El Convento de San Francisco de Jujuy en La Historia Y en La Cultura Cristiana
El Convento de San Francisco de Jujuy en La Historia Y en La Cultura Cristiana
El Convento de San Francisco de Jujuy en La Historia Y en La Cultura Cristiana
MARZO-ABRIL 1934
Al que leyere :
He recogido con la mayor diligencia posible las noticias frag-
mentarias relativas a la historia de este Convento, dispersas acá y
acullá, consignándolas en estas breves páginas, antes que la acción
demoledora del tiempo destruya y pulverice muchas de ellas.
Es el primer ensayo que se hace en la materia, que podrá ser-
vir de base a estudios posteriores más prolijos y completos. No es
un trasunto o extracto de publicacione~ precedentes, sino el resultado
genuino de investigaciones constantes y prolongadas en archivos, de
cuyas fuentes originales emana, sin pasar por otros conductos.
Los contados residuos del archivo conventual están lejos de
proporcionar materiales útiles y copiosos para escribir una obra de
cualquier significación. Ningún recuerdo corservábase de la época de
fundación del vetusto"'Convento de Jujuy, ninguna memoria existía
de sus peculiares activl.dades, ningún vestigio quedaba de los acon-
tecimientos más culminantes desarrollados a la sombra de sus claus-
tros, en su largo curso de siglos.
Sin embargo de esa carencia de luz y de guía, que era absoluta
en la primera centuria, merced al empeño especial que he tenido en
sondear aquella impenetrable oscuridad, entre viejos infolios,_ he lo-
grado, digámoslo así, reconstruir, en sus líneas fundamentales, la
vida fecunda de este centro de misiones, y descubrir sus obras bené-
ficas realizadas en el vasto campo religioso y social, por los abnega-
dos hijos de San Francisco que moraron entre sus pobres murallas.
AÑO 21. Nº 1-2. MARZO-ABRIL 1934
-16-
(1) Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, "Hist. Gl. y N at. de las Ind. ",
t. IV, lib. XLVII, c. II, p. 258.
AÑO 21. Nº 1-2. MARZO-ABRIL 1934
-17-
-18-
-19-
II
-20-
-21---,--
III
EL P. GASP AR MONROY, S. J.
-22-
~ ~ ~-: ~· ~·· -·~~~~~.-.~~:..-;::;u
-23-
-24-
CAPITULO PRIMERO
1599-1611
Fundación del Convento
-25-
-26-
-:?7-
(5) Por una serie de testimonios que resisten a las exigencias de la crítica
más severa podemos comprobar a satisfacción que el P. Fr. Baltasar
Navarro, desde el año de 1592 hasta principios de 1600, por lo me-
nos desempeñaba el cargo de Custodio 'de la Orden franciscana en Tu-
cumán, como se verá por los que citamos a continuación.
El primero de dichos testimonios consiste en el titulo de Síndico
Apeo. del Convento de Córdoba, que con fecha 13 d~ Marzo de 1592
el expresado Padre Navarro, en su carácter de Custodio, confería a
D. Pedro de Mojica; título que ya tenía el agraciado por nombra-
miento del P. Fr. Juan de Rivadeneira, ''Custodio que fué, dice el
texto, desta ·governación de Tucamán' '. (Prot. de 1592, del escriba-
no Juan de Nieto) del Arch. de Trib. de Córdoba.
Er'l virtud de esa patente, el Síndico nombrado, con parecer del
P. Custodio arriba dicho, y del P. Guardián del Convento de . Córdo-
ba, que era a la sazón Fr. Francisco de Orruño, el 25 de Junio del
:e, 1 nr 0l'l'a~j
con unas cepas y arboleda'', en cambio de dinero y otros efectos, '' pa-
ra ayuda y reparo de Iós edificios de dicha casa''. (Prot. iq.)
Después de trascurridos cinco años vemos que el P. Navarro es-
taba revestido de la misma autoridad, es decir, en 1597, pues, en su
r'lombr(J y de los Padres Definidores, daba el título de Síndico a D.
Jorge B:.ez de Sampayo", para acompañar el P. Lázaro Díaz, Pro-
curador desta Custodia que iba a España. . para que distribuyera la
limosna que la Custodia enviaba, para traer ornamentos y libros, y
para (lo que en) viaje tan largo se ofreciera al dicho Padre".
Como consecuencia del nombramiento indicado, en 16 de Junio del
mismo año, el Síndico del Convento de Córdoba, D. Antcnio Suárez
Mejía entregaba al antedicho Jorge Baez de Sampayo la suma de 240
pesos plata, que debía llevar a España, para las finalidades especifi-
cadas. (Prot. de 1597, escrib. Juan de Nieto).
Además, que el P. Baltasar Navarro tuviese en sus manos el go-
bierno de la Custodia de San Jorge de Tucumán en 1597 es un hecho
abonado aún por el señor J. Toscano ("El Primitivo Obispado del
Tucum.' ', t. I, p. 531), al trascribir las actas del primer Síndico del
Ilmo. Obispo Trejo y Sanabria, celebrado en ese mismo año, y por"el
gran publicista Levillier ("Organiz. de la Igles. y ord. Relig.",
Prim. Parte, p. 12), en que publica las mismas actas tomadas del
Archivo de Sevilla.
Recalcamo~ eBta peculiar círcunstancia po1· lo que diremos al fi-
nalizar esta nota.
Por último, en 4 de Enero de 1600, Gabriel García, Síndico del
Convento de Córdoba, por escritura pública de esa fecha, apodera al
Capitái'l Pedro de CastTo para en nombre• suyo y del Convento que
representaba, condujese cinco carretas con sus bueyes respectivos, pro-
vistas de harinas, bizcochos, tocino y otras cosas, que el P. Baltasar
AÑO 21. Nº 1-2. MARZO-ABRIL 1934
-28-
El edificio fué construído sobre el área que para este fin ce-
diera a nuestros religiosos, con algunas condicwnes y gravámenes,
-29-
-:JO-
¡ Jujuy no pros¡lerará!
-31-
-32-
-33-
-34-
Capítulo 6°.
-35-
-36-
-37-
Santiago del E. j 5 1
1
Córdoba 1
6 1
1
Esteco 1 (1) 1 4 1 1
Salta 1
2 1
La Rioja 1
2 1
Tucumán 1
2 1
Jujuy ( 2 ) 1- - - - 1
-----·- · - - - - - -
Total 7 2 1
21 2 1
2
Conventos de N. Sra. de la Merced
Santiago del E. 1 1
3 1
1 3 1
Esteco 1
2 1
1
Salta 1 1
2 '1 1
La Rioja 1
1 1
1
Córdoba 1
2 1
1
··---~-
Total 5 ( 3 ) 2 1
10 1
2 5 2
Colegios de la Compañía de Jesús
Santjago del E. 4 1
Córdoba 5 8
Total 2 ( 4 ) 9 9
(1) La Custodia tenía dos Doctrinas, pero no sabemos en qué ciudad estaba
situada, una de ellas, y sólo aparece la de Esteco.
( 2) El Convento de Jujuy fué clausurado a principios de 1609, pero su reha-
bilitación data desde Abril de 1611.
( 3) "En las Juntas de Madrid, en Jujuy y en San .Juan Bautista de la Ri-
bera muevamente poblado no tiene Conventos de Nuestra Señora de las
Mercedes, porque sus pueblos tan chicos que ninguno de ellos pasa de
trece o catorce casas ''.
Esto agregaba el Gobernador Ribera, testimoniándolo con su fir·
ma, a la Memoria del P. Provincial de Mercedario, Fr. Pedro Guerra.
(4) ' 'La casa de San Miguel de Tucumán, la casa de San Miguel de Salta
y la de Jujuy no se habitan ni reside en ellas, por falta de religiosos
y de remtas". Mem. del P. Provincial Joan Darío.
La Orden de Santo Domingo sólo tenía un Convento en con~ruc
ción en la ciudad de Santiago del Estero, donde no había más que un
religioso.
AÑO 21. Nº 1-2. MARZO-ABRIL 1934
- 38-
CAPITULO SEGUNDO
1611-1810
-39-
-40-
-41-
-42-
-43-
parece que los gastos para tales efectos eran sufragados por la Caja
Real de Potosí, como contribución graciosa ordinaria, sin limitaeión
de tiempo.
Estas disposiciones tan necesari~ en aquella lejana edad, que
tanto enaltece el espíritu cristiano de quien las dictara, facilitaban
la propagación de los institutos religiosos en la colon,ia, para con-
sagrarse, preferentemente, a la evangelización y cmiquista espiritual
de los naturales. De llevarse a la práctica, sin duda que los edifi-
cios se hubiesen levantado con presteza y sin mayores trabajos.
Pero, como el erario "público estuviese siempre exhausto, porque
las rentas eran escasas, y los gastos multiplicábanse día a día, espe-
cialmente por motiv9 de la guerra qontinua contra los indios rebel-
des, resultaban, dichas providencias, poco meno-s que de ninguna
eficacia real y positiva.
Fácil es, por lo tanto imaginar cuantos trabajos no tuviesen
que sobrellevar nuestros religiosos, al emprender semejantes tareas.
Y si esto, en línea general, .acontecía en todas partes, con mayor ra-
zón resultaba penosa la obra en Jujuy, cuya pobreza era general-
mente conocida. ( 4 )
-44-
-45-
-46-
-47-
-48-
-49-
-51-
-52-
(1°) 1 y formando una sola doctrina con los Paypaya, mas sin que
conste el lugar preciso de su ubicación. Una parte de estos indios
estaba encomendada al fundador de Jujuy, Argañarás C1 ) ; el ca-
cique principal de ellos tenía bajo su gobierno a un~ fracción de
Ocloyas. (12 )
Tanto la una como la otra parcialidad de los indios especifi-
cados, tenían capilla; los encomenderos respectivos estaban encar-
gados de proporcionarles doctrineros para su enseñanza religiosa,
y los medios prácticos de vida cristiana, según el espíritu de las
leyes vigentes.
Así es que, por falta de doctrinero titular, los interesados acu-
dían a los religiosos, en quienes fácilmente encontraban cómo po-
der descargar su responsabilidad con el ejercicio de esa noble y
santa misión. En esa virtud, es muy presumible que nuestros her-
manos, en circunstancias determinadas, se consagraran -a la ense-
ñanza catequística de los indígenas nombrados.
Acaso la misma denominación del pueblo '' San Francisco de
Paipaia", podría significar la obra franciscana en esa repartición
de indios; y a esa obra cristiana social aludiría el Dr. Carrillo
al decir : ''La orden mendicante de San Francisco hizo proezas
entre los Osas y Paypayas atrayendo a la sociedad aquellos gre-
mios sumisos a una cruz que los religiosos les enseñaban a vene-
rar, y que tan resistentes se mostraban ante la espada de los solda-
dos victoriosos.'' (1 3 )
De lo dicho podemos inferir que la acción evangelizadora de
los franciscanos pudo llegar también a los núcleos de indios que
hemos mencionado, con los saludables efectos que es fácil suponer.
-53-
( 1) El Dr. Carrillo (" Hist. Civ. de .Juj. ", c. VII, p. 73) sin beber; en
otra fuente que la del P. Lozano, sostiene que este mal gobernante,
Albornoz, duró poco y cesó pro.nto su administración, siendo provis .
to para el gobierno de Tucumán el Capitán Martín de Ledesma Val-
derrama, con el intento de conquistar el Chaco, y, fundar allí dos ~iu
dades.
Es preciso advertir que ambos enunciados encierran un doble
error que merecen ser eliminados de la historia. Felipe de Albornoz
llegaba a Santiago del Estero a :fines de Agosto de 1627, como él mis .
mo lo dice en una de sus cartas al Monarca de España, y su gobier-
no no fué breve, sino que duró por espacio de diez años, lo cual es-
tá acreditado por sus numerosas memorias, cartas y comunicaciones
dirigidas al Rey, tocantes a su llegada a la capital de la gobernación,
la guerra con los calchaquíes, y otros negocios de grave interés. (Véa
se "Catál. de Document. del Arch. de Ind. ", public. por el Mi:inst.
de Relac. y Cultos; B. Aires, 1921. - Ricardo .Jaimes Freyre, "El
Tucum. Colon.'', p. 151 y sig.)
De lo expuesto síguese, como lógica consecuencia, que el nombra
miento de Martín Ledesma para Gobernador de Tucumán, y demáo
:finalidades anexas, cae por su propio peso en el fondo del error. Su
enunciado carece ele Yerdad histórica. El presunto Gobernador es muy
cierto que dejaba establecida en el Chaco la ciudad de Santiago d,,
Guadalcázar, en 1626, no ya como Gobernador de Tucumán, sino co-
mo 'feniente de Gobernador en .Jujuy, de lo cual da testimonio claro,
indiscutible, el mismo interesado, por su requerimiento del 1 do Ene-
ro de 1627 dirigido al Cabildo de .Jujuy, que •hemos publicado por pri-
mera vez, en el apéndice de "Los Indios Odoyas ".
AÑO 21. Nº 1-2. MARZO-ABRIL 1934
-54-
-55-
co, mal, sin lámpara que no ardía (4 ); había dos años que no se
ponía olio a los niños, y casi seis que no se habían consagrado ni
traído de otra parte; hallé la iglesia semi desnuda, mudé el San-
tísimo Sacramento de una ermita ( 5 ), hice la sacristía, dí para la-
-56-
-57-
-58-
bía de dar para los expresados 18 religiosos y tres criados" que ha··
bía traído a esta provineia. (Arch. de Trb. de Córdoba; Prot. ·1616;
escribano Alonso Nieto).
El expresado Síndico que saliera P.e ñador al P. Provincial, ha-
biendo perdido el poder original, fuéle necesario recabar nuevo ins-
trumento a los efectos consiguientes.
· Prosiguiendo sobre nuestro tema no debemos dejar pasar en si-
hmeio el Capítulo provincial cele.brado en el Convento de Santiago
del Estero en Mayo de 1617, con sus resultados satisfactorios. Ese
acontecimiento es de s'Q.ma importancia para la historia de la nuevn
Provincia franciscana. ·· ·
Presidía dicho Capítulo el M. R. P. Comisario Vistador, Fr. Di0
go de Echasian, ,y fué electo· ProvinCial el P. Juan de Vergaru,
''religioso muy docto en uno y otro derecho y gran predicador''. El
P. Custodio y Definidores fueron los siguientes, respectivamente:
Bartolonié de la Magdalena, Antonio Vela, Juan Gabriel, Nicolás Hoz
y Alonso Viqu.e.
Con este motivo, el nuevo Definitorio creyó conveniente dirigir-
se al ~ro:narca por' carta de 6 de aquel mes y af\ó, participándole el
éxito de las elecciones celebradas, y sus levantados propósitos de
proseguir trabajando en bien de la colonia y educación de los natura-
les, rP-presentándole al mismo tiempo la sit'p.aeión difícil por la que cru-
zaban los Conventos de la Provincia, la necesidad de nuevos· operarios
para la catequización de los indios, e implórandó de la regia munifi ..
cencia la ayuda y los socorros necesarios. A Iti · vez, significábale el
Discretorio que S!)ría enviado a Esp¡¡,ña el P. Custodio de la Magda-
lena, con el fin de gestionar ante la Corte los .negocios referidos. (Arch.
del Obisp. de Córdoba, Leg. 56, t. 1 1 Exp. 41).
El P. Magdalena, a cuya ilustración y competencia fuera con-
fiado el arduo negocio, para, el mejor éxito de su elevada misión, ;.o
li-citó se levantara una información jurídica en la ciudad de Santiago
del Estero, a los 5 días de Mayo del m¡smo año, y otra en B. Aires
a 13 de Julio siguiente. Estas informaciones tenían por objeto prin-
cipal, demostrar con evidencia y en forn¡a incoptrovertible el siste-
ma de vida laboriosa y edificante .de los religiosos, la penuria que su-
frían los Conventos, la ~urna escasez de personal para atender a las
múltiples necesidades, y la urgencia imJ?e:dosa que había de un re-
medio completo y eficaz. ··
En. ellas se hace resaltar que la Provincia tenía "quince Do etri-
nas, tres en la gobernación de Tucumán y doce en esta del Paraguay
y Río de la Plata,. de las cuales hay una o dos que tienen a más de
mil indios y cinco mil almas, y las otras ~ienen 'mucha cantidad de
de gentes, las cuales doctrinas han administrado y servido como cm-
ras y actualmente sirven sin estipendio ni salario alguno, sustentan-
do los Conventos a los dichos doctrinantes con mucho trabajo".
Además, poníase de relieve que en el Convento de Córdoba mo-
raban ordinariamente veinte y cuatrQ religiosos ocupados en los mi-
nisterios sagrados, y sosteniendo ''estudios para religiosos y legos
de artes, Teología y Gramática, y escuela de niños .. "
El Licenciado Diego Fernández de Andrada, abogado de 1a Real
Audiencia de la Plata, y vecino de Santiago, contestando a la pro-
AÑO 21. Nº 1-2. MARZO-ABRIL 1934
-59-
gunta N". '3, declaraba constarle que, por acta definitoria! e.staba or-
denada la fundación de una escuela en dicha ciudad y otra similar
en San Miguel de Tuncumán, ' 'para los niños con un Padre religioso
que los enseñe, y de Gramática".
Pero Gómez Suárez Cordero aseguraba, en respuesta a la misma
pregunta, que ''sabe que los dichos Padres de San Francisco tienen
en la ciudad de San Miguel de Tucumán estudio de Gramática, don:
de se .lee ~on mucha diligencia y cuidado para los niños de tierna
edad." (Arch. del Obisp. de Córdoba, Leg. 56, t. 1, N°. 40)
Lamentamos que en un docum11nto tan profuso y de tanto valor
histórico como el que acabamos de comentar, cuya copia sacada del
original del Archivo de Sevilla, forma un expediente de no menos
de ochenta y siete páginas, no haga mención explícita de todos los
Conventos de la Provincia, y de las quince doctrinas que sostenían
los francscanos con tanto sacrificios, pero con ventajas positivas pa-
ra los naturales.
El P, Magdalena llegaba a España con la documentación referi-
da a objeto de iniciar sus trabajos. Entre las muchas cosas que su-
plicaba al Consejo Real para su Provincia, particularizaba que "va-
yan a ella hasta cuarenta religiosos''; pero no consiguió sino una
mitad del personal requerido, es decir, 20 franciscanos de los cuaren-
ta que había pedido.
Despachados los negocios que tenía a su cargo, emprend~ó viaje
de regreso a Tucumán con su buena comitiva, a donde llegaba, con
más probabilidad, el año 1619.
El nuevo personal fué dístribuído todo en los Conventos de la
gobernación tucumana, sin enviar ·un solo religioso a los del Río de
la Plata y Paraguay,. habéndolo dispuesto así el P. Provincial con su
Definitorio~ Por carta de 7 de Mayo de 1620 dirigida a S. M. lamen-
tábase el P. Custodio de esa· 'distribución de religiosos que no estaba
de acuerdo a las necesidades de cada lugar, por cuanto en la provm-
cia del Paraguay •estaba "toda la fuerza de los indios y doctrina3 ";
mientras en la "de Tucumán no había necesidad de ellos" .. (ATch.
del Obisp. de CóTdoba, Leg. 56, N•. 37).
Pero éste hecho, cualesquiera que fuesen las circunstancias que
lo motivaron, nos habla claramente de que nuestros Conventos, en
la época señalada, no estaban exhaustos de religiosos, como· suponen
algunos escritores; antes bien debe reconocerse que la Provincia Yi-
vía un perfodo de intensa vitalidad y expansión, ya que en dicho
tiempo fueron establecidos los estudios para nuestros. jóvenes, y os-
cuelas para los hijos del pueblo.
Aquí dejaremos constancia de que el 16 de Febrero de 1620 ce-
lebrábase el Capítulo en el Convento de Córdoba, con asistencia tlcl
P. VisitadoT Fr. Juan 1le Darieta, Lector Jubilado y Padre de la Pro-
vincia de Charcas, " religioso de grandes letras y virtud .. ", quien
habíase señalado en "la converslón de" los naturales". ·En esta naeva
elección fué elevado al gobierno de la Provincia el P. Fr. Pedro Gu··
tiérrez, ex Provincial de Chile, notable por su doctrina y su virtud;
y a Definidores los cuatro PP. Bartolomé de la Magdalena, Mateo
de 1\'[olina, Alonso Jiménez y Bernardino de Guzmán, y los dos Pa-
dres de Provincia Fr. Juan de Vergara y Alonso de Vique.
Con esa fecha el Definitorio escribía a S. M. informándole del
nuevo· gobierno de la Provincia recaído en los meritorios religiows
AÑO 21. Nº 1-2. MARZO-ABRIL 1934
-60-
f
AÑO 21. Nº 1-2. MARZO-ABRIL 1934
-61-
(1 ) A objeto de aprobar una escritura con ciertas disposiciones de misas que pre-
sentara el Síndico de la Comunidad de Córdoba, Juan de Ludueña, reunida di-
cha Comunidad el 2 de Octubre de 1614 hicieron acto de presencia los religio-
sos siguientes: Fr. Mateo de Molina, Presidente; Fr. Francisco de la Cruz,
Defin; Fr. Baltasar Navarro, Defin; Fr. Alonso Vique, Fr. Juan Bautista de
Porras, Fr. Bartolomé Muñoz, Predicador; Fr. Fernando de Trujillo, Fr. Fran-
cisco de Trujillo, Fr. Antonio de Gayo, Fr. Roque de Valenzuela, Fr. Bernar-
dino de Guzmán, y el Hermano Fr. Francisco del Espíritu Santo .. (Arch. de
Trib. de Córd. ; escribano Granados, p. 40, 385. )
(2 ) Al toque de campa~a reuníase a ()apítulo la Comunidad de Córdoba el día 11
de Abril de 1615, a los efectos de deliberar sobre la conveniencia de otorgar el
título de Patronazgo al Gral. Pedro Luis de Cabrera y a su sobrino Gerónimo
de Cabrera, por la devoción con que ayudaron para edificar el Convento y la
iglesia, desde su tío abuelo, el fundador de Córdoba; estuvieron presentes los
conventuales: Fr. Juan de Vergara, Guardián; Fr. Miguel de San Juan, Defi-
nidor; Fr. Alonso de Vique, Lector; Fr. Juan Bautista de Pona, Fr. Mateo de
Molina, Fr. Fernando de Trujillo, Fr. Bernardirio de Guzmán, Fr. Francisco
Trujillo, Fr. Pedro de Santo Domingo, y el Hermano profeso~ Fr. Francisco del
Espíritu Santo. (Aren. cit., Año de 1615.)
AÑO 21. Nº 1-2. MARZO-ABRIL 1934
-62-
-63-
-64-
( 6) Así nos lo asegura Martín Licar, alcalde mayor de los Ocloyas. Ha-
biendo pretendido un tal Lorenzo Revuelta adueñarse de los terrenos
propios de los indios" Ocloyas, el susodicho Licar im su defensa h~ce
1a historia del pueblo y sus traslaciones sucesivas, sus gobernadores,
etc. consiguiendo de las autoridades de Jujuy que se reconocieran y
ampararan los derechos de la colectividad, por auto definitivo de 18
de Junio de 1794. (Arch. de Trib., Leg. 1790-94, Exp. 4762, f. 10).
( í) Consta en una memoria del Cabildo de Jujuy enviada al Obispo de
B. Aires, en 1677, sobre los repetidos ataques de los indios del Cha-
co contra los indios y haciendas del distrito. (V. ''Los In d. Ocloy .. '',
c. XI, p. 133).
AÑO 21. Nº 1-2. MARZO-ABRIL 1934
-65-
(10) Areh. del Obispado de Córd., Leg. 56, t. i; Año 1578-1678. Memorial
de Fray Pedro de Albarracín .. ", 1671.
(11) Sábese esto por una carta de respuesta que el Provincial P. Andrés
del Rueda escribe al Cabildo desde Córdoba a 28 de Octubre de 1666,
en que le promete enviaría doctrineros para los Ocloyas, después de
haberse tramitado el asunto por las autoridades competentes. No cons-
ta, sin embargo, que lo prometido llegara a efectuarse, por circuns-
tancias desconocidas.
AÑO 21. Nº 1-2. MARZO-ABRIL 1934
--:67-
-68-
-69-
-70-
(1) Por los indicios apuntados, y los que nos suministra el testamento de
un señor Pin.to de la Vega, de 30 de Octubre de 1653, en el que de-
claraba de haber recibido prestadas ''doscientas tejas'', conjeturamos
que por aquellos añós ejecutábanse en el Convento los antedichos tra-
bajos.
AÑO 21. Nº 1-2. MARZO-ABRIL 1934
-71-
-72-
--73--
-74-
-75-
-76-
-77-
-78-
-79-
-80-
-81-
Censos capellánicos
.Los censos capellánicos constituían uno de los pocos resortes
en que estribaba la vida económica de los Conventos; y con ellos
se prov~ía a las necesidades del culto y sostén de los religiosos,
bajo el régimen colonial. Por ese condEcto percibía algún emolu-
mento también el nuestro, desde los primeros tiempos de su fun-
dación.
Los que expontáneamente trocaban en tesores espirituales
parte de los bienes de fortuna adqr~iridos, gravaban sus pro-
piedades rústicas ? 11.rbanas por rma determinada suma /de
dinero, cuyos réditos amcales, compEtados en un cinco por cien-
to, e.ran destinados para la celebración de r~n número de misas
correspondientes a la limosna ofrecida. Este gravamen venía trans-
ferido también a los herederos ·y compradores de los bienes afec-
tados por censos.
( 1) Arch. de Trib. de Jujuy, Exp. 600. - Este expediente, del que hemos
entresacado los puntos arriba expuestos, ocupa varias fojas, y se en-
cuentra en regular estado íntegro.
AÑO 21. Nº 1-2. MARZO-ABRIL 1934
-82-
-83-
El templo de 1689
-84-
1 -85-
•
especial, en 1682", firmada por el Guardián que era entonces y
Síndico del convento". ( 6 )
Particularizamos la donación del Pbro. D. Felipe Arenas, re-
sidente en esta ciudad, que por su testamento de 18 de Enero de
1689, declaraba haber dado de limosna al P. Fr. Francisco Arias
la cantidad de ochenta pesos, para la expresada obra del Conven-
to (7).
Hacemos1 también
. grato recuerdo de un artesano,
. el alférez
D. Juan de Cisternas, de Guareco, y vecino de ésta; el cual lega-
ba al Convento toda su herramienta dB carpintero, y todo lo que
tenía, ordenando sea enterrado su cuerpo en San Francisco, con
el hábita rBligioso, e instituyendo, nara el caso, como uno de sus
albaceas, al P. Guardián .de dicho- Convento, en 2 de Abril de
1697. ( 8 )
Este rasgo de cristiana devociÓn no debía quedar eternamen-
te ignorado, sino qT!e con placer lo exhumamos del polvo del olvi-
do, para ejemplo d,e nuestros artesanos de hoy, sumidos, en su
mayoría, en lamentable ignorancia religiosa, y por ende, descreí-
dos y anarquizados.
El edificio que en este momento ocupa nuestra atención, era
una construcción solida, de adobes, de m. 32 de largo, 8 de ancho
y 13 de alto, situado en el mismo solar que, relativamente, ocupa
el nuevo templo, El techo era de manera labrada, cubierto con te-
ja de barro; el pavimento :formábase de grandes ladrillos; el cie-
lo raso de tablas, las paredes carecían de líneas decorativas, sin
más adorno que ;los nnmerosos cuadros religiosos colgados en ellas.
• 1 •
-86-
-87-
-88-
Hay también tres slllones a los que los peritos atribuyen mé-
rito de arte, aunque su existencia no va más allá de :fines !lel si-
glo XVIII, como se deduce del inventario conventual. En cambio,
dos confesionarios, si bien de confección más tosca, parecen :re-
montarse a los primeros tiempos del Cmwento. (1).
Entre las obras de ornato :figuran varias imágenes de bastanc
te perfección, de madera, como la del Patriarca San FranciS.!O,
Santo Domingo y San Bernardino de Sena, que parecen ser de un
mismo autor y una numerosa y variada colección de cuadros en
tela, cuyo valor dejamos a los peritos poderlo apreciar. Pigurab2-n
también una colección de doce cuadros ,"dos varas de alto" que
historiaban la vida de la Virgen María, pero ya no existe, sin sa-
ber qué fin tuviera, y la del Vía Crucis, compuesta de catorce te-
las; esta última ha quedado incompleta, habiéndose perdido uno
de los cuadros.
A todo esto agregaremos un buen número de vasos sagrados,
ornamentos y otros enseres para el ejercicio ctmveniente .del cul-
to religioso.
que aparecen de relieve cuatro doctores franciscanos, separados por
columnas torneadas y artísticamente labradas que estriban sobre ca·
bezas de ángel. ·
El inventario conventual mandado hacer p.or auto de 2 de No-
viembre de 1883, en uno de sus itns. referente. al púlpito, dice: "It.
más una bolsa de Fenzo cruzado para tapar' el Púlpito. '' Este de·
talle ~no nos da una idea de ser en aquel tiempo la obra menciona-
da todavía nueva y flamante' el cuidado espéciaí en conservarle de
la humedad, y asegurar el brillo de su dorado ¡,no parece indicar que
era entonces de poco tiempo labrado~ - Invent. f. 1 v.
Créese que el púpito de San Francisco y de la Matriz sean dos pie-
zas talvez coetáneas, aunque ·encarnen un concepto artístico comple-
tamente distinto. En el nuestro obsérbase la reproducción de los mis-
mos motivos decorativos, más o menos, que en el ·de la Iglesia Ma-
triz. Pero en cambio las :figuras demuestran una imperfección mucho
mayor, tanto en la proporción anatómica, como en la ejecución es-
cultórica.
''Creemos, e-n :fin, dice un autor, que si el púlpito de la iglesia Ma-
triz de be pertenecer por SlJ.fl car:¡,cterísticas a la esc)lela peruana, el de
San Francisco por el c 0ntrario, es casi seguro que es obra de artistas
locales y posiblemente también anterior en muchos años al de aque-
lla". ("La Civiliz. Hisp. Americana del Siglo XVIII en el Vireinato
del Río de la Plata"; publicación por varios jóvenes bajo la dirección
del Dr. Rómulo D. Carbia).
( 7) Todas las imperfecciones que se notan es estas piezas hacen supo-
ner que sean ejecutadas por el mismo autor del púlpito.
"Nadie duda, empero, que son éstas las obras que encarnan la ver-
dadera y legítima cultura colonial argentina, y en especial, la que
·caracterizó a las provincias norteñas". Obra cit. p. 425.
AÑO 21. Nº 1-2. MARZO-ABRIL 1934
-89-
-90-