Docer Jos
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justamente la fe. Esto resultó crucial para que Lutero abriera los
ojos de su entendimiento para darse cuenta que el hombre no
debe aportar obras para poder alcanzar la salvación, sino que
somos justificados sólo por nuestra fe en Jesús. Si nos ponemos
en el contexto de aquella época, es importante que
entendamos que la iglesia era diferente a lo que vemos hoy en
día. En aquel tiempo, las autoridades de la iglesia romana se
constituían dispensadores de la salvación. Es decir, no bastaba
sólo con creer; también era necesario obedecer lo que la iglesia
ordenaba, y para mantener la salvación se requerían ciertos
sacramentos, ritos y obras. De hecho, en muchos casos, las
personas tenían que pagar para que le fuera concedido el
perdón de sus pecados. De igual manera, los líderes de la iglesia
romana decían que lo que se necesitaba para que un pariente
fallecido pasara del purgatorio al cielo era simplemente el
ruidito de unas monedas entregadas a la iglesia.
Somos justificados sólo por la fe, y eso excluye por completo las
obras.