIME, Pascal (1989): Etnología de la alcoba Gedisa,

Barcelona

-‘572—
DIEL, Paul (1976): El simbolismo en la mitología griega.

Labor. Barcelona

DIEL, Paul (1989): Los símbolos de la Biblia. F.C.E.

México

Oíd BLEICHMAR. E. (1985): El feminismo espontáneo de la

histeria. Adotraf. Madrid

DOISO, FrangOise <1973): Prefr~i&, en: MANNONI, M.

(1973): La primera entrevista con el peicoanalista.

Granica. a. Aires

DOLTO, Frangoise (1974): psicoanálisis y pediatría.

Siglo XXI. México

DOLTO, Frangoise (1987>: En el juego del deseo. Siglo


XXI. México.

DOLTO, Frangoise (1987); sexualidad femenina. Paidós.

Barcelona

DOLTO, Fran9oise (1990): La imagen inconsciente del

cuerpo. Paidós. Barcelona

DOR, Joél (1966): Introducción a la lectuta de Lacan,

Gedisa. B.Aires

DOR, Jodí (1988): La scientificitá de la psychati&ly5C.

Editions Universitaires 1,2. paris.

DOR, Jodí (1991): El padre y su función en psicoanálisis

Nueva Visión. BAires

DU BOULAV, J. (1987>: N”era5 y suecras. esflactos riel


ritual matrimonial de los pueblos de Grecia, en:

PERISTIANV, John G.(1987); Dote y matrimonio en los

paises mediterráneoS. Centro de ~~yestigacione5

sociológicas. Madrid

—573—
DUBY, Georges (1988): Diálogo sobre la historia.

Conversaciones con Guy Lardreau. Alianza

Universidad. Madrid

0118V, Georges (1990): La matrona y la malcasada, en:

0118V, Georges (1990): El amor en la edad media y otros

ensayos Alianza Universidad. Madrid

DUSV y PERRoT <1991): Historia do las mujeres tI

Taurus. Madrid

DUFOURCQ, Ch.—Ennanuel (1990>: La vida cotidiana de los

árabes en la europa aedieval. Ediciones Temas de

Hoy, Madrid

DURAND, 0. (1983): Estructuras antropológicas de lo

iraginario. Taurus. Madrid.

ELIADE, Mircea (1973): Mito y realidad. Guadarrana.

Madrid

ENGELS, Federico (1972>: El origen de la familia, la

propiedad privada y el estado. Ayuso. Madrid

ERNY, Pierre (1991): Ethnologie de l’education.

L’Harnattan. Paris

ESCARPIT, Denise (1986): La literatura infantil y


juvenil en Europa. ECL México

ESPINOSA, Aurelio M. (1946—1947): cuentos populares

españoles. (2 tomos) CSIC. Instto. “Antonio de


Nebrí ja”, de Filología. Madrid

ESPINOSA, Aurelio M. (hijo) (1987—1988): Cuentos

populares de Castilla y León (2 tomos). CSIC.

Madrid

—57 4—
ESPIRO, Nicolás (1988>: El método nsicoanplitico ‘7 cl

nétodo historiocráfico Revista de psicoanálisis de

Madrid. No.8, pp. 129—150

EVANSPRITCHARD, Edward (1987): Historia del pensamiento

antropológico. Cátedra. Madrid

FEDIDA, Pierre (1979): Diccionario de psicoanálisis.

Alianza. Madrid
FERENZCI, Sandor (1961): Confusión de lenaflps entre 105

adultos y el niño La Psychanalyse vol. VI,


2S3. P.U.F. Paris
pp.24í—
FERENZCI, Sandor (1988): Diario clínico. Conjetural.

B . Aires
FERNÁN CABALLERO (1986): Cuentos de encantamiento y otros

cuentos populares. Biblioteca de Cuentos

Maravillosos. olañeta editor. Barcelona

FERRO, N. (19919); El instinto maternal o la necesidad de

un mito. Siglo XXI de Espaf~a. Madrid.

FLANDRIN, Jean—Louis (1984): La moral sexual en

Occidente. Granica. Barcelona

FORDE, DARYLL y al.(1926): Mundos africanos. PCE. México

FRAGUAS FRAGUAS, Antonio (1976); LiteraturA nonular en

torno al casamiento, embarazo y marte Eevista de

dialectología y tradiciones populares” vol.XXXI!,

Pp. 185—196.

FRANZ, Marie—LOUi5C von <1990): SímbolOS de redención en

los cuentos de hadas. Luciérnaga. Barcelona

FRANZ, Marie-LOuiSe von (1991): La femme dans les contes

de fées Jacqueline Renard. Paris.

—57 5—
FRAZER, J.G. (1989>; La rama dorada. FCE. Madrid

FRAZER, J.G. (1986): El folklore en el antiguo

testamento. ECE. México

FREUD,S. (1893a>: Sobre el mecanismo psíquico de los

fenómenos histéricos: comunicación preliminar


25
AE II, p.
FREUD,S. <1894a); Las neuronsicosis de defensa

AE III, p.4l
FREUD,S.y BREUER,J. (1895d): Estudios sobre la histeria

AZ II

FREUD,S. (1986b): Nuevas nuntualizaciones sobre las

neuronsicosis de defensa AE III, plSl

FREUD,S. (18981,): Sobre el mecanismo psíquico de la

4&mm~r’9riA AB III, p.277


FREIID,S. (18998>; sobre los recuerdos encubridores

AB III, p.291
FREUDS. (1900a): La interpretación de los sueños AB IV—V

FREUD,S. (1901b): Psicopatología de la vida cotidiana

AB VI
FREUD,S. (1905d); Tres ensayos de teoría sexual

AB VII, p.l09
FREIJD,S. (1905e>: Fragmento de análisis de un caso de

hiBt~fl~. AE VII, pl
FREUD,S. (1907a): El delirio y los sueños en la “Gradiva”

de W. Jensen AB IX, p.l

FREUD,S. (1909d): A propósito de un caso de neurosis

QbaenY~. AB X, pp.1l9—172

2575..
FREUD,S. <laica>: Cinco conferencias sobre psicoanálisis

AB XI, p.l
FREUD,S. (1911e): El uso de la interpretación de los

sueños en psicoanálisis AE XII, p.83

FREUO,S. <1912b>: Sobre la dinámica de la transferencia

AB XII pA3
FRETJD,S. (1912e): Consejos al médico sobre el tratamiento

psicoanalítico AE XII, píO?

FREUO,S. <1912—13); Tótem y tabú AE XII!, pl

FREUD,S. (1913c>; Sobre la iniciación del tratanulento

<Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis


2l
11. AE XII, pl
FREUD,S. (1913f): El motivo de la elección del cofre

AE XII, p.3O3
FREUD,S. (1914c>: Introducción del narcisismo

AB XIV, p.65
FREUD,S. <1914d): Contribución a la historia del

ruovimiento psicoanalítico AZ XIV, ~,.l

FRELJD,S. (1914g>: Recordar, repetir y reelaborar (Nuevos

consejos sobre la técnica del osicoanálisip II~

AE XII, p.l45

FREUD,S. <lalsa>: PuntuAlizSciOnCS sobre el amor de

triiIaLmIifl9ii. AE XII, pl59


FREUD,S. (lalSe>: Lo inconsciente AB XIV, pp.l53 y 55.

FREUD,S. (1916—17): Conferencias de introducción al

psicoanálisis. AE XV—XVI
FREUS,S. (lalSa>: El tabú de la virginidad AB XI, p.lSS

—577—
FREUD,S. (1918b): De la historia de una neurosis infantil

AB XVII, p.l

FREUD,S. <1919W; ~ AB XVII, y,.2l5

FREUD,S. (1920g): Más allá del principio de placer

AB XVIII, p.l
FREUD, 5. <1923d>; Una neurosis demoníaca en él siclo

XXU. AE XIX, p.67


FREUD,S. (1926d): Inhibición, síntoma y angustia

AB XX, p.71
57
FREUD,S. (1930a): El malestar en la cultura AB XXI, p.
FREUD,S. (1933a): Nuevas conferencias de introducción al

psicoanálisis AB XXII, pl

FREUD,S. (1937d): Construcciones en el análisis

AB XXIII, p.2S5
FREUD,S. (1950a>: Los origenes del psicoanálisis

AB 1, p.2ll
FREUD,S. <1984): Epistolario. 1873/1939. Plaza & Janes.

Barcelona
FROMM, Erich (1966): El lenguaje olvidado. Hachette.

B . Aires
cAGO y otros (1983>: Literatura infantil. Papeles de

Acción Educativa. Madrid


GARCíA CALVO, A. (1983): Familia: la idea y los

sentimientos. Lucina. Madrid

GARCíA CALVO, A. (1984): El amor y los dos sexos — Del


tiempo de amor y olvido. Lucina. Madrid

GARCíA CALVO, A. (1991): ¿Qué coños?. Cinco cuentos y una

charla Lucina. Madrid

—57 8—
GARCíA CALVO, A. (1991>: Ramo de romanceS > baladas.

Lucina. Madrid

GARCíA ESPIL, Silvia (1990>: Amor cortés: Dm quehacer del

sionificante con el cope, en! BILINRIS y otros

(1990>: El amor en el psicoanálisis. SimposiO del

Campo Freudiano. Buenos Aires.


cAY, Peter (1989): Freud. Una vida de nuestro tiempo.

Paidós. Barcelona

GENNEP, Arnold van (1982): La formación de las leyendas

Alta—Fulla. Barcelona.
GENNEP, Arnold van <1986): Los ritos de paso. Taurus.

Madrid
GEORGIN, Robert (1988): Lacan. Nueva Visión. BAires.

GEORGIN, Robert <1988): De LéviStraUSS a Lacan. Nueva

Visión. B.Aires

GFEN(Groupe Frangais d’EducatiOn Nouvelle) (1982>: El

poder de leer. Cedisa. B.Aires

GOMEZ DE LIARO, 1. (1992): El idioma de la imaginación.

Thcnos. Madrid

GOMEZ PIN, V. (1981>: El reino de las leyes. Orden

freudiano. Siglo XX!. Madrid.

GOMEZ PIN, V. (1984): El psicoanálisis. Justificación de

Freud. Montesinos, Barcelona

GOODE,EliSSbCth (1949—50): Un cuento en el análisis de

lanLJl.JJiA. Revista de psicoanálisis tsr!, no.3


Asociación Psicoanalítica Argentina. BAires

GRANOFF y PERPIER (1980): El problema de la perversión

en la mujer. Crítica. Barcelona

—579—
GRAVES, Robert (1985): Los aitos griegos Alianza. Madrid

GRAVES,R. y PATAI,R. (1988): Los mitos hebreos. Alianza,

Madrid

CREEN, André (1976): El Complejo de Edipo en la tragedia.

Tiempo contemporáneo. BAires.

cREEN, LAPLANCHE, LECLAIRE, PoNTALIS (1976); El

inconsciente freudiano y el psicoanálisis francés

contemporáneo. Nueva Visión. B.Aires

cREEN, André (1986): Narcisismo de vida, narcisismo de

muerte Amorrortu. B,Aires


CREEN y al. <1989): La pulsión de muerte. Amorrortu.

B . Aires
CREEN, André (1990): Le complexe de castration. Qué

sais—je?. PIJE. Paris.

GRIMAL, Pierre (1989): Diccionario de mitología griega y

romana. Paidós. Barcelona

GRIMM, J. y W. (1988>: Cuentos de niños y del hogar

<3 tomos). Anaya. Madrid

GRIMM, 3. y W. (1976): Cuentos. Alianza. Madrid

GROSRICHARD, Alain (1984>: Estructura del harem, Petrel.

Barcelona

GRUPO “NU” (1987): Retórica General. Paidós. Barcelona

GUTIERREZ ESTEVE, Manuel (1978): sobre el sentido de

cuatro romances de incesto Revista del Centro de

Investigaciones Sociológicas. Monográfico Homenaje


a Julio Caro Baroja. Pp. 551—579. Madrid

2580..
GUTIERREZ ESTEVE, Manuel (1980>: El incesto en el

Romancero Español. Tésís Doctoral. Facultad de

Filoloqía. 11CM.

GUrIERREZ SANCHEZ, Gerardo (1971>: flIn~x2in~I.~n


osicodiná,nica de la personalidad de cinco niños

varones de siete a diez años, con dIficultades de

lectura y escritura Actas y Trabajos III Congreso

Nacional Psicoloqia. Publicaciones de la Sociedad

Española de Psicología. Madrid


GUTIERREZ SANCHEZ, Gerardo <1975); T.a sexualidsd en log

cuentos infantiles Convivencia nc. 1. Madrid

GUTIERREZ SÁnCHEZ, Gerardo (1976); La verdad del cuento

DIJO 2 Revista de convivencia y relaciotes humanas.

Madrid

GUTIERREZ SÁnCHEZ, Gerardo (1978): Aspectos psicológicos

de los cuentos infantiles EncIclopedia Nacer y

Crecer tomo VI, pp.l5S—lll. Ediciones Orgaz.

Madrid

GUTIERAEZ SÁNCHEZ, Gerardo <inédj: Caraoterlsticas del

comportamiento del, niño de ocho a catorce años.

Investigación realizada en 1980—Sl, subvencionada

por el INCIE del NEC. Pubiicacidfl inédita.

GUITIBEREZ SÁNCHEZ, Gerardo (1983): A propósito de los

cuentos de hadas., en: CAGO y al. (1983):


Literatura infantil. Papeles de Acción Educativa.

Madrid

—681—

.
GUTIERREZ SÁNCHEZ, Gerardo <1983): Psvchanalvse et

IIninrfritÉ. Bulletin de la Federatiori Européene de

Psychanalyse no. 20—21. Barcelona

GIJTIERREZ SANCHEZ, Gerardo (1987): Influencia de los

cuentos en el desarrollo afectivo del niño

Letragorda (2> (separata). Consejería de Cultura,

Educación y Turismo. Murcia

GUTIERREZ SÁNCHEZ, Gerardo (1988): Der Einfl’,B der

Márchen auf die affektive Entwickluncl des Rindes

<versión al alemán del articulo anterior), en:

HETMAN,F.(ed,>(1988>: Spanien(monogr.) Dic

Márchenzeitung Inforzaationem su MArchen, Folklore,


Fantasy no.íO. Nombom/Westerwald.

GUTIERREZ SANCHEZ, Gerardo <1987>: psicoanálisis de los

cuentos de h~dss Letragorda(2) Consejeria de


Cultura, Educación y Turismo. Murcia

GUTIERBEZ SÁNCHEZ, Gerardo (1989>: Miedos y monstruos

CLI.! (Cuadernos de Literatura Infantil y


Juvenil>.Año 2, no.2, pp.8—14. Fontalba. Barcelona

GUTIERREZ SÁNCHEZ, Gerardo (1989>: consideraciones


psicoanalíticas acerca de la lectura Clínica y

Análisis Grupal 1989,vol.ll(2), no.5l, PP. 205—312.

Madrid

GUTIERREZ SÁNCHEZ, Gerardo (1989): La madre oculta CLIJ.


(Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil).AÑO 2,

no.9, PP. 12—15. Fontalba. Barcelona

—‘582—
GUTIERREZ SÁNCHEZ, Gerardo <inéd.) Comentarios acerca del

concento freudiano de unheimlich. Lo siniestro: un

“enlace ~ Homenaje a Sigmund Freud con

motivo del cincuentenarie da su muerte. Organizado

por la UCM. Nov.-Dic. de 1989. Publicación del

Rectorado inéd.
GUTIERREZ SÁNCHEZ, Gerardo (1990>: Los conflictos de

personalidad en niños desde un análisis de los

cuentos tradicionales Bordon 42(1), PP. 79—84.

Madrid

GUTIERREZ TERRAZAS, J. (1986): Cuestiones de

psicoanálisis. Universidad Autónoma de Madrid

GUTIERBEZ TERRAZAS, J <1988>; La “realidad psíquica

propiamente dicha no es la realidad osicolócica o

ewbj~tIxa. Revista de Psicoanálisis de Madrid.


69—72
No,8, pp.
GUTIERREZ TERRAZAS, J. (1989>: Psicología dinámica o

psicoanálisis: concepto, fundamento epistemológico

y actualidad Colección Psicología Dinámica en la

Universidad. Hogar del Libro. Barcelona

GUTIERREZ TERRAZAS, J. <1989): Los dos pilares del

psicoanálisis: el pulsional y el inconsciente.

Colección PDU/5. Hogar del libro. Barcelona

GUTIERREZ TERRAZAS, J. (1990): Los dos pilares del

psicoanálisis; la psicodinamia inconsciente.

Col.PDU/5. Hogar del Libro. Barcelona

—583—


HARARI, R. (1987): Los cuatro conceptos fundamentales

del psicoanálisis de Lacan: una introducción.

Nueva Visión. B.Aires.

HEISIG, J.W. (1976): El cuento detrás del cuento.

Guadalupe. B.Aires
HELO, Jacqueline (1985): Los niños y la literatura

fantástica. Paidos. Barcelona

HOMERO (1962): La Odisea. (Edición a cargo de José

Alsina). Planeta, Barcelona

HORNILLA Txema (1989): La mujer en los ritos y mitos

vascos. Txertoa. S.Sebastián


HORNSTEIN y otros <1991): Cuerpo, historia,

interpretación. Paidós. B.Aires

IRIGARAY, Luce <1982): Ese sexo que no es uno.

Saltés. Madrid

ISAACS, Susan (1967): Naturaleza y función de la

frnflnl.a en: RLEIH y otros (1967>; Desarrollos en


Psicoanálisis. Paidós. B.Aires

IZAED y SMITH (1989>: La función simbólica. Júcar

Universidad. Madrid.

JACCARD, Roland (dirección) (1984>: Historia del

psicoanálisis. Juan Granica. Barcelona

JACKSON, D.D. <1977): Comunicación, familia y matrimonio


Nueva Visión. B.Aires

JÁMESON, Fréderic <1989): Documentos de cultura.

Documentos de barbarie. Visor, Literatura y debate

critico. Madrid.

15fl4...
JEAN, Georges <1978): La lectura, lo real y lo

inaainAL9 en: GFEN El poder de leer. Barcelona,

Gedisa.
JEAN, Georges (1988): El poder de los cuentos. Pirena.

Barcelona
JONES, Ernest <1979): Vida y obra de Sigmund Freud

(3 tonos). Hormé, Paidós. madres

RALINA Y KOVADLOFF (1991); El dualismo humano. Nueva

Visión. BAires.

KAPPLER, Claude (1986>: Monstruos, demonios y

maravillas. Ákal/Universitaria. Madrid


KLEIN, Melanie y otros <1967>: Desarrollos en

psicoanálisis. Hormé. Paidon. B.Aires


KLIMOVSXY, Gregorio (1988): El carácter científico del

~ain~mnÁl.iai-a Revista de psicoanálisis de Madrid.


NoS, pp.73—94
XOFMAN, Sarah (1982): El enigma de la mujer. ¿Con Freud o

contra Freud? . Gedisa. Barcelona


KOVADLOFF, Santiago (1991): La cractén del arte, en:

AMITIN y otros (1991): La creación del arte.


Incidencias freudianas. Nueva Visión. B.Aires

EREISLER, León <1973>: L’enfant et 1’adolescent de sexe

ambiau ou l’envers du mvthe NOuVClLG Revue de

Psychanalyse no.?, p.1l8

KRISTEVA, J. y otros <1985>: (El) trabajo de la metáfora.

Gedisa. Barcelona,
LA FORTAINE, Jean 3. <1987>: IniciaCión. Drama ritual y

conocin,iento secreto. Lerna. Barcelona

—5 85—
LACAN, Jacques (1953): “Le symbolique, l’imaginaire et le

réel”. Conferencia del 8.7.53 ante la Societé

Fran9aise de Psychanalyse. (Inédita>


LACAN, Jacques (1970>: Las formaciones del inconsciente.

Nueva Visión. BÁires

LACAN, Jacques (1974)! Télévision. Du Seuil. Paris.

LACAN, Jacques <1977>: Los cuatro conceptos fundamentales

del psicoanálisis. Barral. Barcelona

LACAN, Jacques (1978>! La familia. Argonauta. Barcelona

LACAN, Jacques (1980), Función y campo de la palabra y

del lenguaje en psicoanálisis, en: LACAN (1920):

Escritos 1. Siglo XXI. México


LACAN, Jacques <1980): La instancia de la letra en el

inconsciente o la razón desde Freud, en:

LACAN, Jacques (1980): Escritos 1 Siglo XXI. México


LACAfl, Jacques (1901): El Seminario de Jaccues Lacan
9—aS.
P.S,I. Curso 1974—75 Ornicar? no.3, pp.
Petrel. Barcelona

LACAN, Jacques (1981): El Seminario: Aun. Libro 20. Curso

1972—73. Paidós. Barcelona

LACAN, Jacques (1988): El Seminario: La ética del

Psicoanálisis. Libro 7. Curso 1959—60.


Paidós. Barcelona.

LACAN,J. y otros (1991); Momentos cruciales de la


experiencia analítica. Manantial. B.Aires

LACARRA, Ma. Jesús (1979): Cuentistica medieval en

España. Los origenes. Universidad de Zaragoza.

—586—

:
LACARBIERE, Jacques (1973): Herodoto y el descubrimiento

de la tierra. Espasa Calpe. Madrid

LANGER, Marie (1964): Maternidad y sexo. Paidós. BAires

LANGER, Marie (1966>: Fantasías eternas a la luz del

Psicoanálisis. Paidos. B.Aires

LAPLANCHE, Jean (1973): Bisexualité et diffférence des

~ Mouvelle Revue de Psychanalyse no.?

LAPLANCHE, Jean (1980>; La sexualidad. Nueva Visión.

8 Aires

LAPLANCHE,.!. y PONTALIS,J.B. (1979); Diccionario de

Psicoanálisis. Labor. Barcelona


LAPLANCHE,J. y PONTALIS, J~. (1976>: frntnJi.A
originaria, fantasía de los oncenos. oricen de la

frntiaLL, en: CREEN y al. (1976): rl inconsciente


freudiano y el psicoanálisis francés contemporáneo.

Nueva Visión. BAires

LAPLANCHE,J. (1988); Castracidn.Simbolizaciones.

Problemáticas II. Amorrortu. B.Aires

LAPLANCHE, J. (1989): Nuevos fundamentos para el.

psicoanálisis. La seducción originaria.


Amorrortu. B.Aires.

LASLETT, Peter (1987): El mundo que hemos perdido,

explorado de nuevo. Alianza Universidad. Madrid

LE GOFF, Jacques (1939>: El nacimiento del purgatorio.

Taurus. Madrid

LE 00FF, Jacques (1991>: El orden de la memoria. Paidós.

Barcelona

—587—
LE GOFF, Jacques (1991); Pensar la historia. Paidós.

Barcelona

LE GUEN, Claude (1976): El edipo originario. Amorroxtu.

8. Aires

LE GUEN, Claude (1984>; La Práctica del Método

Psicoanalítico. Gedisa. B.Aires

LE RIDER, Jacques (1984>: Freud y la Literatura en!

JACcARD (1984): Historia del Psicoanálisis. Juan

Granica. Barcelona

LECLAIRE, Serge <1972>: El objeto del psicoanálisis.

Siglo XXI. BAires

LECLAIRE, Serge (1977); Matan a un niño. Amorrortu.

8. Aires

LECLAIRE, Serge (1978): Para una teoría del complejo de

Edipo Nueva visión. BAires.

LECLAIRE, Serge <1978>: Psicoanalizar. Siglo XXI. México.


LECLAIRE, Serge <1982>: Desenmascarar lo real. Paidós.

BAires

LEflES, Edmund (1990>: La invención de la mujer casta.

La conciencia puritana y la sexualidad moderna.

Siglo XX. Madrid


LEMOINE-LUCCIONI, Zugénie (1990>: ¿Las mujeres tienen
alma?. Argonauta. Barcelona

LEVI-STPAUSS,C. (1970): Antropología estructural.

Editorial Universitaria de Buenos Aires

LEVI-STRAUSS,C. (1976>: Elogio de la Antropología.

Caldén. B.Aires

—928—
LEVI-STRAUSS,C. (1991): Las estructuras elementales del

parentesco. Paidos. Barcelona

LEVI-STRAUSS,C. <1986); El totemismo en la actualidad.

FCE. México

LEVI-STRAUSS,C. (1986>! La alfarera celosa. Paidos.

Barcelona
LISON TOLOSANA, Carmelo (1990): AntropolOgía cultural de

Galicia. Ákal universitaria. Madrid

LOMBARDI, Gabriel (1991): La resistencia como máscara del

deseo. Puntosur. B.Aires

LOPEZ BELTRÁN y al. (1987): Realidad histórica e

invención literaria en torno a la mujer. Servicio

PublicaciOnes Diputación provincial de Málaga.

LOPEZ TANES, Ronán (1990): introducción a la Literatura

Infantil. Secretariado publicaciones Universidad

de Murcia.

LORÁIJX, Nicole <1989); Maneras trágicas de matar a una


.7
mujer. Visor, Literatura y debate critico. Madrid
MALINONSICI, Bronislaw (1974); Sexo y represión en la

sociedad primitiva. Nueva Visión. 3 Aires

MANNERI, Mouloud (1991): Cuentos bereberes. Austral,

Juvenil, Espasa-Calpe. Madrid

MANNON!, Maud (1976); El niño, su “enfermedad” y los


otros. Nueva Visión. B.Aires

MANNONI, Maud (1973>: La primera entrevista con el

poicoanalista. Granica. BAires


MANNONI, Maud (1979>: La educación imposible. Siglo

xxi; México

—589-
MANNORI, Maud (1980); La teoría como ficción. Crítica.

Barcelona

MANNONI, Octave <1975): Freud. El descubrimiento del

inconsciente Nueva Visión. BAires

MAMNONI, Octave (1979): La otra escena. Claves de lo

imaginario. An,orrorttt. B.Aires

MANNONI, Octave (1989): Poesía y psicoanálisis, en:

MANNONI, Octave <1989): rIn intenso y permanente asombro.

Gedisa. BAires

MAAU~ DE FRANCIA <1987); Los lais de Maria de Francia.

Selección de lecturas medievales, Siruela. Madrid

HARINI, Marcelle (1989): Lacan: itinerario de su obra.

Nueva Visión. BÁires.

MARTIN GAITE, Carmen (1985>: El cuento de nunca acabar

<apuntes sobre la narración, el amor y la mentira)

Destino. Barcelona

MARTíNEZ XLEISER, L. (1978): Refranero General Ideológico

Español Hernando. Madrid

HASBON, Jeffrey Moussaieff (1985): El asalto a la

verdad. Seix Barral. Barcelona

MABSOTA, Oscar (1977): Lecciones de Introducción al

Psicoanálisis. Granica. Barcelona

MASSOTA, Oscar <1985): Introducción a la lectura de

Jacques Lacan. Corregidor. BAires

MASSOTA, Oscar (1986>: El modelo pulsional Catálogos.

Editora. B.Aires

MASSOTA, Oscar (1990): Conciencia y estructura.

Corregidor. BAires

—590—
MÁTAMORO, Blas <1986): Una teoría del héroe, en:

BRAUNSTEIN (1986): El lenguaje y el inconsciente

freudiano Siglo XXI. México

MATTLIOTI,G. (1992): paradojas en psicoanálisis. Logos.

Barcelona.
MAUSE, Lloyd de (1982>: Mistoria de la infancia. Alianza

Universidad. Madrid
MAEZUCÁ, LOMBARDI, LAJONQUIERE (1986): Curso de

psicopatología II: Estructuras Clínicas.

psicosis—Perversiones. ‘Fekné. B Aires

McDOUGALL, Joyce <1987): Teatros de la mente. Ilusi¿n y

verdad en el escenario psicoanalítico.

Tecnipublicaciones. Madrid

McDoUGÁLL,J. y otros (1991): Rl diván de Procusto. El

peso de las palabras, el mal—entendido del sexo.

Nueva Visión. B.Aires


MEAD, Margaret <1913); Sexo y temperamento en las

sociedades primitivas Laia. Barcelona

MEAD, Margaret (1975); Adolescencia, SeXO y cultura en

Saca Laia. Barcelona

MILLER, Alice <1990): El saber proscrito TusquetS.

Barcelona
MILLER, Jacques—Alain <1984>: Dos di>teflsiOfleS clínicas:

síntoma y fantasma. Manantial. BAires

MILLER, Jacgues—Alain (1986): RecorridO de tacan.

Manantial. BAiles

MILLER, Jacques—Alain (1991): LógicaS de la vida amorosa.

Manantial, B.Áires

—591
MILLOT, C. <1982>: Freud Antipedagogo. Paidós. Barcelona.

MORGAN, Lewis H. (1877): La sociedad antigua o

investigación acerca de las vías del progreso de la

humanidad desde el salvajismo hasta la

civilización, pasando por la barbarie Londres.

MacMillan and Co.

MOLLER, Max (1988): Mitología comparada. Ediconurlicaciófl.

Barcelona
MUSAEUS, Johann MA. (1987): Crónica de las tres

hermanas. Olañeta. Palma de Mallorca

N’UZAN, Michel de (1978): Del arte a la muerte.

Itinerario psicoanalítico. Icaria. Barcelona.


MASlO, Juan D. (1980); La voz y la interpretación

Nueva visión. B.Aires


MASlO, Juan D. <1984)! Acto psicoanalítico. Nueva Visión.

B.Aires
MASlO, Juan D. (1989): EnseñanZa de 7 Conceptos Cruciales

del psicoanálisis Gedisa. BÁires

NAVARRO, Juan 8. <1984>: Estudio acerca de la

cnnstitución de la fantasía, a partir de la obra de

Ersnd Revista de psicoanálisis. Vol. VI, nos. 2—3.


Buenos Aires.
OLIVIER, Ch. (1991): Los hijos de Yocasta PCE. México

ORTEGA y GASSET,J. (1977): Psicoanálisis, ciencia


problemática. Ediciones de la Revista de Occidente.

colección El Arquero. Madrid.

PASQUALINI, Gerardo 1990>: psicoanálisis:

?sicopatologia<>Etica Nueva Visión. B.Aires.

—592—
PASTORIZA de ETCHEBARNE, Dora (1962): El cuento cii la

Literatura Infantil. Xapelusz. B.Aires

PAULME, Denise (1976): La m~re dévorante. Gallimard.

Paris
PAZ, Noemí (1986): El cuento de hadas. Leviatán.

B.Aires

PEJU, Pierre <introducción) (1988): Los cuentos de los

hermanos Grimm. Crítica. Barcelona

PELLICER, E. (1982>: Favole d’idemtitá, Lavola di paura.

Roma
PERISTIANY, John G. ,comp. (1987): Dote y matrimonio en

los países mediterráneos CIS. Siglo XXI. Madrid

PERRMJLT, Charles (1983>: Cuentos de antwio. Anaya.

Madrid
PERRES, José (1989): T.a problemática de la realidad en la

obra de Freud! sus repercusiones teáricas y

enisteinolócicas., en: SUÁREZ, A. (1959):

psicoanálisis y realidad, Siglo XXI. México,

PERRICONI, Graciela y al. (1983): El libro infantil.

El Ateneo. B.Aires

PITT-RIVERS, Jualián A. <1989): Un pueblo de la sierra;

Grazalen. Alianza universidad. Madrid


POlIMIER, Gérard (1982)! La interiiretacidfl en:

Serie psicoanalítica 4. Madrid.


POIO4IER, cérard <1986>; La excepción femenina. Ensayo

sobre los impases del goce. Alianza. BAires


PROPP, víadimir (1971>: Morfología del cuento.

FundAmentos. Madrid

—593—
PROPP, Víadinir (1974): Las raíces histéricas del

cuento. Fundamentos. Madrid

PROPP, Víadimir (1982): polémica Levi—Strauss & y.

Propp. Fundamentos. Madrid

PROPP, Víadimir (1983>: Edipo a la luz del folklore.

Bruguera. Madrid.

PROPP, Víadinir (1983>: El epos heroico ruso. 2 vds.

Fundamentos. Madrid

PROUST, Marcel (1989); sobre la lectura. Pre—textos.

Valencia

PUIG, Luisa <1990): La estructura del relato y los

conceptos de actante y función. Limusina

Universidad Nacional Autónoma de México


PUSEXIN, Alejandro (1973): Cuento del rey Saltán, de su

hijo,el príncipe Guidón, glorioso paladín, y do la


bella princesa Cisne. Editorial Ráduga. Moscú

PUVMAIGRE, Conde de (1884): La filíe ame mains coupées

Revue d’Mistoire des Religions Sep.—Oct. Paris

RABINOVICM, D. (1990): El concepto de objeto en la teoría

psicoanalítica Manantial. B.Aires

RANE, Otto <1961): El mito del nacimiento del héroe.

Paidós. BAires

REBOUL, Jean (1972): Sarrasine o la castración


personificada. En: CREEN y al. (1972); Objeto,

castración y fantasía en psicoanálisis. Siglo XXI.

B.Aires

—59 4—
REGNIER—BOELER, Danielle (1988>: £i~saiQflfl, en: ARIES y

DUBY (dir.) (1988): Historia de la vida privada

<6t.> tomo II, Pp. 311—392. Madrid, Taurus.19S9

RIBETTES, Jean—Michel (1984)! La troisi~rne dimension da

£~zm~ En: ANZIEU y otros (1954): Art et


fantasme “L’or d’Atalante”. Champ Vallen. Mácon

RICO, Lolo (1986): Castillos de arena. Alhambra. Madrid

RICOEUR, Paul (1991): Los caminos de la interpretación.

Anthropcs. Barcelona.

RIQUER, Isabel de (introd.? traduc.) (1987): Nueve lais

bretones y La sombra de Jean flenart. Selección de

lecturas medievales, Siruela. Madrid

RIVERA cARRETAS, M,Milagros (1990>: Textos y espacios de

mujeres. (Europa siglos IV—XV). Icaria. Barcelona

ROBERT, Marthe (1973): Novela de los origenes y

origenes de la novela. Taurus. Madrid

RODARI, Gianní (1976): La gramática de la fantasía.


FerrAn pellisa. Barcelona

RODRíGUEZ ALMODOVÁR, Antonio (1982): Los cuentos


maravillosos espafioles. Crítica. Barcelona

RODRíGUEZ ALMODOVAR, Antonio (1983—84>: Cuentos a]. amor

de la lumbre <2 tomos). Anaya. Madrid

RODRíGUEZ ALMODOVAR, Antonio (1989>: Los cuentos

populares o la tentativa de un texto infinito.


Secretariado de Publicaciones de la Universidad de

Murcia.

—595—
RODRíGUEZ PASTOR, J. <1990): Cuentos populares extremeños

y andaluces. Servicios de Publicaciones de las

Diputaciones de Huelva y Badajoz.

ROSENFELO, David (1976)! Trastornos de la oiel y el

esquema corporal. Identificación proyectiva y el

cuento infantil “piel de Asno”, en; ROSENFELD,

David (1976>: Clínica Psicoanalítica. Galerna.

B . Aires
ROSOLATO, cuy (1974>: Ensayos sobre los simbólico.

Anagrama. Barcelona.
ROSOLATO, Guy (1981), La relación de desconocido. Petrel.

Barcelona
ROUCHE, Michel (1989): Alta edad Media occidental, En:

ARIES y DIJBY (dir.) (1989): Historia de la vida

privada (6t.), tomo 1, Pp. 403—534. Taurus. Madrid

RUITENBEEK, Hendrik M. (1973): Psicoanálisis y Ciencias

Sociales. FeE. México

RUITENBEER, Hendrik M. (1973): Psicoanálisis y

literatura. F.C.E. México

RUIZ DDMENEC, José E. (1990>: La mujer que mira (Crónicas

de la cultura cortés). Simio. Barcelona

SAFOUAN, Moustapha (1975): El estructuralismo en

Psicoanálisis. Losada. B.Aires.

SAFOUAM, Moustapha (1977): Estudios sobro el edipo.

Siglo XXI. México

SAFOUAN, Moustapha (1979): La sexualidad femenina.

Crítica. Barcelona

—596—
SAFOUAN, Moustapha <1989): la transferencia y el deseo

del analista. Paidós. Barcelona

SALINAS, Pedro (1983>: En defensa de la lectura en:

SALINAS, Pedro (1983): Ensayos completos Taurus. Madrid

SAN MARTIN, Javier (1985): La antropología. Montesinos.

Barcelona
SÁNCHEZ FERLOSIO, Rafael (1972): Er~lnsn, en: COLLODI,C.

(1972)! Las aventuras de PINOCHO. Alianza. Madrid


SANMARTIN ARCE, Ricardo (1982>: La albufera y sus

hombres. ARal Universitaria. Madrid

SAUSSURE, Ferdinand de (1970): Curso de Lingllística

General Losada. B.Áires.


SAVATER, Fernando (1976): La infancia recuperada Taurus.

Madrid

SCOTTI, Pietro (1968): La vida social de los pueblos

primitivos. CREDSA. Barcelona

ScHULTZ de MANTOVANI, Fryda (1951): Fábula de). niño en ci.

hombre. Sudamericana. B.Aires


SCHULTZ de MAETOVÁNI, Fryda <1974): sobre las hadas.

Moya. B.Áires

SEBILLO?, P. <1911): Le corus hunain Revue des


386. Paris
Traditions Populaires t.XXVI, no.12, p.
SEDA?,.!. y otros (1986): ¿Retorno a Laoafl?.I.A nueva
controversia cedisa. B.AirCS

SIBONY, Daniel (1981): El otro incastrable. Petrel.

Barcelona

SIBONY, Daniel (1986): Le féminin et la séduction.


Grasset et Fasquelle. Paris

—59 7—
SIEBERS, Tobin <1989): Lo fantástico romántico FCE.

México

SÓFOCLES (1982): Edipo Rey <Versión rítmica de Agustín

García Calvo) . Lucina. Madrid

SOPENA, Carlos (1976>; Nota sobre la noción de

inconsciente en Lacan. Revista Uruguaya de

Psicoanálisis XIV, no.2: En torno a Lacan 1.

Montevideo.
SOPENA, Carlos (1985>: Anadeus: reflexiones acerca de la

LnJL~A Revista de psicoanálisis de Madrid. No.2,


Pp. 75—87
SOPENA, Carlos (1990>: MetapsicoloOía del inconsciente

en: UTRILLA y otros (1988): El inconsciente

Asociación Athénaion. Gijón


SORIANO, Marc (1975>: Los cuentos de Perrault. Erudición

y tradiciones populares Siglo XXI. B.Aires

SPIEL, Christian (1973): El mundo de los caníbales

Grijalbo. Barcelona

SPITE, René A. (1966>! El primer año de la vida del niño.

Génesis de las primeras relaciones objetales

Aguilar. Madrid
STEINER, Rudolf y al. (1984>: La sabiduría de los cuentos

de hadas. Rudolf Steiner. Madrid


SUÁREZ, A.(1989): Interpretación, construcción, realidad

yygr~at en: SUÁREZ, Armando (ceoró.) (1989);


Psicoanálisis y realidad. Siglo XXI. México.

SUÁREZ-OROZCO, MM. (1991>: Antropología psicoanalítica.

Hogar del libro, Colección PDU/9. Barcelona

—59 8—

,
SUCHIER, Hermamn (1884—85); Oeuvres pottiqiies de Philippe

de Reisí, Sire de neanmanoir Tomo 1. Paris

SZPILKA, Jaime (1972): Bases para una psicopatología

psicoanalítica. Rargieman. E .Aires

SZPILKA, Jaime (1979): La realización imposible. Trieb.

BAires

SZPILKA, Jaime <1984): En torno a “un niño es negado

Revista de psicoanálisis A.P.A. tomo XLI, no. 6,

pp. 1001—1028. BAires

SZPILRÁ, Jaime (1988): sobre nsfcoaráfls~s y ciencia

Nuestras bases comunes: la crisis del significado

Revista de psicoanálisis de Madrid. No.8, PP.

115—128

SEPILKA, Jaime (1989): sobre la cura psicoanalítica.

Tecmipublicaciones. Madrid

THOMAS, Van (1991): La división de los sexos en eí

derecho romano, en: bUEY y PERROT <1991): Historia

de las mujeres. t.í, pp.llS y ss. Taurus. Madrid

THOMPSON, Stith (1972): El cuento folklóricO.

Universidad Central de Venezuela. Ediciones de la

Biblioteca. Caracas
TODOROV, Tzvetan (1974): Introducción a la Literatura

fantástica. Tiempo ContemporáneO. BAires

TORRES ARIAS, M.Antonieta (1989): La muier fálica ¿una


renresentaclón idólatra, en SUÁREZ, A. (coord.)

(1989): psicoanálisis y realidad, siglo XXI.

México.

—59 9—


.
TUBERT, Silvia (1982): La muerto y lo imaginario en la

adolescencia. Saltés. Madrid.

TUBERT, Silvia <1988): La sexualidad femenina y su

construcción imaginaria El Arquero. Madrid.

TUBERT, Silvia (1991): Mujeres sin sombra. Maternidad y

tecnología. Siglo XXI de España. Madrid.

TURNER, Victor (1990): La selva de los símbolos.

Siglo XXI. Madrid

URTUBEY, Luisa de <1986): Freud y el diablo. Akal. Madrid

UTRILLA y otros (1988): El inconsciente. Asociación

Athénaicn. Gijón
VALABREGA, Jean—Paul (1984): El nroblema antropolócico

del fantasma, en: AULAGNIER y otros (1984): El

deseo y la perversión. Sudamericana. B.Aires


VAX, Louis (1980): La obras maestras de la literatura

fantástica. Taurus. Madrid

VEYNE, Paul (1989): El Imnerio romano, en; ARIES y DUBY

(dir.> (1989>: Historia de la vida privada (St.).


tomo 1. Pp. 19—228, Taurus. Madrid

VILLEMAROUE, Hersart de la (1867): Barzas Breiz. Chants

Populaires de la Bretagne. Didier et Cíe. Paris

(Versión española (1986— 1989): El misterio Celta.

Volí y II. Biblioteca de Cuentos Maravillosos.

Olañeta editor Barcelona)

VIÑAR, Marcelo (1987): La madrastra de Blancanieves

Revista de psicoanálisis XXIV, n.l, pp.Sl—6l.

8. Aires.
WATZLAWICK, BEAVIN y JACRSON (1991>: Teoría de la

comunicación humana Herder. Barcelona.

NOEFFEEIE, Welly (1980): psicoanálisis y pedagogía

infantil. Icaria. Barcelona.

WOLFGANG, 1. (1987>; El acto de leer. Taurus. Madrid.

ZAYAS y SOTOMAYOR, Maria de (1990>: E]. castigo de la

miseria. La inocencia castigada. Albatros

Hispanófila. Valencia

ZIOLKOWSRI, Theodore (1980): Imágenes desencantadas.

Taurus. Madrid

—601—
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

FACULTAn DE EDUCACION

ESTUDIO PSICOANALITICO DE CUENTOS XNFMTTLES

TESIS DOCTORAL

(ANEXO: TPXNSCRIPCION DE LOS TEXTOS POPULARES Y LITEPflIOS~

DOCTORMDO: GERARDO GU’PIEBREZ SANCEEZ

DIRECTOR: Dr. ARGEL LAZADO MARTIllEE

MAYO DE 1992 a
MADRID
IMUICE DEL ANEXO

Claves para la lectura del presente anexo pág 3.

A. — VERSTONES LITERARIAS
(del tipo taLa niña sin brazos”) 2

la.— Victorial 3
ib.— Vita Offae primi 6
2k,.— Histoire de la bolle Héléne 7
3k,. — La Manekine
4b.— La Historia de la hija del rey de Rusia 10
Sb.— Historia del Rey de Hungría 11
6b.— La historia de la hija del rey de la Dacia.. 12
7b.— La historia de la reina Olive 13
Ab. — Los Miraculí 14
Lb.— La penta Manoznozza (pentainerone) 15
lOb.—Leyenda hispano—arábiga (a) 16
lib.—Leyenda hispano—arábiga (b) 17
1c~ — Hai Beaflor 18
20. — La condeso de Anjou 19
3c. — Ystoria regís Franchorura st filie 20
4o.— La hija del rey de Francia 21
Sc.— El cuento de Binare 22
Ec. — De origine belli inter Gallos st Britannos.. 23
íd. — Vida de Constaiice (Trivet) 25
2d.— Novella di Dionigia (Ti Pecorone) 26
3d.— Cuentos de Canterbury (Constanza) 27

-——~~~7M
E. - VflMON~S POPW.ADES

(del Ciclo de “La niña perseguida”). pág 31

1.— Tipo La niña sin bretes (Tipo 706> . 32

1.1.- La niña sin brazos (E 137). 32


1.2.- La niña sin brazos (RA 31>. 34
1.3.— Oliva (XC 71) . 26
1.4.— La muchacha sin manos (a aí> • 42
1.5.— La pava (¡0 141) 47
1.6.— La manguita (A 279> 54
1.7.- La nuera malquerida (Baran) 59
1.8.— La niña sin brazos (Es 99) 61
1.9.— La niña sin brazos (Es 100) 66
1.10.—La niña sin brazos (Es 101)..... 69
1.11.—La niña sin brazos (1. 102) 73
1.12.—El cisquero y .1. demonio (Es 103> 75

4dn flor al na,ire


2.— NH%’t nersenn
2.1.— Tipo María de naden (Tipo 510 E) 79

2.1.1.— Los tres trajes (RA 32> 79


2.1.2.— El pavero del rey (RA 35) 82
2.1.3.— María de madera (XC 103) 85
2.1.4.— El repón de piel de cerdo (A 291> 89
2.1.5.— Toda—clase—de—pieles (0 65) 92
2.1.7.— La zarevna en reino subterráneo (A 211).. 98
2.1.8.— El príncipe Danila—Covorila <A 114) 100
2.1.9.— Los tres trajes (Es 110) 104

2.2.— Tipo Como a la sal (Tipo 922) 107


2.2.1.— La pavera (E 120> 107
2.2.2.— cono la sal en el agua (E 123) 110
2.2.3.— Como la sal en el agua <E 124> 114
2.2.4.— Cono la vianda quiere la sal (ItA 34) 116
2.2.5.— Coso a la sal (XC 54) 119
2.2.6.— piel de vieja (XC 70> 122
2.2.7.— La pastora gansos manantial (0 179) 124
2.2.8.— Como la vianda quiere a la sal (Es 107>.. 132
2.2.9.— La zamarra (Es 108) 134

;
3.— Niña nerseonida mor la madre

3.1.— Tipo La Bella Venecia (Tipo 709) pág 138

3.1.1.— Blancanieves (E 142) 138


3.1.2.— La mala madrastra (E 144> 138
3.1.3.— Blancaflor (E 143) 143
3.1.4.— Blancaflor (E 145) 146
3.1.5.— La peña de los enamorados (RA 40) 150
3.1,6.— El espejito mágico (A 211) 152
3.1.7.— Blancanieves (0 53) 160
3.1.8.— La Bella Venecia (XC 109) 161
3.1.9.— Blanca Flor (Es 115) 165
3.1.10.—La madre envidiosa (Es 116) 169

3.2.— Tipo Ros1r~ en el horno (tipo 510 A) 171

3.2.1.— La fregona (E 119> 171


3.2.2.— Estrellita de oro <RA 33) 174
3.2.3.— Rosina en el horno <IC 64) 178
3.2.4.— El zapatito de oro (A 292) 182
3.2.5.— La Tiznada (A 293) 184
3.2.6.— La Cenicienta (0 21) 186
3.2.7.— La Cenicienta (Perrault) 186
3.2.8.— Horozco (A 95> 186
3.2.9.— La hija y la hijastra (A 98) 188
3.2.10.—Las tres gracias por Dios (Es 113) 190

6.— Niña nersecuida flor el esneso


6.2.— El asesino sin mano (lO 89) 193

Notas a las versiones literarias 198

:
:
CLAVES PARA LA LECTURA DEL PRESERTE ANEXO

1).— Los tipos que figuran junto a la denominación de


cada subgrupo corresponden al universalmente aceptado
Indice de Tipos de Cuentos de Aarne—Thompson, negtn la
siguiente correspondencia:

La niña sin brazos... • .Tipo 706: La doncella sin manos

Maria de madera .Tipo 510B: El vestido de oro, de


plata y de estrellas

Como a la sal Tipo 923: Amor como sal

Bella Venecia • .Tipo 709: Blanca Nieves

Eosina en el horno... .Tipo SiaM Cenicienta

El pájaro sabio .Tipo 707: Los tres hijos dorados

Los siete cuervos. ,Tipo 451: La doncella que busca


a su hermano

2).— Junto al titulo de cada versión figuran, entre


paréntesis:

— un número .... con el que figura dicha versión


en las recopilaciones correspondientes. Numeración que es
generalmente admitida y utilizada en los estudios sobre
cuentos populares.
— unas letras indican el nombre del
recopilador:

E • . Espinosa (hijo)

RA Rodríguez Almodévar

Te Italo Calvino

G Grimm

A • .Afanasiev

Es • . Espinosa (padre)

Prrlt... • . perrault

Baran... Barandiarán

—1—
TEXTOS DE LAS VflSIONXS LITERARIAS
la.— Victorial, de Gutierre Dias de Gamez, siglo XV
(1440, semln Dáumling; entre 1435 y 1449, según Suchier))

Puymaigre toma como hilo conductor de su artículo un


cuento que conoció al traducir, en 1866, “el libro de
Gutierre Días de Ganes quien, en el siglo XV, bajo e).
título de victorial, cuenta la vida accidentada de don
Pero Niño, caballero aventurado y un poco aventurero del
cual él era el Alférez. Venido a Francia tras este señor,
Gamez conoció, no dice cómo, un episodio por el cual él
pretendía explicar las causas de las largas guerras que
se produjeron entre este reino e Inglaterra” (Puyiaigre
1884, 193)

Dado que es la versión que conocemos más “in extenso”, la


transcribimos completa, en nuestra traducción:

Cierto duque de Guienne concibió, después de la


muerte de su mujer, una horrenda pasión por su hija. La
joven recurrió a un servidor de confianza á quien le
contó lo que ocurría y cómo su padre le habla besado las
manos. Y para impedir tan gran pecado ella le dijo;
“Quiero que me cortes las manos y que vendes los brazos
para que no muera”. El servidor se resistió a hacer tal
cosa, pero ella le dijo: “Me las cortarás o YO Se sataré
con este cuchillo, puedo vivir sin manos. De otra forma
tú no me verás más; ni t,.I ni nadie”.
La niña tomó wl recipiente de plata y un cuchillo
bien afilado que tenía a mallo, colocó las manos sobre el
recipiente y dijo: “Cofta sin temer” • El sirviente se
las cortó y las colocó en la fuente con la sangre y el
cuchillo. Le vendé los brazos, cubrió la fuente con un
trapo, lo puso al lado de la niEta y se f’ié.
Al día siguiente vino el duque a ver a su hija y se
sentó junto a ella. Al mirarla la vid muy pálida, como
nunca la. había visto. La quiso coger las manos coso tenía
por costumbre hacer. Ella entonces levantó sus brazos que
estaban vendados y al no verle manos, dijo fuertemente
impresionado: “¿Qué es esto, hija?”

Ella respondió: “padre y señor, no ha sido porque sí:


fui engendrada por vos; vos me besásteis las manos: y Isa
manos besadas por un padre, he aquí lo que merecen”
Entonces el duque, enfurecido contra su hija, hizo reunir
al Consejo y les conté lo sucedido, Y les dijo que puesto
que su hija no había tenido piedad de a, él. no quería
tenerla de ella y quería que muriera. Les pedía su
opinión acerca de la forma en que debía morir.

—3—
Los consejeros respondieron: “La ley no ea que ella
muera: la ley ordena que una mujer de linaje real que ha
cometido una falta no sea ejecutada, sino que se la
celeque en una harca, sola, sin ninguna compaflia. Si
tiene hijos concebidos contra el honor, que se íes
ooloqus junto a ella. Que se le dé su ajuar y todo lo que
le pertenezca y aquello que ella pueda necesitar para
subsistir; que se conduzca la harca, por mar, tan lejos
que no se vea la tierra; que se desplieguen las velas y
se la abandone así, sola, sobre las aguas”.
Se preparó una barca y se puso dentro a la joven con
todo lo que le pertenecía así como la fuente con las
manos y la sangre, y varice hombres se metieron en otras
barcas para conducir ésta. Cuando hubieron perdido de
vista la tierra volvieron a la ribera dejando a la niña
totalmente sola.
Durante todo el día y toda la noche, la niña no hizo
otra cosa que llorar, clamando a Dios y a Santa Haría,
rogándoles que la socorrieran y la llevaran a buen puerto
y que tuvieran piedad de su alma. Y como estaba muy débil
a causa de la sangre perdida, al punto se quedó dormida;
y la nave, como no habla nadie que la dirigiera, se iba
de un lado a otro, sin rumbo fijo, empujada por el viento
y las olas. Mientras que ella dormía la Virgen Santa
María se le apareció en sueños y le dijo: “¿Qué quieres,
hija mía?. Mira, yo soy la madre de bios, que socorro a
los tristes y a los afligidos, Soy aquella a quien has
invocado hace un momento”.
La niña respondió: Sefiora, si tú eres la Virgen
Haría, te pido volver a tener mis sanos como las tenía,
que se me quiten los dolores y que me libres del gran
peligro en que estoy y me conduzcas a buen puerto”. Y la
Virgen le dijo: “Hija mía, desde el primer día que me
1loaste he estado contigo para preservarte del pecado,
pero como Dios conoce los corazones de cada uno, a veces
deja a sus amigos sufrir y caer en algunos males para
probar su paciencia y su fuerza a fin de que su gloria y
su recompensa sean más grandes • Y para que estás segura
de que soy la Virgen Haría, mira, tienes las manos cOme
antes y pronto llegarás a buen puerto y saris consolada y
honrada.
En medio del inmenso gozo que ella experisantó al
verse otra vea con las manos y sin dolores, se despertó y
no vid ya la aparición, pero efectivamente estaba curada
y dió gracias a Dios.
Comenzó a levantarse un dulce viento del lado de
Francia y la nave empezó a seguir un camino tan tacto que
pareciera que alguien la gobernaba. Pocas horas despues
la niña divisé Inglaterra, pero ella no sabia qué tierra
era.

—4—
A la tarde apareció una flota navegando en la misma
dirección; era un hermano del rey de Inglaterra que
volvía de Irlanda. Desde que divisé la nave, dié orden de
ir hacía ella y él y su gente quedaron maravillados de la
aventura, cuando recogieron a la niña de la harca. Ella
les contt todo lo que habla ocurrido y todos sintieron
compasión de ella. Este señor vela esto como una feliz
casualidad y condujo a la joven a Inglaterra con todos
los honores y se casó con ella.
Al poco tiempo, cuando al duque de cuienne murió sin
dejar otros herederos, este señor inglés vino a Guienne
con su mujer a reclamar el ducado, pero los franceses no
se lo quisieron dar. Al contrario, le expulsaron del
país, ya que siempre habían sido sus enemigo.. El duque
da Guienne, en cuanto había sabido del milagro, como no
habla querido nunca más a su hija, y al ver que la muerte
se aproximaba, dió el ducado al rey de Francia.
Y tal fue el principio de la guerra que dura hasta
hoy.
(Puynaigre 1884,193—96; DAunling 1912, 20,45—4~; Espinosa
1947, 380; Ccx 1893,XLVI; Bolte—Polivka 1913,300; Suchier
1884,XLIX) (1)

—5—
Ib. - Vita OUa. primí, la más antigua versión literaria
según Suchier que la sitúa en el siglo XII. Hacia el 1200
según Bolte—Polivka. Dñuinling la sitúa antes de 1259.
Está escrita en latín y publicada a continuación de
Hatthaei Paris Historia majar por Wats (Londres 1640)

Un rey inglés, Of fa, que está cazando en el bosque, se


encuentra a una hermosa doncella con vestidos reales.
Resulta ser la hija del rey de York7 su padre, enamorado
de ella, había tratado de seducirla y como ella no
accedió a sus deseos, había ordenado que la confinaran en
una remota tierra y allí fuera cruelmente asesinada y
arrojada a las fieras. Pero el encargado de cumplir esta
orden le había perdonado la Vida.
El rey Offa la lleva con él, le da cuidados de dama de
corte y despees de algunos años se casa con ella. Tienen
muchos hijos.
El rey de Nortbumbria, hostigado por los paganos
escoceses y por parte de los suyos, pide ayuda a Offa y
tanbien la mano de una de sus hijas. Obtiene de él ambas
cosas
Otra vence y envía noticias a su reino. El yerno,
envidioso, intercepta la carta engañando al mensajero y
la cambia por otra en que dice que ha sido derrotado, que
la derrota es el castigo por haberse casado con la joven
del bosque, por lo que ella y sus hijos deben ser
confinados en un lugar desierto, abandonados a la muerte,
tras cortarles los pies y las manos.

La reina y los niños son llevados al desierto, pero sólo


cortan pies y manos a los niños.
Un ermitaño los recibe y por medio de sus oraciones los
niños recobran los pies y manos milagrosamente.
A su regreso, Offa escucha con horror lo ocurrido y
marcha a buscar a su mujer y a sus hijos. Un día cazando,
encuentra la oueva del ermitaño y a su esposa e hijos. En
gratitud
1 promete la construcción de un monasterio donde
quiera el ermitaño, pero esta promesa la realizará ya
Pinered, descendiente de 0ff a. Construye el monastrerio
de San Albaní.
(Espinosa 1947,377; Cox,1892,XLVII; fláunling 1912,18,21:
Bolte—polivka l913,298~ guchier 1884, XXV—XXVTI)

—6-
2b. — Histoire de la b.il. Héléne de Constantinople, madre
de San Martin y de San Brice. Es un romance en
alejandrinos, escrito en francés, perteneciente al siglo
XIII.
Existen diversos manuscritos de distintas épocas. puo
puesto en prosa por Wauquelin en 1448. (Suchier 1284)
Resumido por Puymaigre de:
Risard,M.Ch. “Histoire des uy-res populaires”, tomo!,
pp.415 y ss.

Helena es hija de Antonio, rey de Constantinopla que


estaba casado con la hermana del Papa Clemente ¡2<.
Cuando ella tiene quince años muere la madre
1 y el padre
pide permiso al cuñado para casarme con la hija de quien
se ha enamorado. El Papa se niega al principio, pero
luego cede, siguiendo una Orden celestial que le trae un
angel
Antonio le cuenta sus intenciones a la hija. Esta se
arroja llorando a sus pies diciendo que antes se cortará
manos y pies que acceder a sus deseos. Antonio no puede
aprovechar la autoricación papal porque Helena huye.
Escapa en un barco y entra en un convento, Antonio,
rabioso, la sigue sin hallarla. Ella vive muchos aflos en
su retiro hasta que cantebron, rey de aluis, enamorado de
ella, dirige a su guardia sarracena contra el convento y
la rapta.
Se escapa, llega a Inglaterra y el rey Enrique, cazando,
la encuentra. Contra la voluntad de su madre la hace
reina de Inglaterra. Ella no quiere revelar su origen al
marido a quien sólo dirá que es: “la plus noble
flaaoiselle de la Chretienté”.
Los sarracenos invaden Roma y el Papa Clemente pide ayuda
al rey de Inglaterra que parte a la guerra dejando a su
esposa al cuidado de la suegra. El duque de Gloucester
queda como regente.
La reina da a luz dos hermosos niños y la misiva que
comunica está noticia al rey es cambiada por la envidiosa
suegra quien dice que Helena ha dado a lux dos perros.
Contesta el rey ordenando que se cuiden a las criaturas
mientras 61 lleqa, lo que nuevamente es interceptado por
la suegra y sustituido por una orden fulminante de quemar
a la reina con sus dos cachorros.
El duque de Gloucester no Be decide a cumplir esa orden y
embarca a la reina y los dos hijos en una barca sin remos
y les echa al mar, despues de haber cortado un bramo a la
reina.
El duque de Gloucester hace quemar en lugar de la reina y
sus dos hijos, a su propia sobrina a quien se le corta
tambien el brazo y a dos figuras de paja con forma
humana.

—7—
El brazo cortado de la reina se mete en una caja y se
sujeta al cuello de uno de los hijos. Helena se duerme y
un león y un lobo se llevan a los niños. Ella los busca
en vano, preguntando a los vecinos de llantes, donde ella
se refugia y vive de la caridad de los transeuntes. Un
ermitaño salva a los niños y llama a uno León y al otro,
Braao. Mientras tanto, el rey ha vencido a los
sarracenos, liberado al Papa y regresado a Londres donde
sufre por las noticias sobre su esposa y sus hijos.
Está pesaroso cuando Antonio, que nunca dejó de buscar a
su hija, aparece. Los dos reyes intiman y se dan cuenta
que sufren por la misma persona. El duque de Gloucester
revela la verdad y el rey destierra a su madre (le
decapite, según Suchier) y organiza una especie de
cruzada.
Mientras tanto, el ermitaño ha cuidado a los niños ~e
tiene ya dieciseis años y los envía a descubrir, si es
posible, sus origenes. Llegan a Tours, el arzobispo les
recibe y cambia el nombre de León por Martin y el de
Brazo, por Brice. Helena va tambien a Tours y recibe
grandes donativos de Martin que no sabe quién es ella.
Enrique, Antonio y otros dos reyes mgs llegan a Tours y
los dos jóvenes se presentan a ellos. Cuando Enrique abre
la caja de Brice y ve el brazo, sabe que ha encontrado a
sus dos hijos.
Martin busca a la mendiga manca que supone que es su
madre, pero con la llegada de los reyes ha huido a Roma.
Allí es mantenida por el Papa que no sabe que es su tío.
Brice va a Landres a declaran la inocencia de su madre y
a palestina con los reyes para luchar contra los
sarracenos. Mientras, Martin permanece en Tours con el
arzobispo.
vencidos los sarracenos, los conquistadores van a Roma,
al tiempo que Helena huye a Tours, revelando en una carta
al Papa que es su sobrina. El rey de Inglaterra sabe por
la carta que su mujer está viva y va a reunirse con ella.
El arzobispo de Tours permite a Martin colocar el brazo
en el muñón de su madre y se unen por un milagro.
Antonio, con Brice y su esposa Ludiene, regresa a
Constantinopla, Enrique y Helena viven con Clemente en
Roma, y Martin se queda en Tours donde llega a ser
arzobispo.
(Ccx 1893,LV; Puymaigre 1884,204; Espinosa 1947, 378:
Bolte—polivlca 1913, 298; 0&umling 1912,18,30—36; Suchier
1884, XXVII—XXXII) (2)

—8—
lb. — La flanekine, poema francés de Philippe de
Beaumanoir, Señor do Reny, compuesto en 1270 y publicado
en Paris en 1840, por 8. Francisque Michel (Puymaigre
1884, 196) y por Suchier en 1884.

Un rey de Hungría, antes de morir su mujer, le habla


prometido a ésta que sólo se casaría con uuia que se
parezca a ella. Urgido por sus barones para volverse a
casar,6l lo rechaza alegando su promesa. Se busca en vano
por todo el mundo una mujer parecida: La dnica que
responde a esas condiciones es Jote, la propia hija del
rey y de la reina que es el puro retrato de la madre. Los
harones, no viendo otra solución, proponen al rey que se
case con su hija. El lo rechaza, pero poco a peco se
habitúa a la idea y, cuando se lo pide el clero que
cuenta con la autorización del Papa, cede.
La hija,horrorizada ante los deseos de su padre, se corta
la mano izquierda que cae al río Yac. Su padre, furioso,
la condena a ser quemada viva. Un maniquí ocupa el lugar
de Joie en la hoguera, gracias a la compasión del
senescal que la abandona en un buque sin velas ni timón
en alta mar.
Al noveno día la harca llega a Escocia; el rey la
encuentra, se enamora y se casa con ella, a pesar de las
objeciones de la madre que el mismo día de la boda deja
la ciudad de Dcndieu y se retita a Evoluic. Durante la
ausencia del marido, que ha ido a participar en un torneo
proclamado por el rey de Francia, la reina, que ha
ocultado su nombre y su origen, y a la quien se la llama
La Manekine porque no tiene más que una mano, da a luz un
bello príncipe. La suegra cambia la carta en que le
anuncian al rey el nacimiento de su hijo, diciéndole que
Joie ha tenido un monstruo. El rey, aunque muy afligido,
ordena esperar a su vuelta antes de decidir nada sobre la
suerte de la mujer y su hijo, Tambien la madre cambia
esta misiva por otra en que se dice que Joie sea quemada
con el recién nacido.
El senescal quema dos maniquíes, y la reina y su niño
son echados al mar en la misma harca que antes, que al
noveno día llega a la desembocadura del Tíber. Un senador
les recoge. El rey de Escocia vuelve, descubre la
verdad, hace emparedar a su madre y se pone a buscar a su
mujer.
Al cabo de siete años la encuentra en Rosa. El anille de
boda conduce al reconocimiento. Allí está el rey de
Hungría que, atormentado por los remordimientos, hace una
confesión poblica en una iglesia. Jote, testigo de su
arrepentimiento, se hace reconocer. Milagrosamente
aparece en una fuente la mano que en su día tragó un
esturión y que, gracias a la bendición del Papa, se
vuelve a unir al brazo de la reina.
(Puyinaigre 1884, 196—97; Suchier 1884, XXXIII—XXXV, Ccx
1893, XLIX; Espinosa 1947, 379; Bolte—Pclivka 1913, 299;
Dáunling 1912,18,25)

—9—
4b.- En la Chronique universelle de Jansen Enikel,
escrita en alemán a finales del siglo xiii (en torno a
1277, según náuníing y Suchier) se cuenta, en verso, La
Historia de la hija del rey de Rusia. Pui,licada en la
Zeitschrift f Cx Deutsches Alterthum por Strauch en 1900.
Hay tambien una versión en prosa siguiendo un manuscrito
del siglo xv. <Suchier 1884)

El rey de Rusia hace buscar, en vano, a una mujer que Sea


parecida a su hija (a su mujer,en la versión en prosa),
Se decide a casarse con la hija y obtiene para ello el
consentimiento del Papa. La hija no sabe quién será su
esposo hasta el mismo día de la boda. Cuando se lo dicen,
se corta los cabellos, se araña la cara y se desfigura
tratando de pacecer una leprosa. Quiere evitar a si el
deseo del padre.
Se la encierra con su vestido de boda en un tonel que se
lanza al lar.
bespuas de una estancia de seis meses (un afio,en prosa),
en la corte de Grecia, se convierte en la esposa del rey.
El la deja para combatir contra los paganos. Cuando se
entera, por la falsa misiva, de que ha dado a luz a un
diablo, ordena que sea metida otra vez en el tonel y
arrojada al mar. Llega ami a la desembocadura del Tíber y
es recogida en la Gasa de un anciano romano. Su marido
hace emparedar a su malvada madre y parte para Roma a
expiar sus crímenes. El padre llega tambien a Roma
despues de cinco años, y se produce el encuentro.
(Suchier 1884, xxxv—xxxvI; Dáurnlinq 1912, 23—24; COX
1893, Lv!!!; BOltePolivka 1913, 299) (3)
5b. — Historia del Rey de Hungría, publicado por Bofarulí
en “Documentos de la Corona de Aragón, Documentos
Literarios en antigua lengua catalana (Siglo XIV y XV)”.
Pp. 53—79. Barcelona, 1857”

El rey de Hungría se enamora de su hija que tiene manos


herzosisipas. La hija se desespera y se corta las manos y
las pone en mí plato. El padre la destierra y es
abandonada en una barca. Llega a Marsella. El conde de
Provenza la ve, se enamora y la desposa contra la
voluntad de su madre. Al saber la historia de su mujer,
el conde visita a su suegro, rey de Hungría, quien le
recibe cálidamente arrepentido de su amor culpable. Le
retiene junto a 41 tanto tiempo que da ocasión a la
malvada suegra, durante su ausencia, para llevar a cabo
el usual complot contra la joven esposa. La condesa es
abandonada en una harca y llega a un convento de monjas,
donde es acogida por la abadesa y líen una santa Vida
como portera del convento.
A los cinco años, estando un día en sus oraciones, ve
a un sacerdote que quiere decir la misa y no tiene quién
le ayude. Ella experiment.a un vivo deseo de ayudarle y,
de pronto, ve dos hermosas sanos; extiende hacia ellas
sus muñones y las manos se sueldan a ellos.
Entretanto el conde ha regresado a Marsella, pero
sintiendo ira hacia su madre, determina abandonar sus
Estados y no volver en tanto no encuentre a su esposa.
Despues de trece afios de bÉsqueda la encuentra en e].
convento. Vuelven a Marsella en donde tienen varios
hijos. Las cuatro hijas del conde llegan a ser reinas, la
una de Aragón, la otra de Francia, la tercera de Castilla
y la cuarta de Inglaterra
(Puymaigre 1884,199; Cox 1893, LXII; DAumling
191249,39—41: Bolte—Polivka 1913,299; Espinosa 1947,
379; Suchier 1884, XLII—xLIII)

—11—
6b.- La historia de la hija del rey de la Dacia editada
por Wcsselofsky: “Novelle della figlia del re di Dacia”.
Pisa 1866.
El manuscrito único de esta novela os del siglo XV, pero
el texto pertenece (seglin d’Ancona, 1872) al siglo xxv.
Dáumling la sit,ja también en el siglo xiv.

TM!a Manekine”, el padre, poseido por un


Comienza como
incestuoso deseo, abran y acaricia libidinalmente a su
hija, la rubia Elisa. Durante el abrazo su mano toca al
padre nel disonesto loco. Para poder desprenderse de él
debe prometerlo que más adelante oSerA a sus deseos • Ya
en su habitación, desesperada, pide la ayuda celestial. Y
recibe la orden de cortarme la mano que tuvo el
pecaminoso contacto. (4)
Cuando llega el padre, ella le cuenta que la mutilación
se ha producido, milagrosamente, por efecto del juicio de
Dios, mientras ella estaba dormida. El padre,
encolerizado, la destierra.
Tras ser abandonada, Elisa llega a Roma, acompañada de su
nodriza. Primero piden limosna y más adelante son
recogidas y protegidas por una piadosa viuda.
Las voces celestiales aconsejan a un príncipe alemán> el
duque Apardo, casarse con la bella desconocida. La
madrastra ací duque no ve con buenos ojos esa unión. Los
milagros se suceden insistiendo en la boda, Se casan.
Ella recobra las manos con la bendición nupcial, y a
partir de ahí se suceden los mismos acontecimientos que
en otras versiones. Vuelve a huir, ahora a Alemania,
donde Elisa es elegida por un gran señor alemán, sí conde
Marco, como nodriza de su hijo. El duque Apardo, que
viene a casa do este señor, reconoce a su esposa.
(Puymaiqre 1884,198; Dáumlinq 1912, 19,36—39; Ccx
1893,LXII; Bolte—polivka 1913,299; Suchier 1864,
XLIV-XLV)

—12—
7b. - La historia de La reina clin, su oct.ava rima. Seqún
Dáumling la versión más antigua data del 1400.
La historia ha sido dramatizada, siguiendo el poema, bajo
el titulo Rappreaentasione di santa Uliva por d’Ancona
(Pisa, 1863) y en el tono III de sus Sacre
rapprezentazioni dei Secolí XIV, XV, XVI (Florencia,
18721

Oliva, hija del emperador romano Juliano, padece cuatro


castigos: dom veces es abandonada en el bosque, y dos
veces os encerrada en una caja y arrojada al mar.
El comienzo es igual que el de ~La Hanelcine”, con la
diferencia de que aquí el padre es el emperador romano y
que su hija, como en al “Victorial”, me hace cortar las
dos manos.
Encontrada por el rey de Bretaña, diva es conducida a su
palacio con el encargo de cuidar al príncipe gu. todavía
está en la cuna.
Un barón se saetera de ella. Rechazando sus
requerimientos, ella tira la cuna que no puede levantar
de nuevo porque no tiene manos y el barón la acusa de
asesinar al niño que ha muerto con la caída. Condonada a
muerte, el senescal se aptada de ella y la conduce al
bosque donde fue encontrada. La Virgen se le aparece, le
devuelve sus manos y le indica un monasterio donde
encontrará cobijo.
un malvado sacerdote le acusa de haber robado un cáliz.
Oliva es colocada en una caja que se abandona en la mar.
Es reencontrada por unos mercaderes que la llevan al rey
de Castilla. Este se casa con ella, pero pronto se marcha
lejos do su reino por una guerra. Es entonces cuando
Olfva da a luz un hijo. La suegra hará lo mismo que la
suegra de “La Manexine”.
diva, mientras un maniquí se quema en su Lugar (una
pobre mujer y su hijo,segdn Suchier), es abandonada una
vez más en el maz. Acaba por Llegar a Roma en donde
encuentra a su marido que habla venido a buscar la
absolución, pues en la indignación que le hablan
producido las maquinaciones de su madre, la habla hecho
perecer. El rey de Castilla reconoce a su esposa, el
emperador reconoce a su hija, y todo acaba bien.
(Puynni.3re 1864,197; Suchier 1664, XLVI—XLVItI; Ccx 1893,
LXI: Dáunling 1912,19,42—44; Bolte—Polivka 1912,300>

—13—
ab.- Capitulo xi de los Miraculí do la qloriosa verzene
Maria, Vicenza 1475
Hay diversas ediciones. Una de ellas, citada por todos
los estudiosos se encuentra en le Salut des péoheurs,
publicada en Venecia en 1641 por Agapios, monje del monte
Athos.
El milagro italiano ha sido dramatizado en la
Rappresentazione di Stella, publicado por
Emilianí—Guidicí en atona del teatro in Italia 1, p.311
y por d’Ancona en el tomo III de las Sacre
rappresentazions (Florencia 1872)
El padre, que en esta versión es el emperador de Francia
y de Roma
1 en lugar de desear y perseguir a su hija, toma
una segunda esposa y ésta, celosa de la belleza de su
hijastra, la hace conducir al bosque y ordena que le
traigan las dos manos de la desgraciada. El hijo de un
duque la encuentra, la cuida y la desposa. Acude a un
torneo invitado por el emperador y allí un mensajero le
anuncia el nacimiento de dos hijos. A la vuelta del
mensajero la malvada emperatriz cambia la carta y se
recibe la orden de matar a la duquesa y sus dos hijos. Se
les conduce al bosque en donde son recogidos por un
eraitafio. La Virgen Maria devuelve a la pobre duquesa dos
manos celestes. El duque, a su vuelta, pregunta por su
mujer y se le explica su ausencia. La busca en el bosque
y consigue encontrarla. La malvada madrastra es quemada.
(Suchier 1884, L—LII; Puynaiqre 1884, 203; Dáumling 1912,
48—50; Bolte—Polivka 1913, 300)
9b. — La Penta manomoiza está relatada en el número 22 del
Pentamerone de Gianbattista Basile.
Aparece en 1637 y debe su interés al dialecto napolitano
en que esté escrito. Imita el carácter de un cuento
popular pero en un estilo afectado, sin la gracia de
aquél.
En esta ocasión no es el padre, sino el hermano, quien
quiere casarse con la niña tras enviudar. Lo que más la
atrae en ella son sus manos.
Penta se hace cortar las manos y se las envía a su
enamorado hermano. Es encerrada en una caja alquitranada
que flotará sobre las aguas del mar hasta que la
encuentra un rey. Rey que está casado, pero despues de la
muerte de su mujer se casa con Penta en sequndas nupcias,
Mientras que él está de viaje, ella da a luz a un hijo.
La segunda vez, Penta se escapa por tierra y va a dar con
un brujo con quien recobra sus manos. El brujo parece
ocupar el lugar que en otras versiones ocupa el ermitaño.
Hay otro personaje, Nuccia, que recuerda, por sus celos y
por sus ardides con el mensajero, a la suegra de otras
versiones.
(Suchier 1884, LII—LIII; Dáumling 1912, 52—53)

—15—.
lob.— Leyenda hispano—arábiga publicada por Robles en:
“Leyendas moriscas”. Primera versión en 1, 43—53. (Citado
por Espinosa).

El rey Aliafre es idólatra y tiene una idola de oro. Se


enazora de su hija Arcayona y le declara su criminal
pasión. La virtuosa hija se rebela y le dice a su padre:
—“!Oh, padre! ¿Cómo puede ser que siendo vuestra hija,
sea vuestra mujer y os queráis poner a un pecado tan
grande? Yo no he oído ni hallado que ningún padre se case
con su hijam.
Un día la hija está cerca de la idola y sobre la cabeza
de ésta se pera una paloma, que es un ángel en esa forma,
y aconseja que Arcayona destruya la idola y siga sólo la
religión de Allah.
Arcayona destruye la idola y el padre indignado le corta
las sanos y la abandona en el bosque. La halla el
príncipe de Antioquía y se casa con ella. Se declara la
guerra y el príncipe se va. Entonces la suegra manda que
echen a la reina y un hijo suyo al bosque. Va la reina a
la cueva donde antes estaba, con su hijo. Llega el rey y
la suegra le dice que la reina y el hijo se habían
escapado. Se va en busca de su mujer e hijo y los halla
en la cueva. Su mujer había ya recobrado sus manos
milagrosamente durante un sueño.
(Espinosa 1947, 380)

—16—
lib. — Segunda versión de la leyenda hispano—arábiga. En:
Robles “Leyendas moriscas’ 1, 182—221.

Un rey romano lIando Nachrab se onasora de su hija


Catcayona y quiere violarle. Rehusa ella y el rey
incestuoso destete de sus propósitos. El ángel 4. Dios
viene a predicar a Carcayona en forma de paloma la
religión de AlIah, describióndole sobre todo al. rey las
penas del infierno. Carcayona destruye la idola de oro de
su padre. Le corta el rey las manos y la echa al. mar en
una barca. La halla el rey de Antioquía y se casa con
ella. Las mujeres de la corte se ponen muy envidiosas, Se
va el rey a un largo viaje y durante su ausencia la reina
da a luz un hijo. La suegra la despide con su hijo y se
mete en el bosque. Se le aparece el ángel otra vez Cfl
forma de paloma y le dice que pida a Dios sus brazos. Los
recobra milagrosamente durante un sueño. La halla por fin
su marido y vuelven olla y su hijo al palacio.
(Espinosa 1947, 3801

—17—
lc.— Mal Boaflor, cuento alomar, escrito en dialecto
bávaro—austriaco, del siglo XIII <años 1256—58, según
Dñumling), Publicado por Pfeiffer en 1848 (según
Bolte—Polivka):

Beaflor, hija del emperador romano Telion y de su esposa


Sable, se ve perseguida por su padre que quiere
seducirla, Se escapa ricamente vestida, con la corona en
la cabeza, en un barco cerrado y llega a Grecia.
Allí la encuentra Mci, conde de Meienland, que se casa
con ella. Mientras el conde está en la guerra, ayudando a
su tío, el rey de Castilla, contra el pagano rey Robar,
ella da a luz un niño. La suegra cambia las cartas y
llegan noticias diciendo que hay quemar vivos a la reina
y a sus hijos. Son desterrados y echados al mar en el
mismo barco de antes. Por fin, al séptimo día, llegan al
Tíber y son recogidos por un senador romano y su mujer.
Despues de ocho años el conde se reúne con su familia. El
emparador transfiere la corona del imperio a su yerno.
(Espinosa 1947,378; Cox 1893,LVII; Oáuniling 1912,18:
Bolte—Polivka 1913,298; Suchier 1884. XXXII—XXXTII>
2c.— La condesa de Anjou, escrita en 1315 por Jehan
Mart, (Haillart, según DAuinling)
Está recogido en los “Manuscrits do la Biblioth~que du
Roi”, por Paulin Paris, tomo VI, 40.

Esta condesa, jugando al ajedrez con su padre, le inspiré


un violento amor. Huye con su camarera, primero a
Orígane, luego a Lorris, donde se dedica a trabajar con
oro y seda. El conde de Bourges la encuentra y la elige
por esposa. Durante la ausencia del conde, su tía la
condesa de Chartres, furiosa con su sobrino por SU mala
boda (piles ignora el rango de la esposa de ésta>, cambia
las cartas y ordena tirarla a un pozo. Los verdugos la
dejan escapar con su hijo y llega a Orléans donde su
marido la encuentra. confiesa el secreto de su nacimiento
al obispo de Orléans, su tío, que le comunica la muerte
de su hermano y padre de la condesa. El conde de Bourges
se posesiona de la herencia de su mujer.
(Puynaigre 1884,205; Ccx 1893, LVIII; BOlte—polivka
1913,299;
D~um1ing 1912,18; Suchier 1884, XXXVII-.XXXVIII)

—19-
Jc. - Ystoria regís Franchoruxa et filie ia que adulterius
comitere voluit escrito en latín en 1370.
Publicado por Suchier en Romania, XXXIX, pp.6l—7¿, (1910>
La heroína es la hija del rey de Francia. Se casa con un
conde en el reino de su padre. Tiene dos hijos. Su marido
se ausenta para participar en una fiesta en la corta del
rey. La primera carta no es cambiada. La condesa llega a
Mavorcia en donde un cardenal educe a sus dos hijos. Uno
será el rey de Inglaterra y el otro sucederá a su padre
en el condado.
(Suohier 1884, XLI; fláunling 1912, 19; Bolte—Polivka
1913, 299)

—20—

a-
4c. - La hija del rey de Prenda, romance alemán compuesto
en 1401 por un poeta alsaciano, llamado Bthelor (o Hans
von BWiel)
Búheler es el primero que relaciona el. origen de la
Guerra de los Cien Ajios con nuestra leyenda.
Un rey de Francia quería casarse con su propia hija
porque era la misma imagen de su madre tallecida,
Embajada para pedir dispensa al Papa. La hija escapa sola
en un pequeiio barco para Caíais donde ella hable estado
viviendo con su padre. Lleva provisiones y material para
trabajar en la seda. Llega a Inglaterra, cerca de
Londres • Colocándose al borde de un camino busca alguien
que la tome en matrimonio; ella, a cambio, se ofrece para
cuidar el ganado. Hace algunos trabajos de seda muy
bonitos y una caminante le coispra algunos para venderlos
en Londres. Los compra la mujer del mariscal del rey.
Esto, sorprendido por la calidad de los trabajos, indaga
y recoge en su casa a la desconocida princesa extranjera.
La trata como si fuera su propia hija.
El rey visita la casa del mariscal, conoce a la niña, se
enazora de ella y se casan con gran magnificencia.
El rey parte a la guerra contra los escoceses y siguen
los acontecimientos usuales: nacimiento del hijo,
comunicación al rey; la madre intercepta los mensajes y
ordena quemar a la reina y al niño.
Se quema en el lugar de la reina a dos terneros, uno más
grande y otro más pequeño, y se la abandona en una harca,
la misma que ella utilizó en su primera huida, Llega a
Roma. Allí es recogida por un romano, Más adelante el
Papa toma al hijo bajo su protección.
Los reyes de Francia e Inglaterra acuden a Roma buscando
el perdón para sus pecados. Es la confesión del padre lo
que conduce al reconocimiento. El padre proclame a la
hija como su heredera. Cada uno vuelve a su país. El rey
francés muere. El inglés tiene que partir, junto con su
hijo, a nueva guerra contra los escoceses. Mientras,
muere la reina. Está vacante el trono de Francia y surgen
otros aspirantes. El rey de Inglaterra, afligido por la
muerte de su esposa, abdica de su derecho en su hijo que
será el aspirante legitimo al trono francés.
<Suchier 1884, XLIII—XLIV; D&umling 1912, 20;
Bolte—polivka 1913, 299; Cox 1895, LIII)

—21—
Sc. -El cuento de Emare, poema inglés que se conserva en
un único manuscrito del siglo xv, fue publicado por
Ritson en Ancient Engleish motrical romances, en Londres,
1802, vol.II,pp.204~
247.

Un emperador, Artyus, y su esposa Erayne tienen una hija,


Emare. A la muerte de la esposa, la hija pasa al cuidado
de una nurse, Abro. Un día el emperador ve a su hija con
un vestido de oro que le había dado el rey de Sicilia,
Sir Tergaunte, y se enamora de ella. Ve la manera de
casarse. Obtiene una bula del Papa. Pero ella le rechaza.
La embarcan con su vestido a Oalys. Allí se convierte en
la esposa del rey. Su esposo se une al rey de Francia en
la guerra contra los sarracenos y durante su ausencia
nace su hijo Segramour. La carta es cambiada por la madre
del rey. En la falsa se dice que la reina ha tenido un
monstruo. A su vez, la respuesta del rey es convertida en
una cruel sentencia. Zure es expulsada.
Llega a Roma y va a la casa de un mercader llamado
¡urdan.
Ei rey regresa y destierra a su madre. Despues de varios
auios va a Roma en busca de absolución. Se aloja en la
casa donde está Ezare y le sirve a la —Sa SU propio
hijo. El viejo emperador, padre de Emare, tambien va a
Roma y se produce el encuentro.
(Cox 1893, t~ D5umling 1912, 19; Bolte—Polivka 1913, 299!
Suchier 1884, XLV—XLVI)

—22—
Sc.- En el siglo xv, Bartalomeo Fasrio, secretario de
Alfonso 1, rey de Nápoles, compuso Una novela titulada:
De origine bellí ínter Gallos et Britannos, siguiendo un
antiguo relato en lengua vulgar.
Enseguida esta historia fue contada en italiano por
Jacopo di Poggio Braccioliní, en una novela que imprimió
con el titulo: Storia dellt origine della guerre tra i
francesí e glí inglesí (Florencia, 1542) y reimprimida
bajo los de Revelía di incerto autora <Florencia 1834) y
Novella dolía Pulcella di Francia (Luoquos, 1850>.
Tambien Fazio explica con esto motivo tradicional,el
origen de la Guerra de los Cien Aflos, pero invierte los
papeles: su heroína es hija del rey de Inglaterra y llega
a ser reina de Francia.

Eduardo, rey de Inglaterra, tiene una esposa y una


hija muy bellas. Cuando su esposa muere hace la promesa
de no casase con nadie que no sea exactamente como ella
Despues de un tiempo los barones urgen al rey para que se
case, a fin de asegurar un heredero legitimo. Les cuenta
su compromiso y envían embajadores a buscar una novia así
a cada provincia de Christendon <de la cristiandad>, por
Francia, España y otros muchos paises, paro todo en vano.
Entonces él concibe La horrenda idea de casarse con
su hija.
Esta implora a su tío, el conde de Lancaster, y gracias a
él consigue retirarse a un monasterio en Viena. Allí ea
encontrada por el Delfín de Francia que se enariora de
ella y la desposa contra la furia de su madre que actúa
como las suegras típicas de estas versiones. La princesa
huye y se retira a Roma con su hijo. Encuentra un asilo
en donde la ve el emperador Enrique escogiéndola para
nodriza de un hijo suyo que acaba de nacer.
Mientras tanto el Delfín es ya el rey y conoce la falsa
noticia de la muerte de su esposa y las infamias de su
madre a la que declara la guerra. Despues de una lucha de
tres años acaba por vencerla y matarla.
Lleno de remordimientos, llega a Roma a pedir la
absolución al Papa. Comiendo con el emperador queda
encantado de la gracia de un muchacho y expresa el deseo
de pasear con él. Es el hijo de la nodriza en la que el
rey de Francia reconoce a su mujer, con la cual vuelve
triunfalmente a su reino.
Poco despues de su vuelta tiene otro hijo y para evitar
disgustos y protestas, decide que el mayor reinará en
Francia y el segundo en Inglaterra que su mujer había
heredado, a la muerte de Eduardo.
El rey ordena además en su testamento que todos los silos,
por Pascuas y por Navidad, el rey de Inglaterra vendrá a
Paris y servirá la mesa al rey de Francia

—23—
Durante largo tiempo estas disposiciones fueron
observadas, pero un día el rey de la Gran Bretaña, mal
aconsejado por sus ministros, rehusá someterso a este
acto de homenaje y esta fue la causa de una gran guerra y
de los odios que duraban todavía en el momento en que
escribía el autor de la novela.
<Puynaigre 1884,203; Ccx 1893,LXIII; Dáurunling 1912,20;
Bolte-polivka 1913,300; Suchier 1864, XLVIII-XLIX)

—24
id-Vida da Constanee, en la Cbronique anglo—normande de
Nicholas Trivet, 1334—1347
De Trivet han toaado la materia para sus poemas sobre
Constance, tanto Gower, Confessio Anantis <1390>, como
Chaucer, Canterbury ?ales <1385)

La heroína se llama constance y es la hija del emperador


Tiberio Constantino y de Ytalia, su esposa. Se Casa con
el sultán que se bautisa para complacerla. Pero la madre
de éste, indignada por la apostasía de su hijo, hace
asesinar a todos los cristianos y a su propio hijo y
exponer (5) a contance con su rica dote en una barca sin
vela ni remos. Despues de haber flotado durante tres años
y ocho meses, llega en la víspera de Navidad e
Northumbria. Elda, condestable del rey, y Hermenegildo la
recogen en su Gasa. Enseguida el rey Alíe se deja
convertir por Contance y se casa con ella.
Mientras que el marido está ausente para combatir a los
escoceses, contance da a luz a un hijo al que llama
Mauricio. En Knaresburgh (cerca de York) flomilde, le
reina madre, efectúa el cambio de las cartas. Contance es
abandonada sobre un barco sin velas ni timón, con sus
tesoros y su hijo que tiene diez semanas. Despues de un
viaje de cinco años llega a Roma en donde encuentra
refugio durante doce años en la casa del senador >.rsaraius
y Heleino, su mujer. Su marido la reencuentra allí. El
emperador llega tambien e instituye a Mauricio como
corregente y sucesor. Despues de su muerte ‘riberio y
Constance son enterrados en la iglesia de San Pedro. Elda
muere en Tours y es enterrado en la iglesia de San
Martín. El rey Alíe es sepultado en Winchester.
(Ccx 1893,L; Dáunling 1912,19; Bolte—Polivka 1913, 299;
Suchier 1884, XXXVIII—XLI)

—25—
~o.- Novella di Dionigia, incluida en 1111 Pecorone”, de
Giovanni Fiorentino (1378).

La princesa Denise de Francia, para evitar una


desagradable boda con un viejo príncipe germano, se
escapa a Inglaterra vestida de peregrino y entra en un
convento. El rey de Inglaterra pasa por allí, se enamora
y se casa con ella.Estando él en guerra, en Escocia, ella
da a luz, gemelos. La madre de él envía una carta
diciendo que han nacido dom monstruos y la respuesta del
rey diciendo que no importa, que les prodiguen toda clase
de cuidados, la sustituye por otra en que ordena su
destrucción y la de la reina.
La persona encargada de la ejecución permite a la reina y
a sus gemelos huir a Genoa. Al cabo de unos años la
descubre su esposo en Roma. Vuelve triunfante con él a
Inglaterra.
(Cox 1893,11; DAumlinq 1912,19; Bolte—Polivka 1913,299)

—26—
3d.- Chaucer, en cuentos de Canterbury (b.1385), incluye
la historia de Constanza bajo el eplgrafe:”cuento del
jurisconsulto’
Dada su excesiva longitud, entresacaremos los párrafos
imprescindibles para la integridad de la historia: <6)

Habla antaño en Siria una compañía do ricos, discretos y


honrados mercaderes, que enviaban por doquier sus
especias, paños de galán de oro y sedas de bellos
colores.. .Aoonteció que los regidores de aquella gente
necesitaron ir a Roma, no sé si por placer o por asuntos
de comercio.
Mientras allá estaban les llegaban cada día noticias
nuevas de la gran reputación de Constanza, la hija del
emperador. Deciase en todas partes: “El señor emperador
de Roma tiene una hija sin par por su bondad y
belleza. .Tiene gran hermosura sin soberbia, y mocedad sin
locura ni libertinaje, y además siempre se guía en sus
obras por la virtud y vence toda violencia con humildad.
Es espejo de cortesía, asilo de santidad su corazón, y su
mano pródiga en limosnas.
Fue el caso que los mercaderes acabaron por ver a la
feliz doncella, y luego cargaron sus naves y se
encaminaron a Siria.
Era USO del sultán de Siria, cuando regresaban de país
extranjero, preguntar con ahínco por las noticias de los
diversos reinos. Lo hablaron de la gran nobleza de la
infanta Constanza con tanto detalle y prolijidad que el
sultán acogió con júbilo en su mente la imagen de la
doncella y todos sus afanes se consagraron a amarla.

Convocó el sultán su consejo privado y, sin demora,


dijoles su resolución, afirmándolos que si no conseguía
obtener pronto a la infanta Constanza, moriría
inevitablemente
-Pronto estoy- a bautizarme antes que preder a
Constanza. no puedo vivir más tiempo en esta congoja.
Hubo negociaciones y embajadas. acordaron que el sultán y
sus barones y vasallos recibirían el bautismo y él
obtendría en matrimonio a Constanza... De tal manera
quedó la bella constanza a la merced de Dios
todopoderoso.

<El autor describe a continuación con todo detenimiento


la despedida romana de Constanza que no va por su deseo
sino exclusivamente por respeto y reverenda a su padre.
Monta a su nave y se dirige a Siria. Mientras tanto la
madre de sultán, “un pozo de vicios”, intriga con sus
fieles, no aceptando la abjuración de su fe que a todos
impone el sultán, su hijo.)

— Fingiremos aceptar la religión cristiana... Yo preparará


despues tal fiesta y algazara. .quo el sultán quedará bien
servido..

—27—
<Es recibida Constanza por ‘=1 sultán y por la insidiosa
madre que invita a todos a una fiesta. Esta se celebra
inmediatamente y en olla el sultán y todos los cristianos
fuel-on cosidos a puñaladas. Sólo se salvé Constanza>

La pusieron a bordo de una nave sin timón y dijéronla que


viajase sola hasta Italia. Llevaba consigo su tesoro
privado y tambien ropas y buen pertrecho de
provisiones. .Días y años floté Constanza, siempre a la
deriva..
En fin, siempre flotando a través del furioso mar, fue
Constanza arrojada hasta nuestro océano y al cabo las
olas hicieron varar su nave en la arena, junto a los
muros de un castillo de Ncrthuinberland
Es recogida por el condestable y su mujer, teremenegilda,
que enseguida se encariñan con esta desconocida que dice
haber perdido la nencria y habla en un latín corrompido.
Ambos son paganos, pero tardan poco en ser convertidos al
cristianismo por la briosa Constanza. Este condestable
gobernaba un castillo del rey Alía, soberano de
Northumberland, hombre sabio y gran enemigo de los
escoceses.

El diablo, que siempre nos acecha para tendernos sus


lazos, viendo la perfección de Constanza y tramando cómo
perjudicarla, hito que un joven caballero de la ciudad se
enamorase de ella con pasión criminal y ardorosa, al
punto de que el mancebo dijose a si mismo que moriría si
no lograba ver satisfecho su deseo al menos una vez. y
empezó a cortejarla, mas en vano, porque Constanza no
quería pecar. Entonces él, afrentado, imaginé hacer
perecer a la dama con muerte fgnominiosa. Aguardé, pues,
la ocasiña en que el condestable se hallaba ausente del
castillo, y esa noche entró con sigilo en la habitación
donde Hermenegila dormía. Tambien lo hacía Comstanza, a
la sazón fatigada de las horas pasadas en oraciones.
El caballero, impelido por Satanás, se aproximé a
hurtadillas al lecho de Hermenegilda, la degollé, puso el
puñal junto a Constanza y huyó del castillo.

Aunque las circinstancias parecen condenarla nadie, salvo


el calumniador caballero, la acusan. Ella solícita ayuda
al cielo y cuando el caballero, a petición del rey, jura
sobre el libro sagrado que Constanza es la asesina, se
opera el milagro. Un manotazo invisible le derriba en
tierra mientras una voz le declara perjuro. Ejecutan al
caballero y el cielo dispone aue el rey Alía se case con
la santa, hermosa y humilde doncella. Pero alguien buho
que miró mal aquel casamiento, y fue Doneqilda, madre del
rey y mujer muy abundosa en crueldad.

—28—
Lo que sigue es conocido: ella embarazada: él parte a
guerrear con los escoceses; la deja al cuidado de un
obispo y su condestable; ella da a luz, Mauricio: envían
cartas al rey; el mensajero es engañado por la reina
madre que sustituye las cartas. La que le envían dice:
“La reina ha dado a luz tan hórrida e infernal criatura
que no hay en el castillo persona que ose permanecer un
instante cerca de ese ser. Ahora vemos que la madre es un
demonio, traído aquí para nuestra desgracia, mediante
encantos y brujerías, y todos procuran apartarse de ella”

La contestación del rey:


Csiempre recibirÁ bien lo que Cristo me dé, pues para
algo estoy instruido ahora en su doctrina. lctnplase,
Señor, tu determinación y voluntad; que yo someto mis
deseos a tu providencial. Cuidad, pues, al recién nacido,
ya sea feo o hermoso, y cuidad tambien a mi esposa hasta
que yo regrese.Cuando pleque a Cristo, me enviará un
heredero más satisfactorio”

vuelve a ser sustituida por esta otra:


“El rey ordena a su condestable que, so pena de la horca
y otros suplicios, no consienta que Constanza permanezca
en este reino más do tres días y un cuarto de día. Antes
bien, la embarcará, con su hijo y todos sus bienes, en la
nave donde vino, alejándola luego de tierra, con
prohibición de que vuelva jamás”
Todos se extrañen, todos lloran, pero se cumple la
sentencia.
Vuelve el rey, averigue lo sucedido y mata a Donegilda
por traidora.
Cince años duró la navegación de Constanza. Al cabo fue a
parar al pie de los muros de un castillo de infieles
donde recomienzan sus desdichas.

El intendente del señor del castillo <Imaldigale Dios,


que era ladrón y renegado de nuestra tel) fue a buscar a
la mujer a solas y le dijo que habría de ser suya, así
ella quisiera como si no.
.clazáaba su hijo y ella lanzaba dolorosos lamentos; pero
al fin la bienaventurada Maria le presté su socorro, y
mientras el malvado forcejeaba con su víctima, resbaló y
cayó por la borda, ahogándose merecidamente en el mar. De
esta suerte mantuvo Cristo pura a Constanza.

El cuento deja a Constanza otra vez a la deriva en su


barca, con su hijo, y se interesa por lo que pasó con el
emperador cuando se enteró de lo mal que habían acaMo
las bedas de su hija con el sultán

—29—
Encolerizado el César, envió a su senador y a muchos
caballeros con patentes reales, para que tomasen cruel
venganza de los sirios. Hiciéronlo así, y en tierra
siriaca incendiaron, mataron y tuvieron a todos los
musulmanes en gran tribulación durante muy dilatado
tiempo.. .al cabo retormaron a Poma. Y cuando el senador
navegaba con regia pompa, halló, según las crónicas
cuentan, el barco en que la entristrecida Constanza
flotaba sobre las olas. El dignatario no conoció quién
era aquella mujer, ni supo por qué estaba en semejante
situación, y ella resolvió callarlo aunque le costase la
vida.

Tampoco la reconoce la mujer del senador, tía de


Constanza.
Ahora el cuento se ocupa del rey Alía:

tJa día Alía sintió tan vivo remordimiento por haber


matado a su madre, que resolvió ir a Poma y hacer
penitencia.. Corrió por Poma la voz de que habían llegado
embajadores del rey Alía, precediéndole en su
peregrinación. salió el senador a caballo para
encontrarle.
..fue el senador a un festín que Alía le daba en su
alojamiento, y llevóse consigo al hijo de Constanza,..
allí estuvo el infante y mientras comía no dejó, segú le
mandara su madre, de mirar al rey Alía a la cara, ya que
le tenía delante de él.
El rey empieza a suponer la identidad de la madre del
muchacho, va a casa del senador, se reconocen y. tras
vencer los recelos y resentimiento de Constanza, Conocen
lo sucedido y “de tanta ventura gozaron como ninguna
persona ha visto ni verá —salvo la dicha perdurable—
mientras el mundo exista”
Más adelante es reconocida por el padre. Mauricio es
ungido emperador por el Papa. Constanza y el rey Alía
marchan a Inglaterra y vivieron felices. por poco tiempo.
Al año Alía muere, Constanza retorna a Roma donde
“vivieron todos en la virtud, ejecutando santas obras de
Caridad cristiana, sin nunca separarme mientras la muerte
no les desunió.
<Chaucer 1984, 75—93)

—30—’
TEXTOS DE LAS VERSIONES POPULARES
Ciclo de “La niña perseguida”

L— “La niña sin brazos” <Tino 7o6~

1.1.—La niña sin brazos (E 137)

Era un molinero que tenía una hija muy buena, y a todos


los pobres que iban a pedir les daba la harina. y la dijo
su padre:
-Mira, si das más harina a los pobres, te voy a matar.
Y ella, como era muy caritativa, nc hacia caso, y seguía
dando la harina a los pobres. Y un día su padre la llevé
al campo y la cortó los brazos, la sacó los ojos y la até
a un árbol.
Un día el rey iba de caza y oía gemidos por allí, y
decía:
-Por aquí debe de haber alguna persona.
Fue por allí y se encontró a la joven, la montó en su
caballo y la llevó a palacio. Se quiso casar con ella;
pero su madre le dijo que no se casaría, que qué iba a
hacer con una mujer sin brazos y ciega. El no hizo caso y
se casó con ella.
Entonces el rey se tuvo que ir a la guerra. Y nacieron
dos niños, niño y niña, con una estrella en la frente. Y
su madre, en vez de decirle que habían nacido dos niños,
envió a un hombre diciendo que su mujer habla tenido un
perro y un gato, y que vendría a matarla. La reina, al
oir estas palabras, cogió un borrico con un serón y metió
a los dos niños.
Iba caminando y llegaba a un arroyo. Y la dijo un
caminante que pasaba por allí:
-Señora, apártese usted, que se va a caer a un arroyo.
Después llegó a otro arroyo. Y se le apareció la virgen y
la dijo:
-¿Ves ese arroyo que hay ahí? Mójate los muñones.
Y le salieron los brazos.
-Ahora, con los brazos, Uvate los ojos.
flecuperó la vista.

—32—
Después llegó a una ciudaz. Allí había una casa que nadie
quería habitar. Y ella quiso meterse; pero no la dejaban.
Después se metió allí, y cono no tenía nada, la Virgen la
dió ropas, di— neros y muchas cosas para que se
alimentarían ella y sus dos hijos. Después, allí, todos
los pobres que iban a pedir les daba limosna: los que
iban desnudos los vestía.
El rey se enteró y fue él también. Cuando fue el. rey, sus
hijos le reconocieron y decían:
—ISí éste debe de ser nuestro padre¡
Y entonces la mujer también le reconoció. Y vivieron
felices y comieron perdices, y a nosotros nos dieron con
el plato en las narices.

Covarrubias, Burgos.
Marrador XLIII, 4 de junio, 1936.

—33—
1.2.— La niña sin brazos <RA 31)

Este era un leñador que todos los días tenía que ir al


monte a por leña para mantener a su mujer y a una hija
muy guapa que tenían. Un día le salió un hombre de detrás
de una encina y le dijo:
-Si me das a tu hija, te haré el hombre más rico del
mundo.
Y para demostrárselo le entregó un talego lleno de
monedas de oro. El hombre regresó a su casa y le conté a
su mujer lo que le habla pasado. Esta se puso muy
contenta, cuando vió tanto dinero, y dijo que, aunque se
tratara del mismo diablo, le entregarían a su hija.
Al día siguiente el leñador volvió a hablar con el hombre
del monte, que era el diablo, y quedaron en que a la hora
de la siesta éste irla a recoger a la muchacha. Y así
fue. Aprovechando que la niña estaba dormida, el demonio
la montó en su caballo y entregó otro talego de monedas
de oro a los padres. Luego se marchó a todo correr.
Cuando la niña se despertó, al ver que la llevaba un
desconocido, hizo la señal de la cruz.. Entonces el
demonio se enfadé mucho, paré el caballo y con su
cuchillo le corté los brazos a la niña para que no
pudiera hacer más la señal de la cruz. Luego la desnudé y
la colgó por los pelos de la rama de una encina, y allí
la dejó.
Muy cerca de aquel lugar se hallaba el palacio del rey.
Un día se organizó una cacería y los perros del rey se
encontraron a la niña sin brazos. Desde entonces todos
los días le llevaban la comida que a ellos les daban en
el palacio, de manera que se iban quedando cada vez más
flacos. El hijo del rey decía:
-¿Por qué estarán mis perros cada vez más flacos? ¿Es que
los criados no les dan de comer?
Pero los criados dijeron que si, y entonces el príncipe
dijo que había que vigilar a los animales. El mismo fue
detrás de ellos, y así descubrió a la hermosa niña
colgada de un árbol. En seguida mandó que la bajaran de
allí y se la llevó al palacio.
Al poco tiempo el hijo del rey les dijo a sus padres que
quería casarme con la niña sin brazos. Los padres dijeron
que seria una deshonra casarse con una mujer que no
podría criar a sus hijos. Pero el muchacho dijo que eso
no importaba, teniendo criados. Y se casé con la niña sin
brazos.
Al poco tiempo murió el rey. El príncipe heredó la corona
y su mujer fue reina. Pero pronto se declaró una guerra y
el nuevo rey tuvo que irse a luchar. Estando en guerra,
su mujer tuvo dos mellizos como dos luceros y se lo
mandaron decir al rey en una carta.

—34—
Pero el diablo se hizo con ella en mitad de camino y puso
otra donde se decía que la reina había tenido dos
monstruos. El rey escribió otra carta donde decía: “Que
los críen hasta que yo vuelva”. Pero otra vez el demonio
se hizo con la carta y escribió otra diciendo:”Coge a los
mellizos y degfléllalos inmediatamente.” Cuando la reina
leyó la carta, se puso a llorar y pensó que a sus hijos
no los mataría por nada del mundo. Le conté a su suegra
lo que pasaba y ésta la ayudé a escaparse. Le puso unas
alforjas sobre los hombros y metió a los mellizos en
ellas, uno a cada lado.
La muchacha se fue canino adelante, venga a andar, venga
a andar, hasta que sintió hambre y sed, lo mismo que sus
hijos. Se acercó a un pastor y a una pastora que estaban
por allí cerca y les pidió que le pusieran a sus hijos a
mamar, uno en cada pecho. Y así lo hicieron,Luego se los
metieron otra vez en las alforjas. Ella les preguntó que
dónde podría beber y los pastores le dijeron que muy
cerca había un arroyo y más adelante una casa donde
podría quedarse.
La niña llegó al arroyo y se agaché para beber. Por más
cuidado que puso, se le cayeron los dos niños al agua, y,
al quererlos coger para que no se ahogaran, le salieron
los dos brazos y con ellos pudo salvar a sus hijos.
Se puso en canino otra vez y, cuando ya se iba haciendo
de noche, divisé una lucecita y se encaminé hacia ella.
Llegó a una casa donde no había nadie y allí se quedó a
vivir con sus hijos.
Al cabo de unos años, ya el rey había vuelto de la guerra
y estaba cazando por aquellos lugares, cuando se le hizo
de noche. vió la luz de la casa y so dirigió hacia ella.
En cuanto la muchacha le abrió la puerta, le paració que
la conocía de algo, pero no dijo nada, Se sentó a coner
con ellos, mientras la mujer le contaba su historia, pero
él no decía nada. Los dos niños no hacían más que mirarlo
también y él a los dos niños, fijándose en ellos y en su
madre. Por fin le dijo a ella:
—Si usted no tuviera brazos...
Y siguó comiendo. Y al rato otra vez se lo dijo:
—si usted no tuviera brazos...
La mujer había preparado de postre un pastel, y dentro
había metido el anillo de bodas, de manera que, cuando él
se lo encontró, comprendió de pronto que aquella era su
mujer y aquellos sus hijos. Los abrazó y todos contentos
regresaron al palacio, donde vivieron felices muchos,
muchos años.

—35—
1.3.— GiLva (Xc 71>

Sucedió una vez que un judío acaudalado, que había


quedado viudo con una niña recién nacida, tuvo que
dejarla en manos de unos campesinos cristianos para que
la educasen.
El campesino, al principio, no quería aceptar el encargo.
-Yo tengo hijos propios -dijo-, y no puedo educar a su
hija en la creencia judía. Estará siempre con mis hijos y
se habituará a nuestras costumbres cristianas.
—No importa —respondió el judío—, debe hacerme el favor
de tenerla con usted, y recibirá su recompensa, Si cuando
haya cumplido diez años no vengo a buscarla, haga con
ella lo que le plazca, porque querrá decir que ya no he
de volver nunca y la niña se quedará con ustedes.
Así fue como el campesino y el judío llegaron a un trato
y el ludio partió en viaje de negocios por paises
lejanos. La mujer del campesino hizo las veces de nodriza
con la niña, y al verla tan grácil y cariñosa le cobré
tanto afecto como si fuera hija propia; la niña pronto
aprendió a caminar, a jugar con los otros niños y a
realizar las tareas correspondientes a sus pocos años,
pero nadie le enseñé jamás las normas cristianas.
Escuchaba las plegarias de los demás, pero ella no sabia
nada de religión y en esas condiciones llegó a los diez
años.
Cuando cumplió los diez, los campesinos esperaban de un
día a otro la llegada del judío. Pero pasaron once años,
y luego doce, y aun trece y catorce, y el judío no
apareció. Los campesinos pensaron que había muerto y
dijeron:
—Va henos esperado bastante. Es hora de bautizar a esta
niña.
La instruyeron en los hábitos de la iglesia, y luego la
bautizaron con una gran fiesta, y toda la aldea fue a
presenciar el acontecimiento. La llamaron oliva y la
mandaron a la escuela para que aprendiera labores
femeninas, y también a leer y escribir. Así llegó a los
dieciocho años, y oliva era realmente una muchacha bien
dotada, culta, buena, hermosa y querida por todos.
La familia de los campesinos vivía feliz y sin esperar
ningún imprevisto, cuando una mañana oyeron llamar a la
puerta. Abren Y OS el. judío.
-He venido en busca de la niña.
-cQué? —exclamó la madre-. Usted había dicho que si no
volvía en diez años hiciéramos lo que se nos antojara,
porque en ese caso era nuestra. han pasado dieciocho
años. ¿Ahora qué pretende? ¡A Ojiva la hemos bautizado y
ya es cristianal
-Eso no importa —respondió el judío—, si no vine antes es
porque no he podido. Pero es mi hija y la quiero de
vuelta.

—36
—¡Pues nosotros nc se la devolvemos! —gritaron a coro los
campesinos.
Se originé un gran pleito. El judío recurrió al tribunal,
y el tribunal sentencié que si la hija era suya no podían
quitársela: de manera que esa pobre gente se vid obligada
a obedecer la ley. Todos lloraban, y la más desesperada
era Olive, porque su padre era para ella un desconocido
y no sin lágrimas se alejó de esos bondadosos campesinos
que habían sido su padre y su madre durante tantos años.
En el momento de la despedida, la mujer puso en manos de
diva el Libro de Horas de la Virgen, y le recomendó que
nunca olvidase que era cristiana. Así se separaron esas
almas piadosas.
El judío, cuando estuvo en casa, se apresuré a decir:
-Aquí somos judíos, y tu también, y creerás en lo que
creemos nosotros. Pobre de ti si te encuentro leyendo el
libro que te dio tu nodriza: la primera vez lo arrojaró
al fuego y te azotaré, la segunda te cortarÁ las manos y
te echaré de casa. Sé juiciosa, lo digo en serio.
Ante semejantes amenazas, la pobre diva tuvo que fingir
que era judía cuando estaba en pdblico; pero cuando
estaba encerrada en su cuarto entonaba las plegarias de
la Virgen y las letanías, y su fiel camarera permanecía
de guardia por si su padre aparecía de improviso. Pero
todo fue inatil, porque un día el judío la sorprendió en
el reclinatorio con el libro abierto. Lo arrojó al fuego
con furia, y a ella le pegó sin misericordia.
No por eso Oliva se dejó intimidar. Le encargó a la
camarera que le comprara un libro igual al primero y
siguió leyéndolo. Pero el judío, que desconfiaba de
ella, no dejaba de vigilarla a hurtadillas; así un día
irrumpió en el cuarto y volvió a sorprendería, Esta vez,
sin decir una palabra, la llevé junto a un banco de
carpintero, le hizo extender las manos y se las cortó con
una cuchilla. Luego ordenó que la llevaran a un bosque y
la abandonaran,
La desdichada estaba más muerta que viva, y sin manos no
tenía modo de ayudarse. Empezó a caminar hasta que llegó
a un gran palacio. Quería entrar y pedir un poco de
caridad, pero alrededor había un murallón alto y sin
puertas, en cuyo interior florecía un hermoso jardín. Por
encima de la cresta del murallón sobresalían las ramas de
un peral buré, cargado de frutos maduros.
—¡Oh! ¡Si al menos consiguiera una de esas peras~
—exclamó diva—, ¿Pero cómo lo hago para alcanzarlas?
Apenas dice estas palabras, el murallón se abre y el
peral baja las ramas. De tal manera que diva, pese a no
tener manos, podía llegar a las peras con los dientes y
comerlas aun sin que cayeran del árbol. Cuando estuvo
satisfecha, el árbol volvió a levantar las roas, el
murallón volvió a cerrarse, y Oliva se volvió al bosque.
Cono ya conocía el secreto, todos los días a las once
pasaba debajo del peral para desayunar con sus frutos;
luego regresaba a las honduras del bosque, donde se
quedaba incluso a pasar la noche.

—37-.
Esas peras eran muy preciadas, y una mañana el Rey que
vivía en eso palacio quiso probarlas y mandó a un criado
para que le trajera alguna. El criado volvió muy
afligido:
-Majestad, hay algáii animal que trepa al árbol y roe las
peras dejando apenas el rabillo.
-Lo atraparemos —dijo el Rey.
Be construyó una cabaña de ramas y empezó a montar
guardia por la noche, pero aunque sacrificaba el sueño
las peras siempre aparecían mordidas.. Entonces decidió
montar guardia de día, y a las once vid que el murallón
se abría, el peral bajaba las ramas y Oliva mordía ya una
pera ya otra. El Rey, que estaba listo para abrir fuego,
del asombro, dejó caer la escopeta y el murallón volvió a
cerrarse y la muchacha desapareció sin que él atinara a
hacer nada, salvo admirar la belleza de la muchacha.
Se apresuró a llamar al criado y los dos batieron el
bosque en busca de la ladrona. Y así fue como la
encontraron dormida en lo más espeso de un matorral.
—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? —le preguntó el rey—.
¿Cómo osas venir a robarme las peras? TCasi te deje
muerta de un tiro!
diva, por toda respuesta, le mostró los muñones.
-Ipobre muchachal —dijo el Rey—. ¿Quién fue el bribón que
te cortó de este modo? —y pidió que le contara la
historia-. Ho me importa lo de las peras —dijo después de
escucharla-. Ven a quedarte en mi palacio. Mi madre la
Reina seguro que te hará compañía y que te ayudará.
Así Oliva fue presentada a la Reina, pero el hijo mo le
habló del peral que bajaba las ramas ni del murallón que
se abría, por temor a que la madre la considerara una
bruja y le tomara odio. De hecho, la Reina no se negó a
tener consigo a la muchacha, pero mucho no la quería y la
daba de comer escasamente, porque había advertido que su
hijo se fijaba demasiado en las bellezas de esta mujer
sin manos. Para quitarle de la cabeza cualquier idea que
se le hubiese metido, le dijo:
—Hijo mio, es hora de que busques mujer. Hay muchas
princesas casaderas de tu mismo rango; toma oaballos,
criados y dinero y recorre el mundo hasta encontrarla. El
Rey partió para no desobedecer a la madre, y pasó seis
meses visitando las Cortes de otros paises. Pero a los
seis meses volvió a casa y dijo:
—Escuchadme, madre, no os enfadéis. Princesas en el mundo
no faltan, y basta con querer una. Pero no he encontrado
ninguna tan hermosa y gentil como Oliva. Por lo tanto he
resuelto casarme con Oliva.
—¿Cómo? -exclamó la Reina—. ¿Una muchacha del bosque,
manca y de origen desconocido? ¿Quieres deshonrarte?
Pero el Rey me negó a escuchar a su madre, y sin esperar
más concertó las bodas con Oliva.
A la vieja Reina no le gustaba nada esa historia de tener
una nuera de estirpe desconocida, así que a oliva no le
ahorraba desdenes ni desaires, aunque siempre tratando de
no enemistarse con el Rey. diva SC callaba por
prudencia.
Al poco tiempo diva quedó embarazada y el Rey se puso
muy contento, pero de pronto otros Reyes vecinos le
declararon la guerra y él se vió obligado a marchar al
frente de sus tropas en defensa del ReinoAntes de
partir, quiso confiarle a su madre el cuidado de Oliva,
pero la vieja Reina le dijo:
—No, no puedo hacerme cargo de algo tan delicado; nás
aún, me iré de palacio y me encerraré en un convento.
Por lo tanto oliva se quedó sola en palacio, y el Rey le
recomendó que todos los días le enviara una carta con el
Correo. Así el Rey partió al campo de batalla, la vieja
Reina para el convento, y diva permaneció en la Corte
con toda la servidumbre. Cada día un correo salía de la
Corte con una carta de Oliva para el Rey,, pero al mismo
tiempo una tía de la vieja Reina hacia de correveidile
entre la Corte y el convento, para mantenerla al
corriente de todo lo que sucedía. Cuando la Reina supo
que Oliva había dado felizmente a luz dos hermosos niños,
dejó el convento y volvió a palacio con el pretexto de
ayudar a la nuera. Se hizo acompañar por los guardias,
obligó a Oliva a levantarme de la cama, le puso una
criatura en cada brazo y ordenó que la devolvieran al
bosque donde el Rey la había encontrado por primera vez.
—Abandonadía ahí para que nuera de hambre —dijo a los
guardias—. Iguien transgreda mis órdenes perderá la
cabeza, y también la perderá quien llegue a comentar este
asunto!
Después, la Reina vieja escribió a su hijo que su mujer
había muerto en el parto junto con las criaturas y, para
que la mentira fuera convincente, hizo confeccionar tres
fantoches de cera y organizó un gran servicio fúnebre en
la capilla real, presentándose bañada en ltgrimas y
vestida de luto.
El Rey, allá en la guerra, no encontraba sosiego al
enterarse de esa desgracia, y ni por un momento sospeché
que se trataba de una perfidia de su madre.
Pero volvamos a diva, quien sin manos y en juedio del
bosque, con esas criaturas en los brazos, se noria de
hambre y de sed. Caminó y caminó hasta llegar a un pozo
de agua, donde una viejecita lavaba la ropa.
—Buena mujer —dijo Oliva—, ¿me harías la caridad de
retorcer sobre mi boca uno de esos paños mojados? >4e
muero de sed.
—No, vale más que hagas lo que te voy a enseñar
—respondió la viejecita—. Arrodillate y baja la boca
hasta el agua,
—¿Pero no ves que no tengo manos y debo tener en brazos a
mis criaturas?
—No importa. Haz la prueba.

—39—
diva se arrodillé, pero mientras se inclinaba sobre el
pozo, los dos chicos se le resbalaron, cayeron y
desaparecieron bajo el agua.
—¡Oh, mis hijitos, mis hijitosL;socorro¿¡~e
ahogan! iAyildenmel
La viejecita no se movió.
—No tengas miedo, no se ahogan. Rescátalos.
-ev cómo lo hago? ¿No ves que no tengo manos?
-Sumerge los muñones.
Oliva sumergió los muñones en el agua y sintió que
volvían a crecerle las manos, y con las manos agarró a
los niños y los sacó sanos y salvos.
-Ahora puedes irte —dijo la viejecita—. Ya no te faltan
manos para arreglártelas por ti misma. Adiós.
Y desapareció antes de que oliva tuviese tiempo de
agradecer— le ese inmenso favor.
oliva caminé al azar por el bosque en busca de un
refugio, y encontró una hermosa casita, nueva y con la
puerta abierta de par en par. En el hornillo hervía una
olla de patatas y otras comidas más sustanciosas. Oliva
dió de comer a sus hijos, comió a su vez, y luego se
dirigió a un cuarto donde había una cama y dos cunas.
Puso a dormir a los niños y luego también ella se acosté.
Así vivió en esa casita sin que nunca le faltase nada y
sin ver nunca un alma viviente.
Pero dejemos a Oliva y volvamos al Rey, que al terminar
la guerra volvió y encontré su país enlutado, Su madre
trataba de consolarlo, pero él se deseperaba más a medida
que transcurría el tiempo, y para distraerse quiso ir de
cacería. En el bosque lo sorprendió una tormenta tan
feroz que la tierra parecía partirse bajo loe rayos y los
truenos. “¡ojalá me muriera!”, se decía el Rey. ‘¿De qué
vale este mundo sin Oliva?”.pero en medio de los Arboles
vió una lucecita y fue hacia ella en busca de protección.
Llamé a la puerta y le abrió Oliva. El no la reconoció, y
ella guardó silencio, pero lo recibió con gran gentileza
y lo invitó a acercarse al fuego para calentarse,
trabajando sin descanso con tal de complacer al huésped y
ayudada por sus pequeños.
El Rey la miraba y tenía la impresión de que se parecía
mucho a diva, pero al verle las manos sacudía la cabeza.
Y a los niños que brincaban a su alrededor les decía:
—¡También yo pude tener niños como éstos para mi
consuelo! ¡Pero han muerto con su madre, y yo me
encuentro solo y desdichado!
Mientras tanto, diva se alejó para preparar la cama para
el huésped y llamó a los chicos:
—Escuchad —les dijo en voz baja—, cuando volvamos con él,
pedidme que os cuente un cuento. Yo diré que no, e
incluso os amenazaré con un par de bofetadas, pero
vosotros insistid en que queréis que os lo cuente.
-si, si, madre. Haremos lo que nos dices.

—40’—
Y en efecto, cuando volvieron junto al hogar empezaron;
—¡Mamá, mamá, Ouéntanos uno de tus cuentos!
—¡Pero os parece oportunol ¡Es tarde y este señor se
aburriría, cansado como está!
—TAnda madre, danos este qustol
—¡Si no os calláis, os doy un par de bofetadas!
—¿Por qué, pobrecitos? -intervino el Rey—. Déles el
gusto. Yo todavía no tengo sueño y escucharé con mucho
placer.
Después de tanto rogar, Oliva se sentó y empezó a contar
el cuento. El Rey se puso cada vez más serio. Escuchaba
con ansiedad y preguntaba: ‘¿Y después? ¿Y después?’,
porque era la historia de la vida de su pobre mujer. Y no
se atrevía a confiar en sus esperanzas a causa de ese
misterio de las manos, hasta que no pudo más y preguntó:
—¿Y con las manos cortadas, qué pasó?
Y Oliva le conté lo de la viejecita que lavaba.
—¡Entonces eres tu! —gritó el Rey, y se abrazaron y se
besaron. Pero después de haber manifestado su alegría, el
Rey recobré su expresión adusta- • Ahora hay que volver a
palacio —dijo—, iporque mi madre lo pagará cono debe!
—¡Eso no! —dijo Olive-. Si de veras me quieres debes
prometerme que no le infligirás ningún castigo a tu
madre. Bastante tendrá con sus remordimientos, Y adenás,
pobre vieja, creía servir a los intereses del Reino.
Déjala con vida, porque yo le perdono todo el. mal que
hizo.
Así que el Rey regresó a palacio y no le dijo nada a su
madre.
—Estaba preocupada por ti -le dijo ella—, ¿Cómo has
pasado la noche, en medio de esa tormenta?
—La pasé bien, madre,
—¿Y cómo? —preguntó la Reina con cierta desconfianza.
—En casa de gente bondadosa que supo mantenerme alegre.
Es la primera vez que encuentro consuelo desde la muerta
de Oliva. pero decidme, madre: ¿de veras está muerta?
—¿Pero qué estás preguntando? ¡Sí todo el pueblo
presenció el funeral!
—Quisiera ir a depositar unas flores en su tumba, y saber
bien cómo sucedió...
—¿Pero qué es ese retintín de sospecha? —dijo la Reina
roja de furia—. ¿Te parece que ése es modo de hablarle a
tu madre, como si dudaras de mi palabra?
—Vamos, madre. ¡Dejémonos ya de mentiras! ¡Ven aquí,
Oliva ¡
Y entró oliva trayendo a sus hijos de la mano. La Reina,
de roja de rabia pasó a blanca de susto. Pero Oliva le
dijo;
—Mo tenqáis miedo, que no os haremos ning~2n daño. Nos
basta con la felicidad que bezos reencontrado.
La Reina volvió a enclaustrarsa en el convento, y el Rey
y Olive permanecieron en paz toda la vida.

(Montale Pistoiese)

—41—
1,4.— La muchacha sin manos (0 31)

Un molinero se había ido volviendo pobre poco a poco, y


al fin no tenía más que su molino, detrás del que había
un gran manzano. Una vez que fue al bosque para recoger
leña, se presentó ante él un hombre viejo al que no habla
visto en toda su vida.
-cpor qué te martirizas cogiendo leña? Yo te haré rico si
me prometes lo que está detrás de tu molino.
~Qué otra cosa puede ser más que el manzano?”, pensó el
molinero y dijo:
-si -y se lo prometió al forastero. Este se rió, sin
embargo, burlonamente y dijo:
—Dentro de tres años vendré y recogeré lo que me
pertenece —y se marchó.
Cuando el molinero llegó a su casa, le salió al paso su
mujer y dijo:
-Molinero, ¿de dónde viene esta repentina riqueza en
nuestra casa? De pronto están llenos de oro todos los
cajones y cajas, nadie lo ha traído y yo no sé cómo ha
pasado.
El contestó:
-Viene de un forastero que me he encontrado en el bosque
y que me ha prometido grandes riquezas; yo le he
prometido a cambio lo que está detrás del molino; bien le
podemos dar el manzano por esto.
-TAy, marido! —dijo la mujer asustada—. Ese es el diablo;
no ha pensado en el manzano, sino en nuestra hija que
estaba detrás del molino y barría el patio.
La hija del molinero era una muchacha piadosa y hermosa y
vivió los tres años siguientes temerosa de Dios y sin
pecado. Cuando pasó el tiempo y llegó el día en que la
debía recoger el diablo, se lavé cuidadosamente y trazó
con una tiza un circulo alrededor de ella. El diablo
apareció muy tenprano, pero no pudo acercársele. Furioso,
le dijo al molinero:
-Quitale toda el agua para que no se pueda lavar más,
pues de lo contrario no tendré poder sobre ella.
El ¡adinero sintió miedo y lo hizo. A la mañana siguiente
vino otra vez el diablo, pero ella había llorado encima
de sus manos y las tenía totalmente limpias. De nuevo no
se pudo acercar y le dijo furioso al molinero:
—Córk:le las manos, si no> no puedo hacerme con ella.
El molinero se asusté y contesté:
-¿Cómo puedo cortarle las manos a mi propia hija?
Entonces el malvado le amenazó y dijo:
-Si no lo haces, entonces serás tú el que seas mio, y te
llevaré conmigo.
El padre sintió miedo y prometió obedecerle,
Después de esto fue junto a la muchacha y dijo:
—Hija mía, si no te corto las manos, me llevará el
diablo, y por miedo se lo he rrometido, perdóname que te
haga daño.

—4 2—
Ella contesté:
—Querido padre, hazne lo que quieras, yo soy tu hija.
A continuación extendió las manos y se las dejé cortar.
El diablo volvió por tercera vez, pero ella habla llorado
tanto sobre sus muñones
1 que estaban inmaculados.
Entonces se vid obligado a retirarse y perdió todos los
derechos sobre ella.
El molinero dijo:
—He ganado tantas riquezas gracias a ti, que te mantendré
toda la vida de forma excelente.
Ella, sin embargo, contesté:
—Yo no puedo permanecer aquí, tengo que partir. Personas
compasivas me darán lo que necesite.
Después de esto se hizo atar sus brazos mutilados a la
espalda y a la salida del sol se puso en camino y anduvo
toda la jornada hasta que fue de noche.
Llegó entonces a un jardín real, y a la luz de la luna
vió que había allí árboles cargados de fruta, pero ella
no pudo entrar, pues a su alrededor había agua. Y coao
había andado tanto y el hambre la martirizaba1 pensó:
“Ojalá estuviera dentro para poder comer algo da fruta,
si no me moriré de hambre”.
Se arrodillé e imploré al señor rezando. De pronto
apareció un ángel que cerró con una esclusa el agua, de
tal manera que quedara el foso seco, y ella pudo entonces
atravesarlo. Entró en el jardín y el ángel Con ella, vio
un árbol con fruta, que eran peras preciosas, pero
estaban todas contadas. Se acercó y comió una con la boca
en el árbol para calmar su hambre, pero no más, El
jardinero la vié, pero como el ángel estaba a su lado
tuvo miedo y creyó que la joven era un espíritu, Se calló
y no se atrevió a gritar ni a dirigirle la palabra.
Cuando se hubo comido la pera y saciado el hambre, se fue
y se escondió en la maleza.
El rey al que pertenecía el jardín bajó al día siguiente,
conté las peras, y vió que faltaba una y preguntó al
jardinero dónde había ido a parar, ya que nO estaba
debajo del árbol y había desaparecido. El jardinero
contesté:
—La noche pasada entró un espíritu que no tenía manos y
cogió una con la boca-
El rey dijo:
—¿Cómo a atravesado ese espíritu el agua y adónde ha ido
después de comerse la pera?
El jardinero respondió:
—Alguien vino desde el cielo con un traje blanco como la
nieve, cerró la esclusa y detuvo el agua para que el
espíritu pudiera pasarpor el foso. Y como debía ser un
ángel, tuve miedo y ni pregunté ni grité. Después de
comerse la pera, el espíritu se fue.
El rey dijo:
—Si ha sido como dices, esta noche penuaneceré contigo en
vela.

—4.3 —
Cuando cayó la noche llegó el rey al jardín, y traía
consigo un sacerdote que debería dirigir la palabra al
espíritu. Los tres se sentaron bajo un árbol y prestaron
atención. A media noche llegó la muchacha saliendo de la
maleza, se acercó al árbol y comió otra vez una pera con
la boca. Al lado de ella estaba el ángel de blancas
vestiduras Entonces salió el sacerdote y habló así:
-¿Vienes de parte de Dios, o eres de esto mundo? ¿Eres un
espíritu o un ser humano?
Ella contestó:
-No soy espíritu alguno, sino un pobre ser humano,
abandonada de todos menos de Dios.
El rey dijo:
-Si estás abandonada de todos, yo no te abandonaré.
La llevó consigo a su palacio real y, como era bella y
piadosa, la amé de todo corazón, hizo que le fabricaran
unas manos de plata y la Convirtió en su esposa.
Después de un año tuvo el rey que partir a la guerra;
enconendé a la joven reina a su madre y dijo:
-Cuando dé a luz, preocúpate de ella y cuidala y
escríbene rápidamente una carta.
Pues bien, ella tuvo un hermoso niño. La madre le
escribió inmediatamente y le anuncié la buena nueva. El
mensajero se sentó a descansar por el camino en un arroyo
y, cono estaba cansado del largo camino, se durmió.
Entonces llegó el diablo, que siempre estaba deseoso de
causarle algún mal a la joven reina, y cambió la carta
por otra en la que decía que la reina había dado a luz un
monstruo. Cuando el rey leyó la carta se asusté y se
entristeció profundamente; sin embargo,escribió como
respuesta que atendieran bien a la reina y la cuidaran
hasta su llegada. El mensajero regresé con la carta, se
paré a descansar en el mismo lugar y volvió a dormirse.
De nuevo apareció el diablo y le puso otra carta en el
bolsillo; en ella decía que mataran a la joven reina con
el niño. La anciana madre se asusté sobremanera cuando
recibió la carta, no lo quería creer y le escribió al rey
de nuevo, pero no recibió ninguna otra contestación
porque el diablo le daba al mensajero cada vez una carta
falsa. Y en la última carta decía más aún: como prueba
debería guardar la lengua y los ojos de la reina.
Pero la madre lloré de tener que derramar sangre
inocente, e hizo que le trajeran por la noche una corza,
le corté la lengua, le sacó los ojos y los guardó. Luego
le dijo a la reina:
-Yo no puedo dejar que te maten, como manda el rey, pero
tú no puedes seguir aquí por más tiempo. vete con tu hijo
por el ancho mundo y no vuelvas nunca más.
Le até el niño a la espalda y la pobre mujer se fue con
los ojos llorosos. Llegó a un gran bosque salvaje;
entonces se puso de rodillas y rezó a Dios, y el ángel
del Señor se apareció ante ella y la condujo a una
pequeña cIsa. En la casa había una plaquita con la frase:
“Aquí viven todos libremente”.
De la casita salió una doncella blanca cono la nieve:
—Bienvenida,reina —dijo, y la llevé adentro.
Entonces le desaté al pequeño de la espalda y lo sujeté
en su pecho para que masara y lo puso en una linda camita
bien preparada. A esto dijo la pobre mujer:
—~Cómo sabes que soy una reina?
La blanca doncella contestó:
—Yo soy un ángel enviado por Dios para cuidar de ti y de
tu hijo.
Ella permaneció en la casa siete años y estuvo bien
cuidada, y, por la gracia de Dios y a causa de su piedad,
le crecieron de nuevo las manos.
El rey volvió, finalmente, de la guerra y lo primero que
hizo fue querer ver a su mujer con el niño. Entonces la
anciana madre empezó allorar y dijo:
-Hombre despiadado, tú me escribiste que zatara a dos
almas inocentes —y le mostró las dos cartas que había
falsificado el malvado, y siguió hablando—He hecho lo
que me mandaste -y le enseñé como prueba la lengua y los
0)05.
El rey comenzó entonces a llorar mucho más amargamente
por su pobre mujer y por su hijito, de tal manera que la
madre sintió compasión y le dijo:
-Tranquilizate, todavía viven; hice matar secretamente a
una corza y de ésta tomé las señales de prueba; a tu
mujer le até el niño a la espalda y la mandé que se
marchase a recorrer mundo y me ha prometido no volver
nunca por aquí, debido a que tú estabas tan furioso con
ella.
El rey dijo:
—Iré hasta los confines del universo y ni comerá ni
beberé hasta que haya encontrado a mi querida esposa y mi
hijo, si es que mientras tanto no han sufrido una
desgracia o se han muerto de hambre.
Dicho esto se lanzó al mundo durante siete años y los
buscó por todas las rocas y cuevas, pero no los encontré
y pensó que habían muerto. Durante este tiempo no comió
ni bebió, pero Dios le conservé con vide. Finalmente fue
a parar a un gran bosque y encontré allí la pequeña casa
con la plaquita: “Aquí viven todos libremente”. Salió
luego la blanca doncella, le cogió de la mano y le llevó
adentro diciendo:
—Bienvenido, señor rey —y le preguntó de dónde venia.
El contestó:
—He viajado por ahí durante siete años y busco a mi mujer
y a mi hijo, pero no los puedo encontrar,
El ángel le ofreció comida y bebida, pero no la quiso
tomar y solamente quiso descansar un poco. Se echó a
dormir y se tapé la cara con un paño.
A continuación fue el ángel a la habitación donde estaba
la reina con su hijo, al que ella llamaba generalmente
Rico en Dolores, y le dijo:
—sal con tu hijo, tu marido ha llegado.

—45—
Ella fue a dónde él estaba y el paño se le resbaló de la
cara. Ella dijo:
—Rico en Dolores, levanta el paño a tu padre y cúbrele
con él la cara.
niflu lo Levantó y le tapé de nuevo la cara. El rey oyó
todo esto en sueños y dejé caer el palio otra vez.
Entonces el muchachito se puso impaciente:
-Querida madre, ¿cómo puedo yo tapar la cara a mi padre?
Yo no tengo padre alguno en la tierra. Yo he aprendido a
orar ‘Padre nuestro, que estás en los cielos”; tú me has
dicho que mi podre estaba en el cielo y era Dios. ¿Cómo
puedo conocer a un honbre tan salvaje? Este no es mi
padre.
Cuando el rey oyó esto, se incorporé y preguntó quién era
ella. Ella dijo a esto;
—soy tu mujer y éste es tu hijo Rico en Dolores.
Pero el vió sus manos y dijo:
—Mi mujer tenía manos de plata.
Ella contestó,
—Las manos naturales me las ha hecho crecer de nuevo el
Señor misericordioso.
El ángel fue a la habitación, cogió las manos de plata y
se las enseñé. Entonces le cupo la seguridad de que
aquellos eran su querida esposa y su querido hijo y los
besó feliz y dijo:
—Se me ha quitado un enorme peso del corazón.
El ángel de Dios les dió a continuación de comer a todos
y se fueron a casa de su anciana madre. La alegría fue
general y el rey y la reina celebraron sus bodas otra vez
y vivieron felices hasta el piadoso fin de sus días.
1.5.— La pava (lO 141)

Una vez había un Rey y una Reina. La Reina murió al dar a


luz un niño. El niño sobrevivió, y quedaron él y una
hermana un poco mayor. El pobre padre se tomó tan a pecho
esta desgracia que se pasaba los días llorando: un año
estuvo así, y al cabo también él murió.
Tenía un hermano, y antes de morir le encomendé a los dos
pobres huerfanitos. El tío prometió y juré, pero no bien
murió el Rey sólo pensó en apropiarse de la corona y
dominar el Reino. Era un Rey déspota: a sus dos
sobrinitos los tenía encerrados en un sótano, y cuando el
varón cumplió los diez años empezó a mandarlo todos los
días al campo para que vigilara a les hombres que
trabajaban la tierra.
Haciendo diariamente esta vida, el muchacho creció y
llegó a los diecisiete sin saber que él y su hermana eran
hijos del Rey. Ni siquiera sabían que el Rey era su tío,
y pensaban que los hospedaba sólo por caridad.
Así, al acercarse las Navidades, una buena ancianita que
vivía de la cría de gansas y pavas y sabia de qué
condición eran los huérfanos, les tuvo conmiseracién. Se
decía: “Mañana es Nochebuena y esos pobres miñes están
solos y abandonados. ¡si hubiera vivido el bueno de su
padre habrían tenido una mesa bien servida y toda clase
de diversiones! ¡Qué no hubiera hecho el bueno del Rey!
¡Todos festejan la Navidad, incluso yo, que vivo de mis
gansas! Y ellos, pobrecitos, no tienen nada. Así que
llevaré una de mis pavas y se la regalará a la muchacha,
de este modo ellos también celebrarán Navidad; ¿Yero qué
puedo hacer para dársela? Por el portón ha puede pasar
porque está el guardia.. - Llamaré a la niña por la
Ventana” -
Dicho y hecho, la mañana de vísperas de Navidad la vieja
se levanta, coge la pava más gorda y empieza a llamar por
la ventana:
-ISeñorita, eh, señorita! Hoy es Nochebuena y yo quiero
regalarle esta pava. ¡compártala con su hermano, a mi
salud!
Se asomó la muchacha.
-Gracias, gracias, buena mujer. ¿Pero yo qué puedo darte?
No tengo nada...
Y se negaba a aceptarla. Pero la ancianita tanto suplicó
e insistió que la obligó a hacerlo.
Esa mañana, por ser día de fiesta, el hermano no iba al
campo y rendía cuentas al Rey. La hermana, mientras lo
esperaba, encerró la pava en una habitación oscura para
que nadie la viera. La pava en cuanto estuvo sola, Se
puso a raspar con las patas, a remover la tierra, a
escarbar; y escarba que te escarba llegó a encontrar un
escotillón. Al caer la noche llegó el hermano y trajo de
comer- se sentaron a la mesa, los dos hermanos, y
mientras comían ella dijo:

—47—
-¿Sabes una cosa, hermano? Esta mañana una anciana me ha
regalado una pava, qué buena.
-¿Y dónde la has puesto? —preguntó el hermano.
—La he escondido en esa habitación oscura y ahora voy a
darle de comer.
Una vez que el hermano, cansado, se acosté, la muchacha
cogió una vela y fue a ver a la pava. Vid el foso que
había cavado, vió el escotillón, y dijo:
—¡Mira lo que ha encontrado la pava!
Abrió el escotillón y había una escalerita.
—Ahora bajo —dijo la muchacha. Bajó y vid un vestido de
Rey: yelmo, espada, coraza; sólo faltaba la corona. “¿De
qulón será todo esto?”, se preguntó la muchacha. “Bueno,
sea de quien fuere, yo me lo llevo”. Y se lo llevó todo a
su cuarto.
Por la mañana, al despertarse, el hermano vid yelmo,
espada y coraza junto a la cama.
-¿Y esto de dónde ha salido?
—¿Sabes una cosa? -responde la hermana—. La pava se puso
a escarbar y en el fondo había una escalera. Bajó a un
subterráneo y encontré todo esto.
-¡Pero son vestiduras de Rey! —dice el hermano.
-¿Ah si? ¡Qué bien! Pruébatelas, hermano, que quiero ver
cómo te quedan. Venga, venga!
Y ayudé al hermano a enfundarse en esas ropas, y batía
las palmas con gran alegría.
En ese momento se oyeron trompas y tambores: como era
Nochebuena, los músicos iban a tocar debajo de las
ventanas del Palacio Real.
La muchacha abrió la ventana y ante toda la gente que
estaba en la plaza apareció el muchacho vestido de Rey,
con yelmo, espada y coraza.
-¡Éste es nuestro ReyI —gritaron todos—. ¡Éste es muestro
Rey’
Los guardias del palacio, al oir esos gritos, dieron la
alarma. La multitud armaba un gran alboroto. Toda la
Corte se puso a gritar:
—¿Qué ocurre? ¿Qué ocurre?
La gente de afuera, al advertir el tumulto en el palacio,
empezó a gritar; “¡Abajo!” y “¡Vival”. Entre tanto gentes
de toda la ciudad afluían a la plaza, y cuanto más crecía
el bullicio más gente acudía.
El Rey se presentó en la escalinata, pálido, y avanzó
para hablar con el pueblo, pero aquella gente, que lo
odiaba a muerte por su carácter tiránico, ahora que había
empezado quería terminar de una vez, y lo agredieron con
pedradas y puñetazos, tirándole a matar, recibió tantas y
tantas que al fin murió como merecía. El pueblo mismo
cogió la corona de Rey y la colocó en la cabeza del
sobrino, entre hurras y salvas.
El joven Rey empezó a gobernar con justicia, y todos
estaban contentos y lo querían. Éí, por su parte, estaba
tan contento que hizo un voto: todos los viernes los
pobres acudirían a Palacio, y él en persona les darla una
limosna. Llegaban pobres de todas partes y recibían la
limosna de sus propias manos. Y así todos los viernes,
hasta que una vez que estaba extenuado y a punto da
retirarse vió acercarse una vieja ciega con una
muchachita de unos doce años. Decía, con una voz que
despertaba compasión:
—Real Majestad, ten caridad de esta pobre ciega, Dios te
lo pague.
El Rey dió una limosna a la vieja, pero entre tanto mo
dejaba de mirar a la muchacha, que era muy bella, y dijo:
—Buena mujer, regresa todos los viernes, pero manténte
alejada de los demás sin mezcíarte conlos otros pobres
para que pueda verte.
Las dos mujeres se alejaron colmándolo de bendiciones y
el Rey quedó sumido en la melancolía. Le parecía que
faltaba un siglo para el préKimo viernes; se sentía
ansioso por saber si la vieja y la niña regresarían. Por
fin llegó el viernes, y el Rey miraba a todos uno por
uno, hasta que un poco más lejos, cerne él habla indicado,
vid a las dos mujeres. Les hizo señas con la mano, les
dió más dinero de lo habitual, y luego dijo a la
jovencita:
—Tira esos harapos y cémprate Un vestido nuevo. Póntelo
el viernes, cuando vengas.
Al viernes siguiente la joven se presentó con un vestido
de algodón y zapatos nuevos, y el Rey le dió más dinero.
y cada semana venia mejor vestida, hasta que trajo un
vestido de organdí que la hacía parecer una rosa.
—El viernes —le dijo el Rey— avanza tú en primer lugar.
El Rey estaba enamorado y en casa siempre se le veía
melancólico. su hermana se había dado cuenta, y le
preguntaba:
—¿Qué te pasa, hermano alo?
—Nada.. .me duele la cabeza. - .—Hasta que mo pudo ocultar
su amor por mAs tiempo y dijo—: Hay una pobre de quien re
he enamorado y la quisiera por esposa-
Pensaba que su hermana jazces habría visto con buenos ojos
que se casara con una pobre: pero la hermana, que era
bondadosa y amaba a su hermano y también había padecido
la pokeza, se limitó a decirle que la quería ver.
Ese viltnes la hermana fue con el Rey a dar las limosnas,
y las bella mendiga fue la primera. Era tan bella que la
hermana le dijo al Rey:
-Obedece los deseos de tu corazón.
Y el Rey se casé con la sendiga.
El día de la boda el Rey le dijo a su hermana:
—Yo me caso, pero nosotros seguimos igual que antes y la
que manda en esta casa eres tú.

—49—
Pero la esposa, que de pobre había pasado a rica,se
ensoberbeció. Empezó a envidiar a su cuñada, que estaba
al frente de la casa y poseía todas las llaves y así,
poco a poco, instigó a su marido contra la hermana. Le
hizo quitar las llaves, lo obligó a reñiría sin razón
alguna: y la pobrecita era cada vez más buena. Pero la
esposa sembró tanta cizaña que el Rey al fin exclamó:
—Pero mujer, ¿qué quieres que haga?
Y ella:
-Por la noche, ordena que la lleven al bosque y que la
maten; y para asegurarnos de que la han matado que te
traigan el corazón, las manos cortadas y la camisa
ensangrentada.
El marido no supo negarse. Ordené al verdugo que a
medianoche condujera a la hermana al corazón de un bosque
y la ejecutara, y que le trajera el corazón, las manos y
la camisa como evidencia.
Así se hizo; a medianoche la joven fue despertada y
apresada por dos esbirros.
-¿Qué queréis de mi?
—¡Orden de tu hermano el Rey! iAcompáñanosl
La subieron a una carroza y partieron. Cuando llegaron al
bosque los dos esbirros se dijeron:
-Y tenemos que matarla así, sin ningún motivo. ¡a
nosotros esta pobrecita no nos ha hecho nada!
-Yo seguro que no la mato —dijo el otro— - Mátala tú.
—¿Y ahora qué hacemos? Tenemos que presentar al Rey el
corazón, las manos y la camisa ensangrentada.
Forzosamente hay que matarla.
En ese momento se oyó un balido: era un corderito que se
habla extraviado y por la noche se había quedado en el
bosque. Lo cogieron y dijeron a la Reina:
—Quitate la camisa, que ahora degollamos el cordero y le
arrancamos el corazón. Pero las manos hay que cortarlas,
por mucho que nos disguste: ésa es la orden. ¡Paciencia!
Así lo hicieron y se llevaron el corazón del cordero y
las ranos sangrantes envueltos en la camisa.
La reina se quedó en el bosque, desangrándose por las
muñecas. Cuando el Rey vié aquellos míseros restos no
pudo contener las lágrimas.
-¡Hermana mía, tan contenta que estabas por mis bodas y
ahora has muerto por culpa de mi mujer! —decía. Así,
evocando el pasado, se arrepintió de todo lo que había
hecho, y clamaba llorando—: ¡Hermana mía, hermana mía!
Mientras él se desesperaba, su hermana se desangraba en
el bosque. Quiso la casualidad que justo en ese momento
pasara por el bosque, con su calesa, un Lord inglés. Al
oir los lamentos, se acercó, la vió y le preguntó quién
la había herido, La Reina le respondió que las fieras le
habían devorado las manos, y el inglés, recordando que en
su calesa tenía algodón, se lo ofreció para contener la
sangre. Luego la invitó a subir a la calesa y se la llevó
consigo.

-50’-
El Lord inglés estaba casado y sin hijos; podéis
imaginaros la vida feliz que la muchacha llevaba en esa
casa. Para que no anduviera así, sin manos, el Lord le
hizo poner un par de manos de cera.
Pese a todos sus sufrimientos, la Reina, que andaba por
los veinte años, era bella y lozana como una rosa. Estaba
asomada al balcón cuando pasó por la calle un Rey
forastero y la miró. le cayó en gracia y fue a pedir su
mano al inglés. El Lord aceptó la petición, pero Con toda
honestidad le advirtió que las manos de la muchacha eran
de cera. El Rey respondió que no le importaba y se casó
con ella y la llevó a su palacio.
Al cabo de unos meses, mientras la Reina esperaba un
niño, se declaró una guerra y su marido marchó contra al
enemigo a la cabeza de su ejército.
Mientras él se encontraba ausente, la Reina tuvo das
hermosos hijos, un varón y una niña. Pero los ministros,
que no soportaban ser gobernados por una mujer cuyo
origen ni siquiera conocían, resolvieran aprovechar las
circunstancias para librarme de ella.
En efecto, escribieron al Rey una carta donde le
explicaban que su mujer había parido dos perritos y
aguardaban sus órdenes para saber qué hacer con la Reina.
El Rey, medio muerto del disgusto, respondió que
esperaran su regreso, que él se encargaría da tomar una
decisión. Pero los ministros, que querían quitársela de
encima a toda costa, la despertaron por la noche, le
colgaron una alforja en bandolera, metieron dentro a los
niños, uno a cada lado, y la abandonaron en una playa
desierta.
La pobre rompió a llorar; sola, muerta de hambre y de
sed, con esos muñones en los brazos, no sabia qué hacer.
Encontró un pozo de agua y se agaché para beber. Mientras
se agachaba, de la alforja se le cayó un niño, que
desapareció bajo el agua. Imaginaos su desesperación: no
temía manos y no podía rescatarlo.
En ese momento apareció un anciano y le dijo;
-Hunde tu brazo cortado:
Tendrás el niño y la mano.
La Reina hundió el muñón en el agua y sintió que volvía a
crecerle la mano; en seguida alcanzó al niño y lo cogió
en brazos. Al hacer esa movimiento su otro hijo se le
deslizó de la alforja y se hundid en el agua.
El anciano repitió:
—Hunde tu brazo cortado:
Tendrás el niño y la mano.
Y ella recuperó la otra rano, salvé al niño y pudo
amamantar a los dos hijos. Luego el anciano la condujo .a
la cimade un monte donde se erguía una hermosa cesa. La
hizo entrar y le dijo:

—51—
-Quédate aquí, que no te faltará nada. Yo no te he de
abandonar.
Dejemos a la Reina y volvamos a su marido el Rey.
Concluida la guerra, volvió a casa, y cuál no fue su
dolor al no encontrar a su mujer. Pidió explicaciones y
le dijeron que no sabían nada; se había marchado de noche
con los dos cachorros que había parido. El Rey no iba a
tener paz hasta encontrarla y se puso a batir los campos.
El hermano de la Reina, mientras tanto, a causa de su
arrepentimiento no había vuelto a salir de casa y se dejó
crecer la baraba hasta las rodillas, dolido por haber
asesinado a una hermana inocente. Y a la mujer, que lo
había incitado a cometer esa injusticia, la confinó a una
mazmorra. Tanto insistieron sus ministros que un día lo
convencieron de que saliera de cacería, al nenes para
estirar un poco las piernas. Una vez en campo abierto,
sumido como estaba en sus pensamientos, se alejó de sus
ministros y se extravió. De pronto empezó a llover y el
Rey buscó refugio debajo de una encina.
Quiso la casualidad que el otro Rey, el marido que
buscaba a su esposa, estuviera atravesando aquel bosque y
buscara refugio bajo la encina, y así los dos se
encontraron por primera vez, pues si bien ambos eran
reyes nunca se habían conocido personalmente. Vieron una
luz y se encaminaron hacia ella bajo la lluvia. Esa luz
era nada menos que la casa del anciano, donde vivía la
que era hermana de uno y mujer del otro.
Llamaron; el viejo abrió y no vaciló en ofrecerles
alojamiento. Entraron y estaba la Reina: ella los
reconoció, pero ellos no.
—Como llueve —dijo el viejo—, aquí han venido dos señores
que necesitan guarecerse y piden tu hospitalidad.
-Con gusto -dijo ella—, en este momento estaba preparando
la comida para mis hijos.
—Entonces comeremos todos juntos —dijo el viejo.
Cuando estaban a punto de terminar la cena, el viejo dijo
a los dom niños:
—Niños, ahora contad una historia, así también os oiremos
a vosotros. Entonces la hija, que era la más lista,
empezó a hablar y contó la historia de su madre, desde el
momento en que los esbirros la habían arrastrado al
bosque hasta su casamiento. El hermano, a medida que
escuchaba el relato, pensaba: “Pero entonces, lésta es mi
hermanal”.
Cuando terminó la niña empezó el varón, y contó el resto
de la historia, desde el casmiento de su madre con el Rey
hasta que el anciano los había llevado al monte, a la
casa donde ahora vivían. El Rey al escucharlo pensaba:
“Entonces esta mujer es mi esposa, estos hermosos niños
son mis hijos. ¿Y por qué “le escribieron que había parido
dos cachorros?”.

-52’-
Y cuando el viejo, una vez que los dos niños terminaron
de hablar, les dijo: “Esta historia, señores, es la
vuestra”, los dos abrazaron a la mujer, y uno pedía
perdón y el otro besaba a sus hijos con lágrimas en los
ojos. El viejo, que era San José, presenciaba la escena
con gran alegría, y como señal de la buena acción su
cayado se cubrió de flores.
—Ahora que ya hice mi parte —dijo—, os doy mi santa
bendición.
Y con estas palabras desapareció.
(Calabría)

ti

—53—
1.6.— La manguita (A 279)

En cierto reino, en cierto país que rio era el nuestro,


vivía un rico mercader que tenía un hijo y una hija. El
mercader y su esposa fallecieron, y entonces propuso el
hijo a su hermana:
—Vámonos de esta ciudad, hermanita. Yo abriré una tienda
para comerciar, alquilaré una casita para ti y viviremos
tan ricamente los dos.
Conque se marcharon a otra provincia. El hermano abrió
allí una tienda con buenas mercancías. Luego se le
ocurrió casarse, pero la mujer que eligió para esposa era
una maga. Cuando el hermano se iba a su comercio, solía
decirle a la hermana:
—Cuida de la casa, hermanita.
A la mujer empezó a darle rabia que confiara en su
hermana. Un día, cuando calculó que iba a regresar el
marido, destrozó todo el mobiliario y, nada más verle
aparecer, se lamentó:
—Mira lo que ha hecho tu hermana: ha destrozado todos los
muebles.
—Esto tiene arreglo: se pueden comprar otros.
Al día siguiente, cuando se iba a la tienda, se despidió
de su mujer y le advirtió a la hermana:
—Haz el favor de cuidar bien de la casa, hermanita.
La mujer calculó la hora en que debía regresar el marido,
entró en la cuadra y, con un sable, le cortó la cabeza al
caballo que él prefería. Salió a esperarle al porche.
—IFijate cómo es tu hermanal Le ha cortado la cabeza a tu
caballo preferido.
—tsahl Ya se lo comerán los perros.
otra vez, y también al marcharse a su comercio, él dijo a
su hermana:
-Cuida bien de mi nujer, no vaya a ocurrirle algo o le
ocurra a la criatura si de pronto da a luz.
La mujer dio a luz, cortó la cabeza a la criatura y se
puso a lamentarse sobre el cuerpo sin vida.
-Mira lo que ha hecho tu hermana —le dijo al marido— - En
cuanto he parido a la criatura, ella ha agarrado un sable
y le ha cortado la cabeza.
Sin contestar, pero hecho un mar de lágrimas, el marido
se alejó de allí.
Por la noche, justo a las doce, se levantó y dijo:
-Hermanita querida: vistete que vamos a ir a misa los
dos -
—Hermano mio -contestó la muchacha—; me parece que hoy no
es fiesta de guardar.
—Si que lo es, hermana, vamos.
—Aún es pronto para salir.
—Ro es pronto. Procura darte prisa en arreglarte.
La pebre hermana empezó a vestirse para salir de casa,
pero no conseguía hacer nada a derechas.

.54.
-A ver si te das prisa -la apresuró el hermano.
-Pero si todavía es pronto. -.
—Te equivocas. Ha llegado la tora.
Terminó por fin de arreglarse la hermana, subieron a un
carruaje y partieron. Habían recorrido cierto camino -no
sé si poco o mucho— cuando entraron en un bosque.
—¿Qué bosque es éste? —preguntó la hermana.
—Es la cerca que hay alrededor de la iglesia.
En esto se atascó el carruaje en unos matorrales.
—Apéate, hermanita, y desatáscalo.
-Mo puedo, hermanito querido: me mancharé el vestido.
—Te compraré otro mejor.
La hermana se apeó y, cuando estaba empujando el carruaje
para apartarlo de los matorrales, el hermano le cortó los
brazos hasta el codo, arreó al caballo y allí la dejó.
Sola, la hermanita rompió a llorar amargamente y luego
echó a caminar por el bosque. Estuve anda que te anda,
anda que te anda..., sin encontrar el modo de salir de
allí. Por fin, al cabo de varios años, y con la ropa
hecha jirones, una trocha la condujo fuera del bosque.
Conque salió de aquel bosque, llegó a una ciudad donde
había muchos mercaderes y llamó a la puerta de uno de los
más ricos pidiendo una limosna. Aquel mercader tenía un
hijo —un hijo único-, y este hijo se enamoró de la
mendiga.
—Quiero casrme —les dijo al padre y a la madre.
—¿Con quién?
—Con esa mendiga.
—TEijol ¿Te parece que hay pocas muchachas hermosas entre
las hijas de los mercaderes de nuestra ciudad?
—Pero quiero casarme con ella. Si no me dais vuestro
consentimiento, soy capaz de matarme.
A los padres les apenó mucho oir aquello de boca del
hijo, de su único hijo. Convocaron a todos los
mercaderes, a todos los sacerdotes, para que les dieran
su parecer sobre si debían o no casar a su hijo con la
nendiga -
—Se conoce que tal es su destino —opinaron los
sacerdotes— y Dios bendice su matrimonio con la mendige.
Conque el hijo del mercader vivió con ella un año, luego
otro, y tuvo que hacer un viaje a otra provincia>
precisamente adonde el hermano de su mujer tenía su
comercio. Al despedirme de sus padres les rogó:
-Padre, madre: dejo a mi mujer a vuestro cuidado, Cuando
dé a luz escribidme inmediatamente,
Se marchó el hijo del mercader, y a los dos o tres meses
alumbró su mujer a un niño que tenía los brazos de oro
hasta los codos, estrellas en los costados, una luna
luminosa en la frente y, sobre el sitio del corazón, un
sol resplandeciente.
Llenos de alegría, el padre y la madre se pusieron a
escribir una carta a su querido hijo. Para que llegará
cuanto antes, la enviaron a mano con un viejo servidor.
Pero la cuñada, que ya se había enterado de todo, llamó
al viejo oohmuy buenas palabras.

—55—
-Entra, bátiushka, y descansa un poco.
-No puedo. He han mandado con mucha prisa.
—De todas fornas, bátiushica, pasa a descansar y a comer.
Finalmente consiguió sentarle a la mesa, se llevó a
escondidas su zurrón a otro cuarto, sacó la carta, la
leyó, la hizo trizas y luego escribió otra diciendo que
la mujer del hijo del mercader había echado al mundo un
monstruo mitad perro y mitad oso, engendrado seguramente
en el bosque entre las fieras.
Se presentó el viejo servidor al hijo de su amo, que se
echó a llorar nada más leer la carta. Luego contestó con
otra carta diciendo que no hicieran nada hasta su
llegada, porque quería ver por sus propios ojos cómo era
el recién nacido.
Conque la maga aquella, la cuñada, llamó otra vez al
viejo servidor cuando le vió pasar.
—Ven, entra y descansa un poco.
Entró el viejo, y ella, aprovechando un momento de
descuido, sacó la carta del zurrón, la leyó, la rompió y
escribió otra diciendo que, a su recibo, echaran
inmediatamente a su mujer de casa.
Llegó el viejo servidor con la carta- El padre y la madre
la leyeron y se disgustaron mucho.
—¿Cómo puede hacernos esto? Tanto empeño en casarse, y
ahora reniega de su mujer...
Aunque les daba mucha pena, más aún de la criatura que de
la madre, le dieron su bendición, le ataron al niño sobre
el pecho y la echaron de casa.
Fue andando la pobrecita —no sé si mucho o poco tiempo—,
anegada en amargo llanto, y todo alrededor no eran más
que campos y campos, sin un bosque ni una aldea por
ninguna parte,
Llegó a una barrancada, muertecita de sed, y al mirar
hacia la derecha vió un pozo. Tenía unas ganas tremendas
de beber, pero no se atrevía a inclinarse por temor a que
se cayera la criatura.
De pronto le pareció que el agua estaba más cerca. Se
inclinó y el niño cayó al pozo. Llorando empezó a dar
vueltas alrededor del pozo porque no sabia cómo sacar de
allí a la criatura.
En esto se le acercó un anciano.
—¿Por qué lloras, sierva de Dios?
—¿Cómo no voy a llorar? Me incliné sobre este pozo para
beber y se me ha caído mi hijo dentro.
—Pues inclinate otra vez y sácalo.
-No puedo, bttiushka: no tengo manos. Los brazos sólo
mellegan hasta los codos.
-Hazne caso.. Inclinate y saca a tu hijo,
Ella obedeció, adelantó los brazos y, por gracia de Dios,
se encontró con que los tenía enteros, Se inclinó, sacó a
la criatura y luego rogó a Dios mirando a cada uno de los
cuatro puntos cardinales.
Después de rezar se puso en camino hacia la casa donde
estaban su hermano y su marido y pidió que le permitieran
pasar la noche allí.

—56—
—Deja que entre, hermano —dijo el marido—. Las mendigas
saben contar cuentos y fábulas y también hechos reales.
—Mo tenemos sitio —objetó la cuñada.
—De todas maneras, hermano, deja que entre, por favor. He
encanta oir contar cuentos y fábulas a las mendigas,
Por fin la dejaron entrar, y ella fue a sentarse con su
hijito en el rellano de la estufa, El marido dijo
entonces:
—Bueno... Pues cuéntanos algún cuente... O una historia,
51 no.
—Yo no sé contar cuentos ni fábulas —contestó—. Pero sé
contar hechos reales. Conque escuchad, señores, un hecho
real. En cierto reino, en un país que no era el nuestro
—empezó—, vivía un rico mercader que tenía un hijo y una
hija. Murieron el mercader y su esposa, Y entonces dijo
el hermano: “vámonos de esta ciudad, hermanita,” Llegaron
a otra provincia, el hermano se instaló y montó un
comercio con buenas mercancías. Luego quiso casarse y
tomó como mujer a una maga.
—Ipero qué tonterías está diciendo esta p.. -1 —rezongó la
cuñada.
—Sigue, sigue, mátushka -la animó el marido—. A mi isa
encantan esas historias.
—Conque un día que el hermano se marchaba a su comercio
—prosiguió la mendiga—, le recomendó a la hermana que
cuidara de la casa. La mujer, enfadada porque él confiaba
siempre en la hermana, agarró y destrozó todos los
muebles...
Luego, cuando se puso a contar todo lo demás —que el
hermano la llevó a misa, que le cortó los brazos, que
ella dió a luz y que la mujer de su hermano engañé al
viejo servidor—, la cuñada gritó de nuevo:
—Eso que cuenta es una sarta de disparates...
—Hermano, dile a tu mujer que se calle —pidió el marido—.
Esta historia es muy curiosa.
La mendiga siguió oontando que el marido escribió una
carta donde decía que dejaran al niño en casa hasta su
regreso. La cuñada rezongó:
—No habla más que sandeces.. -
Siguió diciendo la mendiqa de qué modo había llegado a
aquella casa. Y la cuñada gritó otra vez:
—Qué cosas se inventa esta p.
-Hermano -pidió el marido-: dile que se calle. ¿Por qué
interrumpe tanto?
Entonces terminó la mendiga contando cómo la habían
dejado entrar en aquella casa y ella Se puso a referirlas
hechos reales. Luego los fue señalando;
-Tú eres mi marido, tú eres mi hermano y tú eres mi
cuñada.
—Entonces —dijo el marido corriendo a ella—,enséñame la
criatura; quiero ver si de verdad es el retrato de su
padre y de su madre.
Tomaron al niño, lo desenvolvieron, y toda la casa se
iluminé.

—57—
-Ahora veo que has contado la pura verdad y que no era
ningún cuento. Tú eros mi esposa y éste es mi hijo, con
los brazos de oro hasta el codo,estrellas en los
costados, una luna luminosa en la frente y, sobra el
sitio del corazón, un sol resplandeciente...
El hermano sacó entonces de la cuadra a su jaca más
brava, até a su mujer a la cola y la lanzó a campo
traviesa para que qalopara hasta que la destrozase, hasta
que volvió arrastrando solamente su trenza después de
desperdigar sus pedazos por los campos.
El matrimonio y el niño volvieron a casa del mercader y
su esposa, donde vivieron felices y en la opulencia.
Yo estuve allí también. Bebí vino, bebí hidromiel, y
aunque por el bigote me corrió, en la boca nada me entró.

—SE—
1.7.- La nuera malquerida (Baran)

En cierta ocasión, vivía un matrimonio joven en compañía


de la madre del marido.
Un día, el marido se ausentó de casa para hacer un largo
viaje a un país muy remoto.
En casa se quedaron, por tanto, la suegra y la nuera.
Apenas habían pasado unos días desde la despedida cuando
la nuera dio a luz dos criaturas: un niño y una niña.
La suegra odiaba a muerte a la nuera y no podía ni verla.
Así se explica que, al notificar a su hijo el doble
alumbramiento de su mujer, le concretara con diabólica
intención que el resultado del parto habían sido un perro
y un gato.
El hijo, aterrado por la noticia, mandó a su madre que
expulsara de casa a su mujer.
Y, en efecto, la suegra mandó a un criado que condujera a
la nuera y a sus dos hijos. a una remota montaña y que
allí los matase a los tres. Además, exigid del criado
que, a su vuelta, le trajese las dos manos y el corazón
de la nuera.
Emprendieron, pues, el camino el criado con la mujer, sus
dos hijos y un perrito que les acompañaba.
Al llegar al mote, el criado manifestó a la mujer las
órdenes que traía. La infeliz mujer suplicaba, en medio
de profundos sollozos, que le matase a ella pero que
dejase con vida a sus dos hijos.
El criado se compadeció pero, por otra parte, temía a la
vieja, se le ocurrió, entonces, cortar las dos manos a la
mujer y arrancarle el corazón al perrito. Así quedaban
vivos la madre y sus dos hijos. Y, en efecto, como lo
pensó lo hizo.
Después, colgó del cuello de la mujer dos alforjas
colocando a uno de los niños por delante y a la otra por
detrás. A continuación los abandonó solos en el monte.
La pobre mujer andaba vagando por el monte con sus
pequeños a cuestas. En una de sus andanzas se acercó a un
río. Los niños le pedían a gritos: “tAgua, aguaS”.
Se acercó a la orilla del río y se inclinó para que los
niños pudieran sorber el agua con la boca, pero, con tal
mala fortuna, que los dos niños se deslizaron al agua y
se ahogaron ante sus propios ojos.
La pobre mujer, sentada sobre un peñascal, lloraba
desconsolada su desgracia.
En esto, se le apareció en la otra orilla del río una
mujer, extraordinariaflflte hermosa, con una varita en la.
mano.
—¿Qué haces ahí? —le preguntó.
Ella le contó su desgracia.
—Mete en el agua el brazo derecho -le dijo- la mujer.
La desventurada madre obedeció y a continuación -vid como
salía del, agua el bramo juntamente con su delicada mano.
—Mete también el otro brazo —le volvió a mandar.
y volvió-asacar del agua al brazo con la otra mano.

—59—
tnmediatamente, hundió sus brazos en el río y sacó vivos
los cuerpos de las dos criaturas.
A continuación aquella bella mujer le dijo:
—Aquí tienes esta varita. Llévala contigo a esa montaña.
En la cina encontrarás una amplio espacio llano. Traza
una raya con la varita en medio de esa llanada e
inmediatamente tendréis la cama que necesitáis.
Dicho esto, la mujer desapareció. Era la virgen Madre.
Siguiendo sus instrucciones, subieron al monte y trazaron
la raya, y de pronto, apareció ante sus ojos atónitos una
preciosa casa blanca.
Allí vivieron durante algunos años. Tanto el niño como la
niña crecieron más bellos que el sol.
En cierta ocasión, aparecieron por aquella montaña tres
cazdores. Al anochecer pidieron hospedaje en aquella
casa. La señora les acogió amablemente.
Apenas habían cenado los cazadores, cuando uno de ellos
llamó en la habitación de la señora y penetró en la
misma. Entonces, la señora le dijo:
—Cierra esa ventana.
El cazador cerró la ventana, pero en el mismo momento se
le volvió a abrir.
Y, así, entre abrir y cerrar la ventana, se le pasó la
noche entera.
Los tres cazadores volvieron a pernoctar al día siguiente
en la misma casa.
Otro de los cazadores llamó también aquella noche en la
habitación de la señora, pero también a éste, como al
anterior, se le pasó la noche tratando de cerrar la
ventana.
Llegada la tercera noche, llamó en la puerta de la señora
al tercer cazador. Pero a éste no le encargó la señora
que cerrara la ventana.
Cuando, a la mañana siguiente, el cazdor hizo acto de
presencia, se le acercó el miño de la casa con una jarra
en las manos mientras le decía- “Padre, aquí tienes el
agua para lavarte la cara y las manos”.
Acontinuación se le acercó la niña para ofrecerle una
toalla al tiempo que le decía: “Padre, toma la toalla
para que te seques las manos y la Cara”.
El cazador no salía de su asombro al escuchar las
palabras de aquellos niños. Por eso, pidió a la señora
que le ofreciera alguna explicación. Y fue entonces,
cuando la señora le fue desgranando toda la historia
completa de su azarosa vida.
El cazador reconoció, entonces, toda la verdad que, tan
malévolamente le había sido falseada por su madre, y en
el mismo instante, se llevó consigo a su mujer y a sus
hijos a su casa. En cuanto a aquella suegra embrujada
mandó que fuera quemada en medio de la plaza del pueblo.

—60—
1.8.— La niña sin brazos (Es 99)

Era un padre que tenía una hija y pa mantenerla tanta que


ir todos los días al monte a por leña, si llovía porque
tronaba y si tronaba porque llovía.
Y un día que fué al monte a por leña le salid un hombre
de una encina y le dijo:
— Diga usté. ¿Cómo viene usté hoy al monta a cortar leña?
Y el hombre le contesta:
— Pues vengo porque tengo una hija que mantener.
Y ya le dijo el hombre de la encina, que era el diablo:
— Pues mire que yo le daré a usté todo el dinero que le
haga falta. Tenga usté.
Y diciendo esto, le dió un talegón lleno de monedas de
oro y plata.
Y luego le dice:
— Váyase usté a su casa con su dinero y esta noche
aguárdeme en su casa.
Y se fué el pobre leñero pa su casa mu? contento.
Y llegó y le contó a su hija lo que le había pasao y le
entregó el talegón de dinero y le dijo que iba a hacerles
una visita el señor que le había dao el dinero, Y la
muchacha era muy cristiana y siempre que llegaba alguno a
su casa hacia la señal de la cruz. Y le dijo a su padre:
— Pero, ¿quién será ese señor?
— Esta noche, cuando venga, se lo preguntaremos —le
contestó el padre—.
Y en éstas estaban cuando llegó el diablo y llamó en la
puerta:
— ¡Tran, tran!
Y al momento la muchacha hizo la señal de la cruz y salió
a ver quién era. Pero ya no encontró a nadie. El diablo
se había desaparecido al hacer ella la señal de la cruz.
Conque al otro día fue el hombre otra vez a por - lelia al
monte y le salió otra vez el diablo. Y el leñador 1.
dice;
- ¿Cómo no fue usté anoche a mi casa?
Y el diablo le contesta:
-He tenido el tiempo ocupao y no he podido. Pero mire,
coja este saco de dinero y lléveseló a su casa. Y esta
noche si me espera en su casa, que ya irá. Y una cosa le
ruego, y es que mande a su hija tirar toda el agua que
haiga en la casa.
Y fué el hombre y llegó a su casa y le entregó a su bija
el saco de dinero y le dijo lo que había dicho el señor
de la encina. Y la muchacha, como era tan buena
cristiana, le dijo a su padre:
—Pero si tiro a la calle toda el agua que hay en la casa
no podré hacer la señal de la cruz. - -

Y el padre le dijo:
—Tirala toda, que no hace falta.
Y ella la tiró toda. Y apenas la había acabao de tirar a
la calle, cuando va llegando el diablo y llama en la
puerta: -- - - -

—61—
-iTran, tranl
Y la muchacha, como no había agua en la casa, se mojé los
dedos con saliva y hizo la señal de la cruz. Y salió a
abrir la puerta, pero no halló a nadie. El diablo Se
habla desaparecido otra vez al hacer ella la señal de la
cruz.
Y al otro día fué el leñador al monte otra vez y salió el
diablo. Y el leñador le preguntó;
-¿Cómo no ha ido usté anoche?
Y el diablo le contestó:
—Es que estoy siempre ocupao. No he podido.
Y ya le dice al leñador:
-¿Tienen ustedes corral delante de su casa?
Y el leñador le dice:
-Si.
-¿Y suele su hija echar la siesta allí por la tarde?
—Si -
—¿A qué hora suele ella echar la siesta?
—A las dos.
Y después de esta conversación le dió el diablo otro saco
de dinero y le dijo:
-váyase usté a su casa con este saco de dinero y cuando
le haga falta más venga por más.
Y se fué el leñador pa su casa con otro saco de dinero.
Y ya el diablo determinó robarse a la muchacha. Y a las
dos del día siguiente llegó a la casa del leñador cuando
la raxchacha estaba echando la siesta. Y dormida como
estaba la cogió y la subió en su caballo y salió
corriendo con ella. Y de repente despertó la niña y
levantó un brazo pa hacer la señal de la cruz. Y el
diablo cogió un cuchillo grande y le cortó el brazo. Y ya
iba la niña a levantar el otro pa hacer la señal de la
cruz cuando córtaselo también el diablo con el cuchillo.
Y entonces la niña, como pudo, hizo la señal de la cruz
con las piernas. Y cuando hacia la señal de la cruz con
las piernas el diablo la cogió y la dejó colgada del pelo
de un árbol muy alto y se desapareció con su caballo,
Y al se quedó la niña colgada del pelo del árbol y sin
brazos onde el diablo la dejó. Y cerca del árbol había un
palacio ende vivían un rey y una reina que tenían un
hijo. Y los perros del rey subían todos los días al árbol
ende estaba colgada la niña y le llevaban pa comer lo que
les daban en el palacio. Y de darle la comida a la niña
los perros se iban quedando cada día más secos. Y el rey,
al verlos tan secos, dijo:
—¿Pero por qué es que mis perros se van quedando cada día
más secos? ¿Que los criaos no les dan de comer?
Y did en reñir con los criaos. Y los criaos dijeron que
no, que siempre les daban lo de siempre. Y ya dijo el
rey:
—Pues acechar a los perros a ver qué hacen con la comida.

-61-
Y acecharon los perros y vieron que subían siempre con la
comida y se la daban a una hermosa dama que estaba
colgada del árbol, Y la dama era tan guapa que el hijo
del rey dijo que la bajaran del árbol. Y fueron los
criaos del rey y la bajaron, y la llevaron al palacio.
Cuando ya la noña estaba en el palacio, el hijo del rey
se enamoró de ella y les dijo a sus padres que se quena
casar con ella. Y sus padres le dijeron que era una
deshonre casarse con una mujer sin brazos, que no podría
criar a sus hijos ni nada. Y él les dijo que no le
importaba que no tuviera brazos, que teniendo dinero y
habiendo criaos todo era fácil. Y se casaron el hijo del
rey y la niña sin brazos. Y a los pocos meses de estar
caseos se murió el rey y al hijo quedó de rey y la niña
sin brazos de reina. Y pronto tuvo que marcharse el rey a
reinar a otro reinao y dejó a la niña sin brazos encinte.
Y en esa medio tiempo tuvo ella mellizos y se lo enviaron
a decir al rey. Y el diablo cogió la carta y puso otra
ande le decía al rey que la reina su mujer había deo a
luz dos ratones, Y contestó el rey con otra carta ende
decía: “Pues si ha dao a luz mi mujer dos ratones que los
críe hasta que yo vuelvas. Y otra vez cogió el diablo la
carta y puso otra onde decía: “Coge a esos dos niños que
has deo a luz y degOéllalos. Si rio, eres tú víctima”.
Y cuando llegó la carta, la coge ella y se echa a llorar
y dice que a sus hijos no los mata ni por todo lo que hay
en el mundo. Y la ag’3ela empezó también a llorar y le
dijo a la niña:
—¿Qué vamos a hacer?
Y le dijo la niña:
—Pues nada. Hágame usté unas alforjas pa coflar a une por
delante y a otro por detrás y marcharme sola yo con
ellos.
Y la agttela le mandó hacer las alforjas y se marchó la
niña sin brazos por el mundo alante con sus dom mellizos
en las alforjas.
Y caminando, caminando, ya llegó e una fuente con hambre
y sé. Y nadie le daba una limosna ni agua pa beber. Y al
llegar a la fuente dijo:
—Tengo sé. Pero si bajo a la fuente no podré subir.
Y se fud camino alante muerta de sé y hambre hasta que
allá muy lejos vid a una señora que estaba lavando en
unas filas muy majas, y le dijo:
—Señora, ¿me hará usté el favor de unos bocaditos de
agua? Porque si bajo a beber no podré subir, y si no bajo
ale muero de sé.
Y la señora le contestó:
—Mira, vete y llama en aquella puertas blancas qué -ves
allá lejos, muy lejos, y t• saldrán a recibir y te darán
todo lo que te haga falta. -

Y fue la niña y salió a recibirla San Pedro y la dijo que


qué se le ofrecía. Y ella la dijo:
—Quiero que me haga usté el favor de un poquito de agua,
que ya me muero de sé. Si ha-jo por ella a la fuente no
podré subir, y si no bajo me muero de sé.

—63—
Y ya le dió San Pedro un vaso de agua y le dijo:
-Si usté nos obedece le vamos a dar todo lo que le haga
falta y le pondremos sus brazos Pa que pueda criar a sus
tunos -
y dijo ella que obedecerla, Y San Pedro le puso sus
brazos y la llevó a una montería onde nada les faltaba a
ella y a sus niños. Y allí en la montería tenía una casa
y muchos criaos. Y la dijo San Pedro que no admitiera a
nadie en su casa sin que dijera antes tres veces: ‘lesas,
t4&ria y José”.
Y ya volvió el rey de reinar por otras partes. Y cuando
llegó a su palacio le preguntó a su madre por la reina y
va Le conté ella Lo que había pasac. Y cuando supo el rey
la verdá y el engaño de las cartas sospechó que el diablo
era el de la culpa de todo y empezó a maldecirle. Y se le
apareció el diablo y le dijo que no se apurara, que él le
ayudaría a buscar a su mujer. Y es que el diablo quería
cogerlos a los dos. Y se marchó el rey con el diablo y el
suegro a buscar a su mujer. Y el suegro estaba tentao del
diablo porque le había mandao a su hija que tirara a la
calle toda el agua de la casa.
Y caminando el rey por la montería se les hizo de noche y
Vieron la luz de la cosa de su mujer. Y se dirijieron
allí sin saber quién vivía y llamaron a la puerta. Y
salió la niña a recibirles y les dijo que entraran, pero
que todos
tJesús, l4arialosy José”
que entraran Y el que
y entró.tenían rey decir
dijo tres
tra veces:
veces
I
“Jesús, Maria y José” y ontró. Y el suegro, aunque estaba
tentao del diablo, también lo dijo y entró. Pero el
diablo, como no pudo decirlo, no entró. Y allí fuera,
ende estaba, quería decir “Jesús Maria y José”, pa entrar
a hacer de las suyas, pero no pudo. Todo lo que decía
ata: “Tudú, tud’ádu, tud’I”. Y ya que todos estaban dentro
el diablo tuvo que marcharse.
Y pusieron la cena y se sentaron a la mesa, y el rey
miraba y remiraba a aquella mujer tan guapa y decía:
—¿Si será esta mujer mi esposa?
Y la miraba y la remiraba y ya le iba a preguntar, pero
decía
-No, no puede ser, porque mi mujer no tenía brazos y ésta
tiene brazos.
Y como hacia frío los criaos puson un brasero cerca de la
mesa pa que el rey se calentara. Y cuando ya ib-am a
comenzar a cenar, la niña echó la bendición:
-En el nombre del Padre y del Mijo y del Espíritu Santo.
El que esté tentao del diablo que dé un estampido y se
salga.
Y el padre de la niña, que estaba tentao del diablo, ‘se
volvió cenizas y se desapareció. Y todos quedaron muy
elevaes, pero el rey no dijo nada.

—64
Y ya se puson a cenar- Y el rey, como estaba cerca del
brasero, se le comenzó a quemar la capa. Y los niños, que
por guapos y ricos el rey no dejaba de mirar, le dijeron:
—Papá, que se le quema la capa.
Y el rey los miraba y los remiraba, pero-no decía nada.
Pero se lo dijon tantas veces, que por fin dijo el rey a
la niña:
-¿Sabes que no puedo cenar yergue me dicen estos niños
‘Papá, que se le quema la capa”?
Y en este momento fué cuando ella le echó los brazos y le
dijo:
—Si, esposo mio, éstos son tus hijos y yo soy tu esposa.
Y ya le contó todo lo que había pasao y como ella habla
venido a vivir allí. Y el rey se abrazó a ella ~‘ abrazó a
sus dos hijos loco de alegría.
Y se los llevó a su palacio, donde todos vivieron muchos
años muy felices y comieron muchas perdices.
Y a mi no me dieron nada porque no les dió la gana.

Zamora, Zamora.

—65—
1.9. — La niña sin brazos (Es 100)

Este era un padre que tenía una hija y todos los días
tenía que ir al campo a arar. Y siempre le decía a su
hija que no le diera limosna a nadie, que cuando llegara
alguno a pedir limosna que le dijera que no tenía nada en
la casa pa dar.
Y un día a poco <pie se fué el padre pal campo llegó una
señora con un niño a pedir limosna. Y la hija le dijo que
no tenía nada que dar. Y la señora la dijo que si, que
tenía pan y que fuera a buscarlo. Y fué la niña a buscar
pan y halló pan y medio. Y se lo iba a dar a la señora,
poro la dijo ella que no, que con medio bastaba para ella
y el niño- Y se fué la señora con el medio pan.
Y por la tarde llegó el padre y le dijo a su hija si
habla hecho como él le había mandao. Y ya le dijo la niña
que había venido una señora con un niño a pedir pan, y
que ella la había dicho que no tenía pan y que la señora
la había dicho que si, que fuera a buscarlo, que al ir a
buscarlo había encontrao pan y medio, Y le contó a su
pndre que al dárselo a la señora le había dicho que con
medio bastaba para ella y el niño. Y el padre, al ver que
su hija la había dao pan a una mendiga, se enfadó mucho.
Y la llevó a un monte y la desnudó y la cortó los brazos
y la ató a una encina y se vino a casa.
Y cerca de esa encina un rey tenía su palacio. Y todos
los días se iban los perros del rey con la comida que les
daban en el palacio y con su boca se la daban a la niña
en la boca y ellos no comían ~‘ se ponían cada día más
flacos, Y el rey un día vió a los perros que estaban muy
flacos y les dijo a los orjaes:
—¿Qué hacéis con los galgos que cada día se ponen más
flacos?
Y los criaos dijeron:
—Se lo trasponen por una esquina y se van no sabemos
dónde.
Y entonces el rey mandó que acecharan a los perros pa ver
adonde iban. Y los acecharon y ya vieron que le llevaban
la comida a la niña que estaba atarla a la encina, Y
llegaron los soldmos del rey ande estaba la moza y la
preguntaron pa qué estaba allí. Y ella les conté todo lo
que la habla pasmo y fueron ellos y se lo contaron al
rey. Y dijo el rey que cogieran una manta y la cubrieran,
que el rey iba a verla. Y así lo himen y fué el rey a
verla. Y cuando el rey la vió que era tan hermosa se
enamoró de ella y la llevó consigo al palacio. Y allí la
tuvieron por mucho tiempo en el palacio.
Y ya con el tiempo estaba el rey tan enanormo de ella,
que le dijo a su madre que se iba a casar con ella. Y la
reina madre le dijo:
—Pero, hijo, ¿cómo te casas con esa moza si no tiene
brazos?

—66--
Y él contestó:
—No me importa. Yo la quiero y no me importa que no tenga
brazos.
Y se casó el rey con la niña sin brazos.
Y a pocos meses de estar casaes se levantó una guerra y
el rey tuvo que marcharse a la guerra y dejó a su esposa
encinta. Y estando el rey en la guerra al poco tiempo dió
la niña a luz dos hermosos niños. Y la madre le escribió
a su hijo que su mujer había dao a luz dos niños como des
rosas, y el diablo cogió la carta y puso otra donde decía
que la niña había dao a luz dos niños como dos diablos. Y
el rey escribió que si eran dos diablos que la echaran de
casa con ellos. y cuando la madre recibió la carta no la
entendió, pero la niña dijo que la hicieran dos alforjas
y que le pusieran a los dos niños en ellas y se marcharía
con ellos por el mundo. Y le hizon las alforjas y se fué
con sus dos niños por el mundo.
y andando por el mundo llegó por fin a la cabaña de unos
pastores y les dijo:
—Pastorcitos, pastoroitos, si me hicierais el favor de
ponerme estos niños a mamar uno de cada pecho -
Y los pastores se los puson uno a cada pecho y mamaron. Y
después se los metieron otra vez en las alforjas y se
marchó otra vez por los mundos. Y llegó a un río y decía:
—¡AyI ¿Cómo pasaré este río con mis dos niños?
Y entonces se le presentó una mujer, que era la Virgen, y
la dijo:
—Niña, no llores. Toma tus brazos.
Y al decir eso le puso los brazos y la pasó el río con
sus niños. Y entonces la dijo:
—Mira. ¿Ves aquel palacio? Allí vas y tendrás todo lo que
necesitas, y el rey tu marido irá a comer allí mañana.
Y ya se fué la niña adonde la habla dicho la Virgen y
llegó y halló en el palacio todo arreglao. Y había
habitaciones y criaos y de todo. Y a los niños mellizos
les dijo la madre:
—Mañana cuando venga el rey y sus mande comer no comáis,
y dcci: “No, no comemos, que no quiere ¡si Samán
Y otro día por la noche llegó el rey, su marido, a pedir
posada porque andaba de caza y le habla cogido la noche
muy lejos de su palacio. Y la niña saltó a recibirle,
pero no la conoció. Y entraron en el palacio y se
sentaron a la mesa a comer. Y el rey la miraba y la
remiraba y le parecía que era su mujer, pero Como la vela
con brazos decía que no podía ser. Y cuando estaban
comiendo el rey veía que los niños no comían y les decía:
-Comed, niños.
Y los niños contestaban:
—No, no comemos, que no quiere ni mamá.

—57—
Y venga el rey a mirar y a remirar también a los minos. Y
ya concluyeron la cena y el rey venga a mirar y remirar
otra vez a la madre de los niños. Y ya le preguntó la
niña:
-¿Por qué me remira insté tanto?
Y él la contestó:
—Si no tuviera insté brazos decía yo que era insté mi
mujer.
Y le dijo ella entonces al rey si quería postres. Y él
dijo que sí. Y en el postre había ella puesto el anillo
de la boda, y al cc’merse el rey el postre vió el anillo
de la boda, y entonces conoció que aquélla era su mujer y
aquéllos eran sus dos hijos. Y se abrazó a ella y abrazó
a sus dos niños y la preguntó cómo estaba en aquel
palacio. Y ya le conté ella todo lo que la habla paseo. Y
ya se disponían a marcharse todos pal palacio del rey
cuando llamó un pobre a la puerta a pedir que comer. Y
salió ella a la puerta y le dijo:
-¿Le gusta a usté comerse la comida que ha sobrao de una
comida que hemos tenido hoy?
Y dijo el pobre que si y le sacaron la comida que
sobraba. Y venga el pobre a mirarla y a remiraría. Y ella
le dijo:
-¿Por qué me mira usté así?
Y el pobre contestó:
-Si no tuviera insté brazos decía yo que usté era ni bija.
Y ella le dijo entonces:
—¿qué le ha pasno a unté con aquella hija?
Y él contestó:
—Que me salió tan pícara que la llevé al monte y le corté
los brazos y la até a una encina y allí la dejé.
Y dijo ella:
—Pues aquí tiene usté a su hija.
Y el pobre padre cayó desmayac. Y de allí se fueron el
rey y su mujer y sus dos niños al palacio.

Solosancho, Avila.

—68’-
1.10.— La niña sin brazos CEs 101)

Estos eran un hombre y una mujer que estaban tan pobres


que ya no tenían ni que comer. Y la mujer estaba
embarazada. Y un día dijo la mujer;
—Si viniera alguien y nos llenara la casa de trigo y nos
diera dinero, aunque fuera el diablo, le darla yo lo que
diese a luz.
Y ya vino el diablo y les llenó todo de trigo y les dió
mucho dinero, y ya tenían mucho que comer y estaban muy
contentos.
Conque dió la mujer a luz una niña muy guapa, que desde
el día que nació era santa. Desde el momento que nació se
santiguaba y decía:
—?Ave Maria Purísima! ¡Ave Maria Purísima!
Y la mujer llamó al diablo y le dijo:
—Mire insté, que la niña que he dao a luz se santig-ua y
dice “¡Ave Maria Purísima!”.
Y el diablo va y le dice:
—Pa que no lo diga córtele insté la mano.
Y la madre fué y le cortó la mano a la niña. Y entonces
la niña se santiguaba con el codo que la quedaba, y llama
la mujer al diablo otra ves y le dice:
—Mire, usté, que le he cortao la mano a la niña y ahora
se santigua con el codo.
—Pues córtele todo el brazo —le dice el diablo—.
Y le cortó la madre a la niña todo el brazo. Pero
entonces la niña se santiguaba con la mano del brazo
izquierdo. Y vuelve la mujer a llamar al diablo y le
dice:
—Venga usté. Mire que le he cortao a la niña todo el
brazo y ahora se santigua con la mano del brazo
izquierdo.
Y dice el diablo:
-Pues cortarle esa mano,
Y se la cortó la madre y la niña se santiguaba con el
codo de esa mano. Y venga a llamar la madre otra vez a1
diablo pa contarle que ahora la niña se santiguaba con el
codo de la Rano izquierda.
—Pues cortarle todo ese brazo también —le dice el
diablo— -
Y le cortó la madre-todo el brazo izquierdo tamhién. Y
entonces la niña se santiguaba con el troncón que 10
quedaba del brazo y decía siempre:
—¡Ave Maria Purísimal ¡Ave Maria purísima!
La madre al ver que la niña seguía santiguándose y que no
comía ni bebía nada lías al diablo y se le dijo. Y
entonces el diablo le dijo que encerrara a la niña en una
habitación y que allí la tuviera hasta que fuera moza
cuando vendría él a por ella. Y cuando- ya estaba mayor y
era ya una mocita llegó el diablo a por ella y se la
llevó pa su cesa. Y llegó a su casa y la metió en una
habitación y le dijo:

—59—
-Aquí te desnudas y esperas hasta que yo te llame.
Y se subió el diablo a una habitación que estaba más
arriba. Y en ese medio tiempo llegó ande estagba la niña
una perrita del diablo y la niña empezó a decirle:
—Perrita china, llama a la virgen Maria y a toda su
compañía. Perrita china, llama a la Virgen Maria y a toda
su compañía.
Cuando ya oyó la niña que le dijo el diablo:
—¿Subes o bajo?
Y la niña le contestó:
—Calla, hombre, que me estoy quitando la blusa.
Y a la perrita le decía muy quedo, muy quedo:
—Perrita china, llama a la Virgen Maria y a toda su
compañía. Perrita china, llama a la Virgen Maria y a toda
su compañía.
Conque ya dice el diablo otra vez:
—¿Subes o bajo?
Y la niña le contesta:
-Calla, hombre, que me estoy quitando la falda.
Y a la perrita le decía muy quedo, muy quedo:
-Perrita china, llana a la virgen María y a toda su
compañía. Perrita china, llana a la Virgen Maria y a toda
su compañía.
Y el diablo ya vuelve a decir y en voz muy alta:
—¿Subes o bajo?
Y le contesta la niña:
—Caía, hombre, que me estoy quitando la enagua.
Y a la perrita le decía otra vez:
—Perrita china, llama a la Virgen Maria y a toda su
compañía. Perrita china, llama a la Virgen Haría y a toda
su compañía.
Y el diablo ya cansado de esperar le grita:
-Ya no, ya no me engañas. Ahora bajo yo y en seguida.
Y bajó y cogió a la niña en sus brazos pa llevársela pa
su habitación, y la niña, al verse en los brazos del
diablo, empezó a santiguarse con el troncón del brazo y
decía:
—tAve Maria Purísima! ¡Ave Maria Purisimal lAy, Dios mio!
Ay, Virgen Marial
Y a eso se presentó la Virgen, y el diablo al verla dejó
caer a la niña y cayó encina de una zarza sin hacerse
daño.
Y allí estaba la niña cuando pasaron el rey y sus soldaos
que venían de cazar. Y los perros del rey vengan a
Latearía y vengan a Latearía, hasta que los siguieron los
soldaos y hallarona la niña encima de la zarza. Y fueron
y le dijeron al rey que encima de una zarza estaba una
nina muy guapa, muy guapa y sin brazos. Y fué el rey a
verla y cuando vió que era tan guapa se la llevó a su
palacio. Y sin decir nada la metió en una habitación y
les mandaba a los criaos que le dejaran siempre la mejor
sustancia del puchero pa unos perros que tenía. Y los
criaos se aburrían y decían:

—70—
—¡Ay, qué mareo tener todos los días que sacarle la mejor
susutancia del puchero pa los perros!
Y era que el rey se la llevaba a la niña.
Conque ya el rey le dijo a su madre que se iba a casar y
que ya habla encontrao novia. Y cuando- llevó a su madre a
su habitación a enseñarle a la novia, la madre se
sorprendió mucho y le dijo que cómo se iba a casar con
una mujer sin brazos, que no podría cuidar a sus hijos.
Pero el rey le dijo que no le importaba, que de todos
modos se iba acamar con ella. Y celebraron las bodas y se
casó el rey con la niña sin brazos.
Y a los pocos meses el rey tuvo que marchan. a la querra
y dejó a su mujer encinta. Y estando el rey en la guerra
dió a luz su mujer dos niños preciosos que parecían dos
estrellas. Y le escribieron al rey que su mujer habla dao
a luz dos niños como dos estrellas y que se viniera
pronto. Y el diablo cogió la carta y puso que la reina
había deo a luz dos perros. Y llegó la carta y cuando el
rey la vió dijo:
—15cm por Dioml Si mi mujer a dao a luz dos perros, que
los críe hasta que yo vuelva.
Y escribió una carta diciendo que si su mujer había dao a
luz dom perros, que los orlan hasta que el volviera.
Pero el diablo cogió también esta carta y puso que si la
mujer había dao a luz dos perros que los mataran porque
si no se comerían a su madre.
Y cuando la madre recibió la carta no pudo comprender lo
que quería decir, pero como decía que mataran a sus hijos
se puso a llorar y le dijo a su suegra:
—¡Ay, no! ¡Matar a mis hijos no! ¡Ay, Dios mio! liso no
lo consiento!
Y Le dijo a su suegra que le hiciera dos alforjas pa
meter en ellas a sus dos niños y it-se con ellos por el
mundo. Y entonces les rogó que se los echaran a los
hombros y se marchó con sus das hL jites por el mundo.
Y cuando ya habían andao mucho, los niños temían sé y
empezaron a llorar y a decir:
—¡Ay, madre, agua! ¡Ay, madre, agua! - -

Y la niña lloraba también y les deciat


—lAy, hijos míos, si no hay agual Y aunque la hubiera no
os la podría dar.
Y ya cuando los niños lloraban mucho y la madre con
ellos, se encontraron con un ag~elillt y una sg~eltlla,
que eran San José y la Virgen. Y le preguntó la Virgen
qué pasaba, que por qué lloraban ella y sus des niños. Y
la niña le conté qu. tenían st Los niños y no lespodia
dar agua. Y la Virgen le dijo:
—Vé allí ende están esos dos riscos y entre ellos
hallarás agua.
Y fue la niña con sus dos niños y encontró agua. Y se
agachó mucho pa que los niños pudieran alcanzar a beber.
Y tanto se agaché que los niños se cayeron de las
alforjas. Y ella se tiró sobre ellos pa cogerlos y en ose
momento le salieron sus dos brazos y leas cogió.

—71—
entonces se puso una tormenta muy grande, muy grande, Y
era que el diablo todavía andaba molestándola. Pero la
Virgen y San José le dijeron que no tuviera miedo, que se
marchara y nada le pasaría. Y se marchó la niña ya con
sus dos brazos y muy campante con sus dos niños en
dirección de una luz que se veía. Y ya llegaron a una
casa onde estaba el rey su marido con su tropa. Y llamó
ella en la puerta y salió un soldao a abrir y le dijo
ella:
—¡Oiga, usté! ¿Nos quieren recoger por esta noche a ni y
a estos dos niños?
Y le dijo el soldao que entrara. Y ella entró con sus dos
niños en las alforjas. Y fueron a llamar al rey y le
dijeron que había llegao una mujer con dos niños como dos
estrellas. Y vino el rey a ver y al momento que los niños
le vieron empezaron a decir:
—Tú eres mi papá. Tú eres mi papá.
Y el rey se acercó a mirar a la mujer. Y Venga a mirarla
y venga a remiraría, hasta que le dijo:
-Si usté no tuviera brazos diría yo que insté era mi
mujer, la que dejé cuando me fui a la guerra.
Y ella le contestó:
—Pues ella soy y estos dos niños son tus hijos.
Y ya se contaron como había sido todo. Y se abrazó el rey
a ella y a sus hijos y no fué más que contento y alegría.
Y otro día se fueron todos al palacio del rey.

Cuenca, Cuenca.

—72—
1.11.— La niña sin brazos (Es 102)

Éste era un padre que temía ocho hijos. Y todos los días
iba a por leña al monte y decía:
—¡Ay, si yo pudiera vender a mi hija mayor!
Y cuando fué una vez al monte se le apareció un hombre
cuando dijo eso, y le dijo:
—Yo te compro tu hija. Toma este dinero y mañana a las
diez vienes con tu hija mayor y me la entregas aquí
mismo.
El padre se fué pa su casa y cuando llegó le dijo a su
hija que otro día a las diez tenían que estar en el monte
pa entregársela a un hombre. Y otro día por la mañana
salieron a caballo, Y llegaron y el padre le entregó al
hombre su hija. Y se volvió el padre pa su casa muy
triste.
Y el hombre, que era el diablo, le dijo entonces a la
muchacha:
—Quitate esa cruz de Carabaca.
Y es que ella llevaba una cruz de Carabaca, que es una
cruz que cuando hay nubes se abre. Pero la muchacha no se
la quiso quitar. Y entonces el diablo le dijo:
-Allá vienen los tolbones, mis amigos.
Y al decir esto le cortó los dos brazos con un cuchillo y
la dejó sola en el monte.
Y estaba ella sola llorando cuando pasó por allí el hijo
del rey y la vida, y como era tan bonita les dijo a sus
soldaos que la llevaran al palacio. Y cuando ya estaba en
el palacio les dijo a sus padres que se iba a casar con
la manquita. los padres le dijeron que cómo se iba a
casar con una mujer que no tenía brazos y que no podría
cuidar a sus hijos cuando los tuviera. Pero el hijo del
rey no hizo caso y se casó con ella.
y a poco de estar casmo se murió el rey, y el príncipe
quedó de rey y tuvo que ir a la guerra a otro reiximo muy
lejos. Y mientras el rey estaba en la guerra tuvo su
mujer dos niños muy hermosos. Y la madre del rey le
escribió que había parido su mujer dos niños muy
preciosos. Pero el diablo cogió las cartas y puse otras
ende le decían al rey que su mujer había parido dos
monstruos. Y cuando llegaron las cartas el rey mandó a
decir que la quemaran viva, y entonces la niña le rogó a
la reina madre que le hiciera dos alforjas pa sus niños y
que le preparara el puchero y que así se iría por les
montes alante con sus dos niños sola. Y la madre le hizo
las dos alforjas y el puchero y se rué la niña con sus
dos niños.
Y andando, andando se encontró con un viejecita y le dijo
la niña:

—73—
—¿Quiere usté darle o sopitas a mía niños? -

Y se acercó el viejecita y les dió sopitas a los niños


del puchero. Y de allí se fué sola otra vez hasta que
llegó ande habta un río. Y sus dos niños tenían sé, pero
ella no podía darles agua. pero como los niños la pedían
agua se abajó pa oye alcanzaran a beber y se cayeron los
dos en el agua. Y con los muñones trató de cogerlos y en
ese momento le salieron los dos brazos. Y entonces Se le
apareció otra vez el viejo, que era San José, y le hizo
una casa cerca del río pa que viviera allí con sus dos
hijitos.
Y una noche llegó por allí al rey y pidió posada. Y le
dieron posada al rey por la noche y cuando estaban
comiendo San José y todos le contó la niña a San José
toda su vida. Y el rey escuchaba, pero no decía nada. Y
ya cuando acabó de contar su vida, San José le dijo a la
niña que acostara a sus niños porque ya era muy noche. Y
fueron todos entonces a acostarse. Y otro día por la
mañana salieron los dos niños y al ver al rey decían:
—¡Éste es mi papáj ¡Éste es ni papá!
Y entonces el rey ya conoció que esos dos niños eran sus
hijos y los abrazó y empezó a llorar. Y entonces llegó la
niña y ya se contaron los dos lo que les había pasao. Y
todos se fueron entonces muy contentos pal palacio del
rey.

Madridejos, Toledo.

—74-,
1.12.— El cisquero y el demonio (Es 103)

Este era un pobre cisquero que tenía a su mujer y a ocho


hijos, y ya apenas podía ganar con que vivir vendiendo
ciscos. Y ya estaba muy aburrido sin saber qué hacer
cuando un día se le apareció el demonio y le dijo:
—Si me das el alma de tu mujer, te doy ocho mil reales.
Y el cisquero se la prometió y le dió cl dinero el
demonio y se fué pa su casa muy contento y le dió al
dinero a su mujer. Y ya estaban muy bien y se iban
reponiendo. Y la gente decía:
-Pero, ¿dónde sacará este hombre tanto dinero? Ahtes
andaba por ai de cisquero y ahora ya no trabaja y tiene
con que vivir.
Pero fué él otra vez a por carbón al monte y le sale el
demonio otra vez y le dice:
—Oye, tú; si me das el alma de lo que tu mujer tiene en
el vientre, te doy cuatro mil reales mAs,
Y se lo prometió el cisquero y le entregó el demonio el
dinero. Y con la sangre de sus venas firmó el contrato
con el demonio que a los siete años de edá le entregaría
a la hija que estaba por nacer. Y se marchó el cisquero
pa su casa con el dinero.
Conque al poco tiempo tuvo la mujer una niña, que nació
el día de la Santísima Trinidá. Y desde el día en que
nació la niña hablaba tres veces al día 0cm la Virgen, A
los tres años se confesó y a los cuatro años comulgó.
Y a los siete años ya llegó el demonio a por ella. Y
llamó a la puerta y salió el padre y le dijo el demonio:
—Vengo por lo que me prometistes.
—Si, si —dijo el padre—.
Y entró el psdre y la dijo a su mujer que le había
prometido la hija al demonio y que había venido por ella
porque ya tenía la niña los siete años que habían puesto
en el contrato. Y la madre le dijo:
—Pero y ¿cómo has prometido tal cosa? ¿Que no quieres a
tu hija?
Y él la dijo que como eran tan pobres se lo había
prometido al demonio por el dinero que les había dado. Y
empezó la madre a llorar. Y en este medio tiempo estaban
hablando la virgen la estaba cargando de medallas a la
niña y echándola su bendición. Y ya el demonio le dijo al
padre:
—Gúeno, ¿y cómo no me la bajas?
—Ya baja —le contestó el padre—.
Y al llegar la niña a la puerta la vió el demonio y la
dijo:
—¡Quitate eso que traes!
y la niña le contestó;
—¡No me da la gamal
Y así hablando, el padre la agarró y la montó en las
ancas del caballo del demonio, y el demonio echó a correr
con ella a las ancas de su caballo.

—75—
Y cuando ya iban lejos de la casa empezó el demonio a
decirle a la niña:
-¡Quitate eso que traes! ¡Quitate eso que traes!
Y la niña le contestaba:
-¡No me da la gana! ¡No me da la gana!
Y el demonio, al ver que la niña no se quitaba las
medallas, le dió un piquetazo al caballo con su lanza y
dió el caballo un salto y la niña cayó al suelo. Y el
demonio, al caer ella la arrancó los ojos con sus uñas y
la dejó allí tirada en tierra.
Y estando allí sola la niña empezó a llorar. Y se le
apareció la virgen y la dijo:
—¿Quieres tu vista?
Y la niña dijo:
-Sí, si, la quiero y le ruego a la Virgen que me la dé.
Y la Virgen le dió su vista. Y ya la niña vid que estaba
en un monte y vió una cueva y se dirigió a ella. En la
cueva no había nadie y allí se metió. Y a la cueva iba
todos los días un ángel en torna de perro a llevarla la
comida.
Y cerca de la cueva estaba el palacio de un rey. Y un di
le dijeron al rey que todos los días llegaba un perro y
se llevaba la comida de la mesa y se escapaba y que no
sabían adonde se iba. Y dijo entonces el rey que le
siquleran. Y salid el hijo del rey con sus arnas a buscar
al perro y ya le vieron que iba a la cueva con la comida
que se había robao ese día, y el hijo del rey sacó sus
cuchillos y empezó a tirárselos al perro, pero no le
alcanzaban, y así fueron siguiendo al perro hasta que
entró en la cueva. Y el hijo del rey se apeé de su
caballo y llamó en la puerta de la cueva. Y contestó la
niña y le dijo que entrara, que el perro no le haría
nada. Y ya entró y vid a la niña, que era muy guapa, y se
enamoró de ella.
Y se fué a su palacio y le contó a su padre que había
encontrao en una cueva a una niña muy guapa y que se
quería casar con ella. Y su padre le dijo que no se
casara con ella, que estaría llena de miseria y que el
hijo de un rey no debía casarse con una joven pobre. Pero
él dijo oye no le importaba, que le dejara llevarla al
palacio y casarse con ella. Y tanto estuvo porfiando, que
el rey su padre se lo permitió y la llevó al palacio y se
casó con ella.
Y ya al poco tiempo el rey tuvo que marcharse a la guerra
y dejó a su mujer encinta. Y cuando estaba en la guerra,
la niña tuvo dos niflitos más hermosos que el sol. Y el
padre le escrobió a su hijo que volviera, que su mujer
había tenido dos niños más hermosos que el sol. Pero el
diablo le quitó al soldao que la llevaba la carta y le
puso otra donde decía que la niña había tenido dos
monstruos, Y el hijo del rey, cuando recibió la carta, se
puso muy triste porque su mujer había tenido dos
monstruos y escribió que no los mataran, que volvería
dentro de poco y verían qué hacían con ellos.
Pero el diablo le quitó la carta otra vez al soldao y le
puso otra donde decía que mataran a la niña y a los dos
niños. Y cuando llegó la carta el padre estaba en misa y
la niña cogió la carta. Y viendo lo que decía su marido
llamó a sus criaos y les dijo que la prepararan dos
alforjas pa sus niños, y cuando se las trajeron los puso
en las alfor)as y se marchó por el mundo alante con sus
dos niños.
Y ya había andao todo el día y llegó la noche y se puso a
llorar a la entrada de un bosque. Y vino la Virgen y la
dijo:
—cPor qué lloras?
Y ella le dijo:
—¿Cómo no he de llorar, si ni marido, el hijo del rey,
escribió que me mataran a mi y a mis dos hijitos y me he
escapao pa que no los mate?
Y ya la Virgen la dijo:
—Mira, ves adonde está aquella luz que se ve allá a lo
lejos. Entra en esa casa que hallarás allí y tendrás todo
lo que te haga falta,
Y se desapareció la Virgen, y la niña se fud en dirección
de la luz. Y llegó a la puerta de la casa y llamó y salid
una criada a abrir y la dijo que entrara. Y entró la niña
y allí había comida y ropas y camas y de todo lo que
hacia falta pa ella y sus niños.
Conque en este medio tiempo volvió el hijo del rey de la
guerra y subió y preguntó por su esposa y sus dos hijos.
Y el padre le contestó que su mujer se había marchao del
palacio con sus dos hijos. Y ya le dijeron que mucho lo
sentían porque los niños eran más hermosos que el sol. Y
dijo él:
—¿Cómo? ¿No me dijisteis que eran dos monstruos?
Y ellos le dijeron que no, que no habían dicho eso. Y ya
comprendió él que había engaño, y le dijo al rey su
padre, que se iba enseguida a buscar a su mujer y a sus
dos ninos.
Y anduvieron un año por muchas tierras, pero nada
hallaban, y ya un día se cerró una noche en agua muy
temerosa y llegaron adonde vian una luz muy calaos, Y
llamaron en la puerta y nadie respondía. Y se bajó el
mismo hijo del rey de su caballo y llamó en la puerta y
dijo:
-Wálgame la Santísima Trinidá!
Y se abrieron todas las puertas y entraron. Y salió la
niña con sus dos niños a encontrarles. Pero él no la
conoció. Y lre preguntó él si podían pasar allí la noche.
Y ella le dijo que si, que allí podían quedarse, pero que
con la condición que se quedaran por tres días con sus
noches. Y esa noche le preguntó el hijo del rey a la
niña:
—¿Dónde está tu marido?
Y ella en seguida le conoció, pero no se lo quería decir.
Y le dijo:

—77—
—Mi marido está en una feria. Mañana vendrá.
Y él venga a mirar y venga a mirar a los dos niños
aquellos. Y ya al acostarme la dijo él:
—Señora, me va usté a hacer el favor de dejar que estos
niños duerman conmigo.
Y ella le dijo que no podía ser. Pero tanto la rogó que
le dijo que dormiría uno de ellos con él. y se acostó el
hijo del rey esa noche con uno de los niños.
Y otro día la señora le dijo:
—¿Qué tal? ¿Le ha molestao el niño?
Y él la dijo:
—No, nada. No me ha molestao nada, y esta noche quiero
que duerman los dos conmigo.
Y la niña le dijo que no, que no podía ser. Y ya la dijo
él:
—Pero y su marido, ¿por qué no viene?
Y ella le contestó:
—Mi marido no viene porque ya está aquí.
Y se le echó a los brazos y le dijo que ella era su
esposa, Y ya le contó cómo babia llegao allí, y él la
contó a ella cómo había sido el engaño del demonio. Y se
fueron de allí todos al palacio del rey.

Avila, Avila.
2.— Niña nersecuida mor el madre

2.1.— ‘Maria de madera friso 510 B~

(Padre quiere casar con la hija)

2.1.1.— Los tres trajes (RA 32)

Esto era un matrimonio que llevaba muchos años sin tener


hijos. Por fin tuvieron una hija, pero la madre murió del
parto. Antes de morir, le dijo a su marido que nunca se
volviera a casar si no era con una como ella.
Pasó el tiempo y la niña se fue haciendo cada vez más
mayor y poniéndose cada vez más guapa y más parecida a su
madre, de tal manera que el padre se enamoró de la hija
y, cono su mujer le había dicho que no se casara sino con
una que se pareciese a ella, fue y le dijo a su hija que
se tenía que casar con él.
La niña fue y le contó a una vecina lo que le había dicho
su padre y la vecina le dijo:
—Dile a tu padre que te casarás con él si te trae tres
vestidos: uno de sol, otro de luna y otro de estrellas,
Así lo hizo la niña. El padre quedó conforme y salió de
viaje en busca de los tres trajes Anduvo por todas
partes, pero sin poder encontrarlos como su hija se los
había pedido, un día se encontró con el diablo por un
canino y le contó lo que le pasaba. Entonces dijo el
diablo:
—Yo te daré esos trajes, a condición de que tu alma sea
mía cuando mueras.
El hombre aceptó el trato. Recibió los tres trajes y se
los llevó a su hija. Y como ya había cumplido lo que esta
le había pedido, iban a arreglar la boda, Pero la hija
volvió a consultar con la vecina y ésta le aconsejé que
huyera al monte y que ella la acompañaría. Y así, sin que
nadie la viera, se escaparon de la casa y se fueron al
monte. Pero la vecina dejó sola a la niña y se volvió a
casa.
Después de mucho andar, llegó la niña a la choza de unos
pastores. Les pidió ropa de pastora, se la puso y se echó
sal en el cuerpo. Vestida de pastora y rascándose el
pecho y los brazos siguió camino adelante. Un día llegó a
un palacio, llamó a la puerta y pidió por favor que la
recogieran como criada. como les dió lástima por lo
andrajosa que iba, le dijeron que si, le preguntaron cómo
se llamaba y ella dijo que Juana. Y así entró de criada
en el palacio.

—79—

.
Una vez iban a dar una fiesta muy grande, de tres días,
para que el príncipe pudiera escoger novia. Juana pidió
permiso para ir al baile. Cuando llegó la primera noche,
se fue a su habitación, se quitó ,la ropa de pastora y se
puso el traje de sol que le había regalado su padre.
cuando entró en el baile, el hijo del rey se fijó en ella
y la sacó a bailar. Estuvo bailando con ella toda la
noche sin hacerles caso a las demás, que se morían de
envidia. El hijo del rey se enamoró de Juana, la llevó a
la mesa a comer y le regaló un anillo de oro. Pero a las
tres de la madrugada dijo ella que se tenía que ir y que
la esperara un momento en la puerta del palacio.
Entonces, comoella vivía en el mismo palacio, se fue por
dentro hasta la cocina sin que nadie la viera. Se puso
otra vez los andrajos y al día siguiente le dijo a la
reina en la cocina:
—¿A que no sabe usted, señora, lo que pasó anoche en la
fiesta?
—¿Qué pasó? —preguntó la reina.
—Pues oye el príncipe estuvo toda la noche bailando con
una princesa muy guapa que vestía un traje de sol, comió
con ella y le regaló un anillo.
—¿Y de dónde era esa princesa?
-Nadie lo sabe —contestó Juana—. De madrugada se fue
corriendo del baile sin que nadie la viera y nadie sabe
nada de ella.
La reina fue y le preguntó a su hijo si era verdad lo que
decía Juana, y él contestó que si.
La segunda noche de la fiesta el príncipe estaba deseando
volver a ver a la joven, Por fin apareció Juana, que esta
vsz se había puesto el traje de luna. Al príncipe le
pareció todavía más guapa que la noche anterior y más se
enamoró de ella, otra vez estuvieron bailando toda la
noche, pero a las tres de la madrugada Juana desapareció
lo mismo que la noche anterior.
Al día siguiente le contó a la reina lo que habla pasado
y la reina volvió a consultar con su hijo.Este le dijo
que era verdad, pero estaba muy triste.
A la tercera noche Juana se puso el traje de estrellas
para ir al baile y volvió a ocurrir como las otras veces.
Pero el príncipe la había visto tan guapa y tan enamorado
estaba de ella, que al día siguiente cayó enfermo en la
cama. No quería ver a nadie y ni comía ni nada. Por fin,
después de mucho insistirle su madre, dijo que le
apetecía comerse un pastel. La reina bajó corriendo a la
cocina para hacérselo, pero Juana le dijo:
-Si usted quiere, señora, yo puedo hacérselo, que los sé
hacer muy bien.
—¿Tú, so andrajosa? —contestó la reina—. ¿Cómo vas a
hacerle tú un pastel al príncipe?
-Señora, déjeme usted, que no se arrepentirá.

—80—
Aceptó la reina y Juana se puso a preparar el pastel. Sin
que nadie me diera cuenta, puso dentro de la masa el
anillo que al príncipe le había regalado la primera
noche. Idetió la masa en el horno y, cuando estuvo hecho
aí pastel, la propia reina quedó Complacida. Pero,
mientras subía a la habitación del príncipe, pensó mejor
decirle que lo había hecho ella, no fuera a darle asco de
Juana.
Nada más cortar el pastel, el príncipe se encontró el
anillo de oro y dijo:
—Madre, digame usted la verdad. ¿Quién ha hecho este
pastel?
Y la madre no tuvo más remedio que decirselo:
—Ha sido Juana, hijo mio, la criada de la cocina.
El príncipe mandó que se la trajeran inmediatamente, pero
ya Juana se habla puesto su traje de estrellas y se
presentó en la habitación. El príncipe la reconoció y en
seguida se puso bueno. Le pidió que se casara con él, y
se casaron y fueron felices.
Y colorín oolorao, este cuento se ha acabao.

—81—
2.1.2.— Xl pavero del rey (RA 25)
Pues, señor, esto era una vez un padre, una madre y una
hija. La madre tenía un a nillo y, al morirse, le dijo al
marido:
-Toma este anillo y te casas con la que le esté bien.
La niña se fue haciendo mayor y un día se encontró el
anillo en un cajón de la cómoda y le dijo al padre:
—Papá, me he encontrado este anillo, y mira qué bien me
está. Seguramente seria de mamá. Yo me quedo con él.
El padre se quedó mirándola y la niña le dijo:
—¿Qué te pasa, papá, por qué me miras?
El padre le contestó:
-Tú no sabes por qué, hija mía. Tu madre me dijo que me
casara con quien le estuviera bien este anillo.
Entonces la niña se puso a llorar y estuvo mucho tiempo
llorando. Un día se asomó la niña a la puerta, cuando iba
pasando una viejecita, que le preguntó:
-¿por qué lloras, preciosa?
Y la niña le contó lo que le había pasado. La viejecita
le dijo:
-pues no llores, vas a hacer lo que yo te diga. Le dirás
a tu padre oye te tiene que comprar tres vestidos: uno
del color del cielo, lleno de estrellas y de luceros;
otro con todas las clases de animales, y otro del color
de la sombra del pozo. Después te vas de tu casa vestida
de chavalillo, con los trajes metidos en un saquito, y te
pones a buscar trabajo.
La niña lo hizo todo tal como se lo dijo la viejecita. Le
pidió a su padre los tres vestidos y se marchó de su casa
sin que la viera nadie. Agarró después y se dirigió a
palacio. Le preguntó a uno de los criados que si no
necesitaban un zaqalillo para hacer algún trabajo. El
criado le dijo que si quería quedarse a guardar pavos, y
ella -bueno, él— le dijo que si.
Se lo llevaron a un campo oye estaba cerca del palacio y
al día siguiente la niña se puso a llamar a los pavos
diciendo:
—TPavi, paví, paví, acudid todos a mi!
Y uno de los pavos le contestó:
—¡Si el hijo del rey lo supiera, se enamoraba de ti, de
ti!. Y ella respondió:
-¡Anda y ojalá que te mueras!.
Y de repente el pavo se murió.
El hijo del rey, que lo había visto todo desde el mirador
del palacio, se quedó admirado, y al día siguiente,
cuando el pavero fue a llevar el pavo muerto, le dijo uno
de los criados:
—¡Ay, Juanillo -porque así se hacia llamar—, el primer
día y un pavo muerto! Me parece que tú poco vas a durar
aquí.
-Iv yo qué le hago —contestó Juanillo— si se me ha muerto
un pavo!
-Bueno, pues entra a hablar con el príncipe.
Entró Juanillo a hablar con el príncipe y éste le dijo:
—A mi me dejas de historias y dime por qué dijo el pavo
lo que dijo.
—Yo no sé nada, majestad —contestó el pavero.
Al otro día estaba otra vez cuidando los pavos diciendo:
-¡Paví, paví, paví, acudid todos a mi!
Y le contestó otro pavo:
—¡Si el hijo del rey lo supiera, se enamoraba de ti, de
ti!. Y contestó el pavero:
—¡Anda y ojalá que te mueras!
Y al momento se murió el pavo.
El hijo del rey lo había visto todo otra vez y, cuando al
día siguiente el pavero se presentó para rendir cuentas
del pavo muerto , le preguntó otra vez lo mismo y otra
vez dijo Juanillo que él no sabia nada. Y al día
siguiente hizo Juanillo la misma faena y el príncipe ya
se enfadó y lo puso a trabajar en las cochineras.
Entonces el rey anunció unos torneos y unos bailes, a ver
si su hijo encontraba novia. Los demás criados le decían
a Juanillo:
-Anda, hombre, arréglate tú también y te vienes a ver el
baile -
—¿Yo? —contestó el pavero—. Tengo que limpiar la
cochinera, y además a mi no me gustan esas cosas, Vayan
ustedes.
Cuando todos se fueron, se metió en su cuarto y se pUSO
el vestido color del cielo que le había regalado su padre
y se fue al b. Desde que el hijo del rey la vió se fue
con ella y le decía:
—¿Usted quién es?
Y ella contestaba:
—Ya se sabrá.
—¿Y usted cómo se llama?
—Ya se sabrá.
El príncipe estuvo toda la noche bailando con ella y le
regaló un anillo, pero ella salió corriendo antes de que
terminara el baile. Cuando llegaron los criados, le
dijeron:
—¡Huy, Juanillo, si hubieras ido habrías visto la
señorita tan guapa con la que el príncipe ha estado
bailando toda la noche!
Y dice Juanillo:
-A lo mejor la conozco yo.
—¡Anda, hombre, más quisieras tu
Al día siguiente se fueron todos al baile también y ella
se metió en su cuarto y se puso el vestido con todas las
clases de animales. Llegó al baile y el hijo del rey
estuvo todo el tiempo con ella y le regaló Una pulsera Y
otra Vez le preguntó;
—¿Y usted cómo se llama?
—Ya se sabrá —contestó la niña.
—¿Y usted quién es?
—Ya se sabrá.
—¿Y usted dónde vive?
—Ya se sabrá, ya se sabrá.

—83—
Igual que la otra noche la niña se marchó sin decir nada,
antes de que terminara la fiesta. Cuando llegaron los
demás criados le dijeron:
-¡Huy, Juanillo, lo que te estás perdiendo! ¡Si hubieras
visto lo guapa que iba esa señorita que estuvo toda la
noche bailando con el príncipe! ¡No estaba guapa ni nál
-A lo mejor la conozco yo —dijo Juanillo.
—¡Anda, hombre, más quisieras tú!
Al día siguiente la niña se puso el último vestido, el de
sombra de pozo y pasó lo mismo, El hijo del rey no se
separaba de ella. Le entregó una cadena de oro y le hacia
las mismas preguntas que las noches anteriores, y ella
contestaba lo mismo. El príncipe, al sentarse, le pillé
el vestido y, sin que ella se diera cuenta, le cortó un
trocito. Pero, cuando estaba más descuidado, se marchó
ella.
El príncipe, ya que pasaba el tiempo y no daba con
aquella señorita, se puso enfermo y tuvo que meterse en
la cama. Ningún médico, por sabio que fuera, daba con la
enfermedad que tenía. La reina madre y todos los de la
corte estaban muy preocupados, porque el príncipe estaba
enfermo de gravedad y se le habían quitado las ganas de
comer. Un día Juanillo le dijo a la reina:
—¿Usted quiere que su majestad se ponga bueno? Le voy a
hacer una tarta que me hacia a mi mi abuela. Verá como se
pone bueno.
Y le contesta la reina:
-lAy, mi hijo, con lo escrupuloso que es! ¡Para que se
encuentre un pelo o algo!
-Usted me deja a mi, verá como el príncipe se pone bueno,
y, si quiere, le dice que se la ha hecho su tía la monja.
Tanto insistió, que la reina dijo que si. Entonces
Juanillo le hizo no una, sino tres tartas, y en cada una
de ellas metió uno de los regalos que el príncipe le
había hecho mientras bailaban: el anillo, la pulsera y la
cadena de oro.
Nada más partir la primera tarta, vió el príncipe el
anillo y se sentó en la cama dando voces y saltes. En
seguida acudió la madre y le preguntó que qué le pasaba.
-¡Ahora mismo me traes aquí a la persona que haya hecho
esta tarta!
La reina no se atrevía a decirle verdad ni mentira. Pero
su hijo partió la segunda y tercera tarta y se encontró
los otros reqalos, y cada vez estaba más contento y
gritaba más fuerte que le trajeran a la persona que había
hecho las tartas. Tanto gritaba, que hasta Juanillo se
enteré. Se fue corriendo para su cuarto y se colocó el
vestido de sombra de pozo, que, como todos los pozos, ya
reflejaba las estrellas y los pájaros del cielo. Y así se
presentó en la habitación del príncipe. Este se quedó al
pronto embobado, pero reconoció el vestido por el trocito
que le faltaba y que lo tenía debajo de la almohada. La
niña entonces le contó su historia y él le pidió que se
casara con él. Y se casaron, y fueron felices y comieron
perdices, y a mi no me dieron, porque no quisieron.

—84—
2.1.3.— Max-ia de madera (XC 103)

Había una vez un Rey y una Reina, y la hija de este Rey y


esta Reina, que era una verdadera belleza. Cuando esta
hija, que se llamaba Maria, tenía quince años, su madre
cayó enferma y estaba a punto de morir. Su marido, a la
cabecera del lecho, decía llorando que jamás volvería a
casarse, y ella replicó:
—Esposo mio, aúii eres joven y tienes una hija para criar.
te dejo este anillo; deberás casarte con la mujer que
pueda ceñirlo en su dedo,
Terminado el periodo de luto, el Rey buscó una nueva
esposa, pero todas las que se presentaron se marcharon
después de probarse el anillo: a unas les Venia muy
ancho, a otras les apretaba en exceso.
-Esto quiere decir que el destino nada ha resuelto —dijo
el Rey—. Por ahora dejémoslo así.
Y conservó el anillo.
Un día la hija, mientras hacia las tareas domésticas,
encontró el anillo en el cajón de una cómoda. Se lo puso
y no se lo pudo quitar del dedo. “¡Quién sabe lo que me
dirá mi padre ahoral”, pensó. Cogió un lienzo negro y se
vendó el dedo. El padre, al verla con el dedo vendado, le
preguntó:
—¿Qué te pasa, hija mía?
-Nada, padre. He he hecho un pequeño rasguño.
Pero al cabo de unos días el padre quiso ver qué tenía en
el dedo, le quitó la vende y vió el anillo.
—Ah, hija mía —dijo—, ¡tú debes ser mi mujerl
Ante esa impertinente exclamación, Haría salió corriendo
y fue a confiarse a la nodriza.
-Si vuelve a decirtelo, respóndele que sí —aconsejó la
nodriza—,pero dile que quieres un vestido de novia del
color de los prados, que luzca todas las flores que hay
en el mundo. No hay en toda la tierra un vestido así, y
de ese modo tendrás una buena razón para no corresponder
a sus deseos.
El Rey, cuando recibió esa respuesta, llamó de inmediato
a un criado de confianza, le dió un saco de monedas de
oro y un buen caballo y lo envié a recorrer el mundo en
busca de un vestido del color de les prados que luciera
todas las flores. Viajó durante seis meses, pero no hubo
manera de encontrarlo: por fin llegó a una ciudad llena
de judíos y buscó en la tienda de un mercader de paños.
—¿Tendría una tela de seda así y así?
Y el judío:
—¡Cómo que si la tengo! ‘lengo otras más bellas, además.
Y así el Rey consiguió el vestido de novia de la hija.
Maria corrió sollozando a ver a la nodriza.
—No te desanimes, hija ría. Pidele otro para la proclama:
un vestido del color del agua del mar, que luzca todos
los peces recamados en oro.

—SS—
Al cabo de unos meses el criado encontró también ese
vestido, allá en la ciudad de los judíos.. La nodriza
sugirió entonces que Maria pidiese un vestido para el día
de la boda cuya belleza superara a la de los anteriores:
del color del aire, con el Sol, los planetas y todas las
estrellas. El criado emprendió un nuevo viaje y a los
seis meses el vestido estuvo listo.
-AI~ora —dijo el Rey—, hija mía, no hay tiempo oye perder.
Nos casaremos dentro de ocho días.
Se fijó la fecha para la ceremonia, pero entre tanto la
nodriza había confeccionado para la muchacha un vestido
de madera que la cubría de pies a cabeza y flotaba sobre
las aguas.
El día de la boda Mría dijo a su padre que quería darse
un baño y metió una paloma en la tinaja del agua, sujeta
por las patas a otra paloma que estaba fuera de la
tinaja. La paloma de fuera quería alejarse volando pero
estaba sujeta a la de dentro, y cada una tiraba por su
lado. La paloma que estaba en la tinaja revoloteaba en el
agua, agitándola como una persona que se lava. Entre
tanto Maria se puso el vestido de madera y debajo el
vestido del color de los prados, el del color del agua y
el del color del aire y escapó. El padre seguía oyendo el
bullicio que producían las palomas y no se dió cuenta de
nada.
Maria se dirigió al mar y empezó a caminar sobre las
aguas con el vestido que flotaba. Caminando sobre las
olas llegó a un lugar donde un hijo de Rey pescaba en
compañía de varios pescadores. vió aquella mujer de
madera que caminaba por el nar y dijo:
—Nunca he visto un pez así; pesquémoslo y veamos de qué
se trata.
Echaron las redes y la arrastraron a la orilla.
-¿Quién eres? ¿y de dónde vienes? —le preguntaron.
Y Maria respondió:
—Soy Haría de Madera,
Hecha con maestría verdadera,
Hecha con verdadero arte,
Y viajó a todas partes.
—¿Y qué sabes hacer?
-Todo y nada.
Entonces el hijo del Rey la llevó a Palacio y la puso a
cuidar las ocas. En la Corte la noticia de que había una
cuidadora de ocas hecha de madera causó gran revuelo, y
de todas partes venían a verla mientras seguía a las ocas
por los prados y los estanques, caminando o flotando a
voluntad.
Pero el domingo, cuando nadie la veía, Maria de Madera se
quitaba el vestido flotante, derramaba sus bollas trenzas
negras sobre los hombros desnudos y se subía a un árbol.
Allí empezaba a peinarse mientras las ocas rodeaban el
árbol y cantaban:

—86—
—Pi—pipiripi
Bella mujer, la que está aquí,
Parece la Luna, parece el Sol,
hija de Rey o Emperador Todas las tardes Maria de
Madera volvía a Palacio con un cesto de huevos, y una
tarde se encontró con el hijo del Rey, quien se disponía
a asístir a una fiesta, y empezó a bromear:
—¿Adónde vas,hijo de Rey?
-A ti no te lo diré.
-¿Por qué no me has invitado?
-¡Te pegaré con mi calzado!
Y le arrojó una bota. Maria se fue al corral, se puso el
vestido del color de los prados, que lucía todas las
flores del mundo, Y también ella asistió al baile.
En el baile esta dama desconocida era la más bella de
todas, con ese vestido como jamás se había visto otro
igual. El hijo del Rey la invitó a bailar y le preguntó
de dónde venia y cómo se llamaba.
-Soy la Condesa de Pegabota —respondió Haría,
El hijo del Rey no podía creerla porque jamás había oído
ese nombre, pero nadie conocía a esa dama y ella sólo
respondía Pegabota. El hijo del Rey se habla enamorado de
ella y le regaló un alfiler de oro que ella se clavó
entre las trenzas: Luego se esfumó riendo de la fiesta.
El hijo del Rey dió orden de que la persiguieran y vieran
adónde se dirigía, pero ella arrojó al suelo un puñado de
monedas de oro y los criados se pusieron a recoger las
monedas y a pelear entre ellos.
A la terde siguiente, el hijo del rey se preparaba para
asistir a la fiesta, entre melancólico y esperanzado.
Llegó Haría de Madera con sus huevos.
—Majestad, ¿esta noche también vas al baile?
—No me fastidies; ¡tengo otras cosas en que pensar!
—¿Y a mi no me invitas?
Entonces el hijo del Rey perdió la paciencia, cogió un
palito de leña y le pegó con él.
Haría de Madera se fue al corral, se puso el vestido del
color del agua, que Lucía todos los peces del mar y se
fue a la fiesta. El hijo del Rey estaba muy contento de
bailar con ella.
—Dime quién eres, esta vez.
—soy la Marquesa de Pegapalo —dijo esta vez Maria, y no
hubo modo de sonsacarle otra palabra. El hijo del Rey le
dió un anillo de brillantes y ella se esfumó como la
noche anterior, confundiendo a los criados a fuerza de
arrojarles puñados de monedas, El Rey estaba más
enamorado que nunca.
La tarde siguiente no tenía la menor gana de soportar las
salidas de Maria de Madera, En cuanto ella le pidió que
le invitara al baile, le did con las riendas por la
espalda, pues estaba preparando los arreos dei caballo.

—87—
En el baile encontró a la dama con un vestido aún más
bello que los anteriores, del color del aire y con el
sol, los planetas y las estrellas, quien se presentó como
la Princesa de Pegarrienda. El hijo del rey le regalé un
medallón con su retrato.
y tampoco esa noche los criados pudieron alcanzarla.
El hijo del rey enfermé de mal de amores, y los médicos
no sabían qué hacer, y él no quería probar ni una
cucharada de sopa. Un día le dijo a su madre, que siempre
le insistía para que comiera algo:
-Si, me han entrado ganas de comer pizza. Prepárala tú,
mamá, con tus propias manos.
La reina fue ala cocina y allí estaba Maria de Madera.
-Permitid que os eche una mano, Majestad —dijo, y se puso
a amasar y hornear la pizza.
El hijo del Rey empezó a comérsela y la encontró muy
sabrosa y felicité a su madre, de pronto sintió algo duro
entre los dientes; el alfiler que había regalado a la
bella desconocida.
-Mamá, ¿quién ha preparado esta pizza?
—Yo, ¿por qué?
-No puede ser, dimo de veras quién la ha hecho.
Y la Reina tuvo oye admitir que la había ayudado Maria de
Madera. El hijo inmediatamente pidió que le hiciera otra.
Llegó la segunda pizza de Maria de Madera y dentro el
hijo encontró el anillo de brillantes. “Maria de Madera
debe de saber algo acerca de la bella desconocida”, se
decía el joven, y encargó una tercera pizza. Y cuando
encontró el medallón con su retrato, se levantó con el
mejor de los ánimos y corrió al corral. Encontró a las
ocas cantando alrededor del árbol:

-Pi—pipiripi,
Bella mujer, la que está aquí,
Parece la Luna, parece el Sol.
Hija de Rey o Emperador,
Y cuando alzó los ojos hacia la enramada vió a la bella
desconocida que salía del caparazón de madera y se
peinaba las trenzas. Maria le conté su historia y en
menos de lo que tardó en decirlo se casaron y fueron
felices.

(Roma)
2.1.4.— El repón de piel de cerdo (A 291)

Erase una vez un pope y su mujer, que tenían una hija.


Murió la esposa, y el pope ordenó a su hija:
—Vistete, hija, que vamos a casarnos.
La hija corrió a la sepultura de la madre y se puso a
llorar. La madre salió de su tumba y le preguntó:
—¿Por qué lloras, hija?
—¿Cómo no voy a llorar, si ni padre quiere casarse
conmigo?
—Entonces, hija, pidele que te regale un vestido que se
parezca a la luna y el sol y todo el aderezo que haga
juego.
El padre le regaló el vestido que había pedido, con todo
el aderezo haciendo juego, y le dijo otra vezt
—Vistete, hija, y vamos a casarnos,
La hija fue a llorar de nuevo a la sepultura de su madre.
—¿Por qué vienes a llorar otra vez? —preguntó la madre,
-¿cómo no voy a llorar, si mi padre me ha regalado el
vestido como tú dijiste y de nuevo quiere que me case con
él?
—Entonces, hija, dile que te regale un vestido como la
aurora y todo el aderezo que haga juego.
El pope le regaló a la hija todo lo que había pedido y
repitió:
—Vistete, hija, y vamos a casarnos,
Por tercera vez acudió la hija a la sepultura de la
madre, y ésta le preguntó;
—¿Por qué vienes otra vez a llorar, hija?
-¿Cómo no voy a llorar, si mi padre me ha regalado todo
lo que tú dijiste y ahora insiste en que quiere casarse
conmigo?
—Pues dile a tu padre que te regale un ropán de piel de
cerdo con unas botas y una pañoleta que hagan juego.
el padre le regaló a la hija el ropón y todo lo que
quería, repitiendo como siempre:
—Ahora vístete, hija, y vamos a casarnos.
La hija contestó:
—Espera un poco, padre. Saldré en cuanto esté vestida,
Se encerró con sus muñecas para vestirse. Ella se puso el
ropón de piel de cerdo y a las muñecas les puso los
vestidos que su padre le había regalado. Luego salió al
campo, puso a las tres muñecas en fila y ella en el
centro. Una de las muñecas dijo:
—Abrete, tierra húmeda, para que esta hermosa doncella
baje a tu seno.
Otra muñeca dijo lo mismo, la tercera también, y juntas
se encontraron bajo tierra. Anda que te anda por otro
reino, por otro país, llegaron a un bosque y vieron una
casita montada sobre patas de gallina. Después de pensar
mucho lo que podrían hacer, se sentaron al lado de la
casita. Las muñecas estaban muy quietas y la hija del
pope se puso a bordar en oro.
Pasó por allí un zarévich y dijo:

—89—
-Hola. Sube a mi carruaje.
-¿Cómo voy a subir a vuestro carrujo —objeté ella—, si
sois un zarévich, mientras que yo soy la hija de un pope
y voy vestida con un repón de piel de cerdo?
Entonces él dijo a un criado:
—Mafia subir tú.
El criado obedeció, Se pusieron en marcha y llegaron a
casa del zarévich. Este condujo a la hija del pope a los
aposentos de su madre y pidió:
-Madre: pernitidme que me case con ella -objeté la
madre—, si tú eres un zarévich y ella la hija de un pope
vestida con un repón de piel do cerdo?
—Bueno, pues haremos que se esconda debajo de la estufa.
Esto ocurría en sábado. Al día siguiente, domingo, el
zax-évich se levantó temprano y le gritó al criado:
-Trae un jarro de agua.
Ella salió en seguida de debajo de la estufa y llevó el
jarro. El zarévich le pegó con él diciendo:
—¡Largo, debajo de la estufa, piel de cerdo~
Ella corrió a esconderse otra vez, hasta que el zarévIch
se marchó a la iglesia. Entonces le pidió permiso a la
zarina, se vistió debajo de la estufa y también fue a la
iglesia. Llegó y se colocó a la derecha del coro. Nada
más verla, el zarévich se acercó a ella.
—¿De dónde eres, preciosa? —le preguntó.
-Soy de Villa de los Jarros —contestó la hija del pope.
En cuanto terminó el oficio, salió de la iglesia, corrió
a casa y se metió debajo de la estufa, poniéndose otra
vez el repón de piel de cerdo.
Volvió el zarévich de la iglesia y le dijo a su madre:
-He visto a una preciosa doncella en misa. Le he
pregunrado de dónde es y me ha contestado que de Villa de
los Jarros.
Tanto le gustó la hermosa doncella al zarévich, que el
pobre se fue a buscar Villa de los Jarros. viajó toda una
semana y volvió el sábado diciéndole a su madre:
— No he encontrado a la hermosa doncella.
Mientras, la hija del pope seguía debajo de la estufa.
Llegó el domingo, el zaxévioh se levantó temprano y le
gritó al criado:
— Trae una toalla.
La hija del pope corrió a presentarle la toalla, pero el
zarévich la aparté de mala manera y le pegó un golpe con
la toalla. Luego se marchó él a la iglesia. La muchacha
le pidió permiso a la zarina, se puso el vestido parecido
al sol y la luna, fue a la iglesia y se colocó a la
derecha del coro. El zarévich se acercó de nuevo a ella y
tambien le preguntó:
— ¿De dónde eres?.
— De Puebla de las Toallas.
- ¿Quieres que cambiemos nuestros anillos, corazón?
- No. Yo tengo bastante con los míos.

—90—
En cuanto terminó el oficio, la hija del pope corrió a
casa, se desvistió y volvió a su sitio debajo de la
estufa. Tambien regresó el zarévich de la iglesia y le
dijo a su madre:
— ¡Qué hermosa doncella he visto!.
Partió el zarávich en busca de Puebla de las Toallas,
anduvo mucho tiempo de un lado para otro, pero no
encontró nada y, de vuelta a su casa, le conté a la madre
su pesar. Desde debajo de la estufa, la hija del pope se
reía al oírle.
Llegó el domingo, el zarévich se levantó temprano y gritó
al criado:
— ¡Eh! Dame el peine.
La hija del pope salió en seguida de debajo de la estufa
y le presentó el peine, pero el zarévich le pegó con el
diciendo:
— Largo de aquí, piel de cerdo! —y la hizo volver a su
sitio debajo de la estufa. Luego, en cuanto él se marché
a la iglesia, la hija del pope le pidió permiso a la
zarina y, con su vestido como la aurora, tambien fue a
misa. Se colocó a la derecha del coro. El Z&rtvich la vió
y le preguntó de dónde era.
— De Puente de los Peines.
— ¿Cambiamos nuestros anillos, corazón?.
— Bueno —contestó ella.
Y así lo hicieron.
Luego, apenas terminada la misa, la hija del pope corrió
a casa. Vió que las criadas de la zarina estaban
preparando bollos de requesón.
— ¿Me dejáis que amase yo uno? -pidió.
— Si quieres...
La hija del pope amasé un bollo de requesón y metió
dentro el anillo que le había dado el zarévich a cambio
del suyo.
Volvió el zarévich de la iglesia, y la hija del pope
estaba ya debajo de la estuf a
— Creo, madre, que es hora de comer —dijo el zarévich—.
Manda a las muchachas que traigan algo. ¿O es que no han
hecho bollos de requesón?.
Colocaron una fuente de bollos encima de la mesa y el
zarévich que tenía mucha hambre, pinché uno en seguida
con el tenedor —tan doradito, tan apetitoso—, se lo metió
en la boca y notó que algo le rechinaba entre los
dientes. Se fijó y vió que era el anillo que le había
dado a la hija del pope. Lanzó un grito que se oyó en
toda la casa.
— ¿Quién ha hecho estos bollos de requesón?. ¡Que venga
aquí inmediatamente! -
Las criadas se asustaron.
— Los hemos hecho nosotros, señor. De verdad que si.
Solamente amasé uno la hija del pope, que está debajo de
la estufa.

—91—
LlamarOn a la hija del pope. Ella se puso primero el
vestido más bonito y luego acudió, tan linda que no se
podría encontrar otra igual en el mundo. Entró en la sala
y le besó la mano a la zarina.
El sarévich, loco de contento, fue hacia la hija del
pope, la tomó de la blanca mano y dijo:
- Danos tu bendición, madre, y que un pope una nuestras
manos para dicha nuestra y para contento tuyo.
La zarina les dió su bendición. Ellos se casaron y
vivieron felices, sin agobios y haciendo el bien a su
alrededor-

—92—
2.1.5.— Toda clase de pieles (G 65)

Erase una vez un rey que tenía una esposa con el cabello
de oro, y era tan hermosa que no había otra igual en la
tierra, Sucedió que ella se puso enferna y, cuando sintió
que iba a morir, llamó al rey y le dijo:
—Si después de mi muerte quieres casarte, prométeme que
no tomarás por esposa a otra que no sea tan bella como yo
y que no tenga mis mismos cabellos de oro.
El rey estuvo inconsolable durante mucho tiempo, y no
pensó en tomar otra mujer. Finalmente dijeron los
consejeros:
-No hay otra salida, El rey debe casarse de nuevo para
que tengamos una reina.
A continuación se enviaron mensajeros por doquier para
buscar una novia que pudiera igualarse en belleza a la
reina muerta. Pero no se pudo encontrar a ninguna que
fuera igual y, aunque la hubieran encontrado, no había
ninguna otra que tuviera sus mismos cabellos de oro. Así
que los mensajeros regresaron con las manos vacias sin
cumplir el encargo.
El rey tenía una hija que era tan hermosa como su madre y
tenía sus mismos cabellos de oro. Cuando se hizo mayor,
el rey la contemplé y vió que era el vivo retrato de su
madre muerta, y sintió de pronto un amor apasionado por
ella. Entonces les dijo a sus consejeros:
—Quiero casarme con mi hija, puesto que es el fiel
retrato de mi mujer muerta, y en ningiln jugar puedo
encontrar otra novia igual.
Cuando los consejeros oyeron esto, se asustaron y
dijeron:
—Dios ha prohibido que el padre se case con la hija. De
un pecado no puede venir nada bueno, y el reino se verá
arrastrado a la perdición.
La hija se asusté todavía más cuando supo la decisión de
su padre. Sin embargo, esperaba hacerle desistir de su
proyecto.
Entonces le dijo a su padre:
—Antes de que se cumpla vuestro deseo, tengo que tener
varios trajes: uno tan dorado como el sol, otro tan
plateado como la luma, y otro tan brillante como las
estrellas; luego quiero un abrigo de toda clase de
pieles. Cada animal de vuestro reino debe dar un trozo de
su piel para confeccionarlo.
Ella pensó: “Es casi imposible lograr esto, y mientras
tanto puedo apartar a mi padre de sus malos
pensamientos”.
El rey no cedió, y las doncellas más hábiles del reino
tejieron los tres vestidos: uno tan dorado cono el sol,
otro tan plateado como la lun. y e]. tercero tan brillante
como las estrellas, Y sus cazadores apresaron a todos los
animales del reino y le guitaron a cada uno un trozo de
su piel; con ellos se hizo un abrigo de toda clase de
pieles.

—93—
Finalmente, cuando todo estuvo preparado, el rey hizo
traer el abrigo, lo extendió ante ella y dijo:
-Mañana se celebrará la boda.
Cuando la princesa vió que no había esperanza alguna de
cambiar los sentimientos de su padre, tomó la decisión de
huir en la noche, mientras todos donian Se levantó y
cogió tres de sus tesoros: un anillo de oro, un torno de
hilar de oro y una devanadera de oro; metió los tres
vestidos de sol, de luna y de estrellas en una cáscara de
nuez, se puso el abrigo hecho con toda clase de pieles y
se tiznó la cara y las manos- Luego se encomendé a Dios y
partió, andando toda la noche hasta que llegó a un gran
bosque. Como estaba muy cansada, se sentó en un árbol
hueco y se durmió.
Salió el sol y ella seguía durmiendo; se hizo
completamente de día y aún continuaba durmiendo. Entonces
sucedió que el rey al que pertenecía el bosque fue a
cazar allí. Llegaron sus perros al árbol, lo olfatearon y
corrieron a su alrededor ladrando, El rey dijo a los
cazadores:
-Mirad a ver qué clase de animal salvaje se ha escondido
ahí.
Los cazadores obedecieron el mandato y, cuando
regresaron, le dijeron:
-En el árbol hueco hay un animal maravilloso, como no
hemos visto otro igual; su pellejo es de toda clase de
pieles, está echado y duerme.
—Mirad a ver si podéis apresarlo vivo —dijo el rey—;
atadlo luego al carruaje y traedlo con vosotros.
Al apresar los cazadores a la joven, ésta se despertó
sobresaltada y les dijo:
-siy una pobre criatura, abandonada de padre y madre;
compadeceos de ni y llevadme con vosotros.
Entonces ellos dijeron:
-‘Toda—clase—de—pieles”, tú sirves para estar en la
cocina; yente y barrerás la ceniza.
Así pues, la sentaron en el carruaje y la llevaron hasta
el palacio real.
Le asignaron un cuchitril bajo la escalera, donde no
entraba la luz, y dijeron:
-Animalillo salvaje, ahí puedes vivir y dormir.
Luego la enviaron a la cocina y ella traía el agua, la
leña, atizaba el fuego, desplumaba las aves, limpiaba las
verduras, barría la ceniza y hacia todo el trabajo
ingrato.
Así vivió “Toda-clase—de—pieles” pobremente durante mucho
tiempo. lAy, pobre princesa, qué será de ti!
Pero sucedió que una vez se celebró una fiesta en el
palacio, y ella le dijo entonces al cocinero:
-cpuedo subir y mirar un poco? Me colocará ante la
puerta.
El cocinero dijo:
—Ve, pero en media hora tienes que estar de vuelta y
recoger la ceniza.

-94-
Ella cogió su lamparita de aceite, fue a su cuchitril, se
quitó la piel y se lavé el hollín de la cara y las manos,
de manera que su belleza volvió a salir a la luz del dSa.
Luego abrió la nuez y sacó el vestido que brillaba como
el sol. Hecho esto, subió a la fiesta y todos le cedían
el paso, pues nadie la conocía y pensaban que era una
princesa. El rey le salió al paso, le dió la mano y bailó
con ella pensando para si: “Nunca be visto otra mujer más
hermosa.”
Terminó el baile, se inclinó y, cuando el rey miró a su
alrededor, había desaparecido sin que nadie supiera a
dónde había ido. Se llamó a los vigilantes que estaban
ante palacio, pero nadie la había visto. Entretanto, ell.a
fue a su cuchitril, se quitó rápidamente el vestido, se
tiznó la cara y las manos, se puso el abrigo de pieles, y
otra vez quedó convertida en “Toda—clase—de—pieles”.
Cuando llegó a la cocina y quiso ponerse a trabajar y
barrer la ceniza, dijo el cocinero:
—Déjalo hasta mañana. Hazne la sopa para el rey, pero no
dejes que se te caiga ningún peío; si no, no comerás más
pan en el futuro.
El cocinero se fue y la muchacha hizo la sopa para el
rey. Le hizo una sopa de pan todo lo mejor que supo y,
cuando estuvo terminada, cogió de su cuchitril su anillo
dorado y lo puso en la fuente en la que estaba preparada
la sopa. Cuando el baile terminó, el rey pidió la sopa y
la comió, y le gustó tanto que pensé que nunca había
comido otra igual. Al llegar al fondo de la fuente, vió
el anillo de oro y no pudo comprender cómo había llegado
hasta allí. Entonces ordené al cocinero que se presentara
ante él. El cocinero se asusté cuando oyó la orden y le
dijo a “Toda—clase—de—pieles”:
-Seguro que has dejado caer algún pelo en la sopa. Como
sea verdad, te pego una paliza.
Cuando llegó ante el rey, éste le pregunté quién había
preparado la sopa. El cocinero respondió:
—ILa he preparado yo!
Pero el rey dijo:
—Eso no esverdad, estaba hecha de otra manera y mejor que
por lo general.
El cocinero contestó:
—Tengo que confesar que no la he hecho yo, sino el
animalillo salvaje.
Dijo el rey:
—Hazía que suba.
Cuando “Toda—clase—de—pieles” llegó, le preguntó el rey:
—¿Quién eres?
—¡Yo soy una pobre criatura que no tiene padre ni nadrel
El siguió preguntando:
—ePara qué estás en mi palacio?
Ella contestó:
—Para nada bueno, solamente para que me tiren los zapatos
a la cabeza.
El siguió preguntando:

—95—
-¿De dónde has sacado el anillo que estaba en la sopa?
Ella contestó:
-No sé nada de ese anillo.
Así que el rey no pudo aclarar nada y le dijo que se
fuera -
Pasado algún tiempo, se celebró de nuevo una fiesta, y
“Toda—clase—de-pieles” le volvió a pedir al cocinero que
la dejara mirar como la lltima vez. El contestó:
—Si, pero vuelve dentro de media hora y hazle al rey la
sopa de pan que tanto le gusta.
Ella se dirigió entonces a su cuchitril, se lavé
velozmente, sacó de la nuez el traje que era tan plateado
como la luna, y se lo puso. Subió y parecía una princesa.
El rey salió a su encuentro y se alegré de verla de nuevo
y, como empezaba en ese momento el baile, bailaron
juntos. pero cuando terminó el baile, desapareció tan
rápidamente que el rey no pudo ver a dónde se dirigía.
Ella corrió a su cuchitril y se convirtió de nuevo en
aninalillo salvaje y fue a la cocina para preparar la
sopa de pan. Aprovechando que el cocinero estaba arriba,
cogió el torno de hilar de oro y lo metió en la fuente,
de tal manera que preparó la sopa por encima del torno.
Luego se la llevaron al rey, que la comió y le supo tan
bien como la vez pasada, e hizo venir al cocinero, que
tuvo que confesar de nuevo que “Toda—clase—de—pieles”
había preparado la sopa. “Toda—clase—de—pieles” se
presenté de nuevo ante el rey, pero ella contestó que
solamente estaba allí para que le tiraran los zapatos a
la cabeza y que no sabia nada del torno de oro.
El rey organizó una fiesta por tercera vez y pasó lo
mismo que las veces anteriores. De modo que el cocinero
le dijo:
—Tú eres una bruja, animalillo salvaje. Siempre echas
algo a la sopa para que esté muy rica y le sepa al rey
mejor que la que hago yo.
Pero como se lo pidió tan insistentemente, la dejó ir un
rato. Se puso el traje que brillaba como las estrellas y
entró con él en la sala. El rey bailó nuevamente con la
hermosa doncella y pensaba que nunca había estado tan
hermosa. Mientras bailaban, sin que ella se diera cuenta,
le puso en e). dedo un anillo de oro. Había ordenado que
el baile durara mucho tiempo y cuando éste se acabó,
quiso retenerla por las manos, pero ella se solté y se
mezclé entre la gente tan rápidamente que desapareció de
su vista. Corrió todo lo que pudo basta su cuchitril,
bajo la escalera, pero cono se había entretenido mucho
más de media hora, no pudo quitarse el hermoso traje,
sino que se echó el abrigo de pieles sobre él, y con la
prisa no se tiznó del todo, sino que un dedo se le quedó
blanco, “Toda-clase de pieles” se dirigió corriendo a la
cocina, hizo La sopa de pan para el rey y en un momento
en que el cocinero salió, puso dentro la devanadera de
oro.
Cuando el rey encontré la devanadera en el fondo, hizo
llamar a IToda—clase—dC—pieleS’½ entonces vió su blanco

-96—
dedo y el anillo que le había puesto en el baile. La
cogió por la mano y la sujeté. Ella quiso soltarse y
escapar, pero el abrigo de pieles se le abrió un poco y
el rey pudo entrver el brillo del traje de estrellas. El
rey tiró del abrigo, descubriendo los cabellos de oro de
la princesa, que apareció ante él en todo su esplendor y
ya no pudo ocultarse por más tiempo.
Cuando se quitó el hollín y la ceniza de la cara, era lo
más hermoso que se había visto nunca en la tierra.
El rey dijo:
—Eres mi querida prometida y no nos separaremos nunca
más.
A continuación se celebró la boda y vivieron felices
hasta su muerte.

—97—
2.1.7.- La zarevma en el reino subterráneo (A 211)

Eranse un zar y una zarina que tenían a un hijo y a una


hija. Le ordenaron al hijo que, cuando ellos murieran, se
casara con la hermana. Algún tiempo después de haberle
ordenado al hijo que se casara con la hermana —no sé si
poco o mucho— murieron los padres.
El hermano le dijo entonces a la hermana que se prepsrase
para la ceremonia y él fue a pedirle al pope que los
desposara. Cuando iba a vestirse para el casamiento, la
hermana tomó tres muñecas, las colocó en las ventanas,
ella se plantó en medio de la habitación y dijo:
— T Cucú, muñequitas 1
La primera pregunté:
—¿Qué ocurre?
—El hermano quiere desposar a la hermana —dijo la
segunda.
—Abrete, tierra, y trágatela -pronunció la tercera.
Lo mismo dijeron todas otra vez, y luego otra.
Vino el hermano a preguntarle a la hermana:
—¿Estás ya vestida?
—Todavía no he terminado —contesté la hermana.
El volvió a sus aposentos a esperar que se vistiera la
hermana.
La hermana dijo otra vez:
— Cucú, muñequitas 1
La primera pregunté:
—¿Qué ocurre?
—Ej hermano quiere desposar a la hermana —dijo la
segunda.
—Abrete, tierra, y trágatela —pronunció la tercera.
Efectivamente, se la tragó la tierra y fue a parar al
otro mundo. Cuando el hermano volvió a buscarla no la
encontró, y así se quedó.
Ya en el otro mundo, la zarevna, anda que te anda, llegó
a un sitio donde se alzaba un roble. Se acercó al roble y
se desnudé. El roble se abrió. Ella colocó su ropa en
aquel agujero y, vestida de viejecita, continué su
camino. Anda que te anda, se encontré ante un palacio y
pidió que la admitieran de sirvienta, Y la admitieron
para encender las estufas.
El zar, en cuyo palacio servia la zarevna, tenía un hijo
soltero. El domingo, cuando el hijo del zar se disponía a
ir a la iglesia, le mandó a aquella sirvienta que le
diera un peine. Ella tardó un poco en cumplir su orden;
el zarévich se enfadé y la pegó con el peine en la
mejilla. Luego terminó de arreglarse y fue a la iglesia.
La zaxevna, vestida de viejecita, se encaminé hacia el
reble, donde había escondido su ropa, y el roble se
abrió. Ella se vistió, convirtiéndose en una preciosa
zarevna y fue a la iglesia también.

—98—
Al verla en la iglesia, el zarévich le preguntó a su
lacayo de dónde era. Y el lacayo, a sabiendas de que era
la viejecita dedicada a encender las estufas en los
aposentos del palacio y de que el zarévich la había
pegado con el peine, contestó:
—Es de la ciudad de Pegapeinetazos.
El zarévioh volvió a palacio y se puso a indagar dónde se
encontraba esa ciudad en su reino, pero no la encontró.
Sucedió otra vez que, estando enfadado, el zarévich pegó
a aquella sirvienta con una bota y luego se fue a la
iglesia. Allí estaba ella también, con el vestido que
guardaba en el roble. Al ver nuevamente a aquella hermosa
desconocida, el zarévich le preguntó a su lacayo si sabia
de dónde era.
—Es de Pegabotazos.
El zarévieh estuvo buscando aquella ciudad por su reino,
pero no la encontró, Se puso entonces a pensar y cavilar
en el modo de hablar con aquella hermosa doncella, pues
se había enamorado y deseaba desposaría, Hasta que se le
ocurrió ordenar que untaran resma en el lugar de la
iglesia donde ella solía colocarse.
El domingo acudió la zarevna a la iglesia, vestida con su
traje, y fue a ocupar el sitio de siempre. Terminado el
oficio, en cuanto dió un paso para volver al palacio, uno
de sus zapatos se quedó allí pegado. De modo que volvió
con un zapato solo.
Dió el zarévich orden de que despegaran el zapato, lo
llevó a palacio y luego hizo que se lo probaran todas las
muchachas del reino. Pero a nadie le sirvió más que a la
viejecita encargada de encender las estufas. El zarévich
empezó a hacerle preguntas, y ella conf esó quién era y de
dónde.
Entonces él la desposé. Yo estuve allí también. Bebí
vino, bebí hidromiel, que por las barbas me chorreé, pero
en la boca no me entró.

—99—
2.1.8.- El príncipe Danila—GOvOrila <A 114)

Erase una vieja princesa que tenía un hijo y una hija muy
fuertes y muy hermosos. Pero no le gustaban a una bruja
malvada, que no hacia más que pensar en el modo de
inducirlos a cometer alguna falta. Por fin se le ocurrió
una idea, Con muchos arrumacos, se presentó a la madre y
le dijo~
—Querida comadre, te traigo este anillo para que se lo
pongas a tu hijo. Así será rico e ingenioso, siempre que
no se lo quite y se case con la doncella a quién este
mismo anillo le venga bien al dedo.
La vieja princesa creyó sus palabras, se alegró mucho y,
al morir, le hizo prometer al hijo que se casaría con la
doncella a quien le viniera bien el anillo.
Pas¿ el tiempo, creció el hijo y comenzó a buscar novia.
Una le gustaba, otra le parecía bien~ pero, en cuanto se
probaban el anillo, a ninguna le servia: o les estaba
grande o les estaba chico.
Después de mucho viajar por ciudades y aldeas y buscar
todaa las mozas casaderas sin encontrar ninguna que
pudiera ser su prometida, volvió a su casa muy
meditabundo.
—¿Qué te ocurre, hermanito, que tanto te preocupa? -le
preguntó su hermana.
El le descubrió el secreto y le contó sus penas.
—¿Pues que anillo tan especial es ese? —inquirió la
hermana-. Deja que me lo pruebe yo.
Se puso el anillo, que se ajusté a su dedo,
resplandeciendo, lo mismo que si lo hubieran hecho a su
medida.
— TÚ eres la que estaba predestinada para mí. ¡TÚ serás
mi esposa!.
— Pero, hermano mio, ¿te has olvidado de Dios?. Eso es un
pecado. Nadie se casa con una hermana.
El hermano no le hacía caso y, bailando de alegría, le
ordenó que se preparara para desposarse. Ella se puso a
Llorar amargamente, salió de su aposento y so sentó a la
puerta hecha un mar de lágrimas.
Acertaron a pasar por allí unas viejecitas, y ella les
ofreció comida si lo deseaban. Las viejas le preguntaron
a qué se debían su tristeza y su aflicción, Como no tenía
por qué ocultarlo, se lo refirió todo.
— Bueno, pues no llores ni te aflijas, y sigue nuestro
consejo. Haz cuatro muñecas y colócalas en los cuatro
rincones de tu cuarto, cuando tu hermano te diga que
vayas a la iglesia a desposarte, obedécele; cuando te
diga que vayas a su aposento, no te apresures: adiós, y
confía en nuestro Señor.
Se marcharon las viejas, el hermano se casó con la
hermano y luego pasó a su aposento diciendo:
— Hermana Katerina, ven a compartir mi lecho.
— Ahora mismo, hermanito —contestó ella—: estoy
quitándome los pendientes.

— loo—
En esto, desde los cuatro rincones empezaron a cantar las
muñecas:
¡Cucil, príncipe barillas
¡ CucÚ, Denila-Govorila ¡
Cuod, que quiere a su hermana,
Cuod, para desposaría.
¡CucÚ, ¿brete tierras
!CucLI, trágate a la hermana!
La tierra empezó a abrirse y la hermana a hundirse en
ella. El hermano gritó:
— ¡Hermana Katerina, ven a compartir mi lecho!.
— Ahora mismo, hermamito: estoy desatándome el cinturón.
Las muñecas siguieron cantando:
¡Cuod, príncipe Danila!
¡Cuod, bamila—Oovorilai
Cual, que quiere a su hermana.
Cual, para desposaría.
¡Cual, ¿brete tierraS
¡CucÚ, trágate a la hermanal
Sólo se veía ya la cabeza de la hermana. El hermano
volvió a llamar:
— Hermana Katerina, ven a compartir mi lecho.
Las muñecas repitieron su canción, y Katerina desapareció
bajo tierra.
El hermano siguió llamándola, cada vez más fuerte; pero
ella no aparecía. Muy enfadado, corrió al otro aposento,
empujó la puerta, que voló hecha pedazos, y miró por
todas partes, pero no había ni rastro de su hermana, Sólo
en los cuatro rincones estaban las muñecas repitiendo:
“Afrete tierra, trágate a la hermana”. Agarró tan hacha,
les cortó la cabeza a las miñecas y las echó al fuego.
Entre tanto, la hermana fue caminando bajo tierra hasta
vió una casita que tenía patas de gallina y giraba sobre
sí misma.
— Colócate como estabas antes, casita: de espaldan al
bosque y de cara a mi.
La casa giró y la puerta se abrió. Dentro de la casa se
encontraba una doncella muy linda, bordando Un lienzo en
plata y oro. Acogió a su visitante con mucho afecto, pero
al poco rato suspiró diciendo:
- Yo te recibo encantada como a una hermana querida, y te
ofrezco mía cuidados y mi cariño mientras no está mi
madre. Pero, cuando olla vuelva, tú y yo Vamos a pasarlo
mal porque es una bruja.
A Katerina la asustaron aquellas palabras: pero, como no
tenía a dónde ir, se puso a ayudarla en su labor y,
mientras cosían, charlaban. Pasó alg~In tiempo, poco o
mucho, y entonces la muchacha, que sabia cuando
acostumbraba a regresar su madre, convirtió a Kateriiia en
una aguja y la escondió en una escoba que dejó en un
rincón.

—íci—
Acababa de hacerlo, cuando apareció la bruje en la
puerta.
— Hija mía querida, hija mía linda: aquí huele a huesos
rusos.
— Señora mía mátushka: será de unos caminantes que
entraron a beber un poco de agua.
— ¿Y por qué los dejaste marchar?.
- Eran viejos, querida; demasiado viejos para tus
dientes.
— En adelante, invita a pasar a todo el que aparezca por
aquí, pero no dejes que se marche nadie. Y, ahora, me
largo otra vez en busca de alguna presa.
Cuando se marchó, las jóvenes volvieron a su labor,
charlando y riendo mientras cosían.
volvió la bruje, husmeó por la casa y dijo:
- Hija mía querida, hija mía linda: aquí huele a huesos
rusos.
—Es que acaban de estar aquí unos viejecitos que entraron
a calentarse un poco las manos. Los invité a quedarse,
pero ellos nc quisieron.
La bruja, que tenía hambre, regañó a su hija y salió otra
vez volando. Raterina, que había pasado todo ese tiempo
oculta en la escobe, abandonó su escondrijo y las dos
muchachas se pusieron a terminar el bordado muy aprisa,
planeando cómo podrían escapar y salvarse de la malvada
bruje. Apenas hablan intercambiado unas miradas y unas
palabras, apareció precisamente la bruje en la puerta,
pillándolas desprevenidas.
—Hija mía querida, hija mía linda: aquí huele a huesos
rusos.
— Es esta bella muchacha, que está esperándote, mttushka.
La bella muchacha miró a la bruja y se quedó sobrecogida;
tenía delante a la bruje YagA pata—de—hueso, con la nariz
que le llegaba al techo.
— Hija mía querida, hija mía linda: enciende una buena
lumbre en la estufe.
Trajeron leña, de roble y de arce, y encendieron una
lumbre tan fuerte que las llamas escapaban por la boca de
la estufa.
La bruje agarró una peía ancha de hornear y le dijo a
gaterina:
— Siéntate aquí, guapa.
La muchacha obedeció pero, cuando la bruja quiso
deslizaría por la boca del horno, metió una pierna dentro
y con la otra hizo fuerza en la pared de la estufe.
-¿Es que no puedes estarte quieta, muchacha?. ¡Siéntate
bien!.
La muchacha se acomodó como le mandaban; pero, en cuanto
la bruje quiso deslizar la peía por la boca del horno,
volvió a hacer fuerza con una pierna en la pared de la
estufe. Rabiosa, le bruje retiró la pale.
- ¡Déjate de tonterías, muchacha! ¡Estáte quieta de una
vez! fliirame a mi!.

102—
Se dejó caer ella sobre la pele, estiró las piernas y las
muchachas aprovecharon el momento para meterla a ella en
el horno, cuya puerta cerraron bien cerrada, luego
apuntalaron con unos troncos y taparon las rendijas con
masilla y bree. Enseguida escaparon a la carrera,
llevándose el lienzo bordado, un cepillo y un peine.
Llevaban mucho tiempo corriendo, cuando, al mirar hacia
atrás, vieron que la bruje habla logrado escapar del
horno y, al descubrirlas, las llamaba ahora silbando:
—lEh, eh, eh!.. .vosotres.,.
¿Qué podían hacer?. Arrojaron el cepillo y surgió un
cañaveral tan tupido, que ni una culebra habría podido
deslizarse por él. La bruja sacó les uñas, areñó hasta
abrirse paso, y otra vez fue dándoles alcance... ¿Qué
salvación tenían? Arrojaron el peinas surgió u robledal
tan oscuro y tan tupido que ni una mosca habría podido
pasar. La bruje se afiló los dientes, puso manos a la
obre y árbol que tocaba, árbol que arrancaba de raíz,
Tirándolos así a un lado y otro se abrid camino... Ya
estaba a punto de alcanzarlas.., ¡Ya estaba muy cerca!
Ellas corrían y corrían, hasta que ya no pudieron más:
estban agotadas. Arrojaron el lienzo bordado en oro y
surgió un mar llameante, ancho y profundo. La bruje se
remontó mucho, con la idea de cruzarlo volando pero se
cayó el ruego y se atrasé.
Se quedaron las dos muchachas como palomas sin nido.
Tenían que seguir andando; pero ¿hacia dónde? No lo
sabían. Se sentaron a descansar un poco. Al rato se les
acercó un hombre que les preguntó quiénes eran y luego
fue a a informar a su señor de que en sus tierras habla,
no dos avecillas de paso, sino dos preciosas muchachas,
idénticas de cuerpo y altura, igualitas de cara y que una
de ellas debía de ser precisazetite su hermana, aunque
resultaba imposible decir cuál,
El señor fue a verlas y las invitó a entrar en su casa.
Se dió cuenta de que el criado no le habla mentido y una
de ellas era su hermana, aunque mo hubiera podido decir
cuál. y, como ella estaba enfadada, no se delataría. ¿Qué
hacer?.
— Se me ha ocurrido una cosa, señor —dijo el criado—. Voy
a llenar de sangre una vejiga de cordero y usted se la
coloca debajo del brazo. Cuando esté hablando con las
muchachas, yo me acercaré y le clavaré Un cuchillo cm el
costado. Al ver la sangre, su hermana se delatará.
— Está bien.
Conque, dicho y hecho: el criado fingió que le clavaba un
cuchillo a su ano en el costado, brotó la sangre, el
hermnana se desplomé y la hermana corrió a abrazarle
llorando y gimiendo:
-¡Hermano! ¡Hermano mio querido!
El hermano se incorporó entonces, sano y salvo, abrazó a
la hermana y la casó con un hombre de bien. En cuanto a
él, tomó por esposa a la amiga de su hermana, a quien el
anillo le vino justo al dedo, y todos vivieron felices y
contentos.

103—
2.1.9.- Los tres trajes <Es lío)

Este era un matrimonio que eran ya muy ancianos y no


habían tenido familia, Y rué la esposa y le rogó e San
Antonio que le diera una hija de tres colores, blanca,
negra y colorAs lo blanco pa la cera, lo negro palpelo y
lo colorao pa la hermosura. Y les dió San Antonio la
hija, pero al dar a luz la madre murió y quedó viudo el
anciano.
Y al morir la esposa le había dicho a su marido que se
casare sólo con una joven que se pareciera a ella, y como
la hija fué la que llegó a perecerse e olla dijo el padre
que con ella se casaría. Y ya el padre estaba tan
enamorao de su hija que la dijo que tenía que ser su
mujer. Y fué la niña y se lo contó a una vecina y esta le
dijo:
—Dile a tu padre que te cesas con él si te trae tres
vestidos, uno de sol, otro de luna y otro de estrellas.
Y se rué el padre en busca de los tres vestidos y en Roma
los halló y se los trajo a su hija y rué luego la hija y
se lo contó todo a una vieja hechicera, y la hechicera le
dijo que doblare los vestidos y que se marchare por esos
mundos a ganar la vida. Y se marchó la niña con los tres
vestidos por los mundos, y cuando ya había camineo un día
y una noche se encontró en el monte a la misma vieja
hechicera que la dió un vestido de pelincanito y la dijo:
—Toma este traje de pelincenito y póntelo y vete e aquel
campo y ponte allí en aquella fuente por donde ha de
pasar el rey cuando vaya de caza. No te hará daño, Cuando
llegue déjate coger por él.
Fué allí la niña y pasó a poco el rey con sus soldaos de
caza. Y cogieron el pelincanito y se lo llevaron al
palacio.
Y el hijo del rey ya estaba en disposición de poderse
casar, y le dijo la madre que se casare. Y él le dijo que
ya se buscaría novia, que no tenía prisa. Y ya rué la
madre y le dijo:
—Pon baile una de estas noches desde la una hasta las
tres pa que vengan mozas y escojas una pa que sea tu
esposa.
y dijo el hijo que estaba g~eno y arreglaron el baile, y
cuando ya se había ido el hijo del rey el baile dijo el
pelincanito que si le dejaban ir al baile. Y la madre le
dijo que fuera si quería. Y rué el pelincenito y se quitó
el traje de pelincenito y se puso el de sol y se rué el
baile. Y al llegar al baile todos salieron a recibir e la
niña, que estaba muy guapa con su traje de sol. El hijo
del rey no la conoció y rué y la secó a bailar y comenzó
a hablar con ella y la dijo que si se casaba con él. Y
ella le decía que no, que ere muy joven y que no quería
su papá. Y estuvo bailando con ella toda la noche y la
aid una pulsera.

—104—
Y ya antes de acabarse el baile dijo ella que la
molestaba el aire de una ventana, y en lo que él fué a
correr le ventana se escapó ella y se fué a casa sin que
la vieran. y salió el hijo del rey preguntando por ende
se había escapao, pero nadie lo supo decir.
Y el pelincanito fué y la conté a la reina madre todo lo
que había pasao en el baile. La contó que había ido al
baile una moza vestida de un traje de sol que no había
otra en el mundo de guapa y que el rey había bailso toda
la noche con ella y la había regalao una pulsera. Y
cuando llegó el rey su madre le preguntó si era yardA lo
que decía el pelincanito y él la dijo que si y que a la
noche siguiente quería dar otro baile pa Ver si iba otra
vez esa moza.
Y la segunda noche fué el pelincanito otra vea, esta vez
vestido de el traje de luna, y estaba la niña más guapa
que le noche anterior. Y otra vez hallé el rey toda la
noche con ella y la dijo que si se quería casar con él.
Pero ella le dijo otra vez que no, que no podía ser
porque era muy joven y no quería su papá. Y la preguntó
el rey si sabia cantar y ella dijo que si¡ Y todos la
rogaron que cantera y cantó y roAs enamorao quedó el rey
de ella de lo bien que cantaba. Y esta vez la regalé el
rey un anilo de oro. Y ya antes de que se acabare el
baile dijo la niña que quería salir afuera un momento y
salió a la puerta y se desaparecioó sin que la vieran. Y
salieron todos en busca de ella y viendo ella que ya se
acercaban se puso su traje de pelincanito y se puso en la
escalera. Y si la vid el rey y le dió una patada y le
dijo que se fuera a casa porque creyó que era el
pelincanito que andaba ai molestando, Y se fueron a
palacio y el pelincanit le contó a la reina todo lo que
había paseo esa noche. La conté que había ido otras vez
la moza, esta vez vestida de un traje de luma y más guapa
que antes, y que el rey había baileo toda la noche con
ella y la había reqalao una anillo de oro. Y el rey
dispuso otro baile pa la noche siguiente.
Y la tercera noche la niña se quitó el traje de
pelincanito y se puso el de estrellas, que era el más
bonito de todos, y estaba más regilapa que nunca, Y Eud al
baile y estuvo toda la noche bailando con el. rey. Y otra
vez la dijo que se casare cori él, pero ella le decía
siempre que no, que no podía ser porque era muy joven y
su papá no quería. Y esa noche el rey la regaló unos
pendientes muy preciosos. Y cuando ya se acababa el baile
dijo la niña:
— Ya me voy, ya me voy, que ya suenan los esquelitos del
coche y si mi. padre lo sabe que estoy aquí a deshoras me
paga.
Y salió y se fué, Y otra vez llegó el peliricaflito y le
contó a la reina madre lo que había paseo en el. baile. La
contó que había ido la moza vestida de un traje de
estrellas mucho nás bonito que lo dos otros trajes y que
el rey había baileo con ella toda la noche y la babia
regalao unos pendientes.

—105—
Y el rey ya que nc la volvió a ver se puso malito en la
cama y ni quería comer. Y ya fué el pelincamito y hizo
tres pasteles y en cada uno puso uno de los regalos del
rey y fué y se lo dió a la reina pa que se lo diera a su
hijo. Y fué ella y le dió primero el de la pulsera. Y al
partirlo él vió la pulsera y se alegré y la dijo a su
madre:
— Madre, ¿quién ha hecho este pastel?
Y la madre contestó que el pelincanito lo había hecho pa
que comiera y que había hecho dos pasteles más. Y él la
dijo:
— Tráigalos.
Y le trajo los otros dos y al partirlos hallé el rey en
ellos el anillo y los pendientes. Y gritó entonces:
— Esto me da la vida, madre! ¡Dígale usté al pelincanito
que venga enseguida!
Y cuando la madre salió a llamarla, ye la niña venia
vestida con el traje de estrelles. Y al momento él la
reconoció y la dijo e su madre que ésa seria su esposa. Y
se casaron y fueron muy felices y comieron perdices. Y a
mi no me dieron nada porque no les dió la gana.

Jaraiz de la Vera, Cáceres.

—106—
2.2.— “Como a la sal” (Tino 92V

(Padre quiere palabras da amor)

2.2,1.— La pavera (E 120)

Era un rey que tenía tres hijas y iba e marchar


forastero. Mandó llamar e las tres y las dijo que cuál de
ellas le quería más. Dijo le mayor:
—Yo te quiero más que mi vida,
La segunda:
—Yo más que a mi corazón.
La tercera,
—Yo más que a la sal en el agila.
Y la dijo:
—Bueno, pues si tú me quieres más que a la sal en el
agua, yo te mandará matar.
Pues mandó dos guardias de palacio a que la sacaran al
campo y que la sacaran los ojos y la lengua y le cortaran
el dedito pequeño de la mano derecha. Y ella era tan
buena que todos en palacio la querían mucho, ¡verdad¡ Y
al sacarla al campo se compadecieron de ella y la
cortaron el dedito pequeño de la mano derecha y no la
sacaron los ojos. Pensaron de sacarlos a una perrita —y
la lengua-, porque pensaron que si la sacaban los ojos y
la lengua, moriría.
Ella se llevó su ropa y marchó andando a nación
extranjera. Encontró a une pobre que iba pidiendo y la
dijo que la haría el favor de entregarla sus ropas y ella
la daría uno de sus vestidos. Y la pobre la dijo que no
podía ser eso, que si ella llevaba uno de sus vestidos,
nadie la daría limosna. Y entonces la dijo que si la
haría el favor de dárselas, y ella la darla dinero para
comprarse otras.
Se las dió la pobre, y, buscando casa donde trabajar,
encontró trabajo en case del rey de aquella nación.
Necesitaban una pavera para cuidar de los paVOS.
Bien, ya se quedó en la casa. Y un día, estando cuidando
los pavos, vieron que se marchó del sitio donde tenía los
pavos —cuando ya ven que sale una dama muy elegante que
salía con una varita de oro, bailando. Y en el halle,
decía:
—Pevin, pavera, si mi padre ¡ce viera, ¿qué inc dijera?
Y al terminar de bailar tiré la vera de oro y maté un
pavo.
El hijo del rey la vid desde arriba, desde una galería.
Ella se marchó a quitarse los vestidos elegantes y se
puso los andrajos que la dió la anciana. Subió arriba, y
dice a la reina:

—107—

!
—¡Ay, señora ama! ¡Se ha muerto un pavo!
Y la dice la señora:
-Pues, ¿qué hace usted, mujer? ¿Qué, no tiene cuidado de
ellos?
Y ella dice;
—¡Ay, mire usted! Yo no sé qué habrá pasado. Estaba bien
y de momento ha caído al suelo muerto.
-Pues, tenga gran cuidado de no volver a dejar morir
otro. Porque si no, la echaremos.
Ya pasaron ocho días, y se olvidó de que había natao al
pavo. Y vuelve a vestirse con un traje mucho más elegante
que la vez anterior. Y vuelve a cantar otra vez:
—Pavin, pavera, si mi padre me viera, ¿qué me dijera?
El hijo del rey la estaba viendo desde le galería lo
mismo que la vez anterior. Llamó a su madre para que la
viera. Y entonces la vieron bailar. Y alterminar de
bailar, solté la varita de oro y nató otro pavo. Se
marchó a toda prisa a quitarse los vestidos y a ponerse
los andrajosos. Y subió otra vez a decir a la señora que
se le había muerto un pavo:
-¡Ay, señora, se me ha muerto otro pavo!
Y la señora la dijo:
-Pues, ¡mire usted! Tenga gran cuidado de que no se le
mueran más. Porque si no, la echaremos a la calle.
A los ocho días se le volvió a olvidar que había mateo al
pavo. Y volvió a vestirse con un traje mucho más elegante
que el de los días anteriores, mucho más elegante. Vuelve
a salir e bailar, y el hijo del rey, que la ve, llama a
su madre y la dice:
-Mira, ésta no es una pavera. Ésta es la hija de algún
rey. Así que te ruego que no la dejes salir de cesa, que
he de casarme con ella.
Ella no sabia que la estaban viendo y seguía bailando...
Cuando tiró la vare y maté a otro pavo. Entonces fue a
quitarse las ropas elegantes y se puso las andrajosas.
Subió y dice:
-¡Ay, señora ama¡ ¡Se ha caído un pavo al estanque y se
ha ahogadol
—No, señora, no es que se ha caído. Es que usted lo ha
matado.
Dice ella:
-Si; él se cayó y se ahogó.
Dice la reina:
-va a decirnos usted quién es.
-Soy una mendiga que implore caridad. Pero como encontré
trabajo en su cesa me quedé.
—Y, ¿esos vestidos tan elegantes que usted tenía cuando
bailaba?
-Ah, no, señora. Yo no tengo vestidos elegantes. No tengo
más que estos andrajosos que usted me ve.
-Yo la veo los andrajosos y también vi los elegantes. Así
que usted tiene que ser hija de un rey.
-Ay, no, mire usted; soy una pobre llena de piojos.

—108—
Y dice la reina:
—No, señora, no tiene usted piojos. Ha de declararnos
usted de quién es hija.
-Ya les he dicho a ustedes que soy una pobre y que tengo
mucha miseria. Y si no, pasen ustedes a la cocina y verán
qué puñados me sacan.
Y elle entró en la cocina, y, disimuladamente, se metió
en el pecho pufados de sal sin que los otros la vieran. Y
levanté la chape de la lumbre y echaba los puf~ados de sal
a la lumbre. Y como la sal chirrisquee, ella decía:
—Ven ustedes, cuántos piojos tengo,
Y la dice la señora:
—No tiene usted piojos, Usted ha de casarse con mi hijo.
Y ella dice:
—No me casaré con su hijo, porque antes me marcharé de
esta case.
La señora mandó cerrar todas las puertas, y no la dejaron
salir. Y ella, viendo que era imposible la salida, aceptó
cesarse con el hijo del rey. Y dijoque tenían que invitar
a su padre a la boda. Y ellos dijeron que si. Invitaron a
todos los reyes del mundo.
Hicieron gran convite, y ella dijo que el plato de su
padre se pondría completamente sin sal. El primer plato
que le sacaron no le apetecía, y los demás reyes decían!
—¿cómo su majestaz no come? ¿Es que esta enfermo?
Y él dijo:
—No, es que no tengo gana.
Sacan el segundo, de la misma forma, soso, sin sal. Y
tampoco le apetece. Y dicen los demás:
—¿Cómo su majestaz no come? ¡si es una comida tan buena,
tan sabrosa 1
—No puedo comerlo. Mo sé lo que me pasa —contestó el rey.
Al tercer plato le dicen los demás:
—Pero, ¿ningÚn plato de los que le han sacado a usted le
apetece?
—Ve ahí, yo mo sé qué puede ser esto.
Entonces su hija, que le estaba oyendo, le puso la mano
derecha encina de la mesa donde 42. estaba comiendo. Y él,
que reconoció que era la mano de su hija, cayó al suelo
sin conocimiento. Entonces lo levantaron, y, vuelto en
si, le dice a su hija:
—lAy, hija! ¡Ya veo que tú eras la que inc querías, porque
no se puede comer nada sin sal!
La doté en muchos millones, y vivieron felices.

Roe, Burgos.

—109—
2.2.2.— Como la sal en el agua (E 123)

Este era un rey que tenía tres hijas. Un día las llamó y
les dijo:
—De las tres hijas que tengo, quiero saber cuál es la que
me quiere más.
-Pues yo como mi vide —contestó la hija mayor
-Yo como mi alma —dijo la segunda.
Y la más pequeña dijo:
-Y yo, como la sal en el agua,
Por haber dicho eso, el padre se enfadó mucho con elle y
la dijo:
—‘/éte de aquí, que no me quieres.
Entonces la pobre niña se marchó de la casa. Y por fin
llegó en ca de una reina viuda que tenía un hijo. Y
preguntó si hacia falta una criada. Y dijeron que no,
pero que necesitaban una pavera para criar pavas. Y ella
dijo que estaba bien, que se quedaría. Pues ya la reina
la dié la zamarra y la echó a la cuadra.
Se ha levantao por la mañana, y la ha echeO a la era con
los pavos. Y estando en la era ha empezado ella:

—¡Peví, paví, paví, paví!


Si el hijo del rey me viere,
¿se enamoraría de mi?
Y todos los pavos venían corriendo y hacían:
—Si, sí, si, si, si...
Y una media vuelta. • .y uno muerto.
Ha cogido el pavo ella y ha ido corriendo al palacio:
-lAme, se me ha muerto un pavo!
-ijesÚs, qué pavera! A usted la tengo que echar como a la
otra. Véte a la cuadre con los pavos!
Y la tiré le escobe.
Ya por la noche iba a haber una función. Y ella tenía la
varita de la virtud para hablar con ella. Esa noche dijo:
-Varita la virtud, con la virtud que Dios te ha dado, que
me presentes con un traje de terciopelo negro que no lo
beige en el salón como el mio.
Y esa noche ha ido al baile. Y el hijo de su ame ha ido a
bailaría, sin conocerla. Y se ha enemoreo de ella. Al
bailar, como el hijo no le conocía la preguntó que de qué
pueblo era.
-Del pueblo del Escobazo.
—Pues no recuerdo de ese pueblo.
—Pues está muy cercano de aquí.
Y echó mano y le regalé el reloj. Ella, cuando le vié
distraído, dio una media vuelta y se volvió para la
cuadra.
Al día siguiente salió otra vez con los pavos y ha
empezeo:

—lío—
—¡Paví, paví, paví, paví!
si el hijo del rey me viera,
¿se enamoraría de mi?
—Si, si, si, si, si.. .—los pavos.
Y una media vuelta.., y otro pavo muerto.
Ha cogido el pavo ella y ha subido a la cocina. Y ha
entregeo el pavo muerto.
—¡Ana, otro pavo muerto!
-.Jesds, ¡qué pavera! ¡A usted la voy a echar! ¡Véte a la
cuadre 1
Y le ha tireo las tenazas.
Y por la noche iba a haber otro baile, y dice ella:
—varita la virtud, con le virtud que nios te ha dado, que
me presentes con un traje blanco como la nieve, que no le
beige en el salón como el mio.
Esa noche ve al baile, y se ha acercado el hijo de su ana
e ella. Y dice:
—Esta noche tengo que observar de dónde es para ir con
ella.
Y le pregunté que de qué pueblo era:
-¿De qué pueblo eres, que no recuerdo del pueblo que yac
dijistes la otra noche?
—Del pueblo del Tenazazo.
—Esta noche —dice—, aunque no baile, la tengo que
acompañar.
Y la ha regaleo una pulsera. Cuando ella le vio
distraído, pues pescó el dos y se marché.
Al siguiente día salió otra vez con los pavos y ha
empezeo:

—¡Paví, paví, paví, pavil


si el hijo del rey me viera,
¿se enamoraría de mi?

—Si, si, si, si, si.. .—los pavos.


Y una nedia vuelta., .y otro pavo muerto.
Ha cogido el pavo y ha subido arriba:
—¡Ana, otro pavo muerto!
—¡Jesús, qué pavera! A usted no la puedo resistir más.
¡La voy a echar mañana!
Y la tiró el badil y la dijo:
—FVéte a la cuadre!
Y esa noche iba e haber otra función. Ha subido ella y ha
hablado con la varita de le virtud:
—Varita la virtud, con la virtud que Dios te ha dado, que
me presentes con un traje negro que mo lo beige en el
salón como el mio.
Y esa noche ya era la Última noche. Y la he bailado el
hijo de la reina, Y la volvió a preguntar de qué pueblo
era.
—Del pueblo del Badilazo.
He llegeo y le ha regaleo un anillo. Una vez ya que le
vio ella distraído, se marchó. He llegeo a cesa él.

—111—
—Thadre, vengo malo!
—Hijo, ¿qué te pase?
—Pues, vengo melo —dice.
Y al oir esto, la pavera dice:
—Pues, ¿qué lo pasa?
—¡Véte de aquí —dice la madre—, no sea que se ponga peor!
Y dice la reina:
—Le voy a hacer un merengue.
Ha saltao la pavera:
—¿Quiero que se lo haga yo?
Dice la reina:
—¿Porque se ponga peor?
Y saltó la pavera:
-Porque se ponga mejor.
conque dice la reine:
—pues, házsele, y no diremos que tÚ le has hecho.
Metió el reloj, la pulsera y el anillo en el merengue. He
llegeo su madre a dársele. Al partirle con el cuchillo,
ha llamado a su madre:
-¿Quién ha hecho el merengue?
-Yo.
Saltó él:
—¡No pue ser!
Dice otra vez:
—Pues, ¿quién lo he hecho?
—La pavera!
—Diga usted que entre.
Ha entrao con el traje de terciopelo negro. Y le dice
ella;
-¿Tal noche no me regalastes el reloj?
Dice:
-Si. Y, ¿Cómo me decías que eras del pueblo del Escobazo?
-Porque subí a la cocina —dice—, y tu madre me tiré la
escobe.
Volvió otra vez a salir. Se puso su traje blanco como la
nieve, que no le había como el suyo. Ha entreo y dice:
-¿Tal noche no me regalastos una pulsera?
Dice:
-Si. Y, ¿cómo me decías que eras del pueblo del Tenazazo?
Dice ella:
-Porque yo subí a le cocina y tu madre me las tiró.
Volvió otra vez a salir y volvió con el traje negro. Y le
dijo:
-¿Tal noche no me has regaleo el anillo?
—Si —dice—. ¿Cómo me decías que eras del pueblo del
Badilazo?
-Porque cono subí yo a la cocina —dice—, pos tu madre me
tiró el badil.
Dice:
-TÚ serás ni esposa.
Ha sido cuando su madre ha entrao y dijo que cómo no se
había declareo a ellos de la familia que venia.

—112—
Se arregló la boda y trataron de convidar a su padre y
sus hermanas. Y lo primero que dijo la pavera fue,
—A mi padre hay que ponerle la comida sin sal.
Ya estando en la mesa todos los convidados, se sirvió la
comida, Y ella observó que su padre no comía. Se ha
dirigido a su padre:
—Padre, ¿cómo no come usted?
Y dijo el padre a la hija:
—Hija, una cosa sin sal no se pue comer.
Y dice ella:
—Pues, ¿qué le decía yo a usted? Mi hermana mayor le
decía que le quería como su vida; la segunda que como su
alma. Y yo le decía que como la sal en él agua. Por eso
yo le quería más que ninguna, porque la comida sin sal mo
se pue comer.
—Es verdad, hija mía —dijo el rey—. Ahora me convences:
une cosa sin sal no se puede comer. TÚ me querías más que
ninguna.

Tordesillas, Valladolid.

—113—
2.2.3.- Como le sal en el agua <E 124)

Era un rey y tenía tres hijas, y un día estaban comiendo,


y fue y dijo a la mayor:
-Dime, hija, y ¿cómo me quieres?
—Yo, padre, ¡como a mi vida!
Y va y dice a la segunda:
—Y tú, ¿cómo me quieres?
—Yo, padre -dice—, Icomo a mi alma!
Y llega a la más chiquitita y va y la dice:
-Y tú, ¿cómo me quieres?
—Yo, padre> como a la sal en el agua.
Y desde aquel día, como la mayor había dicho “como a mi
vide”, y la segunda habla dicho ‘<como a mi alma”, les
pareció que la pequeña no le quería, porque había dicho
“como a la sal en el agua”. Y ellas la empezaron a
desprecian no le hacían caso ni nada. Y un día, viendo
ella que era despreciada por todos, recogió su ropa y se
marché de case.
Y en el campo, pues encontró a una mujer que estaba
guardando pavos. Y la dijo que si quería cambiar un
vestido de ella —de la pavera— por el de ella. Y el de
ella , como ere de raso —todo bordado y todo—, pues fue y
lo cambió en seguida por el suyo la pavera. Y fue andando
y llegó al palacio del rey de un país vecino. Preguntó
que si hacia falta alguna pavera. Como la vieron tan
jovencita y tan guapa, pues dijeron que sí. Y la echaron
a cuidar los pavos.
Y aquel rey tenía un hijo, y quería casarse. y fue su
padre y dio unos bailes en su cesa y invitó e todos los
hijos de todos los reyes para que fueran al baile para
que su hijo escogiera novia. Y la pavera, pues se enteré
y fue y se vistió ella con un traje de ella que llevaba y
subió al baile.
no hizo más que verla el hijo del rey y en seguida pues
la secó a bailar. La dijo que era muy guapa, que él se
quería casar con ella y tenía que ir con ella a casa. Y
fue la pavera y antes de que el hijo del rey se diera
cuenta, desapareció del baile. Por más que le buscaba, no
sabia por dónde se había ido.
Y a la noche siguiente, pues se puso otro vestido mucho
más elegante, y mucho más guapa estaba ella. Así que la
vio el hijo del rey, en seguida se fue a ella, la dijo
que adónde se había ido, que no la había visto marcherso
y que él se había quedeo pues muy desconsolmo. Pero que
ya que no había podido ser aquella noche, que seria ésta.
Y fue ella y hizo lo mismo. Antes de que terminare el
baile, pues ella se bajo y desapareció del baile.
Y ya dijo el hijo del rey que si iba nl baile el día
siguiente, que tenía que saber quién ere. Y a le otra
noche se puso ella otro traje mucho m~s elegante y se
subió al baile. Y en seguida el hijo del rey se fue a
ella. Y según estaba bailando con ella, pues la metió un
anillo en el dedo y la dijo que esa noche tenía que ir
con ella por tuerza. Y puso dos centinelas en la

—114—
escalera. Y ella, pues volvió a hacer lo mismo. Antes de
que vinieren los centinelas por dónde se iba a meter, les
cegó los ojos con un puAado de arena. Mes cono no
supieron por dónde se habla ido ni nada, se quedaron sin
saber de quién se había enaznoreO el hijo del rey.
Y él enfermé de pena. Y iban a verle, pues, todos los
médicos de todas las partes, pues él era el hijo del rey.
Ya dijeron que no le encentraban nada: no sabían lo que
tenía. Pero que se moriría.
Al ver le pavera tan apenada e la reina, la dijo que qué
la pasaba. Y dijo que su hijo, que estaba muy melito, que
decían los médicos que so moría de pena. Y no sabían de
lo que era. Y dijo la pavera que si la dejaba ella
hacerle un remedio para su hijo. Y la dijo la reina que
ella sabría de cuidar los pavos, pero no de cuidar a su
hijo.
Y tanto insistió la pavera el quererle hacer el remedio
que la reina cedió. Y le hizo un bizcocho. Y en medio del
bizcocho pues le metió el anillo que él le habla metido
en el dedo. Al llevar la reina el bizcocho a su hijo
insistió en que le comiera. Y al irle a partir, salid el
anillo. Y dijo el hijo del reyr
—¡Ay, madre, ya estoy bueno! ¿Quién me ha hecho este
bizcocho?
Dijo su madre:
—Yo, hijo, yo.
—No, madre, no -dijo-. Usted no me ha hecho este
bizcocho. Digame quién me lo ha hecho, que con ella me
caso.
—¡Jesús, hijo, tÚ casarte con la paveral
—Pues, ¿ha sido la pavera?
—Si —dice la reina.
Dice:
—Pues, llámela usted, pues con ella me caso.
La llamaron a la pavera. Y la reina dijo que se tenía que
casar con su hijo. Y dijo ella que bueno: pero que tenían
que convidar a todos los reyes a la boda.
Y entonces era costumbre de dar un caldo en las bodas. Y
dijo la pavera que al rey Fulano se le pusieran sin sal
el caldo. Y ya estaban todos en la mesa tomando el caldo
y aquel rey, pues dio un suspiro muy grande y empezó a
llorar. Y dijeron que qué le pasaba. Dijo él que como en
su vida había echeo de menos la sal en nada, no sabia lo
que valía. Y que en una ocasión había despreciao él a su
hija porque le preguntó que cómo le quería, y le dijo que
“como la sal en el agua”. Y que aquello les pareció a
ellos un desprecio. Y ahora veía que era lo que más se
puede querer, lo más necesario.
Y fue cuando la pavera se presentó a él y dijo que era
ella su hija. Al ver su padre lo que le quería y todo, ya
se abrazaron. Le perdoné ella, y celábraron la boda de
reyes. Y colorín colorete, por la chimenea un cohete: y
por el portal siete.
Medina del Campo, Valladolid.

—115—
2.2.4.— Como la vianda quiere la sal (RA 34)

Habla una vez un rey que tenía tres hijas. Un día las
llamó a les tres y les preguntó que cuánto le querían. La
mayor le dijo:
—Yo, más que a mi corazón.
Y la del medio:
—Yo, más que a la niña de mis ojos.
Por Último, la mAs pequeña contestó:
—Pues yo, más que la vianda quiere la sal.
Al rey le disgustó mucho esta respuesta y mandó a unos
criados que se le llevasen al monte y allí la mataran, le
sacaran los ojos y le cortaran un dedo meñique, y se los
trajeran. Los criados se le llevaron, pero como les daba
compasión de la niña y sólo le cortaron el dedo meñique.
Mataron una perra, le sacaron los ojos, y se los
presentaron al rey, junto con el dedo, como prueba de que
habían cumplido sus órdenes.
La niña, cuando se vio en el monte sola, se puso a andar,
venga a andar, sin saber a dónde dirigirse, hasta que en
la mitad de un camino se encontró con un pastor, que
estaba allí muy mal vestido. Comprendiendo que no podía
ir a ninguna parte vestida como estaba de princesa, la
niña le ofreció al pastor comprarle la ropa que él
llevaba, El pastor le dijo que bueno y entonces la niña
se disfrazó de pastor, guardando en un lío sus trajes.
Siguió su marche y así llegó a un palacio donde buscaban
un pavero. Se ofreció ella para hacer este oficio y se lo
dieron. Le preguntaron que cómo se llamaba y elle dijo
que “Juanón”, por lo que ya le llamaban “Juanón el de los
pavos”. Desde entonces se encargaba todos los días de
sacar los pavos al campo, pero, como se aburría de estar
siempre sola, se llegaba a un pozo que habla por allí
cerca, se quitaba la ropa de pavero y se ponía sus
vestidos de princesa, recreándose en mirar su retrato en
el agua del pozo. Los pavos, que la veían tan hermosa, se
le quedaban mirando fijamente y ella les decía:
-Paví, paví, peví, si. el hijo del rey me viera, ¿se
enamoraba de mi?
Y todos los pavos contestaban:
—Si, si, si. Si, si, si.
Y como son tan tontos seguían mirando a le niña
fijamente, y hasta se olvidaban de comer, de nodo que
todos los días se inopia uno, el más viejoy y todas las
tardes, al volver al palacio llevaba el pavero un pavo
muerto bajo el brazo, por lo que le reñían mucho. .Pero
el rey no parecía darle mucha importancia.
La niña, temiendo ser reconocida si estaba mucho tiempo a
la luz, cuando volvía del campo y se sentaba cerca de la
lumbre, se rascaba con mucha fuerza y se echaba sal.
Luego, como si los sacase del pecho, echaba a la candela
puñados de sal, que restallaban como si fueran piojos,
por lo cual todos gritaban de asco:
—<Al rincón, duanón, al rincón!

•116-.
Y él se iba al rincón, donde corría menos riesgo de que
descubriesen que era mujer y no hombre.
Pero ocurría que al hijo del rey ya le estaba chocando
que todos los días se muriera un pavo y dio en pensar st
el pavero no les haría alguna cosa. Así que decidió
espiarlo y un día se escondió detrás de un árbol para no
perder de vista al pastor. La princesa, no recelando de
nada, se llegó al pozo y empezó a cambiarse de trajes,
como de costumbre, y vio el príncipe todo lo hermosa y
deslumbrante que era. Y el príncipe quedó enamorado de
ella, hasta el punto de pensar que tenía que casarse con
ella inmediatamente. Pero al no saber quién era, y como
los príncipes tienen que casarse con princesas, volvió a
su casa muy preocupado.
Entonces se metió en su habitación y decidió hacerse el
enfermo, diciendo que no tenía ganas de comer y que sólo
quería que le trajesen una taza de caldo, pero que se lo
tenía que traer Juanón el de los pavos, La madre se
escandalizó mucho al enterarse de esto, y le decía al
príncipe:
—Pero, hijo, ¿cómo se te ocurre semejante cose? Ese
muchacho, tan torpe, que todos los días se le muere un
pavo, y tan piojoso, que hasta los gañanes lo apartan del
fuego...
-Nada, nade, tiene que ser él —decía el príncipe—. si no,
no como.
Y la madre no tuvo más remedio que aceptar, creyendo que
era un capricho, y mandó llamar a Juanón el de ].os pavos,
que subiera con una taza de caldo. La cocinera le dijo
que se arreglase un poco, porque no podía entrar de
aquella manera en la cámara de un príncipe.
Cuando Juanón entró en la cámara con la taza de caldo, le
temblaban hasta las piernas. El príncipe le mandó que se
acercare y se sentase en la cama. Al momento le cogió de
una mano y le confesó que sabia quién era, porque le
había visto desnudarse en el pozo. Entonces ella no tuvo
más remedio que contarle su historia, cómo su padre la
creía muerta, y si se enteraba de que vivía seguramente
la mandaría matar otra vez.
El príncipe se puso muy contento de saber que ere una
princesa, porque así seria más fácil que sus padres
consintieran en la boda, y aunque elle no pudiera aportar
nada a su reino, por lo pobre que era.
Pocos días después se celebré la boda, a la cual convidé
el príncipe a todos los reyes de los reinos próximos,
entre los cuales estaba el padre de su novia. Llegó éste
y no reconoció a su hija, por el tiempo que había pasado.
La princesa lo distinguió más que a los demás coñvidados,
pero hizo que de todo lo que se iba a comer en el
banquete hiciesen una parte sin sal, y esto fue lo que le
sirvieron a su padre. Este no comía de nada, y entonces
el príncipe le pregunté cuál era la razón de que no
probase bocado, a lo que el padre de la princesa
contestó:

—11?—
-Porque nada tiene sai, y ahora comprendo lo mucho que me
quería mi hija la nás pequeña.
-¿Y cuánto darla usted por recuperar a su hija? —preguntó
entonces la princesa.
-Mi reino entero —contestó el rey con lágrimas en los
ojos.
A todo esto, la princesa se le había ido acercando y le
había puesto sobre un hombro la mano e la que le faltaba
el dedo meñique. El rey se quedó mirando la mano y luego
a ella, que le dijo:
-Pues ya me estáis nombrando vuestra heredera, porque yo
soy vuestra hija.
El rey comprendió que era verdad y de la emoción perdió
el conocimiento y se cayó al suelo. Pero cuando se
recuperó, cumplió lo prometido, después de hacerse
perdonar y de llorar amargamente, y los príncipes
vivieron muchos años reinando en los dos reinos, y yo fui
y vine y no me dieron ni para unos botines.

—118
2.2.5.— como a la sal (XC 54)

Había una vez un Rey que tenía tres hijas: una morena,
une castaña y une rubia. La primera era feucha, la
segunda más o menos, y la más pequeña era la más buena y
hermosa. Y las dos mayores le tenían envidia, Ese Rey
tenía tres tronos; uno blanco, uno rojo y uno negro.
Cuando estaba contento usaba el blanco, cuando estaba más
o menos usaba el rojo, cuando estaba irritado el negro.
Un día fue a sentarse en el trono negro, porque estaba
enojado con las dos hijas mayores. Ellas empezaron a
fastidiarlo con sus zalamerías.
—Señor padre —le dijo la mayor—,¿hebéis descansado bien?
¿Es porque estáis enojado conmiqo que os veo en el trono
negro?
—Si, contigo.
—¿Pero por qué, señor padre?
—Porque no ale ames.
—¿Yo? Yo os amo, señor padre, claro que sí.
—¿Cuánto?
—Como al pan.
El Rey resopló un poco, pero no dijo nada porque estaba
muy complacido con esa respuesta.
Vino la hija segunda.
-Señor padre, ¿habéis descansado bien? ¿Por qué estáis en
el trono negro? ¿No estaréis enojado conmigo, verdad?
—si, contigo.
—¿Pero por qué conmigo, señor padre?
—Porque no me amas.
—Pues claro que os amo...
—¿Cuánto?
—Como al vino.
El Rey farfulló algo entre dientes, pero se veía que
estaba satisfecho. Vino la ,,ás pequeña, muy sonriente.
—Oh señor padre, ¿habéis descansado bien? ¿En al trono
negro? ¿Por qué? ¿Os habéis enojado conmigo, tal vez?
—Si, contigo. Porque tú tampoco me amas.
—Pero yo si que os amo.
—¿Cuánto?
—Tcomo a la sal!
Al oir esta respuesta, el Rey montó en cólera.
—Womo e la sal! IComo e la sal! ¡Ah, desgraciada! iFuera
de mi vista, que no quiero volver a verte! —y dio orden
de que la llevaran a un bosque y le dieran muerte.
Su madre la Reina, que realmente la amaba, en cuanto supo
la orden del Rey se devanó los sesos para hallar el modo
de salvarla. En el Palacio Real había un candelero de
plata así de grande, donde zizola (así se llamaba la hija
menor) cabía sin dificultad, de nodo que la Reina la
escondió ahí dentro.
—Ve a vender este candelero —le dijo a su criado de
confianza-, y cuando te pregunten cuánto cuesta, si es
gente pobre diles un precio alto, si esun gran señor
dáselo por. nada.

—119—
Abrazó a su hija, le hizo rail recomendaciones, y en el
candelero pusieron higos secos, chocolate y bizcochos.
El criado llevó el candelero a la plaza y, cuando le
preguntaban el precio, a los que no le caían bien les
pedía un despropósito. Finalmente, pasó el hijo del Rey
de Torralta, examinó el candelero de arriba abajo, y
luego preguntó cuánto costaba. El criado le pidió un
precio irrisorio y el Príncipe hizo llevar el candelero a
palacio. Lo instaló en el comedor y todos los que iban a
comer se deshacían en elogios.
Por la noche el Príncipe iba a conversar afuera; como sin
embargo no quería que nadie se quedara esperándolo, los
criados solían dejarle la cena preparada y se iban a
acostar, cuando zizola se dió cuenta de que no había
nadie en la sale, salid del candelero, se cosió toda la
cena y volvió a su escondite. Llega el Príncipe, no
encuentra nada para comer, toce todas las campanillas y
empieza e injuriar a los criados. Ellos no se cansaban de
jurarle que habían dejado la cena lista, que debía de
habérsela comido el perro o el gato.
-Si vuelve a pasar, os despido a todos —dijo el Príncipe;
mandó que le sirvieran otra cena, comió y se fue e
dormir.
A la noche siguiente, pese a que todo estaba cerrado con
lleve, ocurrió lo mismo, Parecía que los gritos iban a
derrumbar la cesa; luego dijo:
—Vamos a ver mañana por le noche.
¿Y qué hizo al día siguiente por la noche? Se ocultó bajo
la mese, cubierta con un mantel que llegaba hasta el
suelo. Llegan los críados,ponen los platos con todos los
manjares, hacen salir al perro y al gato y cierran la
puerta con llave. Apenas se retiran, se abre el candelero
y sale la bella Zizola. Se acerca a la mesa y se pone e
comer a manos llenas, Sale el Príncipe, la agarra de un
brazo, ella trata de escapar pero él se lo impide.
Entonces Zizola cae de rodillas y le cuenta su historia
de cabo a rabo. El Príncipe ya se había enamorado
ardientemente. La calmó y le dijo:
—Bien, por lo pronto te digo que serás mi esposa. Ahora
vuelve dentro del candelero.
cuando se acosté, el Príncipe no pudo cerrar un ojo en
toda la noche, e tal punto estaba enamorado; y por la
mañana ordenó que trasladasen el candelero a su cámara,
porque era tan bello que de noche quería tenerlo cerca,
Luego dio orden de que le llevasen raciones dobles de
comida a su cámara, porque tenía hambre.Asi le llevaron
el café, y luego el desayuno, y el almuerzo, todo doble.
En cuanto le traían las bandejas,cerraba la puerta con
llave, hacia salir a su Zizola y comían juntos con gran
alegría.
La Reina, que estaba sola en la mesa, se puso a suspirar:
—¿Pero qué tendrá si hijo contra mi que mo baja a comer
conmigo? ¿Qué le habré hecho?
El siempre le decía que tuviera paciencia, que quería
estar solo; hasta que un buen día le dijo:
—Quiero tomar mujer.
—¿Y quién esla novia? —dijo la Reina muy contenta.
—¡Quiero casarme con el candelerol —dijo el Príncipe.
—Waramba, mi hijo se ha vuelto load —dijo la Reina
tapándose los ojos con les manos.
Pero él hablaba en serio. La madre trataba de hacerlo
entrar en razón, de hacerle pensar en lo que diría la
gente, pero él seguía en sus trece: dio orden de preparar
le boda en un plazo de ocho días.
El día acordado un gran cortejo de carrozas salió de
palacio, y en la primera iba el Príncipe acompañado por
el candelero. Llegaron a la iglesia y el Príncipe hizo
trasladar el candelero frente al altar. Cuando llegó el
momento, abrió el candelero y entonces salió Zizola,
vestida de brocado, con tantas piedras preciosas en el
cuello y las orejas que irradiaba esplendor por todas
partes. Celebradas las bodas y de vuelta en palacio,
contaron a la Reina toda la historia. La Reina, que era
une pícara, dijo;
—Dejadía de mi cuenta que a ese padre le quiero dar una
lección.
Así pues, organizaron el banquete de bodas e invitaron a
todos los Reyes de la vecindad, incluido el padre de
zizola. Y la Reina hizo preparar una comida especial para
el padre de zizola, con todos los platas sin sal. La
Reina anunció a los invitados que la novia no se
encontraba bien y no podía asistir al banquete. Se
pusieron a comer; pero la sopa del Rey era insípida, de
modo que se puso a mascullar: “Este cocinero, este
cocinero se olvidó de salar la sopa”. Y se vio obligado a
dejarla en el plato.
Después vino el guiso, también sin sal.El Rey dejó el
tenedor a un lado.
-cpor qué no coméis, Majestad? ¿No os gusta?
—Oh, si, esta muy bueno, muy bueno.
—¿Y por qué no coméis?
—Es que no me siento muy bien.
In tentó llevarse a la boca un pedazo de carne, pero por
más que masticaba no se lo podía tragar. Y entonces
recordó la respuesta de su hijita, que lo quería tanto
como a la sal, y fue presa del remordimiento y el dolor,
y poco a poco rompió a llorar, diciendo:
—¡Ay, desgraciado de mi, qué hice!
La Reina le preguntó qué le ocurría, y él empezó e contar
toda la historia de Zizola. Entonces la Reima se levantó
y mandó llamar a la novia. El padre la abrazó y lloró y
le pruntó cómo había llegado allí. Le paracia como si
hubiese resucitado, Mandaron llamar también a la madre y
reiniciaron la boda con una fiesta todos los días, y creo
que todavía siguen bailando.

(Bolonia)

—121—
2.2.6.— Piel de vieja (XC 70)

Había un Rey con tres hijas mujeres. Fue a la feria y


antes de partir preguntó a las hijas qué regalo querían.
Una pidió un pañuelo, otra un par de botitas, le tercera
un cartucho de sal. tas hermanas mayores, que no podían
ver a la más pequeña, le dijeron al padre:
—¿Sabéis por qué os pidió sal, esa bribona? Porque os
quiere salar el pellejo.
-¡Ah, si! —dijo el padre—. ¿A mi quiere salame el
pellejo? Pues yo la echo de casa —y así lo hizo.
Abandonada a su suerte, con su nodriza y un saquito de
monedas de oro, la pobre muchacha no sabia adónde ir.
Todos los jóvenes que encontraba la molestaban, y
entonces la nodriza tuvo una idea. Llegaron al funeral de
Una vieja muerta a los cien años, y la nodriza le
preguntó al sepulturero;
-ANos vende la piel de la vieja?
Tuvo que regatear un buen ratot luego el sepulturero
cogió uit cuchillo, despellejé a la vieja arruga por
arruga y les vendió la piel entera, con la cara, los
cabellos blancos, los dedos con las uñas. La nodriza la
hizo curtir, le cosió un forro de batista y cubrió a la
muchacha con la piel. Y todos se quedaban mirando a esa
vieja centenaria que hablaba con voz argentina y caminaba
con toda desenvoltura.
Se encontraron conn el hijo del Rey.
—Esa mujer.. .—le dijo a la nodriza—, ¿cuántos años tiene
esa vieja?
—Preg’dnteselo usted —dijo la nodriza.
-Abuelita, ¿me oye abuelita? —dijo él—. ¿Cuántos años
tiene?
—<Yo? -dijo muy alegre la muchacha— Ciento quince!
—¡Cáspita! -exclamó el hijo del Rey—. ¿Y dónde nació?
—En mi aldea.
—cY sus padres?
—Son mi papá y mi mamá.
—<Y a qué se dedica?
—¡A salir de paseo!
El hijo del Rey se divertía.
—Traigamos a esta viejecita a palacio —dijo al Rey y a la
Reina-. Mientras viva, nos alegrará.
Y así la nodriza dejó a la muchacha en el Palacio Real,
donde le dieron un cuarto en el entresuelo. El hijo del
Rey, cuando no tenía nada que hacer, iba a charlar con la
vieja y a divertirse con sus respuestas.
Un día, la Reina le dijo e Ojos Podridos (la llamaban así
porque esa piel de vieja tenía los ojos llenos de
legañas):
—¡Qué lástima que con esos ojos ya no puede hacer ninguna
labori
—Pues —dijo Ojos Podridos—, Ue joven si que sabia hilar
bien!

—1 22—
—Bien —dijo le Reine—, trate de hilar este poco de lino,
a ver si consigue hacer algo.
Cuando SC quedó a solas, la vieja Se encerró con llave,
se quitó la piel, e hilé el lino que ere una maravilla.
El hijo del Rey, la Reina y toda la Corte se quedaron
boquiabiertos al ver que una vieja decrépita,
temblequeante y medio ciega había podido realizar
semejante labor.
La Reina hizo la prueba de darle a coser una camisa, Y
ella, en cuanto estuvo sola, cortó y cosió la camisa con
pespuntes, y recamó el petillo con flotecitas de oro tan
bien terminadas que causaban asombro. los demás no sabían
qué pensar. Pero el hijo del Rey sospechaba que había
gato encerrado, y en cuanto le vieja se metió en su
cuarto fue a espiar por el ojo de la cerradura. ¿Y qué
vio? La vieja se quitaba la piel y debajo aparecía una
muchacha joven y hermosa como un ojo de sol. El hijo del
Rey, sin pensárselo dos veces, derribé la puerta y abrazó
a le muchacha, que pudorosanente intentaba cubrirme.
—¿Quién eres? —le decía—. ¿Por qué te disfrazaste así?
Y la muchacha le conté que también ella era hija de Rey,
que la habían echado de casa y maldecido.
El hijo del Rey fue en seguida a ver a los padres y les
dijo:
—¿Sabéis? Re encontrado una hija de Rey para casarme.
Se pregonaron los festejos de la boda y fueron invitados
todos los Reyes vecinos y alejados. Vino tarmmbién el Rey
padre de la novia, pero no La reconoció con eses velos y
esas guirnaldas. La novia le había hecho preparar la
comida aparte, toda sin sal menos el asado. Sirvieron la
sopa. Todos los invitados comían, pero el padre de la
novia probé una cucharada y basta • Sirvieron la carne
hervida y el padre apenas la probé. Sirvieron el pescado
y el padre lo dejó todo en el plato. “No tengo hambre,
decía”. pero cuando llegé el asado le gustó tanto que
repitió tres veces. Entonces la hija Le pregunté por qué
los otros platos apenas los había tocado, y el asdo si, y
el rey dijo que no sabia por qué, pero .3. asdo le había
parecido sabroso y el resto insípido.
— ¿Os dais cuenta de lo desagradable que es la comida sin
sal? —dijo le hija—. Por eso vuestra hija pidió sal
cuando fuiesteis a la feria, y esas pérfidas de mis
hermanas os dijeron que era para salares el pellejo.,.
Entonces el padre reconoció a su hija, la abrazó, le
pidió perdón y castigó a las hermanas envidiosas,

(Montale Pistoiese)

123-
2.2.7,- La pastora de gansos del manantial (O l79~
Erase una vez una ancianita que vivía con su rebaño en un
desierto entre montañas y tenía una casita allí.
El páramo estaba rodeado de un gran bosque y cada mañana
cogía la anciana su bastón y se iba renqueando al bosque.
La anciana estaba siempre muy ocupada, más de lo
imaginable para edad tan avanzada, recogía hierba para
sus gansos, cortaba toda la fruta silvestre que alcanzaba
con las manos y se lo llevaba todo a cese a le espalda.
Cualquiera hubiera podido pensar que el gran peso la
haría doblarse hasta el suelo, perí ella llegaba bien a
casa. Cuando alguien se tropezaba con ella, lo saludaba
amablemente:
—Buenos días, paisano, hoy tenemos buen tiempo. No te
asombres de que cargwe con la hierba, que todos tenemos
que llevar nuestra carga a la espalda.
Sin embargo, la gente no se encontraba por gusto con ella
y preferían dar un rodeo; cuando pesaba un padre con su
hijo por su lado, le decía en voz baja:
-Ten cuidado con la vieja, que no es tan inocente cono
parece; es una bruje.
una mañana iba un hombre apuesto por el bosque. El sol
brillaba, los pájaros cantaban, un mirecillo fresco
rozaba el follaje y él se sentía feliz y contento.
Todavía nc se había encontrado con nadie, cuando de
pronto vio a la vieja bruje, arrodillada en el suelo,
segando hierba con una hoz. Había recogido ye un buen
montón y al lado había dos cestos llenos de peras y
manzanas silvestres
—Pero, abuelita, ¿cómo puedes cargar con todo eso?
-Tengo que hacerlo, querido señor -contestó-. Los hijos
de los ricos no lo necesitan, pero entre los campesinos
se dice;

“No te vuelvas todavía


que tu chepa está toroide.”
—¿Queréis ayudarme? —prosiguió ella, cuando él se paró a
su lado-. Aún tenéis la espalda recta y piernas jóvenes.
Mi case tampoco está demasiado lejos: ahí, detrás de las
montañas en una pradera. Veréis qué pronto llegamos.
El joven sintió compasión de la anciana.
—Mi padre no es desde lugo un campesino —contestó él—,
sino un rico conde, pero pare que veáis que no son los
campesinos los únicos que lleven cargas, os llevaré
vuestro fardo.
-Os lo agradezco —dijo ella—. Tendréis que andar por lo
menos una hora, ¿pero qué es eso para vos? También
tendréis que llevar las manzanas y las peras.
Al joven conde le pareció un poco alarmante, cuando oyó
hablar de una hora de canino, pero la anciana ya no lo
soltó, le puso el fardo a la espalda y le cargó los dos
cestos en el brazo.

—12 4—
—Como véis, no pesa mucho —dijo elle.
—¿Que no pesa? lYa lo creo que pesa! —contestó el conde
con cara de aflicción—. Este fardo pesa como si tuviera
piedras, y las manzanas y las peras parecen de acero;
casi no puedo respirar.
Y sintió deseos de dejarlo todo, pero la anciana no se lo
permitió.
—Fi jense —dijo burlona—, e]. señor no es capaz de llevar
lo que ha llevado la anciana, Con bonitas palabras es
fácil ayudar, pero cuando la cosa se pone seria, ya
quiere poner pies en polvorosa. ¿Pero que hacéis ahí
parado? —siguió diciendo—. Vanos, moved esas piernas, que
nadie va a quitaros el Lardo,
Mientras fue por terreno liso, todavía pudo aguantar la
carga, pero en cuanto llegaron a los montes y tuvo que
subir y las piedras rodaban bajo sus pies, como si
estuvieran vivas, ya fue demasiado para sus fuerzas. Las
gotas de sudor le corrían por la frente y le caían, ya
calientes, ya frías, por la espalda.
-Abuelita, no puedo más; quiero descansar un poco.
—pero no aquí -contestó la vieja—. Cuando lleguemos ya
tendréis tiempo de descansa?, pero ahora tenéis que
seguir adelante. Quién sabe pare qué puede servir todo
esto.
—¡Eres una vieja sinvergúenzal —dijo el conde.
E intentó tirar el fardo, pero se esforzó en vane, pues
estaba tan firmemente sujeto a sus espaldas como si le
hubiera crecido en ellas.
Se dio la vuelta y se revolvió, pero no pudo librarse de
él. La vieja se rió y saltaba
9ozosameiite con su bastón:
—Mo os enfadáis, querido señor —dijo—. os estáis poniendo
colorado como un pimiento. Llevad vuestra carga con
paciencia, que cuando lleguemos a casa os daré una buena
propina.
¿Qué podía hacer? Tuvo que consolarse con su suerte y
seguir pacientemente tras la anciana.
Ella parecía volverse más ligera cada vez y a él le
pesaba cada vez más la carga. De pronto dio un salto y se
sentó encima del fardo y, aunque era delgadisima, pesaba
más que las mozas campesinas más robustas, Al joven le
temblaron las rodillas, pero ouando se paraba, la anciana
le daba con una vera y con ortigas en las piernas.
Lanentándose continuamente subié el. mente y al fin llegó
a la case a punto de desplomarse. cuando los gansos
vieron a la anciana, levantaron las alas. y con los
cuellos en alto, le salieron al paso, gritando;
—Taimo, cueel
Detrás del rebaño, con una vera en la mano, iba una mujer
ya entrada en años, grande y fuerte, pero fea como la
muerte.
—Madre —le dijo la anciana—, ¿es ha pasado algo? Habéis
estado mucho tiempo fuera.

—125—
—Dios me guarde, hija mía —contestó—. fo me ha pasado
nada malo; al contrario, el amable señor me ha traído la
carga, fi jete, y cuando yo estaba cansada, me ha cargado
a la espalda. El camino no es largo y nos hemos divertido
gastándonos bromas uno a otro.
Finalmente se bajá, le cogió al hombre el fardo de la
espalda y los cestos del brazo, lo miró cordialmente y
dijo:
—Bien, ahora sentaes en el banco ante la puerta y
descansad. Os habéis ganado con creces vuestra
recompensa, que no faltará,
Luego dijo a la pastora de gansos:
—Ve a case, hija mía, que no está bien que te quedes a
solas con un joven; él podría enanorarse de ti, y no hay
que echar leña al fuego.
El conde no sabia si reír o llorar.
“vaya un tesoro —pensó—. Aunque fuera treinta años más
joven, no lograría ablandar mi corazón.”
Mientras tanto, la anciana acariciaba y minaba a sus
gansos como niños y luego entró con su hija en casa.
El joven se estiró en el banco, bajo un manzano
silvestre. El aire era tibio y mueve, alrededor se
extendía una suave pradera llena de prímulas, tomillos
silvestres y miles de flores diversas; por el medio
discurría un arroyo claro en el que brillaba el sol, y
los blancos gansos iban y venían o se lavaban en el agua.
—Verdaderamente se está bien aquí —dijo—, pero estoy tan
cansado, que no puedo tener los ojos abiertos; voy a
dormir un poco. Si es que no viene ningún golpe de aire
que se rse lleve las piernas, pues las tengo más secas que
yesca.
Cuando había dormido un rato, llegó la vieja y lo
despertó.
—Levántate, aquí no pueds quedarte. reconozco que te lo
he puesto un poco difícil, pero nc te ha costado la vida.
Ahora quiero darte tu recompensa. Dinero y felicidad no
necesitas: aquí tienes otra cosa.
Y diciendo esto le puso en la mano una cajita tallada en
una esmeralda.
—Cuidala bien -añadió—, y te dará suerte.
El conde saltó y, al ver que estaba de nuevo fresco y
lleno de fuerzas, dio las gracias a la anciana por el
regalo y se puso en canino, sin mirar una vez siquiera a
la hermosa hija. Cuando ya había recorrido un trecho, oyó
a lo lejos el graznido de los gansos.
El conde anduvo dando vueltas tres días por la espesura
salvaje, antes de poder salir de elle. Por fin llegó a
una gran ciudad y, como nadie le conocía, fue llevado al
palacio real, donde estaban sentados en el trono el rey y
la reina. El conde se arrodilló, sacó la cajita de
esmeralda y se la puso a los pies de la reina. Ella le
dijo que se levantare y que le alcanzara la cajita, pero
apenas la había abierto y mirado dentro de ella, cuando
cayó como muerta al suelo.

126—
El conde fue hecho prisionero por los sirvientes del rey
e iba a ser conducido a la prisión, cuando la reina abrió
los ojos y dijo que lo soltaran y que salieran todos, que
quería hablar a solas con él.
Cuando la reina se quedó sola, empezó a llorar
amargamente:
—¿De qué me sirve todo el lujo y los honores que me
rodean, si cada mañana me despierto llena de pena y
preocupaciones? Tuve tres hijas. La menor era tan bella,
que todo el mundo la consideraba un milagro. Era blanca
cono la nieve, sonrosada como las flores de las manzanas
y su cabello tan brillante como rayos de sol, Cuando
lloraba le caían de los ojos mo lágrimas, sino perlas y
piedras preciosas. Al cumplir quince afice, las hizo venir
el rey a las tres ente el trono. [Tendríais que haber
visto le cara que puso la gente cuando vio entrar a la
más joven! Era cono si saliera el sol. El rey dijo:
“Hijas mies, no sé cuándo llegará mi última hora, y hoy
quiero determinar lo que voy a dejaros después de mi
muerte. Todas me queréis, pero la que más me quiera
recibirá lo mejor.” Todas dijeron que le querían
muchísimo. “¿No podéis expresarme de algún modo —contestó
el rey— lo que me queréis?Asi veré yo lo que pensáis” La
mayor dijo: “Yo quiero a mi padre como al azúcar más
dulce.” La segunda dijo: “Quiero a mi padre como al traje
más hermoso.” La más joven, sin embargo, calló. Entonces
preguntó el tflo
padre:
lo sé “Y-contestó
tú, hija querida,
ella— ¿Cuánto
y no puedo mme
comparar
quieres?”
mi amor con• nada.” Pero el padre siguió insistiendo para
que ella dijera algo. Finalmente dijo: “La mejor cosida
no me gusta sin sal, así que yo quiero a mi padre como a
la sal.” Cuando el padre oyó esto, montó en cólera y
dijo: “Si me quieres como a la sal, deberá ser pagado tu
amor también con sal.” Así que dividió el reino entre las
dos mayores, y a la más pequeña le ató a la espalda un
saco de sal y mandó a dos sirvientes que la llevaran al
bosque. Todos intercedimos y pedimos por ella —prosiguió
la reina—, pero la cólera del rey era inamovible. ¡Lo que
lloró cuando tuvo que abandonarnos! Todo el camino fue
sembrado de perlas que fluían de sus ojos. El rey lamentó
poco después su dureza, y mandó buscar a la pobre niña
por todo el bosque, pero nadie ha podido encontrarla.
Cuando pienso que pueden habérsela comido los animales
salvajes, no puedo aguantar mi tristeza; a veces me
consuelo con la esperanza de que está todavía viva y de
que se haya escondido en una cueva o haya encontrado
protección con personas compasivas. ¡Imaqinaos, pues, iii
sorpresa cuando, al abrir vuestra caja de esmeraldas, vi
dentro una perla como las que le calan a mi hija de los
ojos! Ya podéis suponer cómo su vista me ha conmovido el
corazón, Decidise cómo habéis conseguido la perla.

-127—
El conde le contó que la había obtenido de una anciana en
el bosque, que a él no le había parecido de confianza y
que debía de ser una bruja, pero a su hija no la había
visto ni oído. Sin embargo, el rey y la reina tomaron la
decisión de buscar a la anciana: pensaban que donde
estaba la perla tendrían noticias de su hija.
La anciana estaba en el páramo, sentada ante su ruede de
hilar e hilando. Ya se había hecho de noche, y un cabo
que ardía en el fogón daba una escasa luz. De pronto se
oyó un ruido fuera: los gansos venían a cesa de la
pradera, dejando oir su ronco graznido. Poco después
entró la hija. Pero la vieja no le dió las gracias y
neneó un poco la cabeza. Le hija se sentó a su lado,
cogió su rueda de hilar y retorcía el hilo tan hábilmente
como una joven. Así estuvieron sentadas durante dos
horas, sin hablar palabra una con la otra. Finalmente,
algo crugió en la ventana, y dos ojos de fuego miraron
hacia dentro fijamente. Era una vieja lechuza que grító
tres veces:
—lii jite, ya es la hora de que vayas e hacer tu trabajo.
Ella se levantó y salió. ¿A dónde se dirigió? Avanzando
por la pradera en dirección al valle. Finalmente, llegó a
una fuente, en la que había tres viejas encinas. La luna
entre tanto se había puesto redonda y grande sobre el
monte y había tanta claridad que podía encontrerse un
alfiler. Ella se quitó una piel que llevaba en le cara,
se inclinó ante la fuente y comenzó e lavarse. Cuando
estuvO lista, metió la piel en el agua y la colocó en la
pradera, para que se blanqueare y se secare e la luz de
la luna. Pero cómo se había transformado la doncellal
iNunca habéis visto una cosa asil Cuando cayó la trenza
gris, se mostraron los cabellos dorados cono rayos de sol
y se extendieron como si fueran un abrigo sobre su
figura. Sus O~O5 brillaban como las estrellas en el cielo
y sus mejillas relucían con un dulce sonrosado como los
frutos de los manzanos. Pero la hermosa doncella estaba
triste. Se sentó y lloró amargamente. De sus ojos rodaba
una lágrima tras otra y, deslizándose entre sus largos
cabellos, cayeron al suelo. Allí estuvo sentada y lo
hubiera estado más tiempo de no haber sido por un ruido
que crujió en las remas de los árboles cercanos. Saltó
como un cervatillo que ha oído el tiro del cazador. La
luna se había cubierto en aquel instante con una negra
nube, y en un momento la doncella se deslizó dentro de la
vieja piel y desapareció como una luz que apaga el
viento.
temblando como una hoja de álamo, regresó a case
corriendo. La anciana estaba ante le puerta y la joven
quiso contar todo lo que había sucedido, pero la vieja
rió cariñosamente y dijo:
—Ya lo sé todo.
La llevó a la habitación y encendió de nuevo una vela,
pero no se sentó junto a la rueda de hilar, sino que
cogió una escobe y, empezando a barrer y a fregar, dijo a
la muchacha:

—128—
—Tiene que estar todo limpio y reluciente.
—Pero, madre —dijo la joven—. ¿Por qué empezáis ten tarde
a trabajar? ¿Qué os pasa?
—¿Sabes qué hora es? —dije la anciana.
—Todavía no esmedianoche —contesté la joven.
—Si, pero son más de las once. Olvidas —prosiguió la
anciana— que hace tres años que llegaste a mi lado. Tu
tiempo se ha acabado, y ya no podremos seguir estando
juntas.
La muchacha se asustó:
-¡Ay, querida madre! ¿Queréis echarme? ¿A dónde viy a ir
yo? No tengo amigos ni patria a donde dirigirme, fle hecho
todo lo que habéis querido y siempre habéis estado
contenta conmigo; no me echéis de vuestro lado.
La anciana no quería decirle a la joven lo que iba a
pasar.
—Yo no estaré aquí ya mucho tiempo y, cuando me marche,
quiero que estén le casa y la habitación limpias —dijo—,
así que no me molestes en ini trabajo. Y tú no te
preocupes, que ya encontrarás un techo donde vivir, y con
la recompensa que voy a darte estarás también contenta,
Pero dime sólo qué va a pasar ‘-preguntó la joven.
—Te repito que no me molestes en mi trabajo. No sigas
hablando, ve a tu habitación, quitate la piel de la cara
y ponte el traje de seda que llevabas cuando llegastes a
mi lado. Y luego quédate en tu habitación hasta que te
llame.
Pero volvamos con el rey y la reina, que hablan partido
con el conde para buscar a la anciana en el páramo. Por
la noche, el conde los perdió de vista en el bosque y
tuvo que seguir solo su camino. Al día siguiente le
pareció que se encontraba en el camino justo. Siguió
andando hasta que se hizo de noche, y entonces se subió a
un árbol para pasar allí la noche, pues le preocupaba la
posibilidad de perderse.
Cuando la luna iluminé la zona, vio de pronto una figura
que bajaba por el monte. No llevaba ninguna vare en la
mano, pero pudo ver que era la pastora de los gansos, que
antes habéis visto en la casa de la anciana,
—¡oh —dijo—, allí viene> Si la otra vez me topé con una
bruja, ahora no se me escapará la otra.
Pero cuál no serie su asombro cuando, al llegar ella a la
fuente, se quitó la piel, se lavé y los cabellos dorados
cayeron sobre su rostro. Era tan hermosa como no se
pudiera encontrar otra igual en el mundo. Casi no se
atrevía a respirar, pero sacó la cabeza entre el follaje
todo lo que pudo y la miré sin pestaflear. No sé si se
inclinó demasiado o Dios sabe qué, el caso es que de
pronto se rompió la rama y en el mismo momento la
muchacha se metió en la piel, saltó como un cervatillo
y,como la luna se ocultó al mismo tiempo, ella
desapareció de su vista.

—129—
Apenas habla desaparecido,cuando el conde descendió de
árbol y la siguió con pasos apresurados. Mo había andado
mucho cuando vio en la oscuridad dos figuras que iban por
le pradera. Eren el rey y la reina, que habían visto en
la lejanía la luz de la cesa de la anciana, y se dirigían
allí. El conde les contó las cosas maravillosas que había
visto en la fuente y ellos no dudaron de que aquella era
su hija perdida. Llenos de gozo, continuaron su camino y
llegaron pronto a la casita; los gansos estaban a su
alrededor , habían metido la cabeza bajo el ala y dormían
inmóviles. Miraron por la ventana, y allí estaba la
anciana silenciosa, hilando y moviendo la cabeza sin
mirar a su alrededor. La habitación estaba muy limpia,
corso si vivieran en ella los hombrecillos de la niebla,
que no llevan polvo en los pies. Pero no vieron a su
hija. Miraron durante un rato, hasta que al fin se
armaron de valor y llamaron suavemente a la ventana. La
anciana parecía estar esperándoles, pues se levantó y
dijo:
—Entrad, entrad, que ya sé quiénes sois.
Cuando entraron en la habitación, la anciana dijo:
—PodríAis haberos ahorrado este largo camino, si a
vuestra hija, que es tan buena y encantadora, no la
hubierais arrojado de vestro lado de forma tan injusta. A
ella no le ha perjudicado: durante tres años ha cuidado
los gansos; con ellos no ha aprendido nade malo y ha
conservado su pureza. Pero vosotros habéis sido
suficientemente castigados por la angustia en que habéis
vivido.
Luego se dirigió a la habitación y gritó:
—Sal, hijita mía.
Entonces se abrió la puerta, salió la princesa en su
atuendo de seda y, con sus cabellos de oro y sus
brillantes ojos, parecía un ángel del cielo.
Se dirigió e su madre y a su padre, se les echó al cuello
y los besó. Todos lloraron de alegría, como no podía ser
menos. El joven conde estebe a su lado, y cuando ella lo
vid, se puso colorada como une rosa de los musgos; ella,
sin embargo, no supo por qué.
-Querida niña —dijo el rey—, mi reino ya lo he dado. ¿Qué
puedo darte a ti?
-Elle no necesita nada —dijo la anciana—. Yo le regalo
les lágrimas que ha llorado por vosotros: son perlas
finas más hermosas que las que se encuentran en el mar, y
más valiosas que todo vuestro reino. Y en recompense por
sus servicios le regalo mi casita.
Y, en diciendo esto, la anciana desapareció de su vista.
Crujieron un poco las paredes y, al darse la vuelta,
vieron que la casita se había transformado en un soberbio
palacio, y estaba servida una mesa real y los sirvientes
iban de un ledo a otro.
La historia contin,~a, pero a mi abuela, que es quien me
la ha contado, le flaqueaba la memoria y olvidó el resto.
Creo que la hermosa princesa sigue casada con el conde y
que se han quedado en el palacio y que ben vivido
felizrsente todo el tiempo que Dios ha querido, Si los
gansos blancos como la nieve que había en la casita eran
simples jóvenes Cno hay que tomárselo a mal a nadie> que
la anciana había raptado, y ahora han vuelto a su
apariencia humana y se han quedado como sirvientes con la
joven reina, eso ya no lo sé con exactitud, pero creo que
si. Sin embargo, una cosa es cierta: que la anciana no
era una bruje, como creía la gente, sino un hada con
buenos pensamientos. Huy probablemente es la misma que,
cuando nació le princesa, le concedió el don de llorar
perlas en vez de lágrimas. Hoy esto ya no pasa; si no,
los pobres podrían llegar a ser ricos.

—111—
2.2.8.— Como la vianda quiere a la sal (Es 107)

Un rey tenía tres hijas. Un día se encerró en un cuarto


con las tres hijas. Y a la mayor le habló primero y le
preguntó que cuánto le quería. Y ella le respondió que le
quería como a si misma. Entonces le preguntó a la segi.xnde
que cuánto le quería, y ésta le respondió que le quería
como a las niñas de su ojos. Le hizo la pregunta a la
tercera, y ésta le dijo que le quería como la vianda
quiere a la sal. Por haber respondido así el padre mandó
que la sacaren al monte y la mataran y le trajeran los
pejes los ojos de ella. Empero, como los pajes la
conocían bien y la querían mucho, le dijeron;
— No te hacemos nada. Vete por ai donde tu padre mo te
vea. Y a una perrite que llevaban le sacaron los ojos
para entregárselos al padre.
La muchacha se marchó por los montes. Y por fin llegó a
un reinado donde el rey tenía sesneta gansos y preguntó
si les faltaba una criada. Bajó el rey y le dijo que si,
que le hacia falta une para pastora de gansos. Ella le
contestó que estaba bien, que le gustaba mucho cuidar
gansos. A le mañana siguiente se fué a pasear con los
gansos por la hacienda del rey, y se sentó en une peña a
peinarse. Y cuando ella estaba peinándose se le acercó un
qanso y dió cuatro vueltas alreddedor de ella y cayó
muerto a sus pies. Pué ella el palacio con los gansos y
le preguntó el rey:
— ¿Qué tal los gansos?.
Y ella le contestó:
- Muy bien, pero uno de ellos dió cuatro vueltas
alrededor de mi y cayó muerto, de manera que traigo uno
menOs.
Entonce s el rey le dijo:
— Eso no es nada. Es lo mismo.
Al día siguiente hizo lo mismo. Se marchó con los gansos
y le pasó lo mismo. Un ganso dió cuatro vueltas alrededor
de ella cuando estaba peinándose y cayó muerto a sus
pies. Marchó con sus gansos a case, y el rey le preguntó
otra vez:
¿Qué tal los gansos?
Ella le respondió:
— Muy bien, perto traigo otro menos. No sé qué tiene. Se
dan cuatro vueltas alrededor alo y caen muertos.
Le dijo el rey que estaba bien, que era lo mismo, El rey
tenía un hijo que tenía veinte años y le dijo al rey:
-Papá, yo voy a ver a la pastora con sus gansos. Esto es
imposible. Yo quiero ir e ver lo que hace le pastora con
los gansos.
Otro día salió la criada con los gansos, y el hijo del
rey se fué tres ella sin ser visto. Vió que la pastora se
ponía a peinarse y se quitó le bata que tenía y vió que
era una princesa. Y vió también que un ganso dió cuatro
vueltas alrededor de ella y cayó muerto a sus pies. El
príncipe fué a case corriendo y dijo a su padre, el rey:

-~3 2-
—Papá, tenemos en case una princesa, una hija de un rey y
no una pastora. Yo me voy a casar con ella.
La pastora volvió a case con los gansos por la tarde y el
rey le preguntó como de costumbre:
—¿Qué tal los gansos?
Y ella le contestó:
-Muy bien, pero traigo otra vez uno de menos.
Y el rey le dijo:
—Eso no es nada.
Consultó el padre con su hijo el que quería casarse con
le pastora y le dijo que si, que podía oasarse con la
princesa. Otro día por la mañana se presentó el hijo y le
pidió a la princesa la mano para casarse con ella.
Elle le contestó:
—Yo soy una pobre pastora. ¿Cómo quiere su majestad
casarse conmigo?
Pero tanto insistió él que al. fin le dió la mano de
casamiento con él. Y le puso una condición, que cuando la
boda tenían que convidar a un rey de tal reinado.
Se hizo la boda y ella misma tenía que desazonar la
comida. Ya estando en la mesa todos los convidados se
sirvió la comida. Después de terminada la comide les
preguntó la novia a los convidados:
—¿Qué tal estaba la comida?
Y todos respondieron que muy bien, que sólo tenía una
falta, que todo estaba un poco soso, que faltaba la sal.
Entonces fue ella y se dirigió al padre, que era el rey
invitado. Él no la conoció. Y entonces le dijo ella:
-En una ocasión tenía usté tres hijas y las encerró en un
cuarto y preguntó a la mayor cuánto le quería y ella le
dijo que le quería tanto como a ella misma. A la segunda
le preguntó usté que cuánto le quería y ella le dijo que
como a la niña de sus ojos. Y a la tercera preguntó usté
también que cuánto le quería y ella le dijo que como la
vianda a la sal. Entonces usté mandó a los pajes que la
mataran, pero ellos no la mataron. Soy ye, su hija.
Al punto cayó el re? desmayado. Muriendo así el rey, la
abrazó y dijo:
—Ay, hija mía, he hecho un error muy grande. Perdóname.
-Está perdonado, padre —le dijo su hija-.
Él le dió la corona a su yerno y quedaron ellos de reyes.

Soto de la Marina, Santander.

—123—
2.2.9.— La zamarra (Es 108)

Éste era un padre que tenía tres hijas . Y una vez tuvo
que ir a une ciudá y les preguntó a sus hijas que qué
querían que les trajera. Y la mayor le dijo que le
trajera un vestido, le segunda le dijo que le trajera
unes botas, y la menor le dijo que a elle le trajera una
varille del primer árbol que encontrare.
conque claro, se fué el padre en su viaje y lo primero
que encontró fué un árbol y se apeó y cogió una varille
pa llevársela a le hija menor. Y cuando llegó e la ciudá
onde iba compro el vestido y las botas y regresó a su
pueblo. Llegó y llamó a sus hijas y les entregó a cada
una lo que le habían pedido. Y entonces les preguntó qué
tanto le querían. Y la mayor dijo que le quería como a su
vide, y le segunda le dijo que le quería más que e su
vide. Y la menor le dijo que le quería como a un buen
cagar.
Y por eso el padre se enfadó con ella y mandó e sus
criaos que la llevaran a un monte y la mataran y le
sacaran los ojos y la lengua y se lose llevaran, conque
se marcharon los criaos con la niña y cuando llegaron a
un monte les dió lástima matarla y la dejaron viva. Y
mataron una perra y le sacaron los ojos y la lengua y se
los llevaron el padre y le dijeron que ya la habían matao
y le habían sacao los ojos y la lengua.
Y la niña se marchó por los mundos con su varille, que
era una varilla de virtil. Y ya llegó ande vivían unos
pastores en una cabaña y les rogó que le dieran un
vestido de pastora. Y entraron ellos en su cabaña y
salieron con una zamarra y le dijeron que eso era todo lo
que temían. Y se puso ella la zamarra y dejó allí su otro
vestido y se marchó alante.
Y así vestida con su zamarra y sin peinarse y sucia llegó
al palacio de un rey a ver si la recogían pa servir. Y le
dijeron que sí, que entrara. Y era muy buena criada y la
querían mucho, pero siempre andaba vestida con su zamarra
y le decían la Zamarra.
Y el rey de ese reino era soltero y ya estaba en
disposición de casarse y su madre la reina le dijo que
por tres noches seguidas pusiera bailes pa ver si
encontraba novia. Y el rey así lo hizo. Y cuando el rey
estaba ya pa marcharse pal baile andaba la Zamarra allí y
se acercó y se restregó contra él, Y él, enfadeo, le
dijo:
-tAnda, Zamarra sucia, quitate de aquí! Y le dió un
pinchazo con unas tenazas en la zamarra.
Y la primera noche que hubo baile fué la Zamarra y se
metió en su habitación y coqió su varille de virtú y le
dijo:
—varilla de virta, por la virtú que bis te ha deo dame un
traje de seda blanca que no haya otro como él.

~-134—
Y le dió la varille el traje que pedía. Y se vistió con
el traje de seda blanca y estaba tan hermosa que parecía
una princesa. Y entonces le dijo e la varille:
—varille de virtd, por la virt,~ que Dios te ha dao dame
un caballo blanco que no haya otro igual pa ir esta noche
al baile.
Y se presentó el caballo blanco y se fué al baile.
Y llegó a baile y el rey se enamoré en seguida do ella y
bailó con ella toda la noche. Y antes de que se fuera le
regaló una sortija. Y le pregunté de qué tierra era, y
ella le dijo:
—Soy de la tierra del tenezaso.
Eso decía pa recordarle el tenazaso que le habla deo
antes de venirse pal baile, pero él no la entendía. Y ya
cuando ella dijo que tenía que marcharse le dijo él que
la acompañaría a su case. Y se subió el en su caballo y
ella en el suyo. Pero salió corriendo y no pudo él
alcanzarla. Y llegó él a su palacio muy enfadeo y le dijo
a su madre:
-Este caballo no vale, He venido acompañando a una
princesa que estuvo en el baile y me he quedeo atfls y
ella se ha escapao sin que yo sepa ende vive. Mañana
tengo que llevar otro caballo.
Conque otro día le buscaron al rey otro caballo mejor. Y
ya se preparó pa mareharse esa noche pal baile. Y cuando
iba a salir del palacio se le acercó la Zamarra y se
restregó contra él. Y él, muy enfadao,,le pegó una fuerte
patada con le espuela y le dijo:
—,Anda, Zamarra sucia, quitate de aquil
Y se marchó pal baile.
Y ya se fué la Zamarra y se metió en su habitación y
cogió su varilla de virtú y le dijo:
—Varille de virtú, por la virtd que Dios te ha da¿ dame
un traje de seda azul que no haya otro como él.
Y la varille le dió el traje y se vistió y estaba más
hermosa que antes. Y ya fué y le pidió a la varille de
virtg un caballo bayo más ligero que el de la noche
anterior. Y así se fué al baile.
Y el rey ya la estaba esperando y en seguida se puso a
bailar con ella. Y estaba más enamoreo que nwnca. Le
preguntó otra vez de qué tiene era y esta vez le dijo:
—Yo soy de la tierra del espuelazo.
Pero él nada entendía. Y esa noche le regaló unos
pendientes. Y cuando ya era tarde dijo ella que tenía que
irse. Y le dijo él que él la acompañaría a su casa, Y
salió con ella y se subieron en sus caballos, Pero al
momento que ella montó echó a correr, y él por mucho que
corrió no la pudo alcansar. Y llegó a su palacio otra vez
muy enfadao y le dijo a su madre:
—Este caballo no vale. Otra vea ha corrido más el caballo
de la princesa y no la he podido alcanzar.
Y su madre le dijo:
-Mañana buscaremos otro mejer.

—135—
otro día ya iba a haber el último baile. Le buscaron al
rey el caballo mejor y más ligero del reino, Y ya estaba
pa marcharse al baile el rey cuando llegó por allí la
Zamarra y se restregó a él. Y cogió él el badil y le dió
con él un fuerte badilazo y le dijo:
—¡Anda, Zamarra sucia, que nunca te has de quitar de
encima!
Y se marchó pal baile.
La Zamarra se rué entonces a su habitación y le dijo e la
varille de virtú:
-Varilla de virtú, por la virtú que Dios te ha deo dame
un traje de estrellas y brillantes que no haya en el
mundo otro como éí. y dame un coche con todas las músicas
del mundo tireo por caballos de los más hermosos y
corredores del mundo, Y dame seis damas que me acompañen
a baile vestidas con trajes hermosos y ricos.
Y la varille de virtú le did todo lo que pedía. Y se
vistió con su traje de estrelles y brillantes y estaba
tan hermosa que no había en el mundo princesa más hermosa
que ella. Y se montó en su coche y se marchó pal baile.
Ya el rey estaba esperando y mucho se sorprendieron todos
cuando le vieron ir llegando en aquel lujoso coche y
acompañada de tantas damas tan elegantemente vestidas. Y
el rey salió a ayudarle a bajar del coche y entró con
ella al baile. Y esa noche ya estaba loco con elle y le
regaló un alfiler de brillantes y perlas. Y le dijo que
le hiciera el favor de decirle de qué tierra era, y ella
le dijo:
—Yo soy de la tierra del badilazo.
Pero él nada entendía. Y cuando ya era tarde dijo ella
que se tenía que ir. Y salió el rey y le dijo que él le
acompañaría. Y se montó en su caballo pe acompañarla,
pero el coche salió corriendo y no lo pudo alcanzar.
Y llegó el rey a su casa enfadeo y fatigeo y le dijo e su
madre:
-Estos caballos no valen. Se me ha escapeo otra vez la
princesa.
Y tan enarsoreo estaba el rey de la princesa del baile que
cayó melito en la cama. Y ya ni quería comer. Conque ya
dice la Zamarra un día a la madre:
-¿Me deja usté hacerle un bollo al rey?
—Anda, sucia! ¡Qué has de hacer túl —le contesta la
reina—.
Pero tanto le estuvo rogando que al fin la reina
consintió. Y fué la Zamarra y hizo un bollo y metió en él
la sortija. Y cuando se lo trajo la reina al rey lo
partió y halló la sortija. Y le dijo e su madre:
-¿Quién ha hecho este bollo?
Y la madre no se lo quería decir. Y ya le rogó él que le
dijera y le dijo ella que la Zamarra era la que se lo
había hecho. Y dijo entonces el rey:
—Digele usté que me haga otro.
Y le hizo otro bollo y metió en él los pendientes. Y
cuando partió el rey el bollo encontró los pendientes y
dijo:

—136—
—¡Ay, que esto me da la vidal Diga ustó e la Zamarra que
me haga otro bollo.
Y fué ella y hizo otro y metió en él el alfiler. Y se lo
llevaron al rey y cuamdo lo partió y hallé el alfiler le
dijo a su madre:
—Madre, llámeme usté e la Zamarra, que quiero hablar con
ella.
Y cuando la reina fué a llamar a la Zamarra, ya ella
venia vestida con su traje de seda blanca con el que
había ido al baile la noche primera. Y el rey la
reconoció y dijo;
-Ésta es mi novia y éste ha de ser mi esposa. Y
dispusieron les bodas y se casaron.
Y pa celebrar las bodas tuvieron un banquete. Y la
Zamarra le dijo al rey:
—Sólo un favor te pido, y es que me permitas invitar a mi
padre el banquete.
Y dijo el rey que estaba bueno. Y invitaron al padre de
la Zamarra al banquete sin decirle que se casaba su hija
porque él la creía muerta. Y vino al banquete y le
echaron jalapa en la comida, Y por le noche le dieron pa
dormir una habitación sin ventanas, mi retrete, ni nada.
Sólo le dieron un orinal muy pequeñito.
Conque se fueron todos a acostar. Y el padre de la
Zamarra se fué también e dormir. Y a media noche le
dieron unos dolores fuertes de vientre. Y se levantó muy
deprisa y buscó el orinal, pero como era pequeño en un
momento lo llenó. Y ya le vino otro fuerte dolor de
vientre y dice:
—Pero, ahora, ¿qué voy a hacer, si ya el orinal está
lleno?
Y venga un fuerte dolor de vientre y venga otro, hasta
que ye el pobre no pudo aguantar y empezó a vaciarse en
las sábanas y en el suelo y por todas partes. Y en sus
apuros decía:
—¡Ay, Dios mio! ¿Qué hago yo ahora? ¡Ay, que matara yo a
mi hija porque me dijo que re quería corno e un buen
cagar! Y ahora veo que no hay cosa en el mundo cono un
buen cagar.
Y la hija, que estaba oyendo todo en otro cuarto, salid y
le preguntó qué le pasaba. Y él, todo avergonzeo y
engrudeo, le contó lo que le pasaba y lo que babia hecho
con su hija porque le había dicho que le quería como a un
buen cagar. Y ella le dijo:
—Pero, ¿sabe usté que de veras la mataron?
Y el pobre padre contestó:
—¡Ay, si, que me llevaron la lengua y los ojos que le
sacaron!
Y ella entonces le dijo:
—Pues no es verdá, que aquí tiene usté a su hija, que le
quiere a usté como siempre le ha querido.

Cuenca, Cuenca.

—137—
3.— Niña mersecuida mor le madre

3.1.— ‘La Bella Venecia” <tino 7091

(Madre persigue por celos>

3.1.1.— Blancanieves (E 142)


<No se transcribe por ser prácticamente igual que
la muy conocida versión de los Grimm)

3.1.2.- La mala medraste (E 144>

Este era un padre que tenía una hija. Enviudó y se casó


con otra que tenía dos hijas. Y la medraste no la quería
a la andada porque era muy guapa, y ella y sus hijas eran
muy feas. Y la tenían mucha envidia.
Ya un día dijo su medraste que había que secarla de casa
y matarla, y se Lo dijo a su padre. Y su padre -usted
vería cómo se puso de que dijo que había de echar a su
hija fuera de case y matarla. Ya el hombre, por tener
paz, tuvo que otorgar a ello. Buscaron dos hombres, y los
dijo la madrastra que la tenían que matar y la tenían que
traer la lengua y los ojos.
La sacaron a un monte. Y los hombres —los daba lástima de
matarla. Y llevaban un perrito. Y mataren al perro y le
llevaron e la madrasta la lengua y los ojos del perro,
haciéndola ver que eran de la muchacha. Y la dejaron que
fuera por aquel monte.
Y ya la pobre llevaba muchos días por el monte solita. Y
ya, andando, andando, andando, llegó a una cueva donde
ella se refugiaba para dormir, crecas de otra cueva de
unos ladrones muy ricos. Y para entrar o salir los
ladrones decían: “lAbrete, perejil!”; y para cerrarse:
“¡Ciérrate, hierbabuena]”
como estaba su cueva tan cerca de la de los ladrones,
observaba lo que decían. Y ya, un día que salieron a
robar, fue ella y dijo:
—<Abrete, perejil!
Y se abrió la cueva. Entró ella y dijo:
—1 Ciérrate, hierbabuena!
Y se cerró. Y vió que había allí mucho que comer y muchas
alhajas. Y cada uno tenía una cama. Les guisó la comida
y, de que comió lo que quiso, les hizo las camas, fregó,
barrió, y toda la cesa la dejó arreglada. Y se volvió a
salir.

—138—
Por la tarde vinieron los ladrones y, de que vieron que
todo estaba hecho, dijeron que alguna persona había
entrado. y dijo el capitán que al otro día habla que
quedarse uno para ver qué persona era.
Al otro día volvieron a salir los ladrones, y se quedó
uno. Y se quedó dormido. Pero la niña, desde su cueva,
los vio salir y los conté. Y vio que se había quedado
uno. Y ese día no fue a la cueva, poro el día anterior un
gallego la estuvo observando e la mujer, y ahora, al ver
que no iba ella, claro, fue y dijo:
—lAbrete, perejil!
se abrió la cueva y entró.
— ¡ Ciérrate, hierbabuena!

Y volvió a cerrarse. Y de que comió lo que le pareció, ya


no se acordaba de decir ni perejil ni hierbabuena. Se
puso a la puerta de la cueva a decir:
—¡Abrete, berceiral ¡Por vide no rincordo! Pos, ello cosa
de huerta es. ¡Abrete, patateira! ¡Por vide no rincordol
Pos, ello cosa de huerta es.
A les voces que el gallego daba, diepertó el centinela
que estaba dormido. Salió y, de que vió que era él, le
dio una paliza de palos y le echó fuera la cueva.
Vinieron 1am compañeros y los dijo;
-¿A que no sabéis quién era el que ha entrado en la
cueva? Un gallego que le he pillado.
—¿qué le has hecho? —le dijo el capitán.
—Pos darle una pareja de palos que le he medio matao. Y
le he echao fuera de la cueva.
Al otro día siguiente se fueron otra vez. Y volvió la
señora que había entrado allí antes. Y hizo la misma
operación que había hecho antes. Y de que despaché, pues
se volvió a marchar.
Y vinieron los ladrones por la noche, y vieron que todo
estaba hecho como el primer día, Y ya dijo el capitán:
—Esto es que entra aquí alguna persona, que tiene que ser
alguna mujer. Hay que quedarse uno pa saber quién es el
que entra.
Y el otro día al marcharas los ladrones, se quedó uno de
centinela. Y se quedó dormido. Y esta vez la chica no los
vio salir y volvio a la cueva caso el día anterior. Y
como no metía voces como el gallego, pues de que hizo la
misma operación que había hecho antes, se volvio a
marchar como los días anteriores, y nadie la vio.
Cuando despertó el centinela, ya vio que estaba hecho
todo como antes. Ya vinieron los otros:
-¡Vaya 1 ¿Ha encontrado usted quién entra? -preguntó el
capitán.
—No, señor.
—Pues, ¿cómo? ¿Usted se ha quedado dormido?
-No, señor, y no he visto a nadie.
—Pues a mi no me niegue usted que no se queda usted
dormido , porque temía que haber visto usted quién era.
Pues, mañana —dijo el capitán- me quedaré yo.

—139—
conque, ;clarol, al otro día la señora volvió a entrar a
hacer la misma operación que había hecho entes. Y el
capitán la estaba viendo, solo que no le quería decir
nada en lo que no terminare de hacerlo todo. Y cuando ye
se iba a salir, le suspendió —habló— la dijo:
—No se asuste usted, señora. ¿cómo es pera usted haber
entrado aquí? Y ¿cómo es para usted haber venido a estos
terrenos?
Ella dijo lo que la había ocurrido con su medraste y que,
dando vueltas por el monte, había encontrado una
cuevecita donde refugierse
—A orilla de esta cueva de ustedes... y he visto las
operaciones que ustedes hacían para que se abriera y se
cerrare la cueva. Y a mi la necesidad del hambre y de la
sed me ha hecho entrar.
Entonces la dijo el capitán:
-Pos desde ahora no pasará usted hambre ni sed, usted se
quedará aquí con nosotros, y nadie se meterá con usted.
Estará usted aquí como si fuera usted una hermana
nuestra. Ahora vendrán los demás, y ya los daré yo la
orden de que ¡cuidad que sean osados a tocarla a usted
sobre ninguna cose! Y si e usted la tocaran por
casualidad, usted me lo decía a ni, y luego yo haría lo
que me pereciera de ellos. Así es que usted esté
tranquila, que siguiendo a hacer lo que ha hecho usted
anteriormente, aquí estará usted cono si fuera hermana
nuestra.
Pues ya vinieron los otros e cenar. Y se reunieron, y los
dijo:
—Habéis visto como yo ye he encontrado quien nos hacia
todo lo que nos hacia falte.
Y se la presentó. Y los dijo:
—Mirar. Esta se queda aquí como hermana nuestra,
haciéndonos el servicio como hasta ahora nos le ha hecho.
Y sus advierto una cose. ¡Cuidado conque ninguno de
vosotros sus metáis con ella esolutamente para nade, ni
la miréis mal! La tenemos que mirar todos como una propia
hermana. Porque no creáis que hace poco con que haga las
comidas y limpie la case y nos barre y nos friegue y nos
haga las camas, ¡Eso que si alguna vez a alguno de
vosotros sus da una idea de metersus con ella para nade,
recibiréis el castigo que yo sus dé.
Ahora vamos a otra cose. La madrasta que la mandó matar
estaba creída que la habían mateo, porque los hombres que
habían buscado pa que la mataren la habían llevado la
lengua y los ojos de un perro, y creía que le niña estaba
muerte. Los hombres la sacaron al monte; pero los dio
mucha lástima de matarla. Y llevaban un perrito. Y lo
mataron y la llevaron a la madrasta la lengua y los ojos
del perro para hacerla ver que eran los ojos de elle y le
lengua. Y ella estaba creída que ya no existía en el
mundo. Más tenía un espejo, que le preguntaba:
—Espejito, ¿hay otra más guapa que yo?

—140—
El espejito la dijo que sí, que su andada era más guapa
que ella. Se puso furiosa y empezó a buscar a ver si
encontraba una hechicera para que la dijera dónde estaba.
Y la encontró. Y ya, como las hechicera dicen que todo lo
saben, pos fue a dar a la cueva donde estaba. Y estaba la
niña en la puerta tomando el sol, como de costumbre lo
hacia.
Los ladrones, como la tenían ya como una hermane, la
cogieron mucho cariño. Todos la querían mucho. La vestían
de lo mejor que había, le llenaban de aderezos,
alfileres, cruces, su cuello. Y en todos los dedos de las
manos —pos los tenían llenos de anillos.
Y le hechicera llevaba un anillo que, metiéndosele en el
dedo del corazón, se quedaba muerta. Y la ofreció la
madrasta que si la podía matar e la andada, la darla lo
que la pidiera.
Y ya, pues,empezó a decirla que cómo ere para estar allí.
Y la empezó a tentar las manos y a decirla que ella era
una viejecita anciana y que era también sola y que no
tenía a quién volver los ojos. Y ya empezó, ~W85~ a sacar
los anillos que tenía la muchacha en el dedo corazón. Y
ella, como muy zalamera, diciéndola que qué bonitos eran,
que cuánto valor tenían. Y estando así, se descuidó la
señora y la metió en el dedo corazón el anillo que ella
llevaba, y se quedó muerta instantánea.
Y vinieron los ladrones. Y cuando vinieron y la vieron
muerta, todos lloraban coro madalenas. ]4o sabían ni lo
que hacer, de locos que se pusieron al verla muerta. Y ya
dispusieron o acordaron de hacer una caja muy preciosa
para meterla en ella. Y en vez de enterrarla, echarla un
río abajo, porque no querían ni que se la comiera la
tierra, de lo mucho que la querían.
La echaron, pues, el río abajo. Y un día el hijo del rey
salió a caza. Y fue a un sitio donde vid la caja. Y fue y
la sacó del río, aunque con mucho trabajo. Y la abrió, y
vid que era una joven, lo más bella que él había visto en
la vide. Como pudo, se lo cargó él al hombro y la llevó
al palacio. Y sin verle nadien, la metió en su
habitación.
Y el hombre, pues tanta pena cogió de que la vio muerta,
que no salía de casa nada. No le podían hacer salir, ni
sus padres ni nadien. Y ya un día, pues se entretuvo en
quitarla los anillos y enterarse de ellos, porque eran
muy buenos. Hasta que llegó al del dedo corazón... Y se
lo sacó y, en el momento en que se le sacó del dedo, pues
volvió en si y se puso viva como estaba antes. Y empezó:
—¿Ande esMn mis hermanos? ¡Yo quiero míe herramos!
Y, ¡claro!, el hijo del rey todo se suspendió, y la
preguntó:
-Señorita, ¿por quién clara usted, que no la entiendo?
Usted expliquese a mi todo lo que le pase.
Empezó a explicarle ende sus principios, y ya, pos
intentó casarse con ella.

—141—
Entraron en relaciones, y ye le dijo elle ánde estaba la
cueva y que ella quería ver a sus hermanos, que aunque no
eran hermanos, la querían más que si lo hubiesen sido; y
que ella deseaba dirlos a ver pe que supieren que era
viva.
Y fueron los dos a verlos. Y los ladrones, al verla viva,
creo que los faltaba el juicio y todo. Y ellos ya
conocían que era el hijo del rey. Y abrazándole y
queriéndole mucho... Basta que había ido a presentársela.
se encontraban llenos de alegría.
y ya él los dijo que si era gusto de ellos, que se quería
casar con ella. Los ladrones, muy gustosos, le dijeron:
-El gusto de usted es el nuestro.
Ye se marcharon otra vez a palacio. Y fue cuando se lo
dijo a sus padres, antes de presentársela e sus padres:
que diendo él a caza, se había encontrado con esa caja, y
que iba el río abajo: y la pudo sacar del río y la abrió;
de que vio que era una dama tan bonita y muy bien
vestida, se la cargó el hombro y la llevó a su
habitación, en donde nedien la vio,
—Y como decían ustedes que estaba muy triste, que qué me
pasaba, yo les decía que nada. Hasta que ya un día empecé
a secarla los anillos que tenía en los dedos. Y fui a
secarla el anillo que tenía en el dedo corazón, y se puso
viva. Y ya tanto cariño la he tomado que pienso casarme
con elle. Creo no me quitarán ustedes el gusto. Y ahora
se la presentaré a ustedes. Verán qué preciosa es.
Y se la presentó. Y sus padres —muy contentos. Los gustó
mucho la joven. Y ya digerotl hicieran les díligencias pa
cesarsen —que se casaran lo antes posible.
Entonces ella empezó a contar lo que la había ocurrido
—desde su madrasta hasta echarle el río abajo.
Dieron parte e los ladrones de que se iban a casar, y
todos fueron como si fueran hermanos propios. Y luego ya
el hijo del rey no consintió de que fueran ladrones ni
que etuvieran solos en esos montes —que a todos los puso
con un ascenso mu grande y los llevó e su palacio. Y en
su palacio, sin salir de él, los colocó. Allí estuvieron
todos, en compañía, como si fueran propios hermanos. Y ya
no hay más.

Sepúlveda, segovia.

—142—
3.1.3.— Blancaflor CE 143>

Pues ésta era una reina que estaba embarazada. Y estando


cosiendo un día en un balcón se picó en un dedo. Y viendo
la sangre en la nieve, dice:
-La sangre con la nieve, !qué bonita está! Cuando dé a
luz, pondré a la hija Blanceflor.
Y al tener la hija seis años, murió la madre, Y su padre
se casó de segundas nupcias. La niña fue creciendo,
creciendo y llegó a ser muy guapa.
La madrastra tenía un espejo mágico que hablaba. Y un día
le preguntó:
—Espejo mágico, ¿quién es más guapa, la Blancaflor o yo?
Y le conteste el espejo:
—Tú superas> pero supera la Blancaflor.
La madrastra, como tenía envidia de la niña, determiné
matarla. Llamó a un oriao y le dijo que la cogiese y la
matase y la trajese la lengua. Y el cneo la llevó al
monte; pero como él le había visto nacer, no quiso
matarla. Y la dijo:
-Dios te valga y tu fortuna.
Y la dejó en el monte. Y mató a un perro y le sacó la
lengua y se la entregó a su madrastra.
La niña fue andando, andando por el monte, y por fin
llegó e le case de los siete enanos. Y al entrar vio que
tenían su mese puesta, con sus vasos y su comida, como mo
veía a nadie por allí, comió de cada plato un poquito y
de cada vaso bebió un poquito. Y después fue y se echó en
una cama, rendida de les fatiqas del día. Y se quedó
dormida.
Han llegeo los siete enanos:
—¡De mi vaso han bebido!
—¡Y del mio también!
—¡Y de mi plato han comido!
—¡Y del mio también!
—¡Alguien tiene que haber entrado!
Y con el ruido despierta la niña y salió donde estaban
los siete enanos.
—¡No me maten ustedes!
—Pero, ¿qué haces tú aquí?
Entonces les contó ella su historia. Y por fin la dicen
los enanos:
—Mira, te quedarás con nosotros y serás nuestra criada,
pero ten mucho cuidado. A todo el que venga no le abras
en lo que no vengamos nosotros.
A los pocos días la madrastra habló otra vez con el
espejo mágico:
—Espejo mágico ¿quién es más guapa, la Blancaflor o yo2
Y la contestó;
—Tú superas; pero supera la Blancaflor.
pues la madrastra se puso furiosa y determiné salir en
busca de la niña para matarla. Se vistió de quinquillera
y llegó a la casa de los enanos. La niña estaba en una
ventana:

—143—
—¡Oye, niña, mira! ¡Baja! ¡Qué peinetas y qué corsés!
Y enseñándole un corsé le dijo:
—tsig’.ln eres de guapa, vería qué bien te estaba!
La dijo la niña:
-No puedo abrir,
Pero atento ruego, su madrastra la hizo bajar. Y abrió. Y
la madrastra le puso un corsé. Y al ponérselo, lo apretó
tanto que la juntó las costillas con el pecho.
Cuando han llegao los siete enanos, se han encontrado con
ella tirada en el suelo. Creyeron que gente de sospecha
habrían matao a le niña. La han registreo cuando ven que
tenía un corsé muy apretado y que tenía oprimidas las
costillas con el pecho. Soltaron el corsé, y le niña da
en si. Y la dijeron:
-No vuelvas a abrir. En lo que no vengamos nosotros, no
abras a nadie.
A los dos o tres días la madrastra empieza otra vez con
el espejo mágico
-Espejo mágico, ¿quién es más guapa, la Blancaflor o yo?
—Tú superas; pero supere la Blancaflor.
La madrastra se puso furiosa otra vez y ha vuelto a ir en
busca de la niña. Llegó a la casa de los enanos. Y la
niña estaba en la ventana cuando ella ha paseo. Y le he
llaneo lo mismo que la otra vez:
—Oye, niña, baje, que tengo unas peinetas muy bonitas. Y
tú, como eres tan guapa, verás que bien te están.
—No puedo abrir.
Pero a tanto ruego, su madrastra la hizo bajar. Y la niña
abrió otra vez, y la madrastra la clavó dos peinetas por
la cabeza.
Cuando han llegeo los siete enanos, se han encontreo con
ella echada por el suelo cono la otra vez. Y la sacaron
las peinetas y volvió en si. Y la dijeron otra vez:
—¡No vuelvas a abrir! ¡Que ésta es tu madrastra, que te
quiere matar!
Al siguiente día habló otra vez la madrastra con el
espejo mágico;
—Espejo mágico, ¿quién es más guapa, la Blanceflor o yo?
—Tú superas; pero supera la Blancaflor.
A los tres días después, su madrastra fue con una canasta
manzanas e case de los enanos. Y esta vez le niña no
estaba en la ventana. Y ha llamao a la niña:
—¡Oye, niña, mira! ¡Bajel
La niña salió a la ventana diciendo que no podía abrir.
—Mira, ¡qué manzanas traigo! Mira, te daré una.
Y al no poder bajar a abrir, a tanto porfiaría, se
aproximó a le ventana —la niña con la mano por la
ventana, y le madrastra alargándola con la mano de ella
la manzana.
Y la manzana la vino a envenenar.
cuando han llegeo los siete enanos, se han encontreo con
ella tirada en el suelo, Creyéndola muerta, han trateo
los siete enanos de hacerla un pantión en una caja de
cristal. Y metieron con ella muchas flores. Y con unos
claveles a la nariz, vino la niña e resucitar.

—144—
Y todos los enanos alrededor de ella llenos de alegría.
Entonces los enanos recordaron de llamar a sil padre. Le
contaron todo lo que había pesado y le dijeron:
—Sigan ha hecho la madrastra con la niña, hay que hacer
con la madrastra.
Lo cual el señor dio el poder: la arrastraron y hizon oíl
judiadas con ella, diciéndola:
—Todo el castigo que se te está dando a ti —¡lo que
hicistes con la pobre niAa!
Y ya se acabó.

Tordesillas, Valladolid.

-145—
3.1.4.- Blancaflor (E 145>

Eran dos hermanos que se quedaron sin medre. Y la niña


era muy guapisima y se llamaba BlancaflOr. Entonces su
padre se casó con une mujer que era muy envidiosa y
luego, en cuanto vio a la niña, pues tenía mucha envidia
de ella. Todo su afán era ganar a BlancaflOr de guapa.
Llegó a tenerla hasta días enteros sin comer, pare que
así perdiera la hermosura. Y tenía ella un espejo mágico.
Cuando la veía un poco lacia y un poco marchitada, cogía
el espejo y decía;
—Espejito mágico, ¿quién es más guapa, Blencaflor o yo?
Y el espejo la decía:
-Tú estás muy bien; pues aún es más linda Blancaflor que
tú.
Entonces le tiraba contra el suelo y se ponía furiosa con
él. Y luego le quitaba todos los vestidos e Blancaflor y
la mandaba incluso a por hierba y todo. Y entonces elle
se ponía muy maje —todo lo que hable visto en Blancaflor
se ponía ella—, cogía el espejo otra vez y decía:
—EspegitO mágico, ¿quién es más guapa, Blanceflor o yo?
Y la decía el espejo:
-Blancaflor está muy estropeada, pero aún te gana.
Entonces ya empezó ella a inducirle al padre de
BlancaflOr y a decirle que era muy mala, que debían
echarla de casa, que si no, ella se tendría que marchar.
Entonces ya decidieron mandarla a ella con el hermano a
un bosque y allí que la matare. Y le dijo:
-Mira, me traes la asadura y la lengua, para cenar yo
esta noche.
Entonces el hermano la llevó, diciéndola que la llevaba a
la tiesta de un pueblo inmediato. Ya cuando iban andando
tanto y iban tan lejos, la niña se echó a llorar y le
dijo:
-Pero hermanito, ¿adónde me llevas?
Y la dijo:
—Pues mira, hermanita, nuestra medraste me ha encergaO
que te mete y la lleve la asadura tuya y la lengua para
cenar esta noche.
Entonces vieron un perrito que había por allí, y la dijo
el hermano:
—Pero mira, mataré ese perrito, le saco la asadura y la
lengua y ise lo llevo a nuestra medraste! Y a ti te dejo
ahí en un árbol. (En una encina, porque en el monte había
encinas.>
Entonces el niño así lo hizo; mató al perro, le sacó la
asadura y la lengua, la dejó a su hermana bien colocada
en la encina para que los lobos ni nada la vieren y se
fue pare casa.
Cuando llegó y dio a su madre la asadura y la lengua, fue
y dijo al espejito:
—EspejitO mágico, ¿quién es más guapa ahora, Blancaflor o
yo?
Y el espejo la dijo:

146
—Tú, porque Elancaflor, no sé dónde está.
Entonces ella se puso muy contenta, bailó y todo.
La niña siguó en la encina, toda la noche quieta. A media
noche vio que estaba esa encina encima de la casa de unos
ladrones. Y llegaron los ladrones y, como hacia muy
bueno, se pusieron debajo de la encina a repartir lo que
habían robao. Entonces empezaron a decir:
-Para ti. Para ial.
Y dijo ella:
—Y, ¿para mi?
Y ellos, al oir la voz, oal.laXOn pero al poco rato
comenZarOn otra vez:
—Para ti. para mí.
Dice ella:
—Y, ¿para mi?
Y callaron ellos un ratito.
Y así lo volvieron a hacer varias veces, pero en vista de
que no podían terminar, dijeron;
-Bueno, nos vamos a acostar y mañana ya podremos
repartir.
Y se acostaron.
Al siguiente día salieron todos los bandidos. Y ella,
desde la encina, los cortó mientras salían. Contó hasta
doce y dijo:
—vaya, pues van doce.
Cuando ya comprendió que iban muy lejos, bajó de la
encina y entró en la case, porque vié que la habían dejeo
abierta. Vio que tenían todas las camas tiradas y todo
muy sucio, sim hacer nada. Entonces ella les hizo las
camas, les limpió todo y les hizo la cena. Ya cuando iba
siendo de noche, se subió otra vez a la encina. Y
vinieron los bandidos por la noche. Y el llegar y ver
todo tan arreglao y la cena hecha y todo, empezaron a
mirar por toda le case a ver si había alguien en cesa.
Ya, en vista de que no encontraban a nadie, dijeron:
—Bueno, pues mañana nos quedamos uno para así ver quién
entra a hacerlo.
Al día siguiente salieron todos, y ella, desde la encina,
los contó y vio que nada más iban once. Y entonces aquel
día no bajó. Se estuvo todo el día en la encima. Y
vinieron los bandidos por la noche, y el que se habla
quedado les dijo que ni había visto a nadie ni que había
ido nadie. Entonces ya, al siguiente día, fueron todos y
al contarlos y ver que iban doce, se bajó enseguida y
entró. Les hizo todos pero como tenía mucha hambre,
porque el día antes no había comido ni bebido, comió y
bebió y despues se echó a dormir un poco en una cama.
Pero como estaba muy cansada de estar tanto en la encina,
vínieron los bandidos y todavía no había despertao.
Entonces, al entrar y verla, pues dijeron:
— ¡ay, que niña s~s guapa hay en nuestra cama.
Uno de los ladrones se acercó a despertarla, y le dijeron
los otros:

—147—
— No despertarla!. Si la despertamos 50 asustará.
Entonces se quedaron todos el lado de la cama de la niña
y, cuando despertó, la dijeron que no se esustara, que nO
la pasaría nada y que si ella quería, que se quedarle a
vivir con ellos. Y cuando ella les cantó lo que la había
paseo, la dijeron:
—Pues nunca mejor, Nosotros no tenemos a nadie. Te quedas
aquí. Tú nos harás las coses mientra nosotros vamos por
ahí, pero ten cuideo de estarte siempre encerrada. Y
aunque llame alguien, no abras.
Bueno, pues así lo hicieron.
Ya la medraste cogió el espejo mágico un día y le dijo:
—Espejito mágico, ¿quién es más guapa,Blancaflor o yo?
Y la dijo:
—Blancaflor, que está muy quepa y vive con unos ladrones.
Entonces la madrasta se puso muy furiosa y decidió ir a
buscarla. Y se vistió de quinquillera y fue adonde estaba
la cesa de los ladrones. Y estebe ella sentada al balcón
al sol y le dijo:
—Señorita, cómpreme usted un corsé, que se lo vendo.
Dijo ella:
—No señora, no me le sé poner.
Y dijo la medraste:
-Abrane y cómprenelo, que yo se lo pongo.
Fue y abrid, y, al ponórsele, la apretó tanto que la
quitó la respiración y ya cayó al suelo sin sentido.
Entonces la madrasta se fue muy contenta. Y vinieron los
ladrones y, al verla en el suelo, empezaron a mirarla y
decir:
—Pobre Blanceflor, ¿qué la habrá paseo?
Pero al irla e levantar, vieron que tenía un corsé muy
apreteo, muy apreteo. Se lo quitaron, y al poco rato
recobró el conocimiento. Entonces la dijeron que qué la
había paseo. Y al decirles ella que había sido una
quinquillera, la dijeron que no volviera a abrir a nadie,
que ya se lo habían advertido.
Entonces la medraste cogió el espejito mágico y le dijo:
—Espejito mágico, ¿quién es más guapa, Blancaflor o yo?
Entonces la dijo el espejo:
—Blancaflor, que vive con los ladrones y la quieren
mucho.
Entonces la niadrasta se puso muy furiosa y le tiró contra
el suelo y se volvió a buscar a Blancaflor. Y fue como
una pobre pidiendo. Y estaba ella peinándose al balcón. Y
le dijo:
—Señorita, ¿quiere usted que la peine yo?
—No, señora —dice—, me peino siempre yo sola.
—¡Vamos, ande! ¶Déjene! Yo la peino muy bien.
Y dijo ella:
—No, me han dicho los ladrones que no abra a nadie.
Y entonces dijo la vieja:
—Yo ningún mal la voy a hacer. Abrase, que la peino.
y entonces le abrió, y se puso a peinarla. Y al estarle
peinando, la clavó un agujón que llevaba y se lo clavé en
la cabeza. Y se volvió paloma.

-14 3—
vinieron luego los ladrones y la buscaron por toda la
cesa, llamándola, y no la encontraron; pero ya vieron una
palomita que endabva por el tejado revoloteando. Y la
cogieron y la empezaron a manosear y dijeron>
—¡Qué guapa palomita!
Y entonces vieron que temía un agujOfl en la cabeza, y, al
quitárselo, quedó otra vez convertida en Blancaflor, que
les contó lo que la había paseo. Y la volvieron a
advertir que no abriera más que a ellos.
Y entonces le medraste se miró al espejo y le dijo:
—Espejito mágico, ¿quién es más guapa, Blancaflor o yo?
Y el espejo la dijo:
-Blancaflor, que aún vive con los ladrones.
Y entonces ella se puso cada vez más furiosaq. Y juré que
había de matarla. Y fue y se fue vendiendo peras, y
llevaba una envenenada. Y llegó allá, y estaba Blancaflor
en el balcón tomando el sol, y la dijo:
—Señorita, ¿me compra usted peras?
-No, señora —dice.
-¡Ande! -dice-, ¡Abrase usted, que la gustarán!
Y dijo elle que no, que no abría, que la habían dicho los
ladrones que no abriera a nadie. Entonces la vieja cogió
la pera que llevaba enveneneda y se la echó, y la dijo:
-¡Cómala usted!
Y dijo elle:
-No, me puede pasar algo.
Y le vieja la dijo:
-Yo como otra.
Entonces Blanoaflor la comió. Y ya, pues cayó envenenada.
Cuando fueron los ladrones y la vieron ya muerta, la
dieron tierra,
Y ya la madresta, pues se miraba al espejo todos los días
y le decía:
-Espejito mágico, ¿quién es más guapa, Blanocí lar e yo?
Y el espejo la decía:
-Tú, porque Blancaflor se ha muerto.
Y ya, pues, vivió elle muy feliz, y ya se acabé.

Sieteiglesias, Valladolid.

—149—
3.1,5.— La peña de los enamorados (RA 40)

Era una isla que le llamaban “Le peña de los enamorados”.


Allí vivían un conde y una condesa, que era la más guapa
de la isla. La condese tuvo una hija, y cuando los
habitantes de la isla iban a verla, todos decían: “Guapa
es la madre, pero más guapa es la hija.”
Le madre le tomó envidia, y mandó a dos criados que se
llevaran a la niña a un monte y la mataran. Ninguno de
los criados quería matarla. Llevaban un perro y le
sacaron los ojos, dejando a le niña viva en el monte. La
niña, encontrdndose sola en el monte, se refugió en une
peña. Subiéndose a un árbol vio que llegaban siete
bandidos. El capitán dijo:
-Abrete, rosa.
-Ciérrate, clavel.
Al otro día, cuando salieron los siete bandidos, dijo le
niña: “Abrete, rosa.” “Ciérrate, clavel.” Se lo encontró
todo muy desordenadO. Lo limpió y lo arregló todo,
diciendo de nuevo: “Abrete, rose” y “Ciérrate, clavel”.
Los bandidos, cuando abrieron la peño, se quedaron
admirados. Todos los días alguien hacia la misma faena.
Pero un día dijo el capitán:
-Hoy, cuando salga, me voy a volver a ver quién es el
alma queiaá que entra aquí.
El capitán se quedó sorprendido, cuando entró y vio a la
niña.
—¡Hija mía! ¡Eres más guapa que la condese de la peña de
los enamorados!
Cuando los demás bandidos llegaron, dijo el capitán:
-Esta es nuestra hermana, cada uno le tendrá que hacer un
regalo.
Unos le dieron pulseras y otros anillos. La miraban como
a une hermana propia. Allí estuvo diez años y tenía
cuanta riqueza había en le isla.
Un día se enteró la madre de que había una mujer más
guapa que elle, pero no sabia el lugar donde estaba. El
conde buscaba a su hija desde que se la llevaron, pero
nunca la encontró.
La madre, enterada y llena de envidia, llamó a una
gitana
—Te doy una bolsa de oro, siempre que me traigas la cruz
que :e puse a mi hija en el cuello.
La gitana era una hechicera. Se llevó dos días dando
vueltas al sitio con un anillo de oro que estaba
encantado con la insignia de la condesa. Un día los
bandidos le dijeron a la niña que podía salir un ratito
afuera de le peña para distreerse. Y le dijo la gitana:
—¡Hija de mi alma, qué tiempo llevo buscándote! Toma un
anillo de oro, que es más brillante que los que tú
tienes.
—No, señora, tengo muchos anillos, que me den mía
hermanos.

—150—
-Pero éste es mucho mejor. Dime cuál es el secreto de la
peña de los enamorados.
La niña contestó:
—No venderé nunca a mis hermanos ni diré nunca el secreto
de la peña.
poniéndole la gitana el anillo de la condese, en el acto
quedó paralizada, como muerta. La gitana cogió la cruz, y
dejando a la niña abandonada en la puerta de la peña, le
llevó a la condesa la cruz de su hija. Le dijo que la
había matado y que le diera la bolsa de oro.
Los bandidos, cuando llegaron y la vieron muerta,
lloraban, y dijo el capitán que temían que buscar quién
había hecho ese crimen. Salieron aquella noche por un
vestido blanco pare vestirla. Fueron a la casa de la
condesa y robaron un vestido blanco que tenía la cruz de
le niña. los bandidos la vistieron y la pusieron en la
puerta del conde.
El conde, cuando vio aquello, no sabia si era su hija o
no ere. Pero había que enterrarla en el mejor lugar del
cementerio de la isla,
El conde, cuando iban a enterrarla, dijo:
—Vamos a ver a quién pertenecieron tantos anillos.
Al sacarle el anillo con la imsiqnia de la condesa, la
niña volvió en si y dijO:
—Este es mi padre.
Y dijo el padre:
—Esta es mi hija. Dime el secreto de donde has estado.
—No lo diré mientras usted no consiga el indulto de mis
hermanOs.
como el conde era el rey de la isla consintió en darle el
indulto. Al otro día salieron para la peña, diciéndole la
niña al padre;
—Voy a entrar a ver a mis hermanos.
Al llegar la niña dijo: “Abrete, rosa”, y el conde vio a
los siete bandidos conlos trabucos preparados.
—No tiréis, hermanos, estáis indultados —dijo la niña.
Los bandidos abrazaron a la niña, pues se habían creído
que estaba muerta.
Fueron el palacio del conde. El conde llamé a los
sirvientes viejos, los cuales declararon que la condesa
les había mandado que matasen a la niña, pero ellos no la
habían querido matar.
El conde perdoné a los criados. A la mujer la metió en un
subterráneo. Encargó a los bandidos que encontraran a la
gitana y la metió en el mismo subterráneo donde estaba la
condesa, siendo la hija la más guapa de la isla.

—151—
2.1.5, - El espejito mágico <A 211)

En cierto reino, en cierto país, vivía un mercader viudo


en compañía de un hijo, una hija y un hermano... Una vez
que se disponía a partir hacia tierras lejanas con su
hijo para comprar toda clase de mercancías, llamó a su
hermano y le habló así:
—Querido hermano, e tu cuidado dejo mi cesa entera y mi
haciende y te ruego muy encarecidamente que atiendas a la
educación de mi hija, con severidad y sin consentirle
ningún capricho. Y se puso en camino después de
despedirme de su hermano y de su hija.
La hija del mercader era ya una moza, tam bella que
habría sido imposible encontrar otra igual, ni aún
recorriendo el mundo entero. Precisamente esa hermosura
inspiró al tío de la muchacha una idea pecadora que no le
daba sosiego ni de día ni de noche.
—Si no pecas conmigo —acosaba a la muchacha—, despídete
de la vide: te mataré aunque sea mi perditión.
Un día que fue la muchacha al baño, su tío la siguió;
pero, en cuanto traspuso la puerta, olla le empapó de
pies a cabeza con una palangana de agua hirviendo. Tres
semanas hubo de pasarse en cama y, cuando al fin se
repuso mal que bien, un odio feroz había hecho presa en
su corazón, Obsesionado por la idee de vengarse, le
escribió e su hermano una carta diciéndole que su hija se
había descarriado, que rodaba de case en cesa, se pasaba
las noches fuera y no le obedecía a él...
El mercader se puso furioso al recibir aquella carta y le
habló así a su hijo:
-Mira: tu hermana ha deshonrado nuestra cesa. No quiero
perdonarla. Vuelve tú inmediatamente, despedaza a la
malvada en trocitos pequeños y treéme su corazón en la
punta de ese mismo cuchillo, ¡Pera que las personas
decentes no se burlen de nuestro linaje!
El hijo agarró un cuchillo afilado y volvió e su tierra.
Una vez en su ciudad, empezó a indagar entre unos y
otros, con sigilo y sin descubrirse, la vide que llevaba
fulanita de tal, hija de un mercader. Y sólo escuchó
alabanzas sobre su bondad, su decencia, su piedad y
obediencia para con las buenas gentes. Cuando tuvo todos
esos informes fue a ver e le hermana, que se llevó una
gran alegría y corrió a él, abrazándole y besándole.
—¡Hermano mio querido> ¡Alabado sea Dios! ¿Cómo se
encuentra nuestro amado bátiushjca?
—Nc te alegres tanto, querida hersanita, porque mi visita
es de mal agOero. Traigo orden de nuestro padre de
despedazarte en trocitos pequeños, arrancarte el corazón
y llevárselo en la punta de este cuchillo.
-¡virgen Santísima! —exclamó la hermana llorando—. ¿A qué
viene esa desgracia?
—Ahora lo sabrás —contestó el hermano, y le hablo de la
carta de su tío.
—¡Yo no tengo ninguna culpa, hermano!

—152—
El hijo del mercader escuchó lo que le cantó su hermana y
luego dijo:
-No llores. Ya sé que no eres culpable y, aunque nuestro
padre me ha ordenado que no acepte ninguna disculpa, no
te mataré. Lo mejor será que recojas algunas prendas,
salgas de esta case y busques refugio donde puedas. Dios
no te abandonará.
Sin pensárselO más, la hija del mercader recogió algunas
prendas, se despidió del herreno y salió de aquella cesa
sin saber adónde iría. El hermano mató entonces a un
perro vagabundo, le arrancó el corazón y se lo llevó a su
padre en la punta del cuchillo. Al entregárselo dijo;
-Padre: siguiendo tu mandato he matado a mi hermana.
-No quiero saber nada de ella. tina perra no merece otra
muerte —replicó el padre.
La linda muchacha anduvo al azar —mo sé si poco o mucho—
hasta penetrar en un bosque tan frondoso y oscuro que los
altos árboles apenas dejaban ver el cielo. Caminando por
aquel bosque fue a parar a un calvero donde se alzaba un
palacio blanco rodeado por une verja verde.
—¿Y si entrara en este palacio? —se dijo la muchacha—.
Quizá no me pase nada, porque también tiene que haber
gente buena en el mundo...
Entró, pues, en los aposentos y no encontró ni alma
viviente. Iba a marcharse ya cuando Llegaron de pronto al
galope dos recios bogatires que entraron en el palacio y,
al ver a la muchacha, la saludaron:
—¡Hola, bonita!
-¡Hola, honorables paladines!
—Mire —le dijo uno de los bogatittes al otro—: nos
quejábamos de que mo teníamos a nadie para gobernar
nuestra case, y Dios nos manda e una herraenita.
Dejaron los bogatires que la hija del mercader se quedase
a vivir en el palacio, la reconocieron por hermana suya
y, entregándole las llaves, pusieron en sus manos el
gobierno de toda su haciende. Luego desenvainaron sus
afilados sables y, apoyando cada uno la punta del suyo en
el pecho del otro, pronunciaron estas palabras:
—Si uno de nosotros se atreve a ofender a nuestra
hermana, este sable le dará muerte sin compasión.
De esta manera se quedó a vivir la linda muchacha en casa
de los dos bogatires. Mientras, el padre hizo sus compras
en otrospaises, volvió a su tierra y, al cabo de algún
tiempo, tomó esposa por segunda vez.
La mujer con quien se casó era muy bella y poseía un
espejito mágico que, con solo mirarse en él, permitía ver
lo que ocurría en cualquier parte.
Un día que los bogatires iban a salir de caza, le
recomendaron a su hernenita
—No abras a nadie hasta que volvemOs.
Precisamente por entonces se le ocurrió a la mujer del
mercader mirarse en el espejito y decir mientras
contemplaba su belleza:
—Mo hay nadie más hermosa que yo.
A lo que el espejito replicó:

—152—
-Eres hermosa, es verdad. Pero más hernosa todavía es tu
hijastra, la que vive en el palacio de los dos bogatires
en el bosque.
Disgustada por aquellas palabras, la madrastra llamó
inmediatamente a una malvada vieja que conocía y le
ordenó:
—Toma este anillo blanco y ve el palacio blanco que hay
en medio del bosque oscuro. En ese palacio vive ni
hijastra. Salúdala y entréqale este anillo, diciéndole
que se lo envía su hermano.
La vieja tomó el anillo y fue adonde le habían mandado.
Le linda muchacha le vio cuando llegó el blanco palacio y
corrió a su encuentro, deseosa de saber lo que pasaba por
su tierra.
-¡Mola, abuelital ¿Cómo te ha traído Dios hasta aquí?
¿Están todos buenos en case?
-Están buenos, si. Precisamente me ha mandado tu hermano
a saber cómo te encuentras tú y a traerte este anillo.
Mira que bonito es...
La muchacha se llevó une alegría tan grande que no se
podría ni contar, Hizo pasar a la vieja a los aposentos,
la agasajó con los manjares y les bebidas mejores que
tenía y le rogó que transmitiere a su hermano sus
recuerdos más cariñosos. Al cabo de una hora
aproximadamente se marchó la vieja renqueando. La
muchacha se quedó un rato admirando el anillo, hasta que
se le ocurrió probárselo: nada más ponérselo en el dedo,
cayó al suelo sin vida.
Regresaron los dos bogatires y, el entrar en los
aposentos, se extrañaron de que mu hernanita no acudiera
a recibirlos, Penetraron en la habitación, y allí le
encontraron muerta. ¡Qué pena tan grande la de los
bogatires! La muerte se había llevado, de pronto, lo más
hermoso que tenían,..
—vamos a amortajaría con un traje nuevo antes de
depositarla en el ataúd —dijeron.
Iban e amortajaría ya cuando uno descubrió el anillo
quetenia puesto.
-¿Vamos a enterrarla con este anillo? —se preguntó—.
Mejor será que se lo quite y me lo quede de recuerdo,
No hizo más que quitarle el anillo cuando la linda
muchacha abrió los ojos, exhaló un suspiro y volvió a la
vida.
—¿Qué te ha ocurrido, hermenita? ¿Ha venido alguien a
verte? —preguntaron los bogatires.
-Efectivamente. Ha venido una vieja que yo conocía de mi
tierra y me ha traído un anillo.
—¡Pero qué desobediente eres! ¿No te hemos dicho que no
dejes entrar a nadie en nuestra ausencia? No vuelvas e
hacerlo nunca más.
Al cabo de algún tiempo se miró en su espejito le mujer
del mercader y se enteró de que su hijastra sequía viva y
tan hermosa. Llamó otra vez a la vieja, le dio una cinta
y le dijo:

—154—
—Ve al palacio blnnco donde vive ni hijastra y dale esa
cinta de regalo. Dile que se la manda su hermano.
De nuevo llegó la vieja donde estaba la linda muchacha,
le conté un montón de historias y le dio la cinta. La
linda muchacha se alegré mucho, se até la cinta al cuello
y al instante cayó muerta sobre su lecho.
Volvieron los boqatiree de caza, encontraron a su
hermanita muerta, quisieron amortajaría conropas nuevas
y, nada más desatarle la cinta del cuello, ella abrió los
ojos, exhalé un suspiro y recobró la vida.
-¿Qué te ha ocurrido, hermanita? ¿Ha vuelto esa vieja?
—Sí. Ha venido una vieja que YO conocía de mi tierra y me
ha traído una cinta.
-¿Pero cómo eres así? ¿No te henos dicho que no dejes
entrar a nadie en nuestra ausencia?
-Perdonadme, queridos hermanos. Ho he podido resistir la
tentación de tener noticias de cesa...
Pasaron unos días, so miré otra vez al espejito la mujer
del mercader, y de nuevo descubrió que estaba viva su
hijastra. Llamé a la vieja:
-Toma este cabello -le dijo—. Ve donde está ni hijastra y
arréglatelas para que se muera.
La vieja aprovechó un momento en que los bogatires habían
salido de caza para acercarse al palacio blanco. Le linda
muchacha la vio desde su ventana y no pudo resistir la
tentación de salirle al encuentrO.
—Roía abuelita. Dios te guarde.
—Hasta ahora mm conserva la salud, preciosa. A:,dando por
el mundo he llegado hasta aquí a ver cómo estás,
La linda muchacha la hizo pasar a su aposento, la agasajé
con toda clase de manjares y bebidas, le preguntó por sus
familiares, le dio recuerdos para su hermano...
—Está bien. Se los daré sin falta, ahora que o ¡>ienso: tú
no tendrás aquí a nadie que te asee le cabeza. Ven que te
rebusque yo.
—Si, abucia. cracias.
La abuela se puso a rebuscarle en la cabeza y aprovechó
para trenzarle en su propio pelo el cabello mágico. Y en
el mismo instante en que lo trenzó quedé muerta la linda
muchacha. La vieja sonrió malignamente y se apresuré e
marcharse antes de que la descubriera ni la viera nadie
allí.
llegaron los bogatires, entraron en el aposento y se
encontraron muerta a su hermana. Estuvieron mucho tiempo
buscando si no habría alguna prenda ajena en su tocado,
pero no encontraron nada. Entonces hicieron un féretro de
cristal tan lindo que nadie podría imaginárselo más que
en sueños, ataviaron a la hija del mercader con un
vestido resplandeciente. como el de una novia que va a
casarse, y la depositaron en el féretro de cristal.
Llevaron el féretro al centro de un gran sajón,
levantaron encima un baldaquín de terciopelo rojo con
borlas de brillantes y flecos de oro y colgaron doce
lámparas en doce columnas de cristal. Los bogatires
lloraron luego amargamente, embargadOs de tremendo dolor.

—155—
—¿Para qué vamos a seguir en este mundo? —se dijeron—.
Mejor será que nos quitemos la vide.
Se abrazaron, se despidieron el uno del otro, salieron a
un balcón muy alto y, agarrados de las manos, se lanzaron
al vacio. Pegaron contra unos riscos muy agudos y así
dejaron de existir.
Transcurrieron muchos años hasta que un zarévich, yendo
de caza, penetró en aquel bosque frondoso. Solté a los
perros en distintas direcciones, se aparté do su séquito
y avanzó él solo por un sendero casi borrado. Al cabo de
un rato desembocé en un calvero donde se alzaba un
palacio blanco. El zarévích echó pie a tierra, subió por
la escalinata y comenzó a recorrer los aposentOs. Los
encontré ricamente amueblados, pero sin el calor que
presta a las cosas la mano humana: todo se veía desaseado
y abandonado desde hacia mucho tiempo. En uno de los
salones encontré un féretro do cristal y, dentro del
féretro, una doncella muerta, pero de belleza sin igual,
con las mejillas sonrosadas y los labios sonrientes lo
mismo que si estuviera dormida.
Se aproximé el zarévioh, contemplé a la doncella y allí
se quedó como si le retuviera una fuerza invisible. Desde
por la mañana hasta por la noche permaneció en el mismo
sitio, con el corazón palpitante, sin poder apartar la
mirada, bajo el hechizo de aquella belleza maravillosa,
inaudita, imposible de igualar en el mundo entero.
Mientras tanto, los cazadores de su séquito andaban
buscándole hacia ya mucho tiempo: dieron batidas por el
bosque, hicieron sonar los cuernos de caza, le llamaron a
voces.. • Poro el zarévich continuaba junto al féretro de
cristal sin oír nada. Sólo se recobré viendo que se
espesaban las tinieblas después de ponerse el sol.
Entonces le dio un beso a la doncella dormida y se
narchó.
—¡Alteza! —exclamaron los cazadores—. Estábamos inquietos
sin saber dónde os hallabais.
—He había extraviado persiguiendo a un animal.
Al día siguiente, apenas amanoció, se dispuso el zarévich
a salir de caza, penetró al galope en el bosque, se
apartó de su séquito y llegó, por cl mismo sendero, al
palacio blanco. De nuevo se pasé el día entero junto al
féretro de cristal sin apartar los ojos de la hermosa
doncella muerta y no regresó a su casa hasta muy entrada
la noche.
Lo mismo sucedió al tercer día, al cuarto.,, y así una
Semana entera.
—¿Qué le habrá ocurrido a nuestro zarévich? —se
prequntaban los señores que cazaban con él—. Debemos
estar al tanto y cuidar de que no le pase nada.
conque el zarévich salió de caza, solté a los perros por
el bosque, se alejó de su séquito y se encaminé hacia el
palacio blanco,

—156—
Los demás cazadores le siguieron inmediatamente, llegaron
al calvero del bosque, entraron en el palacio, en uno de
cuyos salones vieron el féretro de cristal con la
doncella muerte y al earévich e su lado.
—¡Con razón os habéis pasado una semana entere rondando
por el bosque, altezal Tampoco nosotros podremos ahora
movernos de aquí hasta la noche.
Rodearon el féretro de cristal y, maravillados por la
belleza de la doncella, estuvieron contemplándola, sin
moverse, desde por le mañana hasta por la noche, Cuando
oscureció totalmente, les dijo el zarévich a los señores
de su séquito:
—Hacadme un gran favor, henanes tomad el féretro con
esta doncella muerta y llevadlo a mi dormitorio; pero con
sigilo y en secreto, pare que nadie se entere. Sabré
recompensaros con oro como nadie os recompensaría.
—Podéis recompensarnos si tal es vuestro desee, pero
también sim recompensa estemos dispuestos a serviros,
Con estas palabras, los casdores levantaron en andas el
féretro de cristal, lo acomodaron sobre unos caballos y
lo condujeron el palacio del zar, depositándolo en el
dormitoriuo del zaxávioh,
Desde aquel. día dejó de intereserse el zarévich por la
caza. Nc salle de palacio y permanecía en sus aposentos
contemplando a la bella muchacha.
—¿Qué le sucederá a nuestro hijo? —se preguntaba la
zarina-, lleva no sé cuánto tiempo metido en palacio, sin
salir de sus aposentos ni dejar que entre nadie. ¿A qué
se deberá esa melancolía? ¿Estará enfermo? Iré e verle.
r.ntró la zarina en los aposentos de su hijo y vid el
féretro de cristal. Enterada de todo lo ocurrido, ordenó
inmediatamente que l.a doncella fuera sepultada con el
debido ceremonial en la tierra húmeda, nuestra madre.
El zarévich salió al jardín sollozando, cortó las flores
más bellas que encontré y les llevó a su cuarto para
adornar los cabellos de la bella suerte, Pero, cuando se
puso a peinar su trenza dorada, el cabello mágico se
desprendió. La linda doncella abrió los ojos, exhaló un
suspiro y se incorporé en el féretro de cristal diciendo:
—icuánto tiempo he dormido!
Loco de alegría, el zarévich la tomó de la mano para
conducirle delante de sus padres.
—Amado bátiushka, querida mátushica: esto ha sido un don
del Señor y yo nc podría vivir ni. un minuto sin ella, OS
ruego que me permitáis tomarla por esposa.
—Está bien,hijo. Nosotros no nos opondremos a los
designios de Dios. Además, quizá no haya una belleza
igual en el mundo entero.
Como los zares no encuentran impedimentos para esas
cosas, el mismo día se celebró la boda, seguida de un
gran banquete,
Casado con la hija del mercader, el zarévich ,vivia en el
séptimo cielo.

157—
Al cabo de cierto ticapo quiso le recién casada ir a su
tierra y visitar a su padre y a su hermano. Al zarévich
le agradó la idea y fue a pedirle venia a su padre.
-Está bien -dijo el zar—. Marcheos cuando queráis,
queridos hijos. Pero tú, zarévich, irás por tierra dando
un rodeo y aprovecharás la ocasión pare recorrer todos
nuestros feudos y observar si reina el orden el ellos. En
cuanto e tu esposa, irá en barco por el camino más corto.
se preparó un barco para la travesía, se compuso la
tripulación y se nombró a un general para mandarla. La
zaxevna subió al barco, que se hizo a la mar, mientras el
zarévich parUa por tierra.
Viendo a la zarevne tan hermosa, el general en jefe se
prendó de su belleza y empezó a enamorarla. “¿Por qué he
de temer nada? —pensó—. Ahora está entre mis manos y
puedo hacer lo que quiera.” —Dame tu amor —le dijo a la
zarevna— o te arrojará al mar.
La zarevna le volvió la espalda, sin contestarle, anegada
en lágrimas. Pero un marinerito que había escuchado la
amenaza del general en jefe se acercó a ella por la noche
con estas palabras:
-No llores, zatevna. Vamos a cambiar nuestras ropas y tú
sube a cubierta mientras yo me quedo en el camarote. De
esta manera, el general me arrojará al mar a mi, pero no
me importa, ya me las arreglaré para llegar a nado hasta
tierra ahora que no está lejos.
Así lo hicieron, y la zarevna subió a cubierta vestida
con la ropa del marinero, mientras éste se acostaba en su
cama. Por la noche penetró el general en jefe en el
camarote, agarró al marinero y lo arrojé al mar. El
marinero se puso e nadar y llegó a tierra por le mañana.
Cuando el barco atracó, la zarevna se mezclé con los
marineros que descendían e tierra, corrió al mercado, se
compró la ropa adecuada y, vestida de pinche, se puso a
servir en casa de su padre.
Poco después llegó el zarévich a case del mercader.
—Salud te deseo, bátiushka. Has de saber que soy tu
yerno, pues me he casado con tu hija. ¿Pero dónde está
ella? ¿Acaso no ha llegado aún?
Entonces se presentó el general en jete a informar:
-Alteza, ha sucedido una desgracia. Estaba la zarevna en
cubierta cuando estalló una tempestad, el barco empezó a
cabecear, a ella le dio uy, mareo y, antes de que
pudiéramos impedirlo, cayó al mar y se ahogó.
El zarévich se llevó un gran disgusto y lloró
amargamente, pero no era posible sacarla del fondo del
mar. Seria ése su destino... De modo que pasó unos días
en casa de su suegro y luego ordenó e su séquito que se
preparase para el regreso.
El mercader dio un gran banquete de despedida. Acudieron
otros mercaderes, boyardos y todos los familiares. Entre
ellos estaban el hermano del mercader, le vieje malvada y
el general en jefe.
Los invitados comieron, bebieron y se solazaron hasta que
dijo uno de ellos;

—158—
—Honorables caballeros: no hacemos más que beber, y, eso
no conduce a nade bueno. Mejor será que nos pongamos a
contar cuentos,
—¡Huy bien, muy bienl —gritaron desde todas partes—.
¿Quién empieza?
Entonces resulté que uno no sabia, que el otro no tenía
gracia, que al tercero se le habla ido la memoria con el
vino... ¿Qué hacer? Un dependiente del mercader encontró
la solución:
-Tenemos en la cocina —dijo— un pinche nuevo que ha
recorrido muchas tierras extrañas, ha visto cosas
sorprendentes y es un verdadero artista en eso de contar
cuentos.
El mercader hizo que compareciese el pinche.
—Quiero que distraigas e mis invitados —le dijo.
—y qué debo contar: ¿un cuento o un suceso real?
-preguntó la zarevna-pimche.
—Un hecho real.
—Vaya por un hecho real, Pero con una condición: al que
me interrumpe le pegeré con la espumadera en la frente.
Todos dijeron que estaban de acuerdo, y la sarevna
comenzó a referir cuanto le había sucedido a ella.
—Un mercader que tenía una hija emprendió un viaje al
otro lado de los mares y le encomendó a su propio hermano
que cuidare de la muchacha. Pero, seducido por la belleza
de su sobrina, el tío no la dejaba ni un minuto
tranquila...
Dándose cuenta de que se refería a él, interrumpió el
tío;
—¡Eso no es cierto, caballerOsl
—IAh! Conque no es cierto, ¿eh? Pues toma un espumaderezo
en la frente.
siguió el relato, tratando de la madrastra y del espejito
mágico al que hacia preguntas, tratando también de la
malvada vieja que se presentó varias veces en el palacio
blanco de los bogatires...
—ivaliente tontería! —gritaron a une la viela y le
madrastra—. Eso no puede ser.
La zarevna les pegó en la fuente con la espumadera y
siguió contando cómo había estado acostada en el féretro
de cristal, cómo la descubrió el zarévioh, le devolvió la
vide y la hizo su espose y cómo había partido ella a
visitar a su padre.
Elgeneral barrunté que las cosas se ponían feas para él y
rogó al zarévich:
—Permitidme que me retire: tengo un fuerte dolor de
cabeza.
-No será nade. Espera un poco.
pasó le serena a contar lo que habla heho el general, y
tampoco él pudo reprinirse.
-¡Todo eso es mentira! —exclamó.
La zarevne le pegó con la espumadera en le frente y,
despojándose de las ropas de pinche, se volvió hacia el
zarévich.
—Yo no soy un pinche, sino tu esposa.

—159—
El zarévich se llevó una gran alegría y el mercader
también. Corrieron a abrazarla, a besarla y luego
formaron un tribunal. A la vieja malvada y el tío de le
zareuna los fusilaron a la puerta de la ciudad. Le
madrastra hechicera fue atada a la cola de un potro que
echó a galopar por los campos esparciendo sus huesos por
los matorrales y los barrancos. Al general lo deporté el
zarévich y designé en su lugar al marinero que salvé e la
Sarevna.
Desde entonces, el zarévich, su esposa y el mercader
vivieron largos años felices.

3.1.7.— Blancanieves <O 53>


(No se transcribe esta versión por ser muy conocida
y de fácil accoeso)

160-
3.1.8.- La Bella Venecia (IC 109)

Había una vez una madre y une hija que tenían una posada
donde solían alojerse el Rey y los Príncipes que ibem de
paso. Le posadera se llamaba le Bella Venecia, y cuando
los viajeros se sentaban a la mesa ella les daba charla:
—eDe dónde viene?
—De Milán.
—eV has visto alguna más bella que yo, en Milán?
-No, más bella que usted no he visto ninguna.
Después arreglaban cuentas.
—Serian diez escudos, pero usted déree cinco —decía la
Bella Venecia, porque e todos los que le decían que no
habían visto una más bella les cobraba la mitad.
—¿De dónde viene?
—De Turin.
-eV ha visto alguna más bella que yo, en ‘i’urin?
-No, no he visto ninguna más bella que usted,
Y en el momento de arreglar cuentes:
—Serian seis escudos, pero usted déme tres.
Un día la posadera formulaba a un viajero la pregunta de
costumbre:
-eV ha visto alguna más bella que yo?
En este momento pasó su hija por la sale, y el viajero
repuso:
—Si que la he visto.
—cY quién es?
—Su hija.
Esa vez, le Bella venecia, al arreglar las cuentes, le
dijo:
—Serian ocho escudos, pero usted págueme dieciséis.
Por la noche la posadera llamó al net-mitón:
-ve a la orilla del mar, construye una cabaña que tenga
una sola ventana, pequeña pequña, y encierra allí dentro
a mi hija.
De modo que la hija de la Bella Venecia estaba noche y
día encerrada en esta cabaña junto el mar, y oía el rumor
de las olas pero no podía ver a nadie salvo al marmitón,
que todos los días venia a traerle pan y agua. Pero pese
al encierro la muchacha era cada día más bella.
Un forastero que cabalgaba a orillas del mar vio esa
cabaña toda cerrada y se acercó, Pegó el ojo al ventanuco
y en la oscuridad vio la cara de la muchacha, la más
hermosa que jamás hubiese visto. Un poco asustado,
espoleé el caballo y partió a la carrera.
Al caer le noche se detuvo en le posada de la Bella
Venecia
—cDc dónde viene? —le preguntó la posadera.
-De Roma.
-cHe visto a una más bella que yo?
—Si que le he visto —dijo el forastero,
—eV dónde?
—Encerrada en una cabaña a orillas del mar.

—161—
—Aquí tiene la cuenta: son diez escudos pero págueme
treinta.
Por la noche la Bella Venecia preguntó al marmitón:
—Oye, ¿quieres casarte conmigo?
El marmitón nc podía creer lo que oía.
—Si quieres casarte conmigo, tendrás que llevar a mi hija
al bosque y matarla. Si me traes sus ojos y una botella
llena de su sangre, me casaré contigo.
El marmitón quería casarse con la patrona, pero no le
hacia ninguna gracia asesinar a esa muchacha dulce y
hermosa. Entonces llevó a la muchacha al bosque y la
abandonó, y para mostrar los ojos y la sangre a la Bella
Venecia mató a un cordero, que es sangre inocente. Y la
patrona se casó con él.
Le muchacha, sola en el bosque, lloró, gritó, pero nadie
la oía. Al caer la noche vio una lucecita en la
distancia: se acercó, oyó e mucha gente de charla y llene
de miedo se escondió detrás de un árbol. Era un lugar
rocoso y desierto, y doce ladrones se habían detenido
frente a una piedra blanca.
—lIbrete, deslertol —dijo uno de ellos, y la piedra
blanca se abrió como una puerta. Tras ella todo estaba
iluminado como un gran palacio. Los doce ladrones
entraron y el Último dijo:
—¡Ciérrate, desiertol
Y le piedra se cerró a sus espaldas. La muchacha se quedó
esperando oculta detrás del árbol. Al cabo de un rato una
voz dijo desde adentro;
—¡Abrete, desiertoi
La puerta se abrió y los doce ladrones salieron en fila,
y el Último dijo:
—;ciérrate, desiertol
Cuando los ladrones se hubieron alejado, la muchacha se
acercó a la piedra blanca y dijo:
-¡Abrete, desierto!
Y el portal iluminado se abrió. ~ntró y dijo:
—iciérrate, desiertol
Allí dentro había una mesa servida para doce, con doce
platos, doce panes y doce botellas de vino. Y en la
cocina había un espetón con doce pollos para asar. La
muchacha hizo una limpieza general, preparó les doce
camas, asó los doce pollos. Y como tenía hambre comió un
ala de cada pollo, mordisqueé una corteza de cada pan y
bebió un dedo de vino de cada botella. Cuando oyó que
regresaban los ladrones, se escondió debajo de la cama.
Los doce ladrones, al encontrar todo limpio, les camas
hechas, los pollos asados, no supieron qué pensar. Luego
advirtieron que a cada pollo le faltaba un ala, a cada
pan una corteza, a cada botella un dedo de vino, y
dijeron:
-Aquí debe de haber entrado alguien.
Y decidieron que el día siguiente uno de ellos se
quedaría de guardia.

162—
Se quedó el ladrón más pequeño, pero se puso de guardia
fuera, y entre tanto la muchacha salió de debajo de la
cama, lo arregló todo, se comió las doce alas de pollo,
las doce cortezas de pan y se bebió los doce dedos de
vino.
—¡Eres un inútil! —dijo el jefe cuando comprobó que
habían vuelto a visitar la case, y puso de guardia e
otro. Pero éste también se quedó fuera, mientras que la
muchacha estaba dentro, y así, tratándose cada vez de
estúpidos, todos los ladrones hicieron guardia durante
once días consecutivos sin descubrir a la muchacha.
El duodécimo día quiso montar guardia el jefe; y en lugar
de quedarse fuera se quedó dentro y vio que la muchacha
salía de debajo de la cama. La agarró del brazo.
—No tengas miedo —le dijo—. Ya que estás aquí, quédate.
te trataremos como a una hermana.
De modo que la muchacha se quedó con los ladrones. Hacia
las tareas de la case, y ellos cada noche le traían
joyas, monedas de oro, anillos y pendientes.
Al ladrón más pequeño le gustaba vestirse como gran señor
pera sus depredaciones y parar en las mejores posadas.
Así una noche fue a comer a la posada de la Bella
Venecia.
-¿De dónde viene? -le preguntó la posadera.
—Del linde del bosque —dijo el ladrón.
—¿Y ha visto alguna más bella que yo?
—Si que la he visto —dijo el ladrón.
-¿Y quién es?
—Una muchacha que vive con nosotros.
Así la Bella venecia comprendió que su hija sequía con
vida.
A la posada iba todos los día una vieja que pedía
limosna, y esta vieja era una bruje. La Bella Venecia le
prometió la mitad de sus riquezas si lograba encontrar a
su hija y matarla.
Un día la muchacha, cuando los ladrones habían salido,
estaba cantando en la ventana. Pasó una vieja y le dijo:
—¡vendo alfileres! IVendo alfileres! ¿Me dejas pasar,
niña? Te enseñaré un alfiler para el pelo que es una
maravilla.
La hizo pasar, y le vieja, simulando que le probaba un
alfiler para el pelo, se lo clevó en el cráneo. Le
muchacha murió.
Cuando los ladrones volvieron y la encontraron muerta,
pese al corazón de piedra que tenían se echaron a llorar.
Eligieron un gran árbol de tronco hueco y la sepultaro en
el tronco.
El hijo del Rey estaba de caza, oyó el ledrido de los
perros y los siguió; todos asaltaban el tronco de un
árbol con las uñas. El hijo del Rey miró en su interior y
encontró una bellísima muchacha muerta.
—Si estuvieras viva me casaría contigo —le dijo el hijo
del Rey—, pero aunque estés muerta no quiero separarme de
ti.

—163—
Hizo sonar el cuerno, reunió a sus cazadores y la hizo
llevar al Palacio I4eal. Mandó que la encerraran en un
cuarto sin que la Reine, su madre, se enterare de nada, y
se pasaba los días en ese cuarto admirando le belleza de
la muerta.
La madre empezó a sospechar y un día apareció en el
cuarto por sorpresa.
—¡Ah, por eso no querías salir! ¡Pero está muerta! ¿Para
qué la quieres?
—¡Muerta o no, no puedo vivir sin ella!
—iPor lo menos que la peinen! —dijo la Reina, y mandó
llamar al Peluquero Real. El Peluquero Real enpe2ó a
peinarla y el peine se le rompió. Cogió otropeine y
también se le rompió. Así rompid siete peines uno tras
otro.
—¿pero qué tiene esta muchacha en la cabeza? —preguntó el
Peluquero Real—, voy a echar un vistazo.
Y palpó una cabeza de alfiler. Tiró muy despacito, y a
medida que extraía el alfiler la joven recobraba el
color. Al fin abrió los ojos, suspiró, respiró, dijo:
“¡OH” y se puso de pie.
Se celebraron las bodas. Se daba de comer hasta en la
calle. El que quiso comer comió y el que no quiso no
co!nió.
¡Ah Señor!
Una gallina a cada pecador!
Y e mi que cometí muchos pecados
Una gallina y adenás un pavo!

(Abruzos)

—lB4
3.1.9.— Blanca Flor (Es 115)

Ésta era une madre que era muy quepa, muy guapa; la mujer
más guapa que podía esistir en el mundo. Y tenía una niña
que se llamaba Blanca Flor. Y la madre tenía un espejo y
todos los días se airaba en el espejo y le. preguntaba:
-Espejo mio, ¿hay en el mundo una mujer más guapa que yo?
Y el espejo siempre le contestaba:
-No; tú eres la mujer más guapa que hay.
Oñeno, pues así pasó por muncho tiempo. Le preguntaba
todos los días el espejo si habla una mujer más guapa que
ella y el espejo siempre le contestaba que no, que ella
era la más guapa que habla.
Cúenp, conque ya la niña fué creciendo, fué creciendo, y
si guapa era la madre, más guapa, mucho Ss guapa era la
niña. Y ya un día cuando Blanca Flor era mayor coge la
madre el espejo y le pregunta:
—Espejo mio, ¿hay en el mundo une mujer más guapa que yo?
Y le conteste el espeje:
-Si, Blanca Flor, tu hija, es más guapa.
Y la madre, llena de envidia y de rabia con su hija, se
determina a matarla. Y va y dice:
-¿Cómo apañaré pa matar a Blanca Flor pa qu no haiga en
el mundo mujer más guapa que yo?
Y ¿qué hace? Pues va y convida a su hija a que vaya a
paseo con ella por la desa y lleva consigo un libro
dieblórico pa poder matarla. Y le dice a Blanca Flor:
—oye, hija, mira que ya que está el día ten bonito vamos
a dar un paseito por la desa,
Conque van a dar el paseo y cuando llegan ande había una
peña muy alta se sientan al pie a descansar. Y coge la
madre el libro diablóricO y lo abre en cierto lugar y al
punto se abre una trampa y cae Blanca Flor y es sepultada
dentro de la peña.
Oñeno, pues la madre se va a su casa muy contenta
creyendo que su hija está muerta. Y llega y le pregunta a
su espejo:
-Espejo mio, ¿hay en el mundo una mujer más guapa que yo?
Y como la niña estaba sepultada bajo tierra, el espejo le
contestó:
—No, tú eres la más guapa que hay.
Y estaba la madre ya muy contenta.
Pero vamos que Blanca Flor estuvo rogándole tanto a la
virgen santísima que la Virgen la sacó de la cueva y la
puso a flor de tierra, Y cuando Blanca Flor estab ya a
flor de tierra cogió camino elante y ya llegó ende había
una fuente y un árbol muy alto. Y se subió el árbol pa
ver qué devisaba y ya vido cerca de allí un castillo ande
vivían doce ladrones, Y los vide llegar por la tarde y
los contó cuando entraron: “uro, dos, tres, cuatro,
cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, dccc”. Y
dijo Blanca Flor:
-Gúeno, pues en esta cesa seguramente hay comida y todo.
Mañana voy a ver si hallo que comer allí.

—165—
Y al otro día se subió al árbol y los vido que salieron
del castillo y los contó: “uno, dos, tres, cuatro, cinco,
seis, siete, ocho, nueve, diea, once, doce”, y bajó
entonces del árbol y fué al castillo. Y entra y ve todo
lo que hay allí y come de todo loq ue halla, y va
entonces y ve que todo está en desorden y arregle las
camas y barre y limpia todo y se va. Conque por la tarde
llegan los ladrones y ven todo muy arregladito y todo y
dicen:
-Aquí ha venido una mujer.
Y dice el capitán:
—Mañana me quedo yo pa ver si cojo a la que viene al
castillo.
y al otro día salen los once ladrones y se queda el
capitán pe pillar a la niña. Y Blanca Flor desde el árbol
los vide salir y los conté: “uno, dos, tres, cuatro,
cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once”, y como ve
que sólo once han salido dice:
—Se ha quedao uno. Hoy no voy al castillo.
y aquél estuvo todo el día esperando, pero nada. La niña
no fué al castillo. Y llegan aquéllos por la tarde y le
preguntan:
-Gúeno,y ¿qué tal? ¿Ha venido alguien al castillo?
Y ya les dijo él que no, que no había venido naidien.
Conque entonces les dice el capitán:
-Mañana vamos a salir todos como siempre, pero en vez de
venir por le tarde vemos a venir a medio día y así
cogemos al que venga.
Y al otro día muy de mañana salieron todos, y la niña
desde el árbol los vido y los contó: “uno, dos, tres,
cuatro, cinco, sais, siete, ocho, nueve, diez, once,
doce”, y muy contenta dice;
—Oúeno, hoy si voy al castillo a comer y a arreglar la
cesa.
y baja del árbol y val al castillo y anda por todas las
habitaciones viendo todo y entra a la cocina y come de
todo lo que encuentra. Y después se pone a hacer las
camas y a barrer y a asear toda la casa. Y cuando menos
esperaba van llegando aquellos ladrones a medio día y
entran todos y la cogen. Y cuando la vieron tan bonita
dice el capitán:
-No tocarle, que todos vamos a ser sangre. Ella será
nuestra hermana y vivirá aquí con nosotros y nosotros
todos seremos sus hermanos y todos seremos sangre.
Conque ya se quedó blanca Flor en el castillo de los
ladrones viviendo con ellos y muy contenta.
y vamos ahora a la madre. Ye que había paseo algún tiempo
que Blanca Flor estaba en la cesa de los ladrones fué un
día y cogió el espejo y le dijo:
—Espejo mio, ¿hay en el mundo una mujer más guapa que yo?
Y le contesta el espejo:
-Si, tu hija Blanca Flor, que está en le case de los
ladrones, es más guapa.
Conque le madre se llenó de envidia y de rabia otra vez y
dice:

166—
—Tengo que matar a Blanca Flor.
Y va y vea una bruje pa que le ayude a matala. Y le
dice:
-cCómo apaño pa matar a Blanca flor, que está en el
castillo de los ladrones?
Y ya discurre la bruje ir a visitar a Blanca Flor y
llevale una camisa bordada y hechizada pa embrujala.
conque sale la bruje con la camisa bordada muy bien y
llega al castillo cuando Blanca Flor está sola y llama, Y
sale Blanca Flor y le dice:
—cquién es usté?
Y le dice la bruje:
—Anda, Blanca Flor, que soy tu agilela. He venido a verte
y a traerte este regalito. ¡Mira que camisa ints mona que
te he bordeo yo misma 1
y aquélla la cree y va y se pone la camisa y en seguía
cae privada, como muerta. Y la bruje se escapa y la deja.
Llegan entonces los ladrones y la hallan muerta, Y se
ponen muy tristes y empiezan a discurrir a ver qué hacen
con elle. Y ya dice el capitán:
-vamos a hacer una caja muy bonita y la vamos e meter en
la caja y ponerla en algún sitio a flor de tierra.
Y fueron y hicieron una caja muy bonita, muy bonita, y la
metieron en ella y llevaron la caja y la pusieron en la
carretera cerca del palacio.
y un día pasó por allí el rey y vido la caja y se acercó
a ver lo que contenía y cuando vido que era una joven muy
hermosa, muy hermosa, mandó que la llevaran al palacio. Y
secretamente, sin que lo supieran sus padres, la metió en
su habitación. Y como todos los días la estaba mirando se
enamoré de ella y dijo que aunque esa joven estuviera
dormida sólo con ella se casaba y que con otra no se
casaba. Y tan enamoreo estaba de ella que se puso melito.
y vinieron los médicos a velo y les dijeron a los padres
que el príncipe estaba ralo de amores. Y Los pobres
padres decían:
—Pero ¿de quién estará enamoreo nuestro hijo?
Y le preguntaban, pero él no decía nada. Callaba y no
decía la causa de su pena
y en ésas tanto entraban y sallan de sus habitaciones que
un día la madre del príncipe se encontró con la caja que
tenía escondida él y ftié a ver cuando encuéntrase con la
joven. Y va y le pregunta a su hijo que si qué mujer es
ése. y entonces el hijo confiesa y le cuenta a su madre
todo, y la madre le dice:
—pero hijo, si esa muchacha está muerta no tenemos más
remedio que enterrala.
y viene el padre y los otros personajes del palacio y
todos dicen que tienen que enterrar a la joven.
La llevan a la iglesia y allí le dejan por la noche pa
enterrala otro día. Y el sacristán cuando ya se fueron
todos por la noche ve que tiene unos sarcillos muy ricos
y dice:
—Ya que la van a enterrar ¿de qué le van a servir esos
sarcillos?

—167—
Y va y Se los quita. Y al quitárselos ve que lleva
también un collar de oro y dice:
-Ya que le he quitao los sarcillos, pues le quiteré ese
collar que vale muncho más.
Y le quita también el collar. Pero cuando le quitaba el
collar ve la rice camisa de seda bordada y dice:
—Caeno, pues ya que le he quiteo los sarcillos y el
collar lo mismo da que le quite también esa camisa de
sede bordada.
Y va y le quita la canisa. Y al momento se levanta
aquélla en su caja. Y el sacristán quiere salir huyendo,
pero ella le habla y le dice:
—Mo huyas, que yo soy persone viva. Ve y llama al rey y
dile que quiero hablar con él.
conque entonces es cuando va el sacristán y le cuenta
todo al rey. Y vienen todos y le hallen viva y se la
llevan al palacio. Y allí les cuenta ella cómo he sido
todo y cómo su madre la quiso matar en la cueva de la
pefla y cómo la bruje le puso la camisa embrujada y la
dejó privada. Y el príncipe entonces le dijo a su padre:
—Padre, ésta es mi novia y con elle me quiero casar.
Conque el rey mandó arreglar torneos y fiestas y se
hicieron las bodas. Y a la madre la metieron en una
caldera de azaite hirviendo y allí murió, y a la bruje la
quemaron viva en una hoguera y esparramaron las cenizas
por todo el pueblo.

Villaluenga, Toledo.

—168—
3.1.10.— La madre envidiosa (Es 116)

Ésta era una madre posadera que ere muy guapa y que tenía
una hija muy guapa más guapa aún que la madre. Y a todos
los arrieros que llegaban a la posada le madre les
preguntaba;
—¿Han visto ustedes una mujer más guapa que yo?
Y ellos decían:
—Si, la hija de usté es más guapa que usté.
Y la madre se enfadaba mucho y decía:
-¡Cómo ha de ser esa cochina, marrana guarra, más quepa
que yo!
Y ya fué un día a ver a una hechicera pa hacerla la
pregunta. Y le preguntó:
—¿Ha visto usté una mujer más guapa que yo?
Y la hechicera la dijo:
—Si, su hija de usté es mucho más guapa que usté.
Y dijo entonces la madre:
—acómo ha de ser esa cochina, marrana, guarra más guapa
que yo! La voy a matar.
Y la mandó encerrar en una habitación. Y a los pocos días
volvió la vieja hechicera a pedir a la cesa de la madre y
la volvió a preguntar st había visto una cara más guapa
que la de ella.
Y le vieja hechicera le contestó:
—Señora, si guapa es asté, más guapa es le que está
encerrada en le habitación.
y cuando se fué la hechicera la madre mandó sacar a su
hija de la habitación y les mandó a los orleos que la
llevaran al monte y la mataran. Y ellos le llevaron al
monte ,pero les dió lástima matarla y la dejaron sola y se
volvieron y la dijeron a la madre que le habían matao. Y
para que le madre lo creyera mataron una perra y 1.e
sacaron los ojos y se los entregaron, diciéndole que eran
los ojos de la hija.
Y la niña se marchó sola por el monte y llegó a una casa
de ladrones. Y como vid los platos sin fregar y la cesa
sin barrer se puso e fregar y a barrer y limpiar todo muy
bien. Y cuando le niña vid venir a los ladrones se
escondió detrás de la puerta pa que no la vieran. Pero
cuando llegaron ladré una perrita que tenían y decía:
—¡Gua, gua, guá, detrás de la puerta está!
Y fueron los ladrones y miraron detrás de la puerta y la
hallaron. Y ya le preguntaron quién era y qué hacia allí,
Y cuando ella les contó cómo había venido allí dijo el
capitán de los ladrones que no se metieran con ella pa
nada y que se quedaría con ellos pa cutdar de la case.
Y a los tres o cuatro días pasó por allí la vieja
hechicera pidiendo. Y la mocita la dijo que no hacia
falta que anduviera pidiendo, que cuando no estuvieran
allí los ladrones que viniera a comer y a vivir con ella.
Y era que la niña no sabia que era bruje. Y venia e comer
y a vivir con ella y eran compañeras.

—169—
Y un día ya fué la vieja hechicera a pedir otra vez a la
posada y la madre la dijo:
-¿Ha visto usté une cara que sea más guapa que yo?
Y la hechicera la dijo:
-si guapa es usté más guapa es la que está en la case de
los ladrones, que es su hija.
Y ye fué la madre y compró unos zapatos hechizeos y se
los dió a la hechicera pa que se lo llevare a su hija. y
fué la hechicera a ver a la mocita y salió esta y la
dijo~
—Mira que regalito te traigo.
Y ella no lo quería coger. Y entonces rué la hechicera y
se los puso y al momento quedó la mocita cono muerta, y
se marchó la hechicera y le dejó en el suelo tendida.
Y por la noche llegaron los ladrones y le hallaron muerta
en el suelo. Y como la querían mucho todos empozaron a
llorar, Y ya la hicieron una caja de cristal y le
metieron en ella pa que la viera todo el mundo. Y como no
sabían donde ponerla ya la llevaron y la echaron en el
mar. Y andaba por ai el rey y viO que venia una caja muy
bonita el sar abajo. Y les dijo e sus crieos que si se
atrevían a cogerla. Y la sacern los criaos y vieron que
en ella estaba la niña. Y mandó entonces el rey que
llevaran la caja al palacio. Y el rey, que era joven y
estaba en disposición de casarse, metió la caja en su
habitación y mandó gue no entrare nadie en ella.
Y un día dejó el rey la puerta abierta y entro una criada
e la habitación y vió a la mocita guapa que estaba dentro
de la caja y lo que más le llamaba la atención eren los
zapatos. Y tué la criada y llamó a la reina madre y vino
y les dos estuvieron mirando a la mocita que estaba en la
caja. Y ya fué la criada y le quitó uno de los zapatos y
la mocita se sentó. Y le quitó el otro y la mocita volvió
en si. Y al ver eso la reina y la criada soltaron los
zapatos y se escaparon.
Y a poco vino el rey y halló a le mocita viva y la
preguntó quién había ido allí y cómo había ella vuelto en
si. Y ella le dijo que cuando ella había vuelto en si
estaban con ella dos mujeres, pero que se habían esoapeo
muy de prisa. Y fué el rey y la preguntó a su madre si
ella habla ido a su habitación. Al principio ella lo
negó, pero al fin le dijo la verdá. Y entonces el rey la
dijo que quería casarse con aquella mocita. Y Se casó con
ella.

Jaraíz de la Vera, Cáceres.

—170—
3.2.— “Rosina en el horno” (Tino 510 A~
(Celos madre y rivalida fraterna)

3.2.1.— La fregona (E 119)

Era un padre que enviudó, y le quedé une hija. Se casó


con otra que tenía hijas, y no la podía ver la mnadraste a
la andada, pues era muy guapa la andada. Y la tenían las
hermanastras y la medraste mucha envidia y no la podían
ver. La tenían siempre como una fregona, sin salir de
cesa pera nada, llena de suciedad, que ni se pedía
limpiar ni vestir, porque no la dejaban.
Un día, ella, la pobre, cansada de sufrir, fue al
sepulcro de su madre, pidiéndole a Dios que le
manifestare en qué estado podía estar su madre, y
rogándole a Dios, le pedía que hiciera un milagro para
ver cómo estaba su madre y si la madre podría hacer algo
por ella. Ya salió un arbolito en el sepulcro de su madre
con un papelito envuelto en donde decía que dijere:
“Arbolito florido,préstame un traje, que sea de oro y
plata, y de mucho encaje”: el arbolito la concedería todo
lo que pidiera.
como las hermanastras y la medraste iban a todos sitios
sin llevar a ella a ninguna, ye ella acordó de ir al
erbolito a pedirle vestidos y un coche para ir a caballo
donde ella quisiera. Así es que de que iba la madrasta y
las hermanastras, iba ella al arbolito a pedirle que la
diera lo que le pidiere. Y así hizo, que todo lo que le
pedía se lo concedía. Y ya después que se iban las
hermanastras y la medraste, iba corriendo a pedir al
arbolito:

—Arbolito florido,
préstaine un traje,
que sea de oro y plata
y de mucho encaje.
Y un cochecito
para llevarme a donde yo le mande,
Ye se lo daba, se vestía y montaba en su coche. Y si
estaban las hermanastras y le medraste en la ilesia. pos
ella se ponía ente de elles. Y no la conocían. Y el coche
le dejaba en la puerta de la ilesia, y en cuanto salían
del acto de le ilesia, montaba en el coche y se marchaba.

—171—
Así es que cuando elles llegaban a cesa, ya estaba ella
como estaba en cesa, hecha una Puerca Cenicienta. Por
manera que elles no la conocían ni sabían que hacia
semejantes actos.
Y diendo varias veces haciendo lo mismo, la vio un hijo
de un rey y se enamorO de ella.No pudiendo ser de poder
hablar con ella, un día según salió para montar en el
coche, se la cayó un zapato. Y el hijo del rey le cogió y
la siguió a ver dónde entrabe. Y la vio entrar allí en su
casa. Y al otro día fue con su zapato y llamó. Y bajó la
medraste y la dijo el hijo del rey:
—Aquí traigo un zepatitó, me tengo que casar con ella. Le
que llevaba este zapatito entró en esta casa ayer.
La sadraste, muy viva, bajó a una hija suya. El zapato la
venía pequeflo, y le decía a le hija:
-Retirate, Como que vas a cualquier parte, y te cuertas
los dedos de alante del pie para que te venga el zapato,
que cuando seas reina, no has de andar a pie.
Y así hizo y se metió el zepatito. Entonces la montó el
príncipe en su caballo y se la llevaba en cesa de sus
padres a su palacio. Pero había que pasar por el erbolito
del sepulcro, y al llegar a él, le dijo:

—Deténte, príncipe amante,


No sigas más adelante,
Que el zapato que ésa tiene
Pare su pie no conviene.

Miró el príncipe al pie; vio que lo llevaba lleno de


sangre. volvió su caballo y se la llevó a su madre. Y le
dijo:
—El zapatito que ésta tiene,
pera su pie no conviene.

Y fue y bajó e la otra hija, y como el zapato la venia


pequeflo, la dijo:
—Mira, cudrtate el talón para que el zapatito te venga,
que cuando seas reina, no has de andar a pie.
Así hizo y se metió el zapato. La cogió el príncipe y la
montó a cabello en su cabello, y se fueron en case de sus
padres a su palacio. Y al llegar al arbolito, pos le dijo
lo mismo:
—Deténte, príncipe amante,
No sigas más adelante,
Que el zapato que ésa tiene
Pera su pie no conviene.

Miró el príncipe al pie. Vio que lo llevaba lleno de


sangre. Volvió su caballo y se la llevó a su medre y le
dijo que el zepatito no convenía para ese pie, que tenía
que tener otra hija que la venia el zapatito. Y la
madresta se negaba a decirle que tenía otra. Y el
príncipe la dijo que tenía que tener otra sin más
remedio.

—172—
Y por fin ella le dijo que no tenía más que otra que no
salía de la cocina, que estaba muy sucia y que no la
podía presentar. Y él insistía que saliese, que se la
presentare. y entonces fue y se la presenté. Y la puso el
zapatito, y la valía. La montó en su caballo y se la
llevaba a su palacio. Y al llegar el arbolito le dijo:

—sigue, príncipe amante,


Sin detenerte un instante,
Ye encontraste el piececito
A que venia el zapatito.
por pedir
A ella entonces le dijo que tenía que apearse poco,
al erbolito que la diere pa arreglerse un artes pues,
¿cómo iba a presenterse en palacio con los entonces que
llevaba, tan sucia y llena de porquería? Y la
dijo él que hiciera todo lo que quisiera. Y bajó de su
caballo y le dijo el arbolito:

-ArbolitO querido,
préstame un traje
que sea de oro y plata
y de mucho encaje.

va se le dió, y se arregló. Y montaron otra vez en el


caballo y se fueron a palacio, donde, llegando a palacio,
ye saludó a los padres de su enante. Ya fijaron fecha pa
casersen y se casaron.

Sepúlveda, Segovia.

—173
3.2.2.— Estrellita de oro CRA 33)

Este era un viudo que tenía una hija ya mayorcite y muy


guapa. Enfrente de ellos vivía una viuda que también
tenía une hija, pero que era muy tea. La viuda le estaba
diciendo siempre a la hija del viudo:
—Oye, Maria, ¿por qué no ves y le dices a tu padre que se
case conmigo? Así tú y mi hija seréis buenas ahigas y yo
te daré sopita de niel.
Maria fue y se lo dijo a su padre:
—Padre, cásese usted con la vecina, que me dará sopita de
miel.
—No, hija mía -contestó el padre—. Que primero te dará
sopita de miel y después sopita de hiel.
La muchacha no se quedó muy conforme, y tanto insistió,
que al fin su padre consintió en casarse con la viuda.
Al poco tiempo de vivir juntos le madrastra empezó a
maltratar a Maria. Le obligaba a hacer todas las cosas:
ir por agua, lavar, limpiar, y siempre le tenía en la
cenicera, mientras que a su hija no la dejaba hacer nada.
Maria se lo dijo a su padre y su padre le contestó:
-Ye te lo decía yo, que primero te daría sopita de miel y
después sopita de hiel.
conque un dpia mandó la madrastra a la muchacha a lavar
una montaña de ropa toda llena de tizne, y sólo con un
trocito de jabón. También le dio un puchero de sopa para
que comiera y le dijo;
—Cuando vuelvas, tienes que traer toda la ropa muy
limpia, dos libras de jabón y el puchero lleno de sopa.
Se fue Haría muy triste para el río, pero por el camino
se encontró a una viejecita que le preguntó:
—~Por qué vas tan triste, hija mía?
Haría se echó a llorar y le conté lo que le pasaba.
Entonces la viejecita le dijo:
—~‘ues tú no te apures. Toma esta cesta y note en ella la
ropa y el jabón. Despu’s te comes la sopa y después miras
al cielo. Entonces te concederé tres gracias: que, cuando
te peines, caigan perlas; que, cuando te rías, caigan
rosas, y que, cuando te metas la mano en el bolsillo,
halles siempre dinero,
La muchacha hizo cuanto le había dicho la viejecita.
Cuando levantó la cabeza pera mirar el cielo, se le puso
una estrellita de oro e~ la frente y, cuando volvió a
mirar en la cesta, ya estaba la ropa muy blanca y además
había dos libras de jabón. Y cuando se comió el puchero
de sopa, éste se volvió a llenar en seguida.
Cogió la niña todas las cosas y se fue a su casa. Cuando
la madrastra la vio llegar con todo lo que había mandado
y con una estrellita de oro en la frente, le preguntó que
cómo había conseguido aquello. Y Marie se lo conté todo:
desde que se encontró con la viejecita hasta que se
volvió a la cesa, La madrastra, muy envidiosa, llamó a su
hija y le dijo:

—174
—Mañana sin falta vas tú con le ropa al río para que
vuelvas con una estrellita de oro en la frente.
A). día siguiente, la madrastra le dio a su hija un mentón
de ropa, pero no sucia, sino limpia, y por eso la
viejecita se dio cuenta de lo que pasaba. Le hija de la
madrastra se encontró con ella, y ella dijo todas les
cosas equivocadas; que primero tenía que mirar al cielo,
luego comerse el puchero y luego meter la ropa y el jabón
en el cesto. Así lo hizo la hija de la madrastra, y en
cuanto miró al cielo le cayó un rabo de burro en la
frente y allí se le quedó. Cuando fue a comer, el puchero
estaba vacio; luego la ropa estaba negra y no había jabón
por ninguna parte. Así se tuvo que ir a su casa llorando
venga a llorar y cada vez más tea, con aquel rato de
burro en la frente.
Cuando la madre la vio llegar, se puso rabiosa y desde
ese momento determinO tratar a Maria cada vez peor y
tenerla siempre en la cenicera para que no le viera
nadie. Pero la gente ya le decían “Estrellita de Ore”; a
la otra “Rabo de Burro”, y se reían de ella.
Une vez tuvo que ir el padre a un viaje muy largo y les
preguntó a sus hijas que qué querían que les trajera.
Rabo de Burro le pidió que le trajera un traje, unos
zapatos y un sombrero de plumas. Estrellita de Oro dijo
que sólo quería que le trajera una ranita del primer
árbol que se encontrare por el camino. Se marchó el
padre, y al primer árbol que vio fue y le cortó una
remite y se la guardó. En le ciudad compró todas las
cosas que le había pedido su hijastra. Así, cuando
volvió, entregó a sus hijas todo lo que le hablan pedido.
Poco tiempo después se empezó a celebrar en el palalcio
del rey un gran baile que iba a durar tres noches para
que el príncipe pudiera elegir una novia para casarse.
Entonces la madrastra arregló muy bien a liabo de Burro
con el traje, los zapatos y el sombrero de plumas,
mientras que e Estrellite de Oro le echó lentejas en las
cenizas, le dijo que no saliera de allí hasta que las
limpiare, y además la dejó encerrada, Pero Estrellita de
oro cogió la rama de árbol que le habla traído su padre,
y que ere la varita de las siete virtudes, y dijo:
-Varita de virtud, por el poder que ti tienes, que vengan
los pajaritos a ayudarme.
Al instante se presentaron muchos pajaritos y le
limpiaron les lentejas en un momento. Luego le pidió a la
varita de siete virtudes un vestido de plata con encajes
y unos zapatos de oro para ir al baile. Inmediatamente lo
tuvo todo allí; se vistió y se fue por la chimenea.
Cuando llegó al palacio, el príncipe se fijó en ella y le
pidió un baile. Luego otro, y así todo el tiempo, de
manera que estuvo bailando toda la noche con ella sin
hacerles caso e las demás. Se enasoró de Estrellita de
Oro y le pidió que se casare con él. Pero Estrellita de
Oro le dijo que ya le contestaría, porque era muy tarde y
tenía que irse.

—175—
El príncipe quiso acompañarla hasta su case, pero
Estrellita de Oro aprovechó un descuido y desapareció.
Al llegar a casa, le dijo a la varita de siete Virtudes:
—varita de virtud, por el poder que tú tienes, devuélveme
a mi anterior estado.
Al momento volvió a quedar con su ropa sucia y todo como
antes.
Rabo de Burro y su madre llegaron poco después del baile
y venían diciendo:
-,Ay, qué muchacha más bonita estaba en el bailel ¿Quién
será, quién no será?
Y Estrellita de Oro nada decía.
Llegó la segunda noche y volvió a ocurrir todo como la
noche anterior, y llegó le tercera y ya el príncipe no
quería descuidarse pera que Estrellita de Oro no se le
escapare. Pero ésta, cuando llegó la hora, echó a correr
tan deprisa, que se le cayó un zapato. rí príncipe se
agaché a cogerlo y, cuando se volvió a levantar, ya no
vio a la muchacha. Se puso muy triste y pubílcó un bando
diciendo que se casaría con la que fuere la dueña del
zapatO.
Fueron sus crisdos por todas partes, probando el zapato a
a todas las muchachas, pero a ninguna le estaba bien, e
pesar de que algunas se cortaban un dedo y otras hasta
dos. Por fin llegaron e cesa de Rabo de Burro y ésta se
cortó medio pie, pero ni así le vino bien el zapato.
Preguntó el príncipe si no abría otra muchacha en la
cesa, y contestó la madrastra que no, que sólo quedaba la
que estaba siempre en la cenicera, pero que era muy fea y
muy sucia.
El príncipe dijo que te llamaren y, cuando apareció
Estrellita de Oro, ya venia con traje de plata con
encajes, y todos se quedaron maravillados. Se probO el
zapato y le quedó muy bien. Dijo entonces el príncipe que
se cesaría con ella, pero que lo esperase allí, porque
tenía que volver a recogerla con la comitiva para
llevarla al palacio.
Cuando el príncipe se marchó, dijeron la madrastra y su
hija:
—A ésta la matamos.
Le cogieron y se le llevaron al campo arrastrando y allí,
sobre une piedra, la golpearon hasta que la creyeron
muerta. Luego le sacaron los ojos y la lengva, y la
abandonaron.
Poco después pasó por allí un pastor de ovejas, y cuando
se encontró a la niña chorreando de sangre, aunque no
estaba muerta, la cogió y se la llevó a su choza, con su
mujer. Entre los dos le cuidaron y le limpiaron muy bien.
Al cabo de algún tiempo le niña se puso buena, aunque no
veía ni podía hablar. Un día se metió la mano en el
bolsillo y le sacó llene de dinero y se le entregó al
pastor. Como adivinó le cera de sorpresa que puso el
hombre se echó a reír y el momento cayeron muchas rosas.
Por señas le dijo al pastor que fuere a venderlas, pero
que no las vendiera por dinero, sino por una lengua.

—176—
Bajó el pastor al pueblo y se puso e pregonar:
—TRosas, vendo rosas!
Rabo de Burro lo oyó desde su cesa y dijo:
—¿Rosas en este tiempo? Madre, cómpremelas usted, que
ahora nadie las tiene.
Llamaron al pastor y le preguntaron que cuánto valían las
roses. Pero el pastor dijo que no quería dinero, sino
sólo una lengua. Rabo de Burro le dijo a su madre:
—¿Por qué no le damos la lengua de Estrellita de Oro, que
la tenemos guardada?
Y la madre respondió:
-No, hija. Que eso puede tener resultado.
Pero tanto insistió la hija, que al fin consintió la
madre, volvió el pastor a su choza muy contento y le
entregó la lengua a la muchacha. Esta, con ayuda de su
varita de virtud, se la puso en seguida y empezó a
hablar. Otro día la mujer del pastor estaba peinando a la
niña y cayeron perlas. Estrellita de Oro le dijo al
hombre que fuera a venderlas, pero que sólo las entregare
a cambio de unos ojos.
Otra vez bajó el pastor al pueblo, se puso a pregonar sus
perlas, y otra vez Rabo de Burro censuguid de su madre
que le comprare las perlas con los ojos de Estrellita de
oro, que también tenían guardados.
Cuando el pastor regresó a su choza y le entregó los ojos
a la muchacha, éste dijo:
—varita de virtud, por le gracia que tú tienes, que Inc
pongas los ojos como los temía antes.
Así ocurrió y Estrellita de Oro volvió a ver. Entonces
pudo escribirle una carta al príncipe contándole todo lo
que había pesado y pidiéndole que viniera a por olla. El
príncipe se elegró y se sorprendió mucho, porque las
otras le habían contado que Estrellita de Oro se había
escapado de la case para no tener que casarse con él. Fue
por elle corriendo, se arreglaron las bodas y se casaron.
El príncipe le preguntó después a su mujer que qué
castigo quería que les pusiera a su madrastra y a rabo de
Burro. Estrellita de Oro dijo que ninguno, porque ella
las perdonaba. Pero el príncipe mandó que las detuvieran,
que las ahorcaran y que echaran sus cuerpos en una
caldera de aceite hirviendo. Y así lo hizo.
Y aquí se acabó el cuento con pan y piniento, y el que
levante el culo se encuentra un duro.

—177—
3.2.3.— Resine en el horno (IC 64)

A un pobre hombre se le murió su joven mujer , y él quedó


a cargo de una hermosa niña llamada Resine. Pero como
tenía que trabajar y no podía cuidarla eligió otra mujer
y la tomó como segunda esposa, y de ella tuvo otra niña,
llamada Asunte, que nació feúcha. Las niñas crecieron
juntas, no se separaban ni para ir a la escuela ni para
salir de paseo, y Asunte siempre volvía a cesa llena de
hastio.
-Mamá -le decía a la madre—, yo no quiero salir más con
Posma. La gente que nos ve le hace un montón de
cumplidos, dicé que es hermosa, que es rosada, que es
grácil, y e mi me dice que soy negra como un tizón.
—¿Eso qué importa, si eres more? —le respondía la madre—.
Naciste de mi, que soy de tez algo oscura. En eso está tu
bel le za.
-Piensa lo que quieras, mamá -replicaba Asunte—. De todos
modos, con Resine yo no salgo más.
viendo cómo la envidie consumía a su hija, la madre, que
por ella abría dado los ojos, le dijo:
-¿Pero qué puedo hacer?
Y Asunte:
-Mándele que lleve las vacas a pastar y dale una libre de
cáñamo para hilar. Si por la noche vuelve con las vacas
hambrientas y sin el cáñamo hilado como corresponde,
pégale. Golpe hoy, golpe mañana, se volverá fea.
Aunque un poco a regañadientes, le madrastra se plegó a
los caprichos de su hija. Llamó a Posma y le dijo:
—No hace falta que vuelvas e salir con Asunta. Irás e
cuidar las vacas y las llevarás e pastar, y mientras
tanto hilarás esta libre de cáñamo, Si vuelves a case sin
haber hilado el cáñamo y sin haber saciado a las vacas,
verás lo que es bueno. Cuentas claras conservan la
amistad.
Resine, que no estaba habituada a que la mandaran de ese
modo, se quedé ruda de estupor. Pero como la madrastra ya
empuñaba el bastón, no le quedó otro remedio que
obedecer. mse fue al campo con las vacas, con le rueca
llena de cáñamo, y por el camino repetía:
—ivaquitas miasl ¿Y ahora que haré para segar la hierba,
si tengo que hilar esta cantidad de cáñamo? tAlgune
tendrá que quedarse con hambre 1
Ante eses palabras una de las vacas más viejas volvió el
hocico y le dijo:
-No te intranquilices, Resine: tú siega la hierba y
nosotras hilaremos y ovillaremos todo el cáñamo. Basta
con que digas:
vaquitita, vaquitita,
Hile hile con le boquita
Y devane con los cuernecitos,
Hezme pronto el ovillito.

—178—
Rosine regresó cuando ya estab oscuro, llevó las Vacas al
establo, bien pacidas; llevaba en la cabeza un buen
manojo de hierbe, y bajo el brazo un ovillo con une libra
de cáñamo hilado. A Asunte, cuando vio eso, la rabia se
la comía viva. Le dijo e la madre:
—Mañana mándala de nuevo con les vacas, pero dale dos
libras de cáñamo, y si no lo hile todo, leña.
Pero también esta vez bastó que Resine dijese:
vaquitita, vaquitite,
Hile hile con la boquite
Y devane con los cuernecitos,
Hezme pronto el ovillito,
y por la noche las vacas estaban saciadas, el haz de
hierba recogido, y las dos libras de cáñamo hiladas y
ovilladas.
—cPerO cómo —le preguntó Asunte, verde de amargura—
logres hacer tantas cosas en un solo día?
—iQué le voy a hacer! —le dijo Resine—, siempre se
encuentren criaturas amables, me ayudaron mis vaquitas.
Asunte corrió en seguida a ver a su madre.
—Mamá, mañana que Resine se quede a trabajar en case, que
yo voy con las vacas, y re llevaré también cáñamo para
hilar.
Su madre accedió y Asunte se fue con las vacas. Llevaba
une varita en la mano, y para hacerlas caminar les daba
azotes en le rabadilla y en la cole. Cuando llegó al
prado, puso el cáñamo en los Cuernos de las vacas. Y las
vacas, como si nada
—ivamos! ¡Por qué no hiláis! —gritaba Asunte, y les
asestaba un latigazo. Las vacas empezarOn a mover los
cuernos y enredaron todo el cáñamO, tanto que quedó una
marañe de estopa.
Asunta no podía consentirlo y un día le dijo a su madre:
—Mamá, tengo ganas de comer rapónchigos. Qué esta noche
vaya Rosina e recogerlos en el terreno de ese campesino.
Su madre, pera contentaría, ordenó a Rosina que fuera a
recoger rapónchigos a la propiedad del campesino.
—ecómo? —exclama Resine—. ¿Quieres que vaya a robar? Pero
eso es algo que yo no he hecho nunca. Isin contar con que
el campesino, si ve que alguien entra en su propiedad de
noche abre fuego desde la ventana!
Eso era precisamente lo que esperaba Asunte, y le dijo,
porque también e ella ahora le daba por mandarla:
—Si, si, tienes que ir. ¡Sí no, lelia!
Así fue que Resine, al llegar la noche, se puso en
marcha, y se encaramé a la cerca y entró ea el terreno
del campesino, y en lugar de rapónchigos encontró un
nabo. Agarró el nabo para arrancarle, tiró y tiró, y
finalmente lo sacó de raíz y dejó al descubierto un nido
de sapos con cinco sapitos chiquitos chiquitos.
—¡Uy, qué lindos! —dijo Resine, y se os puse en el
regazo, haciéndoles muchos mimos; pero uno se cayó el
suelo y se rompió una patita—. ¡Oh, perdóna’fl, sapito, no
lo hice a propósito! —le dijo.

—175-
Los cuatro sapitos que habla acunado en su falda viéndola
tan gentil, le dijeron:
—Linda muchacha, tú eres muy gentil y queremos
recemponsarte. Que te conviertas en la más bella del
mundo y resplandezcas como el sol, aún cuando esté
nublado. Y así sea.
Pero si que se habla caído gruñó:
-Yo no la encuentro ten gentil. iPor su culpa me he roto
la pate, podría prestar más atención¡ Que apenas vea un
rayo de sol se transforme en serpiente, y que nunca pueda
volver a convertirse en mujer si no entra en un horno
caliente.
Resine voivid a cesa medio alegre y medio asustada: y
alrededor de ella se veía como un pleno día pese e la
oscuridad, porque su belleza irradiaba mucha luz. La
madrastra y la hermanastra, cuando le vieron aún más
bella, al punto que resplandecía como el sol, se quedaron
boquiabiertas. Y ella conté todo lo que le había pasado
en el campo de rapónchigos.
-yo no tengo la culpa de todo esto -concluyó—. Al menos
tened la caridad de no mandarme al sol, si no, me
convierto en serpiente.
fle ahí en adelante Resine nunca salín de cesa cuando
había sol, sino sólo después del atardecer, o cuando el
cielo estaba nublado. Y pasaba los días junto a la
ventana, a la sombrar trabajando y cantando, De esa
ventana surgía una gran cavidad que se veía desde lejos.
Un día pasó por el camino el hijo del Rey Le luminosidad
le llamó la atención, alzó los ojos y vio a mesina.
“¿Quién puede ser esa beldad encerrada en esa casucha de
campesinos?” Y entró en le case. Así se conocieron, y
mesina le conté toda su historia, y la maldición que
pesaba sobre su cabeza.
El hijo del rey dije:
—A mi no me importa lo que pueda suceder en el futuro:
eres demasiado bella pera estar en este casucha He
resuelto convertirte en mi espose.
—Majestad —intervino la madrastra—, tened cuidado. Os
metéis en un buen lío. Reflexionad un poco sobre el hecho
de que en cuanto la toque un rayo de sol se convertirá en
Una serpiente.
-Esto no es cosa suya —dijo el hijo del Rey—. Lo que a mi
me parece es que usted a esta muchacha no le tiene
cariño. Pero yo le ordeno que me la envíe a palacio: yo
mandaré una cerroza totalmente cerrada para que el sol no
la toque durante el viaje. En cuanto a ustedes, de ahora
en adelanto por cierto que no les faltará el dinero.
Adiós. Quedamos así.
Como no podían desobedecer al hijo del Rey, la madrastra
y su hija apretaron los dientes y de mala gana iniciaron
los preparativos para la partida de Rosina. Finalmente
llegó la carroza, una de esas carrozas antiguas,
totalmente cerrada, con sólo una abertura en la parte
superior. En la parte de atrás iba un cazador muy
emperifollado, con la espada colgando.

—leo—
posma entró en la cerroza y le madrastra subió con ella
para acompañarla. Pero, antes de salir, había llevado
aparte el cazador y le había dicho:
—Caballero, si quieres una buena propina, abre la mirilla
de le carroza cuando le dé el sol.
—si, señora —había respondido el cazador—, como usted
ordene.
La carroza corría y corría, y cuando a medio día el sol
cayó a plomo sobre el teche, el cazador abrió la mirilla
y un rayo dio en la cabeza dc Resine, que en el acto se
convirtió en serpiente y huyó silbando por el bosque.
El hijo del Rey, al abrir la carroza y no encontrar a
Resine, en cuanto se enteró de lo ocurrido quiso matar a
la madrastra. Estaba triste y asustado, pero tanto le
dijeron y repitieron que ése era el destino de Posma, y
que si no hubiese ocurrido esta vez habría sido en otra
ocasión, que terminó por cairuarse, si bien quedó afligido
y desconsolado.
Entre tanto los cocineros ya habían puesto toda la comida
para el banquete nupcial en los hornos y las hornallas y
los espetones, y los invitados ya estaban sentados a la
mesa. Cuando supieron que la novia había desaparecido,
pese a todo pensaron~ “¡Ya que estamos, el banquete
hagámoslo iguall”. Y los cocineros recibieron órdenes de
calentar el horno. Un cocinero estaba a punto de echar un
haz de leña en el horno prendido cuando vio allí dentro
una serpiente enroscada. No tuvo tiempo de sacarla,
porque el haz ya se había encendido. El cocinero seguía
mirando le boca del horno para ver la serpiente, y beta
aquí que de pronto sale une muchacha sin vestidos, fresca
como una rosa y más resplandeciente que el fuego y que el
sol. El cocinero se quedó petrificado, y luego empezó a
gritar:
-¡venid! ¡venid! ¡Ha aparecido una muchacha en el horno!
Ante ese grito,el hijo del Rey se precipitó en la cocina
seguido por toda la Corte. Reconoció a Resine, la
estrechó en sus brazos, y así se celebraron las bodas y a
partir de entonces Posma vivió feliz y contente y sin
soportar los desaires de nadie.

<Montale pistoiese)

—181—
3.2.4.— El zapatito de oro (A 292)

Eranso un viejo y une vieja que tenían dos hijas. El


padre fue una vez a un burgo y le compró un pez a una de
las hermanas y otro pez a la otra. La mayor se comió el
suyo, pero la menor fue al pozo y dijo:
—Pececito: ¿qué hago yo contigo? ¿Te como o te suelto?
-No me comas -contestó el pececito-. Echazee al agila y
algún día te ayuderé.
Soltó la muchacha al pez en el pozo y volvió a su cesa.
La vieja no le tenía cariño a su hija menor. Hizo que la
otra Se vistiera con sus mejores galas para acompañarle a
misa y a la menor le dejó dos medidas de centeno que
debía tener limpio y escogido cuando ella volviera de la
iglesia.
La muchacha fue por agua y se detuvo, llorando, junto al
pozo. El pececito subió a la superficie y preguntó:
—¿Por qué lloras, hermosa doncella?
-¿Cómo no voy a llorar? -contestó la muchacha—. Mi madre
ha hecho que mi hermana se pusiera sus mejores geles, se
la hailevedo con ella a misa y a mi me ha mandado limpiar
dos medidas de centeno para cuando ella vuelva de le
iglesia.
-No llores -dijo el pececito-. Engalánate y ve a la
iglesia. El centeno estará limpio a tiempo.
La muchacha se vistió, fue a misa y la madre no pudo
reconocerla, terminado el oficio, la muchacha corrió a su
casa. La madre también volvió de la iglesia y preguntó:
-¿Has limpiado el centeno, estúpida?
—Si, lo he limpiado.
—No sabes qué muchacha tan bonita ha estado hoy en la
iglesia —continud la madre—. Incluso el pope no hacia más
que mirarla. Tanto, que casi se distrajo en algunos
momentos. En cambio, tú, pánfila, mira los andrajos que
llevas puestos...
—Aunque no estuve, yo también lo sé.
—¡Qué vas a saber tú!... —despreció la medre.
Otra vez también hizo la madre que la hija mayor se
vistiera con sus mejores galas para acompañarla a mise, y
a la menor le dejó tres medidas de grano diciendo:
—Mientras yo rezo a Dios, limpia tú ~ grano.
ge marcharon e misa, y la hija menor fue por agua. se
detuvo llorando junto al pozo. El pececito subió a la
superficie y preguntó:
-¿Por qué lloras, hermosa doncella?
-¿Cómo no voy e llorar? —contestó la muchacha—. Mi medre
ha hecho que mi hermana se pusiera sus mejores galas, se
la he llevado con ella a misa y a mi me ha mandado
limpiar tres medidas de grano para cuando elle vuelva.
-No llores —dijo el pececito— . Engalánate y ve también a
la iglesia. El grano estará limpio a tiempo.
La muchacha se vistió muy bien, fue a la iglesia y se
puso a orar. Incluso el pope no hacia más que mirarla.
Tanto, que casi se distrajo en algunos momentos.

—182—
También había ido a misa el Zarévich de aquellos lugares,
La hermosa doncella le agradó mucho y quiso saber quién
ere. Por eso, cuando terminó el oficio echó resine por
donde tenía ella que pasar. timo de sus zapatitos se quedó
allí pegado y ella volvió a cesa.
—Me caseré con la joven e quien pertenezca este zapatito
-anunció el zarévich.
Ere un zapato todo bordado en oro.
—Mo sabes qué muchacha tan bonita ha estado hoy en la
iglesia -dijo le vieja cuando volvió a case—, Incluso el
pope no hacía más que mirarla, Tanto, que casi se
distrajo en algunos momentos. En cambio, tú, pánfila,
mira lo andrajosa que estás.
Por entonces andaba el zarévich recorriendo todas las
provincias en busca de la doncella que perdió el
zepetito, pero no encontraba a ninguna que se lo pudiera
poner. Llegó acasa de aquella vieja.
—Que salga tu hija pera ver si le sirve el zapato.
-¿Mi hija? Esa, si acaso lo manchará -contestó.
En esto salió la hermosa doncella, el zarévich le probó
el zapatito y le estaba bien. Entonces se casó con ella y
vivieron felices y en la opulencia.
También yo estuve allí. Todo lo que comí y bebí los
labios me mojó, pero en mi boca no entró,
He dieron un kaftán azul. Llegó un cuervo y graznó; ‘Mira
que kaftán azul, mira que kaftán azul.,.” Yo entendí:
“Tira el kaftán azul”, y lo tiré.
Me dieron un bonete y empezaron a empujarme por el
cogote.
Me dieron unas botas encarnadas. Llegó un cuervo y
graznó: “Unas botes encarnadas, unas botas encarnadas...”
Yo entendí.” Esas botas son robadas”, y también las tiré.

—183—
3.2.5.— La Tiznada (A 293)

Erase un barín que tenía una bondadosa mujer y una hija


muy linde llamada Mashe. Pero su esposa murió y él se
cesó de nuev con una viuda que tenía dos hijas muy
malvadas y crueles. Siempre estaban haciendo sufrir a la
pobre Hasha, la obligaban e servirlas y, cuando no tenía
otra faene, le mandaban que estuviera al ledo de la
estufe secando la ceniza. Por eso andaba siempre manchada
y sucia. Así que le pusieron de mote la Tiznada.
De pronto empezó a decir la gente que el príncipe de
aquellos lugares pensaba cesarse y que iba a dar una gran
fiesta, durante la cual elegiría novía.
Así fue. El príncipe invitó a todo el mundo. También la
madrastra se dispuso e ir con sus hijas. Pero no quiso
llevar e Hasha. por mucho que ella rogó, se negó en
redondo.
Conque partió la madrastra con sus hijas a la fiesta que
daba el príncipe, dejándole a la hijastra una medida
entera de cebade, harina y hollín mezclados para que lo
tuviera todo limpio y separado, grano por grano, cuando
ella volviera.
Hasha salió al porche y se puso a llorar amargamente.
Llegaron volando dos palomos, separaron la cebade, la
harina y el hollín, luego se posaron sobre sus hombros y
la muchacha se encontró vestida de pronto con un traje
nuevo, maravilloso y brillante.
—Ve e la fiesta —le dijeron lo palomos—, pero no te
quedes allí después de medianoche.
Apenas entró Mesha en el palacio, todos se quedaron
contemplándola admirados. A quien más le gustó fue al
príncipe. En cuanto a la madrastra y sus hijas, no la
reconocieron.
Masha disfrutó y se divirtió como las demás jóvenes; pero
viendo que pronto iba a ser medianoche, recordó la
advertencia de los palomos y escapó corriendo a su casa.
El príncipe la siguió para preguntarle quién era, pero
elle había desaparecido ya.
Al día siguiente daba otra fiesta el príncipe. Las hijas
de la madrastra, muy ocupadas con sus galas no hacían más
que regañar e Masha Y darle órdenes.
—¡Eh, Tiznada! Ven a cambiarnos de ropa... Limpia esos
vestidos... Prepara la comida...
Masha hizo todo lo que le mandaron. Por la noche se
divirtió mucho en la fiesta y escapó a su case antes de
las doce. El príncipe la siguió y estuvo a punto de darle
alcance.
Llegó el tercer día, con otra fiesta en el palado del
príncipe. Los palomos vistieron y calzaron a Hasha mejor
aún que las otras veces. Fue al palacio, disfrutó y se
divirtió tanto, que perdió la noción del tiempo. De
pronto dieron las campanadas de medianoche. Mashe escapé
corriendo a su casa, pero el príncipe había mandado untar
las escaleras con resine y pez. Un zapatito de Masha se
quedó allí pegado.

—184—
El príncipe lo cogió y al día siguiente ordenó buscar a
su dueña.
Los enviados del príncipe recorrieron la ciudad entere
sin encontrar a nadie que pudiera ponerse el zepatito.
Por fin llegaron a case de la madrastra. Tomó elle el
zepatito y se lo probó e la hija mayor. No le entraba~
tenía el pie demasiado grande.
—Córtate el dedo gordo —le dijo—. Cuando seas princesa,
no tendrás que andar a pie.
La hija mayor se cortó el dedo gordo y se calzó el
zapato. Los enviados del príncipe iban a conducirla ya a
palacio cuando acudieron los palomos y empezaron a
zurear:
—Sangra del pie, sangre del pie...
Se fijaron los enviados y, en efecto, resinaba sangre del
zapato.
—No —dijeron—. Esta no ea.
Le madrastra fue a probarle el zapato a la otra hija,
pero lo mismo sucedió con ella,
Los enviados del príncipe vieron a Masha y le pidieron
que se probare el zapatito. Ella se lo puso, y al
instante quedó vestida con un maravilloso traje. Las
hkrnanastras se quedaron con la boca abierta.
Mesha fue llevada al palacio del príncipe y al día
siguiente se celebró la boda. Cuando estaba casándose con
el príncipe, acudieron volando los palomos y se posaron
cada uno en uno de sus hombros.
Pero, a la vuelta de la iglesia, los palomos se
remontaron, arremetieron contra las hermanastras y les
saltaron un ojo a cada una.
La boda se celebró con gran alegría. Yo estuve allí
también, bebí vino, bebí hidromiel, por los mostachos sic
chorreó, pero en la boca no me entró.

—leE—
3.2.6.— La Cenicienta (G 21)

(No se transcribe por ser une versión muy conocida


y de fácil acceso)

3.2.7.- La Cenicienta (perreult)

(No se transcribe por las mismas razones. Esta


versión es aún más conocida que la anterior)

3.2.8.- Merezco (A 95)

Una madrastra tenía una hijastra y una hija propia. A la


suya, hiciera lo que hiciera, siempre estaba
acariciándola y diciendo:
—Iqué lista!
La hijastra, en cambio, por mucho que se afanare, nunca
acertaba e contentaría; todo le parecía mal a le
madrastra, por todo la reprendía. Y, en realidad, la
muchacha era un encanto, que junto a otra persona habría
vivido feliz, mientras que al lado de la madrastra no
había día q’ue no pasera sin llanto. ¿Pero qué podía
hacer? Incluso el viento acaba aplacándose después de
soplar mucho. A aquella vieja, sin embargo, cuando
empezaba a despotricar, no había quien la parase: todo
era buscar faltas y darle a la lengua. Hasta que se le
ocurrió echar a la hijastra de cesa.
-LlévatCla! —le dijo a su marido—. Llévatela adonde
quieras para que mis ojos no vuelvan a verla ni mis oídos
a oírla. Y no la lleves a cesa de ningún pariente donde
habrá buena lumbre, sino al campo abierto, donde apriete
bien el frío.
Muy triste, el viejo se echó a llorar. Hizo subir a su
hija al trineo y quiso abrigarla con una manta, pero
luego no se atrevió. Así condujo a la pobrecita al campo
abierto, la dejó sobre un montón de nieve, se santiguó y
regresó e su case a toda prisa pera no presenciar la
muerte de la hija,
Allí se quedó la pobre, tiritando y murmurando una
oración. En esto llegó florezco, saltando de un lado para
otro y de rama en rama al mismo tiempo que contemplaba a
la linda muchacha.
—Oye, mocita: yo soy Merezco, el de la nariz roja.
—Bienvenido, Merezco. Se conoce que te he traído Dios
pare que recojas mi alma pecadora.
Merezco iba a rozarla ya para dejarla helada, pero le
agradaron sus palabras discretas y sintió compasión. Dejó
caer e su lado una pelliza. La muchacha se puso la
pelliza, encogió les piernas, y allí siguió.
De nuevo llegó Merezco pegando saltos mientras
contemplaba a la linda muchacha.

—186—
—oye, mocita: yo soy Merezco, el de la nariz roja.
—mienvenido, florezco. Se conoce que te ha traído Dios
para que recojas mi alma pecadora.
Pero Morozco no había venido a recOger su alma, sino que
había traído e la linda muchacha un baúl grande y pesado,
lleno de prendas para un ajuar- Envuelta en su pelliza,
la muchacha se sentó encima del baúl, tan contenta, ten
bonita...
Una vez más llegó Morozco, el de la nariz roja, pegando
saltos mientras contemplaba a la linde muchacha. Ella le
saludó de nuevo, y él le regaló un traje bordada en plata
y oro. Se lo puso, y quedó preciosa con él. Allí siguió
sentada y cantando.
En cuanto a la madrastra, estaba ya preparando el
velatorio. Hizo un montón de obleas.
—Ve a buscar a tu hija para enterrarla —le dijo el
marido,
El viejo se puso en camino. Pero la perrita que estaba
debajo de le mesa gritó:
—¡Guau, guau! Le hija del viejo vendrá vestida de plata y
oro: a la de la vieja no la rondarán los mozos.
—¡Calla, tonta! Toma una obleey di ahora: a la hija de
la vieja la rondarán los mozos, pero de la del viejo sólo
traerán los huesos.
La perrita se comió le oblea y volvió a decir:
—¡Guau, guau! La hija del viejo vendrá vestida de plata y
oro; a la de la vieja no la rondarán los mozos.
Por mucho que hizo la vieja —dándole más obleas,
pegándola—, la perrita seguía con lo suyo:
—¡Guau, guau! La hija del viejo vendrá vestida de plata y
oro; a la de le vieja no la rondarán los mozos.
Rechiné el portón, se abrió la puerta y metieron en la
case un baúl grande y pesado. Luego entr¿ la hijastra,
resplandeciente de ten bien alhajada. La madrastra se
quedó cono quien ve visiones.
—Enganche otros caballos —le gritó al marido— y lleva
ahora mismo e mi hija al mismo campo y al mismo sitio.
Obedeció el viejo y dejó a la otra hija en el mismo campo
y en el mismo sitio.
También llegó Merezco el de le nariz roja, contempló a su
visitante, dio unos saltos, pero, como no le oyó decir ni
una palabra de agrado, se enfadé y le mató de frío.
-Ve a buscar a si hija -ordenó la vieja al marido—.
Enganche unos buenos caballos, y ten cuidado no vaya a
volcarse el trineo y a caerse el baúl.
Pero la perrite gritó desde debajo de la mesa:
—¡Guau, guau! A la hija del vieja la rondarán buenos
mozos; de la de la vieja sólo traerán los huesos,
—¡No mientes! Toma un pastelillo y di que vendrá mi hija
vestida de oro y plata.
Se abrió el portón, corrió la vieja el encuentro de su
hija, y sólo pudo abrazar su cuerpo irlo. Rompió a llorar
y a lamenterse, pero ya era tarde.

-187—
3.2.9.— La hija y le hijastra <A 98)

Un hombre viudo y con una hija se casó con una viuda que
también tenía une hija. Y así se juntaron dos
hermanastras.
La madrastra era odiose y no dejaba vivir al marido a
fuerza de repetirle:
—Lleve a tu hija a la chabola del bosque. Allí hilará
más.
¿Qué podía hacer el hombre? Obedeció a la mujer y condujo
e su hija a la chabola. Le dejó pedernal y eslabón,
hilaza y también un saquito de legumbres secas.
-Aquí tienes para encender fuego. No dejes que se apegue.
Mezte comida y estáte aquí hilando con la puerta bien
cerrada.
Llegó la noche. La muchacha encendió la estufilla, se
hizo la cena y, de pronto, apareció un ratoncito y le
dijo:
—Moza, mocita, dame una cucharadita.
—¡Ratoncito mio! [lasvenido a disipar mi aburrimiento. Lo
que te daré no es una cucharedita de comida, sino toda la
que quieras hasta hartarte.
El ratoncito comió y se marchó. Por la noche irrumpió en
la casita un oso.
-A ver, muchacha —dijo—, apaga la lumbre y vamos a jugar
a la gellinita ciega.
El ratoncito se subió al hombro de la muchacha y le
susurró al oído:
-No temas. Di que si. Apaga el fuego y escóndete debajo
de la estufe mientras yo corro de un lado para otro
haciendo sonar una campanillite.
Así lo hicieron. El oso corría detrás del ratoncito sin
poderle alcanzar, hasta que se puso a rugir y arrojar
leños hacia todas partes sin poder dar con él. Ya
cansado, dijo:
—Muchacha, eres maestra en esto de jugar a la gallinita
ciega. Por eso, mañana te mandaré une yeguada y un cerro
lleno de cosas.
A la mañana siguiente le dijo la mujer al marido:
-Ve donde tu hija a ver lo que he hilado este noche.
Merchóse el viejo, y la mujer se sentó a esperarle,
pensando que sólo traería los huesos de su hija. Pero un
perrito dijo:
—¡Guau, guau, guau! La hija viene con su padre. Trae una
yeguada entera y un cerro lleno de cosas buenas.
—Mientes, chucho: lo que suena son los huesos al chocar
unos con otros dentro del carro.
Rechiné el portón, entraron los cabellos al trote en el
corral y le hija y el padre detrás, montados en el cerro
lleno de cosas buenas. A la vieja le brillaron los ojos
de envidia.
—¡valiente cosa! -gritó—. Lleva a ni hija a que pase la
noche en el bosque, y verás como trae dos yeguadas
enteras y dos cerros llenos de cosas buenas.

—188—
El viejo llevó a la hija de su mujer a la chabola y
también le dejó lo necesario para encender fuego y
hacerse la comida. Al anochecer, Matasha se hizo unas
gachas. Salió el ratoncito y le pidió ura cucharadita.
—¡Qué bicho tan asqueroso! —gritó Natasha, y le tiró la
cuchare.
El ratoncito escapó corriendo, }4atasha se comió todas las
gachas, apagó la lumbre y se acurrucó en un rincón para
echar un sueño. A media noche irrumpió el oso y dijo:
—¡Eh, muchacha! ¿Dónde estás? Vamos a jugar a la
gallinita ciega —la muchacha no contestaba pero le
castañeteaban los dientes de miedo—. ¡Ah, estás aquí!
Toma; corre con la campanillita, y yo te daré caza.
La muchacha tomó la campanillita, que no paraba de sonar
en su mano temblorosa, Lo que hizo exclamar al ratoncito:
-rse moza, mala y altiva, no quedará con vida.
A le mañana siguiente, la mujer mandó al marido al
bosque:
—Ve donde mi hija, que traerá dos yeguadas enteras y dos
carros de cosas buenas,
El hombre se marchó, y la mujer salió a esperarle delante
del portón. Pero el perrillo dijo:
—¡cueu, guau, guau! Ahí viene la hija del ama. Sus huesos
resuenen dentro de una caja, y el viejo conduce el carro
vacio.
-Mientes, chucho: mi hija trae dos yeguadas enteras y
carros llenos de cosas buenas,
Al llegar al portón, el viejo le entregó a su mujer una
cajita. La vieja la abrió, vio los huesos de su hija y
empezó a llorar a gritos Ten furiosa se puso, que del
dolor y la rabia se murió al día siguiente.
El viejo vivió feliz el resto de su vide el lado de la
hija y de un hombre de bien que acepté como yerno,

—189—
3,2.10.— Las tres gracias por Dios <Es 113)

Era un matrimonio que tenían dos hijos, un varón y una


hembra. Y al padre se le ofreció un viaje y les preguntó
a sus hijos que si qué querían que les trajera. Y el niño
dijo:
—Papá, yo quiero que me traigas un borriquito moruno.
Y la niña dijo:
-Y yo una calandria.
Conque se fué el padre y allá ende andaba halló el
borriquito. De la calandria no se acordó, y ya que
llegaba a su casa se acordó y volvió y la encontró. Y
llegó a case y los niños estaban muy contentos de ver que
les había traído su padre les cosas que le habían pedido.
Y el poco tiempo murió la madre. Y el padre quedando
viudo llevó e la cesa un ame que tenía una niña pequeña.
Y poco después murió también el padre y quedaron solos
los niños con la mujer y le niña.
Un día le dijo el niño a su hermanita:
—oye, hermanita, ¿te parece bien que yo vaya a Madrid
antes que el caudá se nos termine?
Y la hermanita dijo que podía ir y se fué. llegó a Madrid
y se dirigió a palacio y pidió permiso pa hablar con su
real majestá. Y le pidió una colocación y se la dieron. Y
el hijo de la reina fué entonces y le dijo a la reina que
el único empleo que le podían dar en el palacio era el de
cuidar unos pavos y gallinas que tenían. Y se puso a
cuidarlos.
Y pasaban días y pasaban días y el hijo del rey le fué
tomando cariño al que había cogido y se iba todos los
días con él ande andaba cuidando de los pavos y gallinas.
Y un día fué el príncipe y le dijo e su medre:
—Madre, me da lástima que este niño esté cuidando pavos y
gallinas. Me gustaría darle otro empleo.
Y la reina le dijo:
—Lo único que puede hacer es que siempre vaya dándote
compañía,
Y desde entonces ya el niño no tenía más que hacer sino
acompañar al príncipe en sus paseos.
Y un día que iban por los jardines paseando le dijo el
príncipe al niño:
—Oye, ¿tú tendrás novia?
—Yo, no, señor, ¿y tú?
Y el príncipe entonces le dijo:
—No, yo no me caso hasta que encuentre una novia que
tenga tres gracias por Dios.
—Yo tengo una hermane que las tiene —le respondió el
niño—.
Y el príncipe entonces le dijo que le escribiera
inmediatamente que se viniere al palacio pa casarse con
ella si tenía las tres gracias por Dios. Y enviaron la
carta. Y la hermanita, como vivía con el ame y la otra
hija, no recibió la carta. La que la recibió fué el ama,
y cuando vió lo que decía ocultó la carta y fué y le dijo
a su hija:

—190—
—Mira, que no digas nada a nadie. Te voy a llevar a
Madrid a presentarte como la hermana de él y te casarás
con el príncipe. Y a su hermana la tiraremos por el río
abajo.
Y así lo hicieron coro dijeron. Cogieron el coche y se
marcharon las tres de la cesa. Y al llegar al ríe la
hicieron asomar a ver el agua y le tiraron, y se
marcharon solas. Pero la joven pude salir del agua y se
metió entre unas matas. Y allí esatba la pobre niña
mojada y estropeada de la caída cuando llegó un
pastorcito y le vió y la llevó a su choza, que tenía
prósima. Y le mujer del pastor al ver que venia con ana
muchacha ten bonita empezó a reñir, y la joven al ver que
la mujer reMe empezó a llorar y cuando lloraba llovía. Y
después se tué a lavar las manos y el agua florecía en
rosas y claveles. Y después se fué la joven a peinar y
cuando se peinaba echaba perlas de oro. Y cuando la mujer
del pastor vid eso ya dejó de reñir y la recibieron bien
en la case porque creían que era la Virgen.
Y la mala ama llegó al palacio del rey con su hija. Y se
abrazó la joven al hermanito coro si de verdá fuera su
hermano. Y él no decía nada, pero estaba muy triste. Y se
celebró la boda. Y el hijo del rey entonces la hizo que
se lavare les manos y no resultaba la gracia. Y entences
mandaron enterrar a medio cuerpo al hermanito porque
decían que ere un embustero, y allí le tenían anarree con
una cadena. Y allí sufría, pero no decía nada~ Y el
príncipe estaba muy triste y no quería ir a ver a la
novia.
Y una niña que tenían los pastores veía todos los días a
la joven llorar y lavarse les manos y peinarse, y le
decía e su mamá:
—Mamá, ¡qué cosa más bonita echa esta mujer del pelol
Y la pastora, que creta siempre que era la Virgen, se
arrepentía de haber reñido con su marido. Y ya que
llevaba la joven varios días peihándose reunió una
cantidá grande de perlas de oro y les dijo a los
pastores:
—Vendan ustedes las ovejas y las vacas y vamos a >ladrid a
hacer al frente del palacio del rey otro más bonito,
Y así lo hicieron, Se fueron todos pa Madrid y allí
enfrente del palacio del rey hicieron un palacio más
grande y más bonito. Y allí se fueron a vivir todos,
Y un día se puso la joven a bordar en una sotefta y salió
un cneo del rey y colgó en la puerta la jaula ende
estaba la calandria de le joven qn la mala asia habla
lleveo a palacio. Y al ver la joven la calandria suya
dijo:
—¡Hola, calandria miel
Y la calandria respondió:
—¡Señorita, de buen dial
—Y, ¿mi hermano?
—Al pie del árbol enterreo,
-¡Pobre de mi y de mi hermano desgraciaoi

191—
Y se echó allorar. Y pronto empezó a llover y tuvo que
salir el cneo a meter la calandria. Y al día siguiente
salió otra vez el criao con la calandria.
Y salió otra vez le niña a bordar a la soteita y volvió a
saludar a la calandria.
-iHola, calandria miel
—¡Señorita, de buen dial
—Y, ¿mi hermano?
—Al pie del árbol enterreo.
-¡Ay de mi y de mi hermano desgraciao!
Y comenzaba la joven otra vez a llorar y comenzaba a
llover y el cneo tenía que salir a quitar le calandria.
Y así pasó varios días. Hasta que fué un día el cneo y
le dijo al príncipe:
-A usté, señor rey, ¿qué le parece? Nada más que saco la
calandria e la puerta empieza a llover y tengo que
quitarla.
Y el rey le dijo:
-Mira, mañana te quedas ai mirando a ver qué es lo que
pasa.
Y otro día fué el cneo y se escondió detrás de le puerta
y vió todo y oyó toda la conversación entre la calandria
y le joven y fué y se lo contó todo al rey y el príncipe.
Y el rey en seguida mandó que la invitaran e pesar a
comer en el palacio. Y ella dijo que si, que vendría si
también podían venir sus padres. Y dijo el rey que podían
venir. Y vinieron al palacio del rey. Y luego que ya
todos estaban en la mesa el rey mandó poner guardias pa
que no se saliera nadie. Y el ame en cuanto vió e la
joven la conoció y quería salir, pero no la dejaron. Y se
pusieron a comer y pusieron la calandria en la mesa, y
empezó e hablar con le joven. Y como la joven le
preguntaba a la calandria por su hermano y la calandria
le decía que estaba al pie del árbol enterreo lloraba la
joven y comenzaba a llover, y mandaron desenterrarlo y
venir a comer al palacio. Y allí comieron todos juntos. Y
el príncipe muy contento porque ye había salido la
primera gracia.
Y después de la comida el prinoipe mandó ponerle agua a
le joven pa que se lavare les manos. Y se leyó les manos
y el agua se florecía de roses y claveles. Y el príncipe
más contento porque ya había salido le segunda gracia. Y
entonces le mandó el príncipe peinarse el pelo y al
peinarse empezaron a caer perlas de oro. Y ya vió el
príncipe que ella tenía las tres gracias por Dios, y que
la otra no, y le dijo al rey su padre:
—Ésta es mi esposa.
Y se casaron en seguida. Y el rey entonces mandó poner
una caldera de aceite a hervir y allí metieron a la madre
y a la hija que habían querido hogar a le joven en el
río. Y al hermano y e los pastores les colocaron en
palacio y todos vivieron mu felices.

San Pedro de Alcántara, Málaga.

—192—
6.— “Niña nersecu4dA mor el esnoso” <Tino g5fl

<Transcribimos únicamente la versión siguiente por su


relación directa con este estudio)

6.2.-El asesino sin mano <XC 89)

Había una vea un Rey avaro, tan avaro que a su hija única
la mantenía oculta en la buhardilla por temor a que
alguien pidiera su mano y él tuviera que darle una dote.
Un día llegó un asesino a esa ciudad, y se alejó en la
hostería que había frente a la casa del Rey. Empezó a
recoger información sobre quién vivía allí.
—Vive un Rey -le dijeron— tan avaro que oculta a su hija
en la buhardilla.
¿Y qué hace el asesino? Por la noche se encaran al
tejado y abre el ventanuco de la claraboya. La princesa,
que estaba acostada, ve que abren la ventana y que hay un
hombre de pie en el alféizar.
—TAl ladróní ¡Al ladróní —grite.
El asesino cierra la ventana y escapa por el tejado.
Acude la servidumbre, ve la ventana cerrada y dice:
—Alteza, estáis soñando: aquí no hay nadie.
Al día siguiente le pidió a su padre que la sacara de la
buhardilla, pero el Rey le dijo;
—Estás soñando. ¿Quién crees que va a entrar por ahí?
La segunda noche, a la misma hora, cl asesino abrid
nuevamente la ventana.
—¡Al ladróní ¡Al ladróní
También esta vez escapó, y nadie quería creer lo que
contaba la princesa.
La tercera noche, ella sujeté la ventana con una cadena y
se puso en guardia cuchillo en mano, sola, mientras el
corazón le palpitaba con gran fuerza. El asesino intentó
abrir pero no pudo. Introdujo una mano: la Princesa se la
cortó de un tajo, a la altura de la muñeca.
—¡Desgraciadal -gritó el asesino—. INc las pagarás! —y
escapó por el tejado.
Le Princesa mostró al Rey y a la Corte la mano cortada y
todos finalmente la creyeron y la felicitaron por su
valor; a partir de ese día ya no durmió en la buhardilla.
pasado un tiempo, pidió audiencia al Rey un joven
forastero, bien vestido y bien enguantado. El Rey quedó
tan complacido con su plática que le cogió simpatía.
Hablando de una cosa y de otra, dijo que era soltero, que
buscaba una muchacha gentil para casare. con ella, y que
estaba dispuesto a aceptarla sin dote, tantas riquezas
tenía él por su cuenta. El Rey, al enterarse de que no
quería dote, pensó; “Éste es el marido ideal para mi
hija”, y la mandó llamar. La princesa se estremeció en
cuanto vió al forastero, porque le parecía reconocerlo. Y
cuando estuvo a solas con el padre, le dijo;
-Majestad, me parece iseunocor en ese hombre al ladrón a
quién corté la mano.
—Sueñes —dijo el Rey—. ¿No has visto qué hermosas y
enguantadas manos? He aquí un auténtico señor.
Para abreviar el cuento, el forastero pidió la mano de le
Princesa, y ella accedió un poco por obedecer al padre y
un poco por librarse de su tiranía. Las bodas se hicieron
deprisa y corriendo, porque el novio no podía estar mucho
tiempo alejado de sus negocios, y el Rey no quería
gastar. A la hija le regaló un collar de nueces y una
cola de zorra despellejada. Después los novios se
apresuraron a partir en carroza.
La carroze se metió en un bosque, y en lugar do avanzar
por el camino principa, se internaba cada vez más en la
espesura, por senderos tenebrosos. En cierto momento dijo
el novio:
—Querida, quitame este guante.
La Princesa le quitó el guante y descubrió un muñón.
-isocorrol —gritó, comprendiendo que se había casado con
el hombre e quien había cortado la mano.
—Estás en mi poder, ahora —dijo el hombre—. Debes saber
que yo trabajo de asesino. Ahora me vengaré del mal que
me has hecho.
La casa del asesino estaba en el linde del bosque, a
orilles del mar.
-Aquí guardo todas las riquezas de la gente que maté
—dijo el asesine, mostrándole le case—, y tú te quedarás
a montar guardia.
La etó a un árbol con una cadena, frente a la casa, y la
dejó allí. La Princesa se quedó sola, encadenada al árbol
como si fuera un perro, y enfrente veía el mar, surcado
de vez en cuando por algún buque. Empezó a hacer señas a
un buque que pasaba; del buque la vieron con los
catalejos y se acercaron a ver de qué se trataba.
Desembarcaron, y ella les conté su historia. La liberaron
y la llevaron con ellos, junto con todas las riquezas del
asesino.
Era un barco de mercaderes de algodón, y pensaron en
ocultar a la Princesa y todas las riquezas debajo de los
copos de algodón. El asesino volvió y encontró la casa
desvalijada, y vio que su mujer había desaparecido. “Solo
puede haber escapado por mar”, pensó, y avisté el buque
que se alejaba. Abordé un barquito de vela que tenía, muy
veloz, y alcanzó el barco.
—iTodo el algodón al aquel —ordené—. He de buscar a mi
mujer que se ha escapado.
—usted quiere arruinarnos —le dijeron los mercaderes—.
¿por qué no hunde la espada en los copos de algodón, para
ver si hay alguien escondido?
El asesino se puso a traspasar el algodón con la espada,
y en cierto momento hirió a la muchacha escondida, pero
al sacar la hoja el algodónenjugó la sangre y la espada
salió limpia.
—¿Sabe? —le dijeron los marineros—: hemos visto otra nave
cerca de la costa. Ésa de ahí.

—194—
—Voy a ver —dijo el asesino—. Bajó del buque cargado de
algodón y dirigid su barquito de vela rumbo a la otra
nave.
La muchacha, apenas herida en un brazo, fue desembarcada
en un puerto seguro. Nro ella no quería saber nada de
volver a tierra y continuaba diciendo a
—¡Arrojada’. al mar! ¡Arrejada al mart
Los marineros entraren en consejo, y uno de ellos, que
era viejo, casado y sin hijos, se ofreció para llevarla a
su casa con parte de las joyas del asesino. La mujer del
marinero era una anciana de buen corazón y se enearitió
con la muchacha.
—¡Te cuidaremos como a una hija, pobrecita!
—Sois tan buenos —dijo la muchacha—. Sólo os pido una
gracia: quiero estar siempre encerrada en cesa y que
nunca me vea ningún hombre.
—No te preocupes, pobrecita: a nuestra casa nunca viene
nadie.
El viejo vendió algunas joyas y compró seda para bordar,
y la muchacha se pasaba las horas bordando. Mizo un
bellísimo tapiz, con todos los colores y dibujos del
mundo, y la vieja lo llevó a vender a cama de un Rey
vecino.
—¿Pero quién hace tan bellas labores? —preguntó es. Rey.
—Vms hija mía, Majestad —dijo la vieja.
—¡Puede ser! Pero en verdad no parecen labores propias de
la hija de un marinero —dijo el Rey, y compró el tapiz.
Con el dinero que ganaron, la vieja compró Ss seda, y la
muchacha bordó un hermoso biombo. La vieja se lo llevó sí
Rey.
—¿Pero en serio es vuestra hija la que hac, estas
labores? —decía el Rey y, poco convencido con las
respuestas, la siguió a hurtadillas.
Cuando la vieja estaba a punto de cerrar la puerta de
casa, el Rey se adelantó y puso el pie en el
instersticioi la vieja lanzó un alarido. La muchacha, que
estaba en su cuarto, oyó el alarido y pen.óque el
asesino había venido a buscarla, y de]. miedo se desmayó.
Entraron la vieja y el Rey y trataron de- reanimaría.
Abrió los ojos, y-al ver que ese hombre: no era e]. asesino
volvió en sí.
• —¿Pero por qué tienes tanto miedo de que llegue alguien?
—preguntó el Rey, a quien esta heruesa muchacha sin duda
le gustaba.
—Es mi desgracia —dijo ella, y nada md..
Así que el Rey se habituó a ir todos los días a esa casa,
para hacer compañía a la muchacha y verla bordar. Se
había enamorado mucho, y terminó por pedir su mano. LOS
viejos, imagintoslo, respondieron:
—Majestad, nosotros somos gente humilde...
—No me importa. Es la muchacha que me gusta.
—Yo acepto —dijo ella—, pero con una condición.
—¿Cuál?

—195—
-No quiero ver a ningún hombre, salvo a ti y a mi padre
—<llamaba padre al viejo marinero>—. Ni verlos ni que me
vean.
El Rey accedió. Porque ante todo era celoso y le alegraba
que ella no quisiera ver a ningún hombre.
De manera que las bodas se celebraron en secreto, para
que ningún hombre la viera. Esta situación no fue del
agrado de los súbditos: ¿desde cuando un Rey se casaba
sin mostrar la esposa al pueblo? Empezaron a circular los
rumores toAs extraños: “Se ha casado con una mona. Se ha
casado con una jorobada. - Se ha casado con una bruja”, y
no solo enytre la gente del pueblo, sino entre los altos
dignatarios do le Corto. El Rey se vió obligado a decir a
su mujer:
-Es necesario que decidas una hora para mostrarte ea
público y acallar esas voces.
La pobre tuvo que consentir.
—Está bien. Mañana estaré asonada al balcón desde las
once hasta mediodía.
A las once la plaza estaba llena como nunca. Había venido
gente de todas partes, incluso de los campos más
alejados. La esposa apareció en el balcón y en la
multitud se elevaron rumores de admiración. Nunca se
había visto una Reina tan bella. La Reina, sin embargo,
recorría la multitud con la mirada, llena de aprensión. Y
en eso, en medio de la multitud, vio la cara de un hombre
embozado, todo de negro, un hombre que se llevó una mano
a la boca y la mordió en señal de amenaza, y luego alzó
el otro brazo y mostró que terminaba en un muñón. La
Reina cayó al suelo desvanecida.
La llevaron de inmediato a su cuarto, y la vieja repetía:
-¡Vos quisisteis -mostrarla! ¡Vos quisisteis mostrarla y
ella no querial !Mirat 19 que ha pasado!
Acostaron a la Reina en su- cama y llamaron a los médicos,
pero no -sabían qué mal- la aquejaba: quería permanecer
encerrada y no ver a nadie, y no dejaba de temblar.
En esos día vino a visitar al Rey un rico señor
forastero,gran conversador, pródigo en cumplidos y
palabras elogiosas. El Rey le preguntó si quería quedarse
a comer un plato de- sopa. El forastero, que no era otro
que el asesino, aceptó de buen grado, e invitó a vino a
todo el Palacio Real. Pronto trajeron toneles, barriles y
damajuanas, y era todo vino narcotizado. Esa noche,
guardis, criados, ministros, todos bebían a más no poder,
y más tarde todos estaban roncando vencidos por la
borrachera, el Rey en primer lugar,
El asesino recorrió el palacio, se aseguró de que en
todas las escaleras, salas y corredores no hubiera sino
gente tumbada y durmiendo, y entró con sigilo en el
cuarto de la Reina. Ella estaba echada en la cama, con
los ojos desencajados, tal come si lo esperase.
—Ha llegado la hora de mi venganza —dijo el asesino
hablando en voz muy queda—. Levántate y ve a buscar una
palangana de agua para lavarme la sangre de las manos
cuando termine de deqollarte.

—196—
La Reina se levantó y corrió junto al marido.
—¡Despiértatel ¡r=espiértate, por caridad!
Pero el marido dormía. Todos dormían, en todo el palacio,
y no había forma de despertarlos. Cogió la palangana de
agua y volvió.
-Tráeme también el jabón —dijo el asesino, que estaba
afilando el cuchillo.
Ella fue, - sacudió a su marido una vez más, pero fue
inútil. Trajo el jabón.
—¿Y la toalla? —preguntó el asesino.
Ella salió, cogió la pistola del marido dormido, la
envolvió en la toalla, y al entregarle la toalla al.
asesino, le disparó a quemarropa y le metió una bela en
el corazón.
El disparo despertó a todos los borrachos; el Rey en
primer lugar, y acudieron a ella. Encontraron al asesino
muerto y a la Reina finalmente liberada del terror.

(Florencia)

—197
MOTAS AL M#EXO

<1).- Espinosa dice, a propósito de este versión


mostrada por Puymaigre, que falte al final del cuento
(Espinosa 1947, 380).
Sí seguimos la explicación de Puymaigre no tiene
justificación afirmar tal cosa, sino que esta versión
pertenecería a un grupo bastante excepcional de versiones
en el que se da el amor incestuoso, se da le mutilación
de las manos, pero no aparecen los acontecimientos que
son comunes a gran número de elias± ausencia del marido,
parto de la esposa, misivas cambiadas, expulsión de la
niña y sus hijos, etc.

<2).— Sobre los manuscritos del romance, las versiones


en prosa y los cuentos populares que derivan de él, ver
Suchier 1864.

<3).— En esta versión, la heroína no se mutila las


menos, pero se corte el cabello y se autolesiona.
Por otra parte, el motivo de la desfiguración (arañarse
la cera, cortarse el cabello, asemojarse a una leprosa)
la pone en relación con las versiones de la “cenicienta”,
es decir, aquellas en que la niña se disfraza
deliberadamente en forma repugnante para huir del deseo
incestuoso paterno <Tipo “Haría de madera”, “Cono a la
sal”)
Esta relación no se le pase por alto a Dáumlinq (Dáumling
1912, 24)

(4).— Se podría comparar esta versión con el romance


de Silvana. En ambos el deseo de la niña ronda los
limites. Hay una promesa al padre, hay un contacto
corporal. Curiosamente, aquí la mutilación no es
voluntaria sino el resultado do una orden (Dáumling 1912,
37)
Según este autor, la visión de los personajes celestiales
que le ordenan a la niña mnutilarse, vendría a ser una
alegoría de su conciencia interna, cargada de
culpabilidad. La mutilación tendría en este caso sentido
de penitencie. A le vez que serviría tambien, como en
otras versiones, al propósito de proteger la virginidad
de la niña, amenazada por el padre.

Desde este punto de viste, de la mutilación como


penitencie, podemos comparar tambien la presente versión
con la leyenda del Papa León, citada por Sébillot.

—198—
<5>.— Este verbo, exponer, aparece con frecuencia en
las versiones literarias.
“Exponer” en el sentido de “situar, o dejar abandonado,
algo o a alguien a la acción, arbitrio, etc., de agentes
externos”
En el sentido en que se dice de un niño que es “expósito”

<6).— chaucer pone en boca del jurisconsulto ( o


jurista, o corregidor, que de las tres tonas se le
designa en la traducción que hemos manejado) la conocida
leyenda de Constanza. Leyenda que, como queda dicho más
arriba está tomada por Chaucer de- la Constance de Trivet,
según afirma Suchier (Suchier 1884, XXXVII!>
La leyenda de Constanza tiene des claras variaciones
respecto al tipo de “La niña sin brazos”: en ella no
aparece la mutilación de las manos, ni tampoco la
motivación incestuosa
Estos dos motivos no aparecen tampoco, naturalmente, en
la Constanza de Chaucer.
Como es sabido, los Cuentos de Canterbury siguen un-a
estructura narrativa con arraigo en la literatura: un@
serie de personajes, unidos por diversos motivos, s4
cuentan, recíprocamente, un determinado número d*
historias para mejor pasar el tiempo en que van ~
permanecer juntos. Y previamente al relato de csdh
cuento, en los de Canterbury, hay un “prólogo” en qu4
cada relator hace sus comentarios - da todo tipo. EJ. -
personaje que cuenta la historia de Constanza, el
jurisconsulto, hace primero cometarios jocoso-s acerca de
Chaucer. Luego enumera, en forma prolija todos los
amantes famosos, especialmente las mujeres sufrientes por
causa del amor, de los que se ocupó Chaucer:
“En , Chaucer ha hablado de más amantes que cuantos

Ovidio cite en sus antiguas epístolas. - ¿Voy a narrar yo.


lo ya narrado?” (Chaucer 1934, 74>
Y, de pronto, y sin justificación alguna, si nos ceñimos
al estricto contenido de la leyenda -- de Constanza,
comienza a decir que Chaucer jamás se- ocupó de las
historias incestuosas y que 41 tampoco va a hacerlo.
¿Conocía Chaucer otras versiones paralelas a Constanza en
las que el incesto era el motor de la historia?, ¿Nos
está poniendo en la pista, mediante esta tiqura retórica,
que en psicoanálisis se llama negación, de lo que está
“negado” en el cuento de constanza?. E» cualquier caso,
si el incesto no aparece en el cuento-, aparece en el
prólogo, aunque sea para decirnos que no se va a hablar
de él.

—199—
El párrafo en cuestión dice así:

“Cierto que nada ha escrito eso autor (Chaucer) sobre el


nefando ejemplo de Caneces, que amó contra natura a su
propio hermano. Y digo que de esas aborrecibles historias
nada quiero saber. Tampoco habla de cómo el infame
Antioco arrebató la virginidad de su hija derribándola en
el suelo, lance que atestigua ‘lirio Apolonio y cuya
lectura horroriza al bueno. Y pues, Chaucer,
deliberadamente, no quiso describir en sus libros tan
antinaturales abominaciones, tampoco yo, si puedo, tocará
ni una sola de ellas. Y así, ¿qué haré para relatar mi
cuento?”
“Y, habiendo platicado así, el jurisconsulto, con grave
talante, nerró su cuento segti vais a oir”. (Chaucer
1984, 74—75)

-200—

También podría gustarte