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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE
pi
5314054385
12502q7.h
ESTUDIO PSICOANALITICO DE
CUENTOS INFANTILES
Madrid. a Y de a
EL SECRETARIO DEL TRID&JNAt.
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
FACULTAD DE EDUCACION
DEPARTA)4ENTo:
METODOS DE INVESTIGACION Y DIAGNOSTICO EN EDUCACION
TESIS DOCTORAL
MAYO DE 1992
MADRID
A la memoria de
Notas 30
Bibliografía
CAPITULO 1: Objetivos 35
y escucha 38
Notas 58
Bibliografía 61
CAPITULO 2: Metodología 63
la interpretación psicoanalítica 66
2.1.1.— La interpretación en
la cura psicoanalítica 68
Notas 136
BiNiografia 146
BibLiografía 174
CAPITULO 4: Análisis de los textos . 176
hermano—hermana 196
Cuadros A y 8 255
Notas 256
Bibliografía 269
CAPITULO 5: AnálisiS comparativos • 274
Cuadros 281
Notas 286
Bibliografía 290
Notas 349
Bibliografía 354
Notas 3~3
Bibliografía 401
CAPITULO 8: Complejo de Edipo y
Notas 446
Bibliografía 451
Notas 490
Bibliografía 500
Notas 558
Bibliografía 561
Primera fase
plantean.
—2—
Por otra parte, en los pocos casos de psicoterapia con
tradicionales.
a él.
psicológico”.
claramente diferentes.
—3—
Elaboramos unas encuestas de sondeo que concluyeron en un
investigación interesaba.
adecuada.
Un ejemplo: ¿cóno controlar, en los distintos sujetos, el
homogénea?
¿Hasta cuando leyeron u oyeron los cuentos los sujetos
encuestados?.
—4—
Otro problema: areas de procedencia. No todos los cuentos
investigación:
—5—
La categoría “cuento de hadas” no es universal y es
1971)
mona les.
¿Qué relación podía haber entre la vida de un niño y la
—6—
Con preguntas de este tipo se abría la segunda fase del
trabajo.
fase.
fiesunda fase
naturaleza.
—7—
En otros termines: el cuento se nueve en la realidad de
lo psíquico.
etc.
—8—
Otros rasgos de los cuentos de hadas se hacían patentes y
psiquismo.
Su indeterminación en cuanto al tiempo, al espacio, a la
Cultura Hispánica.
—9—
nos veníamos ocupando: suponia la confirmación de muchas
conceptuales.
—lo—
Tercera fase
crecimiento.
significatividad.
Junto a esa externalización del conflicto aparece,
—11—
Comenzamos a utilizar, en forma sistemática, un esquema
patológica,
prioritario: la fantasía.
La fantasía inconsciente.
—12—
La existencia de distintos tipos de pulsiones en el ser
psicológico, etc.
era:
y Susan Isaacs,
—13—
craves ce los cuentos de hadas (ambas en abril dcl 80.
Nacional).
cuarta fase
—14—
Pero a estas alturas del estudio se nos hizo evidente la
literatura infantil.
—15—
Autores cono Lacan, Laplanche y Pontalis, Creen, Miller,
inconsciente.
placer,
—16—
la multipresencia y permanencia de los cuentos
—17—
ouinta fase
Castilla y León...,
—18—
Ahora volvemos a leer a Propp (1971,1974) que se nos
—19—
DecidIdamente, el objeto de nuestra investigación se
extenso.
—20—
Y dentro de este ciclo, un tipo nos fascina por su
(4).
cuento es el incesto:
—21—
perros, le cortan los brazos, castigo por haber roto las
normas de la vieja moral, no haber sido del padre.”
de estos cuentos?.
—22—
La explicación que da Rodríguez Almodóvar (1989,178 y
ambiguedad, entre:
estructura social:
—23—
¿Por donde busca este autor?: ¿por la “subjetividad” —que
civilización— ?.
romántico.
(6>
—24—
nuuaoos os rechazar por tanto esta idea y sólo tras un
objetivo.
—25—
Sin embargo, este método fue pensado por Freud —y por los
yo de la comunicación, etc.
—26—
A lo largo de la redacción el hilo asociativo es roto
bibliográfica, etc.
—27—
— El cuento lo presenta desde el ángulo de la mujer, su
—28—
psíquico fundamental, representado en múltiples
escenarios y por una serie infinita de personajes (8>
Cada sujeto, por el hecho de serlo, nace en esta
“represión primaria” universal, que supone el no tener
acceso a lo real: si acaso, metafórica y
—29—
MOTAS A LA INTRODUCCION
—30—
En las versiones populares se trata, en general de una
niña a quien, por desobecer al padre, movida por su buen
corazón, por transgresión de prohibiciones dictadas por
el diablo a quien la ha vendido su padre, o por
acusaciones celosas de otras mujeres <cuñada>, es
mutilada —manos o brazos; en algunas versiones, lengua y
Ojos—, y abandonada.
—31—
sentido. Aun con las objeciones que le haremos a ese
planteamiento en el capítulo 6.
—32—
REFERENCIAS BXBLIOGRAFICAS DE LA INTRODUCCIOR
Anaya. Madrid
Paris
Siruela. Madrid
Lucina. Zamora
—33—
GUTIEREZ SAHCHEZ,G. (1976>; La verdad del cuento. DUO 2
Fantasy no.iO.
.34..
LOPEZ TARES, Román <l99O>~ Introducción a la literatura
Madrid
Fundamentos. Madrid
—35—
CAPITULO 1
OBJETIVOS
INDICE DEL CAPITUlO 1
—37—
Al comenzar este trabajo, que tiene coro n,kleo Central
la teoría psicoanalítica.
—38—
otra pregunta: ¿cuál es la diferencia entre la palabra
<significante) y la letra?
lenguaje”
psíquico en lo simbólico.
de la “representación” de Freud.
—39—
5~ Freud, por rxotiVOS no sólo teóricos, sino
—40—
Ahora bien, no todo en el lenguaje es significante, no
significante.
de sus origenes...
el significante.
Hay um eje “palabr > escucha1’ que en psicoanálisis
es conocido y estudiado, el paciente habla, asocia y se
capítulo.
sujeto.
interpretación).
acepción).
..43..
El cuento es un escrito y, según la acepción lacaniana,
—44—’
explicarse por transmisión, o influencia, sino que
con la letra.
pensamiento
—45—
Ln cuarto lugar, un relato familiar. Con peso, con
historias de familia.
BarcelOna) (3)
—4
6t
Pero a pesar de ello, como ya hemos dicho,no son sólo un
escritura.
interpretable?.
escucha.
—47—
1.2.— ~Linc.onsciente del texto
citarle en su lengua:
s’ensuit que cet effet peut Atre isoló cosme une chose,
—49—
Efectivamente todo texto, como todo hecho de lenguaje por
forma de callar...
inseparable.
—50-a
Aunque tal vez sí podamos decir que cuanto menor es el
enunciado, mayor es la enunciación. Afirmación que
real.
aspectos, motivos, que tienen más que ver que otros con
distintas!.
Pero hay algunos elementos, precisamente aquellos que
—51—
La 1Tn~ti1aciór, de la niha, el extraño enamoramiento del
<Mannoní 1995,59)
—53—
b> El segundo comentario nos lo ha sugerido el juego de
<advenimiento).
1988,42>
—54..
Tambien Jacques Le Goff, un historiador que goza hoy del
acontecimiento:
la articulación acontecimiento/estructura:
—55—
qué quiere decir que “el inconsciente es (¿estáflen el
lector.
deseo”?
de deseo.
Un efecto traumático que, en cierto modo, “despierta” el
retroactivamente.
—57—
NOTAS Al CAPITULO 1
b) que eso quiere decir que cada uno, aparte de ser uno
mismo, es también otras cosas, de las que a veces se
declara que entran en lucha con uno mismo;
e) que, por ende, resulta que cada uno tiene también algo
de pueblo, que está justamente allí donde uno no es uno
mismo;
—59—
g> que la principal aparición gramatical de la cosa se da
en el uso de YO, que no puede negársele a nadie, puesto
que YO es cualquiera que esté hablando> de manera que YO,
siendo todos y cualquiera, no es nadie, y así se opone
netamente al individuo personal, real, con su Nombre
Propio, que mo es ya el que habla, sino que se habla de
él;
—60—
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS DEL CAPITULO 1
PUF. Paris
Universidad. Madrid
AE ív,v
FREUfl, 5. <isíSe): Lo inconsciente AE XIV, Pp. 153 y ss.
Lucina. Zamora
—61—
GUTIERREZ SANCHEZ,G. <1989): consideraciones
osicoanaliticas acerca de la
lectura Clínica y
3OS—318
Análisis Grupal vol. 11(2), no. 51, pp.
LACAN, Jacques <1953): “Le symbolique, l’inaginaire le a
récí”. Conferencia del 8.7.53 ante la Societé
XXI. México
LACAN, Jacques (1980): La instancia de la letra en el
Petrel. Barceloma
Barcelona
MANNONI, Octave (1975): Freud. El descubrimiento del
—62~
:
CAPITULO 2
ME’l’ODOIDGIA
INDICE DEL CAPíTULO 2
inconsciente.
—64—
2.3.— La asociación libre, la transferencia y la
cuentos populares.
—65—
El objetivo de este capitulo -en ~ lo es de toda
técnica:
Cuento?
sucesivos:
nosible la interoretación
“interpretación psicoanalítica”.
—66
.
conceptos a redefinir por tanto, para poder trabajar con
textos:
interpretación psicoanalítica
asociación libre
escucha analítica
transferencia
inconsciente
—67—
2.1.1.- La interpretación en la cura analítica
209)
—68—
Aunque esa irrupción pueda presentarse en ocasiones a la
paciente.
de nuestras elucidaciones:
b) la interpretación y el conflicto.
psíquico inconsciente.
él.
—69—
Todo ello representado en el fantasma o fantasía
inconsciente.
conseguirlo jamás.
—70~
A partir de la reformulación teórica <compulsión de
manera la interpretación.
como puede ser el superyó, el ideal del yo, etc, sino que
muerte.
-71-
(Braunstein, 1983; Masotta, 1986; Gutiérrez Terrazas,
1988>
repetir.
representado en el psiquismo.
—7V-
aparece la vertiente de pulsión de vida y la de pulsión
en el conflicto psíquico.
repetición.
—73-.
A nodo de ejemplo de la presencia de la compulsión a la
papel importante.
interpretación:
de sentido.
—74.:
Inseparables, como lo son las dos caras de la pulsión.
freudiana al respecto.
—75—
“Antes que yo pueda decirle algo, es preciso que haya
averiguado micho sobre usted: cuéntene, por favor, lo que
—76—
¿En qué se basa semejante principio técnico?. ¿Qué
interés puede tener para el psicoanalista esta forma de
—77—
“Por más influencia que ejerzanos sobre
nuestra vida
animica es imposible establecer uy,
pensar sin
representaciones..meta; e ignoro los estados
de desorden
psíquico en que semejante pensar podría
establecerse”
<Freud 1900a, t~E 9 522).
inconscientes.
lo reprimido,
psicoanalítico.
—78—
De manera que habrá que intentar un acceso indirecto,
1900a)
En otros términos, la regla fundamental, facilitando la
permanente lapsus”:
—79—
Es por los vericuetos de la asociación “superficial”,
y Freud 19db>
flotante coso:
—80—
“Manera como, segÚn Freud, el analista debe escuchar al
creíamos saber.
—81—
La escucha analítica, sin embargo, requiere unas
análisis.
El paso por esa experiencia, si ha sido exitosa
“representación—neta inconsciente”.
A la peculiaridad del discurso del paciente en el diván
desplegarse.
fundamental”.
escucha.
—83—
haga, con toda la seriedad y el rigor posibles, una
síntomas.
de sentido”.
Se trata de un efecto estructural, producido por la
concreto.
promete un sentido.
—84—
Y acerca de ese sentido debe haber un saber, que se le
que tendría que ver con otro tipo o, mejor, con otro
de la relación analítica.
—85—
Es la condición simbólica, estructural, el pivote para
—56-’
desarrollo del mismo, y otra al final—; el destino de la
de análisis.
El saber que el analizando busca sólo podrá encontrarlo
—87—
2.2.1.— Interuretar. ocro. .. ¿cuando
psicoanalítica.
?
Si hay efecto inconsciente es señal de la intervención
menos, señalada.
psicoanálisis.
detenimiento:
—89—
Haciendo un breve repaso histórico por los inicios del
interés
el paciente.
—go—’
el paso del tiempo cono operaciones inconscientes, nO.
1919h)
RaIQQ&nÉ.1ifita <1911C)
— Sobre la dinámica de la transferencia <1912b)
(1912e)
(1915a).
—91—
~.-A. Miller, en una conferencia sobre la transferencia
—92—.
de que el inconsciente es una especie de energía vital
inconscientes?.
interpreta?
—93—
Tanhien consIderamos que el inconsciente y su resistencia
resistiéndose.
pero no es nuestra intención adentramos por estas vías
ahora.
resistencia:
—94—
,
“Ahora bien, mientras las comunicaciones y ocurrencias
del paciente afluyan sin detención, no hay que tocar el
resistencia.
principio.
—95—
En esta línea, vemos cómo Freud en “Recordar, repetir,
contrajo la enfermedad;...”
—96—
Debemos decir, no obstante, que si en estos años ya Freud
nuestras)
placer”.
—97—
Por tanto aquí la intervención del analista, decíamos, es
sostiene
formularlo:
pulsión de vida.
muerte. (7)
cuentos oooulares
las versiones?
—99—
}Jo es objetivo de este trabajo abordar esta cuestión;
de la asociación libre.
falta.
-lo O’-
No obstante, insistimos en la importancia del fenómeno de
—101—
complementos al tipo objeto de nuestro estudio: La niña
sin brazos.
ciegos. (10)
No es la asociación en si lo que crea transferencia (en
incomprensibles, etc.
falta.
—103’
En la lectura se da, si ésta se realiza en ciertas
El afán de interoretar
:
Y la de Heisig:
justificación.
—105—
Porque parecen partir de la idea de que “todo se puede
interpretación psicoanalítica,
enigmas.
—lo ~—
Lo que nos interesa desde un punto de vista
¿Por qué?
—107—
rhMe estoy acordando de una conversación que tuve ayer con
problemas...
algo más de esa verdad que mo puede ser dicha sino así:
metafóricamente.
—íoa’~
2.3.1.— Un oroblema oarticular: El análtsis de cuentos
simbolismo y su interpretación.
—109—
inconsciente: nitos, folklore, religión, etc.) y en áreas
sexual).
—lío—
simbolismo) no se efectúan cada vez para las necesidades
Pontalis 1979)
—111—
si para Freud lo que define la condición de simbólico es
estructura simbólica.
1979fl14>
la simbólica
—112r
representación aislada por tanto, no sólo de lo
representado, sino de toda otra representación?. pero —a
diferencia del aislamiento del obsesivo—, si el sujeto la
humano.
—113—
representación ~ En otras culturas los personajes
simbólicos son otros. Y es esa variedad lo que establece
humano.
símbolo.
—114—
“El significado o el exceso de significado que se busca
—115—
abierta a los otros significantes, mostrando el agujero
1981) (16)
conocido.
que la reina pensó para si: “Me gustaría tener una niña
—117—
“La historia comienza cuando la madre de Blancanieves se
pequeño aprende que ningún niño —ni tan sólo él— puede
nieve (inocencia>.
cintarazo?.
—118—
¿Y el autor no tiene nada que decir de la muerte de la
evidencia se tratara?
—2.19
caso de ser asi,¿no debería mostrar entonces cuál es la
puntos oscuros.
—126—
asexual y el erótico. El hecho de comer la parte roja
1977,297)
deseos sexuales:
“En la historia de Blancanieves, madre e hija comparten
1977,297)
—121
Este tipo de interpretaciones —de significado—, basadas
el analista— presuponen:
de mujer. <14)
adolescente y mujer?
—122—
relación dual <símbolo—referente real) e incluirla en el
discurso.
otro: el analista.
los símbolos.
—123—
Pero en la medida que el analista pretenda colocarse en
tres.
experiencia psicoanalítica.
—125—
Lo Enacinar lo
1980)
—126—
¿Y cómo accede el niño a una cierta vivencia unitaria de
—127—
Lo Imaginario es por tanto el registro de la imagen, en
el que surge el yo. Ese vector que une el yo con su
yo”—:
a’ (yo) a (otro>
es narcisita.
tanto.
“El Yo Ideal es la primera forma en la que el yo se
— 1=8—
formal de perfección” (D’>~ngelo y otros 1991,95)
—129—
hueco en forma de seno, el deseo inventa un objeto
sustitutivo y lo imaginario lo precave de las seducciones
1988 135>
1988,135>
de ia falta de significación.
significación.
—131—
El niño adviene al mundo en un universo sinbólico que
inconsciente.
“Esta exterioridad de lo simbólico con relación al hombre
Lo Pee 1
—123—
Lo Real ocupa ahora el primer lugar. Y ciertamente toda
realidad”:
1989,70)
y “lo siniestro”.
~~1
(Harimi 1989,106).
.134—
Esta formulación introduce la idea del goce: “la
registros:
1991,82)
—135-
NOTAS AL CAPITULO 2
—136—
<4).- En la última parte de este trabajo, cuando se
proponga una forma de entender la lectura y el
acercamiento a los textos, volveremos sobre este punto.
Punto de enorme interés para nosotros porque supone una
posición opuesta respecto al cuento; no se trataría de
interpretarle, sino de dejarse interpretar por él. Ajabas
posiciones son perfectamente complementarias a nuestro
parecer.)
—137—
En la esperanza de arrancar a determinada representación
—“una niña con los brazos mutilados” y, con frecuencia
“Con los ojos vaciados, sin lengua, desnuda y colgada de
un árbol”-, la cuota de goce de la pulsión de muerte.
Goce silencioso, goce del sinsentido, o del exceso de
sentido, como decíamos antes.
Decir una y otra vez, una y otra vez, con la “tenacidad
por la simbolización” -algo que nos recuerda al concepto
freudiano de “miramiento por la figurabilidad” <Freud,
190cm) —.
Esta “tenacidad por la simbolización” tiene mucho que ver
con la proliferación de versiones de estos cuentos.
‘Panbiem con su gran difusión en el espacio y en el
tiempo. Tratan de representar, una y otra vez, algo
irrepresentable.
—139—
“Los cuentos populares son , como hemos visto, formas del
pensamiento analógico. Un niño capta de inmediato su
sentido mágico pues, como el primitivo, vive inmerso en
el mensaje secreto del universo (7). Veamos ahora el
significado oculto de este cuento..” <Paz 1986,37.
Interrogante nuestro)
En el artículo de Nannoní, El afán de interoretar, nos
encontramos:
“Si hay, en realidad, como sin duda ocurre a menudo, un
sentido aculto en un texto literario, y a veces un
sentido que el autor ha escondido voluntariamente, ello
no siempre implica que ese texto se ofrezca para Ser
descifrado ni que ese desciframiento aporte algo válido”
<Mannoní 1979,154>
Y en El poder de los cuentos, de Georges Jean:
“Los cuentos en sí mismos “no son más que cuentos”, y las
interpretaciones comienzan a partir del momento en que
alguien recoge el cuento para transmitirlo, reescribirlo.
De hecho, comienzan con el primer lector y prosiguen con
los demás. Uno puede preguntarse con todo el derecho si
es posible y legitimo construir sistemas interpretativos
que remitan esas sencillas historias —estas historias
elementales— a mitos cosmogónicos o religiosos. Los temas
psicoanalíticos, las extrapolaciones dadas por las
hipótesis junguianas de los arquetipos del inconsciente
colectívo se justifican mejor, pues se basan más en
detalles que en el sistema narrativo en su globalidad”
(Jean,G. 1988,191)
14 O—
a lo largo de toda su obra <Freud> estuvo obsesionado
por un problema “¿cómo podemos conocer el significado de
los símbolos de los sueños, cuando ni el propio soñador
es capaz de proporcionarnos respecto a ellos ningún dato,
o datos totalmente insuficientes?”. Si hay alguna
dificultad, procede del extraño modo con que Freud
concibe que estos datos puedan llegar al analista: “como
en una lengua primitiva sin gramática, sólo se expresa el
material bruto del pensamiento, lo abstracto es devuelto
a lo concreto, que es su base”. Además de que la noción
de lenguas primitivas sin gramática haga saltar al
etnólogo y al lingúista, cuando Freud señala que “el
sueño aparece como un resumen abreviado de las
asociaciones , establecido, es verdad, según reglas que
nosotros aún no henos penetrado del todo”, ¿no pone el
dedo en el nudo de la cuestión?. Esas reglas son
precisamente las de una gramática cuya realidad, como
acabamos de ver, excluye de antemano” <Lévi—Strauss
1906, 171—172)
—141—
Finalmente, queremos recoger de estas reflexiones de
Lévi—Strauss, una que nos parece especialmente valiosa
para nosotros:
142—
<15>.— Porque “el inconsciente está estructurado como un
lenguaje” (Lacan 1980).
Y los cuentos están estructurados, en cierto modo, cono
el inconsciente: como los sueños, por ejemplo,
Esta vía de estudio de los cuentos, a través de la
comparación cuentos/sueños —o también podría ser de
cuentos/otras formaciones del inconsciente—, es una vía
muy sugerente, que consideramos complementaria a la que
en este trabajo hemos seguido.
En varias ocasiones hemos adoptado este punto de vista
para analizar los cuentos, relacionando el texto del
cuento con el “contenido manifiesto” del sueño. Y lo que
aquí llamamos “inconsciente del texto”, con lo que Freud
designa como “contenido latente”.
—143—
Y “símbolo” a la representación en tanto que obtiene su
valor fundamentalmente de la relación con las otras
representaciones de la cadena simbólica.
En este sentido, la aparentemente clara función de signo
de “bandera” respecto a “patria”, se ve complicada por
otros muchos nexos representacionales: la utilización, en
tiempos no muy pasados, de la noción ‘patria” y “bandera”
por unos grupos políticos más que por otros; “patria” ha
resultado cargado de sentido militarista; si representa a
la patria, también representa a otras cosas: formas de
gobierno, instituciones políticas; para los grupos
autonómicos representa unas cosas; para los grupos
nacionalistas representa otras, etc.
Y ello, en cada sujeto, está necesariamente mediado por
su filiación cultural y política en el sentido más
amplio, por sus experiencias personales en el conflicto y
en U paz, por su ubicación geográfica—política, etc,etc.
—144—
<21>.— Este mismo autor, López Tamés, nos ofrece en otro
lugar de su libro, un ejemplo de lo que parece ser un
auténtico “código interpretativo” (concepto absurdo si se
trata de interpretar el inconsciente):
—145—
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS AL CAPITULO 2
PUF. Paris
BETTELHEI14, B. <1977): Psicoanálisis de los cuentos de
Mortiz. México
Editorial. B.Aires
Barcelona
DIEL, Paul (1976): El simbolismo en la mitología griega.
Labor. Barcelona.
146—
ESPINOSA Aurelio 14. (1946—47): Cuentos populares
Alianza. Madrid.
AE III, p.41
AB II.
AB IV y y.
FREUD,S. <1901a): Sobre el sueño AE V, p.613.
AB VI.
FREUD,S. <1905e>: Fraamento de análisis de un caso de
k±.sflri.uAB VII, pA
FREUD,S. (1911e>: El uso de la interoretación de los
11 AB XII, p.121
—147—
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FREUD,s. (1913ff): El motivo de la elección del cofre
AH XII, p303
AE XII, p. 145
psicoanálisis AH XV y XVI
2l5
FEEUD,S. (1919h): ~Qgfljfl~fl AE XVII, p.
FREUD,s, <1920g): Más allá del principio de placer
AB XVIII, p.l
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Visión. BAires
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—148—
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GRUPO “mu” (1987>: Retórica General. Paidós. Barcelona.
Barcelona.
Visión. B.Aires
Petrel. Barcelona.
Paidós. Barcelona.
—149—
”
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LANGER, l4aria (1966>: Fantasías eternas a la luz del
Barcelona
LEVI—STRAuSS, 0. <1991>: Las estructuras elementales del
Universidad de Murcia
Editora. BAires
MILLER, sa,. <1984): Dos dimensiones clínicas: síntoma y
B .Aires
E .Aires
—158—
PROPP, V. (1974): Las raíces históricas del cuento.
Fundamentos. Madrid
E. Aires
RYCROFT, Charles (1976): Diccionario de Psicoandlisis
Paidós.
Caracas.
—151—
CAPITULO 3
3.1.2.— Denominaciones.
3.1.3.— Clasificación.
3.2.2.— clasificación.
—153—
3.1.— selección y clasificación de cuentos nooulares
particularidad.
—1¾ —
Respecto a “La niña sin bra zos” hemos aceptado todas las
-155-
AFANASIEV, AM. <1987): Cuentos populares rusos 3 tonos.
Madrid. Anaya.
CALVINO, Italo (1990): Cuentos populares italianos
—156—
3 . 1. 2 . — DenominaOionCS
dramática.
fundamentales:
—157—
Respecto al primero, “La niña sin brazos”, no hace falta
Kurosawa.
literariamente.
—158—
Tampoco hemos querido que las versiones de la niña
rigor.
—159—
De manera que si al leer la palabra “Blancanieves”,
candelabro, etc.
o) otra característica bastante repetida de “las niñas
—161—
3.1.3.- Clasificación de .la< versiones seleccionadas, con
—162—
2.— persecuida mor el madre
—163—
3 . - Persecuida mor la ma~
su causa>
—165—
6.— El novio bandido (Tipo 955)
de la versión escrita.
—166-
:
La versión popular tiene como nota fundamental su
caracter de transmisión oral. Su aparición en forma
escrita se debe al trabajo de recopiladores que han
registrado las versiones orales con mayor o menor rigor.
siguientes autores:
—167—
BOLTE—POLIVKA (1913): Ammerkungen zu den Kinderund
Komstanze—Ziklus. J«lnchen
Científicas.
PUYMAIGRE, Conde de (1884): La filíe auN mains co1~~égs
Paris.
claro que todos los que los citan los hayan leído
—leSt
Conseguir estas obras ha supuesto una considerable
otros.
—169—
Teniendo en cuanta que los tres últimos aparecen siempre,
versiones:
literaria. (ejemplo: La
Manekine>
salvo la ausencia de
Chaucer)
Olive)
—170—
3.2.3.— Clasificación
i96>
Pisa 1866.
—171—
Sb.— Leyenda hispano-arábiga publicada por Robles en:
por Espinosa).
Bolte—Polivka>.
—172—
Sc. -Vida de constante, en la “Crónica Anglo—Normanda” de
jurisconsulto”
—173—
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS DEL CAPITULO 3
Konstanze—ziklus. Mtínchen
—144-
PtJSHKIN, Alejandro (1973): cuento del rey Saltán, de su
Paris.
THOMPSON, Stith (1972): El cuento folklórico, universidad
Caracas
—175’
CAPITULO 4
hermano-hermana.
—177—
4.5.1.1.— En dos versiones difíciles de clasificar.
incesto
hermano—hermana.
—128—
Un autor ya clásico y universalmente reconocido en el
—179—
El tratamiento literario de este tema general comienza ya
tenido.”
4.1.— Un grumo exoencional, versiones cus uresentan Un
motivo “realista” rara la mutilación
hijo (E 216>:
—181—
.
Un padre hortelano prohibe a su hijo la venta de una
magnífica berza que guarda para la cena de Nochebuena. La
transgresión de la orden paterna tiene consecuencias
—183—
4,2.— Motivos frecuentes de la mutilación
84 —
Tal vez no es tan dramático si nos situamos en el ángulo
espontaneidad. (3)
—185—
Observemos ya un dato fundamental: en ninguna versión
popular el motivo de la mutilación, o el origen del
conflicto tienen que ver con el deseo incestuoso,
variantes.
guapa.
al padre:
—186—
~si me das a tu hija, te haré el hombre más rico del
mundo”.
Casa.(4)
—187—
En otra versión con el nisno titulo, La niña sin brazos,
(Es 101), la venta es totalmente explícita: un Tnatrim,onio
mismo.
El padre se fué pa su casa y cuando llegó le dijo a
relato:
—188—
“Este era Un pobre cisquero que tenía a su mujer y
reales.
Y el cisquero se la prometió y le dió el dinero el
demonio.
rigurosamente subjetiva.
—189—
Hasta aquí, estos comienzos no son muy sorprendentes,
nuestros días
exclama:
Si viniera alguien y nos llenara la casa de trigo
—190—
En todo momento es la madre la que se encarga de cerrar
—191
El padre de una de las versiones, La niña sin brazos <Es
ejemplo).
-192-
Esta es la madre típica, podríamos decir, de varias
principio.
—193—
4.3.3.- La hile víctima y el madre verduco
ahí.
—194—
Veamos dos ejemplos, uno del tipo ‘La Bella Venecia” <las
de las cenicientas):
a la hijastra de casa.
-¡Llévatela! —le dijo a su marido—. Llévatela a donde
—195—
habrá buena lumbre, sino al campo abierto, donde apriete
bien el frío.
Muy triste, el viejo se echó a llorar. Hizo subir a su
muerte de su hija.”
maltratada.
hermano—hermana
el padre.
En el de “La niña sin brazos” vemos, en el cuadro 8, tres
versiones cuyo conflicto inicial procede de los celos de
hermano—hermana.
1) La pava (1C141):
Y ella:
ensangrentada.
—197—
2) La manquita <A279):
porche.
los dos c
La hermana se apeé y, cuando estaba empujando el
la dejó.
198—
vamos intuyendo que en las distintas versiones de “La
niña perseguida” o, más concretamente, en las de “La niña
y se salga.
Y el padre de la niña, que estaba tentao del diablo,
—199
otro curioso ejemplo: la versión de Espinosa padre, El
diabólicas:
mucho: un judío.
Para la cultura cristiana más simple, el judío podía ser
a un judío.
—201—
1) Tres vestidos: uno de sol, otro de luna y otro de
novia del color de los prados, que luzca todas las flores
deseos”
Otro del color del aire, con el Sol, los planetas y todas
las estrellas.
padre.
-20 2-
que tanto en la tradición popular), pero no estamos ahora
entre hermanos.
—203—
Un dato histórico: “Theodeberto (543—548> había tomado
niña bersepuida
general.
—ab
”
4.5.1.— En el suboruno “Haría de madera”, dentro del más
incestuoso es el hermaho.
—205—
”
“EXpavero del rey” <RA ~
al marido:
- Toma este anillo y te casas con la que le esté
bien,
La niña se fue haciendo mayor. Y un día encontró el
tiempo llorando..
—266—
dirá mi padre ahora’, pensó. Cogió un lienzo negro y se
le preguntó:
— ¿Qué te pasa, hija mía?
- Nada, padre. Me he hecho un pequeño rasguño
llorar
casarse a menos que sea con una tan bella como ella, y en
—207-
“El rey tenía una hija que era tan hermosa como su
dijeron:
de su padre...”
la madre moribunda:)
“...En efecto, se puso a buscar entre las princesas
—208—
Por desgracia, empezó a darse cuenta de que su hija,
la infanta, no sólo era hermosa y gentil a rabiar, sino
que sobrepasaba con mucho a la reina, su madre, en
inteligencia y atractivo. Su juventud, la agradable
—209—
(Sigue el motivo de la promesa del hijo a la madre antes
de su inminente muerte)
Despues de mucho viajar por ciudades y aldeas y
buscar a todas las mozas casaderas sin encontrar ninguna
medida.
Tú eres la que estaba predestinada para mi. TÚ
serás mi esposa 1
Pero, hermano mio, ¿te has olvidado de Dios?. Eso
—210
“La zarevna en el reino subterráneo” (A 211>,
—211—
En la primera, La encontrada (Es 106), se trata de un
mayordomo negro.
ciclo:
nifta persequidair.
sigue con otro motivo típico de “la niña sin brazos”: el
—212—
El padre, cono hemos visto, la había dejado con un
otro negro:
mujer a la madre:
— Quiero ir a dar un paseo a ver si viene mi espose.
Y la madre le dijo:
que te cuide.
Y salió a dar un paseo con el negro. Y cuando ya
estaban muy lejos del palacio le dijo el negro:
Y ella le dice:
—213
Un rey tenía tres hijas / y a las tres las estimaba;
cara?
Tambien en el de Silvana;
—21’4—
y hasta un hermano que tiene / ha intentado de gozarla.
buena
cómo queda Blancaflor, ¡ hija mía y mujer vuestra.
—215
4.5,2.— En el suborupo “Como a la sml”. también de “}Jiña
desprecio.
—216—
”
“La pavera” (E 120>:
Y la dijo:
— Bueno, pues si tú me quieres más que a la sal en el
—217’~
“Como la sal en el agua” (E 123):
ella y la dijo:
- Vete de aquí, que no me quieres.
Entonces la pobre nifia se marchó de la casa....
-2fl -
“Como la vianda quiere la sal” <Al. 34>:
sal’.
también con sal’. Así que dividió el reino entre las dom
—219
Como la vianda quiere a la sal <Es 107)
repugnante y divertido.>
-2 2’0-
4.5.3.— En el suberuno “Bella venecia” de “Niña
flersetmida flor la madre
—221-~
”
Sin embargo aquí nos vamos a preguntar por los motivos de
Blancaflor (E 143):
versiones:)
y le contesta el espejo:
— TÚ superas; pero supera la Blancaflor.
La madrastra, como tenía envidia de la niña,
determiné matarla.”
—221—
La mala madrastra (E 144):
mucha envidia.
Ya un día dijo su madrastra que había que sacarla de
casa y matarla, y se lo dijo a su padre”
Blancaflor (E 145):
—223—
Entonces ya empezó ella a inducirle al padre de
Blancanieves (G 53):
Grimm
“Era una bella mujer, pero tan orgullosa y soberbia,
que no pedía aguantar que nadie la superara en belleza,
.... . )se puso verde de envidia. Desde ese momento cada
vez que veía a Blancanieves se ponía enferma de lo mucho
que la odiaba. Y la envidia y la soberbia crecían como
—224—
mala hierba en su corazón cada vez más, de tal manera que
no encontraba descanso ni de día ni de noche. Entonces
hizo llamar a un cazador y dijo:
— Llévate la niña al bosque, no quiero verla nunca
más ante mis ojos. Mátala, y como prueba tráeme los
pulmones y el hígado” <12)
guapa.
“Por la noche la posadera llamó al marmitón:
— Ve a la orilla del mar, construye una cabaña que
dentro a mi hija,”
“Pero pese al encierro la muchacha era cada día más
bel la”
Un forastero la ve acercándose al ventanuco y le dirá
—225
a su madre que ha visto a una joven que la gana en
belleza.
“...Espejo mío, ¿hay en el. mundo una mujer más guapa que
yo?
Y le contesta el espejo:
—oye, hija, mira que ya que está el día tan bonito vamos
a dar un paseito por la desa.
Conque van a dar el paseo y cuando llegan ande habla una
dentro de la peña.”
Esta era una madre posadera que era muy guapa y que tania
una hija muy guapa, más guapa aún que la madre.’? a todos
Y ellos decían:
aconseja desaparecer.
Incluso en la trama que seguirá, la niña va a
—228—
Balúdala y entrégale este anillo, diciéndole que se lo
envía su hermano”
—229
En otro caso son los clientes de La bella Venecia (IC
109> quienes funcionan como el tercero que crea el
conflicto. Y en todos los demás casos es un “espejito
mágico”.
430—
El espejo,em este caso, es “el que debe tomar partido”,
el que tiene que arriesgar una valoración y una
preferencia. Es “el que debe sancionar y concluir así el
el efecto de su atractivo.
rivalidad.
—231—
Si lo entendemos así, el espejo rio es un testigo
—232—
¿fleseo de la madre, deseo de la hija, deseo del padre?.
¿O todos a la vez?.
satisfactoria
Un romance ya aludido anteriormente, el de Delgaditn, nos
-2 33—
El argunento: Delgadina se ha negado a los deseos
su voluntad.
arranca.
Las lágrimas de mis ojos, ¡ me las bebiera por agua.
—234—
— Ven acá, perra maldita; ¡ ven acá perra malvada,
seis años va para siete, ¡ que me tienes malcasada.
mala
la otra.
—2 35—
4.5.3.3.— El odio de la cuñada en las versiones
hermano—hermana
de su corazón.
Contando con la aprobación de la hermana, el rey se casa.
los cuentos.
-236..
Se realizan actos incomprensibles que no SOn
justificados. En realidad no lo necesitan, dado que dan
mujer en la casa.
a la hermanat
—Cuida de la casa, herinanita
A la mujer empezó a darle rabia que conf iara en su
hermana.
su hermana:
—2 37—
(La envidia y el odio que produce en la esposa esta
espantosa argucia:>
La mujer dió a luz, cortó la cabeza a la criatura y se
y le ha cortado la cabeza.
en la versión siguiente:
38—
Este conflicto, de dimensiones y expresiones dramáticas,
populares de Bretaña):
envidia:
—239—
4.5.3.4.— La madre malcasada
la perseguidora de la niña.
decir;
dramatismo a la historia;
—24 0—
d) las figuras maternas que aparecen, claros sustitutos
de la madre (en un caso la madre misma aunque muerta,
resucita para ayudar a la hija), se ponen claramente del
—241—
Ami debían estar la ux~adrastra de Blancanieves, la
estarlo.
“niña perseguida”:
del romance:
-24’2-
“Situación en que queda una mujer casada cuando os
sobre él
- desalojo de la posición de mujer y soñera do la casa
y abandonar la situación,
importancia.
—24 3—
Poro si falta cualquiera de esos ingredientes no
- 2’4 4—
“Delgadina se paseaba ¡ de la sala a la cocina
con su vestido de seda / que a su cuerpo le ilunina”
brillaba”
cuerpo y su pecho:
ilumina”
—24 5—
Es decir que nuestra bella niña no es solamente hermosa
sino que en forma más o menos consciente, está exhibiendo
desnuda.
versiones en el capitulo 5)
—246—
a bañarse y mientras lo hacen, un joven roba sus ropas,
encina.
la provocación y la inocencia.
dijo:
—24 7—
Y en segundo lugar Maria de Madera <IC 103):
broacar:
— A ti no te lo diré
pecado”.
—249—
4.5.5.— Silvana: un romance aue comorende los distintos
elementos
—251—
El romance, que posiblemente no acierta a dar con la
desgarradoras quejas.
de la madre.
En Silvana, la madre ocupa el lugar que le corresponde:
la fantasía incestuosa.
-2 32—
Así lo hacen. Se produce la relación amorosa genital <19)
punto.
socialmente. (20)
—253—
A Las doce de la noche ¡ el rey a su cama iba.
— Despierta, hija Silvana, / despierta, Silvana mía;
parida?
padre).
cuestión en el capítulo 6.
Cuadro A: Causa explícita de la mutilación
E137 RA3I ICYI G31 1C141 A279 BAR E599 Esico Eslol EslO2 EslO
Dar comida * *
o limosna
Signos re * * * * *
ligiosos
(diablo)
Leer libro *
cristiano
(judío)
Evitar que *
se lave
(diablo)
Acusaciones * *
de otras a,u
eres
E137 RAZl 1c71 G31 1C141 A279 BAR Es99 EslOD EslOl EslO2 EslO
Desobedece * *
al padre
Ventaal * * * * * *
diablo
Padre des *
naturaliza
do. (Judío)
Celos,odio * * *
de mujeres
—255-
NOTAS AL CAPITULO 4
—256’-
Ante la posible objeción de que este tipo de cuentos, en
donde un niño <siempre un varón en las versiones
mencionadas), es muerto a manos de la madre, la
madrastra, el padre o en un caso la hermana, pertenecen
al pasado histórico y cultural y que hoy ya no se
conocen, debo decir que El enebro de los hermanos Grimm,
tal vez el más truculento de todos los enumerados, es el
tema de una actual y conocida canción popular alemana y,
más cercanamente a nosotros, se acaba de publicar una
edición de “El enebro y otros cuentos de los Grimm”
presentada por un personaje universalmente conocido en el
mundo de la actual literatura infantil: Maurice Sendak.
—257—
Pero los criterios respecto al caracter delictivo de una
acción cambian con el tiempo, con la cultura y la
ideología. Ello nos obligaría a hacer alguna incursión de
la mano de la historia y la antropología que nos permita
ubicar esta situación relatada por el cuento en una
posible realidad.
—259—
Por otro lado, la fantasía del sujeto, su actividad
fantasmática, es un intente de imaqinarizacuón de lo
real, no es ajena a lo real. Freud, afirmaba, con
relación al delirio —una manifestación patológica de la
fantasía, pero fantasía al fin— que incluso en él había
“un grano de realidad” (Freud, 1907a,6?)
60—
— el deseo de vender a la hija para obtener con ello el
bienestar
— la reacción a este deseo (inconciliable con el resto de
pensamientos, sentimientos, etc>: retenerla a su lado,
preservándola de todo daño
—261—
Cuando el personaje protector se va a despedir:
— lAy, querida madre 1 ¿Queréis echarme? ¿A dónde voy a ir
yo?. No tengo amigos ni patria a donde dirigirme. He
hecho todo lo que habéis querido y siempre habéis estado
contenta conmigo; no me echéis de vuestro lado
b).— La protagonista de Toda—clase—de—pieles CG 65) ha
huido de su casa cuando el padre, tras decidir que quiere
casarse con ella, y entregarle los tres vestidos
requeridos, le ha hecho saber que la boda 50 celebraría
mañana.
Envuelta en un abrigo hecho con pieles de todos los
animales existentes, se queda dormida y es despertada por
los cazadores del rey a quienes dice:
Soy una pobre criatura, abandonada de padre y madre;
corepadeceos de mi y llevadme con vosotros.
—262—
Ella contestó:
— No soy espíritu alguno, sino un pobre ser humano,
abandonada de todos menos de Dios.
—263—
<e).— La sorprendente reacción paterna en este cuento
recogido en Ciudad Real, es exactamente igual a la que
encontramos en el cuento ruso El espejito mágico (A 211),
muy diferente en el desarrollo posterior del contenido.
En el cuento ruso el seductor es un tío paterno:
“Precisamente esa hermosura inspiró al tío de la
muchacha una idea pecadora que no le daba sosiego mi de
día ni de noche.
— Si no pecas conmigo —acosaba a la muchacha—,
despídete de la vida: te mataré aunque sea mi perdición.”
<Yo te quiero):
— “más que a la sal en el agua” <E 120)
— “más que la sal en el agua” (E 121)
— “como la sal al agua” (E 122)
— “como la sal en el agua” (E 123)
— “como a la sal en el agua” <E 124)
—264—
La antropofagia ritual, la creencia de que al devorar
determinadas partes especiales del “enemigo” se
incorporan también sus envidiadas cualidades, es
conocida. Creemos que el motivo de la devoración, o de la
simple presentación de las vísceras de la niña, respende
a esta creencia primitiva. (Gutiérrez s. 1989)
265—
Respecto a este motivo y su relación con la elaboración
patológica del duelo, consúltese el trabajo de David
Rosenfeld <Rosenfeld 1976). Uno de los estudios
psicoanalíticos, de aplicación clínica, más rigurosos
sobre un cuento tradicional.
—2’66—
Ni la cara, ni la voz, ni la conducta amorosa son
elegidos como medios de identificación, sino el sexo,
algo tan despojado de apariencia histórica que exige que
la madre la recite.,.”
<Gutiérrez Esteve 1978,561—3)
—267—
<20>.- <En la Alta Edad Media occidental) “el lecho es
común a padres, tíos y tías, primos y primas, así como a
los hijos de todos ellos, esclavos y sirvientes, con
frecuencia más de una docena de personas, desnudos,
mezclados unos con otros, en el mismo calor
nutricio... .el hombre, jefe de parentela o de linaje, es
propietario del mund de sus hijas, porque es el guardián
de la pureza de la sangre y de la autenticidad de la
descendencia. Semejante poder protector, lo hará pasar a
manos del marido (de su hija) mediante el matrimonio, o
mejor dicho mediante los esponsales, que constituyen no
tanto un vestigio de la antigua compra de la mujer por el
futuro esposo, cuanto un seguro— —protección contra la
violencia y un certificado de garantía de la pureza de la
desposada” <Reuche 1989, 452—53)
~68—
REFERENCIAS BIBLIOCRAFICAS DEL CAPITULO 4
PUF. Paris
universidad de Cádiz
—269—
DIAZ ROIG,M. <1986): Estudios y notas sobre el Romancero.
histeria. AE II
gkz&gin. AE X. pp.119—172
—2 70
.
FREUD,S. <1916—17>: Conferencias de introducción al
psicoanálisis AE XV,XVI
AE XIX, p.67
Paidós. Barcelona
Murcia.
—271—
GUTIERREZ SANCHEZ,G. <1989) :Considernciones
visión, B.Aires
Labor. Barcelona
de }furcia. Murcia
Sociológicas. Madrid
Fundamentos. Madrid
Fundamentos. Madrid
-272—
.
ROSENFELD, David <1976): Trastornos de la niel y el
B.Aires
Tecnipublicaciones. Madrid
THoMPSoN, Stith (1972): El cuento folklórico. Universidad
Barcelona)
—27 3—
CAPITULO 5
275—
Consideramos el inventario de enigmas y los cuadros
nutilación.
—276—
”
— ¡inico tipo en que no hay una seducción manifiesta hacia
— El odio de la suegra
hijos monstruosos”
las versiones.
espalda
milagro) (6)
quien no conocian)<8)
Emare, etc)
y la boda en el centro.
—277-
En “Haría de madera
nína. <9)
- Gran contraste de unas versiones a otras en cuanto a la
seductora
En “Como a la sal
respuesta de la hija
—278—
””
— La huida de la hija. “Disfrazada”: siempre con un
nueva casa
— La enigmática muerte de los pavos que la niña cuida.
madre.
boda
nupcias
amor <11)
—279—
”
— Forma de segundo intento de matarla <vinculada a la
belleza) <12>
castigada
En eRosina en el horno
la persecución de la hija
—2 80
”
NOTAS AL CAPITULO 5
—286—
No obstante no hemos podido dedícarnos a ello y a ciertos
puntos oscuros: ¿cuál seria el progreso normal?
¿Primero un núcleo popular que da lugar a versiones
escritas?. ¿Seguidas por posteriores versiones orales que
van diluyendo lo incestuoso de las primeras versiones?.
Es un tema que queda pendiente y fascinante.
—2 87—
,
un espíritu local que habita en el estanque. Los ritos no
deben revelarse jamás a los hombres u otras personas no
iniciadas.. (La Fontaine 1997,249. Negrita nuestra>.
otro aspecto del ritual femenino nos recordó el disfraz
que con frecuencia utiliza “La niña perseguida”, en su
huida del padre:
—288—
Otra línea distinta de investigación de este motivo la
encontramos en el riquísimo articulo Trastornos en la
niel y el esquema cornoral. Identificación arovectiva y
el cuento infantil “Piel de Asno” <Rosenfeld 1976)
Siruela. Madrid
DIAZ ROlO (1991): Los romances con dos núcleos de interés
AE XII, p.303.
FREUD (1918a): El tabfl de la virginidad (Contribuciones
Anaya. Madrid
LA FONTAINE, Jean 5. (1987): Iniciación. Drama ritual y
Fundanentos. Madrid.
—290—
.
RODRíGUEZ ALMODOVAR, A. (1989): Los cuentos populares o
8. Aires
CAP¡TIlLO 6
6.1.— Introducción
—293—
6.1.— Infl939~flJ2
—294—
Estos hechos nos llevan a plantearnos los siguientes
interrogantes:
motivo?
populares.
—295—
En primer lugar, tendremos que establecer la diferencia
“realidad”.
ella.
oposición.
—297—
Porque el incesto, su prohibición, sólo alcanzaría a
Recapitulando:
se justifican recíprocamente.
—29 e —
Prohibición, por tanto, que convierte al objeto biológico
deseo sexual.
“rehabilitación de la familia”.
—299
Como veremos, es una explicación sugestiva porque deshace
realismo histórico.
“veracidad histórica”.
—300—
especie fue “acontecimiento”, ha pasado a ser con el
1895d)
—301—
“El fantasma de seducción simbólica paterna es condición
venecia”.
hay príncipe.
—302—
Parecería que la permanencia del padre real, incestuoso
hombre.
lectura comparativa.
matando a la niña.
—303—
Esta variante emparejaría además con los relatos trágicos
del romancero en que la protagonista puede acabar
por ambos.
esta nanera:
—3 04—
?
aunque Sea con otra categoría de realidad: la “realidad
más inesperadas.
la ley simbólica.
—305
decir: un padre no puede cometer incesto por cuanto un
deseo.(. .¿“
—i06—
“Entonces podremos decir que el incesto referido, en
la función.
—307
a) ¿Quién es la madre, el padre y el hijo para la
fantasía <deseo).
Fontaine 1987)
—308-
b> ¿Qué es la sexualidad?. Naturalmente no pretendemos
el pecho):
—309—
Ejemplo notable de un acto de violación sexual en que lo
genitalidad.
Leemos en Arruabarrena;
drama de la humanidad.”
(Arruabarrena 1986,145)
-Mo—
o ninguna relación con la pregunta. <Relación de
(Arruabarrena 1986,142—145)
—311—
Colaborar en la evitación de esta costumbre primitiva e
perseguida”, dice~
posibles secuaces.”
—313
El análisis de Rodríguez Almodóvar se mantiene en una
propio suegro”
la falta de los brazos simboliza la posible pérdida
de la doncellez”
historia.
misma.”
—314—
... lo que de verdad importaba al marido, y hay que
reconocimiento...
‘Pam,bien podría aclarar otros motivos del ciclo completo:
incestuosas, etc.
—315
En la misma línea veremos luego el motivo de la acusación
sobre la niña de haber dado a luz hijos monstruosos.
la humanidad.
de la historia.
316—
ENGELS, Federico <1884>: El origen de la familia, de la
1972, 29)
—317
mujer el hermano y la hermana, sino que aún hoy es licito
1972,34)
civilización.
Les corresponden tres modelos de “familia”: la familia
s indiásaico, rnonogámico.
—‘318—
Propp, el estudioso ruso de los cuentos maravillosos, se
—319—
hombres; lo que supuestamente justificaría la presencia
reconocer.
—320—
Dos tiempos que son necesarios para constituir el
nuevO.
fantasías de deseo.
—321—
Podríamos sintetizar: el hombre de hoy fantasea aquello
mismO.
crecen..
—322
Ese estado primordial de la sociedad no ha sido observado
—323
Sólo queremos añadir unos comentarios sobre el cáracter
Freud.
1981,94—95>
—524
Inconcebible como lo seria el acto fundacional del
lenguaje.
Un “antes” inconcebible, que ya sólo puede ser eso: “un
perdido.
existencia.
inaugura el psicoanálisis.
—325
(Freud, 1900a):La internretación de los sueños
la enfermedad mental.
— 3’26—
Martha Bernays,el 8.6.1885, a propósito de su
Negrita nuestra)
parálisis inhabilitantes,CtO.
Pero cuál es su realidad. Y más aún, ¿cuál ea la realidad
de lo que lo origina?.
procesos histéricos.
—327
concepciones psicológicas; sólo su discipulo Pierre Janet
—328—
“Durante este periodo de creación del psicoanálisis, el
—3 29—
Además, arcuer y Freud, observan que una serie de
—330
Pero además, la utilización de la defensa de la represión
ese efecto.
función defensiva.
331—
Defensa inadecuada, al servicio del desconocimiento
<lo reprimido).
sujeto.
experiencia.
Esta seria, muy sintéticamente, la “etiología traumática
seducción.
la infancia.
seducción”
<Freud 1895d,1986b).
—333—
Ahora bien, esa posible influencia patógena de la
atribuye.
psicológico.
Un pasado que se construye “retroactivamente”, conforme
etc.
de naturaleza: “mprés—coup”.
potencialmente traumático”
nuestro).
—3 35—
En otro contexto: “. .casi todos los síntomas han nacido
autor>.
matiz da “determinación”.
relativizado.
—3 37—
freudiano desde el concepto de trauma hacia el concepto
asicoanalitico
<Freud 1914d)
—3 38—
:
• .los recuerdos infantiles aislados que desde siempre y
antes de todo análisis, los hombres han llevada en su
falso.”
—339—
Proceso que no estaba terminado: Freud siguió
en 1939.
—3 40—
En Freud hay un proceso que no es en absoluto lineal,
sino complejo y en ocasiones contradictorio, que va desde
extremadamente precisas.
341
La cita pretende mostrar lo común de las actitudes del
mental imaginaria”.
Véase el articulo de Pibettes sobre las tres dimensiones
a comentarla.
14 2—
“sepa”, ni “pretenda” decir nada a nadie. Las inazizaflas,
nueva.
—243—
La manzana, que ya era “la manzana de Eva”, “la manzana
<Freud 1927d>.
recuerdo.
originarias”.
—344—
— el giro que esto supone: el invariante nO es la
importantes contribuciones:
paso.
—3 45—
vivida como el fantasma de seducción no serian más que la
—346—
El trauma de la seducción viene a ser la representación,
la sexualidad.
y la materna
—34 7—
La seducción materna. Cuando, muy avanzada su obra, en
seducción posteriores.
1933a)
simbólica.
O lo que es lo mismo:la irrupción en el individuo del
—348—
NOTAS AL CAPITULO 6
—349—
narraciones orales populares.
las versiones XVI (“La polla caliente”), XXXVII <El buen
padre> y XLVI (El peine> son muestras de relaciones
incestuosas en un grado de progresiva crudeza. En la
‘Iltima de estas versiones, ante el incontenible deseo
genital de la hija, el padre aprovecha para disfrutar
sexualmente de ella <“la peina”>, estimulado además por
las frases incitantes de la madre.
—350—
Nos interesa enormemente este dato que nos permite
suponer la existencia, también en otros paises, de
versiones orales en las que si aparecería el incesto y el
padre incestuoso, pero que habrlan sido evitadas o
censuradas por los recopiladOres. Cosa que por otra parte
es comprensible, desde otro punto de vista que no SC
limite al puro interés científicO. Véase a tal efecto, la
reiteración en los comentarios justificativos del
estudioso y del editor que introducen la edición de los
Cuentos prohibidos rusos. Véanse también nuestros propios
reparos a la hora de incluir citas textuales —como hemos
hecho con todas las versiones anteriores—, de las tres
citadas de los cuentos prohibidos.
—351—
Tan absurdo seria adoptar exclusivamente el punto de
vista psicoanalítico para entender, diagnosticar e
intervenir en un problema complejo que incluye variables
económicas, culturales, sociológicas, educativas, etc,
como, llevados por la evidencia y el peso de la realidad,
descalificar la importancia de procesos psíquicos que son
bastante independientes de la realidad que llamamos
objetiva, con la que la relación es fundamentalmente
metafórica. Se trata de registros diferentes que como
diferentes deben ser tratados.
—352—
<simbólica) del sujeto. porque hablamos, hay cosas que
quedan por fuera de la palabra, que no se pueden “decir”:
“el objeto es lo que no se puede decir, porque se dice”
en expresión de Sapifla (Szpilka 1989>
—353—
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—359—
”
CAPITULO 7
7.6.— La castración.
-36
Si sorprendente es la presencia del motivo
1864>
totalmente.
—362—
7.1.— &nórtaoidti de los diccionariós
Gredos. Madrid
Manco, —a:
estar completas
Mancar:
—363
...EI judeoesp. “a lo manco” ‘a lo menos’... .el cat.
popular “manco” ‘menos’.
—n4 —
7.2.- Un cuento italiano
desapercibido:
izquierda”...
arábigos.
Resumimos el contenido:
—365—
Este Bracero del Rey de España tiene una esposa
su guante reall.
deteriora visiblemente.
esposas.
—366—
El bracero entonces le respondió:
—Viña eras, viña eres;
eras podada y ya no lo eres;
por la zarpa del león
no te poda tu patrón
El rey comprendió que la viña era la señora a quien el
marido despreciaba porque habla encontrado el guante en
relaciones sexuales.
—367—
Ahora entendemos mejor la mutilación del cuento,
podar.
—368—
.
Suprime algo (yemas, brotes, ramas,etc) pero promete más.
—369~
“La doctora Richards, en su soberbio estudio sobre el
—3 70—
Vamos a insistir más adelante en la importancia de lo
(5)
sexual.
Pero el cuento va más allá: la dama languidece porque no
es podada. Es decir, el deseo (la vitalidad, la belleza,
—371~’
Pero antes de proceder a desarrollar el concepto de
castración.
1947>
2-
II-
En el libro de los Jueces mencionan cómo los hebreos
galos.
tierra.
—373—
Tres puñetazos suponen nueve sueldos de oro de multa; una
1987, 434—486)
hija.
La referencia nos Lleva a Herodoto que en su segunda
Micerino.
de este castigo.
—375—
Carácter simbólico que consideramos de la mayor
importancia.
Hay un aspecto en las lineas que siguen, de la
atención:
—376—
De estas lineas queremos destacar, teniendo en cuenta lo
del padre:
“yo que de nada me remuerde la conciencia...” (7>
—377—
frente a la máscara de la ley <el dios, el oráculo; el
el suicidio:
“Cada año en la época en que los egipcios se lamentan en
<Lacarriére 1973,127)
freudiana>.
La hija se suicida aunque parece seguir viviendo, al
<puymaigre 1884):
relatos.
—379—
En esta anécdota, que en algunos puntos coincide
cabellos cortados.
compararativo curioso.
80—
Entonces León imploró a la virgen Santa, abandonándose
enteramente a su misericordia. Y ella se le apareció y le
<Hopotheo.,sect.II,liv.IIIICaP.í.P361). Ha remarcado
que, contrariamente a la afinación de que, despues de
modificado jamás.
hablado.
—381
Para quien sepa la manera en la que las leyendas se
1893)
(flaúmling 1912>
—382—
Aquí, al contrario de lo que vimos en Micerino, el
Hungría”>.
Es evidente la similitud de este relato con la leyenda
—383
En ambos casos, tras diferentes acontecimientos, la mano
amputada vuelve a ocupar su luqar natural. Pero las
—3 84—
No es posible conseguir la “identidad de percepción”, y
el sujeto tendrá que conformarse con la “identidad de
pensamiento” que ya implica una simbolización, una
nina
del objeto.
—385—
7.5.1.— El lensuale metafórico supone capacidad para
—386—
.
no se lo quite y se case con la doncella a quien este
medida.
mi esposa!
imaginario.
—3 87—
2.— otro grupo de ejemplos: el padre—rey de “Como a la
de la letra.
eliminado de la realidad.
—388—
n
Alqo parecido nos sugiere el motivo, también de “La niña
sin brazos”, de la absurda insistencia en hacer la señal
de la cruz, a pesar del daño que de eso se desprende para
dice:
— Venga usté. Mire que le he cortao a la niña todo el
brazo y ahora se santigua con la mano del brazo
izquierdo.
—389
Y dice el diablo:
diablo—.
-390—
1.6.- La castración
“castración”.
—391—
Y este objeto, perdido, inencontrable ya en la realidad
(porque “estas manos” no son ya “aquellas manos”, porque
“esta hija” no es ya “aquella hija”. — en los relatos
viene claramente marcado en la estructura narrativa del
cuento —) es, sin embargo, el permanente “objeto y causa
del deseo”. Deseo que, precisamente por ello, jamás podrá
393—
(Evans-Pritohard 1987,131; Kovaliov 1979: Enciclopedia
Universal Ilustrada Europeo—Aaericana.Espasa Calpe. t. 32
Pp. 1079 y Ss)
Suponemos que será éste el origen de la conocida
expresión “pedir la mano”, equivalente a “pedir en
matrimonio”
—394—
Por ello nos parece que no habría que poner en
entredicho, sino interpretar psicoanaliticamente, las que
Laplanche llama “interpretaciones estructuralistas” del
ritual, cuando sigue diciendo:
“Por anticipado queda ahí puesta en entredicho una
interpretación puramente estructuralista de los ritos de
iniciación. Entiendo por interpretación estructuralista
la que pretende (y me refiero por ejemplo al prefacio de
Lévi—Strauss a su inaugurales Las estructuras elementales
del parentesco> que no habría prohición sin,
correlativamente, una autorización, de modo que cabria
encontrar verdaderamente un gesto de separación del mundo
en tal o cual ritual, tal o cual ley simbólica. Una
interpretación demasiado estrechamente estructuralista
puede ser puesta en entredicho por los hechos que
comentamos en la medida en que, en este caso, el símbolo
aparece casi tanto en sus fracasos como en su logro. La
satisfacción sexual no es la pura y simple contraparte de
una prohibición que estructurara el mundo de objetos
posibles; ella es, nos dice Reik, ‘un sustituto, por así
decir una indemnización par el proyecto incestuoso que no
se ha podido cumplir’” (ReíR 1974,146. citado por el
autor. Negrita nuestra>
En línea con lo que estamos diciendo es preciso hacer una
correción a la frase de ReíR: es el deseo, y no la
satisfacción sexual, — que no queda asegurada en absoluto
por el aoto iniciático — , lo que viene a ser un
sustituto del incesto reprimido. Así lo entendemos mejor.
Por último, para finalizar esta excesiva nota, recoger
textualmente, por su interés, lo que Laplanche dice a
continuación, cerrando así la reflexión crítica a
propósito del libro de ReiK:
“Por lo tanto, siendo la satisfacción un sustituto, una
indemnización, nada hay de asombroso en que el objeto así
llamado permitido (que es en realidad un sustituto del
objeto prohibido> resulte contaminado por “la sombra del
incesto” o incluso por “el retorno de lo reprimido”. El
así llamado objeto permitido no puede permanecer indemne
del objeto prohibido, las mujeres permitidas mismas ven
caer sobre ellas la sombra de la madre prohibida”
(Laplanche íSBS, 219. Negritas del autor>
con lo cual, siguiendo tal como lo entendemos el
razonamiento de Laplanche, se arruinaría la satisfacción
sexual y, a otro nivel, la interpretación
“estructuralista” de ReíR.
Pero si esa sombra del objeto prohibido cayendo sobre el
objeto permitido, arruina la satisfacción, eS sin embargo
una expresiva manifestación del deseo. El deseo se
constata mejor en el conflicto y en el contratiempo que
en la satisfacción y en la armonía.
Porque, como ya hemos dicho varias veces, el deseo del
que se trata, en último extremo, es un deseo imposible de
—395—
ser satisfecho. Condición constitutiva del deseo.
—3 96—
En relación con los ritos de iniciación, paso, etc.,
consideramos que nuestros púberes recorren ese mismo
camino que Turner, por ejemplo, o La Fontaine en su
magnifico Iniciación (La Fontaine 1987>, nos describen.
Pero nuestros jóvenes han nacido en una sociedad y en un
momento, que no tolera los ritos, los conocimientos
esotéricos grupales, las jerarquías simbólicas, etc. De
modo que tienen que pasar por el rito, sin rito. -
El grupo social, adulto, no produce ningún signo claro,
definitivo, acerca del carácter de “mujer” para la púber
que lo anhela.
La identidad no es, entre nosotros, claramente, una
cuestión del grupo social, es una aventura personal.
Llena de interrogantes, de miedos, de vacilaciones, de
contradiciones, de culpabilidades.
El grupo nunca refrenda, y cuando lo hace (mayoría de
edad, edad penal, etc>, no se produce ningún cambio en el
sujeto. Son “pasos” siempre sujetos a la opinión, a las
particularidades del sujeto y del medio, etc.
Se podría hacer un estudio respecto a las consecuencias,
en nuestra cultura, de esta falta de rituales de paso.
Cuando lo simbólico queda disminuido y crece sin embargo
lo imaginario de cada uno.
Para la Pedagogía y para el psicoanálisis no creo que sea
ésta una cuestión menor.
—3 97—
(9>.— Este importante pasaje de la obra de Freud se
encuentra en el capitulo VII de La interpretación de los
sueños” <Freud 1900>.
Allí Freud estudia “la psicología de los procesos
oníricos” y, concretamente, en el epígrafe a que nos
referimos, “el cumplimiento de deseo”.
Construye un modelo teórico del aparato psíquico que
permita explicar un fenómeno tan complejo como el del
sueño y que dé cuenta, no sólo de la formación del mismo
(en último extremo, cumplimiento de deseo), sino también
de sus particulares características (proceso primario y
secundario).
la vivencia de satisfacción que cancela el estimulo
interno. Un componente esencial de esta vivencia es la
aparición de una cierta percepción <la nutrición, en
nuestro ejemplo> cuya imagen mnémica <recuerdo—imagen,
recuerdo-representación> queda, de ahí en adelante,
asociada a la huella que dejó en la memoria la excitación
producida por la necesidad (recuerdo—afecto). La próxima
vez que esta última sobrevenga, merced al enlace así
establecido se suscitará una moción psíquica que querrá
investir de nuevo la imagen mnémica de aquella percepción
y producir otra vez la percepción misma, vale decir, en
verdad, restablecer la situación de la satisfacción
primera. Una moción de esa índole es lo que llamamos
deseo; la reaparición de la percepción es el cumplimiento
de deseo, y el camino más corto para éste es el que lleva
desde la excitación producida por la necesidad hasta la
investidura plena de la percepción. Nada nos impide
suponer un estado prinitivo del aparato psíquico en que
ese camino se transitaba realmente de esa manera, y por
tanto el desear terminaba en un alucinar. Esta primera
actividad psíquica apuntaba entonces a una identidad
perceptiva o sea, a repetir aquella percepción que está
enlazada con la satisfacción de la necesidad.
Una amarga experiencia vital tiene que haber modificado
esta primitiva actividad de pensamiento en otra,
secundaria, más acorde al fin (más adecuada>. Es que el
establecimiento de
la identidad perceptiva por la corta
vía regrediente en el interior del aparato ( regresión
desde la motilidad a la percepción en el modelo de
aparato psíquico propuesto por Freud) no tiene, en otro
lugar (en la realidad>, la misma consecuencia que se
asocia con la investidura de esa percepción desde afuera.
La satisfacción no sobreviene, la necesidad perdura. Para
que la investidura interior tuviera el mismo valor que la
exterior, debería ser mantenida permanentemente, como en
la realidad sucede en las psicosis alucinatorias < .
—398
Para conseguir un empleo de la fuerza más acorde a fines,
se hace necesario detener la regresión completa de suerte
que no vaya más allá de la imagen mnémica (que no se
deslice del recuerdo de la satisfacción a la alucinación
actual de la misma, lo que impediría la pobilidad de una
satisfacción actual real) y desde ésta pueda buscar otro
canino que lleve, en definitiva a establecer desde el
mundo exterior (de acuerdo con un “examen de realidad”)
la identidad deseada. Esta inhibición de la regresión,
así como el desvio de la excitación que es su
consecuencia, pasan a ser el cometido de un segundo
sistema (“trabajo secundario”, “proceso secundario”.
Hasta aquí venia hablando de las operaciones del “proceso
primario”> que gobierna la motilidad voluntaria, vale
decir, que tiene a su exclusivo cargo el empleo de la
motilidad para fines recordados de antemano.
Ahora bien, toda la compleja actividad de pensamiento que
se urde desde la imagen mnémica hasta el establecimiento
de la identidad perceptiva por obra del mundo exterior no
es otra cosa que un rodeo para el cumplimiento de deseo,
rodeo que la experiencia ha hecho necesario. Por tanto,
el pensar no es sino el sustituto del deseo alucinatorio,
y en el acto se vuelve evidente que el sueño es un
cumplimiento de deseo, puesto que solamente un deseo
puede impulsar atrabajar a nuestro aparato animico.”
(Freud 1900a, 557—59. negritas del autor; comentarios
entre paréntesis, nuestros, salvo el primero)
—3 99—
nadre, diablo, amputación codo derecho; jaculatoria,
madre....) es un conocido recurso de los cuentos para
los más pequeños. Habría por tanto en el cuento un
predominio de la búsqueda de efectos a través de lo
formal, sobre la vía del contenido y la significación. No
deberíamos deducir un rasgo de la niña, se trata de un
mecanismo formal del relato.
— ¿Subes o bajo?
Y la niña le contestó;
— calla, hombre, que me estoy quitando la blusa
U...)
— ¿Subes o bajo?
Y la niña contesta:
— Calla, hombre, que me estoy quitando la falda,
— ¿Subes o bajo?
Y le contesta la niña:
— Calla, hombre, que me estoy quitando la enagua.
Y el diablo ya cansao de esperar le grita:
— Ya no, ya no me engañas. Ahora bajo yo y enseguida.
Y bajó y cogió a la niña en sus brazos pa llevársela pa
su habitación. Y la niña, al verse en los brazos del
diablo, empezó a santiquarse con el trocón del brazo y
decía:
— lAve María Purisimal ¡Ave Maria Purísima! lAy, Dios
mio! ¡Ay, Virgen Marial...
00—
REFERENCIAS BISLIOCRAFICAS DEL CAPITULO 7
AE 4—5
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PUYMAIGPE, Conde de (1884): La filíe aur maine couoées
XXI. Madrid
—402—
CAPrl’ULO 8
COXPLE3O DE EDIPO
COMPLEJO DE CAflRACIOM
INDICE DEL CAPITULO 8
—404—
8.1.— El comníejo de Mino
—405—
Otras disciplinas del saber, con un basamento
Goff 1991)
—406—
8.1.1.— El comDleio de Edino <Freud~
llamados sanos.
—407
enamoramiento hacia uno de los miembros de la pareja
repentina.
- <OS-
Despues llega a Tebas, donde resuelve el enigma propuesto
¿quién es él?:
—4 09
Si Edipo rey sabe conmover a los hombres modernos con no
—410—
Las características concretas del edipo individual
tendrían que ver con la dotación libidinal, con el
conjunto de fantasías inconscientes previo, con las
peculiaridades de su desarrollo libidinal, con las
características psicológicas del sujeto, con las de los
situación de “hijo”.
real:
función, no.
—411
Freud por tanto nos permite pensar en un edipo histórico,
un complejo de vivencias y sentimientos que se puede
rastrear en la historia del paciente. Un edipo concreto,
concretizado en la singularidad de un sujeto, de unos
padres, etc.
—412—
Ahora bien, esta concepción del edipo como complejo, como
“conjunto organizado de deseos amorosos y hostiles que el
niño experimenta respecto a sus padres”, le plantea a
Freud un problema entre otros: distinguir la naturaleza
de esos deseos, según se trate de un niño o de una niña,
y seglin vayan dirigidos al progenitor varón o hembra.
Si a eso le unimos la ambivalencia <amor y odio) propia
del deseo humano y la bisexualidad (masculino y
femenino>, característica, segi.In Freud, de la sexualidad
humana, tendríamos una compleja red de sentimientos
dentro de la constelación familiar.
—413
8 .1.1. 1.— ELZ4ifl~.SL&LJJ.iñ9
crecimiento”.
—414—
distinga entre hombres y mujeres en base a otras
determinaciones; formas de vestir, determinaciones
sociales ligadas al sexo, etc—, le sirve para resistirse
tiempo,
—415—
tener pene ya que todos los humanos lo tienen, le falta,
hasta aquí,
—416—
En el niño varón, la posesión de aquel órgano que está
angustia de castración.
Angustia insoportable que hará al sujeto abandonar el
genital.
—417—
Acatamiento de la ley de prohibición del incesto que,
identificación.
—418
8.1.1.2.— El edino en la niña
edipo respectivos
objeto”.
<2>
—4 19—
¿Qué ocurre en el caso de la niña?. La etapa fálica le
1925j ,273)
—4 20—
Y aquí tenemos otra nota diferencial importante: si en el
desarrollando.
—421—
En los artículos de 1931 y 1933 Frcud concede una
plantea. (3)
1933a, 119—20)
—4 22—
Nos encontramos por tanto con el papel seductor de la
madre
nuestros>
fantasía en Freud”
Allí veíamos el proceso que lleva a Freud, desde la idea
—423
“En la época en que el principal interés se dirigía al
.424—
Y, la ya citada más arriba:
de Edipo femenino:
complejo.
—425
a
la hija, sino el del padre; no aparece la rivalidad de la
inocente rival
La salida para la niña de esta situación edipica no es
del edipo.
madre.
madre”
.426—
Freud estudia las consecuencias diferenciales de ello: un
diferente.
Acerca de la polémica en el psicoanálisis sugerimos:
.427
Sobre la sexualidad femenina en general se encontrarán
elementos
-la ambivalencia
-la bixesualidad
mujer.
428—
Le dió una gran importancia teórica y clínica a esta
—429
*‘(...) Yo opino que se hará bien en suponer en general, y
—4 So—
resignar su deseo del pene por irrealizable, y cuando se
pretende convencer a los hombres de que una actitud
—431
8.1.2,— D~nnzrQfl9~.fl~.ni.myos. Tiemnos del edino
del padre”
—432—
Y la prohibición del acceso a la madre (también a la
madre simbólica> es realizada por el padre a través de la
amenaza (imaginaria) de castración <simbólica). Es decir,
que, aunque la castración sea una operación simbólica, se
manifiesta en el registro imaginario.
—433—
Seria un momento, mitico, en que lo simbólico no ha
actuado, en que no existe tercero (por eso decimos
“perfecta dualidad”>, en que, en rigor, tampoco podríamos
hablar de deseo ya que éste vendría a ser —si seguimos a
Freud en el capitulo vii de La interpretación de los
sueños—, el intento, vano, de reconstrucción de esa
experiencia mítica de satisfacción. El deseo por tanto es
posterior.
Pero esta referencia, mítica> a una experiencia de
—434—
Ese objeto, que lo es del deseo de la madre en tanto que
no está colmado por el niño, es el que se supone que es
el falo, como objeto imaginario.
Aclaremos que, para Lacan, el falo nada tiene que ver con
el órgano anatómico; “falo” es un efecto del sistema
simb¿lico, un significante: el significante de la falta
en la madre. <Lacan 1980, Nasio 1989>
Si la madre desea “otra cosa que no soy yo”, para el
niño, eso quiere decir que a ella le falta algo o, dicho
de otra manera, que ella es en falta, faltante. Y esa
falta (y el deseo correspondiente> son lo que constituyen
un enigma para el niño.
—435—
“El niño trata de identíficarse con lo que es el objeto
objeto fálico.
—4 36—
si, para el niño, la madre no resulta privada, él ocupa
la madre).
—4 37—
8.1.2.3.— Tercer tiempo
edipo. (14)
—438—
8.1.2.4.— ResUmeS esnuemático de los tres tiemnos
Primer tiempo
Segundo tiempo
2.— rechazo
es el falo)
2.—permanencia de la identificación,
Tercer tiempo
a.— padre dador (a la madre)
b.— amor al padre: función estructural del edipo
invertido
—439—
8.2.- fl comolejo de castración
1979) encontramos:
—440—
Laplanche encuentra tres direcciones del llamado
“complejo de castración”:
1.— “la que conduce por la vía del padre y que remite la
—441
en fin> una pena> o bien si desde cierta concepción, más
-442—
Nos adherimos a la primera idea, Consideramos la
castración (algunas de cuyas características para el
psicoanálisis pasaremos a revisar de inmediato> como el
pivote sobre cl que se asienta y gira nuestro
funcionamiento lógico.
—443—
Supone, como hemos visto en el segundo tiempo del edipo,
—444—
La castración simbólica —y su consecuencia: la separación
definitiva respecto del objeto que podía satisfacer a la
—4 45—
NOTAS AL CAPITULO 8
—446—
(3),— Lo que ocurre es que el objeto edipico, en rigor,
siempre es el objeto—madre. Y el que representa la
prohibición es el padre. Independientemente del sexo del
hijo.
—447—
quien se establezcan las imprescindibles “relaciones
objet&lO5” (Spitz 1966)
—448—
<14>.— Recogemos una cita de Dor sobre el Seminario
<inédito) de Lacan,de 1957—58> Las formaciones del
inconsciente:
“El padre no es un objete real; entones, ¿qué es? <. ..)
El padre es una metáfora. Y, ¿qué es una metáfora?... Es
un significante que viene a ponerse en el lugar de otro
significante <...> El padre es un significante sustituido
a otro significante. Y aquí está el resorte y el único
resorte esencial del padre en tanto interviene en el
complejo de Edipo.” (Dor 1991,43>
—4 49—
Es esta percepción infantil de la sexuación la que sirve
de base> errónea> para la construcción de la fantasía de
la castración.
—4 50
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Madrid
—4 55—
.
CAPITULO 9
9.1.— Introducción
(Freud 191Ra)
1990)
—4 57—
Introducción
los cuentos del tipo “La niña sin brazos” (análisis que
podríamos hacer parcialmente extensivo a los del ciclo
1979, 416)
siguiente idea:
seducción simbólica.
O lo que es lo mismo: el relato historificado de la
—458
En el cuento tenemos dos elementos diferenciables: el
incesto y la mutilación. Relacionamos al primero con el
castración simbólica.
de edipo femenino.
—4 59—
En el cuento de “La niña sin brazos” se vendría a
sacrificio y matrimonio.
popular.
—460—
9.2.— Las anortaciones de
la antropología.
sexual.
El hombre actual valoraría la virginidad de la mujer a
pasado. -
—461
:
El que gran número de pueblos primitivos no presenten las
—462—
¿Por qué la virginidad y, sobre todo, la desfloración
serán objeto de tabú en los pueblos primitivos?> se
pregunta Freud.
—463
3) Por la “protesta masculina” o, en términos más
—‘464—
Este motivo del deseo temprano dirigido al padre o
decepcionante. <6)
El primer encuentro con el esposo estaría marcado, entre
—465—
Evitarle al joven esposo esta explosión de hostilidad en
ceremonial (9)
La perforación del himen> en el caso de la desfloración O
de separación—agregación: (10>
—466—
sexualidad (o la sexualidad ingresa en ella)> a través de
la seducción paterna (considerada por Freud eficiente en
inviabilidad.
.4 67—
9.3.- Una oersnectiva interesante de análisis de textos
clásicos
párrafo:
tradicional.
—‘468—
:
Ya en ese párrafo aparece una afirmación, valiosisima
—46 9
Tercer aspecto que se deduce del estudio atento de los
sacrificio.
(LorauX 1989.64>
la siguiente síntesis:
propongamos lo siguiente: en cierto nivel de
(Loraux 1989>64)
—47
Esta asociación entre sacriflolo y matrimonio, entre
Micole Loraux.
—471—
9.4.— Análisis del tino “El asesino sin ~~ano
<Calvino l990~
motivo.
Es un cuento que, por diversos motivos, nos pareció muy
2172—
”
¿Y qué hace el asesino? Por la noche se encarama al
tejado y abre el ventanuco de la claraboya. La Princesa,
que estaba acostada, ve que abren la ventana y que hay un
hombre de pie en el alféizar.
— ¡Al ladrdnl ¡Al ladrón!”
—472—
— Majestad, me parece reconocer en ese hombre al ladrón a
quien corté la ano.
— Sueñas —dije el Rey— ¿Mo has visto que hermosas y
enguantadas manos? He aquí a un auténtico señor.
seguro.
continuaba diciendo:
—47 4—
su casa con parte de las joyas del asesino. La mujer del
marinero era una anciana de buen corazón y se encarifió
con la muchacha.
— ¡Te cuidaremos como a una hija, pobrecita!
— Sois tan buenos —dijo la muchacha—. Sólo os pido una
gracia: quiero estar siempre encerrada en casa y que
nunca me vea ningún hombre.
- No te preocupes, pobrecita: a nuestra casa nunca viene
nadie.
—4 75—
No quiero ver a ningún hombre, salvo a ti y a mi. padre
—(llamaba padre al viejo marinero)—. Ni verlos ni que me
vean.
El Rey accedió. Porque ante todo era celoso y lo alegraba
que ella no quisiera ver a ningún hombre.
—‘476—
Viene un rico señor forastero que agrada mucho al Rey.
Este le invita y aquel corresponde con
vino. . . narcotizado.
Ya están todos dormidos, salvo el señor, que es el
asesino, y la reina.
Ella esta echada en la cama, con los ojos desencajados,
tal como si lo esperase.
— Ha llegado la hora de mi venganza —dijo el asesino
hablando en voz muy queda—. Levántate y ve a buscar una
palangana de agua para lavarme la sangre de las manos
cuando termine de deqollarte.
La Reina se levantó y corrió junto al marido.
— Ibespiértate! ¡Despiértate, por caridad!
Pero el marido denia. Todos dormían en el palacio, y no
había forma de despertarlos. Cogió la palanqaa. de agua y
volvió.
— Tráeme también el jabón —dijo el asesino que estaba
afilando •l cuchillo.
Ella fue, sacudió a su marido una vez más, pero fue
inútil., Trajo el jabón.
— ¿Y la toalla? —preguntó el asesino.
Ella salió, cogió la pistola del marido dormido, la
envolvió en la toalla, y al entregarle la toalla al
asesino, le disparó a quemarropa y le metió una bala en
el corazón.
El disparo despertó a todos los borrachos, al Rey en
primer lugar, y acudieron a ella, EncontrarOn al asesino
muerto y a la Reina finalmente liberada del terror.
—4 77—
Tenemos aquí a otra malcasada (18). El primer lugar, por
su propio dinero.
—478—
En capítulos precedentes hemos planteado que este deseo
paterno es:
a) causa del conflicto de la historia, del relato
—479—
Sólo puede convencernos la suposición de que le quia el
simbólico).
—~48O—
Como la intervención no ha sido efectuada por “guien”
debiera —el padre—, ni”cuando” es oportuna —antes de la
—481”
Cuando la vieja estaba a punto de cerrar la puerta de la
estímulos internos.
—482—
Reacción histérica frente a un estimulo que actualiza un
condición:
esposo.
—4 83
Y ese deseo insistente (el cuento lo figura
magistralmente), sobre el que no ha funcionado la
Vean”.
buscando...
—484—
- producir la insatisfacción y el conflicto neurótico.
encerrada.
—4 85—
Algo que ella, por mediación del marido mutilado, ha
desplazado a los hombres (mecanismo paranoico), la falta
—4 86—
En el cuento toda la destructividad se mantiene en la
mútua relación.
aterradora agresión.
—4 87—
la princesa se estremeció...
(y el padre:) Sueñas He aquí a un auténtico señor
—4 88—
Pero si eso no se hace desde la posición simbólica del
—489
NOTAS AL CAPfl’OLO 9
—491—
circunstancias especiales. En los paises en donde la
sangre real se transmitía solamente a través de las
mujeres y, en consecuencia, el rey subía al trono sólo en
virtud de su casamiento con una princesa heredera, la
cual era el verdadero soberano, parece que con frecuencia
ocurría que un príncipe se casara con su hermana la
princesa real, al objeto de obtener con su mano la corona
que de otro modo iría a otro hombre, quizá a un
extranjero. ¿Podrá haber dado motivo la misma regla de
herencia para el incesto con una hija?. Para ello,
creemos corolario natural de tal regla, que el rey estaba
obligado a abandonar el trono a la muerte de su esposa la
reina, puesto que lo ocupaba tan solo cm virtud de su
matrimonio con ella.
Cuando el matrimonio terminaba, sus derechos al trono se
extinguían y pasaban al momento al marido de su hija;
así, si el rey deseaba seguir reinando despues, ya viudo,
el único recurso que le quedaba para continuar
legítimamente en el trono era desposar a su hija,
prolongando así a través de ella su derecho, que había
sido primeramente obtenido por intermedio de la madre”
<Frazer ígag, 386)
—493—
“La preocupación aparente de los ritos de iniciación de
muchachas por el matrimonio y la maternidad no es, pues,
tan solo una preocupación por la reproducción, sino una
representación dramática del orden moral que es la
constitución de una sociedad.” (La Fontaine 1987, 261)
(9).— “En cuanto a las mutilaciones que afectan a los
órganos sexuales, e incluso en el caso de perforación del
himen por un coito preliminar al matrimonio, no tienen
ninguna significación sexual propiamente dicha, como he
expuesto en numerosas ocasiones” (van Genmep 1986,183)
‘.4 94—
“Freud no va mucho más lejos en ese sentido.
curiosamente, no explora tampoco la significación física
del acto de desfloración en cuanto derramamiento de
sangre, destrucción del himen, por lo tanto algo que se
interpretaría facilmente como un rito de pasaje,
comparable a los rituales de circuncisión en los cuales
Freud, por otra parte, ve el equivalente simbólico de una
castración.
El ritual de desfloración mo es puesto en relación
directamente (..) con un ritual de castración simbólica”
(Laplanche 1988,98—99)
—495—
(17).— En la versión de los hermanos Grimm, El novio
bandido <040), asistimos al sacrificio cruento de una
joven doncella. Se trata de una especie de alter—ego de
la protagonista. Las posibles equivalencias de la orgia
de sangre con la fantasía puberal de la noche de bodas
será comentada a propósito del análisis de la versión de
otro “novio bandido”: El asesino sin mano (Te 89).
El sacrificio de otra virgen, Macaría, para salvar a sus
hermanos, los herAclidas, es también un motivo clásico en
el ciclo de “La niña perseguida”, Constituye el subgrupo
de “Los siete cuervos” que cuenta, entre otras, con
versiones como:
Los siete cuervos (E 115); Los siete cuervos <RA 39),y
las muy conocidas de los hermanos Grimm: Los doce
hermanos (0 9); Los siete cuervos (0 25) y Los seis
cisnes <0 49).
Precisamente sobre estas tres versiones de los hermanos
Grimm, realiza un magnifico y paradigmático análisis
Bellemin—Noñí en su Les contes et leurs fantasaes (1983)
—4 97—
confundido con la mano, al modo como nos parece se da en
].a expresión “pedir la mano”.
Alguna relación debe haber entre la “manus” romana y un
argumento en que una nijia pierde las manos con su padre y
las recupera con su esposo. Perder la nanus del padre era
perder su protección. Es curioso que en Roma la mujer
“bajo mano” de su narido tenía, para él, jurídicamente,
el estatuto de una hija. (‘Vhomas,Y. 1991) para este punto
ver también: (Rovaliov 1979)
Respecto a derivación popular hacia la idea de “mano”,
que aquí nos interesa, desde una palabra culta, por una
endeble similitud, hay un ejemplo interesantisimo que no
vamos a desarrollar en amplitud en esta ocasión porque
necesitamos reunir más información.
—498—
(26).— Este pasaje nos recuerda vivamente un fragmento de
un cuento de E.T.A. Hoffmamn: “El hombre de la Arena”.
Cuento que Freud analiza en su estudio sobre ‘tío
siniestro” <Freud 1919h, Gutiérrez Sánchez l989)t
En la escena final del cuento, el protagonista,
Nathaniel, que ha vivido obsesionado por la siniestra
persecución de un personaje llamado Coppelius, está
subido en la torre del Ayuntamiento en un momento de-
aparente tranquilidad y placidez. De improviso,
enloquece; primero intenta arrojar a su novia al vacio, A
continuación se arroja él. El motivo: ha visto entre la
muchedumbre el rostro de Coppelius:
“Entre las personas reunidas en la calle sobresale el
abogado Coppelius, guien ha reaparecido de pronto.
—499—
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CAPITULO 10
CONCLUSIONES GENERALES
Como expusimos en el capitulo 1, el objetivo de este
textos.
castigos y mutilaciones.
—506—
Por madres—madrastras celosas de su belleza y de su
la familia.
—507—
Y en algunas versiones, eso no es suficiente: la
protagonista deberá pasar inés pruebas. La más importante:
la sospecha acerca del origen de su embarazo:
—508—
encontramos que en “Maria de madera” el deseo incestuoso
enmascarado.
en “Resma en el horno”
malcasada.
Tambien en el romancero encontramos pruebas de incesto
incesto padre—hija.
—50 9—
La pregunta anterior cobra más fuerza: ¿cuál es el
sentido de este comienzo incestuoso?.
constituyen el relato.
2510~
unión incestuosa entre padre e hija y, simultánesaente,
la imposibilidad de tal unión.
El deseo y la prohibición (ley)subsiguietite, o la
edipica:
M (función Madre)
p (función Padre)
H (lugar de Hijo)
pieza simbólica.
—511
Por otra parte, esta “historización de la estructura”,
que serian los mitos, los cuentos, es siempre el relato
dicha estructura:
—512—
“Rabia una vez un Rey avaro, tan avaro que a SU hija
única la mantenía oculta en la buhardilla por tenor a que
alguien pidiera su mano y él tuviera que darle una
dote...” (Calvino 1990)
estructural.
castración femenina?
—512—
Nos decidimos por tanto a utilizar la misma metodología:
ir a los textos y proceder “por asociación libre”.
la “manque” francesa.
situación edipica”.
Es decir, el edipo como ley y el edipo como normalizador.
podar.
—514—
Podar no es una mutilación cualquiera. Es una mutilación
que busca y produce unos erectos de crecimiento y mejora
significados.
—515
Se trata por tanto de lo que en psicoanálsis se llama
“castración simbólica”, que en términos muy amplios
podríamos definir como “la inevitabilidad de la
separación respecto al objeto”:
—516—
Una forma análoga en cierto modo a la mutilación de la
—517—
“puesta de largo”, del brazo de su padre.
Como, según los textos, se dirigía al sacrificio en la
conceptualizaciones clínicas.
25ls~
freudiano que va, de concebir la seducción traumática
brazos”.
Henos analizado la naturaleza de tal mutilación y creemos
haber mostrado su carácter simbólico que la asimila a la
operación central para la constitución de la estructura
psíquica: la castración simbólica,
—519—
Esta castración no implica ninguna pérdida “en la
realidad”, o dicho más exactamente: no supone pérdida de
ningún objeto de la realidad; lo que se pierde es algo
que nunca se tuvo, pues se perdió en el momento —momento
lógico, ya que cronológicamente es inidentificable—, en
es anterior a él.
sociedad”.
—521—
acompañada de los correspondientes rituales, esta mujer
simbólico.
rehabilitación.
2522~
operación que hemos situado en el origen de la sexualidad
del sujeto.
—523—
CAPITULO 11
11.3.— Propuestas
—525—
Hemos dicho en la Introducción que el objeto de esta
psicoterapia.
buscada.
—526—
En el segundo mostraremos un aspecto concreto que nos
—5 27—
11.1.- La paradoja estructural de la educación
quién?.
2528..
No hay armonía. Expresiones como “el yo ~
del superyo.
funcionamiento consciente.
—529—
¿Qué queremos decir, desde un planteamiento
psicoanalítico, cuando afirmamos que la relación
en el capitulo dos).
vínculo educativo.
~53O—
11.1.1.— La alienación del yo Sm la educación
—531—
“El proceso educativo descansa fundamentalmente sobre
sino en la demanda.
—532—
Deseo que por tanto nace “mudo”, por cuanto ¿qué puede
decir un deseo que lo es de algo que no figura en el
orden simbólico, de algo que “no se puede decir”?. si el
dice.
insatisfacció!’ (2).
—53 3—
Pues bien, el deseo sólo puede aspirar a decirse a través
traiciona.
que quiero. Dime qué es. Dime qué hago. Dime qué quieres
que haga”.
nuestra)
—534—
.intenta conformarse a la demanda del Otro, presentar
de si la imagen narcisista que le permitirla asegurarme
el amor del otro, constituirme como Yo—ideal frente al
Ideal—del—Yo encarnado por el educador, imagen ideal que
lo aliena y lo lleva a sacrificar su desee.. ~“
en lo anterior.
—535—
• . para que el deseo del niño no sea alienado por el de
~536—
AI~ora bien, ¿qué puede significar “desprenderse” del
imaginario?.
—53 7—
Además, sólo tenemos acceso “al mundo”, a la realidad
imaginario y simbólico:
¡ A (Otro)
a’ (yo) ¡ a (otro)
1
¡ 5 (sujeto)
siguientes términos:
aprehensión de la realidad.
—5 38—
“Amor” a la verdad que implica el valor de aprehender la
—539—
11.2.1.— Identificaremos al primer aspecto, que
base y la justifican:
.54o.
La “finalidad didáctica”, basada en estos presupuestos,
clásicas.
—541—
Pongamos el ejemplo de los sueños: son representaciones
crea disponer.
—54 2—
A este respecto volvemos a remitir —ya lo hicimos en el
capitulo 1— al magnifico comentario introductorio de
Agustín García Calvo a su recopilación: Ramo de romances
para cualquiera”>
significante”
tenemos:
—54 3—
— la calda del yo como agente de la operación.
significantes.
—544—
Así cobra sentido la experiencia que los poetas nos
manipulado:
completamente transformados”
actor”.
comparación sugestiva en más de un sentido: de una parte,
—54 5—
velado aunque el yo (como el personaje del libreto
teatral) quede realzado a través de las identificaciones
imaginarias. El sujeto queda velado. Representado por una
representación, por un significante para otros
significantes.
“raptado”.
transforman...
-5’46—
volvamos para ello a la ya mencionada proposición
significante.
lacaníana:
5, s.l
es el discurso inconsciente.
s es la significación, el sentido.
—54 7—
rin comentario a esa fórmula, combinación de cuatro
signos, transcripción de la frase de Lacan:
caso.
Lo expresaremos así:
—548—
Ahora bien, si desde el punto de vista de lo simbólico,
el sujeto y la significación misma quedan barrados,
—549—
Dos ejemplos de experiencias muy comunes:
lo imaginario.
tiempo atrás.
~550—
pero dejó huella. Podríamos decir que los S~ dcl texto se
momento.
mensaje.
administradores.
—551—
Naturalmente, no es éste el único concepto de “verdad”.
inconsciente.
—55 2—
• el problema de la verdad sólo puede ser planteado y
1991,40).
determinado lector?
—553—
Deben reunir algunas condiciones de suyo: tener calidad
saberlo.
Transferencia)
‘-854—
b) el niño transfiere, mediante identificaciones
proyectivas e introyectivas, no sólo el saber de su
—555—
11.3.— Propuestas:
lo imaginario.
—55 6—
Sugerimos la conveniencia, en el trabajo escolar con
significantes.
paso a ese otro sujeto que “se deja decir” por al relato,
revés.
Evidentemente, no.
Pero el favorecimientO de la simbolización, de la
—557—
NOTAS AL CAPITULO 11
-558-
(5).— No nos referimos a la importancia del significado
como vacio, como hueco, como imposible. Con esa fórmula
estaríamos de acuerdo. Es la que propone Mannoní en su
articulo T.a el4pse y la barra (Mannoní 1979).
Más bien se trata ahora a la idea de un significado en
“presencia”: aquello que supuestamente se iría buscando
al leer.
—559—
lacaniana, que se produce en otro eje —el simbólico-,
distinto al eje imaginario en que Surge el yo, O el
sujeto de la comunicación.
Lacan plantea la cuestión del sujeto en Escritos 1 (Lacan
1980) y la posición del sujeto en los diferentes
discursos en el Seminario 17: El Reverso del
Psicoanálisis <Lacan 1992).
—560—
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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
FACULTAn DE EDUCACION
TESIS DOCTORAL
MAYO DE 1992 a
MADRID
IMUICE DEL ANEXO
A. — VERSTONES LITERARIAS
(del tipo taLa niña sin brazos”) 2
la.— Victorial 3
ib.— Vita Offae primi 6
2k,.— Histoire de la bolle Héléne 7
3k,. — La Manekine
4b.— La Historia de la hija del rey de Rusia 10
Sb.— Historia del Rey de Hungría 11
6b.— La historia de la hija del rey de la Dacia.. 12
7b.— La historia de la reina Olive 13
Ab. — Los Miraculí 14
Lb.— La penta Manoznozza (pentainerone) 15
lOb.—Leyenda hispano—arábiga (a) 16
lib.—Leyenda hispano—arábiga (b) 17
1c~ — Hai Beaflor 18
20. — La condeso de Anjou 19
3c. — Ystoria regís Franchorura st filie 20
4o.— La hija del rey de Francia 21
Sc.— El cuento de Binare 22
Ec. — De origine belli inter Gallos st Britannos.. 23
íd. — Vida de Constaiice (Trivet) 25
2d.— Novella di Dionigia (Ti Pecorone) 26
3d.— Cuentos de Canterbury (Constanza) 27
-——~~~7M
E. - VflMON~S POPW.ADES
;
3.— Niña nerseonida mor la madre
:
:
CLAVES PARA LA LECTURA DEL PRESERTE ANEXO
E • . Espinosa (hijo)
RA Rodríguez Almodévar
Te Italo Calvino
G Grimm
A • .Afanasiev
Es • . Espinosa (padre)
Prrlt... • . perrault
Baran... Barandiarán
—1—
TEXTOS DE LAS VflSIONXS LITERARIAS
la.— Victorial, de Gutierre Dias de Gamez, siglo XV
(1440, semln Dáumling; entre 1435 y 1449, según Suchier))
—3—
Los consejeros respondieron: “La ley no ea que ella
muera: la ley ordena que una mujer de linaje real que ha
cometido una falta no sea ejecutada, sino que se la
celeque en una harca, sola, sin ninguna compaflia. Si
tiene hijos concebidos contra el honor, que se íes
ooloqus junto a ella. Que se le dé su ajuar y todo lo que
le pertenezca y aquello que ella pueda necesitar para
subsistir; que se conduzca la harca, por mar, tan lejos
que no se vea la tierra; que se desplieguen las velas y
se la abandone así, sola, sobre las aguas”.
Se preparó una barca y se puso dentro a la joven con
todo lo que le pertenecía así como la fuente con las
manos y la sangre, y varice hombres se metieron en otras
barcas para conducir ésta. Cuando hubieron perdido de
vista la tierra volvieron a la ribera dejando a la niña
totalmente sola.
Durante todo el día y toda la noche, la niña no hizo
otra cosa que llorar, clamando a Dios y a Santa Haría,
rogándoles que la socorrieran y la llevaran a buen puerto
y que tuvieran piedad de su alma. Y como estaba muy débil
a causa de la sangre perdida, al punto se quedó dormida;
y la nave, como no habla nadie que la dirigiera, se iba
de un lado a otro, sin rumbo fijo, empujada por el viento
y las olas. Mientras que ella dormía la Virgen Santa
María se le apareció en sueños y le dijo: “¿Qué quieres,
hija mía?. Mira, yo soy la madre de bios, que socorro a
los tristes y a los afligidos, Soy aquella a quien has
invocado hace un momento”.
La niña respondió: Sefiora, si tú eres la Virgen
Haría, te pido volver a tener mis sanos como las tenía,
que se me quiten los dolores y que me libres del gran
peligro en que estoy y me conduzcas a buen puerto”. Y la
Virgen le dijo: “Hija mía, desde el primer día que me
1loaste he estado contigo para preservarte del pecado,
pero como Dios conoce los corazones de cada uno, a veces
deja a sus amigos sufrir y caer en algunos males para
probar su paciencia y su fuerza a fin de que su gloria y
su recompensa sean más grandes • Y para que estás segura
de que soy la Virgen Haría, mira, tienes las manos cOme
antes y pronto llegarás a buen puerto y saris consolada y
honrada.
En medio del inmenso gozo que ella experisantó al
verse otra vea con las manos y sin dolores, se despertó y
no vid ya la aparición, pero efectivamente estaba curada
y dió gracias a Dios.
Comenzó a levantarse un dulce viento del lado de
Francia y la nave empezó a seguir un camino tan tacto que
pareciera que alguien la gobernaba. Pocas horas despues
la niña divisé Inglaterra, pero ella no sabia qué tierra
era.
—4—
A la tarde apareció una flota navegando en la misma
dirección; era un hermano del rey de Inglaterra que
volvía de Irlanda. Desde que divisé la nave, dié orden de
ir hacía ella y él y su gente quedaron maravillados de la
aventura, cuando recogieron a la niña de la harca. Ella
les contt todo lo que habla ocurrido y todos sintieron
compasión de ella. Este señor vela esto como una feliz
casualidad y condujo a la joven a Inglaterra con todos
los honores y se casó con ella.
Al poco tiempo, cuando al duque de cuienne murió sin
dejar otros herederos, este señor inglés vino a Guienne
con su mujer a reclamar el ducado, pero los franceses no
se lo quisieron dar. Al contrario, le expulsaron del
país, ya que siempre habían sido sus enemigo.. El duque
da Guienne, en cuanto había sabido del milagro, como no
habla querido nunca más a su hija, y al ver que la muerte
se aproximaba, dió el ducado al rey de Francia.
Y tal fue el principio de la guerra que dura hasta
hoy.
(Puynaigre 1884,193—96; DAunling 1912, 20,45—4~; Espinosa
1947, 380; Ccx 1893,XLVI; Bolte—Polivka 1913,300; Suchier
1884,XLIX) (1)
—5—
Ib. - Vita OUa. primí, la más antigua versión literaria
según Suchier que la sitúa en el siglo XII. Hacia el 1200
según Bolte—Polivka. Dñuinling la sitúa antes de 1259.
Está escrita en latín y publicada a continuación de
Hatthaei Paris Historia majar por Wats (Londres 1640)
—6-
2b. — Histoire de la b.il. Héléne de Constantinople, madre
de San Martin y de San Brice. Es un romance en
alejandrinos, escrito en francés, perteneciente al siglo
XIII.
Existen diversos manuscritos de distintas épocas. puo
puesto en prosa por Wauquelin en 1448. (Suchier 1284)
Resumido por Puymaigre de:
Risard,M.Ch. “Histoire des uy-res populaires”, tomo!,
pp.415 y ss.
—7—
El brazo cortado de la reina se mete en una caja y se
sujeta al cuello de uno de los hijos. Helena se duerme y
un león y un lobo se llevan a los niños. Ella los busca
en vano, preguntando a los vecinos de llantes, donde ella
se refugia y vive de la caridad de los transeuntes. Un
ermitaño salva a los niños y llama a uno León y al otro,
Braao. Mientras tanto, el rey ha vencido a los
sarracenos, liberado al Papa y regresado a Londres donde
sufre por las noticias sobre su esposa y sus hijos.
Está pesaroso cuando Antonio, que nunca dejó de buscar a
su hija, aparece. Los dos reyes intiman y se dan cuenta
que sufren por la misma persona. El duque de Gloucester
revela la verdad y el rey destierra a su madre (le
decapite, según Suchier) y organiza una especie de
cruzada.
Mientras tanto, el ermitaño ha cuidado a los niños ~e
tiene ya dieciseis años y los envía a descubrir, si es
posible, sus origenes. Llegan a Tours, el arzobispo les
recibe y cambia el nombre de León por Martin y el de
Brazo, por Brice. Helena va tambien a Tours y recibe
grandes donativos de Martin que no sabe quién es ella.
Enrique, Antonio y otros dos reyes mgs llegan a Tours y
los dos jóvenes se presentan a ellos. Cuando Enrique abre
la caja de Brice y ve el brazo, sabe que ha encontrado a
sus dos hijos.
Martin busca a la mendiga manca que supone que es su
madre, pero con la llegada de los reyes ha huido a Roma.
Allí es mantenida por el Papa que no sabe que es su tío.
Brice va a Landres a declaran la inocencia de su madre y
a palestina con los reyes para luchar contra los
sarracenos. Mientras, Martin permanece en Tours con el
arzobispo.
vencidos los sarracenos, los conquistadores van a Roma,
al tiempo que Helena huye a Tours, revelando en una carta
al Papa que es su sobrina. El rey de Inglaterra sabe por
la carta que su mujer está viva y va a reunirse con ella.
El arzobispo de Tours permite a Martin colocar el brazo
en el muñón de su madre y se unen por un milagro.
Antonio, con Brice y su esposa Ludiene, regresa a
Constantinopla, Enrique y Helena viven con Clemente en
Roma, y Martin se queda en Tours donde llega a ser
arzobispo.
(Ccx 1893,LV; Puymaigre 1884,204; Espinosa 1947, 378:
Bolte—polivlca 1913, 298; 0¨ing 1912,18,30—36; Suchier
1884, XXVII—XXXII) (2)
—8—
lb. — La flanekine, poema francés de Philippe de
Beaumanoir, Señor do Reny, compuesto en 1270 y publicado
en Paris en 1840, por 8. Francisque Michel (Puymaigre
1884, 196) y por Suchier en 1884.
—9—
4b.- En la Chronique universelle de Jansen Enikel,
escrita en alemán a finales del siglo xiii (en torno a
1277, según náuníing y Suchier) se cuenta, en verso, La
Historia de la hija del rey de Rusia. Pui,licada en la
Zeitschrift f Cx Deutsches Alterthum por Strauch en 1900.
Hay tambien una versión en prosa siguiendo un manuscrito
del siglo xv. <Suchier 1884)
—11—
6b.- La historia de la hija del rey de la Dacia editada
por Wcsselofsky: “Novelle della figlia del re di Dacia”.
Pisa 1866.
El manuscrito único de esta novela os del siglo XV, pero
el texto pertenece (seglin d’Ancona, 1872) al siglo xxv.
Dáumling la sit,ja también en el siglo xiv.
—12—
7b. - La historia de La reina clin, su oct.ava rima. Seqún
Dáumling la versión más antigua data del 1400.
La historia ha sido dramatizada, siguiendo el poema, bajo
el titulo Rappreaentasione di santa Uliva por d’Ancona
(Pisa, 1863) y en el tono III de sus Sacre
rapprezentazioni dei Secolí XIV, XV, XVI (Florencia,
18721
—13—
ab.- Capitulo xi de los Miraculí do la qloriosa verzene
Maria, Vicenza 1475
Hay diversas ediciones. Una de ellas, citada por todos
los estudiosos se encuentra en le Salut des péoheurs,
publicada en Venecia en 1641 por Agapios, monje del monte
Athos.
El milagro italiano ha sido dramatizado en la
Rappresentazione di Stella, publicado por
Emilianí—Guidicí en atona del teatro in Italia 1, p.311
y por d’Ancona en el tomo III de las Sacre
rappresentazions (Florencia 1872)
El padre, que en esta versión es el emperador de Francia
y de Roma
1 en lugar de desear y perseguir a su hija, toma
una segunda esposa y ésta, celosa de la belleza de su
hijastra, la hace conducir al bosque y ordena que le
traigan las dos manos de la desgraciada. El hijo de un
duque la encuentra, la cuida y la desposa. Acude a un
torneo invitado por el emperador y allí un mensajero le
anuncia el nacimiento de dos hijos. A la vuelta del
mensajero la malvada emperatriz cambia la carta y se
recibe la orden de matar a la duquesa y sus dos hijos. Se
les conduce al bosque en donde son recogidos por un
eraitafio. La Virgen Maria devuelve a la pobre duquesa dos
manos celestes. El duque, a su vuelta, pregunta por su
mujer y se le explica su ausencia. La busca en el bosque
y consigue encontrarla. La malvada madrastra es quemada.
(Suchier 1884, L—LII; Puynaiqre 1884, 203; Dáumling 1912,
48—50; Bolte—Polivka 1913, 300)
9b. — La Penta manomoiza está relatada en el número 22 del
Pentamerone de Gianbattista Basile.
Aparece en 1637 y debe su interés al dialecto napolitano
en que esté escrito. Imita el carácter de un cuento
popular pero en un estilo afectado, sin la gracia de
aquél.
En esta ocasión no es el padre, sino el hermano, quien
quiere casarse con la niña tras enviudar. Lo que más la
atrae en ella son sus manos.
Penta se hace cortar las manos y se las envía a su
enamorado hermano. Es encerrada en una caja alquitranada
que flotará sobre las aguas del mar hasta que la
encuentra un rey. Rey que está casado, pero despues de la
muerte de su mujer se casa con Penta en sequndas nupcias,
Mientras que él está de viaje, ella da a luz a un hijo.
La segunda vez, Penta se escapa por tierra y va a dar con
un brujo con quien recobra sus manos. El brujo parece
ocupar el lugar que en otras versiones ocupa el ermitaño.
Hay otro personaje, Nuccia, que recuerda, por sus celos y
por sus ardides con el mensajero, a la suegra de otras
versiones.
(Suchier 1884, LII—LIII; Dáumling 1912, 52—53)
—15—.
lob.— Leyenda hispano—arábiga publicada por Robles en:
“Leyendas moriscas”. Primera versión en 1, 43—53. (Citado
por Espinosa).
—16—
lib. — Segunda versión de la leyenda hispano—arábiga. En:
Robles “Leyendas moriscas’ 1, 182—221.
—17—
lc.— Mal Boaflor, cuento alomar, escrito en dialecto
bávaro—austriaco, del siglo XIII <años 1256—58, según
Dñumling), Publicado por Pfeiffer en 1848 (según
Bolte—Polivka):
—19-
Jc. - Ystoria regís Franchoruxa et filie ia que adulterius
comitere voluit escrito en latín en 1370.
Publicado por Suchier en Romania, XXXIX, pp.6l—7¿, (1910>
La heroína es la hija del rey de Francia. Se casa con un
conde en el reino de su padre. Tiene dos hijos. Su marido
se ausenta para participar en una fiesta en la corta del
rey. La primera carta no es cambiada. La condesa llega a
Mavorcia en donde un cardenal educe a sus dos hijos. Uno
será el rey de Inglaterra y el otro sucederá a su padre
en el condado.
(Suohier 1884, XLI; fláunling 1912, 19; Bolte—Polivka
1913, 299)
—20—
a-
4c. - La hija del rey de Prenda, romance alemán compuesto
en 1401 por un poeta alsaciano, llamado Bthelor (o Hans
von BWiel)
Búheler es el primero que relaciona el. origen de la
Guerra de los Cien Ajios con nuestra leyenda.
Un rey de Francia quería casarse con su propia hija
porque era la misma imagen de su madre tallecida,
Embajada para pedir dispensa al Papa. La hija escapa sola
en un pequeiio barco para Caíais donde ella hable estado
viviendo con su padre. Lleva provisiones y material para
trabajar en la seda. Llega a Inglaterra, cerca de
Londres • Colocándose al borde de un camino busca alguien
que la tome en matrimonio; ella, a cambio, se ofrece para
cuidar el ganado. Hace algunos trabajos de seda muy
bonitos y una caminante le coispra algunos para venderlos
en Londres. Los compra la mujer del mariscal del rey.
Esto, sorprendido por la calidad de los trabajos, indaga
y recoge en su casa a la desconocida princesa extranjera.
La trata como si fuera su propia hija.
El rey visita la casa del mariscal, conoce a la niña, se
enazora de ella y se casan con gran magnificencia.
El rey parte a la guerra contra los escoceses y siguen
los acontecimientos usuales: nacimiento del hijo,
comunicación al rey; la madre intercepta los mensajes y
ordena quemar a la reina y al niño.
Se quema en el lugar de la reina a dos terneros, uno más
grande y otro más pequeño, y se la abandona en una harca,
la misma que ella utilizó en su primera huida, Llega a
Roma. Allí es recogida por un romano, Más adelante el
Papa toma al hijo bajo su protección.
Los reyes de Francia e Inglaterra acuden a Roma buscando
el perdón para sus pecados. Es la confesión del padre lo
que conduce al reconocimiento. El padre proclame a la
hija como su heredera. Cada uno vuelve a su país. El rey
francés muere. El inglés tiene que partir, junto con su
hijo, a nueva guerra contra los escoceses. Mientras,
muere la reina. Está vacante el trono de Francia y surgen
otros aspirantes. El rey de Inglaterra, afligido por la
muerte de su esposa, abdica de su derecho en su hijo que
será el aspirante legitimo al trono francés.
<Suchier 1884, XLIII—XLIV; D¨ing 1912, 20;
Bolte—polivka 1913, 299; Cox 1895, LIII)
—21—
Sc. -El cuento de Emare, poema inglés que se conserva en
un único manuscrito del siglo xv, fue publicado por
Ritson en Ancient Engleish motrical romances, en Londres,
1802, vol.II,pp.204~
247.
—22—
Sc.- En el siglo xv, Bartalomeo Fasrio, secretario de
Alfonso 1, rey de Nápoles, compuso Una novela titulada:
De origine bellí ínter Gallos et Britannos, siguiendo un
antiguo relato en lengua vulgar.
Enseguida esta historia fue contada en italiano por
Jacopo di Poggio Braccioliní, en una novela que imprimió
con el titulo: Storia dellt origine della guerre tra i
francesí e glí inglesí (Florencia, 1542) y reimprimida
bajo los de Revelía di incerto autora <Florencia 1834) y
Novella dolía Pulcella di Francia (Luoquos, 1850>.
Tambien Fazio explica con esto motivo tradicional,el
origen de la Guerra de los Cien Aflos, pero invierte los
papeles: su heroína es hija del rey de Inglaterra y llega
a ser reina de Francia.
—23—
Durante largo tiempo estas disposiciones fueron
observadas, pero un día el rey de la Gran Bretaña, mal
aconsejado por sus ministros, rehusá someterso a este
acto de homenaje y esta fue la causa de una gran guerra y
de los odios que duraban todavía en el momento en que
escribía el autor de la novela.
<Puynaigre 1884,203; Ccx 1893,LXIII; Dáurunling 1912,20;
Bolte-polivka 1913,300; Suchier 1864, XLVIII-XLIX)
—24
id-Vida da Constanee, en la Cbronique anglo—normande de
Nicholas Trivet, 1334—1347
De Trivet han toaado la materia para sus poemas sobre
Constance, tanto Gower, Confessio Anantis <1390>, como
Chaucer, Canterbury ?ales <1385)
—25—
~o.- Novella di Dionigia, incluida en 1111 Pecorone”, de
Giovanni Fiorentino (1378).
—26—
3d.- Chaucer, en cuentos de Canterbury (b.1385), incluye
la historia de Constanza bajo el eplgrafe:”cuento del
jurisconsulto’
Dada su excesiva longitud, entresacaremos los párrafos
imprescindibles para la integridad de la historia: <6)
—27—
<Es recibida Constanza por ‘=1 sultán y por la insidiosa
madre que invita a todos a una fiesta. Esta se celebra
inmediatamente y en olla el sultán y todos los cristianos
fuel-on cosidos a puñaladas. Sólo se salvé Constanza>
—28—
Lo que sigue es conocido: ella embarazada: él parte a
guerrear con los escoceses; la deja al cuidado de un
obispo y su condestable; ella da a luz, Mauricio: envían
cartas al rey; el mensajero es engañado por la reina
madre que sustituye las cartas. La que le envían dice:
“La reina ha dado a luz tan hórrida e infernal criatura
que no hay en el castillo persona que ose permanecer un
instante cerca de ese ser. Ahora vemos que la madre es un
demonio, traído aquí para nuestra desgracia, mediante
encantos y brujerías, y todos procuran apartarse de ella”
—29—
Encolerizado el César, envió a su senador y a muchos
caballeros con patentes reales, para que tomasen cruel
venganza de los sirios. Hiciéronlo así, y en tierra
siriaca incendiaron, mataron y tuvieron a todos los
musulmanes en gran tribulación durante muy dilatado
tiempo.. .al cabo retormaron a Poma. Y cuando el senador
navegaba con regia pompa, halló, según las crónicas
cuentan, el barco en que la entristrecida Constanza
flotaba sobre las olas. El dignatario no conoció quién
era aquella mujer, ni supo por qué estaba en semejante
situación, y ella resolvió callarlo aunque le costase la
vida.
—30—’
TEXTOS DE LAS VERSIONES POPULARES
Ciclo de “La niña perseguida”
—
—32—
Después llegó a una ciudaz. Allí había una casa que nadie
quería habitar. Y ella quiso meterse; pero no la dejaban.
Después se metió allí, y cono no tenía nada, la Virgen la
dió ropas, di— neros y muchas cosas para que se
alimentarían ella y sus dos hijos. Después, allí, todos
los pobres que iban a pedir les daba limosna: los que
iban desnudos los vestía.
El rey se enteró y fue él también. Cuando fue el. rey, sus
hijos le reconocieron y decían:
—ISí éste debe de ser nuestro padre¡
Y entonces la mujer también le reconoció. Y vivieron
felices y comieron perdices, y a nosotros nos dieron con
el plato en las narices.
Covarrubias, Burgos.
Marrador XLIII, 4 de junio, 1936.
—33—
1.2.— La niña sin brazos <RA 31)
—34—
Pero el diablo se hizo con ella en mitad de camino y puso
otra donde se decía que la reina había tenido dos
monstruos. El rey escribió otra carta donde decía: “Que
los críen hasta que yo vuelva”. Pero otra vez el demonio
se hizo con la carta y escribió otra diciendo:”Coge a los
mellizos y degfléllalos inmediatamente.” Cuando la reina
leyó la carta, se puso a llorar y pensó que a sus hijos
no los mataría por nada del mundo. Le conté a su suegra
lo que pasaba y ésta la ayudé a escaparse. Le puso unas
alforjas sobre los hombros y metió a los mellizos en
ellas, uno a cada lado.
La muchacha se fue canino adelante, venga a andar, venga
a andar, hasta que sintió hambre y sed, lo mismo que sus
hijos. Se acercó a un pastor y a una pastora que estaban
por allí cerca y les pidió que le pusieran a sus hijos a
mamar, uno en cada pecho. Y así lo hicieron,Luego se los
metieron otra vez en las alforjas. Ella les preguntó que
dónde podría beber y los pastores le dijeron que muy
cerca había un arroyo y más adelante una casa donde
podría quedarse.
La niña llegó al arroyo y se agaché para beber. Por más
cuidado que puso, se le cayeron los dos niños al agua, y,
al quererlos coger para que no se ahogaran, le salieron
los dos brazos y con ellos pudo salvar a sus hijos.
Se puso en canino otra vez y, cuando ya se iba haciendo
de noche, divisé una lucecita y se encaminé hacia ella.
Llegó a una casa donde no había nadie y allí se quedó a
vivir con sus hijos.
Al cabo de unos años, ya el rey había vuelto de la guerra
y estaba cazando por aquellos lugares, cuando se le hizo
de noche. vió la luz de la casa y so dirigió hacia ella.
En cuanto la muchacha le abrió la puerta, le paració que
la conocía de algo, pero no dijo nada, Se sentó a coner
con ellos, mientras la mujer le contaba su historia, pero
él no decía nada. Los dos niños no hacían más que mirarlo
también y él a los dos niños, fijándose en ellos y en su
madre. Por fin le dijo a ella:
—Si usted no tuviera brazos...
Y siguó comiendo. Y al rato otra vez se lo dijo:
—si usted no tuviera brazos...
La mujer había preparado de postre un pastel, y dentro
había metido el anillo de bodas, de manera que, cuando él
se lo encontró, comprendió de pronto que aquella era su
mujer y aquellos sus hijos. Los abrazó y todos contentos
regresaron al palacio, donde vivieron felices muchos,
muchos años.
—35—
1.3.— GiLva (Xc 71>
—36
—¡Pues nosotros nc se la devolvemos! —gritaron a coro los
campesinos.
Se originé un gran pleito. El judío recurrió al tribunal,
y el tribunal sentencié que si la hija era suya no podían
quitársela: de manera que esa pobre gente se vid obligada
a obedecer la ley. Todos lloraban, y la más desesperada
era Olive, porque su padre era para ella un desconocido
y no sin lágrimas se alejó de esos bondadosos campesinos
que habían sido su padre y su madre durante tantos años.
En el momento de la despedida, la mujer puso en manos de
diva el Libro de Horas de la Virgen, y le recomendó que
nunca olvidase que era cristiana. Así se separaron esas
almas piadosas.
El judío, cuando estuvo en casa, se apresuré a decir:
-Aquí somos judíos, y tu también, y creerás en lo que
creemos nosotros. Pobre de ti si te encuentro leyendo el
libro que te dio tu nodriza: la primera vez lo arrojaró
al fuego y te azotaré, la segunda te cortarÁ las manos y
te echaré de casa. Sé juiciosa, lo digo en serio.
Ante semejantes amenazas, la pobre diva tuvo que fingir
que era judía cuando estaba en pdblico; pero cuando
estaba encerrada en su cuarto entonaba las plegarias de
la Virgen y las letanías, y su fiel camarera permanecía
de guardia por si su padre aparecía de improviso. Pero
todo fue inatil, porque un día el judío la sorprendió en
el reclinatorio con el libro abierto. Lo arrojó al fuego
con furia, y a ella le pegó sin misericordia.
No por eso Oliva se dejó intimidar. Le encargó a la
camarera que le comprara un libro igual al primero y
siguió leyéndolo. Pero el judío, que desconfiaba de
ella, no dejaba de vigilarla a hurtadillas; así un día
irrumpió en el cuarto y volvió a sorprendería, Esta vez,
sin decir una palabra, la llevé junto a un banco de
carpintero, le hizo extender las manos y se las cortó con
una cuchilla. Luego ordenó que la llevaran a un bosque y
la abandonaran,
La desdichada estaba más muerta que viva, y sin manos no
tenía modo de ayudarse. Empezó a caminar hasta que llegó
a un gran palacio. Quería entrar y pedir un poco de
caridad, pero alrededor había un murallón alto y sin
puertas, en cuyo interior florecía un hermoso jardín. Por
encima de la cresta del murallón sobresalían las ramas de
un peral buré, cargado de frutos maduros.
—¡Oh! ¡Si al menos consiguiera una de esas peras~
—exclamó diva—, ¿Pero cómo lo hago para alcanzarlas?
Apenas dice estas palabras, el murallón se abre y el
peral baja las ramas. De tal manera que diva, pese a no
tener manos, podía llegar a las peras con los dientes y
comerlas aun sin que cayeran del árbol. Cuando estuvo
satisfecha, el árbol volvió a levantar las roas, el
murallón volvió a cerrarse, y Oliva se volvió al bosque.
Cono ya conocía el secreto, todos los días a las once
pasaba debajo del peral para desayunar con sus frutos;
luego regresaba a las honduras del bosque, donde se
quedaba incluso a pasar la noche.
—37-.
Esas peras eran muy preciadas, y una mañana el Rey que
vivía en eso palacio quiso probarlas y mandó a un criado
para que le trajera alguna. El criado volvió muy
afligido:
-Majestad, hay algáii animal que trepa al árbol y roe las
peras dejando apenas el rabillo.
-Lo atraparemos —dijo el Rey.
Be construyó una cabaña de ramas y empezó a montar
guardia por la noche, pero aunque sacrificaba el sueño
las peras siempre aparecían mordidas.. Entonces decidió
montar guardia de día, y a las once vid que el murallón
se abría, el peral bajaba las ramas y Oliva mordía ya una
pera ya otra. El Rey, que estaba listo para abrir fuego,
del asombro, dejó caer la escopeta y el murallón volvió a
cerrarse y la muchacha desapareció sin que él atinara a
hacer nada, salvo admirar la belleza de la muchacha.
Se apresuró a llamar al criado y los dos batieron el
bosque en busca de la ladrona. Y así fue como la
encontraron dormida en lo más espeso de un matorral.
—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? —le preguntó el rey—.
¿Cómo osas venir a robarme las peras? TCasi te deje
muerta de un tiro!
diva, por toda respuesta, le mostró los muñones.
-Ipobre muchachal —dijo el Rey—. ¿Quién fue el bribón que
te cortó de este modo? —y pidió que le contara la
historia-. Ho me importa lo de las peras —dijo después de
escucharla-. Ven a quedarte en mi palacio. Mi madre la
Reina seguro que te hará compañía y que te ayudará.
Así Oliva fue presentada a la Reina, pero el hijo mo le
habló del peral que bajaba las ramas ni del murallón que
se abría, por temor a que la madre la considerara una
bruja y le tomara odio. De hecho, la Reina no se negó a
tener consigo a la muchacha, pero mucho no la quería y la
daba de comer escasamente, porque había advertido que su
hijo se fijaba demasiado en las bellezas de esta mujer
sin manos. Para quitarle de la cabeza cualquier idea que
se le hubiese metido, le dijo:
—Hijo mio, es hora de que busques mujer. Hay muchas
princesas casaderas de tu mismo rango; toma oaballos,
criados y dinero y recorre el mundo hasta encontrarla. El
Rey partió para no desobedecer a la madre, y pasó seis
meses visitando las Cortes de otros paises. Pero a los
seis meses volvió a casa y dijo:
—Escuchadme, madre, no os enfadéis. Princesas en el mundo
no faltan, y basta con querer una. Pero no he encontrado
ninguna tan hermosa y gentil como Oliva. Por lo tanto he
resuelto casarme con Oliva.
—¿Cómo? -exclamó la Reina—. ¿Una muchacha del bosque,
manca y de origen desconocido? ¿Quieres deshonrarte?
Pero el Rey me negó a escuchar a su madre, y sin esperar
más concertó las bodas con Oliva.
A la vieja Reina no le gustaba nada esa historia de tener
una nuera de estirpe desconocida, así que a oliva no le
ahorraba desdenes ni desaires, aunque siempre tratando de
no enemistarse con el Rey. diva SC callaba por
prudencia.
Al poco tiempo diva quedó embarazada y el Rey se puso
muy contento, pero de pronto otros Reyes vecinos le
declararon la guerra y él se vió obligado a marchar al
frente de sus tropas en defensa del ReinoAntes de
partir, quiso confiarle a su madre el cuidado de Oliva,
pero la vieja Reina le dijo:
—No, no puedo hacerme cargo de algo tan delicado; nás
aún, me iré de palacio y me encerraré en un convento.
Por lo tanto oliva se quedó sola en palacio, y el Rey le
recomendó que todos los días le enviara una carta con el
Correo. Así el Rey partió al campo de batalla, la vieja
Reina para el convento, y diva permaneció en la Corte
con toda la servidumbre. Cada día un correo salía de la
Corte con una carta de Oliva para el Rey,, pero al mismo
tiempo una tía de la vieja Reina hacia de correveidile
entre la Corte y el convento, para mantenerla al
corriente de todo lo que sucedía. Cuando la Reina supo
que Oliva había dado felizmente a luz dos hermosos niños,
dejó el convento y volvió a palacio con el pretexto de
ayudar a la nuera. Se hizo acompañar por los guardias,
obligó a Oliva a levantarme de la cama, le puso una
criatura en cada brazo y ordenó que la devolvieran al
bosque donde el Rey la había encontrado por primera vez.
—Abandonadía ahí para que nuera de hambre —dijo a los
guardias—. Iguien transgreda mis órdenes perderá la
cabeza, y también la perderá quien llegue a comentar este
asunto!
Después, la Reina vieja escribió a su hijo que su mujer
había muerto en el parto junto con las criaturas y, para
que la mentira fuera convincente, hizo confeccionar tres
fantoches de cera y organizó un gran servicio fúnebre en
la capilla real, presentándose bañada en ltgrimas y
vestida de luto.
El Rey, allá en la guerra, no encontraba sosiego al
enterarse de esa desgracia, y ni por un momento sospeché
que se trataba de una perfidia de su madre.
Pero volvamos a diva, quien sin manos y en juedio del
bosque, con esas criaturas en los brazos, se noria de
hambre y de sed. Caminó y caminó hasta llegar a un pozo
de agua, donde una viejecita lavaba la ropa.
—Buena mujer —dijo Oliva—, ¿me harías la caridad de
retorcer sobre mi boca uno de esos paños mojados? >4e
muero de sed.
—No, vale más que hagas lo que te voy a enseñar
—respondió la viejecita—. Arrodillate y baja la boca
hasta el agua,
—¿Pero no ves que no tengo manos y debo tener en brazos a
mis criaturas?
—No importa. Haz la prueba.
—39—
diva se arrodillé, pero mientras se inclinaba sobre el
pozo, los dos chicos se le resbalaron, cayeron y
desaparecieron bajo el agua.
—¡Oh, mis hijitos, mis hijitosL;socorro¿¡~e
ahogan! iAyildenmel
La viejecita no se movió.
—No tengas miedo, no se ahogan. Rescátalos.
-ev cómo lo hago? ¿No ves que no tengo manos?
-Sumerge los muñones.
Oliva sumergió los muñones en el agua y sintió que
volvían a crecerle las manos, y con las manos agarró a
los niños y los sacó sanos y salvos.
-Ahora puedes irte —dijo la viejecita—. Ya no te faltan
manos para arreglártelas por ti misma. Adiós.
Y desapareció antes de que oliva tuviese tiempo de
agradecer— le ese inmenso favor.
oliva caminé al azar por el bosque en busca de un
refugio, y encontró una hermosa casita, nueva y con la
puerta abierta de par en par. En el hornillo hervía una
olla de patatas y otras comidas más sustanciosas. Oliva
dió de comer a sus hijos, comió a su vez, y luego se
dirigió a un cuarto donde había una cama y dos cunas.
Puso a dormir a los niños y luego también ella se acosté.
Así vivió en esa casita sin que nunca le faltase nada y
sin ver nunca un alma viviente.
Pero dejemos a Oliva y volvamos al Rey, que al terminar
la guerra volvió y encontré su país enlutado, Su madre
trataba de consolarlo, pero él se deseperaba más a medida
que transcurría el tiempo, y para distraerse quiso ir de
cacería. En el bosque lo sorprendió una tormenta tan
feroz que la tierra parecía partirse bajo loe rayos y los
truenos. “¡ojalá me muriera!”, se decía el Rey. ‘¿De qué
vale este mundo sin Oliva?”.pero en medio de los Arboles
vió una lucecita y fue hacia ella en busca de protección.
Llamé a la puerta y le abrió Oliva. El no la reconoció, y
ella guardó silencio, pero lo recibió con gran gentileza
y lo invitó a acercarse al fuego para calentarse,
trabajando sin descanso con tal de complacer al huésped y
ayudada por sus pequeños.
El Rey la miraba y tenía la impresión de que se parecía
mucho a diva, pero al verle las manos sacudía la cabeza.
Y a los niños que brincaban a su alrededor les decía:
—¡También yo pude tener niños como éstos para mi
consuelo! ¡Pero han muerto con su madre, y yo me
encuentro solo y desdichado!
Mientras tanto, diva se alejó para preparar la cama para
el huésped y llamó a los chicos:
—Escuchad —les dijo en voz baja—, cuando volvamos con él,
pedidme que os cuente un cuento. Yo diré que no, e
incluso os amenazaré con un par de bofetadas, pero
vosotros insistid en que queréis que os lo cuente.
-si, si, madre. Haremos lo que nos dices.
—40’—
Y en efecto, cuando volvieron junto al hogar empezaron;
—¡Mamá, mamá, Ouéntanos uno de tus cuentos!
—¡Pero os parece oportunol ¡Es tarde y este señor se
aburriría, cansado como está!
—TAnda madre, danos este qustol
—¡Si no os calláis, os doy un par de bofetadas!
—¿Por qué, pobrecitos? -intervino el Rey—. Déles el
gusto. Yo todavía no tengo sueño y escucharé con mucho
placer.
Después de tanto rogar, Oliva se sentó y empezó a contar
el cuento. El Rey se puso cada vez más serio. Escuchaba
con ansiedad y preguntaba: ‘¿Y después? ¿Y después?’,
porque era la historia de la vida de su pobre mujer. Y no
se atrevía a confiar en sus esperanzas a causa de ese
misterio de las manos, hasta que no pudo más y preguntó:
—¿Y con las manos cortadas, qué pasó?
Y Oliva le conté lo de la viejecita que lavaba.
—¡Entonces eres tu! —gritó el Rey, y se abrazaron y se
besaron. Pero después de haber manifestado su alegría, el
Rey recobré su expresión adusta- • Ahora hay que volver a
palacio —dijo—, iporque mi madre lo pagará cono debe!
—¡Eso no! —dijo Olive-. Si de veras me quieres debes
prometerme que no le infligirás ningún castigo a tu
madre. Bastante tendrá con sus remordimientos, Y adenás,
pobre vieja, creía servir a los intereses del Reino.
Déjala con vida, porque yo le perdono todo el. mal que
hizo.
Así que el Rey regresó a palacio y no le dijo nada a su
madre.
—Estaba preocupada por ti -le dijo ella—, ¿Cómo has
pasado la noche, en medio de esa tormenta?
—La pasé bien, madre,
—¿Y cómo? —preguntó la Reina con cierta desconfianza.
—En casa de gente bondadosa que supo mantenerme alegre.
Es la primera vez que encuentro consuelo desde la muerta
de Oliva. pero decidme, madre: ¿de veras está muerta?
—¿Pero qué estás preguntando? ¡Sí todo el pueblo
presenció el funeral!
—Quisiera ir a depositar unas flores en su tumba, y saber
bien cómo sucedió...
—¿Pero qué es ese retintín de sospecha? —dijo la Reina
roja de furia—. ¿Te parece que ése es modo de hablarle a
tu madre, como si dudaras de mi palabra?
—Vamos, madre. ¡Dejémonos ya de mentiras! ¡Ven aquí,
Oliva ¡
Y entró oliva trayendo a sus hijos de la mano. La Reina,
de roja de rabia pasó a blanca de susto. Pero Oliva le
dijo;
—Mo tenqáis miedo, que no os haremos ning~2n daño. Nos
basta con la felicidad que bezos reencontrado.
La Reina volvió a enclaustrarsa en el convento, y el Rey
y Olive permanecieron en paz toda la vida.
(Montale Pistoiese)
—41—
1,4.— La muchacha sin manos (0 31)
—4 2—
Ella contesté:
—Querido padre, hazne lo que quieras, yo soy tu hija.
A continuación extendió las manos y se las dejé cortar.
El diablo volvió por tercera vez, pero ella habla llorado
tanto sobre sus muñones
1 que estaban inmaculados.
Entonces se vid obligado a retirarse y perdió todos los
derechos sobre ella.
El molinero dijo:
—He ganado tantas riquezas gracias a ti, que te mantendré
toda la vida de forma excelente.
Ella, sin embargo, contesté:
—Yo no puedo permanecer aquí, tengo que partir. Personas
compasivas me darán lo que necesite.
Después de esto se hizo atar sus brazos mutilados a la
espalda y a la salida del sol se puso en camino y anduvo
toda la jornada hasta que fue de noche.
Llegó entonces a un jardín real, y a la luz de la luna
vió que había allí árboles cargados de fruta, pero ella
no pudo entrar, pues a su alrededor había agua. Y coao
había andado tanto y el hambre la martirizaba1 pensó:
“Ojalá estuviera dentro para poder comer algo da fruta,
si no me moriré de hambre”.
Se arrodillé e imploré al señor rezando. De pronto
apareció un ángel que cerró con una esclusa el agua, de
tal manera que quedara el foso seco, y ella pudo entonces
atravesarlo. Entró en el jardín y el ángel Con ella, vio
un árbol con fruta, que eran peras preciosas, pero
estaban todas contadas. Se acercó y comió una con la boca
en el árbol para calmar su hambre, pero no más, El
jardinero la vié, pero como el ángel estaba a su lado
tuvo miedo y creyó que la joven era un espíritu, Se calló
y no se atrevió a gritar ni a dirigirle la palabra.
Cuando se hubo comido la pera y saciado el hambre, se fue
y se escondió en la maleza.
El rey al que pertenecía el jardín bajó al día siguiente,
conté las peras, y vió que faltaba una y preguntó al
jardinero dónde había ido a parar, ya que nO estaba
debajo del árbol y había desaparecido. El jardinero
contesté:
—La noche pasada entró un espíritu que no tenía manos y
cogió una con la boca-
El rey dijo:
—¿Cómo a atravesado ese espíritu el agua y adónde ha ido
después de comerse la pera?
El jardinero respondió:
—Alguien vino desde el cielo con un traje blanco como la
nieve, cerró la esclusa y detuvo el agua para que el
espíritu pudiera pasarpor el foso. Y como debía ser un
ángel, tuve miedo y ni pregunté ni grité. Después de
comerse la pera, el espíritu se fue.
El rey dijo:
—Si ha sido como dices, esta noche penuaneceré contigo en
vela.
—4.3 —
Cuando cayó la noche llegó el rey al jardín, y traía
consigo un sacerdote que debería dirigir la palabra al
espíritu. Los tres se sentaron bajo un árbol y prestaron
atención. A media noche llegó la muchacha saliendo de la
maleza, se acercó al árbol y comió otra vez una pera con
la boca. Al lado de ella estaba el ángel de blancas
vestiduras Entonces salió el sacerdote y habló así:
-¿Vienes de parte de Dios, o eres de esto mundo? ¿Eres un
espíritu o un ser humano?
Ella contestó:
-No soy espíritu alguno, sino un pobre ser humano,
abandonada de todos menos de Dios.
El rey dijo:
-Si estás abandonada de todos, yo no te abandonaré.
La llevó consigo a su palacio real y, como era bella y
piadosa, la amé de todo corazón, hizo que le fabricaran
unas manos de plata y la Convirtió en su esposa.
Después de un año tuvo el rey que partir a la guerra;
enconendé a la joven reina a su madre y dijo:
-Cuando dé a luz, preocúpate de ella y cuidala y
escríbene rápidamente una carta.
Pues bien, ella tuvo un hermoso niño. La madre le
escribió inmediatamente y le anuncié la buena nueva. El
mensajero se sentó a descansar por el camino en un arroyo
y, cono estaba cansado del largo camino, se durmió.
Entonces llegó el diablo, que siempre estaba deseoso de
causarle algún mal a la joven reina, y cambió la carta
por otra en la que decía que la reina había dado a luz un
monstruo. Cuando el rey leyó la carta se asusté y se
entristeció profundamente; sin embargo,escribió como
respuesta que atendieran bien a la reina y la cuidaran
hasta su llegada. El mensajero regresé con la carta, se
paré a descansar en el mismo lugar y volvió a dormirse.
De nuevo apareció el diablo y le puso otra carta en el
bolsillo; en ella decía que mataran a la joven reina con
el niño. La anciana madre se asusté sobremanera cuando
recibió la carta, no lo quería creer y le escribió al rey
de nuevo, pero no recibió ninguna otra contestación
porque el diablo le daba al mensajero cada vez una carta
falsa. Y en la última carta decía más aún: como prueba
debería guardar la lengua y los ojos de la reina.
Pero la madre lloré de tener que derramar sangre
inocente, e hizo que le trajeran por la noche una corza,
le corté la lengua, le sacó los ojos y los guardó. Luego
le dijo a la reina:
-Yo no puedo dejar que te maten, como manda el rey, pero
tú no puedes seguir aquí por más tiempo. vete con tu hijo
por el ancho mundo y no vuelvas nunca más.
Le até el niño a la espalda y la pobre mujer se fue con
los ojos llorosos. Llegó a un gran bosque salvaje;
entonces se puso de rodillas y rezó a Dios, y el ángel
del Señor se apareció ante ella y la condujo a una
pequeña cIsa. En la casa había una plaquita con la frase:
“Aquí viven todos libremente”.
De la casita salió una doncella blanca cono la nieve:
—Bienvenida,reina —dijo, y la llevé adentro.
Entonces le desaté al pequeño de la espalda y lo sujeté
en su pecho para que masara y lo puso en una linda camita
bien preparada. A esto dijo la pobre mujer:
—~Cómo sabes que soy una reina?
La blanca doncella contestó:
—Yo soy un ángel enviado por Dios para cuidar de ti y de
tu hijo.
Ella permaneció en la casa siete años y estuvo bien
cuidada, y, por la gracia de Dios y a causa de su piedad,
le crecieron de nuevo las manos.
El rey volvió, finalmente, de la guerra y lo primero que
hizo fue querer ver a su mujer con el niño. Entonces la
anciana madre empezó allorar y dijo:
-Hombre despiadado, tú me escribiste que zatara a dos
almas inocentes —y le mostró las dos cartas que había
falsificado el malvado, y siguió hablando—He hecho lo
que me mandaste -y le enseñé como prueba la lengua y los
0)05.
El rey comenzó entonces a llorar mucho más amargamente
por su pobre mujer y por su hijito, de tal manera que la
madre sintió compasión y le dijo:
-Tranquilizate, todavía viven; hice matar secretamente a
una corza y de ésta tomé las señales de prueba; a tu
mujer le até el niño a la espalda y la mandé que se
marchase a recorrer mundo y me ha prometido no volver
nunca por aquí, debido a que tú estabas tan furioso con
ella.
El rey dijo:
—Iré hasta los confines del universo y ni comerá ni
beberé hasta que haya encontrado a mi querida esposa y mi
hijo, si es que mientras tanto no han sufrido una
desgracia o se han muerto de hambre.
Dicho esto se lanzó al mundo durante siete años y los
buscó por todas las rocas y cuevas, pero no los encontré
y pensó que habían muerto. Durante este tiempo no comió
ni bebió, pero Dios le conservé con vide. Finalmente fue
a parar a un gran bosque y encontré allí la pequeña casa
con la plaquita: “Aquí viven todos libremente”. Salió
luego la blanca doncella, le cogió de la mano y le llevó
adentro diciendo:
—Bienvenido, señor rey —y le preguntó de dónde venia.
El contestó:
—He viajado por ahí durante siete años y busco a mi mujer
y a mi hijo, pero no los puedo encontrar,
El ángel le ofreció comida y bebida, pero no la quiso
tomar y solamente quiso descansar un poco. Se echó a
dormir y se tapé la cara con un paño.
A continuación fue el ángel a la habitación donde estaba
la reina con su hijo, al que ella llamaba generalmente
Rico en Dolores, y le dijo:
—sal con tu hijo, tu marido ha llegado.
—45—
Ella fue a dónde él estaba y el paño se le resbaló de la
cara. Ella dijo:
—Rico en Dolores, levanta el paño a tu padre y cúbrele
con él la cara.
niflu lo Levantó y le tapé de nuevo la cara. El rey oyó
todo esto en sueños y dejé caer el palio otra vez.
Entonces el muchachito se puso impaciente:
-Querida madre, ¿cómo puedo yo tapar la cara a mi padre?
Yo no tengo padre alguno en la tierra. Yo he aprendido a
orar ‘Padre nuestro, que estás en los cielos”; tú me has
dicho que mi podre estaba en el cielo y era Dios. ¿Cómo
puedo conocer a un honbre tan salvaje? Este no es mi
padre.
Cuando el rey oyó esto, se incorporé y preguntó quién era
ella. Ella dijo a esto;
—soy tu mujer y éste es tu hijo Rico en Dolores.
Pero el vió sus manos y dijo:
—Mi mujer tenía manos de plata.
Ella contestó,
—Las manos naturales me las ha hecho crecer de nuevo el
Señor misericordioso.
El ángel fue a la habitación, cogió las manos de plata y
se las enseñé. Entonces le cupo la seguridad de que
aquellos eran su querida esposa y su querido hijo y los
besó feliz y dijo:
—Se me ha quitado un enorme peso del corazón.
El ángel de Dios les dió a continuación de comer a todos
y se fueron a casa de su anciana madre. La alegría fue
general y el rey y la reina celebraron sus bodas otra vez
y vivieron felices hasta el piadoso fin de sus días.
1.5.— La pava (lO 141)
—47—
-¿Sabes una cosa, hermano? Esta mañana una anciana me ha
regalado una pava, qué buena.
-¿Y dónde la has puesto? —preguntó el hermano.
—La he escondido en esa habitación oscura y ahora voy a
darle de comer.
Una vez que el hermano, cansado, se acosté, la muchacha
cogió una vela y fue a ver a la pava. Vid el foso que
había cavado, vió el escotillón, y dijo:
—¡Mira lo que ha encontrado la pava!
Abrió el escotillón y había una escalerita.
—Ahora bajo —dijo la muchacha. Bajó y vid un vestido de
Rey: yelmo, espada, coraza; sólo faltaba la corona. “¿De
qulón será todo esto?”, se preguntó la muchacha. “Bueno,
sea de quien fuere, yo me lo llevo”. Y se lo llevó todo a
su cuarto.
Por la mañana, al despertarse, el hermano vid yelmo,
espada y coraza junto a la cama.
-¿Y esto de dónde ha salido?
—¿Sabes una cosa? -responde la hermana—. La pava se puso
a escarbar y en el fondo había una escalera. Bajó a un
subterráneo y encontré todo esto.
-¡Pero son vestiduras de Rey! —dice el hermano.
-¿Ah si? ¡Qué bien! Pruébatelas, hermano, que quiero ver
cómo te quedan. Venga, venga!
Y ayudé al hermano a enfundarse en esas ropas, y batía
las palmas con gran alegría.
En ese momento se oyeron trompas y tambores: como era
Nochebuena, los músicos iban a tocar debajo de las
ventanas del Palacio Real.
La muchacha abrió la ventana y ante toda la gente que
estaba en la plaza apareció el muchacho vestido de Rey,
con yelmo, espada y coraza.
-¡Éste es nuestro ReyI —gritaron todos—. ¡Éste es muestro
Rey’
Los guardias del palacio, al oir esos gritos, dieron la
alarma. La multitud armaba un gran alboroto. Toda la
Corte se puso a gritar:
—¿Qué ocurre? ¿Qué ocurre?
La gente de afuera, al advertir el tumulto en el palacio,
empezó a gritar; “¡Abajo!” y “¡Vival”. Entre tanto gentes
de toda la ciudad afluían a la plaza, y cuanto más crecía
el bullicio más gente acudía.
El Rey se presentó en la escalinata, pálido, y avanzó
para hablar con el pueblo, pero aquella gente, que lo
odiaba a muerte por su carácter tiránico, ahora que había
empezado quería terminar de una vez, y lo agredieron con
pedradas y puñetazos, tirándole a matar, recibió tantas y
tantas que al fin murió como merecía. El pueblo mismo
cogió la corona de Rey y la colocó en la cabeza del
sobrino, entre hurras y salvas.
El joven Rey empezó a gobernar con justicia, y todos
estaban contentos y lo querían. Éí, por su parte, estaba
tan contento que hizo un voto: todos los viernes los
pobres acudirían a Palacio, y él en persona les darla una
limosna. Llegaban pobres de todas partes y recibían la
limosna de sus propias manos. Y así todos los viernes,
hasta que una vez que estaba extenuado y a punto da
retirarse vió acercarse una vieja ciega con una
muchachita de unos doce años. Decía, con una voz que
despertaba compasión:
—Real Majestad, ten caridad de esta pobre ciega, Dios te
lo pague.
El Rey dió una limosna a la vieja, pero entre tanto mo
dejaba de mirar a la muchacha, que era muy bella, y dijo:
—Buena mujer, regresa todos los viernes, pero manténte
alejada de los demás sin mezcíarte conlos otros pobres
para que pueda verte.
Las dos mujeres se alejaron colmándolo de bendiciones y
el Rey quedó sumido en la melancolía. Le parecía que
faltaba un siglo para el préKimo viernes; se sentía
ansioso por saber si la vieja y la niña regresarían. Por
fin llegó el viernes, y el Rey miraba a todos uno por
uno, hasta que un poco más lejos, cerne él habla indicado,
vid a las dos mujeres. Les hizo señas con la mano, les
dió más dinero de lo habitual, y luego dijo a la
jovencita:
—Tira esos harapos y cémprate Un vestido nuevo. Póntelo
el viernes, cuando vengas.
Al viernes siguiente la joven se presentó con un vestido
de algodón y zapatos nuevos, y el Rey le dió más dinero.
y cada semana venia mejor vestida, hasta que trajo un
vestido de organdí que la hacía parecer una rosa.
—El viernes —le dijo el Rey— avanza tú en primer lugar.
El Rey estaba enamorado y en casa siempre se le veía
melancólico. su hermana se había dado cuenta, y le
preguntaba:
—¿Qué te pasa, hermano alo?
—Nada.. .me duele la cabeza. - .—Hasta que mo pudo ocultar
su amor por mAs tiempo y dijo—: Hay una pobre de quien re
he enamorado y la quisiera por esposa-
Pensaba que su hermana jazces habría visto con buenos ojos
que se casara con una pobre: pero la hermana, que era
bondadosa y amaba a su hermano y también había padecido
la pokeza, se limitó a decirle que la quería ver.
Ese viltnes la hermana fue con el Rey a dar las limosnas,
y las bella mendiga fue la primera. Era tan bella que la
hermana le dijo al Rey:
-Obedece los deseos de tu corazón.
Y el Rey se casé con la sendiga.
El día de la boda el Rey le dijo a su hermana:
—Yo me caso, pero nosotros seguimos igual que antes y la
que manda en esta casa eres tú.
—49—
Pero la esposa, que de pobre había pasado a rica,se
ensoberbeció. Empezó a envidiar a su cuñada, que estaba
al frente de la casa y poseía todas las llaves y así,
poco a poco, instigó a su marido contra la hermana. Le
hizo quitar las llaves, lo obligó a reñiría sin razón
alguna: y la pobrecita era cada vez más buena. Pero la
esposa sembró tanta cizaña que el Rey al fin exclamó:
—Pero mujer, ¿qué quieres que haga?
Y ella:
-Por la noche, ordena que la lleven al bosque y que la
maten; y para asegurarnos de que la han matado que te
traigan el corazón, las manos cortadas y la camisa
ensangrentada.
El marido no supo negarse. Ordené al verdugo que a
medianoche condujera a la hermana al corazón de un bosque
y la ejecutara, y que le trajera el corazón, las manos y
la camisa como evidencia.
Así se hizo; a medianoche la joven fue despertada y
apresada por dos esbirros.
-¿Qué queréis de mi?
—¡Orden de tu hermano el Rey! iAcompáñanosl
La subieron a una carroza y partieron. Cuando llegaron al
bosque los dos esbirros se dijeron:
-Y tenemos que matarla así, sin ningún motivo. ¡a
nosotros esta pobrecita no nos ha hecho nada!
-Yo seguro que no la mato —dijo el otro— - Mátala tú.
—¿Y ahora qué hacemos? Tenemos que presentar al Rey el
corazón, las manos y la camisa ensangrentada.
Forzosamente hay que matarla.
En ese momento se oyó un balido: era un corderito que se
habla extraviado y por la noche se había quedado en el
bosque. Lo cogieron y dijeron a la Reina:
—Quitate la camisa, que ahora degollamos el cordero y le
arrancamos el corazón. Pero las manos hay que cortarlas,
por mucho que nos disguste: ésa es la orden. ¡Paciencia!
Así lo hicieron y se llevaron el corazón del cordero y
las ranos sangrantes envueltos en la camisa.
La reina se quedó en el bosque, desangrándose por las
muñecas. Cuando el Rey vié aquellos míseros restos no
pudo contener las lágrimas.
-¡Hermana mía, tan contenta que estabas por mis bodas y
ahora has muerto por culpa de mi mujer! —decía. Así,
evocando el pasado, se arrepintió de todo lo que había
hecho, y clamaba llorando—: ¡Hermana mía, hermana mía!
Mientras él se desesperaba, su hermana se desangraba en
el bosque. Quiso la casualidad que justo en ese momento
pasara por el bosque, con su calesa, un Lord inglés. Al
oir los lamentos, se acercó, la vió y le preguntó quién
la había herido, La Reina le respondió que las fieras le
habían devorado las manos, y el inglés, recordando que en
su calesa tenía algodón, se lo ofreció para contener la
sangre. Luego la invitó a subir a la calesa y se la llevó
consigo.
-50’-
El Lord inglés estaba casado y sin hijos; podéis
imaginaros la vida feliz que la muchacha llevaba en esa
casa. Para que no anduviera así, sin manos, el Lord le
hizo poner un par de manos de cera.
Pese a todos sus sufrimientos, la Reina, que andaba por
los veinte años, era bella y lozana como una rosa. Estaba
asomada al balcón cuando pasó por la calle un Rey
forastero y la miró. le cayó en gracia y fue a pedir su
mano al inglés. El Lord aceptó la petición, pero Con toda
honestidad le advirtió que las manos de la muchacha eran
de cera. El Rey respondió que no le importaba y se casó
con ella y la llevó a su palacio.
Al cabo de unos meses, mientras la Reina esperaba un
niño, se declaró una guerra y su marido marchó contra al
enemigo a la cabeza de su ejército.
Mientras él se encontraba ausente, la Reina tuvo das
hermosos hijos, un varón y una niña. Pero los ministros,
que no soportaban ser gobernados por una mujer cuyo
origen ni siquiera conocían, resolvieran aprovechar las
circunstancias para librarme de ella.
En efecto, escribieron al Rey una carta donde le
explicaban que su mujer había parido dos perritos y
aguardaban sus órdenes para saber qué hacer con la Reina.
El Rey, medio muerto del disgusto, respondió que
esperaran su regreso, que él se encargaría da tomar una
decisión. Pero los ministros, que querían quitársela de
encima a toda costa, la despertaron por la noche, le
colgaron una alforja en bandolera, metieron dentro a los
niños, uno a cada lado, y la abandonaron en una playa
desierta.
La pobre rompió a llorar; sola, muerta de hambre y de
sed, con esos muñones en los brazos, no sabia qué hacer.
Encontró un pozo de agua y se agaché para beber. Mientras
se agachaba, de la alforja se le cayó un niño, que
desapareció bajo el agua. Imaginaos su desesperación: no
temía manos y no podía rescatarlo.
En ese momento apareció un anciano y le dijo;
-Hunde tu brazo cortado:
Tendrás el niño y la mano.
La Reina hundió el muñón en el agua y sintió que volvía a
crecerle la mano; en seguida alcanzó al niño y lo cogió
en brazos. Al hacer esa movimiento su otro hijo se le
deslizó de la alforja y se hundid en el agua.
El anciano repitió:
—Hunde tu brazo cortado:
Tendrás el niño y la mano.
Y ella recuperó la otra rano, salvé al niño y pudo
amamantar a los dos hijos. Luego el anciano la condujo .a
la cimade un monte donde se erguía una hermosa cesa. La
hizo entrar y le dijo:
—51—
-Quédate aquí, que no te faltará nada. Yo no te he de
abandonar.
Dejemos a la Reina y volvamos a su marido el Rey.
Concluida la guerra, volvió a casa, y cuál no fue su
dolor al no encontrar a su mujer. Pidió explicaciones y
le dijeron que no sabían nada; se había marchado de noche
con los dos cachorros que había parido. El Rey no iba a
tener paz hasta encontrarla y se puso a batir los campos.
El hermano de la Reina, mientras tanto, a causa de su
arrepentimiento no había vuelto a salir de casa y se dejó
crecer la baraba hasta las rodillas, dolido por haber
asesinado a una hermana inocente. Y a la mujer, que lo
había incitado a cometer esa injusticia, la confinó a una
mazmorra. Tanto insistieron sus ministros que un día lo
convencieron de que saliera de cacería, al nenes para
estirar un poco las piernas. Una vez en campo abierto,
sumido como estaba en sus pensamientos, se alejó de sus
ministros y se extravió. De pronto empezó a llover y el
Rey buscó refugio debajo de una encina.
Quiso la casualidad que el otro Rey, el marido que
buscaba a su esposa, estuviera atravesando aquel bosque y
buscara refugio bajo la encina, y así los dos se
encontraron por primera vez, pues si bien ambos eran
reyes nunca se habían conocido personalmente. Vieron una
luz y se encaminaron hacia ella bajo la lluvia. Esa luz
era nada menos que la casa del anciano, donde vivía la
que era hermana de uno y mujer del otro.
Llamaron; el viejo abrió y no vaciló en ofrecerles
alojamiento. Entraron y estaba la Reina: ella los
reconoció, pero ellos no.
—Como llueve —dijo el viejo—, aquí han venido dos señores
que necesitan guarecerse y piden tu hospitalidad.
-Con gusto -dijo ella—, en este momento estaba preparando
la comida para mis hijos.
—Entonces comeremos todos juntos —dijo el viejo.
Cuando estaban a punto de terminar la cena, el viejo dijo
a los dom niños:
—Niños, ahora contad una historia, así también os oiremos
a vosotros. Entonces la hija, que era la más lista,
empezó a hablar y contó la historia de su madre, desde el
momento en que los esbirros la habían arrastrado al
bosque hasta su casamiento. El hermano, a medida que
escuchaba el relato, pensaba: “Pero entonces, lésta es mi
hermanal”.
Cuando terminó la niña empezó el varón, y contó el resto
de la historia, desde el casmiento de su madre con el Rey
hasta que el anciano los había llevado al monte, a la
casa donde ahora vivían. El Rey al escucharlo pensaba:
“Entonces esta mujer es mi esposa, estos hermosos niños
son mis hijos. ¿Y por qué “le escribieron que había parido
dos cachorros?”.
-52’-
Y cuando el viejo, una vez que los dos niños terminaron
de hablar, les dijo: “Esta historia, señores, es la
vuestra”, los dos abrazaron a la mujer, y uno pedía
perdón y el otro besaba a sus hijos con lágrimas en los
ojos. El viejo, que era San José, presenciaba la escena
con gran alegría, y como señal de la buena acción su
cayado se cubrió de flores.
—Ahora que ya hice mi parte —dijo—, os doy mi santa
bendición.
Y con estas palabras desapareció.
(Calabría)
ti
—53—
1.6.— La manguita (A 279)
.54.
-A ver si te das prisa -la apresuró el hermano.
-Pero si todavía es pronto. -.
—Te equivocas. Ha llegado la tora.
Terminó por fin de arreglarse la hermana, subieron a un
carruaje y partieron. Habían recorrido cierto camino -no
sé si poco o mucho— cuando entraron en un bosque.
—¿Qué bosque es éste? —preguntó la hermana.
—Es la cerca que hay alrededor de la iglesia.
En esto se atascó el carruaje en unos matorrales.
—Apéate, hermanita, y desatáscalo.
-Mo puedo, hermanito querido: me mancharé el vestido.
—Te compraré otro mejor.
La hermana se apeó y, cuando estaba empujando el carruaje
para apartarlo de los matorrales, el hermano le cortó los
brazos hasta el codo, arreó al caballo y allí la dejó.
Sola, la hermanita rompió a llorar amargamente y luego
echó a caminar por el bosque. Estuve anda que te anda,
anda que te anda..., sin encontrar el modo de salir de
allí. Por fin, al cabo de varios años, y con la ropa
hecha jirones, una trocha la condujo fuera del bosque.
Conque salió de aquel bosque, llegó a una ciudad donde
había muchos mercaderes y llamó a la puerta de uno de los
más ricos pidiendo una limosna. Aquel mercader tenía un
hijo —un hijo único-, y este hijo se enamoró de la
mendiga.
—Quiero casrme —les dijo al padre y a la madre.
—¿Con quién?
—Con esa mendiga.
—TEijol ¿Te parece que hay pocas muchachas hermosas entre
las hijas de los mercaderes de nuestra ciudad?
—Pero quiero casarme con ella. Si no me dais vuestro
consentimiento, soy capaz de matarme.
A los padres les apenó mucho oir aquello de boca del
hijo, de su único hijo. Convocaron a todos los
mercaderes, a todos los sacerdotes, para que les dieran
su parecer sobre si debían o no casar a su hijo con la
nendiga -
—Se conoce que tal es su destino —opinaron los
sacerdotes— y Dios bendice su matrimonio con la mendige.
Conque el hijo del mercader vivió con ella un año, luego
otro, y tuvo que hacer un viaje a otra provincia>
precisamente adonde el hermano de su mujer tenía su
comercio. Al despedirme de sus padres les rogó:
-Padre, madre: dejo a mi mujer a vuestro cuidado, Cuando
dé a luz escribidme inmediatamente,
Se marchó el hijo del mercader, y a los dos o tres meses
alumbró su mujer a un niño que tenía los brazos de oro
hasta los codos, estrellas en los costados, una luna
luminosa en la frente y, sobre el sitio del corazón, un
sol resplandeciente.
Llenos de alegría, el padre y la madre se pusieron a
escribir una carta a su querido hijo. Para que llegará
cuanto antes, la enviaron a mano con un viejo servidor.
Pero la cuñada, que ya se había enterado de todo, llamó
al viejo oohmuy buenas palabras.
—55—
-Entra, bátiushka, y descansa un poco.
-No puedo. He han mandado con mucha prisa.
—De todas fornas, bátiushica, pasa a descansar y a comer.
Finalmente consiguió sentarle a la mesa, se llevó a
escondidas su zurrón a otro cuarto, sacó la carta, la
leyó, la hizo trizas y luego escribió otra diciendo que
la mujer del hijo del mercader había echado al mundo un
monstruo mitad perro y mitad oso, engendrado seguramente
en el bosque entre las fieras.
Se presentó el viejo servidor al hijo de su amo, que se
echó a llorar nada más leer la carta. Luego contestó con
otra carta diciendo que no hicieran nada hasta su
llegada, porque quería ver por sus propios ojos cómo era
el recién nacido.
Conque la maga aquella, la cuñada, llamó otra vez al
viejo servidor cuando le vió pasar.
—Ven, entra y descansa un poco.
Entró el viejo, y ella, aprovechando un momento de
descuido, sacó la carta del zurrón, la leyó, la rompió y
escribió otra diciendo que, a su recibo, echaran
inmediatamente a su mujer de casa.
Llegó el viejo servidor con la carta- El padre y la madre
la leyeron y se disgustaron mucho.
—¿Cómo puede hacernos esto? Tanto empeño en casarse, y
ahora reniega de su mujer...
Aunque les daba mucha pena, más aún de la criatura que de
la madre, le dieron su bendición, le ataron al niño sobre
el pecho y la echaron de casa.
Fue andando la pobrecita —no sé si mucho o poco tiempo—,
anegada en amargo llanto, y todo alrededor no eran más
que campos y campos, sin un bosque ni una aldea por
ninguna parte,
Llegó a una barrancada, muertecita de sed, y al mirar
hacia la derecha vió un pozo. Tenía unas ganas tremendas
de beber, pero no se atrevía a inclinarse por temor a que
se cayera la criatura.
De pronto le pareció que el agua estaba más cerca. Se
inclinó y el niño cayó al pozo. Llorando empezó a dar
vueltas alrededor del pozo porque no sabia cómo sacar de
allí a la criatura.
En esto se le acercó un anciano.
—¿Por qué lloras, sierva de Dios?
—¿Cómo no voy a llorar? Me incliné sobre este pozo para
beber y se me ha caído mi hijo dentro.
—Pues inclinate otra vez y sácalo.
-No puedo, bttiushka: no tengo manos. Los brazos sólo
mellegan hasta los codos.
-Hazne caso.. Inclinate y saca a tu hijo,
Ella obedeció, adelantó los brazos y, por gracia de Dios,
se encontró con que los tenía enteros, Se inclinó, sacó a
la criatura y luego rogó a Dios mirando a cada uno de los
cuatro puntos cardinales.
Después de rezar se puso en camino hacia la casa donde
estaban su hermano y su marido y pidió que le permitieran
pasar la noche allí.
—56—
—Deja que entre, hermano —dijo el marido—. Las mendigas
saben contar cuentos y fábulas y también hechos reales.
—Mo tenemos sitio —objetó la cuñada.
—De todas maneras, hermano, deja que entre, por favor. He
encanta oir contar cuentos y fábulas a las mendigas,
Por fin la dejaron entrar, y ella fue a sentarse con su
hijito en el rellano de la estufa, El marido dijo
entonces:
—Bueno... Pues cuéntanos algún cuente... O una historia,
51 no.
—Yo no sé contar cuentos ni fábulas —contestó—. Pero sé
contar hechos reales. Conque escuchad, señores, un hecho
real. En cierto reino, en un país que no era el nuestro
—empezó—, vivía un rico mercader que tenía un hijo y una
hija. Murieron el mercader y su esposa, Y entonces dijo
el hermano: “vámonos de esta ciudad, hermanita,” Llegaron
a otra provincia, el hermano se instaló y montó un
comercio con buenas mercancías. Luego quiso casarse y
tomó como mujer a una maga.
—Ipero qué tonterías está diciendo esta p.. -1 —rezongó la
cuñada.
—Sigue, sigue, mátushka -la animó el marido—. A mi isa
encantan esas historias.
—Conque un día que el hermano se marchaba a su comercio
—prosiguió la mendiga—, le recomendó a la hermana que
cuidara de la casa. La mujer, enfadada porque él confiaba
siempre en la hermana, agarró y destrozó todos los
muebles...
Luego, cuando se puso a contar todo lo demás —que el
hermano la llevó a misa, que le cortó los brazos, que
ella dió a luz y que la mujer de su hermano engañé al
viejo servidor—, la cuñada gritó de nuevo:
—Eso que cuenta es una sarta de disparates...
—Hermano, dile a tu mujer que se calle —pidió el marido—.
Esta historia es muy curiosa.
La mendiga siguió oontando que el marido escribió una
carta donde decía que dejaran al niño en casa hasta su
regreso. La cuñada rezongó:
—No habla más que sandeces.. -
Siguió diciendo la mendiqa de qué modo había llegado a
aquella casa. Y la cuñada gritó otra vez:
—Qué cosas se inventa esta p.
-Hermano -pidió el marido-: dile que se calle. ¿Por qué
interrumpe tanto?
Entonces terminó la mendiga contando cómo la habían
dejado entrar en aquella casa y ella Se puso a referirlas
hechos reales. Luego los fue señalando;
-Tú eres mi marido, tú eres mi hermano y tú eres mi
cuñada.
—Entonces —dijo el marido corriendo a ella—,enséñame la
criatura; quiero ver si de verdad es el retrato de su
padre y de su madre.
Tomaron al niño, lo desenvolvieron, y toda la casa se
iluminé.
—57—
-Ahora veo que has contado la pura verdad y que no era
ningún cuento. Tú eros mi esposa y éste es mi hijo, con
los brazos de oro hasta el codo,estrellas en los
costados, una luna luminosa en la frente y, sobra el
sitio del corazón, un sol resplandeciente...
El hermano sacó entonces de la cuadra a su jaca más
brava, até a su mujer a la cola y la lanzó a campo
traviesa para que qalopara hasta que la destrozase, hasta
que volvió arrastrando solamente su trenza después de
desperdigar sus pedazos por los campos.
El matrimonio y el niño volvieron a casa del mercader y
su esposa, donde vivieron felices y en la opulencia.
Yo estuve allí también. Bebí vino, bebí hidromiel, y
aunque por el bigote me corrió, en la boca nada me entró.
—SE—
1.7.- La nuera malquerida (Baran)
—59—
tnmediatamente, hundió sus brazos en el río y sacó vivos
los cuerpos de las dos criaturas.
A continuación aquella bella mujer le dijo:
—Aquí tienes esta varita. Llévala contigo a esa montaña.
En la cina encontrarás una amplio espacio llano. Traza
una raya con la varita en medio de esa llanada e
inmediatamente tendréis la cama que necesitáis.
Dicho esto, la mujer desapareció. Era la virgen Madre.
Siguiendo sus instrucciones, subieron al monte y trazaron
la raya, y de pronto, apareció ante sus ojos atónitos una
preciosa casa blanca.
Allí vivieron durante algunos años. Tanto el niño como la
niña crecieron más bellos que el sol.
En cierta ocasión, aparecieron por aquella montaña tres
cazdores. Al anochecer pidieron hospedaje en aquella
casa. La señora les acogió amablemente.
Apenas habían cenado los cazadores, cuando uno de ellos
llamó en la habitación de la señora y penetró en la
misma. Entonces, la señora le dijo:
—Cierra esa ventana.
El cazador cerró la ventana, pero en el mismo momento se
le volvió a abrir.
Y, así, entre abrir y cerrar la ventana, se le pasó la
noche entera.
Los tres cazadores volvieron a pernoctar al día siguiente
en la misma casa.
Otro de los cazadores llamó también aquella noche en la
habitación de la señora, pero también a éste, como al
anterior, se le pasó la noche tratando de cerrar la
ventana.
Llegada la tercera noche, llamó en la puerta de la señora
al tercer cazador. Pero a éste no le encargó la señora
que cerrara la ventana.
Cuando, a la mañana siguiente, el cazdor hizo acto de
presencia, se le acercó el miño de la casa con una jarra
en las manos mientras le decía- “Padre, aquí tienes el
agua para lavarte la cara y las manos”.
Acontinuación se le acercó la niña para ofrecerle una
toalla al tiempo que le decía: “Padre, toma la toalla
para que te seques las manos y la Cara”.
El cazador no salía de su asombro al escuchar las
palabras de aquellos niños. Por eso, pidió a la señora
que le ofreciera alguna explicación. Y fue entonces,
cuando la señora le fue desgranando toda la historia
completa de su azarosa vida.
El cazador reconoció, entonces, toda la verdad que, tan
malévolamente le había sido falseada por su madre, y en
el mismo instante, se llevó consigo a su mujer y a sus
hijos a su casa. En cuanto a aquella suegra embrujada
mandó que fuera quemada en medio de la plaza del pueblo.
—60—
1.8.— La niña sin brazos (Es 99)
Y el padre le dijo:
—Tirala toda, que no hace falta.
Y ella la tiró toda. Y apenas la había acabao de tirar a
la calle, cuando va llegando el diablo y llama en la
puerta: -- - - -
—61—
-iTran, tranl
Y la muchacha, como no había agua en la casa, se mojé los
dedos con saliva y hizo la señal de la cruz. Y salió a
abrir la puerta, pero no halló a nadie. El diablo Se
habla desaparecido otra vez al hacer ella la señal de la
cruz.
Y al otro día fué el leñador al monte otra vez y salió el
diablo. Y el leñador le preguntó;
-¿Cómo no ha ido usté anoche?
Y el diablo le contestó:
—Es que estoy siempre ocupao. No he podido.
Y ya le dice al leñador:
-¿Tienen ustedes corral delante de su casa?
Y el leñador le dice:
-Si.
-¿Y suele su hija echar la siesta allí por la tarde?
—Si -
—¿A qué hora suele ella echar la siesta?
—A las dos.
Y después de esta conversación le dió el diablo otro saco
de dinero y le dijo:
-váyase usté a su casa con este saco de dinero y cuando
le haga falta más venga por más.
Y se fué el leñador pa su casa con otro saco de dinero.
Y ya el diablo determinó robarse a la muchacha. Y a las
dos del día siguiente llegó a la casa del leñador cuando
la raxchacha estaba echando la siesta. Y dormida como
estaba la cogió y la subió en su caballo y salió
corriendo con ella. Y de repente despertó la niña y
levantó un brazo pa hacer la señal de la cruz. Y el
diablo cogió un cuchillo grande y le cortó el brazo. Y ya
iba la niña a levantar el otro pa hacer la señal de la
cruz cuando córtaselo también el diablo con el cuchillo.
Y entonces la niña, como pudo, hizo la señal de la cruz
con las piernas. Y cuando hacia la señal de la cruz con
las piernas el diablo la cogió y la dejó colgada del pelo
de un árbol muy alto y se desapareció con su caballo,
Y al se quedó la niña colgada del pelo del árbol y sin
brazos onde el diablo la dejó. Y cerca del árbol había un
palacio ende vivían un rey y una reina que tenían un
hijo. Y los perros del rey subían todos los días al árbol
ende estaba colgada la niña y le llevaban pa comer lo que
les daban en el palacio. Y de darle la comida a la niña
los perros se iban quedando cada día más secos. Y el rey,
al verlos tan secos, dijo:
—¿Pero por qué es que mis perros se van quedando cada día
más secos? ¿Que los criaos no les dan de comer?
Y did en reñir con los criaos. Y los criaos dijeron que
no, que siempre les daban lo de siempre. Y ya dijo el
rey:
—Pues acechar a los perros a ver qué hacen con la comida.
-61-
Y acecharon los perros y vieron que subían siempre con la
comida y se la daban a una hermosa dama que estaba
colgada del árbol, Y la dama era tan guapa que el hijo
del rey dijo que la bajaran del árbol. Y fueron los
criaos del rey y la bajaron, y la llevaron al palacio.
Cuando ya la noña estaba en el palacio, el hijo del rey
se enamoró de ella y les dijo a sus padres que se quena
casar con ella. Y sus padres le dijeron que era una
deshonre casarse con una mujer sin brazos, que no podría
criar a sus hijos ni nada. Y él les dijo que no le
importaba que no tuviera brazos, que teniendo dinero y
habiendo criaos todo era fácil. Y se casaron el hijo del
rey y la niña sin brazos. Y a los pocos meses de estar
caseos se murió el rey y al hijo quedó de rey y la niña
sin brazos de reina. Y pronto tuvo que marcharse el rey a
reinar a otro reinao y dejó a la niña sin brazos encinte.
Y en esa medio tiempo tuvo ella mellizos y se lo enviaron
a decir al rey. Y el diablo cogió la carta y puso otra
ande le decía al rey que la reina su mujer había deo a
luz dos ratones, Y contestó el rey con otra carta ende
decía: “Pues si ha dao a luz mi mujer dos ratones que los
críe hasta que yo vuelvas. Y otra vez cogió el diablo la
carta y puso otra onde decía: “Coge a esos dos niños que
has deo a luz y degOéllalos. Si rio, eres tú víctima”.
Y cuando llegó la carta, la coge ella y se echa a llorar
y dice que a sus hijos no los mata ni por todo lo que hay
en el mundo. Y la ag’3ela empezó también a llorar y le
dijo a la niña:
—¿Qué vamos a hacer?
Y le dijo la niña:
—Pues nada. Hágame usté unas alforjas pa coflar a une por
delante y a otro por detrás y marcharme sola yo con
ellos.
Y la agttela le mandó hacer las alforjas y se marchó la
niña sin brazos por el mundo alante con sus dom mellizos
en las alforjas.
Y caminando, caminando, ya llegó e una fuente con hambre
y sé. Y nadie le daba una limosna ni agua pa beber. Y al
llegar a la fuente dijo:
—Tengo sé. Pero si bajo a la fuente no podré subir.
Y se fud camino alante muerta de sé y hambre hasta que
allá muy lejos vid a una señora que estaba lavando en
unas filas muy majas, y le dijo:
—Señora, ¿me hará usté el favor de unos bocaditos de
agua? Porque si bajo a beber no podré subir, y si no bajo
ale muero de sé.
Y la señora le contestó:
—Mira, vete y llama en aquella puertas blancas qué -ves
allá lejos, muy lejos, y t• saldrán a recibir y te darán
todo lo que te haga falta. -
—63—
Y ya le dió San Pedro un vaso de agua y le dijo:
-Si usté nos obedece le vamos a dar todo lo que le haga
falta y le pondremos sus brazos Pa que pueda criar a sus
tunos -
y dijo ella que obedecerla, Y San Pedro le puso sus
brazos y la llevó a una montería onde nada les faltaba a
ella y a sus niños. Y allí en la montería tenía una casa
y muchos criaos. Y la dijo San Pedro que no admitiera a
nadie en su casa sin que dijera antes tres veces: ‘lesas,
t4&ria y José”.
Y ya volvió el rey de reinar por otras partes. Y cuando
llegó a su palacio le preguntó a su madre por la reina y
va Le conté ella Lo que había pasac. Y cuando supo el rey
la verdá y el engaño de las cartas sospechó que el diablo
era el de la culpa de todo y empezó a maldecirle. Y se le
apareció el diablo y le dijo que no se apurara, que él le
ayudaría a buscar a su mujer. Y es que el diablo quería
cogerlos a los dos. Y se marchó el rey con el diablo y el
suegro a buscar a su mujer. Y el suegro estaba tentao del
diablo porque le había mandao a su hija que tirara a la
calle toda el agua de la casa.
Y caminando el rey por la montería se les hizo de noche y
Vieron la luz de la cosa de su mujer. Y se dirijieron
allí sin saber quién vivía y llamaron a la puerta. Y
salió la niña a recibirles y les dijo que entraran, pero
que todos
tJesús, l4arialosy José”
que entraran Y el que
y entró.tenían rey decir
dijo tres
tra veces:
veces
I
“Jesús, Maria y José” y ontró. Y el suegro, aunque estaba
tentao del diablo, también lo dijo y entró. Pero el
diablo, como no pudo decirlo, no entró. Y allí fuera,
ende estaba, quería decir “Jesús Maria y José”, pa entrar
a hacer de las suyas, pero no pudo. Todo lo que decía
ata: “Tudú, tud’ádu, tud’I”. Y ya que todos estaban dentro
el diablo tuvo que marcharse.
Y pusieron la cena y se sentaron a la mesa, y el rey
miraba y remiraba a aquella mujer tan guapa y decía:
—¿Si será esta mujer mi esposa?
Y la miraba y la remiraba y ya le iba a preguntar, pero
decía
-No, no puede ser, porque mi mujer no tenía brazos y ésta
tiene brazos.
Y como hacia frío los criaos puson un brasero cerca de la
mesa pa que el rey se calentara. Y cuando ya ib-am a
comenzar a cenar, la niña echó la bendición:
-En el nombre del Padre y del Mijo y del Espíritu Santo.
El que esté tentao del diablo que dé un estampido y se
salga.
Y el padre de la niña, que estaba tentao del diablo, ‘se
volvió cenizas y se desapareció. Y todos quedaron muy
elevaes, pero el rey no dijo nada.
—64
Y ya se puson a cenar- Y el rey, como estaba cerca del
brasero, se le comenzó a quemar la capa. Y los niños, que
por guapos y ricos el rey no dejaba de mirar, le dijeron:
—Papá, que se le quema la capa.
Y el rey los miraba y los remiraba, pero-no decía nada.
Pero se lo dijon tantas veces, que por fin dijo el rey a
la niña:
-¿Sabes que no puedo cenar yergue me dicen estos niños
‘Papá, que se le quema la capa”?
Y en este momento fué cuando ella le echó los brazos y le
dijo:
—Si, esposo mio, éstos son tus hijos y yo soy tu esposa.
Y ya le contó todo lo que había pasao y como ella habla
venido a vivir allí. Y el rey se abrazó a ella ~‘ abrazó a
sus dos hijos loco de alegría.
Y se los llevó a su palacio, donde todos vivieron muchos
años muy felices y comieron muchas perdices.
Y a mi no me dieron nada porque no les dió la gana.
Zamora, Zamora.
—65—
1.9. — La niña sin brazos (Es 100)
Este era un padre que tenía una hija y todos los días
tenía que ir al campo a arar. Y siempre le decía a su
hija que no le diera limosna a nadie, que cuando llegara
alguno a pedir limosna que le dijera que no tenía nada en
la casa pa dar.
Y un día a poco <pie se fué el padre pal campo llegó una
señora con un niño a pedir limosna. Y la hija le dijo que
no tenía nada que dar. Y la señora la dijo que si, que
tenía pan y que fuera a buscarlo. Y fué la niña a buscar
pan y halló pan y medio. Y se lo iba a dar a la señora,
poro la dijo ella que no, que con medio bastaba para ella
y el niño- Y se fué la señora con el medio pan.
Y por la tarde llegó el padre y le dijo a su hija si
habla hecho como él le había mandao. Y ya le dijo la niña
que había venido una señora con un niño a pedir pan, y
que ella la había dicho que no tenía pan y que la señora
la había dicho que si, que fuera a buscarlo, que al ir a
buscarlo había encontrao pan y medio, Y le contó a su
pndre que al dárselo a la señora le había dicho que con
medio bastaba para ella y el niño. Y el padre, al ver que
su hija la había dao pan a una mendiga, se enfadó mucho.
Y la llevó a un monte y la desnudó y la cortó los brazos
y la ató a una encina y se vino a casa.
Y cerca de esa encina un rey tenía su palacio. Y todos
los días se iban los perros del rey con la comida que les
daban en el palacio y con su boca se la daban a la niña
en la boca y ellos no comían ~‘ se ponían cada día más
flacos, Y el rey un día vió a los perros que estaban muy
flacos y les dijo a los orjaes:
—¿Qué hacéis con los galgos que cada día se ponen más
flacos?
Y los criaos dijeron:
—Se lo trasponen por una esquina y se van no sabemos
dónde.
Y entonces el rey mandó que acecharan a los perros pa ver
adonde iban. Y los acecharon y ya vieron que le llevaban
la comida a la niña que estaba atarla a la encina, Y
llegaron los soldmos del rey ande estaba la moza y la
preguntaron pa qué estaba allí. Y ella les conté todo lo
que la habla pasmo y fueron ellos y se lo contaron al
rey. Y dijo el rey que cogieran una manta y la cubrieran,
que el rey iba a verla. Y así lo himen y fué el rey a
verla. Y cuando el rey la vió que era tan hermosa se
enamoró de ella y la llevó consigo al palacio. Y allí la
tuvieron por mucho tiempo en el palacio.
Y ya con el tiempo estaba el rey tan enanormo de ella,
que le dijo a su madre que se iba a casar con ella. Y la
reina madre le dijo:
—Pero, hijo, ¿cómo te casas con esa moza si no tiene
brazos?
—66--
Y él contestó:
—No me importa. Yo la quiero y no me importa que no tenga
brazos.
Y se casó el rey con la niña sin brazos.
Y a pocos meses de estar casaes se levantó una guerra y
el rey tuvo que marcharse a la guerra y dejó a su esposa
encinta. Y estando el rey en la guerra al poco tiempo dió
la niña a luz dos hermosos niños. Y la madre le escribió
a su hijo que su mujer había dao a luz dos niños como des
rosas, y el diablo cogió la carta y puso otra donde decía
que la niña había dao a luz dos niños como dos diablos. Y
el rey escribió que si eran dos diablos que la echaran de
casa con ellos. y cuando la madre recibió la carta no la
entendió, pero la niña dijo que la hicieran dos alforjas
y que le pusieran a los dos niños en ellas y se marcharía
con ellos por el mundo. Y le hizon las alforjas y se fué
con sus dos niños por el mundo.
y andando por el mundo llegó por fin a la cabaña de unos
pastores y les dijo:
—Pastorcitos, pastoroitos, si me hicierais el favor de
ponerme estos niños a mamar uno de cada pecho -
Y los pastores se los puson uno a cada pecho y mamaron. Y
después se los metieron otra vez en las alforjas y se
marchó otra vez por los mundos. Y llegó a un río y decía:
—¡AyI ¿Cómo pasaré este río con mis dos niños?
Y entonces se le presentó una mujer, que era la Virgen, y
la dijo:
—Niña, no llores. Toma tus brazos.
Y al decir eso le puso los brazos y la pasó el río con
sus niños. Y entonces la dijo:
—Mira. ¿Ves aquel palacio? Allí vas y tendrás todo lo que
necesitas, y el rey tu marido irá a comer allí mañana.
Y ya se fué la niña adonde la habla dicho la Virgen y
llegó y halló en el palacio todo arreglao. Y había
habitaciones y criaos y de todo. Y a los niños mellizos
les dijo la madre:
—Mañana cuando venga el rey y sus mande comer no comáis,
y dcci: “No, no comemos, que no quiere ¡si Samán
Y otro día por la noche llegó el rey, su marido, a pedir
posada porque andaba de caza y le habla cogido la noche
muy lejos de su palacio. Y la niña saltó a recibirle,
pero no la conoció. Y entraron en el palacio y se
sentaron a la mesa a comer. Y el rey la miraba y la
remiraba y le parecía que era su mujer, pero Como la vela
con brazos decía que no podía ser. Y cuando estaban
comiendo el rey veía que los niños no comían y les decía:
-Comed, niños.
Y los niños contestaban:
—No, no comemos, que no quiere ni mamá.
—57—
Y venga el rey a mirar y a remirar también a los minos. Y
ya concluyeron la cena y el rey venga a mirar y remirar
otra vez a la madre de los niños. Y ya le preguntó la
niña:
-¿Por qué me remira insté tanto?
Y él la contestó:
—Si no tuviera insté brazos decía yo que era insté mi
mujer.
Y le dijo ella entonces al rey si quería postres. Y él
dijo que sí. Y en el postre había ella puesto el anillo
de la boda, y al cc’merse el rey el postre vió el anillo
de la boda, y entonces conoció que aquélla era su mujer y
aquéllos eran sus dos hijos. Y se abrazó a ella y abrazó
a sus dos niños y la preguntó cómo estaba en aquel
palacio. Y ya le conté ella todo lo que la habla paseo. Y
ya se disponían a marcharse todos pal palacio del rey
cuando llamó un pobre a la puerta a pedir que comer. Y
salió ella a la puerta y le dijo:
-¿Le gusta a usté comerse la comida que ha sobrao de una
comida que hemos tenido hoy?
Y dijo el pobre que si y le sacaron la comida que
sobraba. Y venga el pobre a mirarla y a remiraría. Y ella
le dijo:
-¿Por qué me mira usté así?
Y el pobre contestó:
-Si no tuviera insté brazos decía yo que usté era ni bija.
Y ella le dijo entonces:
—¿qué le ha pasno a unté con aquella hija?
Y él contestó:
—Que me salió tan pícara que la llevé al monte y le corté
los brazos y la até a una encina y allí la dejé.
Y dijo ella:
—Pues aquí tiene usté a su hija.
Y el pobre padre cayó desmayac. Y de allí se fueron el
rey y su mujer y sus dos niños al palacio.
Solosancho, Avila.
—68’-
1.10.— La niña sin brazos CEs 101)
—59—
-Aquí te desnudas y esperas hasta que yo te llame.
Y se subió el diablo a una habitación que estaba más
arriba. Y en ese medio tiempo llegó ande estagba la niña
una perrita del diablo y la niña empezó a decirle:
—Perrita china, llama a la virgen Maria y a toda su
compañía. Perrita china, llama a la Virgen Maria y a toda
su compañía.
Cuando ya oyó la niña que le dijo el diablo:
—¿Subes o bajo?
Y la niña le contestó:
—Calla, hombre, que me estoy quitando la blusa.
Y a la perrita le decía muy quedo, muy quedo:
—Perrita china, llama a la Virgen Maria y a toda su
compañía. Perrita china, llama a la Virgen Maria y a toda
su compañía.
Conque ya dice el diablo otra vez:
—¿Subes o bajo?
Y la niña le contesta:
-Calla, hombre, que me estoy quitando la falda.
Y a la perrita le decía muy quedo, muy quedo:
-Perrita china, llana a la virgen María y a toda su
compañía. Perrita china, llana a la Virgen Maria y a toda
su compañía.
Y el diablo ya vuelve a decir y en voz muy alta:
—¿Subes o bajo?
Y le contesta la niña:
—Caía, hombre, que me estoy quitando la enagua.
Y a la perrita le decía otra vez:
—Perrita china, llama a la Virgen Maria y a toda su
compañía. Perrita china, llama a la Virgen Haría y a toda
su compañía.
Y el diablo ya cansado de esperar le grita:
-Ya no, ya no me engañas. Ahora bajo yo y en seguida.
Y bajó y cogió a la niña en sus brazos pa llevársela pa
su habitación, y la niña, al verse en los brazos del
diablo, empezó a santiguarse con el troncón del brazo y
decía:
—tAve Maria Purísima! ¡Ave Maria Purisimal lAy, Dios mio!
Ay, Virgen Marial
Y a eso se presentó la Virgen, y el diablo al verla dejó
caer a la niña y cayó encina de una zarza sin hacerse
daño.
Y allí estaba la niña cuando pasaron el rey y sus soldaos
que venían de cazar. Y los perros del rey vengan a
Latearía y vengan a Latearía, hasta que los siguieron los
soldaos y hallarona la niña encima de la zarza. Y fueron
y le dijeron al rey que encima de una zarza estaba una
nina muy guapa, muy guapa y sin brazos. Y fué el rey a
verla y cuando vió que era tan guapa se la llevó a su
palacio. Y sin decir nada la metió en una habitación y
les mandaba a los criaos que le dejaran siempre la mejor
sustancia del puchero pa unos perros que tenía. Y los
criaos se aburrían y decían:
—70—
—¡Ay, qué mareo tener todos los días que sacarle la mejor
susutancia del puchero pa los perros!
Y era que el rey se la llevaba a la niña.
Conque ya el rey le dijo a su madre que se iba a casar y
que ya habla encontrao novia. Y cuando- llevó a su madre a
su habitación a enseñarle a la novia, la madre se
sorprendió mucho y le dijo que cómo se iba a casar con
una mujer sin brazos, que no podría cuidar a sus hijos.
Pero el rey le dijo que no le importaba, que de todos
modos se iba acamar con ella. Y celebraron las bodas y se
casó el rey con la niña sin brazos.
Y a los pocos meses el rey tuvo que marchan. a la querra
y dejó a su mujer encinta. Y estando el rey en la guerra
dió a luz su mujer dos niños preciosos que parecían dos
estrellas. Y le escribieron al rey que su mujer habla dao
a luz dos niños como dos estrellas y que se viniera
pronto. Y el diablo cogió la carta y puso que la reina
había deo a luz dos perros. Y llegó la carta y cuando el
rey la vió dijo:
—15cm por Dioml Si mi mujer a dao a luz dos perros, que
los críe hasta que yo vuelva.
Y escribió una carta diciendo que si su mujer había dao a
luz dom perros, que los orlan hasta que el volviera.
Pero el diablo cogió también esta carta y puso que si la
mujer había dao a luz dos perros que los mataran porque
si no se comerían a su madre.
Y cuando la madre recibió la carta no pudo comprender lo
que quería decir, pero como decía que mataran a sus hijos
se puso a llorar y le dijo a su suegra:
—¡Ay, no! ¡Matar a mis hijos no! ¡Ay, Dios mio! liso no
lo consiento!
Y Le dijo a su suegra que le hiciera dos alforjas pa
meter en ellas a sus dos niños y it-se con ellos por el
mundo. Y entonces les rogó que se los echaran a los
hombros y se marchó con sus das hL jites por el mundo.
Y cuando ya habían andao mucho, los niños temían sé y
empezaron a llorar y a decir:
—¡Ay, madre, agua! ¡Ay, madre, agua! - -
—71—
entonces se puso una tormenta muy grande, muy grande, Y
era que el diablo todavía andaba molestándola. Pero la
Virgen y San José le dijeron que no tuviera miedo, que se
marchara y nada le pasaría. Y se marchó la niña ya con
sus dos brazos y muy campante con sus dos niños en
dirección de una luz que se veía. Y ya llegaron a una
casa onde estaba el rey su marido con su tropa. Y llamó
ella en la puerta y salió un soldao a abrir y le dijo
ella:
—¡Oiga, usté! ¿Nos quieren recoger por esta noche a ni y
a estos dos niños?
Y le dijo el soldao que entrara. Y ella entró con sus dos
niños en las alforjas. Y fueron a llamar al rey y le
dijeron que había llegao una mujer con dos niños como dos
estrellas. Y vino el rey a ver y al momento que los niños
le vieron empezaron a decir:
—Tú eres mi papá. Tú eres mi papá.
Y el rey se acercó a mirar a la mujer. Y Venga a mirarla
y venga a remiraría, hasta que le dijo:
-Si usté no tuviera brazos diría yo que insté era mi
mujer, la que dejé cuando me fui a la guerra.
Y ella le contestó:
—Pues ella soy y estos dos niños son tus hijos.
Y ya se contaron como había sido todo. Y se abrazó el rey
a ella y a sus hijos y no fué más que contento y alegría.
Y otro día se fueron todos al palacio del rey.
Cuenca, Cuenca.
—72—
1.11.— La niña sin brazos (Es 102)
Éste era un padre que temía ocho hijos. Y todos los días
iba a por leña al monte y decía:
—¡Ay, si yo pudiera vender a mi hija mayor!
Y cuando fué una vez al monte se le apareció un hombre
cuando dijo eso, y le dijo:
—Yo te compro tu hija. Toma este dinero y mañana a las
diez vienes con tu hija mayor y me la entregas aquí
mismo.
El padre se fué pa su casa y cuando llegó le dijo a su
hija que otro día a las diez tenían que estar en el monte
pa entregársela a un hombre. Y otro día por la mañana
salieron a caballo, Y llegaron y el padre le entregó al
hombre su hija. Y se volvió el padre pa su casa muy
triste.
Y el hombre, que era el diablo, le dijo entonces a la
muchacha:
—Quitate esa cruz de Carabaca.
Y es que ella llevaba una cruz de Carabaca, que es una
cruz que cuando hay nubes se abre. Pero la muchacha no se
la quiso quitar. Y entonces el diablo le dijo:
-Allá vienen los tolbones, mis amigos.
Y al decir esto le cortó los dos brazos con un cuchillo y
la dejó sola en el monte.
Y estaba ella sola llorando cuando pasó por allí el hijo
del rey y la vida, y como era tan bonita les dijo a sus
soldaos que la llevaran al palacio. Y cuando ya estaba en
el palacio les dijo a sus padres que se iba a casar con
la manquita. los padres le dijeron que cómo se iba a
casar con una mujer que no tenía brazos y que no podría
cuidar a sus hijos cuando los tuviera. Pero el hijo del
rey no hizo caso y se casó con ella.
y a poco de estar casmo se murió el rey, y el príncipe
quedó de rey y tuvo que ir a la guerra a otro reiximo muy
lejos. Y mientras el rey estaba en la guerra tuvo su
mujer dos niños muy hermosos. Y la madre del rey le
escribió que había parido su mujer dos niños muy
preciosos. Pero el diablo cogió las cartas y puse otras
ende le decían al rey que su mujer había parido dos
monstruos. Y cuando llegaron las cartas el rey mandó a
decir que la quemaran viva, y entonces la niña le rogó a
la reina madre que le hiciera dos alforjas pa sus niños y
que le preparara el puchero y que así se iría por les
montes alante con sus dos niños sola. Y la madre le hizo
las dos alforjas y el puchero y se rué la niña con sus
dos niños.
Y andando, andando se encontró con un viejecita y le dijo
la niña:
—73—
—¿Quiere usté darle o sopitas a mía niños? -
Madridejos, Toledo.
—74-,
1.12.— El cisquero y el demonio (Es 103)
—75—
Y cuando ya iban lejos de la casa empezó el demonio a
decirle a la niña:
-¡Quitate eso que traes! ¡Quitate eso que traes!
Y la niña le contestaba:
-¡No me da la gana! ¡No me da la gana!
Y el demonio, al ver que la niña no se quitaba las
medallas, le dió un piquetazo al caballo con su lanza y
dió el caballo un salto y la niña cayó al suelo. Y el
demonio, al caer ella la arrancó los ojos con sus uñas y
la dejó allí tirada en tierra.
Y estando allí sola la niña empezó a llorar. Y se le
apareció la virgen y la dijo:
—¿Quieres tu vista?
Y la niña dijo:
-Sí, si, la quiero y le ruego a la Virgen que me la dé.
Y la Virgen le dió su vista. Y ya la niña vid que estaba
en un monte y vió una cueva y se dirigió a ella. En la
cueva no había nadie y allí se metió. Y a la cueva iba
todos los días un ángel en torna de perro a llevarla la
comida.
Y cerca de la cueva estaba el palacio de un rey. Y un di
le dijeron al rey que todos los días llegaba un perro y
se llevaba la comida de la mesa y se escapaba y que no
sabían adonde se iba. Y dijo entonces el rey que le
siquleran. Y salid el hijo del rey con sus arnas a buscar
al perro y ya le vieron que iba a la cueva con la comida
que se había robao ese día, y el hijo del rey sacó sus
cuchillos y empezó a tirárselos al perro, pero no le
alcanzaban, y así fueron siguiendo al perro hasta que
entró en la cueva. Y el hijo del rey se apeé de su
caballo y llamó en la puerta de la cueva. Y contestó la
niña y le dijo que entrara, que el perro no le haría
nada. Y ya entró y vid a la niña, que era muy guapa, y se
enamoró de ella.
Y se fué a su palacio y le contó a su padre que había
encontrao en una cueva a una niña muy guapa y que se
quería casar con ella. Y su padre le dijo que no se
casara con ella, que estaría llena de miseria y que el
hijo de un rey no debía casarse con una joven pobre. Pero
él dijo oye no le importaba, que le dejara llevarla al
palacio y casarse con ella. Y tanto estuvo porfiando, que
el rey su padre se lo permitió y la llevó al palacio y se
casó con ella.
Y ya al poco tiempo el rey tuvo que marcharse a la guerra
y dejó a su mujer encinta. Y cuando estaba en la guerra,
la niña tuvo dos niflitos más hermosos que el sol. Y el
padre le escrobió a su hijo que volviera, que su mujer
había tenido dos niños más hermosos que el sol. Pero el
diablo le quitó al soldao que la llevaba la carta y le
puso otra donde decía que la niña había tenido dos
monstruos, Y el hijo del rey, cuando recibió la carta, se
puso muy triste porque su mujer había tenido dos
monstruos y escribió que no los mataran, que volvería
dentro de poco y verían qué hacían con ellos.
Pero el diablo le quitó la carta otra vez al soldao y le
puso otra donde decía que mataran a la niña y a los dos
niños. Y cuando llegó la carta el padre estaba en misa y
la niña cogió la carta. Y viendo lo que decía su marido
llamó a sus criaos y les dijo que la prepararan dos
alforjas pa sus niños, y cuando se las trajeron los puso
en las alfor)as y se marchó por el mundo alante con sus
dos niños.
Y ya había andao todo el día y llegó la noche y se puso a
llorar a la entrada de un bosque. Y vino la Virgen y la
dijo:
—cPor qué lloras?
Y ella le dijo:
—¿Cómo no he de llorar, si ni marido, el hijo del rey,
escribió que me mataran a mi y a mis dos hijitos y me he
escapao pa que no los mate?
Y ya la Virgen la dijo:
—Mira, ves adonde está aquella luz que se ve allá a lo
lejos. Entra en esa casa que hallarás allí y tendrás todo
lo que te haga falta,
Y se desapareció la Virgen, y la niña se fud en dirección
de la luz. Y llegó a la puerta de la casa y llamó y salid
una criada a abrir y la dijo que entrara. Y entró la niña
y allí había comida y ropas y camas y de todo lo que
hacia falta pa ella y sus niños.
Conque en este medio tiempo volvió el hijo del rey de la
guerra y subió y preguntó por su esposa y sus dos hijos.
Y el padre le contestó que su mujer se había marchao del
palacio con sus dos hijos. Y ya le dijeron que mucho lo
sentían porque los niños eran más hermosos que el sol. Y
dijo él:
—¿Cómo? ¿No me dijisteis que eran dos monstruos?
Y ellos le dijeron que no, que no habían dicho eso. Y ya
comprendió él que había engaño, y le dijo al rey su
padre, que se iba enseguida a buscar a su mujer y a sus
dos ninos.
Y anduvieron un año por muchas tierras, pero nada
hallaban, y ya un día se cerró una noche en agua muy
temerosa y llegaron adonde vian una luz muy calaos, Y
llamaron en la puerta y nadie respondía. Y se bajó el
mismo hijo del rey de su caballo y llamó en la puerta y
dijo:
-Wálgame la Santísima Trinidá!
Y se abrieron todas las puertas y entraron. Y salió la
niña con sus dos niños a encontrarles. Pero él no la
conoció. Y lre preguntó él si podían pasar allí la noche.
Y ella le dijo que si, que allí podían quedarse, pero que
con la condición que se quedaran por tres días con sus
noches. Y esa noche le preguntó el hijo del rey a la
niña:
—¿Dónde está tu marido?
Y ella en seguida le conoció, pero no se lo quería decir.
Y le dijo:
—77—
—Mi marido está en una feria. Mañana vendrá.
Y él venga a mirar y venga a mirar a los dos niños
aquellos. Y ya al acostarme la dijo él:
—Señora, me va usté a hacer el favor de dejar que estos
niños duerman conmigo.
Y ella le dijo que no podía ser. Pero tanto la rogó que
le dijo que dormiría uno de ellos con él. y se acostó el
hijo del rey esa noche con uno de los niños.
Y otro día la señora le dijo:
—¿Qué tal? ¿Le ha molestao el niño?
Y él la dijo:
—No, nada. No me ha molestao nada, y esta noche quiero
que duerman los dos conmigo.
Y la niña le dijo que no, que no podía ser. Y ya la dijo
él:
—Pero y su marido, ¿por qué no viene?
Y ella le contestó:
—Mi marido no viene porque ya está aquí.
Y se le echó a los brazos y le dijo que ella era su
esposa, Y ya le contó cómo babia llegao allí, y él la
contó a ella cómo había sido el engaño del demonio. Y se
fueron de allí todos al palacio del rey.
Avila, Avila.
2.— Niña nersecuida mor el madre
—79—
.
Una vez iban a dar una fiesta muy grande, de tres días,
para que el príncipe pudiera escoger novia. Juana pidió
permiso para ir al baile. Cuando llegó la primera noche,
se fue a su habitación, se quitó ,la ropa de pastora y se
puso el traje de sol que le había regalado su padre.
cuando entró en el baile, el hijo del rey se fijó en ella
y la sacó a bailar. Estuvo bailando con ella toda la
noche sin hacerles caso a las demás, que se morían de
envidia. El hijo del rey se enamoró de Juana, la llevó a
la mesa a comer y le regaló un anillo de oro. Pero a las
tres de la madrugada dijo ella que se tenía que ir y que
la esperara un momento en la puerta del palacio.
Entonces, comoella vivía en el mismo palacio, se fue por
dentro hasta la cocina sin que nadie la viera. Se puso
otra vez los andrajos y al día siguiente le dijo a la
reina en la cocina:
—¿A que no sabe usted, señora, lo que pasó anoche en la
fiesta?
—¿Qué pasó? —preguntó la reina.
—Pues oye el príncipe estuvo toda la noche bailando con
una princesa muy guapa que vestía un traje de sol, comió
con ella y le regaló un anillo.
—¿Y de dónde era esa princesa?
-Nadie lo sabe —contestó Juana—. De madrugada se fue
corriendo del baile sin que nadie la viera y nadie sabe
nada de ella.
La reina fue y le preguntó a su hijo si era verdad lo que
decía Juana, y él contestó que si.
La segunda noche de la fiesta el príncipe estaba deseando
volver a ver a la joven, Por fin apareció Juana, que esta
vsz se había puesto el traje de luna. Al príncipe le
pareció todavía más guapa que la noche anterior y más se
enamoró de ella, otra vez estuvieron bailando toda la
noche, pero a las tres de la madrugada Juana desapareció
lo mismo que la noche anterior.
Al día siguiente le contó a la reina lo que habla pasado
y la reina volvió a consultar con su hijo.Este le dijo
que era verdad, pero estaba muy triste.
A la tercera noche Juana se puso el traje de estrellas
para ir al baile y volvió a ocurrir como las otras veces.
Pero el príncipe la había visto tan guapa y tan enamorado
estaba de ella, que al día siguiente cayó enfermo en la
cama. No quería ver a nadie y ni comía ni nada. Por fin,
después de mucho insistirle su madre, dijo que le
apetecía comerse un pastel. La reina bajó corriendo a la
cocina para hacérselo, pero Juana le dijo:
-Si usted quiere, señora, yo puedo hacérselo, que los sé
hacer muy bien.
—¿Tú, so andrajosa? —contestó la reina—. ¿Cómo vas a
hacerle tú un pastel al príncipe?
-Señora, déjeme usted, que no se arrepentirá.
—80—
Aceptó la reina y Juana se puso a preparar el pastel. Sin
que nadie me diera cuenta, puso dentro de la masa el
anillo que al príncipe le había regalado la primera
noche. Idetió la masa en el horno y, cuando estuvo hecho
aí pastel, la propia reina quedó Complacida. Pero,
mientras subía a la habitación del príncipe, pensó mejor
decirle que lo había hecho ella, no fuera a darle asco de
Juana.
Nada más cortar el pastel, el príncipe se encontró el
anillo de oro y dijo:
—Madre, digame usted la verdad. ¿Quién ha hecho este
pastel?
Y la madre no tuvo más remedio que decirselo:
—Ha sido Juana, hijo mio, la criada de la cocina.
El príncipe mandó que se la trajeran inmediatamente, pero
ya Juana se habla puesto su traje de estrellas y se
presentó en la habitación. El príncipe la reconoció y en
seguida se puso bueno. Le pidió que se casara con él, y
se casaron y fueron felices.
Y colorín oolorao, este cuento se ha acabao.
—81—
2.1.2.— Xl pavero del rey (RA 25)
Pues, señor, esto era una vez un padre, una madre y una
hija. La madre tenía un a nillo y, al morirse, le dijo al
marido:
-Toma este anillo y te casas con la que le esté bien.
La niña se fue haciendo mayor y un día se encontró el
anillo en un cajón de la cómoda y le dijo al padre:
—Papá, me he encontrado este anillo, y mira qué bien me
está. Seguramente seria de mamá. Yo me quedo con él.
El padre se quedó mirándola y la niña le dijo:
—¿Qué te pasa, papá, por qué me miras?
El padre le contestó:
-Tú no sabes por qué, hija mía. Tu madre me dijo que me
casara con quien le estuviera bien este anillo.
Entonces la niña se puso a llorar y estuvo mucho tiempo
llorando. Un día se asomó la niña a la puerta, cuando iba
pasando una viejecita, que le preguntó:
-¿por qué lloras, preciosa?
Y la niña le contó lo que le había pasado. La viejecita
le dijo:
-pues no llores, vas a hacer lo que yo te diga. Le dirás
a tu padre oye te tiene que comprar tres vestidos: uno
del color del cielo, lleno de estrellas y de luceros;
otro con todas las clases de animales, y otro del color
de la sombra del pozo. Después te vas de tu casa vestida
de chavalillo, con los trajes metidos en un saquito, y te
pones a buscar trabajo.
La niña lo hizo todo tal como se lo dijo la viejecita. Le
pidió a su padre los tres vestidos y se marchó de su casa
sin que la viera nadie. Agarró después y se dirigió a
palacio. Le preguntó a uno de los criados que si no
necesitaban un zaqalillo para hacer algún trabajo. El
criado le dijo que si quería quedarse a guardar pavos, y
ella -bueno, él— le dijo que si.
Se lo llevaron a un campo oye estaba cerca del palacio y
al día siguiente la niña se puso a llamar a los pavos
diciendo:
—TPavi, paví, paví, acudid todos a mi!
Y uno de los pavos le contestó:
—¡Si el hijo del rey lo supiera, se enamoraba de ti, de
ti!. Y ella respondió:
-¡Anda y ojalá que te mueras!.
Y de repente el pavo se murió.
El hijo del rey, que lo había visto todo desde el mirador
del palacio, se quedó admirado, y al día siguiente,
cuando el pavero fue a llevar el pavo muerto, le dijo uno
de los criados:
—¡Ay, Juanillo -porque así se hacia llamar—, el primer
día y un pavo muerto! Me parece que tú poco vas a durar
aquí.
-Iv yo qué le hago —contestó Juanillo— si se me ha muerto
un pavo!
-Bueno, pues entra a hablar con el príncipe.
Entró Juanillo a hablar con el príncipe y éste le dijo:
—A mi me dejas de historias y dime por qué dijo el pavo
lo que dijo.
—Yo no sé nada, majestad —contestó el pavero.
Al otro día estaba otra vez cuidando los pavos diciendo:
-¡Paví, paví, paví, acudid todos a mi!
Y le contestó otro pavo:
—¡Si el hijo del rey lo supiera, se enamoraba de ti, de
ti!. Y contestó el pavero:
—¡Anda y ojalá que te mueras!
Y al momento se murió el pavo.
El hijo del rey lo había visto todo otra vez y, cuando al
día siguiente el pavero se presentó para rendir cuentas
del pavo muerto , le preguntó otra vez lo mismo y otra
vez dijo Juanillo que él no sabia nada. Y al día
siguiente hizo Juanillo la misma faena y el príncipe ya
se enfadó y lo puso a trabajar en las cochineras.
Entonces el rey anunció unos torneos y unos bailes, a ver
si su hijo encontraba novia. Los demás criados le decían
a Juanillo:
-Anda, hombre, arréglate tú también y te vienes a ver el
baile -
—¿Yo? —contestó el pavero—. Tengo que limpiar la
cochinera, y además a mi no me gustan esas cosas, Vayan
ustedes.
Cuando todos se fueron, se metió en su cuarto y se pUSO
el vestido color del cielo que le había regalado su padre
y se fue al b. Desde que el hijo del rey la vió se fue
con ella y le decía:
—¿Usted quién es?
Y ella contestaba:
—Ya se sabrá.
—¿Y usted cómo se llama?
—Ya se sabrá.
El príncipe estuvo toda la noche bailando con ella y le
regaló un anillo, pero ella salió corriendo antes de que
terminara el baile. Cuando llegaron los criados, le
dijeron:
—¡Huy, Juanillo, si hubieras ido habrías visto la
señorita tan guapa con la que el príncipe ha estado
bailando toda la noche!
Y dice Juanillo:
-A lo mejor la conozco yo.
—¡Anda, hombre, más quisieras tu
Al día siguiente se fueron todos al baile también y ella
se metió en su cuarto y se puso el vestido con todas las
clases de animales. Llegó al baile y el hijo del rey
estuvo todo el tiempo con ella y le regaló Una pulsera Y
otra Vez le preguntó;
—¿Y usted cómo se llama?
—Ya se sabrá —contestó la niña.
—¿Y usted quién es?
—Ya se sabrá.
—¿Y usted dónde vive?
—Ya se sabrá, ya se sabrá.
—83—
Igual que la otra noche la niña se marchó sin decir nada,
antes de que terminara la fiesta. Cuando llegaron los
demás criados le dijeron:
-¡Huy, Juanillo, lo que te estás perdiendo! ¡Si hubieras
visto lo guapa que iba esa señorita que estuvo toda la
noche bailando con el príncipe! ¡No estaba guapa ni nál
-A lo mejor la conozco yo —dijo Juanillo.
—¡Anda, hombre, más quisieras tú!
Al día siguiente la niña se puso el último vestido, el de
sombra de pozo y pasó lo mismo, El hijo del rey no se
separaba de ella. Le entregó una cadena de oro y le hacia
las mismas preguntas que las noches anteriores, y ella
contestaba lo mismo. El príncipe, al sentarse, le pillé
el vestido y, sin que ella se diera cuenta, le cortó un
trocito. Pero, cuando estaba más descuidado, se marchó
ella.
El príncipe, ya que pasaba el tiempo y no daba con
aquella señorita, se puso enfermo y tuvo que meterse en
la cama. Ningún médico, por sabio que fuera, daba con la
enfermedad que tenía. La reina madre y todos los de la
corte estaban muy preocupados, porque el príncipe estaba
enfermo de gravedad y se le habían quitado las ganas de
comer. Un día Juanillo le dijo a la reina:
—¿Usted quiere que su majestad se ponga bueno? Le voy a
hacer una tarta que me hacia a mi mi abuela. Verá como se
pone bueno.
Y le contesta la reina:
-lAy, mi hijo, con lo escrupuloso que es! ¡Para que se
encuentre un pelo o algo!
-Usted me deja a mi, verá como el príncipe se pone bueno,
y, si quiere, le dice que se la ha hecho su tía la monja.
Tanto insistió, que la reina dijo que si. Entonces
Juanillo le hizo no una, sino tres tartas, y en cada una
de ellas metió uno de los regalos que el príncipe le
había hecho mientras bailaban: el anillo, la pulsera y la
cadena de oro.
Nada más partir la primera tarta, vió el príncipe el
anillo y se sentó en la cama dando voces y saltes. En
seguida acudió la madre y le preguntó que qué le pasaba.
-¡Ahora mismo me traes aquí a la persona que haya hecho
esta tarta!
La reina no se atrevía a decirle verdad ni mentira. Pero
su hijo partió la segunda y tercera tarta y se encontró
los otros reqalos, y cada vez estaba más contento y
gritaba más fuerte que le trajeran a la persona que había
hecho las tartas. Tanto gritaba, que hasta Juanillo se
enteré. Se fue corriendo para su cuarto y se colocó el
vestido de sombra de pozo, que, como todos los pozos, ya
reflejaba las estrellas y los pájaros del cielo. Y así se
presentó en la habitación del príncipe. Este se quedó al
pronto embobado, pero reconoció el vestido por el trocito
que le faltaba y que lo tenía debajo de la almohada. La
niña entonces le contó su historia y él le pidió que se
casara con él. Y se casaron, y fueron felices y comieron
perdices, y a mi no me dieron, porque no quisieron.
—84—
2.1.3.— Max-ia de madera (XC 103)
—SS—
Al cabo de unos meses el criado encontró también ese
vestido, allá en la ciudad de los judíos.. La nodriza
sugirió entonces que Maria pidiese un vestido para el día
de la boda cuya belleza superara a la de los anteriores:
del color del aire, con el Sol, los planetas y todas las
estrellas. El criado emprendió un nuevo viaje y a los
seis meses el vestido estuvo listo.
-AI~ora —dijo el Rey—, hija mía, no hay tiempo oye perder.
Nos casaremos dentro de ocho días.
Se fijó la fecha para la ceremonia, pero entre tanto la
nodriza había confeccionado para la muchacha un vestido
de madera que la cubría de pies a cabeza y flotaba sobre
las aguas.
El día de la boda Mría dijo a su padre que quería darse
un baño y metió una paloma en la tinaja del agua, sujeta
por las patas a otra paloma que estaba fuera de la
tinaja. La paloma de fuera quería alejarse volando pero
estaba sujeta a la de dentro, y cada una tiraba por su
lado. La paloma que estaba en la tinaja revoloteaba en el
agua, agitándola como una persona que se lava. Entre
tanto Maria se puso el vestido de madera y debajo el
vestido del color de los prados, el del color del agua y
el del color del aire y escapó. El padre seguía oyendo el
bullicio que producían las palomas y no se dió cuenta de
nada.
Maria se dirigió al mar y empezó a caminar sobre las
aguas con el vestido que flotaba. Caminando sobre las
olas llegó a un lugar donde un hijo de Rey pescaba en
compañía de varios pescadores. vió aquella mujer de
madera que caminaba por el nar y dijo:
—Nunca he visto un pez así; pesquémoslo y veamos de qué
se trata.
Echaron las redes y la arrastraron a la orilla.
-¿Quién eres? ¿y de dónde vienes? —le preguntaron.
Y Maria respondió:
—Soy Haría de Madera,
Hecha con maestría verdadera,
Hecha con verdadero arte,
Y viajó a todas partes.
—¿Y qué sabes hacer?
-Todo y nada.
Entonces el hijo del Rey la llevó a Palacio y la puso a
cuidar las ocas. En la Corte la noticia de que había una
cuidadora de ocas hecha de madera causó gran revuelo, y
de todas partes venían a verla mientras seguía a las ocas
por los prados y los estanques, caminando o flotando a
voluntad.
Pero el domingo, cuando nadie la veía, Maria de Madera se
quitaba el vestido flotante, derramaba sus bollas trenzas
negras sobre los hombros desnudos y se subía a un árbol.
Allí empezaba a peinarse mientras las ocas rodeaban el
árbol y cantaban:
—86—
—Pi—pipiripi
Bella mujer, la que está aquí,
Parece la Luna, parece el Sol,
hija de Rey o Emperador Todas las tardes Maria de
Madera volvía a Palacio con un cesto de huevos, y una
tarde se encontró con el hijo del Rey, quien se disponía
a asístir a una fiesta, y empezó a bromear:
—¿Adónde vas,hijo de Rey?
-A ti no te lo diré.
-¿Por qué no me has invitado?
-¡Te pegaré con mi calzado!
Y le arrojó una bota. Maria se fue al corral, se puso el
vestido del color de los prados, que lucía todas las
flores del mundo, Y también ella asistió al baile.
En el baile esta dama desconocida era la más bella de
todas, con ese vestido como jamás se había visto otro
igual. El hijo del Rey la invitó a bailar y le preguntó
de dónde venia y cómo se llamaba.
-Soy la Condesa de Pegabota —respondió Haría,
El hijo del Rey no podía creerla porque jamás había oído
ese nombre, pero nadie conocía a esa dama y ella sólo
respondía Pegabota. El hijo del Rey se habla enamorado de
ella y le regaló un alfiler de oro que ella se clavó
entre las trenzas: Luego se esfumó riendo de la fiesta.
El hijo del Rey dió orden de que la persiguieran y vieran
adónde se dirigía, pero ella arrojó al suelo un puñado de
monedas de oro y los criados se pusieron a recoger las
monedas y a pelear entre ellos.
A la terde siguiente, el hijo del rey se preparaba para
asistir a la fiesta, entre melancólico y esperanzado.
Llegó Haría de Madera con sus huevos.
—Majestad, ¿esta noche también vas al baile?
—No me fastidies; ¡tengo otras cosas en que pensar!
—¿Y a mi no me invitas?
Entonces el hijo del Rey perdió la paciencia, cogió un
palito de leña y le pegó con él.
Haría de Madera se fue al corral, se puso el vestido del
color del agua, que Lucía todos los peces del mar y se
fue a la fiesta. El hijo del Rey estaba muy contento de
bailar con ella.
—Dime quién eres, esta vez.
—soy la Marquesa de Pegapalo —dijo esta vez Maria, y no
hubo modo de sonsacarle otra palabra. El hijo del Rey le
dió un anillo de brillantes y ella se esfumó como la
noche anterior, confundiendo a los criados a fuerza de
arrojarles puñados de monedas, El Rey estaba más
enamorado que nunca.
La tarde siguiente no tenía la menor gana de soportar las
salidas de Maria de Madera, En cuanto ella le pidió que
le invitara al baile, le did con las riendas por la
espalda, pues estaba preparando los arreos dei caballo.
—87—
En el baile encontró a la dama con un vestido aún más
bello que los anteriores, del color del aire y con el
sol, los planetas y las estrellas, quien se presentó como
la Princesa de Pegarrienda. El hijo del rey le regalé un
medallón con su retrato.
y tampoco esa noche los criados pudieron alcanzarla.
El hijo del rey enfermé de mal de amores, y los médicos
no sabían qué hacer, y él no quería probar ni una
cucharada de sopa. Un día le dijo a su madre, que siempre
le insistía para que comiera algo:
-Si, me han entrado ganas de comer pizza. Prepárala tú,
mamá, con tus propias manos.
La reina fue ala cocina y allí estaba Maria de Madera.
-Permitid que os eche una mano, Majestad —dijo, y se puso
a amasar y hornear la pizza.
El hijo del Rey empezó a comérsela y la encontró muy
sabrosa y felicité a su madre, de pronto sintió algo duro
entre los dientes; el alfiler que había regalado a la
bella desconocida.
-Mamá, ¿quién ha preparado esta pizza?
—Yo, ¿por qué?
-No puede ser, dimo de veras quién la ha hecho.
Y la Reina tuvo oye admitir que la había ayudado Maria de
Madera. El hijo inmediatamente pidió que le hiciera otra.
Llegó la segunda pizza de Maria de Madera y dentro el
hijo encontró el anillo de brillantes. “Maria de Madera
debe de saber algo acerca de la bella desconocida”, se
decía el joven, y encargó una tercera pizza. Y cuando
encontró el medallón con su retrato, se levantó con el
mejor de los ánimos y corrió al corral. Encontró a las
ocas cantando alrededor del árbol:
-Pi—pipiripi,
Bella mujer, la que está aquí,
Parece la Luna, parece el Sol.
Hija de Rey o Emperador,
Y cuando alzó los ojos hacia la enramada vió a la bella
desconocida que salía del caparazón de madera y se
peinaba las trenzas. Maria le conté su historia y en
menos de lo que tardó en decirlo se casaron y fueron
felices.
(Roma)
2.1.4.— El repón de piel de cerdo (A 291)
—89—
-Hola. Sube a mi carruaje.
-¿Cómo voy a subir a vuestro carrujo —objeté ella—, si
sois un zarévich, mientras que yo soy la hija de un pope
y voy vestida con un repón de piel de cerdo?
Entonces él dijo a un criado:
—Mafia subir tú.
El criado obedeció, Se pusieron en marcha y llegaron a
casa del zarévich. Este condujo a la hija del pope a los
aposentos de su madre y pidió:
-Madre: pernitidme que me case con ella -objeté la
madre—, si tú eres un zarévich y ella la hija de un pope
vestida con un repón de piel do cerdo?
—Bueno, pues haremos que se esconda debajo de la estufa.
Esto ocurría en sábado. Al día siguiente, domingo, el
zax-évich se levantó temprano y le gritó al criado:
-Trae un jarro de agua.
Ella salió en seguida de debajo de la estufa y llevó el
jarro. El zarévich le pegó con él diciendo:
—¡Largo, debajo de la estufa, piel de cerdo~
Ella corrió a esconderse otra vez, hasta que el zarévIch
se marchó a la iglesia. Entonces le pidió permiso a la
zarina, se vistió debajo de la estufa y también fue a la
iglesia. Llegó y se colocó a la derecha del coro. Nada
más verla, el zarévich se acercó a ella.
—¿De dónde eres, preciosa? —le preguntó.
-Soy de Villa de los Jarros —contestó la hija del pope.
En cuanto terminó el oficio, salió de la iglesia, corrió
a casa y se metió debajo de la estufa, poniéndose otra
vez el repón de piel de cerdo.
Volvió el zarévich de la iglesia y le dijo a su madre:
-He visto a una preciosa doncella en misa. Le he
pregunrado de dónde es y me ha contestado que de Villa de
los Jarros.
Tanto le gustó la hermosa doncella al zarévich, que el
pobre se fue a buscar Villa de los Jarros. viajó toda una
semana y volvió el sábado diciéndole a su madre:
— No he encontrado a la hermosa doncella.
Mientras, la hija del pope seguía debajo de la estufa.
Llegó el domingo, el zaxévioh se levantó temprano y le
gritó al criado:
— Trae una toalla.
La hija del pope corrió a presentarle la toalla, pero el
zarévich la aparté de mala manera y le pegó un golpe con
la toalla. Luego se marchó él a la iglesia. La muchacha
le pidió permiso a la zarina, se puso el vestido parecido
al sol y la luna, fue a la iglesia y se colocó a la
derecha del coro. El zarévich se acercó de nuevo a ella y
tambien le preguntó:
— ¿De dónde eres?.
— De Puebla de las Toallas.
- ¿Quieres que cambiemos nuestros anillos, corazón?
- No. Yo tengo bastante con los míos.
—90—
En cuanto terminó el oficio, la hija del pope corrió a
casa, se desvistió y volvió a su sitio debajo de la
estufa. Tambien regresó el zarévich de la iglesia y le
dijo a su madre:
— ¡Qué hermosa doncella he visto!.
Partió el zarávich en busca de Puebla de las Toallas,
anduvo mucho tiempo de un lado para otro, pero no
encontró nada y, de vuelta a su casa, le conté a la madre
su pesar. Desde debajo de la estufa, la hija del pope se
reía al oírle.
Llegó el domingo, el zarévich se levantó temprano y gritó
al criado:
— ¡Eh! Dame el peine.
La hija del pope salió en seguida de debajo de la estufa
y le presentó el peine, pero el zarévich le pegó con el
diciendo:
— Largo de aquí, piel de cerdo! —y la hizo volver a su
sitio debajo de la estufa. Luego, en cuanto él se marché
a la iglesia, la hija del pope le pidió permiso a la
zarina y, con su vestido como la aurora, tambien fue a
misa. Se colocó a la derecha del coro. El Z&rtvich la vió
y le preguntó de dónde era.
— De Puente de los Peines.
— ¿Cambiamos nuestros anillos, corazón?.
— Bueno —contestó ella.
Y así lo hicieron.
Luego, apenas terminada la misa, la hija del pope corrió
a casa. Vió que las criadas de la zarina estaban
preparando bollos de requesón.
— ¿Me dejáis que amase yo uno? -pidió.
— Si quieres...
La hija del pope amasé un bollo de requesón y metió
dentro el anillo que le había dado el zarévich a cambio
del suyo.
Volvió el zarévich de la iglesia, y la hija del pope
estaba ya debajo de la estuf a
— Creo, madre, que es hora de comer —dijo el zarévich—.
Manda a las muchachas que traigan algo. ¿O es que no han
hecho bollos de requesón?.
Colocaron una fuente de bollos encima de la mesa y el
zarévich que tenía mucha hambre, pinché uno en seguida
con el tenedor —tan doradito, tan apetitoso—, se lo metió
en la boca y notó que algo le rechinaba entre los
dientes. Se fijó y vió que era el anillo que le había
dado a la hija del pope. Lanzó un grito que se oyó en
toda la casa.
— ¿Quién ha hecho estos bollos de requesón?. ¡Que venga
aquí inmediatamente! -
Las criadas se asustaron.
— Los hemos hecho nosotros, señor. De verdad que si.
Solamente amasé uno la hija del pope, que está debajo de
la estufa.
—91—
LlamarOn a la hija del pope. Ella se puso primero el
vestido más bonito y luego acudió, tan linda que no se
podría encontrar otra igual en el mundo. Entró en la sala
y le besó la mano a la zarina.
El sarévich, loco de contento, fue hacia la hija del
pope, la tomó de la blanca mano y dijo:
- Danos tu bendición, madre, y que un pope una nuestras
manos para dicha nuestra y para contento tuyo.
La zarina les dió su bendición. Ellos se casaron y
vivieron felices, sin agobios y haciendo el bien a su
alrededor-
—92—
2.1.5.— Toda clase de pieles (G 65)
Erase una vez un rey que tenía una esposa con el cabello
de oro, y era tan hermosa que no había otra igual en la
tierra, Sucedió que ella se puso enferna y, cuando sintió
que iba a morir, llamó al rey y le dijo:
—Si después de mi muerte quieres casarte, prométeme que
no tomarás por esposa a otra que no sea tan bella como yo
y que no tenga mis mismos cabellos de oro.
El rey estuvo inconsolable durante mucho tiempo, y no
pensó en tomar otra mujer. Finalmente dijeron los
consejeros:
-No hay otra salida, El rey debe casarse de nuevo para
que tengamos una reina.
A continuación se enviaron mensajeros por doquier para
buscar una novia que pudiera igualarse en belleza a la
reina muerta. Pero no se pudo encontrar a ninguna que
fuera igual y, aunque la hubieran encontrado, no había
ninguna otra que tuviera sus mismos cabellos de oro. Así
que los mensajeros regresaron con las manos vacias sin
cumplir el encargo.
El rey tenía una hija que era tan hermosa como su madre y
tenía sus mismos cabellos de oro. Cuando se hizo mayor,
el rey la contemplé y vió que era el vivo retrato de su
madre muerta, y sintió de pronto un amor apasionado por
ella. Entonces les dijo a sus consejeros:
—Quiero casarme con mi hija, puesto que es el fiel
retrato de mi mujer muerta, y en ningiln jugar puedo
encontrar otra novia igual.
Cuando los consejeros oyeron esto, se asustaron y
dijeron:
—Dios ha prohibido que el padre se case con la hija. De
un pecado no puede venir nada bueno, y el reino se verá
arrastrado a la perdición.
La hija se asusté todavía más cuando supo la decisión de
su padre. Sin embargo, esperaba hacerle desistir de su
proyecto.
Entonces le dijo a su padre:
—Antes de que se cumpla vuestro deseo, tengo que tener
varios trajes: uno tan dorado como el sol, otro tan
plateado como la luma, y otro tan brillante como las
estrellas; luego quiero un abrigo de toda clase de
pieles. Cada animal de vuestro reino debe dar un trozo de
su piel para confeccionarlo.
Ella pensó: “Es casi imposible lograr esto, y mientras
tanto puedo apartar a mi padre de sus malos
pensamientos”.
El rey no cedió, y las doncellas más hábiles del reino
tejieron los tres vestidos: uno tan dorado cono el sol,
otro tan plateado como la lun. y e]. tercero tan brillante
como las estrellas, Y sus cazadores apresaron a todos los
animales del reino y le guitaron a cada uno un trozo de
su piel; con ellos se hizo un abrigo de toda clase de
pieles.
—93—
Finalmente, cuando todo estuvo preparado, el rey hizo
traer el abrigo, lo extendió ante ella y dijo:
-Mañana se celebrará la boda.
Cuando la princesa vió que no había esperanza alguna de
cambiar los sentimientos de su padre, tomó la decisión de
huir en la noche, mientras todos donian Se levantó y
cogió tres de sus tesoros: un anillo de oro, un torno de
hilar de oro y una devanadera de oro; metió los tres
vestidos de sol, de luna y de estrellas en una cáscara de
nuez, se puso el abrigo hecho con toda clase de pieles y
se tiznó la cara y las manos- Luego se encomendé a Dios y
partió, andando toda la noche hasta que llegó a un gran
bosque. Como estaba muy cansada, se sentó en un árbol
hueco y se durmió.
Salió el sol y ella seguía durmiendo; se hizo
completamente de día y aún continuaba durmiendo. Entonces
sucedió que el rey al que pertenecía el bosque fue a
cazar allí. Llegaron sus perros al árbol, lo olfatearon y
corrieron a su alrededor ladrando, El rey dijo a los
cazadores:
-Mirad a ver qué clase de animal salvaje se ha escondido
ahí.
Los cazadores obedecieron el mandato y, cuando
regresaron, le dijeron:
-En el árbol hueco hay un animal maravilloso, como no
hemos visto otro igual; su pellejo es de toda clase de
pieles, está echado y duerme.
—Mirad a ver si podéis apresarlo vivo —dijo el rey—;
atadlo luego al carruaje y traedlo con vosotros.
Al apresar los cazadores a la joven, ésta se despertó
sobresaltada y les dijo:
-siy una pobre criatura, abandonada de padre y madre;
compadeceos de ni y llevadme con vosotros.
Entonces ellos dijeron:
-‘Toda—clase—de—pieles”, tú sirves para estar en la
cocina; yente y barrerás la ceniza.
Así pues, la sentaron en el carruaje y la llevaron hasta
el palacio real.
Le asignaron un cuchitril bajo la escalera, donde no
entraba la luz, y dijeron:
-Animalillo salvaje, ahí puedes vivir y dormir.
Luego la enviaron a la cocina y ella traía el agua, la
leña, atizaba el fuego, desplumaba las aves, limpiaba las
verduras, barría la ceniza y hacia todo el trabajo
ingrato.
Así vivió “Toda-clase—de—pieles” pobremente durante mucho
tiempo. lAy, pobre princesa, qué será de ti!
Pero sucedió que una vez se celebró una fiesta en el
palacio, y ella le dijo entonces al cocinero:
-cpuedo subir y mirar un poco? Me colocará ante la
puerta.
El cocinero dijo:
—Ve, pero en media hora tienes que estar de vuelta y
recoger la ceniza.
-94-
Ella cogió su lamparita de aceite, fue a su cuchitril, se
quitó la piel y se lavé el hollín de la cara y las manos,
de manera que su belleza volvió a salir a la luz del dSa.
Luego abrió la nuez y sacó el vestido que brillaba como
el sol. Hecho esto, subió a la fiesta y todos le cedían
el paso, pues nadie la conocía y pensaban que era una
princesa. El rey le salió al paso, le dió la mano y bailó
con ella pensando para si: “Nunca be visto otra mujer más
hermosa.”
Terminó el baile, se inclinó y, cuando el rey miró a su
alrededor, había desaparecido sin que nadie supiera a
dónde había ido. Se llamó a los vigilantes que estaban
ante palacio, pero nadie la había visto. Entretanto, ell.a
fue a su cuchitril, se quitó rápidamente el vestido, se
tiznó la cara y las manos, se puso el abrigo de pieles, y
otra vez quedó convertida en “Toda—clase—de—pieles”.
Cuando llegó a la cocina y quiso ponerse a trabajar y
barrer la ceniza, dijo el cocinero:
—Déjalo hasta mañana. Hazne la sopa para el rey, pero no
dejes que se te caiga ningún peío; si no, no comerás más
pan en el futuro.
El cocinero se fue y la muchacha hizo la sopa para el
rey. Le hizo una sopa de pan todo lo mejor que supo y,
cuando estuvo terminada, cogió de su cuchitril su anillo
dorado y lo puso en la fuente en la que estaba preparada
la sopa. Cuando el baile terminó, el rey pidió la sopa y
la comió, y le gustó tanto que pensé que nunca había
comido otra igual. Al llegar al fondo de la fuente, vió
el anillo de oro y no pudo comprender cómo había llegado
hasta allí. Entonces ordené al cocinero que se presentara
ante él. El cocinero se asusté cuando oyó la orden y le
dijo a “Toda—clase—de—pieles”:
-Seguro que has dejado caer algún pelo en la sopa. Como
sea verdad, te pego una paliza.
Cuando llegó ante el rey, éste le pregunté quién había
preparado la sopa. El cocinero respondió:
—ILa he preparado yo!
Pero el rey dijo:
—Eso no esverdad, estaba hecha de otra manera y mejor que
por lo general.
El cocinero contestó:
—Tengo que confesar que no la he hecho yo, sino el
animalillo salvaje.
Dijo el rey:
—Hazía que suba.
Cuando “Toda—clase—de—pieles” llegó, le preguntó el rey:
—¿Quién eres?
—¡Yo soy una pobre criatura que no tiene padre ni nadrel
El siguió preguntando:
—ePara qué estás en mi palacio?
Ella contestó:
—Para nada bueno, solamente para que me tiren los zapatos
a la cabeza.
El siguió preguntando:
—95—
-¿De dónde has sacado el anillo que estaba en la sopa?
Ella contestó:
-No sé nada de ese anillo.
Así que el rey no pudo aclarar nada y le dijo que se
fuera -
Pasado algún tiempo, se celebró de nuevo una fiesta, y
“Toda—clase—de-pieles” le volvió a pedir al cocinero que
la dejara mirar como la lltima vez. El contestó:
—Si, pero vuelve dentro de media hora y hazle al rey la
sopa de pan que tanto le gusta.
Ella se dirigió entonces a su cuchitril, se lavé
velozmente, sacó de la nuez el traje que era tan plateado
como la luna, y se lo puso. Subió y parecía una princesa.
El rey salió a su encuentro y se alegré de verla de nuevo
y, como empezaba en ese momento el baile, bailaron
juntos. pero cuando terminó el baile, desapareció tan
rápidamente que el rey no pudo ver a dónde se dirigía.
Ella corrió a su cuchitril y se convirtió de nuevo en
aninalillo salvaje y fue a la cocina para preparar la
sopa de pan. Aprovechando que el cocinero estaba arriba,
cogió el torno de hilar de oro y lo metió en la fuente,
de tal manera que preparó la sopa por encima del torno.
Luego se la llevaron al rey, que la comió y le supo tan
bien como la vez pasada, e hizo venir al cocinero, que
tuvo que confesar de nuevo que “Toda—clase—de—pieles”
había preparado la sopa. “Toda—clase—de—pieles” se
presenté de nuevo ante el rey, pero ella contestó que
solamente estaba allí para que le tiraran los zapatos a
la cabeza y que no sabia nada del torno de oro.
El rey organizó una fiesta por tercera vez y pasó lo
mismo que las veces anteriores. De modo que el cocinero
le dijo:
—Tú eres una bruja, animalillo salvaje. Siempre echas
algo a la sopa para que esté muy rica y le sepa al rey
mejor que la que hago yo.
Pero como se lo pidió tan insistentemente, la dejó ir un
rato. Se puso el traje que brillaba como las estrellas y
entró con él en la sala. El rey bailó nuevamente con la
hermosa doncella y pensaba que nunca había estado tan
hermosa. Mientras bailaban, sin que ella se diera cuenta,
le puso en e). dedo un anillo de oro. Había ordenado que
el baile durara mucho tiempo y cuando éste se acabó,
quiso retenerla por las manos, pero ella se solté y se
mezclé entre la gente tan rápidamente que desapareció de
su vista. Corrió todo lo que pudo basta su cuchitril,
bajo la escalera, pero cono se había entretenido mucho
más de media hora, no pudo quitarse el hermoso traje,
sino que se echó el abrigo de pieles sobre él, y con la
prisa no se tiznó del todo, sino que un dedo se le quedó
blanco, “Toda-clase de pieles” se dirigió corriendo a la
cocina, hizo La sopa de pan para el rey y en un momento
en que el cocinero salió, puso dentro la devanadera de
oro.
Cuando el rey encontré la devanadera en el fondo, hizo
llamar a IToda—clase—dC—pieleS’½ entonces vió su blanco
-96—
dedo y el anillo que le había puesto en el baile. La
cogió por la mano y la sujeté. Ella quiso soltarse y
escapar, pero el abrigo de pieles se le abrió un poco y
el rey pudo entrver el brillo del traje de estrellas. El
rey tiró del abrigo, descubriendo los cabellos de oro de
la princesa, que apareció ante él en todo su esplendor y
ya no pudo ocultarse por más tiempo.
Cuando se quitó el hollín y la ceniza de la cara, era lo
más hermoso que se había visto nunca en la tierra.
El rey dijo:
—Eres mi querida prometida y no nos separaremos nunca
más.
A continuación se celebró la boda y vivieron felices
hasta su muerte.
—97—
2.1.7.- La zarevma en el reino subterráneo (A 211)
—98—
Al verla en la iglesia, el zarévich le preguntó a su
lacayo de dónde era. Y el lacayo, a sabiendas de que era
la viejecita dedicada a encender las estufas en los
aposentos del palacio y de que el zarévich la había
pegado con el peine, contestó:
—Es de la ciudad de Pegapeinetazos.
El zarévioh volvió a palacio y se puso a indagar dónde se
encontraba esa ciudad en su reino, pero no la encontró.
Sucedió otra vez que, estando enfadado, el zarévich pegó
a aquella sirvienta con una bota y luego se fue a la
iglesia. Allí estaba ella también, con el vestido que
guardaba en el roble. Al ver nuevamente a aquella hermosa
desconocida, el zarévich le preguntó a su lacayo si sabia
de dónde era.
—Es de Pegabotazos.
El zarévieh estuvo buscando aquella ciudad por su reino,
pero no la encontró, Se puso entonces a pensar y cavilar
en el modo de hablar con aquella hermosa doncella, pues
se había enamorado y deseaba desposaría, Hasta que se le
ocurrió ordenar que untaran resma en el lugar de la
iglesia donde ella solía colocarse.
El domingo acudió la zarevna a la iglesia, vestida con su
traje, y fue a ocupar el sitio de siempre. Terminado el
oficio, en cuanto dió un paso para volver al palacio, uno
de sus zapatos se quedó allí pegado. De modo que volvió
con un zapato solo.
Dió el zarévich orden de que despegaran el zapato, lo
llevó a palacio y luego hizo que se lo probaran todas las
muchachas del reino. Pero a nadie le sirvió más que a la
viejecita encargada de encender las estufas. El zarévich
empezó a hacerle preguntas, y ella conf esó quién era y de
dónde.
Entonces él la desposé. Yo estuve allí también. Bebí
vino, bebí hidromiel, que por las barbas me chorreé, pero
en la boca no me entró.
—99—
2.1.8.- El príncipe Danila—GOvOrila <A 114)
Erase una vieja princesa que tenía un hijo y una hija muy
fuertes y muy hermosos. Pero no le gustaban a una bruja
malvada, que no hacia más que pensar en el modo de
inducirlos a cometer alguna falta. Por fin se le ocurrió
una idea, Con muchos arrumacos, se presentó a la madre y
le dijo~
—Querida comadre, te traigo este anillo para que se lo
pongas a tu hijo. Así será rico e ingenioso, siempre que
no se lo quite y se case con la doncella a quién este
mismo anillo le venga bien al dedo.
La vieja princesa creyó sus palabras, se alegró mucho y,
al morir, le hizo prometer al hijo que se casaría con la
doncella a quien le viniera bien el anillo.
Pas¿ el tiempo, creció el hijo y comenzó a buscar novia.
Una le gustaba, otra le parecía bien~ pero, en cuanto se
probaban el anillo, a ninguna le servia: o les estaba
grande o les estaba chico.
Después de mucho viajar por ciudades y aldeas y buscar
todaa las mozas casaderas sin encontrar ninguna que
pudiera ser su prometida, volvió a su casa muy
meditabundo.
—¿Qué te ocurre, hermanito, que tanto te preocupa? -le
preguntó su hermana.
El le descubrió el secreto y le contó sus penas.
—¿Pues que anillo tan especial es ese? —inquirió la
hermana-. Deja que me lo pruebe yo.
Se puso el anillo, que se ajusté a su dedo,
resplandeciendo, lo mismo que si lo hubieran hecho a su
medida.
— TÚ eres la que estaba predestinada para mí. ¡TÚ serás
mi esposa!.
— Pero, hermano mio, ¿te has olvidado de Dios?. Eso es un
pecado. Nadie se casa con una hermana.
El hermano no le hacía caso y, bailando de alegría, le
ordenó que se preparara para desposarse. Ella se puso a
Llorar amargamente, salió de su aposento y so sentó a la
puerta hecha un mar de lágrimas.
Acertaron a pasar por allí unas viejecitas, y ella les
ofreció comida si lo deseaban. Las viejas le preguntaron
a qué se debían su tristeza y su aflicción, Como no tenía
por qué ocultarlo, se lo refirió todo.
— Bueno, pues no llores ni te aflijas, y sigue nuestro
consejo. Haz cuatro muñecas y colócalas en los cuatro
rincones de tu cuarto, cuando tu hermano te diga que
vayas a la iglesia a desposarte, obedécele; cuando te
diga que vayas a su aposento, no te apresures: adiós, y
confía en nuestro Señor.
Se marcharon las viejas, el hermano se casó con la
hermano y luego pasó a su aposento diciendo:
— Hermana Katerina, ven a compartir mi lecho.
— Ahora mismo, hermanito —contestó ella—: estoy
quitándome los pendientes.
— loo—
En esto, desde los cuatro rincones empezaron a cantar las
muñecas:
¡Cucil, príncipe barillas
¡ CucÚ, Denila-Govorila ¡
Cuod, que quiere a su hermana,
Cuod, para desposaría.
¡CucÚ, ¿brete tierras
!CucLI, trágate a la hermana!
La tierra empezó a abrirse y la hermana a hundirse en
ella. El hermano gritó:
— ¡Hermana Katerina, ven a compartir mi lecho!.
— Ahora mismo, hermamito: estoy desatándome el cinturón.
Las muñecas siguieron cantando:
¡Cuod, príncipe Danila!
¡Cuod, bamila—Oovorilai
Cual, que quiere a su hermana.
Cual, para desposaría.
¡Cual, ¿brete tierraS
¡CucÚ, trágate a la hermanal
Sólo se veía ya la cabeza de la hermana. El hermano
volvió a llamar:
— Hermana Katerina, ven a compartir mi lecho.
Las muñecas repitieron su canción, y Katerina desapareció
bajo tierra.
El hermano siguió llamándola, cada vez más fuerte; pero
ella no aparecía. Muy enfadado, corrió al otro aposento,
empujó la puerta, que voló hecha pedazos, y miró por
todas partes, pero no había ni rastro de su hermana, Sólo
en los cuatro rincones estaban las muñecas repitiendo:
“Afrete tierra, trágate a la hermana”. Agarró tan hacha,
les cortó la cabeza a las miñecas y las echó al fuego.
Entre tanto, la hermana fue caminando bajo tierra hasta
vió una casita que tenía patas de gallina y giraba sobre
sí misma.
— Colócate como estabas antes, casita: de espaldan al
bosque y de cara a mi.
La casa giró y la puerta se abrió. Dentro de la casa se
encontraba una doncella muy linda, bordando Un lienzo en
plata y oro. Acogió a su visitante con mucho afecto, pero
al poco rato suspiró diciendo:
- Yo te recibo encantada como a una hermana querida, y te
ofrezco mía cuidados y mi cariño mientras no está mi
madre. Pero, cuando olla vuelva, tú y yo Vamos a pasarlo
mal porque es una bruja.
A Katerina la asustaron aquellas palabras: pero, como no
tenía a dónde ir, se puso a ayudarla en su labor y,
mientras cosían, charlaban. Pasó alg~In tiempo, poco o
mucho, y entonces la muchacha, que sabia cuando
acostumbraba a regresar su madre, convirtió a Kateriiia en
una aguja y la escondió en una escoba que dejó en un
rincón.
—íci—
Acababa de hacerlo, cuando apareció la bruje en la
puerta.
— Hija mía querida, hija mía linda: aquí huele a huesos
rusos.
— Señora mía mátushka: será de unos caminantes que
entraron a beber un poco de agua.
— ¿Y por qué los dejaste marchar?.
- Eran viejos, querida; demasiado viejos para tus
dientes.
— En adelante, invita a pasar a todo el que aparezca por
aquí, pero no dejes que se marche nadie. Y, ahora, me
largo otra vez en busca de alguna presa.
Cuando se marchó, las jóvenes volvieron a su labor,
charlando y riendo mientras cosían.
volvió la bruje, husmeó por la casa y dijo:
- Hija mía querida, hija mía linda: aquí huele a huesos
rusos.
—Es que acaban de estar aquí unos viejecitos que entraron
a calentarse un poco las manos. Los invité a quedarse,
pero ellos nc quisieron.
La bruja, que tenía hambre, regañó a su hija y salió otra
vez volando. Raterina, que había pasado todo ese tiempo
oculta en la escobe, abandonó su escondrijo y las dos
muchachas se pusieron a terminar el bordado muy aprisa,
planeando cómo podrían escapar y salvarse de la malvada
bruje. Apenas hablan intercambiado unas miradas y unas
palabras, apareció precisamente la bruje en la puerta,
pillándolas desprevenidas.
—Hija mía querida, hija mía linda: aquí huele a huesos
rusos.
— Es esta bella muchacha, que está esperándote, mttushka.
La bella muchacha miró a la bruja y se quedó sobrecogida;
tenía delante a la bruje YagA pata—de—hueso, con la nariz
que le llegaba al techo.
— Hija mía querida, hija mía linda: enciende una buena
lumbre en la estufe.
Trajeron leña, de roble y de arce, y encendieron una
lumbre tan fuerte que las llamas escapaban por la boca de
la estufa.
La bruje agarró una peía ancha de hornear y le dijo a
gaterina:
— Siéntate aquí, guapa.
La muchacha obedeció pero, cuando la bruja quiso
deslizaría por la boca del horno, metió una pierna dentro
y con la otra hizo fuerza en la pared de la estufe.
-¿Es que no puedes estarte quieta, muchacha?. ¡Siéntate
bien!.
La muchacha se acomodó como le mandaban; pero, en cuanto
la bruje quiso deslizar la peía por la boca del horno,
volvió a hacer fuerza con una pierna en la pared de la
estufe. Rabiosa, le bruje retiró la pale.
- ¡Déjate de tonterías, muchacha! ¡Estáte quieta de una
vez! fliirame a mi!.
102—
Se dejó caer ella sobre la pele, estiró las piernas y las
muchachas aprovecharon el momento para meterla a ella en
el horno, cuya puerta cerraron bien cerrada, luego
apuntalaron con unos troncos y taparon las rendijas con
masilla y bree. Enseguida escaparon a la carrera,
llevándose el lienzo bordado, un cepillo y un peine.
Llevaban mucho tiempo corriendo, cuando, al mirar hacia
atrás, vieron que la bruje habla logrado escapar del
horno y, al descubrirlas, las llamaba ahora silbando:
—lEh, eh, eh!.. .vosotres.,.
¿Qué podían hacer?. Arrojaron el cepillo y surgió un
cañaveral tan tupido, que ni una culebra habría podido
deslizarse por él. La bruja sacó les uñas, areñó hasta
abrirse paso, y otra vez fue dándoles alcance... ¿Qué
salvación tenían? Arrojaron el peinas surgió u robledal
tan oscuro y tan tupido que ni una mosca habría podido
pasar. La bruje se afiló los dientes, puso manos a la
obre y árbol que tocaba, árbol que arrancaba de raíz,
Tirándolos así a un lado y otro se abrid camino... Ya
estaba a punto de alcanzarlas.., ¡Ya estaba muy cerca!
Ellas corrían y corrían, hasta que ya no pudieron más:
estban agotadas. Arrojaron el lienzo bordado en oro y
surgió un mar llameante, ancho y profundo. La bruje se
remontó mucho, con la idea de cruzarlo volando pero se
cayó el ruego y se atrasé.
Se quedaron las dos muchachas como palomas sin nido.
Tenían que seguir andando; pero ¿hacia dónde? No lo
sabían. Se sentaron a descansar un poco. Al rato se les
acercó un hombre que les preguntó quiénes eran y luego
fue a a informar a su señor de que en sus tierras habla,
no dos avecillas de paso, sino dos preciosas muchachas,
idénticas de cuerpo y altura, igualitas de cara y que una
de ellas debía de ser precisazetite su hermana, aunque
resultaba imposible decir cuál,
El señor fue a verlas y las invitó a entrar en su casa.
Se dió cuenta de que el criado no le habla mentido y una
de ellas era su hermana, aunque mo hubiera podido decir
cuál. y, como ella estaba enfadada, no se delataría. ¿Qué
hacer?.
— Se me ha ocurrido una cosa, señor —dijo el criado—. Voy
a llenar de sangre una vejiga de cordero y usted se la
coloca debajo del brazo. Cuando esté hablando con las
muchachas, yo me acercaré y le clavaré Un cuchillo cm el
costado. Al ver la sangre, su hermana se delatará.
— Está bien.
Conque, dicho y hecho: el criado fingió que le clavaba un
cuchillo a su ano en el costado, brotó la sangre, el
hermnana se desplomé y la hermana corrió a abrazarle
llorando y gimiendo:
-¡Hermano! ¡Hermano mio querido!
El hermano se incorporó entonces, sano y salvo, abrazó a
la hermana y la casó con un hombre de bien. En cuanto a
él, tomó por esposa a la amiga de su hermana, a quien el
anillo le vino justo al dedo, y todos vivieron felices y
contentos.
103—
2.1.9.- Los tres trajes <Es lío)
—104—
Y ya antes de acabarse el baile dijo ella que la
molestaba el aire de una ventana, y en lo que él fué a
correr le ventana se escapó ella y se fué a casa sin que
la vieran. y salió el hijo del rey preguntando por ende
se había escapao, pero nadie lo supo decir.
Y el pelincanito fué y la conté a la reina madre todo lo
que había pasao en el baile. La contó que había ido al
baile una moza vestida de un traje de sol que no había
otra en el mundo de guapa y que el rey había bailso toda
la noche con ella y la había regalao una pulsera. Y
cuando llegó el rey su madre le preguntó si era yardA lo
que decía el pelincanito y él la dijo que si y que a la
noche siguiente quería dar otro baile pa Ver si iba otra
vez esa moza.
Y la segunda noche fué el pelincanito otra vea, esta vez
vestido de el traje de luna, y estaba la niña más guapa
que le noche anterior. Y otra vez hallé el rey toda la
noche con ella y la dijo que si se quería casar con él.
Pero ella le dijo otra vez que no, que no podía ser
porque era muy joven y no quería su papá. Y la preguntó
el rey si sabia cantar y ella dijo que si¡ Y todos la
rogaron que cantera y cantó y roAs enamorao quedó el rey
de ella de lo bien que cantaba. Y esta vez la regalé el
rey un anilo de oro. Y ya antes de que se acabare el
baile dijo la niña que quería salir afuera un momento y
salió a la puerta y se desaparecioó sin que la vieran. Y
salieron todos en busca de ella y viendo ella que ya se
acercaban se puso su traje de pelincanito y se puso en la
escalera. Y si la vid el rey y le dió una patada y le
dijo que se fuera a casa porque creyó que era el
pelincanito que andaba ai molestando, Y se fueron a
palacio y el pelincanit le contó a la reina todo lo que
había paseo esa noche. La conté que había ido otras vez
la moza, esta vez vestida de un traje de luma y más guapa
que antes, y que el rey había baileo toda la noche con
ella y la había reqalao una anillo de oro. Y el rey
dispuso otro baile pa la noche siguiente.
Y la tercera noche la niña se quitó el traje de
pelincanito y se puso el de estrellas, que era el más
bonito de todos, y estaba más regilapa que nunca, Y Eud al
baile y estuvo toda la noche bailando con el. rey. Y otra
vez la dijo que se casare cori él, pero ella le decía
siempre que no, que no podía ser porque era muy joven y
su papá no quería. Y esa noche el rey la regaló unos
pendientes muy preciosos. Y cuando ya se acababa el baile
dijo la niña:
— Ya me voy, ya me voy, que ya suenan los esquelitos del
coche y si mi. padre lo sabe que estoy aquí a deshoras me
paga.
Y salió y se fué, Y otra vez llegó el peliricaflito y le
contó a la reina madre lo que había paseo en el. baile. La
contó que había ido la moza vestida de un traje de
estrellas mucho nás bonito que lo dos otros trajes y que
el rey había baileo con ella toda la noche y la babia
regalao unos pendientes.
—105—
Y el rey ya que nc la volvió a ver se puso malito en la
cama y ni quería comer. Y ya fué el pelincamito y hizo
tres pasteles y en cada uno puso uno de los regalos del
rey y fué y se lo dió a la reina pa que se lo diera a su
hijo. Y fué ella y le dió primero el de la pulsera. Y al
partirlo él vió la pulsera y se alegré y la dijo a su
madre:
— Madre, ¿quién ha hecho este pastel?
Y la madre contestó que el pelincanito lo había hecho pa
que comiera y que había hecho dos pasteles más. Y él la
dijo:
— Tráigalos.
Y le trajo los otros dos y al partirlos hallé el rey en
ellos el anillo y los pendientes. Y gritó entonces:
— Esto me da la vida, madre! ¡Dígale usté al pelincanito
que venga enseguida!
Y cuando la madre salió a llamarla, ye la niña venia
vestida con el traje de estrelles. Y al momento él la
reconoció y la dijo e su madre que ésa seria su esposa. Y
se casaron y fueron muy felices y comieron perdices. Y a
mi no me dieron nada porque no les dió la gana.
—106—
2.2.— “Como a la sal” (Tino 92V
—107—
!
—¡Ay, señora ama! ¡Se ha muerto un pavo!
Y la dice la señora:
-Pues, ¿qué hace usted, mujer? ¿Qué, no tiene cuidado de
ellos?
Y ella dice;
—¡Ay, mire usted! Yo no sé qué habrá pasado. Estaba bien
y de momento ha caído al suelo muerto.
-Pues, tenga gran cuidado de no volver a dejar morir
otro. Porque si no, la echaremos.
Ya pasaron ocho días, y se olvidó de que había natao al
pavo. Y vuelve a vestirse con un traje mucho más elegante
que la vez anterior. Y vuelve a cantar otra vez:
—Pavin, pavera, si mi padre me viera, ¿qué me dijera?
El hijo del rey la estaba viendo desde le galería lo
mismo que la vez anterior. Llamó a su madre para que la
viera. Y entonces la vieron bailar. Y alterminar de
bailar, solté la varita de oro y nató otro pavo. Se
marchó a toda prisa a quitarse los vestidos y a ponerse
los andrajosos. Y subió otra vez a decir a la señora que
se le había muerto un pavo:
-¡Ay, señora, se me ha muerto otro pavo!
Y la señora la dijo:
-Pues, ¡mire usted! Tenga gran cuidado de que no se le
mueran más. Porque si no, la echaremos a la calle.
A los ocho días se le volvió a olvidar que había mateo al
pavo. Y volvió a vestirse con un traje mucho más elegante
que el de los días anteriores, mucho más elegante. Vuelve
a salir e bailar, y el hijo del rey, que la ve, llama a
su madre y la dice:
-Mira, ésta no es una pavera. Ésta es la hija de algún
rey. Así que te ruego que no la dejes salir de cesa, que
he de casarme con ella.
Ella no sabia que la estaban viendo y seguía bailando...
Cuando tiró la vare y maté a otro pavo. Entonces fue a
quitarse las ropas elegantes y se puso las andrajosas.
Subió y dice:
-¡Ay, señora ama¡ ¡Se ha caído un pavo al estanque y se
ha ahogadol
—No, señora, no es que se ha caído. Es que usted lo ha
matado.
Dice ella:
-Si; él se cayó y se ahogó.
Dice la reina:
-va a decirnos usted quién es.
-Soy una mendiga que implore caridad. Pero como encontré
trabajo en su cesa me quedé.
—Y, ¿esos vestidos tan elegantes que usted tenía cuando
bailaba?
-Ah, no, señora. Yo no tengo vestidos elegantes. No tengo
más que estos andrajosos que usted me ve.
-Yo la veo los andrajosos y también vi los elegantes. Así
que usted tiene que ser hija de un rey.
-Ay, no, mire usted; soy una pobre llena de piojos.
—108—
Y dice la reina:
—No, señora, no tiene usted piojos. Ha de declararnos
usted de quién es hija.
-Ya les he dicho a ustedes que soy una pobre y que tengo
mucha miseria. Y si no, pasen ustedes a la cocina y verán
qué puñados me sacan.
Y elle entró en la cocina, y, disimuladamente, se metió
en el pecho pufados de sal sin que los otros la vieran. Y
levanté la chape de la lumbre y echaba los puf~ados de sal
a la lumbre. Y como la sal chirrisquee, ella decía:
—Ven ustedes, cuántos piojos tengo,
Y la dice la señora:
—No tiene usted piojos, Usted ha de casarse con mi hijo.
Y ella dice:
—No me casaré con su hijo, porque antes me marcharé de
esta case.
La señora mandó cerrar todas las puertas, y no la dejaron
salir. Y ella, viendo que era imposible la salida, aceptó
cesarse con el hijo del rey. Y dijoque tenían que invitar
a su padre a la boda. Y ellos dijeron que si. Invitaron a
todos los reyes del mundo.
Hicieron gran convite, y ella dijo que el plato de su
padre se pondría completamente sin sal. El primer plato
que le sacaron no le apetecía, y los demás reyes decían!
—¿cómo su majestaz no come? ¿Es que esta enfermo?
Y él dijo:
—No, es que no tengo gana.
Sacan el segundo, de la misma forma, soso, sin sal. Y
tampoco le apetece. Y dicen los demás:
—¿Cómo su majestaz no come? ¡si es una comida tan buena,
tan sabrosa 1
—No puedo comerlo. Mo sé lo que me pasa —contestó el rey.
Al tercer plato le dicen los demás:
—Pero, ¿ningÚn plato de los que le han sacado a usted le
apetece?
—Ve ahí, yo mo sé qué puede ser esto.
Entonces su hija, que le estaba oyendo, le puso la mano
derecha encina de la mesa donde 42. estaba comiendo. Y él,
que reconoció que era la mano de su hija, cayó al suelo
sin conocimiento. Entonces lo levantaron, y, vuelto en
si, le dice a su hija:
—lAy, hija! ¡Ya veo que tú eras la que inc querías, porque
no se puede comer nada sin sal!
La doté en muchos millones, y vivieron felices.
Roe, Burgos.
—109—
2.2.2.— Como la sal en el agua (E 123)
Este era un rey que tenía tres hijas. Un día las llamó y
les dijo:
—De las tres hijas que tengo, quiero saber cuál es la que
me quiere más.
-Pues yo como mi vide —contestó la hija mayor
-Yo como mi alma —dijo la segunda.
Y la más pequeña dijo:
-Y yo, como la sal en el agua,
Por haber dicho eso, el padre se enfadó mucho con elle y
la dijo:
—‘/éte de aquí, que no me quieres.
Entonces la pobre niña se marchó de la casa. Y por fin
llegó en ca de una reina viuda que tenía un hijo. Y
preguntó si hacia falta una criada. Y dijeron que no,
pero que necesitaban una pavera para criar pavas. Y ella
dijo que estaba bien, que se quedaría. Pues ya la reina
la dié la zamarra y la echó a la cuadra.
Se ha levantao por la mañana, y la ha echeO a la era con
los pavos. Y estando en la era ha empezado ella:
—lío—
—¡Paví, paví, paví, paví!
si el hijo del rey me viera,
¿se enamoraría de mi?
—Si, si, si, si, si.. .—los pavos.
Y una media vuelta.., y otro pavo muerto.
Ha cogido el pavo ella y ha subido a la cocina. Y ha
entregeo el pavo muerto.
—¡Ana, otro pavo muerto!
-.Jesds, ¡qué pavera! ¡A usted la voy a echar! ¡Véte a la
cuadre 1
Y le ha tireo las tenazas.
Y por la noche iba a haber otro baile, y dice ella:
—varita la virtud, con le virtud que nios te ha dado, que
me presentes con un traje blanco como la nieve, que no le
beige en el salón como el mio.
Esa noche ve al baile, y se ha acercado el hijo de su ana
e ella. Y dice:
—Esta noche tengo que observar de dónde es para ir con
ella.
Y le pregunté que de qué pueblo era:
-¿De qué pueblo eres, que no recuerdo del pueblo que yac
dijistes la otra noche?
—Del pueblo del Tenazazo.
—Esta noche —dice—, aunque no baile, la tengo que
acompañar.
Y la ha regaleo una pulsera. Cuando ella le vio
distraído, pues pescó el dos y se marché.
Al siguiente día salió otra vez con los pavos y ha
empezeo:
—111—
—Thadre, vengo malo!
—Hijo, ¿qué te pase?
—Pues, vengo melo —dice.
Y al oir esto, la pavera dice:
—Pues, ¿qué lo pasa?
—¡Véte de aquí —dice la madre—, no sea que se ponga peor!
Y dice la reina:
—Le voy a hacer un merengue.
Ha saltao la pavera:
—¿Quiero que se lo haga yo?
Dice la reina:
—¿Porque se ponga peor?
Y saltó la pavera:
-Porque se ponga mejor.
conque dice la reine:
—pues, házsele, y no diremos que tÚ le has hecho.
Metió el reloj, la pulsera y el anillo en el merengue. He
llegeo su madre a dársele. Al partirle con el cuchillo,
ha llamado a su madre:
-¿Quién ha hecho el merengue?
-Yo.
Saltó él:
—¡No pue ser!
Dice otra vez:
—Pues, ¿quién lo he hecho?
—La pavera!
—Diga usted que entre.
Ha entrao con el traje de terciopelo negro. Y le dice
ella;
-¿Tal noche no me regalastes el reloj?
Dice:
-Si. Y, ¿Cómo me decías que eras del pueblo del Escobazo?
-Porque subí a la cocina —dice—, y tu madre me tiré la
escobe.
Volvió otra vez a salir. Se puso su traje blanco como la
nieve, que no le había como el suyo. Ha entreo y dice:
-¿Tal noche no me regalastos una pulsera?
Dice:
-Si. Y, ¿cómo me decías que eras del pueblo del Tenazazo?
Dice ella:
-Porque yo subí a le cocina y tu madre me las tiró.
Volvió otra vez a salir y volvió con el traje negro. Y le
dijo:
-¿Tal noche no me has regaleo el anillo?
—Si —dice—. ¿Cómo me decías que eras del pueblo del
Badilazo?
-Porque cono subí yo a la cocina —dice—, pos tu madre me
tiró el badil.
Dice:
-TÚ serás ni esposa.
Ha sido cuando su madre ha entrao y dijo que cómo no se
había declareo a ellos de la familia que venia.
—112—
Se arregló la boda y trataron de convidar a su padre y
sus hermanas. Y lo primero que dijo la pavera fue,
—A mi padre hay que ponerle la comida sin sal.
Ya estando en la mesa todos los convidados, se sirvió la
comida, Y ella observó que su padre no comía. Se ha
dirigido a su padre:
—Padre, ¿cómo no come usted?
Y dijo el padre a la hija:
—Hija, una cosa sin sal no se pue comer.
Y dice ella:
—Pues, ¿qué le decía yo a usted? Mi hermana mayor le
decía que le quería como su vida; la segunda que como su
alma. Y yo le decía que como la sal en él agua. Por eso
yo le quería más que ninguna, porque la comida sin sal mo
se pue comer.
—Es verdad, hija mía —dijo el rey—. Ahora me convences:
une cosa sin sal no se puede comer. TÚ me querías más que
ninguna.
Tordesillas, Valladolid.
—113—
2.2.3.- Como le sal en el agua <E 124)
—114—
escalera. Y ella, pues volvió a hacer lo mismo. Antes de
que vinieren los centinelas por dónde se iba a meter, les
cegó los ojos con un puAado de arena. Mes cono no
supieron por dónde se habla ido ni nada, se quedaron sin
saber de quién se había enaznoreO el hijo del rey.
Y él enfermé de pena. Y iban a verle, pues, todos los
médicos de todas las partes, pues él era el hijo del rey.
Ya dijeron que no le encentraban nada: no sabían lo que
tenía. Pero que se moriría.
Al ver le pavera tan apenada e la reina, la dijo que qué
la pasaba. Y dijo que su hijo, que estaba muy melito, que
decían los médicos que so moría de pena. Y no sabían de
lo que era. Y dijo la pavera que si la dejaba ella
hacerle un remedio para su hijo. Y la dijo la reina que
ella sabría de cuidar los pavos, pero no de cuidar a su
hijo.
Y tanto insistió la pavera el quererle hacer el remedio
que la reina cedió. Y le hizo un bizcocho. Y en medio del
bizcocho pues le metió el anillo que él le habla metido
en el dedo. Al llevar la reina el bizcocho a su hijo
insistió en que le comiera. Y al irle a partir, salid el
anillo. Y dijo el hijo del reyr
—¡Ay, madre, ya estoy bueno! ¿Quién me ha hecho este
bizcocho?
Dijo su madre:
—Yo, hijo, yo.
—No, madre, no -dijo-. Usted no me ha hecho este
bizcocho. Digame quién me lo ha hecho, que con ella me
caso.
—¡Jesús, hijo, tÚ casarte con la paveral
—Pues, ¿ha sido la pavera?
—Si —dice la reina.
Dice:
—Pues, llámela usted, pues con ella me caso.
La llamaron a la pavera. Y la reina dijo que se tenía que
casar con su hijo. Y dijo ella que bueno: pero que tenían
que convidar a todos los reyes a la boda.
Y entonces era costumbre de dar un caldo en las bodas. Y
dijo la pavera que al rey Fulano se le pusieran sin sal
el caldo. Y ya estaban todos en la mesa tomando el caldo
y aquel rey, pues dio un suspiro muy grande y empezó a
llorar. Y dijeron que qué le pasaba. Dijo él que como en
su vida había echeo de menos la sal en nada, no sabia lo
que valía. Y que en una ocasión había despreciao él a su
hija porque le preguntó que cómo le quería, y le dijo que
“como la sal en el agua”. Y que aquello les pareció a
ellos un desprecio. Y ahora veía que era lo que más se
puede querer, lo más necesario.
Y fue cuando la pavera se presentó a él y dijo que era
ella su hija. Al ver su padre lo que le quería y todo, ya
se abrazaron. Le perdoné ella, y celábraron la boda de
reyes. Y colorín colorete, por la chimenea un cohete: y
por el portal siete.
Medina del Campo, Valladolid.
—115—
2.2.4.— Como la vianda quiere la sal (RA 34)
Habla una vez un rey que tenía tres hijas. Un día las
llamó a les tres y les preguntó que cuánto le querían. La
mayor le dijo:
—Yo, más que a mi corazón.
Y la del medio:
—Yo, más que a la niña de mis ojos.
Por Último, la mAs pequeña contestó:
—Pues yo, más que la vianda quiere la sal.
Al rey le disgustó mucho esta respuesta y mandó a unos
criados que se le llevasen al monte y allí la mataran, le
sacaran los ojos y le cortaran un dedo meñique, y se los
trajeran. Los criados se le llevaron, pero como les daba
compasión de la niña y sólo le cortaron el dedo meñique.
Mataron una perra, le sacaron los ojos, y se los
presentaron al rey, junto con el dedo, como prueba de que
habían cumplido sus órdenes.
La niña, cuando se vio en el monte sola, se puso a andar,
venga a andar, sin saber a dónde dirigirse, hasta que en
la mitad de un camino se encontró con un pastor, que
estaba allí muy mal vestido. Comprendiendo que no podía
ir a ninguna parte vestida como estaba de princesa, la
niña le ofreció al pastor comprarle la ropa que él
llevaba, El pastor le dijo que bueno y entonces la niña
se disfrazó de pastor, guardando en un lío sus trajes.
Siguió su marche y así llegó a un palacio donde buscaban
un pavero. Se ofreció ella para hacer este oficio y se lo
dieron. Le preguntaron que cómo se llamaba y elle dijo
que “Juanón”, por lo que ya le llamaban “Juanón el de los
pavos”. Desde entonces se encargaba todos los días de
sacar los pavos al campo, pero, como se aburría de estar
siempre sola, se llegaba a un pozo que habla por allí
cerca, se quitaba la ropa de pavero y se ponía sus
vestidos de princesa, recreándose en mirar su retrato en
el agua del pozo. Los pavos, que la veían tan hermosa, se
le quedaban mirando fijamente y ella les decía:
-Paví, paví, peví, si. el hijo del rey me viera, ¿se
enamoraba de mi?
Y todos los pavos contestaban:
—Si, si, si. Si, si, si.
Y como son tan tontos seguían mirando a le niña
fijamente, y hasta se olvidaban de comer, de nodo que
todos los días se inopia uno, el más viejoy y todas las
tardes, al volver al palacio llevaba el pavero un pavo
muerto bajo el brazo, por lo que le reñían mucho. .Pero
el rey no parecía darle mucha importancia.
La niña, temiendo ser reconocida si estaba mucho tiempo a
la luz, cuando volvía del campo y se sentaba cerca de la
lumbre, se rascaba con mucha fuerza y se echaba sal.
Luego, como si los sacase del pecho, echaba a la candela
puñados de sal, que restallaban como si fueran piojos,
por lo cual todos gritaban de asco:
—<Al rincón, duanón, al rincón!
•116-.
Y él se iba al rincón, donde corría menos riesgo de que
descubriesen que era mujer y no hombre.
Pero ocurría que al hijo del rey ya le estaba chocando
que todos los días se muriera un pavo y dio en pensar st
el pavero no les haría alguna cosa. Así que decidió
espiarlo y un día se escondió detrás de un árbol para no
perder de vista al pastor. La princesa, no recelando de
nada, se llegó al pozo y empezó a cambiarse de trajes,
como de costumbre, y vio el príncipe todo lo hermosa y
deslumbrante que era. Y el príncipe quedó enamorado de
ella, hasta el punto de pensar que tenía que casarse con
ella inmediatamente. Pero al no saber quién era, y como
los príncipes tienen que casarse con princesas, volvió a
su casa muy preocupado.
Entonces se metió en su habitación y decidió hacerse el
enfermo, diciendo que no tenía ganas de comer y que sólo
quería que le trajesen una taza de caldo, pero que se lo
tenía que traer Juanón el de los pavos, La madre se
escandalizó mucho al enterarse de esto, y le decía al
príncipe:
—Pero, hijo, ¿cómo se te ocurre semejante cose? Ese
muchacho, tan torpe, que todos los días se le muere un
pavo, y tan piojoso, que hasta los gañanes lo apartan del
fuego...
-Nada, nade, tiene que ser él —decía el príncipe—. si no,
no como.
Y la madre no tuvo más remedio que aceptar, creyendo que
era un capricho, y mandó llamar a Juanón el de ].os pavos,
que subiera con una taza de caldo. La cocinera le dijo
que se arreglase un poco, porque no podía entrar de
aquella manera en la cámara de un príncipe.
Cuando Juanón entró en la cámara con la taza de caldo, le
temblaban hasta las piernas. El príncipe le mandó que se
acercare y se sentase en la cama. Al momento le cogió de
una mano y le confesó que sabia quién era, porque le
había visto desnudarse en el pozo. Entonces ella no tuvo
más remedio que contarle su historia, cómo su padre la
creía muerta, y si se enteraba de que vivía seguramente
la mandaría matar otra vez.
El príncipe se puso muy contento de saber que ere una
princesa, porque así seria más fácil que sus padres
consintieran en la boda, y aunque elle no pudiera aportar
nada a su reino, por lo pobre que era.
Pocos días después se celebré la boda, a la cual convidé
el príncipe a todos los reyes de los reinos próximos,
entre los cuales estaba el padre de su novia. Llegó éste
y no reconoció a su hija, por el tiempo que había pasado.
La princesa lo distinguió más que a los demás coñvidados,
pero hizo que de todo lo que se iba a comer en el
banquete hiciesen una parte sin sal, y esto fue lo que le
sirvieron a su padre. Este no comía de nada, y entonces
el príncipe le pregunté cuál era la razón de que no
probase bocado, a lo que el padre de la princesa
contestó:
—11?—
-Porque nada tiene sai, y ahora comprendo lo mucho que me
quería mi hija la nás pequeña.
-¿Y cuánto darla usted por recuperar a su hija? —preguntó
entonces la princesa.
-Mi reino entero —contestó el rey con lágrimas en los
ojos.
A todo esto, la princesa se le había ido acercando y le
había puesto sobre un hombro la mano e la que le faltaba
el dedo meñique. El rey se quedó mirando la mano y luego
a ella, que le dijo:
-Pues ya me estáis nombrando vuestra heredera, porque yo
soy vuestra hija.
El rey comprendió que era verdad y de la emoción perdió
el conocimiento y se cayó al suelo. Pero cuando se
recuperó, cumplió lo prometido, después de hacerse
perdonar y de llorar amargamente, y los príncipes
vivieron muchos años reinando en los dos reinos, y yo fui
y vine y no me dieron ni para unos botines.
—118
2.2.5.— como a la sal (XC 54)
Había una vez un Rey que tenía tres hijas: una morena,
une castaña y une rubia. La primera era feucha, la
segunda más o menos, y la más pequeña era la más buena y
hermosa. Y las dos mayores le tenían envidia, Ese Rey
tenía tres tronos; uno blanco, uno rojo y uno negro.
Cuando estaba contento usaba el blanco, cuando estaba más
o menos usaba el rojo, cuando estaba irritado el negro.
Un día fue a sentarse en el trono negro, porque estaba
enojado con las dos hijas mayores. Ellas empezaron a
fastidiarlo con sus zalamerías.
—Señor padre —le dijo la mayor—,¿hebéis descansado bien?
¿Es porque estáis enojado conmiqo que os veo en el trono
negro?
—Si, contigo.
—¿Pero por qué, señor padre?
—Porque no ale ames.
—¿Yo? Yo os amo, señor padre, claro que sí.
—¿Cuánto?
—Como al pan.
El Rey resopló un poco, pero no dijo nada porque estaba
muy complacido con esa respuesta.
Vino la hija segunda.
-Señor padre, ¿habéis descansado bien? ¿Por qué estáis en
el trono negro? ¿No estaréis enojado conmigo, verdad?
—si, contigo.
—¿Pero por qué conmigo, señor padre?
—Porque no me amas.
—Pues claro que os amo...
—¿Cuánto?
—Como al vino.
El Rey farfulló algo entre dientes, pero se veía que
estaba satisfecho. Vino la ,,ás pequeña, muy sonriente.
—Oh señor padre, ¿habéis descansado bien? ¿En al trono
negro? ¿Por qué? ¿Os habéis enojado conmigo, tal vez?
—Si, contigo. Porque tú tampoco me amas.
—Pero yo si que os amo.
—¿Cuánto?
—Tcomo a la sal!
Al oir esta respuesta, el Rey montó en cólera.
—Womo e la sal! IComo e la sal! ¡Ah, desgraciada! iFuera
de mi vista, que no quiero volver a verte! —y dio orden
de que la llevaran a un bosque y le dieran muerte.
Su madre la Reina, que realmente la amaba, en cuanto supo
la orden del Rey se devanó los sesos para hallar el modo
de salvarla. En el Palacio Real había un candelero de
plata así de grande, donde zizola (así se llamaba la hija
menor) cabía sin dificultad, de nodo que la Reina la
escondió ahí dentro.
—Ve a vender este candelero —le dijo a su criado de
confianza-, y cuando te pregunten cuánto cuesta, si es
gente pobre diles un precio alto, si esun gran señor
dáselo por. nada.
—119—
Abrazó a su hija, le hizo rail recomendaciones, y en el
candelero pusieron higos secos, chocolate y bizcochos.
El criado llevó el candelero a la plaza y, cuando le
preguntaban el precio, a los que no le caían bien les
pedía un despropósito. Finalmente, pasó el hijo del Rey
de Torralta, examinó el candelero de arriba abajo, y
luego preguntó cuánto costaba. El criado le pidió un
precio irrisorio y el Príncipe hizo llevar el candelero a
palacio. Lo instaló en el comedor y todos los que iban a
comer se deshacían en elogios.
Por la noche el Príncipe iba a conversar afuera; como sin
embargo no quería que nadie se quedara esperándolo, los
criados solían dejarle la cena preparada y se iban a
acostar, cuando zizola se dió cuenta de que no había
nadie en la sale, salid del candelero, se cosió toda la
cena y volvió a su escondite. Llega el Príncipe, no
encuentra nada para comer, toce todas las campanillas y
empieza e injuriar a los criados. Ellos no se cansaban de
jurarle que habían dejado la cena lista, que debía de
habérsela comido el perro o el gato.
-Si vuelve a pasar, os despido a todos —dijo el Príncipe;
mandó que le sirvieran otra cena, comió y se fue e
dormir.
A la noche siguiente, pese a que todo estaba cerrado con
lleve, ocurrió lo mismo, Parecía que los gritos iban a
derrumbar la cesa; luego dijo:
—Vamos a ver mañana por le noche.
¿Y qué hizo al día siguiente por la noche? Se ocultó bajo
la mese, cubierta con un mantel que llegaba hasta el
suelo. Llegan los críados,ponen los platos con todos los
manjares, hacen salir al perro y al gato y cierran la
puerta con llave. Apenas se retiran, se abre el candelero
y sale la bella Zizola. Se acerca a la mesa y se pone e
comer a manos llenas, Sale el Príncipe, la agarra de un
brazo, ella trata de escapar pero él se lo impide.
Entonces Zizola cae de rodillas y le cuenta su historia
de cabo a rabo. El Príncipe ya se había enamorado
ardientemente. La calmó y le dijo:
—Bien, por lo pronto te digo que serás mi esposa. Ahora
vuelve dentro del candelero.
cuando se acosté, el Príncipe no pudo cerrar un ojo en
toda la noche, e tal punto estaba enamorado; y por la
mañana ordenó que trasladasen el candelero a su cámara,
porque era tan bello que de noche quería tenerlo cerca,
Luego dio orden de que le llevasen raciones dobles de
comida a su cámara, porque tenía hambre.Asi le llevaron
el café, y luego el desayuno, y el almuerzo, todo doble.
En cuanto le traían las bandejas,cerraba la puerta con
llave, hacia salir a su Zizola y comían juntos con gran
alegría.
La Reina, que estaba sola en la mesa, se puso a suspirar:
—¿Pero qué tendrá si hijo contra mi que mo baja a comer
conmigo? ¿Qué le habré hecho?
El siempre le decía que tuviera paciencia, que quería
estar solo; hasta que un buen día le dijo:
—Quiero tomar mujer.
—¿Y quién esla novia? —dijo la Reina muy contenta.
—¡Quiero casarme con el candelerol —dijo el Príncipe.
—Waramba, mi hijo se ha vuelto load —dijo la Reina
tapándose los ojos con les manos.
Pero él hablaba en serio. La madre trataba de hacerlo
entrar en razón, de hacerle pensar en lo que diría la
gente, pero él seguía en sus trece: dio orden de preparar
le boda en un plazo de ocho días.
El día acordado un gran cortejo de carrozas salió de
palacio, y en la primera iba el Príncipe acompañado por
el candelero. Llegaron a la iglesia y el Príncipe hizo
trasladar el candelero frente al altar. Cuando llegó el
momento, abrió el candelero y entonces salió Zizola,
vestida de brocado, con tantas piedras preciosas en el
cuello y las orejas que irradiaba esplendor por todas
partes. Celebradas las bodas y de vuelta en palacio,
contaron a la Reina toda la historia. La Reina, que era
une pícara, dijo;
—Dejadía de mi cuenta que a ese padre le quiero dar una
lección.
Así pues, organizaron el banquete de bodas e invitaron a
todos los Reyes de la vecindad, incluido el padre de
zizola. Y la Reina hizo preparar una comida especial para
el padre de zizola, con todos los platas sin sal. La
Reina anunció a los invitados que la novia no se
encontraba bien y no podía asistir al banquete. Se
pusieron a comer; pero la sopa del Rey era insípida, de
modo que se puso a mascullar: “Este cocinero, este
cocinero se olvidó de salar la sopa”. Y se vio obligado a
dejarla en el plato.
Después vino el guiso, también sin sal.El Rey dejó el
tenedor a un lado.
-cpor qué no coméis, Majestad? ¿No os gusta?
—Oh, si, esta muy bueno, muy bueno.
—¿Y por qué no coméis?
—Es que no me siento muy bien.
In tentó llevarse a la boca un pedazo de carne, pero por
más que masticaba no se lo podía tragar. Y entonces
recordó la respuesta de su hijita, que lo quería tanto
como a la sal, y fue presa del remordimiento y el dolor,
y poco a poco rompió a llorar, diciendo:
—¡Ay, desgraciado de mi, qué hice!
La Reina le preguntó qué le ocurría, y él empezó e contar
toda la historia de Zizola. Entonces la Reima se levantó
y mandó llamar a la novia. El padre la abrazó y lloró y
le pruntó cómo había llegado allí. Le paracia como si
hubiese resucitado, Mandaron llamar también a la madre y
reiniciaron la boda con una fiesta todos los días, y creo
que todavía siguen bailando.
(Bolonia)
—121—
2.2.6.— Piel de vieja (XC 70)
—1 22—
—Bien —dijo le Reine—, trate de hilar este poco de lino,
a ver si consigue hacer algo.
Cuando SC quedó a solas, la vieja Se encerró con llave,
se quitó la piel, e hilé el lino que ere una maravilla.
El hijo del Rey, la Reina y toda la Corte se quedaron
boquiabiertos al ver que una vieja decrépita,
temblequeante y medio ciega había podido realizar
semejante labor.
La Reina hizo la prueba de darle a coser una camisa, Y
ella, en cuanto estuvo sola, cortó y cosió la camisa con
pespuntes, y recamó el petillo con flotecitas de oro tan
bien terminadas que causaban asombro. los demás no sabían
qué pensar. Pero el hijo del Rey sospechaba que había
gato encerrado, y en cuanto le vieja se metió en su
cuarto fue a espiar por el ojo de la cerradura. ¿Y qué
vio? La vieja se quitaba la piel y debajo aparecía una
muchacha joven y hermosa como un ojo de sol. El hijo del
Rey, sin pensárselo dos veces, derribé la puerta y abrazó
a le muchacha, que pudorosanente intentaba cubrirme.
—¿Quién eres? —le decía—. ¿Por qué te disfrazaste así?
Y la muchacha le conté que también ella era hija de Rey,
que la habían echado de casa y maldecido.
El hijo del Rey fue en seguida a ver a los padres y les
dijo:
—¿Sabéis? Re encontrado una hija de Rey para casarme.
Se pregonaron los festejos de la boda y fueron invitados
todos los Reyes vecinos y alejados. Vino tarmmbién el Rey
padre de la novia, pero no La reconoció con eses velos y
esas guirnaldas. La novia le había hecho preparar la
comida aparte, toda sin sal menos el asado. Sirvieron la
sopa. Todos los invitados comían, pero el padre de la
novia probé una cucharada y basta • Sirvieron la carne
hervida y el padre apenas la probé. Sirvieron el pescado
y el padre lo dejó todo en el plato. “No tengo hambre,
decía”. pero cuando llegé el asado le gustó tanto que
repitió tres veces. Entonces la hija Le pregunté por qué
los otros platos apenas los había tocado, y el asdo si, y
el rey dijo que no sabia por qué, pero .3. asdo le había
parecido sabroso y el resto insípido.
— ¿Os dais cuenta de lo desagradable que es la comida sin
sal? —dijo le hija—. Por eso vuestra hija pidió sal
cuando fuiesteis a la feria, y esas pérfidas de mis
hermanas os dijeron que era para salares el pellejo.,.
Entonces el padre reconoció a su hija, la abrazó, le
pidió perdón y castigó a las hermanas envidiosas,
(Montale Pistoiese)
123-
2.2.7,- La pastora de gansos del manantial (O l79~
Erase una vez una ancianita que vivía con su rebaño en un
desierto entre montañas y tenía una casita allí.
El páramo estaba rodeado de un gran bosque y cada mañana
cogía la anciana su bastón y se iba renqueando al bosque.
La anciana estaba siempre muy ocupada, más de lo
imaginable para edad tan avanzada, recogía hierba para
sus gansos, cortaba toda la fruta silvestre que alcanzaba
con las manos y se lo llevaba todo a cese a le espalda.
Cualquiera hubiera podido pensar que el gran peso la
haría doblarse hasta el suelo, perí ella llegaba bien a
casa. Cuando alguien se tropezaba con ella, lo saludaba
amablemente:
—Buenos días, paisano, hoy tenemos buen tiempo. No te
asombres de que cargwe con la hierba, que todos tenemos
que llevar nuestra carga a la espalda.
Sin embargo, la gente no se encontraba por gusto con ella
y preferían dar un rodeo; cuando pesaba un padre con su
hijo por su lado, le decía en voz baja:
-Ten cuidado con la vieja, que no es tan inocente cono
parece; es una bruje.
una mañana iba un hombre apuesto por el bosque. El sol
brillaba, los pájaros cantaban, un mirecillo fresco
rozaba el follaje y él se sentía feliz y contento.
Todavía nc se había encontrado con nadie, cuando de
pronto vio a la vieja bruje, arrodillada en el suelo,
segando hierba con una hoz. Había recogido ye un buen
montón y al lado había dos cestos llenos de peras y
manzanas silvestres
—Pero, abuelita, ¿cómo puedes cargar con todo eso?
-Tengo que hacerlo, querido señor -contestó-. Los hijos
de los ricos no lo necesitan, pero entre los campesinos
se dice;
—12 4—
—Como véis, no pesa mucho —dijo elle.
—¿Que no pesa? lYa lo creo que pesa! —contestó el conde
con cara de aflicción—. Este fardo pesa como si tuviera
piedras, y las manzanas y las peras parecen de acero;
casi no puedo respirar.
Y sintió deseos de dejarlo todo, pero la anciana no se lo
permitió.
—Fi jense —dijo burlona—, e]. señor no es capaz de llevar
lo que ha llevado la anciana, Con bonitas palabras es
fácil ayudar, pero cuando la cosa se pone seria, ya
quiere poner pies en polvorosa. ¿Pero que hacéis ahí
parado? —siguió diciendo—. Vanos, moved esas piernas, que
nadie va a quitaros el Lardo,
Mientras fue por terreno liso, todavía pudo aguantar la
carga, pero en cuanto llegaron a los montes y tuvo que
subir y las piedras rodaban bajo sus pies, como si
estuvieran vivas, ya fue demasiado para sus fuerzas. Las
gotas de sudor le corrían por la frente y le caían, ya
calientes, ya frías, por la espalda.
-Abuelita, no puedo más; quiero descansar un poco.
—pero no aquí -contestó la vieja—. Cuando lleguemos ya
tendréis tiempo de descansa?, pero ahora tenéis que
seguir adelante. Quién sabe pare qué puede servir todo
esto.
—¡Eres una vieja sinvergúenzal —dijo el conde.
E intentó tirar el fardo, pero se esforzó en vane, pues
estaba tan firmemente sujeto a sus espaldas como si le
hubiera crecido en ellas.
Se dio la vuelta y se revolvió, pero no pudo librarse de
él. La vieja se rió y saltaba
9ozosameiite con su bastón:
—Mo os enfadáis, querido señor —dijo—. os estáis poniendo
colorado como un pimiento. Llevad vuestra carga con
paciencia, que cuando lleguemos a casa os daré una buena
propina.
¿Qué podía hacer? Tuvo que consolarse con su suerte y
seguir pacientemente tras la anciana.
Ella parecía volverse más ligera cada vez y a él le
pesaba cada vez más la carga. De pronto dio un salto y se
sentó encima del fardo y, aunque era delgadisima, pesaba
más que las mozas campesinas más robustas, Al joven le
temblaron las rodillas, pero ouando se paraba, la anciana
le daba con una vera y con ortigas en las piernas.
Lanentándose continuamente subié el. mente y al fin llegó
a la case a punto de desplomarse. cuando los gansos
vieron a la anciana, levantaron las alas. y con los
cuellos en alto, le salieron al paso, gritando;
—Taimo, cueel
Detrás del rebaño, con una vera en la mano, iba una mujer
ya entrada en años, grande y fuerte, pero fea como la
muerte.
—Madre —le dijo la anciana—, ¿es ha pasado algo? Habéis
estado mucho tiempo fuera.
—125—
—Dios me guarde, hija mía —contestó—. fo me ha pasado
nada malo; al contrario, el amable señor me ha traído la
carga, fi jete, y cuando yo estaba cansada, me ha cargado
a la espalda. El camino no es largo y nos hemos divertido
gastándonos bromas uno a otro.
Finalmente se bajá, le cogió al hombre el fardo de la
espalda y los cestos del brazo, lo miró cordialmente y
dijo:
—Bien, ahora sentaes en el banco ante la puerta y
descansad. Os habéis ganado con creces vuestra
recompensa, que no faltará,
Luego dijo a la pastora de gansos:
—Ve a case, hija mía, que no está bien que te quedes a
solas con un joven; él podría enanorarse de ti, y no hay
que echar leña al fuego.
El conde no sabia si reír o llorar.
“vaya un tesoro —pensó—. Aunque fuera treinta años más
joven, no lograría ablandar mi corazón.”
Mientras tanto, la anciana acariciaba y minaba a sus
gansos como niños y luego entró con su hija en casa.
El joven se estiró en el banco, bajo un manzano
silvestre. El aire era tibio y mueve, alrededor se
extendía una suave pradera llena de prímulas, tomillos
silvestres y miles de flores diversas; por el medio
discurría un arroyo claro en el que brillaba el sol, y
los blancos gansos iban y venían o se lavaban en el agua.
—Verdaderamente se está bien aquí —dijo—, pero estoy tan
cansado, que no puedo tener los ojos abiertos; voy a
dormir un poco. Si es que no viene ningún golpe de aire
que se rse lleve las piernas, pues las tengo más secas que
yesca.
Cuando había dormido un rato, llegó la vieja y lo
despertó.
—Levántate, aquí no pueds quedarte. reconozco que te lo
he puesto un poco difícil, pero nc te ha costado la vida.
Ahora quiero darte tu recompensa. Dinero y felicidad no
necesitas: aquí tienes otra cosa.
Y diciendo esto le puso en la mano una cajita tallada en
una esmeralda.
—Cuidala bien -añadió—, y te dará suerte.
El conde saltó y, al ver que estaba de nuevo fresco y
lleno de fuerzas, dio las gracias a la anciana por el
regalo y se puso en canino, sin mirar una vez siquiera a
la hermosa hija. Cuando ya había recorrido un trecho, oyó
a lo lejos el graznido de los gansos.
El conde anduvo dando vueltas tres días por la espesura
salvaje, antes de poder salir de elle. Por fin llegó a
una gran ciudad y, como nadie le conocía, fue llevado al
palacio real, donde estaban sentados en el trono el rey y
la reina. El conde se arrodilló, sacó la cajita de
esmeralda y se la puso a los pies de la reina. Ella le
dijo que se levantare y que le alcanzara la cajita, pero
apenas la había abierto y mirado dentro de ella, cuando
cayó como muerta al suelo.
126—
El conde fue hecho prisionero por los sirvientes del rey
e iba a ser conducido a la prisión, cuando la reina abrió
los ojos y dijo que lo soltaran y que salieran todos, que
quería hablar a solas con él.
Cuando la reina se quedó sola, empezó a llorar
amargamente:
—¿De qué me sirve todo el lujo y los honores que me
rodean, si cada mañana me despierto llena de pena y
preocupaciones? Tuve tres hijas. La menor era tan bella,
que todo el mundo la consideraba un milagro. Era blanca
cono la nieve, sonrosada como las flores de las manzanas
y su cabello tan brillante como rayos de sol, Cuando
lloraba le caían de los ojos mo lágrimas, sino perlas y
piedras preciosas. Al cumplir quince afice, las hizo venir
el rey a las tres ente el trono. [Tendríais que haber
visto le cara que puso la gente cuando vio entrar a la
más joven! Era cono si saliera el sol. El rey dijo:
“Hijas mies, no sé cuándo llegará mi última hora, y hoy
quiero determinar lo que voy a dejaros después de mi
muerte. Todas me queréis, pero la que más me quiera
recibirá lo mejor.” Todas dijeron que le querían
muchísimo. “¿No podéis expresarme de algún modo —contestó
el rey— lo que me queréis?Asi veré yo lo que pensáis” La
mayor dijo: “Yo quiero a mi padre como al azúcar más
dulce.” La segunda dijo: “Quiero a mi padre como al traje
más hermoso.” La más joven, sin embargo, calló. Entonces
preguntó el tflo
padre:
lo sé “Y-contestó
tú, hija querida,
ella— ¿Cuánto
y no puedo mme
comparar
quieres?”
mi amor con• nada.” Pero el padre siguió insistiendo para
que ella dijera algo. Finalmente dijo: “La mejor cosida
no me gusta sin sal, así que yo quiero a mi padre como a
la sal.” Cuando el padre oyó esto, montó en cólera y
dijo: “Si me quieres como a la sal, deberá ser pagado tu
amor también con sal.” Así que dividió el reino entre las
dos mayores, y a la más pequeña le ató a la espalda un
saco de sal y mandó a dos sirvientes que la llevaran al
bosque. Todos intercedimos y pedimos por ella —prosiguió
la reina—, pero la cólera del rey era inamovible. ¡Lo que
lloró cuando tuvo que abandonarnos! Todo el camino fue
sembrado de perlas que fluían de sus ojos. El rey lamentó
poco después su dureza, y mandó buscar a la pobre niña
por todo el bosque, pero nadie ha podido encontrarla.
Cuando pienso que pueden habérsela comido los animales
salvajes, no puedo aguantar mi tristeza; a veces me
consuelo con la esperanza de que está todavía viva y de
que se haya escondido en una cueva o haya encontrado
protección con personas compasivas. ¡Imaqinaos, pues, iii
sorpresa cuando, al abrir vuestra caja de esmeraldas, vi
dentro una perla como las que le calan a mi hija de los
ojos! Ya podéis suponer cómo su vista me ha conmovido el
corazón, Decidise cómo habéis conseguido la perla.
-127—
El conde le contó que la había obtenido de una anciana en
el bosque, que a él no le había parecido de confianza y
que debía de ser una bruja, pero a su hija no la había
visto ni oído. Sin embargo, el rey y la reina tomaron la
decisión de buscar a la anciana: pensaban que donde
estaba la perla tendrían noticias de su hija.
La anciana estaba en el páramo, sentada ante su ruede de
hilar e hilando. Ya se había hecho de noche, y un cabo
que ardía en el fogón daba una escasa luz. De pronto se
oyó un ruido fuera: los gansos venían a cesa de la
pradera, dejando oir su ronco graznido. Poco después
entró la hija. Pero la vieja no le dió las gracias y
neneó un poco la cabeza. Le hija se sentó a su lado,
cogió su rueda de hilar y retorcía el hilo tan hábilmente
como una joven. Así estuvieron sentadas durante dos
horas, sin hablar palabra una con la otra. Finalmente,
algo crugió en la ventana, y dos ojos de fuego miraron
hacia dentro fijamente. Era una vieja lechuza que grító
tres veces:
—lii jite, ya es la hora de que vayas e hacer tu trabajo.
Ella se levantó y salió. ¿A dónde se dirigió? Avanzando
por la pradera en dirección al valle. Finalmente, llegó a
una fuente, en la que había tres viejas encinas. La luna
entre tanto se había puesto redonda y grande sobre el
monte y había tanta claridad que podía encontrerse un
alfiler. Ella se quitó una piel que llevaba en le cara,
se inclinó ante la fuente y comenzó e lavarse. Cuando
estuvO lista, metió la piel en el agua y la colocó en la
pradera, para que se blanqueare y se secare e la luz de
la luna. Pero cómo se había transformado la doncellal
iNunca habéis visto una cosa asil Cuando cayó la trenza
gris, se mostraron los cabellos dorados cono rayos de sol
y se extendieron como si fueran un abrigo sobre su
figura. Sus O~O5 brillaban como las estrellas en el cielo
y sus mejillas relucían con un dulce sonrosado como los
frutos de los manzanos. Pero la hermosa doncella estaba
triste. Se sentó y lloró amargamente. De sus ojos rodaba
una lágrima tras otra y, deslizándose entre sus largos
cabellos, cayeron al suelo. Allí estuvo sentada y lo
hubiera estado más tiempo de no haber sido por un ruido
que crujió en las remas de los árboles cercanos. Saltó
como un cervatillo que ha oído el tiro del cazador. La
luna se había cubierto en aquel instante con una negra
nube, y en un momento la doncella se deslizó dentro de la
vieja piel y desapareció como una luz que apaga el
viento.
temblando como una hoja de álamo, regresó a case
corriendo. La anciana estaba ante le puerta y la joven
quiso contar todo lo que había sucedido, pero la vieja
rió cariñosamente y dijo:
—Ya lo sé todo.
La llevó a la habitación y encendió de nuevo una vela,
pero no se sentó junto a la rueda de hilar, sino que
cogió una escobe y, empezando a barrer y a fregar, dijo a
la muchacha:
—128—
—Tiene que estar todo limpio y reluciente.
—Pero, madre —dijo la joven—. ¿Por qué empezáis ten tarde
a trabajar? ¿Qué os pasa?
—¿Sabes qué hora es? —dije la anciana.
—Todavía no esmedianoche —contesté la joven.
—Si, pero son más de las once. Olvidas —prosiguió la
anciana— que hace tres años que llegaste a mi lado. Tu
tiempo se ha acabado, y ya no podremos seguir estando
juntas.
La muchacha se asustó:
-¡Ay, querida madre! ¿Queréis echarme? ¿A dónde viy a ir
yo? No tengo amigos ni patria a donde dirigirme, fle hecho
todo lo que habéis querido y siempre habéis estado
contenta conmigo; no me echéis de vuestro lado.
La anciana no quería decirle a la joven lo que iba a
pasar.
—Yo no estaré aquí ya mucho tiempo y, cuando me marche,
quiero que estén le casa y la habitación limpias —dijo—,
así que no me molestes en ini trabajo. Y tú no te
preocupes, que ya encontrarás un techo donde vivir, y con
la recompensa que voy a darte estarás también contenta,
Pero dime sólo qué va a pasar ‘-preguntó la joven.
—Te repito que no me molestes en mi trabajo. No sigas
hablando, ve a tu habitación, quitate la piel de la cara
y ponte el traje de seda que llevabas cuando llegastes a
mi lado. Y luego quédate en tu habitación hasta que te
llame.
Pero volvamos con el rey y la reina, que hablan partido
con el conde para buscar a la anciana en el páramo. Por
la noche, el conde los perdió de vista en el bosque y
tuvo que seguir solo su camino. Al día siguiente le
pareció que se encontraba en el camino justo. Siguió
andando hasta que se hizo de noche, y entonces se subió a
un árbol para pasar allí la noche, pues le preocupaba la
posibilidad de perderse.
Cuando la luna iluminé la zona, vio de pronto una figura
que bajaba por el monte. No llevaba ninguna vare en la
mano, pero pudo ver que era la pastora de los gansos, que
antes habéis visto en la casa de la anciana,
—¡oh —dijo—, allí viene> Si la otra vez me topé con una
bruja, ahora no se me escapará la otra.
Pero cuál no serie su asombro cuando, al llegar ella a la
fuente, se quitó la piel, se lavé y los cabellos dorados
cayeron sobre su rostro. Era tan hermosa como no se
pudiera encontrar otra igual en el mundo. Casi no se
atrevía a respirar, pero sacó la cabeza entre el follaje
todo lo que pudo y la miré sin pestaflear. No sé si se
inclinó demasiado o Dios sabe qué, el caso es que de
pronto se rompió la rama y en el mismo momento la
muchacha se metió en la piel, saltó como un cervatillo
y,como la luna se ocultó al mismo tiempo, ella
desapareció de su vista.
—129—
Apenas habla desaparecido,cuando el conde descendió de
árbol y la siguió con pasos apresurados. Mo había andado
mucho cuando vio en la oscuridad dos figuras que iban por
le pradera. Eren el rey y la reina, que habían visto en
la lejanía la luz de la cesa de la anciana, y se dirigían
allí. El conde les contó las cosas maravillosas que había
visto en la fuente y ellos no dudaron de que aquella era
su hija perdida. Llenos de gozo, continuaron su camino y
llegaron pronto a la casita; los gansos estaban a su
alrededor , habían metido la cabeza bajo el ala y dormían
inmóviles. Miraron por la ventana, y allí estaba la
anciana silenciosa, hilando y moviendo la cabeza sin
mirar a su alrededor. La habitación estaba muy limpia,
corso si vivieran en ella los hombrecillos de la niebla,
que no llevan polvo en los pies. Pero no vieron a su
hija. Miraron durante un rato, hasta que al fin se
armaron de valor y llamaron suavemente a la ventana. La
anciana parecía estar esperándoles, pues se levantó y
dijo:
—Entrad, entrad, que ya sé quiénes sois.
Cuando entraron en la habitación, la anciana dijo:
—PodríAis haberos ahorrado este largo camino, si a
vuestra hija, que es tan buena y encantadora, no la
hubierais arrojado de vestro lado de forma tan injusta. A
ella no le ha perjudicado: durante tres años ha cuidado
los gansos; con ellos no ha aprendido nade malo y ha
conservado su pureza. Pero vosotros habéis sido
suficientemente castigados por la angustia en que habéis
vivido.
Luego se dirigió a la habitación y gritó:
—Sal, hijita mía.
Entonces se abrió la puerta, salió la princesa en su
atuendo de seda y, con sus cabellos de oro y sus
brillantes ojos, parecía un ángel del cielo.
Se dirigió e su madre y a su padre, se les echó al cuello
y los besó. Todos lloraron de alegría, como no podía ser
menos. El joven conde estebe a su lado, y cuando ella lo
vid, se puso colorada como une rosa de los musgos; ella,
sin embargo, no supo por qué.
-Querida niña —dijo el rey—, mi reino ya lo he dado. ¿Qué
puedo darte a ti?
-Elle no necesita nada —dijo la anciana—. Yo le regalo
les lágrimas que ha llorado por vosotros: son perlas
finas más hermosas que las que se encuentran en el mar, y
más valiosas que todo vuestro reino. Y en recompense por
sus servicios le regalo mi casita.
Y, en diciendo esto, la anciana desapareció de su vista.
Crujieron un poco las paredes y, al darse la vuelta,
vieron que la casita se había transformado en un soberbio
palacio, y estaba servida una mesa real y los sirvientes
iban de un ledo a otro.
La historia contin,~a, pero a mi abuela, que es quien me
la ha contado, le flaqueaba la memoria y olvidó el resto.
Creo que la hermosa princesa sigue casada con el conde y
que se han quedado en el palacio y que ben vivido
felizrsente todo el tiempo que Dios ha querido, Si los
gansos blancos como la nieve que había en la casita eran
simples jóvenes Cno hay que tomárselo a mal a nadie> que
la anciana había raptado, y ahora han vuelto a su
apariencia humana y se han quedado como sirvientes con la
joven reina, eso ya no lo sé con exactitud, pero creo que
si. Sin embargo, una cosa es cierta: que la anciana no
era una bruje, como creía la gente, sino un hada con
buenos pensamientos. Huy probablemente es la misma que,
cuando nació le princesa, le concedió el don de llorar
perlas en vez de lágrimas. Hoy esto ya no pasa; si no,
los pobres podrían llegar a ser ricos.
—111—
2.2.8.— Como la vianda quiere a la sal (Es 107)
-~3 2-
—Papá, tenemos en case una princesa, una hija de un rey y
no una pastora. Yo me voy a casar con ella.
La pastora volvió a case con los gansos por la tarde y el
rey le preguntó como de costumbre:
—¿Qué tal los gansos?
Y ella le contestó:
-Muy bien, pero traigo otra vez uno de menos.
Y el rey le dijo:
—Eso no es nada.
Consultó el padre con su hijo el que quería casarse con
le pastora y le dijo que si, que podía oasarse con la
princesa. Otro día por la mañana se presentó el hijo y le
pidió a la princesa la mano para casarse con ella.
Elle le contestó:
—Yo soy una pobre pastora. ¿Cómo quiere su majestad
casarse conmigo?
Pero tanto insistió él que al. fin le dió la mano de
casamiento con él. Y le puso una condición, que cuando la
boda tenían que convidar a un rey de tal reinado.
Se hizo la boda y ella misma tenía que desazonar la
comida. Ya estando en la mesa todos los convidados se
sirvió la comida. Después de terminada la comide les
preguntó la novia a los convidados:
—¿Qué tal estaba la comida?
Y todos respondieron que muy bien, que sólo tenía una
falta, que todo estaba un poco soso, que faltaba la sal.
Entonces fue ella y se dirigió al padre, que era el rey
invitado. Él no la conoció. Y entonces le dijo ella:
-En una ocasión tenía usté tres hijas y las encerró en un
cuarto y preguntó a la mayor cuánto le quería y ella le
dijo que le quería tanto como a ella misma. A la segunda
le preguntó usté que cuánto le quería y ella le dijo que
como a la niña de sus ojos. Y a la tercera preguntó usté
también que cuánto le quería y ella le dijo que como la
vianda a la sal. Entonces usté mandó a los pajes que la
mataran, pero ellos no la mataron. Soy ye, su hija.
Al punto cayó el re? desmayado. Muriendo así el rey, la
abrazó y dijo:
—Ay, hija mía, he hecho un error muy grande. Perdóname.
-Está perdonado, padre —le dijo su hija-.
Él le dió la corona a su yerno y quedaron ellos de reyes.
—123—
2.2.9.— La zamarra (Es 108)
Éste era un padre que tenía tres hijas . Y una vez tuvo
que ir a une ciudá y les preguntó a sus hijas que qué
querían que les trajera. Y la mayor le dijo que le
trajera un vestido, le segunda le dijo que le trajera
unes botas, y la menor le dijo que a elle le trajera una
varille del primer árbol que encontrare.
conque claro, se fué el padre en su viaje y lo primero
que encontró fué un árbol y se apeó y cogió una varille
pa llevársela a le hija menor. Y cuando llegó e la ciudá
onde iba compro el vestido y las botas y regresó a su
pueblo. Llegó y llamó a sus hijas y les entregó a cada
una lo que le habían pedido. Y entonces les preguntó qué
tanto le querían. Y la mayor dijo que le quería como a su
vide, y le segunda le dijo que le quería más que e su
vide. Y la menor le dijo que le quería como a un buen
cagar.
Y por eso el padre se enfadó con ella y mandó e sus
criaos que la llevaran a un monte y la mataran y le
sacaran los ojos y la lengua y se lose llevaran, conque
se marcharon los criaos con la niña y cuando llegaron a
un monte les dió lástima matarla y la dejaron viva. Y
mataron una perra y le sacaron los ojos y la lengua y se
los llevaron el padre y le dijeron que ya la habían matao
y le habían sacao los ojos y la lengua.
Y la niña se marchó por los mundos con su varille, que
era una varilla de virtil. Y ya llegó ande vivían unos
pastores en una cabaña y les rogó que le dieran un
vestido de pastora. Y entraron ellos en su cabaña y
salieron con una zamarra y le dijeron que eso era todo lo
que temían. Y se puso ella la zamarra y dejó allí su otro
vestido y se marchó alante.
Y así vestida con su zamarra y sin peinarse y sucia llegó
al palacio de un rey a ver si la recogían pa servir. Y le
dijeron que sí, que entrara. Y era muy buena criada y la
querían mucho, pero siempre andaba vestida con su zamarra
y le decían la Zamarra.
Y el rey de ese reino era soltero y ya estaba en
disposición de casarse y su madre la reina le dijo que
por tres noches seguidas pusiera bailes pa ver si
encontraba novia. Y el rey así lo hizo. Y cuando el rey
estaba ya pa marcharse pal baile andaba la Zamarra allí y
se acercó y se restregó contra él, Y él, enfadeo, le
dijo:
-tAnda, Zamarra sucia, quitate de aquí! Y le dió un
pinchazo con unas tenazas en la zamarra.
Y la primera noche que hubo baile fué la Zamarra y se
metió en su habitación y coqió su varille de virtú y le
dijo:
—varilla de virta, por la virtú que bis te ha deo dame un
traje de seda blanca que no haya otro como él.
~-134—
Y le dió la varille el traje que pedía. Y se vistió con
el traje de seda blanca y estaba tan hermosa que parecía
una princesa. Y entonces le dijo e la varille:
—varille de virtd, por la virt,~ que Dios te ha dao dame
un caballo blanco que no haya otro igual pa ir esta noche
al baile.
Y se presentó el caballo blanco y se fué al baile.
Y llegó a baile y el rey se enamoré en seguida do ella y
bailó con ella toda la noche. Y antes de que se fuera le
regaló una sortija. Y le pregunté de qué tierra era, y
ella le dijo:
—Soy de la tierra del tenezaso.
Eso decía pa recordarle el tenazaso que le habla deo
antes de venirse pal baile, pero él no la entendía. Y ya
cuando ella dijo que tenía que marcharse le dijo él que
la acompañaría a su case. Y se subió el en su caballo y
ella en el suyo. Pero salió corriendo y no pudo él
alcanzarla. Y llegó él a su palacio muy enfadeo y le dijo
a su madre:
-Este caballo no vale, He venido acompañando a una
princesa que estuvo en el baile y me he quedeo atfls y
ella se ha escapao sin que yo sepa ende vive. Mañana
tengo que llevar otro caballo.
Conque otro día le buscaron al rey otro caballo mejor. Y
ya se preparó pa mareharse esa noche pal baile. Y cuando
iba a salir del palacio se le acercó la Zamarra y se
restregó contra él. Y él, muy enfadao,,le pegó una fuerte
patada con le espuela y le dijo:
—,Anda, Zamarra sucia, quitate de aquil
Y se marchó pal baile.
Y ya se fué la Zamarra y se metió en su habitación y
cogió su varilla de virtú y le dijo:
—Varille de virtú, por la virtd que Dios te ha da¿ dame
un traje de seda azul que no haya otro como él.
Y la varille le dió el traje y se vistió y estaba más
hermosa que antes. Y ya fué y le pidió a la varille de
virtg un caballo bayo más ligero que el de la noche
anterior. Y así se fué al baile.
Y el rey ya la estaba esperando y en seguida se puso a
bailar con ella. Y estaba más enamoreo que nwnca. Le
preguntó otra vez de qué tiene era y esta vez le dijo:
—Yo soy de la tierra del espuelazo.
Pero él nada entendía. Y esa noche le regaló unos
pendientes. Y cuando ya era tarde dijo ella que tenía que
irse. Y le dijo él que él la acompañaría a su casa, Y
salió con ella y se subieron en sus caballos, Pero al
momento que ella montó echó a correr, y él por mucho que
corrió no la pudo alcansar. Y llegó a su palacio otra vez
muy enfadao y le dijo a su madre:
—Este caballo no vale. Otra vea ha corrido más el caballo
de la princesa y no la he podido alcanzar.
Y su madre le dijo:
-Mañana buscaremos otro mejer.
—135—
otro día ya iba a haber el último baile. Le buscaron al
rey el caballo mejor y más ligero del reino, Y ya estaba
pa marcharse al baile el rey cuando llegó por allí la
Zamarra y se restregó a él. Y cogió él el badil y le dió
con él un fuerte badilazo y le dijo:
—¡Anda, Zamarra sucia, que nunca te has de quitar de
encima!
Y se marchó pal baile.
La Zamarra se rué entonces a su habitación y le dijo e la
varille de virtú:
-Varilla de virtú, por la virtú que Dios te ha deo dame
un traje de estrellas y brillantes que no haya en el
mundo otro como éí. y dame un coche con todas las músicas
del mundo tireo por caballos de los más hermosos y
corredores del mundo, Y dame seis damas que me acompañen
a baile vestidas con trajes hermosos y ricos.
Y la varille de virtú le did todo lo que pedía. Y se
vistió con su traje de estrelles y brillantes y estaba
tan hermosa que no había en el mundo princesa más hermosa
que ella. Y se montó en su coche y se marchó pal baile.
Ya el rey estaba esperando y mucho se sorprendieron todos
cuando le vieron ir llegando en aquel lujoso coche y
acompañada de tantas damas tan elegantemente vestidas. Y
el rey salió a ayudarle a bajar del coche y entró con
ella al baile. Y esa noche ya estaba loco con elle y le
regaló un alfiler de brillantes y perlas. Y le dijo que
le hiciera el favor de decirle de qué tierra era, y ella
le dijo:
—Yo soy de la tierra del badilazo.
Pero él nada entendía. Y cuando ya era tarde dijo ella
que se tenía que ir. Y salió el rey y le dijo que él le
acompañaría. Y se montó en su caballo pe acompañarla,
pero el coche salió corriendo y no lo pudo alcanzar.
Y llegó el rey a su casa enfadeo y fatigeo y le dijo e su
madre:
-Estos caballos no valen. Se me ha escapeo otra vez la
princesa.
Y tan enarsoreo estaba el rey de la princesa del baile que
cayó melito en la cama. Y ya ni quería comer. Conque ya
dice la Zamarra un día a la madre:
-¿Me deja usté hacerle un bollo al rey?
—Anda, sucia! ¡Qué has de hacer túl —le contesta la
reina—.
Pero tanto le estuvo rogando que al fin la reina
consintió. Y fué la Zamarra y hizo un bollo y metió en él
la sortija. Y cuando se lo trajo la reina al rey lo
partió y halló la sortija. Y le dijo e su madre:
-¿Quién ha hecho este bollo?
Y la madre no se lo quería decir. Y ya le rogó él que le
dijera y le dijo ella que la Zamarra era la que se lo
había hecho. Y dijo entonces el rey:
—Digele usté que me haga otro.
Y le hizo otro bollo y metió en él los pendientes. Y
cuando partió el rey el bollo encontró los pendientes y
dijo:
—136—
—¡Ay, que esto me da la vidal Diga ustó e la Zamarra que
me haga otro bollo.
Y fué ella y hizo otro y metió en él el alfiler. Y se lo
llevaron al rey y cuamdo lo partió y hallé el alfiler le
dijo a su madre:
—Madre, llámeme usté e la Zamarra, que quiero hablar con
ella.
Y cuando la reina fué a llamar a la Zamarra, ya ella
venia vestida con su traje de seda blanca con el que
había ido al baile la noche primera. Y el rey la
reconoció y dijo;
-Ésta es mi novia y éste ha de ser mi esposa. Y
dispusieron les bodas y se casaron.
Y pa celebrar las bodas tuvieron un banquete. Y la
Zamarra le dijo al rey:
—Sólo un favor te pido, y es que me permitas invitar a mi
padre el banquete.
Y dijo el rey que estaba bueno. Y invitaron al padre de
la Zamarra al banquete sin decirle que se casaba su hija
porque él la creía muerta. Y vino al banquete y le
echaron jalapa en la comida, Y por le noche le dieron pa
dormir una habitación sin ventanas, mi retrete, ni nada.
Sólo le dieron un orinal muy pequeñito.
Conque se fueron todos a acostar. Y el padre de la
Zamarra se fué también e dormir. Y a media noche le
dieron unos dolores fuertes de vientre. Y se levantó muy
deprisa y buscó el orinal, pero como era pequeño en un
momento lo llenó. Y ya le vino otro fuerte dolor de
vientre y dice:
—Pero, ahora, ¿qué voy a hacer, si ya el orinal está
lleno?
Y venga un fuerte dolor de vientre y venga otro, hasta
que ye el pobre no pudo aguantar y empezó a vaciarse en
las sábanas y en el suelo y por todas partes. Y en sus
apuros decía:
—¡Ay, Dios mio! ¿Qué hago yo ahora? ¡Ay, que matara yo a
mi hija porque me dijo que re quería corno e un buen
cagar! Y ahora veo que no hay cosa en el mundo cono un
buen cagar.
Y la hija, que estaba oyendo todo en otro cuarto, salid y
le preguntó qué le pasaba. Y él, todo avergonzeo y
engrudeo, le contó lo que le pasaba y lo que babia hecho
con su hija porque le había dicho que le quería como a un
buen cagar. Y ella le dijo:
—Pero, ¿sabe usté que de veras la mataron?
Y el pobre padre contestó:
—¡Ay, si, que me llevaron la lengua y los ojos que le
sacaron!
Y ella entonces le dijo:
—Pues no es verdá, que aquí tiene usté a su hija, que le
quiere a usté como siempre le ha querido.
Cuenca, Cuenca.
—137—
3.— Niña mersecuida mor le madre
—138—
Por la tarde vinieron los ladrones y, de que vieron que
todo estaba hecho, dijeron que alguna persona había
entrado. y dijo el capitán que al otro día habla que
quedarse uno para ver qué persona era.
Al otro día volvieron a salir los ladrones, y se quedó
uno. Y se quedó dormido. Pero la niña, desde su cueva,
los vio salir y los conté. Y vio que se había quedado
uno. Y ese día no fue a la cueva, poro el día anterior un
gallego la estuvo observando e la mujer, y ahora, al ver
que no iba ella, claro, fue y dijo:
—lAbrete, perejil!
se abrió la cueva y entró.
— ¡ Ciérrate, hierbabuena!
—139—
conque, ;clarol, al otro día la señora volvió a entrar a
hacer la misma operación que había hecho entes. Y el
capitán la estaba viendo, solo que no le quería decir
nada en lo que no terminare de hacerlo todo. Y cuando ye
se iba a salir, le suspendió —habló— la dijo:
—No se asuste usted, señora. ¿cómo es pera usted haber
entrado aquí? Y ¿cómo es para usted haber venido a estos
terrenos?
Ella dijo lo que la había ocurrido con su medraste y que,
dando vueltas por el monte, había encontrado una
cuevecita donde refugierse
—A orilla de esta cueva de ustedes... y he visto las
operaciones que ustedes hacían para que se abriera y se
cerrare la cueva. Y a mi la necesidad del hambre y de la
sed me ha hecho entrar.
Entonces la dijo el capitán:
-Pos desde ahora no pasará usted hambre ni sed, usted se
quedará aquí con nosotros, y nadie se meterá con usted.
Estará usted aquí como si fuera usted una hermana
nuestra. Ahora vendrán los demás, y ya los daré yo la
orden de que ¡cuidad que sean osados a tocarla a usted
sobre ninguna cose! Y si e usted la tocaran por
casualidad, usted me lo decía a ni, y luego yo haría lo
que me pereciera de ellos. Así es que usted esté
tranquila, que siguiendo a hacer lo que ha hecho usted
anteriormente, aquí estará usted cono si fuera hermana
nuestra.
Pues ya vinieron los otros e cenar. Y se reunieron, y los
dijo:
—Habéis visto como yo ye he encontrado quien nos hacia
todo lo que nos hacia falte.
Y se la presentó. Y los dijo:
—Mirar. Esta se queda aquí como hermana nuestra,
haciéndonos el servicio como hasta ahora nos le ha hecho.
Y sus advierto una cose. ¡Cuidado conque ninguno de
vosotros sus metáis con ella esolutamente para nade, ni
la miréis mal! La tenemos que mirar todos como una propia
hermana. Porque no creáis que hace poco con que haga las
comidas y limpie la case y nos barre y nos friegue y nos
haga las camas, ¡Eso que si alguna vez a alguno de
vosotros sus da una idea de metersus con ella para nade,
recibiréis el castigo que yo sus dé.
Ahora vamos a otra cose. La madrasta que la mandó matar
estaba creída que la habían mateo, porque los hombres que
habían buscado pa que la mataren la habían llevado la
lengua y los ojos de un perro, y creía que le niña estaba
muerte. Los hombres la sacaron al monte; pero los dio
mucha lástima de matarla. Y llevaban un perrito. Y lo
mataron y la llevaron a la madrasta la lengua y los ojos
del perro para hacerla ver que eran los ojos de elle y le
lengua. Y ella estaba creída que ya no existía en el
mundo. Más tenía un espejo, que le preguntaba:
—Espejito, ¿hay otra más guapa que yo?
—140—
El espejito la dijo que sí, que su andada era más guapa
que ella. Se puso furiosa y empezó a buscar a ver si
encontraba una hechicera para que la dijera dónde estaba.
Y la encontró. Y ya, como las hechicera dicen que todo lo
saben, pos fue a dar a la cueva donde estaba. Y estaba la
niña en la puerta tomando el sol, como de costumbre lo
hacia.
Los ladrones, como la tenían ya como una hermane, la
cogieron mucho cariño. Todos la querían mucho. La vestían
de lo mejor que había, le llenaban de aderezos,
alfileres, cruces, su cuello. Y en todos los dedos de las
manos —pos los tenían llenos de anillos.
Y le hechicera llevaba un anillo que, metiéndosele en el
dedo del corazón, se quedaba muerta. Y la ofreció la
madrasta que si la podía matar e la andada, la darla lo
que la pidiera.
Y ya, pues,empezó a decirla que cómo ere para estar allí.
Y la empezó a tentar las manos y a decirla que ella era
una viejecita anciana y que era también sola y que no
tenía a quién volver los ojos. Y ya empezó, ~W85~ a sacar
los anillos que tenía la muchacha en el dedo corazón. Y
ella, como muy zalamera, diciéndola que qué bonitos eran,
que cuánto valor tenían. Y estando así, se descuidó la
señora y la metió en el dedo corazón el anillo que ella
llevaba, y se quedó muerta instantánea.
Y vinieron los ladrones. Y cuando vinieron y la vieron
muerta, todos lloraban coro madalenas. ]4o sabían ni lo
que hacer, de locos que se pusieron al verla muerta. Y ya
dispusieron o acordaron de hacer una caja muy preciosa
para meterla en ella. Y en vez de enterrarla, echarla un
río abajo, porque no querían ni que se la comiera la
tierra, de lo mucho que la querían.
La echaron, pues, el río abajo. Y un día el hijo del rey
salió a caza. Y fue a un sitio donde vid la caja. Y fue y
la sacó del río, aunque con mucho trabajo. Y la abrió, y
vid que era una joven, lo más bella que él había visto en
la vide. Como pudo, se lo cargó él al hombro y la llevó
al palacio. Y sin verle nadien, la metió en su
habitación.
Y el hombre, pues tanta pena cogió de que la vio muerta,
que no salía de casa nada. No le podían hacer salir, ni
sus padres ni nadien. Y ya un día, pues se entretuvo en
quitarla los anillos y enterarse de ellos, porque eran
muy buenos. Hasta que llegó al del dedo corazón... Y se
lo sacó y, en el momento en que se le sacó del dedo, pues
volvió en si y se puso viva como estaba antes. Y empezó:
—¿Ande esMn mis hermanos? ¡Yo quiero míe herramos!
Y, ¡claro!, el hijo del rey todo se suspendió, y la
preguntó:
-Señorita, ¿por quién clara usted, que no la entiendo?
Usted expliquese a mi todo lo que le pase.
Empezó a explicarle ende sus principios, y ya, pos
intentó casarse con ella.
—141—
Entraron en relaciones, y ye le dijo elle ánde estaba la
cueva y que ella quería ver a sus hermanos, que aunque no
eran hermanos, la querían más que si lo hubiesen sido; y
que ella deseaba dirlos a ver pe que supieren que era
viva.
Y fueron los dos a verlos. Y los ladrones, al verla viva,
creo que los faltaba el juicio y todo. Y ellos ya
conocían que era el hijo del rey. Y abrazándole y
queriéndole mucho... Basta que había ido a presentársela.
se encontraban llenos de alegría.
y ya él los dijo que si era gusto de ellos, que se quería
casar con ella. Los ladrones, muy gustosos, le dijeron:
-El gusto de usted es el nuestro.
Ye se marcharon otra vez a palacio. Y fue cuando se lo
dijo a sus padres, antes de presentársela e sus padres:
que diendo él a caza, se había encontrado con esa caja, y
que iba el río abajo: y la pudo sacar del río y la abrió;
de que vio que era una dama tan bonita y muy bien
vestida, se la cargó el hombro y la llevó a su
habitación, en donde nedien la vio,
—Y como decían ustedes que estaba muy triste, que qué me
pasaba, yo les decía que nada. Hasta que ya un día empecé
a secarla los anillos que tenía en los dedos. Y fui a
secarla el anillo que tenía en el dedo corazón, y se puso
viva. Y ya tanto cariño la he tomado que pienso casarme
con elle. Creo no me quitarán ustedes el gusto. Y ahora
se la presentaré a ustedes. Verán qué preciosa es.
Y se la presentó. Y sus padres —muy contentos. Los gustó
mucho la joven. Y ya digerotl hicieran les díligencias pa
cesarsen —que se casaran lo antes posible.
Entonces ella empezó a contar lo que la había ocurrido
—desde su madrasta hasta echarle el río abajo.
Dieron parte e los ladrones de que se iban a casar, y
todos fueron como si fueran hermanos propios. Y luego ya
el hijo del rey no consintió de que fueran ladrones ni
que etuvieran solos en esos montes —que a todos los puso
con un ascenso mu grande y los llevó e su palacio. Y en
su palacio, sin salir de él, los colocó. Allí estuvieron
todos, en compañía, como si fueran propios hermanos. Y ya
no hay más.
Sepúlveda, segovia.
—142—
3.1.3.— Blancaflor CE 143>
—143—
—¡Oye, niña, mira! ¡Baja! ¡Qué peinetas y qué corsés!
Y enseñándole un corsé le dijo:
—tsig’.ln eres de guapa, vería qué bien te estaba!
La dijo la niña:
-No puedo abrir,
Pero atento ruego, su madrastra la hizo bajar. Y abrió. Y
la madrastra le puso un corsé. Y al ponérselo, lo apretó
tanto que la juntó las costillas con el pecho.
Cuando han llegao los siete enanos, se han encontrado con
ella tirada en el suelo. Creyeron que gente de sospecha
habrían matao a le niña. La han registreo cuando ven que
tenía un corsé muy apretado y que tenía oprimidas las
costillas con el pecho. Soltaron el corsé, y le niña da
en si. Y la dijeron:
-No vuelvas a abrir. En lo que no vengamos nosotros, no
abras a nadie.
A los dos o tres días la madrastra empieza otra vez con
el espejo mágico
-Espejo mágico, ¿quién es más guapa, la Blancaflor o yo?
—Tú superas; pero supere la Blancaflor.
La madrastra se puso furiosa otra vez y ha vuelto a ir en
busca de la niña. Llegó a la casa de los enanos. Y la
niña estaba en la ventana cuando ella ha paseo. Y le he
llaneo lo mismo que la otra vez:
—Oye, niña, baje, que tengo unas peinetas muy bonitas. Y
tú, como eres tan guapa, verás que bien te están.
—No puedo abrir.
Pero a tanto ruego, su madrastra la hizo bajar. Y la niña
abrió otra vez, y la madrastra la clavó dos peinetas por
la cabeza.
Cuando han llegeo los siete enanos, se han encontreo con
ella echada por el suelo cono la otra vez. Y la sacaron
las peinetas y volvió en si. Y la dijeron otra vez:
—¡No vuelvas a abrir! ¡Que ésta es tu madrastra, que te
quiere matar!
Al siguiente día habló otra vez la madrastra con el
espejo mágico;
—Espejo mágico, ¿quién es más guapa, la Blanceflor o yo?
—Tú superas; pero supera la Blancaflor.
A los tres días después, su madrastra fue con una canasta
manzanas e case de los enanos. Y esta vez le niña no
estaba en la ventana. Y ha llamao a la niña:
—¡Oye, niña, mira! ¡Bajel
La niña salió a la ventana diciendo que no podía abrir.
—Mira, ¡qué manzanas traigo! Mira, te daré una.
Y al no poder bajar a abrir, a tanto porfiaría, se
aproximó a le ventana —la niña con la mano por la
ventana, y le madrastra alargándola con la mano de ella
la manzana.
Y la manzana la vino a envenenar.
cuando han llegeo los siete enanos, se han encontreo con
ella tirada en el suelo, Creyéndola muerta, han trateo
los siete enanos de hacerla un pantión en una caja de
cristal. Y metieron con ella muchas flores. Y con unos
claveles a la nariz, vino la niña e resucitar.
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Y todos los enanos alrededor de ella llenos de alegría.
Entonces los enanos recordaron de llamar a sil padre. Le
contaron todo lo que había pesado y le dijeron:
—Sigan ha hecho la madrastra con la niña, hay que hacer
con la madrastra.
Lo cual el señor dio el poder: la arrastraron y hizon oíl
judiadas con ella, diciéndola:
—Todo el castigo que se te está dando a ti —¡lo que
hicistes con la pobre niAa!
Y ya se acabó.
Tordesillas, Valladolid.
-145—
3.1.4.- Blancaflor (E 145>
146
—Tú, porque Elancaflor, no sé dónde está.
Entonces ella se puso muy contenta, bailó y todo.
La niña siguó en la encina, toda la noche quieta. A media
noche vio que estaba esa encina encima de la casa de unos
ladrones. Y llegaron los ladrones y, como hacia muy
bueno, se pusieron debajo de la encina a repartir lo que
habían robao. Entonces empezaron a decir:
-Para ti. Para ial.
Y dijo ella:
—Y, ¿para mi?
Y ellos, al oir la voz, oal.laXOn pero al poco rato
comenZarOn otra vez:
—Para ti. para mí.
Dice ella:
—Y, ¿para mi?
Y callaron ellos un ratito.
Y así lo volvieron a hacer varias veces, pero en vista de
que no podían terminar, dijeron;
-Bueno, nos vamos a acostar y mañana ya podremos
repartir.
Y se acostaron.
Al siguiente día salieron todos los bandidos. Y ella,
desde la encina, los cortó mientras salían. Contó hasta
doce y dijo:
—vaya, pues van doce.
Cuando ya comprendió que iban muy lejos, bajó de la
encina y entró en la case, porque vié que la habían dejeo
abierta. Vio que tenían todas las camas tiradas y todo
muy sucio, sim hacer nada. Entonces ella les hizo las
camas, les limpió todo y les hizo la cena. Ya cuando iba
siendo de noche, se subió otra vez a la encina. Y
vinieron los bandidos por la noche. Y el llegar y ver
todo tan arreglao y la cena hecha y todo, empezaron a
mirar por toda le case a ver si había alguien en cesa.
Ya, en vista de que no encontraban a nadie, dijeron:
—Bueno, pues mañana nos quedamos uno para así ver quién
entra a hacerlo.
Al día siguiente salieron todos, y ella, desde la encina,
los contó y vio que nada más iban once. Y entonces aquel
día no bajó. Se estuvo todo el día en la encima. Y
vinieron los bandidos por la noche, y el que se habla
quedado les dijo que ni había visto a nadie ni que había
ido nadie. Entonces ya, al siguiente día, fueron todos y
al contarlos y ver que iban doce, se bajó enseguida y
entró. Les hizo todos pero como tenía mucha hambre,
porque el día antes no había comido ni bebido, comió y
bebió y despues se echó a dormir un poco en una cama.
Pero como estaba muy cansada de estar tanto en la encina,
vínieron los bandidos y todavía no había despertao.
Entonces, al entrar y verla, pues dijeron:
— ¡ay, que niña s~s guapa hay en nuestra cama.
Uno de los ladrones se acercó a despertarla, y le dijeron
los otros:
—147—
— No despertarla!. Si la despertamos 50 asustará.
Entonces se quedaron todos el lado de la cama de la niña
y, cuando despertó, la dijeron que no se esustara, que nO
la pasaría nada y que si ella quería, que se quedarle a
vivir con ellos. Y cuando ella les cantó lo que la había
paseo, la dijeron:
—Pues nunca mejor, Nosotros no tenemos a nadie. Te quedas
aquí. Tú nos harás las coses mientra nosotros vamos por
ahí, pero ten cuideo de estarte siempre encerrada. Y
aunque llame alguien, no abras.
Bueno, pues así lo hicieron.
Ya la medraste cogió el espejo mágico un día y le dijo:
—Espejito mágico, ¿quién es más guapa,Blancaflor o yo?
Y la dijo:
—Blancaflor, que está muy quepa y vive con unos ladrones.
Entonces la madrasta se puso muy furiosa y decidió ir a
buscarla. Y se vistió de quinquillera y fue adonde estaba
la cesa de los ladrones. Y estebe ella sentada al balcón
al sol y le dijo:
—Señorita, cómpreme usted un corsé, que se lo vendo.
Dijo ella:
—No señora, no me le sé poner.
Y dijo la medraste:
-Abrane y cómprenelo, que yo se lo pongo.
Fue y abrid, y, al ponórsele, la apretó tanto que la
quitó la respiración y ya cayó al suelo sin sentido.
Entonces la madrasta se fue muy contenta. Y vinieron los
ladrones y, al verla en el suelo, empezaron a mirarla y
decir:
—Pobre Blanceflor, ¿qué la habrá paseo?
Pero al irla e levantar, vieron que tenía un corsé muy
apreteo, muy apreteo. Se lo quitaron, y al poco rato
recobró el conocimiento. Entonces la dijeron que qué la
había paseo. Y al decirles ella que había sido una
quinquillera, la dijeron que no volviera a abrir a nadie,
que ya se lo habían advertido.
Entonces la medraste cogió el espejito mágico y le dijo:
—Espejito mágico, ¿quién es más guapa, Blancaflor o yo?
Entonces la dijo el espejo:
—Blancaflor, que vive con los ladrones y la quieren
mucho.
Entonces la niadrasta se puso muy furiosa y le tiró contra
el suelo y se volvió a buscar a Blancaflor. Y fue como
una pobre pidiendo. Y estaba ella peinándose al balcón. Y
le dijo:
—Señorita, ¿quiere usted que la peine yo?
—No, señora —dice—, me peino siempre yo sola.
—¡Vamos, ande! ¶Déjene! Yo la peino muy bien.
Y dijo ella:
—No, me han dicho los ladrones que no abra a nadie.
Y entonces dijo la vieja:
—Yo ningún mal la voy a hacer. Abrase, que la peino.
y entonces le abrió, y se puso a peinarla. Y al estarle
peinando, la clavó un agujón que llevaba y se lo clavé en
la cabeza. Y se volvió paloma.
-14 3—
vinieron luego los ladrones y la buscaron por toda la
cesa, llamándola, y no la encontraron; pero ya vieron una
palomita que endabva por el tejado revoloteando. Y la
cogieron y la empezaron a manosear y dijeron>
—¡Qué guapa palomita!
Y entonces vieron que temía un agujOfl en la cabeza, y, al
quitárselo, quedó otra vez convertida en Blancaflor, que
les contó lo que la había paseo. Y la volvieron a
advertir que no abriera más que a ellos.
Y entonces le medraste se miró al espejo y le dijo:
—Espejito mágico, ¿quién es más guapa, Blancaflor o yo?
Y el espejo la dijo:
-Blancaflor, que aún vive con los ladrones.
Y entonces ella se puso cada vez más furiosaq. Y juré que
había de matarla. Y fue y se fue vendiendo peras, y
llevaba una envenenada. Y llegó allá, y estaba Blancaflor
en el balcón tomando el sol, y la dijo:
—Señorita, ¿me compra usted peras?
-No, señora —dice.
-¡Ande! -dice-, ¡Abrase usted, que la gustarán!
Y dijo elle que no, que no abría, que la habían dicho los
ladrones que no abriera a nadie. Entonces la vieja cogió
la pera que llevaba enveneneda y se la echó, y la dijo:
-¡Cómala usted!
Y dijo elle:
-No, me puede pasar algo.
Y le vieja la dijo:
-Yo como otra.
Entonces Blanoaflor la comió. Y ya, pues cayó envenenada.
Cuando fueron los ladrones y la vieron ya muerta, la
dieron tierra,
Y ya la madresta, pues se miraba al espejo todos los días
y le decía:
-Espejito mágico, ¿quién es más guapa, Blanocí lar e yo?
Y el espejo la decía:
-Tú, porque Blancaflor se ha muerto.
Y ya, pues, vivió elle muy feliz, y ya se acabé.
Sieteiglesias, Valladolid.
—149—
3.1,5.— La peña de los enamorados (RA 40)
—150—
-Pero éste es mucho mejor. Dime cuál es el secreto de la
peña de los enamorados.
La niña contestó:
—No venderé nunca a mis hermanos ni diré nunca el secreto
de la peña.
poniéndole la gitana el anillo de la condese, en el acto
quedó paralizada, como muerta. La gitana cogió la cruz, y
dejando a la niña abandonada en la puerta de la peña, le
llevó a la condesa la cruz de su hija. Le dijo que la
había matado y que le diera la bolsa de oro.
Los bandidos, cuando llegaron y la vieron muerta,
lloraban, y dijo el capitán que temían que buscar quién
había hecho ese crimen. Salieron aquella noche por un
vestido blanco pare vestirla. Fueron a la casa de la
condesa y robaron un vestido blanco que tenía la cruz de
le niña. los bandidos la vistieron y la pusieron en la
puerta del conde.
El conde, cuando vio aquello, no sabia si era su hija o
no ere. Pero había que enterrarla en el mejor lugar del
cementerio de la isla,
El conde, cuando iban a enterrarla, dijo:
—Vamos a ver a quién pertenecieron tantos anillos.
Al sacarle el anillo con la imsiqnia de la condesa, la
niña volvió en si y dijO:
—Este es mi padre.
Y dijo el padre:
—Esta es mi hija. Dime el secreto de donde has estado.
—No lo diré mientras usted no consiga el indulto de mis
hermanOs.
como el conde era el rey de la isla consintió en darle el
indulto. Al otro día salieron para la peña, diciéndole la
niña al padre;
—Voy a entrar a ver a mis hermanos.
Al llegar la niña dijo: “Abrete, rosa”, y el conde vio a
los siete bandidos conlos trabucos preparados.
—No tiréis, hermanos, estáis indultados —dijo la niña.
Los bandidos abrazaron a la niña, pues se habían creído
que estaba muerta.
Fueron el palacio del conde. El conde llamé a los
sirvientes viejos, los cuales declararon que la condesa
les había mandado que matasen a la niña, pero ellos no la
habían querido matar.
El conde perdoné a los criados. A la mujer la metió en un
subterráneo. Encargó a los bandidos que encontraran a la
gitana y la metió en el mismo subterráneo donde estaba la
condesa, siendo la hija la más guapa de la isla.
—151—
2.1.5, - El espejito mágico <A 211)
—152—
El hijo del mercader escuchó lo que le cantó su hermana y
luego dijo:
-No llores. Ya sé que no eres culpable y, aunque nuestro
padre me ha ordenado que no acepte ninguna disculpa, no
te mataré. Lo mejor será que recojas algunas prendas,
salgas de esta case y busques refugio donde puedas. Dios
no te abandonará.
Sin pensárselO más, la hija del mercader recogió algunas
prendas, se despidió del herreno y salió de aquella cesa
sin saber adónde iría. El hermano mató entonces a un
perro vagabundo, le arrancó el corazón y se lo llevó a su
padre en la punta del cuchillo. Al entregárselo dijo;
-Padre: siguiendo tu mandato he matado a mi hermana.
-No quiero saber nada de ella. tina perra no merece otra
muerte —replicó el padre.
La linda muchacha anduvo al azar —mo sé si poco o mucho—
hasta penetrar en un bosque tan frondoso y oscuro que los
altos árboles apenas dejaban ver el cielo. Caminando por
aquel bosque fue a parar a un calvero donde se alzaba un
palacio blanco rodeado por une verja verde.
—¿Y si entrara en este palacio? —se dijo la muchacha—.
Quizá no me pase nada, porque también tiene que haber
gente buena en el mundo...
Entró, pues, en los aposentos y no encontró ni alma
viviente. Iba a marcharse ya cuando Llegaron de pronto al
galope dos recios bogatires que entraron en el palacio y,
al ver a la muchacha, la saludaron:
—¡Hola, bonita!
-¡Hola, honorables paladines!
—Mire —le dijo uno de los bogatittes al otro—: nos
quejábamos de que mo teníamos a nadie para gobernar
nuestra case, y Dios nos manda e una herraenita.
Dejaron los bogatires que la hija del mercader se quedase
a vivir en el palacio, la reconocieron por hermana suya
y, entregándole las llaves, pusieron en sus manos el
gobierno de toda su haciende. Luego desenvainaron sus
afilados sables y, apoyando cada uno la punta del suyo en
el pecho del otro, pronunciaron estas palabras:
—Si uno de nosotros se atreve a ofender a nuestra
hermana, este sable le dará muerte sin compasión.
De esta manera se quedó a vivir la linda muchacha en casa
de los dos bogatires. Mientras, el padre hizo sus compras
en otrospaises, volvió a su tierra y, al cabo de algún
tiempo, tomó esposa por segunda vez.
La mujer con quien se casó era muy bella y poseía un
espejito mágico que, con solo mirarse en él, permitía ver
lo que ocurría en cualquier parte.
Un día que los bogatires iban a salir de caza, le
recomendaron a su hernenita
—No abras a nadie hasta que volvemOs.
Precisamente por entonces se le ocurrió a la mujer del
mercader mirarse en el espejito y decir mientras
contemplaba su belleza:
—Mo hay nadie más hermosa que yo.
A lo que el espejito replicó:
—152—
-Eres hermosa, es verdad. Pero más hernosa todavía es tu
hijastra, la que vive en el palacio de los dos bogatires
en el bosque.
Disgustada por aquellas palabras, la madrastra llamó
inmediatamente a una malvada vieja que conocía y le
ordenó:
—Toma este anillo blanco y ve el palacio blanco que hay
en medio del bosque oscuro. En ese palacio vive ni
hijastra. Salúdala y entréqale este anillo, diciéndole
que se lo envía su hermano.
La vieja tomó el anillo y fue adonde le habían mandado.
Le linda muchacha le vio cuando llegó el blanco palacio y
corrió a su encuentro, deseosa de saber lo que pasaba por
su tierra.
-¡Mola, abuelital ¿Cómo te ha traído Dios hasta aquí?
¿Están todos buenos en case?
-Están buenos, si. Precisamente me ha mandado tu hermano
a saber cómo te encuentras tú y a traerte este anillo.
Mira que bonito es...
La muchacha se llevó une alegría tan grande que no se
podría ni contar, Hizo pasar a la vieja a los aposentos,
la agasajó con los manjares y les bebidas mejores que
tenía y le rogó que transmitiere a su hermano sus
recuerdos más cariñosos. Al cabo de una hora
aproximadamente se marchó la vieja renqueando. La
muchacha se quedó un rato admirando el anillo, hasta que
se le ocurrió probárselo: nada más ponérselo en el dedo,
cayó al suelo sin vida.
Regresaron los dos bogatires y, el entrar en los
aposentos, se extrañaron de que mu hernanita no acudiera
a recibirlos, Penetraron en la habitación, y allí le
encontraron muerta. ¡Qué pena tan grande la de los
bogatires! La muerte se había llevado, de pronto, lo más
hermoso que tenían,..
—vamos a amortajaría con un traje nuevo antes de
depositarla en el ataúd —dijeron.
Iban e amortajaría ya cuando uno descubrió el anillo
quetenia puesto.
-¿Vamos a enterrarla con este anillo? —se preguntó—.
Mejor será que se lo quite y me lo quede de recuerdo,
No hizo más que quitarle el anillo cuando la linda
muchacha abrió los ojos, exhaló un suspiro y volvió a la
vida.
—¿Qué te ha ocurrido, hermenita? ¿Ha venido alguien a
verte? —preguntaron los bogatires.
-Efectivamente. Ha venido una vieja que yo conocía de mi
tierra y me ha traído un anillo.
—¡Pero qué desobediente eres! ¿No te hemos dicho que no
dejes entrar a nadie en nuestra ausencia? No vuelvas e
hacerlo nunca más.
Al cabo de algún tiempo se miró en su espejito le mujer
del mercader y se enteró de que su hijastra sequía viva y
tan hermosa. Llamó otra vez a la vieja, le dio una cinta
y le dijo:
—154—
—Ve al palacio blnnco donde vive ni hijastra y dale esa
cinta de regalo. Dile que se la manda su hermano.
De nuevo llegó la vieja donde estaba la linda muchacha,
le conté un montón de historias y le dio la cinta. La
linda muchacha se alegré mucho, se até la cinta al cuello
y al instante cayó muerta sobre su lecho.
Volvieron los boqatiree de caza, encontraron a su
hermanita muerta, quisieron amortajaría conropas nuevas
y, nada más desatarle la cinta del cuello, ella abrió los
ojos, exhalé un suspiro y recobró la vida.
-¿Qué te ha ocurrido, hermanita? ¿Ha vuelto esa vieja?
—Sí. Ha venido una vieja que YO conocía de mi tierra y me
ha traído una cinta.
-¿Pero cómo eres así? ¿No te henos dicho que no dejes
entrar a nadie en nuestra ausencia?
-Perdonadme, queridos hermanos. Ho he podido resistir la
tentación de tener noticias de cesa...
Pasaron unos días, so miré otra vez al espejito la mujer
del mercader, y de nuevo descubrió que estaba viva su
hijastra. Llamé a la vieja:
-Toma este cabello -le dijo—. Ve donde está ni hijastra y
arréglatelas para que se muera.
La vieja aprovechó un momento en que los bogatires habían
salido de caza para acercarse al palacio blanco. Le linda
muchacha la vio desde su ventana y no pudo resistir la
tentación de salirle al encuentrO.
—Roía abuelita. Dios te guarde.
—Hasta ahora mm conserva la salud, preciosa. A:,dando por
el mundo he llegado hasta aquí a ver cómo estás,
La linda muchacha la hizo pasar a su aposento, la agasajé
con toda clase de manjares y bebidas, le preguntó por sus
familiares, le dio recuerdos para su hermano...
—Está bien. Se los daré sin falta, ahora que o ¡>ienso: tú
no tendrás aquí a nadie que te asee le cabeza. Ven que te
rebusque yo.
—Si, abucia. cracias.
La abuela se puso a rebuscarle en la cabeza y aprovechó
para trenzarle en su propio pelo el cabello mágico. Y en
el mismo instante en que lo trenzó quedé muerta la linda
muchacha. La vieja sonrió malignamente y se apresuré e
marcharse antes de que la descubriera ni la viera nadie
allí.
llegaron los bogatires, entraron en el aposento y se
encontraron muerta a su hermana. Estuvieron mucho tiempo
buscando si no habría alguna prenda ajena en su tocado,
pero no encontraron nada. Entonces hicieron un féretro de
cristal tan lindo que nadie podría imaginárselo más que
en sueños, ataviaron a la hija del mercader con un
vestido resplandeciente. como el de una novia que va a
casarse, y la depositaron en el féretro de cristal.
Llevaron el féretro al centro de un gran sajón,
levantaron encima un baldaquín de terciopelo rojo con
borlas de brillantes y flecos de oro y colgaron doce
lámparas en doce columnas de cristal. Los bogatires
lloraron luego amargamente, embargadOs de tremendo dolor.
—155—
—¿Para qué vamos a seguir en este mundo? —se dijeron—.
Mejor será que nos quitemos la vide.
Se abrazaron, se despidieron el uno del otro, salieron a
un balcón muy alto y, agarrados de las manos, se lanzaron
al vacio. Pegaron contra unos riscos muy agudos y así
dejaron de existir.
Transcurrieron muchos años hasta que un zarévich, yendo
de caza, penetró en aquel bosque frondoso. Solté a los
perros en distintas direcciones, se aparté do su séquito
y avanzó él solo por un sendero casi borrado. Al cabo de
un rato desembocé en un calvero donde se alzaba un
palacio blanco. El zarévích echó pie a tierra, subió por
la escalinata y comenzó a recorrer los aposentOs. Los
encontré ricamente amueblados, pero sin el calor que
presta a las cosas la mano humana: todo se veía desaseado
y abandonado desde hacia mucho tiempo. En uno de los
salones encontré un féretro do cristal y, dentro del
féretro, una doncella muerta, pero de belleza sin igual,
con las mejillas sonrosadas y los labios sonrientes lo
mismo que si estuviera dormida.
Se aproximé el zarévioh, contemplé a la doncella y allí
se quedó como si le retuviera una fuerza invisible. Desde
por la mañana hasta por la noche permaneció en el mismo
sitio, con el corazón palpitante, sin poder apartar la
mirada, bajo el hechizo de aquella belleza maravillosa,
inaudita, imposible de igualar en el mundo entero.
Mientras tanto, los cazadores de su séquito andaban
buscándole hacia ya mucho tiempo: dieron batidas por el
bosque, hicieron sonar los cuernos de caza, le llamaron a
voces.. • Poro el zarévich continuaba junto al féretro de
cristal sin oír nada. Sólo se recobré viendo que se
espesaban las tinieblas después de ponerse el sol.
Entonces le dio un beso a la doncella dormida y se
narchó.
—¡Alteza! —exclamaron los cazadores—. Estábamos inquietos
sin saber dónde os hallabais.
—He había extraviado persiguiendo a un animal.
Al día siguiente, apenas amanoció, se dispuso el zarévich
a salir de caza, penetró al galope en el bosque, se
apartó de su séquito y llegó, por cl mismo sendero, al
palacio blanco. De nuevo se pasé el día entero junto al
féretro de cristal sin apartar los ojos de la hermosa
doncella muerta y no regresó a su casa hasta muy entrada
la noche.
Lo mismo sucedió al tercer día, al cuarto.,, y así una
Semana entera.
—¿Qué le habrá ocurrido a nuestro zarévich? —se
prequntaban los señores que cazaban con él—. Debemos
estar al tanto y cuidar de que no le pase nada.
conque el zarévich salió de caza, solté a los perros por
el bosque, se alejó de su séquito y se encaminé hacia el
palacio blanco,
—156—
Los demás cazadores le siguieron inmediatamente, llegaron
al calvero del bosque, entraron en el palacio, en uno de
cuyos salones vieron el féretro de cristal con la
doncella muerte y al earévich e su lado.
—¡Con razón os habéis pasado una semana entere rondando
por el bosque, altezal Tampoco nosotros podremos ahora
movernos de aquí hasta la noche.
Rodearon el féretro de cristal y, maravillados por la
belleza de la doncella, estuvieron contemplándola, sin
moverse, desde por le mañana hasta por la noche, Cuando
oscureció totalmente, les dijo el zarévich a los señores
de su séquito:
—Hacadme un gran favor, henanes tomad el féretro con
esta doncella muerta y llevadlo a mi dormitorio; pero con
sigilo y en secreto, pare que nadie se entere. Sabré
recompensaros con oro como nadie os recompensaría.
—Podéis recompensarnos si tal es vuestro desee, pero
también sim recompensa estemos dispuestos a serviros,
Con estas palabras, los casdores levantaron en andas el
féretro de cristal, lo acomodaron sobre unos caballos y
lo condujeron el palacio del zar, depositándolo en el
dormitoriuo del zaxávioh,
Desde aquel. día dejó de intereserse el zarévich por la
caza. Nc salle de palacio y permanecía en sus aposentos
contemplando a la bella muchacha.
—¿Qué le sucederá a nuestro hijo? —se preguntaba la
zarina-, lleva no sé cuánto tiempo metido en palacio, sin
salir de sus aposentos ni dejar que entre nadie. ¿A qué
se deberá esa melancolía? ¿Estará enfermo? Iré e verle.
r.ntró la zarina en los aposentos de su hijo y vid el
féretro de cristal. Enterada de todo lo ocurrido, ordenó
inmediatamente que l.a doncella fuera sepultada con el
debido ceremonial en la tierra húmeda, nuestra madre.
El zarévich salió al jardín sollozando, cortó las flores
más bellas que encontré y les llevó a su cuarto para
adornar los cabellos de la bella suerte, Pero, cuando se
puso a peinar su trenza dorada, el cabello mágico se
desprendió. La linda doncella abrió los ojos, exhaló un
suspiro y se incorporé en el féretro de cristal diciendo:
—icuánto tiempo he dormido!
Loco de alegría, el zarévich la tomó de la mano para
conducirle delante de sus padres.
—Amado bátiushka, querida mátushica: esto ha sido un don
del Señor y yo nc podría vivir ni. un minuto sin ella, OS
ruego que me permitáis tomarla por esposa.
—Está bien,hijo. Nosotros no nos opondremos a los
designios de Dios. Además, quizá no haya una belleza
igual en el mundo entero.
Como los zares no encuentran impedimentos para esas
cosas, el mismo día se celebró la boda, seguida de un
gran banquete,
Casado con la hija del mercader, el zarévich ,vivia en el
séptimo cielo.
157—
Al cabo de cierto ticapo quiso le recién casada ir a su
tierra y visitar a su padre y a su hermano. Al zarévich
le agradó la idea y fue a pedirle venia a su padre.
-Está bien -dijo el zar—. Marcheos cuando queráis,
queridos hijos. Pero tú, zarévich, irás por tierra dando
un rodeo y aprovecharás la ocasión pare recorrer todos
nuestros feudos y observar si reina el orden el ellos. En
cuanto e tu esposa, irá en barco por el camino más corto.
se preparó un barco para la travesía, se compuso la
tripulación y se nombró a un general para mandarla. La
zaxevna subió al barco, que se hizo a la mar, mientras el
zarévich parUa por tierra.
Viendo a la zarevne tan hermosa, el general en jefe se
prendó de su belleza y empezó a enamorarla. “¿Por qué he
de temer nada? —pensó—. Ahora está entre mis manos y
puedo hacer lo que quiera.” —Dame tu amor —le dijo a la
zarevna— o te arrojará al mar.
La zarevna le volvió la espalda, sin contestarle, anegada
en lágrimas. Pero un marinerito que había escuchado la
amenaza del general en jefe se acercó a ella por la noche
con estas palabras:
-No llores, zatevna. Vamos a cambiar nuestras ropas y tú
sube a cubierta mientras yo me quedo en el camarote. De
esta manera, el general me arrojará al mar a mi, pero no
me importa, ya me las arreglaré para llegar a nado hasta
tierra ahora que no está lejos.
Así lo hicieron, y la zarevna subió a cubierta vestida
con la ropa del marinero, mientras éste se acostaba en su
cama. Por la noche penetró el general en jefe en el
camarote, agarró al marinero y lo arrojé al mar. El
marinero se puso e nadar y llegó a tierra por le mañana.
Cuando el barco atracó, la zarevna se mezclé con los
marineros que descendían e tierra, corrió al mercado, se
compró la ropa adecuada y, vestida de pinche, se puso a
servir en casa de su padre.
Poco después llegó el zarévich a case del mercader.
—Salud te deseo, bátiushka. Has de saber que soy tu
yerno, pues me he casado con tu hija. ¿Pero dónde está
ella? ¿Acaso no ha llegado aún?
Entonces se presentó el general en jete a informar:
-Alteza, ha sucedido una desgracia. Estaba la zarevna en
cubierta cuando estalló una tempestad, el barco empezó a
cabecear, a ella le dio uy, mareo y, antes de que
pudiéramos impedirlo, cayó al mar y se ahogó.
El zarévich se llevó un gran disgusto y lloró
amargamente, pero no era posible sacarla del fondo del
mar. Seria ése su destino... De modo que pasó unos días
en casa de su suegro y luego ordenó e su séquito que se
preparase para el regreso.
El mercader dio un gran banquete de despedida. Acudieron
otros mercaderes, boyardos y todos los familiares. Entre
ellos estaban el hermano del mercader, le vieje malvada y
el general en jefe.
Los invitados comieron, bebieron y se solazaron hasta que
dijo uno de ellos;
—158—
—Honorables caballeros: no hacemos más que beber, y, eso
no conduce a nade bueno. Mejor será que nos pongamos a
contar cuentos,
—¡Huy bien, muy bienl —gritaron desde todas partes—.
¿Quién empieza?
Entonces resulté que uno no sabia, que el otro no tenía
gracia, que al tercero se le habla ido la memoria con el
vino... ¿Qué hacer? Un dependiente del mercader encontró
la solución:
-Tenemos en la cocina —dijo— un pinche nuevo que ha
recorrido muchas tierras extrañas, ha visto cosas
sorprendentes y es un verdadero artista en eso de contar
cuentos.
El mercader hizo que compareciese el pinche.
—Quiero que distraigas e mis invitados —le dijo.
—y qué debo contar: ¿un cuento o un suceso real?
-preguntó la zarevna-pimche.
—Un hecho real.
—Vaya por un hecho real, Pero con una condición: al que
me interrumpe le pegeré con la espumadera en la frente.
Todos dijeron que estaban de acuerdo, y la sarevna
comenzó a referir cuanto le había sucedido a ella.
—Un mercader que tenía una hija emprendió un viaje al
otro lado de los mares y le encomendó a su propio hermano
que cuidare de la muchacha. Pero, seducido por la belleza
de su sobrina, el tío no la dejaba ni un minuto
tranquila...
Dándose cuenta de que se refería a él, interrumpió el
tío;
—¡Eso no es cierto, caballerOsl
—IAh! Conque no es cierto, ¿eh? Pues toma un espumaderezo
en la frente.
siguió el relato, tratando de la madrastra y del espejito
mágico al que hacia preguntas, tratando también de la
malvada vieja que se presentó varias veces en el palacio
blanco de los bogatires...
—ivaliente tontería! —gritaron a une la viela y le
madrastra—. Eso no puede ser.
La zarevna les pegó en la fuente con la espumadera y
siguió contando cómo había estado acostada en el féretro
de cristal, cómo la descubrió el zarévioh, le devolvió la
vide y la hizo su espose y cómo había partido ella a
visitar a su padre.
Elgeneral barrunté que las cosas se ponían feas para él y
rogó al zarévich:
—Permitidme que me retire: tengo un fuerte dolor de
cabeza.
-No será nade. Espera un poco.
pasó le serena a contar lo que habla heho el general, y
tampoco él pudo reprinirse.
-¡Todo eso es mentira! —exclamó.
La zarevne le pegó con la espumadera en le frente y,
despojándose de las ropas de pinche, se volvió hacia el
zarévich.
—Yo no soy un pinche, sino tu esposa.
—159—
El zarévich se llevó una gran alegría y el mercader
también. Corrieron a abrazarla, a besarla y luego
formaron un tribunal. A la vieja malvada y el tío de le
zareuna los fusilaron a la puerta de la ciudad. Le
madrastra hechicera fue atada a la cola de un potro que
echó a galopar por los campos esparciendo sus huesos por
los matorrales y los barrancos. Al general lo deporté el
zarévich y designé en su lugar al marinero que salvé e la
Sarevna.
Desde entonces, el zarévich, su esposa y el mercader
vivieron largos años felices.
160-
3.1.8.- La Bella Venecia (IC 109)
Había una vez una madre y une hija que tenían una posada
donde solían alojerse el Rey y los Príncipes que ibem de
paso. Le posadera se llamaba le Bella Venecia, y cuando
los viajeros se sentaban a la mesa ella les daba charla:
—eDe dónde viene?
—De Milán.
—eV has visto alguna más bella que yo, en Milán?
-No, más bella que usted no he visto ninguna.
Después arreglaban cuentas.
—Serian diez escudos, pero usted déree cinco —decía la
Bella Venecia, porque e todos los que le decían que no
habían visto una más bella les cobraba la mitad.
—¿De dónde viene?
—De Turin.
-eV ha visto alguna más bella que yo, en ‘i’urin?
-No, no he visto ninguna más bella que usted,
Y en el momento de arreglar cuentes:
—Serian seis escudos, pero usted déme tres.
Un día la posadera formulaba a un viajero la pregunta de
costumbre:
-eV ha visto alguna más bella que yo?
En este momento pasó su hija por la sale, y el viajero
repuso:
—Si que la he visto.
—cY quién es?
—Su hija.
Esa vez, le Bella venecia, al arreglar las cuentes, le
dijo:
—Serian ocho escudos, pero usted págueme dieciséis.
Por la noche la posadera llamó al net-mitón:
-ve a la orilla del mar, construye una cabaña que tenga
una sola ventana, pequeña pequña, y encierra allí dentro
a mi hija.
De modo que la hija de la Bella Venecia estaba noche y
día encerrada en esta cabaña junto el mar, y oía el rumor
de las olas pero no podía ver a nadie salvo al marmitón,
que todos los días venia a traerle pan y agua. Pero pese
al encierro la muchacha era cada día más bella.
Un forastero que cabalgaba a orillas del mar vio esa
cabaña toda cerrada y se acercó, Pegó el ojo al ventanuco
y en la oscuridad vio la cara de la muchacha, la más
hermosa que jamás hubiese visto. Un poco asustado,
espoleé el caballo y partió a la carrera.
Al caer le noche se detuvo en le posada de la Bella
Venecia
—cDc dónde viene? —le preguntó la posadera.
-De Roma.
-cHe visto a una más bella que yo?
—Si que le he visto —dijo el forastero,
—eV dónde?
—Encerrada en una cabaña a orillas del mar.
—161—
—Aquí tiene la cuenta: son diez escudos pero págueme
treinta.
Por la noche la Bella Venecia preguntó al marmitón:
—Oye, ¿quieres casarte conmigo?
El marmitón nc podía creer lo que oía.
—Si quieres casarte conmigo, tendrás que llevar a mi hija
al bosque y matarla. Si me traes sus ojos y una botella
llena de su sangre, me casaré contigo.
El marmitón quería casarse con la patrona, pero no le
hacia ninguna gracia asesinar a esa muchacha dulce y
hermosa. Entonces llevó a la muchacha al bosque y la
abandonó, y para mostrar los ojos y la sangre a la Bella
Venecia mató a un cordero, que es sangre inocente. Y la
patrona se casó con él.
Le muchacha, sola en el bosque, lloró, gritó, pero nadie
la oía. Al caer la noche vio una lucecita en la
distancia: se acercó, oyó e mucha gente de charla y llene
de miedo se escondió detrás de un árbol. Era un lugar
rocoso y desierto, y doce ladrones se habían detenido
frente a una piedra blanca.
—lIbrete, deslertol —dijo uno de ellos, y la piedra
blanca se abrió como una puerta. Tras ella todo estaba
iluminado como un gran palacio. Los doce ladrones
entraron y el Último dijo:
—¡Ciérrate, desiertol
Y le piedra se cerró a sus espaldas. La muchacha se quedó
esperando oculta detrás del árbol. Al cabo de un rato una
voz dijo desde adentro;
—¡Abrete, desiertoi
La puerta se abrió y los doce ladrones salieron en fila,
y el Último dijo:
—;ciérrate, desiertol
Cuando los ladrones se hubieron alejado, la muchacha se
acercó a la piedra blanca y dijo:
-¡Abrete, desierto!
Y el portal iluminado se abrió. ~ntró y dijo:
—iciérrate, desiertol
Allí dentro había una mesa servida para doce, con doce
platos, doce panes y doce botellas de vino. Y en la
cocina había un espetón con doce pollos para asar. La
muchacha hizo una limpieza general, preparó les doce
camas, asó los doce pollos. Y como tenía hambre comió un
ala de cada pollo, mordisqueé una corteza de cada pan y
bebió un dedo de vino de cada botella. Cuando oyó que
regresaban los ladrones, se escondió debajo de la cama.
Los doce ladrones, al encontrar todo limpio, les camas
hechas, los pollos asados, no supieron qué pensar. Luego
advirtieron que a cada pollo le faltaba un ala, a cada
pan una corteza, a cada botella un dedo de vino, y
dijeron:
-Aquí debe de haber entrado alguien.
Y decidieron que el día siguiente uno de ellos se
quedaría de guardia.
162—
Se quedó el ladrón más pequeño, pero se puso de guardia
fuera, y entre tanto la muchacha salió de debajo de la
cama, lo arregló todo, se comió las doce alas de pollo,
las doce cortezas de pan y se bebió los doce dedos de
vino.
—¡Eres un inútil! —dijo el jefe cuando comprobó que
habían vuelto a visitar la case, y puso de guardia e
otro. Pero éste también se quedó fuera, mientras que la
muchacha estaba dentro, y así, tratándose cada vez de
estúpidos, todos los ladrones hicieron guardia durante
once días consecutivos sin descubrir a la muchacha.
El duodécimo día quiso montar guardia el jefe; y en lugar
de quedarse fuera se quedó dentro y vio que la muchacha
salía de debajo de la cama. La agarró del brazo.
—No tengas miedo —le dijo—. Ya que estás aquí, quédate.
te trataremos como a una hermana.
De modo que la muchacha se quedó con los ladrones. Hacia
las tareas de la case, y ellos cada noche le traían
joyas, monedas de oro, anillos y pendientes.
Al ladrón más pequeño le gustaba vestirse como gran señor
pera sus depredaciones y parar en las mejores posadas.
Así una noche fue a comer a la posada de la Bella
Venecia.
-¿De dónde viene? -le preguntó la posadera.
—Del linde del bosque —dijo el ladrón.
—¿Y ha visto alguna más bella que yo?
—Si que la he visto —dijo el ladrón.
-¿Y quién es?
—Una muchacha que vive con nosotros.
Así la Bella venecia comprendió que su hija sequía con
vida.
A la posada iba todos los día una vieja que pedía
limosna, y esta vieja era una bruje. La Bella Venecia le
prometió la mitad de sus riquezas si lograba encontrar a
su hija y matarla.
Un día la muchacha, cuando los ladrones habían salido,
estaba cantando en la ventana. Pasó una vieja y le dijo:
—¡vendo alfileres! IVendo alfileres! ¿Me dejas pasar,
niña? Te enseñaré un alfiler para el pelo que es una
maravilla.
La hizo pasar, y le vieja, simulando que le probaba un
alfiler para el pelo, se lo clevó en el cráneo. Le
muchacha murió.
Cuando los ladrones volvieron y la encontraron muerta,
pese al corazón de piedra que tenían se echaron a llorar.
Eligieron un gran árbol de tronco hueco y la sepultaro en
el tronco.
El hijo del Rey estaba de caza, oyó el ledrido de los
perros y los siguió; todos asaltaban el tronco de un
árbol con las uñas. El hijo del Rey miró en su interior y
encontró una bellísima muchacha muerta.
—Si estuvieras viva me casaría contigo —le dijo el hijo
del Rey—, pero aunque estés muerta no quiero separarme de
ti.
—163—
Hizo sonar el cuerno, reunió a sus cazadores y la hizo
llevar al Palacio I4eal. Mandó que la encerraran en un
cuarto sin que la Reine, su madre, se enterare de nada, y
se pasaba los días en ese cuarto admirando le belleza de
la muerta.
La madre empezó a sospechar y un día apareció en el
cuarto por sorpresa.
—¡Ah, por eso no querías salir! ¡Pero está muerta! ¿Para
qué la quieres?
—¡Muerta o no, no puedo vivir sin ella!
—iPor lo menos que la peinen! —dijo la Reina, y mandó
llamar al Peluquero Real. El Peluquero Real enpe2ó a
peinarla y el peine se le rompió. Cogió otropeine y
también se le rompió. Así rompid siete peines uno tras
otro.
—¿pero qué tiene esta muchacha en la cabeza? —preguntó el
Peluquero Real—, voy a echar un vistazo.
Y palpó una cabeza de alfiler. Tiró muy despacito, y a
medida que extraía el alfiler la joven recobraba el
color. Al fin abrió los ojos, suspiró, respiró, dijo:
“¡OH” y se puso de pie.
Se celebraron las bodas. Se daba de comer hasta en la
calle. El que quiso comer comió y el que no quiso no
co!nió.
¡Ah Señor!
Una gallina a cada pecador!
Y e mi que cometí muchos pecados
Una gallina y adenás un pavo!
(Abruzos)
—lB4
3.1.9.— Blanca Flor (Es 115)
Ésta era une madre que era muy quepa, muy guapa; la mujer
más guapa que podía esistir en el mundo. Y tenía una niña
que se llamaba Blanca Flor. Y la madre tenía un espejo y
todos los días se airaba en el espejo y le. preguntaba:
-Espejo mio, ¿hay en el mundo una mujer más guapa que yo?
Y el espejo siempre le contestaba:
-No; tú eres la mujer más guapa que hay.
Oñeno, pues así pasó por muncho tiempo. Le preguntaba
todos los días el espejo si habla una mujer más guapa que
ella y el espejo siempre le contestaba que no, que ella
era la más guapa que habla.
Cúenp, conque ya la niña fué creciendo, fué creciendo, y
si guapa era la madre, más guapa, mucho Ss guapa era la
niña. Y ya un día cuando Blanca Flor era mayor coge la
madre el espejo y le pregunta:
—Espejo mio, ¿hay en el mundo une mujer más guapa que yo?
Y le conteste el espeje:
-Si, Blanca Flor, tu hija, es más guapa.
Y la madre, llena de envidia y de rabia con su hija, se
determina a matarla. Y va y dice:
-¿Cómo apañaré pa matar a Blanca Flor pa qu no haiga en
el mundo mujer más guapa que yo?
Y ¿qué hace? Pues va y convida a su hija a que vaya a
paseo con ella por la desa y lleva consigo un libro
dieblórico pa poder matarla. Y le dice a Blanca Flor:
—oye, hija, mira que ya que está el día ten bonito vamos
a dar un paseito por la desa,
Conque van a dar el paseo y cuando llegan ande había una
peña muy alta se sientan al pie a descansar. Y coge la
madre el libro diablóricO y lo abre en cierto lugar y al
punto se abre una trampa y cae Blanca Flor y es sepultada
dentro de la peña.
Oñeno, pues la madre se va a su casa muy contenta
creyendo que su hija está muerta. Y llega y le pregunta a
su espejo:
-Espejo mio, ¿hay en el mundo una mujer más guapa que yo?
Y como la niña estaba sepultada bajo tierra, el espejo le
contestó:
—No, tú eres la más guapa que hay.
Y estaba la madre ya muy contenta.
Pero vamos que Blanca Flor estuvo rogándole tanto a la
virgen santísima que la Virgen la sacó de la cueva y la
puso a flor de tierra, Y cuando Blanca Flor estab ya a
flor de tierra cogió camino elante y ya llegó ende había
una fuente y un árbol muy alto. Y se subió el árbol pa
ver qué devisaba y ya vido cerca de allí un castillo ande
vivían doce ladrones, Y los vide llegar por la tarde y
los contó cuando entraron: “uro, dos, tres, cuatro,
cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, dccc”. Y
dijo Blanca Flor:
-Gúeno, pues en esta cesa seguramente hay comida y todo.
Mañana voy a ver si hallo que comer allí.
—165—
Y al otro día se subió al árbol y los vido que salieron
del castillo y los contó: “uno, dos, tres, cuatro, cinco,
seis, siete, ocho, nueve, diea, once, doce”, y bajó
entonces del árbol y fué al castillo. Y entra y ve todo
lo que hay allí y come de todo loq ue halla, y va
entonces y ve que todo está en desorden y arregle las
camas y barre y limpia todo y se va. Conque por la tarde
llegan los ladrones y ven todo muy arregladito y todo y
dicen:
-Aquí ha venido una mujer.
Y dice el capitán:
—Mañana me quedo yo pa ver si cojo a la que viene al
castillo.
y al otro día salen los once ladrones y se queda el
capitán pe pillar a la niña. Y Blanca Flor desde el árbol
los vide salir y los conté: “uno, dos, tres, cuatro,
cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once”, y como ve
que sólo once han salido dice:
—Se ha quedao uno. Hoy no voy al castillo.
y aquél estuvo todo el día esperando, pero nada. La niña
no fué al castillo. Y llegan aquéllos por la tarde y le
preguntan:
-Gúeno,y ¿qué tal? ¿Ha venido alguien al castillo?
Y ya les dijo él que no, que no había venido naidien.
Conque entonces les dice el capitán:
-Mañana vamos a salir todos como siempre, pero en vez de
venir por le tarde vemos a venir a medio día y así
cogemos al que venga.
Y al otro día muy de mañana salieron todos, y la niña
desde el árbol los vido y los contó: “uno, dos, tres,
cuatro, cinco, sais, siete, ocho, nueve, diez, once,
doce”, y muy contenta dice;
—Oúeno, hoy si voy al castillo a comer y a arreglar la
cesa.
y baja del árbol y val al castillo y anda por todas las
habitaciones viendo todo y entra a la cocina y come de
todo lo que encuentra. Y después se pone a hacer las
camas y a barrer y a asear toda la casa. Y cuando menos
esperaba van llegando aquellos ladrones a medio día y
entran todos y la cogen. Y cuando la vieron tan bonita
dice el capitán:
-No tocarle, que todos vamos a ser sangre. Ella será
nuestra hermana y vivirá aquí con nosotros y nosotros
todos seremos sus hermanos y todos seremos sangre.
Conque ya se quedó blanca Flor en el castillo de los
ladrones viviendo con ellos y muy contenta.
y vamos ahora a la madre. Ye que había paseo algún tiempo
que Blanca Flor estaba en la cesa de los ladrones fué un
día y cogió el espejo y le dijo:
—Espejo mio, ¿hay en el mundo una mujer más guapa que yo?
Y le contesta el espejo:
-Si, tu hija Blanca Flor, que está en le case de los
ladrones, es más guapa.
Conque le madre se llenó de envidia y de rabia otra vez y
dice:
166—
—Tengo que matar a Blanca Flor.
Y va y vea una bruje pa que le ayude a matala. Y le
dice:
-cCómo apaño pa matar a Blanca flor, que está en el
castillo de los ladrones?
Y ya discurre la bruje ir a visitar a Blanca Flor y
llevale una camisa bordada y hechizada pa embrujala.
conque sale la bruje con la camisa bordada muy bien y
llega al castillo cuando Blanca Flor está sola y llama, Y
sale Blanca Flor y le dice:
—cquién es usté?
Y le dice la bruje:
—Anda, Blanca Flor, que soy tu agilela. He venido a verte
y a traerte este regalito. ¡Mira que camisa ints mona que
te he bordeo yo misma 1
y aquélla la cree y va y se pone la camisa y en seguía
cae privada, como muerta. Y la bruje se escapa y la deja.
Llegan entonces los ladrones y la hallan muerta, Y se
ponen muy tristes y empiezan a discurrir a ver qué hacen
con elle. Y ya dice el capitán:
-vamos a hacer una caja muy bonita y la vamos e meter en
la caja y ponerla en algún sitio a flor de tierra.
Y fueron y hicieron una caja muy bonita, muy bonita, y la
metieron en ella y llevaron la caja y la pusieron en la
carretera cerca del palacio.
y un día pasó por allí el rey y vido la caja y se acercó
a ver lo que contenía y cuando vido que era una joven muy
hermosa, muy hermosa, mandó que la llevaran al palacio. Y
secretamente, sin que lo supieran sus padres, la metió en
su habitación. Y como todos los días la estaba mirando se
enamoré de ella y dijo que aunque esa joven estuviera
dormida sólo con ella se casaba y que con otra no se
casaba. Y tan enamoreo estaba de ella que se puso melito.
y vinieron los médicos a velo y les dijeron a los padres
que el príncipe estaba ralo de amores. Y Los pobres
padres decían:
—Pero ¿de quién estará enamoreo nuestro hijo?
Y le preguntaban, pero él no decía nada. Callaba y no
decía la causa de su pena
y en ésas tanto entraban y sallan de sus habitaciones que
un día la madre del príncipe se encontró con la caja que
tenía escondida él y ftié a ver cuando encuéntrase con la
joven. Y va y le pregunta a su hijo que si qué mujer es
ése. y entonces el hijo confiesa y le cuenta a su madre
todo, y la madre le dice:
—pero hijo, si esa muchacha está muerta no tenemos más
remedio que enterrala.
y viene el padre y los otros personajes del palacio y
todos dicen que tienen que enterrar a la joven.
La llevan a la iglesia y allí le dejan por la noche pa
enterrala otro día. Y el sacristán cuando ya se fueron
todos por la noche ve que tiene unos sarcillos muy ricos
y dice:
—Ya que la van a enterrar ¿de qué le van a servir esos
sarcillos?
—167—
Y va y Se los quita. Y al quitárselos ve que lleva
también un collar de oro y dice:
-Ya que le he quitao los sarcillos, pues le quiteré ese
collar que vale muncho más.
Y le quita también el collar. Pero cuando le quitaba el
collar ve la rice camisa de seda bordada y dice:
—Caeno, pues ya que le he quiteo los sarcillos y el
collar lo mismo da que le quite también esa camisa de
sede bordada.
Y va y le quita la canisa. Y al momento se levanta
aquélla en su caja. Y el sacristán quiere salir huyendo,
pero ella le habla y le dice:
—Mo huyas, que yo soy persone viva. Ve y llama al rey y
dile que quiero hablar con él.
conque entonces es cuando va el sacristán y le cuenta
todo al rey. Y vienen todos y le hallen viva y se la
llevan al palacio. Y allí les cuenta ella cómo he sido
todo y cómo su madre la quiso matar en la cueva de la
pefla y cómo la bruje le puso la camisa embrujada y la
dejó privada. Y el príncipe entonces le dijo a su padre:
—Padre, ésta es mi novia y con elle me quiero casar.
Conque el rey mandó arreglar torneos y fiestas y se
hicieron las bodas. Y a la madre la metieron en una
caldera de azaite hirviendo y allí murió, y a la bruje la
quemaron viva en una hoguera y esparramaron las cenizas
por todo el pueblo.
Villaluenga, Toledo.
—168—
3.1.10.— La madre envidiosa (Es 116)
Ésta era una madre posadera que ere muy guapa y que tenía
una hija muy guapa más guapa aún que la madre. Y a todos
los arrieros que llegaban a la posada le madre les
preguntaba;
—¿Han visto ustedes una mujer más guapa que yo?
Y ellos decían:
—Si, la hija de usté es más guapa que usté.
Y la madre se enfadaba mucho y decía:
-¡Cómo ha de ser esa cochina, marrana guarra, más quepa
que yo!
Y ya fué un día a ver a una hechicera pa hacerla la
pregunta. Y le preguntó:
—¿Ha visto usté una mujer más guapa que yo?
Y la hechicera la dijo:
—Si, su hija de usté es mucho más guapa que usté.
Y dijo entonces la madre:
—acómo ha de ser esa cochina, marrana, guarra más guapa
que yo! La voy a matar.
Y la mandó encerrar en una habitación. Y a los pocos días
volvió la vieja hechicera a pedir a la cesa de la madre y
la volvió a preguntar st había visto una cara más guapa
que la de ella.
Y le vieja hechicera le contestó:
—Señora, si guapa es asté, más guapa es le que está
encerrada en le habitación.
y cuando se fué la hechicera la madre mandó sacar a su
hija de la habitación y les mandó a los orleos que la
llevaran al monte y la mataran. Y ellos le llevaron al
monte ,pero les dió lástima matarla y la dejaron sola y se
volvieron y la dijeron a la madre que le habían matao. Y
para que le madre lo creyera mataron una perra y 1.e
sacaron los ojos y se los entregaron, diciéndole que eran
los ojos de la hija.
Y la niña se marchó sola por el monte y llegó a una casa
de ladrones. Y como vid los platos sin fregar y la cesa
sin barrer se puso e fregar y a barrer y limpiar todo muy
bien. Y cuando le niña vid venir a los ladrones se
escondió detrás de la puerta pa que no la vieran. Pero
cuando llegaron ladré una perrita que tenían y decía:
—¡Gua, gua, guá, detrás de la puerta está!
Y fueron los ladrones y miraron detrás de la puerta y la
hallaron. Y ya le preguntaron quién era y qué hacia allí,
Y cuando ella les contó cómo había venido allí dijo el
capitán de los ladrones que no se metieran con ella pa
nada y que se quedaría con ellos pa cutdar de la case.
Y a los tres o cuatro días pasó por allí la vieja
hechicera pidiendo. Y la mocita la dijo que no hacia
falta que anduviera pidiendo, que cuando no estuvieran
allí los ladrones que viniera a comer y a vivir con ella.
Y era que la niña no sabia que era bruje. Y venia e comer
y a vivir con ella y eran compañeras.
—169—
Y un día ya fué la vieja hechicera a pedir otra vez a la
posada y la madre la dijo:
-¿Ha visto usté une cara que sea más guapa que yo?
Y la hechicera la dijo:
-si guapa es usté más guapa es la que está en la case de
los ladrones, que es su hija.
Y ye fué la madre y compró unos zapatos hechizeos y se
los dió a la hechicera pa que se lo llevare a su hija. y
fué la hechicera a ver a la mocita y salió esta y la
dijo~
—Mira que regalito te traigo.
Y ella no lo quería coger. Y entonces rué la hechicera y
se los puso y al momento quedó la mocita cono muerta, y
se marchó la hechicera y le dejó en el suelo tendida.
Y por la noche llegaron los ladrones y le hallaron muerta
en el suelo. Y como la querían mucho todos empozaron a
llorar, Y ya la hicieron una caja de cristal y le
metieron en ella pa que la viera todo el mundo. Y como no
sabían donde ponerla ya la llevaron y la echaron en el
mar. Y andaba por ai el rey y viO que venia una caja muy
bonita el sar abajo. Y les dijo e sus crieos que si se
atrevían a cogerla. Y la sacern los criaos y vieron que
en ella estaba la niña. Y mandó entonces el rey que
llevaran la caja al palacio. Y el rey, que era joven y
estaba en disposición de casarse, metió la caja en su
habitación y mandó gue no entrare nadie en ella.
Y un día dejó el rey la puerta abierta y entro una criada
e la habitación y vió a la mocita guapa que estaba dentro
de la caja y lo que más le llamaba la atención eren los
zapatos. Y tué la criada y llamó a la reina madre y vino
y les dos estuvieron mirando a la mocita que estaba en la
caja. Y ya fué la criada y le quitó uno de los zapatos y
la mocita se sentó. Y le quitó el otro y la mocita volvió
en si. Y al ver eso la reina y la criada soltaron los
zapatos y se escaparon.
Y a poco vino el rey y halló a le mocita viva y la
preguntó quién había ido allí y cómo había ella vuelto en
si. Y ella le dijo que cuando ella había vuelto en si
estaban con ella dos mujeres, pero que se habían esoapeo
muy de prisa. Y fué el rey y la preguntó a su madre si
ella habla ido a su habitación. Al principio ella lo
negó, pero al fin le dijo la verdá. Y entonces el rey la
dijo que quería casarse con aquella mocita. Y Se casó con
ella.
—170—
3.2.— “Rosina en el horno” (Tino 510 A~
(Celos madre y rivalida fraterna)
—Arbolito florido,
préstaine un traje,
que sea de oro y plata
y de mucho encaje.
Y un cochecito
para llevarme a donde yo le mande,
Ye se lo daba, se vestía y montaba en su coche. Y si
estaban las hermanastras y le medraste en la ilesia. pos
ella se ponía ente de elles. Y no la conocían. Y el coche
le dejaba en la puerta de la ilesia, y en cuanto salían
del acto de le ilesia, montaba en el coche y se marchaba.
—171—
Así es que cuando elles llegaban a cesa, ya estaba ella
como estaba en cesa, hecha una Puerca Cenicienta. Por
manera que elles no la conocían ni sabían que hacia
semejantes actos.
Y diendo varias veces haciendo lo mismo, la vio un hijo
de un rey y se enamorO de ella.No pudiendo ser de poder
hablar con ella, un día según salió para montar en el
coche, se la cayó un zapato. Y el hijo del rey le cogió y
la siguió a ver dónde entrabe. Y la vio entrar allí en su
casa. Y al otro día fue con su zapato y llamó. Y bajó la
medraste y la dijo el hijo del rey:
—Aquí traigo un zepatitó, me tengo que casar con ella. Le
que llevaba este zapatito entró en esta casa ayer.
La sadraste, muy viva, bajó a una hija suya. El zapato la
venía pequeflo, y le decía a le hija:
-Retirate, Como que vas a cualquier parte, y te cuertas
los dedos de alante del pie para que te venga el zapato,
que cuando seas reina, no has de andar a pie.
Y así hizo y se metió el zepatito. Entonces la montó el
príncipe en su caballo y se la llevaba en cesa de sus
padres a su palacio. Pero había que pasar por el erbolito
del sepulcro, y al llegar a él, le dijo:
—172—
Y por fin ella le dijo que no tenía más que otra que no
salía de la cocina, que estaba muy sucia y que no la
podía presentar. Y él insistía que saliese, que se la
presentare. y entonces fue y se la presenté. Y la puso el
zapatito, y la valía. La montó en su caballo y se la
llevaba a su palacio. Y al llegar el arbolito le dijo:
-ArbolitO querido,
préstame un traje
que sea de oro y plata
y de mucho encaje.
Sepúlveda, Segovia.
—173
3.2.2.— Estrellita de oro CRA 33)
—174
—Mañana sin falta vas tú con le ropa al río para que
vuelvas con una estrellita de oro en la frente.
A). día siguiente, la madrastra le dio a su hija un mentón
de ropa, pero no sucia, sino limpia, y por eso la
viejecita se dio cuenta de lo que pasaba. Le hija de la
madrastra se encontró con ella, y ella dijo todas les
cosas equivocadas; que primero tenía que mirar al cielo,
luego comerse el puchero y luego meter la ropa y el jabón
en el cesto. Así lo hizo la hija de la madrastra, y en
cuanto miró al cielo le cayó un rabo de burro en la
frente y allí se le quedó. Cuando fue a comer, el puchero
estaba vacio; luego la ropa estaba negra y no había jabón
por ninguna parte. Así se tuvo que ir a su casa llorando
venga a llorar y cada vez más tea, con aquel rato de
burro en la frente.
Cuando la madre la vio llegar, se puso rabiosa y desde
ese momento determinO tratar a Maria cada vez peor y
tenerla siempre en la cenicera para que no le viera
nadie. Pero la gente ya le decían “Estrellita de Ore”; a
la otra “Rabo de Burro”, y se reían de ella.
Une vez tuvo que ir el padre a un viaje muy largo y les
preguntó a sus hijas que qué querían que les trajera.
Rabo de Burro le pidió que le trajera un traje, unos
zapatos y un sombrero de plumas. Estrellita de Oro dijo
que sólo quería que le trajera una ranita del primer
árbol que se encontrare por el camino. Se marchó el
padre, y al primer árbol que vio fue y le cortó una
remite y se la guardó. En le ciudad compró todas las
cosas que le había pedido su hijastra. Así, cuando
volvió, entregó a sus hijas todo lo que le hablan pedido.
Poco tiempo después se empezó a celebrar en el palalcio
del rey un gran baile que iba a durar tres noches para
que el príncipe pudiera elegir una novia para casarse.
Entonces la madrastra arregló muy bien a liabo de Burro
con el traje, los zapatos y el sombrero de plumas,
mientras que e Estrellite de Oro le echó lentejas en las
cenizas, le dijo que no saliera de allí hasta que las
limpiare, y además la dejó encerrada, Pero Estrellita de
oro cogió la rama de árbol que le habla traído su padre,
y que ere la varita de las siete virtudes, y dijo:
-Varita de virtud, por el poder que ti tienes, que vengan
los pajaritos a ayudarme.
Al instante se presentaron muchos pajaritos y le
limpiaron les lentejas en un momento. Luego le pidió a la
varita de siete virtudes un vestido de plata con encajes
y unos zapatos de oro para ir al baile. Inmediatamente lo
tuvo todo allí; se vistió y se fue por la chimenea.
Cuando llegó al palacio, el príncipe se fijó en ella y le
pidió un baile. Luego otro, y así todo el tiempo, de
manera que estuvo bailando toda la noche con ella sin
hacerles caso e las demás. Se enasoró de Estrellita de
Oro y le pidió que se casare con él. Pero Estrellita de
Oro le dijo que ya le contestaría, porque era muy tarde y
tenía que irse.
—175—
El príncipe quiso acompañarla hasta su case, pero
Estrellita de Oro aprovechó un descuido y desapareció.
Al llegar a casa, le dijo a la varita de siete Virtudes:
—varita de virtud, por el poder que tú tienes, devuélveme
a mi anterior estado.
Al momento volvió a quedar con su ropa sucia y todo como
antes.
Rabo de Burro y su madre llegaron poco después del baile
y venían diciendo:
-,Ay, qué muchacha más bonita estaba en el bailel ¿Quién
será, quién no será?
Y Estrellita de Oro nada decía.
Llegó la segunda noche y volvió a ocurrir todo como la
noche anterior, y llegó le tercera y ya el príncipe no
quería descuidarse pera que Estrellita de Oro no se le
escapare. Pero ésta, cuando llegó la hora, echó a correr
tan deprisa, que se le cayó un zapato. rí príncipe se
agaché a cogerlo y, cuando se volvió a levantar, ya no
vio a la muchacha. Se puso muy triste y pubílcó un bando
diciendo que se casaría con la que fuere la dueña del
zapatO.
Fueron sus crisdos por todas partes, probando el zapato a
a todas las muchachas, pero a ninguna le estaba bien, e
pesar de que algunas se cortaban un dedo y otras hasta
dos. Por fin llegaron e cesa de Rabo de Burro y ésta se
cortó medio pie, pero ni así le vino bien el zapato.
Preguntó el príncipe si no abría otra muchacha en la
cesa, y contestó la madrastra que no, que sólo quedaba la
que estaba siempre en la cenicera, pero que era muy fea y
muy sucia.
El príncipe dijo que te llamaren y, cuando apareció
Estrellita de Oro, ya venia con traje de plata con
encajes, y todos se quedaron maravillados. Se probO el
zapato y le quedó muy bien. Dijo entonces el príncipe que
se cesaría con ella, pero que lo esperase allí, porque
tenía que volver a recogerla con la comitiva para
llevarla al palacio.
Cuando el príncipe se marchó, dijeron la madrastra y su
hija:
—A ésta la matamos.
Le cogieron y se le llevaron al campo arrastrando y allí,
sobre une piedra, la golpearon hasta que la creyeron
muerta. Luego le sacaron los ojos y la lengva, y la
abandonaron.
Poco después pasó por allí un pastor de ovejas, y cuando
se encontró a la niña chorreando de sangre, aunque no
estaba muerta, la cogió y se la llevó a su choza, con su
mujer. Entre los dos le cuidaron y le limpiaron muy bien.
Al cabo de algún tiempo le niña se puso buena, aunque no
veía ni podía hablar. Un día se metió la mano en el
bolsillo y le sacó llene de dinero y se le entregó al
pastor. Como adivinó le cera de sorpresa que puso el
hombre se echó a reír y el momento cayeron muchas rosas.
Por señas le dijo al pastor que fuere a venderlas, pero
que no las vendiera por dinero, sino por una lengua.
—176—
Bajó el pastor al pueblo y se puso e pregonar:
—TRosas, vendo rosas!
Rabo de Burro lo oyó desde su cesa y dijo:
—¿Rosas en este tiempo? Madre, cómpremelas usted, que
ahora nadie las tiene.
Llamaron al pastor y le preguntaron que cuánto valían las
roses. Pero el pastor dijo que no quería dinero, sino
sólo una lengua. Rabo de Burro le dijo a su madre:
—¿Por qué no le damos la lengua de Estrellita de Oro, que
la tenemos guardada?
Y la madre respondió:
-No, hija. Que eso puede tener resultado.
Pero tanto insistió la hija, que al fin consintió la
madre, volvió el pastor a su choza muy contento y le
entregó la lengua a la muchacha. Esta, con ayuda de su
varita de virtud, se la puso en seguida y empezó a
hablar. Otro día la mujer del pastor estaba peinando a la
niña y cayeron perlas. Estrellita de Oro le dijo al
hombre que fuera a venderlas, pero que sólo las entregare
a cambio de unos ojos.
Otra vez bajó el pastor al pueblo, se puso a pregonar sus
perlas, y otra vez Rabo de Burro censuguid de su madre
que le comprare las perlas con los ojos de Estrellita de
oro, que también tenían guardados.
Cuando el pastor regresó a su choza y le entregó los ojos
a la muchacha, éste dijo:
—varita de virtud, por le gracia que tú tienes, que Inc
pongas los ojos como los temía antes.
Así ocurrió y Estrellita de Oro volvió a ver. Entonces
pudo escribirle una carta al príncipe contándole todo lo
que había pesado y pidiéndole que viniera a por olla. El
príncipe se elegró y se sorprendió mucho, porque las
otras le habían contado que Estrellita de Oro se había
escapado de la case para no tener que casarse con él. Fue
por elle corriendo, se arreglaron las bodas y se casaron.
El príncipe le preguntó después a su mujer que qué
castigo quería que les pusiera a su madrastra y a rabo de
Burro. Estrellita de Oro dijo que ninguno, porque ella
las perdonaba. Pero el príncipe mandó que las detuvieran,
que las ahorcaran y que echaran sus cuerpos en una
caldera de aceite hirviendo. Y así lo hizo.
Y aquí se acabó el cuento con pan y piniento, y el que
levante el culo se encuentra un duro.
—177—
3.2.3.— Resine en el horno (IC 64)
—178—
Rosine regresó cuando ya estab oscuro, llevó las Vacas al
establo, bien pacidas; llevaba en la cabeza un buen
manojo de hierbe, y bajo el brazo un ovillo con une libra
de cáñamo hilado. A Asunte, cuando vio eso, la rabia se
la comía viva. Le dijo e la madre:
—Mañana mándala de nuevo con les vacas, pero dale dos
libras de cáñamo, y si no lo hile todo, leña.
Pero también esta vez bastó que Resine dijese:
vaquitita, vaquitite,
Hile hile con la boquite
Y devane con los cuernecitos,
Hezme pronto el ovillito,
y por la noche las vacas estaban saciadas, el haz de
hierba recogido, y las dos libras de cáñamo hiladas y
ovilladas.
—cPerO cómo —le preguntó Asunte, verde de amargura—
logres hacer tantas cosas en un solo día?
—iQué le voy a hacer! —le dijo Resine—, siempre se
encuentren criaturas amables, me ayudaron mis vaquitas.
Asunte corrió en seguida a ver a su madre.
—Mamá, mañana que Resine se quede a trabajar en case, que
yo voy con las vacas, y re llevaré también cáñamo para
hilar.
Su madre accedió y Asunte se fue con las vacas. Llevaba
une varita en la mano, y para hacerlas caminar les daba
azotes en le rabadilla y en la cole. Cuando llegó al
prado, puso el cáñamo en los Cuernos de las vacas. Y las
vacas, como si nada
—ivamos! ¡Por qué no hiláis! —gritaba Asunte, y les
asestaba un latigazo. Las vacas empezarOn a mover los
cuernos y enredaron todo el cáñamO, tanto que quedó una
marañe de estopa.
Asunta no podía consentirlo y un día le dijo a su madre:
—Mamá, tengo ganas de comer rapónchigos. Qué esta noche
vaya Rosina e recogerlos en el terreno de ese campesino.
Su madre, pera contentaría, ordenó a Rosina que fuera a
recoger rapónchigos a la propiedad del campesino.
—ecómo? —exclama Resine—. ¿Quieres que vaya a robar? Pero
eso es algo que yo no he hecho nunca. Isin contar con que
el campesino, si ve que alguien entra en su propiedad de
noche abre fuego desde la ventana!
Eso era precisamente lo que esperaba Asunte, y le dijo,
porque también e ella ahora le daba por mandarla:
—Si, si, tienes que ir. ¡Sí no, lelia!
Así fue que Resine, al llegar la noche, se puso en
marcha, y se encaramé a la cerca y entró ea el terreno
del campesino, y en lugar de rapónchigos encontró un
nabo. Agarró el nabo para arrancarle, tiró y tiró, y
finalmente lo sacó de raíz y dejó al descubierto un nido
de sapos con cinco sapitos chiquitos chiquitos.
—¡Uy, qué lindos! —dijo Resine, y se os puse en el
regazo, haciéndoles muchos mimos; pero uno se cayó el
suelo y se rompió una patita—. ¡Oh, perdóna’fl, sapito, no
lo hice a propósito! —le dijo.
—175-
Los cuatro sapitos que habla acunado en su falda viéndola
tan gentil, le dijeron:
—Linda muchacha, tú eres muy gentil y queremos
recemponsarte. Que te conviertas en la más bella del
mundo y resplandezcas como el sol, aún cuando esté
nublado. Y así sea.
Pero si que se habla caído gruñó:
-Yo no la encuentro ten gentil. iPor su culpa me he roto
la pate, podría prestar más atención¡ Que apenas vea un
rayo de sol se transforme en serpiente, y que nunca pueda
volver a convertirse en mujer si no entra en un horno
caliente.
Resine voivid a cesa medio alegre y medio asustada: y
alrededor de ella se veía como un pleno día pese e la
oscuridad, porque su belleza irradiaba mucha luz. La
madrastra y la hermanastra, cuando le vieron aún más
bella, al punto que resplandecía como el sol, se quedaron
boquiabiertas. Y ella conté todo lo que le había pasado
en el campo de rapónchigos.
-yo no tengo la culpa de todo esto -concluyó—. Al menos
tened la caridad de no mandarme al sol, si no, me
convierto en serpiente.
fle ahí en adelante Resine nunca salín de cesa cuando
había sol, sino sólo después del atardecer, o cuando el
cielo estaba nublado. Y pasaba los días junto a la
ventana, a la sombrar trabajando y cantando, De esa
ventana surgía una gran cavidad que se veía desde lejos.
Un día pasó por el camino el hijo del Rey Le luminosidad
le llamó la atención, alzó los ojos y vio a mesina.
“¿Quién puede ser esa beldad encerrada en esa casucha de
campesinos?” Y entró en le case. Así se conocieron, y
mesina le conté toda su historia, y la maldición que
pesaba sobre su cabeza.
El hijo del rey dije:
—A mi no me importa lo que pueda suceder en el futuro:
eres demasiado bella pera estar en este casucha He
resuelto convertirte en mi espose.
—Majestad —intervino la madrastra—, tened cuidado. Os
metéis en un buen lío. Reflexionad un poco sobre el hecho
de que en cuanto la toque un rayo de sol se convertirá en
Una serpiente.
-Esto no es cosa suya —dijo el hijo del Rey—. Lo que a mi
me parece es que usted a esta muchacha no le tiene
cariño. Pero yo le ordeno que me la envíe a palacio: yo
mandaré una cerroza totalmente cerrada para que el sol no
la toque durante el viaje. En cuanto a ustedes, de ahora
en adelanto por cierto que no les faltará el dinero.
Adiós. Quedamos así.
Como no podían desobedecer al hijo del Rey, la madrastra
y su hija apretaron los dientes y de mala gana iniciaron
los preparativos para la partida de Rosina. Finalmente
llegó la carroza, una de esas carrozas antiguas,
totalmente cerrada, con sólo una abertura en la parte
superior. En la parte de atrás iba un cazador muy
emperifollado, con la espada colgando.
—leo—
posma entró en la cerroza y le madrastra subió con ella
para acompañarla. Pero, antes de salir, había llevado
aparte el cazador y le había dicho:
—Caballero, si quieres una buena propina, abre la mirilla
de le carroza cuando le dé el sol.
—si, señora —había respondido el cazador—, como usted
ordene.
La carroza corría y corría, y cuando a medio día el sol
cayó a plomo sobre el teche, el cazador abrió la mirilla
y un rayo dio en la cabeza dc Resine, que en el acto se
convirtió en serpiente y huyó silbando por el bosque.
El hijo del Rey, al abrir la carroza y no encontrar a
Resine, en cuanto se enteró de lo ocurrido quiso matar a
la madrastra. Estaba triste y asustado, pero tanto le
dijeron y repitieron que ése era el destino de Posma, y
que si no hubiese ocurrido esta vez habría sido en otra
ocasión, que terminó por cairuarse, si bien quedó afligido
y desconsolado.
Entre tanto los cocineros ya habían puesto toda la comida
para el banquete nupcial en los hornos y las hornallas y
los espetones, y los invitados ya estaban sentados a la
mesa. Cuando supieron que la novia había desaparecido,
pese a todo pensaron~ “¡Ya que estamos, el banquete
hagámoslo iguall”. Y los cocineros recibieron órdenes de
calentar el horno. Un cocinero estaba a punto de echar un
haz de leña en el horno prendido cuando vio allí dentro
una serpiente enroscada. No tuvo tiempo de sacarla,
porque el haz ya se había encendido. El cocinero seguía
mirando le boca del horno para ver la serpiente, y beta
aquí que de pronto sale une muchacha sin vestidos, fresca
como una rosa y más resplandeciente que el fuego y que el
sol. El cocinero se quedó petrificado, y luego empezó a
gritar:
-¡venid! ¡venid! ¡Ha aparecido una muchacha en el horno!
Ante ese grito,el hijo del Rey se precipitó en la cocina
seguido por toda la Corte. Reconoció a Resine, la
estrechó en sus brazos, y así se celebraron las bodas y a
partir de entonces Posma vivió feliz y contente y sin
soportar los desaires de nadie.
<Montale pistoiese)
—181—
3.2.4.— El zapatito de oro (A 292)
—182—
También había ido a misa el Zarévich de aquellos lugares,
La hermosa doncella le agradó mucho y quiso saber quién
ere. Por eso, cuando terminó el oficio echó resine por
donde tenía ella que pasar. timo de sus zapatitos se quedó
allí pegado y ella volvió a cesa.
—Me caseré con la joven e quien pertenezca este zapatito
-anunció el zarévich.
Ere un zapato todo bordado en oro.
—Mo sabes qué muchacha tan bonita ha estado hoy en la
iglesia -dijo le vieja cuando volvió a case—, Incluso el
pope no hacía más que mirarla, Tanto, que casi se
distrajo en algunos momentos. En cambio, tú, pánfila,
mira lo andrajosa que estás.
Por entonces andaba el zarévich recorriendo todas las
provincias en busca de la doncella que perdió el
zepetito, pero no encontraba a ninguna que se lo pudiera
poner. Llegó acasa de aquella vieja.
—Que salga tu hija pera ver si le sirve el zapato.
-¿Mi hija? Esa, si acaso lo manchará -contestó.
En esto salió la hermosa doncella, el zarévich le probó
el zapatito y le estaba bien. Entonces se casó con ella y
vivieron felices y en la opulencia.
También yo estuve allí. Todo lo que comí y bebí los
labios me mojó, pero en mi boca no entró,
He dieron un kaftán azul. Llegó un cuervo y graznó; ‘Mira
que kaftán azul, mira que kaftán azul.,.” Yo entendí:
“Tira el kaftán azul”, y lo tiré.
Me dieron un bonete y empezaron a empujarme por el
cogote.
Me dieron unas botas encarnadas. Llegó un cuervo y
graznó: “Unas botes encarnadas, unas botas encarnadas...”
Yo entendí.” Esas botas son robadas”, y también las tiré.
—183—
3.2.5.— La Tiznada (A 293)
—184—
El príncipe lo cogió y al día siguiente ordenó buscar a
su dueña.
Los enviados del príncipe recorrieron la ciudad entere
sin encontrar a nadie que pudiera ponerse el zepatito.
Por fin llegaron a case de la madrastra. Tomó elle el
zepatito y se lo probó e la hija mayor. No le entraba~
tenía el pie demasiado grande.
—Córtate el dedo gordo —le dijo—. Cuando seas princesa,
no tendrás que andar a pie.
La hija mayor se cortó el dedo gordo y se calzó el
zapato. Los enviados del príncipe iban a conducirla ya a
palacio cuando acudieron los palomos y empezaron a
zurear:
—Sangra del pie, sangre del pie...
Se fijaron los enviados y, en efecto, resinaba sangre del
zapato.
—No —dijeron—. Esta no ea.
Le madrastra fue a probarle el zapato a la otra hija,
pero lo mismo sucedió con ella,
Los enviados del príncipe vieron a Masha y le pidieron
que se probare el zapatito. Ella se lo puso, y al
instante quedó vestida con un maravilloso traje. Las
hkrnanastras se quedaron con la boca abierta.
Mesha fue llevada al palacio del príncipe y al día
siguiente se celebró la boda. Cuando estaba casándose con
el príncipe, acudieron volando los palomos y se posaron
cada uno en uno de sus hombros.
Pero, a la vuelta de la iglesia, los palomos se
remontaron, arremetieron contra las hermanastras y les
saltaron un ojo a cada una.
La boda se celebró con gran alegría. Yo estuve allí
también, bebí vino, bebí hidromiel, por los mostachos sic
chorreó, pero en la boca no me entró.
—leE—
3.2.6.— La Cenicienta (G 21)
—186—
—oye, mocita: yo soy Merezco, el de la nariz roja.
—mienvenido, florezco. Se conoce que te ha traído Dios
para que recojas mi alma pecadora.
Pero Morozco no había venido a recOger su alma, sino que
había traído e la linda muchacha un baúl grande y pesado,
lleno de prendas para un ajuar- Envuelta en su pelliza,
la muchacha se sentó encima del baúl, tan contenta, ten
bonita...
Una vez más llegó Morozco, el de la nariz roja, pegando
saltos mientras contemplaba a la linde muchacha. Ella le
saludó de nuevo, y él le regaló un traje bordada en plata
y oro. Se lo puso, y quedó preciosa con él. Allí siguió
sentada y cantando.
En cuanto a la madrastra, estaba ya preparando el
velatorio. Hizo un montón de obleas.
—Ve a buscar a tu hija para enterrarla —le dijo el
marido,
El viejo se puso en camino. Pero la perrita que estaba
debajo de le mesa gritó:
—¡Guau, guau! Le hija del viejo vendrá vestida de plata y
oro: a la de la vieja no la rondarán los mozos.
—¡Calla, tonta! Toma una obleey di ahora: a la hija de
la vieja la rondarán los mozos, pero de la del viejo sólo
traerán los huesos.
La perrita se comió le oblea y volvió a decir:
—¡Guau, guau! La hija del viejo vendrá vestida de plata y
oro; a la de la vieja no la rondarán los mozos.
Por mucho que hizo la vieja —dándole más obleas,
pegándola—, la perrita seguía con lo suyo:
—¡Guau, guau! La hija del viejo vendrá vestida de plata y
oro; a la de le vieja no la rondarán los mozos.
Rechiné el portón, se abrió la puerta y metieron en la
case un baúl grande y pesado. Luego entr¿ la hijastra,
resplandeciente de ten bien alhajada. La madrastra se
quedó cono quien ve visiones.
—Enganche otros caballos —le gritó al marido— y lleva
ahora mismo e mi hija al mismo campo y al mismo sitio.
Obedeció el viejo y dejó a la otra hija en el mismo campo
y en el mismo sitio.
También llegó Merezco el de le nariz roja, contempló a su
visitante, dio unos saltos, pero, como no le oyó decir ni
una palabra de agrado, se enfadé y le mató de frío.
-Ve a buscar a si hija -ordenó la vieja al marido—.
Enganche unos buenos caballos, y ten cuidado no vaya a
volcarse el trineo y a caerse el baúl.
Pero la perrite gritó desde debajo de la mesa:
—¡Guau, guau! A la hija del vieja la rondarán buenos
mozos; de la de la vieja sólo traerán los huesos,
—¡No mientes! Toma un pastelillo y di que vendrá mi hija
vestida de oro y plata.
Se abrió el portón, corrió la vieja el encuentro de su
hija, y sólo pudo abrazar su cuerpo irlo. Rompió a llorar
y a lamenterse, pero ya era tarde.
-187—
3.2.9.— La hija y le hijastra <A 98)
Un hombre viudo y con una hija se casó con una viuda que
también tenía une hija. Y así se juntaron dos
hermanastras.
La madrastra era odiose y no dejaba vivir al marido a
fuerza de repetirle:
—Lleve a tu hija a la chabola del bosque. Allí hilará
más.
¿Qué podía hacer el hombre? Obedeció a la mujer y condujo
e su hija a la chabola. Le dejó pedernal y eslabón,
hilaza y también un saquito de legumbres secas.
-Aquí tienes para encender fuego. No dejes que se apegue.
Mezte comida y estáte aquí hilando con la puerta bien
cerrada.
Llegó la noche. La muchacha encendió la estufilla, se
hizo la cena y, de pronto, apareció un ratoncito y le
dijo:
—Moza, mocita, dame una cucharadita.
—¡Ratoncito mio! [lasvenido a disipar mi aburrimiento. Lo
que te daré no es una cucharedita de comida, sino toda la
que quieras hasta hartarte.
El ratoncito comió y se marchó. Por la noche irrumpió en
la casita un oso.
-A ver, muchacha —dijo—, apaga la lumbre y vamos a jugar
a la gellinita ciega.
El ratoncito se subió al hombro de la muchacha y le
susurró al oído:
-No temas. Di que si. Apaga el fuego y escóndete debajo
de la estufe mientras yo corro de un lado para otro
haciendo sonar una campanillite.
Así lo hicieron. El oso corría detrás del ratoncito sin
poderle alcanzar, hasta que se puso a rugir y arrojar
leños hacia todas partes sin poder dar con él. Ya
cansado, dijo:
—Muchacha, eres maestra en esto de jugar a la gallinita
ciega. Por eso, mañana te mandaré une yeguada y un cerro
lleno de cosas.
A la mañana siguiente le dijo la mujer al marido:
-Ve donde tu hija a ver lo que he hilado este noche.
Merchóse el viejo, y la mujer se sentó a esperarle,
pensando que sólo traería los huesos de su hija. Pero un
perrito dijo:
—¡Guau, guau, guau! La hija viene con su padre. Trae una
yeguada entera y un cerro lleno de cosas buenas.
—Mientes, chucho: lo que suena son los huesos al chocar
unos con otros dentro del carro.
Rechiné el portón, entraron los cabellos al trote en el
corral y le hija y el padre detrás, montados en el cerro
lleno de cosas buenas. A la vieja le brillaron los ojos
de envidia.
—¡valiente cosa! -gritó—. Lleva a ni hija a que pase la
noche en el bosque, y verás como trae dos yeguadas
enteras y dos cerros llenos de cosas buenas.
—188—
El viejo llevó a la hija de su mujer a la chabola y
también le dejó lo necesario para encender fuego y
hacerse la comida. Al anochecer, Matasha se hizo unas
gachas. Salió el ratoncito y le pidió ura cucharadita.
—¡Qué bicho tan asqueroso! —gritó Natasha, y le tiró la
cuchare.
El ratoncito escapó corriendo, }4atasha se comió todas las
gachas, apagó la lumbre y se acurrucó en un rincón para
echar un sueño. A media noche irrumpió el oso y dijo:
—¡Eh, muchacha! ¿Dónde estás? Vamos a jugar a la
gallinita ciega —la muchacha no contestaba pero le
castañeteaban los dientes de miedo—. ¡Ah, estás aquí!
Toma; corre con la campanillita, y yo te daré caza.
La muchacha tomó la campanillita, que no paraba de sonar
en su mano temblorosa, Lo que hizo exclamar al ratoncito:
-rse moza, mala y altiva, no quedará con vida.
A le mañana siguiente, la mujer mandó al marido al
bosque:
—Ve donde mi hija, que traerá dos yeguadas enteras y dos
carros de cosas buenas,
El hombre se marchó, y la mujer salió a esperarle delante
del portón. Pero el perrillo dijo:
—¡cueu, guau, guau! Ahí viene la hija del ama. Sus huesos
resuenen dentro de una caja, y el viejo conduce el carro
vacio.
-Mientes, chucho: mi hija trae dos yeguadas enteras y
carros llenos de cosas buenas,
Al llegar al portón, el viejo le entregó a su mujer una
cajita. La vieja la abrió, vio los huesos de su hija y
empezó a llorar a gritos Ten furiosa se puso, que del
dolor y la rabia se murió al día siguiente.
El viejo vivió feliz el resto de su vide el lado de la
hija y de un hombre de bien que acepté como yerno,
—189—
3,2.10.— Las tres gracias por Dios <Es 113)
—190—
—Mira, que no digas nada a nadie. Te voy a llevar a
Madrid a presentarte como la hermana de él y te casarás
con el príncipe. Y a su hermana la tiraremos por el río
abajo.
Y así lo hicieron coro dijeron. Cogieron el coche y se
marcharon las tres de la cesa. Y al llegar al ríe la
hicieron asomar a ver el agua y le tiraron, y se
marcharon solas. Pero la joven pude salir del agua y se
metió entre unas matas. Y allí esatba la pobre niña
mojada y estropeada de la caída cuando llegó un
pastorcito y le vió y la llevó a su choza, que tenía
prósima. Y le mujer del pastor al ver que venia con ana
muchacha ten bonita empezó a reñir, y la joven al ver que
la mujer reMe empezó a llorar y cuando lloraba llovía. Y
después se tué a lavar las manos y el agua florecía en
rosas y claveles. Y después se fué la joven a peinar y
cuando se peinaba echaba perlas de oro. Y cuando la mujer
del pastor vid eso ya dejó de reñir y la recibieron bien
en la case porque creían que era la Virgen.
Y la mala ama llegó al palacio del rey con su hija. Y se
abrazó la joven al hermanito coro si de verdá fuera su
hermano. Y él no decía nada, pero estaba muy triste. Y se
celebró la boda. Y el hijo del rey entonces la hizo que
se lavare les manos y no resultaba la gracia. Y entences
mandaron enterrar a medio cuerpo al hermanito porque
decían que ere un embustero, y allí le tenían anarree con
una cadena. Y allí sufría, pero no decía nada~ Y el
príncipe estaba muy triste y no quería ir a ver a la
novia.
Y una niña que tenían los pastores veía todos los días a
la joven llorar y lavarse les manos y peinarse, y le
decía e su mamá:
—Mamá, ¡qué cosa más bonita echa esta mujer del pelol
Y la pastora, que creta siempre que era la Virgen, se
arrepentía de haber reñido con su marido. Y ya que
llevaba la joven varios días peihándose reunió una
cantidá grande de perlas de oro y les dijo a los
pastores:
—Vendan ustedes las ovejas y las vacas y vamos a >ladrid a
hacer al frente del palacio del rey otro más bonito,
Y así lo hicieron, Se fueron todos pa Madrid y allí
enfrente del palacio del rey hicieron un palacio más
grande y más bonito. Y allí se fueron a vivir todos,
Y un día se puso la joven a bordar en una sotefta y salió
un cneo del rey y colgó en la puerta la jaula ende
estaba la calandria de le joven qn la mala asia habla
lleveo a palacio. Y al ver la joven la calandria suya
dijo:
—¡Hola, calandria miel
Y la calandria respondió:
—¡Señorita, de buen dial
—Y, ¿mi hermano?
—Al pie del árbol enterreo,
-¡Pobre de mi y de mi hermano desgraciaoi
191—
Y se echó allorar. Y pronto empezó a llover y tuvo que
salir el cneo a meter la calandria. Y al día siguiente
salió otra vez el criao con la calandria.
Y salió otra vez le niña a bordar a la soteita y volvió a
saludar a la calandria.
-iHola, calandria miel
—¡Señorita, de buen dial
—Y, ¿mi hermano?
—Al pie del árbol enterreo.
-¡Ay de mi y de mi hermano desgraciao!
Y comenzaba la joven otra vez a llorar y comenzaba a
llover y el cneo tenía que salir a quitar le calandria.
Y así pasó varios días. Hasta que fué un día el cneo y
le dijo al príncipe:
-A usté, señor rey, ¿qué le parece? Nada más que saco la
calandria e la puerta empieza a llover y tengo que
quitarla.
Y el rey le dijo:
-Mira, mañana te quedas ai mirando a ver qué es lo que
pasa.
Y otro día fué el cneo y se escondió detrás de le puerta
y vió todo y oyó toda la conversación entre la calandria
y le joven y fué y se lo contó todo al rey y el príncipe.
Y el rey en seguida mandó que la invitaran e pesar a
comer en el palacio. Y ella dijo que si, que vendría si
también podían venir sus padres. Y dijo el rey que podían
venir. Y vinieron al palacio del rey. Y luego que ya
todos estaban en la mesa el rey mandó poner guardias pa
que no se saliera nadie. Y el ame en cuanto vió e la
joven la conoció y quería salir, pero no la dejaron. Y se
pusieron a comer y pusieron la calandria en la mesa, y
empezó e hablar con le joven. Y como la joven le
preguntaba a la calandria por su hermano y la calandria
le decía que estaba al pie del árbol enterreo lloraba la
joven y comenzaba a llover, y mandaron desenterrarlo y
venir a comer al palacio. Y allí comieron todos juntos. Y
el príncipe muy contento porque ye había salido la
primera gracia.
Y después de la comida el prinoipe mandó ponerle agua a
le joven pa que se lavare les manos. Y se leyó les manos
y el agua se florecía de roses y claveles. Y el príncipe
más contento porque ya había salido le segunda gracia. Y
entonces le mandó el príncipe peinarse el pelo y al
peinarse empezaron a caer perlas de oro. Y ya vió el
príncipe que ella tenía las tres gracias por Dios, y que
la otra no, y le dijo al rey su padre:
—Ésta es mi esposa.
Y se casaron en seguida. Y el rey entonces mandó poner
una caldera de aceite a hervir y allí metieron a la madre
y a la hija que habían querido hogar a le joven en el
río. Y al hermano y e los pastores les colocaron en
palacio y todos vivieron mu felices.
—192—
6.— “Niña nersecu4dA mor el esnoso” <Tino g5fl
Había una vea un Rey avaro, tan avaro que a su hija única
la mantenía oculta en la buhardilla por temor a que
alguien pidiera su mano y él tuviera que darle una dote.
Un día llegó un asesino a esa ciudad, y se alejó en la
hostería que había frente a la casa del Rey. Empezó a
recoger información sobre quién vivía allí.
—Vive un Rey -le dijeron— tan avaro que oculta a su hija
en la buhardilla.
¿Y qué hace el asesino? Por la noche se encaran al
tejado y abre el ventanuco de la claraboya. La princesa,
que estaba acostada, ve que abren la ventana y que hay un
hombre de pie en el alféizar.
—TAl ladróní ¡Al ladróní —grite.
El asesino cierra la ventana y escapa por el tejado.
Acude la servidumbre, ve la ventana cerrada y dice:
—Alteza, estáis soñando: aquí no hay nadie.
Al día siguiente le pidió a su padre que la sacara de la
buhardilla, pero el Rey le dijo;
—Estás soñando. ¿Quién crees que va a entrar por ahí?
La segunda noche, a la misma hora, cl asesino abrid
nuevamente la ventana.
—¡Al ladróní ¡Al ladróní
También esta vez escapó, y nadie quería creer lo que
contaba la princesa.
La tercera noche, ella sujeté la ventana con una cadena y
se puso en guardia cuchillo en mano, sola, mientras el
corazón le palpitaba con gran fuerza. El asesino intentó
abrir pero no pudo. Introdujo una mano: la Princesa se la
cortó de un tajo, a la altura de la muñeca.
—¡Desgraciadal -gritó el asesino—. INc las pagarás! —y
escapó por el tejado.
Le Princesa mostró al Rey y a la Corte la mano cortada y
todos finalmente la creyeron y la felicitaron por su
valor; a partir de ese día ya no durmió en la buhardilla.
pasado un tiempo, pidió audiencia al Rey un joven
forastero, bien vestido y bien enguantado. El Rey quedó
tan complacido con su plática que le cogió simpatía.
Hablando de una cosa y de otra, dijo que era soltero, que
buscaba una muchacha gentil para casare. con ella, y que
estaba dispuesto a aceptarla sin dote, tantas riquezas
tenía él por su cuenta. El Rey, al enterarse de que no
quería dote, pensó; “Éste es el marido ideal para mi
hija”, y la mandó llamar. La princesa se estremeció en
cuanto vió al forastero, porque le parecía reconocerlo. Y
cuando estuvo a solas con el padre, le dijo;
-Majestad, me parece iseunocor en ese hombre al ladrón a
quién corté la mano.
—Sueñes —dijo el Rey—. ¿No has visto qué hermosas y
enguantadas manos? He aquí un auténtico señor.
Para abreviar el cuento, el forastero pidió la mano de le
Princesa, y ella accedió un poco por obedecer al padre y
un poco por librarse de su tiranía. Las bodas se hicieron
deprisa y corriendo, porque el novio no podía estar mucho
tiempo alejado de sus negocios, y el Rey no quería
gastar. A la hija le regaló un collar de nueces y una
cola de zorra despellejada. Después los novios se
apresuraron a partir en carroza.
La carroze se metió en un bosque, y en lugar do avanzar
por el camino principa, se internaba cada vez más en la
espesura, por senderos tenebrosos. En cierto momento dijo
el novio:
—Querida, quitame este guante.
La Princesa le quitó el guante y descubrió un muñón.
-isocorrol —gritó, comprendiendo que se había casado con
el hombre e quien había cortado la mano.
—Estás en mi poder, ahora —dijo el hombre—. Debes saber
que yo trabajo de asesino. Ahora me vengaré del mal que
me has hecho.
La casa del asesino estaba en el linde del bosque, a
orilles del mar.
-Aquí guardo todas las riquezas de la gente que maté
—dijo el asesine, mostrándole le case—, y tú te quedarás
a montar guardia.
La etó a un árbol con una cadena, frente a la casa, y la
dejó allí. La Princesa se quedó sola, encadenada al árbol
como si fuera un perro, y enfrente veía el mar, surcado
de vez en cuando por algún buque. Empezó a hacer señas a
un buque que pasaba; del buque la vieron con los
catalejos y se acercaron a ver de qué se trataba.
Desembarcaron, y ella les conté su historia. La liberaron
y la llevaron con ellos, junto con todas las riquezas del
asesino.
Era un barco de mercaderes de algodón, y pensaron en
ocultar a la Princesa y todas las riquezas debajo de los
copos de algodón. El asesino volvió y encontró la casa
desvalijada, y vio que su mujer había desaparecido. “Solo
puede haber escapado por mar”, pensó, y avisté el buque
que se alejaba. Abordé un barquito de vela que tenía, muy
veloz, y alcanzó el barco.
—iTodo el algodón al aquel —ordené—. He de buscar a mi
mujer que se ha escapado.
—usted quiere arruinarnos —le dijeron los mercaderes—.
¿por qué no hunde la espada en los copos de algodón, para
ver si hay alguien escondido?
El asesino se puso a traspasar el algodón con la espada,
y en cierto momento hirió a la muchacha escondida, pero
al sacar la hoja el algodónenjugó la sangre y la espada
salió limpia.
—¿Sabe? —le dijeron los marineros—: hemos visto otra nave
cerca de la costa. Ésa de ahí.
—194—
—Voy a ver —dijo el asesino—. Bajó del buque cargado de
algodón y dirigid su barquito de vela rumbo a la otra
nave.
La muchacha, apenas herida en un brazo, fue desembarcada
en un puerto seguro. Nro ella no quería saber nada de
volver a tierra y continuaba diciendo a
—¡Arrojada’. al mar! ¡Arrejada al mart
Los marineros entraren en consejo, y uno de ellos, que
era viejo, casado y sin hijos, se ofreció para llevarla a
su casa con parte de las joyas del asesino. La mujer del
marinero era una anciana de buen corazón y se enearitió
con la muchacha.
—¡Te cuidaremos como a una hija, pobrecita!
—Sois tan buenos —dijo la muchacha—. Sólo os pido una
gracia: quiero estar siempre encerrada en cesa y que
nunca me vea ningún hombre.
—No te preocupes, pobrecita: a nuestra casa nunca viene
nadie.
El viejo vendió algunas joyas y compró seda para bordar,
y la muchacha se pasaba las horas bordando. Mizo un
bellísimo tapiz, con todos los colores y dibujos del
mundo, y la vieja lo llevó a vender a cama de un Rey
vecino.
—¿Pero quién hace tan bellas labores? —preguntó es. Rey.
—Vms hija mía, Majestad —dijo la vieja.
—¡Puede ser! Pero en verdad no parecen labores propias de
la hija de un marinero —dijo el Rey, y compró el tapiz.
Con el dinero que ganaron, la vieja compró Ss seda, y la
muchacha bordó un hermoso biombo. La vieja se lo llevó sí
Rey.
—¿Pero en serio es vuestra hija la que hac, estas
labores? —decía el Rey y, poco convencido con las
respuestas, la siguió a hurtadillas.
Cuando la vieja estaba a punto de cerrar la puerta de
casa, el Rey se adelantó y puso el pie en el
instersticioi la vieja lanzó un alarido. La muchacha, que
estaba en su cuarto, oyó el alarido y pen.óque el
asesino había venido a buscarla, y de]. miedo se desmayó.
Entraron la vieja y el Rey y trataron de- reanimaría.
Abrió los ojos, y-al ver que ese hombre: no era e]. asesino
volvió en sí.
• —¿Pero por qué tienes tanto miedo de que llegue alguien?
—preguntó el Rey, a quien esta heruesa muchacha sin duda
le gustaba.
—Es mi desgracia —dijo ella, y nada md..
Así que el Rey se habituó a ir todos los días a esa casa,
para hacer compañía a la muchacha y verla bordar. Se
había enamorado mucho, y terminó por pedir su mano. LOS
viejos, imagintoslo, respondieron:
—Majestad, nosotros somos gente humilde...
—No me importa. Es la muchacha que me gusta.
—Yo acepto —dijo ella—, pero con una condición.
—¿Cuál?
—195—
-No quiero ver a ningún hombre, salvo a ti y a mi padre
—<llamaba padre al viejo marinero>—. Ni verlos ni que me
vean.
El Rey accedió. Porque ante todo era celoso y le alegraba
que ella no quisiera ver a ningún hombre.
De manera que las bodas se celebraron en secreto, para
que ningún hombre la viera. Esta situación no fue del
agrado de los súbditos: ¿desde cuando un Rey se casaba
sin mostrar la esposa al pueblo? Empezaron a circular los
rumores toAs extraños: “Se ha casado con una mona. Se ha
casado con una jorobada. - Se ha casado con una bruja”, y
no solo enytre la gente del pueblo, sino entre los altos
dignatarios do le Corto. El Rey se vió obligado a decir a
su mujer:
-Es necesario que decidas una hora para mostrarte ea
público y acallar esas voces.
La pobre tuvo que consentir.
—Está bien. Mañana estaré asonada al balcón desde las
once hasta mediodía.
A las once la plaza estaba llena como nunca. Había venido
gente de todas partes, incluso de los campos más
alejados. La esposa apareció en el balcón y en la
multitud se elevaron rumores de admiración. Nunca se
había visto una Reina tan bella. La Reina, sin embargo,
recorría la multitud con la mirada, llena de aprensión. Y
en eso, en medio de la multitud, vio la cara de un hombre
embozado, todo de negro, un hombre que se llevó una mano
a la boca y la mordió en señal de amenaza, y luego alzó
el otro brazo y mostró que terminaba en un muñón. La
Reina cayó al suelo desvanecida.
La llevaron de inmediato a su cuarto, y la vieja repetía:
-¡Vos quisisteis -mostrarla! ¡Vos quisisteis mostrarla y
ella no querial !Mirat 19 que ha pasado!
Acostaron a la Reina en su- cama y llamaron a los médicos,
pero no -sabían qué mal- la aquejaba: quería permanecer
encerrada y no ver a nadie, y no dejaba de temblar.
En esos día vino a visitar al Rey un rico señor
forastero,gran conversador, pródigo en cumplidos y
palabras elogiosas. El Rey le preguntó si quería quedarse
a comer un plato de- sopa. El forastero, que no era otro
que el asesino, aceptó de buen grado, e invitó a vino a
todo el Palacio Real. Pronto trajeron toneles, barriles y
damajuanas, y era todo vino narcotizado. Esa noche,
guardis, criados, ministros, todos bebían a más no poder,
y más tarde todos estaban roncando vencidos por la
borrachera, el Rey en primer lugar,
El asesino recorrió el palacio, se aseguró de que en
todas las escaleras, salas y corredores no hubiera sino
gente tumbada y durmiendo, y entró con sigilo en el
cuarto de la Reina. Ella estaba echada en la cama, con
los ojos desencajados, tal come si lo esperase.
—Ha llegado la hora de mi venganza —dijo el asesino
hablando en voz muy queda—. Levántate y ve a buscar una
palangana de agua para lavarme la sangre de las manos
cuando termine de deqollarte.
—196—
La Reina se levantó y corrió junto al marido.
—¡Despiértatel ¡r=espiértate, por caridad!
Pero el marido dormía. Todos dormían, en todo el palacio,
y no había forma de despertarlos. Cogió la palangana de
agua y volvió.
-Tráeme también el jabón —dijo el asesino, que estaba
afilando el cuchillo.
Ella fue, - sacudió a su marido una vez más, pero fue
inútil. Trajo el jabón.
—¿Y la toalla? —preguntó el asesino.
Ella salió, cogió la pistola del marido dormido, la
envolvió en la toalla, y al entregarle la toalla al.
asesino, le disparó a quemarropa y le metió una bela en
el corazón.
El disparo despertó a todos los borrachos; el Rey en
primer lugar, y acudieron a ella. Encontraron al asesino
muerto y a la Reina finalmente liberada del terror.
(Florencia)
—197
MOTAS AL M#EXO
—198—
<5>.— Este verbo, exponer, aparece con frecuencia en
las versiones literarias.
“Exponer” en el sentido de “situar, o dejar abandonado,
algo o a alguien a la acción, arbitrio, etc., de agentes
externos”
En el sentido en que se dice de un niño que es “expósito”
—199—
El párrafo en cuestión dice así:
-200—