Hipertensión Arterial

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Hipertensión arterial

Qué es
La hipertensión arterial es una patología crónica en la que los vasos sanguíneos tienen una tensión
persistentemente alta, lo que puede dañarlos. La tensión arterial es la fuerza que ejerce la sangre
contra las paredes de los vasos (arterias) al ser bombeada por el corazón. Cuanta más alta es la tensión,
más esfuerzo tiene que realizar el corazón para bombear.
Una de las características de esta enfermedad es que no presenta unos síntomas claros y estos
pueden tardar mucho tiempo en manifestarse. Sin embargo, constituye el factor de riesgo cardiovascular
más prevalente.
En la actualidad, las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de mortalidad en España.
La hipertensión es una patología tratable, pero su falta de control puede desencadenar complicaciones
graves, como infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca o ictus.
Las primeras consecuencias de la hipertensión las sufren las arterias, que se endurecen a medida que
soportan la presión arterial alta de forma continua, se hacen más gruesas y puede verse dificultado al
paso de sangre a través de ellas. Este daño en las paredes de los  vasos sanguíneos favorece que se
depositen colesterol y triglicéridos en ellas, por eso lo que hace que la hipertensión sea un de riesgo muy
importante para el desarrollo de arterioesclerosis.
Prevalencia
En torno al 40% de la población española es hipertensa, según los datos de los últimos estudios. Se
calcula que más del 37% de esas personas están sin diagnosticar. Es igualmente elevado el número de
pacientes diagnosticados cuya hipertensión o está controlada: "El porcentaje de hipertensos sobre los
que no se consigue un total control de las cifras de presión arterial ronda el 40%", expone Luisa
Hermosa Sánchez de Ibargüen, farmacéutica del Centro de Información del Medicamento (CIM)
del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla y coordinadora del programa MAPAfarma.
Causas
Aunque todavía no se conocen las causas específicas que provocan la hipertensión arterial, sí se ha
relacionado con una serie de factores que suelen estar presentes en la mayoría de las personas que la
sufren. Conviene separar aquellos relacionados con la herencia genética, el sexo, la edad y la raza, y por
tanto poco modificables, de aquellos otros que se podrían cambiar al variar los hábitos y el ambiente en el
que viven las personas, como la obesidad, la sensibilidad al sodio, el consumo excesivo de alcohol, el uso
de ciertos fármacos y un estilo de vida muy sedentario.
Causas no modificables
Factores genéticos:

La predisposición a desarrollar hipertensión arterial está vinculada a que un familiar de primer grado tenga
esta patología. Aunque se desconoce el mecanismo exacto, la evidencia científica ha demostrado que
cuando una persona tiene un progenitor (o ambos) hipertensos, las posibilidades de desarrollar
hipertensión son el doble que las de otras personas con ambos padres sin problemas de hipertensión.
Sexo:

Los hombres tienen más predisposición a desarrollar hipertensión arterial que las mujeres hasta que estas
llegan a la edad de la menopausia. A partir de esta etapa la frecuencia en ambos sexos se iguala. Esto se
debe a las hormonas femeninas que protegen a la mujer durante la edad fértil, que reducen su riesgo de
padecer enfermedades cardiovasculares.
Edad y raza:

La edad es otro factor que influye sobre las cifras de presión arterial, de manera que tanto la presión
arterial sistólica o máxima como la diastólica o mínima aumentan con los años.

En cuanto a la raza, los individuos de raza negra tienen el doble de posibilidades de desarrollar
hipertensión que los de raza blanca, además de tener un peor pronóstico.
Causas modificables
Sobrepeso y obesidad:

Los individuos con sobrepeso están más expuestos a tener más alta la presión arterial que los que
presentan peso normal. A medida que se aumenta de peso se eleva la tensión arterial y esto es mucho
más evidente en los menores de 40 años y en las mujeres. La frecuencia de la hipertensión arterial entre
los obesos, independientemente de la edad, es entre dos y tres veces superior a la de los individuos con
un peso normal.

No se sabe con claridad si es la obesidad por sí misma la causa de la hipertensión o si hay un factor
asociado que aumente la presión en personas con sobrepeso. Al parecer, a la obesidad se asocian otra
serie de alteraciones que serían en parte responsables del aumento de presión arterial. También es cierto
que la reducción de peso hace que desaparezcan estas alteraciones.
Otras causas
Vasculares:

Entre el 2,5 y el 6 por ciento de los problemas relacionados con el riñón pueden influir en la aparición de la
hipertensión arterial. De hecho, suponen entre el 2,5 y el 6 por ciento de las causas. Las
principales patologías vasculares que influyen son:
 Enfermedad renal poli quística.
 
 Enfermedad renal crónica.
 
 Tumores productores de renina.
 
 El síndrome de Liddle.
 
 Estenosis de la arteria renal.
Endocrinológicas:

Las causas endocrinas representan entre el 1 y el 2 por ciento. En éstas se incluyen desequilibrios
hormonales exógenos y endógenos. Las causas exógenas incluyen la administración de corticoides.

Aproximadamente el 5 por ciento de las mujeres que toman anticonceptivos orales puede
desarrollar hipertensión. Los factores de riesgo para la hipertensión asociada con el consumo de
anticonceptivos orales incluyen la enfermedad renal leve y la obesidad.

Los fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINE) pueden tener efectos adversos sobre la tensión
arterial. Estos fármacos bloquean tanto la ciclooxigenasa-1 (COX-1) como las enzimas COX-2. La
inhibición de la COX-2 puede inhibir su efecto natri urético que, a su vez, aumenta la retención de sodio.
Los antiinflamatorios no esteroideos también inhiben los efectos vasodilatadores de las prostaglandinas y
la producción de factores vasoconstrictores, es decir, la endotelina-1. Estos efectos pueden contribuir a la
inducción de la hipertensión en un paciente con hipertensión controlada o normo tenso.

Las causas hormonales endógenas incluyen:


 Hiperaldosteronismo primario.
 
 El síndrome de Cushing.
 
 Feocromocitoma.
 
 Hiperplasia suprarrenal congénita.

Las causas neurogénicas incluyen:


 Tumores cerebrales.
 
 Poliomielitis bulbar.
 
 Hipertensión intracraneal.
Además existen drogas y tóxicos que pueden propiciar la aparición de la hipertensión:
 Alcohol.
 
 Cocaína.
 
 Ciclosporina, tacrolimus.
 
 Fármacos antiinflamatorios no esteroides.
 
 Eritropoyetina.
 
 Medicaciones adrenérgicas.
 
 Descongestionantes que contienen efedrina.
 
 Remedios a base de hierbas que contienen regaliz.
 
 Nicotina.
Por último, existen algunas enfermedades que se relacionan con la hipertensión como son
el hipertiroidismo e hipotiroidismo, la hipercalcemia, el hiperparatiroidismo, la acromegalia, la apnea
obstructiva del sueño y la hipertensión inducida por el embarazo.
Síntomas
Según Julián Segura, de la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la
Hipertensión Arterial (Seh-Lelha), “la mayor limitación a la hora de detectar la hipertensión es que la
mayoría de los casos transcurren sin que haya ningún síntoma y, por lo tanto, la enfermedad pasa
desapercibida, con el riesgo que eso conlleva”.

Segura indica que hay síntomas inespecíficos, como las cefaleas, que ayudan a detectarla porque ponen
en alerta al paciente que decide ir al médico o acudir a la farmacia a que les tomen la tensión. Sin
embargo, señala que esos síntomas no se pueden atribuir a la hipertensión porque coinciden en el tiempo
como respuesta al dolor.

En el caso de los hipertensos que han estado sin diagnóstico durante mucho tiempo, el presidente señala
que estos pueden sufrir en un momento dado una complicación, como una angina de pecho, que es un
síntoma derivado de esa complicación.
Prevención
Tener hábitos de vida saludable y, sobre todo, evitar el sobrepeso y la obesidad, son los principales
factores para prevenir la aparición de la hipertensión.

Los especialistas señalan que llevar una dieta sana y practicar ejercicio puede ayudar a que la
población general esté exenta de sufrir esta patología. Dejar de fumar también previene esta patología, ya
que el tabaco eleva la presión arterial.
En los casos en los que en la familia haya antecedentes de hipertensión y por tanto haya una
predisposición a ser hipertenso a lo largo del tiempo, este factor genético supone una llamada de atención
adicional a que el paciente cuide esos hábitos de vida y vigile sus cifras de tensión arterial.
Tipos
La tensión arterial tiene dos componentes:
 Tensión sistólica: Es el número más alto. Representa la tensión que genera el corazón cuando
bombea la sangre al resto del cuerpo.
 
 Tensión diastólica: Es el número más bajo. Se refiere a la presión en los vasos sanguíneos entre los
latidos del corazón.

La tensión arterial se mide en milímetros de mercurio (mmHg). La tensión arterial alta (HTA) se


diagnostica cuando uno de estos números o ambos son altos.
La tensión arterial alta se clasifica como:
 Normal: de 120/80 a 129/84 mmHg.
 
 Normal alta: de 130/80 a 139/89 mmHg.
 
 Estadio 1 de hipertensión: de 140/90 a 159/99 mmHg.
 
 Estadio 2 de hipertensión: de 160/100 a 179/109 mmHg.
 
 Estadio 3 de hipertensión: mayor de 179/109 mmHg.
Diagnóstico
La medición habitual de la presión arterial es la principal herramienta de diagnóstico. Se mide mediante
unos aparatos llamados esfigmomanómetros, popularmente conocidos como tensiómetros, que deben
someterse a las validaciones y homologaciones reglamentarias.

La primera línea para la detección de la hipertensión son los equipos de atención primaria, tanto los
médicos, como las enfermeras. En la consulta tienen protocolos de actuación para realizar mediciones
periódicas. Si el paciente no está diagnosticado, a partir de ese momento puede empezar su tratamiento
si le hiciera falta.
Los farmacéuticos comunitarios también contribuyen en la medición y el control de la hipertensión arterial.

Otras áreas que ayudan a que el paciente identifique una hipertensión y que le advierten de que sería
recomendable que acudiera al especialista para obtener un posible diagnóstico son los chequeos
rutinarios que hacen las empresas o cuando los pacientes se hacen una revisión porque quieren
empezar a practicar algún deporte federado o semi profesional.
“Estos controles son muy importantes porque se realizan normalmente en personas que nunca han
pasado por un médico porque han estado sanos hasta el momento y puede ayudar a diagnosticar al
paciente”, apostilla Julián Segura, de la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha
contra la Hipertensión Arterial (Seh-Lelha).
Tratamientos
Para tratar la hipertensión hay dos bloques fundamentales de acciones:
Mejora de los hábitos de vida

El paciente tiene que llevar una dieta saludable, disminuir el consumo de calorías, de azúcares y grasas
y aumentar la práctica de ejercicio físico. Estas dos prácticas tienen como resultado un mejor control
del peso y si el peso está bien controlado es una manera sencilla de controlar la hipertensión. También se
recomienda dejar de fumar y evitar el consumo de alcohol.
Tratamientos farmacológicos

En caso de que los cambios de los hábitos de vida no funcionen, hoy en día
existen tratamientos farmacológicos que son muy útiles para controlar la presión arterial. Inicialmente
estos tratamientos comienzan con un solo fármaco. No obstante, en algunos casos esta medida no es
suficiente y necesitan combinar con dos o tres medicinas para controlar la presión arterial.

Los fármacos para la hipertensión se dividen en los siguientes grupos:


 Diuréticos (tiazidas, clortalidona e indapamida).
 
 Betabloqueantes.
 
 Antagonistas del calcio.
 
 Inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA).
 
 Antagonistas de los receptores de la angiotensina II (ARA-II).

Cabe añadir un sexto grupo, los alfa bloqueantes, que se consideran de segunda o tercera línea de
tratamiento

Debido a que la hipertensión arterial es una enfermedad crónica, es fundamental que los


pacientes sean constantes con los tratamientos. Según los datos de la Seh-Lelha, el 90 por ciento de los
pacientes diagnosticados de hipertensión no lleva a cabo las recomendaciones de los especialistas en
materia de higiene o dieta y el 50 por ciento no sigue los tratamientos que tienen prescritos.
Esto se debe a que como es una patología que se padece durante muchos años, los pacientes tienden a
relajarse con las instrucciones que le da el médico. Esto puede tener una serie de consecuencias. La
principal es que tendrá la hipertensión mal controlada, lo que a largo plazo puede
derivar en complicaciones cardiovasculares mayores como infarto de miocardio, ictus, deterioro de
la función renal o de la circulación de las piernas, entre otros.
Otros datos
Pronóstico

En los últimos años el grado de control de la hipertensión ha ido aumentando como consecuencia de


la mejora de los tratamientos, mediante la intensificación de los mismos, y por el aumento de la
concienciación de mejorar los estilos de vida. El refuerzo de los medicamentos (pacientes que antes sólo
tomaban un medicamento y ahora toman dos, por ejemplo) ha sido crucial para mejorar el control.

Sin embargo, las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de complicaciones y de
mortalidad a nivel mundial. Esta situación se mantendrá en los próximos años debido a la epidemia que
hay de obesidad y que las autoridades sanitarias esperan que aumente. Desde la Sociedad Española de
Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial, indican que la obesidad y la
hipertensión son los dos problemas de salud pública principales a los que los países tendrán que hacer
frente en el futuro próximo.
¿Cuándo debe recomendar el especialista la auto medición de la presión arterial?

En líneas generales, el profesional sanitario puede recomendar la auto medición de la presión


arterial siempre (salvo algunas excepciones, principalmente en pacientes obsesivos y con tendencia a la
automedicación). Se trata de un método eficaz que permite conocer la tensión del paciente fuera de
la consulta, en su vida cotidiana, evitando así el conocido como fenómeno de la bata blanca (la
sensación que experimentan los pacientes al llegar al centro sanitario y ponerse frente al profesional
sanitario. Este fenómeno provoca que la presión arterial de los pacientes se eleve un poco con respecto a
su cifra normal).

La auto medición de la presión arterial debe realizarse por la mañana y por la noche, tras un reposo
previo de 3 minutos. La posición adecuada es la siguiente: sentado, con las piernas sin cruzar, la espalda
apoyada en la silla y el brazo en donde se coloque el manguito apoyado sobre la mesa. Es recomendable
que el manguito se ponga en el brazo (y no en la muñeca, salvo excepciones -personas obesas-).

Tras la auto medición, el paciente debe registrar los resultados obtenidos apuntándolos en un


cuaderno. Deberá llevar este cuaderno al profesional sanitario correspondiente (médico o enfermero)
cuando tenga su cita para revisarlos juntos. Con estos resultados, el profesional valorará el tratamiento y
seguimiento del paciente.
Dispositivos para medir la presión

Existen diversos dispositivos para medir la presión arterial:


 Esfigmomanómetro de mercurio: Es el más exacto y menos expuesto a errores. Para su uso se
requiere un fonendoscopio.
 Esfigmomanómetro de aire: Es el más utilizado y es también un aparato preciso. Igualmente
necesita de un fonendoscopio para su uso.
 Aparato electrónico: Se utiliza mucho para realizar el autocontrol, no necesita fonendoscopio porque
lleva un detector del pulso incorporado y es de fácil manejo. No obstante, se trata de un aparato muy
sensible a los ruidos y a los movimientos, por lo que para que los valores obtenidos sean exactos, es
necesario que el brazo no se mueva y que no se hable. Es importante que el aparato esté en buenas
condiciones y se revise periódicamente.

Además, para medir la presión arterial se requiere cumplir una serie de condiciones:

Para medir la presión arterial debe colocarse el manguito del esfigmomanómetro a la altura del
corazón. El borde superior debe estar como mínimo dos centímetros por encima de la flexura del codo.
A continuación se infla el manguito hasta una presión de 180 milímetros de Hg. Si se sabe que en
determinaciones anteriores la presión sistólica era superior a esta cifra, se infla hasta una presión 200
mm Hg por encima de la última conocida. Se coloca la campana del fonendo allí donde previamente se
ha localizado el latido arterial en la flexura del codo y se procede a desinflar poco a poco el manguito.
El primer latido que se escucha corresponde a la presión sistólica o máxima y la desaparición del latido
a la presión diastólica o mínima. En los niños y también en algunos adultos, los latidos no desaparecen;
entonces se considera como presión diastólica aquella en la que se modifica la tonalidad de los latidos.

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