Resumen Texto Feixas

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1.

3 El Psicoterapeuta

La pregunta por quienes son los psicoterapeutas puede formularse desde dos
puntos de vista:
1) ¿Qué se requiere para ser socialmente autorizado como psicoterapeuta?
pregunta relacionada con la formación profesional, con los requisitos
formales.
2) ¿Cuáles son las características personales asociadas con la elección de la
profesión de psicoterapeuta?
Con respecto a los aspectos formales, la psicoterapia se comenzó a consolidar
gracias al fuerte incremento de la demanda social. Se la ha llamado “la quinta
profesión” refiriendo al reconocimiento de que la psicoterapia comparte aspectos
importantes con otras profesiones como la medicina, la pedagogía, la asistencia
social y la religión, pero no puede identificarse con ninguna de ella. Por ende en la
actualidad tiende a consolidarse como una profesión autónoma.
En la actualidad la formación de los psicoterapeutas tiende a consolidarse en el
marco de la psicología científica. Para desempeñar su labor los psicoterapeutas
necesitan: poseer conocimientos específicos sobre los procesos de aprendizaje, la
dinámica de la personalidad, los procedimientos y técnicas de la evaluación
psicológica, la psicopatología, los principios de la interacción social, procesos
cognitivos y emocionales, entre otros. Esos serían los aspectos básicos de la
formación, y a su vez, hay otros aspectos que resultan específicos de cada modelo
psicoterapéutico, donde no encontramos un consenso muy claro.

Con respecto a las características personales de quienes practican la psicoterapia,


tenemos a Guy (1987) quien distingue entre motivaciones funcionales, o sea,
aquellas que son beneficiosas para el ejercicio de la profesión, y motivaciones
disfuncionales, es decir, aquellas que pueden minar la eficacia psicoterapéutica y
reducir la satisfacción profesional.

Motivaciones funcionales:
● Capacidad de escuchar: principal instrumento curativo del psicoterapeuta.
● capacidad de conversar: buenas habilidades verbales y conversar les
resulta reforzante y reconfortante.
● empatía y comprensión: son capaces de reflejar el significado y la
motivación de la conducta, los pensamientos y sentimientos de sí mismo y los
demas.
● capacidad de discernimiento emocional: el conocimiento y la aceptación
de las propias emociones promueve una actitud natural y genuina que facilita
la curación psicoterapéutica de los demás.
● capacidad introspectiva: para facilitar la autoexploración del cliente.
● capacidad de autonegación: resulta beneficiosa para la práctica en el
sentido de que la tarea requiere que el terapeuta deje a un lado sus propias
necesidades personales y se centre exclusivamente en las necesidades del
paciente.
● tolerancia a la ambigüedad: capacidad de soportar lo desconocido, las
respuestas parciales y las explicaciones incompletas. El terapeuta debe
contar con la capacidad de resistir un cierre prematuro, dar respuestas
rápidas, o asumir una posición autoritaria ante el estado de confusión y crisis
del cliente.
● capacidad de cariño: actitud de paciencia y cariño hacia los demás,
acompañada de una actitud no crítica que le permite aceptar a las personas
como son.
● tolerancia a la intimidad: el terapeuta eficaz debe ser capaz de tolerar una
intimidad profunda durante largos períodos.
● confortable con el poder: puede sentirse atraido por una posición de poder,
sin embargo, el terapeuta eficaz debe saber evitar la trampa de sentirse
omnipotente.
● capacidad de reir: ya que el humor, cuando se expresa en el momento
oportuno, tiene ciertas propiedades curativas.

Motivaciones disfuncionales:
● Aflicción emocional: algunos eligen la profesión movidos por un deseo de
alcanzar mayor comprensión de sí mismos, mayor dominio de sus problemas
personales, o autocuración de sus propios trastornos emocionales. Esto
puede ser perjudicial o beneficiosa para el ejercicio de la profesión, en
función de si el futuro psicoterapeuta consigue, a través de su formación,
superar sus trastornos personales. Se debe evitar que se desarrolle un
deseo mesiánico de compartir la curación con los otros cuando la propia
parece inalcanzable. Esto puede afectar la distancia terapéutica.
● Manejo vicario: muchos eligen la profesión como modo de tratar
vicariamente con las contingencias y realidades de la vida. Intentar ayudar a
otros a superar cuestiones no superadas en su propia vida.
● Soledad y aislamiento: eligen la profesión para superar la sensación de
soledad y aislamiento. A través de la profesión, pueden satisfacer la
necesidad de contacto e intimidad en un contacto estructurado y seguro. Esto
es perjudicial.
● Deseo de poder: Cuando el psicoterapeuta no consigue una distancia
adecuada del poder, la idealización del mismo que realiza el cliente puede
producir en el terapeuta tendencia general hacia la agresividad, el dominio y
la explotación de los demás en sus relaciones personales.
● Necesidad de amor: es perjudicial cuando va acompañada de un afán
mesiánico o cuando el psicoterapeuta entiende que su amor y aceptación por
sí mismos, se convierten en agentes curativos.
● Rebelión vicaria: es perjudicial porque puede conducir a recomendar a los
clientes actitudes contrarias a la tradición que pueden funcionar en contra de
los intereses de éstos.
También se ha estudiado la elección de la profesión en relación con determinadas
condiciones familiares. Suelen encontrarse experiencias de marginación social,
económica o religiosa durante la infancia.

Estos datos mencionados, no se centran específicamente a los atributos y


habilidades del terapeuta, asociados al proceso y el resultado de la psicoterapia,
que es lo que realmente interesa y sirve para consolidar la profesión. Y por ello, es
que la investigación empírica en psicoterapia se ha dirigido a aislar las variables del
terapeuta asociadas con un buen resultado terapéutico.
En la actualidad, el avance de la investigación, ha permitido manualizar los modelos
terapéuticos de forma tal que el nivel de competencia en la aplicación de las
técnicas se ha podido aislar como una variable del terapeuta que tiene relación
positiva con el éxito terapéutico. Y este nivel de competencia no depende tanto de
las habilidades personales del psicoterapeuta, como de su formación y práctica en
el manejo de las técnicas.

Refiriéndonos al sistema terapéutico que incluye otros elementos además del


terapeuta, se puede mencionar que muchas terapias como por ejemplo de grupo o
familiares, se contempla el rol del co-terapeuta, que trabaja de forma coordinada
con el terapeuta ua sea desde un mismo nivel, o en distintos grados de colaboración
en los que el co-terapeuta adopta un papel más secundario.
Esta cuestión permite plantear el concepto de equipo terapéutico, que se
caracteriza por compartir parte de la responsabilidad terapéutica, ya sea asesorando
al terapeuta a partir de sus comentarios acerca del caso, u observando el proceso
directamente y eventualmente participando de modo simultáneo en el proceso. Esto
se ve más en los terapeutas sistémicos.

En cuanto al contexto de supervisión, podemos decir que es un ingrediente


necesario y consiste en una consulta de un caso a un terapeuta considerado más
experto, ya sea por mayor experiencia, prestigio o simplemente por la distancia que
tiene del caso. Hay dos tipos de supervisión:
1) Supervisión directa: el supervisor observa desde un monitor o espejo
unidireccional el trabajo del terapeuta.
2) Supervisión indirecta: la supervisión se realiza con posterioridad y parte del
relato del terapeuta.

El papel más importante del terapeuta es que intenta ayudar al paciente. Y tiene
que:
a) formular alguna hipótesis acerca del problema o el cliente.
b) Tomar decisiones acerca de qué hay que hacer primero y que después.
Y para ello el terapeuta necesita funcionar a partir de algún modelo terapéutico.
2.2 LA APARICIÓN DE LA PSICOTERAPIA

Aparece durante el último cuarto del siglo pasado. Los descubrimientos se dan con
rapidez y los conocimientos acumulados comienzan a ser vistos a partir de que la
medicina oficial reconoce la naturaleza psicogenética de la neurosis.
La vía que hizo posible la aparición de la psicoterapia se desarrolló al margen de la
medicina oficial y luego se integró a ésta. Este proceso culmina con la formación del
psicoanálisis.

Hay una primera etapa que va del magnetismo animal a la hipnosis, siguiendo
el camino hasta la psicogenia. La importancia de la hipnosis en la historia de la
psicoterapia reside en que representa el vínculo de unión entre las curaciones pre-
psicológicas de la antigüedad y el psicoanálisis.
Adentrándonos a la historia de la hipnosis podemos reconocer una etapa del
“magnetismo animal”, de Van Helmont (1577-1644) que sostenía la existencia de
un fluido al que la voluntad podía guiar para influir en la mente y en el cuerpo. Esta
idea fue impulsada por Mesmer (1734-1815) quien se reconoce que proporcionó un
impulso para la psicoterapia, ya que su contribución se basó en presentar lo que
hasta entonces se había considerado como “cosa del diablo y de brujas”, como cosa
de la ciencia. Su concepción era que la enfermedad se origina a causa de una
distribución desequilibrada de este fluido en el cuerpo y que la recuperación se logra
cuando se restaura el equilibrio. Trabajaba en terapia con imanes. Y tuvo muchos
seguidores que se dividían en los fluidistas y los animistas, que sostenían que los
poderes curativos tenían que ver con el poder psicológico de la fe.
Otro referente fue Puységur quien describió la amnesia post hipnótica, que luego
fue retomado por Bernheim.
Quien acuña el término de hipnosis es J. Braid (1795-1860), un médico británico,
quien intentó ofrecer una explicación científica utilizando la neurofisiología de su
tiempo y presentándola como un estado de sueño nervioso.
La revolución francesa disuelve las organizaciones creadas por los mesmeristas y
sus enseñanzas cayeron al olvido, para redescubrirse un siglo más tarde pero ya
dentro del marco de la medicina.
Resurge la hipnosis en la escuela de Nancy con Liébelaut y Bernheim, y en la
escuela de Salpetriere, con Charcot, donde realizó su investigación clínica junto a
Janet. En ambas escuelas había estudiado Freud.
Berheim investigó acerca del potencial terapéutico de la hipnosis, y sostuvo que era
producto de la sugestión, entendida ésta como la aptitud para transformar una idea
en acto. Y por ello, prescinde de la hipnosis, considerando que los resultados eran
alcanzables también por sugestión en estado de vigilia, procedimiento que la
escuela de Nancy denominó psicoterapia.
Charcot hacia 1870, comenzó a estudiar la histeria y el hipnotismo. Consideró que
en las histéricas la condición hipnótica se presentaba siguiendo tres etapas: letargo,
catalepsia y sonambulismo. Sus investigaciones apuntaban ala sistematización de
los síntomas histéricos y su distinción de los ataques epilépticos. Consiguió
demostrar que la histeria no era una enfermedad exclusiva de las mujeres como se
creía desde la antigüedad y que las parálisis histéricas podían reproducirse
experimentalmente usando la hipnosis. Sostenía que la susceptibilidad hipnótica era
un signo de degeneración neurológica y que por lo tanto las posibilidades
terapéuticas de la hipnosis quedaban muy reducidas.
Janet había aprendido la técnica hipnótica para estudiar la “mente subconsciente”.
Publicó en 1886 una historia clínica sobre el tratamiento de una histérica por medio
de la concentración, bajo hipnosis, en ideas subconscientes.
Durante todo este período el procedimiento terapéutico estelar fue la sugestión
hipnótica. Y hacia final del siglo, el término psicoterapia se utilizaba para referir al
tratamiento por sugestión y se convirtió en el término aceptado para todos los
métodos de curación por medio de la mente.

2.2.2 Del método catártico al Psicoanálisis

El siguiente paso importante en la génesis de la psicoterapia moderna lo


proporcionó el método catártico, descrito por Breuer, a partir del cual Freud
desarrolló el método psicoanalítico.

Freud comenzó a aplicar la hipnosis con pacientes histéricos. Y en 1892 publica su


primera teoría sobre la histeria. De este caso sostiene que el deseo de realizar una
acción suscita dos representaciones: la de realizar la acción y su representación
contraria. La persona sana puede reprimir o inhibir la voluntad contraria, mientras
que las personas de inseguridad subjetiva no lo consiguen, y de lo cual surge un
conflicto de dos fuerzas que se contrarrestan mutuamente. En este sentido, la
sugestión hipnótica actúa reforzando el deseo o la voluntad consciente.
El paso decisivo para la creación del psicoanálisis fue el método catártico practicado
por Breuer, y descrito en su obra conjunta Estudios sobre la histeria (1895). Allí se
refiere al tratamiento de Ana O, al cual ella llamaba “limpieza de chimenea”, y que le
permitió a Breuer dejar de lado la sugestión hipnótica y a partir de ahí se limitó a
hipnotizar a la paciente para ayudarle a revivir los recuerdos emocionales
traumáticos.
El método catártico consistía en ayudar a la paciente a revivir y descargar las
emociones patógenas vinculadas con los recuerdos traumáticos. Para ello el
recuerdo debía revivirse con toda intensidad afectiva y el mayor detalle. Se
abordaba así la supuesta causa del síntoma, mientras que la hipnosis abordaba el
síntoma directamente.
Freud pensaba que el método catártico podía curar los síntomas de la enfermedad
pero no modifica la predisposición de la histeria, ya que los síntomas podrían volver
a aparecer. Y otra cuestión era que no todos los pacientes eran hipnotizables, ni
reaccionaba con la descarga emocional deseada. Freud descubrió la importancia de
la defensa, por la cual el Yo del paciente rechaza representaciones insoportables y
la importancia de la relación terapéutica. Descubrió asi los fenómenos clínicos de la
resistencia y la transferencia. Esto lo llevó a desarrollar el método de la asociación
libre.
Freud propone al paciente, una vez en el diván, elegir un tema de su biografía sobre
el que debía hablar sin ejercer control. Cuando la corriente de ideas se agotaba,
utilizaba el apremio, ponía la mano en la frente del paciente y le incitaba a recordar
un hecho. Luego abandona este método de presión sugestiva y modificó el
encuadre terapéutico conservando solamente la asociación libre.

3.3 MODELOS CONDUCTUALES- Terapia o modificación de la conducta

Aparecen a finales de los años 50, especialmente como alternativa del modelo
psicodinámico. Y se consolida aprox en los 70.

Idea central y Principios: la mayor parte de la conducta (incluso la inadaptada) es


aprendida y que pueden utilizarse en la práctica clínica los principios descritos por
las teorías del aprendizaje.
Los terapeutas en este modelo no investigan sobre los conflictos terapéuticos sino
que centran el tratamiento en el cambio de la conducta observable en sí misma.
La metodología para ello era el diagnóstico y la evaluación conductual que les
permita identificar e intervenir en las contingencias y parámetros que mantienen la
conducta inadaptada en el presente.
Los terapeutas conciben a la terapia como una empresa empírica a la que hay que
aplicar rigor y los procedimientos experimentales de la investigación científica.
Entonces el énfasis en la metodología científica y la validación empírica de los
tratamientos son los rasgos distintivos de los terapeutas de conducta.
¿Cuáles son los rasgos distintivos de estos terapeutas? el énfasis en la metodología
científica y la validación empírica de los tratamientos.

● Desarrollo histórico
> Origen: S XX I.M Schenov (creador de la escuela rusa de fisiologia), consideraba
que toda conducta podía explicarse apelando a los reflejos, sin referencia a la
conciencia u otros procesos mentales. Estableció el marco para la aplicación de los
métodos de la fisiología al estudio de los problemas psicológicos. Sus discípulos
fueron: Pavlov y Bechterev.
→ Pavlov 1848-1936
- contribuyó en: el estudio experimental de los procesos de condicionamiento,
o sea la demostración de cómo los estímulos anteriormente neutros podían
adquirir la capacidad de elicitar una respuesta (terapias de
recondicionamiento).
- Inició el estudio de las neurosis experimentales en animales, un paso
necesario para depurar métodos y principios terapéuticos en este primer
período.
→ Bechterev (1857-1927) fue el que más desarrolló la idea de que el
condicionamiento podía explicar la conducta humana.
→ Watson (1878-1958) fue el autor del manifiesto conductista que cristalizó un
movimiento que fomentaba la introducción de métodos objetivos de investigación
psicológica. Sostenía que la conducta podía investigarse estudiando los reflejos
simples y sus combinaciones. También introdujo los principios del condicionamiento
en la reducción de los miedos.
→ Thorndike hizo estudios sobre el condicionamiento instrumental, y sostenía que
el aprendizaje se entendía como un proceso que obedece a diversas leyes de
asociación estímulo-respuesta, la más importante era la ley del efecto, que afirma
que la conducta está controlada por sus consecuencias. En estos estudios se basa
Skinner para su programa de investigación sobre el condicionamiento operante.
→ Jacobson (1929) método de relajación progresiva, muy utilizado en terapia
conductual.
> años 30: se inicia una fase de búsqueda de una mayor fundamentación teórica.
Se centró el interes en el desarrollo de las teorías del aprendizaje.
> años 50: la terapia conductual aparece ya configurada como alternativa
fundamentada en los principios de la psicología científica. Es un período que se
reconoce como de latencia o incubación, de búsqueda de una ecuación conductual,
que se extiende desde 1938 hasta la publicación de la tesis doctoral de Skinner en
1958 “psicoterapia por inhibición recíproca''. se ingresa en una fase que se puede
denominar “la búsqueda de una ecuación conductual”.
Skinner establece el paradigma del condicionamiento operante, desde el cual se
toma en cuenta que el parámetro que gobierna la conducta, reside en los estímulos
reforzantes (o refuerzos) que se definen como aquellos hechos ambientales que
acompañan o se dan con las respuestas y que cambian la probabilidad de que éstas
aparezcan en el futuro. Tal vez la contribución esencial de Skinner fue que alentó
un ambientalismo radical que, en la práctica, potenció el diseño de ambientes
terapéuticos.
Se comienza a utilizar el término “terapia de conducta” y se lo aplica a enfermos
psicóticos, en laboratorios de psicoterapia tradicional y en terapias basadas en las
teorias del aprendizaje.
> años 60 y 70: se consolidó como enfoque terapéutico. Se destaca el trabajo de
Wolpe “Psicoterapia por inhibición recíproca” que fue hito fundamental en la
modificación de la conducta.
En Inglaterra se destacó Hans Eysenck que tuvo papel fundamental en la
consolidación del movimiento al sostener que el psicólogo profesional debía ser un
investigador que aplicara en su práctica clínica los resultados de la investigación
básica.
Durante la década del 70 se presentan manuales de fundamentos científicos de los
procedimientos terapéuticos, que aspiraban a unificar el campo de las terapias
basadas en las teorías del aprendizaje.
Durante las dos últimas décadas la terapia de la conducta se desarrollo en diversos
frentes. Se proliferó las técnicas de tratamiento, como así también el tipo de
desórdenes que pueden abordarse con planteamientos conductuales.
● Conceptos básicos
No existe una única teoría del aprendizaje que sirva de marco conceptual a la
terapia de conducta, sino que coexisten distintas teorías que sirven de fundamento a
distintas técnicas.
Principales características de los modelos conductuales:
- La conducta normal y la anormal son principalmente producto del
aprendizaje.
- Tienen menor importancia los factores innatos o heredados en la adquisición
de la conducta, aunque hay posible influencia de factores genéticos y
constitucionales.
- El objeto de estudio o cambio se sitúa en la conducta, que es entendida como
actividad cuantificable o evaluable, tanto en el plano motor como en el
cognitivo o fisiológico.
- El método experimental es un instrumento imprescindible en la descripción,
predicción y control de la conducta.
- Es necesaria la comprobación de la eficacia de cualquier procedimiento, tanto
de evaluación como de tratamiento.
- No se admite que existan enfermedades mentales como entidades que sean
cualitativamente distintas en cuanto a su génesis y dinámica funcional, ya
que la conducta normal y anormal se adquieren y modifican por los mismos
principios del aprendizaje.
- La evaluación y el tratamiento son funciones relacionadas y dirigidas a
modificar las conductas inadecuadas.
- El rigor científico es compatible con la responsabilidad profesional.

Conceptos básicos de los distintos paradigmas

● Condicionamiento clásico: explica como los estímulos neutros o nuevos


llegan a provocar respuestas innatas como consecuencia del emparejamiento
con otros estímulos. Establece que cuando un estímulo incondicionado (ej un
soplo de aire) que da origen a una rta incondicionada (ej parpadeo) se
presenta después un estímulo condicionado (por un sonido), ‘este adquiere la
propiedad de provocar por sí mismo una respuesta condicionada que es igual
a la respuesta incondicionada (parpadeo).
A partir de este paradigma, la ansiedad se considera la clave de los trastornos
neuróticos. La misma es concebida como una respuesta condicionada que estaría
en el origen de las conductas fóbicas, así como en otros tipos de trastornos.
● Condicionamiento operante: se ocupa de conductas que el organismo
emite libremente y que operan sobre el medio y están controladas por sus
consecuencias ambientales. Se establece que si un tipo de respuesta (ej
apretar una palanca), se refuerza (con comida) en presencia de un estímulo
discriminativo (luz roja), en el futuro, este tipo de respuesta tendrá más
probabilidad de ocurrir en presencia de ese estímulo. Entre la R operante y el
refuerzo se establece una relación de contingencia y si la rta se refuerza
repetidamente va a tender a consolidarse, mientras que si no se la refuerza
se extingue.
● Modelado o aprendizaje observacional: un observador puede aprender
una conducta compleja observando la ejecución que realiza un modelo y se
da por mecanismos complejos de procesamiento de información. Se
distinguen dos fases:
1- fase de adquisición de la respuesta: el sujeto observa como el modelo
realiza la conducta.
2- fase de ejecución: el observador realiza la conducta a partir de su
representación simbólica.
Ambas fases requieren complejos procesos cognitivos.

● Método terapéutico
El objetivo de los tratamientos conductuales es la modificación de la conducta
inadaptada. Para ello:
→ se realiza una evaluación de los parámetros y contingencias que controlan la conducta.
→ se definen las conductas en términos observables y establecen sistemas de registros.
Los tratamientos son breves y tienen un número limitado de sesiones.
La eficacia del tratamiento depende de las técnicas utilizadas y no de la relación
terapéutica.

● Relación terapéutica
La relación no tiene valor intrínseco. Se concibe como un vehículo para la
implantación de las técnicas conductuales. El terapeuta tiene el papel de instituir al
cliente en la tecnología conductual apropiada para solucionar su problema. Se lo
considera un reforzador social y un modelo (tiene prestigio social, experiencia,
status).
El terapeuta refuerza ciertas conductas o las moldea.
Esto favorece que los clientes adopten un papel activo en la terapia, tanto en la
realización de registros como en el manejo de las técnicas.

● Recursos técnicos
- I Técnicas de reacondicionamiento: se fundamentan en los principios del
condicionamiento clásico. La ansiedad es concebida como respuesta
condicionada que se encuentra en el origen de muchos trastornos
psicológicos. Por ejemplo se busca romper la asociación entre los estímulos
temidos y la ansiedad, para sustituirla por respuestas más adecuadas, a
través de diversos recursos técnicos como:
→ técnica de relajación; se entrena al cliente para que aprenda a reducir el
tono muscular mediante la tensión y la relajación.
→ desensibilización sistemática; surge de la idea de que la relajación muscular
podía inhibir la rta de la ansiedad, Se expone al sujeto cuando se encuentra
en un estado de relajación profunda, gradualmente y en la imaginación a
situaciones temidas.
→ entrenamiento asertivo; para tratar fobias sociales.Se define como la
expresión adecuada de cualquier emoción distinta a la ansiedad hacia otra
persona.
→ técnicas de implosión e inundación: consiste en que el terapeuta expone al
paciente de modo continuo a los estímulos temidos y anteriormente evitados,
con el fin de producir una respuesta emocional intensa y facilitar el proceso
de extinción.
→ Práctica masiva: repetición contínua de un habito involuntario y persistente
hasta lograr agotamiento. Se usa para eliminar tics.
→ Terapia aversiva: utilización de estímulos aversivos para modificar la
conducta.

- II Técnicas operantes: se dirigen a: el desarrollo y establecimiento de una


conducta. el fortalecimiento de una conducta y /o eliminación de una
conducta
Para ello se diseñan programas de intervención, comenzando por plantear el
problema en términos conductuales, luego identificar los objetos conductuales,
desarrollando medidas conductuales para determinar si el tratamiento es eficaz;
observar al cliente en su ambiente natural para ver las contingencias y los refuerzos
que serán eficaces; se especifica las condiciones del tratamiento y por último se
revisan los resultados.
→ Técnicas para establecer la conducta: apoyan respuestas existentes para crear
otras nuevas.
→ Moldeado: refuerza conductas que más se aproximan a la conducta deseada.
→ Encadenamiento: se utiliza cuando la conducta que se desea alcanzar se
compone de una secuencia repetitiva o cadena de estimulos y respuestas.
→ Técnicas para incrementar las conductas: son las mas conocidas y utilizadas.
El refuerzo positivo contingente de una respuesta incrementa su probabilidad de
aparición futura.
→ Contrato de contingencia: se establecen entre dos partes y en él se especifican
conductas deseadas y los refuerzos mutuos que se dispensarán.
→ Técnicas para disminuir una conducta: consiste en dejar de reforzar la
conducta que se desea disminuir.
→ el reforzamiento de conductas incompatibles: Se trata de disminuir la
frecuencia de la aparicion de la conducta.
→ Tiempo fuera de reforzamiento: consiste en eliminar las oportunidades de
obtener refuerzos positivos de modo contingente a la realizacion de una conducta,
por ej aislando al sujeto en una habitacion vacia durante un tiempo.

- III Técnicas de modelado: para la reducción del miedo, de conductas


hiperactiva en niños, adultos psicóticos. Se toman en cuenta factores que
mejoran la adquisición, la ejecución de la conducta.
● Indicación del tratamiento y criterios de éxito terapéutico
Los trastornos mentales, en este modelo, se presentan como categorías de
conducta anormal, en continuidad con la normal. No se habla de enfermedad,
íntomas, procesos o traumas subyacentes, etc.
El alcance se reduce a los trastornos neuróticos y psicopáticos que no tienen raices
orgánicas. Sin embargo, la terapia se mostró eficaz en pacientes psicóticos y en
deficientes mentales.
Si bien se han aplicado a una amplia varidad de problemas clínicos, los que
recibieron especial atención fueron los problemas de ansiedad. No se buscan
causas comunes subyacentes sino que se considera que los síntomas específicos
son producto de ansiedades específicas a estímulos específicos. El éxito del
tratamiento depende de la eliminación de todas las ansiedades específicas.
Los terapéutas en relación a los criterios de éxito, no son partidiarios de ningún
criterio que no posea un referente conductual específico y que no esté evaliado por
procedimientos objetivos.

● Desarrollos actuales: la terapia entra en expansión en los 70.


- Los investigadores se centran en el perfeccionamiento de sus técnicas.
- Se potencia la investigación que intenta descubrir cuales son los ingredientes
terapéuticos responsables de la eficacia de una técnica determinada.
- Aparecen obras que intentan sistematizar el cuerpo de conocimientos
alcanzados (Kanfer y Philips, Bandura, Wolpe). Bandura es una pieza clave
para la génesis de las terapias cognitivo-comportamentales.
- Se supera el determinismo ambiental.
- Se introduce el termino “autocontrol”, introducido por Skinner, y hace
referencia a un tipo de conducta que el sujeto debe emitir para controlar la
conducta, o sea cambiar su probabilidad de aparición. EL autocontrol se
produce cuando existe un conflicto en la emisión de un comportamiento,
debido a que el sujeto recibe consecuencias negativas y consecuencias
positivas por un mismo comportamiento, pero la probabilidad de aparicion de
ambas difiere en el tiempo. Esto da lugar al florecimiento de distintos
enfoques en torno al autocontrol.
- Diversidad de técnicas empleadas.
- Tendencia a la interdisciplinariedad.
- En los 80 se toma en cuenta el nacimiento de la psicología de la salud, a
partir de la cual tanto salud como enfermedad suponen relaciones complejas
entre factores biológicos, psicológicos y sociales, para el desarrollo de
nuevas perspectivas.

● Formación del terapeuta: la mayor parte de los que ejercen la terapia son
psicólogos, aunque también acceden a la formación médicos y asistentes
sociales. Se accede a través de centros privados, vinculados con las
asociaciones profesionales.
Los terapeutas entienden la formación del terapeuta como una formación
técnica que abarca tanto el diagnóstico y la evaluación conductual como las
técnicas de tratamiento.
● Investigación terapéutica: unido intrínsecamente al diagnóstico y la
evaluación de la conducta. En lugar del diagnóstico tradicional que asigna
una etiqueta diagnóstica a un individuo, los terapeutas de conducta han
desarrollado el diagnóstico conductual, que se centra en las conductas
específicas y las condiciones en las que se realizan, para elegir un
tratamiento útil.
Siempre los terapeutas realizan una minuciosa evaluación del problema antes de
llevar a cabo el tratamiento. Hay un sistema diagnóstico que puede consistir en:
evaluación conductual, métodos de observación; se le puede pedir al cliente que
realice tareas o escenifique una situación; se le puede solicitar que observe y
registre pensamientos, sentimientos, etc. También se pueden utilizar medidas de
autoinforme y registros psicofísicos.
Luego de la investigación se establecen los objetivos del tratamiento en función de
los cuales se va a juzgar la eficacia del mismo.
El problema de la eficacia terapéutica es entendido como el problema de demostrar
empíricamente la relación entre el cambio en la conducta “X” y la técnica utilizada
“y”.

● Valoración crítica: En la última década la creencia en el poder explicativo


de los paradigmas clásicos del condicionamiento se han debilitado.
Principalmente ni el condicionamiento clásico, ni el operante ni el análisis
conductual aplicado, son capaces de explicar adecuadamente las numerosas
y variadas complejidades de la neurosis contemporáneas.
Tambien se critica la inespecificidad del modelo conductual debido a la
diversidad de enfoques terapéuticos.

APROXIMACIÓN INICIAL (TERAPIA SISTÉMICA)

1.4. La relación terapéutica

La relación entre terapeuta y cliente es uno de los elementos distintivos esenciales


de toda psicoterapia.

Para que la relación sea verdaderamente terapéutica, debe ser diferente de otras
relaciones en la vida del cliente. La diferencia esencial reside en que se trata de una
relación profesional: el terapeuta se interesa genuinamente por el cliente, pero no
forma parte de sus relaciones interpersonales cotidianas. De su carácter profesional
se desprenden otras características de la relación terapéutica, tales como su
asimetría, su carácter retributivo y su encuadre.

La relación terapéutica es asimétrica, porque se inicia a partir de la demanda del


cliente y se centra en sus necesidades. Además, al terapeuta se le retribuye por su
trabajo.

El centramiento en la persona del cliente no debe suponer una actitud abnegada,


sacrificada y altruista por parte del terapeuta. Ésta podría generar en el cliente un
sentimiento de deuda contrario a la salud mental que espera obtener con la
psicoterapia. Por ello es necesario y saludable que el cliente compense al terapeuta
por su dedicación.

La relación terapéutica requiere una estructuración específica. Tradicionalmente, se


ha utilizado la noción de encuadre terapéutico para hacer referencia al conjunto de
reglas fijadas por el terapeuta para hacer viable la psicoterapia. Éstas incluyen los
honorarios (en el contexto privado), la duración y frecuencia de las sesiones, el
lugar donde se realizan, las vacaciones, así como cualquier otro detalle que afecte
al desarrollo de la psicoterapia.

También conviene indicar que existe un consenso generalizado en recomendar que


terapeuta y cliente no mantengan ningún tipo de relación, ya sea comercial,
profesional o personal, fuera de las sesiones terapéuticas. Así, a menudo resulta
desaconsejable que el terapeuta acepte como cliente a un familiar, un amigo o un
conocido, con quien mantiene una relación previa.

Independientemente del encuadre (externo), desde el modelo psicoanalítico se


habla del encuadre interno, o de la actitud del analista.

Los diferentes modelos terapéuticos sugieren visiones particulares de lo que debe


ser la relación terapéutica. Desde el modelo humanístico-existencial se destaca la
calidez personal mediante las actitudes de empatía, consideración positiva y
autenticidad del terapeuta. Desde el modelo conductual se propone al terapeuta
como objeto de modelamiento y reforzador de las conductas apropiadas. Desde el
modelo cognitivo se propone una relación de guía orientador. El modelo sistémico
sugiere que el terapeuta se sitúe en una posición de equidistancia con relación a las
posturas de los distintos miembros de la familia.

Bordin (1979) ha sugerido que la noción de alianza terapéutica, originada en el


seno psicoanalítico, resulta en la actualidad ampliamente generalizable a los otros
modelos.

El desarrollo de una adecuada alianza terapéutica es un factor de cambio esencial


en todas las formas de psicoterapia, aunque su naturaleza particular varíe según la
modalidad de la terapia.

Un primer componente de esta alianza es el vínculo establecido entre cliente y


terapeuta. La calidad de este vínculo determina el tono emocional de la vivencia que
el cliente tiene del terapeuta, que influye en su colaboración en el proceso
terapéutico.
Un segundo componente es el grado de acuerdo en los objetivos de la terapia. Se
trata de si cliente y terapeuta orientan sus esfuerzos en la misma dirección.

El tercer componente es el acuerdo en las tareas de la terapia, es decir, en el


acuerdo acerca de los medios que son adecuados para conseguir los objetivos
propuestos.

Los tres aspectos, vínculo, acuerdo en los objetivos y en las tareas, no son
independientes sino que se influyen mutuamente.

APROXIMACIÓN HISTÓRICA

2.4. El estado actual de la psicoterapia

La situación actual de la psicoterapia es extraordinariamente compleja.

“El campo de la psicoterapia ha llegado a ser tan amplio y variado que parece una
“torre de Babel” que desafía la comprensión humana” (Masterson, 1990).

La primera característica que definiría a la psicoterapia actual es la


multiplicidad de perspectivas o enfoques terapéuticos.

Si bien a principio de siglo la única psicoterapia reconocida era la psicoanalítica, al


iniciar la última década del milenio las técnicas de psicoterapia “registradas” se
encuentran por centenares.

La psicoterapia, aún siendo en sí misma una profesión, es practicada por otros


profesionales, además de los psicólogos clínicos: psiquiatras, counselors, asesores
religiosos y matrimoniales, asistentes sociales, enfermeros de psiquiatría. Todo ello
de acuerdo con las regulaciones de cada país.

La opción ecléctica parecer ser la opción más utilizada en la práctica. Eclecticismo,


etimológicamente, significa selección de lo mejor de cada teoría, y a lo largo de la
historia ha conseguido mayor aceptación en momentos de crisis ideológica o
escepticismo.

Aunque los modelos eclécticos permiten la apertura y la flexibilidad, favorecen


igualmente una selección indiscriminada de elementos de la más diversa
procedencia, lo que puede dar lugar a una mescolanza incoherente de conceptos y
técnicas. Por tanto, no hay que suponer que adoptar un enfoque ecléctico conlleve
una mejora automática en la actuación del terapeuta. En realidad, existen varios
tipos de posturas o enfoques eclécticos de valor muy desigual en cuanto a su
contribución al avance de la psicoterapia como ciencia.

Hay que distinguir entre las diversas formas de eclecticismo:

· Eclecticismo intuitivo o ateórico: se nutre únicamente de los


procedimientos específicos de las distintas técnicas, con independencia de su
marco conceptual. Incurre en el coleccionismo de técnicas y conceptos a veces
contrapuestos. Es muy frecuente en la práctica clínica, aunque por motivos
teóricos y científicos presenta evidentes problemas.

· Eclecticismo técnico: consiste en la selección de técnicas y


procedimientos de orígenes diversos de acuerdo con criterios sistemáticos
(pragmáticos o teóricos), sin necesidad de aceptar el marco de referencia o
teoría de donde proceden. A menudo acaba precisando de una guía racional o
teoría que sea lo suficientemente amplia, potente y flexible como para abarcar de
forma coherente elementos dispares.

· Eclecticismo sintético: “integración teórica”. Trata de integrar conceptos


procedentes de distintas teorías. Villegas (1990) lo llama integracionismo y
distingue entre integración asimilativa (reformulación de los conceptos de una
teoría en términos de otra) e integración acomodativa (articulación de elementos
teóricos compatibles).

De hecho, estas dos últimas formas de eclecticismo forman parte, junto con la línea
de los factores comunes, del movimiento integrador en psicoterapia.

La tendencia creciente hacia la terapia breve

En los años de predominio del psicoanálisis, la psicoterapia era un proceso lento de


muchas sesiones semanales durante varios años.

Con la aparición del resto de modelos terapéuticos se ha ido consolidando la


tendencia, cada vez más acentuada, hacia el acortamiento del proceso terapéutico.

En su revisión, Koss y Butcher (1986) clasifican las terapias breves en cuatro


grupos: psicodinámicas, cognitivo-conductuales, intervenciones en crisis, y otras. En
la actualidad, Garfield y Bergin (1986) concluyen que “es obvio que la mayor parte
de la psicoterapia que ofrece al público en general es relativamente breve, tan
efectiva como el psicoanálisis, y menos costosa”.

La tendencia creciente de las psicoterapias hacia la brevedad supone un sano


ejercicio de ajuste a la realidad de la motivación o disponibilidad de los clientes.

Según estudios sobre efectividad terapéutica, resultan tan efectivas las terapias de
larga duración como las breves.

Si las terapias de larga duración no han demostrado ser más efectivas que las
breves, las segundas resultan ser preferibles por varios motivos.

En primer lugar, en el plano de la política de salud mental en centros públicos no


sería coherente gastar el dinero del contribuyente en tratamientos largos cuando
enfoques más breves pueden resultar al menos tan efectivos. En el ámbito privado,
la cuestión afecta al cliente de forma más directa, con lo que también resulta un
problema ético proponer un tratamiento de larga duración.

Por otro lado, la finalidad de la psicoterapia es promover un buen funcionamiento del


cliente en su medio natural. Cuantas más sesiones dure una psicoterapia, más se lo
aparta de su medio, y más importante deviene el terapeuta dentro de su red social.
APROXIMACIÓN TEÓRICA

3.5. Modelos sistémicos

La principal aportación de los modelos sistémicos se centra en la modificación de


patrones de interacción personal.

Históricamente, el desarrollo de los modelos sistémicos ha estado unido a la


evolución de la terapia familiar. Sin embargo, en la actualidad, su ámbito de
aplicación es mucho más amplio y abarca también el tratamiento individual y el de
parejas.

Desde el punto de vista técnico, estos modelos han introducido modificaciones


importantes, derivadas del trabajo sobre patrones de interacción que, en muchos
casos, a supuesto introducir a los otros significativos en el ámbito terapéutico.

Desde el punto de vista teórico, el concepto básico que sirve para unificar las
aportaciones de los distintos enfoques es el concepto de sistema.

El aspecto distintivo más característico del concepto de sistema es su oposición al


reduccionismo, o, lo que viene a ser igual, el énfasis en las propiedades
supersumativas que resultan de la interacción de los elementos de un sistema.

Desarrollo histórico

Como acabamos de indicar, el desarrollo histórico de los modelos sistémicos en


psicoterapia va unido al desarrollo de la terapia familiar, en la que hoy en día se
sigue encontrando su ámbito de aplicación más extendido.

La importancia de las relaciones familiares en la génesis de los conflictos neuróticos


se había puesto claramente de manifiesto mediante el enfoque psicoanalítico, que
dominó el ámbito de la psicoterapia durante la primera mitad del siglo. Sin embargo,
el planteamiento terapéutico del psicoanálisis clásico es exclusivamente
intrapsíquico, y, por tanto, individual. Además, Freud había desaconsejado
explícitamente todo contacto entre el psicoanalista y la familia del cliente, que, dado
el planteamiento terapéutico del psicoanálisis clásico, sólo podía contribuir a
vulnerar la regla de abstinencia.

A pesar de estas limitaciones inherentes al planteamiento psicoanalítico, fue un


psicoanalista el que publicó un artículo que obtuvo considerable repercusión y que
suele citarse como precursor de la tesis de que las actitudes actúales de los
miembros de la familia pueden influir en los síntomas de uno de los miembros.

Los neopsicoanalistas ampliaron su marco conceptual al considerar el rol del


ambiente psicosocial actual en la génesis de la neurosis y al intentar abarcar
fenómenos que se escapaban de los planteamientos terapéuticos psicoanalíticos,
principalmente la psicosis.

Los inicios más serios de la terapia familiar vinieron de la mano del antropólogo
Gregory Bateson y su equipo del Veterans Administration Hospital de Palo Alto, que
trabajaron juntos en una investigación sobre la comunicación entre el esquizofre
´nico y su familia.

Para investigar los patrones de comunicación en la esquizofrenia, Bateson se unió a


un grupo de psicoterapeutas y teóricos de la comunicación con objeto de estudiar
los mecanismos de la comunicación humana.

La publicación de su teoría del doble vínculo, fruto del análisis comunicacional de


las familias de esquizofrénicos, supuso un hito fundamental en el nacimiento del
modelo sistémico de terapia familiar.

Hay que destacar su valor histórico al facilitar la adopción del enfoque de la Teoría
General de Sistemas (TGS) como marco conceptual adecuado para pensar sobre
los problemas de índole clínico, y que sirvió de fundamento para el desarrollo de la
teoría de la comunicación humana.

La década de los sesenta supone un importante desarrollo para el modelo


sistémico. En 1962 Jackson y Ackerman fundan la revista Family Pprocess, que
desde entonces ha sido un órgano de comunicación científica fundamental para el
movimiento sistémico. El mismo Jackson crea el MRI (Mental Research Institute) de
Palo Alto, conjuntamente con Satir y Riskin.

El MRI fue el primer centro que presentó programas de formación en terapia


familiar. Al poco tiempo se unieron a este proyecto autores como Watzlawick,
Weakland y Sluzki.

También por esos años Salvador Minuchin, impulsado por Ackerman, inicia un
proyecto de investigación con familias de bajo nivel social. Ello permitió e desarrollo
de un estilo particular de hacer la terapia familiar, actualmente conocido como
escuela estructural.

Se trata de una época de expansión de los modelos sistémicos en psicoterapia.

En Europa, hacia finales de la década de los sesenta comienzan a establecerse


diversas líneas de investigación en terapia familiar. En Inglaterra, Laing, que había
trabajado con familias con un miembro esquizofrénico, viaja con frecuencia a Palo
Alto e instaura una nueva línea de investigación para consolidar el modelo sistémico
en la Tavistock Clinic de Londres.

Pero la aportación más importante del modelo sistémico, hecha desde el viejo
continente, corresponde a los italianos. En 1967, Mara Selvini-Palazzoli, Luigi
Boscolo, Gianfranco Cecchin y Giulana Prata, conocidos como el grupo de Milán,
ponen en marcha un centro de investigación en terapia familiar de amplias
repercusiones para el movimiento sistémico internacional. Su impacto es tan
poderoso que se constituyen en la tercera escuela de importancia, la escuela de
Milán.

En la década de los años setenta, el enfoque sistémico se ha consolidado


plenamente en el ámbito de la terapia familiar. Comienza la fase de divulgación,
proliferación de escuelas, y también la recolección de anomalías y limitaciones. A
finales de esta década se inicia una fase de profundo cuestionamiento
epistemológico.

Conceptos básicos

El concepto básico de los modelos sistémicos es el concepto de sistema.

Un sistema es un conjunto de elementos dinámicamente estructurados, cuya


totalidad genera unas propiedades que, en parte, son independientes de aquellas
que poseen sus elementos por separados.

Para entender el comportamiento de un sistema es necesario tener en cuenta no


sólo ss elementos y propiedades, sino también las interacciones entre ellos y las
propiedades que resultan de la totalidad.

En la Teoría General de Sistemas resulta común distinguir entre suprasistema, que


hace referencia al medio en el que el sistema se desenvuelve, y los subsistemas,
que son los componentes del sistema.

También hay que distinguir entre sistemas cerrados, cuyos componentes no


intercambian información, materia, energía, etc., con el medio externo; y sistemas
abiertos, que son aquellos cuyos elementos intercambian información, materia o
energía con su medio externo y muestran la capacidad de adaptarse al medio.

Los sistemas tienen la propiedad de autorregularse a través de mecanismos de


feedback (retroalimentación) y feedforward (antero-retroalimentación), que
mantienen sus parámetros básicos de funcionamiento.

De acuerdo con esta conceptualización, el miembro de la familia que presenta el


síntoma o problema (paciente identificado) se considera como una expresión de la
disfunción familiar sistémica.

La resolución del problema se supedita al cambio de la estructura familiar. Cambios


en elementos diversos del sistema pueden afectar favorablemente al problema,
puesto que se concibe la familia como un todo interconectado.

Los conceptos comunicacionales

Junto a estos conceptos derivados de la TGS, los principios teóricos básicos de los
modelos sistémicos en psicoterapia se formularon en el marco de lo que se presentó
como una teoría clínica de la comunicación humana divulgada principalmente
gracias a la obra de Watzlawick, Beavin y Jackson, de la escuela de Palo Alto.

En la obra mencionada se presentaban cuatro principios básicos que son esenciales


para entender los modelos sistémicos en psicoterapia. Estos principios son los
siguientes:

1. Es imposible no comunicar. Toda conducta es comunicación, es decir,


tiene un valor potencial de mensaje.

2. En toda comunicación cabe distinguir entre aspectos de contenido


(nivel digital) y aspectos relacionales (nivel analógico).
3. La incongruencia entre los dos niveles de la comunicación da lugar a
mensajes paradójicos.

4. La definición de una interacción está condicionada por las


puntuaciones que introduce el participante. Se denomina “puntuación” a la
forma de organizar los hechos para que formen una secuencia ordenada. La
falta de acuerdo respecto a la manera de puntuar los hechos es la causa de
numerosos conflictos en las relaciones.

Junto a estos cuatro principios básicos de la comunicación humana, otra distinción


importante desde el punto de vista clínico es la realizada entre las dos formas
básicas de relación interpersonal diádica: las relaciones simétricas y las relaciones
complementarias.

Las primeras se caracterizan por la igualdad (y la existencia de diferencias mínimas)


en la conducta recíproca. Es típico de estas relaciones que cualquiera de los
participantes pueda tomar la iniciativa. Este tipo de relaciones, además, tienden a
ser competitivas.

La relación complementaria es aquella en la que se da un máximo de diferencia en


la conducta recíproca. Estas relaciones complementarias, por su misma naturaleza,
suponen una posición desigual entre sus miembros: por decirlo así, uno siempre
está en una posición superior respecto del otro. Esta desigualdad resulta
complementaria y mutuamente definitoria de la relación.

Desde el punto de vista clínico, muchos conflictos relacionales tienen su origen en el


hecho de que un participante no acepta la propuesta de definición de relación que
hace el otro. O incluso cuando la relación se ha definido siempre de una manera, en
la vida real, las relaciones no son rígidas sino cambiantes, en función de los
contextos y de la evolución personal, por lo que están sometidas a posibles
redefiniciones.

Método terapéutico

Dentro del modelo sistémico, los síntomas se consideran expresiones disfuncionales


del sistema familiar, de forma que se denomina paciente identificado al miembro de
la familia que presenta el síntoma o problema. La solución del problema se
encuentra supeditada al cambio en los patrones disfuncionales de interacción
familiar. Y los procedimientos utilizados para modificarlos son muy diversos y varían
en función de las escuelas.

Las principales escuelas sistémicas:

La escuela interaccional del MRI se identifica con la segunda generación de


investigadores de Palo Alto, cuya orientación principal queda recogida en la obra
“Cambio” de Watzlaqick, Weakland y Fisch, y su propuesta sistematizada de terapia
breve.

Se parte de la concepción de que el cambio terapéutico no es esencialmente distinto


de las continuas transformaciones que sufren los sistemas en su evolución.
Los problemas que llegan a consulta psicológica son el resultado de una dificultad
(definida por alguien como problema) y la aplicación de una supuesta solución (o
serie de soluciones) que no ha servido para resolverlo sino que han tenido el efecto
pragmático de obstaculizar el proceso normal de transformaciones de la persona,
cristalizándolo en un problema.

La intervención se dirige a investigar la funcionalidad de la conducta problema para


cortocircuitar el proceso cibernético de feedback del que forma parte. Se intenta
neutralizar la solución aplicada al problema, por parte de uno o varios miembros de
la familia, y que, en realidad, contribuye a perpetuarlo.

Esta intervención no pretende ser sólo superficial sino afectar a las estructuras del
sistema.

Los cambios que no suponen una modificación de la estructura del sistema y de su


funcionamiento cibernético se denominan “cambios 1”, mientras que aquellos que
afectan los parámetros del sistema, se consideran “cambios 2”-

Las soluciones aplicadas por la familia son vistos como meros cambios 1, mientras
que los cambios 2 suponen su resolución.

Para lograr cambios 2, los terapeutas interaccionales emplean intervenciones


paradójicas que contradicen el sentido común.

“La táctica elegida ha de traducirse al propio “lenguaje” de la persona, es decir, se le


ha de presentar en una forma que utilice su propio modo de conceptualizar la
“realidad”.

Ello supone una reestructuración cognitiva que a veces acompaña a la prescripción


paradójica, pero que se puede utilizar por sí misma. Esta escuela tiene un fuerte
acento pragmático y la intervención semántica se incluye como acompañamiento
necesario para el cumplimiento de una tarea, más que como eje de intervención en
sí mismo.

La escuela estructural/estratégica agrupa las aportaciones de dos destacados


líderes del movimiento sistémico: Jay Haley y Salavador Minuchin.

Postulan que los sistemas se organizan en forma de alianzas y coaliciones, lo que


requiere un mínimo de tres miembros. La alianza supone la proximidad de dos (o
más) miembros, en contraste con un tercer miembro, que se sitúa más distante.
Cuando esta proximidad se constituye en contra del tercero se considera coalición.
Haley habla de triángulos perversos cuando se refiere a coaliciones entre miembros
de distinta generación.

Para Minuchin los subsistemas familiares tienen límites interiores, y a su vez la


familia tiene sus fronteras con el exterior. Estos límites o fronteras pueden ser
difusos, rígidos o claros. Las familias aglutinadas tienen límites muy difusos entre
los subsistemas y fronteras más bien rígidas, de forma que es difícil mantener la
individualidad dentro de la familia, a la vez que comprometerse mucho con el
exterior. Los problemas de uno lo son de todos.
Las familias desligadas tienen límites y fronteras rígidas de forma que es difícil
compartir lo suficiente, existe excesiva individualidad y a veces algunas necesidades
afectivas quedan por satisfacer.

Teniendo estas ideas en mente, Minuchin dibuja los llamados mapas estructurales
de la familia, que delinean los límites de los distintos miembros de la familia,
dibujándose así las alianzas y coaliciones.

Entre las técnicas utilizadas, Minuchin sugiere que en una primera fase hay que
conseguir “entrar” en el sistema mediante la unión y acomodación que puede
materializarse en los procedimientos de rastreo, mantenimiento y mimetismo.

Una vez el terapeuta se ha ganado cierta confianza de la familia, y conoce sus


canales de comunicación y sus estructuras, puede utilizar las técnicas de
reestructuración. Una de las principales es el desafío de las definiciones dadas en la
familia, entre las que se incluye el rol del paciente identificado, cuestionando así su
visión de la realidad.

Mediante la redefinición positiva del síntoma se intenta proporcionar una lectura


relacional distinta de los hechos, que ponga en duda las estructuras del sistema.

La prescripción de tareas conjuntas para varios miembros de la familia en ocasiones


se pone al servicio de la promoción de alianzas alternativas a las existentes, en lo
que se denomina reelaboración de límites. La desequilibraciónes una de las
técnicas más arriesgadas al requerir que el terapeuta forme una alianza interna con
un subsistema de la familia para obligar a una reestructuración de límites.

La escuela de Milán, en su primera época, ve a la familia como un sistema


cibernético autorregulado, en el que todos sus elementos están interconectados y
donde el problema que se presenta a consulta cumple una determinada función
dentro de la lógica interna del sistema.

La principal característica de esta escuela es su adecuación para el tratamiento de


familias con organización muy rígida.

Ya desde el mismo contacto para la petición de consulta, el equipo de Milán


comienza a recoger información mediante una ficha telefónica para elaborar una
hipótesis circular. Esta hipótesis contiene información relativa a la función específica
que para cada miembro de la familia cumple el síntoma del paciente identificado. Ya
ene l contacto telefónico se pueden dar elementos orientativos acerca de las
expectativas que tiene la familia del tratamiento y, por tanto, de sus parámetros
organizativos.

La terapia comienza por parte del equipo con una hipótesis previa acerca d elos
motivos por los que la familia busca ayuda, lo que espera del equipo en función de
su estructura actual. Esta hipótesis inicial se revisa en el trascurso de la sesión, de
modo que gran parte de las preguntas del terapeuta van dirigidas a confirmar
refutar la hipótesis inicial.

El uso del espejo unidireccional permite asegurar en gran medida el logro de la


condición de neutralidad del terapeuta respecto de la familia, considerada como
indispensable. Ello supone el mantenimiento de una “meta-posición” con respecto a
la familia, que permite mantener al terapeuta en una posición de experto desde la
que sus comentarios e intervenciones adquieren especial relevancia.

Una de las intervenciones más características que siguen a la pausa de la sesión


(en la que el terapeuta consulta con el equipo) es la de la connotación positiva del
síntoma (a menudo en términos de generoso sacrificio) y del contexto relacional
donde adquiere su funcionalidad para cada uno de sus miembros.

Esa intervención tiene a menudo un fuerte componente provocativo que cortocircuita


los patrones interaccionales del sistema e impide la funcionalidad previa del
síntoma. Puesto que la familia se siente mal con el síntoma, se encuentra con el
dilema de confirmar la visión del equipo terapéutico y no cambiar, o bien
descalificarlo cambiando.

Las intervenciones sistémicas no pretenden modificar directamente als conductas


problemáticas.

La evaluación de los parámetros que regulan la conducta adquiere una dimensión


crucial en este tipo de enfoques. Dicha evaluación parte del supuesto de que la
conducta disfuncional es una expresión de patrones de interacción interpersonal
disfuncionales. Para conocer estos patrones, los terapeutas sistémicos han confiado
más en la formulación de hipótesis iniciales y la puesta a prueba de las mismas en
el transcurso de la interacción terapéutica que en la utilización de instrumentos
tradicionales de evaluación psicológica. Varias son las razones.

Una de ellas reside en que la propia búsqueda de un diagnóstico formal puede ser
una de las formas en las que la familia intenta confirmar el carácter desviado del
paciente identificado, legitimado oficialmente su desviación.

Otra razón reside en la suposición de que las relaciones se manifiesta en el aquí y


ahora. Sea cual fuere la relación que hay entre A y B vamos a poder verla en la
realidad, es decir, en el transcurso de la sesión. A este fin, los terapeutas familiares
han creado procedimientos de evaluación in situ.

En el contexto de esta evaluación los terapeutas familiares han introducido una de


las innovaciones tecnológicas más interesantes ocurridas en la psicoterapia actual:
el uso de un espejo de visión unidireccional. Por lo general, uno o dos terapeutas
entrevistan a la familia y, en la sala continua, tras el espejo de visión unidireccional,
se halla un equipo. El equipo puede hablar con el terapeuta por medio de un
intercomunicador. Este formato permite que el equipo alcance una distancia
suficiente respecto a la familia, pudiendo así observar detenidamente lo que sucede
en el transcurso de la terapia.

En general, los tratamientos en terapia familiar suelen tener un número reducido y


limitado de sesiones.

Los problemas clásicos de la relación terapéutica (por ej., relaciones


trasnferenciales), si se producen se plantean de una forma diferente al darse en el
contexto de la familia, aunque ello depende del propio proceso de evolución familiar
y del formato terapéutico específico.
Recursos técnicos

En este enfoque no se enfatizan las técnicas per se, sino la estrategia a la cual
sirven, y ésta resulta del estudio minucioso de la situación de la familia.

La reformulación se trata de cambiar el marco conceptual o emocional en el cual se


produce la situación. Se intenta introducir un nuevo contexto en el que los hechos
puedan explicarse de un modo alternativo.

El uso de la resistencia, desde el punto de vista teórico, apunta hacia el problema de


conocer el (posible) valor funcional del síntoma en el contexto de la vida del
paciente.

La intervención paradójica consiste en que el “experto” prescriba de un modo


controlado y específico aquello mismo que constituye el problema. Puede tomar las
siguientes formas:

· Petición de cambio lento.

· Prescripción de no cambio.

· Prescripción del síntoma.

La paradoja terapéutica (el mensaje “no cambie” dicho por un agente de cambio)
como respuesta a la comunicación paradójica de la demanda terapéutica, se trata
de un procedimiento poderoso que puede ser muy beneficioso, pero también muy
perjudicial, y que en ningún caso debe utilizarse sin haber realizado un minucioso
análisis del valor funcional de los procesos de resistencia y una consideración de
sus posibles efectos perjudiciales.

Otro procedimiento común en las terapias sistémicas es la prescripción de tareas


que la familia debe seguir.

Las directrices que utilizan los terapeutas sistémicos pueden dividirse en dos tipos:
a) aquellas que indican a los clientes lo que deben hacer con la expectativa de que
lo cumplan y b) aquellas que indican a los clientes lo que deben hacer con el
propósito de que no lo cumplan, esto es, de que se produzca un cambio por la vía
de la rebelión.

Otra distinción importante que se ha introducido en este tema es aquella que


distingue entre a) que el terapeuta pida al cliente que deje de hacer algo, y b) que el
terapeuta pida al cliente que haga algo diferente.

La ilusión de alternativas se produce cuando se dan a elegir dos posibilidades,


sugiriendo que no son posibles otras alternativas.

El uso de analogías se da cuando el terapeuta elige hablar de un problema que


tiene una similitud metafórica con el problema presentado por los clientes, pero que
en su secuenciación es idéntico al problema que atraviesan los clientes. Ésta es una
forma indirecta de abordar la resistencia.
En la técnica del cuestionamiento circular el terapeuta adopta una forma de
preguntar en a que selecciona ciertos fenómenos, los pone en relación unos con
otros, los compara y los distingue. Por supuesto, para que esta técnica sea eficaz es
necesario que las preguntas sean muy precisas, que estén basadas en la
comprensión de la dinámica familiar y que se realicen en el momento oportuno.

Desarrollos actuales

Se pretende comprender la conducta problema en el contexto de una secuencia de


funcionalidad.

Desde los inicios del pensamiento sistémico, lo que hoy se denominan


indistintamente ciencias sistémicas o cognitivas (tales como la cibernética, la teoría
del autómata, la teoría de la comunicación, la teoría de la información y la teoría de
los juegos) se han desarrollado considerablemente.

Aunque estas ciencias son conocidas principalmente por sus derivaciones


tecnológicas, sus aportaciones en el plano conceptual han sido también
considerables. Estos autores han contribuido al desarrollo de una nueva concepción
epistémica de la relación entre lo observado y el observador.

Las nuevas ciencias sistémicas (o cognitivas) conciben la realidad como un conjunto


de procesos interconectados y multidireccionales que simultáneamente se
encuentran articulados en distintos niveles de interacción y son mutuamente
irreductibles entre sí.

El observador es visto como un ente que, con su misma observación, introduce un


orden por medio del cual las múltiples y simultáneas interacciones adquieren, a sus
ojos, un carácter inequívoco.

Esta “revolución metodológica” se encuentra en el origen de los planteamientos


terapéuticos sistémicos y es retomada con una fuerza renovada con el nuevo aire
constructivista.

Los terapeutas sistémicos intentan “disolver” las propiedades individuales en


elementos de un proceso circular e interaccional en el que existen tanto expresiones
conductuales como etiquetas de esas expresiones vinculadas a un contexto de
interacción.

Esta nueva óptica constructivista se traduce en un cambio de orientación del


movimiento sistémico, en el que participan representantes de varias escuelas.

El mayor cambio producido por la adopción del constructivismo ha sido el dejar el


énfasis previo en las secuencias de conductas y centrarse en la atribución de
significados (y etiquetas) compartidos por la familia.

En otras palabras, el atreverse a entrar en la “caja negra” y considerar como tarea


central la exploración de premisas, mitos y creencias, como exponentes de estos
significados compartidos.

Bateson se interesó particularmente por el estudio de las premisas implícitas que


guían la adquisición del conocimiento y nuestra conducta. El término prensa fue
introducido por Bateson como valor de referencia, principio o idea abstracta, que
supone una programación a nivel profundo, fuera del alcance de la conciencia, que
guía la conducta de la familia o pareja. Estas ideas o programas “llegan a ser
nucleares o nodales dentro de las constelaciones de otras ideas”, y, por tanto, dan
cuenta de las conductas problema y de las asociadas al mismo.

Cecchin afirma que “los mayores cambios en la terapia familiar vienen cuando
consigues operar al nivel de las premisas profundas”. Penn también las considera
centrales para generar un cambio en el sistema puesto que la premisa es “una idea
contextual inclusiva de un sistema que parece organizar o limitar las conductas
vinculadas al problema”

Esta visión constructivista sugiere que el cambio en la terapia implica la modificación


del significado, de las premisas o de las estructuras de conocimiento del sistema.

Sluzki sugiere que el terapeuta deviene un “constructor de realidades” o alternativas


más viables para la familia. Minuchin concuerda con esta visión del cambio cuando
afirma que “los pacientes acuden a terapia por ser inviable la realidad que ellos
mismos han construido. Por lo tanto, todas las variedades de terapia se basan en la
modificación de esos constructos”.

Para Anderson y Goolishian el cambio en la terapia implica una reconstrucción de la


historia que el sistema ha creado alrededor del problema. Así, la conversación se
mantiene hasta que se crea una nueva “narrativa”.

Según los aportes de Procter, cada familia debe construir una realidad común, y la
designa como Sistema de Constructos Familiares (SCF).

El Sistema de Constructos Familiares gobierna las secuencias de las elecciones que


constituyen los patrones de interacción de los miembros de la familia. En el
transcurso de los años los miembros de la familia van haciéndose cada vez más
sensibles a las relaciones de los otros y se comportan conjuntamente como en una
“danza” de anticipación mutua. Cualquier cambio en las elecciones habitualmente
anticipadas de los otros miembros se experiencia como provocador y amenazante.

Puede considerarse que la formación del SCF se inicia en la negociación que


permite a una pareja vivir juntos. El resultado de esta negociación que permite a
una pareja vivir juntos. El resultado de esta negociación dependen de la
compatibilidad de los sistemas de construcción de las familias de origen y de la
implicación que los miembros de la pareja tienen con los dichos SCFs.

Una de las ventajas del modelo de Procter es su capacidad para integrar muchas
aportaciones de los terapeutas sistémicos, como la noción estructural de fronteras.

En términos de constructos familiares, la claridad de una frontera depende de la


existencia de un conjunto de constructos que distingan entre sistemas o
subsistemas, situando individuos en cada uno de sus polos. Los constructos
familiares pueden clasificarse como: 1) diferenciadores externos que sirven para
distinguir los miembros de la familia de los miembros externos, o 2) diferenciadores
internos.
Desde esta perspectiva, los conflictos familiares se ven como trastornos de
negociación. El propósito de la terapia es ayudar a la familia a hacer una nueva
construcción de los acontecimientos.

Sin embargo, no todos los terapeutas familiares han seguido esta tendencia
constructivista, lo que lleva a Anderson y Goolishian a percibir el movimiento
sistémico en una encrucijada entre aquellos que entienden la organización familiar
en términos de alianzas de poder y conductas encadenadas funcionalmente, y los
que consideran la familia como un sistema de creencias compartido en el cual tiene
sentido el síntoma.

Formación del terapeuta

En general, la formación en terapia familiar se plantea en base al estudio de las


teorías y de la práctica supervisada que, en este caso, se beneficia del apoyo
audiovisual y/o del espejo unidireccional. La posibilidad de que el terapeuta en
formación observe los casos directamente, tal como se van desarrollando, y que
posteriormente pueda conducir un caso real con supervisión directa, supone una
gran innovación formativa con excelentes resultados. En este formato, el
supervisor/formador observa al terapeuta en formación detrás de un espejo o
cámara de vídeo, con la posibilidad de llamarlo a consultar simplemente de enviarle
un breve mensaje por el intercomunicador.

Investigación terapéutica

Desde sus inicios, la terapia familiar estuvo estrechamente vinculada a la


investigación. Ya hemos comentado que durante los años cincuenta se llevaron a
cabo varios proyectos de investigación pioneros.

Estos estudios acerca de las pautas de comunicación de las familias de los


esquizofrénicos propulsaron un nuevo enfoque de la psicoterapia estrechamente
ligado a la investigación. Como comenta uno de sus precursores, “terapeuta e
investigador eran sinónimos”, y ello constituyó uno de los atractivos más destacados
de la propuesta sistémica inicial.

Se adaptaron varios procedimientos de observación derivados de la investigación de


grupos en psicología social, y se desarrollaron además varios sistemas de
codificación específicos para la pareja y la familia de acuerdo con la
conceptualización sistémica.

El paso de formulaciones intrapsíquicas a interacciones familiares permitió el


análisis del proceso terapéutico. Esto permitiría salir al paso de las principales
objeciones de la psicoterapia, es decir, su fundamentación en conceptos no
verificables, y por tanto no científicos. Parecía además una oportunidad única para
reconciliar la investigación y la práctica, tan alejados en muchos ámbitos de la
psicología.

La década de los sesenta respondió a esta promesa, pero sólo en parte. Si bien es
verdad que las investigaciones progresaron y se afrontaron las dificultades
metodológicas que supone la investigación observacional de la interacción familiar,
también es cierto que los practicantes y líderes de la terapia familiar no esperaron a
tener estas cuestiones resueltas para basar en ellas sus propuestas terapéuticas.

Gutiérrez y Escudero, al estudiar la fundamentación de la terapia familiar sistémica,


sostienen que la desvinculación entre terapia e investigación se produjo debido a la
escasez de resultados claros aportados por el movimiento de la investigación sobre
la interacción familiar.

Aunque se realizaron varios intentos para evitar el divorcio entre investigadores y


terapeutas familiares, fue inevitable que siguieran caminos diversos y a menudo
desconexos. A la vez que el movimiento de la terapia familiar crecía tanto en
escuelas y aportaciones clínicas como en practicantes, sus reparos y desconfianza
hacia la investigación aumentaban, mientras disminuía dramáticamente el número
de investigadores familiares.

La investigación en cuanto a la eficacia de los modelos sistémicos ofrece unos


resultados similares a los otros tratamientos disponibles en psicoterapia, es decir,
que sus efectos son superiores al no-tratamiento y que aproximadamente dos
tercios de los pacientes tratados mejoran. Pero ninguna escuela ha mostrado
claramente ser superior a las demás.

Hay que reconocer que el enfoque sistémico, a pesar de la transparencia que aporta
la posibilidad de su observación directa, implica más variables y complejidad que los
tratamientos individuales. Ello dificulta aún más la investigación controlada.

En la actualidad tenemos que admitir que la psicoterapia sistémica, tal como se


practica en las consultas y centros, no se derivan más que indirectamente del
cuerpo de investigación. Sin embargo, la aspiración inicial de conjuntar investigación
y práctica terapéutica no ha desaparecido y sigue viva, y el cuerpo de investigación
realizada empieza ya a ser muy notable, a pesar de no contar con textos que
realicen una revisión exhaustiva de todos ellos.

Valoración crítica

Existen problemas en torno a la definición misma de sistema, porque no está claro


cuáles son los criterios que debemos seguir para designar un sistema. En
ocasiones, la metáfora de la familia como sistema se ha tomado demasiado
literalmente y se ha tendido a ver en ésta una unidad de funcionamiento
completamente autónoma, aunque en la realidad toda familia está inserta dentro de
sistemas más amplios, como la comunidad, la ciudad, etc.

Por otro lado, los desarrollos sistémicos recientes que han vuelto los ojos hacia el
individuo reconocen que la actuación sobre los patrones de comunicación por sí
misma no es suficiente en muchos casos. Éste es un hecho importante porque sirve
para sentar las bases de una colaboración entre perspectivas, como la sistémica y
la cognitiva, que, al fin y al cabo, son complementarias y compatibles,
especialmente si comparten un marco epistemológico común.

Hay una congruencia epistemológica y conceptual entre el constructivismo cognitivo


y el sistémico pero, a diferencia de los epistemólogos cognitivos, Bateson mostró un
camino: el análisis de la relación.
Los terapeutas sistémicos hablan de causalidad circular para intentar describir cómo
distintos modos de conducta se condicionan recíprocamente entre sí.

Los modelos sistémicos en psicoterapia son, de los modelos revisados hasta ahora,
los únicos que, al menos, reconocen la existencia del nuevo marco creado por la
emergencia de la complejidad en nuestra historia.

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