Tesis Carolina Forero

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Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Estudios Musicales

Proyecto de Grado

MUSICAR EN LA TERCERA EDAD DENTRO


DE LA FUNDACIÓN LA MANUELITA EN EL
MUNICIPIO CAJICÁ, COLOMBIA

CAROLINA FORERO DUARTE


Directora del Proyecto: Beatriz Serna.

Bogotá D.C., 2018

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TABLA DE CONTENIDO

INTRODUCCIÓN 3
JUSTIFICACIÓN Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA 4
Objetivos 6
MARCO TEÓRICO 6
ESTADO DEL ARTE 8
METODOLOGÍA 11
Descripción del proceso de crecimiento 12
Etapa 1 13
Etapa 2 16
Etapa 3 23
ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS 26
1. Pilar afectivo 27
a. Gestos de agradecimiento 29
b. Conexiones profundas 29
c. Vulnerabilidad y exposición 30
2. Experiencias de disfrute 31
a. El placer al musicar 32
b. Placer al jugar 33
c. Conexiones musicales profundas 34
3. Transformación musical 36
a. Apreciación musical 36
b. Corporalidad Musical 37
c. Acercamiento hacia la música 39
4. El individuo y el grupo 39
a. Rol individual 40
Augusto Buitrago 42
Luz Mejía de García 43
Olga Lamprea 45
Blanca Galindo 47
María Dolores García 48
Florentina Guerra 50
Lucía Gaviria 52
Gilma Niño 53
b. Rol y avance del grupo 55
c. Mi proceso de crecimiento y mi rol dentro del grupo 58
CONCLUSIONES 60
ANEXOS 64
BIBLIOGRAFÍA 73

2
INTRODUCCIÓN
Con este grupo de pacientes escogido en la Fundación La Manuelita mi objetivo principal ha sido el
aprender a establecer un entorno con las herramientas adecuadas para propiciar experiencias
trascendentales por medio de una rama artística inherente al ser humano, La música.

Dentro de mi carrera como estudiante de música con énfasis en pedagogía, me he preguntado por
una manera diferente de enseñar. La razón por la cual siempre me he preguntado todo esto, es
porque mi manera de aprender durante los procesos académicos ha sido lenta y demandante en
cuanto a mi ritmo de asimilación del conocimiento. Las veces que más recuerdo conocimientos
interiorizados habiendo estado en el colegio o universidad siempre van ligados al disfrute y al
afecto; a una experiencia placentera que me permitió un aprendizaje más fluido. De lo que jamás
me olvido es de las personas que estuvieron acompañándome en cada uno de mis procesos del
aprendizaje. Todos estos han sido meros pensamientos comprobados por lo vivido generando más
curiosidad aún de cómo aprende el ser humano y si existen formas alternas para estudiantes que se
distraen fácilmente y tienden a sentir no encajar dentro del universo académico (que suele ser hoy
en día un grupo cada vez más numeroso). Al escoger estudiar pedagogía estuvo siempre presente un
gusto por lo cualitativo, lo musical, lo didáctico, lo procesual, lo significativo y lo personal. Mi
primer contacto con la tercera edad comenzó desde la niñez creciendo con mis abuelos. Con ellos
tuve la oportunidad de observar cómo vivían el mundo disfrutando el hoy y el ahora, porque nunca
se sabía cuándo iba a ser el último momento. Ligandolo con el afecto mutuo aprendí muchas cosas
más con ellos que en el colegio.
Más adelante durante el final de la primaria y comienzos del bachillerato visité con el colegio
diversos geriátricos y comencé a notar mi conexión con esta etapa de la vida que en mi concepto es
contemplativa y da prioridad a la experiencia. Mientras pasaba el tiempo con ellos noté que no era
tan diverso o abundante el público interesado, siendo esta una etapa que no estaba establecida con
estándares educativos marcados como en otros períodos del ciclo de la vida: comenzando con la
niñez y adolescencia en donde se asiste al colegio y a la universidad. Llegando finalmente a la
adultez en donde está la posibilidad de realizar estudios superiores, maestrías y doctorados o
procesos de experiencia adaptados. Ya dentro de mi estadía en la universidad noté que los
estándares del colegio hicieron preguntarme rebeldemente acerca de si existe una manera diferente,
no estandarizada y adecuada de enseñar.

Llegando al final de mis prácticas dentro del pregrado con énfasis en pedagogía, escogí esta ocasión
trabajar con tercera edad sabiendo que había empatía y conexión pero debido a mi interés
específico, no tenía ni la más mínima percepción práctica para trabajar con ellos. Me encontré con
La Fundación La Manuelita en Cajicá que por fortuna estuvieron profundamente interesados en
realizar un convenio con la Universidad Javeriana y todos los estudiantes interesados en esta
población. Es una casa grande que lleva más de cien años funcionando activamente y cuenta con
cuarenta pacientes aproximadamente en su mayoría mujeres, con diversos estados de salud. Estando
una vez dentro de La Manuelita me encontré enfrentándome a mí misma y a grandes desafíos:
¿Sería capaz de guiar a los abuelos a tener una experiencia musical especial que los conectara con
ellos mismos contribuyendo a su sentido de vida entablando una relación de afecto, cariño y
respeto? ¿Sería capaz de realizar mi trabajo de investigación acerca de ellos? ¿Podría comprender y
explicar las relaciones interpersonales que se presentan entre nosotras y la manera cómo estas
relaciones intervienen con el quehacer musical? La respuesta tardó varias semanas en llegar.
Después de unos comienzos difíciles en donde carecía de ideas para lograr mis objetivos en la

3
práctica y poca idea tenía del repertorio de su época para comenzar a hacer música con ellos,
comenzó a despegar este interesante viaje.

Mi inmersión dentro la Fundación La Manuelita me permitió tener conexiones afectivas fuertes con
las abuelas, las cuidadoras y organizadoras que me ayudaron a entender las complejidades del ser,
motivándome cada vez más a descubrir y aprender dentro del aula de clase. Aún así con el
fallecimiento de una de mis estudiantes al comienzo de las sesiones, comprendí lo efímero que la
experiencia se convierte, siendo ella parte de un desarrollo en donde lo más importante ocurre en el
hoy y en el ahora. La proporción del análisis de esta investigación junto con el panorama
investigativo actual acerca de la tercera edad irá en el curso de las páginas de forma que el lector
pueda recorrer de cierta manera lo que he vivido y lo construido dentro del ámbito musical y
pedagógico. Al atravesar a las puertas de La Manuelita, traté de tener presente sesión a sesión la
admiración por la vida misma y el disfrute siendo la música un pretexto para lo que todavía se sigue
descubriendo de manera holística: nosotros mismos.

JUSTIFICACIÓN Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

Como anteriormente se mencionaba, la tercera edad es una población a la que necesita atención en
cuanto al diseño de proyectos, programas o cursos dirigidos específicamente para sus condiciones
proporcionando aprendizaje, desarrollo y disfrute. El tipo de intervención dirigida a la tercera edad
que sí he observado en este tipo de fundaciones, son las asistencias por parte de voluntarios que
realizan actividades una vez a la semana pero desafortunadamente (no en todos los casos) debido a
que son proyectos voluntarios, generalmente suelen ser por el tiempo que disponga el mismo y
suelen ser procesos experienciales intermitentes. Por ejemplo los martes en la fundación asiste un
profesor de música que toca la guitarra y los pacientes cantan las canciones favoritas de su época
con él. Aún con este tipo de ayudas voluntarias, dentro de este escenario he observado que en
geriátricos desde pequeña socialmente he percibido que se sigue teniendo la percepción de estos
entornos como lugares solitarios, de reposo y estaticidad. Normalmente los hijos adultos
comprenden que el pariente ya llegando a la vejez dejará de ser funcional y productivo dentro de la
sociedad y es entonces cuando optan por enviarlo a un geriátrico o ancianato supervisado para que
estén al tanto de sus cuidados personales y que sea el lugar de fallecimiento en algún momento. Se
tiene la idea de que en la tercera edad deja de haber desarrollo y comienza a presentarse un
importante declive en las funciones vitales que conduce progresivamente a la muerte.

Así mismo, con el paso del tiempo comencé a pensar si en otros países el imaginario colectivo en
términos de la manera como se ve, se percibe y por consecuencia como se interviene al adulto
mayor sigue siendo similar. ¿Cómo cambiaría nuestra conducta hacia esta etapa humana si los
percibieramos como seres aún capaces de fabricar nuevas neuronas para seguir aprendiendo,
creando y cultivando el espíritu artístico? ¿Cómo se comportarían ellos mismos al verse capaces?
Diversos métodos de enseñanza musical le apuntan a un público más jóven, porque su mente es más
moldeable aprendiendolo todo a gran velocidad y están en el comienzo de su desarrollo inicial para
comenzar a ser funcionales dentro de la sociedad. En el libro “ Desarrollo del adulto mayor y vejez
en un mundo cambiante” (Papalia, Sterns, Feldman, Camp, 2009) habla de que en antiguas culturas
como Japón los ancianos tienen un alto estatus y una utilidad dentro de la sociedad. Por ejemplo, en
ciertas ocasiones como cuando se celebran aniversarios de cincuenta o sesenta años de edad se les
da un chaleco rojo como símbolo de un renacimiento a una fase avanzada y honorable de vida. Pero
en occidente las palabras que describen al adulto mayor, connotan fragilidad física, incompetencia o
pérdida de atractivo. A los adultos mayores se les llama “adultos en plenitud” “los de la edad
dorada”, “añejos” “dotados cronológicamente” entre otros. Tales descripciones acerca de los
ancianos connota la discriminación colectiva por motivos de la edad. Se dice que esta

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actitud discriminatoria surge de un temor profundo y marcado por envejecer, de una necesidad de
distanciarse de uno mismo de los ancianos y del propio yo en el futuro. Los medios de
comunicación están llenos de estos estereotipos y se comienzan a desplegar fenómenos que
resienten nuestra manera de intervenir como sociedad al adulto mayor. Es así como ambas figuras
comienzan segregar al viejo de la sociedad. Los familiares lo necesitan, el abuelo lo comienza a ver
pertinente y el sistema de estructura social apoya aquél impulso )”(Papaila, Sterns, Feldman y
Camp, 2009)

Lo que más me llama la atención es que el mismo paciente está programado culturalmente para
saber que su futuro será incierto, estático y a la espera su muerte. El asunto se convierte más
preocupante cuando se evidencia que esta situación afecta también a los adultos de edad media.
Durante este período, se comienza a experimentar ansiedad debido a los cambios que física y
hormonalmente comienzan a tener teniendo en cuenta la falta de atractivo, que se presenta
principalmente en las mujeres. Se extiende hasta llegar a la tercera edad y el adulto mayor
comprende claramente su manera de ser visto en la sociedad, su labor también, asumiéndola y
haciendo algo al respecto. Cuando comencé a trabajar en la Fundación La Manuelita, una de las
pacientes me contó que ella venía al establecimiento porque venía a esperar para fallecer en ese
lugar. Hay que tener en cuenta que algunos de los pacientes que ingresan duran más de 10 años allí
a esperar su fallecimiento. Y entonces, durante sus diez años de espera se pierde la búsqueda de
nuevos retos, creaciones, entre otros. El sentido comienza a pertenecer a una espera en extremo
larga, emocionalmente cargada y en lo absoluto llevadera. En mi concepto en diez años de vida
ocurre un gran número de procesos de desarrollo personales como en la sociedad. Dejar nuestra
existencia a disposición de lugar en donde se hace cargo del cuidado básico durante la módica suma
de diez años (en algunos casos más años) en una larga espera sin ninguna utilidad u objeto, lo
considero completamente irracional, pero culturalmente es una realidad usual y se piensa como
normal.

Sin embargo, la visión no es del todo negativa. Existen diversas herramientas que pueden ayudar a
la construcción de procesos experienciales de desarrollo en el adulto mayor como lo son las
diversas ramas de las artes que acogen a la expresión emocional, a la terapia ocupacional y muchas
otras estrategias más. Dentro de la disciplina musical, existe la poderosa herramienta del disfrute y
el musicar (Small, 1998) que como consecuencia intensifica la terapia de digerir estos cambios
emocionales en la tercera edad activando diversos lugares del cerebro y la estimulación de la
expresión artística que permite ser una poderosa herramienta generadora de aprendizaje aún a los
setenta, ochenta y noventa años. Vale la pena resaltar la potenciación de estas herramientas cuando
se junta con el valioso poder que la emocionalidad y el afecto tienen. Teniendo como resultado en
los pacientes un aprendizaje significativo con grandes impactos en la memoria y la retención de
nuevos conceptos. Kenneth E. Bruscia en su libro “Modelos de improvisación en Musicoterapia”
afirma: “Con los años, las neuronas disminuyen, pero aumentan sus interconexiones y las
emociones intensifican dicha red” (Bruscia, 2011, p 77). Más aún, Bruscia nos abre un nuevo
panorama con los hallazgos recientes de las investigaciones neurológicas en adultos en la tercera
edad:“ Hemos descubierto que las personas fabrican nuevas neuronas continuamente en la edad
adulta. Se solía creer que dejábamos de crear neuronas a los dos o tres años de edad. Pero ahora
sabemos que con sesenta, setenta u ochenta años, estamos fabricando nuevas neuronas en el
hipocampo” (Bruscia 2011).

Todo lo anterior para demostrar que ha habido un cambio gracias a los hallazgos médicos acerca del
desarrollo neuronal que proporciona el aprendizaje aún en etapas como la tercera edad en donde se
creía que no solo no había desarrollo sino al deterioro. Teniendo estos nuevos cambios y la
perspectiva de culturas con otras maneras de entender al adulto mayor, nuestra manera de pensar la
tercera edad y de intervenir puede comenzar el reto del cambio. Desde nuestras disciplinas, la

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tercera edad sin duda puede llegar a ser un público más recurrente para proporcionarle hallazgos y
nuevas perspectivas que conduzcan al cambio. Y considero que desde mi interés personal acerca de
esta etapa de vida, puedo comenzar a dar el primer paso para lograr pequeños cambios en la manera
como es reflejado el nuevo escenario del adulto mayor. Diversas acciones que pueden ir desde el
trabajo del adulto mayor dentro de poblaciones pequeñas hasta el diseño e implementación de
procesos educativos didácticos y especializados en donde pueda ofrecerse al adulto mayor, no solo
el fortalecimiento de su estado mental de manera terapéutica que viene siendo un derecho necesario
y básico tanto para ellos como lo puede ser para un infante o adolescente, sino para concebir la
posibilidad de una etapa en donde el aprendizaje y las experiencias significativas sean parte del
nuevo sentido a su vida.

Para concluir, el problema de raíz ataca a una falta de recursos metodológicos dentro de la
disciplina pedagógica que nos permitan intervenir a un trabajo de transformación y desarrollo
personal en donde en mi concepto las disciplinas artísticas tienen un poderoso campo de acción.
Vale la pena aclarar que deben ser acciones diferentes a voluntariados y obras de caridad. El adulto
mayor cada vez más necesita un plan de acción pertinente para que esté en disposición de encontrar
el mismo sentido de vida que tenía treinta años antes.

Objetivos

• Objetivo Principal: Establecer un entorno de disfrute con un grupo de la tercera edad de la


Fundación La Manuelita en donde mi herramienta para lograrlo será la música.
• Objetivos específicos: Diseñar estrategias pedagógicas artísticas que me permitan llegar a
una experiencia musical más profunda y conectada con la musicalidad evaluando su
efectividad. Generar un entorno de disfrute y aprendizaje con herramientas artísticas como
la música, el juego, la expresión corporal y del dibujo para este grupo específico de
personas de la tercera edad.

MARCO TEÓRICO

“A menudo es necesario crear una definición que se ajuste a las demandas de la situación”
(Bruscia, 2011).

Dentro de esta investigación será necesario tener en cuenta la definición de tres conceptos
relacionados que son relevantes en esta investigación. Tercera edad o vejez, aprendizaje y musicar.

El concepto de vejez se entrelaza con tres períodos de la adultez: “La delimitación de períodos de
ciclo de vida varía con respecto a diferentes épocas y las diversas sociedades. Sin embargo,
técnicamente se divide en tres períodos: adultez jóven (aproximadamente entre 20 y 40 años de
edad), adultez media (de 40 a 60 años de edad) y adultez tardía o vejez (65 años o más)”(Papaila,
Sterns, Feldman y Camp, 2009). Vale la pena aclarar que gracias a lo que he podido observar en
mis trabajos de campo con los pacientes y también como se menciona en el mismo libro de Adulto
mayor y vejez, los períodos de la adultez (adultez jóven, media y tardía) se delimitan de manera un
tanto arbitraria, debido a que la edad cronológica no necesariamente es un indicador de la edad
funcional. La edad funcional tiene tres dimensiones: biológica, psicológica y social y las anteriores
no necesariamente están sincronizadas. Lo mencionado anteriormente tiene que ver con la manera
de salir del paradigma generalizado de cada etapa cronológica que atraviesa un adulto mayor.
Varios aspectos del desarrollo o declive del mismo pueden ser interferidos por una condición
cultural como la de occidente que afecta emocionalmente y contribuye a generar enfermedades

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degenerativas gracias a la depresión o ansiedad que esta misma etapa sugiere dentro de la sociedad.
Debido a esto, me surgió un interés por buscar las medidas que se han tomado al respecto en
diversas disciplinas de occidente para hacer llevadero este momento en la vida que atraviesa la
tercera edad. Y me encontré con el campo de la medicina ocupacional. De cierta forma, este interés
por la ocupación en general que se cumple en otras etapas vitales del ser humano se detiene de
repente cuando se atraviesa la etapa de la tercera edad. Una de las causas de la depresión en adultos
mayores es debido a que dejan de ocuparse de las cosas, dejan de hacer lo que antes en etapas
anteriores los tenía tan activos. Y precisamente la terapia ocupacional se encargan de hacer
tolerable esta etapa de la vida. Bolaños en su libro Actividades para el cuidado de la salud con
Adultos Mayores desde la perspectiva de la Terapia Ocupacional, clarifica la realidad emocional
que afronta el adulto mayor y la importancia de la realización personal por medio de la ocupación.
“Terapia ocupacional: Hacer por hacer, hacer lo que sea y pasar el tiempo; nada más alejado de
una realidad mal entendida, pues tenemos la creencia equivocada de que ocuparse es cosa
irrelevante. Nuestro cuerpo, mente y espíritu están hechos para moverse; seguir y andar, sólo se
“acaba hasta que se acaba”, pero es muy común haber terminado antes”(Bolaños y Galicia,
2010). De esta forma no sólo el hecho de ocupar la mente para antes de nuestra partida, sino
agregarle disciplinas artísticas como la música en esta y en todas las etapas bajo cualquier condición
humana, es significativa generando cambios poderosos en pacientes con Demencia, Alzheimer y
Parkinson.

Dentro de mi investigación se abordará una experiencia emocional por medio del juego y el musicar
buscando un aprendizaje holístico en el adulto mayor. Según Klein el aprendizaje es definido como
un cambio relativamente permanente en el potencial del comportamiento que resulta de la
experiencia (Klein 2012). En el ámbito psicológico, Stuart Brown, menciona que lo que se aprende,
no necesariamente tiene que ser correcto (nosotros aprendemos malos hábitos así como también los
buenos hábitos). Debe ser consciente o deliberado (una de las ventajas de ser entrenado en una
habilidad es que nos hace conscientes de errores que nosotros inconscientemente aprendimos a
hacer) y no implica ningún acto manifiesto (actitudes y emociones pueden ser aprendidas así como
el conocimiento y las habilidades) (Brown, 1972). De algún modo si el aprendizaje es adaptable
para que el ser humano pueda sobrevivir, es entonces tan propio para la vejez como de la niñez y la
adultez. De esta manera el aprendizaje va de la mano de cualquier etapa de desarrollo del ser
humano. Son condiciones para su supervivencia.

Por otro lado, consideré pertinente contemplar la música desde la disciplina de la psicología antes e
tener en cuenta el musicar. David Hargreaves en su libro “Música y desarrollo psicológico” analiza
la psicología de la respuesta humana ante la música y su conexión con las disciplinas a tratar en esta
investigación (medicina, música, pedagogía). El hecho de contemplar el ámbito psicológico, me
pone como estudiante en la responsabilidad de considerar varios aspectos a la hora de tratar con un
público como la tercera edad. Hargreaves en su libro habla acerca de lo que se evalúa cuando se
habla de la psicología de la música. “La psicología de la música estimula a una revisión de la
naturaleza de la respuesta humana a la música (.....) La variable esencial que distingue a la psico-
musicología de muchas otras áreas es el contexto: las dimensiones sensoriales, estructurales y
expresivas que contribuyen a un evento musical” (Hargreaves, 2002). Esta perspectiva, es
pertinente para la comprensión del poder que la música tiene desde la perspectiva psicológica. La
necesidad de las dimensiones sensoriales para un buen estado cognitivo son esenciales siendo éstas
características naturales presentes en la música. Para finalizar, considero pertinente exponer lo que
para mí es la razón por la cual un ser humano aprende, ama, desarrolla, aplica y recuerda el
conocimiento musical: el musicar. El término musicar es un concepto introducido por el
Neozelandés Christopher Small, músico, educador, escritor de influyentes libros en el campo de la
musicología, sociología y la etnomusicología. En su libro “Musicking: The meanings of
performing and listening”, Small se pregunta acerca de lo que es la música y su significado.

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Concluye que la música no es término para describir una cosa sino una actividad que transcurre en
el tiempo. El aparente concepto de la música es una abstracción de la acción. El considera que así el
concepto y palabra música sea tan antiguo como la humanidad, este hecho de tener que abstraer el
hacer musical, ha significado una gran consecuencia en nuestra manera de entenderla
inconscientemente. El expone el siguiente ejemplo concibiendo difícilmente el significado del amor
o el odio sin imaginar la acción de amar u odiar. Small considera que la música, el amor, el odio y
demás conceptos similares están dentro de la trampa de la “cosificación”. Si no existe algo como la
música, entonces preguntarse el significado de la música no tiene una respuesta posible. El
concepto del musicar hace una invitación al músico de academia que a ratos suele olvidar los
principios y bondades de la misma disciplina cuando se “cosifica” la música. El musicar transforma
la idea de pertenecer a la música en donde el placer no sólo recae en el oyente sino también en el
intérprete, en donde la música va más allá ser incisivos con nuestros estudiantes para que aprendan
a leer notas a la perfección y ejecutar lo que hay en la partitura sino que también se fija en el
aspecto del crear y disfrutar. El musicar también es interactuar entre los oyentes e intérpretes
cuando se deja de ser un público que solo escucha y no considera que no hace parte de la música. El
musicar reside en toda experiencia musical y eso incluye el compartir y hacer parte de ella. Es así
como un acto de disfrute y experiencia musical deja de ser excluyente y se convierte en un mundo
para explorar también para personas que jamás han tenido contacto con la música o no han tenido
bases en educación musical. El hacer y escuchar música tiene que ver con lo que el filósofo
Emanuel Kant llamaba “La contemplación desinteresada” y sus cualidades inherentes, en donde
cada persona puede tener un acercamiento genuino sin necesidad a tener que pertenecer a algún
ritual, o grupo con creencias sociales. La música siempre ha sido de todos y para todos, y se ha
convertido en un mito que la música es para unos pocos privilegiados que interpretan o componen
música virtuosa y los demás se sientan a escuchar sin entender o hacer parte emocionalmente del
discurso musical. La música es una herramienta de expresión y vivencia de todos sin tener que
estudiar una carrera musical o haber estado en un conservatorio para hacer música. Según Small, en
su libro habla sobre las personas que hacen música, que cantan, crean y bailan la experiencia de
sentir y disfrutar en el quehacer musical. El musicar es hacer parte de cualquier capacidad musical:
ya sea interpretando, bailando, ensayando, practicando, oyendo o teniendo cualquier tipo de
acercamiento hacia la música. En conclusión Small plantea una experiencia de trascendencia que
obedece al disfrute genuino dentro del que hacer musical.

La definición de estos conceptos integrados se convierten necesarios para la comprensión de la


naturaleza de la población a tratar. Ideales en conclusión para encontrar las herramientas
facilitadoras del aprendizaje y la experiencia emocional. De la misma manera, entender el
significado y características del aprendizaje, musicar y tercera edad permiten el replantear la forma
en que se pueda intervenir desde la óptica disciplinar. Por último, considero que el ámbito
pedagógico en la actualidad puede participar en la unión de diversas disciplinas para potenciar
nuevas herramientas que promuevan el entendimiento de diversas formas no sólo con la tercera
edad, sino también con más etapas de vida. En el ámbito de la geriatría se tiene un gran potencial
para comenzar con pequeños cambios incitando a nuevas alternativas para su evolución cultural y
pedagógica así como ocurre en otras etapas de la vida (Small, 1998).

ESTADO DEL ARTE


Se han encontrado estudios en diversas disciplinas que a mi concepto se deben unir para generar un
desarrollo completo y pertinente en la tercera edad: la música, la pedagogía y la medicina

Un hallazgo pertinente para continuar con mi investigación en la rama medicinal, ocurre en


Barcelona. Jordi A. Jauset Berrocal, ha realizado estudios comprobando los impactos de la música

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en el cerebro y los diversos hallazgos de las capacidades del mismo. Uno de ellos es la
neurogénesis, en donde se comprueba la fabricación neuronal incluso en edades avanzadas. “Hemos
descubierto que las personas fabrican nuevas neuronas continuamente en la edad adulta. Se solía
creer que dejábamos de crear neuronas a los dos o tres años de edad. Pero ahora sabemos que con
sesenta, setenta u ochenta años estamos fabricando nuevas neuronas en el hipocampo”(Jauset,
2008). Este poderoso descubrimiento es clave para entender la nueva visión de capacidades
cerebrales que se pueden tener en la tercera edad. Así mismo, dentro de la investigación neuronal se
une el elemento esencial que estimula la neurogénesis: el nacimiento de nuevas
neuronas provocado por la estimulación cognitiva.

“Nuevas neuronas podrían estar influenciadas por las actividades cognitivas de un modo no
demasiado distinto a como el crecimiento del músculo se ve influido por el ejercicio físico. Además
a través de la vida, las actividades estimulantes promueven el crecimiento de nuevas conexiones
neuronales y parecen ser un fuerte estimulante en el desarrollo de estas nuevas neuronas”
(Jauset,2008).

No sólo la estimulación cognitiva es la que provoca la neurogénesis sino que también tiene un gran
impacto en la compensación de las enfermedades degenerativas: “Lo que señala que el ejercicio
cognitivo aumenta la tasa de aparición de nuevas neuronas en un gran número de estructuras
cerebrales (....) Los efectos de una estimulación cognitiva vigorosa parecen compensar y anular los
efectos perjudiciales del envejecimiento, quizás en un grado notable” (Jauset, 2008). Dentro del
estado del arte la aparición de la neurogénesis evidencia el comienzo de un cambio en la forma
como se debe ver la tercera edad y si seguimos encontrando con la ayuda de otras disciplinas más
hallazgos, la evolución en cuanto a nuestra manera de pensar y actuar frente a esta problemática
será significativa. A su vez la necesidad de las dimensiones sensoriales para un buen estado
cognitivo son esenciales siendo éstas características naturales presentes en la música. Así como
Berrocal comentaba la importancia del ejercicio físico para establecer la neurogénesis, la música
debido a su naturaleza se convierte también en facilitadora de la neurogénesis teniendo esta que ver
con la estimulación sensorial ligada a la cognitiva. De esta forma, esta perspectiva psicológica se
torna crucial al contemplarla dentro de una disciplina siendo una herramienta para comprender con
claridad los impactos que la música tiene en todas las dimensiones del ser humano y de qué manera
se liga al concepto de la neurogénesis.

A continuación presentaré tres hallazgos que son pertinentes para mi investigación porque me
permiten comprender, desde su escenario actual, la importancia de la ocupación dentro de este
escenario y del desarrollo sumado a lo anterior para la tercera edad (Y para cualquier etapa vital que
atraviese el ser humano).

En primera instancia, escogí el hallazgo que mejor describe la situación que viven los adultos
mayores actualmente junto con sus familias y las entidades geriátricas que los acogen y es en
México, en donde Jimmy Carter en su libro Desarrollo del adulto y la Vejez menciona la aparición
del “Retiro Forzado” (Carter, 2009). Este término habla de que la manera como se piensa y se hace
algo al respecto con la tercera edad culturalmente se debe a la estructura de vida estándar de
sociedades industrializadas como esta. Y así los jóvenes tienen la realidad de ser estudiantes; los
adultos jóvenes y personas de la adultez media son predominantemente trabajadores y por último
los adultos mayores organizan su vida en torno a su jubilación y ocio desplazándose del sistema
social en donde dejan de ser funcionales para los demás (Papaila, Sterns, Feldman y Camp, 2009).

En este libro se cita a Matilda Riley, quien formula preguntas interesantes al respecto: ”Después de
todo, ¿Tiene sentido gastar casi un tercio de la vida adulta en el retiro? ¿O acumular más trabajo
en los ocupados años de la adultez media? ¿O etiquetar como “muy viejo” a personas tan jóvenes

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como de 55 años que quieren trabajar? ¿Tiene sentido suponer que (...) los ancianos físicamente
capaces, un estimado de 40 millones en el próximo siglo, deben esperar mejor apoyo de la sociedad
que de lo que aportan a la sociedad? Seguramente, ¡algo tendrá que cambiar!” (Papaila, Sterns,
Feldman y Camp, 2009). Este concepto me ayuda a comprender la importancia de las acciones que
se tomen a partir de ahora junto con la ayuda de diversas disciplinas para contrarrestar este
fenómeno social debido a la estructura de vida instalada.

Por otro lado, Oliver Sacks en su libro “Musicophilia” trabaja con diversos escenarios cognitivos
afectados por sindromes y enfermedades que nublan su sistema cognitivo y resalta el papel de la
música en su desarrollo. “El objetivo de la musicoterapia en personas con demencia, es mucho más
amplio- Busca la dirección de las emociones, poderes cognitivos, pensamientos y memorias, del
“ser” sobreviviente del paciente para estimular estos y traerlos al primer plano. Su objetivo es
enriquecer y engrandecer la existencia, dar libertad, estabilidad, organización y concentración”
(Sacks, 2007). La importancia de estos hallazgos son vitales para comprender que la ocupación es
una de las más importantes ganancias para comenzar con la estabilidad, el aprendizaje, el orden y el
desarrollo de cualquier ser humano en cualquier etapa de vida. Es tan necesario que de cierta
manera la estructura del sistema gira entorno al trabajo que en otras palabras es una ocupación para
la subsistencia humana.

A estas investigaciones se le suma el tercer elemento: El desarrollo. Teniendo en cuenta que dentro
de este elemento se le suma una mentalidad estereotipada culturalmente. En primer lugar En
España, Melissa Mercadal junto con Patricia Martí en su Manual de Musicoterapia en Geriatrías y
Demencias han realizado estudios relacionados con esta investigación. En su libro, hablan de la
realidad de la tercera edad y acerca de cuán importante se torna su desarrollo. “Se ha comprobado
que las personas mayores tienen capacidades inherentes para el desarrollo de las habilidades
musicales, incluso pese a las limitaciones físicas y psíquicas que puedan presentar” (Mercadal y
Martí, 2008). Junto con lo anterior se puede agregar que el desarrollo del individuo implica la
existencia del tipo de vivencias y el contexto en el que se vive siendo los seres humanos
influenciados por su contexto histórico y social, no sólo reaccionando ante sus entornos físicos y
sociales sino que también interactúan con ellos y los cambian.

La escogencia de este aporte a mi investigación evidencia a mi concepto el entendimiento hacia la


unión que existe entre la ocupación y el desarrollo conformando estos, los principios necesarios
vitales para cualquier ser humano perteneciente a la niñez, adolescencia o adultez. Debo sin duda
agregar que existe dentro de metodologías musicales varias herramientas que se pueden adecuar
para potenciar el aprendizaje en la tercera edad: Dalcroze y Orff destacando de estos métodos el
énfasis que se hace al movimiento y a la apropiación de elementos musicales dentro del cuerpo,
incluyendo la Kinestesia y el dinamismo; Volviéndose éstos los métodos imprescindibles dentro de
mis prácticas con mi grupo de estudiantes. Kodaly, que como método enriquece la educación
musical desde la práctica coral incluyendo el panorama vocal junto con la práctica de repertorio
tradicional como herramienta facilitadora del aprendizaje y que tuvo una incidencia marcada en mis
estudiantes. Sin duda la variedad de bondades de todas estas disciplinas tienen un gran potencial
para estimular una experiencia significativa con el adulto mayor. Para concluir, el panorama en
cuanto a las investigaciones y aportes actuales de la tercera edad han sido pertinentes para aclarar la
realidad que se atraviesa hoy en día y los mecanismos de ayuda necesarios para tratar sus
condiciones específicas. Es importante resaltar la amplia variedad de disciplinas que se han tomado
de manera integral el re planteamiento de un plan de acción que sea por ejemplo la adaptación de
una metodología musical de enseñanza ya existente, o la formulación de una nueva. De todas
formas, es un excelente punto de partida para comenzar como estudiante a intervenir
académicamente con aportes pedagógicos al cambio positivo de mi población a estudiar.

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METODOLOGÍA
La metodología que he escogido para esta investigación es el estudio de caso. Considero que debido
a mis capacidades con respecto al tiempo y disposición a un solo escenario de adultos mayores, fué
oportuno trabajar directamente con las características del grupo escogido. El estudio de caso
pretende dar lugar al aprendizaje por medio de escenarios específicos. Esta investigación no
pretende establecer un método único para intervenir a la tercera edad, pero sí un método que
responda a las dinámicas de la población con la que pretendo trabajar. Cohen define en su libro
métodos de investigación educativa: “El investigador de estudio de casos observa las características
de una unidad individual, un niño, una clase, una escuela o una comunidad. El propósito de tal
observación es probar profundamente y analizar intensamente el fenómeno diverso que constituye
el ciclo vital de la unidad, con visión para establecer generalizaciones acerca de la más amplia
población a la que pertenece tal unidad” (Cohen, 1990). Los estudios de caso pueden proporcionar
valiosa información acerca de la personalidad y el comportamiento tanto individual como grupal
debido a que este tipos de estudios centran su atención al desarrollo y al proceso. Me centré en un
estudio de caso descriptivo en donde evidencié de forma empírica la descripción y la exploración
del “cómo” y el “por qué” de las situaciones que se vivieron en el campo de estudio escogido. Se
generó un espacio para entender la manera como se construye el conocimiento en esta población,
teniendo en cuenta que el aprendizaje será también recíproco: entre mi proceso de desarrollo
pedagógico y el proceso de aprendizaje un grupo de cuatro personas (seleccionado por mí). Esta
investigación ha durado un año teniendo en cuenta el tiempo de búsqueda informativa acerca de
esta población antes de comenzar las sesiones prácticas con ellos, trabajo de escritura y
sistematización durante y después de las sesiones prácticas que ocurrieron entre una y dos horas los
sábados de cada semana.

Contemplé tres enfoques: En primer lugar el cualitativo en donde se evidencien detalles


descriptivos en cuanto a las dinámicas generadas por la metodología de trabajo que planteo junto
con las relaciones interpersonales junto con las etapas de cambio de cada paciente y del grupo. El
diario de campo, fotografías y filmaciones serán los medios que me permitirán nutrir características
cualitativas. En segundo lugar está el enfoque experimental, que consiste en la modificación
metodológica de los juegos con el fin de buscar el disfrute y el musicar. De esta forma con esta
dimensión experimental tuve la oportunidad de indagar la manera más efectiva para llegar a una
experiencia musical que estimule el disfrute de manera guiada. Por último, el enfoque cuantitativo
en donde evidencio con un índice de desarrollo su evolución cognitiva como individuos y como
grupo. Como menciona Yin en su libro “Case Study Research”, “...El estudio de caso demuestra
que una implementación con éxito sólo ocurre cuando en la organización se halla la posibilidad de
reestructurarse a ella misma en el transcurso del tiempo en vez de continuar con el mismo proceso
de estructuración tradicional durante todo el proceso de investigación.” (Yin, 1994).

La herramientas para la recolección de datos de este estudio de caso para el enfoque cuantitativo
fueron: Tablas de evaluación cognitiva tomadas del libro de Mercadal junto con las tablas de
evaluación cognitivas que configuré para cada paciente, historia clínica, una tabla que monitoreaba
su estado actual de habilidades musicales y motoras y el índice de desarrollo cognitivo de cada
paciente. En cuanto al enfoque cualitativo el material multimedia como fotos y videos junto con la
bitácora y por último para el enfoque experimental, la configuración de los juegos y actividades que
me ayudaban a observar cambios en sus conductas y emociones frente a las mismas. A su vez esta
investigación estuvo siempre supervisada por la validación externa de mi asesora de tesis Beatriz
Serna. Como observación, debo agregar que consideré como recurso metodológico de la
investigación la opción de hacerles entrevistas filmadas y por escrito pero al observar que sus
respuestas eran poco concretas y se sentían observados llevándolos a responder un poco lo que se
“debía” decir, decidí no adjuntarlas dentro de la metodología.

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En conclusión, en esta investigación se utilizó como método el estudio de caso teniendo como
diseño metodológico una técnica mixta en donde se comprende la dimensión cualitativa y
experimental valiéndome de la bitácora, formatos de planeación de sesiones, videos, fotos y
validación externa como herramientas para la recolección de datos pertinentes para lograr saber si
logro llegar a mi hipótesis inicial y cumplir los objetivos propuestos.

Descripción del proceso de crecimiento

Decidí plasmar el proceso metodológico de investigación cronológicamente dentro de tres evidentes


etapas que considero son disímiles la una a la otra y que además se muestran los resultados de
manera procesual para poder saber si se llega o no y de qué manera a los objetivos propuestos para
esta investigación. El proceso de transformación que vivimos tanto los pacientes como yo, lo
asemejo al proceso de la metamorfosis que ocurre en las mariposas. Es un proceso de crecimiento
holístico que ocurre en distintos ámbitos de forma diferente tanto del sistema cognitivo, como el de
la dimensión emocional. La primera etapa ocurrida en la primera parte del semestre del ante
proyecto de grado, retrata el proceso de incubación generando cambios internos por el que pasa la
mariposa siendo ésta un huevo, la segunda etapa ocurrida en la segunda parte del semestre de ante
proyecto de grado, cuando sale del huevo para convertirse en un ser vivo con más movimiento en
donde sus cambios se muestran más vistosas como cuando se convierte en una larva. Por último se
mostrará la tercera etapa ocurrida en el segundo semestre, etapa del proyecto de grado que muestra
cómo logra por fin emerger de la pupa para convertirse en una mariposa fortalecida evidenciando
una culminación del desarrollo, gracias a un proceso de transformación que ocurre de manera
holística y progresiva.

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Imagen 1: proceso de metamorfosis del grupo y yo dividido por etapas.

Fuente: propia

Etapa 1

Como dicho anteriormente, en esta primera etapa quise retratar el proceso de incubación y
descubrimiento que tuve como estudiante y que los pacientes también vivieron, debido a que ambos
llevamos un proceso de adaptación y cambio colectivo movido por el afecto y la búsqueda por
experienciar nuevas cosas. En esta etapa se retrata la percepción inicial que tenía antes de comenzar
a trabajar con ellos junto con el momento en el que logro establecer mi espacio y grupo de
estudiantes. Cuando llegué a la Fundación La Manuelita tenía claro que venía a conocer un gran
número de abuelos que serían potencialmente candidatos para hacer parte de mi grupo de trabajo.

Para poder descubrir si lo lograría o no, me fuí a explorar algún espacio adecuado para hacer
música. Pude observar que había sitios inhabitados por ellos y otros por el contrario donde se
encontraban casi todos los abuelos (un total de casi treinta abuelos en la sala principal de la casa)
pero en silencio sin hablar entre ellos. Pensé en hacer una corta sesión introductoria donde me
presentaba ágilmente con cada uno preguntándole de sus gustos musicales y qué tanto quisieran
trabajar conmigo. Con un instrumento de percusión menor hecho por mí para hacer una actividad de
disociación comencé conociendo a Jorge Fresnea y a Balbina Briceño, quienes fueron los que
comenzaron a marcar mi proceso. Pude darme cuenta que para mí era imposible comunicarme con
ellos porque su nivel de escucha por motivos de su edad era absolutamente nulo y porque su
demencia estaba tan avanzada que su grado atención y concentración se había apoderado de la
ausencia que dominaba toda su experiencia conmigo. Me expresaron con gestos corporales
incipientes señales de estar entretenidos y esperanzados cuando les cantaba. Considerando el
encanto de observar una escucha activa musical inspiradora, comencé a concluir que debido a mi
poco entrenamiento con este tipo de poblaciones era difícil para mí trabajar con pacientes que no
eran funcionales y sus sistemas cognitivos estaban tan afectados que por el momento se me salía de
las manos comenzar con ellos un proceso como el que tenía en mente. Por motivos de tiempo no
alcancé a hacer sesiones personalizadas con absolutamente todos los cuarenta y cinco abuelos que

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actualmente viven en la fundación pero se me ocurrió hacer una sesión grupal con las personas que
quisieran asistir y hacer actividades musicales para observar cómo respondian a la actividad y ver a
quienes les gustaba participar. Allí pude identificar a varias abuelas que parecían ser las candidatas
adecuadas para trabajar conmigo. Es así como escogí intuitivamente a mi grupo de trabajo teniendo
en cuenta que en las siguientes sesiones la variabilidad de las personas cambió un poco, pero luego
de un tiempo se logró establecer el grupo. Florentina Guerra, María Dolores Ramirez, Blanca
Galindo, Luz Mejía de García, Lucía Gaviria, Gilma Niño, Olga Lamprea y Augusto Buitrago
fueron los principales integrantes del nuevo grupo. En cuanto al lugar de trabajo, fué escogido por
las abuelas. Era el mismo lugar de reunión para diversas actividades que realizaban con otros
voluntarios, así que fueron ellas quienes asumieron que las actividades se harían allí. Accedí para
comenzar a trabajar en un lugar que fuese de su gusto y comenzar a adaptarme para ver cómo
transcurrían las sesiones en el lugar propuesto y luego de un tiempo considerar viable o no, cambiar
de lugar de trabajo.

Imagen 2: Mapa de la sala comunal donde trabajamos

Fuente: propia. Con el tiempo se estableció una sola mesa siendo esta el “salón deactividades”. Al lado estaba la sala
comunal siempre llena de abuelos que descansaban y leían por ser el único sitio con con una mejor temperatura para
ellos.

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Imagen 3: Actividad coloreando instrumentos musicales

Fuente: propia. De izquierda a derecha: Florentina Guerra, Gilma Niño, Augusto Buitrago, Olga Lamprea, Luz Mejía de
García, María Dolores Ramírez, Lucía Gaviria y Yenny la cuidadora de Luz haciendo la actividad de colorear
instrumentos musicales.

De alguna manera con mis primeras actividades propuestas pude observar cuáles eran sus
capacidades auditivas, manuales, musicales, entre otros. Con una actividad llamada “Sopa de letras
musical” en donde debían encontrar las canciones favoritas de ellos entre las demás letras y luego
cantar la canción encontrada, notaba qué tan entretenidos estaban y el nivel de dificultad que tenía
la actividad para algunos más que para otros.

Al mismo tiempo comencé a notar cómo la disposición del grupo cambiaba cuando me movía de
ubicación. No solo la ubicación del grupo comenzó a cambiar teniendo todas puestos fijos sino
también la mía. Descubrí que debía sentarme a lado izquierdo de Gilma, quien tenía problemas
cognitivos y constantemente necesitaba ayuda, junto con Florentina quien debido a sus
complicaciones en la mano, no podía escribir. Comenzaban a emerger participaciones de todo tipo:
desde preguntas acerca de mi vida personal hasta las cantadas espontáneas de Maruja en medio de
la clase. Era un espacio donde se daba una gran acogida a la participación y a las experiencias
musicales tan personales como la de Maruja que se sabía solo una canción y cantaba exactamente la
misma una y otra vez. Pude observar también cómo rápidamente se evidenciaban las pasiones de
cada uno, como era el caso de Augusto que en vez de tachar la canción seleccionada en el Bingo
musical, se sentaba durante casi toda la clase ausentado a tachar dibujando con delicadeza una
enredadera con flores y lupa en mano (debido a sus complicaciones con la visión). Florentina en la
sopa de letras me confesó que su pasión además de hacer manualidades, eran las sopas de letras y
Olga Lamprea cuando dibujaba se podía evidenciar que lo hacía con muchísimo gusto. Todas estas
vivencias me motivaron a buscar dentro de mis cuadernos de clases de metodologías de enseñanza,

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ejercicios que hice con mis compañeras y profesores durante mi carrera, pero que no había puesto
en práctica lanzándome al campo de acción con estudiantes reales. Al finalizar este primer ciclo de
“gestación” de constante cambio y crecimiento, logré adaptarme a las condiciones del lugar de
trabajo, las personas que en su momento fueron nuevas, cultivar lazos afectivos fuertes con cada
uno de los pacientes descubriendo cada una de sus personalidades y gustos llevándome a la
búsqueda de herramientas metodológicas para fomentar aprendizaje y disfrute.

Etapa 2

Durante la segunda etapa pude vivir un proceso creativo en donde buscaba un diseño metodológico
didáctico más adecuado y “hecho a la medida” para este grupo en donde ya tenía más clara la
identidad y capacidad de cada uno de los pacientes. Esta etapa fue supremamente importante para
mi a la hora de observar los resultados de su proceso. Para esto me ayudé de los formularios que
diseñó Melissa Mercadal y Patricia Martí en su Manual de Musicoterapia en Geriatrías y
Demencias. Por mi parte me concentré en diseñar medir por medio de ocho juegos, ocho aspectos
cognitivos y emocionales: memoria reciente, praxias ideo-motoras, lenguaje, gnosias visuales,
atención, concentración, estado de ánimo y autoestima junto con la participación, interacción y
comunicación entre ellos.

Dentro de Memoria remota, se buscaba encontrar por medio de preguntas con múltiples respuestas
si el individuo recordaba los elementos de los que se hablaba y los patrones rítmicos o melódicos
tratados en la sesión. En cuanto a la memoria reciente, se buscaba saber si recordaban la consigna
dada y si recordaban los elementos de los que hablábamos en las sesiones. En cuanto a la lecto-
escritura, planeaba saber si el individuo podía leer letras y palabras, escribir, redondear o tachar las
palabras, cantar las canciones o mencionar los instrumentos de los que hablábamos y por último
explicar o expresar opiniones sobre la actividad o elemento. Luego, en las gnosias visuales,
planteaba resolver si el individuo discriminaba o reconocía palabras aparecidas en la actividad, si
ejercitaba la orientación o localización espacial, ejercitar la orientación y coordinación visuo-
motora y por último, si ejercitaban el rastreo espacial. Dentro de las praxias motoras, quería saber si
ejercitaban la motricidad fina. Además dentro del aspecto de atención, era para mí importante si
focalizaban la atención en la tarea musical y dentro de la concentración, si mantenían la atención.
En la parte del estado de ánimo y autoestima, buscaba saber si sonreía, si tenían la expresión
distendida y si hacían comentarios positivos sobre él o la actividad. Por último en el ámbito de la
participación-interacción, consideré saber si interactuaban verbalmente con compañeros/terapeutas,
si interactuaban a nivel no verbal, si expresaba opiniones, si seguía las normas del juego y si
esperaban su turno.

En cuanto a los juegos, eran los siguientes: bingo musical, sopa de letras musical, lotería musical,
crucigrama de instrumentos, juego de memoria de los instrumentos, mapa de los géneros de
Colombia y análisis lírico.

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Imagen 4: Juego de la Lotería, Juego de memoria de los instrumentos, Sopa de letras y Crucigrama

Fuente: propia

Imagen 5: Bingo Musical

Fuente: propia.

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En ese entonces me apoyé también de formatos de planeación de las sesiones que consistían en
aclarar organizadamente los juegos a trabajar junto con las instrucciones y los materiales requeridos
para realizar cada juego. Me ayudé en el comienzo de un formulario con la historia clínica
y capacidades musicales de cada uno, donde se podía medir cuantitativamente las respuestas
cognitivas de cada estudiante y evidenciar su cambio.

No puedo excluir este proceso por el cual el grupo y yo pasamos, porque sin duda con toda esta
información pude obtener un índice de desarrollo interesante que me hizo reflexionar bajo otra
óptica el proceso de transformación. Lo que aquí quise hacer a diferencia de Mercadal y Martí en su
libro Manual de Musicoterapia en Geriatrías y Demencias, fue un índice de donde se pudo ver
sesión a sesión como cada uno de los integrantes del grupo se desenvolvió con cada categoría
cognitiva. Vale la pena aclarar que cada una de las categorías de evaluación tenían un peso
porcentual diferente en donde primaban unas más que otras para poderse ver su promedio cognitivo
tal como aparece en la siguiente tabla:

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Tabla 1: porcentajes de cada aspecto cognitivo a evaluar para cada uno de los integrantes del
grupo.

Fuente: Propia

La construcción del índice consistió en tomar la respuesta de cada criterio e incorporarla. Había dos
o tres posibilidades de respuestas dependiendo la pregunta y se le puso a cada respuesta una
medición diferente. Por ejemplo, cuando realizaba el Bingo con Luz, y quería saber si recordaba de
lo que se hablaba, debía seleccionar entre tres posibles respuestas: “sí” que tenía el valor de 1, “con
dificultad” el valor de 0,5 y “no” el valor de -1. Si Luz no recordaba, el índice registraba el -1 y
registraba también los otros criterios durante el tiempo logrando una línea con distintas curvas que
dibujaba su desarrollo con base en las respuestas seleccionadas basadas en mi observación. La

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consecuencia es que el índice comenzó a medir los procesos de desarrollo entre 1 y -1 siendo 1 el
resultado mayor posible y -1 el menor de esta manera:

Gráfica 1: Índice de desarrollo de todo el grupo dentro de trece sesiones evaluando el criterio de
“Recordar la consigna dada”

Fuente: cálculos propios

En esta Gráfica se puede observar que los participantes que más cerca estan al valor de 1, eran los
que tuvieron respuestas positivas con el criterio de recordar la consigna dada y obtuvieron un mayor
puntaje. Estos participantes son: Florentina Guerra representada con la línea verde limón, María
Dolores García con la línea aguamarina y Augusto Buitrago conla roja. El participante que se
encuentra en el medio permaneciendo con un promedio entre 0,2 y 0,8 fué Gilma Niño y por último
Luz Mejía de García junto con Olga Lamprea estuvieron con un promedio entre -1,0 y 0,7. Con
éstas gráfica se puede ejemplificar los resultados que arrojó el índice de desarrollo de diversas
categorías cognitivas y socio emocionales tanto grupal como individualmente.

Así es posible ver el desarrollo a lo largo del tiempo de cada uno de los individuos del grupo.

Tabla 2: Formato de planeación para las sesiones

Fecha Objetivos Materiales- Descripción Actividad Comentarios


Repertorio

SESIÓN -Invitar al -Crayolas -Bienvenida y canción


1: Sábado paciente/estudiante a generar -Canción de bienvenida “Bonse
21 de una conexión emocional Bonse Aba Aba”: Para las sesiones
Julio de desde una experiencia -Canción se plantea comenzar y
2018 musical recordada y realizar del gato terminar la actividad
actividades que estimulen su -Papel con una experiencia
cognición, aprendizaje y -Palmas musical.
disfrute. -Pintada del gato y
-Estimular la motricidad canción del gato:
fina coloreando alguna realizar una
mascota ( en su mayoría es improvisación cantada

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un gato) que marcó su vida. con los nombres de los
-Estimular la memoria mascotas que han
remota recordando nombres, acompañado sus
espacios y sonidos del vidas.
pasado. -Canción que marca su
vida y pintar sus
recuerdos: Pensar en
una canción que
recuerden con cariño y
contar la experiencia
pintando el momento.
-Juego “Hacer
Mercado” con palmas:
Hacer patrones rítmicos
sencillos con las palmas
asociado a elementos
del súper-mercado
como: PAN- SAL-
PAPA-LECHE-COCO,
etc.

Fuente: propia

Para poder saber si había un desarrollo comencé a hacer siempre las mismas actividades
aleatoriamente. En cuanto a la recolección de los datos, estaba arrojando resultados pero con el paso
del tiempo en cuanto a la parte relacional comencé a notar que mis sesiones se habían tornado poco
musicales y se había perdido mi norte con respecto al disfrute junto con la vivencia del hoy y el
ahora, porque buscaba tener todo el tiempo una muestra de sus respuestas cognitivas. Se convirtió
en una clase de apreciación de la música donde aprendían de instrumentos, géneros y compositores,
teniendo una experiencia musical que se tornaba bastante escolarizada para ellos y para mí. Sin
embargo a pesar de la desmotivación de los abuelos en cuanto al diseño metodológico lograba
percibir que seguían disfrutando de la compañía y de algunos de los juegos que llevaba para ellos.
Con el tiempo resaltaron unos juegos más que otros debido a sus peticiones y popularidad, por
ejemplo con la Lotería y el Bingo me hacían saber que estaban muy felices y entretenidas jugando
juntas.

Imagen 9: Lotería musical

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Fuente: propia. De izquierda a derecha:Gilma Niño, Florentina Guerra, Lucía Gaviria, Blanca Galindo y María Dolores
García.

Con el paso de las sesiones el grupo comenzó a hacerse más pequeño. Luz, quien era un caso de
Alzheimer avanzado y tenía su cuidadora, dejó de ir a las sesiones porque no todo el tiempo la
cuidadora la llevaba a la mesa de trabajo, así que para mí llevar su proceso de avance era más
complicado debido a sus ausencias intermitentes. Augusto quien era sumamente hábil para las
manualidades y tenía serios problemas de visión, pasaba los sábados en la mañana en el jardín al
rededor de la casa mirando las flores y cuando yo llegaba a buscarlo era complejo encontrarlo. Con
frecuencia llegaba al final de la sesión preguntándome - “ y señorita Carolina… ¿hoy a qué vamos a
jugar?”-. Blanca faltaba porque tenía un problema lumbar que no la dejaba pararse de la cama y
complicaba su asistencia con toda la razón y Olga Lamprea no volvió a salir de su habitación
tornándose complejo para mí encontrarla para que fuera a jugar con nosotros. Un momento
característico de lucidez fue cuando realicé por primera vez la lotería. Todas querían ganar y
participar dentro de la lotería para ganar chocolates al final. En la lotería musical había tanto
imágenes de compositores influyentes en la historia como imágenes de instrumentos característicos
de ciertos géneros. Flor siempre tan participativa apenas vió la imágen que representaba el tango
decía: “ El tango es el que en Argentina es el baile de ellos… el Tango, lo principal, si, la música
argentina sí que es lo mejor que hay…”, traté de generar conceptos nuevos ligandolo con
experiencias familiares para ellas haciendo la lotería que sin duda era un juego que ya les gustaba y
géneros que ellas ya conocían y adicionarle más conceptos nuevos acerca de estos géneros,
compositores e instrumentos.

Llegando al final de esta etapa comenzaba a dibujarse una línea de desarrollo y cambio más clara
con las pacientes que ya quedaron: Florentina Guerra, María Dolores García, Lucía Gaviria y Gilma
Niño. Tuve la oportunidad de monitorear sus estados cognitivos y de tratar de encontrar juegos que
podían gustarles. Aún así seguía en la búsqueda de un diseño menos estático, mecanizado y
científico. Quería generar un proceso que respondiera más al juego y al musicar. Pude experienciar
más confianza de parte de ellas y al final varias de las abuelas recordaron bastante los compositores,
canciones e instrumentos que pintamos y jugamos durante todos los sábados como consecuencia de
la repetición. Los gestos de afecto eran eran los potenciadores de su motivación para participar en
cada sesión. En conclusión, diseñé una metodología que se tornó cuantitativa en donde se evidenció

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un deseo por ver los resultados preferiblemente positivos del grupo y de cada paciente olvidando lo
más importante: el musicar. Considero estos sucesos como parte del proceso de aprendizaje que sin
duda me condujeron dentro del proceso de la metamorfosis a un diseño metodológico más nutrido
llevándome a cuestionar mi metodología con ellos, a replantear mis objetivos y comenzar a
comprender las diversas capas que habitaba dentro de cada paciente. Era mi gran reto, conquistar
todas las fibras de su alma para vivir el hoy y el ahora.

Etapa 3

Para esta última etapa que se comprende durante todo el segundo semestre consideré bastantes
cambios cruciales para generar un concepto que había encontrado en algunas de mis clases de
seminario de educación: el musicar. De alguna manera estaba buscando todavía más disfrute y
conexión con ellas, más música, más recuerdos emocionales y menos conceptos. Para esta segunda
etapa decidí en vez de trabajar un bloque de dos horas con ellas, trabajar una sesión de cuarenta y
cinco minutos con juegos mucho más dinámicos y bastante más variados en cuanto a la temática
junto con los elementos a tratar de cada juego, teniendo como resultado una clase en donde el
tiempo era de calidad y ellas prestaban más atención. Decidí dejar de querer tener el control para
saber qué aprendían y que tanto aprendían. Descubrí que debían vivir más la experiencia en vez de
tener que recordar conceptos aleatorios que no serían más que un simple concepto para ellos a
coleccionar en su mente sin tener la oportunidad de hacerlo útil. Por el contrario, era mi deber hacer
útiles los elementos musicales en la práctica del disfrute sin pensar concretamente en el
aprendizaje. Para llegar a ejecutar todo lo que rondaba en mis pensamientos en ese momento, tomé
la decisión de dejar de establecer los mismos juegos que repetía aleatoriamente para realizar el
diseño de juegos cantándoles más, utilizando el cuerpo y el movimiento, entrando más en
actividades que involucren sus experiencias de vida ejecutando conceptos musicales que a mi
manera de ver, no necesitaban saber sino vivir y musicar. Además de esto dejé de llenar los
formatos de las características cognitivas pero seguí con el formato de planeación de clases. Por
ejemplo con la canción “A mi negra” y unos abanicos, hacían diferentes movimientos para
diferenciar la parte A de la canción de la parte B.

Imagen 10: Haciendo la coreografía de la canción “A mi negra”

Fuente: propia. De izquierda a derecha: Olga Lamprea, Gilma, Yo, Flor Guerra, Lucía Gaviria y Luz Mejía de García.

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Con pompones de color plata simulaban las dinámicas de la música cuando había una aguacero o
una pequeña llovizna. Con una borla de lana representaban con el cuerpo un sonido corto y con una
liana larga de lana representaban con el cuerpo un sonido largo.

Imagen 11: Simulación de la duración de sonidos con el cuerpo, hilos de lana y pompones.

Fuente: propia. Flor, Luz, Gilma, Lucía, Blanca y yo.

Sin duda entré a una dimensión profunda e inhabitada a la que no hubiese podido entrar si no
hubiera vivido todo esto, cuando me dispuse a salir de mi zona de confort y hacer actividades que
surgieran de los intereses del momento, como cuando Gilma se enternecía por el gato (más
comúnmente llamado entre ellas “el catico”) de la portada de mi cuaderno para tomar lista y decidí
hacer una actividad de pintar y colorear los gatos que cada una tuvo y luego componer una canción
solo dedicada a la memoria de los gatos que acompañaron sus días vividos. Se dió la oportunidad de
tener una conexión más amplia porque eran menos personas las que acompañaban las sesiones y
tenía la oportunidad de tener una cercanía diferente y única con cada una de ellas como cuando
recordamos canciones que hubiesen marcado sus vidas y los momentos que acompañaban sus
canciones, pintando las vivencias y cantando sus canciones del alma.

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Imagen12: Florentina coloreando el retrato del gato que la acompañó toda su infancia

Fuente: propia.

Al culminar esta última etapa y comenzar a escribir analizando los resultados, pude sentir que las
abuelas y yo logramos emerger como mariposas en sesiones más conscientes y orgánicas que
culminaron mi proceso de aprendizaje en el arte de conocerlas, de saber cómo lograría que se
conectan a la experiencia musical y finalmente de vivir un proceso por excelencia transformador.

Imagen 13: Gilma mostrando su llavero de cascabel el cual hicimos como instrumento de percusión
menor

Fuente: propia.

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ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS

Dentro de este capítulo expondré los resultados más relevantes dentro un año descubriendo y
aprendiendo un trabajo musical con los pacientes de la Fundación La Manuelita. Los resultados
fueron agrupados dentro de cuatro pilares importantes y dentro de cada uno determiné tres temas
relacionados en donde profundizo acerca del tema a tratar. Decidí asemejar la estructura de esta
investigación a la de un árbol, en donde considero hay partes de la estructura que son la base para la
elaboración de otras. En este estudio el pilar más importante, al que le debo lo placentero que fué el
proceso y la causa por la cual los abuelitos superaron sus propios límites en cuanto a la ejecución,
es el afecto. Éste representaría las raíces dentro de la metáfora de un árbol. Las raíces son la base
estructural y más importante “agarre” para que el árbol logre crecer y sostener sus ramas junto con
su peso cada día más pesado debido al crecimiento. Gracias a este gran pilar que fué la base para la
generación de más dinámicas de estudio, surgen tres pilares que representan ramas gruesas
estructurales. Estas son: la experiencia del disfrute, la transformación musical y grupo e individuo.

Imagen 14: El árbol estructural de la investigación

Fuente: propio.

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1. Pilar afectivo

Imagen 15: Florentina y yo compartiendo experiencias juntas al final de la sesión

Fuente: propia.

Dentro de este pilar, se abordarán tres sub-temas que estuvieron presentes de forma integral a cada
instante dentro de mi trabajo práctico con los pacientes. Hablaré entonces del primer pilar que para
mí resalta lo trascendental que se tornó el ir a visitarlos cada sábado. El afecto permeó desde el
primer hasta el último instante que trabajé con los abuelos siendo la música un pretexto para
interactuar afectivamente con ellos. El afecto iba expresado de múltiples maneras: gestos de
agradecimiento, el acceso que ellos me daban y me permitían sumergirme a las profundidades de
ellos mismos (conexiones profundas) y por último fué lo que les facilitó ser “vulnerables”
exponiendo todo su ser presente en cada invitación a jugar, donde posiblemente tendrían que salir
de su zona de confort.

Quiero aclarar que desde antes de llegar tenía en mente el recuerdo vívido de la experiencia de
crianza con mis abuelitos y la fascinación por conocer la fundación y la tercera edad pensando que
tendría una relación positiva y trascendental con todos, pero en poco tiempo pude observar que no
todos los abuelos querían conectarse emocionalmente conmigo. En el caso de estos ocho abuelos
que más adelante se convirtió en el de cuatro abuelas, sentimos curiosidad de forma recíproca por
conocernos el uno al otro. El sentimiento afectivo incluso incrementó luego de conocerlas más de
cerca y llegando hacia el final de las sesiones todas se pusieron sentimentales y citando lo anotado
en la bitácora: “Gilma me tomó de las manos y me pidió que por favor no me fuera que me quería
mucho y que le gustaba ir a jugar conmigo los sábados. Le conté que volvería y se tranquilizó.”

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Gilma y yo entablamos una relación muy especial que iba más allá de las palabras debido a lo poco
que le lograba comprender por su problema con el manejo de la comprensión y emisión de palabras
y números que comenzó desde su infancia.

En otros momentos también sentía que todos me tenían muy presente a mí y mis sesiones cuando
llegaba a buscarlos para trabajar y llegaba unos minutos tarde, ellos ya estaban sentados en la mesa
esperándome para comenzar a trabajar llevándome a pensar que ellos no tomaban por sentado mis
sesiones preguntándome siempre cuando no podía asistir y lo mucho que me habían extrañado. De
cierta manera estuvo tan recurrente la aparición de estos gestos afectivos que fué difícil en el
análisis de los resultados cualitativos, separarlos. Podría llegar a creer que todos los aspectos
mencionados de este “árbol” están permeados por el afecto y no se hubiesen podido dar si no habría
sido por este aspecto. Es por esto que considero que el pilar más fuerte y visible dentro de este
proceso de crecimiento representa las raíces siendo estas las que crecen alto como el árbol mismo
pero dentro de la tierra, generando estabilidad a las ramas para que no se caiga la estructura del
árbol y suministrando constantemente los nutrientes de la tierra a las ramas y hojas. Al final del
proceso pude encontrarle más importancia al afecto sabiendo que en su caso se convierte vital el
hoy y el ahora teniendo en cuenta que muchos de ellos por causa de su Alzheimer o demencia lo
olviden o probablemente alguno de ellos no vaya a estar allí la próxima vez que visite la fundación.

Lo cierto es que el afecto facilitó un entorno mejor de lo esperado para realizar actividades y recibir
conocimiento musical incluso cuando presentaba una música que nunca en sus vidas habían
escuchado. El afecto en consecuencia generó una integración entre los pacientes suscitando
vínculos afectivos de unión teniendo en cuenta que normalmente casi ninguno socializaba fuera de
las sesiones musicales que yo hacía con ellos semanalmente. Se generó además un ambiente de
aprendizaje holístico y colectivo en donde todos eran partícipes de ayudar y guiar al otro avanzando
grupalmente, siendo que había diversas limitaciones tanto físicas como cognitivas en cada paciente.
En varias ocasiones se generaron impulsos espontáneos de esperar al otro o ayudarlo a entender
algo que no comprendió en su momento. Todos estos entornos y situaciones fueron gestadas por el
afecto y el valor que ellos le daban a la compañía y la diversión. El afecto fué una poderosa
herramienta que facilitó vivir la música que no conocían, ayudando a sus pares y por último los
llevó hacia una adaptación de desarrollo mucho más llevadera teniendo en cuenta sus costumbres,
hábitos y vivencias musicales de su juventud siendo el afecto la motivación para el aprendizaje.
Sabiendo que ellos mismos fueron conscientes de sus limitaciones físicas y cognitivas, el gusto y la
motivación por siempre participar dentro de una experiencia musical que incitaba al juego y a la
integración didáctica, hizo que salieran de su zona de confort rápidamente y se adaptaran con más
facilidad a la dinámica que yo traía cada sábado con elementos llamativos para ellos que originaba
curiosidad y preguntas que querían a toda costa responder con emoción. Así mismo en el transcurso
de las sesiones comencé a propiciar un espacio que proveía la expresión emocional en donde la idea
del aprendizaje consciente y escolarizado desaparecía, abriéndose a una experiencia abierta al
disfrute únicamente en donde en lugar de darle un énfasis a la memoria a corto plazo de
información literal sin un uso en específico pasé a poner en práctica diversos conceptos musicales
complejos sin la necesidad de preguntarles por qué y para qué lo hacían. El objetivo se convirtió
pues en encontrarle importancia a una vivencia momentánea en donde ellos comenzaron a construir
recuerdos con base a su memoria emocional.

Mencionaré los tres sub temas de los gestos afectivos más dicientes y trascendentales dentro de las
sesiones y cómo poco a poco se comenzó a fortalecer el proceso de cambio.

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a. Gestos de agradecimiento

Desde el primer día que que comencé a trabajar con mi grupo de abuelos, noté que los gestos de
agradecimiento aparecían de forma repetitiva dentro de su conducta expresándolo de múltiples
maneras: desde el agradecimiento que me hacían cada vez que los visitaba así no fuese a trabajar
con ellos, hasta cuando compartían de sus onces conmigo. En múltiples ocasiones pude recibir
regalos de parte de Augusto Buitrago quien empacó cuidadosamente en papel de revista un dibujo
coloreado con crayolas y una camándula con una dedicatoria de agradecimiento en el día de la
mujer y varios regalos como dulces en conmemoración a mi cumpleaños. Lo que logré percibir con
el tiempo con su lenguaje no verbal es que ellos sentían el deber de reconocer el “esfuerzo” que
implicaba ir allá y dedicarles tiempo (cosa que para mí no era en lo absoluto tortuosa, sino más bien
al contrario, me daba mucho gusto y satisfacción personal trabajar con ellos) y además de esto,
encontraban valiosa oportunidad de disfrutar de la compañía de alguien que quiera estar con ellos y
enseñarles cosas.

Otros gestos de agradecimiento y afecto estuvieron expresados en cosas que hacían por iniciativa
propia sin esperar nada a cambio. Cada vez que los visitaba me preguntaban cómo me había ido en
la semana y me hacían cumplidos al inicio de la sesión porque les gustaba observar la forma como
me vestía, mis cuadernos de apuntes, los juegos que llevaba. Además de esto a Gilma, Olga y
Maruja les gustaba ayudarme a guardar mi material de trabajo al final de las sesiones y me
acompañaban hasta la puerta para despedirse con la mano cuando me fuera. No hubo una sesión en
donde dejaran de agradecer mis clases y expresarme su apego hacia mí. Florentina en alguna
ocasión me contaba que le decía a sus familiares cuando la visitaban que tenía “su muñequita de la
Manuelita” que venía cada sábado y que le parecía tan linda comenzando a hacer con las manos
gestos de ternura. Es así como se expresaban genuinamente agradecidos así no recordaran
puntualmente las canciones o actividades, era un recuerdo emocional que no olvidaban:
neurogénesis.

b. Conexiones profundas

Aquí mencionaré cómo pronto me dí cuenta de la acogida que me dieron cuando entré a La
Manuelita, que iba más allá de hacer sesiones musicales llevándome cada una a un rincón de su
alma y memoria íntima y valiosa. En una ocasión cuando terminamos de jugar con el grupo, Gilma
me llevó a su cuarto para mostrarme su pandereta con cintas de colores y la tocó con emoción.
Luego ya estando en su cuarto (lugares a los que no frecuentaba ir) me mostró las fotos de su mamá
y su papá con nostalgia diciéndome lo mucho que los quería y extrañaba. Se tomaba los aretes y me
decía que se los había regalado su mamá. Poco le entendía a Gilma por su problema de lenguaje,
pero había palabras que decía muy bien como “mamá”, “papá” y “los quiero mucho”. Ahí
comprendí que en especial con Gilma hubo un lazo afectivo inusual que se comenzó a construir.
Cuando me recibía cada sábado alzaba las manos y me saludaba con emoción. A ella le gustaba
mostrarme cosas, dedicarme tiempo. En otras ocasiones notaba estos gestos de familiaridad que
Lucía tenía al siempre tomarme de las manos y querer calentarlas diciéndome “ay sumercé por qué
tan fría”. Maruja quien me preguntaba cuándo iba yo a tener hijos porque ella quería ser la madrina,
me acompañaba para hablar directamente con mi novio al final de la sesión y preguntárselo también
a él. Augusto recordaba exactamente la foto que me había tomado con él y esperaba con ansias que
se la llevara impresa para él mismo hacerle su propio marco y ponerla en su cuarto como recuerdo.

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Imagen 16: Augusto y yo. Él la recordaba y la quiso impresa para guardarla en su álbum.

Fuente: propia.

Y por último Luz, quien estaba muy afectada por su Alzheimer siempre que me veía le preguntaba a
la cuidadora “Yo creo que conozco a esa niña, ole que niña tan linda….”. Todos estos gestos
afectivos en donde hablábamos de nuestra vida personal y recuerdos personales no sólo las
involucraron a ellos, sino también a mí, porque querían también saber más de mí, en dónde vivía,
con quién vivía, lo que había hecho durante la semana, etc. Estas conexiones se dieron siempre
antes y después de las sesiones y seguramente contribuyeron a una mejor recordación de mi lugar
en la manuelita con el tiempo.

c. Vulnerabilidad y exposición

En este pilar observé que el afecto lograba que ellos salieran de su zona de confort superando la
timidez y superando el sentirse expuesto. Tal es el caso de Florentina y Lucía cuando en una de las
sesiones ellas dar cabida a la creación dentro de la improvisación y acompañando con la guitarra,
ellas por turnos relataban cantando cómo se sentían y cómo les había ido durante la semana. Podía
observar en sus expresiones faciales y corporales cómo surgía timidez entre todas, pero se logró dar
el paso cuando Florentina por primera vez tuvo el impulso de confesar cantando lo decaída que
estuvo durante la semana con una melodía improvisada. Eso hizo que Lucía quisiera participar
también con una improvisación que decía “Hoy estoy feliz porque vino Carolina”… Flor agregaba
al mismo tiempo “y nos alegra el día”. Lucía complementaba riéndo: “y nos estuvo cantando y la
guitarra la tocó” .

Con múltiples lapsos de grandiosidad como este me comencé a sumergir dentro de sus intereses, sus
pasiones, sus experiencias, etc. Salir de su zona de confort también incluyó el socializar entre ellos,
cosa que al comienzo cada uno socializaba conmigo únicamente y luego de varias sesiones pude ver
que se ayudaban y se hablaban entre sí mucho más. Varias de las actividades estimulaban el

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conocernos como grupo. Así mismo surgían más momentos de exposición no solo a momentos
emocionales de catarsis o muestra artística, sino también de indisposiciones emocionales que me
hacían pensar que seguramente las abuelas se conocían más entre sí afectivamente de lo que parecía
como lo relataba en la bitácora: “Mientras tomaban onces Gilma por algún motivo se sintió de mal
genio y procedió a manotear de la rabia mientras Florentina, Lucía y Maruja la calmaban con la
intención de hacerla sentir apenada conmigo. Yo traté de realizar una actividad con canto para
distraer el malestar en todas las estudiantes, pero fué imposible. Tratamos de cambiar de tema de
conversación y mientras comían poco a poco Gilma se calmó. Gracias a su Alzheimer Gilma
olvidó su rabieta, pero Florentina, Maruja y Lucía me pidieron disculpas luego del suceso”. Y
aunque un momento como este era nuevo e inmanejable para mí, las mismas abuelas intuitivamente
manejaron muy bien la situación pues ya conocían las recurrentes rabietas de Gilma.

En otros momentos, Maruja era más expresiva que en otras sesiones y durante la actividad de
recordar canciones que hubiesen marcado su vida, ella me pudo explicar con pudor que la única
canción que se sabía y cantaba frecuentemente, la había recordado por un momento especial en su
vida, que fué cuando tuvo que ser la madrina del primer bautizo de su hija. Ella me contó su
felicidad cuando logró saber era la madrina siendo tan grande su emoción y satisfacción en ese
momento que no olvidó ningún detalle al recordar el color del ponqué, las velas, la canción y hasta
los invitados al bautizo. Este fué un momento de exposición emocional frente a sus compañeras de
grupo y frente a mí, que gracias a la actividad y a su expresividad ese día logró compartir parte de
sus recuerdos emocionales y musicales en medio de su avanzado Alzheimer.

Es así como en varios sucesos las abuelas se exponían sin ser obligadas a dejarse conocer a hacer
música, a cantar y todo esto lo hacían porque después de un tiempo con ellas, sentían la confianza
de hacer música conmigo y porque también valoraban los momentos vividos que quizá muchas de
ellas jamás recordarían.

2. Experiencias de disfrute

En esta primera rama que nace del afecto, pude observar el disfrute en el juego y también al hacer
música. A pesar de que tuviesen impedimentos físicos o cognitivos, siempre querían distraerse,
jugar, bailar y charlar. Era un grupo homogéneo en cuanto a su disposición al trabajo, a excepción
de Blanquita que su dolor de espalda no la dejaba estar en su más sano juicio, pero e incluso ella se
distraía y sobrellevaba el dolor de su enfermedad. Estas experiencias eran las consecuencias de una
exposición posiblemente no muy placentera en el momento pero que luego se iba tornando divertida
y con sentido dentro del juego. Como era el caso de la participación, en donde se sentían
observados al principio pero luego se tornaba una conexión especial con la música y con el grupo.
En este pilar se mencionarán tres sub temas que se entrelazan para lograr entender esta experiencia
de disfrute: el placer al musicar, el placer al jugar y las conexiones musicales profundas.

En este pilar comenzó a surgir de forma espontánea cuando se desdibujó un proceso de abstracción
del conocimiento lineal como suele suceder en otros procesos de aprendizaje y florece un espacio
para la “metamorfosis” que comenzó a mostrar diferentes tipos de desarrollo al mismo tiempo y de
diferente manera para cada una de las abuelas.

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Imagen 17: La cuidadora Margarita con Florentina Guerra bailando una canción latinoamericana
en el juego del Mapa Latinoamericano musical.

Fuente: propia.

a. El placer al musicar

Dentro del proceso de esta investigación pude tener momentos de incertidumbre por querer buscar
la mejor experiencia musical para que ellos se divirtieran y que incluyera musicalidad, pero con el
tiempo comprendí las experiencias musicales iban desde recordar música y compartirla cantando
hasta simular las dinámicas musicales de la lluvia con un pompón. Eran simples experiencias
musicales en donde se estableció una fuerte conexión con su cuerpo y con su propia voz. Las
manos, brazos y tronco (puesto que Florentina estaba en silla de ruedas junto Blanca y Lucía
utilizaban caminador) se convirtieron en nuestra primera herramienta de expresión musical, que nos
servía para marcar el pulso, el ritmo, las dinámicas musicales y las estructuras de las canciones.
Propiamente no les decía mucho a las abuelas acerca de los componentes aislados a estudiar de cada
ejercicio pero poco a poco su cuerpo respondía con más musicalidad de la que ellos pensaban y fué
un proceso. Al inicio, su receptividad musical era más ausente y me escuchaban mucho menos,
pudiendo observar que no seguían las instrucciones mientras exploraban con los ruidos y su cuerpo.
Luego poco a poco, con las palmas ya podían establecer el pulso así fuese muy lento, relacionado
con el contexto: hacer patrones rítmicos sencillos relacionados con los alimentos de dos o tres
sílabas del supermercado, así la “papa”, la “carne” el “huevo” la “pasta”, etc, eran grupos de dos

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sílabas que ellos repetían y a su vez tocaban las palmas dos veces logrando hacer el ritmo de una
frase. A su vez, podía ver que el disfrute aumentaba cuando hacía ejercicios musicales sencillos con
elementos llamativos para ellos, por ejemplo Florentina se divertía bastante cuando expresaba las
dinámicas de la música en la lluvia con una llovizna o con un aguacero, Gilma se divertía con el
simple sonido de cascabeles decorados con pompones para tocar. Maruja por su puesto se sentía en
el lugar indicado para cantar su canción “Despierta” en cada sesión y hacíamos actividades con base
en lo que cantaba, como análisis lírico o marcación del pulso y Lucía se divertía con el juego “Alpín
Alpón” que consistía en pasarse una bomba el uno al otro marcando el pulso.

Imagen 18: Gilma, Flor, Lucía, Maruja y yo cantando “Alpín Alpón” marcando el pulso con las
bombas

Fuente: propia.

Teniendo en cuenta lo que Small en su libro “Musicking” (Musicar) indaga, considero que
logramos experienciar la música sacándola de la idea de “cosificación”, viviéndola como una
potenciación de la transformación interna que se desarrollaba en el tiempo y gozábamos de sus
efectos secundarios en nuestro ser: el disfrute, el estar entretenido, la unión espiritual con el otro y
el enconrarnos con nosotros mismos. Todos estos juegos musicales me permitieron tener una
experiencia real del musicar estimulada por juegos diferentes que traía cada vez y con elementos
que fueran fáciles y llamativos a utilizar.

b. Placer al jugar

En cuanto a las actividades que propuse desde un comienzo, las actividades que diseñaba tenían la
intención de tener el elemento didáctico que a su vez me diferenciaba de las intervenciones que
tenía el otro voluntario que tocaba con su guitarra repertorio de su época. La dinámica del juego
delineaba tanto para ellos como para mí una percepción del tiempo en donde yo podía cambiar de
actividad siempre y cuando se acabara el juego con un ganador o cuando ya notaba en su
corporalidad que querían jugar otra cosa. El juego dentro del musicar con el tiempo moldeó

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sesiones con un ritmo de trabajo más acorde a sus condiciones cognitivas y permitía la risa junto
con las bromas que hasta ellos hacían conmigo. En una ocasión dentro de mis escritos de la bitácora
agregué: “La mesa de centro era muy pequeña para que pudiesen pasarse los vasos, así que traje una
bomba de inflar y la pasaban entre ellos aprendiendose la primera parte de la canción. Varias de las
abuelitas cambiaron el “Alpín” por el “Alfin” y partes de la canción debido a su capacidad auditiva,
pero sin embargo lo estaban disfrutando mucho. Luego les enseñé la segunda parte de la canción: “
A la lata, al latero, a la hija del chocolatero”. En esta ocasión Lucía cambió chocolatero por
“noviero” y parecía entretenerse con este pequeño cambio que la hacía reír.” Podía ver en ellos una
diversión haciéndome bromas divertidas y riéndose con picardía. No solo eso, sino también observé
que en los juegos de memoria ellas se divertían (con la intención de querer ganar) cuando hacían
trampa levantando “disimuladamente” las cartas para poder recordar qué imágen había debajo y
poder encontrar la pareja de la imagen que tenían en la mano. Las “pilatunas” como ellas las
llamaban eran parte del plan para divertirme y para divertirse a ellas mismas. Se emocionaban
jugando, al ver a sus compañeras perder o ganar cuando jugábamos a pasarnos las bombas de inflar
la una a la otra, notando un esfuerzo físico por parte de ellas por querer agarrar la bomba y no
dejarla caer. Evidentemente el juego fué un elemento facilitador para una comprensión que
necesitaban para jugar y divertirse. Dejó de ser un test donde se evidenciaba qué tanto sabían o
entendían sino un juego en donde se evidenciaba lo mucho que aprendían porque iba más allá del
entendimiento, era más bien lo que les permitía el disfrute. Por último, el juego evidenciaba un
ganador y a varios que perdían pero no era reprobar un exámen con angustias y lágrimas. En el
juego todas esperaban volver a jugar el mismo u otro juego para ser potenciales ganadores
olvidándose con facilidad y sin dolor frente a la idea de fracaso. En conclusión el juego fué un
elemento facilitador de la confianza entre ellas conmigo que sin duda les permitía a ellas divertirse
y hacerme bromas, teniendo en cuenta que dentro del juego se evidencia qué tanto se comprende a
profundidad pero siempre con el fin de divertirse y pasarla bien. La sensación de éxito y fracaso
siempre resultó siendo bastante menos traumática y el estar entretenidas se convirtió en unas de las
bondades del juego mismo.

c. Conexiones musicales profundas

En cuanto a las conexiones musicales, podía llegar a decir que tenían especial conexión cuando
cantaban las canciones de su época, que marcaran su vida. Tanto así que en las últimas sesiones de
la segunda etapa organicé un “karaoke” en donde cada una iba leyendo la letra y cantaba la melodía.
Escuchaba como a viva voz varias de las abuelas y cuidadoras cantaban con sentimiento sus
canciones favoritas y se animaban siempre cantando todas al mismo tiempo. Luego de un rato
pasaba una que otra abuela cesando la pequeña fiesta que las devolvía en el tiempo y les regalaba
sonrisas del recuerdo.

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Imagen 19: Cantando el karaoke del bolero “Cielito Lindo”

Fuente: propia. De derecha a izquierda: María Dolores García, Blanca Galindo y Lucía cantando el karaoke del bolero
“Cielito lindo”.

No sólo cuando les llevaba canciones que ellas conocían sino cuando les traía melodías
Latinoamericanas nuevas, como cuando en la tercera etapa les canté “El Tamborito Panameño” y
veía como ellas con más facilidad de lo esperado repetían y grababan en sus corazones la canción.
Cuando volví a repetir la canción la semana siguiente para agregarle pasos de baile para diferenciar
la parte A con la parte B, pude escuchar a Florentina anticipándose a cantar sola lo mucho que
recordaba la canción. Ella sola quiso participar y la filmé bailando con la bomba y cantando, siendo
fácil de ver su conexión con la canción y era por esto que la recordaba tan bien: porque había
llegado a su alma. Con las conexiones musicales podía ver más claro el concepto de la neurogénesis
siendo la emoción, el afecto y la conexión el dueño de una memoria que le rinde homenaje a una
experiencia que marca de alguna manera sus vidas y no se convierte en un elemento forzoso de
recordar. Se torna vital en recordarlo para poder participar como Florentina lo hacía para repetir la
empatía con la sensación vivida. Así mismo las conexiones musicales eran permitían que ellas
cuando cantaban cerraran los ojos y se fundiesen en la música viviendo un cien por ciento el hoy y
el ahora, transportándose a otros espacios, a otras épocas, un momento en donde la percepción del
tiempo se perdía totalmente. Unas abuelas más que otras se dejaron sumergir dentro de las
profundidades místicas que tiene la música, pero sin duda era un estado que se contagiaba desde
cierto punto con las otras abuelas. Para concluir, la conexión musical fué el ingrediente para una
mejor recordación siendo este, un excelente facilitador dentro de la construcción del aprendizaje.

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3. Transformación musical

Dentro de mi experiencia de crecimiento frente a la música pude percibir que así hubiese etapas de
desarrollo marcadas como por ejemplo cambiar de un semestre a otro más avanzado, mi curva de
desarrollo surgía lento y se fortalecía simultáneamente con otras. Recordaba mi frustración de
estudiar y estudiar y no ver el cambio tan rápido como me pasaba en el colegio con otras
asignaturas. Este también fué el caso de cada una de las abuelas del grupo. Cada una logró
conectarse y desarrollarse de manera distinta junto con velocidades disímiles entre sí.

a. Apreciación musical

Dentro de mi segunda etapa del desarrollo investigativo, logré aprender un sinnúmero de aspectos
que quería cambiar, pero reconozco también que fué una metodología instaurada que ellos gozaron
mucho, que me dejó ver una transformación concreta expresada en índices de desarrollo cognitivo y
en donde también hubo bastante recordación por parte de las abuelas al mencionar con cariño los
instrumentos y géneros musicales de los que hablábamos en clases repetidamente. Le pongo el
nombre de “Apreciación musical” a este sub-tema porque poco a poco mis intervenciones
comenzaron a ser de corte informativo, en donde aprendían de compositores, géneros, instrumentos,
canciones, entre otros. Cuando realicé la metodología de esta asignatura que se fué formando,
seguía trabajando con mi grupo de ocho abuelos y medía algunos elementos del desarrollo cognitivo
como la memoria reciente y remota, praxias, concentración, atención, estado socio emocional y
lecto escritura. Consistía en encontrar una manera de saber cuáles eran sus fortalezas y falencias por
salud o por vejez. Además de esto consistía en poder realizar las mismas actividades aleatoriamente
para poder ver un desarrollo en ellos. Además de esto en estas sesiones hablábamos del contexto
social y cultural al que iba acompañado cada género o instrumento. En una de las sesiones,
Florentina participaba contándonos lo que sabía acerca del tango “escribir lo que decía”
compartiendo sus vivencias y saberes con el grupo.

Dentro del índice de desarrollo grupal de esta asignatura desarrollada pude evidenciar dificultades
al instaurar algunos de los juegos, por ejemplo cuando jugamos por primera vez el Crucigrama
musical, que estaba ligado con información ya mencionada en la Lotería, todos los abuelos
presentaron un decrecimiento cognitivo porque hubo bastantes dificultades incluyendo a los abuelos
más hábiles como se presenta a continuación en esta gráfica:

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Gráfica 2: Índice de desarrollo del grupo respecto al criterio “recuerda elementos musicales”

Fuente: cálculos propios.


Se puede ver que en la fecha del 9 de Marzo de 2018, la línea de desarrollo de todos los individuos
bajó considerablemente y esto se debe a que en esta fecha inauguramos el juego del crucigrama
musical. Esto me dió una pauta para modificar la forma de abordar el juego y cambiar elementos
que para ellos eran difíciles de desarrollar.

En conclusión, el espacio que comenzó a tener el nombre de “Apreciación musical” se desarrollaba


con inclinaciones escolarizadas y lineales, poniéndome en la situación de pensar acerca de juegos
más acorde a sus contextos cognitivos, trayendo por ese momentos beneficios en cuanto a la
ejecución de los ejercicios frente a los otros abuelos a quienes les molestaba el ruido y no podían
dormir. Así mismo, me permitió sumergirlas a un contexto que traía la música consigo misma: las
culturas y costumbres de los países que ellas no conocían por sus contextos culturales. Era el
espacio para aclarar dudas acerca de conceptos generales sobre la música que sin duda recordaron
cuando pasé a la etapa siguiente. Sin embargo, fué una etapa a migrar a otro espacio con más
ergonomía metodológica y un desarrollo más nutrido con un enfoque más evidente hacia la música
y el disfrute.

b. Corporalidad Musical

Comencé a apreciar la corporalidad en la última etapa, cuando ya estaba con el grupo de cuatro
abuelas y había comenzando con el objetivo de tener clases más dinámicas y musicales. El cuerpo
se convirtió en nuestra herramienta potenciadora de “sentir” la música: las dinámicas, las partes de
una canción, el pulso, el ritmo, entre otros. Con la ayuda de elementos didácticos y llamativos
comenzamos a hacer coreografías con las manos comunicando a nosotras mismas lo que significaba
la canción, marcabamos el pulso con las bombas en donde ellas estiraban los brazos con esfuerzo
para pasársela a su compañera. Comencé a valorar el cuerpo mucho más que antes e incluso a
valorar el mío siendo esta la forma para hacerme entender mucho mejor en cuanto a los conceptos y
en la estimulación de la disociación y la expresión. Todo esto lo descubrí en una sesión cuando
movía mis manos para hacerme entender musicalmente y ellas me imitaron simultáneamente casi

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por reflejo. Y fue así como decidí utilizar este recurso para que ellas musicalmente me siguieran y
sintieran en su cuerpo la diferencia entre ritmo y pulso por ejemplo, o entre piano y forte.

La conexión con el cuerpo fue tan efectiva que me logró ayudar a que ellas pudiesen hacer motivos
rítmicos sencillos asociados a algo que ellas conocían y haciendo el ejemplo de los elementos de
súper mercado. Ellas con las palmas hacían “Pa- pa”, “a- rroz”, “le-che” etc. Y aplaudían dos negras
con facilidad. Así mismo comprendían corporalmente las dinámicas musicales con un pompón
plateado y asociándolo a la lluvia con el aguacero hacían un forte con el pompón y con la llovizna
la dinámica de pianísimo. La incorporación del cuerpo también me ayudó a que ellas centraran su
atención en un mayor porcentaje y por más tiempo, pues debían concentrarse para cantar y seguirme
con los pasos de baile. Dentro del índice de desarrollo de praxias motoras estudiando el criterio de
cantar las canciones, algunos cantaban más que otros porque sentían una conexión especial
cantando, como Maruja o Florentina a ratos. Aunque Luz dejaba de participar en todas las sesiones,
a todos les gustaba cantar y participar musicalmente para conectarse con el increíble poder del
canto.

Gráfica 3: Índice de desarrollo del grupo respecto al criterio “cantar las canciones”

Fuente: cálculos propios

En la gráfica 3, se puede evidenciar que Luz, señalada con el color morado fue la que menos
participó cantando con las demás del grupo. La participación de todos los demás fue intermitente,
pero todos en alguna ocasión se lanzaron a cantar y a participar.

En conclusión el cuerpo fué una herramienta que se convirtió imprescindible en cada sesión y nos
sumergía aún más en el juego y en el musicar, agudizando su concentración y llevándolo a un nivel
de conocimiento musical más profundo.

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c. Acercamiento hacia la música

En cuanto al acercamiento que tenían hacia la música, pude percibir que sesión a sesión el proceso
era cada vez más orgánico. De cierta forma en un principio de las sesiones era yo quien quería tener
un acercamiento hacia su música y conocer más acerca de los artistas favoritos y lo que más les
gustaba cantar, pero pude observar que varios de los abuelos eran monotemáticos en cuanto a lo que
me contaban de su gusto musical y les era difícil recordar sus canciones favoritas, así que optaban
por decir que les gustaba la música en general. Es por esto que parte del acercamiento musical que
pude compartir con ellos era una mezcla de las pocas canciones que ellos me decían que les gustaba
y otras canciones latinoamericanas para niños que encontré en la Antología Kodaly escrita por
Alejandro Zuleta. Afortunadamente varias de las cuidadoras me ayudaron con canciones que ellas
veían que cantaban aleatoriamente y les gustaba. Era así, ellas no recordaban sus canciones
favoritas, pero cuando ponía los boleros que las cuidadoras me habían contado que a ellos les
gustaba, se enternecían y recordaban el gusto por estas canciones. En algún momento imaginaba
que entraba a sus mentes para lograr extraer aquello que no recordaban que les gustaba. Sin
embargo, su acercamiento hacia la música fué especial y distinto para cada una de ellas. A todos los
abuelos del grupo con quienes trabajé les gustaba trabajar manualidades y dibujar porque se
calmaban inmediatamente y podían quedarse horas en una actividad de este tipo, así que me ingenié
un acercamiento a la música integrado a lo manual como por ejemplo el análisis lírico de una
canción dibujando lo que comprendían en un separador de libros en blanco o coloreando los
instrumentos musicales. También estaba el acercamiento musical por medio del baile y el
performance con elementos didácticos de los que hablaba anteriormente y sin duda el acercamiento
hacia el disfrute de ellos mismos hacer música. Hacia el final del proceso, pude comprender que
para ellos adecuarse al quehacer musical de igual forma como nosotros los músicos hacemos en la
academia era algo a lo que no estaban acostumbrados y mezclarlo con otros elementos como el
baile, el juego, las manualidades o integrados a sus experiencias, era mucho más fácil de asimilar
para ellos. Ninguno de ellos había tocado algún instrumento o había tomado clases de música
anteriormente, así que podría llegar a decirse que fué su primer acercamiento a una experiencia
musical de este tipo. En conclusión su acercamiento no ocurrió de manera lineal y controlada, pero
fué bastante orgánica gracias a la confianza afectiva. La aparición de pequeños avances comentados
en varios capítulos como conexiones profundas o disfrute musicar al final del año, fueron los
pequeños regalos que la misma música les tenía a ellos: una experiencia que está en su cuerpo, en
su corazón y en su memoria.

4. El individuo y el grupo

Dentro de este capítulo describiré a los individuos que hicieron parte de esta experiencia tan
gratificante junto con su desempeño individual y su desarrollo cognitivo dentro de este año de
investigación. Además de esto, compartiré mis pensamientos durante todo un año de seguimientos y
cambios que me ayudaron a lograr un producto final y una relación personal de amistad y cariño
con ellos. Considero que no a todos los pude conocer tan bien como a otros y eso dependía de las
veces que asistían a las sesiones. Vale la pena aclarar que en algunas sesiones había otros abuelos
que participaban porque estas actividades no discriminaban la participación de otros abuelos, pero
lo que si era cierto era que ellos participaban una sola vez y no volvían a participar y estaba claro
que mi foco de atención recaía en las personas escogidas que asistían de forma permanente. Es por
esto que dentro de mi investigación con registré los datos cualitativos y cuantitativos (únicamente
en la segunda etapa los datos cuantitativos) de ocho abuelos y llegando hacia el final de la segunda
etapa, comenzó a definirse aún más la asistencia de las cuatro abuelas siendo ellas con quién tengo
más información y tuve el tiempo de conocerlas más a fondo debido a que asistieron casi sin falta a
todas las sesiones durante casi un año. Todos los abuelos que quisieron participar fueron personas
alegres, sociables y comunicativas que valoraban y extrañaban las visitas incluyéndose de forma

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voluntaria conmigo. Individualmente hubo algunos que conocí más que otros porque me invitaban a
hacer parte de una experiencia más íntima y personal a diferencia de los que no lo hicieron porque
simplemente no se sentían cómodos o no encontraron el momento. Sin duda todos los abuelos que
trabajaron conmigo fueron muy atentos y me tenían siempre muy presente para recibir sus sesiones
cada sábado sin falta. Describiré dentro de tres sub- temas la forma como se desempeñaban
agregando el índice de desarrollo tanto grupal como individual y las experiencias vividas fuera del
trabajo de campo.

a. Rol individual

Aquí presentaré las ocho personalidades de los abuelos que me acompañaron dentro de la
investigación y su rol individual que hicieron visibles las veces que pude estar con ellos. Además de
esto, mostraré el aspecto cognitivo en el que tuvieron un desarrollo positivo importante. Al
comenzar con todo el proceso y organización de las sesiones, decidí contar con la información
médica de su historia clínica, capacidades motrices y su contexto social poderme dar una idea de las
limitaciones físicas y cognitivas que mi grupo tenía. Además de esto llenaba una planilla donde
podía evaluar sus capacidades motoras y habilidades musicales para escribir observaciones
importantes a tener en cuenta al diseñar los juegos y la metodología de trabajo.

Tabla 3: Índice de desarrollo

Fuente: cálculos propios.

Tabla 4: Assessment de musicoterapia

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Fuente: Mercadal, Martí – 2008. Acà se ve la aplicación para uno de los individuos.

Tabla 5: Historia clínica

Fuente: Mercadal, Martí – 2008.

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Augusto Buitrago

Imagen 20: Augusto Buitrago participando en el Bingo Musical

Fuente: propia

Como la Fundación tiene en su mayoría mujeres, el único hombre que quiso participar fue Augusto,
quien se sentía muy agusto porque le gustaban las manualidades y era una persona muy sonriente y
curiosa por querer saber de qué se trataban los juegos musicales y yo de dónde venía. Augusto tiene
81 años, nunca se casó ni tuvo hijos y son los hermanos quienes lo vienen a visitar. En cuanto a sus
condiciones físicas, Augusto es una persona funcional que no necesita silla de ruedas o caminador y
que no tiene cuidadora. Tiene limitaciones visuales y es por esto que usa gafas y guarda una lupa
grande en su chaqueta siempre para escribir o dibujar. Además de esto, Augusto tiene un retraso
leve desde la infancia que hizo que cursara hasta segundo de primaria pero su estadía dentro del
grupo no presentó complicaciones. La pasión por Augusto es pintar y su concentración se veía
nublada cuando le daban lápiz y papel, puesto que se perdía en sus propios dibujos y muy pocas
veces pudo seguir el ritmo de las actividades grupalmente. La atención de Augusto en el transcurso
de las sesiones fué mejorando según este índice de desarrollo en donde mide si logra focalizar la
atención con cualquier consigna dada.

Gráfica 4: Índice de desarrollo de Augusto teniendo en cuenta el criterio de focalizar la atención


en la tarea musical.

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Fuente: cálculos propios

En alguna ocasión en donde fuí a participar en una sesión de manualidades en barro con otros
voluntarios para ver como era, vi que Augusto tomó la página de la portada del periódico en donde
había una foto de una catedral e hizo la réplica exacta con tanto talento y detalle que me sorprendió.
Su verdadero gusto han sido las artes plásticas. Marcela la directora me contó que Augusto nunca
pudo trabajar en nada a causa de su pequeño retraso, pero que las artes fueron parte de su escape y
la creación de su propio oasis a lo largo de su vida. En cuanto a sus habilidades motoras, estaba
muy bien y su audición era la ideal para trabajar con nosotras en el grupo. Augusto fué la persona
más detallista del grupo. Me regalaba siempre un detalle pequeño como una colombina o unas
galletas que me guardaba de las onces que les daban. Además de esto “hacía fila” para quedarse a
hablar conmigo y preguntarme “Y sumercé ….¿de qué parte es su apellido? porque yo conozco a un
señor apellido Forero que es lo más de importante… ¿Sumercé lo conoce?”. Augusto se englobaba
con todo y era por eso que me costaba encontrarlo al inicio de las sesiones. Se quedaba en el jardín
mirando con su lupa las flores del jardín de la fundación para verlas de cerca por horas y hubo
varias ocasiones donde no lo encontré para traerlo a jugar con el grupo. Después de comenzar las
sesiones grupales con las cuatro abuelas, no lo volví a encontrar. Se quedó en el jardín tomando el
sol y entretenido entre la belleza de las flores.

Luz Mejía de García

Imagen 21: Luz participando en el juego del análisis lírico con un separador de libros coloreado
por ella.

43
Fuente: propia

Luz tiene 89 años y hace parte de la Manuelita hace diez años. Luz vivió toda su vida en
Chía contando con educación primaria y secundaria. Cuándo fué jóven era líder pastoral y realizaba
encuentros matrimoniales. Viuda y con seis hijos, es una paciente que ha necesitado de una
cuidadora que esté siempre para ayudarla exclusivamente a ella. Luz tiene Demencia vascular
avanzada junto con hipertensión. Dentro de los meses que transcurrieron su memoria y su
enfermedad avanzó visiblemente y esto se vió reflejado en los juegos que hacíamos siendo su
atención la primera en debilitarse porque su memoria reciente no se lo permitía. Así mismo se
evidenció que en el índice de desarrollo, en casi todas las habilidades cognitivas a evaluar tuvo un
proceso que decreció al transcurso de las sesiones y esto era una prueba de cómo estaba su sistema
cognitivo en general.

Gráfica 5: Índice de desarrollo de Luz con el criterio de focalizar la atención en la tarea musical.

Fuente: cálculos propios

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Luz preguntaba seguido lo que se debía hacer y perdió la capacidad de reconocer los elementos
físicos que le daban, por ejemplo si le regalaba un detalle como un borrador, ella se lo metía a la
boca y lo masticaba pensando que era comida. O por ejemplo si le daba un instrumento de
percusión menor como la clave, metía a lado y lado de sus bolsillos las claves y ni recordaba que
ella se las había guardado. Apesar de todo lo mencionado anteriormente, sus limitaciones físicas no
la privaban del todo del disfrute y el musicar e involucrándose en sesiones más lúcidas que otras.
Por otro lado, teníamos mucha empatía así nuestro lenguaje interpersonal fuese tan limitado por ser
ella tan repetitiva con sus palabras, pero sentía que estaba agusto conmigo y siempre que la tenía
cerca me hacía mimos y me besaba las manos para después calentarlas y nunca dejarme ir. Luz en
ninguna actividad pudo participar sola y no hubo una sola actividad que pudiese hacer por ella
misma. Esta fué la principal razón por la cual Luz dejó de ir a las sesiones y era porque no en todas
las sesiones la cuidadora quería participar y su asistencia comenzó a vacilar considerablemente
hasta dejar de ir completamente. En las últimas dos sesiones Luz y su cuidadora nos visitaron en las
sesiones, pero el registro de su desempeño siempre estuvo interrumpido por sus asistencias a causa
de sus limitaciones físicas y cognitivas de su Alzheimer. Al final de las sesiones su cuidadora me
confesó que no había un solo sábado cuando iba en donde luz no le hablara de quién era yo y que
me quería conocer.


Olga Lamprea

Imagen 22: Olga participando en la actividad del análisis musical sosteniendo un separador de
libros pintado por ella, donde coloreó la bandera de Colombia.

Fuente: propia

Olga tiene 83 años y creció en Boyacá, en el campo. Al parecer tuvo educación primaria y nunca se
casó ni tuvo hijos. Cuando era joven se dedicó a la administración de su finca en el campo. Lleva
nueve años dentro de la fundación y está en las fotos de folletos y pasillos. Olga es una persona
sonriente también con Alzheimer avanzado. Siendo ella funcional físicamente no necesita utilizar
caminador ni silla de ruedas. Olga es una persona sociable y participativa, pero su Alzheimer era

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una limitación importante dentro de las sesiones. Su memoria reciente estaba bastante deteriorada,
lo que la obligaba a preguntarme en menos de treinta segundos qué era lo que había que hacer en la
actividad. Algo que me sorprendió observando el índice de desarrollo de Olga, fué descubrir que
avanzó mucho más que sus compañeros en varios aspectos. Fué difícil escoger el mejor aspecto en
que Olga presentó mejoras: recordando la consigna dada mejoró bastante, recordanddo patrones
rítmicos, concentración, atención, entre otros.

Gráfica 6: Índice de desarrollo de Olga, con el criterio de “recordar la consigna dada.”

Fuente: cálculos propios

Olga era manualmente igual de hábil que Augusto y hacía dibujos y manualidades preciosas
pudiendo durar horas en ello. No solía hablar acerca de su vida pero le gustaba socializar conmigo
preguntándome repetitivamente yo de dónde era y cuándo volvía, así como le gustaba mucho
acompañarme hasta la puerta y a ayudarme a guardar mi material de trabajo al final de las sesiones.
Durante muchos sábados no volví a ver a Olga en la sala comunal. Varias cuidadoras me decían que
estaba en su cuarto pero básicamente nuestra comunicación se vió interrumpida por eso. Hace poco
me enteré que había tenido una operación de vesícula y esta fué la razón por la cual debía reposar.
Así como pasó Luz, Olga volvió a acompañarnos la última sesión que tuve con el grupo de la
Manuelita.

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Blanca Galindo

Imagen 23: Blanca participando en el juego de repetir patrones rítmicos. Ella en esta sesión
escogió como instrumento de percusión menor, unas castañuelas.

Fuente: propia

Tiene 84 años. Blanquita está en la fundación hace un año y es de Bogotá; Siendo soltera toda la
vida sin tener hijos y cursando educación primaria únicamente, fué secretaria muchos años de un
consultorio médico. Actualmente la visitan sus sobrinas y se caracterizó por ser una persona
cariñosa y expresiva con su cariño. Ella tenía una escoliosis dorsal complicada que la tenía en un
estado delicado haciéndola sentir mucho dolor permanentemente y estaba en su mayoría de las
veces sentada con un banquito en los pies para recostar sus piernas. Cuando estaba muy malita
estaba en su cuarto sin poder participar en las sesiones, pero a diferencia de Olga y Luz, Blanquita
participó más de lo esperado logrando que su línea de desarrollo pudiese dibujarse más definida. Su
más alto logro dentro del índice de desarrollo fué el de recordar patrones rítmicos. De hecho en
algunas sesiones comenzó a recordarlos presentando una mejora dentro del índice de su
desarrollo. Debo resaltar que para mí fué una paciente difícil de monitorear, porque su rol era más
de acompañante que de estudiante, en donde prevalecía el disfrute de la compañía y se movía con el
grupo casi como un “eco” poco visible para mí. Independientemente de los percances con su
asistencia y complicaciones de salud, en el índice se expone su más claro logro.

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Gráfica 7: índice de desarrollo de Blanca con el criterio de recordar elementos musicales o
patrones rítmicos.

Fuente: cálculos propios

El aspecto de Recordar las consignas dadas fué de sus mayores cambios en su desarrollo, pero en
general, al igual que con Luz su asistencia era intermitente y su desarrollo decreció con el resto de
las categorías cognitivas de evaluación. A pesar de participar poco por su personalidad reservada y
sobria, me saludaba con mucha ternura con su voz suave y con volumen muy bajo. Blanquita me
habló muy poco sobre su vida personal y tampoco me preguntaba puntualmente como Florentina,
Maruja, Olga y los otros participantes, pero al parecer su rol era más de oyente que otra cosa.
Siempre nos acompañó dulcemente.

María Dolores García

Imagen 24: Maruja participando en la actividad del Karaoke cantando la canción “Cielito Lindo”
mientras seguía la letra.

Fuente: propia

O como ella me corregía “sumercé dígame Maruja”, me repetía todas las sesiones que ya casi iba a
cumplir ochenta y nueve años. Llevando dos años dentro de la fundación, ella fue profesora cuando

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era jóven y me contaba que le dió clases a adolescentes porque a los más pequeños no les tenía
paciencia. Con Maruja pude acceder a más información que con otros abuelos del grupo. Pero
siempre esa información fue dada porque yo le preguntaba y ella me respondía con más detalle.
Maruja tenía comienzos de Alzheimer y no tenía problemas cognitivos importantes. No le gustaba
mucho pintar o colorear puesto que se aburría con facilidad con ese tipo de actividades. Maruja era
mucho más práctica que otros, le gustaba bailar y cantar la única canción que se sabía que era una
serenata que se llamaba “Despierta”. Su gran desempeño dentro del índice de desarrollo cognitivo,
fué el de recordar elementos rítmicos; Al comienzo de las sesiones a Maruja le costaba tener un
pulso estable y hacer patrones rítmicos con sus compañeras, pero gracias a plasmar los patrones
rítmicos a aspectos cotidianos como los víveres del supermercado: “papa”, “pollo”, etc, Maruja tuvo
un mejor desempeño sesión a sesión.

Gráfica 8: índice de desarrollo de María Dolores con la consigna de recordar los elementos
musicales o patrones rítmicos.

Gráfica 8: índice de desarrollo de María Dolores con la consigna de recordar los elementos musicales o patrones rítmicos.

Con maruja entablamos una relación más “adulta” donde a ella le interesaba estar adelantada en
noticias de último minuto y me preguntaba sobre mi novio, de cuándo me iba a casar para ser ella la
madrina de mi primer hijo. Era ella la que me preguntaba sobre mi vida personal pero siempre como
si estuviésemos haciendo visita y queriendo conocer aspectos sobre mi vida. Maruja no era tan
sensible como Florentina o como Gilma, pero era muy cariñosa conmigo y cada vez que iba a
buscarla para comenzar la sesión me elogiaba y me felicitaba. A Maruja le costaba trabajo participar
pero lo hacía cuando le decía que marcara su hoja y participara. Ella me decía “Chi profechora”,
cuando se disponía a responder la pregunta de si quería participar, a causa de su caja de dientes
hablando de esta manera. Ella no necesitaba silla de ruedas y no tenía cuidadora. Se veía que la
consentían mucho sus familiares porque siempre me contaba que la llevaban a la peluquería a
Centro Chía y la llevaban a comer cada semana sin falta. Maruja era la simpática del grupo y la que
estaba siempre pendiente del último reporte de mi relación amorosa.

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Florentina Guerra

Imagen 25: Flor participando en la actividad de recordar los gatos que acompañaron su vida; le
pinté el gato y ella lo coloreó. Después inventamos una canción en honor a los gatos que las
acompañaron.

Fuente: propia

También me corrigió apenas la conocí: “Sumercé dígame Flor, niña Carolina…”. Flor es mi
estudiante estrella y tiene 87 años. Lleva once años en la Manuelita y se integra a todo tipo de
actividad social. Actualmente su pasión son las sopas de letras, junto con Maruja y otra compañera
siempre está acompañada pasando el tiempo en la sala comunal. Flor tuvo educación primaria y no
tenía ninguna profesión, pero le gustaba hacer manualidades y bordados. No tuvo hijos y nunca se
casó, siendo ella la que me cuenta que se enamoró profundamente de un “caballero” pero que él era
“desaplomado” y que nunca se concretó nada. No obstante, sus hermanos están a cargo de ella,
dándole Flor importancia a su hermana, que la recordaba con mucho afecto frecuentemente en
nuestras sesiones. Lo único que limita a Flor físicamente es la silla de ruedas porque cuando era
jóven se le infectó una herida en la pierna teniendo que amputarla. De resto, Flor es absolutamente
funcional sin necesitar de casi ningún tipo de ayuda. Cuando trabajaba conmigo ella se sentaba a mi
mano izquierda porque presentaba un dolor cerca del túnel del carpo que le impedía escribir,
colorear o realizar manualidades. Es así que tenía que ayudarla a ella cada vez que necesitara anotar
o colorear. Florentina es en exceso inteligente, una persona muy participativa interactuando la
mayor cantidad de veces conmigo, haciendo largas intervenciones de sus conocimientos musicales
y le resultaba fácil realizar casi cualquier tipo de juego que yo les diseñaba. Con Flor tuvimos un
lazo afectivo muy fuerte, compartía conmigo su vida y sus recuerdos personales durante la clase.
Era ella la que me observaba de arriba a abajo y se antojaba de mi manera de vestir y de mis
accesorios. Estaba pendiente de la última moda y me elogiaba porque le parecía de lo más llamativo
como me vestía. Flor fué la más participativa de todo el grupo y no faltó una sola sesión. Me
contaba que gracias a su limitación física y otro problema de pulmones que tuvo en su infancia se
fué a vivir para Onda y que hacía manualidades hermosas allá. A veces me contaba historias de sus
pilatunas, porque Flor era un alma bastante rebelde y le encantaban las bromas. Era honesta siempre
y muy “adulta” en su manera de hablar a diferencia de Gilma. Además de esto, le encantaba que le
llevara regalos. Los guardaba en silencio enternecida pensando ya en dónde lo iba a poner dentro de
su cuarto, para que nadie supiera que ella tenía un regalo que yo le había dado. Al final de las

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sesiones la ví bastante decaída emocionalmente y perdió bastante el interés por la participación en
las actividades, pero según ella me contaba, era porque se aburría sola en La Manuelita, porque le
comenzó a dar pereza salir para que la tuviesen que alzar y así poderse transportar y porque le
gustaba mucho más hacer manualidades, pero ya no podía por las complicaciones en su mano.
Como Flor siempre fué tan buena participante dentro del grupo, todas las categorías que medían el
sistema cognitivo, el ámbito social y el ámbito afectivo, quise resaltar una categoría que se
desarrolló positivamente a pesar de las pocas complicaciones que hubo: recordar los elementos
musicales (patrones rítmicos). Y aunque de verdad no se le dificultó mucho recordar patrones
rítmicos, este es un aspecto que considero no vino con ella y sus experiencias o habilidades
personales, sino que lo comenzó a adquirir conmigo en el tiempo y es por esto que es valiosa esta
línea desarrollo.

Gráfica 9: Índice de desarrollo de Florentina con respecto al criterio de “recordar los elementos
musicales o patrones rítmicos.”

Fuente: cálculos propios.

La simpática, dulce y rebelde, conquistó mi corazón y fué partícipe de motivar a los otros
integrantes a dejarse afectar positivamente por el interés y el gusto de mis sesiones. Una mujer
inolvidable.

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Lucía Gaviria

Imagen 26: Lucía patricipando en el juego del análisis lírico. Coloreó un separador de libros
inspirado en la canción Colombiana “Colombia Tierra Querida”.

Fuente: propia

Ella tiene 86 años y lleva cinco años en la Manuelita. Necesitando un caminador para desplazarse y
evitar una caída, es una persona funcional con el resto de sus necesidades de autocuidado. Lucía
presenta un leve retraso desde la infancia y sufre de artritis en las manos lo cual le impide menos de
lo que uno pensaría el hacer manualidades. Fué ama de casa en sus años jóvenes teniendo tres hijas.
Es viuda y le gusta tejer. Lucía es muy sonriente y participativa y no faltó una sola sesión,
integrándose al grupo cuando Maruja o Florentina me preguntaban algo, se interesaba bastante por
las respuestas sin saber mucho la una de la otra pero sin embargo teníamos empatía mutua. A Lucía
no le daba pena participar o cantar y siempre estaba a disposición emocional para el trabajo. Era
muy detallista y se daba cuenta cuando me peinaba, cuando me cortaba el pelo o cuando compraba
zapatos nuevos. Lucía tenía dificultades en el lenguaje, aunque se le entendía lo que decía pero le
costaba trabajo responder preguntas y saber de lo que se estaba hablando. Por lo demás no
necesitaba de una cuidadora y era completamente independiente con sus cosas. Algo que facilitó su
asistencia era precisamente que no tenía cuidadora y era ella quien estaba pendiente de asistir a las
sesiones muy puntual. Su proceso de desarrollo dentro de las categorías cognitivas como memoria,
atención, concentración, praxias motoras y aspecto anímico en general ha sido positivo
progresivamente, así que una de las características en donde tuvo un buen logro, fué recordando la
consigna dada. Lucía tenía problemas para recordar y entender de lo que se trataba el juego y solía
ayudarse visualmente de sus compañeras, pero en el transcurso de las sesiones dejó de hacerlo
volviéndose más independiente y confiando más en ella a la hora de realizar las actividades.

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Gráfica 10: Índice de desarrollo de Lucía con el criterio de “recordar la consigna dada”.

Fuente: cálculos propios

Lucía tuvo una primera experiencia musical bonita porque se dejó afectar positivamente de los
juegos que traía para ellas y esto le permitió saborearse la música y el juego.

Gilma Niño

Imagen 27: Gilma participando en el juego del Análisis lírico, dibujó en un separador de libros.

Fuente: propia

Gilma tiene 83 años y lleva diecisiete años dentro de la Manuelita. Es de Santa Rosa de Cabal y
mentalmente es una niña de once o diez años debido a su Alzheimer junto con un retraso leve desde

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su infancia. Gilma tiene complicaciones con el habla importantes y su mente se quedó atrapada en
el tiempo de cuando era niña. Su personalidad es infantil y de lo que habla también lo es,
incluyendo su aspecto físico y su manera de vestir: con sudaderas rosadas y con las candongas que
le regaló su mamá. Dentro de su caminador Gilma guarda su mini-parqués, sus colores, su yogurt
para diabéticos y sus agujas para tejer. Con respecto a lo que dice de su edad y su estado emocional,
dice que tiene el pelo negro y que es una niña que pronto verá a sus papás de nuevo. Ella se ayuda
de un caminador para desplazarse y evitar caídas porque tiene un ojo que no funciona muy
bien. Gilma es diabética también, así que al comienzo de las sesiones cuando les llevaba
chocolates, era ella quien los recibía con más gusto que las demás, así que tiempo después les
comencé a llevar otro tipo de sorpresas para evitar inconvenientes de salud. Decidí que ella debía
siempre estar a mi lado derecho cuando comencé a darme cuenta que necesitaba mi ayuda con el
seguimiento de las actividades que llevaba. Al hacer algunas actividades en donde tenían que
escribir, me di cuenta que Gilma solo sabe escribir su nombre y le cuesta comprender las
instrucciones de ciertas actividades que tengan el requerimiento de habilidades de lecto- escritura. A
pesar de tener estas complicaciones no me pedía ayuda para realizar ciertas actividades, siendo yo
quien la guiaba pero ella siempre trabajaba como las demás abuelas del grupo. Me costaba entender
lo que Gilma decía en múltiples ocasiones pero se hacía entender más de lo que uno creería, tanto
así que al final fué de las personas de las que siento que más se dejó conocer y más me invitó a que
supiera cosas de ella. Era en extremo sociable y teníamos empatía la una a la otra. Gilma además
tenía muy buena suerte, siendo ella la que más premios se ganó dentro de los primeros juegos,
llevándose monederos, cartucheras y chocolates a su carrito/caminador.

Dentro del índice de desarrollo de sus capacidades motoras, cognitivas y anímicas aparecen
resultados muy variables y difícilmente muestra un desarrollo progresivo. En algunas ocasiones
estaba lúcida y lo respondía todo muy bien, pero en otras estaba bastante desubicada en todos los
aspectos cognitivos, así como lo puede explicar esta gráfica. Independientemente de un desarrollo
cognitivo visible, fue una integrante esencial para el grupo que se gozó más que nadie todas las
actividades. Gilma era muy expresiva y le gustaba mucho estar conmigo, respondiendo a todo “chi
cheñora” y era muy emotiva cada vez que me veía cuando iba a buscarla para ir a jugar. Las puertas
más especiales eran las de su corazón.

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Gráfica 11: Índice de desarrollo de Gilma con el criterio de leer letras y palabras.

Fuente: cálculos propios

b. Rol y avance del grupo



Imagen 28: Actividad de colorear instrumentos musicales

Fuente: propia. De izquierda a derecha: Florentina Guerra, Gilma Niño, Augusto Buitrago, Olga Lamprea, Luz Mejía de
García, Lucía y Cathleya (cuidadora).

Con respecto al rol que cada uno tenía frente al grupo y las dinámicas que se comenzaron a forjar,
surgieron nuevas necesidades de abordar al grupo teniendo en cuenta sus intereses personales y
sabiendo que eran todos con habilidades manuales y visuales que necesitaban de una guía musical

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integrada a gustos y conocimientos que para ellos fuesen familiares. Como grupo pude comprender
que así el afecto rondara por sus corazones y eso las ayudara a vivir un ambiente musical
importante, su percepción propia era clara acerca de su edad y sus limitaciones físicas y mentales,
por ejemplo, era parte de su discurso mencionar que necesitaban a todo momento ayuda (opinión
que a mi concepto con las evaluaciones de sus capacidades físicas no estaba de acuerdo, porque era
evidente que sí eran capaces, cosa que ellos mismos desconocían, creyendo que no eran muy
capaces.) expresando corporalmente que les costaba aprender y sentirse parte de esta dinámica de
aprendizaje. Casi todos tuvieron únicamente educación primaria y así existiese un rol del juego y
una idea didáctica de lo que era la música, ellas comprendían que era una labor pedagógica la mía y
la labor de ellos por tanto era aprender realizando estas actividades. Al final de cada etapa esto tuvo
por consecuencia una fatiga por parte de ellas y me comentaron que les gustaría realizar más
actividades manuales que musicales.

Otra dinámica que comencé a notar era que debido a lo acostumbrados que estaban de los ambientes
relacionales de fundaciones y voluntariados, que venían con regalos que usualmente les daban,
ellas estaban en una actitud de confort en donde ya estaban deducían que les iban a regalar lo que
ellas pedían y daban por sentado que les iba a regalar mis materiales de trabajo preguntándome
“¿Ay sumercé me regala esto?”. Era más el simple hecho de recibir siempre algo porque realmente
había muchos de los objetos que ellas me pedían en donde no sabían ni cómo usarlo ni donde
ponerlo. Simplemente era el acto de sentir que les regalaban algo. Otra dinámica que me costó
trabajo mantener fué el de hacer que ellas mismas trabajaran y realizaran las actividades sin que yo
se las hiciera debido a que ellas pensaban que necesitaban ayuda para todo lo que deseaban o no
hacer. Cuando Lucía vió que yo le ayudaba a Florentina a escribir, Lucía cómodamente me
preguntó “¿Ay sumercé también me va a ayudar a escribir?” formándose así una cadena donde más
abuelas se antojaban de no escribir. Luego de varias sesiones tuve que decir que no a esa
proposición porque quería medir su trabajo personal en un documento físico que me dejara ver su
lecto-escritura, sus praxias motoras, su concentración, su atención, etc. Y porque además, la gracia
del juego y todo lo que traía para ellos, era para que ellos mismos lo hicieran al contrario de verme
jugar con actividades que traía para ellas.

Con respecto a las dinámicas de desarrollo del grupo en la etapa dos, es decir cuando estaba
realizando las sesiones con todo el grupo, había muchos niveles cognitivos y estaban bastante
marcados: Flor se llevaba la delantera sintiéndose aburrida en múltiples sesiones porque lo entendía
y lo hacía todo con tanta rapidez y facilidad que se aburría viendo cómo las demás hacían y
deshacían con actividades como el bingo, la lotería o el mapa de latinoamérica, que para ella habían
sido en extremo sencillas. Lo curioso apareció cuando quise retar a Flor a hacer cosas que
estuviesen más a “su nivel”; Su reacción fué completamente reacia y no quería participar con estas
nuevas instrucciones. Sentía que debía esforzarse y le gustaba sentirse más hábil que las demás así
que durante varias sesiones perdió el interés porque sabía que yo iba a retarla con actividades que
ella al final me comentó que le interesaban menos que hacer manualidades. Es así que prefirió
quedarse en el mismo nivel cognitivo que los demás sintiéndose de nuevo cómoda en el grupo.
Dentro de la bitácora compartí una experiencia ocurrida casi al final de las sesiones que tuve con
ellas que definió una dinámica de grupo bastante marcada por como viven en la Fundación y todo lo
que ellas reciben semanalmente gracias a las ayudas de las coordinadoras de la fundación: “Yo
pronto saqué los materiales de la actividad: Hacer un instrumento de percusión menor que a la vez
fuese un llavero navideño. Esta actividad la pensé gracias a Flor, quien me reclamó la clase pasada
su aburrimiento. Así que procedí a hacerlo. Lo que me sorprendió fué que ninguna intentó hacer la
manualidad y estaban esperando a que las cuidadoras y yo se los hiciéramos.” Fué la actitud más
extraña que yo había visto en ellas y lo más curioso era que alguna vez había asistido a una clase de
manualidades con barro para conocerlas y pasar tiempo con ellas, pero en esta ocasión todas
trabajaron sin ningún problema. Considero que mi falla estuvo en no presionar un poco más

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motivándolas a hacer ellas mismas la actividad, no permitiendo que se quedaran observando.
También creo que debido al tiempo de trabajo conmigo, así como yo ya sabía de cómo era el
comportamiento y reacción de cada una, ellas sabían cómo comportarse conmigo porque sabían
cómo era yo como guía así que buscaban siempre la forma para estar siempre más cómodas y
abstenerse del esfuerzo. Por último, mencionaré que ellos como grupo y posiblemente como
individuos (debido a que no había un sólo día que los abuelos en general estuviesen pasando su
tiempo en un lugar diferente a la sala de estar comunitaria) eran muy rutinarios y convertían
rápidamente en hábito lo que se repetía. En una ocasión quise cambiar de “salón de música” en
donde fué posible (casi imposible) una sola vez: “Cuando estábamos todas en la mesa Lucía me
contaba que le gustaba mucho más trabajar donde siempre hemos trabajado. Sin duda es un espacio
más luminoso en donde están acompañadas por más personas y evidentemente hay una mesa a su
altura donde pueden sentirse más cómodas. Salir de la rutina para ellas no es fácil.” Lo complejo del
cambio de “salón de música” es que el resto de la casa suele ser un poco más oscura y fría; lo que
hace que ellas se sientan incómodas inmediatamente en un lugar diferente al usual. Y su manera de
decírmelo a veces era literal con una expresión directa verbalmente, pero en otras ocasiones era una
mueca, o un gesto de sentir frío, o simplemente se ubicaban en la mesa antes que yo llegara, para
obviar el momento de proponerles trabajar en otro lugar.

En cuanto al índice de desarrollo grupal como contaba anteriormente, sus procesos eran bastante
heterogéneos como por ejemplo en la gráfica que habla del criterio de recordar la consigna dada:

Gráfica 12: Índice de desarrollo grupal con respecto al criterio de “Recordar la consigna dada”.

Fuente: cálculos propios

Mientras Luz durante cuatro sesiones seguidas no recordaba la consigna dada, quienes se
mantuvieron por la línea de sí recordarla fueron: Flor, Augusto, María Dolores. Olga presentó
progresivamente un desarrollo junto con Gilma y Lucía. En este cuadro se observa claramente los
diversos niveles cognitivos describiendo un proceso variado de desarrollo como grupo.

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En conclusión, Dentro del proceso de investigación se formaron dinámicas relacionales dentro del
grupo que eran causa de múltiples factores culturales y sociales en donde ellos se veían a sí mismos
como adultos mayores que estaban segregados socialmente y necesitaban ayuda en todo momento.
Esto provocó que sacaran provecho de esa situación y ponerme a prueba para saber lidiar con ella y
seguir retándolos. Fué un trabajo complejo al final, debido a que era mi primera experiencia
trabajando con este tipo de población, pero aún así se sobreponían a este estado de confort y se
desarrollaron en una variado espectro. Estas dinámicas mencionadas anteriormente son las que le
dan la virtud al estudio de caso. Son problemáticas tan supremamente únicas de este grupo de
personas y genera en mí el planteamiento de una solución que se ajuste a sus características y
necesidades específicas.

c. Mi proceso de crecimiento y mi rol dentro del grupo

Bastante se podría decir con respecto a mi experiencia vivida en este grupo de abuelos. Fué de gran
ayuda llevar un diario de campo que me llevó a sanar con una especie de catarsis. Fué un proceso
que me impulsó a perseverar reajustando una y otra vez el diseño de mis actividades y tuve
momentos de angustia porque sentía un gran peso en cuanto a mi responsabilidad con ellos. La
constante búsqueda de descubrir mi cuerpo, mi voz, mi empatía musical con ellos y sobre todo
buscar el musicar, no fué para nada fácil. Pasé de hacer una clase de apreciación de la música con
un enfoque experimental incluyendo juegos que ellos conocían a llevarles actividades inventadas
por mí y por mi asesora para ver por pocos segundos una sonrisa iluminada. Llegando hacia el final
de las sesiones por fin vi el musicar en algunas de ellas. Desde un principio siento que me presenté
como alguien que quería conocerlas y compartir tiempo con ellas siendo la música un pretexto para
explorarnos y ponerle sentido a la vida de ambas. Podría llegar a decir que no hubo una sola sesión
en la que no hubiese salido afectada positiva o negativamente y mi ilusión fué verlas cada sábado.
Construimos una amistad única y profunda que considero no la volveré a repetir. Ellas en las
sesiones me veían como una amiga con quien conversar y compartir experiencias personales.
Creería que por mi manera de ser me costaba presionarlas aún más para salir de su zona de confort.
Mi prioridad más grande era ver sus reacciones, qué les gustaba, por qué no les gustaba, cuándo era
bueno dirigirlas y cuándo no. Fué un proceso que trató de ser organizado y progresivo, pero así
mismo como pasó con ellas en donde crecieron de maneras diferentes, en mi caso pasó lo mismo.
Los cambios eran lentos y difíciles de ver tanto en mí como en ellas y el sentir si lo estaba haciendo
bien o mal pasó a segundo plano. Simplemente estaba cumpliendo un sueño que comenzó desde el
inicio de mi carrera y lo estaba viviendo.

No hubo una sola ocasión en que ellas se molestaran conmigo o hubiese momentos pesados
negativamente. Siempre hubo mucho afecto entre todas y creería que al final todas estábamos
buscando el juego, la diversión, la alegría y el sentido. Debo confesar que me costaba no
enternecerme y no llevarles sorpresas para la ganadora de cada juego que organizaba para ellas.
Para mí, la prelación era hacerlas sentir especiales porque lo fueron en mi vida y en este proceso
que viví con ellas. Me ayudaron mucho las intervenciones de mi asesora del proyecto, Beatriz,
porque en su experiencia con niños me dió consejos de cómo abordar la música y hacer una clase
más dinámica. Una visión desde el otro lado de la investigación es importante para darse cuenta de
detalles que desde mi perspectiva eran realmente invisibles. Podría llegar a decir que yo era más la
figura de una guía que les llevaba cosas curiosas todos los sábados como abanicos, pompones
brillantes, pompones de algodón, colores, claves y juegos para sorprenderlas y hacer música.
Además de esto, agradezco la gran ayuda de las cuidadoras, quienes llevaban en sí mismas una
verdadera vocación innata hacia el cuidado al otro y su interacción emocional. Algunas estaban
haciendo otras carreras a la par y otras simplemente eran mujeres que vivían en la vereda de Cajicá.
Eran mujeres fuertes que conocían y cuidaban con el corazón a las abuelas y eso fué un gran
ejemplo para aprender de ellas. Más de una me aconsejaba con las cosas que les gustaba escuchar,

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lo que les gustaba comer o qué cosas debía no hacer con una u otra abuela debido a sus limitaciones
físicas y emocionales. Con el tiempo me sentía más cómoda y observando sus respuestas no
verbales a los ejercicios podía observarme más clara en cuanto a las instrucciones que daba y
fluyendo más con respecto a la medición del tiempo, a la forma de sobrellevar los inconvenientes
técnicos y dejándome sorprender de lo que pudiese pasar cuando llevaba un nuevo juego con un
material didáctico diferente.

Pude vivir por primera vez y de una forma intensa lo artesanal que es la pedagogía en sí con esta
investigación. No existen realmente recetas para ser exitoso con una población u otra. Con todos los
grupos y estudiantes el trabajo es constructivo por parte de ellos y por nuestra parte como
profesores. Es una pedagogía que yo misma construí observando, cambiando, practicando y
repitiendo, apuntándole a una búsqueda incansable de encontrarla música en mí y transmitirla para
que ellos la encontraran. No sólo los abuelos tuvieron que salir de su zona de confort y esforzarse
por buscar el juego y el musicar, yo también me sentía retada a tener un mayor contacto con mi
cuerpo siendo el que reproduce y lleva la música y con mi voz, animándome a cantar a capella para
ellas. Aprender más canciones y preparar un material a mano para ocho-cuatro personas cada
sábado fué retador y gratificante. Creería que más adelante dentro del proceso, pude tener una
armonía trabajando en grupo, debido a que no sabía cómo manejarlo. Varias abuelas me
conversaban de temas diferentes a la vez y estar dirigiendo los juegos, me hacía sentir en un
comienzo abrumada, pero con el tiempo logré aprender a comunicarme corporalmente de una suave
forma para que ellas comprendieran en qué momentos debíamos jugar y en qué otros momentos
podíamos conversar libremente sin ninguna restricción.

Por último quisiera agregar que el proceso de aprendizaje de la metodología investigativa fué un
gran reto para mí al tener que seleccionar elementos audiovisuales, cualitativos, cuantitativos y en el
diseño de la metodología de trabajo para la realización de los juegos. Aunque en múltiples
ocasiones dentro de la carrera tuve que hacer pequeñas investigaciones, ninguna se comparó a un
trabajo con tanta información de tantas categorías y un análisis minucioso para lograr un resultado.

En conclusión, fué una experiencia personal conmovedora y real, en donde me ví expuesta a crecer
y aprender sobre la marcha, buscándome a mí misma en cómo era mi forma natural de transmitir y
hacer música. Aprender a conocer a los abuelitos y lidiar con dinámicas individuales o personales
también fué un reto, en donde pude aplicar todo lo vivido dentro de cinco años de universidad. Ha
sido liberador integrarme a un pensamiento más ergonómico de entender su desarrollo y lo que
nosotros los estudiantes de pedagogía estamos en la libertad de hacer. Descubrí en el campo de la
pedagogía, un espacio de creación y autocrecimiento muy poderoso.

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CONCLUSIONES

En esta sección final se divide en secciones con respecto a los objetivos iniciales, los índices de
desarrollo con la información cuantitativas del grupo y con los aspectos tratados en la estructura del
árbol en donde hablaba de estas cuatro variantes: el afecto, experiencias de disfrute, el individuo y
el grupo y por último transformación musical.

a. Con respecto a los objetivos iniciales

Teniendo en cuenta todas las sesiones vividas con este grupo de abuelos durante un año y todos los
cambios que consideré pertinentes dentro de la metodología de trabajo acompañado de
descubrimientos y cambios, puedo llegar a concluir que varias de mis hipótesis y objetivos iniciales
cambiaron considerablemente con respecto a mi visión actual del panorama. Cuando se comenzó a
definir mi trabajo inicial como un entorno de Apreciación musical, en un principio mi objetivo
consistió en evaluar cognitivamente cambios que pudiesen ser evidenciados puntualmente con
información cuantitativa que sin duda arrojó resultados importantes más concretos con respecto al
desarrollo grupal y del individuo, pero a su vez replanteó una manera de buscar el musical más que
el control de su desarrollo. Considero haber logrado llegar al objetivo de buscar un entorno de
disfrute y el musicar en donde las formas de llegar a él fueron con actividades inimaginables en un
principio en ser las adecuadas para trabajar con ellos que llegaron gracias a la ayuda de mi asesora
de tesis y de una manera intuitiva al conocer sus gustos, y capacidades siendo estas las generadoras
del disfrute y sentido de ese momento de sus vidas: el hoy y el ahora.

b. Con respecto a los índices de desarrollo del grupo

En los aspectos cognitivos, era un grupo bastante heterogéneo en donde cada uno tuvo diferentes
etapas de desarrollo y con disímiles dificultades físicas a diferencia del índice que medía las
emociones y la sociabilidad en donde se tornaba bastante homogéneo. Todas las personalidades del
grupo tenían un gusto por socializar, interactuar, estar acompañados y buscar el disfrute. Puedo
también concluir que no existen métodos estandarizados que funcionen para todos los individuos.
Así hubiese un método para avanzar grupalmente buscado por mí, con cada uno de los individuos
hubo una manera diferente y única de expresarme para incluirlo en la dinámica del musicar.
Considero además que fué un crecimiento en un espectro más amplio que las categorías que utilicé
para medir su desarrollo, fué un proceso como lo mencionaba anteriormente, muy similar a la
metamorfosis, siendo distinto en cada uno de ellos con el ingrediente de ser una experiencia
sumamente emocional con un grado de responsabilidad importante que me llevó a lograr mi
objetivo a toda costa. Mi propósito se convirtió en una terapia bilateral que se quedó en la memoria
y en el corazón para no irse jamás. Es esto en pocas palabras lo que desde un principio me enamoró
de la enseñanza: Una conexión con el ser, el compartir una experiencia afectiva que jamás será
arrebatada que será en extremo útil y que va más allá del proceso cuantitativo y lineal.

c. Con respecto al afecto

Resalto el importante lugar que tuvo este aspecto en el proceso de transformación y


aprendizaje que podía ser útil en entornos académicos como en bachillerato o en las carreras
universitarias, el adulto mayor no es el único público interesado en lo saludable que se torna el
disfrute dentro de entorno del aprendizaje. Era el afecto el que hacía que el grupo y yo nos
motivaramos a bailar, cantar, improvisar, a salir de la zona de confort para vivir aspectos más
relevantes alrededor de la experiencia del momento. En este proceso se evidenció en cada uno de

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nosotros un cambio diferente en múltiples aspectos, algunos aspectos más forjados que otros. Un
resultado que no podía controlar pero sí podía comprobar cuando los filmaba, los fotografiaba y por
su puesto cuando trabajaba con ellos. Lo más sorprendente en mi caso era que ellos mismos no se
daban cuenta de lo mucho que estaban dejándose afectar viviendo el hoy y el ahora y poco a poco lo
terminaron haciendo todo sin importar qué tipo de limitaciones físicas o cognitivas tenían.

d. Con respecto al proceso del individuo y el grupo

Las hipótesis que tuve inicialmente, eran bastantes disímiles a las que tengo ahora con respecto a la
vejez y las medidas de intervención a este tipo de población. Antes pensaba que se debía instaurar
un método organizado en donde se pudiese mantener el proceso de desarrollo similar a la del
alumno universitario o de educación primaria, pero ahora considero que aunque sí debe haber un
desarrollo de crecimiento con este tipo de individuos, el mismo medio permite una manera de
intervenir con ellos más personalizada, artesanal y emocional, debido a su momento de vida y a sus
capacidades motoras que son tan heterogéneas entre ellos. Así mismo pude aprender a
desprenderme de la idea de forzar ver el desarrollo progresivo de los individuos y más bien percibir
un cambio lento, no lineal y no focalizado del aprendizaje, como siento que me pasó a mí dentro del
proceso de investigación y como siento que les pasó a ellos. Me dí cuenta de ello, cuando los
comenzaba a ver desmotivados llegando a pensar que si el costo de querer controlar su desarrollo
cognitivo iba a ser el aburrimiento y desmotivación, me iba a alejar progresivamente a mi objetivo
principal: encontrar el musicar y una experiencia guiada de disfrute. Fué un proceso me que me
ayudó a cultivar mi identidad como profesora, mi autonomía y mi capacidad de decisión en
momentos de indecisión y duda a la hora de preguntarme qué sería lo que más efectivo haría una
experiencia de disfrute para ellos exclusivamente. Sin duda sé que no soy la misma en tantas
dimensiones como jamás lo hubiese podido imaginar. Jamás pensé que podría tener la oportunidad
de trabajar este tipo de población en donde pudiese utilizar mis propias metodologías, mis propios
juegos y mi propio repertorio. Era el espacio de libertad y felicidad pero al mismo tiempo un
espacio que demandaba una gran responsabilidad con el que nunca antes pude tener la oportunidad
de aprender para musicar. Estuvo ante todo muy presente un elemento que muy pocas veces siento
dentro de mi vida como estudiante y es cuando se comienza a generar una atmósfera en donde lo
conceptual, obligatorio y técnico que se torna a ratos el contenido del aprendizaje académico de
repente deja de serlo para volverse valioso y útil donde se aprovecha realmente el recurso
académico para un campo práctico que consiguió nutrir mi investigación. Vale la pena aclarar que
por parte de la Fundación La Manuelita, quedaron muy interesados en abrir un puente de amistad
con las personas interesadas en cualquier tipo de proyecto que tengan que ver con ayudar y aportar
emocionalmente a este tipo de población con la Universidad Javeriana: coros paleativos, conciertos
didácticos, prácticas pedagógicas, estudios de la vejez, entre otros.

También considero que en cuanto al diseño metodológico de la clase, los cambios instaurados al
final para trabajar con este grupo de personas determinaron un mejor desempeño por parte de ellos:
contar desde cuarenta y cinco minutos o máximo una hora, es el tiempo ideal para trabajar con
ellos. Con más de cuatro abuelos, podría ser útil la ayuda de monitores o cuidadores que estén
pendientes de lo que todos necesiten, pero por lo pronto si sólo hay una persona que pueda hacer el
trabajo con ellos, trabajar con cuatro o cinco sin cuidadoras es ideal. Así mismo, los juegos son una
excelente herramienta para estimular la expresión emocional y la medición del tiempo de una forma
más orgánica, logrando que nos entretengamos ambos pasando de un juego a otro. Puedo agregar
que la suma de las diferentes ramas del arte son una muy buena mezcla para poder aplicar
conceptos complejos de la música, como las manualidades y la expresión corporal, sumado a
contextos que ellos ya conozcan, como por ejemplo elementos de la naturaleza como el sol y la
lluvia, los elementos de la casa como la cama o el comedor o del super mercado, como la papa, la

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yuca o el pan. Se puede jugar bastante con estos recursos cotidianos y el ritmo o la improvisación,
siendo fuentes inagotables de ideas para realizar sesiones movidas con un contexto para ellos.

e. Con respecto a la transformación musical

También concluí que para personas que estén teniendo un primer acercamiento con los conceptos
básicos de la música, no es necesario tener que decirles qué y para qué lo estamos haciendo. Para mí
al final fué más valioso el tiempo en el que estuvimos viviendo los conceptos musicales por mucho
tiempo y posiblemente eso hubiese ayudado mucho a ellos para que comprendieran después algo
que su cuerpo naturalmente puede hacer. Aprendí que se trata de entender para jugar con los
conceptos, se trata de entender para usarlos y ser independiente con lo que se aprende. El tener
conceptos memorizados sin sentido para un exámen y poner estos conceptos en el museo de la
mente para repetirlos sin utilizarlos para un fin, no tiene sentido en edades como ésta, (y creería que
en ninguna de las edades) el aprendizaje real está cuando permea nuestras emociones y nuestra
mente lo recibe amablemente como una experiencia nueva y útil que me sirve para jugar o para
recordar con mucho gusto.

Otra de las cosas que aprendí es que al final este tipo de población en específico no pretende
memorizar llevando un proceso tan lineal y abstraído de los conceptos, sino un proceso de vivir y
gozar el presente. Aprenden muchísimo más y salen más rápido de su zona de confort si es algo que
los divierte y los llena emocionalmente. Dejó de importarme si se acordaban o no de lo que hemos
jugado o de lo que hemos hablado durante un año de experiencias (por que yo si me acordaba de
cada juego que hacía con ellos), lo que me comenzó a importar fué que se divirtieran en ese
momento exclusivamente sin esperar un desarrollo cultivado por mí la sesión anterior. Muy
probablemente la próxima vez que fuese a trabajar con ellos, no iban a recordar nada de la sesión
anterior y la sesión actual sería la nueva, debido a su demencia o Alzheimer que es usual en la
tercera edad.

No existe un método universal para trabajar el aprendizaje con un grupo o individuo y desligar la
emocionalidad a la experiencia de desarrollo, es desaprovechar una experiencia duradera y que la
hace única tanto para el profesor como para el alumno. La forma de solucionar la problemática de la
tercera edad en sociedades como esta después de vivir esta investigación es intervenir con procesos
que le apunten al disfrute y al vivir el hoy y el ahora, permitiéndoles a ellos darse cuenta de cuáles
son las cosas que pueden hacer y cuáles son las cosas que necesitan ayuda, haciéndolos sentir parte
de cosas en las que siguen siendo funcionales. El trabajar libremente me impulsó a trabajar
autónomamente con un alto grado de responsabilidad y a buscar mis propias estrategias
metodológicas ha sido un excelente campo generador de la introspección y la reflexión acerca de las
necesidades reales en donde el individuo sea cada vez más propenso para el aprendizaje por medio
del musicar y el juego. Así mismo me alegró ver un proceso de transformación tan único en cada
uno de ellos, siendo cada individuo una “mariposa” diferente que se adapta a su manera, en donde
cada una tiene un tiempo de asimilación y apropiación distinto. Era bailar a la par de su ritmo de
crecimiento potenciando cada aspecto de sus capacidades socio-emocionales y cognitivas.

Realizando una breve síntesis de todo lo concluido, considero que los objetivos iniciales de
proporcionar un ambiente de disfrute y musicar con estos abuelos, fue difícil de encontrar pero se
logró de manera satisfactoria. Con respecto al individuo y el grupo, considero además que no existe
un método estandarizado para enseñar este tipo de grupos, percibiendo a cada individuo como un
ser único con sus propios ritmos de aprendizaje y adaptación a sus nuevos entornos, llevandome
también a pensar que la pedagogía es un proceso artesanal basado en un desarrollo bilateral tanto

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para el pedagogo como al estudiante de aprendizaje holístico muy similar a la metamorfosis. Hago
sugerencias para posibles trabajos de desarrollo con este tipo de población: entre menos individuos
para trabajar es mejor y sería ideal si en lo posible se pudiese trabajar con dos o tres monitores que
puedan atender las necesidades que cada individuo requiera. El tiempo de trabajo en un espacio
ideal debería ser de una hora debido a que luego se convierte más difícil centrar su atención.
Trabajar con elementos didácticos y llamativos integrando la música con más ramas artísticas como
el teatro, baile, o manualidades, resulta vital para comprender conceptos musicales que son
complejos de comprender. Por último quisiera agregar que el aprendizaje es real cuando el paciente
se involucra en el juego, debido a que si se involucra con fluidez entonces comprende la consigna
dada, si canta la canción enseñada, recuerda los elementos del juego y si le gusta el juego
necesariamente centrará su atención y se producirá un aprendizaje genuino.

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ANEXOS

Anexo 1 – Consentimiento informado

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BIBLIOGRAFÍA

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