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Titulo: La enseñanza de la historia en México y la necesidad de una política educativa.

Planteamiento del tema: Enrique Florescano, a través de su obra titulada “Para qué
enseñar la historia” nos da una visión bastante completa sobre la idea planteada en su titulo.
Este titulo podría plantearse como pregunta, y la respuesta serian las nueve paginas que
escribió sobre esto. Florescano nos ofrece cuatro cosas en respuesta: razones por las cuales
debe enseñarse historia, causas de la mala enseñanza, consecuencias de las mismas
causas y soluciones a estas consecuencias.
Entre las razones principales sobre porque debe enseñarse historia, Florescano escribe que
esto ayuda al pleno y sano desarrollo del ser humano como individuo y como ser social
inscrito en una tribu con un pasado. Más adelante plantea una serie de requisitos que
necesita la historia para que cumpla sus funciones, a manera de base para explicar las
causas de la mala enseñanza. Con esto se comprenden mejor porque son causas de mala
enseñanza, ya que el lector tiene previamente una lista de los requisitos que puede ir
comparando durante su lectura. Para la parte de las consecuencias, el autor las describe
como catástrofes en el sistema educativo nacional, y el lector, nuevamente, puede
relacionarlas con las dos partes leudas previamente (requisitos y causas). Finalmente,
Florescano se da la tarea de escribir la solución a toso esto. Aun mejor, se da el lujo de
deshebrar estas solución para un mejor entendimiento, desarma en tres pasos principales la
solución a este problema que ha estado planteando en todo su texto.
El siguiente apartado se encargará de analizar algunas de las causas, consecuencias y la
solución.
Investigación, argumentación y emisión de juicios:
Un diagnostico común: En “Los historiadores proponen como cambiar la enseñanza: La
reforma educativa argentina en las fuentes para la transformación curricular”, Gonzalo de
Amézola recoge todo lo relacionado a esta reformar y hace una reseña sobre las distintas
opiniones que fueron recuperadas de la misma. Entre ellas, destaca lo que se lee a
continuación:
“Tenemos así una historia en la cual se ha renunciado a toda explicación general,
más allá de su exposición cronológica. El conocimiento memorístico es la
consecuencia natural de una imagen de la realidad histórica que excluye del pasado
cualquier racionalidad. Como dijimos, lo que se había perpetuado en la escuela era
la visión del pasado instalada desde fines del siglo XIX cuya función social era
transmitir un patriotismo que sirviera como cemento ideológico en la creación de una
nacionalidad.”1
Con esto podemos complementar y comprender una realidad en la historia que analizamos
ya en un ensayo anterior sobre una obra de Joaquín Prats: La historia como herramienta de
un discurso. Amézola nos expone que, en el caso argentino (y aplicará también para el resto
de América Latina) la historia no se enseñaba en función de si misma, sino de un discurso
político patriota/nacionalista. Con esto entendido, podemos darle la razón a Florescano
cuando escribe que una de las causas del mal aprendizaje de la historia en México es que “el
plan de estudios de la educación secundaria continúa basado en una pedagogía abstracta,
de información, irrelevante para la vida real de los estudiantes; se transmiten contenidos
desvinculados del entorno social específico en donde se realiza la práctica educativa y, por
esta vía, se garantiza el divorcio entre el conocimiento escolar y las demandas efectivas de la
sociedad”2. Hagamos un análisis sencillo. Si un niño con un desconocimiento casi total de la
materia de historia tienen un primer acercamiento a esta materia mientras esta materia está
atada un discurso político que no se le ha enseñado previamente o con el que no se siente
identificado, el niño no tendrá interés alguno ni en la materia ni en el discurso. Peor aun, si se
le obliga a memorizar la historia atada a este discurso, no solo no está aprendiendo historia,
sino que también está creado una barrera de odio contra esta materia y sus métodos. Es por
ello que en este punto Florescano tiene un punto bien argumentado sobre una causa de las
deficiencias de la enseñanza de la historia.
Catástrofes en el sistema educativo nacional: Florescano nos advierte que, consecuencia
dela parte anteriormente mencionada, el sistema educativo actual está mal configurado y hay
varios aspectos que reflejaron esto. A su vez, Coralia Gutiérrez Alvarez, en las conclusiones
de “Algunos problemas de la enseñanza de la historia reciente en América Latina” escribe lo
siguiente:
“El problema más importante, entonces, deja de ser el de los materiales para
enseñar y se traslada al propio docente que debería estar capacitado, en primer
lugar, para elegir su propia visión del conocimiento histórico, así como los contenidos
curriculares y los materiales correspondientes. En segundo lugar, para llevar a cabo

1 Gonzalo de Amézola, “Los historiadores proponen como cambiar la enseñanza: la reforma educativa argentina
en las fuentes para la transformación curricular”, en Revista de Teoría y Didáctica de las ciencias sociales, núm.
10, enero-diciembre, 2005, pp. 75.
2 Enrique Florescano, “Para qué enseñar la historia”, en NEXOS, 01 de mayo de 1999, consultado el 10 de
febrero del 2023, https://www.nexos.com.mx/?p=9250
lo que Jacques Le Goff denomina la “normalización de la memoria”. Le Goff afirma
que el gran aporte del historiador no es sólo la reconstrucción de la memoria, sino
también la “normalización” de la memoria. “Hablo de ‘normalización’ [dice...] en el
sentido positivo. Es necesario que la memoria no sea una memoria pervertida,
deformada, manipulada. Para ser inspiradora, el requisito esencial es que sea
verificada y pensada a través de la historia [...]”. Así pues, como se señaló al
principio, los profesores deben orientar a los estudiantes a que formulen hipótesis
sobre hechos del presente que les parezcan significativos, con el rigor consustancial
a la idea de que la historia opera de atrás hacia delante y no al revés. La formación
de este tipo de conciencia histórica requiere asimismo que se construyan ámbitos de
discusión no especializados, tal como lo reclama Umberto Eco. Para algunos
expertos, debería procurarse que esas reflexiones se realizaran en espacios que
incluyeran tanto a la escuela como a la universidad; que abarcaran a la historia de
los especialistas y a la historia escolar de los libros de texto y que permitieran
superar la separación entre una historiografía de alto nivel para una minoría y, en el
mejor de los casos, una visión rudimentaria del pasado para la población en general.
Un problema significativo para ese debate es el de la relación entre conciencia
histórica, investigación e historia escolar; la cuestión de en qué medida la ampliación
del conocimiento histórico puede o no trasladarse a la escuela e incidir o no en la
evolución de la conciencia histórica.”3
Como podemos ver, el problema sobre como se enseña historia no solo tiene su origen en el
profesor, o solo en el alumno. No, la enseñanza de la historia es un problema complejo que
no admite soluciones fáciles. Me parece que Florescano expone de mejor forma estas
consecuencias cuando las divide en 3 partes: Los alumnos, los docentes y los contenidos.
Nuevamente, confío en lo que ha escrito Florescano sobre las consecuencias y las partes
afectadas (que ya mencionamos en este mismo párrafo)
La solución: Sobre esto, Florescano escribe que lo que se necesita es una reforma
educativa, una que este dirigida específicamente hacia la forma de enseñar historia. Incluso
nos da las tres partes que deberán componer el proceso de creación de esta reforma. Pero
¿realmente es esa la solución? Personalmente considero que se escucha algo sencillo que
podría haberse hecho hace ya bastante tiempo. Y esto es porque ya de hizo. En “La

3 Coralia Gutiérrez Álvarez, “Algunos problemas de la enseñanza de la historia reciente en América Latina”, en
Universidades, núm. 30, julio-diciembre, 2005, pp. 21-22.
enseñanza y el aprendizaje de la historia en México. Datos de su trayectoria en la educación
secundaria”, Laura Lima y Rebeca Reynoso, autoras de esta obra, nos exponen los cambios
en la visión de la enseñanza de la historia. Entre las partes de sus textos, destaca la que
dedican a explicar una reforma aplicada en 2004 y concluida en 2006 sobre el mismo tema
que estamos analizando. Una nueva cúspide fue alcanzada en 2011, cuando se ajustaron los
Programas de estudio de Historia para la educación secundaria. En sus conclusiones, Lima y
Reynoso escriben lo siguiente:
“Es evidente que faltan investigaciones que den cuenta de las interrogantes y retos
que surgen no sólo de las sucesivas reformas educativas sino también sobre la
enseñanza y el aprendizaje de la ¿Historia? con el propósito de dar propuestas que
faciliten su aplicación. Sistemáticamente se ha apelado a que el docente debe
poseer un conocimiento sólido tanto de la disciplina como de la didáctica. Se
considera asimismo, que es necesario: promover el trabajo colegiado; diseñar
programas de actualización docente que contemplen las necesidades y retos que
enfrentan cotidianamente los profesores a fin de que su formación contribuya en el
logro educativo de los estudiantes, sin embargo, poco se ha logrado. Finalmente, es
importante comentar que hasta ahora no se ha encontrado la ruta que lleve a una
educación de calidad. El principal problema al que como país nos enfrentamos es a
la inexistencia de una política educativa de Estado ya que lo que ha existido es una
política educativa sexenal que impide dar continuidad a las diferentes propuestas o
bien a hacer una evaluación de su aplicación que permita rescatar los logros y
afrontar los retos”4
Aunque las reformas aplicadas previamente buscan reorganizar tanto la enseñanza como el
aprendizaje, a los alumnos y a los docentes, incluidos los contenidos, esto no parece ser la
solución. Por primera vez estoy en desacuerdo con Florescano en que la solución es una
reforma. Ya se ha intentado incluso siguiendo los pasos que el ya describió. ‘porque no
funciona? La respuesta parece algo sencilla: Se busca reorganizar el sistema en función de
la información, pero parece que se esta dejando de lado un aspecto que ya mencionamos en
un primer comentario sobre una obra de Prats: La sociología. No se están insertando las
reformas en su contexto sociocultural. Buscamos apropiarnos y aplicar sistemas extranjeros
que funcionan de maravilla fuera de aquí. Pero cuando se aplican aquí no funcionan del todo.

4 Laura H. Lima Muñiz y Rebeca Reynoso Angulo, “La enseñanza y el aprendizaje de la Historia en México.
Datos de su trayectoria en la educación secundaria.”, en Clío & Asociados, núm 18-19, 2014, pp. 58-59
Esto es porque estamos dejando de lado el contexto sociocultural del profesor y el alumno.
Así como no se baila igual aquí y en China, tampoco se puede tratar de enseñar con los
mismo métodos en un país o en otro. Ni siquiera entre estados de una misma república.
Cada uno esta atado a un pasado sociocultural, a una geografía especifica, y tratar de crear
un sistema que funcione a la perfección para los 29 millones de alumnos de los distintos
niveles que existen en todo el país es una locura. Deberíamos enfocarnos en crear sistemas
diferentes para cada lugar. Diferentes en sus organización, pero iguales en su objetivo. Esto
es crear la política educativa que Lima y Reynoso mencionan en sus conclusiones. Así como
la política general no se aplica de igual manera todos (como ejemplo las constituciones
estatales) tampoco debería aplicarse la enseñanza de la misma forma a todos. Debe crearse
esta política educativa.

Conclusión: Enfrentarse al problema del aprendizaje y enseñanza de la historia en México


es estar dispuesto a entender que es un problema a complejo que no admite soluciones
fáciles. Debemos estas conscientes que todos somos parte de este problema, pero al mismo
tiempo somos la solución. No importa si somos el alumno, el docente o quienes organizan los
contenidos, todos somos la causa de la mala enseñanza, pero a la vez somos consecuencia
y solución. Al ser la enseñanza un proceso eterno y en linea recta que no regresa sobre si,
los tres grupos antes mencionados son consecuencias de si mismos, porque el cambio en la
enseñanza también depende de ellos. Son causa, consecuencia y solución del problema.

Florescano, Enrique, “Para qué enseñar la historia”, en NEXOS, 01 de mayo de 1999,


consultado el 10 de febrero del 2023, https://www.nexos.com.mx/?p=9250
Gutiérrez Álvarez, Coralia, “Algunos problemas de la enseñanza de la historia reciente en
América Latina”, en Universidades, núm. 30, julio-diciembre, 2005, pp. 21-22.
de Amézola, Gonzalo, “Los historiadores proponen como cambiar la enseñanza: la reforma
educativa argentina en las fuentes para la transformación curricular”, en Revista de Teoría y
Didáctica de las ciencias sociales, núm. 10, enero-diciembre, 2005, pp. 75.
Lima Muñiz, Laura H. y Reynoso Angulo, Rebeca, “La enseñanza y el aprendizaje de la
Historia en México. Datos de su trayectoria en la educación secundaria.”, en Clío &
Asociados, núm 18-19, 2014, pp. 58-59

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