Temario General 2021 CAST DIG
Temario General 2021 CAST DIG
Temario General 2021 CAST DIG
del Gobierno Vasco
(Parte general del temario de
categorías laborales y de escalas
de funcionarios de grupos A y B)
2021
Temario General
del Gobierno Vasco
(Parte general del temario de
categorías laborales y de escalas
de funcionarios de grupos A y B)
2021
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Índice
1.
PARTE GENERAL
2.
Organización y gestión administrativa
3.
ATENCIÓN A LA CIUDADANÍA
TEMA 18. Derechos de la ciudadanía en sus relaciones con las Administraciones Públi-
cas. Derecho de acceso a archivos y registros públicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 365
TEMA 19. La comunicación en la Administración. Uso correcto del lenguaje administra-
tivo. Comunicación escrita. Lenguaje administrativo no sexista. Contenido y
presentación de documentos escritos: correspondencia, comunicaciones, au-
torizaciones, notificaciones, instancias, certificaciones, compulsas, etc. . . . . . . 387
TEMA 20. Comunicación oral. Comunicación y atención en persona y por teléfono:
avisos, información, peticiones, acompañamiento, desvío de llamadas, etc.
Criterios generales. La comunicación no verbal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 423
4.
PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
TEMA 21. Fuentes del derecho administrativo: Ley y reglamento. Jerarquía normativa.
Principio legalidad de la administración pública . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 443
TEMA 22. La organización administrativa: los órganos administrativos. Órganos cole-
giados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 459
TEMA 23. El acto administrativo: concepto, producción, contenido, motivación y
forma. La eficacia del acto administrativo. Silencio administrativo. Nulidad y
anulabilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 471
Tema 1
99 Constitución.
99 Estructura y contenido.
99 Derechos y deberes fundamentales.
Sumario Tema 1
1.1. Antecedentes
1.2. Opciones políticas fundamentales de la CE de 1978
1.3. Otras características
2. Estructura y contenido de la CE
1.1. Antecedentes
sión de que sus preceptos tengan una efectiva fuerza vinculante, tanto para los ciudadanos
como para los poderes públicos, de manera que su cumplimiento sea exigible por vías jurídi-
cas. En este sentido ha sido determinante la creación de instituciones jurisdiccionales (Tribunal
Constitucional) y vías procedimentales para hacerlo posible. Por otra parte, se trata además de
un texto con un carácter normativo especial: el de ser la «norma suprema» o fundamental del
Derecho, la norma de la que dependen la validez y la eficacia de todas las demás.
El carácter supremo o supralegal de la Constitución se manifiesta: a) en que no puede ser
reformada de acuerdo con los procedimientos ordinarios válidos para otras normas, sino que
exige unos procedimientos específicos de carácter más complejo o dificultoso que el proce-
dimiento legislativo ordinario. La ley no puede modificar la Constitución; y b) en que sus pre-
ceptos no pueden ser alterados ni contradichos ni ignorados por los poderes públicos, pues,
si así lo hicieran, su actuación sería inconstitucional y, por tanto, susceptible de ser declarada
nula. Se puede entender que la Constitución establece así límites a los poderes del Estado.
Límites, a veces, de carácter formal (cuando se exigen determinados procedimientos para
que una decisión sea válida...), otras veces de carácter material o sustantivo (no pueden con-
tradecirse los contenidos de la Constitución).
trada en vigor, sin necesidad de un posterior desarrollo legislativo, invocable por los ciudada-
nos y de forzosa aplicación por Administración y tribunales.
Es la parte que regula los principales órganos que ejercen el poder público, definiendo su or-
ganización, composición, competencias, responsabilidades y las relaciones entre ellos. Den-
tro de esta parte orgánica es posible distinguir una dimensión horizontal y una dimensión
vertical del poder.
— Dimensión horizontal: se contempla la organización de los poderes legislativo, ejecu-
tivo y judicial. Cabe destacar particularmente la regulación de las Cortes Generales (Tí-
tulo III), formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado; el Gobierno y la Ad-
ministración (Título IV) o el Poder Judicial (Título VI).
— Dimensión vertical: relativa al reparto de competencias o poderes entre el Estado cen-
tral y los entes dotados de autonomía política (Comunidades Autónomas), un reparto
que luego se desarrollará a través de los Estatutos de Autonomía.
La parte orgánica engloba también los mecanismos referidos a la garantía de la suprema-
cía de la Constitución (Tribunal Constitucional) y de reforma constitucional.
cional», según la cual «la Constitución ampara y respeta los derechos históricos de los
territorios forales. La actualización general de dicho régimen foral se llevará a cabo, en
su caso, en el marco de la Constitución y de los Estatutos de Autonomía».
— Disposiciones Transitorias (nueve): se trata de disposiciones que establecen una regu-
lación temporal o transitoria. En esta categoría estarían las disposiciones relacionadas
con el acceso a la autonomía de nacionalidades y regiones (DT 1.ª a 7.ª), entre las que
destaca la Disposición Transitoria Cuarta, que prevé la posibilidad de incorporación de
Navarra al Consejo General Vasco o al régimen autonómico vasco.
— Disposición Derogatoria (una): relativa a las normas que quedan derogadas tras la en-
trada en vigor de la Constitución.
— Disposición Final (una): se establece la publicación de la Constitución en el Boletín Ofi-
cial del Estado, así como en las demás lenguas de España, y su entrada en vigor ese
mismo día de su publicación.
El Título I CE (arts. 10 a 55) se engloba bajo el título «De los derechos y deberes fundamen-
tales». El artículo 10.1 afirma, de modo introductorio, que el orden político y la paz social se
fundamentan en la dignidad de la persona y en los derechos inviolables que le son inheren-
tes. Por su parte, el art. 10.2 obliga a que la interpretación de los derechos y libertades reco-
gidos en la Constitución se haga «de conformidad con la Declaración Universal de Derechos
Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados
por España». Esta cláusula implica una apertura de la Constitución al Derecho Internacional
de los derechos humanos.
• Sección 1.ª (arts. 15 a 29): se considera, junto con el art. 14, el «núcleo duro» de los
derechos fundamentales. Se trata de los derechos fundamentales en sentido es-
tricto (arts. 14-29). Esta consideración se debe a que son derechos constitucionales
que poseen un sistema complejo y reforzado de garantías:
— Capítulo III: recoge los «Principios rectores de la política social y económica». No son
derechos subjetivos en sentido estricto, sino que se trata de mandatos dirigidos a los
poderes públicos para orientar su actuación. Si se recoge algún derecho, este solo po-
drá ser ejercitado e invocado ante los tribunales de acuerdo con la ley que lo haya de-
sarrollado. No son, por tanto, directamente invocables ante los tribunales ordinarios.
Aquí se encuentran los principios relativos a la protección de la familia y la infancia, la
salud, fomento del deporte, medio ambiente, derecho a la vivienda, acceso a la cul-
tura, participación de la juventud, protección de la tercera edad, defensa de los consu-
midores, entre otros.
— Capítulo IV: recoge las garantías de las libertades y derechos fundamentales (véase
punto 3.7).
— Capítulo V: se refiere a la suspensión de los derechos y libertades (véase punto 3.8).
Los derechos fundamentales son plenamente exigibles frente a los poderes públicos, de ma-
nera que cualquier persona, en cuanto titular de uno de esos derechos, puede exigir su res-
peto y no vulneración sin necesidad de su previo desarrollo por ley. Esto es aplicable no solo
a los derechos comprendidos en los artículos 14 a 29, sino también a los otros derechos
constitucionales, los cuales, como derechos subjetivos reconocidos por la Constitución, son
también directamente exigibles (aunque su sistema de protección sea menos rígido). Con-
viene recordar también que las normas del Capítulo III (los principios rectores) no otorgan de-
rechos directamente exigibles por los ciudadanos pues necesitan de la actuación del legisla-
dor para poder ser invocados en los tribunales.
Pero los derechos fundamentales no solo vinculan o son exigibles frente a los poderes
públicos (vinculación directa), sino que también vinculan a los particulares. En este caso, sin
embargo, la vinculación será indirecta, ya que serán los poderes públicos los encargados de
determinar el alcance de los derechos fundamentales en las relaciones entre particulares o
partes privadas: el poder legislativo a la hora de regular esas relaciones entre particulares
(por ejemplo, cuando regule las relaciones laborales deberá respetar y dar contenido a dere-
chos como la igualdad, sindicación, huelga...), y el poder judicial cuando resuelva las contro-
versias entre los mismos.
Los derechos fundamentales, como todos los derechos subjetivos, no son en principio de-
rechos absolutos o derechos que puedan ejercitarse sin límite alguno. Los derechos funda-
mentales pueden tener límites establecidos en las propias Constituciones, bien de forma ge-
nérica o bien de forma específica, sea de manera expresa o implícita.
En concreto, la CE recoge diversos límites al ejercicio de derechos fundamentales: algu-
nos con carácter general (por ejemplo, el respeto al ejercicio de los derechos de los demás),
y otros referidos a algún derecho en concreto (por ejemplo, el orden público aparece como lí-
mite al ejercicio de las libertades ideológica, religiosa y de culto; la existencia de un delito fla-
grante actúa como límite a la inviolabilidad del domicilio...). Además, el Tribunal Constitucional
(TC) ha reconocido la existencia de otros límites que, aunque no se encuentran recogidos de
manera expresa, vienen impuestos por la propia lógica del ejercicio de los derechos. Estos lí-
mites implícitos, en cualquier caso, solo pueden basarse en otros bienes constitucionalmente
protegidos. Su determinación o identificación corresponderá a los operadores jurídicos (en úl-
tima instancia al Tribunal Constitucional), teniendo siempre en cuenta la fuerza expansiva de
los derechos fundamentales, que obligará a una interpretación restrictiva de sus límites, los
cuales deberán resultar proporcionales y adecuados para alcanzar el fin que persiguen.
Antes que nada, conviene distinguir entre la titularidad de los derechos fundamentales y el
ejercicio de los mismos (una persona puede ser titular de derechos, pero no estar en dispo-
sición de ejercerlos, por ejemplo, por ser menor de edad, estar condenado penalmente…).
Dicho esto, hay que señalar que la CE contiene en este sentido un elemento referido a la ti-
tularidad (distinción entre nacional y extranjero) y otro en relación al ejercicio de los derechos
fundamentales (mayoría de edad).
Los ciudadanos, al igual que los poderes públicos, están expresamente sujetos a la Cons-
titución (art. 9.1 CE). Sin embargo, lo que esta les impone, por lo general, son deberes de
carácter genérico, remitiéndose a leyes que los desarrollen y que establezcan obligaciones
concretas para los ciudadanos, quedando entonces obligados a comportamientos concretos
jurídicamente exigibles.
Deberes tributarios
La CE establece la obligación de todos de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos
(art. 31). El término incluye a todas las personas físicas y jurídicas residentes en España, con
independencia de su nacionalidad, incluso a las que se encuentren en el país de forma tran-
sitoria. En todo caso, serán las leyes fiscales las que conviertan este deber en obligaciones
concretas.
La CE especifica determinados caracteres a los que debe ajustarse el sistema tributario:
— debe ser un sistema justo,
— basado en la contribución de todos según su capacidad económica,
— inspirado en los principios de igualdad y progresividad (que paguen proporcionalmente
más impuestos quienes cuentan con un mayor nivel de renta),
— y nunca tendrá carácter confiscatorio, esto es, no se llegará a privar al sujeto pasivo de
sus rentas y propiedades.
Otros deberes
La CE contempla que «podrá establecerse un servicio civil para el cumplimiento de fines de
interés general», así como la posibilidad de regular deberes de los ciudadanos en casos de
grave riesgo, catástrofe o calamidad pública. En todos estos casos está claro que tendrá que
ser una ley la que determine y regule estas concretas obligaciones.
como se encuentran recogidos en la CE, aun cuando no hayan sido desarrollados por ley
(a diferencia de los principios rectores del Capítulo III, que sí necesitan de la actividad del
legislador).
Funciones
Su ámbito de competencia se extiende a la actividad de toda autoridad, funcionario o per-
sona que actúe al servicio de las Administraciones Públicas, incluyendo las Administraciones
públicas autonómicas, y ello aunque la Comunidad Autónoma haya creado un figura análoga
(en el País Vasco el Ararteko), con un ámbito de actuación en este caso restringido a las acti-
vidades de la Administración pública de la propia Comunidad Autónoma.
Su actuación se puede iniciar de oficio o a instancia de cualquier persona natural o jurí-
dica que invoque un interés legítimo. Las quejas han de estar firmadas, excluyéndose las de
carácter anónimo. Las actuaciones son gratuitas, sin que se necesite representación ni asis-
tencia letrada.
El Defensor del Pueblo cuenta con facultades inspectoras y de investigación, lo que in-
cluye la obligación legal de todo poder público de prestarle la colaboración que precise para
sus investigaciones (comprobar datos, hacer entrevistas, estudiar expedientes...). La obsta-
culización de estas o la actitud entorpecedora puede constituir un delito, además de suponer
la mención expresa en el informe anual ante las Cortes de los nombres de las autoridades y
funcionarios que hayan actuado de esta manera.
El Defensor del Pueblo puede presentar demandas ante los tribunales ordinarios. Po-
see también la facultad de interponer recursos de inconstitucionalidad y de amparo ante el
TC. Puede asimismo hacer sugerencias y recomendaciones de diversos tipos a la Adminis-
tración y a las Cortes (para modificar una normativa, para la adopción de determinadas me-
didas...).
El fallo se limitará a resolver las cuestiones relativas a la vulneración del derecho fun-
damental, sin entrar en las cuestiones de fondo que se dirimen en el proceso ordinario.
El TC podrá desestimar el amparo u estimarlo, total o parcialmente. En caso de otorgar
el amparo, la LOTC prevé un posible triple efecto: la declaración de nulidad del acto o re-
solución impugnado, el reconocimiento al particular del derecho vulnerado y el restable-
cimiento del recurrente en la integridad de su derecho mediante la adopción de las medi-
das necesarias.
Al TEDH podrán acceder tanto personas físicas como jurídicas, eso sí, siempre después
de haber agotado previamente todas las vías internas, incluido, en su caso, el recurso de am-
paro ante el Tribunal Constitucional. Sus sentencias, una vez firmes, tienen fuerza vinculante,
teniendo el Estado la obligación de cumplir con su contenido (por ejemplo, mediante la conce-
sión de una «satisfacción equitativa» al particular que ha sufrido la violación de un derecho).
En otro orden de cosas, debe mencionarse, también, la protección de los derechos fun-
damentales en el ámbito de la Unión Europea y sus Estados miembros, como es el caso
de España. Hay que señalar que la Unión Europea también tiene su propia declaración de
derechos llamada Carta de derechos fundamentales de la Unión Europea. Se trata de una
Carta (con un contenido muy similar en derechos a los recogidos en las Constituciones de
los Estados miembros) que debe ser respetada por las instituciones europeas, pero tam-
bién por los Estados miembros. Cada vez que un poder de un Estado aplica Derecho de la
Unión está obligado a respetar esa Carta. La protección de los derechos fundamentales de
la Unión Europea frente a los poderes del Estado corresponde a los jueces y tribunales na-
cionales.
La CE prevé mecanismos para hacer frente a situaciones muy graves que perturben o pue-
dan perturbar seriamente la convivencia o la normalidad constitucional. Estos mecanismos
suelen presentar dos rasgos principales: por una parte, la limitación o suspensión «general»
del ejercicio de determinados derechos fundamentales; y por otra, suponen la modificación
del esquema habitual de distribución de funciones entre los poderes del Estado, con un au-
mento de las facultades del Poder Ejecutivo, en especial de los denominados poderes de po-
licía. Se trata de medidas excepcionales que tienen un carácter necesariamente transitorio
(solo son aplicables mientras dure la situación de crisis), y con la finalidad exclusiva de supe-
rar cuanto antes la misma para volver a la normalidad.
En España esta cuestión aparece regulada en los arts. 116 y 55.1 de la Constitución.
El art. 116 prevé la existencia de tres situaciones excepcionales distintas: 1) el estado
de alarma: se establece como reacción frente a grandes catástrofes naturales y acciden-
tes, b) el estado de excepción: en caso de graves alteraciones del orden público, y c) el
estado de sitio: como reacción ante agresiones dirigidas directamente contra la existen-
cia misma del Estado, su integridad territorial y su ordenamiento constitucional. La re-
gulación de los tres ha sido desarrollada por la Ley Orgánica 4/1981, de los estados de
alarma, excepción y sitio.
En lo que se refiere a la suspensión o limitación de los derechos, habría que destacar lo
siguiente:
— Durante el estado de alarma no se produce una suspensión en sentido estricto de los
derechos fundamentales, si bien, según las circunstancias, puede limitarse el ejercicio
de alguno de ellos, tal y como recoge la citada LO 4/1981: circulación o permanencia
de las personas en determinadas horas y lugares, requisa temporal de bienes, obliga-
ción de prestaciones personales…
— El estado de excepción puede implicar la suspensión, entre otros, de los siguientes de-
rechos: inviolabilidad del domicilio y secreto de las comunicaciones, libertades de resi-
dencia y circulación interior y exterior, libertades de expresión y de información, dere-
chos de reunión y manifestación, o derecho de huelga. Además, se pueden adoptar las
medidas previstas para el estado de alarma.
— En el estado de sitio se pueden adoptar las mismas medidas previstas para los dos
estados anteriores, pudiendo añadirse la posibilidad de suspender también las garan-
tías previstas por el art. 17.3 CE: derecho de toda persona detenida a ser informada de
forma inmediata de sus derechos y de las razones de la detención y a la asistencia del
abogado durante las diligencias policiales y judiciales.
Por su parte, el art. 55.2 CE recoge la posible suspensión «individual» de los derechos
fundamentales, suspensión que afecta en este caso a personas determinadas en relación
con las investigaciones correspondientes a la actuación de bandas armadas o elementos te-
rroristas. Esta suspensión, que debe realizarse con la necesaria intervención judicial, afecta al
derecho a la inviolabilidad del domicilio, al secreto de las comunicaciones y al plazo máximo
de detención preventiva sin puesta a disposición judicial.
Tema 2
99 La organización territorial del Estado.
Sumario Tema 2
1. Introducción
2. La Administración Local
2.1. Introducción
2.2. Tipología de entidades locales
2.3. Principios del Régimen local
2.4. Concepto de la autonomía local
2.5. Potestades
2.6. La provincia
2.6.1. Organización
2.6.2. Competencias
2.7. El municipio
2.7.1. Organización
2.7.2. Competencias
3.1. Introducción
3.2. Los principios informadores del Estado Autonómico
3.3. Procedimientos de acceso a la autonomía
3.4. Organización
3.5. Competencias
3.6. Estatutos de Autonomía
1. Introducción
Dentro de la historia constitucional española han existido diversos intentos de establecer una
distribución territorial del poder dentro del Estado. El motivo fundamental eran las reivindica-
ciones planteadas por parte de determinadas zonas del Estado —que tenían una serie de es-
pecificidades históricas, culturales y lingüísticas—, denominadas «nacionalidades».
Estos intentos fueron básicamente dos: por un lado, el Proyecto de Constitución federal
de 1873 y, por otro lado, la Constitución republicana de 1931. Ambos textos (sobre todo el
segundo) tendrán una notable influencia en el sistema de distribución territorial previsto por
la Constitución Española de 1978. En concreto, la Constitución Española de 1978 dedica a la
«Organización Territorial del Estado» su Título VIII. Y en su artículo 137 establece que: «El
Estado se organiza territorialmente en municipios, en provincias y en las Comunidades Autó-
nomas que se constituyan» y que «todas estas entidades gozarán de autonomía para la ges-
tión de sus propios intereses».
De ello, se deduce que la distribución territorial del poder prevista por la Constitución Es-
pañola de 1978 permite distinguir entre:
1. La Administración local integrada por municipios y provincias, además de por otras
entidades.
2. Y la Administración autonómica, integrada por las Comunidades Autónomas a las que
se les reconoce una autonomía de carácter político.
2.1. Introducción
Y, por su parte, siguiendo el artículo 141.3 de la Constitución que reconoce que «Se po-
drán crear agrupaciones de municipios diferentes de la provincia» se consideran como otras
Entidades Locales las siguientes:
1. Las entidades de ámbito territorial inferior al municipio que pueden constituirse para
la administración descentralizada de núcleos de población separados. Estas entidades
se constituyen bajo la denominación de caseríos, parroquias, aldeas, barrios, anteigle-
sias, concejos, pedanías, etc.
2. Las Comarcas u otras entidades que agrupen varios municipios. Se trata de agrupa-
ciones de municipios que comparten por sus características intereses comunes que
requieren una gestión propia o que exigen la prestación de servicios en ese ámbito.
3. Las Áreas metropolitanas. Estas son entidades locales integradas por los municipios
de grandes aglomeraciones urbanas cuyos núcleos de población están vinculados
económica y socialmente siendo necesaria la planificación conjunta y la coordinación
para la gestión de ciertos servicios y obras.
4. Y, las Mancomunidades de municipios creadas para la ejecución en común de obras y
servicios de su competencia.
Antes de finalizar este apartado, conviene precisar que la Comunidad Autónoma de Eus-
kadi tiene una especial configuración político administrativa integrada por los Territorios His-
tóricos de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa. Estos Territorios Históricos tienen una naturaleza y
competencias muy diferentes a las provincias de régimen común. Y sobre su naturaleza jurí-
dica existen diversas posiciones:
— Para algunos autores participan de un régimen dual. Por un lado, son instituciones lo-
cales y, por otro, sin perder esa naturaleza, son entidades públicas autónomas de ca-
rácter político.
— Otros defienden que ni son auténticas provincias, ni son asimilables a las Comunida-
des Autónomas uniprovinciales aunque sus competencias y la naturaleza política de
sus poderes les sitúa más cerca de estas últimas.
— Y no falta quien defiende la imposibilidad de aplicar a estos territorios el régimen provin-
cial y la asimilación de su arquetipo institucional al de las Comunidades uniprovinciales.
una provincia. Así se desprende de la primera parte del artículo 137 de la Constitución
que prevé que: «El Estado se organiza territorialmente en municipios, provincias y en
las comunidades autónomas que se constituyan».
2. Principio de autonomía de los entes públicos territoriales. El artículo 137 de la
Constitución establece que «Todas estas entidades gozan de autonomía para la ges-
tión de sus respectivos intereses». Se introduce así la noción de ente territorial au-
tónomo y se otorga a municipios y provincias autonomía para la gestión de sus
respectivos intereses diferenciándose entre la autonomía política reconocida a las Co-
munidades Autónomas y la autonomía administrativa propia de las entidades locales.
En suma, las provincias, los municipios y las islas se erigen en entidades dotadas de
autonomía entendida esta como la potestad de autoorganización y autogobierno.
El régimen local lo integran los municipios, las provincias y las islas a las que la
Constitución reconoce personalidad jurídica propia y a las que se les otorga la condi-
ción de administraciones públicas para que puedan gestionar sus respectivos intere-
ses y gozar de autonomía como partes integrantes de la organización general del Es-
tado. En definitiva, existe un núcleo esencial de asuntos que son los referentes a los
intereses de los entes locales.
3. Principio de suficiencia de las haciendas locales o suficiencia financiera que está
previsto en el artículo 142 de la Constitución en los siguientes términos: «Las Haciendas
locales deberán disponer de los medios suficientes para el desempeño de las funciones
que la ley atribuye a las Corporaciones respectivas y se nutrirán fundamentalmente de
tributos propios y de participación en los del estado y de las Comunidades Autónomas».
4. Principio de subsidiariedad. Este principio significa que, de modo general, el ejer-
cicio de las competencias públicas corresponde a las autoridades más cercanas a la
ciudadanía. Esto se traduce en que la atribución de una competencia a otra autoridad
debe tener presente la amplitud o la naturaleza de la tarea o las necesidades de efica-
cia o economía.
Acotar o definir el significado del término autonomía local no es nada fácil y existen diferentes
doctrinas sobre el concepto de autonomía local. Nosotros vamos a optar por el concepto de
autonomía local definido en el artículo 3 de la Carta Europea de Autonomía Local, adoptada en
Estrasburgo el 15 de octubre de 1985 que fue ratificada por España en 1988. El artículo 3 dice:
«1. Por autonomía local se entiende el derecho y la capacidad efectiva de las Entidades
locales de ordenar y gestionar una parte importante de los asuntos públicos, en el marco
de la Ley, bajo su propia responsabilidad y en beneficio de sus habitantes.
2. Este derecho se ejerce por Asambleas y Consejos integrados por miembros elegidos
por sufragio libre, secreto, igual, directo y universal y que pueden disponer de órganos eje-
cutivos responsables ante ellos mismos. Esta disposición no causará perjuicio al recurso a
las asambleas de vecinos, al referéndum o a cualquier otra forma de participación directa
de los ciudadanos, allí donde esté permitido por la Ley».
De la definición transcrita merecen ser destacados los siguientes elementos que apare-
cen recogidos en el Informe Explicativo de la Carta:
1. La «capacidad efectiva» hace referencia al derecho de las entidades locales para ges-
tionar determinados asuntos públicos que le son propios con la dotación de medios
materiales y humanos necesarios para poder ejercerlos.
2.5. Potestades
2.6. La provincia
La provincia considerada como división territorial del Estado en su acepción moderna con
la Diputación provincial como órgano de gobierno de la misma surge con la Constitución de
Cádiz de 1812, aunque es con la aprobación del Real Decreto de 30 de noviembre de 1833,
cuando se consagra la división de España en provincias.
La provincia es histórica y constitucionalmente parte integrante del Estado, pero también
es la base a partir de la cual se crean las Comunidades Autónomas y a partir de la Constitu-
ción de 1978 se erige en una entidad local dotada de autonomía. Así, la provincia, tal y como
prevé el artículo 141 de la Constitución, se configura en la Constitución como una entidad lo-
cal determinada por la agrupación de municipios con personalidad jurídica propia y plena ca-
pacidad para el cumplimiento de sus fines. Pero, asimismo, la provincia es división territorial
para el cumplimiento de las actividades del Estado. En este sentido, hay que entender la ex-
presión naturaleza bifronte del régimen local provincial.
Téngase en cuenta, antes de abordar el estudio de la organización y de las competencias
asignadas a las provincias, que el territorio español se divide en 50 provincias con sus res-
pectivos límites, denominaciones y capitales.
2.6.1. Organización
El Gobierno y la administración autónoma de la provincia corresponde en el caso de las Co-
munidades Autónomas pluriprovinciales a la Diputación u otras Corporaciones de carácter re-
presentativo.
Y en la organización provincial, igual que ocurre con la organización del gobierno munici-
pal, existen 2 tipos de órganos:
Por un lado, una serie de órganos de carácter necesario que deben estar presentes en
todas las provincias.
Y, por otro lado, los órganos complementarios o potestativos que se prevén y se re-
gulan por las propias Diputaciones.
Pues bien, centrándonos en los de carácter necesario puede decirse que integran el go-
bierno provincial los siguientes órganos:
— La organización de la Diputación.
— La aprobación de las ordenanzas.
— La aprobación y modificación de los presupuestos.
— La aprobación de los planes de carácter provincial.
— El control y la fiscalización de los órganos de gobierno.
— La votación sobre la moción de censura al Presidente y sobre la cuestión de con-
fianza.
2.6.2. Competencias
El punto de partida del estudio de las competencias de la provincia es el siguiente: aunque,
tal y como hemos señalado, la provincia goza de autonomía para la gestión de sus respecti-
vos intereses, es una entidad a la que se le reconocen muy escasas competencias siendo
también escasos los recursos financieros de los que dispone.
Es el artículo 36.1 de la LBRL el que establece cuáles son las competencias propias
de la Diputación provincial. En concreto, estas competencias son reconducibles a las si-
guientes:
a) La coordinación de los servicios municipales entre sí para garantizar la prestación inte-
gral y adecuada de dichos servicios en la totalidad del territorio nacional.
b) La asistencia y la cooperación jurídica, económica y técnica a los Municipios, especial-
mente los de menor capacidad económica y de gestión.
c) La prestación de servicios públicos de carácter supramunicipal y, en su caso, supraco
marcal y el fomento o, en su caso, coordinación de la prestación unificada de servi-
cios de los municipios de su respectivo ámbito territorial.
e) En general, el fomento y la administración de los intereses peculiares de la provincia.
2.7. El municipio
El municipio es la entidad local básica de la organización territorial del Estado y cauce inme-
diato de participación ciudadana en los asuntos públicos, que institucionaliza y gestiona con
autonomía los intereses propios de las correspondientes colectividades.
2.7.1. Organización
El gobierno y la administración municipal, salvo en los municipios que funcionan en sistema
de concejo abierto, corresponde al ayuntamiento integrado por el alcalde y los concejales.
Los concejales serán elegidos, por los vecinos del municipio mediante sufragio univer-
sal, igual, libre, directo y secreto. Y el alcalde será elegido, entre los primeros de la lista de
candidaturas que han obtenido concejales en las elecciones municipales, por los concejales
o por los vecinos en la forma prevista por la Ley. Para la elección del alcalde es necesario
mayoría absoluta de los votos de los concejales en la sesión constitutiva. Si no se logra esa
mayoría será elegido alcalde quien encabece la lista más votada, y en caso de empate se re-
suelve por sorteo.
El alcalde es el presidente de la corporación y ostenta la mayoría de las competencias
ejecutivas mientras que al Pleno le corresponden todas aquellas atribuciones que implican
la adopción de decisiones políticas de especial trascendencia. Asimismo, le corresponden
todas aquellas funciones que expresamente le atribuyan las leyes y aquellas que el Estado
o las Comunidades Autónomas asignen al municipio y no atribuyan a otros órganos munici-
2.7.2. Competencias
La Constitución no precisa cuáles serán las competencias que ejercerán los municipios, que
serán determinadas por el Estado y las Comunidades Autónomas respectivas. En todo caso,
resulta clave en este contexto el ya mencionado principio de subsidiariedad.
El artículo 25 de la LBRL opta por una fórmula abierta que permite a los municipios, para
la gestión de sus intereses y en el ámbito de sus competencias, promover toda clase de ac-
tividades y prestar cuantos servicios públicos contribuyan a satisfacer las necesidades y aspi-
raciones de la comunidad vecinal.
Y ese artículo, en su apartado 2, contiene el listado de materias en que el Municipio ejer-
cerá, en todo caso, competencias propias, en los términos de la legislación del Estado y de
las Comunidades Autónomas. Y son entre otras las siguientes:
— Seguridad en lugares públicos, ordenación del tráfico de vehículos y personas en las
vías urbanas.
— Protección civil, prevención y extinción de incendios.
— Ordenación, gestión, ejecución y disciplina urbanística; promoción y gestión de vivien-
das; parques y jardines, pavimentación de vías públicas urbanas y conservación de ca-
minos y vías rurales. Patrimonio histórico-artístico.
— Protección del medio ambiente. Protección de la salubridad pública.
— Abastos, mataderos, ferias, mercados y defensa de usuarios y consumidores.
— Prestación de los servicios sociales y de promoción y reinserción social.
Como se puede apreciar, la Ley utiliza el sistema de listado de materias en las que el mu-
nicipio tendrá la facultad de intervenir necesariamente, de manera que cuando el Estado y
las Comunidades Autónomas legislen sobre una de esas materias deberán atribuir algunas
facultades a los municipios.
3.1. Introducción
Respecto a la organización territorial del Estado si nos situamos en un plano puramente teó-
rico se establecen diversos modelos abstractos, pero en el plano de la realidad nos encontra-
mos con una pluralidad de variantes, hasta el punto de que cada Estado es un caso distinto,
y lo es además en cada momento histórico preciso.
Las formas de organización territorial del poder son diferentes en los regímenes cons-
titucionales hoy existentes. Los ordenamientos constitucionales hoy en vigor, en lo que
La fórmula federal, iniciada por la Constitución norteamericana de 1787, cuenta con una
mayor tradición, se encuentra ampliamente extendida y representa el «modelo clásico» de
Estado compuesto. Son ejemplos de Estados federales junto a los Estados Unidos de Amé-
rica los siguientes: Australia, Austria, Bélgica, India, Rusia o Sudáfrica.
El Estado regional, por su parte, constituye una fórmula mucho más reciente y de exten-
sión limitada: sus orígenes se sitúan en la Constitución Española de 1931 y su aplicación se
reduce a algunos países europeos.
La diferencia entre el modelo federal y el regional es, en gran parte, una diferencia nomi-
nal, puesto que, en realidad la denominación de Estado federal no implica un mayor grado
de descentralización. En suma, la única contraposición que actualmente parece aceptable
es la que se establece entre Estado unitario y Estado compuesto que garantiza constitucio-
nalmente las autonomías territoriales reconociéndoles autosuficiencia para la gestión de sus
propios intereses.
En el panorama político actual emergen diferentes fórmulas intermedias que pueden si-
tuarse entre el modelo de Estado unitario y el modelo de Estado compuesto. Este es el caso
del modelo de Estado autonómico que tiene características propias de un Estado federal,
como es la distribución del poder político entre el Estado y las Comunidades Autónomas,
pero carece de otras características importantes propias del Estado federal.
Este artículo 2 opta por una nueva forma de organización del Estado que va más lejos de
una pura descentralización administrativa. Se reconoce el derecho de las nacionalidades y re-
giones a constituirse en Comunidades Autónomas con poder político y no meramente admi-
nistrativo.
Se siguió el precedente introducido por la Constitución de la II República española, que
no llegó a desarrollarse al desaparecer con el período franquista. La forma en que se produce
la transición política española y el cambio de régimen, la presión de las fuerzas políticas y el
deseo de lograr un texto constitucional que lograra el mayor consenso posible llevaron a este
resultado. Las manifestaciones políticas contra el franquismo en los años sesenta y setenta
reivindicaban casi siempre la democracia y el autogobierno, especialmente, en Cataluña y
País Vasco que reclamaban sus Estatutos de Autonomía republicanos. Unas reivindicaciones
que se fueron extendiendo de manera que la consolidación de la democracia iba de la mano
de la consecución de alguna forma de autonomía.
Así, tras las primeras elecciones democráticas celebradas en junio de 1977, se resta-
blecen las autonomías de Cataluña y País Vasco y la fórmula se extendió a otros territorios
como Navarra, Galicia, Aragón, País Valenciano y Canarias, luego a Andalucía, más tarde a
Extremadura, las Islas Baleares, etc.
En este contexto, el artículo 2 de la Constitución española reconoce el derecho a la auto-
nomía de nacionalidades y regiones y se fijan las bases o los principios informadores de esa
nueva estructura territorial del Estado.
Debemos distinguir en primer lugar los principios del Estado autonómico del fundamento del
mismo. El fundamento del Estado autonómico no es otro que la preexistencia de la Nación
soberana española, la unidad de la misma. Así pues, la unidad es fundamento del Estado au-
tonómico y de la Constitución misma. Y además de fundamento la unidad se traduce en un
principio inspirador en el cual encuentra su sentido el principio de autonomía (que no es so-
beranía).
La unidad y la autonomía son dos de los principios constitucionales básicos de la nueva es-
tructura territorial del Estado y de estos 2 principios se derivan todos los demás. Los otros prin-
cipios son: la primacía o preferencia del poder central y de su Derecho; el principio dispositivo
(voluntario); y el principio de solidaridad. Todos estos principios conforman el entramado sobre
el que se funda la Constitución Española en lo referido a la organización territorial.
1. Principio de unidad: Se refiere a dos aspectos:
a) Por un lado, la unidad de los elementos que conforman el Estado (la unidad de los
elementos estructurales del Estado):
3.4. Organización
3.5. Competencias
La regionalización del poder político obedece al deseo de dividir a este territorialmente, por
ello las normas reguladoras de la distribución de competencias adquieren una importancia
capital. Es decir, la delimitación del reparto competencial entre las Comunidades Autónomas
y el Estado constituye un elemento esencial del Estado de las Autonomías o pieza clave de
todo el edificio autonómico. Una afirmación que se sustenta sobre el hecho de que la auto-
nomía política es realmente tal y no mera descentralización administrativa porque las Comu-
nidades Autónomas tienen un haz de competencias propias que no dependen del Estado
central y sobre el dato de que las competencias son la medida del nivel real de autonomía de
una Comunidad.
Se contemplan diversos sistemas de distribución de competencias en el Derecho
comparado y en el caso español se adopta un sistema de distribución de competencias
verdaderamente complejo que exige realizar un análisis de los siguientes 3 elementos:
— El principio informador o principio rector del sistema de distribución de competencias:
el principio dispositivo.
Cabe señalar que los Estatutos de Autonomía, conforme al artículo 147 de la Constitución,
constituyen la norma básica fundamental de la Comunidad Autónoma. Funcionalmente, el
Estatuto es una especie de «Constitución» pero al nivel territorial de la Comunidad Autó-
noma. Ahora bien, se trata de una norma subordinada y limitada por la Constitución esta-
tal. Se trata de una norma en la que se dibuja el sistema organizativo de la Comunidad Au-
tónoma y en la que se delimita qué tipo de normas pueden dictar los poderes autonómicos,
cuál es su valor y cuáles son las relaciones entre ellas.
Dicho esto, analizaremos los Estatutos de Autonomía centrando nuestra atención en los
siguientes aspectos: doble naturaleza de los Estatutos: sus caracteres; y contenido de los
Estatutos.
Jurídicamente el Estatuto tiene una doble naturaleza:
a) Constituye la norma institucional básica de la Comunidad Autónoma. Esto significa
que la creación de una Comunidad Autónoma se realiza a través de su Estatuto, es
decir, los Estatutos fundan la Comunidad Autónoma, la dota de poder político, y per-
mite que este se desarrolle a través de la creación de leyes en el ámbito de su com-
petencia que son desarrolladas por los Ejecutivos autonómicos.
b) Y el Estatuto de Autonomía es una Ley Orgánica pero una Ley Orgánica especial. La
mayoría de la doctrina y el propio Tribunal Constitucional ha venido sosteniendo que
el Estatuto de Autonomía es mucho más que una simple Ley Orgánica. Y ello por las
siguientes razones:
— La iniciativa autonómica difiere de una iniciativa legislativa ordinaria. La iniciativa
en este caso, parte de la Comunidad Autónoma. Necesita de la voluntad de los
territorios que constituyen una Comunidad Autónoma y ahí el Estado no puede
intervenir.
Y junto a este contenido mínimo obligatorio, los Estatutos pueden tener otros conteni-
dos. Sirvan de ejemplo algunos contenidos estatutarios que se incluyeron en los Estatutos
en las reformas estatutarias iniciadas a partir de 2006. Unos contenidos que afectan a las si-
guientes materias, por ejemplo: simbología autonómica; derechos y libertades fundamenta-
les; o relaciones exteriores y con la Unión Europea.
Tema 3
99 Derecho de la Unión Europea.
99 Breve panorama de las instituciones:
el Consejo Europeo, el Consejo de la Unión Europea,
la Comisión, el Parlamento y el Tribunal.
99 Actos jurídicos: reglamentos y directivas.
Sumario Tema 3
En este tema, vamos a analizar el papel y las competencias de las cinco primeras institu-
ciones anteriormente identificadas.
El Consejo Europeo es la institución de mayor nivel político, ya que está compuesta por los
Jefes de Estado y/o de Gobierno de los Estados miembros, el Presidente del propio Consejo
Europeo y el Presidente de la Comisión Europea (art. 15 TUE y arts. 235-236 TFUE). Es por
ello que sus reuniones también se denominan «reuniones cumbre», en las que se deciden
las grandes líneas de dirección y de política general de la UE. En estos momentos, tras la sa-
lida del Reino Unido el 31 de enero de 2020, el Consejo Europeo tiene 29 miembros.
El Consejo Europeo es, en efecto, la institución de dirección política, encargada también
de proporcionar los impulsos necesarios al proceso de integración europea.
Con carácter ordinario, el Consejo Europeo se reúne dos veces por semestre, convocado
por su Presidente y normalmente en Bruselas. Con carácter extraordinario puede reunirse
siempre que las circunstancias lo requieran. En los últimos años, concretamente, los líderes
europeos se han tenido que reunir como Consejo Europeo con mucha frecuencia para acor-
dar soluciones a crisis, como la económica y monetaria de 2008 o la de los refugiados en
2015, o abordar retos de enorme calado como la salida del Reino Unido o las consecuencias
de la pandemia de la Covid-19.
Tras la entrada en vigor de las modificaciones del Tratado de Lisboa, el Presidente del
Consejo Europeo es un cargo electo que tiene una duración de dos años y medio, renovable
una sola vez e incompatible con cualquier otro mandato nacional o europeo. Actualmente,
este cargo lo asume el ex-Primer Ministro belga, Charles Michel, desde 1 de noviembre
de 2019.
Además de impulsar las principales políticas y definir las prioridades de la UE, el Consejo
Europeo tiene un papel relevante en las cuestiones internacionales dentro del ámbito de la
Política Exterior y de Seguridad Común (PESC), cuyas orientaciones y estrategias básicas se
encarga de formular, con objeto de reforzar el papel de la UE como actor internacional.
Aunque las decisiones del Consejo Europeo son esencialmente de naturaleza política,
los Tratados le confieren, no obstante, capacidad jurídica en algunos supuestos concretos.
Así, por ejemplo, el art. 48 del TUE, en sus párrafos 6.º y 7.º, prevé que el Consejo Europeo
adopte por unanimidad la Decisión de modificar ciertas disposiciones de los TUE y TFUE a
través de dos procedimientos simplificados de reforma.
El Consejo representa a los Estados miembros y sus intereses nacionales. Está «com-
puesto de un representante de cada Estado miembro, de rango ministerial, facultado para
comprometer al Gobierno del Estado miembro al que represente y para ejercer el derecho
de voto» (art. 16.2 TUE). No tiene, por tanto, una composición propia, ya que se nutre de
un@ Ministro@ de cada gobierno nacional, esto es, 27 miembros actualmente. Constituye,
por tanto, una institución periférica de los gobiernos nacionales, sin composición ni presen-
cia permanente en Bruselas.
Desde 1993, tras la entrada en vigor del Tratado de la Unión Europea, se admite también
la participación en el Consejo de un responsable político de un ente sub-estatal con autono-
mía política y jurídica en Estados políticamente descentralizados, como son Alemania, Aus-
tria, Bélgica o España. Dicho responsable político de ámbito sub-estatal participará en las reu-
niones y votaciones del Consejo conforme a las fórmulas y los procedimientos que se hayan
acordado a nivel interno dentro del propio Estado. En cualquier caso, siempre que participe e
intervenga en el Consejo, representará y obligará al conjunto de su Estado.
El Consejo no tiene una composición única, sino que adopta distintas formaciones en
función de las materias que aparezcan en el orden del día de la reunión. Así, si el Consejo se
dispone a tratar cuestiones referidas a la agricultura, son los Ministros de agricultura de cada
país quienes acuden y se reúnen, conformando el Consejo de Agricultura y de Pesca.
En la actualidad, hay 10 formaciones del Consejo: Agricultura y Pesca; Asuntos Económi-
cos y Financieros; Asuntos Generales; Asuntos Exteriores; Competitividad; Educación, Ju-
ventud, Cultura y Deporte; Empleo, Política Social, Sanidad y Consumidores; Justicia y Asun-
tos de Interior; Medio Ambiente; Transporte, Telecomunicaciones y Energía.
El Consejo en su formación «de Asuntos Generales» (Ministros de Asuntos Exteriores)
vela por la coherencia de las diferentes formaciones del Consejo y prepara las reuniones del
Consejo Europeo.
Otra formación relevante es el Consejo de Asuntos Exteriores, compuesto también por
los Ministros de Asuntos Exteriores y presidido por el Alto Representante de la Unión para
Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. Este último cargo lo ejerce, desde noviembre de
2019, el español Josep Borrell. Esta formación del Consejo se ocupa principalmente de las
cuestiones relativas a la PESC.
Una formación destacada es también la del Consejo de Asuntos Económicos y Financie-
ros, conocido como el «EcoFin», encargado de seguir la política económica y presupuestaria
de los Estados miembros de conformidad con las orientaciones que guían la Unión Econó-
mica y Monetaria. También se ocupa de la política fiscal, de empleo, social y de las previsio-
nes financieras a medio plazo.
La Presidencia del Consejo ejerce un papel importante, de impulso y de búsqueda de
consensos. Es un cargo rotatorio entre los Estados miembros, de carácter semestral. Hasta
1995 la Presidencia del Consejo se establecía en base al orden alfabético de cada Estado
miembro en su propia lengua. En la actualidad, el orden de rotación se acuerda periódica-
mente por el propio Consejo, decidiendo por mayoría cualificada. En concreto, la Decisión
UE 2016/1316 del Consejo de 26 de julio de 2016 fija el orden de rotación semestral hasta
2030. En 2020, por ejemplo, Croacia ha ejercido la Presidencia en el primer semestre y Ale-
mania en el segundo. En 2021, lo harán Portugal y Eslovenia.
La Presidencia del Consejo es un cargo de relevancia política y no meramente de carácter
honorífico. Así, el país que lo asume preside todas las formaciones del Consejo, a excepción
dad: la entrada de nuevos miembros, normas armonización fiscal, política exterior, seguri-
dad social, etc. En estos supuestos, cada país tiene un derecho de veto, por lo que basta un
único voto en contra para impedir que la decisión se adopte. Por el contrario, las abstencio-
nes no impiden la adopción de decisiones por unanimidad, esto es, computan como votos a
favor (art. 238.4 TFUE).
El sistema más utilizado en la actualidad es el voto por mayoría cualificada. Hasta el 1 de
noviembre de 2014, cuando entraron en vigor ciertas modificaciones institucionales previs-
tas por el Tratado de Lisboa para después de las elecciones europeas de 2014, este procedi-
miento de decisión se asentaba en una ponderación de votos atribuida a cada Estado en fun-
ción de su peso demográfico. En la actualidad y desde 2014, el voto por mayoría cualificada
en el Consejo se basa en una doble mayoría, de Estados y de población representada. Con-
cretamente, cuando el Consejo tiene que aprobar una decisión o norma jurídica por mayoría
cualificada, a propuesta de la Comisión Europea, se precisa el voto a favor:
— del 55% de los Estados (15 de los 27 actuales) y
— que representen el 65% de la población (alrededor de 329 millones).
La minoría de bloqueo, esto es, aquella que impediría alcanzar la mayoría cualificada, la
formarían 13 Estados que voten en contra o bien un número de Estados que representen
algo más del 35% de la población.
Cuando no se requiera la previa propuesta de la Comisión Europea (vgr. decisiones en
materia de PESC), entonces se exige el voto a favor de un 72% de los Estados miembros
(20 de los 27) que representen un 65% de la población.
concreto, es normalmente el Ministro competente del país que asuma la Presidencia del
Consejo el que firma y concluye el acuerdo internacional en nombre de la UE.
A excepción de los acuerdos internacionales en el ámbito de la PESC, que los negocia el
responsable o equipo negociador que designa el propio Consejo, en los demás ámbitos de
competencia de la UE es la Comisión Europea la que conduce el diálogo y las negociaciones
con la delegación o delegaciones de países terceros, sobre la base del mandato que le trans-
mite el Consejo. Con excepción también de los acuerdos en el ámbito de la PESC, el Con-
sejo, antes de concluir un acuerdo, debe consultar al Parlamento Europeo y requerir su pre-
vio dictamen. Para la conclusión de algunos acuerdos, el Consejo necesita incluso la previa
aprobación de la institución parlamentaria: es el caso, por ejemplo, de los acuerdos de aso-
ciación, del acuerdo de adhesión de la UE al Convenio Europeo para la Protección de los De-
rechos Humanos y de las Libertades Fundamentales o de los acuerdos que tengan repercu-
siones presupuestarias importantes (art. 218.6a TFUE).
La Comisión Europea representa y garantiza el interés general de la UE. Constituye, por ello,
una institución independiente de los gobiernos nacionales, cuya función primordial es gestio-
nar y ejecutar las políticas y acciones europeas (art. 17 TUE). La Comisión representa el eje-
cutivo europeo.
Ursula
von der Leyen
Comisión
Presidenta
Europea
Valdis Dombrovskis Frans Timmermans Margrethe Vestager
Vicepresidente Vicepresidente Vicepresidenta
ejecutivo ejecutivo ejecutiva
Una Economía al Pacto Verde Una Europa Adaptada
Servicio de las Personas Europeo a la Era Digital
Nicolas Schmit
Paolo Gentiloni Janusz Thierry Breton
Comisario
Comisario Wojciechowski Comisario
Empleo y
Comisario Mercado
Derechos
Economía Agricultura Interior
Sociales
Josep Borrell Elisa Ferreira Stella Didier Helena Dalli Margaritis Schinas
Alto representante Comisaria Kyriakides Reynders Comisaria Vicepresidente
y vicepresidente Comisaria Promoción del
Comisario
Una Europa más Cohesión y Modo de Vida
fuerte en el mundo Salud Justicia Igualdad Europeo
Reformas
Ylva Janez Lenarčič Adina Vălean Olivér Várhelyi
Johansson Comisario Comisaria Comisario
Comisaria Gestión de Vecindad y
Asuntos Crisis Transportes Ampliación
de Interior
Virginijus
Jutta Urpilainen Kadri Simson Sinkevičius
Comisaria Comisario Comisario
Asociaciones Medio Ambiente,
Internacionales Energía Océanos
y Pesca
dades públicas, puede requerirles que recuperen cualquier ayuda pública que la Comisión,
tras las oportunas indagaciones, haya declarado contraria a las normas de libre competen-
cia del TFUE.
La Comisión también se encarga de gestionar el dinero europeo y de ejecutar el gasto
presupuestario aprobado por el Consejo y el Parlamento a través del presupuesto de la UE.
Las autoridades competentes de los Estados miembros son las que reciben los fondos de
Bruselas para financiar la ejecución de las distintas acciones y políticas de la UE. La super-
visión corresponde a la Comisión, bajo el control último del Tribunal de Cuentas Europeo.
Anualmente, el Parlamento Europeo se encarga de aprobar la gestión de la Comisión en la
ejecución del presupuesto, mediante la «decisión de descargo», una vez recibido el informe
anual del Tribunal de Cuentas.
c) Controla el cumplimiento por los Estados de sus obligaciones como miembros de la UE
La Comisión es considerada como la «guardiana de los Tratados». Es una función que se
proyecta especialmente sobre los Estados miembros y para la cual la Comisión dispone del
recurso por incumplimiento ante el Tribunal de Justicia de la UE (art. 260 TFUE). En este sen-
tido, si la Comisión es alertada, bien por sus propios servicios, bien por medio de una denun-
cia, del incumplimiento, por acción o por omisión, de un Estado, el primer paso que adopta
es el apercibimiento a las autoridades de ese Estado (en concreto, a la Representación Per-
manente en Bruselas), invitándolas al mismo tiempo a que presenten sus observaciones. Si
las explicaciones del Estado no satisfacen a la Comisión y esta sigue convencida del incum-
plimiento, la institución adopta entonces un dictamen motivado en el que constata la infrac-
ción y propone al Estado un plazo y unas medidas concretas para corregirla. Transcurrido el
plazo, si el Estado imputado sigue sin respetar las medidas indicadas por la Comisión, esta
introduce formalmente el recurso ante el Tribunal de Justicia, pudiendo la instancia judicial
constatar el incumplimiento a través de la correspondiente sentencia. Si finalmente, el Es-
tado no cumpliera la sentencia, la Comisión podría proponer al Tribunal la imposición de una
multa al Estado infractor.
El Parlamento Europeo es una institución elegida directamente por los ciudadanos europeos,
a los que representa en el proceso de construcción política europea (art. 10.1 TUE). Ejerce
conjuntamente con el Consejo la función legislativa y la función presupuestaria; asimismo,
tiene facultades de control político.
5.1. Las elecciones europeas: única institución investida de legitimidad democrática directa
Desde 1979 el Parlamento Europeo está compuesto por representantes de los ciudadanos
elegidos por sufragio universal directo. Desde entonces, las elecciones europeas han tenido
lugar cada 5 años, las últimas en mayo de 2019. Todos los ciudadanos de la UE tienen de-
recho a votar y a presentarse como candidatos, independientemente del país miembro en
que residan (arts. 20 y 22.2 TFUE). Ahora bien, cada Estado mantiene su competencia para
aplicar sus criterios y procedimientos electorales a la hora de convocar las elecciones euro-
peas. Esto es, al día de hoy no hay un procedimiento electoral uniforme, lo que daría mayor
eficacia a los resultados electorales. Tampoco hay candidatos europeos, por lo que los ciu-
dadanos eligen a los candidatos que presentan los partidos políticos de ámbito nacional o
regional. En cualquier caso, el Parlamento Europeo expresa la voluntad democrática de los
446 millones de ciudadanos europeos de la actual UE de 27 Estados y representa sus intere-
ses en el diálogo con otras instituciones de la UE. Es la única institución europea dotada de
legitimidad democrática directa.
El número de miembros del Parlamento Europeo a elegir en cada Estado depende de su
peso demográfico pero, en cualquier caso, el número mínimo es de 6 diputados y el máximo
es de 96. En las últimas elecciones de mayo de 2019, se eligieron un total de 751 eurodipu-
tados. En estos comicios participó el Reino Unido por última vez antes de su retirada volun-
taria de la UE el 31 de enero de 2020. Tras su salida, 27 de sus 73 escaños fueron repartidos
entre varios Estados miembros y el resto de los 46 han quedado en reserva para futuras ad-
hesiones de nuevos Estados. Por tanto, tras estos ajustes, el Parlamento Europeo cuenta ac-
tualmente con 705 miembros.
Los propios miembros del Parlamento Europeo eligen por mayoría absoluta a su Presidente
y Vicepresidentes, para un período de dos años y medio, renovable. Estos cargos constituyen
la Mesa del Parlamento Europeo. El Presidente actual es el italiano David-Maria Sassoli.
Una vez constituido el Parlamento, los miembros elegidos en cada Estado no se agru-
pan ni trabajan en bloques nacionales, sino en grupos políticos europeos. El número mí-
nimo de eurodiputados para constituir un grupo político es de 25 y no es posible constituir
un grupo político con eurodiputados de una misma nacionalidad. Los miembros que no de-
seen adherirse a un grupo, pasan a formar parte del grupo de los «no inscritos». Los dis-
tintos grupos políticos del Parlamento Europeo representan los diferentes puntos de vista
y enfoques sobre el proceso de integración europea, desde los más europeístas hasta los
más euroescépticos.
Tras los últimos ajustes, siete grupos políticos forman el Parlamento Europeo desde fe-
brero de 2020:
tados, el acto jurídico queda definitivamente adoptado y es firmado por los Presidentes de
ambas instituciones. En caso contrario, tras las dos lecturas fallidas, interviene un Comité
de Conciliación, compuesto por un número igual de representantes del Consejo y del Parla-
mento. Alcanzado un acuerdo en el seno de este Comité, el texto se devuelve al Parlamento
y al Consejo para que puedan aprobarlo definitivamente (art. 294 TFUE).
Otro sistema de diálogo entre el Consejo y el Parlamento es el que se denomina «pro-
cedimiento legislativo especial», debido a que ambas instituciones no actúan en paridad,
ni adoptan el acto jurídico final conjuntamente. En este caso, bien el Consejo, o bien el Par-
lamento, adopta solo el acto jurídico final, con alguna participación de la otra institución
(normalmente, con la previa aprobación). Son más numerosos los casos previstos por los
Tratados en los que el Consejo decide por el procedimiento legislativo especial. En estos su-
puestos, el Consejo, antes de adoptar el acto jurídico final, debe recabar la previa aprobación
del Parlamento Europeo. Por ejemplo, antes de la conclusión definitiva de ciertos acuerdos
internacionales con países terceros (art. 218.6a TFUE: acuerdos de asociación, acuerdos que
tengan repercusiones presupuestarias importantes,....), para la introducción de nuevas ac-
ciones y políticas no expresamente contempladas en los Tratados (art. 352.1 TFUE), para la
creación de la Fiscalía Europea (art.86 TFUE), o la aprobación del Marco Financiero Plurianual
(art. 312 TFUE), entre otros casos.
El Parlamento Europeo, por su parte, también puede adoptar normas jurídicas actuando
él solo, con alguna participación del Consejo (normalmente, su aprobación) a través de un
procedimiento que también se considera legislativo especial. Sin embargo, los casos previs-
tos a este respecto por el TFUE son muchos menos que los establecidos para el Consejo.
Ejemplos de estos actos legislativos adoptados por el Parlamento, con la previa aprobación
del Consejo, son el Estatuto de los eurodiputados (art.223.2 TFUE) o el Estatuto del Defen-
sor del Pueblo (art.228 TFUE).
Finalmente, siguen existiendo también, aunque se han reducido tras las sucesivas refor-
mas de los Tratados, los supuestos en los que el Consejo decide solo y únicamente consulta
al Parlamento, sin que, en estos casos, el dictamen u opinión de la institución parlamenta-
ria le vincule [vgr. armonización de legislaciones (art. 115 TFUE), cooperación judicial civil
(art. 81.3 TFUE), nombramiento de los miembros del Tribunal de Cuentas (art. 286.2 TFUE)].
Tras las oportunas indagaciones, el Defensor elabora un informe en el que puede consta-
tar la actuación negligente, que se envía a continuación a la institución u órgano imputado
para que extraiga las consecuencias pertinentes. El Defensor del Pueblo presenta cada año
al Parlamento Europeo un informe sobre el número de quejas recibidas y el resultado de sus
investigaciones.
6.1. Elección y composición: una institución independiente cuyas resoluciones son obligatorias para los Estados
miembros y las instituciones de la UE
Tras los últimos ajustes de organización interna introducidos gradualmente entre 2016 y
2019, el Tribunal de Justicia, aunque es una institución única, está integrado por dos ins-
tancias:
— la instancia superior, que se denomina «Tribunal de Justicia»
— la instancia intermedia, que se denomina «Tribunal General», anteriormente lla-
mado «Tribunal de Primera Instancia». Desde el 1 de septiembre de 2016, el Tribu-
nal General ha absorbido, además, al Tribunal de la Función Pública, creado en 2004
y que conocía de los conflictos laborales entre funcionarios europeos y organismos
de la UE.
Las dos instancias cuentan con una estructura jurisdiccional y administrativa concebida
para que puedan cumplir sus respectivas funciones. Su sede está en Luxemburgo.
tar, con imparcialidad e independencia, conclusiones motivadas en los asuntos que suscitan
cuestiones de derecho nuevas. El Tribunal de Justicia no está vinculado por las conclusiones
del abogado general ni por la motivación desarrollada en ellas, pudiendo apartarse de ellas a
la hora de redactar su sentencia.
Como miembros del Tribunal de Justicia, los jueces y abogados generales no pueden
asumir ninguna otra función pública, ni ejercer actividades profesionales, remuneradas o no.
Vienen obligados, además, a fijar su residencia en Luxemburgo.
A efectos funcionales y organizativos, la actividad jurisdiccional del Tribunal de Justicia se
desarrolla en Salas de tres o cinco jueces, en Gran Sala, compuesta por 15 jueces y presidida
por el propio Presidente del Tribunal de Justicia y, excepcionalmente, en Pleno.
Finalmente, un Secretario, nombrado por los miembros del Tribunal de Justicia para un
período de seis años, renovable, se encarga de la gestión administrativa y financiera, así
como de los archivos y todo tipo de comunicación procesal.
6.2. Principales recursos y procedimientos: el control del cumplimiento por los Estados miembros, la legalidad de
la actuación de las instituciones y la cooperación con las jurisdicciones nacionales
Los principales recursos sustanciados ante las dos instancias del Tribunal de Justicia de la
UE, según las normas procedimentales respectivas, son:
Se denomina «Derecho Derivado» al conjunto de normas jurídicas adoptadas por las insti-
tuciones de la UE para desarrollar los ámbitos materiales de los Tratados y alcanzar sus ob-
jetivos. Es un Derecho que fluye, deriva de los Tratados, y tiene un origen y naturaleza ins-
titucional. Estas normas institucionales también se denominan «actos jurídicos de la Unión
Europea», ya que parten de una actuación normativa de las instituciones.
El sistema institucional de producción normativa de la UE encuentra su legitimidad en la
transferencia de competencias normativas efectuadas por los Estados miembros al ratificar
los Tratados de la UE. Es por ello que los actos jurídicos de la UE se integran formal e inme-
diatamente en el Derecho nacional de los Estados miembros con su simple publicación en el
Diario Oficial de la UE (DOUE), sin necesidad de previa ratificación.
Las instituciones que adoptan estos actos son la Comisión Europea, el Parlamento y el
Consejo, actuando juntos a través del procedimiento legislativo ordinario, o por separado.
Otras instituciones, como el Consejo Europeo, también puede adoptar algunos actos jurídi-
cos en casos expresamente previstos por los Tratados, así como el Banco Central Europeo
en el ámbito específico de la Unión Económica y Monetaria.
Los Estados miembros, a través de las autoridades competentes y conforme al principio
de autonomía institucional y procedimental, son los responsables de garantizar su aplicación
y efectividad interna.
Con carácter general, los actos jurídicos de desarrollo de los Tratados se encuentran pre-
vistos en el artículo 288 TFUE:
Los reglamentos, las directivas y las decisiones son actos jurídicos vinculantes y se publi-
can en la sección L (de «Legislación») del DOUE. Las recomendaciones y dictámenes no son
vinculantes, por lo que se publican en la sección C (de «Comunicación») del DOUE.
En este tema, nos ocupamos de los reglamentos y las directivas.
Cuando las directivas no tienen como destinatarios a todos los Estados miembros,
además de publicarse en el DOUE L, también se han de notificar al Estado o Estados a
los que se dirige. La notificación se realiza en el propio idioma del Estado miembro y nor-
malmente se canaliza a través de la Representación Permanente de ese Estado en Bru-
selas. Si una directiva que tiene como destinatarios un(os) Estado(s) miembro(s) solo se
publica y no se les notifica, no sería exigible a esos Estados por defecto de forma sus-
tancial.
Como actos vinculantes, los reglamentos y directivas tienen que ser motivados. Es un re-
quisito formal sustancial, según establece el artículo 296 TFUE. La ausencia o insuficiencia
de la motivación expone el acto jurídico a un recurso de anulación ante el Tribunal de Justicia
de la UE por defecto de forma sustancial.
Los párrafos de motivación preceden al texto articulado y normalmente incluyen tres ti-
pos de referencia. En primer lugar, los fundamentos jurídicos de adopción del acto, esto
es, los artículos del Tratado que otorgan la competencia a la UE para regular esa materia.
Normalmente, estos primeros párrafos de motivación utilizan la fórmula «Visto(s) el/los ar-
tículos… del TUE/TFUE»). En segundo lugar, la motivación incluye también la mención de
las propuestas y dictámenes previamente recabados (del Comité Económico y Social, del
Comité de Regiones, del Parlamento Europeo). Finalmente, los párrafos de motivación alu-
den al interés y la oportunidad de adopción del acto jurídico. En los ámbitos de competen-
cia compartida, la motivación tiene que justificar la acomodación a los principios de subsi-
diariedad y proporcionalidad, esto es, justificar el valor añadido del acto jurídico de la UE
con respecto a normas nacionales diferentes y el alcance normativo estrictamente necesa-
rio para conseguirlo.
«El reglamento tendrá un alcance general. Será obligatorio en todos sus elementos y
directamente aplicable en cada Estado miembro».
«La directiva obligará al Estado miembro destinatario en cuanto al resultado que deba
conseguirse, dejando, sin embargo, a las autoridades nacionales la elección de la forma y
de los medios».
Tema 4
99 Organización política y administrativa de la CAE.
99 Principios generales.
99 Aspectos generales de la distribución
de competencias entre el Estado y la CAE.
99 EL Parlamento vasco.
99 El Gobierno vasco y el Lehendakari.
Sumario Tema 4
1. Organización política y administrativa de la Comunidad Autónoma de Euskadi: principios
generales del Estatuto de Autonomía del País Vasco
1.1. Antecedentes y génesis del Estatuto Vasco
1.1.1. Antecedentes históricos
1.1.2. La constitución de 1978 y el acceso a la autonomía
1.2. Contenidos del Estatuto Vasco
1.3. El Título Preliminar del Estatuto Vasco
1.3.1. Constitución de la Comunidad Autónoma y denominación (art. 1)
1.3.2. Territorio (art. 2)
1.3.3. Incorporación de enclaves (art. 8)
1.3.4. Sede de las instituciones (art. 4)
1.3.5. Símbolos (art. 5)
1.3.6. Lenguas oficiales (art. 6)
1.3.7. Condición política (art. 7)
1.3.8. Derechos y deberes fundamentales (art. 9)
1.4. Articulación institucional de la Comunidad Autónoma Vasca
1.4.1. Bases constitucionales y estatutarias
1.4.2. Ley de Territorios Históricos y Normativa Institucional Foral
1.5. Reforma del Estatuto
1.5.1. Procedimiento general (art. 46)
1.5.2. Procedimientos especiales (art. 47)
2. Aspectos generales de la distribución de competencias entre el Estado y la Comunidad
Autónoma de Euskadi
2.1. Conceptos básicos y bases constitucionales
2.2. Tipos de competencias
2.3. Competencias asumidas en el Estatuto de Autonomía del País Vasco
3. El Parlamento vasco
3.1. Previsiones del Estatuto de Autonomía y Reglamento del Parlamento Vasco
3.2. Elección de parlamentarios y parlamentarias
3.3. Funciones del Parlamento
3.3.1. Panorámica general (art. 25)
3.3.2. Función legislativa (27.4 y 27.5)
3.3.3. Funciones de impulso y control del gobierno (art. 33.3)
3.3.4. Función financiera (arts. 25, 42, 44-45)
3.3.5. Otras funciones del parlamento (art. 28)
3.4. Organización y funcionamiento
4. El Gobierno vasco y el o la Lehendakari
4.1. Previsiones del Estatuto de Autonomía y Ley de Gobierno
4.2. El o la Lehendakari
4.2.1. Definición y estatuto personal
4.2.2. Designación y nombramiento
4.2.3. Competencias y facultades
4.2.4. Suspensión, cese y sustitución
4.3. El Gobierno
4.4. Los consejeros y consejeras. Altos cargos
4.4.1. Consejeros y consejeras
4.4.2. Vicepresidentes y vicepresidentas
4.4.3. Altos cargos
4.4.4. Estatuto personal de los miembros del gobierno y de los altos cargos de la Administración
4.5. Otras cuestiones recogidas en la Ley de Gobierno
Como el País Vasco cumplía los tres requisitos mencionados en la Disposición Transi-
toria Segunda —gracias a su experiencia autonómica en la II República y a la existencia, al
tiempo de promulgarse la Constitución, del ya citado Consejo General del País Vasco—, su
proyecto de Estatuto fue elaborado de acuerdo con la vía establecida en el art. 151.2 de la
Constitución.
El proceso culminó con el referéndum sobre el texto estatutario celebrado en el País
Vasco el 25 de octubre de 1979 (que arrojó un 90,27% de votos favorables, con una partici-
pación del 58,85% del censo electoral) y, tras la aprobación por las Cortes Generales, la pro-
mulgación de la Ley Orgánica 3/1979, de 18 de diciembre, de Estatuto de Autonomía para el
País Vasco.
Preliminar la regulación de otras cuestiones tales como la bandera (art. 5), la lengua (art. 6)
y la condición política de vasco (art. 7); finalmente, en el art. 9 se hace referencia a los dere-
chos y deberes fundamentales de los ciudadanos y ciudadanas vascas. Una destacada pecu-
liaridad vasca aparece explicitada en ese Título Preliminar: el reconocimiento de los Territo-
rios Históricos, definidos en el art. 2 y aludidos en los arts. 3 y 5.
A continuación, el Título I del Estatuto trata de las competencias del País Vasco, cum-
pliendo las exigencias del art. 147.2 de la Constitución en su apartado d).
Por su parte, el Título II se refiere a los poderes del País Vasco y comprende un Capítulo
Preliminar, con un solo artículo, y otros cinco capítulos que se ocupan: el 1.° del Parlamento
Vasco, el 2.° del Gobierno Vasco y el o la Lehendakari, el 3.° de la Administración de Justicia,
el 4.° de las instituciones de los Territorios Históricos y el 5.° del control de los poderes del
País Vasco.
El título III regula la Hacienda y el Patrimonio restableciendo el sistema tradicional de
Concierto Económico.
El último título, el IV, se ocupa del procedimiento para la reforma del Estatuto.
Finalmente, una Disposición Adicional señala que la aceptación del régimen de autono-
mía que se establece en el Estatuto no implica renuncia del Pueblo Vasco a los derechos
que como tal le hubieran podido corresponder en virtud de su historia, que podrán ser actua-
lizados de acuerdo con lo que establezca el ordenamiento jurídico.
Cierran el Estatuto nueve Disposiciones Transitorias.
Son realmente dos los casos existentes de municipios rodeados completamente por
territorio vasco: el territorio conocido como Treviño (enclavado en Álava, compuesto de dos
municipios —Condado de Treviño y La Puebla de Arganzón—, que pertenece a la Comuni-
dad Autónoma de Castilla y León, cuyo Estatuto regula en su Disposición Transitoria Tercera
la segregación de enclaves, exigiendo, entre otras cosas, informes favorables a tal segrega-
ción de la provincia afectada y de la Comunidad Autónoma) y Valle de Villaverde (municipio
denominado anteriormente Villaverde de Trucíos, enclavado en Bizkaia y que pertenece a la
Comunidad Autónoma de Cantabria, cuyo Estatuto no recoge la cuestión, pero su oposición
a la segregación ha obtenido respaldo judicial).
En efecto, los dos enclaves citados iniciaron con posterioridad a la promulgación del Esta-
tuto vasco actuaciones tendentes a su incorporación a la CAE, pero estos intentos se vieron
frenados por las autoridades provinciales y autonómicas de las que dependían.
En el Estatuto de Autonomía vasco encontramos sobre esta cuestión el Título II, «De los
Poderes del País Vasco». En su Capítulo Preliminar, concretamente, en el art. 24.1, se se-
ñala que los poderes del País Vasco se ejercerán a través del Parlamento, del Gobierno y de
su Presidente o Lehendakari, a los que dedica el Capítulo I (Parlamento) y el Capítulo II (Go-
bierno vasco y Presidente o Lehendakari). El Capítulo III tiene por título «De la Administra-
ción de Justicia en el País Vasco», y trata de la organización de la Administración de Justicia
en el País Vasco y responde, por tanto, a la idea de que no hay una Administración de Justi-
cia propia del País Vasco. El Capítulo V aparece bajo la rúbrica de «Del control de los Poderes
del País Vasco».
ticulado, reconoce su relevancia, desde el Título Preliminar hasta este Título II —donde su
Capítulo IV se denomina «De las instituciones de los Territorios Históricos»—.
En el artículo único (art. 37) del citado Capítulo IV, se establece que los órganos forales
de los Territorios Históricos se regirán por el régimen jurídico privativo de cada uno de ellos
(sin concretar cuáles serán esos órganos), que lo dispuesto en el Estatuto no supondrá alte-
ración de la naturaleza del régimen foral específico o de las competencias de los regímenes
privativos de cada Territorio Histórico y que para la elección de los órganos representativos
de los Territorios Históricos se atenderá a criterios de sufragio universal, libre, directo se-
creto y de representación proporcional, con circunscripciones electorales que procuren una
representación adecuada de todas las zonas de cada territorio (extremo este desarrollado
por la Ley 1/1987, de 27 de marzo, de elecciones para las Juntas Generales de los Territorios
Históricos de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, modificada por la Ley 4/2005, de 18 de febrero, para
la Igualdad de Mujeres y Hombres). El artículo 37 contiene también unas competencias ex-
clusivas mínimas de los Territorios (como ejemplo, al hilo de lo señalado, la organización, ré-
gimen y funcionamiento de sus propias instituciones) y señala que les corresponderá el de-
sarrollo normativo y la ejecución, dentro de su territorio, en las materias que el Parlamento
Vasco señale.
a) La iniciativa
Son tres los sujetos legitimados para dar inicio al procedimiento de reforma: el Parlamento
Vasco, a propuesta de la quinta parte de sus miembros (esto supone que la propuesta debe
ser respaldada inicialmente por un mínimo de quince parlamentarios); el Gobierno Vasco; y
las Cortes Generales del Estado.
No se contempla, por tanto, la iniciativa popular.
c) Procedimiento especial para que el segundo inciso de la letra b) del número 6 del ar-
tículo 17 del Estatuto sea suprimido, por mayoría de tres quintos del Congreso y el Senado,
y aprobación del Parlamento Vasco con posterior referéndum convocado al efecto, debida-
mente autorizado.
La Constitución española de 1978 regula en su título VIII la organización territorial del Estado
y en lo que se refiere a la distribución de competencias entre el Estado y las Comunidades
Autónomas, la Constitución prevé diversas competencias que las Comunidades Autónomas
pueden asumir en sus Estatutos de Autonomía. El principio fundamental en esta materia es
el principio dispositivo; esto es, las Comunidades Autónomas son quienes deciden en sus
Estatutos de Autonomía si quieren o no esas competencias y en qué medida. El marco ge-
neral de las competencias que pueden ser asumidas por las Comunidades Autónomas se
encuentra en los artículos 148 y 149 de la Constitución.
En un principio, la Constitución preveía dos tipos de Comunidades Autónomas, con
dos niveles distintos de competencias: las que aprobaron sus Estatutos por la vía esta-
blecida en el art. 151 (las denominadas Comunidades históricas —Euskadi, Cataluña y
Galicia—, a las que se unió después Andalucía) y todas las demás que, excepto Navarra
(que siguió la vía especial de la Disposición Adicional Primera), siguieron la vía establecida
en el art. 143. Pues bien, en el modelo constitucional de reparto de competencias, en el
art. 148 se recoge un listado de veintidós competencias que todas las Comunidades Au-
tónomas podían asumir si así lo establecían sus Estatutos, mientras que en el art. 149.1
aparecen las competencias exclusivas del Estado (concretamente treinta y dos). Ahora
bien, en estas competencias exclusivas del Estado, hay algunas en las que todo su con-
tenido es exclusivo del Estado (así, defensa, relaciones exteriores, etc.) y hay otras, en
las que algunos contenidos (por ejemplo, la legislación básica) son competencia exclu-
siva del Estado, pero el resto de los contenidos de la competencia podían ser asumidos
en sus Estatutos de Autonomía, si bien en un principio solo por las Comunidades Autóno-
mas que hubieran aprobado sus Estatutos de Autonomía por la vía del art. 151 de la Cons-
titución y no por las que habían seguido la vía del art. 143. Finalmente, el art. 149.3 de la
Constitución, establecía la llamada cláusula de cierre del sistema: las materias no atribui-
das expresamente al Estado por la Constitución podían ser asumidas por las Comunida-
des Autónomas en sus respectivos Estatutos, pero si no las asumían en ellos, correspon-
derían al Estado.
Además, el art. 150.2 preveía que el Estado podía transferir o delegar en las Comuni-
dades Autónomas, mediante Ley Orgánica, facultades correspondientes a materia de titu-
laridad estatal, que por su naturaleza fuesen susceptibles de transferencia y delegación.
Así, empezó a transferir a las Comunidades Autónomas que habían accedido a la autono-
mía por la vía del art. 143 competencias que hasta entonces solo tenían las Comunidades
Autónomas que habían alcanzado la autonomía por la vía del art. 151. Finalmente, y una
vez transcurridos los cinco años previstos por el art. 148.2, todas las Comunidades Autó-
nomas que habían seguido la vía del art. 143 reformaron sus Estatutos y equipararon sus
competencias a las de las Comunidades Autónomas del art. 151, que habían alcanzado el
máximo de sus competencias desde el principio. En definitiva, hoy en día todas las Comu-
nidades Autónomas han alcanzado el máximo nivel de autonomía previsto en la Constitu-
ción y tienen el mismo nivel de competencias, salvo las Comunidades forales, es decir, la
Comunidad Autónoma Vasca y la Comunidad Foral de Navarra, que ostentan competen-
cias específicas dimanadas de sus derechos históricos (por ejemplo, el Concierto Econó-
mico en Euskadi y el Convenio Económico en Navarra), derivadas de la Disposición Adi-
cional Primera de la Constitución, que incluye una cláusula de amparo y respeto de los
derechos históricos de los Territorios Forales.
26. Instituciones de crédito corporativo, público y territorial y Cajas de ahorro, pero respe-
tando las bases que sobre ordenación del territorio y la banca dicte el Estado y en el
marco de la política económica general.
27. Comercio interior, pero respetando la política general de precios, la libre circulación
de bienes en territorio del Estado y la legislación sobre defensa de la competencia,
ferias y mercados interiores, denominaciones de origen y publicidad, en colaboración
con el Estado.
28. Defensa del consumidor y usuario en los términos del apartado anterior.
29. Establecimiento y regulación de Bolsas de Comercio y demás centros de contrata-
ción de mercancías y valores, respetando la legislación mercantil.
30. Industria, excepto la instalación y ampliación y traslado de industrias sujetas a nor-
mas especiales por razones de seguridad, interés militar y sanitario, y aquellas que
precisen de legislación específica y las que requieran contratos previos de transfe-
rencia de tecnología extrajera. En lo referido a reestructuración de sectores industria-
les, la competencia de la Comunidad Autónoma Vasca es únicamente de desarrollo y
ejecución de los planes establecidos por el Estado.
31. Ordenación del territorio y del litoral, urbanismo y vivienda.
32. Ferrocarriles, transportes terrestres, marítimos, fluviales y por cable, puertos, he-
lipuertos, aeropuertos y Servicio Meteorológico del País Vasco, sin perjuicio de la
competencia del Estado en puertos de interés general y aeropuertos de interés ge-
neral, control del espacio aéreo, tránsito y transporte aéreo, servicio meteorológico
nacional y matriculación de aeronaves. También son de competencia de la Comuni-
dad Autónoma Vasca los centros de contratación y terminales de carga en materia de
transportes.
33. Obras públicas no calificadas de interés general o cuya realización no afecte a otros
territorios.
34. Carreteras y caminos, pero respetando las competencias tradicionales de las Dipu-
taciones Forales en esta materia, de tal manera que las competencias que todas las
Comunidades Autónomas ostentan en esta materia en virtud del art. 148.1.5, se ven
asumidas en su práctica totalidad por las Diputaciones Forales en Euskadi, que osten-
tan esas competencias y las que venían ostentando a lo largo de la historia en esta
materia.
35. Casinos, juegos y apuestas, excepto las Apuestas Mutuas Deportivas Benéficas.
36. Turismo y deporte, ocio y esparcimiento.
37. Estadística del País Vasco para sus propios fines y competencias.
38. Espectáculos.
39. Desarrollo comunitario, condición femenina, política infantil, juvenil y de la tercera
edad.
Como ya sabemos, hay otras competencias asumidas por la Comunidad Autónoma Vasca
que se encuentran recogidas en el Título I, pero fuera de estos tres artículos, y que no solo
son simplemente enunciadas, como las que se acaban de mencionar, sino que su contenido
es desarrollado con más o menos detenimiento. Así, por ejemplo, las relativas a la Adminis-
tración de Justicia mencionadas en el art. 13.1 (las que las Leyes Orgánicas del Poder Judi-
cial reservaban o atribuían al Gobierno Central), la de creación y organización del Ararteko o
Defensor del Pueblo autonómico vasco (art. 15), y algunas tan importantes como la educa-
ción (mencionada en el art. 17 del Estatuto, competencia que deriva de los derechos histó-
ricos amparados por la Disposición Adicional Primera de la Constitución —sin perjuicio de lo
establecido en el art. 27 de la Constitución y las Leyes Orgánicas que lo desarrollen, reser-
vando al Estado las facultades que le atribuye el art. 149.1.30, en relación con los títulos aca-
démicos y profesionales—). Otra competencia que también deriva de los derechos históricos
y que es de gran relevancia es la relativa a la Policía Autónoma o Ertzaintza (art. 17).
En el art. 18 se recoge la competencia de desarrollo legislativo y ejecución en materia
de sanidad interior, así como la competencia en materia de Seguridad Social, que incluye la
competencia de desarrollo legislativo y la ejecución de la legislación básica del Estado, salvo
las normas que configuren su régimen económico, cuya gestión corresponde a la Comuni-
dad Autónoma. También corresponde a la Comunidad Autónoma la ejecución del Estado so-
bre productos farmacéuticos y se establece que la Comunidad Autónoma podrá organizar y
administrar los servicios relacionados con esta materia y ejercitar la tutela de todas estas ins-
tituciones en materia de Sanidad y Seguridad Social, reservándose el Estado la alta inspec-
ción, ejercitando todas estas competencias con criterios de participación democrática de los
interesados, sindicatos y asociaciones empresariales. Por su parte, el art. 19 recoge la com-
Como hemos señalado anteriormente, la Constitución establece (art. 152) que, en la orga-
nización institucional autonómica de Comunidades Autónomas como la vasca, existirá una
Asamblea Legislativa elegida por sufragio universal con arreglo a un sistema de representa-
ción proporcional que asegure, además, la representación de las diversas zonas del territorio.
El Estatuto señala (art. 26) las siguientes características del Parlamento: estará integrado por
un número igual de representantes de cada Territorio Histórico elegidos por sufragio univer-
sal, libre, directo y secreto; la circunscripción electoral será el Territorio Histórico; la elección
se verificará en cada Territorio Histórico atendiendo a criterios de representación proporcio-
nal; y el Parlamento Vasco será elegido por un período de cuatro años.
Añade el art. 26 que una Ley Electoral del Parlamento Vasco regulará la elección de sus
miembros y fijará las causas de inelegibilidad e incompatibilidad que afecten a los puestos o
cargos que se desempeñen dentro de su ámbito territorial. Esa previsión se cumple con la
Ley 5/1990, de 15 de junio, de elecciones al Parlamento Vasco, modificada posteriormente
en varias ocasiones (así, entre ellas, con ocasión de la Ley 4/2005, de 18 de febrero, para la
Igualdad de Mujeres y Hombres). La Ley 5/1990 desarrolla las cuestiones citadas en el Esta-
tuto —estableciendo en su art. 10 veinticinco parlamentarios por cada circunscripción elec-
toral—, amén de otras cuestiones como la Administración Electoral (Juntas Electorales,
Secciones y Mesas Electorales), la convocatoria de elecciones y el procedimiento electoral
(presentación y proclamación de candidatos y candidatas, la campaña electoral, papeletas y
sobres electorales, la votación y el escrutinio, etc.).
El art. 26 del Estatuto señala finalmente que los miembros del Parlamento Vasco serán
inviolables por los votos y opiniones que emitan en el ejercicio de su cargo; además, durante
su mandato, por los actos delictivos cometidos en el ámbito territorial de la Comunidad Au-
tónoma, no podrán ser detenidos ni retenidos sino en caso de flagrante delito, correspon-
diendo decidir, en todo caso, sobre su inculpación, prisión, procesamiento y juicio al Tribunal
Superior de Justicia del País Vasco. Fuera del ámbito territorial del País Vasco, la responsa-
bilidad penal será exigible en los mismos términos ante la Sala de lo Penal del Tribunal Su-
premo (al respecto, se aprobó la Ley 2/1981 de 12 de febrero, sobre reconocimiento de de-
rechos de inviolabilidad e inmunidad de los miembros del Parlamento Vasco). El Reglamento
del Parlamento Vasco, en su Título I, Capítulo III, se ocupa del estatuto del parlamentario.
Transcurrido el plazo de sesenta días desde la convocatoria del Parlamento para la elec-
ción del o la Lehendakari sin que esta se lleve a efecto, el o la Lehendakari en funciones de-
berá, mediante Decreto motivado, declarar disuelto el Parlamento y procederá a la convoca-
toria de nuevas elecciones generales en el territorio de la Comunidad Autónoma (art. 6).
En cuanto al Título V, «De las relaciones entre Gobierno y Parlamento» (arts. 43-51) de
la Ley de Gobierno, entre sus preceptos se encuentran reguladas cuestiones tales como la
cuestión de confianza o la moción de censura.
La moción de censura deberá ser constructiva —esto es, incluir un candidato o candidata
a lehendakari— y propuesta, al menos, por la sexta parte de los parlamentarios y parlamenta-
rias; si el Parlamento aprueba una moción de censura, el o la lehendakari presentará su dimi-
sión y la candidata o candidato incluido en aquella se entenderá designado por el Parlamento;
en cambio, si la moción de censura no fuese aprobada por la mayoría absoluta de los miem-
bros de la Cámara sus signatarios y signatarias no podrán presentar otra durante los dos pe-
ríodos de sesiones del mismo (art. 47). Si el Parlamento aprueba una moción de censura, el
o la Lehendakari presentará su dimisión y el candidato o candidata incluido en aquella se en-
tenderá designado por el Parlamento a los efectos de su nombramiento por el Rey (art. 48).
Por lo que toca a la cuestión de confianza, el Lehendakari o la Lehendakari, previa delibe-
ración del Gobierno, podrá plantearla al Parlamento en relación con su programa o sobre una
declaración de política general. La confianza se entenderá otorgada cuando obtenga la mayo-
ría simple de los votos de la Cámara (art. 46). Si la confianza fuera denegada, el Lehendakari
o la Lehendakari presentará su dimisión y se procederá a la designación del nuevo o nueva
Lehendakari (art. 48).
Además de la Ley de Gobierno, es necesario considerar el Reglamento del Parlamento
Vasco, en concreto, el Título IV, denominado «Del impulso y control del Gobierno», en cuyo
Capítulo I, «Del otorgamiento y retirada de confianza», se incluye la Sección 1.ª «De la desig-
nación del lehendakari o la lehendakari» (arts. 165-167). En la Sección 2.ª, «De la responsa-
bilidad política del Gobierno» (arts. 168-172) se trata entre otras cuestiones de los aspectos
procedimentales de la moción de censura y la cuestión de confianza.
El Reglamento del Parlamento continúa en los siguientes Capítulos con otras técnicas
o cuestiones relacionadas con las funciones de control e impulso que realiza el Parlamento
sobre el Gobierno: las Proposiciones no de Ley (Cap. II), para que el Parlamento debata y
adopte una decisión en torno a una determinada cuestión; las interpelaciones y preguntas
(Cap. III); el control de la legislación delegada (Cap. IV); las comparecencias, comunicaciones,
informes y planes del Gobierno (Cap. V), que incluye debates de política general una vez al
año, debates monográficos, y comparecencias del Gobierno; y autorizaciones e informacio-
nes patrimoniales y financieras (Cap. V).
ción de las Haciendas Forales: la fijación de los criterios de aportación de cada Territo-
rio corresponde al Parlamento Vasco.
c) Impuestos de la Comunidad Autónoma (art. 42.b). La Comunidad Autónoma puede
establecer sus propios impuestos, cuya aprobación corresponde por Ley al Parla-
mento Vasco.
d) Emisión de Deuda Pública para financiar inversiones (art. 45). No se señala expresa-
mente ese cometido como parlamentario, pero, en la práctica, esa autorización se pro-
duce con la aprobación por el Parlamento de la Ley de Presupuestos correspondiente.
El Reglamento del Parlamento en su Título V, además de regular esas tres funciones (en
el Capítulo VIII —De la designación de senadores y senadoras y otros nombramientos—, Ca-
pítulo VII —De la iniciativa legislativa ante las Cortes Generales—, y Capítulo VI —De los pro-
cedimientos ante el Tribunal Constitucional—), se ocupa de las relaciones del Parlamento
con dos órganos, en el Capítulo I —De las relaciones con el Ararteko— y en el Capítulo II
—De las relaciones con el Tribunal Vasco de Cuentas Públicas—). El Ararteko (órgano equi-
valente a un Ombudsman o Defensor o Defensora del Pueblo, previsto en el art. 15 del Esta-
tuto y desarrollado por la Ley 3/1985, de 27 de febrero, por la que se crea y regula la institu-
ción del Ararteko, y que es definido en su art. 1 como «alto comisionado del Parlamento») y
el Tribunal Vasco de Cuentas Públicas (creado por la Ley 1/1988, de 5 de febrero, del Tribu-
nal Vasco de Cuentas Públicas/Herri Kontuen Euskal Epaitegia, y que en su art. 1 se señala
como «dependiente directamente del Parlamento Vasco»). Para finalizar, el Título V del Re-
glamento incluye otros cometidos del Parlamento, tales como el control del ente público Ra-
dio Televisión Vasca (Capítulo III) o la celebración de convenios y acuerdos de cooperación
con otras Comunidades Autónomas (Capítulo V).
Tal y como señala el art. 27.1. del Estatuto, el Parlamento elegirá de entre sus miembros un
Presidente o Presidenta, una Mesa y una Diputación Permanente. El Parlamento funcionará
en Pleno y Comisiones. El Parlamento aprobará su presupuesto y el Estatuto de su personal
(concretado en el siguiente texto: Estatuto de Personal y Régimen Jurídico de la Administra-
ción Parlamentaria, de 22 de junio de 1990).
Los períodos ordinarios de sesiones durarán como mínimo ocho meses al año (art. 27.2).
La Cámara podrá reunirse en sesión extraordinaria a petición del Gobierno, de la Diputación
El último de los artículos (art. 33) del Capítulo del Estatuto que nos ocupa, se refiere es-
pecíficamente al Lehendakari. Será designado por el Parlamento Vasco de entre sus miem-
bros y nombrado por el Rey. A su vez, el Presidente o Presidenta designa y separa los Con-
sejeros del Gobierno, dirige su acción, y ostenta la más alta representación del País Vasco y
la ordinaria del Estado en este territorio. El Parlamento Vasco determinará por Ley la forma
de elección del Presidente o Presidenta y sus atribuciones, así como las relaciones del Go-
bierno con el Parlamento; se trata de la ya citada Ley de Gobierno.
A continuación, realizamos un somero resumen de algunas de las principales previsio-
nes contenidas en la Ley de Gobierno. Esta Ley perfila la organización y atribuciones del Go-
bierno Vasco, como órgano político y como órgano que dirige la Administración, la elección y
atribuciones de su Presidente o Presidenta, y las relaciones del Gobierno con el Parlamento.
4.2. El o la Lehendakari
Según la Ley de Gobierno, el o las candidatas, serán propuestos por los Grupos Polí-
ticos con representación parlamentaria —fórmula solo utilizada en el País Vasco, pues en
otras Comunidades la propuesta proviene del Presidente o Presidenta del Parlamento, con
distintas variantes— y deberán exponer ante el Parlamento, en una misma sesión, las lí-
neas generales de sus respectivos programas de gobierno, sobre los que se abrirá el opor-
tuno debate. Es una característica de la modalidad de investidura en el País Vasco —junto
con Asturias—, el que sea posible la propuesta de más de un candidato al mismo tiempo.
Resultará elegido Lehendakari el candidato o candidata que hubiere obtenido la mayoría
absoluta de los votos de la Cámara. Si ninguno alcanzara la mayoría absoluta en la primera
votación, se repetirá esta y será designado Lehendakari el que, de entre ellos, obtuviera
la mayoría simple de los votos válidamente emitidos —en esta segunda votación no cabe
la abstención, otra norma característica del País Vasco—. Designado el o la Lehendakari
por el Parlamento, su Presidente o Presidenta lo comunicará al Rey para su nombramiento
(art. 5).
Transcurrido el plazo de sesenta días desde la convocatoria del Parlamento para la
elección del o la Lehendakari sin que esta se lleve a efecto, el o la Lehendakari en funcio-
nes deberá, mediante Decreto motivado, declarar disuelto el Parlamento y procederá a la
convocatoria de nuevas elecciones generales en el territorio de la Comunidad Autónoma
(art. 6).
10. Establecer las normas internas que se precisen para el buen orden de los trabajos del
Gobierno y para la adecuada preparación de los acuerdos que hayan de adoptarse.
11. Promover y coordinar la ejecución de los acuerdos del Gobierno y de sus Comisiones
y, en su caso, su publicación.
12. Acordar la sustitución de los miembros del Gobierno en los casos de ausencia o en-
fermedad.
13. Firmar los Decretos y ordenar su publicación.
14. Ejercer cuantas otras facultades y atribuciones le correspondan con arreglo a las Le-
yes.
4.3. El Gobierno
Al Gobierno dedica la Ley 7/1981 su Título II. El Gobierno es el órgano colegiado que, bajo
la dirección del o la Lehendakari, establece los objetivos políticos generales y dirige la Admi-
nistración del País Vasco; a tal fin, ejerce la iniciativa legislativa, la función ejecutiva y la po-
testad reglamentaria, de conformidad con el Estatuto de Autonomía y la Ley (art. 16). El Go-
bierno es un órgano diferenciado del o la Lehendakari, y de las Consejeras o Consejeros, y
está integrado por estos y por el o la Lehendakari (art. 17). En el Gobierno ambos sexos es-
tarán representados al menos en un 40% (según modificación del art. 17, introducida por la
Ley 4/2005, de 18 de febrero, para la Igualdad de Mujeres y Hombres).
Las funciones y competencias del Gobierno son las detalladas a continuación (art. 18):
carácter reservado y secreto hasta que el propio Gobierno acuerde hacerlos públicos. Igual
carácter tendrán las deliberaciones del Gobierno, estando obligados sus miembros a man-
tenerlo, aun cuando hubieran dejado de pertenecer al mismo. Los acuerdos del Gobierno
constarán en acta que levantará el Secretario o Secretaria (art. 20).
A las reuniones del Gobierno podrán acudir los y las expertos cuya presencia autorice el
o la Lehendakari; su actuación se limitará a informar sobre el asunto que haya motivado su
presencia, estando obligados a guardar secreto sobre el informe presentado (art. 21).
Para finalizar, el Gobierno podrá crear, mediante Decreto, Comisiones delegadas del Go-
bierno para coordinar la elaboración de directrices y disposiciones, programar la política secto-
rial, examinar asuntos de interés común a varios Departamentos, y preparar las reuniones del
Gobierno (art. 22).
Se analiza, a continuación, el Título III de la Ley de Gobierno, titulado «De los Vicepresiden-
tes, Consejeros y Altos Cargos de la Administración del País Vasco», el cual consta de cinco
Capítulos.
4.4.4. Estatuto personal de los miembros del gobierno y de los altos cargos de la Administración
El Título III de la Ley de Gobierno finaliza con el Capítulo V (arts. 32-38), donde se incluyen
las siguientes cuestiones: incompatibilidades de Consejeros, Viceconsejeros y Directores
(art. 32.); cuestiones de afiliación a la Seguridad Social o a la Mutualidad correspondiente de
estas personas; prohibición de aceptar regalos, en consideración al cargo, por estos cargos y
su familiares más estrechos (art. 36); y la recepción de una pensión vitalicia (art. 38), derecho
reducido actualmente a los lehendakaris y familiares más cercanos (según modificación in-
troducida por la Ley 10/2012, de 30 de mayo, de reforma de la Ley 7/1981, de 30 de junio).
La Ley contiene en su parte final los siguientes Títulos: «De la delegación de funciones» (Tí-
tulo IV), sobre delegación de funciones entre órganos del Gobierno; «De las relaciones entre
Gobierno y Parlamento» (Título V), cuestión ya examinada y que abarca materias tales como
la responsabilidad del Gobierno ante el Parlamento (cuestión de confianza, moción de cen-
sura…) o la disolución del Parlamento por el o la Lehendakari (fórmula para anticipar la finali-
zación del ciclo o mandato de la asamblea legislativa); «De los Decretos Legislativos» (Título
VI), acerca de la posibilidad de que el Parlamento Vasco delegue en el Gobierno la potestad
de dictar normas con rango de Ley, denominadas Decretos Legislativos, con algunas excep-
ciones; y «De las Normas generales» (Título VII), sobre la elaboración y aprobación de dispo-
siciones y resoluciones administrativas (téngase en cuenta sobre esta cuestión la siguiente
norma: Ley 8/2003, de 22 de diciembre, del Procedimiento de Elaboración de las Disposicio-
nes de Carácter General).
Tema 5
99 Aspectos generales de la distribución de
competencias entre las instituciones comunes
de la CAE y los Territorios Históricos.
99 El Concierto Económico.
99 Competencias de las instituciones locales.
Sumario Tema 5
1. Aspectos generales de la distribución de competencias entre las instituciones comunes de
la CAE y las instituciones forales de los Territorios Históricos
2. El concierto económico
Para una adecuada comprensión de la distribución competencial interna entre las Institucio-
nes Comunes del País Vasco (es decir, el Gobierno Vasco y el Parlamento Vasco) y los Ór-
ganos Forales de sus Territorios Históricos (es decir, las Diputaciones Forales y las Juntas
Generales de Bizkaia, Gipuzkoa y Álava), debemos recurrir en primer lugar al Estatuto de Au-
tonomía para el País Vasco (el denominado Estatuto de Gernika) de 1979, aprobado por Ley
Orgánica 3/1979, de 18 de diciembre. En el modelo de vertebración interna del País dise-
ñado en el mismo, los Territorios Históricos se configuran como poderes del País Vasco, que
tienen reservadas una serie de competencias, algunas de las cuales constituyen un núcleo
intocable para el legislador vasco. Entre estas competencias deben mencionarse las recogi-
das en los artículos 3 (competencias para conservar, restablecer y actualizar su organización
e instituciones privativas de autogobierno), 10.34 (carreteras y caminos), 24.2 (conservación
y organización de sus instituciones forales según lo dispuesto en el art. 3.º del Estatuto), y
las recogidas en los artículos 37 y 41.
El artículo 37 del Estatuto comienza diciendo que los Órganos Forales de los Territorios
Históricos se regirán por el régimen jurídico privativo de cada uno de ellos (art. 37.1) y que lo
dispuesto en el Estatuto no supone alteración de la naturaleza del régimen foral específico o
de las competencias de los regímenes privativos de cada Territorio Histórico. Por su parte, el
art. 37.3 establece un elenco de materias en las que los Territorios Históricos tienen compe-
tencia exclusiva: a) organización, régimen y funcionamiento de sus propias instituciones; b)
elaboración y aprobación de sus Presupuestos; c) demarcaciones territoriales de ámbito su-
pramunicipal que no excedan de los límites provinciales; d) régimen de los bienes provincia-
les y municipales, tanto de dominio público como patrimoniales o de propios y comunales y
e) régimen electoral municipal.
En lo que respecta al artículo 41 del Estatuto, este recoge todo lo relativo al sistema
de Concierto Económico y afirma que las instituciones competentes de los Territorios
Históricos: i) podrán mantener, establecer y regular, dentro de su Territorio, el régimen
tributario, atendiendo a la estructura general impositiva del Estado, a las normas que
para la coordinación, armonización fiscal y colaboración con el Estado se contengan en el
propio Concierto, y a las que dicte el Parlamento Vasco para idénticas finalidades dentro
de la Comunidad Autónoma; ii) que la exacción, gestión, liquidación, recaudación e ins-
pección de todos los impuestos, salvo los que se integran en la Renta de Aduanas y los
que actualmente se recaudan a través de Monopolios Fiscales, se efectuará dentro de
cada Territorio Histórico, por las respectivas Diputaciones Forales, sin perjuicio de la co-
laboración con el Estado y su alta inspección; iii) que las instituciones competentes de
los Territorios Históricos adoptarán los acuerdos pertinentes con objeto de aplicar en sus
respectivos Territorios las normas fiscales de carácter excepcional y coyuntural que el
Estado decida aplicar al Territorio común, estableciéndose igual período de vigencia que
el señalado para estas.
Todas estas competencias que, como se ha dicho más arriba, constituyen un núcleo in-
tangible para el legislador vasco, forman parte de lo que el Tribunal Constitucional ha definido
en su Sentencia 76/1988, de 26 de abril (que analizó precisamente el recurso de inconstitu-
torno a la naturaleza jurídica y el rango de las Normas Forales emanadas de las Juntas Ge-
nerales de los Territorios Históricos.
El problema consiste en que una de las partes, el Parlamento Vasco, el único que tiene
competencias para dictar disposiciones con rango de ley, puede modificar a su gusto y de
manera unilateral el sistema de reparto de competencias entre Instituciones Comunes y
Territorios Históricos, simplemente modificando la LTH, que es una ley ordinaria que no
requiere ninguna mayoría específica, siempre que su modificación no afecte al núcleo de
la foralidad, que resulta intocable. Así, la LTH no tiene ninguna «inmunidad» o «intangibili-
dad» frente a cualquier otra Ley del Parlamento Vasco y puede ser modificada por el legis-
lador vasco en cualquier momento y por mayoría simple, lo que ha planteado problemas de
inseguridad jurídica, ya que otras Leyes del Parlamento Vasco posteriores a la LTH han de-
rogado no expresa sino tácitamente algunos artículos de la LTH (aplicando el criterio gene-
ral de que la ley posterior deroga la ley anterior). Para evitar las modificaciones o derogacio-
nes implícitas o tácitas de la LTH por parte de otras leyes posteriores, como había ocurrido
anteriormente, el único límite que la Comisión Arbitral ha establecido por seguridad jurídica
en su Decisión 5/2003, de 3 de noviembre, es que, si el Parlamento Vasco desea alterar el
esquema de distribución de competencias, debe hacerlo o bien a través de una modifica-
ción de la propia LTH que permita luego una regulación concreta de la materia, distinta a
la existente hasta entonces y conforme al nuevo texto de la LTH, o bien mediante una ley
singular o sectorial que expresamente delimite la nueva distribución competencial que se
propone realizar junto con la modificación del esquema de reparto competencial de la LTH.
1.2. Clases de competencias de los Territorios Históricos y potestades sobre las mismas
1
Los Territorios Históricos tienen competencia exclusiva en las siguientes materias: 1.—Organización, régi-
men y funcionamiento de sus Órganos Forales; 2.—Régimen electoral municipal y de Entidades Locales meno-
res; 3.—Demarcaciones municipales y supramunicipales, que no excedan de los términos del Territorio Histórico;
4.—Elaboración de sus propios Presupuestos y Cuentas, así como de las operaciones de crédito y financieras en
los términos establecidos por el Título II de la Ley; 5.—Redacción y aprobación del Plan Foral de Obras y Servi-
cios, asistencia y asesoramiento técnico a las Entidades Locales; 6.—Las establecidas en el art. 41 del Estatuto
de Autonomía (es decir, las derivadas del Concierto Económico); 7.—Régimen de los bienes provinciales y mu-
nicipales, tanto de dominio público como patrimoniales o de propios y comunales; 8.—Planificación, proyecto,
construcción, conservación, modificación, financiación, uso y explicitación de carreteras y caminos; 9.—Montes,
aprovechamientos, servicios forestales, vías pecuarias y pastos, en los términos del art. 10.8 del Estatuto de Au-
tonomía; guardería forestal y conservación y mejora de los suelos agrícolas y forestales; 10.—Obras públicas
cuya realización no afecte a otros Territorios Históricos o no se declare de interés general por el Gobierno Vasco
(si bien se consideran obras hidráulicas de interés general, las que así se definen en la Ley de Aguas del Parla-
mento Vasco, en las cuales corresponde a la Agencia Vasca del Agua la proyección, ejecución y gestión de dichas
obras, así como las demás funciones que dicha Ley le encomienda en relación con tales obras); 11.—Régimen
de los cuerpos o secciones de Forales, Miñones y Miqueletes dependientes a efectos de representación y tra-
dicionales de las respectivas Diputaciones Forales, sin perjuicio de las facultades que corresponden al Gobierno
Vasco, como mando supremo de la Policía Autónoma; 12.—Archivos, bibliotecas, Museos e Instituciones relacio-
nadas con las Bellas Artes y Artesanía, de titularidad del Territorio Histórico; 13.—Creación y mantenimiento de
organismos culturales, de interés del Territorio Histórico.
llo normativo y ejecución (art. 7 b)2, o únicamente de ejecución (art. 7 c)3 y atribuye el resto
de las competencias a las Instituciones Comunes. Es decir, todas las materias que no estén
en el listado del artículo 7, corresponden a las Instituciones Comunes, salvo que sean trans-
feridas a los Territorios Históricos. En definitiva: el fondo de poder está en las Instituciones
Comunes y no en los Territorios Históricos. Por eso la cláusula residual del art. 6.1 de la LTH
dice que «es competencia de las Instituciones Comunes de la Comunidad Autónoma la le-
gislación y la ejecución de todas aquellas materias que, correspondiendo a la Comunidad Au-
tónoma según el Estatuto de Autonomía, no se reconozcan o atribuyan en dicho Estatuto, la
presente Ley u otras posteriores, a los Órganos Forales de los Territorios Históricos».
En primer lugar, nos encontramos con las competencias exclusivas de los Territo-
rios Históricos. El artículo 8.1 de la LTH establece que en las materias que sean competen-
cia exclusiva de los Territorios Históricos les corresponden a estos cuatro tipos de potesta-
des:
a) La normativa. Se habrá observado que se habla de potestad normativa y no de po-
testad legislativa, a diferencia de lo que suele ocurrir en las competencias exclusi-
vas, ya que el art. 6.1 de la LTH solo permite que sea una Institución común, el Par-
lamento Vasco, quien dicte normas con rango formal de ley. La LTH está pensando
en las Normas Forales de las Juntas Generales y de su propio texto se desprende
que las Normas Forales aunque no sean leyes formales son algo más que normas
reglamentarias, puesto que a la potestad reglamentaria se refiere en la letra b) y
no a) y porque dice que en aquellas materias de competencia exclusiva de los Te-
rritorios Históricos sus Normas Forales predominan por razón de la materia sobre
2
Corresponde a los Territorios Históricos el desarrollo y la ejecución de las normas emanadas de las Institu-
ciones Comunes en las siguientes materias: 1.—Sanidad vegetal, reforma y desarrollo agrario; divulgación, pro-
moción y capacitación agraria; viticultura y enología; producción vegetal, salvo semillas y plantas de viveros (si
bien corresponde a la Agencia Vasca del Agua el ejercicio de las funciones que la Ley Vasca del Agua le atribuye
en relación con el abastecimiento, saneamiento, depuración y riego, incluida la de elevar al Gobierno Vasco la
propuesta de Decreto que este aprobará para regular el régimen jurídico del riego, con el contenido mínimo es-
tablecido en esa Ley); 2.—Producción y sanidad animal; 3.-Régimen de aprovechamiento de la riqueza piscícola
continental y cinegética; 4.—Policía de las aguas públicas continentales y de sus cauces naturales, riberas y servi-
dumbres, que se ejercerá de conformidad con lo previsto en la Ley de Aguas del Parlamento Vasco; 5.—Conser-
vación, mejora, restauración o, en su caso, excavación del Patrimonio Histórico Artístico Monumental y Arqueoló-
gico; 6.—Fomento del deporte, programas de deporte escolar y deporte para todos.
3
Corresponde a los Territorios Históricos la ejecución dentro de su territorio de la legislación de las Institu-
ciones Comunes en las siguientes materias: 1.—Asistencia social, sin perjuicio de la acción directa de las Ins-
tituciones Comunes del País Vasco; 2.—Desarrollo comunitario, condición femenina, política infantil, juvenil, de
la tercera edad, ocio y esparcimiento, sin perjuicio de la acción directa en estas materias por parte de las Ins-
tituciones Comunes del País Vasco; 3.—Administración de espacios naturales protegidos. 4.—Defensa contra
incendios.—5. En materia de urbanismo, corresponden a los Territorios Históricos las facultades de iniciativa, re-
dacción, ejecución, gestión, fiscalización e información, así como las de aprobación de los instrumentos de Orde-
nación Territorial y Urbanística en desarrollo de las determinaciones del planeamiento de rango superior dentro
de su ámbito de aplicación, sin perjuicio de las competencias atribuidas por Ley a otros entes públicos y órganos
urbanísticos. Se entenderá por determinaciones de planeamiento de rango superior las comprendidas en los ins-
trumentos de Ordenación Territorial. En tanto no se aprueben estos cumplirán tal función los criterios de la Comi-
sión de Ordenación del Territorio del País Vasco, en lo que se refiere a la cuantificación del desarrollo residencial,
industrial y de servicios; infraestructuras, equipamientos, recursos naturales, actividades y materias cuya orde-
nación por razón de su objeto no sea competencia de los Territorios Históricos. En consecuencia, corresponde
a los Territorios Históricos la aprobación de todos los instrumentos de Ordenación Urbanística, excepto los pla-
nes especiales de ejecución de competencias sectoriales atribuidas a las Instituciones Comunes que desarrollen
instrumentos de Ordenación Territorial o Urbanística; 6.—Las facultades de calificación, señalización de medi-
das correctoras, inspección y sanción en relación con Actividades Molestas, Insalubres, Nocivas y Peligrosas que
puedan establecerse en suelo urbano residencial, siempre que no afecte a más de un Territorio Histórico o Ente
Público extracomunitario, y sin perjuicio de las competencias atribuidas por la Ley a los Entes Municipales.
normas con rango formal de Ley. Un ejemplo típico de potestad normativa exclu-
siva sería una Norma Foral fiscal: pensemos, por ejemplo, en la Norma Foral del Im-
puesto de Sociedades.
b) La reglamentaria. Evidentemente, quien puede lo más puede lo menos, y en estas
materias de competencia exclusiva, las Diputaciones Forales pueden dictar normas
reglamentarias de desarrollo de las Normas Forales, pensemos, por ejemplo, en un
Decreto Foral en materia tributaria.
c) La administrativa, incluida la inspección. Aquí estamos pensando en cualquier activi-
dad administrativa de los órganos administrativos de las Diputaciones Forales, inclu-
yendo la inspección. Para seguir con el ejemplo tributario, cualquier actividad de una
Hacienda Foral.
d) La revisora en la vía administrativa. Se trata de la competencia para resolver cualquier
recurso administrativo contra actos administrativos dictados por la Administración fo-
ral. Por seguir con el ejemplo, pensemos en la resolución de un recurso ante el Tribu-
nal Económico Administrativo Foral.
4
Para no repetir los mismos contenidos, se tratarán solo aquellos aspectos que sean diferentes de lo que ya
visto en lo relativo a las competencias exclusivas.
En tercer lugar, nos encontramos con las competencias de ejecución de los Terri-
torios Históricos. El art. 8.3 de la LTH establece que, en las materias en que corresponde
a los Territorios Históricos la ejecución, ejercitarán las potestades que se mencionan a con-
tinuación, de conformidad con las disposiciones de carácter general que en desarrollo de su
legislación dicten las Instituciones Comunes de la Comunidad Autónoma. Por su parte, el
art. 11 de la LTH dice que una Ley del Parlamento Vasco regulará la alta inspección por parte
del Gobierno Vasco de las actividades de ejecución en las materias que el art. 7 c) de la Ley
atribuye a los Territorios Históricos. Las potestades que ejercitarán los Territorios Históricos
en estas materias en las que les corresponde la ejecución son las siguientes:
a) La reglamentaria, para la organización de sus propios servicios.
b) La administrativa, incluida la inspección.
c) La revisora en la vía administrativa.
El art. 9 de la LTH prevé que las Diputaciones podrán realizar estadísticas para sus pro-
pios fines y competencias y participar, con carácter consultivo, en la elaboración del Plan Es-
tadístico de la Comunidad Autónoma. El art. 10 afirma que corresponden a las Instituciones
Comunes de la Comunidad Autónoma la legislación, desarrollo normativo, alta inspección,
planificación y coordinación en materia de transportes mecánicos por carretera, ejercitando
los Territorios Históricos, los que ostentaba el Territorio de Álava según los convenios vigen-
tes con el Estado.
Para finalizar, el art. 12 de la LTH prevé que la Comunidad Autónoma, por Ley del Parla-
mento Vasco, puede transferir o delegar a los Órganos Forales de los Territorios Históricos,
competencias no atribuidas a los mismos en la LTH y el art. 13 que el Gobierno Vasco, bien
por su propia iniciativa o si se lo solicitan los Órganos Forales de los Territorios Históricos,
podrá delegar en las Diputaciones Forales, la gestión y prestación de servicios de la compe-
tencia de la Comunidad Autónoma, con el alcance y duración que se establezca en el corres-
pondiente Decreto. Pero en todo caso, el Gobierno Vasco se reservará las siguientes faculta-
des: dictar Reglamentos de ejecución, establecer directrices y elaborar programas de gestión
y recabar información sobre la gestión y formular requerimientos para subsanar las deficien-
cias observadas.
La Comisión Arbitral está compuesta por un Presidente o Presidenta (cargo que debe re-
caer en el Presidente o Presidenta del Tribunal Superior del Justicia del País Vasco) y por
seis vocales, designados paritariamente y para un período de seis años, siendo posible su
nueva designación al término de cada período, por el Gobierno Vasco (tres) y por las Dipu-
taciones Forales de Bizkaia, Álava y Gipuzkoa (uno por cada una de ellas), previa consulta in-
formativa al Parlamento Vasco en el caso de los designados o designadas por el Gobierno
Vasco y a las Juntas Generales de cada Territorio Histórico en el caso de los designados por
las Diputaciones Forales. Los y las vocales deberán tener la condición política de vascos o
vascas, ser licenciados o licenciadas en Derecho con acreditada experiencia como juristas y
no podrán ser designados vocales aquellos o aquellas que sean miembros de las institucio-
nes legitimadas para actuar ante la Comisión Arbitral ni quienes mantengan una relación de
empleo o servicio activo con dichas instituciones. La Comisión Arbitral se constituyó en di-
ciembre de 1996 y, como ya hemos visto, sus resoluciones y la doctrina que han ido creando
tienen una gran importancia para resolver los conflictos que pueden plantearse entre Institu-
ciones Comunes y Territorios Históricos.
Resuelve tanto «cuestiones de competencia» como «conflictos de competencia». En
las cuestiones de competencia, la Comisión Arbitral decide sobre la titularidad de las com-
petencias autonómicas (es decir, correspondientes a las Instituciones Centrales de la Co-
munidad Autónoma) y las competencias forales (esto es, las correspondientes a los Terri-
torios Históricos de Bizkaia, Gipuzkoa y Álava) que resulten controvertidas con ocasión de
un proyecto de ley (remitido por el Gobierno Vasco al Parlamento Vasco) o de una propo-
sición de ley (presentada en el Parlamento Vasco) o con ocasión de un proyecto de norma
foral (remitida por cada Diputación Foral a las Juntas Generales de su Territorio) o de una
proposición de norma foral (presentada en las Juntas Generales de cada uno de los Te-
rritorios Históricos). Esta ley permite que tanto el Gobierno Vasco como el Parlamento
Vasco puedan plantear cuestiones de competencia con respecto a proyectos o proposi-
ciones de norma foral y que, a su vez, tanto las Diputaciones Forales como las Juntas Ge-
nerales de Bizkaia, Gipuzkoa y Álava puedan hacerlo en relación con proyectos o proposi-
ciones de ley.
Si la Comisión Arbitral admite a trámite la cuestión de competencia, se suspenderá au-
tomáticamente la tramitación del proyecto o proposición de ley o de norma foral hasta que
la Comisión Arbitral emita su decisión excepto en lo que se refiere a los proyectos de ley o
de norma foral relativos a los Presupuestos Generales y los Proyectos de Ley relativos a las
aportaciones de las Diputaciones Forales a los gastos presupuestarios de la Comunidad Au-
tónoma Vasca (pactados anteriormente en el Consejo Vasco de Finanzas y cuyos Acuerdos,
juntamente con el informe del Consejo son sometidos al Parlamento Vasco como Proyectos
de Ley de artículo único, según se establece en los artículos 22 y 29 de la Ley de Territorios
Históricos). Completado el procedimiento previsto en los arts. 47-52 de la Ley, en el plazo
de un mes, a contar desde el último trámite efectuado, la Comisión Arbitral en pleno, emitirá
una Decisión determinando si el proyecto o proposición de ley o de norma foral es conforme
con la distribución de competencias entre las Instituciones Comunes y Forales que se esta-
blece en el Estatuto de Autonomía, indicando también si modifica o afecta al sistema com-
petencial o a la distribución de competencias ente las Instituciones Comunes y Forales esta-
blecidos en la legislación en vigor (arts. 50-54).
Si la Decisión declarara la conformidad de la iniciativa con el ordenamiento jurídico, se
acordará el levantamiento de la suspensión del procedimiento de su elaboración, continuán-
dose la tramitación en el Parlamento o en las Juntas Generales respectivas. Pero si la res-
puesta es contraria, hay que distinguir varios supuestos (arts. 55-56):
1.º Si la Decisión declarara que el Proyecto de Ley presentado por el Gobierno Vasco es
contrario a las competencias forales previstas en el Estatuto de Autonomía, el Go-
bierno deberá proceder a su retirada.
2.º Si la Decisión declarara que el Proyecto de Ley presentado por el Gobierno Vasco su-
pone la modificación de la delimitación competencial entre Instituciones Comunes y
Forales establecidas en leyes que no sean el Estatuto de Autonomía, el Gobierno de-
cidirá si mantiene o no el Proyecto.
3.º Si la Decisión declarara que la Proposición de Ley del Parlamento Vasco es contraria
al Estatuto de Autonomía, la Mesa del Parlamento convocará al Pleno para que la co-
nozca y la cumpla, realizando en su caso la adaptación de la Proposición.
4.º Si la Decisión estableciera que la Proposición de Ley del Parlamento Vasco supone la
modificación de la delimitación competencial entre las Instituciones Comunes y las
Forales establecidas en leyes que no sean el Estatuto de Autonomía, el Parlamento
decidirá respecto al mantenimiento de la iniciativa.
5.º Si la Decisión declarara que el Proyecto de Norma Foral presentado por una Diputa-
ción Foral es contrario al Estatuto de Autonomía, el Consejo de Gobierno de la Diputa-
ción Foral correspondiente deberá proceder a su retirada.
6.º Si la Decisión declarase que un Proyecto de Norma Foral presentado por una Dipu-
tación Foral es contraria a las leyes que delimiten competencias entre las Institucio-
nes Comunes y las Forales que no sean el Estatuto de Autonomía, el Consejo de Go-
bierno de dicha Diputación correspondiente deberá proceder a su retirada.
7.º Si la Decisión declarara que una Proposición de Norma Foral presentada en las Jun-
tas Generales es contraria al Estatuto de Autonomía, la Mesa de las Juntas Generales
convocará al Pleno a fin de que la conozca y la cumpla, realizando en su caso la adap-
tación de la Proposición.
8.º Si la Decisión declarara que una Proposición de Norma Foral presentada en las Juntas
Generales es contraria a las leyes que delimiten competencias entre las Instituciones
Comunes y las Forales que no sean el Estatuto de Autonomía, la Mesa de las Juntas
Generales convocará al Pleno a fin de que la conozca y la cumpla, realizando en su
caso la adaptación de la Proposición.
Es decir, que, dependiendo de las Instituciones, los efectos son distintos. Si se trata de
Proyectos o Proposiciones de Norma Foral presentadas por las Instituciones de los Territo-
rios Históricos (Diputaciones Forales o Juntas Generales), tanto si la Decisión de la Comi-
sión Arbitral establece que son contrarias al Estatuto como si establece que suponen la vul-
neración del resto de las leyes que delimiten competencias entre las Instituciones Comunes
y Forales, los efectos son: o bien la retirada o bien realizar una adaptación del texto que lo
haga compatible con las normas antes mencionadas. Pero si se trata de Proyectos o Propo-
siciones de Ley presentadas por las Instituciones Comunes (es decir, Gobierno o Parlamento
vascos), los efectos son distintos si el texto viola el Estatuto de Autonomía (en ese caso pro-
cede la retirada o la adaptación) o si no respeta las leyes que delimiten competencias ente
las Instituciones Comunes y las Instituciones Forales (en este caso, dichas Instituciones de-
cidirán si mantienen o no la iniciativa). Las decisiones de la Comisión Arbitral son firmes y no
pueden ser recurridas ante los Tribunales.
La Comisión Arbitral es también competente en lo que se refiere a los denominados con-
flictos de competencia. Estos pueden ser positivos o negativos. Los conflictos de compe-
tencia positivos (arts. 58-62) son aquellos que se plantean por el Gobierno Vasco frente a las
Diputaciones Forales por disposiciones, resoluciones o actos de sus órganos o entes que de-
pendan de ellas o aquellos que promueven las Diputaciones Forales frente a las disposicio-
nes, resoluciones o actos que emanen del Gobierno Vasco o de sus órganos o entes en el
caso de que no se respete el orden de competencias establecido. En todo caso, el conflicto
versará exclusivamente sobre la titularidad de la competencia sin que quepa incluir otras
cuestiones relativas al control de legalidad de dichos actos, acuerdos y normas reglamenta-
rias, cuestiones que corresponden en todo caso a la jurisdicción contencioso-administrativa.
En el supuesto de conflicto positivo, el órgano reclamante tendrá que presentar un re-
querimiento al órgano ejecutivo superior de la Administración de la que la disposición, reso-
lución o acto proceda, en el plazo de veinte días desde su publicación o notificación. En los
veinte días siguientes a la notificación del rechazo del requerimiento o pasado un mes desde
que fue presentado sin haber obtenido respuesta alguna (transcurrido el cual se entiende
que el requerimiento ha sido rechazado), el órgano requirente podrá plantear el conflicto ante
la Comisión Arbitral. La Comisión Arbitral, reunida no en Pleno sino en la Sección Territorial
correspondiente (compuesta por el Presidente o la Presidenta de la Comisión, el o la vocal
designado por el Gobierno Vasco adscrito a dicha Sección Territorial y el o la vocal designado
por la Diputación Foral correspondiente), dará traslado a la otra parte, quien dispondrá de
veinte días para presentar sus alegaciones.
Además, los legitimados y las legitimadas podrán pedir a la Comisión la suspensión del
acto, disposición o resolución. En ese caso, la Comisión dará traslado a la otra parte para que
pueda hacer sus alegaciones en el plazo de diez días. Tras ello, resolverá en el plazo máximo
de diez días, sin que quepa ulterior recurso contra la suspensión. El asunto termina por me-
dio de una Resolución de la Sección Territorial correspondiente de la Comisión Arbitral,
quien, salvo prórroga excepcional (de un mes, si se acuerda por unanimidad de los miem-
bros de la Sección Territorial), dictará la misma en el plazo máximo de un mes desde el úl-
timo trámite efectuado en el proceso conflictual. La Resolución declarará con carácter defi-
nitivo a qué institución le corresponde la competencia, sin que quepa ningún recurso contra
dicha Resolución. Finalmente, y como consecuencia de la Resolución de la Comisión Arbitral
y en ejecución de esta, el órgano del que provenga la disposición o acto viciado de incompe-
tencia deberá derogarlo o anularlo (arts. 65-68).
Por su parte, los conflictos negativos de competencia (arts. 63-64) son aquellos que se
producen en dos supuestos: en primer lugar, cuando el Gobierno Vasco, al entender que,
en algún caso concreto, las atribuciones le corresponden a una Diputación Foral, requiere a
esta para que las ejercite. Si su requerimiento es desatendido y la Diputación en cuestión se
declara incompetente, o si se produce la inactividad de esta durante el plazo fijado en el re-
querimiento (plazo que en ningún caso podrá ser inferior a un mes) puede promover el con-
flicto negativo de competencia en los veinte días siguientes a la conclusión del plazo se-
ñalado en el requerimiento o, si este hubiere sido contestado expresamente y en sentido
desestimatorio, en los veinte días siguientes a dicha contestación. En segundo lugar, puede
ocurrir que sea una Diputación Foral la que entienda que, en algún caso concreto, las atribu-
ciones le corresponden al Gobierno Vasco y requiera a este para que las ejercite. El proce-
dimiento es el mismo, es decir: si su requerimiento es desatendido y el Gobierno Vasco se
declara incompetente, o si se produce la inactividad de este durante el plazo fijado en el re-
querimiento (plazo que en ningún caso podrá ser inferior a un mes) puede la Diputación Fo-
ral en cuestión promover el conflicto negativo de competencia en los veinte días siguientes
a la conclusión del plazo señalado en el requerimiento o, si este hubiere sido contestado ex-
presamente y en sentido desestimatorio, en los veinte días siguientes a dicha contestación.
La interposición del conflicto negativo se realizará siguiendo los trámites del artículo 26 de la
Ley, y al escrito de formalización del conflicto se la acompañarán los documentos que acre-
diten haber agotado el procedimiento previsto y los acuerdos adoptados. La Comisión Arbi-
tral dará traslado a la otra parte del escrito de iniciación para que pueda presentar alegacio-
nes en un plazo de veinte días. El asunto termina con la Resolución de la Sección Territorial
de la Comisión Arbitral en el plazo máximo de un mes desde el último trámite efectuado en
el proceso conflictual (salvo prórroga excepcional de un mes más, como hemos visto antes),
que declarará con carácter definitivo y sin que quepa recurso alguno, a qué institución co-
rresponde la competencia controvertida.
En todo caso, la Resolución que solucione el conflicto de competencias (sea este posi-
tivo o negativo) se fundamentará en el Estatuto de Autonomía de Gernika, la Ley 27/1983,
de 25 de noviembre, de relaciones entre las Instituciones Comunes de la Comunidad Au-
tónoma y los Órganos Forales de sus Territorios Históricos (la conocida como Ley de Terri-
torios Históricos) o, en general, la legislación en vigor que delimite las competencias entre
las instituciones comunes y forales y, recordémoslo una vez más, no cabrá contra ella nin-
gún tipo de recurso.
del Estado impuso una prórroga unilateral del Concierto de 1981 por un año más, mediante
Ley 25/2001, de 27 de diciembre, lo que provocó una gran tensión con las autoridades vas-
cas, ya que rompía las bases del sistema: la bilateralidad y el consenso.
Afortunadamente, durante 2002 se siguió negociando y se llegó a un nuevo acuerdo en-
tre ambas partes, siguiendo el procedimiento de acuerdo bilateral. De este modo, el nuevo
Concierto fue negociado en la entonces Comisión Mixta de Cupo (hoy Comisión Mixta de
Concierto), en la que participan tanto los representantes de la Administración del Estado
como los representantes de las Administración de la Comunidad Autónoma Vasca y de los
tres Territorios Históricos. El acuerdo de la Comisión Mixta de Cupo de 6 de marzo de 2002
fue elevado a las Cortes Generales, quienes aprobaron el nuevo Concierto actualmente vi-
gente mediante Ley 12/2002, de 23 de mayo, un Concierto que ya no tiene una vigencia li-
mitada en el tiempo, como había ocurrido con sus antecesores, sino que tiene vigencia ili-
mitada. El actual Concierto de 2002 ha sido modificado en varias ocasiones, la última de las
cuales ha tenido lugar en 2017, por Ley 10/2017, de 28 de diciembre, siguiendo, una vez
más, el procedimiento bilateral para su modificación previsto en el propio Concierto, que es
el mismo procedimiento utilizado para su aprobación.
Como ya hemos visto, el Concierto Económico Vasco, constituye uno de los derechos his-
tóricos amparados y respetados por la Constitución española (Disposición Adicional Primera,
párrafo 1.º). En virtud de lo establecido en el párrafo segundo de dicha Disposición Adicional
Primera de la Constitución, la actualización general de dicho régimen foral se llevará a cabo,
en su caso, en el marco de la Constitución y de los Estatutos de Autonomía. Pues bien, la
actualización en este ámbito se ha producido según lo establecido en el artículo 41 del Esta-
tuto de Autonomía para el País Vasco, aprobado por Ley Orgánica 3/1979, de 18 de diciem-
bre, que afirma que las relaciones de orden tributario entre el Estado y el País Vasco ven-
drán reguladas mediante el sistema foral tradicional de Concierto Económico o Convenios
(párrafo 1.º).
El párrafo segundo del art. 41 del Estatuto establece que el contenido del Concierto debe
respetar los siguientes principios: a) las Instituciones competentes de los Territorios Históri-
cos podrán mantener, establecer y regular dentro de su territorio, el régimen tributario, aten-
diendo a la estructura general impositiva del Estado, a las normas que para la coordinación,
armonización fiscal y colaboración con el Estado se contengan en el propio Concierto y las
que dicte el Parlamento Vasco para idénticas facilidades dentro de la Comunidad Autónoma,
aprobándose el Concierto por Ley; b) La exacción, gestión, liquidación, recaudación e inspec-
ción de todos los impuestos, salvo los que se integran en la Renta de Aduanas y los que ac-
tualmente se recaudan a través de Monopolios Fiscales, se efectuará, dentro de cada Terri-
torio Histórico, por las respectivas Diputaciones Forales, sin perjuicio de la colaboración con
el Estado y de su alta inspección; c) las Instituciones competentes de los Territorios Histó-
ricos adoptarán los acuerdos pertinentes, con objeto de aplicar en sus respectivos territo-
rios las normas fiscales de carácter excepcional y coyuntural que el Estado decida aplicar al
territorio común, estableciéndose igual período de vigencia que el señalado para estas; d) la
aportación del País Vasco al Estado consistirá en un cupo global, integrado por los corres-
pondientes a cada uno de sus Territorios, como contribución a todas las cargas del Estado
que no asuma la Comunidad Autónoma; e) para el señalamiento de los cupos correspondien-
tes a cada Territorio Histórico que integran el cupo global antes señalado, se constituirá una
Comisión Mixta integrada por un representante de cada Diputación Foral y otros tantos por
el Gobierno Vasco y de otra por un número igual de representantes de la Administración del
Estado. El Cupo se aprobará por Ley, con la periodicidad que se fije en el Concierto, sin per-
juicio de su actualización anual por el procedimiento que se establezca igualmente en el Con-
cierto; f) el régimen de Concierto se aplicará de acuerdo con el principio de solidaridad a que
se refieren los artículos 138 y 156 de la Constitución.
Pues bien, el actual Concierto Económico que, como ya hemos visto, se encuentra regu-
lado actualmente en la Ley 12/2002, de 23 de mayo y cuya última modificación ha tenido lu-
gar por Ley 10/2017, de 28 de diciembre, consta de tres capítulos: en su capítulo I se regula
todo lo relativo al ámbito tributario, el capítulo II se ocupa del ámbito financiero (sobre todo
de todo lo relativo al cupo), mientras que en el capítulo III se regulan los denominados órga-
nos de gestión del Concierto.
mismo ocurre con las retenciones, pagos a cuenta etc. o las competencias en materia de
gestión o inspección, etc.
En cuanto a los demás impuestos indirectos no citados anteriormente, estos se regirán
por los mismos principios básicos, normas sustantivas, hechos imponibles, exenciones, de-
vengos, bases, tipos, tarifas y deducciones que los establecidos en cada momento por el Es-
tado (art. 35 del Concierto). Por otra parte, los Tributos que recaen sobre el juego, tienen el
carácter de tributos concertados de normativa autónoma, cuando su autorización deba reali-
zarse en el País Vasco, aplicándose la misma normativa que la establecida en cada momento
por el Estado en lo que se refiere al hecho imponible y el sujeto pasivo (art. 36 del Concierto)
y serán recaudados por el Territorio Histórico competente. En lo que se refiere a las tasas,
son las Diputaciones Forales las competentes para su exacción por la utilización o aprove-
chamiento especial de su dominio público, prestación de servicios, etc.
En materia de Haciendas Locales, los Territorios Históricos son quienes dictan las nor-
mas reguladoras del Impuesto de Bienes Inmuebles, el Impuesto sobre Actividades Econó-
micas y el Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica, cuando se trate de bienes situa-
dos en su Territorio, actividades ejercidas en el mismo o cuando el domicilio que conste en
el permiso de circulación corresponda a un municipio de su Territorio (art. 41 del Concierto).
Además, los Territorios Históricos podrán mantener, establecer y regular, dentro de su Terri-
torio, el régimen propio de otros tributos propios de las Entidades Locales, atendiendo a la
estructura general establecida para el sistema tributario local de régimen común y a los prin-
cipios que la inspiran, respetando las normas de armonización del art. 3 del Concierto que
sean aplicables a esta materia y no estableciendo figuras impositivas de naturaleza indirecta
distinta de las de régimen común, cuyo rendimiento pueda ser objeto de traslación o reper-
cusión fuera del territorio del País Vasco (art. 42 del Concierto).
curran y la experiencia en su aplicación así lo aconsejen. Pues bien, para el quinquenio 2017-
2021, en el que nos encontramos, la metodología de señalamiento del cupo del País Vasco
ha quedado establecida en la Ley 11/2017, de 28 de diciembre. Su contenido, de acuerdo
con lo previsto en el Concierto, fue aprobado por acuerdo de la Comisión Mixta del Con-
cierto Económico de fecha 19 de julio de 2017, siendo dicho acuerdo aprobado a su vez por
las Cortes Generales a través de la mencionada Ley.
Los artículos 52 y siguientes del Concierto Económico establecen los principios gene-
rales de la metodología para la determinación del Cupo. Para ello, hay que tener en cuenta
las cargas del Estado no asumidas por la Comunidad Autónoma Vasca a las que hay que
contribuir mediante el Cupo. Se consideran cargas del Estado no asumidas por la Comuni-
dad Autónoma, las que correspondan a las competencias cuyo ejercicio no haya sido efec-
tivamente asumido por ella (pensemos, por ejemplo, en relaciones internacionales, de-
fensa, regímenes aduanero y arancelario, etc.). Para la determinación del importe total de
dichas cargas, se deducirá del total de gastos del Presupuesto del Estado, la asignación
presupuestaria íntegra que, a nivel estatal, corresponda a las competencias asumidas por
la Comunidad Autónoma Vasca. Entre otras, tienen el carácter de cargas no asumidas por
la Comunidad Autónoma, las cantidades asignadas en los Presupuestos Generales del Es-
tado al Fondo de Compensación Interterritorial previsto en el art. 158.2 de la Constitución;
las transferencias o subvenciones que haga el Estado en favor de entes públicos en la me-
dida en que las competencias desempeñadas por los mismos no estén asumidas por la
Comunidad Autónoma de Euskadi y los intereses y cuotas de amortización de las deudas
del Estado.
A la cantidad resultante, se le realizan una serie de ajustes como, por ejemplo, los ajus-
tes a consumo en el Impuesto sobre el Valor Añadido, en los Impuestos Especiales de Fa-
bricación y otros ajustes previstos en el artículo 55 del Concierto. Después, el artículo 56 es-
tablece una serie de compensaciones, de tal manera, que al cupo correspondiente a cada
Territorio Histórico se le restan por compensación: la parte imputable de los tributos no con-
certados; la parte imputable de los ingresos presupuestarios de naturaleza no tributaria, la
parte imputable del déficit de los Presupuestos Generales del Estado (si hubiera superávit se
hará en el sentido inverso), y la parte imputable al País Vasco de aquellos ingresos que finan-
cian las funciones y servicios traspasados al País Vasco en materia sanitaria y de Seguridad
Social y que con anterioridad a la entrada en vigor de la Ley del Concierto, eran satisfechos al
País Vasco mediante transferencias de la Tesorería General de la Seguridad Social. También
hay que tener en cuenta la compensación prevista en la Disposición Transitoria Cuarta del
Concierto (compensación en favor de la Diputación Foral de Álava por el desarrollo por parte
de esta de competencias y servicios no asumidos por la Comunidad Autónoma Vasca y que
en provincias de régimen común corresponden al Estado).
Finalmente, el cupo líquido del año base del quinquenio (actualmente el quinquenio
2017-2021) que corresponde pagar al Estado, se determinará por la aplicación del índice
de imputación al importe total de las cargas no asumidas por la Comunidad Autónoma
Vasca, teniendo en cuenta los correspondientes ajustes y compensaciones que acabamos
de ver. El índice de imputación sigue siendo el mismo desde la restauración del Concierto
en 1981, y ha sido fijado en el mismo porcentaje en cada una de las Leyes quinquenales
el Cupo aprobadas desde esa fecha. En la actual Ley quinquenal del Cupo (la Ley 11/2017,
de 28 de diciembre) sigue siendo el 6,24% (art. 7), que se supone refleja de algún modo
la participación de la economía vasca en el conjunto de la economía española. Una vez es-
tablecido el cupo líquido correspondiente al año base del quinquenio (es decir, el primer
año), el correspondiente a los siguientes se determinará por aplicación de un índice de ac-
tualización (que corresponde al cociente entre la previsión de ingresos por tributos concer-
tados, excluidos los tributos cedidos en su totalidad a las Comunidades Autónomas, que
figure en los capítulos I y II del Presupuesto de Ingresos del Estado del ejercicio corres-
pondiente y los ingresos previstos por el Estado por los mismos conceptos tributarios en
el año base del quinquenio).
Si durante el período de vigencia anual del cupo, la Comunidad Autónoma asumiese nue-
vas competencias cuyo coste anual a nivel estatal hubiese sido incluido dentro de las cargas
del Estado que sirvieron de base para la determinación de la cuantía provisional del cupo, se
procederá a reducir dicho coste anual proporcionalmente a la parte del año en que el País
Vasco hubiera asumido tales competencias y, en consecuencia, el cupo en la cuantía que
proceda. Del mismo modo se procederá si la Comunidad Autónoma Vasca dejase de ejercer
competencias que tuviera asumidas en el momento de la fijación de la cuantía provisional del
Cupo, incrementándose este en la suma que proceda (art. 58 del Concierto).
En lo que se refiere a la liquidación provisional del cupo, este y las compensaciones que
procedan se determinarán inicial y provisionalmente, partiendo de las cifras contenidas en los
Presupuestos del Estado aprobados para el ejercicio correspondiente. Una vez terminado el
ejercicio y realizada la liquidación de los Presupuestos del Estado, se harán las rectificaciones
oportunas, lo que permitirá realizar la liquidación definitiva. Las diferencias, a favor o en con-
tra, que resulten de dichas rectificaciones se sumarán algebraicamente al cupo provisional
del ejercicio siguiente a aquel en que se hubieren practicado aquellas (art. 59 del Concierto).
Finalmente, la cantidad a ingresar por la Comunidad Autónoma de Euskadi se abonará a la
Hacienda Pública del Estado en tres plazos iguales, durante los meses de mayo, septiem-
bre y diciembre de cada año (art. 60 del Concierto). Por último, si transcurrido el plazo de vi-
gencia de la vigente Ley de Cupo, no se hubiera promulgado una nueva para los ejercicios
siguientes, la metodología recogida en la vigente Ley será aplicable en todos sus términos
para el señalamiento provisional de los cupos líquidos y de las compensaciones en el ejerci-
cio 2022 y siguientes, es decir, se prorrogará automáticamente hasta que haya acuerdo para
aprobar una nueva Ley del Cupo.
El artículo 2.º de la Ley establece que tendrán la consideración de entidades locales a los
efectos previstos en la Ley: el municipio, los concejos y demás entidades territoriales de ám-
bito inferior al municipio, las mancomunidades de municipios, las cuadrillas alavesas y otras
entidades que agrupen a varias entidades locales. Por su parte, el artículo 4.2 recoge los prin-
cipios que inspiran su dirección política y acción de gobierno: autonomía local, autonomía fi-
nanciera, autoorganización, igualdad en el acceso a los servicios públicos locales por parte de
la ciudadanía, proximidad a la ciudadanía, solidaridad y sostenibilidad medioambiental, partici-
pación ciudadana, transparencia, ética y adecuación a los principios del buen gobierno, igual-
dad entre hombres y mujeres, pluralismo político e imparcialidad y eficacia y eficiencia en la
actividad pública local.
Los artículos 6 y 7 recogen un tratamiento exhaustivo del uso del euskera en la vida de
las entidades locales y atribuyen a los municipios, como competencia propia, la competen-
cia para el fomento del uso del euskera y la planificación de su normalización en los servi-
cios y actividades que correspondan a la esfera de sus atribuciones. Por su parte, los ar-
tículos 14 y ss. se refieren a las competencias municipales, establecidas por ley o norma
foral y que se clasifican en propias, transferidas o delegadas. Las relación de competen-
cias propias aparece recogida en una larga lista de 37 ámbitos materiales enunciados en
el artículo 17 de la Ley, entre las que destacan, a título de ejemplo, la ordenación, planifica-
ción y gestión de la protección civil, de las relaciones de convivencia en el espacio público,
de la policía local, tráfico y seguridad vial, de la seguridad de las actividades organizadas en
espacios públicos, competencias en materia de animales de compañía, en materia de vi-
vienda y urbanismo, en salud pública, en la defensa de los consumidores, acerca de ser-
vicios funerarios y cementerios, atribuciones en servicios sociales, en inclusión social, en
materia de aguas, alumbrado, limpieza, recogida de basuras, transporte público, deporte,
cultura, patrimonio histórico municipal, turismo local, participación en la programación de la
enseñanza y mantenimiento de centros públicos de educación infantil, primaria y especial;
ordenación y gestión de las actividades de servicios, planes locales de empleo, fomento
y uso del euskera, políticas de igualdad de género, patrimonio municipal, playas, lagos y
montes, gestión de estructuras de participación ciudadana, transparencia, buen gobierno y
acceso a las nuevas tecnologías, mantenimiento de las vías públicas urbanas y rurales, mo-
vilidad y accesibilidad, gestión de establecimientos públicos y actividades recreativas, co-
mercio interior, integración social en materia de inmigración, juventud y cooperación para
el desarrollo.
Por su parte, el artículo 21 se ocupa de la transferencia de competencias que pue-
den realizar la Comunidad Autónoma Vasca (por ley) o el Territorio Histórico al que perte-
nece el municipio (por norma foral), incluyendo su financiación, que ha de ser suficiente,
mientras que el artículo 22 se ocupa de la delegación de competencias por parte de la
Comunidad Autónoma Vasca y de los Territorios Históricos, cuya financiación también es-
tar garantizada.
Finalmente, el artículo 14.3 de la Ley establece que el autogobierno de los municipios se
garantiza mediante la atribución de competencias propias y solo excepcionalmente a través
de competencias transferidas o delegadas. Por su parte, la Ley establece en el artículo 16
una cláusula universal de competencias municipales y actividades, servicios o prestaciones
que no tengan el carácter de competencias propias, transferidas o delegadas en consonancia
con el art. 14.4, que dice que las entidades locales podrán ejercitar cualquier tipo de activi-
dad, servicio o prestación que, desarrollada en interés de la comunidad local, no se encuadre
dentro de las competencias propias, transferidas o delegadas, siempre que no incurra en su-
puestos de duplicidad con otras instituciones y no se ponga en riesgo la sostenibilidad finan-
ciera de la hacienda de la entidad en su conjunto.
Tema 6
99 Igualdad: contexto-antecedentes.
99 Objeto y fin.
99 Principios generales: igualdad de trato; igualdad
de oportunidades; respeto a la diversidad y a la
diferencia; integración de la perspectiva de género;
acción positiva; eliminación de roles y estereotipos
en función del sexo; representación equilibrada;
colaboración y coordinación.
99 Medidas para promover la igualdad en la
normativa y actividad administrativa.
Sumario Tema 6
I. Contexto-antecedentes
1. Igualdad de trato
2. Igualdad de oportunidades
3. Respeto a la diversidad y a la diferencia
4. Integración de la perspectiva de género
5. Acción positiva
6. Eliminación de roles y estereotipos en función del sexo
7. Representación equilibrada
8. Colaboración y coordinación
I. Contexto-antecedentes
La igualdad es una reivindicación, dada la existencia real de la desigualdad, y uno de los pila-
res básicos y fundamentales de todo Estado Social y Democrático de Derecho. En la actuali-
dad la igualdad de mujeres y hombres se inscribe dentro de una comprensión tridimensional
de la igualdad: como valor superior del ordenamiento jurídico, como principio jurídico y como
derecho fundamental. En este sentido la idea de igualdad funciona como un criterio razona-
ble y no arbitrario para conocer qué grado de desigualdad entre dos o más personas es jurí-
dicamente admisible. Una buena compresión de la igualdad requiere un cierto conocimiento
de los antecedentes jurídico políticos que dan cuenta del actual contexto normativo de la
igualdad de mujeres y hombres en la CAE.
Los antecedentes más significativos son:
nos y siempre que lo solicite el Comité, un informe sobre las medidas legislativas, judicia-
les y administrativas… adoptadas para hacer efectivas las disposiciones de la Convención;
6) Por último, el Protocolo Facultativo de la CEDAW (2000), con este se introducen dos
mecanismos para garantizar eficazmente los derechos de las mujeres: a) El procedimiento
de comunicaciones (arts. 2-7) del Protocolo que permite que cualquier mujer a la que le ha-
yan violado los derechos contemplados en la Convención, una vez agotadas todas las posi-
bilidades jurídicas en el marco interno de su Estado, pueda recurrir al Comité de Expertas y
Expertos de la CEDAW que establecerá si el Estado ha vulnerado o no la Convención; b) El
procedimiento de investigación (arts. 8-9) del Protocolo. El Comité puede investigar viola-
ciones sistemáticas de los derechos de las mujeres en un o por un Estado.
Pero la rápida constatación de que el compromiso normativo de Naciones Unidas en ma-
teria de igualdad de mujeres y hombres no garantizaba la eliminación de las múltiples dis-
criminaciones que sufren las mujeres provocó la aparición de las Conferencias Internacio-
nales sobre las Mujeres como instrumentos para lograr una igualdad real. Desde 1975 y
dentro del marco de estas Conferencias los Estados lograrán determinados acuerdos en re-
lación con la igualdad de oportunidades de mujeres y hombres, señalando los avances que
hay que lograr y comprometiéndose para ello con la puesta en marcha de instrumentos con-
cretos de carácter político y técnico.
Las cuatro más importantes han sido:
a) La 1.ª Conferencia Mundial de 1975 en México. De esta Conferencia lo más remar-
cable es que señala como objetivos a lograr por Naciones Unidas: La igualdad plena
de mujeres y hombres y la «eliminación» de la discriminación por razón de género; la
integración y total participación de las mujeres en el desarrollo y su gran vinculación
con el fortalecimiento de la paz mundial. Además, se aprueba un Plan de Acción (re-
coge los logros mínimos que se deben obtener para 1980, educación, empleo, partici-
pación política…) y se inician los trabajos que tendrán como resultado la Convención
de la CEDAW.
b) La 2.ª Conferencia Mundial de 1980 en Copenhague. Lo más reseñable es que se
evaluó el Plan de Acción de 1975. Con la evaluación se comprueba y visibiliza la dis-
tancia que hay entre el reconocimiento de los derechos jurídicos a las mujeres y las
posibilidades reales que tienen estas de ejercitarlos. Se alude a la falta de implicación
de los varones, la limitada voluntad política de los Estados, pocas mujeres en pues-
tos de dirección, falta de recursos económicos… Se aprobaron declaraciones sobre
la participación de las mujeres en los procesos de paz y de desarrollo, erradicación de
estereotipos, derecho a la tierra…
c) La 3.ª Conferencia Mundial de 1985 en Nairobi. La importancia de esta conferencia
reside en que se cambia de perspectiva, de enfoque sobre la manera más adecuada
de superar todos los obstáculos que se le ponen al logro de la igualdad real de muje-
res y hombres. Es la primera aproximación a lo que hoy en día conocemos como tras-
versalidad de la perspectiva de género o Mainstreaming: medidas constitucionales y
jurídicas; igualdad en la participación social (estuvieron ONGs y MF); igualdad en la
participación política y en la toma de decisiones.
d) La 4.ª Conferencia Mundial de 1995 en Beijing. Marca el paso de las políticas de
acción positiva hacia las mujeres hacia las políticas que integren la perspectiva de
género. Si se quiere acabar con la desigualdad de mujeres y hombres no son sufi-
cientes medidas de acción positiva a favor de las mujeres, hay que conocer cómo
funcionan las estructuras sociales y las relaciones de las mujeres y los hombres en
estas con el objeto de asegurar que las mujeres logren ocupar el lugar que les co-
Objeto y fin
En el art. 1 de la ley se establece el objeto de la misma «establecer los principios generales
que han de presidir la actuación de los poderes públicos en materia de igualdad de mujeres y
hombres, así como regular un conjunto de medidas dirigidas a promover y garantizar la igual-
dad de oportunidades y trato2 de mujeres y hombres en todos los ámbitos de la vida y, en
particular, a promover la autonomía y a fortalecer la posición social, económica y política de
aquellas».
Según se recoge en el II apartado de la exposición de motivos de la misma se trata de
lograr «garantizar la aplicación práctica y efectiva del derecho a la igualdad reconocida for-
malmente en los textos legales, y, en este sentido, esta ley plantea mecanismos y medidas
concretas para conseguir que las administraciones públicas vascas lleven a cabo políticas
y actuaciones más incisivas de cara a eliminar este fenómeno estructural y universal de la
desigualdad entre mujeres y hombres».
Todo ello con «el fin último es avanzar en la consecución de una sociedad igualitaria
en la que todas las personas sean libres, tanto en el ámbito público como en el privado,
para desarrollar sus capacidades personales y tomar decisiones sin las limitaciones im-
puestas por los roles tradicionales en función del sexo, y en la que se tengan en cuenta,
valoren y potencien por igual las distintas conductas, aspiraciones y necesidades de mu-
jeres y hombres. Para ello, la ley establece los principios generales que han de presidir la
actuación de los poderes públicos en materia de igualdad de mujeres y hombres, y regula
un conjunto de medidas dirigidas a promover y garantizar la igualdad de oportunidades y
trato en todos los ámbitos de la vida, y en particular a promover la autonomía y a forta-
lecer la posición social, económica y política de aquellas, en tanto que colectivo discrimi-
nado».
A continuación, señalaremos los principios generales que deben orientar la actuación de
los poderes públicos vascos3 derivados del mandato de igualdad y de prohibición de discrimi-
nación por razón de sexo.
Los principios de igualdad de oportunidades y de igualdad de trato están incluidos en la sección de princi-
2
El principio de igualdad de trato entre mujeres y hombres supone la ausencia de toda discri-
minación, directa o indirecta, por razón de sexo, y, especialmente, las derivadas de la mater-
nidad, la asunción de obligaciones familiares y el estado civil.
Por lo que el art. 3.1 de la ley «prohíbe toda discriminación basada en el sexo de las per-
sonas, tanto directa como indirecta y cualquiera que sea la forma utilizada para ello».
La propia ley señala cómo deben entenderse estos dos conceptos en el ámbito de aplica-
ción de la misma:
— La discriminación directa: art. 3.1 a) «Existirá discriminación directa cuando una per-
sona sea, haya sido o pudiera ser tratada de manera menos favorable que otra en si-
tuación análoga por razón de su sexo o de circunstancias directamente relaciona-
das con el sexo, como el embarazo o la maternidad». Igualmente considera el acoso
sexista en el trabajo, sin prejuicio de su tipificación como delito, como una discrimina-
ción directa por razón de sexo. Se trata por lo tanto de un trato desigual y desfavorable
que se lleva a cabo de forma expresa.
Un ejemplo: Una empresa busca contratar una persona para cubrir un puesto de
trabajo y publica un anuncio en el que se puede leer «Se busca director de ventas. Se
busca hombre con disponibilidad para viajar…». Este anuncio es un ejemplo claro de
discriminación directa ya que excluye directamente a las mujeres.
— La discriminación indirecta: art. 3.1 b) «Existirá discriminación indirecta cuando un
acto jurídico, criterio o práctica aparentemente neutra perjudique a una proporción sus-
tancialmente mayor de miembros de un mismo sexo, salvo que dicho acto jurídico, cri-
terio o práctica resulte adecuada y necesaria y pueda justificarse con criterios objetivos
que no estén relacionados con el sexo». La discriminación será calificada como indi-
recta por razón de sexo cuando se produzca una situación en que una disposición, cri-
terio o práctica aparentemente neutros pone a personas de un sexo en desventaja par-
ticular con respecto a personas del otro.
Un ejemplo: Que en una empresa el hecho de contar con un contrato a tiempo
completo pueda servir como un criterio a puntuar para la promoción interna parece
a priori que no es una medida discriminatoria, ya que tanto mujeres como hombres
en esa empresa pueden contar con un contrato a tiempo completo. Sin embargo, en
realidad sí puede ser discriminatoria por cuanto que, son hombres la mayoría de quie-
nes tienen contrato a tiempo completo y son mujeres quienes tienen la mayoría de los
contratos a tiempo parcial4, por lo que las mujeres quedarían fuera de esa posibilidad
de promoción.
— Medidas no discriminatorias: art. 3.1 c) Quedan fuera de la calificación de medi-
das discriminatorias por razón de sexo todas aquellas que, «aunque planteen un trata-
4
Según datos de Emakunde, en Euskadi analizando la población de 16 años o más ocupada del 2020, del co-
lectivo de personas ocupadas con contrato a tiempo parcial un 79,6% son mujeres.
miento diferente para las mujeres y los hombres, tienen una justificación objetiva y ra-
zonable», entre las que se encuentran expresamente contempladas en la ley:
• Las medidas fundamentadas en acciones positivas para las mujeres.
• Las medidas fundamentadas en la necesidad de una protección especial de los
sexos por motivos biológicos.
• Las medidas fundamentadas en la promoción de la incorporación de los hombres al
trabajo doméstico y de cuidado de las personas.
«ningún tipo de ayuda o subvención a ninguna actividad que sea discriminatoria por razón
de sexo, ni tampoco a aquellas personas físicas y jurídicas que hayan sido sancionadas ad-
ministrativa o penalmente por incurrir en discriminación por razón de sexo, durante el pe-
ríodo impuesto en la correspondiente sanción».
«Los poderes públicos vascos garantizarán el ejercicio efectivo de los derechos funda-
mentales de aquellas mujeres o grupos de mujeres que sufran una múltiple discriminación
por concurrir en ellas otros factores que puedan dar lugar a situaciones de discriminación,
como la raza, color, origen étnico, lengua, religión, opiniones políticas o de otro tipo, per-
tenencia a una minoría nacional, patrimonio, nacimiento, discapacidad, edad, orientación
sexual o cualquier otra condición o circunstancia personal o social».
cursos y recompensas valoradas por la sociedad, deben ponerse en marcha acciones de ac-
ción positiva hacia las mujeres. Igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres significa
garantizar que ambos puedan participar en diferentes esferas (económica, política, participa-
ción social, de toma de decisiones...) y actividades (educación, formación, empleo...) sobre
bases de igualdad. Se ha pasado de considerar que la igualdad únicamente afectaba a las
mujeres a ser considerada un aspecto central del desarrollo de la vida política, social y eco-
nómica. También hemos tomado conciencia que no es solamente necesario cambiar y crear
leyes y normas que regulen las relaciones en esos ámbitos, sino que debemos trabajar por
conseguir la igualdad en la vida diaria, en la familiar, en el trabajo.
El art. 3.2 de la ley recoge el principio de «igualdad de oportunidades»
«Los poderes públicos vascos deben adoptar las medidas oportunas para garantizar el
ejercicio efectivo por parte de mujeres y hombres, en condiciones de igualdad, de los de-
rechos políticos, civiles, económicos, sociales y culturales y del resto de derechos funda-
mentales que puedan ser reconocidos en las normas, incluido el control y acceso al poder
y a los recursos y beneficios económicos y sociales».
«Los poderes públicos han de poner los medios necesarios para que el proceso hacia
la igualdad de sexos se realice respetando tanto la diversidad y las diferencias existentes
entre mujeres y hombres en cuanto a su biología, condiciones de vida, aspiraciones y ne-
cesidades, como la diversidad y diferencias existentes dentro de los propios colectivos de
mujeres y de hombres».
Las personas somos diferentes entre sí. No todas las mujeres y ni todos los hombres
somos iguales. Hay que tener en cuenta que existen diferencias entre mujeres y hombres,
pero también diferencias dentro de las mujeres y dentro de los hombres.
Esto es, todas las personas somos diferentes y diversas, por lo que es necesario recono-
cer y respetar que cada persona, sea hombre o mujer, es diferente, pero sin olvidar que la di-
ferencia no implica desigualdad. Se trata por lo tanto de conseguir que mujeres y hombres
sean iguales en la diferencia.
Esta perspectiva ayuda a comprender más profundamente tanto la vida de las mujeres como
la de los hombres y las relaciones que se dan entre ambos
La perspectiva de género es una metodología y un conjunto de mecanismos que permi-
ten identificar, cuestionar y valorar la discriminación, desigualdad y exclusión de las muje-
res, que se pretende justificar en base a las diferencias biológicas entre ambos sexos, igual-
mente hace referencia a las acciones que deben emprenderse para actuar sobre los factores
de la desigualdad y crear las condiciones de cambio que permitan avanzar en la construcción
de la igualdad de mujeres y hombres.
Analizar cualquier situación, institución o realidad desde la perspectiva de género permite
entender que la vida de mujeres y hombres puede modificarse en la medida en que no está
determinada por la naturaleza sino culturalmente construida.
Este enfoque cuestiona los estereotipos con que se nos educa y abre la posibilidad de
elaborar nuevos contenidos de socialización y relación entre los seres humanos. El empleo
de esta perspectiva plantea la necesidad de solucionar los desequilibrios que existen entre
mujeres y hombres, mediante acciones como:
— Redistribución equitativa de las actividades entre los sexos (en las esferas de lo pú-
blico y privado).
— Justa valoración de los distintos trabajos que realizan mujeres y hombres, especial-
mente en lo referente a la crianza de las hijas e hijos, el cuidado de los enfermos y las
tareas domésticas.
— Modificación de las estructuras sociales, los mecanismos, las reglas, prácticas y valo-
res que reproducen la desigualdad.
— El fortalecimiento del poder de gestión y decisión de las mujeres.
En el segundo párrafo se ofrece una definición del principio de cara a la aplicación y efec-
tos de la Ley: «se entiende por integración de la perspectiva de género la consideración sis-
temática de las diferentes situaciones, condiciones, aspiraciones y necesidades de mujeres
y hombres, incorporando objetivos y actuaciones específicas dirigidas a eliminar las desigual-
dades y promover la igualdad en todas las políticas y acciones, a todos los niveles y en todas
sus fases de planificación, ejecución y evaluación».
Todavía hoy en día constatamos la situación de desigualdad real en la que viven las mujeres,
este hecho nos demuestra que los esfuerzos legislativos realizados en torno a la igualdad no
han sido suficientes para terminar con las situaciones de discriminación real en la que han vi-
vido y viven las mujeres. La igualdad formal es necesaria pero no suficiente. La obtención
de la igualdad real y efectiva de mujeres y hombres requiere de múltiples principios e instru-
mentos más allá del reconocimiento legislativo del principio de igualdad. Uno de los instru-
mentos más eficaces para trabajar por la igualdad real y efectiva de mujeres y hombres es
la «acción positiva». La Ley en su art. 3.5 recoge que «Para promover la consecución de la
igualdad real y efectiva de mujeres y hombres, los poderes públicos deben adoptar medidas
específicas y temporales destinadas a eliminar o reducir las desigualdades de hecho por ra-
zón de sexo existentes en los diferentes ámbitos de la vida».
La acción positiva se legitima no en función de la persona beneficiaría, sino en función de
su pertenencia a un colectivo discriminado, el de las mujeres. Es decir que las medidas de
acción positiva tienden a eliminar las desigualdades que históricamente sufren las muje-
res como consecuencia de los roles y estereotipos que la sociedad les impone. Entre otras
definiciones nos encontramos la del Comité Para La Igualdad Entre Hombres Y Mujeres del
Consejo de Europa, como una estrategia destinada a establecer la igualdad de oportunida-
des por medio de unas medidas (temporales) que permitan contrastar o corregir aquellas
discriminaciones que son el resultado de prácticas o de sistemas sociales, o sea, es un ins-
trumento que desarrolla el principio de igualdad de oportunidades y que tiende a corregir las
desigualdades.
El origen de la acción positiva la encontramos en los Estados Unidos en la década de los
años 60 del siglo xx. Distintos grupos sociales presionaron para lograr la participación de las
personas afro-americanas en los distintos ámbitos de la sociedad (trabajo, política, etc.). En
la década de los 80 estas medidas se empiezan a implementar en Europa con el objetivo de
reducir las desigualdades entre hombres y mujeres, dadas las limitación e insuficiencia de
los logros obtenidos con el reconocimiento en leyes y constituciones de la igualdad formal
entre hombres y mujeres.
Hasta el momento las medidas de acción positivas han sido pensadas para garantizar el
derecho de las mujeres a acceder en igualdad de condiciones a profesiones y cargos labo-
rales o políticos donde están infrarrepresentadas. Pero dado que las medidas de acción po-
sitiva pretenden reducir las desigualdades, también podrían ser consideradas medidas de
acción positiva aquellas que promovieran el acceso de los hombres a profesiones tradicio-
nalmente consideradas como femeninas, tales como la educación infantil, la enfermería, los
servicios de cuidados o de limpieza, etc.
Existen medidas de acción positiva, más centradas en igualar las condiciones de acceso
(es decir, en el «punto de salida»), se articularían por medio de cursos de formación, orienta-
En el art. 3.6 de la Ley se dice «Los poderes públicos vascos deben promover la eliminación
de los roles sociales y estereotipos en función del sexo sobre los que se asienta la desigual-
dad entre mujeres y hombres y según los cuales se asigna a las mujeres la responsabilidad
del ámbito de lo doméstico y a los hombres la del ámbito público, con una muy desigual va-
loración y reconocimiento económico y social».
Un estereotipo de género, o estereotipo en función del sexo, es una opinión o un prejui-
cio generalizado acerca de atributos o características que hombres y mujeres poseen o de-
berían poseer que a su vez determinan los roles en función del sexo, es decir las funciones
sociales que ambos desempeñan o deberían desempeñar. Por efecto de los estereotipos en
función del sexo, las personas se ven impulsadas a desempeñar tareas y funciones conside-
radas propias de hombres o de mujeres, en función del sexo al que cada persona pertenece.
Estas tareas y funciones son los roles sociales, las conductas o actividades que se atribuyen
como propias en nuestra sociedad en base al sexo de las personas.
Según la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas en Derechos Humanos «Un
estereotipo de género es nocivo cuando limita la capacidad de hombres y mujeres para de-
sarrollar sus facultades personales, realizar una carrera profesional y tomar decisiones acerca
de sus vidas y sus proyectos vitales. Los estereotipos nocivos pueden ser hostiles o negati-
vos (por ejemplo, las mujeres son irracionales) o aparentemente benignos (por ejemplo, las
mujeres son protectoras)». Uno de estos estereotipos, por ejemplo, el de que las mujeres
son más protectoras, servirá como excusa explicativa para asignar a las mujeres el rol social
de cuidadoras. Es decir, como las mujeres son más protectoras se les atribuirá casi en exclu-
siva y a todas las responsabilidades del cuidado de los hijos.
Así, en nuestra sociedad tradicionalmente se ha asignado a las mujeres todo lo relacio-
nado con el ámbito doméstico, el cuidado de las personas, las tareas del hogar, etc. mientras
que a los hombres se les ha asignado todo lo relacionado con el ámbito público, todas las ta-
reas relacionadas con la vida política, económica, social y de los ámbitos de poder y toma de
decisiones.
Hay que tener en cuenta, además, que esta división también tiene una desigual valora-
ción tanto a nivel económico como a nivel social, el ámbito doméstico está peor valorado
que el ámbito público en nuestra sociedad.
tintos ámbitos de toma de decisiones», mientras que el segundo párrafo hace referencia
a la representación equilibrada, en este segundo párrafo del art. 3.7 de la Ley se define
cuantitativamente que se entiende por representación equilibrada para dar cumplimiento a
la presencia equilibrada. «A efectos de esta ley, se considera que existe una representación
equilibrada en los órganos administrativos pluripersonales, cuando los dos sexos están re-
presentados al menos al 40%».
Esta representación equilibrada deberá cumplirse en los órganos administrativos pluriper-
sonales, es decir órganos como, por ejemplo, comisiones, consejos o tribunales que estén
compuestos por más de una persona.
La definición del art. 3.7 está en sintonía con otras definiciones legales de «representa-
ción equilibrada» en el ámbito internacional, europeo y estatal. También ha sido defendida en
sede judicial. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha defendido tanto la eliminación de
cualquier tipo de discriminación por sexos como el reconocimiento de la necesidad e idonei-
dad del impulso de acciones positivas encaminadas a superar las desigualdades, tal y como
podemos ver en varias sentencias: la Sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea,
de 6 de julio de 2000, la Sentencia del TJUE, de 17 de octubre de 1995, la Sentencia del
TJUE de 28 de marzo de 2000, que refuerzan la importancia de la aplicación de acciones po-
sitivas para garantizar una representación equilibrada.
El art. 3.8 de la Ley señala que: «Los poderes públicos vascos tienen la obligación de colabo-
rar y coordinar sus actuaciones en materia de igualdad de mujeres y hombres para que sus
intervenciones sean más eficaces y acordes con una utilización racional de los recursos».
El logro de la igualdad de mujeres y hombres supone un cambio estructural de la socie-
dad, de ahí que todas las actuaciones llevadas a cabo en materia de igualdad deban reali-
zarse de forma coordinada y con la colaboración de todas las instituciones de la Comunidad
Autónoma Vasca, de todas las entidades y de la ciudadanía, ya que como hemos señalado
anteriormente la situación de desigualdad de mujeres y hombres se produce en todos los
ámbitos de la vida.
Por este motivo la Ley promueve la creación de diferentes estructuras de coordinación
que se recogen en posteriores artículos entre las que se encuentran:
Estructuras formales (recogidas expresamente en normas)
Comisión Interdepartamental. Prevista en el art. 13 de la Ley 4/2005 y regulado por
el Decreto 261/2006, de 26 de, que tiene por objeto la coordinación de las actuacio-
nes del Gobierno Vasco en materia de igualdad de mujeres y hombres.
Grupo Técnico Interdepartamental (GTI). Estructura técnica interdepartamental,
creada en virtud del Decreto 261/2006, de 26 de diciembre, que tiene por objeto pres-
tar el apoyo y asesoramiento técnico necesario a las y los miembros de la Comisión
Interdepartamental para el correcto desempeño de sus funciones.
Comisión Interinstitucional para la Igualdad de Mujeres y Hombres, regulada por
el Decreto 5/2007, de 16 de enero, se constituye como órgano de coordinación de las
políticas y programas que en materia de igualdad de mujeres y hombres desarrollen la
Administración autonómica, foral y local.
«Los poderes públicos vascos han de tener en cuenta de manera activa el objetivo de
la igualdad de mujeres y hombres en la elaboración y aplicación de las normas, así como
de los planes, programas y otros instrumentos de formulación de políticas públicas, de los
programas subvencionales y de los actos administrativos».
Estas guías sirven para comprender cómo cada persona a través del lenguaje nombra la
realidad, le pone etiquetas, pero también la interpreta y la crea.
La cultura de nuestras sociedades es androcéntrica5 y sexista6 y sesga la realidad y refle-
jándose en el uso que se hace del lenguaje. En esta cultura se valoran las capacidades y fun-
ciones atribuidas a los hombres, pero no se reconoce el valor social de aquellas capacidades
y funciones que son atribuidas a las mujeres y esto queda reflejado en el uso que hacemos
del lenguaje.
Haciendo un uso sexista del lenguaje se excluye, se invisibiliza y se minimiza a las muje-
res. Con el lenguaje realizamos una doble acción, por una parte reflejamos la realidad, pero
5
La mirada androcéntrica consiste en considerar a los hombres como sujetos de referencia y a las mujeres
como seres dependientes y subordinados a ellos. El androcentrismo supone, considerar a los hombres como el
centro y la medida de todas las cosas.
6
El sexismo es la asignación de valores, capacidades y roles diferentes a hombres y mujeres exclusivamente
en función de su sexo, desvalorizando todo lo que hacen las mujeres frente a lo que hacen los hombres, que es
lo que está bien, «lo que tiene importancia».
por otra la fijamos. Independientemente de los grandes cambios operados en el papel so-
cial de las mujeres, los mensajes transmitidos siguen mostrando una imagen parcial y las si-
túan en una posición subordinada respecto a los hombres. No hay lenguas sexistas hay usos
sexistas de la lengua, el sexismo está en el pensamiento. De ahí la importancia de cambiar
la mirada sobre la realidad, la necesidad e importancia de hacer un uso no sexista del len-
guaje y de utilizar un lenguaje que visibilice, incluya y nombre a las mujeres. Haciendo un
uso no sexista del lenguaje, no confundimos con los mensajes, incluimos y hacemos visibles
a ambos sexos, valoramos por igual a mujeres y a hombres y le damos la palabra a todo el
mundo.
— Inclusión de criterios relacionados con la integración de la perspectiva de género en las
subvenciones públicas (art. 20.2 y 20.3).
— Inclusión como criterio, en las subvenciones, la trayectoria de las personas beneficia-
rias en el desarrollo de políticas o actuaciones dirigidas a la igualdad de mujeres y hom-
bres (art. 20.2 y 20.3).
— Inclusión de criterios de igualdad en la contratación de la administración (20.2 y 20.3).
En la actualidad se han desarrollado una tipología de criterios de igualdad en los que
predominan los requisitos obligatorios (condiciones de ejecución) y los criterios de va-
loración de la ofertas7.
7
Todos los datos se pueden encontrar en los informes de Emakunde-Instituto Vasco de la Mujer, 2018.
Existe un trabajo realizado.
Tema 7
99 Administración electrónica.
99 El acceso electrónico de la ciudadanía
a los servicios públicos.
99 El funcionamiento electrónico del sector público:
sede electrónica y portal de internet,
sistemas de identificación y firma electrónica.
99 El archivo electrónico.
99 El expediente administrativo.
Sumario Tema 7
1. Antecedentes
6. El expediente administrativo
1. Antecedentes
La Administración electrónica es el uso de las TIC en las AAPP, que combinado con cambios
organizativos y nuevas aptitudes tiene por objetivo la mejora de los servicios públicos y los
procesos democráticos reforzando el apoyo a las políticas públicas.
Siempre que se habla de la administración electrónica se tiene que pensar en dos ám-
bitos con objetivos diferentes. Por un lado el reto de la modernización de los procesos
mediante la transformación digital, permitiendo hacer una administración más eficiente,
centrada en las necesidades de ciudadanos y empresas, más abierta, participativa y transpa-
rente.
Por el otro, ofrecer a la ciudadanía y empresas la posibilidad de relacionarse con la admi-
nistración a través de internet ofreciendo servicios 24x7 (24 horas, siete días a la semana).
Bajo esta perspectiva podemos identificar las características de la Administración electró-
nica de la siguiente manera:
1
Norma derogada, con efectos de 7 de diciembre de 2018, sin perjuicio de lo previsto en las disposiciones
adicional 14 y transitoria 4 de la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, según establece su disposición deroga-
toria única.1. Ref. BOE-A-2018-16673.
2
Norma derogada, con efectos de 2 de octubre de 2016, por la disposición derogatoria única.2.b) de la Ley
39/2015, de 1 de octubre. Ref. BOE-A-2015-10565.
— Las previsiones relativas a los derechos de las personas en sus relaciones con las
AA.PP.
• Del interesado en el procedimiento administrativo, derecho y obligación de relacio-
narse electrónicamente con las AA.PP.
• Asistencia en el uso de medios electrónicos los interesados.
— La representación y los registros electrónicos de apoderamientos.
— Los registros.
— Los sistemas de identificación de los interesados en el procedimiento.
— Los sistemas de firma admitidos por las AA.PP.
— El uso de medios de identificación y firma en el procedimiento administrativo.
— La forma de los actos administrativos.
En el siguiente cuadro podemos identificar los artículos de la Ley 39/2015 que tienen un
impacto directo en la administración electrónica:
13. Derechos de las personas 36. Forma (de los actos administrativos)
53. Derechos del interesado 66. Solicitudes de iniciación
14. Derecho y obligación de relacio- 19. Comparecencia de las personas
Derechos narse electrónicamente Tramitación 21. Obligaciones de resolver
12. Asistencia en el uso de medios 30. Computo de plazos
electrónicos 41, 42 y 43. Notificaciones
98. Ejecutoriedad
9. Sistemas de identificación de los 26. Emisión de documentos por AA.PP.
interesados 27. Validez y eficacia de copias por AA.PP.
Identificación y 10. Sistemas de firma admitidos por 28. Documentos aportados por los intere-
las AA.PP. Documentos
firma-e sados
11. Uso de medios de identificación y 70. Expediente administrativos
firma 17. Archivo de documentos
5. Representación
Representación 6. Registros electrónicos de apode-
Otras disposiciones
ramientos
Registros 16. Registros
Ley 39/2015 Panorámica de aspectos con impacto en las TIC.
La Ley establece y regula las bases del régimen jurídico de las Administraciones Públi-
cas, los principios del sistema de responsabilidad de las Administraciones Públicas y de
la potestad sancionadora, así como la organización y funcionamiento de la Administra-
ción General del Estado y de su sector público institucional para el desarrollo de sus acti-
vidades.
Desde el punto de vista del uso de los medios electrónicos son de particular interés en la
Ley 40/2015:
— Los órganos colegiados.
— El funcionamiento electrónico del Sector Público:
• Sede electrónica.
• Portal de internet.
• Sistemas de identificación de las AA.PP.
• Actuación administrativa automatizada.
• Sistemas de firma para la actuación administrativa automatizada.
• Firma electrónica del personal al servicio de las AA.PP.
• Aseguramiento e interoperabilidad de la firma-e.
• Archivo electrónico de documentos.
• Gestión compartida de servicios comunes (sistemas de información y comunicacio-
nes).
• Técnicas de colaboración (suministro de Información, sistemas integrados de infor-
mación administrativa).
• Intercambio de datos en entornos cerrados de comunicación.
• Transmisiones de datos entre AA.PP.
• Esquema Nacional de Interoperabilidad y Esquema Nacional de Seguridad, reutiliza-
ción de sistemas y aplicaciones de propiedad de la Administración y transferencia
de tecnología entre Administraciones.
En el siguiente cuadro podemos identificar los artículos de la Ley 40/2015 que tienen un
impacto directo en la administración electrónica de cada una de las administraciones públicas:
3. Principios generales
Principios
17. Convocatorias y sesiones
Órganos colegiados
18. Actas
38. La sede electrónica
39. Portal de Internet
40. Sistemas de identificación de AA.PP.
41. Actuación administrativa automatizada
Funcionamiento electrónico
42. Sistemas de firma para la actuación administrativa automatizada
43. Firma-e del personal al servicio de AA.PP
45. Aseguramiento e interoperabilidad de la firma-e
46. Archivo electrónico de documentos
95. Gestión compartida de servicios comunes
Servicios y colaboración
142. Técnicas de colaboración
44. Intercambio de datos en entornos cerrados
Intercambio y transmisión de datos
155. Transmisiones de datos entre AA.PP.
Interoperabilidad y seguridad 156. Esquemas Nacionales de Interoperabilidad y Seguridad
157. Reutilización de aplicaciones y sistemas
Reutilización y transparencia
158. Transferencia de tecnología entre AA.PP
Ley 40/2015, Panorámica de aspectos con impacto en las TIC.
En resumen, las nuevas obligaciones introducidas por ambas leyes se pueden resumir
en los siguientes puntos:
1. Disponer de las herramientas y recursos necesarios para garantizar la relación electró-
nica con los obligados por la ley y con las personas físicas que así lo prefieran antes
del 2 de octubre de 2016.
2. Tramitar electrónicamente los expedientes.
3. Archivar electrónicamente.
4. Garantizar el Derecho a la información y la transparencia.
5. Garantizar un funcionamiento electrónico interno.
6. Trabajar de forma coordinada e interoperable con otras Administraciones.
El ENI define el marco de juego de las AA.PP en relación a la interoperabilidad, entre ad-
ministraciones a través de las normas y sus guías de aplicación además de otros documen-
tos de apoyo, entendiendo la interoperabilidad como el conjunto de estas tres dimensiones:
— Interoperabilidad Organizativa: es aquella dimensión de la interoperabilidad relativa
a la capacidad de las entidades y de los procesos a través de los cuales llevan a cabo
sus actividades para colaborar con el objeto de alcanzar logros mutuamente acordados
relativos a los servicios que prestan.
— Interoperabilidad Semántica: es aquella dimensión de la interoperabilidad relativa a
que la información intercambiada pueda ser interpretable de forma automática y reutili-
zable por aplicaciones que no intervinieron en su creación.
— Interoperabilidad Técnica: es aquella dimensión de la interoperabilidad relativa a la in-
teracción entre elementos que corresponden a diversas oleadas tecnológicas; se ma-
nifiesta especialmente en la conservación de la información en soporte electrónico.
electrónicos. En su art. 156 recoge el Esquema Nacional de Seguridad que tiene objeto esta-
blecer la política de seguridad en la utilización de medios electrónicos en el ámbito de la pre-
sente Ley, y está constituido por los principios básicos y requisitos mínimos que garanticen
adecuadamente la seguridad de la información tratada».
El Esquema Nacional de Seguridad (ENS) persigue los siguientes objetivos:
— Crear las condiciones necesarias de seguridad en el uso de los medios electrónicos, a
través de medidas para garantizar la seguridad de los sistemas, los datos, las comuni-
caciones, y los servicios electrónicos.
— Promover la gestión continuada de la seguridad.
— Promover la prevención detección y corrección, para una mejor resiliencia en el esce-
nario de ciberamenazas y ciberataques.
— Promover un tratamiento homogéneo de la seguridad que facilite la cooperación en la
prestación de servicios públicos digitales cuando participan diversas entidades.
— Servir de modelo de buenas prácticas.
t) Carpeta Ciudadana: Plataforma tecnológica desarrollada por las AA.PP con objeto de
acceder a consultar y gestionar la información particular de la ciudadanía referida a los
servicios y procedimientos de esa AA.PP.
u) ENS (Esquema Nacional de Seguridad): Regulado por el Real Decreto 3/2010, de 8
de enero, es un instrumento que tiene por objeto establecer la política de seguridad
en la utilización de medios electrónicos en el ámbito de la Ley 40/2015, de 1 de octu-
bre, de Régimen Jurídico del Sector Público. está constituido por los principios bási-
cos y requisitos mínimos que garanticen adecuadamente la seguridad de la informa-
ción tratada.
v) Interoperabilidad: Capacidad de los sistemas de información y de los procedimien-
tos a los que estos dan soporte, de compartir datos y posibilitar el intercambio de in-
formación y conocimiento entre ellos. Resulta necesaria para la cooperación, el de-
sarrollo, la integración y la prestación de servicios por las Administraciones Públicas.
w) ENI (Esquema Nacional de Interoperabilidad): Regulado por el Real Decreto
4/2010, de 8 de enero, comprende los criterios y recomendaciones de interoperabili-
dad, normalización y conservación de la información, de los formatos y de las aplica-
ciones que deberán ser tenidos en cuenta por las Administraciones públicas para ase-
gurar un adecuado nivel de interoperabilidad de los datos, informaciones y servicios
que gestionen en el ejercicio de sus competencias y para evitar la discriminación a la
ciudadanía por razón de su elección tecnológica.
x) Nodo de Interoperabilidad: Organismo que presta servicios de interconexión téc-
nica, organizativa y jurídica entre sistemas de información para un conjunto de Admi-
nistraciones Públicas bajo las condiciones que estas fijen.
y) Portafirmas Electrónico: Herramienta informática destinada a facilitar al personal la
práctica de la firma electrónica basada en certificado electrónico de documentos pro-
cedentes de diferentes sistemas de información independientes, con la consiguiente
agilización de la actividad administrativa. La firma electrónica de un documento gene-
rada a través de esta herramienta incluye un código seguro de verificación que per-
mite contrastar en la Herramienta Centralizada de Verificación la integridad y autentici-
dad de una copia papel del documento.
z) Notificación Electrónica: Es la publicación en la Sede Electrónica de una comunicación
administrativa con consecuencias jurídicas, como pueden ser el comienzo del plazo
para contestar o presentar documentación, presentar alegaciones o recursos, etc.
para ciertos colectivos de personas físicas que por razón de su capacidad económica,
técnica, dedicación profesional u otros motivos quede acreditado que tienen acceso y
disponibilidad de los medios electrónicos necesarios.
Los derechos de las personas que vayan a relacionarse con las Administraciones Pública
de forma electrónica están regulados en el art. 13 Derechos de las personas en sus relacio-
nes con las Administraciones Públicas, que recoge:
1. A comunicarse con las Administraciones Públicas a través de un Punto de Acceso Ge-
neral electrónico de la Administración.
2. A ser asistidos en el uso de medios electrónicos en sus relaciones con las Administra-
ciones Públicas.
3. A utilizar las lenguas oficiales en el territorio de su Comunidad Autónoma, de acuerdo
con lo previsto en esta Ley y en el resto del ordenamiento jurídico.
4. Al acceso a la información pública, archivos y registros, de acuerdo con lo previsto en
la Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a la información pública y
buen gobierno y el resto del Ordenamiento Jurídico.
5. A ser tratados con respeto y deferencia por las autoridades y empleados públicos,
que habrán de facilitarles el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de sus obli-
gaciones.
6. A exigir las responsabilidades de las Administraciones Públicas y autoridades, cuando
así corresponda legalmente.
7. A la obtención y utilización de los medios de identificación y firma electrónica contem-
plados en esta Ley.
8. A la protección de datos de carácter personal, y en particular a la seguridad y confi-
dencialidad de los datos que figuren en los ficheros, sistemas y aplicaciones de las
Administraciones Públicas.
9. Cualesquiera otros que les reconozcan la Constitución y las leyes.
Por otro lado los legisladores fueron conscientes de que existe un segmento de la pobla-
ción que no dispone de los medios y la preparación necesaria para tramitar de forma telemá-
tica. Este concepto se recoge en el art. 12 Asistencia en el uso de medios electrónicos a los
interesados:
1. Las Administraciones Públicas deberán garantizar que los interesados pueden relacio-
narse con la Administración a través de medios electrónicos, para lo que pondrán a su
disposición los canales de acceso que sean necesarios así como los sistemas y apli-
caciones que en cada caso se determinen.
2. Las Administraciones Públicas asistirán en el uso de medios electrónicos a los intere-
sados no incluidos en los apartados 2 y 3 del artículo 14 que así lo soliciten, especial-
mente en lo referente a la identificación y firma electrónica, presentación de solicitu-
des a través del registro electrónico general y obtención de copias auténticas.
3. Asimismo, si alguno de estos interesados no dispone de los medios electrónicos ne-
cesarios, su identificación o firma electrónica en el procedimiento administrativo po-
drá ser válidamente realizada por un funcionario público mediante el uso del sistema
de firma electrónica del que esté dotado para ello. En este caso, será necesario que
el interesado que carezca de los medios electrónicos necesarios se identifique ante el
funcionario y preste su consentimiento expreso para esta actuación, de lo que deberá
quedar constancia para los casos de discrepancia o litigio.
4. La Administración General del Estado, las Comunidades Autónomas y las Entidades
Locales mantendrán actualizado un registro, u otro sistema equivalente, donde cons-
tarán los funcionarios habilitados para la identificación o firma regulada en este ar-
tículo. Estos registros o sistemas deberán ser plenamente interoperables y estar in-
terconectados con los de las restantes Administraciones Públicas, a los efectos de
comprobar la validez de las citadas habilitaciones.
En este registro o sistema equivalente, al menos, constarán los funcionarios que presten
servicios en las oficinas de asistencia en materia de registros.
— Verificación de los sellos electrónicos de los órganos u organismos públicos que abar-
que la sede.
— Comprobación de la autenticidad e integridad de los documentos emitidos por los ór-
ganos u organismos públicos que abarca la sede en que hayan sido autenticados me-
diante código seguro de verificación.
— Indicación de la fecha y hora oficial a los efectos previstos en el artículo 26.1 de la
Ley 11/2007, de 22 de junio.
Los órganos titulares responsables de la sede podrán además incluir en la misma otros
servicios o contenidos
No será necesario recoger en las subsedes la información y los servicios a que se refie-
ren los apartados anteriores cuando ya figuren en la sede de la que aquellas derivan.
Las sedes electrónicas cuyo titular tenga competencia sobre territorios con régimen de
cooficialidad lingüística posibilitarán el acceso a sus contenidos y servicios en las lenguas co-
rrespondientes.
El artículo 39 corresponde al portal de internet que se define como el punto de acceso
electrónico cuya titularidad corresponda a una Administración Pública, organismo público o
entidad de Derecho Público que permite el acceso a través de internet a la información publi-
cada y, en su caso, a la sede electrónica correspondiente.
Los sistemas de identificación que pueden ser utilizados por los INTERESADOS en los pro-
cedimientos están recogidos en el artículo 9 de la Ley 39/2015:
1. Las Administraciones Públicas están obligadas a verificar la identidad de los interesa-
dos en el procedimiento administrativo, mediante la comprobación de su nombre y
apellidos o denominación o razón social, según corresponda, que consten en el Docu-
mento Nacional de Identidad o documento identificativo equivalente.
2. Los interesados podrán identificarse electrónicamente ante las Administraciones Pú-
blicas a través de los sistemas siguientes:
a) Sistemas basados en certificados electrónicos cualificados de firma electrónica ex-
pedidos por prestadores incluidos en la «Lista de confianza de prestadores de ser-
vicios de certificación».
b) Sistemas basados en certificados electrónicos cualificados de sello electrónico ex-
pedidos por prestadores incluidos en la «Lista de confianza de prestadores de ser-
vicios de certificación».
c) Sistemas de clave concertada y cualquier otro sistema, que las Administraciones
consideren válido en los términos y condiciones que se establezca, siempre que
cuenten con un registro previo como usuario que permita garantizar su identidad,
previa autorización por parte de la Secretaría General de Administración Digital del
Ministerio de Política Territorial y Función Pública, que solo podrá ser denegada por
motivos de seguridad pública, previo informe vinculante de la Secretaría de Estado
de Seguridad del Ministerio del Interior. La autorización habrá de ser emitida en el
plazo máximo de tres meses. Sin perjuicio de la obligación de la Administración
General del Estado de resolver en plazo, la falta de resolución de la solicitud de au-
torización se entenderá que tiene efectos desestimatorios.
Los sistemas de firma que pueden ser utilizados por los INTERESADOS en los procedimien-
tos están recogidos en el artículo 10 de la Ley 39/2015:
1. Los interesados podrán firmar a través de cualquier medio que permita acreditar la au-
tenticidad de la expresión de su voluntad y consentimiento, así como la integridad e
inalterabilidad del documento.
2. En el caso de que los interesados optaran por relacionarse con las Administraciones
Públicas a través de medios electrónicos, se considerarán válidos a efectos de firma:
a) Sistemas de firma electrónica cualificada y avanzada basados en certificados elec-
trónicos cualificados de firma electrónica expedidos por prestadores incluidos en
la «Lista de confianza de prestadores de servicios de certificación».
b) Sistemas de sello electrónico cualificado y de sello electrónico avanzado basados
en certificados electrónicos cualificados de sello electrónico expedidos por presta-
dor incluido en la «Lista de confianza de prestadores de servicios de certificación».
c) Cualquier otro sistema que las Administraciones Públicas consideren válido en los
términos y condiciones que se establezca, siempre que cuenten con un registro
previo como usuario que permita garantizar su identidad, previa autorización por
Las Administraciones Públicas deberán garantizar que la utilización de uno de los siste-
mas previstos en las letras a) y b) sea posible para todos los procedimientos en todos sus
trámites, aun cuando adicionalmente se permita alguno de los previstos al amparo de lo dis-
puesto en la letra c).
Al igual que en el caso de la identificación:
3. En relación con los sistemas de firma previstos en la letra c) del apartado anterior, se
establece la obligatoriedad de que los recursos técnicos necesarios para la recogida,
almacenamiento, tratamiento y gestión de dichos sistemas se encuentren situados
en territorio de la Unión Europea.
(...)
5. Cuando los interesados utilicen un sistema de firma de los previstos en este artículo,
su identidad se entenderá ya acreditada mediante el propio acto de la firma.
El archivo electrónico permite almacenar por medios electrónicos todos los documentos uti-
lizados en las actuaciones administrativas. Estos archivos electrónicos, destinados a cubrir el
conjunto del ciclo de vida de los documentos electrónicos vienen a ser complementarios y
equivalentes a los archivos convencionales.
Se define el documento electrónico como: «información de cualquier naturaleza en forma
electrónica, archivada en un soporte electrónico según un formato determinado, y susceptible
de identificación y tratamiento diferenciado. Un documento electrónico se caracteriza por:
— Contener información de cualquier naturaleza archivada en un soporte electrónico se-
gún un formato determinado susceptible de identificación y tratamiento diferenciado.
— Disponer de los datos de identificación que permitan su individualización, sin perjuicio
de su posible incorporación a un expediente electrónico.
— Incorporar una referencia temporal del momento en que han sido emitidos.
— Objeto:
• Contenido: entendido como el conjunto de datos en que se sustancia la información
de un documento electrónico.
• Firma electrónica: definida como un conjunto de datos en forma electrónica, consig-
nados junto a otros o asociados con ellos, que permite detectar cualquier cambio
ulterior de los datos firmados y está vinculada al firmante de manera única y a los
datos a los que se refiere y ha sido creada por medios que el firmante puede man-
tener bajo su exclusivo control.
— Metadatos:
• Elementos que proporcionan contexto al contenido, estructura y firma de un docu-
mento, contribuyendo al valor probatorio y fiabilidad de este a lo largo del tiempo
como evidencia electrónica de las actividades y procedimientos.
Tema 8
99 Normalización lingüística del uso del euskera
en la Administración General.
99 Principios generales.
99 El perfil lingüístico.
99 La preceptividad de los perfiles lingüísticos.
99 Los planes de normalización lingüística.
Sumario Tema 8
1. Legislación básica
2. El perfil lingüístico
4. Certificado BIKAIN
8. Estructuras organizativas
Hemos señalado ya que el perfil lingüístico viene determinado por el nivel de competencia
en euskera necesario para la provisión y el desempeño de los puestos de trabajo en las ad-
ministraciones públicas radicadas en la Comunidad Autónoma de Euskadi. Cada uno de los
puestos de trabajo de la Administración tiene adjudicado su correspondiente perfil lingüís-
tico, que será mayor o menor en función de las exigencias comunicativas, tanto orales como
escritas, del puesto en cuestión. Pongamos un ejemplo: resulta lógico pensar que no precisa
el mismo nivel de euskera una persona trabajadora que desarrolla en solitario tareas de lim-
pieza o mantenimiento que aquella otra que, siendo responsable de un gabinete jurídico, ela-
bora informes técnicos y participa frecuentemente en reuniones de trabajo. La competencia
lingüística que se le exigirá a la primera será inferior a la que deberá acreditar la segunda.
Partiendo, por tanto, de estos distintos niveles, en la Administración tenemos cuatro per-
files lingüísticos (PL): PL1, PL2, PL3 y PL4. Si bien no puede atribuirse automáticamente un
perfil a los puestos de un determinado cuerpo administrativo, sí es cierto que el primero de
ellos (PL1) resulta más frecuente entre el personal subalterno; el segundo (PL2), entre el per-
sonal administrativo; el tercero (PL3), entre los técnicos; y finalmente, el cuarto (PL4), entre
responsables de servicio, traductores, técnicos de normalización, etc.
Ya hemos indicado que todos los puestos de trabajo tienen su correspondiente perfil lin-
güístico; ahora bien, en algunos casos, la acreditación del perfil para el acceso al puesto de
trabajo resulta obligatoria, y en otros, no. En estos últimos, el conocimiento del euskera es
valorado como mérito en los procesos de selección y provisión de puestos, sin que el por-
centaje que represente pueda ser ni inferior ni superior en ningún caso a los siguientes por-
centajes de la puntuación máxima alcanzable en el resto del proceso selectivo:
— Perfiles 1 y 2 - 5% al 10%.
— Perfiles 3 y 4 - 11% al 20%.
Y aquí surge la pregunta: ¿qué es lo que determina cuántos puestos de trabajo deben
tener perfil preceptivo? O lo que es lo mismo: ¿en cuántos puestos es obligatorio el cono-
cimiento del euskera y en virtud de qué? Para responder a estas cuestiones, es necesario
aclarar un nuevo concepto: el llamado índice de obligado cumplimiento. Este índice deter-
mina el porcentaje de puestos de trabajo que tienen que tener asignado un perfil lingüístico
preceptivo respecto al total de puestos de una determinada administración. Este porcentaje
se calcula teniendo en cuenta la realidad sociolingüística del territorio donde está ubicada la
administración en cuestión. De esta manera, cuantos más vasco-hablantes haya, mayor será
el índice de obligado cumplimiento, y por consiguiente, mayor será también el número de
puestos en los que el conocimiento del euskera sea obligatorio (preceptivos). Por poner un
ejemplo, en el Ayuntamiento de Azpeitia, al existir un porcentaje mayor de euskaldunes, el
índice de puestos con perfil preceptivo asciende al 87,08%, mientras que en Laguardia esta
cifra desciende hasta un 35,03%. El cálculo preciso de estos porcentajes se lleva a cabo a
partir de la siguiente fórmula: euskaldunes + (cuasi Euskaldunes/2). Todos estos datos so-
ciolingüísticos proceden del Censo o Estadística de Población y Vivienda de la Comunidad
Autónoma de Euskadi, y se publican cada cinco años. En este momento, tomando como re-
ferencia los datos de 2016, el índice de obligado cumplimiento que corresponde a toda la Co-
munidad Autónoma vasca es del 51,43%.
Estamos hablando una y otra vez de acreditar el nivel de euskera que corresponde a un
determinado perfil lingüístico; pero ¿cómo se realiza esta acreditación en el caso del per-
sonal al servicio de las administraciones públicas vascas? Existen tres procedimientos
principales:
— Mediante las pruebas que al efecto se celebran en los procesos de selección de per-
sonal o en los convocados para la provisión interna de puestos de trabajo.
— A través de las convocatorias ordinarias y periódicas que, con esa finalidad, son realiza-
das bien por el Instituto Vasco de Administración Pública (IVAP) o por cualquiera de las
administraciones públicas sitas en nuestra Comunidad. La periodicidad de estas prue-
bas es, al menos, de carácter semestral.
— Mediante pruebas específicas que puedan celebrarse en supuestos excepcionales y
de urgencia, al margen de las convocatorias ordinarias.
2.2. Exenciones
Según la Ley de la Función Pública Vasca, existen algunas situaciones en las que el titular
de un puesto de trabajo puede quedar exento del cumplimiento del perfil lingüístico. Estas
exenciones pueden producirse en los siguientes casos:
— Cuando el titular supera la edad de 45 años al comienzo de cada Período de Planifica-
ción, siempre que el titular se muestre conforme.
— Cuando el nivel de estudios realizados por el titular no alcance el de Bachiller Elemen-
tal o el de Educación General Básica.
— Cuando se encuentre afectado por minusvalías físicas o psíquicas que imposibiliten o
dificulten el aprendizaje del euskera mediante los programas actualmente vigentes de
formación y capacitación lingüística de adultos.
— Cuando esta persona presente una carencia manifiesta y contrastada de las destrezas
aptitudinales necesarias en el proceso de aprendizaje del idioma mediante los progra-
mas actualmente vigentes de formación y capacitación lingüística de adultos.
Además de esas exenciones previstas en el Decreto 86/1997, el DECRETO 47/2012, de
3 de abril, de reconocimiento de los estudios oficiales realizados en euskera y de exención
de la acreditación con títulos y certificaciones lingüísticas en euskera, recoge otra serie de
exenciones aplicables al conjunto de la ciudadanía y que varían según el nivel obtenido en
los estudios oficiales realizados en euskara.
El objeto de este Decreto es el reconocimiento de los estudios oficiales realizados en
euskera según los niveles del Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas y la
exención de la necesidad de su acreditación con títulos y certificaciones lingüísticas en eus-
kera.
Convalidaciones entre los títulos y certificados que acreditan los conocimientos de euskera
y adecuación al marco común europeo de referencia para las lenguas
La Ley del Euskera establece con total nitidez que la ciudadanía tiene derecho a conocer y
utilizar el euskera y el castellano, y que las administraciones han de garantizar el ejercicio de
tal derecho. He ahí, por lo tanto, el principio o criterio fundamental de la Ley: los derechos
lingüísticos corresponden a la ciudadanía, y es deber de la Administración garantizar el ejerci-
cio de tales derechos.
Como acabamos de señalar, la Administración tiene obligaciones para con la ciudadanía,
y las y los empleados públicos constituyen el instrumento para el cumplimiento de las mis-
mas. Por consiguiente, en las comunicaciones que se establecen con los ciudadanos y ciu-
dadanas, dichos empleados y empleadas han de expresarse en la lengua oficial elegida por la
ciudadanía; y en la lengua que les indique la respectiva administración en sus relaciones con
el resto de las administraciones, bien sea oralmente o por escrito.
Una vez realizada la evaluación, la entidad cuenta con una visión externa en lo que se re-
fiere a su gestión del euskera: el informe de evaluación. En dicho informe, se subrayan los
aspectos positivos y se le proporcionan propuestas de mejora.
Gracias a los esfuerzos que se han realizado en el Gobierno Vasco durante los últimos años
en la euskaldunización de la plantilla, muchas y muchos empleados se encuentran capacita-
dos para trabajar en euskera, a uno u otro nivel; sin embargo, como fruto de la inercia, en nu-
merosos ámbitos se sigue trabajando en castellano. Y resulta evidente que, si la Administra-
ción aspira a ser realmente bilingüe, nuestras dos lenguas oficiales han de ser utilizadas con
equilibrio e igualdad. Hablamos de «utilizar» porque en el uso se halla la clave del futuro de
cualquier lengua: ahí reside el quid de la cuestión y el reto más importante.
Dado que la meta consiste en situar al mismo nivel real el euskera y el castellano en la
Administración, que gozan formalmente de idéntico reconocimiento, la tarea que se nos
plantea es la de avanzar hacia la verdadera equiparación del euskera.
Las Administraciones Públicas aprobarán los planes de normalización del uso del eus-
kera durante el primer año del VI Período de Planificación, y los departamentos del Gobierno
Vasco y sus organismos autónomos harán lo propio. Los Criterios de Uso de las Lenguas Ofi-
ciales serán una guía imprescindible para esa labor, ya que en ellos se especifican las metas
y los pasos del plan; a fin de cuentas, para que la Administración trabaje en ambas lenguas,
es imprescindible que cada empleada o empleado, área o departamento sepa en qué situa-
ciones ha de utilizar ambas lenguas oficiales, es decir, qué, cuándo y con quién ha de tratar
en euskera o en castellano.
Por consiguiente, cada organismo detallará, basándose en los Criterios de Uso de las
Lenguas Oficiales aprobados en el IV Período de Planificación, cuál ha de ser la utilización
de ambas lenguas en su ámbito. En ellos se especificará, entre otros aspectos, el uso de las
lenguas oficiales en las relaciones orales y escritas y en las comunicaciones telemáticas; se
concretarán asimismo los criterios de traducción, así como el tratamiento que se ha da dar a
ambas lenguas oficiales en los registros, las subvenciones, las contrataciones o en las publi-
caciones que gestiona el organismo.
Todo ello, sin dejar de lado los criterios que se han de seguir en la rotulación, la publici-
dad o los actos públicos. Para ello, cada departamento deberá ajustar dichos criterios a su
realidad lingüística, y asegurar, de manera sistemática, su cumplimiento.
La mayoría de las y los empleados vascohablantes de la Administración han recibido una for-
mación lingüística genérica (cursos de euskaldunización y alfabetización) y gracias a ella y a
su propio esfuerzo han logrado determinada competencia lingüística. En este momento, el
62,7% de los trabajadores de la Administración han acreditado el perfil lingüístico que les
corresponde; y otro 8,3% el perfil inferior en un grado.
Sin embargo, la acreditación del perfil lingüístico no siempre garantiza que todos esos
trabajadores estén capacitados para trabajar en euskera. Existen otros factores que han de
ser tomados en consideración: el tiempo transcurrido desde que la y el trabajador acreditó el
perfil lingüístico, el hecho de que hasta el momento nadie le haya pedido realizar sus funcio-
nes en euskera, su apego a la lengua, su motivación para el uso del euskera... De hecho, en
muchas ocasiones a consecuencia del escaso uso, su capacidad está entumecida en cierta
medida.
Precisamente a ello se orienta la formación lingüística específica: a facilitar el salto de la
enseñanza genérica a la realidad del día a día en el trabajo.
Dos son los procedimientos previstos para la formación lingüística específica: los cursos
(presenciales u online) y las sesiones de capacitación (en cualquiera de sus modalidades).
En los cursos del Gobierno Vasco se trabajan fundamentalmente la motivación, la expre-
sión oral, los documentos y el lenguaje administrativo.
En las sesiones de capacitación hay que reseñar los programas individuales, ELEBI y los
seminarios específicos, el nuevo programa IDAZLAGUN y los novedosos cursos on-line que
ha puesto en marcha el Departamento de Justicia.
En definitiva, es evidente que las administraciones han de apoyar a las y los empleados
que han de trabajar en euskera, para que se encuentren debidamente preparados, a través
de la capacitación lingüística, la formación, el servicio de corrección, la estandarización de do-
cumentos, las bases de datos terminológicas, etc. En cualquier caso, ha de quedar clara una
cuestión: en todos los casos ha de garantizarse la existencia de una conexión total entre la
comunicación que la o el empleado ha de desarrollar según el plan y el curso específico or-
ganizado para ello. No puede obviarse que la o el empleado se prepara no para aprender eus-
kera sino para obtener un resultado específico: para llevar a cabo sus comunicaciones orales
y escritas en euskera. Esto es, por lo tanto, el rasgo diferencial de este tipo de preparación:
que la o el trabajador sea capaz de realizar su tarea en euskera al finalizar el proceso.
Por otra parte, en relación con el protocolo para las nuevas incorporaciones, sería conve-
niente que los recién llegados realizaran obligatoriamente algún curso para garantizar los mí-
nimos en el uso de las lenguas oficiales: cómo se ha de redactar en la Administración, cómo
generar textos bilingües sin recurrir a las traducciones, sesiones orientadas a la motivación,
recursos y herramientas informáticas en euskera, gestión de los planes de euskera.
El instrumento más poderoso para afianzar el proceso de normalización lingüística en las ad-
ministraciones públicas vascas lo constituyen los Planes de Normalización del Uso del
Euskera de cada entidad.
Estos planes son quinquenales, es decir, se articulan en torno a períodos de planifi-
cación con una duración de cinco años. Durante el primer año del período de planificación,
cada administración (sea general, foral, local…) está obligada a aprobar su correspondiente
plan, o a realizar las oportunas modificaciones del mismo, si ya contara con uno.
Los objetivos de estos planes a lo largo del tiempo se han ido modificando en función de
la realidad sociolingüística.
Las actuaciones de normalización de todos estos períodos se encuentran sometidas a
un control y a un seguimiento. Así, la Viceconsejería de Política Lingüística tiene que elabo-
rar dos informes a lo largo de cada Período de planificación: el primero, al cumplirse el tercer
año; y el segundo, al final del Período. Estos informes, con datos de la situación del uso del
euskera en las administraciones, deben ponerse en conocimiento del Consejo del Gobierno
Vasco para que este pueda evaluar el grado de cumplimiento de los objetivos fijados para
cada Administración Pública en el proceso de normalización lingüística. Precisamente, el úl-
timo informe que ha elaborado la Viceconsejería de Política Lingüística se refiere a la valora-
ción final de los datos correspondientes al V. Período de planificación (2013-2017).
En estos últimos años se ha avanzado decididamente en la normalización de la lengua. La
capacitación lingüística en euskera de los trabajadores de la Administración General ha mejo-
rado notablemente; así, más del 70% del personal al servicio de dicha Administración tiene
acreditado algún perfil lingüístico. No obstante, continúa siendo algo fuera de lo «normal y
habitual» la creencia de que en la Administración pueda trabajarse también en euskera. En
estos años no se ha reflejado debidamente la capacitación lingüística de los trabajadores y
trabajadoras en el quehacer diario, por lo que el castellano sigue siendo la lengua de trabajo
habitual y predominante. La pregunta que se suscita es la siguiente: ¿Cómo conseguir una
igualdad real entre ambas lenguas, más allá de una equiparación puramente formal?
Para que el euskera se convierta en lengua de trabajo en la Administración, los trabajado-
res y trabajadoras tienen, también, que trabajar en euskera; y ello exige determinar en qué
campos, cómo, con quién, en qué plazo y, sobre todo, por qué se utilizará el euskera como
lengua de trabajo. Además, es fundamental incrementar la motivación de la plantilla de forma
que, poco a poco y aparcando las inercias de uso del castellano, comience a hablar y trabajar
en euskera.
Según el artículo 2 del Decreto 86/1997, de 15 de abril, el ámbito de aplicación de este plan
incluye la Administración General de la Comunidad Autónoma Vasca y sus organismos autó-
nomos.
Los períodos de planificación de la normalización lingüística abarcan cinco años, y las admi-
nistraciones públicas vascas han de aprobar durante el primer año de cada período de planifi-
cación sus correspondientes planes de normalización del uso del euskera.
Por consiguiente, el Período de Planificación 2018-2022 ha comenzado el 1 de enero de
2018, y finalizará el 31 de diciembre de 2022.
El objetivo principal del Plan consiste en que, tomando como punto de partida los datos del
diagnóstico inicial del período de planificación, todos los departamentos del Gobierno Vasco,
además de respetar al 100% los derechos lingüísticos en sus relaciones con la ciudadanía,
logren para el final del período un avance en la lengua de trabajo de, al menos, 15 puntos en
cada uno de los indicadores de uso del euskera (si existiera margen de mejora) y, en cual-
quier caso, queden por encima del promedio inicial del Gobierno Vasco.
Asimismo, durante los próximos años, y paulatinamente, todos los departamentos y or-
ganismos autónomos del Gobierno Vasco se presentarán al proceso de evaluación Bikain.
Participarán en el plan del Gobierno Vasco todas y todos los empleados con responsabilida-
des comunicativas, sin excepción. Para determinar quiénes son las y los empleados partici-
pantes, se seguirá, en líneas generales, este orden de prioridades:
— Quienes mantengan comunicación oral o escrita habitual con la ciudadanía (lengua de
servicio).
— Quienes en el seno del organismo proporcionen servicios claves y transversales (len-
gua de trabajo): asesoría legal, contratación, personal, informática, presupuestos...
— Quienes mantengan comunicaciones con otras administraciones (lengua relacional).
Todas y todos esos empleados han de quedar incluidos de forma gradual en los planes de
euskera. Quienes tienen funciones de atención al público, de manera ineludible; el resto, a lo
largo del período de planificación, con progresividad y con el objeto de impulsar el uso del eus-
kera. Es indiscutible que la entidad ha de responder a las necesidades lingüísticas de las y los
empleados incluidos en los planes: motivación, formación lingüística (especialmente en lo que
respecta a la comunicación oral), documentos estándar, servicios de corrección, etc.
Recursos informáticos: los puestos de trabajo que tienen instalados programas y aplica-
ciones en euskera son escasos (14,1%), y el uso que se hace de ellos es inferior al deseable.
— El Gobierno Vasco asume un firme compromiso con la gestión avanzada del euskera:
la gestión de la normalización del euskera se ha de integrar en la gestión general de
todos los departamentos y organismos autónomos para garantizar adecuadamente la
efectividad de los planes. La nueva gestión exige el compromiso pleno y resuelto de
las y los representantes institucionales, la implicación directa de las y los jefes y res-
ponsables de área, y la participación activa de la plantilla. De esa manera se garantiza
la transversalidad.
— Al IVAP le corresponden, entre otras, las siguientes tareas: ampliar la oferta de for-
mación generalista en euskera; continuar suministrando recursos para apoyar a las y
los empleados en la normalización del euskera; coordinar el proceso de estandariza-
ción de documentos y poner en marcha iniciativas para reducir el número de traduc-
ciones.
— Y a la Viceconsejería de Política Lingüística le corresponde la coordinación de todos los
planes; la organización del seguimiento de los mismos y su evaluación final; asimismo
le corresponde ofrecer el máximo apoyo y asesoramiento a los departamentos y orga-
nismos autónomos para garantizar el éxito del plan.
En el seno del Gobierno Vasco, existen las siguientes estructuras organizativas ordinarias
para llevar a cabo los planes de uso de los departamentos.
https://www.euskadi.eus/5-plan-general-de-normalizacion-del-uso-del-euskera-del-gobier-
no-vasco/web01-a2euadmi/es/
Tema 9
99 Personal al servicio de las
Administraciones Públicas vascas.
99 Clases de empleados públicos.
99 Derechos y deberes de los empleados públicos de
las Administraciones Públicas vascas.
99 Retribuciones. Régimen disciplinario.
Sumario Tema 9
1. Concepto y clases de personal
1.1. Funcionarios de carrera
1.2. Funcionarios interinos
1.3. Personal laboral
1.4. Personal eventual
1.5. Los puestos reservados a funcionarios y puestos que pueden ser desempeñados por
personal laboral
Para el desarrollo de sus competencias, las Administraciones Públicas deben estar dotadas
de una serie de medios, tanto materiales y económicos como de personas que desarrollen
las actividades relacionadas con sus competencias.
En este contexto, el EBEP, en su artículo 8, define a los empleados públicos como aque-
llas personas que desempeñan funciones retribuidas en las administraciones públicas, al ser-
vicio de los intereses generales.
Este concepto de empleado público abarca al conjunto de personas que prestan sus ser-
vicios en el seno de las administraciones públicas, con independencia de la naturaleza ad-
ministrativa o laboral del vínculo que los une con la Administración. Es decir, abarca tanto al
personal funcionario como al personal laboral.
En el Estatuto Básico del Empleado Público (EBEP), los empleados públicos se clasifican en:
a) Funcionarios de carrera.
b) Funcionarios interinos.
c) Personal laboral:
d) Personal eventual.
Son funcionarios de carrera aquellos que, en virtud de nombramiento legal, están vincu-
lados a una administración pública por una relación estatutaria regulada por el derecho
administrativo para el desempeño de servicios profesionales retribuidos de carácter per-
manente.
Son funcionarios interinos los que, por razones justificadas de urgencia y necesidad, son
nombrados como tales para el desempeño de funciones propias de funcionarios de carrera,
cuando se da alguna de las siguientes circunstancias:
a) La existencia de plazas vacantes cuando no sea posible su cobertura por funcionarios
de carrera.
b) La sustitución transitoria de sus titulares.
c) La ejecución de programas de carácter temporal, que no podrán tener una duración
superior a 3 años, ampliables hasta 12 meses más por las leyes que se dicten en de-
sarrollo del EBEP.
d) El exceso o acumulación de tareas, por un plazo máximo de 6 meses, dentro de un
período de 12 meses.
Es personal laboral el que, en virtud de contrato de trabajo formalizado por escrito, presta
servicios retribuidos por las Administraciones públicas.
La diferencia entre la relación funcionarial y la relación laboral viene dada por la bilaterali-
dad que caracteriza a la modalidad laboral. Mientras que el funcionario se vincula con la Ad-
ministración a través de un acto administrativo de carácter unilateral, el personal laboral se
vincula con la Administración con una actuación de carácter bilateral como es el contrato de
trabajo suscrito por ambas partes.
El contrato de trabajo puede tener cualquiera de las modalidades contractuales previstas
en la legislación laboral vigente.
En función de la duración del contrato, el personal laboral se clasifica en:
— Personal laboral fijo: son aquellos que han suscrito un contrato laboral tras superar un
proceso selectivo para obtener una plaza en propiedad.
— Personal laboral por tiempo indefinido: aquellos cuya contratación ha sido realizada en
fraude de ley y, en consecuencia, no pueden adquirir fijeza hasta la superación de un
proceso selectivo. Se trata de una categoría nueva de personal laboral, a caballo entre
el personal fijo y el personal temporal.
Se diferencia del trabajador fijo en que este, salvo que concurra alguna causa legalmente
prevista que dé lugar a la extinción de la relación en virtud del despido, es inamovible en su
puesto de trabajo, por haber accedido al mismo tras superar un proceso selectivo. En cam-
bio, el trabajador laboral por tiempo indefinido tiene limitada su relación laboral hasta que la
Personal eventual: son aquellos que, en virtud de nombramiento y con carácter no perma-
nente, realizan funciones expresamente calificadas como de confianza o asesoramiento es-
pecial y es retribuido con cargo a los créditos presupuestarios consignados a tal fin. Su ré-
gimen será el régimen general de los funcionarios de carrera en todo aquello que resulte
adecuado a su naturaleza.
En coherencia con las funciones atribuidas al personal eventual, así como el carácter tem-
poral de las mismas, el nombramiento es absolutamente libre en cuanto que se trata de una
relación basada exclusivamente en criterios de confianza. Asimismo, su cese será también
discrecional y se producirá, en todo caso, cuando se produzca el cese de la autoridad que lo
nombró.
Teniendo en cuenta las especificidades de este tipo de nombramientos, queda expre-
samente prohibido la valoración como mérito para el acceso al empleo público, o para la
promoción interna, el tiempo de permanencia y los servicios prestados como personal
eventual.
1.5. Los puestos reservados a funcionarios y puestos que pueden ser desempeñados por
personal laboral
Conforme al artículo 11.2 de la Ley del Estatuto Básico del Empleado Público, «las leyes de
función pública que se dicten en desarrollo de este Estatuto establecerán los criterios para la
determinación de los puestos de trabajo que pueden ser desempeñados por personal laboral».
Teniendo en cuenta que el Parlamento Vasco no ha aprobado la ley de función pública,
en desarrollo del EBEP, los criterios para la determinación de los puestos que deben ser cu-
biertos por personal funcionario o por personal laboral son los previstos en el artículo 19 de
la Ley 6/1989, de 6 de julio, de la Función Pública Vasca.
En todo caso, deberá tenerse en cuenta lo previsto en el artículo 9.2 del EBEP: «el ejer-
cicio de las funciones que impliquen la participación directa o indirecta en el ejercicio de las
potestades públicas o en la salvaguardia de los intereses generales del Estado y de las Admi-
nistraciones Públicas corresponden exclusivamente a los funcionarios públicos, en los térmi-
nos que en la ley de desarrollo de cada Administración Pública se establezca».
Conforme a lo expuesto, los puestos de trabajo de las administraciones públicas de la Co-
munidad Autónoma de Euskadi serán desempeñados, con carácter general, por funcionarios.
Únicamente podrán reservarse a personal laboral fijo:
a) Los puestos cuya actividad primordial sea el ejercicio de un oficio, en el que se re-
quiera predominantemente del uso de técnicas de carácter manual y para cuyo
desempeño no sea imprescindible una determinada titulación académica.
b) Los puestos de carácter docente adscritos a centros de enseñanza o formación, no
dependientes del departamento competente en materia de educación.
c) Los puestos de carácter instrumental correspondientes a las áreas de mantenimiento
y conservación de edificios, equipos e instalaciones, artes gráficas y encuestas, cuyas
funciones sustanciales tengan por objeto mantener la infraestructura material nece-
saria para el funcionamiento de los servicios o facilitar datos objetivos encaminados a
posibilitar los estudios necesarios para la toma de decisiones.
d) Los puestos de carácter singularizado y cuyo desempeño no requiera de una forma-
ción académica determinada, que no sean atribuibles a Cuerpos o Escalas ya exis-
tentes ni, por la propia naturaleza de su contenido, hagan aconsejable la creación de
otros nuevos.
e) Los puestos adscritos a órganos especiales de gestión, Organismos Autónomos fo-
rales y locales y Organismos Autónomos mercantiles de la Administración de la Co-
munidad Autónoma, salvo que impliquen ejercicio de autoridad, asesoramiento legal
preceptivo, fe pública, inspección, control o fiscalización de la gestión económica-fi-
nanciera por la Administración de la que aquellos dependan, en cuyo caso se reserva-
rán a funcionarios.
f) Los puestos en el extranjero con funciones administrativas o auxiliares.
g) Los puestos que, en atención a su naturaleza o a las características del servicio que
presten los órganos o unidades a las que figuren adscritos, se determinen mediante
ley del Parlamento Vasco.
El Real Decreto Legislativo 5/2015, de 30 de octubre, por el que se aprueba el texto refun-
dido de la Ley del Estatuto Básico del Empleado Público dedica su Título III (artículos 14 a
54) a los derechos y deberes de los empleados públicos.
Este Título III se divide, a su vez, en los Capítulos siguientes:
Capítulo I: derechos de los empleados públicos.
Capítulo II: derecho a la carrera profesional y a la promoción interna. La evaluación del
desempeño.
Capítulo III: derechos retributivos.
Capítulo IV: derecho a la negociación colectiva, representación y participación institucio-
nal. Derecho de reunión.
Capítulo V: derecho a la jornada de trabajo, permisos y vacaciones.
Capítulo VI: deberes de los empleados públicos. Código de conducta.
Por otro lado, la Disposición Final Cuarta.1 del EBEP determina que lo establecido en los
Capítulos II y III del Título III (excepto el artículo 25.2) producirá sus efectos a partir de la en-
trada en vigor de las Leyes de Función Pública que se dicten en desarrollo de este Estatuto.
El Capítulo I (artículos 14-15) clasifica los derechos de los empleados públicos en derechos
individuales y derechos individuales ejercidos colectivamente.
En el artículo 14 del EBEP se incluyen los derechos de carácter individual. Se trata de una
relación de aplicación uniforme (con alguna excepción) tanto a los funcionarios como al per-
sonal laboral. La excepción, obviamente, es que la inamovilidad como derecho solo se reco-
noce a los funcionarios.
Se trata de derechos que ya están recogidos de forma directa o indirecta en la legisla-
ción de función pública vasca (artículo 69 de la Ley 6/1989, de 6 de julio, de Función Pública
Vasca), si bien se matizan algunos y se incluyen otros como consecuencia de la legislación
de carácter social, de conciliación y de igualdad que se han aprobado con posterioridad a su
aprobación.
Los derechos individuales que se reconocen en el artículo 14 son los siguientes:
Serán las leyes de función pública que se dicten en desarrollo del EBEP las que regulen
la carrera profesional aplicable en cada ámbito que podrán consistir, entre otras, en la aplica-
ción aislada o simultánea de alguna o algunas de las siguientes modalidades:
a) Carrera horizontal, que consiste en la progresión de grado, categoría, escalón u otros
conceptos análogos, sin necesidad de cambiar de puesto de trabajo.
b) Carrera vertical, que consiste en el ascenso en la estructura de puestos de trabajo por
los procedimientos de provisión.
c) Promoción interna vertical, que consiste en el ascenso desde un cuerpo o escala
de un Subgrupo, o Grupo de clasificación profesional en el supuesto de que este no
tenga Subgrupo, a otro superior.
d) Promoción interna horizontal, que consiste en el acceso a cuerpos o escalas del
mismo Subgrupo profesional.
Sobre la carrera vertical, salvo lo expuesto en el artículo 16, nada dice el EBEP, por lo que
el resto de cuestiones se deberán configurar libremente en las leyes que se dicten en de-
sarrollo del EBEP.
Sobre la carrera horizontal, en el artículo 17 se establecen unas reglas que deberán res-
petarse en las normas de desarrollo, pero establece una amplio margen para su configura-
ción en desarrollos posteriores.
Los funcionarios que participen en un proceso de promoción interna, además de los re-
quisitos exigidos para el ingreso, deberán acreditar dos años de antigüedad en el inferior
Subgrupo o Grupo de titulación y superar las correspondientes pruebas selectivas.
Finalmente, el artículo 18 obliga a las administraciones públicas a adoptar medidas que
incentiven la participación en procesos de promoción interna y para la progresión en la ca-
rrera profesional. Cuestión esta que puede plantear nuevos retos en materia de formación a
las administraciones públicas.
En cuanto al personal laboral, el artículo 19 del EBEP establece que la carrera profesional
y la promoción interna del personal laboral se hará efectiva a través de los procedimientos
previstos en el Estatuto de los Trabajadores o en los convenios colectivos.
El Capítulo III del Título III (artículos 21-30) regula los derechos retributivos de los empleados
públicos. Sobre esta cuestión nos referiremos en el punto 3, al analizar las retribuciones de
los empleados públicos.
El Capítulo IV del Título III (artículos 31-46): regula el derecho a la negociación colectiva, re-
presentación y participación institucional. Regula también el Derecho de reunión.
El artículo 15 del EBEP, entre los derechos individuales ejercidos colectivamente, reco-
noce el derecho de los empleados públicos a la negociación colectiva y a la participación en
la determinación de sus condiciones de trabajo.
Este derecho es reconocido también en el artículo 31.2 (dentro del Capítulo IV). Ambos
artículos están referidos a todos los empleados públicos (funcionarios y laborales). Sin em-
bargo, el artículo 32 remite a la legislación laboral (esto es, al Estatuto de los Trabajadores) la
regulación del derecho a la negociación colectiva del personal laboral.
los acuerdos con la representación de los funcionarios públicos, así como los conve-
nios colectivos del personal laboral.
— El principio de cobertura presupuestaria: conforme a él, tanto los incrementos retribu-
tivos del personal funcionario como del persona laboral deben tener cobertura a través
de las correspondientes leyes de presupuestos.
— El principio de obligatoriedad de la negociación implica que las administraciones públi-
cas están obligadas a negociar (no necesariamente a acordar) con la representación de
los trabajadores las condiciones de trabajo del personal.
— El principio de buena fe negocial: supone que las partes de la negociación tienen que
estar dispuestas a negociar sin otras restricciones que las legalmente establecidas.
Conforme a este principio, ambas partes se comprometen a realizar esfuerzos nego-
ciadores, lo que no implica la obligación de alcanzar un acuerdo, pero sí de intentarlo.
— Los principios de publicidad y transparencia implican que todo el proceso negociador
se haga de manera pública y que las personas interesadas puedan obtener la informa-
ción precisa del desarrollo del proceso negociador.
La Mesa General Unitaria estará presidida por la Administración General del Estado y
contará con representación de todas las Comunidades autónomas y de la Federación es-
pañola de municipios y provincias. Las organizaciones sindicales estarán representadas en
función de los los resultados obtenidos en las elecciones a órganos de representación en el
conjunto de las administraciones públicas.
En las Mesas Generales de cada Comunidad Autónoma, además de la propia administra-
ción, estará compuesta por los sindicatos más representativos, teniendo en cuenta los resul-
tados obtenidos en las elección a los órganos de representación para ese ámbito de repre-
sentación.
Las Mesas Sectoriales pueden constituirse por acuerdo de la Mesa General en atención
a las condiciones específicas o peculiaridades de cada sector concreto. Estarán compuestas,
al igual que las Mesas Generales de negociación, por representantes de la Administración
Pública correspondiente y por los sindicatos más representativos. Serán las encargadas de la
negociación de aquellos temas sobre condiciones de trabajo referidos a personal de su ám-
bito y que no hayan sido negociados en el ámbito de la Mesa General por razón de la espe-
cialidad del tema.
Los órganos de representación del personal laboral, de conformidad con así previsiones
del Estatuto de los Trabajadores (artículos 62-63) son:
— Los Delegados de Personal: para los centros de trabajo donde le número de trabajado-
res sea igual o superior a 10 e inferior a 50. Si el número de trabajadores está entre 6
y 10, estos podrán decidir por mayoría que exista un delegado de personal.
— Los Comités de Empresa: son los órganos encargados de la representación de los tra-
bajadores en el centro de trabajo, debiendo procederse a su constitución cuando el nú-
mero de trabajadores sea igual o superior a 50.
Conforme al artículo 42 del EBEP y al 67.3 del Estatuto de los Trabajadores, el mandato
de los representantes de los funcionarios y del personal laboral tendrá una duración de 4
años, pudiendo ser reelegidos.
El mandato de los representantes se entenderá prorrogado si, a su término, no se hubie-
sen celebrado nuevas elecciones.
Las reuniones en el centro de trabajo se autorizarán fuera del horario laboral, salvo cuerdo
entre las partes.
El Capítulo V del Título III (artículos 47-51), está dedicado a la Jornada de trabajo, permisos y
vacaciones.
La regulación contemplada en este Capítulo es la concreción del derecho reconocido a
los empleados públicos en el artículo 14.m) en el que se reconoce el derecho a las vacacio-
nes, descansos, permisos y licencias.
2.6.2. El teletrabajo
En este Capítulo V se ha incorporado un nuevo artículo, el artículo 47-bis, referido al teletrabajo.
Tal incorporación se ha producido mediante el Real Decreto-Ley 29/2020, de 19 de sep-
tiembre, de medidas urgentes en materia de teletrabajo en las Administraciones Públicas y
de recursos humanos en el Sistema Nacional de Salud para hacer frente a la crisis sanitaria
ocasionada por la COVID-19.
En el citado artículo 47-bis, se define el teletrabajo en las Administraciones Públicas
como aquella modalidad de prestación de servicios a distancia en la que el contenido compe-
tencial del puesto de trabajo pueda desarrollarse, siempre que las necesidades de servicio lo
permitan, fuera de las dependencias de la Administración, mediante el uso de tecnologías de
la información y comunicación.
El teletrabajo, más allá de las urgencias actuales derivadas de la crisis sanitaria ocasio-
nada por la COVID-19, constituye una nueva forma de organización del trabajo que debe re-
dundar en beneficio, tanto de la administración como del personal que presta sus servicios a
través de la citada modalidad.
La prestación del servicio mediante teletrabajo debe ser expresamente autorizada por la
Administración y debe ser compatible con la actividad presencial. Asimismo, el teletrabajo
debe tener carácter voluntario y revisable para los empleados públicos, salvo situaciones ex-
cepcionales debidamente justificadas.
La regulación del teletrabajo resulta de aplicación tanto a los funcionarios como al perso-
nal laboral y las condiciones en las que debe desarrollarse el teletrabajo serán objeto de ne-
gociación con la representación de los empleados públicos.
Corresponde a la administración que autorice el teletrabajo la obligación en el de propor-
cionar y mantener los equipos necesarios para la prestación del servicio a distancia.
En el ámbito de la Administración General de la Comunidad Autónoma de Euskadi y sus
Organismos Autónomos, la modalidad no presencial mediante la fórmula del teletrabajo está
regulada mediante el Decreto 92/2012, de 19 de mayo, cuyo contenido, a pesar de ser ante-
rior en el tiempo, encaja dentro de lo previsto en el artículo 47-bis del EBEP.
nada laboral, con carácter retribuido, por razones de enfermedad muy grave y por el
plazo máximo de un mes.
j) Por tiempo indispensable para el cumplimiento de un deber inexcusable de carácter
público o personal y por deberes relacionados con la conciliación de la vida familiar
y laboral.
k) Por asuntos particulares, seis días al año.
l) Por matrimonio, quince días.
Los permisos previstos en el artículo 49, por motivos de conciliación de la vida personal, fa-
miliar y laboral, así como por razón de violencia de género y para las víctimas de terrorismo
son los siguientes:
a) Permiso por nacimiento para la madre biológica: tendrá una duración de dieciséis se-
manas.
b) Permiso por adopción, por guarda con fines de adopción, o acogimiento, tanto tempo-
ral como permanente: tendrá una duración de dieciséis semanas.
c) Permiso del progenitor diferente de la madre biológica por nacimiento, guarda con fi-
nes de adopción, acogimiento o adopción de un hijo o hija: tendrá una duración de
dieciséis semanas.
d) Permiso por razón de violencia de género sobre la mujer funcionaria: las faltas de asis-
tencia, de las funcionarias víctimas de violencia de género, totales o parciales, tendrán
la consideración de justificadas por el tiempo y en las condiciones en que así lo deter-
minen los servicios sociales de atención o de salud según proceda.
Asimismo, las funcionarias víctimas de violencia sobre la mujer, para hacer efec-
tiva su protección o su derecho de asistencia social integral, tendrán derecho a la
reducción de la jornada con disminución proporcional de la retribución, o la reorde-
nación del tiempo de trabajo, a través de la adaptación del horario, de la aplicación
del horario flexible o de otras formas de ordenación del tiempo de trabajo que sean
aplicables.
e) Permiso por cuidado de hijo menor afectado por cáncer u otra enfermedad grave:
el funcionario tendrá derecho, siempre que ambos progenitores trabajen, a una re-
ducción de la jornada de trabajo de al menos la mitad de la duración de aquella, per-
cibiendo las retribuciones íntegras y, como máximo, hasta que el menor cumpla los
18 años.
Cuando concurran en ambos progenitores, el funcionario tendrá derecho a la per-
cepción de las retribuciones íntegras durante el tiempo que dure la reducción de su
jornada de trabajo, siempre que el otro progenitor, no cobre sus retribuciones íntegras
en virtud de este permiso o como beneficiario de la prestación establecida para este
fin en el Régimen de la Seguridad Social que le sea de aplicación. En caso contrario,
solo se tendrá derecho a la reducción de jornada, con la consiguiente reducción de re-
tribuciones.
f) Para hacer efectivo su derecho a la protección y a la asistencia social integral, los fun-
cionarios que hayan sufrido daños físicos o psíquicos como consecuencia de la acti-
vidad terrorista, su cónyuge o persona con análoga relación de afectividad, y los hijos
de los heridos y fallecidos, tendrán derecho a la reducción de la jornada con disminu-
ción proporcional de la retribución, o a la reordenación del tiempo de trabajo, a través
de la adaptación del horario, de la aplicación del horario flexible.
Dichas medidas serán adoptadas y mantenidas en el tiempo en tanto que resulten nece-
sarias para la protección y asistencia social integral de la persona a la que se concede, ya sea
por razón de las secuelas provocadas por la acción terrorista, ya sea por la amenaza a la que
se encuentra sometida, en los términos previstos reglamentariamente.
En el Capítulo VI del Título III (artículos 52-54) se regulan los deberes de los empleados públicos.
Este Capítulo es de aplicación a todos los empleados públicos, independientemente de
su relación funcionaria o laboral.
En el artículo 52 se establecen el principio general de diligencia de los empleados públi-
cos en el desempeño de sus tareas y el de velar por los intereses generales.
Y junto a ello, se establece una relación de principios que debe respetar: objetividad, in-
tegridad, neutralidad, responsabilidad, imparcialidad, confidencialidad, dedicación al servicio
público, transparencia, ejemplaridad, austeridad, accesibilidad, eficacia, honradez, promo-
ción del entorno cultural y medioambiental, y respeto a la igualdad entre mujeres y hom-
bres.
5. Administrarán los recursos y bienes públicos con austeridad, y no utilizarán los mis-
mos en provecho propio o de personas allegadas. Tendrán, asimismo, el deber de ve-
lar por su conservación.
6. Se rechazará cualquier regalo, favor o servicio en condiciones ventajosas que vaya
más allá de los usos habituales, sociales y de cortesía, sin perjuicio de lo establecido
en el Código Penal.
7. Garantizarán la constancia y permanencia de los documentos para su transmisión y
entrega a sus posteriores responsables.
8. Mantendrán actualizada su formación y cualificación.
9. Observarán las normas sobre seguridad y salud laboral.
10. Pondrán en conocimiento de sus superiores o de los órganos competentes las pro-
puestas que consideren adecuadas para mejorar el desarrollo de las funciones de la
unidad en la que estén destinados.
11. Garantizarán la atención al ciudadano en la lengua que lo solicite siempre que sea ofi-
cial en el territorio.
Los derechos retributivos se encuentran regulados en el Capítulo III del Título III del EBEP,
relativo a los derechos y deberes de los empleados públicos.
Conforme a la Disposición Final Cuarta.1 del EBEP, lo establecido en el Capítulo III del Tí-
tulo III (excepto el artículo 25.2) producirá sus efectos a partir de la entrada en vigor de las
Leyes de Función Pública que se dicten en desarrollo de este Estatuto.
El referido Capítulo III (derechos retributivos) tiene, por tanto, una eficacia diferida a la en-
trada en vigor de la Ley de Función Pública que, en su día, apruebe el Parlamento Vasco en
desarrollo del EBEP.
De esta aplicación diferida queda excluido el artículo 25.2 (referido al reconocimiento de
trienios para los funcionarios interinos), por lo que resulta de obligado cumplimiento desde la
entrada en vigor del EBEP.
En tanto no se promulga la Ley del Parlamento Vasco, en desarrollo del EBEP, las retri-
buciones de los empleados públicos vascos se encuentran reguladas en los artículos 77 a 81
de la Ley 6/1989, de 6 de julio, de la Función Pública Vasca (en los sucesivo LFPV) y las nor-
mas dictadas en desarrollo de los mismos.
Desarrollo específico del sistema retributivo para los funcionarios de la Administración General
de la Comunidad Autónoma de Euskadi
Los derechos retributivos se encuentran regulados en el Capítulo III del Título III, relativo a
los derechos y deberes (artículos 21-30 del EBEP).
Las retribuciones de los funcionarios siguen articulándose en torno a dos conceptos tradi-
cionales: retribuciones básicas y retribuciones complementarias.
La cuantía de las retribuciones básicas (y el incremento de la masa salarial del personal
laboral) se reflejan, para cada ejercicio presupuestario, en los Presupuestos General del Es-
tado.
La cuantía de las retribuciones complementarias de los funcionarios se establecerá, para
cada ejercicio presupuestario, en la correspondiente Ley de Presupuestos (o por las Normas
Forales que aprueben los presupuestos del Territorio Histórico o por los Presupuestos de las
entidades locales) de cada Administración Pública.
En cambio, la estructura retributiva (su configuración) será la que se incorpore en la ley
de empleo público que, en su día, apruebe la Comunidad Autónoma.
En todo caso, en la estructura retributiva resultante, de conformidad con el EBEP, las re-
tribuciones básicas siguen articulándose en torno a la adscripción de su Cuerpo o Escala a un
determinado Grupo de clasificación profesional y a la antigüedad.
Conforme al artículo 24, las retribuciones básicas estarán integradas por:
— El sueldo asignado a cada Grupo de clasificación profesional.
— Los trienios, que consisten en una cantidad igual para cada Grupo de clasificación pro-
fesional, por cada 3 años de servicios.
Las pagas extraordinarias ya no serán retribuciones básicas, puesto que dentro de tal
concepto de paga extraordinaria que se contemple en el EBEP se incluye, además del im-
porte de una mensualidad de retribuciones básicas, la totalidad de las retribuciones comple-
mentarias. (esta incorporación de las retribuciones complementarias hace que solo una parte
—las básicas— tenga la consideración de retribución básica, pero no la totalidad de la paga
extraordinaria).
La definición y configuración de las retribuciones complementarias viene recogida en los
artículos 22.3 y 24 del EBEP.
Dice el artículo 22.3 que tendrán la consideración de retribuciones complementarias las
que retribuyan las características del puesto, la carrera profesional o el desempeño, rendi-
miento o resultado alcanzados por el funcionario.
Como puede comprobarse, el EBEP ya no dice qué retribuciones complementarias deben
existir obligatoriamente, tal y como se recoge en la legislación anterior.
Ahora, el artículo 24 únicamente establece una serie de factores a los que deberá ate-
nerse en la elaboración de las leyes de empleo público que se dicten en su desarrollo.
Estos factores son:
a) La progresión alcanzada por el funcionario dentro del sistema de carrera. Lo que se
pretende con este factor es proyectar la modalidad (o modalidades) de carrera profe-
sional sobre las retribuciones complementarias.
Estos factores no constituyen un listado cerrado. Cada Administración Pública podrá in-
corporar los que considere adecuados en su ley reguladora de la función pública que dicte en
desarrollo del EBEP.
El artículo 25 del EBEP, regula las retribuciones de los funcionarios interinos y tiene dos apar-
tados. En el 25.1 se establece que a los funcionarios interinos se les retribuye por los mis-
mos conceptos que a los funcionarios de carrera, salvo la progresión alcanzada por el funcio-
nario dentro del sistema de carrera.
En el artículo 25.2, el único que es directamente aplicable por aplicación de lo dispuesto
en la Disposición Final Cuarta, se establece que a los funcionarios interinos se les reconoce-
rán los trienios correspondientes a los servicios prestados, pero con efectos retributivos solo
a partir de la entrada en vigor del EBEP.
El artículo 26 del EBEP regula las retribuciones de los funcionarios en prácticas estable-
ciendo que, como mínimo, percibirán las correspondientes al sueldo, si bien la legislación
que se dicte en desarrollo del EBEP podría permitir la superación de ese mínimo.
El artículo 27 del EBEP se refiere a las retribuciones del personal laboral, que se fijarán con-
forme a lo previsto en la legislación laboral, en los convenios colectivos y en los respectivos
contratos de trabajo, teniendo en cuenta que, conforme al artículo 21, los incrementos de la
masa salarial deberán reflejarse para cada ejercicio presupuestario en la correspondiente ley
de presupuestos.
El artículo 29 del EBEP ofrece cobertura para que las administraciones públicas puedan desti-
nar cantidades para la financiación de planes de pensiones de empleo o contratos de seguro
colectivo que incluyan la cobertura de la contingencia de jubilación, para el personal incluido
en su ámbito, de acuerdo con la legislación reguladora de los planes de pensiones.
La legislación reguladora de ámbito estatal, (Disposición Final segunda del Real Decreto Le-
gislativo 1/2002, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de Regulación de Planes y
Fondos de Pensiones) establece que las administraciones Públicas podrán promover planes de
pensiones de empleo y realizar aportaciones a los mismos. Y que las prestaciones abonadas
no tendrán la consideración de pensiones públicas a los efectos de concurrencia de pensiones.
En el ámbito de la Administración General e Institucional de la Comunidad Autónoma de
Euskadi se constituyó Itzarri (2004) como Entidad de Previsión Social Voluntaria de Empleo
para todo el personal incluido en su ámbito.
El Título VII del EBEP (artículo 93 a 98) está dedicado al régimen disciplinario de los emplea-
dos públicos. En este Título se vienen a ordenar los principios a los que se debe someter ré-
gimen disciplinario y se remite a las leyes que se dicten en su desarrollo por las comunida-
des autónomas para que cada una de ellas concrete el modelo de régimen disciplinario que
considere adecuado.
Una de las principales novedades que se establece con carácter básico es la unificación
del modelo sancionador para todos los empleados públicos. Así, el artículo 93 establece que
los funcionarios públicos y el personal laboral quedan sujetos al régimen disciplinario estable-
cido en el presente Título y en las leyes de función pública que dicten las comunidades autó-
nomas en desarrollo de este Estatuto.
Otra de las novedades de este artículo 93 es que extiende la responsabilidad disciplinaria
no solo a la realización de actos o conductas constitutivas de faltas. Abarca también la induc-
ción a otros para que los realicen y el encubrimiento de faltas (graves o muy graves) consu-
madas por otros.
Los principios a los que debe someterse al régimen sancionador se recogen en el ar-
tículo 94, y son los siguientes:
a) Principio de legalidad y tipificad de las faltas y sanciones.
b) Principio de irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables y de re-
troactividad de las que resulten favorables al presunto infractor.
c) Principio de proporcionalidad, tanto en la clasificación de la infracción como en su apli-
cación.
d) Principio de culpabilidad.
e) Principio de presunción de inocencia.
Asimismo, enumera las conductas que constituyen infracciones muy graves. Además de
las conductas que, en este artículo, se califican como faltas muy graves, en leyes estatales y
autonómicas, así como en los convenios colectivos para el personal laboral, se podrán incor-
porar otra conductas que se clasifique como faltas muy graves.
— Las conductas que se califican como faltas muy graves son:
a) El incumplimiento del deber de respeto a la Constitución y a los respectivos Estatu-
tos de Autonomía en el ejercicio de la función pública.
b) Toda actuación que suponga discriminación por razón de origen racial o étnico, reli-
gión o convicciones, discapacidad, edad u orientación sexual, lengua, opinión, lugar
de nacimiento o vecindad, sexo o cualquier otra condición o circunstancia personal
o social, así como el acoso por razón de origen racial o étnico, religión o conviccio-
nes, discapacidad, edad u orientación sexual y el acoso moral, sexual y por razón
de sexo.
c) El abandono del servicio.
d) La adopción de acuerdos manifiestamente ilegales que causen perjuicio grave a la
Administración o a los ciudadanos.
e) La publicación o utilización indebida de la documentación o información a que ten-
gan acceso por razón de su cargo o función.
f) La negligencia en la custodia de secretos oficiales.
g) El notorio incumplimiento de las funciones esenciales inherentes al puesto de tra-
bajo o funciones encomendadas.
h) La violación de la imparcialidad, utilizando las facultades atribuidas para influir en
procesos electorales de cualquier naturaleza y ámbito.
i) La desobediencia abierta a las órdenes o instrucciones de un superior, salvo que
constituyan infracción manifiesta del Ordenamiento jurídico.
j) La prevalencia de la condición de empleado público para obtener un beneficio inde-
bido para sí o para otro.
k) La obstaculización al ejercicio de las libertades públicas y derechos sindicales.
l) La realización de actos encaminados a coartar el libre ejercicio del derecho de
huelga.
m) El incumplimiento de la obligación de atender los servicios esenciales en caso de
huelga.
n) El incumplimiento de las normas sobre incompatibilidades cuando ello dé lugar a
una situación de incompatibilidad.
ñ) La incomparecencia injustificada en las Comisiones de Investigación de las Cortes
Generales y de las asambleas legislativas de las comunidades autónomas.
o) El acoso laboral.
— En cuanto a las faltas graves, el EBEP no identifica conductas que merezcan tal califi-
cación. Remite su identificación a las leyes estatales y autonómicas que se dicten en
materia de función pública, así como a los convenios colectivos para el personal labo-
ral.
Lo que el EBEP exige es que, en la identificación de las conductas que merezcan la
calificación de faltas graves, se deberá atender a los siguientes criterios:
a) El grado en que se haya vulnerado la legalidad.
b) La gravedad de los daños causados.
c) El descrédito de la imagen pública de la Administración.
— En cuanto a las faltas leves, el EBEP también remite su determinación a las leyes que
se dicten en su desarrollo, atendiendo a las mismas circunstancias que las previstas
para las faltas graves.
El artículo 96 contiene un listado de sanciones que pueden imponerse por la comisión de faltas.
Se trata de un listado abierto, en la medida en que, mediante ley, podrán añadirse otras
sanciones que complementen el listado previsto en el EBEP.
Las sanciones que establece el EBEP son:
a) Separación de servicio de los funcionarios por la comisión de faltas muy graves. En el
caso de funcionarios interinos comportará la revocación de su nombramiento.
b) Despido disciplinario, en el caso de personal laboral, por la comisión de faltas muy
graves.
c) Suspensión firme de funciones, en el caso de funcionarios, y suspensión de empleo
y sueldo, en el caso de personal laboral, por la comisión de faltas muy graves. En am-
bos casos, la duración máxima de la sanción será de 6 años.
d) Traslado forzoso por el período que, en cada caso, se establezca.
e) Demérito, que consiste en una penalización a efectos de carrera, promoción o movili-
dad voluntaria.
f) Apercibimiento.
En el apartado 96.2 se contempla una previsión novedosa que aproxima los derechos del
personal laboral a los derechos de los funcionarios en materia de inamovilidad. Dicha previ-
sión obliga a la readmisión del personal laboral fijo en caso de despido disciplinario que sea
declarado improcedente.
Finalmente, en el artículo 96.3 se establecen los criterios para la concreción del alcance
de las sanciones. Dichos criterios son: grado de intencionalidad, descuido o negligencia deri-
vada de su conducta, el daño al interés público, la reiteración o reincidencia y el grado de par-
ticipación.
Tema 10
99 Aspectos básicos de la protección de datos
personales: conceptos, principios y derechos.
Sumario Tema 10
I. Introducción
a) Conceptos
1. Dato de carácter personal
2. Tratamiento de datos
3. Responsable del tratamiento
4. Encargado del tratamiento
5. Consentimiento del interesado
6. Datos genéticos
7. Datos biométricos
8. Datos relativos a la salud
9. Elaboración de perfiles
b) Principios
Principio de licitud, lealtad y transparencia
Principio de limitación de la finalidad
Principio de minimización
Principio de exactitud
Principio de limitación del plazo de conservación
Principio de integridad y confidencialidad
Principio de responsabilidad proactiva
Categorías especiales de datos
c) Derechos
1. Derecho a ser informado
2. Derecho de acceso
3. Derecho de rectificación
4. Derecho de supresión (olvido)
5. Derecho a la limitación del tratamiento
6. Derecho a la portabilidad
7. Derecho de oposición
8. Derecho a no ser objeto de decisiones individuales automatizadas
Derechos digitales
I. Introducción
a) Conceptos
Los principales conceptos o definiciones que deben tenerse en cuenta se recogen en el ar-
tículo 4 del Reglamento General. De todas ellas destacamos las siguientes:
1. Dato de carácter personal: «Toda información sobre una persona física identificada o
identificable» (artículo 4.1 RGPD).
Esa información puede encontrarse o recogerse de diferente manera: numérica (DNI),
gráfica (video), fotográfica (foto), acústica (audio).
Lo importante para determinar que se trata de un dato de carácter personal es que esa
información, recogida en cualquiera de los soportes anteriores, permita conocer datos de
una persona concreta identificada (por ejemplo porque en la foto o en el video se reconoce a
esa persona) o identificable, esto es, que no se conoce directamente pero que es razonable-
mente fácil conocer (por ejemplo, la matrícula de un vehículo por sí misma no permite iden-
tificar al titular del mismo, pero su identificación a través del Registro de Vehículos no exige
procedimientos ni plazos desproporcionados).
4. Encargado del tratamiento o encargado: «La persona física o jurídica, autoridad pú-
blica, servicio u otro organismo que trate datos personales por cuenta del responsable del
tratamiento» (artículo 4.8 RGPD).
Si antes hemos dicho que el responsable es el que decide sobre los fines y medios del
tratamiento, una de esas decisiones puede ser que sea de una persona distinta del propio
responsable y su personal quien realice determinadas operaciones con los datos para cum-
plir el objetivo o finalidad del responsable. Esa tercera persona, que actúa por encargo o
mandato del responsable es el «encargado del tratamiento».
6. Datos genéticos: Datos personales relativos a las características genéticas heredadas
o adquiridas de una persona física que proporcionen una información única sobre la fisiología
o la salud de esa persona, obtenidos en particular del análisis de una muestra biológica de tal
persona (art. 4.13 RGPD).
El Reglamento incluye este tipo de datos dentro de las categorías especiales de datos.
7. Datos biométricos: Datos personales obtenidos a partir de un tratamiento técnico es-
pecífico, relativos a las características físicas, fisiológicas o conductuales de una persona física
que permitan o confirmen la identificación única de dicha persona, como imágenes faciales o
datos dactiloscópicos (art. 4.14 RGPD). Un dato biométrico es por ejemplo la huella dactilar. Es-
tos datos pertenecen a las categorías especiales de datos y tienen tres características:
— Son universales: los tenemos todas las personas.
— Son únicos: el de cada persona es único.
— Son permanentes: permanecen a lo largo de la vida de la persona.
Pueden ser datos relativos a características físicas (huella, iris, geometría de la mano…)
como conductuales (manera de andar, de escribir…).
Se incluyen en las categorías especiales de datos.
8. Datos relativos a la salud: Datos personales relativos a la salud física o mental de
una persona física, incluida la prestación de servicios de atención sanitaria, que revelen infor-
mación sobre su estado de salud (art. 4.15 RGPD).
También se incluyen en las categorías especiales de datos. El concepto de dato de sa-
lud es muy amplio incluyendo cualquier información relativa a una enfermedad, una discapa-
cidad, el riesgo de padecer enfermedades, el historial médico, el tratamiento clínico o el es-
tado fisiológico o biomédico del interesado.
Ejemplo: si se necesita recoger datos para tramitar una subvención en la que no se va-
lora el estado de salud de los solicitantes, recoger el dato de discapacidad de la persona so-
licitante sería desproporcionado e incumpliría el principio de minimización. Por el contrario, si
la subvención va dirigida a personas con discapacidad, la recogida de dicho dato sería propor-
cionada y no infringiría tal principio.
El contenido esencial del derecho a la protección de datos se manifiesta en una serie de de-
rechos que vamos a describir a continuación. Estos derechos deben ser ejercidos por los ti-
tulares de los datos, por sus representantes legales en el caso de que sean menores de ca-
torce años o se encuentren en situación de incapacidad, o por representantes voluntarios.
El responsable debe facilitar al interesado el ejercicio de derechos, así como proporcionar
medios para que las solicitudes se puedan presentar por medios electrónicos. El responsa-
ble está obligado a responder las solicitudes sin dilación indebida y a más tardar en el plazo
de un mes, con la excepción que luego mencionaremos.
Del resto de información no básica, podemos destacar por ejemplo la siguiente: datos de
contacto del Delegado de Protección de Datos, plazo durante el que se conservarán los da-
tos o el derecho a presentar una reclamación ante la autoridad de control.
El responsable debe facilitar al interesado una copia de los datos personales objeto de
tratamiento.
El ejercicio de este derecho permite ejercer un control sobre la información personal que
está sometida a tratamiento.
Cuando el responsable trate una gran cantidad de datos relativos al afectado y este ejer-
cite su derecho sin especificar si se refiere a todos o a una parte de los datos, el responsa-
ble puede solicitarle que especifique los datos o actividades de tratamiento a que se refiere
la solicitud.
La información facilitada es gratuita. Cuando las solicitudes sean manifiestamente
infundadas o excesivas, especialmente debido a su carácter repetitivo, el responsable
puede:
a) Cobrar un canon.
b) Negarse a actuar respecto a la solicitud.
Se trata de una garantía para que los datos no se modifiquen o no se borren, lo que
puede permitir al interesado denunciar más adelante una posible vulneración en materia de
protección de datos.
Entre los métodos que puede utilizar un responsable para limitar el tratamiento cabe
mencionar, el trasladar temporalmente los datos a otro sistema de tratamiento, impedir el
acceso de usuarios a los datos seleccionados o retirar temporalmente los datos.
En virtud de este derecho el interesado tiene derecho a recibir los datos que le incumban
en un formato estructurado, de uso común y lectura mecánica (por ejemplo, en un formato
Excel) y a transmitirlos a otro responsable del tratamiento.
Por medio de este derecho el interesado no solo puede obtener los datos aportados por
él anteriormente y reutilizarlos, sino que también tiene derecho a que el responsable los
transmita directamente a otro responsable. En el primer caso el ciudadano tendría derecho a
la descarga de sus datos y en el segundo a la transmisión directa de una entidad a otra.
Así, una persona puede solicitar de su proveedor la descarga de sus datos para pasarlos
a otro proveedor o puede solicitar de su proveedor actual que los transmita directamente al
futuro proveedor. Puede ser de aplicación en redes sociales, servicios de telecomunicacio-
nes, plataformas digitales…
Podríamos decir que con este derecho se trata de dotar de mayor control a las personas
sobre sus datos personales, dada la gran situación de desequilibrio que suele existir frente a
algunos responsables de tratamiento.
El responsable deber adoptar las medidas necesarias para proteger los derechos de los
interesados: como mínimo debe garantizar el derecho del afectado a obtener intervención
humana, a expresar su punto de vista y a impugnar la decisión.
Ejemplo de estos tratamientos: una solicitud de préstamo bancario a través de la web;
tras introducir los datos personales, el algoritmo del banco le informa sobre la concesión o
denegación del préstamo.
Tal y como señaló el Grupo del artículo 29 en 2017 (anterior órgano consultivo de la Co-
misión Europea en materia de protección de datos), la elaboración de perfiles puede perpe-
tuar los estereotipos existentes y la segregación social. Asimismo, puede encasillar a una
persona en una categoría específica y limitarla a las preferencias que se le sugieren. Esto
puede socavar su libertad a la hora de elegir, por ejemplo, ciertos productos o servicios
como libros, música o noticias. En algunos casos, la elaboración de perfiles puede llevar a
predicciones inexactas. En otros, puede llevar a la denegación de servicios y bienes, y a una
discriminación injustificada.
Derechos digitales
Tema 11
99 La Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de prevención
de riesgos laborales: objeto, ámbito de aplicación,
derechos y obligaciones.
Sumario Tema 11
II. Estructura
Conclusiones
El artículo 40.2 de la Constitución Española encomienda a todos los poderes públicos velar
por la seguridad e higiene en el trabajo. Este mandato se encuadra dentro de los principios
rectores de la política social y económica, y establece la necesidad de desarrollar una po-
lítica de protección de la salud de las personas empleadas, mediante la prevención de los
riesgos derivados de su trabajo.
El 11 de febrero de 1996, entró en vigor la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de preven-
ción de riesgos laborales, que es el pilar legal básico sobre el que se asienta en nuestro or-
denamiento jurídico la protección de la salud y seguridad de los y las trabajadoras.
El objeto de esta norma se recoge en su artículo 2 que determina que su finalidad es:
1. Dar una visión unitaria a la política de prevención de riesgos laborales que existía
hasta ese momento. Esa política era reflejo de la dispersión normativa vigente hasta
entonces, pues se daba una acumulación de normas de muy diferente rango y orien-
tación, muchas de ellas incluso preconstitucionales.
2. Actualizar regulaciones desfasadas y regular situaciones nuevas no contempladas con
anterioridad.
Está claro, pues, que la Ley de Prevención de riesgos laborales nació con una clara voca-
ción de innovación para establecer un adecuado nivel de protección de la seguridad y salud
del personal frente a los riesgos derivados de las condiciones de trabajo.
Pero, además, sobre la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, ha de destacarse el ca-
rácter garantista de su regulación, que determina una correlación entre el derecho a la
protección de la seguridad y salud que tienen las personas empleadas y el correlativo deber
de cualquier empresa o administración de brindar esa protección. Es la primera vez que, en
II. Estructura
III. Ámbito de aplicación
1. Las relaciones laborales reguladas en el texto refundido del Estatuto de los trabajado-
res, esto es, se aplica a los empleados y empleadas vinculados por una relación labo-
ral en sentido estricto, esto es, al personal cuya relación laboral se regula por el Esta-
tuto de los trabajadores.
2. Las relaciones laborales de carácter administrativo o estatutario del personal al servi-
cio de las administraciones públicas.
3. Igualmente, se aplicará a las sociedades cooperativas, constituidas de acuerdo con la
legislación que les sea de aplicación, en las que existan socios cuya actividad consista
en prestación de un trabajo personal, con las peculiaridades derivadas de su norma-
tiva específica.
Pero la Ley también recoge aquellos supuestos en los que no es de aplicación su conte-
nido, esto es, excepciones a su aplicación. Así no se aplicará la Ley de Prevención de Ries-
gos Laborales a:
No obstante, la Ley 31/1995 inspirará la normativa específica que se dicte para regular la
protección de la seguridad y la salud de los y las trabajadoras que prestan sus servicios en
las indicadas actividades. Asimismo, será de aplicación en los centros y establecimientos mi-
litares con las particularidades previstas en su normativa específica.
En los establecimientos penitenciarios, por su parte, se adaptarán a la Ley 31/1995
aquellas actividades cuyas características justifiquen una regulación especial, lo que se lle-
vará a efecto en los términos señalados en la Ley 7/1990, de 19 de julio, sobre negociación
colectiva y participación en la determinación de las condiciones de trabajo de los emplea-
dos públicos.
Debemos tener en cuenta que la Ley de Prevención de Riesgos Laborales introdujo una
novedad muy importante al incluir en su ámbito de aplicación a las administraciones públi-
cas, razón por la cual, la Ley no solamente posee el carácter de legislación laboral sino que
constituye, en sus aspectos fundamentales, una norma básica del régimen estatutario de los
funcionarios públicos, dictada al amparo de lo dispuesto en el artículo 149.1.18.ª de la Cons-
titución.
IV. Derechos y obligaciones
El Capítulo III de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales contiene el cuerpo básico de de-
rechos y obligaciones en materia de seguridad y salud laboral. En los artículos 14 a 29 se re-
cogen, por un lado, los derechos que corresponden a los y las trabajadoras para garantizar
que reciben una protección eficaz frente a los riesgos que puedan sufrir en el desempeño
de su actividad laboral y por otro las obligaciones a cumplir para colaborar con la empresa/
administración, a fin de garantizar que las medidas que adopte sean eficientes para la conse-
cución del fin previsto. Asimismo, se recogen las obligaciones de la empresa/administración
y las facultades que la norma le reconoce para obtener la colaboración de su personal en la
aplicación de las medidas preventivas correspondientes.
Este Capítulo III regula, además, las medidas a desarrollar en situaciones de emergen-
cia y en caso de riesgo grave e inminente. Define, igualmente, las garantías y derechos re-
lacionados con la vigilancia de la salud de las personas empleadas, con especial atención
a la protección de la confidencialidad y el respeto a la intimidad en el tratamiento de estas
actuaciones. Así como, medidas particulares a adoptar en relación con categorías especí-
ficas de persona empleadas, tales como los y las jóvenes, las trabajadoras embarazadas o
que han dado a luz recientemente y el personal sujeto a relaciones laborales de carácter
temporal.
Entre las obligaciones empresariales que establece la Ley, además de las que implícita-
mente lleva consigo la garantía de los derechos reconocidos al personal, cabe resaltar el de-
ber de coordinación que se impone a las empresas/administraciones que desarrollen sus
actividades en un mismo centro de trabajo, así como el de aquellas que contraten o subcon-
traten con otras la realización en sus propios centros de trabajo de obras o servicios corres-
pondientes a su actividad la obligación de vigilar el cumplimiento por dichos contratistas y
subcontratistas de la normativa de prevención.
Visto el marco general en el que se desenvuelve la Ley 31/1995, comprenderemos me-
jor el lugar que ocupa el Capítulo III que nos ocupa en este epígrafe. El Capítulo III fue modi-
ficado sustancialmente por la Ley 54/2003, de reforma del marco normativo de la prevención
de riesgos laborales. Esta reforma tuvo su origen en las medidas acordadas en la Mesa de
Dialogo Social en materia de prevención de riesgos laborales de 30 de diciembre de 2002.
En dicha Mesa se puso de manifiesto la inadecuada aplicación hasta ese momento de la Ley
de Prevención de Riesgos Laborales, puesto que todos los sectores implicados en su aplica-
ción: empresa/administración, sindicatos, autoridades laborales y las propias personas em-
pleadas se habían conformado con una aplicación meramente formal de la norma. No se
había conseguido una verdadera integración de la prevención en todos los sectores de la em-
presa y una expansión de una efectiva cultura preventiva en todos los ámbitos de la actividad
laboral. No demos olvidar que los datos de siniestralidad reflejaban un negativa evolución, en
definitiva un alto índice de accidentes de trabajo, situación que no ha variado considerable-
mente en nuestros días. Por todas estas razones se planteó una reforma profunda de la Ley
de Prevención de Riesgos Laborales, que por lo que se refiere al Capítulo III, afectó a los ar-
tículos 14, 16, 23 y 24.
También dentro del Capítulo III fue reformado sustancialmente el artículo 26, que regula
la protección de la maternidad, si bien en este caso no fue la Ley 54/2003 la que lo modificó,
sino la Ley 39/1999, de 5 de noviembre, para promover la conciliación de la vida familiar y la-
boral de las personas empleadas y la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad
efectiva de mujeres y hombres.
Reflejadas las necesarias modificaciones de la Ley como consecuencia de las deficien-
cias observadas en su aplicación, o para adaptarlas a las nuevas necesidades de las perso-
nas trabajadoras, vamos a enumerar a continuación los derechos y obligaciones recogidas
en el Capítulo III de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, para pasar posteriormente a
describir su contenido. En cualquier caso no podemos olvidar, conforme a lo indicado en el
apartado anterior que el concepto de empresa/administración y persona empleada incluye a
las administraciones públicas y al personal estatutario a su servicio.
A la luz de todo lo que hemos dicho es evidente que la Ley 31/1995 es sumamente
proteccionista, sobre todo si tenemos en cuenta que establece una obligación perma-
nente para la empresa/administración del seguimiento de la actividad preventiva con el
fin de perfeccionar de manera continua las actividades de identificación, evaluación y
control de los riesgos que no se hayan podido evitar.
En resumen, podemos decir que el artículo 14 establece el derecho a una protección
eficaz del persona empleada que se debe entender íntimamente relacionada con el de-
ber de la empresa/administración de realizar todas las actividades necesarias para prote-
ger la seguridad y salud de su personal. Hasta el punto de que se ha de perfeccionar de
manera continua dicha actividad preventiva, debiéndose adaptar a las modificaciones que
se produzcan en la actividad laboral. Por lo tanto, la protección, además de eficaz, ha de
ser dinámica para que se adapte a los cambios de la propia actividad laboral o a los cam-
bios que se hayan producido en la persona (personal especialmente sensible, trabajado-
ras embarazadas, etc…); esto es, aunque la actividad laboral no haya cambiado, ha de
tenerse en cuenta el cambio de las condiciones personales de quien desempeña esa ac-
tividad laboral.
A nuestro juicio el contenido del artículo 14 de la Ley de Prevención de Riesgos Labo-
rales es fundamental para garantizar una adecuada protección de todo el personal, es un
instrumento valioso que si se entiende adecuadamente se convierte en un amplio para-
guas bajo el que se puede cobijar el desarrollo seguro de cualquier actividad laboral, sean
cuales sean las condiciones personales de quien desempeñe esa actividad.
a) Evaluación inicial de riesgos: En esa evaluación inicial de riesgos se pretende de-
tectar los riesgos que soporta el personal por el hecho de desarrollar la actividad laboral y,
en consecuencia, una vez detectados esos riesgos, determinar la forma en que se pueden
evitar, si es que se pueden evitar, y si no la forma de minimizarlos o controlarlos para que el
personal no sufra daños o menoscabos en su salud.
Definida la evaluación de riesgos, comprenderemos que para detectar los riesgos corres-
pondientes, se deberá tener en cuenta con carácter general:
1. La naturaleza de la actividad.
2. Las características de los puestos de trabajo existentes y del personal.
Igual evaluación deberá hacerse con ocasión de la elección de los equipos de tra-
bajo, de las sustancias o preparados químicos y del acondicionamiento de los lugares
de trabajo.
La evaluación inicial tendrá en cuenta aquellas otras actuaciones que deban desarrollarse
de conformidad con lo dispuesto en la normativa sobre protección de riesgos específicos y
actividades de especial peligrosidad.
La evaluación será actualizada cuando cambien las condiciones de trabajo y, en todo
caso, se someterá a consideración y se revisará, si fuera necesario, con ocasión de los da-
ños para la salud que se hayan producido.
Cuando el resultado de la evaluación lo hiciera necesario, la empresa/administración rea-
lizará controles periódicos de las condiciones de trabajo y de la actividad del personal en la
prestación de sus servicios, para detectar situaciones potencialmente peligrosas.
Si los resultados de la evaluación pusieran de manifiesto situaciones de riesgo, la em-
presa/administración realizará aquellas actividades preventivas necesarias para eliminar o re-
ducir y controlar tales riesgos.
La formación del personal es fundamental para garantizar que quien realiza una actividad
laboral sabe cómo ha de llevarla a cabo sin poner en peligro su seguridad y salud. Podríamos
decir que la evaluación de riesgos de un puesto de trabajo se ha convertido en el pilar sobre
el que se asienta la protección de los y las trabajadoras, tras la reforma del artículo 16 de la
Ley; pero ese pilar se desmorona, si después de haber evaluado los riesgos de un puesto
y habérselo comunicado al empleado o empleada no se le da la formación suficiente sobre
cómo ejercer su actividad de forma segura.
La Ley 31/1995 concede tanta importancia a la formación que arbitra las medidas para
que no recaiga sobre la propia persona empleada, esto es, deberá impartirse, siempre que
sea posible, dentro de la jornada de trabajo o, si no es posible, en otras horas pero con el
descuento en aquella del tiempo invertido en la misma. Sin que recaiga ningún coste econó-
mico sobre el personal empleado.
Medidas de emergencia
La empresa/administración, teniendo en cuenta el tamaño y la actividad de la empresa, así
como la posible presencia de personas ajenas a la misma, deberá analizar las posibles situa-
ciones de emergencia y adoptar las medidas necesarias en materia de primeros auxilios, lu-
cha contra incendios y evacuación del personal, designando para ello los empleados o em-
pleadas encargadas de poner en práctica estas medidas y comprobando periódicamente su
correcto funcionamiento.
El citado personal deberá poseer la formación necesaria, ser suficiente en número y dis-
poner del material adecuado, en función de las circunstancias antes señaladas. Para la apli-
cación de las medidas adoptadas, la empresa/administración deberá organizar las relaciones
que sean necesarias con servicios externos a la empresa, en particular en materia de prime-
ros auxilios, asistencia médica de urgencia, salvamento y lucha contra incendios, de forma
que quede garantizada la rapidez y eficacia de las mismas.
En cualquier caso, no podrá exigirse al personal que reanude su actividad mientras per-
sista el peligro.
Vigilancia de la salud
La empresa ha de evaluar los riesgos del puesto de trabajo del personal, e informarle debi-
damente de ellos y debe formarle para que realice la actividad sin poner en peligro su se-
guridad y salud; pero, además, debe proporcionarle, cuando sea necesario, los equipos de
protección individualizada precisos para evitar o minimizar la exposición al riesgo laboral
correspondiente.
Asimismo, la empresa tiene la obligación de vigilar periódicamente la salud de su perso-
nal en función de los riesgos inherentes al trabajo. Si bien, esta vigilancia es de carácter vo-
luntario y precisa el consentimiento del empleado o empleada para serle realizada.
Los reconocimientos o pruebas médicas practicadas deben ser las que causen menores
molestias al personal y, además, deben ser proporcionales al riesgo. Las medidas de vigilan-
cia y control de la salud se llevarán a cabo respetando siempre el derecho a la intimidad y a
la dignidad personal, así como la confidencialidad de toda la información relacionada con su
estado de salud. Los resultados de la vigilancia de la salud serán comunicados a los y las em-
pleadas afectadas.
Tan solo existe una excepción a la regla de la voluntariedad recogida anteriormente, y
es que el reconocimiento médico sea imprescindible para evaluar los efectos de las condi-
ciones de trabajo sobre la salud del personal, o sea preciso verificar si el estado de salud de
la persona empleada puede constituir un peligro para ella misma o para las demás personas
empleadas o para otras personas relacionadas con la empresa, o cuando así esté establecido
en una disposición legal en relación con la protección de riesgos específicos y actividades de
especial peligrosidad. En este caso es imprescindible el previo informe de la representación
del personal.
En cualquier caso, los datos relativos a la vigilancia de la salud no podrán ser usados con
fines discriminatorios ni en perjuicio de propio personal.
El acceso a la información médica de carácter personal se limitará al servicio médico y a
las autoridades sanitarias que lleven a cabo la vigilancia de la salud de las personas emplea-
das, sin que pueda facilitarse la empresa/administración o a otras personas sin el consenti-
miento expreso de la persona afectada.
En los supuestos en que la naturaleza de los riesgos inherentes al trabajo lo haga necesa-
rio, el derecho de los trabajadores y trabajadoras empleadas a la vigilancia periódica de su es-
tado de salud deberá ser prolongado más allá de la finalización de la relación laboral.
Documentación
La empresa debe elaborar y conservar a disposición de la autoridad laboral una serie de do-
cumentos que reflejan que ha cumplido efectivamente las obligaciones que la Ley de Pre-
vención de Riesgos Laborales le impone. Estos documentos son enumerados a continua-
ción:
1. El Plan de Prevención de Riesgos Laborales, previsto en el artículo 16 de la Ley.
2. Las evaluaciones de riesgos realizadas a los y las trabajadoras, incluido el resultado de
los controles periódicos de las condiciones de trabajo que haga la empresa.
3. La planificación de la actividad preventiva, incluidas las medias de protección y el ma-
terial de protección que deba utilizarse.
4. Práctica de los controles del estado de salud del personal, conforme a lo previsto en
el artículo 22 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales.
5. Relación de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales que hayan causado
a la persona empleada una incapacidad laboral superior a un día de trabajo.
Así como toda aquella documentación que, aunque no esté enumerada anteriormente,
tenga relevancia para la protección de la seguridad y salud del personal. Hasta tal punto es
importante elaborar y mantener esa documentación que en el caso de que se cese la activi-
dad laboral, la empresa deberán remitir a la autoridad laboral la documentación señalada en
el apartado anterior para su archivo.
Igualmente, la empresa está obligada a notificar por escrito a la autoridad laboral los da-
ños para la salud que su personal pudiera haber sufrido con motivo del desarrollo de su tra-
bajo.
La documentación a que se hace referencia en el mencionado artículo 16 deberá también
ser puesta a disposición de las autoridades sanitarias al objeto de que estas puedan cumplir
con lo dispuesto en el artículo 10 de la Ley 31/1995 y en la Ley General de Sanidad, esto es,
para estudiar las consecuencias de los riesgos laborales en los empleados y empleadas.
Protección de la maternidad
Evidentemente, a toda mujer embarazada debe revisársele la evaluación de riesgos de su
puesto de trabajo en el mismo momento en que comunique a la empresa que está embara-
zada. En este caso está claro que han cambiado las características personales de la persona
empleada, lo que hace que en su actividad laboral pueda estar expuesta a riesgos relevantes
para su salud o de la del feto, que no tendrían relevancia en el supuesto de no estar en esa
situación de embarazo.
En dicha revisión se deberá comprender la determinación de la naturaleza de su acti-
vidad, el grado y la duración de la exposición de las mujeres en situación de embarazo o
parto reciente a agentes, procedimientos o condiciones de trabajo que puedan influir nega-
tivamente en su salud o en la del feto, así como la realización de cualquier actividad laboral
susceptible de presentar un riesgo específico. Pues, si los resultados de la evaluación re-
velasen un riesgo para la seguridad y la salud o una posible repercusión sobre el embarazo
o la lactancia o en los descendientes, la empresa adoptará las medidas necesarias para evi-
tar la exposición a dicho riesgo, a través de una adaptación de las condiciones o del tiempo
de trabajo de la persona empleada afectada, si es suficiente para solucionar el problema
una simple adaptación de las actividades del puesto o del tiempo de trabajo.
No obstante, la Ley Orgánica 3/2007, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, es-
tableció que cuando la adaptación de las condiciones no fueran suficientes para garantizar la
salud del feto o de la madre, y así lo certifiquen los Servicios Médicos del Instituto Nacional
de la Seguridad Social o de las Mutuas, con el informe del médico del Servicio Nacional de
la Salud que asista facultativamente a la trabajadora, esta deberá desempeñar un puesto de
trabajo o función diferente y compatible con su estado. Esto significa que no es suficiente
con una mera adaptación del puesto de trabajo, sino que se le debe asignar a la empleada
otro puesto de trabajo diferente.
El cambio de puesto se llevará a cabo de conformidad con las reglas y criterios que se
apliquen en los supuestos de movilidad funcional previstos en el Estatuto de los Trabajado-
res o en la normativa estatutaria en caso de que sea personal de administraciones públicas,
y tendrá efectos hasta el momento en que el estado de salud de la persona empleada per-
mita su reincorporación al anterior puesto.
En el supuesto de que aun aplicando las reglas señaladas en el párrafo anterior, no exis-
tiese puesto de trabajo o función compatible en la empresa, la persona empleada podrá ser
destinada a un puesto no correspondiente a su grupo o categoría equivalente, si bien conser-
vará el derecho al conjunto de retribuciones de su puesto de origen.
Si dicho cambio de puesto no resultara técnica u objetivamente posible, o no pueda ra-
zonablemente exigirse por motivos justificados, podrá declararse el paso de la persona em-
pleada afectada a la situación de suspensión del contrato por riesgo durante el embarazo,
contemplada en el artículo 45.1.d) del Estatuto de los trabajadores, durante el período nece-
sario para la protección de su seguridad o de su salud y mientras persista la imposibilidad de
reincorporarse a su puesto anterior o a otro puesto compatible con su estado. Lo dispuesto
anteriormente será también de aplicación durante el período de lactancia natural de hijos me-
nores de 9 meses.
Asimismo, las empleadas embarazadas tendrán derecho a ausentarse del trabajo, con de-
recho a la remuneración correspondiente, para la realización de exámenes prenatales y téc-
nicas de preparación al parto, siempre que exista un previo aviso a la empresa y se justifique
debidamente la necesidad de su realización dentro de la jornada de trabajo.
adscripción de los mismos, acerca de las características propias de los puestos de trabajo a
desempeñar y de las cualificaciones requeridas.
No estamos, pues, ante una mera voluntad de cooperar, sino ante un verdadero deber,
cuyo incumplimiento tendrá la consideración de incumplimiento laboral a los efectos previs-
tos en el artículo 58.1 del Estatuto de los Trabajadores o de falta, en su caso, conforme a lo
establecido en la correspondiente normativa sobre régimen disciplinario de los funcionarios
públicos o del personal estatutario al servicio de las Administraciones Públicas. Lo dispuesto
en este apartado será igualmente aplicable a los socios de las cooperativas cuya actividad
consista en la prestación de su trabajo, con las precisiones que se establezcan en sus regla-
mentos de régimen interno.
CONCLUSIONES
Tema 12
99 Prevención de Riesgos Laborales.
99 Pantallas de visualización.
Sumario Tema 12
1. Presentación
2. Definiciones
5. Vigilancia de la salud
5.1. Examen
7. Etiopatogenía
9. Postura de trabajo
1. Presentación
Desde hace varios años se ha ido introduciendo progresivamente en el mundo de las ofici-
nas equipos de trabajo dotados con pantallas de visualización (PVD), de tal forma que hoy en
día se puede afirmar que no hay en el mundo una persona trabajadora del sector de oficinas
y despachos que no utilice en su quehacer diario una pantalla de visualización.
La introducción masiva de esta tecnología informática ha supuesto una verdadera revolu-
ción laboral facilitando el trabajo y abriendo, de una forma hasta hace poco impensable, las
posibilidades de actuación en este campo laboral.
Sin embargo no todos son ventajas y el uso de esta herramienta en condiciones ergonó-
micas deficientes puede ser responsable de una serie de riesgos laborales que de no corre-
girse, previa evaluación de los mismos, causarán diferentes alteraciones en la salud de las
personas trabajadoras expuestas a PVD.
La Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales que deter-
mina el cuerpo básico de garantías para establecer un nivel de protección de la salud de los
trabajadores y trabajadoras frente a los riesgos laborales, en su artículo 6 fija que serán las
normas reglamentarias las que irán concretando los aspectos técnicos de las medidas pre-
ventivas en cada situación.
En el caso que nos ocupa, la prevención de riesgos laborales de los trabajadores y traba-
jadoras expuestas a pantallas de visualización, se materializa en el Real Decreto 488/1997,
de 14 de abril, sobre Disposiciones mínimas de seguridad y salud relativas al trabajo con
equipos que incluyen pantallas de visualización.
Al mismo tiempo en la Disposición Final primera del citado Real Decreto se establece
que el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene (INSHT) en el Trabajo y de acuerdo a lo dis-
puesto por Real Decreto 39/1997, de 17 de enero, por el que se aprueba el Reglamento de
los Servicios de Prevención, elaborará y mantendrá actualizada una «Guía Técnica para la
evaluación y prevención de los riegos relativos a la utilización de equipos que incluyan panta-
llas de visualización».
A lo largo del presente trabajo se harán comentarios sobre los aspectos más relevantes de
todo el anterior marco legal y que se consideran insuficientemente auto-explicados en el mismo.
2. Definiciones
Pantalla de visualización: Una pantalla alfanumérica o gráfica, independiente del método de
de representación visual utilizado.
Persona trabajadora: Cualquier trabajador o trabajadora que habitualmente y durante una
parte relevante de su trabajo normal, utilice un equipo con pantalla de visualización.
Para incluir definitivamente a alguien de esta tercera categoría como persona usuaria, la
Guía Técnica establece hasta siete requisitos que en caso de cumplirse al menos en cinco
de ellos permite considerarlos como «trabajador» usuario de pantallas de visualización y por
tanto quedar protegido por las normas legales y técnicas referidas.
El Real Decreto 488/1997 en su artículo 3, cuando hace referencia a las obligaciones gene-
rales del empresario, dice que «el empresario adoptará las medidas necesarias para que la
utilización por los trabajadores de equipos con pantallas de visualización no suponga riesgos
para su seguridad o salud o, si ello no fuera posible, para que tales riesgos se reduzcan al mí-
nimo».
Más adelante puntualiza: «… el empresario deberá evaluar los riesgos para la seguri-
dad y salud de los trabajadores, teniendo en cuenta en particular los posibles riesgos para
la vista y los problemas físicos y de carga mental, así como el posible efecto añadido o
combinado de los mismos».
En este sentido establece los elementos que se tomarán en consideración al realizar la eva-
luación.
Por fin el citado artículo completa: «Si la evaluación pone de manifiesto que la utilización
por los trabajadores de equipos con pantallas de visualización supone o puede suponer un
riesgo para su seguridad o salud, el empresario adoptará las medidas técnicas u organizati-
vas necesarias para eliminar o reducir el riesgo al mínimo posible».
En resumen:
— La responsabilidad recae en el empresariado.
— Necesidad de evaluar los riesgos.
— Principales riesgos:
• Trastornos músculo-esqueléticos.
• Problemas visuales.
• Fatiga visual.
Los problemas de salud asociados al trabajo con pantallas de visualización pueden evi-
tarse mediante:
— Un buen diseño del puesto de trabajo.
— Una correcta organización del trabajo.
— Una información y formación adecuada al trabajador o trabajadora.
Los riesgos citados se pueden incrementar en la medida en que el diseño del puesto, el
medio ambiente físico y la organización del trabajo no tengan en cuenta las necesidades y li-
mitaciones del de la persona usuaria.
El análisis deberá tener en cuenta entre otros los siguientes factores:
a) Los derivados de la exigencia de la tarea:
— El tiempo promedio de utilización diaria del equipo.
— El tiempo máximo de atención a la pantalla.
— El grado de atención que exige la tarea.
— La minuciosidad de la tarea.
— El tamaño de los elementos a visualizar.
— La visualización alternativa de pantalla e impresos.
— Las diferencias de luz entre dichos elementos y las distancias entre ellos los ojos
de la persona usuaria.
b) Los derivados de las características propias del puesto de trabajo:
— La calidad de la pantalla.
— La iluminación y el entorno visual.
— El diseño ergonómico del puesto.
c) Los relativos a las propias características visuales de la persona usuaria.
En la práctica se nos ofrecen tres posibilidades complementarias para evaluar los puestos
de trabajo expuestos a pantallas de visualización:
1. Verificar el diseño ergonómico de los distintos elementos que integran el puesto.
Esto es controlar el riesgo en su origen.
2. La estimación de las cargas mental, visual y muscular, a través de la evaluación de las
exigencias de la tarea, las características personales del trabajador o trabajadora, el
tiempo de trabajo, los síntomas de fatiga, etc.
3. La detección de las situaciones de riesgo mediante una vigilancia periódica de la salud.
Las dos primeras posibilidades tienen un marcado acento preventivo, mientras con la ter-
cera buscamos una detección precoz de las alteraciones de salud.
El test tiene sus limitaciones y, para los casos dudosos o, que a juicio de la persona res-
ponsable de la evaluación, convenga realizar análisis más detallados de algunos aspectos,
la propia Guía suministra criterios para complementar la información suministrada por la en-
cuesta o cita fuentes de información experta.
La información proporcionada por las propias personas trabajadoras usuarias constituye
una parte esencial de la evaluación. El citado test de evaluación es una herramienta útil para
obtener la información del trabajador o trabajadora.
No obstante, en actividades donde puedan aparecer riesgos particularmente significati-
vos o pérdidas materiales importantes o daños para la seguridad de terceras personas será
necesario realizar una evaluación más detallada que la proporcionada por los procedimientos
citados. Ejemplo de estos casos específicos serían el control del tráfico aéreo, grandes plan-
tas de energía, salas de control de sectores estratégicos.
Una vez conocidas las deficiencias más importantes a través de la evaluación de riesgos, se
deberían llevar a cabo las correspondientes medidas correctoras con la celeridad que la im-
portancia de las mismas indicará, de manera que se elimine el riesgo o se reduzca al nivel ra-
zonablemente más bajo posible.
Desde el punto de vista preventivo, y siempre que la naturaleza de las tareas lo permita,
podrían organizarse las actividades, de manera que los trabajadores y trabajadoras tengan un
margen de autonomía suficiente para poder seguir su propio ritmo de trabajo y hacer peque-
ñas pausas discrecionales para prevenir la fatiga mental, visual y muscular.
Esta modalidad de trabajo, que es practicable en muy distintos ámbitos laborales, es la
forma más eficaz de prevenir el riesgo de fatiga y suele hacer innecesario el establecimiento
de pautas regladas sometidas a los rigores de los acuerdos de negociación.
5. Vigilancia de la salud
El artículo 4 del Real Decreto 488/1997, de 14 de abril, sobre las disposiciones mínimas de
seguridad y salud relativas al trabajo con equipos que incluyen pantallas PVD, recoge que
el empresario garantizará el derecho de los trabajadores y trabajadoras a una vigilancia ade-
cuada a su salud teniendo en cuenta en particular los riesgos para la vista, los problemas fí-
sicos y la carga mental, así como el posible efecto añadido o combinado de los mismos y la
eventual patología acompañante.
La vigilancia de la salud se efectúa por medio de exámenes médicos, realizado por perso-
nal sanitario competente.
Los exámenes médicos que se regirán por las condiciones fijadas por el artículo 22 de la
Ley de Prevención de Riesgos Laborales serán de tres tipos:
— Examen previo al inicio del trabajo con PVD.
— Examen específico periódico.
— Examen a demanda del trabajador o trabajadora.
5.1. Examen
Contraindicaciones
En contra de lo que habitualmente se piensa el trabajo con pantallas de visualización pre-
senta pocas contraindicaciones estrictas pero puede necesitar una vigilancia periódica.
La mayor parte de las afecciones oculares, excepto las muy graves como el glaucoma
de ángulo estrecho, no se agravan por este trabajo. Lo que sí se puede producir es un incre-
mento de la fatiga aunque no suele ser una contraindicación.
— Fatiga muscular.
— Fatiga mental.
La valoración de la fatiga mental tal como marca el protocolo de vigilancia sanitaria espe-
cífica se realizará mediante una encuesta específica que se encuentra en el Anexo VIII del
citado protocolo.
El apartado consta de siete apartados:
— Información personal.
— Factores ambientales.
— Exigencias del puesto.
— Organización del trabajo.
— Síntomas.
— Antecedentes de incapacidad laboral.
— Satisfacción personal.
Los resultados de este cuestionario deberán ser analizados conjuntamente con un cues-
tionario de características de la tarea en trabajos con PVD (Anexo VI del protocolo).
Se han descritos algunos casos de irritación en la piel o incluso reacciones alérgicas. Espe-
cialmente en cuello, cara y a veces en las manos.
Estas molestias se deberían al ambiente seco, a la electricidad estática que se produce
en los ambientes de trabajo con numerosos equipos de trabajo eléctricos y al polvo que está
en suspensión en el aire.
• Mareos.
• Temblores.
• Hipersudoración.
• Trastornos digestivos.
— Perturbaciones psíquicas:
• Ansiedad.
• Irritabilidad.
• Dificultad de concentración.
— Alteraciones del sueño:
• Insomnio.
• Sueño agitado.
• Pesadillas.
7. Etiopatogenía
Se hará referencia a aquellos factores y elementos del equipo y entorno físico que ayudarán
a evitar el disconfort y a mejorar las condiciones de trabajo de los puestos con PVD.
El equipo con el que mantendremos el máximo contacto visual y que será el más frecuen-
temente utilizado se deberá situar en la zona de confort. Por zona de confort se entiende
aquella que, sin cambiar de postura, se alcanza con ambos brazos extendidos hacia delante.
Pantalla
Para las tareas habituales se mantendrá a una distancia no inferior a 450 mm. La pantalla es-
tará diseñada de tal forma que permitirá su orientación para lograr un ángulo de visión óp-
timo = 0º y que en ningún caso exceda de 40º.
La imagen de la pantalla será estable sin fenómenos de destellos. Los caracteres estarán
bien definidos y serán claros.
La persona usuaria podrá ajustar el contraste de luminancia.
Movilidad de la Pantalla: Móvil en tres direcciones y se preferirán aquellos equipos en
que la pantalla y el teclado estén separados.
La utilización de filtros solo es aconsejable como última medida ya que en general dismi-
nuyen la luminancia y requieren un mantenimiento de desempolvado y limpieza frecuentes.
Asiento
Deberá permitir al operador u operadora una postura estable y confortable durante el período
de tiempo necesario para la realización de toda su actividad laboral.
La silla será de cinco pies y ruedas que faciliten su desplazamiento y estará situada a
45-55 cm del suelo. El respaldo será ligeramente convexo para un buen apoyo de la zona
lumbar. Podrá regularse hacia atrás y medirá entre 20 a 30 cm. El apoyabrazos es un ele-
mento aconsejable y deberá permitir acercarse al área de trabajo lo más posible. El reposa-
piés es opcional y se utilizará cuando la altura de la silla no permita al personal descansar los
pies en el suelo.
Iluminación
En el lugar donde se ubiquen los puestos con PVD, existirá una iluminación general. Si se uti-
liza iluminación individual complementaria, esta no se colocará cerca de la pantalla para evitar
deslumbramiento directo, reflexiones o desequilibrios.
Se recomiendan niveles de luminancia de 300 a 1.000 Lux en función del puesto. La Ilu-
minación artificial deberá comprender una instalación general y que busca uniformizar las lu-
minancias de todo el local.
Las pantallas se colocarán alejadas de las ventanas y de manera que la línea de visión del
operador u operadora esté en paralelo al frente de la ventana. Las luminarias se colocarán en
hileras paralelas al frente de la ventana pero no encima de las pantallas.
Se complementarán con cortinas o persianas que amortiguarán la luz.
Clima
La temperatura operativa de confort se mantendrá dentro del rango:
— Invierno: 20 a 24º.
— Verano: 23 a 26º.
9. Postura de trabajo
En los puestos de trabajo con PVD, la causa de disconfort está ligada con la posición seden-
taria mantenida y con los elementos del puesto.
En toda concepción del puesto las recomendaciones a seguir son:
— La postura se debe poder modificar a voluntad.
— La duración del mantenimiento de la postura debe ser la más breve posible.
Tema 13
99 Primeros auxilios.
Sumario Tema 13
1. Introducción
1. Introducción
Los primeros auxilios son el conjunto de medidas asistenciales que adoptaremos inicial-
mente con una persona accidentada o enferma en el lugar de los hechos, hasta la llegada de
los servicios sanitarios.
El objetivo principal debe ser mantener a la persona accidentada con vida, y evitar agra-
var las lesiones que presenta. Para ello la persona que preste los primeros auxilios hará solo
aquello de lo que esté totalmente segura que puede hacer para ayudar a la persona acciden-
tada.
Es frecuente que en un accidente se genere un ambiente de nerviosismo y en conse-
cuencia hay riesgo de actuaciones incorrectas, por ello entre las acciones a desarrollar está
la de dominar la situación y evitar el pánico.
En estas situaciones junto a una valoración general del accidente: n.º de personas acci-
dentadas, lesiones de las mismas, persistencia de peligro… hay que actuar siguiendo unas
pautas básicas que responden a la regla: P.A.S.
— P de PROTEGER el lugar de los hechos. Después de un accidente puede continuar exis-
tiendo la causa que lo originó (un fuego, un escape de gas…) se ha de tener la seguridad
de que tanto quien ha sufrido el accidente como la persona que preste la primera asisten-
cia estén fuera de peligro.
— A de AVISAR en cuanto sea posible a los servicios sanitarios y activar el Sistema de
Emergencia. Salvo que estemos solos o solas deberemos permanecer junto a quien
ha sufrido el accidente y enviar a otra persona a pedir ayuda mientras empezamos a ...
— S de SOCORRER siguiendo un orden de prioridades (la experiencia demuestra que ge-
neralmente quien más se queja no es el que está más grave) y reconociendo los sig-
nos vitales: 1. Consciencia 2. Respiración y 3. Pulso y siempre por este orden.
Tendremos que identificar aquellas situaciones que puedan suponer una amenaza inmediata
para la vida de la persona accidentada. Como se ha dicho antes, hay que observar el estado
de consciencia, la respiración, y la circulación y posteriormente la existencia de hemorragias
graves.
Una vez que hayamos comprobado que la vida de la víctima no está en peligro (respira y
tiene pulso) pasaremos a buscar otras lesiones que pueda tener. Para ello le exploraremos
ordenadamente de la cabeza a los pies.
— Cabeza: miraremos si tiene heridas en cuero cabelludo y cara. Comprobaremos la au-
sencia de hemorragias en la nariz/oídos ya que podría ser signo de fractura de cráneo.
— Cuello: descartaremos heridas en esta zona y tomaremos el pulso carotídeo. Tendre-
mos especial cuidado en la movilidad del cuello por riesgo de lesión cervical especial-
mente si el traumatismo ha sido violento.
— Tórax: buscaremos deformidades, heridas y si la víctima está consciente preguntare-
mos si tiene dolor.
— Abdomen: ver si hay heridas. Preguntaremos por si tiene dolor. Tener siempre pre-
sente la posibilidad de lesiones internas.
— Extremidades: examinaremos brazos y piernas comparando ambos brazos y ambas
piernas entre sí para observar diferencias entre ellas y deformidades que nos hagan
sospechar de la existencia de fracturas. Descartaremos la existencia de heridas y he-
morragias. Asimismo exploraremos la sensibilidad y movilidad para descartar una le-
sión medular.
El oxígeno es un elemento indispensable para vivir. El organismo lo capta del medio am-
biente mediante la respiración y posteriormente lo transporta por todo el cuerpo por la san-
gre impulsada por el corazón. Cuando existe una insuficiencia en el aporte de oxígeno a los
tejidos (asfixia) se pone en peligro la vida de la persona que sufre esta situación. Por este
motivo llamamos a la respiración y a la circulación sanguínea funciones vitales. Un intervalo
de 3 a 5 minutos sin recibir oxígeno daña de forma irreversible las células.
Esta situación de asfixia exige de forma inmediata la puesta en práctica de las maniobras
de recuperación del aporte de oxígeno que no admiten la mínima demora en su aplicación si
queremos evitar la muerte o la aparición de lesiones irreversibles en la víctima.
Una vez efectuadas las dos primeras acciones de la regla P.A.S. pasaremos a efectuar
las maniobras de reanimación propiamente dichas como la forma de Socorrer a la persona
accidentada.
Tumbaremos a la víctima boca arriba en el suelo. Vigilaremos el riesgo de que la persona ac-
cidentada inconsciente y tendida boca arriba se pueda ahogar con su propia lengua despla-
zada hacía atrás. Para ello se hiper-extenderá la cabeza: con una mano en la frente empu-
jando hacia abajo y con la otra separando hacia abajo y adelante la barbilla. Efectuada esta
maniobra y acercando nuestra cara a la boca y nariz de la víctima comprobaremos si respira.
Nos podremos encontrar que la persona accidentada no respira y en este caso como he-
mos venido anunciando hay que actuar de manera inmediata (lo ideal antes de 1minuto de
haberse producido la parada respiratoria) comenzando la respiración artificial.
Inmediatamente después de dar las dos primeras insuflaciones debemos comprobar que
la circulación de la persona accidentada existe, tomando el pulso en la arteria carótida.
Esta arteria se encuentra en el cuello y para localizarla primero encontraremos la «nuez»
en la cara anterior del cuello y desde allí deslizaremos nuestros dedos hacía fuera, al hueco
que forman los músculos del cuello y encontraremos los latidos mediante una suave com-
presión.
Si la persona tiene pulso, continuaremos con la respiración artificial hasta su recuperación
o hasta la llegada del personal sanitario.
En caso de que no tenga pulso, esto significa que el corazón ha dejado de latir y en con-
secuencia la persona necesitará de forma inmediata un masaje cardiaco.
Masaje cardiaco: mediante una compresión externa del corazón se pretende que el cora-
zón vuelva a latir y distribuya la sangre por todo el organismo. Por el contrario cuando deje-
mos de comprimir el corazón se llenará de sangre y estará en situación de, a través de otra
compresión, volver a mandar sangre a los tejidos. Se trata, por tanto, de lograr una circula-
ción artificial.
Para conseguir una compresión efectiva, colocaremos al/ a la paciente boca arriba (de-
cúbito supino) sobre una superficie plana y dura (normalmente el suelo). Con una mano ex-
tendida, apoyaremos la parte posterior de la palma ligeramente por encima del limite infe-
rior del esternón (2 traveses de dedo por encima de la «boca del estomago»). Colocaremos
la otra mano encima de la primera con los dedos de ambas entrelazados entre sí. El/La so-
corrista se situará junto a la víctima de rodillas y en perpendicular a ella, las manos apoya-
das en el esternón, los brazos rectos y estirados y los hombros encima de la víctima.
La compresión debe hacerse de tal manera que consigamos que el tórax descienda 4 o
5 centímetros y a un ritmo alto de 80-100 veces por minuto.
En la mayor parte de los casos será preciso simultanear la respiración artificial con el ma-
saje cardiaco ya que la persona accidentada no respira y no tiene pulso. Como ninguna de las
2 maniobras puede interrumpirse, habrá que hacerse de tal modo que permita su realización
conjunta.
Si estamos solos o solas la estrategia de intervención será: realizar 30 compresiones car-
diacas y a continuación 2 insuflaciones de aire «boca-boca», volver a repetir el ciclo hasta la
recuperación del pulso y respiración de la víctima.
Si son dos (2) los/as socorristas entrenados/as entonces la secuencia será 15 compresio-
nes por 2 insuflaciones.
Estas maniobras jamás deben ser interrumpidas, de tal forma que si es posible se releva-
rán los/as socorristas que prestan la ayuda. Solamente cesaremos en la realización de la res-
piración artificial y del masaje cardiaco externo en dos circunstancias:
— Porque la víctima se haya recuperado: esté consciente, haya disminuido su palidez,
tenga pulso y sus pupilas reaccionen a la luz.
— Porque se haya hecho cargo de ella un equipo o persona cualificada.
4. Hemorragias
Las causas más frecuentes de hemorragias son las heridas que cursan, en general, con
hemorragias externas por interrupción de la piel y/o de las mucosas, aunque también pueden
producirse en órganos internos.
Los principios generales del tratamiento de las heridas son:
— Detener la hemorragia.
— Evitar las complicaciones y en especial las infecciones.
— Favorecer la curación.
La compresión puede realizarse directamente sobre la parte que sangra. Utilizaremos preferen-
temente gasas estériles y, de no tenerlas a mano, cualquier tela o paño procurando que esté
lo más limpio posible, así evitaremos el riesgo de infecciones. Mantendremos la presión sobre
la herida durante unos minutos (10 aproximadamente) hasta que nos percatemos de que la he-
morragia ha cedido. Una vez que nos hayamos percatado de que la hemorragia ha cedido ven-
daremos la herida y trasladaremos a la persona accidentada al centro sanitario más cercano o
la mantendremos acostada, tranquilizándola hasta la llegada de los servicios sanitarios.
Si por el contrario con esta primera compresión la hemorragia no cediera, se pondrán
nuevos apósitos sin retirar los anteriores y sujetándolos con una venda que aumente la pre-
sión, ya que si mientras estamos aplicando la presión, retiramos los apósitos empapados an-
tes de tiempo destruiríamos el coágulo formado y volvería a aumentar la hemorragia.
Si estas medidas no se mostraran suficientes las complementaríamos con una compre-
sión a distancia sobre la arteria principal de la zona lesionada por encima del vaso sangrante,
es decir, en la región contigua a la herida que esté más cercana al corazón. La compresión
debe mantenerse hasta la llegada de la ambulancia o el ingreso hospitalario de la persona he-
rida.
Si la hemorragia es en las extremidades las mantendremos elevadas y por encima del cora-
zón para disminuir la presión sanguínea sobre la herida siempre y cuando no le resulte doloroso
a la víctima, por posibles fracturas, en cuyo caso volveremos la extremidad a su posición inicial.
En resumen:
— Colocar a la persona herida tumbada y tranquilizarla.
— Elevaremos el miembro lesionado.
— Compresión directa sobre la herida.
— Compresión arterial entre la herida y el corazón si es necesario.
— Vendaje compresivo.
— Traslado a un centro sanitario.
4.2. Torniquete
Es un método excepcional y extremo, solamente justificado en los casos en los que han sido
ineficaces los métodos anteriores y el traslado a un centro sanitario se va a demorar.
Un torniquete es un vendaje compresivo muy fuerte, en general circular, que actúa com-
primiendo las arterias por encima de las heridas para evitar la hemorragia.
Es altamente peligroso y al tiempo que detiene la pérdida de sangre puede provocar
otras lesiones e incluso falta de riego y riesgo de gangrena.
Medidas a tener en cuenta en la utilización de un torniquete:
— Se colocará una etiqueta en lugar visible indicando la urgencia de la hemorragia y seña-
lando la hora y minuto en que fue colocado el torniquete.
— En caso de períodos de tiempo prolongados con el torniquete, es conveniente que sin
llegar a quitarlo se afloje ligeramente cada 20 minutos aproximadamente para dismi-
nuir el riesgo de gangrena pero siempre cuidando de que no vuelva a sangrar.
— Una vez colocado, corresponderá al personal sanitario especializado retirar el torni-
quete y nunca al/a la socorrista, para evitar el riesgo de shock.
4.3. Shock
Además de las hemorragias, otras causas que pueden desencadenar un estado de shock
son:
— Quemaduras graves.
— Enfermedades cardiacas.
5. Quemaduras
5.1. Concepto
La quemadura es el resultado del contacto de los tejidos del organismo con el calor. Las cau-
sas principales son el fuego, líquido hirviendo, los sólidos incandescentes, la electricidad, los
productos químicos y las radiaciones.
El cuerpo humano tolera temperaturas de hasta unos 40º C; por encima se produce la
quemadura que por un lado depende de la acción directa del agente causal y por otro de la
isquemia (falta de aporte sanguíneo) cutánea secundaria a la acción del calor.
La piel, que es el órgano más extenso de nuestro cuerpo, está compuesta esencialmente
por dos capas:
— Epidermis. La más externa y cuya función es fundamentalmente protectora.
— Dermis. Cuya destrucción conlleva la pérdida de la capacidad de regeneración de la
piel.
5.2. Clasificación
Profundidad
1.er Grado: de grosor parcial. Destruye solamente la capa superficial de la piel, la epidermis,
produciendo un enrojecimiento de la zona lesionada. A esta lesión se le denomina ERITEMA.
2.º Grado: destruye la epidermis y un espesor variable de la dermis. Se produce una infla-
mación del tejido con formación de ampollas llamadas FLICTENAS. La lesión es dolorosa y
se dice que «llora» por la pérdida de líquidos del tejido y las ampollas.
3.er Grado: de grosor total. Afecta a todas las capas de la piel incluyendo la dermis pro-
funda. Es una lesión de aspecto seco, chamuscado y blanquecino. No hay dolor debido a la
destrucción de las terminaciones nerviosas. Se le denomina ESCARA.
Extensión
Se utiliza la denominada «Regla del 9». Para ello Wallace divide la superficie corporal del
adulto en 11 áreas, siendo cada parte el 9% o un múltiplo de 9.
— Cabeza y cuello equivalen a 9%.
— Cada extremidad superior: 9%.
— Cada extremidad inferior: 18%.
— Cara anterior de tórax y abdomen: 18%.
Si cuando iniciamos la atención a la persona accidentada las llamas queman todavía a la víc-
tima, no se deben apagar con agua. Revolcaremos a la persona quemada por el suelo o sofo-
caremos el fuego con una manta o similar. Una vez apagadas las llamas, sí aplicaremos agua
con el fin de refrigerar las zonas quemadas.
En el caso de quemadura por fuego aplicaremos las normas generales citadas, prestando
especial atención a la ausencia de respiración. La mayoría de las víctimas por fuego lo han
sido en un espacio cerrado por lo que a las quemaduras cutáneas se les asociará quemadu-
ras respiratorias. También son frecuentes las intoxicaciones por monóxido de carbono y las
lesiones inflamatorias de las mucosas de las vías aéreas superiores por inhalación de produc-
tos químicos.
Se produce cuando la piel entra en contacto con sustancias químicas como ácidos o álcalis
fuertes. Ante una quemadura química se actuará lavando generosamente la piel con agua en
abundancia. Se duchará durante 20-30 minutos.
Durante la ducha se ha de proceder a retirar todos los objetos que estén en contacto con
la piel y a continuación aplicar la norma general.
En el caso de las quemaduras oculares los ojos se irrigarán durante al menos 20 minutos.
La evacuación se hará continuando la irrigación con frascos irrigadores.
La corriente eléctrica puede dar lugar a lesiones de diversa naturaleza en su paso por el inte-
rior de nuestro cuerpo. Junto a las lesiones locales, un accidente eléctrico puede desencade-
nar una parada cardio-respiratoria.
La prioridad como en todos los accidentes será Proteger-Avisar-Socorrer. En este caso lo
primero será cortar la corriente eléctrica en condiciones seguras, no sin antes prever la caída
de la persona.
5.7. Conclusión
Las quemaduras son lesiones debidas a la acción del calor sobre la piel. La actuación co-
rrecta incluye:
1. Eliminar la causa.
2. Refrigerar la zona quemada con agua.
3. Cubrir la zona lesionada.
4. Evacuar a la persona accidentada.
6. Fracturas
6.2. Sintomatología
Una fractura puede desencadenar un estado shock, originado por el dolor y/o la hemorragia.
Como siempre mantendremos la regla P.A.S. de tal forma que lo primero sería proteger a la
persona accidentada y procuraremos infundirle tranquilidad y confianza comentándole que ya
se ha avisado a los servicios sanitarios.
Evitaremos movimientos innecesarios ya que podemos aumentar el dolor, agravar las le-
siones e incluso involuntariamente desencadenar un cuadro de shock.
La regla esencial es inmovilizar la fractura en la misma posición en que se encuentra.
Nunca intentaremos por nuestra cuenta reducir la fractura, esto es llevar al hueso a su posi-
ción normal.
Si la fractura se encontrara en una extremidad, junto a la inmovilización de la zona frac-
turada fijaremos también las articulaciones que están por encima y por debajo de la fractura
(articulación anterior y posterior).
La inmovilización se hará por medio de un «tutor» —pueden emplearse unas tablillas, fé-
rulas, palos— que previamente almohadillaremos con trozos de tela, algodón o similar.
En caso de no contar con un «tutor» y la fractura es de una extremidad podemos utilizar
otras partes del cuerpo para realizar la inmovilización. Ej: una pierna con otra o un brazo con
un pañuelo al cuerpo y cuello.
La inmovilización pretende:
— Calmar el dolor.
— Disminuir la probabilidad de nuevas lesiones.
— Reducir el riesgo de shock.
Fracturas de columna vertebral son igualmente muy delicadas y requieren un cuidado ex-
tremo en su atención. La columna vertebral es el «estuche» que protege la medula espinal
cuya lesión puede ser motivo de secuelas muy graves e irreversibles: parálisis, hemiplejías e
incluso la muerte.
Aunque en ocasiones resulta difícil saber si realmente existe fractura de columna verte-
bral, hay una serie de datos en los antecedentes del traumatismo así como signos y sínto-
mas que nos pueden ayudar a sospechar de esta fractura.
Los traumatismos que pueden cursar con fractura de columna vertebral son:
— Caídas desde altura sobre los pies o de espaldas.
— Caídas sobre los glúteos (sentados).
— Golpes directos sobre la columna.
— Movimientos violentos sobre el cuello (signo del latigazo).
Los síntomas y signos que acompañan a una fractura de columna pueden ser:
— Dolor en la nuca, hombros o espalda.
— Contractura muscular,
— y sobre todo signos de sospecha de pérdida de sensibilidad, sensación de hormigueo
o acorchamiento, incapacidad de movimiento de las extremidades o curvas pronuncia-
das en la espalda.
— Mantenerla acostada sobre un plano duro, boca arriba, con la cabeza, tronco y extremi-
dades en línea recta.
— En el momento del traslado se mantendrá este eje en línea recta de cabeza-tronco-ex-
tremidades (serán necesarias 3 personas).
Ante la posibilidad de lesión cervical (recordad cómo ha sido el traumatismo) antes del
traslado estabilizaremos el cuello con un collarín.
7. Pérdida de conocimiento
7.1. Síncope
Cuando la causa es banal, algo que deberá confirmar el personal médico cuando la víc-
tima se recupere, el cuadro a pesar de su aparatosidad no reviste gravedad. La víctima se
siente débil, palidece, pierde en todo o en parte la posibilidad de ver y oír. Junto a la pérdida
de consciencia tendrá un pulso débil y rápido, respiración superficial e incluso puede tener
convulsiones breves y no intensas y relajación de esfínteres.
Ante una persona que haya perdido el conocimiento lo que siempre tenemos que hacer
es comprobar las funciones vitales es decir que respira y que tiene pulso para en caso con-
trario obrar en consecuencia practicando las maniobras de resucitación cardio-pulmonar.
Una vez comprobado esto, solo es necesario colocar a la persona en la posición ade-
cuada: siempre tumbada y con las piernas algo elevadas para favorecer el retorno sanguí-
neo desde las extremidades al corazón para que este vuelva a bombear la sangre adecuada-
mente. Al mismo tiempo le aflojaremos todo aquello que dificulte esta circulación de retorno:
cinturón, corbata, medias, abotonaduras etc.
Si la recuperación del conocimiento es rápida, esperaremos unos minutos hasta que su
estado general sea normal, pasando a la persona de tumbada a sentada y posteriormente a
posición de pie. Por el contrario si no se recupera, colocaremos a la víctima en posición late-
ral de seguridad y solicitaremos ayuda médica.
7.2. Epilepsia
Síntomas
Una crisis epiléptica o convulsión ocurre cuando una actividad cerebral anormal causa un
cambio involuntario del movimiento, de la función, de la sensación, de la capacidad de estar
alerta o del comportamiento. La crisis puede durar desde unos segundos a minutos y la ex-
presión clínica dependerá de la zona cerebral afectada por la anormal actividad.
Hay pacientes que sufrirán pérdida de conocimiento, pueden ponerse rígidos/as, tener
espasmos musculares y gritar e incluso puede producirse relajación de esfínteres y otros/
as pacientes por el contrario sufrir una crisis parcial durante la que parece presentar atur-
dimiento y confusión y no serán capaces de responder a las preguntas ni por supuesto
cumplir instrucciones.
Primeros auxilios
Nuestra principal función como socorristas ante una convulsión de probable origen epiléptico
será el de procurar que la persona no se dañe durante el ataque.
— Despejaremos el entorno de cualquier objeto que pueda herir a la víctima.
— Colocaremos una prenda a modo de almohadilla debajo de la cabeza.
— Aflojaremos la ropa ajustada.
— No hay que tratar de sujetar a la víctima durante los espasmos musculares.
— No introducir objetos en la boca.
8.1. Introducción
En este caso nos encontraremos a una persona que respira con dificultad, que emitirá ruidos
extraños y que podrá toser e incluso hablar.
La persona que sufre la obstrucción se pondrá de pie (si estaba sentada comiendo) manifes-
tará con gestos —no podrá hablar— la urgencia de su situación, se llevará las manos al cue-
llo, no podrá toser y es posible que su tez se torne azulada.
Es una situación de máxima urgencia ya que en unos minutos puede perder el conoci-
miento y hacer una parada respiratoria que le conducirá a la muerte.
Debemos realizar inmediatamente la «maniobra de Heimlich»:
a) Nos colocaremos detrás de la persona atragantada y rodearemos su cintura con am-
bos brazos. Situaremos una de nuestras manos con el puño cerrado y el pulgar hacia
dentro, en el abdomen por encima del ombligo y alejado del esternón y las costillas.
Cogeremos el puño con la otra mano.
b) Una vez que hayamos colocado el puño cogido con la otra mano, presionaremos brus-
camente hacia adentro y arriba al mismo tiempo. Se repetirá esta operación las veces
necesarias hasta que se expulse el objeto.
Si la persona está inconsciente colocaremos a la persona en el suelo boca arriba. Nos si-
tuaremos a horcajadas sobre ella y pondremos el talón de una mano sobre el abdomen en-
tre el ombligo y el extremo inferior del esternón, la otra mano la pondremos encima de la
primera. Manteniendo los brazos estirados presionaremos hacia arriba hasta 5 veces. A con-
tinuación volveremos a mirar la boca para ver si el cuerpo extraño está visible. Si no es así se
repetirá la operación y la acompañaremos 2 insuflaciones «boca a boca».
9.1. Introducción
Los accidentes por la corriente eléctrica son poco frecuentes pero siempre graves y fre-
cuentemente mortales. De esto deriva la importancia de conocerlos para prevenirlos y saber
cómo actuar para limitar sus consecuencias.
La electricidad puede actuar como:
— El fuego y produciendo una quemadura. En este caso actuaremos aplicando las reglas
generales de tratamiento de las quemaduras.
— Como paso de corriente. Son siempre graves y pueden provocar además de quemadu-
ras muy severas, riesgo de otras lesiones como fracturas, estado de shock e incluso
parada cardio-respiratoria.
Las lesiones pueden ser debidas a accidentes de alta tensión por descargas de más de
10.000 voltios. En estos accidentes se producen lesiones y quemaduras muy severas.
Accidentes de baja tensión producidos por descarga de tensión inferiores a 1.000 voltios.
Como los accidentes de alta tensión exigen una actuación muy especializada y afortuna-
damente son mucho menos frecuentes que los de baja tensión, solo indicaremos las pautas
básicas de actuación ante los accidentes eléctricos por baja tensión.
¿Qué hacer?
Cortaremos la corriente en los interruptores de la sección o los generales. Si no podemos,
se intentará separar a la persona (si se mantiene el contacto con la corriente) con algún ins-
trumento aislante. Hay que tener en cuenta que si la persona accidentada está en altura al
interrumpir la corriente puede caer al suelo desde la altura lo que nos obligará a tomar medi-
das preventivas.
No hay que olvidar que en los accidentes por electricidad pueden producirse quemaduras
muy graves y no visibles. La persona accidentada puede tener lesiones internas de gran in-
tensidad. Por eso hay que trasladarle siempre a un centro sanitario.
10. Intoxicaciones agudas
10.1. Objetivos
En numerosos procesos laborales se utilizan sustancias químicas que pueden ocasionar in-
toxicaciones graves e incluso mortales.
Se expondrán las alteraciones clínicas más frecuentes e importantes a las que deberá
responder un/a socorrista con formación.
Frente a una intoxicación aguda el personal médico debe valorar, inicialmente las siguientes
situaciones clínicas:
— Parada respiratoria.
— Estado de shock.
— Estado de coma.
— Alteraciones oculares.
— Alteraciones cutáneas.
Lo más importante del tratamiento sintomático consiste en mantener una adecuada res-
piración y circulación.
Parada respiratoria
El método más eficaz para tratar una apnea o insuficiencia respiratoria es la ventilación me-
cánica y en su defecto realizar el «boca-nariz»: riesgo de contacto con el veneno.
En caso de paro cardiaco deberán instaurarse las maniobras de resucitación cardio-pul-
monar 30/2 la más rápidamente posible.
Estado de shock
La presencia de una respiración rápida y superficial. Taquicardia, hipotermia y falta de tono
muscular hace sospechar que la persona se encuentra en estado de shock.
Se colocará a la víctima en un plano rígido con las piernas elevadas y la cabeza baja. Si es-
tamos en condiciones de hacerlo administraremos oxígeno.
Alteraciones oculares
Se lavará abundantemente con agua tibia o solución fisiológica, con los párpados bien abier-
tos y durante al menos 30 minutos.
Si fuera necesario se realizará la operación entre 2 personas: una logrará que los párpa-
dos se mantengan abiertos y la otra persona practicará el lavado mediante una gran jeringa.
Se lavará bien el saco conjuntival.
No se utilizarán pomadas ni sustancias neutralizantes
Alteraciones cutáneas
Se despojará rápidamente a la persona accidentada de su vestimenta y se lavará la piel abun-
dantemente con agua corriente, preferentemente tibia y al menos durante 30 minutos y no
se frotará la piel afectada.
Un tipo especial de intoxicación es aquella cuya vía de penetración en el organismo es la
aérea.
Este tipo de intoxicación nos lo vamos a encontrar en lugares cerrados y con mala venti-
lación donde haya acumulación de humo y gases tóxicos.
— Escapes de gas.
— Combustión defectuosa de braseros, calentadores, estufas…
— Pozos negros, alcantarillas…
11. Heridas
Son lesiones con rotura de piel y salida de sangre al exterior (hemorragia externa). Toda he-
rida sangra, tiene los bordes de la lesión separados y suele cursar con dolor.
Las heridas se clasifican según su gravedad y según su mecanismo de producción.
Gravedad
— Leves: Superficiales y limpias.
— Graves: Extensas, profundas, sucias y de localización en ojos, tórax o abdomen.
Mecanismo de producción
— Punzantes: Producidas por objetos puntiagudos como agujas, clavos, punzones… Pre-
sentan orificio de entrada y son de mayor profundidad que de extensión. Son propen-
sas a infectarse y sangran poco.
— Incisas: Producidas por objetos cortantes (cristal, cuchillos, tijeras…). Los bordes sue-
len ser regulares y limpios.
— Contusas: Realizadas por objetos romos. Los bordes son irregulares y magullados.
— Transfixiantes: Presenta orificio de entrada y salida. Las heridas por armas de fuego.
— Inciso-contusas: En una misma herida existe componente inciso y componente contuso.
¿Qué hacer?
a) Si se trata de una herida leve:
— Antes de actuar nos lavaremos profusamente las manos.
— Limpiaremos la herida con agua y jabón. Del centro de la herida hacia los bordes.
— Utilizaremos como antiséptico la povidona yodada (betadine).
b) Por el contrario si se trata de una herida clasificada como grave:
— Tranquilizaremos a la víctima.
— Frenaremos la hemorragia si la hubiera.
— No utilizaremos ni pomadas ni otras sustancias.
— Vigilaremos el riesgo de entrar en estado de shock.
Complicaciones:
— Infecciones-Tétanos.
— Hemorragias.
— Shock.
— Cuerpos extraños.
— Separación de bordes.
Para evitar las infecciones lo más importante es la limpieza que hagamos de la herida. Se
establecerá la profilaxis antitetánica con tres dosis en el período de 6 meses a 1 año.
En caso de una hemorragia importante seguiremos todo lo indicado en el capítulo corres-
pondiente: Tumbar a la persona herida, frenar la pérdida de sangre, tapar la herida, inmovili-
zar y trasladar.
Si vemos que la víctima presenta sudoración fría, palidez, pulso débil y rápido y respira-
ción agitada y superficial tendremos que sospechar de un riesgo de instauración de shock y
actuaremos tumbando al/a la paciente y elevando las piernas.
Ante la presencia de cuerpos extraños, pueden estar sirviendo de tapón de una posible
hemorragia y por tanto evitaremos la tentación de extraerlos.
En ojos:
— No las tocaremos.
— No manipularemos los ojos.
— Taparemos ambos ojos para evitar los movimientos conjugados.
En tórax:
— Si hubiera un objeto enclavado no trataremos de sacarlo.
— Taponaremos la herida con apósito y vendaje.
— Trasladaremos a la persona herida acostada del lado lesionado.
En abdomen:
— No hurgaremos.
— No trataremos de sacar cuerpos extraños.
— Si las vísceras están fuera no trataremos de introducirlas en el abdomen.
— No daremos nada de beber.
— Taparemos la herida y trasladaremos a la víctima semisentada o en posición lateral de
seguridad y las piernas flexionadas.
Tema 14
99 Gobierno abierto.
99 Concepto y principios informadores.
99 Acceso a la información pública y buen gobierno.
Sumario Tema 14
2. Principios informadores
4. La participación ciudadana
La participación ciudadana
Dimensiones participativas
La eficacia en los procesos participativos: herramientas y medidas de fomento
Organización de la participación
El valor público se genera cuando los gobiernos conocen las aspiraciones de la ciudadanía
y se definen los beneficios que habrán de generarse para la sociedad sobre la base de los re-
cursos y poderes que la sociedad le ha otorgado. La legitimidad de estos gobiernos depende
entonces de lo «bien o mal» que se crea el valor o el bien público y de la forma en la que se
han detectado las aspiraciones de la sociedad y se ha rendido cuentas a la misma de cómo
se han satisfecho.
La innovación pública
En esta nueva era y con el fin de mantener fuerte la democracia de un país, se precisa que
exista una alineación entre las actividades de los gobiernos y las necesidades reales de su
ciudadanía, de forma que se corrijan los fallos y se apliquen políticas públicas eficientes, y
ello requiere innovar en los procesos, productos, servicios y métodos. Así surge el concepto
de gobierno abierto, unido a la innovación en la gestión pública.
cimiento de las actividades previstas que el Gobierno realizará o está realizando permitiendo
así el ejercicio de la opinión ciudadana.
El 21 de enero de 2009 Barack Obama, como Presidente de los Estados Unidos, pro-
mulgó el Memorando sobre Transparencia y Gobierno Abierto, en el que ordenaba a sus al-
tos cargos que organizaran las instituciones para hacerlas transparentes, participativas y cola-
borativas.
En el año 2011 se crea la Alianza Internacional para el Gobierno abierto (OGP), en la que
8 países fundadores y que actualmente agrupa a más de 70, se comprometen con los prin-
cipios consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Convención de
las Naciones Unidas contra la Corrupción y otros instrumentos internacionales relacionados
con los derechos humanos y el buen gobierno, y que se concretan en: aumentar la disponi-
bilidad de información sobre las actividades gubernamentales; apoyar la participación ciuda-
dana; aplicar los más altos estándares de integridad profesional en todos nuestros gobiernos
y aumentar el acceso a las nuevas tecnologías para la apertura y la rendición de cuentas. Su
objetivo es trabajar para fomentar una cultura mundial de gobierno abierto que empodere y
brinde resultados a los ciudadanos y ciudadanas, y avance los ideales de un gobierno abierto
y participativo en el siglo xxi.
La OCDE define el gobierno abierto en su Recomendación del Consejo de la OCDE so-
bre Gobierno Abierto del año 2017 (para más información: Recomendación del Consejo de
la OCDE sobre Gobierno Abierto), como una cultura de gobernanza que promueve los princi-
pios de transparencia, integridad, rendición de cuentas y participación de las partes interesa-
das en apoyo de la democracia y el crecimiento inclusivo.
Existen otros términos que se asemejan al de gobierno abierto, como son el de buen go-
bierno y el de buena administración, que a veces se utilizan como equivalentes y otros con
matices distintos.
La Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, en su artículo 41 recoge
el derecho a una buena administración, que incluye el derecho a que se traten sus asun-
tos imparcial y equitativamente y dentro de un plazo razonable, a ser oída antes de que se
tome en contra suya una medida individual que le afecte desfavorablemente, la obligación
que incumbe a la administración de motivar sus decisiones...
Pero además de un derecho, la buena administración es un principio general de actua-
ción administrativa. Los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a exigir determinados pa-
trones o estándares en el funcionamiento de la Administración. Y la Administración está obli-
gada, en toda democracia, a distinguirse en su actuación cotidiana por su servicio objetivo
al interés general. Una buena administración se caracteriza por poner en el centro a las per-
sonas, basarse en un exhaustivo conocimiento de la realidad, promover el diálogo y el con-
senso con la sociedad, procurar un equilibrio entre los intereses de los grupos mayoritarios y
las minorías, y el comportamiento ético de sus responsables, poniendo siempre por delante
el interés público.
El concepto de buen gobierno en muchas ocasiones se utiliza de modo equivalente al
de buena administración o al de gobierno abierto, pero en muchas normas, como en la le-
gislación básica (para mayor información: Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia,
acceso a la información pública y buen gobierno) se circunscribe únicamente al comporta-
miento de los cargos públicos en base a unos principios generales y de actuación relaciona-
dos con conductas de transparencia, imparcialidad, diligencia, responsabilidad, dedicación,
no implicación en actividades incompatibles, no aceptación de favores o servicios en condi-
ciones ventajosas que puedan condicionar el desarrollo de sus funciones… Este aspecto de
ética y comportamiento de los cargos y del personal empleado público también se denomina
integridad, y se recoge en otro capítulo de este tema como Sistemas de integridad.
El concepto de administración electrónica o administración digital o administración 2.0
o e-administración, está también muy relacionado con el de gobierno abierto ya que com-
prende el conjunto de soluciones que permite a la ciudadanía y a las empresas poder relacio-
narse con las administraciones públicas a través de medios electrónicos.
La posibilidad de relacionarse con la Administración a través de estos medios electróni-
cos, posibilita una mayor transparencia y control sobre el estado de tramitación de cualquier
procedimiento o decisión pública, puede tener una incidencia en la mejora sustancial en la
calidad del servicio que la Administración (disponibilidad 24 horas al día, facilidad de acceso
sin acudir presencialmente a las oficinas y simplificación en los trámites al no tener que pre-
sentar documentos que ya posea la administración de otros trámites o con otras administra-
ciones por la interoperabilidad de estas) y además, a través de plataformas específicas, la
ciudadanía puede opinar, proponer o interactuar con la administración sobre servicios o políti-
cas públicas.
2. Principios informadores
En todos estos conceptos de gobierno abierto y en términos equivalentes, como buena ad-
ministración, buen gobierno, o en términos vinculados, como administración electrónica, o
sistemas de integridad, se parte de los mismos principios básicos, principios que subyacen
en estos modelos de gobernanza y que constituyen sus pilares fundamentales:
— La transparencia, el acceso a la información pública y la rendición de cuentas. La
transparencia gubernamental consiste en que la información sobre las actividades de
los organismos públicos sea creada y esté a disposición de la ciudadanía, con excep-
ciones limitadas, de manera oportuna y en formatos de datos abiertos sin límites para
la reutilización. Esto incluye la divulgación de información en respuesta a las solicitu-
des de la ciudadanía (derecho de acceso a la información pública) y de manera proac-
tiva (publicidad activa), esto es, a iniciativa propia de las entidades públicas. Supone
además que la información clave acerca de los entes privados que se relacionan con la
administración (proveedores, entidades subvencionadas, conveniadas…) esté disponi-
ble ya sea directamente o a través de organismos públicos.
— La participación y la colaboración ciudadana. Una gobernanza eficaz implica esta-
blecer procesos de gestión más horizontales, trabajar en equipo con otras institucio-
nes, e incorporar e implicar a la ciudadanía (y a los actores sociales relevantes) en el
proceso de decisiones públicas. Los poderes públicos tienen la legitimación represen-
tativa de la sociedad, pero necesitan establecer mecanismos permanentes de diálogo,
negociación y acuerdo con la ciudadanía sobre las decisiones más importantes que le
atañen directamente.
La participación ciudadana es uno de los componentes principales para esta nueva
gobernanza ya que:
• Da legitimidad a los gobiernos y a las instituciones, contribuyendo a la eficacia de su
desempeño y a su fortalecimiento.
• Permite una mayor legitimidad de las políticas públicas.
• Supone una representación de la pluralidad social.
de los Diputados, al Senado, al Tribunal Constitucional y al Consejo General del Poder Judi-
cial, así como al Banco de España, Consejo de Estado, al Defensor del Pueblo, al Tribunal de
Cuentas, al Consejo Económico y Social y las instituciones autonómicas análogas.
También se aplica a las sociedades mercantiles en cuyo capital social la participación di-
recta o indirecta de las entidades mencionadas sea superior al cincuenta por ciento, a las
fundaciones del sector público y a las asociaciones constituidas por las Administraciones, or-
ganismos y entidades a las que se ha hecho referencia.
Asimismo, se aplica a los partidos políticos, organizaciones sindicales y organizaciones
empresariales y a todas las entidades privadas que perciban una determinada cantidad de
ayudas o subvenciones públicas.
Por último, las personas físicas o jurídicas que presten servicios públicos o ejerzan potes-
tades administrativas también están obligadas a suministrar a la Administración a la que se
encuentren vinculadas, previo requerimiento, toda la información necesaria para el cumpli-
miento por aquella de las obligaciones de esta Ley. Esta obligación es igualmente aplicable a
los adjudicatarios de contratos del sector público.
Se trata de publicar información de forma periódica y actualizada cuyo conocimiento sea
relevante para garantizar la transparencia de la actividad de estas entidades relacionada con
el funcionamiento y control de la actuación pública, como por ejemplo: las funciones que
desarrollan, la normativa que les resulta de aplicación, su estructura organizativa, sus ins-
trumentos de planificación y la evaluación de su grado de cumplimiento; información de
relevancia jurídica como los anteproyectos y proyectos de normas que se encuentren en
tramitación junto con sus memorias e informes; información de relevancia económica, pre-
supuestaria y estadística, entre la que se encuentran los contratos, los convenios, las sub-
venciones, las retribuciones de los cargos o los presupuestos y cuentas e informes de audi-
torías; o el registro de actividades de tratamiento de datos personales.
La mayor parte de las comunidades autónomas tienen regulaciones autonómicas de
transparencia que incorporan mayores obligaciones de publicidad activa, como por ejemplo,
la publicación de información relativa a los órganos colegiados adscritos, las relaciones de
puestos de trabajo, la identificación de los miembros de los órganos de representación del
personal y número de liberados sindicales existente, la agenda institucional, los resultados
de los procesos participativos realizados, la relación de bienes de su propiedad, información
en materia de ordenación del territorio, urbanismo, medio ambiente y vivienda…
La Comunidad Autónoma de Euskadi no tiene aún una normativa autonómica de transpa-
rencia, por lo que unicamente le resulta de aplicación la normativa básica.
Los ayuntamientos vascos se rigen, además de por la normativa básica de transparencia,
por la Ley 2/2016, de 7 de abril, de Instituciones Locales de Euskadi que incluye regulación
en materia de transparencia.
También las tres Diputaciones Forales de la CAE cuentan con normativa propia de trans-
parencia.
La información publicada, en general, debe atender a los principios de:
— Precisión, la información ha de ser precisa.
— Plenitud, ha de tenderse a publicar toda la información de que se disponga sobre el
contenido que va a publicarse y quiere explicitarse atendiendo a su relevancia.
— Actualidad, en el momento en el que se produce la información.
La apertura de datos públicos y su reutilización. Los portales de datos abiertos (Open Data)
El concepto de datos abiertos (open data, en inglés) es una filosofía y práctica que persigue
que determinados tipos de datos estén disponibles de forma libre para todo el mundo, sin
restricciones de derechos de autor, de patentes o de otros mecanismos de control (Fuente:
Wikipedia).
Open Data se refiere especialmente a los datos de las Administraciones Públicas puesto
que son obtenidos y gestionados con dinero público y, por tanto, debieran estar disponibles
para el aprovechamiento de empresas y ciudadanía en general.
La Comunidad Autónoma de Euskadi cuenta con Open Data Euskadi, que actualmente
alberga datos abiertos del Gobierno Vasco y federa datos, para facilitar a la comunidad reuti-
lizadora, del portal de datos abiertos del Gobierno de España, de la Unión Europea y de otras
administraciones forales y locales de Euskadi, independientemente de qué Administración
sea la responsable de los datos. Además, organiza concursos y eventos de datos abiertos
para formentar su reutilización.
Existen diversas normas sobre reutilización de la información del sector público a nivel
europeo, estatal y autonómico, que regulan los aspectos relativos a la publicación de datos
en formatos abiertos por parte de las Administraciones Públicas y su reutilización por parte
de la ciudadanía. Cabe mencionar la Directiva 2003/98/CE del Parlamento Europeo y del Con-
sejo, de 17 de noviembre de 2003, relativa a la reutilización de la información del sector pú-
blico. así como la Ley 37/2007, de 16 de noviembre, sobre reutilización de la información del
sector público, ambas con sucesivas modificaciones.
El derecho de acceso a la información pública en España está regulado con carácter de bá-
sico en el Capítulo III de la Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a la in-
formación pública y buen gobierno: «Todas las personas tienen derecho a acceder a la infor-
mación pública, en los términos previstos en el artículo 105.b) de la Constitución Española,
desarrollados por esta Ley. Asimismo, y en el ámbito de sus respectivas competencias, será
de aplicación la correspondiente normativa autonómica».
El artículo 105 b) de la Constitución Española determina que la Ley regulará «El acceso
de los ciudadanos a los archivos y registros administrativos, salvo en lo que afecte a la segu-
ridad y defensa del Estado, la averiguación de los delitos y la intimidad de las personas».
En general, en la normativa básica y en los posteriores desarrollos autonómicos, se esta-
blece que las ciudadanas y ciudadanos tienen derecho a:
— Acceder a la información pública, entendida esta como aquella que ha sido elaborada
por la propia Administración y también aquella que tiene en su poder como conse-
cuencia de su actividad o el ejercicio de sus funciones, bien a través de la publicidad
activa o solicitándola sin tener que motivarla ni ostentar un interés legítimo, sin per-
juicio de las limitaciones contempladas en la legislación básica estatal o en la ley re-
gional o local.
— Obtener la información solicitada en la forma o formato elegidos.
— La gratuidad en el acceso a la información. No obstante, la expedición de copias o la
trasposición de la información a un formato diferente al original podrá dar lugar a la exi-
Los límites del derecho de acceso a la información pública, previa ponderación con el
interés público o privado que justifique el acceso, tienen que ver con la protección de:
— la seguridad nacional,
— la defensa,
— las relaciones exteriores,
— la seguridad pública,
— la prevención, investigación y sanción de los ilícitos penales, administrativos o discipli-
narios,
— la igualdad de las partes en los procesos judiciales y la tutela judicial efectiva,
— las funciones administrativas de vigilancia, inspección y control,
— los intereses económicos y comerciales,
— la política económica y monetaria,
— el secreto profesional y la propiedad intelectual e industrial,
— la garantía de la confidencialidad o el secreto requerido en procesos en toma de deci-
sión,
— la protección del medio ambiente,
y se aplican de modo restrictivo y cada caso a caso, esto es, son excepciones al principio ge-
neral favorable, y solo se puede denegar la información cuando su acceso produzca un per-
juicio real sobre alguno de los bienes protegidos.
Tanto la publicidad activa como el derecho de acceso a la información pública están li-
mitados por el derecho a la protección de datos de carácter personal. La Ley Orgá-
nica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y Garantía de Derechos
«1. Si la información solicitada contuviera datos personales que revelen la ideología, afi-
liación sindical, religión o creencias, el acceso únicamente se podrá autorizar en caso de
que se contase con el consentimiento expreso y por escrito del afectado, a menos que di-
cho afectado hubiese hecho manifiestamente públicos los datos con anterioridad a que se
solicitase el acceso.
Si la información incluyese datos personales que hagan referencia al origen racial, a la sa-
lud o a la vida sexual, incluyese datos genéticos o biométricos o contuviera datos relativos a
la comisión de infracciones penales o administrativas que no conllevasen la amonestación pú-
blica al infractor, el acceso solo se podrá autorizar en caso de que se cuente con el consenti-
miento expreso del afectado o si aquel estuviera amparado por una norma con rango de ley».
Cuando los datos personales no fueran de estas tipologías, que están especialmente pro-
tegidos, deberá ponderarse de forma razonada el interés público en la divulgación de la
información y los derechos de los afectados cuyos datos aparezcan en la información soli-
citada o a publicar, en particular su derecho fundamental a la protección de datos de carácter
personal.
El artículo 30 del Reglamento General de Protección de Datos (UE) 2016/679 del Parla-
mento Europeo y del Consejo de 27 de abril de 2016 (RGPD) establece la obligación de los
responsables de tratamiento y encargados de tratamiento de datos de carácter personal de
la creación y mantenimiento de un Registro de las Actividades de Tratamiento efectuadas
bajo su responsabilidad.
El Reglamento General de Protección de Datos entiende por tratamiento cualquier ope-
ración o conjunto de operaciones realizadas sobre datos personales o conjuntos de datos
personales, ya sea por procedimientos automatizados o no, como la recogida, registro, orga-
nización, estructuración, conservación, adaptación o modificación, extracción, consulta, utili-
zación, comunicación por transmisión, difusión o cualquier otra forma de habilitación de ac-
ceso, cotejo o interconexión, limitación, supresión o destrucción.
La finalidad de este registro se basa en el principio de responsabilidad proactiva, uno de
los principios fundamentales del RGPD. En términos prácticos, requiere que las organizacio-
nes analicen qué datos personales tratan, con qué finalidades lo hacen y qué tipo de ope-
raciones de tratamiento llevan a cabo, siendo una herramienta que permite tener una pers-
pectiva general de todas las actividades de tratamiento de datos que la organización está
llevando a cabo.
Los sujetos obligados por la Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a
la información pública y buen gobierno están obligados a publicar el Registro de Activida-
des de Tratamiento (publicidad activa).
La participación ciudadana
Se entiende por participación ciudadana la capacidad de las personas de tomar parte activa
en los asuntos públicos.
La necesidad de impulsar formas directas de participación ciudadana, que profundicen la
naturaleza democrática de nuestras sociedades, viene siendo puesta de manifiesto en los úl-
timos tiempos en las más relevantes instituciones y foros nacionales e internacionales y en-
cuentran su asiento en nuestros textos jurídicos fundamentales. En este sentido es nece-
sario recordar los principios recogidos en la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión
Europea, las reflexiones contenidas en el Libro Blanco «La Gobernanza Europea», de la Co-
misión Europea, de 25 de julio de 2001, y los trabajos que le han dado continuidad, así como
la Recomendación del Comité de Ministros del Consejo de Europa, de 6 de diciembre de
2001, sobre la participación ciudadana en la vida pública local.
Dimensiones participativas
Para una participación real y efectiva han de articularse procesos participativos eficaces,
que contemplen al menos:
— fases de difusión pública del proceso participativo, de sus características y alcance, y
de la información necesaria que contribuya a la reflexión y al debate;
— fases de deliberación y contraste desde diferentes ópticas y grupos;
— fases de propuesta y búsqueda de consensos;
— y fases de devolución pública de las conclusiones y decisiones adoptadas.
Organización de la participación
Para favorecer la participación ciudadana existen múltiples formas de organizarse: los órga-
nos colegiados de carácter participativo, y, como ya se ha mencionado antes, las denomina-
das entidades ciudadanas o grupos representativos de intereses diversos.
Por una parte están los órganos consultivos y de participación tradicionales conforma-
dos por representantes de las instituciones públicas y de estas entidades ciudadanas, consti-
tuidos formalmente en consejos con funciones consultivas y de participación y regulados en
normas con rango de ley u otras disposiciones normativas de carácter general. Es el caso, en
el País Vasco, entre muchos otros, de la Mesa de Diálogo Civil, del Consejo Vasco del Volun-
tariado, del Consejo Vasco para la Inclusión Social, de la Mesa de Turismo de Euskadi, de los
Consejos sociales municipales … donde participan entidades del tercer sector, de defensa
del consumidor, comunidades de pacientes, asociaciones vecinales etc.
La creación de órganos colegiados participativos viene constituyendo desde hace años
la forma de participación estable de la ciudadanía, individual y/o asociativa, en los procesos
de toma de decisiones en las políticas públicas, más allá de los clásicos trámites de audien-
cia y de información pública previstos en algunos procedimientos, y del más reciente de con-
sulta previa en algunos casos como el de disposiciones normativas de carácter general. No
Por otra parte existen las denominadas entidades ciudadanas o grupos representati-
vos de intereses diversos, que son agrupaciones de personas que, con o sin financiación
pública, se constituyen bien para participar en la vida pública y elevar sus propuestas a las
administraciones públicas, para satisfacer sus necesidades o las de colectivos desfavoreci-
dos o en torno a la promoción de intereses culturales, deportivos… Es el caso de las entida-
des dedicadas a promover:
— El apoyo a colectivos desfavorecidos.
— El consumo.
— La cooperación exterior.
— La cultura.
— Los deportes.
— Los derechos humanos.
— La educación.
— El euskera.
— La igualdad.
— La juventud.
— El medio ambiente.
— La salud.
— La mejora de sus barrios o pueblos, etc.
Estas entidades ciudadanas pueden constituirse o no con personalidad jurídica. Ello con-
diciona el acceso a las ayudas públicas, pero no su participación en procesos participativos
autogestionados o promovidos por las administraciones públicas.
Pueden clasificarse estas entidades ciudadanas o grupos representativos de intereses di-
versos en:
— Entidades colectivas: personas jurídicas, sin ánimo de lucro, cualquiera que sea su
forma jurídica y su naturaleza, que tengan como fin la defensa de intereses colectivos
o de sus asociados o asociadas, ya sean de carácter general o sectorial, que desarro-
llan sus actividades en un territorio.
— Grupos de interés: organizaciones y personas, sea cual sea su estatuto jurídico, que se
dedican profesionalmente como parte de su actividad a influir directa o indirectamente
en los procesos de elaboración de las políticas o disposiciones o en la aplicación de las
mismas y en las tomas de decisiones del sector público y que desarrollan sus activida-
des en un territorio.
— Grupos de reflexión: instituciones académicas y de investigación que desarrollan sus
actividades en un territorio.
Los sistemas de integridad son sistemas de ética pública y buen gobierno en el que las ins-
tituciones que lo promueven se comprometen no solo a la aplicación y desarrollo de códigos
éticos y de conducta de sus cargos o personal empleado público o similares, sino también
a la implantación de un entramado de acciones, tanto administrativas, participativas y de for-
mación, como analíticas y evaluativas, para contribuir al fortalecimiento de la confianza pú-
blica en las instituciones y en el sistema democrático.
La legislación, los códigos y prácticas que se incluyen en estos sistemas de integridad
comparten una serie de valores y normas de conducta que pueden subsumirse en 3 princi-
pios éticos generales:
— Interés general: El interés general, el bien común, es el objetivo esencial de la activi-
dad de las administraciones y organizaciones del sector público y por ello ha de cui-
darse y promoverse, evitando su daño, perjuicio o deterioro. Bien común entendido
como aquel que es compartido (a corto, medio y largo plazo) por y en beneficio de
toda la ciudadanía y que coadyuva a la consecución del equilibrio entre intereses con-
trapuestos con equidad. Es relevante que en su búsqueda se fomenten mecanismos
de participación ciudadana, de una ciudadanía educada en valores y empoderada.
Este principio ético general se despliega, a su vez, en una serie de principios como
por ejemplo: responsabilidad, integridad, imparcialidad y objetividad, honestidad y
desinterés subjetivo y ejemplaridad.
— Respeto y apertura. El principio de respeto consiste en tratar a todas las personas que
se relacionan con la Administración, sean proveedoras, licitadoras, prestadoras o com-
pañeras y compañeros y, especialmente, a ciudadanas y ciudadanos y asociaciones cí-
vicas, con dignidad, esto es, como sujetos con conciencia (opinión, criterios, conviccio-
nes), libertad y derechos.
Este principio está vinculado con un necesario acercamiento entre la ciudadanía y
la Administración pública, la búsqueda de una relación más cercana, más respetuosa y,
en definitiva, más humana con las personas administradas y perceptoras de los servi-
cios públicos; lo que se ha llamado «Administración cordial».
Aquí es donde entran en juego, aparte de los valores éticos, muchas de las normas
técnicas,organizativas, ecológicas, económicas o de otra índole, que se toman en conside-
ración para una buena administración pública, tales como: diligencia, formación continua,
austeridad (gestión austera de los recursos, no políticas de austeridad), innovación, sosteni-
bilidad (hacerlo necesario para hacer sostenible la vida de las personas), liderazgo o confiden-
cialidad.
Este principio general se desglosa, a su vez, en otros principios entre los que destaca la
exigencia de una gestión responsable de los recursos públicos, además de: eficacia y eficien-
cia, sostenibilidad, cohesión económica, social y territorial, colaboración interinstitucional, li-
derazgo compartido y transformador y excelencia profesional.
Estos sistemas de integridad institucional y buen gobierno se asientan en los otros pila-
res del gobierno abierto que también refuerzan la confianza en las Administraciones como
son la transparencia y rendición de cuentas, la participación ciudadana y los sistemas de cali-
dad y eficacia, y desarrollan específicamente una arquitectura ética compuesta por códigos,
guías o manuales de conducta y buenas prácticas, la formación y sensibilización en ética, la
evaluación de riesgos de conductas no deseables, la creación de mecanismos de consulta y
denuncia y de gestión de conflictos de interés, los órganos de garantía y herramientas de ob-
servación y análisis.
Existen distintos modelos de gestión de la calidad ISO 9000, EFQM, CAF, etc. que han
sido adaptados a las especificidades de la administración para su institucionalización.
En estos sistemas de calidad se utilizan herramientas diversas como los planes estraté-
gicos de calidad de los servicios, las cartas de servicio, los grupos de mejora, las encuestas,
los sistemas de sugerencias y quejas ciudadanas, las cartas de compromisos, los sistemas
de certificación, el otorgamiento de premios…
La digitalización de la administración está suponiendo una oportunidad para la mejora
de los procesos y de los resultados de la administración pública, ya que ello ha permitido:
— La simplificación de los procedimientos administrativos.
— La reducción de tiempos en la respuesta a la ciudadanía.
— La disminución de los errores por extravíos o derivaciones entre órganos, y la seguri-
dad de las transacciones.
— El mayor control de los documentos administrativos, su archivo, mantenimiento y acceso.
— La posibilidad de establecer cuadros de mando con indicadores de proceso y de resul-
tado de ayuda a la toma de decisiones para la planificación y evaluación de políticas y
de servicios.
— La proximidad con la ciudadanía, mayor transparencia y control sobre los expedientes que
les afectan, e interacción para la rendición de cuentas y auditoría social de su gestión.
— Servicios 24 horas al día, sin necesidad de desplazamiento y de presentación de docu-
mentos que ya figuran en alguna de las administraciones públicas,
La Alianza para el Gobierno Abierto (Open Government Partnership – OGP) es una organi-
zación internacional de referencia cuyo fin es evaluar y desarrollar mecanismos para fomen-
tar gobiernos «más abiertos, responsables y sensibles a la ciudadanía». La OGP fue creada
en 2011 tras una reunión de la Asamblea General de la ONU. Actualmente, su Comité Direc-
tivo está conformado por 22 miembros, 11 de gobiernos y 11 de organizaciones de la socie-
dad civil. Euskadi forma parte de las 20 regiones participantes en el programa de Gobiernos
Locales de la Alianza para el Gobierno Abierto (OGP).
Transparencia Internacional es una organización no gubernamental que promueve me-
didas contra crímenes corporativos y corrupción política en el ámbito internacional. Se fundó
en 1993. Publica anualmente el Índice de Percepción de Corrupción, una lista corporativa de
corrupción a nivel mundial.
Tema 15
99 El expediente administrativo.
99 Documentos administrativos.
99 La expedición de copias y certificaciones
de documentos.
Sumario Tema 15
1. El expediente administrativo
solicitud, cuando tal renuncia no esté prohibida por el ordenamiento jurídico, y la declaración
de caducidad).
En su ánimo de clarificación conceptual, además de la definición del expediente adminis-
trativo la norma recoge también la del propio procedimiento, y lo identifica con el conjunto
ordenado de trámites y actuaciones formalmente realizadas, según el cauce legalmente pre-
visto, para dictar un acto administrativo o expresar la voluntad de la Administración (Exposi-
ción de Motivos).
Este esfuerzo del legislador por sistematizar el procedimiento administrativo y sus ele-
mentos se completa con la delimitación que realiza en su art. 26 LPAC del documento elec-
trónico y de sus condiciones de validez.
Comienza este apartado del art. 70 LPAC con la afirmación necesaria de que los expedientes
tendrán formato electrónico.
Esta obligatoriedad se precisa en coherencia con lo establecido en el art. 36 LPAC, rela-
tivo a los requisitos formales de los actos administrativos, respecto a los que se establece
que se producirán por escrito a través de medios electrónicos, a menos que su naturaleza
exija otra forma más adecuada de expresión y constancia.
En este sentido la Norrma Técnica de Interoperabilidad (NTI) de Expediente Electrónico en
su apartado III define los componentes del expediente electrónico con el siguiente contenido:
a) Documentos electrónicos, que cumplirán las características de estructura y formato
establecidas en la Norma Técnica de Interoperabilidad de Documento electrónico. Los
documentos electrónicos podrán incluirse en un expediente electrónico bien directa-
mente como elementos independientes, bien dentro de una carpeta, entendida esta
como una agrupación de documentos electrónicos creada por un motivo funcional, o
bien como parte de otro expediente, anidado en el primero.
b) índice electrónico, que garantizará la integridad del expediente electrónico y permitirá
su recuperación siempre que sea preciso. El índice electrónico recogerá el conjunto
de documentos electrónicos asociados al expediente en un momento dado y, si es el
caso, su disposición en carpetas o expedientes.
Ello supone que el documento electrónico ha de ir foliado.
c) Firma del índice electrónico por la Administración, órgano o entidad actuante de
acuerdo con la normativa aplicable. En este caso en los términos establecidos en los
arts. 9 y 10 LPAC.
d) Metadatos del expediente electrónico.
e) Asimismo, deberá constar en el expediente copia electrónica certificada de la resolu-
ción adoptada, para garantizar la identidad y contenido de las copias electrónicas o en
papel, y por tanto su carácter de copias auténticas. En particular, considerando que la
resolución que recaiga será un documento electrónico original, la copia certificada de-
berá incluir los metadatos que acrediten su condición de copia y que se visualicen al
consultar el documento.
Cuando en virtud de una norma sea preciso remitir el expediente administrativo, se hará de
acuerdo con lo previsto en el Esquema Nacional de Interoperabilidad (ENI) y en las corres-
pondientes Normas Técnicas de Interoperabilidad (NTI), y se enviará completo, foliado, au-
tentificado y acompañado de un índice, asimismo autentificado, de los documentos que con-
tenga.
La autenticación del citado índice garantizará la integridad e inmutabilidad del expediente
electrónico generado desde el momento de su firma y permitirá su recuperación siempre
que sea preciso, siendo admisible que un mismo documento forme parte de distintos expe-
dientes electrónicos.
Es de destacar que la redacción de la LPAC habla de remisión del expediente, no de
puesta a disposición del expediente electrónico, teniendo el interesado derecho a obtener
copia del mismo, como se hacía en la anterior Ley 11/2007, de 22 de junio, de acceso elec-
trónico de los ciudadanos a los Servicios Públicos (LAE).
Los supuestos típicos de remisión del expediente administrativo serán, en principio, a
otro órgano de la Administración responsable del expediente o de otra Administración Pú-
blica, para la continuación en su tramitación, o para la emisión de informe en el mismo, o,
bien, su remisión a la administración de justicia.
Respecto a la previsión de autentificación del expediente, habrá que recurrir a las distin-
tas fórmulas previstas en el art. 27 LPAC, en cuanto a la emisión de copias auténticas, que
se expondrá más adelante.
Es de aplicación el ámbito de la Administración General de la Comunidad Autónoma de
Euskadi, lo señalado en el Título III del nuevo Real Decreto 203/2021, de 30 de marzo, por
el que se aprueba el Reglamento de actuación y funcionamiento del sector público por
medios electrónicos, conforme al que los expedientes electrónicos que deban ser objeto
de remisión o puesta a disposición se formarán ajustándose a las siguientes reglas:
b) Requisitos de validez y eficacia de las copias auténticas de documentos (artículo 47 RD 203/2021)
1. De acuerdo con lo previsto en el artículo 27.2 de la Ley 39/2015, de 1 de octubre, tendrá la
consideración de copia auténtica de un documento público administrativo o privado original o
de otra copia auténtica, la realizada, cualquiera que sea su soporte, por los órganos compe-
tentes de las Administraciones Públicas en las que quede garantizada la identidad del órgano
que ha realizado la copia y su contenido.
2. Las copias auténticas se expedirán siempre a partir de un original o de otra copia au-
téntica y tendrán la misma validez y eficacia que los documentos originales.
c) Órganos competentes para la emisión de copias auténticas de documentos en el ámbito estatal
(artículo 48 RD 203/2021)
1. En el ámbito estatal, serán competentes para la expedición de copias auténticas de docu-
mentos públicos administrativos o documentos privados, que sean documentos originales o
copias auténticas de documento original los siguientes órganos:
de digitalización por la Administración Pública generará una copia electrónica que tendrá el
mismo valor que la copia presentada en papel.
2. La marca de tiempo será utilizada en todos aquellos casos en los que las normas regu-
ladoras no establezcan la utilización de un sello electrónico cualificado de tiempo
La información relativa a las marcas y sellos electrónicos cualificados de tiempo se aso-
ciará a los documentos electrónicos en la forma que determine el Esquema Nacional de Inte-
roperabilidad y normativa correspondiente.
3. La relación de prestadores cualificados de servicios de confianza que prestan servicios
de sellado de tiempo en el sector público deberá estar incluida en la «Lista de confianza de
prestadores cualificados de servicios de confianza».
f) Ejercicio del derecho de acceso al expediente electrónico y obtención de copias de los documentos
electrónicos. (artículo 52 RD 203/2021)
De acuerdo con lo previsto en el artículo 53.1.a) de la Ley 39/2015, de 1 de octubre, el dere-
cho de acceso de las personas interesadas que se relacionen electrónicamente con las Ad-
ministraciones Públicas al expediente electrónico y, en su caso, a la obtención de copia total
o parcial del mismo, se entenderá satisfecho mediante la puesta a disposición de dicho ex-
pediente en el Punto de Acceso General electrónico de la Administración competente o en la
sede electrónica o sede electrónica asociada que corresponda.
A tal efecto, la Administración destinataria de la solicitud remitirá al interesado o, en su
caso a su representante, la dirección electrónica o localizador que dé acceso al expediente
electrónico puesto a disposición, garantizando aquella el acceso durante el tiempo que deter-
mine la correspondiente política de gestión de documentos electrónicos siempre de acuerdo
con el dictamen de valoración emitido por la autoridad calificadora correspondiente, y el cum-
plimiento de la normativa aplicable en materia de protección de datos de carácter personal y
de transparencia y acceso a la información pública y de patrimonio documental, histórico y
cultural.
Asimismo, de estos artículos se deduce que forma parte del expediente administrativo la
iniciación de los procedimientos administrativos y que debe constar, en su caso, la con-
dición de representante y el poder que lo acredite; que forman parte del expediente ad-
ministrativo los documentos presentados por las personas interesadas; y que los docu-
mentos electrónicos que forman parte del expediente requieren de firma electrónica.
2.2. No todos los documentos emitidos por la Administración requieren firma electrónica
Conviene llamar la atención sobre la exigencia de la firma, que tiene por objetivo garantizar la
integridad y autenticidad del documento, poniendo de manifiesto la identidad de su emisor y
su voluntad con respecto a lo firmado. La firma electrónica es un conjunto de datos en forma
electrónica, consignados junto a otros o asociados con ellos, que permiten detectar cualquier
cambio posterior a los datos firmados, está vinculada a quien firma y a los datos referidos y
queda bajo el control exclusivo del firmante.
Tal y como se ha expuesto antes el art. 26 LPAC considera documento electrónico (admi-
nistrativos o no) la información de cualquier naturaleza en forma electrónica, archivada en un
soporte de electrónico según un formato determinado y susceptible de identificación y trata-
miento diferenciado. Es decir, puede ser documento electrónico sin contar con firma electró-
nica.
Los documentos electrónicos solo pueden tener naturaleza de documentos públicos si
están firmados electrónicamente por funcionarios que tengan legalmente atribuida la facul-
tad de dar fe pública, judicial, notarial o administrativa, siempre que actúen en el ámbito de
sus competencias. O tener naturaleza administrativa si están expedidos y firmados electróni-
camente por funcionarios o empleados públicos en el ejercicio de sus funciones públicas.
Por tanto, nos encontramos ante el hecho de que no todos los documentos electrónicos
requieren firma electrónica.
El apartado 3 de este art. 26 LPAC introduce una segunda categoría de documentos elec-
trónicos que no son documentos públicos administrativos válidamente constituidos. Se trata
de documentos que se publican con carácter meramente informativo o que no formen parte
de un expediente administrativo. Esta categoría de documentos electrónicos no requerirá de
firma electrónica, aunque sí se identificará su origen.
Entronca esta consideración con el precepto de la ley que aborda el expediente electró-
nico. En su apartado 4, el art. 70 LPAC aclara que no formará parte del expediente adminis-
trativo la información que tenga carácter auxiliar o de apoyo, como la contenida en aplica-
Por último, señalemos que el art. 26 LPAC deja bien claro un aspecto en orden a consagrar
el funcionamiento electrónico de la administración como el único: las AAPP no puede produ-
cir documentos administrativos en formato papel.
Salvo que sea la propia naturaleza del documento la que exija otra forma más adecuada
de expresión y constancia, las administraciones públicas emitirán los documentos adminis-
trativos por escrito, a través de medios electrónicos.
La LPAC no deja lugar a dudas sobre su claro posicionamiento a favor casi exclusiva-
mente del soporte electrónico. No solo en el mencionado apartado 2 de este art. 26. Otros
preceptos de la propia ley también recalcan el mismo planteamiento. Así, el apartado 1 del
art. 36 especifica, en la misma línea, que los actos administrativos se producirán por escrito
a través de medios electrónicos, a menos que su naturaleza exija otra forma más adecuada
de expresión y constancia.
Si bien es cierto que hay cierta flexibilidad al no cerrar totalmente la puerta a otros sopor-
tes, no lo es menos que se plantea en términos muy excepcionales.
Dar fe y certificar tienen el mismo significado. Es una función de carácter instrumental con-
cedida a determinados funcionarios. En virtud de ella producen actos de certificación, que se
formalizan en documentos. Hay dos modalidades: una en que la dación de fe tiene por finali-
dad la constancia de un hecho o acto jurídico (v.gr. acta, contrato), y otra que se propone dar
a conocer un acto o hecho (certificaciones).
Las certificaciones pueden ser documentales o no documentales, según tengan o no por
objeto un documento. Las documentales se denominan también testimonios.
Con el término certificación documental abarcamos la certificación en sentido estricto y
la copia certificada. Una y otra son las que en el ejercicio de sus funciones emiten los funcio-
narios públicos que tienen atribuida la función de dar fe y, por tanto, tienen la condición do-
cumentos públicos, comprendidos entre los citados en los números 1.º a 6.º del artículo 317
de la Ley de Enjuiciamiento Civil (LEC).
La diferencia entre certificaciones en sentido estricto y copias certificadas es la siguiente: en
el primer caso se crea un documento, en el que se copia o transcribe la totalidad o parte del
contenido del documento del que se certifica, y en el segundo se obtiene una copia de este
y sobre ella se pone una diligencia de certificación.
Tanto las certificaciones como las copias certificadas deben distinguirse de las «copias
auténticas» y de las «copias simples».
Se denominan copias auténticas las que producen funcionarios públicos en el ejercicio
de sus funciones sin tener atribuida expresamente la función de dar fe. En la Ley de Proce-
dimiento Administrativo Común (art. 27) se definen como «las realizadas, cualquiera que sea
su soporte, por los órganos competentes de las Administraciones Públicas en las que quede
garantizada la identidad del órgano que ha realizado la copia y su contenido», y se declara
que «tendrán la misma validez y eficacia que los documentos originales».
Las copias simples —en el ámbito administrativo— son las que no están autorizadas por
funcionario público en el ejercicio de sus funciones.
En principio, todos los documentos pueden ser objeto de certificación. Tienen dicha condi-
ción tanto si su soporte es papel como si es electrónico, o de otro carácter; si son origina-
les o copias, y de estas lo mismo si son certificadas, «auténticas» o simples. Lo conveniente
en todo caso es que en la certificación se expresen los datos que permitan conocer de qué
clase es el documento del que se certifica.
El documento electrónico puede ser tanto el medio para expedir una certificación como
el objeto de esta.
Las normas que regulan la materia están fundamentalmente en los artículos 26 y 27
LPAC y en la Ley 6/2020, de 11 de noviembre, reguladora de determinados aspectos de los
servicios electrónicos de confianza (LRSEC).
La regla general en las Administraciones públicas es que los documentos emitidos por
las Administraciones Públicas han de ser electrónicos, «a menos que su naturaleza exija otra
forma más adecuada de expresión y constancia» (art. 26.1 LPAC).
Los documentos electrónicos públicos, administrativos y privados, tienen el valor y la efi-
cacia jurídica que corresponda a su respectiva naturaleza, de conformidad con la legislación
que les resulte aplicable (art. 3.1 LRSEC).
Tal como establece el artículo 26.2 LPAC, para que los documentos electrónicos emiti-
dos por las Administraciones Públicas puedan ser considerados válidos deben cumplir las si-
guientes condiciones:
a) Contener información de cualquier naturaleza archivada en un soporte electrónico se-
gún un formato determinado susceptible de identificación y tratamiento diferenciado.
b) Disponer de los datos de identificación que permitan su individualización, sin perjuicio
de su posible incorporación a un expediente electrónico.
c) Incorporar una referencia temporal del momento en que han sido emitidos.
d) Incorporar los metadatos mínimos exigidos.
La propia ley contempla el documento electrónico informativo (artículo 26.3 LPAC), dife-
rente de los anteriores:
Y con respecto al documento electrónico se dice en su artículo 27.3 que «para garantizar
la identidad y contenido de las copias electrónicas o en papel, y por tanto su carácter de co-
pias auténticas, las Administraciones Públicas deberán ajustarse a lo previsto en el Esquema
Nacional de Interoperabilidad, el Esquema Nacional de Seguridad y sus normas técnicas de
desarrollo, así como a las siguientes reglas», contemplando seguidamente una serie de su-
puestos, a los que luego nos referiremos y comentaremos.
El documento que no es copia tiene siempre la condición de original. Tendrá este carácter el
documento creado sobre papel o en soporte electrónico.
No obstante, la copia de un documento original, certificada o no, puede convertirse en
objeto de certificación o copia, y por tanto ser «original» con respecto a ellas. Por eso, di-
chos conceptos, están relacionados.
Original, por consiguiente, es el documento que no es copia (sentido propio), pero puede
serlo también una copia cuando es objeto de copia, con respeto a esta última.
3.4.1.1. Requisitos de validez y eficacia de las copias auténticas de documentos (art. 47 RD 203/2021)
De acuerdo con lo previsto en el artículo 27.2 de la Ley 39/2015, de 1 de octubre, tendrá la
consideración de copia auténtica de un documento público administrativo o privado original o
de otra copia auténtica, la realizada, cualquiera que sea su soporte, por los órganos compe-
tentes de las Administraciones Públicas en las que quede garantizada la identidad del órgano
que ha realizado la copia y su contenido.
Las copias auténticas se expedirán siempre a partir de un original o de otra copia autén-
tica y tendrán la misma validez y eficacia que los documentos originales.
3.4.1.2. Emisión de copias de documentos aportados en papel por el interesado (art. 49 RD 203/2021)
Cuando el interesado presente en papel una copia de un documento público administrativo o
de un documento privado para incorporarlo a un expediente administrativo, el proceso de di-
gitalización por la Administración Pública generará una copia electrónica que tendrá el mismo
valor que la copia presentada en papel.
La marca de tiempo será utilizada en todos aquellos casos en los que las normas regula-
doras no establezcan la utilización de un sello electrónico cualificado de tiempo. La informa-
ción relativa a las marcas y sellos electrónicos cualificados de tiempo se asociará a los docu-
mentos electrónicos en la forma que determine el Esquema Nacional de Interoperabilidad y
normativa correspondiente.
La relación de prestadores cualificados de servicios de confianza que prestan servicios
de sellado de tiempo en el sector público deberá estar incluida en la «Lista de confianza de
prestadores cualificados de servicios de confianza».
3.4.2. Funcionarios habilitados para expedir copias auténticas y para otros cometidos
Ante este requisito subjetivo de legitimidad, el art. 27 LPAC determina que solamente po-
drán expedir copias auténticas de los documentos públicos administrativos o privados los ór-
ganos que cada administración pública determine. Como se ha apuntado antes, en las copias
auténticas, independientemente de cuál sea su soporte, quedará garantizada la identidad del
órgano que la ha realizado y su contenido.
Es decir, la LPAC exige que existan funcionarios habilitados para este cometido. Tanto la
Administración General del Estado, como las comunidades autónomas y las entidades loca-
les, podrán realizar copias auténticas mediante funcionario habilitado o mediante actuación
administrativa automatizada.
El art. 12 de la LPAC regula algunos aspectos más de esta figura, ya que recoge la obliga-
ción de que las distintas administraciones públicas dispongan de «un registro u otro sistema
equivalente» en el que quede constancia de los funcionarios habilitados para la realización de
copias auténticas. Se trata con ello de garantizar que se expiden adecuadamente.
Estos registros, por otra parte, serán interoperables y estarán conectados con todas las
administraciones públicas.
Si así lo deciden las distintas administraciones, en este registro, además, podrán cons-
tar también conjuntamente los funcionarios dedicados a asistir a los interesados en el uso de
medios electrónicos. Llegado a este extremo, podría darse el caso de que un mismo funcio-
nario tenga reconocida ambas funciones o solo una de ellas. En tales casos la LPAC prevé
la posibilidad de que el ciudadano se identifique y deje constancia de su consentimiento ex-
preso, para que un funcionario pueda actuar en su nombre, utilizando el sistema de firma del
que disponga para ello. Esta circunstancia será muy de tener en cuenta en tanto en cuanto
los documentos que aporte la ciudadanía a la administración, también deben ser documen-
tos auténticos.
La LPAC fijó que partir del 2 de octubre de 2018 las oficinas de registro deberán conver-
tirse en oficinas de asistencia en materia de registros, y por lo tanto con funcionarios habili-
tados tanto para certificar como para asistir. Más recientemente, la Disposición final 9.ª del
Real Decreto-ley 28/2020, de 22 de septiembre, de trabajo a distancia, ha modificado la
disposición final séptima de la Ley 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administra-
tivo Común de las Administraciones Públicas, que ha retrasado la entrada en vigor de las pre-
visiones relativas al registro electrónico de apoderamientos, registro electrónico, registro de
empleados públicos habilitados, punto de acceso general electrónico de la Administración y
archivo único electrónico producirán efectos a partir del día 2 de abril de 2021.
El artículo 48 del Real Decreto 203/2021, de 30 de marzo, por el que se aprueba el Re-
glamento de actuación y funcionamiento del sector público por medios electrónicos, y por
lo tanto en tanto no se desarrolle en la CAE, y por aplicación supletoria establece que:
3.4.4. Condiciones que garantizan en cada caso que una copia es auténtica
Este mismo apartado 3 del art. 27 de LPAC regula los requisitos para garantizar que una co-
pia es auténtica, es decir, que su contenido e identidad son los que deben ser, teniendo en
cuenta las diferentes casuísticas que pueden darse, ha de cumplir los siguientes requisitos:
a) En todos los casos, al realizar las copias auténticas las administraciones públicas de-
berán ajustarse a lo previsto en el Esquema Nacional de Interoperailidad (ENI), el Es-
quema Nacional de Seguridad (ENS) y sus normas técnicas de desarrollo.
b) Las copias electrónicas de un documento electrónico original o de una copia electró-
nica auténtica, con o sin cambio de formato, deberán incluir los metadatos que acredi-
ten su condición de copia y que se visualicen al consultar el documento.
Los metadatos son precisamente los elementos que proporciona contexto al con-
tenido, estructura y firma de un documento, contribuyendo al valor probatorio y fiabili-
dad de este a lo largo del tiempo como evidencia electrónica de las actividades y pro-
cedimientos.
Disposición final 9.ª del Real Decreto-ley 28/2020, de 22 de septiembre, de trabajo a distancia, ha modifi-
1
cado la disposición final séptima de la Ley 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo Común de
las Administraciones Públicas,
3.5.2 Certificaciones
La expedición de una certificación se llevará a cabo mediante una firma electrónica (persona
física) o sello electrónico (no firma electrónica) en el caso de las personas jurídicas [art. 6.1.b)
de la Ley 6/2020, de 11 de noviembre, reguladora de determinados aspectos de los servicios
electrónicos de confianza.
Es de presumir que las AA PP optaran por el sello electrónico, en cuanto que son perso-
nas jurídicas.
Antes de la entrada de la LPAC era precisa una declaración formal específica, en la que
constarán:
— las que sean titulares de los órganos que hayan dictado los actos o disposiciones reco-
gidos en las certificaciones;
— quien ocupe la secretaría de los órganos administrativos colegiados, con el visado de
quien ejerza su presidencia;
— las que sean titulares de los órganos responsables de los servicios comunes, en rela-
ción con los documentos emanados de los Departamentos u Organismo Autónomos
respectivos;
— las que ejerzan las Delegaciones Territoriales, cada una en el ámbito de sus respecti-
vas competencias;
— las que estén encargadas de los registros públicos, en relación con las funciones de
estos;
— quien ocupe la secretaría del Consejo de Gobierno y de las Comisiones Delegadas, con
respecto a los acuerdos adoptados por uno y otros órganos; y
— quien ejerza la dirección de la Secretaría del Gobierno y de Relaciones con el Parla-
mento, en relación con los acuerdos que figuren en las actas del Consejo de Gobierno
y las Comisiones Delegadas de este.
Antes de la entrada de la LPAC, toda certificación debía llevar en cada una de sus
páginas:
Tras la entrada en vigor de la LPAC, solo debe de llevar firma digital electrónica.
Rige para todo el sector público de la Comunidad Autónoma, con excepción de la Admi-
nistración de Justicia y las actividades de seguridad de los Cuerpos de Policía dependientes
de la Administración de la CAE.
En relación con las copias, tras la entrada en vigor de la LPAC, otorga el valor de copia
auténtica a las realizadas por medios electrónicos de documentos electrónicos, aunque no
mantengan el formato de origen, siempre que el documento original o una copia autentica
se encuentre en poder de la Administración y que se pueda comprobar que este y su copia
coinciden.
Tema 16
99 Legalizaciones de firmas.
99 La validación en la administración electrónica:
la identificación y firma electrónica,
el certificado electrónico.
Sumario Tema 16
1. Legalizaciones de firmas
artículo 83. Información pública; artículo 131. Publicidad de las normas; disposición adicio-
nal 4, disposición transitoria 4 y disposición final 2.
El citado referente normativo parte de la idea del servicio al ciudadano el cual exige con-
sagrar su derecho a comunicarse con las Administraciones por medios electrónicos. La con-
trapartida de ese derecho es la obligación de estas de dotarse de los medios y sistemas
electrónicos para que ese derecho pueda ejercerse.
El reconocimiento general del derecho de la ciudadanía de acceder electrónicamente a
las Administraciones Públicas ha tenido consecuencias en la forma de relacionarse con las
AAPP, e incluido de relacionarse estas, entre ellas, en una mejor atención prestación de ser-
vicios a estos ciudadanos.
El más importante es la utilización de medios electrónicos de forma preferente (tendente
a exclusiva, en la progresividad de los años) por las administraciones Publicas.
El hecho de reconocer el derecho de los ciudadanos a comunicarse electrónicamente
con la Administración plantea, en primer lugar, la necesidad de definir claramente la «sede»
administrativa electrónica con la que se establecen las relaciones, promoviendo un régimen
de identificación, autenticación, contenido mínimo, protección jurídica, accesibilidad, disponi-
bilidad y responsabilidad.
Exige también abordar la definición a los efectos de la Ley de una serie de términos y
conceptos cuyo uso habitual obliga en un contexto de comunicaciones electrónicas a efec-
tuar muchas precisiones. Tal sucede con la definición de expediente electrónico y de docu-
mento electrónico; de los registros electrónicos y de las notificaciones electrónicas o del al-
cance y sistemas de sellados de tiempo.
También, y como ya hemos visto, la LPAC regula la validez de los documentos y sus co-
pias y la forma de que el documento electrónico opere con plena validez en modo conven-
cional y, en su caso, la forma en que los documentos convencionales se transformen en do-
cumentos electrónicos.
Ciertamente, el uso de medios electrónicos no puede significar merma alguna del dere-
cho del interesado en un expediente a acceder al mismo en la forma tradicional, así como
tampoco puede suponer un freno o un retraso para que la Administración internamente
adopte los mecanismos más adecuados, en este caso medios electrónicos, que le permitan
mejorar procesos y reducir el gasto público.
Esta materia aparece recogida en el Capítulo V del Título Preliminar (Disposiciones genera-
les, principios de actuación y funcionamiento del sector público) de la Ley 40/2015, de 1 de
octubre, de Régimen Jurídico del Sector Público.
Una primera aproximación a este respecto: la firma electrónica se basa en certificados
electrónico, y el concepto jurídico de «firma electrónica» está reservado exclusivamente
para las personas físicas y el de «sello electrónico» para las personas jurídicas.
El artículo 42 de la Ley 40/2015, de 1 de octubre, de Régimen Jurídico del Sector Público
(LRJSP), define los Sistemas de firma para la actuación administrativa automatizada,
podrán ser utilizados por cada Administración Pública y cuyo sistema de utilización podrá ser
determinado por cada Administración Pública. Tales sistemas son:
«1. Sin perjuicio de lo previsto en los artículos 38, 41 y 42, la actuación de una Admi-
nistración Pública, órgano, organismo público o entidad de derecho público, cuando utilice
medios electrónicos, se realizará mediante firma electrónica del titular del órgano o em-
pleado público.
2. Cada Administración Pública determinará los sistemas de firma electrónica que debe
utilizar su personal, los cuales podrán identificar de forma conjunta al titular del puesto de
trabajo o cargo y a la Administración u órgano en la que presta sus servicios. Por razones
de seguridad pública los sistemas de firma electrónica podrán referirse solo el número de
identificación profesional del empleado público».
Las Administraciones Públicas podrán determinar los trámites e informes que incluyan
firma electrónica reconocida o cualificada y avanzada basada en certificados electrónicos re-
conocidos o cualificados de firma electrónica.
Finalmente el artículo 45 de la Ley 40/2015, de 1 de octubre, de Régimen Jurídico del
Sector Público (LRJSP) y con el fin de favorecer la interoperabilidad y posibilitar la verifica-
ción automática de la firma electrónica de los documentos electrónicos, cuando una Admi-
nistración utilice sistemas de firma electrónica distintos de aquellos basados en certificado
electrónico reconocido o cualificado, para remitir o poner a disposición de otros órganos, or-
ganismos públicos, entidades de Derecho Público o Administraciones la documentación fir-
mada electrónicamente, podrá superponer un sello electrónico basado en un certificado elec-
trónico reconocido o cualificado.
Hay que distinguir la firma electrónica (sello electrónico) de la Administración, de la firma electrónica de la
1
ciudadanía. La primera se halla recogida en la la Ley 40/2015, de 1 de octubre, de Régimen Jurídico del Sector
Público, mientras que la de la ciudadanía encuentra su fundamentación en los art. 6 (Registros electrónicos de
apoderamientos), art. 9 (Sistemas de identificación de los interesados), art. 10 (Sistemas de firma admitidos por
las Administraciones Publicas), art. 11 (Uso de identificación y firma en el procedimiento administrativamente) y
art. 70 (Expediente administrativo) de la Ley 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo Común
de las Administraciones Públicas.
Por tanto, debemos comprender las bases de esos principios, no solo para comprobar el
adecuado funcionamiento del sistema en cada actuación interna, sino para asegurarnos de
que los documentos que recibimos están validados de la forma adecuada y, así, son admisi-
bles para su tramitación.
2.3.1.1. Definición
El artículo 3 del Reglamento (UE) 910/2014, recoge el elenco de funciones de los conceptos
jurídicos que regula. Así define en su apartado 10 que «la firma electrónica es el conjunto de
datos en forma electrónica, consignados junto a otros o asociados con ellos, que pueden ser
utilizados como medio de identificación del firmante».
Se ha tomado como nueva técnica legislativa no tanto la trasposición de todo el reglamento en esta mate-
2
ria, sino el desarrollo por normativas de los estados de aquellos aspectos que dicho Reglamento que así lo enco-
mienda, evitándose reiteraciones.
— Dicho de otro modo, es una tecnología que permite proteger la información que con-
tienen los documentos electrónicos sobre quien consta como signatario de estos; es
decir, sobre la persona que se presenta como su responsable.
— Mediante ella se puede acceder a la realización y validación de gestiones, por lo cual
es de creciente uso en la Administración.
Consiste en asociar al documento electrónico unos datos específicos para cada
persona, permitiendo a quien recibe dicho documento probar el origen y la veracidad
de aquellos.
— Dicha tecnología se basa en matemáticas avanzadas y es diseñada por especialistas
en Informática. Por ello, nuestra misión no será sino conocer sus características, su
utilidad y cuándo debemos aplicarla o exigir su aplicación en la documentación que se
nos presente.
2.3.1.3. Garantías
Es evidente que a la hora de admitir un documento firmado debemos exigir unas mínimas
garantías sobre la identidad de quien asegura haberlo validado así.
En lo relativo al documento electrónico hay que extremar las precauciones, pues en la
mayoría de los casos su entrega no es presencial, «en ventanilla», sino que se realiza por vía
telemática, o bien el propio documento es generado en red, con lo cual es imposible exigir
una justificación de identidad (DNI o similar).
Existen diferentes tipos de firmas, que luego veremos, diferenciados según su nivel de
garantía. Todos ellos deben cumplir los siguientes requisitos:
1. Identidad: quien se presenta como persona signataria (firmante) es realmente quien
dice ser.
2. Integridad, en un doble sentido:
— la información que recibimos es toda la que ha sido remitida, y
— no ha sido modificada o manipulada durante la transmisión.
Por todo ello está plenamente equiparada a la firma escrita en papel y no necesita
ninguna otra legitimación.
Esta es la modalidad de firma que el citado Esquema Nacional de Seguridad esta-
blece como preferente no solo para la documentación de alto nivel, sino incluso para
la de nivel medio de seguridad.
Y, asimismo, es la que establece el Decreto 232/2007 como aplicable en las ges-
tiones de ámbito público de la CAE, como vamos a ver de inmediato.
Aunque también comprende a los Centros Vascos-Euskal Etxeak, para estos se dictó un Decreto específico,
3
el 238/2006, de 28 de noviembre (BOVP n.º 243, de 22-XII), que dispone como norma general el uso de la firma
electrónica reconocida.
Cualquier cambio de esos datos nos hará sospechar de una intervención indeseada en el
procedimiento o documento, sobre la que habrá que indagar.
Para la incorporación de ambos elementos existen unos determinados protocolos, cuya
preparación técnica no es de nuestra incumbencia.
En cambio, tendremos que cuidar de que firma y sellado de tiempo se apliquen correc-
tamente en el procedimiento y queden adscritos de modo irreversible a la documentación
electrónica que este genere.
Ahora bien, aunque los certificados digitales sean elementos de validación, no deben ser
confundidos con las certificaciones de documentos administrativos. Contenido, forma de ex-
pedición y utilización son muy distintos en ambos casos. Estudiando el digital, comprendere-
mos enseguida en qué se diferencian.
2.5.1. Definición
El certificado digital es un documento electrónico mediante el cual un tercero de confianza,
denominado autoridad de certificación, garantiza la vinculación entre una persona física o ju-
rídica —llamada suscriptor— y la clave pública que le corresponde, para que dicha persona
quede identificada con plenas garantías.
La Ley 59/2003, de firma electrónica, lo define como «documento firmado electrónica-
mente por un prestador de servicios de certificación que vincula unos datos de verificación
de firma a un firmante y confirma su identidad».
Debemos tener claro que quien suscribe un certificado puede ser una persona física o
una empresa, institución u organización. En cambio, quien posee las claves es siempre una
persona física, que es la responsable de su utilización.
Los certificados electrónicos permiten:
— Identificar a la persona que ha solicitado el certificado y posee la clave, así como a la
organización a la que aquella, en su caso, pertenece.
— Firmar mensajes de modo seguro.
— Firmar mensajes que permiten el acceso seguro a sistemas informáticos. Por ejemplo,
a la tramitación telemática en red.
— Cifrar documentos, para evitar el acceso a su contenido.
— En la Administración, identificar el cargo de la persona que está capacitada para emitir
el certificado.
Como hemos dicho, el certificado electrónico puede ser utilizado para firmar mensajes,
gracias a la fiabilidad que proporciona sobre la identidad del suscriptor. De hecho, se suele
emplear para legitimar una firma electrónica.
Su principal diferencia con las firmas electrónicas ordinaria y avanzada radica en su óp-
timo nivel de garantía, mientras que supera a la reconocida por las mayores prestaciones
que ofrece.
Entre las autoridades de certificación del Estado, que pueden ser públicas o privadas re-
gistradas en el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, cabe destacar
las siguientes:
— Agencia Tributaria: pionera en su implantación.
— CATCert: acrónimo de Agència Catalana de Certificació.
— CERES Fábrica Nacional de Moneda y Timbre: mediante su departamento CERES,
acrónimo de Certificación Española.
— Izenpe: empresa vasca, a la que dedicaremos un apartado específico.
— Dirección General de la Policía: (Certificado de firma centralizada de Ciudadano y DNIe-
lectrónico)
— Consejo General de la Abogacía Española.
— Colegio Oficial de Registradores de la Propiedad y Mercantiles de España.
Quien remite el mensaje usa la clave pública para cifrar el mensaje. Una vez cifrado, solo
la clave privada ofrece acceso al contenido: la confidencialidad queda garantizada.
Además, la existencia de una clave privada permite la identificación y autentificación del
remitente, salvo en caso de robo.
2.5.5.1. Personal
Quien posee la clave privada es una persona física, por sí misma o en representación de una
persona jurídica.
2.5.5.2. De entidad
Quien suscribe el certificado y —a efectos legales— consta como firmante es una persona
jurídica, que actúa por medio de una persona física posesora de las claves.
Se utiliza en aplicaciones que requieren firma electrónica vinculada a una persona física (NIF)
u organización (CIF), para realizar trámites en su nombre.
2.5.5.3. De dispositivo
Es utilizado por dispositivos o aplicaciones informáticos de forma automatizada, sin interven-
ción humana directa.
No hay ninguna persona concreta que posea la clave privada. Por lo general, suelen estar
bajo la responsabilidad de una persona jurídica (una institución, departamento, etc.).
2.6.1. Presentación
En la CAE se encuentra radicada una entidad prestadora de servicios de certificación electró-
nica: Ziurtapen eta Zerbitzu Enpresa-Empresa de Certificación de Servicios Izenpe, S.A. Su
sede está en Vitoria-Gasteiz.
La iniciativa para su creación partió del Gobierno Vasco, contando con la colaboración de
las Diputaciones de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa.
Al ser Izenpe una autoridad de certificación reconocida, las certificaciones que expide tie-
nen plena validez administrativa y legal durante su tiempo de vigencia.
Debido a la relativa novedad que la gestión electrónica supone para gran parte de la ciu-
dadanía, la página web de Izenpe explica con claridad en qué consisten los servicios que
ofrece la empresa. Sus definiciones nos valdrán para afianzar nuestros conocimientos a la
vez que conocemos los objetivos de la entidad.
1. De ciudadano
— Es un certificado de firma electrónica reconocida. Debe ser solicitado por una persona
física mayor de 16 años en su propio nombre, para uso vinculado siempre a servicios
públicos.
— Es el incluido en la Tarjeta Sanitaria Electrónica con Usos Ciudadanos/Osasun eta Nor-
tasun Agiria ONA (ya en desuso).
Definidos los certificados que pueden ser usados por las personas ya sean esta físicas o jurí-
dicas, la ciudadanía puede tener las siguientes opciones:
(https://www.izenpe.com)
Certificados digitales
Cancelar
b) «Giltza profesional»: Certificado en la nube para las personas empleadas públicas; con
Password y una clave de un solo uso (llegará mediante SMS al móvil o correo electrónico)
4. Bibliografía y webgrafía
Comentarios a la Ley 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo Común de las Admi-
nistraciones Públicas. VV.AA. Wolters Kluwer. 2017.
García Ejarque, Luis: Diccionario del Archivero Bibliotecario, Gijón: Trea, 2000.
Fábrica Nacional de Moneda y Timbre (manual de contenidos): http://www.ceres.fnmt.es/content/
pages_std/docs/ManualFirmaElectronica.pdf (consulta: 8-II-2010).
Portal de Administración electrónica https://firmaelectronica.gob.es/Home/Empleados-Publicos.html
Izenpe (portal): http://www.izenpe.com/s15-12010/es/ (consulta: 29-I-2010).
5. ANEXO de Servicios que presta IZENPE S.A. Ziurtapen eta Zerbitzu Enpresa -
Empresa de Certificación y Servicios, Izenpe, S.A.
www.izenpe.eus
Tema 17
99 Modelo de gestión pública avanzada
del Gobierno Vasco: AURRERABIDE.
Sumario Tema 17
Bibliografía
Estos principios son de validez universal, tanto para empresas como para cualquier otro
tipo de organizaciones. La Calidad Total - Excelencia está en continua evolución y estos prin-
cipios se van modificando y matizando con el paso del tiempo.
El éxito continuado depende del equilibrio y la satisfacción de las expectativas de todos los
grupos de interés que de una u otra forma participan en la organización: clientes, proveedo-
res, empleados, todos los que tienen intereses económicos en la organización y la sociedad
en general. La dirección debe satisfacer equilibradamente las necesidades de estos grupos
de interés.
La Calidad Total - Excelencia es una estrategia porque trata de dirigir y coordinar acciones
para conseguir la competitividad empresarial o la mejora de la eficiencia de la organización,
según los casos, ahora y en el futuro.
No es un programa de actividades, ni una técnica o un conjunto de herramientas. Tam-
poco es un sistema. Es una estrategia, y como tal implica ponerla en práctica de forma que
todas las decisiones y actuaciones sean resultado de dicha estrategia.
En este sentido, el papel de la Dirección en el proceso hacia la Calidad Total - Excelencia
es el lograr que esta estrategia de gestión se despliegue por toda la organización, asumiendo
el liderazgo del proyecto para conseguir que se integre en la cultura de la organización.
Esta cultura debe transmitirse de arriba a abajo, siendo el primer requisito necesario que
la Dirección demuestre en sus propias actuaciones su compromiso con la Calidad Total - Ex-
celencia. Además, las personas directivas y demás líderes de la organización deberán ser fa-
cilitadoras de todos los medios necesarios: comunicación, formación, fondos, tiempo, apoyo,
etc.
Shewhart definió la mejora continua como un ciclo de cuatro fases PDCA (Plan-Do- Check-
Act) y su divulgación se debe a Willian Edward Deming, discípulo de Shewhart por lo que
también se le conoce como «Ciclo de Deming». Si fuéramos capaces de aplicar este ciclo a
todas las actividades de la organización, los resultados en poco tiempo se verían mejorados
de forma sustancial.
P. Planificar: planificar o preparar a fondo es la parte más importante y compleja del ciclo,
dependiendo el resto de esta. Se diferencian a su vez varias subfases:
— Identificación o definición del área a mejorar.
— Observación y análisis, si es posible «in situ» del tema: toma de datos.
— Definición y selección de acciones de mejora.
— Establecimiento de objetivos a alcanzar.
— Establecimiento de indicadores de control.
D. Hacer: llevar a cabo lo que se ha decidido en la fase Plan. Se diferencian a su vez va-
rias subfases:
— Preparación exhaustiva y sistemática de lo previsto.
— Aplicación controlada del plan.
— Verificación de la aplicación, si es necesario documentalmente.
C. Comprobar: verificar los resultados, comparándolos con los objetivos marcados. Se di-
ferencian a su vez varias subfases:
— Verificación de los resultados de las acciones emprendidas, controlando los indicado-
res o parámetros previstos.
— Confrontación con los objetivos.
A. Ajustar: decidir lo que hay que mantener y lo que hay que corregir. Se diferencian a su
vez varias subfases:
— Estandarización y consolidación.
— Comunicación a las personas interesadas.
— Preparación del siguiente estadio del plan, con nuevos objetivos, acciones, responsa-
bles y plazos.
La organización y sus personas empleadas deben comportarse con arreglo a una ética, esfor-
zándose por superar las normas y requisitos legales y participando en las iniciativas sociales
que se desarrollan en su comunidad.
Los diferentes Planes de Calidad e Innovación Pública que ha aprobado el Gobierno Vasco
en las últimas Legislaturas han abordado entre sus objetivos el desarrollo e implantación de
un Modelo de Gestión Pública Avanzada. El Plan de Innovación Pública del Gobierno Vasco
2014-2016 (PIP 2014-2016), aprobado en Consejo de Gobierno de 17 de junio de 2014, con-
templa en su Eje Estratégico 4 la «Mejora de la Gestión», cuyo objeto es mejorar la gestión
pública mediante la implantación sistemática de buenas prácticas de gestión avanzada en el
ámbito de lo público, propiciando un mejor aprovechamiento de los procesos e instrumentos
propios de la Administración Pública para maximizar la calidad de los servicios que presta, y
lograr los objetivos de desarrollo y bienestar de la población, a fin de satisfacer las expectati-
vas de los ciudadanos y ciudadanas.
El desarrollo de este eje, con el nombre de Aurrerabide, se orienta a la mejora de la ges-
tión pública para transformar la Administración en relación a lo que desea y necesita la ciu-
dadanía vasca y pretende mejorar los sistemas y procesos de gestión, dotando a los Depar-
tamentos y Unidades Organizativas del Gobierno Vasco de un Modelo de Gestión Pública
Avanzada, que propicie una gestión más eficaz y eficiente, y de una cultura organizativa más
orientada a la aportación de valor para la ciudadanía.
Este eje estratégico planteó un ambicioso despliegue en el conjunto de la organización ci-
tada, mediante estos seis proyectos que lo integran:
— Generación de apoyo al desarrollo de Aurrerabide.
— Modelo de Gestión Pública Avanzada.
«Aprobar el Modelo de Gestión Pública Avanzada del Gobierno Vasco, que se adjunta
como Anexo I, y que será de aplicación a todas las Direcciones y Organismos Autónomos
del Gobierno Vasco».
«Segundo. – Aprobar el proyecto de formación básica y acompañamiento en su implan-
tación, con la denominación Egiten Ikasi. Los elementos básicos concretados en el Mo-
delo serán implementados por las unidades organizativas (direcciones, organismos autó-
nomos, delegaciones, subdirecciones o agrupaciones de las mismas que se determinen),
a través de su participación obligatoria en el proyecto de formación-acción “Egiten Ikasi”».
«…Cuantas acciones sean necesarias para la puesta en marcha del sistema de evalua-
ciones de la gestión y de elaboración de planes de consolidación y mejora de la gestión y
de la red de colaboradores y colaboradoras, así como para la planificación y coordinación
de su funcionamiento».
prácticas de gestión que pueden irse implantando progresivamente, según las características
y la situación de cada una de ellas.
Además, será revisado periódicamente para adecuarlo, tanto a los cambios que acontez-
can en nuestra Sociedad, como a la propia evolución de la gestión del conjunto del Gobierno
Vasco.
Las principales características de este modelo son:
— Es un modelo propio:
• Pensado para esta Administración.
• Quitando peso a lo formal y poniéndolo en la mejora.
— Es un modelo contextualizado en:
• Un entorno de crisis: la ciudadanía espera de las administraciones públicas que le
presten servicios de calidad creciente.
• Una gestión que añada valor a la sociedad: satisfaciendo las necesidades de las per-
sonas y los grupos sociales mediante el uso de recursos disponibles, con equidad.
• La Ética Pública: la administración que queremos ser.
— Es un modelo dinámico:
• Constituyéndose en ámbito de referencia para todas las unidades organizativas del
Gobierno Vasco.
• Se estructura en torno a 6 ejes, 24 líneas de actuación y 153 acciones principales.
• Contiene una primera parte prescriptiva, con las 24 líneas de actuación y, posterior-
mente, se recogen el conjunto de acciones a implantar de forma progresiva en cada
Unidad Organizativa.
• A partir de la experiencia de implantación en diferentes unidades organizativas del Go-
bierno Vasco, se consideran 25 aspectos esenciales, que son el punto de partida a la
hora de implantar el modelo, y de los que 13 son considerados como elementos clave.
Los 25 aspectos esenciales para la implantación del Modelo de Gestión Pública Avanzada
del Gobierno Vasco están recogidos en cada uno de los ejes anteriores en la forma que se
presenta a continuación:
Estrategia
Una vez identificados los diferentes grupos de interés, la unidad habrá de concretar la
gestión individualizada de cada uno de ellos a partir del tipo de relación concreta.
Diseñar y gestionar el Plan de Acción Plurianual de la unidad organizativa a partir del Programa de Gobierno y
los diferentes planes estratégicos y departamentales
Diseñar y gestionar el Plan de Gestión Anual a partir del establecimiento de una sistemática de gestión avanzada
El Plan de Gestión Anual de la unidad ha de concretar los proyectos que durante el año en
curso deben desplegarse para garantizar el cumplimiento de los objetivos estratégicos reco-
gidos en el Plan de Acción a 4 años.
Las personas responsables de la unidad han de liderar el despliegue del Plan de Gestión
Anual, definiendo y facilitando organizativamente la sistemática de gestión que lo sustente y
asegurando los recursos que faciliten su desarrollo. Esta sistemática de gestión se refiere a
la disposición de un modo de organizar la planificación, el despliegue y la evaluación de la ac-
tividad, concretando responsabilidades, plazos, objetivos…
Además de la planificación de carácter estratégico, el Plan de Gestión Anual también
puede recoger la actividad de carácter ordinario planificada para el ejercicio en curso, así
como el documento de gestión presupuestaria correspondiente.
El cuadro de mando debe formar parte del sistema de información, no solo para las per-
sonas responsables de la unidad, también puede ser una herramienta de transparencia en la
relación de la unidad con los grupos de Interés.
Complementariamente la unidad podría contar con un cuadro de mando de gestión rela-
cionado con la planificación anual.
Servicios
Identificar el mapa de procesos de la unidad organizativa
Se entiende como Proceso la secuencia de actividades interrelacionadas que transforman
elementos de entrada en resultados, añadiendo valor. Cada proceso tiene objetivos deter-
minados, responsables, indicadores para medir su eficacia y eficiencia, recursos necesarios,
etc. La gestión de los procesos se fundamenta en el ciclo PDCA o ciclo de Deming:
— Plan (planificar).
— Do (hacer).
— Check (verificar).
— Act (actuar).
los resultados obtenidos hasta la fecha y de la valoración de los servicios ofertados aporta un
importante valor añadido de cara a las personas o entidades destinatarias.
Gestionar la satisfacción de los colectivos más relevantes que utilizan los servicios de la unidad organizativa
La evaluación de la satisfacción que los colectivos de receptores de los servicios hacen es
una de las herramientas clave dentro del ciclo PDCA o ciclo de Deming.
Junto con indicadores de carácter indirecto que pueda gestionar la unidad para conocer
la evolución de su actividad, contar con diversas herramientas para conocer la valoración di-
recta que los diferentes grupos de interés realizan tras comparar el rendimiento percibido de
un producto o servicio con sus expectativas permitiría a la unidad mejorar y afianzar los fun-
damentos de su gestión.
Atendiendo a la naturaleza y volumen de cada grupo de interés la unidad optará por la he-
rramienta que le ayude desde un punto de vista eficaz y eficiente a evaluar esa satisfacción
de manera sistemática: entrevistas con las personas de máxima responsabilidad, grupos fo-
cales, encuestas generalizadas, encuestas puntuales…
Si bien con la medición de la satisfacción obtenemos la foto del momento concreto, la
gestión de la satisfacción implica también el correspondiente Plan de Mejora que de ella se
deriva.
Personas
Será necesario buscar la coherencia y complementariedad con otros planes o hitos rela-
cionados con la formación del personal existentes a nivel superior a la unidad, por ejemplo, a
nivel de Viceconsejería, Departamento o del propio Gobierno, impulsados por el IVAP.
En la medida en la que la unidad identifique los comportamientos y las destrezas que es-
pera en el ejercicio del liderazgo será factible gestionar su formación, su desempeño y eva-
luación para la mejora.
Innovación
Definir los objetivos y la estrategia para innovar, aprovechando el potencial de nuestro entorno
La innovación es un reto ineludible para la administración exigido cada vez más por todos los
grupos de interés. Se pueden identificar innovaciones en canales, servicios, procesos, orga-
nización…
La unidad deberá identificar qué se puede hacer mejor en cualquiera de estos ámbitos
para orientar el esfuerzo y establecer objetivos de innovación.
Para ello, se puede contar con la información que se haya recogido de los grupos de inte-
rés relevantes a través de las diferentes herramientas (encuestas de clientes, foros con en-
tidades externas, equipos de mejora internos…) y establecer rutinas de análisis y evaluación
de dicha información.
Además, el promover entre las personas la exploración de «Innovación Abierta», es decir,
aquella que favorece la participación de las mismas y el intercambio de ideas entre Unida-
des, administraciones públicas, ciudadanía u otros…, favorecerá los objetivos y la estrategia
de innovación.
Generar un entorno de confianza que facilite la realización de aportaciones y gestionar las ideas y los proyectos
innovadores
Se busca generar una organización innovadora, no solo la innovación puntual. La unidad de-
bería impulsar y comprometerse con la generación de un clima de confianza en el que el
pensamiento crítico y las aportaciones diferentes sean bien recibidas. Asimismo, debería
gestionar el equilibrio entre la actividad diaria y:
— La exploración de nuevas ideas.
— El promover entornos colaborativos.
— El reconocer actitudes, ideas o resultados innovadores, etc.
Las ideas y proyectos innovadores necesitan ser gestionados para poder convertirse en
aportaciones significativas para la organización. Para ello la unidad debería:
Sociedad
Ser proactivos en la difusión del Código Ético y de Conducta y mejorar el nivel de rendición de cuentas y
transparencia de la unidad organizativa
La unidad debería asegurar que todas las personas conocen el Código Ético y de Conducta
de cargos públicos y personal eventual de la Administración General e Institucional de la Co-
munidad Autónoma de Euskadi, así como los Principios Éticos establecidos en el Estatuto
Básico del Empleado Público (EBEP).
Asimismo quien trabaja en la administración pública y quienes son cargos públicos, ten-
drán que realizar una rendición de cuentas de sus actos y los resultados de los mismos y do-
tar a la ciudadanía de mecanismos para controlar el desempeño de estas personas.
Además, la unidad debería impulsar la transparencia para que la ciudadanía, información
en mano, pueda tomar parte con solvencia en las decisiones que le conciernen. Para ello, la
información debe ser:
— De calidad —veraz, clara y oportuna—.
— Congruente —permite que la información sea comparable con otra información relacio-
nada—.
— De fácil acceso, comprensiva, relevante y confiable.
Asumir la responsabilidad con la igualdad de oportunidades, sostenibilidad y la normalización del uso del euskera
La unidad debe impulsar e implementar las medidas y acciones específicas propuestas en
los programas gubernamentales y departamentales para promover la igualdad de oportuni-
dades, incorporando objetivos y actuaciones específicas dirigidas a eliminar desigualdades y
promover la igualdad en todas las políticas y acciones, a todos los niveles y en todas sus fa-
ses de planificación, ejecución y evaluación.
Además, debe concienciar y formar a sus personas en un uso sostenible de los recursos
propios (eficiencia energética, conservación y uso del agua, reciclaje, prevención de la conta-
minación y el ruido, etc.) y promover la reducción del impacto ambiental en las actividades y
en los desplazamientos de las personas de la unidad.
Junto a todo ello es fundamental promover el uso del euskera en la propia unidad para
ser ejemplo en la sociedad, favoreciendo así su normalización.
Resultados
Identificar los indicadores clave que se relacionan con todos los ejes de actuación y conocer la opinión de los colectivos
más relevantes que reciben los servicios de la unidad organizativa en relación con todos los ejes de actuación
Desde el punto de vista del Modelo de Gestión Pública Avanzada, el análisis o evaluación
de resultados se circunscribe a los resultados en relación con los objetivos planteados por la
unidad. Es por eso que propone abordar, inicialmente, los siguientes aspectos básicos:
— Identificar los indicadores clave a través de un cuadro de mando.
— Conocer la opinión de los colectivos más relevantes que reciben los servicios de la uni-
dad.
Estos dos aspectos básicos ya han sido recogidos y desarrollados en los ejes de Estrate-
gia y Servicios, pero progresivamente deben ir abarcando el resto de los ejes y elementos de
Personas, Innovación y Sociedad.
BIBLIOGRAFÍA
TEMA 18. Derechos de las personas en sus relaciones con las Administraciones Públi-
cas. Derecho de acceso a archivos y registros públicos
TEMA 19. La comunicación en la administración. Uso correcto del lenguaje administra-
tivo. Comunicación escrita. Lenguaje administrativo no sexista. Contenido y
presentación de documentos escritos: correspondencia, comunicaciones, au-
torizaciones, notificaciones, instancias, certificaciones, compulsas, etc.
TEMA 20. Comunicación oral. Comunicación y atención en persona y por teléfono:
avisos, información, peticiones, acompañamiento, desvío de llamadas, etc.
Criterios generales. La comunicación no verbal
Tema 18
99 Derechos de la ciudadanía en sus relaciones
con las Administraciones Públicas.
99 Derecho de acceso a archivos y registros públicos.
Sumario Tema 18
1. Introducción
3. Derecho a ser asistidos en el uso de medios electrónicos en sus relaciones con las
Administraciones Públicas
6. Derecho a ser tratados con respeto y deferencia por las autoridades y empleados
públicos, que habrán de facilitarles el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de sus
obligaciones
1. Introducción
Así las cosas, en lo que se refiere a los derechos que corresponden a cualquier persona
por el hecho de relacionarse con la Administración Pública, estos son los propios de una ac-
tuación administrativa no formalizada o no procedimental, y se refieren a los que pueden co-
rresponder al conjunto de los ciudadanos para conocer sus derechos o para informarse sobre
los que, eventualmente, les puedan corresponder y, en general, para conocer el funciona-
miento y actividad de las Administraciones Públicas.
Así pues, decimos que estos derechos se insertan en una relación difusa en el marco de
la actuación servicial de la Administración Pública para la facilitación y reconocimiento de los
derechos que le pueden ser atribuidos o para el ejercicio de actividades que, posteriormente,
debe ser objeto de un procedimiento administrativo.
Adicionalmente, cabe señalar que, desde el punto de vista del objeto y de la finalidad, los
derechos de los ciudadanos y los derechos de los interesados son diferentes y por lo tanto,
lo es también en lo que se refiere a su régimen de responsabilidad o del tratamiento inde-
bido de los mismos.
Por otra parte, cabe indicar que la LPACAP ha superado la redacción contenida en el ar-
tículo 35 de la extinta Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Admi-
nistraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común (LRAJPAC), así como de lo
previsto en el artículo 6 de la Ley 11/2007, de 22 de junio, de acceso electrónico de los ciu-
dadanos a los Servicios Públicos (LAE) por cuanto que dichas normas atribuían la titularidad
de estos derechos a aquellos que tuvieran la condición de «ciudadanos».
Por lo tanto, conforme al propio artículo 13, estos derechos se reconocen a quienes ten-
gan capacidad de obrar ante las Administraciones Públicas de conformidad con lo dispuesto
en el artículo 3 de la LPACAP. En particular, tendrán capacidad de obrar ante las Administra-
ciones Públicas:
a) Las personas físicas o jurídicas que ostenten capacidad de obrar con arreglo a las nor-
mas civiles.
b) Los menores de edad para el ejercicio y defensa de aquellos de sus derechos e inte-
reses cuya actuación esté permitida por el ordenamiento jurídico sin la asistencia de
la persona que ejerza la patria potestad, tutela o curatela. Se exceptúa el supuesto de
los menores incapacitados, cuando la extensión de la incapacitación afecte al ejercicio
y defensa de los derechos o intereses de que se trate.
c) Cuando la Ley así lo declare expresamente, los grupos de afectados, las uniones y en-
tidades sin personalidad jurídica y los patrimonios independientes o autónomos.
«Quienes de conformidad con el artículo 3, tienen capacidad de obrar ante las Adminis-
traciones Públicas, son titulares, en sus relaciones con ellas, de los siguientes derechos:
En este contexto, pasamos a continuación a analizar cada uno de los derechos que con-
forman el esquema general de derechos de las personas en su relación con las Administra-
ciones Públicas, sin perjuicio de aquellos que puedan ser reconocidos con carácter adicional
a todos los que tengan la consideración, conforme al artículo 4 de la LPACAP, de interesado
en el procedimiento administrativo.
Por el contrario, las personas físicas «(…) podrán elegir en todo momento si se comuni-
can con las Administraciones Públicas para el ejercicio de sus derechos y obligaciones a tra-
vés de medios electrónicos o no, salvo que estén obligadas a relacionarse a través de me-
dios electrónicos con las Administraciones Públicas. El medio elegido por la persona para
comunicarse con las Administraciones Públicas podrá ser modificado por aquella en cual-
quier momento».
En este sentido, que las personas físicas puedan optar por comunicarse con la Adminis-
tración por medios no electrónicos obliga a esta última a adoptar una posición activa de con-
vertir y vehiculizar las actuaciones no electrónicas en procedimientos o instrumentos que
reúnan esta condición. Es por ello, que como analizamos, se haya previsto el derecho a la
asistencia de la Administración Pública para que lleven a cabo las actuaciones precisas de di-
gitalización.
En este marco de imposición prácticamente genérica de la utilización de medios electró-
nicos, encontramos en la LPACAP dos referencias evidentes a la labor de colaboración que
puedan establecer las Administraciones Públicas para facilitar o conseguir la relación de ca-
rácter electrónico.
Así, en primer lugar, nos referimos al artículo 12 de la LPACAP sobre la asistencia en el
uso de medios electrónicos a los interesados en el que se dispone que:
«1. Las Administraciones Públicas deberán garantizar que los interesados pueden rela-
cionarse con la Administración a través de medios electrónicos, para lo que pondrán a su
disposición los canales de acceso que sean necesarios así como los sistemas y aplicacio-
nes que en cada caso se determinen.
2. Las Administraciones Públicas asistirán en el uso de medios electrónicos a los in-
teresados no incluidos en los apartados 2 y 3 del artículo 14 que así lo soliciten, especial-
mente en lo referente a la identificación y firma electrónica, presentación de solicitudes a
través del registro electrónico general y obtención de copias auténticas.
Asimismo, si alguno de estos interesados no dispone de los medios electrónicos ne-
cesarios, su identificación o firma electrónica en el procedimiento administrativo podrá
ser válidamente realizada por un funcionario público mediante el uso del sistema de firma
electrónica del que esté dotado para ello. En este caso, será necesario que el interesado
que carezca de los medios electrónicos necesarios se identifique ante el funcionario y
preste su consentimiento expreso para esta actuación, de lo que deberá quedar constan-
cia para los casos de discrepancia o litigio.
3. La Administración General del Estado, las Comunidades Autónomas y las Entidades
Locales mantendrán actualizado un registro, u otro sistema equivalente, donde constarán
los funcionarios habilitados para la identificación o firma regulada en este artículo. Estos
registros o sistemas deberán ser plenamente interoperables y estar interconectados con
los de las restantes Administraciones Públicas, a los efectos de comprobar la validez de
las citadas habilitaciones.
En este registro o sistema equivalente, al menos, constarán los funcionarios que pres-
ten servicios en las oficinas de asistencia en materia de registros».
«5. Los documentos presentados de manera presencial ante las Administraciones Pú-
blicas, deberán ser digitalizados, de acuerdo con lo previsto en el artículo 27 y demás nor-
mativa aplicable, por la oficina de asistencia en materia de registros en la que hayan sido
presentados para su incorporación al expediente administrativo electrónico, devolviéndose
los originales al interesado, sin perjuicio de aquellos supuestos en que la norma determine
la custodia por la Administración de los documentos presentados o resulte obligatoria la
presentación de objetos o de documentos en un soporte específico no susceptibles de di-
gitalización.
Es claro, por tanto, que constituye una obligación de cada Administración Pública la tra-
mitación electrónica y para conseguir aquella tiene que establecer los sistemas que permitan
convertir la actuación no electrónica en electrónica, incluso, desde la complementación de la
firma digital.
Al respecto, cabe señalar que el RME recalca, igualmente, en su artículo 4, la obligación
de las Administraciones Públicas de prestar la asistencia necesaria para facilitar el acceso de
las personas interesadas a los servicios electrónicos proporcionados en su ámbito compe-
tencial a través de alguno o algunos de los siguientes canales: a) presencial, a través de las
oficinas de asistencia que se determinen, b) portales de internet y sedes electrónicas, c) re-
des sociales, d) telefónico, e) correo electrónico, f) cualquier otro canal que pueda estable-
cerse de acuerdo con lo previsto en el artículo 12 de la LPACAP.
Además, el artículo 30 de dicha norma establece que si algún interesado que no esté obli-
gado a relacionarse con la Administración de manera electrónica no dispusiera de los medios
electrónicos necesarios para su identificación o firma electrónica en el procedimiento admi-
nistrativo, estas podrán ser válidamente realizadas por personal funcionario público habilitado
mediante el uso del sistema de firma electrónica del que esté dotado para ello. En este caso,
será necesario que el interesado se identifique ante el funcionario o funcionaria y preste su
consentimiento expreso para esta actuación, de lo que deberá quedar constancia por escrito
para los casos de discrepancia o litigio. Posteriormente, el funcionario habilitado entregará al
interesado toda la documentación acreditativa del trámite realizado, así como una copia del
documento de consentimiento expreso cumplimentado y firmado, cuyo formulario estará
disponible en el Punto de Acceso General Electrónico de la respectiva Administración.
Por su parte, el apartado tercero dispone que la Administración Pública instructora deberá
traducir al castellano los documentos, expedientes o partes de los mismos que deban surtir
efectos fuera del territorio de la Comunidad Autónoma y los documentos dirigidos a los inte-
resados que así lo soliciten expresamente. Si debieran surtir efectos en el territorio de una
Comunidad Autónoma donde sea cooficial esa misma lengua distinta del castellano, no será
precisa su traducción.
Por último, el apartado segundo prevé que en los procedimientos tramitados por las Ad-
ministraciones de las Comunidades Autónomas y de las Entidades Locales, el uso de la len-
gua se ajustará a lo previsto en la legislación autonómica correspondiente.
En el ámbito del País Vasco, el artículo 6 de la Ley Orgánica 3/1979, de 18 de diciembre,
de Estatuto de Autonomía para el País Vasco, dispone que el euskera, lengua propia del Pue-
blo Vasco, tendrá como el castellano, carácter de lengua oficial en Euskadi, y todos sus habi-
tantes tienen el derecho a conocer y usar ambas lenguas. De igual forma se establece en su
apartado segundo que las instituciones comunes de la Comunidad Autónoma, teniendo en
cuenta la diversidad socio-lingüística del País Vasco, garantizarán el uso de ambas lenguas,
regulando su carácter oficial, y arbitrarán y regularán las medidas y medios necesarios para
asegurar su conocimiento.
En este sentido, el artículo 6 de la Ley 10/1982, de 24 de noviembre, básica de normali-
zación del uso del euskera:
— reconoce a todos los ciudadanos el derecho a usar tanto el euskera como el castellano
en sus relaciones con la Administración Pública en el ámbito territorial de la Comuni-
dad Autónoma, y a ser atendidos en la lengua oficial que elijan,
— a tal efecto, se adoptarán las medidas oportunas y se arbitrarán los medios necesarios
para garantizar de forma progresiva el ejercicio de este derecho,
— a lo que se añade que en los expedientes o procedimientos en los que intervenga más
de una persona, los poderes públicos utilizarán aquella lengua que establezcan de mu-
tuo acuerdo las partes que concurran.
«1. Toda disposición normativa o resolución oficial que emane de los poderes públicos
sitos en la Comunidad Autónoma del País Vasco, deberá estar redactada en forma bilingüe
a efectos de publicidad oficial.
2. Todo acto en el que intervengan los poderes públicos sitos en la Comunidad Autó-
noma del País Vasco, así como las notificaciones y comunicaciones administrativas, de-
berán ir redactados en forma bilingüe, salvo que los interesados privados elijan expresa-
mente la utilización de una de las lenguas oficiales de a Comunidad Autónoma».
En este sentido, debemos señalar que igualmente, el apartado tercero de dicho precepto
que establecía que «no obstante lo preceptuado anteriormente, los poderes públicos podrán
hacer uso exclusivo del euskera para el ámbito de la Administración Local, cuando en razón
de la determinación socio-lingüística del municipio, no se perjudiquen los derechos de los
ciudadanos», fue declarado inconstitucional por la citada Sentencia del Tribunal Constitucio-
nal 82/1986, de 26 de junio.
El artículo 105 de la Constitución española dispone que «La ley regulará (…) b) El acceso de
los ciudadanos a los archivos y registros administrativos, salvo en lo que afecte a la seguri-
dad y defensa del Estado, la averiguación de los delitos y la intimidad de las personas».
Por otro lado, la Sentencia n.º 41/2017, de 6 de abril, del Juzgado Central de lo Conten-
cioso-Administrativo n.º 5, ya avaló la importancia de conocer «Aquello que es relevante en
la tramitación del expediente o en la conformación de la voluntad pública del órgano», por lo
que no puede negarse la importancia de conocer la información solicitada en el marco del
control y responsabilidad por la decisión pública acordada.
No obstante, y a pesar de dicha remisión, la Ley 19/2013 opera transversalmente pero no
supone una exclusión de los mecanismos de publicidad y de garantía que se establezcan en
las leyes sectoriales y que se prevén especialmente y con carácter general, en el ámbito pro-
cedimental, es decir, en expediente en tramitación (artículo 53 de la LPACAP). En este sen-
tido, la Disposición adicional primera de la Ley 19/2013 sobre regulaciones especiales de de-
recho de acceso a la información pública dispone en su apartado primero que la normativa
reguladora del correspondiente procedimiento administrativo será la aplicable al acceso por
parte de quienes tengan la condición de interesados en un procedimiento administrativo en
curso a los documentos que se integren en el mismo.
En este sentido, se pronuncia el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno en su Crite-
rio 8/2015 del Consejo de Transparencia y Buen Gobierno sobre la «Aplicación de la dispo-
sición adicional primera de la Ley 19/2013 sobre regulaciones especiales del derecho de ac-
ceso a la información pública» al señalar que:
«En consecuencia, solo en el caso de que una norma concreta establezca un régimen
específico de acceso a la información pública en una determinada materia o área de ac-
tuación administrativa, puede entenderse que las normas de la LTBG no son de aplicación
directa y operan como normas supletorias. En opinión del Consejo, la mencionada dispo-
sición adicional tiene como objetivo la preservación de otros regímenes de acceso a la in-
formación que hayan sido o puedan ser aprobados y que tengan en cuenta las característi-
cas de la información que se solicita, delimite los legitimados a acceder a la misma, prevea
condiciones de acceso etc. Por ello, solo cuando la norma en cuestión contenga una regu-
lación específica del acceso a la información, por más que regule exhaustivamente otros
trámites o aspectos del procedimiento, podrá considerarse a la LTBG como supletoria en
todo lo relacionado con dicho acceso».
a) La seguridad nacional.
b) La defensa.
c) Las relaciones exteriores.
d) La seguridad pública.
e) La prevención, investigación y sanción de los ilícitos penales, administrativos o disci-
plinarios.
f) La igualdad de las partes en los procesos judiciales y la tutela judicial efectiva.
g) Las funciones administrativas de vigilancia, inspección y control.
h) Los intereses económicos y comerciales.
i) La política económica y monetaria.
j) El secreto profesional y la propiedad intelectual e industrial.
k) La garantía de la confidencialidad o el secreto requerido en procesos de toma de deci-
sión.
l) La protección del medio ambiente.
Se trata de uno de los derechos centrales de la relación con la Administración y más concre-
tamente, frente a quienes representan (en el sentido real y no jurídico) a la misma. Así pues,
se impone la obligación de tratar a las personas que se aproximen a la Administración Pú-
blica con respeto y referencia. Se pretende así convertir una relación pasiva de Administra-
ción frente a sus administrados, en una relación más bien clientelar, es decir, más abierta y
servicial respecto de aquellos que requirieren de la Administración para la gestión de sus de-
rechos e intereses.
Ahora bien, los términos «respeto» y «deferencia» se configuran como conceptos jurídi-
cos indeterminados que impiden una precisión y concreción genérica y cerrada. Es decir, la
interpretación de estos conceptos se producirá ateniendo al lugar, circunstancias y demás
elementos propios de la casuística concreta.
Esta obligación también ha sido prevista en el artículo 26.1.a).6.º de la Ley 19/2013 por
el que se establece como principios de buen gobierno mantener una conducta digna y tra-
tar a los ciudadanos con esmerada corrección. Además, mantiene íntima conexión con el
artículo 54 del Estatuto Básico del Empleado Público que, al regular sus principios de con-
ducta, entre otros, establece el de tratar con atención y respeto a los ciudadanos.
Del apartado previsto en la letra e) del artículo 13 de la LPACAP se desprende una pri-
mera parte concerniente al tipo o modo en el que las personas deben ser tratadas y una se-
gunda que pretende articular una conducta activa por el personal al servicio de la Administra-
ción de ayuda a los efectos del ejercicio de los derechos de las personas y el cumplimiento
Este derecho reconocido en el apartado f) del artículo 13 presenta una doble vertiente. Por
un lado, se contiene el derecho a exigir responsabilidades de la propia Administración Pública
y, de otro, de exigirla de los funcionarios o empleados públicos. Es decir, como consecuen-
cia de una deficiente actuación administrativa, el daño ocasionado podrá ser reclamado tanto
desde un vertiente objetiva como subjetiva.
Así pues, en primer lugar, el marco de la responsabilidad administrativa objetiva nos sitúa
en el régimen propio de la responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públicas en
los términos reconocidos en los artículos 66 y siguientes de la LPACAP.
Ahora bien, desde el punto de vista subjetivo, el marco normativo se prevé, con carácter
principal, en el artículo 36 de la LPACAP en el que se regula el régimen común de responsa-
bilidad cuando señala que:
«1. Para hacer efectiva la responsabilidad patrimonial a que se refiere esta Ley, los par-
ticulares exigirán directamente a la Administración Pública correspondiente las indemniza-
ciones por los daños y perjuicios causados por las autoridades y personal a su servicio.
2. La Administración correspondiente, cuando hubiere indemnizado a los lesionados, exi-
girá de oficio en vía administrativa de sus autoridades y demás personal a su servicio la res-
ponsabilidad en que hubieran incurrido por dolo, o culpa o negligencia graves, previa instruc-
ción del correspondiente procedimiento. Para la exigencia de dicha responsabilidad y, en su
caso, para su cuantificación, se ponderarán, entre otros, los siguientes criterios: el resultado
dañoso producido, el grado de culpabilidad, la responsabilidad profesional del personal al ser-
vicio de las Administraciones públicas y su relación con la producción del resultado dañoso.
3. Asimismo, la Administración instruirá igual procedimiento a las autoridades y de-
más personal a su servicio por los daños y perjuicios causados en sus bienes o derechos
cuando hubiera concurrido dolo, o culpa o negligencia graves.
4. El procedimiento para la exigencia de la responsabilidad al que se refieren los apar-
tados 2 y 3, se sustanciará conforme a lo dispuesto en la Ley de Procedimiento Adminis-
trativo Común de las Administraciones Públicas y se iniciará por acuerdo del órgano com-
petente que se notificará a los interesados y que constará, al menos, de los siguientes trá-
mites:
Con la nueva regulación establecida por la LPACAP, el ciudadano está obligado a exigir di-
rectamente a la Administración Pública correspondiente las indemnizaciones por los daños y
perjuicios causados por sus agentes. En este sentido, se trata de una responsabilidad ad ex-
tra, es decir, los ciudadanos exigen la responsabilidad sin tener la obligación de identificar al
funcionario o agente público que haya causado el daño.
Ahora bien, lo anterior no supone la exoneración total de responsabilidad de estos. Si la
Administración, tras analizar la reclamación planteada, la estimara, podrá exigir de oficio a
sus autoridades y demás personal a su servicio la responsabilidad en que hubieran incurrido
por dolo, culpa o negligencia grave. Se trata de una acción de regreso que se ejercita contra
los funcionarios o agentes y que constituye la última pieza del sistema general de responsa-
bilidad patrimonial de la Administración.
Para ello, deberá instruirse el correspondiente procedimiento administrativo en el que
para determinar la posible responsabilidad del funcionario o agente deberá de apreciarse una
serie de criterios de ponderación (1.º el resultado dañoso producido, 2.º el grado de culpabili-
dad y 3.º la responsabilidad profesional del personal al servicio de la Administración y su rela-
ción con la producción del daño).
No obstante lo anterior, si las autoridades, agentes o funcionarios causan daños por acti-
vidades delictivas, es posible el inicio de una acción penal contra el mismo. Esta acción penal
que se dirija frente al agente público es independiente de la acción de responsabilidad frente
a la Administración. Así, el artículo 37 de la LRJSP establece las determinaciones de carácter
penal cuando señala que:
Ahora bien, en el desarrollo de este segundo ámbito, el debate jurídico ha girado en torno
a la posibilidad del ciudadano de «exigir» responsabilidad, es decir, determinar el alcance de
la actuación de este en los procedimientos que puedan iniciarse. Así, de la jurisprudencia
dictada en la materia puede decirse que el desarrollo real del derecho a exigir se convierte
realmente en el derecho a la investigación y la documentación de las denuncias que pueden
llevar a la responsabilidad de cualquiera de los órdenes a los que nos hemos referido. Los re-
sultados de este procedimiento y, en concreto, la existencia de sanción o no ya no forman
parte directa del derecho reconocido. En términos técnicos diríamos que no existe una rela-
ción directa entre denunciante y denunciado sino una puesta de manifiesto de los hechos y
una relación bilateral de la Administración con su funcionario que le permite sancionarle por
incumplimiento de los deberes que conforman su estatuto.
«1. Las Administraciones Públicas podrán determinar los trámites e informes que inclu-
yan firma electrónica reconocida o cualificada y avanzada basada en certificados electróni-
cos reconocidos o cualificados de firma electrónica.
2. Con el fin de favorecer la interoperabilidad y posibilitar la verificación automática de
la firma electrónica de los documentos electrónicos, cuando una Administración utilice
sistemas de firma electrónica distintos de aquellos basados en certificado electrónico re-
conocido o cualificado, para remitir o poner a disposición de otros órganos, organismos
públicos, entidades de Derecho Público o Administraciones la documentación firmada
electrónicamente, podrá superponer un sello electrónico basado en un certificado electró-
nico reconocido o cualificado».
«Cuando los interesados utilicen un sistema de firma de los previstos en este artículo,
su identidad se entenderá ya acreditada mediante el propio acto de la firma».
Además, hay que indicar que el propio REM ha completado el régimen de identificación
y firma de las personas interesadas, desarrollando a tal efecto, los atributos mínimos de los
certificados electrónicos cuando se utilizan para la identificación de las personas interesa-
das ante las Administraciones Públicas (artículo 27), los sistemas de clave concertada y otros
sistemas de identificación de las personas interesadas (artículo 28) y los sistemas de firma
electrónica de las personas interesadas admitidos por las Administraciones Públicas y régi-
men de uso (artículo 29).
El conjunto de dichos preceptos permite indicar que solo son válidos para acreditar la au-
tenticidad de la expresión de voluntad y consentimiento los medios de firma que, conforme
a la regulación general de la firma electrónica que se ha analizado tengan la condición de cua-
lificada y avanzada siempre además que los certificados estén expedidos por prestadores in-
cluidos en la «lista de confianza de prestadores de servicios de certificación».
La aceptación de cualquier otro sistema que no sea de firma electrónica cualificada y
avanzada exige la aceptación previa del marco relacional por la propia Administración y que
el prestador del servicio «siempre que cuenten con un registro previo como usuario que per-
mita garantizar su identidad, previa autorización por parte de la Secretaría General de Admi-
nistración Digital del Ministerio de Política Territorial y Función Pública, que solo podrá ser
denegada por motivos de seguridad pública, previo informe vinculante de la Secretaría de
Estado de Seguridad del Ministerio del Interior».
Así pues, las relaciones jurídicas en el ámbito administrativo para la manifestación de de-
claraciones de voluntad exigen la utilización de los sistema de firma electrónica cualificada y
avanzada con un certificado en vigor en el ámbito de relaciones admisibles y determinadas
previamente mediante la publicación en sus respectivas sedes electrónicas de los certifica-
dos de confianza a los efectos de las relaciones jurídicas a establecer con el correspondiente
órgano administrativo.
Al respecto de la firma electrónica, esta se configura como el conjunto de datos presen-
tados en un soporte de carácter electrónico, consignados junto a otros o asociados con ellos,
que pueden ser utilizados como medio de identificación del firmante y, en su caso, la del do-
cumento que contiene y al que se incorpora la firma en cuestión. Así pues, la firma electró-
nica es un mecanismo válido para la identificación del firmante de manera inequívoca, de tal
manera que asegura la integridad del documento firmado, garantizando que no ha sufrido al-
teración o manipulación
Su regulación esencial se establece en el Reglamento (UE) n.º 910/2014 del Parlamento
Europeo y del Consejo, de 23 de julio de 2014, relativo a la identificación electrónica y los
servicios de confianza para las transacciones electrónicas en el mercado interior y por la que
se deroga la Directiva 1999/93/CE (Reglamento Eidas). En clave interior, dicha regulación se
complementa con la publicación de la Ley 59/2003, de 19 de diciembre, de firma electró-
nica. En la normativa indicada, se establece la siguiente tipología de firmas, siendo necesa-
rias para entablar relaciones con la Administración, conforme se ha indicado, la cualificada y
avanzada. Así:
Así pues, dichas normas establecen las medidas relativas a la protección de las personas
físicas en lo que respecta al tratamiento de los datos personales y las normas relativas a la li-
bre circulación de tales datos.
En este sentido, el RGPD define en su artículo 4.1 datos personales como «toda infor-
mación sobre una persona física identificada o identificable» es decir, aquella cuya identidad
pueda determinarse, directa o indirectamente, en particular mediante un identificador, como
por ejemplo un nombre, un número de identificación, datos de localización, un identificador
en línea o uno o varios elementos propios de la identidad física, fisiológica, genética, psí-
quica, económica, cultural o social de dicha persona.
Asimismo, se define el tratamiento de datos como cualquier operación o conjunto de
operaciones realizadas sobre datos personales o conjuntos de datos personales, ya sea por
procedimientos automatizados o no, como la recogida, registro, organización, estructuración,
conservación, adaptación o modificación, extracción, consulta, utilización, comunicación por
transmisión, difusión o cualquier otra forma de habilitación de acceso, cotejo o interconexión,
limitación, supresión o destrucción.
Así, es evidente que en el funcionamiento ordinario de la Administración, esta trata datos
de carácter personal. En este sentido, este derecho a la protección de los datos personales
resulta igualmente oponible frente a la Administración Pública y, en particular, a la seguridad
y confidencialidad de los datos que figuren en los ficheros, sistemas y aplicaciones de las
Administraciones Públicas. Y es que, conjunto de la actividad administrativa está sometida
y debe desarrollarse en el marco del respeto a los derechos fundamentales entre los que,
como queda dicho, se incluye el derecho a la protección de datos.
Igualmente, cabe destacar que frente a este criterio general en lo que se refiere a la li-
citud del tratamiento, se ha introducido una importante excepción en esta materia en el ar-
tículo 28.2 de la LPACAP. En este sentido, el citado precepto señala que los interesados tie-
nen derecho a no aportar documentos que ya se encuentren en poder de la Administración
actuante o hayan sido elaborados por cualquier otra Administración. Ahora bien, la Adminis-
tración actuante podrá consultar o recabar dichos documentos salvo que el interesado se
opusiera a ello, si bien deberán seguir las reglas previstas en el artículo 61 del RME. No ca-
brá la oposición cuando la aportación del documento se exigiera en el marco del ejercicio de
potestades sancionadoras o de inspección.
La protección de datos de carácter general, a la que nos referimos, se completa con las
previsiones específicas que contienen algunas normas sectoriales y que operan como ele-
mentos de garantía adicional. A título de ejemplo, podemos citar el artículo 41 de Ley 9/2014,
de 9 de mayo, General de Telecomunicaciones que establece el mandato dirigido a los ope-
radores que exploten redes públicas de comunicaciones electrónicas o que presten servicios
de comunicaciones electrónicas disponibles al público, incluidas las redes públicas de comu-
nicaciones que den soporte a dispositivos de identificación y recopilación de datos, consis-
tente en el deber de adoptar las medidas técnicas y de gestión adecuadas para preservar la
seguridad en la explotación de su red o en la prestación de sus servicios, con el fin de garan-
tizar la protección de los datos de carácter personal. Asimismo, puede hacerse referencia a
la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del paciente y de de-
rechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica o incluso a la Ley
5/2014, de 4 de abril, de Seguridad Privada.
Esta última se trata de una referencia abierta que alude a la posibilidad de que otras leyes de
carácter sectorial puedan establecer un marco adicional de derechos en función de sus pro-
pias características.
Así, cuando otra norma dispone un derecho cuyo destinatario es el conjunto de las perso-
nas que desean relacionarse con las Administraciones Públicas, el mismo debe integrarse e
interpretarse en esta cláusula general y abierta que asume las definiciones que se hayan he-
cho desde los respectivos marcos legales.
Tema 19
99 La comunicación en la Administración.
99 Uso correcto del lenguaje administrativo.
99 Comunicación escrita.
99 Lenguaje administrativo no sexista.
99 Contenido y presentación de documentos escritos:
correspondencia, comunicaciones, autorizaciones,
notificaciones, instancias, certificaciones,
compulsas, etc.
Sumario Tema 19
1. La comunicación
1. La comunicación
De forma general, podemos decir que el esquema de la comunicación lo forman los siguien-
tes componentes:
— Emisor: es quien transmite el mensaje. Constituye el punto de partida de la comunica-
ción. Esta persona codifica el mensaje, es decir elige y selecciona los signos y códigos
convenientes.
— Receptor: es la persona que recibe el mensaje y lo interpreta para comprender su sig-
nificado. Realiza un proceso inverso al del emisor, es decir, decodifica el mensaje.
— Código: es el conjunto de signos utilizados para trasmitir el mensaje (palabras, gestos,
símbolos, imágenes). Para que sea posible el entendimiento, emisor y receptor deben
compartir el mismo código.
— Mensaje: es la información o conjunto de datos que transmite el emisor. Es la idea que
se pretende trasmitir y constituye el elemento principal en el proceso de comunicación.
— Canal de comunicación: es el medio físico a través del cual se transmite el mensaje
desde el emisor hasta el receptor. Por ejemplo, la carta, el teléfono, el periódico, la te-
levisión, Internet, etc.
— Ruido: son todas las distorsiones que condicionan la recepción del mensaje original,
y puede provenir tanto del emisor (utiliza un lenguaje desconocido para el receptor)
como del canal (relacionado con la falta de cobertura de la señal), del ambiente (ruido
en nuestro entorno que nos impide oír el mensaje con claridad) o del receptor (no
ofrece ninguna respuesta al mensaje).
— Retroalimentación o feedback: en una primera instancia, se trata de la respuesta del recep-
tor hacia el mensaje recibido. Si posteriormente el emisor responde a lo enviado por el
receptor, existe un cambio de roles y se considera asimismo retroalimentación. La retroali-
mentación constituye un mecanismo para controlar la efectividad de la comunicación.
— Contexto: es la situación o circunstancias en las que se desarrolla el proceso comuni-
cativo. Incluye factores de diverso tipo: emocionales, sociales (referencias culturales
comunes, el contexto social), circunstanciales (el espacio físico), y tiene influencia di-
recta en la interpretación del mensaje.
Tipos
Las barreras de comunicación afectan a todos los elementos del proceso de comunicación y
pueden ser de diversos tipos:
— Barreras personales.
— Barreras culturales.
— Barreras semánticas.
— Barreras físicas.
Ya que tanto el mensaje que envía el emisor como el que entiende el receptor dependen de
ideas preconcebidas, habilidades comunicativas, actitudes, conocimientos, y factores socio-
culturales, en la práctica se producen fallos en la comunicación. Habrá que tratar de eliminar
o reducir las causas, a través de la gestión de todos los factores que puedan suponer barre-
ras importantes en el proceso comunicativo. Para evitar las barreras comunicativas, dentro
de lo posible, se aconseja:
— Asegurarse de que los códigos sean comunes. Debemos asumir que no todo el
mundo piensa y habla como nosotros y, además, verificar antes de emitir el mensaje
que el receptor maneje un código afín.
— Saber expresarse de manera que el receptor nos entienda con facilidad: evitar expre-
siones inadecuadas y potenciar las convenientes. En resumen: ser claros y directos.
— Emplear la retroalimentación para verificar la comprensión adecuada: intercambiar los
lugares de emisor y receptor a menudo. Lo contrario a monologar. Clarificar siempre
los mensajes que no se entienden antes de avanzar en la interacción y, en caso de no
comprender un mensaje, preguntar de forma directa.
— Controlar las emociones y ser conscientes de nuestro estado anímico o emocional, así
como de las propias predisposiciones o incluso prejuicios, para dejarlos a un lado y no
permitir que nos afecten. Se trata de evaluar el mensaje y no al emisor, así como de
aplicar el sentido lógico y no las interpretaciones emocionales o viscerales.
— Cuidar el ambiente (la iluminación, el ruido, el canal…) para facilitar la comunicación. Si
vamos a utilizar algún instrumento, debemos revisarlo con anterioridad y cerciorarnos
de que funcione. Evitar comunicarse corriendo, sin el tiempo suficiente para garantizar
la correcta recepción del mensaje o en ámbitos que dificulten la recepción del men-
saje.
— Practicar la escucha activa (escuchar con atención, mirando a los ojos, preguntando…),
así como comprobar que nos siguen cuando hablamos.
— Mantener la correspondencia entre el lenguaje verbal y el no verbal y ser congruentes
con lo que decimos y con cómo lo decimos.
— Asumir una actitud de empatía con el interlocutor. «Ponerse» en el lugar de la otra per-
sona.
En esta clase de comunicación, el emisor escribe mientras que el receptor lee. Como canal
de comunicación siempre habrá un dispositivo físico, que puede ser un papel, la pantalla de
un ordenador o un teléfono móvil.
Si bien emisor, receptor, mensaje, código y canal son elementos esenciales de todo pro-
ceso de comunicación, la comunicación escrita tiene otros factores adicionales que son ne-
cesarios para que el proceso de intercambio de información tenga éxito:
— Estructura (forma). Se refiere a la planificación del contenido; es la manera en que el
emisor ordena o estructura aquello que quiere comunicar. Se considera que la estruc-
tura del contenido ayuda a los lectores a comprender el tema.
— Estilo (redacción). Define la manera en la que el emisor redacta el contenido del men-
saje. Sin embargo, también es importante tomar en cuenta el perfil de las personas
destinatarias, así como el nivel de formalidad que exige el escrito. En ocasiones, se re-
— Las distancias no son un impedimento. Las distancias se rompen. Al igual que con el
tiempo, las distancias ya no son un problema para comunicarse. Las cartas, primero,
los correos electrónicos, los chats o las redes sociales, después, han ayudado a las
personas a mantenerse en contacto o, incluso, a recomponer vínculos que el paso del
tiempo y la distancia habían roto.
— Deja poco espacio para la redundancia. El registro escrito limita la posibilidad de la re-
dundancia. En la comunicación oral, los elementos no verbales apoyan el lenguaje ver-
bal, lo que no sucede con la comunicación escrita. Por ello, el nivel de exigencia es su-
perior, lo que obliga al emisor a utilizar las palabras con una mayor precisión.
— Presenta dificultad para expresar emocionalidad. Siendo un medio reflexivo, es más
difícil expresar emocionalidad en la comunicación escrita. Este tipo de comunicación
es conocida como fría, impersonal, y contrasta con otras formas de comunicación
que pueden incluir rasgos verbales y gestuales. En consecuencia, se usa más fre-
cuentemente para transmitir informaciones en las que la exactitud de los hechos sea
lo importante.
— Constituye un mecanismo de organización y de control. Gracias a su posibilidad de per-
manencia en el tiempo, la comunicación escrita resulta ideal como herramienta de con-
trol. A través de la escritura, mediante leyes y normas, se puede reglamentar, estruc-
turar y controlar la vida social.
— Disminuye la posibilidad de distorsión e interpretación. La escritura acota los niveles
de interpretación y manipulación que un intermediario puede introducir en un docu-
mento. La información queda registrada de forma permanente y puede ser verificada
en cualquier momento. En caso de duda, el mensaje puede ser releído tantas veces
como sea necesario hasta lograr la comprensión total.
— Falta de flexibilidad. La falta de flexibilidad es una de las desventajas de la comunica-
ción escrita. Una vez que un mensaje original ha sido emitido, no es posible una rápida
corrección del contenido. Cualquier cambio que se necesite debe ser avalado por el re-
ceptor del mensaje. Asimismo, cada corrección que se haga, incluso parcial, afecta a la
totalidad del mensaje.
La web constituye hoy en día una herramienta imprescindible para la comunicación entre la
Administración y la ciudadanía. Por sus características, se ha convertido en un entorno ade-
cuado a la hora de desarrollar una comunicación clara y sencilla; de hecho, las peculiaridades
de las nuevas tecnologías condicionan totalmente las características de los contenidos en el
entorno digital.
activo del proceso comunicativo. Igualmente, el emisor pasa de ser único a ser plural, con lo
que cualquier persona o colectivo puede convertirse en emisor de mensajes.
Existe interacción y el receptor participa en el proceso comunicativo debido, en gran me-
dida, al hipertexto, gracias al cual la experiencia de la comunicación queda en sus manos. La
hipertextualidad proporciona al documento una estructura abierta, que permite múltiples lec-
turas y que trasciende el propio medio al remitirnos al conjunto de la información disponible
en Internet.
Otro cambio destacable afecta a las características del mensaje. El mensaje actual se
compone de diversos formatos, por lo que decimos que es de carácter multimedia, enten-
dido ese concepto como la integración de todo tipo de formatos y lenguajes en una única es-
tructura mediante la combinación de texto, imagen, audio y video.
La lectura es dinámica
Los usuarios de la red están habituados a moverse de una página web a otra en cuestión de
segundos. Se considera un modelo de búsqueda más eficiente.
No se lee de forma pausada; resulta incómodo llegar a una página y no localizar inmedia-
tamente lo que se desea. En esos casos, los usuarios abandonan la página para continuar la
búsqueda en otra página web.
Tampoco leemos linealmente. En la web, el propio lector marca el itinerario de lectura: es
quien decide qué leer y en qué orden hacerlo. En consecuencia, nos gustan las páginas web
donde la información se encuentra bien estructurada y podemos detectar rápidamente aque-
llo que buscamos.
No leemos, escaneamos
Cuanto más extenso sea un texto web, menores son las posibilidades de que se lea al pie
de la letra. En esos casos, más que leer, «escaneamos» las páginas.
Centramos la atención en ciertas propiedades de la página con el fin de obtener cuanto
antes una idea general de su contenido:
— Ubicación. Nos desplazamos hacia determinadas zonas de la página web siguiendo el
orden centro-izquierda-derecha (y no de izquierda a derecha, como en el papel).
— Diseño. La vista se dirige hacia los elementos destacados tipográficamente: letra
grande, negrita, colores, listas… Por el contrario, no damos importancia a los elemen-
tos intermitentes y móviles; ya que restan credibilidad y no se leen.
Primordialmente, los usuarios buscan «pistas visuales»; por ejemplo: intertítulos, resú-
menes, listas, palabras en negrita, etc. En un primer vistazo, se fijan en esos puntos y dejan
de lado el resto.
Por tanto, los lectores de nuestras páginas agradecen llegar a una página donde se les fa-
cilite el escaneo mediante enlaces claros, títulos, frases cortas, párrafos breves…
Llamamos lenguaje administrativo a aquel que utiliza la Administración tanto en sus relacio-
nes externas (para comunicarse con la ciudadanía y con otras administraciones) como en sus
relaciones internas.
Si atendemos a su definición, el lenguaje administrativo es un tecnolecto; esto es, un len-
guaje de especialidad usado en el ámbito de la Administración y con unas características pro-
pias (sintaxis compleja, vocabulario técnico, fraseología arcaica…). Como resultado, suele
asociarse el lenguaje administrativo a la producción de textos de alto contenido jurídico y téc-
nico: leyes, decretos, normas, resoluciones, etc.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que la Administración pública es una realidad in-
soslayable, cuya acción abarca prácticamente todos los campos de la vida social: sanidad,
medio ambiente, educación, agricultura, turismo, comunicación, economía, orden público…
Cualquier ciudadano o ciudadana, con independencia de su condición social o nivel cultural,
es objeto de comunicaciones y escritos nacidos en la Administración.
— Respecto a los usos verbales, en euskera también se tiende a utilizar formas arcaicas
del verbo (Igor bekio) y tiempos hipotéticos para expresar condiciones. Asimismo, se
abusa de las estructuras pasivas y del subjuntivo:
distanciada de la ciudadanía a uno mucho más cercano y que habla en sus mismos términos.
No olvidemos que la lengua legal que adopta la Administración para elaborar y difundir las le-
yes y documentos, aun cuando no sea conocida o no se entienda, no exime de su cumpli-
miento.
En los años 60 del pasado siglo, movimientos ciudadanos norteamericanos reivindicaron
el Plain English o inglés sencillo en todos los documentos que afectaran a los ciudadanos.
Ese movimiento se extendió por todo el mundo: Suecia, Reino Unido, Canadá, Australia...
Entre nosotros, el IVAP tomó el reto de abrir las puertas del lenguaje administrativo al len-
guaje claro o lenguaje sencillo.
¿Qué es el lenguaje claro? Según la International Plain Language Federation, «Una comu-
nicación está en lenguaje claro si la lengua, la estructura y el diseño son tan claros que el pú-
blico al que está destinada puede encontrar fácilmente lo que necesita, comprende lo que
encuentra y usa esa información».
El lenguaje claro tiene que ver con poner primero al lector: descubrir qué quiere saber,
qué información necesita y ayudarlo a alcanzar sus objetivos. La meta es que un lector pueda
entender un documento escrito en lenguaje claro la primera vez que lo lee. Pero el lenguaje
claro no solo tiene que ver con la lengua: también incluye el diseño, la disposición y muchos
más aspectos de la comunicación.
El catedrático de Lengua Española Ramón Sarmiento afirma que las personas destinata-
rias de los textos administrativos «tienen derecho de entender lo que les envía cualquiera de
las administraciones públicas con las que han de relacionarse». Y agrega que «la claridad del
lenguaje y la transparencia han de regir todos sus actos administrativos».
librio necesario entre tecnicismo (que garantiza la precisión) y naturalidad (que garantiza la in-
teligibilidad general).
Por ello, es importante tener en cuenta a las personas a las que va dirigido nuestro texto
y redactar los contenidos en función de sus características: edad, nivel cultural… Para conse-
guir una comunicación efectiva, deberíamos acercar el tono de los textos al que se utiliza en
una conversación. Lo ideal sería actuar como si estuviéramos en una ventanilla, dirigiéndo-
nos a la persona que tenemos enfrente.
Una vez figurado el lector, decidiremos el tratamiento que le daremos. No es obligato-
rio utilizar la misma designación en todos los casos. En la mayoría de textos de la adminis-
tración, trataremos de «usted» al usuario es más formal, muestra respeto y mantiene cierta
distancia. Pero, hay casos en los que tratar de «tú» puede ser adecuado (por ejemplo, al co-
lectivo de jóvenes).
Consejos:
Consejos:
— Redacta párrafos con una extensión máxima de 3-5 líneas (40-70 palabras).
— Estructura los párrafos en 2-3 oraciones.
— Organiza cada párrafo en torno a una única idea.
— Ordena los párrafos mediante una secuencia lógica.
— Convierte un párrafo largo en lista, si lo consideras posible y adecuado.
Consejos:
— Identifica la frase principal.
— Convierte los incisos en frases autónomas. Incluso plantéate la posibilidad de elimi-
narlos.
— Trata de emplazar un único inciso en cada frase.
— Procura redactar los incisos de la manera más breve posible.
— Ubícalos junto al elemento referente.
resulta más fácil comprender las frases que primero indican quien efectúa la acción y
después qué es lo efectuado. Al despersonalizar el estilo, se presentan los hechos como
si fueran el resultado de una decisión lejana y de la naturaleza de las cosas, sin interven-
ción humana.
Por el contrario, si utilizamos la voz activa, redactaremos textos más dinámicos, intere-
santes y fáciles de comprender.
La principal razón para desaconsejar el uso generalizado de las pasivas reside en el nú-
mero de problemas que causan y que afectan a la interpretación de las frases. Esto no su-
pone ni que deba evitarse la pasiva, ni que la voz activa sea siempre preferible. La voz pa-
siva resulta aceptable, bien cuando deseamos destacar en posición inicial el objeto de la
acción, bien cuando no queremos indicar quién es el sujeto de la acción.
Dobles negativas
Si en una frase aparecen dos negativas, la una anula a la otra, por lo que tenemos que hacer
un ejercicio mental para convertir en positivo lo que era negativo:
Es preciso resistir nuestra tendencia hacia una jerga artificialmente técnica y acercarnos
más al lenguaje común, que respete los principios de transparencia y publicidad.
Deberíamos comenzar a sustituir algunas de las palabras habituales en los textos jurídi-
cos por formas más sencillas, ya que en la mayoría de los casos no son términos unívocos e
insustituibles. Se trata más bien de giros cultos que quedan fuera del dominio del léxico de
la mayoría de los receptores de nuestros documentos.
Consejos:
— En la medida de lo posible, desecha las palabras cultas o exclusivamente ceñidas al
ámbito de la Administración y elige palabras más conocidas para la ciudadanía.
— Trata de evitar el estiramiento de palabras y expresiones. Conviene evitar el uso recu-
rrente de locuciones preposicionales que pueden ser sustituidas por una única palabra.
Por ejemplo, en aras de se puede sustituir por para; a tenor de se pude reemplazar por
según.
— Si sospechas que el ciudadano considerará «raro» un término concreto, ayúdale ofre-
ciendo sinónimos o explicaciones aclarativas.
Cuida el diseño
El diseño es uno de los factores que determina la legibilidad de un texto, por lo que tiene
que ser claro, cuidado y agradable. Es fundamental cuidar cada detalle de la presentación de
un escrito, puesto que este va a constituir el primer contacto entre el texto y el lector: si el
lector se encuentra ante un escrito demasiado cargado o mal distribuido, con toda probabili-
dad su interés disminuirá de inmediato. La primera impresión debe invitar a la lectura y suge-
rir un itinerario de lectura lógico y sencillo.
Antes de leer los contenidos, siempre nos formamos una impresión general del texto.
Para ello, centramos la atención en diversos aspectos relacionados con el diseño: títulos,
tipo de letra, estructura espacial, colores…
En consecuencia, debemos atender al aspecto visual para conseguir que la lectura de
nuestros textos resulte agradable.
Si tienes la oportunidad, aprovecha los recursos tipográficos para diseñar documentos
más legibles. Resaltar elementos concretos ayuda a inferir la estructura lógica de los conte-
nidos, por ejemplo, mediante el uso de la negrita.
Consejos:
— Acota cada apartado mediante un cuadro para distinguirlo del resto.
— Juega con los colores para destacar los títulos de los apartados (tanto para el fondo
como para la letra).
— Deja espacios en blanco entre los apartados y entre los datos para que el texto «res-
pire» y, de ese modo, facilitar la lectura.
— Presta atención a la declinación de las siglas. Las siglas se declinan sin guiones, pero
hay excepciones. Por ejemplo, cuando termina en la letra k: «AEK-k eta Euskaltzaindiak
lankidetza hitzarmena sinatu dute».
— Utiliza expresiones propias del euskara. Podemos traducir al euskera algunas de las pe-
rífrasis sin ningún problema, pero hay que tener en cuenta que dispone de formas de
expresión más genuinas para decir lo mismo.
— Evita la tendencia al uso de las frases condicionales hipotéticas y utiliza las formas
verbales no hipotéticas (en indicativo) para expresar condición, en la medida en
que son acciones probables. Y si se utilizan, debemos mantener la coherencia for-
mal entre la condición y la consecuencia, así como no cometer errores de concor-
dancia:
*Jabeak obligazio hori beteko ez balu, larritzat hartuko da eta espedientea irekiko
zaio.
Jabeak obligazio hori beteko ez balu, larritzat hartuko litzateke eta espedientea ire-
kiko litzaioke.
— Mejor el indicativo que el subjuntivo. El uso del subjuntivo es habitual en los textos
administrativos para dar cuenta de algunos contenidos: condiciones, deberes, etc.
En euskera, es más natural expresar estos contenidos con formas del indicativo.
5.1. Marco jurídico
Tanto el principio de igualdad de mujeres y hombres como la prohibición expresa de
cualquier tipo de discriminación por razón de sexo están recogidos en diferentes normas
jurídicas.
Por otro lado, desde la entrada en vigor el 1 de mayo de 1999 del Tratado de Ámsterdam,
la igualdad de mujeres y hombres es consagrada formalmente como un principio fundamen-
tal de la Unión Europea.
El artículo 9.1 del Estatuto de Autonomía de Euskadi, a través de una remisión a lo dis-
puesto en la Constitución española, proclama el derecho a la igualdad y a la no discrimina-
ción por razón de sexo. Asimismo, el artículo 9.2 d) establece la obligación de los poderes
públicos de promover las condiciones y remover los obstáculos para que la igualdad de las
personas y los grupos en que se integran sea real y efectiva.
En la Comunidad Autónoma de Euskadi, dos son las leyes sobre las que se asientan las
políticas de igualdad:
Hacemos un uso sexista del lenguaje y de la lengua porque vivimos en una cultura y en una
sociedad sexista y androcéntrica. Por lo tanto, el uso de ninguna lengua está exento de pro-
blemas de sexismo, ni tampoco lo está ningún tipo de lenguaje de especialidad, como por
ejemplo el administrativo.
No es solo cuestión de la realidad con la que trabajamos, que puede ser sexista o no,
sino de cómo la reflejamos. En efecto, hay situaciones y realidades sexistas, pero tam-
bién las hay que no lo son. Y si describimos o explicamos estas últimas haciendo un uso
sexista del lenguaje, daremos una imagen falsa de la realidad y reforzaremos estereotipos
y concepciones sexistas. Así, una reunión en la que participan en igualdad de condiciones
hombres y mujeres de cargos similares puede ser una realidad no sexista, pero si al descri-
birla no nombramos a las mujeres, lo hacemos de manera desigual, o se les concede más
protagonismo a las intervenciones de los hombres, estaremos incurriendo en usos sexis-
tas del lenguaje.
Sexismo
El sexismo consiste en asignar valores, capacidades y roles diferentes a mujeres y hom-
bres exclusivamente en función de su sexo. En la mayoría de los casos constituye una ac-
titud discriminatoria hacia el sexo femenino: se menosprecia y desvaloriza lo que hacen o
son las mujeres, y, en cambio, se da importancia y legitima aquello que realizan o son los
hombres. Si nuestra concepción de la realidad es sexista, también lo será el uso que ha-
gamos del lenguaje para designarla: «Lloras como una mujer. Has de ser fuerte y valiente
como un hombre».
Androcentrismo
El androcentrismo es un enfoque sesgado de la realidad en función del sexo y consiste en
considerar a los hombres el centro y la medida de todas las cosas: «hombre»=»universal».
Así, mientras los hombres son el sujeto de referencia, las mujeres son consideradas como
dependientes y subordinadas a ellos. Esta manera de mirar y representar la realidad influye
en el uso que hacemos del lenguaje: «Se organizarán actividades culturales para las esposas
de los diputados».
El director La dirección
El presidente La presidencia
Obstáculos para los jóvenes en el alquiler de Obstáculos para jóvenes, mujeres y hombres,
vivienda en el alquiler…
Obstáculos para jóvenes, de uno y otro sexo,
en el alquiler…
Los técnicos de todos los departamentos Las técnicas y los técnicos de todos los de-
partamentos
— Utilizar la barra en documentos tales como impresos y formularios, donde haya proble-
mas de espacio, así como en los encabezados y firmas, siempre alternando el orden
de los sexos:
D. D./Dña.
Sr. Sra./Sr.
Respecto al euskera debemos indicar que no tiene género gramatical, por lo que no pre-
senta tantos problemas de uso androcentrista del lenguaje como el castellano. Eso convierte
en innecesarias la mayoría de las fórmulas propuestas para el castellano. No obstante, con-
viene tener en cuenta una serie de recomendaciones para que hombres y mujeres tengan la
misma presencia en nuestros textos.
— Gizon/gizaki/giza. Utilizar las palabras gizon, gizaseme eta gizonezko solo para
hombres, mientras que gizaki se usa tanto para hombres como para mujeres o como
genérico. Los que surgen de la raíz giza (gizarte, giza talde…) no tienen una connota-
ción con la palabra gizon, por lo que pueden utilizarse para ambos géneros.
Cuando el segundo componente de las uniones de palabras es un hombre (lege-
gizona, itsasgizona…), podemos servirnos del sufijo -ari para indicar la profesión (le-
gelaria). En otros casos puede ser langile el medio adecuado (itsaslangilea).
— Composición de palabras. No olvidemos que el euskara utiliza la composición de pa-
labras en estos casos: aita-amak, senar-emazteak, seme-alabak…
— «Hitano» (tuteo). Si lo usamos, debemos recordar que el «hitano» marca el sexo, por
lo que debemos utilizarlo con cuidado para no discriminar a nadie. Por lo tanto, no se
debe usar en mensajes dirigidos a un grupo en el que no sepamos con certeza si solo
hay hombres o solo mujeres.
— El sufijo -sa. La mayoría de las palabras que llevan este sufijo son nuevas o se trata de
préstamos lingüísticos. Su uso debería limitarse, ya que, en ocasiones, el propio nom-
bre nos informa sobre el sexo (Onintza Enbeita bertsolaria). En otras, el contexto ex-
presa el sexo, por lo que recurriremos a nombres comunes (emakume alarguna, alkate
andrea).
— Atención al uso innecesario de genéricos en euskara. Como hemos indicado anterior-
mente, el castellano recurre a perífrasis y genéricos para eludir las expresiones sexis-
tas derivadas del uso del masculino genérico. Debemos evitar traerlos al euskara, que
dispone de sus propias formas de expresión no marcadas:
En ese sentido, debemos rehuir del protagonismo del hombre como objeto único
de la acción:
La señora de Martínez escuchó atenta el dis- Carmen Iglesias escuchó atenta el discurso
curso de su marido. del portavoz parlamentario.
— Evitar las asimetrías. Utilizar el mismo tratamiento para unas y otros. Debemos cuidar
estas expresiones para no caer en el sexismo, peligro que se aprecia bien en algunas
palabras que cambian de significado con el cambio de género: asistente y asistenta,
fulano y fulana, gobernante y gobernanta…
— No calificar a las mujeres por su aspecto físico o ámbito familiar, sino por su cualifica-
ción laboral y sus cualidades profesionales. Se deben eludir los estereotipos de reparto
de tareas entre hombres y mujeres. La mujer no debe ser representada exclusiva-
mente como madre, esposa o, ama de casa.
— Ha de evitarse el uso de hombre como genérico singular. No debemos hablar de «los
derechos del hombre», sino de «los derechos humanos» o «los derechos de la per-
sona». Evitemos «el hombre de la calle» para referirnos a «la gente de la calle».
— Cuidar las imágenes que se exponen. Dichas imágenes han de mostrar tanto hombres
como mujeres en tareas que reflejen realidades sociales y no fomenten estereotipos
de género.
Vistas las recomendaciones anteriores y teniendo en cuenta que debe ser eliminado todo
tipo de discriminación de los textos administrativos, vamos a aplicar dichas normas, a modo
de ejemplo, a los términos y tratamientos administrativos.
Documentos cerrados
Son aquellos de los que se conoce la persona o personas destinatarias o a las que hace re-
ferencia el texto; por tanto, debemos realizar una redacción y tratamiento no sexista que se
adapte al género que le corresponda.
— Se utilizará el género gramatical de la persona a la que se dirige. Por lo tanto, irán en
femenino todos los cargos, puestos o referencias que ocupen mujeres: «Estimada
directora:»
— Debemos prestar especial atención a la antefirma, ya que en algunos documentos
administrativos se observa que no se corresponde con el sexo de la persona que
firma a continuación: «Irene Iparragirre, jefa de servicio».
— En el caso de los nombres y apellidos, todavía es habitual nombrar a los hombres
solo con el apellido, y a las mujeres con el nombre y el apellido. Lo más adecuado
sería utilizar el mismo tratamiento para hombres y mujeres en todos los ámbitos, y
por ello utilizar el nombre y el apellido con unas y con otros:
Documentos abiertos
Son aquellos de los que no se conoce la persona destinataria o aquella que intervendrá en el
procedimiento administrativo, lo que hace imposible conocer con antelación el sexo de dicha
persona.
Son los más numerosos dentro de la Administración y, a la hora de la redacción, son los
más problemáticos desde la óptica del sexismo lingüístico.
En este tipo de documentos, se recomienda nombrar a los dos sexos separados con
barras, aunque resulte reiterativo y puede afectar a la legibilidad del texto. Puede simpli-
ficarse usando alguno de los procedimientos lingüísticos que hemos analizado en al apar-
tado anterior:
5.4.2. Ofertas de empleo, relación de puestos de trabajo, concursos, oposiciones, becas, ayudas, etc.
El ámbito del empleo es uno de los que más desigualdades presenta entre hombres y muje-
res, tanto en el acceso como en la promoción. Por ello se reflejará a mujeres y hombres sin
ambigüedad, explicitando siempre ambos sexos:
Se convocan pruebas para una plaza de técnico Se convoca una plaza de técnico o técnica de
de cultura… cultura...
Abiertas tres nuevas residencias de ancianos Abiertas tres nuevas residencias para la tercera
edad
Las personas que ocupan los diferentes cargos o puestos públicos son hombres y muje-
res. No obstante, se utilizan con frecuencia las formas masculinas para referirse a estas per-
sonas.
Alcalde Alcaldía
Concejal Concejalía
Presidente Presidencia
Los documentos administrativos pueden clasificarse según diversos criterios. Una posible
clasificación tiene en cuenta a los participantes en la relación administrativa. En función del
origen y destino de la comunicación se distinguen dos categorías de documentos: docu-
mentos de la Administración y documentos de la ciudadanía. Los documentos generados
por la Administración pueden subdividirse, a su vez, en dos subgrupos: documentos dirigi-
dos a la ciudadanía y aquellos dirigidos a la propia Administración.
Otra clasificación tiene en cuenta la finalidad del documento. Así, de acuerdo con su fun-
ción, se establecen cuatro categorías de documentos:
a) Encabezamiento
Es la parte superior del documento. Desde el punto de vista de la atención visual, es el lugar
donde primero se fija la vista del lector; por esa razón se reserva este espacio para la infor-
mación básica que sintetiza elementos fundamentales del documento.
El encabezamiento aparecerá en todos los documentos que recojan actos administrati-
vos, incluidos los de trámite, cuyos destinatarios sean ciudadanos o ciudadanas. En él deben
constar al menos estos 4 elementos:
— Cabecera impresa. Es la franja superior del documento donde aparecen la identifica-
ción corporativa del emisor.
— Título. El título es el resumen del documento. Debe expresar con claridad y precisión
el tipo de documento, su contenido esencial y, en su caso, el procedimiento en que se
inserta.
Características:
• Resumirá de forma concisa el tipo de documento y su contenido esencial.
• Debe estar situado en sitio visible y fácilmente identificable. El lugar idóneo será in-
mediatamente después de la cabecera.
• Destacará del cuerpo por caracteres tipográficos (mayúscula o negrita).
• No deben usarse en el título abreviaturas o siglas, y mucho menos si no son las
más comunes.
— Datos generales del documento. Este apartado contendrá la información más signifi-
cativa para identificar documento y para su gestión. Incluirá todos o algunos de los si-
guientes apartados: referencia del expediente, asunto, identificación de la parte intere-
sada, fecha de inicio del procedimiento.
— Destinatario. Es la persona a la que va dirigido el documento.
c) Pie
El final del documento es el espacio reservado a las circunstancias de tiempo y lugar, y a la
formalización y los signos de validación del documento.
Todo documento que recoja actos administrativos, incluidos los de mero trámite, debe
estar formalizado. Se entiende por formalización la acreditación de la autenticidad de la vo-
luntad del órgano emisor, manifestada mediante firma manuscrita. En los restantes docu-
mentos, especialmente en los de contenido informativo, no se exigirá formalización, porque
es suficiente con que conste el órgano autor del documento.
En las resoluciones administrativas y comunicaciones oficiales, internas o externas, será
obligatorio incluir:
— Lugar y fecha: Por lugar se entiende el municipio donde está ubicado el órgano que
emite el documento; la fecha es la del día en que se elabora.
• Es recomendable escribirlos combinando letras y números: Vitoria-Gasteiz, 16 de
noviembre de 2020.
• Entre el lugar y la fecha se escribe una coma, y se debe prescindir de las preposicio-
nes en y a, por considerarse anticuado.
• El día del mes y el año se escriben con cifras; el año no lleva punto (2020 es la
forma correcta; 2.020 es incorrecta).
6.3.1. La carta
Definición
La carta, junto con el oficio y el correo electrónico, es uno de los modelos de texto más
utilizados en la comunicación administrativa. Por una parte, existen las llamadas cartas
protocolarias (de bienvenida, invitaciones, agradecimiento), y, por otra, aquellas que em-
pleamos para otro tipo de funciones: dar buenas o malas noticias, responder a una solici-
tud, etc.
No debemos confundir la carta con el oficio. El oficio es un escrito utilizado para las co-
municaciones entre órganos y unidades administrativas. La carta, sin embargo, es un tipo
de documento empleado para las comunicaciones de carácter personal, protocolario o de
contenido general, sin relación directa con la gestión habitual o la tramitación de un proce-
dimiento.
Criterios de redacción
Al analizar la estructura de la carta, debemos tener en cuenta tres partes principales:
— El inicio: nos sirve para introducir el mensaje; colocamos al lector en situación de com-
prender lo que a continuación le vamos a transmitir.
— El cuerpo: está constituido por el mensaje que queremos difundir (dar una buena o
mala noticia, plantear una sugerencia, formular una opinión...).
— El cierre: nos servirá para redondear lo ya señalado, por medio de un mensaje directo y
conciso que resuma el objetivo central de la carta.
En cualquier caso, esta estructura general puede variar según cuál sea nuestro objetivo y
la situación comunicativa. Por ejemplo, cuando preveamos en el lector una actitud de agrado
o interés hacia el contenido de nuestro mensaje, empezaremos haciendo referencia a esta
idea positiva; si, por el contrario, consideramos que el lector puede manifestar desagrado ha-
cia nuestro mensaje, es aconsejable comenzar con una presentación de los hechos, dejando
para el final la información más problemática.
Otro tanto sucede con el tono. Un mensaje positivo siempre favorece el uso de un tono
cercano, con utilización de la primera persona (yo, nosotros), en contraste con un mensaje
negativo envuelto en un tono más neutro y distante.
Algo similar ocurre con la fraseología utilizada, ya que varía en función del tipo de carta
que deseemos redactar.
6.3.2. El oficio
Definición
El oficio es un documento administrativo que normalmente se utiliza para las comunicacio-
nes entre unidades y órganos administrativos. En contraposición a la carta, se caracteriza por
un contenido estrictamente administrativo y oficial, así como por un tono formal, neutro y
objetivo, centrado fundamentalmente en la actuación administrativa.
Criterios de redacción
Como ya hemos comentado, se tiende a confundir el oficio con la carta, pero se trata de do-
cumentos bien distintos. ¿En qué se diferencian?
— Los saludos y despedidas del oficio tienen siempre un carácter neutro:
Estimada señora:
Atentamente.
6.3.3. La notificación
Definición
La notificación es el documento mediante el que se comunica a la persona interesada una
resolución o un acuerdo que afecta a sus intereses y derechos. La notificación es una condi-
ción para la eficacia jurídica del acto que se comunica y, al mismo tiempo, garantiza la recep-
ción de dicho acto y el éxito de la comunicación.
Criterios de redacción
La estructura es la siguiente:
— Cuerpo: explicamos aquí lo que queremos notificar. No suele ser un texto extenso,
sino concreto y directo. Solo hay que hacer la comunicación oportuna.
— Saludo final.
— Lugar y fecha: se deben reflejar el lugar y la fecha en que se firma la notificación.
— Firma y datos del remitente: debajo de la fecha hay que firmar y escribir los datos del
remitente.
— Notas: se escriben a pie de página. En caso de tratarse de un texto bilingüe, escribire-
mos primero la nota en euskera y debajo en castellano.
— Anexo(s): se suele(n) incluir al final del documento.
Definición
Es un documento mediante el cual un ciudadano o una entidad jurídica solicita a la Admi-
nistración algo que, por regla general, está contemplado en la normativa vigente. Aparte de
este tipo estándar de solicitud, todas las dependencias administrativas disponen de mode-
los normalizados para que sus propios trabajadores realicen las peticiones que consideren
oportunas: adelanto de dietas de gastos de viajes, actividades formativas, compra de libros
o material…
Como hemos explicado, la receptora de la solicitud siempre es la misma: la Administra-
ción; no así quien la formaliza, que normalmente será el ciudadano, pero también, a veces, el
funcionario, en el ejercicio de su puesto de trabajo.
Criterios de redacción
La solicitud debe ser breve, concreta y explícita, con un tono respetuoso pero directo. Lógi-
camente, los contenidos de este documento varían en función de la solicitud; no obstante, la
estructura estándar de estos escritos suele ser la siguiente:
— Título.
— Identificación del solicitante: antiguamente, estos datos se ofrecían en una frase for-
mularia interminable; hoy en día se prefiere estructurarlos en apartados:
— Exposición: explicación de los motivos por los que se formula la solicitud y las razones
que la justifican.
— Solicitud.
— Documentos aportados.
— Finalmente, puede incluirse una frase formularia de despedida que preceda a la firma y
fecha.
6.3.5. El certificado
Definición
Es un documento que acredita actos o situaciones de carácter administrativo. El solicitante
suele ser una persona, órgano o entidad que necesita justificar, por ejemplo, la asistencia a
un curso, las retribuciones percibidas o los estudios realizados.
Criterios de redacción
El certificado es un escrito con pluralidad de finalidades y contenidos; a pesar de todo, pre-
senta una estructura bastante homogénea:
—Título: no basta con utilizar el término «Certificado», sino que hemos de describir cuál
es su objeto: «Certificado de asistencia», «Certificado de empadronamiento». El uso
de un título doble puede también resultar de gran ayuda:
CERTIFICADO DE ASISTENCIA
Curso: El euskera y la publicidad
— Certificación: en esta sección hay que incluir, al menos, dos grupos de datos: los co-
rrespondientes al solicitante (nombre y apellidos, DNI…), y el objeto del certificado, en
el que tenemos que expresar con concisión y claridad los elementos cuya constancia
se garantiza.
La información principal es percibida con una mayor sencillez y agilidad si todos es-
tos datos se recogen de forma desglosada en distintos apartados, en lugar de hacerse
en una o varias frases más o menos extensas.
— Fórmula de despedida: Por ejemplo: «Para que así conste, expido el presente certifi-
cado».
— Identificación del emisor: en el documento siempre debe constar la firma, el nombre y
apellidos, y el cargo de la persona que acredita el certificado, como responsable de su
autenticidad.6.28.
— El lugar y la fecha de su emisión.
Definición
El correo electrónico es un medio de comunicación extendido en las comunicaciones forma-
les como sustituto de las notas interiores y otros documentos de transmisión. Es una herra-
mienta electrónica que permite enviar y recibir cualquier tipo de información por Internet.
Una de sus ventajas es que, junto al texto escrito como mensaje, se pueden acompañar do-
cumentos, imágenes, archivos sonoros...
— Cuerpo
El cuerpo del mensaje debe ser claro, fácil y concreto. El objetivo de todo mensaje
es que el receptor lo entienda correctamente.
• Párrafos: se facilita la lectura si se distribuye el espacio con párrafos y espacios en
blanco. No conviene escribir más de tres párrafos, a ser posible.
• Se recomienda utilizar frases cortas y sencillas. De todas maneras, intercalar frases
largas de tanto en cuanto puede favorecer al ritmo del texto.
• Tono: el mensaje electrónico se encuentra a medio camino entre lo oral y lo escrito.
Por esa razón, aunque se tienda a la informalidad y a la ambigüedad, el tono general
del mensaje no debiera ser ni tan coloquial como el de una conversación ni tan for-
mal como el de un documento escrito.
— Información complementaria
En el cuerpo del mensaje debemos redactar lo imprescindible. Si es necesario
transmitir mucha información, es preferible agregarlo como información complementa-
ria, bien como documento adjunto, bien como enlace.
Tema 20
99 Comunicación oral.
99 Comunicación y atención en persona y por teléfono:
avisos, información, peticiones, acompañamiento,
desvío de llamadas, etc.
99 Criterios generales.
99 La comunicación no verbal.
Sumario Tema 20
1. La comunicación oral
3. La comunicación no verbal
4. Atención presencial
5. La comunicación telefónica
Llamamos comunicación oral al intercambio de ideas entre dos o más personas a través del
lenguaje oral o hablado.
Existen dos tipos de comunicación humana: la comunicación verbal y la no verbal. La co-
municación verbal puede ser oral y escrita. La comunicación oral es aquella que se produce
mediante la palabra hablada. Consta de los elementos ya señalados en el apartado Comuni-
cación, y a emisores y receptores se les denomina interlocutores.
Cuando los interlocutores están presentes, hablamos de comunicación presencial. Si se
encuentran separados, nos hallamos ante un caso de comunicación no presencial.
La comunicación oral tiene lugar tanto con compañeros como con la ciudadanía, sea de
modo telefónico o presencial. Si tenemos en cuenta que una parte importante de la actividad
de la administración consiste en ofrecer explicaciones a la ciudadanía, necesitamos recursos
efectivos para llevar a cabo esa labor.
— Utiliza una sintaxis simple para que el interlocutor pueda procesar la información más
fácilmente:
• Recurre a las paráfrasis (explicaciones realizadas con tus propias palabras) y a las
reformulaciones: Esto es, mejor dicho, es decir, en resumen, (dicho) en otras pala-
bras, en otros términos, o sea…
• Evita los tecnicismos innecesarios.
— Explica al ciudadano dónde puede encontrar información complementaria.
— Ten en cuenta las siguientes cuestiones relacionadas con la lengua:
a) Se recomienda utilizar formas verbales condicionales y no con sentido imperativo:
En vez de «Póngame con…», «Quiero hablar con…», es preferible utilizar una de
las siguientes fórmulas: «¿Sería tan amable de…?»; «¿Podría decirme su nombre,
por favor?».
También nos podemos servir del imperfecto de cortesía, ya que permite al ha-
blante distanciarse temporalmente respecto al momento del habla: «Quería saber
si tienen plazas libres».
Su objeto es evitar un presente que puede sonar descortés.
b) Presta atención a la pronunciación del imperativo plural. En los usos coloquiales del
imperativo plural (hablad, insistid, venid) se ha ido generalizando la sustitución de la
–d final por la –r, confundiéndose en su forma con la del infinitivo: *hablar por ha-
blad, *temer por temed, *insistir por insistid.
El error se ha extendido, incluso, a los imperativos, de los verbos pronominales,
donde lo correcto es eliminar la –d final: *concentraros por concentraos, *entrete-
neros por entreteneos, *presentaros por presentaos.
c) Evita los errores de pronunciación más comunes: ultracorrección, falsos hiatos y
diptongos, apócopes, epéntesis, metátesis, asimilaciones, etc.
d) Evita el uso de abreviaciones, sobre todo si no son de uso común.
de comenzar a escribir un texto, debemos imaginar a los lectores potenciales para res-
ponder a sus necesidades del modo más óptimo posible.
— «Escuchamos» la información que nos llega vía oral, y «vemos» la información escrita.
En consecuencia, para transmitir el contenido de modo eficaz, en la comunicación
oral hemos de dar gran importancia a los elementos relativos a la voz y a la escucha
(tono, entonación y volumen).
La escritura dispone únicamente de palabras, signos de puntuación, reglas ortográ-
ficas y lingüísticas, recursos pobres en comparación con los del lenguaje oral. El len-
guaje escrito, en cuanto a que es más concreto, no permite incorporar todos los ma-
tices, actitudes, percepciones, etc. en las que se enmarca la comunicación. En este
sentido, se debe contrarrestar esta falta de factores del entorno con una mayor preci-
sión y con explicaciones más amplias, así como con el uso de elementos para atraer la
atención visual; por ejemplo, los relacionados con el diseño.
El concepto de comunicación verbal es muy amplio y abarca todos los signos no lingüísticos
utilizados para comunicar. Mediante la comunicación no verbal, se transmite un mensaje sin
palabras. La comunicación no verbal comprende, entre otros, gestos, movimientos, contacto
visual, timbre de voz, posturas y proximidad corporal.
Existe una dependencia entre el sistema verbal y el no verbal; ambos sistemas se com-
plementan, de modo que parece imposible comunicar verbalmente sin producir a la vez al-
gún signo no verbal, ya que hasta la ausencia de palabras (los silencios) comunica.
3.2.1. Kinésica
Engloba los gestos corporales y las miradas. La palabra «kinésico» proviene de la raíz griega
que significa «cinética» o «movimiento»; por lo tanto, abarca el estudio de los movimientos
corporales, como los gestos, la expresión facial, el contacto visual y la postura. Por lo gene-
ral, dentro de las organizaciones se establece comunicación con una o varias personas, y la
mayoría de los mensajes percibidos no provienen de lo que se dice literalmente, sino de la
manera en que los gestos y movimientos corporales proyectan el discurso verbal.
El sistema kinésico está compuesto de los siguientes elementos:
— En los gestos se analizan los movimientos de la cara, manos, brazos y piernas, cabeza
y del cuerpo en su conjunto. Los gestos transmiten información acerca de nuestro es-
tado de ánimo o expresan una valoración sobre algo o alguien.
— La mirada. A través de los ojos transmitimos mucha información. La mirada es un as-
pecto importante en la comunicación no verbal, ya que permite complementar la in-
formación verbal corroborándola o matizando su contenido. La mirada es un indicador
de que estamos escuchando a nuestro interlocutor: sin mirar a la otra persona resulta
muy difícil establecer una conversación de forma fluida.
Se pueden distinguir tres clases o niveles de miradas según lo que queramos
transmitir:
• Mirada laboral o profesional: tiene lugar en ambientes de trabajo. En dichas situacio-
nes, debemos procurar que nuestra mirada no caiga por debajo del nivel de los ojos
de nuestro interlocutor.
• Mirada social: nuestra mirada cae por debajo de los ojos de nuestro interlocutor.
• Mirada íntima: los ojos del emisor recorren de arriba abajo el cuerpo de su interlocutor.
— La expresión facial. A través de la cara, y más concretamente de los gestos que reali-
zamos con ella, transmitimos gran cantidad de información, en especial a través de los
ojos y de la boca, que expresan sentimientos o actitudes del emisor.
— La postura. La postura es el modo en que se mantiene el cuerpo cuando estamos de
pie, caminando, sentados o acostados. Acompaña a la comunicación verbal, de igual
manera que lo pueden hacer los gestos. Refleja el estado emocional de las personas,
sobre todo el dato de si están tensas o relajadas. La ansiedad, por ejemplo, puede no
detectarse en la cara ni en la voz, pero sí en la postura, ya que seguramente esa per-
sona mantenga una postura rígida. Especial atención merece el análisis de las posturas
de las piernas y la expresión a través de los movimientos del cuerpo o de las manos.
3.2.2. Proxémica
La proxémica (o proximidad espacial) es la disciplina que estudia el espacio y la distancia que
guardan las personas al comunicarse verbalmente. Esta distancia depende de una serie de
factores, tales como el grado de intimidad entre emisor y receptor; el motivo del encuen-
tro (en una relación por motivos de trabajo, la distancia será mayor que en una reunión amis-
tosa); la personalidad, o la cultura.
El antropólogo estadounidense E. T. Hall definió 4 tipos de distancias interpersonales:
— Distancia íntima (entre 14 y 45 centímetros). Es la distancia reservada por cada indivi-
duo para la conversación íntima. Con alguna excepción, este espacio queda reservado
para familiares o amigos íntimos. Para que se dé esta cercanía, las personas tienen
que tener gran confianza y en algunos casos estar emocionalmente vinculadas, pues la
comunicación se realizará, además de con la mirada, a través del tacto y del sonido.
— Distancia personal (de 45 a 120 cm). Es la que se mantiene con personas conocidas,
es decir, en encuentros personales pero no íntimos. Se da en la oficina, reuniones,
fiestas, conversaciones personales o de trabajo.
— Distancia social (de 120 a 360 cm). Es la utilizada para conversaciones formales, en-
cuentros impersonales o con desconocidos; usual con las personas con quienes no se
tiene ningún tipo de relación, gente que no se conoce bien.
— Distancia pública (más de 360 cm). Es la distancia ideal para dirigirse a un grupo de
personas. Por eso es la que se emplea para los discursos o conferencias y reuniones,
ya que confiere prestigio y autoridad.
3.2.3. Paralingüística
Estudia los aspectos no semánticos del lenguaje como, por ejemplo, los tonos empleados, el
ritmo con el que se habla, el volumen de la voz, los silencios y los timbres (agudo, grave…).
Las principales características de la voz que ayudan a marcar la intención del mensaje son
las siguientes:
— El tono. Se trata de un factor que relaciona el sentimiento y la expresión que emplea-
mos, esto es, lo que sentimos y lo que verbalizamos.
— El ritmo. Es la fluidez verbal o velocidad con la que se expresa una persona o, lo que
es lo mismo, el número de palabras por minuto. Para que nuestro mensaje sea enten-
dible, debemos emplear un ritmo de entre 100 y 150 palabras por minuto.
— El volumen. Se relaciona con la intensidad con la que hablamos. Lo empleamos para
poner énfasis, regular e incluso alterar un proceso de comunicación.
— El timbre o textura. Es el registro que nos permite distinguir a una persona de forma
inmediata.
— Los silencios. Son pausas realizadas en la comunicación verbal. Hay ocasiones en que
es necesario no decir cosas para poder expresar otras. Por eso, se dice que la ausen-
cia de sonido también comunica. Debemos distinguir entre pausas (paradas que efec-
tuamos en la comunicación verbal entre 0 y 1 segundo) y silencios, o ausencia de ha-
bla durante más de un segundo.
Utilizamos la repetición, por ejemplo, cuando indicamos a alguien que gire a la derecha y
acompañamos la instrucción con un gesto con la mano.
Por otro lado, los gestos que acompañan a un enunciado confirman su sentido: el fruncir
el entrecejo o una gran sonrisa muestran agrado o desagrado ante una situación concreta.
Reforzamos el mensaje oral, por ejemplo, al acompañar el mensaje «Me duele la ca-
beza» con un gesto con la mano, una expresión de dolor en el rostro y una entonación ade-
cuada.
— Contradecir la comunicación verbal. Las señales no verbales tienen que ser congruen-
tes con el mensaje para que este sea comprendido de forma precisa. Por ello, un men-
saje no verbal puede contradecir a uno verbal. Por ejemplo, cuando una persona que
tiene que hablar en público muestra una apariencia de nerviosismo y la esconde tras
un mensaje de «No estoy nerviosa».
— Debilitar el contenido o sentido de un enunciado verbal. Aparece cuando queremos
quitar credibilidad o importancia al mensaje verbal. Por ejemplo, en una situación de
nerviosismo podemos disminuir la tensión si utilizamos una sonrisa al transmitir un
enunciado.
— Camuflar el verdadero sentido del mensaje verbal. La entonación o la velocidad de
transmisión de un mensaje permiten mostrar si se está conforme con lo que se está
diciendo o es todo lo contrario. Por ejemplo, al pronunciar con una entonación determi-
nada el enunciado «Te he dicho que no estoy enfadado».
— Regular la interacción. Los mensajes no verbales regulan el mensaje verbal cuando
nos servimos de los gestos para mantener una conversación Es común que en un
proceso de comunicación verbal se hagan pausas, se asiente con la cabeza, se
cambie la tonalidad de la voz o se expresen gestos apoyando la interacción entre
las personas participantes.
— Subsanar deficiencias verbales para evitar vacíos conversacionales o discursivos
producidos por deficiencias verbales momentáneas o por desconocimiento de los
elementos correspondientes del sistema lingüístico. Por ejemplo, los signos pa
ralingüísticos como Mmm, Ehh llenan vacíos provocados por la duda o la necesi-
dad de tiempo para reflexionar.
El lenguaje no verbal expresa con fiabilidad y sin pensarlo el estado emocional de quien
comunica. Por ello, en la Administración, el personal que entabla contacto directo con la
ciudadanía debe conocer las claves de la comunicación no verbal, con el fin de no trans-
mitir mensajes indeseados o inconvenientes y para comprender los que nos emite el in-
terlocutor.
4. Atención presencial
Cuando estemos con alguna persona que ha de ser atendida por otro compañero, debe-
mos acompañarla y presentárselo personalmente. Además, le indicáremos qué asunto ha de
resolverse. Si simplemente se le remite a otro empleado sin más, hay que iniciar las explica-
ciones de nuevo y le haríamos perder el tiempo tanto a la persona usuaria como a nuestro
compañero. Si resulta físicamente imposible acompañarla, al menos pondremos en antece-
dentes a nuestro compañero por teléfono.
En esta fase, serán críticos los siguientes aspectos comunicativos:
— Trato equitativo: la gente espera recibir el mismo trato que todos los demás.
— Profesionalidad y competencia: la respuesta ante las demandas ciudadanas proviene
en primera instancia del conocimiento de la materia y del exquisito desarrollo de la fun-
ción administrativa y de atención al público.
— Confianza y seguridad.
— Eficiencia y agilidad en la atención.
Con carácter general, se deben tener en cuenta las siguientes variables fundamentales que
pueden afectar positiva o negativamente la interacción del personal de atención al público
con el usuario:
mente, bajo fórmulas del tipo: «Lo que me quiere Vd. decir es que…». En el mismo
sentido, las fórmulas que reflejan entendimiento también pueden estar referidas a
los propios sentimientos manifestados por el ciudadano o ciudadana tanto verbal
como no verbalmente. Por ejemplo, «Comprendo su enfado», «Veo que está Vd.
muy disgustada con nuestra actuación», etc. Comenzar nuestra respuesta recono-
ciendo el estado anímico de la ciudadana o ciudadano suele tener un efecto balsá-
mico y permite al usuario analizar con mayor objetividad la respuesta que acto se-
guido recibe.
— No interrumpir. Antes de hablar, debemos asegurarnos de que el ciudadano o ciuda-
dana ha terminado su alocución, a pesar de que se repita o que intuyamos o sepamos
lo que le va a decir. Ante intervenciones muy largas, resulta conveniente iniciar nues-
tra explicación recogiendo las principales cuestiones planteadas de manera resumida y
responder a las mismas obviando los elementos accesorios a la idea principal.
— El trato. Utilizar siempre el «usted» como fórmula para dirigirnos a cualquier usuario en
un primer momento, con independencia de su categoría, edad, condición social, etc.
Únicamente en el caso de jóvenes, y dependiendo de las circunstancias, puede reali-
zarse un trato de «tú».
plazado por otras formas de comunicación (como el correo electrónico), el uso del teléfono
constituye uno de los medios más habituales para comunicarnos tanto interna como exter-
namente.
La comunicación telefónica, al igual que la oral, tiene carácter inmediato. Se realiza única-
mente a través de la palabra, por lo que resulta primordial no solo el mensaje, sino la forma
de comunicarlo y, sobre todo, el tono de voz.
La atención telefónica posee unos rasgos determinados que la diferencian de la atención
presencial. Así, a diferencia de esa última, en la que se utilizan varios canales (oral y no ver-
bal), en la comunicación telefónica nos valemos de un único canal: la voz.
La comunicación telefónica debe llevarse a cabo mediante la aplicación de unas técnicas es-
pecíficas que la hagan efectiva y reduzcan los malentendidos y las distorsiones. A continua-
ción, presentamos algunas de las habilidades más destacables, como ayuda para una comu-
nicación más eficaz:
— Tener el teléfono bien accesible y adoptar una postura cómoda durante su utilización.
— Colocar los documentos y material necesarios para una correcta atención de la llamada
bien cercanos y a la vista.
— Evitar en la medida de lo posible los ambientes ruidosos que dificulten la concentra-
ción o que puedan interferir la llamada atendida.
— Contestar lo antes posible a las llamadas: lo más recomendable es que sea antes del
tercer tono.
— No mantener en espera el interlocutor durante mucho tiempo: como máximo, 30 se-
gundos.
— Centrarse en la conversación: Dejar lo que se esté haciendo y concentrarse en la lla-
mada. Igualmente, debemos tener especial cuidado con las palabras que no queremos
que sean oídas, ya que tapar el auricular puede no ser suficiente.
— Contestar con educación y cortesía: No olvidar las normas de cortesía y tratar siempre
a nuestro interlocutor de «usted», a no ser que nos indique lo contrario.
— Prestar atención a los aspectos relacionados con la voz —tono, volumen y velocidad—,
ya que el receptor tiene toda su atención centrada en ella:
• Tono: debemos adecuarlo a las circunstancias de la conversación, vocalizando y a una
velocidad menor que si se tratara de una atención presencial. Asimismo, el tono de la
conversación debe reflejar amabilidad y simpatía: es la denominada sonrisa telefónica.
Por otra parte, es importante hablar con seguridad y trasmitir confianza, así como de-
mostrar conocimiento sobre la materia para que el interlocutor se sienta seguro.
• Volumen: no se debe hablar ni demasiado alto (puede transmitir prepotencia o agre-
sividad) ni demasiado bajo (puede significar inseguridad o timidez).
• Velocidad: ni demasiado rápido (no se entendería el mensaje y se podría dar la im-
presión de atención general o poco interés) ni demasiado lento (denota inseguri-
dad y puede producir aburrimiento o intranquilidad en el receptor). Introducir alguna
pausa antes de decir algo importante focaliza mejor la atención en la conversación.
— Practicar la escucha activa: escucharemos atentamente la pregunta, sin interrupciones.
Para hacer entender a nuestro interlocutor que le escuchamos con atención, se reco-
mienda intercalar expresiones del tipo «Sí», «Claro», «Ya entiendo».
TEMA 21. Fuentes del derecho administrativo: Ley y reglamento. Jerarquía normativa.
Principio legalidad de la administración pública
TEMA 22. La organización administrativa: los órganos administrativos. Órganos colegiados
TEMA 23. El acto administrativo: producción, contenido, motivación y forma. La efica-
cia del acto administrativo. Silencio administrativo. Nulidad y anulabilidad
TEMA 24. Procedimiento administrativo: principios generales. Interesados. Abstención
y recusación
TEMA 25. Fases del procedimiento administrativo
TEMA 26. Revisión de los actos: recursos administrativos, revisión de oficio y revoca-
ción. Rectificación de errores materiales
TEMA 27. Principios generales de la responsabilidad de las administraciones públicas
y sus autoridades y demás personal
Tema 21
99 Fuentes del derecho administrativo:
ley y reglamento.
99 Jerarquía normativa.
99 Principio de legalidad de la Administración Pública.
Sumario Tema 21
1. La Ley
2. El Reglamento
3. Jerarquía normativa
1. La Ley
La Ley es, junto con la Constitución (CE), la única norma del ordenamiento que goza de di-
recta legitimidad democrática, ya que es producto de la actividad normativa de la representa-
ción del pueblo, es decir, de las Cortes Generales, y por tanto, constituye la expresión de la
voluntad de este. A través de la Constitución y la ley quedan legitimadas el resto de las insti-
tuciones y órganos del Estado que no son elegidos por el pueblo.
La Ley es la categoría normativa inmediatamente subordinada a la Constitución. El con-
tenido material de la Constitución constituye un límite a la actividad del legislador, que no
puede contradecir lo que aquella dispone. Esto no significa que dicha actividad se convierta
en un mero desarrollo de los preceptos constitucionales. La Constitución, más que reco-
ger unos mandatos políticos detallados a desarrollar por la ley, lo que hace es establecer un
marco dentro del cual el legislador goza de libertad para elegir entre diversas políticas legis-
lativas. Esta libertad de acción política del legislador constituirá una manifestación del plura-
lismo político, valor reconocido en el art. 1 CE. No hay que olvidar que la Constitución tam-
bién recoge los valores y principios que deberán inspirar toda la obra del legislador, sea de la
naturaleza que sea.
Desde un punto de vista formal, entenderemos por ley aquella norma elaborada como
tal por el Parlamento a través del procedimiento previsto para ello. Sin embargo, como vere-
mos, aunque puede seguir considerándose una categoría normativa única, en la actualidad
la misma encuentra expresión mediante formas diversas, todas ellas con la misma fuerza y
rango y subordinadas únicamente a la Constitución.
Respecto a la posición que ocupa la ley en el ordenamiento jurídico hay que decir que
tiene un rango inferior a la Constitución y superior a las normas con rango reglamentario. La
conformidad de la ley respecto a la Constitución únicamente puede ser controlada por el Tri-
bunal Constitucional.
Con esta expresión nos referimos a la reserva que hace la Constitución de determinadas ma-
terias para que estas sean reguladas obligatoriamente por ley. Constituye una garantía cons-
titucional destinada a asegurar que la regulación de ciertas materias de especial importancia
sea realizada por el órgano que representa la soberanía popular y es titular ordinario del po-
der legislativo, es decir, las Cortes Generales. En todo caso, como veremos más adelante, al
existir distintos tipos de leyes (ley ordinaria, ley orgánica) existirá también distintos tipos de
reserva de ley.
Hay que señalar que la reserva de ley puede tener mayor o menor intensidad. Por una
parte, la intensidad puede variar en función de si se requiere que la regulación se haga me-
diante ley en sentido estricto (norma dictada por las Cortes Generales) o se admite que la
regulación pueda hacerse por medio de normas que, sin ser ley en sentido estricto, tengan
rango y fuerza de ley (como son el decreto legislativo y el decreto-ley, que las dicta el Go-
bierno y sobre las que hablaremos más adelante). Por otra parte, la reserva de ley puede te-
ner también diferente intensidad según la intervención de la ley sea más o menos exclusiva,
es decir, en función de la mayor o menor presencia que permite al reglamento en la regula-
ción de la materia (el reglamento es la norma que desarrolla o aplica la ley). En todo caso, se
excluye una reserva reglamentaria, o lo que es lo mismo, la existencia de materias que de-
ban ser obligatoriamente reguladas por reglamento. Ello hubiera otorgado al Gobierno, titular
de la potestad reglamentaria, hegemonía en un ámbito de materias del que quedaría excluido
el Parlamento, órgano representante de la soberanía popular.
La reserva de ley se puede entender:
— En un sentido material: solo por Ley se pueden regular determinadas materias.
— En un sentido formal (principio de congelación del rango): al ser regulada por ley una
determinada materia, su rango queda «congelado», esto es, en adelante será necesa-
ria una Ley para poder regular esa materia.
La función legislativa se puede definir como aquella cuyo objeto es la elaboración de leyes,
expresión de la voluntad popular, y cuya fuerza prevalece sobre cualquier otra fuente jurídica,
quedando solo sometidas a la Constitución. Esta función es ejercida de manera ordinaria por
el órgano del Estado de carácter representativo (Parlamento), y, extraordinariamente, por
otros órganos (normalmente el Gobierno) que pueden dictar, dentro de ciertos límites, nor-
mas dotadas de igual fuerza que las leyes.
La CE atribuye a las Cortes la potestad legislativa del Estado. Ahora bien, la estructura
territorial del Estado, con la existencia de Comunidades Autónomas (CC.AA.) dotadas de
autonomía política y Parlamentos propios, hace que se entienda que la CE también atri-
buye potestad legislativa a los Parlamentos de las CC.AA. Las leyes del Estado y las de las
CC.AA. tendrán el mismo rango y fuerza, si bien unas y otras actuarán dentro de las ma-
terias determinadas por el llamado «bloque de la constitucionalidad» (conjunto de normas
formado por la Constitución, los Estatutos de Autonomía y ciertas leyes estatales distribu-
tivas de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas). Este bloque o con-
junto de normas determina en qué materias actúa o es competente (principio de compe-
tencia) cada legislador (estatal o autonómico). Las leyes, sean estatales o autonómicas,
son controladas por el Tribunal Constitucional a través del recurso o la cuestión de incons-
titucionalidad.
Son leyes orgánicas exclusivamente aquellas que tratan sobre determinadas materias prefi-
jadas por la Constitución, que tienen un procedimiento especial de aprobación también pre-
visto expresamente por la norma constitucional. Solo el legislador estatal puede dictar leyes
orgánicas. Todas las demás leyes, tanto del Estado como de las CC.AA., serán leyes ordina-
rias (o simplemente, leyes).
Las leyes orgánicas se hallan reguladas en el art. 81 CE. En el primer apartado se señalan
cuáles son las materias que deben regularse por ley orgánica:
— las relativas al desarrollo de los derechos fundamentales y de las libertades públicas,
— las que aprueben los Estatutos de Autonomía,
— las que aprueben el régimen electoral general,
— y las demás previstas en la Constitución.
La lista es cerrada. No podrán regularse mediante ley orgánica otras materias distintas de
las reservadas a este tipo de ley en la Constitución.
Hay que señalar que la jurisprudencia del TC ha considerado la necesidad de hacer
una interpretación restrictiva de estas materias. De lo contrario, el procedimiento agra-
vado o más costoso que se exige para la aprobación de este tipo de leyes (mayoría cua-
lificada en el Congreso) conduciría a una excesiva rigidez del ordenamiento jurídico. Así,
ha entendido, en concreto, que la reserva de ley orgánica solo se refiere a los derechos
y libertades de la Sección 1.ª del Capítulo II del Título I (arts. 15 a 29), excluyendo a los
demás derechos recogidos en el Título I. Además, y con carácter general, no todo lo que
afecta a estas materias ha de estar regulado por ley orgánica, sino solamente sus aspec-
tos esenciales.
Desde un punto de vista formal, la ley orgánica tiene un procedimiento específico de
aprobación. El apartado 2 del art. 81 CE establece que «la aprobación, modificación o dero-
gación de las leyes orgánicas exigirá mayoría absoluta del Congreso en una votación final so-
bre el conjunto del proyecto». En la práctica resulta frecuente la aprobación de leyes en las
que solo una parte aparece definida como orgánica. En este caso, solo estos preceptos, que
deben ser indicados de forma expresa, deberán someterse al procedimiento agravado de
aprobación.
Las leyes orgánicas y las ordinarias tienen el mismo rango y fuerza de ley. Aunque la
cuestión no está unánimemente admitida, parece que la relación entre ambas vendría dada
por los distintos ámbitos materiales en los que actúan, y no tanto en virtud de un principio de
jerarquía. Así, una ley ordinaria no puede modificar lo establecido por una ley orgánica, de la
misma forma que una ley orgánica no puede entrar a regular una materia distinta de las taxa-
tivamente señaladas en la Constitución.
La CE contempla, además, tanto respecto a las leyes orgánicas como a las ordinarias,
procedimientos especiales que dan lugar a leyes específicas. Así, por ejemplo, los Es-
tatutos de Autonomía son leyes orgánicas sometidas a un procedimiento específico de
aprobación, que poseen además una relevancia institucional propia y ocupan una posi-
ción relevante en el ordenamiento jurídico. Dentro de las leyes ordinarias, la Ley de Pre-
supuestos posee también un procedimiento de elaboración específico constitucional-
mente previsto.
La Constitución contempla la existencia de otras normas que, sin ser leyes en sentido es-
tricto (realizadas por las Cortes), tienen su mismo rango y fuerza. Nos referimos a normas
dictadas por el Gobierno en virtud de potestades que integran también la función legislativa
del Estado y que le son atribuidas para ejercerlas en los supuestos previstos por la propia
Constitución y bajo estricto control parlamentario. La razón de este control se debe a que la
atribución de estas potestades se hace a un órgano constitucional —el Gobierno— que no
es titular de la función legislativa (su potestad normativa «ordinaria» es la potestad reglamen-
taria, que le faculta para dictar únicamente normas de rango inferior a la ley). Con el control
parlamentario se pretende evitar que el Parlamento, titular ordinario de la función legislativa,
pierda su posición preeminente en el ejercicio de esta.
Esas normas con rango y fuerza de ley que puede hacer el Gobierno son los decretos le-
gislativos y los decretos-leyes.
— La CE prohíbe que la delegación legislativa verse sobre materias reservadas a la ley or-
gánica.
— La delegación debe ser expresa, quedando excluida la posibilidad de delegaciones im-
plícitas.
— Ha de hacerse para una materia concreta
— Ha de establecer un plazo para su ejercicio, transcurrido el cual decae la autorización
para realizar el decreto contenida en la delegación.
— La delegación se otorga para su ejercicio por una sola vez: una vez ejercitada, se agota
(el Gobierno no puede producir sucesivos decretos legislativos sobre esa materia, aun-
que el plazo de la delegación no haya vencido).
— La Constitución prohíbe efectuar una subdelegación en autoridades distintas del propio
Gobierno.
Tipos de delegación
La CE prevé dos tipos de delegación
a) Aquella que tiene por finalidad la formación de un «texto articulado». En este caso la
delegación se realiza mediante una «ley de bases». Esta ley de bases:
— debe delimitar con precisión el objeto y el alcance de la delegación;
— debe delimitar con igual precisión los «principios y criterios que han de seguirse en
su ejercicio»;
— además, de acuerdo con la CE, la ley de bases no podrá autorizar al Gobierno su
propia modificación, ni tampoco le podrá facultar para dictar normas con carácter
retroactivo.
b) El otro tipo de delegación tiene por finalidad refundir varios textos legales en uno solo
(«texto refundido»). En este caso la delegación legislativa de las Cortes se realiza a
través de una ley ordinaria.
En el caso del País Vasco estas figuras no aparecen recogidas en el Estatuto. No obs-
tante, la delegación legislativa está prevista en la Ley 7/1981, sobre Ley de Gobierno, y en
el Reglamento del Parlamento Vasco. En relación al decreto-ley, y pese a la ausencia de pre-
visión en el Estatuto, el Gobierno Vasco fue autorizado mediante ley del Parlamento Vasco
para dictar decretos-leyes con los que hacer frente a la situación generada por las inundacio-
nes del año 1983.
2. El reglamento
La potestad reglamentaria se define, con carácter general, como la capacidad atribuida al po-
der ejecutivo para dictar normas de rango inferior a las leyes (reglamentos), normalmente en
desarrollo o aplicación de estas. La CE (art. 97) confiere esta potestad reglamentaria expre-
samente al Gobierno, cabeza del poder ejecutivo, que la ejercerá «de acuerdo con la Consti-
tución y las leyes».
Los reglamentos son disposiciones de carácter general y con capacidad para innovar el
ordenamiento jurídico. En esto se distinguen de los actos administrativos, que se limitan a
aplicar el ordenamiento a un supuesto dado.
Los reglamentos pueden ser:
— Reglamentos ejecutivos (secundum legem): se dictan en virtud de remisiones norma-
tivas de la Ley en favor del Reglamento. Están directamente vinculados a la ley. Res-
ponden a la necesidad de completar y desarrollar la ley en la que se apoyan. No pue-
den contradecir la ley, aunque sí precisar su contenido.
— Reglamentos independientes (extra legem): no derivan de mandatos legales, esto es,
no están basados en una previa habilitación legal. Únicamente caben en el ámbito de
las materias organizativas. En este caso la potestad reglamentaria del Gobierno deriva
directamente de la Constitución.
órganos. En todo caso se trata de reglamentos que proyectan sus efectos tan solo al interior
de dichos órganos, sin que sean de aplicación a los ciudadanos ajenos al mismo. Así, entre
otros, poseen autonomía reglamentaria interna el Congreso, el Senado, el Tribunal Constitu-
cional y el Consejo General del Poder Judicial.
Hay que señalar que los reglamentos de las Cámaras encuentran su fundamento directa-
mente en la Constitución, sin necesidad de ninguna habilitación legal. No están subordinados
a ninguna ley, sino que, como ha indicado el TC, su posición sería análoga a la de las leyes y
sometido al mismo control de constitucionalidad que estas.
Por su parte, la Ley de Bases del Régimen Local establece un procedimiento de elabora-
ción de Ordenanzas municipales, que incluye un trámite de información pública y de audien-
cia a los interesados, y exige su publicación en el Boletín Oficial de la Provincia.
La potestad reglamentaria está sometida a una serie de principios que se deben respetar a la
hora de elaborar reglamentos. Entre estos principios cabe destacar:
— Principio de legalidad de la Administración pública: la potestad reglamentaria debe ejer-
cerse de acuerdo con lo establecido en la Constitución y las leyes, tanto en lo relativo
al procedimiento como respecto a su contenido material. Analizaremos este principio
más en detalle en el punto 4.
— Principio de jerarquía normativa: los reglamentos se ordenan jerárquicamente entre sí
en función del mayor o menor rango del órgano que los dicta. Véase punto 3.
— Respeto a los principios generales del Derecho. Prohibición de la arbitrariedad.
3. Jerarquía normativa
El principio de jerarquía normativa, con carácter general, supone la existencia de diversas ca-
tegorías o tipo de normas jurídicas (Constitución, ley, reglamento…), cada una con un rango
determinado, que se relacionan jerárquicamente entre sí. Se considera que una norma es je-
rárquicamente superior a otra si tiene: 1) una fuerza activa o capacidad para derogar la infe-
rior, y 2) una fuerza pasiva o capacidad para no ser derogada por ella.
Esa jerarquía implica que las de rango superior prevalecen, en caso de contradicción, so-
bre las de rango inferior, y estas, a su vez, no pueden en ningún caso contradecir a aquellas,
pues de lo contrario serían inválidas. Una norma que contradiga a otra superior presenta un
vicio de validez desde su origen. Será una norma contraria a Derecho. Esta invalidez, no obs-
tante, deberá ser declarada por los órganos jurídicos aplicadores del Derecho (los tribunales
competentes y, en ciertos supuestos, la propia Administración), permaneciendo hasta ese
momento dentro del ordenamiento. La actual CE establece una garantía general del principio
de jerarquía normativa en el art. 9.3.
En un ordenamiento no todas las normas se relacionan entre sí por una relación de jerar-
quía. En ocasiones este principio se ve matizado por otros principios, entre ellos, el de com-
petencia. Este principio de competencia explica que dentro de un mismo nivel jerárquico
(por ejemplo, el de la ley) existan diversas categorías de normas (leyes del Estado, leyes de
las Comunidades Autónomas, leyes ordinarias, leyes orgánicas...), todas con igual rango y
fuerza, operando cada una dentro de un ámbito de competencia:
— En ocasiones la competencia se define en función del ámbito material, es decir, de
las materias que hay que regular: unas normas regulan unas materias y otras normas
regulan otras (recuérdese, por ejemplo, la distinción entre ley orgánica y ley ordina-
ria).
— En otras ocasiones la competencia se concreta en función de la dimensión territorial
(así, por ejemplo, tenemos leyes autonómicas y leyes estatales).
— La competencia puede actuar también según una dimensión orgánica: serán normas
válidas las emanadas por los órganos que tienen reconocida la potestad normativa
para dictarlas (por ejemplo, la potestad del Congreso y el Senado para dictar cada uno
su respectivo Reglamento parlamentario).
La única norma que guarda un vínculo jerárquico con todas las restantes es la Constitución,
superior a todas ellas, cualquiera que sea su tipo, contenido o naturaleza. A la Constitución
estarán sometidas todas las demás normas (sean estatales, autonómicas o locales): leyes,
decretos-leyes, decretos legislativos, reglamentos…, etc.
Este carácter de norma suprema de la Constitución se refleja en dos aspectos:
El principio de legalidad supone que todos los sujetos, no solo los ciudadanos, sino tam-
bién todos y cada uno de los poderes públicos, tienen la obligación de obedecer la totali-
dad de las normas vigentes en el ordenamiento jurídico. La Constitución insiste en este
principio en varias ocasiones. Así, por ejemplo, proclama expresamente en su art. 9.3 que
«la Constitución garantiza el principio de legalidad»; y en el 9.1 dispone que «los ciudada-
nos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento ju-
rídico».
En relación en concreto a la Administración, el principio de legalidad supone que la actua-
ción de la Administración deberá llevarse a cabo «con sometimiento pleno a la Ley y al Dere-
cho» (art. 103.1 CE). Este mandato constitucional se entiende:
— Como sometimiento a la «totalidad» del ordenamiento (no solo a las leyes del Parla-
mento, sino también a las restantes normas del ordenamiento jurídico: la Constitución,
las normas del gobierno con fuerza de ley, tratados internacionales…).
— Como sujeción «plena», esto es, toda su actuación se realizará teniendo presentes las
normas del ordenamiento jurídico, sin espacios libres, y podrá ser valorada en base a
estas normas.
A la hora de analizar cómo está sujeta la Administración a las normas con rango de ley con-
viene recordar que la sujeción a las normas puede ser de dos tipos:
— Sujeción positiva: significa que no se puede actuar sin que exista una norma que lo
permita o que habilite para hacerlo. La norma es el fundamento previo y necesario para
la actuación de la Administración. Sin esa autorización normativa, la acción debe consi-
derarse como prohibida (lo que no está permitido se considera prohibido).
— Sujeción negativa: la norma señala los límites de la actuación del sujeto. Este puede
actuar libremente, sin que exista una norma previa que lo permita, eso sí, siempre
que no contradiga los límites (mandatos o prohibiciones) contenidos en las normas. Se
puede entender que todo lo que no está prohibido por la norma está permitido.
Partiendo de esta distinción, cabe preguntarse a cuál de estos dos tipos de sujeción está
sometida la Administración respecto a la ley: ¿puede actuar solo cuando lo tiene previa-
mente permitido (sujeción positiva) o puede actuar en todo caso salvo en lo que esté expre-
samente prohibido (sujeción negativa)?
Aunque la CE no dice nada al respecto, para parte de la doctrina existirían casos en los
que la actuación administrativa está bajo una sujeción positiva y otros en los que estaría bajo
una sujeción negativa. Así, por ejemplo, será necesaria una habilitación previa en todas aque-
llas actuaciones de la Administración que afectan a las situaciones jurídicas de los sujetos de
manera extintiva o limitativa. La libertad de los ciudadanos no puede verse limitada en estos
casos por la Administración si no existe una ley previa que lo autorice. Por el contrario, las
actuaciones de la Administración que no tuvieran este efecto limitativo se regirían por la re-
gla de la sujeción negativa.
Las normas de rango inferior a la ley, esto es, normas de rango reglamentario, desde el mo-
mento en que entran a formar parte del ordenamiento, obligan o vinculan también a la propia
Administración que las dictó.
Esta sujeción a las propias normas reglamentarias se manifiesta en el ya comentado prin-
cipio de inderogabilidad singular de los reglamentos: son nulas las resoluciones administra-
tivas de carácter particular o singular que contradigan o exceptúen lo establecido en un Re-
glamento, aunque aquellas hayan sido dictadas por un órgano de igual o superior jerarquía a
aquel que dictó el reglamento. La Administración no puede excepcionar para un caso con-
creto la aplicación de lo establecido con carácter general en un Reglamento.
Tema 22
99 La organización administrativa.
Sumario Tema 22
I. Introducción
I. Introducción
La organización es una exigencia racional de reparto del trabajo. En cualquier colectivo hu-
mano, allí donde exista un conjunto de medios puestos al servicio de un fin, la organización
asigna las funciones entre sus componentes. Esta es una dimensión interna de la organiza-
ción que se impone conceptualmente al Derecho. Pero, de cara al exterior, es decir; cuando
hay que explicar las relaciones entre los diversos órganos para preservar la unidad del con-
junto y, sobre todo, cuando hay que explicar la vinculación del conjunto a las decisiones
adoptadas por sus miembros, las reglas jurídicas devienen indispensables.
En torno a esta dimensión externa de la organización surge, precisamente, y superando
experiencias anteriores, la teoría del órgano. Al parecer, fue el Derecho Canónico el que pri-
mero advirtió la necesidad de distinguir entre el órgano y la persona que lo ocupa. En la ac-
tualidad, el órgano se entiende como centro permanente de decisión con independencia de
las personas físicas que lo puedan ocupar en cada momento.
Pues bien; aunque solo fuera por las razones materiales que se acaban de exponer, no
cabe pensar en una actividad administrativa desorganizada. La caracterización constitucional
de las Administraciones públicas, y en particular, los principios de eficacia, jerarquía, descen-
tralización, desconcentración y coordinación del artículo 103.1 de la Constitución Española de
1978 (en adelante, CE) presuponen su condición de estructuras organizadas.
Conviene aclarar que las palabras descentralización y desconcentración no son sinónimas.
— La descentralización alude a reordenación de funciones entre distintas Adminis-
traciones públicas. Si se produce entre el Estado y las Comunidades Autónomas
o Provincias y Municipios, se habla de descentralización territorial. Pero también
es posible una descentralización funcional que explica la aparición de entes instru-
mentales con personalidad jurídica propia que conforman la denominada Adminis-
tración institucional.
— Por el contrario, se habla de desconcentración cuando dentro de una misma Adminis-
tración pública se reordenan funciones a favor de órganos inferiores o periféricos.
La Administración del Estado se rige íntegramente por la LRJSP. Conforme al criterio tradicional,
la estructura organizativa de la Administración General del Estado se construye distinguiendo
entre órganos centrales y periféricos. A su vez, dentro de los órganos centrales, que son los
que tienen su sede en Madrid, se distingue entre órganos superiores y órganos directivos.
— Son órganos superiores de la Administración central del Estado los Ministros y los Se-
cretarios de Estado.
— Hay órganos directivos que tienen a su cargo los denominados «servicios comunes»
dentro de cada Ministerio: son los Subsecretarios y los Secretarios Generales Técni-
cos. Además otros órganos directivos se ocupan de la actividad sectorial: son los Se-
cretarios Generales, los Directores Generales y los Subdirectores Generales.
A partir del marco legal expuesto, cada Administración Pública puede diseñar libremente
su propia estructura organizativa. A esto es a lo que se llama potestad de autoorganiza-
ción que implica tanto la facultad de crear como de modificar y suprimir órganos adminis-
trativos. Las reglas básicas para el ejercicio de esta potestad se encuentran hoy en el ar-
tículo 5 LRJSP. De este precepto se deducen algunos requisitos mínimos tanto de forma
como de fondo.
En cuanto a la forma, y por si hubiera alguna duda, el Tribunal Constitucional tiene di-
cho que las medidas organizativas constituyen normas jurídicas. Ahora bien, en la actualidad
basta por lo general con que dichas normas tengan rango meramente reglamentario.
En cuanto al fondo, las medidas organizativas deben inspirarse en los principios de com-
petencia, jerarquía y eficacia. Aunque a veces aparecen interrelacionados, a continuación se
verá en qué sentido actúa cada uno de ellos por separado.
III.2.1. Concepto
También es requisito previo a la creación de órganos administrativos la determinación de la
forma de integración en la Administración Pública de que se trate y su dependencia jerár-
quica [artículo 5.3.a) LRJSP]. La jerarquización de la Administración pública posibilita una or-
denación vertical de las competencias. De este modo, se consigue una subordinación de
unos órganos respecto de otros con arreglo a una escala de mayor a menor poder. A su vez,
la jerarquía implica un deber de obediencia que ofrece numerosas manifestaciones. Entre
otras que se irán viendo, interesa ahora comentar las instrucciones y órdenes de servicio a
que se refiere el artículo 6 LRJSP.
III.3.1. Concepto
Puede decirse que el principio de eficacia está presente en materia organizativa al menos en
un doble sentido.
— Por una parte, en la obligación de dotar a los órganos de los créditos necesarios para
su puesta en marcha y funcionamiento; remitiendo así a consideraciones de ahorro
presupuestario en la creación de órganos administrativos.
— Por otra, en la exigencia de racionalización que impone la prohibición de duplicación de
órganos, a la que ya se ha hecho referencia desde la perspectiva competencial.
Pero, lógicamente, las exigencias del principio de eficacia reclaman también una cierta
optimización de los recursos. Este es uno de los principales resortes que impulsan la deno-
minada Ciencia de la Administración.
El resto de las previsiones de la LRJSP que aquí interesan puede resumirse en torno a tres
cuestiones principales: la previsión de excepciones al principio de irrenunciabilidad en el ejer-
cicio de las competencias propias, la regulación de los órganos colegiados y las garantías de la
imparcialidad de los órganos administrativos. Se desarrolla a continuación cada una de ellas.
En resumen, puede decirse que la delegación es una técnica de transmisión del ejercicio
de competencias caracterizada por la nota de provisionalidad. En rigor, el órgano delegante
conserva en todo momento la titularidad de la competencia aunque su ejercicio se haya atri-
buido a otro órgano distinto.
El legislador estatal consideró oportuno incluir en la LPC de 1992 un Capítulo específico para
establecer el régimen jurídico común de los órganos colegiados; es decir, órganos cuya titu-
laridad, a diferencia de los órganos unipersonales, corresponde a un conjunto de personas fí-
sicas. En tal sentido, se regulaba el estatuto jurídico del presidente, de sus miembros y del
secretario. También se regulaba la convocatoria, el régimen de las sesiones y las actas.
Algunas Comunidades Autónomas entendieron que aquella regulación era excesivamente
detallista —que no dejaba margen para el desarrollo normativo autonómico— e interpusieron
los correspondientes recursos ante el Tribunal Constitucional. Tales recursos fueron estima-
dos en parte por la STC 50/1999, de 6 de abril, que declaró muchos de aquellos preceptos
contrarios al orden constitucional de distribución de competencias. En la actualidad, el conte-
nido de aquellos preceptos ha desaparecido del régimen jurídico básico que recogen los ar-
tículos 15 a 18 LRJSP. En síntesis:
— Los órganos colegiados tendrán un secretario que podrá ser un miembro del propio ór-
gano o una persona al servicio de la Administración pública correspondiente. Al secre-
tario corresponde levantar acta de las sesiones y expedir las certificaciones de acuer-
dos que se le soliciten. Pero también, desde la reforma de 2015, «velar por la legalidad
formal y material de las actuaciones».
— Para la válida constitución del órgano se requiere un quórum mínimo que incluye la
asistencia del presidente, del secretario y de la mitad al menos de sus miembros. En
sus normas de funcionamiento, los órganos colegiados pueden prever reglas específi-
cas para una segunda convocatoria con un quórum menos exigente.
— Para la válida adopción de acuerdos se requiere que el asunto esté previamente in-
cluido en el orden del día o se incluya por procedimiento de urgencia. Los acuerdos
se adoptan por mayoría de votos. Quienes voten en contra o se abstengan quedarán
exentos de la responsabilidad que pudiera derivarse del acuerdo.
Por lo demás, las novedades incorporadas por la LRJSP vienen a ampliar las posibilida-
des de convocar, constituir, celebrar sesiones y adoptar acuerdos tanto de forma presencial
como a distancia. Admite expresamente la grabación de las sesiones, aligera el contenido de
las actas y agiliza su aprobación e impone que, por regla general, las certificaciones se practi-
quen por medios electrónicos.
Esta regulación se aplica, en principio, a los que podrían denominarse órganos colegiados
de gestión (un tribunal de oposiciones, por ejemplo). Junto a ellos cabe identificar una sub-
tipología integrada por órganos colegiados de representación (el Consejo Asesor de Medio
Ambiente, por ejemplo).
Finalmente, debe tenerse en cuenta que las reglas que se acaban de exponer no se
aplican a los órganos colegiados de gobierno sean centrales, autonómicos o locales. Es-
tos cuentan con sus propias reglas de composición y funcionamiento que se encuentran
en los artículos 17–19 de la Ley 50/1997, de 27 de noviembre, del Gobierno (LG), en las
leyes autonómicas aplicables y en los preceptos correspondientes de la LBRL, respectiva-
mente.
De conformidad con la Constitución, las Administraciones Públicas sirven con objetividad los
intereses generales. Esa objetividad exige, entre otras cosas, la imparcialidad de los órganos
administrativos. Para garantizar en cada expediente concreto la imparcialidad de las personas
que integran dichos órganos se prevén las técnicas de abstención y recusación.
IV.3.1. Causas
La imparcialidad de las personas que integran los órganos administrativos queda en entredi-
cho si, en relación con un expediente concreto, incurren en alguna de las circunstancias que
enumera el artículo 23.2 LRJSP. Resumidamente, son las siguientes:
— Tener interés personal en el asunto de que se trate o en otro en cuya resolución pu-
diera influir la de aquel.
— Ser administrador de sociedad o entidad interesada en el expediente.
— Tener cuestión litigiosa pendiente con algún interesado.
— Tener vínculo matrimonial o situación de hecho asimilable y determinado grado de pa-
rentesco con los interesados o con sus representantes.
— Compartir despacho profesional o estar asociado con alguna de esas personas.
— Tener amistad íntima o enemistad manifiesta con alguna de esas personas.
— Haber intervenido como perito o testigo en el procedimiento de que se trate.
— Tener o haber tenido en los dos últimos años cualquier relación de servicio con algún
interesado.
Como puede verse, hay causas que se pueden apreciar objetivamente (parentesco, por
ejemplo) y otras que presentan una mayor o menor carga de subjetividad (amistad íntima,
por ejemplo). En cualquier caso, hay dos formas diferentes de hacer valer estas causas. Se
explican a continuación.
Tema 23
99 El acto administrativo: concepto, producción,
contenido, motivación y forma.
99 La eficacia del acto administrativo.
99 Silencio administrativo.
99 Nulidad y anulabilidad.
Sumario Tema 23
1. El acto administrativo
A) Concepto
B) Producción
B.1. Órgano administrativo competente para dictar el acto
B.2. Acto administrativo y procedimiento
C) Contenido
C.1. Elementos reglados y elementos discrecionales en el contenido del acto
C.2. Requisitos de validez por razón del contenido
C.3. Determinaciones accesorias
C.4. Clases de actos por razón de su contenido
D) Motivación
D.1. Actos de obligada motivación
D.2. Requisitos de la motivación
E) Forma
E.1. Forma de manifestación externa
E.2. Estructura interna
A) Eficacia temporal
B) Retroactividad de los actos administrativos
C) Suspensión de los actos administrativos
D) Notificación de los actos administrativos
D.1. Condiciones generales
D.2. Práctica de las notificaciones en papel
D.3. Práctica de las notificaciones electrónicas
D.4. Notificaciones infructuosas
E) Publicación de los actos administrativos
F) Ejecutoriedad y ejecución forzosa de los actos administrativos
3. Silencio administrativo
4. Nulidad y anulabilidad
A) Concepto
El acto administrativo es una de las instituciones centrales del Derecho Administrativo. Pero
no existe un concepto legal de acto administrativo. GARCÍA DE ENTERRÍA lo define como
la «declaración de voluntad, de juicio, de conocimiento o de deseo realizada por la Adminis-
tración en ejercicio de una potestad administrativa distinta de la potestad reglamentaria». De
este concepto de acto administrativo se deducen varios elementos característicos:
1. Es una declaración procedente de la Administración Pública. Las actuaciones que rea-
lizan los particulares en el seno de un procedimiento administrativo (solicitudes, alega-
ciones, reclamaciones, recursos, etc.) no tienen el carácter de actos administrativos.
2. Es una declaración unilateral de la Administración. Se diferencia así de las figuras de
contratos, pactos o convenios administrativos, que tienen un carácter bilateral o nego-
ciado entre la Administración y los particulares. Sin embargo, algunos actos adminis-
trativos unilaterales exigen la aceptación del destinatario para ser plenamente efica-
ces (por ejemplo, el nombramiento de un funcionario solo producirá efectos desde la
toma de posesión). Por otra parte, en algunos casos los acuerdos o pactos pueden in-
sertarse dentro de un procedimiento administrativo con carácter previo a la resolución
que le ponga fin (art. 86.1 LPAC).
3. Dicha declaración de la Administración puede ser de voluntad (por ejemplo, la denega-
ción de una licencia de obras), de deseo (una propuesta de resolución sancionadora),
de conocimiento (la expedición de un certificado de empadronamiento) o de juicio (un
informe jurídico del secretario del Ayuntamiento). En cualquier caso, lo característico
de dicha declaración —con independencia de su contenido concreto— es que pro-
duce efectos jurídicos, no tratándose simplemente de una actuación meramente ma-
terial (por ejemplo, la reparación de una acera por los servicios municipales es una
mera actuación material, mientras que la aprobación del proyecto municipal de obras
que le precede es un acto administrativo).
4. La declaración surge como consecuencia de que la Administración ejercita una potes-
tad administrativa, potestad que ha de ser distinta de la reglamentaria (en cuyo caso
la Administración Pública estaría dictando un reglamento, que es un tipo de norma
jurídica, no un acto administrativo). La potestad administrativa (sancionadora, expro-
piatoria, inspectora, etc.) que permite a la Administración dictar actos administrativos
viene atribuida por el ordenamiento jurídico, esto es, por una norma jurídica, en virtud
del principio de legalidad de la Administración.
5. Al tratarse, en fin, del ejercicio de una potestad administrativa concreta, el acto admi-
nistrativo está sujeto al Derecho Administrativo. Ello le diferencia de otro tipo de ac-
tuaciones de la Administración Pública que están sujetas a otras ramas del Derecho
(por ejemplo, el despido de un contratado laboral —sometido al Derecho Laboral— o
la aceptación de una herencia —sometida al Derecho Civil—).
B) Producción
Según la ley, los actos administrativos que dicten las Administraciones Públicas, bien de ofi-
cio o a instancia del interesado, se producirán por el órgano competente ajustándose a los
requisitos y al procedimiento establecido (art. 34.1 LPAC). Ello obliga a analizar por separado
estos dos elementos que integran la figura del acto administrativo.
formalizado previo (por ejemplo, una orden del alcalde ordenando el apuntalamiento y desa-
lojo de un edificio en ruina inminente, o la decisión de una autoridad policial cerrando una ca-
lle al tráfico por aviso de bomba).
Desde el punto de vista procedimental, pueden distinguirse con claridad dos tipos de ac-
tos administrativos: los actos definitivos y los actos de trámite.
Los actos definitivos, también llamados resoluciones o actos resolutorios, son los que
ponen fin a un procedimiento administrativo, decidiendo sobre todas las cuestiones plantea-
das por los interesados y sobre otras derivadas del mismo procedimiento (art. 88.1 LPAC).
Dentro de los actos definitivos podemos distinguir, a efectos de un posible recurso contra
los mismos, dos categorías:
— Actos que agotan la vía administrativa. Estos actos pueden ser impugnados directa-
mente ante los órganos judiciales de lo contencioso-administrativo, si bien se admite,
potestativamente (esto es, sin que tenga un carácter obligatorio) un previo recurso ad-
ministrativo de reposición ante el mismo órgano administrativo que lo hubiera dictado
(art. 123 LPAC).
¿Qué actos agotan la vía administrativa? Con carácter general la ley (art. 114.1
LPAC) establece los siguientes:
a) los que resuelvan los recursos de alzada,
b) las resoluciones de los procedimientos de impugnación que pudieran sustituir le-
galmente al recurso de alzada (previstos en el art. 112.2 LPAC),
c) las resoluciones de los órganos administrativos que carezcan de superior jerárquico
—salvo que una ley establezca lo contrario—,
d) los acuerdos, pactos, convenios o contratos que tengan la consideración de finali-
zadores del procedimiento,
e) los que resuelven los procedimientos de responsabilidad patrimonial de la Adminis-
tración, cualquiera que fuese el tipo de relación —pública o privada— de la que de-
rive,
f) los que resuelven los procedimientos complementarios en materia sancionadora
del art. 90.4 LPAC (se trata de aquellos casos en los que hay que determinar la in-
demnización de daños y perjuicios causados a la Administración y que se han deri-
vado de una conducta sancionada administrativamente),
g) las demás resoluciones de órganos administrativos cuando una disposición legal o
reglamentaria así lo establezca.
Los actos que agotan la vía administrativa en el ámbito de la Administración Gene-
ral del Estado vienen determinados en el art. 114.2 LPAC (entre los que se incluyen los
de los miembros y órganos del Gobierno). En el ámbito de la Administración Local di-
cha relación aparece en el art. 52.2.b de la Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de las
Bases del Régimen Local (LBRL): por ejemplo, las resoluciones del Alcalde, del Pleno
o de la Junta de Gobierno Local (aunque con excepciones). En el caso de la Adminis-
tración de la Comunidad Autónoma de Euskadi, no existe normativa específica sobre la
materia, más allá de lo ya señalado con carácter general en la LPAC.
— Actos que no agotan la vía administrativa. Antes de su posible impugnación ante los ór-
ganos judiciales de lo contencioso-administrativo, ha de interponerse obligatoriamente
un recurso administrativo de alzada (u otro que legalmente lo sustituya) ante el órgano
superior jerárquico del órgano que los dictó (art. 121.1 LPAC). No hay una definición le-
gal de este tipo de actos, teniendo un carácter residual respecto de los anteriores (son
todos aquellos actos definitivos diferentes de los que agotan la vía administrativa).
Los actos de trámite, por su parte, son aquellos que se dictan, con carácter instrumen-
tal, en el seno de un procedimiento administrativo (bien en la fase de iniciación, bien durante
su instrucción), distintos de la resolución final definitiva sobre el fondo del asunto. En princi-
pio, los actos de trámite son inimpugnables de manera autónoma y directa. La ilegalidad de
un acto de trámite solo puede hacerse valer al impugnar la resolución definitiva dictada en el
procedimiento, aunque la ley (art. 112.1 LPAC) establece excepciones cuando los actos de
trámite:
a) deciden directa o indirectamente el fondo del asunto,
b) determinan la imposibilidad de continuar el procedimiento,
c) producen indefensión,
d) producen perjuicio irreparable a derechos o intereses legítimos.
Concurriendo alguna de estas circunstancias el acto de trámite sí puede ser objeto de im-
pugnación separada y autónoma.
Hay que considerar también la existencia de los llamados actos firmes. Son aquellos que
no son susceptibles de recurso (ni administrativo, ni judicial), salvo —en su caso— de un po-
sible recurso extraordinario de revisión, bien porque el particular ha dejado pasar los plazos
de interposición del recurso oportuno, bien porque su contenido ha sido confirmado por una
decisión judicial firme (esto es, no recurrible). Si la Administración dicta un acto con el mismo
contenido (en cuanto a sujetos, pretensiones y fundamento) que un acto firme, se habla en-
tonces de un acto confirmatorio. La Ley 29/1998, de 13 de julio, de la Jurisdicción Contencio-
so-Administrativa (art. 28), establece que no pueden recurrirse ante los jueces aquellos actos
que sean reproducción de otros anteriores definitivos y firmes, ni los confirmatorios de actos
consentidos por no haber sido recurridos en tiempo y forma.
Hay otra clasificación de los actos que también tiene importancia desde un punto de vista
procedimental (tanto en relación a la intervención de los interesados en el procedimiento,
como —sobre todo— al régimen de notificación y publicación de los actos). Es la distinción
entre actos singulares y actos plúrimos (o generales). Los primeros se dirigen a un intere-
sado concreto o a interesados concretos y determinados, mientras que los actos plúrimos
tienen un destinatario plural o indeterminado (la convocatoria de un premio de investigación
abierta a todos quienes deseen presentar trabajos sobre un determinado tema, por ejemplo).
C) Contenido
Establece la ley que el contenido de los actos se ajustará a lo dispuesto por el ordenamiento
jurídico y será determinado y adecuado a los fines de aquellos (art. 34.2 LPAC).
D) Motivación
E) Forma
estructura formal una sanción de tráfico y el acta de calificación de unos exámenes universi-
tarios, siendo ambos actos administrativos). Ello es fruto de una práctica administrativa rei-
terada, pues la ley no fija una estructura obligatoria, rigiendo en este sentido el principio de
libertad de forma. Parece lógico pensar que han de incorporar siempre la decisión adoptada,
el órgano que la dicta y la fecha en la que se dicta. Lo que sí exige la ley (y lo hace al regu-
lar la notificación y publicación de los actos) son determinados contenidos mínimos del acto
dictado: la constancia de su texto íntegro y la indicación de los recursos pertinentes contra el
mismo (y órgano y plazo de interposición de los mismos).
Cuando deba dictarse una serie de actos administrativos de la misma naturaleza, tales
como nombramientos, concesiones o licencias, podrán refundirse en un único acto, acor-
dado por el órgano competente, que especificará las personas u otras circunstancias que in-
dividualicen los efectos del acto para cada interesado (art. 36.3 LPAC).
Los actos de las Administraciones Públicas producen efectos desde la fecha en que se dic-
ten, salvo que en ellos se disponga otra cosa (art. 39.1 LPAC). La eficacia quedará demorada
cuando así lo exija el contenido del acto (por ejemplo, cuando fije una fecha posterior para
producir los efectos: se concede una beca que se gozará a partir del mes siguiente al que se
dicta el acto) o esté supeditada a su notificación, publicación o aprobación superior (art. 39.2
LPAC).
La regla general es que los actos administrativos no tienen eficacia retroactiva, esto es,
no pueden producir efectos antes de la fecha en la que se dictan. Pero excepcionalmente,
puede otorgarse eficacia retroactiva a los actos:
a) cuando se dicten en sustitución de actos anulados y,
b) cuando produzcan efectos favorables al interesado, siempre que los supuestos de he-
cho necesarios existieran ya en la fecha a que se retrotraiga la eficacia del acto y esta
no lesione derechos o intereses legítimos de otras personas (art. 39.3 LPAC).
puede adoptar. Pese a que la regla general es la no suspensión del acto impugnado (art. 117.1
LPAC), el órgano a quien competa resolver el recurso, previa ponderación, suficientemente ra-
zonada, entre el perjuicio que causaría la suspensión al interés público o a terceros y el per-
juicio que se causa al recurrente como consecuencia de la eficacia inmediata del acto recu-
rrido, podrá suspender, de oficio o a solicitud del recurrente, la ejecución del acto impugnado,
cuando concurran algunas de las siguientes circunstancias (art. 117.2 LPAC):
a) que la ejecución pudiera causar perjuicios de imposible o difícil reparación;
b) que la impugnación se fundamente en alguna de las causas de nulidad de pleno dere-
cho de los actos administrativos previstas en la LPAC (art. 77.1).
Por otra parte, la ejecución del acto impugnado se entenderá automáticamente suspen-
dida si ha transcurrido un mes desde que la solicitud de suspensión haya tenido entrada en
el registro electrónico de la Administración u Organismo competente para decidir sobre la
misma y el órgano a quien competa resolver el recurso no ha dictado resolución expresa al
respecto (art. 117.3 LPAC).
relacionarse electrónicamente con la Administración (por ejemplo, a todas las personas jurí-
dicas). También se aplicará ello, por norma reglamentaria que así lo disponga, a los procedi-
mientos en los que así se determine o a ciertos colectivos de personas físicas que por su ca-
pacidad económica, técnica, de dedicación profesional u otros motivos, quede acreditado el
acceso y la disponibilidad para relacionarse electrónicamente con la Administración.
Los interesados, usen el papel o medios electrónicos como vía de notificación, pueden
identificar un dispositivo electrónico (un número de móvil, por ejemplo) y/o una dirección de
correo electrónico que servirán para el envío de avisos mediante los que se informa de la
puesta a disposición de una notificación en la sede electrónica de la Administración u Orga-
nismo competente o en la dirección electrónica habilitada única. La falta de práctica de este
aviso no impedirá que la notificación sea considerada plenamente válida (art. 41.6 LPAC).
Pero ese dispositivo o dirección no sirven para realizar a través de ellos la práctica de la noti-
ficación (art. 41.1 LPAC)
Pese a todo lo anterior, las Administraciones pueden notificar por medios no electrónicos
(art. 41.1 LPAC):
a) Cuando la notificación se realiza con ocasión de la comparecencia espontánea del in-
teresado (o de su representante) en las oficinas de asistencia en materia de registro y
solicite la comunicación o notificación personal en ese momento.
b) Cuando para asegurar la eficacia de la actuación administrativa resulte necesario prac-
ticar la notificación por entrega directa de un empleado público de la Administración
notificante.
Nunca se han de efectuar por medios electrónicos las notificaciones (art. 41.2 LPAC):
a) En las que el acto a notificar vaya acompañado de elementos que no sean suscepti-
bles de conversión en formato electrónico (por ejemplo, si a la notificación acompaña
la entrega de una tarjeta de identificación personal).
b) Que contengan medios de pago a favor de los obligados, tales como cheques.
Con independencia del medio utilizado (en papel o por vía electrónica) las notificaciones
serán válidas siempre que permitan tener constancia de la recepción o acceso por el intere-
sado o su representante, de sus fechas y horas, del contenido íntegro, y de la identidad fide-
digna del remitente y destinatario. La acreditación de la notificación efectuada se incorporará
al expediente (art. 41. 1 LPAC).
En los procedimientos iniciados a solicitud del interesado, la notificación se practicará por
el medio señalado al efecto por aquel (debiendo ser electrónica cuando exista la obligación
de relacionarse con la Administración por esa vía). Si no fuera posible realizar la notificación
de acuerdo a lo señalado en la solicitud, se practicará en cualquier lugar adecuado a tal fin, y
por cualquier medio que permita tener constancia de la recepción por el interesado o su re-
presentante, así como de la fecha, la identidad y el contenido del acto notificado (art. 41.3
LPAC).
En los procedimientos iniciados de oficio, y a los solos efectos de su iniciación, las Admi-
nistraciones pueden recabar, mediante consulta a las bases de datos del Instituto Nacional
de Estadística, los datos sobre el domicilio del interesado recogidos en el padrón municipal,
remitidos por las entidades locales (art. 41.4 LPAC).
En el caso de rechazo de la notificación de una actuación administrativa por el interesado
o su representante, se hará constar dicho rechazo en el expediente, especificándose las cir-
cunstancias del intento de notificación y el medio, dando por efectuado el trámite y siguién-
dose el procedimiento (art. 41.5.4 LPAC).
Si se notificara al interesado por ambos cauces (electrónicamente y en papel) se tomará
como fecha de notificación la de aquella producida en primer lugar (art. 41.7 LPAC).
plementarias, a través de los restantes medios de difusión, pero que en ningún caso pueden
excluir la obligación de publicar el referido anuncio en el BOE.
Los actos administrativos serán objeto de publicación cuando así lo establezcan las normas
reguladoras de cada procedimiento o cuando lo aconsejen razones de interés público apre-
ciadas por el órgano competente (art. 45.1 LPAC). La publicación de un acto debe contener
los mismos elementos que se exigen a las notificaciones. En el caso de que omitiesen al-
guno de ellos, siempre que contuviese el texto íntegro del acto, la publicación incompleta
surtirá efectos en los mismos casos que la notificación incompleta (art. 45.2 LPAC).
En los supuestos de publicaciones de actos que contengan elementos comunes, podrán
publicarse de forma conjunta los aspectos coincidentes, especificándose solamente los as-
pectos individuales de cada acto (art. 45.2 LPAC). Por ejemplo, en la publicación del otorga-
miento de unas subvenciones a empresas, se publican los elementos comunes del acto (los
derechos y obligaciones que surgen como consecuencia de la concesión de la subvención)
y, por separado —frecuentemente al final— los nombres de las empresas adjudicatarias, la
cuantía de la subvención y, en su caso, el destino concreto de la misma.
La publicación de los actos surte los mismos efectos de la notificación, en los siguientes
casos (art. 45. 1 LPAC):
a) Cuando el acto tenga por destinatario a una pluralidad indeterminada de personas (ac-
tos plúrimos) o cuando la Administración estime que la notificación efectuada a un
solo interesado es insuficiente para garantizar la notificación a todos, siendo, en este
último caso, adicional a la notificación efectuada.
b) Cuando se trata de actos integrantes de un procedimiento selectivo o de concurren-
cia competitiva de cualquier tipo. En este caso, la convocatoria del procedimiento de-
berá indicar el medio donde se efectuarán las sucesivas publicaciones, careciendo de
validez las que se lleven a cabo en lugares distintos.
Los actos de las Administraciones Públicas sujetos al Derecho Administrativo serán ejecu-
tivos con arreglo a lo dispuesto en esta Ley (art. 38 LPAC). Este privilegio de la Administra-
ción (que significa que la Administración no necesita acudir a los tribunales para ejecutar sus
propios actos) se deriva de la llamada potestad de autotutela ejecutiva de la Administración.
El fundamento de esta previsión legal se halla en el propio concepto de acto administrativo
como decisión de un poder público (la Administración) que debe ser cumplida por todos, por
los ciudadanos y por la propia Administración.
Los actos administrativos son «inmediatamente» ejecutivos salvo que (art. 98.1 LPAC):
a) Se produzca la suspensión de la ejecución del acto (por ejemplo, por la interposición
de un recurso administrativo o judicial, aunque la suspensión, como veremos, no se
produce automáticamente por la mera presentación del recurso, sino que ha de ser
adoptada por el órgano que conoce del mismo).
b) Se trate de una resolución de un procedimiento de naturaleza sancionadora contra la
que quepa algún recurso en vía administrativa, incluido el potestativo de reposición.
El art. 90.3 LPAC aclara que esa excepción se refiere a los recursos «ordinarios» en
vía administrativa (lo que supone excluir de esa regla al recurso extraordinario de revi-
sión: el que se plantea contra actos firmes en vía administrativa y en la excepcionales
circunstancias previstas en el art. 125.1 LPAC).
c) Una disposición establezca lo contrario.
d) Se necesite aprobación o autorización superior.
Los actos han de ser cumplidos, en principio, de modo voluntario por sus destinatarios.
Cuando de una resolución administrativa nazca una obligación de pago derivada de una san-
ción pecuniaria, multa, o cualquier otro derecho que haya de abonarse a la Hacienda Pública,
el pago ha de efectuarse preferentemente (salvo que se justifique la imposibilidad de hacerlo
así) por alguno de los siguientes medios electrónicos: a) tarjeta de crédito y debito, b) trans-
ferencia bancaria, c) domiciliación bancaria, d) cualesquiera otros que autorice el órgano com-
petente de Hacienda (art. 98.2 LPAC).
Pero en muchas ocasiones los particulares muestran resistencia a dicho cumplimiento.
Por eso la ley prevé (art. 99 LPAC) que las Administraciones Públicas, a través de sus órga-
nos competentes en cada caso, pueden proceder, previo apercibimiento, a la ejecución for-
zosa de los actos administrativos, salvo en los supuestos en que se suspenda la ejecución
de acuerdo con la ley, o cuando la Constitución o la ley exijan la intervención de un órgano ju-
dicial —por ejemplo, para entrar en el domicilio de un ciudadano en contra de su voluntad, en
un desalojo de una vivienda por ruina inminente del edificio—.
La ejecución forzosa por las administraciones Públicas se efectuará respetando siempre
el principio de proporcionalidad, por los siguientes medios (art. 100 LPAC):
a) Apremio sobre el patrimonio. Si en virtud del acto administrativo hubiera de satisfa-
cerse cantidad líquida se seguirá el procedimiento previsto en las normas regulado-
ras del procedimiento de apremio (art. 101.1 LPAC). Ello acarreará, en ocasiones, un
posible cargo en su cuenta bancaria o un embargo de sus bienes y su posterior venta
en pública subasta, con destino a satisfacer el pago de aquella cantidad. Nunca puede
imponerse a los administrados una obligación pecuniaria que no estuviese establecida
con arreglo a una norma con rango de ley (art. 101.2 LPAC).
b) Ejecución subsidiaria. Habrá lugar a la misma cuando se trate de actos que por no
ser personalísimos puedan ser realizados por sujeto distinto del obligado (art. 102.1
LPAC). Por ejemplo, el derribo de una construcción levantada sin licencia. En este
caso, las Administraciones Públicas realizarán el acto, por sí mismas o a través de las
personas que determinen, debiendo el obligado costear dicha actuación (art. 102.2
LPAC). El importe de los gastos, daños y perjuicios se exigirá conforme a lo dispuesto
en relación al apremio sobre el patrimonio (art. 102.3 LPAC). Dicho importe podrá li-
En virtud del principio conocido como favor libertatis, si fueran varios los medios de eje-
cución admisibles se elegirá el menos restrictivo de la libertad individual (art. 100.2 LPAC). Si
fuese necesario entrar en el domicilio del afectado o en los restantes lugares que requieran
la autorización de su titular, las Administraciones Públicas deberán obtener el consentimiento
del mismo o, en su defecto, la oportuna autorización judicial (art. 100.3 LPAC).
3. Silencio administrativo
El transcurso del plazo máximo legal para resolver un procedimiento y notificar la resolu-
ción se puede suspender en los siguientes casos (art. 22.1 LPAC):
a) Cuando deba requerirse a cualquier interesado para la subsanación de deficiencias o
la aportación de documentos y otros elementos de juicio necesarios, por el tiempo
que medie entre la notificación del requerimiento y su efectivo cumplimiento por el
destinatario (o, en su defecto, el transcurso del plazo que se le hubiese concedido
para realizar dicha subsanación).
b) Cuando se trate de un procedimiento en el que deba obtenerse un pronunciamiento
previo y preceptivo de un órgano de la Unión Europea, por el tiempo que medie en-
tre la petición, que habrá de comunicarse a los interesados, y la notificación del pro-
nunciamiento a la Administración instructora, que también deberá serles comuni-
cada.
c) Cuando exista un procedimiento no finalizado en el ámbito de la Unión Europea que
condicione directamente el contenido de la resolución de que se trate, desde que se
tenga constancia de su existencia, lo que deberá ser comunicado a los interesados,
hasta que se resuelva, lo que también habrá de ser notificado.
d) Cuando se soliciten informes preceptivos a un órgano de la misma o distinta Admi-
nistración, por el tiempo que medie entre la petición, que deberá comunicarse a los
interesados, y la recepción del informe, que igualmente deberá ser comunicada a los
mismos. Este plazo no podrá exceder en ningún caso de tres meses. En caso de no
recibirse el informe en el plazo indicado, proseguirá el procedimiento.
e) Cuando deban realizarse pruebas técnicas o análisis contradictorios o dirimentes pro-
puestos por los interesados, durante el tiempo necesario para la incorporación de los
resultados al expediente.
f) Cuando se inicien negociaciones con vistas a la conclusión de un pacto o convenio
que sirva para la terminación convencional o pactada del procedimiento, desde la de-
claración formal al respecto y hasta la conclusión sin efecto, en su caso, de las referi-
das negociaciones (que se constatará mediante declaración formulada por la Adminis-
tración o los interesados).
g) Cuando para la resolución del procedimiento sea indispensable la obtención de un
previo pronunciamiento por parte de un órgano jurisdiccional, desde el momento
en que se solicita, lo que habrá de comunicarse a los interesados, hasta que la Ad-
ministración tenga constancia del mismo, lo que también deberá serles comuni-
cado.
En determinados casos los plazos pueden ser ampliados. Cuando el número de las soli-
citudes formuladas o las personas afectadas pudieran suponer un incumplimiento del plazo
máximo de resolución, el órgano competente para resolver, a propuesta razonada del órgano
instructor, o el superior jerárquico del órgano competente para resolver, a propuesta de este,
podrán —en primer lugar— habilitar los medios personales y materiales para cumplir con el
despacho adecuado y en plazo (art. 21.5 LPAC). Excepcionalmente, cuando se hayan ago-
tado los medios personales y materiales, esos órganos podrán acordar de manera motivada
la ampliación del plazo máximo de resolución y notificación. De acordarse, finalmente, la am-
pliación del plazo máximo, este no podrá ser superior al establecido para la tramitación del
procedimiento (el cual, por lo tanto, puede como máximo duplicarse) (art. 23.1 LPAC). Contra
el acuerdo que resuelva sobre la ampliación de plazos, que deberá ser notificado a los intere-
sados, no cabe recurso alguno (art. 23.2 LPAC).
El personal al servicio de las administraciones Públicas que tenga a su cargo el despacho
de los asuntos, así como los titulares de los órganos administrativos competentes para ins-
truir y resolver son directamente responsables, en el ámbito de sus competencias, del cum-
plimiento de la obligación legal de dictar resolución expresa en plazo. El incumplimiento de
dicha obligación dará lugar a la exigencia de responsabilidad disciplinaria, sin perjuicio de la
que hubiere lugar de acuerdo con la normativa aplicable (art. 21.6 LPAC).
B) La falta de resolución y notificación en plazo: clases, efectos y naturaleza del silencio
administrativo
Los actos administrativos producidos por silencio administrativo se podrán hacer valer
tanto ante la Administración como ante cualquier persona física o jurídica, pública o privada.
Los mismos producen efectos desde el vencimiento del plazo máximo en el que debe dic-
tarse y notificarse la resolución expresa sin que la misma se haya expedido, y su existencia
puede ser acreditada por cualquier medio de prueba admitido en Derecho. A estos efectos,
se incluye el posible el certificado acreditativo del silencio producido que puede solicitarse,
en cualquier momento, al órgano competente para resolver. Solicitado el certificado, este
deberá emitirse en el plazo máximo de quince días (art. 24.4 LPAC). Pero el certificado es un
mero medio de prueba. La existencia del certificado no es necesaria para que los efectos del
silencio administrativo se produzcan.
En los supuestos en los que el procedimiento se hubiera paralizado por causa imputable
al interesado, se interrumpirá el cómputo del plazo para resolver y notificar la resolución
(art. 25.2 LPAC).
4. Nulidad y anulabilidad
bien a través de los procedimientos establecidos para que la Administración pueda revocar
sus propios actos. En tanto en cuanto ninguno de esos procedimientos se activen, el acto
desplegará su eficacia y deberá ser ejecutado, al partirse del presupuesto legal de su con-
formidad a Derecho.
Por eso mismo, los actos dictados por los órganos de las Administraciones Públicas en el
ejercicio de su propia competencia deberán ser observados por el resto de órganos adminis-
trativos, aunque no dependan jerárquicamente entre sí o pertenezcan a otra Administración
(art. 39.4 LPAC). Así, si un órgano de una Administración ha de dictar un acto que necesaria-
mente tenga por base otro dictado por una Administración distinta y aquella entienda que es
ilegal, no puede ignorarlo sin más. Debe requerir a la Administración que lo dictó para que lo
anule o revise, por los procedimientos establecidos, y de rechazar ese requerimiento podrá
interponer recurso contencioso-administrativo (art. 39.5 LPAC) con el objetivo de que se de-
clare la ilegalidad de dicho acto en sede judicial.
Los actos administrativos dictados pueden no resultar conformes a Derecho. La ley fija en-
tonces las consecuencias de esa disconformidad. En algunos casos, la disconformidad no
lleva a considerar que el acto dictado sea inválido. Se habla entonces de irregularidades no
invalidantes. En otros casos la disconformidad lleva aparejada la destrucción de la presunción
de validez de un acto (tras el oportuno recurso o procedimiento de revisión de oficio). Se ha-
bla entonces de actos inválidos, existiendo dentro de los mismos dos categorías: los actos
nulos de pleno derecho y los actos anulables.
Existen algunas reglas generales que afectan a todos los actos inválidos (sean nulos o
anulables) y que son manifestaciones de un principio general de conservación de los actos
administrativos. La nulidad de pleno derecho o anulabilidad de un acto no implica la de los
sucesivos en el procedimiento que sean independientes del primero (art. 49.1 LPAC), ni tam-
poco la de las partes del mismo independientes de aquella, salvo que la parte viciada sea de
tal importancia que sin ella el acto administrativo no hubiera sido dictado (art. 49.2 LPAC).
Los actos nulos o anulables que, sin embargo, contengan los elementos constitutivos de
otro distinto producirán los efectos de este (art. 50 LPAC).
El órgano que declare la nulidad o anule las actuaciones dispondrá siempre la conserva-
ción de aquellos actos y trámites cuyo contenido se hubiera mantenido igual de no haberse
cometido la infracción (art. 51 LPAC).
El hecho de que la Administración tenga el privilegio de poder ejecutar forzosamente sus
actos, plantea muchos problemas a los ciudadanos en el caso de que estos consideren que
los actos dictados son inválidos. En primer lugar, tendrán que recurrir el acto (aunque ale-
guen su invalidez) y además en plazos de tiempo muy breves (para evitar que el acto deven-
gue firme y consentido, al no haberlo recurrido en plazo). Por otra parte, la mera interposición
de un recurso administrativo o, en su caso, judicial contra un acto que se estima inválido no
lleva aparejada la suspensión automática de la ejecución del acto recurrido, aunque el órgano
(administrativo o judicial) competente para resolver el recurso así puede disponerlo.
a) Los que lesionen los derechos y libertades susceptibles de amparo constitucional (que
son los derechos y libertades que menciona la Constitución entre sus artículos 14 y 30).
b) Los dictados por órgano manifiestamente incompetente por razón de la materia o del
territorio. En consecuencia, la incompetencia de un órgano por razones meramente
jerárquicas (un Viceconsejero dicta un acto que según el ordenamiento corresponde
al Consejero) no produce la nulidad del acto (sí su anulabilidad).
c) Los que tengan un contenido imposible (por ejemplo, una orden de derribo de un edi-
ficio inexistente).
d) Los que sean constitutivos de infracción penal (por ejemplo, porque se trata de un de-
lito de prevaricación —dictar a sabiendas una resolución injusta—, o de malversación
de caudales públicos) o se dicten como consecuencia de una infracción penal (amena-
zas, coacciones, etc.).
e) Los dictados prescindiendo total y absolutamente del procedimiento legalmente estable-
cido o de las normas que contienen las reglas esenciales para la formación de la volun-
tad de los órganos colegiados. Estas últimas reglas son las que se han mencionado ante-
riormente sobre el quórum de constitución, la convocatoria y su antelación, la fijación del
orden del día y la adopción de acuerdos por mayoría. En el caso de que se haya prescin-
dido del procedimiento, ha de observarse que para que ello acarree la nulidad del acto ha
de haberse efectuado ello de manera total y absoluta (no, por lo tanto, parcialmente).
f) Los actos expresos o presuntos contrarios al ordenamiento jurídico por el que se ad-
quieren facultades o derechos cuando se carezca de los requisitos esenciales para su
adquisición.
g) Cualquier otro que se establezca expresamente en una disposición de rango legal.
ción de poder el ejercicio de potestades administrativas para fines distintos de los fijados en
el ordenamiento jurídico.
Pero hay un régimen especial para dos supuestos específicos:
a) El defecto de forma solo determinará la anulabilidad cuando el acto carezca de los re-
quisitos formales indispensables para alcanzar su fin o dé lugar a la indefensión de los
interesados (art. 48.2 LPAC).
b) La realización de actuaciones administrativas fuera del tiempo establecido para ellas
solo implicará la anulabilidad del acto cuando así lo imponga la naturaleza del término
o plazo (art. 48.3 LPAC).
La Administración podrá convalidar los actos anulables, subsanando los vicios de que
adolezcan (art. 52.1 LPAC). El acto de convalidación producirá efecto desde su fecha, salvo lo
dispuesto anteriormente para la retroactividad de los actos administrativos (art. 52.2 LPAC).
Si el vicio consistiera en incompetencia no determinante de nulidad, la jerárquica, la conva-
lidación podrá realizarse por el órgano competente cuando sea superior jerárquico del que
dictó el acto viciado (art. 52.3 LPAC). Si el vicio consistiera en la falta de alguna autorización,
podrá ser convalidado el acto mediante el otorgamiento de la misma por el órgano compe-
tente (art. 52.4 LPAC).
Por otra parte, si transcurren los plazos previstos para la interposición, frente los actos
anulables, de los recursos pertinentes o para su revisión de oficio, estos resultan inatacables
por el transcurso del tiempo.
Tema 24
99 El procedimiento administrativo: la Ley 39/2015,
de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo
Común de las Administraciones Públicas
(y la Ley 40/2015, de 1 de octubre, de Régimen
Jurídico del Sector Público): principios generales.
99 Interesados.
99 Abstención y recusación.
Sumario Tema 24
1. Principios generales
2. Personas interesadas
3. Abstención y recusación
1. Principios generales
1. Asegurar el acierto de la decisión tomada por la Administración, esto es, que se trata
de una decisión correcta desde el punto de vista jurídico y que es la más adecuada
para el interés general.
2. Garantizar los derechos y libertades de las personas interesadas, en la medida en
que les ofrece posibilidades de información y participación, además de dar lugar
a la transparencia de la actuación administrativa (art. 3.1.c) de la Ley 40/2015). La
Ley 39/2015 recoge distintos ejemplos que responden a esta garantía, así, la notifi-
cación de la iniciación del procedimiento, la notificación de la propuesta de resolu-
ción, el derecho de las personas interesadas a presentar alegaciones y a que estas
sean tenidas en cuenta por el órgano competente, etc. De todas formas, el ejemplo
más evidente a este respecto es la exigencia constitucional de garantizar en el pro-
cedimiento administrativo el trámite de audiencia «cuando proceda». Esta puntua-
lización denota que dicho trámite no tiene la misma trascendencia en todo tipo de
procedimientos administrativos. Así, por ejemplo, será un trámite ineludible en los
procedimientos que puedan desembocar en una sanción, mientras que no será ne-
cesario en un procedimiento competitivo en el que se vaya a seleccionar al personal
funcionarial.
3. Posibilitar el control de legalidad, sobre todo judicial, de la actuación administrativa.
De esta manera, si se apreciara que esa actuación no se ajusta a la legalidad vigente,
se podrían interponer recursos en su contra.
derogación de, entre otras, la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de régimen jurídico de las
Administraciones Públicas y del procedimiento administrativo común, que era la norma que
hasta ese momento regulaba el procedimiento administrativo.
En cuanto a la estructura interna de la Ley 39/2015, esta consta de un Título preliminar y
seis Títulos («De los interesados en el procedimiento», «De la actividad de las Administracio-
nes Públicas», «De los actos administrativos», «De las disposiciones sobre el procedimiento
administrativo común», «De la revisión de los actos en vía administrativa», «De la iniciativa
legislativa y de la potestad para dictar reglamentos y otras disposiciones»). La Ley contiene,
además, cinco disposiciones adicionales, cinco disposiciones transitorias, una disposición de-
rogatoria y siete disposiciones finales.
La Ley 39/2015 entró en vigor al año de su publicación en el Boletín Oficial del Estado (2
de octubre de 2016). En el plazo de un año a partir de entonces (esto es, hasta el 2 de octu-
bre de 2017), se deberían haber adecuado a ella las normas reguladoras estatales, autonómi-
cas y locales de los distintos procedimientos que fueran incompatibles con las previsiones
de la Ley 39/2015. Ahora bien, aunque se previó que las principales previsiones relativas a la
administración electrónica (registro electrónico de apoderamientos, registro electrónico, re-
gistro de empleados públicos habilitados, punto de acceso general electrónico de la Adminis-
tración y archivo único electrónico) producirían efectos a los dos años de la entrada en vigor
de la Ley (2 de octubre de 2018), el Real Decreto-Ley 11/2018, de 31 de agosto, retrasó ese
plazo hasta el 2 de octubre de 2020.
La reforma no ha supuesto novedad sustancial reseñable en cuanto al fondo, es decir,
el desenvolvimiento del procedimiento administrativo sigue siendo básicamente igual. Lo
novedoso es que el contenido de una única Ley (la 30/1992) se desglosa en dos Leyes
(las 39/2015 y 40/2015). La lógica de esta separación responde a que en la Ley 39/2015
se contiene lo relacionado con las relaciones ad extra de la Administración, esto es,
las relaciones entre las Administraciones y la ciudadanía, mientras que la Ley 40/2015
aborda las relaciones ad intra, es decir, lo relativo a la organización y funcionamiento in-
terno de cada Administración y a las relaciones entre las distintas Administraciones.
Si bien la entrada en vigor de la Ley 39/2015 no ha supuesto una variación de calado en la
regulación del procedimiento administrativo, materialmente, esta Ley, así como la 40/2015,
se enfrentan, por una parte, al reto de la Administración electrónica, y por otra, a la preten-
dida mejora y racionalización de la eficacia y eficiencia de la actividad administrativa mediante
su simplificación.
todo caso, para cumplir con lo previsto en materia de registro electrónico de apoderamien-
tos, registro electrónico, archivo electrónico único, plataforma de intermediación de datos y
puntos de acceso general electrónico de la Administración, la Ley 39/2015 (disposición adi-
cional segunda) prevé la adhesión voluntaria de Comunidades Autónomas y entidades loca-
les a las plataformas y registros de la Administración General del Estado. La no adhesión de-
berá justificarse en términos de eficiencia, en el sentido de que el servicio autonómico sea
más eficiente.
Por último, las corporaciones de derecho público (colegios profesionales, cámaras de co-
mercio, etc.) se rigen por su normativa específica en el ejercicio de las funciones públicas
que les hayan sido atribuidas por ley o delegadas por una Administración pública, y supleto-
riamente por la Ley 39/2015.
2. Personas interesadas
El término interesado se refiere a aquella persona que mantiene una determinada relación
con la Administración. Es, por tanto, un tipo de administrado. Tradicionalmente, dentro de
la categoría de administrado, se ha diferenciado entre administrado simple y cualificado. La
distinción radica en la diferente intensidad de las relaciones que el administrado entabla en
un momento determinado con la Administración. Así, serían administrados cualificados el
personal al servicio de las Administraciones públicas, los usuarios de ciertos servicios públi-
cos, etc. Asimismo, tendría la consideración de administrado cualificado aquella persona que
asume la condición de parte en un concreto procedimiento administrativo y que, técnica-
mente, se denomina interesado.
La Ley 39/2015, a diferencia de la Ley 30/1992, enumera en su art. 13 los derechos que
corresponden a todo administrado cuando se dirige a la Administración. Se trata de derechos
que pertenecen a toda la ciudadanía en abstracto, ya que cualquiera puede relacionarse en
un momento dado con la Administración. En este sentido, se reconoce al administrado su
derecho a comunicarse con la Administración a través de un punto de acceso general elec-
trónico, a ser asistido en el uso de medios electrónicos, a utilizar las lenguas oficiales, al ac-
ceso a la información pública, archivos y registros (Ley 19/2013, de transparencia, acceso a
la información pública y buen gobierno), a ser tratado con respeto y deferencia por las auto-
ridades y empleados públicos, a exigir responsabilidades de las Administraciones y autori-
dades, a la obtención y utilización de medios de identificación y firma electrónica, a la pro-
tección de datos de carácter personal, y en particular, a la seguridad y confidencialidad de la
datos que figuran en ficheros, sistemas y aplicaciones, cualesquiera otros.
La capacidad jurídica es la aptitud de una persona para desenvolverse en el mundo del Dere-
cho, esto es, de ser titular de derechos y obligaciones. Esta cualidad se determina conforme
a las normas constitucionales y civiles. Por su parte, la capacidad de obrar es la aptitud de
actuar personalmente ante la Administración ejercitando los derechos propios, y su determi-
nación se regula en la Ley 39/2015. En concreto, su art. 3 establece que: «Tendrán capaci-
dad de obrar ante las Administraciones Públicas: «a) Las personas físicas o jurídicas que os-
tenten capacidad de obrar con arreglo a las normas civiles. b) Los menores de edad para el
ejercicio y defensa de aquellos de sus derechos e intereses cuya actuación esté permitida
por el ordenamiento jurídico sin la asistencia de la persona que ejerza la patria potestad, tu-
tela o curatela. Se exceptúa el supuesto de los menores incapacitados, cuando la extensión
de la incapacitación afecte al ejercicio y defensa de los derechos o intereses de que se trate.
c) Cuando la Ley así lo declare expresamente, los grupos de afectados, las uniones y entida-
des sin personalidad jurídica y los patrimonios independientes o autónomos».
En primer lugar, la capacidad de obrar corresponde a aquellas personas que la ostenten
con arreglo a las normas civiles, es decir, a las mayores de edad. Sin embargo, también se
han de tener en cuenta las previsiones del Código civil relativas a la incapacitación, en cuyo
caso, aun siendo mayores de edad, estas personas carecerían de capacidad de obrar, siem-
pre que se hubiera dictado una sentencia judicial al efecto, por padecer alguna enfermedad o
deficiencia de carácter físico o psíquico que les impidiese gobernarse por sí mismas.
En segundo lugar, la Ley 39/2015 también reconoce en determinadas circunstancias ca-
pacidad de obrar a quienes sean menores de edad, aunque respecto de ellos, dicha capa-
cidad se limita al ejercicio y defensa de derechos e intereses para los que no se requiera la
participación de las personas que ostentan su representación legal, es decir, progenitores,
tutores, etc. Un ejemplo se recoge en la Ley orgánica de extranjería que, al regular la situa-
ción de los menores extranjeros no acompañados, señala que si son mayores de dieciséis
años se les reconocerá capacidad para actuar en el procedimiento de repatriación. Otros ám-
bitos en los que se encuentran ejemplos similares son el educativo, transportes públicos,
determinados servicios sociales, deporte escolar, etc. En definitiva, el reconocimiento o no
a) Nacionalidad
La referencia a la nacionalidad requiere diferenciar entre personas extranjeras y aquellas
otras nacionales de un Estado miembro de la Unión Europea. Respecto de las primeras, el
reconocimiento de derechos a su favor se remite por el art. 13.1 de la Constitución a los tra-
tados internacionales y a las leyes, entre las que adquiere particular relevancia la Ley Orgá-
nica 4/2000, de 11 de enero, sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su
integración social. Los derechos que corresponden a las personas ciudadanas de la Unión,
por su parte, se rigen por el Derecho de la Unión Europea.
Un ejemplo claro de la nacionalidad como causa modificativa de la capacidad de obrar se
encuentra en la regulación relativa al acceso a la función pública. El art. 13.2 de la Constitu-
ción establece, con carácter general, que solo los españoles son titulares de los derechos re-
cogidos en el art. 23 del propio texto constitucional (derecho a participar en los asuntos públi-
cos y derecho a acceder a las funciones y cargos públicos). El desarrollo de esta previsión se
contiene en el Real Decreto Legislativo 5/2015, de 30 de octubre, por el que se aprueba el
texto refundido de la Ley del estatuto básico del empleado público. En concreto, su art. 57,
en relación con quienes tengan la ciudadanía de la Unión, señala que podrán acceder como
personal funcionario a los empleos públicos en igualdad de condiciones que los españoles,
con excepción de aquellos empleos que impliquen una participación en el ejercicio del poder
público o en las funciones que tienen por objeto la salvaguardia de los intereses del Estado o
de las Administraciones públicas (judicatura, diplomacia, policía, etc.). Así, se admitiría su ac-
ceso a ámbitos tales como la docencia, la sanidad, la investigación, etc. Con respecto a las
personas extranjeras residentes, por su parte, se determina que podrán acceder a las Admi-
nistraciones públicas como personal laboral, en igualdad de condiciones que los españoles.
Es así que se admite que los ciudadanos de la Unión puedan llegar a ser funcionarios, aun-
que con limitaciones, mientras que se excluye a las personas extranjeras del acceso a la fun-
ción pública como funcionarios de carrera, aunque no como personal laboral.
sonales, etc.) que no se reconocen a quienes no sean vecinos. En relación con las personas
extranjeras, su empadronamiento en un municipio tiene como consecuencia el reconoci-
miento de derechos que la Ley orgánica de extranjería vincula al empadronamiento, pero no
constituye prueba de su residencia legal en España.
El domicilio en un municipio perteneciente a una Comunidad Autónoma determina, ade-
más de la vecindad administrativa, el reconocimiento de la condición de miembro política-
mente activo de dicha Comunidad Autónoma. En la Comunidad Autónoma de Euskadi, el
art. 7 del Estatuto de Autonomía señala que «(…) tendrán la condición política de vascos
quienes tengan la vecindad administrativa, de acuerdo con las Leyes Generales del Estado,
en cualquiera de los municipios integrados en el territorio de la Comunidad Autónoma. Los
residentes en el extranjero, así como sus descendientes, si así lo solicitaren, gozarán de
idénticos derechos políticos que los residentes en el País Vasco, si hubieran tenido su última
vecindad administrativa en Euskadi, siempre que conserven la nacionalidad española».
d) Edad
La edad es un factor importante en relación con el reconocimiento de determinados dere-
chos y obligaciones. Normalmente, la capacidad de obrar se vincula a la mayoría de edad,
que el art. 12 de la Constitución establece en dieciocho años. Una vez que se cumple dicha
edad, la persona adquiere la plenitud de sus derechos políticos. Sin embargo, tal y como ya
se ha señalado, también cabe reconocer capacidad de obrar en determinadas circunstancias
a quienes todavía sean menores de edad. Por su parte, existen derechos y obligaciones que
no se vinculan a la mayoría de edad. Así, toda persona está obligada a obtener el DNI a partir
de los catorce años, para acceder a la función pública se requiere tener cumplidos los dieci-
séis y no exceder de la edad máxima de jubilación forzosa, etc.
En Derecho privado, las relaciones entre los particulares se articulan normalmente en base
al binomio derecho / obligación. Así, si se celebra un contrato de compraventa, el vendedor
tiene derecho a percibir una cantidad de dinero, el abono de la cual será una obligación para
el comprador. A su vez, dicho vendedor está obligado a entregar el objeto vendido al com-
prador, que tendrá derecho a reclamarlo.
En Derecho administrativo, en cambio, se distingue, en primer lugar, entre potestad y su-
jeción. La potestad es un poder que el ordenamiento reconoce a la Administración de ma-
nera genérica, sin referirse a un sujeto particular ni a un objeto determinado. Mediante ella
la Administración puede intervenir en la esfera jurídica de la ciudadanía. La potestad se con-
cibe de forma general, de manera abstracta, aunque luego se aplique a casos concretos. Los
ejemplos son numerosos, así, potestad sancionadora, expropiatoria, tributaria, etc.
En contraposición, la ciudadanía está en una situación de sujeción con respecto a las po-
testades administrativas. Sin embargo, se trata de un sometimiento genérico que se refiere
a que eventualmente se tendrán que soportar los efectos del ejercicio de la potestad. Una
vez que la Administración ejerce la potestad, quien hasta ese momento se encontraba en
una situación de sujeción genérica, pasará a estar en otra de obligación. Así, toda la ciudada-
nía está sujeta a la potestad tributaria de la Administración. Sin embargo, cuando esta ejerce
dicha potestad surgen para sus destinatarios obligaciones tributarias concretas.
Ahora bien, en Derecho administrativo se distinguen, sobre todo, diferentes grados en las
situaciones jurídicas de los administrados frente a la Administración. Las posiciones que puede
mantener una persona en sus relaciones con la Administración se refieren genéricamente a dos
situaciones, las activas y las pasivas. En las activas, el ciudadano, por ser titular de un derecho,
puede exigir a la Administración una determinada conducta (prestación de un servicio público).
En las pasivas, es la propia ciudadanía quien tiene que soportar la acción de la Administración
(obligación de pagar una multa, deber de reparar los daños ocasionados a bienes de dominio pú-
blico, etc.). Junto con estas dos situaciones generales, también se han de mencionar las situa-
ciones mixtas, que combinan elementos de las situaciones activas y de las pasivas.
con la legalidad, esto es, a que se cumpla la ley. La observancia de la legalidad por parte de
la Administración es un deber general. Sin embargo, el ordenamiento no recoge un recurso
en defensa de la legalidad en abstracto. Se requiere un incumplimiento concreto para que se
pueda reaccionar frente a él. De ahí que la ciudadanía en general, que sí tiene un interés en
que la actividad administrativa sea eficaz (promoción del deporte, de la cultura, mejora de las
comunicaciones, etc.), no puede de manera genérica exigir a la Administración que actúe de
una determinada manera.
a) Deberes
Los deberes tienen su origen en una norma. La Constitución recoge distintos ejemplos. Así,
se establece que la ley fijará las obligaciones militares de los españoles, el establecimiento
de un servicio civil o los deberes en caso de grave riesgo, catástrofe o calamidad pública
(art. 30), o que todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos mediante un sis-
tema tributario (art. 31). La característica principal de los deberes es que se imponen a las
personas en beneficio de la colectividad o del interés general.
b) Obligaciones
A diferencia de los deberes, las obligaciones surgen como consecuencia de relaciones jurí-
dicas concretas. De esta forma, existe un sujeto pasivo obligado a su cumplimiento y un su-
jeto activo que tiene derecho a exigirlo. Los ejemplos más claros de obligaciones provienen
de los denominados actos de gravamen (sanciones, prohibiciones, órdenes, etc.).
Finalmente, la Ley señala que también tiene la condición de interesado el que la adquiera
derivada de un derecho o relación jurídica transmisible (art. 4.3 de la Ley 39/2015).
En relación con el primer supuesto, el hecho de iniciar el procedimiento, por ejemplo,
presentando una solicitud, convierte a quien la presenta en interesado, con independencia
de que sea titular de un derecho o de un interés legítimo. Con respecto a los otros dos su-
puestos, que se refieren a personas que no han iniciado el procedimiento, la Ley diferencia
según se trate de titulares de derechos o de intereses legítimos.
En el primer caso, la titularidad de un derecho que pueda resultar afectado por la deci-
sión que adopte la Administración en el correspondiente procedimiento, implica el recono-
cimiento automático de la condición de interesado a favor de esas personas (tras la cele-
bración de unas oposiciones en que se atribuye una plaza a una persona, otra presenta un
recurso contra la decisión. Si el recurso prosperase, la persona que ha obtenido la plaza la
perdería, por lo que afectaría a su derecho a dicha plaza). En cambio, en el caso de titulares
de intereses legítimos, además de que puedan resultar afectados por la decisión administra-
tiva, se requiere que dichas personas se personen en el procedimiento, es decir, que hagan
saber a la Administración que quieren participar en él.
Los intereses legítimos pueden ser individuales o colectivos. En el primer caso, será cada
individuo el que actuará con el propósito del restablecimiento de la legalidad. Respecto del
segundo, la Ley señala expresamente que «Las asociaciones y organizaciones representati-
vas de intereses económicos y sociales serán titulares de intereses legítimos colectivos en
los términos que la Ley reconozca» (art. 4.3 de la Ley 39/2015). Además, tampoco se des-
carta que una única persona actúe en defensa de intereses colectivos (STC 214/1991, en el
que una persona judía presenta un recurso contra determinado artículo periodístico en el que
se ofendía a todo el pueblo judío).
Si durante la instrucción de un procedimiento se advirtiera la existencia de personas titu-
lares de derechos o intereses legítimos cuya identificación resulte del expediente y que pu-
dieran resultar afectadas por la resolución que se dicte, se les comunicará la tramitación del
procedimiento para que actúen en consecuencia (art. 8 de la Ley 39/2015). La importancia
de esta previsión radica en el hecho de que quien no ha iniciado el procedimiento no tiene
por qué tener conocimiento de que se está tramitando. Además, se establece como de-
ber de los interesados que, si conocieran datos que permitieran identificar a otros interesa-
dos en el procedimiento, tuvieran que proporcionárselos a la Administración (art. 18.2 de la
Ley 39/2015).
Por otra parte, la relación electrónica con la Administración también permite que los intere-
sados firmen electrónicamente cualquier escrito a ella dirigido. Para ello la Ley 39/2015 exige
que el medio de firma utilizado permita acreditar la autenticidad de la expresión de su voluntad
y consentimiento, así como la integridad e inalterabilidad del documento (art. 10.1). Se consi-
deran válidos a efectos de firma electrónica los mismos sistemas que para la identificación.
Por lo que al uso de medios de identificación y firma electrónica se refiere (art. 11 de la
Ley 39/2015), para realizar cualquier actuación integrante del procedimiento administrativo
es suficiente con que el interesado acredite previamente su identidad mediante alguno de
los sistemas mencionados. El uso de la firma electrónica solo será obligatorio para formular
2.7. La representación
3. Abstención y recusación
De conformidad con la Constitución, las Administraciones Públicas sirven con objetividad los
intereses generales. Esa objetividad exige, entre otras cosas, que las decisiones administra-
tivas se adopten con imparcialidad. Para garantizar en cada expediente concreto la imparcia-
lidad, la normativa obliga a los titulares de los órganos administrativos a no intervenir en el
proceso de toma de decisión cuando concurran determinadas causas. El aseguramiento de
esta garantía se materializa a través de las técnicas de abstención y recusación.
Tal y como se ha expuesto con anterioridad, aunque la Ley 39/2015 regula el procedi-
miento administrativo, encargándose la Ley 40/2015 de la organización y funcionamiento de
las Administraciones, la abstención y recusación se regula en esta última Ley.
El art. 23.2 de la Ley 40/2015 enumera una serie de supuestos en los que la imparcialidad de
las personas que integran los órganos administrativos quedaría en entredicho si participaran
en un procedimiento determinado. Tales supuestos son los siguientes:
1. Tener interés personal en el asunto de que se trate o en otro en cuya resolución pu-
diera influir la de aquel; ser administrador de sociedad o entidad interesada, o tener
cuestión litigiosa pendiente con algún interesado.
2. Tener un vínculo matrimonial o situación de hecho asimilable y el parentesco de con-
sanguinidad dentro del cuarto grado o de afinidad dentro del segundo, con cualquiera
Cuando, a pesar de concurrir alguna de las causas previstas en el art. 23.2 de la Ley 40/2015,
la persona que integra el órgano administrativo no se abstuviera, la Ley reconoce a los inte-
resados el derecho a promover su recusación en cualquier momento de la tramitación del
procedimiento. La recusación se presentará por escrito, con indicación expresa de la causa
o causas en que se funda. Su planteamiento supone el surgimiento de una cuestión inciden-
tal que, contra la regla general, suspende la tramitación del procedimiento hasta que sea de-
cidida (art. 74 de la Ley 39/2015). En el día siguiente a la presentación del escrito de recu-
sación, la persona recusada manifestará a su superior jerárquico si concurre o no la causa
alegada. Si lo admitiera, el superior acordará su sustitución. En cambio, si lo negara, el supe-
rior deberá resolver lo pertinente en el plazo de tres días, tras recabar los informes y realizar
las comprobaciones que considere oportunos. Contra esta resolución no puede interponerse
recurso alguno. Sin embargo, se admite que pueda alegarse la recusación en caso de que se
interpusiera recurso contra la resolución por la que finaliza el procedimiento.
Tema 25
99 Fases del procedimiento administrativo:
iniciación, ordenación, instrucción y terminación.
Sumario Tema 25
I. Introducción
IV. Instrucción
V.1. La resolución
V.2 Formas anormales de terminación del procedimiento
A) Desistimiento
B) Renuncia
C) Caducidad
D) Terminación convencional
I. Introducción
Tanto la Administración como los administrados están sujetos a una serie de trámites, pasos
o fases durante el desarrollo del procedimiento administrativo. La Ley de Procedimiento Ad-
ministrativo (Ley 39/2015, LPAC) prevé un conjunto de fases que no necesariamente deben
seguirse en todos los procedimientos administrativos. Todas ellas se prevén en la norma
que regula el procedimiento en concreto. Sin embargo, como norma común y básica, regula-
dora de la actividad administrativa, la LPAC señala qué fases o pasos en concreto podría re-
coger la normativa reguladora de cada uno de los procedimientos específicos y su regulación
concreta, señalando las normas deben cumplirse cuando se efectúe cualquiera de esos trá-
mites.
El procedimiento puede iniciarse, bien por la persona interesada, bien de oficio por la Ad-
ministración, para lo cual es necesario el cumplimiento de determinados trámites, como la
formalización de una solicitud o la adopción de un acto administrativo de iniciación, respecti-
vamente. Una vez que ha comenzado, le corresponde a la Administración impulsarlo en to-
dos sus pasos, de manera que ha de llevar a cabo todas las actuaciones que contribuyan al
esclarecimiento de los hechos o a facilitar que se emita una resolución. Es lo que se deno-
mina la fase de instrucción. Por último, examinado el expediente, con sus pruebas, informes
y documentación que figuran en él, debe decidir en torno al objeto del procedimiento y dictar
resolución.
Si consiste en la solicitud de una licencia para la apertura de un local, puede concederla
o no; si le ha acusado a una persona de cometer una infracción administrativa, puede con-
denarla o absolverla; si ha convocado unas becas, puede decidir su adjudicación o no. Asi-
mismo, podría no resolver acerca del fondo del asunto, y considerar concluido el procedi-
miento por cuestiones formales, sea por renuncia o desistimiento de la persona interesada,
o sea por el incumplimiento por su parte de un trámite esencial para dictar resolución (cadu-
cidad). Se trata de formas anormales de terminación del procedimiento, a la que cabría su-
mar la finalización convencional.
1
Art. 55.2 LPAC.
diencia de las personas interesadas. Piénsese en una empresa que realiza vertidos al río por
encima de los límites permitidos. Si no se precinta la instalación o se reduce su producción,
podría provocar un desastre medioambiental debido a la contaminación constante.
En el plazo máximo de 15 días, el órgano competente para resolver ha de decidir en el
acto por el que incoa el procedimiento si confirma, modifica o extingue las medidas provi-
sionales acordadas con anterioridad, tras oír a las partes interesadas. En caso de que no re-
suelva en torno a las medidas o no se adopte el acuerdo de iniciación en ese plazo, deben
quedar sin efecto. Las medidas provisionales, además, tienen como finalidad asegurar la efi-
cacia de la resolución final2.
La LPAC recoge una tipología de medidas aplicable de acuerdo con el procedimiento
que se tramite, atendiendo siempre al principio de proporcionalidad. Incluso, se remite a
la Ley 1/2000, de 7 de enero, de la Ley de Enjuiciamiento Civil, para determinar su con-
tenido y alcance. Entre las medidas se encuentra la suspensión temporal de actividades;
la prestación de fianzas; la retirada o intervención de bienes productivos o la suspen-
sión temporal de servicios por razones de sanidad, higiene, seguridad o el cierre tempo-
ral del establecimiento; el embargo preventivo de bienes, rentas y cosas fungibles, por
ejemplo, cuando se trata de productos ilícitos o de venta prohibida; el depósito, reten-
ción o inmovilización de cosas muebles, como los vehículos para garantizar la seguridad
del tráfico; la intervención y depósito de ingresos procedentes de una actividad lícita; la
consignación o constitución de depósito de las cantidades reclamadas; la retención de
ingresos a cuenta; y, por último, cualquier medida que prevean las leyes para la protec-
ción de las personas interesadas o que estimen necesarias para asegurar la efectividad
de la resolución3.
Se prohíbe la adopción de medidas que puedan causar perjuicios de difícil o imposible re-
paración a las personas interesadas o que impliquen violación de derechos amparados por
las leyes. Al tratarse de medidas provisionales, el órgano competente podrá modificarlas o
dejarlas sin efecto durante la tramitación del procedimiento, de oficio o a instancia de parte,
atendiendo a las circunstancias sobrevenidas o que no pudieron ser tenidas en cuenta en
el momento de su adopción. Se extinguen definitivamente cuando se dicte resolución que
ponga fin al procedimiento correspondiente4.
2
Art. 56.2 LPAC.
3
Art. 56.3 LPAC.
4
Art. 56.4 LPAC.
El órgano administrativo competente puede recibir una denuncia de una persona, una pe-
tición razonada de otro órgano administrativo o la orden de un superior jerárquico que le ad-
viertan de la necesidad de iniciar un procedimiento de acuerdo con los cauces legales. En
caso de que reciba la petición de otros órganos administrativos, estos pueden no iniciar el
procedimiento y comunicarlo al órgano que ha solicitado la iniciación, indicando los motivos
que le han llevado a no hacerlo5.
Presentada la denuncia, el órgano competente puede decidir la incoación de un procedi-
miento administrativo o simplemente archivarla porque carece de fundamento. Esa decisión
debe motivarse y, además, se notificará a las personas denunciantes, en caso de que con-
lleve un perjuicio en el patrimonio de las administraciones6. Si el denunciante ha participado
en la comisión de una infracción que suponga un menoscabo del patrimonio de las adminis-
traciones, la Administración podrá eximirle del cumplimiento de la sanción, siempre que sea
el primero en aportar pruebas que permitan iniciar el procedimiento o comprobar la infrac-
ción, y que la Administración no tuviera pruebas suficientes para iniciar el procedimiento.
Si no concurre alguno de aquellos requisitos, debe reducirse la sanción si se ofrecen ele-
mentos de prueba que posean un valor significativo a los que ya disponga la Administración7.
En ambos casos, la denunciante debe haber cesado en la comisión de la infracción y debe
mantener intactos los elementos de prueba relacionados con la denuncia.
La presentación de una denuncia no conlleva, por si misma, la condición de persona in-
teresada en el procedimiento8. Eso significa que, por un lado, no necesariamente debe pre-
sentarse un escrito a modo de solicitud. La denuncia puede formularse oralmente, siempre
que cumpla los requisitos de identificación antes mencionados. Por otro, el denunciante, a lo
sumo, podrá recibir la notificación acerca de la iniciación o no del procedimiento, pero no po-
drá ejercer los derechos que le corresponden a cualquier persona interesada, como acceder
al expediente, presentar alegaciones o recibir las notificaciones relacionadas con el procedi-
miento.
A) La solicitud
En cuanto a la iniciación a instancia de persona interesada, esta debe presentar una solicitud.
Las administraciones públicas pueden preparar formularios o documentos formalizados para
que sean cumplimentados por aquella. La LPAC obliga a las Administraciones a establecer
modelos y sistemas de presentación masiva que permitan a las personas interesadas pre-
sentar simultáneamente varias solicitudes. Estos modelos deben encontrarse a disposición
de cualquier persona en los puntos de asistencia y en las oficinas de asistencia en materia
de registros9. Cuando la Administración establezca modelos específicos de presentación, las
personas interesadas están obligadas a emplearlos10.
Las solicitudes deben indicar los siguientes extremos: nombre y apellidos del solici-
tante, domicilio a efectos de notificaciones, órgano y Administración a la que se dirige
5
Art. 61.3 LPAC.
6
Art. 62.3 LPAC.
7
Art. 62.4 LPAC.
8
Art. 66.5 LPAC.
9
Art. 66.4 LPAC.
10
Art. 66.6 LPAC.
11
Art. 66.1 LPAC.
12
Art. 66.3 LPAC.
13
Art. 66.4 LPAC.
14
Art. 6 del Real Decreto-ley 11/2018, de 31 de agosto.
15
Art. 16.4 LPAC.
16
Art. 16.5 LPAC.
17
Art. 16.3 LPAC.
tación y el número de entrada en el registro. A ello se adjunta un recibo que acredite la exis-
tencia de otros documentos que acompañen la solicitud, de modo que se garantice la integri-
dad y el no repudio de los mismos18.
18
Art. 16.3 LPAC.
19
Art. 68.1 LPAC.
20
Art. 68.2 LPAC.
21
Art. 68.4 LPAC.
22
Art. 68.3 LPAC.
23
Art. 21.4 LPAC.
24
Art. 88.5 LPAC.
IV. Instrucción
La instrucción consiste en aquella fase del procedimiento administrativo que tiene por objeto
recabar datos, informaciones o impulsar trámites que contribuyan al esclarecimiento de los
hechos y que sirvan como fundamento para que el órgano competente pueda resolver en el
procedimiento. Se tramita por un órgano específico, llamado instructor, que puede o no coin-
cidir con el órgano competente para resolver.
Las personas interesadas pueden proponer actuaciones que requieran su intervención o
constituyan trámites legal o reglamentariamente establecidos. Los actos de instrucción se
efectuarán de la manera que resulte más conveniente a las personas interesadas, y la Admi-
nistración tratará de que sean compatibles con sus obligaciones laborales o profesionales28.
Admitida la solicitud, se crea el expediente administrativo, que es «el conjunto ordenado
de documentos y actuaciones que sirven de antecedente y fundamento a la resolución ad-
ministrativa, así como las diligencias encaminadas a ejecutarla»29. Con arreglo a la LPAC, los
expedientes tienen formato electrónico y se formarán mediante la agregación ordenada de
cuantos documentos, pruebas, dictámenes, informes, acuerdos, notificaciones y demás dili-
25
Art. 69.1 LPAC.
26
Art. 69.3 LPAC.
27
Art. 69.4 LPAC.
28
Art. 75.3 y 4 LPAC.
29
Art. 70.1 LPAC.
gencias que deban integrarlos, así como un índice numerado de todos los documentos que
contenga cuando se remita. Asimismo, deberá constar en el expediente copia electrónica
certificada de la resolución adoptada30.
A) Simplificación
Deben acordarse en un solo acto todos los trámites que, por su naturaleza, admitan una im-
pulsión simultánea y no sea obligado su cumplimiento sucesivo31. Por ejemplo, la práctica de
diferentes pruebas testificales puede efectuarse en un mismo acto, sin necesidad de llamar
a los testigos diferentes días que pueden prolongar la duración del procedimiento.
Además, el órgano que impulsa el procedimiento debe establecer con claridad y preci-
sión el plazo de que disponen las partes para llevar a cabo los trámites, así como su comuni-
cación o notificación correspondiente32. Por último, el procedimiento administrativo no puede
paralizarse con carácter general ni siquiera para la resolución de las cuestiones incidentales,
salvo aquella referida a la recusación33.
B) Celeridad
La Administración debe hacer cumplir estrictamente los plazos establecidos para la realiza-
ción de trámites. De hecho, las personas interesadas deben cumplir los trámites en el plazo
de diez días a partir del día siguiente al de la notificación del correspondiente acto, salvo en
caso de que en la norma correspondiente se fije un plazo distinto. La Administración puede
requerir a las personas interesadas el cumplimiento de los requisitos necesarios, concedién-
doles un plazo de diez días para ello.
En caso de que las personas interesadas no cumplan los trámites en ese plazo, la Admi-
nistración declarará que han decaído en su derecho al trámite. Aun así, antes de la notifica-
ción de la resolución por la que decaen en su derecho al trámite, o en el mismo día en que la
notificación se produzca, las personas interesadas podrán presentar la documentación o rea-
lizar el trámite, produciendo todos los efectos legales34.
30
Art. 70.2 LPAC.
31
Art. 72.1 LPAC.
32
Art. 72.2 LPAC.
33
Art. 74 LPAC.
34
Art. 73 LPAC.
D) Igualdad
Los asuntos han de despacharse por riguroso orden de incoación de los procedimientos re-
feridos a asuntos de homogénea naturaleza. Aquí se pone de manifiesto la regla general que
otorga preferencia a las solicitudes presentadas primero en el tiempo (prior in tempore potior
in iure). El titular del órgano administrativo, no obstante, por resolución motivada puede dar
preferencia a otros procedimientos que se hubieran iniciado con posterioridad. La inobser-
vancia de esta regla general puede acarrear responsabilidad disciplinaria al funcionario o per-
sonal instructor36.
E) Contradicción
El principio de contradicción hace referencia a la necesidad de dotar a las personas intere-
sadas de mecanismos que permitan refutar los argumentos jurídicos o imputaciones lleva-
das a cabo por la Administración en igualdad de condiciones respecto a ella en un procedi-
miento concreto37. Así, se prevé en la LPAC la posibilidad de presentar alegaciones o medios
de prueba por las personas interesadas, fundamentalmente en procedimientos de los que se
deriven actuaciones desfavorables para ellas, como las sanciones o las órdenes38.
Mediante el trámite de audiencia, las personas interesadas pueden consultar los docu-
mentos que obran en el expediente administrativo, contrastarlos o examinarlos y exponer
lo que consideren conveniente respecto a ellos39. Por ejemplo, podría considerarse que las
muestras tomadas por los agentes de la autoridad en el control de alcoholemia no se ajusta-
ron al procedimiento establecido y no se le identificó correctamente al conductor. Esas defi-
ciencias pueden ponerse de manifiesto, una vez que se ha comprobado y analizado el ates-
tado policial en que se dejaba constancia de la práctica del test.
35
Art. 71.3 LPAC.
36
Art. 71.2 LPAC.
37
STC 116/2007.
38
Arts. 76 y 77 LPAC.
39
Art. 82 LPAC.
40
Art. 30.3 LPAC.
41
Art. 30.1 LPAC.
42
Art. 30.2 LPAC.
43
Art. 30.7 LPAC.
44
Art. 30.6 LPAC.
45
Art. 30.5 LPAC.
46
Art. 30.4 LPAC.
a) Pueden presentarse documentos todos los días del año durante las veinticuatro horas.
b) A los efectos del cómputo de plazo fijado en días hábiles, y en lo que se refiere al
cumplimiento de plazos por las personas interesadas, la presentación en un día inhá-
bil se entenderá realizada en la primera hora del primer día hábil siguiente, salvo que
una norma permita expresamente la recepción en día inhábil.
c) Los documentos se considerarán presentados por el orden de hora efectiva en el que
lo fueron en el día inhábil. Los documentos presentados en el día inhábil se reputarán
anteriores, según el mismo orden, a los que lo fueran el primer día hábil posterior.
d) El inicio del cómputo de los plazos que hayan de cumplir las Administraciones Públi-
cas vendrá determinado por la fecha y hora de presentación en el registro electrónico
de cada Administración u Organismo. En todo caso, la fecha y hora efectiva de inicio
del cómputo de plazos deberá ser comunicada a quien presentó el documento. Nó-
tese que se refiere al registro de cada Administración, no del órgano competente, lo
cual es relevante para determinar si la Administración ha cumplido el plazo máximo
para notificar la resolución en los procedimientos.
La sede electrónica de cada registro determinará qué días son inhábiles atendiendo al ca-
lendario que deben publicar las administraciones antes del inicio de cada año. Este será el
único calendario de días inhábiles que se aplicará a efectos del cómputo de plazos en los re-
gistros electrónicos. Eso significa que, si un día fuera inhábil en el municipio en el que la per-
sona interesada residiese y hábil en la Administración autonómica, debe entenderse que es
hábil si el documento debe presentarse en el registro electrónico de esta Administración47.
47
Art. 31.3 LPAC.
48
Art. 32.1 LPAC.
49
Art. 32.3 LPAC.
50
Art. 32.3 LPAC.
51
Art. 32.4 LPAC.
IV.3. Informes
Los informes son aquellos actos administrativos que sirven de asistencia, consulta y apoyo
al órgano competente para dictar resolución en un procedimiento concreto, emitidos por
órganos o funcionarios adscritos a la misma administración o administraciones distintas
a aquella que debe dictar resolución. En ellos puede llevarse a cabo una interpretación ju-
rídica o una valoración técnica respecto de la controversia o asunto. A su vez, pueden
consistir en una constatación de hechos efectuada por los agentes de la autoridad o un
examen desde una perspectiva técnica de la cuestión controvertida. Por ejemplo, una fun-
cionaria técnica, como una ingeniera de caminos, puede emitir un informe para acreditar el
correcto estado de una carretera.
Las normas reguladoras de cada uno de los procedimientos pueden establecer que el ór-
gano competente debe solicitar el informe correspondiente a un determinado órgano o em-
pleado público perteneciente a la misma o a otra Administración. En este caso el informe es
preceptivo53. Además, si el contenido de ese informe le obliga al órgano competente, se le
denomina «vinculante», de forma que condiciona el sentido de la resolución final, pese a tra-
tarse de un acto de trámite.
Salvo disposición expresa en contrario y, con carácter general, los informes son facul-
tativos, voluntarios u opcionales y no vinculantes54. Se precisa, por tanto, una norma pre-
via para que el informe sea preceptivo y vinculante. Los órganos administrativos pueden
solicitar informes de otras autoridades públicas cuando lo estimen necesario para resol-
ver una controversia en concreto, sin necesidad de que lo prevea de forma expresa una
norma.
Los informes deben emitirse a través de medios electrónicos. El plazo para emitirlos
es de diez días desde que se recibe la petición, salvo que una norma o el cumplimiento
de los plazos del procedimiento permitan o exijan un plazo mayor o menor55. Para evitar
la demora excesiva, la LPAC señala que, de no emitirse el informe en el plazo previsto,
continuará el procedimiento, salvo que se trate de informes preceptivos. En ese caso se
puede suspender el plazo máximo para resolver el procedimiento, conforme a la LPAC56.
En concreto, la suspensión del plazo máximo para resolver en esos casos no será supe-
rior a tres meses57.
52
Art. 33 LPAC.
53
Art. 79.1 LPAC.
54
Art. 80.1 LPAC.
55
Art. 80.2 LPAC.
56
Art. 80.3 LPAC.
57
Art. 22.1 d) LPAC.
A) Alegaciones
Las personas interesadas pueden, en cualquier momento del procedimiento anterior al trá-
mite de audiencia, aducir alegaciones y aportar documentos u otros elementos de juicio.
Las alegaciones deben ser examinadas y tomadas en consideración por el órgano compe-
tente al redactar la correspondiente propuesta de resolución58. Esto significa que la Admi-
nistración debe exponer las razones por las que está en desacuerdo con el contenido de
esas alegaciones.
Pueden acreditarse hechos reflejados en la solicitud presentando documentación adicio-
nal o aquella que refleje circunstancias sobrevenidas o nuevas que sean relevantes para dic-
tar resolución. Con carácter enunciativo, la LPAC señala que puede alegarse los defectos en
la tramitación y, en especial, los que supongan paralización, infracción de los plazos precepti-
vamente señalados o la omisión de trámites que pueden ser subsanados antes de la resolu-
ción definitiva59.
B) Prueba
Este trámite no necesariamente debe efectuarse en todos los procedimientos, sino sola-
mente en aquellos en que la persona interesada necesite refutar o contradecir la versión de
unos hechos que presenta la Administración para imponer o modificar una determinada si-
tuación jurídica. Del mismo modo, cuando aquella debe acreditar la existencia de unos he-
chos para resolver un procedimiento. Así, en los procedimientos sancionadores, el órgano
competente imputa a una persona la comisión de una infracción y debe concederle la opor-
tunidad de contradecir aquello que previamente ha considerado veraz y cierto, así como es-
tablecer un trámite que permita a la Administración demostrar que esa persona es culpable.
Los medios de prueba son los generalmente admitidos en Derecho, como la documental
—en la que se incluyen pruebas videográficas o fotográficas— la testifical, la pericial, la de
presunciones, la prueba de confesión o la inspección ocular. La valoración de esas pruebas
se efectuará conforme a los criterios establecidos en la Ley 1/2000, de 7 de enero, de la Ley
de Enjuiciamiento Civil60.
El trámite probatorio se compone de dos fases: una, aquella que tiene por objeto ad-
mitir o no los medios de prueba presentados; y dos, una vez que se hayan aceptado las
pruebas, corresponde practicarlas ante el instructor y el resto de personas interesadas.
Por lo que se refiere a la primera, debe presentarse un escrito ante el órgano instructor
en el que se recojan los medios probatorios que se proponen. En la solicitud o en el trá-
mite de alegaciones pueden proponerse los medios de prueba. El órgano instructor de-
cide si se admiten o no. Tan solo pueden rechazarse las pruebas propuestas por las per-
sonas interesadas cuando sean manifiestamente improcedentes o innecesarias mediante
resolución motivada61.
Asimismo, podrían no admitirse determinadas pruebas por considerarse ilegales —la in-
terceptación de las comunicaciones sin autorización judicial o el acceso a domicilios sin dicho
permiso—. La persona interesada podría presentar un recurso autónomo contra la decisión
58
Art. 76.1 LPAC.
59
Art. 76.2 LPAC.
60
Arts. 316, 319, 326, 348, 376 y 382 LEC.
61
Art. 77.3 LPAC.
62
Art. 24.2 CE y 112.1 LPAC. Además, véase, por ejemplo, art. 41 Ley 2/1998, vasca de la potestad sancionadora.
63
Art. 77.5 y 77.6 LPAC.
64
Art. 78.1 y 2 LPAC.
65
Art. 78.3 LPAC.
66
Art. 82.3 y 4 LPAC.
67
Art. 82.2 LPAC.
gano competente, no obstante, cuando la naturaleza del procedimiento lo exija, puede deci-
dir la apertura de un período de información pública68.
El trámite de información pública consiste en la publicación de un anuncio en los boleti-
nes oficiales correspondientes a la Administración que tramita y resuelve el procedimiento.
En ellos se recogerá la posibilidad de que cualquier persona física o jurídica examine el expe-
diente o la parte del mismo que se acuerde y, con posterioridad, presente las alegaciones
que crea convenientes. El plazo para formular estas últimas no puede ser inferior a veinte
días69.
Las personas que participen en el trámite de información pública no reciben por ese solo
hecho la condición de personas interesadas, y viceversa, aquellas personas interesadas que
no presenten alegaciones no se ven despojadas de sus derechos y se encuentran facultadas
para interponer los recursos que procedan contra la resolución que se dicte en el procedi-
miento concreto. Aun así, aquellas que presenten alegaciones tienen derecho a que la Admi-
nistración les responda de forma razonada si la autoridad pública se aparta de sus soluciones
o alegaciones. Las respuestas podrían ser comunes a las observaciones que planteen cues-
tiones sustancialmente iguales70.
68
Art. 83.1 LPAC.
69
Art. 83.2 LPAC.
70
Art. 83.3 LPAC.
71
Art. 88.7 LPAC.
72
Art. 89 LPAC.
La terminación de forma anormal, por el contrario, hace referencia a los casos en que el
procedimiento concluye sin que la decisión administrativa reconozca, modifique o extinga la
situación jurídica de las personas interesadas. Puede estar relacionada con cuestiones forma-
les o de procedimiento o, simplemente, por el hecho de que la persona interesada no pre-
tende ejercer el derecho que pueda reconocérsele, como sucede en el caso de la renuncia.
En la terminación convencional del procedimiento, sus resultados no se originan como
consecuencia de una decisión unilateral de la Administración, sino de un acuerdo de volunta-
des entre ella y la persona interesada conforme a los requisitos exigibles por la norma regula-
dora del procedimiento. Por último, se señala en la Ley la terminación por causas sobreveni-
das que determinen la imposibilidad de continuarlo, lo que requiere una declaración expresa
del órgano competente73.
Antes de que dicte resolución, el órgano competente puede llevar a cabo actuacio-
nes complementarias, a fin de esclarecer los hechos del procedimiento o simplemente
cuando entienda que son indispensables para dictar resolución. Se les comunicará a las
personas interesadas la realización de estas actuaciones y, terminadas las mismas, se les
concederá a las partes interesadas un plazo de siete días para alegar lo que crean conve-
niente. Las actuaciones se practicarán en un plazo máximo de quince días y se suspen-
derá el plazo máximo para resolver en el procedimiento durante el período de tiempo en
que se lleven a cabo74.
V.1. La resolución
73
Art. 84.2 LPAC.
74
Art. 87 LPAC.
75
Véase art. 35.1 LPAC.
76
Art. 88.3 LPAC.
77
Art. 88.4 LPAC.
Su objeto consiste en decidir todas las cuestiones planteadas por las personas intere-
sadas y aquellas otras derivadas del procedimiento. Aquello que resuelva la Administración
debe responder a lo pedido por las partes interesadas o a cuestiones que se deriven del pro-
cedimiento. Es lo que se denomina principio de congruencia, de forma que la Administración
debe limitarse a los aspectos, cuestiones o materias que hayan sido tratadas o se hayan sus-
citado durante el procedimiento78.
Si aparecen materias conexas no planteadas por las personas interesadas, el órgano com-
petente podrá resolver sobre ellas, pero debe conceder a aquellos un período de audiencia
en el que se pongan de manifiesto dichas cuestiones y las partes puedan presentar las ale-
gaciones y medios de prueba que estimen convenientes79. Si fueran asuntos no vinculados
al procedimiento, ni siquiera de forma accesoria, la Administración debería incoar uno nuevo.
Otra de las manifestaciones del principio de congruencia se halla en la obligatoriedad de
que la resolución no empeore la situación jurídica de la persona que recurre o solicita algo
ante la Administración80. Es lo que se conoce como la prohibición de «reformatio in peius».
Su fundamento estriba en evitar que se cree un temor fundado en la ciudadanía para impug-
nar decisiones de la Administración o exigirle el cumplimiento de la legalidad. Supondría que-
brar el derecho a la tutela judicial efectiva para la defensa de los derechos e intereses legí-
timos, porque el hecho de recurrir entrañaría el riesgo de la persona interesada a que sus
derechos se redujeran o a que perdiera más de lo que ya se disponía en la resolución recu-
rrida. Por ejemplo, si se impugna una sanción de multa por 1.000 euros, la prohibición impide
que la Administración, al resolver el recurso, le imponga una de 2.000 euros.
Por último, la Administración se halla obligada a resolver y no puede alegar silencio, oscu-
ridad o insuficiencia de las normas aplicables al caso. Ahora bien, sí puede no admitir aque-
llas solicitudes que pretendan reconocer derechos no previstos en el ordenamiento jurídico,
o carentes de fundamento81. Podría, asimismo, emplear como justificación o motivación el
contenido de los informes evacuados durante el procedimiento, siempre que las personas in-
teresadas hubieran podido acceder a su contenido82.
A) Desistimiento
En caso de que la persona interesada no pretenda continuar el procedimiento, se lo hará sa-
ber al órgano competente, al objeto de que este resuelva si procede o no dar por finalizado
el mismo. Esa resolución previa de la Administración debe declarar que la persona interesada
ha desistido y que, por ello, finaliza el procedimiento. En cualquier caso, aquella está obligada
a resolver, incluso aunque no lo haga sobre las cuestiones de fondo83.
Si de la tramitación pudieran desprenderse causas de interés público, podría no admi-
tir el desistimiento y obligar a que prosigan las actuaciones. Asimismo, no podría concluirse
el procedimiento si esa decisión implica a otras personas interesadas que pretenden con-
tinuarlo. En ese caso, se dictará resolución por el órgano competente, que decidirá acerca
78
Art. 88.2 LPAC.
79
Art. 88.1 LPAC.
80
Art. 88.2 LPAC.
81
Art. 88.5 LPAC.
82
Art. 88.6. LPAC.
83
Art. 21.1 LPAC.
de las cuestiones planteadas por las personas que no han expresado su deseo de desistir84.
Como se aprecia, el desistimiento no implica la pérdida de derecho alguno por la persona
que lo propone, sino que significa únicamente que no pretende continuar esa tramitación
concreta.
B) Renuncia
En caso de que se plantee la renuncia, en cambio, lo que hace la persona interesada es per-
der un derecho que se deriva del procedimiento. Por ejemplo, si se convoca un concurso
para recibir subvenciones en el que participan diversas entidades, de las cuales solamente
cuatro recibirán una ayuda, si cualquiera de ellas presenta su renuncia, significa que pierde el
derecho a percibir la subvención convocada en ese concreto procedimiento.
Todo ello se debe a que en ese caso la presentación de solicitudes está sujeta a un plazo
y a una cantidad en concreto que fija la convocatoria. Aun así, la existencia de perjuicios para
terceras personas o el interés público, pueden persuadir al órgano competente para que pro-
siga las actuaciones encaminadas al esclarecimiento de los hechos y dicte resolución sobre
el fondo del asunto. Eso significaría no admitir la propuesta de renuncia85.
C) Caducidad
En cuanto a la caducidad, cabe distinguir entre aquella que se produce en los procedimientos
iniciados a instancia del interesado y aquella que surge en los iniciados de oficio. En cuanto
a la primera, si la Administración le obliga a la persona interesada a llevar a cabo unos trámi-
tes que sean indispensables para dictar resolución, debe notificárselo para que en el plazo
máximo de tres meses los complete. Vencido el plazo sin que se hubieran efectuado, el ór-
gano competente dictará resolución por la que finaliza el procedimiento, se la notificará a
aquella y procederá al archivo de las actuaciones86.
La declaración de caducidad no significa que la persona interesada pierda el derecho a
presentar la solicitud en otro momento. La Ley le castiga impidiendo que la Administración
se pronuncie acerca de su petición por incumplir los plazos y obligándole a iniciar de nuevo
las actuaciones, como la presentación de la solicitud. La caducidad, al igual que el desisti-
miento, no incide en el derecho de la persona interesada a obtener una resolución favorable,
sino que afecta exclusivamente a la finalización de un procedimiento en concreto.
La caducidad en procedimientos iniciados de oficio despliega sus efectos en los procedi-
mientos sancionadores o en aquellos en que la decisión sea desfavorable para las personas
interesadas. En concreto, la caducidad se produce como consecuencia de que la Administra-
ción no resuelve ni notifica la resolución en el plazo establecido en la norma reguladora del
procedimiento (silencio administrativo).
En el procedimiento sancionador, iniciada la tramitación sin resolución administrativa
acerca de si condena a una persona o la absuelve en el plazo establecido por la norma re-
guladora del procedimiento, la Ley le castiga a la Administración, por incumplir el plazo, a
declarar finalizado el procedimiento y a archivar el expediente sin que pueda condenarle o
absolverle87. Sencillamente, es como si no hubiera existido el procedimiento. Incluso, la de-
claración de caducidad no interrumpe el plazo de prescripción de las infracciones, debién-
84
Art. 94.1, 2, 3 y 4 LPAC.
85
Art. 94.4 y 5 LPAC.
86
Art. 95.1 LPAC.
87
Arts. 25.1 y 95.1 LPAC.
dose computar desde el principio. Aun así, si las infracciones no hubieran prescrito, la Admi-
nistración podrá iniciar un nuevo procedimiento sancionador88.
Al igual que la renuncia o el desistimiento, si el procedimiento versara sobre cuestiones
de interés general, no podría declararse la caducidad, por lo que el órgano competente ha de
examinar previamente el procedimiento y decidir si se entiende o no finalizado89.
88
Art. 95.3 LPAC.
89
Art. 95.4 LPAC.
90
Art. 86.4 LPAC.
91
Art. 86.1 LPAC.
Tema 26
99 Revisión de los actos: recursos administrativos,
revisión de oficio y revocación.
Sumario Tema 26
1. Introducción
4. Revocación de actos
5. Recursos administrativos
1. Introducción
Cuando el procedimiento administrativo está pensado para invalidar una decisión adoptada
por la Administración con anterioridad, la Ley 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento
Administrativo Común de las Administraciones Públicas (en adelante, LPAC) lo considera, en
su Título V, un procedimiento de revisión, que presenta dos categorías: la denominada revi-
sión de oficio, prevista en el Capítulo I y los recursos administrativos regulados en el Capítulo II.
Se exponen, a continuación, los aspectos más destacables de esta regulación.
La Administración puede revisar si sus actos y disposiciones se ajustan o no a Derecho.
Esta revisión interna presenta dos rasgos principales: es provisional y tiene carácter previo.
La provisionalidad significa que la decisión mediante la que la Administración lleva a cabo
la revisión de un acto o disposición que ella misma ha dictado, puede ser, a su vez, revisada
posteriormente por los órganos judiciales que confirmarán dicha revisión, o la revocarán.
Se dice que la revisión interna tiene carácter previo porque, salvo excepciones, se consi-
dera un requisito previo y necesario para poder plantear el conflicto ante los Tribunales.
Actualmente existen dos tipos fundamentales de sistemas de control interno de los ac-
tos y disposiciones administrativas:
a) La técnica de control que puede ejercer la Administración sobre sus propios actos,
motu proprio, denominada revisión de oficio y regulada en el citado Capítulo I del Tí-
tulo V.
b) El control ordinario que consiste en las impugnaciones que realizan los sujetos afecta-
dos por los actos y disposiciones de la Administración. Estas impugnaciones se pre-
sentan como un trámite previo al planteamiento del conflicto ante los Tribunales con-
tencioso-administrativos y se conocen con el nombre de recursos administrativos,
cuya regulación se encuentra en el Capítulo I del Título V.
La Administración puede revisar un acto que ella misma ha dictado mediante la aprobación
de otro acto posterior de signo contrario.
Inicialmente conviene determinar qué actos administrativos pueden ser objeto de revisión.
Los art. 106.1 y 2 LPAC exigen, en primer lugar, que la actuación de la Administración
esté afectada de nulidad de pleno derecho. Es decir, la Administración puede revisar:
a) Los actos administrativos que incurran en alguno de los supuestos de nulidad recogi-
dos en el art. 47.1. LPAC
Recordamos que, según dicho artículo, los actos de las Administraciones Públicas
son nulos de pleno derecho en los siguientes casos:
Recuérdese que, según dicho artículo, son nulos de pleno derecho los reglamentos que
vulneren la Constitución, las leyes u otras disposiciones administrativas de rango superior,
los que regulen materias reservadas a la Ley, y los que establezcan la retroactividad de dis-
posiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales.
Junto a esa primera condición, el art. 106.1 LPAC exige, además, para el caso de los ac-
tos administrativos que:
a) o bien pongan fin a la vía administrativa (es decir, que no puedan ser objeto de un re-
curso de alzada) o,
b) tengan carácter firme, por no haber sido objeto de recurso interpuesto en plazo.
Este segundo requisito que se exige a los actos administrativos para que puedan ser re-
considerados por la Administración, nos muestra que la revisión de oficio tiene un carácter
subsidiario respecto del recurso administrativo. La subsidiariedad significa que solo es viable
la revisión en el caso de que el recurso no proceda (porque el acto pone fin a la vía adminis-
trativa) o, en el caso de que proceda, no se hubiera interpuesto en plazo (y el acto, en conse-
cuencia, haya ganado firmeza).
Ha quedado expuesto que el primer requisito que se exige a un acto administrativo para
que pueda ser revisado de oficio es que incurra en alguna de las causas de nulidad tipifica-
das. Pero cabe preguntarse si la Administración puede revisar de oficio los actos anulables,
es decir «aquellos que incurran en cualquier infracción del ordenamiento jurídico, incluso la
desviación de poder» (art. 48.1 LPAC). La respuesta, en este caso, es negativa, es decir, los
actos anulables no pueden ser objeto de una revisión de oficio.
Si la Administración desea actuar eventualmente contra un acto anulable, solo puede se-
guir el camino que le indica el art. 107 LPAC, que consiste en declarar la lesividad del citado
acto para, posteriormente, proceder a su impugnación ante el orden jurisdiccional contencio-
so-administrativo. Es decir, si la Administración que dictó el acto quiere considerar su anula-
bilidad, solo podrá hacerlo mediante su impugnación ante los tribunales contencioso-adminis-
trativos, pero habiéndolo declarado previamente su lesividad para el interés público mediante
un procedimiento específico. Esta declaración de lesividad se considera, por tanto, un presu-
puesto procesal para la admisibilidad del recurso contencioso administrativo.
Es preciso ofrecer una interpretación estricta de lo que ha de entenderse por error material,
de hecho, o aritmético para poder distinguirlo del error jurídico o de derecho.
Cuando la Administración establece el contenido de un acto o deja constancia del mismo,
puede incurrir en errores tanto de hecho como de derecho (o jurídicos).
Estamos ante un error de hecho cuando no supone un vicio que afecte a la voluntad del
acto y, por lo tanto, no convierte el acto en anulable. Es un tipo leve de error sin consecuen-
cias invalidantes para el acto.
El error de hecho presenta las siguientes características:
a) Debe tratarse de una simple equivocación evidente de nombres, fechas, operaciones
aritméticas, transcripciones o reproducciones de documentos.
b) Ha de ser indiscutible, evidente, ostensible y manifiesto o notorio, por si mismo, es de-
cir, sin que sea necesario recurrir a mayores argumentos, pruebas o demostraciones.
c) Para su valoración ha de bastar con tener en cuenta exclusivamente los datos del ex-
pediente en que se advierte, sin necesidad de acudir a otra documentación.
d) Su valoración o apreciación no debe conllevar un juicio de valor, ni debe exigir una ca-
lificación jurídica. Por lo tanto, para que pueda apreciarse no será necesario acudir a la
interpretación de normas jurídicas, porque en este caso estaríamos ante un error jurí-
dico o de derecho.
e) No puede producir la revisión, revocación o una alteración fundamental en el sentido
del acto administrativo.
f) No implica una variación para el contenido objetivo del acto, ni altera sustancialmente
su sentido.
Por lo que se refiere a los aspectos formales, cabe destacar que la rectificación de erro-
res materiales o de hecho:
a) Puede llevarse a cabo bien de oficio o a instancia de cualquier interesado.
b) Puede efectuarse en cualquier momento. Es decir, no existe plazo para su realización.
c) No se requiere observar ningún procedimiento específico. El único trámite que la Ad-
ministración debe cumplir inexcusablemente es el de otorgar audiencia al interesado.
4. Revocación de actos
El art. 109.1 LPAC contiene la regla de que los actos administrativos no declarativos de dere-
chos, es decir, aquellos que suponen un gravamen o son desfavorables para su destinatario,
pueden ser revocados por la Administración libremente y en cualquier momento.
Concierne, por tanto, a los actos que afectan negativamente a la esfera jurídica del parti-
cular, porque le deniegan una solicitud o pretensión, le restringen un derecho o generan una
consecuencia jurídica o patrimonial negativa, como sucede con una sanción, una orden de
ejecución, o la prohibición de contratar con el sector público, por ejemplo.
La revocación implica que la Administración autora del acto lo cancela posteriormente
con apoyo en motivos que no tienen que ser necesariamente de estricta legalidad. Esto sig-
nifica que para revocar un acto de gravamen la Administración puede esgrimir razones de
mera oportunidad que se apoyen en una valoración del interés público aplicable a una situa-
ción concreta.
No obstante, la LPAC establece tres condiciones para que pueda llevarse a cabo la revo-
cación:
a) que no haya transcurrido el plazo de prescripción;
b) que la revocación no suponga una dispensa o exención que no esté permitida en las
leyes; y
c) que la revocación no sea contraria al principio de igualdad, al interés público o al orde-
namiento jurídico.
Es importante subrayar que la revocación del acto no puede servir para cuestionar si el
acto de gravamen es o no antijurídico, ya que el motivo de la revocación es de mera opor-
tunidad, no de legalidad. En este último caso habría que proceder a su impugnación, me-
diante la interposición del correspondiente recurso, como se expondrá en el siguiente
apartado.
5. Recursos administrativos
Una vez que la Administración ha dictado un acto, el destinatario tiene la posibilidad de im-
pugnarlo cuando estime que es contrario al Derecho administrativo, es decir, puede presen-
tar un recurso contra el mismo.
Los recursos administrativos se presentan, por tanto, como un mecanismo que trata de
llevar a cabo un control interno, porque se interponen ante la propia Administración que ha
dictado el acto para que lo resuelva.
Existe, sin embargo, otra modalidad de recurso contra un acto administrativo, el recurso
jurisdiccional o recurso contencioso-administrativo, que se presenta ante los Tribunales de
dicho orden, y cuyo estudio excede del objeto de esta lección.
Es preciso puntualizar, asimismo, que contra las disposiciones administrativas de carác-
ter general (reglamentos) no se puede interponer recurso administrativo.
Los recursos administrativos tienen como finalidad servir de garantía a los particulares, al
permitirles reaccionar y responder contra los actos que conlleven perjuicios y sean contrarios
a Derecho. Esta garantía que suponen los recursos administrativos, alcanza a todo tipo de
actos que no pongan fin a la vía administrativa, aunque tiene un alcance limitado.
Los recursos administrativos se interponen ante la propia Administración que dictó el
acto objeto del recurso y es dicha Administración quien resuelve el recurso, actuando como
juez y parte. Es decir, los recursos administrativos permiten que la Administración vuelva
a considerar el asunto que constituye el objeto del acto, tras conocer los argumentos que
aduzca el recurrente.
No cabe duda de que existe una gran distancia entre la posición de la Administración
cuando procede a resolver un recurso que se le ha planteado y la posición que puede adop-
tar un órgano jurisdiccional. Por ello, sin restar importancia a la garantía que los recursos ad-
ministrativos suponen para los particulares, es preciso matizar que dicha garantía no debe
entenderse en términos absolutos.
Para corroborar lo anterior, se ha de añadir que los recursos administrativos constituyen
también un requisito o presupuesto procesal que se exige para poder acceder a la tutela ju-
dicial. Esto significa que la vía administrativa de recurso tiene carácter obligatorio si se desea
acudir a los Tribunales. Es necesario, por tanto, agotar la vía administrativa antes de interpo-
ner el recurso contencioso-administrativo. Este requisito se interpreta por alguna doctrina
como un privilegio para la Administración y una carga para los particulares que se ven obli-
gados a someter ante ella los conflictos antes de poder elevarlos a los Tribunales, cuya de-
cisión neutral e independiente queda así aplazada. Si a esta exigencia se añade, como se
verá, que los plazos para recurrir en la vía administrativa son fugaces, que si no se recurre en
plazo el acto gana firmeza y los posibles vicios de que adolezca quedan sanados, que la pre-
sentación del recurso administrativo, no paraliza la eficacia inmediata del acto que comienza
a tener efectos desde la fecha en que se dicta, salvo que excepcionalmente se suspenda,
parece que se trata de un sistema pensado más para garantizar la posición jurídica de la Ad-
ministración que la de los ciudadanos.
La LPAC regula una serie de aspectos singulares que han de aplicarse a los procedimientos
que tienen como finalidad la resolución de recursos.
puede ser, bien el mismo órgano que dictó el acto impugnado (recurso de reposición), o su
superior jerárquico (recurso de alzada).
En relación con este punto, la Ley 40/2015, de 1 de octubre, de Régimen Jurídico del
Sector Público (en adelante, LRJSP), en su art. 9.2. c) establece la prohibición expresa de
que el órgano competente para resolver el recurso administrativo delegue el ejercicio de di-
cha competencia en el órgano del que emanó el acto administrativo impugnado.
B) El recurrente
Los particulares afectados son quienes pueden recurrir un acto administrativo. En este caso
han de aplicarse las reglas generales de legitimación, que exigen que el recurrente ostente la
condición de interesado, conforme al artículo 4 LPAC y 19 y siguientes de la Ley 29/1998, de
13 de julio, reguladora de la jurisdicción contencioso-administrativa (en adelante, LJ).
La jurisprudencia añade a lo anterior que no se le puede negar al interesado la legitima-
ción para recurrir por su eventual ausencia en el procedimiento administrativo previo a la
adopción del acto que se pretende impugnar, es decir, por no haber comparecido en el expe-
diente administrativo del que deriva el acto.
Además de los particulares, también las entidades públicas pueden verse afectadas por ac-
tos dictados por otras Administraciones Públicas. En estos casos, se ha sustituido el recurso
administrativo por un trámite de requerimiento previo a la Administración autora del acto que
tiene carácter potestativo. Si esta no atiende dicho requerimiento la Administración que pre-
sentó el requerimiento puede acudir a la jurisdicción contencioso-administrativa (art. 44 LJ).
En definitiva, una Administración pública no puede interponer un recurso administrativo
contra un acto dictado por otra Administración y, si quiere impugnar dicho acto deberá interpo-
ner un recurso contencioso-administrativo ante los Tribunales. Ahora bien, en este caso, la LJ
le permite presentar un requerimiento previo para que derogue la disposición, anule o revoque
el acto, haga cesar o modifique la actuación material, o inicie la actividad a que esté obligada.
Esta prohibición de que las Administraciones recurran en vía administrativa los actos de
otras Administraciones, y la sustitución de dicho recurso administrativo por el trámite de re-
querimiento, presenta una excepción que es conveniente conocer. Su regulación se encuen-
tra en el artículo 63 de la Ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases de Régimen Lo-
cal (en adelante, LBRL), permite impugnar los actos y acuerdos de las entidades locales que
incurran en infracción del ordenamiento jurídico a los miembros de las Corporaciones que
hubieran votado en contra de tales actos y acuerdos. La jurisprudencia extiende esta regla y
admite la legitimación tanto de los concejales para impugnar los actos del Alcalde, como la
de los diputados provinciales de régimen común para recurrir los actos del Presidente de la
Diputación.
Por lo que respecta a los demás actos de trámite, el interesado no podrá impugnarlos di-
rectamente como ya se ha dicho, pero sí podrá aprovechar la interposición del recurso admi-
nistrativo contra el acto definitivo para manifestar su oposición a los mismos, para que sus
alegaciones se tengan en cuenta en la resolución del mismo.
elementos de juicio al órgano que tiene que resolver el procedimiento, no merece una
valoración positiva por la doctrina.
La LPAC completa con un último párrafo al apdo.1 del art 118, mediante el que se pro-
híbe, asimismo, la solicitud de la práctica de la prueba en la tramitación de los recursos admi-
nistrativos, si esta no se realizó en el procedimiento en el que se dictó la resolución recurrida
por alguna razón imputable al interesado.
El trámite de audiencia es también una exigencia cuando existan terceros interesados, a
los que se les dará, en todo caso, traslado del recurso para que en el plazo anteriormente ci-
tado aleguen cuanto estimen procedente (art. 118.2 LPAC).
Por último, es obligada la realización del trámite de audiencia cuando el órgano que de-
cida el recurso estime necesario pronunciarse sobre cuestiones conexas que no hayan sido
abordadas por la resolución recurrida, ni planteadas por los interesados (art. 119.3 LPAC).
El órgano que resuelva el recurso está obligado a decidir cuantas cuestiones, tanto de
forma como de fondo, plantee el procedimiento, hayan sido o no alegadas por los intere-
sados. Esta amplia facultad se ve condicionada por una importante limitación que consiste
en la prohibición de la reformatio in peius. Con ella se hace referencia a la imposibilidad
de que la resolución del recurso agrave en ningún caso la situación inicial del recurrente
(art. 119.3 LPAC).
No obstante, cualquier problema que surja con la determinación del superior jerár-
quico ante el que interponer el recurso de alzada desaparece desde el momento en que el
art. 121.2 de la LPAC permite también presentar este recurso ante el órgano que dictó el
acto impugnado para que sea este quien lo remita a su superior. En este caso, el órgano que
dictó el acto deberá remitirlo al órgano competente en un plazo de diez días, acompañado de
un informe y de una copia completa y ordenada del expediente.
El plazo máximo que tiene la Administración para resolver un recurso de alzada y notificar
su resolución a los interesados, es de tres meses.
La regla general es que si ha transcurrido dicho plazo sin que recaiga resolución, el re-
curso puede entenderse desestimado. Es decir, la falta de resolución expresa se interpreta
como silencio negativo, de modo que el interesado entiende que su recurso de alzada ha
sido desestimado y puede acudir ya ante la jurisdicción contencioso-administrativa debido a
que contra la resolución del recurso de alzada no cabe ya interponer ningún otro recurso ad-
ministrativo (art. 122.2 LPAC).
Esta regla general solo cede en el supuesto de que el recurso se haya interpuesto con-
tra la desestimación presunta de una solicitud. En este caso, si transcurren los citados tres
meses sin que recaiga resolución expresa, se puede entender que el recurso de alzada ha
sido estimado. Se trata de una situación de doble silencio administrativo, ya que la Admi-
nistración deja sin resolver la solicitud inicial y posteriormente deja de nuevo sin resolver el
recurso de alzada contra la desestimación presunta anterior. El segundo silencio se inter-
preta, por tanto, de forma positiva (art. 24.1, tercer párrafo LPAC).
plazo sin que recaiga resolución expresa, se entiende que el recurso de reposición ha sido
desestimado (art. 124.2 LPAC).
Tema 27
99 La responsabilidad de las Administraciones
Públicas y de sus autoridades y demás personal
a su servicio: tipos de responsabilidad; concepto
y principios generales de la responsabilidad
patrimonial de la Administración Pública.
Sumario Tema 27
a ser indemnizados por toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos,
salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia de los servi-
cios públicos». La Constitución contiene otras referencias a la responsabilidad de los po-
deres públicos en general o de algún poder en particular. Así, el art. 9.3 CE proclama «la
responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos». El art. 121
CE contiene una disposición específica referida a la Administración de Justicia: «Los da-
ños causados por error judicial, así como los que sean consecuencia del funcionamiento
anormal de la Administración de Justicia, darán derecho a una indemnización a cargo del
Estado, conforme a la Ley». Por último, el art. 149.1.18 CE atribuye al Estado la compe-
tencia legislativa plena sobre «el sistema de responsabilidad de todas las Administracio-
nes públicas»: es decir, el régimen de la responsabilidad patrimonial de la Administración
es uniforme en España, y su regulación está atribuida en exclusiva a los órganos centra-
les del Estado.
En virtud del art. 149.1.18 CE, el Estado reguló el régimen jurídico de la responsa-
bilidad de todas las Administraciones públicas en los arts. 139 y siguientes de la Ley
30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y
del Procedimiento Administrativo Común (en adelante, LRJPAC), y en el Real Decreto
429/1993, de 26 de marzo. Esta normativa ya no está en vigor, al haber sido sustituida,
en el plano sustantivo, por los arts. 32 y siguientes de la Ley 40/2015, de 1 de octubre,
de Régimen Jurídico del Sector Público (en adelante, LRJSP) y, en los aspectos procedi-
mentales, por los preceptos de la Ley 39/2015, de 1 de octubre, de Procedimiento Ad-
ministrativo Común de las Administraciones Públicas (en adelante, LPACAP). Pese a tra-
tarse de una sustitución completa, los principios generales siguen siendo los mismos.
Así, el art. 32.1 LRJSP proclama que «los particulares tendrán derecho a ser indemniza-
dos por las Administraciones Públicas correspondientes, de toda lesión que sufran en
cualquiera de sus bienes y derechos, siempre que la lesión sea consecuencia del funcio-
namiento normal o anormal de los servicios públicos salvo en los casos de fuerza mayor
o de daños que el particular tenga que soportar de acuerdo con la Ley».
El fundamento de la responsabilidad extracontractual entre particulares y el de la respon-
sabilidad patrimonial de la Administración son distintos. El fundamento de la responsabilidad
extracontractual entre particulares es, como establece el antes mencionado art. 1.902 CC, la
culpa o negligencia. Esto es, en principio, y salvo que leyes especiales establezcan otra cosa
(cada vez hay más leyes que introducen supuestos de responsabilidad objetiva entre particu-
lares, en especial en las llamadas actividades de riesgo), la responsabilidad es subjetiva, por
una falta imputable al causante del hecho lesivo. Entre particulares están prohibidos los da-
ños producidos mediando culpa o negligencia.
En cambio, el fundamento de la responsabilidad patrimonial de la Administración no es la
culpa o negligencia de la Administración o del funcionario que ocasiona por acción u omisión
el daño, sino el hecho de que el particular sufra un daño antijurídico que no tiene el deber de
soportar. Si la actividad administrativa, dirigida al bien común, produce a una o varias perso-
nas individualizadas una lesión que no tienen el deber de soportar, no parece justo que esas
personas padezcan una merma de su patrimonio por una actividad que, en principio, benefi-
cia a toda la sociedad o, al menos, se realiza con ese fin. En suma, el fundamento de la res-
ponsabilidad de la Administración es más simple: la responsabilidad de la Administración es
objetiva.
El cambio de perspectiva es importante: de atender al ámbito volitivo del sujeto causante
del daño (la intención, la culpa o la responsabilidad) se pasa a considerar únicamente el plano
objetivo de la lesión (el resultado); en lugar de la culpa del causante, el centro de atención
pasa a la lesión al particular.
La lesión no consiste meramente en la producción de un daño a un particular. El con-
cepto de daño es exclusivamente económico: la desaparición o pérdida de valor de un
bien o interés jurídico. En cambio, el concepto de lesión es normativo. La Administra-
ción debe indemnizar por los daños que el particular afectado no tiene el deber de sopor-
tar; en otras palabras, por los daños antijurídicos. La antijuridicidad es, por tanto, un ele-
mento del concepto de lesión. Esto significa que la Administración puede producir, y el
particular tiene que soportar, todos aquellos daños que sean conformes con el ordena-
miento jurídico (sanciones, expropiaciones, órdenes de demolición, clausura de estable-
cimientos, decomisos, etc.), pero la Administración no puede causar y, en consecuencia,
tiene que indemnizar los daños que no sean conformes con el ordenamiento jurídico (de-
rivados de un diagnóstico o de un tratamiento sanitario erróneo, de una obra pública mal
ejecutada o mal señalizada, etc.).
El fundamento objetivo de la responsabilidad patrimonial de la Administración comporta
una notable ventaja para los particulares, los cuales no tienen que demostrar que ha existido
culpa o negligencia por parte de la Administración o una falta personal por parte de un em-
pleado público, sino, simplemente, que se les ha producido un daño que no tienen el deber
de soportar y que ese daño es consecuencia de una actividad administrativa.
La responsabilidad jurídica de la Administración es exclusivamente patrimonial, esto es,
solo responde con su patrimonio (el cual proviene a su vez del esfuerzo conjunto de los con-
tribuyentes al sostenimiento de los gastos públicos). En cambio, las personas que trabajan
al servicio de la Administración pública pueden incurrir también en otros tipos de responsa-
bilidad jurídica por los daños causados en el marco de su actividad: además de la responsa-
bilidad patrimonial (denominada civil o extracontractual en las relaciones entre particulares),
pueden incurrir también en responsabilidad penal o en responsabilidad disciplinaria. Cada una
de estas formas de responsabilidad jurídica tienen sus procedimientos formales y requisitos
específicos (art. 37.1 LRJSP), y deben ser diferenciadas a su vez de la llamada «responsabi-
lidad política», a la que también están sujetos las personas que ocupan los órganos superio-
res de la Administración, en virtud de la cual deben rendir cuentas ante los órganos de repre-
sentación de los ciudadanos y de control de la Administración (Cortes Generales, Parlamento
Vasco, Juntas Generales del Territorio Histórico, Pleno municipal), por ejemplo, por su mala
o ineficaz gestión.
Cuando las Administraciones públicas actúan en relaciones de derecho privado, directa-
mente o a través de una entidad de derecho privado, responden directamente de los daños
y perjuicios causados por el personal que se encuentre a su servicio, de conformidad con lo
previsto en los arts. 32 y siguientes de la LRJSP (art. 35 LRJSP). Esto es, la Administración
responde siempre ante el particular con arreglo a los mismos principios, el mismo procedi-
miento y la misma jurisdicción, con independencia del régimen jurídico, público o privado, de
su actuación.
Para que la Administración pública responda con su patrimonio de los daños causados a un
particular, deben reunirse tres requisitos: la causa de la responsabilidad, el daño, y la relación
de causalidad. Estos requisitos son básicamente de elaboración doctrinal y jurisprudencial.
por defectos e insuficiencias técnicas del proyecto o por los errores materiales, omisiones
e infracciones de preceptos legales o reglamentarios en que hayan incurrido. Ahora bien,
existe un techo a esa responsabilidad. La indemnización derivada de la responsabilidad exi-
gible al contratista alcanzará el 50 por ciento del importe de los daños y perjuicios causados,
hasta un límite máximo de cinco veces el precio pactado por el proyecto y será exigible den-
tro del término de diez años, contados desde la recepción del proyecto por la Administración.
El resto de la indemnización que deba ser satisfecha a terceros correrá a cargo de la Admi-
nistración (art. 315.2 de la Ley 9/2017, de 8 de noviembre, de Contratos del Sector Público).
Sin embargo, cuando tales daños y perjuicios hayan sido ocasionados como consecuencia
inmediata y directa de una orden de la Administración o de los vicios del proyecto elaborado
por ella misma en el contrato de obras o en el de suministro de fabricación, la Administra-
ción será responsable de esos daños, con arreglo a las normas que se indican en este tema,
sin perjuicio de las especialidades que, en su caso, establezca la legislación de contratos del
sector público (art. 32.9 LRJSP).
La Administración responde siempre directamente ante el lesionado y viceversa: el lesio-
nado solo puede reclamar a la Administración, aunque la autoridad, el funcionario o el em-
pleado causante del daño haya actuado con dolo o negligencia grave. Como se verá poste-
riormente, una vez satisfecha la indemnización, y solo entonces, la Administración puede y
debe reclamar de oficio a la autoridad, funcionario o empleado que ha actuado dolosamente
o mediando culpa o negligencia graves (art. 36.2 LRJSP).
Si la autoridad, el funcionario o el empleado público actúa fuera de sus funciones, o el
daño deriva de un delito que él comete, entonces no se aplica la responsabilidad patrimonial
de la Administración.
Entre la causa (la actividad administrativa que se considera causante del daño) y el daño,
debe existir una relación de causalidad. Como dispone el art. 32.1 LRJSP, el daño ha de ser
«consecuencia» del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos. Ocurre, no
obstante, que la naturaleza de esa relación de causalidad no está regulada o determinada en
la ley, por lo que existen diversas teorías al respecto.
Una primera teoría, la teoría de la equivalencia de condiciones, señala que cualquier causa
que contribuye al resultado final debe considerarse como causa del daño, con independencia
de su mayor o menor relevancia en el resultado final. Esta teoría expande el número de cau-
sas: por ejemplo, considera también como concausa de un accidente de tráfico una señal de
tráfico poco visible o algo deteriorada, aunque el accidente se deba más probablemente a la
ingestión de alcohol del conductor A, al exceso de velocidad del conductor B o a la conduc-
ción distraída del conductor C que estaba utilizando su teléfono móvil. Según esta primera
teoría, en el ejemplo anterior habría hasta cuatro posibles causas, y una de ellas sería la ac-
tividad administrativa (debido a la señal de tráfico poco visible o deteriorada), al menos si no
cabe descartar que, sin ella, no se hubiera producido el accidente en los términos en los que
se produjo.
Una segunda teoría, la teoría de la causalidad adecuada, solo identifica como causa del
daño la que, en condiciones semejantes, es la más apta para causar un resultado similar al
efectivamente producido. Esta teoría descarta como causas aquellos hechos que, por sí so-
los, no son aptos para producir el resultado. Así, en el ejemplo anterior, una señal poco visi-
ble o en mal estado podría no ser la causa adecuada, en el sentido de estadísticamente apta
o idónea, para producir el accidente de tráfico ocurrido tal y como se produjo, cuyas causas
estarían más bien en la acción de todos o alguno de los particulares.
Una tercera teoría, más sofisticada que la anterior y menos utilizada por los jueces y tri-
bunales, es la de la imputación objetiva. No bastaría la relación de causalidad, sino que sería
además necesario que el resultado dañoso fuera imputable objetivamente a la Administra-
ción. Esta teoría establece dos requisitos:
— Por un lado, ha de haber un riesgo creado por la Administración suficientemente im-
portante como para ser tenido en cuenta por el Derecho. El riesgo ha de ser general
(afecta a todas las personas por igual), típico (inherente al servicio público en cuestión)
y socialmente no tolerado. Por ejemplo, en relación con el servicio público de trans-
porte urbano se puede decir que el riesgo de accidente de tráfico es general, típico y
socialmente no tolerado; en cambio, el riesgo de secuestro o atentado terrorista no es
un riesgo típico, creado por la Administración al establecer el servicio de transporte ur-
bano. Por tanto, si un vehículo del servicio público de transporte urbano es objeto de
un atentado y un usuario sufre daños, la Administración no sería responsable (sin per-
juicio de que disponga de prestaciones asistenciales o económicas para estos casos).
Hemos visto antes que determinados daños se consideran en principio social-
mente tolerados: el ruido o molestias derivados de las obras públicas, los tropezones
involuntarios en la calle, las modificaciones del tráfico con ocasión de fiestas popula-
res, etc. La teoría de la imputación objetiva matiza el planteamiento anterior de la irres-
ponsabilidad administrativa respecto a aquellas molestias, fruto de la vida en sociedad,
que rebasan el umbral de lo tolerable ordinariamente. Las molestias que ocasionan las
obras efectuadas en nuestra calle quedan compensadas por el beneficio más o menos
directo que obtendremos cuando estén arregladas: una mejor canalización, un mejor
pavimento, el acceso o mejora de infraestructuras básicas, etc. (criterio sacrificio-be-
neficio). En cambio, cuando las molestias ocasionadas, por ejemplo, duran mucho más
tiempo de lo ordinario, aquellas pueden exceder la relación entre sacrificio y ventajas
esperadas que, en condiciones semejantes, obtienen otros ciudadanos (criterio del sa-
crificio especial). Si la implantación del servicio o la infraestructura causa a unos parti-
culares unos perjuicios individualizados superiores a los ocasionados en circunstancias
normales a otros particulares (por ejemplo, se abre la zanja y se deja sin cerrar durante
un período prolongado de tiempo, lo que impide o dificulta el acceso al negocio de un
particular), ese sacrificio especial puede considerarse antijurídico.
— En segundo lugar, el riesgo típico tiene que haberse materializado en el resultado da-
ñoso: así, en el ejemplo anterior, el vehículo de transporte público urbano ha tenido un
accidente de tráfico.
La legislación no acoge ninguna teoría, por lo que la jurisprudencia puede, según las cir-
cunstancias, decantarse por una u otra con cierta libertad, lo que tiene evidentes implicacio-
nes prácticas, pues en unos casos se podrá incluir, y en otros excluir, la concreta actividad
administrativa como causa del daño.
A veces, no es la Administración la que produce el daño al particular, sino un tercero que
está bajo la tutela de la Administración (un preso a otro preso, un enfermo interno en un psi-
quiátrico a otro interno o a un tercero, de visita o que está fuera en las inmediaciones del
centro). En estos casos se considera que la Administración asume una posición de garante
respecto a las personas que se encuentran bajo su tutela (presos, enfermos) y, por tanto,
responde de los daños causados por esas personas y a esas personas. En realidad, es la Ad-
ministración la que crea un riesgo típico, general y socialmente no tolerado, al privar de liber-
tad a esas personas e internarlas en centros de especiales características, en los cuales sus
movimientos están restringidos y deben convivir con otras personas que pueden ser a su
vez peligrosas. No obstante, la jurisprudencia descarta la responsabilidad administrativa si el
preso se evade de la prisión, queda fuera de la tutela administrativa y comete nuevos actos
delictivos que causan daños a terceras personas.
Los hechos exteriores a la actividad administrativa (la fuerza mayor, la culpa de la víctima
o de un tercero) pueden condicionar, matizar o excluir la relación de causalidad. La fuerza
mayor, por definición, excluye la relación de causalidad. Respecto a los otros dos hechos ex-
teriores, hay tres posibilidades en pura lógica (relevancia absoluta, relevancia parcial e irre-
levancia), de forma que se puede tanto mantener intacta la responsabilidad plena de la Ad-
ministración como excluirla o atenuarla, repartiendo las culpas entre la Administración y la
víctima, o la Administración y un tercero. En caso de culpa compartida, habrá que evaluar la
contribución de cada causa al resultado dañoso producido. Los daños que sufren los particu-
lares durante los festejos populares (vaquillas, fuegos artificiales, etc.) son un ámbito típico
para la discusión sobre quién debe asumir su responsabilidad, si la Administración que orga-
niza el festejo o el particular que asiste como espectador o participa en ellos: la casuística es
grande, la clave estará en la apreciación de la relación de causalidad.
Desde 1999 no son indemnizables «los daños que se deriven de hechos o circunstancias
que no se hubieran podido prever o evitar según el estado de los conocimientos de la cien-
cia o de la técnica existentes en el momento de producción de aquellos» (antiguo art. 141.1
LRJPAC, hoy art. 34.1 LRJSP). Esta exclusión de los llamados «riesgos del desarrollo» se
aplica, por ejemplo, a los daños producidos en transfusiones de sangre por contagio de SIDA
o hepatitis en un momento en que todavía no se conocía la enfermedad o su forma de trans-
misión. La exclusión de la responsabilidad patrimonial de la Administración no excluye, como
precisa el art. 34.1 LRJSP, la previsión de prestaciones asistenciales o económicas para los
afectados en estos casos.
2.3. El daño
La regulación española parte del principio de que, quien responde directamente por los da-
ños y perjuicios causados a los particulares por las autoridades y el personal al servicio de
las Administraciones públicas, es siempre la Administración, y de que los particulares exigi-
rán directamente a la Administración pública correspondiente la indemnización en cuestión
(art. 36.1 LRJSP). Esta regla es una garantía del particular: por un lado, no tiene que iden-
tificar al empleado supuestamente responsable ni que demostrar que este ha obrado inco-
rrectamente; por otro lado, tiene la seguridad de que la Administración cuenta con recursos
económicos suficientes para satisfacer la indemnización. Las únicas excepciones son, por
un lado, los daños causados por el empleado público fuera del ejercicio de sus funciones
(por ejemplo, accidente de tráfico o daños en el marco de las relaciones de vecindad), donde
lo que falla es la posibilidad de imputar el resultado a la propia Administración, y, por otro, la
responsabilidad civil derivada del delito, ya que solo las personas físicas responden penal-
mente y, aunque modernamente, en determinados casos, también algunas personas jurídi-
co-privadas responden penalmente, nunca las personas jurídico-públicas.
Con posterioridad, cuando la Administración correspondiente haya indemnizado a los le-
sionados, exigirá de oficio de sus autoridades y demás personal a su servicio la responsabi-
lidad en que hubieran incurrido por dolo o culpa o negligencia graves, previa instrucción del
procedimiento reglamentariamente establecido (art. 36.2 LRJSP). Esto no es una facultad,
sino una obligación de la Administración.
Mientras la Administración responde ante el particular de forma objetiva (por el daño anti-
jurídico causado), las autoridades y el personal al servicio de las Administraciones responden
solo de forma subjetiva y además cualificada: solo por dolo o culpa o negligencia graves. De
ello se extraen dos consecuencias importantes:
— Por un lado, como la culpa o negligencia leves no dan lugar a responsabilidad ante la
Administración, esto significa una cierta tolerancia o deferencia con respecto a las au-
toridades y empleados públicos, de forma que estos no estén coartados o intimidados